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Comentarios A Los Salmos-San Juan Crisostomo

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Juan Crisóstomo

COMENTARIOS
A LOS SALMOS/2
(108-117 y 119-150)

Introducción, traducción y notas de


Inmaculada Berlanga Fernández

Ciudad Nueva
Madrid - Bogotá - Buenos Aires - México - Montevideo - Santiago
© Inmaculada Berlanga Fernández

© 2006, Editorial Ciudad Nueva


José Picón 28 - 28028 Madrid
www.ciudadnueva.com

ISBN: 8 4 - 9 7 1 5 - 0 9 5 - 3 T o m o 2
ISBN: 8 4 - 9 7 1 5 - 0 9 6 - 1 Obra completa
Depósito Legal: M - 2 6 . 2 2 0 - 2 0 0 6
Juan Crisóstomo

COMENTARIOS A LOS SALMOS/2


(108-117 y 119-150)
SALMO 108

Oh Dios, no calles mi alabanza ; porque la boca del peca-


1

dor y la boca del traidor están abiertas contra mí. Habla-


ron contra mí con lengua mentirosa , con palabras de odio
2

me rodearon y me combatieron sin causa . En lugar de 3

amarme me acusaban, y yo oraba . Y me devolvieron


4 males
por bienes, y odio en pago de mi amor . Suscita al peca- 5

dor contra él, y que el acusador esté a su derecha . Cuan- 6

do él fuere juzgado, salga condenado, y su súplica sea para


pecado . 7 Sean pocos sus días, y su puesto lo ocupe otro . 8

Que sus hijos queden huérfanos, y su mujer viuda ; anden 9

sus hijos vagabundos y mendiguen, sean arrojados de sus


casas . Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene y
10

extraños saqueen su trabajo .11

1.1. Aquí nos es necesaria mucha prudencia. En efecto,


si las palabras se considerasen tal como han sido dichas, po-
drían inquietar al oyente sencillo y a muchos que no están
formados. Ciertamente todo el salmo se encuentra lleno de

1. Sal 108, Ib. 7. Sal 108, 7.


2. Sal 108, 2. 8. Sal 1 0 8 , 8.
3. Sal 108, 3. 9. Sal 108, 9.
4. Sal 108, 4 10. Sal 1 0 8 , 10.
5. Sal 108, 5. 1 1 . Sal 1 0 8 , 11,
6. Sal 108, 6.
8 Juan Crisóstomo

imprecaciones, todo el discurso se nos describe de esta ma-


nera, y pone de manifiesto una especie de ira candente y
encendida por parte del que habla, y no sólo se contenta
con castigar al que dirige la imprecación, sino que incluso
extiende el suplicio a hijos, padre y madre; y no le basta
una sola calamidad, sino que a los males añade otros males.
2. Mira cuántas cosas más anhela: Suscita al impío con-
tra él, que el acusador esté a su derecha . Es decir, caiga
12

en manos de acusadores, hombres ímprobos e insidiosos,


a los que no pueda vencer. Esto es lo que significa: Cuan-
do fuere juzgado, que salga condenado . 15 Y no le bastó este
castigo, sino que con la condena pide que otro después de
él tome su honor, diciendo: Su puesto lo ocupe otro . Y ni 14

siquiera se detiene ahí, sino que incluso cierra con un dique


el único puerto que le queda, rogando que ni siquiera sea
digno de la clemencia de Dios, y dice: Que su súplica sea
para pecado .15 E incluso ruega que le sobrevenga una muer-
te repentina. Sean pocos, dice, sus días . Y tampoco aquí
lb

se detiene, y eso que bastaba con que hubiera dicho sólo


eso, pero añade -porque su alma está muy encendida- que
no solo les sean suficientes uno ni dos castigos, sino que
pide que se les impongan otros. Y los que le siguen son
mucho más fuertes. En efecto, se pide la orfandad y la viu-
dez de los que se quedan. Estas cosas que sucederán ne-
cesariamente después que él desaparezca, sin embargo las
pone en orden de imprecación, hirviendo de ira.

3. Tampoco se detiene en la orfandad, sino que in-


cluso va más lejos tras proferir tales calamidades, au-
mentando el mal, pidiendo que los nacidos de él sean va-

12. Sal 1 0 8 , 6. 15. Sal 1 0 8 , 7b.


13. Sal 108, 7a. 16. Sal 108, 8a.
14. Sal 1 0 8 , 8b.
Salmo 108, 1,1-4 9

gabundos y emigrantes. Anden sus hijos - d i c e - vagabun-


dos y mendiguen . O sea, no solamente que vayan va-
17

gabundos, sino sin el necesario alimento, y no cesen de


cambiar continuamente de un lugar a otro, maltratados,
perseguidos por toda la tierra, y sin encontrar una región
en la que permanecer. Junto a esas cosas pide también la
pobreza y la extrema e intolerable indigencia, de forma
que ni siquiera alcancen ayuda de los compatriotas, sino
que se rodeen de extranjeros y desconocidos. Escucha lo
que añadió para mostrarlo. Después de decir anden sus
hijos vagabundos y mendiguen, añade: Que el acreedor se
apodere de todo lo que tiene y extraños saqueen su tra-
bajo .
li Esta es otra clase de calamidad: el que se entre-
guen al saqueo las propias cosas, el soportar insidias de
los prestamistas, el recibir todo tipo de afrentas y, lo que
es peor, que en tantos males carezca de un defensor.

4. Y eso es lo que pide, cuando dice: Que no haya


para él defensor". Realmente, estas calamidades de por sí
son intolerables, pero cuando no se tiene un defensor,
son mucho peores. Que nadie se apiade de los huérfa-
nos . ¡Oh, cuánta es la magnitud de ira, cuando ni si-
20

quiera lo intempestivo de la orfandad alcanza misericor-


dia, y no sólo misericordia, sino que una extrema maldad
le rodea! Pues dice: Sea su posteridad entregada al ex-
terminio; en una generación se borre su nombre . ¿Has 21

visto una oración más llena de ira, que no se contiene


con nada? Ha pedido que vivan con toda clase de cala-
midades y que sean entregados a la ruina total, y los
abandona sin nombre.

17. Sal 108, 10a. 20. Sal 108, 12b.


18. Sal 108, 1 1 . 2 1 . Sal 1 0 8 , 13.
19. Sal 1 0 8 , 12a.
10 Juan Crisóstomo

5. Y como si no bastase la calamidad de los hijos,


añade de nuevo: Quede en la memoria la culpa de sus pa-
dres, y no se borre el pecado de su padre . Estén
22 contra
el Señor siempre, y extirpe de la tierra su memoria . Cier- 211

tamente el culmen de la ira consiste en distribuir en pe-


queñas partes las calamidades que se han dicho en gene-
ral, y volver a ellas continuamente. Pues después que dijo,
Quede en la memoria la iniquidad de sus padres, añadió:
Y no se borre. Aunque parece lo mismo, sin embargo des-
cargó sobre él la ira que a ambos dispensó. Realmente lo
que quiere decir es lo siguiente: asesínalo, mátalo, quíta-
lo de en medio.

6. ¿Ves qué multitud de imprecaciones? Pero si quie-


res, las reuniré de nuevo. «Caiga entre hombres malvados
-dice-, sea acusado, esté bajo su dominio, sea condenado,
le venga una muerte repentina, sea privado de su honra, y
no sólo en sus descendientes, sino que vea que esto suce-
de en otros: muera su mujer, y sus hijos sean reducidos a
pobreza, orfandad y a una vida de mendicidad, condena-
dos y expulsados de todas partes; no tengan defensor al-
guno, sean separados también de la benevolencia de Dios,
no tengan ningún puesto, ningún refugio; bórrese su nom-
bre de la tierra, perezcan sin nombre y el padre y la madre
penen los castigos de sus pecados, sean aniquilados y piér-
danse eternamente».

2.1. ¿Acaso lo dicho no turba al oyente? ¿Acaso no


deseas escuchar quién es el que fue condenado de esa ma-
nera? En verdad, si oímos que un hombre es insultado
preguntamos a los que están presentes que nos digan quién
es el que escucha esas cosas; mucho más, cuando oímos

22. Sal 1 0 8 , 14. 23. Sal 1 0 8 , 1 5 .


Salmo 108, 1,5-2,2 11

que las increpa el Profeta, es necesario saber, y saber con


temor, y tener conocimiento de quién es el que tan fuer-
temente es golpeado, quién es el que afligió al Espíritu
Santo de forma que ha tenido que escuchar tantos y tan
grandes males. Así pues, si te parece, recitemos el salmo
desde el principio con gran atención. Y que nadie se turbe.
Haré la exégesis con la mayor precisión que me sea po-
sible. En verdad no es poco lo que se busca; primero, cuál
es la causa de que habiendo pecado uno, acusado por ello,
sean castigados con él los hijos, la mujer y los parientes;
segundo, quién es el maldecido; y tercero, cómo el prín-
cipe de los apóstoles muestra que este salmo se atribuye
a Judas, o mejor, no todo el salmo, sino parte de él. Está
escrito, dice, en el libro de los salmos: Que su morada
quede desierta, y no haya quien habite en sus tiendas *. 2

Pero nuevamente se nos presenta otra cuestión: que en


este salmo no se encuentran escritas esas dos cosas; y por
eso, no mencionó este salmo, sino todo el libro [de los
salmos]. Pues lo de, su morada quede desierta ^, 2está en
otro [salmo]; y en éste, que otro ocupe su puesto . Sin
26

embargo, Pedro une los dos en una sola cita. También


Pablo hace lo mismo en alguna otra parte, como cuando
dice: De Sión vendrá el libertador, y apartará de Jacob las
impiedades .
27 Y ésta será mi alianza con ellos, cuando quite
sus pecados *.
2

2. ¿Y qué significa -podría preguntar alguno- lo que


ha dicho: profecía o imprecación? Profecía en forma de
imprecación. También en otra parte encontramos lo
mismo, pues también lo hizo Jacob. En efecto, como

24. Hch 1, 20. 27. Rm 1 1 , 26; Is 59, 20.


25. Sal 68, 26. 28. Rm 1 1 , 27; Is 27, 9.
26. Sal 1 0 8 , 8b.
12 Juan Crisóstomo

convenía que los que escuchaban sacaran utilidad de lo


que sucedía a otros, adaptó muchas profecías a tal fin,
pues con esta clase de imprecación aumentaba el miedo
a la forma de actuar. Ciertamente no es lo mismo decir
que alguien sufre esto o lo otro, que proponerlo uno
mismo estando encolerizado y airado. Y no os revelo
esto simplemente y de pasada; desde las palabras profé-
ticas os lo hago visible. Jacob, cuando iba a morir, dijo
a sus hijos: Venid, y os diré las cosas que os han de su-
ceder en los días venideros . 29 Y puesto que iba a profe-
tizar, al punto, como bullendo con ira, comienza la pro-
fecía, diciendo así: Rubén, mi primogénito, primero en
dignidad, primero en poder, impetuoso, como el agua no
crecerás ;10profetizando su futura destrucción en forma de
imprecación. Así de nuevo, cuando dice cosas buenas, lo
hace bajo forma de súplica, diciendo: El Señor te dé el
rocío del cielo, y el fruto de la tierra . Aunque esto tam-
11

bién es una profecía. Pero está claro que aquí no hay


sentimientos humanos. Y en Canaán su padre hace esto
mismo, cuando dice: Será Canaán tu siervo ; para que
12

aprendas que Dios, protege a los que reciben injurias y


persigue a los que las cometen. Cristo también utiliza
este modo de expresarse, y presenta la profecía lamen-
tándose y llorando: ¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Bet-
saidaP . Y también cuando dice: ¡Jerusalén, Jerusalén
3 que
matas a los profetas! .
14

3. Ahora bien, ¿de quién habla el salmo? En parte de


Judas, profetizando el Espíritu por medio de David, y el
resto de otros. También nuevamente tiene aquí lugar otra

29. G n 49, 1. 32. G n 9, 25.


30. G n 49, 3-4. 33. Le 10, 13.
31. G n 27, 2 8 . 34. Le 1 3 , 34.
Salmo 108, 2,2-4 13

forma de profecía. A menudo encontramos que la com-


pone así: al principio habla de uno, en lo restante de
otro. Para que veas que se hace lo mismo en otro lugar,
cuando los judíos entran en la tierra prometida, divide
las doce tribus en doce partes, y Dios manda al hijo de
Nave que bendiga unas y maldiga otras. Tanto la maldi-
ción como la bendición eran profecías de cosas futuras.
Por eso decía: Maldito tú en la ciudad y maldito en el
campo ;
15 y realizando imprecaciones innumerables, aque-
llas tribus compusieron una larga oración. También aquí
se puede decir que la profecía se compuso bajo figura de
imprecación, con las cosas que sobre Judas se iban a
anunciar, prometer y predecir, y después también un ar-
gumento contra los que se sublevaron frente al sacerdo-
cio; para que aprendamos cuánto hay de mal en ir con-
tra los sacerdotes de Dios, y usar de engaño e iniquidad
contra ellos. Así, lo dicho no es otra cosa que la doc-
trina de lo que ha de sobrevenir a los que injurian al
prójimo, a los que se levantan con engaños y ánimo de-
pravado contra los que ninguna ofensa hicieron.

4. Y si ruega que los hijos sean castigados, no te ex-


trañes, queridísimo; aquí «hijos» se refiere a los que fue-
ron partícipes de la maldad de aquellos mismos. Cierta-
mente, la Escritura llama «hijos» a los que lo son por
parentesco, y a los que participan en la maldad, aunque
no sean hijos según la naturaleza, como cuando dice: Vo-
sotros sois hijos del diablo^. Y no eran los judíos hijos
del diablo según la naturaleza. Pues ¿cómo iban a pro-
ceder del incorpóreo los que están rodeados de carne?
Mas con la participación en la maldad atrajeron un au-

35. Dt 28, 1 6 . afirma: «Vosotros tenéis por padre


36. Jn 8, 44. El texto joánico al diablo».
14 Juan Crisóstomo

téntico parentesco. De esta manera se les arrojó de los


hijos de Abrahán, diciendo: Si fuerais hijos de Abrahán,
haríais las obras de Abrahán . Ciertamente, que [Dios]
17

no castiga al hijo por su padre o al padre por el hijo es


evidente a cualquiera. También se recoge esto en lo que
dice la Ley, a no ser que establezca algo malo; y enton-
ces, no es por causa del hijo, sino de la propia indolen-
cia, como sucedió con Helí . 38

3.1. Y si te parece, sigamos con el salmo desde el prin-


cipio. Oh Dios, no calles mi alabanza . Otro intérprete
19

dice: Oh Dios, no hagas oídos sordos a mi himno. Otro:


No silencies; esto es, no dejes pasar el castigo, sino con-
dena a los que lo han cometido. En verdad tú eres glo-
rioso, grande, y puedes corregir estas cosas. Porque la
boca del pecador y la boca del traidor están abiertas con-
tra mí. Hablaron contra mí con lengua mentirosa, con pa-
labras de odio me rodearon y me combatieron sin causa.
En lugar de amarme me acusaban, y yo oraba . ¿Has 40

visto qué insigne maldad? ¿Has visto la conspiración in-


sidiosa? ¿Has visto la premeditación? Ciertamente esto es
lo que irrita al máximo a Dios, cuando los perversos co-
meten maldades con intención, deliberación y gran arti-
maña. Una cosa es caer engañado y seducido, otra actuar
con maldad, y otra cuando se obra mal contra quien no
ha hecho nada malo, que es la mayor acusación. Pues
decir en lugar de amarme me acusaban, no significa otra
cosa que reprender al que obra bien, es digno de ser
amado y de recibir los mejores bienes. Y yo oraba. ¿Ves
la filosofía? ¿Ves la moderación? ¿Ves la mansedumbre?
¿Ves la piedad de su alma? «No me armé - d i c e - , ni con-

37. Jn 8, 39. 39. Sal 108, 1.


38. Cf. 1 S 3, 13. 40. Sal 1 0 8 , 2-4.
Salmo 108, 2,4-3,3 15

tra él levanté mis armas, sino que en ti me refugié; im-


ploré tu auxilio, tu ayuda, arma poderosísima, tu inex-
pugnable protección».
2. En consecuencia, al hablar después de Judas, de cómo
se condenó a sí mismo, cómo se arrastró a la muerte a sí
mismo y cómo se estranguló, y que el ministerio del após-
tol pasó a otro, sigue nuevamente con el primer argu-
mento. También es una clase de profecía el interrumpir a
la mitad, introducir determinada historia y, una vez con-
tada, volver a lo primero. Es oscura la profecía por culpa
de la ingratitud de los judíos. Ciertamente señala -como
ya he dicho- alguna insidia contra el sacerdocio, después
de la época del regreso de Babilonia. Esto lo conocen
mejor los estudiosos que leyeron la historia . Y así, con 41

tal cosa, predijo grandes males, la ausencia de protectores,


y ruega que todo puerto se le cierre y que no consiga nin-
guna clemencia ni misericordia. Y esto -como he dicho
antes y no me cansaré de repetir- me parece que es una
imprecación; en cambio es profecía cuando muestra cómo
se irrita Dios o es objeto de insidias el sacerdocio.

3. Después se suceden las calamidades en orden, y dice:


Porque no pensó hacer misericordia. Y persiguió al hom-
bre desgraciado y mendigo, al afligido de corazón para
darle muerte* . Es de extrema crueldad, es de la mayor
2

inhumanidad no sólo hacer insidias a uno, sino también


hacer insidias a quien debe moverle a misericordia y a
conmiseración. El que es así, imita a la crueldad de las
fieras, y también se hace más cruel que ellas. Ciertamen-
te en las fieras la crueldad es propio de su naturaleza;
pero éste, adornado con la maldad, ha renunciado a su

4 1 . Cf. FLAVIO ]OSEBO, Antiq. 42. Sal 108, 16.


Jud., 14, 4.
16 Juan Crisóstomo

dignidad por la maldad. Incluso las fieras poseen cierto


afecto y mansedumbre con las de su misma especie y li-
naje; mas éstos, ni siquiera tratan con respeto a los que
tienen una común naturaleza, sino que rechazan y derri-
ban al que convendría que tuvieran conmiseración, y sos-
tener y levantar.

4. Y amó la maldición, que venga sobre él; y no quiso


la bendición, aléjese de él . Después de lanzar muchas ca-
43

lamidades sobre él, no le muestra a él, sino lo que fue


principio y causa de que se rechazara el auxilio de Dios
y atrajera el castigo divino.
5. Y se vistió de maldición como de un manto, y pe-
netró como agua por sus entrañas, y como aceite hasta sus
huesos .
44 Aquí también se indica la intensidad de la plaga
y la estabilidad del castigo, significando que las cosas malas
siguen espontáneamente y por propia opinión a todos los
hombres, que rehuyen las acciones y buenas obras, y les
precipitan en los suplicios.
6. Séale como vestido que le cubre, y como cinto que
le ciña siempre . Esto lo dice para mostrar la ira inefable
45

de Dios, que perseguirá a tales hombres. Y lo que dice es


lo siguiente: «Tendrán los males sin cambio alguno; al con-
trario, se hundirán en ellos y permanecerán estables».
7. Después, mostrando que castiga la maldad y corri-
ge el vicio, y no en uno solo, sino también en todos los
que son responsables de esas cosas, determinando tal sen-
tencia, añadió: Esta es la obra por parte del Señor contra
los que me acusan ". Es decir, el castigo, el suplicio de los
46

que me atacaron, de los que pusieron insidias contra mí,

43. Sal 108, 17. 45. Sal 108, 19.


44. Sal 1 0 8 , 18. 46. Sal 108, 20a.
Salmo 108, 3,3-4,3 17

de los que me hicieron la guerra, y de los que hablan mal


contra mi alma*''. De esta forma, también por las palabras
tienen lugar los castigos, y castigos amarguísimos.
4.1. Así pues, una vez que ha terminado ese discurso,
se refugia en Dios impetrando de nuevo su auxilio. Y no
se detiene en el suplicio de los que hacen insidias, sino
que muestra que los que sufren males tienen también un
defensor contra los que injurian, y ellos mismos alcanzan
una gran ayuda; y añade, diciendo: Y tú, Señor, ponte de
mi parte, por tu nombre**. Mira un ánimo agradecido, mira
un lenguaje humilde. Aunque tuviese una causa suficien-
temente justa para pedir auxilio, porque sufre males; tam-
bién esto, en efecto, puede verse en muchos pasajes de la
Escritura, pues los que sufren males injustamente por parte
de los hombres, gozan de una ocasión favorable para al-
canzar el auxilio de Dios; sin embargo, abandonando el
alegar tal cosa, él se refugia sólo en la clemencia de Dios,
y dice: Ponte de mi parte por tu nombre; que es lo mismo
que decir: «No porque sea digno, sino por ti, porque eres
clemente y misericordioso».

2. Y de esta manera añade: Porque suave es tu miseri-


cordia*''. Y muy bien dijo: Porque es suave tu misericordia.
Los hombres a menudo actúan así; con frecuencia la usan
para perjuicio y caída, pero Dios siempre para utilidad.
3. Líbrame porque soy un menesteroso y desvalido, y
mi corazón está herido dentro de mí . ¿Ves cómo de nuevo
50

ruega ser salvado, no porque sea digno, ni justo, sino por-


que está totalmente caído y desvalido, porque ha sufrido
males innumerables? Y mi corazón está herido dentro de

47. Sal 108, 20b. 49. Sal 108, 2 1 b .


48. Sal 1 0 8 , 21a. 50. Sal 108, 22.
18 Juan Crisóstomo

mí. Tal es la fuerza de las calamidades; no sólo dañan el


cuerpo, sino que también perturban el alma.
4. Como sombra que declina voy desvaneciéndome; me
han sacudido como a langostas . Se refiere a la intensidad
51

de las insidias de los injuriadores, a la maldad inefable y,


una vez más, a la diligencia en emplear estas artimañas.
5. Mis rodillas enferman por el ayuno, y mi carne se
consume por falta de aceite . ¿Ves qué clase de arma em-
52

plea contra las insidias y el mal trato que le dan?


6. Mas yo he sido insulto para ellos. Me ven y mene-
an sus cabezas . Tales son los sentimientos de los malva-
53

dos: no sólo no ceden cuando ven al justo que acrecienta


la alabanza, sino que incluso se ríen, hacen burlas y lo pi-
sotean.
7. Y ¿qué hace éste? Se refugia en el auxilio inexpug-
nable, en la defensa insuperable, diciendo: Ayúdame Señor,
Dios mío, y sálvame según tu misericordia. Y sepan que tu
mano es ésta, Señor, y que tú lo has hecho ''. ¿Qué signi- 5

fica tu mano es ésta} Que es tu auxilio. Que es tu pro-


tección -dice-. No quiero sólo salvarme, sino que también
ellos sepan por quién soy salvado, que el trofeo sea doble
para mí, doble la corona y una gloria enorme.
8. ¡Maldigan ellos, pero tú, bendice! ¡Avergüéncense los
que se levantan contra mí, y que tu siervo se alegre! . 55

Aquí enseña al oyente una determinada filosofía. Expone


que aunque lancen numerosas maldiciones, bendiciendo a
Dios, ninguna herida recibirá por parte de aquellos, sino

51. Sal 108, 23. 54. Sal 108, 2 6 - 2 7 .


52. Sal 1 0 8 , 24. 55. Sal 108, 28.
53. Sal 1 0 8 , 25.
Salmo 108, 4,3-10 19

que contra ellos se volverán las burlas y las ignominias.


Pero tu siervo se alegrará en ti. Bien ha dicho en ti, sig-
nificando que la alegría se encuentra allí donde está el apro-
visionamiento de los bienes. Sólo queda que yo no sea per-
turbado por los perversos, permaneciendo en mí tu alegría
incólume.
9. ¡Los que me acusan sean revestidos de ignominia, y
envueltos como un manto en su confusión! . Mira de nuevo
56

cómo ruega que no sólo sean entregados aquellos al su-


plicio, sino a la vergüenza y a la ignominia, de modo que
se convierta en doctrina de corrección para ellos y ocasión
de cambio a mejor.
10. Alabaré cumplidamente al Señor con mi boca, y en
medio de la muchedumbre lo alabaré . Porque se puso a
57

la derecha del pobre, para salvarle de los que perseguían


su alma . «Por todas estas cosas devuelvo a Dios la ala-
5S

banza, la acción de gracias; proclamando todas sus gran-


des obras, predicando en medio del teatro las bondades re-
alizadas por El». Esto es sacrificio y ofrenda: tener
perpetuamente en la memoria los beneficios de Dios, gra-
bar sus beneficios en la mente, predicarlos con la boca y
hacer que sean oídos por muchos. De esta manera, quien
reciba un beneficio, recibirá el favor por su ánimo agra-
decido, y atraerá para sí mayor auxilio de Dios. Y quie-
nes se esfuercen en escuchar las cosas que por otros se
obraron, se volverán más virtuosos, y recibirán el mayor
acicate para perseguir la virtud, que es el principal bene-
ficio que se puede recibir de otros.

56. Sal 1 0 8 , 29. 58. Sal 1 0 8 , 3 1 .


57. Sal 1 0 8 , 30.
SALMO 109

Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha .


1

1.1. Despertémonos, os ruego, y atendamos nosotros


mismos. También este salmo nos habla sobre cosas muy
sublimes, pues no solamente se opone a una clase de he-
rejía, sino a muchas y diversas. Y es que se enfrenta a los
judíos, a Pablo de Samosata, a las opiniones de Arrio, a
las de Marción, a los maniqueos, y a todos los que no
creen en la resurrección. Y puesto que forma las armas
contra tantos adversarios, también a nosotros nos son ne-
cesarios muchos ojos, de modo que consideremos la con-
tienda con atención. Ciertamente, en los combates exter-
nos, aunque se descuide alguna de las luchas que en ellos
se dan, ningún espectador resulta dañado; aquel teatro se
abarrotó no por causa de la doctrina, sino por el deleite.
Pero aquí, si no conoces con exactitud cómo forma sus
armas el otro y cómo le derribaremos nosotros, puedes re-
cibir un daño no pequeño. Por tanto, para que no lo su-
fras, excita tu mente, agudiza tu oído.

2. Primeramente atacaremos a los judíos y lucharemos


contra ellos tomando como compañero de armas al Pro-
feta a partir de sus palabras. Porque al sostener nosotros

1. Sal 109, la.


Salmo 109, 1,1-4 21

que estas cosas se dijeron verdaderamente respecto de Cris-


to, ellos no las admiten, e inventan otras. Así pues, en pri-
mer lugar, refutemos su discurso, y entonces confirmare-
mos el nuestro. Mas ahora, entre tanto, preguntémosles
¿quién es el Señor de ese justo? Pues afirma: Dijo el Señor
a mi Señor. En verdad que no se recuerda aquí a una sola
persona, sino que una habla a otra. ¿A quién dicen que
habla? A Dios. ¿Y quién escucha? Abrahán. Algunos man-
tienen que es Zorobabel, y otros que otro; como los que
están borrachos y no hablan nada conveniente, o mejor
como quienes caminan en tinieblas, y chocan unos con
otros. ¿Es qué acaso - d i m e - Zorobabel es el señor de
David? ¿Cómo sería razonable, cuando el mismo David
fue llamado por un gran honor? Además, lo que sigue
demuestra que allí no se habla de Zorobabel, ni de David,
ya que ninguno de ellos fue honrado con el sacerdocio;
por el contrario, aquí se habla respecto de uno que posee
un sacerdocio nuevo y admirable. En efecto, dice: Tú eres
por siempre sacerdote según el orden de Melquisedec .
2 Pero
antes expliquemos lo que se propone.

3. También se dicen cosas más trasnochadas que esas,


diciendo que esas cosas se afirman respecto del pueblo;
pero el pueblo no fue sacerdote, ni ninguna otra cosa que
se dijera podría convenirle. Por lo cual estas cosas quedan
atrás como trasnochadas, y ni siquiera es necesario prepa-
rar el paso a su ruina, lo mismo que cualquier otra cosa
que pongamos en medio de las que ellos afirman.
4. ¿Que dicen otros nuevamente? Que el hijo de Abra-
hán predica estas cosas de su mismo señor. Y nuevamen-
te ¿qué puede haber más inconsistente que eso? Pues ¿qué
quiere aquí el hijo de Abrahán? ¿Acaso fue sacerdote su

2. Sal 109, 4b.


22 Juan Crisóstomo

señor, cuando él mismo se sirvió del sacerdote Melquise-


dec, y le pidió la bendición? ¿Cómo sería razonable decir
de Abrahán: Desde el seno, antes que la aurora te en-
gendré?3 ¿Cómo pueden referirse estas cosas a David, a
Zorobabel o al pueblo? En efecto, lo dicho supera a la
naturaleza humana. Ahora bien, lo de siéntate a mi de-
recha, ¿qué tipo de interpretación tendría si se hubiese
puesto respecto de aquellas personas? Ninguna. ¿Cómo
iba a decir a Abrahán siéntate a mi derecha, cuando él
piensa que incluso al estar con los ángeles es digno del
mayor honor? Pero entonces, ¿respecto de quiénes se dice
este sabio discurso?

5. ¿Y cómo introduces a otro señor -preguntas-, cuan-


do la Escritura dice claramente: El Señor tu Dios es uno , 4

a El solo servirás , y no hay más Dios que El } ¿Por qué


5 6

- d i m e - se dice esto? Se han dicho por tu gran falta de


memoria, oh judío. Pues ¿por qué a Abrahán no se le dice
nada de esto, ni a Isaac, ni a Jacob, ni a Moisés, sino sólo
a ti, que estando en Egipto hiciste una imagen de becerro
para adorarla ? ¿Por qué? Pregunto yo. Y si estás apura-
7

do, explícame el motivo. Puesto que al salir hiciste una fi-


gura de becerro, y te iniciaste en Beelfegor , y te emocio-8

naste con la afluencia de dioses, introduciendo aquella


multitud de dioses sin ley; y para que reprimas tu vicio y
distingas los que no son dioses, se ha puesto lo de Uno,
no para la abolición del Unigénito. Si bien la causa se dijo
inmediatamente en los principios: Hagamos al hombre a
nuestra imagen y semejanza . Y de nuevo: Venid,
9 descen-

3. Sal 109, 3b. 7. Cf. Ex 32, 8 - 1 0 .


4. Dt 6, 4. 8. Cf. Nm 25, 1-3.
5. Dt 6, 13. 9. G n 1, 26.
6. Dt 4, 35.
Salmo 109, 1,4-2,1 23

damos y confundamos sus lenguas . Y nuevamente dice


10

David: Por eso te ha ungido Dios, tu Dios, con óleo de


alegría, más que a tus compañeros . Y si Moisés dice: El
11

Señor tu Dios es el único Señor , es que la imbecilidad


12

vuestra fue la causa de estas cosas.


6. Mas ¿por qué te admiras de que esto haya sucedi-
do respecto de los dogmas, cuando también Dios condu-
jo su palabra desde las cosas más perfectas a las menos,
condescendiendo con nuestra torpeza? Por esto también
permite repudiar a una mujer y volver a tomar otra, cuan-
do desde el principio no se había legislado así . Y tam- 13

bién hizo distinción de alimentos, aunque desde el princi-


pio se hubiese dicho lo contrario: Como las legumbres del
campo os he dado todas las cosas *. También acerca del lugar
1

[sagrado] estableció muchas leyes, no permitiendo que se


le hicieran súplicas desde cualquier parte, aunque tampo-
co esto se había legislado desde el principio. Incluso Abra-
hán fue visto también en la región de Persia, y en Pales-
tina, y en todas partes. Y Moisés tras estas cosas, también
en el desierto.

2.1. ¿Qué entonces? ¿Acaso - d i c e s - la Escritura se con-


tradice? ¡Nada de eso! Al contrario, según el momento
dispensa cada cosa para nuestra utilidad, corrigiendo la ne-
cedad de cada generación. Y por eso a favor tuyo se dijo:
El Señor, tu Dios, es un solo Señor. Y los profetas anun-
cian en los libros que también tiene un Hijo, pero no lo
dijeron de forma muy clara, para que no se ofendiera tu
torpeza; ni tampoco ocultas, de forma que puedas reco-
nocerlas y recoger de los mismos libros los dogmas de la

10. G n 1 1 , 7. 13. Cf. Dt 24, 1-4.


1 1 . Sal 44, 8. 14. Gn 9, 3.
12. Dt 6, 4.
24 Juan Crisóstomo

verdad. De esta manera podremos sobre todo mostrar a


los profetas como profetas, cuando disertamos con los grie-
gos y demostremos que el Antiguo Testamento es muy
digno de fe. Si esto sostuvieras, ¿cómo cerrarías la boca
del griego? ¿Qué aducirías? ¿La salida de Egipto y las otras
cosas que se te predijeron? Pero en absoluto las admites.
Mas si narraras las cosas que de Cristo se han dicho en
el Antiguo Testamento, y mostrases la verdad de los he-
chos atestiguada por las profecías, nadie podría resistirse.
Ahora bien, si rechazas nuestros argumentos, ¿cómo de-
fiendes, oh judío, el Antiguo Testamento?

2. Y si alguno preguntase: «¿Por qué es verdad lo re-


ferente a Moisés?». ¿Qué dirás? «Porque creemos en ellas».
Pues entonces, incluso mucho más lo son las nuestras, pues
también nosotros creemos, y vosotros sois una raza, pero
nosotros [somos] todo el mundo; a vosotros no os con-
venció Moisés, como a nosotros Cristo; y vuestras cosas
pasaron, mas las nuestras permanecen. ¿Por las prediccio-
nes? Son muchas más las nuestras. Ciertamente, si sostu-
vieras las nuestras, también ensombrecerías a las tuyas. ¿Por
los signos? Pero si vosotros no podéis mostrar ningún signo
de Moisés, pues tuvieron lugar y desaparecieron; en cam-
bio nosotros los de Cristo, muchos y variados que toda-
vía ahora suceden, y predicciones que brillan más que el
sol. ¿Por las leyes? Las nuestras contienen mayor sabidu-
ría. Entonces, ¿qué? ¿Que fuisteis llevados, prohibiéndolo
los egipcios? Pero no es lo mismo luchar y prevalecer sobre
los egipcios que vencer a todo el orbe de la tierra.

3. Estas cosas las digo, no para introducir una pelea


entre el Antiguo y el Nuevo Testamento ¡Nada de eso!
Sino queriendo callar la boca ignorante de los judíos. Tanto
aquellas cosas como estas, fueron dadas y realizadas por
el mismo Dios; pero quiero probar que el judío, anulan-
do las profecías sobre Cristo, daña la mayor parte de las
Salmo 109, 2,1-4 25

profecías, y que si no admite el Nuevo no puede mostrar


abiertamente la nobleza del origen del Antiguo Testamen-
to. Que estas cosas no se dijeron respecto de un hombre
es evidente para los que saben; además está referido por
lo de siéntate a mi derecha, y porque el Señor mencio-
nado es igual al Señor que habla, y porque ha sido en-
gendrado en un seno antes del lucero, y porque es sacer-
dote según el orden de Melquisedec, y porque se dice
contigo está tu principio.
4. Si de nuevo otro judío se levanta contra nosotros
asumiendo la condición de cristiano -hablo de Pablo de
Samosata-, se puede también litigar contra él desde el
Nuevo Testamento. Mas, para que no parezca que, dejan-
do las cosas presentes, llevamos a otro sitio la lucha, ata-
quémoslo también aquí. ¿Qué es lo que dice? Que era
hombre solamente -afirma-, y que ciertamente nació de
María, pero que sólo posee la existencia desde aquel mo-
mento. Y entonces - d i m e - , ¿quién afirmas que pronunció
la frase desde el seno te engendré antes que la aurora} Es
necesario añadir en contra de éste las cosas que se dije-
ron contra los judíos. Nosotros no sostenemos tal cosa,
pero sí los que tienen gran afinidad de dogmas con los
judíos; emplearemos, por tanto, las mismas armas que con-
tra ellos. En efecto, a los que sostienen una guerra simi-
lar, les conviene lanzar los mismos dardos. ¿Quién quie-
re para sí la participación del trono? Aquí se muestra la
igualdad de honor, lo que es suficiente para callar los ra-
zonamientos de Arrio. Por esto Cristo, diciendo a los ju-
díos que es hijo de David, también añadió diciendo: ¿ Cómo
es que David le llama en el Espíritu Señor, afirmando:
Dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi derecha f . Y Pablo,
15

15. M t 22, 43-44.


26 Juan Crisóstomo

tratando después de la economía salvífica , e interpretan- 16

do la palabra [de Dios] con claridad, tanto a Marción como


a Mani, y a todos aquellos que padecen la misma enfer-
medad, les infringe una herida mortal, cuando habla; pues
interpreta con la prudencia que le caracteriza, cómo fue
sacerdote según el orden de Melquisedec.

5. Pero volvamos nosotros de nuevo a lo propuesto.


Dijo el Señor a mi señor, siéntate a mi derecha. ¿Ves la
igualdad de honor? Donde hay trono, allí hay signo de
reino; donde hay un trono solo, allí hay igualdad de honor
de ese reino. Por lo que también Pablo decía: El que hace
a sus ángeles espíritus y a sus ministros llama de fuego.
Pero de su Hijo [dice]: Tu trono, oh Dios, por los siglos
de los siglos . Así también vio Daniel a toda criatura que
17

servía, ángeles y arcángeles, y al Hijo del hombre que


venía entre nubes, y que se dirigió hasta el anciano de
los días . Ahora bien, si el hablar así escandaliza a al-
18

gunos, escuchen que está sentado a la derecha, y dejen


de escandalizarse. Lo mismo que nosotros no decimos
que el Padre es mayor que Cristo, puesto que tiene el
asiento a la derecha, que es el máximo honor; así tam-
poco digas tú que Cristo es menor o inferior, sino que
tiene el mismo e igual honor. En verdad, esto es lo que
significa la igualdad de la sede.

6. Hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus


pies. ¿Quiénes son los enemigos? Escucha lo que dice
Pablo: Cristo es la primicia; luego, con su venida, los que
son de Cristo; enseguida el fin. Así pues, conviene que Él
reine, hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies . 19

16. Cf. Hb 7, 2 6 - 2 8 . 18. Cf. Dn 7, 1 0 - 1 3 .


17. Hb 1, 7-8. 19. 1 C o 15, 2 3 - 2 5 .
Salmo 109, 2,4-3,2 27

3.1. ¿Ves qué concordia hay entre las palabras profé-


ticas y las apostólicas? Allí se dice hasta que ponga a
tus enemigos como escabel de tus pies; en cambio, aquí
en tanto que ponga a todos tus enemigos . Pero ni allí
10

el hasta que, ni aquí, el en tanto que, son límites tem-


porales. ¿Cómo, entontes, se hubiera puesto aquella pro-
fecía que dice: Su dominio es un dominio eterno, y su
reino un reino que no caerá, y su reino no tendrá fin , 21

si ha de reinar hasta un tiempo? ¿Ves cómo es necesa-


rio no quedarse simplemente en los vocablos, sino as-
cender hasta los significados? Tú, por tanto, cuando es-
cuchas al Profeta que dice que el Padre pone bajo sus
pies, no te escandalices con esto. Ciertamente, no signi-
fica que el Hijo sea menos. Pablo, en efecto, muestra
que Cristo pone a sus enemigos bajo sus pies, y dice:
En verdad, conviene que él reine hasta que ponga a los
enemigos bajo sus pies . 21

2. Y de nuevo lo atribuye todo a Cristo, diciendo:


Cuando haya entregado el reino a Dios Padre, cuando
haya abolido toda potestad y poder *. Es decir, cuando
2

haya enderezado el reino, cesará toda potestad. Pues esto


es lo de «abolirá». Al decir que todo es suyo, no sepa-
ra de El al Padre, como tampoco separa al Hijo del Padre.
En efecto, lo que es de aquél [Padre] también lo es de
éste [Hijo], y lo de éste es también de aquél. Por ello
dice también: Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío *. 2

De esta forma, cuando escuches que el Padre puso de-


bajo, no pienses que el Hijo queda fuera de esa acción
preclara; y si sabes que el Hijo pone debajo, no digas

20. Sal 109, Ib. 23. 1 C o 15, 24.


2 1 . Dr. 7, 14; Le 1, 33. 24. Jn 1 7 , 10.
22. 1 C o 15, 25.
28 Juan Crisóstomo

que el Padre es ajeno a eso. En verdad, todas las cosas


que están bien hechas, al igual que todas las acciones,
son comunes.
3. El Señor extenderá el cetro de tu poder desde Sión . 25

«Cetro de poder» se refiere a la fuerza misma. Se acuerda


de Sión, puesto que allí tuvieron su inicio las buenas ac-
ciones. Allí, ciertamente, también dio la ley y allí hizo mi-
lagros; allí comenzó la predicación y se extendió por toda
la tierra. Y si quieres tomar lo dicho de una forma espi-
ritual, escucha a Pablo que dice: Pero os habéis acercado
al monte Sión, a la, ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén
celeste, y a la congregación de los primogénitos . El Señor26

extenderá el cetro de tu poder desde Sión. Cetro que unas


veces castiga y retrasa el beneficio, y otras consuela y es
signo de reino. Y que es ambas cosas, escucha al Profeta
que dice: Tu cetro y tu báculo me sosiegan . Y de nuevo:
27

Los regirás con cetro de hierro; como vaso de alfarero los


quebrarás . 2S Y Pablo [dice]: ¿Qué queréis? Que vaya a vo-
sotros con vara o con amor y espíritu de mansedumbre? . 29

¿Ves como se trata de una vara de castigo? Mira también


cómo lo es de reinado. Así dice Isaías: Anunciaré una vara
de la raíz de Jesé, y un retoño crecerá de su raíz . Y David: 10

Tu trono, oh Dios, por los siglos de los siglos; cetro de rec-


titud es el cetro de tu reino . Aquí llamó cetro a la fuer-
31

za con que los discípulos rodearon toda la tierra, endere-


zando costumbres y librando la naturaleza racional de los
hombres de todo vicio irracional: Id, dice, enseñad a todas
las gentes .32 También Moisés tuvo una vara , y asumiendo 33

25. Sal 109, 2a. 30. Is 1 1 , 1.


26. Hb 1 2 , 2 2 - 2 3 . 31. Sal 44, 7.
27. Sal 22, 4. 32. M t 28, 19.
28. Sal 2, 9. 33. Cf. Ex 4, 17.
29. 1 C o 4, 2 1 .
Salmo 109, 3,2-5 29

el obrar de Dios, obraba con ella en todo. Con ella, cier-


tamente, separó los ríos , y quebró la impiedad del uni-
34

verso. Y tampoco se equivocaría uno si llamase a la cruz


del Señor cetro de poder. Pues este cetro recorrió la tierra
y el mar y les colmó de una gran fuerza. Con este cetro
envió a los apóstoles por toda la tierra, e hicieron todas
aquellas obras. Ellos, llevándolo, realizaron todas las cosas
comenzando en Jerusalén.

4. Impera en medio de tus enemigos . Mira una pro-


35

fecía más clara que el sol. ¿Qué significa el impera en


medio de tus enemigos"? ¡En lugar de en medio de los grie-
gos y en medio de los judíos! De esta forma las iglesias
se implantaron en medio de las ciudades; así también ven-
cieron y se hicieron superiores. Es argumento de una clara
victoria el que levantaran altares en medio de los enemi-
gos, pues viene a ser lo mismo que unas ovejas en medio
de fieras, o los corderos en medio de lobos. Y así, al en-
viarlos, decía: Mirad que os envío como ovejas en medio
de lobos*, lo cual no es menos que el primer milagro. Para
los que se cuentan entre las ovejas no es menos vencer a
los lobos; pero tampoco es menos, para los que eran doce
en número, atraerse a toda la tierra.

5. Impera en medio de tus enemigos. No dice: «Vence


en medio de tus enemigos», sino impera, para mostrar así
que el trofeo no tuvo lugar por el combate, sino que el
dominio tuvo lugar por el mandato. Así vencían los após-
toles, porque tenían a Cristo con ellos, y porque lo hací-
an todo a partir del mandato. De ahí también que se les
abrieran todas las casas, y los que creían, más dóciles que
cualquier siervo, vendían sus posesiones, ponían el precio

34. Cf. Ex 14, 16. 36. Mt 10, 16.


35. Sal 1 0 9 , 2b.
30 Juan Crisóstomo

a los pies de los apóstoles y no se atrevían ni siquiera a


coger un poco para su beneficio ; así los magnificaban,
37

pues no se atrevían ni a unirse a ellos.


4.1. Y no sólo tenían poder sobre los fieles, sino tam-
bién sobre los infieles. Pues, dime, ¿qué es lo distintivo
del siervo? ¿Acaso no es hacer lo que su señor ordena?
Y ¿cuál es la característica del señor? ¿No es indicar a
los siervos lo que quiere? ¿Acaso no señalan lo que quie-
ren tanto los reyes como los príncipes? ¿Y por qué no
los apóstoles? Es evidente. En efecto, los reyes y los
príncipes querían mantener la tierra en impiedad, y or-
denaban adorar a los demonios; pero los apóstoles lo
contrario, y se hacía lo que ellos querían. Y si me ha-
blas de cárcel, azotes y tormentos, me estás hablando de
los mayores dominios. ¿Cómo y por qué razón? Porque
incluso, dándose estas circunstancias, se hacía la volun-
tad de los apóstoles. No recibieron ese dominio por la
ley que respalda a todo señor, sino por virtud, que no
necesita nada de fuera; al contrario, resplandece cuando
es injuriada por todos. Los siervos muchas veces ani-
quilaban con insidias a los señores, pues su dominio era
algo imperfecto y necio; pero no podían extinguirlo, sino
que al recibir insidias se volvían mucho más insignes.
Pues, en verdad, ¿quién es más insigne, el señor que ne-
cesita de miles de auxilios para dominar sobre sus ser-
vidores, o el que está libre de todas estas cosas y con-
duce y guía por su virtud a todos los que están bajo su
dominio? Es claro que éste último. Los señores que do-
minan sobre muchos, si no tienen leyes que les auxilien
y residen en la ciudad, a menudo, pierden la vida inclu-
so con poder.

37. Cf. Hch 4, 34.


Salmo 109, 3,5-4,3 31

2. Ahora bien, Pablo por todas partes dejaba ver su


dominio, incluso en la soledad. ¿Quieres ver también al
más insigne de los reyes? Llevó las leyes a todas partes de
la tierra y los hombres obedecían a sus cartas abandonan-
do las leyes de los reyes. Por otra parte, también domi-
naba tanto los cuerpos como las almas. ¿Qué siervo a su
señor, o qué subdito a su rey sirvió con esta benevolen-
cia, como los fieles a Pablo, con sólo escribirles cartas?
¿Quién hablaría de amor y celo para con él, de forma que
incluso por él estaban dispuestos a sacarse los ojos? . 38

¿Quién tuvo alguna vez tales siervos? El Profeta, conside-


rando todas estas cosas -cómo sometían a los fieles, cómo
eran terribles para los infieles, llevándolos por delante a la
fuerza, y cómo Cristo dominaba a través de ellos-, no dijo
simplemente domina en medio de tus enemigos, sino im-
pera, mostrando el dominio expuesto.

3. Y los enemigos, viendo estas cosas, nada podían hacer


aunque tenían de su parte las leyes, los verdugos y toda
autoridad. Sin embargo, eran más poderosos gracias al que
habitaba con ellos. El dominó gracias a ellos; no fue señor
sin más, sino que dominó, y domina con vehemencia. Por
eso ellos soportaban con audacia el fuego, la espada, las
fieras, y todo lo demás. Cristo era todo para ellos, de modo
que combatían como en cuerpos ajenos, y liberados de
todas las molestias de esta vida, así se alegraban y salta-
ban de júbilo, ocupados en el reinado de Cristo, no con-
siderando las riquezas, ni el cuerpo, ni la vida presente. Y
estas cosas las hacían quienes alguna vez habían sido ene-
migos y adversarios, pero la invencible fuerza de Cristo
no sólo los libró de los enemigos, sino que también los
arrebató de la servidumbre y de esa familiaridad. Por tanto,

38. Cf. Ga 4, 1 5 .
32 Juan Crisóstomo

aunque el Padre diga que pone a los enemigos como es-


cabel de sus pies, no se refiere, como y a he afirmado, a
que el Hijo no haya hecho nada, pues todo fue hecho por
el Unigénito; sino para que entiendas - l o que antes he
dicho- que el Padre y el Hijo son un solo Dios, conser-
vando cada uno las propiedades, y también para que no
creas que los dos son inengendrados.

4. Y sobre que toda obra es suya, considera las que


han sido y a hechas; y no te quedes simplemente con lo
dicho al modo humano, pues se seguirá de ello un gran
absurdo. Mas para que lo entiendas, escucha lo que voy a
decir. En realidad, algunos se hacen amigos de los que an-
teriormente han sido enemigos; en cambio otros siguen
siendo enemigos. Pero, puesto que El convirtió en amigos
a los enemigos, también Pablo lo indica al decir: Cuando
yo entregue el reino a Dios Padre . También lo muestra
39

el Salvador, diciendo al mismo Padre: Yo te he glorificado


en el mundo, he terminado la obra que Tú me has enco-
mendado que hiciera . El someter a los enemigos fue obra
40

del Padre. Y aquello es mejor que esto. Pues no es lo


mismo castigar a los que permanecen enemigos, que hacer
amigos a los que son enemigos. Sin embargo, ni el Hijo
es menor que el Padre por eso, ni el Padre es menor que
el Hijo por lo mismo.

5. Para que aprendas que aquellas cosas son, tanto del


Hijo como del Padre, escucha: Apartaos de mí, malditos,
al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles . El 41

que envió a los ángeles a que recogieran la cizaña es el


Unigénito , y por todas partes vemos que El castiga al
42

diablo. Y esto mismo también lo confiesan los demonios

39. 1 C o 1 5 , 24. 4 1 . Mt 2 5 , 4 1 .
40. J n 1 7 , 4. 42. Cf. Mt 1 3 , 30.
Salmo 109, 4,3-5,1 33

diciendo: ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de


tiempo?* . Pues es El quien les tortura. ¿Ves cómo, aun-
3

que se diga que las cosas han sido hechas por el Padre,
son obras del Hijo también? Y que las cosas del Hijo son
igualmente del Padre, escúchalo de nuevo cuando dice:
Nadie viene a mí, si el Padre no le trae**. Y nuevamente:
Nadie puede ir al Padre, sino es a través de mí* . Por tanto,
5

no es posible captar estas cosas al modo humano. Así,


aquello de tus enemigos hay que tomarlo, no sólo como
enemigos de El. Pues quien no honra al Hijo - d i c e - no
honra al Padre* . 6

5.1. Por tanto, los judíos no son solamente enemigos


del Hijo, sino también del Padre. Por ello fueron condu-
cidos a la ruina, y se redujo su ciudad al polvo, los hizo
despojo, aunque no inmediatamente después de la cruz,
pues los entregó un largo tiempo a la penitencia, si que-
rían, y les envió apóstoles para que aprendieran su poder,
y pudieran convertirse más tarde. Pero, puesto que su en-
fermedad era incurable, los indujo al colofón de los males
y con ello nuevamente les facilitó la conversión, para que
abandonaran la antigua forma de vivir y por la misma ne-
cesidad de los acontecimientos fueran reducidos a la ver-
dad, al ver que al que habían injuriado era adorado por
todas partes, y lo referente a ellos mismos se corrompía
de forma miserable. Mas cuando ni siquiera por esto se
volvieron mejores, entonces, por último, fueron arrojados
a un inmortal suplicio, como privados de toda indulgen-
cia. Y cuando escuches escabel, no pienses que se refiere
a algo material, sino a aquella sumisión. Y que a El se so-
meten es evidente por la evocación; porque, en efecto, una
cosa es el trono, y otra el escabel.

43. Mt 8, 29. 45. J n 14, 6.


44. Jn 6, 44. 46. Jn 5, 23.
34 Juan Crisóstomo

2. Contigo el principado en el día de tu fuerza . Pues-


47

to que arriba ya ha dicho hasta que ponga a tus enemigos


por escabel de tus pies, para que nadie piense que el Hijo
es alguien débil y necesitado de poder, como cualquiera de
los apóstoles, escucha cómo también trae la corrección de
esa suposición, diciendo: Contigo el principado en el día
de tu fuerza. ¿Qué significa contigo el principado} «En ti
está el principado -afirma-, no el que tendrá lugar des-
pués, sino el que está en ti continuamente»; esto es tam-
bién lo mismo que indicaba Isaías, cuando decía: Cuyo
principado está sobre sus hombros *.
4 O sea, en él mismo,
en su sustancia, en su naturaleza; es decir, en El, en su au-
toridad, en su naturaleza, lo cual no sucede en los reyes.
En efecto, el principado de éstos radica en la multitud de
los ejércitos; lo cual tampoco sucedía entre los apóstoles.
Ciertamente el principado en ellos fue el resultado de una
acción conducida desde fuera; pero Cristo tenía el princi-
pado en la naturaleza, en la sustancia, no asumiéndolo
después de ser engendrado, ni traído desde fuera, sino que
fue así al ser engendrado. Por lo que al ser interrogado
por su reinado, decía: Yo para esto he nacido, y para esto
he venido .49

3. Contigo el principado en el día de tu poder. Pero lo


de en el día de tu poder no significa sólo lo que hemos
dicho, sino también otras cosas, como que el principado
no pasa a otro, sino que es perpetuo e inmortal. En los
hombres, mientras viven, a menudo se debilita, y cuando
ya no viven desaparece por completo. O lo que es mejor,
en el tiempo en que viven, no lo tienen enteramente, sino
que, como he dicho anteriormente, reside en los ejércitos

47. Sal 1 0 9 , 3a. 49. Jn 1 8 , 37.


48. Is 9, 6.
Salmo 109, 5,2-4 35

y en los sepulcros, en la abundancia de riquezas, en los


recintos construidos y en otras muchas cosas; pero [ese
imperio] no solamente es característico de Dios, sino que
además reside en El y de continuo; y lo mismo que su
sustancia no puede no existir, así también el reino.
4. En el día de tu poder. Alguno puede decir que día
de tu poder sería el que ya tuvo lugar, o el que ha de ser
nuestro. En ambos casos existe la demostración de mayor
fuerza. ¿No te parece que es prueba del poder máximo,
cuando con la muerte se borra la muerte, cuando las puer-
tas de bronce se rompen, cuando es abolido el pecado y
desatada la maldición, cuando todos los antiguos males son
aniquilados y son introducidos otros bienes nuevos? ¿Qué
hay semejante a esta fuerza, si consideras tanto los milagros
como las grandes hazañas? Los muertos resucitaban, los le-
prosos quedaban limpios, los demonios eran expulsados, el
mar se calmaba, los pecados eran perdonados, los paralíti-
cos cobraban vigor, el paraíso se abría, las piedras se rom-
pían, el velo se rasgaba, los rayos del sol retrocedían, las ti-
nieblas se extendían por el universo, los cuerpos de los santos
difuntos resucitaban, el ladrón regresaba a la primera patria,
las bóvedas del cielo se abrían, la naturaleza despreciada bajo
el cielo sostenía a las alturas del cielo, y, lo que es más gran-
de de todo, estaba sentado en el trono regio, asistiéndole
los ángeles y los principados; todo mal huía, la virtud re-
gresaba, y era concedida la gracia del Espíritu Santo; pes-
cadores, publícanos y servidores del tabernáculo cerraban la
boca a los filósofos, confundían la lengua de los oradores,
aniquilaban la tiranía del demonio; altares, templos, fiestas
y asambleas públicas de los griegos eran suprimidas; grasa,
humo y todos los sacrificios impíos eran rechazados con
violencia; magos y los que ofrecían oraciones a Cibeles, au-
gures y toda la cuadrilla del diablo huían; las iglesias flore-
cían por todas las partes de la tierra; se formaban coros de
36 Juan Crisóstomo

vírgenes y órdenes monásticas llenaron de piedad el desier-


to y las ciudades; y coros de santos y hombres justos for-
mados junto con los principados celestes de ángeles res-
pondían a una sola melodía; una afluencia de mártires y una
multitud de confesores se implantaban por toda la tierra; la
virtud se mantenía con buena disposición, las naciones de
los bárbaros aprendían a filosofar, y los que eran más sal-
vajes que las fieras rivalizaban con las formas de vida de los
propios ángeles; cuanto contempla el sol a la tierra, a ella
abarcó el Verbo con la cruz y la resurrección. Así pues, al
considerar todas estas cosas, el Profeta decía: Contigo el
principado en el día de tu poder.
6.1. Y si quieres ver el día futuro, y saber cómo aquel
día es el de su poder, considera lo grande que es ver re-
surgir al cielo contraído y a toda naturaleza corrompida, y
que todos están presentes en el espíritu, que el diablo es
avergonzado, que los demonios se precipitan, los justos son
coronados, que se da a cada uno el castigo de sus delitos,
que son recibidos los premios por parte de quienes han
obrado rectamente, que se lleva a cabo el establecimiento
de la otra vida. En efecto, ya no hay más muerte, ni en-
fermedad, ni vejez; ya no más pobreza, daños ni insidias;
ya no más viviendas, ciudades, artes ni navegaciones; ya no
más vestidos, alimentos y bebidas, techos y camas, mesas y
candeleros; ya no más insidias, ni contiendas, ni juicios; ya
no más matrimonios ni dolores ni partos; sino que todas
estas cosas, precipitadas, se desvanecen como el polvo, y se
nos da otro estado de vida mejor, de inmortalidad e inco-
rruptibilidad, y el cuerpo tendrá una gran fuerza llena de
gracia. Es lo que también Pablo indicaba, cuando decía: La
apariencia de este mundo pasa .
50

50. 1 C o 7, 3 1 .
Salmo 109, 5,4-6,2 37

2. Y si no crees en lo que se ha dicho, puesto que no


lo ves realizado en el presente, toma el argumento desde
lo presente para lo futuro. Aplica la razón a todo el uni-
verso, a la tierra y al mar, a la pagana Grecia, a lo subli-
me y a lo inhabitable, a las ciudades de la tierra y a las
islas del mar, a los montes y a los valles; y viendo por
todas partes que reluce la fuerza de Cristo, que todos pro-
claman y honran su nombre, considera en tu interior, que
el que es capaz de todas estas cosas, también ha prometi-
do las futuras. Si quieres captar este razonamiento par-
cialmente, considera cuál es la causa de que todo el orbe
de la tierra se reúna para ver un sepulcro que no tiene
cuerpo; su gran fuerza atrae a los que habitan en los con-
fines de la tierra para ver dónde nació, dónde fue crucifi-
cado y dónde fue sepultado. Considera la cruz misma, de
cuánta fuerza es señal. Pues la misma cruz, antes de esto,
era maldita, muerte de oprobio, la más vergonzosa de todas
las muertes. Pero he aquí que ahora se ha vuelto más ho-
norable que la misma vida, más brillante que las diademas,
y todos la llevamos en la frente . Y no sólo no nos aver-
51

gonzamos, sino que nos gloriamos de ella. Y no sólo la


gente corriente, sino que incluso los que se ciñen la fren-
te con diademas, la alzan por encima de las propias dia-
demas, y con mucha razón: realmente es mejor que miles
de diademas. En verdad, la diadema adorna la cabeza, pero
la cruz fortifica la mente. Ella defiende contra los demo-
nios, ella es la diadema que suprime las enfermedades del

5 1 . Esta afirmación del C r i - tro crucifijo actual, sino la sim-


sósotomo es rara, por no decir ex- bólica o anagrama cruciforme, que
clusiva, entre los contemporáneos es a la que san Juan Crisósotomo
del antioqueno. De todas formas se refiere, y a la que llama cruz,
hay que tener en cuenta que lo según el uso de la época.
que aquí se llama cruz no es nues-
38 Juan Crisóstomo

alma, es armadura invencible y muro inexpugnable; ella es


seguridad inconmovible, y disuelve no sólo la incursión de
los bárbaros, ni sólo el ataque de los enemigos, sino in-
cluso las falanges de los demonios.
3. En el esplendor de los santos . Otro [intérprete dice]:
52

En el adorno del santo. Otro [afirma]: En la gloria de los


santos. Se habla del día presente y también del futuro. Aquí
se llama «esplendor» a la belleza de los santos. ¿Quién más
espléndido que Pablo? ¿Quién más insigne que Pedro?
¿Quiénes recorrieron la tierra más brillantes que el sol,
sembrando la semilla de la piedad? Ciertamente, como án-
geles que descienden desde los cielos, así eran de invenci-
bles para todos. Mostrando esto el que compuso el libro
de los Hechos, decía: Ninguno se atrevía a unirse a ellos . 53

Y sus vestidos estaban llenos de gracia , y las sombras de


54

sus cuerpos mostraban una fuerza enorme . Y si eran así,


55

considérame en aquel día -cuando asuman sus cuerpos in-


mortales, cuando sean incorruptibles, cuando superen todo
el esplendor que se ve resplandeciente- lo que serán ellos
y los semejantes a ellos, profetas, apóstoles, justos, márti-
res, confesores, y todos los que por una mejor forma de
vida fueron insignes en la fe de Cristo. Considérame aque-
llos pueblos, las luces, los destellos, la gloria, el decoro, la
alegría y la fiesta solemne.

4. ¿Quién explicará estas cosas? En verdad, ningún dis-


curso; sólo la experiencia enseñará abiertamente que fue-
ron dignos de ese espectáculo y de aquel esplendor. En
efecto, estimo que esto ha de sobrevenir, como si muchos
soles brillaran en el cielo, o como si se lanzaran rayos sin
cesar; es más, cualquier cosa que se dijera, intentando mos-

52. Sal 1 0 9 , 3b. 54. Cf. Hch 1 9 , 12.


53. Hch 5, 13. 55. Cf. Hch 5, 1 5 .
Salmo 109, 6,2-7,1 39

trar aquella belleza, no podría expresarlo con dignidad.


Todas estas cosas son ejemplos mortales, pero la luz y la
gloria que entonces allí ha de brillar, superarán todo es-
plendor. Pues los cuerpos no sólo serán incorruptibles, ni
sólo inmortales, sino que también entonces serán revesti-
dos de una gloria inefable.
5. En el esplendor de los santos. Y para que no se mues-
tre solamente lo terrible, muestra también su mansedum-
bre y benevolencia, diciendo: En los esplendores de los san-
tos. Y es que es propio de su potencia el volverlos así de
resplandecientes; es lo que Pablo señalaba al decir: El trans-
formará nuestro cuerpo mortal, para que lleguemos a ser
semejantes al cuerpo de su gloria . 56

7A. Después de haber dicho algo grandioso e inefable,


añadió: En virtud del poder que tiene para someter a su
dominio todas las cosas . «No busques - d i c e - el cómo y
57

la razón». En efecto, puede hacer todas las cosas, las que


quiera. Y ¿por qué no dijo «en el esplendor de los san-
tos», sino en los esplendores} Porque muchos y diversos
son los premios. Uno es el resplandor del sol, otro el de
la luna y otro el de las estrellas. En efecto, una estrella es
diferente de otra en resplandor; así será - d i c e - en la resu-
rrección de los muertos .
58 Y Cristo: En la casa de mi Padre
hay muchas moradas^. Por eso aquel esplendor no tiene
fin. No da paso a la noche, ni da lugar a la sombra, sino
que es inefable y grandioso, y supera en mucho lo visto,
y lo tiene todo al máximo, sin final, lo que es propio de
la potencia real, pues los cuerpos que eran caducos y co-
rruptibles son conducidos a esa fuerza y poder. Después
de hablar de algo grandioso y levantar al oyente a la es-

56. Flp 3, 2 1 . 58 1 C o 15, 4 1 .


57. Ibidem. 59 J n 14, 2.
40 Juan Crisóstomo

peranza, muestra que esas cosas suceden con razón, pues-


to que el que obra tales cosas es así de poderoso. ¿Quién
es el que obra eso? El que es consustancial al Padre. E in-
dicándolo añadió: Desde el seno, antes de la aurora te en-
gendré . 60

2. Pero los que cambian el sentido de las cosas que se


han dicho, afirman que están referidas a la generación de
la carne. Entonces, dime, ¿cómo tiene lugar antes de la au-
rora} Afirman que se refiere así a la noche, porque nació
antes que la aurora. Pero no es esto lo que se quiso decir,
ni lo que transmite la historia; además, no pueden de-
mostrar que lo que dijeron los evangelistas es lo dicho por
los profetas, que hablan oscuramente la mayor parte de las
veces. Aquí, lo de antes de la aurora no se refiere a lo an-
terior al nacimiento del alba, sino a antes de la naturale-
za, a antes que fuese creada la aurora. La Escritura suele
distinguir estas cosas cuando habla de «antes de la natu-
raleza», y de «antes de la acción», como cuando dice: Con-
viene adelantar a la mañana para darte gracias; y dirigir-
se a ti antes de la luz del alba . Aquí, en efecto, habla de
61

la mañana. En realidad no dijo «antes del sol», sino antes


del alba; no «antes de la naturaleza», pues tampoco hizo
nada antes de la naturaleza del sol, sino «antes de la sali-
da del sol», para indicar el alba. Y por otra parte, cuan-
do dice «antes de la naturaleza», no afirma «antes del na-
cimiento», sino antes que el sol, como cuando dice: Su
nombre se perpetúa antes que el sol; y la luna de genera-
ción en generación . De igual manera que una cosa es
62

«antes del sol» y otra «antes de la salida del sol» - l a sa-


lida [del sol] también indica el alba, pero aquello otro la

60. Sal 109, 3c. 62. Sal 7 1 , 17.5.


6 1 . Sb 1 6 , 28.
Salmo 109, 7,1-3 41

naturaleza-, de igual manera aquí, si hubiese querido sig-


nificar la noche, no hubiese dicho antes de la aurora, sino
«antes de la salida de la aurora».
3. Por otra parte, también Cristo toma este salmo no
acerca de la encarnación sino de la generación conforme al
Espíritu. Al decir a los judíos: ¿Quépensáis de Cristo? ¿De
quién es hijo? Respondieron: De David, como ha estable-
cido el salmo, al decir: Pues cómo afirmó David: Dijo el
señor a mi señor, siéntate a mi derecha? Pues si es señor
suyo, ¿cómo decís vosotros que es su hijo? . ¿Qué signifi- 61

ca lo afirmado? Aquí establece la verdad sobre la genera-


ción. ¿Qué es? ¿Que existe sólo antes que la aurora? De
ninguna manera. Dice en otra parte también: Su trono antes
que la luna. Y no sólo antes que la luna, pues también
dice con relación a su Padre: Antes de que fueran engen-
drados los montes y la tierra y el orbe fuesen formados,
desde siempre y para siempre, Tú eres . No sólo antes de
64

un siglo, sino también antes que [todos] los siglos, y ni si-


quiera hasta el fin de los siglos, sino que es infinito. No
te ofendas por las expresiones; admite, mejor, el sentido
que conviene a Dios. Y mira la sabiduría del Profeta. Al
iniciar el salmo no comenzó: Desde el vientre, antes de la
aurora te engendré, sino que primero mostró sus hazañas,
y lo fue proclamando mediante las obras, y después mues-
tra la dignidad, en el lugar oportuno . Así también El 65

mismo decía: Si no hago las obras de mi Padre no me cre-


éis. Pero si las hago, aunque no me creáis, creed en mis
obras . Para enseñar que el que se sienta a la derecha del
66

63. Mt 22, 4 2 - 4 5 . clinamos p o r la interpretación del


64. Sal 89, 2. Gentiano.
65. Entre las distintas va- 66. Jn 10, 3 7 - 3 8 .
riantes de los manuscritos nos in-
42 Juan Crisóstomo

Padre, es llamado Señor, como el Padre, que tiene el mismo


principio que El, que realiza el mismo esplendor y que do-
mina entre las naciones; y para que no te turbes cuando
oigas que este Hijo también es anterior a toda creación.
4. Se admira con razón el Profeta de cómo aquellas
cosas atañen a la persona de Dios, y éstas, ciertamente a
la persona de Cristo. En efecto lo de siéntate a mi dere-
cha, y la frase desde el seno, antes de la aurora te engen-
dré, son palabras que superaban al Profeta y con las que
él introduce a Dios que habla; pero otras las refiere él
mismo. Mira también cómo utiliza la propiedad de las pa-
labras. En verdad hubiera sido suficiente decir «te engen-
dré», pero por ésos que se arrastran por el suelo, para
mostrarles la realidad de la generación, les recuerda estas
expresiones. E igual que cuando dice manos, no es para
que interpretemos manos, sino la fuerza creadora; así tam-
bién recuerda el seno, para que se muestre la autenticidad
de la generación.

8.1. Después, tratando de adaptar la profecía a la figu-


ra de un juez, le dirige la palabra que era propia de un
amor intensísimo y de un gozo insigne, y de un alma in-
vadida profundamente del divino Espíritu. Lo ha jurado el
Señor y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote por siempre,
según el orden de Melquisedec . 67¿Ves cómo una vez más
dirige el discurso a lo más humilde, cuando se trata de la
divinidad o de la humanidad? Es lo que también hacen los
evangelistas, para mantener de todas las maneras la exac-
titud de los dogmas. Y ¿por qué ha dicho según el orden
de Melquisedec} También por los sacramentos, ya que aquél
proporcionó el pan y el vino a Abrahán , y porque este68

67. Sal 1 0 9 , 4. 68. Cf. G n 14, 1 8 .


Salmo 109, 7,3-8,3 43

sacerdocio está libre de la ley; y porque no tiene fin -como


dice Pablo- y no tiene principio . Mas lo que aquél tenía
69

en sombras, con Jesús se convirtió en realidad; e igual que


los nombres que se le impusieron, como Jesús y Cristo,
así sucede con esto. En efecto, parece que Melquisedec no
tuvo ni principio ni final de vida. No es que no tuviese,
sino que nunca se hizo su genealogía.

2. Tampoco Jesús tuvo un principio de días ni final de


vida, pero no del mismo modo, sino que su principio no
fue totalmente temporal, ni tampoco el fin. Aquello real-
mente era una sombra, y esto una verdad. Igualmente,
cuando escuches «Jesús», no supongas realmente «Jesús»,
sino que recibirás únicamente la figura del nombre, y no
busques nada más. Por lo mismo, al oír que Melquisedec
no tenía principio ni fin, no le busques en la verdad de
esos hechos, sino que basta con la sola denominación;
aprende la verdad en Cristo. Y cuando escuches juramen-
to, no consideres juramento. Al igual que la ira no es ira
en Dios, sino que es poder para castigar, y no una per-
turbación del ánimo; lo mismo sucede con el juramento.
En efecto, Dios no jura, sino que dice lo que sucederá en
todos los casos. Así, al referirse al esplendor de los san-
tos, a que los enemigos están puestos bajo sus pies y al
día de la fuerza, se refiere también a las cosas reales que
faltan.

3. Mira con qué orden hace la exposición en el dis-


curso, para dirigirse al oyente obstinado. Primero lo ate-
rrorizó con el discurso del juicio y, una vez ablandada su
pertinacia, introduce el discurso de las cosas presentes. Por
esto añade tal mezcla. Considera: Hasta que ponga a tus

69. Cf. Hb 7, 1 5 - 1 9 .
44 Juan Crisóstomo

enemigos como escabel de tus pies. Esto se refiere a las


cosas futuras. Respecto a las presentes: El cetro de tu poder
lo extenderá el Señor desde Sión; y domina en medio de
tus enemigos; a continuación las futuras: Para ti el princi-
pado, en el día de tu poder en los esplendores de los san-
tos. Luego nuevamente las presentes, y que no habrá más
castigo sino beneficencia: Tú eres sacerdote para siempre
según el orden de Melquisedec. Esto es, en efecto, absolu-
ción del pecado y reconciliación con Dios.

4. Después, puesto que insiste en estas cosas cuanto


quiere, de nuevo se refiere a la economía salvífica, tras-
formando el discurso hasta lo más humilde y diciendo: El
Señor a tu derecha . Ya anteriormente había dicho que El
70

estaba a la derecha del Padre. ¿Ves cómo no es necesario


simplemente dejarse llevar por las expresiones? ¿Qué sig-
nifica el Señor a tu derecha} Puesto que acometió lo de
la economía salvífica, cambia el discurso a la humanidad,
la que acogió el auxilio. Ciertamente se le ve sufriendo y
sudando, y sudando de tal manera que incluso le caen gotas
de sangre, pero es confortado . Así es la naturaleza de la
71

carne.
5. Quebrará a los reyes en el día de su ira . No se 71

equivocaría quien dijera que esto se refiere a los [reyes]


actuales que se alzan contra la Iglesia, y a las penas futu-
ras que han de darse por los pecados y la impiedad.
6. Juzgará a las naciones, amontonará cadáveres . ¿Qué 73

significa el juzgará a las naciones} «Hará justicia -dice-,


condenará a los demonios». Y sobre que juzgará escucha
a Cristo diciendo: Ahora es el juicio de este mundo; ahora

70. Sal 1 0 9 , 5a. 72. Sal 109, 5b.


7 1 . Cf. Le 22, 44. 73. Sal 109, 6a.
Salmo 109, 8,3-9,1 45

el príncipe de este mundo será arrojado fuera . Y en otra


7A

parte: Y yo, cuando fuere levantado, atraeré a todos hacia


mí . Ahora bien, si se sirve del modo de decir más per-
7b

ceptible por los sentidos, no te ofendas. Pues esto es fa-


miliar en la Escritura. Quebrantará cabezas en tierra de
muchos . 76Si quieres aceptar esto místicamente, alguien diría
que la demencia domina; pero si [lo acepta] de un modo
sensible, se refiere a la calamidad de los judíos, a quienes
hizo perecer totalmente con la mayor vehemencia.
7. En el camino beberá del torrente . Aquí muestra la
71

humildad de su forma de vida, la sencillez de su existen-


cia, porque no tiene ningún lujo, ni tiene servidores, ni
hace alarde alguno en las cosas que realizó, sino que lleva
una vida sencilla, y de tal forma que del torrente bebió.
Igual que era en la mesa, era también en la bebida. El ali-
mento era grano de cebada y la bebida agua del torrente.
Vino a enseñar al filósofo esta forma de vida, a ser dueño
del vientre, a pisar la pompa y apartar el lujo. Después,
para mostrar la ganancia de esta vida, añadió: Por esto le-
vantará la cabeza *. Ciertamente éste es el fruto caracte-
7

rístico de la humildad y de la vida austera.


9.1. Mas estas cosas no se dijeron de la divinidad, sino
de la carne, que bebe en el torrente y que fue exaltada. Y
no sólo no la sobrevino ningún daño por esa frugalidad,
sino que la llevó a una altura inefable. Así tú, queridísi-
mo, teniendo tales ejemplos, desprecia la vida llena de lujo
y pompa, y persigue la frugal y austera, si es que quieres
ser alguien brillante e insigne. También tu Señor vino para
enseñarte ese camino. Por eso, el Profeta, una vez que ha

74. Jn 12, 3 1 . 77. Sal 109, 7a.


75. Jn 12, 32. 78 Sal 109, 7b.
76. Sal 109, 6b.
46 Juan Crisóstomo

hablado de grandes hechos, también añadió eso mismo, casi


diciendo: «Cuando oigas cosas sobre batallas y trofeos, no
esperes las armas, los soldados, los carros y los caballos,
los jinetes, la infantería pesada, los tumultos y turbas. Así
es el humilde, quien hace rectamente aquellas cosas, así es
el que se abstiene, así es el que bebe agua del torrente. Y
quien es así realizará todas las cosas».

2. Escuchen por tanto quienes poseen mesas sibaríticas


y alimentos que abarcan toda clase de condimentos, y re-
únen varios tipos de cocineros, alistan marineros, timone-
les y remeros para que importen géneros extranjeros de
vinos, ungüentos y otras delicadezas de ese tipo; así se pre-
cipitan al báratro, y se vuelven los más miserables de todos.
Y no suele ser insigne el que tiene necesidad de riquezas,
pero sí humilde el que tiene necesidad de pocas cosas. Tam-
bién, si quieres, pintaremos las imágenes de uno y otro;
así, tenga alguno muchos jefes por todas partes, marine-
ros, pilotos, timoneles, artistas, artesanos, tejedores, tinta-
dores, boyeros, pastores, escuderos y arrieros, estando todo
a su disposición y servicio; pero otro que no tenga nada
de eso, sino únicamente pan, agua y un único vestido.
¿Quién es más excelso? ¿Quién el humilde? ¿No es evi-
dente que es el que tiene un único vestido? Pues éste, in-
cluso al rey podría despreciar; aquél, por el contrario, es
esclavo de todos los que se preocupan de esas cosas, por-
que está sometido, adulando y sirviendo a todos, temien-
do que alguno le abandone o le dañe los bienes necesa-
rios; pues nada hace tan esclavo como el necesitar de tantas
cosas; así como hace libre el buscar sólo lo necesario.

3. Esto mismo se puede ver entre los irracionales. ¿Qué


hay de provechoso para un asno cargado con abundantes
fardos, aunque disfrute de los alimentos necesarios? En
cambio, ¿qué puede perjudicar a otro libre de todas esas
cargas, si goza de los alimentos necesarios? Por eso tam-
Salmo 109, 9,1-4 47

bien Cristo al preparar a sus discípulos altivos, puesto que


tendrían que hablar por todo el universo, les liberó de
todas las preocupaciones, les hizo capaces de volar y más
resistentes que el acero. Ciertamente, una fuerza así no se
estableció en el alma, a no ser que estuviera libre de todas
aquellas cosas; ni tampoco se hizo débil, cuando estaba
constreñida por todo eso. Lo mismo que aquí no es po-
sible encontrar el dolor rápidamente, así sucede allí con el
placer.

4. En verdad, aquél tiene muchos dueños y dueñas,


rudos e inhumanos algunos; en cambio, éste, que no sirve
a nadie, impera sobre todos con gran seguridad, gozando
de esplendor, complaciéndose con la brisa, y no teniendo
a nadie que le moleste inoportunamente. No le agita la ira,
ni la envidia, ni la fascinación; ni le consumen las preo-
cupaciones, ni la celotipia, ni la vanagloria, ni la soberbia,
ni ninguna otra cosa parecida; por el contrario, como un
puerto tranquilo y libre de fluctuaciones, así es el estado
de su alma, y con facilidad toma el camino del cielo, sin
que ninguna otra cosa presente le retenga. Así pues, para
que también nosotros gocemos de esta seguridad y tran-
quilidad en la vida presente, y de la facilidad en la pere-
grinación, persigamos esta forma de vida, para que poda-
mos disfrutar de los bienes eternos que superan toda razón,
mente y pensamiento, en Jesucristo, nuestro Señor; a El la
gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 110

Alabaré al Señor con todo mi corazón .


1

1.1. ¿Qué significa con todo} Con todas las fuerzas,


con empeño, libre de preocupaciones mundanas, levantan-
do el alma y liberándola de las cadenas del cuerpo. Con
el corazón; no simplemente con palabras, ni con la lengua
o la boca solamente, sino también con la mente. Así tam-
bién decía Moisés al promulgar la ley: Amarás al Señor
tuyo con todo tu corazón, y con toda tu mente . Me pare-
2

ce que aquí esta confesión se refiere a la acción de gra-


cias. «Alabaré -dice-, daré gracias». Y toda la vida la con-
sumió en esto, desde ahí comienza y con ello termina; y
en eso consistía su obra de continuo, en dar gracias por
los beneficios concedidos tanto a él como por los otorga-
dos a otros. Ciertamente Dios no reclama nada como eso,
pues es sacrificio, ofrenda, símbolo de un alma agradeci-
da, golpe contra el diablo; por ello el bienaventurado Job
fue coronado y exaltado, ya que al haber sido probado
con innumerables tentaciones y abandonado incluso por su
mujer, no se enfrentó, sino que permaneció dando gracias
al Señor por todo, no sólo en la riqueza, también cuando
era pobre ; no sólo cuando estaba sano, sino cuando fue
3

1. Sal 1 1 0 , la. 3. Cf. Jb 1, 2 1 .


2. Dt 6, 5.
Salmo 110, 1,1-2 49

golpeado en la carne; no sólo cuando las cosas le salían


como pensaba, sino también cuando aquella grave adver-
sidad cayó sobre toda su casa y sobre la propia naturale-
za de su cuerpo. Éste es el culmen de una mente agrade-
cida: en las adversidades y en las asperezas mostrar un
inmenso reconocimiento a Dios y permanecer continua-
mente en acción de gracias; y es lo que, insinuando, el sal-
mista declaró con lo que sigue.
2. Por el contrario, muchos hombres dan gracias en la
prosperidad, pero cuando sufren adversidades se irritan; se
trata de aquellos que son sorprendidos por los aconteci-
mientos. Para mostrar que esto sucede por la perversión
del alma y no por la naturaleza de lo que sobreviene, con-
tinuó diciendo: En la reunión de los justos, y en la con-
currencia, grandes son las obras del Señor . Y lo dijo para
4

hacer constar que es necesario un juicio íntegro y una reu-


nión no corrupta, y así será evidente que se trata de las
obras del Señor, que son excelsas y dignas de toda admi-
ración. En verdad, aunque por sí mismas sean grandes, no
lo parecerán si no se tiene un juicio recto. También el sol
es en sí mismo claro y brillante, y resplandece para todo
el mundo, pero no es así para los que tienen la vista en-
ferma. Mas no es culpa del sol, sino al mal de la enfer-
medad de aquellos. Por tanto, cuando vieres a alguno que
reprocha las obras de Dios, no vituperes las obras por la
maldad de aquél; al contrario, extrae de su necedad una
muestra patente de la providencia de Dios. Pues igual que
el que dice que el sol está a oscuras no vitupera al astro,
sino que profiere una prueba patente de su ceguera; y el
que llama amarga a la miel no disminuye su dulzura, sino
que sostiene tal afirmación debido a la enfermedad que

4. Sal 1 1 0 , lb-2a.
50 Juan Crisóstomo

sufre; así también sucede con el que censura las obras de


Dios. Y lo mismo que ése no perjudica dichas obras, ni
la creencia en ellas sino que esa conclusión es fruto de su
gran locura; de la misma manera sucede con las obras de
Dios: los que no tienen un juicio recto no conocen nada
de los milagros realizados; pero si tiene un juicio justo y
no depravado, le parecerá que todas son costosas. Enton-
ces, ¿no hay que sorprenderse - d i m e - de lo que hace?
3. Y si quieres, dejando atrás todas estas cosas, vaya-
mos a lo que a muchos les parecen situaciones molestas y
pesadas: la muerte, la enfermedad, la pobreza y cosas pa-
recidas. Ciertamente, si uno tuviese un corazón recto ad-
mitiría y celebraría esas cosas sin dificultad. Aunque la
muerte fue introducida por el pecado , sin embargo, es tal
5

el poder de Dios, su misericordia y la magnitud de su pro-


videncia, que incluso la convierte en utilidad para nuestro
linaje. Pues, dime, ¿qué tiene de grave la muerte? ¿Acaso
no es la liberación de las fatigas? ¿No desliga de las pre-
ocupaciones? ¿No escuchas a Job que la alaba y dice: La
muerte es descanso para el hombre, cuyo camino está es-
condido }
6 ¿Acaso no es obstáculo para el vicio? En ver-
dad, si uno es malo, con la muerte cesa su vicio. Quien
muere, queda libre del pecado ;7 esto es, no puede cometer
pecado; si el que sale de esta vida es bueno, toda su vir-
tud será colocada en la seguridad, como en un tesoro in-
violable. Dime, ¿acaso a los vivos no los hace más pru-
dentes y templados? ¿No ves a menudo a ricos que van a
un entierro, cegados por la soberbia y subidos a la cima
del orgullo, y cuando ven el cuerpo que yace sin vida, in-
sensible, y a los hijos huérfanos, a la mujer viuda, a los

5. Cf. Rm 5, 12. 7. Rm 6, 7.
6. Jb 3, 23.
Salmo 110, 1,2-2,1 51

amigos en la tristeza, a los siervos vestidos de luto, y a


modo de sombras toda la apariencia de la casa, cómo per-
donan, cómo se hacen humildes, cómo adquieren contri-
ción? Han escuchado miles de enseñanzas pero sin sacar
ningún fruto, y de repente filosofan gracias a aquel es-
pectáculo, entendiendo lo vano y caduco de la naturaleza
humana, y lo inestable y absurdo de su poderío; y así, por
las calamidades ajenas, prevén sus propios cambios.
2.1. Si a pesar de que existe la muerte hay tales rapi-
ñas, tales avaricias, y - a l igual que sucede en los peces-,
se devora a los inferiores; si no existiese la muerte, ¿se po-
dría sobrevivir a estas rapiñas? Y si conociendo que no
disfrutan de aquello que han saqueado, sino que volunta-
ria e involuntariamente son perturbados con otras cosas,
por ello se enfurecen y encolerizan; si lo poseyeran eso
con seguridad, ¿cuando extinguirían su ímprobo deseo?
¿Pero qué? ¿No es verdad que las coronas del martirio se
tejen con la muerte? ¿Qué decir de Pablo? ¿No levantó
innumerables trofeos, diciendo: Cada día muero por la glo-
ria que sois para mí*} Realmente la muerte no es un mal,
sino que el malvado tiene una muerte pésima. Por eso se
dice: Preciosa en la presencia del Señor es la muerte de sus
santos . Y en otra parte: La muerte de los pecadores es pé-
9

sima . Aquí se dice pésima, por tener conciencia de peca-


10

do, y estar cargado y oprimido por las muchas preocupa-


ciones de los pecados. Pero el que tiene una conciencia
pura, corre a los premios, llega a la corona. Y para que
aprendas que no es la naturaleza de las cosas la que crea
intranquilidad y perturbación, sino la mente de los hom-
bres, escucha lo que Pablo busca, diciendo ahora: Real-

8. 1 C o 1 5 , 3 1 . 10. Sal 33, 22.


9. Sal 1 1 5 , 1 5 .
52 Juan Crisóstomo

mente mientras moramos en esta tienda^, aguardando la


adopción de hijos, la redención de nuestro cuerpo ; y lo 12

mismo manifiesta en otra parte: Pues aunque yo sea in-


molado por el ministerio y el sacrificio de nuestra fe, me
alegro y me congratulo con todos vosotros. Y por lo mismo,
vosotros también alegraos y congratulaos conmigo^. Ahora
bien, si la muerte no es molesta, sino algo deseado por
quienes viven rectamente, mucho más lo será la indigen-
cia y todas las otras cosas.

2. Sus decretos son deseables para todos . Otro [tra- 14

ductor dice]: Preciados. Aquí me parece que habla de las


criaturas que proclaman la sabiduría de Dios; antes men-
cionaba las obras (aunque nosotros, más allá de los que son
apocados de ánimo, alcanzamos también otros sentidos en
estas cosas): los prodigios, los milagros que en ocasiones
realizó organizando el linaje de los hombres. ¿Qué signifi-
ca sus decretos son deseables para todos} Apreciados, como
dice otro intérprete, y preparados, perfectos, absolutos, su-
ficientes para hacer su voluntad, sobrados para testimoniar
su poder, que no claudican ni son insuficientes para dar
cumplimiento a sus mandatos, como también expresa en
otro lugar: Fuego, granizo, nieve, hielo, vientos y tempes-
tades que cumplen su palabra} ; esto es, sus mandatos. Así
5

también decía el Profeta: Hizo la luna para los tiempos; el


sol conoce su ocaso; pones las tinieblas, y es de noche . 16

3. Y no sólo se refiere a cosas ya establecidas, sino que,


aunque se ordenen las que son contrarias, también es mucha
la obediencia aquí: ordenó al mar, y no solamente no lo
hundió, lo que es su oficio propio, sino que fueron allana-

1 1 . 2 C o 5, 4. 14. Sal 1 1 0 , 2b.


12. Rm 8, 23. 15. Sal 148, 8.
13. Flp 2, 1 7 - 1 8 . 16. Sal 1 0 3 , 19-20.
I
Salmo 110, 2,1-4 53

das las olas y el pueblo judío lo atravesó, estando más firme


que las piedras . El horno no sólo no quemaba, sino que
17

incluso ofrecía un rocío de brisa . Las fieras no sólo no


18

devoraban, sino que también se quedaron haciendo guardia


en el lugar donde estaba Daniel . La ballena no sólo no
19

devoraba, sino que incluso conservaba a salvo al que en ella


había sido depositado . La tierra no sólo no los mantuvo,
20

sino que cuando fue abierta, con más fuerza que si el mar
los engullera, devoró a Datan, y le quitó la vida a Abirón ; 21

y muchos otros prodigios de esta clase pueden verse en las


cosas creadas; para que aprendan los más necios -que in-
cluso de la naturaleza hacen dioses- que las cosas no su-
ceden por la tiranía de la naturaleza, sino que por volun-
tad de Dios todas las cosas sucumben y dan paso a otras.
En efecto, es el artífice de la naturaleza y, conforme le pe-
rece a El, cualquier cosa que existe cambia, bien conser-
vando los fines inamovibles, bien como quisiere, renován-
dolos con toda facilidad, y cambiándolos a lo contrario.

4. Deseables son para todos sus decretos. Los precep-


tos - d i c e - , los mandamientos del Señor; pero no sólo sus
preceptos, sino que también El mismo sea conocido por
los hombres, lo que viene a ser su principal voluntad, y
por lo que mayormente hizo todas las cosas. Lo que el
Profeta quiere decir es que son perfectos, para los que
tienen inteligencia y a ellos se adhieren; perfectos para
los que atienden y poseen una mente muy aguda, inspi-
rando las mentes de los hombres al conocimiento per-
fecto y evidente de Dios. Y realmente, por su voluntad
dispuso estas cosas desde el principio, de modo que con

17. Cf. Ex 14, 22. 20. Cf. J o n 2, 1 1 .


18. Cf. D n 3, 50. 2 1 . Cf. Nm 1 6 , 32.
19. Cf. Dn 5, 22.
54 Juan Crisóstomo

la grandeza, la belleza, la disposición, la actuación, el mi-


nisterio y todas las restantes cosas consigue del especta-
dor excitar su mente y su inteligencia para que busque
al Dios creador y artífice excelente, y que adore a quien
ha hecho esas cosas, y que las criaturas todas ocupen el
lugar de los libros y las letras.
3.1. Pero la doctrina de las cosas creadas no sólo nos
conduce al conocimiento de Dios, sino también a una mejor
forma de vida. El que es avaro, después de ver que el día
da paso a la noche y el sol a la luna, respetará el orden
de los elementos, y aunque sea poderosísimo no deseará
las cosas de los inferiores; y el que es adúltero e inconti-
nente, después de ver el mar enfurecido que es refrenado
por el litoral, y de nuevo a las aguas insolentes vueltas a
la moderación, podría rápidamente refrenar su pasión in-
flamada y, con el miedo de Cristo refrenar la marcha al
precipicio, deshacer también toda la insensatez del deseo
desenfrenado, y reducirlo a la moderación.

2. También se puede filosofar fácilmente sobre la resu-


rrección dirigiendo la mirada a tierra firme y captar lo que
se dice allí al respecto. Así, cuando alguien vea que la tie-
rra produce un consistente grano de trigo, y que después
de un primer momento en el que se ha disuelto y podri-
do, nace entonces mucho mejor; o cuando alguien vea en
el invierno la viña desprovista de hojas, pámpanos y reto-
ños, y árido su propio tronco, como huesos disecados, pero
después, en la primavera, recuperada enteramente toda su
buena forma, también se puede filosofar sobre la propia
carne en los cuerpos y semillas de las plantas, que resur-
gen tras ser enterrados.

