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JUAN CRISÓSTOMO - Elogio Al Apóstol San Pablo

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Juan Crisóstomo

ELOGIO AL APÓSTOL SAN PABLO

Juan Crisóstomo era un gran conocedor de


los escritos de san Pablo, que había leído y
comentado con detenimiento, y un entu­
siasta admirador de su vida, como queda
patente en su comentario a los Hechos de
los Apóstoles.

Los discursos que componen este volumen


no son un único tratado, sino siete piezas
oratorias, pronunciadas en momentos di­
ferentes, que tienen en común la figura de
san Pablo, su personalidad, sus cualidades
y su actividad apostólica, con el fin de
honrarlo, elogiarlo y proponerlo como
modelo. Sin embargo, desde muy pronto
han sido publicados uno tras otro forman­
do una unidad literaria. Y si bien todos
ellos tienen en común los elementos que
denotan un mismo autor, lo relevante es
que cada uno constituye una pieza inde­
pendiente sobre un tema concreto y con
un desarrollo propio.

Crisóstomo pronunció numerosos panegí­


ricos de personajes del Antiguo Testamen­
to y de algunos mártires, pero ninguno de
ellos llegó a ser tan célebre como los siete
discursos que forman este Elogio. Son mu­
chas las virtudes del Apóstol que nuestro
autor pone de relieve, pero quizá, entre to­
das ellas, destacan tres características del
alma de san Pablo: la santidad, su celo
apostólico y su fidelidad a la cruz de Cris­
to, que hacen de él, hoy como ayer, un mo­
delo vivo de perfección cristiana.
BIBLIOTECA DE PATRÍSTICA
78
Director de la colección
MARCELO MERINO RODRÍGUEZ
Juan Crisóstomo

ELOGIO AL APÓSTOL
SAN PABLO
Introducción, traducción y notas de
Santiago Ausín Olmos

c.,
Ciudad Nueva
© Santiago Ausín Olmos

© 2009 Editorial Ciudad Nueva


José Picón 28 - 28028 Madrid
www.ciudadnucva.com

ISBN: 978-84-9715-168-9
Depósito Legal: M-23061-2009

Impreso en España

Preimpresión: MCF Textos. Madrid


Imprime: Estugraf Impresores. Cicmpozuelos (Madrid)
INTRODUCCIÓN

San Juan Crisóstomo era un gran conocedor de los es­


critos paulinos, que había leído y comentado con deteni­
miento', y un entusiasta admirador de su biografía, como
queda patente en su comentario a los Hechos de los Após­
toles2. Había nacido en el seno de una familia cristiana y
bien acomodada alrededor del año 330 y recibió una es­
merada formación humanista y teológica. Es el represen­
tante más genuino de la escuela de Antioquía y uno de
los cuatro grandes Padres de la Iglesia de Oriente'.

l. Los comentarios y homilías 3. Un resumen de su biografía


sobre los libros del Antiguo y del puede verse en A. M. MALlNGREY,
Nuevo Testamento ocupan gran «Juan Crisóstomo» en A. D. BE­
parte de la amplia bibliografía de RARDINO (ed.) Diccionario patrís­
Crisóstomo. Cf. V. DE MARGERIE, tico y de antigüedad cristiana, vol.
Introduction a l'histoire de l'e­ II, ed. Instituto Patrístico Augus­
xégi?se: l. Les Peres grecs et orien­ tiniano - Sígueme, Salamanca
taux, Cerf, Paris 1 980, pp. 214-239; 1991, pp. 1 1 77-1 18 1 ; R. TREVIJA
­

M. SIMONErn, Lettera elo allego­ NO, Patrología, ed. Sapientia fidei,


ria. Un contributo alla storia dell'e­ 5), ed. BAC, Madrid 1995, pp.
segese patristica, (Studia cphemeri­ 239-249; D. RAMOS-LlSSÓN, Pa­
dis «Augustinianum», 23), trología, (Manuales de Teología,
Institutum Patristicum «Augustinia­ 35), ed. EUNSA, Pamplona 2005,
num•, Roma 1985, pp. 180-188. pp. 291-297; BENEDTCTO XVI, Los
2. Sobre el libro de los Hechos Padres de la Iglesia. De Clemen­
han llegado hasta nosotros 55 ho­ te de Roma a san Agustín, (Raí­
milías, recogidas en el Migne bajo ces de la fe), cd. Ciudad Nueva,
el título Commentarius in Acta Madrid 2008, pp. 131-1 42.
Apostolorum, PG 60, 14-584.
6 1ntroducción

Dentro de la amplia bibliografía, que suele dividirse en


tratados, homilías y cartas, es fácil encontrar alusiones a
hechos, enseñanzas, virtudes y actitudes del Apóstol. El
arzobispo de Constantinopla, que tuvo como modelo a san
Pablo, insistió en la necesidad de imitarlo, ensalzó su fi­
gura y lo presentó con todo atractivo, estimulando a sus
oyentes y lectores a releer el corpus paulino, a meditar sus
enseñanzas, a repetir sus palabras.
Está por hacer un libro que recoja el pensamiento com­
pleto del Crisóstomo acerca de la persona del Apóstol y
la estructure de forma técnica'. Seguramente no es necesa­
rio porque ya lo hizo el propio Crisóstomo en los siete
discursos que presentamos. Como explicaremos más ade­
lante no son siete capítulos de un tratado elaborado como
una unidad literaria. Son siete piezas oratorias, pronuncia­
das en momentos diferentes que tienen en común la figu­
ra de san Pablo, su personalidad, sus cualidades, su acti­
vidad apostólica, sin perder de vista la finalidad de los
discursos, honrarlo, elogiarlo y proponerlo como modelo.
Cada uno de estos discursos tiene su estructura propia y
su desarrollo particular. Sin embargo, desde muy pronto
han sido publicados uno tras otro formando una unidad
literaria que incluso viene encabezada con el título De lau­
dibus Pauli (egkomion eis ton agion apostolon Paulon).

l. Estructura de los Discursos


Los discursos tienen en común los elementos que de­
notan un mismo autor: se repite la terminología, afloran
con frecuencia las mismas metáforas, son casi idénticas las
doxologías finales, y hasta las mismas citas bíblicas apare-

4. En este sentido cabe men­ según Juan Crisóstomo, Roma


cionar que existe la monografía de 1944, pero que queda un tanto ob­
F. ÜGARA, El Apóstol san Pablo soleta.
Introducción 7

cen una y otra vez. Pero lo relevante es que cada discur­


so entraña una pieza independiente sobre un tema con­
creto y con un desarrollo propio. He aquí la estructura de
cada uno de ellos.
a. El Discurso I tiene un cierto carácter introductorio
pues presenta la figura del Apóstol como la más sobresa­
liente en comparación con algunos personajes del Antiguo
Testamento: era el más favorecido por Dios, el que goza­
ba de mayores privilegios y, sobre todo, el que más res­
plandecía por sus cualidades y virtudes. El discurso está
construido sobre el esquema del parangón (sygkriseis), fre­
cuente en los «panegíricos» de la época, tanto profanos'
como cristianos'. La comparación se hace siempre con per­
sonajes del Antiguo Testamento', en concreto, los más re-

5. Según los retoncos de Ale­ 6. Se conservan bastantes pa­


jandría, de Atenas, de Constantino­ negíricos de los mártires (PG 50,
pla o de Laod.icea había tres clases 520-526; 571-583; 605-618; 629-
de panegíricos, el elogio (egkomion) 640; 665-706). Los Padres Capa­
que se dedicaba únicamente a los dacios nos han dejado varios elo­
que todavía vivían, el epitafio (epi­ gios y oraciones fúnebres, como
taphion) para honrar a los difuntos, son los de san Gregorio Nacian­
y el himno (hymnos), para alabar a ceno, el dedicado a su hermano
los dioses. Se sude admitir que el Cesáreo, san Basilio de Cesarea,
Crisóstomo fue alumno de Libanio, san Gregario de Nisa en las ora­
un retórico afamado de Antioquía ciones fúnebres de Melecio, de
(Cf. P. PEm, Les étudiants de Li­ Pulqueria (Oratio funebris in Me­
banius. Un professeur de faculté et letium episcopum, Oratio consola­
ses eleves au bas empire, Paris, 1957). toria in Pulcheriam, Oratio fune­
Un resumen amplio sobre los pa­ bris in Fla,;·illam imperatricem,
negíricos y sus reglas puede verse etc.). Cf. PG 54, 677-686; 687-695;
en A. PffiDAGNEL, jean Chrysoso­ 698-708.
me, Panégyriques de S. Pau4 lntro­ 7. Del Nuevo Testamento úni­
duction, texte critique, traduction et camente hay una comparación so­
notes, SC. n. 300, Paris 1982, pp. mera con Pedro en V, 3, en V/,
21-27. 4 y 10.
8 Introducción

levantes en la historia bíblica y los que más llamaban la


atención al Crisóstomo, quizás porque de ellos aprendió y
predicó muchos valores. Once son los personajes elegidos
para realzar otras tantas cualidades de Pablo:
Abe/, modelo de generosidad, ofreció lo mejor de su
ganado; Pablo fue mucho más generoso y se ofreció a sí
mismo, no sólo parte de sus pertenencias.
Noé, modelo de hombre justo, fue elegido para salvar
a su familia del diluvio; Pablo es el verdadero justo y ele­
gido para salvar al mundo entero, no sólo a los suyos.
Abrahán, modelo de obediencia, abandonó por querer
divino su patria y su parentela para formar un nuevo pue­
blo; Pablo abandonó el mundo presente . . . , y hasta el cielo
por amor de Jesucristo, fundamento de su obediencia. Abra­
hán estuvo dispuesto a inmolar a su hijo; Pablo se inmo­
ló a sí mismo.
Isaac, modelo de paciencia, soportó los ataques de sus
enemigos que cubrían de piedras los pozos que iba abrien­
do; Pablo, lapidado tantas veces en su cuerpo, perdonó y
además buscó la salvación de los que le apedreaban.
]acob, modelo de esperanza, aguantó tantos años de
trabajos por conseguir la esposa que amaba; Pablo sopor­
tó muchos más trabajos y servicios por amor a la esposa
de Cristo, la Iglesia.
fosé, modelo de castidad, superó las insinuaciones de
la mujer de Putifar; Pablo fue capaz de admirar la belle­
za del cuerpo y del alma, pero jamás se dejó llevar por el
apego a las personas.
Job, modelo de lucha contra el demonio, soportó las
pruebas de la enfermedad, acogió con hospitalidad a sus
amigos y a los necesitados; Pablo soportó muchos más ata­
ques del demonio, superó enfermedades en el cuerpo y en
el alma, socorrió a los necesitados en momentos de extre­
ma penuria personal y les ayudó en sus necesidades ma­
teriales y espirituales.
Introducción 9

Moisés, modelo de entrega por la salvación de Israel,


se enfrentó al faraón y estuvo dispuesto a correr la misma
suerte que sus hermanos; Pablo todo lo hizo por la sal­
vación de la humanidad, no sólo de su propio grupo, se
enfrentó al diablo y estaba dispuesto a perder hasta la vida
eterna con tal de que los otros se salvaran.
David, Elías y Juan Bautista, precursores del Mesías,
son tratados con brevedad: David era humilde y ferviente
servidor de Dios; Pablo mucho más. Elías fue un celoso
defensor del Dios único; Pablo ardía en el celo por la glo­
ria de Dios más que ningún otro. Juan Bautista fue de­
chado de austeridad y de fortaleza frente a Herodes; Pablo
soportó también la penuria del desierto y se enfrentó con
fortaleza a muchas autoridades judías y romanas para de­
fender la verdad y la vida de sus hermanos.
Los ángeles' son admirables por su obediencia en el
cumplimento de su misión divina y por la purificación que
aportan a la tierra; Pablo cumple al detalle la misión que
le había encomendado el Señor y recorrió el orbe entero
purificándolo de idolatrías y errores. Y todo esto, contan­
do con las limitaciones de su naturaleza humana y las de­
ficiencias de la carne.
La exhortación final, breve y sencilla, subraya que nadie
ha superado a Pablo y que merece nuestro reconocimiento
y admiración, junto con el esfuerzo decidido por imitarlo.

b. El Discurso Il comienza con el punto último del


anterior, es decir, con la comparación entre Pablo y los án-

8. Si el Crisóstomo no com­ re subrayar la supremacía de la


para a Pablo con ninguno de los gracia que trae Jesucristo por en­
Apóstoles ni con otros personajes cima de los bienes de la antigua
de los Evangelios o de los He­ alianza.
chos es seguramente porque quie-
10 Introducción

geles, pero enseguida abandona el estilo de la comparación


para centrarse en sus virtudes. Al final volverá al paran­
gón con los ángeles para ensalzar los aspectos místicos de
su actividad.
El discurso no tiene un esquema tan lineal como el
primero, pero bien puede dividirse en tres partes, la exce­
lencia de las virtudes de Pablo, el amor a Jesucristo, como
fundamento de las mismas y la superioridad del amor a
Cristo en contraste con los ángeles.
Las virtudes de Pablo son extraordinarias, mucho más
que las de cualquier hombre, aun teniendo la misma na­
turaleza tan débil como la de ellos. Son practicadas con
pasión y sin egoísmo encubierto: Pablo nunca las consi­
deró un premio ni pensó en conseguir una recompensa al
ejercerlas. Son vividas apasionadamente a pesar de las di­
ficultades, las persecuciones o incluso la muerte. Las vir­
tudes son constantes, al margen de la facilidad o dificul­
tad para ponerlas en práctica.
El amor a Jesucristo es el fundamento de los esfuer­
zos por conseguir la virtud. El mayor mal para Pablo es
ofender a Dios; todo lo demás, lo humano y lo sobrena­
tural, va orientado al amor a Jesucristo: «Ponme ante los
bienes celestiales y verás el amor vehemente por Cristo»
(II, 3). El resto es relativo, sólo importa el amor de Cris­
to: «Preferiría con este amor encontrarse entre los últimos
y aun entre los reprobados» (II, 3).
La verdadera lucha se plantea en el fondo del alma
que, por una parte, ansiaba pasar de esta vida para gozar
de la unión con Cristo, y, por otra, deseaba permanecer
aquí lejos del Señor, para salvar a los hombres', y para
salvar a sus hermanos los judíos.

9. Cf. Rm 9, 3.
Introducción 11

El amor de Cristo había forjado el alma del Apóstol


que sabía sufrir porque no conseguía convertir a los judí­
os, y padecía en su alma los dolores de los demás, de los
pueblos y de los individuos; sin embargo era fuerte como
el diamante y brillaba como una piedra preciosa y nunca
se dejó doblegar por el dolor (cf. II, 4). El amor es más
fuerte que el dolor, máxime cuando se entiende que es
Dios quien nos amó primero.
Comparado con los ángeles Pablo recorrió todo el uni­
verso, despreció los peligros como si no tuviera cuerpo y
recibió el encargo de cuidar a todos los hombres, no a
unos pocos. De modo que, aun siendo hombre, se puede
estar unido a los ángeles y asemejarse a ellos (cf. II, 5).
La exhortación final interpela a los oyentes a imitar
las virtudes de Pablo, porque, teniendo la misma débil na­
turaleza que él, no tienen excusa para no vencer la pere-
za.
c. El Discurso 1JI tiene, como el primero y si cabe
con más claridad, una estructura sencilla: el tema central
es el amor hacia los hombres y se divide en dos partes, la
preocupación por lo espiritual en la primera parte (cf. III,
2-4) y por lo material en la segunda (cf. III, 5-6).
La introducción presenta la virtud de la caridad como
la más excelente, ya que es da que nos sitúa más cerca de
Dios» (III, 1 )
.

La primera parte desarrolla los distintos ámbitos de la


caridad: el amor a los enemigos (cf. III, 2), el amor a los
pecadores (cf. III, 3), el amor a los de fuera (a los paga­
nos) (cf. III, 4). El Crisóstomo ilumina el amor a los que
denomina enemigos, a los judíos, con la imagen del padre
que sufre las insolencias de un hijo enajenado: cuanto más
rechazo recibe, más crece su amor por él, que sabe que
está enfermo (cf. III, 2). Y aduce el ejemplo de Jeremías
que excusaba a sus compatriotas de Anatot cuando le ata­
caban, y rezaba por ellos. En cambio, al referirse al amor
12 Introducción

por los cnsuanos aduce citas de las cartas, sobre todo de


la segunda a los Corintios, que dan fe de la preocupación
pastoral por los que cometieron alguna culpa. Es uno de
los párrafos más atomizados de textos bíblicos y termina
con el que da la razón de su comprensión con el fin de
hacer a todos perfectos en Cristo10• El amor a los de fuera
lo trata el Crisóstomo con una reflexión propia y vuelca
sus dotes oratorias para mostrar que el Apóstol hizo todo
lo posible para acercar a todos a Dios (cf. III, 4).
La segunda parte trata de la preocupación de san Pablo
por las necesidades materiales de los cristianos. En esta
sección aduce el Crisóstomo las atenciones que tuvo con
personas concretas, cuyos nombres están consignados en
las cartas paulinas: Febe, Estéfanas, Céncreas, Apolo y, con
mayor detalle, el esclavo Onésimo. Como explicación de
estos desvelos vuelve a la imagen paternal para explicar por
qué Pablo se preocupaba por todos en todas las circuns­
tancias, como lo había escrito a los Romanos: No adulte­
rarás, no matarás, y cualquier otro precepto se compendia
en este mandamiento: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo11 (III, 6).
La exhortación final pide a los oyentes que pueden ad­
mirar al Apóstol por sus milagros y prodigios, pero deben
imitarle en la caridad, que es la virtud que hizo de él lo
que fue.
d. El Discurso IV es el más largo y el que desarrolla
más ampliamente el celo apostólico de Pablo. Es fácil dis­
tinguir dos partes: la primera se centra en la vocación y
la segunda en el desarrollo del evangelio como fruto de su
celo apostólico. Esta segunda parte sigue un camino más
sinuoso, pero no pierde de vista al Apóstol como el ver-

10. Col. 1, 28. 11. Rm IJ, 9.


Introducción 13

dadero motor de la expansión, ni la cruz que otorga la efi­


cacia de su celo.
La introducción solamente señala el cambio que la lla­
mada divina produjo en Pablo: antes miraba todo desde
un ángulo de maldad y después de recibir la luz nueva
descubrió a Jesucristo.
La primera parte muestra las características de toda
vocación: es incisiva, pero sin inhibir la libertad de quien
la recibe, es puntual y depende del querer de Dios, que
busca el momento oportuno para manifestarla; es un don,
pues la concede Dios cuando quiere; no es obligatoria, pero
exige buena disposición para acogerla. Muchos rechazaron
la misión recibida de Dios, como atestigua la Escritura; en
sentido contrario, muchos contemporáneos del Crisósto­
mo tuvieron que sufrir graves males por oponerse al cris­
tianismo, que es voluntad expresa del Señor.
La segunda parte refleja más que ninguna otra sección
el estilo oratorio propio de nuestro Autor, que le lleva a
engarzar los temas repitiendo las mismas palabras al final
de una frase y al principio de la siguiente. A modo de pre­
sentación y con preguntas retóricas, habla de la expansión
extraordinaria del cristianismo y de su causa, también ex­
traordinaria (cf. IV, 7}, a saber, Cristo. Nada tiene que ver
con magos o embaucadores, sino que a todos cautiva desde
la cruz. Ante Él huye el demonio y el mal (cf. IV, 8). Por
eso, Pablo resultó tan eficaz, a pesar de ser un hombre co­
rriente (cf. IV, 1 1} y lo mismo sus discípulos, aun siendo
de clase sencilla y humilde (cf. IV, 12}. Así se puso de re­
lieve la fuerza de la cruz (cf. IV, 1 3- 1 4).
A continuación presenta con asombro la expansión del
cristianismo en el imperio romano (cf. IV, 1 4- 1 8}: hasta los
enemigos cooperaron en dar a conocer a Cristo (cf. IV,
14}, pero, ante todo, fue Pablo quien superó los obstácu­
los materiales (cf. IV, 15}, la oposición de los judíos y las
insidias de los falsos apóstoles (cf. IV, 16}. Más aún, con-
14 Introducción

siguió purificar las costumbres paganas de aquella socie­


dad (cf. IV, 1 7) e implantar firmemente el amor a la ver­
dad (cf. IV, 1 8).
La exhortación final es más barroca que las anterio­
res, al aducir muchos motivos por los que hay que imitar
las virtudes de Pablo
e. El Discurso V es el más apologético pues pretende
dar respuesta a las objeciones que hipotéticamente podrí­
an plantearse ante la exigencia de imitar al Apóstol. Qui­
zás por eso no sigue un esquema rígido y se acomoda más
al género de diatriba o discusión. Si cabe dividir el dis­
curso hay que estructurarlo en torno a las tres objeciones
que el propio Crisóstomo se plantea retóricamente:
La introducción (cf. V, 1 ) presenta el tema central, la
posibilidad de adquirir tanta virtud como tuvo Pablo. Nada
justifica abandonar el intento:
- No es impedimento da naturaleza débil del hom­
bre» (V, 2-3), porque la gracia ayuda a superar las limita­
ciones. Gracia y voluntad cooperan juntas en la consecu­
ción de la virtud.
- No son un obstáculo das circunstancias» que en
ocasiones favorecen y en otras parecen oponerse, porque
se pueden aprovechar y orientarlas a un mismo fin, la sal­
vación de las personas que nos rodean (cf. V, 4-5). Juan
Crisóstomo designa este afán salvífica con el término téc­
nico «economía de la salvación» (oikonomia).
- No se opone a la virtud ni «la defensa de los pro­
pios méritos» cuando así lo exigen las circunstancias (cf.
V, 8-1 1 ) ni «la firmeza de alma» cuando hay que corregir
los delitos o condenar el error (cf. V, 12).
La exhortación final es breve y se limita a recordar
los tres aspectos comunes a todos los discursos: no ol­
vidar lo expuesto en el sermón, admirar a Pablo y glo­
rificar a Dios.
Introducción 15

f. El Discurso VI desarrolla un único tema, la volun­


tad firme de Pablo tanto para superar la fragilidad de su
naturaleza humana, como para tomar decisiones impor­
tantes. El esquema es sencillo: la primera parte muestra la
actitud del Apóstol ante los peligros que la amenazan y la
segunda la actitud ante las decisiones importantes.
La introducción señala que el miedo que tenía Pablo a los
golpes, al dolor y a la muerte no merecen condena; más bien
son motivo de reconocimiento, al ver cómo los superó.
La primera parte desarrolla el comportamiento ante el
dolor. Pablo no era un superhombre y, por tanto, como
cualquiera sentía miedo ante el dolor, pero nunca por ello
se apartó de la voluntad de Dios (cf. VI, 2-3); tenía páni­
co a la muerte, pero nunca consintió ninguna bajeza (cf.
VI, 4-5). Pablo siguió también en esto el ejemplo de los
mártires, de Abrahán, de los tres jóvenes en el horno en­
cendido, y así alcanzó la virtud (cf. VI, 6-8).
La segunda parte ensalza el temple de Pablo en las de­
cisiones difíciles, porque siempre mantuvo como objetivo
el bien de las almas. Corrigió con firmeza, pero nunca con
cólera (cf. VI, 8), afeó la conducta del sumo sacerdote,
pero con respeto (cf. VI, 9) y, sobre todo, decidió apartar
a Juan Marcos de su lado, pero con afecto y buscando la
mayor eficacia apostólica (cf. VI, 10).
La exhortación final es retórica en su estilo y enérgi­
ca en la exigencia, insistiendo que en el discurso no sólo
ha buscado honrar a Pablo sino especialmente instruir a
los oyentes.
g. El Discurso VII es el más solemne y parece inde­
pendiente de los anteriores. Se centra en señalar que la
cruz es la clave de la vitalidad y la eficacia de Pablo. Está
estructurado en dos partes: en la primera se subraya la ac­
tividad del Apóstol en Damasco y en la segunda desarro­
lla la misión de Pablo en Roma.
16 lntroducción

La introducción describe, a manera de una gran pro­


cesión, cómo Pablo es el porta-estandarte, es decir, el por­
tador de la cruz.
La primera parte muestra la eficacia de la cruz desde
el primer momento de la conversión, cuando el Apóstol
decidió enarbolar la bandera de la cruz a pesar de las li­
mitaciones de su naturaleza (cf. VII, 2-3) y comenzó a pre­
dicar en Damasco, aun antes de haber recibido oficialmente
tal misión (cf. VII, 4). Desde el inicio todo lo hizo apa­
sionada y generosamente, sin buscar aplausos humanos (cf.
VII, 5) , superando las insidias de los judíos (cf. VII, 6) y
aceptando con docilidad los consejos de sus propios dis­
cípulos (cf. VII, 8).
La segunda parte nos traslada a Roma. Ya en su ac­
cidentado viaje hacia la capital del imperio, Pablo se gran­
jeó el favor de sus acompañantes (cf. VII, 9), estimuló a
los creyentes estando todavía encadenado (cf. VII, 10), pro­
curó acercar a Cristo incluso a carceleros y jueces (cf. VII,
1 1 ) y sacó provecho apostólico de sus persecuciones (cf.
VII, 12) imitando a Cristo a quien los judíos mataron «para
que los romanos no destruyeran Jerusalén . . . , y sucedió
todo lo contrario» (VII, 12).
La exhortación final es semejante a las anteriores, in­
vita a los oyentes a glorificar a Dios por los beneficios
que ellos mismos han recibido a través del Apóstol.

2. Fecha y lugar de los Discursos


Como ocurre con muchas obras del Crisóstomo no es
fácil dar una fecha exacta de cuándo fueron escritos ni
cuándo se pronunciaron12• En la Homilía In Kalendas que

12. Parece evidente que los dis­ cogidos por alguno de sus discí­
cursos y las homilías eran pro­ pulos y amanuenses, y probable­
nunciados por el Crisóstomo, re- mente corregidos por él mismo
1ntroducción 17

fue pronunciada en Antioquía s e lee: «Cuando celebramos


los honores (egkomiazonton) de Pablo os alegrasteis tanto
como si lo estuvierais viendo entre vosotros . . . Me gustaría
ahora volver sobre el mismo tema, pero nuestro discurso
ha de ir hacia otros asuntos más urgentes, en los que toda
la ciudad peca. No obstante, los que desean escuchar la
alabanza (egkomion) de Pablo es necesario que primero
sean imitadores de la virtud de Pablo y luego se hagan
dignos de escucharlo•". Se deduce que al menos uno de
los discursos es anterior a esta Homilia, que fue pronun­
ciada según todos los estudiosos entre el 387 y el 388; y
también parece claro que tiene intención de pronunciar
otros más tarde. Llegamos a la conclusión bastante funda­
da de que los discursos fueron pronunciados en torno al
390. Y si suponemos que entre el primero y el último pudo
haber un intervalo grande de tiempo, incluso de un año
por cada discurso, tenemos que suponer que salieron de
la boca del Crisóstomo entre el 385 y el 392".
Si la fecha es cierta, parece evidente que pronunció
estos Discursos en Antioquía, puesto que es aceptado por
todos los historiadores que el Crisóstomo fue ordenado
presbítero en dicha ciudad por Flaviano, sucesor de Mele­
cio, y que no fue ordenado obispo de Constantinopla hasta

antes de darles forma escrita de­ t. XI, «Vie de Saint jean Chry­
finitiva. Cf. A. ÜLTVAR, La pre­ sostome», Paris 1706, art. XIX, p.
dicación cristiana antigua, Herder, 51, y E. ScHWARrL, Christliche
Barcelona 1992, pp. 907-929. und jüdische Ostertafeln, en Ab­
!3.ln Kalendas, 1 (PG 48, 953) handlder. Konigl. Gesellsch. der
14. De esta misma opinión es Wissensch. zu GOttingen Phil.­
A. Pit:DAGNEL, o.c., p. 20, que a Histor., Berlin 1905, p. 176-177,
su vez se apoya en obras más an­ recogidos ambos por L. MEYER,
tiguas de L. DE TiLLEMONT, Mé­ Saint ]ean Chrysostome, maitre de
moires pour servir a l'histoire ec­ perfection chrétienne, Paris 1934,
clésiastique des six premiers sii!cles, Introducción, p. XXVII.
18 Introducción

el año 3981;. A esto no se opone el título de los discur­


sos «de nuestro santo Padre Juan Crisóstomo, arzobispo
de Constantinopla», porque sería añadido al ponerse por
escrito.
Más problema plantea determinar el día exacto; debió
de ser una de las fiestas importantes, puesto que en varios
de los discursos se repiten expresiones como «el biena­
venturado Pablo que nos ha congregado hoy (témeron)»16,
pero no un día dedicado especialmente a san Pablo, pues
esa fiesta no se fijo hasta más tarde. Quizás podría ser un
día de Navidad o en torno a esa fecha, que es cuando los
cristianos del s. IV celebraban las fiestas con más regoci­
jo y se reunían a escuchar sermones o discursos.
Hay que significar como confirmación de que estamos
en un día de fiesta, que estos discursos no son especial­
mente agrios para sus oyentes; más bien reflejan un ora­
dor sereno y hasta festivo, que exhorta a sus oyentes a
imitar las actirudes y virtudes de san Pablo; pero en ningún
momento aparecen denuncias severas de delitos o desvia­
ciones de la comunidad de Antioquía, como era frecuente
en otros escritos de nuestro Autor, por ejemplo en el Diá­
logo sobre el sacerdocio17, las Catequesis bautismales1", etc.

3. La figura de Pablo
Tratándose de un pancgmco (egkomion) el Apóstol
Pablo está en el centro de los siete discursos, es la oca-

15. Los especialistas aceptan VASCUÉS BFNLLOCH (cds.), Diálogo


esos datos después del trabajo de sobre el sacerdocio, BPa, 57, Ciudad
E. CARTER, The Chronology of
« Nueva, Madrid 2002, pp. 9-14.
Saint John Chrysostom's Early 1 8. Cf. A. CERESA-GASTALDQ--
Lile», Traditio 1 8 (1962) 357-364. A. VELASCO (cds.), Las catequesis
16. Discurso, IV, 1; cf. V, 1; bautismales, BPa 3, Ciudad
VI, 1; VII, 1. Nueva, Madrid 21995.
17. Cf. J. J. AYAN- P. DE NA-
1ntroducción 19

sión para interpelar a los oyentes, el prototipo de las vir­


tudes, el estímulo de la vida cristiana, el impulsor de las
comunidades, etc. El Crisóstomo, sin embargo, apenas abor­
da la biografía del protagonista que da por supuesta y su­
ficientemente conocida19 y, si alude a algunos episodios
concretos, es para enfatizar los aspectos doctrinales que
quiere desarrollar. Menciona el momento de la vocación
en Damasco para subrayar el cambio producido en su alma
y para admirar su celo apostólico desde el comienzo. N o
hace alusión a los diversos viajes, pero recuerda el en­
cuentro con Aquila y Priscila para dejar clara su condi­
ción social sencilla, como la de cualquier trabajador20• Re­
seña algunos detalles relevantes de su viaje a Roma, el
naufragio, el proceso judicial ante Agripa21, etc., y su es­
tancia definitiva en la capital del imperio, sin especificar
detalles materiales ni siquiera su muerte.
a. La santidad de Pablo
El título de cada Discurso comienza de la misma ma­
nera Elogio a san Pablo Apóstol, y con cierta frecuencia se
refiere a él con términos como «alma santa» (I, 3 ), «este
gran santo» (V, 1 O), etc., pero lo importante es descubrir
con cuánta insistencia habla de las virtudes del Apóstol.
El Discurso II es un canto a las virtudes, nunca buscadas
como premio o como satisfacción personal; destaca, como
es lógico, «el amor>> a Jesucristo: todo lo demás, lo mate­
rial, lo humano y hasta lo espiritual no es nada, «pues
poseía dentro de sí lo más importante, el amor de Cris­
to» (II, 3). Este amor se refleja en los desvelos por los
demás, como señala el Discurso III: amor a los judíos, sus
oponentes habituales, a los pecadores, a los paganos (cf.

19. Especialmente por las Horni­ 20. Cf. Disc., IV, 10.
llas sobre los Hechos de los Apóstoles, 21. Cf. Dis., VIl, 9.
que ya hemos mencionado.
20 Introducción

III, 2-4), y preocupacwn por las carencias materiales (cf.


III, 5-6). Que nadie piense que el amor es una virtud
menor, que hace de quien la vive una persona pusilánime
o débil; al contrario, Pablo poseía una «fortaleza de alma»
capaz de sobreponerse a la debilidad propia del ser hu­
mano, incluso al miedo ante el dolor o ante la muerte (cf.
V, 2; VI, 2-5).
Con gran tenacidad supera los sufrimientos, los gol­
pes, las lapidaciones y todos los obstáculos (cf. IV, 1 O; VI,
S-7), con tesón mantiene la verdad que «aunque muchos
la impugnen, se vigoriza» (IV, 18). Es admirable también
cuando tiene que corregir y llama •insensatos» a los Gá­
latas, o «estómagos perezosos» a los de Creta (cf. V, 12),
o condena a Alejandro el fundidor (cf. V, 8) o incluso al
sumo sacerdote (cf. VI, 9), o tiene que tomar decisiones
tan dolorosas como apartar de su compañía a Juan Mar­
cos (cf. VI, 10).

b. El celo apostólico
Pablo es el Apóstol, como queda claro en el encabeza­
miento de cada discurso: «Elogio a san Pablo Apóstol», aun­
que no sea un título que se prodigue luego: se habla en ge­
neral de los apóstoles (d./, 1; IV, 3; !ll, 8), Pedro y Santiago
aparecen con el título de apóstol (cf. VI, 4; VII, 4) e in­
cluso se mencionan a los seudo apóstoles (cf. IV, 13.16). A
Pablo, en cambio, solo en tres ocasiones se le llama Após­
tol, probablemente porque el Crisóstomo está más dedica­
do a hacer hincapié en los acontecimientos que muestran su
celo que por el título como tal. En el discurso quinto, el
más apologético, sale al paso de la acusación de quienes le
negaban la condición de Apóstol: «Se le echaba en cara el
no ser uno de los apóstoles aprobados, ni que tuviera nin­
guna potestad. A causa de estas falsas acusaciones era in­
dispensable abordar sus propios méritos que podrían pro­
bar, ante todo, su dignidad de apóstol>> (V, 1 1 ).
Introducción 21

El afán de salvación no fue un impulso puntual, y así


el Crisóstomo repite hasta trece veces la dinámica del celo
de Pablo, unas veces con el sustantivo, otras con el verbo22•
Era un celo apasionado que no daba nada por perdido,
cuando se trataba de salvar a personas. Le dolía profun­
damente la falta de fe de sus hermanos de raza, por quie­
nes estaba dispuesto a llegar a las puertas de la condena­
ción, usaba misericordia con los cristianos que cedían a sus
tentaciones, intentó convencer a sus compañeros de pri­
sión, también en el viaje hacia Roma, convirtió a su pro­
pio carcelero y esruvo a punto de hacerlo con los jueces.
Las últimas palabras del Discurso VII resumen una de
las cualidades paulinas que más le llamaban la atención al
predicador antioqueno: la capacidad de hacer de la perse­
cución una ocasión de nuevas conversiones. Los mismos
perseguidores comentaban: ¿Qué vamos a hacer con estos
hombres23• Porque parecen decir que por las mismas me­
didas que tomamos contra ellos, por esas mismas acre­
cientan su influencia» (VII, 12).
c.San Pablo y la cruz
Gran parte del Discurso VII, como hemos indicado,
lo dedica a desarrollar la dinamicidad de la cruz. Pero en
el Discurso IV es la primera vez que aparece para admi­
rar su eficacia: «¿No se predica la cruz y todo el mundo
se remueve? ¿No se anuncia una muerte deshonrosa, y
todos acuden en masa?» (IV, 7). Ante la cruz huye el dia­
blo, el mal y hasta las enfermedades (cf. IV, 9).
El Discurso VII tiene, como ya hemos indicado, una
apertura solemne presentando a Pablo como portador del

22. Como sustantivo: cf. Disc., números aquí citados aparecen dos
1, 2; Ill, 3; V, 3; VIl, 5. Como y hasta tres veces.
verbo: cf. !bid., 1, 2; Ill, 2; IV, 23. Hch 4, 16.
20; V, 3; VII, 4. En varios de los
22 Introducción

gran estandarte, la cruz, y anunciando la presencia de Cris­


to, el Señor (cf. VII, 1 ). Como un potentado de la tierra
debe llevar las vestiduras apropiadas, las del seguidor de la
cruz son persecuciones, llagas, hambre, y no con tristeza,
sino con mayor alegría que si fueran vestidos de púrpura.

4. La presente edición

En la edición que presentamos, la traducción está hecha


a partir del texto griego del benedictino Montfaucon
(1 836)24, que como él mismo señala recoge el texto de H.
Saville (1612 y siguientes) y la de Fronton de Duc (1 614-
1 624)25. El mismo texto tomado de la edición de J. A.
Gaume26 es el reproducido en la colección del Migne, tomo
50, pp. 473-51427• Hemos tenido muy presente la edición
crítica de este mismo texto griego publicado por Auguste
Piédagnel en la colección de Sources Chrétiennes28, aun­
que hemos preferido alguna de las variantes textuales que
indica en las notas y hemos modificado la división de los
párrafos que el profesor galo prefiere.

