El Gran Conflicto
El Gran Conflicto
El Gran Conflicto
La historia que tienes en tus manos es real. En cierto modo, incluye todas las
demás, hasta la tuya. Este libro explica por qué el mundo es como es, al
responder las preguntas más inquietantes de la mente humana: ¿Por qué estoy
aquí? ¿Por qué sufre la gente? ¿Hay esperanza para la humanidad? ¿Cuál es
el futuro del planeta?
En esta obra estimulante y cautivadora, descubrirás qué hace que alguien sea
un ganador o un perdedor en el intenso conflicto en el que todos estamos
involucrados. Este conocimiento te proporcionará paz interior y fortaleza moral
para que avances en el camino de la vida sin miedo al futuro. Por todo esto y
mucho más, lee este libro inmediatamente…
INDICE DE CONTENIDO
1. Una revelación del destino del mundo
2. La lealtad y la fe de los primeros cristianos
3. Una era de tinieblas espirituales
4. Los valdenses defienden la fe
5. La luz emerge en Inglaterra
6. Dos héroes enfrentan la muerte
7. Lutero, el hombre para su tiempo
8. Un paladín de la verdad
9. Se enciende una luz en Suiza
10. Progresos en Alemania
11. La protesta de los príncipes
12. El amanecer en Francia
13. En los países bajos y Escandinavia
14. La verdad progresa en Inglaterra
15. El régimen del terror en Francia: su verdad causa
16. América, tierra de libertad
17. Una esperanza que infunde paz
18. Nueva luz en el Nuevo mundo
19. Luz a pesar del chasco
20. Un gran movimiento mundial
21. Advertencias rechazadas
22. Profecías cumplidas
23. El misterio revelado con respecto al santuario
ELENA G. DE WHITE
24. ¿Qué está haciendo cristo ahora?
25. La inmutable ley de Dios
26. Se restaura la verdad
27. ¿Cuánto éxito tienen los reavivamientos
modernos?
28. El registro de nuestra vida
29. El origen del mal y del dolor
30. El gran enemigo del ser humano
31. ¿Quiénes son los espíritus malignos?
32. Como derrotar a Satanás
33. ¿Qué hay más allá de la tumba?
34. ¿Quiénes son los “espíritus” del espiritismo?
35. La libertad de conciencia amenazada
36. El conflicto inminente
37. Nuestra única protección
38. El mensaje final de Dios
39. El tiempo de angustia
40. La liberación del pueblo de Dios
41. La tierra en ruinas
42. Paz eterna: el fin del conflicto
ELENA G. DE WHITE
(CAPITULO 1)
UnA revelación del destino del mundo
Desde la cumbre del Monte de los olivos, Jesús contemplaba Jerusalén, donde
resaltaban las magníficas construcciones del templo.
“Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella” (S. Lucas 19:41)
Jerusalén había sido honrada por Dios más que cualquier otro lugar de la tierra. A diario la
sangre de los corderos había sido ofrecida para representar la del cordero de Dios. Si Israel se
hubiera mantenido leal al cielo, Jerusalén habría permanecido siempre como la elegida de
Dios.
Dado que las amonestaciones y las reprensiones habían fallado, él envío el mayor don del
cielo, el hijo de Dios mismo, para exhortar a la ciudad obstinada. Como un peregrino sin hogar,
vivió para suplir las necesidades y aligerar las penas de la humanidad, y para rogarles que
acepten el don de la vida. La hora de esperanza y perdón se estaba esfumando rápidamente. El
único que podía salvarlos de su destino inminente había sido despreciado, maltratado y
rechazado, y pronto iba a ser crucificado.
Contemplo el Ángel destructor con la espada levantada contra la ciudad que durante tanto
tiempo había sido la morada de Dios. Con ojos inundados por las lágrimas, vio las murallas
rodeadas de tropas enemigas. Cristo vio en Jerusalén un símbolo de mundo endurecido en la
incredulidad y la rebelión, que está pronto a recibir los juicios retributivos de Dios. Dios esta
dispuesto a derramar su alma hasta la muerte para poner la salvación a su alcance. Millones de
personas esclavizadas por el pecado, en peligro de sufrir la muerte eterna, rehusarían escuchar
las palabras de verdad el día que se las dijeran.