3. También se aprende el amor al trabajo a partir de


la hormiga, y el amor a lo bello desde la abeja, y lo co-
munitario, como dicen los Proverbios: Mira a la hormi-
Salmo 110, 2,4-3,3 55

ga, perezoso, e imita sus caminos, para que seas más sabio
que ella. Pues sin tener quien trabaje para ella, ni quien
la obligue, ni amo, se provee del alimento durante el ve-
rano, y recoge su alimento al tiempo de la siega. Mira a
la abeja y aprende porque es trabajadora, y cuyo traba-
jo produce la salud tanto a reyes como a particulares .
22

Y aunque es débil en fuerza se propone como modelo


de sabiduría. Y de nuevo se presenta la abeja, no sólo
para que admires la belleza del cuerpo, cuando no exis-
te la virtud del alma, y para que no censures la defor-
midad [corporal], cuando el alma se halla embellecida.
Precisamente esto también lo decía el autor de prover-
bios: La abeja es pequeña entre los [pájaros] que vuelan,
pero su producto es el más dulce . 23 Considérame las aves,
y captarás la sabiduría de ellas. Por eso también Cristo
decía: Mirad las aves del cielo, que ni siegan, ni tejen, y
vuestro Padre celestial las alimenta . 24Si los irracionales
no andan solícitos por el alimento, ¿qué defensa tienes
cuando no muestras desprecio, como las aves, por las
cosas presentes? Y si también deseas mostrar desprecio
por el adorno, las flores del campo te enseñarán a no
ser codicioso de lo bello. También esto lo muestra Cris-
to, cuando decía: Mirad los lirios del campo, que no se
fatigan ni trabajan. En verdad os digo que ni Salomón
se vestía como uno de ellos . 23 Así pues, cuando desees
preocuparte por la belleza del vestido, considera que si
compites, la victoria está en la hierba, y que no podrás
rivalizar con ella; comprime, pues, esta locura irracional.
Y es posible filosofar muchas otras cosas a partir de los
animales irracionales, de las flores y de las semillas.

22. Pr 6, 6-8. 24. Mt 6, 26.


23. Si 1 1 , 3. 25. Mt 6, 2 8 - 2 9 .
56 Juan Crisóstomo

4. Reconocimiento y magnificencia es su obra . Esto es,


26

cada una de sus obras; en efecto, no dice eso de una sola


obra. Y otro intérprete afirmó: Alabanza y dignidad es su
acción; ahora bien, esto supone reconocimiento; es decir,
acción de gracias y gloria. En efecto, cada cosa de las que
se ven basta para llevar al espectador hacia la acción de
gracias, al himno, a la alabanza y a la glorificación. No
hay que preguntar ¿cómo y por qué? Sino que tanto la
noche como el día, el hambre como la abundancia, el de-
sierto y lo inhabitable, la tierra pingüe y la fértil, la vida
y la muerte, y todo lo que se ve con los que aprenden
esas cosas con rigor es suficiente y puede levantarnos a la
acción de gracias. Para mostrar estas cosas, poniendo cas-
tigos en lugar de beneficios, Dios decía así mediante cier-
to profeta: Los arrasaré como Dios arrasó Sodoma y Go-
morra, y los golpearé con incendio y amargor . Y por otro
27

también [dice]: Los saqué de la tierra de Egipto, y los res-


caté de la casa de esclavitud *; 2cambiando los castigos en
beneficios. Así también estas cosas; pues benefician, corri-
gen, enseñan, castigan y cortan el vicio.

5. En efecto, los hombres hacen unas cosas que pro-


curan beneficio, pero también otras que rechazan y odian;
en cambio, Dios hace todas las cosas amando, como un
beneficio estableció el paraíso, y también beneficiando arro-
jó del paraíso; beneficiando mandó el diluvio, y benefi-
ciando arrojó aquel fuego sobre Sodoma. Y cada suceso
que pudiera referirse, lo hace beneficiando. Así, benefi-
ciando arrojó a la gehenna; y lo mismo que los padres no
sólo cuando perdonan a sus hijos, sino también cuando los
corrigen son padres, y no lo son menos corrigiéndolos que

26. Sal 1 1 0 , 3a. 28. Mi 6, 4.


27. A m 4, 1 1 . 9 .
Salmo 110, 3,4-4,1 57

perdonándolos; así Dios también. Por lo que decía Pablo:


¿Quién es el hijo al que el padre no castiga? . Y Salomón 29

[dice]: Ciertamente el Señor ama a quien castiga, y fusti-


ga a todo al que recibe como hijo . 30

4.1. Su justicia permanece por los siglos de los siglos . 31

Esto me parece que lo dijo aquí por aquellos que se es-


candalizan cuando les sobreviene alguna adversidad no es-
perada, animándoles y diciéndoles: «No te turbes cuando
veas a los hombres acusados falsamente que son dañados
y sufren males que no merecen; en verdad, permanece un
juicio incorrupto, permanece una sentencia intacta, y a cada
uno se le dará según merece». Y si reclamaras la justicia
ahora, mira que no seas el primero en recibir la sentencia.
En efecto, si Dios tratara de aplicar el castigo a cada uno
de los pecados, y ajustase las cuentas a cada reo en parti-
cular, ya hace tiempo que hubiera desaparecido el linaje hu-
mano. ¿Por qué digo una y otra cosa? Trayendo en medio
al corifeo de todos los hombres intentaré mostrar a aquel
Pablo, predicador de las gentes , que fue arrebatado al ter-
32

cer cielo , llevado al paraíso , partícipe de tan sublimes


33 34

misterios, vaso de elección y conductor de la esposa de


35

Cristo, porque muestra una forma de vida angélica consi-


guiendo toda virtud. Y si [Dios] no hubiera querido ser
paciente con él, ni soportarle, sino que cuando pecaba, blas-
femaba y perseguía, enseguida hubiera arrojado sobre él la
sentencia justa, hace tiempo que se le habría privado de la
conversión. Por eso, conociendo estas cosas decía: Gracias
doy a Cristo que me ha confortado, porque me ha hecho

29. Hb 12, 7. 33. Cf. 2 C o 12, 2.


30. Pr 3, 12. 34. Cf. 2 C o 12, 4.
31. Sal 1 1 0 , 3b. 35. Cf. Hch 9, 1 5 .
32. Cf. Rm 1 1 , 13.
58 Juan Crisóstomo

fiel, al conferirme el ministerio, al que antes era blasfemo,


perseguidor e insolente; pero alcancé misericordia, para que
mostrase primero en mí toda paciencia, para ejemplo de
quienes han de creer en El para alcanzar la vida eterna? . 6

2. Si hubiese castigado a la meretriz, ¿cuándo se hubie-


ra convertido? . Y si al publicano Mateo en su época de
37

publicano le hubiera exigido la justicia antes del cambio,


¿acaso no le hubiera privado de su conversión? . E igual 38

al ladrón , y a los magos , y así a cada uno de los peca-


39 40

dores. Por esto contiene la ira y la retribución merecida,


llamando a los hombres a la conversión. Pero si se quedan
sin corrección, igualmente se mantendrá la sentencia justa.
Así, el Profeta, consolando a los que sufren injurias, y ad-
virtiendo a los que las hacen, añadió: Su justicia permane-
ce por los siglos. Lo que quiere decir con esto es lo si-
guiente: «Y tú, que sufres injurias, no desesperes, aunque
finalices la vida sin haber obtenido justicia; después de la
marcha recibirás totalmente la recompensa de tus trabajos;
y tú, a su vez, que robas, que lo invades y mezclas todo,
no confíes, aunque termines la vida en paz: una vez que
hayas salido de aquí recibirás razón de todo, y expiarás los
castigos de la maldad». En efecto, Dios permanece siempre
y posee siempre la justicia, que no se interrumpe por la
muerte, ni deja de recompensar los esfuerzos por la virtud,
ni permuta los suplicios que se deben por la maldad.

3. Hizo memoria de sus maravillas'' . ¿Qué significa hizo 1

memoria de sus maravillas} Que no interrumpió nunca los


milagros, afirma. Esto significa el hizo memoria: no cesó,

36. 1 Tm 1, 1 2 - 1 3 . 1 6 . 39. Cf. Le 23, 40.


37. Cf. Le 7, 37ss. 40. Cf. Mt 2, 1-7.
38. Cf. Mt 9, 9. 4 1 . Sal 1 1 0 , 4a.
Salmo 110, 4,1-4 59

no dejó de obrar milagros a lo largo de las generaciones, y


de mover a ser mejores por las cosas portentosas. Cierta-
mente, el que es excelso y filósofo no tiene necesidad de
signos: Bienaventurados quienes no vieron y creyeron . Pero42

como El no se preocupa sólo de éstos, sino también de los


más obtusos, en cada generación casi no cesa de hacer mi-
lagros. En verdad, bastante acción milagrosa es la creación
de todo lo que se ve. Sin embargo, sacudiendo la indolen-
cia de muchos, muestra en medio de este teatro muchas ma-
ravillas, tanto en privado como en público, así el diluvio, la
confusión de las lenguas, lo sucedido en Sodoma, lo de
Abrahán, Isaac, Jacob, las cosas de Egipto, las de la salida
de los judíos, las del desierto, las de la tierra de Palestina,
las de Babilonia tras el regreso, las de los Macabeos, las de
la venida de Cristo, las que sucedieron durante su venida,
las acontecidas hasta hoy, la ruina de Jerusalén, la edifica-
ción de la Iglesia, la palabra proclamada por todas partes,
que se divulga por las revueltas y aumenta por las guerras,
los muchos mártires y todo lo demás.

4. Muchas cosas son las que uno podría ver realizadas


de manera prodigiosa en privado y en común, y también
en las ciudades. Pero entretanto, veamos las que son ge-
nerales, manifiestas y reconocidas por todos, y que se hacen
en cada generación. ¿Cuántas se realizaron en tiempos de
Juliano , quien superaba a todos en impiedad, cuando se
43

luchaba contra la Iglesia? ¿Cuántas en tiempo de Máximo?


¿Cuántas antes de esos emperadores ? Y si quieres, con-
44

42. J n 20, 29. 44. El Crisóstomo hace refe-


43. Referencia a las calamida- rencia a las distintas persecucio-
des que sobrevienieron a los cris- nes que sufrieron los primeros
tianos en tiempo de la persecu- cristianos por parte de los Empe-
ción del emperador Juliano el radores romanos.
Apóstata (361-363).
60 Juan Crisóstomo

sideremos las que han sucedido en nuestra generación , 45

como las cruces impresas en masa en los vestidos, el tem-


plo de Apolo destruido por un rayo, el traslado del santo
mártir Babylas en Dafne, la victoria abierta contra el de-
monio, la sorprendente muerte del intendente de los teso-
ros reales, la propia muerte del emperador, la de Juliano,
que superaba a todos en impiedad, la ruina de su tío, las
fuentes de gusanos, otras cosas admirables, como el ham-
bre, la esterilidad, la penuria de agua que invadió a las ciu-
dades y otras innumerables cosas por todas partes.

5.1. También conocéis lo que sucedió en Palestina. En


efecto, cuando los judíos quisieron construir de nuevo aquel
templo destruido por la sentencia de Dios, saltó desde los
cimientos hacia fuera un fuego que se llevó consigo todo,
y lo atestigua la obra que quedó sin terminar.
2. El Señor misericordioso y clemente dio alimento a los
que lo temen" . Una vez anunciados los beneficios de Dios
16

por los milagros y las obras recibidas, y por el cuidado que


mostró con nosotros, continúa el discurso mostrando que
quien hizo tales y tantas cosas por la salvación de los hom-
bres, los educa de todas las maneras y les dirige como pe-
dagogo al conocimiento de Dios y a la más alta filosofía,
y sostiene sus vidas, pero no lo hace por obligación (lo que
es una gracia mayor), sino por misericordia y clemencia, y
no porque El necesite de ellos, sino únicamente por bon-
dad. Dio alimento a los que lo temen. ¿Cuál es la causa de

45. Es interesante comprobar (por ejemplo, en el Encomio a S.


cómo el autor hace referencia a Babila). En cuanto al episodio de
hechos contemporáneos, algunos las cruces, aparece narrado siglos
de ellos recogidos en las narra- después, cuando se llevan a cabo
ciones sobre la vida del Crisósto- las expediciones a Tierra Santa.
mo, y otros dichos por él mismo 46. Sal 1 1 0 , 4b-5a.
Salmo 110, 4,4-5,4 61

que ponga aquí los que lo temen} No alimenta sólo a éstos.


También dice en el Evangelio: Quien hace salir el sol sobre
buenos y malos, y hace llover sobre justos e injustos . ¿Cómo 47

es que dijo entonces, a los que lo temen} Aquí me parece


que el alimento no se refiere al corporal sino al del alma.
Por eso habla sólo de los que lo temen, porque ése es el
asignado a ellos. Pues lo mismo que se nutre el cuerpo, así
también el alma. Y sobre que se nutre, escucha: No sólo de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de
la boca de Dios *. Por tanto, se refiere al alimento que dio
4

concretamente a los que lo temen: la doctrina de la pala-


bra, la erudición y toda filosofía.

3. Se acuerda por siempre de su alianza . Compri- 49

miendo nuevamente la arrogancia de los judíos, y cortan-


do el lujo de ellos, o mejor, mostrando que los que con-
siguen bienes no los consiguen por mérito propio, sino
por la amistad para con sus padres y por los pactos que
con ellos se hicieron, dice: Se acuerda por siempre de su
alianza; La que también ordena a Moisés decir y pensar
al entrar en la tierra prometida: Y si edificaras hermosas
ciudades -dice-, y consiguieras abundantes riquezas, no
digas que estas cosas se obraron por mi justicia, sino por
los pactos iniciados por tus padres . Nada hay peor que la
50

arrogancia; por eso Dios continuamente la corta en todas


sus formas.

4. Y anunció a su pueblo el poder de sus obras para


darles la heredad de las naciones . Pasa desde las cosas ge-
51

nerales a las particulares; desde las que se obraron en toda

47. M t 5, 45. blico exacto difiere un tanto de la


48. M t 4, 4. cita del Crisóstomo.
49. Sal 1 1 0 , 5b. 51. Sal 1 1 0 , 6.
50. D t 9, 4-5. El pasaje bí-
62 Juan Crisóstomo

la tierra, pasa a las que sucedieron a los judíos. Pero sobre


todo, si alguno lo considera con exactitud, estos aspectos
ocupan el lugar de las cosas generales. En efecto, los he-
chos que les sucedieron a ellos se hicieron doctrina para
otros; y las guerras, los trofeos y las victorias sirvieron
como de predicación a los que los conocieron. No sucedí-
an al modo humano, sino más allá de la razón. Pues dime,
¿qué consecuencia fue aquella que, al tocar ellos las trom-
petas, se derribaran los muros , y cuando una mujer diri-
52

gía el ejército vencieran y aventajaran , y que un mucha-


53

chito lanzando una sola piedra disolviera guerras bárbaras ? 54

Y otras muchas maravillas como éstas sucedieron. Así ven-


cieron a los enemigos, y así los arrojaron de Palestina. Cuan-
do, en efecto, dice: Y anunció a su pueblo el poder de sus
obras, no dice otra cosa sino que les mostró su poder, y
no arrojando a las naciones simplemente, sino de un modo
que podían conocer claramente, aunque bastasen las cosas
anteriores, cuando la plaga caída sobre ellos era de origen
divino, y cuando los enemigos eran vencidos estando El al
frente del ejército. Y les enseñaba no sólo con las palabras,
también con los hechos: por los calzados, por los vestidos,
por los alimentos, por la luz diurna y nocturna, por la
nube, por la guerra, por la paz, por los trofeos, por la agri-
cultura, por las lluvias y todo lo que se predicaba procla-
maba con una [sola] voz al Señor, y la encallecida mente
de aquellos hombres quedaba penetrada de dolor, y sin que
nada la interrumpiera, se mostraba su frecuente señal.

5. Las obras de sus manos son verdad y juicio . Des- 55

pués de disertar sobre su poder, discurre también sobre el


justo juicio; y no muestra solamente la potencia en los que

52. Cf. Jos 6, 20. 54. Cf. 1 S 1 7 , 48-54.


53. Cf. Jdt 1 3 , 17-20. 55. Sal 1 1 0 , 7a.
Salmo 110, 5,4-6,2 63

se obró, sino también la enorme justicia. Pues no expulsó


sin más a las naciones cuando quiso introducir a los judí-
os, sino que lo hizo con justicia. Por eso también decía
Moisés en algún lugar: Todavía no están completos los pe-
cados de los amorreos .
56 Y esto no se atribuye sólo a los
judíos y a los que les sucedieron, sino que otra vez el dis-
curso es universal. Pues todas estas cosas que sucedieron,
son verdad y juicio; juicio, esto es, justicia. A menudo la
Escritura suele llamar a la verdad clemencia. Y así, lo que
dice es que mezcló todas las cosas con justicia y clemen-
cia. Ciertamente, si hubiera utilizado únicamente la pala-
bra juicio, todo hubiera perecido.

6.1. Por esto también el mismo Profeta dice en otra


parte: No entres en juicio con tu siervo, porque ningún vi-
viente es justificado en tu presencia . Y de nuevo: Si lle-
57

vas cuenta de la iniquidad, Señor, Señor, ¿quién podrá re-


sistir? . Así, todo lo que El ha realizado está lleno de una
59

cosa y otra. En verdad, si sólo se exigiera el juicio, su-


cumbiría todo; pero si sólo usara la misericordia, la ma-
yoría se volverían indolentes. Por eso, diversificando la sal-
vación de los hombres, se sirve de ambas cosas para su
corrección.
2. Fieles son todos tus preceptos . Lo que hace en otros
59

lugares, también lo hace aquí, pasando de la sabiduría y


del cuidado en diferentes actuaciones al establecimiento de
las leyes, removiendo así una parte de su providencia. En
efecto, no sólo hizo un pacto tal y tan grande con la cria-
tura, sino que puso la ley en ella, corrigiendo el linaje de
los hombres. Por eso también en el decimoctavo salmo,
dividiéndolo en dos partes, comenzó diciendo: Los cielos

56. Gn 1 5 , 16. 58 Sal 1 2 9 , 3.


57. Sal 142, 2. 59 Sal 1 1 0 , 7b.
64 Juan Crisóstomo

proclaman la gloria de Dios , y llegando al medio, com-


60

pletando el discurso sobre la creación, añadió: La luz del


Señor es perfecta, porque consuela las almas; el manda-
miento del Señor es veraz, porque alumbra los ojos . 61

3. También aquí, habiendo hablado de sus hechos ad-


mirables y maravillosos, de las obras, base de los manda-
mientos, dispone el discurso hacia el fundamento de los
mandatos, diciendo de esta manera: Fieles son todos sus pre-
ceptos, estables por los siglos para siempre, ejecutados en ver-
dad y equidad . 62 No dijo simplemente todos, sino que puso
esta expresión para referirse a las múltiples formas de pre-
ceptos. En verdad, preceptos son los relativos a la creación,
y los observa toda criatura: el sol y la luna, el día y la
noche, las estrellas y el curso de la tierra y de la naturale-
za. Preceptos son los dados a la naturaleza desde el princi-
pio, cuando formó al hombre, de los que Pablo dice: Cuan-
do los gentiles, que no tienen ley, hacen por razón natural
lo que manda la ley, no teniendo ley estos tales, son para sí
mismos ley . Y de nuevo: Me complazco en la ley de Dios,
63

según el hombre interior . 64 Son también preceptos los que


están escritos. Y todas estas cosas han permanecido. Y si al-
guna vez fueron derogados, no fueron cambiados a peor
sino a mejor. Aquello de no matarás , no es derogado sino
65

amplificado; y lo de no adulterarás , no es anulado sino


66

perfeccionado. Por eso también decía: No he venido a abo-


lir la ley o los profetas, sino a darles cumplimiento . En efec-67

to, quien no se deja dominar por la ira mucho más se abs-


tiene del crimen; y quien no mira con ojos impúdicos, acampa

60. Sal 1 8 , 2. 64. Rm 7, 22.


6 1 . Sal 1 8 , 8-9. 65. Ex 20, 1 5 .
62. Sal 1 1 0 , 7b-8. 66. Ex 20, 13.
63. Rm 2, 14. 67. Mt 5, 17.
Salmo 110, 6,2-4 65

a distancia del adulterio. La ley por tanto tiene en mucho


lo extraordinario, lo inmortal, lo perpetuo, y es de la cria-
tura, de la naturaleza, de la filosofía y del Nuevo Testa-
mento. Por esto dice: El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasaran *: mostrando lo inmutable de las mis-
6

mas. Si Dios quiere que todas estas cosas permanezcan, per-


manecen perpetuamente y no tienen movilidad.
4. Ejecutados en verdad y equidad. ¿Qué significa en
verdad y equidad} Que nada hay en ellos torcido - d i c e -
nada contusionado, nada oscuro, nada sin gracia o con odio,
sino que todos [están dirigidos] a la utilidad y el provecho;
no como las leyes de los hombres que tienen mucho de
momentáneo, de oscuro y de humano. Ciertamente, a me-
nudo se promulgan por pasiones humanas. En efecto, se
castiga al enemigo y se quiere gratificar al amigo, y así se
hacen las leyes. Pero no sucede así con las divinas, sino que
permanecen más claras que el sol, buscando la utilidad de
todos los legislados, conduciéndoles a la virtud y a la ver-
dad de las cosas, no a las cosas falsas -me refiero a la ri-
queza y al poder (estas son falsas y las de Dios, verdade-
ras)-, de modo que no sean más cómodas, ni para que nos
consigan las cosas presentes, sino de modo que enseñen a
gozar de las futuras. Todas aquellas leyes versan sobre los
hechos verdaderos y rectos, y de los que no tienen nada de
perverso. Fieles son todos tus preceptos. ¿Qué significa fie-
les} Que son estables y que permanecen. En efecto, aunque
sean olvidados, se seguirán los suplicios, y ellos no serán
dañados; y si los hombres se los saltan, sin embargo Dios
los reivindica. Así pues, no digas que se han proclamado
para amenazar, o de forma exagerada. Nadie que legisla lo
hace sólo para amenazar, sino también para corregir. No

68. M t 24, 35.


66 Juan Crisóstomo

obstante, si no crees del todo en las cosas futuras, coge se-


guridad de las pasadas. Por ejemplo, del diluvio de Noé, de
la devastación por el fuego de Sodoma, de la destrucción
del faraón, de la ruina total de los judíos, de las esclavitu-
des y de las guerras; ¿acaso fueron pequeneces, o más bien
experiencias de los hechos? Y si, ciertamente, las que apa-
recen a modo de figura lo son, con más motivo las que su-
cedieron en realidad, como la maldad de los que se atre-
vieron a ello después de tanta medicina y corrección.

5. Envió el Señor redención a su pueblo . Según la his-


69

toria se refiere a la liberación de los judíos; pero según la


forma mística, se refiere a la de toda la tierra, lo que se
señala también en lo que sigue: Ha fijado para siempre su
alianza .
70 Aquí se refiere a la Nueva; pues, en efecto, se
acordó de su mandato y de su ley, y éstos no fueron ob-
servados, y desató su ira, dice, porque envió redención a
su pueblo, lo mismo que Cristo también decía: No be ve-
nido a juzgar el mundo, sino a salvar al mundo . Porque
71

la ley no fue observada, castigó diciendo: La ley obró la


ira; porque donde no hay ley, tampoco trasgresión ; y tam-
72

bién: Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios,


justificados gratuitamente por su gracia . Por esto habló
73

así: Envió el Señor redención a su pueblo.

7.1. Pero no sólo la redención sin más, sino con la re-


dención también una ley, para que mostremos una forma
digna de vida por la gracia. Santo y terrible su nombre . 74

En efecto, una vez que ha predicado todas las cosas de su


cuidado, de su providencia, que se muestra tanto en la An-
tigua como en la Nueva [Alianza], por los hechos, por los

69. Sal 1 1 0 , 9a. 72. Rm 4, 1 5 .


70. Sal 1 1 0 , 9b. 73. Rm 3, 2 3 - 2 4 .
71. Jn 12, 47. 74. Sal 1 1 0 , 9c.
Salmo 110, 6,4-7,2 67

preceptos, por los milagros y prodigios, lleno del espíritu


divino y admirando su majestad, termina el discurso con
una doxología, ofreciendo un himno al que hizo todas esas
cosas. Santo y terrible es su nombre; es decir, lleno de es-
tupor, de enorme admiración. Y si tal es su nombre, ¿cuán-
to más su naturaleza? ¿De qué manera su nombre es santo
y terrible? Los demonios tiemblan, las enfermedades de-
saparecen; sirviéndose de ese nombre, los apóstoles corri-
gieron a todo el orbe de la tierra. Por él David, sin armas,
derribó a aquel bárbaro; con él se realizaron incontables
portentos y con él se iniciaron los sagrados misterios. Con-
siderando, pues, cuántos milagros obra su nombre y cuán-
tos beneficios, cómo disipa a los enemigos, cómo confir-
ma a los sencillos, y considerando los hechos que superan
la naturaleza y vencen la lógica humana, dice: Santo y te-
rrible es su nombre. Y si es santo, es necesario que, para
alabarlo, las bocas de los santos sean santas y puras.

2. Principio de sabiduría es el temor de Dios. Es bueno


el intelecto de todos los que lo practican . ¿Qué significa
75

principio} Fuente, raíz, fundamento. Después de decir tan-


tas y tales cosas del Señor de la tierra y tan repletas de ad-
miración, añadió esto a continuación, para mostrar lo que
falta: quien le teme se llena de toda sabiduría y llega a ser
prudente. Entonces, para que nadie piense que se trata de
la sabiduría que procede del conocimiento, añadió: Es bueno
el intelecto de los que lo practican. No basta sólo la fe, hay
que añadir también la forma de vida acorde con la fe. Y
¿cómo es que el principio de la sabiduría es el temor de
Dios? Porque libera de todo vicio, endereza toda virtud. Y
sabiduría se refiere no a las palabras, sino a los hechos. Pues
también los extraños definieron sabiduría al conocimiento

75. Sal 1 1 0 , lOa-b.


68 Juan Crisóstomo

de las cosas divinas y humanas . Ahora bien, el temor de


76

Dios enseña esta ciencia, quitando la maldad, plantando la


virtud, disponiendo el desprecio de las cosas presentes, tras-
ladándonos al cielo. Entonces, ¿qué hay más sabio que el
alma? No pregunta sólo al oyente, sino al autor. £ 5 bueno
el intelecto de todos los que lo practican; es decir, el inte-
lecto bueno de los que practican la sabiduría y lo muestran
con los hechos. Intelecto bueno, dice, porque hay también
un intelecto malo, como cuando se dice: Son sabios para el
mal, y no saben hacer el bien . No obstante, éste busca el
77

intelecto que reside en la virtud.

3. Su alabanza permanece para siempre *. ¿Qué clase de 7

alabanza? Dime. La acción de gracias, la doxología, la que


se hace inmortal por las obras y, antes de eso, la asignada
con su misma naturaleza. Dios, en efecto, es inmortal, y por
sí mismo muy digno de alabanza. Y digno de alabanza es
también cuando consideres su majestad y todas las demás
cosas; digno de alabanza también por sus obras, cuando veas
su sabiduría en las cosas que contemplas. Y esto lo dice ex-
hortando a la acción de gracias, y mostrando que no son
dignos de perdón quienes son ciegos voluntariamente para
tales cosas. Y aunque su alabanza, acción de gracias y do-
xología es así manifiesta, clara e inamovible, firme y esta-
ble, y también es como inmortal, ilimitada y carente de fin,
no obstante, aquellos que la ignoran dicen lo contrario; mas
ninguna otra cosa que lo que contradicen es más clara que
el sol, y son ciegos voluntariamente. Pues no es temporal
para que la ignoren, ni es algo oscuro y no manifiesto, sino
claro, perpetuo e inmortal, que permanece siempre y que
nunca tiene fin

76. C f . PLUTARCO, Morales, 77. J r 4, 22.


874E; CICERÓN, De off., I, 43 y 78. Sal 1 1 0 , 10c.
II, 5; etc.
SALMO 111

Bienaventurado el hombre que teme al Señor .1

1.1. Me parece que el proemio de este salmo sigue muy


de cerca el final del anterior, y que forman como un cuer-
po unido y continuo. En efecto, allí se dice: Principio de
sabiduría es el temor de Dios , y aquí: Bienaventurado
1 el
hombre que teme al Señor, que es, con otras palabras, la
misma frase que enseña el temor del Señor. Allí se dijo
que era sabio, y aquí bienaventurado; y es que esto es,
ciertamente, la bienaventuranza, de manera que todas las
demás cosas son vanidad, sombra, realidades inconsisten-
tes; aunque hables de riqueza, de dominio, de belleza cor-
poral o del poder del dinero. Realmente son semejantes a
las hojas que caen, a sombras que pasan corriendo y a sue-
ños que se alejan. Esto es realmente la bienaventuranza.
De ahí que, como también los mismos demonios le temen
y se estremecen de horror, para que no pienses que sólo
con esto se consigue la salvación, lo que ya hizo ante-
riormente, eso mismo es lo que hace aquí también.

2. Y como allí dijo: Principio de sabiduría es el temor


de Dios, continuó: Intelecto bueno para todos los que lo
practican ,
3 añadiendo a los dogmas la conveniente conducta

1. Sal 1 1 1 , l a . 3. Sal 1 1 0 , 10b.


2. Sal 1 1 0 , 10a.
70 Juan Crisóstomo

de vida, así también al hablar aquí del temor no se refie-


re sólo a aquel que proviene del conocimiento y que tam-
bién tienen los demonios, sino que añade este, diciendo:
En sus mandatos se deleitará mucho . Y lo dijo exigiendo
4

un comportamiento de vida acorde y un alma amante de


la sabiduría. Y así no dijo: «Practicará sus mandamientos»,
sino, se deleitará, buscando otra cosa más. ¿El qué? El
practicarlos con ardor, para ser amadores apasionados de
los mismos, perseguir sus órdenes, amarlas no por la re-
compensa que reportan, sino por ellas mismas; ir detrás de
la virtud con placer, no por miedo a la gehenna, ni por la
amenaza del suplicio, ni por la promesa del Reino, sino
por el que da las leyes.

3. Y en otra parte hace eso -afirma-, mostrando el pla-


cer que encuentra en los mandatos de Dios: ¡Cuan dulces
a mi paladar son tus palabras! Más que la miel a mi boca?.
Lo mismo busca también Pablo cuando habla metafórica-
mente así: Lo mismo que presentasteis vuestros miembros
para servir a la impureza y a la iniquidad, así ahora para
santificación presentad vuestros miembros para servir a la
justicia?. Es decir, con igual empeño y con igual deseo que
perseguíais el vicio sin tener nunca premio sino castigo y
suplicio, de igual manera perseguid la virtud. Sin embargo
habla también de exigir la medida conveniente. En efecto,
disponiéndose a referir estas cosas dijo así: Hablo a lo hu-
mano por la flaqueza de vuestra carne , indicando que no
7

conviene mostrar menor deseo en la virtud que el que de-


mostramos para la maldad. Lo que dice es lo siguiente: si
no se muestra la misma virtud, ¿qué excusa o defensa tie-
nen los que se encaminan a ella sin el mismo deseo? Por

4. Sal 1 1 1 , Ib. 6. Rm 6, 1 9 .
5. Sal 1 1 8 , 103. 7. Ibidem.
Salmo 111, 1,2-5 71

lo que también este profeta dijo: En tus mandatos se de-


leitará mucho, ya que el que lo teme como conviene asume
sus preceptos con gran deseo. Por lo mismo, el amor al
legislador hace grata la ley, aunque en apariencia tenga al-
guna dificultad.
4. Y nadie se sorprenderá de lo dicho, si pongo este
ejemplo, pues también Pablo lo usó diciendo así: Lo mismo
que presentasteis vuestros miembros para servir a la impu-
reza, así ahora presentad vuestros miembros para servir a
la justicia. Ahora bien, el que ama a una prostituta, aun-
que reciba afrentas, aunque sea herido, aunque sea censu-
rado, aunque se vea en la ignominia o expulsado de su pa-
tria, o pierda los bienes paternos y la benevolencia de su
padre, o sufra con otras cosas más fuertes, no obstante so-
porta todo esto con placer por el amor desenfrenado. Pero
si todas esas cosas se asumen por un placer, ¿cómo no va
a convenir mucho más asumir con gran deseo los manda-
tos de Dios, que son salvíficos y plenos de gloria, y nos
arman de una gran filosofía, nos mejoran el alma, y no
considerar en ellos nada difícil? La dificultad no la pro-
duce la naturaleza de los preceptos, sino que suele pro-
ducirla la tibieza de muchos. Y así, quien los asuma con
vehemencia podrá ver que son ligeros y fáciles. Por eso
Cristo decía: Mi yugo es suave y mi carga ligera*.

5. Y para que aprendas que estas cosas son así, y que


la indolencia de muchos vuelve difíciles las cosas fáciles,
lo mismo que el empeño y la diligencia las hace fáciles,
mira a los judíos cuando gozaban del maná, cómo se eno-
jaban e incluso deseaban la muerte; Pablo, por el contra-
rio, luchando contra el hambre, se gozaba y saltaba de jú-
bilo. En efecto, aquellos decían así: Nuestra alma siente

8. M t 1 1 , 30.
72 Juan Crisóstomo

nauseas con el maná . Nos sacaste para matarnos. ¿ Es que


9

acaso no teníamos sepulturas en Egipto? . En cambio Pablo


10

decía: Me alegro en mis sufrimientos, y completo en mi


carne lo que falta a los padecimientos de Cristo . ¿Qué 11

sufrimientos? Hambre, sed, desnudez, y todos los demás.


En tus mandatos se deleitará mucho. ¿Cómo sucederá esto?
Si tenemos a Dios y lo amamos con pasión; si considera-
mos la naturaleza de esta virtud. Ciertamente, antes de los
restantes premios, ya en ella misma se encuentra la re-
compensa. Considera de cuánto placer gozas cuando no
eres adúltero, ni matas, ni robas, al no estar condenado
por tu conciencia ni avergonzado ante ti mismo, contem-
plando todas las cosas con ojos limpios. Mas el adúltero
no es así, sino que lo teme y lo sufre todo; incluso a las
mismas sombras mira con desconfianza.

2.1. También el avaro y el envidioso sufren lo mismo.


El que está liberado de estas cosas, lo contrario. Tu estirpe
será poderosa en la tierra} . La Escritura no llama estirpe a
1

lo que nace según el orden de la naturaleza, sino a lo que


participa de la virtud. Por eso también Pablo interpretando
aquello de te daré a ti y a tu estirpe esta tierra , decía: No 11

todos los de Israel son Israel, ni los de la estirpe de Abra-


hán son todos hijos, sino que en Isaac será elegida tu estir-
pe . Y también: En tu estirpe serán bendecidas todas las na-
14

ciones . Ciertamente los propios hechos demuestran que estas


15

cosas no se dicen de los judíos; pues quienes están llenos


de maldición, ¿cómo iban a ser causa de otras bendiciones?
Más bien, habla de la Iglesia, cuya estirpe según la comu-
nión de su fe está unida a Él. En efecto, así son los per-

9. N m 1 1 , 6. 13. G n 12, 7.
10. Ex 14, 1 1 . 14. Rm 9, 7.
1 1 . C o l 1, 24. 15. Ga 3, 8.
12. Sal 1 1 1 , 2a.
Salmo 111, 1,5-2,3 73

fectos, y es propio de los que temen a Dios hacerse niños.


Tu estirpe será poderosa en la tierra. ¿Por qué dijo en la tie-
rra} Para que mostrar que también es antes de la salida de
aquí, y antes de la experiencia de los bienes de allá.
2. Como ya dije antes, la virtud posee en sí misma el
premio, incluso antes de las recompensas. Realmente el que
tiene esa estirpe es poderoso, y el que se encuentra arma-
do con la virtud es el más poderoso de todos; lo enseña-
ron los apóstoles y lo mostraron los profetas. Igualmente
el Señor, señalando estas cosas, dijo: Todo el que oye estas
palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre
prudente que edificó su casa sobre roca; y cayó la lluvia y
llegaron las riadas y soplaron los vientos: irrumpieron con-
tra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada
sobre roca . ¿Qué clase de amotinamiento, qué iras de ti-
16

ranos, qué cuchillos, qué lanzas, qué flechas, qué hogue-


ras, qué dientes de fieras, qué precipicios, qué mares, qué
insidias, qué calumnias, qué maquinaciones no se levanta-
ron contra los apóstoles? Sin embargo, nada les suplantó,
sino que fueron y llegaron a ser los más excelsos de todos,
como plumas que vuelan sobre los que les tendían insi-
dias, y además, poniendo a éstos en su sitio. Ciertamente
nada hay más poderoso que la virtud; es más sólida que
la piedra y más fuerte que el diamante; y al contrario, nada
es más flojo ni más necio que la maldad, aunque uno esté
provisto de infinitas riquezas, y aunque tenga una gran po-
tencia de fuerza. Y si en esta tierra es tal la fuerza, con-
sidera de qué fuerza gozarán los que están en el cielo.

3. El linaje de los rectos será bendito . ¿No ves res-


17

plandecer la virtud y cómo la tienen en la tierra innume-


rables predicadores, panegiristas y admiradores? Y no so-

l ó . M t 7, 2 4 - 2 5 . 17. Sal 1 1 1 , 2b.


74 Juan Crisóstomo

lamente la tienen, sino que se hacen sabios. Ninguno de


esos hombres viles y que reptan por el suelo puede en-
tenderla, pero sobre todo algunos la alabarán, y otros la
predicarán, los que no tienen una mente perversa. Consi-
dera también qué amplia es la posesión, de modo que no
carecen de ella los ángeles, ni los apóstoles, ni los hom-
bres insignes y admirables; y si es necesaria en aquéllos
que la alaban, considera y piensa lo conveniente que es.
4. Gloria y riqueza en su casa . De nuevo pasa de las
ls

cosas sensibles a las intelectuales. Suele, en efecto, la Es-


critura llamar riqueza a las obras buenas, como cuando
dice: Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras".
Esta es realmente la verdadera riqueza, lo mismo que el
otro nombre está desnudo de riqueza y vacío de realidad.
Y si alguno también dice eso, no por ello nos alejaremos
del discurso. ¿Qué había más rico en dinero que los após-
toles, en quienes todas las cosas fluían como de fuentes?
Porque los que eran dueños de campos o casas los vendí-
an, llevaban el precio de la venta y lo ponían a los pies
de los apóstoles . 20 ¿Ves la magnificencia de la riqueza? Po-
seían los bienes de todos, libres de sus preocupaciones, y
eran administradores, más que dueños de los mismos. Y
quienes tenían, evitaban el tener, y de esta manera lo ofre-
cían a los apóstoles; y ellos, convirtiéndolo todo en dine-
ro y haciéndose con las riquezas, realizaban la distribución
una vez que se les había otorgado la potestad.

5. Por eso Pablo también decía: Como no teniendo nada,


y poseyéndolo .
11 Ciertamente es admirable que teniendo tan-
tas riquezas vieran esto más sublime que su posesión, pues
la mayoría de ellos no se quedaban con las riquezas. Ésta

18. Sal 1 1 1 , 3a. 20. Hch 4, 34.


19. 1 Tm 6, 18. 2 1 . 2 C o 6, 1 0 .
Salmo 111, 2,3-3,2 75

es la mejor riqueza, no necesitar riqueza. Gloria y rique-


za en su casa. Lo que sigue aquí no necesita interpreta-
ción. Tuvieron la gloria que viene de Dios. Esta viene a
continuación, según dice la palabra divina: Buscad el reino
de Dios y todas las cosas se os añadirán . ¿Qué hay de
22

mayor honor que eso? Los tomaban como ángeles de Dios,


llevaban las riquezas y las ponían a sus pies; por lo demás
también eran más ilustres que los que se ponían diademas
en sus cabezas. ¿Qué rey apareció alguna vez con tanta
claridad como la que Pablo tenía, hablando con admira-
ción por todas partes, librando de la muerte, alejando en-
fermedades, haciendo huir demonios, y realizando tales ac-
ciones mediante sus propios vestidos? Éste hacía de la tierra
un cielo, y conducía a todos a la virtud.

3.1. Y si estas cosas obraron en la tierra, piensa cuán-


ta será su gloria en el cielo. ¿Qué significa en su casa} Con
él, dice. La riqueza externa no es patrimonio del que la
posee, pues no está colocada bajo seguro, sino en mano
de los calumniadores, en manos de los aduladores, en la
de los príncipes y en la de los esclavos; por eso la espar-
ce por todas partes, no atreviéndose a tenerla toda en casa;
por eso, aun habiendo vigilantes y centinelas, no son de
ninguna utilidad, pues todo puede escapar de ese poder.
2. Y su justicia permanece por los siglos de los siglos .23

Otro [intérprete] dice: Y su misericordia permanece por los


siglos de los siglos. O habla aquí de la virtud en general,
o bien de la contraria a la injusticia; o como dice otro in-
térprete, llama clemencia a la misericordia. Tal es, en efec-
to, la fuerza de la limosna, que es algo inmortal, inco-
rruptible y que no se puede extinguir. Ahora bien, todas
las cosas humanas pasan, pero el fruto de la limosna per-

22. Mt 6, 33. 23. Sal 1 1 1 , 3b.


76 Juan Crisóstomo

manece imperecedero, perpetuamente, sin ser vencido por


ninguna dificultad del tiempo. En efecto, aunque el cuer-
po se disuelva, aquella [limosna] no se destruye con la vida,
sino que se adelanta al que sale de la patria, preparándo-
le las mansiones, conforme a lo que dijo Cristo: En la casa
de mi padre hay muchas moradas . 14 También en eso supe-
ra las cosas humanas, pues es perpetua y estable, y por
ello no posee nada de las cosas humanas. Pues, en efecto,
si hablas de belleza, se extingue con la enfermedad, y se
consume por la vejez; si hablas de poder, con frecuencia
se muda; si de riquezas o de alguna otra cosa que en la
vida presente se tiene por clara e ilustre, o bien abando-
nan a los vivos, o bien los muertos se quedan totalmente
desnudos y solos. Pero el fruto de la justicia no es así: no
se consume con el tiempo, ni por la muerte se corta, sino
que entonces se hace más seguro, cuando navega hacia
aquel puerto que ninguna ola puede agitar.

3. Una luz resplandece en la tiniebla para los rectos .


15

Describiendo la bienaventuranza del que teme a Dios, se


refiere también a lo que sucede en la vida presente: lo in-
mortal de sus posesiones, lo que gozará de gloria, lo que
estará por encima de todo, lo que será semejante a él en
virtud, y verá que son inexpugnables sus propios hijos,
pues permanecerá con toda seguridad en la dificultad de
las cosas. Esto es lo que significa una luz resplandece en
la tiniebla para los rectos. A los que son así y marchan en
rectitud en medio de las sombras una luz los dispone para
que brillen. ¿Qué significa en la tiniebla} Dice que aun-
que se encuentren en aflicción, en angustias, en tentación
o en peligro (pues a estas cosas las llama tinieblas), hará
que rápidamente se asiente en ellos un gran placer. Es lo

24. Jn 14, 2. 25. Sal 1 1 1 , 4a.


Salmo 111, 3,2-4 77

mismo que Pablo señalaba cuando decía: No quiero que


ignoréis las tribulaciones que tuvimos en Asia, porque fui-
mos abrumados hasta el límite, hasta el punto de que per-
dimos la esperanza de conservar la vida . ¿Ves la tiniebla?
26

Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para


que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que
resucita a los muertos, pero El nos libró de los peligros mor-
tales . ¿Ves cómo surgió la luz? Considera lo mismo res-
27

pecto de los tres jóvenes. En efecto, esperando ser que-


mados, gozaron de un rocío purísimo . Y también sucedió
28

lo mismo en Daniel y en otros profetas. Pero si alguno


quisiera tomarlo espiritualmente verá que esto sucedió en
toda la tierra. Al dominar la tiniebla tierra y mar, también
el temor se difundió por todas partes, el sol de justicia se
elevó desde abajo. Y puesto que abandonando el cielo los
hombres buscaban en la tierra a Dios, se les manifestó con-
descendiendo con su necedad para conducirlos a la altura
infinita.

4. Misericordioso, clemente y justo es el Señor Dios . 29

Puesto que había dicho su justicia permanece, también con-


suela de otra manera, y puesto que muchos misericordio-
sos y que llevan una vida recta gozan de lo contrario,
añade otro consuelo diciendo: Misericordioso, clemente y
justo es el Señor; realizando aquí una doble demostración.
Ciertamente, si es misericordioso y con frecuencia conce-
de su perdón a los que pecan, con mayor motivo no de-
jará sin coronas a los que viven rectamente cuando salgan
[de esta vida]. Pero aunque aquí no restituya, allí restitui-
rá por completo. De ahí que también añada: Justo. Y si es
justo, como realmente es, restituirá a cada uno según su

26. 2 C o 1, 8. 28. Cf. Dn 3, 50.


27. 2 C o 1, 9 - 1 0 . 29. Sal 1 1 1 , 4b.
78 Juan Crisóstomo

mérito, aunque aquí no lo haga, lo cual constituye el mayor


argumento de la resurrección. Cuando muchos de los vir-
tuosos sufren innumerables males, y los malos gozan de
la mayor tranquilidad, ¿cómo iba a otorgar a cada uno
según su mérito si no hubiera resurrección, y otra vida, y
juicio, y recompensa? De ahí que al hacer mención de la
justicia, aterroriza al oyente, para que rinda cuentas de los
pecados cometidos, y rápidamente trae el medicamento di-
ciendo: El hombre de bien es compasivo y presta, y arre-
gla sus palabras con juicio . 210

4.1. Mira qué premios ha establecido para el hombre cle-


mente: su fruto permanece perpetuamente, se libera de las
tentaciones, imita a Dios; y es que, ciertamente, Dios es mi-
sericordioso; y también recibirá el perdón de los propios
pecados. Es lo que quiere decir dispuso sus palabras con jui-
cio; es decir, consiguió protección, consiguió defensa, no
habrá condenación para él alguna vez, y para él se dispuso
bellamente la limosna que compadece. Y otro intérprete dice:
Disponiendo sus asuntos con juicio. Esto es, gozará de gran
prosperidad, no defenderá nada absurdo, de modo que se
convertirá en el mejor administrador. Lo mismo que el que
es cruel e inhumano, y sin misericordia, está totalmente ajeno
a esta administración. ¿Qué podría haber más grave que
poner en peligro lo relativo al alma por el ahorro de ri-
quezas y el descuido de aquella? Por esto Cristo también
alabó a aquel administrador, porque cuando se iba a poner
en peligro, cambió los libros de las cuentas y condonó a
los que debían algo . Por tanto, ¿no es absurdo que quie-
31

nes están en peligro en esta vida prodiguen todas estas cosas,


como para comprar el peligro? ¿Cómo conseguirán el per-
dón para no ser entregados al suplicio si no se sirven de la

30. Sal 1 1 1 , 5. 3 1 . Cfr. Le 1 6 , 1-8.


Salmo 111, 3,4-4,2 79

misma administración? Y así, al administrador prudente lo


llama misericordioso porque compra muchas cosas con poco:
el cielo con riquezas, el reino con vestidos, los bienes fu-
turos con pan y bebida fresca. Y ¿qué se puede compensar
con esta dispensación, cuando quien entrega las cosas que
perecen, fluyen y desaparecen, recibe las futuras -las que
son perdurables-, y con ellas también goza de seguridad en
la vida presente? Por eso dice: Administrará tus palabras con
juicio, o como dice otro: Administrando los asuntos con jui-
cio. ¿Qué es juicio, sino el día futuro? O puede ser tam-
bién que administra bien todas las cosas según El y no habrá
nada confuso en ellas, sino que todo estará dispuesto en
orden, todo procederá con lógica consecuencia y por un ca-
mino sin perturbación ni tumulto, cuando por haber prac-
ticado la limosna se le vuelvan fáciles todas las cosas. Otro
intérprete haciéndolo de forma más clara dice: Dispensando
sus asuntos con juicio. Ciertamente, el misericordioso es el
que dispensa sus asuntos con juicio, pues de otro modo está
vacío de juicio, está mal administrado.

2. Porque no será removido jamás . ¿Qué puede haber


32

igual a esta dispensación, cuando el que encuentra tal ca-


mino se libera de los peligros inesperados y de los olea-
jes de la vida, situando la nave en puerto seguro y, aun-
que sea hombre, no se deja atrapar por nada humano, o
si es atrapado no lo hace zozobrar? Ciertamente es algo
admirable que, zarandeado por las tentaciones, no caiga ni
tropiece. Pero ¿cómo? ¿Acaso no se tambalean también
muchos misericordiosos? Jamás. Aunque se vuelvan pobres
y sean conducidos a la mendicidad más extrema y caigan
en calamidades, sin embargo, no son abatidos de igual ma-
nera, pues consideran que estas cosas se obraron en ellos

32. Sal 1 1 1 , 6a.


80 Juan Crisóstomo

atrayéndose la misericordia de Dios y el cuidado del cielo,


y teniendo un ancla, fuerte y segura, me refiero a que tie-
nen buena conciencia. Por esto no dijo que no serían ten-
tados, sino que no se tambalearían. Y también Cristo, res-
pecto de aquél que edificó sobre roca , no dijo que no33

sufriría la tempestad, sino que no sucumbiría, aunque so-


portara la tempestad. Lo admirable es que no sólo cuan-
do cesan las tentaciones tiene seguridad, sino que también
cuando irrumpen frecuentísimas maquinaciones, siempre
permanece inconmovible. En efecto, es imposible que el
alma rica en misericordia se hunda por la dificultad.

3. En eterna memoria vivirá el justo . Míralo cómo 14

enseña e instruye a muchos, no sólo durante el tiempo que


dura la vida, sino incluso después de la muerte. Y ¿cómo
es que quien sufre algún mal en la vida, al morir llega a
ser también maestro de serenidad para otros? Da aquí la
experiencia para que los que son muy incrédulos apren-
dan también que el fruto inmortal de aquél permanece en
el cielo, siendo su cuerpo sepultado y entregado a la tie-
rra, pero su memoria circula por todas partes. Tal es la
fuerza de la virtud; no cede al tiempo ni se desdibuja con
el paso de los días. Esto sucede así para la salvación de
los malos. En verdad, ésos no necesitan de la alabanza de
los hombres; en cambio, los que viven en el vicio necesi-
tan de esos encomios, de forma que por la alabanza de los
que actúan rectamente con ellos lleguen a ser más cuida-
dosos y puedan liberarse entonces del vicio. ¿Dónde están,
pues, los que construyen suntuosos sepulcros y levantan
magníficas casas? Escuchen cuál es el monumento perpe-
tuo que conviene hacer. No un sepulcro de piedras, ni re-
cintos de muros y torres, sino una exposición de buenas

33. Cf. Mt 7, 2 4 - 2 7 . 34. Sal 1 1 1 , 6b.


Salmo 111, 4,2-5,2 81

obras. Hay que establecer estas cosas para que los muy
incrédulos y los que no atienden a las cosas futuras sean
arrastrados desde las cosas presentes y aparentes, dedu-
ciendo las futuras; por otra parte, también muestran que
la virtud - l o que he dicho a menudo- posee en sí misma
la recompensa antes que aquellos premios.
4. No tiene que temer malas noticias . Otro [dice]: No
35

temerá el anuncio malo. Igual que arriba no dijo que no


será objeto de maquinaciones, sino que, acechado no se
tambaleará, así también aquí no dice que no escuchará
malas noticias, sino que escuchándolas no se asustará.
5.1. Y ¿qué significa no se asustará} Aunque vea una
fiera que se acerca, o ciudades destruidas por movimientos
de la tierra, o ladrones y horadadores de muros que lo arre-
batan todo, o bárbaros que asaltan, o una enfermedad que
trae la muerte, o el furor de un juez u otra cosa parecida,
nada temerá. Ciertamente, su riqueza ha sido puesta antes
en un lugar seguro, y no sólo no teme la muerte inminen-
te, sino que también sueña con residir en la patria donde
se hallan sus mercancías. Pues donde está el tesoro del hom-
bre, allí está su corazón .
36 Y si los mercaderes de dinero,
que han enviado antes a sus casas muchas mercancías, dia-
riamente tienen prisa por ver su riqueza, mucho más quien
puso antes en el cielo todo su poder deseará ser arrebata-
do súbitamente de las cosas presentes a las futuras. De esta
forma, nada podrá disponerle al miedo.

2. Preparado está su corazón para esperar al Señor . 37

Otro afirma: Firme está su corazón, significando lo mismo


e interpretando el preparado. Lo que dice es lo siguiente:

35. Sal 1 1 1 , 7a. 37. Sal 1 1 1 , 7b.


36. M t 6, 2 1 .
82 Juan Crisóstomo

ninguna cosa lo agita y lo clava a las cosas presentes, sino


que absolutamente todo lo dirige a Dios, y espera en aque-
lla esperanza, está perpetuamente clavado en esa expecta-
tiva y ninguna cosa presente lo acobarda ni distrae. Cier-
tamente, así son las preocupaciones de los negocios: dividen
la mente y distraen el pensamiento. Es necesario decir de
nuevo aquello del Evangelio: Donde está el tesoro del hom-
bre, allí está su corazón.

3. Su corazón está seguro, no será conmovido™. ¿Ves


al que edifica la casa sobre piedra? ¿Qué puede temer el
que está desnudo y ligero y a ninguna cosa se agarra?
¿Qué puede temer quien posee al Dios clemente y pro-
picio? De esta forma, posee ambas certezas: la tranquili-
dad del auxilio de arriba y la seguridad de abajo; y no
pueden tambalearlo el daño del dinero ni las afrentas ni
las calumnias. Pues no tiene aquí tesoro quien lo ha tras-
ladado allá, al cielo, a la región donde no puede ser ho-
llado por el vicio o el crimen. Y además conoce clara-
mente que todas las insidias proceden de las riquezas o
mediante las riquezas y del cuidado excesivo de los hom-
bres sobre estas cosas. Hasta que confunda a sus enemi-
gos . ¿Quién es su enemigo sino los perversos demonios
39

y el mismo diablo?

4. Distribuyó, dio a los pobres; su justicia permanece


por siempre . Después de la limosna se acuerda también
40

del perdón y de la misericordia; hay muchas medidas de


limosna: uno da menos, otro más; veamos si llama mise-
ricordioso a quien ofrece de lo que le sobra, o al que se
despoja de lo que tiene. Es claro que quien se despoja de
lo que tiene no ahorra lo que usa; lo mismo busca Pablo

38. Sal 1 1 1 , 8a. 40. Sal 1 1 1 , 9a-b.


39. Sal 1 1 1 , 8b.
Salmo 111, 5,2-4 83

al decir: El que siembra copiosamente, también cosechará


copiosamente .
41 Mira cómo también el Profeta se sirve de
la mejor dicción. En efecto, no dijo «arrojó», sino distri-
buyó, mostrando al mismo tiempo la liberalidad del que
da, y llamando sementera a la acción. Así son realmente
los que siembran: desparraman las cosas guardadas, y aban-
donan las que se ven para tomar las futuras. Esto es mejor
que una recolección; así también sembrar es mucho mejor
que cosechar. Se esparcen riquezas, y se recolecta justicia;
se esparcen las cosas que no permanecen, para procurarse
las que permanecen. Esto es también lo que hacen los agri-
cultores. Pero ellos en incertidumbre, pues la tierra es la
que provee; a ti, sin embargo, la mano de Dios, en la que
nada se pierde. Así cuando veas el oro puro y dudes en
rechazarlo, acuérdate de los que siembran, piensa en los
que prestan y en los que navegan, quienes comienzan gas-
tando y perdiendo, y cada uno de ellos hace esas cosas
con algo incierto; las olas, las entrañas de la tierra y los
contratos de los deudores son todas cosas inseguras. A
menudo los prestamistas recibieron como suerte daños; y
el agricultor no ha recibido del cielo, sino que confía en
el producto por suerte, si a tal cosa hay que llamar pro-
ducto, y no, con más acierto, suerte. La suerte es rique-
za y el producto el reino de los cielos. ¿Has visto la na-
turaleza del préstamo, que cuenta con el producto más que
con el azar? También estas cosas miran al futuro, mas tú
gozarás ya en el presente de una gran libertad. Te asisti-
rá la falta de insidias de los calumniadores y extinguirás
el deseo de los insidiosos; vivirás con seguridad durante
toda la vida, y ni siquiera te agobiarán las preocupaciones
de las cosas, sino que serás elevado a la esperanza de los
bienes futuros.

4 1 . 2 C o 9, 6.
84 Juan Crisóstomo

5. Su cuerno exultará en gloria . Lo que más desean


42

los hombres lo pone frecuentemente el esplendor y la glo­


ria, que allí se les transmitirá, y aquí poseerán con abun­
dancia. Por lo tanto, nada hay más brillante e insigne que
el misericordioso.
6.1. Y si quieres, toma a los que en las carreras de ca­
ballos y en los espectáculos dispendian sus cosas al azar;
y pon en medio al misericordioso, y entonces verás qué
distinto es el fruto de éste y de aquellos: a éste lo alaban
y admiran perpetuamente todos, estimándole padre común
y puerto seguro; mas a los otros, un día les aplauden con
celo pasajero y con ímpetu irracional, pero después los
desprecian como inhumanos, como salvajes, como vacíos
de gloria, como ministros de libertinaje y siervos de la mal­
dad. También en los conventículos, si alguna vez se pro­
ducen tales cosas, se deshonran los gastos de aquéllos, y
se censuran las costas; en cambio, de éstos nadie conside­
ra nada como vergonzoso e infame, aunque innumerables
veces sea cruel e inhumano, y tampoco serán alabados ni
admirados. En efecto, así es la virtud: es alabada incluso
por todos aquéllos que no la siguen, igual que el vicio está
lleno de reprensión, incluso para quienes siguen las cosas
desvergonzadas. Por tanto, prostitutas, aurigas y bailarines
no recibirán alabanzas, sino que serán censurados; al mi­
sericordioso, por el contrario, todos lo admirarán y alaba­
rán; no sólo los pobres, sino también los que nada reci­
bieron de su liberalidad.

2. Lo verá el pecador y se indignará. Le crujirán los


dientes y se consumirá . Así es la virtud: pesada y moles­
43

ta para el vicio. Igual que el fuego enciende los espinos,

42. Sal 1 1 1 , 9c. 43. Sal 1 1 1 , lOa-b.


Salmo 111, 5,5-6,3 85

así también la benignidad irrita a los hombres crueles; su


demostración es afirmación de maldad. Pero mira aquel
que ni estando en putrefacción lo reconocen, y al ver el
semblante claro de la virtud, sin embargo también la mente
se [les] consume, mostrándose en el dolor de los dientes,
y no se atreven a proferir palabra sino que se consumen
y se tensan. Así es el vicio: aunque ascienda hasta los tro-
nos y esté junto a los que se ciñen con diademas, es lo
más frágil y bajo de todo, y es semejante a cierto estrépi-
to y tumulto, y a un enfurecido mar, aunque esté rodea-
do de poder; lo mismo que la virtud es todo lo contrario.
En efecto, aunque se encuentre en la extrema pobreza, aun-
que esté en la cárcel, es más espléndida que las realezas,
goza de una mayor seguridad y está sentada en un puer-
to tranquilo y sin oleaje; no solamente no sufre por los
malvados sino que incluso en el silencio los puede recha-
zar exigiendo también la pena extrema para su maldad.
¿Pues qué puede haber más miserable que un hombre que
vive en el crimen, cuando además de servir a las riquezas
se molesta por las buenas acciones de los otros, y quita la
buena fama de los demás, y a sí mismo se impone su cas-
tigo, conservando su propia conciencia, enervando su mente,
convirtiéndose él mismo en su propio verdugo? ¿Ves la
fuerza excelsa de la virtud? ¿Te das cuenta de la miseria y
la necedad del vicio?

3. Pero no sólo en esto consiste su calamidad, sino tam-


bién en otras cosas más; las que añade para señalarlo, di-
ciendo: El deseo de los pecadores morirá . ¿Qué significa
44

el deseo de los pecadores morirá} Nunca -afirma- seguirá


adelante. En verdad, esas cosas que él desea fluyen y pasan,
y el deseo imita a la realidad, puesto que se apaga y muere,

44. Sal 1 1 1 , 10c.


86 Juan Crisóstomo

sin echar raíz alguna. Si así es lo relativo al pecador, con­


sidera cómo será en el siglo venidero. Para que no sufra­
mos estas cosas, huyamos de ese camino, elijamos aquel
otro [de la virtud], y caminemos en el seguro, inexpugna­
ble, lleno de placer, colmado de gloria, que nos consigue
el cielo, que en todas nuestras cosas atrae la benevolencia
de Dios, que consigue que filosofemos, y que en sí con­
tiene tantos bienes que un discurso no puede explicar; los
cuales podamos alcanzar todos nosotros por gracia y be­
nignidad...
SALMO 112

Alabad, niños, al Señor, alabad el nombre del Señor .


1

1.1. Muchas veces en las Sagradas Escrituras se evocan


alabanzas de este tipo; y no es una pequenez, sino un sa-
crificio y una ofrenda aceptable a Dios. En efecto, un sa-
crificio de alabanza me glorificará . Y de nuevo: Alabaré
2

el nombre de Dios con mi cántico, lo ensalzaré con ala-


banza; y agradará a Dios más que un becerro joven, que
tiene cuernos y uñas . Por todas partes los libros sagrados
1

proclaman esto, y los salvados lo ofrecen con abundantes


acciones de gracias. ¿Acaso existe alguna clase de dificul-
tad -preguntas- para que al humilde y de baja condición
no le sea fácil alabar a Dios? Si atentamente lo conside-
ras, podrás ver también el esfuerzo que este hecho encie-
rra, y el fruto que de él proviene. En primer lugar, esta
alabanza es propia de los que son justos, por lo que hay
que enderezar antes la vida y, entonces, y así cantar him-
nos a Dios. En efecto, una alabanza no es pura en boca
del pecador"'. En segundo lugar, no hay que alabar sólo
con las palabras, sino también con los hechos; ésta es la
alabanza, ésta la gloria que Dios más reclama: Brille - d i c e -

1. Sal 1 1 2 , 1. 3. Sal 68, 3 1 - 3 2 .


2. Sal 49, 23. 4. Si 1 5 , 9.
88 Juan Crisóstomo

vuestra luz delante de los hombres, para que vean vues-


tras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está
en los cielos . Así alaban los querubines. Por esto el Pro-
5

feta, al escuchar también aquella mística melodía, se com-


padece a sí mismo, diciendo: ¡Ay de mí!, que soy un hom-
bre que tiene labios impuros, y habito en medio de un
pueblo que tiene labios impuros . Y por eso también, cuan-
6

do se dispone a ofrecer alabanzas, comienza diciendo a las


potestades de arriba: Alabad al Señor desde los cielos, ala-
badle todos sus ángeles . Así pues, conviene hacerse ángel
7

y de esa manera alabar.

2. No estimemos esta alabanza como algo simple, sino


que es preciso que antes que suene nuestra boca lo haga
nuestra propia vida, y que la conducta clame antes que la
lengua. Así, incluso callando podemos alabar a Dios; así
también al hablar produciremos la melodía acorde con la
vida. Pero no sólo podemos aprender esto del salmo, sino
que también conduce a todos a esa sinfonía y establece un
coro completo. Ciertamente no habla a uno o a dos, sino
al pueblo entero. Así como Cristo, conduciéndonos a la
concordia y a la caridad, ordenó hacer una petición común
y de toda la Iglesia como si fuera dicha por una sola per-
sona: Padre nuestro*, y también, danos hoy nuestro pan c o -
tidiano ,
9 y perdona nuestras ofensas, como también noso-
tros perdonamos, y no nos dejes caer en tentación, más
líbranos del mal , usando por todas partes el plural, y
10

mandando a cada uno que, bien rece solo, bien en común,


ofrezca la oración por los hermanos; así también el Pro-
feta llama a todos a la sinfonía de la oración y dice: Ala-

5. Mt 5, 16. 8. Mt 6, 9.
6. Is 6, 5. 9. Mt 6, 1 1 .
7. Sal 1 4 8 , 1-2. 10. Mt 6, 1 2 - 1 3 .
Salmo 112, 1,1-4 89

bad el nombre del Señor. Y ¿por qué prefiere la añadidu-


ra del nombre! Porque explica mejor el afecto del que
habla, y porque quiere decir algo más. ¿De qué se trata?
Que su nombre sea glorificado por nosotros de manera
que se muestre digno de elogio por nuestra vida, pues re-
almente posee tal naturaleza. Quiere, pues, que esa ala-
banza brille también mediante nuestra vida.

3. Y para que aprendas que esto es así, mira lo que


añade a continuación: Sea el nombre de Dios bendito, desde
ahora y para siempre . ¿Qué dices? ¿Es que no es bendi-
11

to si tú no lo pides? ¿No ves que no habla de la alaban-


za que hay en El y que se atribuye a su naturaleza, sino
de lo que se hace por los hombres? Pablo, escribiendo
sobre ella, dice: Glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en
vuestro espíritu . En efecto, Él es excelso, grande y digno
11

de alabanza por sí mismo; pero también entre los hom-


bres sucede lo mismo, cuando los que lo sirven muestran
una vida tal: todos los que lo ven alaban al Señor. Esto
mismo es lo que el Señor nos mandó pedir siempre por
medio de la oración: Santificado sea tu nombre ; es decir, 13

sea glorificado también por nuestra vida. Lo mismo que


cuando vivimos malamente se le insulta, de igual manera
cuando cultivamos la virtud se le glorifica, se le alaba y es
santificado. Así pues, es esto lo que se dice: «Haz que lle-
vemos una vida recta, de tal modo que tu nombre sea ben-
dito también por nosotros».

4. Desde que sale el sol hasta el ocaso, sea alabado el


nombre del Señor . ¿No ves la nueva forma de vida que
14

se preludia, y la nobleza de la Iglesia que se revela? No

1 1 . Sal 1 1 2 , 2. 13. M t 6, 9.
12. 1 C o 6, 20. 14. Sal 1 1 2 , 3.
90 Juan Crisóstomo

sólo en Palestina, ni sólo en Judea, sino por toda la tie-


rra. Y ¿cuándo va a suceder esto, sino cuando florezcan
nuestras acciones? Lo mismo que antiguamente no sólo no
era bendito en Palestina, sino que también era maldecido
por los judíos que habitaban en ella. Por vosotros mi nom-
bre es blasfemado entre las naciones , 15dice. Mas ahora es
celebrado con alabanzas por todas las partes de la tierra.
Lo que también expresó otro profeta diciendo: El Señor
se manifestará y hará desaparecer a todos los dioses de las
naciones, y lo adorarán cada uno en su sitio . Y otro tam-
16

bién [afirma]: ¡Ojalá que alguien de nosotros cierre las puer-


tas para que no encendáis mi altar en vano! Pues desde
donde sale el sol hasta el ocaso mi nombre es glorificado
entre las naciones, y en mi nombre se ofrece incienso en
todo lugar, y una ofrenda pura .17

2.1. ¿Ves cómo dispuso y redujo las costumbres judí-


as, dilató por toda la tierra la forma de vida de la Igle-
sia y anunció el culto? Ciertamente, las cosas que el pro-
feta predijo sucedieron después del regreso de Babilonia,
pero las profetizó entonces para que los judíos no dije-
sen que hablaba de aquel encierro y desierto en Babilo-
nia. En efecto, una vez que cesó aquello y que ellos vol-
vieron a la primera forma de vida, el mensajero anuncia
estos hechos señalando que la devastación corresponde a
la época de Vespasiano y Tito, después de la cual ya no
existirá ninguna otra transformación. Así, los hechos que
siguieron preludian la Iglesia. Por eso dice: Mi nombre
grande en las naciones; es decir, bendito, alabado por la
vida recta de ellos; como también se dijo aquí: Bendito
el nombre del Señor.

15. Is 52, 5. 17. Mi 1, 1 0 - 1 1 .


16. So 2, 1 1 .
Salmo 112, 1,4-2,3 91

2. Excelso sobre todas las naciones es el Señor *. ¿Ves 1

de nuevo cómo las naciones acogen su culto, y no sim-


plemente una, ni dos, ni tres, sino todas las del orbe de
la tierra? ¿Qué hay más claro que esta profecía? ¿Cómo
es excelso sobre todas las naciones? Si lo magnificamos ¿no
le añadimos una cierta altura? Nada de eso, sino que lo
hacemos con los dogmas, el culto, la adoración y con todo
lo demás, pero no considerándolo bajo, como hacen los
judíos, sino mucho más excelso y sublime. Tal es, por tanto,
nuestra forma de vida; cuanto más alto es el cielo que la
tierra, tanto más alto es esto que lo antiguo. Por eso dice:
Excelso sobre todas las naciones es el Señor. Pero aunque
lo alcemos por medio del culto, sabemos que eso es una
condescendencia. Y aunque en el Nuevo Testamento sea
más sublime que en el Antiguo Testamento, sin embargo
es inferior a su dignidad. Pablo, mostrando estas cosas y
cada uno de los conocimientos, el que ahora hay y el que
habrá en el siglo venidero, decía: Cuando era niño cono-
cía como niño, pensaba como niño: pero cuando me hice
un hombre abandoné las cosas que eran de niños . Y de 19

nuevo: Conocemos en parte, y profetizamos parcialmente . 20

Y ciertamente ahora vemos como a través de un espejo en


enigma, pero entonces cara a cara . Así muestra a través
21

de esto que el conocimiento se retira lo mismo que el niño


del hombre que ha llegado a la edad perfecta.

3. Su gloria por encima de los cielos . Después de ha-


22

blar de la alabanza y de la exaltación que se produce por


el tenor de vida humano, y de aconsejar alabar a Dios de
esta manera y magnificarlo, incitando a una mayor virtud,

18. Sal 1 1 2 , 4a. 2 1 . 1 C o 1 3 , 12.


19. 1 C o 1 3 , 1 1 . 22. Sal 1 1 2 , 4b.
20. 1 C o 1 3 , 9.
92 Juan Crisóstomo

muestra en qué lugar se realiza esto de la mejor manera.


¿Dónde se realiza esto? En los cielos. Allí, en efecto, re-
side su gloria. Los ángeles lo glorifican al máximo, no sólo
por su propia naturaleza, sino también por la obediencia
de los hombres a los que sirven puntualmente, cumplien-
do la voluntad de Dios y sus preceptos. Por eso se dice:
Poderosos en fuerza, ejecutores de su palabra . Por lo mismo 23

también Cristo en los evangelios mandó rezar y decir: Há-


gase tu voluntad en la tierra como en el cielo . Es decir, 24

así como lo santifican los ángeles, liberados de todo vicio


y mostrando la virtud con exactitud; de igual forma sea-
mos dignos también nosotros de santificarlo. Así lo ense-
ña el salmista, al añadir: Su gloria por encima de los cie-
los. No sólo la puedes ver en las criaturas de la tierra, ni
el bellísimo orden del cielo; sino elévate desde las cosas
materiales a las espirituales, a la belleza de aquellas sus-
tancias, al esplendor de aquella forma de vida, y entonces
conocerás cómo su gloria está en los cielos.

4. ¿Quién cómo el Señor, Dios nuestro, que habita en


las alturas y mira las cosas humildes? . ¿Acaso lo dicho
25

no parece algo grande? Pero cuando consideres respecto


de quién se han expresado estas cosas, te parecerá muy in-
ferior. Así, como he dicho, no conviene fijarse en las pa-
labras, sino elevar el pensamiento. En efecto, ¿cómo habi-
ta el cielo quien llena el cielo y la tierra, el que está presente
en todas partes y el que dice: Soy un Dios que está cerca,
y no un Dios que está lejos } ¿Quién midió el cielo con
26

un palmo y la tierra con el pulgar, quién está sentado sobre


el círculo de la tierra } Pero entonces hablaba con los ju-
27

23. Sal 102, 20. 26. J r 23, 23.


24. M t 6, 10. 27. Is 40, 12.22.
25. Sal 1 1 2 , 5-6.
Salmo 112, 2,3-3,1 93

dios, y por eso se sirve de este discurso, levantando poco


a poco su mente, haciendo volar y levantando suavemen-
te el conocimiento. Por eso no sólo dijo: El que habita en
las alturas, y mira las cosas humildes, sino que habiendo
dicho primero ¿quién como el Señor Dios nuestro?, en-
tonces añadió el que habita en las alturas y mira las cosas
humildes; mostrando la causa de por qué había dicho lo
segundo. Por la necedad judaica que se espanta ante los
ídolos, y que adora a los dioses encerrados en recintos y
templos. Y por esto gradualmente hace la comparación,
aunque Dios supera a todos sin comparación; pero por la
necedad de los oyentes, como he dicho (y no cesaré de
decirlo continuamente) dispone así el discurso. Ciertamente
no buscaba entonces que se dijese algo digno de la gloria
de Dios sino que pudiese ser captado por ellos. Por lo que
poco a poco los conduce, y sin embargo ni de esta ma-
nera se mantiene en la bajeza, sino que de nuevo revela
los más altos pensamientos. Pues después que dijo el que
habita en las alturas y mira las cosas humildes, condu-
ciendo de nuevo el discurso a lo más alto, dice: En el cielo
y en la tierra; mostrando que está en todas partes, aquí y
allí. Y es que no mira de lejos las cosas que suceden en
la tierra, como si estuviera encerrado en el cielo, sino que
está presente en todas partes, y asiste a todos.

3.1. ¿Has visto cómo poco a poco levanta la mente de


los oyentes? Después de levantar de la tierra al oyente y
colocarlo en el cielo, de nuevo, procurando que algo más
quede en su ánimo, inicia un ejemplo de su poder, di-
ciendo: Levanta del polvo al indigente, y alza del estiér-
col al pobre *.
2 En efecto, grande es su potencia y en ex-
tremo inefable: el levantar lo pequeño. Mas en otra parte

28. Sal 1 1 2 , 7.
94 Juan Crisóstomo

establece lo contrario, para que se humille también lo que


es grande, diciendo así: El reafirma la devastación sobre la
fortaleza y trae la devastación a la cindadela . Aquí, cier-
29

tamente, dice esto porque puede levantar a los pequeños.


Es, por tanto, un discurso general. Pero si alguno quiere
tomarlo espiritualmente verá que esto se hizo en las na-
ciones, y verá que esto se hizo también en nosotros, hom-
bres del tiempo de la venida de Cristo. En verdad ¿qué
hay más pobre que nuestra naturaleza? No obstante, la le-
vantó y elevó al cielo con nuestra primicia, y la hizo sen-
tar junto al trono del Padre.

2. Levanta del estiércol al pobre para colocarlo entre


los príncipes, entre los príncipes del pueblo™. Estiércol aquí
expresa lo frugal y la pronta transformación que de ahí
proviene, mostrando que para él todo es fácil y expedito.
De aquí pasa a otra cosa mayor. ¿Cuál es ésta? Que no
sólo puede transformar las cosas ni dar autoridad a los hu-
mildes, sino que también puede cambiar los límites de la
naturaleza y hacer madre a la estéril.
3. Y así añadió: Él hace habitar a la estéril en casa,
madre de hijos gozosa? . Esto, ciertamente, lo hizo con
1

Ana , y con otras muchas. ¿Has visto el himno perfecto?


32

¿Has visto el himno completo? Dice lo que ha de ser co-


rregido en toda la tierra, cómo el judaismo tiene que cesar,
cómo la nueva forma de vida de la Iglesia tiene que bri-
llar, cómo un sacrificio tiene que ofrecerse por todas par-
tes. Después, haciendo fidedigno el discurso para los más
obtusos, a partir de las cosas sucedidas confirma las futu-
ras. Lo que dice es esto: «No pongas en duda, hombre,

29. A m 5, 9. 31. Sal 1 1 2 , 9.


30. Sal 1 1 2 , 7b-8. 32. Cf. 1 S 1, 1 9 - 2 3 .
Salmo 112, 3,1-3 95

que se obrará tal cambio y que las naciones desparrama-


das vendrán a la gloria máxima». ¿No ves que estas cosas
suceden cada día? ¿No ves cómo son levantados los hu-
mildes y sentados como príncipes? ¿No ves enderezada la
naturaleza que era manca y mutilada, y las estériles que se
hacen madres? Es lo que sucedió a la Iglesia: era estéril,
pero fue hecha madre de muchos hijos. Por eso también
dice Isaías: Alégrate, estéril, la que no diste a luz; canta y
clama, la que no eres fecunda, porque son más los hijos de
la desechada que de la que tiene marido , prediciendo que
33

también eso sucedería en la Iglesia. Por eso aquí finalizó


el discurso, volviendo la profecía fidedigna al declarar las
cosas que ya habían sido obradas por su magnificencia. En
efecto, cualquiera de estas cosas, si Dios así lo dispone,
son fáciles de hacer. En efecto, puede cambiar la natura-
leza, trasladar a las alturas al humilde y enderezar las cos-
tumbres. Conociendo todas estas cosas alcancemos las que
para nosotros han sido dispuestas, también gozaremos de
toda la gloria y subiremos a la altitud inefable, gozando
del auxilio de Dios, para quien es la gloria y el poder, con
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.

33. Is 54, 1.
SALMO 113

Cuando Israel salió de Egipto, la casa de Jacob de un pue-


blo bárbaro , se hizo Judá su santuario, Israel su
1 dominio . 2

1.1. Como algo sobresaliente se atestigua aquí la mise-


ricordia y la mansedumbre de Dios. ¿De qué forma? Pri-
meramente, ofrece pruebas de su fuerza, y entonces recla-
ma la adoración. Para mostrar esto dijo: Cuando Israel
salió de Egipto, se hizo Judá su santuario. Entonces mos-
tró su fuerza - d i c e - con los signos [obrados] en Egipto,
con los que hubo en el desierto; entonces también se ganó
al pueblo. Lo mismo hizo en Adán. En primer lugar creó
el mundo y se mostró tanto la sabiduría como el poder
de su fuerza, entonces modeló al hombre y le exigió ado-
ración. De la misma forma, el Hijo de Dios Unigénito
obrando primero muchos signos y de todo tipo, entonces
exigió la fe. Por esto, a los que al principio se le acerca-
ban, como no tenían garantía de Él, ni pruebas de su di-
vinidad, no les decía ¿creéis que y o puedo hacer esto?, sino
que simplemente les mostraba señales. Pero, una vez que
hubo dejado vestigios de su poder por todos los lugares
de Palestina, enderezando los cuerpos mutilados, expul-
sando el mal, predicando el Reino, presentando leyes sal-
víficas, es entonces cuando también exige la fe de los que

1. Sal 1 1 3 A , 1. 2. Sal 1 1 3 A , 2.
Salmo 113, 1,1-3 97

se le acercaban. Ciertamente los hombres primero preten-


den dominar y después acometen el hacer el bien; en cam-
bio Dios comienza obrando el bien.
2. Y ¿por qué hablo de otros beneficios, cuando in-
cluso soportó su propia cruz y así venció en toda la tie-
rra, haciendo evidente su providencia por medio de las
obras? Este salmo quiere mostrar lo mismo, por eso dice:
Cuando Israel salió de Egipto, la casa de Jacob de un pue-
blo bárbaro, se hizo Judá su santuario. Es decir, en la sa-
lida, en la liberación, en la libertad respecto de Egipto. Y
no dijo simplemente de Egipto, sino que añadió de un pue-
blo bárbaro, indicando el cuidado de Dios a través del
nombre de los enemigos. Pues siendo aquellos egipcios
fuertes, crueles y bárbaros, no podían haber sido liberados
[los hebreos] si no hubieran tenido una mano fuerte y una
derecha inexpugnable. Eran, realmente, más fieros que las
bestias y más duros que las piedras; más aún, habiendo
soportado innumerables plagas no habían cedido. Una vez
que nombró al pueblo bárbaro, mostró la grandeza de la
potencia de Dios que, al bárbaro, al inhumano, lo persua-
dió, forzándolo a dejar a los esclavos, primeramente de
mala gana, y después, arrojándolos al mar; de esta mane-
ra liberó a su pueblo.

3. ¿Qué significa Judá se hizo su santuario} Esto es, el


pueblo le adora, el pueblo le sirve, el pueblo le es fiel. Y
santuario propiamente se refería al templo, al lugar inte-
rior, al santo de los santos, como también Zacarías intro-
duce a algunos que ruegan diciendo: Estaré aquí, en el san-
tuario, o ¿nos abstendremos? ,
3 refiriéndose a la vuelta del
arca de la alianza y a todas las otras cosas. Judá se hizo
su santuario. En efecto, antes de esto el lugar era algo im-

3. Za 7, 3.
98 Juan Crisóstomo

puro y execrable, pero después del regreso del pueblo se


hizo de la ciudad su santuario; es decir, se hizo santuario
por la observancia, por los sacrificios, por el culto y por
los otros ritos.
4. Israel su dominio. ¿Qué significa Israel su dominio}
Que estaba bajo su imperio, dice. Es verdad que todo el
orbe de la tierra estaba bajo su imperio, pero ellos tam-
bién lo estaban por otra apropiación. Cuando aceptaron
las profecías y [Dios] hablaba con ellos, también velaba
mejor por ellos. Con razón se les llamaba pueblo suyo.
Con frecuencia les dirigía con su espíritu a las guerras y
disponía muchas cosas de los otros. Entonces, cuando los
liberó de las manos bárbaras, de la tiranía, de la esclavi-
tud, del peligro extremo y de la mentalidad contraria a las
leyes, lo hicieron su rey.

5. Esto también se ha demostrado anteriormente en al-


guna otra parte sosteniendo que El les pertenecía: ¿Acaso he
sido para Israel desierto o tierra incultivada? .
4 Lo que dice
es lo siguiente: «¿Acaso fui inútil para vosotros? ¿No os
ofrecí innumerables bienes? ¿No he cambiado la misma na-
turaleza? ¿No establecía los elementos para que os sirvieran?
¿No os ofrecí la vida libre de las fatigas humanas? Por eso
dice: ¿Acaso he sido para la casa de Israel desierto? Es decir,
¿no he traído innumerables frutos, como la libertad de Egip-
to, la liberación de los bárbaros, la muestra de milagros, la
vida en el desierto, la heredad de Palestina, el dominio sobre
las naciones, las frecuentes victorias, los milagros increíbles,
los continuos prodigios, la fertilidad de la tierra, el incre-
mento de vuestro linaje, aquel que por toda la tierra es glo-
ria, y otros innumerables bienes?». ¿Ves los frutos de Dios?
Por eso añadió: ¿Acaso he sido tierra incultivada? Es decir,

4. J r 2, 3 1 .
Salmo 113, l,3-,2,2 99

«¿Acaso no obtuvisteis de mí frutos incalculables? ¿No he


bendecido vuestra entrada y salida, vuestros rebaños y armas,
vuestro pan y vuestra agua? ¿Acaso no os coloqué en lugar
seguro? ¿No hice que fueseis inexpugnables a todos, inven-
cibles y terribles? ¿Acaso no manaban para vosotros como
de una fuente todas las cosas del cielo y de la tierra?». Esto,
realmente muestra con claridad el dominio, el proveer a los
subditos, el recibir cuidado y el velar.

2.1. También por ello decía Cristo: El Buen Pastor da la


vida por sus ovejas ; no dijo: «es honrado y servido». Este
5

es el dominio y la ciencia pastoral: despreciar las cosas de


uno mismo y estar solícito por las cosas de los que obede-
cen. Como el médico, así es el que manda; y más que el
médico. Pues el médico consigue la salud con la ciencia, pero
el que manda también con sus propios peligros. Es lo que
hizo Cristo, flagelado, crucificado y sufriendo innumerables
cosas. Por lo mismo decía Pablo: Pues Cristo no buscó su
propia satisfacción, sino que como está escrito: «Los oprobios
de los que te ultrajan llegaron a caer sobre mí» . Dos, o 6

mejor tres, o innumerables beneficios pone aquí: que fue


arrancado de los bárbaros, que fue liberado de la tierra ex-
traña, que dejó la servidumbre, que se impuso el fin de los
trabajos y aflicciones, que se realizaron innumerables mila-
gros, además de juzgarlos dignos de ser su santuario y obe-
dientes. En verdad, esto tampoco es pequeño género de be-
neficio: contarlos en el número de los que le obedecen.

2. El mar lo vio y huyó, el Jordán retrocedió . Mira 7

cómo el discurso es exagerado y el beneficio aumentado.


¿Por qué entonces -pregunto- hay que hablar de los bár-
baros y de las naciones, cuando la criatura se retiró y se

5. Jn 1 0 , 1 1 . 7. Sal 1 1 3 A , 3.
6. Rm 15, 3; Sal 68, 10.
100 Juan Crisóstomo

alejó, se puso enfrente mirando al general y dejando paso


libre al que conducía al pueblo? Todas estas cosas sucedí-
an entonces en el pueblo de los hebreos, y sucedían para
que aprendiesen que no era consecuencia de las obras hu-
manas sino hechos maravillosos y divinos, propios todos
ellos de la potencia inefable. Mira el énfasis de la expre-
sión, y cómo se ha puesto lo mejor. No dijo, «cedió», ni
«se apartó poco a poco», sino que el mar lo vio y huyó,
queriendo mostrar lo rápido del retroceso en la fuga, la
grandeza de la admiración, la facilidad del actuar de Dios.
Y para que nadie considere que esto aconteció a causa de
un determinado ciclo o del azar, desde entonces ya no su-
cedió nunca más, sólo una vez, cuando Dios lo ordenó, y
en varias personas. Pues el confuso fluir de las olas, ha-
biéndolo mandado Dios como algo lógico y vivo, a unos
salvó y a otros aniquiló; para unos fue sepulcro, y para
otros, vehículo . Lo mismo se podría ver respecto al horno
8

babilónico, ya que el fuego, que se precipitaba simplemente


y como por casualidad, mostró un gran orden cuando Dios
se lo mandó, conservando a los que estaban dentro; y a
los que estaban sentados fuera, los invadió y consumió . 9

3. El Jordán retrocedió. ¿No ves realizarse los milagros


en diversos tiempos y lugares? En efecto, para que apren-
dieran que la fuerza de Dios se extendía por todas partes
y no estaba circunscrita a un lugar, estuvo presente en
todas partes: en el desierto, en la región bárbara, hacien-
do milagros en todas partes, bien en el mar, bien en los
ríos; entonces bajo Moisés, y después con Jesús. En todas
partes se manifestaba por los milagros, para conseguir que
su mente insensible se volviera más blanda e idónea para
captar el conocimiento de Dios.

8. Cf. Ex 14, 1 5 - 3 1 . 9. Cf. Dn 3, 2 4 - 2 7 .


Salmo 113, 2,2-5 101

4. Los montes saltaron como cameros, los collados como


corderillos .
10 Nos encontramos aquí con una cuestión no
pequeña. Algunos, que eludan, afirman: «Sabemos que su-
cedieron las cosas anteriores, pues nos las ha transmitido
la historia: el mar Rojo fue dividido en el éxodo, y el Jor-
dán se retiró cuando el arca lo traspasó. Pero que exulten
los montes y collados, nunca hemos visto que fuera escri-
to». ¿Qué es lo que se quiso decir? El profeta quiere mos-
trar hiperbólicamente la alegría y la magnitud de los mila-
gros, e induce también a los desalentados a formar una
especie de coro y a que salten, cosa que hacen quienes están
alegres. Por eso añade a aquella comparación como carne-
ros y como corderillos. En efecto, esos animales cuando están
alegres suelen mostrar su alegría con brincos. De igual forma
que otro dice que en las calamidades la vid lloró , sin que 11

la vid haya gemido, pues ¿cómo va a llorar una vid? Al


contrario, queriendo mostrar la exageración de la tristeza,
por lo que, refiriéndose a estos seres inanimados, habla hi-
perbólicamente; de igual forma, aquí se induce a la criatu-
ra a que participe del gozo para que muestre la magnitud
del júbilo. Así también solemos decir que las cosas se vuel-
ven alegres en un momento, cuando vemos que algún ilus-
tre está presente; «llenaste la casa de alegría», sin referirse
a las paredes, sino expresando la hipérbole del júbilo.

5. ¿ Qué tienes, mar, que huyes? ¿ Y tú, Jordán, que re-


trocedes? .
11 ¿Montes, para que saltéis como carneros; colla-
dos, como corderillos? '. Hace avanzar el discurso en forma
11

de interrogaciones, y habla de los elementos con el mismo


sentido que anteriormente se dijo que saltaban. Pero igual
que esas cosas las decía, no atribuyéndoles su sentido -como

10. Sal 1 1 3 A , 4. 12. Sal 1 1 3 A , 5.


1 1 . Cf. Is 24, 7. 13. Sal 1 1 3 A , 6.
102 Juan Crisóstomo

ya dije-, sino mostrando la grandeza del júbilo y la mag-


nitud de las gestas; así también, formula preguntas, no para
que puedan responder y tengan sentido, sino para hacer
más claro el discurso y mostrar algo que era admirable.
3.1. Y como si hiciera algo nuevo, y no según la cos-
tumbre, añade una interrogación y pone la respuesta. ¿Cuál?
Delante de la faz del Señor se estremece la tierra, ante la
faz del Dios de Jacob . Aquí, una vez más, temblor se re-
14

fiere al estupor, la sorpresa y locura, para resaltar la magni-


tud de los hechos. Después, mostrando cuan grande es la
virtud del hombre, llamó al Señor desde el [nombre del]
siervo. Lo que también dijo Pablo, que el mayor honor fue
dado a aquellos santos que fueron liberados de todas las
cosas mundanas. Y no puso sólo el honor, sino que añadió
la causa del honor, para que el discípulo aprendiese el ca-
mino por el cual se posibilitaba obtener este lugar de pre-
ferencia. ¿Cuál es éste? El llamar al Señor desde los siervos.
Por lo que también dijo: Por cuya causa Dios no se aver-
güenza de ser llamado Dios suyo . ¿Cómo se denomina Dios
]i

de ellos? Diciendo: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de


Isaac y el Dios de Jacob . Y más adelante, poniendo la causa
16

de tal llamada se dijo más arriba: Y todos ellos murieron sin


haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas
desde lejos y reconociendo que eran peregrinos y forasteros . 17

Esta es la causa, por lo que añadió: Por esta causa, Dios no


se avergüenza de ser llamado Dios suyo . Pero dime, ¿por w

qué motivo? Porque confesaron ser extranjeros y peregri-


nos, y porque nada tienen en común con las cosas presen-
tes, sino que, separados de los mundanos, permanecían en
tierra ajena.

14. Sal 1 1 3 A , 7. 1 7 . Hb 1 1 , 1 3 .
15. Hb 1 1 , 16. 18. Hb 1 1 , 16.
16. Ex 3, 6.
Salmo 113, 2,5-3,4 103

2. Quien convierte la peña en un estanque y el peder-


nal en una fuente . ¿Cómo van a conseguir el perdón
19

- d i m e - los duros y tercos, cuando la piedra y la roca, que


son duras y tercas, ceden ante el juicio de Dios, y el hom-
bre, que se encuentra adornado con la razón, y más manso
que todos, es más insensible que aquéllas? Pedernal signi-
fica aquí lo que no cede fácilmente ante el hierro, sino que
enseguida se quebranta por las puntas. Sin embargo, aqué-
llas, con una naturaleza contraria, se deshacen y consiguen
que se formen fuentes de aguas. En efecto, es que el Ha-
cedor de la naturaleza también puede cambiar los límites
y mostrar cosas insólitas; lo que hizo muchas veces y en
muchos lugares demostrando que El crea todas las cosas
a partir de lo que no existe.

3. Tras hablar de esta forma de los beneficios antiguos


-los milagros, los prodigios, cómo les liberó de la esclavi-
tud bárbara, cómo los condujo a la libertad, cómo cambió
los elementos y los llenó de todo placer- ruega también
por los presentes, refugiándolos en el puerto mismo. Aque-
llo no se hizo por el mérito de los que reciben los favo-
res, sino por la benignidad de Dios y por su nombre, como
dijo: Para que no sea profanado mi nombre , sino que 20

todos conozcan lo que ha realizado su poder y su fuerza,


y sea esto ocasión de enseñanza; y también propone ahora
la justificación diciendo: «Aunque nos falte la vida, y por
las acciones se nos prive de la libertad de expresión, hazlo
por tu nombre», como decía Moisés.