24. B. DE MoNTFAUCON) jo­ compruebe», dice B. de Montfaucon


annis Crysostomi, Opera Omnia (cd. 1 738), t. Xlll, p. !l.
quae extant, Paris 1836. La pri­ 26. jEAN ALEXIS GAUME, joan­
mera edición, en 13 volúmenes, nis Crysostomi, Opera Omnia, Paris
fue publicada por Bernard de 1834-839 (13 volúmenes); el Ewgio
Montfaucon entre 1718 y 1738; el aparece en el t. ll, pp. 564-618.
Elogio aparece en el torno Il, pp. 27. J. P. MIGNE, S. P. N joan­
476-517. Más tarde entre 1734 y nis Chrysostomi, Opera Omnia qua e
1741 se publicó una edición en exstant, en Patrologiae Cursus Com­
Venecia, y finalmente entre 1834 pletus, Series Graeca (PG), Paris
y 1839 apareció en París la de J. 1862, vol. SO, pp. 473-51'1.
A. Gaumc. 28. A. PrÉDAGNEL (cd.), jean
25. «No hemos encontrado mo­ Chrysosome, Panégyriques de S. Pau4
tivo alguno para diferenciarnos mucho lntroduction, texte cntique, traduction
de nuestra-; fuentes. Que el lector lo et notes, SC 300, Cerf, Paris 1982
Introducción 23

La versiones latinas aparecen muy pronto con el título


de De laudibus Pauli y sufrieron cambios, adiciones e in­
cluso llegó a incluirse un octavo discurso. Nos otros hemos
tenido presente la que hace Annianus Caledensis y que apa­
rece en la edición del Migne29, a pesar de que no nos ha
ayudado mucho, porque los lugares que en el griego resul­
taban oscuros no los aclaraba tampoco el texto latino.
En cuanto a traducciones modernas nos parece que la
más cuidada es la francesa de Piédagnel, antes citada, por­
que presenta el texto con estimables datos críticos y acom­
paña la traducción con bastantes notas explicativas. Según
confirma en la introducción, ha tenido en cuenta principal­
mente las ediciones francesas publicadas antes de la suyaJO.
En lengua inglesa se ha publicado sólo una traducción
del Elogio en Boston", ya que sorprendentemente no apa­
rece en las publicaciones inglesas de las Obras Completas
del Crisóstomo. Tampoco hay traducciones italianas. En
español apareció en la editorial Jus de México la colección
de Obras completas de san Juan Crisóstomo en cuatro
tomos32• Esta edición no contiene notas ni división de pá­
rrafos; únicamente la traducción literal, que en general sigue
el griego del Migue, si bien con frecuencia hay perífrasis
más o menos largas.
En la presente edición presentamos el texto castellano
con intención de que pueda ser leído por el público inte-

29. Aparece no junto a la co­ Catholic University of America,


lumna griega, como es habitual en Washington D. C., 1963.
la PG, sino en las páginas pares, 32. R. RAMlREZ ToRRES (dir.),
por lo que suele citarse igual que Obras Completas de San Juan
el texto griego, PG 50, 473-514. Crisóstomo, 4 vol., Mcxico 1965.
30. A. PlFOAGNEL, o . c.. PP· El Elogio se halla en el vol 1, pp.
.

100-104. 551-613, dentro del grupo de Ho­


31. TH. HA l.TON, In Praise of milías encomiásticas o panegín.cos.
St. Paul by }ohn Chrysostom,
24 Introducción

resado y no sólo por especialistas. Hemos omitido señalar


las variantes de los diferentes códices y traducciones mo­
dernas que, por otra parte, carecen de especial relieve tanto
en lo doctrinal como en el estilo del Crisóstomo. Hemos
dividido el texto en parágrafos y hemos colocado un títu­
lo a cada uno, con el fin de facilitar la lectura y de ayu­
dar a encontrar y citar un aspecto concreto".
Las citas de la Biblia, siguiendo el texto original del
Crisóstomo, están tomadas de la edición publicada por la
Universidad de Navarra34; están recogidas las explícitas y
gran parte de las implícitas. También hemos aducido en las
notas alguna bibliografía que puede ser útil para profun­
dizar en los temas doctrinales que el Elogio apunta. En
toda esta labor, sin pretender ser exhaustivos, hemos in­
tentado aportar los datos suficientes para conocer el pen­
samiento de nuestro Autor y las indicaciones sobre la per­
sonalidad de san Pablo.
Nuestras últimas palabras quieren ser de agradecimiento
a los que nos han ayudado en la elaboración de este tra­
bajo, con una mención especial al Prof. Marcelo Merino
Rodríguez, que ha estado siempre pendiente del desarro­
llo del mismo, nos ha facilitado los medios necesarios para
llevar a cabo la traducción y nos ha dado ideas y suge­
rencias de orden literario y formal.
Con este trabajo queremos contribuir, dentro de este
año paulino, a dar a conocer el pensamiento de San Pablo
y a estimular la lectura de sus escritos.
En fin, este trabajo está dedicado a mi hermana Con­
chita, cuya comprensión y apoyo lo han hecho realidad.

33. Estos tirulillos son nuestros y versidad de Navarra, Sagrada Bi­


no aparecen en el texto original. blia. Traducción y notas, vol. I-V�
34. Facultad de Teología, Uni- Pamplona 2002-2004.
Juan Crisóstomo

ELOGIO AL APÓSTOL
SAN PABLO
ELOGIO AL APóSTOL SAN PABLO,
DE NUESTRO PADRE SAN }UAN CRISÓSTOMO,
ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA

DISCURSO I

Pablo es superior a todos los santos

1. Introducción
No se equivocará quien designe el alma de Pablo
como un prado de virtudes y un paraíso' espiritual,
pues ha florecido en gracia y ha manifestado la con­
ducta espirituaF propia de tal gracia. En verdad, el
don del Espíritu lo invadió desde que comenzó a ser

l. Las metáforas del «pra­ término griego philosophia en


do)> y el «paraíso» no sólo ha­ el sentido de conducta moral
cen referencia a la cantidad, conforme a la voluntad de
sino también a la diversidad; Dios. G. J. M. BARTELINK,
como sinónimo de <<colección». «Philosophie» et «philosophe»
C!RtLO DE JERUSALÉN, Las ca­ dans quelques oeuvres de fean
,
tequesis, 19, 1 (BPa 67, 452) uti­ Chrysostome, Revue d ascéti­
liza también estos términos. que et de mystique 36 (1 960)
2. Lit.: «filosofía del 486-492. En los primeros si­
alma». El Crisóstomo, al igual glos cristianos el término fue
que la mayoría de los autores aplicándose a la vida cristiana
cristianos antiguos, utiliza el y, de manera especial, al
28 Juan Crisóstomo

instrumento elegido' y fue purificado plenamente. Por


eso, en nosotros ha hecho brotar estos ríos maravi­
llosos; no como las fuentes del paraíso, que eran sólo
cuatro4, sino mucho más numerosas y que fluyen todos
los días: no es la tierra la que riegan sino las almas
de los hombres, estimulándolos a dar frutos de vir­
tud. ¿ Qué discurso podría equipararse a las obras per­
fectas de este hombre'? ¿ Qué lengua podrá referir sus
elogios?
Cuando una sola alma posee todas las cosas be­
llas de los hombres y todas en grado sumo; más aún,
cuando posee en el más alto grado las de los hom­
bres y también las de los ángeles, ¿cómo se podrán
lograr los encomios de este [hombre]? Ciertamente no
vamos a quedarnos mudos por ello, al contrario pre­
cisamente por eso lo intentaremos mucho más. Cier­
tamente la forma mejor de un elogio es ésta: mostrar
que la grandeza de sus obras perfectas supera en mucho

monje; cf. L. MEYER, Saint y sobre todo el trabajo de F.


}ean Chrysostome, maítre de ÜGARA, El Apóstol san Pablo
perfection chrétienne, Paris según Juan Crisóstomo, Roma
1 933, 1 86-192. 1944.
3. Hch 9, 15. En el epi­ 4. Cf. Gn 2, 1 0-14.
sodio de la conversión de San 5. Desde el comienzo, el
Pablo Ananías recibe del Señor Crisóstomo subraya la santi­
el encargo de cuidarle, porque dad del Apóstol, reflejada en
es un <�instrumento elegido». sus obras, más que en sus pa­
Para una comprensión global labras. El término griego es
de la estima del Crisóstomo propio del Crisóstomo y no lo
hacia San Pablo, cf. L. MEYER, usan otros Padres.
Saint]ean Chrysostome, 39-41,
Discurso, /, 1-2 29

la penc1a del discurso, y que la humillación resulta


para nosotros más brillante que mil trofeos.
¿Por dónde será más oportuno iniciar este elogio?
¿Y por dónde, sino por exponer en primer lugar que
posee todas las virtudes de todos los hombres ? Pues,
si recibieron algo específico los profetas, los patriar­
cas, los justos, los apóstoles, los mártires o aunque
consideremos a todos juntos, él lo tiene todo y mucho
más que ningún otro, de modo que supera lo bueno
específico que cado uno de ellos posee.

2.San Pablo supera a los personajes del Antiguo Tes­


tamento6
ABEL. Fijaos bien: Abe! ofreció un sacrificio7 y
por ello es recordado. Pero si comparas el sacrificio
de Pablo con los mejores, éste sobresale sobre cual­
quiera, lo mismo que el cielo sobresale sobre la tie­
rra. ¿De qué sacrificio queréis que hable? Porque no
sólo hay uno, ya que cada día se inmolaba a sí mismo;

6. Los personajes que van (Gn 4, 4) en el que dice que


a ser comparados con el Após­ el Señor se complació en el
tol no son los más relevantes don de Abel. De este modo el
del Antiguo Testamento, sino Crisóstomo presenta los actos
sólo aquellos que son designa­ de entrega del Apóstol con un
dos expresamente como justos. valor muy superior a las ofren­
7. «Sacrificio» es término das de Abe\. Cf. S. BENIN,
técnico de los holocaustos or­ «Sacrifice as education in
denados por el Señor, según el Augustine and Chrysostom»,
libro del Levítico (cf. Lv 1, Church History 52 {1983)
3.13.17 . . . ), muy distinto del 7-20.
usado en el relato de Abe!
30 Juan Crisóstomo

más aún, de dos maneras realizaba la ofrenda: mu­


riendo cada día8 y llevando permanentemente esa
muerte sobre su cuerpo. Pablo se enfrentaba conti­
nuamente a peligros, sacrificó su libertad, inmoló su
naturaleza carnal de tal modo que nunca estaba por
debajo de las víctimas ofrecidas a Dios, sino muy por
encima. No ofrecía bueyes ni ovejas, pero se inmola­
ba a sí mismo de esas dos maneras, como él mismo
decía con osadía: Yo estoy a punto de derramar (como
libación) mi sangre en sacrificio9, llamando libación a
su propia sangre.
No se conformó con estos sacrificios, sino que
por haberse consagrado plenamente a Dios, ofreció
también el universo entero, la tierra y el mar, el mundo
griego y el bárbaro y todas las regiones que el sol ca­
lienta, como si él mismo tuviera alas y las hubiera re­
corrido. No bastaba con ser un simple caminante, sino
que arrancaba las espinas de los pecados, sembrando
la palabra de la piedad10, arrancando el error y tra-

8. Cf. 1 Co 15, 3 1 . CIOFFI, «Giovanni Crisostomo


9. 2 Tm 4 , 6. e il "vero" filosofo», en Gio­
1 O. Como hemos anotado vanni Crisostomo: Oriente e
anteriormente, traducimos co­ Occidente tra IV e V seco/o,
mo •piedad» el término philo­ XXXIII Incontro di Studiosi
sophia, que es relativamente del!'Antichita Cristiana, Augu­
frecuente en el Elogio y que stinianum 6-8 maggio 2004,
designa el comportamiento Roma (Studia Ephemeridis
cristiano, «la filosofía vital», Augustinianum 93), Roma: In­
que es como aparece cast stem­ stitutum Patristicum Augusti­
pre en nuestra versión. Cf. nianum, 2005, pp. 513-520.
también el trabajo de A.
Discurso, 1, 2 31

yendo la verdad para transformar a los hombres en


ángeles; mejor aún, transformando en ángeles a los
demonios, que eso eran los hombres. Por eso, estan­
do a punto de salir de este mundo, después de tan­
tas fatigas y victorias, consolaba a sus discípulos di­
ciéndoles: Pues aunque sea derramada mi sangre sobre
el sacrificio y la ofrenda de vuestra fe, me alegro y
me congratulo con todos vosotros; por lo mismo ale­
graos también vosotros y congratulaos conmigo11• ¿ Qué
sacrificio podrá encontrarse tan grande como el de
Pablo que, habiéndose desnudado de la espada del Es­
píritu se ha ofrecido y se ha inmolado sobre el altar
que se eleva por encima de los cielos? Ciertamente
Abe! fue matado dolosamente por Caín, y por eso al­
canzó mayor gloria. Pero yo te enumeraría mil for­
mas de morir, tantas cuantos fueron los días que este
bienaventurado Pablo pasó predicando el Evangelio".
Y si queréis conocer la inmolación que estos dos hom­
bres padecieron finalmente, Abe! fue matado por su
hermano sin haberle hecho ningún mal ni ningún
bien13, Pablo fue llevado a la muerte por aquellos a
quienes intentó arrancar de innumerables males y por
quienes había padecido todos sus sufrimientos".
NOÉ. ¿Fue Noé justo, perfecto entre los de su ge­
neración, y el único que lo era entre todos? Pablo
también fue el único que era perfecto entre todos.

1 1 . Flp 2, 17-18. ter de heraldo del Apóstol.


12. El texto griego dice 13. Cf. Gn 4, 8.
únicamente «pasó predicando» 14. Cf. Hch 26, 21; Rm
(keritton), señalando el carác- 11, 3; 1 Ts 2, 15; etc.
32 Juan Crisóstomo

Aquél se salvó a sí mismo y a sus hijos nada más15,


este, en cambio, cuando se desencadenó sobre el orbe
un diluvio mucho más terrible, construyó un arca no
ensamblando tablas, pues, en vez de ensamblar tablas,
compuso epístolas y liberó de entre las olas no dos,
tres o cinco de sus familiares, sino todo el orbe en­
tero que estaba a punto de ser anegado. Porque esta
arca no era como para ir girando en torno a un solo
lugar, sino que alcanzaba todos los extremos del orbe
y, desde entonces, todos son introducidos en este ha­
bitáculo hasta el día de hoy. Él le ha proporcionado
una capacidad apropiada para recibir a todos los sal­
vados16, más aún, para recibir a muchos que, siendo
más necios que los animales, les hace capaces de com­
pararse a las Potestades del cielo. Así esta segunda
arca supera a la primera. En aquella entró un cuer­
vo17 y salió cuervo, recibió a un lobo y no pudo cam­
biar su fiereza. Pablo, en cambio, no actuó así: reci­
bió lobos y los transformó en corderos, recibió
halcones y grajos y los volvió palomas, y después de
haber extirpado toda irracionalidad y fiereza de la na­
turaleza humana, introdujo la dulzura del Espíritu y
hasta el día de hoy esta arca continúa navegando sin
destruirse. Ninguna tempestad del maligno ha podi-

15. Cf. Gn 7, 7. los límites de su predicación,


16. Con frecuencia en las pues con sus epístolas influye
homilías del Elogio el Crisós­ en los hombres de diferentes
tomo utiliza estas hipérboles, regiones y épocas.
convencido de que la actividad 1 7. Cf. Gn 8, 7.
de Pablo sobrepasó con creces
Discurso, !, 2 33

do desunir las tablas; al contrario, al sobrevenir las


tempestades, ha puesto fin a sus embates. Es com­
pletamente normal, porque las tablas no están calafa­
teadas con brea y betún, [sino que] son impregnadas
de Espíritu Santo.
ABRAHAN. Abrahán es admirado por todos, por­
que al oír: Sal de tu tierra y de tu parentela18 aban­
donó su patria, su casa, sus amigos y sus parientes,
pues el mandato divino lo era todo para él. También
nosotros le admiramos por eso. Entonces, ¿qué acti­
tud de Abrahán puede compararse con Pablo? É ste
no sólo abandonó patria, casa y parientes, sino el
mundo entero por Jesús. Es más, desdeñó hasta el
cielo y los cielos de los cielos, y buscó una sola cosa,
el amor de Jesús. Escúchale explicarlo cuando dice:
Ni la altura, ni la profundidad, ni cualquier otra cria­
tura podrá separarme del amor de Dios19• En verdad,
Abrahán se expuso a peligros para salvar de los bár­
baros a su sobrino20, pero Pablo salvó no a su sobri­
no, ni a tres o cinco ciudades, sino al universo ente­
ro, y no de los ataques de los bárbaros, sino de las
manos de los demonios, afrontando cada día mil pe­
ligros y consiguiendo una gran seguridad para los
demás, a costa de sus propios riesgos mortales. Otro
punto [referido a Abrahán]: lo más importante de su
bondad y la culminación de su filosofía vital fue la
ofrenda de su hijo en sacrificio21• Pues también en

18. Gn 12, 1 . 20. Cf. G n 14, 12-16.


1 9. Rm 8, 39. 2 1 . Cf. Gn 22, 9-10.
34 Juan Crisóstomo

esto encontramos que Pablo le aventaja. No es a su


hijo, es a sí mismo a quien inmola en sacrificio22 y
esto innumerables veces, como antes hemos dicho.
ISAAC. En cuando a Isaac, ¿qué podría admirar­
se? Muchas cosas buenas y, en especial, su resigna­
ción. Cavaba pozos23 y le expulsaban de los terrenos
propios, pero no se rebelaba. Soportaba con resigna­
ción el ver que sus pozos eran cegados y el tener que
trasladarse a otro lugar. No atacaba en cada ocasión
a sus enemigos, sino que cedía y abandonaba lo que
le pertenecía hasta dejar satisfecha la injusta ambición
de sus oponentes". Pablo, por su parte, no es que
viera pozos cegados de piedras, sino su propio cuer­
po apedreado2S, y no sólo cedía como Isaac, sino que
procuraba conducir al cielo a quienes le lanzaban las
piedras contra él. Así pues, esta fuente cuanto más la
tapaban, con tanto mayor ímpetu brotaba y se en­
frentaba fluyendo con más ríos.
JACOB. A Jacob, el hijo de Isaac, ¿no le admira
la Escritura por su firmeza? Pero, ¿qué alma hay
tan diamantina que pueda superar la tenacidad de
Pablo? É ste no sirvió como esclavo durante catorce

22. Una vez más el lenguaje Dios se le manifestó y le re­


del sacrificio ritual es técnico pitió la bendición de Abrahán
(katathyo), aunque no aparece (v. 24). El Crisóstomo destaca
en el relato del Génesis. el detalle de las piedras que los
23. Cf. Gn 26, 18.19. filisteos utilizaban para cegar­
24. La perforación de los Jos, con eJ fin de contrastar­
pozos por parte de Isaac entre lo con su lapidación (cf. Hch
Guerar y Berseba (Gn 26, 15- 14, 19).
25) tiene importancia porque 25. Cf. Hch 14, 19.
Discurso, 1, 2 35

años26, sino durante toda su vida por la esposa de


Cristo27, y no sólo soportó el calor del día y el frío
de la noche28, sino que soportó mil borrascas de prue­
bas: unas veces flagelado29, otras lapidado30 o luchan­
do contra las bestias31 o contra el mar32, o peleando
con el hambre continua33, día y noche, y con el frío,
y, enfrentándose a los peligros por todas partes, arran­
caba a las ovejas de las fauces del diablo.
]OSÉ. Y ¿qué decir de José, el casto? Me temo que
va a ser ridículo hacer el elogio de Pablo sobre este
punto34• Él, crucificado para el mundo", miraba el es­
plendor de los cuerpos y, en general, todos los bie­
nes materiales como nosotros miramos la basura36 y
la ceniza, y permanecía insensible como un cadáver
se queda impasible ante otro cadáver. Puso en juego
tanto esmero para apaciguar los asaltos de la natura­
leza que ninguna pasión humana le dañó jamás.

26. La constancia de Jacob 3 1 . Cf. 1 Co 15, 32.


que trabajo catorce años por 32. Cf. 2 Co 1 1, 25.
alcanzar el matrimonio con la 33. Cf. 1 Co 4, 1 1; 2 Co
mujer amada, Lía (cf. Gn 29, 1 1, 27.
15-30) es el contrapunto de la 34. De todo el ciclo de
perseverancia de Pablo en el José, se destaca su resistencia
servicio a Jesucristo y a las ante las insinuaciones de la
almas. mujer de Putifar (cf. Gn 39,
27. Cf. Ef 5, 24ss. 7-20) para poner de relieve
28. Cf. Hch 28, 1 ; 2 Co la templanza (sophrosyne) y la
1 1, 27. castidad del Apóstol.
29. Cf. Hch 16, 23; 22, 24; 35. Cf. Ga 2, 19; 6, 14.
2 Co 6, 5; 1 1, 23-24; etc. 36. Cf. Flp 3, 8.
30. Cf. 2 Co 1 1 , 25.
36 Juan Crisóstomo

JoB. A Job ¿no le admiran todos los hombres? Y


con mucha razón. Fue un gran atleta y puede com­
pararse a Pablo por su paciencia y la pureza de su
vida, por el testimonio de Dios, por aquella tenaz
lucha contra el mal y por la maravillosa victoria al­
canzada". Pero Pablo no batalló menos que él, y esto
durante muchos años. No precisamente rascando el
pus de su piel con un puñado de tierra38 y sentán­
dose sobre estiércoP9, sino peleando en las mismas
fauces del león invisible4° y luchando contra innume­
rables pruebas, permaneció más duro que una roca.
Soportó los reproches no de tres o cuatro amigos,
sino de todos los falsos hermanos incrédulos que le
llenaban de oprobios e injurias.
Job practicó una gran hospitalidad y una especial
atención a los pobres4'. No lo negamos, pero mos­
traremos que esa solicitud es inferior a la de Pablo
como lo es el cuerpo respecto al alma. Aquél la ma-

37. Job es ejemplo de mu­ Chrysostome», en Job chez les


chas virtudes en la interpreta­ Peres de l'Eglise (Cahiers de
ción patrística. Aquí el Cri­ Biblia patristica 5), Strasbourg
sóstomo destaca tres que 1996, pp. 63-110.
nosotros hemos resaltado divi­ 38. Cf. Jb 20, 1 1 .
diendo el texto en tres párra­ 39. Cf. J b 20, 7.
fos: la firmeza de carácter ante 40. Cf. Hb 1 1 , 33.
las dificultades, la hospitalidad 4 1 . Téngase en cuenta que
y atención a los más débiles y en la época en que habla el
la entereza ante los ataques de Crisóstomo, el pobre (penes)
sus oponentes y la defección es el asalariado, el hombre que
de alguno de los cristianos. Cf. necesita trabajar para sobrevi­
L. BRO'ITIER, «L'actualisation vir.
de la figure de Job chez Jcan
Discurso, !, 2 37

nifestaba ante los enfermos de la carne, éste la ejer­


ció con los destrozados del alma42, enderezando a
todos los que cojeaban o tenían débil la razón y cu­
briendo con el vestido de la piedad a los que estaban
desnudos o indecentemente vestidos. También, cen­
trándonos en lo corporal, Pablo era superior a Job,
porque es de más mérito ayudar a los necesitados
cuando uno vive en pobreza y hambre, que hacer lo
mismo desde la abundancia. La casa de Job estaba
abierta para todo el que llegaba4\ mientras que era el
alma de Pablo la que estaba abierta a todo el univer­
so y acogía a pueblos enteros.
¿ No es verdad que los gusanos y las llagas fue­
ron causa de terribles e insuperables dolores••? Lo re­
conozco también yo. Pero si comparas con éstas los
azotes de Pablo durante tantos años, el hambre con­
tinua, la desnudez, las cadenas y las cárceles, los pe­
ligros y las plagas, las que le causaban los de su casa
y los ajenos, los tiranos y los del universo entero; más
aún, las pruebas mucho más crueles, me refiero a los
sufrimientos morales por los que se perdían, por la
solicitud de todas las iglesias, el calor que ponía en
cada uno de los que eran escandalizados45• Compro­
barás que el alma que soportaba tales pruebas era
mucho más resistente que la roca y más dura que el
hierro y el diamante. Lo que Job sufrió en su cuer­
po, Pablo lo sufrió en su alma, porque la desazón por

42. Cf. Rm 12, 13. 44. Cf. Jb 7, 5.


43. Cf. Jb 3 1 , 31. 45. 2 Co 1 1 , 28-29.
38 Juan Crisóstomo

cada uno de los que eran escandalizados consumía su


alma más que cualquier gusano. Por eso derramaba
lágrimas continuamente, por supuesto de día, pero
también de noche46, y por cada uno de ellos se afli­
gía con dolores más fuertes que los de una mujer en
parto. Y por eso decía: Hijos míos, por quienes pa­
dezco otra vez dolores de parto47•
MOISÉS. Después de Job, ¿ a quién podemos ad­
mirar? Ciertamente a Moisés. Pero Pablo también le
supera en mucho. Muchas y grandes cosas tenía, pero
la más importante y cumbre de esa alma santa fue
preferir ser borrado del libro de Dios48 por la salva­
ción de los judíos. Moisés prefería morir con los demás,
Pablo aún más, prefería exponerse a perder él sólo la
eternidad de la gloria, con tal de que todos los demás
se salvaran49• Más aún, si aquel combatió contra el Fa­
raón, Pablo lo hizo cada día contra el diablo; aquél
soportó todo por un pueblo, Pablo por el orbe ente­
ro, brotándole del cuerpo no sudor, sino sangre en
vez de sudor, por todas partes, para enderezar al
mundo habitado y al deshabitado, a los griegos y a
los bárbaros.

46. Pablo recuerda a los quier dirigente elegido por


cristianos de Éfeso cuántas lá­ Dios, gozaba de especiales cua­
grimas ha derramado pensan­ lidades de mando; sin embar­
do en la posible defección de go lo más relevante para el Cri­
algunos cristianos (cf. Hch 20, sóstomo es la decisión de dar
31; 2 Co 2, 4). incluso su vida por su súbdi­
47. Ga 4,19. to. Así actuó Jesús (cf. Jn 15,
48. Cf. Ex 32, 32. Es decir, 13) y así San Pablo ( cf. Rm
«del libro de la vida». 9, 3).
49. Moisés> como cual-
Discurso, 1, 2 39

DAVID, ELÍAS, JUAN BAUTISTA. Se podrían aducir


para compararlos a J osué, a Samuel y a otros profe­
tas, Pero para no prolongar mi discurso, vayamos a
los principales, y si Pablo aparece completamente su­
perior a éstos, sin duda también a los otros. ¿ Quié­
nes son estos notables? ¿ Quiénes después de los men­
cionados pueden ser, sino David, Elías y Juan
[Bautista], si estos dos últimos fueron precursores, el
uno de la primera venida del Señor y el otro de la
segunda? Por eso los dos pertenecen a la misma ca­
tegoría [de precursores]. ¿Cuál es, entonces lo espe­
cífico que encontramos en David? Su humildad y su
amor a Dios50• Y ¿quién es más o, al menos, igual
que el alma de Pablo en practicar ambas virtudes a la
vez? ¿Qué hay de admirable en Elías? ¿Acaso el haber
cerrado los cielos, haber traído el hambre a la tierra
o haber hecho descender fuego? No lo pienso yo así.
Más bien el celo que tenía por el Señor y que era
más ardiente que el fuego. Pero si te fijas en el celo
de Pablo, verás que éste le supera tanto como Elías
superó a todos los demás profetas. Pues ¿qué se puede
encontrar semejante a las palabras que pronunció en
su celo por la gloria del Señor: Deseaba ser anatema
por mis hermanos, los de mi raza según la carne51 ?
Por eso, cuando tenía a su alcance el cielo y su co­
rona y su recompensa, se paralizaba y se demoraba

50. Cf. 2 S 1 2, 1 3 ; Sal 51. Rm 9, 3.


50, Í SS.
40 Juan Crisóstomo

diciendo: Permanecer en la carne es más urgente para


vuestro bien52• Por eso, ni el universo visible, ni el es­
piritual le parecían suficientes para mostrar su amor
y su celo, y buscaba otro inexistente para mostrar su
ardor y sus deseos53• Pero Juan [Bautista], ¡comía lan­
gostas y miel silvestre! Pues Pablo vivió en medio del
mundo como Juan en el desierto, y no alimentándo­
se de langostas y miel silvestre, pues tenía una mesa
mucho más frugal, y carecía hasta del alimento nece­
sario por el tesón en la predicación del mensaje54•
Ahora bien, Juan, ¿no dio pruebas de una gran li­
bertad" ante Herodes? Sí, pero Pablo no a uno ni a
dos ni a tres acalló, sino a innumerables hombres, y
eso que eran mucho más crueles que aquel tirano.
PABLO Y LOS ÁNGELES. Sólo queda comparar a
Pablo con los ángeles. Para ello abandonemos la tie­
rra y subamos hasta la cima de los cielos; y que nadie
acuse de osadía nuestras palabras. Si la Escritura llama
ángel a Juan, así como a los sacerdotes", ¿qué hay de
extraño en que al que es mejor que todos ellos, lo

52. Flp 1, 24. tenido de la predicación apos­


53. Nótese que se trata tólica.
de «deseos» rectos moral­ 55 No hay en nuestras
mente. lenguas modernas una palabra
54. Li.: •en el kérigma». que recoja el significado am­
Hemos preferido traducir el plio del término griego parre­
término kerygma, muy fre­ sia. Equivale a libertad, pero
cuente en el Elogio, con esta también franqueza, apertura y
perífrasis que se aproxima al sencillez, audacia confiada.
significado profundo del con- 56. Cf. MI 2, 7.
Discurso, /, 2-3 41

comparemos con las Potestades celestiales? ¿En qué


consiste su grandeza? En que obedecen con delicade­
za a Dios, como dice David, lleno de admiración: Hé­
roes poderosos, que cumplís su palabra57• No hay nada
igual a la obediencia, aunque sean mil veces incorpó­
reos. En efecto, esto es lo que les hace bienaventura­
dos, el que obedecen los mandatos divinos y nunca
dejan de obedecer. Esto mismo se manifiesta en Pablo
que observó esta obediencia con delicadeza. Y no sólo
cumplió la palabra de Dios, sino también los manda­
mientos y más que los mandamientos, como lo mues­
tra cuando dijo: ¿ Cuál es mi recompensa? Anunciar
el Evangelio de Cristo, entregándolo gratuitamente''·
Y ¿qué otra cosa admira el profeta al hablar de los
ángeles? Dice: El que hace a los vientos sus ángeles y
al fuego humeante sus ministros'9• Pues esto también
se puede encontrar en Pablo. Como el viento y el
fuego recorrió el universo entero y purificó la tie­
rra. Pero, ¡todavía no había recibido el cielo en he­
redad! Eso es lo más admirable, que se comportaba
en la tierra, estando aún revestido de carne mortal
de tal modo que rivalizaba con las Potestades in­
corpóreas.

3. Exhortación final.
¿ De qué condena somos dignos nosotros si ante
un hombre que reunió en sí todos los bienes, no pro-

57. Sal 103 (102 LXX), 20. 59. Sal 104 (103 LXX), 4.
58. 1 Co 9, 1 8.
42 Juan Crisóstomo

curamos imitarle, al menos un poco? Reflexionando


sobre todo esto, alejémonos de esa acusación y pro­
curemos acercarnos al celo que tuvo Pablo a fin de
que podamos alcanzar los mismos bienes por la gra­
cia y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, de
quien es la gloria y el poder, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.
DISCURSO II
La caridad de San Pablo

1 . 1ntroducción

Qué es el hombre, hasta dónde llega la nobleza


de su naturaleza y de cuánta virtud es capaz mien­
tras vive, lo manifiesta Pablo más que ningún otro.
Desde que nació y todavía en nuestros días, contesta
con voz clara en defensa de Dios a todos los que con­
servan nuestra naturaleza humana, exhortándonos a la
virtud, cerrando la boca desvergonzada de los blasfe­
mos y enseñando que entre los ángeles y los hom­
bres no hay mucha diferencia, si nos empeñamos en
dedicarnos a nosotros mismos. Él, sin haber recibido
una naturaleza diferente, ni un alma distinta, ni haber
habitado en otro mundo, sino educado en la misma
tierra, en el mismo país y en las mismas leyes y cos­
tumbres ha superado a todos los hombres desde que
éstos existen. ¿ Dónde están los que dicen que la vir­
tud es difícil y que el vicio es fácil? A ellos se opone
Pablo cuando dice: La leve tribulación de un instan­
te se convierte para nosotros, incomparablemente, en
una gloria eterna y consistente'. Si esas tribulaciones

l . 2 Co 4, 1 7.
44 Juan Crisóstomo

son ligeras, con mayor razón lo serán las cosas agra­


dables que tengamos.

2. La virtud está por encima de todo


No sólo esto es admirable en él, sino que por la
sobreabundancia de su celo no advertía las fatigas de
la virtud, más aún ni siquiera buscaba la virtud por
la recompensa'. Nosotros ni aun teniendo delante la
recompensa nos esforzamos por alcanzarla; él, en cam­
bio, sin pensar en premios, abrazaba la virtud, la amaba
y los obstáculos que parecen existir, los soportaba de
buen grado. Nunca alegó ni debilidad corporal ni las
ocupaciones absorbentes ni las exigencias de la natu­
raleza, ni ninguna otra cosa. Sin duda, más que los
capitanes y más que los reyes que existen sobre la tie­
rra, él había recibido un encargo mayor, y sin em­
bargo cada día se superaba más, y cuanto más arre­
ciaban los peligros él se esforzaba con ardor renovado,
como lo explica diciendo: Olvidando lo que queda
atrás, una cosa intento, lanzarme hacia lo que tengo
por delante'. Y ante la inminencia de la muerte, invi­
taba a compartir su agrado al decir: Alegraos también
vosotros y congratulaos conmigo•. Y cuando le ame­
nazaban los peligros, las injurias y las deshonras de
toda clase, de nuevo saltaba de alegría y escribía a los
de Corinto: Me complazco en las flaquezas, en los
oprobios, en las necesidades, en las persecuciones y

2. Cf. 1 Co 9, 1 8. deporte más exigente, pero el


3. Flp 3, 13. La lucha as­ más eficaz (cf. 1 Co 9, 24ss.).
cética era para el Apóstol el 4. Flp 2, 1 8.
Discurso, II, 1-3 45

angustias'. Llamaba a estas pruebas armas de justicia6,


indicando que con ellas alcanzaba los mejores frutos,
y ante sus enemigos era totalmente invencible.
En todas partes flagelado, maldecido, injuriado, y sin
embargo, como si avanzara en un cortejo triunfal y alza­
ra constantes trofeos, se gloriaba y daba gracias a Dios di­
ciendo: Gracias a Dios que nos hace triunfar. Él buscaba
la deshonra y los ultrajes por la predicación del mensaje,
más que nosotros los honores; y la muerte más que no­
sotros la vida; la pobreza más que nosotros la riqueza; los
trabajos penosos más que nosotros el descanso; lo desea­
ba más, mucho más. Y prefería la tristeza más que otros
la alegría; y ofrecía más plegarias por sus enemigos que
las imprecaciones que ellos le dirigían. Él invertía el orden
de las cosas, o mejor dicho, nosotros invertimos el orden
puesto, y él observaba lo que Dios ha establecido. En efec­
to, todas estas cosas son las conformes a la naturaleza,
mientras que las otras son las opuestas'. ¿Cómo podre­
mos probar esta afirmación? Porque Pablo, aun siendo
hombre como era, corría tras aquellas y no contra estas.

3. El amor de Cristo, bien supremo


Por su parte, una sola cosa había que temer y huir
de ella: ofender a Dios; y nada más. En consecuen-

5. 2 Co 12, 10. «Le vin, la santé et la maladie


6. Cf. 2 Co 6, 7. dans la prédication de Jean
7. 2 Co 2, 14. Chrysostome», en J. JOUANNA
8. Un estudio detenido et L. VILLARD avec D. BÉGUIN
sobre la santidad y la natura­ (édd.), Vin et santé en Gréce
leza puede verse en C. BROC, ancienne. Actes du colloque
46 Juan Crisóstomo

cia, nada le parecía más deseable que agradar a Dios;


y cuando digo nada, me refiero a nada de los bienes
terrenos ni de los bienes futuros. No me hables de
ciudades ni de naciones, ni de reyes ni de ejércitos,
ni de riquezas ni de dignidades o potestades. Todo
esto lo considera como telas de araña. Ponme, en cam­
bio, ante los bienes celestiales y verás el amor vehe­
mente por Cristo. Pablo, en efecto, ante este filtro
atractivo de amor no repara en la dignidad de ánge­
les o arcángeles, ni de nada semejante, pues poseía
dentro de sí lo mejor de todo, el amor de Cristo. Con
este amor se consideraba el más feliz de todos los
hombres, y sin él no aspiraba a compararse• con las
Dominaciones ni con los Principados o Potestades10•
Preferiría con este amor encontrarse entre los úl­
timos y aun entre los reprobados", más que sin él
encontrarse entre los más honorables y estimados. El
mayor y único tormento era para él apartarse de este
amor. Esto sería su gehenna12, esto su suplicio, esto
su peor desgracia, mientras que su gozo sería alcan­
zar el amor [de Cristo]. Esto es la vida, el universo
entero, el honor de ángeles, lo presente y lo futuro;

organisé a l'Univcrsité de 1 1 . Cf. 2 Co 6, 9.


