Garcia Ferrari
Garcia Ferrari
Garcia Ferrari
Una aproximación a la
trayectoria intelectual de Juan Vucetich
1
En los últimos años, un campo que había sido poco explorado como es el de la historia de la
identificación, la construcción de archivos estatales y de documentaciones personales, ha comenzado a
cobrar importancia en la literatura internacional. Sobre la constitución histórica de la identidad individual
así como su documentación con la consiguiente creación de "gente legible", véase Jane Caplan y John
Torpey (Ed.) (2001). Para una historia de la identificación criminal, véase Simon A. Cole (2002).
Distintos trabajos abordan la identificación en la long durée o en períodos específicos, véase Vincent
Denis (2008); Valentin Groebner (2007); Gérard Noirel (Ed.) (2007).
1
características de un nuevo sujeto, cuya “personalidad matemática” o civil constituía la
“verdadera personalidad humana”. Inmutable, atemporal, única, asexuada, sin distinción
racial o social, la individual dactiloscópica era, para Vucetich, la forma que la
Naturaleza había elegido como fundamento de la individualidad, y adoptarla sería
garantía del orden y el progreso de la Nación. Ante la mutabilidad, falta de estabilidad,
confusión, de los nuevos sujetos que integraban la naciente Nación, propuso una nueva
personalidad, creada desde el Estado, basada en la Naturaleza, inmutable, registrable,
pasible de ser acumulada en los departamentos de policía y compartida entre todas las
naciones del mundo. Una personalidad transparente al Estado, imposible de falsificar o
disimular, que comenzaría a ser base también de un nuevo vínculo entre el individuo y
el Estado.
En Argentina, durante el último tercio del siglo XIX se produjo una conjunción
de factores que volvió imperiosa la necesidad de avanzar en la identificación de
personas, en principio de delincuentes y crecientemente de distintos grupos políticos y
socio-laborales hasta abarcar a la población en su conjunto. Un país cuya Capital tenía
la más alta proporción en el mundo de inmigrantes, que sufría cambios vertiginosos en
la cantidad y composición de la población y atravesaba un período acelerado de
consolidación de las instituciones estatales y de intensa modernización y crecimiento
económico, fue ávido receptor de teorías y técnicas que permitieran comprender y
controlar los nuevos fenómenos.
2
ocupar en la comunidad internacional: líder en América Latina y capaz de intervenir en
igualdad de condiciones en las discusiones internacionales. 2
En el último tercio del siglo XIX se delinearon dos caminos de conocimiento del
criminal, uno “científico” y otro “técnico”. El camino “científico” buscaba remontarse a
las causas del delito, definir “tipos” delictivos e indicar medidas de defensa social. Se
trataba de una indagación que apuntaba a definir la peligrosidad de los sujetos
prediciendo, sobre la base de conductas o características físicas, transgresiones futuras.
2
La implementación de tecnologías de identificación en nuestro país no cuenta hasta el momento con una
tradición historiográfica. De todos modos, es un tema que ha sido abordado en el marco de estudios sobre
medicina y criminología en la Argentina finisecular. Jorge Salessi ha abordado el tema en el marco de
preocupaciones relativas al género y la construcción de una identidad nacional. Su trabajo presta atención
a la expansión de la identificación civil a partir de fines del siglo XIX y al rol de la dactiloscopia en la
construcción, tanto de una identidad nacional, como de una identidad cultural y científica
latinoamericana. Véase Jorge Salessi (1994:.80-90), (1995). Julia Rodríguez ubica el trabajo de Vucetich
en el marco de una “conversación científica transatlántica” y señala que el desarrollo de la dactiloscopia
en Argentina desafía la idea de difusión centro-periferia de ideas científicas revelando un panorama
complejo en el que ideas científicas y prácticas estatales circularon en múltiples direcciones, véase Julia
Rodríguez (2004: 387-416), (2006). Véase también Kristin Ruggiero (2001), (2004).