4. Y también él mismo lo dice cuando enuncia este


canto. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nom-
bre da la gloria . «No en nuestro favor -afirma-, para que
21

19. Sal 1 1 3 A , 8. 21. Sal 1 1 3 B , l a - b .


20. Ez 20, 9.
104 Juan Crisóstomo

nos hagas más brillantes e insignes, sino para que por todas
partes se manifieste tu poder». Pero como su nombre será
glorificado cuando El envíe su auxilio, así también será
glorificado viviendo nosotros en virtud y brillando con una
vida coherente. En efecto, dice: Brille vuestra luz delante
de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos . Y así 22

como viviendo virtuosamente lo glorificamos, así también


viviendo en el vicio le insultamos. Esto mismo lo mostra-
ba por medio del profeta, al decir: Mi nombre por voso-
tros es blasfemado en las naciones .
23 Y éste, como no tiene
ninguna otra razón para hacer algo a favor de ellos, se re-
fugia en El, como lo hizo Moisés. Ahora bien, Dios no
hace siempre lo mismo, al ocuparse de la salvación de los
hombres. Ciertamente, si siempre actuara así, muchos ti-
bios se volverían peores, teniendo la garantía de que no
van a sufrir ningún mal, y conociendo que por su gloria
siempre serían salvados. Mas no sucede así. En verdad, no
se preocupa tanto de su propia gloria como de la salva-
ción de los hombres. Y si los hombres la desprecian, mucho
más Dios, quien no necesita de ninguno de nosotros; más
bien, como dijo, el Profeta, al tomar el papel de defensor,
hace la defensa de ellos y lo repite en el discurso, dicien-
do: No a nosotros, Señor, no a nosotros, mostrando la gran
indignación de los que se salvan, sino a tu nombre da glo-
ria. Ciertamente nosotros somos dignos de mayores males;
pero no será profanado tu nombre.

5. Por encima de tu misericordia y tu verdad . Otro 24

intérprete dice: Por tu misericordia. Mira cómo Dios co-


noce con claridad, pues a menudo, desdeñando su gloria,

22. Mt 5, 1 6 . 24. Sal 1 1 3 B , l e .


23. Is 52, 5.
Salmo 113, 3,4-4,2 105

busca sólo una cosa: la corrección de los pecadores. Por


eso añadió: Por encima de tu misericordia y tu verdad. Esto
es, por tu misericordia danos tu auxilio, aunque no quie-
res para ti la gloria de los hombres, sin embargo hazlo por
tu misericordia y tu verdad. Pues es posible, es posible que
castigando recibas gloria, y no sólo siendo misericordioso.
Pero no así -dice-, sino por tu misericordia. En efecto, nos
convenía que se diera gloria a tu nombre por la vida y la
conducta. Pero, puesto que de eso estamos faltos, hazlo por
tu auxilio, por tu misericordia y por tu benignidad. Que
no digan las gentes: ¿Dónde está su Dios? . 15

4.1. También ahora escucho a muchos que rezan di-


ciendo esas cosas; temo que digan con razón, ¿dónde ésta
su Dios, cuando muchos roban, hacen injurias y cometen
males sin cuento?
2. Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra; todo
cuanto le place lo realiza . 16Aquí corrige el error de los
necios. Como muchos desconocen quién es Dios, para co-
rregir esa verdad, dice: Nuestro Dios está en el cielo y en
la tierra, todo cuanto le place lo realiza. Y si está en el
cielo, mucho más en la tierra. ¿Qué significa en el cielo
realiza todo cuanto le place} O habla de los poderes del
cielo y de aquellas infinitas criaturas, o de los preceptos
que con facilidad se cumplen. Y si la tierra tiene una gran
agitación y desorden, no te sorprendas. Eso se debe a los
vicios de los hombres y a la maldad de quienes los per-
miten, no al descuido de Dios. Las cosas realizadas en el
cielo muestran que [Dios] es fuerte y poderoso. Pero si en
la tierra no sucede lo mismo, es por causa de los que a sí
mismos se hacen indignos. Por otra parte, cualquiera po-

25. Sal 1 1 3 B , 2. 26. Sal 1 1 3 B , 3.


106 Juan Crisóstomo

dría asumir este discurso, pues por la paciencia de Dios es


mucho lo que todavía no recibe según lo que merece. Por
lo mismo, también los ímprobos vencen a los justos, al no
querer Dios ser misericordioso inmediatamente, pero a cada
uno se le pedirán las cuentas de sus pecados; si actuara de
otra forma, hace tiempo que habría liquidado nuestro li-
naje. Aquí se dice que es poderoso, fuerte y capaz de cas-
tigar, y se manifiesta por las cosas que se hacen en el cielo;
pero aquí no las realiza porque usa de su paciencia y atrae
a la penitencia a los que viven en el mal.

3. Los ídolos de las naciones, plata y oro, obra de las


manos de los hombres . Tienen boca y no hablan,
27 tienen
ojos y no ven , tienen oídos y no oyen, tienen nariz y no
2S

huelen . Tienen manos y no palpan, tienen pies y no ca-


29

minan, no claman en su garganta™. Semejantes a ellos serán


los que los hacen . En el salmo ciento cinco, al narrar su
31

locura, dijo: Sus hijos y sus hijas inmolaron a los demo-


nios ; pero en el presente narra su estupidez, ya que se
32

adhieren a las materias inanimadas. Y agregan todos sus


miembros, resultando una enorme comedia.
4. Después añade, diciendo: Semejantes a ellos serán los
que los hacen, y todos los que en ellos ponen su confian-
za . Y esto sería virtud, si se tratase de Dios, pero aquí
33

es imprecación. Considera, por tanto, quiénes pueden ser,


cuando los que a ellos se asemejan se proclaman con la
maldición extrema. De forma acertada expuso así el dis-
curso, representándolos en una comedia de extrema locu-
ra, y mostrándolos como ridículos. ¿Cómo no va a ser ri-

27. Sal 1 1 3 B , 4. 31. Sal 1 1 3 B , 8a.


28. Sal 1 1 3 B , 5. 32. Sal 1 0 5 , 37.
29. Sal 1 1 3 B , 6. 33. Sal 1 1 3 B , 8.
30. Sal 1 1 3 B , 7.
Salmo 113, 4,2-5 107

dículo - d i m e - tener necesidad de una representación con


una imagen de suma torpeza? ¿Quién elegiría ver a una
mujer desnuda? El demonio está sentado junto a una ima-
gen desnuda. Ahora, ciertamente, las estatuas son imáge-
nes de fornicación o locura de machos. ¿Qué es lo que
quería aquel águila? ¿Qué quería Ganimedes? ¿Qué pre-
tendía Apolo persiguiendo a una virgen? . ¿Qué [signifi- 34

can] las otras figuras abominables? Por todas partes luju-


ria, por todas partes lascivia, por todas partes imágenes de
uniones ilícitas y de amores frenéticos. En efecto, estatuas
y fiestas, asambleas y ceremonias vergonzosas, monumen-
tos y enseñanzas de cosas estúpidas. Y no sólo de cosas
torpes sino también de crímenes de hombres. Porque tam-
bién se sacrifica a los demonios. Pues ninguna otra cosa
hay más propia de ellos que la lujuria, las borracheras in-
tempestivas, la crueldad, la inhumanidad y matanzas; ade-
más, cualquiera podría ver allí a todas las bestias reunidas.

5. Después, haciendo comedia de la insensibilidad de los


ídolos y de la necedad de los que a ellos se confían, con-
vierte el discurso en un himno a Dios, diciendo: Casa de Is-
rael, confía en el Señor, es SH auxilio y protector . Casa de 33

Aarón, confía en el Señor, es su auxilio y protector . Los que 36

teméis al Señor, confiad en el Señor, es su auxiliador y pro-


tector . Y por estas cosas proclama también el poder de Dios
37

y su incomparable excelencia sobre todos. Ciertamente, tra-


yendo a colación los hechos realizados en el pueblo judío,
muestra su doble beneficio, o mejor triple: primero, que los

34. El Crisóstomo, una vez cf. P. GRIMAL, Diccionario de mi-


más, hace referencia a la mitolo- tología griega y romana, Barcelo-
gía pagana, aludiendo al mito del na 1989, pp. 2 1 0 - 2 1 1 .
rapto de Ganimedes por Zeus con- 35. Sal 1 1 3 B , 9.
vertido en águila. Para conocer este 36. Sal 1 1 3 B , 1 0 .
relato y otras versiones del mismo, 37. Sal 1 1 3 B , 1 1 .
108 Juan Crisóstomo

liberara de los demonios; después, que se manifestara él


mismo; y en tercer lugar, que les ofrece su protección. Y di-
vide el discurso respecto de Israel, del linaje sacerdotal y de
los que se acercan a él desde las naciones. En efecto, no es
igual el sacerdote a un simple hombre, sino que aquél posee
algo más; por eso también se hace justamente la división. Y
así el honor que resultó fue mayor para ellos.
5.1. Después, mostrando que la providencia no está cir-
cunscrita a los asuntos judíos, se acuerda también de los pro-
sélitos, que vienen desde las naciones, y del auxilio y de la
bendición que se ha obrado en todos, diciendo: El Señor se
acuerda de nosotros y nos ha bendecido. Bendijo la casa de
Israel, bendijo la casa de Aarón . Bendijo a los que temen
3S

al Señor . ¿Qué significa bendijo} Llenó de bienes innume-


39

rables, dice. Ciertamente el hombre también bendice a Dios,


como cuando dice: Bendice, alma mía, al Señor . Pero quien 40

bendice a Dios, ése recibe frutos, se hace más espléndido,


no como si hiciera un favor a Dios; y Dios, bendiciendo,
nos hace más espléndidos sin que El obtenga nada. Dios no
necesita de nada; de esta forma, el fruto es para cada uno
de nosotros. ¿Cómo los bendijo? Les dio pan del cielo, hizo
salir agua de la piedra, los custodió en la salida y en la en-
trada, aumentó sus boyadas y sus pequeños rebaños, los
llamó pueblo elegido y sacerdocio real, les dio la ley y les
envió profetas. Estas cosas se proclaman también en otra
parte: No hizo así a todas las naciones -dice—, ni les mani-
festó sus juicios . Y otro: ¿Qué nación es tan sabia, que tenga
41

cerca al Señor Dios? . A los pequeños


41 con los grandes . Ni 43

una sola tribu - d i c e - estaba vacía de bendición, sino que a


todas la extendió.

38. Sal 1 1 3 B , 12. 4 1 . Sal 147, 9.


39. Sal 1 1 3 B , 13a. 42. D t 4, 7.
40. Sal 102, 1. 43. Sal 133B, 13b.
Salmo 113, 4,5-5,2 109

2. El Señor os acreciente: a vosotros y a vuestros hijos . 44

¿Ves otra clase de bendición para hacer crecer a su pueblo?


Por eso en orden del castigo otro, profiriendo lo contrario,
dijo: Hemos sido reducidos, y somos mucho menos que todos
los que habitan la tierra . De esta bendición también go-
45

zaban cuando estaban en Egipto, y aunque eran innumera-


bles los impedimentos -trabajos, calamidades, los que les
amenazaban de crueldad-, sin embargo nada les impidió la
palabra de Dios, sino que así les mandó las bendiciones de
forma que en doscientos años llegaron a ser seiscientos mil . 46

Entonces la bendición residía en estas cosas, pero ahora, en


el Nuevo Testamento, en otras mucho mejores. Por eso dice
Pablo: Bendito sea Dios, que nos ha bendecido en Cristo
con toda bendición espiritual en los cielos . Y de nuevo: A
47

quien es poderoso para concedernos infinitamente más de lo


que pedimos o pensamos, a El la gloria en la Iglesia *. Por 4

esto, también los profetas en la antigüedad procuraban esta


bendición pidiendo los beneficios. Y así Eliseo recompensa
a la que le atendió con el don de un hijo . Pero en el 49

Nuevo Testamento no suceden estas cosas sino otras mucho


mejores. Y así, la que negociaba en púrpura no le pide esto
a los apóstoles, sino ¿qué? Si no me juzgáis indigna del
Señor, venid para quedaos en mi casa . ¿No ves cuánta di-
50

ferencia entre lo que se pedía en el Antiguo Testamento y


lo que se pide en el Nuevo? Y una vez más Cristo [dice]:
Alegraos porque vuestros nombres están escritos en el cielo . 51

Y Pablo: Que Dios os llene de toda gracia y esperanza en


la fe, para que abundéis en la esperanza con la fuerza del
Espíritu Santo . 52

44. Sal 1 1 3 B , 14. 49. Cf. 2 R 4, 16.


45. D n 3, 37. 50. Hch 16, 1 5 .
46. Cf. Ex 12, 37. 51. Le 1 0 , 20.
47. Ef 1, 3. 52. Rm 1 5 , 1 3 .
48. Ef 3, 2 0 . 2 1 .
110 Juan Crisóstomo

3. ¿Has visto la fuerza de la bendición, que otorga bie-


nes inefables y no tiene nada de terreno? Y de nuevo Pablo:
Pero Dios quebranta presto a Satanás bajo vuestros pies . 5i

Y es que en el Antiguo Testamento, en el que se presen-


ta de forma más crasa lo referente a los hombres, la ben-
dición se les mostraba desde las realidades más sensibles,
y consideraban como la cosa más grande la multitud de
los hijos. En efecto, la muerte entró por el pecado , y 54

Dios, consolando al pueblo y mostrándole no sólo que no


los destruiría ni que los traicionaría con la ruina total, sino
que serían mucho más que antes, dice: Creced y multipli-
caos . Y puesto que se conoció el sueño que supone la
55

muerte, fue introducido el bien de la virginidad. Por eso


también Pablo decía: Quiero que todos los hombres vivan
en continencia, como yo mismo . 56Y nuevamente: Bueno le
sería al hombre no tocar mujer . Y Cristo: Hay
57 eunucos
que se han hecho eunucos a sí mismos por el Reino de los
cielos . Y aunque en el principio esto tuviese un signifi-
58

cado oscuro, a la virtud no le es necesario la muchedum-


bre de hijos. Escucha también por qué. En efecto habla
cierto sabio: No desees la multitud de hijos inútiles, si no
está con ellos el temor de Dios; y no cuides la abundancia
de los mismos, pues es mejor uno que mil, y morir sin hijos
que tener hijos impíos; y es mejor uno que hace la volun-
tad de Dios que miles que son impíos . Pero los judíos in-
59

sensibles, siempre ávidos de carne y negligentes en cuan-


to a la virtud, decían: ¿Qué quiere Dios sino el linaje? . 60

Y mostrándoles que no es esto lo que busca, perdió a miles


de ellos que estaban vacíos de virtud.

53. Rm 1 6 , 20. 57. 1 C o 7, 1.


54. Cf. R m 5, 1 2 . 58. Mt 1 9 , 1 2 .
55. G n 9, 1.7. 59. Si 1 6 , 1-4.
56. 1 C o 7, 7. 60. MI 2, 1 5 .
Salmo 113, 5,3-6,2 111

4. Benditos seáis para el Señor . Bellamente puso para


61

el Señor. Ciertamente ésta es la mayor bendición. Pues son


también bendecidos por los hombres, pero por sus cosas
humanas. Mas ésta es la mayor bendición. Los hombres
ciertamente bendicen, es decir, alaban, celebran a los que
tienen riqueza, poder y esplendor. Pero esta bendición es
temporal, y cuando está presente no tiene ningún fruto.
Por el contrario, la de Dios es perpetua y produce la ga-
nancia en las cosas más importantes. Que ha hecho el cielo
y la tierra .
62

6.1. ¿Ves cuánta es la fuerza de la bendición? Sus pala-


bras generan las obras. Realmente, el cielo fue obra de su
palabra. Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos , 63

se dice. Con aquella palabra que tanto puede te bendice.


2. Los cielos son los cielos del Señor, que dio la tierra
a los hijos de los hombres . ¿Qué dices? ¿Eligió el cielo
64

como su morada y tras tomar las partes superiores nos


delimitó aquí a nosotros? Nada de eso. Eso no es sino
un discurso que se pueda entender. En verdad, si fuese
así ¿cómo se sostiene lo que otro dice de Dios? ¿Acaso
no lleno yo el cielo y la tierra? Dice el Señor . Esto es 65

contrario a lo otro, si recibimos su declaración según lo


presente y no reconocemos el significado que está ocul-
to. ¿Qué significa, pues, lo que se dice con los cielos son
los cielos del Señor, que dio la tierra a los hijos de los
hombres} Utiliza un discurso que puedan entender los que
lo oyen, pero no es que Dios esté encerrado en el cielo.
Pues ni lo de el cielo es su trono y la tierra escabel de
sus pies ; ni tampoco aquello de Yo lleno el cielo y la tie-
66

6 1 . Sal 1 1 3 B , 15a. 64. Sal 1 1 3 B , 1 6 .


62. Sal 1 1 3 B , 15b. 65. J r 23, 24.
63. Sal 32, 6. 66. Is 66, 1.
112 Juan Crisóstomo

rra , se dijo de Él de forma conveniente, sino que también


b?

es para captar [al auditorio]. En efecto, Él lo contiene todo,


todo lo produce, no necesita de un lugar, sino que Él mismo
rige todas las cosas a la vez; pero se dice que el cielo es
su casa porque es un lugar limpio de maldad. De modo
que aquí el cielo no es una elección, ni tampoco cuando
dice: Estableció los términos de las naciones según el nú-
mero de ángeles de Dios , o eligió la casa de Jacob .
bS Pero 69

aquí no dice eso porque los judíos sean de Él y el resto


de los hombres no lo sean todavía, sino que están priva-
dos de su providencia y separados de la creación.

3. En efecto, Dios es común a todos; utilizó este dis-


curso mostrando el afecto hacia ellos, puesto que de cual-
quier modo parecían que eran mejores que los otros. Cier-
tamente no los eligió sólo a ellos sino que cuidaba de
todos, como lo demuestran los acontecimientos anteriores
a Moisés; y no menos los anteriores a él que los que tu-
vieron lugar después. En efecto, el sol, la tierra, el mar y
todas las demás cosas las dio en común para todos, y puso
en todos las leyes de la naturaleza. A Abrahán, que era
persa , también lo amó y lo cambió de lugar; también co-
70

rrigió por medio de él a los egipcios y a los que habita-


ban Canaán y a los persas; y de nuevo por su hijo y mu-
chos sobrinos de los entonces vecinos los hizo mejores.
Cuando nació Moisés, por las cosas que hacían los judí-
os, conducía a los egipcios al conocimiento de Dios, y tam-
bién a los de Palestina, y después a los de Babilonia. Así,
cuando dice los cielos son los cielos del Señor, quiere decir

67. J r 23, 24. mar persas a los caldeos y a los


68. D t 32, 8. babilonios indistintamente. A b r a -
69. Sal 134, 4. han, no obstante, había venido de
70. El Crisóstomo suele lia- Caldea.
Salmo 113, 6,2-4 113

que descansa en ellos puesto que están libres de toda mal-


dad. Y tú, si no estuvieses clavado en la tierra, sino que
fueras un ángel, subirías rápidamente al cielo y a la casa
paterna, y emigrarías allí antes de la resurrección, y ob-
tendrías la dignidad. Lo mismo que los que asisten a la
gran asamblea, aunque habiten en el campo tienen la dig-
nidad; así también tú, si quieres ser habitante del cielo,
aunque habites aquí, gozarás de aquella dignidad.

4. No te alabarán los muertos, Señor, ni ninguno de


los que descendieron al infierno. Mas nosotros, los vivos,
bendeciremos al Señor desde ahora y por siempre . Llama 71

muertos no a los que han dejado la vida, sino a los que


perecen en impiedades, a los que se pudrieron en peca-
dos. También Abrahán fue un muerto, lo mismo que Isaac
y Jacob, sin embargo viven porque su recuerdo los hace
vivos. Moisés, rezando por el pueblo que conducía, su-
plica a Dios por ellos, ayudándoles con sus peticiones . 72

Del mismo modo los tres jóvenes ruegan ser salvados por
medio de ellos, y así dicen: No apartes tu misericordia de
nosotros, por Abrahán tu elegido, y por Isaac tu siervo, y
por Israel tu santo . Y si tanta era la fuerza, ¿cómo es
711

que estaban muertos? Y de nuevo Cristo [afirma]: Dejad


que los muertos entierren a sus muertos . Por eso Pablo
74

no llama muertos a los que están muertos, sino dormi-


dos, al escribir: No quiero que ignoréis, hermanos, la suer-
te de los que durmieron . En efecto, el justo, aunque
75

haya caído, no está muerto, sino que duerme. Y duerme


el que tiene que pasar a una vida mejor, el que tiene que
ser conducido a una muerte inmortal y ha finalizado la

71. Sal 1 1 3 B , 17. 74. M t 8, 22.


72. Cf. Ex 32, 1 3 . 75. 1 Ts 4, 13.
73. Dn 3, 35.
114 Juan Crisóstomo

vida vivo. Aquéllos descienden a los infiernos, y éstos as-


cienden al cielo y estarán con Cristo.
5. Por eso el Profeta no dijo sin más «los que viven»,
sino que añadió nosotros los vivos, hablando de sí mismo.
¿Por qué añadió nosotros} Porque Pablo también lo hizo
así, y dijo que nosotros, los que vivimos, los que hemos
quedado, no nos adelantaremos a la venida del Señor .
76 Lo
mismo que allí, el nosotros no deja que lo que se dice se
afirme de todos, sino de los que creen y de los que viven
según las buenas costumbres; así también aquí el nosotros,
los que vivimos, se refiere a ellos que, como David, tam-
bién viven virtuosamente.

6. Desde ahora y por siempre. ¿Ves también lo que sig-


nifica esto que se ha añadido? ¿Cuál? Habla de los que
viven según la virtud. Nadie, por tanto, que viva esta vida
según el siglo, sino sólo aquellos que permanentemente
viven la vida con gloria. En efecto, también los pecadores
viven, pero en el castigo, en el suplicio y en el crujir de
dientes; mas éstos, en la claridad y esplendor, teniendo
como oficio ofrecer himnos a Dios junto con las inmen-
sas potestades inmateriales. Por tanto, gocemos también
nosotros de esa alegría, persigamos esa clase de vida, para
que lleguemos también a aquella suerte, que ni palabra, ni
pensamiento, ni ninguna otra cosa puede indicar, sino que
la sola experiencia muestra su bienaventuranza, que todos
nosotros podamos alcanzar por la gracia y benignidad de
nuestro Señor Jesucristo, a El la gloria y el poder, ahora
y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

76. 1 Ts 4, 1 5 .
SALMO 114

Amé al Señor porque escuchó la voz de mi oración .


1

1.1. ¿Quién puede haber que no ame cuando es escu-


chado? Pregunto. Muchos hombres mundanos, en efecto,
no quieren escuchar las cosas que les aprovechan, sino que
ruegan que les sucedan cosas que no les convienen; por
eso, cuando acontecen, se angustian y las soportan con di-
ficultad. Y es que son soportables las cosas que Dios sabe
y considera que son soportables para nosotros, aunque ha-
bles de pobreza, hambre, enfermedad u otra cosa semejan-
te. En efecto, las cosas que Dios aprueba que son sopor-
tables y nos las manda, ésas son las útiles. Por esto, escucha
lo que dice a Pablo: Te basta mi gracia, pues mi fuerza se
fortalece en la flaqueza .
2 Y lo que a él le sobrevino fueron
persecuciones, aflicciones y angustias. Mas como había es-
cuchado que sufriría esas cosas, decía: Por lo que me com-
plazco en mis debilidades, en los ultrajes y persecuciones . 3

No hay que alegrarse de cualquier cosa, sino de las cosas


soportables que Dios proporciona cuando nos escucha. Cier-
tamente, muchos quieren las cosas inútiles y que les satis-
facen. Pero el Profeta no actúa así, sino ¿cómo? Amó por-
que Dios lo escuchó otorgándole lo que le era útil.

1. Sal 1 1 4 , 1. 3. 2 C o 12, 1 0 .
2. 2 C o 12, 9.
116 Juan Crisóstomo

2. Porque inclinó su oído hacia mí . De nuevo con pa-


4

labras humanas presenta el espíritu de Dios. Y otra cosa


se indica también de forma oscura con esta frase, al decir:
«No soy digno de ser escuchado, pero Él desciende hasta
mí». En mis días le invocaré . ¿Qué significa en mis días}
5

«Por el hecho de haber sido escuchado - d i c e - no seré in-


fiel ni más negligente, sino que todos los días realizaré esta
tarea».
3. Me cercaron dolores de muerte, peligros de infierno
vinieron sobre mí. Caí en ansiedad y angustia?; e invoqué
el nombre del Señor . ¿Ves qué arma tan poderosa? ¿Ves
7

el consuelo que libera de todos los males? ¿Ves un alma


impregnada del deseo del Señor? Lo que expresa es lo si-
guiente: «Me bastó invocar al Señor para librarme de los
males que me rodeaban». ¿Por qué nosotros invocamos con
frecuencia y no somos liberados de los males? Porque no
invocamos como conviene invocar. Ciertamente, Él siem-
pre está preparado para auxiliar; escucha lo que se dice en
los Evangelios: ¿ Quién de vosotros, si un hijo le pide pan,
le dará una piedra? O si pidiese un pez, ¿le daría una ser-
piente? Pues si vosotros que sois malos, sabéis dar cosas bue-
nas a vuestros hijos, mucho más vuestro Padre celestial dará
bienes a los que le piden*. ¿Ves qué grande es su bondad
cuando aparece comparada con nuestra maldad? Si así es
nuestro Señor, refugiémonos siempre en Él, y sólo a Él im-
ploremos auxilio, y lo encontraremos dispuesto para salvar.

4. Si los que sufren naufragio y son transportados en


una tabla, llaman a los que están cerca, y los persuaden
para que usen de humanidad, y esto aunque no tengan

4. Sal 1 1 4 , 2a. 7. Sal 1 1 4 , 4a.


5. Sal 1 1 4 , 2b. 8. Mt 7, 9 - 1 1 .
6. Sal 1 1 4 , 3.
Salmo 114, 1,2-5 117

nada en común con ellos, sino que son conocidos sólo


por la calamidad; mucho más el que es humanitario y
tiene la naturaleza más bondadosa sacará a los que se
encuentran en calamidades sólo con que quieran refu-
giarse en El, y lo invoquen con una mente sincera, aban-
donando toda esperanza humana. Por tanto, cuando cai-
gas en algún mal inesperado, no desesperes; más bien,
levanta enseguida tu espíritu, y refugíate en el puerto
tranquilo que no es agitado por ninguna ola, y en la
torre inexpugnable: el auxilio de Dios. Por eso permite
que tú caigas, para que lo invoques. Pero entonces mu-
chos se desaniman más y sacan el temor que tenían en
lugar de hacer todo lo contrario. No obstante, como nos
ama mucho, permite que seamos afligidos para que nos
unamos a El de una forma más perfecta. Pues también
las madres asustan con diferentes semblantes a los niños
desobedientes, no queriendo hacerles daño, sino para obli-
garles a que se refugien en su regazo; de la misma forma
Dios, queriendo siempre estrecharnos con El como un
amante vehemente, o mejor, siendo más vehemente que
cualquier amante, permite que te aflija tal necesidad para
que te consagres perpetuamente a la súplica, y perpe-
tuamente lo invoques y, dejando otras cosas, te preocu-
pes de El.

5. ¡Oh Señor, arranca mi alma! . Otro intérprete


9

[dice]: Te ruego, Señor, libera mi alma. Otro [afirma]:


Oh, Señor, salva mi alma. ¿Ves un alma sabia? ¿Cómo,
abandonando todo lo terreno, busca sólo una cosa: que
el alma permanezca intacta, y no sufra nada que le pueda
dañar? Ciertamente, si se encuentra bien, todas las res-
tantes cosas irán detrás, lo mismo que si no se encuen-

9. Sal 1 1 4 , 4b.
118 Juan Crisóstomo

tra bien, ninguna otra cosa nos será de utilidad. Y por


esto, conviene comportarse y hablar de forma que la
conservemos. Esto es lo que enseña, cuando dice: Sed
prudentes como serpientes .
10 En efecto, de igual forma
que estos animales abandonan el cuerpo que les sobra
para salvar la cabeza; así también a ti te conviene en-
tregar todo de modo que salves el alma. Pues ni la po-
breza, ni la enfermedad, ni lo que parece que es el prin-
cipal de todos los males, la muerte, podrá dañar al que
cae, si se salva el alma; y por lo mismo, ningún bien
percibirás de la vida, si el alma pereciera y fuese des-
truida. Por eso refiere el discurso al alma, dejando todo
lo demás, y ruega que con ella seamos corregidos y li-
berados de suplicios intolerables.

6. Compasivo y justo es el Señor, nuestro Dios es mi-


sericordioso .
11 ¿Ves cómo enseña al oyente a no desespe-
rarse y a no ser negligente? Esto es prácticamente lo que
dice: «No desesperes, pues Dios es misericordioso; no te
desanimes, porque también es justo. Corta con la pere-
za, pues de ella surge la desesperación»; así negocia de
una y otra forma nuestra salvación.
2.1. De ahí que para mostrar lo más propenso a la
bondad de nuevo añade, diciendo: Nuestro Dios es mise-
ricordioso. Y dijo rectamente nuestro Dios, para distin-
guirlo de los otros dioses que anteriormente ha mencio-
nado. De ellos es propio el sacrificar, aniquilar y hacer
guerras no anunciadas; de El, en cambio, ser bondadoso,
perdonar, y apartar constantemente de los peligros; cosas
con las que se muestran al máximo que ellos son demo-
nios y culpables, y que El es defensor, protector y el
Dios verdadero.

10. Mt 1 0 , 16. 1 1 . Sal 1 1 4 , 5.


Salmo 114, 1,5-2,3 119

2. El Señor es el que custodia a los pequeños; fui hu-


millado y El me salvó . Aquí pone de manifiesto el mayor
12

género de su providencia. Puesto que dijo que es miseri-


cordioso, justo y que tiene compasión, muestra una obra
de su gran misericordia. ¿Cuál? La propia de los peque-
ños. Ciertamente nosotros tenemos una razón que nos en-
seña lo que debemos evitar y lo que debemos elegir, ale-
jar los males que nos invaden y deshacer los que se hallan
presentes; y nos servimos de la fuerza, y conocemos las
técnicas; pero los niños, vacíos de todas esas cosas, están
como desprotegidos; no obstante, cuentan para todo con
la providencia de Dios, y si no gozaran de ella, todos pe-
recerían. Y así, también una serpiente aniquilaría al niño
envuelto en pañales, y también el ave doméstica, y otros
muchos animales que reptan por las casas. En efecto, no
es suficiente la niñera, ni la madre, ni ninguna otra per-
sona para tener un cuidado completo si no le ayuda el au-
xilio de arriba.

3. Algunos dicen que este discurso se dijo también de


los no nacidos y de los que aún no han salido del vien-
13

tre. Fui humillado y me salvó. No dijo «no permitió que


cayera en peligros», sino, «después de que caí,-me salvó».
Y puesto que se refiere a la providencia en general, lleva
el discurso a su propia persona, como es costumbre en él:
establecer estas cosas desde las generales y desde las par-
ticulares. Por tanto, no busques tú una vida llena de se-
guridad, pues no es conveniente para ti. Si no era útil a
los profetas, mucho menos a ti. Y sobre que no le era útil,
escucha lo que dice: Bueno fue para mí ser humillado, a
fin de aprender tus decretos . Aquí es doble la acción de
14

12. Sal 1 1 4 , 6. 14. Sal 1 1 8 , 7 1 .


13. Lit.: «de los embriones».
120 Juan Crisóstomo

gracias, pues permite que cayese en los peligros y que al


caer no le abandonara. Ambas cosas son de algún modo
una forma de beneficio, y lo primero no es menor que lo
segundo, sino que incluso es mayor, si conviene hablar de
algo maravilloso. Y es que por un lado libró de los peli-
gros, pero por otro hizo al alma más sabia.
4. Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque el Señor te ha
hecho bien . Porque arrebató mi alma de la muerte, mis ojos
15

de las lágrimas y mis pies de la caída . Estaré contento en


16

presencia del Señor en la región de los vivientes . Cierta- 17

mente, el relato de la historia menciona una liberación ma-


ravillosa, y una cierta tranquilidad y libertad. Y si alguno lo
toma en sentido espiritual, podrá llamar aquí a la salida de
este mundo liberación y descanso. En verdad es una libera-
ción de todos los males inesperados, y ya no se permanece
más en la incertidumbre; quien venció con la buena espe-
ranza en adelante vivirá en la seguridad. Pues aunque por el
pecado existe la muerte, sin embargo, Dios la empleó para
beneficio nuestro. Y no sólo se contentó con eso, sino que
también hizo la vida trabajosa, para que aprendas que ni si-
quiera permitiría lo primero, si no fuese provechoso que su
sabiduría lo hiciera. Por eso, al decir: El día que comieres,
ciertamente morirás *, no se contentó con el castigo; el cas-
1

tigo fue el siguiente: Eres polvo y al polvo volverás . Pero 19

entonces añadió otra cosa, diciendo: Con el sudor de tu ros-


tro comerás el pan. Espinas y abrojos te producirá; con su-
dores comerás de ella . Y dijo a la mujer: Multiplicaré tus
20

trabajos y tus gemidos, y con dolores parirás los hijos . Mas 21

aquello no era bastante para castigarlos. En efecto, vemos a

15. Sal 1 1 4 , 7. 19. G n 3, 19.


16. Sal 1 1 4 , 8. 20. G n 3, 18.
17. Sal 1 1 4 , 9. 2 1 . G n 3, 16.
18. G n 2, 1 7 .
Salmo 114, 2,3-3,2 121

muchos que con eso se vuelven mejores. No obstante, cuan-


do se acerca la muerte quita sensibilidad, hace mejor a los
vivos. Y si parece que es algo temible, es por causa de la
necedad en la que se encuentran los así afectados. Y sobre
que ese miedo procede de la necedad, escucha a Pablo, que
se ufana con ello y da gracias, como cuando dice: Morir para
estar con Cristo es mucho mejor . Y de nuevo: Me gozo y
22

congratulo con todos vosotros; alegraos y congratulaos con-


migo . Y se duele de lo contrario: Y no sólo eso -afirma-,
23

sino que también nosotros suspiramos esperando la adopción


de los hijos, la liberación de nuestro cuerpo . Y de nuevo:
24

Los que estamos en esta tienda, gemimos oprimidos . 23

3.1. ¿Ves qué hermosa es esta filosofía? Las cosas que


para otros aparecen como dignas de lágrimas, para él son
un deseo; y las que para otros son dignas de gozo y de
placer, para él son dignas de gemidos. ¿Acaso no es digno
de gemidos el estar en región extraña y desterrados lejos
de nuestra patria? ¿Acaso no es digno de alegría el de-
sembarcar rápidamente en un puerto tranquilo y tomar la
ciudad de arriba, donde se escapa el dolor, la molestia y
el gemido? «¿Qué tiene que ver conmigo, que soy un pe-
cador?». Preguntas. ¿No ves cómo no es la muerte quien
causa el dolor, sino la conciencia malvada? Por tanto, deja
de ser pecador y para ti la muerte será anhelada. Mis ojos
de las lágrimas. Habló así con razón: allí no hay ni dolor
ni tristeza ni llanto.

2. Y mis pies de la caída. Esto es mejor que lo ante-


rior. ¿Por qué? Porque no sólo seremos liberados del dolor,
sino también de ser zancadilleados e injuriados. En ver-
dad, el que viene con obras buenas permanece firme sobre

22. Flp 1, 23. 24. Rm 8, 23.


23. Flp 2, 1 7 - 1 8 . 25. 2 C o 5, 4.
122 Juan Crisóstomo

la roca; alcanza el puerto. Todas las dificultades son tole-


radas en adelante, sin turbación e inquietud; en cambio
permanece en un estado tranquilo el que así es presenta-
do a continuación.
3. Estaré contento en presencia del Señor en la región
de los vivientes. Otro [dice]: Delante del Señor. Otro [afir-
ma]: Caminaré. Pablo muestra lo mismo, al decir: Noso-
tros seremos arrebatados hasta las nubes al encuentro del
Señor en el aire, y así permaneceremos con el Señor eter-
namente . 26Y bellamente dijo: En la región de los vivien-
tes. En efecto, aquella [región], siendo vida, libera de la
muerte y posee los bienes sin mezcla. Cuando haya sido
suprimido todo principado, toda autoridad y poder, como
último enemigo será destruida la muerte , dice. Y al ser
27

suprimido eso, no permanece nada de tristeza, ni de pre-


ocupación, ni de trabajo; todo será alegría, todo paz, todo
amor, todo tranquilidad, y todo gozo, todo verdad, since-
ridad y estabilidad; así, allí no existirán esas caídas, ni ira,
ni tristeza, ni deseo de riquezas, ni anhelo de cuerpos, ni
pobreza, ni riqueza, ni infamia, ni ninguna otra cosa se-
mejante. Por tanto, deseemos esa vida y dirijamos todas
las cosas a ello.

4. Por eso también en la oración se nos manda decir:


Venga tu reino , para que siempre miremos a aquel día
28

favorablemente. En efecto, el que se sostenga con ese deseo


y se alimente con la esperanza de aquellos bienes no será
hundido por ninguno de los males presentes, ni será aba-
tido por ninguna de las adversidades de aquí; por el con-
trario, como los que se dirigen a una ciudad regia, nada
de lo que hay en el camino los retiene, ni los prados, ni

26. 1 Ts 4, 1 7 . 28. M t 6, 10.


27. 1 C o 15, 24.26.
Salmo 114, 3,2-4 123

los campos, ni los valles, ni los lugares solitarios, sino que,


despreciando cada una de esas cosas, sólo miran a la pa-
tria que van a alcanzar; así también, el que edifica cada día
para sí mismo esa ciudad y alimenta el deseo de la misma,
no estimará peligroso ningún riesgo, ni gozoso y lumino-
so lo que es gozoso y luminoso. ¿Por qué digo que «no
estimará»? Ni siquiera verá esas cosas el que tenga otros
ojos, aquellos a los que Pablo ordenó, al decir: No mi-
rando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven;
porque las que se ven son transitorias, mas las que no se
ven son eternas .
29 ¿Ves cómo muestra el camino con esta
otra frase? Así pues, resistamos ante esas cosas, para que
las alcancemos y gocemos de la vida no contaminada, que
todos nosotros podamos alcanzar por la gracia y la bon-
dad de nuestro Señor Jesucristo; para El la gloria y el im-
perio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

29. 2 C o 4, 18.
SALMO 115

Creí, por eso hablé; sin embargo me encuentro muy afli-


gido \

1.1. También el bienaventurado Pablo, recordando este


pasaje, dice así: Y teniendo el mismo espíritu de fe -según
lo escrito: Creí, por eso hablé-, también nosotros creemos
y por eso hablamos . Pero primero es necesario explicar
1

cómo el Apóstol usó de él, y de qué trataba el discurso.


Así conoceremos también lo que quería el profeta. Y es
que la mejor enseñanza es no romper la unión que tiene
el discurso, ni tocar una parte y permanecer en ella, sino
conducirlo desde el principio de la narración. ¿De qué
habla Pablo cuando recuerda la voz profética? De la re-
surrección, de los bienes futuros que superan toda mente,
razón y pensamiento. Y puesto que superan toda razón y
tampoco es posible explicar estas cosas, es necesario ad-
mitir la fe; y para que el judío no se conturbe ni consi-
dere que es engañado, como inflamado de vana esperanza,
corrige su imprudencia con el pasaje profético, diciendo de
esta manera: «No busco algo nuevo, la fe, sino un bien

1. Sal 1 1 5 , 1. En las biblias mo- juntos el 1 1 6 , según el texto he-


dernas este salmo, el 1 1 5 según la breo. Así este versículo correspon-
versión de los L X X , está integra- de al Sal 1 1 4 , 10, y sucesivamente.
do con el 1 1 4 , formando ambos 2. 2 C o 4, 1 3 - 1 4 .
Salmo 115, 1,1-2 125

antiguo». Así hace Pablo. El Profeta, sin embargo, que-


riendo predecir a los judíos acerca de los bienes que han
de venir, que superaban el orden humano de las cosas, y
para que nadie pudiera desconfiar, echa mano del salmo,
diciendo: Creí, por eso hablé. Puesto que cayó Jerusalén,
y el templo se convirtió en ruinas, y todos fueron hechos
cautivos y desterrados a tierra extraña, y los bárbaros po-
seyeron la tierra en lugar de ellos, y ordenaron plantar
viñas, construir casas, y tomar mujeres; estas cosas lleva-
ban a los judíos a la desesperación, y en adelante consi-
deraban para sí mismos: «Si cuando teníamos ciudad, armas,
fortalezas, tanta abundancia de riqueza, templo, altar, culto
y ceremonias, y todo el fundamento de nuestra religión,
hemos sido entregados a la servidumbre y conducidos a la
cautividad; ahora que habitamos en región extraña y hemos
sido expoliados de todo, desnudos y siervos, ¿cómo po-
dremos recuperar nuestra patria?».

2. En efecto, muchos de entre los más necios se an-


gustiaban e intranquilizaban al considerar tales cosas, y no
atendían a los profetas que predecían el regreso. Por esto
habló así, mostrando a todos que era necesaria la fe en lo
que Dios había dicho. Y discurrían unos con otros di-
ciendo lo de Isaías: Mirad a la sólida piedra de donde ha-
béis sido tallados y el hueco de la cantera de donde fuis-
teis arrancados '. Y también: Mirad a vuestro padre
1 Abrahán,
y a Sara que os engendró, porque cuando era uno lo llamé
y lo bendije y lo multipliqué .A Lo que dice es lo siguien-
te: «¿Acaso no era Abrahán extranjero? ¿Acaso no carecía
de hijos y no era de edad avanzada? ¿Acaso no tenía una
mujer que debido a la edad y a la naturaleza era inútil
para procrear hijos? ¿Acaso esto no era algo desesperante

3. Is 5 1 , 1. 4. Is 5 1 , 2.
126 Juan Crisóstomo

para él? ¿Y qué? ¿Acaso de aquél, uno, sin hijos y ancia-


no, no se llenó toda la tierra? ¿Por qué entonces os es-
candalizáis así? En efecto, si de uno se ha podido llenar
el orbe de la tierra, mucho más de vosotros; aún siendo
pocos, llenaré Jerusalén». Por eso dice: Mirad a la piedra
de donde fuisteis tallados; llamando así a Abrahán; y el
hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados, denomi-
nando así a Sara. De la misma forma que un lago de por
sí no tiene agua, sino que la recibe de las lluvias de lo
alto; así también, como ella estaba privada de la facultad
de engendrar, la recibe de arriba. Y de igual manera que
la piedra nunca lleva fruto, así no podía llevarlo Abrahán.
«Yo, sin embargo, os corté de allí, y de uno solo, llené
tantas regiones». Y así también lleva al campo a Ezequiel
y le muestra el cúmulo de huesos, y profetizando levantó
los huesos diciendo: Si puedo levantar a los muertos, mucho
mejor os reconduciré a vosotros que vivís .
5

3. Así actuaron aquellos. ¿Y este Profeta cómo? Creí,


por eso hablé. Esto es: «Se necesita de la fe para las cosas
que han sido anunciadas; pues yo, en efecto, consideran-
do, teniendo en cuenta estas cosas e introduciendo la fe,
expulsé toda perturbación». Y Pablo dice que también es
necesaria la fe en las cosas que son perceptibles por los
sentidos y en las que parecen buenas. Y si sucede así en
las cosas materiales, mucho más en las espirituales. Cier-
tamente, si fue necesaria la fe para admitir que iban a re-
cuperar su ciudad, mucho más a nosotros que anhelamos
el cielo. Pues cuando algo es grande, supera la razón y
está por encima del entendimiento conviene asumirlo, pero
no examinar los hechos con una conformidad humana. En
efecto, las acciones maravillosas de Dios están por encima

5. Ez 37, 13.
Salmo 115, 1,2-2,1 127

de todo. Conviene, por tanto, habiendo amordazado los


razonamientos humanos, correr hasta la fe y glorificar a
Dios. Pues el que porfía encontrar estas cosas con razo-
namientos humanos no glorifica Dios, puesto que preten-
de someter los inefables planes divinos a su propio racio-
namiento.
2.1. Pablo, hablando de Abrahán, no hizo lo mismo,
sino que desvió sus razonamientos a la potencia del que es
anunciado, y mostrando que esto da la mayor gloria a Dios,
dice: En efecto, ante la promesa de Dios no titubeó con in-
credulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando a Dios la
gloria, plenamente persuadido de que puede también cum-
plir lo que ha prometido . 6 ¿Qué significa teniendo un mismo
espíritu de fe -según está escrito: Creí por eso hablé-, tam-
bién nosotros creemos, y por eso hablamos} Aquí se nos re-
vela un gran misterio. ¿Cuál? Que el Antiguo y el Nuevo
Testamento son de un mismo Espíritu, y el mismo Espíri-
tu que habló en aquél, también habla aquí, y que la fe es
maestra de todos y sin contar con ella no podemos hablar
ninguna cosa. Nosotros, por tanto, creemos y por eso ha-
blamos. Y si la rechazaras, ni siquiera podrías abrir la boca.
Y ¿por qué no dijo «teniendo la misma fe», sino, tenien-
do el mismo Espíritu de la fe} Para manifestar lo que se
ha dicho, y mostrar que es necesaria la guía del Espíritu
para alcanzar la cima de la fe, y también para despreciar la
necedad de los razonamientos. Por esto, él mismo dice en
otra parte: A cada uno se le concede la manifestación del
Espíritu para común utilidad. A uno se le concede la pala-
bra de sabiduría, a otro el conocimiento, a otro la fe y a
otro los dones de curar . Pero alguno podría decir que es
7

verdad que él habla de otra fe, por la que se hacían los

6. Rm 4, 2 0 - 2 1 . 7. 1 C o 12, 7-9.
128 Juan Crisóstomo

milagros. Y yo sé que aquélla es una cosa, sobre la que


también los apóstoles decían: Auméntanos la fe*; y ésta es
otra, por la que todos somos fieles, no haciendo signos,
sino teniendo un conocimiento piadoso; aunque también
aquí es necesario el auxilio del Espíritu.
2. Igualmente Lucas escribe sobre una persona: Abrió
el corazón de ella [Lidia] para que entendiera lo dicho por
Pablo . Y Cristo [afirma]: Nadie viene a mí si el Padre no
9

lo atrae™. Y si esto es propio de Dios, ¿por qué pecan los


que no creen, al no ser auxiliados por el Espíritu, ni ser
atraídos por el Padre, y si tampoco el Hijo les enseña el
camino? Pues sobre El mismo dice: Yo soy el camino . 11

Esto lo dice para mostrar que es necesario que sean con-


ducidos por El al Padre. Ahora bien, si el Padre atrae, el
Hijo guía y el Espíritu Santo ilumina, ¿por qué pecan los
que no son atraídos, ni son llevados de la mano, ni son
iluminados? Porque ellos mismos no se sienten dignos de
recibir esa misma iluminación. Fíjate ahora en lo que le
sucedió a Cornelio: él no buscó nada de eso, sino que Dios
lo llamó porque él, adelantándose, se hizo digno . Y por 12

eso Pablo, disertando sobre la fe, dijo: Esto no procede de


vosotros, puesto que es un don de Dios . Y no te deja vacío
13

de las buenas obras. En efecto, aunque es propio de El


atraer y conducir, sin embargo se requiere también un alma
dócil, y entonces ofrece su propio auxilio.

3. Por esto también dice Pablo en otra parte: Según sus


decretos habéis sido llamados . Estas cosas no fueron im-
14

puestas por la virtud y por nuestra salvación. Pues aunque

8. Le 1 7 , 5. 12. Cf. Hch 10.


9. Hch 16, 14. 13. Ef 2, 8.
10. Jn 6, 44. 14. Rm 8, 28.
1 1 . Jn 14, 6.
Salmo 115, 2,1-3,1 129

la mayor parte la pone Él, y por eso casi todo es suyo, sin
embargo nos deja a nosotros una pequeña parte para que
también llegue a ser una agradable ocasión de recompen-
sas . Por lo que Pablo, al decir: Teniendo, pues el mismo
15

espíritu de fe, es decir, lo que también se había dicho en el


Antiguo Testamento, añadió: También nosotros creemos y
por eso hablamos. Así pues, mucho más necesaria es aquí la
fe que allí, por la naturaleza invisible de lo que se anuncia,
y por el orden de los tiempos. Ciertamente los premios no
tienen lugar en la vida presente sino en la futura. Pero in-
cluso para la vida presente se necesita la fe, pues los mis-
mos dones que se daban necesitaban de fe en el momento
en que se daban, tanto la comunión de los misterios como
el don del bautismo. De esta forma, la fuerza de los bienes
superó todo razonamiento. Ahora bien, si se precisaba la fe
en aquellos que eran obcecadísimos y carnales, mucho más
aquí. Pero la expresión apostólica ha tomado una interpre-
tación conveniente; es por tanto hora de ir a la profecía y
explicar lo que dice este bienaventurado. ¿Qué es lo que
dice? Creí, por esto hablé. No ha indicado nada todavía,
pero indica que ya había pensado algo en su mente. Y ¿qué
es lo que ya había ideado? «Tras considerar - d i c e - la cala-
midad y la tragedia judía, aquella ruina total, la devastación
hasta el final, no desesperé del cambio a lo mejor, sino que
esperé, anuncié y divulgué la fe». Y en los anteriores sal-
mos he tratado muchas cosas acerca de ella; he hablado,
anunciado y educado en la fe.

3.1. Pero mira como renquea y se turba otro que no ha


sido muy instruido en ella. En efecto, David no recita ese
salmo por su propia persona, sino que describe las pasio-
nes de los que renquean y dice así: ¡Qué bueno el Dios de

15. Lit.: «coronas».


130 Juan Crisóstomo

Israel para los rectos de corazón! Pero a mí, por poco me


fallan los pies, casi resbalaron mis pasos ; y no refiriéndose
16

a los pies ni a los pasos, sino a los que cojean en cuanto a


los pensamientos. Y añade la causa diciendo: Porque envi-
diaba a los impíos ; esto es, porque veía a los bárbaros flo-
17

recientes, y abatidas las cosas de Israel. ¿A qué clase de co-


jera se refiere? Dijo: Porque en vano se ha conservado puro
mi corazón, y he lavado mis manos en la inocencia *. Y em- 1

pujado a hablar por estas cosas, también dice: He aquí que


estos pecadores, siempre florecientes, acrecentaron sus rique-
zas . Mira cómo se recobra de nuevo a sí mismo: Si yo di-
19

jera: "Voy a hablar así"; este trabajo -afirma- se encuentra


delante de mí hasta que entré en el santuario de Dios y re-
paré en el final de ellos . Lo que dice es esto: «Fui abati-
20

do y afligido en mis pensamientos. Tal era el razonamien-


to. Después pensé que hacía algo laborioso. Considerando
estas cosas, no podré conocer nada hasta que regrese a la
patria». ¿Ves qué dañino es confiar a los raciocinios las cosas
de la fe, en lugar de encomendarlo a la fe? Y es que si él
hubiera estado firme en la fe, no habría dicho estas cosas,
ni se habría turbado, ni se hubiera intranquilizado, ni hu-
bieran titubeado sus pies, ni por poco se hubieran resbala-
do sus pasos. Pero con el Profeta no sucede lo mismo, sino
que estando fundamentado sobre roca, no se conturbó ni
se inquietó, sino que, al ver las cosas de los judíos que ha-
blaban en contra de los bárbaros, predicaba continuamente
en los salmos con voz clara y mente firme sobre el regre-
so, y confiaba mucho, no atendiendo ni a la fuerza de los
bárbaros, ni a la frugalidad de los judíos, sino a la fuerza
de Dios que había anunciado estas cosas.

16. Sal 72, 1- 2. 19. Sal 72, 12.


17. Sal 72, 3. 20. Sal 72, 1 5 - 1 7 .
18. Sal 72, 13.
Salmo 115, 3,1-3 131

2. Por ello dice: Creí, por eso hablé; yo estoy muy afli-
gido. Otro dice: En verdad yo estoy muy afligido. Cierta-
mente yo dije en mi consternación: Todo hombre es men-
tiroso .
21 Otro [afirma]: Y dije angustiado: todo hombre es
falaz. De nuevo muestra aquí el esplendor de la fe, pues
ni siquiera la magnitud de la calamidad o la desesperación
le hizo caer. Así es la fe: es como un ancla sagrada, que
por todas partes sostiene la mente del que se adhiere a
ella, y cuando más se muestra claramente es cuando al que
la posee le persuade a guardar una buena esperanza, arro-
jando fuera la turbamulta de los razonamientos. Y mos-
trando esto mismo, decía: «Yo he sido afligido sobrema-
nera»; esto es, fui afligido, pero no me he desesperado ni
me desanimé. Después, mostrando que no fue afligido sin
más, también añade una tensión, diciendo: Ciertamente yo
dije en mi consternación: Todo hombre es mentiroso.

3. ¿Qué significa en mi consternación} En el exceso de


la desgracia -afirma-, en la magnitud de los males. En efec-
to, nos invadió una enorme tentación, al igual que un sopor
y abatimiento. Sopor aquí significa el embotamiento que pro-
cede de los males. También de Adán se dice que le sobre-
vino el mismo sopor cuando Dios le habló, señalando cier-
ta insensibilidad . Y es que también se denomina sopor a lo
22

que proviene desde fuera. Le había sobrevenido a Adán para


que no percibiera que se le arrancaba la costilla, y no sin-
tiera dolor por lo sucedido. Así, al quitarle la percepción de
la molestia para que no tuviera horror de lo que le estaba
sucediendo, Dios infundió en él un sopor. Y en otra parte
de nuevo se dice: Cayó sobre ellos un éxtasis . Significando 23

cierto sopor, y lo que sucede fuera de la percepción. En

2 1 . Sal 1 1 5 , 2. 23. Hch 1 0 , 10.


22. Cf. G n 2, 2 1 .
132 Juan Crisóstomo

todas partes sopor significa lo mismo. Pero sucede que o


bien lo infunde Dios, o se produce por un exceso de males.
También la calamidad suele producir sopor y éxtasis. Aquí
llama éxtasis a la cantidad de males que le sobrevinieron.
4. ¿Por qué dice todo hombre es mentiroso} ¿Es que
nadie es veraz? ¿Cómo, entonces, Job es descrito como
hombre veraz, justo y piadoso } Y ¿por qué lo decimos
24

también de los profetas? Ciertamente, si ellos mintiesen y


hablaran con falsía, todas las cosas se desvanecerían. ¿Y
Abrahán? ¿Y todos los justos? ¿Ves cuan pernicioso es que
se tenga en cuenta la palabra pero no el significado? ¿Pues
qué quiere decir con todo hombre es mentiroso} Lo que
se dice en otra parte: El hombre es como un soplo . Tam- 25

bién esto lo dijo otro profeta: Toda carne es heno, y toda


gloria del hombre es como flor del campo ; es decir, una 26

cosa fragilísima, algo que fluye, semejante a una sombra,


a un sueño, a una imagen.

4.1. Y para que aprendas que estas cosas no se dijeron


simplemente conjeturando, otro intérprete dijo: Falso; y otro:
Que miente; y otro: Que falla. Estas cosas difieren mucho
unas de otras. Pues ser mentiroso es un vicio propio del
alma, pero fallar y mentir, y ser un sueño, una flor y una
sombra es propio de una naturaleza frágil. Y se refiere a lo
mismo, cuando dijo: Yo soy tierra y cieno ; y también: 27

¿Cómo se va a jactar la tierra y el cieno? *; y una vez más,


2

como cuando dice este mismo profeta: ¿Qué es el hombre


para que te acuerdes de él? ; por todas partes se muestra
29

la fragilidad de la naturaleza, que es nada. Así decimos de


las mieses: «Las mieses son falsas»; esto es, no merecen nues-

24. Jb 1, 1. 27. G n 1 8 , 27.


25. Sal 1 4 3 , 4. 28. Si 1 0 , 9.
26. Is 40, 16. 29. Sal 8, 5.
Salmo 115, 3,3-4,2 133

tra esperanza; para demostrar que no traen lo que espera-


mos. Puesto que también el hombre es algo vil y nada, so-
lemos filosofar tales cosas sobre todo en la calamidad, y
considerar la necedad de la naturaleza. Esto mismo le su-
cede en la ansiedad, y al mirar la naturaleza despreciada, y
la frugalidad y la nada que por todas partes queda patente.
Todo hombre es mentiroso, dice; o sea, que el hombre es
nada. Por lo mismo en otra parte se decía: Realmente el
hombre es como una imagen que pasa™.

2. ¿ Cómo pagaré al Señor por todo el bien que me ha


hecho? . Mira cómo muestra el gran beneficio no sólo por
n

las cosas realizadas, sino también porque las ha realizado


de ese modo; con otras palabras, pero con el mismo sig-
nificado que en aquel salmo. Y así, igual que allí decía:
¿ Qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿ El hijo de
Adán para que lo visites? ; así también aquí. Entonces
32

muestra la duplicidad del beneficio, cuando es grande por


naturaleza, y cuando torna a la nada; lo que amplifica el
beneficio y la gracia. Queriendo, por tanto, mostrar lo
mismo, dice: ¿Cómo pagaré al Señor? Señalando que el
hombre, que es engañoso, que es la nada, que es tanta fra-
gilidad, mereció los dones. Por todo lo que me dio. Es pro-
pio de una mente agradecida el pedir, insistir y, por las
cosas que recibe, retribuir al benefactor; y cuando ha pa-
gado todo, considerar que lo que ha devuelto no vale nada.
Lo que se insinúa al principio de la retribución es lo mismo
que tratará de explicar. Así muestra la duplicidad de la ac-
ción de gracias: por un lado da lo que puede; y por otro,
que al dar esas cosas, se considera indigno de darlas. Y
¿qué es lo que va a dar? Escucha lo que dice, pues añade:

30. Sal 38, 7. 32. Sal 8, 5.


31. Sal 1 1 5 , 3.
134 Juan Crisóstomo

3. Tomaré el cáliz de la salvación e invocaré el nom-


bre del Señor . Los que toman lo dicho de forma espiri-
33

tual se refieren a la comunión de los misterios. Pero no-


sotros, siguiendo la historia, decimos que aquí se refiere a
las libaciones, sacrificios e himnos de acción de gracias.
Efectivamente, los sacrificios de la antigüedad eran dife-
rentes: había sacrificios de alabanza por los pecados, ho-
locaustos por la salvación, por la paz, y otros muchos más.
Esto es lo que dice: «No me hallo digno de retribuir; lo
que puedo, eso pago. Ofreceré por tanto a Dios un sacri-
ficio de acción de gracias, y recordaré su salvación».

4. Cumpliré mis votos al Señor en la presencia de todo


su pueblo . Votos quiere decir aquí promesas, compromi-
34

sos. Durante estos males se refugiaba en el Señor y se


constituía en deudor, al prometer ofrecer estos sacrificios,
si retiraba tales males. Porque, en efecto, cesó la calami-
dad -dice-, cumpliré mis votos al Señor en la presencia de
todo su pueblo.
5. Preciosa es en la presencia del Señor la muerte de
sus santos . Otro [afirma]: Honrosa. ¿Qué tipo de conse-
33

cuencia es ésta? ¿Qué tiene que ver con lo anterior? Si al-


guno lo examinara con exactitud, descubrirá que mucho.
En efecto, como había dicho, ¿cómo pagaré al Señor por
todo el bien que me ha hecho?, para mostrar sus benefi-
cios, dice que a Dios le preocupa no sólo la vida, sino
también la muerte de los santos; no sólo lo que les suce-
de por la ley de la naturaleza, sino también lo que suce-
de según su voluntad. ¿No oyes a Pablo que dice: Pero
quedar en la carne es más necesario para vosotros, y per-
suadido por ello, entiendo que quedaré y permaneceré a

33. Sal 1 1 5 , 4. 35. Sal 1 1 5 , 6.


34. Sal 1 1 5 , 5.
Salmo 115, 4,3-5,1 135

una con todos vosotros*} ¿Por qué te maravillas cuando la


muerte ni siquiera se realizó por las leyes de la naturale-
za, como la generación de Isaac o la de Samuel? . Por lo 37

que no los llama hijos de la carne, sino hijos de la pro-


mesa . Así también Moisés no murió sin más, sino que
38

sucedió cuando Dios lo dispuso ; ni tampoco Juan [Bau- 39

tista], sino cuando El lo permitió. Y eso que fue la re-


compensa a una meretriz ; sin embargo, también así fue
40

honrado. Ciertamente esto es ya maravilloso, porque in-


cluso estando muerto era honrado, pues finalizó su vida
por la verdad, y así fue honrado y a que el mismo que lo
mató le temía. Escucha lo que dice el Evangelio respecto
a que Herodes lo temía; en efecto, dijo que Juan había re-
sucitado de entre los muertos y por eso obraban en él unos
poderes .
41 Mira también cómo fue honrosa la muerte de
Abel. ¿Dónde está Abel, tu hermano? La voz de la san-
gre de tu hermano clama hacia mí . 42

5.1. Mira también a Lázaro y cómo los ángeles lo con-


ducían después de la muerte . Y contempla también las
43

ciudades que concurren a los sepulcros de los mártires, y


a los pueblos, inflamados de fervor . Esto es, por tanto, 44

lo que expresa: el gran cuidado y solicitud por parte de

36. Flp 1, 2 4 - 2 5 . Annali di Storia dell'esegesi 2


37. Cf. Gn 21, 1-7; 1 S 1, 19-23. (1985) 1 7 5 - 1 9 9 .
38. Cf. Rm 9, 8. 4 1 . Me 6, 1 4 .
39. Cf. D t 32, 4 9 - 4 0 . 42. G n 4, 9 - 1 0 .
40. Cf. Me 6, 25. Para la im- 43. Cf. Le 1 6 , 22.
portancia de Juan el Bautista en 44. Menciona el Crisóstomo
el pensamiento de nuestro A u t o r , las frecuentes y concurridas p r o -
cf. E. LUPIERI, «I due Giovanni: cesiones que hacían los cristianos
la figura di Giovanni Battista de su tiempo a los lugares donde
nell'esegesi, nella vita e nella leg- se encontraban sepultados ciertos
genda di Giovanni Crisóstomo», mártires célebres del cristianismo.
136 Juan Crisóstomo

Dios ante la muerte de sus santos. Que no mueren sin más


y como por casualidad, sino cuando El lo permite según
sus designios.
2. Por eso decía: En la presencia del Señor, queriendo
demostrar esto: Oh, Señor, yo soy tu siervo, tu siervo y el
hijo de tu esclava . No se refiere a una servidumbre cual-
45

quiera, sino a una procedente de la abundante disposición


y ternura, inflamado de un gran deseo, lo que constituye
la mejor corona y la más brillante diadema de todas. Por
lo cual Dios la coloca como la máxima alabanza, dicien-
do: Moisés, mi siervo ha muerto . Y el hijo de tu esclava.
46

Es decir, desde antiguo, desde el tiempo de los antepasa-


dos nos encontramos en tu esclavitud. Esto mismo se lo
otorgó Pablo a Timoteo como el mayor adorno, diciendo:
Teniendo memoria de la fe que en ti no es ficticia, que
arraigó primero en tu abuela Loide y en tu madre Euni-
ce. Y estoy cierto de que igualmente en ti , y que desde 47

la niñez conoces la Sagrada Escritura *. Y una vez más,4

sobre él mismo [dice]: Soy hebreo, hijo de hebreos . Y 49

también: ¿Son hebreos? También yo. ¿Son israelitas? Tam-


bién yo °. Tenía algo más que los prosélitos, porque sus
5

antepasados eran así desde antiguo. Por eso también él dice:


Y el hijo de tu esclava . 51

3. Rompiste mis cadenas . No dijo «blandiste», sino


52

rompiste, queriendo indicar de esta manera que eran tam-


bién como inútiles. Aquí las cadenas significan las aflic-
ciones, las tentaciones y los peligros. Y también es una
hermosa cadena aquella que estrecha de la mejor forma,

45. Sal 1 1 5 , 7a-b. 49. Flp 3, 5.


46. Jos 1, 2. 50. 2 C o 1 1 , 22.
47. 2 Tm 1, 5. 51. Ga 4, 23.
48. 2 Tm 3, 1 5 . 52. Sal 1 1 5 , 7c.
Salmo 115, 5,1-5 137

como cuando dice: Con el vínculo de la caridad ; y tam- 53

bién: Lo que es el vínculo de la perfección . Hay también


54

un vínculo contrario, como cuando dice: Cada uno se en-


redará en las cadenas de sus propios pecados . También 55

Cristo, señalando esto mismo, decía: Y a esta hija de Abra-


hán, ligada por Satanás no podía soltar . E Isaías sobre
56

Cristo: Te he dado en testamento de los pueblos, diciendo


a los que están encadenados, salid fuera . En efecto, rompe
57

estas cadenas, no las desata; ciertamente ya que aquello su-


pone más que esto. Si alguno también quiere tomarlo es-
piritualmente, y dice que estas cadenas son las de los pe-
cadores y de todo hombre viejo, no se separa de lo
conveniente en lo más mínimo. Y hay también otra cade-
na bellísima, la que Pablo predicaba siempre que la lleva-
ba alrededor: Pablo, prisionero de Jesucristo *. Y de nuevo:
5

Por quien incluso soy atado con cadenas . 59

4. Te ofreceré un sacrificio de alabanza . Mira cómo, 60

de una forma y de otra, ofrece siempre esta recompensa a


Dios; cuando dice arriba: Tomaré el cáliz de la salvación,
e invocaré el nombre del Señor; y aquí: Te ofreceré un sa-
crificio de alabanza; es decir, te daré gracias, te alabaré. E
invocaré el nombre del Señor . ¿Ves cómo es un sacrifi-
61

cio de alabanza?
5. Cumpliré mis votos al Señor en presencia de todo su
pueblo, en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti,
Jerusalén .
62 Y esto lo hacía, no de forma ostentosa, ni en

53. Ef 4, 3. El texto paulino 58. Ef 3, 1.


dice «de la paz». 59. Ef 6, 20; cf. Hch 28, 20.
54. Col 3, 14. 60. Sal 1 1 5 , 8a.
55. Pr 5, 22. 6 1 . Sal 1 1 5 , 8b.
56. Le 13, 16. 62. Sal 1 1 5 , 9.
57. Is 49, 8-9.
138 Juan Crisóstomo

aras de su propia gloria, sino para estimular el propio celo


a todos, y queriéndolos tomar como compañeros de la ac-
ción de gracias. Esto es lo que hacen todos los santos, y
no sólo los hombres, sino también toda criatura; cuando
reciben algún beneficio, llaman a una comunión de ala-
banza. En efecto, Dios no guarda nada mejor que a los
que son agradecidos no sólo en las cosas favorables, sino
también cuando se encuentran en circunstancias adversas.
Esta es la mejor ofrenda; ésta es la más grande oblación.
Así también fueron proclamados Job, Pablo y Jacob, así
cada uno de los justos, mostrando sobremanera su ánimo
agradecido y su acción de gracias a Dios en el tiempo de
la dificultad. Hagamos también nosotros lo mismo, y per-
severemos perpetuamente en la acción de gracias, para que
también alcancemos los bienes eternos, que todos poda-
mos alcanzar por la gracia y la bondad de nuestro Señor
Jesucristo; a El la gloria y el imperio, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 116

Alabad al Señor, todas las naciones; celebradle, todos los pue-


blos . Porque ha sido confirmada
1 su misericordia sobre no-
sotros, y la verdad del Señor permanece para siempre .
2

Es evidente a todos que se trata de una profecía referi-


da a la Iglesia de los creyentes, y predicción de la predica-
ción que ha llegado a todo el orbe de la tierra. Ciertamente
este salmo no llama a una, ni a dos, ni a tres naciones so-
lamente, sino a la tierra y el mar enteros. Lo que también
sucedió cuando resplandeció la venida de Cristo. Expone
además la causa de la salvación, ya que no serán salvados
por las propias acciones buenas, ni por la vida, ni por la
promesa, sino por la sola bondad.
Ha sido confirmada - d i c e - su misericordia sobre noso-
tros; es decir, se ha solidificado, se ha hecho firme y más
estable que una piedra. En efecto, aumenta cada día. Y su
verdad permanece por siempre. Es entonces cuando res-
plandeció al máximo lo referente a la verdad. Por eso tam-
bién El habló así, porque las cosas del Antiguo Testamen-
to eran figura y sombra. Y el evangelista, señalando esto
mismo, decía: La ley fue dada por Moisés, mas la grada y
la verdad vinieron por Jesucristo .
71

1. Sal 1 1 6 , l. 3. Jn 1, 17.
2. Sal 1 1 6 , 2.
SALMO 117

Alabad al Señor porque es bueno, porque es eterna su mi-


sericordia .
1

1.1. La frase del salmo que el pueblo debe cantar como


respuesta es la siguiente: Este es el día que hizo el Señor;
exultemos y gocémonos en él ; y esto remueve a muchos,
2

y el pueblo lo suele cantar en aquella fiesta espiritual y


celebración celeste. Pero nosotros, si queréis, vayamos al
inicio y principio de todo el salmo, empezando, no por el
verso que se acompaña musicalmente, sino por el que da
la explicación del proemio. En efecto, los padres, puesto
que se ignoraba el salmo completo, ordenaron cantar al
pueblo este verso que es más sonoro y contiene alguna
verdad sublime, de forma que con él recibieran una doc-
trina perfecta. Mas a nosotros nos es necesario tomarlo en-
tero, pues las cosas que se encuentran en medio contienen
la mayor profecía.

2. Ciertamente ahí se dice: La piedra que rechazaron


los arquitectos ha venido a ser la piedra angular . Es lo
3

que Cristo también decía a los judíos de una forma algo


4

más enigmática (pues aún estaban encendidos por la ira, y

1. Sal 1 1 7 , 1. 3. Sal 1 1 7 , 22.


2. Sal 1 1 7 , 24. 4. Cf. Mt 2 1 , 42.
Salmo 117, 1,1-3 141

no quería aumentarla: La caña cascada no partirá, la mecha


que humea no apagará ). Pero veamos nosotros el salmo
5

desde el principio, como dijimos. ¿Cuál es el principio?


Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia. Una vez que el Profeta ha considerado el favor
de todo el orbe y la bondad perenne que por todos mos-
tró, llama a todos juntos a la acción de gracias, después de
haber puesto en medio el punto capital de los bienes.

3. Diga la casa de Israel, porque es bueno, porque es


eterna su misericordia . ¿Qué dices? ¿La casa de Israel, que
6

había padecido innumerables calamidades, que fue esclava


en Egipto, que fue conducida a los confines de la tierra,
que toleró miles de aflicciones en Palestina? Sí, dice. Cier-
tamente ellos son los mejores testigos de sus bienes, pues
recibieron cosas mejores que otros. Y en verdad, lo que
sufrieron es el argumento de mayor beneficio. Si alguno
lo examina con rigor también verá que es necesario dar
las mayores gracias por la venida de Cristo. En efecto,
aunque padecieron adversidades, no fue por causa del que
vino, sino por la obstinación que tuvieron. El mismo se
les acercaba y frecuentemente les decía: No he sido en-
viado sino a las ovejas que se perdieron de la casa de Is-
rael ; y a los discípulos: No vayáis a tierra de gentiles; id,
7

más bien, a las ovejas que se perdieron de la casa de Is-


rael*; y a la Cananea: No es bueno coger el pan de los
hijos y darlo a los perros . En efecto, todas las cosas las
9

hacía y procuraba en favor de la salvación de aquellos. Y


si parecieron indignos del beneficio, se debe a sus propios
delitos y a su extrema ingratitud.

5. Is 42, 3. 8. M t 1 0 , 5-6.
6. Sal 1 1 7 , 2. 9. M t 1 5 , 26.
7. Mt 15, 24.
142 Juan Crisóstomo

4. Diga la casa de Aarón, porque es bueno, porque es


eterna su misericordia} . Aquí llama a los sacerdotes por
0

separado para que canten alabanzas, mostrando cuál es la


excelencia del sacerdocio. Y es que cuanto mejores sean
ellos que los demás, mayor es la gloria que consiguen para
Dios, no sólo por lo que toca al sacerdocio, sino también
respecto a todo lo demás. Y así, cuando el fuego descen-
dió , descendió por ellos, y la tierra se abrió , y la vara
11 12

germinó ; y otros muchos portentos e innumerables mi-


13

lagros se hicieron por ellos.

5. Digan todos los que temen al Señor, porque es bueno,


porque es eterna su misericordia . Esos mismos son los
14

que mejor pueden ver el amor de Dios al hombre y por


todo ello aprender su bondad. ¿Qué significa que su mi-
sericordia es eterna} Que nunca - d i c e - fue interrumpida,
sino que resplandece y se muestra mediante todas las
cosas. Y si muchos no la ven, es por la necedad de sus
propios razonamientos. Los que tienen la vista enferma
no ven el sol por eso; lo mismo que los que están sanos
tampoco pueden mirar siempre al sol atentamente debi-
do a la magnitud de su esplendor; así tampoco se puede
aprender con exactitud toda la providencia de Dios ya
que la magnitud de su prudencia y de su sabiduría su-
pera en mucho a la razón humana. Hay, ciertamente, mu-
chas pasiones que a menudo envuelven a los necios en
tinieblas para que no vean nada. En primer lugar, el amor
al placer; por eso incluso se deja atrás lo que es eviden-
te a todos. Después, en segundo lugar, le sigue la igno-
rancia y la perversidad de la mente. ¿Acaso no es absur-

10. Sal 1 1 7 , 3. 13. Cf. N m 1 7 , 20.


1 1 . Cf. Lv 1 0 , 2. 14. Sal 1 1 7 , 4.
12. Cf. N m 1 6 , 32.
Salmo 117, 1,4-2,2 143

do que si ves a un padre que azota a su hijo apruebes


este hecho con agrado y lo alabes, en lugar de estimar
en mucho al padre por ello; y, al contrario, si Dios quie-
re reclamar el castigo de las cosas realizadas, indignarnos
y dolemos? ¿Qué hay peor que esta perversidad, cuan-
do estas cosas que son entre sí contrarias nos entristecen,
bien doliéndonos porque no exige penas, o bien porque
las exige? Cuando ven que unos roban e invaden los bie-
nes ajenos, quieren castigarlos; pero cuando ellos mismos
pecan, en absoluto; verdaderamente esto es propio de una
mente corrupta. En tercer lugar, les sucede que no saben
lo que es bueno ni lo que es malo, sino que dudan res-
pecto al juicio sobre los hechos por amor al vicio y por
estar inclinados al mal. En cuarto lugar, que ni siquiera
caen en la cuenta de sus propios pecados. En quinto lugar,
que es inefable e inmenso lo que media entre Dios y el
hombre. En sexto lugar, que Dios no quiere mostrar todas
las cosas y por todas partes, puesto que es suficiente que
se realicen parcialmente.

2.1. Por tanto, para que aprendas el gobierno de Dios,


es necesario que no rivalices con nadie (pues rivalizamos
con cosas inmensas que superan en mucho a toda natura-
leza creada); por el contrario, a los que quieren conocer-
lo parcialmente, íes conviene liberarse de todas las pasio-
nes que dijimos al principio, y lo verán más claro que el
sol, aunque no en su totalidad; y al aprender a partir de
una parte, también darán gracias por el todo.
2. Desde la tribulación invoqué al Señor y Él me es-
cuchó en lugar espacioso .
15 ¿Ves la bondad y la benevo-
lencia? No dijo « y o era digno», ni tampoco «mostré mis

15. Sal 1 1 7 , 5.
144 Juan Crisóstomo

buenas obras», sino invoqué solamente, y bastó mi ora-


ción para librarme de la calamidad, como también dijo
en Egipto: Mirando he visto la aflicción de mi pueblo y
he descendido para librarlos . No dijo: «He visto la vir-
16

tud de mi pueblo, o su mejoría», sino la aflicción, « y es-


cuché su clamor». ¿No ves a un padre clemente que es
el único auxiliador de las desgracias? Y ciertamente no es
digno de ser salvado cualquier hombre que está en la
aflicción. Así, vemos a muchos que castigan y azotan a
sus criados, y no los perdonamos considerando la mag-
nitud del mal que han hecho; Dios, sin embargo, libera
de la única aflicción; y no solamente libera de una aflic-
ción, sino que también nos da una gran seguridad. Me
escuchó, dice, en lugar espacioso. Y es que la aflicción se
nos ha dado para que los afligidos se vuelvan más cui-
dadosos y más sabios.

3. El Señor es mi auxilio, no temeré lo que el hom-


bre pueda hacerme . ¿Ves qué altura de pensamiento?
17

¿Ves la grandeza de espíritu que se coloca así por enci-


ma de la humana necedad, de forma que desprecia a toda
la naturaleza? Y estas cosas no sólo las acompañamos
con música, sino que las mostramos con los hechos. No
dijo «no sufriré nada», sino no temeré lo que el hombre
pueda hacerme. Es decir, aunque sufra, no temeré; es lo
mismo que dice Pablo: Si Dios está con nosotros, ¿quién
contra nosotros? *. 1Y eran muchísimos lo que iban con-
tra ellos, pero no les dañaron en nada. Pues, ¿acaso no
sería propio de una extrema mezquindad de alma que
quien tiene a un Señor benévolo, tenga miedo a los com-
pañeros de esclavitud? Pero él no es así, sino que está

16. Ex 3, 7. 18. Rm 8, 3 1 .
17. Sal 1 1 7 , 6.
Salmo 117, 2,2-5 145

por encima de todos los temores. Hagamos nosotros lo


mismo para que no nos privemos del auxilio del Señor
y con ello temamos lo humano.
4. En efecto, esto es propio de los que desprecian el
auxilio de Dios. Por eso se dice también que Ezequías,
que pasó lo que pasó, después que el sol retrocedió y nue-
vamente aventajó los grados que había retrocedido , hizo 19

una señal eminente para dejar estupefactos a todos los que


venían y para que entendiesen que estas cosas no fueron
realizadas por Dios, sino que quiso espantarles mediante
cosas humanas, temiendo la invasión de ellos; y por esto
les mostró los tesoros, pues tenían esperanza en los teso-
ros. Por lo que también Dios se irritó: Tomarán todas estas
cosas ; es decir, en las cosas que esperas, en las que con-
20

fías. Israel también fue acusado, porque confió en caballos


y ganados. Y por eso el Profeta les amonesta por com-
placerse en cosas contrarias a Dios, y decir: No montare-
mos sobre caballos . Dios te honra, ¿y tú lo desprecias?
21

Dios te honra enviando su auxilio sobre ti, ¿y tú te refu-


gias en las esperanzas humanas y en la materia inerte, y
confías en las riquezas la esperanza de tu salvación? Y no
busca sólo salvar, sino también hacerlo de forma honesta.
Te ama con pasión, y por eso, retirándote de todas las
cosas, te clava en Él, y escondiendo todo te conduce hasta
Él, diciéndote por todas estas cosas que hace: «Ten espe-
ranza en mí, y atiéndeme de continuo».

5. El Señor es mi auxilio, y yo despreciaré a mis ene-


migos .
22 ¿Ves cómo él no se venga ni castiga, sino que deja
a Dios que aleje a los enemigos?

19. 2 R 20, 1 1 . El texto bí- 2 1 . Os 14, 4.


blico habla de Isaías no Ezequías. 22. Sal 1 1 7 , 7.
20. 2 R 20, 17.
146 Juan Crisóstomo

6. Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hom-


bre . Es mejor esperar en el Señor que en los
23 poderosos . 24

No dice estas cosas por comparación, sino que es una cos-


tumbre de la Escritura el utilizar esta figura por la igno-
rancia de los que escuchan incluso cosas que no son com-
parables. Así pues, no dice eso por comparación, sino por
captarlos. Por eso decía también otro profeta: Maldito todo
el que confía en el hombre ; ciertamente, nada hay más
25

débil que esa esperanza; incluso es más frágil que la tela


de araña; y no sólo es más necia, sino también más peli-
grosa. Además, los que confían en los hombres saben que
a menudo han sido abatidos por ellos mismos. Mas la es-
peranza en Dios no sólo es válida, sino también segura y
no sufre cambio alguno. Por eso también Pablo decía: La
esperanza no defrauda . Y otro determinado sabio dice:
26

Contemplad a las antiguas generaciones, y ved quién espe-


ró en el Señor y fue avergonzado . «Mas yo - d i c e - he es-
27

perado y he sido avergonzado». Habla con piedad ¡hom-


bre! No injuries a la divina Escritura; si te has avergonzado
es porque no has esperado como conviene, pues te has de-
tenido, no has esperado hasta el final, tuviste el ánimo pe-
queño. ¡No hagas eso! Al contrario, cuando vieres que los
males se suceden, no te desanimes. Hay que esperar total-
mente y serás levantado en medio de las dificultades.

3.1. ¿Quiénes eran más miserables que aquellos bárba-


ros? Me refiero a los ninivitas. Y sin embargo, estando y a
en aquella fosa, y aguardando que la ciudad sucumbiera, ni
así se desesperaron, sino que practicaron una rigurosa pe-
nitencia; y por ello consiguieron nuevamente revocar el de-

23. Sal 1 1 7 , 8. 26. Rm 5, 5.


24. Sal 1 1 7 , 9. 27. Si 2, 10.
25. J r 1 7 , 5.
Salmo 117, 2,6-3,2 147

creto de Dios. ¿Ves cuánta es la fuerza de la esperanza?


¿Qué quién era ese profeta? ¿Acaso cuando estaba en el
vientre del cetáceo no se acordaba del templo y del regre-
so a Jerusalén ? Tú, por tanto, aunque fueras a la misma
28

muerte y estuvieses forzado por los mayores peligros, no


desesperes. En efecto, a Dios le es posible encontrar re-
medio incluso en lo irremediable. Por eso cierto sabio decía:
Desde la mañana hasta la tarde hay muchos cambios, y
todo pasa presto en su presencia . ¿Acaso no has visto a
19

un tribuno hambriento en la abundancia ? ¿ Y a una viuda 30

hambrienta en la abundancia ? Cuando las cosas caigan en


31

lo irremediable, entonces espera lo más grande. En verdad,


Dios muestra lo mejor de su poder, no desde el principio,
sino cuando las cosas hayan sido abandonadas por parte de
los hombres. Ese es, en efecto, el tiempo del auxilio divi-
no. Por eso a los jóvenes no los auxilió desde el primer
momento, sino después de lo del horno ; ni a Daniel antes 32

de que fuese arrojado [al foso de los leones] sino siete días
después . No te fijes, pues, en la naturaleza de los hechos
33

precipitándote en la desesperación, sino en la fuerza de Dios


que conduce a la buena esperanza en los momentos deses-
perados. Es lo mismo que muestra el salmista, queriendo
presentar la facilidad de la fuerza de Dios que puede le-
vantar, tanto a los que cayeron en los peligros, como a los
que han sido pisados, pero no desde el principio.

2. Escucha lo que añade: Todas las gentes me rodea-


ron . ¿Ves el peligro inevitable? Ciertamente no estaba la
34

batalla en formación, ni el enemigo se encontraba presen-

28. Cf. J o n 2, 5. 32. Cf. Dn 3, 23.


29. Si 1 8 , 26. 33. Cf. Dn 14, 40.
30. 2 R 7, 1 2 - 1 5 . 34. Sal 1 1 7 , 10a.
31. 1 R 1 7 , 7 - 1 6 .
148 Juan Crisóstomo

te enseguida, sino que se hallaban interceptados, como ro-


deados de una trampa y comprimidos por una red, no por
una, ni dos, ni tres, sino por todas las naciones; no obs-
tante, todas estas cadenas se rompen con la esperanza en
Dios.
3. En el nombre del Señor los cercené . Me 35rodearon
cercándome, y en el nombre de Dios los cercené*. Me
rodearon como abejas que acuden a la miel, y ardieron
como juego en espinos, y en el nombre del Señor los cer-
cené .
37 ¿Ves cómo describe la magnitud de los males? No
dijo solamente me rodearon, sino, como abejas y como
fuego en espinos; mediante las abejas se refiere a la amar-
gura del alma, y mediante los espinos a la ira intolera-
ble y al ardor de la bilis. Y ¿quién procurará el fuego
que invada a los espinos? Afirma que aún hinchados de
esta forma tan rápida y tan vehementemente, incluso aun-
que le hayan puesto en medio, no sólo se refugiará, sino
que será vengado. Mira también que eso mismo es lo que
ha sucedido en la propia materia. En efecto, también el
fuego quemaba una zarza y la zarza no se consumía ni
se extinguía , sino que ambos permanecían, conviviendo
38

el fuego con la zarza sin extinguirse. ¿Hay algo más ca-


duco que una zarza? ¿Hay algo más combustible que el
fuego? Sin embargo, el admirable poder de Dios, que
obra cosas que superan la razón, permite que una y otra
cosa permanezcan. De este modo sucede lo paradójico.
Sobrevenían como el fuego, invadían como abejas vio-
lentas, los tenían apresados desde dentro y nada podían
hacer. Pero el nombre de Dios, arma invencible y auxi-
lio inexpugnable, rechaza a todos ellos.

35. Sal 1 1 7 , 10b. 37. Sal 1 1 7 , 1 2 .


36. Sal 1 1 7 , 1 1 . 38. Cf. Ex 3, 2.
Salmo 117, 3,2-5 149

4. Me empujaron con violencia para que cayese, pero


Dios me sujetó . 39 Explica la magnitud de los males a par-
tir de la multitud, de la figura, del ánimo cruel, de la ira
de los invasores; y también desde las cosas que él mismo
sufre. Así dice: «Los males me atacan, para que, al en-
contrarme un poco fuera, caiga y sea derribado. De esta
manera se me empujó, fui espoleado para que tuviera que
caerme; pero cuando y a estaba de rodillas, a punto de
tropezar y doblarme, y cuando todas las cosas humanas
estaban sin esperanza, entonces mostró su auxilio». Y esto
lo hace Dios para que nadie robe su propia gloria. Lo
mismo hizo con Gedeón en la historia de los jueces . 40

Por lo mismo, también en tiempos de Ezequías eligió de


noche el trofeo . En efecto, aunque aquél no contribu-
41

yese nada a la victoria ni a la guerra, sin embargo, se va-


naglorió; y si hubiese estado solo en medio del combate
y hubiese visto caer a los que morían, ¿acaso no hubie-
ra sufrido mucho más? Cuando las cosas suceden así, sin
esperanza humana, entonces pone delante el auxilio. Eso
mismo sucedió también con Goliat ; y también con los 42

apóstoles. Por eso decía igualmente Pablo: Pero tuvimos


en nosotros mismos la sentencia de muerte, para que no
confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resuci-
ta a los muertos . 43

5. Mi fortaleza y mi alabanza es el Señor, Él ha sido


para mi la salvación . Es como si dijese: «El fue siempre
44

mi fuerza y mi auxilio». ¿Qué quiere decir mi alabanza}


Mi gloria, mi decoro, mi belleza, mi esplendor. Ciertamente
no sólo libera de los peligros, sino que también los hace

39. Sal 1 1 7 , 13. 42. 1 S 17.


40. Cf. Je 7, 1-8. 43. 2 C o 1, 9.
4 1 . Cf. 2 R 1 9 , 35. 44. Sal 1 1 7 , 14.
150 Juan Crisóstomo

[a los hombres] claros e ilustres; y se puede ver por todas


partes que con la gloria concede la salvación. Y con esto
señala también bajo enigma otra cosa. ¿Cuál? «Que esto
es para mí un cántico perpetuo; esto es para mí una voz
perpetua, un himno dirigido a El; y es mi oficio: alabarle
siempre».

4.1. Escuchen los que están corrompidos por los cán-


ticos satánicos, cuánto daño hacen, cuan indignos de per-
dón se vuelven, cuando se revuelven perpetuamente en los
cánticos de los demonios, alabando de continuo a ese sal-
vador . 45

2. Voz de júbilo y de salvación en las tiendas de los


justos .
46 Cuando Dios enderece todo, los que se alegran
gozando de la victoria, exultarán con doble motivo de ale-
gría: por un lado, porque son salvados; por otro, porque
son salvados por Dios. Lo que les produce el gozo es el
que levantó el trofeo. Después, mostrando también la causa
de tal auxilio, añadió: En las tiendas de los justos. No dijo
«en las casas», sino, en las tiendas, queriendo mostrar una
habitación preparada de forma improvisada. Así era la tien-
da de Abrahán cuando regresaba de vencer a los bárbaros,
ilustre por las hazañas conseguidas . Así era también la
47

tienda de Pablo, cuando regresaba de vencer a los demo-


nios, quitando el error y realizando buenas obras . 48

3. La diestra del Señor hizo proezas, la diestra del Señor


me levantó . Mira el fundamento del júbilo. En efecto
49

también ahora dice lo mismo que afirmó más arriba, mos-

45. Este calificativo, aplicado 47. Cf. G n 14, 17.


al demonio, hay que entenderlo 48. Cf. Hb 9, 1 1 - 1 4 .
en sentido despectivo e irónico. 49. Sal 1 1 7 , 16.
46. Sal 1 1 7 , 1 5 .
Salmo 117, 3,5-4,4 151

trando que Dios hizo rectamente esas cosas. ¿Ves cómo su


beneficio no consiste sólo en la liberación de los males,
sino que también su beneficio consiste en la adquisición
de esplendor? Y por eso, cuando dijo la diestra del Señor
hizo proezas, añadió, la diestra del Señor me levantó, para
que le quedara patente la gloria que de eso resulta. Cier-
tamente el me levantó está en lugar de «me glorificó». Pues
no solamente les hizo poderosos, sino también ilustres.

4. No moriré, sino viviré, y narraré las hazañas del


Señor .
50 «Los peligros y la muerte amenazan -afirma-, pero
yo no moriré, sino viviré». Es decir, estas son las maravi-
llas del Señor, que incluso rescató de la propia muerte; y
esto, también en el Antiguo Testamento, con peligros ex-
traordinarios, prefiguraba la imagen de la resurrección. Cier-
tamente, nos ha dado desde el principio señales, cuando se
llevó a Enoc . En efecto, si no crees que pueda resucitar
51

los cuerpos, créelo por esto. Pues ¿cómo permaneció tanto


tiempo aquel cuerpo? No es lo mismo levantar una casa
destruida que conservar una frágil y antigua durante ese
tiempo. ¿Acaso piensas que no lo hizo con el que no exis-
tía? Con más motivo podía resucitarlo. Tienes también otra
imagen de la resurrección; me refiero al arrebato de Elias,
quien no ha muerto hasta el día de hoy . Para Dios todas
52

las cosas son fáciles y expeditas. Se dice que nada es im-


posible para Dios . Y el Profeta [afirma]: Cualquier cosa que
53

quiso, la hizo . ¿No ves cómo hizo todas las cosas fáciles
54

para ti? Pero, sin embargo, abandonas la técnica. Después


abandonas la técnica de tu consiervo; ¿exiges la razón de la
sabiduría del Señor, y no admites por la fe lo que ha sido

50. Sal 1 1 7 , 1 7 . 53. Le 1, 37.


5 1 . Cf. G n 5, 24. 54. Sal 1 1 3 , 11c.
52. Cf. 2 R 2, 1 1 .
152 Juan Crisóstomo

hecho? ¿Qué hay más digno de locura que eso? No mori-


ré, sino viviré. Si alguno quiere tomarlo espiritualmente no
se equivocará. Pues aunque se ha dicho también respecto de
la resurrección (aquello de no moriré, significa por tanto que
la muerte no es muerte), sin embargo también se entiende
de otro modo. Así, no moriré se refiere a otra muerte, la
que Cristo también mencionaba: El que cree en mí, aunque
haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no
morirá . 55 Y narraré las hazañas del Señor. Esta es la mejor
vida: alabarle y anunciar sus maravillas.

5. ¿Cuáles son sus obras? Pregunto. Las que hay que


narra a continuación, añadiendo: Me castigó, me castigó el
Señor, y no me entregó a la muerte . ¿Ves la maravilla?56

¿Ves la utilidad? No da gracias solamente porque ha sido


liberado, sino también porque ha caído conoce el mayor
beneficio y nombra el fruto de la tentación. ¿Cuál es éste?
Me castigó, me castigó el Señor, dice. Este es el beneficio
de los peligros: que le hacen a uno mejor. ¿Ves en ambas
cosas su fuerza y cuidado, el permitir que tropiece con los
males, y librarlo de nuevo? No me entregó a la muerte,
dice. Y bien dijo otro intérprete: No me entregó a la muer-
te, para que quedara patente que todo está bajo su potes-
tad. Así lucró una doble salvación: la de los peligros y la
liberación del mal. Por eso también Pablo dijo, escribien-
do a los hebreos: Y si estáis fuera de la corrección es que
sois bastardos y no hijos . 57

6. Abridme las puertas de la justicia; entrando por ellas


daré gracias al Señor . Las puertas se abren para los re-
58

formados que deponen los pecados.