Rouen et a Paris (U niversité 1 2. La gehenna> térmi­
de Paris IV Sorbonne et ENS) no transcrito del hebreo,
par L ' UTRESA 8062 du CNRS et que aparece sólo en el
L ' URLLCA de l'Univcrsité de Nuevo Testamento significa
Rouen, 28-30 septembre 1 998, tanto el lugar de los muer­
Paris 2002, pp. 269-289. tos (sepulcro: Mt 8, 1 2; 22,
9. Es decir: «parangonarse>�. 1 3 ; 25, 30) como el lugar d e
1 O. Cf. Rm 8, 38. l o s condenados ( M t 2 3 , 3 3 ;
Discurso, 1!, 3 47

esto es el reino y la promesa y los innumerables bie­


nes. De los bienes que aquí se poseen, no los consi­
deraba ni penosos ni agradables, antes bien despre­
ciaba todos los bienes visibles como a hierba podrida.
Los tiranos y los pueblos que respiran violencia eran
para él como mosquitos; y la muerte, los suplicios,
los innumerables castigos eran para él como juegos
infantiles, con tal de padecer un poco por Cristo. Por­
que entonces estas pruebas las abrazaba y sus cade­
nas eran más honrosas que para Nerón la corona que
ceñía sus sienes. Habitaba en la prisión como en el
cielo y recibía azotes y latigazos con más placer que
otros cuando se apoderan del botín del combate, y
amaba las fatigas como si fueran un regalo, pues en­
tendía que las fatigas eran una dádiva y por eso las
llamaba gracias.
Piénsalo bien. Un regalo es desaparecer de esta
vida y estar con Cristo, mientras que permanecer en
la carne es una lucha constante. Y sin embargo, Pablo
prefería lo último y afirmaba que para él era más ne­
cesario". Vivir como un castigado lejos de Cristo era
lucha y fatiga, mientras que es un don estar con Cris­
to". Y sin embargo, Pablo por Cristo prefirió lo pri­
mero. Alguno podría decir: todo esto ha resultado
grato a causa de Cristo. Y también yo lo digo: lo que
para nosotros es causa de tristeza, para Pablo lo es
de sumo gozo. Ahora bien, ¿para qué voy a hablar

2 5 , 30). Juan Crisóstomo lo tino de los condenados.


utiliza siempre con el sig­ 13. Cf. Flp 1, 24.
nificado de «infierno», des- 14. Cf. Flp 1, 23.
48 Juan Crisóstomo

de sus tristezas y de otros sufrimientos? Pablo esta­


ba en profundo abatimiento, por lo que llegó a decir:
¿ Quien desfallece sin que yo desfallezca?, ¿ quién tiene
un tropiezo1' sin que yo me abrase de dolor?16• Tam­
bién en el abatimiento hay cierto placer, podría ale­
gar alguno. De hecho, muchas personas que han per­
dido a sus hijos, encuentran consuelo retirándose a
lamentarlos, y sufren más cuanto más se les impide
hacerlo. Eso mismo hacía Pablo; día y noche se con­
solaba llorando porque nadie ha lamentado sus pro­
pias desgracias como Pablo las de los otros. ¿Cuánto
te imaginas que le hacía sufrir no conseguir salvar a
los judíos, él que deseaba incluso verse privado de la
gloria celestial con tal de salvarlos ?17• En consecuen­
cia, es evidente que le resultaba mucho más penoso
que ellos perecieran. Si no le fuera más penoso, no
habría manifestado este deseo; esta manifestación le
resultaba más llevadera y le consolaba más. Y este an­
helo no era un modo de hablar, porque llegó a pro­
clamar: Siento una pena muy grande y un continuo
dolor en mi corazón".

4. Eficacia de la gracia en el alma de Pablo

A aquel que, por así decir, sufría por los habi­


tantes del universo y por todo el mundo, pueblos y

15. O «es escandalizado». mente en el Elogio, porque


16. 2 Co 1 1 , 29. muestra con claridad que el
17. Cf. Rm 9, 3. Este texto Apóstol mira sus sufrimientos y
de la Cana a los Romanos es la cruz como su mayor honor.
citado y comentado frecuente- 18. Rm 9, 2.
Discurso, JI, 3-4 49

ciudades, y por cada individuo en particular, ¿ a quién


se le podría comparar, a qué hierro, a qué diamante?
¿Cómo habría que denominar esta alma? ¿ Áurea o
diamantina? Porque era más fuerte que cualquier dia­
mante y más preciosa que el oro y que las piedras
preciosas. A la primera de estas materias la supera por
su dureza, a la segunda por su gran valor. ¿ A qué
cosa se puede comparar esta alma? A ninguna de las
que existen. Si el oro llegara a ser diamante y el dia­
mante llegara a ser oro, se llegaría de alguna manera
a establecer una comparación adecuada. Pero ¿qué im­
portancia tiene comparar el alma de Pablo con el dia­
mante o con el oro? Trae tú una balanza y coloca en
un platillo el mundo entero; verás que se inclina hacia
el alma de Pablo. Porque si lo dice de los que se
vestían con pieles de oveja y vivían en cavernas'" y
en una reducida parte del mundo, mucho más po­
dremos decirlo nosotros de él, que es el más exce­
lente de todos. Pero si el mundo no es digno de él,
¿ quién lo es? ¿ Acaso el cielo? Pues también se queda
pequeño. Porque le prefería a los cielos innumerables,
puesto que Pablo antepuso el amor de su Maestro al
cielo y a todo cuanto ha y en el cielo; más hará el
Maestro que supera a Pablo en bondad tanto cuanto
la bondad supera a la maldad. Dios nos ama no como
nosotros le amamos a Él, sino tan intensamente que
es imposible explicarlo con palabras20•

19. Cf. Hb 1 1 , 37-38. Carta de Juan: En esto con­


20. En estas palabras re­ siste el amor, no en que noso­
suena lo dicho en la primera tros hayamos amado a Dios,
50 Juan Crisóstorno

5. San Pablo, superior a los ángeles


Considera, pues, de qué gracias lo consideró digno
el Señor, incluso antes de la resurrección. Fue arre­
batado al paraíso, elevado hasta el tercer cielo, hecho
partícipe de misterios tan arcanos que ninguno de los
pertenecientes a la naturaleza humana puede explicar''.
Con mucha razón, pues, moviéndose todavía en esta
tierra, se comportaba ya en todo como si gozara de
la compañía de los ángeles. Aun estando ligado a su
cuerpo mortal mostraba una pureza como la de los
ángeles, y estando sujeto a tantas necesidades porfia­
ba por no mostrarse inferior a las Potestades de arri­
ba. Como si tuviera alas, recorrió todo el universo;
como si no tuviera cuerpo despreció las penalidades
y peligros; como si ya poseyera el cielo, desdeñaba
los bienes terrenos; como si ya habitara entre las vir­
tudes inmateriales, estaba sin cesar en vigilia. A algu­
nos ángeles se les ha encomendado la guarda de di­
ferentes pueblos22, pero ninguno de ellos ha dirigido
el pueblo a ellos encomendado como hizo Pablo con
todo el universo. Y no me digas que no era Pablo
quien dirigió todo, porque es lo que yo mismo con­
fieso. Y si él no llevaba a cabo esto, desde luego hasta
en esas condiciones no quedaba excluido de las ala­
banzas por lo que hacía, porque se había hecho digno

sino en que Él nos amó pri­ explícitas, haga alusiones im­


mero (1 Jn 4, 10). Es frecuen­ plícitas a libros y textos bí­
te que el Crisóstomo, tanto en blicos.
el Elogio como en otras obras 2 1 . Cf. 2 Co 12, 2-4.
suyas, además de las citas 22. Cf. ]e 2, 4.
Discurso, 1!, 5-6 51

de gracias tan grandes. Y así Miguel recibió el encar­


go de cuidar del pueblo judío23, y Pablo el de cuidar
de la tierra, del mar y del universo entero, el habita­
do y el deshabitado. Todo esto lo digo no para ofen­
der a los ángeles, que no es correcto, sino para mos­
trar que, aun siendo hombre, se puede estar unido a
los ángeles y asemejarse a ellos.
Pero, ¿por qué razón los ángeles no han recibido
esta misión de cuidar del universo? Para que no ten­
gas ninguna excusa para tu pereza, ni te refugies en
la diferencia de naturaleza y te quedes adormilado. El
milagro es mayor, ¿cómo no ha de ser maravilloso y
extraordinario que una palabra que sale de una len­
gua de arcilla haga huir a la muertel\ rompa los lazos
del pecado, sane un cuerpo lisiado y transforme la
tierra en cielo? Por todo esto me admiro del poder
de Dios y me maravillo del celo de Pablo, por haber
recibido una gracia tan grande y por haberse prepa­
rado personalmente con tanto esmero.

6. Exhortación final
A vosotros os exhorto ahora a no conformaros
con admirar, sino que imitéis este modelo de virtud.
De esta manera podremos tener parte en la misma re­
compensa. Y si te asombras al oírme decir que vi­
viendo como él alcanzarás los mismos premios, escu­
cha al mismo Pablo que se expresa así: He luchado
el noble combate, he alcanzado la meta, he guardado
la fe. Por lo demás, me está reservada la merecida co­
rona que el Señor, el justo juez, me entregará aquel

23. Cf. Dn 10, 1321; 1 2 l.


, 24. Cf. Hch 20, 9-12.
52 Juan Crisóstomo

día; y no sólo a mí, sino también a todos los que han


deseado con amor su venida25• ¿Ves cómo a todos
llama a participar en la misma gloria?
Puesto que a todos se nos han propuesto las mis­
mas recompensas, procuremos llegar a ser dignos de
los bienes que se nos han prometido. Y no nos fije­
mos únicamente en la grandeza y excelencia de las
buenas obras de Pablo, sino también en el vigor de
su celo que le ha hecho capaz de merecer tan alta
gracia, a pesar de participar de la misma naturaleza
que nosotros, puesto que comparte con nosotros la
misma condición débil. Así, hasta los esfuerzos más
severos, nos parecerán hacederos y livianos; y después
de haber trabajado en este breve espacio de tiempo
llevaremos continuamente aquella corona inmortal e
incorruptible26 por la gracia y la misericordia de nues­
tro Señor Jesucristo, para quien es la gloria y el poder,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

25. 2 Tm 4, 7-8. 26. Cf. 1 Co 9, 25.


DISCURSO III
El amor de San Pablo hacia sus hermanos

l . lntroducción

El bienaventurado Pablo nos muestra el vigor que


puede tener el celo de un hombre y que, como él, po­
dremos volar hasta el cielo mismo; y sin apelar a los
ángeles ni a los arcángeles ni a las demás Potestades,
sólo con su ejemplo nos invita a ser de Cristo y nos
dice: Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo';
otras veces sin mencionar su persona, nos impulsa a
acercarnos a Dios con estas palabras: Imitad a Dios
como hijos queridísimos2• Para mostrar que ningún pro­
vecho se saca de esta imitación, más que vivir en favor
de todos3 y buscando el interés de todos, dice: Cami­
nad en caridad4• Por eso, después de afirmar sed imi­
tadores míos', pasa enseguida a hablar de la caridad,
mostrando que esta virtud es la que nos sitúa más cerca

l. 1 Co 11, l. eum, 78, 3 (PG 58, 714) tam­


2. Ef 5, l. bién para significar una vida
3. El adverbio koinophe­ buena en beneficio de todos.
los es usado en JUAN Clusó­ 4. Ef 5, 2.
SOTOMO, Homifiae in Matha- 5. 1 Co 1 1, l.
54 Juan Crisóstomo

de Dios. Las demás, en efecto, quedan por debajo y


ninguna sobrepasa el plano humano. Así ocurre en la
lucha contra los malos deseos, la pelea contra la gula,
la batalla por extinguir la avaricia, la pugna contra la
ira. En cambio, el hecho de amar es lo que hay más
en común entre nosotros y Dios. Por eso Cristo decía:
Rezad por los que os persiguen para que seáis seme­
jantes a vuestro Padre que está en los cielos•.

2. Amor a los enemigos


Conociendo Pablo que éste era el principal de los
bienes, se dispuso a mostrarlo en sí mismo con esme­
ro. En efecto, nadie ha amado tanto a sus enemigos,
nadie ha hecho tanto bien a los que le tendían tram­
pas, nadie ha sufrido tanto por los que le afligían. Lejos
de pensar en lo que sufría, pensaba en los lazos que
les unían, y cuanto más feroces eran con él, más lás­
tima tenía por su locura. Como hace un padre con un
hijo que sufre enajenaciones que, cuanto más rechaza­
do es con sus insolencias y sus golpes, más lo com­
padece y lo llora. Del mismo modo Pablo, dando por
supuesta la enfermedad diabólica de los que le afligían
con tales golpes, procuraba superarlos en cuidado.
Escucha ahora con cuanta amabilidad y con cuan­
ta piedad nos habla de los que le habían azotado cinco

6. Mt 5, 44-45. No está Dios. Conviene señalar que el


completa la cita, ya que falta vocabulario del amor es muy
que hace salir el sol sobre bue­ amplio desde la Biblia, si bien
nos y malos. Lo importante es el Crisóstomo usa sobre todo
que la capacidad de amar ifileo) fileo y agapao, junto con sus
es lo que más nos asemeja a derivados.
Discurso, III, 1-2 55

veces', le habían lapidado', le habían encadenado y


anhelaban su sangre, y cada día procuraban hacerle
pedazos. Así dice: Doy testimonio en su favor de que
tienen celo por Dios, pero sin discernimiento•. Y, en
contraste, a los que intentaban lanzarse contra ellos,
les apaciguaba diciendo: No te engrías, más bien teme;
no sea que, si Dios no perdonó a las ramas naturales,
tampoco te perdone a ti10• Conociendo que la senten­
cia del Señor ya estaba dictada contra ellos, él hacía
lo que estaba en su mano: de continuo lloraba por
ellos, se dolía, contenía a los que querían lanzarse con­
tra ellos y, en cuanto le era posible, se esforzaba por
encontrar una sombra de excusa. Y como no conse­
guía persuadirles con la palabra, dada su terquedad y
dureza de corazón, se entregaba sin cesar a la ora­
ción, como cuando dice: Hermanos, el deseo ardien­
te de mi corazón y mi oración a Dios por ellos, es que
se salven11• Y luego les estimulaba a una esperanza
mejor diciéndoles que los dones y la vocación de Dios
son irrevocables12• Quería así alejarles de la desespe­
ración final y de la condenación.
Lo mismo hizo Jeremías, violentándose e intentan­
do buscar alguna excusa a favor de los pecadores, di­
ciéndoles: Si nuestras culpas testifican contra nosotros,
actúa en gracia a tu Nombre13• Y en otra ocasión: El
camino del hombre no está en su mano, ni está en poder

7. Cf. 2 Co 1 1 , 24. 10. Rm 1 1 , 20-21 .


8. Cf Hch 14, 19; 2 Co 11. Rm 10, l .
1 1 , 25. 12. Rm 1 1, 29.
9. Rm 10, 2. 13. Jr 14, 7.
56 Juan Crisóstomo

de quien camina dirigir bien sus pasos14• Y aún mas:


Acuérdate de que somos polvo15• Es normal que los que
ruegan por los culpables, aunque no tengan ninguna
alabanza que aducir, al menos inventan alguna excusa,
no para que las tomen en su estricto rigor, ni para que
puedan tomarse como verdades firmes, sino para que
reconforte, al menos, a los que sufren por los que van
a perecer. Por tanto, no tomemos con excesivo rigor
tales excusas; pensemos más bien que brotan de un
alma dolorida y que busca aducir algo a favor de los
culpables, y así comprenderemos estas expresiones.

3. Misericordia con los cristianos débiles


Entonces Pablo ¿obró así sólo a favor de los judí­
os y no a favor de los paganos? Era extraordinaria­
mente amable con sus conciudadanos y con los de fuera.
Escucha lo que dice a Timoteo: No es propio de uno
que sirve al Señor pelearse, sino ser amable con todos,
dispuesto a enseñar, paciente, que corrija con manse­
dumbre a los que disienten, por si Dios les da un arre­
pentimiento que los lleve a reconocer la verdad y vuel-

14. Jr 10, 23. Jeremías im­ receptus de los LXX Ice: Él


plora misericordia ante 1a in­ (Dios) sabe que somos polvo.
vasión inmediata de Babilonia Probablemente el cambio a la
y aduce la debilidad de sus segunda persona (acuérdate) es
conciudadanos para compor­ una variante de otra fuente grie­
tarse bien. El Elogio parece in­ ga o, más probablemente, es
dicar que los enemigos del una acomodación del Crisósto­
Apóstol también son débiles y mo. En todo caso, pretende su­
merecen el perdón. brayar la debilidad del hombre,
15. Sal. 102, 14. El textus inclinado siempre al pecado.
Discurso, III, 2-3 57

ven en sí, escapando de los lazos del diablo que los man­
tiene cautivos y sometidos a su voluntad16. ¿ Quieres com­
prender cómo se dirigía también a los pecadores? Es­
cucha lo que escribió a los corintios: Temo que cuando
llegue no os encuentre como yo quisiera17; y poco des­
pués: Temo que al llegar de nuevo mi Dios me humi­
lle entre vosotros y tenga que llorar por muchos de
los que antes pecaron y no se convirtieron de la impu­
reza18. Y al escribir a los gálatas decía: Hijos míos,
por quienes padezco otra vez dolores de parto hasta
que Cristo esté formado en vosotros19. Y al tratar del
fornicador, escucha cómo se dolía y lamentaba no menos
que el mismo pecador, y le exhortaba con estas pala­
bras: Extremad la caridad con él20• Y cuando tomó la
decisión de excluirlo lo llevó a cabo con muchas lágri­
mas: Movido por una gran pena y angustia de corazón
os escribo con muchas lágrimas, no para que os en­
tristezcáis, sino para que conozcáis el amor inmenso
que os tengo21. Y en otro lugar: Con los judíos me hice
judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la
Ley como si estuviera bajo la Ley -aunque ya no lo
estoy- para ganar a los que están bajo la Ley. Me hice
débil con los débiles. Me he hecho todo para todos,
para salvar de cualquier manera a algunos22• Y todavía
más: Con el fin de hacer a todos perfectos en Cristo23•

16. 2 Tm 2, 24-26. 20. 2 Co 2, 8.


17. 2 Co 12, 20. 21. 2 Co 2, 4.
18. 2 Co 12, 2 1 . 22. 1 Co 9, 20.22.
19. Ga 4, 19. 23. Col 1, 28.
58 ]uan Crisóstomo

4. Amor con los de fuera


Date cuenta cómo un alma supera todo lo terre­
no. Pensaba presentar todo lo humano y, en cuanto
a él tocaba, a todos los presentó. En efecto, como si
él hubiera engendrado a todo el universo, se agitaba
y se apresuraba, se entregaba para meter a todos en
el Reino, cuidándolos, exhortándolos, haciéndoles pro­
mesas, orando y suplicando, aterrorizando a los de­
monios, expulsando a los corruptos. Y todo esto con
su presencia o con sus cartas, con sus palabras o con
sus hechos, por medio de sus discípulos o por sí
mismo; levantando a los que caían, confirmando a los
que se mantenían seguros24, estimulando a los postra­
dos en tierra25, cuidando a los desalentados, reani­
mando con ungüento a los perezosos26, espantando a
gritos a sus adversarios, amenazando con la mirada a
sus enemigos. Con una excelente estrategia igual se
hacía general que escudero, lo mismo combatía en pri­
mera línea que auxiliaba a los soldados enfermos27• Él
asumía todas las funciones en favor de su ejército.

S. Interés por la vida material de los más cercanos


Y no sólo en el orden espiritual, sino también en
el material'8 manifestó una gran prudencia y un gran
celo. Escucha cómo por una sola mujer escribe a todo

24. Cf. 1 Ts 3, 2. autos. Nosotros hemos refleja­


25. Cf. Hb 10, 4. do lo más posible este recurso
26. Cf. Hb 6, 12. literario con la comparación:
27. La figura retórica de la «lo mismo . . . que . . . » .
repetición es más palpable en 28. El Crisóstomo, como
el original griego, que repite otros muchos Padres, evita
hasta cinco veces el pronombre todo espiritualismo e insiste
Discurso, 1/I, 4-5 59

un pueblo: Os recomiendo a Febe, nuestra hermana,


que está al servicio de la iglesia de Céncreas para que
la recibáis en el Señor de manera digna de los santos,
y la ayudéis en lo que pueda necesitar de vosotros29•
Y también: Conocéis a la familia de Estéfanas. ¡Que
seáis deferentes con ellosf'0• Y aún más: Apreciad a
las personas como ellos". Esta es la señal propia de
la caridad afectuosa de los santos, prestar ayuda tam­
bién en esto. Así Eliseo ante la mujer que le había
hospedado no sólo la socorrió en lo espiritual, sino
que procuró prestarle los servicios corporales. Por eso
le dijo: ¿ Podemos hablar en tu favor al rey o al jefe
del ejército ?32•
¿De qué te admiras cuando Pablo hace recomen­
daciones en sus cartas y cuando al llamar a alguno a
su lado nunca consideró indigno procurarle provisio­
nes para el camino y consignar esta recomendación en
su carta? De hecho, al escribir a Tito dice: A Zenas,
el jurista, y a Apolo procura proveerlos de todo lo ne­
cesario para el viaje, para que nada les falte". Si dio
estas recomendaciones con tanto celo por escrito, mucho
más habría hecho por ellos si los hubiera visto en pe-

en la necesidad de cuidar las El Crisóstomo lo elogió en


condiciones materiales tanto otras ocasiones, sobre todo en
como las espirituales de los el comentario a Corintios (cf.
cristianos. In Ep. JI ad Cor, 44, 2: PG
29. Rm 16, 1-2. 61, 375s.).
30. 1 Ca 16, 15-16. Esté­ 3 1 . 1 Co 16, 18.
farras fue el único bautizado 32. 2 R 4, 1 3.
personalmente por Pablo y, 33. Tt 3, 13.
por esto, e] más recomendado.
60 ]uan Crisóstomo

ligro. Mira también cómo, escribiendo a Filemón, mues­


tra gran celo a favor de Onésimo y con qué sabidu­
ría34 y solicitud le escribe rogándole. Si a favor de un
solo esclavo, que además era fugitivo y había robado
muchas cosas a su dueño no dudó en escribir una carta
entera, considera cómo sería su comportamiento con
los demás. Sólo una cosa consideraba vergonzosa, des­
cuidar alguna cosa necesaria para la salvación de otros.
Por eso, todo lo removía y nunca dudaba en gastar lo
que fuera por los que había de salvar, ni sus palabras,
ni sus bienes, ni su propio cuerpo. En efecto, el que
mil veces se había ofrecido a morir, con más razón
nunca habría escatimado sus bienes de haberlos teni­
do". Y por qué digo de haberlos tenido, si hasta sin
tenerlos es fácil mostrar que no escatimó nada. Y no
pienses que este lenguaje es un enigma. Más bien lo
contrario. Escucha lo que escribe a los corintios: Por
mi parte, muy gustosamente gastaré y me desgastaré
por vuestras almas36• Y dirigiéndose a los de Éfeso dice:
Sabéis bien que las cosas necesarias para mí y los que
están conmigo las proveyeron estas manos37•

34. San Juan Crisóstomo Pablo, lleno de sensibilidad


dedicó tres homilías a la carta atenta.
a Filemón (In Epis. Ad Phi­ 35. Los santos, antiguos y
lem.: PG 62, 701-720) y allí modernos, han enseñado sin
hace un cálido elogio tanto de dudarlo que los bienes mate­
Onésimo como de las reco­ riales no tienen otra finalidad
mendaciones que hace el que apoyar los espirituales.
Apóstol en la carta. Allí tam­ 36. 2 Co 12, 15.
bién habla de la sabiduría (sy­ 37. Hch 20, 34.
nesis) en el comportamiento de
Discurso, /11, 5-7 61

6. Excelencia de la caridad
Siendo grande en todo, lo era sobremanera en la
principal de las virtudes, la caridad, y se mostraba más
ardiente que cualquier llama de fuego. Como el hie­
rro que, metido en el fuego, se convierte en fuego,
así Pablo, inflamado en la caridad, todo él se hacía
caridad. Como si fuera el padre de todo el mundo,
imitaba a todos los progenitores; más aún, superaba
a todos los padres por su solicitud en lo material y
en lo espiritual, dedicando a favor de los que amaba
sus bienes, sus palabras, su cuerpo y su alma. En con­
secuencia, llamaba a la caridad la plenitud de la ley38
y vínculo de perfección, madre de todos los bienes y
principio y fin de la virtud39• Y por eso decía: El fin
de este mandato es la caridad que brota de un cora­
zón limpio, de una buena conciencia40• Y también: No
adulterarás, no matarás, y cualquier otro precepto se
compendia en este mandamiento: Amarás a tu próji­
mo como a tí mísmo41•

7. Exhortación final
Ya que el principio, el fin y el conjunto de los
bienes es la caridad42, procuremos imitar a Pablo en

38. Cf. Col 3, 14. 40. 1 Tm 1, 5.


39. En las obras del Cri­ 4 1 . Rm 13, 9.
sóstomo son frecuentes las alu­ 42. Al terminar esta ter­
siones y citas implícitas. Estas cera homilía, dedicada a la ca­
palabras son un eco de los tex­ ridad, el Crisóstomo subraya
tos siguientes: 1 Co 1 1 , 19; su importancia con tres pala­
Flp 2, 28; 2 P 1, 5-8, etc. bras fundamentales: arche kai,
62 Juan Crisóstomo

esta virtud, puesto que le ha hecho ser como es. No


me hables de los muertos que resucitó43 ni de los le­
prosos que curó44• Dios no exigirá que hagas nada de
eso. Adquiere la caridad de Pablo y tendrás una co­
rona perfecta. ¿Quién afirma esto? El mismo que ha
hecho crecer la caridad en él; el mismo que la ha pre­
ferido a los milagros, a los prodigios y a los otros
mil dones. Y porque la puso en práctica con tanta
perfección conoce con detalle su dinamismo. Por ella
ha llegado a ser lo que es y nada le ha hecho tan
digno como el poder de la caridad. Por eso dice: As­
pirad a los carismas mejores. Y todavía os voy a mos­
trar un camino más excelso45 refiriéndose a la caridad
como el camino más bello y, a la vez, más fácil. Sigá­
moslo, pues, también nosotros sin interrupción, a fin
de llegar a contemplar a Pablo. Más aún, al Señor de
Pablo, y a conseguir las coronas incólumes por la gra­
cia y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, para
quien es la gloria y el poder, ahora y Siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.

telo kai, panta ta agatha. De cayó desde el tercer piso tiene


ninguna otra virtud hará tales escaso relieve, quizás porque
alabanzas -insistiendo en imi­ se lleva a cabo en medio de la
tar el modo en que Pablo la celebración de l a Eucaristía. El
vivió- como hace aquí, ni si­ Crisóstomo, en cambio, seña­
quiera al comentar el amor de la este acontecimiento como
Pablo hacia Cristo (Homilía, prueba del poder divino de
li, 3 ). Pablo. Cf. Homilía, VI, 1 ; De
43. Cf. Hch 20, 9-12. En Sacerdotio, IV, 6, etc.
el contexto de los Hechos la 44. Cf. Hch 19, 1 1-12.
resurrección del joven que 45. 1 Co 12, 3 1 .
DISCURSO IV
La vocación de Pablo. La difusión del Evangelio

l. Introducción
El bienaventurado Pablo que nos ha congregado
hoy y que ha iluminado el universo entero, él mismo
en el momento de su vocación quedó ciego por un
tiempo1; pero su ceguera vino a ser luz para todo el
mundo. Porque veía maliciosamente fue por lo que
Dios le dejó felizmente ciego para que recibiera luego
la vista con más ventaja, dándole una prueba de su
poder y mostrándole a la vez en ese sufrimiento un
adelanto del futuro que le esperaba y enseñándole el
modo concreto de su mensaje; a saber, que él mismo
primero cerrara de sí mismo todo deseo antiguo, y
cerró los ojos; y después convenía que siguiera a Cris­
to radicalmente. Por eso proclama el Apóstol: Si al­
guno de vosotros se tiene por sabio según el mundo,
que se haga necio para llegar a ser sabio'. De modo
que no era posible que recibiera plenamente la vista
si antes no la hubiera perdido plenamente, si no hu-

l. En esta Homilía N, de­ tres lugares de Hechos (Hch 9,


dicada en su primera parte a la 1-25; 22, 5-16: y 26, 10-18) y en
vocación del Apóstol se repiten Ga 1, 12-17. El detalle de la ce­
de modo explícito o implícito los guera está tomado de Hch 9, 8.
relatos de vocación recogidos en 2. 1 Co 3, 18.
64 Juan Crisóstomo

biese abandonado los razonamientos propios que le


perturbaban para entregarse totalmente a la fe.

2. La vocación es don, no imposición


Ahora bien, que nadie piense, al oírme hablar así,
que Pablo estaba forzado en su vocación, pues podría
retornar al inicio. De hecho, muchos otros en el An­
tiguo y en el Nuevo Testamento, después de haber
visto prodigios aún más maravillosos se volvieron atrás.
Así, Judas, Nabucodonosor, Elimas el mago, Simón,
Ananías y Safira, y el pueblo judío en conjunto'. Pero
no fue así Pablo. Al contrario, en cuanto fijó su mi­
rada en la luz radiante, corrió tras ella y se encami­
nó hacia el cielo. Si preguntas por qué quedó ciego,
escucha lo que dice: Habéis oído de mi conducta an­
terior en el judaísmo; cómo perseguía con saña a la
Iglesia de Dios y la combatía y aventajaba en el ju­
daísmo a muchos contemporáneos de mi raza, por ser
extremadamente celoso de las tradiciones de mis pa­
dres'. Precisamente porque era tan violento y ferviente
necesitaba un freno más fuerte, de modo que al de­
jarse llevar de su celo impetuoso, rechazara las pala-

3. Por el estilo oratorio mago Elirnas que se opuso a


del Elogio se comprende que Pablo y Bernabé (cf. Hch 13,
la selección y el orden de los 6-12), Simón que pretendió
personajes bíblicos, opuestos al comprar con dinero la potes­
Señor sea el apropiado a los tad de transmitir el Espíritu
oyentes> primero Judas, como Santo (Hch 8, 9-24), y final­
prototipo de discípulo traidor, mente Ananías y Zafira que
luego Nabucodonosor, proto­ mintieron por avaricia a Pedro
tipo de emperador ambicioso (Hch 5, 1 - 1 1).
y cruel (cf. 2 R 24, 10-16), el 4. Ga 1, 13-14.
Discurso, IV, 1-3 65

bras que se le decían. Por eso, el Señor reprimió pri­


mero en él su celo impetuoso, apaciguó las olas de
esa ira furiosa con la ceguera, y entonces le habló
mostrándole lo más inaccesible de su sabiduría y la
preeminencia de la verdadera ciencia, con el fin de
que aprendiera contra quién luchaba, y que nunca po­
dría aceptarlo, tanto si le castigaba como si le col­
maba de bienes. Porque no fueron las tinieblas las que
le dejaron ciego, sino el exceso de luz lo que le trajo
la oscuridad.

3. La vocación llega cuando Dios qutere


Quizás preguntes: Y ¿por qué no sucedió esto
desde el principio? No te cuestiones esto ni seas inú­
tilmente curioso. Deja más bien a la Providencia in­
comprensible de Dios el escoger el momento oportu­
no. Es lo que hacía Pablo, y así lo escribió: Cuando
el que me eligió desde el vientre de mi madre y me
llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su
Hijo5• De modo que tú no te cuestiones más, desde
el momento que Pablo mismo lo ha dicho. Fue en
ese momento, exactamente en ese momento, cuando
tocaba, una vez que se quitaron de en medio los obs-

S. Ga 1, 15. Las citas de «Saint Jean Chrysostome et les


Gálatas son oportunas para su­ ordinations dans le dialogue sur
brayar la importancia de la vo­ le sacerdoce», en A. M. TRIAC­
cación en Pablo. En los escri­ CA - A. PISTOlA (eds), Ordina­
tos sobre el sacerdocio vuelve tion et ministeres. Conférences
sobre la vocación, como fun­ Saint-Serge XLII e semaine d'é­
damento de la identidad sacer­ tudes liturgiques, Paris, 27-30
dotal. Cf. G. AsTRUC-MORIZE, juin 1 995 (Bibliotheca «Ephe-
66 Juan Crisóstomo

táculos. Aprendamos de todo esto que nadie, ni entre


los que le precedieron ni él mismo, han encontrado
a Cristo por sí mismos, sino que Él se ha manifesta­
do•. Es lo que [Cristo] dijo: No me habéis elegido
vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros7•
¿Por qué, entonces no creyó cuando vio resucitar a
los muertos en su nombre'? Cuando vio caminar a
un cojo9, expulsar dcmonios10 y fortalecer a los para­
líticos11, no sacó ningún fruto. Él no ignoraba esos
hechos, puesto que se interesó minuciosamente por
los apóstoles. Además, cuando Esteban fue lapidado,
estuvo presente12 y vio su rostro como el de un ángel",
y sin embargo no sacó ningún provecho. Y ¿por qué
no sacó ningún provecho? ¡Porque todavía no había
sido llamado!

4. La vocación no es ineludible
Tú, cuando escuchas todo esto no pienses que la
vocación es ineludible, porque Dios no obliga, sino

merides Liturgicae)) Subsidia misma línea la llamada de Dios


85), Roma: C.L.V.-Edizioni a Abrahán, a los apóstoles y a
liturgiche, 1996, pp. 26-44. Pablo mismo, como lo indica
6. La gratuidad de la vo­ el mismo término griego (kle­
cación es esencial en la vida sis) utilizado para todas ellas.
del Apóstol y es frecuente­ 7. Jn 15, 16.
mente recordada por el Cri­ 8. Cf. Hch 9, 36-42.
sóstomo. Sin la gracia divina, 9. Cf. Hch 2, 1 - 1 1 .
ni las cualidades ni la fuerza 10. Cf. Hch 5 , 16; 8, 7.
de voluntad habrían sido sufi­ 1 1 . Cf. Hch 8, 7.
cientes para llevar a cabo la 12. Cf. Hch 7, 58; 8, 1-3;
misión encomendada a Pab�o. 22, 20.
El Crisóstomo pone en la 13. Cf. Hch 6, 15.
Discurso, IV, 3-5 67

que nos deja dueños de nuestras decisiones, incluso


después de su llamada. En efecto, Él se reveló a los
judíos en el momento más conveniente, pero no qui­
sieron recibirlo porque sólo buscaban la gloria de los
hombres. Si un no creyente preguntara cómo se sabe
que Pablo fue llamado desde el cielo y llegó a con­
vencerse, o por qué no me ha llamado también a mí,
le contestaremos lo siguiente: ¿ Crees todo este rela­
to? Dímelo con sinceridad, buen amigo. Bien, pues si
crees eso, es suficiente para ti como señal. Y si no
crees que fue llamado desde el cielo, ¿cómo pregun­
tas por qué no me llama también a mí? Pero si crees
que fue llamado, eso es suficiente para ti como señal.
Créelo, pues, porque también a ti te llama desde el
cielo, si es que tienes el alma bien dispuesta. Pero si
eres obstinado y perverso no te bastará ni siquiera
una voz desde arriba para salvarte.

5. Ejemplos bíblicos de rechazo de la palabra de Dios


¡Cuántas veces oyeron los judíos la voz que venía
de los cielos y no creyeron! ¡Cuántos signos vieron
tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo y
no llegaron a ser mejores! En el Antiguo Testamen­
to ellos, después de mil prodigios, se fabricaron un
becerro'', mientras que la meretriz de Jericó, sin haber
visto nada de eso, manifestó una fe admirable hacia
los exploradores". Ya en la tierra prometida, a pesar
de los milagros acaecidos, permanecieron insensibles

14. Cf. Ex 32, 4; Sal 106, 15. Cf. Jos 2, 1-24; 6, 1 7.


19-22; Ne 9, 1 8. He aquí nuevas alusiones a
68 Juan Crisóstomo

como una piedra; en cambio, a los ninivitas les bastó


ver a Jonás para creer y convertirse, y así apacigua­
ron la ira de Dios16• Y en el Nuevo Testamento, en
el tiempo mismo en que Cristo estaba entre ellos, el
ladrón al verlo crucificado, lo adoro17; en cambio, los
judíos que lo habían visto resucitar a los muertos, lo
ataron y lo crucificaron.