3
El camino “técnico”, en cambio, buscó individualizar el cuerpo, atándolo a su pasado. 3
Si bien disponer de un sistema seguro de identificación garantizaba el control futuro
sobre el individuo, el impulso para esta investigación fue la necesidad de encontrar un
método que permitiera vincular un determinado sujeto con acciones realizadas en el
pasado, es decir, comprobar la reincidencia. Su búsqueda no apuntaba a indagar en las
tipologías criminales o en las posibles causas de la criminalidad, tampoco a encontrar en
el cuerpo diferencias raciales, sociales, morales o intelectuales, sino que esperaba
proporcionar a la policía y la justicia un método seguro para identificar individuos. El
camino era el inverso al criminológico: en lugar de buscar las características
individuales que permitieran incluir al individuo dentro de una categoría, buscaba
separar al individuo de la especie, encontrar en su cuerpo los elementos que lo
distinguieran del universo de sus semejantes.
3
Para un desarrollo más amplio de esta diferenciación entre criminología y el camino que más adelante
formará parte de la criminalística, véase Simon Cole (2002) y Allan Sekula (1986: 3-64).
4
Se trataba de colecciones de retratos fotográficos en exposición en las comisarías, para ser consultados y
memorizados por los agentes de calle. En Argentina, esta herramienta se implementó sistemáticamente a
partir de 1880, sólo para quienes eran catalogados como “ladrones conocidos”. Se exponían tarjetas
fotográficas con el retrato en una cara y los datos de filiación en la otra en las cuadras de vigilantes. Véase
Rodríguez (1975: 177-178) y Orden del día del 27 de diciembre de 1881. Centro de Estudios Históricos
Policiales “Comisario Inspector Francisco L. Romay”.
4
reutilizadas para su identificación y ejecución (Don, 1996). A partir de este momento se
dio impulso a las investigaciones de un funcionario de la policía parisina, Alphonse
Bertillon, quien en 1882 creó un sistema de identificación basado en medidas
corporales, marcas particulares, descripción física en “lenguaje morfológico”
estandarizado y fotografías estandarizadas. El sistema antropométrico o bertillonage se
implementó en París en 1884 y se extendió rápidamente a otros Estados. Este método
fue el primero que permitió la acumulación de identidades en un archivo policial y la
posterior búsqueda de información en el mismo.
5
Los trabajos sobre estadísticas criminales indican un aumento en el registro del
delito en la década de 1880 en la ciudad de Buenos Aires con un pico en 1885, año en el
que una persona de cada 9 fue arrestada. Los delitos más habituales fueron relativos al
orden público, especialmente ebriedad y desorden, con muy poca presencia de delitos
contra las personas o la propiedad (Johnson y Kirk Blackwelder, 1984; Kirk
Blackwelder, 1990). El tipo de delito predominante muestra claramente la función
básicamente de control social en las calles que desempeñaron los agentes policiales en
esta etapa. La década de 1880 fue también el período en que la institución policial inició
su modernización. En 1880 se creó la Policía de la Capital, que se separó de la
provincial. La estructura interna se modificó, así como el mapa de secciones, aumentó el
número de personal y la vigilancia se concentró en las calles. En 1880 Buenos Aires
disponía de 76 agentes cada diez mil habitantes, una proporción muy alta si la
comparamos con los 20 cada diez mil habitantes con que contaba Boston (Kirk
Blackwelder, 1990). En estos años, sin embargo, la policía parece haberse sentido
constantemente superada por las circunstancias. 6 El Comisario de Pesquisas José Sixto
Álvarez (más conocido como Fray Mocho), en su introducción a la Galería de ladrones
de la Capital (1880-1887), advertía al Jefe de Policía:
“(…) que los ladrones peligrosos que están retratados, son traidos muy rara vez á
la Policía y que circulan por las calles con total libertad, no sucediendo lo mismo
con esos infelices á quienes sus propios vicios los han inutilizado hasta para hacer
la mas pequeña rateria y que son los huéspedes mas asiduos del Departamento: de
aquí que los ladrones peligrosos sean los menos conocidos” (José Sixto Álvarez,
1887: 4).