55. Jn 1 1 , 2 5 - 2 6 . 57. Hb 12, 8.


56. Sal 1 1 7 , 18. 58. Sal 1 1 7 , 19.
Salmo 117, 4,4-5,4 153

5.1. El que es corregido puede decir con libertad: Abrid-


me las puertas de la justicia. Y también lo dicho se puede
entender espiritualmente respecto de las puertas del cielo,
que están cerradas para los malvados, y que es preciso gol-
pear con la virtud, la limosna y la justicia.
2. Esta es la puerta del Señor; los justos entrarán por
ellas . Hay puertas de muerte, hay puertas de ruina, hay
59

puertas de vida y hay puertas estrechas y angostas. Por


eso, puesto que hay muchas, menciona lo insigne de la
puerta del Señor, añadiendo: Esta es la puerta del Señor.
Ciertamente las otras no son del Señor. ¿Qué es lo insig-
ne de ésta? Que los corregidos y afligidos entrarán por
ella. En verdad es [una puerta] estrecha y angosta; y, pues-
to que es estrecha, entrarán por ella los afligidos; lo mismo
que la que conduce a la perdición es ancha y espaciosa.
3. Te daré gracias porque me escuchaste y has sido mi
salvación .
60 No dice sencillamente me escuchaste, sino «pri-
mero me corregiste y me hiciste mejor». Da gracias, por
tanto, no porque ha sido escuchado, sino porque ha sido
corregido. Porque fui escuchado, por eso es grande ante
él por todas partes esa forma de agradecimiento. Y como
he dicho y no dejaré de repetir, éste es el sacrificio y la
oblación mejores.
4. La piedra que desecharon los constructores ha veni-
do a ser la piedra angular . Es manifiesto a todos que
61

esto se refiere a Cristo. Ciertamente El mismo, en los Evan-


gelios, asume esta profecía, al decir: ¿No habéis leído nunca
que la piedra que desecharon los constructores ha venido a
ser la piedra angular? . Y si lo que se ha dicho no pare-
61

59. Sal 1 1 7 , 20. 61. Sal 1 1 7 , 22.


60. Sal 1 1 7 , 2 1 . 62. Mt 2 1 , 42; Le 20, 17.
154 Juan Crisóstomo

ce que depende de la historia, sino que ha sido interrum-


pido a la mitad con otras cosas, no es extraño ni nove-
doso; así sucedió con la mayoría de las profecías anuncia-
das en el Antiguo Testamento; incluso era conveniente que
permanecieran ocultas para que esos libros no fueran des-
truidos. Aunque la profecía relativa al nacimiento de Cris-
to parece que depende de la historia, sin embargo nada
tiene que ver con ella, como el mira que la Virgen conce-
birá en su vientre, y dará a luz un hijo, y le pondrá por
nombre Enmanuel, que quiere decir, Dios con nosotros .
63

La piedra que desecharon los constructores. [Con el térmi-


no] constructores se refiere a los judíos, a los doctores de
la ley, a los escribas y a los fariseos que lo reprobaron di-
ciendo: Eres samaritano, y estás endemoniado ; y también:
64

Este no es de Dios sino que seduce a las turbas . Sin em- 63

bargo Él, desechado, aparece reputado, de modo que se


hizo piedra angular. Pues no toda piedra es apta para ser
angular, sino la más digna, y que puede sujetar a los muros
de uno y otro lado.

5. Por tanto, lo que dice el Profeta es que el desecha-


do y despreciado por los judíos, aparece de forma admi-
rable, de modo que no sólo contiene al edificio, sino que
incluso une los dos muros. ¿Y qué muros? Los de los ju-
díos y los gentiles que creían; como lo expresa también
Pablo: En efecto, El es nuestra paz, el que hizo de los dos
pueblos uno sólo y derribó el muro de la separación, anu-
lando por el sacrificio de su carne la ley decretada en los
mandamientos, para formar en sí mismo de dos un solo
hombre nuevo . Y también: Estáis edificados sobre el fun-
66

damento de los apóstoles y profetas, siendo piedra angular

63. Is 7, 14. 65. J n , 7, 12.


64. Jn 8, 4 8 . 66. Ef 2, 1 4 - 1 5 .
Salmo 117, 5,4-7 155

el mismo Cristo Jesús . Ahora bien, lo dicho constituye la


67

acusación mayor para los judíos, ya que edificando no dis-


tinguieron la piedra angular sino que la rechazaron como
indigna de poder sostener tal edificio. Y si quieres cono-
cer los dos muros, escucha lo que dice el mismo Cristo:
Tengo otras ovejas que no son de este redil, a ésas convie-
ne también que las atraiga: y habrá un solo rebaño y un
solo pastor *. También esto se convirtió en figura desde an-
6

tiguo. Así, Abrahán fue patriarca de unos y otros: de los


del prepucio, y de los de la circuncisión; pero aquello era
como una figura, y esto como verdad. Este fue hecho pie-
dra angular; es decir, unió a unas naciones con otras.

6. Ésta es la obra del Señor . ¿Qué significa ésta es la


69

obra del Señor} Que no era una obra humana -dice-; el


unir tal ángulo no era obra de uno cualquiera, ni era de
ángeles ni de arcángeles. En efecto, nadie podía: ni un justo,
ni un profeta, ni un ángel, ni un arcángel, sino que era
únicamente una obra maravillosa de Dios; se trata en efec-
to de una obra propia de Él. Otro intérprete dice: Dios
hizo esto; es decir, la tarea angular es algo maravilloso y
paradójico.
7. Es admirable a nuestros ojos . ¿Qué significa admi-
70

rable} El ángulo, la unión de dos pueblos hacia la piedad.


Y es que de los judíos creyeron muchas miríadas; incluso
los apóstoles provenían de los judíos. Y acertadamente dijo:
A nuestros ojos; lo admirable no es manifiesto a todos.
Ciertamente, ¿quién no se pasmaría o quien no se admi-
raría porque donde Cristo fue crucificado, allí mismo Cris-
to fuera adorado; y porque los que lo crucificaron queda-
ran en la ignominia, mientras que los que lo adoraron

67. Ef 2, 20. 69. Sal 1 1 7 , 23a.


68. Jn 1 0 , 1 6 . 70. Sal 1 1 7 , 23b.
156 Juan Crisóstomo

estuvieran en la gloria? Y la palabra alcanzó a todo el orbe


de la tierra estrechando a todos en la verdad. En efecto,
es admirable para los que lo examinaron de cualquier modo,
pero mucho más exacto y evidente para los creyentes. Por
eso dijo: A nuestros ojos.
8. Este es el día en que actuó el Señor, alegrémonos y
gocemos en él . Aquí día no se refiere al curso del sol,
71

sino a las acciones insignes que se hicieron en él. Y lo


mismo, al hablar de día malo, no se refiere al curso del
sol, sino a las malas obras que en él se realizaron; así tam-
bién llama día bueno a las obras rectas que se hicieron en
él. Lo que se dice es lo siguiente: las grandes hazañas, las
que se hicieron en él, las realizó Dios; pues el perfeccio-
nar las cosas que se hicieron era algo propio únicamente
de aquella mano.
6.1. ¿Qué se puede comparar con ese día en el que se
obró la reconciliación de Dios con los hombres, y se puso
fin al combate prolongado, y la tierra alcanzó el cielo, y los
hombres indignos de la tierra aparecieron como dignos del
Reino, y las primicias de nuestra naturaleza se colocaron más
arriba de los cielos, y se abrió el paraíso, y recibimos la an-
tigua patria, y desapareció la maldición, y se desligó el pe-
cado, y quienes fueron castigados por la ley recibieron la
salvación sin la ley, y toda la tierra y el mar conoció a su
Señor, y otros innumerables hechos que no podemos alcan-
zar con la palabra? Por eso el Profeta, considerando todas
estas cosas, las atribuye todas a Dios, mostrando que todas
han sido hechas por Dios. Alegrémonos y gocemos en él.
Aquí la alegría se refiere a la espiritual, a la de la mente, a
la del pensamiento. Alegrémonos y gocemos en él, porque

71. Sal 1 1 7 , 24.


Salmo 117, 5,7-6,4 157

hemos alcanzado tales bienes. Y esto no es de poca probi-


dad el alegrarse con lo bueno, el brincar, el regocijarse, el
aceptar con placer los beneficios de Dios.
2. ¡Señor, salva; Señor, da prosperidad! . Después se fija
72

en la prosperidad del orbe de la tierra, el cambio de las cosas


y la transformación a mejor, y congratulándose con los que
gozan, dijo: ¡Oh Señor, salva; Señor, da prosperidad! Es decir,
salva a los que gozan para que san colmados y muestren
frutos dignos de la gracia; hazles fácil el camino de forma
que después de alcanzar tales bienes no se les retiren.
3. Bendito el que viene en nombre del Señor . En ver- 73

dad, nuestras cosas no son solamente las realizadas, sino que


empujan a otras mejores: la resurrección, el reino, la he-
rencia de Cristo; queriéndolas mostrar todas añadió: Bendi-
to el que viene en nombre del Señor. Lo mismo decía Cris-
to a los judíos: En verdad, en verdad os digo que no me
veréis hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre
del Señor .
74 Y como a menudo le objetaban por arriba y
por abajo que no provenía de Dios, porque era enemigo de
Dios, les dice: «Vosotros seréis testigos de que no soy ene-
migo de Dios, cuando me veáis viniendo entre las nubes, y
levantaréis la voz diciendo: Bendito el que viene en el nom-
bre del Señor», dejando escapar las mismas alabanzas de jus-
tificación. Ciertamente la evidencia de los hechos hará que
entonces se emita esta voz, alabando, pero a la vez lanzan-
do sobre ellos una gran acusación.

4. Os bendecimos desde la casa del Señor. El Señor es


Dios y nos iluminará . Se refiere a todo el pueblo cre-
75

yente, que goza de la bendición en la casa de Dios. Y por

72. Sal 1 1 7 , 25. 74. Mt 23, 39.


73. Sal 1 1 7 , 26a. 75. Sal 1 1 7 , 26b-c.
158 Juan Crisóstomo

todas partes aparecen los profetas que llaman bienaventu-


rados a los que creen en ellos. ¿Por qué bendecís, y por
qué la bendición? Porque Dios se nos ha manifestado. Se
manifestó la gracia de la salvación de Dios -se dice-, edu-
cándonos para que renunciemos a la impiedad y a los de-
seos mundanos, y vivamos con prudencia, justicia y piedad,
aguardando la bienaventurada esperanza y la aparición del
gran Dios y salvador nuestro, Jesucristo . Aquí el Profeta
76

se admira de la Encarnación, pues siendo Dios y Señor y


con aquella naturaleza, tiene por digno el manifestarse. Ma-
nifestación se refiere a la asunción de la carne mortal, al
introducirse en un seno virginal, al hacerse hombre y con-
vivir con los hombres. Y por eso os bendecimos -dice-,
porque habéis alcanzado tal regalo. Y Cristo, señalando lo
mismo, decía: Muchos profetas y justos desearon ver lo que
vosotros veis y no lo vieron, y escuchar lo que oís y no lo
oyeron .77

5. Cerrad el cortejo con frondosos ramos hasta las es-


quinas del altar *. Otro intérprete dice: Reunid ramos en
7

el lugar importante. Otro [afirma]: Celebrad el cortejo con


cosas pingües. Otra vez vuelve a la historia desde la pro-
fecía. Esto es lo que dice: «Haced una fiesta, celebrad una
asamblea». ¿Qué significa cerrad el cortejo con frondosos
ramos} Según un intérprete: Sacrificad espléndidas víctimas;
y según otro: Adornad el templo con coronas y ramos. Y
el [texto] hebreo dice así: Celebrad la fiesta con ramos
hasta las esquinas del altar. Sea una cosa o la otra, signi-
fica fiesta, día alegre y celebración de asamblea. Una vez
más lleva el discurso desde las cosas espirituales a las sen-
sibles y recuerda el regreso de aquellos.

76. Tt 2, 1 1 - 1 3 . 78. Sal 1 1 7 , 27.


77. M t 1 3 , 17.
Salmo 117, 6,4-7 159

6. Tú eres mi Dios y te daré gracias; tú eres mi Dios


y te ensalzaré. Te daré gracias porque me escuchaste y me
conseguiste la salvación . Aquí muestra cómo conviene dar
79

gracias a Dios sin beneficios y también por ellos, y por lo


mismo alabarlo por su majestad y su gloría inefable. Esto
es lo que da a entender la mención de los beneficios re-
cibidos. En efecto, dice: «También sin beneficios te daré
gracias y te confesaré, porque tengo tal Señor, tan excel-
so, tan grande, tan invisible e incomprensible»; en efecto,
el te ensalzaré significa lo mismo que te alabaré.

7. Daré gracias al Señor porque es bueno, porque su


misericordia es eterna . No le bastó el ofrecer él solo ese
80

sacrificio, sino que llama a muchos para que sean partíci-


pes de la alabanza y de la acción de gracias, y proclama
la bondad de Dios celebrando por todas partes su perpe-
tuidad y grandeza. También nosotros, conociendo estas
cosas, debemos permanecer dando gracias siempre al Dios
bondadoso, y hemos de ofrecer ese mismo sacrificio, para
que podamos obtener los bienes futuros, por la gracia y
bondad de nuestro Señor Jesucristo, para quien, con el
Padre y junto al Espíritu Santo, sea la gloria ahora y siem-
pre, por los siglos de los siglos. Amén.

79. Sal 1 1 7 , 28. El texto hebreo 80. Sal 1 1 7 , 29.


omite la segunda parte del versículo.
SALMO 119

Cántico de las subidas. Otro intérprete dice: Canción de


las ascensiones.
Estando atribulado clamé al Señor y El me escuchó . l

1.1. Cada uno de los otros salmos tiene su epígrafe


propio, pero éste, reuniendo muchos a la vez, tiene un tí-
tulo propio; sin embargo aquí toma una única y la misma
denominación para todos: Cántico de las subidas; o como
otro intérprete dijo: de las ascensiones. Algunos también lo
llaman grados. ¿Por qué los llaman de esa forma? Según
la historia, porque trata del regreso de Babilonia, y se
acuerdan de aquella cautividad; ahora bien, de forma mis-
teriosa, porque conduce al camino de la virtud; algunos así
lo interpretaron. En efecto, el camino que entonces toma-
ron era semejante a los escalones, que conducen poco a
poco al hombre perfecto y dotado de sabiduría, y lo le-
vantan hacia el cielo. En cambio, otros dicen que con esto
se indica la escala de Jacob que le mostró extendida desde
la tierra hasta el cielo . De esta forma, las cosas sagradas
2

de los lugares más elevados llegan a ser accesibles, una vez


que se nos ofrecen escaleras y peldaños. Ahora bien, pues-
to que es necesario sujetar a los que ascienden, una vez

1. Sal 1 1 9 , 1. 2. Cf. G n 28, 12.


Salmo 119, 1,1-3 161

que han alcanzado la altura, por eso mismo es necesario


asegurar no sólo a los que suben, sino también a los que
han llegado ya a la cima. Y la única seguridad que hay
tiene lugar al no percibir cuánto ascendemos, y no deses-
peremos, sino que miremos lo que falta de subir y tende-
mos a ello. Mostrando esto mismo, Pablo dijo: Olvidan-
do las cosas que quedan detrás y mirando a lo que está
por delante .
5

2. Pero este discurso es según la espiritualidad; a con-


tinuación, nosotros, si os parece, vayamos a la historia y
veamos aquello que nos ha liberado de la cautividad. ¿Cómo
fueron liberados de la cautividad? Por el anhelo de los je-
rosolomitas; de forma que los que no se mantuvieron en
el camino recto no consiguieron nada como fruto de la
gracia de Dios, sino que permanecieron en esclavitud el
resto de sus días; y si nosotros los imitamos, sufriremos
lo mismo. Y si no nos dejamos invadir por el deseo del
cielo y de la Jerusalén celeste, sino que anhelamos perpe-
tuamente la presente vida, revolcados en el cieno de los
deseos mundanos, no podremos alcanzar la patria.

3. Estando atribulado clamé al Señor y El me escuchó.


¿Ves el fruto de la aflicción? ¿Ves la rapidez de la benevo-
lencia? El fruto de la aflicción, porque les condujo a una
petición pura; la celeridad de la benevolencia, porque ense-
guida ayudó a los que había llamado; y esto lo realizó pri-
mero con los que estaban en Egipto. Por eso también dice:
Mirando vi la aflicción de mi pueblo, y escuché su gemido
y descendí para salvarlos .
4 Así pues, carísimo, cuando tú
estés en la aflicción, no desesperes, ni trabajes con desgana;
al contrario, anímate más entonces, ya que tus súplicas son

3. Flp 3, 13. 4. Ex 3, 7-8.


162 Juan Crisóstomo

más puras, y es mayor la benevolencia de Dios para conti­


go; y vive así toda la vida, sabiendo que la vida es labo­
riosa para ti, y que todos los que aspiren a vivir piadosa­
mente en Cristo Jesús, serán perseguidos ; y que es necesario
5

por las muchas aflicciones entrar en el Reino de los cielos . 6

4. No desees, por tanto, la vida muelle y disoluta, ni


quieras entrar por la senda ancha (pues ese camino no lleva
al cielo), sino por la estrecha y apretada. Si quieres entrar
en las mansiones de arriba, huye de los placeres, pisotea
la apariencia de la vida, desprecia la riqueza, la gloria y el
poder; adquiere, en cambio, la pobreza, la contrición de la
mente, la confesión y la fuente de lágrimas, y marcha de­
trás de todo lo que puede reportar la salvación. Cierta­
mente todas estas cosas vuelven más seguro al que las
posee, y hacen a las súplicas más excelsas. Si te dispones
a ti mismo de esta forma, y llamas a Dios con este espí­
ritu, Él te escuchará totalmente.

5. Por eso dijo el profeta: Estando atribulado clamé y


me escuchó, para que aprendas a subir poco a poco, y dis­
pongas las súplicas previstas de alas, para que no te agobies
ni te entristezcas en las aflicciones, sino que recibas el fruto
de las mismas. Pues si el profeta Elíseo, siendo hombre, no
permitía que el discípulo se pusiera en camino, viendo acer­
carse a la mujer, decía: Déjala, pues su alma está llena de
amargura ;7 no queriendo mostrar de ella otra cosa, excep­
to que posee una gran defensa y excusa en la aflicción; con
más motivo Dios no te rechazará si te acercas con el alma
dolorida. Por lo mismo, Cristo llama también bienaventu­
rados a los que lloran, y maldice a los «que ríen . Por esto 8

también, al comenzar las bienaventuranzas, dice: Bienaven-

5. 2 Tm 3, 12. 7. 2 R 4, 27.
6. Hch 14, 22. 8. Cf. Le 6, 2 1 . 2 5 .
Salmo 119, 1,3-2,3 163

turados los que lloran . Si quieres subir estos peldaños, corta


9

con lo disperso y lo vacío de la vida, cíñete con una con-


ducta laboriosa, abstente de los negocios terrenos. Esta es
la primera subida. En verdad, no es posible, no es posible
subir a la vez la escalera y mantenerte en la tierra.
2.1. ¡Mira cuánta es la altura del cielo! Conoces la bre-
vedad del tiempo, conoces la incertidumbre de la muerte.
Por tanto, no rehuses, no te demores; por el contrario,
emprende este viaje con gran ardor, para que en un solo
día subas dos, tres, diez y veinte escalones.
2. Señor, libra mi alma de los labios inicuos y de la len-
gua engañosa .10 Mira aquí cómo brilla aquel precepto evan-
gélico: Orad, para que no entréis en tentación . Pues, amigo,
11

nada hay parecido a esa tentación que hace caer al hom-


bre en el engaño; es más cruel que una fiera. En verdad
está claro lo que es: a menudo, con una capa de modera-
ción, oculta el veneno y es difícil detectar la asechanza, y
envía al infierno al que se le acerca de forma despreveni-
da. Por eso, [el Profeta] reclama a Dios por arriba y por
abajo, para que lo libre de los insidiosos. Ahora bien, si
conviene huir de los fraudulentos y corruptos, mucho más
de los engañadores y de los que profieren malas doctrinas.
Y mucho más, diría, de aquellos labios engañosos que dañan
la virtud y conducen al mal. Por estas cosas también el
Profeta pide que libere su alma; aquí dirige los dardos.

3. ¿Qué te dará o que te añadirá, oh lengua fraudu-


lenta? .
12 Otro intérprete dice: ¿Qué te ofrecerá o qué te
añadirá la lengua dolosa? En cambio, otro [afirma]: ¿Qué
te daría o qué te añadiría una lengua en cuanto al enga-

9. M t 5, 4. 1 1 . Le 22, 46.
10. Sal 1 1 9 , 2. 12. Sal 1 1 9 , 3.
164 Juan Crisóstomo

ño? Lo dicho no muestra otra cosa sino que existe una


gran maldad y una clase malévola de vicio. Por eso, mira
también al Profeta conmovido, enardecido y diciendo: ¿ Qué
te dará o que te añadirá, oh lengua fraudulenta? Lo que
dice es lo siguiente: «¿Qué clase de castigo merecerá tal
vicio?». Eso mismo decía también Isaías a los judíos: ¿Por
qué deseáis más castigo aún?". Esto es lo mismo que lo
de ¿qué te dará o que te añadirá, oh lengua fraudulenta?
El profeta dice esto mismo o que en eso consiste el cas-
tigo, cuando antes de que llegue el castigo tú mismo ya
lo reclamas, al engendrar en ti el vicio. El mayor castigo
del alma es el vicio, incluso antes de sufrir el castigo mismo.
¿Qué pena sería digna de tal castigo? Aquí ninguno, ex-
cepto la plaga enviada por Dios.

4. En efecto, el hombre no podría sufrir una pena digna,


pues la maldad supera todo el castigo; sin embargo, Dios le
infringe la plaga. Por eso, para mostrarlo añadió rápidamente:
Saetas de un guerrero afiladas con carbones desérticos™. Aquí
llama de nuevo saetas a los castigos. Y otro intérprete dijo:
Saetas de un guerrero ha afilado con carbones acumulados.
Y otro [afirma]: Con carbones de enebro; haciendo crecer el
miedo al castigo con el cambio de nombres. Pues lo de acu-
mulados, y lo de enebro tiene el mismo sentido. Ciertamente,
allí se señala la multitud, mientras que aquí la calidad y la
vehemencia del suplicio. Lo que también mostraban los Se-
tenta al exponer: Con carbones desérticos; esto es, que de-
vastan, pierden y consumen. Las Escrituras esquematizan los
castigos de Dios a partir de materias terribles para nosotros,
llamándolas saetas y fuego. A mí me parece que aquí se re-
fiere a los bárbaros. Por eso también otro intérprete, indi-
cando lo mismo, decía: Libra mi alma de los labios menti-

13. Is 1, 5. 14. Sal 1 1 9 , 4.


Salmo 119, 2,3-6 165

rosos . En efecto, así son sus palabras, los engaños y las in-
15

sidias: llenas de todo fraude y abundante maldad.


5. ¡Ay de mí, porque mi residencia en país extranjero
se ha prolongado! He habitado con las tiendas de Que-
dar! . Otro intérprete dice: ¡Ay de mí porque he extendi-
16

do mi estancia en país extranjero! Otro: ¡Ay de mí, he sido


extranjero un largo tiempo! Ciertamente, éstos hablaban la-
mentándose de la cautividad en Babilonia; en cambio, Pablo
se refería a la demora de aquí: Los que estamos en este ta-
bernáculo gemimos con angustia . Y no sólo esto, sino que,
17

teniendo las primicias del Espíritu, también gemimos en


nuestro interior *. Ciertamente, la vida presente es una re-
1

sidencia en un país extranjero. ¿Por qué digo residencia en


país extranjero, si es algo inferior que eso? Cristo también
habló de este mismo camino, diciendo: Estrecha es la puer-
ta y angosto el camino que lleva a la vida . Esta es la
19

mejor doctrina y la primera: conocer que somos extranje-


ros en la vida presente. Por eso también los ancianos lo
confesaron y por eso se admiraron sobremanera. Y Pablo
lo mostraba escribiendo: Por eso, Dios no se avergüenza
de ser llamado Dios suyo . ¿Por qué? Dime. Porque con-
20

fesaron que eran extranjeros y peregrinos . En esto con- 21

siste la raíz y el fundamento de toda virtud.

6. En efecto, el que aquí es extranjero será ciudadano


de arriba. El que aquí es extranjero no tendrá predilección
por las cosas presentes; no se preocupará de la casa, ni de
las riquezas, ni del alimento, ni de ninguna otra cosa pa-
recida; más bien, como los que permanecen en región ex-

15. Sal 1 1 9 , 2. ' 19. Mt 7, 14.


16. Sal 1 1 9 , 5. 20. Hb 1 1 , 1 6 .
17. 2 C o 5, 4. 2 1 . Cf. Hb 1 1 , 1 3 .
18. Rm 8, 23.
166 Juan Crisóstomo

traña, hacen y emprenden todo para la vuelta a la patria,


y cada día están ansiosos por ver lo que han dejado; así
también, el que ama las cosas futuras no se desanima con
las dificultades presentes, ni se engríe en las favorables,
sino que deja pasar unas y otras, como el que transita un
camino. Por eso también se nos ha mandado decir en la
oración: Venga tu reino , para que formemos el deseo y
22

anhelo de aquel día y, teniéndolo delante de los ojos, no


nos fijemos en lo presente. En verdad, si los judíos que
deseaban Jerusalén, incluso una vez liberados, lloraban por
las cosas pasadas, ¿qué clase de perdón mereceríamos no-
sotros, qué defensa tendríamos, si no fuéramos invadidos
por el deseo vehemente de la Jerusalén de arriba?

3.1. Mira también cómo éstos se lamentan de la de-


mora con aquéllos, al decir: He habitado con las tiendas
de Quedar. Mucho tiempo ha sido extranjera mi alma . 23

Aquí no sólo se queja de la demora en tierra ajena, sino


también de la convivencia con los bárbaros. Esto es lo que
hacían también otros profetas lamentándose de la vida pre-
sente, y diciendo: ¡Ay de mí, que faltó el misericordioso de
la tierra, y no queda ni uno recto entre los hombres . Y 24

éste mismo decía: Sálvame, Señor, porque faltan santos . 23

En efecto, esta vida no es sólo laboriosa porque tenga


mucha vanidad y preocupaciones inoportunas, sino porque
también es mucho el fruto de los perversos.

2. Nada hay tan molesto y pesado como la compañía de


tales hombres. Ni el humo, ni el vapor, llegan a molestar
tanto a los ojos como el trato de los perversos entristece las
almas. ¿No ves también a nuestro Señor Jesucristo que mues-

22. M t 6, 10; Le 1 1 , 2. 24. Mi 7, 1-2.


23. Sal 1 1 9 , 5b-6a. 25. Sal 1 1 , 2.
Salmo 119, 2,6-3,4 167

tra la molestia de esta compañía? Así, cuando dice: ¿Hasta


cuando estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de sopor-
tar? . Dice esto de forma misteriosa: He habitado
26 en las
tiendas de Quedar. Linaje bárbaro es éste, porque actúa con
más dureza con los subordinados que los que necesitan de
tiendas y tugurios y que son más salvajes que las fieras.
3. Mucho tiempo ha sido extranjera mi alma. Y no fue
mucho; sólo setenta años. Pero no dice que esos [años] fue-
ron muchos por la abundancia, sino por la dificultad de los
hechos. Pues aunque fuesen pocos, a los que habían sido
afligidos les parecían muchos. También a nosotros nos con-
viene estar así, y aunque aquí vivamos pocos años, debemos
considerarlos muchos por el deseo de lo futuro. Diciendo
estas cosas no censuro la vida presente. ¡Nada de eso! In-
cluso esto es obra de Dios; sino que nos excita al amor por
las cosas futuras, de modo que no sintamos predilección por
las presentes, ni seamos clavados por el cuerpo, ni mezqui-
nos de alma, como los que viven miles de años y dicen que
son pocos. ¿Qué podría haber más irracional que esto? Una
vez prometido el cielo y los bienes del cielo que ni ojo vio
ni oído oyó , ¿quiénes pueden ser más irracionales que los
27

que se quedan con la boca abierta ante las sombras, y quie-


ren atravesar el estrecho de la vida presente, enredados en
perpetuas fluctuaciones, tempestades y naufragios? No era
así Pablo, sino que se apresuraba y urgía, y una sola cosa
lo retenía: la salvación de los hombres . 28

4. Con los que odiaron la paz fui pacífico. Cuando les


hablaba provocaban la guerra sin razón . ¿Ves cómo mues-
29

tra lo molesto que es la demora allí? Pues no dijo «con

26. Mt 1 7 , 1 7 . 28. Cf. Flp 1, 24.


27. 1 C o 2, 9. 29. Sal 1 1 9 , 6b-7.
168 Juan Crisóstomo

los que tienen la paz», sino con los que odiaron la paz fui
pacífico. ¿Ves el fruto de la aflicción? ¿Ves el fruto de la
cautividad? Pero ahora, ¿quién de nosotros podría decir
eso? Sería bastante mostrarse pacífico con los pacíficos.
Mas éste es pacífico también con los que odian la paz. Y
¿cómo obraremos nosotros con rectitud? Si vivimos como
extranjeros; de nuevo condujo el discurso al mismo argu-
mento: «Si vivimos como extranjeros, si no somos reteni-
dos con nada de lo presente». En efecto, nada es causa de
guerra y combate como el amor a las cosas de aquí abajo,
como la honra, la riqueza, o el deseo de goces. Pero cuan-
do cortes todos estos hilos, y no permitas que nada re-
tenga al alma, entonces verás cómo el combate tiene un
principio, cómo la virtud está ligada a un fundamento. Por
esto manda ser ovejas entre lobos , para que no digas:
30

«Sufro estas cosas, y por eso me enfurezco». Pues aunque


sufras innumerables males -dice-, permanece siendo oveja
y así superarás a los lobos. El malvado es terrible y per-
verso, pero tienes tal fuerza que eres superior a los mal-
vados. ¿Qué hay más manso que una oveja? ¿Qué hay más
cruel que un lobo? Este, no obstante, será superado por
aquélla; esto se vio en los apóstoles. Ciertamente nada hay
más fuerte que la mansedumbre, nada más potente que la
calma. Por eso Cristo manda ser oveja entre lobos.

5. Habiendo hablado así, como no bastase esta manse-


dumbre -me refiero a la de las ovejas-, se lo indica al dis-
cípulo que quiere, y añade otra cosa: Sed sencillos como
palomas ;31mezcla la mansedumbre de dos animales sim-
ples y sencillos. Tal es la prudencia que se nos exige cuan-
do estemos entre salvajes. Y no me digas: «Es malvado, y

30. Cf. M t 10, 1 6 . 31. M t 10, 16.


Salmo 119, 3,4-5 169

no puedo aguantarlo». Entonces es necesario que muestres


la máxima mansedumbre, cuando nos encontremos con sal-
vajes y con inhumanos. Entonces se muestra la fuerza de
la virtud; entonces reluce la obra, el buen hacer y el fruto
de la misma. Cuando les hablaba provocaban la guerra sin
razón. Otro intérprete dice: Y cuando hablaba con ellos,
me hacían la guerra; dando a entender que con los que
odian la paz fui pacífico, o bien que cuando les hablaba,
ellos me hacían la guerra. Lo que quiere decir es lo si-
guiente: «En aquel momento de conversación, cuando se
mostraba la mayor caridad -afirma-, cuando se emitían las
palabras más amistosas, entonces se enfurecían, entonces
proferían engaños y no les paraba nada; y o , sin embargo,
les mostraba mi propia virtud, aunque ellos la rechazaban».
Así también conviene que nosotros seamos maltratados,
cuando seamos heridos por los que amamos; aunque nos
hagan insidias, hemos de recordarles aquella parábola que
manda que seamos como ovejas en medio de lobos, para
que les hagamos mejores, y consigamos aquellos bienes ce-
lestes, que se nos ha facilitado a todos alcanzar por la gra-
cia y la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo, para
quien es la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 120

Cántico de las ascensiones. Otro: Cántico para las subidas.


Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el au-
xilio? . Otro: Elevo mis ojos a los montes, ¿de dónde me
1

vendrá el auxilio?

1.1. Mira el alma necesitada y perpleja cómo, encon-


trándose entre males y queriendo alcanzar consuelo, vuel-
ve la vista a Dios. De nuevo esto es una buena obra y
fruto que brota de las tentaciones, que levanta al alma y
la lleva a que busque el auxilio de arriba y se separe de
todas las cosas terrenas. En efecto, si los judíos, que eran
obtusos y estaban clavados a la tierra, por las penas de la
cautividad llegaron a ser buenos, y miraban al cielo, mucho
más justo es que nosotros actuemos así en las calamida-
des, y nos refugiemos en Dios; nosotros, que reclamamos
mayor perfección que ellos. Puesto que aquellos entonces
estaban en medio de los enemigos y no tenían ciudad, ni
muralla, ni torre, ni armas, ni auxilio humano, ni abun-
dancia de riquezas, ni ninguna otra cosa parecida, sino que
estaban cautivos y esclavos, con frecuencia oprimidos en
medio de las calamidades, se refugiaban en la mano in-
vencible, y, aislándose de las cosas humanas, a causa de

1. Sal 120, 1.
Salmo 120, 1,1-3 171

esta soledad se entregaban a la filosofía. Por esto decían:


Levanto mis ojos a los montes, de donde me vendrá el au-
xilio. Habiendo sido relegadas todas las cosas humanas, re-
tiradas todas y estando todas lejos, sólo les quedaba la
única salvación que viene de Dios.
2. Mi auxilio [viene] del Señor que hizo el cielo y la
tierra . ¿Ves cómo ellos buscan a Dios por todas partes?
2

En la tierra, en el cielo, en los montes, en el desierto, y


por todas partes lo muestran. ¿Ves cómo su mente se ha
vuelto más clara y cómo predican su providencia en todo
lugar? Ciertamente no pusieron simplemente que hizo el
cielo y la tierra, sino que habiéndolo deducido con cierta
oscuridad dicen también: «Si hizo el cielo y la tierra, puede
también auxiliar en otra parte, y en todas partes, y exten-
der la mano en tierra extranjera, y salvar a los que fueron
expulsados de su patria. Y si esto lo hizo con sólo la pa-
labra, con más razón a nosotros nos podrá liberar de los
bárbaros».

3. ¿Ves cómo filosofan los que, siendo más insensibles


que las piedras, viven en región extraña? Ahora bien, no
se acuerdan del templo, sino del cielo y la tierra. Mira como
también proclaman la creación y la sabiduría de Dios y la
providencia. Los que antes decían al leño: tú eres mi Dios,
y a la piedra, tú me engendraste ,
71 ahora reconocen al Cre-
ador del universo. Mi auxilio [viene] del Señor, no de los
hombres, ni de los caballos, ni de las riquezas, ni de los
compañeros, ni de los recintos. Nuestro auxilio [viene] del
Señor. Y este auxilio es inexpugnable e invencible; no sólo
invencible, sino también fácil y expedito. Ciertamente no
conviene andar un camino largo, ni adular a los amigos del

2. Sal 120, 2. 3. J r 2, 2 7 .
172 Juan Crisóstomo

novio, ni disponer de privilegios, sino que uno puede per-


manecer en casa y atraerlo en su auxilio; basta con que úni-
camente se aleje de las cosas humanas y se adhiera con
aquella esperanza, tenga los ojos agudos y mire hacia arri-
ba. Por eso Dios creó a este único viviente erecto, y co-
locó los ojos en lo alto del cuerpo, enseñando que también
debía mirar hacia arriba desde las cosas sensibles. Cierta-
mente, este animal es el único erecto; en cambio, los demás
animales miran hacia abajo y están inclinados hacia la tie-
rra. El está erigido hacia el cielo, para que considere las
cosas de allá, piense en ellas, y ponga en ellas el ojo del
alma. Por eso decía también cierto sabio: Los ojos del sabio
están en su cabeza ; es decir, está libre de todo lo de aquí
4

abajo, camina por el cielo y contempla lo sublime.

4. No entregues tu pie a la inquietud, ni duerma tu


guardián .5 ¿Ves cuánta diligencia nos pide el discurso? En
efecto, quienes se han acordado de la ayuda también soli-
citan la acción de arriba, para exhortar y aconsejar, sobre
todo diciendo: «Si deseas servirte de esa ayuda, contribu-
ye con tus cosas». ¿Qué es lo que pregunta? Escucha: No
entregues tu pie a la inquietud: es decir, no desconfíes, no
te escandalices, y entonces tendrás la mano que Dios te
tiende, que ni te abandona ni te deja. De modo que para
nosotros estos son los principios, y están en nuestro poder.
Y puesto que están en nuestro poder, cuando queramos
conseguir algo, conviene que nosotros mismos entreguemos
nuestras cosas (pues también Dios lo quiere así), las que
son pequeñas y sin valor; e igualmente conviene entregar
el no estar ociosos, ni adormilados, ni roncando profunda-
mente, ni indolentes, sino trabajando y empeñados en sal-
varnos.

4. Q o 2, 14. 5. Sal 120, 3.


Salmo 120, 1,3-2,2 173

5. Por eso también en la undécima hora se tomó un


asalariado . Y ¿qué va a hacer uno a la undécima hora?
6

Que el trabajo sea el punto de partida y ocasión de co-


ronas. Por eso dice: No darás tu pie a la inquietud, ni dor-
mirá quien te custodie. Si ofreces tus cosas también se se-
guirán las suyas. A partir de aquí también se manifiesta
otra cosa: aunque entreguemos lo nuestro, también así ne-
cesitaremos de su ayuda para que estemos en la seguridad
y permanezcamos inmutables.
2.1. ¿Quién da el pie a la inquietud? El que pisa cosas
resbaladizas y que no tienen base firme, como es el deseo
de las riquezas, y la pasión por las cosas mundanas. Por
eso se precipitan y caen con frecuencia, y producen para
sí mismos el peligro de las cosas últimas. Pues aquéllas
[otras] no son nunca firmes, ni son nunca estables, sino
que cambian constantemente, y se transforman y alboro-
tan más que las olas, y se alejan más rápidamente que ríos
que fluyen por todas partes; están vacías y fluyen más que
la arena.
2. He aquí que no dormirá, ni dormitará el guardián
de Israel . Si eres comparado así, dice, no dormirá, ni dor-
7

mitará; esto es, no te soltará de la mano ni te abandona-


rá ni te dejará desnudo y solo. Y queriendo indicar eso,
no puso simplemente el guardián de Israel. Lo que dice
es lo siguiente: si ésa es su tarea de siempre, lo que desde
antiguo vieron los antepasados que fueron colocados en la
seguridad, no renunciará a su tarea, y lo que tiene cos-
tumbre hacer no lo abandonará, si tú no entregas tu pie
a la inquietud. Y no solamente no te dejará, sino que in-
cluso te protegerá con abundante seguridad.

6. Cf. Mt 20, 6. 7. Sal 120, 4.


174 Juan Crisóstomo

3. Por eso también añadió: El Señor te guardará. El


Señor es tu sombra protectora sobre tu mano derecha*. Otro
[dice]: A tu mano derecha. Será - d i c e - tu defensor, tu pro-
tector. ¿Ves cómo también aquí quiere que tú seas fecun-
do? Desde la metáfora de los que están en línea de bata-
lla, permanecerá a tu mano derecha, de modo que seas
inexpugnable, fecundo, fuerte, poderoso, que levantes el
trofeo, que tengas victorias, puesto que es lo máximo y
por lo que hacemos todas las cosas. Y no solamente será
para ti un defensor y un compañero de batalla, sino tam-
bién un protector. De nuevo digo que, por razón de las
cosas que están ante nosotros, Dios nos brinda su auxilio,
y nos muestra su absoluta protección y el auxilio total-
mente cercano de su mano y de su amparo.

4. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche . 9

Esto sucedió cuando volvieron de Egipto y continuaban en


el desierto. Y aquí se refiere a una gran seguridad. También
es verosímil que ellos, cuando les dejaron marchar, obraran
algún milagro de otra manera. Esto lo añadió queriendo
mostrar la largueza de su providencia, que no sólo libera
de los males, sino que incluso impide que permanezca per-
petuamente lo que sufren los hombres. En efecto, la admi-
nistración de su auxilio es generosa, inefable la benignidad,
no ofrece su auxilio a la medida de nuestra necesidad, sino
que incluso supera con creces nuestras peticiones.

5. El Señor te guardará de todo mal; el Señor custo-


diará tu alma . Él no dejará que te aflijan ni siquiera cosas
10

pequeñas, sino que hasta esto extiende su cuidado y pro-


videncia, y con más motivo hará que seas inexpugnable

8. Sal 1 2 0 , 5. 10. Sal 1 2 0 , 7.


9. Sal 1 2 0 , 6.
Salmo 120, 2,3-6 175

por otras cosas. Pues todo lo molesto y áspero que te so-


breviene, también cederá al espíritu de Dios, lo que no
está en mano de los hombres. Así, aunque a veces liberan
de un mal, sin embargo de otro no pueden, o si pueden
no quieren; pero la mano de Dios es poderosa y lo puede
todo, y aunque te invada cualquier cosa podrá soltarte y
liberarte de todo, y hacerte más independiente.

6. El Señor custodiará tu salida y tu entrada . Otro 11

intérprete dice: Tu llegada. ¿Ves cómo tiene su auxilio per-


petuo en todas partes, al entrar y al salir? ¿Qué puede
compararse a esta caridad? ¿Qué puede haber igual a esta
benevolencia? Aquí ciertamente se refiere a toda la vida,
pues la vida toda consiste en eso, en salidas y entradas. Y
mostrándolo más claramente añadió: Desde ahora y por
siempre .
12 No un día -dice-, ni dos, ni tres, ni diez, ni
veinte, ni cien días, sino perpetuamente, lo cual no suce-
de entre los hombres; al contrario, son muchos los cam-
bios, frecuentes los sucesos y continuas las vicisitudes.
Quien hoy es amigo, mañana es enemigo; quien hoy te
auxilia, mañana te abandona. Y a menudo no sólo te aban-
dona, sino que también te combate y te prepara insidias
más fuertes que las de cualquier enemigo; pero las cosas
de Dios permanecen inconmovibles, perpetuas, inalterables,
estables y carecen de fin. Así pues, debemos alcanzar éstas
y entregar las nuestras, de modo que gocemos de una gran
seguridad, y obtengamos los bienes futuros en Jesucristo,
Señor nuestro, para quien es la gloria por los siglos de los
siglos. Amén.

1 1 . Sal 120, 8a. 12. Sal 1 2 0 , 8b.


SALMO 121

Me alegré con los que me dijeron iremos a la casa del Señor .


1

1.1. Sin embargo, ahora muchos también sienten aver-


sión a la oración: y aunque uno, cuando va al circo o a
los teatros, dijese que son una iniquidad, muchos acudirí-
an corriendo; pero si va a la casa de oración, pocos serí-
an los no perezosos. Ahora bien, los judíos no obran así.
¿Qué puede haber peor que los cristianos parezcan más
tibios que ellos? ¿Por qué éstos son así? De nuevo lo digo:
desde la cautividad [los judíos] se volvieron mejores. Allí,
los que antes sentían nauseas, abandonaban el templo y la
atención de los divinos discursos, y se entregaban a sí mis-
mos a los montes, valles y colinas, y a una gran impiedad;
pero entonces renunciaron al deseo de aquel culto, y con
esta promesa se inflamaron, se alzaron y se alegraron en
el alma. En efecto, como habían trabajado con hambre y
sed -no hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar
la palabra del Señor -,2 castigados con este suplicio, bus-
can con el mayor deseo liberarse de él. Y así, a esto sólo
se consagraron diciendo: Agradaron a tus siervos tus pie-
dras, y se compadecieron de su ruina . Y de nuevo: ¿Cuán-
3

do vendré y contemplaré el rostro de Dios? . Y también:


4

1. Sal 1 2 1 , 1. 3. Sal 1 0 1 , 1 5 .
2. A m 8, 1 1 . 4. Sal 4 1 , 3.
Salmo 121, 1,1-3 177

Te recuerdo desde el país del Jordán y del Hermán, desde


el pequeño monte ; y una vez más: Recordando
5 estas cosas,
lleno mi alma de nostalgia . ¿Por qué - d i m e - has recor-
6

dado? Porque iré al lugar del tabernáculo admirable, hasta


la casa de Dios . Esto es, porque iré a los coros, a las fies-
7

tas y a aquel culto.


2. Estando presentes, ya se posan nuestros pies en tus
umbrales, Jerusalén*. Otro [afirma]: Me alegré cuando me
dijeron vamos a la casa del Señor. Ya están nuestros pies
en tus umbrales, Jerusalén. ¿Ves qué insigne placer? Go-
zando con estos hechos y alegrándose con estas palabras,
abrazaban con gran deseo la casa de oración y la ciudad.
Es así como Dios suele actuar siempre. Cuando tenemos
bienes y no los valoramos, los arranca de nuestras manos,
para que lo que no hizo el disfrute, lo haga la privación;
es lo que también les sucedió a los que rodearon la ciu-
dad y el templo, que recibieron la patria dando muchas
gracias.

i. Jerusalén es edificada como ciudad . Otro [dice]: A


9

la edificada como ciudad. Ahora bien, según los Setenta


significa que Jerusalén será edificada como ciudad, refi-
riéndose al tiempo anterior a la edificación; y según otro
intérprete, aceptamos a Jerusalén, edificada como ciudad,
refiriéndose a la que aparece después de la cautividad. En
efecto, cuando toda la ciudad era presa de mucha caren-
cia y ruina, con las torres derruidas, las murallas derriba-
das, y sólo permanecían los restos de la vieja patria, al
volver y ver la soledad, citan aquella antigua prosperidad
y con encomios dicen que ella era clara e ilustre, la asam-

5. Sal 4 1 , 7. 8. Sal 1 2 1 , 2.
6. Sal 4 1 , 5a. 9. Sal 1 2 1 , 3a-b.
7. Sal 4 1 , 5b.
178 Juan Crisóstomo

blea que tenía, y príncipes, reyes y sumos pontífices, y


embellecida antes con todo adorno, ahora ha sido reduci-
da a esa apariencia. Y para saber que esto es así, escucha
lo que sigue: Jerusalén que está edificada como ciudad.
Pues entonces no era ciudad. Lo manifiesta también, por
lo que añade, diciendo: Que está bien unida entre sí . Co- 10

menta de ella la firmeza y solidez de sus edificaciones, y


que en ninguna parte estuvo vacía, pues antes de la cau-
tividad era sólida, perfecta, firme y habitada. Por eso tam-
bién cierto intérprete dice, mostrando lo mismo: Tenien-
do coherencia.

4. Después de esto también se menciona otro encomio:


Allá suben las tribus, las tribus del Señor, testimonio de
Israel, para alabar el nombre del Señor . De esta forma
11

la ciudad era muy adornada; no tanto por la magnitud y


los edificios, como por todos los que allí se congregaban,
bien hubiera algún senado, se hiciera una asamblea o tu-
viera lugar una opinión sobre algún asunto. Puesto que el
templo estaba allí mismo y toda ceremonia era allí donde
se celebraba, y allí se encontraban los sacerdotes, los le-
vitas, el santuario, las partes reservadas, los atrios, los sa-
crificios, el altar, las celebraciones, las reuniones, las ora-
ciones, las audiciones, y - l o diré de una v e z - allí tenía
lugar toda forma de república, convenía que las tribus se
reuniesen allí máxime tres veces al año, en las solemnida-
des y fiestas públicas: en la Pascua, en Pentecostés, y en
[la fiesta de] los Tabernáculos. Ciertamente no se permi-
tía en otros momentos. Por esto, al encomiar a la ciudad,
dice: Allá suben las tribus; y otro [afirma]: Allá suben los
imperios. Incluso no simplemente tribus, sino tribus del
Señor. Todas las tribus eran del Señor, pero incluso a ellas

10. Sal 1 2 1 , 3c. 1 1 . Sal 1 2 1 , 4.


Salmo 121, 1,3-2,2 179

no se les permitía celebrar en su propia patria, sino que


la metrópoli tenía el honor de que todas eran reunidas en
ella y atraídas hacia ella.
2.1. Y esto sucedía como ocasión para el conocimien-
to de Dios, para que no tuvieran un pretexto para el culto
de los ídolos, al encontrarse errantes por todas partes. Por
esto allí sacrifican, allí rezan, allí se les manda tener las
asambleas, protegiendo la dispersión de sus mentes con la
estrechez del lugar, rechazando y deteniendo que se pro-
duzca la impiedad. Mostrando esto decía también: Tribus
del Señor, testimonio de Israel. ¿Qué significa testimonio de
Israelt Testimonio máximo, argumento, prueba de la pro-
videncia de Dios, de modo que no les quedara ninguna ex-
cusa si caían y se pasaban a los dioses. En efecto, esto era
el máximo argumento de la providencia, la fuerza y la sa-
biduría de Dios. Pues también allí se reconocía la ley, al
contener las historias y narraciones de las buenas acciones
de los antepasados. Allí también se estrechaban en caridad,
tratándose unos con otros. Ciertamente, la celebración de
las fiestas era la base del trato mutuo y un motivo para
que tuvieran lugar un mayor temor, una piedad más in-
tensa e innumerables bienes que surgían por el hecho de
reunirse ellos en la ciudad. Para dar gracias al nombre del
Señor. Es decir, agradecer, adorar, pedir, ofrecer, sacrificar;
esto es lo que les conducía a la piedad, y les inclinaba al
cumplimiento más seguro como ciudadanos.

2. Porque allí se asientan los tronos para el juicio, los


tronos en la casa de David . 12Mira cómo aquí menciona
también otra excelencia de la ciudad. ¿Cuál? Que allí es-
taba la realeza. Esto significa el que allí se asientan los tro-
nos para el juicio, los tronos en la casa de David. Otro

12. Sal 1 2 1 , 5.
180 Juan Crisóstomo

[dice]: de la casa de David. En verdad, el principado era


doble; por un lado estaba el de los sacerdotes, por otro el
de los reyes; como si se tratara de un yugo con una doble
corona y diadema, la ciudad se adornaba mediante todas
estas cosas. Allí se encontraban los jueces, a los que se les
llevaban los asuntos que superaban la facultad de muchos.
Pues si en otras ciudades surgía alguna cuestión que tenía
cierta dificultad, la llevaban al conocimiento de los jueces
de Jerusalén, y de allí salía la solución. Pero tales cosas
eran antiguas: las de ahora son mucho más graves. Y es
que existe una total soledad, ruina y devastación; existen
sólo restos de unas pocas construcciones, una representa-
ción miserable, con un solo monumento y un enigmático
vestigio de la anterior prosperidad.

3. Pero por ello no termina el discurso con las cosas


sombrías, sino que les devuelve la esperanza de cosas más
alegres, diciendo: Pedid la paz para Jerusalén . ¿Qué sig-
13

nifica pedid la paz para Jerusalén! En vez de solicitad y


rogad. Otro [intérprete] dice también: Saludad a Jerusa-
lén. Es decir, rogad para que vuelva la primera prosperi-
dad, para que sea liberada de las frecuentes guerras, para
que en lo sucesivo goce de seguridad. Ahora bien, lo dice
o lo predice. Pedid la paz para Jerusalén. Esto es, venga
sobre ella la paz. Y abundancia para los que te aman™.
Otro [dice]: Descansan. Y otro: Te hagan próspera quie-
nes te aman. Aquí, la mucha abundancia de prosperidad
se refiere no sólo a que sus bienes perduran, sino a que
también gocen de ellos quienes la aman; que era, por el
contrario, lo que sucedía en los tiempos anteriores. En
efecto, los que la odiaban y luchaban podían muchísimo
y eran más poderosos que los otros, y más brillantes, y

13. Sal 1 2 1 , 6a. 14. Sal 1 2 1 , 6b.


Salmo 121, 2,2-6 181

levantaban con facilidad los trofeos. «Pero los que te aman


ahora estarán con mayor seguridad. Ellos serán protegidos
por ti». Se refiere a los que se asociarían a ella y también
a sus propios ciudadanos.
4. Haya paz en tu fortificación . Otro: En tu baluar-
15

te. Otro: En tu muralla. ¿Qué significa en tu fortificación!


En tu fundamento, en los que te habitan, en tu prosperi-
dad. Puesto que la guerra es algo funesto, también se pide
para ella que tenga paz, que es lo que perdió. Y prosperi-
dad en tus torres . Otro: En tus palacios. Otro [dice]: Gozo.
16

Otro: Tranquilidad. No predice sólo la liberación de los


males, sino también la suma de innumerables bienes: paz,
abundancia y fertilidad. Ciertamente, ¿de qué aprovecha la
paz, cuando se vive en pobreza, mendicidad y hambre? ¿De
qué aprovecha la prosperidad, cuando la guerra apremia?
Por eso se les profetizan ambas cosas buenas, para que les
asista la abundancia y la tengan segura mediante la paz.

5. En favor de mis hermanos y conocidos . Habla de17

los vecinos, que se alegran por su suerte y le pide que ten-


gan paz, para que ellos se humillen y conozcan la fuerza
de Dios; o también llama hermanos a los que habitan la
ciudad. En favor de mis hermanos y conocidos que haya
paz, de modo que, cuando se repongan, se vuelvan mejo-
res por las calamidades». Diré: ¡La paz contigo! . 18

6. Por amor de la casa del Señor, nuestro Dios, he bus-


cado el bien para ti". Otro [dice]: Pediré paz para ti. Pues-
to que había dicho en favor de mis hermanos y conocidos,
muestra que no pide por el honor de ellos, sino para que

15. Sal 1 2 1 , 7a. 18. Sal 1 2 1 , 8b.


16. Sal 1 2 1 , 7b. 19. Sal 1 2 1 , 9.
17. Sal 1 2 1 , 8a.
182 Juan Crisóstomo

se beneficien más; y añadió: Por amor de la casa del Señor,


nuestro Dios. Es decir, pido la paz a través de su gloria,
para que vuelva de nuevo su culto, y sea más beneficiosa
la doctrina. Así, los que nacieron en tiempo de la cautivi-
dad, pronto fueron testigos del descenso y del retorno. Y
cumplido el culto, aprendieron todas estas cosas de los an-
cianos: la antigua buena conducta y la felicidad que tení-
an, pues habían desaparecido. ¿Ves cómo suprime su arro-
gancia, para que no consideren que recibieron los bienes
como recompensa recibida por la pena, sino para que com-
prendan que son devueltos a la propia patria por la glo-
ria de Dios y, aprendiendo, permanezcan en la mayor se-
guridad, y no volviendo a pecar tampoco se apodere de
ellos nuevamente el engaño? Nosotros, por tanto, sabien-
do estas cosas no seamos derrotados más; y si alguna vez
caemos en el pecado, empeñémonos en levantarnos rápi-
damente, y no recaigamos en las cosas primeras, para que
no escuchemos lo del paralítico: Mira que estás curado, y
no peques más, para que no te suceda algo peor .20 Habló
así, para enseñar a los que están en la virtud a conservar-
la con seguridad, y a los que han sido liberados del peca-
do, para que permanezcan en el cambio a mejor, y para
que todos juntamente alcancemos los bienes celestes, y
todos nosotros podamos gozar, por la gracia y benevo-
lencia de nuestro Señor Jesucristo, para quien es la gloria
y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

20. Jn 5, 14.
SALMO 122

Levanté mis ojos a ti, que habitas en el cielo .1

1.1. Mira cómo brilla por todas partes el fruto de la


cautividad. En efecto, los que siempre estaban clavados a
las cosas terrenas y confiaban en los asirios y los egip-
cios, y se fiaban en la protección de los muros y en la
abundancia de riqueza; ahora, desprendiéndose de todas
estas cosas, recurren a la mano invencible, están pendien-
tes de la esperanza aquella, se facilitan un razonamiento
más elevado, y separándose de la tierra y no pudiendo di-
rigirse al templo como de costumbre, porque había sido
destruido, en adelante invocan al Dios del cielo. Se dice
«habitar en el cielo» no como un lugar cerrado al que se
retira; ¡eso nunca!, pues Él lo llena todo; sino más bien
como el lugar donde descansa; incluso se dice que habita
entre los hombres: Pues habitaré y andaré entre ellos .2

Ahora bien, los que se encuentran en la región de los bár-


baros, fueron educados con una doctrina nada mediocre;
pues, habiendo sido separados de todas las cosas placen-
teras de esta vida, se les enseña con claridad que en cual-
quier parte que invoquen a Dios, escucha fácilmente. Así,
como por fin iba a levantarse el fulgor de una nueva forma

1. Sal 122, 1. 2. 2 C o 6, 16.


184 Juan Crisóstomo

de vida, el Profeta comienza a señalar las cosas futuras,


revelando poco a poco y casi por enigma la observación
de los lugares.
2. Mira, como los ojos de los esclavos están puestos en
las manos de sus señores, como los ojos de la esclava en
las manos de su señora; así están puestos nuestros ojos en
el Señor, nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros .
3

Observa aquí de nuevo la tensión de la piedad; cierta-


mente no esperan solamente un breve espacio de tiempo,
sino constantemente clavados y anhelantes. Y por eso tam-
bién pusieron este ejemplo aquí en medio, repitiendo lo
mismo de forma enigmática, puesto que no buscan para
ellos en otra parte la esperanza del auxilio ni de la ayuda,
ni ninguna otra cosa, porque tanto el esclavo como la es-
clava tienen una sola razón, y para su sustento, vestido
y el resto de las cosas miran a sus dueños; y no se reti-
ran, sino que esperan hasta que reciben, y cuando han
recibido dan las gracias; y de continuo hacen esto con
sus dueños. Ahora bien, se acuerda de la esclava y de los
siervos, queriendo mostrar lo mismo, puesto que ellos lo
ven y lo hacen continuamente, y no tienen otra esperan-
za porque permanecen clavados en la confianza de aquel
auxilio, de quien proceden todos los bienes. Mira cómo
los que en un primer momento fueron invitados a correr
hasta Dios, tras escuchar estas cosas con náusea y fasti-
dio, ellos se vuelven ahora mejores con la calamidad, de
manera que y a no quieren separarse de Él, sino que per-
severan, lo sirven y lo buscan hasta que se apiade de no-
sotros. No dijo «hasta que reciba el premio» ni «hasta
que reciba la recompensa», sino hasta que se apiade. Y
tú, hombre, espera con constancia, tanto si recibes como

3. Sal 122, 2.
Salmo 122, 1,1-4 185

si no recibes; y aunque no recibas, no desistas, y recibi-


rás por completo. En verdad, si a aquel juez cruel le con-
movió la insistencia de una viuda , ¿qué favor vas a con-
4

seguir tú, si te retiras de inmediato, te descuidas y


permaneces aletargado? ¿No ves cómo las esclavas, pen-
dientes de sus señoras, no dejan que sus ojos ni sus men-
tes divaguen por otras cosas? Haz tú lo mismo; sigue
sólo a Dios, y dejando todas las demás cosas, hazte de
los suyos, y recibirás por completo todo lo que pidas que
sea beneficioso.

3. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de noso-


tros, porque estamos llenos de desprecio . Nuestra alma está
5

por demás saturada . 6 ¿Ves una mente contrita? Piden ser


salvados desde la piedad, y no desde la misericordia, aun-
que la merecieran, sino porque recibieron un gran castigo,
como dice también Daniel: Hemos sido hechos los más pe-
queños de todas las naciones de la tierra ; esto mismo dicen
7

ellos en sus súplicas: «Sufrimos una tragedia extrema, somos


separados de nuestra patria, de la libertad; nos converti-
mos en esclavos de los bárbaros, pasamos la vida sufrien-
do reproches, nos consumimos oprimidos en hambre, mi-
seria, y ardiente sed, y rechazados con desprecio somos
pisoteados en todo momento; así pues, perdónanos por
estas cosas y ten misericordia de nosotros».

4. ¿Qué significa nuestra alma está por demás satura-


da} «También nuestra alma está fundida y debilitada por
la magnitud de los males. En efecto, hay muchos que su-
fren males, pero los soportan con fortaleza. Nosotros, sin
embargo, hemos perdido incluso eso -dice-, estamos an-
gustiados, agotados y hemos sido golpeados». Y es que

4. Cf. Le 1 8 , 1-5. 6. Sal 1 2 2 , 4a.


5. Sal 122, 3. 7. D n 3, 37.
186 Juan Crisóstomo

como no usaban convenientemente de los honores, Dios


les castiga con lo contrario; y esto se puede ver que lo
hace en muchos lugares. También a Adán lo corrigió con
la expulsión del paraíso ya que la estancia allí no le sirvió
de ayuda , y a la mujer, que poseía la misma dignidad,
8

pero más perversa, la hizo mejor con la servidumbre y la


sujeción. También los judíos, desenfrenados y disolutos,
llegaron a ser peores por la libertad y seguridad de la pro­
pia casa, y fueron corregidos con lo contrario. Y éstos con­
siguieron misericordia al suplicar a Dios, diciendo: Nues­
tra alma está por demás saturada.

5. El oprobio para los satisfechos y el desprecio para


los soberbios . 9Otro [dice]: Nuestra alma está harta de
muchas cosas, de los oprobios de los satisfechos y de los
desprecios de los soberbios. Otro [afirma]: De la burla de
los arrogantes. Otro: Del desprecio de los que tienen en
abundancia. Estos también se adhieren a estas frases. Y
hablan con tono trágico de la calamidad, ya que nuestra
alma está saturada por los oprobios. Los Setenta dicen
otra cosa: «Les suceden estas cosas y gozan con lo que
hacen, porque rebajan su orgullo y jactancia». Esto mismo
vemos que pasa a menudo; pues Dios también acostum­
bra a obrar de forma que a los que se hinchan en de­
masía los contiene, y humilla a los que se exaltan , para 10

que se separen del camino que les dirige al mal. En efec­


to, nada hay peor que la soberbia . De ahí las tentacio­
11

nes y aflicciones, el cuerpo mortal, las muchas calamida­


des que sobrevienen; por eso los dolores y enfermedades,
para que innumerables frenos sujeten al alma que se llena
de soberbia y que se erige con orgullo.

8. Cf. G n 3, 23. 10. Cf. Le 14, 1 1 .


9. Sal 122, 4b. 1 1 . Cf. Si 1 0 , 7.
Salmo 122, 1,4-6 187

6. Así pues, no te turbes, queridísimo; escucha, por el


contrario, las palabras del Profeta: Bueno fue para mí que
me humillaras porque así aprendí tus mandatos ; recibe la
12

desgracia como medicina, y la tentación como utilidad, y


más tarde podrás conseguir una mayor tranquilidad. De la
que, ojalá, todos seamos dignos, por la gracia y la bene-
volencia de nuestro Señor Jesucristo; a Él la gloria y el
imperio, por los siglos de los siglos. Amén.

12. Sal 1 1 8 , 7 1 .
SALMO 123

Si el Señor no hubiera estado con nosotros .


1

1.1. Lo que he dicho con frecuencia, lo afirmo tam-


bién ahora, y no cesaré de repetirlo, y a que el fruto de
la cautividad es grande y puede conducir a la filosofía a
los aplicados. He aquí que los que corren hacia los ído-
los y muestran desprecio a Dios y se desvían hacia la im-
piedad, ¿qué dicen ahora, tras la cautividad y cómo atri-
buyen a Dios su propia salvación? El Profeta, como el
mejor de sus coregas, les manda decir frecuentemente estas
cosas. Por tanto, tras lo que ha dicho en primer lugar,
también les ordena decir como un maestro a sus discí-
pulos: Diga Israel , si el Señor no hubiera estado con no-
2

sotros, cuando se alzaron los hombres contra nosotros , en-


3

tonces nos hubieran tragado vivos .4 En efecto, estaban


inermes y desnudos, cautivos y esclavos, recientemente li-
berados de los males, y tenían una ciudad no fortificada,
o mejor, ni siquiera una ciudad, y, tras la vuelta, eran
como botín preparado para todos; pero Dios hizo de muro
y fortaleza para ellos. Digamos también nosotros ahora
esto: «Si el Señor no hubiera estado con nosotros enton-

1. Sal 123, la. 3. Sal 1 2 3 , 2.


2. Sal 123, Ib. 4. Sal 1 2 3 , 3a.
Salmo 123, 1,1-2 189

ees nos hubieran tragado vivos». ¿Qué no haría con no-


sotros el diablo, nuestro enemigo, si el Señor no estuvie-
ra con nosotros? Escucha lo que dice Cristo a Simón:
Simón, Simón, mira que Satanás te ha buscado para cri-
barte como el trigo; pero yo he rogado por ti para que no
desfallezca tu fe . Pues es una bestia malvada e insacia-
5

ble, y si no se le refrena continuamente, derriba y opri-


me todas las cosas.
2. Si por tener un poco de permiso, al bienaventurado
Job le derribó [el diablo] la casa arrancándola de raíz, llenó
su cuerpo de llagas, ocasionó semejante tragedia, corrom-
pió la hacienda, sepultó a los hijos, hizo que la carne re-
zumara de gusanos, incitó a su mujer, a los amigos, a los
enemigos y a los siervos, disponiéndoles a que dijeran tales
cosas; si no se le sujetara con innumerables frenos, ¿cómo
no nos iba a perder a todos? Por eso dice: Si el Señor no
hubiera estado con nosotros. Ciertamente, puesto que eran
muy pocos y sin valor, también eran muchos los que se
volvían y les atacaban. Pero aunque con esto se mostraba
la sabiduría de Dios, con ello no les daba seguridad en el
conflicto, sino lentamente y poco a poco. Y lo hacía man-
teniéndoles en el conocimiento de Dios, y no permitien-
do que se perdiese la mejoría que habían adquirido en la
cautividad. Puesto que la liberación de los males solía vol-
verlos más tibios, también permitía que en aquella dona-
ción de bienes fueran tentados, para que de continuo tu-
vieran un adiestramiento de filosofía en las tentaciones. De
esta forma, no siempre deja a los hombres en la calami-
dad, para que no desfallezcan; ni siempre en el reposo,
para que no se vuelvan más tibios, sino que con las alter-
nativas va forjando su salvación.

5. Le 22, 3 1 .
190 Juan Crisóstomo

3. Casi nos hubieran tragado vivos. ¿Ves cómo presenta


la fiereza de los invasores? Así son los hombres, que se
muestran semejantes a las fieras, incluso más crueles que
aquellas con los de su propia raza. La fiera, una vez que
ha atacado, depone su ira, se retira y no vuelve; los hom-
bres, en cambio, cuando las cosas no salen como piensan,
invaden otra vez, deseosos de gustar su propia carne. Así
es la ira: carece de razón; así hierve y bulle la pasión. Y
¿cómo se extinguirá esta enfermedad? Si nosotros mismos
razonamos las cosas, si consideramos la muerte y a los que
cada día se van, si contemplamos la propia naturaleza, pues-
to que somos tierra y ceniza. Pero si lo que es bello para
la vista todavía engaña tu mente, vete a los sepulcros y
tumbas de tus antepasados, y mira a los que están depo-
sitados, cómo se han convertido en ceniza, y de esa vista
sacarás una gran ocasión para humillarte.

4. Mas no condenes la gravedad del discurso. En ver-


dad, lo mismo que los que tienen fiebre necesitan del aire
puro, una vez que se han liberado de la enfermedad; así
también, los que están fuera de sí por las pasiones, si se
acercan a los sepulcros, expulsan muchas enfermedades,
como si de ellos se apoderara un momento de salud. Y es
que es suficiente incluso el aspecto de la tumba para cons-
treñir a quien es muy arrogante. Por eso, lleva a tu mente
el día terrible que ha de venir, aquellas pruebas, la rendi-
ción de cuentas y el suplicio que no tiene consuelo, donde
nadie te defenderá; y con todo esto, como si fueran can-
tos, embruja a las pasiones. Considera también a los hom-
bres que en la vida presente pasan súbitamente de la ri-
queza a la pobreza, de la gloria a la ignominia; y si quieres,
irrítate, no con el que es tu semejante, sino con el malva-
do demonio. Tienes dónde desfogar tu pasión: con el de-
monio no te reconcilies nunca, consume y gasta en él la
ira, tiéndele la red, nunca ceses de hacerle la guerra.
Salmo 123, 1,3-2,2 191

5. En el fuego de su cólera , entonces las aguas nos ha-


6

brían anegado, habría pasado sobre nosotros un torrente , 7

entonces habrían pasado sobre nuestra alma aguas voragi-


nosas*. Aquí «torrente» y «agua» se refieren a la ingente
ira de los enemigos. El agua, efectivamente, es algo que
arrasa confusamente, y lleva todo lo que encuentra con
gran ímpetu y fuerza. Y no habla aquí solamente de la
irrupción de los malos, sino también del tránsito.

2.1. Así pues, no nos abatamos cuando nos invadan los


males. Un torrente, sea como sea, es nube que pasa. Lo que
llamas doloroso tiene un final; lo que llamas terrible en-
cuentra salida. Si no tuviese final, la naturaleza no lo so-
portaría. «Pero arrastra a todos», dices. En cambio no por
la propia violencia, sino porque son tibios y fáciles de de-
rribar. Por tanto, para que no seamos arrastrados y llegue-
mos a parar en sus profundidades y permanezcamos en sus
lugares, afiancémonos con las sagradas anclas, para que no
suframos ningún naufragio. Ciertamente el torrente es te-
mible en el tiempo, y una vez más nos humilla sin medida.
2. Las aguas nos habrían anegado. Otro intérprete afir-
ma: Entonces el agua nos habría invadido como un torrente
que atraviesa nuestra alma. Sin duda, habría invadido nues-
tra alma el agua intolerable . Otro: Entonces los soberbios
9

habrían pasado por encima de nuestra alma, como las aguas . w

¿Ves cuan grande es el auxilio de Dios? ¿Cómo en tales


males no abandona a los que están en el fondo del mar?
Y por eso deja crecer los males, no para que nos hundan,
sino para que se vuelvan más gratos y así aparezca la de-

6. Sal 123, 3a. interpretación.


7. Sal 1 2 3 , 4. 10. Conforme a la traducción
8. Sal 123, 5. de Áquila.
9. Se ignora el origen de esta
192 Juan Crisóstomo

mostración de su poder. Aquí llama soberbios a los ene-


migos, aquellos que, irrumpiendo más vehementes que cual-
quier torrente y que toda agua intolerable, nada pueden
dañarlos. Ahora bien, la causa es la protección de Dios, la
ayuda del cielo y el auxilio que no puede ser superado.
Por eso, al hablar de la liberación de los males, menciona
también con alabanza el rescate de quién los liberó.
3. Bendito el Señor que no nos entregó como presa de
sus dientes . Nuestra alma escapó como un pájaro de la
11

red de los cazadores . ¿Ves cómo muestra su propia debi-


12

lidad y la fuerza de aquellos? En efecto, unos les invadí-


an como fieras y leones, preparados para gustar de sus car-
nes, y armados con la fuerza y la ira; en cambio, los otros
eran más débiles que cualquier pájaro. Entonces se mues-
tran los mayores prodigios de Dios, cuando los débiles su-
peran a los poderosos. Y no solamente la insidia era in-
soportable porque aquellos fueran fuertes y temibles, llenos
de ira y dispuestos a gustar de las carnes, y los débiles,
pocos y fáciles de invadir; sino también porque estaban
presos en medio de los males y les rodeaban las dificulta-
des y las guerras por todas partes. «Pero quien puede sal-
var fácilmente y de cualquier modo, incluso después de
que los peligros y los males nos asediaran, nos ha libera-
do con gran facilidad», dice. Por eso, queriendo demos-
trarlo, dice así: Nuestra alma escapó como un pájaro de la
red de los cazadores.

4. La red se rompió y nosotros escapamos . Y 13 mos-


trando también el modo, añadió: Nuestro auxilio es el nom-
bre del Señor que hizo el cielo y la tierra . ¿Ves la 14 fuer-
za del auxiliador? ¿Ves el poder? Rechazó incluso a los

1 1 . Sal 1 2 3 , 6. 13. Sal 123, 7b.


12. Sal 123, 7a. 14. Sal 1 2 3 , 8.
Salmo 123, 2,2-5 193

propios apoyos de la insidia. Alguno tomó esto espiri-


tualmente como referido al diablo y al linaje de los hom-
bres. Muestra, ciertamente, cómo fue arrebatado y libera-
do de sus insidias; esto mismo es lo que hizo cuando dijo
a los discípulos: Andad sobre serpientes y escorpiones y
sobre todo poder del enemigo . 15 Pues el combate no está
abierto ni la batalla en disposición, sino que él yace incli-
nado y vacilante, y tú, erguido, permaneces en pie golpe-
ándole desde arriba; él está sin energía, y tú, fuerte. En-
tonces ¿por qué vence tan a menudo? Por nuestra pereza,
por la tibieza de los que duermen. Si quisieras hacerle fren-
te no se atrevería a formar filas. Y si vence mientras duer-
mes, no será por su fuerza, sino por tu negligencia. Aun-
que uno fuera el más débil de todos, ¿no vencería a uno
que duerme? Fue atado el poderoso, su armamento de-
vastado, su fuerza quebrada, roto su habitáculo, se aban-
donaron sus espadas. ¿Qué más quieres? ¿Por qué lo temes?
¿Por qué le tienes respeto? Si está mandado que pises al
que está debilitado, ¿por qué tiemblas? Dime. ¿Por qué te
angustias? ¿Acaso no conoces qué clase de auxilio tienes?

5. No solamente el enemigo se ha hecho el más necio,


sino que también tu auxilio es el más grande. Ha sido re-
frenado el impulso de la carne y abandonado el fardo del
pecado, recibiste la gracia del Espíritu, la fuerza de la un-
ción. Pues lo que era imposible para la ley que estaba de-
bilitada por la carne, lo hizo Dios, al enviar a su Hijo en
carne semejante al pecado, y haciéndolo víctima por el pe-
cado, mató así al pecado en la carne, a fin de que la jus-
tificación de la ley tuviese cumplimiento en nosotros que
no vivimos conforme a la carne .16 Hizo dócil a la carne,
te concedió armas, te dio como prenda la coraza de la jus-

15. Le 10, 19. 16. Rm 8, 3-4.


194 Juan Crisóstomo

ticia, el cíngulo de la verdad, el yelmo de la salvación, el


escudo de la fe y la espada del Espíritu; te nutrió con su
cuerpo, te dio de beber con su sangre, puso en tus manos
la cruz como una lanza , que nunca se fractura; en ella se
17

ató, en el suelo se clavó. No tienes excusa, por tanto, si


te venciera; y si cayeras no tendrías perdón. Cuentas con
innumerables ventajas para vencer. La red se rompió y no-
sotros escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor
que hizo el cielo y la tierra. ¿Ves qué clase de estratega
tienes? ¿Qué Rey, el Creador de todo, el que con una pa-
labra crea todos los cuerpos con tal extensión y tanta mag-
nitud? No te desanimes, resiste con ánimo fuerte; nada im-
pide que tu trofeo se levante derecho. Conociendo estas
cosas, carísimos, seamos sobrios, luchemos, no nos dur-
mamos, sino que, empuñando las armas y confirmando
nuestro buen ánimo, golpeemos asiduamente al enemigo,
para que seamos partícipes de una preclara victoria, y con-
sigamos con una gloria grande el reino de los cielos, que
nos será dado conseguir a todos nosotros por la gracia y
la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo; a Él la gloria
y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

17. Cf. Ef 6, 14ss.


SALMO 124

Los que confían en el Señor son como el monte Sión .


1

1.1. ¿Por qué quiere añadir «Sión»? ¿Por qué no ha


dicho simplemente «como un monte», sino que se acuer-
da de ese monte concreto? Para enseñarnos a no hundir-
nos en las calamidades, ni apesadumbrarnos, sino a so-
portar todas las cosas con fortaleza, guerras, peleas o
tumultos, pendientes de la esperanza en Dios. Lo mismo
que ese monte, cuando estaba desierto y desnudo de ha-
bitantes, volvió a la primera prosperidad, y recobró la
buena fortuna con la vuelta de los lugareños y con las ex-
hibiciones de milagros; así también, el hombre fuerte, aun-
que sea invadido por innumerables calamidades, no se ven-
drá abajo. Así pues, no busques una vida segura, pacífica
y sin afanes, sino más bien que no sea arrastrada por los
peligros. En efecto, no hay que demostrar la misma téc-
nica sentado en un puerto tranquilo que navegando en un
mar revuelto. Aquél, ciertamente, se vuelve lento, blando
y libertino; en cambio éste, soportando muchas piedras es-
condidas, muchos escollos, la fuerza de los vientos y otros
peligros del mar, también en todas estas cosas eleva su
alma y la hace más fuerte. Tú has sido conducido a esta

1. Sal 124, la.


196 Juan Crisóstomo

vida, no para que estés desocupado, ni abatido, ni para


que sufras ningún mal, sino para que sintiéndolos, llegues
a ser mejor.
2. No busquemos, por esto, la tranquilidad, ni una vida
llena de lujo. En verdad, este deseo no es propio de un
hombre noble, sino de un gusano; más de un irracional que
de uno dotado de razón. Pero pide mucho para que no
caigas en la tentación; ahora bien, cuando caigas no te hun-
das, ni te inquietes, ni te alteres, sino procede en todo de
forma que seas más insigne. ¿No ves a los soldados fuer-
tes cómo, llamados por las trompetas, miran los trofeos, las
victorias, las coronas y las gestas de los antepasados? Tam-
bién tú, cuando suene la trompeta espiritual, levántate con
más vehemencia que un león; pisa hierro o fuego. También
los elementos saben respetar a los que son de ánimo viril.
Y las fieras suelen temer a los valientes. Y, aunque tengan
hambre y su naturaleza se irrite, olvidan todo cuando ven
a un hombre justo, y deponen su ímpetu.
3. Así también fortalecido con tales armas, tampoco te-
merás al fuego, aunque la llama ascienda hasta el cielo. Tie-
nes un guía fuerte y que lo puede todo, incluso con una
sola exhalación libera de los peligros. Todo le pertenece:
el cielo, la tierra, el mar, las fieras y el fuego; para El todas
las cosas son fáciles y mutables, y puede moverlas con fa-
cilidad. Entonces, ¿de dónde nace tu miedo? Dime. Cier-
tamente de ninguna otra parte excepto de tu propia estu-
pidez y tibieza. ¿Acaso no es la muerte el colofón de todos
los males? Incluso ella misma es también débito de la na-
turaleza. ¿Por qué no te ocupas de lo necesario? En efec-
to, si hay necesidad de tomar ese camino, voluntaria o in-
voluntariamente, ¿por qué no con una ganancia? Pero
después de tormentos más graves, no temporales, sin em-
bargo se presentará el placer mayor que el sufrimiento.
Salmo 124, 1,1-5 197

4. Y si estas cosas te resultan duras, considera a los que


trabajan esforzadamente sin recompensa, los que sucumben
con un hambre perpetua, los que tienen enfermedades lar-
gas e incurables por las que a menudo piden acabar con
su vida, y por las que muchos se arrojaron a un precipi-
cio o a un puñal. Para ti se presentan el cielo y los bienes
que hay en los cielos, y ¿no tiemblas ni te horrorizas de
ser blando y cobarde, y teniendo además tal protector? ¿No
oyes al Profeta que dice quien confía en el Señor es como
el monte Sión} En verdad habla de monte para señalar lo
firme, lo invencible y lo inexpugnable que es la esperanza
en Dios. Lo mismo que uno, aunque acercara innumera-
bles máquinas, no podría derribar ni conmover un monte;
así también quien se lanza contra el que pone la esperan-
za en Dios, regresará a casa con las manos vacías. La es-
peranza en Dios es mucho más segura que un monte.

5. No será removido jamás quien habita en Jerusalén .


2

Otro intérprete dice: Inmutable será por siempre quien ha-


bita alrededor de Jerusalén. ¿Por qué? ¿Acaso no fueron
removidos - d i c e - los tres jóvenes y Daniel? ¡Nada de eso!
Ciertamente, se separaron de la patria, soportaron la cau-
tividad, pero la turbación no [duró] mucho tiempo; al con-
trario, en circunstancias tan adversas, estando en tal mul-
titud de oleaje, como que si se apoyaran en rocas y anclaran
en un puerto tranquilo, no sintieron nada desagradable. No
llames turbación al estado de las cosas. Pues conmoción
no es esto, sino la ruina del alma, y el apartarse de la vir-
tud; lo que acontece en los peligros no lo sufren los que
son sobrios, sino que poseen la más sólida filosofía, y se
vuelven más ilustres. Y si quieres tomar espiritualmente el
dicho no será removido jamás quien habita en Jerusalén,

2. Sal 124, Ib.


198 Juan Crisóstomo

te describe la suerte de la metrópoli de arriba. Quienes la


recibieron fueron liberados de todo peligro; nada existe allí
que les ponga trabas, ni deseo, ni placeres, ni ocasión de
pecado, ni dolor, ni angustia, ni peligro, sino que todas
estas cosas quedan lejos.
6. ¡Jerusalén, de montes rodeada! Así el Señor rodea a
su pueblo desde ahora y por siempre . Mediante estas cosas
3

se refiere al auxilio que tiene por la disposición de la ciu-


dad; pero no permite que confíen en ello, sino que en-
cumbra el auxilio inexpugnable hasta Dios.
2.1. Y aunque la fortifiquen montes -afirma-, sin em-
bargo está necesitada de aquella seguridad, y por esto la
hace inexpugnable. Por eso también otro intérprete dice:
El Señor, alrededor de su pueblo. Es decir, no confiéis en
la altitud de los montes.
2. En verdad, lo que la hace inexpugnable es esto: No
dejará [caer] el Señor el cetro de los pecadores sobre la
suerte de los justos . Menciona una causa razonable del au-
4

xilio de Dios para que ellos puedan confiar. ¿Cuál es? Dice
que no permitirá que los bienes de los justos estén en
manos de los pecadores. Y lo dijo persuadiéndoles a que
confiaran en el auxilio de Dios, y convenciéndoles a per-
manecer en la virtud, si querían gozar del auxilio divino
por siempre, y que fueran señores de sus propios bienes.
Con esto demuestra que tanto la seguridad como la pose-
sión residen en el libre arbitrio de ellos. Cetro de los pe-
cadores llama aquí al reino de los enemigos. Lo que dice
es lo siguiente: «No permitirá que dominen la heredad de
los justos. Y si en un momento lo ha hecho, no es sino
por su corrección, advertencia y aviso».

3. Sal 124, 2. 4. Sal 124, 3a.


Salmo 124, 1,5-2,4 199

3. Para que los justos no extiendan sus manos a la mal-


dad . Otro [dice]: Por esto los justos no extienden sus manos
5

a la iniquidad. Y esto ¿por qué? Por lo dicho, porque de-


fenderá, castigará, rechazará, alejará a los enemigos de sus
posesiones. Es como si dijese: «Castigados por la tenta-
ción, hechos mejores por la pérdida de sus bienes, perse-
verarán en la virtud, y no alcanzarán los vicios instruidos
por todo ello». Todo se hizo, sin duda, para que el alma
de aquellos se volviera mejor y, corregida por la presencia
de las adversidades, se vuelva más limpia gracias a los bie-
nes concedidos.

4. Favorece, Señor, a los buenos . Otro [afirma]: Haz


6

beneficios. Y a los de recto corazón . 7Mas a los que se des-


vían de sus obligaciones los suprima el Señor con los agen-
tes del mal*. ¿Ves por todas partes cómo nos coloca los
primeros tanto para conseguir los bienes como para so-
portar el castigo? Aunque nosotros seamos los primeros,
no obstante también así refulge la abundante luz de la be-
nevolencia de Dios; y con mucha superioridad nos vence
con los trueques, ya que produce el castigo proporciona-
do a los pecadores, pero a los rectos les otorga la mayor
merced. Rectos aquí llama a los sencillos, a los que no fin-
gen, a los que no poseen nada sombrío ni disimulado. Así
es la persona recta, que sobre todo Dios busca por do-
quier. Y así es la virtud, sencilla y clara, al igual que el
vicio es retorcido, complicado, y sin disculpa; y esto puede
verse por los hechos de aquellos. Ciertamente, considera
cuántas cosas intenta el que quiere engañar, cuánta com-
plicación, cuántos discursos ficticios, cuánta astucia. Mas
el que dice la verdad, no necesita esfuerzo, ni dificultad,

5. Sal 124, 3b. 7. Sal 124, 4b.


6. Sal 124, 4a. 8. Sal 124, 5a-b.
200 Juan Crisóstomo

ni simulación, ni técnica, ni maquinación, ni ninguna cosa


semejante, puesto que la verdad brilla por sí sola.
5. En efecto, lo mismo que las deformaciones de los
cuerpos necesitan de muchas habilidades externas para di-
simular la deformidad de la naturaleza, aunque las natura-
lezas bellas resplandecen por sí solas sin nada externo que
se les añada; así también podemos verlo en el engaño y la
verdad, en el vicio y la virtud. De donde es evidente que
el vicio antes del castigo inflige otro suplicio, y la virtud
antes de la remuneración produce otra gratificación. De la
misma forma que ésta tiene los premios antes que las co-
ronas; así también aquél tiene el castigo antes del suplicio.
¿Qué puede haber más grave que el pecado que conduce
al castigo? Por esto Pablo, refiriéndose a los que ejercen
la prostitución, que en edad temprana se venden a sí mis-
mos y se saltan las leyes de la naturaleza, dijo que este
castigo es el mayor, incluso antes de que llegue el supli-
cio. Varones haciendo torpezas con varones y recibiendo en
sí mismos la paga merecida por sus errores . Llamando paga
9

de su pecado al desenfreno llevado a cabo.

6. La paz sobre Jerusalén .


10 Concluye el discurso con
una súplica. Así son las almas de los santos: añaden la ora-
ción a la exhortación y al consejo, introduciendo para los
oyentes el mayor auxilio. Aquí no sólo se refiere a la paz
sensible, sino a la que es más excelsa que ésta, y dice de
dónde nace, y ruega para que el alma no se rebele por la
batalla de las pasiones. Busquemos también nosotros esta
paz, para que podamos alcanzar los bienes prometidos, por
la gracia y la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo; a El
la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

9. Rm 1, 2 7 . 10. Sal 124, 5c.


SALMO 125

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión nos


quedamos como consolados .
1 Otro intérprete dice: Cuando
el Señor hizo volver de la cautividad, fuimos consolados.

1.1. El vocablo cautividad es sencillo de decir, pero


tiene muchos sentidos. Hay una cautividad buena, como
cuando Pablo dice: Sometiendo todo entendimiento para
Cristo . Y una mala, como cuando dice: Sometiendo
2 a mu-
jercillas cargadas de pecados .1 También existe la espiritual,
sobre la que se dice: Predicar la redención a los cautivos .
4

Existe la sensitiva, que tiene lugar entre los enemigos. La


primera es la más grave. En efecto, quienes hacen prisio-
neros por la ley de la guerra a menudo los perdonan, y
aunque se les ordene acarrear agua, cortar la madera, o
sean hechos muleros, en nada dañan sus almas; pero el que
es cautivo del pecado tiene un señor cruel y bárbaro, que
obliga a llevar lo más pesado de las tareas. Este tirano no
conoce el perdón ni tiene misericordia. Así pues, escucha
cómo no perdonó a Judea, funesta e insensible, cuando es-
tuvo cautiva, sino que se hizo sacrilega y saqueadora; y,
después de perpetrar el pecado, la condujo a la asamblea

1. Sal 1 2 5 , 1. 3. 2 Tm 3, 6.
2. 2 C o 10, 5. 4. Is 6 1 , 1.
202 Juan Crisóstomo

de los judíos y reveló el maleficio; y ni siquiera así per-


mitió recibir el fruto de la penitencia, sino que antes de
la penitencia fue conducida a la malla de la red.
2. Ciertamente es cruel el tirano que prescribe órdenes
ímprobas y produce ignominias a los que se someten. Por
eso, os ruego, huyamos con sumo cuidado de esa domina-
ción, luchemos contra ella, no nos reconciliemos nunca y,
una vez liberados, permanezcamos en libertad. Si aquellos
fueron liberados de los bárbaros y consolados, mucho más
a nosotros nos conviene, liberados del pecado, alegrarnos,
exultar y conservar este júbilo inmortal, sin perturbarlo o
confundirlo de nuevo regresando a aquellos males. Queda-
mos como consolados. De esto mismo otros intérpretes dicen:
Como dormidos. Pero el [texto] hebreo: Chaolemim (como
soñando). ¿Qué significa consolados} Significa que estamos
llenos de tranquilidad, de alegría y de placer.

3. Entonces nuestra boca se llenó de risa y nuestra len-


gua de alabanza. Entonces decían entre las naciones: ¡Gran-
des cosas ha hecho el Señor con éstos! . ¡El Señor ha hecho
5

cosas grandes con nosotros! .


6 El alegrarse por la liberación
de la cautividad comporta un cambio a mejor no peque-
ño. Por eso pregunta: ¿quién no se alegra con esto? Sus
antepasados, quienes al ser liberados de Egipto también
cambiaron la esclavitud por la libertad; por su extrema in-
gratitud murmuraban de las cosas buenas, se indignaban,
se enfadaban y permanecían tristes. Pero nosotros no, afir-
ma; sino que exultamos y nos regocijamos constantemen-
te. Y manifiestan también la causa de la alegría. «No sólo
nos alegramos por la liberación de los males -se dice-, sino
también porque ahora todos conocerán la providencia de

5. Sal 125, 2. 6. Sal 125, 2-3a.


Salmo 125, 1,1-5 203

Dios para con nosotros». Así afirma: Entonces decían entre


las naciones: ¡Grandes cosas ha hecho el Señor con éstos!
¡El Señor ha hecho cosas grandes con nosotros! No pro-
pone simplemente una reduplicación, sino que muestra el
inmenso gozo que han alcanzado.
4. Ciertamente se trata de las palabras de las naciones,
pero también de las de ellos mismos. Pues mira. No dije-
ron «nos salvó», ni «nos liberó», sino ha hecho grandes
cosas, queriendo mostrar por esto lo sorprendente del mi-
lagro. ¿Ves cómo, según he dicho a menudo, todo el orbe
de la tierra es adoctrinado por esta nación, tanto cuando
son esclavizados como cuando regresan? En efecto, el re-
greso se convierte en ocasión de predicación. También la
fama de ellos revoloteaba por todas partes, mostrando a
todo el mundo la benevolencia de Dios para con ellos, y
lo grandes y sorprendentes que eran los milagros que se
hicieron con ellos. El propio Ciro, que los retenía, los dejó
ir, y nadie se lo había pedido, pero Dios había ablandado
su mente; y no sólo los dejó marchar, sino que les dotó
con regalos y provisiones. ¡Estamos alegres! . 7

5. Cambia, Señor, nuestra cautividad, como torrente en


la región del sur*. ¿Cómo dijo al principio del salmo cuan-
do el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, y aquí [dice]
cambia} Porque se refiere a cosas futuras. Así, es otro in-
térprete el que nos conduce fundamentalmente a este sig-
nificado, no al afirmar «cuando vuelva», sino cuando hizo
volver; pues entonces empezaba el acontecimiento, y no se
realizaron todas las acciones al principio, sino que fueron
muchas las migraciones: hubo una primera, una segunda y
una tercera.

7. Sal 1 2 5 , 3b. 8. Sal 1 2 5 , 4.


204 Juan Crisóstomo

2.1. Así pues, lo que dice es que él pide que la libe-


ración sea total. En efecto, muchos judíos querían per-
manecer en la región de los extranjeros, y como desea-
ban mucho que sucediese esto, afirma: Cambia, Señor,
nuestra cautividad como torrente en la región del sur; es
decir, apremiando e incitando con gran ímpetu y urgen-
cia. Por eso también otro intérprete mostrando lo mismo
decía: Como canales. Otro: Como regueros. Otro: Como
escapes.

2. Quienes siembran con lágrimas recogerán con ale-


gría . En efecto, esto se dijo de los judíos, y es posible le-
9

erlo en otros muchos lugares. Así es la virtud: tiene una


recompensa evidente por sus trabajos; pero nos conviene
primero fatigarnos y ser afligidos y entonces buscar el des-
canso. Puede verse en todas partes y en todos los asuntos
de esta vida. Por eso, él condujo el discurso hacia estas
cosas, me refiero a la simiente y la mies. De igual forma
que quien siembra lo hace con trabajo, con esfuerzo y con
sudores, y tiene que pasar el invierno; así también le su-
cede a quien persigue la virtud. Nada como el hombre
tiende al ocio inútil. Por eso Dios hizo el camino estre-
cho y angosto . Pero no sólo [el que conduce] hacia la
10

virtud, sino también dispuso que las cosas de la vida fue-


sen arduas, y éstas mucho más.