6. Ejemplos contemporáneos de rechazo a la vocación


Y ¿qué ocurre en nuestros días? ¿Acaso el fuego
del templo de Jerusalén no salió desde los cimientos
y alcanzó a los que intentaban reconstruirlo, y les
hizo desistir de sus propósitos criminales? Y, sin em­
bargo, no se convirtieron ni reconocieron su endure­
cimiento". ¡Cuántos otros prodigios han ocurrido sin
que sus testigos hayan sacado ningún provecho! Así,
cuando cayó un rayo en el templo de Apolo, y por
la respuesta oracular de ese demonio obligaron al em­
perador de la época a desplazar a otro lugar a un
mártir depositado no lejos de allí, con la excusa de

personajes bíblicos que, en este 41; Le 1 1, 29-30.32. La exége­


caso, contrastan su fe con la sis del Crisóstomo sigue la lec­
incredulidad de los judíos. tura que el Nuevo Testamen­
Juan Crisóstomo selecciona to hace del Antiguo.
personajes que en el Nuevo 16. Cf. Jon 3, 1-10.
Testamento son propuestos 17. Cf. Le 23, 40.
como modelos de acogida de 18. San Juan Crisóstomo
la palabra de Dios. Así, la me­ habla del terremoto que ocu­
retriz de Jericó aparece en St rrió a mediados de siglo IV y
2, 25; Hb 1 1 , 3 1 ; y la conver­ que devastó gran parte de Je­
sión de los ninivitas en Mt 12, rusalén. (Cf. Contra ]udaeos et
Discurso, IV, 5-6 69

que el demonio no podía hacer llegar su voz mien­


tras viera tan cercana aquella urna, que efectivamen­
te estaba allí mismo. Otra vez, después de todo esto,
el tío del emperador que había profanado los vasos
sagrados murió comido por los gusanos; también el
mayordomo del erario real por haber cometido una
infamia contra la Iglesia, pereció reventado por medio.
Otro caso más, las fuentes de nuestra zona, que aven­
tajaban a los ríos por su caudal, se consumieron todas
a la vez y desaparecieron; esto no había sucedido
nunca antes, hasta que el emperador mancilló aquel
lugar con sacrificios y libaciones idolátricas. Y ¿ para
qué mencionar (como haría alguno) el hambre que so­
brevino a toda la tierra bajo el reinado de aquel em­
perador, y que afectó a todas las ciudades; o la muer­
te misma del emperador19 en la tierra de los persas,
o el desengaño que sufrió poco antes de morir, o el
ejército que se vio cercado por los bárbaros como en
una red o en una malla, y después ocurrió su retor­
no maravilloso e inesperado? Porque cuando ese em­
perador impío sucumbió miserablemente y le sucedió
otro profundamente piadoso20, desaparecieron inme­
diatamente estos terribles acontecimientos, y los sol-

Gentiles: PG 48, 835B; In rador"), pero no se menciona


Math. Hom., IV, 1 : PG 57, su nombre, como era costum­
41A; In Sanct. Babylam, 22: bre en los panegíricos y fre­
PG 50, 568 AB. cuentemente en las Actas de
19. Las desgracias men­ los mártires.
cionadas en este párrafo ocu­ 20. Referencia al empera­
rrieron durante el reinado de dor Teodosio l.
Juliano el Apóstata (el "empc-
70 Juan Crisóstomo

dados que se encontraban atrapados en aquellas redes


y no veían salida por ninguna parte, por manifiesta
decisión de Dios fueron liberados de los bárbaros y
regresaron con seguridad plena. ¿ Quién ante tales he­
chos no se siente movido a piedad?21•

7. Los beneficios de la difusión del mensa; e crts­


tiano22
Ahora bien, ¿ no son mucho más maravillo­
sas las cosas actuales ? ¿ N o se predica la cruz y
todo el mundo se remueve ? ¿ No se anuncia una
muerte deshonrosa, y todos acuden en masa? ¿ No
es verdad que han sido crucificados otros mu­
chos ? ¿ No estuvieron colgados al lado mismo de
Cristo dos ladrones" ? ¿ No hubo j unto a Él mu­
chos sabios ? ¿ No hubo muchos poderosos ? ¿ Qué
nombre de alguien ha prevalecido de este modo ?
¿ Para qué mencionar sabios o poderosos ? ¿ No
hubo también soberanos ilustre s ? ¿ Quién ha do-

21. Los ejemplos mencio­ el mensaje evangélico, ha lle­


nados muestran la erudición gado a todo el mundo cono­
del Crisóstomo y, a la vez, la cido, superando todas las difi­
sencillez de su oratoria. Los cultades.
menciona sólo como muestra 23. La crucifixión de los
de que es Dios, no las cir­ dos ladrones junto a Cristo
cunstancias quien mueve el co­ es recurrente en esta homilía
razón de los hombres. (IV, 13) y en otras obras del
22. Esta Homilía abando­ Crisóstomo. Puede verse De
na el tono apologético y pasa cruce et de latrone (PG 49,
a presentar cómo el kérigma, 399-408).
Discurso, IV, 6-8 71

minado el universo entero en tan poco tiemp o ?


N o m e menciones ahora las distintas herejías de
todos los colores y de todas las especies. Por­
que todos predicaron al mismo Cristo, aunque
no todos lo hicieron de manera correcta y pura . . . ;
todos anuncian al que ha estado en Palestina y
adoran al que ha sido crucificado bajo Poncio
Pilato. Estos acontecimientos ¿ no parecen de­
mostrar su poder con más claridad que aquella
voz que vino del cielo dirigida a Pablo ? ¿ Por
qué, en efecto, ningún otro rey ha triunfado como
lo ha hecho Cristo, y eso teniendo en contra tan­
tos obstáculos? Porque muchos reyes han peleado
en contra, muchos tiranos han combatido, pueblos
enteros se han sublevado, y con todo, lo nuestro24
no ha aminorado, al contrario, ha salido más es­
clarecido. ¿ De dónde, dime, brota un poder tan
grande?

8. Cristo, superior a los magos


Quizás me digas: Cristo era un mago. Entonces,
digo yo, fue el único mago que se comportó de esta
manera. Todos habéis oído que en Persia y en la India
ha habido muchos magos y que ahora todavía los hay,
pero ni siquiera su nombre es conocido en ninguna
parte. Quizás dirán que hubo aquel impostor de

24. Hemos preferido man­ la Iglesia del siglo IV: nuestra


tener este término genérico fe, nuestra doctrina, nuestra re­
que abarca todo lo que suponía ligión, nuestro modo de vivir.
72 Juan Crisóstomo

Tyana25 que fue un embaucador y que gozó de cier­


to brillo. Pero, ¿dónde y cuándo? En una pequeña
parte del mundo y en muy corto espacio de tiempo;
su brillo se apagó rápidamente y desapareció sin dejar
tras de sí una Iglesia, ni un pueblo ni nada semejan­
te. Y ¿por qué hablo de magos y embaucadores de­
saparecidos? ¿Cómo es que ha cesado completamen­
te el culto de los dioses falsos, incluso el de Dodona
y el de Clarios26, y han callado todas esas oficinas de­
moníacas y están amordazadas?

9. La cruz de Cristo, vencedora del diablo27


¿ Por qué ocurre que los demonios se estremecen
no sólo ante el Crucificado, sino incluso ante los res­
tos de los que han sido ajusticiados por Él ? ¿Por qué,
en cuanto oyen <<la cruz» se alejan? Parece más bien,
que deberían burlarse. ¿No es la cruz un asunto bri­
llante y singular? Al contrario, es infamante y ver­
gonzoso. Es la muerte de un condenado, es para los
malos el último de los suplicios, maldición para los
judíos, abominación para los griegos28• ¿Por qué ocu-

25. Apolonio de Tyana saparecido.


fue un filósofo pitagórico del 27. El Crisóstomo utiliza
s. 1 que tuvo fama de granje­ indistintamente los términos
arse el fervor popular. «demonios» y «dioses», en
26. Dodona y Clarios plural, para referirse a los dio­
eran dos templos importan­ ses falsos a quienes los griegos
tes de Grecia; en Dodona y romanos tributaban culto
se daba culto a Zeus; en idolátrico.
Clarios a Apolo. Pero ya en 28. Cf. Ga 3, 14; Cf. 1 Co
el siglo 1 1 d. C. habían de- 1, 22-23.
Discurso, IV, 8-9 73

rre que los demonios la temen? ¿No es sólo por el


poder del crucificado? Pues si únicamente es por sí
mismo por lo que temen este objeto, sería un asun­
to indigno de los dioses. Por otra parte, muchos han
sido crucificados antes que Él, y muchos lo han sido
después e incluso dos fueron crucificados uno a cada
lado. Pues bien, dirá alguno, al nombre de uno de los
ladrones, o de uno de los crucificados o de cualquier
otro ¿ huye el demonio? De ninguna manera, más bien
¡se reirá! Por el contrario, si pones por delante el
nombre de Jesús Nazareno, los diablos huyen como
del fuego. ¿Qué puedes responder? ¿Por qué ha ven­
cido? ¿Es porque era un seductor29? Pero sus pre­
ceptos no muestran eso. Impostores ha habido mu­
chos. ¿ Es porque era un mago? Pero sus doctrinas no
dan testimonio de eso. Y magos ha habido en gran
abundancia. ¿Es porque era un sabio? Sabios ha ha­
bido abundantemente, sin embargo, ¿de quién de ellos
se dice que triunfara de tal modo? Nadie jamás se
aproximó ni un poco a su poder. Es, por tanto, evi­
dente que no es por ser mago ni por ser impostor;
al contrario fue quien procuró enderezar a esos tales,
y quien poseía una fuerza divina e invencible30•

29. Cf. Jn 7, 12.46-47. tianos son personas sensatas y


30. El mensaje cristiano se recias, nada inclinadas a la cre­
impuso por su fuerza interior, dulidad. El tema de la verdad
no porque tuviera algún poder cristiana como algo invencible
mágico. El Crisóstomo es sen­ también es expuesto, entre
sible a las acusaciones de este otros, por jUSTINO MARTIR,
tipo, para mostrar que los cris- Apologia, 1, 12, 6 (PG 6, 344A).
74 Juan Crisóstomo

1 0. El triunfo de la debilidad de Pablo


Por todo esto, sobrepasó a todos personalmente,
y es quien inspiró a este fabricante de tiendas", a
Pablo, una fortaleza32 tan grande como lo atestiguan
los hechos. Pues un hombre que andaba como cual­
quiera por la plaza33, que se dedicaba al oficio de las
pieles llegó a tener tal fortaleza que consiguió apro­
ximar a la verdad a romanos, persas, indios, escitas,
etíopes, saurómatas, partos, medos, sarracenos, en una
palabra, a casi todo el género humano, en menos de
treinta años. Pero dime: ¿de dónde le viene a este
hombre, habituado a andar por la plaza, que perma­
necía en su taller, que manejaba el trinchete34, la ca­
pacidad de poder alcanzar tal sabiduría y poder per­
suadir a otros, tanto pueblos como ciudades y regiones
enteras, sin poseer una elocuencia vigorosa, más bien
todo lo contrario, siendo el más ignorante entre los

3 1 . Cf. Hch 18, 3. e Occidente tra IV e V seco/o,


32. La fortaleza (dynamis) XXXIII Incontro di Studiosi
es un don divino que hace a del!'Antichitá Cristiana, Augu­
Pablo más intrépido y más capaz stinianum 6-8 maggio 2004,
de soportar las dificultades. Roma (Studia Ephcmeridis Au­
33. El Crisóstomo suele gustinianum 93) Roma: lnsti­
,

dar importancia a los espacios rutum Patristicum Augustinia­


libres, la plaza, el teatro, etc., num, 2005, pp. 479-490.
como escenario de la labor 34. El trinchete es el cu­
apostólica de Pablo. Cf. G. PIC­ chillo afilado que se usaba para
CALUGA, «Teatro, tempio, chic­ cortar la piel de los animales;
sa. La spazialitá dcllo spettaco­ actualmente lo utilizan tam­
lo in Giovanni Crisostomo», en bién los zapateros.
Giovanni Crisostomo: Oriente
Discurso, IV, 1 O 75

ignorantes. Escucha cómo se expresa sin sentir


vergüenza: Aunque soy inexperto en elocuencia, no
lo soy en la ciencia35• No poseía fortuna como él
mismo certifica: Hasta el momento presente pasamos
hambre, sed, desnudez y somos abofeteados". ¿Por
qué hablar de fortuna cuando muchas veces careció
hasta del alimento indispensable y no tenía vestido
con que cubrirse37? En cuanto a que no era esclare­
cido en su oficio, lo atestigua su discípulo38 cuando
dice: Y permaneció en casa de Aquila y Priscila porque
eran de la misma profesión, fabricantes de tiendas39•
No era insigne por sus antepasados40• ¿Cómo, si no,
habría ejercido tal ocupación? Ni lo era por su pa­
tria o por su linaje. Y, sin embargo, en cuanto apa­
rece en medio del público, con sólo presentarse des­
concierta completamente a sus adversarios y a todos

35. 2 Co 1 1 , 6. monio pudiente y, desde


36. 1 Co 4, 1 1 . luego, eran generosos y des­
37. Cf. 2 Co S, 3. prendidos.
38. Referencia a Lucas, 40. Probablemente en
autor de los Hechos de los tiempos de Pablo la fabrica­
Apóstoles. ción de tiendas no era un ofi­
39. Hch 18, 3. Aquila y cio tan bajo como en tiem­
Priscila eran un matrimonio pos del Crisóstomo. Como
judío que, huyendo de Roma, tampoco era poco glorioso
llegaron a Corinto. Allí los ser judío o haber nacido en
encontró Pablo y, una vez Tarso. Aquí el Crisóstomo
convertidos, fueron unos le­ fuerza un tanto su argumen­
ales colaboradores en Corin­ tación quizás porque sus
to, en Éfeso (Hch 1 8, 1 8) e oyentes no valoraban ni el
incluso en Roma (Rm 16, 3). oficio de tejedor de tiendas
Probablemente era un matri- ni la ascendencia judía.
76 Juan Crisóstomo

los confunde; y como el fuego que cae sobre la paja


o sobre la hierba, consume todo lo de los demonios
y transforma todo según su voluntad.

1 1 . Pablo triunfa en sus discípulos modestos


Y no es admirable únicamente que, siendo como
era, haya alcanzado un poderío tan grande; sino que
además, la mayoría de sus discípulos41 hayan sido po­
bres, sencillos, sin gran erudición, que sufrían ham­
bre y necesidad, y nada distinguidos ni en sí mismos
ni en sus orígenes. Esto lo proclamó el propio Pablo
y no se avergonzó de hablar de la pobreza de todos
ellos ni de pedir limosna42 para ellos: Me marcho
-dice- a jerusalén para servir a los santos43, y tam­
bién: El primer día de la semana, que cada uno de
vosotros ponga aparte lo que le parezca bien y lo
guarde, para que no se tengan que hacer las colectas
cuando llegue yo44• Por otra parte, la mayoría eran
personas sencillas, como lo dice al escribir a los co­
rintios: Porque no hay entre vosotros muchos sabios
según la carne45• Y que no eran gente distinguida lo
señala así: Ni muchos poderosos ni muchos nobles••; y
no sólo no eran nobles, sino muy humildes, como

41. Aunque no especifica resto de los cristianos, espe­


si éstos eran discípulos de cialmente los de Jerusalén.
Pablo o cristianos en general, 42. Lit.: «mendigar».
parece evidente que se refiera 43. Rm 15, 25.
a los de Pablo (cf. 1 Co 1, 26- 44. 1 Co 16, 2.
28) que, por otra parte, no eran 45. 1 Co 1, 26.
mucho más pudientes que el 46. Ibídem.
Discurso, IV, 10-12 77

dice: Dios eligió la flaqueza del mundo para confun­


dir a los fuertes, y lo que es nada, para destruir lo
que es47• Entonces, ¿quieres decir que era sencillo y
sin gran erudición, pero capaz de persuadir hablan­
do? Ni siquiera esto. Él mismo lo explica cuando dice:
No vine a vosotros. . . con elocuencia o sabidurías su­
blimes, pues no me he preciado de saber otra cosa
entre vosotros, sino a Jesucristo y a este, crucificado. . .

y mi mensaje y mi predicción no se han basado en


palabras persuasivas de sabiduría48•

12. El sufrimiento de sus discípulos


¿Quizás el tono mismo del mensaje era adecuado
para convencer? Pues escucha lo que él mismo dice
al respecto: Los judíos piden signos, los griegos bus­
can sabiduría; nosotros, en cambio, predicamos a Cris­
to crucificado, escándalo para los judíos, necedad para
los gentiles49•
Sin embargo, ¿gozaba de seguridad? Al contrario,
jamás le dejaron tranquilo los peligros: Me he presen­
tado ante vosotros débil, y con temor y mucho tem­
blor50. Y no sólo él; también sus discípulos estaban su-

47. 1 Co 1 , 27.28. ría de la cruz obtiene la sal­


48. 1 Co 2, 2-4. Con esta vación de toda la humanidad.
cita Juan Crisóstomo asume la 49. 1 Co 1, 22-23.
doctrina paulina sobre la sabi­ 50. 1 Co 2, 3. Pablo llegó
duría de la cruz, que supera a Corinto después de haber
por su contenido y por su me­ sido rechazado en Atenas, tras
todología las viejas filosofías el discurso en el Areópago (cf.
griegas. Las supera principal­ Hch 17, 32-34).
mente porque sólo la sabidu-
78 Juan Crisóstomo

Jetos a las mismas pruebas: Acordaos de los días pri­


meros -les escribe-, cuando, recién iluminados, tuvis­
teis que sostener una lucha grande y dolorosa, unas
veces sometidos públicamente a calumnias y vejacio­
nes, otras estrechamente unidos a los que así eran tra­
tados, porque . . . recibisteis con alegría el robo de vues­
tros bienes51• Y otra yez, escribiendo a los tesalonicenses,
dice: Vosotros habéis sufrido también de vuestros com­
patriotas lo mismo que ellos han sufrido de los judíos,
de los que mataron al Señor jesús y a los profetas, y
también a nosotros nos han perseguido. Y así, no sólo
no agradan a Dios, sino que se hacen enemigos de
todos los hombres52• Y escribiendo a los corintios dice
en otro lugar: Así como abundan en vosotros los pa­
decimientos de Cristo, y así como sois solidarios en los
padecimientos, también lo seréis en la consolación53, y
a los gálatas: ¿ En vano habéis padecido cosas tan gran­
des? No, no es en vano54•

13. El Señor hace fecunda la labor de Pablo


Ahora bien, si el predicador [Pablo] era un hom­
bre iletrado y pobre, y sin linaje; si su enseñanza
no era sugestiva sino que provocaba escándalo; si
su oyentes eran pobres y rudos, sin consideración

5 1 . Hb 1 O, 32-34. Re­ soportar cualquier sufri­


cuerda aquí el Crisóstomo, miento.
con la frase «recién ilumi­ 52. 1 Ts 2,14-15.
nados)), los comienzos como 53. 2 Co 1, 7.
bautizados para animarles a 54. Ga 3, 4.
Discurso, IV, 12-13 79

alguna; si había además innumerables peligros que


amenazaban a maestros y discípulos; si, por si fuera
poco, el que se proclamaba era un crucificado, ¿ qué
es lo que producía tanto triunfo? ¿ N o es evidente
que había un poder divino e inefable? Es total­
mente claro para todos los hombres. Y así puede
deducirse de sus mismos adversarios. Si te fijas, las
fuerzas adversas a las realidades anteriores se opo­
nen todas a una: la riqueza, la nobleza de linaje,
la dignidad de la patria esclarecida, la pericia ora­
toria, la seguridad y la paz, la religiosidad amplia­
mente practicada y las novedades que inmediata­
mente se apagan, y todo lo que viene de lo
contrario; dime, ¿ cuál es la causa de todo esto?
Ocurre lo mismo que a un rey55 pertrechado de un
ejército bien armado que emprendiera una batalla
ante un enemigo y no pudiera vencerlo; y, en cam­
bio, un hombre pobre, sin armas, él solo, sin tener
a mano un solo dardo ni un vestido apropiado, em­
prendiera la batalla y consiguiera lo que otros no
pudieron alcanzar con sus armas, sus pertrechos y
su aparato militar.

55. Uno de los recursos la introducción más larga


literarios del Elogio es la fre­ «ocurre lo mismo que a un
cuencia de parábolas que ge­ rey . », y con un desarrollo
. .

neralmente van introducidas mayor de la parábola. Está ins­


con un simple «parecido a un pirada en la metáfora evangé­
médico . . . » (cf. Homilía, VII, lica (cf. Mt 14, 31), pero am­
7) y, como en este caso, con pliada con el asalto a la ciudad.
80 Juan Crisóstomo

14. El poder de Cristo crucificado


Por tanto, no sigas en tu opinión injusta, sino con­
cede a cada uno lo que le corresponde y reconoce
con veneración el poder del crucificado. Porque, si tú
ves que uno asedia a varias ciudades y excava fosas a
su alrededor, coloca las máquinas de guerra junto a
las murallas, fabrica armas, recluta infinidad de sol­
dados, dispone de inmensas riquezas y, a pesar de
todo, no es capaz de apoderarse de una sola ciudad
enemiga; en cambio, si otro, desprovisto de vestido
apropiado y usando sólo sus manos, se lanzara, no
digo sobre una villa, dos o veinte, sino sobre miles
de ciudades esparcidas por todo el mundo, y que con­
tuviera a sus habitantes, tendrías que reconocer que
no es consecuencia de un poder humano. Pues, igual
de evidente es lo que ocurre hoy. Y es por esto por
lo que permitió Dios que los ladrones fueran cruci­
ficados con el Señor56, y que antes que Él aparecie­
ran algunos impostores, a fin de que también me­
diante la comparación con los más opuestos apareciera
la excelencia de la verdad. Y para que tú comprendas
que Cristo no es uno de ellos, más bien lo contrario:
entre Él y ellos hay una inmensa distancia, casi infi­
nita. Nada ha podido oscurecer su gloria: ni la par­
ticipación en los mismos sufrimientos ni la coinci­
dencia vital en el tiempo. Porque si los demonios
hubieran temido a la cruz, y no al poder del crucifi­
cado, la presencia de los dos ladrones cerraría la boca
de los que así hablan. Si, en cambio, es la dificultad

56. Cf. Mt 27, 38; Me 15, 27.


Discurso, IV, 14-15 81

de las circunstancias la causa de todo esto, abogan a


favor nuestro los seguidores de Teudas y Judas, con­
temporáneos del Señor que han llevado a cabo em­
presas como las nuestras y, hasta se han acompañado
de otros muchos prodigios, y sin embargo desapare­
cieron57. En consecuencia, como he indicado antes,
Dios ha permitido todo esto para que frente a esas
actividades extraordinarias aparecieran con más niti­
dez las suyas propias. Por la misma razón permitió
Dios que aparecieran muchos seudo profetas a la vez
que los profetas verdaderos, y muchos seudo apósto­
les a la vez que los apóstoles verdaderos, para que
comprendieras que nada de lo que esos hagan puede
empañar la verdad.

15. La expansión del mensaje evangélico en Roma


¿ Tendré que decirte una vez más que es mara­
villoso y singular el poder de la predicación evangé­
lica, y tendré que mostrarte que se ha dignificado
y ha crecido gracias a los que la han atacado? De
hecho, algunos de los que se contraponen al bie­
naventurado Pablo predicaban en Roma su misma

57. Cf. Hch 5, 34-39, 18, 4-10 y 20, 169-170); segu­


donde se relata la intervención ramente eran contemporáneos
de Gamaliel en la sesión del de Jesús y, aunque al princi­
Sanedrín a favor de los pri­ pio reunieron en torno a sí
meros cristíanos. Teudas y gran número de adeptos para
Judas desaparecieron porque luchar contra Herodes y el
no eran de Dios. Ambos in­ pueblo romano, pronto fueron
surrectos son mencionados por aplastados y sus discípulos dis­
Flavio Josefo (Antigüedades persados.
82 Juan Crisóstomo

doctrina. Con la intención de que Nerón se irrita­


ra", los opositores de Pablo cargaron con el peso
de la predicación con la finalidad de que al exten­
derse el ardor de la Palabra y al aumentar el nú­
mero de los discípulos, se hiciera más fogosa la có­
lera del tirano y se enfureciera más la bestia. Pablo,
escribiendo a los filipenses les decía: Quiero que
sepáis, hermanos, que las cosas que me han ocu­
rrido han servido para difundir más el Evangelio,
de modo que ha quedado patente que la mayor
parte de los hermanos en el Señor, alentados por
mis cadenas, se han atrevido con más audacia a pre­
dicar sin miedo la palabra de Dios. Algunos, en
efecto, predican a Cristo por envidia y rivalidad59,
otros en cambio con buena voluntad; éstos, cierta­
mente, por caridad, sabiendo que he sido constitui­
do para defensa del Evangelio; aquéllos, sin em­
bargo, anuncian a Cristo por rivalidad, de modo
no sincero, pensando aumentar la aflicción de mis
cadenas. Pero ¡qué importa! Con tal de que en cual­
quier caso -por hipocresía o sinceramente- se anun-

58. La persecución de Latomus 37 ( 1 978) 79-87.


Nerón tuvo gran influen­ 59. No se sabe a quién
cia en la expansión del designa como predicadores
cristianismo. El Crisósto­ «por envidia». En todo caso
mo la menciona con fre­ el Apóstol -y el Crisósto­
cuencia contraponiendo la mo al citarlo- se alegran de
figura de Pablo a la de la expansión del Evangelio,
Nerón. Cf. J. ROUGÉ, a pesar de la escasa recti­
« Néron a la fin du IVc et tud de intención de los pre­
au début du Ve siécle» en dicadores.
Discurso, IV, 15-16 83

cíe a Cristo»60• Ya ves cómo muchos predicaban por


afán de intrigar. Sin embargo, al mismo tiempo, la
doctrina se fortalecía gracias a sus enemigos.

16. Superación de los obstáculos


Además de todo esto, había otras cosas que obs­
taculizaban. Las leyes antiguas no sólo no daban se­
guridad, sino que suponían una oposición directa y
una guerra abierta, y estaba además la milicia y la ig­
norancia de los que se oponían. Estos repetían: <<Tie­
nen a Cristo por rey»61; y no comprendían que era
un reino celestial, un reino terrible e infinito. Y los
calumniaban acusándoles de que pretendían introdu­
cir una nueva tiranía en el mundo entero. Todos en
común y cada uno individualmente los combatían. En
común, acusándoles de destruir los pilares del estado
y de ir contra las leyes. Individualmente acusándoles
de separar y destruir las familias. De hecho, el padre
polemizaba con el hijo, el hijo negaba a su padre, las
mujeres a sus maridos, los maridos a sus mujeres, y
las hijas a sus madres62, los parientes estaban en con­
tra de los parientes, y los amigos en contra de los
amigos. Esta pelea era variada y múltiple, se infiltra-

60. Flp 1, 12-18. He aquí bian el sentido y son sólo se­


un caso típico de que el Cri­ ñaladas por los especialistas en
sóstomo utilizó un original crítica textual. Cf. J. N. ALET­
griego diferente al transmitido TI, Saint PauL Epítre aux Phi­
en el textus receptus. Las va­ lippiens, Paris 2005, pp. 74-79.
riantes son de orden de los ver­ 61. Cf. Me 15, 32; Le 23, 2.
sículos y. por tanto, no cam- 62. Cf. Mt 10, 35; Le 1 2,
84 Juan Crisóstomo

ha en las familias, separaba en profundidad a los pa­


rientes, dispersaba los senados y perturbaba los tri­
bunales. Con esto, decían, desaparecían las costum­
bres tradicionales, se quitaban las fiestas y los cultos
de los demonios, todo aquello que los legisladores
antiguos habían establecido que se mantuviera por en­
cima de todo63•

1 7. Intrepidez de Pablo en Roma


Y además de todo esto, estaban completamen­
te fuera de sí por la sospecha de que introducían
una nueva tiranía, odiosa. Y no podía decirse que
esto ocurría sólo entre los griegos y que entre los
judíos había tranquilidad. Al contario, éstos aco­
metían con mucha más crudeza todavía, porque im­
putaban a Pablo la pérdida de su identidad. Este
hombre -decían- no deja de proferir palabras con­
tra este lugar santo y contra la Ley64• De este modo,

52-53: Cristo es s1gno de ban consigo una corrupción


contradicción y exige a los moral casi impensable.
cristianos radicalidad e iden­ 64. Hch 6, 13. Estas pa­
tidad con el Maestro. Las labras dirigidas contra Esteban
contradicciones, lejos de obs­ las aplica el Crisóstomo a
taculizar la actividad de los Pablo, para subrayar cómo fue
cristianos, la purifican y la la oposición de los judíos con­
fortalecen. tra el Apóstol. Cf. A. GoN­
63. El Crisóstomo afirma ZÁLEZ BLANCO, «Los judíos en
una y otra vez que la implan­ la predicación de San Juan Cri­
tación del cristianismo en el im­ sóstomo,, en El Olivo. Docu­
perio romano terminó con las mentación y estudios para el
fiestas y costumbres paganas; en Diálogo entre Judíos y Cris­
especial, con aquellas que lleva- tianos 2 (1978) 59-72.
Discurso, IV, 16-17 85

en cuanto que el fuego se extendió por todas par­


tes, desde las casas por las ciudades, por los cam­
pos, por los lugares más aislados; entre los griegos
y entre los judíos, entre los dirigentes y entre los
súbditos; entre los parientes en tierra y en mar, y
entre los emperadores, todos se incitaron mutua­
mente a la crueldad y se encresparon con más fe­
rocidad que un animal salvaje. A pesar de todo, el
bienaventurado Pablo, abalanzándose en medio de
tales hogueras, presentándose en medio de lobos y
recibiendo golpes de todas partes, no sólo no fue
dominado, sino que consiguió conducirlos a todos
hacia la verdad. Todavía debo hablar de otras ba­
tallas muy crueles: la promovida por los seudo após­
toles65, que le atormentaban más que ninguna otra;
[batallas] originadas entre los más débiles de los
conciudadanos, porque muchos creyentes se deja­
ban llevar por ellos. Pero también ante estas prue­
bas, Pablo salió airoso. ¿ Cómo lo hizo y en vir­
tud de qué poder? Las armas de nuestro combate
no son carnales, sino que Dios las hizo poderosas
para derribar fortalezas: deshacemos sofismas, y
toda altanería que se levanta contra la ciencia de
Dios66• Esto es por lo que todo se transformaba y
cambiaba en otra dirección.

65. Juan Crisóstomo ante los cnsttanos. En el


menciona en el Elogio «los Nuevo Testamento aparecen
seudo apóstoles» y «seudo en Corinto (cf. 2 Co 1 1 , 5.13;
profetas», sin nombrar explí­ 12, 1 1 ) .
citamente a ninguno, pero se­ 66. 2 Co 10, 4-S.
ñalando el daño que hicieron
86 Juan Crisóstomo

1 8. El mensaje purifica la sociedad pagana


Del mismo modo que en un fucgo67 que se en­
ciende68 las espinas en muy poco tiempo se consumen
y desaparecen y alimentan el fuego que purifica los
campos, así el sonido de las palabras de Pablo se hace
entender y se hace presente con más vehemencia que
el fuego, y ante eso todo desaparece y deja espacio
libre: el culto de los demonios, sus fiestas, las asam­
bleas solemnes, las costumbres ancestrales, la corrup­
ción de las leyes, la ira de los pueblos, las amenazas
de los tiranos, las maquinaciones de sus compatriotas
y las acciones perversas de los seudo apóstoles. Más
aún; así como ante el resplandor del amanecer se di­
sipan las tinieblas, las fieras desaparecen y se ocultan
rápidamente, los ladrones huyen y los homicidas se
refugian en sus cuevas, los piratas se alejan, los vio­
ladores de sepulcros y los adúlteros se ocultan, los
truhanes, los perforadores de paredes, al verse descu­
biertos por el resplandor solar y sentir que pueden
ser apresados, se alejan lo más posible y desaparecen;
pues todas las cosas brillan y se llenan de claridad,
tanto la tierra como el mar, por el efecto del res-

67. La imagen del fuego este párrafo, abre un nuevo


expresa gráficamente l a desa­ horizonte al optimismo entre
parición de las costumbres tanta dificultad.
paganas y, a la vez, la im­ 68. Cf. C. NARDI, «La
plantación de la vida crístia­ gioia cristiana. Ornclia di S.
na (cf. Homilía, VII, 1 6). La Giovanni Crisostomo», Rivista
«llama brillante de la ver­ di ascetica e mistica 50 (1981)
dad», mencionada al final de 129-142.
Discurso, IV, 18-19 87

plandor solar que ilumina desde lo alto todas las cosas,


los mares, las montañas, las llanuras y las ciudades.
Del mismo modo, en cuanto apareció el gran mensa­
je y Pablo lo extendió por todas partes, el error se
batió en retirada y la verdad retornó de nuevo con
fuerza; en cambio, la grasa y el humo de los sacrifi­
cios a dioses falsos, los címbalos y los timbales, los
festines donde se embriagaban, las prostituciones y los
adulterios y los demás desórdenes innombrables que
suelen practicarse en los templos idolátricos se termi­
naron y desaparecieron. Y se consumieron como la
cera en contacto con el fuego y se desvanecieron como
la paja devorada en un incendio. Y en medio de todo
esto la llama brillante de la verdad surgió resplande­
ciente y se levantó hasta el mismo cielo impulsada por
aquellos que desde lo alto se le oponían, haciéndose
más potente cuanto más obstáculos encontraba, sin
que nada pudiera impedir su propagación y su ímpe­
tu: ni los peligros, ni la fuerza de las costumbres tirá­
nicas ancestrales, ni la autoridad de las leyes ni la exi­
gencia desconcertante de los preceptos que enseñaba,
ni cosa alguna de las que hemos mencionado.

19. Firmeza de Pablo en la defensa de la verdad


Y para que comprendas cuánta fuerza tiene todo
esto, haz la prueba: amenaza a los griegos, no digo
tanto de peligros, de muertes o de hambre, sino sólo
de una ligera pérdida de dinero, y los verás que rá­
pidamente cambian de ideas. No son así nuestras con­
vicciones. Aunque fueran todos golpeados y martiri­
zados y atacados por todas partes y combatidos en
las batallas más diversas, sin embargo todo lo nues-
88 Juan Crisóstomo

tro irá siendo más floreciente cada vez. Y ¿por qué


traer a colación a los griegos de ahora, hombres sin
valor y despreciables ? Hagamos presentes a los que
fueron más extraordinarios en su tiempo, famosos en
filosofía69 como Platón, Diágoras, el filósofo Clazo­
menes70 y otros muchos parecidos, y entonces verás
la fuerza del mensaje evangélico. Cuando Sócrates
bebió la cicuta71, unos se fueron hasta Megara, te­
miendo sufrir algo semejante, y otros fueron privados
de su patria y de su libertad; y así no se impusieron
intelectualmente a nadie más que a una mujer. Y en
cuanto al filósofo Citeo72, dejó sólo en los escritos su
política73 y luego murió. En verdad, éstos no tenían
ningún obstáculo, ni peligro alguno, ni su condición
plebeya, sino más bien eran peritos en hablar, estaban
cargados de dinero, eran ciudadanos de una patria cé­
lebre, y, sin embargo nada pudieron. Porque así es la

69. Juan Crisóstomo nes es Anaxágoras de Clazo­


menciona a los filósofos grie­ menes que abrió una escuela
gos del siglo V a. C., que filosófica en Atenas, hacía el
mejor conocía, seguramente 475 a. C.
porque los había estudiado de 71. El episodio de la
joven. Cf. R. P. COLEMAN­ muerte de Sócrates, envenena­
NORTON, «St. Chrysostom do por la cicuta tuvo reso­
and the Greek philosophers», nancia en los Padres del siglo
Classical Philology, 25 (1 930) IV, un tanto admiradores de la
305-317. filosofía estoica.
70. Diágoras era un filó­ 72. Este Citeo es Zenón,
sofo y poeta del s. V a. C., el fundador del estoicismo, a
que fue expulsado de Atenas principios del siglo II1 a. C.
por haberse burlado de los 73. Es decir, Sobre la Re­
misterios de Eleusis. C1azome- pública.
Discurso, IV, 19-20 89

naturaleza del error, que aunque nada lo obstaculice,


él solo se desvanece. En cambio, la naturaleza de la
verdad es así, que aunque muchos la impugnen, se es­
timula y se vigoriza.
Así lo proclama la verdad misma de los hechos.
No tiene necesidad de palabras ni de discursos pues
el universo entero alza la voz desde todas partes, lo
mismo la ciudad que el campo, la tierra y el mar, las
zonas habitadas y las deshabitadas, y hasta las cimas
de las montañas. Porque Dios no ha dejado ni el de­
sierto sin que tenga parte de sus beneficios. Más aún,
precisamente al desierto lo ha colmado de bienes, que
bajando del cielo han llegado hasta nosotros por medio
de la palabra de Pablo y de la gracia depositada en
éF4• Este hombre llevaba dentro un fervor digno del
don recibido y, por ello, brillaba en él la maravilla de
la gracia y la mayor parte de los bienes antes referi­
dos y que los llevó a cabo por medio de su palabra.