Un “bajo fondo social” que se sentía fuera del alcance de las autoridades,
compuesto por individuos de peligrosidad variable y una policía que sólo llegaba a las
primeras capas de este mundo oculto, escurridizo, acompañado por el anonimato, el
aumento en las estadísticas del delito y la percepción social del crecimiento
desenfrenado del crimen, fueron las bases para la adopción e implementación temprana
de las nuevas técnicas de identificación. Un clima científico sumamente fértil, ecléctico,
predominantemente positivista, fuertemente inserto en circuitos científicos
internacionales, cuyos integrantes eran muy cercanos al poder o desempeñaban cargos
5
Era costumbre en China y en Bengal estampar en cartas o documentos la yema de un dedo entintado.
6
Acerca de los problemas que enfrentó la Policía de la Capital en sus primeros años de funcionamiento,
véase Sandra Gayol (1996: 123-138), García Ferrari (2007b: 38-56).
6
públicos, fue la condición de posibilidad para la temprana adopción de tecnologías de
identificación.
La década de 1890 trajo cambios en las estadísticas del crimen al mismo tiempo
que ingresaban nuevas preocupaciones en la agenda policial. La cantidad de arrestos por
ebriedad –delito que dejaba un amplio margen de discrecionalidad al accionar de los
agentes– que había alcanzado un máximo de 46.679 en 1887, bajó a menos de la mitad
en la década siguiente. Entre febrero de 1888 y julio de 1890, Alberto Capdevila ocupó
el cargo de Jefe de Policía. A través de las Memorias anuales que elevó al Ministro del
Interior, es posible percibir este cambio en las preocupaciones policiales. A diferencia
de Memorias anteriores, en las que el problema del aumento de población aparecía
como un peligro, Capdevila introdujo en la Memoria de 1889 una nueva idea: el
aumento de las contravenciones, especialmente la ebriedad, se debía a las reincidencias
y no a las masas de población de la ciudad:
7
Memoria del Departamento de Policía de la Capital, 1889-1890, Buenos Aires, Imprenta del
Departamento de Policía, 1890, p. 6.
8
Ibídem., p. 7.
7
que la Policía de la Capital no fue ajena. La asistencia a congresos era habitual, así
como la lectura y la escritura en otros idiomas. Las nuevas teorías llegaban a Argentina
rápidamente y eran muchas veces traducidas en prácticas incluso antes que en los países
de origen. La recepción de la antropología criminal tuvo influencia en distintos ámbitos,
como la prisión, el hospital psiquiátrico, la educación, la cultura popular de la época. 10
La comprobación de la reincidencia se volvió un tema central, tanto para criminólogos
como para policías. Los reincidentes eran, dentro del vasto grupo de delincuentes, los
que representaban un mayor peligro para la sociedad y necesitaban recibir un trato
diferenciado. Sin embargo, hasta la aparición del bertillonage, la policía y la justicia no
contaban con ninguna herramienta que les permitiera determinar fehacientemente si un
individuo que cometía un delito había cumplido anteriormente una condena. En una
época en la que no había documentaciones identificatorias, era muy sencillo para los
detenidos alegar un nombre falso. No había manera de comprobar la identidad, a
excepción de la memoria visual de los agentes policiales.
9
Ibídem, p. 5.
10
Diversos autores han indagado en la recepción e influencia de la criminología positivista en la
Argentina finisecular, véase Lila Caimari (2004); Ricardo D. Salvatore (2002: 127-158); Eduardo
Zimmemann (1995).
8
las respuestas a los problemas planteados por las transformaciones sociales, y estaban
dispuestas a aplicar sus soluciones sin mayores dilaciones. 11
11
De todos modos, una vez implementado el bertillonage en la Capital, lógicas propias de la institución
policial interactuaron y entraron en conflicto con estos proyectos científicos. Véase García Ferrari
(2007b: 164-190).
12
En 1880 Henry Faulds publicó en la revista Nature el artículo “Skin-Furrows of the hand” que, sin
embargo, no logró una difusión semejante a la de la obra de Galton. Como ya he mencionado, la autoría
de la identificación dactiloscópica constituyó una larga disputa, en la que Vucetich también intervino
activamente.
9
Sólo dos años más tarde, la teoría fue tomada por Vucetich, lo que da idea de la
velocidad con que se difundían las ideas científicas y de la inmediatez de su impacto
dentro de las nacientes instituciones estatales argentinas.