El segundo templo no fue honrado por por la nube de la gloria de Dios, pero si con la presencia
viva de aquel que era Dios mismo manifestado en carne. Los discípulos se habían llenado de
asombro ante el anuncio profético de Cristo de que el templo sería destruido, y anhelaban
entender el significado de sus palabras. El señor les había dicho a los discípulos que él vendría
por segunda vez. Por lo tanto, ante la mención de los juicios que caerían sobre Jerusalén, sus
mentes se concentraron en su venida. La profecía que pronunció tenía un doble significado.
LA PACIENCIA DE DIOS
Mediante la predicación de los apóstoles, Dios hizo que la luz brillara sobre ellos, veían como la
profecía se había cumplido, no solamente con el nacimiento y la vida de cristo, sino también
con su muerte y su resurrección.
Satanás despertó las pasiones más feroces y degradadas del alma, las personas eran
irrazonables, y estaban dominadas por el impulso y el odio ciego. Los líderes de partidos
ELENA G. DE WHITE
opositores combatían entre si y se mataban sin misericordia, incluso la santidad del templo no
detenía su horrible crueldad.
ELENA G. DE WHITE
(CAPITULO 2)
LA LEALTAD Y LA FE DE LOS PRIMEROS
CRISTIANOS
Los seguidores de cristo se veían obligados a ocultarse en lugares aislados, fuera de los muros
de la ciudad de Roma, entre las colinas, se habían construido largas galerías subterráneas, a
través de la tierra y la roca, de muchos kilómetros de longitud. Allí también cuando era
seguidos, hallaban un hogar, grande seria su recompensa en los cielos, por que de la misma
forma habían sido seguidos los profetas antes que ellos.
Cuando los cristianos consintieron en unirse con los que eran semiconvertidos del paganismo,
satanás se regocijó, y entonces los inspiró a seguir a los que se mantenían fieles a Dios. Los
primeros cristianos ciertamente eran un pueblo peculiar. Muchos que son débiles en la fe
pierden su confianza en Dios, por que el permite que las cosas malas prosperen, en tanto que
las mejores y las más puras son atormentadas por el cruel poderío de los malvados. No
debemos dudar de su bondad por que no podemos entender su providencia.
(CAPITULO 3)
UNA ERA DE TINIEBLAS ESPIRITUALES
Las costumbres paganas se fueron introduciendo en la iglesia cristiana, aunque fueron
restringidas por un tiempo por las terribles persecuciones que se realizaron bajo el paganismo,
sus doctrinas y supersticiones fueron incorporadas en la fe de los profesos seguidores de
cristo.
ELENA G. DE WHITE
En el siglo XI el papa Gregorio VII proclamó que la iglesia nunca se había equivocado, y que
jamás se equivocaría, y pretendió que eso estaba de acuerdo con las escrituras.
Algunos de los pontífices eran culpables de crímenes tan horrorosos que los gobernantes
seculares intentaron destronarlos por ser monstruos demasiado viles para ser tolerados.
(CAPITULO 4)
LOS VALDENSES DEFIENDEN LA FE
Durante el largo período de supremacía papal, hubo testigos de Dios que conservaban la fe en
cristo como el único meditador entre Dios y los seres humanos. Consideraban la biblia como la
única regla de vida, y santificaban el verdadero día de reposo. Cuando los sajones invadieron
Gran Bretaña, el paganismo logró predominar y los cristianos fueron obligados a refugiarse en
las montañas.
Sus creencias religiosas se fundaban sobre la palabra de Dios, esos campesinos humildes
apartados del mundo, no habían llegado por sí mismos a la verdad en oposición a los dogmas
de la iglesia apóstata.
(capitulo 5)
la luz emerge en Inglaterra
dios no había permitido que su palabra fuera totalmente destruida, en diferentes países de
Europa, hubo personas que fueron movidas por el espíritu de Dios a buscar la verdad como si
trataran de encontrar tesoros escondidos, guiados por providencialmente a las Sagradas
Escrituras, estuvieron dispuestos a aceptar la luz a cualquier costo. El mundo había pasado su
medianoche, en muchos países aparecieron señales del amanecer que se aproximaba.