3. El que siembra, el que edifica, el viajante, el leña-


dor, el constructor y cualquier hombre, si quiere obtener
algo provechoso, necesita del trabajo y la fatiga; y así como
las semillas necesitan de las lluvias, así nosotros de las lá-
grimas; y como la tierra tiene necesidad de que se labre y
se le hagan surcos, así el alma necesita de las tentaciones
y aflicciones, para que no produzca malas hierbas, para

9. Sal 1 2 5 , 5. 10. Cf. Mt 7, 14.


Salmo 125, 2,1-5 205

que se ablanden su dureza y no se rebele. Por lo mismo,


la tierra que no ha sido trabajada con empeño no produ-
ce nada. Por eso dice el Profeta que no sólo hay que ale-
grarse por el regreso, sino también por la cautividad, y por
ambas cosas confesar con agradecimiento a Dios. Y es que
aquello es siembra, y esto siega. De igual modo que los
que siembran fatigándose -dice-, recogen después el fruto;
así también vosotros, imitad a los que siembran, cansados,
abatidos, afligidos, llevando la semilla con mal tiempo, con
tormentas, con frío y derramando lágrimas. Ciertamente lo
que es la lluvia frecuente para las semillas, eso mismo son
las lágrimas para los afligidos. «Pero he aquí que recibi-
réis la recompensa de aquellos trabajos», dice.

4. En efecto, cuando dijo: Al ir iban y lloraban lle-


vando sus semillas; pero al volver, vuelven con alborozo
trayendo sus gavillas ,
11 no se refiere al trigo, sino a las
obras, enseñando al oyente que no se angustie en las aflic-
ciones. Igual que el que siembra no se angustia, aunque
sean muchas las molestias, al mirar a las mieses hermosas;
así tampoco conviene que el afligido se angustie, aunque
sean muchas las molestias, esperando la cosecha, conside-
rando la ganancia que resultará de esa aflicción.
5. Así pues, nosotros, considerando estas cosas, demos
gracias al Señor, tanto por la aflicción como por la tran-
quilidad. En verdad, aunque son diversos los sucedidos,
sin embargo miran a un solo fin, como la siembra y la
siega. Afrontemos, pues, las aflicciones con ánimo genero-
so y con agradecimiento, y la tranquilidad con alabanza;
para que también alcancemos los bienes futuros por la gra-
cia y la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo, a Él la
gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

1 1 . Sal 125, 6.
SALMO 126

Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los cons-


tructores. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigila el
que la custodia}. En vano madrugáis; vais tarde a descansar . 2

1.1. Este salmo se refiere al estado en que se encontra-


ban las cosas tras el regreso. En efecto, una vez liberados de
la cautividad y vueltos de la región extranjera, encontraron
la ciudad en ruinas e intentaban levantar las murallas ci-
mentadas en la tierra con las torres, pero muchos impedían
por todas partes el trabajo, envidiando la felicidad de los ju-
díos y temiendo por la prosperidad de los mismos. Así con-
sumían el tiempo en estos quehaceres, y tanto tiempo pasó,
que emplearon más de cuarenta años en la construcción del
templo; por ello los judíos decían: En cuarenta y seis años
fue edificado este templo , hablando, no de la primera edifi-
3

cación realizada por Salomón, sino de la que se hizo des-


pués, una vez liberados de los persas.
2. Así pues, como se empleó mucho tiempo en la cons-
trucción de la ciudad, del templo y de las murallas (aunque
la construcción de la ciudad tardó muchos más años), ense-
ñando una vez más a refugiarse en Dios, el Profeta narra
estos acontecimientos mostrando que todo lo que se hace se

1. Sal 1 2 6 , 1. 3. Jn 2, 20.
2. Sal 126, 2a-b.
Salmo 126, 1,1-4 207

frustra, si no atrae el auxilio divino. Ciertamente, sin el au-


xilio de Dios no sólo no pueden ser liberados de la esclavi-
tud, sino tampoco, una vez liberados, levantar muros. Y ¿por
qué digo levantar muros y construir la ciudad? Nadie po-
dría construirla ni perfeccionarla, si no estuviese presente
aquel auxilio [divino]. Así, diciéndoles esas cosas, les per-
suade para que se refugien en ese auxilio, para que la pros-
peridad no los vuelva más negligentes. Por eso no les con-
cede los bienes de una vez, sino suavemente y poco a poco,
para que no volvieran a la malicia de antaño por la rápida
liberación de sus males. Pero también, cuando les otorgaba
bienes, a menudo les castigaba con la irrupción de los ene-
migos, despertándoles constantemente de su indolencia. Cier-
tamente el discurso habla de manera general, mas tomó el
principio de ese mismo argumento. «Conviene preparar la
ciudad en su totalidad para que no nos durmamos ni per-
manezcamos negligentes, sino para que, tomando nuestras
cosas, todo lo abandonemos en Dios, pendientes en todo de
su esperanza. Lo mismo que no es posible que llevemos los
asuntos a término, si Dios no nos ayuda; así también, si Dios
nos ayuda, pero somos negligentes y ociosos, tampoco po-
dremos conseguir el resultado».

3. En vano madrugáis; vais tarde a descansar. Otro in-


térprete dice: Retardáis el sentarse. Otro: Difiere el sentarse.
Lo que pretende es lo siguiente: «Aunque vigiléis, aunque
permanezcáis atentos, aunque vayáis tarde a descansar, pa-
sando todo el tiempo en trabajo y fatiga, si no conseguís su
auxilio, todas las cosas humanas caerán, y de este empeño
no resultará nada útil».
4. Los que coméis el pan de la fatiga . Esto lo dice para
4

mostrar a los que llevaban una vida llena de fatigas y tra-

4. Sal 126, 2c.


208 Juan Crisóstomo

bajaban estando armados. En efecto, en una mano sostení-


an un canasto o una piedra, y en la otra, una espada, re-
partiéndose entre ellos el construir o el guerrear, y trans-
portaban rocas con los escudos. Y es que, como la ciudad
estaba desprotegida y a la intemperie, y tenían inesperados
y continuos ataques de los enemigos, construían muros es-
tando armados y llevaban con ellos puñales, escudos y es-
padas; y desde lejos algunos de los vigilantes les traían no-
ticias del incierto ataque tocando la trompeta cuando veían
que venían a lo lejos. «Pero aunque hagáis estas cosas -afir-
m a - y comáis el pan de la fatiga, todo será en vano si no
atraéis el auxilio de arriba». Ahora bien, si aquéllos nece-
sitaban tanto auxilio de arriba para levantar la ciudad y los
muros, mucho más nosotros que hemos tomado el camino
que lleva al cielo.

5. Cuando llena de sueño a sus amados . Mira la here-


5

dad del Señor, los hijos . ¿Cuál es la consecuencia? Algo


6

bello, coherente con las cosas anteriores. Lo que dice es


esto: «Si Dios no nos auxilia, todas las cosas perecen; pero
cuando nos auxilia, entonces el sueño es dulce, entonces
hay tranquilidad y una vida liberada de peligros y llena de
seguridad».
2.1. Cuando les dé el sueño, cuando les dé el descan-
so, cuando expulse a los invasores, entonces no sólo edi-
ficarán la ciudad, no sólo la custodiarán, sino que incluso
recibirán mucho más: serán padres de numerosos hijos, les
entregará una bella prole.
2. La recompensa del fruto del vientre . Otro [intér-
7

prete] dice: Una recompensa es el fruto del vientre. ¿Qué

5. Sal 1 2 6 , 2d. 7. Sal 1 2 6 , 3b.


6. Sal 126, 2d-3a.
Salmo 126, 1,4-2,4 209

significa esto? Una recompensa consiste en que recibirán


una prole numerosa, dice. Pues aunque sea obra de la na-
turaleza, sin embargo, cuando Dios da su auxilio, ésta crece
más felizmente. También ella misma necesita del auxilio de
arriba, y entonces Jerusalén crecerá como pueblo. Pero la
felicidad no estará sólo en estas cosas: la construcción, la
guardia o la bendición de los hijos, sino también le so-
brevendrán otras cosas.

3. Así, mostrando esas cosas, añadió diciendo: Como


flechas en manos del poderoso, asi los hijos tenidos en la
juventud*. Otro: De los apasionados. Lo que dice es lo si-
guiente: No sólo estarán seguros entre las murallas y en
la ciudad fortificada, ni sólo tendrán una prole numerosa,
sino que serán también terribles con los enemigos, y te-
rribles como flechas. No dijo simplemente flechas, sino en
manos de poderosos. Esas flechas no son terribles por sí,
sino cuando las tiene el poderoso, amenazando con la muer-
te a los que atacan. Así de terribles serán ellos. ¿Quiénes
son ellos? Los hijos tenidos en la juventud; es decir, de los
que antes eran necios y estaban encadenados. A menudo
les recordaba también las cosas anteriores en el tiempo de
la felicidad, para que en todo momento corrigiesen su mente
por las cosas que sufrieron, por aquellas de las que fue-
ron librados y por las que consiguieron.

4. Dichoso el hombre que llenó de ellas su deseo; no


será confundido cuando hable con los enemigos en la puer-
ta . Otro dice: Dichoso el que llenare de ellas su aljaba.
9

Esto es, tendrá vigor corporal, terror irresistible, numero-


sa prole, seguridad, esplendor en la ciudad, victoria y tro-
feo en las guerras. Por eso también bendice a los que van
a gozar de la felicidad. Pues estarán - d i c e - armados. Mas

8. Sal 1 2 6 , 4. 9. Sal 1 2 6 , 5.
210 Juan Crisóstomo

la felicidad no consiste sólo en eso, sino también en que


no serán avergonzados. No será confundido cuando hable
con los enemigos en la puerta, dice. ¿Qué significa esto?
El mayor trofeo, el máximo esplendor, el sumo gozo y la
felicidad. No sufrirán reproches como si no gozaran de la
providencia de Dios o como si tuvieran a Dios bien como
necio, bien como poderoso o como si sus propios peca-
dos los hubieran apartado de su providencia; sino que, lle-
nos de gloria, brillando por todas estas cosas -por la ciu-
dad, por las murallas, por la custodia, por los hijos, por
las armas, por la potencia-, no se ocultarán al ver a los
enemigos; al contrario, con gran valor saldrán a su en-
cuentro, embellecidos con una gran inteligencia, adorna-
dos, mostrando el patrocinio que Dios tiene sobre ellos.
Pues la cima de los bienes y el culmen de la bienaventu-
ranza es poder proveerse para siempre del auxilio de Dios.

5. Por esto termina aquí el discurso, enseñándonos a


todos a buscar este adorno antes que todas las demás cosas,
y a gloriarse por él. De esta manera, también nosotros de-
bemos buscarlo, para que alcancemos los bienes eternos
por la gracia y benevolencia de nuestro Señor Jesucristo,
a quien sea la gloria con el Padre y con el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 127

Dichosos todos los que temen al Señor .1

1.1. Mira, ahora comienza por donde terminó entonces.


En efecto, igual que allí se les tenía por dichosos, pues no
se avergonzaban de tener a Dios como protector y vivir con
ellos , así también aquí hace un preámbulo con lo mismo,
2

diciendo: Dichosos todos los que temen al Señor. Una vez


más, partiendo de aquellas cosas, hace un discurso general.
Y acertadamente dijo todos, pues aunque uno sea siervo o
señor, pobre o mutilado, y aunque sea uno cualquiera, nada
de eso le impide que tenga esta bendición que el Profeta
mismo pronuncia. Ahora bien, muchos envidian también lo
que es falso y simulado, aunque tienen que ocurrir muchas
cosas para que sea así; y si no concurren todas, no se con-
sidera dichoso por los hombres. Así, por ejemplo, si uno es
rico, no le basta esto para ser feliz, a no ser que también
goce de salud. Si es rico pero tiene el cuerpo mutilado, su
dicha cojea, y es más desgraciado que los pobres.

2. Ciertamente, muchos ricos que luchan con enferme-


dades consideran felices a los pobres que se encuentran
por las encrucijadas, y se consideran a sí mismos misera-
bles, aún con mil talentos. También, si uno está sano cor-

1. Sal 1 2 7 , la. 2. Cf. Sal 1 2 6 , 5.


212 Juan Crisóstomo

poralmente y es rico, pero carece de gloria, esto constitu-


ye otro impedimento. También hay algunos que poseen
muchas riquezas y tienen salud corporal, pero sufren las
cosas más graves por el rigor de los recaudadores de im-
puestos y por la autoridad de los que son superiores. Y
es que el que no participa de gloria alguna también se con-
sidera el más desgraciado de todos, y con frecuencia po-
seen siervos que son riquísimos.

3. De nuevo, si uno posee gloria, riqueza y salud cor-


poral, pero no tiene tranquilidad por culpa de los que urden
mil insidias, de los envidiosos, de los que denigran, odian,
acusan y calumnian, será el más desgraciado de todos, lle-
vando él mismo una vida de liebre, teniendo miedo de las
sombras, sintiendo terror y temblando por todo. Pero aun-
que se liberara de todas estas cosas, fuese amado por todos
y le sucediera todo como quiere; aunque le sobreviniera
gloria, riquezas, seguridad, honor (todo eso no puede su-
ceder a la vez, pero así lo fingimos con la palabra), y no
tuviera ningún impedimento, sino que también concurriese
en él la benevolencia del pueblo, mayor alabanza, abun-
dancia de riquezas, salud del cuerpo, toda la seguridad y
el no poder ser vencido por nada; a veces una mujer per-
versa con la que se halla unido hace que sea más misera-
ble que quien carece de todo aquello. En cambio, aunque
la mujer fuera virtuosa y buena, puede que tuviera hijos
malos que lo harían necesariamente el más desgraciado; y
si no tuviese hijos, lloraría y se lamentaría. En vez de mirar
las cosas que se refieren a los hombres vería numerosos
abismos. ¿Es necesario añadir otras cosas? Cuántas veces el
siervo ímprobo cambia y confunde todo, y nada le resul-
ta tan incierto como gloriarse por cosas humanas.

4. Por el contrario, el que teme a Dios no es así, sino


que, liberado de fluctuaciones, se sitúa en un puerto tran-
quilo disfrutando de la verdadera felicidad. Por eso el
Salmo 127, 1,2-5 213

Profeta, recorriendo todo lo anterior, llama felicidad a


una sola cosa. Ciertamente esa bienaventuranza consiste
en que, aunque no tenga todo, no carece de nada; pero
sobre todo también cuando lo tiene, entonces vacila por
las mismas cosas que la han establecido. En efecto, las
riquezas trajeron la ruina, la mujer con frecuencia her-
mosa murió, los esclavos se perdieron, los hijos se hi-
cieron parricidas; y como ya dije, por todas partes tiene
una gran incertidumbre. En cambio, aunque confluya todo
tipo de adversidades, aquí no sólo no resulta dañada esa
felicidad, sino que se vuelve más firme y más constante.
Y aunque haya pobreza, ignominia, mutilación del cuer-
po, mujer ímproba, hijos asesinos o cualquier otra cosa
que pudieras decir, nada hace caer ni vacilar a esta feli-
cidad.

5. En verdad, [la felicidad] no ha nacido de estas cosas,


como para que pueda ser arracada por esas cosas, sino
que tiene su raíz en las de arriba, y por eso permanece
inexpugnable. Y si quieres, vamos a verlo en los siguien-
tes acontecimientos. ¿No fue José un esclavo? ¿No era
extranjero? ¿No estaba sin patria? ¿No fue siervo de los
bárbaros, primero de los sarracenos y después de los egip-
cios más crueles? ¿Acaso no fue considerado adúltero?
¿No fue acusado? ¿No se le imputaron calumnias? ¿No
estuvo en la cárcel? ¿No fue considerado como venci-
d o ? . Y de todo esto, ¿qué le hizo daño? Así, se hizo
3

bienaventurado por todas estas cosas. Ciertamente, eso es


lo admirable, como ya he dicho, que no sólo en nada le-
sionó entonces la felicidad, sino que incluso lo hizo más
preclaro e ilustre. Y si nada de esto le hubiera sucedido,
no hubiera sido tan bienaventurado.

3. Cf. G n 3 7 y 38.
214 Juan Crisóstomo

2.1. ¿Quieres que hable también de aquellos que, per-


maneciendo con pertinacia en el vicio, de repente cambia-
ron y abandonaron todo ese vicio? ¿Quién fue el ladrón
más miserable? Sin embargo se volvió de repente el más
bienaventurado de todos. Había cometido infinidad de crí-
menes y fue condenado a la cruz, conducido a la muerte,
acusado por todos, había' malgastado todo su tiempo y su
vida la había consumido en el crimen; sin embargo, por-
que en un tiempo mínimo temió a Dios como convenía,
fue bienaventurado . También la prostituta, aunque co-
4

merciaba con su juventud, expuesta a la ira de todos y por


ello fue la más desgraciada de todos, fue considerada santa
al temer a Dios como convenía . No hay, por tanto, nada
5

malo que el temor de Dios no pueda extinguir; por el con-


trario, lo mismo que el fuego se apodera de cualquier hie-
rro retorcido y lo hace un tizón o lo llena de hollín; tam-
bién lo muestra luminoso y claro, y limpia y endereza
completamente lo que está torcido; así también, el temor
de Dios, en poco tiempo actúa sobre todas las cosas, y a
los que están imbuidos por el deseo de las cosas de la tie-
rra los derriba. ¿No era débil Timoteo? ¿No estaba a me-
nudo enfermo y afligido? . Y ¿hubo alguno más biena-
5

venturado que él? ¿Qué decir de Job? Respóndeme. ¿No


fue, acaso, reducido a la pobreza, a la falta de hijos, a las
más fuertes úlceras del cuerpo? ¿No estuvo expuesto a las
injurias, al hambre y a todos los males humanos? Sin em-
bargo también fue el más feliz de todos. Estas cosas no
sólo no le quebraron el afecto, sino que incluso se lo hi-
cieron más firme. Y su mujer lo atacaba echándole en cara
todo esto ; e igualmente por todo esto brilló.
7

4. Cf. Le 23, 3 9 - 4 3 . 6. Cf. 1 Tm 5, 23.


5. Cf. Le 7, 36-50. 7. Cf. Jb 2, 9.
Salmo 127, 2,1-3 215

2. Así, considerando todas estas cosas, decía el Profe-


ta: Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por
sus caminos*. En efecto, para que no estimes que es sufi-
ciente el temor, añadió los que van por sus caminos, mos-
trando ambas cosas: los que temen y los que caminan.
Ciertamente hay muchos que tienen una fe exacta y una
vida corrupta; son los más miserables de todos. Para que
aquí el discurso no sea despreciado, añadió: Los que van
por sus caminos. ¿Cuáles son los caminos de Dios, sino la
conducta virtuosa? Por ésta se puede subir al cielo y al-
canzar la gran ciudad, y ver al mismo Dios, de la forma
que puede ser visto por el hombre. Se dice, por tanto, sus
caminos, porque por ellos es posible llegar a Dios. Y no
ha dicho, «camino», sino caminos, señalando que son mu-
chos y diversos. Por eso trazó muchos, haciéndonos fácil
el acceso con la variedad de los caminos.

3. En verdad, hay hombres que brillan en la virgini-


dad, y se distinguen de los que abrazan el matrimonio;
otros se adornan con la viudez; unos se despojaron de
todas las cosas, y otros de la mitad; unos por la vida recta,
otros por la penitencia. Por eso trazó muchos caminos,
para que caminaras con facilidad. ¿No has podido guardar
puro tu cuerpo después del bautismo? Puedes hacerlo puro
mediante la penitencia, por el dinero y la limosna. ¿No
tienes dinero? Puedes visitar a un enfermo, ir a ver al en-
carcelado, dar de beber un vaso de agua fresca, recibir al
huésped bajo tu techo, entregar dos óbolos como la viuda , 9

y consolar a los afligidos. Ciertamente, esto es también li-


mosna. ¿Estás solo y totalmente pobre, débil de cuerpo y
no puedes caminar? Sufre todo eso dando gracias, y reci-
birás una gran recompensa.

8. Sal 1 2 7 , 1. 9. Cf. Le 2 1 , 2.
216 Juan Crisóstomo

4. En eso consistían las buenas acciones de Lázaro. Y


al otro, las riquezas no le sirvieron de nada. Ahora bien,
¿qué podía hacer [Lázaro], si tenía necesidad de alimento?
Tampoco fue a la cárcel. ¿Cómo [iba a ir] el que ni si-
quiera podía mantenerse en pie? Tampoco visitó a ningún
enfermo. ¿Cómo [iba a hacerlo] el que estaba lamido por
las lenguas de los perros? . Sin embargo arrebató con todo
10

esto el premio a la virtud, por soportarlo todo valerosa-


mente, y porque viendo al cruel e inhumano que gozaba
de todo, y él, estando en tales males, no profirió ninguna
palabra indebida. Por eso el que se encontraba peor que
en la muerte, inútil, no fue recibido en el seno de Abra-
hán; en cambio, el que estaba tirado en la puerta del rico
recibió la corona del patriarca, fue proclamado, gozó del
seno de aquél, quien no había dado limosna, ni ofrecido
su mano al ajusticiado, ni hospedado al forastero, sin poder
mostrar nada de ese tipo; pero en todas las situaciones dio
gracias [a Dios], y así, por la paciencia arrebató la insig-
ne corona.

5. Ciertamente, fue una gran obra de acción de gracias


y de sabiduría, ejercitada en tales males; Esta es la mejor
acción de todas. Por ella también Job fue coronado, y por
eso decía el diablo: Piel por piel, y todas las cosas que tiene
el hombre las dará por su alma; pero bastará con extender
su mano y tocará su carne . No es poca cosa refrenar el
11

alma atormentada para que no peque en nada. Esto es lo


mismo que el martirio, el colofón de los bienes.
3.1. Tú, carísimo, que a menudo estás apremiado por
la enfermedad, las fiebres o los dolores a decir alguna blas-
femia, si te dominas, das gracias y alabas a Dios, recibirás

10. Cf. Le 1 6 , 2 1 . 1 1 . J b 2, 4 - 5 .
Salmo 127, 2,4-3,2 217

tu propia recompensa. Dime, ¿por qué blasfemas y pro-


nuncias palabras mordaces? ¿Acaso así te va a resultar más
leve el dolor? Ciertamente, aunque el dolor fuera más leve,
ni así se te concederá la salud del alma ni el consuelo del
cuerpo; incluso así no se hace más leve el dolor, sino que
llega a ser más fuerte. En efecto, el diablo, viendo que te
ha dominado y te ha llevado a blasfemar, inflama la llama,
excita el dolor de forma que te llenes de pasión con él.
Incluso, como he dicho, aunque así se hiciera más leve, no
conviene hacerlo. Si no consigues nada, ¿por qué te ator-
mentas? ¿No puedes callarte? Da gracias a Dios, o mejor,
da gloria al que te prueba en el fuego. En lugar de blas-
femar, di alabanzas. Así será grande la recompensa y la he-
rida más leve. De esta forma decía también aquel biena-
venturado: El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó . Y 12

también: Si recibimos los bienes de manos del Señor, ¿no


recibiremos también los males? . n

2. «Pero a mí -se dice- no me ha dado riquezas y por


eso es menor el golpe». Menor será entonces la herida. No
es lo mismo ser despojado de las riquezas cuando las has
poseído, que no tener esa experiencia por vivir en la po-
breza. En verdad, si muchos trabajadores, al ver los males
de otros y cómo luchan contra sus propias molestias, al
compararse, consideran que sus penas son más graves; cuan-
do hacen la comparación, no con otros, sino con ellos mis-
mos, el dolor es más grave, pues resulta una experiencia
mayor por la percepción de la privación. Y por lo mismo,
el no tener hijos desde el principio es más llevadero que
perderlos, pues no es lo mismo no sentir, que sentir la pri-
vación. Por tanto, soporta con fortaleza todas las cosas que
te sobrevengan, pues eso será para ti martirio. En verdad,

12. Jb 1, 2 1 . 13. Jb 2, 10.


218 Juan Crisóstomo

no manda sacrificar al que no sacrifica, sino algo mucho


mejor: el inmolarse; y quien hiciere eso realiza el único
martirio. Pero también cuando el dolor impele a blasfemar
y no dice nada inconveniente, se hace mártir. Así Job fue
coronado, no porque fuera obligado a hacer sacrificios,
pues no los hizo, sino porque soportó los dolores con for-
taleza. También Pablo fue proclamado porque soportaba
los latigazos, las aflicciones y otras cosas con agradeci-
miento . 14

3. Del trabajo de tus manos comerás. ¡Dichoso tú, pues


todo te irá bien! . ¿Cuál es la causa de la doble felicidad?
15

Puesto que conoce su magnitud, goza con la imaginación


de la realidad. ¿Por qué lo de bien} Dime.
4. Tu esposa será como parra fecunda en lo alto de tu
casa . Otro dice: En los interiores. Otro: En las partes se-
16

cretas. Tus hijos como brotes de olivo alrededor de tu mesa . 17

Mira, así será bendito el hombre que teme al Señor *. ¿A 1

qué te refieres? Dime. ¿En eso consiste la bienaventuranza?


¿Ésa es la recompensa? ¿La abundancia doméstica y gozar
con las propias fatigas, el tener una multitud de hijos y una
mujer? No es eso, ciertamente, sino lo que resulta de la
abundancia. Buscad primero el reino de Dios y todo lo demás
se os dará por añadidura . Puesto que habla con los que
19

todavía eran ignorantes, los guía como a niños pequeños


por medio de cosas sensibles. ¡No te extrañes! En efecto,
si Pablo hace esto en un tiempo de tanta filosofía, y habla
así a los que todavía se arrastran por el suelo, mucho más
el Profeta. Y ¿en dónde hace Pablo eso? En muchos luga-

14. Cf. Flp 1, 1 5 - 1 7 . 17. Sal 1 2 7 , 3b.


15. Sal 1 2 7 , 2. 18. Sal 1 2 7 , 4.
16. Sal 1 2 7 , 3a. 19. Le 12, 3 1 .
Salmo 127, 3,2-5 219

res. Así, cuando habla de la virginidad, no dice nada de las


cosas que han de venir; al contrario, sólo habla de la libe-
ración de las fatigas que acarrea el matrimonio ; y cuando 20

habla del honor a los padres, lo hace de esta forma, di-


ciendo: Este es el primer mandamiento con promesas . Y 21

¿cuál es ese mandamiento? Honra a tu padre y a tu madre,


y vivirás muchos años sobre la tierra . Y cuando escribe
22

sobre cómo mostrar la filosofía a los enemigos, de nuevo


propone un premio sensible, diciendo: Ciertamente al hacer
esto, amontonarás carbones encendidos sobre su cabeza . 23

5. Pero Cristo no actúa así, pues ni siquiera habla a


los más torpes; al contrario, propone el reino para la vir-
ginidad , y a los que aman a sus enemigos les promete
24

ser semejantes a Dios , en la medida que los hombres pue-


25

den ser semejantes a Dios. Lo mismo que en el Antiguo


Testamento eran guiados a través de las cosas sensibles,
ahora veremos a los que saben filosofar que son conduci-
dos a cosas mayores. Pablo lo señalaba diciendo: Por la fe
todos estos llegaron a morir sin haber recibido las prome-
sas, pero viéndolas desde lejos y saludándolas . En efecto,26

la recompensa de los que temen al Señor no sólo es el


gozo de lo propio, la mujer, los hijos y la prosperidad do-
méstica; sino que las que tienen lugar por la abundancia
y en el orden del incremento; en primer lugar las cosas
importantes y excelsas, el temor mismo a Dios, que posee
en sí mismo la recompensa; después también aquellas cosas
secretas, que ni ojo vio ni oído oyó ni han subido al c o -
razón del hombre .
27

20. Cf. 1 C o 7, 28. 24. Cf. M t 1 9 , 12.


2 1 . Ef 6, 2. 25. Cf. M t 5, 4 4 - 4 5 .
22. Ef 6, 2-3. 26. Hb 1 1 , 1 3 .
23. Rm 12, 20. 27. 1 C o 2, 9.
220 Juan Crisóstomo

6. El Señor te bendiga desde Sión, para que veas los


bienes de Jerusalén *. 2 Otro [dice]: Y mira a Jerusalén con
sus bienes. Con los «bienes» se refiere a la ciudad, la ri-
queza, la nobleza, las victorias, los honores, la prosperi-
dad, la fertilidad, la tranquilidad y la paz.
4.1. Todos los días de tu vida . Con elegancia emplea
29

la añadidura de los días. Es la mejor señal de que estas


cosas eran entregadas por Dios, y argumento de su provi-
dencia, para que no sufriera nada humano, ni degenerara,
ni sufriera cambio, excepto que alguna vez, irritado, lo in-
terrumpiera.
2. Y veas los hijos de tus hijos . Pero muchos de los que
30

temen a Dios -se dice— no tienen nunca hijos. ¿Por qué su-
cede esto? En verdad no hemos sido privados por las cosas
presentes, sino en especial por agradar así a Dios, y también
por la esperanza en las cosas futuras. Estos serán los pre-
mios: el cielo y los bienes que hay en el cielo. Si no has re-
cibido hijos por temer a Dios, ¿quién sabe si no te dará
otras cosas mejores que esa bendición? Siendo rico, no da a
todos el mismo beneficio, sino distintos. ¿Cuántos que han
tenido hijos juzgaron dichosos a los que no los tuvieron?
¿Cuántos que poseían riquezas se murieron más miserables
que los pobres? ¿Cuántos que gozaron de gloria fueron como
atravesados por una espada y sufrieron cosas funestas? No
indagues en los hechos, ni pidas razones a Dios; por el con-
trario, soporta todo con ánimo fuerte y con agradecimien-
to; mejor todavía, no te aflijas por nada de lo presente.

3. En efecto, por eso manda hacer una súplica en la


cual pidas una sola cosa material, y nada más. Aunque esto

28. Sal 127, 5a-b. 30. Sal 127, 6a.


29. Sal 1 2 7 , 5c.
Salmo 127, 3,6-4,4 221

también es una medida espiritual. Todas las cosas que se


nos dicen son acerca del cielo y del reino que está allí, de
la perfecta forma de vida y de la liberación del pecado; en
cambio, respecto de las cosas materiales sólo se nos orde-
na decir una petición. ¿Cuál? Danos hoy nuestro pan de
cada día , y nada más. Puesto que hemos sido llamados
11

a otra patria y adscritos a una vida mejor, también con-


viene que las peticiones que hagamos sean consecuentes
con eso; y aunque fluyan esas cosas, apartarlas con mucho
cuidado.

4. ¡Paz a Israel! . 12Otro [dice]: Y mira a los hijos de


tus hijos: paz a Israel. La oración es en común. Esto es lo
que más desean, como si hubieran sido afligidos por un
largo combate. Pues ¿de qué les aprovecha otra cosa si no
hubiera paz? Así promete el más importante de los bienes
y la seguridad para ellos: la paz, y ésta, perpetua. Es obra
de la mayor providencia de Dios darla, y también no dejar
que se desintegre. Puesto que la propia naturaleza de las
cosas humanas es, ciertamente, pasajera y no permanente,
muestra que estas cosas no proceden sólo de ellos, sino
del auxilio de arriba y de un gesto de Dios; todos los días,
dijo, y les prometió una paz permanente. Y esto tuvo lugar,
porque se refirió a Dios. Ahora bien, si se interrumpió, de
nuevo sucedió por la maldad de ellos. Lo mismo que los
suplicios se detienen cuando a algunos les amenazan cas-
tigos y rechazan la ira con la penitencia; así también, si
promete los bienes y los que han de gozar de las prome-
sas aparecen indignos, se retracta de lo prometido. Lo que
se refiere a uno mismo se espera todos los días, porque se
le ha prometido; pero la maldad de aquellos interrumpió
el don. Esto lo digo no para que nos desesperemos ante

3 1 . M t 6, 1 1 . 32. Sal 1 2 7 , 6b.


222 ]uan Crisóstomo

la dificultad, sino para que alejemos la ira con la peniten-


cia, y no echemos para atrás los bienes prometidos, sino
que lleguemos a la vida prometida con empeño y con una
vida diligente. Si no hacemos esto, no basta la promesa
para salvarnos.
5. También a Judas se le prometió que se sentaría en
el trono de los once apóstoles, y no se sentó ; ahora bien,
33

la causa no estuvo en quien lo prometió, sino en el que


se encontró indigno de la promesa. También nosotros, te-
niendo la promesa del reino, no debemos ser perezosos ni
tibios; ofrezcamos, por el contrario, nuestras cosas para
que podamos alcanzar los bienes eternos por la gracia y
la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo; a El la gloria
y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

33. Cf. Hch 1, 25.


SALMO 128

Mucho me combatieron desde mi juventud -que lo diga


Israel- .
l Mucho me combatieron desde mi juventud, y no
han podido conmigo .1Otro intérprete dijo: Pero no pre-
valecieron sobre mí.

1. También este salmo se halla unido al anterior. Al in-


terrumpirse las tareas de construcción y no llegar al final
del trabajo, queriéndoles conducir a una buena esperanza
para que no desesperasen, les ordena tener confianza en
las cosas presentes y futuras, y les enseña a decir estas pa-
labras. ¿Cuáles? Que aunque a menudo sean invadidos no
les podrán vencer ni obtendrán una victoria completa. In-
cluso los harán cautivos, los enviarán a tierra extraña y les
vencerán en múltiples guerras. Y sobre todo entonces les
superarán en mucho no por su propia fuerza, sino por los
pecados de los judíos. Pero no permanecerán victoriosos
hasta el final. En efecto, no podrán hacer desaparecer por
completo el linaje, ni aniquilar la ciudad, ni hacer perder
a la raza del todo; sino que por poco tiempo, con el per-
miso de Dios, los vencerían, aunque de nuevo serían do-
minados. Y ¿cómo vencieron? Volviendo a la primera fe-
licidad de los judíos. Esto es lo que indica otro intérprete:
Pero no prevalecieron sobre mí, dice.

1. Sal 1 2 8 , 1. 2. Sal 1 2 8 , 2.
224 Juan Crisóstomo

2. Los pecadores conspiraron a mi espalda, prolongaron


su iniquidad . 3 ¿Qué significa esto? No que tramaron in-
sidias de pasada -dice-, sino que maquinaron y negocia-
ron muchas cosas, urdiendo engaños y procurándolos en
secreto. La expresión a mi espalda significa bien el fraude
y lo corrupto, bien la fuerza y con mucha violencia. Es
decir, intentaron quebrar mi propia fuerza. Y otro, en lugar
de conspiraron, dijo labraron, para que quedara claro que
se urdió una acción que era una maquinación contra el
justo. Prolongaron su iniquidad. ¿Qué es lo que dice? In-
dica que no sólo irrumpieron con gran ímpetu, sino tam-
bién con gran perseverancia, consumiendo mucho tiempo,
trabajando la maquinación y persistiendo con empeño. Mas
no sacan ellos ninguna utilidad, no por nuestra fuerza, sino
por el poder de Dios.

3. Por eso es por lo que al mostrar al que levanta el


trofeo y realiza la victoria, añadió: El Señor justo rompió
los cuellos de los pecadores .
4 Otro, en lugar de cuellos, dijo
trampas, indicando los insultos, las insidias, las maquina-
ciones. Y muy bien dijo rompió, y no «destrozó», para
mostrar sobre todo lo que había realizado, haciendo inú-
tiles totalmente sus maquinaciones. Como la ciudad em-
pezó a construirse de nuevo, muchos se consumían de en-
vidia desde todas partes; y no una vez, ni dos, sino que
lo hicieron muchas veces. Lo mismo sucedió con la Igle-
sia. Cuando comenzó a crecer, continuamente entraban mu-
chos en ella; al principio reyes, pueblos y tiranos; después
las insidias de los herejes, y desde muchas partes y fre-
cuentemente se suscitaba la guerra; sin embargo, nada po-
dían; aunque se desató el ataque de los enemigos, la Igle-
sia florece.

3. Sal 128, 3. 4. Sal 128, 4.


Salmo 128, 1,2-5 225

4. Sean avergonzados y retrocedan todos los que odian


a Sión . Otro [dice]: Vuelvan hacia atrás. Sean como la
5

hierba de los tejados, que antes de que se arranque se seca,


de la cual no llena su mano el que siega?. Otro afirma: Su
puño. Ni su regazo el que recoge las gavillas . Y no dicen
7

los que pasan: ¡La bendición del Señor sobre vosotros! No-
sotros os bendecimos en el nombre del Señor*. La narra-
ción de lo que ha transcurrido cierra la súplica, y con ella
se dispone al oyente a confiar, mostrando lo injusta que
es la guerra. Desde la envidia y el odio se asume la gue-
rra; por eso se dice: Sean avergonzados y retrocedan todos
los que odian a Sión. No sólo serán vencidos, sino tam-
bién de forma deshonrosa y despreciable.

5. A continuación, al decir sean como la hierba de los


tejados, persiste en la similitud, no comparando con la
hierba simplemente, sino con la de los tejados. Aunque
también en el espléndido campo sucede lo mismo, que
pasa rápidamente; no obstante, para mostrar la frugalidad
de los adversarios los compara con la hierba de los teja-
dos. Y así mostró la fragilidad de los mismos de una y
otra forma: tanto por la frugalidad de la hierba como por
la naturaleza del lugar. Así son las ofensas de los adver-
sarios, dice; no tienen ni raíz ni fundamento, sino que
parecen florecer rápidamente, pero después son rechaza-
das y caen por sí mismas. Y así es la prosperidad de los
que viven en injusticia, así el goce de las cosas de esta
vida: al mismo tiempo que aparecen, caen; no tienen fun-
damento alguno ni fuerza. Por eso no hay que adherirse
a esas cosas; al contrario, considerando su caducidad, hay
que anhelar las cosas inmortales e invariables, las que no

5. Sal 128, 5. 7. Sal 1 2 8 , 7b.


6. Sal 128, 6-7a. 8. Sal 1 2 8 , 8.
226 Juan Crisóstomo

sufren cambio. Aquellas que a todos nosotros se nos per-


mita conseguir por la gracia y la benevolencia de nues-
tro Señor Jesucristo, a El, con el Padre y el Espíritu Santo,
igual gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 129

Desde lo más profundo te invoqué, Señor; ¡Señor, escucha


mi voz! .1

1.1. ¿Qué significa desde lo más profundo} Que las pa-


labras no proceden sencillamente de la boca, de la lengua
o de la mente errante, sino de lo más profundo del cora-
zón, con mucho empeño y ardor de ánimo, desde las pro-
fundidades de la mente. Así son las almas de los afligi-
dos: invocando a Dios con gran compunción, conmueven
el corazón entero; y por eso son escuchados. Y como tales
súplicas tienen mucha fuerza, no se tambalean ni son de-
rribadas, aunque el diablo arremeta con gran ímpetu. Lo
mismo que sucede a un árbol robusto que, por tener sus
raíces a mucha profundidad de la tierra, resiste todo el ím-
petu de los vientos; al contrario del que está plantado en
la superficie, que por una mínima brisa se arranca de raíz
y yace en tierra; así también, las súplicas que se hacen
desde lo profundo y tienen raíces hondas, no son derri-
badas, y permanecen firmes y estables, aunque sobreven-
gan innumerables pensamientos viles y todas las huestes de
diablo; en cambio, lo que procede de la boca y de los la-
bios, pero no sube desde lo profundo, tampoco puede as-
cender hasta Dios, porque es fruto de la indolencia.

1. Sal 129, l - 2 a .
228 Juan Crisóstomo

2. Quien reza así, aunque produzca estrépito, precipi-


tación o alboroto, aleja de sí la oración. La boca resuena
pero el corazón está vacío y la mente solitaria. Los san-
tos, por el contrario, no oraban así, sino con tal empeño
que humillaban todo el cuerpo. De esta forma, el biena-
venturado Elias, permanentemente orando, buscaba prime-
ro la soledad; y adornaba las preces poniendo la cabeza
entre las rodillas e inflamándose con un gran ardor . Y si 2

quieres verlo de pie en oración, míralo de nuevo extendi-


do hacia el cielo, y así extendido, para que también caye-
ra fuego de arriba . Y cuando quiso resucitar al hijo de la
3

viuda, lo extendió por completo, y esperó aquella resu-


rrección, no doblado, ni bostezando como nosotros, sino
inflamado con el buen ánimo de la oración . ¿Por qué 4

hablo de Elias y de aquellos santos? He visto muchas veces


a mujeres que por el hombre ausente y por un hijo en-
fermo oran desde lo profundo, derramando tales fuentes
de lágrimas que consiguen el propósito de la petición. Pero
si por un hijo y por el hombre ausente las mujeres se in-
flaman de esta forma en sus oraciones, ¿qué excusa tendrá
el hombre perezoso con el alma muerta? Por eso muchas
veces cuando oramos así, regresamos vacíos.

3. Escucha cómo Ana ora desde lo más profundo de-


rramando tales fuentes de lágrimas que se transportó a las
alturas por su oración . El que reza de esta forma, antes
5

de conseguir lo que pide, cosecha grandes bienes de la ora-


ción, reprimiendo todas las pasiones, calmando la ira, arro-
jando la envidia, extinguiendo el deseo, disminuyendo el
amor por las cosas terrenas, asentando su alma en una gran
tranquilidad y subiendo él mismo al cielo. Igual que la llu-

2. Cf. 1 R 1 8 , 42. 4. Cf. 1 R 1 7 , 1 9 - 2 2 .


3. Cf. 1 R 16, 36-38. 5. Cf. 1 S 1, 1 0 - 1 1 .
Salmo 129, 1,2-5 229

via se precipita sobre la tierra dura o el fuego ablanda al


hierro; así también, esa oración, más vehemente que el fuego,
empapa y ablanda a la mente endurecida por las pasiones.
El alma es blanda y moldeable, pero lo mismo que el agua
del Ister pasa a menudo, y se vuelve pétreo por el frío,
6

así también nuestra alma, endurecida por el pecado y la


mucha indolencia, se convierte en piedra. Por eso necesita-
mos mucho calor para que la dureza se ablande. Ahora
bien, eso es lo que hace la oración principalmente. Y cuan-
do te agarres de la mano de la oración no busques sólo
obtener lo que pides, sino también hacer mejor tu alma con
esa oración. También ése es el oficio de la oración. Así, el
que reza, consigue levantarse por encima de las cosas de la
tierra, vuela con la mente, hace ligero al pensamiento y no
es impedido por ninguna pasión. Desde lo más profundo te
invoqué, Señor. Dos cosas se establecen aquí: el desde lo
más profundo, y lo de invocar. No sólo refiriendo la in-
vocación al tono de la voz, sino a la intensidad del alma.

4. Señor, escucha mi voz. Aquí aprendemos dos cosas:


que no hay que pedir sin más a Dios, si no ponemos lo
que está de nuestra parte. Por eso, después de decir desde
lo más profundo, añade escucha. De ahí que una oración
intensa y llena de lágrimas de compunción tiene gran fuer-
za para persuadir a Dios a que acumule lo mencionado.
5. Y como si hubiera hecho algo grande, añade: Señor,
escucha mi voz. Estén tus oídos atentos a la voz de mi sú-
plica . Por oídos se entiende la facultad de escuchar. Y nue-
7

vamente la voz no indica el ímpetu del espíritu, ni signi-


fica el clamor, sino la intensidad del deseo.

6. Gran río de Europa, hoy 7. Sal 1 2 9 , 2.


el Danubio.
230 Juan Crisóstomo

6. Señor, si tienes en cuenta los delitos, ¿quién, Señor,


resistirá? .
8 Para que nadie diga que, siendo uno pecador y
estando lleno de innumerables males, no puede acceder, su-
plicar y llamar a Dios, quitando esa excusa, dice: Señor, si
tienes en cuenta los delitos, ¿quién, Señor, resistirá? Lo de
quién, aquí significa nadie. Pues no es, no es posible que
alguien pueda conseguir clemencia y misericordia alguna
vez, llevando puntualmente las cuentas de los hechos.

2.1. Estas cosas las decimos, no para llevar las almas a


la pereza, sino para consolar a los que están en la deses-
peración. En efecto, ¿quién puede gloriarse de tener el c o -
razón limpio, o quién confiará en que está limpio de pe-
cado? . Mas ¿por qué hablo de otros? Si traigo a Pablo a
9

colación y quisiera reclamarle un examen cuidadoso de sus


hechos, no podría subsistir en pie. Pues ¿qué podría decir?
Había leído con atención a los profetas, y por eso se hizo
celador de la ley de la patria; vio las señales realizadas y
continuó igualmente persiguiendo; y no persiguió antes de
que gozara de la visión de aquellas realidades maravillosas
y escuchara la voz terrible; antes de esto estuvo confun-
diendo y revolviendo todas las cosas. No obstante, dejan-
do pasar igualmente todas esas cosas, Dios también lo llamó
y lo hizo digno de muchas gracias . 10

2. Y ¿qué [decir] de aquel corifeo, Pedro? ¿Acaso des-


pués de innumerables señales y milagros, de tanta obe-
diencia y exhortación, no cayó en aquella gravísima caída ? 11

E igualmente [Cristo] lo pasó por alto y lo constituyó el


primero de los apóstoles. Por eso dijo: Simón, Simón, mira
que Satanás piensa cribarte como el trigo: pero yo he ro-

8. Sal 129, 3. 1 1 . El Crisóstomo se refiere,


9. Pr 20, 9. sin duda, al suceso de las nega-
10. Cf. Hch 9, 1 - 1 9 . ciones; cf. M t 26, 6 9 - 7 5 .
Salmo 129, 1,6-3,2 231

gado por ti para que tu fe no desfallezca . Y después de


12

esto, si no juzga con misericordia y amor, sino exigiendo


exactamente las cuentas, a todos nos encontrará reos. Por
lo que también Pablo decía: Nada me remuerde, pero no
por eso estoy justificado '.
11

3. Si tienes en cuenta los delitos, Señor, Señor. No es


simplemente una repetición, sino una admiración tan gran-
de que nos sorprendemos de la magnitud de su miseri-
cordia, y de su infinita majestad, y de la inmensidad de
su extrema bondad. ¿Quién resistirá? No dice «¿quién
huirá?», sino ¿quién resistirá? Significando que no se po-
dría permanecer en pie.
4. Mas el perdón se halla junto a ti . ¿Qué significa
u

el perdón se halla junto a ti} «No en nuestras buenas ac-


ciones, sino que sólo por tu bondad es posible escapar del
suplicio. El pasar por alto la pena se lleva a cabo por tu
benevolencia. Y si no gozamos de ella, no bastan nuestras
cosas para salvarnos de la ira futura».
3.1. Mostrando lo mismo decía también por medio del
Profeta: Yo soy quien borra tus iniquidades . Esto es: «Es
15

algo propio de mí, de mi bondad, de mi benevolencia. Tus


cosas no son suficientes para escapar del castigo, si no ac-
cedes a mi benevolencia». Y de nuevo: Yo os sostengo . Por 16

tu nombre te espero, Señor. Mi alma espera en tu palabra . 17

2. Mi alma espera en el Señor *. Otro [intérprete]: Por


1

tu ley. Y otro: Para que sea conocida tu palabra. Lo que


dice es lo siguiente: «He esperado la salvación por tu be-

12. Le 22, 31-32, 16. Is 46, 4.


13. 1 C o 4, 4. 17. Sal 1 2 9 , 5.
14. Sal 1 2 9 , 4a. 18. Sal 1 2 9 , 6.
15. Is 43, 25.
232 Juan Crisóstomo

nevolencia y por tu ley; si me hubiera mirado a mí mismo,


ya hace tiempo que hubiera desaparecido, hace tiempo que
hubiera perdido toda confianza; pero ahora, atendiendo a
tu ley y a tu palabra, obtengo la mejor esperanza». ¿A qué
[tipo de] palabra? A la de benevolencia. En efecto, El
mismo es quien dice: Cuanto dista el cielo de la tierra, así
distan mis pensamientos de vuestros pensamientos, y mis
caminos de vuestros caminos". Y otra vez: Cuanta es la
altura del cielo sobre la tierra, El Señor ha confirmado su
misericordia sobre los que le temen . 20 Y de nuevo: Cuan-
to dista oriente de occidente, tanto aleja de nosotros nues-
tros delitos .11Es decir: «No los he guardado sólo porque
obraron rectamente, sino que también los he preservado
de los pecados y he mostrado entre vuestros delitos mi
patrocinio y mi providencia». Otro [intérprete] dice: Para
que sea temido he esperado en el Señor. ¿Temido por quién?
«Por los enemigos, por los que urden insidias y por los
que me atacan». ¿Qué significa, otra vez, por tu nombre}
«Si y o soy pecador y estoy lleno de vicios innumerables
-dice-, sin embargo conocían de igual manera que tu nom-
bre no debía ser profanado, aunque no hubieras permiti-
do que nosotros pereciéramos». Lo que también dijo El
mismo por medio de Ezequiel: Yo no lo hago por voso-
tros sino por mi nombre, para que no sea profanado entre
las naciones . 22 Esto es: «Nosotros ciertamente no éramos
dignos de ser salvados, ni teníamos ninguna perspectiva
feliz por nuestros actos; mas por tu nombre esperamos ser
salvados y porque nos ha sido dada la esperanza de la sal-
vación». Otro: Por miedo he resistido al Señor. Otro: Por
la ley he resistido al Señor. Mi alma resiste en su palabra.

19. Is 55, 9.8. 2 1 . Sal 102, 1 2 .


20. Sal 102, 1 1 . 22. Ez 36, 22.
Salmo 129, 3,2-4 233

Otro: Sostuve mi alma y he esperado tu palabra. Es decir:


«Me he aferrado a un ancla sagrada por sus promesas y
frecuentes muestras de benevolencia y clemencia, y no per-
deré mi esperanza».
3. Espere Israel al Señor desde la vigilia de la aurora
hasta la noche . «Toda la vida», dice; Es decir, todo el día
23

y toda la noche. Nada se equipara a la salvación como el


creer siempre y depender de aquella esperanza, aunque su-
cedan innumerables cosas que nos empujen a la desespe-
ración. Esto es un muro inquebrantable, una fortaleza inac-
cesible, una torre inexpugnable. Y aunque los sucesos te
reduzcan a la muerte, al peligro y a la ruina total, no de-
sistas de esperar en Dios y de confiar en su salvación. Pues
para El todas las cosas son fáciles y sencillas, y puede con-
seguir lo posible de lo imposible. No sólo va a conven-
certe de que aproveches su auxilio cuando estés en situa-
ciones favorables, sino sobre todo cuando te amenace el
oleaje, la tempestad y un peligro extremo. Entonces Dios
muestra su poder al máximo. Esto es en efecto lo que dice:
«Conviene esperar siempre en el Señor, durante toda la
vida, durante toda la existencia».

4. Porque en el Señor está la misericordia y la reden-


ción copiosa . Y El mismo redimirá a Israel de todas sus
1

iniquidades .
23 ¿Qué significa en el Señor está la misericor-
dia} «El es fuente y tesoro de misericordia que mana per-
petuamente», dice. Y donde hay misericordia, hay también
redención; y no sólo redención, sino también abundante,
y un piélago inmenso de benevolencia. Aunque seamos do-
minados por los pecados, no conviene estar abatido ni de-

23. Sal 1 2 9 , 6. 25. Sal 129, 8.


24. Sal 1 2 9 , 7.
234 Juan Crisóstomo

sesperar. Ciertamente donde hay misericordia y benevo-


lencia no se exige tan puntualmente las cuentas de los de-
litos: se juzga con gran misericordia, con inclinación a la
benevolencia y pasando por encima muchas cosas. Dios es
así, inclinado y proclive a tener constantemente misericor-
dia e indulgencia perpetua.
5. Y Él mismo redimirá a Israel de todas sus iniqui-
dades. Si es así, y por todas partes se ha difundido la mag-
nitud de su clemencia, es evidente que también salva a su
pueblo y lo libera no sólo del suplicio, sino también de
los pecados. Sabiendo estas cosas, perseveremos suplican-
tes y en oración, y no desistamos nunca, tanto si recibi-
mos como si no recibimos. En efecto, si tienes la vida por-
que se te ha dado, también Él es señor del tiempo de dar,
y conoce perfectamente el momento oportuno. Permanez-
camos, pues, orantes, suplicantes, confiando en su miseri-
cordia y en su benevolencia, y nunca desesperemos de nues-
tra salvación; por el contrario, manifestémosle nuestras
necesidades y nunca nos dejará, puesto que es inefable su
misericordia e infinita su benevolencia, la que se nos con-
cederá a todos alcanzar por la gracia y benevolencia de
nuestro Señor Jesucristo, a Él la gloria con el Padre y el
Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 130

Señor, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enal-


tecieron .
1 Otro [dice]: Ni se envanecieron. No he andado
en cosas grandes ni maravillas que me exceden . Otro [afir-
2

ma]: En grandezas. Otro: En magnificencias ni exuberan-


cias que me exceden.

1. ¿Qué significa esto? Pablo dice que es estúpido el


alabarse a sí mismo, aunque sea necesario, y por eso añade:
Fui un estúpido al gloriarme; mas vosotros me forzasteis . 3

Y ¿cómo es que el Profeta ignoró esto, y ahora se ufana,


no ante dos, ni ante tres, ni ante diez, sino ante todo el
mundo, y se gloría diciendo: «Soy humilde y modesto, y
humilde en exceso y sencillo»? Esto es lo que significa
como niño destetado de su madre . 4¿Por qué, pues, hace
eso? Porque el hecho en sí, ciertamente, no está totalmente
prohibido, sino que hay ocasiones en que es necesario;
sobre todo, cuando debemos gloriamos por algo y, al no
gloriarnos, somos unos insensatos. Por eso también dijo
Pablo: Quien se gloríe, gloríese en el Señor . Y el que no
3

se gloría en la cruz es el más necio de todos y el más cri-


minal. Quien no se gloría en la fe, es el más estúpido de

1. Sal 130, la. 4. Sal 1 3 0 , 2b.


2. Sal 130, Ib. 5. 2 C o 1 0 , 17.
3. 2 C o 12, 1 1 .
236 Juan Crisóstomo

todos; quien no se gloría en esas cosas y habla con toda


franqueza perecerá con razón. Por eso, el apóstol decía con
valentía: Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz
de nuestro Señor Jesucristo . Y de nuevo: No se gloríe el
6

rico en sus riquezas, ni el sabio en su sabiduría, sino glo-


ríese en esto, en que entienda y conozca al Señor . 7

2. Entonces, ¿cuándo es malo gloriarse? Cuando lo ha-


cemos como el fariseo . Y ¿por qué dice Pablo fui un es-
8

túpido al gloriarme, mas vosotros me forzasteis} Porque


contaba las buenas obras de su vida y conducta, que no
convenía narrar a no ser que fuera necesario. En otra parte
dice: Si quisiera gloriarme no sería imprudente porque diría
la verdad . 9 En efecto, quien dice la verdad cuando la oca-
sión lo requiere, no es necio. Por tanto no es necio el Pro-
feta que se gloría, pues dice la verdad. Pero ¿por qué causa
hizo este discurso? Para enseñar a los oyentes a que no
tornaran a la demencia después de la liberación de los
males, y no cayeran de nuevo en la cautividad una vez li-
berados de las cadenas. Por eso cuando narraba su gloria,
corregía al oyente, pues no decía: «Fui exaltado y me llené
de perturbación». ¿Qué, entonces? No fue exaltado mi c o -
razón; es decir, «no me ha alcanzado la maldad del alma».
Ciertamente, su mente era como un puerto tranquilo, que
no está agitado por las olas de la desgracia, que es la causa
de todos los males, y la raíz de la extrema iniquidad. ¿Qué
es lo que significa Señor, no se ha envanecido mi corazón,
ni mis ojos se enaltecieron} «No levanté las cejas -dice-,
ni alcé la cerviz». En verdad, la enfermedad rebosa de la
fuente interior de la pasión, y el cuerpo reproduce la in-
flamación desde dentro.

6. G a 6, 14. 8. Cf. Le 18, 1 1 - 1 2 .


7. J r 9, 2 2 - 2 3 . 9. 2 C o 12, 6.
Salmo 130, 1,1-4 237

3. No he andado en cosas grandes ni maravillas que


me exceden. ¿Qué significa en cosas grandes} Las de hom-
bres ampulosos, ricos, arrogantes y soberbios. ¿Ves la exac-
titud de la humildad? No sólo él era ajeno a la desgracia,
sino que también huía de los arrogantes y se apartaba de
aquellas reuniones por su gran odio a la jactancia. En efec-
to, odia ese vicio y no sólo se aparta de él y le hace inac-
cesible la morada de su mente, sino que también se pone
a una gran distancia de los que lo seguían, de forma que
por eso no obtuvo daño alguno. Ciertamente, no es hecho
nimio huir de los insolentes, odiar a los arrogantes, abo-
rrecerlos y tenerles horror; es la mayor seguridad de la
virtud, custodia máxima de la humildad. Ni maravillas que
me exceden. Otro: Ni en grandezas por encima de mí.

4. En verdad me he comportado y he acallado mi c o -


razón, como niño destetado de su madre, así he sido re-
tribuido en mi alma . Otro: Así ha sido recompensada
10 mi
alma. Esto se ha dicho a manera de hipérbaton, pues, «si
no percibía con humildad, como el niño destetado de su
madre, sino que se ha exaltado mi corazón, entonces he
sido retribuido en mi alma». Lo que quiere decir es lo si-
guiente: «No sólo fui liberado del vicio -de la arrogancia,
quiero decir-, ni sólo estuve ajeno a los que la poseen,
sino que también he adquirido sin medida la virtud con-
traria: la humildad, la moderación, la contrición». Lo mismo
mandó Cristo a sus discípulos, diciéndoles: Si no os con-
vertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el reino
de los cielos . «Así fue mi humildad -afirma-, como la de
11

un niño que pende del pecho de su madre. Igual que el


que se adhiere a su madre es humilde y está limpio de
toda arrogancia, vive en la inocencia y en la simplicidad;

10. Sal 130, 2c. 1 1 . M t 1 8 , 3.


238 Juan Crisóstomo

así también, yo permanezco adherido a Dios perpetua-


mente». Y no se acordó simplemente del destetado, sino
que quería tener presente la aflicción, la angustia, el dolor,
la magnitud de los males. «Pues igual que el niño peque-
ño, cuando es retirado del pecho, no se separa de la madre,
sino sintiendo dolor, gimiendo, llorando, angustiándose y
no soportándolo, se coge constantemente a la madre y no
se separaría; así también yo, en la aflicción, en la angustia
y en las múltiples desgracias me adhiero a Dios. Y si no
estuviera de esa manera, que sea castigado, afirma; es decir,
que mi alma reciba el castigo último».

5. Espera Israel en el Señor, desde ahora y por siem-


pre . Como he dicho desde el principio, date cuenta que
11

en los asuntos de la fe y los dogmas, incluso aunque no


haya razón alguna, conviene gloriarse constantemente, y el
que no se gloría perece. En las cosas buenas de la vida,
cuando el momento lo requiere, jamás conviene rechazar
el gloriarse. ¿Qué cuál es ese momento? Hay muchos y
variados, siendo uno el enseñar al discípulo. Así pues, éste
[profeta] que enseña y muestra para atraer a los oyentes a
la imitación, añade diciendo: Espera Israel en el Señor, desde
ahora y por siempre. Y dice que aunque te rodeen cala-
midades, tristezas, guerras, cautividad o cualquier mal ines-
perado, tú debes mantener firme la esperanza en Dios y
aquella espera, y alcanzarás por completo un final feliz, re-
compensándote Dios con la liberación de los males por esa
buena esperanza, en Jesucristo, Señor nuestro; a El la glo-
ria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

12. Sal 1 3 0 , 3.
SALMO 131

Acuérdate, Señor, de David y de toda su mansedumbre .


1

1.1. En otra parte piden ser salvados por la memoria


de sus antepasados; aquí, sin embargo, hacen referencia
a las buenas obras y a lo que es la causa de todos los
bienes: la moderación, la humildad, la mansedumbre, en
lo que fue más admirado Moisés. Era el más manso de
todos los hombres que habitan sobre la tierra , dice [la
1

Escritura]. Pero algunos herejes , atacando lo dicho y su


3

forma de vida, afirman: «¿Qué dices? ¿Es el más manso,


el que pone un pie en Egipto y lo destruye? ¿El que
llenó a los judíos de sangre y de guerras internas? ¿El
que ordenó que mataran a sus compatriotas? ¿El que
hizo que se abriera la tierra, los rayos cayeran desde lo
alto, el que sumergió a los judíos y los consumó? Si éste
era manso, ¿quién es cruel y duro?». Deja de decir cosas
vanas. También y o digo - y no cesaré de repetirlo- que
él era manso y el más manso de todos los hombres. Y
si quieres, intentaré demostrar su mansedumbre no por
las cosas contrarias sino por esas mismas que se han men-
cionado. Podría alegar las cosas dichas por él a Dios

1. Sal 1 3 1 , 1. queos que rechazaban la ley de


2. N m 12, 3. Moisés.
3. Clara alusión a los mani-
240 Juan Crisóstomo

acerca de su hermana, la súplica que consagró en favor


del pueblo, todas aquellas palabras apostólicas y dignas
de los cielos, la moderación con la que hablaba al pue-
blo. Podrían decirse estas cosas, y enumerar otras mu-
chas más; pero si quieres, dejando éstas, demostremos
que fue el más manso de todos los hombres a partir de
aquellas cosas por las que algunos estiman que era cruel,
inhumano y duro.

2. Así pues, ¿cómo lo mostraremos? Si primero dis-


tinguimos y definimos qué es la mansedumbre y qué la
crueldad. En efecto, el golpear no es sólo propio de la
crueldad, ni de la moderación el abstenerse; en cambio, es
manso el que es capaz de llevar las propias faltas, quien
rechaza a los que hacen injurias y el que con vehemencia
se convierte en vengador de los que son maltratados. Y
quien no es así, es estúpido y está dormido, y no se en-
cuentra mejor que un muerto; no es manso ni blando. El
despreciar a los que son tratados injustamente, el no do-
lerse con los despreciados y el no irritarse con los que
maltratan no es virtud, sino vicio; no es mansedumbre,
sino indolencia. De modo que esto muestra su manse-
dumbre, que era igualmente ardiente y que saltaba cuan-
do veía que otros cometían injusticias y no podía conte-
ner su enfado ante la injusticia. Y cuando él mismo recibía
los males no se vengaba ni atacaba, sino que aguardaba fi-
losofando constantemente. Si hubiese sido cruel e irasci-
ble, quien se inflamó y enardeció en favor de los demás,
no hubiera recibido tranquilo los ataques personales, sino
que se hubiera irritado mucho más. Sabéis, ciertamente,
que sufrimos más por nuestras cosas que por las de los
demás. Pero en él, sufriendo males, no vemos que com-
batiera por los propios padecimientos; y llevaba con la
mayor tolerancia las faltas contra él, mostrando en una y
otra cosa la paciencia y el odio de los malvados.
Salmo 131, 1,1-4 241

3. ¿Qué era conveniente hacer? Dime. ¿Despreciar la


injusticia que surgía y provocar el mal en la multitud?
Ahora bien, esto no era lo propio del que conduce al
pueblo, ni de alguien paciente y blando, sino del pere-
zoso e indolente. ¿Tú no reprenderías a un médico que
rechazara la amputación de un cuerpo en el que la pu-
trefacción avanza por todas partes, y no dirías que es más
cruel, mucho más, si la enfermedad se extiende por todo
un pueblo? Estas cosas son propias de un juez insensa-
to. Pues siendo jefe de tal pueblo y conduciendo un pue-
blo duro, áspero e indomable, le convenía reprimir desde
el principio, y desde el inicio frenar el mal para evitar su
avance.

4. «Pero aniquiló -se dice- a Datan y a Abirón» . 4

¿Qué dices? ¿Acaso convenía despreciar al sacerdocio, pi-


soteando y despreciando las leyes de Dios, disolviendo lo
reunido - m e refiero a la dignidad del sacerdocio- y, por
la indolencia de aquellos, exponer los secretos a todos,
permitir el desprecio de aquellos, pisar los recintos sa-
grados por quienes lo desearan, y revolver por arriba y
por abajo todas las cosas? Pero esto no era precisamen-
te lo característico de la mansedumbre, sino de la inhu-
manidad y la crueldad: observar el mal que crece, salvar
a doscientos y dejar perder a miles. Dime, ¿qué conve-
nía hacer cuando ordenó matar a los parientes, si Dios
estaba enfadado, la impiedad crecía y no había otra cosa
que les pudiera salvar de la ira? ¿Acaso dejar que la plaga
descendiera desde los cielos sobre todas las tribus, y en-
tregar el linaje a una matanza general, y observar el pe-
cado que se hace incurable con el castigo? ¿Acaso con la
matanza y el castigo de unos pocos no se quita el peca-

4. Cf. N m 1 6 , 28-32.
242 Juan Crisóstomo

do de en medio, se calma la ira y se vuelve a Dios mi-


sericordioso con ellos, que habían descuidado tantas cosas?
Si examinas así las acciones de este justo, sobre todo verás
que él era totalmente manso.
2.1. Pero dejemos estos asuntos que se han tratado para
que las discutan los estudiosos, no hagamos grande lo que
es anecdótico, y volvamos a lo propuesto. ¿Que era lo
planteado? Acuérdate, Señor, de David y de toda su man-
sedumbre.
2. Como juró al Señor, hizo voto al Dios de Jacob .
5

Como él se proponía hablar sobre la mansedumbre, deja


de describir lo referente a Saúl, a los hermanos, a Jona-
tán, a la paciencia que usó con el soldado que lo cubría
con innumerables maledicencias y otras muchas cosas se-
mejantes, y conduce el discurso hacia otro principio, que
era lo que más deseaba. ¿Por qué actúa así? Por dos ra-
zones; una, ciertamente, porque Dios se complacía al má-
ximo con ello: ¿Sobre quién pondré mi vista - d i c e - sino
sobre el manso, el pacífico y el que tiembla ante mis pa-
labras? .
6 Por otra parte, como urgía mucho la construc-
ción del templo, la edificación de la ciudad, la restaura-
ción de la antigua forma de vida, abandona el discurso
anterior y dirige totalmente la atención a lo que es co-
nocido por todos: su mansedumbre. Trae a colación aque-
llo que es más necesario establecer. Pues ¿qué deseaban
ver? El templo levantado y los antiguos ritos instaura-
dos. Y como David brilló sobre todo en eso, pidió a Dios
la construcción del templo como recompensa de su em-
peño, y dice: Acuérdate, Señor, de David y de toda su
mansedumbre. Como juró al Señor, hizo voto al Dios de
Jacob.

5. Sal 1 3 1 , 2. 6. Is 66, 2.
Salmo 131, 1,4-2,3 243

3. No he de entrar bajo el techo de mi casa, no he de


subir al lecho en que reposó , no he de conceder
7 sueño a
mis ojos, ni quietud a mis párpados*, hasta que no encuentre
un lugar para el Señor, una morada para el Dios de Jacob . 9

¿Qué tiene que ver esto contigo? «Puesto que y o soy su


descendiente -dice-, y como él te fue grato por su dili-
gencia, dijiste que su linaje habría de levantar el reino; por
eso exigimos ahora las cosas que fueron pactadas». No dijo
«hasta que edifique» (pues no le estaba permitido), sino,
hasta que no encuentre un lugar para el Señor, una mo-
rada. Después, pasa de largo ante lo que ha de edificar y
trae a colación lo que ha sido prometido, para que sepas
qué bueno es el ánimo recto, y cómo Dios premia siem-
pre la intención y la buena voluntad. Por eso se acuerda
más de él, ya que es más que el hijo, que es quien edifi-
cará . Este fue anunciado, pero aquél fue designado. Mira,
10

por tanto, su buena voluntad. No sólo dice que él no ha


de estar en la casa, ni subir al lecho, sino que ni siquiera
va a gozar libremente de estas cosas que son necesarias
por naturaleza, hasta que encuentre un lugar y una mora-
da para el Dios de Jacob. Dice así lo contrario a las cosas
que Dios ha reprochado: Vosotros, ciertamente, habitáis en
casas artesonadas; en cambio mi casa está desierta . Hasta 11

que encuentre un lugar para el Señor, una morada para el


Dios de Jacob. Mira de nuevo también aquí el empeño y
el alma solícita. El rey dice: Hasta que encuentre un lugar
para el Señor, una morada para el Dios de Jacob; ¡el que
tiene poder sobre todas las cosas! Y es que no quería sim-

7. Sal 1 3 1 , 3. «¿Es acaso para vosotros tiempo


8. Sal 1 3 1 , 4. de habitar en vuestras casas arte-
9. Sal 1 3 1 , 5. sonadas, mientras este Templo está
10. Es decir, Salomón. en ruinas?».
11. Ag 1, 4. El texto dice:
244 Juan Crisóstomo

plemente edificar, sino que fuera en el lugar más apropia-


do, con un templo conveniente y con la búsqueda nece-
saria. Así era la vigilancia de su alma.
4. He aquí que hemos oído que ella está en Efratá, la
hemos encontrando en los campos del bosque . Ahora narra
12

sucesos antiguos, señalando que por un largo tiempo el arca


de la alianza estuvo errante, cambiando de lugar en lugar; y
por eso dice he aquí que hemos oído que ella está en Efra-
tá; es decir, «eso es lo que nos contaron nuestros padres, lo
que percibimos en nuestros oídos, porque también entonces
iba y venía por todas partes, llanuras y campos, y después
se asentó». Y lo mismo sucede ahora. Aquí Efratá alude a
la tribu de Judá, a la que era conducida tras un largo rodeo.

5. Entremos en su santuario, postrémonos ante el estrado


de sus pies . ¿Ves qué modo de hablar utiliza continuamen-
13

te debido al gran embotamiento de los oyentes, mencionan-


do santuario de Dios, pies, y estrado donde están los pies?
Todas esas cosas señalan el lugar del arca, pues de ese lugar
salían voces terribles acerca de las cosas referentes a los ju-
díos, que eran oscuras de resolver y predecían el futuro.
6. Levántate, Señor, hacia tu descanso, Tú y el Arca de
tu santificación . Otro: De tu majestad. Otro: De tu fuer-
14

za . Una y otra cosa son verdaderas. En efecto, allí era


15

entregada la santidad, y las cosas que estaban escritas eran


fuente de santidad y de fortaleza.
3.1. Así habló bellamente. En realidad, Dios muestra a
través de ella su gran poder una, dos y muchas veces, como
cuando fue capturada en Azoto , cuando derribó a los
16

12. Sal 1 3 1 , 6. 1 5 . Se desconocen los nom-


13. Sal 1 3 1 , 7. bres de estos dos intérpretes.
14. Sal 1 3 1 , 8. 16. Cf. 1 M 5, 68.
Salmo 131, 2,3-3,4 245

ídolos, cuando golpeó a los que la habían tocado, cuando,


una vez entregada, estableció que cesara la desgracia, y
también mostró su fuerza por otras cosas que hizo allí.
¿Qué significa levántate hacia tu descanso} «Haz que de-
jemos de ir errantes - d i c e - y de dar vueltas con el arca,
y después, al menos, que ésta descanse».
2. Tus sacerdotes se vestirán de justicia . Otro [dice]:
17

Se revistan. Otro: Serán vestidos, que es sin duda más claro,


pues la posesión de la virtud es más propio del que su-
plica que del que predice. Aquí justicia expresa santidad,
ritos sagrados, adoración, víctimas, ofrendas y con éstas la
vida perfecta, que es lo más necesario pedir para los sa-
cerdotes. Y tus santos exultarán *, una vez realizadas estas
1

cosas. Mira cómo no busca la construcción de la ciudad,


ni la abundancia de víveres, ni otro tipo de prosperidad,
sino el decoro del templo, el descanso del arca, la perfec-
ción de los sacerdotes, la santidad, el culto, el sacerdocio.
3. A continuación, como los que pidieron estas cosas
eran deudores de muchos pecados, se refugian en sus an-
tepasados diciendo: Por tu siervo David, no rechaces el ros-
tro de tu ungido . ¿Qué significa por tu siervo David} No
19

sólo por su virtud -dice-, ni porque pusiera un gran em-


peño en la construcción del templo, sino porque también
le hiciste la promesa. Por tu siervo David, no rechaces el
rostro de tu ungido. ¿A quién se refiere? Al que entonces
fue ungido, regía y estaba al frente del pueblo.
4. Juró el Señor a David una promesa y no la retrac-
tará: «El fruto de tu vientre pondré sobre tu trono» . Pues- 20

to que se acordó de David, de la virtud del hombre y del

17. Sal 1 3 1 , 9a. 19. Sal 1 3 1 , 10.


18. Sal 1 3 1 , 9b. 20. Sal 1 3 1 , 1 1 .
246 Juan Crisóstomo

empeño con respecto al templo, y mencionó las antiguas


narraciones, y apareció digno de la primera forma de vida,
pidió lo que es más importante: conocer las promesas de
Dios. ¿Cuáles son éstas? El fruto de tu vientre pondré
sobre tu trono.
5. Pero no se hizo este trato sin más, sino con una de-
terminada condición ¿Cuál era esa condición? Escucha, pues
añade: Si tus hijos guardan mi alianza, y los preceptos que
yo les enseñe, también sus hijos se sentarán por siempre sobre
tu trono . Al entregarles Dios estas promesas, les transmi-
21

te también el manuscrito. Y ellos a su vez dijeron: Hare-


mos y obedeceremos todo lo que ha dicho el Señor . 22

6. Después, como viese que una parte transgredía las


promesas convenidas, conduce el discurso a un lugar, ex-
citando por doquier palabras de consuelo, y diciendo: Por-
que el Señor eligió a Sión, la ha preferido como su mora-
da . Aquí está mi descanso para siempre. Aquí
23 habitaré
pues la he elegido . Es decir, el hombre no eligió el lugar,
24

sino que fue decretado por Dios, condescendiendo con la


necedad de aquellos. Así pues, lo que dice es lo siguien-
te: «No permitas que caiga ni perezca aquel del que has
tenido misericordia, el que has elegido, el que has decre-
tado, el que has considerado digno. Ciertamente aquí has
dicho habitaré. Pero estas cosas las decía con algunas pro-
mesas. ¿Cuáles? Si tus hijos guardan mi alianza
7. Bendeciré su caza sin tasa . Otro: La provisión. Llama
25

caza a la abundancia de víveres, la fertilidad, y suplica que


todas las cosas manen para ellos como de fuentes. Cierta-

2 1 . Sal 1 3 1 , 12. 24. Sal 1 3 1 , 1 3 - 1 4 .


22. Ex 24, 7. 25. Sal 1 3 1 , 15a.
23. Sal 1 3 1 , 13.
Salmo 131, 3,4-9 247

mente, ésta era la forma de vida que tenían los judíos en


la antigüedad: no percibían la necesidad de las cosas ma-
teriales ya que entonces tenían a Dios como bienhechor.
Ni había penuria alguna entre ellos, ni hambre, ni epide-
mia, ni muerte prematura, ni ningún tipo de las cosas que
suelen sobrevenir al hombre; por el contrario, todos los
bienes les manaban como de fuentes, corrigiendo la mano
de Dios la necedad de los sucesos humanos. Así dice aquí:
«Has prometido bendecir su caza, o sea, procurar la abun-
dancia de lo necesario con gran seguridad».

8. A sus pobres hartaré de pan . A sus sacerdotes


26 ves-
tiré de salvación, y sus santos exultarán con alborozo . Allí 27

suscitaré a David un cuerno, prepararé una lámpara a mi


ungido *. A sus enemigos cubriré de vergüenza,
2 mas sobre
él refulgirá mi diadema . 29Mira la prosperidad que se pro-
duce por todas partes, por la que no existe ninguna nece-
sidad, por la que los sacerdotes permanecen seguros, por
la que el pueblo está alegre, por la que el rey es fuerte.
En efecto, aquí lámpara se refiere al rey, a la defensa, a la
salvación o a la luz; con ello da a entender el más gran-
de género de prosperidad. ¿Qué prosperidad? El ocultar a
los enemigos y que no halla nada que perjudique a esos
bienes. Y no dijo sólo destrucción sin más, sino vergüen-
za, queriendo ocultar a los que están vivos, buscar oscu-
ridades y, por las cosas que sufren, dar testimonio de la
fuerza y la felicidad que hay en este linaje.

9. Sobre él refulgirá mi diadema. ¿Qué significa sobre


él} Sobre el pueblo. La diadema. Otro dice: El cuerno.
Otro: Su distinción. Otro: Su diversidad. Y ¿qué es real-

26. Sal 1 3 1 , 15b. 28. Sal 1 3 1 , 17.


27. Sal 1 3 1 , 1 6 . 29. Sal 1 3 1 , 18.
248 Juan Crisóstomo

mente lo que dice? A mí me parece que se refiere a la pros-


peridad, a la seguridad, a la fuerza y al reino. «Las cosas
que al principio aparté para él -dice-, ésas permanecerán
florecientes, brotando, sin marchitarse ni caerse; sino que
permanecerán todas, si perdura la condición que al princi-
pio se puso. ¿Cuál? Si tus hijos guardan mi alianza.
10. Las promesas de Dios no nos consiguen los bienes
si nosotros no hacemos lo que está en nuestras manos, o
si no las atendemos por pereza o negligencia. Dios no obra
muchos bienes que ha prometido porque encuentra indig-
nos a los que hizo tal promesa; lo mismo que no lleva a
cabo los males con que amenazó si aquéllos que lo irrita-
ron después cambiaron y depusieron su ira. Así nosotros,
conociendo estas cosas, no seamos perezosos por la pro-
mesa, para que no nos desalentemos ni desesperemos por
las amenazas, y, por el contrario, cambiemos. En verdad,
así podremos conseguir los bienes futuros, por la gracia y
la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo; a El la gloria
y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 132

¡Oh, qué hermoso y qué dulce (Otro: ¡Oh, qué bueno y


qué hermoso! )
1 el habitar los hermanos todos juntos! . 1

1. Hay muchas cosas hermosas, pero que no son dulces.


Otras contienen placer pero carecen de lo más hermoso.
Compaginar ambas cosas no es muy fácil. Pero en lo que
se ha dicho concurren las dos cosas, tanto el placer como
lo más hermoso. Es lo que principalmente posee la caridad:
junto a la utilidad guarda también lo más fácil y lo más
dulce. Por eso se alaba aquí. Ciertamente, no habla sin más
de una habitación o de reunirse en un cuartito, sino de vivir
al unísono; es decir, en concordia y amor. Esto es lo que
hace que el alma sea una sola. Por eso, después de decir her-
moso y dulce, hace el discurso más claro y pone un ejem-
plo de lo mencionado y comparaciones que den al oyente
una visión más diáfana.
2. Mira algunas de las imágenes que hay: Como ungüento
en la cabeza que desciende por la barba, la barba de Aarón,
que desciende por la orla de su vestidura?. En efecto, éste,
siendo sumo pontífice, se untaba con este ungüento que des-
tilaba por todas partes, siendo muy grato y haciéndose dulce

1. Desconocemos el nombre 2. Sal 132, 1.


de este intérprete. 3. Sal 132, 2.
250 Juan Crisóstomo

y amable por esta unción a los que lo veían. «Lo mismo


que aquél -dice-, ungido con ese ungüento, adornado con
la vestidura, hacía radiante el rostro, lo llenaba de fragancia
y mostraba gracia a los que lo contemplaban con los ojos;
así también, esto es bello. Y como aquel espectáculo no sólo
era hermoso de ver, sino que también deleitaba a la vista;
igualmente esto procuraba placer al alma.

3. Como rocío del Hermán que desciende del monte Sión . 4

Añadió otra comparación que también producía un gran pla-


cer y sumo goce al espectador. Pero no sólo pone estas cosas,
sino que antes de la cautividad, diez de aquellas tribus y
otras dos se dispersaron, siendo esto causa de maldades y
sediciones, rivalidades y guerras, y entonces les empujó para
que no sucediesen estas cosas; ahora les aconseja que nunca
más el pueblo se desuna, sino que habiten y sean adminis-
trados juntos, se pongan bajo un guía y rey, y así la cari-
dad fluya desde el principio hasta el fin, como el rocío que
lo atraviesa todo. Compara la caridad con un ungüento y
rocío; queriendo mostrar por aquél la suavidad y por éste
la tranquilidad y el placer de la vista.

4. Porque allí otorgó el Señor la bendición . Allí. ¿Dónde?


5

En esa habitación, en esa sinfonía, en ese acuerdo, en ese


compañerismo. En efecto, esto es la bendición, al igual que
lo contrario es la maldición. Por eso también alguno alaba
eso mismo, diciendo: La amistad de los hermanos, y la con-
cordia de los vecinos, y el hombre y la mujer bien unidos
entre sí . Otro, expresando la fuerza de tal cosa, de mane-
6

ra enigmática, dice: Si dos duermen juntos, se dan calor mu-


tuamente, y una cuerda de tres cabos no se romperá fácil-

4. Sal 132, 3a-b. ralmente: «concordia entre herma-


5. Sal 132, 3c. nos, amistad entre vecinos, buena
6. Si 25, 1. El texto dice lite- avenencia entre mujer y marido».
Salmo 132, 2-6 251

mente .
7 Así también muestra aquí tanto el placer como la
fuerza, y enseña que también descansan con gran placer y
trabajan con mucha fuerza.
5. Y de nuevo: Un hermano ayudado por el hermano es
como una dudad amurallada*. También Cristo dice: Porque
donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo
en medio de ellos . También la naturaleza misma exige eso
9

mismo. Por eso en el principio, cuando Dios modelaba al


hombre, decía: No es bueno que el hombre esté solo ; y ha- 10

ciendo a ese viviente, me refiero a la mujer, por la necesi-


dad de las relaciones con ella, lo unió estrechamente al hom-
bre. De mil maneras nos estrecha a unos con otros.

6. Y la vida para siempre . Esto lo añadió muy acerta-


11

damente. En efecto, donde hay caridad, allí hay una gran se-
guridad y abundante auxilio de Dios. Pues ella es la madre
de los bienes, ella es la raíz y la fuente, ella el final de las
guerras y la desaparición de la rivalidad. Y para mostrarlo,
añadió y la vida para siempre. Lo mismo que la sedición y
la disputa producen la muerte, y la muerte prematura; así
también la caridad y la armonía producen la paz y la con-
cordia; donde hay paz y concordia hay vida con garantía y
con absoluta seguridad. Mas ¿por qué hablar de las cosas
presentes? Ésta nos otorga el cielo y los bienes inefables, y
es la reina de las virtudes. Puesto que conocemos estas cosas,
debemos perseguirla con diligencia, para que disfrutemos
tanto de los bienes presentes como de los futuros, que se
nos dará conseguir por la gracia y la benevolencia de nues-
tro Señor Jesucristo; a Él la gloria juntamente con el Padre
y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

7. Q o 4, 1 1 . 1 2 . 10. G n 2, 1 8 .
8. Pr 1 8 , 1 9 . 1 1 . Sal 132, 3d.
9. Mt 18, 20.
SALMO 133

¡Pues bien! ¡Bendecid al Señor, todos los siervos del Señor,


los que estáis en la casa del Señor! .
1

1. Aquí puso fin a los salmos de las subidas, conclu-


yendo el discurso, la alabanza y la bendición con un bello
final. Quiere que los siervos del Señor lo sean no sólo por
los dogmas, sino también por la perfección de la conducta;
por eso añadió los que estáis en la casa del Señor, en los
atrios de la casa de nuestro Dios . La ley divina de los re-
2

cintos sagrados no permite entrar al profano y al impuro.


De tal manera que si alguien es digno de entrar, también lo
es de alabar. En efecto, la casa de Dios es similar al cielo; y
lo mismo que allí la ley divina no permite entrar a nadie
que esté en contra de ella, así tampoco en la casa de Dios.
Considera, hombre, de cuánta dignidad gozarás, cuando tú
mismo seas hecho templo, cuan justo serás si presentas tanta
pureza. ¿Cómo mostrarás la pureza? Si expulsas todo pen-
samiento perverso, si haces que el santuario de tu mente sea
inaccesible a las acciones diabólicas, si, como un recinto sa-
grado, perpetuamente aderezas tu propia alma.

2. Ciertamente, si en el templo judío no se permitía


acceder a todos a ciertos lugares, sino que eran muchas y

1. Sal 133, la-c. 2. Sal 1 3 3 , lc-d.


Salmo 133, 1-3 253

variadas las distinciones; así un lugar era para los proséli-


tos, otro para los judíos que lo eran desde el principio,
otro para los sacerdotes, otro sólo para el pontífice, y no
siempre, sino una vez al año; piensa cuánta santidad te es
necesaria a ti, que recibes mayores signos que lo que antes
recibía el Santo de los Santos. En verdad, tienes como ha-
bitante, no a los querubines, sino al Señor de los queru-
bines; no el arca, el maná, las tablas de la ley y la vara de
Aarón, sino el cuerpo y la sangre del Señor, el Espíritu en
lugar de la letra y la gracia que supera el entendimiento
humano y es un don inefable. Al ser digno de los mayo-
res símbolos y signos, y de los grandes misterios que hay
que venerar, eres responsable de una mayor santidad, y
por eso tendrás mayor castigo si transgredes los mandatos
que han sido prescritos.

3. Por las noches alzad las manos hacia el santuario . 1

Otro: Santamente. Otro: Con pureza . Y bendecid


4 al
Señor .
5 ¿Por qué dice por las noches} Para educarnos a
no consumirla toda con el sueño y para enseñarnos que
las súplicas son entonces más puras, pues la mente está
más ágil y hay mayor tiempo libre. Ahora bien, si con-
viene acceder a las cosas santas por la noche, considera
cuánta indulgencia conseguirá aquel que ni siquiera en
casa realiza las peticiones que hace en esas horas. Así, el
Profeta te levanta del lecho y te conduce al templo, or-
denándote pernoctar allí. Mas tú, ni siquiera haces esto
quedándote en casa. De forma muy bella dijo santamen-
te, enseñando que hay que rezar alejado de los malos
pensamientos, del odio, de la avaricia y de este tipo de
pecados que dañan la mente. Y bendecid al Señor. En

3. Sal 1 3 3 , 2a. estos comentaristas.


4. Se desconoce el nombre de 5. Sal 1 3 3 , 2b.
254 Juan Crisóstomo

esto consiste exactamente la mejor bendición: cuando las


palabras hablan en sintonía con la vida, y mediante las
obras das gloria a Dios, tu Creador, conforme lo que dice
el Evangelio: Brille vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vues-
tro Padre que está en los cielos . 6

4. ¡Que te bendiga el Señor desde Sión, el que hizo


el cielo y la tierra! .
7 Es decir, si obras así, conseguirás la
bendición de Dios; si pernoctas, si oras santamente, si
eres digno de estar en la casa del Señor, si te presentas
en el templo bien dispuesto. Entonces, después de ex-
hortar como conviene, termina el discurso con una peti-
ción. Esto es lo propio del mejor maestro: enderezar al
discípulo con el consejo, y confirmarlo con las oraciones.
¿Qué es lo que quiere mostrar cuando dice desde Sión}
Este era para ellos un nombre anhelado, y allí estaban las
bases de todos los ritos sagrados. Por eso pide que re-
cuperen la primera forma de vida, existan en aquella san-
tidad y gocen de esta bendición. Después, levantándolos
a las más altas verdades, enseñándoles que Dios está en
todas partes y que les había mandado edificar el templo
por la imbecilidad de ellos, y que es conveniente llamar-
le desde todas partes, añadió: El que hizo el cielo y la
tierra. No obstante, ellos lo invocaban allí, pero nosotros
en todo lugar, en cualquier campo, en casa, en el foro,
en la soledad, en la nave, en el albergue y en cualquier
lugar en que nos encontremos.

5. Ciertamente, en ningún lugar se prohiben las súpli-


cas, sólo si ese lugar no es conveniente para la súplica. De
esta forma, actuando con rectitud, invoquemos a Dios en

6. Mt 5, 16. 7. Sal 1 3 3 , 3.
Salmo 133, 3-5 255

todo lugar, y se hará presente, nos ayudará y todo lo que


para nosotros sea difícil lo hará fácil y expedito; y tam-
bién nos hará dignos de los bienes futuros, que podremos
conseguir por la gracia y benevolencia de nuestro Señor
Jesucristo; a El la gloria y el poder, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 134

Alabad el nombre del Señor, alabad, siervos, al Señor . Los 1

que estáis en la casa del Señor, en los atrios de la casa de


nuestro Dios . Alabad al Señor, porque el Señor es
2 bueno . 3

1.1. Una vez más les exhorta a ese sacrificio de alaban-


zas. En efecto, esto es para Dios sacrificio y ofrenda. Por
eso también dice en otra parte: Alabaré el nombre de mi
Dios con un cántico, lo ensalzaré con alabanza; y agradará
a Dios más que un toro, que un becerro con cuernos y pe-
zuñas . Asiduamente recuerda la casa y los atrios, fijándo-
4

los en un lugar y que no los abandonen. También por esto


en el principio los removió con leyes que hicieran desapa-
recer toda impiedad e idolatría, para que todos se reunie-
ran en un único lugar, que no anduvieran errantes por todas
partes y que no tomaran como pretexto para la impiedad a
los montes, bosques y fuentes, sacrificando allí y haciendo
libaciones a los cielos. Por eso también castiga con la muer-
te a quien sacrifica fuera del templo, diciendo: Quien no
ofrezca ante el tabernáculo y no sacrifique, su sangre será
imputada . Por esta causa se les reúne desde todas partes en
5

1. Sal 134, 1. 5. Lv 1 7 , 4. El texto dice li-


2. Sal 1 3 4 , 2. teralmente: « y no lo lleve a la en-
3. Sal 134, 3a. trada de la Tienda de la Reunión
4. Sal 68, 3 1 - 3 2 . para presentarlo como ofrenda al
Salmo 134, 1,1-2 257

un único lugar, para que los que lo escuchen se vuelvan


moderados y se abstengan del pensamiento erróneo. Y les
manda cantar, salmodiar y alabar, porque las alabanzas a
Dios constituían una ocasión de piedad, al contener las na-
rraciones de los hechos pasados: los de Egipto, los del de-
sierto, los de la tierra prometida, los relativos a la ley, los
del monte Sinaí y los de las batallas. Al mismo tiempo que
se daba alabanza a Dios, también se enseñaba la doctrina a
los que cantaban, les ordenaban la vida y les conducían a
la exactitud de los dogmas. Alabad al Señor porque el Señor
es bueno. Otro dice: Porque es benigno . Como esto resul-
6

taba sumamente deleitable para los que lo oían, lo pone de


continuo: la benevolencia, la misericordia, la bondad.

2. Salmodiad a su nombre, que es suave . Esto lo dice 7

mostrando que el hecho en sí produce, junto con el be-


neficio, cierto placer. Realmente, el fruto principal de ello
es cantar salmos a Dios, liberar al alma, elevar el pen-
samiento, enseñar los dogmas verdaderos, filosofar sobre
las cosas presentes y las futuras. Y a la vez, gracias a la
melodía, origina un gran placer, un cierto consuelo y des-
canso, y hace respetable al que canta. Y que efectúa estas
cosas se muestra por lo que dicen los intérpretes: Por-
que es amable. Otro: Porque es suave*. Ambos dicen la
verdad. Así, aunque el que canta salmos sea lascivo en
extremo, si respeta al salmo, aquieta al tirano de la las-
civia; y aunque esté apresado por innumerables males y
atrapado por la tibieza, cuando es acariciado por el pla-
cer, aligera el ánimo, levanta la mente y hace sublime el
alma.