20. Exhortación final


Ya que Dios ha querido honrar nuestro linaje hasta
el punto de hacer a un solo hombre autor de tantos
frutos exitosos, emulémosle nosotros e intentemos
igualarlo nosotros también, y no pensemos que eso
es imposible. Porque muchas veces lo he dicho y no
me cansaré de repetirlo, que el cuerpo que tenía era
de la misma condición que el nuestro, y los alimen­
tos que tomaba eran como los nuestros, y su alma

74. Cf. Ga 1, 17. Pablo de Arabia, probablemente en


pasó un tiempo en el desierto la región de los nabateos.
90 Juan Crisóstomo

era como la nuestra. La diferencia es que había en él


una fuerza de voluntad admirable y un fervor espec­
tacular. Y por todo esto es como es. De modo que
nadie debe desconfiar, nadie debe desilusionarse (aban­
donar la batalla). Si tú predispones bien tu alma, nada
podrá impedirte recibir la misma gracia. Dios no hace
acepción de personas". El mismo Dios que lo ha for­
mado a él te ha dado a ti la vida, y su mismo Señor
es también el tuyo. Y si a él lo ha proclamado ex­
celso también a ti quiere coronarte. ¡Entreguémonos,
por tanto, nosotros mismos y purifiquémonos! Para
que después de haber recibido también nosotros la
gracia en abundancia, podamos alcanzar los mismos
bienes por la gracia y la misericordia de nuestro Señor
Jesucristo, para quien es la gloria y el poder, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

75. Hch 10, 34; cf. Dt 10, 17; Rm 2, 11; Ef 6, 9; Col 3, 25, etc.
DISCURSO V

El comportamiento de San Pablo

1. 1ntroducción

¿Dónde están ahora los que culpan a la muerte di­


ciendo que nuestro cuerpo pasible y corruptible les es
un impedimento para la virtud? Que escuchen las ex­
celsas proezas de Pablo y renuncien a sus acusaciones
diabólicas'. Porque verdaderamente, ¿en qué ha tras­
tornado la muerte al género humano? ¿En qué ha im­
pedido el cuerpo corruptible la consecución de la vir­
tud? Fíjate en Pablo y verás que el ser mortales nos
ha aportado grandes ventajas. Porque si no hubiera sido
mortal no habría podido expresar de palabra y menos
podría haber mostrado lo que dijo mediante sus obras:

1 . Frente a las ideas ma­ «La necessité de la gd.cc pour


niqueas el Crisóstomo defien­ arriver a la foi d'apres Saint
de con frecuencia y con con­ Jean Chrysostome», Grego­
vencimiento la capacidad del rianum 1 9 (1938) 5 15-542. A
hombre para alcanzar la vir­ esta enseñanza de la coopera­
tud, aunque requiere la ayuda ción entre la gracia y la na­
de la gracia, que nunca le ha turaleza está dedicada la quin­
de faltar. Cf. E. BOULARAND, ta homilía.
92 Juan Crisóstomo

Cada día estoy a punto de morir por la gloria que sois


vosotros para mí en Cristo jesús'. Porque en todas par­
tes nos es necesario el ánimo y el coraje, y el estar en
primera línea no supone impedimento alguno. ¿No es
Pablo mortal?, ¿ no era un hombre corriente?, ¿no era
pobre y con su trabajo de cada día se procuraba el ali­
mento?, ¿no tenía un cuerpo sometido a todas las ne­
cesidades naturales? ¿Qué cosa de todas estas fue im­
pedimento para que llegara a ser lo que fue? Nada. De
modo que no se desanime nadie por ser pobre, que no
se disguste nadie por ser persona corriente, que no
sufra nadie por ser de clase humilde, porque sólo deben
sufrir los que tienen espíritu indeciso y una mente sin
energía. Que sólo una cosa es impedimento para la vir­
tud: la perversión del alma y la debilidad de carácter.
Aparte de éstas, ninguna otra cosa la impide. Así puede
mostrarse en el bienaventurado Pablo, que hoy nos ha
congregado aquí.

2. En Pablo, la gracia elevó su naturaleza débil


Así como a él no le perjudicaron estas cosas, tam­
poco los paganos han sacado ningún provecho de la si­
tuación contraria: ni del talento en la elocuencia, ni de
la abundancia de riquezas ni del esplendor del linaje, ni
de la grandeza de su posición social, ni de la situación
en el poder. ¿Por qué seguir hablando de los hombres?
Diré más, ¿hasta cuándo retengo mi discurso a nivel de
la tierra, pudiendo hablar de las Potestades celestes, de
los Principados y de los que rigen el mundo de las ti-

2. 1 Co 15, 3 1 .
Discurso, V, 1-3 93

nieblas' ? ¿De qué les ha servido a estos participar de una


naturaleza tan noble? Todas estas Potestades, ¿no van a
ser juzgadas por Pablo y por todos aquellos que se le
asemejen? ¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles? Pues
cuánto más las cosas ordinarias de la vida4• Por tanto, no
suframos por ninguna otra cosa más que por el vicio;
sólo por esto. Y no nos alegremos ni nos deleitemos más
que en la virtud. Si la buscamos apasionadamente, nada
nos impedirá llegar a ser como Pablo.

3. Acción conjunta de la gracia y la voluntad


Pablo no sólo por la fuerza de la gracia llegó a
ser lo que fue, sino también por su fuerza de volun­
tad'; todo le ha venido por la gracia porque le ha ve­
nido a la vez por su fuerza de voluntad. Pues en grado
sumo poseía las dos cosas: lo que procedía de Dios
y lo que procedía de su propia fuerza de voluntad.
¿ Quieres saber qué es lo que procedía de Dios? Hasta
de sus vestidos se aterrorizaban los demonios6• Pero

3. Cf. Ef 6, 3. to, ¿de dónde le viene el que


4. 1 Co 6, 3. llegara a ser lo que era? De
5. Al final de la Homilía él y, a la vez, de Dios. De
11 nuestro Autor decía: «Por parte de Dios, porque simul­
todo esto me admiro del táneamente viene de parte de
poder de Dios y me maravi­ él, porque "Dios no hace
llo del celo de Pablo, por acepción de personas"». Estos
haber recibido una gracia tan dos ejemplos confirman la in­
grande y por haberse prepa­ sistencia del Crísóstomo en la
rado personalmente con tanto mutua exigencia de gracia y
esmero». Y en la Homilía VII naturaleza.
vuelve a señalar: «Y pregun- 6. Cf. Hch 1 9, 12.
94 Juan Crisóstomo

no es esto lo que más admiro, como tampoco admi­


ro que ante la sombra de Pablo se alejaran las enfer­
medades corporales7• Lo que realmente más admiro es
que realizara proezas tan admirables antes de haber
recibido la gracia, desde el comienzo, y que manifes­
tara previamente todo esto: Sin haber recibido toda­
vía aquel poder extraordinario, ni haber sido objeto
de la imposición de las manos8, se inflamó tanto su
celo por Cristo que llegó a soliviantar en su contra
al pueblo judío entero. Al verse en medio de tan gra­
ves peligros, hasta el punto de que la ciudad misma
estaba sitiada por su causa, fue descolgado por el muro
en una espuerta' y, una vez abajo no se hundió en la
angustia, la pereza o el miedo, sino que adquirió mayor
fortaleza de ánimo; al rehuir con frecuencia los peli­
gros por la salvación de las almas10 no rehuyó nunca

7. Cf. Hch 5, 1 5. teológica de la Universidad de


8. Se refiere el Crisósto­ Navarra 9), Pamplona 1975,
mo a la ordenación sacerdotal pp. 98-99.
con el término técnico (chei­ 9. Cf. Hch 9, 1 9-25; 2 Co
rotonia) que podría traducirse 2, 32-33.
por elección, distinto de la im­ 1 O. La salvación de las
posición de las manos (epit­ almas viene expresada en el
hente ta cheira) que los após­ Elogio con el término técnico
toles hacían como bendición economía (oikonomia) que in­
de viaje (cf. Hch 6, 6; 13, 6). dica el plan de salvación y la
Un explicación sencilla de puesta en práctica de los me­
ambas expresiones puede verse dios para conseguirla. En esta
en P. G. ALVES DE SousA, El Homilía se habla tanto de la
sacerdocio ministerial en los li­ «economía de Pablo» como de
bros «De sacerdotio» de San la «economía de Dios». No­
Juan Crisóstomo (Colección sotros siempre hemos traduci-
Discurso, V, 3-4 95

su empeño de enseñar u, sino que tomando de nuevo


la cruz, seguía al Señor. Y eso que tenía muy recien­
te el ejemplo de Esteban y veía a los que estaban con­
tra él, sobre todo a los judíos que respiraban crimen
y parecían querer degustar su carne. Ahora bien, Pablo
no se exponía imprudentemente a los peligros ni, al
rehuirlos, se mostraba más débil. Tenía un fuerte apego
a la vida presente por el fruto que podía percibir y
tenía un fuerte desprecio por su propia filosofía a la
cual ese mismo desprecio le inducía, o más bien, por­
que era impulsado vehementemente hacia Jesús.

4. Pablo se sirve de las circunstancias


Porque, como he dicho siempre acerca de Pablo y
no dejaré de repetirlo, nadie como él ante situaciones
contrapuestas ha sabido aprovechar las dos con tanto
esmero. Nadie como él ha ansiado con tanto empeño
la vida presente ni siquiera los que la aman con pa­
sión, y nadie la ha despreciado como él, ni siquiera los
que se privan de ella voluntariamente. Este hombre es­
taba plenamente desprendido de toda pasión y no lle­
gaba a apegarse a ninguna de las realidades presentes,
sino que en todo momento sus apetencias iban unidas
a la voluntad de Dios. Unas veces declaraba que era
más necesario vivir ahora y aquí, que estar con Cris-

do por «salvación de las de las obligaciones más impor­


almas», aun conscientes de que tantes que el Crisóstomo asigna
se pierde parte del concepto a los apóstoles y a los sacerdo­
original. tes. Cf. C. A. OuvAR, La pre­
1 1 . La enseñanza de la doc­ dicación cristiana antigua, Bar­
trina cristiana (didascalia) es una celona 1991, pp. 1 18-121.
96 Juan Crisóstomo

to y VIVIr en su compañía12, y otras veía en ello algo


pesado y molesto hasta el punto de estar gimiendo, y
sentirse con deseos de morir. En realidad solamente de­
seaba aquello que podía reportarle algún provecho ante
Dios, aunque en algún caso estos deseos fueran con­
trapuestos unos con otros. Por eso, Pablo era una per­
sona multiforme y no por disimular -no era lo suyo-,
sino que se acomodaba a todo según lo exigía la pre­
dicación del mensaje o la salvación de los hombres.
Que también en esto era un fiel imitador de su Señor13•
En verdad el Señor se apareció14 unas veces como
Dios y otras como hombre, según fuera necesario ma­
nifestarse. En tiempos antiguos Dios apareció en fi­
gura de fuego1S, cuando así se requería; otras veces
bajo la forma de un soldado armado o de un estra­
tega16; otras bajo la imagen de un anciano17 o en forma
de brisa suave" o como un caminante19, y finalmen-

12. Cf. Flp 1, 24. ofanías bíblicas como prepara­


13. Juan Crisóstomo des­ ción de la gran epifanía en el
taca la personalidad de Pablo, misterio de la encarnación.
capaz de acomodarse a las cir­ También prefiere mostrar a
cunstancias, pero no indiferen­ Pablo en su perfil personal y
te a ellas; no era un hombre en sus obras, más que en sus
amorfo o insensible; más bien escritos que podrían resultar a
era apasionado y vehemente. los oyentes más fríos y menos
Lo esencial era su decisión de imitables.
orientar todo a la ((economía 15. Cf. Ex 3, 1-6; 19, 1 8;
de la salvación». 24, 17.
14. El Crisóstomo en este 16. Cf. Jos 5, 13.
lugar da más importancia a la 1 7. Cf. Dn 7, 9-14.
teofanía que a la palabra reve­ 18. Cf. 1 R 19, 9-13.
lada. Recuerda unas cuantas te- 19. Cf. Gn 1 8, 1-15.
Discurso, V, 4-5 97

te en la naturaleza humana sin excluir la condición de


mortal. Cuando digo «según fuera necesario>>, nadie
piense en una necesidad en sentido literal, sino sólo
en la exigencia del amor de Dios hacia los hombres.
A veces se sienta sobre un trono20, otras sobre que­
rubines21. Todo según las exigencias de la salvación.
Es lo que dijo por medio del profeta: He acrecenta­
do las visiones, he propuesto representaciones por mano
de los profetas".

5. Pablo sólo busca la salvación de las almas


Del mismo modo a Pablo, imitando a su Señor,
no se le puede juzgar culpable por haberse considerado
unas veces como buen judío, otras como dispensado
de la Ley23; observaba la Ley con exactitud unas veces,
otras la pasaba por alto; unas veces se aferraba a la
vida presente'\ otras la despreciaba"; unas veces pedía
dinero26, otras rechazaba hasta lo que voluntariamen­
te le daban; unas veces ofrecía un sacrificio y llegaba
a rasurarse la cabeza'', otras muchas anatematizaba a
los que practicaban esos mismos rituales; incluso llegó
a practicar él mismo la circuncisión", y otras la con-

20. Cf. Is 6, 7; Ez 1 , 26. 26. Cf. Hch 24, 17.


21. Cf. 1 S 4, 4; 2 S 6, 2; 27. Cf. Hch 18, 1 8 .
2 R 19, 15; 1 Cro 13, 6; Sal 79 28. Cf. Hch 16, 1-3. La
(78 LXX), 2; 98 (97 LXX), l . circuncisión es piedra de toque
22. Os 12, 1 1 . del talante de Pablo que se sen­
23. Cf. 1 C o 9, 20-21. tía igualmente libre cuando la
24. Cf. 1 Tm 4, 8. condenaba que cuando la prac­
25. Cf. Rm 8, 38. ticó.
98 Juan Crisóstomo

sideraba totalmente proscrita29• En suma, estas actitu­


des eran contrapuestas, pero la razón y la intención
de donde nacían estaban fuertemente asentadas y eran
únicas. Porque una sola cosa ansiaba, la salvación de
los que oían o veían estas cosas. Por todo esto, Pablo
unas veces ensalza la Ley, otras la rebaja30• En verdad
no sólo en sus acciones, también en sus palabras era
complejo y multiforme, pero sin cambiar de modo de
pensar y sin ser una cosa y la contraria a la vez. Más
bien, permaneciendo siempre el mismo, se acomoda­
ba a cada caso de los que hemos hablado, según la
necesidad y la oportunidad lo requirieran. Así que no
lo condenes por este comportamiento; más bien por
todo esto debe ser alabado y laureado en sumo grado.
Es algo parecido a un médico31• Cuando ves que
unas veces cauteriza una herida, otras la ensancha,
unas veces usa un instrumento de hierro, otras apli­
ca una ungüento, unas veces prohíbe al enfermo comer
o beber, otras indica suministrarle alimento en abun-

29. Cf. Rm 2, 26. con la del Apóstol (salud-sal­


30. Pablo cumplió la Ley vación) y por el modo de ex­
siempre que pudo, pero mani­ plicarla. Este párrafo es uno
festó abiertamente que «la Ley de los más destacados desde
ha sido nuestro pedagogo que el punto de vista literario. Cf.
nos condujo a Cristo, para ser E. AMER!GER, The Stylistic In­
justificados por la fe» (Ga 3, fluence of the Second Sophis­
24; Rm 7, 7-13; 9, 3-4). tic on the Panegyrical Sermons
3 1 . La imagen del médi­ of St. ]ohn Crhysostom. A
co es una de las más brillan­ Study in Greek Rhetoric,
tes del Elogio, por el conte­ Washington 1921, cap. VI, p.
nido de la función comparada 68ss.
Discurso, V, 5-6 99

dancia, unas veces lo cubre y lo llena de ropa y otras,


al que está ardiente, indica que le den un vaso de agua
bien fría. Pero tú no lo acusas por estas oscilaciones
y por estos cambios continuos, sino que precisamen­
te por estas cosas enaltecerás su arte al ver que em­
plea con decisión medidas que nos parecerían contra­
dictorias y hasta dañinas. Y, sin embargo, cuida de
nuestra salud. Éste, dirás, es un buen perito. Pues, si
nosotros admiramos a un médico cuando realiza estas
acciones contrapuestas, con mucha más razón debe­
mos ensalzar el alma de Pablo que se comportaba de
modo semejante ante los que sufrían. Porque más que
los que tienen una enfermedad corporal, tienen nece­
sidad de ser atendidos con solicitud y cuidado los que
tienen una enfermedad espiritual. Si por el contrario
te acercas a ellos sin cuidado, se alejarán todas las po­
sibilidades de salvarlos.

6. Atención esmerada de las almas


Qué tiene de admirable ver a los hombres actuar
de esta manera cuando Dios, a pesar de ser todo­
poderoso, utiliza los métodos de los médicos y no
nos trata nunca sin cuidado. Porque quiere que se­
amos buenos, pero por decisión propia y no por ne­
cesidad o a la fuerza; y por eso requiere ir cam­
biando de modo de actuar. Y no por falta de poder
de parte suya, sino por debilidad nuestra, porque É l
con sólo hacer una señal, mas aún con sólo desear­
lo, puede cumplir lo que quiere. En cambio, noso­
tros desde que hemos llegado a ser dueños de no­
sotros mismos, no soportamos obedecerle sólo y
totalmente a É l . Si nos arrastrara hasta É l en contra
100 Juan Crisóstomo

nuestra, nos arrebataría lo que nos dio. Me refiero


al poder de la libertad. Para no llegar a hacer esto,
ha tenido que recurrir a muchos recursos. He refle­
xionado de esta manera, no por ligereza, sino por el
comportamiento variado y sabio del bienaventurado
Pablo. Con el fin de que cuando veas que rehúye
los peligros, lo admires lo mismo que cuando veas
que se enfrenta a ellos: esto es señal de fortaleza y
lo primero es de sabiduría32• Cuando le oigas hablar
de modo exigente admíralo igual que cuando le oigas
hablar con mesura; esto último es señal de humil­
dad, lo primero es de magnanimidad. Cuando lo veas
gloriarse de sí mismo admíralo igual que cuando le
veas rechazar toda alabanza; esto es señal de humil­
dad, lo primero es de un alma llena de amor y de
bondad. Por conseguir la salvación" de muchos es
por lo que actúa de esta manera.

7. La sencillez de Pablo
Por eso dice: En efecto, si hacemos el loco, es por
Dios; si somos sensatos es por vosotros". En verdad,

32. Se exalta la figura de nophrosyne) y la magnammi­


Pablo por estar dotado de cua­ dad (megaloxichia). Las dos
tro cualidades importantes; las primeras son frecuentes en las
dos p rimeras se refieren al obras del Crisóstomo, las se­
comportamiento del sabio, to­ gundas únicamente aparecen
madas del estoicismo, la forta­ en el Elogio (Homilía I, 14, y
leza (andreia) y la sabiduría aquí).
(sophia); las dos siguientes al 33. El texto griego dice
comportamiento cristiano y economza.
virtuoso, la humildad (tapei- 34. 2 Co 5, 13.
Discurso, V, 6-7 101

ningún hombre ha tenido tantas ocasiones tan apre­


miantes para ceder a un alocado orgullo y ningún hom­
bre ha sido tan inmune a la vanagloria35• Considera
estas palabras: La ciencia infla"; también nosotros po­
demos decirlo como él. Pero la ciencia era en él tan
elevada, que nadie en ninguna parte la ha poseído de
modo semejante, y sin embargo, no llegó a engreírse,
sino que fue para él motivo para portarse con mesu­
ra. Y por eso dice: Ahora nuestro conocimiento es im­
perfecto, e imperfecta nuestra profecia37• Y en otro lugar:
No creo haber alcanzado la perfección", y aún más: Si
alguno piensa que sabe algo, todavía no sabe como le
conviene saber9• El ayuno también infla como lo mos­
tró el fariseo, cuando dijo: Yo ayuno dos veces por se­
mana'0. Pablo, en cambio, no sólo ayunaba, sino que
pasaba verdadera hambre, y sin embargo se llamaba a
sí mismo un abortivo41• ¿ Por qué hablar de ayuno y
de ciencia, cuando él ha tenido unos coloquios con
Dios42 tan elevados y tan continuados como no los ha
tenido jamás ninguno de los profetas ni de los após­
toles, y sin embargo por este mismo motivo se hacía
más humilde? No me hables de las cosas que nos ha
transmitido por escrito, porque la mayoría las ha ocul­
tado y no las ha relatado para no atribuirse una glo-

35. Sobre el papel de este 36. 1 Ca 8, 1 .


término en el pensamiento de 37. 1 Ca 13, 9.
nuestro Autor, cf. F. LEDUC, «Le 38. Flp 3, 19.
tbcme de la vaine glorie chez 39. 1 Ca 8, 2.
saint Jean Chrysostome», Pro­ 40. Le 18, 12.
che-Orient chrétien 19 (1969) 3- 41. Cf. 1 Ca 15, 8.
32, especialmente las pp. 22-31. 42. Cf. 2 Ca 12, 1-7.
102 Juan Crisóstomo

ría demasiado grande. Pero tampoco se calló todas, para


no dar pie a que abrieran la boca contra él los seudo
profetas y los seudo apóstoles. Porque él no actuaba a
la ligera, sino que siempre obraba por un motivo justo
y con razón. Con tanta sabiduría" llevaba a cabo ac­
ciones contrapuestas que de todas partes le llegaban los
mismos elogios.

8. Humildad en la alabanza propia


Esto es lo que quiero comentar ahora. Es una gran
virtud no hablar de sí mismo cosas grandes. Pero
Pablo lo hacía tan oportunamente que cuando habla­
ba merecía más alabanza que cuando callaba. Y si no
lo hubiera hecho así, seguramente sería más culpable
que los que acostumbran a elogiarse inoportunamen­
te. Pues si no se hubiera alabado, habría perdido todo
por abandono y habría favorecido las obras de los
que le atacan con vejaciones. Sabía muy bien sacar
partido siempre de las oportunidades y actuar con
recta atención hasta en lo que parece desaconsejable,
haciéndolo tan aprovechable que sacaba de esto no
menos alabanza que de lo que estaba mandado. Pablo,
en efecto, gloriándose a sí mismo, sacó más provecho
que cualquier otro ocultando sus méritos, y nadie ha
hecho tanto bien ocultando sus méritos como Pablo
manifestando los suyos.

43. El Crisóstomo distin­ más importantes de la vida, y


gue bien entre sabiduría (sop­ la ciencia (gnosis) que es el
hia) que indica el modo co­ conjunto de conocimientos te­
rrecto de entender los aspectos óricos.
Discurso, V, 7-8 103

Hay algo más admirable todavía y es que no sólo


los manifestaba sino que únicamente lo hacía cuando
era necesario. Porque no aprovechaba las circunstan­
cias que le proporcionaban mucha seguridad al actuar
de ese modo44 con ligereza y sin medida, sino que
tenía en cuenta hasta dónde debía llegar. Y no sólo
se imponía este límite sino que, para no corromper a
otros y evitar que por su ejemplo hicieran su elogio
sin motivo, se denominaba a sí mismo necio45• Y eso
que sólo cuando la necesidad lo requería obraba de
ese modo. Es natural que los otros, al verlo, le imi­
taran en todo con sencillez y sin malicia. Es lo que
ocurre también entre los médicos: muchas veces la
medicina que uno aplica oportunamente, otro la apli­
ca a destiempo y altera o compromete la eficacia de
esa medicina.
Para que esto no sucediera, fíjate cuántas precau­
ciones tomaba cuando debía gloriarse, intentando evi­
tarlo no una vez ni dos, sino frecuentemente. Dice así:
Ojalá pudierais soportar un poco mi necedad46, y más
adelante: Lo que voy a decir a propósito de mi jac­
tancia, no lo digo según el Señor, sino como si fuera
un insensato. . . En lo que muchos se glorian de forma
insensata, también lo haré yo47• Y, aún diciendo todo
esto, no tuvo bastante, porque cuando tuvo que em-

44. Es decir, manifestan­ idéntico al que hace en las Ho­


do sus méritos. milías sobre estos capítulos
45. Cf. 1 Co 4, 10. (In Epist. JI ad Cor, Hom
46. 2 Co 1 1, 1 . El co­ XXX-XXVJI: PG 61, 553-
mentario que hace a conti­ 590).
nuación de 2 Co 1 1 , 1 -2 es 47. 2 Co 1 1 , 17-21.
104 Juan Crisóstomo

barcarse de nuevo en los elogios propios, ocultó su


identidad y decía: Conozco a un hombre . . .48, y conti­
núa: De ese tal me gloriaré, pero de mí mismo no me
gloriaré, si no es de mis flaquezas49, y termina: He ha­
blado como un necio; vosotros me obligasteis50• Por tanto,
¿qué hombre hay tan necio, que, al ver a este gran
santo, aun obligado por una necesidad tan imperiosa
de elogiarse, duda y está temeroso antes de iniciar la
alabanza y se echa atrás una y otra vez, como un ca­
bailo que llegara al límite de un precipicio, qué hom­
bre, digo, será tan insensato que, aun teniendo muchos
asuntos entre manos, no huya con todas sus fuerza de
hacer su propia alabanza y solamente recurra a ello
cuando sea estrictamente necesario?

9. Los motivos necesarios para la alabanza propia


¿ Quieres que te muestre otro aspecto de Pablo?
Pues es realmente maravilloso que él no se contenta­
ra con el testimonio de su conciencia, sino que además
nos enseñaba cómo cada uno debía comportarse en
casos semejantes. No sólo él daba razón de que hacía
sus elogios propios, obligado por las circunstancias,
sino que además enseñaba a los otros para que, si se
presentaba una ocasión, ni renunciaran del todo a un
comportamiento parecido ni tampoco lo hicieran ino­
portunamente. Con todo lo que había dicho, quería
significar lo siguiente: «Es un mal muy grave decir
uno de sí mismo cosas grandes y maravillosas, y viene

48. 2 Co 12, 2. 50. 2 Co 12, 1 1 .


49. 2 C o 12, 5.
Discurso, V, 8-1 O 105

a ser el último grado de demencia, mi bien amado51,


querer adornarse de elogios sin una necesidad clara e
imperiosa. Eso no es hablar según el Señor, sino una
muestra clara de locura que además anula toda nues­
tra recompensa y lo conseguido con nuestros sudores
y nuestras fatigas». Esto es lo que Pablo ha querido
decir a todos, y mucho más cuando cantó sus ala­
banzas, a pesar de que fuera impelido por la necesi­
dad. Y todavía es una virtud mayor que, aun obliga­
do por la necesidad, no expuso ante el pueblo todos
sus méritos, sino que se calló la mayor parte y los
méritos más importantes. Por eso dice: Hablaré de las
visiones y revelaciones del Señor. . . Sin embargo, me
abstengo, para que nadie me atribuya algo por enci­
ma de lo que ve en mí o de mí oye52• Al expresarse
así nos enseña a todos que, ni aun en circunstancias
de necesidad debemos exponer y desarrollar en pú­
blico todo lo que sabemos de nosotros mismos, sino
sólo lo que sea útil a los que nos escuchan.

10. Ejemplos antiguos de alabanza humilde


Lo mismo hizo Samuel: Nada tiene de mconve­
niente evocar ahora la memoria de este santo porque
es para provecho nuestro el objetivo de su elogio. Este
hombre en un momento determinado se alabó a sí
mismo y dio a conocer alguna de sus buenas accio-

5 1 . Seguramente esta in­ en la introducción de algunas


terpelación es habitual en el homilías (cf. Homiía VI, 1,
estilo de diatriba filosófica, nota).
bien distinta de la que hace 52. 2 Co 12, 1.6.
106 Juan Crisóstomo

nes. Pero ¿cuáles? Las que podían ser provechosas


para los que le escuchaban. No hizo un discurso pro­
longado sobre su prudencia, ni sobre su humildad, ni
sobre su facilidad para olvidar las ofensas. Entonces,
¿ sobre qué? Sobre lo que más convenía que apren­
diera el rey de su época, sobre la justicia y sobre la
obligación de tener las manos limpias de regalos53•
También David, al gloriarse de sí mismo se glo­
riaba de lo que podía reconducir al buen camino a
sus oyentes. Y así, no refirió ninguna de sus virtudes,
sino que mencionó al oso y al león54; y no dijo nada
más. Pues en verdad hablar en más alto grado de sí
mismo es propio de un vanidoso y fanfarrón. En cam­
bio, decir sólo aquello que ha de ser útil según la ne­
cesidad presente, es propio de una persona que tiene
amor y mira por el provecho de muchos. Esto es lo
que también hizo Pablo. Se le echaba en cara el no
ser uno de los apóstoles aprobados, ni que tuviera
ninguna potestad. A causa de estas falsas acusaciones
era indispensable abordar sus propios mentas que
podrían probar, ante todo, su dignidad de apóstol55•

53. Cf. 1 S 12, 1·5. Sa· David hizo de sí mismo cuando


muel proclama que ha tratado se ofreció para luchar contra Go·
con justicia a todos los israe­ liat Tu sier-vo ha dado muerte al
litas, en el momento en que león y al oso (v. 36).
Saúl va a ser designado rey, 55. Pablo hace la apología de
para que que también él actúe su apostolado únicamente en Ga
del mismo modo en su go· 1, 12-23, precisamente porque en
bierno. Galacia encontró mayores difi­
54. Cf. 1 S 17, 34-37. Se re· cultades para exponer su dedica·
cuerda únicamente el elogio que ción preferencial a los gentiles.
Discurso, V, 10-11 107

¿Ves ahora con cuántos modos enseñaba a sus


oyentes a no vanagloriarse56 sin razón? En primer
lugar explicaba que actuó así forzado por la necesi­
dad; luego llegó a tratarse a sí mismo de insensato y
excusándose de muchas maneras; en tercer lugar no
presentó en público todos los méritos, sino que calló
los más importantes, y esto cuando se veía forzado
por la necesidad. En cuarto lugar, se escondía tras el
anonimato de otra persona cuando decía: Conozco a
un hombre que . . .". Finalmente no exponía delante de
todo el mundo el conjunto de sus virtudes, sino sólo
aquellas que exigían las circunstancias concretas.

11. Pablo reprende con libertad y fortaleza


Por otra parte, no sólo al alabarse, sino también cuan­
do tenía que mostrarse con fortaleza se portaba del mismo
modo. Ciertamente una de las cosas más molestas es re­
prender al hermano. Sin embargo también en estos asun­
tos se comportó tan oportunamente que recibió más elo­
gios que cuando se alababa. He aquí por qué llama a los
gálatas insensatos hasta dos veces58, a los de Creta, estó­
magos perezosos y bestias malvadas59, y este modo de

56. El Crisóstomo tenía de educandis liberes" (cf. la


una gran sensibilidad para de­ edición castellana preparada
nunciar la vanagloria: una cosa para esta misma colección por
es reconocer las cualidades Ma J. ZAMORA, Sobre la va­
propias, cuando la ocasión lo nagloria y la educación de los
exige y otra bien distinta es hijos, BPa 39, Madrid 1 997).
ensalzarse sin motivo. Sobre ]a 57. 2 Co 12, 2.
vanagloria escribió un tratado 58. Cf. Ga 3, 1 .3.
interesante, De vanagloria et 59. Cf. Tt 1, 12.
108 Juan Crisóstomo

hablar contribuye a su alabanza. Pues así nos enseñaba


un límite y una regla para que ante los que descuidan
las cosas de Dios más que tratarlos con suavidad, utili­
cemos un lenguaje mucho más hiriente. De este modo,
en todas las circunstancias hay en él la medida justa. Por
esto, tanto en sus obras como en sus palabras es igual­
mente alabado, cuando ofende y cuando elogia, cuando
acusa con dureza y cuando trata con consideración, cuan­
do se enaltece y cuando se humilla, cuando se gloria y
cuando se presenta como pobre miserable. ¿Por qué te
admiras de que la ofensa y el insulto sean ocasión de es­
tima, cuando lo han sido el crimen, el fraude y el enga­
ño60 tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo?61•

12. Exhortación final


Reflexionemos, por tanto, con detenimiento y aten­
ción todos estos comportamientos y, después, admi­
remos a Pablo y glorifiquemos a Dios, a fin de que
también nosotros podamos alcanzar los bienes eter­
nos por la gracia y la misericordia de nuestro Señor
Jesucristo, para quien es la gloria y el poder, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

60 N o se refiere aquí el tomo», Didaska/eion 1 ( 1 9 1 2)


Crisóstomo a lo que él consi­ 437-454.
deraba un engaño bueno o 61. Sin duda hay muchos
cierta habilidad, signo al sig­ ejemplos de exaltación de perso­
nificado ético negativo. Cf. S. nas y también de correcciones se­

COLOMBO, «Sull'origine del veras a otras. No parece que el


concetto di "apate" in un Crisóstomo esté pensando en he­
passo di S. Giovanni Crisos- chos concretos y puntuales.
DISCURSO VI

La grandeza de alma de San Pablo ante los enemigos

1. Introducción
¿ Queréis que hoy, amados míos\ dejemos a un
lado las cosas grandes y maravillosas de Pablo y trai­
gamos a nuestra consideración todo aquello que para
alguno puede suponer su punto más flaco? Veremos
que esto le hace más ilustre y grande no menos que
lo anterior. ¿Qué cosa parece suponer el punto flaco?
Se le ha visto alguna vez, dirás, tener miedo a los gol­
pes; así se le ha visto cuando le tenían estirado con
las correas2, y no sólo entonces, también en otra ocasión

l . Este modo de dirigirse rece indicar que era un fiesta


a los oyentes indica el carác­ solemne, si bien es difícil ase­
ter homilético del Elogio y es gurar que ya existiera un día
un Cierto apoyo para suponer señalado para honrar al Após­
que los que le escuchaban eran tol; más bien podría tratarse de
de toda clase social. S. Juan una fiesta litúrgica que el Cri­
Crisóstomo les habla como ar­ sóstomo aprovecha para ensal­
zobispo, como pastor de aque­ zar a San Pablo.
lla comunidad. El "hoy" de 2 . Cf. Hch 22, 25.
esta introducción dice poco de Como es habitual, el Elo­
la fecha del sermón, pero pa- gio alude a diferentes epi-
1 10 Juan Crisóstomo

en el episodio de la vendedora de púrpura, cuando se


opuso tenazmente a los que querían sacarlo impunemen­
te de la cárcel'. Pero actuando de esta forma no buscaba
otra cosa que su propia seguridad y la previsión de no
volver a caer en la misma desgracia. ¿Qué podemos res­
ponder a esto? Que nada refleja su grandeza y su perso­
nalidad extraordinaria como las cosas antes mencionadas.

2. Entereza ante las tribulaciones


En efecto, aun teniendo un espíritu nada intrépido y
extremadamente razonable, y un cuerpo tal que cedía
ante los azotes y temblaba de ese modo ante las corre­
as, al mismo tiempo, lo mismo que las Potestades in­
corpóreas despreciaba todo lo que otros consideran como
terrible, cuando lo exigían la ocasión y las circunstancias.
Por tanto, cuando lo ves resistiéndose y lleno de miedo
ante los azotes, recuerda aquellas palabras por las que
traspasó los cielos y emuló a los ángeles diciendo: ¿ Quién
nos apartará del amor de Cristo? ¿ La tribulación, la an­
gustia, la persecución, el peligro o la espada?". Y recuer­
da aquellas otras en las que afirma que todo eso no es
nada: Porque la leve tribulación de un instante se con­
vierte para nosotros, incomparablemente, en una gloria

sodios de la vida del Após­ plo de Jerusalén y los gol­


tol, resaltando más que las pes que le dieron (Hch 2 1 ,
circunstancias concretas, los 27-40) y los azotes que re­
aspectos que le interesan cibió junto con Silas en Fi­
para su exposición. En este lipos (Hch 1 6, 22-25).
caso, recuerda los momen­ 3. Cf. Hch 16, 14-40.
tos que más angustia le cau­ 4. Rm 8, 35.
saron, la prisión en el tem-
Discurso, VI, 1-2 111

eterna y consistente, ya que nosotros no ponemos nues­


tros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles'.
Añade a todo esto las tribulaciones cotidianas, las muer­
tes que cada día amenazan6 y, al considerarlas, admira a
Pablo y no te dejes llevar por la desilusión7• Porque lo
que parece que son debilidades de la naturaleza, son la
prueba más grande de la virtud de este hombre, pues sin
estar dispensado de las necesidades comunes de los demás
llegó a ser lo que era. La enorme cantidad de peligros
que soportó les llevó a muchos a admitir la duda y a
suponer que actuaba de esta manera y que llegó a ser
tan grande porque estaba muy por encima de los hom­
bres. Para una cosa se expuso a sufrir, para que apren­
dieras que siendo uno más entre tantos por su naturale­
za, sin embargo por su fuerza de voluntad' estaba no
sólo por encima de todos ellos; era uno de entre los án­
geles. Con un alma como la nuestra y con un cuerpo
como el nuestro se enfrentaba a miles de riesgos morta­
les y menospreciaba los presentes y los futuros. Por eso,
proclamaba aquellas palabras extraordinarias y para mucha

5. 2 Co 4, 1 7-18. 8. La fuerza de volun­


6. Cf. 1 Co 15, 30. tad (prothymia) aparece
7. La desilusión (apogno­ unas veintidós veces en el
sis) llevaba a muchos cristianos Elogio, para indicar las de­
a la pereza y la desidia, al pcn­ cisiones inquebrantables del
sar que el ideal cristiano es Apóstol, su carácter intré­
inalcanzable. Más adelante in­ pido, pero seguro. No era
siste en la misma idea: ({Que un h o mbre de vacilaciones
eches fuera todo desánimo y porque había depositado
emprendas tú mismo el cami­ su confianza en Dios (cf.
no de la esperanza» (Homilía, 2 Tm 1 , 12).
VI, 7).
112 Juan Crisóstomo

gente increíbles: Desearía ser yo mismo anatema de Cris­


to a favor de mis hermanos, los de mi misma raza, según
la carne'.