Wiclef comenzó a escribir y a publicar folletos contra los frailes, para llamar la atención del
pueblo a las enseñanzas de la biblia y a su autor.
ELENA G. DE WHITE
facultades intelectuales, con una experiencia rica, había sido preparado por las providencias de
Dios para esta, la mayor de sus obras.
La obra de Wiclef estaba casi terminad, pero una vez más tendría que presentar su testimonio
en favor del evangelio, de esta manera presento ante el papa y sus cardenales la
mansedumbre y la humildad de Cristo: exhibió no solamente ante ellos, sino ante toda la
cristiandad, el contraste entre ellos y el Maestro, cuyos representantes pretendían ser.
El hombre que durante toda su vida había permanecido valientemente firme en defensa de la
verdad no iba a caer victima del odio de sus adversarios, Dios había sido su protector; y ahora,
cuando sus enemigos se sentían seguros de su presa, la mano de Dios impidió que lo
atraparan.
(CAPITULO 6)
DOS HÉROES ENFRENTAN LA MUERTE
Muchos valdenses y albigenses, acosados por la persecución, llegaron hasta Bohemia y
trabajaron diligentemente en secreto. En la universidad, Hus pronto se distinguió por sus
rápidos progresos, su conducta bondadosa y amable hizo que todos lo apreciaran. Era un
creyente sincero de la iglesia Romana un fervoroso buscador de las bendiciones espirituales
que ella afirmaba otorgar.
ELENA G. DE WHITE
Uno representaba la entrada de cristo en Jerusalén, “humildemente y sentado en un burro”, y
seguido por sus discípulos, vestidos con indumentaria gastada por los viajes y descalzos.
El otro cuadro representaba una procesión pontificia: el papa con ricas vestimentas y una triple
corona, montado en un caballo magníficamente adornado, procedido por trompetas y seguido
por cardenales petas y seguido por cardenales y prelados en un despliegue deslumbrante.
Estos cuadros habían dejado una gran impresión a Hus y lo indujeron a un estudio de la biblia y
de los escritos de Wiclef.
Dios permitió que brillara abundante luz en la mente de estos hombres escogidos, y les reveló
muchos de los errores de Roma, pero ellos no recibieron toda la luz que debía ser dada a todo
el mundo. Dios estaba sacando al pueblo de las tinieblas del romanismo y lo dirigía paso a
paso; conforme podría sobrellevarlo.
ELENA G. DE WHITE
EL SALVOCONDUCTO DEL REY
En Constanza a Hus se le concedió plena libertad, al salvoconducto del emperador se añadió
una promesa personal de protección por parte del papa.
Aunque el papa mismo era culpable de crímenes mayores que los que Hus les había atribuido a
los sacerdotes, el mismo concilio que degradó al pontífice procedió a condenar al reformador.
El emperador, determinado a no violar su salvoconducto, se opuso a la decisión tomada contra
Hus. La gracia de Dios lo sostuvo, durante las semanas de sufrimiento que procedieron a su
sentencia final, la paz del cielo llenó su alma. “Escribo esta carta en mi prisión- le decía a un
amigo-, y con mi mano encadenada, esperando que mañana se cumpla mi sentencia de
muerte. [ …] Cuando con la ayuda de Cristo Jesús nos encontremos de nuevo en paz deliciosa
de la vida futura, descubrirás cuan misericordioso se ha mostrado Dios hacia mí, cuán
eficazmente me ha sostenido en medio de mis tentaciones y mis pruebas”.
EL TRIUNFO PREVISTO
En su calabozo Hus previó el triunfo de la fe verdadera, en sueños vio al papa y a los obispos
borrando los cuadros de cristo que él había pintado en las paredes de la capilla de Praga. Por
última vez Hus fue llevado ante el concilio, una vasta y brillantes asambleas estaban el
emperador, príncipes del imperio, representantes reales, cardenales obispos, sacerdotes y una
gran multitud. Le pidieron que expresara su última decisión, y Hus declaró que se negaba a
retractarse, fijando su mirada en el monarca, que en forma vergonzosa había violado su
palabra empeñada, declaró: “Resolví, de mi propia y libre voluntad, presentarme ante este
concilio bajo la pública protección y la fe de emperador aquí presente”.