Señor ante su Tabernáculo, ese 7. Sal 134, 3b.


hombre será reo de sangre». 8. Estas interpretaciones co-
6. Desconocemos al autor de rresponden a Áquila y Símaco res-
esta interpretación. pectivamente.
258 Juan Crisóstomo

3. Porque el Señor eligió para sí a Jacob, a Israel como


posesión suya . No expone los beneficios comunes, los
9

que se poseen con los demás, sino el suyo propio y par-


ticular. ¿Cuál era? Que eligió a su pueblo, lo consagró,
y le mostró una especial benevolencia respecto a otros.
Es lo que hicieron los profetas por todas partes, com-
poniendo sus discursos con los favores que habían reci-
bido. ¿Qué significa como posesión suya} Como riqueza,
como abundancia. En efecto, el pueblo era pequeño, pero
lo eligió con riqueza; atendiendo no a la pobreza, sino
a la virtud; y lo prefirió queriendo conducirlo hasta esa
virtud, de forma que ningún otro hombre le produjera
tantas riquezas como este pueblo, y que esto sucediera
por la indulgencia del que eligió y para la educación de
ellos. Pablo también suele llamar riquezas a la salvación
de los hombres, como cuando afirma: Porque uno mismo
es el Señor de todos, generoso con todos los que le invo-
can . Y de nuevo: A su señor pertenece
10 el permanecer
en pie o caer . Mira cómo, al llamarlos posesión suya,
11

se muestra el amor de Dios respecto a ellos, y la provi-


dencia, el cuidado, la familiaridad. Por ambas cosas se
muestra la providencia: por elegirles como los ha elegi-
do, y por la posesión. ¿Ves cómo muestra su benevo-
lencia? Por eso comenzó diciendo: Alabad al Señor, por-
que es bueno.

4. Porque yo he conocido que el Señor es grande . He 11

aquí que establece otra causa para alabarle. «Dime, te


ruego, ¿tú lo conoces y los otros no lo saben?». Cierta-
mente lo conocen, pero no como y o . En efecto, es pro-
pio de los santos y de los que están más alto sobre todo

9. Sal 134, 4. 1 1 . Rm 14, 4.


10. R m 1 0 , 1 2 . 12. Sal 134, 5a.
Salmo 134, 1,3-2,2 259

conocer su majestad con más perfección, no totalmente


(pues eso es imposible), pero sí de una forma más clara
que los demás.
5. Y nuestro Señor sobre todos los dioses . «He aquí
13

-dices-, que habla de que Dios es grande, y que tú lo


sabes, y al compararlo con otros, por la comparación, le
otorga a El la excelencia». ¡En absoluto! Al contrario, ha-
blaba pensando en la debilidad de los que escuchaban, y
para conducirlos poco a poco. En realidad, no podría mos-
trarse que Dios es grande diciendo que es el mejor y más
grande que los otros; sino que, como ya he dicho, adap-
ta el discurso a la bajeza de los oyentes, levantándolos
poco a poco. Y así actuaba muy bien con ellos, pues al
escuchar estas cosas, ellos también se convencían.

2.1. Después, por las cosas que siguen, muestra cómo


aventaja a todos sin comparación alguna, aduciendo el mayor
argumento de su poder y mostrando también que lo pri-
mero se dijo por la necedad de los oyentes; por eso, cuan-
do sólo enuncia, dice cosas pequeñas, pero cuando confir-
ma, demuestra y declara la prueba de su majestad, entonces
establece las grandes. ¿Qué es lo que aduce después acerca
de que Dios es digno, y único? Atiende, pues añade:
2. Todo cuanto el Señor quiso lo hizo en el cielo y en
la tierra, en los mares y en todos los abismos™. ¿Ves la
fuerza que todo lo puede? ¿Ves la fuente de vida? ¿Ves la
fuerza inaccesible? ¿Ves la excelencia incomparable? ¿Ves
cómo todas las cosas son fáciles y expeditas para El? Cier-
tamente, dice, hizo todo cuanto quiso. Y dime, ¿dónde? En
el cielo y en la tierra. Es decir, no sólo aquí, sino también
en el cielo. Y no sólo en el cielo, sino también en la tie-

13. Sal 134, 5b. 14. Sal 134, 6.


260 Juan Crisóstomo

rra. No sólo en la tierra, sino también en los mares y en


todos los abismos. Se llama abismo a lo que está debajo de
la tierra, igual que se dice en el cielo a lo que está por en-
cima de los cielos. Y siendo tales y tantas cosas, su vo-
luntad no las impide, sino que todas suceden, y lo que es
admirable, no lo hizo con trabajo, ni con fatiga, ni con
una imposición, sino con su voluntad; basta que lo quie-
ra y la obra se realiza. ¿Ves cómo se mostró también la
facilidad, la disposición de las obras creadas y la potestad
que no puede ser impedida?
3. Después, dejando de hablar del cielo y del mar, de-
termina las cosas que hay en ellos, pero no todas, sino
que deja atrás las del cielo, que son más admirables, y
habla de las que están alrededor del cielo. ¿Por qué? Por-
que esas cosas, aunque grandes, sin embargo eran igno-
radas por muchos; mas éstas, aunque pequeñas, eran ma-
nifiestas y tenían a todos de espectadores. En realidad, su
palabra obraba en los hombres, no tanto conduciéndoles
a la fe desde las cosas que no entendían, como condu-
ciéndoles por las cosas visibles. Desde esas cosas comienza
a tejerse el discurso y la doctrina, haciendo él mismo lo
que aconseja hacer a otros. ¿El qué? El alabar a Dios
partiendo de sus obras, proclamar alabanzas al que ha
hecho todas las cosas y recibe gloria por cada una de
ellas. Y para exhortar a alabar a Dios decía frecuente-
mente: Alabad el nombre del Señor; alabad, siervos, al
Señor; muestra también cómo conviene alabar, acercán-
dose al cuerpo de la creación, maravillándose, admiran-
do la sabiduría, la providencia, la fuerza y el cuidado.
De ahí aprendemos que no sólo existe sólo nuestro mar,
sino muchos y diversos, e infinitos mares. Pues dijo en
los mares y en todos los abismos. En efecto, el Carpió,
el índico y el Rojo son distintos entre sí, y también el
océano que les rodea.
Salmo 134, 2,2-4 261

4. Conduciendo las nubes desde los confines de la tie-


rra . Otro [dice]: Elevando.
15 Otro: Trajo desde los extre-
mos. Otro: Desde el fin . También se dijo lo mismo en
16

Job: El que encadena el agua en sus nubes . Y Salomón:


17

El que envuelve el agua en un manto *. Pero aquí no se


1

dice lo mismo, sino otra cosa admirable. ¿Cuál? Que, al


ser el aire más denso, lleva el impulso hacia arriba, trans-
porta y sube lo que es pesado, siguiendo el camino con-
trario. Es admirable que en él se contenga el agua, pero
es mucho más admirable que, siendo leve, transporte lo
que contiene; y todavía es más paradójico que [el agua],
contenida en aquel aire, brote después de la nube, jamás
vuelva con el aire y ya no la contenga, sino que fluya por
todas partes y se dirija a la tierra. Ciertamente, si esto su-
cede por la naturaleza, también conviene que se contenga
en el aire. Pues lo mismo que si uno dejara suspendido en
el aire un odre lleno de agua, una vez suspendido en el
aire, se saldría el agua que contiene fluyendo desde el odre;
también aquí sucede lo mismo en consecuencia. Mas como
todas las cosas están cargadas de admiración y suceden
cosas paradójicas, todo esto supera lo lógico y razonable.
En efecto, el agua contenida en el aire de la nube ya no
se contiene después. ¿Ves lo paradójico, y cómo lo que
parece que es menos que el resto, poniéndolo así, hace que
sea admirable? Además muestra también otra cosa admi-
rable, cuando dice: Desde los confines de la tierra, o desde
los extremos de la tierra. No sólo suben, sino que tam-
bién bajan; y no sólo procuran la lluvia donde aparecen,
sino que a menudo, dejando atrás muchas regiones, ciu-
dades y pueblos, producen la lluvia en otra parte. Así, no

15. Sal 134, 7a. 17. Jb 26, 8.


16. Se desconocen los nom- 18. Pr 30, 4.
bres de estos comentaristas.
262 Juan Crisóstomo

es sólo admirable lo que producen, sino también el que


avancen como en distintos pisos, transportando tanta can-
tidad de aguas.
3.1. Para la lluvia hace Él los relámpagos". Mira una
vez más algo también paradójico y concerniente a natura-
lezas contrarias. No hay nada más ardiente que un relám-
pago ni más frío que las aguas, pero mezclados conjunta-
mente, ni se confunden ni se desvirtúan, sino que cada uno
conserva sus características. Permaneciendo el fuego en el
agua y el agua en el fuego, ni éste seca a aquella, ni aque-
lla extingue a éste. Ahora bien, el relámpago es más ar-
diente que el fuego del sol, más brillante y más penetran-
te. Esto lo atestiguan las miradas lanzadas continuamente
contra los mismos rayos, pues no pueden llevar ni siquie-
ra un poco del ímpetu de aquéllos. En verdad, el sol re-
corre el cielo durante todo el día; en cambio, el relámpa-
go recorre todo el universo en un solo instante del día,
como testifica Cristo, cuando afirma: De la misma mane-
ra que el relámpago sale del oriente y se muestra hasta oc-
cidente .
20

2. El que saca de sus tesoros los vientos . De nuevo


21

esta otra naturaleza nos ofrece una utilidad no pequeña,


sino que contribuye a hacer mejor nuestra vida, a dar a
los cuerpos cansados recreo y refrigerio y a hacer el aire
más suave. Esta es la obra de los vientos: levantar el aire
para que al estar estático no se corrompa, madurar los fru-
tos y alimentar los cuerpos. Y ¿qué podría decirse de su
utilidad en la navegación, cuando hace que cada uno de
los tiempos se coloque en orden, y se ceden el sitio unos
a otros conduciendo los coros en el mar y transportando

19. Sal 134, 7b. 2 1 . Sal 134, 7c.


20. Mt 24, 23.
Salmo 134, 2,4-3,3 263

a los marineros? Éste pasa de largo, y aquél se hace notar,


y recorren caminos contrarios prestándonos un servicio,
pues la lucha entre ellos también supone una utilidad para
la vida. Otros innumerables oficios podrían decirse de los
vientos. No obstante, el Profeta, dejando atrás todas estas
cosas, cesa de instruir al oyente, y él mismo muestra úni-
camente la facilidad de su formación. Pues cuando dijo de
sus tesoros, no significa que algunos tesoros pertenezcan a
los vientos, sino la facilidad del que gobierna y la dispo-
sición y prontitud de la criatura. Así como el que tiene
un tesoro extrae todas las cosas con facilidad y cuando
quiere; así también, el Demiurgo de todo hizo con facili-
dad todas las cosas y las entregó a la naturaleza.

3. ¿Ves los cambios y las diferencias en el aire, el agua


y el fuego? Unas son las aguas de las fuentes, otras las de
los mares, otras las del aire, otras las de las nubes, otras
las del cielo, y otras las de los cielos de abajo, los subte-
rráneos. Y en el fuego: uno es el del sol, otro el de la
luna, otro el de las estrellas, otro el de los relámpagos,
otro el del aire, y otro el que produce la madera, otro el
nuestro, otro el del candelero y otro el de la tierra; en
efecto, también hay en algunas partes el [calor] que brota
desde la tierra como las fuentes de aguas; y el de las pie-
dras que chocan unas con otras, el de la frondosidad de
los árboles, y de lo que se frota, y el de los rayos. Tam-
bién en el aire está el que es más fuerte, el que está más
cerca de nosotros, y el que está más alto, por ser más leve.
También hay mucha diferencia en los vientos: uno es más
sutil, otro más pesado; uno es más frío, otro más seco;
uno más húmedo, otro más cálido. Y entre el aire y la
nube: ésta es más lenta; aquél avanza más rápido, como si
fuese un caballo. Y también entre las nubes y los vientos,
cuando aquellas están llenas o cuando están vacías: aque-
llas se asemejan a recipientes que llevan agua; los vientos
264 Juan Crisóstomo

se asemejan a un abanico. Tú, por tanto, contemplando


todas estas cosas y la variedad que hay en ellas, admira al
Demiurgo.
4. El que golpeó a los primogénitos de Egipto . Una vez22

que ha hablado en general y ha mostrado la providencia de


Dios sobre el orbe de la tierra, por medio de los relámpa­
gos, los vientos, los aires, las nubes y las lluvias, y tras cen­
surar la necedad de los que dicen que la providencia se en­
cuentra incluso en la luna, llega a las cosas singulares por lo
que aconteció a los judíos. Puesto que ciertamente la tierra,
el cielo y todo lo que se ve goza de su benevolencia, lo mos­
tré con lo dicho; y para que los judíos sean más generosos,
mostrando que es un Dios de todos, que lo prevé todo, da
gracias por cada uno de los beneficios concretos. Aunque
también sus hechos eran universales. En efecto, los había ele­
gido entre otros para que fueran imitados. Es lo que Pablo
también mostró, diciendo: Por su caída vino la salvación a
los gentiles, para provocar su celo .
2i

5. Lo mismo que un padre, cuando sus hijos se han ale­


jado de él, coge a uno, lo sienta en sus rodillas, y no lo hace
sólo por aquél, sino mucho más por los otros, de forma que
heridos en la honra, corren hacia al padre para sentir indul­
gencia; así también actuó Dios con los judíos. Pero no los
coge entre sus rodillas, sino en sus brazos (como dijo el pro­
feta ) y los sostiene en sus espaldas, les otorga las cosas que
24

ellos anhelaban, el templo, las ofrendas que tanto buscaban


con enorme precisión, el auxilio en las batallas, las victorias,
los trofeos, la prosperidad de la tierra y la fertilidad de la
naturaleza, adornándolos con esas cosas y conduciéndolos a

22. Sal 134, 8a. 24. Cf. Os 1 1 , 3.


23. Rm 1 1 , 1 1 .
Salmo 134, 3,3-4,2 265

la admiración. Pero como los flojos querían ser adulados


continuamente, también a éstos los modera por medio de
suplicios. Grande es, en efecto, la sabiduría de Dios, que en-
cuentra camino expedito en medio de lo irremediable.
4.1. Mira, pues, la prudencia del Profeta; conduce el dis-
curso desde las cosas generales a éstas, para que ninguno de
los necios estime que Dios es arbitrario, cuando se ocupa de
las cosas generales, entonces toca estas cosas, y dice: El que
golpeó a los primogénitos de Egipto. ¿Acaso no os parece
que estas cosas se hicieron principalmente por los judíos? Si
os muestro que estas cosas se hicieron también a favor de
otros, ¿qué dirán los que no hablan de la providencia uni-
versal de Dios? Y ¿cómo se puede demostrar eso? En ver-
dad, basta la sentencia de Dios que lo manifiesta claramen-
te y dice: De modo que mostraré mi potencia en ti, para que
mi nombre sea anunciado en toda la tierra . ¿Ves la muer-
15

te anunciada y aquella plaga enviada para que se proclama-


se por todas partes el poder de Dios? Por tanto, cuida de
todo el orbe de la tierra, también cuando administra las cosas
de los judíos. Y aunque también proclama la fuerza desde
antiguo, como en José y en Abrahán, sin embargo ahora lo
hace más abiertamente. ¿Cómo? Entonces por los beneficios;
después mediante una plaga; y no interrumpe su acción -lo
que he dicho muchas veces-, asiduamente se deja ver en cada
generación, mostrándose a sí mismo a través de los hechos
y de los reconocimientos.

2. Pero no actúa siempre igual, sino de forma variada


y distinta; entonces ciertamente por la mujer de Abrahán,
terminando con su esterilidad; después por el hambre y
por la prosperidad; y después de eso por las frecuentes

25. Ex 9, 16; Rm 9, 17.


266 Juan Crisóstomo

plagas. Y como censuraban lo que creían imbecilidad de


Dios, también mató a los primogénitos, y el río se tiñó de
rojo. Y también les muestra por aquel tiempo su fuerza
por las cosas más oscuras. Las parteras de Egipto mani-
festaron desprecio por aquellos mandatos inhumanos, de-
fraudando el cruel decreto del rey, sacaron partido de la
abundante prosperidad. Ambas cosas eran providencia de
Dios: las mujeres mostraron mayor valor que las que por-
tan diademas, y se les recompensó y propagaron una gran
multitud. Lo de favoreció a las parteras significa esto:
26

Hizo extensa su descendencia, pues por su beneficio los


judíos recibieron el beneficio de Dios. Y porque no ma-
taban a sus propios hijos, Dios los bendijo con una nu-
merosa prole.

3. Pero como persistían los faltos de sentido, infligió


una plaga mayor con la que toda la tierra aprendió, y tam-
bién los egipcios; mas la tierra aprendió de oído, pero éstos
con sus propios padecimientos; y vieron por propia expe-
riencia la fuerza de Dios. Con ello también les predijo que
no pensasen que la plaga de la muerte casual era algo for-
tuito. Lo que en alguna parte se dijo del Salvador, tam-
bién eso mismo se puede decir aquí. ¿El qué? Domina en
medio de tus enemigos .
27 En efecto, mandó la plaga a la
ciudad misma, no al desierto ni a ningún otro lugar. Y ob-
serva también en la plaga la benevolencia. Primero comenzó
por el ganado, y después alcanzó a los hombres. Por tanto,
¿quién, no admirará su fuerza, la indulgencia y la sabidu-
ría inefable, que en un solo momento derribó todas las
cosas? En verdad, no infligió primero esta plaga querien-
do corregirlos por otras, ni infringió una de modo dife-
rente a lo anunciado. ¿Por qué? Porque los castigó con

26. Ex 1, 20. 27. Sal 109, 2.


Salmo 134, 4,2-5 267

palabras, para que no volviesen a la experiencia de los he-


chos; y tampoco permitió que la plaga fuera dudosa, por-
que no se habían corregido.
4. Para que nadie pensase que aquella plaga o enfer-
medad había sobrevenido de repente, mira las cosas que
concurren. Primero, que todo sucedió en una noche; se-
gundo, que fueron todos los primogénitos. Si hubiera sido
una peste, no sólo hubieran sucumbido todos los primo-
génitos y se hubieran quedado los demás, sino que habría
asolado a todos sin discriminación. Tercero, si hubiera sido
una peste, no se habrían librado todos los judíos, ni sólo
habría golpeado a los egipcios, sino que habría dejado más
impotentes a los cuerpos debilitados por los males y las
miserias, exhaustos por la pobreza y el hambre; y ni la re-
aleza ni los establecidos en dignidad hubieran gozado de
más seguridad y hubieran participado de muchos más cul-
tos. Si hubiese sido una peste no habría venido de repen-
te, sino que antes de llegar se hubiesen dado todos los in-
dicios de que iba a venir. Pero todas las cosas suceden a
la vez para refutar la terquedad de los egipcios. Y como
tras esta plaga aprendieron con claridad que era de origen
divino, persiguieron a los judíos que partían, lo que cons-
tituía la mayor prueba de su terquedad y la máxima de-
fensa de Dios.

5. En efecto, puesto que tenían que cesar las indica-


ciones, cesaron con esa señal, con la cual quedan corro-
boradas las cosas que se hicieron con anterioridad, para
los que quieren entender. Ciertamente, para que nadie pre-
gunte ¿por qué todos fueron castigados, cuando el rey de-
tuvo a los judíos y pecó? Por esto último se resuelve la
dificultad. ¿Cómo que por lo último? Porque el rey, for-
zado, expulsó a los judíos cuando fueron golpeados sus
primogénitos. De modo que si hubiese querido desde el
principio podría haberlo hecho. Pero el rey no fue con-
268 Juan Crisóstomo

vencido no porque no pudiese sino porque no quiso. La


persecución que tuvo lugar después de esto constituye un
requerimiento de acusación.
5.1. También esto le sucedió a Saúl. En efecto, cuando
convenía destruir al hijo, todos en conjunto adularon al
rey, a pesar de que transgredía la ley ; y cuando quería
28

matar a los sacerdotes mismos, ninguna voz estalló ni se


propuso . Ahora bien, si entonces tenían la naturaleza que
29

les asistía, sin embargo aquí también la naturaleza del justo.


Ciertamente eran sacerdotes, y el asesinato iba contra la
ley, y la ira del juicio no era recta. Pero la causa era la
indolencia, no el gran dolor respecto a los sacerdotes. Mira
cuántos males les sobrevinieron después; en verdad, su ne-
gligencia les acarreó no pocos castigos. En efecto, cuando
se hace algo fuera de la ley, nadie está tranquilo; por el
contrario, se enciende más que el fuego, y no duele menos
que a los que han recibido las injurias, y así se soportan
los mayores males. Desde el hombre hasta el ganado. ¿Por
qué también los ganados? Esto se hizo por los hombres;
por el hombre castiga todo eso, de modo que se acrecen-
tara el miedo, creciera la calamidad, y así se mostrara que
la plaga era de origen divino y que la batalla procedía de
los cielos.

2. Envió signos y prodigios en medio de ti, Egipto . 30

¿Qué significa en medio de ti} Bien señala el lugar -dice-,


o algo que es evidente. Así, la expresión en medio lo mues-
tra claramente, como cuando dijo en otra parte: Realiza la
salvación en medio de la tierra ; puesto que el medio es
31

manifiesto para todos. Envió signos y prodigios en medio

28. Cf. 1 S 14, 45. 30. Sal 134, 9a-b.


29. Cf 1 S 27, 17. 31. Sal 73, 12.
Salmo 134, 4,5-5,4 269

de ti, Egipto. Muy justamente, pues lo hacía para corre-


girlos y para que sacaran provecho; y es que no sobreve-
nían por casualidad, sino de un modo muy maravilloso:
con sufrimiento y admiración, de forma que producía una
doble utilidad.
3. Al Faraón y a todos sus siervos . ¿Ves la fuerza ine-
11

narrable? ¿Cómo estando todos juntos, unos reconocían el


castigo, otros lo sufrían y otros lo tomaban como un be-
neficio? ¿Entonces cómo dice a todos sus siervos} Aquí no
estaban todos los primogénitos, sino que se refiere a otros
signos. Cuando éstos fueron golpeados en Egipto, los ju-
díos se beneficiaron; y cuando en el desierto los judíos re-
cibían beneficios, los otros sacaban provecho; lanzó las pla-
gas contra los enemigos, y a éstos beneficios, sacando todos
provecho de una y otra cosa. ¿Por qué causa no benefi-
ció también a los judíos? Porque muchos hombres saben
reconocer mejor a Dios al ser golpeados que al ser bene-
ficiados. Puesto que Él no quería castigar, mira cómo fre-
cuentemente retiene las plagas, mostrando por una y otra
cosa su fuerza y su benevolencia.

4. Es verdad que hubiera sido suficiente con una, con


la segunda y la tercera, para que se propagase la enferme-
dad por todas partes y perdiera a todos; pero no lo quiso,
sino que, anunciando las cosas futuras, ni la quinta, ni la
sexta, ni la séptima les volvió mejores, y eso hizo que no
dejara de actuar. Por lo que hay que admirar sobre todo
su fuerza, cuidado, sabiduría y bondad. La fuerza, porque
golpea; el cuidado, porque refrena; la sabiduría, porque co-
nociendo el futuro lo lleva a cabo; y sobre todo, lo que
es propio de la benevolencia, que comienza por las cosas
pequeñas y las más irracionales. Y avanzando, golpea tam-

32. Sal 134, 9c.


270 Juan Crisóstomo

bien al rey - l o que también hizo- para que fuesen predi-


cadas las cosas que sucedían. Lo que aconteció a particu-
lares lógicamente queda oculto; pero cuando es un hom-
bre insigne el que recibe el golpe, nada impide que el
asunto se divulgue por todas partes. Así, después de decir
la causa por la que se golpeaba, enumera también las pla-
gas, y no las cataloga muchas veces según la índole, sino
señalando con una palabra todas ellas, diciendo: Envió sig-
nos y prodigios en medio de ti, Egipto.

5. Después, conduce una vez más al pueblo desde Egip-


to al desierto, mostrando por todas partes que Dios no es
parcial, ni que domina sólo una región, sino todo el orbe
de la tierra. Por eso añadió, diciendo: Quien golpeó a mu-
chas naciones y mató a reyes poderosos . Por cualquier ca-
33

mino y de varios modos da garantía de su fuerza, y les


enseña por medio de hechos generales. Y también les en-
señó lo importante a través de las guerras, pero no la na-
turaleza del aire, ni la fuerza de los elementos, ni ningu-
na otra cosa así, sino su mano poderosa que los guiaba; y
lo muestra por ambas cosas, las que sucedieron en el de-
sierto por las que tuvieron lugar en Egipto, y las que su-
cedieron en Egipto por las que tuvieron lugar en el de-
sierto. Cuando ellos, sin armas, ni ejércitos, ni batallas
arrojaban a los enemigos, les mostraba abiertamente que
en Egipto no había necesidad de elementos que movieran
estas cosas contra ellos, sino que quería de varios y di-
versos modos mostrar su fuerza, y se sirve de lo que había.

6. A Sijón, rey de los amorreos, Og, rey de Basan . No 34

persigue las ciudades, ni narra la batalla minuciosamente,


sino que recorre de nuevo con gran ánimo innumerables

33. Sal 134, 10. 34. Sal 134, l l a - b .


Salmo 134, 5,4-6,2 271

catervas de cosas maravillosas. Aunque podía insistir y acre-


centar aquella tragedia, no lo hace, sino que prosigue con-
tando todo aquello con la multitud y abundancia de las ac-
ciones de Dios. Ciertamente, ellos estaban armados,
habitaban ciudades fortificadas y eran expertos en la tácti-
ca militar; y éstos, sin embargo, desterrados, desconocedo-
res de las ciudades, liberados de una larga y prolongada es-
clavitud de un tirano, desechos por el hambre y el suplicio,
expuestos a padecer todos los males; pero conducidos por
aquella mano estratega, eran los más poderosos de todos.

6.1. El combate también era justo. En efecto, ellos no


habían invadido, sino les habían proporcionado una causa,
al haberles cerrado el camino, lo que era la mayor inhu-
manidad. Y tampoco levantaron la voz para incitar al com-
bate a los idumeos . Confiando en silencio, después de
35

estas cosas, vuelven a invadir, pero conocen ya con quién


conviene luchar y con quién abstenerse; y esto lo hizo en
el desierto, estableciendo por los hechos una ley para ellos,
como convenía que les sucediera.
2. Y a todos los reinos de Canadn . ¿Ves a partir de
16

aquí a toda la tierra instruida? Lo mismo que el fuego con-


sume las zarzas, así atacó a todos y nadie pudo resistirlos.
Escucha lo que dice Balaam, sin aprenderlo en los profetas
ni en Moisés, sino en los sucesos mismos: Este es el linaje
que devora toda la tierra . ¿Ves la metáfora mencionada
17

con señorío? No dijo «que hace la fuerza», «que derriba»,


sino que devora; queriendo mostrar la facilidad de la vic-
toria y de los trofeos que se suceden sin derramamiento de
sangre, y la derrota del enemigo desde la incursión. No es

35. Cf. Dt 23, 8. 37. N m 22, 4.


36. Sal 134, 11c.
272 Juan Crisóstomo

necesaria la formación de un ejército, ni un combate, sino


que basta solamente invadir, y todo se aparta y deja paso
libre. No sólo les hace vencer por ley de la guerra y la for-
mación de un ejército, para que nadie les atribuya lo que
acontece, sino que les conmueven los elementos de la tie-
rra; por eso cuando sus ánimos se venían abajo, cayó un
granizo que perdió a muchos, y el sol permaneció en lo
alto, y la guerra se prolongó un largo tiempo, y muchos
prodigios de este tipo sucedieron; y sonidos de trompetas
más vehementes que el fuego irrumpiendo en las torres de-
rribó los muros . Esto fue de utilidad a unos y otros. Pues
38

aquéllos consideraron que la guerra no se había llevado a


cabo por hombres; y éstos aprendían a mirar a Dios y a
no jactarse nunca de las proezas, ni vanagloriarse, sino a
comportarse con elegancia y modestia. En efecto, el haber
vencido como habían vencido los dispuso mucho mejor: lo
que les hace orgullosos, también les enseñó a ser modestos;
orgullosos ciertamente de tener tal estratega; y modestos,
porque no habían vencido por sus propias acciones.

3. Y dio sus tierras en herencia, en herencia a Israel, su


pueblo .
39 Este es el mayor milagro: que no solamente los ex-
pulsaran, sino que pudieran ocupar la tierra y organizar ciu-
dades. Con esto les proporcionó un gran placer, un gran
honor y un gran regocijo. También esto es propio del poder
de Dios. No es pequeña cosa ocupar el territorio del ene-
migo, sino que se necesita también una gran ayuda para ello.
4. Señor, tu nombre para siempre y tu memoria de
generación en generación .
40 Otro: Tu recuerdo . Aquí 41

rompe el orden de la oración con la glorificación, que

38. Cf. Jos 6, 5. 4 1 . Se desconoce el autor de


39. Sal 134, 12. esta interpretación.
40. Sal 134, 13.
Salmo 134, 6,2-5 273

es lo que suelen hacer siempre los santos. Ciertamente,


después de que han empezado a hablar de los milagros
de Dios, se enardecen, no llegan al final hasta que lo
dicho glorifique a Dios y le tribute alabanza; de esta
forma colman su deseo. Es lo que también hacía Pablo
en muchas partes; sobre todo en los comienzos de sus
epístolas, como cuando habla a la iglesia de Galacia: La
gracia a vosotros y la paz de Dios nuestro Padre, y del
Señor Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nuestros
pecados, según la voluntad de Dios y Padre nuestro, a
quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén . Y 42

en la [epístola dirigida] a los romanos: De quienes es la


adopción filial, la gloria, el culto, la promesa; de ellos son
los patriarcas de quienes desciende Cristo según la carne,
el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los si-
glos. Amén . Y de nuevo en otra parte: Al rey de los si-
43

glos, al inmortal, al invisible, al único Dios sabio, honor


y la gloria por los siglos de los siglos. Amén . 44

5. Así también, considerando aquí la providencia uni-


versal, la plaga en Egipto, los sucesos buenos en el de-
sierto, varios y diversos, las cosas de los judíos, las de
éstos sobre los enemigos e inflamándose con esta inefa-
ble benevolencia, el Profeta profesa la glorificación, di-
ciendo: Señor, tu nombre para siempre y tu memoria de
generación en generación. Esto es: «Tu gloria es perpe-
tua. En verdad, nada la perjudica, nada la interrumpe,
sino que es para siempre, y permanece inmutable, incon-
movible, floreciente, en plenitud». ¿Qué significa tu me-
moria de generación en generación} «Tu recuerdo -afir-
m a - es infinito y no tiene término».

42. G a 1, 3-5. 44. 1 Tm 1, 17.


43. Rm 9, 4.
274 Juan Crisóstomo

6. Porque el Señor juzgará a su pueblo, y se apiadará


de sus siervos .45 Ambas cosas se dicen del pueblo, porque
le infringe el castigo, y después lo detendrá y los recon-
fortará; o bien lo de se apiadará [significa que] divide al
pueblo; y lo de juzgará [se refiere] a los enemigos. Es
decir, que les restaura; y eso sería el se apiadará. Mientras
que juzgará a los enemigos; o sea, reclamará un castigo
sobre ellos.
7.1. Después, como no podía contar las acciones rec-
tas de sus vidas, se sirve de estas justificaciones: el nom-
bre del pueblo y el nombre de los siervos. Al decir se
apiadará, muestra la intercesión de la benevolencia de Dios,
no por mérito de ellos. Pues donde hay intercesión, es ne-
cesaria la indulgencia; y donde es necesaria la indulgencia,
no lo es el mérito de las buenas acciones, sino que es tiem-
po de benevolencia. Después dijo lo de más arriba: Tu me-
moria de generación en generación; pero sólo ellos de entre
otros linajes se adhirieron a Dios, y por ello indica y re-
fiere esas cosas, pues la salvación del pueblo muestra su
gloria entre muchos. Ciertamente la gloria que es su pro-
pia naturaleza y aunque nadie la vea permanece inaltera-
ble, indisoluble e inmutable. «La alabanza se mostrará entre
muchos por nuestra salvación, cuando recibamos nuestra
ciudad, el santuario y el templo sagrado, y de nuevo sea-
mos restituidos a la ciudadanía primera».

2. Los ídolos de los gentiles, plata y oro, hechuras de


manos humanas . Puesto que al principio dijo, nuestro Señor
46

más que todos los dioses, y pareció introducir cierta exce-


lencia por la necedad de los que lo escuchaban, mira cómo
amplifica eso en el discurso. En efecto, habiendo comen-
zado por la fuerza de Dios, y hablando de las cosas que

45. Sal 134, 14. 46. Sal 134, 1 5 .


Salmo 134, 6,6-7,3 275

hay en el cielo y en la tierra, en los abismos, en los judí-


os, las que son propias, las ajenas, las de los enemigos, las
de las naciones, a continuación se acuerda de la bondad,
la benevolencia, el cuidado, la sabiduría y la fuerza, y mues-
tra que siendo Dios del universo, cuida del cosmos ente-
ro; después también insulta la necedad de la idolatría a los
dioses, y entonces utiliza despectivamente el discurso para
esta naturaleza; sobre todo dirige el nombre de ellos al re-
proche. Pues lo de ídolos no es otra cosa que lo débil e
imperfecto, y un nombre de suma necedad. Por eso aquí
comienza diciendo: Los ídolos de los gentiles, plata y oro.
Primero dice que son ídolos; segundo, que son materia sin
vida ni consistencia; y tercero, que el ser ídolos no sólo
supone el ser poca cosa, necios e imperfectos, sino tam-
bién que son cosas humanas. Por eso también añadió, he-
churas de manos de los hombres, lo que supone la máxi-
ma represión para los que les sirven; porque incluso siendo
ellos la causa de que existan [esos ídolos], ponen en ellos
la esperanza de la salvación.

3. Tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven . Tie-


47

nen oídos y no oyen. Y no hay aliento en su boca . Se- 48

mejantes a ellos se vuelven los que los hacen, cuantos en


ellos confían .
49 Tienen boca -dice- y no hablan. ¿Ves cómo
crece la irrisión y refuta el fraude? Puesto que a menudo
estos démones se mueven, desvelan el fingimiento y la re-
presentación, mostrando que no hay aliento en sus bocas.
¿Por qué el perverso demonio no hace nada sin ellos y no
habla? Porque la prostitución, los adulterios y los innu-
merables males son las columnas y simulacros de esos ído-
los, enseñando a los que seducen que imiten las acciones

47. Sal 134, 16. 49. Sal 134, 18.


48. Sal 134, 1 7 .
276 Juan Crisóstomo

mediante la visión de las imágenes cuyas figuras son los


ídolos, y se pone cerca y se sienta debajo para moverlos
y engañarlos.
4. Después, les lanza otra clase de sátira, diciendo: Se-
mejantes a ellos se vuelven los que los hacen. Fíjate qué
clase de dioses son, cuya imitación se establece como una
desgracia. Pero entre nosotros las cosas no son así. En
efecto, el límite último de la virtud y lo que constituye la
cima de todos los bienes es el asemejarnos a Dios en la
medida que podemos. Pero entre aquellos es el culto -dice-,
y los dioses mismos, para que su imitación sea como la
última desgracia. Como ellos son materia inanimada, he-
chura de los que les rinden culto, ídolos deformes, tam-
bién colocan en la necedad a los que les imitan. Por todas
partes muestra el colmo del error. Después de hablar así
de su necedad, del engaño, de la maldad de los demonios,
de la estupidez de los que hacen esas cosas, rápidamente
se libera de ellos y termina el discurso con la alabanza,
pero ya no narra las cosas de Dios, sino que -como sa-
biamente ha demostrado- reclama la alabanza a todos los
que lo reconocen por gozar de su beneficio. Por eso llama
a todos a la alabanza, diciendo así:

5. Casa de Israel, bendecid al Señor. Casa de Aarón,


bendecid al Señor . Casa de Leví, bendecid
50 al Señor. Los
que teméis al Señor, bendecid al Señor . Bendito sea el
51

Señor desde Sión, el que habita en Jerusalén . ¿Por qué


51

no los llama a todos a la vez, sino que los divide en ór-


denes? Para que aprendas que la diferencia de la bendición
es grande. Pues de una manera bendice el sacerdote, de
otra el levita, de otra el laico y de otra todo el pueblo. Y

50. Sal 134, 1 9 . 52. Sal 134, 2 1 .


5 1 . Sal 134, 20.
Salmo 134, 7,3-5 277

el decir bendecid es para demostrar aquella bienaventura-


da y pura naturaleza. «Bendecid, pues -dice-, porque ha-
béis sido liberados de los adversarios, porque habéis sido
dignos de adorar a tal Dios, porque habéis conocido la
verdad». En efecto, El mismo es bendito, teniendo la ben-
dición como naturaleza, no necesitando la alabanza de otros;
y vosotros, bendecid también, no porque esto le añada a
Él alguna cosa, sino porque recibiréis, un gran fruto. Pues
si es bendito por naturaleza -como ciertamente lo es-, sin
embargo quiere también ser bendecido por nosotros. Y de
nuevo recuerda a Sión y a Jerusalén. Como allí estaba fun-
dada su ciudadanía y estaba el fundamento del culto, y
desde allí se enseñaba y se regulaba, quería que se hicie-
sen lugares dignos en el sobrenombre de Dios, para que
al ser venerados fueran muy deseados, y, siendo muy de-
seados, fueran más atraídos, y así atraídos los fijara en el
culto, y fijados, los condujera a una virtud mayor por la
que todas las cosas han sido hechas. Pero entonces existía
Jerusalén y Sión, mas hoy el cielo y las cosas del cielo.
Os ruego que también nosotros nos fijemos en eso, para
que igualmente consigamos los bienes futuros, por la gra-
cia y la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo, a Él la
gloria por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 135

¡Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna


su misericordia! .1

1.1. Después de haber hablado arriba de la beneficen-


cia que Dios ha hecho a los hombres, [el salmista] diser-
ta también de la cuantía de su misericordia, no midiéndo-
la (porque no se puede), sino queriendo mostrar su
magnitud infinita, e invita a todos a la glorificación, ex-
hortando y diciendo: Dad gracias al Señor; es decir, sed
agradecidos, dadle alabanzas. Porque es eterna su miseri-
cordia. ¿Qué significa es eterna} Que no beneficia una vez
y otra retira el beneficio, dice; que no tiene compasión una
vez, y otra cesa; cosa que sucede en los hombres: ellos
están obstaculizados por su pasión, se detienen por su falta
de valor, están encadenados por la adulación y no sopor-
tan la concurrencia de varios sucesos. Pero Dios no es así,
sino que El siempre tiene misericordia, y nunca cesa de
hacer eso, aunque lo realice de varios y diversos modos.
Siempre tiene misericordia y jamás cesa de beneficiar a los
hombres. Después de decir que tiene misericordia por siem-
pre, muestra también los argumentos de esa misericordia,
y cómo el que es misericordioso permanece siempre, de-

1. Sal 1 3 5 , 1.
Salmo 135, 1,1-3 279

fendiendo a los que le ven. Y puesto que los lleva de la


mano a la piedad, mira cómo trata de nuevo a los dioses
griegos para captar al auditorio condescendiendo con ellos.
2. Y ¿qué dice? Dad gracias al Dios de los dioses -aña-
diendo particularmente-, porque es eterna su misericordia . 2

Y también alabad al Señor de los señores . En el salmo an-


1

terior se decía que El estaba por encima de todos los dio-


ses . Y aquí va más lejos: que El es Señor y Soberano de
4

ellos, bien hables de ídolos o de démones. En efecto, aun-


que los demonios estén ofendidos e insultados, sin em-
bargo son siervos y subditos. Por esto, dad gracias -dice-,
porque tenéis un Dios que está por encima de todos, a
quien nadie puede asemejarse, pues es Soberano y Señor
de todos. Pero también se le llama Dios de los que lo
agradan, como cuando dice: Yo soy el Dios de Abrahán,
el Dios de Isaac y el Dios de Jacob . ¿Cómo, pues, habla
5

aquí de los demonios? Porque aquello es una cosa y esto


otra. Allí, para mostrar la familiaridad y el gran amor hacia
ellos; aquí, en cambio, para señalar la eminencia.

3. Al único que hace grandes maravillas, porque es eter-


na su misericordia . Una vez que ha afirmado que es Señor
6

y Soberano de los dioses, prueba la aserción y confirma


lo dicho, proclamando de nuevo su poder. Y no afirmó
«al que hizo» sino al que hace, mostrando que beneficia,
que hace maravillas y realiza milagros. Y estas dos cosas
establece en Él: que obra, y que obra solo; y también in-
cluso tres y cuatro: que obra, que obra maravillas, que
hace grandes maravillas y que las hace solo. No se dicen
estas cosas para desaprobación del Hijo, sino para la dis-

2. Sal 135, 2. 5. Ex 3, 6.
3. Sal 1 3 5 , 3a. 6. Sal 1 3 5 , 4.
4. Cf. Sal 1 3 4 , 5.
280 Juan Crisóstomo

tinción de los demonios. Veamos, pues, qué cosas son ma-


ravillas, las que hace Él solo. Y es que al principio no nos
hablaba de la fuerza, sino de la benevolencia y bondad.
Dad gracias al Señor -dice-, porque es bueno. ¿Cómo es
que abandona eso y ahora habla aquí de la fuerza? Por-
que estas maravillas no sólo son obra de la fuerza, sino
también de la misericordia. Y para mostrar cuáles son en
realidad los milagros, añadió:

4. Al que hizo los cielos con inteligencia, al que ex-


tendió la tierra sobre las aguas . Otro [afirma]: Al que
7

reunió la tierra en las aguas*. Al que hizo las grandes lu-


minarias solo . El sol para dominar
9 el día . La luna y las
10

estrellas para que dominen la noche . Estas cosas seña-


11

lan su fuerza y sabiduría, pero a la vez muestran la gran


benevolencia. Lo que llega a ser grande, bello y fértil pre-
dica el poder y la sabiduría; y lo que se ha hecho para
nosotros, también nuestra necesidad, la benevolencia y la
bondad perpetuas. ¿Ves cómo su misericordia es para siem-
pre? Ha hecho esto no para diez o veinte años, ni para
cien, doscientos o mil, sino para toda nuestra existencia.
Y así, mostrándolo en cada línea, añade: Porque es eter-
na su misericordia. Y lo que es admirable: lo que hizo,
lo dio desde el inicio; y después de que el hombre de-
sobedeciera, ni siquiera se lo arrebató, sino que todas las
cosas que le había dado antes de pecar, dejó que las go-
zará también después del pecado, y no le prohibió su uso
tras el pecado aquel. Y no hizo un solo cielo, sino otro
también, mostrando desde el principio que no nos aban-
donó en la tierra sino que nos llevará allá. Si no nos fuese

7. Sal 135, 5-6. 9. Sal 135, 7a.


8. Parece que se trata de la 10. Sal 135, 8a.
interpretación de Símaco. 1 1 . Sal 1 3 5 , 9a.
Salmo 135, 1,3-2,1 281

a llevar ¿para qué iba a hacer un cielo? Ciertamente no


es un elemento necesario para El, pues no necesita nada;
sino que al querer trasladarnos allí desde la tierra, nos
preparó las moradas . 12

2.1. Por eso el Profeta, como conoce estas cosas, añade


a cada una, eterna es su misericordia, admirándose de su
benevolencia. Al que extendió la tierra sobre las aguas.
Mira aquí su benevolencia una vez más. Aunque hemos
sido creados mortales y sujetos a muchas necesidades, no
nos abandonó, sino que nos dio aquí la correspondien-
te posada para el intervalo de tiempo, y colmó a la tie-
rra de tales indicios de su benevolencia, que no es po-
sible explicarlo en un discurso. Así pues, el Profeta,
cayendo en el abismo de estos beneficios, y viendo el
océano inmenso, se elevó con voz alta, diciendo: ¡Qué
magníficas son tus obras, Señor! Todo lo hiciste con sa-
biduría .
11 Si alguien observara el sol, la luna y el curso
de los tiempos, una vez más contemplaría toda su bene-
volencia. No es pequeño para nosotros el beneficio que
nos reporta el perfecto orden de la naturaleza, y la or-
ganización de la vida gracias a sus elementos -como es
el alimento de frutos maduros sin los que no podríamos
vivir-, mostrándonos los tiempos, fijando las horas, dis-
tribuyendo el curso del día y la noche, indicando el ca-
mino a los caminantes por tierra y por mar, otorgándo-
nos otros mil cuidados. ¿Ves cómo es eterna su
misericordia, y cómo el Profeta añade a cada uno de los
elementos eso? En cambio, otro intérprete respecto a la
potestad del día, dice: Para que domine el día. Otro, en
lo relativo a la potestad de la noche . u

12. Cf. J n 1 4 , 2. 14. N o sabemos a quiénes per-


13. Sal 1 0 3 , 24. tenecen estas dos interpretaciones.
282 Juan Crisóstomo

2. Al que golpeó a Egipto con sus primogénitos . Al que 15

sacó a Israel de en medio de ellos . Con mano poderosa


16 y
brazo excelso . Frecuentemente vuelve al milagro que tuvo
17

lugar en Egipto, por la desconsideración de aquéllos, y por-


que, incluso escuchando constantemente el relato del mismo,
lo olvidaban. Y no fue una prueba pequeña de misericordia,
pues ese milagro los liberó de la cautividad y de la servi-
dumbre, y además se constituyó en ocasión de conocimien-
to de Dios. Y también significa otra cosa. ¿Cuál? Que tras
la plaga aquella que tuvo lugar por su fuerza, pudieron ser
liberados de la servidumbre, a causa del miedo de los egip-
cios y, porque el mar se abrió. Dice todas estas cosas para
que ninguno de los inconsiderados piense que se les mandó
coger el oro y los vasos de plata por una necedad. Cierta-
mente lo hizo queriendo resultar totalmente temible a los
enemigos, y mostrando que podía hacer todas las cosas con
fuerza y autoridad, y para engañarlos y desviarlos del cami-
no recto. Pues las cosas que hizo abiertamente no las hizo
porque no pudiera engañarlos; lo que hizo, no lo realizó por
eso, como si no pudiera hacerlo abiertamente, sino para mos-
trar en ambas cosas su fuerza. Entonces un gran miedo se
apoderó de los extranjeros. Escucha lo que decían los adivi-
nos de Azoto: Éste es un Dios cruel, que golpeó a Egipto, y
cuando se burló de ellos, entonces, los sacó . Míralos estre-
w

mecerse por eso, por el fraude, por el robo y por lo que


los destruyó.

3. Al que dividió el mar Rojo en partes . Otro: En sec-


19

ciones . Otro: En trozos . En efecto, algunos dicen que no


10 11

hubo un único camino, sino que separó el agua para cada

15. Sal 1 3 5 , 10a. 19. Sal 135, 13.


16. Sal 1 3 5 , l i a . 20. Según Aquila.
17. Sal 1 3 5 , 12a. 21. En la traducción de Símaco.
18. 1 S 6, 6.
Salmo 135, 2,2-3,1 283

tribu, de modo que las travesías fueron muchas. Pero todas


estas cosas, aunque mostraban un enorme poder e indicaban
un temor, grande, sin embargo encerraban también mucho
de benevolencia, no sólo para los agraciados, sino igualmente
para los adversarios, si hubieran querido retroceder. Pero no
sólo los arrojó al mar, sino que, tras el portento, quisieron
desafiar a las aguas. Ciertamente, aunque fuesen los más ne-
cios de todos, convenía que éstos consideraran los anterio-
res sucesos y los que acontecían ante sus ojos, para admirar
la fuerza de Dios y adorar y cesar de la inoportuna rivali-
dad. Mas ellos, viendo a toda criatura transformarse por su
arbitrio y polemizar con ellos mismos, no abandonaron su
locura; por el contrario, viendo aquel portento paradójico,
tomaron aquella insólita y novedosa senda. Por lo que el
mar se convirtió en un sepulcro para ellos. Así, lo sucedi-
do, no fue obra de la naturaleza, sino resultado de una plaga
divina. Y en un breve instante aconteció lo contrario. No se
abrió el mar sólo en una parte, sino según el número de las
tribus. Ahora, cada uno de los signos se recuerda como mues-
tra de misericordia, y algo propio de la mayor providencia
de Dios: se hacían milagros a través de los elementos, para
que no los consideraran resultado de la naturaleza, sino del
auxilio de arriba que obraba cosas maravillosas. Esto es lo
que sucedió en el mar, y fue manifiesto no sólo cuando se
produjo, sino porque nunca más en adelante sucedería. Lo
que sucede por naturaleza es ininterrumpido y frecuente, y
suelen tener lugar según las épocas. Y al que condujo a Is-
rael por el medio, porque es eterna su misericordia .
21

3.1. ¿Ves con qué razón dice, después de cada verso,


es eterna su misericordia} Todo esto muestra su providen-
cia perpetua. En efecto, aunque los hechos tuvieron final,

22. Sal 135, 14.


284 Juan Crisóstomo

sin embargo sus recuerdos constituían una gran prueba


posterior para el conocimiento de Dios. Así pues, con el
recuerdo transmitido a los descendientes los llevaba de la
mano a una gran filosofía. Por otra parte, su providencia
no se extendió sólo a ellos, ni su benevolencia subsistió
sólo hasta los egipcios, sino que cada hora y momento
guardan indicios por los que se prolonga la indecible be-
nevolencia de Dios. Al admirar estas cosas, él mismo re-
calca a continuación, porque es eterna su misericordia. Muy
acertadamente añadió lo de al que condujo a Israel por el
medio; es también algo propio del poder de Dios. No bas-
taba hacer que el mar retrocediera y así se les hiciera el
tránsito fácil, pues eso les hubiera espantado y aterrado
aún más, produciendo una gran cobardía por lo extraor-
dinario; sino que fue la fuerza de Dios lo que les infun-
dió el valor después del retroceso del mar, y lo que les
persuadió a tomar aquella inusitada y nueva senda. Y es
que, como las aguas se hallaban elevadas en una y otra
sección, les era necesario un talante magnánimo, de modo
que no temieran el paso, ni desconfiaran de que las olas
-levantadas en una y otra parte en punta- les fueran a in-
vadir e inundaran a todo el ejército.

2. Y al que hundió al Faraón y a su ejército en el mar


Rojo . Utilizó esta frase queriendo expresar la facilidad de
23

la inundación. Considera tú, cómo con la fuerza y la ira


también mostró la paciencia, al no quitarlos de en medio
primero con simulación y cínicamente, sino que ellos mis-
mos fueron los que voluntariamente se precipitaron. Ni
tampoco castigó al ejército sin motivo: sino que, al haber
participado de los pecados y de la persecución, también
participan del castigo y del suplicio.

23. Sal 1 3 5 , 1 5 .
Salmo 135, 3,1-4 285

3. Al que guió a su pueblo en el desierto, porque es


eterna su misericordia . Esto no es menos que guiar por
24

el mar. En efecto, aunque en esta ocasión la tierra seca es-


tuviese debajo, pudiendo sostener al ejército, sin embargo
existían otros muchos inconvenientes. Todo estaba dispuesto
para consumirlos y entregarlos a la muerte más cruel: el
hambre, la sequedad, la sed, el calor lo más caliente posi-
ble que les agobiaba, la multitud de fieras y la ausencia de
todo lo necesario. Tú conoces lo que el hombre necesita.
Sin embargo, desnudos de todo aquello y sin tener un
techo, ni alimentos, ni bagaje suficiente, ni calzado, ni nin-
guna otra cosa de este tipo, haciendo como un coro en
medio de la ciudad, así caminaban por toda esta soledad.
Tú ten en cuenta qué milagros precedieron a los porten-
tos del desierto y cuántos años la administración del pue-
blo; se recuerdan dos milagros que se hicieron con reyes
de ese tiempo. También sería posible hablar de aquella mesa
nueva, el techo maravilloso, la luz que nunca deja de apa-
recer, los vestidos perennes, la rigidez del calzado, las fuen-
tes desde las piedras y otras cosas incontables y maravi-
llosas que les prepararon un camino fácil. Pero se recuerdan
sólo dos: el modo en que aniquilaron a los reyes bárba-
ros, y el modo en que levantaron el trofeo y les prodigó
la victoria; y para referir con rigor lo restante al audito-
rio, por eso dice:

4. A quien hirió a reyes grandes y dio muerte a reyes


15

poderosos .
26 A Sijón, rey de los amorreos , y a Og, rey de
27

Basan *. Y a cada uno de esos [versículos] añade: Porque


2

es eterna su misericordia, mostrando que aunque enemigos

24. Sal 1 3 5 , 1 6 . 27. Sal 135, 1 9 .


25. Sal 135, 1 7 . 28. Sal 135, 20.
26. Sal 1 3 5 , 18.
286 Juan Crisóstomo

suceden a enemigos, sin embargo nadie los había someti-


do. ¿Por qué? Porque gozaban constantemente de su be-
nevolencia. Por eso sigue diciendo sin interrupción: Por-
que es eterna su misericordia.
5. Y dio sus tierras en herencia , en herencia a su sier-
29

vo Israel . Doble es el beneficio: vencer a los enemigos,


30

y hacerse dueño de ellos. También esto es propio de su


poder, no el expulsar a los habitantes, sino también el poder
ocupar y apoderarse de la región extranjera. Además, mos-
trando más abiertamente de nuevo que llegaron a ser sus
señores no por sus méritos, sino por la bondad del único
[Dios], añadió:
6. Porque en nuestro abatimiento el Señor se acordó de
nosotros , haciendo ver que eso no tuvo lugar en las bue-
31

nas acciones ni en la prosperidad, sino en nuestro abati-


miento. Lo que dice es también lo siguiente: «Bastó la ca-
lamidad y el mal que sufrimos para que plegase al ejército».
Pues desde el principio, cuando los liberó de Egipto, no
dijo: «Mirando, he visto su cambio a mejor», sino al mirar
he observado la aflicción de mi pueblo en Egipto . 32

7. Y nos libró de nuestros enemigos . Para no relatar


33

con detalle las batallas, los ataques, las victorias y trofeos,


una vez más refiere la serie de los portentos con una frase,
y dejando atrás los hechos singulares de los judíos, lleva
su providencia a lo general, diciendo:
8. Él da el pan a todo viviente . Otro: El que da el
34

pan . Otro: Dando pan . No son productos de la tierra,


33 36

ni del agua, ni del aire, ni del sol, ni de cualquier otra

29. Sal 1 3 5 , 2 1 . 33. Sal 1 3 5 , 24.


30. Sal 1 3 5 , 22. 34. Sal 134, 25.
31. Sal 135, 23. 35. Según Aquila.
32. Ex 3, 7. 36. En la versión de Símaco.
Salmo 135, 3,4-9 287

cosa, sino que de Él son esos frutos. Fíjate aquí no sólo


en la potencia, sino también en la inefable benevolencia.
En verdad, lo que Cristo dice: Hace salir su sol sobre bue-
nos y malos, y llueve sobre justos e injustos , también aquí
37

es lo que señala, diciendo: Da alimento a todo viviente; es


decir, no sólo a los justos ni a los que hacen el bien, sino
también a los pecadores, a los impíos y a toda naturaleza
humana, cosa que también proclama al máximo su domi-
nio. ¿Ves cómo el salmo ante todo se compuso así, para
que nos conduzca al conocimiento de Dios? Y por eso co-
menzó al principio desde lo general, terminando con la
comprensión de estas cosas concretas. Ciertamente, des-
pués de hablar más arriba del sol y la luna, los truenos y
las lluvias, que no se producen sólo en una parte de la tie-
rra, deja para el final el común alimento de todos. De ahí
que después, confirmando la providencia universal, añadió:

9. Alabad al Dios del cielo, porque es eterna su mise-


ricordia .
38 Con esto queda claro que Él es Señor de todo
lo de arriba y de lo de abajo, que su providencia y cui-
dado se ha difundido por todas partes. Así pues, démos-
le gracias por todas estas cosas, las comunes, las privadas,
por su bondad, por su benevolencia, por su poder, por su
cuidado, y terminemos haciendo eso continuamente, como
también lo hace el salmista: Alabad al Señor porque es
bueno, porque es eterna su misericordia . Esto es realmente
39

sacrificio y ofrenda; esto es lo que ante todo nos vuelve


propicios, y hace que gocemos de su benignidad, que a
todos nosotros se nos ha dado conseguir, por la gracia y
benevolencia de nuestro Señor Jesucristo; a Él la gloria y
el poder por los siglos de los siglos. Amén.

37. M t 5, 45. 39. Sal 1 1 7 , 1.29.


38. Sal 134, 26.
SALMO 136

Junto a los ríos de Babilonia nos sentamos y lloramos acor-


dándonos de Sión . 1

1.1. Grande es para estos hombres la añoranza de la


ciudad, grande el deseo del regreso. En efecto, mientras
tenían bienes al alcance de la mano, no cesaban de profe-
rir injurias; pero después de ser expulsados por los asirios,
entonces permanecieron por el resto en la nostalgia. Tam-
bién-por esto se les destierra, para excitar en ellos un mayor
deseo. Y es que Dios con frecuencia suele obrar así. Cuan-
do tenemos los mayores bienes de Dios y somos insensi-
bles, hace que carezcamos de los mismos para que, al ser
castigados con su privación, de nuevo queramos gozarlos.
Y ¿por qué se sentaban junto a los ríos? Porque, al estar
cautivos y rodeados por regiones enemigas, habitaban fuera
de las fortificaciones y de las ciudades.

2. En los sauces de aquellas tierras teníamos colgados


nuestros instrumentos . 2Otro [dice]: Nuestras cítaras . Y 3

otro: Las liras . ¿Por qué, al ir a la cautividad, llevaron los


4

instrumentos que ellos no iban a utilizar? Porque así lo


dispuso Dios, para que se acordaran de sus anteriores cos-

1. Sal 136, 1. 3. Según Aquila.


2. Sal 136, 2. 4. En la versión de Símaco.
Salmo 136, 1,1-3 289

tumbres ciudadanas, cuando estuvieran en las extrañas, y


así no fueran perjudicados, al ver los símbolos de sus pro-
pias prácticas religiosas.
3. Allí nos pidieron cánticos nuestros raptores y los que
nos deportaron: «¡Cantadnos un himno de las canciones de
Sión!» . Y no fue poco lo que lucraron, al insistirles los
5

bárbaros que deseaban escuchar sus cantos. Mira toda la


corrección que consiguieron de la cautividad. En efecto,
los insolentes y los que se habían apartado de sus propios
cultos, que habían pisoteado sus leyes por todos los sitios,
que se habían enajenado hasta el extremo, al obligarles y
amenazarles los bárbaros y rodearles por todas partes, de-
seosos de escucharlos, ni siquiera así fueron gratificados en
su deseo, sino que prefirieron la ley y la custodiaron pun-
tualmente. Respecto a los que nos deportaron, otro lo ex-
presa así: Quienes se jactaban de nosotros ,
6 mostrando en
cierta manera lo siguiente: «Los que anteriormente nos pi-
soteaban y nos insultaban, con el tiempo llegaron a ser
suaves, benignos y pacíficos, de forma que incluso desea-
ban oír nuestros cánticos». Pero ni aún así condescendie-
ron. ¿Ves cómo la aflicción les vuelve más fuertes? ¿Cómo
les hace compungidos? ¿Cómo quebranta la mente? En
efecto, lloraban y observaban la ley, y los que se reían de
los profetas que lloraban, también los insultaban y se mo-
faban; y ellos, sin que ahora nadie se lo recuerde, retor-
nan a las lágrimas y se lamentan. De ahí que también los
enemigos aprovechasen las mayores cosas. Ciertamente
veían que ellos no se angustiaban por la cautividad, ni llo-
raban por la servidumbre, ni por la estancia en tierra ex-
tranjera, sino porque estaban alejados de su propio culto.

5. Sal 1 3 6 , 3.
6. Se desconoce el nombre de este comentarista.
290 Juan Crisóstomo

Por eso añadió: Acordándonos de Sión. No se lamentan sin


más, sino que asumen por siempre el oficio de lamentar-
se . Por lo mismo también decía al principio: Nos senta-
7

mos y lloramos, evidentemente, por eso nos reuníamos, para


excitar el lamento y el dolor. Y ¿por qué no les está per-
mitido cantar en tierra extranjera? Porque no convenía que
oídos profanos escuchasen aquellos misterios.

4. ¿Cómo podríamos cantar el canto del Señor en tie-


rra extraña?*. Es decir, «no nos es lícito cantar; y aunque
estemos separados de la patria, sin embargo permanecemos
conservando la ley y observándola con exactitud. Así, aun-
que seáis dueños de los cuerpos, no someteréis la mente».
¿Ves cómo el alma consigue ser sabia en medio de la aflic-
ción y estar por encima de los peligros?
5. Si me olvidare de ti, Jerusalén, olvidada sea mi mano
derecha .9 Que se me pegue la lengua al paladar . Observa
10

aquí la gran transformación. Los que escuchaban cada día


que iban a ser exterminados por culpa de la ciudad, y no lo
pensaban, ahora hacen imprecaciones contra sí mismo, si se
olvidaban de Jerusalén. ¿Qué significa olvidada sea mi mano
derecha} «Mi fuerza - d i c e - mi poder sean olvidados por mí,
y que me quede sin voz por la grandeza de los males».
6. Si no me acordare, si no pusiera a Jerusalén como
en el principio de mi alegría . ¿Qué quiere decir si no pu-
11

siera a Jerusalén en el principio} «No me acordaré de ti


sin más en otras cosas -dice-, sino en los himnos y en los

7. Lit.: «sino que hacen suya 1 1 . Sal 136, 6b-d. La expre-


esta tarea». sión «como en el principio» apa-
8. Sal 1 3 6 , 4. rece en las versiones de Símaco y
9. Sal 136, 5. Teodoción.
10. Sal 1 3 6 , 6a.
Salmo 136, 1,3-2,1 291

cantos». El pusiera en el principio significa: «Te pondré al


comienzo y preludio del cántico pronunciando las palabras
de quienes desean ser cogidos e inflamados con un gran
amor hacia ella». Escuchemos todos estas cosas y apren-
damos. Igual que ellos han sido arrojados y entonces la
buscan, así también nos sucederá a muchos de nosotros en
aquel día, cuando seamos separados de la Jerusalén celes-
te. Mas ellos tienen la esperanza de la vuelta, pero noso-
tros, al ser separados, no tendremos ninguna esperanza de
volver. En efecto, su gusano no muere y su fuego no se
extingue ,
11 dice [la Escritura]. Y por eso conviene que es-
temos atentos a nuestras cosas y vivamos la presente vida
de forma que no seamos cautivos ni extranjeros ni tam-
poco huéspedes de aquella metrópoli.

7. Acuérdate, Señor, contra los hijos de Edom, del día


de Jerusalén, cuando decían: Arrasad, arrasad hasta sus ci-
mientos .
13 Otro [dice]: Con los hijos de Edom . Y estas
14

son palabras de los que se inflamaban por la ciudad. Lo


que dicen es lo siguiente: «Asume el castigo de aquellos
que no querían que la ciudad permaneciese hasta la con-
quista, ni se saciaban con la ruina, sino que insistían y de-
cían: Excavad hasta el fundamento que hay en ella». De-
seaban que no permanecieran los cimientos de la ciudad,
sino que sus fundamentos fueran echados abajo.
2.1. Éstos eran los árabes que, juntamente con los ba-
bilonios, habían invadido a los judíos; con frecuencia el
Profeta se acordaba de ellos y los reprendía con fuerza
porque, al tener con ellos lazos de parentesco, llegaron a
ser más crueles que los enemigos.

12. Me 9, 48. 14. Desconocemos a este co-


13. Sal 1 3 6 , 7. mentarista.
292 Juan Crisóstomo

2. Hija de Babilonia la desgraciada . Otro [dice]: la 15

devastada .16Otro: La asolada . Aquí, mostrando el poder


17

de Dios no en la liberación de los malvados, sino prepa-


rando insidias a los que luchaban con ellos, el Profeta pre-
dice los males que iban a sobrevenir a Babilonia, y la llama
miserable por los males que la iban a sobrevenir, aunque
con ello enseñaba a los judíos y mostraba el poder de Dios
desplegado por todas las partes de la tierra.

3. Feliz quien te devuelva el mal con que nos pagaste *. 1

Otro [dice]: Que nos hiciste . Dichoso el que atrape y es-


19

trelle contra la roca a tus pequeños . Estas palabras, aun-


20

que cargadas de ira y propias de un gran castigo y supli-


cio, son palabras procedentes de la perturbación del ánimo
de los cautivos, que piden un gran suplicio y un castigo
admirable y sorprendente. Ciertamente los profetas dicen
muchas cosas no en nombre propio, sino que narran las
afecciones de otros, y las ponen en medio. Ahora bien, si
buscas la razón de ello, escucha lo que dice: Si he causa-
do males a los que estaban en paz conmigo , superando así 21

incluso lo previsto por las leyes. Y cuando narra las per-


turbaciones de otros, describe la ira y el dolor; es lo que
también ha hecho ahora, poniendo en medio el deseo de
los judíos, que incluso iba más allá de la edad infantil.

4. Sin embargo, no ocurre así en el Nuevo Testamen-


to, sino que se nos manda dar de comer y beber a los
enemigos y rogar por los que nos causan calamidades. Esto,
en efecto, lo hacemos por la legislación conferida. ¿Que

15. Sal 136, 8a. 19. Intérprete desconocido.


16. En la versión de Aquila. 20. Sal 136, 9.
17. Según Símaco. 2 1 . Sal 7, 5.
18. Sal 1 3 6 , 8b-c.
Salmo 136, 2,2-4 293

cuál es esa? Si vuestra justicia no es mayor que la de los


escribas y fariseos - d i c e - no entraréis en el reino de los
cielos .
22 Así pues, apliquémonos con gran empeño, y ob-
servémosla total y sobradamente, para que después habi-
temos en la tierra como en el cielo, y dancemos con los
coros de los ángeles. Así conseguiremos los bienes futu-
ros, cuya consecución podamos alcanzar todo nosotros, por
la gracia y la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo, a
El la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

22. Mt 5, 20.
SALMO 137

Te daré gracias, Señor, con todo mi corazón .


1

1.1. Con frecuencia os he hablado de esto. Por eso, de-


jándolo atrás, vayamos a lo que es más cercano. ¿Qué sig-
nifica en presencia de los ángeles tañeré para ti } Lo que2

otro intérprete dijo: Oh Dios, te celebraré con alegría . Otro:


1

En presencia de los dioses cantaré para ti . Si habla de los


4

ángeles que están en el cielo, se refiere a lo mencionado, a


que con los ángeles seré impelido a celebrar, y rivalizaré con
ellos en el empeño. También que danzaré en el coro con las
potestades de arriba. Aunque difiera en la naturaleza, sin em-
bargo también rivalizaré con ellos en el fervor. Y si acepta-
mos la interpretación mencionada por los otros, me parece
que esto se dice de los sacerdotes. La Escritura suele llamar
al sacerdote, tanto ángel como dios; así ha dicho: A los dio-
ses no maldecirás, ni hablarás mal del príncipe de tu pueblo . 5

Y también: Los labios del sacerdote custodiarán el juicio, y


de su boca se ha de aprender la justicia, porque es un ángel
del Señor omnipotente . Si hay que tomarlo así, conviene en-
6

tender esto: «Acompañaré a los sacerdotes -incoando ellos


y siendo los primeros- y seguiré y cantaré para ti».

1. Sal 1 3 7 , la. 4. Interpretación de Símaco.


2. Sal 1 3 7 , l e . 5. Ex 22, 27.
3. Según Aquila. 6. MI 2, 7.
Salmo 137, 1,1-4 295

2. Porque escuchaste todas las palabras de mi boca . 7

¿Ves el abundante agradecimiento? ¿Ves la extrema aten-


ción? No como hacen algunos, blandos y disolutos, que
ciertamente antes de recibir son vehementes, pero después
de recibir se hacen negligentes; en cambio, éste insiste antes
de recibir, y después de recibir permanece dando gracias.
Pero aquí se muestra que él hizo una petición pura y ex-
celsa, de esas que son escuchadas por Dios. Lo que hace
que la súplica sea en gran medida escuchada es que se haga
según su juicio. Por tanto, está en nuestro poder el ser es-
cuchados. Cuando pedimos las cosas que Dios considera
conveniente darnos, cuando lo hacemos con celo, cuando
nos hacemos dignos de recibir, el invocado escucha y con-
cede lo que se le pide.

3. Me prosternaré hacia tu templo santo*. En efecto, no


es pequeña virtud poder acceder al templo, y accediendo,
prosternarse con conciencia pura. No se trata de doblar
las rodillas, ni se busca simplemente entrar, sino estar con
la mente enardecida y el ánimo dispuesto, no entrar sólo
en cuerpo, sino también en espíritu. Tampoco es pequeña
la dignidad de adorar al Dios de todas las cosas como es
conveniente adorar. Si en los reyes, parte de la dignidad
se encuentra en estos detalles, mucho más en el Dios de
todas las cosas.
4. Y daré gracias a tu nombre por tu bondad y tu
verdad .
9 ¿Qué significa esto? «Te estaré agradecido - d i c e - ,
porque he gozado de un gran cuidado. Ciertamente no
conseguí volver a la patria ni ver el templo por mis pro-
pias acciones buenas, sino por tu misericordia y tu be-
nevolencia. Por estas cosas te adoraré, por ellas te cele-

7. Sal 137, Ib. 9. Sal 137, 2b.


8. Sal 1 3 7 , 2a.
296 Juan Crisóstomo

braré, porque siendo y o merecedor de castigo y suplicio,


y de permanecer por siempre en una extraña región, me
hiciste volver rápidamente».
5. Porque engrandeciste tu santo nombre por encima
de todo . Lo que dice es esto: «No te daré gracias so-
10

lamente por los beneficios, sino también por la misma


gloria inefable, la infinita grandeza y la naturaleza ine-
narrable». Porque engrandeciste tu santo nombre por en-
cima de todo; esto es: por los beneficios, por los ele-
mentos, por lo que hay en los cielos y lo que hay en la
tierra, por los castigos, por lo que hacen los enemigos y
por lo que hacen los amigos. En efecto, no hay ningu-
na criatura, de arriba o de abajo, que no emita una voz
más clara que una trompeta, predicando la magnificen-
cia de tu nombre. Aunque ciertamente menciones ánge-
les, arcángeles, démones, elementos insensibles, piedras,
semillas, sol, luna, tierra, mar, peces, aves, lagos, fuentes
y ríos, por todas las cosas se manifiesta la grandeza de
tu nombre. Otro [intérprete], en lugar de engrandeciste
tu santo nombre por encima de todo, dice: Engrandecis-
te sobre todos tus nombres tu palabra. Otro: Tu predic-
cion .

6. El día en que te invocare, me escucharás rápida-


mente .
11 Otro [dice]: El día en que te invoqué, tú me
escuchaste '. Dios también prometió esto, al decir: Siem-
11

pre que me invoques, te escucharé, y diré: Aquí estoy ha-


blándote . 14 Por tanto, él pide eso mismo. Así son las
almas afligidas por el dolor: quieren ver la rápida libe-
ración de los males.

10. Sal 1 3 7 , 2c. 12. Sal 137, 3a:


1 1 . Ignoramos los nombres de 1 3 . A u t o r desconocido,
estos intérpretes. 14. Is 58, 9.
Salmo 137, 1,4-2,2 297

7. Multiplicarás en mi alma tu fuerza} . Otro: Estable-


5

ciste en mi alma tus poderes . Y el anterior


16 escúchame,
otro lo dice: Me has escuchado. ¿Qué es, pues, lo que se
ha dicho? Llama «meteoros» a los fenómenos celestes, según
el [verbo] «levantarse», y exaltaciones del mar [llama] a las
olas y crestas marinas. Por eso el multiplicarás significa
«me exaltarás», «me elevarás». Esto también está estable-
cido en otra parte, cuando dice: Según tu grandeza has
exaltado a los hijos de los hombres ; es decir, has elevado,
17

has levantado. Así también dijo lo de me exaltarás, para


indicar: «Me llenarás de inmensa alegría, volverás sublime
mi alma y, lo que es lo mejor de todo, no permitirás que
este júbilo mío y que esta alegría sea de mala calidad, sino
poderosa, fuerte, firme e inamovible». En efecto, esto es
lo que significa el multiplicarás en mi alma tu fuerza.

2.1. Así pues, lo que dice es lo siguiente: «Me cuida-


rás con poder, me alzarás con fortaleza y me auxiliarás».
Por eso otro intérprete mostrando esto dijo: Estableciste
en mi alma poderes. Y bellamente dijo en mi alma, pues
lo propio de Dios es sobre todo reanimar las almas en las
aflicciones, como hizo con los apóstoles. En efecto, cuan-
do fueron azotados volvían gozosos , y así se llenaba de
18

cuidados su alma. Esto es principalmente obra del mayor


poder de Dios; esto muestra en mucho su fuerza, que no
permite que el alma se derrumbe en medio de los peligros.
2. Te darán gracias, Señor, todos los reyes de la tie-
rra, porque escucharon todas las palabras de tu boca . 19

Mira que ánimo tan sensato. No le basta que sea agra-


decido uno sólo, sino que igualmente acoge a todos los

15. Sal 137, 3b. 18. Cf. Hch 5, 4 0 - 4 1 .


16. Interpretación de Símaco. 19. Sal 1 3 7 , 4.
17. Sal 1 1 , 9.
298 Juan Crisóstomo

que dominan para que participen comunitariamente en la


acción de gracias, y también a los que llevan diademas.
«Aunque sea grande su poder y autoridad - d i c e - , sin
embargo todos deben dar gracias por aquellas cosas obra-
das en los demás». Por eso, para mostrarlo, añadió: Es-
cucharon todas las palabras de tu boca. Si dan gracias así,
entonces sacarán el mayor provecho y lucrarán el fruto.
Así son los dones que tú has establecido para todos, que
si lo quieren pueden participar y gozar de ellos. Para
que reciban el reino no hay ninguna cosa de más utili-
dad que escuchar tus palabras. Esto es para ellos segu-
ridad, fuerza, adorno, decoro, reino, gozo del imperio y
poder.

3. Y cantarán en los caminos del Señor . Otro [dice]: 20

Canten los caminos del Señor . Si dice en los caminos, esto


11

es lo que dice: «En tus leyes», «en tus juicios». Pero si


dice los caminos, entonces afirma: «Alabaré, celebraré y
proclamaré tus buenas acciones»; por tanto, esto es lo que
significa cantarán. Porque la gloria del Señor es grande . 21

O sea, para todos es manifiesta, clara, evidente, dispuesta


a beneficiar a todos, teniendo a todos como deudores de
la gracia.
4. Porque el Señor es excelso y mira al humilde . Dice 23

que es excelso en cuanto a la naturaleza, excelso en lo


relativo a la sustancia. No obstante, hasta aquí se ha ha-
blado de una forma que se acomoda más a las costum-
bres y al culto judío. En cambio lo siguiente corrige tam-
bién eso y levanta al oyente humilde a una mayor
comprensión. ¿Qué significa al soberbio lo conoce desde

20. Sal 1 3 7 , 5a. 22. Sal 1 3 7 , 5b.


2 1 . Intérprete desconocido. 23. Sal 1 3 7 , 6a.
Salmo 137, 2,2-5 299

lejos }
24 Aquí el discurso versa sobre la presciencia, que
es lo más característico del poder de Dios; por eso, ha-
blando muchas veces por medio de los profetas, aquí se
dirige a los que están retenidos en el error idolátrico.
Otro [intérprete dice]: Lo que se encuentra elevado lo
conoce de lejos. Otro: Lo sublime. En efecto, como había
dicho porque el Señor es excelso y mira al humilde, aña-
dió: Y al soberbio conoce desde lejos, dando a entender
que Dios no conoce sin más las cosas elevadas, sino que
también las conoce a una gran distancia; esto es, antes
de que sucedan, antes de que se ejecuten, antes de que
se lleven a cabo.

5. Si camino en medio de tribulaciones, me buscarás . 25

No dijo: «Apartarás la tribulación», sino: «Manteniéndo-


me en los mismos males, me buscarás»; es decir, «aunque
caiga en esos mismos peligros, podrás salvarme». Lo cual
es admirable y maravilloso: «Aunque me rodeen los ene-
migos y los que me acechan, mantendrás en la seguridad
al que se halla envuelto por ellos». Y contra la ira de mis
enemigos extiendes tu mano . Otro [afirma]: Contra el
26

aliento de mis enemigos la extenderás . ¿Ves en cada una


27

de estas partes lo grande que es su poder? «Pues también


a mí - d i c e - en medio de mis enemigos puedes salvarme,
pero a los que están encolerizados y como respirando fuego,
[los puedes] humillar y reprimir». Y me salvó tu derecha *. 2

Otro [dice]: Y me salvará tu derecha ; es decir, tu poder,


29

tu fuerza. Dios es accesible, ingenioso y poderoso para lle-


var hacia la salvación desde lo imposible.

24. Sal 1 3 7 , 6b. 28. Sal 1 3 7 , 7c.


25. Sal 137, 7a. 29. También es Símaco el autor
26. Sal 137, 7b. de esta traducción.
27. Interpretación de Símaco.
300 Juan Crisóstomo

6. El Señor concluirá todo a favor mío™. Otro [dice]:


Llevará a término. Otro: Perfeccionará ; es decir, castiga-
11

rá a los enemigos. Pero no dice «castigará», sino, conclui-


rá todo, para mostrar que, aunque yo sea el responsable,
El será el que derribará y cumplirá, pues es benevolente.
Esto puede decirse también de lo que Cristo hizo por no-
sotros. Ciertamente El mismo concluirá todo a favor nues-
tro. Señor, tu misericordia es eterna. No abandones la obra
de tus manos . 11Pone estas dos razones para alcanzar la
justicia de su benevolencia: una, porque El es misericor-
dioso y bueno, y ciertamente misericordioso, porque nunca
interrumpe su benevolencia, ni pone fin a ella ni la aflo-
ja; y otra, porque es el creador y artífice. Pero lo mismo
que creemos que vamos a ser salvados por estas cosas, así
también debemos mostrar algo digno de su misericordia.
Pues, yo tendré misericordia - d i c e - con quien yo quiera . 11

No ofrece la compasión sin más, sino que El mismo añade


cierta distinción. Ciertamente, si la ofreciera sin más, nadie
se arrepentiría. Por eso, no hagamos solamente cosas dig-
nas de alcanzar misericordia, sino que debemos hacerlas
también por Dios. Al que ha sido creado por Dios y tiene
tal Creador y Rey le conviene mostrarse con un compor-
tamiento digno de dicha providencia y cuidado. Y si obra-
mos así, alcanzaremos los bienes futuros, que a todos no-
sotros se nos ha dado conseguir por la gracia y benevolencia
de nuestro Señor Jesucristo; a El la gloria y el poder por
los siglos de los siglos. Amén.

30. Sal 137, 8a. 32. Sal 137, 8b-c.


3 1 . Intérpretes desconocidos. 33. Ex 33, 19; cf. Rm 9, 1 5 .
SALMO 138

Hacia el final, al vencedor.


Señor, me has prohado y me has conocido .
1

1.1. ¿Qué dices? ¿Dios conoce después que ha some-


tido a prueba, y antes de probar no conoce? ¡Nada de eso!
¿Cómo va a ser de esa manera, si conoce todas las cosas
antes de que sean hechas ? Al contrario, lo de me has pro-
2

bado significa «me has conocido perfectamente». De la


misma forma que el Apóstol, cuando dice que Él escruta
los corazones , no lo dice mostrando ignorancia, sino un
3

conocimiento perfecto; así también aquí, cuando dice me


has probado, indica un conocimiento certísimo, esto es,
«Tú me conoces perfectamente».
2. Tú sabes cuándo me siento y me levanto . 4 Con el
sentarse y levantarse se refiere a toda la vida, pues en estas
cosas consiste toda nuestra existencia: acciones, obras, en-
tradas y salidas. Y como empezó diciendo me has proba-
do, para que ningún insensato piense que Él conoce por
medio de la prueba o de la experiencia de los aconteci-
mientos, al decir sabes cuándo me siento y me levanto,
mira cómo corrige aquello con lo que añade, diciendo: Tú

1. Sal 138, 1. 3. Cf. Rm 8, 27.


2. Cf. D n 1 3 , 42. 4. Sal 1 3 8 , 2a.
302 Juan Crisóstomo

conoces mis pensamientos desde lejos . Así, con ello seña-


5

la que El no conoce por la prueba, ni necesita de ella, sino


que por la capacidad de su presciencia conoce todas las
cosas. En efecto, quien conoce los pensamientos que están
en la mente, no necesita de la prueba de las obras. Pero
no sólo los conoce cuando se agitan en la mente, sino in-
cluso antes de que empiecen a formularse. Y no sólo antes
de que se formulen, sino antes de todo tiempo. Por eso,
queriendo indicarlo, añade el Tú conoces mis pensamientos
desde lejos. Mas si Dios conoce los pensamientos ¿por qué
induce a la prueba por las obras? No para aprender El
mismo, sino para probar a los que sufren las pruebas. Cier-
tamente conocía a Job antes de la tentación, cosa que tes-
tifica, diciendo: £ 5 un hombre justo, veraz y piadoso . Pero6

lo tentó para hacerlo más fuerte, para que rechazara la mal-


dad del diablo y para que, por su ejemplo, volviera me-
jores a otros. ¿Por qué te sorprende que actúe así con Job,
cuando hizo lo mismo con algunos pecadores? Sabiamen-
te pensaba aniquilar a los ninivitas, quienes no eran dig-
nos, pero por la penitencia se volvieron mejores; aunque
también los sometió a la prueba de las obras. Y por todas
partes aparecen muchos argumentos de su cuidado y be-
nevolencia, no bastándole su propio conocimiento.

3. Por lo mismo decía el Unigénito: Si no hago las


obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque
no creáis en mi, creed al menos en las obras . Y como mu-
7

chos, torpes de entendimiento y necios dicen cosas de este


tipo: « A fulano lo eligió, a mengano lo amó, y a zutano
lo odió; y por eso a éste lo hizo malvado y aquel bueno»;
sirviéndose de estas cosas los persuade, corrigiendo la opi-

5. Sal 1 3 8 , 2b. 7. Jn 1 0 , 37-38.


6. Jb 2, 3.
Salmo 138, 1,2-5 303

nión de cada uno de ellos, y pone en medio la defensa a


partir de las obras y señala también lo que va a suceder
antes de las obras, para que se conozca la facultad de su
presciencia. Pero al final añade las obras para evitar que
ningún inconsiderado sostenga que era así por la predes-
tinación. Mira también cómo Pablo señala esto mismo, al
decir: Y cuando aún no habían nacido, ni habían hecho
el bien ni el mal -para que se mantuviese la libertad de
la elección divina, que no depende de las obras sino del
que llama- se le dijo a ella [Rebeca]: el mayor servirá al
menor*. En efecto, no es necesario esperar al final de los
hechos, sino que incluso antes de los mismos El conoce
quién es malo y quién no lo será.

4. Tú has escudriñado mi camino y mi descanso, y c o -


noces de antemano todas mis sendas . La acción de estar en
9

camino o de descansar se refiere a hechos de costumbres


comunes, pues a menudo también nosotros decimos: «Co-
noce a fulano, cómo se sienta y cómo se levanta», dejan-
do ver un conocimiento exacto de él; de la misma manera
aquí camino y descanso se refieren a toda su vida. Por eso
también añadió: Conoces de antemano todas mis sendas. Lo
de has escudriñado no es propio de quien investiga, ni de
quien pregunta, sino de quien conoce perfectamente. Para
mostrarlo añadió lo de conoces de antemano; es decir, antes
de que sucedan, conoces las cosas buenas y malas.
5. Porque no hay engaño en mi lengua . Otro: Len- 10

guaje contradictorio . Este es el mejor reconocimiento de


11

virtud, la cima de los bienes, lo que Cristo señala como


lo máximo, cuando afirma: Si no os convertís y os hacéis

8. Rm 9, 11-13. 1 1 . Esta versión se atribuye a


9. Sal 1 3 8 , 3. Símaco.
10. Sal 138, 4a.
304 Juan Crisóstomo

como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos , indi- 12

cando la simplicidad, la inocencia, la sinceridad y senci-


llez. Por eso eligió también a inexpertos, y decía: Yo te
alabo Padre, porque ocultaste estas cosas a los sabios e in-
teligentes, y las revelaste a los pequeños '. Fíjate, no dijo:
11

«Fui tentado y rechacé el engaño»; sino que «no lo tuve


nunca, ni hizo entrada en mi lengua tal enfermedad, sino
que semejante vicio nunca anidó en mí». Mira, Señor, Tú
conoces todas las cosas, las nuevas y las antiguas™. «No
sólo conoces los pensamientos -dice-, ni mis acciones o
mis caminos, sino todo lo que ha sucedido y lo que su-
cederá».

6. Tú me modelaste y pusiste tu mano sobre mí . Desde 15

la facultad de la presciencia pasa a la creación, y desde la


creación nuevamente a la presciencia. En efecto, no sólo
nos creó de la nada, sino que domina a las criaturas.
2.1. Pablo da testimonio de cada una de estas cosas en
Cristo, cuando dice: En diversos momentos y de muchos
modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio
de los profetas; en estos últimos tiempos nos habló por medio
del Hijo, a quien constituyó heredero de todo . Con lo 16

que añade después, también habla de la creación: Por quien


también hizo los siglos . Y disertando también acerca de
17

su sustancia, añadió: El, que es el resplandor de su gloria,


la imagen misma de su sustancia *; también muestra el
1

poder de su presciencia, al decir: Sustentando todas las cosas


con la palabra de su poder . Y escribiendo a los colosen-
19

ses, una vez más habló de estas cosas: Porque en El fue-

12. Mt 18, 5. 16. Hb 1, 1-2.


13. M t 1 1 , 25. 17. Hb 1, 2.
14. Sal 1 3 8 , 4b. 18. Hb 1, 3.
15. Sal 1 3 8 , 5. 19. Ibidem.
Salmo 138, 1,5-2,2 305

ron creadas todas las cosas que hay en los cielos y en la


tierra, sean tronos, dominaciones, principados, potestades;
todas han sido creadas por El y para El; El mismo existe
antes de todas . Esto es lo característico de su creación.
20

Más tarde, señalando su poder de presciencia, añade: Todo


subsiste en El . Una vez más, mostrando ambas cosas,
11

decía Juan: Todo se hizo por El, y sin El no se hizo nada . 22

Y dijo esto queriendo señalar la creación. Luego, la pro-


videncia: Estaba la vida, y la vida era la luz de los hom-
bres . Después, el Profeta indicando lo mismo, dice: Tú
23

me modelaste. Es algo propio de la creación. También dice


algo propio de su providencia: Pusiste tu mano sobre mí.
¿Qué significa pusiste} «Tienes el mando, dispones, sobre-
llevas». Lo que también Pablo señaló, diciendo: En El vi-
vimos, nos movemos y existimos . No sólo fuimos hechos
24

en El, sino que también existimos en El, permanecemos y


necesitamos de su poder.

2. Tu conocimiento me resulta admirable, es muy su-


blime y no puedo alcanzarlo . Otro: Me supera .
25 Otro, 26

en vez de es muy sublime, dice: «Me sobrepasa» . Lo que 27

dice es lo siguiente: «Gozo tanto de tu providencia que,


sabiendo que conoces todas las cosas de antemano y que
me creaste de la nada, no puedo tener un conocimiento
totalmente riguroso y evidente acerca de ti, sino que lo
has hecho admirable, es decir, me supera, me excede, es
tan poderoso que no lo puedo captar con mis razona-
mientos; así es de admirable y grandioso». Y si [su cono-
cimiento] es tan maravilloso y grande, ¿se puede com-

20. C o l 1, 1 6 - 1 7 . 25. Sal 1 3 8 , 6.


2 1 . C o l 1, 17. 26. Interpretación de Símaco.
22. Jn 1, 3. 27. Desconocemos el origen
23. Jn 1, 4. de esta traducción.
24. Hch 17, 28.
306 Juan Crisóstomo

prender? ¡De ninguna manera! Por eso añadió: No puedo


alcanzarlo, para que no digas que sí. Pues cuando habla
de conocimiento, no dice «desconozco a Dios», sino más
bien «no tengo un conocimiento absolutamente perfecto y
claro acerca de Él». Es lo que dice Pablo, que sabemos
que existe, pero desconocemos lo que es su sustancia: Es
necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe *. 2

Y no se refirió a lo que es su sustancia, pues ésa nadie


puede conocerla. Sabemos que es benevolente, clemente,
generoso y bueno, pero desconocemos cuánto. Pero éste,
dejando atrás todas esas cosas, propone otras más fáciles,
y dice también cuales ignora. «No sólo -afirma- no hablo
de cuál es su sustancia, ni en qué medida es bueno; cier-
tamente reconoceré que esas cosas no pueden ser com-
prendidas, pero cómo está en todas partes, no puede ex-
plicarlo, porque también supera nuestra comprensión».

3. Por eso, al decir tu conocimiento me resulta admi-


rable, añadió: ¿Adonde iré yo lejos de tu espíritu, a dónde
podré huir de tu rostro? . Si hasta los cielos subo, allí estás
29

Tú; si desciendo al infierno, allí te encuentras . Si tomo


30

mis alas de aurora, si voy a parar a los confines del mar . 31

Otro: Permanezco . También allí (otro [dice] aún allí) tu


31

mano me conducirá, y tu diestra me sostendrá . Se refie-


33

re al espíritu y al rostro de Dios. Es decir, ¿quién podrá


escapar? «Todo lo llenas, en todo estás presente, no par-
cialmente, sino a la vez todo en todos». Y hablando de
las cosas celestes, de las terrestres, de la longitud, de la
profundidad y de la altura, muestra que está en todas par-
tes. No dijo: « A cualquier parte que yo vaya, me segui-

28. Hb 1 1 , 6. 31. Sal 1 3 8 , 9.


29. Sal 138, 7. 32. Interpretación de Símaco.
30. Sal 138, 8. 33. Sal 138, 10.
Salmo 138, 2,2-3,1 307

ras y me sujetarás», sino, a cualquier parte que yo vaya,


allí estás Tú; es decir, «allí te encuentro, porque me has
precedido». Y por eso dice: Tu conocimiento me resulta
admirable. Pero si no lo conoces a la perfección ¿cómo
sabes que es admirable? Porque supera mi razón, porque
excede mi pensamiento. Tampoco podemos conocer abier-
tamente la luz del sol, y sin embargo, por eso precisa-
mente nos maravillamos al máximo; así también con el co-
nocimiento de Dios, que tampoco lo ignoramos totalmente,
pues sabemos que existe, que es benevolente, clemente,
bueno, misericordioso y que está en todas partes; en cam-
bio, ignoramos lo que es su sustancia o cuál sea el limite
de lo mencionado, o cómo está en todas partes. En efec-
to, una vez que ha hablado así, de cuan maravilloso es su
conocimiento, y después de predicar su presciencia, crea-
ción, providencia y lo que no puede ni ser comprendido
ni ser explicado de su esencia, de nuevo hace referencia a
otro atributo , que también entraña una gran dificultad, si
34

lo investigamos con razonamientos. Y es que tampoco


puede ser captado. ¿De qué se trata? De [la expresión] allí
tu mano me conducirá, y tu diestra me sostendrá. Es decir,
«puedes hacer que los hombres que hayan caído en des-
gracias no se enreden ni sean envueltos por esas desdi-
chas».