3. La voluntad, capaz de superar el miedo


Ciertamente es posible, con tal de que queramos
de veras, llegar a dominar cualquier tensión interior,
mediante la fuerza de voluntad, que nada hay imposi­
ble a los hombres de lo que ha mandado Cristo. Si
ponemos de nuestra parte toda la fuerza de voluntad
que tenemos, también Dios nos aportará mucha ayuda,
y así llegaremos a ser invulnerables a todos los ele­
memos contrarios que nos asalten. Por otra parte, no
merece reproche alguno el miedo a los azotes, sino el
realizar por miedo a los golpes algo indigno de la pie­
dad10. Verdad es que el miedo a los golpes hace más
admirable al que no se deja vencer en los combates
que al que no los teme11• En este caso brilla más la
voluntad firme, pues el miedo a los azotes proviene de
la misma naturaleza, mientras que mantenerse sin hacer
nada inconveniente, a pesar del miedo a los azotes, es

9. Rm 9, 3. peligro, como el miedo a los


10. La piedad (eusebeia) golpes; de suyo es inevitable.
indica la actitud del hombre La tristeza (lype) es un senti­
ante Dios y, por tanto, impi­ miento interior ante un mal in­
de todo comportamiento con­ minente, como ante la enfer­
trario a los mandatos divinos. medad; no impide obrar bien.
1 1 . Hay tres términos si­ Finalmente el abatimiento
nónimos, que el Elogio mati­ (athymia) que lleva consigo la
za con esmero: el miedo (pho­ desesperanza y, por tanto, es
bos) que impulsa a huir del negativo y hay que salir de él.
Discurso, V/, 2-4 113

propio d e l a voluntad firme que enrecia l a debilidad


de la naturaleza y la vigoriza. Por lo mismo, estar lleno
de tristeza no es condenable, pero lo es decir o hacer,
movido por esa tristeza, algo que ofende a Dios. Si yo
afirmara que Pablo no era un hombre corriente, con
razón me aducirías las debilidades de la naturaleza para
refutar mejor mi discurso. Pero si te digo y demues­
tro que era un hombre normal y que no tenía una na­
turaleza superior a la nuestra, pero sí una voluntad más
fuerte que la nuestra, en vano me aducirás esas debi­
lidades. Mejor dicho, no es en vano, más bienes a favor
de Pablo. Con este reconocimiento tú mismo demues­
tras qué grado de excelencia alcanzó, puesto que llegó
a poseer con una naturaleza igual a la nuestra una for­
taleza superior a la naturaleza. Con todo esto, no sólo
lo enalteces a él, sino que al mismo tiempo cierras la
boca de los que se dejan llevar por la pereza al no per­
mitirles buscar un refugio de excusa en la superioridad
de la naturaleza de Pablo, y al impulsarlos al esfuerzo
de la voluntad.

4. Pablo ante el miedo a la muerte

Pero dirás que alguna vez llegó a tener miedo a


la muerte. Claro, puesto que esto también es propio
de la naturaleza. Y, sin embargo, el mismo que tiene
miedo es el que dice: Realmente mientras moramos
en esta tienda, gemimos oprimidos12, y también: Ge-

12. 2 Co 5, 4. Pablo canzar una morada definitiva


nunca habla del miedo a la supone el temor de no con­
muerte, pero el deseo de al- seguirla.
1 14 Juan Crisóstomo

mimos dentro de nosotros mismos13• ¿ Te fij as


cómo aduce, como contrapunto de la debilidad
d e l a naturaleza, la fortaleza que viene d e la vo­
luntad ? Esto les pasó tamb ién a muchos márti­
res que, e n el momento de ser l l evados a la
muerte, palidecieron y s e l l enaron de miedo y
de angustia. Pero precisamente p o r eso son más
admirables, porque teniendo tanto miedo a l a
muerte, n o l a rehuyeron p o r [amor a] Jesús. D e l
mismo modo Pablo, q u e temía l a muerte no
rehuía ni siquiera la gehenna 1 4 p o r el apasiona­
do amor a Jesús y aun temblando ante l a idea
d e l final, deseaba abandonar este mundo". Y no
fue e l único que tenía tales sentimientos, pues
hasta el que fue cabeza d e l o s apóstoles, Pedro,
d i j o muchas veces que estaba dispuesto a dar
su vida 16 y sin emb argo tenía un miedo c e rval
a la muerte. Escucha lo que, en relación a esto,
Cristo comentaba con él a l decir: Cuando en­
vejezcas extenderás tus manos y otro te ceñirá
y te llevará adonde no quieras17, indicando a s í
l a fragilidad d e l a naturaleza, no l a de l a vo­
luntad.

13. Rm 8, 23. traducirse por «infierno».


14. Cf. Rm 9, 3. La «ge­ 15. Cf. Flp 1, 23.
henna» que el Elogio mencio­ 1 6 . Cf. Mt 26, 33.35;
na cuatro veces es el destino de M e 14, 29.3 1 ; Le 23, 33; Jn
los impíos. Nosotros lo man­ 13, 3 7 .
tenemos, aunque bien podría 1 7. Jn 21, 1 8 .
Discurso, VI, 4-5 115

5. La voluntad supera la debilidad de la naturaleza


La naturaleza presenta su influencia incluso
sin quererlo nosotros18, y no s e pueden superar
todas sus fragilidades ni siquiera quien lo desea
ardientemente y s e esfuerza con empeño. Ahora
bien, ningún daño s e deriva d e esto para noso­
tros; más bien nos hace dignos d e admiración.
¿ Qué tipo de condena implica e l miedo a la muer­
te? En cambio, por esto podemos llegar a ser ad­
mirados. ¿ C ómo s e puede condenar el temor a
la muerte? E n cambio, ¿ cómo no hacer un gran
elogio al que aun temiendo la muerte, no con­
siente ninguna bajeza por este miedo? No es
tener una naturaleza con sus debilidades l o que
es condenable, sino e l ser esclavo de esas debi­
lidades. Con razón e l que supera con su fuerza
de voluntad el mal que la naturaleza puede aca­
rreamos, ese es sin duda grande y admirabl e . D e
esta manera muestra que l a fuerza d e l a volun­
tad es libre, y cierra la boca de los que dicen:
« ¿ Por qué no habremos sido hechos buenos p o r
naturaleza ? » . Pero, ¿ qué importa q u e seamos así
por naturaleza o por voluntad ? ¡ Cuánto mejor
es ser así por voluntad que serlo por naturale­
za! Con ello se alcanzan coronas y altísimas ala­
banzas.

18. La insistencia en la fra­ quiere señalar que permanece


gilidad de la naturaleza no la inclinación al mal y al pe­
significa que no haya sido re­ cado, sin negar la posibilidad
dimida completamente. Sólo de la virtud.
116 juan Crisóstomo

6. Ejemplos de voluntad firme


Aún más, ¿ es firme lo que proviene de la na­
turaleza? Pero si quieres tener una voluntad firme
y robusta, esto es mucho más resistente que lo de
la naturaleza. ¿ No has visto que el cuerpo de los
mártires es atravesado por la espada y que, aunque
por su naturaleza se echen atrás ante el acero, por
su voluntad no ceden y no se dejan vencer? ¿ No
te has fijado en Abrahán, dime, que superó con su
fuerza de voluntad a la propia naturaleza, cuando
recibió la orden de inmolar a su hijo19 y que puso
de manifiesto que la voluntad es más fuerte que la
naturaleza20 ? ¿ No has constatado que ocurrió lo
mismo en los tres j óvenes21 ? ¿No has oído el pro­
verbio común entre los paganos que dice que el
hábito de la voluntad forma una segunda naturale­
za? Pues yo diría incluso que forma una primera,
según demuestran los ejemplos citados. ¿ C ompren­
des ahora cómo es posible conseguir también la fir­
meza de la naturaleza si la voluntad es b i zarra y
despierta? Y ¿ comprendes que se es más merece-

19. Cf. Gn 22, 1-18. episodio de los jóvenes en


20. El sacrificio de Isaac el horno ardiendo es men­
es evocado aquí no como fí­ cionado con frecuencia en
gura del sacrifico de Cristo, las obras del Crisóstomo
tampoco como ejemplo de fe (cf. las citas completas en la
y de obediencia de Abrahán, edición del Elogio prepara­
sino como ejemplo de forta­ da por A. PIÉDAGNEL, Pa­
leza para seguir lo que Dios négyriques de Saint Paul,
qmere. SC 300, Paris 1 982, p . 273,
2 1 . Cf. Dn 3, 8-30. El nota 1 ) .
Discurso, VI, 6-7 117

dor de elogio cuando se toma la decisión de ser


bueno y voluntariamente se anhela, que cuando se
es forzado a ell o ?

7. Pablo supera toda asechanza


Esto es lo más hermoso, como dice San Pablo:
Castigo mi cuerpo y lo someto a servidumbre, no
sea que habiendo predicado a otros sea yo reproba­
do22. Ahora es cuando yo hago su elogio, cuando
veo que ha mantenido la virtud y no sin esfuerzo,
y que lo ha hecho para que los que habían de venir
después no pudieran apoyarse en la facilidad en el
bien obrar para justificar su desidia. Y cuando dice:
Estoy crucificado para el mundo23 yo preparo una co­
rona a su voluntad. Es posible, repito, es posible imi­
tar la solidez de la naturaleza con la fuerza de vo­
luntad. Y si ponemos delante de nosotros a este
hombre, que es la personificación de la virtud, con­
firmaremos que los buenos hábitos que había alcan­
zado por su fuerza de voluntad, procuró vivirlos con
la solidez de lo natural24•
Pablo sufría seguramente al ser azotado; sin em­
bargo, como hacen las Potestades incorpóreas que no
padecen, así despreciaba estos sufrimientos, como se

22. 1 Co 9, 27. decisión firme ante cualquier


23. Cf. Ga 6, 14. dificultad. Las citas de las
24. Juan Crisóstomo de­ Cartas a Jos corintios y a los
sarrolla con fruición los de­ gálatas son sólo una muestra
talles de la vida del Apóstol del carácter arrollador del
que reflejan su fortaleza y su Apóstol.
118 Juan Crisóstomo

deduce de aquellas palabras que parecen dichas por


uno que no tiene una naturaleza como la nuestra: El
mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo25,
y también: Vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cris­
to vive en mf-6• ¿ Qué quiere decir, sino que está por
encima de su propio cuerpo? ¿Qué significa lo que
dice: Se me ha clavado un aguijón en la carne, un
ángel de Satanás . . .'7? No quiere mostrar otra cosa
sino que el sufrimiento está solamente en el cuerpo.
No porque ese dolor no alcance a su alma, sino por­
que con la constancia de su voluntad lo rechaza y se
aleja de éF'. ¿ Qué otra cosa quiere indicar cuando
dice muchas otras palabras más maravillosas, cuando
se alegra de ser azotado o se gloría de sus cadenas29?
¿ Qué otra cosa se puede añadir a lo que quería ex­
presar cuando decía: Castigo mi cuerpo y lo someto a
servidumbre, no sea que, habiendo predicado a otros,
sea yo reprobado30? Pues muestra la debilidad de su

25. Ga 6, 14. mo lo aplica a los enemigos de


26. Ga 2, 20. Este texto Pablo que no dejaron de mo­
que en su literalidad expresa la lestarle en todas partes (cf. Tn
profundidad del amor y la es­ Epist. JI ad Cor, Hom XXVI:
trecha unión del Apóstol con PG 61, 577-578).
el Señor, es citado como mues­ 29. Cf. 2 Co 1 1 , 24-25;
tra de que Pablo está por en­ Flp 1 , 12-14.
cima de toda inquietud mate­ 30. 1 Co 9, 27. Este texto
rial, por encima de su cuerpo. sirvió de apertura al elogio de
27. 2 Co 12, 7. la voluntad firme del Apóstol
28. En el contexto de la y sirve para concluirlo. En el
Carta a los corintios, el �<agui­ contexto de la carta a los Co­
jón» parece aludir a una en­ rintios se refiere a los depor­
fermedad crónica. El Crisósto- tistas que ejercitan su cuerpo
Discurso, VI, 7-8 119

naturaleza y e n las palabras que he reseñado, también


la nobleza de su voluntad.

8. Acción de la gracia en Pablo


Por esto, se encuentran estos dos elementos en él,
para que ni ante lo más grandioso pienses que era de
naturaleza distinta y no te desanimes, ni por lo más
pequeño llegues a condenar esta alma santa. Al con­
trario, para que ante este ejemplo eches fuera todo
desánimo y emprendas tú mismo el camino de la es­
peranza salvadora. Y por eso establece cuál es lo que
corresponde a la gracia de Dios, con muchas hipér­
boles, o quizás no son hipérboles sino palabras con
buen criterio, con el fin de que pienses que nada pro­
viene solamente de él31• Sin embargo, proclama tam­
bién lo que es debido a su voluntad para que no aban­
dones todo en manos de Dios y te dediques a dormitar
y roncar. En definitiva, encontrarás en Pablo la me­
dida exacta y la regla para todas las cosas.

para vencer en los torneos y de A. PIÉDAGNEL, o.c., p. 277,


explica el empeño que el cris­ nota 4).
tiano debe poner en la lucha 3 1 . Una vez más el Cri­
ascética (cf. Sagrada Biblia, t. sóstomo insiste en la nece­
V, p. 1 007); pero el Crisósto­ sidad de la gracia y la co­
mo lo aplica a la voluntad de laboración de la voluntad
Pablo que consigue fortalecer en la personalidad de Pablo,
la debilidad de su cuerpo. Este y en la de cada cristiano.
texto paulino aparece repetido De todos modos, subraya l a
en la obra del Crisóstomo dinamicidad de la gracia,
(todas las citas de este texto muy superior a la naturale­
están recogidas en la edición za.
120 Juan Crisóstomo

9. Firmeza para corregir32


Todavía replicarás que un día maldijo a Alejandro
el fundidor33• Pero esto, ¿qué tiene de malo? Porque
no fueron palabras de cólera, sino de dolor para de­
fender la verdad, porque no tenía que ver nada di­
rectamente con él, sino porque se resistía al mensaje
verdadero: Se ha opuesto obstinadamente --<lice--, y no
a mí, sino a nuestras palabras34• De esta manera la
maldición no sólo muestra su amor indefectible a la
verdad, sino que a la vez consolaba a los discípulos.
Lógicamente todos estaban escandalizados de que los
que resistían con soberbia a la Palabra, no recibieran
ningún castigo. Esta es la razón por la que habló así.
Y también maldijo a otras personas, como cuando
dijo: Es justo a los ojos de Dios castigar con aflic­
ción a los que os afligen35• Y ello no porque deseara
que fueran castigados, no es lo propio de Dios, sino
porque quería consolar a los que estaban atribulados.

32. A partir de ahora el jandro sea el que habló en


Elogio se hace más apologéti­ Éfeso a favor de Pablo (cf.
co y sale al paso de las acu­ Hch 19, 33-34). En todo caso
saciones contra el Apóstol, en el consejo a Timoteo es im-
. .
especial las de intransigencia penoso, para que no permt-
y severidad, contrarias a la ca­ ta desviaciones en aquella co­
ridad. munidad naciente (cf. L. T.
33. Cf. 1 Tm 1, 20. La HOHNSON, The First and Se­
condena de Alejandro es una cond Letters to Timothey,
de las más severas, pues su­ Doubleday 2001, pp. 195-196
pone la exclusión de la comu­ y 441 -442.
nidad y el abandono a su suer­ 34. 2 Tm 4, 15.
te. N o parece que este Ale- 35. 2 Ts 1, 6.
Discurso, V!, 9 121

Y por eso añadió: Y a vosotros, que ahora sois atri­


bulados, premiaras con el descanso36• En cambio, cuan­
do es él quien padece algo desagradable, escucha con
qué tacto y sencillez37 se comporta y cómo responde
a sus oponentes: Nos maldicen y bendecimos, nos per­
siguen y lo soportamos, nos ultrajan y respondemos con
bondad38• Más aún, si pretendes que lo que dijo o
hizo ante otros en alguna ocasión era fruto de la có­
lera, tendrás que admitir que también dejó ciego al
mago Elimas y condenó bajo el efecto d e la có­
lera39, o que Pedro provocó bajo el efecto de la có­
lera la muerte de Ananías y Safira40• Nadie hay tan
falto de inteligencia o de sentido común que se atreva
a mantener esto. Aún podemos encontrar muchas otras
cosas que Pablo dijo o hizo, que parecen inoportunas
y pesadas y, sin embargo, son las que manifiestan mejor
su bondad. Porque cuando entregó a Satanás al hom­
bre de Corinto, culpable de fornicación41, lo hizo con
enorme caridad y con un ánimo lleno de ternura. Y

36. 2 Ts 1 , 7. le ofendió a él o a uno de


37. El verbo (philosophein) sus colaboradores en su visi­
indica el buen comportamien­ ta a Corintio y después se
to cristiano, lleno de sabidu­ convirtió (cf. 2 Co 2, 5-10;
ría, pero también de sentido 7, 12). Muchos comentaristas
común, de afecto y de piedad. han identificado a los dos
38. 1 Co 4, 12-13. personajes (cf. Sagrada Bi­
39. Cf. Hch 13, 9-1 1 . blia, t. V, Facultad de Teo­
40. Cf. Hch 3, 3-5.9-10. logía, Universidad de Nava­
4 1 . Cf. 1 Co 5, 3-5. rra, Pamplona 2004, p. 1048)
Pablo condenó al incestuoso y así lo hace el Crisóstomo
de Corinto y, en cambio, se en esta Homitía.
mostró indulgente con el que
122 Juan Crisóstomo

así lo manifiesta con claridad en la segunda epístola42•


Y cuando amenazó a los judíos diciéndoles: La cólera
[de Dios} los ha llevado al límite'\ no lo hizo porque
estuviera lleno de cólera -puesto que le oyes que ruega
continuamente por ellos-, sino porque quería llenarlos
de temor e infundirles una sabiduría más elevada.

1 0. Reproches al sumo sacerdote


Se dice a veces que hizo una grave afrenta al sa­
cerdote cuando dijo: Dios te golpeará a ti, muro blan­
queado44. Sé muy bien que algunos para justificar estas
palabras interpretan que es una profecía. No repro­
cho a los que lo explican así, porque es lo que ocu­
rrió, y ese sumo sacerdote murió de esa manera. Ahora
bien, si algún adversario que se considera más agudo,
no está de acuerdo con esta interpretación y quiere
insistir en la cuestión, dirá que, si eso era una pro­
fecía, ¿por qué Pablo se excusaba cuando dijo: No

42. Se sobreentiende «a los a Jesús, como en este episodio


corintios». del Sanedrín donde recibe una
43. 1 Ts 2, 16. El textus bofetada por decir la verdad
receptus de la Carta a los tesa­ (cf. Sagrada Biblia, tomo V, p.
lonicenses (La ira de Dios sobre 844). Este Ananías no debe
ellos ha llegado al límite) re­ confundirse con Anás (cf. Hch
sulta más suave que el citado 4, 6): fue nombrado sumo sa­
en el Elogio; éste suprime la cerdote el año 47, destituido
preposición epi, y hace a los ju­ hacia el 58 y asesinado el 66.
díos complemento directo. Flavio Josefa lo describe como
44. Hch 23, 3 . El libro de un hombre colérico e insolen­
los Hechos recoge algunos re­ te (Antigüedades judías, 20,
latos en que Pablo se asemeja 199).
Discurso, VI, 9-11 123

sabía que era el sumo sacerdote45?, nosotros le con­


testaremos que lo hacía para instruir a los otros y
para advertirles que deben comportarse conveniente­
mente con las autoridades, que así se comportó el
mismo Cristo. Pues Él dijo mil reproches de todo
tipo contra los escribas y fariseos y, a la vez declaró:
Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y
los fariseos; haced, pues, todo lo que os digan46• Del
mismo modo actuó Pablo: mantuvo todo respeto a la
dignidad del sacerdote y, a la vez, predijo lo que había
de sucederle.

1 1 . Pablo aparta a Juan Marcos


Un tema más: Si separa a Juan [Marcos] de su
lado47, actuó con rectitud por el interés de la predi­
cación del mensaje. Conviene que quien asume este

45. Hch 23, S. Pablo decidió no llevarlo con­


46. Cf. Mt 23, 2-3. sigo en su segundo viaje, aun­
47. Cf. Hch 15, 38. Pro­ que tuviera que separarse tam­
bablemente el nombre hebreo bién de Bernabé (cf. Sagrada
Juan lleva como sobrenombre Biblia, t. V, p. 803). Juan Cri­
el grecolatino Marcos, como sósromo interpreta esta divi­
se hacía con cierta frecuencia. sión como un bien para la ex­
Algunos lo identifican con el panswn del cristianismo,
autor del segundo evangelio, como recoge en la homilía a
aunque es poco probable. Era este pasaje: «No hay ningún
primo de Bernabé (cf. Col 1 , daño en la separación si de
40) y se unió a él para acom­ este modo podían evangelizar
pañar a Pablo (cf. Hch 12, 25; a todas las gentes. En realidad
13, 15); luego se separó de era un gran bien» (In Acta
ellos y volvió a ] erusalén ( cf. Apostolorum, Hom XXXIV,
Hch 13, 13 ) Quizás por esto
. 1-2).
124 juan Crisóstomo

ministerio no pueda ser débil de carácter ni fácilmente


deprimible, sino fuerte y vigoroso; pues nadie puede
ni siquiera asomarse a tan noble oficio, si no está dis­
puesto a entregar su vida mil veces a la muerte, si es
preciso, y a los peligros que sobrevengan, como de­
claró el mismo Jesucristo: Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y síga­
me48. Porque el que no está dispuesto a esto, echa a
perder a muchos otros, hasta el punto de que es pre­
ferible que se quede quieto y se ocupe sólo de sí
mismo antes que seguir adelante y aceptar una carga
que supera sus fuerzas. En este caso se pierde a sí
mismo y pierde a los que le han sido encomendados.
¿Cómo va a ser extraño que quien no conoce la
técnica de pilotar o el arte de luchar contra las olas,
aunque mil circunstancias le forzasen, rechace el sen­
tarse al puesto de mando? ¿ Y va a ser correcto que
quien se entrega a la predicación del mensaje se lance
simplemente y como salga, asumiendo sobre sí, sin
ninguna consideración, una misión de la que puede
depender que muchos vayan a la muerte? Ni el que
pilota un barco ni el que lucha contra las fieras ni el
que se prepara para ser gladiador ni ningún otro ne­
cesita tener el ánimo dispuesto a enfrentarse a todo
tipo de muertes y de suplicios tanto como el que se
encarga de la predicación del mensaje. Porque los pe­
ligros en este caso son más grandes, los enemigos más
crueles, y afrontar estos tipos de muerte no es por
cosas baladíes. Está en juego el cielo como recom-

48. Mt 16, 24; Me 8, 34; cf. Le 9, 23.


Discurso, VI, 1 1 125

pensa y la gehenna como castigo para los que pecan;


o la condenación o la salvación del alma. Y no sólo
el que se encarga de la predicación del mensaje con­
viene que esté preparado de esta manera, sino tam­
bién todo creyente porque a todos va dirigido el man­
dato de tomar la cruz y seguir a Cristo. Es evidente
que si va dirigido a todos, mucho más a los docto­
res y pastores, entre los que formaba parte aquel Juan
denominado también Marcos. Por esto y con toda jus­
ticia Pablo lo rechazó porque, habiendo sido puesto
al frente de la milicia en pleno combate, no se com­
portó valerosamente. Esta es la razón por la que Pablo
lo apartó de los demás, para que la bravura de los
demás no se viera frustrada ante su abatimiento.
Si Lucas cuenta que hubo entre ellos una dis­
puta fuerte, no pienses que llegó a ser delito. Por­
que no es inicuo el disputar con pasión, sino ha­
cerlo sin motivo y sin una causa justa. La ira injusta
-dice la Escritura- no podrá ser justificada49; de
modo que no es condenada simplemente la ira, sino
la ira injusta50• Y Cristo dice: El que se llene de

49. Si 1, 22. El término thy­ Cf. M. G. DE DURAND, «La


mos no tiene la connotación ne­ colere chez s. Jean Chrysosto­
gativa del término castellano me», Revue des sciences reli­
«cólera» o «ira», pues única­ gieuses 67 (1 993) 61-77.
mente indica la pasión por de­ 50. El Crisóstomo, como
fender una idea o por corregir otros Padres, entiende que hay
un error. El Crisóstomo hace una ira buena; es decir, la que
en este párrafo un bello estu­ se puede usar para consegmr
dio sobre la cólera, como ya lo un buen fin; cf. GREGOR!O
había hecho en otros escritos. NACIANCENO, Orationes, 18,
126 Juan Crisóstomo

ira contra su hermano sin motivo . . . 51 y


no simple­
mente el que se llena de ira. Y el profeta dice tam­
bién: Llenaos de ira y no pequéis52• Si nunca se
debe dar rienda suelta a esta pasión de la ira, ni
siquiera cuando alguna circunstancia lo exija, en
vano y de forma inútil forma parte de nuestra na­
turaleza. Pero no es en vano. Esta es la razón de
por qué el Creador la ha implantado en nosotros,
para enderezar a los pecadores con la idea de es­
timular la pereza e inercia del alma y de sacar del
sueño al que está dormido o completamente re la­
jado.
Como el filo es para la espada, así ha puesto
el vigor de la ira en nuestro corazón, para que
echemos mano de él cuando sea necesario. Por esto
mismo Pablo se valió de ella muchas veces y, de
hecho, cuando obraba con cólera era más añorado
que todos los que disputaban con palabras suaves,
porque él actuaba según lo exigían las circunstan­
cias, siempre en provecho de la predicación del
mensaje. Porque la suavidad no es una cosa buena
por sí misma, s i no sólo s i las circunstancias lo
exigen. Si no es así, la suavidad deriva en un
vicio, lo mismo que la cólera puede derivar en
arroganCia.

25 (PG 35, !013); JuAN Cru­ breo es difícil: suele traducir­


SÓSTOMO, Exposítiones in Psal­ se por «reflexionad» o «tem­
mos quosdam, 4, 5 (PG 55, 45); blad». Sin embargo, tanto el
etc. griego orgixesthe, como el latín
5 1 . Cf. Mt 5, 22. irascimini son claros: «llenaos
52. Sal 4, 5. El texto he- de ira».
Discurso, VI, 11-12 127

12. Exhortación final


Todo este discurso no lo he preparado para de­
fender a Pablo, que no necesita nuestros elogios, por­
que no recibe la alabanza de los hombres, sino de
Dios. Lo hemos hecho únicamente para instruir a
nuestros oyentes de que deben echar mano de todo
según la oportunidad del momento, como he señala­
do antes. De esto modo podemos sacar provecho de
toda circunstancia y llegar al puerto final con toda se­
guridad y alcanzar así la corona incorruptible. Que
todos nosotros seamos dignos de ella, eternos por la
gracia y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo,
para quien es la gloria y el poder, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
DISCURSO VII

La Cruz de Cristo, fundamento de la vida


de San Pablo

l. Introducción
Cuando los que llevan los estandartes del empe­
rador, anunciados por el estruendo de las trompetas
y precedidos por muchos soldados, entran en la ciu­
dad, todo el pueblo suele acudir en masa para escu­
char el sonido de las trompetas y para contemplar los
estandartes ondeando al viento, así como la fortaleza
de los que los agitan. Puesto que Pablo entra hoy, no
digamos en una ciudad, sino en el universo entero,
acudamos todos en tropel. Él lleva también un es­
tandarte, no precisamente de un rey, no de aquí abajo,
sino la cruz de Cristo que está en lo más alto1• De­
lante de él marchan muchos, y no hombres, sino án-

1 . La séptima y última ho­ dención obtenida y en la ma­


milía aborda el tema de la cruz nifestación gloriosa. Ya desde
y la fecunda labor del Após­ el primer párrafo la cruz es la
tol en sus sufrimientos. Se fija bandera que anuncia la pre­
más que en el aspecto cruen­ sencia del gran Rey y Señor,
to de los dolores, en la re- Jesucristo.
Discurso, VII, 1-2 129

geles. Todo esto para honrar la enseña que lleva y


también para fortalecer a quien la lleva.

2. La cruz de San Pablo


Porque si a los que no tienen otra misJOn más
que administrar su propia vida y no tienen ninguna
función pública que cumplir, el Señor de todos les ha
encomendado ángeles que les guarden, como dijo
Jacob, el ángel «que me ha librado desde el día en
que naCÍ»2, cuanto más a los que han recibido el en­
cargo de cuidar el mundo entero y llevan sobre sí el
peso de tantas gracias, se les darán las Potestades ce­
lestiales. Sin duda, entre los profanos del mundo, los
que se consideran dignos de tal honor, se revisten de
vestiduras exquisitas y de collares de oro, y destacan
en todas partes por su esplendor. Pablo, en cambio,
va ceñido con una cadena, y no de oro, y carga con
la cruz: es perseguido, es flagelado, pasa hambre'.
Pero no te entristezcas, mi bien amado4• Porque este
último adorno es muy superior al primero, más esplen-

2. Cf. Gn 48, 15-16. Esta y explica la miS!On del ángel


cita implícita es un claro ejem­ de la Guarda, importante para
plo del modo de leer la Biblia. cada persona, pero imprescin­
El Crisóstomo resume un re­ dible en el caso del Apóstol
lato amplio en una frase que Pablo.
sirve para la doctrina que quie­ 3. Los sufrimientos de
re enseñar. Según el Génesis Pablo, como los de Cristo, son
Dios es el Pastor de Jacob severos en el dolor, pero glo­
desde el nacimiento, el ángel riosos en la eficacia.
que le ha librado. El Crisós­ 4. Como hemos indicado
tomo suprime el sujeto, Dios, más arriba Homilia V, 10, este
130 Juan Crisóstomo

doroso y, sobre todo, el preferido por Dios. Por eso, Pablo


al elevarlo no se cansaba. Esto es lo realmente admirable,
que con las ataduras, latigazos y llagas andaba más ra­
diante que los que llevan vestidos de púrpura y se ador­
nan con diademas. En efecto, era el más radiante y eso
no son simples palabras, pues sus vestidos lo manifiestan.
Porque si pones sobre un enfermo grave mil diademas y
otros tantos vestidos de púrpura no podrás aliviarle lo
más mínimo la fiebre. En cambio, las ropas de Pablo', al
ponerlas en contacto con el cuerpo de los enfermos, po­
nían en fuga toda enfermedad como la cosa más natural.
Si los ladrones, al ver el estandarte real no se atre­
ven a acercarse, sino que huyen sin volver la vista
atrás, con mayor razón las enfermedades y los de­
monios, al percibir este estandarte sublime, se daban
a la fuga. Más aún, Pablo lo llevaba consigo no para
ser el único en llevarlo, sino para conseguir que todos
hicieran lo mismo y aprendieran a llevarlo. Por eso
es por lo que dice: Sed imitadores míos, según el mo­
delo que tenéis en vosotros\ y también: Lo que oís­
teis y visteis en mí, ponedlo por obra'; y en otro
lugar: A vosotros os ha sido concedida la gracia por
Cristo, no sólo para que creáis en Él, sino también
para que padezcáis por Él'. Las dignidades de la vida

vocativo es una fórmula de la Pablo ha de concretarse en el


diatriba filosófica, sin ninguna comportamiento ordinario, según
otra connotación afectiva. Flp 4, 9, pero, sobre todo, en la
5. Cf. Hch 19, 12. aceptación de las contrariedades
6. Flp 3, 17. y sufrimientos por amor a Jesu­
7. Flp 4, 9. cristo. Así lo señala el final de Flp
8. Flp 1, 29. La imitación de 1, 29: Sosteniendo el mismo com-
Discurso, VII, 2-J 131

presente parecen más valiosas cuando concurren en


mayor número en una sola persona, pero en el plano
espiritual ocurre lo contrario: los honores son más es­
clarecidos cuando son muchos lo que acceden a ellos
en primera línea, cuando no es uno solo sino que son
muchos los que gozan de la misma dignidad. En este
sentido, ves bien que todos sean portadores del es­
tandarte de Cristo, que cada uno enarbole su nom­
bre ante las naciones y ante los reyes, pero el mismo
Pablo lo hace exponiéndose a la gehenna y afrontan­
do el castigo. Pero esto último no lo indicó, porque
no todos los hombres son capaces de asumirlo.

3. Grandeza de la naturaleza humana en Pablo


¿Has comprobado cuán alto grado de virtud es
capaz de poseer nuestra naturaleza? ¿Cómo no hay
nada más valioso que el hombre, aun permaneciendo
en su condición mortal? ¿ Qué otra cosa puedes men­
cionar mejor que nuestra naturaleza? Y ni siquiera
otra cosa igual. ¡ Cuántos ángeles y arcángeles supe­
ran en dignidad a aquel que ha pronunciado tales pa­
labras! E l que, aun estando en cuerpo mortal y pe­
recedero, ofrece todo en honor de Cristo, lo que posee
como dueño y lo que no posee -porque ofrece lo pre­
sente y lo que desea, lo alto y lo profundo y cual­
quier criatura'-, ese hombre, si hubiera tenido una na-

bate que visteis en mí y del que pcriorcs al hombre para ex­


ahora os hablo. presar que nada ni nadie es su­
9. Cf. Rm 8, 18-19. Aquí perior al amor de Dios. Juan
Pablo enumera las fuerzas su- Crisóstomo alude a las mismas
132 Juan Crisóstomo

turaleza in corpórea, ¿ qué no habría dicho? ¿ Qué no


hubiera hecho? Por supuesto, admiro también a los
ángeles, porque han sido juzgados y calificados dig­
nos de este honor, no porque gocen de una natura­
leza incorpórea10• Pues tampoco el diablo tiene cuer­
po ni es visible y, sin embargo, es el más desdichado
de todos los seres creados por haberse levantado con­
tra Dios, su creador. En consecuencia, decimos que
los hombres son desdichados, no porque los vemos
revestidos de carne, sino porque no la utilizan como
deben. También Pablo estaba revestido de carne11• Y
pregunto, ¿de dónde le viene el que llegara a ser lo
que era? De éJl2 y, a la vez, de Dios. De parte de

fuerzas para señalar que todo, vista la doctrina maniquea al


sin excepción, lo ha entregado hacer hincapié en la importan­
Pablo al Señor. cia del cuerpo humano en la
1 O. Sobre la naturaleza in­ virtud y en la salvación. Cf. L.
corpórea: EUSEBIO OE CESA­ BROTTIER, «Corps souffrant,
REA, Demostratio evangelica, corps separé. Sur quelques ex­
4, 1 PG 22, 252B); ID., Pre­ péricnccs vécucs par Jcan
paratio evangelica, 7, 1 5 (PG Chrysostome», Connaissance
21, 552C); MACARIO EL E GIP­ des Pi:res de l'Église 52 (1993)
CIO, Homilia, 16, 1 (PG 34, 19-23.
61 3A); GREGORIO DE NISA, De 12. Es decir, de la perso­
vita Mosis, (PG 44, 337D); na de Pablo mismo. Literal-
]UAN CRIS6STOMO, Hom. in mente el término griego oi­
Gen., 22, 2 (PG 53, 188B); kothen puede traducirse
GREGOR!O DE ANTIOQUÍA, De «desde sí mismo»; el Crisós­
baptismo Christi, 4 (PG 1 O, tomo desea manifestar la vo­
1 180A). luntad personal de Pablo y su
1 1 . Cf. Rm 7, 5.1 8.25; etc. cooperación a la gracia de
Juan Crisóstomo tenía a la Dios.
Discurso, VII, 3-4 133

Dios, porque simultáneamente viene de parte de él,


porque Dios no hace acepción de personasu. Si tú te
justificas diciendo: ¿ cómo se puede imitar a hombres
como él, cuando lo que él mismo dice es: Sed imita­
dores míos, como yo lo soy de Cristo14? É l ha sido
imitador de Cristo, ¿ no vas a poder hacer tú lo mismo
que él, que es siervo como tú? É l procuraba imitar
al Señor, ¿no vas a poder hacer tú lo mismo con un
servidor igual que tú? ¿ Qué excusa vas a tener?