13
El honor era hacia fines del siglo XIX un valor que hombres y mujeres de todas las clases sociales
defendían, y es fundamental para comprender el ritmo de implementación de las distintas tecnologías de
identificación en Argentina. Véase Sandra Gayol (2004). Para las resistencias a la aplicación del
bertillonage, véase Kristin Ruggiero (2004: 101-106). Sobre las resistencias a la fotografía de
identificación fotográfica véase, Mercedes García Ferrari (2007a: 99-133).
10
un uso policial a las huellas digitales. La toma de impresiones era muy simple, se venía
realizando desde la antigüedad, y bien podría cualquier agente bonaerense en alguna
remota comisaría hacerla sin dificultad. En principio, los instrumentos necesarios eran
sencillos y baratos, tampoco se requería un espacio exclusivo para implementar esta
tecnología, sino que era posible instrumentarla sin realizar ninguna modificación
edilicia. Algo de papel, tinta, madera, un rodillo, un pequeño espacio en algún estante y
un agente que sería entrenado en algunos minutos era todo lo que se necesitaba para
incorporar la toma de las huellas digitales a los procedimientos policiales. 14 El corazón
del sistema, por supuesto, estaría en el archivo, lugar donde unos pocos funcionarios
muy calificados realizarían la clasificación de las fichas. Las perspectivas que ofrecía la
dactiloscopia parecían ideales para el problema que enfrentaba la policía bonaerense al
diseñar su dependencia.
14
Vucetich ejemplifica la adaptabilidad del sistema con el caso de un prófugo de Lobos, Provincia de
Buenos Aires, que fue detenido en Tupiza (Bolivia). El padre del imputado tuvo que realizar “un penoso
viaje” para reconocer a su hijo. Este problema se hubiera solucionado muy sencillamente mediante la
dactiloscopia, ya que si bien “en Tupiza no había máquinas fotográficas (…) no faltaria tinta ó materiales
como el hollin y algunas materias grasas para hacerla y sacar las impresiones del sospechoso”. Revista de
Policía, Año IV, Nº 84, 16 de noviembre de 1900, p. 186.
11
técnica, en la que desarrolló la dactiloscopia, la perfeccionó, amplió sus aplicaciones, 15
la instrumentó en la policía bonaerense y la expandió dentro de la provincia. Una
segunda etapa en la que se abocó a divulgar su sistema en congresos científicos,
congresos policiales, medios de prensa y conferencias, concentrándose en imponer la
superioridad de su método sobre la antropometría. Una tercera etapa en la que, una vez
aceptada universalmente la dactiloscopia, se dedicó a abogar por la identificación civil
generalizada. Su trayectoria describe un amplio arco, que nos lleva desde un plano más
cercano a la historia de la ciencia y especialmente de la tecnología, hasta otro vinculado
directamente con las relaciones entre los individuos y el Estado. La propia evolución del
nombre que recibió sucesivamente su sistema da cuenta de estas transformaciones: en
1891 se implementó por primera vez con el nombre de icnofalangometría, más adelante
se llamó dactiloscopia, Sistema de Filiación Provincia de Buenos, 16 Sistema Vucetich y
terminó denominándose Sistema Dactiloscópico Argentino.
15
Además de la identificación de criminales, expandió el uso de la dactiloscopia a la identificación de
cadáveres y al uso de las huellas dejadas en la escena del crimen como parte de la investigación policial.
16
Si bien incluía la dactiloscopia, el componente central del Sistema de Filiación “Provincia de Buenos
Aires” eran las señas particulares.
17
A raíz de la publicación de una segunda edición de este trabajo, se desató una polémica con el Jefe de
la Oficina Antropométrica de la Capital, que acusaba a Vucetich de plagio. La Nación, 8/12/1895, p. 5,
c.7; 9/12/1895 p. 5, c. 6; 11/12/1895 p. 3, c. 2; 18/12/1895, p. 3, c. 3.
12
embargo, hasta fin del siglo XIX su trabajo sólo despertó la crítica o el silencio en la
Policía de la Capital.