3.1. Así, interpretando esto, añadió: Y dije: En verdad


una tiniebla me rodeará y una noche será luz en mi inso-
lencia . Porque lo mismo que ella tiene tiniebla, así también
15

tiene luz . Y después de decir las cosas anteriores, que he


36

comentado, y junto a ellas no sólo el hecho de que está pre-


sente en todas partes, sino que también guía, defiende y pro-

34. Literalmente: «poder, ca- 35. Sal 1 3 8 , 1 1 .


pacidad». 36. Sal 1 3 8 , 12.
308 ]uan Crisóstomo

tege, añade a continuación otra cosa que muestra que tam-


bién es extraordinario: no sólo que fortifica y protege, sino
también que está por encima de la naturaleza de las cosas.
Pues al decir tu diestra me sostiene, y me conduce, añadió:
Y dije: En verdad una tiniebla me rodeará. Otro: Aunque
dijera: Quizá una tiniebla me golpee . Otro: Me
37 cubrirá *. 3

2. Tiniebla aquí significa la aflicción. Lo que dice es lo


siguiente: «Me encuentro rodeado de males y me digo a
mí mismo que los males me superarán». Esto es lo que
significa una tiniebla me rodeará. Otro [afirma]: Una ti-
niebla me cubrirá. Y una noche será luz en mi insolencia.
Otro: Una noche iluminará alrededor de mí. ¿Qué signi-
fica esto? «Ciertamente yo dije estas cosas -afirma- pen-
sando desde la naturaleza de las cosas, pero de repente los
males se transforman en bienes. Mejor, los males no se
cambian en bienes, sino que, permaneciendo como males,
yo gozo de una mayor tranquilidad». Pues no dijo que la
noche desapareciese, sino que la noche se volvió lumino-
sa. Esto es: «La noche sigue siendo noche, pero los males
y las calamidades (estas cosas se indican con el vocablo
noche) no pudieron abatirme, sino que se hizo la luz en
la noche, o sea, auxilio para mí». Y es que las cosas ad-
versas resultan y aparecen adversas cuando Dios quiere.
¿Acaso no has visto el horno ardiente y el rocío de brisa , 39

y que ni aquél se extingue, ni éste se seca, y se dan a la


vez el granizo y la llama? ¿Cómo sucedió eso? Respón-
deme. Pero sólo quiero saber el modo, no si es posible,
ya que creo en el que lo hizo y alabo al que lo hizo. La
mayoría de sus obras están en el misterio . ¿No has visto
40

37. En la versión de Símaco. 39. Cf. Dn 3, 50.


38. Interpretación de autor 40. Si 1 6 , 2 1 .
desconocido.
Salmo 138, 3,1-3 309

que los egipcios, aunque era de día, palpaban como en ti-


nieblas y que los israelitas veían cuando las tinieblas lo
ocupaban todo, y cómo después, volviendo a las tinieblas
del principio, la luz brilló en medio de ellos? El Creador
es Señor siempre de la naturaleza de las cosas, no porque
produzca lo que no existía, sino porque consigue que apa-
rezca de otra manera lo que permanece en la naturaleza.

3. Porque la tiniebla no te rodeará de oscuridad . Otro: 41

Ante ti . Y la noche brillará como día . Otro: Pero la noche


42 41

aparecerá como el día . Como la tiniebla, así también la


44

luz . Otro: Igual es la tiniebla y la luz . Acertadamente dijo


45 46

te, es decir, ante ti; significando que, si quieres, la tiniebla


no será tiniebla, sino que se manifestará la luz. Por eso aña-
dió: La noche brillará como día, haciendo más claro lo an-
terior, e indicando que la noche muestra las cosas que son
convenientes del día como cosas propias. Pues cuando Dios
quiere se cambia la acción de los elementos a lo contrario,
tan perfectamente a lo contrario que las propiedades inicia-
les corren la misma suerte. En efecto, si tú quieres la noche
será de tal manera que la luz te rodeará en lugar de la ti-
niebla. Y significando esto mismo, añadió: Igual es la tinie-
bla y la luz. Estas cosas se predican propiamente de los ele-
mentos, pero metafóricamente también de las cosas. Así, por
ellas se demuestra que Dios puede hacer que en las aflic-
ciones sobrevenga tal alivio para los que han caído en ellas
como la que poseen los que están en calma, puesto que
[Dios] prevé la aflicción. Esto es algo increíble y maravillo-

4 1 . Sal 1 3 8 , 12a. Símaco.


42. Se desconoce el origen de 45. Esta frase no aparece en
esta traducción. las Hexaplas; parece que se trata
43. Sal 1 3 8 , 12b. de una glosa aramea.
44. Esta versión procede de 46. De intérprete desconocido.
310 Juan Crisóstomo

so, como también le sucedió a José. En efecto, gozó de la


misma tranquilidad y honor estando en la casa paterna que
cuando fue vendido y educado en una casa extranjera. Y es
que sus propios insidiadores le tejían la corona y le conse-
guían la púrpura; y del deshonor le sobrevino la honra y
fue éste el punto de partida para ser rey. ¿Ves cómo hemos
interpretado lo de la noche iluminará como día} Y respec-
to a lo de igual es la tiniebla y la luz, de nuevo es necesa-
rio decir: «Como fue aquello, así también será esto, no por
imaginación, sino porque tu Dios ha cambiado la naturale-
za de las cosas».

4. Porque tú formaste mis entrañas, Señor; Tú me ayu-


daste desde el seno de mi madre . ¿Qué cual es la conse-
47

cuencia de lo expuesto? Algo grande y muy apropiado.


Después de hablar de su mencionado poder, a continua-
ción muestra la fuerza que utiliza para utilidad y benefi-
cio de los hombres. Y para que ningún insensato diga: ¿Y
a mí qué, si es grande, poderoso y omnisciente? Para in-
dicar que si de todas esas cosas lucramos algún beneficio,
añade: Tú formaste mis entrañas, Señor, significando al
hombre entero con una parte. Y el ser propiedad de Dios
no es una muestra pequeña de su providencia. Ciertamen-
te, El es quien posee, cuida y protege. Y señalando lo
mismo, continúa diciendo: Tú me ayudaste desde el seno
de mi madre. Es decir, «desde siempre me fortificaste, tu-
viste providencia de mí, me cuidaste desde temprana edad,
desde que fui envuelto en pañales, y me enseñaste estas
cosas mediante los hechos que ya he mencionado».

5. Te daré gracias porque obraste grandes maravillas.


Prodigios son tus obras, mi alma te conoce cabalmente *. 4

¿Qué significa esto? «Me has modelado, dice, pero cómo

47. Sal 1 3 8 , 1 3 . 48. Sal 1 3 8 , 1 4 .


Salmo 138, 3,3-4,1 311

me has modelado, lo desconozco; eres providente, pero no


puedo entender con mis razonamientos tu providencia.
Estás en todas partes, pero tampoco entiendo esto. Cono-
ces de antemano las cosas futuras, las pasadas y los secre-
tos de la mente humana, pero no puedo comprenderlo con
razonamientos. En efecto, cambias la naturaleza de las cosas,
y permaneciendo, haces que se muestren como contrarias,
y de este modo suscitas de nuevo las contrarias, como si
fueran atributos propios de su naturaleza».
4.1. Una vez reunidas todas estas cosas, y encontrándo-
se divinamente inflamado, clamó con gran voz, diciendo: Te
daré gracias, porque obraste grandes maravillas; es decir, apa-
reciste admirable y eres admirable. Prodigios son tus obras,
mi alma te conoce cabalmente. Y qué digo sobre ti -afir-
ma-, ¿cuando las cosas por ti creadas son dignas de la mayor
admiración? De ahí que dejando todas las cosas que ha ex-
puesto, le basta su propio conocimiento y dice: Mi alma te
conoce cabalmente. No conoce simplemente, sino que con
profundidad, dice, con intensidad. Y si conoce, ¿cómo es que
anteriormente dijo: Tu conocimiento me resulta admirable, es
muy sublime y no puedo alcanzarlo } Exactamente, pues
49

aquello se dijo de El, pero esto de sus obras. Y si esto tam-


bién se hubiera dicho de El, entonces diríamos que se sabe
que es admirable, grande, excelso; pero se desconoce cómo
es su naturaleza (lo diré ciertamente una vez más), su gran-
deza y magnificencia, y de qué forma son las cosas enun-
ciadas. Sin embargo, esa ignorancia es prueba de conoci-
miento, aunque resulte extraño lo que se dice. Así,
desconocemos de qué tamaño es el mar, y precisamente por
eso conocemos bien el mar, aunque desconozcamos su me-
dida. Y si alguien dice que conoce su magnitud, ése es quien

49. Sal 1 3 8 , 6.
312 Juan Crisóstomo

más lo desconoce. En efecto, es manifestación de conoci­


miento mostrar ignorancia, y es desconocimiento lo que se
nos presenta como testimonio de ciencia.
2. Mis huesos no se te ocultaban cuando yo era for­
mado en lo secreto; y mi sustancia en las honduras de la
tierra™. Habla de nuevo de su conocimiento y muestra que
conoce todas esas cosas. O bien dice que conoce todas las
cosas secretas, o bien indica otra cosa: la creación y la plas-
mación. «Ciertamente, no formaste lo que ignorabas, sino
que conocías todo a medida que la naturaleza poco a poco
iba tejiendo, aunque ella trabajara en secreto y en lo más
hondo de la tierra; sin embargo, todas las cosas están des­
nudas y manifiestas para ti», dice. Otro intérprete lo ex­
presa así: No se te ocultan mis huesos, con los que he sido
formado en secreto . Otro: No se te esconde
51 mi fuerza,
por la que he sido formado en oculto, tejido en las hon­
duras de la tierra . Otro [afirma]: No te ocultó mi fuer­
52

za o mis huesos, porque fui hecho en secreto, formado en


las honduras de la tierra . «En verdad todos hablan de lo
53

mismo, de que me conociste perfectamente cada parte, pues­


to que fui formado, y conociste hasta cada uno de los
miembros». También Cristo dice lo mismo: En cuanto a
vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están conta­
dos . Dando a conocer que el discurso es al mismo tiem­
54

po sobre la providencia y sobre el conocimiento.

3. Tus ojos veían mi imperfección . O bien se refiere 55

a él mismo, «porque todavía me ves informe»; así, otro


[intérprete] dice de esta manera: Tus ojos me vieron in-

50. Sal 1 3 8 , 1 5 . 53. Desconocemos el origen


51. Esta interpretación perte- de esta traducción,
nece a Aquila. 54. Mt 10, 30.
52. En la versión de Símaco. 55. Sal 1 3 8 , 16a.
Salmo 138, 4,1-4 313

forme; o bien se refiere a sus propias acciones, «porque


tus ojos ven las cosas que todavía no existen». En tu libro
están escritos todos. Señalados están los días sin que to-
davía existan .
56 Lo que se dice es oscuro, pero es preci-
so captarlo desde la consecuencia y desde otro intérpre-
te. Pues lo que dice, tal cual, es acorde con lo primero.
¿Y qué era lo primero? Tus ojos me vieron informe; es
decir, «cuando todavía no había asumido ninguna forma,
estando aún formándome, aún tejiéndome, ya me veías
perfectamente, como al que ya ha tomado forma, como
al que está ya modelado, como al que está ya completo,
sin que le falte ningún día para su acabamiento». Y para
que aprendas que esto es así, escucha la interpretación de
otro: Tus ojos me conocieron de antemano informe, jun-
tamente con todos los que están inscritos en tu libro con
los días plasmados, sin que falte ninguno . «Me viste jun-
57

tamente con aquellos -afirma-; del mismo modo que me


viste con aquellos que fueron formados en aquellos días,
días a los que no les falta ninguna jornada». Y estas cosas
las dice, no como si hubiera un libro en las alturas, ni
como si se hubiera escrito algo, sino dando a entender
por libro un conocimiento perfecto, como cuando dice:
El Señor oyó y escribió en un libro * . Y también: Los li-
5

bros se abrieron .
59

4. ¡Qué preciados son para mí tus amigos, oh Dios! . 60

Otro [dice]: Muy preciados fueron tus compañeros . No es 61

virtud pequeña el tributar un gran honor a los amigos de


Dios. «Me cuidaste -dice-, me creaste de la nada, me go-

56. Sal 138, 16b-c. 59. Dn 7, 10.


57. Esta interpretación proce- 60. Sal 1 3 8 , 17a.
de de Símaco 61. Interpretación de autor
58. MI 3, 16. desconocido.
314 Juan Crisóstomo

biernas, y por eso y o te devuelvo el favor, honrando a tus


amigos». ¡Qué grande es su número! . Es decir, ellos do-
62

minarán. Otro dice: ¡Qué numerosos serán sus principa-


les! .aLo cual es también más claro; así añade:
5. Haré recuento de ellos y serán más numerosos que
la arena . «Yo los honro, y tú haces que sean muchos,
64

incluso más que la arena; y no sólo muchos, sino tam-


bién fuertes». En efecto, eso es lo que significa serán nu-
merosos. Y doblemente habla de prosperidad, con la mul-
titud y con el aumento de fuerza. Me levanté y todavía
estoy contigo . Otro [afirma]: Despertaré
65 y estaré siempre
contigo . 66

5.1. No es una señal nimia de virtud el velar por man-


tener la probidad en los días tranquilos. «Muchos lo ol-
vidan, al desvanecerse la buena fortuna. Pero yo no -dice-,
sino que cuando me levante, esto es, cuando me libere de
los males, siempre estaré contigo».
2. Si mataras a los pecadores, oh Dios . Lo que dice 67

no es que «si mataras, entonces permaneceré en pie»; sino


que promete aquello antes que esto; pide que se realice
eso, no para aniquilar la naturaleza de los hombres, sino
para transformarlos del pecado a la santidad. Ciertamente
no dijo «si mataras a los hombres», sino a los pecadores.
Otro [intérprete] en lugar de pecadores dijo trasgresor *, 6

hablando de los enemigos que adoran a los ídolos. Hom-


bres sanguinarios, apartaos de mí . Llama hombres
69 san-
guinarios a los asesinos, a los que incurren en los críme-

62. Sal 138, 17b. 67. Sal 1 3 8 , 19a.


63. Interpretación de Símaco. 68. Se trata de la versión de
64. Sal 1 3 8 , 18a. Símaco.
65. Sal 138, 18b. 69. Sal 138, 19b.
66. Intérprete desconocido.
Salmo 138, 4,4-5,4 315

nes. Y no es camino pequeño para incrementar la virtud, el


huir y evitar las compañías de quienes son así. Después
también [expresa] la causa:
3. Porque sois rivales en razonamientos . Otro: Los 70

que se opusieron a ti con su razonamiento . Otro: Porque 71

te irritaron con su mal consejo . Mira cómo él no busca


72

su propio interés, sino apartarse de la ira por Dios y huir


de la relación con ellos. Pues ésta fue la causa de la caída
de los judíos, que se mezclaron con los malvados. Por eso
también recibieron la ley, y por la ley fueron separados de
ellos y se les ordenó evitar las uniones matrimoniales con
aquellos, y saliendo entonces de Egipto, estuvieron cua-
renta años por el desierto. Por eso también llamaban de-
fensa a la ley, porque los cercaba por todas partes y les
evitaba el trato con los malvados; ciertamente poseían un
carácter fácil de engañar, fácil de captar y fácil de cambiar.
Toman en vano tus ciudades . Otro: En vano se alzaron
71

tus adversarios .
74 Otro: Tus enemigos . Por esto huye y se
71

separa, porque se levantaron contra la gloria de Dios, por-


que actuaron inicuamente, porque profirieron expresiones
blasfemas.

4. ¿Acaso no odiaré, Señor, a los que te odiaron a ti,


y no me asquearé con tus enemigos? . Con odio colmado
76

los odiaré: son para mí enemigos . De esta manera Dios


77

les prometía que sería enemigo para los enemigos, y que


sería adversario para los adversarios. En efecto, estas cosas
son la mayor muestra de amistad. Y él mismo paga a Dios

70. Sal 1 3 8 , 20a. 74. En la versión de Aquila.


7 1 . En la versión de Símaco. 75. Según Símaco.
72. Según la traducción de los 76. Sal 138, 2 1 .
LXX. 77. Sal 1 3 8 , 22.
73. Sal 138, 20b.
316 Juan Crisóstomo

por una y otra cosa. Ciertamente, más arriba había dicho:


¡Qué preciados son para mí tus amigos, oh Dios! ; y aquí: 79

A los que te odiaron, yo odié. Allí de forma hiperbólica,


y aquí también. Pues no sólo dijo odié, sino también me
asquearé.
5. Pruébame, oh Dios, y conoce mi corazón. Examína-
me y conoce mis sendas ; y mira que no haya camino de
79

iniquidad en mí, y llévame por el camino eterno . Y si al


80

principio había dicho: Señor, me has probado y me has c o -


nocido. Tú sabes cuando me siento y me levanto. Tú c o -
noces mis pensamientos desde lejos. Tú has escudriñado mi
camino y mi descanso, y conoces de antemano todas mis
sendas. Tú conoces todas las cosas, las nuevas y las anti-
guas . ¿Cómo es que aquí dice de nuevo, como si nunca
81

hubiese probado, pruébame} Mira cómo hace uso de la


forma humana de hablar no para que permanezcamos en
esa simplicidad, sino para que gracias a eso alcancemos un
conocimiento divino y ascendamos a un pensamiento ele-
vado. En efecto, pide ser probado y examinado, no para
conocer su corazón quien lo sabe todo de antemano, in-
cluso antes de que se genere, sino para que nos conozca-
mos nosotros mismos, aprendiendo a través de los suce-
sos. Eso es lo que aquí significa lo de pruébame. Y mira
que no haya camino de iniquidad en mí, y llévame por el
camino eterno.

6. Pero ¿cual es el camino eterno, sino el espiritual, el


que nos conduce al cielo y el que no tiene fin? Todo lo
demás es caduco y se termina con la vida presente. Por
eso, dejando todo atrás, busca lo inmortal, lo eterno y lo

78. Sal 138, 17a. 80. Sal 138, 24.


79. Sal 138, 23. 81. Sal 138, 1-4.
Salmo 138, 5,4-6 317

que no tiene fin. ¿Cómo puede alcanzar alguien ese cami-


no? Aprovechándose del auxilio de Dios, contribuyendo
con su propia fuerza, persiguiendo la virtud, dedicándose
a la filosofía y estando por encima de las cosas de esta
vida. Ciertamente ese camino ni es efímero ni caduco. Así
es la virtud: posee frutos excelsos que nunca se marchitan,
y bienes inmortales, incontaminados y que nunca se aca-
ban; y que todos nosotros podremos alcanzar, por la gra-
cia y benevolencia de nuestro Señor Jesucristo; a El la glo-
ria y el poder, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
SALMO 139

Líbrame, Señor, de hombre malo; de hombre injusto lí-


brame .
1

1.1. ¿Dónele se encuentran ahora los que dicen: de qué


fieras? ¿De qué escorpiones? ¿De qué serpientes? Mira que
se ha encontrado el animal que muestra la mayor maldad,
no por naturaleza, sino por libre voluntad: el hombre. Por
eso el Profeta deja atrás todas aquellas cosas, y ruega ser
liberado de él. Pero dime, ¿si el hombre es así, por qué
no fue mejor que no existiera? Ahora bien, afirmar eso es
la mayor necedad, pues nada daña al hombre sino única-
mente el pecado. Cuando éste no está presente, todas las
cosas son fáciles, expeditas y tranquilas; lo mismo que si
está, todas son escollos, tempestades y naufragios. Que
nadie nos recrimine si afirmamos que el hombre pecador
es peor en el mal que una fiera; ésta, aunque de suyo no
sea mansa por naturaleza, sin embargo puede ser burlada
con facilidad, como es demostrable; pero el hombre, que
urde crímenes y se cubre con múltiples máscaras, es más
difícil de ver que una fiera, porque a menudo se recubre
con piel de oveja para ocultar dentro el lobo . De esta ma-
2

nera, muchos incautamente se hunden con ellos. Por eso,

1. Sal 139, 2. 2. Cf. M t 7, 1 5 .


Salmo 139, 1,1-3 319

como tales fieras no se pueden atrapar fácilmente, el Pro-


feta dirige su súplica y pide el auxilio a Dios, para ser li-
berado de estas insidias.
2. A menudo el diablo les somete y de esa manera les
hiere. Así pues, son muchas las cosas que les tienden insi-
dias por doquier. En efecto, el hombre perverso actúa así, y
el diablo cruel lo ataca, y la tentación intolerable lo turba.
Por eso, al orar, hemos aprendido a decir: No nos dejes caer
en la tentación, sino líbranos del mal . Distintas son las lu-
1

chas y múltiples los frentes; conviene, pues, estar prepara-


dos para todo. Así como el que tiene que hacerse a la mar,
debe considerar y hacer frente al ímpetu de las aguas vio-
lentas, a la fuerza salvaje de los vientos, al concurso de las
nubes, a las rocas y los escollos marinos, a la irrupción de
animales y a la incursión de los piratas, al hambre, a la sed,
al estado de la mar, al amarre inabordable, a las disputas de
los marineros, a la falta de provisiones y a otras cosas se-
mejantes en general; así también, el que atraviesa el estrecho
de la vida presente, es justo que se prepare contra las afec-
ciones del cuerpo, las enfermedades del alma, las insidias de
los hombres, la incursión de los enemigos, los engaños de
los falsos amigos, la pobreza, los tormentos, los ataques y
los tropeles de los demonios y el engaño del diablo, si quie-
re arribar a una ciudad totalmente regia y arribar a un puer-
to cargado de mercancías.

3. Y aquí llama al hombre perverso. Pero cuando habla


del diablo lo llama totalmente malo. ¿Por qué? Porque él es
el padre de la maldad; por eso se dice también que es malo
por excelencia y en lugar del nombre propio le basta el ad-
jetivo, por su gran vicio, que no lleva inscrito en su natu-
raleza, sino que es añadido. Y si quieres saber de dónde se

3. M t 6, 13.
320 Juan Crisóstomo

saca el término «maldad», también de esto lograrás un fruto


considerable. Se llama perversidad (ponería) a lo que es fa-
tiga (ponos) y a lo que entraña cansancio. Por eso cierto
sabio explicando esto dijo: Si eres malo tú sólo sufrirás los
males; y si eres bueno, contigo también los que te rodean . 4

Y pregunta, ¿por qué el malvado sufre los males él solo?


Ciertamente dirige a muchos sus ofensas. Pero no daña a
nadie que no sea blando y maleable.

4. Y si quieres, dejando al hombre perverso, traigamos a


colación al mismo demonio malvado. Dime, ¿acaso no de-
rrama toda su maldad? ¿Acaso no dañó a Job? Y ¿no lo
hizo más insigne, y a sí mismo se procuró la caída peor?
¿Y Caín? ¿Acaso no sufrió él solo los males? «No -contes-
tas-, sino también Abel». ¿Cómo y de qué forma? Porque
fue enviado rápidamente al puerto apacible. Esto es, cierta-
mente, el mayor género de beneficio, porque acabó en una
acción buena, porque lleva a cabo una necesidad común de
la naturaleza. Pues lo que era común a uno y a otro, y se
realizaba por necesidad, eso le aconteció a él con mayor do-
nación. Y no era malo defender estas cosas, sino que le va-
lieron una corona más resplandeciente. ¿Es que a José le da-
ñaron sus hermanos? ¿Acaso no sufrieron los males ellos
solos? «Pero fue esclavo», dices. ¿Y qué? Yo digo también
que fue señor. Pero no es esto lo que se busca, si fue sier-
vo o señor, sino si de lo primero recibió entonces algún
daño. Por el contrario, encontramos que fue recompensado
de la mejor manera, consiguiendo de Dios la mayor con-
fianza, y por las cosas que parecían desfavorables, recibió la
prosperidad presente. Por tanto, no temamos a los perver-
sos, sino que debemos tener misericordia. Ciertamente en-
tonces habían de ser temidos con razón, cuando no había
ningún camino abierto que condujera hacia la filosofía; pero

4. Pr 9, 12.
Salmo 139, 1,3-2,1 321

ahora ya no, porque el cielo se nos abre y los hombres lle-


gan a ser ángeles. También la bestia, que acomete con gran
ímpetu contra la punta de la lanza, parece que rechaza a
quien tiene la lanza, pero se infringe a sí misma la herida
más grave; e igualmente, el que da coces contra un aguijón,
llena sus pies de sangre.
2.1. Así es la virtud: aguijón y puñal afilado; y todos los
perversos son peores y más irracionales que las bestias. Así
pues, cuando atacan a los buenos, se atormentan a sí mis-
mos con fuerza; a los buenos los dañan en las riquezas o en
los cuerpos; pero ellos mismos perjudican a su propia alma,
que es realmente azotada. Si el golpe de las riquezas daña-
ra a la propia virtud, Pablo no nos mandaría sufrir los agra-
vios, y tampoco hacerlos . Si recibir injurias fuera un mal,
5

no lo sería que el legislador de los bienes nos ordenara males.


Pero aunque así sean los hechos, no hay que insultar a los
malos ni ir a su encuentro, sino huir y evitar su trato; si se
acercan, hay que rechazarlos con violencia. Para eso se nos
ha mandado orar, para que no caigamos en la tentación . Por 6

lo que el [Profeta] mismo, cuando dijo líbrame, Señor, de


hombre malo, añadió de hombre injusto líbrame, poniendo
de nuevo un nombre genérico de maldad. Ciertamente no
se refiere sólo al injusto respecto a las riquezas, sino a todo
lo demás. Y ruega que sea liberado para que no caiga ni
actúe como aquél. No pide sin más, sino que primero le
habla de sus cosas. Por eso, igual que en el salmo anterior
huye de ellos y de su trato, aquí suplica el auxilio de Dios.
En efecto, allí pone las cosas que eran suyas, diciendo: Apar-
ta de mí a los hombres sanguinarios, porque sois rebeldes en
pensamientos''. Pero aquí ruega a Dios que los libere de la
maldad de éstos. No es un discurso menor el relativo a la

5. Cf. 1 C o 6, 7. 7. Sal 1 3 8 , 1 9 .
6. Cf. Mt 6, 13.
322 Juan Crisóstomo

tranquilidad, la seguridad, la libertad y a todo deseo, el li-


brarse de esas reuniones, lo mismo que estar más lejos del
trato con los ímprobos, ciertamente; al contrario, es la mayor
felicidad.
2. Después, describiendo la maldad de ellos, dice: Quie-
nes urdieron la iniquidad en su corazón, todo el día provo-
caban peleas*. Ya ves cómo apenas pueden esconder que son
fieras, que maquinan los males en su mente y ocultan las in-
sidias en lo secreto. Urdieron en su corazón, dice; o sea, no
sacaban fuera su maldad, sino que agitaban la maldad por
dentro, y lo que es más grave, no se distraen en su actua-
ción ni se mudan, sino que la preparan con cuidado. Esto
es lo que quiere decir urdieron: con empeño, con toda aten-
ción. Todo el día provocaban peleas. Por esto se indica toda
la vida. Se califican como enemigos no a los que están en la
línea de batalla y con armas, sino a los que acechan con en-
gaños, a los que luchan en las casas y en las plazas con los
hombres, no recubiertos de coraza, ni protegidos con escu-
dos, sino que por toda arma usan la maldad, y lanzan pa-
labras más amargas que los dardos. Lo más grande de su
maldad no es simplemente que sean falsos, ni que disimu-
len, ni que estén preparados para combates y batallas, sino
que esto se realice durante toda la vida, sin tener una tre-
gua en este duro combate. Si querían luchar, tenían una causa
justa: levantarse contra los pecados, oponerse al diablo y a
las enfermedades del alma, y clavar cuchillos a los demonios.
Pero esa batalla no la llevan a cabo, y entre ellos se lanzan
los dardos.

3. Aguzan su lengua como una serpiente; tienen siempre


veneno en sus labios . ¿Ves el oscuro origen de la maldad?
9

Hace de los hombres bestias, víboras y serpientes, y a la len-

8. Sal 1 3 9 , 3. 9. Sal 1 3 9 , 4.
Salmo 139, 2,1-3,1 323

gua dotada de razón la precipita a aquella fiereza. Lo que


censuró arriba, eso mismo es lo que condena aquí. ¿Qué sig-
nifica tienen siempre veneno en sus labios} Que lo tienen de
continuo. Como dijo antes: Todo el día provocaban peleas;
así también aquí aguzan su lengua como una serpiente; tie-
nen siempre veneno en sus labios. Y eso significa en todos
los lugares pausa. El Hebreo dice «sel» en lugar de pausa,
que significa «siempre». Si la maldad es molesta aun cuan-
do es por poco tiempo, cuando es por siempre y no llega a
hastiar, ¿qué indulgencia va a tener? ¿Qué defensa?

4. Custodíame, Señor, de la mano del pecador, y del hom-


bre injusto guárdame™. Los que proyectan poner una zanca-
dilla a mis pasos. Los soberbios me ocultaron el cepo; exten-
dieron una trampa a mis pies; junto al camino pusieron un
obstáculo a mis pies . Nada es más injusto que los que per-
11

siguen la maldad: antes que a otros perjudican a sus propias


almas. Ciertamente, cuando los mismos que son autores de
un escándalo hacen que se ultraje la gloria de Dios por los
necios, cuando no alcanzan lo que deben, sino que recibiendo
el cuerpo y el alma del benevolente Dios, se olvidan de las
recompensas recibidas, y gozando de tanto decoro y de bie-
nes tan grandes, responden con lo contrario a su benefactor,
¿qué puede haber más injusto? ¿Qué es más ingrato? Y lo
que es peor y supera toda maldad: también intentan dañar
a otros. Proyectaron poner a mis pasos una zancadilla, dice.
Y si lo que pensaban no se llevó a cabo, es por obra de la
benevolencia de Dios. En efecto, El mismo despedazó los
pensamientos perversos de aquellos.

3.1. Mira cómo se preparaba la maldad y con cuánto


cuidado la insidia. En verdad, se ocultaron, se alargaron,
y tomadas como camino frecuente, para poder cogerlos y

10. Sal 1 3 9 , 5. 1 1 . Sal 139, 6.


324 Juan Crisóstomo

echarles mano bien por la longitud, por la ocultación o


por el despliege cercano. Fueron, por tanto, artífices de
maldad al extender sus lazos por todas partes, producien-
do una sola obra: perderlos. ¿Quieres saber cómo el dia-
blo tiende también el lazo? Mira de nuevo lo que sucedió
a Job. ¿Hay algo más extenso que aquello? ¿Algo más
largo? ¿Algo más cercano, cuando no sólo en sus compa-
ñeros y amigos, no sólo en su mujer, sino que en su pro-
pio cuerpo le tendió el lazo?
2. He dicho al Señor, tú eres mi Dios. Escucha, Señor,
la voz de mi súplica . Señor, Señor, fuerza de mi salva-
12

ción .13 Otro: El poder de mi salvación™. Después de ha-


blar de guerra e insidias, mostrando también que los
males son insoportables, a continuación se refugia en el
auxilio inexpugnable, invocando la protección del cielo,
que puede deshacer estas cosas. Es prueba de un alma
generosa, de una mente sabia el no refugiarse en el au-
xilio humano ni en pensamientos mortales cuando los
peligros les acechan, sino mirar al cielo e invocar a Dios
que está en todas partes, y no dejarse llevar del desco-
razonamiento, la confusión o el desorden. Observa cómo
dispone dignamente el discurso. Ciertamente no dice «en
esto y en aquello he obrado rectamente», ni «he llevado
a cabo esta cosa justa o aquella otra». ¿Qué [dice] en-
tonces? Tú eres mi Dios, citando la mejor causa por la
que pide el auxilio, pues se refugia en el Soberano, cre-
ador y rey.

3. Escucha, Señor, la voz de mi súplica. Señor, Señor,


fuerza de mi salvación. Dice fuerza de mi salvación, mos-
trando también que es la fuerza de la pena y del suplicio.

12. Sal 1 3 9 , 7. 14. Intérprete desconocido.


13. Sal 1 3 9 , 8a.
Salmo 139, 3,1-5 325

«Pero me procuraste -dice— la fuerza de mi salvación. En


efecto, puedes dañar y aniquilar; pero siempre usaste de
tu poder para mi salvación». Mira el deseo de quien habla.
Por la repetición y la añadidura, de mi salvación, muestra
una gran disposición.
4. Tú cubriste mi cabeza el día de la batalla . ¿Ves 15

el alma agradecida? Recuerda aquello que anteriormente


lo estableció en la seguridad. Eso es lo que significa el
cubriste. Y mira cómo muestra la facilidad de Dios. No
dijo «antes», sino en el día - d i c e - ; «cuando los males
eran inminentes, cuando estaban formados los ejércitos
para la batalla y cuando tenía lugar el mayor peligro, en-
tonces me colocaste en la seguridad». Dios no necesita
de ningún preparativo ni súplica, pues conoce todas las
cosas presentes, futuras y pasadas, lo puede todo, y siem-
pre está presente y dispuesto a traer su auxilio. Después,
mostrando la grandeza de la victoria y de la seguridad,
no dijo «me salvaste» sino me cubriste; es decir, «actuaste
para que no sufriera la más mínima molestia ni fuera
quemado, sino que me colocaste en tal seguridad, y con
tan seguro placer y descanso que ni siquiera me moles-
tara algo de calor, sino en una suave sombra, es decir,
en la retirada y liberación de los males». Por eso añadió
lo de me cubriste, mostrando eso mismo, y significando
la facilidad del auxilio de Dios por el vocablo sombra;
como si dijera: «Basta sólo que tú estés presente, y todas
las cosas se solucionan».

5. No me entregues, Señor, al deseo del pecador . Otro: 16

No concedas, Señor, los deseos al pecador. Lo que dice es


lo siguiente: «No le concedas sus deseos contra mí; es

15. Sal 139, 8b. 16. Sal 139, 9a.


326 Juan Crisóstomo

decir, las cosas que él desea contra mí no permitas que lo


cumpla». Y no dijo: «Las cosas que desea», sino de mi
deseo, queriendo señalar lo que es así: No les concedas ni
un poco de lo que desean. En verdad son malvados, y
con gran deseo tienden insidias a los más cercanos, como
hace también el diablo, del que dice: Da vueltas alrede-
dor como león rugiente buscando a quién devorar . Así 17

se lanzó con el deseo contra Job, así también quería in-


vadir a Pedro, por lo que dijo [Cristo]: ¡Cuántas veces
Satanás te ha reclamado para cribarte como trigo! . ¿Ves n

cuánta ambición tiene? También los hombres por la fas-


cinación quieren imitar su maldad y su crimen, y se ale-
gran de los males. La Escritura se compadece también de
ellos diciendo: ¡Ay los que gozan con los males, los que
disfrutan con la perversión de los males! . Y son males
19

con razón, pues corrompen el alma. Si es necesario sufrir,


gemir y llorar por los que caen, ¿qué perdón y qué de-
fensa conseguirán los que no sólo no se arrepienten, sino
que incluso se gozan? ¿Acaso no has visto al mismo Cris-
to llorando ante Jerusalén arruinada , teniéndola que cas-
20

tigar? ¿No ves también a Pablo gimiendo y llorando y


doliéndose por la compunción de otros? Pero algunos son
tan depravados que consideran a las calamidades ajenas
como consuelo de los propios males.

6. Maquinaron contra mí; no me abandones, que no so-


brevengan con fuerza siempre .
21 Aquí hay pausa. Otro: No
te alejes, para que no se alcen con fuerza . Es algo pro-
22

pio del crimen y de la mente corrupta el usar de la refle-


xión, del tiempo libre y del estudio para obrar el mal. Pues

17. 1 P 5, 8. 20. Cf. Le 1 9 , 4 1 .


18. Le 22, 3 1 . 2 1 . Sal 1 3 9 , 9b.
19. Pr 2, 14. 22. Intérprete desconocido.
Salmo 139, 3,5-4,2 327

no basta lo que surge de repente, y a que no les basta para


perdernos lo que surge de la temeridad, sino que también
tú necesitas de la reflexión y del tiempo para el mal.
4.1. ¿Es que acaso tienes alguna defensa, si haces un mal
premeditado, reflexionas sobre la ejecución de los males y
tienes socios? En cambio, mira la humildad de éste. Cier-
tamente no dijo: «No me dejes porque soy digno, no me
abandones por la virtud de mi vida». ¿Qué [dijo] entonces?
«Que no se levanten con fuerza, que no sean arrogantes y
se alcen con la mayor insolencia para mi apresamiento».
2. Mueven su cabeza, que los envuelva el trabajo de sus
labios . Otro [afirma]: La irritación de los que están en cír-
23

culo alrededor de mí, el trabajo de sus labios los envuelva.


Se llama aquí círculo a la reunión, a la convención, al lugar
del trabajo malvado, al consejo criminal. Lo que dice es lo
siguiente: «Los mismos pensamientos criminales y lo prin-
cipal de la perversidad y del ánimo depravado, eso los hun-
dirá y los perderá. El trabajo de sus labios. Aquí se llama
trabajo a la maldad. Y es que así es la maldad: trae la ruina
al que la posee y hace que se hunda. Esto es lo que le su-
cedió a David. Esperaban que saliera para que cayera en
los más graves males. Pero él se volvió más insigne. «Sí,
pero no busco esto -dices-; sino muéstrame que con sus
maquinaciones querían que cayera, y dime cómo sucedió».
En los hermanos de José. Cuando querían hacerlo esclavo
y perderlo, ellos mismos fueron los que cayeron en los pe-
ores peligros . Y ellos se precipitaron en medio de la ser-
24

vidumbre y la muerte. También Absalón, queriendo des-


truir a su padre mediante el tirano, él mismo fue destruido
por el tirano . 25

23. Sal 1 3 9 , 10. 25. Cf. 2 S 1 8 , 9 - 1 5 .


24. Cf. G n 42, 2 9 - 3 4 .
328 Juan Crisóstomo

3. Caigan sobre ellos carbones de fuego: al fuego arró-


jalos .
26 Lo que dice es esto: Es suficiente la maldad para
que se pierdan los que a ella se entregan; y junto con ella
serán sometidos a la ira divina. Carbones de fuego y aquí
llama fuego al castigo que se precipita del cielo. Pues a
menudo baja fuego del cielo como sucedió a Datan, Coré
y Abirón, y a los que estaban alrededor de la hoguera ba-
bilónica . En abismos profundos
27 de donde no escaparán *. 2

Otro [dice]: Caerán en los abismos y ya no se levantarán . 29

Otro: Apresuradamente ya no se levantarán . Y según otro


30

intérprete lo que se dice es piérdelos de tal forma que no


se levanten más. Y según otro: Ciertamente, con celeri-
dad . Esto es lo que quiere decir
31 apresuradamente.

4. El hombre de lengua engañosa no se levantará de la


tierra . Hablando de la ira de Dios, demuestra una vez
32

más que la maldad en sí basta para perder a los que la


poseen. No es pequeño género de maldad el ser algo in-
solente y no dominar la lengua. En verdad, aquí lengua
engañosa se refiere al hombre petulante, al soberbio, al
ofensivo, al que insulta con frecuencia, al que en nada se
diferencia de un perro. Dime también cual es su fruto.
Dice: No se levantará de la tierra. Otro [afirma]: No sub-
sistirá de pie ; es decir, se precipitará, se torcerá, se caerá.
33

Este es el fruto de la maledicencia: ser enemigo de todos,


para todos molesto, pesado y amargo. Igual que el que es
manso, paciente, blando, y sabe callar, está seguro, es grato
y agradable a todos; así también quien es de aquella forma,

26. Sal 139, l i a . 30. A u t o r desconocido.


27. Cf. N m 26, 10. 31. N o se conocen estos dos
28. Sal 139, 1 1 b . últimos intérpretes.
29. En el comentario de Te- 32. Sal 139, 12a.
odoción. 33. A u t o r desconocido.
Salmo 139, 4,3-6 329

hace la vida amarga y muy peligrosa, y se atrae siempre


innumerables enemigos, que le desasosiegan el alma ante
otros, sin que se le permita tranquilizarla; incluso, aunque
no reciba ninguna molestia, se revuelve por dentro con in-
numerables inquietudes y luchas.
5. Al hombre injusto los males lo precipitarán a la ruina . 34

Otro sabio habla así: Al malvado lo atraparán sus propias


iniquidades .
35 Mira una vez más cómo la maldad por sí
sola basta para perder al que la tiene. Pero ¿por qué causa
puso una expresión propia de la caza? Para que veas que
es inevitable que caigas, y para que no te confíes si te com-
portas injustamente y no caes inmediatamente. Así es la
caza: no siempre se consigue enseguida; sino que las fie-
ras no están seguras, aunque ningún lazo les haya caído
encima. Por tanto, tampoco se confíe el alma que come-
tió injusticias aunque no haya sido nunca apresada; algu-
na vez lo será. Si quieres tener seguridad, cesa de hacer
esas cosas y gozarás de una gran salvación. ¿Por qué si no
dijo a la ruina} En verdad, muchos consiguieron la salva-
ción: como los apóstoles y los hombres santos. En cam-
bio, no los malvados, puesto que fueron cazados por la
maldad; al contrario, consiguieron la caída y la destruc-
ción. Y ¿por qué no se precipita enseguida al suplicio a
los que siguen en el vicio? Por la benevolencia del Sobe-
rano. Si quisiera que cada uno de los pecadores asumiera
enseguida su suplicio, ya habría aniquilado a la mayoría
del linaje humano.

6. Y sé que el Señor llevará el juicio de los humildes y


el derecho de los pobres .
36 Ciertamente, los justos darán
gracias a tu nombre, y los rectos morarán en tu presencia .
37

34. Sal 139, 12b. 36. Sal 1 3 9 , 13.


35. Pr 5, 22. 37. Sal 139, 14.
330 Juan Crisóstomo

Otro [dice]: Junto a tu rostro™. Y en lugar de morarán,


otro [intérprete] dice, permanecerán ; y otro se
19 sentarán . 40

Y en lugar de sé, conozco. En efecto, aunque dijo que serán


cazados y que morirán, no muestra enseguida un suplicio
inminente; y para que nadie de los más duros se vuelva
más negligente, añadió lo de conozco, mostrando que su-
cederá así totalmente. Pues los que injurian no permane-
cerán impunes, ya que aquí pobre no se refiere a los po-
bres simplemente, sino a los muy humildes y a los de
corazón contrito. Y estas cosas las dijo para consolar a los
que reciben injurias, y para amonestar a los que las reali-
zan, de forma que ni aquéllos desesperan por la tardanza,
ni éstos se vuelvan tibios por la dilación. La demora con-
duce a la penitencia; pero al que persevere [en el mal] se
le castigará más gravemente. Y con mucha razón. ¿Por qué?
Porque gozando de tanta bondad no se hicieron mejores.
Piensa, pues, cuánta es la benevolencia de Dios cuando
permite que sufran males los que descansan en Él, y no
los castiga queriendo que tú te hagas mejor por la con-
versión.

7. Ciertamente los justos darán gracias a tu nombre.


¿Qué quiere decir? Que ante cualquier cosa que suceda
-afirma-, aquéllos han de ser agradecidos; aunque vean a
los humildes maltratados y a los malvados ensalzados, no
pedirán razones de lo que sucede. Lo mejor de los justos
es que siempre y en todo son agradecidos. Y los rectos
morarán en tu presencia; es decir, gozando de tu auxilio
junto a ti, teniendo en ti sus pensamientos; estando siem-
pre contigo, no se alejarán. Y no se indignarán nunca ante
lo que suceda, y nunca censurarán a los acontecimientos.

38. A u t o r desconocido. 40. Según Aquila.


39. En la versión de Símaco.
Salmo 139, 4,6-7 331

Esto es lo propio de un alma firme, de una mente cons-


tante: no pedir cuentas al Soberano. Por eso también decía
Pablo: Hombre, ¿quién eres tú, para contradecir a Dios?
Ningún vaso de barro dice al alfarero ¿por qué me hicis-
te así? . Por lo tanto, practiquemos también nosotros siem-
41

pre esa nobleza de sentimientos, dando gracias a Dios por


todo; porque para El es la gloría, la acción de gracias y la
adoración, ahora y siempre, por los siglos de los siglos in-
finitos. Amén.

4 1 . Rm 9, 20.
SALMO 140

Yo te invoco, Señor, escúchame; atiende la voz de mi sú-


plica}.

1.1. Ciertamente, todos conocen las palabras de este


salmo -como he dicho-, y en todos los tiempos lo siguen
cantando; pero desconocen la intención de los que lo pro-
nunciaron. No se trata de un pequeño discurso de re-
prensión para quienes lo cantan cada día y pronuncian sus
palabras con la boca, pero no buscan la fuerza que tienen
los pensamientos encerrados en dichas palabras. Al con-
trarío, quien ve un agua pura y cristalina, no deja de acer-
carse a ella para tocarla o bebería; y quien va asiduamen-
te a un prado no deja de coger una flor antes de irse; en
cambio vosotros, que seguís meditando este salmo desde
la primera edad hasta la vejez, sólo mostráis las palabras,
y ocultáis el tesoro que encierran, rodeando el cofre se-
llado, sin que ninguno sea incitado por la curiosidad para
enterarse de qué es lo que se dice; ni se buscó ni se in-
vestigó. Ciertamente no se puede decir que el salmo sea
totalmente claro, y por eso condujo a todos al sueño y no
permitió buscar lo que estaba a mano. En verdad es os-
curo, y si conviene despertar al que no duerme profunda-
mente, mucho más al que duerme totalmente.

1. Sal 1 4 0 , 1.
Salmo 140, 1,1-2 333

2. ¿Qué significa no inclines mi corazón a palabras de


malicia ,
2 y corríjame un justo por amor y que me re-
prenda?} Lo que sigue -respóndeme-, ¿no es más tene-
broso que cualquier tiniebla? Pues mi oración será conti-
nuamente contra sus maldades . 4 Sus jueces serán
precipitados contra las rocas . Siendo estas palabras así de
5

oscuras, sin embargo muchos corren a ellas como si fue-


ran una canción. Mas para no hacer molesto nosotros el
discurso, aumentando más la reprensión, vayamos a la in-
terpretación de las palabras. Pero atended con rigor. Con-
sidero que no fue una cosa de pasada el hecho de que
los Padres determinaran que este salmo se recitara cada
tarde, ni lo que en él se dice: La elevación de mis manos
es una ofrenda vespertina .
6 Además esta misma expresión
se encuentra en otros salmos: Por la tarde, por la maña-
na y al mediodía sollozaré y gemiré . Y también: Tuyo
7

es el día, tuya la noche*. Y también: Al atardecer se hos-


peda el llanto y a la mañana la alegría ; y se pueden en-
9

contrar otros muchos salmos que se refieren a la hora


vespertina. Pero los Padres no decretaron este salmo por
otra razón, que como cierta medicina salvadora y purifi-
cadora de los pecados; para que cuando volvamos a estas
cosas a lo largo del día, gracias a este canto espiritual,
quitemos cualquier mancha, en la plaza, en casa o en cual-
quier sitio en que nos encontremos. Este es el medica-
mento que lo destruye todo. Este es también el salmo
madrugador: pues nada nos impide que nos acordemos
de él cada poco tiempo. En efecto, enciende en el amor
a Dios, despierta al alma, y una vez que la ha inflama-

2. Sal 140, 4a. 6. Sal 140, 2b.


3. Sal 1 4 0 , 5a. 7. Sal 54, 18.
4. Sal 140, 5c. 8. Sal 73, 16.
5. Sal 14, 6a. 9. Sal 30, 6.
334 Juan Crisóstomo

do sobremanera, la llena de una gran nobleza y candad,


de forma que permite acercarse [a Dios]. Veamos, pues,
cómo comienza y qué nos enseña.
3. Oh Dios, Dios mío, desde el amanecer te busco. Mi
alma tiene sed de ti . ¿Ves cómo muestra palabras propias
10

de un alma inflamada? Donde está el amor de Dios se re-


tiran todas las maldades; donde hay recuerdo de Dios, hay
olvido de todos los pecados y retirada de los males.
4. Así te contemplo en el santuario, para ver tu poder y
tu gloria . ¿Qué significa así} Con tal deseo y amor -dice—,
11

que pueda ver tu gloria, visible en todas las partes de la tie-


rra. Pero para no abandonar lo que tenemos entre manos,
al introducir nosotros algo secundario y transmitiendo al
oyente algo ya mencionado al respecto, accedamos ahora a
lo propuesto. ¿Qué es lo que dice? Yo te invoco, Señor, es-
cúchame. ¿Qué es lo que dices? Dime. Porque has clamado
¿quieres ser escuchado, y lo pones como una causa justa
para ser oído? ¿Es necesario, pues, tener una gran voz y en-
tonación? Eso no sería razonable. ¿Acaso pecó el que tuvo
una voz tenue y una lengua torpe? ¿No era así Moisés y 12

sin embargo fue el más escuchado de todos? Y los judíos


¿no eran los que más gritaban de todos, pero Dios no es-
cuchó sus peticiones? El emitir una voz grande o pequeña
es cosa de la grandeza o pequenez de la naturaleza. Estas
cosas no hacen que seamos escuchados o despreciados, ni
que seamos dignos de ser alabados o vituperados. Muchas
cosas de la grandeza de la naturaleza están presentes en los
crímenes. ¿Acaso Absalón no era hermoso, bien formado y
la juventud de su cuerpo no se extendía hasta sus mismos
cabellos ? ¿Y qué? ¿Acaso no era calvo Elíseo y hacía reír
13

10. Sal 62, 2. 12. Cf. Ex 4, 10.


1 1 . Sal 62, 3. 13. Cf. 2 S 14, 2 5 - 2 6 .
Salmo 140, 1,2-2,1 335

a los niños ? Pero ni a aquél le ayudó en nada su figura,


14

ni a éste le dañó su deformidad. Y ¿por qué nombro la voz


tenue y la grave, cuando Moisés fue escuchado estando ca-
llado, y Ana sin hablar ? Y Dios, hablando a los judíos, les
15

decía: Aunque multipliquéis vuestra oración, no os escucha-


ré . Entonces ¿por qué dice éste a ti he clamado,
16 escúcha-
me} Aquí clamor se refiere a lo interno, al que produce un
corazón encendido y una mente contrita, al mismo con el
que fue escuchado Moisés cuando clamó. Y lo mismo que
el que clama empeña toda su fuerza, así también quien clama
de corazón convierte toda su mente.

2.1. Dios reclama ese clamor que convierte al corazón


y que no permite ni callar al que canta ni lamentarse al
que danza. No busca sólo ese clamor, sino también que
rece a favor suyo. En efecto, son muchos los que están
presentes, en cambio no rezan a Dios, sino que sus pala-
bras llaman a Dios y pronuncian su nombre, pero su mente
no siente nada de lo que dicen. Este tal no suplica, aun-
que grite enormemente. Este tal no reza a Dios, aunque
parezca que suplica en favor suyo. Por otra parte, Moisés
no actuaba así, sino que gritaba y era escuchado. Por eso
escucha de Dios: ¿Por qué gritas hacia mí? . No sólo gri- 17

tando, sino también callando consiguió lo que quería: pre-


sentarse digno de ser escuchado. Y si quieres ver también
a los pecadores que ruegan intensamente y que gritan con
vehemencia y con una gran voz, mira a la meretriz que
grita en silencio ; mira al publicano que por una sola ora-
18

ción fue justificado . El profeta emplea también ese cla-


19

mor, y por ello dice: Yo te invoco, Señor, escúchame. Y


por eso se hace digno de ser escuchado.

14. Cf. 2 R 2, 23. 17. Ex 14, 1 5 .


15. Cf. 1 S 1, 13. 18. Cf. Le 7, 37-38.
16. Is 1, 1 5 . 19. Cf. Le 1 8 , 1 3 - 1 4 .
336 Juan Crisóstomo

2. Cuando a ti clamo. Mira también otro poder de la


oración. En efecto, no se hace digno de ser escuchado
porque ruegue con vehemencia, sino que ofrece una tal
oración que sea digna a sus ojos siempre vigilantes. ¿Cuál
es ésa? Cuando uno no pide contra sus enemigos, cuan-
do no pide riqueza ni ambición, ni poder, gloria ni cosas
caducas a favor de alguien, sino las que son inmortales e
incorruptibles. Buscad, pues, el reino de Dios -se dice- y
todas las cosas se os añadirán . Cuando a ti clamo. ¿Ves
10

cómo quiere que también nosotros le llamemos con em-


peño y con intensidad? Pero también entonces el diablo
tienta sobremanera. Además, conoce que la oración es el
arma mejor, y, aunque seamos pecadores y estemos aver-
gonzados, igualmente debemos rezar con puntualidad y
guardar la ley de Dios; así alcanzaremos grandes cosas.
Entonces [el diablo] se empeña en empujarnos a la tibie-
za y remueve los pensamientos, para hacer que nosotros
no alcancemos fruto alguno de la oración. Por eso con-
viene que, conocidas estas cosas, nos armemos con em-
peño, y que no pidamos nada contra nuestros enemigos,
sino que imitemos a los apóstoles. Ciertamente aquéllos
sufrieron innumerables males, fueron arrojados en las cár-
celes , soportaron sufrimientos hasta el extremo y se re-
21

fugiaron en la oración, diciendo: Mira sus amenazas . Y 22

¿qué sigue a eso? No escribe «destruyelos» o «mátalos»,


cosas que muchos dicen al rezar. En absoluto. Entonces
¿qué sigue? Y concede a tus siervos que puedan proclamar
tu palabra con libertad . ¿Cómo y de qué manera? ¿Ma-
23

tando a los que tendían insidias? ¿Aniquilándolos, qui-


tándolos de en medio y entregándolos a una ruina total?
¡Nada de eso! ¿Entonces cómo? Realizando signos y pro-

20. Mt 6, 33. 22. Hch 4, 29.


2 1 . Cf. Hch 5, 2 1 . 23. Ibidem.
Salmo 140, 2,2-4 337

digios por tu santo Hijo Jesús . ¿No ves una oración llena
24

de filosofía, que, después de tantos males, no pide el cas-


tigo de los enemigos?
3. Ahora bien, aún así ellos vivían y respiraban; en
cambio Esteban, estando a punto de terminar su vida te-
rrena, no sólo no pedía un mal para los que lo lapida-
ban y mataban, sino que incluso se empeñaba mediante
su oración en sacarlos de la ira que albergaban por aquel
pecado, y decía: No les tengas en cuenta este pecado . 25

¿Acaso pueden ser dignos de perdón y de defensa los que


rezan en contra de sus enemigos? ¿Cómo va a ser oída
esa oración que repugna a las leyes de Dios? Así pues,
no digamos nada parecido. En verdad no sólo conviene
rezar por los enemigos sino también quitar la ira que en
ellos hay. Por eso [Pablo] dice: Quiero que los hombres
recen en todo lugar levantando las manos inocentes, sin
ira ni disensión .
26 Es decir: «Aunque tengas un enemigo,
extingue la ira, y entonces acércate al Soberano»; y no
sólo no digas nada en contra de él, sino que también
debes apartar de la mente el veneno. Si tu oración es así,
y pides a Dios mucha nobleza, incluso antes de que ter-
mines la oración, serás escuchado. Es como pide el Pro-
feta, cuando dice: Atiende la voz de mi súplica, cuando
a ti clamo .
27 Y es que la promesa es del mismo Dios que
dice: Cuando aún estés hablando, te diré: Aquí estoy *. 2

4. Llegue mi oración a tu presencia como incienso . 29

Otro: Levántese mi oración como incienso ante ti. Otro:


Dispóngase. El alzar de mis manos [como] un sacrificio ves-

24. Hch 4, 30. El texto bíbli- 26. 1 Tm 2, 8.


co concreta: «por el nombre de tu 27. Sal 1 4 0 , Ib.
santo Hijo Jesús». 28. Is 58, 9.
25. Hch 7, 60. 29. Sal 1 4 0 , 2a.
338 Juan Crisóstomo

pertino .
30 Otro: Regalo vespertino . ¿Qué nos quiere en-
31

señar el Profeta hablándonos de sacrificio vespertino? En


otro tiempo había dos altares, uno estaba hecho de bron-
ce, y otro de oro. Aquél estaba cerca del público, abierto
a las ofrendas de todo el pueblo; en cambio, el otro esta-
ba oculto en los lugares sagrados, dentro del velo. Para
que lo que se dice nos resulte más claro, intentaremos con-
ducir el discurso desde el principio. En otro tiempo el tem-
plo de los judíos tenía cuarenta codos de largo y veinte
de ancho . Diez codos de esa longitud se encontraban cer-
32

cados dentro del velo, y lo cercado se llamaba el Santo de


los Santos; lo de fuera, sólo el Santo. Y todas las cosas
resplandecían con oro.

3.1. Algunos habían dicho que la viga de arriba tam-


bién era de oro. Aquí el sacerdote sólo entraba una vez al
año, y en ese lugar se situaba el arca de la alianza y los
querubines. Allí estaba también el altar de oro, donde se
encontraba el altar para el incienso, preparado para nin-
guna otra cosa más que para el incienso aromático. Mas
esto se hacía una vez al año . En el templo externo se en-
33

contraba el altar de bronce, en el que se ofrecía cada día


un cordero que se quemaba. A esto se llamaba sacrificio
vespertino, pero también era matutino; dos veces al día
convenía encender el altar, con las otras ofrendas que se
ofrecían por el pueblo. Ciertamente, este mandato era una
ley para los sacerdotes, de manera que tenían la orden de
sacrificar y quemar un cordero matutino y otro vesperti-
no, por ellos y por los suyos, cuando nadie lo ofreciera;
este sacrificio era denominado matutino y vespertino. Dios

30. Sal 1 4 0 , 2b. 32. Cf. 1 R 6, 2.


31. Desconocemos el origen 33. Cf. Ex 30, 10; Lv 1 6 , 34.
de estas dos interpretaciones.
Salmo 140, 2,4-3,2 339

había mandado hacerlo significando por esta acción la con-


veniencia de honrarle frecuentemente, tanto cuando co-
menzaba el día como cuando declinaba. Así, este sacrifi-
cio y ofrenda eran aceptables siempre; pero cuando se hacía
por los pecados, algunas veces era aceptable y otras no;
sucedía una cosa u otra según la disposición de los que lo
ofrecían respecto a la virtud o a la maldad. Lo que no se
ofrecía por los pecados ajenos sino que era ley del sacri-
ficio y modo de adoración, era aceptado en su totalidad.
Así, éste [profeta] ruega que su oración sea como aquel
sacrificio, no manchado con ningún oprobio del oferente,
como aquel incienso puro y santo.

2. Con esto se nos enseña que, cuando pedimos, nues-


tras oraciones tienen que ser puras y de buen olor. Así es
la justicia; lo mismo que el pecado es fétido. Y mostran-
do su fetidez el mismo [salmista] decía: Porque mis ini-
quidades sobrepasan mi cabeza, como un peso grave que
me aplasta. Mis heridas hieden y supuran . Lo mismo que
34

el incienso por sí solo es bueno y huele bien, y sobre todo


despide buen olor cuando se echa en el fuego; así también
la oración es ciertamente buena por sí misma; pero es mejor
y más olorosa cuando se ofrece con ardiente y fervoroso
ánimo, cuando el alma se hace un incensario y enciende
un fuego vehemente. En efecto, no se depositaba incienso
en el brasero para consumirse si antes no estaba ardiente
o los carbones encendidos. Esto mismo debes hacer en tu
alma: primero enciéndela con el fervor, y entonces depo-
sita la oración. Ruega, pues, [el Profeta] que su oración
sea como incienso, y la elevación de las manos como sa-
crificio vespertino. Ciertamente, ambos son aceptables.
¿Cómo se hará esto? Si ambos son puros, si ambos son

34. Sal 37, 5-6.


340 Juan Crisóstomo

irreprochables: la lengua y las manos; éstas desinfectadas


de la avaricia y el robo; aquélla, libre de las malas pala-
bras. Igual que al incensario no le conviene tener nada in-
mundo, sino fuego e incienso; así también a la lengua no
le conviene proferir ninguna palabra manchada, sino la san-
tidad y la alabanza; de igual manera, también a las manos
les conviene ser incensario. Sea también tu boca un in-
censario, y cuida de que no se llene de excremento. Así
hacen quienes hablan palabras torpes e inmundas.

3. Y ¿por qué no dijo matutino, sino vespertino? A mí


me parece que lo dice indistintamente. En efecto, si hu-
biera dicho «matutino», algún rebuscado preguntaría: «¿Por
qué no ha dicho vespertino?». Mas si alguno quiere escu-
char sin molestarse mucho, debe decir matutino y esperar
el vespertino. Cuando tiene lugar el vespertino se completa
el sacrificio, el culto no queda inacabado para el resto del
día, sino que está completo y recibe el fin.
4. Y ¿por qué quiere la elevación de las manos en la ora-
ción? Porque ellas se prestan a muchos crímenes, como pa-
lizas, asesinatos, rapiñas y avaricias; por eso mismo se nos
manda elevarlas, para que el servicio de la oración actúe como
cadena infame para ellas y liberación de la maldad. Así, cuan-
do vayas a robar, a invadir los bienes ajenos o a golpear a
otro, recuerda que debes alzarlas hacia de Dios a manera de
abogadas, y por ellas enviar hacia arriba aquella ofrenda es-
piritual, para que no las manches y consigas que no hablen
con franqueza por el ejercicio de una mala acción. Purifíca-
las ayudando con la limosna, la benevolencia y la magnifi-
cencia, y condúcelas así a la oración. Si no se permite le-
vantarlas en oración estando sucias, mucho menos justo sería
profanarlas con pecados. Si temes lo más pequeño, tiembla
mucho más por lo más grande. Por tanto, orar con las manos
sucias no es algo absurdo; pero ofrecerlas manchadas con in-
numerables pecados, eso implica la máxima violencia.
Salmo 140, 3,2-4,2 341

4.1. Consideremos esto de la boca y de la lengua, y,


preservando del crimen lo que es sagrado, ofrezcamos así
la oración. Si uno que tiene un vaso de oro no lo utiliza
nunca para algo deshonroso por el valor de la materia, con
más motivo no seríamos justos si, teniendo una boca mucho
más preciosa que el oro y las perlas, la mancháramos con
palabras torpes e impúdicas, maldiciones y riñas. No ofrez-
cas incienso en el altar de bronce sin oro, sino en el más
precioso, en el templo espiritual. Ciertamente en aquél, la
materia es inanimada, mas en ti habita Dios, y eres miem-
bro si perteneces al cuerpo de Cristo.

2. Pon, Señor, un centinela en mi boca . Tras rogar al


15

Soberano que su oración fuese escuchada y aceptada, mira


cuál es la primera petición que trae, y cuál la súplica. No
dijo: «Dame riquezas, dame honores ante los hombres, dame
victorias frente a los enemigos, dame hijos»; nada de eso,
sino que dejando todas esas cosas en la tierra pide ante Dios
lo que es justo pedir a Dios. ¿Qué, entonces? ¿Acaso - d i c e -
no conviene pedir cosas sensibles? Sí conviene, pero con
moderación, como Jacob, cuando decía: Si me diese el Señor
pan para comer y vestido para cubrirme . Lo mismo que
36

Cristo mandó pedir a los que decían: Danos hoy nuestro


pan de cada día ; pero antes que nada, las cosas espiritua-
37

les. Es lo que él mismo hace cuando dice: Pon, Señor, un


centinela en mi boca. ¿Has visto la prudencia? ¿Has visto
la filosofía y desde dónde comienza la petición? Las cosas
rectas hechas con negligencia son causa de todos los males;
como lo son de los bienes, si se hacen con empeño. En
efecto, la facilidad de la lengua entraña innumerables males;
lo mismo que la seguridad [reporta] los bienes. Igual que

35. Sal 140, 3a. 37. Mt 6, 1 1 .


36. G n 28, 20.
342 Juan Crisóstomo

no sirve de nada casa, ciudad, muralla, puertas y desem-


barcadero, si no hay vigilantes y quienes sepan cuándo con-
viene cerrar y cuándo abrir; así también, de nada sirve len-
gua y boca si no cuenta con la prudencia que le permita
cerrar y abrir con exactitud, y sepa a qué cosas hay que
dar curso y cuáles retener. Pues no se ha caído tanto con
la espada como con la lengua , se dice. Y también Cristo
38

[afirma]: No contamina al hombre lo que entra por la boca,


sino lo que sale de la boca . Y también otro: Haz una puer-
19

ta y cerrojo para tu boca . El Profeta, como conoce que es


40

cosa difícil, añade también las peticiones y llama a Dios para


que lo auxilie. Sobre todo también aquél indica lo mismo,
como cuando dice: ¿ Quién pondrá a mis labios un sello ade-
cuado? . 41 Y es que conviene que nosotros también pro-
pongamos estas cosas, y por eso, en la línea del mandato
propuesto, dice: Haz una puerta y cerrojo.

3. En efecto, conviene invocar el auxilio de Dios, para


que también nuestro empeño ponga en marcha la obra.
Custodiemos continuamente nuestra boca, colocando en
ella la prudencia como una llave, no para que se cierre
perpetuamente, sino para que se abra en el momento con-
veniente. Pues a veces conviene más el silencio que la con-
versación, y otras más la conversación que el silencio. Por
eso decía aquel sapientísimo: Tiempo de callar y tiempo de
hablar .42En efecto, si siempre tuvieran que estar abiertas
no se habrían hecho las puertas, y si siempre cerradas, no
habría necesidad de custodia. En efecto, si están cerradas
¿para que las va a custodiar alguien? Mas existen puertas
y custodia para que cada cosa la hagamos en el tiempo

38. Cf. Si 28, 18. 4 1 . Si 22, 27.


39. M t 1 5 , 1 1 . 42. Si 3, 7.
40. Si 28, 25.
Salmo 140, 4,2-5 343

conveniente. Y otro dice: Él pone a tu propia lengua yugo


y bozal , pidiendo un mayor rigor, para que refrenemos
41

no sólo las palabras que convienen, sino que también las


ponderemos con sumo cuidado, por decirlo de alguna ma-
nera, y las examinemos atentamente.
4. Si esto lo hacemos con el oro y la materia perece-
dera, mucho más hay que hacerlo con las palabras, para
que no falte ni sobre nada. También por eso decía algu-
no: No impidas la palabra en tiempo de salvación . ¿Ves 44

el tiempo de la salida? Otro, hablando del tiempo del si-


lencio, dice: Si tienes razón, responde, si no, pon tu mano
sobre tu boca . Y de nuevo: Quien abunda en palabras se
45

hace odioso .46 Y mejor es el hombre que oculta su necedad


que el que oculta su sabiduría . 47 ¿Has escuchado un dis-
curso? Que muera contigo. Confía, no te hará reventar *. 4

Y de nuevo: Ante una noticia un necio sufre, como la par-


turienta al nacer el niño . También de esta manera: Habla,
49

joven, si te es necesario, pero apenas dos veces; y si fueses


interrogado, resume mucho en pocas palabras . Por lo tanto,
50

es necesario una profunda reflexión para que la capacidad


de la lengua se emplee con gran seguridad.

5. Por eso de nuevo dijo: Hay corrección que no es opor-


tuna, y hay quien callando es tenido por sabio . No sólo 51

conviene callar y hablar oportunamente, sino también se pre-


cisa de mucha gracia. Por eso decía Pablo: Vuestra palabra
sea siempre con gracia, sazonada con sal, de modo que se-
páis responder a cada uno como conviene . Considera que
52

43. Si 28, 25. 48. Si 1 9 , 10.


44. Si 4, 23. 49. Si 19, 1 1 .
45. Si 5, 12. 50. Si 32, 7-8.
46. Si 20, 8. 51. Si 20, 1.5.
47. Si 20, 3 1 . 52. C o l 4, 6.
344 Juan Crisóstomo

es un miembro por el cual confesamos a Dios, y por el que


celebramos alabanzas. Pero también es un miembro por el
cual se ofrecen ofrendas espantosas. Saben los creyentes lo
que digo. Por eso es necesario estar limpio de toda acusa-
ción, maldición, palabra obscena y calumnia; y si irrumpe
algún pensamiento desenfrenado, es necesario sofocarlo por
dentro con fuerza para no permitir que se manifieste en pa-
labras; y si tu espíritu se vuelve mezquino, también esto lo
debes arrancar de raíz, poner seguridad en la puerta y em-
peño en la guardia; no permitas que te nazcan malos dese-
os, y si han tomado cuerpo dentro de ti, hazlos abortar y
arrancar de raíz.

5.1. Job tuvo este cuidado; por eso no profirió ninguna


palabra amarga, sino que se cayó la mayoría. Y cuando tenía
que hablar con su mujer decía palabras llenas de sabiduría.
Ciertamente sólo conviene hablar cuando lo que se dice es
más provechoso que el silencio. Por eso también decía Cris-
to: De toda palabra ociosa que hablen los hombres darán
cuenta de ella . Y Pablo: Palabra obscena no salga de vues-
51

tra boca . Escucha también a otro que habla de la puerta


54

segura y la custodia diligente: Sea toda narración sobre la


ley del Altísimo . Si aprendes no a decir cosas vanas, sino
55

la narración de las divinas Escrituras, defenderás perpetua-


mente tu mente y tu boca; y esto será un centinela más se-
guro que el acero. Hay muchas vías de perdición por la boca,
como cuando uno habla palabras obscenas, cuando emplea
palabras mordaces, cuando se atrae una gloria vana, cuando
se gloría como el fariseo que, al no tener puerta en la boca,
con pocas palabras le salió todo lo que llevaba dentro ; igual 56

que una casa sin puertas, que no puede retener el tesoro en


ella depositado, y de repente se vuelve pobre.

53. Mt 12, 36. 55. Si 9, 15.


54. Ef 4, 29. 56. Cf. Le 1 8 , 1 1 .
Salmo 140, 4,5-5,2 345

2. Considérame también además a quien cae igualmente


por sus grandilocuentes palabras. En efecto, dijo: Sobre los
astros del cielo pondré mi trono . Como los judíos se ale-
57

gran de los males del prójimo, ahora escuchan: Porque di-


jiste, bien, se hizo como las restantes tribus de Israel; y ahora
sufren reproches por lo que murmuran y dicen: Todo el que
hace mal es bien visto por el Señor y en ellos se complace *. 5

Y nosotros llamamos bienaventurados a los que progresan en


los crímenes ''.
5 ¿No ves que estas cosas están escritas en el
libro? Otros por la murmuración, como cuando dice Pablo:
No murmuremos como algunos de ellos murmuraron y pe-
recieron por el exterminador . Y ¿cuándo murmuraron?
60

Cuando decían: Nos sacaste para matarnos en el desierto,


como si no hubiese tumbas en Egipto . Otros por el juego, 61

como cuando dice: Comieron y bebieron y se levantaron para


jugar .
62 Otros por la maldición: Todo el que llame a su her-
mano imbécil será reo de juicio . Y así otros muchos más
63

murieron por otras cosas, porque no custodiaron sus bocas.


Y si quieres ver también a otros que cayeron por el silen-
cio inoportuno, yo te los mostraré. En efecto, dijo: Si no
amonestas al pueblo -afirma-, morirá en su pecado, pero de-
mandaré su sangre de tu mano . Otro, que sin ninguna dis-
64

criminación habla con todos y esparce las cosas que cree:


No deis las cosas santas a los perros -dice—, ni echéis vues-
tras perlas a los jabalíes .
65 Y otro por la risa, y por eso dice:
¡Ay de vosotros que reís, porque lloraréis! . 66

57. Is 14, 13. 65. Mt 7, 6. Sobre la traduc-


58. Mi 2, 17. ción de este pasaje, confróntese
59. MI 3, 15. nuestro artículo: I. BERLANGA,
60. 1 C o 10, 1 0 . «Sobre una frase evangélica mal
6 1 . Ex 14, 1 1 . comprendida». C F C (egi9), Uni-
62. Ex 32, 6. versidad Complutense. Madrid
63. Mt 5, 22. 2000.
64. Ez 3, 20. 66. Le 6, 25.
346 Juan Crisóstomo

3. ¿Ves cómo pierde la boca? Mira también cómo, por


el contrario, la boca salva. ¿Has visto al fariseo perderse
por ella? Mira al publicano salvarse por ella . ¿Has visto 67

que al bárbaro jactancioso le da el castigo? Mira al justo


hablando con moderación y diciendo: Yo soy polvo y c e -
niza™. ¿Has visto al que se alegra ser reprendido y casti-
gado? Mira al que se humilla cómo es salvado. Así se dice:
Marca un signo sobre las frentes de los que lloran y se afli-
gen .
69 Por eso también decía Pablo: Alegraos con los que
se alegran y llorad con los que lloran . Si no puedes hacer
70

otra cosa, dice, sufre con el que sufre, que no es cosa pe-
queña. ¿Has visto al que se ríe entregado al llanto? Mira
al que gime gozando con el consuelo. Así se dice: Biena-
venturados los que lloran porque ellos serán consolados . 71

¿Has visto a los que murmuran castigados? Mira a los que


dan gracias, salvados. Bendito eres, Señor, y tu nombre
digno de alabanza, porque eres justo en todo lo que nos
has hecho . Y poco después: Todo lo que has obrado lo
72

hiciste en verdad . Ellos decían: Todo el que hizo mal es


71

bueno en la presencia del Señor . Estos contrariamente:


74

Tu ojo es demasiado puro como para ver los males . Aque- 75

llos edificaban a otros que hacían crímenes; éste, a los que


esperan el auxilio de Dios. Bienaventurado el pueblo cuyo
Dios es el Señor , dice. Y de nuevo: No te impacientes
76 a
causa de los que hacen el mal, ni envidies a los que obran
la iniquidad . ¿Viste a los santos que aconsejan a otros
77

porque ellos permanecieron inamovibles en las tentaciones?

67. Cf. Le 1 8 , 9 - 1 4 . 73. Dn 3, 28.


68. G n 1 8 , 27. 74. MI 2, 17.
69. Ez 9, 4. 75. Ha 1, 1 3 .
70. Rm 12, 15. 76. Sal 143, 15,
71. Mt 5, 4. 77. Sal 36, 1.
72. Dn 3, 2 6 - 2 7 .
Salmo 140, 5,3-6,1 347

Escucha así a Jacob diciendo: Si me diera el Señor pan-


para alimentarme y vestido para cubrirme *. Y Abrahán: 7

No tomaré de ti ni un hilo, ni una correa de tu zapato . 79

Y cuando la mujer iba a ser violada, y el hambre le ago-


biaba, no profirió ninguna palabra malsonante . Y cuan- 80

do el hijo dijo: Padre, he aquí la leña y el fuego. ¿Dónde


está la oveja?* . Mira con cuánta moderación y sabiduría
1

responde y le dice: Hijo, Dios proveerá la oveja* . Y no 2

cambió ante las palabras del hijo, ni por la naturaleza, ni


por la compasión, cuando lo lógico era que se encendiera
con el más vehemente amor. En verdad, para que ningu-
no diga que no fue por delante en el temor de Dios que
pedía a otros, apartado y solo, con estas cosas mostró la
intensidad de su filosofía.

6.1. ¿Has visto los castigados por una alegría loca? Mira
a los que encontraron la salvación en las lágrimas y el
ayuno, recuerda a los ninivitas . ¿Viste a los sancionados
83

por las maldiciones? Mira también la recompensa de los


que han bendecido. Bendito sea el que te bendiga y mal-
dito sea el que te maldiga* . Bendecid
4 a los que os persi-
guen, orad por los que os insultan, para que seáis semejan-
tes a vuestro Padre que está en los cielos* . ¿Ves cómo no 5

conviene tener siempre la boca cerrada, ni siempre abierta


a todo, sino saber discernir el tiempo para cada cosa? El
Profeta, conociendo estas cosas, decía: Señor pon en mi boca
un centinela, un vigía a la puerta de mis labios* . ¿Quién 6

es ese centinela sino el pensamiento que quema terrible-

78. G n 28, 20. 82. G n 22, 8.


79. G n 14, 23. 83. Cf. J o n 3.
80. Alusión a la historia de 84. Nm 24, 9.
Sara narrada en G n 20, 2 - 7 . 85. M t 5, 44-45
81. Gn 22, 7. 86. Sal 1 4 0 , 3.
348 Juan Crisóstomo

mente y que tiene en las manos el fuego destinado a cas-


tigar a los intemperantes en la lengua? Escoged este porte-
ro, este centinela que hará resonar las amenazas en vuestra
conciencia, y jamás será abierta esta puerta fuera de tiem-
po, sino en el momento oportuno para vuestra utilidad y
para innumerables bienes. Por eso alguien decía: En todo
momento acuérdate de tus postrimerías y no pecarás jamás . 87

¿Ves cómo también éste tiene el mismo pensamiento? Yo


lo he hecho más terrible acordándome no sólo de lo que
llegará con la muerte, sino también de lo que debe seguir
al desenlace, refiriéndome a lo que tiene en sus manos. Si
sucediera eso, nada malo germinará en la mente.

2. A esta recomendación hay que añadir lo que se dice


sobre que en el día del juicio se dará cuenta de toda pa-
labra ociosa . Acuérdate también de cómo entró la muer-
88

te en el mundo. Si la primera mujer no hubiera tenido la


conversación que conocéis con la serpiente, si ella no hu-
biera admitido las palabras, no habría recibido ningún mal;
ella no habría presentado el fruto del árbol a su marido,
y no habría comido de él . Y digo esto, no para culpar a
89

la lengua y a la boca - ¡ e n absoluto!-, sino a su uso ino-


portuno, que tuvo su origen en la negligencia de la razón.
3. Existe otro camino de perdición que nace por la
boca, cuando se presta a besos impuros y torpes, o se hace
engañosa y pérfida. También en esto hay que colocar un
centinela. Tal fue el beso de Judas, beso lleno de perfidia ; 90

en cambio no era así el de Pablo, cuando recomendó


amarse unos a otros, diciendo: Saludaos unos a otros con
beso santo . Tampoco era así el beso que David daba a
91

87. Si 7, 36. 90. Cf. Le 22, 47.


88. Cf. Mt 12, 36. 91. 2 C o 1 3 , 12.
89. Cf. G n 3, 1 - 7 .
Salmo 140, 6,1-5 349

Jonatán, sino santo y casto, que provenía de un afecto sin-


cero ; y así era también el que los fieles daban a Pablo,
92

echándose a su cuello y abrazándolo con amor . Por eso 93

dice: Pon, Señor, un centinela en mi boca, y una puerta.


Y no se contenta con decir, una puerta sin más, sino que
añade circunstancial, para que lo contenga y defienda todo.
4. Existe otra forma de destrucción por medio de la
lengua, como el preguntar ¿por qué eso?, ¿por qué ha su-
cedido tal cosa? Así Pablo reprende a los que hablan de
esas cosas sin consideración alguna: ¿Quién eres tú, hom-
bre, para contradecir a Dios? . Sin embargo, no hay que
94

guardar sólo la boca, sino también la mente antes de la


boca. Por eso alguien decía: ¿Quién aplicará un azote a
mi pensamiento, para que no se disimulen mis errores? . 95

Y he aquí que también Cristo reprime internamente hasta


los malos pensamientos, diciendo: El que mira a una mujer
deseándola ya ha adulterado con ella . ¿Ves cómo no per-
96

mite que se desarrollen esos pensamientos y reprime los


primeros intentos del deseo y de la cólera? El que se enoje
con su hermano - d i c e - será reo de la gehenna del fuego . 91

No es cosa pequeña para la seguridad el hablar poco; por


eso se dice: En el mucho hablar no falta pecado, pero el
que modera los labios será prudente *. 9

5. No inclines a palabras malas mi corazón, para bus-


car excusas en los pecados . Otro [intérprete dice]: No ex-
99

travíes hacia discursos malos mi corazón, para concebir pen-


samientos criminales^'. ¿Por qué cambia aquí el orden y

92. Cf. 1 S 20, 4 1 . 97. Mt 5, 22.


93. Cf. Hch 20, 37. 98. Pr 1 0 , 1 9 .
94. Rm 9, 20. 99. Sal 1 4 0 , 4a-b.
95. Si 23, 2. 100. En la traducción de Sí-
96. M t 5, 28. maco.
350 Juan Crisóstomo

habla de la boca antes que del corazón? No por casuali-


dad, ni hace eso sin un motivo. Lo mismo que entre los
prisioneros, cuando quieren huir, primero ponen empeño
en buscar ante todo las puertas de la prisión, y una vez
que han puesto todos esa precaución, llegan fácilmente a
lo demás, así también actúa aquí el salmista y como está
convencido de esas cosas, da este consejo: que las puertas
estén cerradas y fácilmente los malos pensamientos serán
vencidos. Por eso no permite que al principio penetren
desde fuera y arranca de ahí toda la raíz, diciendo: No in-
clines a palabras malas mi corazón. No porque Dios em-
puje -¡eso jamás!-; sino que afirma lo siguiente: No per-
mitas que sea inclinado, no permitas alejarme hacia
pensamientos perversos.

6. Ahí realmente es donde se encuentra la fuente tanto


de la virtud como del vicio, en el corazón. Pero ¿cuáles
son esas palabras malas} Hay muchas y de varias clases.
Las palabras envidiosas y pérfidas; las que ultrajan a Dios;
las que inspiran el alejamiento de la virtud y el amor al
vicio; las palabras que se oyen con placer, expandiendo
malas doctrinas y haciéndose eco de costumbres culpa-
bles; ésas, y otras muchas semejantes, son palabras que
proceden de una gran maldad. De la misma manera que
hay pensamientos y palabras malas, hay también [pala-
bras] de vida. Por eso los apóstoles decían a Cristo: Tú
tienes palabras de vida; ¿a quién iremos?™ . Se llaman pa-
1

labras de vida a las que dan la vida; se llaman palabras


de salvación a las que operan la salvación. De ahí que un
sabio dijera: No dejes de hablar en el tiempo de salva-
ción™ . Las palabras malas son también las que hacen malos
2

a los que las profieren.

1 0 1 . Jn 6, 68. 102. Si 4, 23.


Salmo 140, 6,5-7,2 351

7.1. Lo mismo que los aires pestilentes producen en-


fermedades, así también las palabras. Lo que aquellos ope-
ran en el cuerpo, eso hacen estas [palabras] en el alma que
las recibe. Así pues, pide y por ello él mismo añade y dice:
«No dejes que mi corazón reciba estas palabras, no per-
mitas que encuentre atracción en ello». ¿Ves cómo mues-
tra la independencia, y que la naturaleza no encierra en sí
misma la maldad, sino que la asume inclinada por la de-
bilidad ? Para buscar excusas en los pecados. El peor cami-
no de destrucción tiene lugar cuando el alma misma pe-
cadora se libera del temor y busca excusas para la debilidad;
y también, existiendo un adúltero, cuando otro le quiere
excusar del arrepentimiento, y le dice: «¿Acaso eres tú la
causa? El origen es el deseo». Ciertamente el pecar es malo,
pero es mucho peor negar el haber pecado. Ésta es la mejor
arma del diablo. Esto es lo que hicieron nuestros prime-
ros padres. En efecto, cuando convenía que Adán confe-
sara su pecado, transfirió la causa a Eva, y ésta, a su vez,
al demonio . Cuando convenía decir: «Hemos pecado,
103

hemos desobedecido tu ley», ellos, en cambio, no sólo no


lo confesaron, sino que también buscan una excusa. El de-
monio sabiendo que la confesión pública del pecado es la
liberación del error, persuade al alma para que se conduzca
con insolencia.

2. Pero tú, carísimo, cuando peques, di: «He pecado».


No habrá nada más justo que esa misma defensa. Así haces
a Dios propicio; así evitarás caer tú mismo en esos peca-
dos. Pero cuando no haces más que buscar excusas ima-
ginarias y liberar el alma del temor, la haces más proclive
a caer de nuevo en los mismos pecados, y provocas más
a Dios. No hay pecador que no encuentre una excusa en

103. Cf. G n 3, 1 2 - 1 3 .
352 Juan Crisóstomo

su imprudencia. Así, el homicida echa la culpa a la cóle-


ra; el ladrón a la pobreza; el adúltero a la pasión; y otro
a su poder; pero éstas son excusas irracionales, no poseen
ninguna defensa razonable. Esas cosas no producen los pe-
cados, sino las resoluciones de los pecadores. Y puedo es-
clarecerlo mediante algo cercano. En efecto, cuando se ve
a otro hombre que vive en la pobreza, tiene pasiones, se
encuentra oprimido por las necesidades de la naturaleza, y
sin embargo no peca, ¿qué defensa tendrán aquellos otros?
Por eso cierto sabio muy bellamente afirmó: ¿Quién apli-
cará el azote a mis pensamientos para que no se disimu-
len mis errores? . Mira a David que no busca excusa cuan-
104

do pecó, sino que dice: He pecado contra el Señor . Y 105

también podía haber dicho: «¿Por qué esa mujer estaba


desnuda? ¿Por qué se bañó ante mis ojos?» . Ahora bien, 106

sabía que eran excusas absurdas, y por eso prefirió una


justificación más segura, diciendo: He pecado. En cambio,
Saúl no actuó así, sino que reprochado por haber consul-
tado una pitonisa, respondió: Estoy en la angustia porque
los extranjeros combaten contra mí . Pero por eso sufrió
107

un castigo peor. Convenía que hubiera dicho: «He peca-


do, he transgredido la ley»; pero no dijo eso, sino que
acudió a buscar excusas insensatas.

3. Junto con hombres que hacen el mal . Añadió esto m

para demostrar que es propio de los hombres sobre todo el


justificarse y actuar con insolencia. Por eso también David
recomienda constantemente adquirir lo esencial de la virtud,
evitar tales reuniones, y sobre todo comienza el libro [de los
salmos] diciendo: Dichoso el hombre que no participa en el

104. Si 23, 2. 107. 1 S 28, 1 5 .


105. 2 S 12, 1 3 . 108. Sal 140, 4c.
106. Cf. 2 S 1 1 , 2 - 5 .
Salmo 140, 7,2-5 353

consejo de los impíos, y no está en la senda de los pecado-


res, ni se sienta en la cátedra de los cínicos . Por eso mismo 109

lo verás siempre reconociendo sinceramente sus faltas.


4. Así, cuando hizo recuento del pueblo, decía: Soy yo
el que ha pecado, yo soy el pastor culpable . No dijo: «¿Qué 110

mal he cometido haciendo este recuento?». Al contrario, se


culpa a sí mismo, y por eso consigue el perdón del error.
En efecto, nada hace a Dios más misericordioso que el re-
conocimiento de los propios pecados. Pero hay que huir de
esas reuniones que no tienen por objeto más que destruir
el temor de los pecados y arrojar a las almas hacia la de-
bilidad. Así, Pablo y Jeremías insisten tanto al respecto, y
ambos imponen huir de los malos que llevan una vida blan-
da y disoluta . También el mismo Job coloca eso en el
111

orden de la virtud, diciendo: Si yo anduve con mentirosos . 112

El mismo [Profeta] va más lejos y declara que no se ha


asentado en medio de ellos: Yo no me he sentado en la
asamblea de los mentirosos . Tampoco Pablo permite sen-
113

tarse en la mesa con los malos ni que se tenga la menor re-


lación con ellos, cuando dice: Si alguno no obedece a lo
mandado en la carta, señaladlo y no os juntéis con él . 114

5. No me relacionaré con sus elegidos . Otro [intér- 115

prete dice]: No comeré sus delicias . Y otro: No tomaré


116

parte en lo que hace sus delicias . [El salmista] dice aquí


117

lo mismo que el Apóstol: que hay que huir de los place-


res y festines donde sobre todo crece el pecado y donde
tiene lugar la mayor ausencia de temor.

109. Sal 1, 1. 1 1 4 . 2 Ts 3, 14.


1 1 0 . 2 S 24, 17. 1 1 5 . Sal 140, 4d.
1 1 1 . Cf. 1 Co 15, 33; Jr 9, 1-8. 1 1 6 . En la versión de Símaco.
1 1 2 . Jb 3 1 , 5. 1 1 7 . Desconocemos el origen
1 1 3 . Sal 25, 4. de esta traducción.
354 Juan Crisóstomo

8.1. No es una pequeña señal de virtud ni camino pe-


queño de corrección el huir de esos convites, y no enta-
blar amistad ni disolver en los esclavos del vientre la ten-
sión del alma y paralizar el vigor de la sabiduría. Es así
como vemos a un gran número de personas que por tí-
midos movimientos a la amistad son engullidos en las olas
de la embriaguez, caen en los lazos de la fornicación y en
ellos se encierra el fuego de la voluptuosidad, al frecuen-
tar esos banquetes y teatros donde abunda la iniquidad.
También el Profeta mismo muestra que él hizo eso: no
participar en dichos banquetes.

2. Que el justo me corrija en misericordia y me incre-


pe, pero el ungüento del pecador no perfume mi cabeza .
m

Otro [intérprete dice]: Que el justo misericordioso tenga pie-


dad de mí y que me reprenda}". Y no es una forma pe-
queña de virtud el no huir de los reproches y de las amo-
nestaciones que los justos nos dirijan. Lo que quiere decir
es lo siguiente: «Jamás quiero tener relación con los que
tienen un lenguaje adulador para perderme -afirma-, yo
elegiré a los que reprenden y a los que corrigen, a los que
desprecian y a los que reprochan». Una de las mayores se-
ñales de misericordia y benevolencia es vendar las heridas
[del alma]. El ungüento del pecador - d i c e - no perfume mi
cabeza. ¿Ves al alma afianzada en la virtud? Acepta vo-
luntariamente la severa corrección de los justos, y rechaza
las adulaciones de los malos. ¿Por qué? Porque aquellos
[falsamente] misericordiosos perecieron muchas veces, mien-
tras que los que vituperaron y molestaron corrigieron rec-
tamente; por un lado, la misericordia se encuentra unida a
la reprensión, y por otro, la muerte sigue de cerca a la falsa

118. Sal 140, 5a-b.


119. Esta traducción procede de Aquila.
Salmo 140, 8,1-3 355

compasión. Por eso alguien decía: Las heridas de los ami-


gos son más saludables que los besos de los enemigos .
120

3. Mira también cómo la recomendación apostólica mues-


tra el reprende, increpa, exhorta . Tal es la reprimenda de
121

los santos. También hacen así los médicos. No sólo no sajan,


sino que también vendan las heridas. Así también Cristo,
para hacer más aceptable la corrección no quiere que sea
pública, diciendo: Ve y repréndele estando tú y él solos . 122

Eso mismo hace también Pablo, quien mezclaba siempre la


tierna compasión con la corrección, y así unas veces dice:
¡Oh, insensatos gálatas! .123Y otras: Mis hijitos, por quienes
de nuevo sufro dolores de parto . Ciertamente al que asume
124

el deber de la corrección le es necesario un gran discerni-


miento para aplicar bien el remedio, y necesita más pru-
dencia que el que aplica una medicina; el que reprende ne-
cesita una sabiduría mayor que el que saja el cuerpo. ¿Por
qué? En el primer caso, uno es el que practica la escisión
y otro el que sufre, mientras que en el segundo, es la misma
naturaleza quien soporta la incisión y resiste el dolor. El
ungüento del pecador jamás perfume mi cabeza. ¿Qué quie-
re decir? Que el pecador no busca la utilidad del que es-
cucha, sino la suya propia, para aparecer agradable y lleno
de afecto; en cambio, antes que su propio favor, el justo
busca el interés del que reprende. Esto es lo que establece
entre ellos una diferencia inmensa. Ahora bien, si hay que
rechazar a los malos, compadeciéndolos, ¿cuándo hay que
relacionarse con ellos? ¡Nunca! Así, aunque te ofrezca ri-
quezas y te prometa placeres y honores, recházale y huye;
pero al justo, aunque te dirija reproches y duras correccio-
nes, sigúele: éste es realmente el amigo.

120. Pr 27, 6. 123. Ga 3, 1.


1 2 1 . 2 Tm 4, 2. 124. G a 4, 19.
122. M t 1 8 , 1 5 .
356 Juan Crisóstomo

4. Opondré mi oración a sus adulaciones . Otro [in-


125

térprete dice]: Mi oración será contra sus vicios . Otro: 126

Porque mi oración estará frente a sus maldades . En ver- 127

dad, pide unas cosas para sí mismo y prevé otras; aquí nos
muestra que no conviene a los que se duermen y están
ociosos confiar en la oración, sino cooperar con sus pro-
pios esfuerzos. Ahora bien, ¿qué es lo que aquí prevé el
Profeta? No son ovejas, ni bueyes, ni riquezas, sino la mo-
deración de las costumbres, y una extrema atención para
huir del ejemplo de los malos. No sólo dice rechazaré la
perniciosa adulación de unos, ni elegiré la corrección de
otros, sino que me enfrentaré abiertamente contra sus de-
seos; me alejaré de aceptar su falsa compasión, porque su-
plicaré contra sus deseos. Esto es lo que significa el a sus
adulaciones.