Finalmente, “colocaron sobre su cabeza una coroza (o capirote), un cono alargado de papel
engrudado, que llevaba pintadas figuras de demonios, y con la palabra ´archihereje´ bien clara
al frente. Dijo Hus: ´Muy gozosamente usaré esta corona de vergüenza por tu causa, oh cristo,
porque por mí llevaste la corona de espinas´”
Cuando se encendieron las llamas en torno a él, comenzó a cantar: “Jesús, hijo de David, ten
misericordia de mí”, y así continuo hasta que su voz fue silenciada para siempre.
Cuando el cuerpo de Hus se hubo consumido, arrojaron sus cenizas al Rin, y este las llevó al
océano para que fueran semillas esparcidas por todos los países de la tierra, aun en lugares en
aquel tiempo todavía desconocidos, iban a producir abundante fruto en forma de testigos de
la verdad.
ELENA G. DE WHITE
JERÓNIMO SE SOMETE AL CONCILIO
Como la violación del salvoconducto de Hus había despertado una tormenta de indignación, el
concilio determino que en lugar de quemar a Jerónimo lo obligarían a retractarse. Se le ofreció
la alternativa de retractarse o morir en la hoguera, debilitado por la enfermedad, por los
rigores de la prisión y por la tortura de la ansiedad y la incertidumbre, separado por amigos y
desmoralizado por la muerte de Hus, la fortaleza de Jerónimo se rindió. Se comprometió a
adherir a la fe católica y aceptar la decisión del concilio al condenar a Wiclef y Hus. Pero en la
soledad del calabozo vio claramente lo que había hecho, pensó en el valor y la fidelidad de
Hus, y reflexionó en su propio abandono de la verdad.
Por fin se le concedió su pedido, en presencia de sus jueces, Jerónimo se arrodilló y oró para
que el espíritu divino dominara sus pensamientos con el fin de no hablar nada en contra de la
verdad o que fuera indigno de su maestro.
Antes de mucho fue dirigido al mismo lugar en el que Hus había dado su vida, fue cantando
por el camino, mientras su rostro brillaba con gozo y paz, ya no estaba aterrorizado por la
muerte, cuando el verdugo, a punto de prender la hoguera, se acercó por detrás, el mártir
exclamó: “pon el fuego delante de mi cara, si tuviera miedo, no estaría aquí”.
Las autoridades papales estuvieron de acuerdo en que los cuatro artículos debían ser
aceptados, dándoles su propia interpretación a los artículos husitas, así como la biblia, pudo
tergiversar el significado para cumplir sus propósitos.
(CAPITULO 7)
ELENA G. DE WHITE
LUTERO, EL HOMBRE PARA SU TIEMPO
Martín Lutero sobresale claramente de entre los que fueron llamados a conducir a la iglesia
desde la oscuridad del papismo hacia la luz de una fe más pura. Sin conocer otro temor fuera
del temor de Dios, y sin aceptar ningún fundamento para la fe fuera de las sagradas escrituras,
Lutero fue el hombre para su tiempo.
Pasó sus primeros años en el humilde hogar de un campesino alemán. Su padre quería que
fuera Abogado, pero Dios se proponía a hacer de él un constructor del gran templo que se
estaba levantando lentamente a lo largo de los siglos.
HUIDA DE AUGSBURGO
Los amigos de Lutero los instaron a que, como era inútil para permanecer allí, debía regresar a
Wittenberg sin demora alguna, y detener el cuidado, de acuerdo con este consejo, salió de
Augsburgo a caballo antes del amanecer, acompañado solamente por un guía proporcionado
ELENA G. DE WHITE
por el magistrado, sigilosamente recorrió las calles oscuras de la ciudad, enemigos alertas y
crueles estaban planeando su destrucción.
(CAPITULO 8)
UN PALADÍN DE LA VERDAD
Un nuevo emperador, Carlos V, ascendió al trono de Alemania, el elector de Sajonia, con quien
Carlos tenía una gran deuda por su obtención de la corona, le rogó que no tomara mediadas
contra Lutero antes de haberle dado la oportunidad de escucharlo.