4. El celo inicial en Damasco


Dirá alguno, ¿cómo ha imitado a Cristo? Exami­
na este tema desde el principio, desde sus inicios. Por­
que, en cuanto salió de las fuentes divinas15, se le�
vantó con tal ardor que ni siquiera esperó a un maestro.
Y así no esperó a Pedro ni fue a encontrarse con San­
tiago o con algún otro apóstol, sino que arrastrado
por su celo, inflamó la ciudad entera [de Damasco]
de tal manera que se suscitó contra él una violenta
batalla 16• Porque él, siendo todavía judío, actuó por
encima de lo que permitían sus facultades, encade­
nando a los cristianos, llevándolos a prisión y con-

13. Hch 10, 24; d. Rm 2, 1 1 . del Señor como una casca­


14. 1 Co 11, l. da que inunda todo y le
1 5 . Cf. Ga 1 , 1 7 . El re­ lleva a entender que aque­
lato de la Carta a los gála­ llo supuso el bautismo del
tas es tan vivo y tan breve Apóstol. De ahí la expre­
que admite interpretaciones sión «las fuentes divinas».
arriesgadas. El Crisóstomo 16. Cf. Hch 9, 20-25; 2
se imagina aquella irrupción Co 1 1 , 32-33.
134 Juan Crisóstomo

fiscando sus bienes17• Algo parecido había hecho Moi­


sés que, sin haber recibido esta misión de nadie, se
dedicó a vengar la injusticia de los extranjeros contra
sus hermanos". Pues estas son las pruebas de un alma
fuerte y de un corazón generoso y libre, que no es
capaz de soportar los males ajenos, aunque nadie le
haya encomendado tal misión. Y que Moisés se lanzó
con razón a esta defensa, lo corroboró Dios mismo
al encomendarle más tarde esa misión. Lo mismo hizo
con Pablo, que actuó correctamente al arrogarse la
misión de predicar la palabra y la enseñanza: Dios lo
aprobó elevándolo rápidamente a la dignidad de los
maestros.

5. El servicio esmerado a sus hermanos


Si estos hombres sólo por obtener honores y altos
puestos se hubieran lanzado a tareas tan arduas, con
razón se les habría acusado de ambiciosos. Pero como
amaban los peligros y se exponían a toda clase de
riesgos mortales con la intención de salvar a otros
hombres, a todos los hombres, ¿ quién puede haber

17. Con trazos breves y te por predicar el Evangelio.


claros el Crisóstomo describe 18. La mención de Moi­
los primeros pasos de Pablo en sés, profeta y guía de Israel,
Damasco (cf. Hch 9, 19-23; Ga dignifica de modo extraordi­
1, 16; 2 Co 11, 32-33). Como nario a Pablo. Moisés defen­
de costumbre no pretende re­ dió a los suyos estando toda­
latar los pormenores biográfi­ vía en el palacio del faraón (cf.
cos, y sólo intenta poner de re­ Ex 2, 1 1 -22) y luego recibió el
lieve las virtudes del Apóstol, encargo de sacar a Israel de la
en este caso el celo apasionan- esclavitud egipcia (cf. Ex 3-4) .
Discurso, V1 [, 4-5 135

tan miserable que los considere culpables por tanto


celo? Porque por desear ardientemente la salvación de
los que estaban perdidos, estos hombres actuaron de
ese modo; y así lo demuestra la decisión de Dios e
incluso como contraste, lo demuestra la perdición de
los que estaban miserablemente atrapados por esa pa­
sión19. Ha habido muchos que se han lanzado al poder
y a los primeros puestos, pero todos han muerto, unos
devorados por las llamas20, otros tragados en un tem­
blor de tierra21. Es que no obraban de esa manera
para proteger a los demás, sino para conseguirse el
puesto más elevado. Ozías fue uno que se lanzó a
ello, pero enfermó de lepra22, lo mismo le ocurrió a
Simón que quiso ejercer una función elevada y fue
condenado y estuvo a punto de sufrir el último mal
(la muerte)". Pablo, en cambio, también aspiró a fun­
ciones elevadas y fue coronado, no con el sacerdocio
y el honor, sino con el servicio, las fatigas y los pe­
ligros24. Y, como emprendió su carrera movido por

19. La pasión (eros) tiene In Oziam seu de Seraphim: PG


aquí un sentido opuesto al que 56, 97-104.
aparece al hablar de la "pasión 23. Cf. Hch 8, 1 8-24.
por Cristo» (Homilía, l, 14 y 24. El Crisóstomo enten­
II, 4). Significa el afán apasio­ día el sacerdocio como un ser­
nado por buscar honores y vicio (diaconía) y no como un
puestos de relevancia. honor, y la grandeza de Pablo
20. Cf. Jc 9, 49. se fundamenta en su ministe­
2 1 . Cf. Nm 16, 30-32; Dt rio a favor de los demás y no
1 1 , 6; Sal 105, 17. en su carácter de sacerdote,
22. Cf. 2 Cro 26, 16-2 1 . que en ningún momento men­
E l Crisóstomo ha dedicado ciona. Sobre el sacerdocio en
unas homilías a este episodio: Juan Crisóstomo hay una am-
136 fuan Crisóstomo

un ardiente celo y por un fervor intenso, es por lo


que ha sido ensalzado y ha resplandecido desde el
pnnc1p10.
Lo mismo que el que ha sido designado para un
puesto elevado de dirigente, si no cumple su encargo
como debe, se hace merecedor de los mayores casti­
gos, así también uno que no ha sido designado ex­
plícitamente como dirigente, pero lo ejerce como con­
viene, no digo la dignidad del sacerdocio, sino la
preocupación y el cuidado de los demás, ese es digno
de todo honor.

6. Defensa ferviente del Evangelio ante los judíos


Pablo, por su parte, ni un solo día estuvo ocioso
porque él era más ardiente que el fuego y, por eso,
desde que salió de aquella fuente sagrada se le avivó
una llama tan intensa dentro de sí que ya no tuvo
miedo ni pensó en los peligros, ni en las burlas o in­
jurias de los judíos, ni en su negativa a creer, ni en
ninguna dificultad que proviniera de ellos. Más bien,
mirándolos con otros ojos, con los ojos de la caridad,
y con otra mentalidad, se lanzó con una vehemencia
más fuerte que la de un torrente, a desbaratar todas
las argucias de los judíos y a demostrarles por la Es­
critura que Jesús es el Cristo25• Todavía no poseía mu-

plia literatura, pero basta revi­ BENLLOCH, BPa 57, Ciudad


sar Diálogo sobre el Sacerdo­ Nueva, Madrid 2002, pp. 26-
cio, especialmente la introduc­ 36.

Clon a cargo de J. J. AYAN 25. Cf. Hch 9, 20-22.


CALVO - P. Dé NAVASCUÉS
Discurso, VII, 5-7 137

chos dones de la gracia, ni gozaba de la presencia di­


námica del Espíritu, sin embargo estaba fuertemente
inflamado y se comportaba con un ánimo profunda­
mente mortificado". Y como si quisiera justificarse
por su vida anterior, actuaba en todo momento de tal
manera que se lanzaba al lugar más difícil, al comba­
te donde se exponía a sufrir más y donde hubiera más
peligros y sobresaltos.

7. Docilidad ante los consejos

Por otra parte, aun siendo tan audaz, teniendo tal


ímpetu27 y estando animado de un fuego tan intenso,
era, sin embargo, dócil y apacible con sus maestros,
hasta el punto de que, a pesar de la fogosidad de su
celo, jamás se enfrentó a ellos'". Así a él, que ardía
de celo y estaba enloquecido de entusiasmo, se le acer­
caron para indicarle que convenía que fuera a Tarso
y Cesarea y no se opuso29• Le dijeron que era nece­
sario descolgarse por el muro y lo llevó bien30, le

26. Pablo alcanzó un alto 28. E l Apóstol atendió


grado de santidad como seña­ de modo admirable los con­
la con frecuencia el Crisósto­ sejos que le daban en temas
mo (d. Homilía, V, 3), pero de importancia, como el
en esta Homilía señala la co­ viaje a Tarso y Cesarea (cf.
rrespondencia a la gracia desde Hch 18, 18) y en temas más
el primer momento de su con­ cotidianos, como raparse la
versión. cabeza o presentarse en p ú ­
27. El término griego or­ blico.
metias significa, en sentido li­ 29. Cf. Hch 9, 30.
teral, la persona impetuosa, en­ 30. Cf. Hch 9, 25; 2 Co
tusiasta o celosa de algo. 1 1 , 33.
138 Juan Crisóstomo

aconsejaron raparse la cabeza y no se negó31, le indi­


caron que se presentara en la plaza pública y obede­
ció32. En toda circunstancia se entregó del todo úni­
camente al interés de los fieles, a la paz y a la armonía.
En todo momento y circunstancia cuidaba de sí mismo
para poder predicar el mensaje.

8. Carácter indomable de Pablo


Así pues, cuando oyes que envió al hijo de su
hermana hasta el tribuno33 con el fin de librarse él
mismo de los peligros, y que apeló al César34 y que
se apresuró a viajar a Roma, no pienses que sus pa­
labras son de falta de valor. El que gemía por per­
manecer todavía en este mundo35, ¿cómo no iba a pre­
ferir estar con Cristo? El que despreciaba los cielos
y desdeñaba a los ángeles por Cristo, ¿cómo había de
apetecer los bienes presentes? Entonces, ¿en virtud de
qué hacía todo esto? Para dedicarse plenamente a la
predicación del mensaje, para poder abandonar este
mundo acompañado de un gran número de hombres
y para conseguir que todos alcancen la corona de glo­
ria36. Lo que de verdad temía era dejar este mundo
«pobre>>, sin haber conseguido la salvación de la mayor
parte de los hombres. Por eso decía: Permanecer en
la carne es más necesario para vosotros37•

31. Cf. Hch 21, 23-24, 26. sarrolla también el Crisóstorn o


32. Cf. Hch 19, 29-3 1 . en su De Sacerdotio IV, 3 (BPa
33. Cf. Hch 23, 16-18. 57, 121- 123), al explicar cómo
34. Cf. Hch 25, 10-11. debe ser el comportamiento
35. Cf. Rm 8, 23; 2 Co 5, 4. del sacerdote.
36. Estos objetivos los de- 37. Flp 1, 24.
Discurso, VII, 7-9 139

9. Celo de Pablo en su viaje a Roma


Por esto, aun viendo que el tribunal proponía una
sentencia mas favorable para él, como aparece en lo
que Agripa dijo a Festo: Podría ser puesto en liber­
tad si no hubiera apelado al Césa¡-38 y aun estando
atado, conducido entre innumerables malhechores, cul­
pables de mil delitos, no se avergonzó de ir encade­
nado con ellos, más bien al contrario, cuidó de todos
los que navegaban con él lleno de confianza en sí
mismo y sabiendo que él estaba a resguardo total. Y
conducido por un mar tan inmenso, siempre encade­
nado, iba tan alegre como si fuera enviado a recibir
un puesto de altura. Y en verdad, era botín no pe­
queño el que se le presentaba: la conversión [al cris­
tianismo] de la ciudad de Roma. Por eso, nunca me­
nospreció a los que navegaban con él, más bien les
infundía serenidad contándoles la visión que había te­
nido: por ella supieron que todos los que navegaban
con él se salvarían, gracias a él39• Y se comportaba de
este modo no para enaltecerse a sí mismo, sino para
prepararlos a que le escucharan y se convirtieran. Por
esto, Dios mismo permitió que el mar se encrespara40
para que tanto por los que no le habían escuchado
como por los que lo habían hecho, se manifestara en
toda circunstancia la gracia de Pablo. De hecho, (antes
de emprender el viaje) había aconsejado no echarse a

38. Hch 26, 2. Las peri­ hacer hincapié en la fuerza de


pecias del viaje a Roma mues­ ese celo apostólico de Pablo.
tran el celo apostólico de Pablo 39. Cf. Hch 27, 22-25.
y sirven al Crisóstomo para 40. Cf. Hch 27, 14-41.
140 Juan Crisóstomo

la mar41 y no había sido escuchado, por lo que lle­


garon a estos peligros extremos. Pero ni siquiera en­
tonces se mostró insolente; más bien cuidó de ellos
como cuida un padre de sus hijos42 e hizo lo que
pudo para que ninguno pereciera. Más tarde, cuando
ya entró en Roma, ¡con qué dulzura conversaba43, con
qué libertad y audacia conseguía que se callaran los
no creyentes!44• Y no se detuvo en esa ciudad, pues­
to que de allí salió en dirección a España45•

1 0. La fecundidad de Pablo en sus discípulos


Cuanto más numerosos eran los p eligros más
crecía su confianza y más emprendedor se hacía.
Y no sólo él, también sus discípulos por él. Si

41. Cf. Hch 10, 2 1 . 44. Cf. Hch 28, 25-3 1 .


42. Cf. Hch 27, 22-25.33- 45. La intención de diri­
36. En tiempos de Pablo la girse a España (d. Rm 15, 24-
navegación por alta mar se 26) probablemente se llevó a
consideraba insegura a partir cabo, aunque no hay cons­
de septiembre. La «nave ale­ tancia cierta de ello (cf. L.
jandrina» (Hch 27, 6) en la AGUIRRE PRA DO , San Pablo
que zarparon debía de ser de en España, Publicaciones Es­
las que transportaban trigo de pañolas, Madrid 1 963; J.
Egipto a Roma. Eran anchas FITZMYER, Teología de San
y pesadas, con mástiles y Pablo, Cristiandad, Madrid
puente sobre la cubierta, y es­ 2008, pp. 41s.). S. Juan Cri­
cotillas de descenso a la bo­ sóstomo mencionó esta deci­
dega, donde se refugiaban los sión como muestra del amplio
pasajeros cuando había mal horizonte apostólico de Pablo
tiempo (cf. Sagrada Biblia, t. (cf. Hom in Epist. ad Rom,
V, p. 860). Hom XXIX, 3: PG 60, 657,
43. Cf. Hch 28, 17-20. y Hom XXX,l: PG 60, 662).
Discurso, VII, 9-10 141

le hubieran visto que aflojaba o que se atemori­


zaba, quizás también ellos habrían desistido, ago­
biados por e l desaliento. Pero como comproba­
ban que cada día era más valeroso y que, a pesar
de ser tan insolentemente injuriado, perseveraba
firmemente, ellos también predicaban el mensa­
je con gran audacia y libertad46• E s to es lo que
indica cuando dice: La mayor parte de los her­
manos en el Señor, alentados por mis cadenas, se
han atrevido con más audacia a predicar sin
miedo la palabra de Dios47• Cuando el caudillo
es bravo y fuerte, no sólo abatiendo y matando,
sino también cuando está herido, hace más au­
daces a los que están bajo sus órdenes; diríamos
que consigue más cuando está herido que cuan­
do hiere. Cuando lo ven chorreando sangre y cu­
bierto de heridas, pero sin ceder n i siquiera en
esas circunstancias ante sus adversarios, sino, al
contrario, persevera con valentía, enarbola la
lanza, ataca a sus enemigos sin detenerse en sus
propios sufrimientos, ellos también entran en la
pelea con mayor coraje. E s l o que p asó también

46. El término parrhesia En este párrafo aparece hasta


que aparece frecuentemente tres veces, y en las obras del
en el libro de los Hechos in­ Crisóstomo es muy frecuen­
dica la audacia, la libertad de te. Cf. G. J. M . BARTELINK,
espíritu, la decisión, la se­ «Parrhesia dans les oeuvres
guridad y el convencimien­ de J ean Chrysostome», Stu­
to de la verdad del mensaje dia Patristica 16 ( 1 985) 441-
evangélico. Es difícil tradu­ 448.
cirlo por una sola palabra. 47. Flp 1, 14.
142 Juan Crisóstomo

a Pablo. A l verlo encadenado y, sin embargo pre­


dicando e l mensaje en l a prisión, azotado y, sin
embargo, conquistando a los mismos que lo azo­
taban, se llenaron d e audacia y libertad. Y, por
eso, para dejar claro esto, no dijo sólo alenta­
dos, sino que añadió: Se han atrevido con más
audacia a predicar sin miedo la Palabra48• E s
como decir: « C on mucha más audacia predican
los hermanos que cuando estaba en l i bertad>>.
·
Esto era así porqu e también él tenía mayor fer­
vor: actuaba c o n más arrojo contra sus enemi­
gos, y cuanto más aumentaban las persecuciones
más crecía su audacia, y suponían para é l u n estí­
mulo para crecer en seguridad.

11. Eficacia apostólica con los perseguidores


Así, estando una vez encerrado en la cárcel, res­
plandeció de tal manera que los cimientos de la cár­
cel temblaron, las puertas se abrieron y consiguió con­
vertir al carcelero'". Y en otra ocasión, por poco
consigue convencer al juez mismo que llegó a decir­
le: Un poco más y me convences de que me haga

48. Flp 1 , 14. oraCion, imitando a la de


49 Cf. Hch 16, 25-34. Pablo en la cárcel (In Acta
E l bautismo del carcelero Apostolorum, Hom. XXXVI:
de Filipos fue transcenden­ PG 60, 2 14-223), bien para
tal para la expansión del mostrar la entereza y celo
cristianismo. El Crisóstomo apostólico, como en este
lo comenta con frecuencia, caso.
bien para recomendar la
Discurso, VIl, 10-11 143

cristiano50• Y cuando fue apedreado" entró en la ciu­


dad en la que le lanzaban piedras y los convirtió. Lo
citaron a un tribunal para ser juzgado, en una oca­
sión los judíos52 y en otra los atenienses 53, y en ambos
casos los jueces terminaron siendo discípulos y los ad­
versarios súbditos sumisos. Lo mismo que el fuego
que cae sobre materiales de diferentes tipos se acre­
cienta y se desarrolla con la sustancia de los materia­
les que encuentra a su paso, así era la palabra de Pablo
que a todos los que se acercaban los atraía hacia
sí, y los que se le oponían, cautivados enseguida por
sus palabras, se convertían en pasto que acrecentaba
ese fuego espiritual, y gracias a ellos la Palabra se ex­
tendía más y más y alcanzaba a muchas otras perso­
nas. Es por lo que dice: Estoy encadenado, pero la
palabra de Dios no está encadenada54• Le obligaban a
huir, lo cual era en realidad una persecución, pero el
resultado era la expansión generalizada de los maes­
tros. De este modo, lo que habrían hecho sus amigos
o sus partidarios, lo hacían sus enemigos, no permi­
tiéndole que se asentara en una sola región, sino en­
viándolo como a un médico, que es lo que era. Así,

50. Hch 26, 28 . El rey Pablo en Listra, señala que en


Agripa en Cesarca estuvo a la región Pablo y Bernabé con­
punto de dejarlo en libertad, siguieron muchos discípulos
si no hubiera apelado al César (cf. Hch 14, 21).
(cf. Homilía, VII, 8). 52. Cf. Hch 18, 12-16; 22,
51. Cf. Hch 14, 19; 2 Co 30-23, 10.
1 1 , 25. Aunque el libro de los 53. Hch 26, 28.
Hechos no menciona la con­ 54. 2 Tm 2, 9.
versión de los que lapidaron a
144 Juan Crisóstomo

gracias a los que le insidiaban y a los que le perse­


guían, todos pudieron escuchar las palabras de Pablo.

12. El fruto de la persecución

Le encadenaron de nuevo y sólo consiguieron


que se animara más; expulsaron a sus discípulos y
sólo consiguieron que se enviara un maestro a los
que no tenían; le condujeron a un tribunal supe­
rior y sólo consiguieron que pudiera salvar a una
ciudad más grande55• Por esta razón los judíos mo­
lestos por los apóstoles decían: ¿ Qué vamos a hacer
con estos hombres?56• Porque parecen decir que por
las mismas medidas que tomamos contra ellos, por
esas mismas acrecientan su influencia. Lo entrega­
ron al jefe de la cárcel para que lo custodiara con
mucho cuidado, pero él fue custodiado por Pablo
con mucho más esmero. Le hicieron salir junto con

55. Roma era el desti­ mente el propósito del es­


no definitivo del Apóstol critor. Pues los evangelistas
donde culminaría su labor sólo se propusieron escribir
(cf. Hch 28, 1 1 -30). En la lo más esencial (Homiliae in
Homilía a este texto co­ A cta Apostolorum, 1: PG 60,
menta el Crisóstomo: «Si se 1 3- 1 4). Sobre la estancia de
me pregunta por qué San Pablo en Roma puede verse
Lucas, que ha permanecido F. F. BRUCE, «St. Paul in
con el Apóstol hasta su Rome», Bulletin of the john
martirio, no ha prolongado Rylands University Library
su relato hasta ese momen­ of Manchester, 46 ( 1 963)
to, responderé que el libro 236-345.
de los Hechos tal como lo 56. Hch 4, 16.
poseemos, cumple perfecta-
Discurso, VII, 11-12 145

los pnswneros para que no se fugara, pero él en­


señó la doctrina" a estos prisioneros Le hicieron
salir por mar para que, sin quererlo ellos, consi­
guieran que culminara el viaje más rápidamente.
Pero sobrevino el naufragio y fue una gran opor­
tunidad para instruir a los que navegaban con él.
Le amenazaron con mil suplicios con la intención
de extinguir la predicación del mensaje y sólo con­
siguieron que se propagara más58• Lo mismo dije­
ron los judíos sobre el Señor: Matémosle para que
no vengan los romanos y destruyan nuestra ciudad
y nuestro pueblo59, y ocurrió todo lo contrario,
pues precisamente, porque lo mataron, por eso
mismo los romanos destruyeron su nación entera
y su ciudad60•
Y lo que pensaban que era un obstáculo terminó
siendo un gran auxilio para la predicación del men­
saje. Esto mismo ocurrió con Pablo, el gran predica­
dor: las intrigas que acumulaban para aniquilar la pa­
labra de Dios, esas mismas la hacían crecer y la
elevaban hasta alturas inefables.

57. Lit.: «catequesis». 59. Jn 1 1 , 48.


58. Con maestría oratoria 60. Alude aquí el Crisós­
resume el Crisóstomo los acon­ tomo a una tradición según la
tecimientos que ha mencionado cual la destrucción de Jerusa­
antes y que perfilan la persona­ lén fue providencial para la
lidad del Apóstol, un hombre expansión del cristianismo
capaz de transformar las ase­ por todo el imperio, rom­
chanzas, contrariedades y perse­ piendo así los límites de la
cuciones en oportunidades para Palestina de entonces.
extender el mensaje evangélico.
146 Juan Crisóstomo

13. Exhortación final


Por todos estos bienes demos gracias a Dios que
es el Autor bondadoso de tantos beneficios, y glori­
fiquemos al bienaventurado Pablo, a través del cual
se llevaron a cabo. Y pidamos alcanzar también no­
sotros esos mismos bienes por la gracia y la miseri­
cordia de nuestro Señor Jesucristo, al cual y con el
cual sea dada la gloria al Padre, junto con el Espíri­
tu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
ÍNDICES
ÍNDICE BÍBLICO

Génesis Números
2, 10-14: 28. 16, 30-32: 135.
4, 4: 29.
4, 8: 31. Deuteronomio
7, 7: 32. 10, 17: 90.
8, 7: 32. 1 1, 6: 135.
12, 1 : 33.
14, 12-16: 33. Josué
18, 1 - 15: 96. 2, 1 -24: 68.
22, 1 -1 8: 1 16. 5, 13: 96.
22, 9-10: 33. 6, 17: 68.
26, 1 5-25: 34.
26, 1 8. 1 9: 34. Jueces
2, 4: 50.
29, 1 5-30: 35.
9, 49: 135.
39, 7-20: 35.
48,15-16: 129. 1 Samuel
4, 4: 97.
Éxodo 1 7, 34-37: 106.
2, 1 1 -22: 134.
3, 1 -6: 96. 2 Samuel
3-4: 134. 6, 2: 97.
19, 1 8: 96. 12, 13: 39.
24, 17: 96.
32, 4: 67. 1 Reyes
32, 32: 38. 19, 9-13: 96.

Levítivo 2 Reyes
1 , 3.13.17: 29. 4, 13: 59.
150 fndice bíblico

19, 15: 97. Ezequiel


24, 10-16: 64. 1 , 26: 97.

1 Crónicas Daniel
13, 6: 97. 3, 8-30: 1 1 6.
7, 9-14: 96.
2 Crónicas 10, 13.21: 51.
26, 16-21: 135. 12, 1 : 51.

Nehemías Oseas
9, 1 8: 67. 12, 1 1 : 97.

Job Jonás
7, 5: 37. 3, 1-10: 68.
20, 7: 36.
20, 1 1 : 36.
Malaquías
31, 31: 37.
2, 7: 40.
Salmos
126. Mateo
4, 5:
5, 22: 126.
50, 1ss: 39.
5, 44-45: 54.
79, 2: 97.
8, 12: 46.
98, 1 : 97.
1 0, 35: 83.
102, 14: 56.
12, 41: 68.
103, 20: 41.
14, 31: 79.
104, 4: 41.
16, 24: 124.
105, 1 7: 135.
22, 13: 46.
1 06, 19-22: 67.
23, 2-3: 123.
Eclesiástico 25, 30: 46.
1, 22: 125. 26, 33.35: 114.
27, 38: 80.
Isaías
6, 7: 97. Marcos
8, 34: 124.
Jeremías 14, 29.3 1 : 1 14.
10, 23: 56. 1 5, 27: 80.
14, 7: 55. 15, 32: 83.
Índice bíblico 151

Lucas 9, 19-25: 94.


9, 23: 124. 9, 20-22: 136.
1 1, 29-30.32: 68. 9, 20-25: 133.
12, 52-53: 83. 9, 25: 137.
1 8, 12: 101. 9, 30: 137.
23, 33: 1 14. 9, 36-42: 66.
23, 40: 68. 1 o, 2 1 : 140.
10, 24: 133.
Juan 10, 34: 90.
7, 12.46-47: 73. 12, 25: 123.
1 1 , 48: 145. 13, 6: 94.
13, 37: 1 14. 13, 6-12: 64.
15, 13: 38. 13, 9-1 1 : 121.
1 5, 16: 66. 13, 13: 123.
21, 18: 1 14. 13, 15: 123.
14, 19: 34, 55,
Hechos 143.
2, 1-1 1 : 66. 14, 21: 143.
3, 3-5.9-10: 121. 15, 38: 123.
4, 16: 144. 1 6, 1-3: 97.
5, 1 - 1 1 : 64. 16, 1 4-40: 1 10.
5, 15: 94. 1 6, 22-25: 109.
5, 16: 66. 16, 23: 35.
5, 34-39: 81. 16, 25-34: 142.
6, 6: 94. 17, 32-34: 78.
6, 13: 84. 1 8, 3: 74, 75.
6, 15: 66. 18, 12-16: 143.
7, 58: 66. 18, 18: 75, 97,
8, 1-3: 66. 137.
8, 7: 66. 19, 1 1 - 12: 62.
8, 9-24: 64. 19, 12: 93, 130.
8, 1 8-24: 135. 19, 29-31 : 138.
9, 1 -25: 63. 20, 9-12: 51, 62.
9, 8: 63. 20, 31: 38.
9, 15: 28. 20, 34: 60.
9, 19-23: 134. 21, 23-24: 26, 138.
152 Índice bíblico

21, 27-40: 109. 10, 1: SS.


22, 5-16: 63. 1 0, 2: SS.
22, 20: 66. 1 1, 3: 31.
22, 24: 35. 1 1, 20-21: SS.
22, 30-23: 10, 143. 1 1, 29: SS.
23, 3: 122. 12, 13: 37.
23, 5: 123. 13, 9: 61.
23, 16-18: 138. 15, 24-26: 140.
24, 17: 97. 15, 25: 76.
25, 1 0- 1 1 : 138. 16, 1-2: 59.
26, 2: 139. 16, 3: 75.
26, 1 0- 1 8: 63.
26, 21: 31. 1 Corintios
26, 28: 143. 1, 22-23: 73, 77.
27, 6: 140. 1, 26: 77.
27, 14-41: 139. 1 , 26-28: 76.
27, 22-25: 139. 1, 27.28: 77.
27, 22-25.33-36: 140. 2, 2-4: 77.
28, 1: 35. 2, 3: 78.
28, 1 1 -30: 144. 3, 1 8: 63.
28, 1 7-20: 140. 4, 1 0: 103.
28, 25-3 1 : 140. 4, 1 1 : 35, 75.
4, 12-13: 121.
Romanos S, 3-5: 121.
2, 1 1 : 90, 133. 6, 3: 93.
2, 26: 98. 8, 1 : 101.
7 , 5.1 8.25: 132. 8, 2: 101.
7 , 7-13: 98. 9, 1 8: 41, 44.
8, 1 8- 1 9: 131. 9, 20-21: 97.
8, 23: 1 14, 138. 9, 20.22: 57.
8, 35: 1 1 0. 9, 24ss.: 44.
8, 38: 46, 97. 9, 25: 52.
8, 39: 33. 9, 27: 1 1 7.
9, 2: 48. 11, 1 : 53, 133.
9, 3: 38s., 48, 1 1, 19: 61 .
1 14. 12, 3 1 : 62.
9, 3-4: 98. 13, 9: 101.
Índice bíblico 153

1 5, 8: 101. 1 1, 29: 48.


15, 30: 111. 11, 32-33: 133s.
1 5, 31: 30, 92. 1 1, 33: 137.
1 5, 32: 35. 12, 1 .6: 105.
16, 2: 76. 12, 1-7: 101.
16, 1 5-16: 59. 12, 2: 1 04, 107.
16, 18: 59. 12, 2-4: so.
12, 5: 104.
2 Corintios 12, 7: 1 1 8.
1, 7: 78. 12, 10: 45.
2, 4: 38, 57. 12, 11: 85, 104.
2, 5-10: 121. 12, 15: 60.
2, 8: 57. 12, 20: 57.
2, 14: 45. 12, 21: 57.
2, 32-33: 94.
4, 1 7: 43. Gálatas
4, 1 7-18: 1 11 . 1 , 12-17: 63.
S, 3: 75. 1, 12-23: 106.
S, 4: 1 1 3, 138. 1, 13-14: 64.
5, 13: 100. 1, 1 5 : 65.
6, 5: 35. 1 , 16: 134.
6, 7: 45. 1, 1 7: 89, 133.
6, 9: 46. 2, 19: 35.
7, 12: 121. 3, 1 .3: 107.
1 o, 4-5: 85. 3, 4: 78.
1 1 , 1 -2: 103. 3, 14: 73.
1 1, 5.13: 85. 3, 24: 98.
1 1, 6: 75. 4, 19: 38, 57.
1 1 , 1 7-21 : 103. 6, 14: 35, 1 1 7s.
1 1 , 23-24: 35.
1 1, 24: SS. Efesios
1 1 , 24-25: 1 1 8. S, 1: 53.
1 1, 25: 35, 55, 5, 2: 53.
143. S, 24ss: 35.
1 1 , 27: 35. 6, 3: 93.
1 1, 28-29: 37. 6, 9: 90.
154 Índice bíblico

Filipenses 2 Tesalonicenses
1 , 12-14: 1 1 8. 1 , 6: 120.
1, 12- 1 8: 83. 1 , 7: 121.
1 , 14: 141s.
1 , 23: 47, 1 14. 1 Timoteo
1, 24: 40, 47, 1, 5: 61.
96, 138. 1 , 20: 120.
1, 29: 130. 4, 8: 97.
2, 1 7- 1 8: 31. 2 Timoteo
2, 1 8: 44. 1, 12: 111.
2, 28: 61. 2, 9: 143.
3, 8: 35. 2, 24-26: 57.
3, 1 3: 44. 4, 6: 30.
3, 17: 1 30. 4, 7-8: 52.
3, 1 9: 101. 4, 1 5: 120.
4, 9: 1 30.
Tito
Colosenses 1 , 12: 107.
1 , 28: 57 . 3, 13: 59.
1, 40: 123. Hebreos
3, 14: 61. 6, 12: 58.
3, 25: 90. 10, 4: 58.
1 0, 32-34: 78.
1 Tesalonicenses 1 1, 33: 36.
2, 14-15: 78. 1 1 , 37-38: 49.
2, 15: 31.
2, 16: 122. 2 Pedro
3, 2: 58. 1, 5-8: 61.
ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS

abatimiento: 48, 1 12, 125. altanería: 85.


Abe!: 29, 3 1 . altar: 3 1 .
abominación: 73. amabilidad: 54.
Abrahán: 33s., 66, 1 1 6. ambición: 34.
abundancia: 37, 73, 90, 92, 99. Amén: 42, 52, 62, 90, 108,
acero: 1 1 6. 127, 146.
actitudes: 98. amenaza/s: 86s.
actos: 29. amigo: 67.
acusación/es: 42, 73, 91, 1 06, amigos: 33, 36, 84, 143.
120. amor: 33, 39s., 45s., 49, 52-
adorno: 129. 54, 57, 61, 97, 100, 1 06,
adulterios: 87. 1 1 0, 1 14, 1 1 8, 120, 130s.
adúlteros: 86. Amor: 54, 58.
aflicción: 82, 120. Ananías: 28, 64, 121s.
agrado: 44. Anás: 122.
Agripa: 139, 143. Anaxágoras de Clazomenes: 88.
agua: 99. anciano: 96.
aguijón: 1 1 8. ángel/es: 28, 31, 40s., 43, 46,
alabanza/s: 50, 56, 61, 100, SOs., 53, 66, 93, 1 1 0s.,
1 02, 104s., 108, 1 1 5, 127. 1 1 8, 129, 1 3 1 s., 138.
alegre: 139. angustia/s: 45, 57, 94, 109s.,
alegría: 44s., 78. 1 1 4.
alejandrina: 140. animal/es: 32, 74, 85.
Alejandro: 120. ánimo: 92, 94, 121, 124, 137.
alimento/s: 40, 75, 89, 92, 98. Antiguo Testamento: 29, 64,
alma/s: 27s., 34, 35-39, 43, 67, 68, 1 08.
48s., 56, 58, 60s., 67, 89s., Antioquía: 132.
92, 94, 97, 99s., 109, 1 1 1, apacible: 1 37.
1 18s., 125s., 134. aparato militar: 79.
156 fndice de nombres y materias

apedreado: 34, 143. azotes: 37, 47, 109s., 1 12.


apego: 95.
Apolo: 59, 68, 72. bajeza: 1 1 5.
apóstol/es: 25, 29, 43, 53, baladíes: 124.
63, 66, 8 1 , 85s., 91, 94s., balanza: 49.
101s., 106, 109, 1 14, 128, bandera: 128.
133, 144. bárbaro/s: 30, 33, 38, 69s.
Apóstol: 27-29, 3 1 , 35, 44, barco: 124.
48, 56, 60, 63, 66, 82, 84, basura: 35.
98, 1 09, 1 1 1, 1 1 7s., 120, bautismo: 133, 142.
128s., 133s., 137, 1 44s. Bautista: 39, 40.
apostolado: 106. bautizados: 78.
Aquila: 75. bendición: 34, 94.
Arabia: 89. beneficio/s: 53, 70, 89, 146.
arca: 32. Bernabé: 64, 123, 143.
arcángeles: 46, 53, 1 3 1 . bestia: 82.
ardiente: 39, 55, 6 1 , 99, 1 36. bestias: 35, 107.
ardor: 40, 44, 82, 133. betún: 33.
Areópago: 78. bien/es: 3 1 , 35, 4 1 s., 45-47,
armas: 45, 79s., 85. 50, 52, 54, 60s., 78, 90,
armonía: 1 38. 95, 1 02, 105, 108, 1 1 3-
arrepentimiento: 56. 1 1 5, 129, 134, 1 38s., 146.
arrogancia: 126. bienaventurado/s: 3 1 , 41,
arte: 99, 124. 53, 63, 81, 85, 92, 100,
asambleas: 86. 146.
ascética: 44, 1 1 8. bienestar: 58.
Atenas: 78, 88. bizarra: 1 1 6.
atención: 36, 102, 108. blasfemos: 43.
atenienses: 143. boca: 43, 80, 102, 1 1 3, 1 15 .
atleta: 36. bondad: 33, 49, 100, 1 2 1 .
atribulados: 120s. borrascas: 35.
audacia: 40, 82, 140-142. botín: 47, 1 39.
audaz: 137. bravo: 1 4 1 .
autoridad: 87, 123. brea: 33.
avaricia: 54, 64. brisa: 96.
ayuda: 59, 9 1 , 1 1 2. buen camino: 106.
ayuno: 101. buena/so/: 29, 34, 52-54, 61,
Índice de nombre5 y materias !57

82, 99, 105, 108, 1 1 5, cera: 87.