18
La “personalidad matemática” era, para Vucetich, aquella que surgía de la numeración dactiloscópica y
expresaba lo individual, único, inmutable, fijo del ser humano. Este concepto fue desarrollado
posteriormente por su discípulo Luis Reyna Almandos, véase Kristin Ruggiero (2001).
13
transformación radical de la percepción corriente en la época que la asociaba con el
control estatal de sujetos considerados peligrosos. 19
Este libro introdujo también algunos temas que tomarían más fuerza en la
segunda década del siglo XX: la necesidad de internacionalizar la dactiloscopia y
acordar una nomenclatura común a fin de poder intercambiar por vía postal o telegráfica
el “señalamiento de las personas sospechosas” fue el primero de ellos. En ese punto, su
sueño era compartido con Bertillon: ambos imaginaron un sistema de intercambio de
identidades basado en un “idioma universal”. Para Bertillon, debía ser de uso
exclusivamente policial, mientras que para Vucetich se trataba de un lenguaje que debía
aprender toda la población, ya que en él se cifraba la verdadera “personalidad” humana.
La preocupación por homogeneizar criterios e implementar el canje internacional de
antecedentes tiene que ser entendida en el marco de la fuerte visibilidad que ganaron los
atentados anarquistas y otras formas de protesta social a principios del siglo XX. Si bien
en el país todavía no se habían tenido lugar este tipo de hechos, la preocupación por el
anarquismo se alimentaba de las noticias que llegaban de Europa y Estados Unidos.
Entre 1894 y 1901 se produjeron una serie de regicidios y magnicidios que
19
Como ya he dicho, la implementación de los distintos sistemas de identificación fue motivo de fuertes
resistencias, especialmente durante el siglo XIX. La identificación policial conllevaba un estigma social
que resultaba inaceptable. Sin embargo, a principios del siglo XX se comenzó a difundir un nuevo
discurso desde las instituciones policiales, que asociaba la identificación dactiloscópica con la defensa de
la honra: el registro voluntario en los archivos policiales protegía al individuo del robo de identidad y lo
distinguía de los sujetos “peligrosos” para el orden social. En el estado actual de la investigación es difícil
estimar el real alcance de la identificación voluntaria en los primeros años del siglo XX, pero al
implementarse en 1916 el Registro General en la Provincia de Buenos Aires, la prensa no mostró una
reacción contraria a la medida. Por otro lado, en los años 1920 tuvo lugar una llamativa proliferación de
identificaciones policiales de diversa índole.
14
conmovieron a la comunidad internacional: los asesinatos de Sadi Carnot, presidente de
Francia en 1894; de Cánovas del Castillo, primer ministro español en 1897; de la
emperatriz Isabel de Austria en 1898; de Humberto I de Italia en 1900 y del presidente
de Estados Unidos, McKinley en 1901. Estos atentados fueron realizados en su mayor
parte por anarquistas extranjeros, y contribuyeron a instalar la idea de la existencia de
una organización internacional y secreta dedica a abolir la existencia misma del Estado,
que debía ser combatida con medidas excepcionales y mediante una acción coordinada
entre las distintas naciones (Suriano, 2001; Zimmermann, 1995: 126-149). 20 En
Argentina, se sancionó en 1902 la Ley de Residencia, orientada a la expulsión de
anarquistas extranjeros. En estos años pasó a primer plano el control de la actividad
política y la posibilidad de intercambiar información sobre identidades de individuos
“peligrosos” para el orden social con otras policías, y quedó relegado el problema de la
reincidencia que había ocupado el centro de las preocupaciones en la década de 1890.
20
Sobre la genealogía internacional de la figura del anarquista y la construcción del anarquista en tanto
delincuente en la narrativa finisecular, véase Pablo Ansolabehere (2007:173-208).
15
Todavía no se hablaba de identificación general, pero la capacidad policial de
registro de identidades se había expandido notablemente. La Cédula de Identidad,
expedida por las distintas policías, comenzaba a ser obligatoria en algunas
circunstancias. Carreros, cocheros, policías, empleados de la administración pública,
estudiantes secundarios que rendían exámenes libres, debían registrarse en los archivos
policiales. En 1909 el uso de la Cédula era obligatorio en la ciudad de Buenos Aires
para:
21
“Ordenanza del 28 de diciembre de 1908, Art. 328”, en Contravenciones Municipales y Registro de
Vecindad. Procedimientos y Penalidad, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional,
1909.