EL VALOR DE UN MÁRTIR
Mientras que el reformador continuaba su marcha, una ansiosa multitud lo rodeaba, y a voces
amigas le advertía de los romanistas. “Te quemarán, le dijo uno y reducirán tu cuerpo a
cenizas, así como lo hicieron con Juan Hus”. Lutero contestó: “Aunque encendieran un fuego
tan grande que alcance desde Worms hasta Wittenberg, yo lo atravesaría en el nombre del
señor; compareceré delante de ellos, confesando el nombre de cristo Jesús.”
ELENA G. DE WHITE
LUTERO COMPARECE DE NUEVO ANTE LA DIETA
Cuando Lutero fue conducido de nuevo ante la dieta estaba calmo y sereno, a la vez que
valiente y digno, como testigo de Dios ante los grandes de la tierra. El funcionario imperial
ahora demandó su decisión.
“Me defenderé a mí mismo como cristo lo hizo: ´Si he dicho algo malo, demuéstrenmelo´. […]
Por la misericordia de Dios, los conjuro, serenísimo emperador, y a ustedes, ilustrísimos
príncipes, y todos los hombres presentes de cualquier categoría, a probar por los escritos de
los profetas o apóstoles que me han equivocado.”
SEGURIDAD EN WARTBURGO
Lutero se regocijaba en estar libre del ardor y el tumulto de la batalla, pero acostumbrado a
una vida de actividad y duro conflicto, no podía soportar permanecer inactivo, temía ser
acusado de cobardía por retirarse de la lucha, entonces se reprochó a sí mismo.
(CAPITULO 9)
SE ENCIENDE UNA LUZ EN SUIZA
Pocas semanas después de que Lutero naciera en la cabaña de un minero en Sajonia, Ulrico
Zuinglio nació en la casita de un pastor de los Alpes. Se crio en medio de escenas de bellezas
naturales y, en edad temprana, su mente fue impresionada con la majestad de Dios.
ELENA G. DE WHITE
VENTA DE INDULGENCIAS EN SUIZA
En Alemania, la venta de indulgencias fue dirigida por el infame Tetzel, en Suiza este tráfico fue
puesto bajo el dominio de Samsón, un montaje italiano.
(CAPITULO 10)
PROGRESOS EN ALEMANIA
La misteriosa desaparición de Lutero produjo preocupación en toda Alemania. Circulaban
extraños rumores y muchos creían que había sido asesinado. Se escuchaban grandes lamentos
y varios se comprometían con solemnes juramentos a vengar su muerte.
EL PODER DE LA PALABRA
“Predicaré, estudiaré y escribiré; pero no obligaré a nadie, porque la fe es un acto voluntad.
[…] Me opuse al papa, a las indulgencias y a los partidarios del papa, pero sin violencia ni
disturbios”.
(CAPITULO 11)
LA PROTESTA DE LOS PRÍNCIPES
Uno de los testimonios más nobles alguna vez pronunciando por la Reforma fue la protesta
presentada por los príncipes cristianos de Alemania, la providencia de Dios había mantenido a
raya a las fuerzas que se oponían a la verdad.
ELENA G. DE WHITE
ENORMES ASUNTOS EN JUEGO
Si este edicto era puesto en vigencia, “la Reforma no podría extenderse, ni podría establecerse
sobre un fundamente sólido donde la existía”. Se prohibiría la liberta, no se permitirían nuevas
conversiones, parecía que la esperanza del mundo estaba por extinguirse.
LA DIETA DE AUGSBURGO
A los príncipes evangélicos se les había negado tener una audiencia con el rey Fernando, pero
para aquietar las disensiones que perturbaban el imperio, Carlos V, al año siguiente de la
protesta de Espira, convocó una Dieta en Augsburgo.
(CAPITULO 12)
EL AMANCECER EN FRANCIA
A la protesta en Espira y la confesión de Augsburgo le siguieron años de conflicto y oscuridad,
debilitado por las divisiones
ELENA G. DE WHITE