1 1 7, 125s. César: 138s., 143.
bueyes: 30. Cesarca: 132, 137, 143.
burlas: 136. cicuta: 88.
cie go: 63-65, 1 2 1 .
caballo: 104. cielo/s: 29, 3 1 -34, 39-41, 47,
cabeza: 97, 1 14, 137s. 49-51, 53s., 64, 67, 71,
cadáver: 35. 87, 89, 1 1 0, 124, 138.
Caín: 31. ciencia: 65, 75, 85, l O l s.
calor: 35, 37. címbalos: 87.
calumnias: 78. cimientos: 68, 142.
caminante: 30, 96. circuncisión: 97.
camino: 55, 59, 62, 1 1 1, 1 1 9. Citeo: 88.
campo: 89. ciudad/es: 33, 46, 49, 69, 75,
carácter: 3 1 , 36, 92, 109, 1 1 1 , 79s., 85, 87, 89, 94, 128,
1 1 7, 124, 135. 133, 139s., 143-45.
carcelero: 142. ciudadanos: 88.
carga: 124, 129. claridad: 48, 71, 86, 122.
caridad: 43, 53, 57, 59, 61s., Clarios: 72.
82, 120s., 136. cólera: 82, 120-122, 125s.
carismas: 62. combate/s: 47, 5 1 , 85, 1 12,
carne: 37, 39-41, 47, 77, 95, 125, 130, 137.
1 12, 1 1 8, 132, 138. compañía: 50, 96.
casa/s: 33, 37, 75, 85. comparación: 49, 58, 80.
castidad: 35. compatriotas: 78, 86.
castigo: 120, 125, 131. comportamiento/s: 30, 60,
castigos: 47, 136. 91, 98, 100, 104, 108,
casto: 35. 1 12, 121, 130, 138.
caudal: 69. conciencia: 61, 104.
caudillo: 141. condenación: 55, 125.
ceguera: 63, 65. conducta: 27, 64.
celebración: 62. confianza: 1 1 1, 139s.
celo: 39s., 42, 44, 5 1 -53, 55, conocimiento/s: 101s.
58-60, 65, 93, 94, 133- consejo/s: 61, 120, 137.
136s., 139, 142. consideración: 79, 108s., 124.
Céncreas: 59. consolación: 78.
ceniza: 35. constancia: 35, 1 1 8, 140.
158 fndice de nombres y materias

consuelo: 48. 128; esposa de: 35; pade­


contrariedades: 130, 145. cimientos de: 78.
conversión: 28, 68, 1 3 7, 139, crítica: 83.
143. Crucificado: 72, 80.
convicciones: 87. crueldad: 85.
coraj e: 92, 141. cruz: 48, 70, 72, 77, 80, 95,
corazón: 48, 55, 57, 61, 70, 124s.5, 128s.
126, 134. cuerpo/s: 30, 34-38, 50s.,
corderos: 32. 60s., 89, 91s., ! l Os., 1 1 6-
corintios: 57, 60, 76, 78, 1 1 8, 130-132.
1 1 7s., 122. cuervo: 32.
Corinto: 44, 75, 78, 85, 121. cuestión: 122.
corona/s: 39, 47, 5 1 s., 62, cuidado: 54, 99, 136, 144.
1 1 5, 1 1 7, 127, 138. culpables: 56, 135, 139.
correas: 1 09s. culto/s: 72, 84, 86.
correcciones: 108.
corrupción: 84, 86. dádiva: 47.
costumbre/s: 43, 69, 84, Damasco: 133s.
86s., 134. dardo: 79.
creador: 126, 132. David: 39, 41, 106.
Creta: 107. débil/es: 36s., 52, 56s., 78,
creyente/s: 67, 85, 125, 140. 85, 92, 95, 124.
criatura: 3 3, 1 3 1 . debilidad/es: 44, 56, 74, 92,
crimen: 95, 108. 99, 1 1 1, 1 13-1 1 5, 1 18.
cristiana/o/s: 27, 30, 36, decisión/es: 38, 57, 67, 70,
38, 56, 58, 70, 73, 76, 96, 99, 1 1 1, 1 1 7, 135,
8 1 , 83, 85s., 95, 1 00, 1 40s.
1 1 1 , 1 1 8s., 1 2 1 , 1 3 3 , delito/s: 125, 139.
143. demencia: 105.
cristianismo: 82, 84, 123, demonio/s: 31, 33, 58, 66,
139, 142, 145. 69, 72s., 76, 80, 84, 86,
Cristo: 47, 53s., 57, 61, 63, 93, 130.
66, 68, 70s., 77, 80, 82s., desalentados: 58.
92, 94, 96, 98, 112, 1 14, desaliento: 141.
1 16, 118, 123, 125, 129- desánimo: 1 1 1 , 1 19.
131, 133, 135s., 138; amor descanso: 45, 121.
de: 45s., 1 1 O; cruz de: 72, deseo/ s: 40, 48, 55, 63, 96, 1 13.
fndice de nombres y materias 159

desesperación: 55. discurso/s: 27-29, 39, 78, 89,


desgracia/s: 46, 48, 69, 1 10. 92, 106, 1 1 3, 127.
deshonra/s: 44s. división: 123.
desidia: 1 1 1, 1 1 7. dócil: 137.
desierto: 40, 89. doctores: 125.
desilusión: 1 1 1 . doctrina/s: 71, 73, 77, 82s.,
desnudos: 37. 95, 129, 132, 145.
desprecio: 95. Dodona: 72.
día/s: 28-33, 35, 38, 43s., 48, dolor/es: 37s., 48, 57, 1 1 8,
52, 55, 68, 76, 78, 92, 120, 128s.
109, 1 1 1 , 120, 129, 136, Dominaciones: 46.
141. don/es: 27, 29, 47, 55, 62,
diablo/s: 35, 38, 57, 72s., 132. 74, 89, 137.
diademas: 130. duda: 39, 44, 1 04, 108, 1 1 1 ,
Diágoras: 88. 1 1 5, 129.
diamante: 37, 49. dueño/s: 60, 67, 99, 1 3 1 .
diamantina: 34, 49. dureza: 49, 55, 108.
dignidades: 46, 130.
dignos: 4 1 , 52, 1 1 5, 127, 129, economía: 94, 96.
132. educación: 107.
diluvio: 32. Éfeso: 38, 60, 75, 120.
dinamismo: 62. Egipto: 140.
dinero: 64, 87s., 97. ejemplo/s: 36, 53, 70, 93, 95,
Dios: passim; amor a: 39; amor 103, 108, 1 1 6, 1 1 9, 129.
de: 33, 97, 131; ciencia de: ejército/s: 46, 58s., 69, 79.
85; decisión de: 70, 135; elección: 94.
gracia de: 119, 132; ira de: elegido: 28, 38, 66.
68, 122; libro de: 38; manos Eleusis: 88.
de: 1 19; ojos de: 120; pa­ Elías: 39.
labra de: 41, 67, 68, 82, 141, Elimas: 64, 121.
143, 145; poder de: 51, 93; Elíseo: 59.
voluntad de: 27, 95. elocuencia: 75, 77, 92.
dioses: 72, 73, 87. elogio/s: 28-29, 35, 60, 100,
dirigentc/s: 38, 85, 136. 102-107, 1 1 5, 1 1 7s., 127.
discernimiento: 55. embates: 33.
discípulo/s: 3 1 , 58, 64, 75- embaucador: 72.
79, 81 s., 120, 140, 143s. emperador/s: 64, 69s., 85, 128.
160 fndice de nombres y materias

ena¡enacwnes: 54. estiércol: 36.


encargo: 28, 44, 5 1 , 129, 134, estima: 28, 1 08.
136. estímulo: 142.
encarnación: 96. estómagos: 107.
enemiga/o/s: 34, 45, 54, 56, estratega: 96.
58, 78-80, 83, 109, 1 1 8, eternidad: 38.
124, 1 4 1 - 1 43. etíopes: 74.
enfermedad/s: 54, 94, 99, Eucaristía: 62.
1 12, 1 1 8, 130. Evangelio/s: 31, 41, 63, 82,
enfermo/s: 37, 58, 98, 130. 123, 134, 136.
engaño: 108. evangelistas: 144.
enigma: 60. evangelizar: 123.
enseñanza: 78, 91, 95, 134. excelencia: 52, 80, 1 13.
envidia: 82. exeusals: 51, 55s., 69, 1 13, 133.
epístola/s: 32, 122. exigencia/s: 44, 87, 93, 97.
error: 30, 87, 89, 125. exploradores: 68.
erudición: 70, 76s.
escándalo: 77, 79. familia/s: 59, 83s.
escitas: 74. familiares: 32.
esclavitud: 1 34. fanfarrón: 1 06.
esclavo: 34, 60, 1 15. Faraón: 38.
escribas: 123. fariseo/s: 101, 123.
Escritura: 34, 40, 125, 136. fatiga/s: 3 1 , 44, 47, 105, 1 35.
esfuerzo/s: 52, 1 13, 1 1 7. fauces: 35, 36.
espada: 31, 1 10, 1 1 6, 126. favor: 53, 551, 58-61, 8 1 ,
España: 140. 1 12s., 120, 135.
esperanza: 55, 1 1 1 , 1 1 9. fe: 31, 5 1 , 64, 68, 71, 98, 1 1 6.
espinas: 30, 86. Febe: 59.
espíritu (humano): 92, 1 1 0, feliz: 46.
141. ferocidad: 85.
Espíritu dulzura del: 32. fervor: 72, 89s., 136, 142.
Espíritu Santo: 3 1 , 33, 64, festines: 87.
137, 146. Festo: 139.
esposa: 35. fiel!es: 96, 138.
estandartes: 128. fieras: 86, 124.
Esteban: 66, 84, 95. fiereza: 32.
Estéfanas: 59. fiesta/s: 84, 86, 109.
Índice de nombres y materias 161

Filemón: 60. gehenna: 46, 1 14, 125, 1 3 1 .


Filipos: 109, 142. generación: 3 1 .
filosofía/s: 27, 30, 33, 77, 88, género humano: 74, 9 1 .
95. generosos: 75.
filósofo/s: 72, 88. gente/s: 77, 1 1 2, 123.
fin: 33s., 42, 57, 61s., 65, 80, gentiles: 77, 106.
82, 100, 108, 119, 125, 138. gladiador: 124.
final: 41, 51, 55, 61, 86, 89, 93, gloria: 31, 38s., 42s., 48, 52,
108, 1 14, 127, 130, 146. 62, 67, 80, 90, 92, 102,
firmeza: 34, 36, 1 1 6. 108, 1 1 0, 127, 138, 146.
fogosidad: 137. golpes: 54, 85, 109, 1 12.
fornicación: 1 2 1 . gozo: 46s.
fornicador: 57. gracia/s: 27, 42, 45, 47s., 50,
fortaleza: 74, 94, 100, 107, 51 -52, 55, 62, 65s., 81,
1 1 3s., 1 1 6s., 128. 83, 89-94, 108, 1 1 9, 127,
fragilidad: 1 14s. 129s., 132, 137, 139,
fraude: 108. 143s., 146.
freno: 65. grajos: 32.
frío: 35. grandeza: 28, 41, 52, 92,
fruto/s: 28, 45, 66, 89, 95, 109s., 135.
1 2 1 , 144. grasa: 87.
fuego: 39, 41, 61, 68, 73, 76, Grecia: 72.
84, 86s., 96, 136s., 143. griego/s: 27s., JOs., 38, 40,
fuente/s: 28, 34, 56, 69, 133, 58, 66, 72s., 77, 83-85,
136. 87s., 100, 126, 132, 137.
fuerte/s: 38, 49, 65, 77, 95, guerra: 80, 83.
1 1 3, 1 1 6, 124s., 134, 136, guía: 134.
141. gula: 54.
fuerza: 66, 73, 75, 87s., 90, gusano/s: 37s., 69.
93, 99, 104, 1 1 1s., 1 1 5-
1 1 7, 139. habitáculo: 32.
fugitivo: 60. hábito/s: 1 1 6s.
fundamento: 65, 128. halcones: 32.
fundidor: 120. hambre: 35, 37, 39, 69, 75s.,
87, 101, 129.
Galacia: 106. hebreo: 46, 123, 126.
gálatas: 57, 78, 107, 1 1 7, 1 33. herejías: 71.
162 Índice de nombres y materias

herida: 98. imitador: 96, 133.


hermana/o/s: 3 1 , 36, 39, 53, imperfecta/o: 101.
59, 82, 107, 1 12, 126, ímpetu: 34, 87, 137.
134, 1 38, 141s. impío/s: 70, 1 14.
Herodes: 40, 8 1 . imprecaciones: 45.
hierba: 47, 76. impureza: 57.
hierro: 37, 49, 61, 98. incendio: 87.
hijas/o/s: 32-34, 48, 53s., 83, incredulidad: 68.
107, 1 1 6, 138, 140. incrédulos: 36.
hipérboles: 32, 1 19. India: 71.
hipocresía: 83. indigno: 59, 73, 1 12.
hogueras: 85. indios: 74.
hombre/s: 28s., 3 1 s., 36, inercia: 126.
40s., 43, 45s., 51, 53, infamia: 69.
55s., 67, 70, 74, 78s., 84, infierno: 46, 1 1 4.
88s., 91s., 95-97, 99, 101, injurias: 36, 44, 136.
104s., 107, 1 1 1 - 1 13, 1 1 7, injusta: 34, 80, 125.
121s., 127s., 1 3 1 -135, injusticia: 134.
138, 144s. inmolación: 3 1 .
homicidas: 86. insolencias: 54.
honor/es: 45s., 48, 129, inteligencia: 121.
131s., 134- 136. intención: 82, 98, 134, 140, 145.
hospitalidad: 36. intransigencia: 120.
humanidad: 77. ira: 54, 65, 68, 86, 122, 125s.
humildad: 39, 100, 106. irracionalidad: 32.
humilde/s: 77, 92, 101, 105. Isaac: 34, 1 16.
humillación: 29. Israel: 134.
humo: 87. israelitas: 106.

idea/s: 87, 91, 1 1 1, 1 14, 125s. Jacob: 34, 35, 129.


iglesia/s: 37, 59, 64, 69, 7 1 s. jactancia: 103.
ignorancia: 83. Jeremías: 55s.
ignorante/s: 75. Jericó: 67s.
iletrado: 78. Jerusalén: 27, 68, 76, 109,
iluminados: 78. 123, 145.
imagen: 86, 96, 98. Jesucristo: 35, 42, 52, 62, 77, 90,
imitación: 53, 130. 108, 124, 127s., 130, 146.
fndice de nombres y materias 163

Jesús amor de: 33. libre/s: 74, 86, 97, 1 1 5, 1 34.


Jesús: 33, 38, 81, 95, 1 1 4, ligereza: 100, 103.
122, 1 36. limosna: 76.
Job: 36-38. linaje: 76, 78s., 89, 92.
Jonás: 68. Listra: 143.
José: 35. lobo/s: 32, 85.
Josué: 39. loco: 100.
Juan (Bautista): 39s. locura: 54, 105.
Juan Marcos: 123, 125, Lucas: 75, 125, 144.
judaísmo: 64. lucha: 36, 44, 47, 54, 78, 1 1 8,
Judas: 64, 8 1 . 124.
judía/o/s: 38, 48, 5 1 , 56s., luz: 63-65.
64, 67s., 73, 75, 77s.,
84s., 94s., 97, 122, 1 33, llagas: 37, 130.
1 36, 143-145. llanuras: 87.
jueces: 143.
juego/s: 35, 47, 124. madre/s: 61, 65, 83.
juez: 51, 142. Maestro (Dios): 49, 83.
Juliano el Apóstata: 69. maestro/s: 79, 133s., 137,
justa/o/s: 29, 3 1 , 102, 108, 143s.
120, 125. magnanimidad: 1 00.
justicia: 45, 1 06, 125. mago/s: 64, 71-73, 1 2 1 .
justificada/os: 98, 125. malles: 3 1 , 36, 63, 68, 1 04,
1 12, 1 15, 1 34s., 140.
ladrón/s: 68, 70, 73, 80, 86, maldad: 49.
130. maldición: 73, 120.
langostas: 40. malicia: 1 03.
lanza: 141. maligno: 32.
latigazos: 47, 130. malo/s: 54, 73, 120.
legisladores: 84. mandamiento/s: 41, 6 1 .
lengua: 28, 5 1 . mandato/s: 33, 41, 6 1 , 1 12,
lenguaje: 34, 60, 1 08. 125.
león: 36, 1 06. mano/s: 33, 55, 60, 79s., 94,
ley/es: 43, 57, 61, 83s., 86s., 97s. 97, 104, 1 06, 1 14, 1 1 9,
libación/es: 30, 69. 126s.
libertad: 30, 40, 88, 100, 107, mansedumbre: 56.
1 39-143. maquinaciones: 86.
164 Índice de nombres y materias

mar/es: 30, 35, 5 1 , 85-87, 89, 106, 1 1 1 , 1 1 3- 1 1 5, 121,


1 39s., 145. 124, 135.
maridos: 83. mujer/es: 35, 38, 58s., 83, 88.
mártir/s: 29, 69, 1 14, 1 1 6. mundo: 30s., 33, 35, 38, 40,
martirio: 144. 43, 48s., 61, 63, 70, 72,
matrimonio: 35, 75. 77, 80, 83, 92, 107, 1 1 4,
mayordomo: 69. 1 1 7s., 129, 138.
medicina: 103.
médico/s: 79, 98s., 1 03, 143. nabateos: 89.
medos: 74. nación/s: 46, 1 3 1 , 145.
Megara: 88. naturaleza: 30, 32, 35, 43-
memoria: 105. 45, 50-52, 89, 9 1 -93, 97,
mensaje: 40, 45, 63, 70, 73, 1 1 1 - 1 19, 126, 1 3 1s.
77, 81, 86-88, 96, 120, naufragio: 145.
123-126, 138, 141s., 145. necedad: 77, 1 03.
mentalidad: 136. necesidad: 58, 76, 89, 97-99,
mente: 92. 103-1 07, 1 1 9.
meretriz: 67, 68. necio/s: 32, 63, 1 03s.
méríto/s: 37, 102s., 105-107. Nerón: 47, 82.
miedo: 82, 94, 109s., 1 12- ninivitas: 68.
1 1 5, 136, 1 4 1 s. noble/s: 5 1 , 77, 93, 124.
miel: 40. nobleza: 43, 79, 1 1 9.
Miguel: 5 1 . noche: 35, 38, 48.
milagro/s: 5 1 , 62, 68. Noé: 3 1 .
milicia: 83, 125. nombre: 66, 69, 71-73, 123,
ministerio: 124, 1 35. 131.
ministros: 4 1 . Nuevo (Testamento): 46, 64,
misericordia: 42, 52, 56, 62, 67s., 85, 108.
90, 108, 127, 146.
misión: 51, 66, 124, 129, 1 34. obediencia: 41, 1 1 6.
misterio/ s: 50, 88, 96. obra/s: 28, 49, 61, 70, 91,
Moisés: 38, 123, 134. 96, 1 00, 102, 108, 1 1 6,
montañas: 87, 89. 1 1 8, 130, 141.
mortal: 41, 91s., 97, 131. ocioso: 136.
mosquitos: 47. ocupación/es: 44, 75.
muerte/s: 30s., 44, 45, 47, ofensa/s: 106, 108.
5 1 , 69s., 72, 87s., 91, ofrenda/s: 29-31, 33.
Índice de nombres y materias 165

ojos: 63, 1 1 1 , 120, 136. Palestina: 71, 145.


olas: 32, 65, 124. palomas: 32.
Onésimo: 60. paraíso: 27s., 50.
opinión: 80. parentela: 33.
oponentes: 34, 36, 121. parientes: 33, 83-85.
oportunidad/es: 98, 102, parto (dolores de): 38, 57.
127, 145. partos: 74.
oprobios: 36, 44. pasión: 35, 95, 125s., 135.
oración: 55, 142. pastor/es: 1 09, 125.
oratoria: 70, 79, 145. patria: 33, 76, 79, 88.
orbe: 32, 38. patriarcas: 29.
orgullo: 1 O 1 . paz: 79, 138.
oro: 49, 129. pecado/s: 30, 51, 56, 1 1 5.
oscuridad: 65. pecador/es: 55, 57, 126.
oso: 106. pedagogo: 98.
ovejals: 30, 35, 49. pelea: 54, 84, 141 .
Ozías: 1 35. peligro/s: 30, 33, 35, 37, 44,
50, 60, 77, 79, 87s., 94s.,
Pablo alma de: 27, 37, 39, 100, 1 1 0-1 12, 124, 134-
48s., 99. 138, 140.
Pablo (cf. Apóstol): passim. pena: 48, 57.
paciencia: 36. penalidades: 50.
paciente: 56. pensamiento: 1 O 1.
padecimientos: 78. perdición: 135.
Padre (Dios): 27, 54, 146. perdón: 56.
padre/s: 54, 61, 64, 83, 140. pereza: 51, 94, 1 1 1 , 1 1 3, 126.
paganalo/s: 56, 84, 86, 92, perezoso/s: 58, 107.
1 16. perfección: 61s., 101.
paja: 76, 87. perfecta/o/s: 3 1, 57, 62.
Palabra (Dios): 82, 120, perforadores: 86.
142s. perito: 99.
palabra/s: 28, 30, 39-41, 49, persas: 69, 74.
51, 53, 55, 57s., 60s., 65, persecución/es: 44, 82, 1 1 0,
67s., 74, 77, 82, 84, 86, 89, 142-145.
91, 96, 98, 101, 108, 1 10, perseverancia: 35.
118-120, 122, 126, 130s., Persia: 7 1 .
134, 138, 141, 143-45. persona/s: 48, 53, 56, 59, 73,
166 fndice de nombres y materias

76, 90, 92s., 96, 106-108, predicación: 32, 40, 45, 8 1 s.,
120, 129, 1 3 1 -133, 137, 84, 95s., 123-126, 138,
143. 145.
personificación: 1 1 7. predicador/es: 78, 82, 145.
pertrechos: 79. premios: 44, 5 1 .
perversión: 92. preocupación: 136.
piadoso: 70. presencia: 58, 80, 128, 137.
piedad: 30, 37, 54, 70, 1 12, Principados (del cielo): 46,
121. 92.
piedra/s: 34, 49, 68, 97, 143. Priscila: 75.
piel/es: 36, 49, 74. prisión: 47, 109, 133, 142.
pilotar: 124. prisioneros: 145.
piratas: 86. prodigios: 62, 64, 67s., 81.
placer: 47, 48. proezas: 91, 94.
Platón: 88. profecía: 101, 122.
plegarias: 45. profesión: 75.
plenitud: 6 1 . profeta/s: 29, 39, 4 1 , 78, 8 1 ,
pobre/s: 36, 76, 78s., 92, 85, 97, 101s., 126, 134.
108, 138. progenitores: 61.
pobreza: 37, 45, 76. prójimo: 61.
poder: 42, 5 1 s., 56, 62s., 71, promesa/s: 47, 58.
73s., 79-8 1 , 85, 90, 92- propagación: 87.
94, 99, 100, 108, 127, prostituciones: 87.
133, 135, 138. Providencia: 65.
poderío: 76. prudencia: 58, 106.
política: 88. prueba/s: 35-37, 40, 45, 47,
polvo: 56. 62s., 78, 85, 87, 1 1 1 , 134.
Poncio Pilato: 7 1 . pueblo/s: 37s., 47s., SOs., 59,
potestad/es (de l a tierras): 64, 71s., 75, 81, 86, 94,
46, 64, 106. 105, 128, 145.
Potestades (del cielo): 32, pura: 71 .
41, 46, 50, 53, 92s., 1 1 0, pureza: 36, 50.
1 1 7, 129. púrpura: 1 1 O, 130.
pozos: 34. pus: 36.
prado: 27.
precepto/s: 61, 73, 87. rayo: 68.
precursores: 39. raza: 39, 64, 1 12.
Índice de nombres y materias 167

razonamientos: 64. salud: 98, 99.


recomendaciones: 59s. salvación: 38, 60, 77, 94, 96-
recompensa/s: 39, 4 1 , 44, 98, 100, 125, 132, 135, 138.
5 1 s., 105, 125. Samuel: 39, 1 05s.
recta/os: 40, 102. sangre: 30s., 38, 55, 1 4 1 .
rectitud: 82, 123. santalo/s: 27, 38, 59s., 76,
redención: 128. 84, 104s., 1 19.
refugio: 1 1 3. Santiago: 133.
regalo/s: 47, 106. santidad: 28, 45, 137.
reino: 47, 58, 83. sarracenos: 74.
religión: 7 1 . Satanás: 121; ángel de: 1 1 8.
religiosidad: 79. Saúl: 106.
reproche/s: 36, 1 1 2, 123. saurómatas: 74.
resignación: 34. seguridad: 33, 70, 77, 79, 83,
resplandor: 86s. 103, 1 1 0, 127, 1 4 1 s ..
resurrección: 50, 62. semana: 76, 101.
rey/es: 44, 46, 59, 7 1 , 79, senados: 84.
83, 106, 128, 1 3 1 , 143. sencilla/o/s: 76s., 94.
riqueza/s: 45s., 79s., 92. sencillez: 40, 70, 100, 103, 121.
rivalidad: 82. sensatos: 100.
robo: 78. sentencia: 55, 139.
roca: 36s. sentido común: 121.
Roma: 28, 30, 65, 74s., 81s., Señor (Dios): 28s., 39, SOs.,
84, 138-140, 144. 55s., 59, 62, 64, 65, 78,
romanos: 72, 74, 145. 80-82, 90, 95-97, 103,
ropa/s: 99, 130. 105, 1 1 8, 128s., 1 3 1 , 133,
rostro: 66. 141, 145.
sermón: 109.
sabiduría: 60, 65, 74, 77, servicio/s: 35, 59, 134s.
100, 102, 121s. servidor: 133.
sabio/s: 63, 70s., 73, 76, 100. servidumbre: 1 1 7s.
sacerdocio: 65, 94, 135s. severidad: 120.
sacerdote/s: 40, 95, 122s., siervo: 106, 133.
135, 138. sinceridad: 67.
sacrificio/s: 29-3 1, 33s., 69, soberbia: 120.
87, 97, 1 1 6. sobrino: 33.
Safira: 64, 121. Sócrates: 88 .
168 Índice de nombres y materias

sofismas: 85. tinieblas: 65, 86, 93.


sol: 30, 54. tiranía: 83s.
soldado/s: 58, 70, 80, %, 128. tirano/s: 37, 40, 47, 71, 82, 86.
solidarios: 78. Tito: 59.
solidez: 1 1 7. tormento: 46.
sonido: 86, 128. torrente: 136.
sospecha: 84. trabajo/s: 28, 30, 35, 45, 92.
súbditos: 85, 143. tradición/es: 64, 145.
sudor: 38. tribulación/s: 43, 1 1 0s.
sueño: 126. tribunal!s: 84, 139, 143s.
sufrimiento/s: 3 1 , 37, 48, 63, tristeza/s: 45, 47s., 1 12s.
77s., 80, 1 1 7s., 128- 1 30, triunfo: 74, 79.
141. trofeos: 29, 45.
sumo sacerdote: 122s. trompetas: 128.
superioridad: 1 1 3. tropel: 128.
suplicio/s: 46s., 73, 124s. truhanes: 86.
Tyana: 72.
talento: 92.
Tarso: 75, 1 37. ultrajes: 45.
temor: 78, 1 1 3, 1 1 5, 122. ungüento: 58, 98.
tempestad/s: 32s. unión: 1 1 8.
templofs·: 68, 72, 87, 109. universo: 30, 33, 37, 40s.,
tenacidad: 34. 46, 48, SOs., 58, 63, 71,
teofanía: 96. 89, 128.
terquedad: 55.
tesalonicenses: 78, 122. valor: 29, 49, 88, 1 38.
Testamento: 68. vanagloria: 1 O 1 , 107.
testigos: 68. vanidoso: 106.
testimonio: 36, 55, 73, 104. vehemencia: 86, 1 36.
Teudas: 8 1 . vejaciones: 78, 102.
tiempo/s: 52, 63, 68, 7 1 s., veneración: 80.
75, 80, 83, 86, 88s., 96, venida del Señor: 39.
1 1 0, 1 1 3, 140. verdad/es: 3 1 , 37, 56, 70,
tierra: 28, 29s., 33, 36, 39- 73s., 80s., 85-87, 89, 1 1 2,
41, 43s., SOs., 58, 68s., 120, 122, 1 4 1 .
85s., 89, 92, 135. vergüenza: 75.
timbales: 87. vcstido/s: 37, 75, 79s., 93, 130.
fndice de nombres y materias 169

vicio: 43, 93, 126. violento: 64.


víctimas: 30. virtud/es: 27-29, 36, 39, 43s.,
victoria: 36. SOs., 53, 61s., 85, 91 -93,
victorias: 3 1 . 102, 105-1 07, 1 1 1, 1 15,
vida: 27, 35s., 38, 45-47, 53, 1 1 7, 131 s., 134, 1 38.
66, 86, 90, 93, 95, 97, virtuoso: 1 OO.
102, 109, 1 14, 1 1 7, 124, visión: 139.
128-30, 137. vista: 63s., 98, 130, 132.
vientos: 4 1 . vocación: 55, 63-68.
vientre: 65. voluntad: 27, 57, 66, 76, 82,
vigilia: 50. 90, 93, 95, 1 1 1 - 1 1 9, 132.
vigor: 52s., 126.
vigoroso: 124. Zenas: 59.
villa: 80. Zenón: 88.
violadores: 86. Zeus: 72.
violencia: 47.
ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN .. . .
......... ...... .... . .
....................... .... ...... 5
l . Estructura de los Discursos ........................... .. . .... .... .. 6
a. Discurso I . . . .. . .. .. . . .. .. . . .. . . .. . . . . . . .... ... .. . . . .. . . . . .. . . .. . . . .. .. . . . . 7
b. Discurso 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . . .............................................. 9
c. Discurso I11 .
................. . .
...................... .... ................ 11
d. Discurso I V .
............... . .. ..
...................... .... .... ........... 12
e . Discurso V . . .. ..... ....................................................... 14
f. Discurso VI ........................................................... . . 15
g. Discurso VII .
.............. .
............................... .............. 15
2 . Fecha y lugar de los Discursos . . .. . . .. .
.... .. . . . ................ 16
3 . La figura de Pablo ....................................................... 18
a. L a santidad de Pablo . . .. .
............. .... .... ... ................ 19
b . El celo apostólico ................................................... 20
c. San Pablo y la cruz ................................................ 21
4. La presente edición ...................................................... 22

JUAN CRISÓSOTOMO
ELOGIO AL APÓSTOL SAN PABLO

DISCURSO I
Pablo es superior a todos los santos ............................... 27
l. Introducción . . . ....................... ................................... 27
2. San Pablo supera a los personajes del Antiguo
Testamento ............... ................................................. 29

DISCURSO Il
La caridad de San Pablo . . . . ... 43
.......................... ......... .......

l . Introducción ........................................................... 43
2. La virtud está por encima de todo . 44 ............ ........
172 Índice general

3. El amor de Cristo, bien supremo . . . . ..... .... ........... 45


4. Eficacia de la gracia en el alma de Pablo ... . 48
......

S. San Pablo, superior a los ángeles . . . .......... .... . . . SO


.. ..

6. Exhortación final . . . . .
. .................. .... .......... .... ....... . S1 ...

DISCURSO III
El amor de San Pablo hacia sus hermanos 53 .. . ..
.. . ..... . ....

l . Introducción . . . .
. ...... ...... 53
....... ..... ................. . ..............

2. Amor a los enemigos . . . 54


.............. .......... ..................

3. Misericordia con los cristianos débiles . . . . . 56 .... . . .. .. .

4. Amor con los de fuera .. . . . 58 ........... . ....... ..... .......... ...

5. Interés por la vida material de los más cercanos... 58


6. Excelencia de la caridad . . . . . . 61 . ........ ...... ... ........... .... ..

7. Exhortación final . .. . .
..... . . 61
................ . .... .. ......... ... ......

DISCURSO IV
La vocación de Pablo. La difusión del Evangelio 63 .......

l . Introducción . ... . . .
...... .... . . . 63
.... .... ... . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . ... .......

2. La vocación es don, no imposición . . . . . 64 .... ..... . .. ...

3. La vocación llega cuando Dios quiere . . . 65 ... ....... ...

4. La vocación no es ineludible . . . 66 . .... ..................... ...

5. Ejemplos bíblicos de rechazo de la palabra de


Dios 67
.............. .............................................................

6. Ejemplos contemporáneos de rechazo a la vo-


cación ... .
.................. . 68
.................................... ..............

7. Los beneficios de la difusión del mensaje cris-


tiano .
... . .
............. .
........... . . 70
............. ................... ....... ...

8. Cristo, superior a los magos .. .. . . . . 71 ......... . .. . .. ........ . .

9. La cruz de Cristo, vencedora del diablo . 72 ....... ....

10. El triunfo de la debilidad de Pablo . . 74 . ................ .

11. Pablo triunfa en sus discípulos modestos . 76 ........ .

12. El sufrimiento de sus discípulos . . 77 .. ............... .......

13. El Señor hace fecunda la labor de Pablo 78 ...........

14. El poder de Cristo crucificado . . . . 80 ......... ..... .......... .

15. La expansión del mensaje evangélico en Roma.... 81


Índice general 173

16. Superación de los obstáculos ................................ 83


17. Intrepidez de Pablo en Roma .............................. 84
18. El mensaje purifica la sociedad pagana ............... 86
19. Firmeza de Pablo en la defensa de la verdad ... 87
20. Exhortación final . . ......... ........... ............................... 89

DISCURSO V
El comportamiento de San Pablo ................ . ..
.. .............. 91
l . Introducción . . ........ ... ................................................ 91
2. En Pablo, la gracia elevó su naturaleza débil .... 92
3. Acción conjunta de la gracia y la voluntad ....... 93
4. Pablo se sirve de las circunstancias . ......... ........... 95
S. Pablo sólo busca la salvación de las almas ........ 97
6. Atención esmerada de las almas ........................... 99
7. La sencillez de Pablo ............................................. 100
8. Humildad en la alabanza propia .......................... 102
9. Los motivos necesarios para la alabanza propia ... 104
1 O. Ejemplos antiguos de alabanza humilde . ............ lOS
11. Pablo reprende con libertad y fortaleza ............. 107
12. Exhortación final ..................................................... 108

DISCURSO VI
La grandeza de alma de San Pablo
ante los enemigos . ............ .
....................................... .......... 109
l. Introducción ............................................................... 109
2. Entereza ante las tribulaciones ............................. 1 10
3. La voluntad, capaz de superar el miedo . .. ........... 1 12
4. Pablo ante el miedo a la muerte . ...................... .. 113
5. La voluntad supera la debilidad de la natura-
leza ............................................................................. 11S
6. Ejemplos de voluntad firme . . . .......... .. ........ ........... 116
7. Pablo supera toda asechanza . . ................................ 117
8. Acción de la gracia en Pablo ............................... 119
9. Firmeza para corregir. .. ................. ........................... 120
1 O. Reproches al sumo sacerdote . ...... ......................... 122
174 Índice general

1 1 . Pablo aparta a Juan Marcos .................................. 123


12. Exhortación final ............................. . .... . ............ . ..... 127

DISCURSO VII
La Cruz de Cristo, fundamento de la vida
de San Pablo ...................................................................... 128
l. Introducción .
.............................. .
.......................... ... 128
2. La cruz de San Pablo . .... . .
.................................. .. . 129
3. Grandeza de la naturaleza humana en Pablo .... 131
4. E l celo inicial en Damasco .................................... 133
5. El servicio esmerado a sus hermanos . . ....... ... ..... 134
6. Defensa ferviente del Evangelio ante los judíos ... 136
7. Docilidad ante los consejos ................................... 137
8. Carácter indomable de Pablo ................................ 138
9. Celo de Pablo en su viaje a Roma . ..... ............... 139
1 O. La fecundidad de Pablo en sus discípulos ......... 140
11. Eficacia apostólica con los perseguidores . ....... ... 142
12. El fruto de la persecución . .
................ ............. ...... 144
13. Exhortación final .
........................... ......................... 146

ÍNDICE BÍBLICO ..............•.....••.....•...... ........................•....... 149


ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS ................................... . 155
Editorial Ciudad Nueva

Índice de autores de la colección BIBLIOTECA DE PATRÍSTICA

Agustín de Hipona Gregorio Nacianceno


Ambrosio de Milán Gregorio Taumaturgo
Andrés de Creta Hilario de Poitiers
Atanasio Jerónimo
Basilio de Cesarea Juan Crisóstomo
Casiodoro Juan Damasceno
Cesáreo de Arlés León Magno
Cipriano Máximo el Confesor
Cirilo de Alejandría Minucio Félix
Cirilo de Jerusalén Nicetas de Remesiana
Cromacio de Aquileya Nilo de Ancira
Diadoco de Fótice Orígenes
Dídimo el Ciego Padres Apostólicos
Epifanio el Monje Pedro Crisólogo
Evagrio Póntico Rufino de Aquileya
Germán de Constantinopla Teodoreto de Ciro
Gregorio de Nisa Tertuliano
Gregorio Magno
Biblioteca de Patrística

Los Padres siguen constituyendo hoy en


día un punto de referencia indispensable
para la vida cristiana.

Testigos profundos y autorizados de la


más inmediata tradición apostólica, partí­
cipes directos de la vida de las comunida­
des cristianas, se destaca en ellos una riquí­
sima temática pastoral, un desarrollo del
dogma iluminado por un carisma especial,
una comprensión de las Escrituras que tie­
ne como guía al Espíritu. La penetración
del mensaje cristiano en el ambiente socio­
cultural de su época, al imponer el examen
de varlos problemas a cual más delicado,
lleva a los Padres a indicar soluciones que
se revelan extraordinariamente actuales
para nosotros.

De aquí el «retorno a los Padres» median­


te una iniciativa editorial que trata de de­
tectar las exigencias más vivas y a veces
también más dolorosas en las que se deba­
te la comunidad cristiana de nuestro tiem­
po, para esclarecerla a la luz de los enfoques
y de las soluciones que los Padres propor­
cionan a sus comunidades. Esto puede ser
además una garantía de certezas en un mo­
mento en que formas de pluralismo mal
entendido pueden ocasionar dudas e incer­
tidumbres a la hora de afrontar problemas
vitales.

La colección cuenta con el asesoramiento


de importantes patrólogos españoles, y las
obras son preparadas por profesores com­
petentes y especializados, que traducen en
prosa llana y moderna la espontaneidad
con que escribían los Padres.

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