22
La autoría del sistema que surgió en Bengal también es discutida, hay autores que plantean que el
desarrollo fue hecho por funcionarios policiales bengalíes y capitalizado por Sir Henry.
16
La tercera etapa en la producción de Vucetich estuvo marcada por la redacción
del Proyecto de Ley de Registro General de Identificación, encargado por el Poder
Ejecutivo de la Provincia de Buenos Aires en enero de 1915. Los argumentos del
ejecutivo al solicitar el proyecto se basaban en los problemas que conllevaba la
confusión de nombres y filiaciones. Sin embargo, Vucetich preparó un ambicioso
trabajo -“el producto de todos mis esfuerzos realizados durante un cuarto de siglo,
condensados en esta obra, que a mi juicio, es la más completa y extensa de las
presentadas hasta hoy”- en el que resaltaba que el proyecto proponía la creación de “una
institución sin precedentes en ningún país [...] que sirva de base para su adopción en
otros”. 23 Esa obra fue en verdad el punto máximo de la trayectoria de Vucetich,
momento en el que comenzó a vislumbrar la aplicación universal de la identificación
dactiloscópica y a verse a sí mismo como iniciador de una gran obra civilizadora. Como
es habitual en todos sus escritos, dedicó bastante espacio a relatar las dificultades
enfrentadas para imponer su sistema. La dactiloscopia se presentaba como obra de
civilización en lucha con fuerzas contrarias al progreso. En la introducción planteaba
que su método había tenido que “vencer grandes dificultades, propias, sin duda, de toda
empresa que necesariamente tiende a producir fundamentales cambios en las
instituciones de larguísimo tiempo establecidas y en las costumbres más arraigadas”,
frase sorprendente tratándose de instituciones de corta vida y siendo la antropometría un
sistema de identificación con pocos años más de historia que la dactiloscopia.
23
Nota de Vucetich por medio de la cual hace entrega del proyecto, en Proyecto de Ley de Registro
General de Identificación por Juan Vucetich. Prólogo, notas y apéndice adicional por el Doctor Reyna
Almandos, Director del Museo Vucetich. Obra publicada bajo los auspicios del S. Gobierno de la
Provincia de Buenos Aires, La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1929, p.26.
17
identificación dactiloscópica había sido adoptada en la legislación, introducida en el
Código de Procedimientos de 1906; “por primera vez en el mundo” se había utilizado la
dactiloscopia para el enrolamiento militar y para fines político-electorales; “por primera
vez en el mundo” un consulado había expedido certificados de nacionalidad sobre la
base de los dibujos papilares.
18
práctica, todo vínculo entre el individuo y el Estado quedaba mediado por la Cédula de
Identidad que se apoyaba en el Registro General de Identificación en el que se
conservaba la individual dactiloscópica junto con el legajo. En el caso de los Registros
de seguridad pública y de delincuentes y alienados, evidentemente la inscripción era
compulsiva. Quiénes debían ser inscriptos en el registro de seguridad pública no
quedaba explícitamente definido en el proyecto. Se trataba de registrar a aquellas
personas “en cuya vigilancia esté interesada la seguridad social, la moralidad y la
salubridad pública”. El archivo estaba destinado a la “defensa social y la seguridad
pública” e incluía el registro de prostitución.
A modo de conclusión
24
Documentación de la Colección Vuectich. Actos y correspondencia, Junio de 1923 a Agosto de 1928,
La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1928, p. 32.
19
descansara en el archivo y se viera actualizada ante cualquier acción del individuo. Una
réplica de la sociedad que se percibía caótica dentro de un archivo en perfecto orden,
prometía transformar a esta sociedad en la sociedad deseada. Por otro lado, Vucetich
unió su sistema al destino nacional, tomándolo como símbolo del lugar en el mundo al
que Argentina debía aspirar: ser líder de América Latina e independiente de las naciones
europeas.
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