5. Sus jueces fueron precipitados junto a las piedras *. 12

Otro [intérprete dice]: Fueron absorbidos en la mano de


la piedra. Aquí se muestra la facilidad del pecado y el
precipicio del mal. «Ellos, los poderosos - d i c e - , los que
devastaban y llevaban todo, perecieron». Y no dijo sim-
plemente «perecieron», sino han sido engullidos, dando a
entender que perecieron de tal forma que no quedó nin-
guna huella de ellos, que es lo que refiere del impío: Volví
a pasar y ya no estaba; lo busqué y no lo encontré . 129

¿Qué significa junto a} Cerca. Quiere decir, por tanto,


que de la misma manera que una piedra precipitada en
el mar ya no reaparece en la superficie; así también la
prosperidad de los malos no aparece ya más, perece en
una ruina completa. O también afirma que su fuerza, su

125. Sal 140, 5c. cede de Aquila.


126. Conforme a la versión 128. Sal 1 4 0 , 6.
de Símaco. 1 2 9 . Sal 36, 36.
127. Esta interpretación p r o -
Salmo 140, 8,4-9,2 357

poder y robustez se convertirán en anónimos y serán hun-


didos para no levantarse más. Esto es lo que significa fue-
ron absorbidos en la mano de la piedra.
6. Ellos escucharán mis palabras llenas de dulzura™.
Otro [dice]: Porque son poderosas™. Y otro: Porque son
agradables * . Es decir, ellos sabrán por experiencia cuál es
17 2

el encanto de mis enseñanzas y de mis consejos. ¿Por qué?


Porque la corrección de los justos entraña ese fruto, y su
educación encierra mucho placer.
9.1. Así es, en efecto, la virtud: por un breve momen-
to de trabajo, procura una alegría eterna.
2. Como terrón resquebrajado sobre la tierra, asi nues-
tros huesos han sido dispersados hasta el infierno . Otro [in- 133

térprete traduce]: Como el labrador, cuando ara la tierra, así


han sido dispersados nuestros huesos hasta la boca del in-
fierno ''.
13 Otro [dice]: De la misma manera que el que cul-
tiva abre la tierra, nuestros huesos han sido dispersados hacia
el infierno . Otro: Como el que fabrica con arte y cava en
133

la tierra, nuestros huesos han sido esparcidos hasta el infier-


no . Después de haber trazado el goce que tienen sus pa-
136

labras, refiere también las pruebas pasadas: «Nosotros hemos


sufrido males extremos, y como una tierra rota, labrada,
abierta en todos los sentidos, así hemos sido dispersados
todos, condenados a una ruina cierta, y hemos llegado hasta
las puertas mismas de la muerte; sin embargo, a pesar de
estas duras pruebas, preferimos la corrección y rectificación

130. Sal 1 4 0 , 6b. ción de Aquila.


1 3 1 . En la versión de Aquila. 135. Interpretación de Símaco.
132. Según la traducción de 136. Versión procedente de
Símaco. anteriores ediciones manuscritas
133. Sal 1 4 0 , 7. de la obra del Crisóstomo.
134. Conforme a la traduc-
358 Juan Crisóstomo

de los justos que la misericordia de los pecadores. Sea lo que


sea, estamos pendientes de la esperanza que tenemos en ti,
y nada en absoluto podrá impedirnos el tener nuestros ojos
fijos en ti».
3. Por eso también añade: Hacia ti, Señor, Señor, miran
mis ojos. En ti he esperado, no destruyas mi alma} . «Aun- 37

que sobrevengan innumerables calamidades -guerras, luchas,


muertes, potencias del infierno-, no nos separaremos de esta
sagrada ancla, sino que conservaremos la ayuda de tu espe-
ranza, y abandonando armas y combates, entonces aguarda-
remos la liberación proveniente de tu auxilio». En ti he es-
perado, no destruyas mi alma. Otro [dice]: No me aniquiles ™. 1

Es decir, no permitas que muera sin haber hecho nada.

4. Guárdame del lazo que me tienden, y de los escán-


dalos de los que cometen iniquidad . Aquí no dice insidias
139

sin más, sino las que se urden en secreto, las escondidas, las
que son muy difíciles de descubrir y conocer; por eso sobre
todo es necesaria la ayuda de arriba. Acaba el discurso con
la oración, como lo ha comenzado, y entonces concluye;
vuelve a trazar la parte de acción que le es propia: la con-
fianza en Dios, su mirada constantemente fija en El, la huida
de las reuniones de los malos, el odio de sus placeres per-
versos; y lo que pertenece a Dios: el socorro, la protección
y el hacer triunfar sobre los mayores obstáculos. La virtud,
en efecto, para ser perfecta, pide el concurso de la gracia de
Dios y de nuestro esfuerzo.

5. Caigan los pecadores en sus propias redes; particu-


larmente yo me mantengo, hasta que pase indemne . ¿En 140

qué red caerán ellos? En la de Dios. Es decir, ellos serán

137. Sal 1 4 0 , 8. 139. Sal 140, 9.


138. En la versión de Aquila. 140. Sal 140, 10.
Salmo 140, 9,2-5 359

encadenados y capturados. En efecto, es propio de los jus-


tos corregir los defectos y despertar en ellos el amor a la
sabiduría; como es propio de los pecadores, cuyas llagas
son incurables, el ir hasta el castigo, hasta el suplicio. Par-
ticularmente yo me mantengo, hasta que pase indemne.
Otro [dice]. Al mismo tiempo estoy hasta que pase in-
demne .
141 Y otro: En eso mismo . Es decir: «Yo recogi-
142

do, concentrado, no dispersado». O bien, según los Se-


tenta: «Liberado de los malos, puro de toda relación con
ellos, y eso, aunque viva solo», que es la mejor forma de
virtud. Y eso no lo hace sólo durante un día, ni dos, ni
tres, sino durante toda la vida. Seguridad, protección y de-
sarrollo de la virtud es huir de los ímprobos y recogerse
en sí mismo mientras dure la vida, y vivir lejos de toda
relación con los corruptos. En efecto, no es suficiente la
soledad para estar solo, sino el tener un corazón penetra-
do de amor por la sabiduría. Por la misma razón, los hom-
bres que viven en medio de los foros y de las plazas en
las ciudades podrán disfrutar particularmente de esta sole-
dad, si huyen de las asambleas corruptas y se adhieran a
las reuniones de los justos. Este es el camino seguro. El
que sienta la fuerza de enderezar a otros, que se mezcle
con los que tienen que recibir los remedios para hacerlos
mejores; al contrario, el que se sienta débil, huya de los
malos, si no quiere recibir daño de ellos. Y así también ha
de pasar la vida presente con seguridad, y conseguirá los
bienes futuros que nos han sido dados a todos alcanzar,
por gracia y benevolencia de nuestro Señor Jesucristo; a
El la gloria y el poder, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.

141. Según Aquila. 142. En la versión de Símaco.


SALMO 141

Imploré al Señor con mi voz, supliqué al Señor con mi voz .


l

1.1. ¿Ves cómo por todas partes hace lo mismo, y co-


mienza a partir de este principio, repitiendo aquí dos veces
con mi voz, con mi voz} Mas no lo hace sin un sentido,
sino para que mediante la repetición percibamos dos cosas:
la fuerza del afecto y la atención de la mente; y también,
que se trata de su voz. Y es que no todos claman con la
voz, ni claman a Dios, ni con la voz propia. Y conviene
que concurran todas estas cosas. Así, el que grita contra
los enemigos no usa voz de hombre, sino de fiera o de
serpiente. El que es perezoso tampoco escucha lo que dice;
no grita a Dios, sino que simplemente habla al azar. Lo
mismo que el que no levanta su pensamiento, por mucho
que vocifere, tampoco grita. Pues la voz - l o he dicho muy
a menudo- no significa el tono del espíritu, sino la mente
despierta. Pero aquí no es así, sino que reúne tres cosas
mostrando que clama con la voz, a Dios y con la voz pro-
pia. Por eso dice dos veces con mi voz, con mi voz.

2. Derramaré en su presencia mi lamento, ante Él ex-


pondré mi aflicción . 2 ¿Ves al alma liberada de las cosas
mundanas? No se refugia en los hombres, ni busca su

1. Sal 1 4 1 , 2. 2. Sal 1 4 1 , 3.
Salmo 141, 1,1-2 361

ayuda, sino que reclama el auxilio de arriba, que es in-


vencible. Después, queriendo mostrar la intensidad de la
mente y el fervor que lleva dentro, dice derramaré con
abundante generosidad. Aquí aprendemos que las afliccio-
nes contribuyen - y no poco- a la filosofía; por tanto, éste
es el fruto de la aflicción; nadie debe rehuirlas. Son dos
los frutos que produce: primero, que nos vuelve más aten-
tos y cuidadosos; segundo, lo que no es una pequeña ac-
ción, que también llegamos a ser escuchados. Por eso no
ha dicho, «mi justicia», ni «mis buenas obras» sino mi
aflicción; de forma que no es pequeña esta justificación
suya. Así también dice Isaías: Consolad -dice— a mi pue-
blo, sacerdotes; hablad al corazón de Jerusalén, porque ha
recibido de mano del Señor el doble por sus pecados . Y 71

Pablo [afirma]: Entregad ese [hombre] a Satanás para cas-


tigo de la carne, para que su espíritu sea salvo . Y escri- 4

biendo a los corintios, decía: Por lo cual hay entre voso-


tros muchos enfermos, débiles, y muchos han muerto. Si,
pues, nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos
condenados. Pero siendo juzgados, somos corregidos por el
Señor, para que no seamos condenados con el mundo . Tam- 5

bién Abrahán decía al rico: Tú recibiste bienes durante esta


vida, y Lázaro sus males; y ahora éste, ciertamente, recibe
consuelo, pero tú eres atormentado . Y también David, cuan-
6

do Semei lo maldecía, afirmaba: Déjale que me maldiga,


porque el Señor se lo ordenó; tal vez repare en mi humil-
dad . Por todas partes en la Escritura encontraremos que
7

los que permanecen dando gracias en las aflicciones, no


sólo diluyen sus muchos pecados, sino que además se pro-
curan una confianza en el Señor no pequeña.

3. Is 40, 1-2. 6. Le 1 6 , 25.


4. 1 C o 5, 5. 7. 2 S 1 6 , 1 1 - 1 2 .
5. 1 C o 1 1 , 30-32.
362 Juan Crisóstomo

3. Cuando desfallece mi espíritu, también tú conoces mis


senderos*. Cuando los hombres más pusilánimes se vienen
abajo, y muchos profieren palabras perversas, entonces éste
filosofa más, teniendo a la aflicción como maestra de su
empeño. Ahora bien, cuando veas que alguno desespera
por la aflicción o pronuncia palabras amargas, no pienses
que la causa es la aflicción, sino su ánimo pequeño que
habla por él. En verdad, la naturaleza de la aflicción suele
producir lo contrario: atención, ánimo contrito, mente es-
forzada, crecimiento de la piedad. Por eso Pablo decía: La
aflicción ejercita la paciencia, y la paciencia, la prueba . Si9

los judíos, afligidos, murmuraban, no era por la aflicción,


sino que sus palabras provenían de la insensatez; y los san-
tos, cuando son afligidos, se vuelven más insignes y más
dados a la filosofía. Por lo que el mismo [Profeta] decía:
Bueno es para mí, Señor, que me hayas humillado, para
que aprenda tus estatutos™. Y Pablo: También para que la
grandeza de las revelaciones no me exaltara, me fue cla-
vado un aguijón en la carne como un ángel de Satanás,
para que me abofetee. Por lo que tres veces he rogado a
Dios y me dijo: Te basta mi gracia. Mi fuerza, en efecto,
se perfecciona en la flaqueza; por eso me complazco en
aflicciones, en enfermedades, en persecuciones. Pues cuan-
do estoy débil, entonces soy fuerte .11 ¿Ves cómo se levanta
también sobre todo en la aflicción y se refugia en Dios, y
resiste con mucha más vehemencia en lo más profundo de
sus males (es lo que significa cuando desfallece mi espíri-
tu), y entonces se vuelve más diligente? Lo de también tú
conoces mis senderos, otro intérprete lo dijo así: Tú, en
efecto, me conoces . 12

8. Sal 1 4 1 , 4a-b. 1 1 . 2 C o 12, 7 - 1 0 .


9. Rm 5, 3-4. 12. En la versión de Símaco.
10. Sal 1 1 8 , 7 1 .
Salmo 141, 1,3-2,2 363

4. En este camino por el que caminaba, escondieron una


trampa para mí . Volvía la vista a la derecha y miraba:
n

no había nadie que me conociese™. Aquí muestra la ten-


sión de la calamidad, el crecimiento de los males y las in-
sidias de los enemigos que se aproximaban, y estaban muy
cercanos, queriendo ellos derrocarlo; y lo que es más grave:
no sólo no tenía quienes le defendiesen o le ayudasen, sino
que nadie lo conocía.
2.1. Éste es el paroxismo de la soledad y el colmo de
la enajenación: que en las calamidades estén presentes pocos
para auxiliar, máxime cuando las calamidades o los peli-
gros amenazan. Pero esto no sólo no le dañó a él, sino
que también le sirvió de mucho para hacerse amigo de
Dios. También tú, amigo, cuando veas que los males au-
mentan, no te desanimes; por el contrario, sé más vigilan-
te. Dios permite que surjan los peligros para esto, para
que sacudas tu tibieza, para que te despiertes del adormi-
lamiento. En efecto, cuando todas las cosas vanas se des-
truyen, entonces todas las cosas de esta vida expiran, se
hace uno más diligente a la súplica, más inclinado a la li-
mosna, surge el desprecio del vientre, se hace uno más sen-
cillo, y se superan más fácilmente las pasiones y se huye
de la aflicción.

2. Pero como no quiere castigarnos desde el principio,


nos complica con sufrimientos y trabajos, y lo ha dispuesto
en lugar del suplicio, para hacernos mejores. Ciertamente,
aunque seamos hostigados por el dolor y tengamos una
vida laboriosa, venceremos el vicio; si no existieran esas
cosas ¿de qué forma lo venceríamos? ¿Por qué te sor-
prendes, si la aflicción es un bien en el alma y en los cuer-

13. Sal 1 4 1 , 4c-d. 14. Sal 1 4 1 , 5a-b.


364 Juan Crisóstomo

pos? Y también perjudica a la carne llevarla a la cima del


disfrute. Por el contrario, cuando le rodean las insidias por
todas partes, se vuelve vigilante; y aunque avancemos, en
nada somos dañados. Por eso también alguien dijo: Date
cuenta de que andas en medio de trampas y que caminas
sobre almenas y ciudades ; y éste: En el camino por el que
15

caminaba, escondieron una trampa para mí. Si alguno toma


estas cosas como metáfora, verá que esto es lo que hace
el diablo, ocultando las insidias no de lejos, sino de cerca.
Por eso necesitamos una gran vigilancia. Así oculta el lazo:
la vanagloria en la limosna, la arrogancia en el ayuno; y
no en otros caminos, sino en los propios, en los que re-
corremos, y eso es lo más grave.

3. Se aparta de mí el refugio . Mira de nuevo otra


16

forma de males. No sólo muestra que hay trampas en los


caminos, que no hay nadie que auxilie ni que lo conozca,
sino que ni siquiera queda una escapatoria, pues la huida
permitiría que la salvación fuera fácil y expedita. Así fue
atrapado en medio de males y, aunque la calamidad era
inevitable, sin embargo no se desesperaba. Y no hay quien
busque mi alma , es decir, quien la defienda, quien la au-
17

xilie. ¿Por qué está así? ¿Acaso en este tipo de dificultad


y falta de recursos desespera de la salvación? Jamás, sino
que se refugia en Dios continuamente, y dice:
4. A ti he clamado, Señor; he dicho: Tú eres mi espe-
ranza, mi porción en la tierra de los vivientes . ¡Mira la vi-
18

gilancia del alma! Los males no lo hundieron, sino que lo


estimularon; y estando en dificultades, conoció la mano in-
vencible, la fuerza omnipotente y la facilidad en la falta de
recursos. He dicho: Tú eres mi esperanza. «Todas las cosas

15. Si 9, 1 3 . 17. Sal 1 4 1 , 5d.


16. Sal 1 4 1 , 5c. 18. Sal 1 4 1 , 6.
Salmo 141, 2,2-5 365

humanas -afirma- han sido abandonadas, y la tempestad era


superior a cualquier auxilio, lo mismo que ninguna técnica
era capaz de evitar el naufragio. Pero aunque también estas
cosas sucedan entre los hombres y todos estemos indefen-
sos, sin embargo, para ti todas las cosas son fáciles; por ello
esperando no nos abatimos». Mi porción en la tierra de los
vivientes. Esto es: «Mi heredad, mi tesoro, mi riqueza; El
es todas esas cosas». En la tierra de los vivientes. Aquí llama
tierra de vivientes a su propia patria. Y a la cautividad en
Babilonia a menudo la llama infierno y muerte. Además, al
estar en tierra extraña, no se realizaba ningún culto, allí
todas las cosas eran sagradas, y por eso dice: Eres mi por-
ción en la tierra de los vivientes. «Siempre me protegiste
- d i c e - y me hiciste familiar en la tierra de los vivientes, y
surgió una gran alianza entre tú y y o » .

5. Atiende mi súplica, porque me encuentro del todo


humillado .
19 Mira como lo que decía arriba también lo es-
tablece aquí como defensa; me refiero al ser humillado, al
recibir en exceso un castigo de los pecadores. En cuanto
a del todo no se refiere a los que realizan la humillación,
sino al dolor y necedad del que lo sufre. Si te fijas en lo
que merecen los pecadores, la humillación no será mucha;
en cambio, si te fijas en la necedad del que la sobrelleva,
sería demasiado y excesiva. En efecto, Dios nunca castiga
como se merece por los pecados. Ahora bien, si a los que
sufren les parece que es intolerable, no es por la natura-
leza de los acontecimientos, sino por la imbecilidad de los
que los mantienen. Líbrame de los que me persiguen, por-
que son más fuertes que yo °. He aquí de nuevo la otra
2

causa: la acción injusta de los provocadores, y que le si-


túan en la mayor impotencia.

19. Sal 1 4 1 , 7a-b. 20. Sal 1 4 1 , 7c-d.


366 Juan Crisóstomo

6. Saca mi alma de la cárcel para que se confiese públi-


camente tu nombre . Confesar significa aquí lo mismo que
21

dar gracias. Lo que dice es lo siguiente: «Líbrame de los


males». En efecto, cárcel indica el exceso de calamidades.
3.1. Para que se confiese públicamente tu nombre. No
es poca cosa que a quienes les sobreviene el bienestar no
caigan en el olvido del favor. Ciertamente, muchos hom-
bres son muy diligentes en las aflicciones, pero en la pros-
peridad muy tibios; también otros son muy perezosos en
la quietud que produce la prosperidad, y se desesperan en
las adversidades y se vuelven más negligentes. Pero éste,
en una y otra ocasión, permanece manteniendo la misma
precaución; ni la aflicción hizo que se desanimara, sino que
se prodigue más a la súplica y a la oración; tampoco el
aflojamiento lo volvió negligente, sino que también en-
tonces lo dispuso a la acción de gracias.

2. Los justos me esperarán, porque me serás propicio . 22

Otro [dice]: Los justos me coronarán, cuando me hicieres


el beneficio. ¿Qué significa esto? Que a los justos - d i c e -
les aprovechará eso. En efecto, también, también aquellos
se alegrarán, exultarán, gozarán cuando me vean liberado
de los males. Así son las almas de los santos; se duelen
también con los que sufren males, y no envidian a los que
les va bien; por el contrario, se gozan y alegran, y se con-
gratulan con los beneficiados. Así Pablo estableció lo si-
guiente: Alegraos con los que se alegran y llorad con los
que lloran . No es esta una virtud pequeña. En verdad,
21

muchos insultan a los que caen, y envidian a los que so-


bresalen; cada uno de estos sentimientos se producen por

2 1 . Sal 1 4 1 , 8a-b. 23. Rm 12, 1 5 .


22. Sal 1 4 1 , 8c-d.
Salmo 141, 2,6-3,3 367

la crueldad y por una gran inhumanidad. No así los jus-


tos, sino que son misericordiosos y benevolentes, y pose-
en estas virtudes liberados de uno y otro vicio. Igual que
aquéllos sufren ambas cosas por la crueldad, así también
éstos por la benevolencia se duelen con el que sufre, y se
congratulan con el que disfruta. ¿Por qué dijo entonces
me serás propicio} Otro [intérprete] dijo: Cuando me hi-
cieres el beneficio .
24 En cambio, otros [afirman]: Cuando
me seas propicio y me pagues . Y más arriba habló de aflic-
25

ción y humillación, no de grandes acciones ni de atrevi-


miento respecto a las acciones. ¿Por qué pide una recom-
pensa? Por los días de humillación. No es una pequenez
la buena acción de soportar la humillación con acción de
gracias. Por lo que también llama recompensa a esta mer-
ced. Así pues, no suframos nosotros con las aflicciones;
mejor, pidamos no caer en la tentación , y aceptemos lo
26

que sobrevenga. Pues también nos desprendemos de los


pecados, y si somos justos, también nos haremos más cé-
lebres.

3. Esto lo demuestra Job, cuando brilló sobremanera.


Y este bien sucede en el cuerpo, pero no sólo en los hom-
bres, sino también en los irracionales; y no en los irra-
cionales sólo, también en las plantas. Ni siquiera los agri-
cultores permiten que las viñas tengan una larga cabellera
más allá de la justa medida, ni tampoco a otros árboles,
sino que podan la abundancia de la misma durante mucho
tiempo, dirigiendo toda la fuerza a las raíces para que no
produzcan frutos inconsistentes, una vez marchitas las hojas.
Lo mismo sucede en el hombre. Ciertamente, una vez con-
sumido el empeño por las cosas vacías, el alma se vuelve

24. En la versión de Símaco. 26. Cf. Mt 6, 13 y paralelos.


25. Según Aquila.
368 Juan Crisóstomo

más sensible para recibir el fruto maduro y perfecto de la


piedad. Lo mismo puede verse en las aguas. La que está
estancada y no fluye, es nociva; y lo que se desplaza, se
mueve y se conduce por los canales no sólo es saludable,
sino que también es muy agradable para la vista, el tacto
y la bebida. Pero a menudo la aflicción vence a la natu-
raleza. En efecto, lo que fluye endeble si se oprime salta
hacia arriba. Es lo que también sucede al hombre. Los que
soportan con facilidad las adversidades -aunque estén muy
abyectos, muy terrenales y humildes- se vuelven más ex-
celsos, y por ello reciben grandes beneficios. Conociendo,
por tanto, estas cosas, soportemos los males que nos so-
brevengan con acciones de gracias, para que se tornen fá-
ciles y alcancemos los bienes futuros; lo que se nos ha
dado a todos conseguir por la gracia y la benevolencia de
nuestro Señor Jesucristo; a El la gloria y el poder por los
siglos de los siglos. Amén.
SALMO 142

Señor, escucha mi oración .


1

1.1. Es oración tanto la petición vocal como también


la promesa. Por eso también aconseja cierto sabio, dicien-
do: No redupliques las palabras en tu oración . No es que
2

quiera disuadirnos de que no digamos dos veces las mis-


mas palabras en nuestros ruegos y plegarias; lejos de esto,
nos ordena perseverar en las oraciones. Al contrario, nos
recomienda no tardar tanto en cumplir las promesas que
le hemos hecho a Dios, y cumplirlas cuanto antes. Por eso
se dice en otra parte: No tardes en cumplir la promesa . 1

El futuro, en efecto, es incierto. Tanto una enfermedad


como otros acontecimientos imprevistos pueden impedirte
llevarla a cabo. Mas si la muerte te sorprende antes de que
la hayas cumplido, no tendrás excusa. Así pues, aquí el
término oración tiene también el sentido de petición y sú-
plica. Por ello [el Profeta] confirma este significado aña-
diendo: Presta oído a mi súplica por tu verdad . Otro [dice]:
4

En tu fidelidad .5 Otro: En tu constancia inquebrantable . 6

Es decir, «sé favorable a la petición, haz que ella obtenga

1. Sal 142, la. 5. Esta interpretación proce-


2. Si 7, 14. de de Símaco.
3. Q o 5, 3. 6. En la versión de Aquila.
4. Sal 142, Ib.
370 Juan Crisóstomo

su efecto, apoyando así tu verdad; emplea tu poder para


el cumplimiento de mi petición».
2. Ahora bien, consideremos cuál es la naturaleza de
esta petición. Entre los hombres, cuando alguien hace una
petición es escuchado, si lo que se solicita es justo y legí-
timo. Pero también entre los hombres la petición se diri-
ge para conseguir dignidades y riquezas, incluso muchas
veces la protección de una injusticia. Incluso hay quienes
solicitan a los jueces cosas que sobrepasan su facultad. En
cambio, nosotros pedimos la remisión de nuestros peca-
dos, y recurrimos a la petición cuando no hemos podido
obtener el perdón de nuestro juez interior, me refiero a
nuestra conciencia, que no nos permite ningún reposo. En
efecto, no tiene la potestad de perdonar. Ahora bien, lo
mismo que nadie osaría presentarse delante de un rey para
pedirle justicia por un traje rasgado ni por el robo de diez
óbolos; así también, tú cuídate, y con más razón, de pedir
a Dios cosas vanas y miserables, como la venganza por un
daño que os haya sido causado en vuestros bienes o por
una ofensa. Es por las injusticias del demonio por lo que
se debe implorar la ayuda de arriba.

3. Pero ¿es que no tienes quien cuide de ti y presen-


te a Dios tu petición? Cuando se acerque el Rey dirígele
tu oración, y busca el momento favorable. ¿Qué cuándo
se acerca el rey? Siempre y continuamente. ¿Cuál es el mo-
mento favorable? Cuando tú quieras y cuando seas digno
de presentarte ante El. Dios ordenaba a los judíos, cuan-
do se pusieran en su presencia, detenerse al pie de la mon-
taña, vestirse con trajes limpios, y abstenerse de relación
alguna con sus mujeres . En cuanto a vosotros, purificad
7

7. Cf. Ex 1 9 , 1 2 . 1 4 . 1 5 .
Salmo 142, 1,1-4 371

vuestra alma antes que los vestidos, acercaos con senti-


mientos de sensatez, de dulzura y de calma, y presentaos
de este modo delante del Rey, si queréis obtener el favor
del mismo. Este viaje no exige ningún gasto; toma la vir-
tud como provisión. ¿Dónde reside este Rey? Cerca de los
que tienen el corazón contrito. Emprende tú ese camino.
El Señor está cerca de quienes lo invocan en la verdad*,
dice. Es allí donde lo encontrarás, es allí donde puedes ha-
blarle. El está cerca de aquellos que comparten su pan con
los que tienen hambre, y de los que dan con agrado una
limosna. Si sigues esa senda, lo encontrarás dispuesto, fa-
vorable a tu petición. En efecto, Tú clamarás y te diré:
heme aquí . No necesitas de intermediario, sino que ob-
9

tendrás tú solo la petición. Respóndeme por tu justicia.


¿Qué haces, hombre? A continuación va a decir:

4. No entres en juicio con tu siervo, pues ningún vi-


viente es encontrado justo delante de ti . ¿Y pides aquí
10

que se te escuche porque eres justo? ¿Qué significan estas


palabras? La justicia de la cual se habla aquí es la bene-
volencia, y en muchos lugares de la Escritura se puede ver
que la justicia es tomada en ese sentido, y con razón. Cier-
tamente entre los hombres la justicia priva de la miseri-
cordia, pero no ocurre lo mismo en Dios, sino que la mi-
sericordia se encuentra siempre unida a la justicia en tan
grande proporción que la justicia es llamada benevolencia.
Considera cuánta fue la misericordia y cuánta la justicia
en tiempos del diluvio. Ciertamente, si los pecadores fue-
ron entonces castigados, sin embargo lo fueron por deba-
jo de lo que merecerían. No me consideres ni la cantidad
de agua, ni la duración de este naufragio producido por el

8. Sal 144, 18. 10. Sal 142, 2.


9. Is 58, 9.
372 Juan Crisóstomo

diluvio, ni la tierra entera convertida en un abismo. ¿Qué


importaba este espectáculo a los que perecieron entonces?
Fue terrible, sin duda, pero aquello no fue un suplicio para
los que habían encontrado la muerte bajo el agua. ¿Cómo
podían ser castigados si eran insensibles a lo que estaba
ocurriendo, pues murieron además en un solo instante, con
la muerte más corta y ligera; muerte mucho menos peno-
sa y espantosa que la muerte por el fuego, por la espada
y por la soga? Era más bien la imagen de suplicio que la
experiencia de una realidad. Habían prolongado sus crí-
menes hasta el extremo, y su suplicio no duró más que un
instante, si se puede llamar suplicio a lo exigido por la na-
turaleza.

2.1. ¿Ves cuánta es la benevolencia? ¿Quieres ver tam-


bién una nueva prueba de ello? [Dios] no envió inmedia-
tamente el diluvio, sino que lo predijo una, dos y muchas
veces. Ciertamente les avisó mediante el arca [de Noé];
pero ellos no desistieron, aunque no fuese necesario re-
cordarles su iniquidad. Ni siquiera la naturaleza les ins-
truyó, sino que como puercos, y más inmundos que estos
animales, eran instrumentos de corrupción los unos para
los otros, trastocaban de arriba a abajo las leyes de la na-
turaleza, indolentes a todas las exhortaciones, a todos los
consejos, y a los ejemplos de virtud que tenían delante de
sus ojos, y sin embargo su castigo no dura más que un
instante; digamos mejor que con la muerte fueron arran-
cados y liberados del castigo. En efecto, para ellos era más
grave cometer semejantes crímenes que ser engullidos en
un solo instante por las aguas del diluvio. Dime, ¿es eso
un suplicio para los que se encuentran corrompidos por
el vicio, para los que se encuentran ilegítimamente unidos
unos con otros, para los que deshonran y son deshonra-
dos, el verse liberados de ese ultraje? ¿Acaso del médico
que cercena los miembros gangrenados decimos que trata
Salmo 142, 1,4-2,3 373

rigurosamente el cuerpo o le admitimos como benevolen-


te? ¿Cómo entonces no admiramos mucho más la sabi-
duría y la benevolencia de Dios, que por lo mismo cas-
tiga a quienes son suyos? Conviene que siempre le hagamos
objeto de nuestra admiración y nuestras alabanzas; y por
la misma razón nunca debemos desistir de admirarnos de
su providencia y no cesar de alabar su sabiduría, pues por
un ligero castigo ha hecho desaparecer el mal que ame-
nazaba con extenderse, y ha aplicado un remedio sin cau-
sar ningún dolor.
2. No te turbes entonces al ver que todos los hombres
perecieron de golpe, en un solo instante. ¿Qué importa
que la muerte haya llegado súbitamente o poco a poco?
¿Qué aprovecha al que está muerto el haber salido solo
de la vida, o qué le daña el hacerlo con todos los hom-
bres ? Escúchame por tu justicia; es decir, en tu benevolen-
cia. Puesto que eso es lo que significa, añade: Y no entres
en juicio con tu siervo. También esto es lo que pedía Job
a Dios, puesto que era un hombre justo, verdadero, pia-
doso y privado de todo mal , diciendo: ¡Ojalá tuviese al-
11

guien que juzgara y se interpusiera entre las dos partes! .


11

Y cuando Dios se le aparecía [afirmaba]: Yo taparé mi boca


con la mano ; 13 mientras Dios le provocaba y decía: No, cí-
ñete la cintura como un hombre . 14

3. También reprochaba esto mismo a los judíos, cuan-


do decía: ¿ Qué injusticia han encontrado vuestros padres
contra mí, para motivar la iniquidad que han cometido
vuestros príncipes contra mí? . Si les habla de este modo,
13

no es para pronunciar una sentencia más rigurosa con-

1 1 . J b 1, 1. 14. Jb 40, 7.
12. Jb 9, 33. 15. J r 2, 5.
13. Jb 40, 4.
374 Juan Crisóstomo

tra ellos, sino para llevarles el sentimiento y reconoci-


miento de sus propios pecados y concederles el perdón,
para que de esa forma vieran la magnitud del favor. Por
eso afirma: Tú di primero tus iniquidades, no para atra-
er sobre vosotros la condenación sino, para justificarte . 16

Por eso él mismo no las refiere, sino que le prepara a


ello.
4. Ciertamente, si quisiera castigar, Él mismo acusa-
ría; pero como ahora quiere ser misericordioso, deja este
papel al pecador, para reservarle la corona, y atraerlo por
el reconocimiento al perdón. ¿Qué hay comparable a esta
benevolencia? Nada absolutamente. «Habla -nos dice- y
no buscaré otra cosa; reconócelo, y será suficiente para
mí; habla y me abstendré de todo». No entréis en juicio
con vuestro siervo. Muchos son los que obran rectamente
en lo que Dios ha de juzgar. Así, quienes son agradeci-
dos lo saben; en cambio, hay quienes ignoran lo que
dicen continuamente los profetas: El Señor entabla jui-
cio con su pueblo, y se querellará con Israel . Y tam-
17

bién: Escuchad, valles y cimientos de la tierra . Y des-


18

pués: Escucha cielo; presta tu oído, tierra . Estas 19

predicciones continuas del juicio inspiraban a la rectitud


a aquellos que tenían menos inteligencia. Escuchad cómo
algunos judíos dicen: ¿Para qué ayunamos, si no nos
miras? .
20 Y otra vez: Todo el que obra mal es bueno de-
lante de Dios . Y una vez más: Los que practican
21 la im-
piedad prosperan, y llamamos dichosos a los soberbios . 21

Y también: El camino del Señor no es recto . 23

16. Is 43, 26. 20. Is 58, 3.


17. Mi 6, 2. 2 1 . MI 2, 17.
18. Ibidem. 22. MI 3, 1 5 .
19. Is 1, 2. 23. Ez 33, 17.
Salmo 142, 2,3-3,1 375

5. Así, el bienaventurado Job, una vez sometido a aque-


lla dura prueba, se guarda bien de tener el mismo lengua-
je que los judíos; ¡eso jamás! Sin embargo dijo: Ojalá hu-
biera un mediador, alguien que juzgara y se interpusiera
en medio de ambos, para que retire su vara de mí, y que
su temor no me espante . 24 Por eso le contestó: Yo te inte-
rrogaré, y tu me responderás . Pero sobrecogido de es-
25

panto, [Job] dijo: ¿Por qué soy todavía juzgado ahora que
soy castigado y que acuso al Señor? . Y en otra parte: So-
26

lamente te conocía de oídas, pero ahora te veo con mis ojos:


por eso me arrepiento a mí mismo y hago penitencia; pues
me considero polvo y ceniza . Pon tu mano en mi boca .
27 2S

Sin embargo [Dios] le dice: No, sino ciñe tu cintura como


un hombre ;29 y recordando sus palabras habla en estos tér-
minos: «Porque quisiste entrar en juicio conmigo, aquí
estoy presto a sostener las acusaciones». ¿Ves la benevo-
lencia inefable de Dios, la bondad infinita? Así también
confesaban los tres jóvenes: Hemos pecado, hemos cometi-
do iniquidades, obramos injustamente . Y es que muchos
50

hombres en su delirio hacen recaer sus pecados sobre Dios,


por instigación del demonio; y Dios, para desarraigar este
hábito criminal, repite frecuentemente que El quiere entrar
en juicio con ellos.

3.1. Así fue el pecado del primer hombre, y por eso


decía: La mujer que me diste por compañera, me dio y
comí .
31 También los judíos cometieron todos esos críme-
nes. Porque ningún viviente será encontrado justo delante
de ti. ¿Por qué hablo de mí mismo con temor? No hay
aquí hombre sobre la tierra que pueda ser encontrado justo,

24. Jb 9, 33-34. 28. J b 40, 4.


25. J b 38, 3; 40, 7. 29. J b 40, 7.
26. J b 40, 4. 30. D n 3, 29.
27. Jb 42, 5-6. 31. G n 3, 1 2 .
376 Juan Crisóstomo

si es juzgado sobre los mandamientos que le has impues-


to. Así tú vences totalmente.
2. Porque el enemigo ha perseguido mi alma . Se puede 12

entender esto como dicho de Saúl, cuando era enemigo [de


David] y lo perseguía . Se puede decir también en senti-
33

do analógico que ese enemigo era el demonio; en efecto


éste no deja de perseguir a los [amigos] de Dios. Ahora
bien ¿cómo escaparemos nosotros de la persecución? Re-
fugiándonos en un lugar donde no pueda entrar. Luego
pregunta, ¿ y cuál es ese lugar? No hay otro lugar excep-
to el cielo. Pero ¿cómo se puede llegar al cielo? Escucha
a Pablo que dice y enseña que, aunque nos retenga esta
carne mortal, podemos habitar en el cielo: Buscad las cosas
de arriba -dice-, donde Cristo está sentado a la derecha
de Dios . Y también: Pero nosotros somos ciudadanos
14 del
cielo .
15

3. Humilló mi vida hasta el suelo . El término humil-16

dad significa muchas cosas. Existe la virtud de la humil-


dad, como cuando dice: Dios no despreciará un corazón
contrito y humillado . Existe también la humillación que
17

viene de la desgracia; existe también la que es consecuen-


cia de los pecados. Aquí [el salmista] se refiere a la que
proviene de las calamidades. Para indicarlo ha añadido: Hu-
milló mi vida hasta el suelo. Existe también una humilla-
ción que procede de la soberbia, como cuando dice: El
que se ensalza será humillado . Hay también otra humi-
18

llación que es el fruto de la ambición. ¿Qué hay más hu-


millante que enterrarse en la riqueza, el poder y la gloria?

32. Sal 1 4 2 , 3a. 36. Sal 142, 3b.


33. Cf. 1 S 19, 8 - 1 0 . 37. Sal 50, 19.
34. Col 3, 1. 38. Le 18, 14.
35. Flp 3, 20.
Salmo 142, 3,1-4 377

Estos tales se encuentran humillados por dos razones: por-


que se arrastran por la tierra, y porque contemplan como
grandes las cosas que en realidad son pequeñas; como los
niños que dan tanta importancia a sus tabas y a sus pelo-
tas, y a otros juguetes semejantes. Esta excesiva importan-
cia no demuestra la grandeza real de esos objetos, más bien
la debilidad y la falta de inteligencia de los que los admi-
ran. En los niños, es defecto de edad y madurez; en los
otros, es un vicio de la voluntad. En efecto, cuando uno
es ya un hombre adulto pone la grandeza en los goces de
la mesa, en los placeres y en las delicadezas de la vida. ¿Se
puede encontrar otra cosa más humillante? Y hay muchos
que atribuyen a estas personas una cierta grandeza de es-
píritu, pero éstos caen en una humillación mayor que aque-
llos. Conozcamos, pues, cuál es la verdadera grandeza, y
qué es lo que lleva a la vulgaridad. En verdad, nada hace
más excelso que despreciar los bienes perecederos.

4. Ahora el Profeta se refiere a la humillación que nace


de la calamidad: Me hizo morar en tinieblas como los muer-
tos para siempre .
39 Habla de una doble calamidad: que está
en tinieblas, y como los muertos para siempre, expresando
por ambas cosas la cautividad de entonces. Ciertamente,
uno que está en la oscuridad puede hacer algo, prende una
luz, pero queriendo mostrar la intensidad de los males, au-
mentó la tragedia al añadir el nombre de los muertos. Así
son los que viven en el pecado. Ciertamente son como
muertos en tinieblas; y aunque les rodeen incontables lám-
paras, aunque contemplen el sol, aunque parezcan alegres
y gozosos por sus vestimentas y su tenor de vida, en nada
tienen una mejor condición que los que están muertos y
habitan las tinieblas: máxime cuando aquello es natural,

39. Sal 142, 3c-d.


378 Juan Crisóstomo

pero esto es culpa de su voluntad. Las tinieblas son aque-


llas que han de venir, de las que se dice: Atadlo y arro-
jadlo a la tiniebla exterior . Es la tiniebla del mal. A los
40

que habitan en tiniebla - d i c e - y en sombra de muerte .41

Y Pablo: No somos hijos de las tinieblas . Y de nuevo: Se


42

envanecieron en sus razonamientos, y fue entenebrecido su


insensato corazón . 43

5. Así como quienes se encuentran en tinieblas desco-


nocen la naturaleza de las cosas, también los que viven en
el pecado están obcecados y no distinguen lo que es evi-
dente, sino que corren tras las sombras como hacia la ver-
dad, y persiguen la riqueza, las delicias y el poder, y no
distinguen a los amigos y a los enemigos: confían en los
enemigos como en amigos, y se enfrentan a los amigos
como enemigos. ¿No ves cada día a los pobres que cla-
man, afligidos, y nadie los escucha? ¿Por qué no los es-
cuchan? Porque el diablo los ha colocado en las tinieblas,
como muertos para siempre. Lo que en unos es la tinie-
bla y la muerte, eso es la inhumanidad en otros. Y es pro-
pio de los que están en las tinieblas no darse cuenta de
las maldades que los invaden. También es esto lo que su-
cede a los que no ven las calamidades de su alrededor, y
que se precipitan en fosas y precipicios. Es propio de los
que se encuentran en tinieblas admitir las infamias con
toda clase de atrevimiento. También hacen lo mismo quie-
nes viven inicuamente, como establecidos en tinieblas, y
sin que ningún hombre contemple lo que hacen, pues todo
lo hacen exentos de preocupaciones y tramando sus crí-
menes en medio de las ciudades como si estuvieran en el
desierto.

40. M t 22, 13. 42. 1 Ts 5, 5.


41. Le 1, 79. 43. R m 1, 2 1 .
Salmo 142, 3,4-,4,2 379

4.1. Quienes se encuentran en tinieblas, viven en un


miedo continuo; y también los pecadores. Ninguno que
rapta o roba está ajeno al miedo, por mucho que se jacte
insolentemente, o aparezca con una especie de alegría ex-
terna. Tal es la naturaleza del que actúa sin conciencia. Ya
eran así antes, cuando aún estaban exentos de todo casti-
go, pero mucho más ahora, cuando el sol de justicia ha
brillado , y ellos permanecen en tiniebla. ¿Cómo es que
44

brillando el sol permanecen en tiniebla? Por la enferme-


dad de sus propios ojos. En efecto, cuando se entierran en
antros, en cloacas y en los remolinos del vicio, no se puede
ver brillar los rayos por la debilidad de los ojos.

2. Se apaga en mí el aliento; en mi interior está tur-


bado mi corazón ' Otro [intérprete dice]: Y enmudecía
1 5 mi
alma dentro de mí . De nuevo muestra una aflicción te-
4b

rrible causada por la perturbación de la mente. ¿Qué sig-


nifica en mfí «No he podido comunicárselo a otros - d i c e -
y recibir algún consuelo». Así son las almas de los hom-
bres perversos: no tienen ninguna tranquilidad, y no sólo
cuando los males están presentes, sino tampoco cuando los
están esperando. No hay jamás seguridad ni tranquilidad
de ánimo para ellos, sino que están más confusos que cual-
quier mar; ni la noche ni el día les concede la inmunidad
de la tempestad, sino que siempre están molestos, aunque
no haya nada que fastidie, tienen guerras internas, no gozan
ni con las cosas que ya alcanzaron, recomidos por el deseo
de lo que no han conseguido, desgarrados, solícitos de cual-
quier negocio, escrutando con curiosidad los bienes de
todos, inquietos por cómo van a persuadirlos: aterrorizan-

44. Cf. MI 3, 20. 46. Según la versión de Símaco.


45. Sal 142, 4.
380 Juan Crisóstomo

do a uno, con palabras blandas a otro, cercándolo, obser-


vándolo, complicándose con calumnias, compras, ventas,
testamentos, juramentos, usuras, heces y escorias de todos
los males; y cuando consiguen todo eso, entonces es cuan-
do más temerosos se encuentran. Mira al rico aquel per-
turbado, cuando su campo ha sido fértil, y duda, perple-
jo, diciendo: ¿ Qué haré? Destruiré mis graneros y construiré
otros más grandes . El pobre, sin embargo, no sufre eso.
47

3. Me acuerdo de los días de antaño; medito en todas


tus acciones *. No es pequeño consuelo el conocer las cosas
4

pasadas y presentes. En efecto, por decirlo de alguna ma-


nera, Dios administra con las mismas leyes tanto las cosas
presentes como las pasadas, siendo el mayor consuelo para
las presentes la memoria de las pasadas. Y así dice tam-
bién en otro salmo: ¿Es que el Señor nos va a rechazar
para siempre, o retirará su misericordia hasta el final? . 49

Y otro [afirma]: Mirad las antiguas generaciones y apren-


ded si alguien que esperó en el Señor fue abandonado™.
También Pablo [dice]: Todas estas cosas les sucedían como
en figura, y están escritas para amonestarnos a nosotros,
que vivimos en estos tiempos finales . 51Logramos fruto mu-
chas veces no sólo al recordar cosas de los demás, sino
las nuestras propias. Es lo que muestra el Apóstol di-
ciendo: Traed a la memoria los primeros días, cuando des-
pués de haber sido iluminados, sufristeis un gran combate
de pasiones .52 Y también al contrario: ¿ Qué fruto encon-
tráis en esas cosas que ahora os avergüenzan? . Y otro
53

sabio [dice]: Recuerda tus postrimerías y no pecarás jamás . 54

47. Le 12, 18. 51. 1 C o 1 0 , 1 1 .


48. Sal 142, 5. 52. Hb 10, 32.
49. Sal 76, 8.9. 53. Rm 6, 2 1 .
50. Si 2, 10. 54. Si 7, 36.
Salmo 142, 4,2-4 381

Y esto, aunque es algo futuro, sin embargo desde el pa-


sado lleva a lo importante: la muerte común.
4. Esto es lo que también hace Pablo desde las cosas
pasadas y futuras, tanto cuando conviene corregir como
cuando conviene consolar: No quiero -afirma- que igno-
réis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo
la nube, y todos atravesaron el mar, y todos comieron el
mismo alimento espiritual: pero la mayoría de ellos no agra-
dó a Dios . Y sobre las cosas futuras [dice]: Algunos su-
55

frirán una pena, la privación eterna de la presencia del


Señor y de la gloria de su poder . Y de nuevo: Pero la ira
56

contra ellos ha llegado al límite . 57 El día lo pondrá de ma-


nifiesto, porque se revelará en el fuego *. Y también: Por
5

culpa de esto viene la ira de Dios sobre los hijos desobe-


dientes .59 Ahora bien, estas cosas cuando conviene corre-
gir, pero cuando conviene consolar, consuela con otras;
desde cosas pasadas, dice: Bendito sea Dios, Padre de nues-
tro Señor Jesucristo, Dios de las misericordias, y padre de
todo consuelo, que nos consuela en toda aflicción, por el
consuelo que de Dios recibimos ; 60 pero sobre de las futu-
ras [dice]: Los sufrimientos del tiempo presente no son com-
parables con la gloria futura que ha de manifestarse en no-
sotros . Y por eso aquí el Profeta dice: Me acuerdo de los
61

días de antaño y medito en todas tus acciones. No dice so-


lamente me acuerdo, sino medito; es decir, «he considera-
do tu magnífica obra y tu cuidado cuando me han conta-
do las cosas que sucedieron en la antigüedad». Ciertamente,
en el conocimiento del relato de las Escrituras encontra-

55. 1 C o 1 0 , 1.3.5. 59. Ef 5, 6.


56. 2 Ts 1, 9. 60. 2 C o 3-4.
57. 1 Ts 2, 16. 61. Rm 8, 18.
58. 1 C o 3, 13.
382 Juan Crisóstomo

mos un gran consuelo y filosofía. Y así decía Pablo: Man-


tenemos la esperanza por la paciencia y el consuelo de las
Escrituras . Y también: Toda Escritura es inspirada por Dios
62

y útil para la doctrina, la reprensión y la corrección . 63

5.1. Igualmente éste recibe aquí el consuelo porque, al


encontrarse en tamaña aflicción e inquietud, da vueltas en
su interior a los sucesos antiguos, y porque trae a su me-
moria las distintas gestas realizadas por Dios. Dice tam-
bién otro: Y he meditado todas tus acciones. Medité en las
obras de tus manos . Otro [intérprete dice]: Medité los he-
64

chos de tus manos . Con esto señala que cuando hace estas
65

cosas conseguía un gran consuelo, y se familiarizaba con


Dios.

2. Por eso también añadió: He tendido mis manos hacia


ti . No dijo «he levantado», sino he tendido,
66 mostrando
el gran afecto de corazón, que tiende a salir del cuerpo y
dirigirse hacia Dios. «Inflamado con una fuerza divina por
la memoria de esas buenas acciones, considerando toda la
benevolencia y la enseñanza que proviene de los aconteci-
mientos y la independencia de la liberación, en ti me re-
fugio». Mi alma es como una tierra sedienta de ti . Otro 67

[intérprete afirma]: Como tierra que tiene sed de ti siem-


pre *; después viene pausa. «Tanto en las situaciones ad-
6

versas como en las seguras, siempre he mostrado igual des-


velo». ¿Qué significa como tierra sedienta} «Como tierra
árida que desea la lluvia, así estoy yo de cercano a ti con-
tinuamente». La montaña de aflicciones hizo aumentar
sobre todo ese deseo; por eso también Dios permite que

62. Rm 1 5 , 4. ción de Símaco.


63. 2 Tm 3, 1 6 . 66. Sal 142, 6a.
64. Según la versión de Aquila. 67. Sal 142, 6b.
65. Se trata de la interpreta- 68. En la versión de Símaco.
Salmo 142, 4,4-5,3 383

éstas crezcan para mostrar su gran providencia. En efecto,


no sólo hizo las criaturas, sino que ofrece su cuidado a
los acontecimientos, a los hombres y a todo lo demás.
Pablo, conocedor de esto, decía: En El vivimos, nos mo-
vemos y existimos . Y también: En El subsisten
69 todas las
cosas . Y David: Todos ellos esperan de ti que les des el
70

alimento a su tiempo. Se la das y la toman; abres tu mano


y se sacian de bienes; pero escondes tu rostro y se turban . 71

Y también: El mira a la tierra y hace que tiemble . E Isa- 72

ías: El se sienta sobre el disco de la tierra . Y respecto al 73

poder: Si el Señor no edifica la casa -afirma-, en vano tra-


bajan los constructores "". Y de nuevo: El pone a la estéril
7

al frente de su casa, como madre feliz de hijos . Y así, sa- 75

cude la tierra, y tocando los montes los fulmina, mostrando


su dominio . Y también oscurece el sol y hace que re-
76

troceda, mostrando una vez más que es creación suya . 77

3. También en las Escrituras ves que el sol se detiene


y la luna se para también con él , y muchos otros mila- 78

gros. Hacía estas cosas en un momento en el que el co-


nocimiento de Dios no estaba en nada extendido; pero
ahora no es necesaria esa doctrina, puesto que las mismas
cosas proclaman y manifiestan al Señor . ¿Viste las tinie- 79

blas en Egipto y el cambio de los elementos? Y si hay


80

quienes dicen que fue a causa de un eclipse natural y no


por mandato de Dios, que expliquen cómo se realizó cuan-
do [Cristo] fue crucificado. No era el tiempo establecido,
ni tampoco el momento lógico ni el conveniente al curso

69. Hch 1 7 , 28. 75. Sal 1 1 2 , 9.


70. C o l 1, 17. 76. Cf. Sal 1 0 3 , - 3 2 .
7 1 . Sal 1 0 3 , 2 7 - 2 9 . 77. Cf. Is 38, 8.
72. Sal 1 0 3 , 32. 78. Cf. Jos 1 0 , 13.
73. Is 40, 22. 79. Cf. Rm 1, 20.
74. Sal 1 2 6 , 1. 80. Cf. Ex 10, 2 1 .
384 Juan Crisóstomo

natural, sin embargo sucedió en la decimocuarta luna, y


en el plenilunio . Ahora bien, los eclipses no acontecen
81

así. Pero tampoco pueden explicarlos. Por lo cual es claro


que lo mismo que suceden otras cosas por mandato del
Creador, así también los eclipses todos.
4. ¡Respóndeme pronto, Señor! Me falta el aliento* . 2

¿Qué dices? ¿Urges al médico en la curación? ¡Nada de


eso! Al contrario, es costumbre de las almas afligidas y de
los hombres cansados acudir a los médicos y también pro-
curar lo más pronto posible su liberación, aunque no se
solicite tiempo. Por eso él, añadiendo la causa, decía: Me
falta el aliento. Dios, que puede resucitar a los muertos,
con más razón puede hacerlo antes de la muerte. Pero
como ya he dicho, aquí se descubre la imbecilidad de la
naturaleza. Realmente sabía que todas las cosas son fáciles
para Él, pero no puede soportar la inducción de los males.
No apartes tu rostro de mí, pues sería yo como los que
bajan a la fosa* . Otro [dice]: No escondas tu rostro de
1

mí* . ¿Dónde está la aversión? El mismo Dios dice por


4

boca de Isaías: ¿Acaso mi mano no es poderosa? Pero vues-


tros pecados levantan una muralla entre vosotros y yo* . 5

En efecto, cuando hacemos algo malo, se aparta. Limpio


es tu ojo -dice-, como para ver el mal y no puede con-
templar la iniquidad* . Por eso rechaza también a los arro-
6

gantes. Dice, por eso: ¿En quién pondré yo mis ojos, sino
en el pobrecito y contrito de corazón, y que oye con temor
mis palabras?* . 7 Persigamos, pues, esta virtud, para atraer
su rostro hacia nosotros, para que no caigamos en el bá-
ratro del mal, lleno de densas tinieblas. Pero los que ca-

81. Cf. M t 2 7 , 45. A q u i l a , Símaco y Teodoción.


82. Sal 1 4 2 , 7a-b. 85. Is 59, 1-2.
83. Sal 1 4 2 , 7c-d. 86. Ha 1, 13.
84. Según las versiones de 87. Is 66, 2.
Salmo 142, 5,3-6,1 385

yeron pueden también levantarse. Conviene, ciertamente,


que los que caen no permanezcan tendidos en el suelo. La
naturaleza del pecado es como una fosa en la que habitan
crueles bestias y que está llena de tinieblas. Aflojemos las
cuerdas de las Escrituras y liberemos la voluntad: y si ca-
emos, levantémonos rápidamente. ¿Cómo tiene lugar el co-
mienzo de este camino? Cuando caemos y no nos deses-
peramos ni abatimos, sino que cantamos estas canciones
proféticas: ¿Acaso el que cae no se levanta? . Y también:
w

Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis vuestros corazo-


nes como en la desesperación ; nos levantamos cuando ven-
89

cemos esos pensamientos.

5. Haz que sienta tu misericordia en la mañana, por-


que confío en ti . Otro [intérprete afirma]: Haz que sien-
90

ta desde la mañana tu misericordia ; esto es, rápidamente.


91

6.1. ¿Ves un alma perturbada y afligida? Quiere escu-


char de la experiencia cómo se actúa correctamente con la
esperanza y la espera. Lo que dice es esto: «Haz que me
levante, según la promesa». Después añade la causa justa
de la súplica, diciendo: Porque confío en ti. No hay cosa
que Dios desee más que el que siempre estemos pendien-
tes de Él. Hazme saber, Señor, el camino a seguir, porque
a ti he levantado mi alma . ¿Qué dices? Él tiene desde el
92

principio impuesta por Dios la ley natural, confirmada por


las leyes de Moisés, ¿qué quieres al decir de nuevo hazme
saber, Señor, el camino a seguir} Ahora bien, puede que
pretenda decir lo siguiente: «Puesto que mi conciencia está
obscurecida por el pecado, te pido que me libres de ella».
O bien aquí llama camino a las muchas cosas ignoradas

88. J r 8, 4. 91. Según la versión de Símaco.


89. Sal 94, 7-8. 92. Sal 1 4 2 , 8c-d.
90. Sal 142, 8a-b.
386 Juan Crisóstomo

por los hombres, como también Pablo señala al decir: Cier-


tamente, no sabemos pedir como conviene . Y si Pablo lo
93

ignora, con tanto conocimiento [como él tenía], ¿por qué


te sorprendes de que diga eso? ¿No ves que no busca nada
sensible de aquí abajo, sino el camino que conduce a Dios
y aquello desde lo que se procura lo principal? No dijo
94

solamente enséñame, Señor, el camino que me conduce a


ti. ¿Entonces qué? Porque a ti be levantado mi alma; esto
es: «De ti dependo y a ti miro». En efecto, sobre todo es
a éstos a quienes Dios se da a conocer. Y por eso decía
de los judíos a quienes habla en parábolas: Para que vien-
do no vean, y escuchando no oigan . Lo de he
93 levantado
significa «a ti he entregado mi alma».

2. Líbrame de mis enemigos, Señor, en ti me refugio . 96

Mira cómo por todas partes expone las razones de la pe-


tición. No apartes de mí tu rostro, dice, porque en ti he
esperado. Hazme saber el camino, porque hacia ti levanto
mi alma. Líbrame de mis enemigos, porque en ti me re-
fugio.
3. Enséñame a cumplir tu voluntad, porque tú eres mi
Dios . No dice sin más enséñame tu voluntad, sino a cum-
97

plir tu voluntad; es decir, «guíame hacia las obras mismas».


Necesitamos el auxilio de arriba y la doctrina del cielo
para entrar en el camino que nos conduzca a la virtud; no
abandonándonos en el ocio, sino entregando nuestras cosas.
Porque tú eres mi Dios. ¿Ves sus peticiones espirituales?
Ciertamente su petición no versa sobre riquezas, poder o

93. Rm 8, 26. gracia con el que el hombre está


94. Es decir, el don de la gra- revestido.
cia. Para el Crisóstomo el princi- 95. Mt 1 3 , 1 3 .
pio de las buenas acciones en el 96. Sal 142, 9.
hombre reside en ese don de la 97. Sal 142, lOa-b.
Salmo 142, 6,1-6 387

gloria, sino sobre el cumplimiento de la voluntad de Dios,


lo que es el tesoro de todos los bienes, auxilio que nunca
cesa, principio y raíz de la felicidad, medio y fin.
4. Tu Espíritu bueno me guíe por tierra llana *. ¿Ves 9

cómo aprendemos a seguir ese camino por medio del Es-


píritu Santo? Así también decía Pablo: Dios se nos ha re-
velado por medio de su Espíritu". Por tierra llana. Según
la expresión, quiere decir su patria; pero por elevación sig-
nifica el camino que guía a la virtud. Otro dice: Por tie-
rra plana .100Nada hay más liso que la virtud, que se en-
cuentra libre de la inquietud y de la confusión.

5. Por tu nombre, Señor, dame la vida . ¿Ves cómo 101

de nuevo se refugia en Dios sin confiar en la seguridad de


la vida? Por tu justicia, sacarás mi alma de la angustia . 102

Otro dice: Por tu misericordia . ¿Ves cómo es verdadero,


1071

como decía más arriba, que a su justicia siempre la llama


benevolencia? Sacarás mi alma de la angustia. Rogad para
que no entréis en tentación , dice.104

6. Y por tu misericordia aniquilarás a mis enemigos . 105

Ciertamente yo no soy digno -afirma-, pero mediante tu


benevolencia aléjame de los que me hacen la guerra, lí-
brame de los que me acechan, concédeme respirar un poco
en la aflicción. Y perderás a todos los que oprimen mi alma,
porque yo soy tu servidor . Mira una vez más estableci-
106

da la causa. No podemos conseguir nada de lo que pedi-


mos, pero conviene que nos preparemos de forma que se-

98. Sal 142, lOc-d. 103. Segúan la versión de Sí-


99. 1 C o 2, 1 0 . maco.
100. Esta interpretación es de 104. Me 14, 38.
Aquila. 105. Sal 142, 12a.
1 0 1 . Sal 142, l i a . 106. Sal 142, 12 b-c.
102. Sal 142, 1 1 b .
388 Juan Crisóstomo

amos dignos de recibir lo que pedimos, contribuyamos con


lo nuestro y nos presentemos así. Y no basta sólo la na-
turaleza de la oración; también los judíos anhelaban y es-
cuchaban: Aunque multipliquéis vuestra petición, yo no os
escucharé .107¿Por qué te sorprendes de que los judíos no
fueran escuchados, cuando también Jeremías orando por
ellos fue reprendido y tiene que escuchar una vez y dos:
No reces por este pueblo, porque no te voy a escuchar *} 10

¿Por qué te sorprendes de que Jeremías no sea escucha-


do? Aunque estuvieran presentes, Noé, Job, o Daniel, no
libraré a sus hijos ni a sus hijas .109 Nosotros, al conocer
estas cosas, no sólo tenemos que orar, sino que debemos
prepararnos con las oraciones a ser dignos de recibir, para
alcanzar los bienes presentes y futuros, que a todos noso-
tros se nos ha dado conseguir por la gracia y benevolen-
cia de nuestro Señor Jesucristo; a El la gloria y el poder
por los siglos de los siglos. Amén.

107. Is 1, 1 5 . 109. Ez 14, 1 4 . 1 6 .


108. J r 7, 16.
SALMO 143

Bendito sea el Señor, mi Dios, que adiestra mis manos para


el combate, mis dedos para la batalla . 1

1.1. ¿Qué dices? ¿Dios es maestro de batallas, luchas


y combates? Ciertamente sí; no pecaría quien pensase que
ha obtenido gracias a Él la victoria en esas batallas. Esto
es lo que quiere decir adiestra mis manos. O sea, «Él hace
que me apodere de los enemigos, que [los] venza y que
levante el trofeo». Ciertamente, cuando hizo caer a Go-
liat , Él fue la causa de la victoria, y cuando ganó muchas
2

batallas, levantó los trofeos y tomó por la fuerza algunas


ciudades de los enemigos; Él fue la causa de que aquél
[David] venciera. Y así decía cantando: El Señor es fuerte
y poderoso, el Señor es fuerte en el combate . 1

2. También con Moisés obró cosas parecidas. Pero en


verdad existe otro combate más grave que éste, el que se
lleva a cabo contra las potestades enemigas, y donde nos
es necesario el auxilio de arriba. Respecto a que libramos
combate contra éstas, escucha lo que dice Pablo: No es
nuestra lucha contra la carne o la sangre, sino contra los
principados, contra las potestades, contra las dominaciones

1. Sal 1 4 3 , 1. 3. Sal 23, 8.


2. Cf. 1 S 1 7 , 49.
390 Juan Crisóstomo

de este mundo de tinieblas ; también por eso es más grave,


4

porque son ejércitos de otra naturaleza que no es visible,


y porque no se trata de cosas nimias, sino de la salvación
o de la perdición. Aquí no es posible ver a los que caen,
ni prever el tiempo, ni la dificultad, ni el lugar, ni ningu-
na otra cosa semejante. Estas falanges nos invaden en casa,
en la plaza, cuando nos divertimos y cuando descansamos;
por eso conviene estar siempre protegidos. Esta guerra no
tiene tregua, ni legados, ni privilegios, ni nada parecido,
sino que es una batalla implacable. Por eso conviene pro-
tegerse por todas partes y pertrecharse con energía. Los
víveres de esta guerra y las armas de estos soldados son
la obediencia a las Sagradas Escrituras. Quien no disfruta
de ella, muere de hambre. Les daré -dice-, no hambre de
pan ni sed de agua, sino hambre de oír la palabra de Dios . 5

Así pues, como también sucede en las guerras materiales,


aquí también es necesaria la ayuda de arriba. Un rey no
se salva por su mucho poder, ni el héroe se salvará por su
mucha fuerza. Vano es un caballo para la salvación ni con
su gran brío se puede librar . 6 Así, muchos enemigos ca-
yeron y, cuando antes estas oraciones abrían la marcha,
también hacían retroceder las falanges enemigas.

3. Mi misericordia y mi baluarte, mi protector y mi li-


bertador''. ¿Ves de nuevo cómo ruega que sea salvado por
la benevolencia? Y también quiere indicar otra cosa. En
efecto, con esto muestra y dice: «Yo no sería digno de esa
misericordia si Él mismo no lo indicara». Así pues, Él es
mi misericordia, afirma. «No soy y o quien lo ha realiza-
do con las obras». Pues aunque es misericordioso, sin em-
bargo no se reparte a todos indiscriminadamente. Seré mi-

4. Ef 6, 12. 6. Sal 32, 1 6 - 1 7 .


5. A m 8, 1 1 . 7. Sal 143, 2a-b.
Salmo 143, 1,2-4 391

sericordioso con el que yo quiera*, dice. Conviene, pues, si


queremos conseguir misericordia, propiciar las ocasiones de
esa benevolencia. Aquí dice igualmente que si ha conse-
guido misericordia es gracias a El. ¿Ves qué alma tan con-
trita? ¿Ves el espíritu sublime que todo lo atribuye a Dios
benevolente ? El es mi baluarte, mi protector y mi liberta-
dor; y en Él he confiado .9 Asiduamente torna a su espe-
ranza, enseñando a todos a no sumergirse en los males ni
tampoco a quedarse boquiabiertos en medio de las tenta-
ciones, ni a desesperar ni quebrantar el ánimo. Él es mi
refugio y mi libertador. Conviene por esto tener un buen
ánimo, aunque no nos arrebate ni libere de los peligros
actuales. Ahora bien, si El es refugio y libertador, librará
a todos de los males. La mayor esperanza tiene lugar cuan-
do parece que vamos a desesperar, y lo hace para que con-
fiemos en el futuro.

4. El que somete a mi pueblo ante mí . Sabiamente


10

habló, pues se precisa el auxilio de arriba para ejercer el


dominio, mantener la calma y que no se amotinen ni se
subleven. Y no sólo para someter a los enemigos y ad-
versarios, también para los amigos es necesario el abun-
dante auxilio de arriba. Gobernar bien a los propios tam-
bién es algo grande, y no es menos que el vencer a los
enemigos. Efectivamente, muchos que en la guerra levan-
taron frecuentes trofeos, en la paz sucumben porque no
pueden moderar las riendas de los subditos. Y es que el
someter los campamentos no reside en la fuerza del reino,
sino en la ayuda de Dios. De igual forma que proceden
de El las victorias sobre los enemigos; así también, la obe-
diencia de los suyos.

8. Rm 9, 1 5 . 10. Sal 143, 2d.


9. Sal 1 4 3 , 2c.
392 Juan Crisóstomo

5. Señor, ¿qué es el hombre para que lo conozcas? ¿El


hijo de hombre para que pienses en él? . Otro [dice]: ¿Qué u

es el hombre y lo conoces? . Otro: ¿Para que lo reconoz-


u

cas? . Tiene que ser algo grande para que Dios deba co-
13

nocerlo, o mejor, al conocerlo será algo grande, y no sólo


éste, sino también aquel a quien Dios desea conocer. M u y
bien dijeron los Setenta aquello de para que lo conozcas,
mostrando que no sólo lo hemos buscado nosotros, sino
que Dios sale a nuestro encuentro. En efecto, no dijo «¿qué
es el hombre que tú conociste»?, sino «¿quién es el hom-
bre para que sea conocido?»

2.1. Así Pablo, por aquí y por allí glosa continuamen-


te esto mismo, diciendo: Pero entonces conoceré como fui
conocido . Y el mismo Cristo [afirma]: No me habéis
14 ele-
gido, sino que yo os he elegido . Y de nuevo Pablo en
15

otro lugar: Si alguno ama a Dios, ése es conocido por El . 16

Por eso asiduamente se denomina elegido, mostrando que


no se acercó por propia iniciativa, sino que primero fue
elegido. Así, dice en otra parte: Mas yo sigo para ver si
alcanzo aquello por lo que he sido alcanzado . No dijo 17

«lo que voy a alcanzar» sino por lo que he sido alcanza-


do. ¿Cómo es que éste pregunta qué es el hombre! Otro,
en cambio, dice: Gran cosa es el hombre y algo precioso
el varón misericordioso . Y otro: A imagen
18 de Dios lo
creó .I9 Y recibió el cuidado de toda la creación . Pero hay 20

algunos [hombres], de los cuales el mundo no era digno . 21

1 1 . Sal 1 4 3 , 3. 16. 1 C o 8, 3.
12. Se trata de la versión de 1 7 . Flp 3, 1 2 .
Aquila. 1 8 . Pr 20, 6.
13. Es la interpretación de Sí- 1 9 . G n 1, 27.
maco. 20. Cf. Si 1 7 , 3.
14. 1 C o 1 3 , 12. 2 1 . Cf. Hb 1 1 , 38.
15. Jn 1 5 , 16.
Salmo 143, 1,5-2,2 393

Pero la creación hacía referencia a la virtud, y entonces al-


gunos la demostraron; lo de ¿qué es el hombre} se dice de
la naturaleza. La naturaleza del hombre es grande; grande
ciertamente, pero si te fijas en el entendimiento con el que
fue adornada, es mucho más inferior que éste.
2. Escuchen los seguidores de los herejes porque se 22

excitan de furor al sobrepasar su propia medida, y sostie-


nen una ignorancia extrema, diciendo que conocen cosas
que les sobrepasan. En efecto, existe un conocimiento en
la ignorancia, y hay una ignorancia en el conocimiento; y
si quieres, removamos estos argumentos en las cosas sen-
sibles. Así, dime, si uno dijera que el mar puede medirse,
porque piensa que puede contenerse en vasos, ¿acaso ése
no es el que más ignora lo que es el mar? Ahora bien,
quien afirma que lo desconoce, pero sostiene que su me-
dida es infinita, éste es el que mejor conoce lo que es el
mar. ¿Y respecto de Dios? Si alguno dijera «he visto a
Dios, y mis ojos lo han captado», ¿acaso esa persona no
es la que menos conoce a Dios, y al decir que es visible
lo que no puede ser captado, no aleja lo que podría aña-
dirse a su conocimiento? Si uno dijera que no puede com-
prenderlo, y que nadie puede verlo, ¿acaso no es ése el
que mejor lo conoce? Y de nuevo, si uno dijera que no
puede comprenderlo y otro que él lo comprende, ¿no sería
éste un ignorante y aquél el que lo conoce? ¿No ves cómo
Pablo entra en este camino y dice: Conocemos en parte y
en parte profetizamos }
21 Considera cuántas cosas han sido
hechas para que aprendamos cómo es Dios, no cómo es
su naturaleza, sino que existe. Esto es también lo que dice

22. El Crisóstomo se refiere mismo se conoce.


a los anomeos, que afirmaban co- 23. 1 C o 1 3 , 9.
nocer al Hijo de Dios como El
394 Juan Crisóstomo

Pablo: Conviene que el que se acerca a Dios crea que exis-


te . Toda criatura lo proclama (Pues por la grandeza
24 y
hermosura de las criaturas - d i c e - se puede contemplar ana-
lógicamente al que las engendró ), 2S la misma formación del
hombre, los honores que se le tributan, los castigos, los
beneficios, las recompensas, los variados consejos anuncia-
dos por los profetas para regirlo, los distintos milagros.
Después de todo esto vino el Unigénito, y trajo aquella
admirable y sorprendente economía salvífica. Y, sin em-
bargo, hay algunos que no aprendieron nada de lo que es
patente. ¿Y tú dices que puedes comprender con tu pro-
pia razón cómo es su sustancia? ¿No será que ignoras a
Dios? ¡Nada de eso!, respondes, sino que y o sé cómo es,
conozco que es clemente, bueno, providente, y las Escri-
turas afirman otras cosas parecidas; pero cuál es la natu-
raleza de Dios, eso lo ignoro.

3. También Adán pensó que podía encontrar más, per-


suadido por el diablo ; y por eso perdió también lo que
26

tenía. Esto mismo les acontece a quienes se dejan llevar


por el razonamiento humano y no escuchan que Dios da
la sabiduría, y que de su faz proviene la ciencia y la in-
teligencia .
27 No escuchan a Pablo que dice: Por el Espíri-
tu se nos reveló , 28y destruyó los razonamientos. Destru-
yendo los razonamientos y toda altanería que se erige contra
la ciencia de Dios , dice. Y otro sabio [afirma]: Los pen-
29

samientos de los hombres son mezquinos, e inseguras sus


decisiones™. ¿Qué es el hombre para que lo conozcas? Re-
mueve en tu mente aquella infinita magnitud; pero es mejor
que no hable de eso, sino de la dignidad de Dios; aunque

24. H b 1 1 , 6. 28. 1 C o 2, 10.


25. Sb 1 3 , 5. 29. 2 C o 1 0 , 5.
26. Cf. G n 3, 5. 30. Sb 9, 14.
27. Pr 2, 6.
Salmo 143, 2,2-3,1 395

no sé cómo hacerlo; en efecto, si hablamos de la magni-


tud de Dios, hablamos con propiedad; pero porque no po-
demos hablar de otra manera, empleo las palabras conve-
nientes. Así, cuando lo llamo Altísimo, no lo circunscribo
a ningún lugar concreto, sino que muestro la altura y la
grandeza de su naturaleza, que está en todas partes y que
todo lo invade. Y por eso decía: ¿ Qué es el hombre para
que lo conozcas? Por eso lo hizo humilde, y lo benefició
con grandes cosas, para que no se ensalzara la fragilidad
de su naturaleza, al tener una necesidad grande de medir-
se. ¿Y el hijo del hombre para que de él te acuerdes? ¿Ves
cuánta es la majestad de la naturaleza de Dios?

4. El hombre es semejante a una vanidad . Otro in-11

térprete dice soplo en lugar de una vanidad.


11 Y vanidad
no significa otra cosa que lo que es caduco, temporal y
de corta duración. Aquí el término se refiere al cuerpo. Y
así decía Abrahán: Soy polvo y ceniza . E Isaías: Toda
11

carne es heno, y toda gloria humana como la flor de heno . 14

¿Qué significa semejante a una vanidad} Nada -afirma-;


ninguna cosa humana es firme ni estable; todas pasan y
perecen. Sus días, como una sombra que pasa ; esto es, 15

cuando están presentes, no tienen ninguna fuerza, sino que


pasan volando rápidamente.

3.1. Considera junto a estas cosas a los que están in-


vestidos de autoridad, los que conducen carros, los que
están al frente de magistraturas, los que encierran en las
cárceles y los que azotan. ¿Qué se diferencian ésos de una
sombra, no sólo en el momento de la muerte, sino inclu-
so antes de la muerte? Cuando un magistrado es depues-

31. Sal 143, 4a. 34. Is 40, 6.


32. Se trata de Símaco. 35. Sal 1 4 3 , 4b.
33. Gn 18, 2 7 .
396 Juan Crisóstomo

to, todo aquello desaparece y se hace el vacío; y cuando


gobierna hay castigos verdaderos y auténticos bienes, y el
juez es el que menos se deja engañar. Las cosas que su-
ceden aquí son semejantes a juegos de niños. Quien hoy
juzga mañana será juzgado; los cambios de las cosas son
frecuentes y profundos, y su tránsito desigual.
2. Señor, inclina tus délos y desdende. Toca tus montes y
echarán humo*. Otro: Cuando inclinaste tus délos y des-
cendiste; tocaste los montes y echaron humo . ¿Qué signifi-
37

ca esta secuencia de palabras? Algo grande y muy acorde


con lo anterior. Después de hablar de la debilidad humana
y mostrar que la naturaleza es nada, aquí, una vez más, re-
frena y reprime la arrogancia de los orgullosos, por lo que
añade, diciendo: «Les convenía observar la frugalidad de su
naturaleza, y no engreírse; pero como no quieren, muestra
por tus acciones a cuánta bajeza van a parar sus cosas». Señor,
inclina tus délos y desdende. Esto no significa que Dios des-
cienda. ¿Cómo va a descender el que está presente en todas
partes? Más bien, mediante expresiones humanas asusta a los
oyentes más cerriles. Lo dice al modo humano. Aunque lo
expresado parezca algo grande, es mucho menor que la dig-
nidad de Dios. Efectivamente, Dios no tiene necesidad de
tocar para que los montes ardan, ni siquiera por un gesto,
sino sólo por su voluntad. Y una vez que ha hablado de la
debilidad humana, se refiere también al poder de Dios, según
le es posible al hombre expresarlo, ya que también esto dista
mucho de aquella magnitud.

3. Fulmina el rayo y los desconcertarás; lanza tus fle-


chas y los perturbarás . Rayo y flechas no significan aquí
38

el rayo y las flechas, sino que se denomina así al suplicio

36. Sal 1 4 3 , 5. esta interpretación.


37. Se desconoce el autor de 38. Sal 143, 6.
Salmo 143, 3,1-5 397

a partir de esas cosas que ya son conocidas, persuadiendo


al cruel y negligente a que tiemble, tema y se humille.
Ciertamente, aunque el rayo no brille y aunque no con-
duzca al suplicio, si quiere remover su poder para casti-
gar, ¿quién podrá resistirlo? Las flechas de Dios son pes-
tes, hambres, relámpagos, y una multitud de clases de
suplicios.
4. Envía tu mano desde lo alto; sácame y libérame de
las abundantes aguas, de la mano de los hijos de extran-
jeros . El poder de Dios no está preparado solamente para
39

castigar, sino también para salvar. Aquí mano se refiere al


cuidado, al auxilio; y por eso no dice «extiende», sino
envía, para dar a entender que si en otro lugar ha dicho
«extiende», eso significa lo mismo. Y llama aguas a la in-
vasión indisciplinada de los enemigos, confusa y realizada
con gran ímpetu. Realmente, lo que sigue demuestra que
no habla de agua: De la mano de los hijos de extranjeros,
dice. Aquí me parece que llama hijos extranjeros a los que
son ajenos a la verdad. De igual forma que tenemos por
fieles a los que son hermanos nuestros, así también a los
extranjeros los consideramos infieles; y precisamente por
eso distinguimos al cercano y al extraño. En efecto, el cer-
cano y o lo adscribo al mismo padre, y participa de la
misma mesa; más que el que me es cercano por genealo-
gía. Y es que la ley de este parentesco es más perfecta; lo
mismo que la enemistad entre extraños es más clara que
la de la raza.

5. Y no te fijes en que estamos bajo el mismo cielo y


habitamos la misma tierra, pues busco otra comunión que
está por encima del cielo. Allí está nuestro derecho de ciu-
dadanía y la vida: Nuestra vida -se dice- está escondida

39. Sal 143, 7.


398 Juan Crisóstomo

con Cristo en Dios . En verdad, no habitamos la tierra,


40

sino que hemos entrado en la ciudad de arriba. Tenemos


otra luz verdadera, otra patria, y a otros ciudadanos y co-
nocidos. Por eso decía Pablo: No sois extraños ni advene-
dizos, sino conciudadanos de los santos . ¿Cómo es que 41

Cristo dijo que el samaritano era prójimo, si los separaba


una gran distancia? . No sucede así según la razón de la
42

naturaleza. Cuando conviene recibir un beneficio, todo


hombre es cercano para ti; mas cuando se trata de la ver-
dad, debes reconocer quién es cercano y quién extraño.
Aunque tengas un hermano nacido del mismo padre y de
la misma madre, si no está en comunión contigo por la
ley de la verdad, será para ti más bárbaro que el escita;
mas si es escita o sármata, pero conoce perfectamente los
dogmas y cree lo mismo que tú, pues procede del mismo
útero , tenlo como el más cercano. Por tanto, debemos
43

distinguir entre el bárbaro y el que no lo es, no por la


lengua ni la raza, sino por la mente y el espíritu. Y es que
sobre todo uno es hombre, cuando posee la precisión de
los dogmas y la condición de filósofo.

4.1. Pero veamos cómo describe el Profeta a los extra-


ños: Líbrame de la mano de hijos de extranjeros, cuya boca
profiere falsedad y cuya diestra es diestra de iniquidad . 44

¿Ves a quiénes llama extranjeros? A los que viven en el


crimen, a los que aman la iniquidad, a los que hablan ton-
terías, a los que no dicen nada útil. Reconoce, pues, a los
extranjeros por la boca y por las obras; como también
Cristo dice: Por sus frutos los conoceréis . Igual que en los
45

campamentos se dan muchos signos y señales para cuan-

40. C o l 3, 3. tismo.
4 1 . Ef 2, 1 9 . 44. Sal 143, 7c-8.
42. Cf. Le 10, 3 6 - 3 7 . 45. M t 7, 16.
43. C o m o sinónimo de bau-
Salmo 143, 3,5-4,2 399

do corresponde luchar de noche, o se levanta el polvo de


noche y no se ve, o sobreviene otra perturbación, y para
que no se tome al aliado como enemigo ni al enemigo
como aliado; así también aquí el Profeta nos da señales,
mediante las cuales puedas distinguir al prójimo del extra-
ño por las cosas que habla y por las que hace, diciendo:
Cuya boca profiere falsedad y cuya diestra es diestra de
iniquidad. Pues ahora existe una guerra, una lucha, un com-
bate nocturno que es cruel en extremo por la ferocidad de
los demonios, los deseos de los insidiadores y los racioci-
nios de los que atacan. Hay también signos y señales en
los que se han iniciado en los misterios; y si queremos re-
conocer a los que dudan o quién es profano o iniciado en
los misterios, aprendamos estas cosas rezando. Cuya dies-
tra es diestra de iniquidad. ¿Qué puede haber más grave
que convertir nosotros en insidias las cosas que se nos han
dado como auxilio? En efecto, por eso tenemos diestras,
para que nos ayudemos a nosotros mismos y a los otros,
para que apartemos los crímenes, para que seamos puerto
y refugio de los que reciben daños. ¿Cómo van a recibir
perdón quienes no usan las armas para la salvación de
otros, sino para su perdición?

2. Oh Dios, te cantaré un cántico nuevo . ¿Qué con-


46

secuencia tiene esto ? Algo muy grande y precisamente aquí.


En efecto, cuando dice envía tu mano, y líbrame, y dis-
pérsalos, prosigue también que le ha de dar su auxilio, por
lo que no recibe nada en ventaja; sin embargo, a quien se
lo ofrece, sí recibe una ganancia. ¿Cuál es ésta? Oh Dios,
te cantaré un cántico nuevo. Aunque esto es poca cosa
comparado con la grandeza del beneficio, sin embargo da
lo que tiene. Pues nosotros no reclamamos ninguna cosa

46. Sal 1 4 3 , 9a.


400 Juan Crisóstomo

de los pobres y de los que nada poseen, excepto alaban-


za y reconocimiento. Ahora bien, nosotros lo hacemos para
hacernos más insignes; en cambio, Dios no lo necesita, sino
que vuelve más insignes a los que cantan y así son ellos
los que reciben el beneficio. Salmodiar para ti con el arpa
de diez cuerdas ; es decir, darte gracias. Pero entonces
47

había instrumentos con los que se acompañaban los can-


tos; ahora, en lugar de instrumentos, podemos usar nues-
tros cuerpos. Podemos cantar con los ojos, no sólo con la
lengua, y con las manos, con los pies, con los oídos. En
efecto, cuando cada uno de ellos realiza obras que dan glo-
ria a Dios, como cuando los ojos no miran impúdicamente,
cuando las manos no se extienden para el robo, sino para
la limosna, cuando nuestros oídos se preparan para los sal-
mos y las canciones espirituales, cuando los pies corren a
la iglesia, cuando el corazón no maquina engaños, sino que
está lleno de caridad, los miembros del cuerpo se con-
vierten en salterios y cítaras, y cantan un cántico nuevo,
no sólo con palabras, sino con los hechos.

3. Tú que das a los reyes la salvación . El auxilio de


48

Dios es lo que suele salvar, no los campamentos, ni la mul-


titud de soldados, ni los guardias del cuerpo. Quien salva
a David, su siervo . Hablando en general, se refiere tam-
49

bién a sí mismo, y no dice «quien salvó», sino quien salva,


mostrando su providencia perpetua.
5.1. Después pide de nuevo lo que al principio había
solicitado, rogando y suplicando asiduamente que lo libere
de los hombres malvados, y dice así: De espada de infor-
tunio sálvame, y líbrame de la mano de hijos extranjeros,

47. Sal 1 4 3 , 9b. 49. Sal 1 4 3 , 10b.


48. Sal 1 4 3 , 10a.
Salmo 143, 4,2-5,2 401

cuya boca profiere falsedad, cuya diestra es diestra de ini-


quidad™. Sus hijos son como plantas florecientes en su ju-
ventud . Aquí describe la prosperidad mundana y la ri-
51

queza, y establece lo que es más importante, tener hijos


florecientes y exultantes de juventud, de uno y otro sexo.
Pues añade: Sus hijas son como columnas angulares, escul-
pidas como las de un palacio . Aquí, unido a la juventud
52

se muestra abundante lujo, y describe los velos de aquellas


y el mundo femenino que se levanta con una gran prospe-
ridad. Después parece que tiene lugar lo segundo, que ahora
es lo primero, de nuevo describe la riqueza, diciendo:

2. Sus graneros rebosantes, rebosantes de lo que les es


propio .
53 ¿Qué significa rebosantes} Prensados. Los graneros
no pueden contener la riqueza, dice. Sus ovejas a millares,
a miríadas, en sus pastos . Sus bueyes bien gruesos .
54 No pa- 55

rece que esto sea una felicidad pequeña. En efecto, entre los
antiguos las riquezas, los rebaños y semillas se guardaban
en las fortificaciones, antes de que llegara el invierno iner-
te. No hay brecha de empalizada ni salida . Es decir, los
56

campos son cultivados con gran cuidado, diligencia y afán;


gozan de los frutos, teniendo los setos y las viñas protegi-
dos por todas partes. Ni grito en sus plazas . Otro [intér- 57

prete afirma]: En sus atrios *. Se trata de otro género de pros-


5

peridad, que no es fruto de las riquezas; es decir, paz,


tranquilidad y seguridad; vivir sin que nadie trame insidias,
ni haga guerras, sin ningún tumulto ni perturbación.

50. Sal 1 4 3 , lOc-11. 54. Sal 1 4 3 , 13c-d.


51. Sal 143, 12a-b. 55. Sal 143, 14a.
52. Sal 1 4 3 , 12c-d. Parece que 56. Sal 1 4 3 , 14b.
el salmista está recordando las fa- 57. Sal 1 4 3 , 14c.
mosas cariátides griegas que hací- 58. Parece que se trata
an de columna. Aquila, aunque no consta.
53. Sal 1 4 3 , 13a-b.
402 Juan Crisóstomo

3. ¡Feliz el pueblo a quien así sucede! ¡Feliz el pueblo


cuyo Dios es el Señor! . ¿Ves la virtud de este varón? Des-
59

pués de presentar todas las riquezas y traerlas con la pa-


labra, a continuación propone la opinión de la mayoría al
respecto, él mismo no está afectado por nada humano res-
pecto de ellas, ni considera felices a los que las poseen,
sino que, pasando por alto todo eso, atribuye la felicidad
al verdadero tesoro. «Otros - d i c e - consideran dichosos a
los que las poseen; pero y o considero feliz al pueblo cuyo
Dios es el Señor»; así muestra en solo eso toda la felici-
dad de aquellos, toda la abundancia de los bienes, toda ri-
queza. Aquellas otras cosas pasan y perecen, pero la ver-
dadera felicidad permanece perpetuamente, pues en lugar
de ovejas, de hijos, de ganado y de vides, la felicidad de
Dios ha de traer riqueza, seguridad y un muro inexpug-
nable. Al escuchar estas cosas, nadie de esos os turbéis,
sino transitando las sombras apoderaos de la verdad. Cier-
tamente, al proponerlo dijo que el hombre es semejante a
una vanidad 60y que sus días pasan como la sombra . Por 61

eso, si ves a otros [hombres] que recurren a estas cosas y


viven en el crimen, aunque el universo entero les consi-
dere felices, tú debes considerar que son infelices y des-
graciados; y a los que se consagraron a Dios, teñios por
felices y bienaventurados. Todos nosotros, ciertamente, de-
bemos buscar siempre esas riquezas, y esta felicidad; de
modo que consigamos los bienes presentes y futuros, por
la gracia y la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo; a
El la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

59. Sal 143, 15. 61. Ibidem.


60. Sal 1 4 3 , 4.
SALMO 144

Te ensalzaré, Dios mío y Rey mío; bendeciré tu nombre


por siempre jamás .
1

1.1. Hay que prestar una gran atención a este salmo.


En efecto, está compuesto con palabras que, los que hemos
sido iniciados en los sagrados misterios, cantamos asidua-
mente, cuando decimos: Los ojos de todos esperan en ti, y
tú les des el alimento en el tiempo oportuno .
2 Ciertamen-
te, el que ha sido constituido como hijo y goza de la mesa
espiritual, es justo que glorifique a su padre. En efecto, el
hijo glorificará al padre, y el siervo temerá a su señor , se
3

dice. Tú has sido hecho su hijo para gozar de la mesa es-


piritual y comer de la carne y de la sangre que te han re-
generado; procura, por tanto, la recompensa de ese bene-
ficio, glorifica al que te dispensó esas cosas, y pronunciando
estas palabras prepara tu mente a las cosas que se indican,
y diciendo te ensalzaré, Dios mío, mi rey, demuestra la
mucha familiaridad, de forma que también Dios pueda decir
de ti, como lo hizo de Abrahán, Isaac y Jacob: Yo soy el
Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob . Y 4

si tú dices: Dios mío, mi rey, no lo dices sólo con la voz,

1. Sal 144, 1. 3. MI 1, 6.
2. Sal 144, 1 5 . 4. Ex 3, 6.
404 Juan Crisóstomo

sino también mostrando la caridad necesaria para que Él


mismo diga también de ti «mi siervo y mi criado», que es
lo que dijo respecto de Moisés. Y bendeciré tu nombre por
siempre jamás. ¿Ves cómo muestra los premios de la vida
futura? Esta bendición dice que no se realiza sólo con pa-
labras, sino también con las obras. Así es ensalzado Dios,
así es bendecido. Así también se nos manda decir en la
petición: Santificado sea tu nombre , esto es, ensalzado.
5

2. Todos los días te bendeciré, por siempre jamás ala-


baré tu nombre, por los siglos de los siglos . Otro: Por los
6

siglos continuamente . 7Es propio de un alma prudente de-


dicar himnos una vez que se han liberado de las cosas
mundanas. Y sería vergonzoso que el hombre dotado de
razón y que aparece como superior a todos, sea la criatu-
ra más inferior en cuanto a la alabanza [que da a Dios];
no sólo sería vergonzoso, sino también absurdo. ¿Cómo
no va a ser absurdo, si la criatura cada día y en todo mo-
mento glorifica a su Soberano? Los cielos narran la gloria
de Dios -se dice-, y el firmamento anuncia la obra de sus
manos. El día al día transmite tu palabra, y la noche a la
noche señala tu conocimiento*. El sol, la luna, los distintos
coros de los astros y el maravilloso orden del resto de las
criaturas proclaman a su Artífice. Pero si el que tiene una
dignidad superior a todos los demás no obra así, sino que
también hace de su vida una injuria a Dios, su creador,
¿cómo va a ser digno de perdón? ¿Qué defensa podrá tener
cuando el que ha sido creado para agradar al benevolente
Dios y para conseguir el reino futuro, no se comporta
según su razón, y se afana en negocios de esta vida y en
cuidados mundanos y deseos mundanos?

5. Mt 6, 9. 7. Intérprete desconocido.
6. Sal 144, 2. 8. Sal 18, 2-3.
Salmo 144, 1,1-4 405

3. Ahora bien, no actúa así este Profeta, sino que ofre-


cía una alabanza a Dios durante toda su vida, de palabra
y con las obras. En efecto, a Dios le debemos también
muchas cosas, como el que nos haya creado de la nada,
nos mantenga en la existencia, y que cada día muestre su
providencia en las cosas particulares y en las generales,
cuide de nosotros oculta y abiertamente, conociéndolo no-
sotros y desconociéndolo. ¿Qué se podría decir de las cosas
sensibles que ha hecho por nosotros: el cuidado de todo,
la formación del cuerpo, la dignidad del alma, su diaria
solicitud salvífica a través de los milagros, de las leyes, de
los castigos, su distinta forma de providencia que no se
puede comprender, la suma de todos los bienes, el que por
nosotros no perdonara a su Hijo, lo que nos ha dado con
el Bautismo, con los sacramentos, aquellos bienes inefables
que nos han sido entregados, el reino, la resurrección, la
herencia llena de toda bienaventuranza? Si alguno quisie-
ra enumerarlos todos, caería en el piélago inmenso de sus
beneficios y vería que cada una de las cosas que nombra
depende del benevolente Dios; no sólo por ellas, sino tam-
bién por la majestad de su gloria y por su naturaleza libre
de toda mancha. Así pues, debemos tributarle la gloria y
la bendición, la acción de gracias perpetua y el culto y ser-
vicio frecuente. Y así, el Profeta, mostrando esto, decía:

4. Grande es el Señor y muy digno de alabanza, su


grandeza no tiene límite . Mas aunque ha dicho
9 bendeci-
ré y alabaré, no necesita nuestras alabanzas y bendicio-
nes, ni recibe ninguna gloria de la alabanza de los que lo
sirven. Su naturaleza está libre de corrupción y no nece-
sita de ninguna otra cosa. Hay quienes lo alaban y ellos
mismos se hacen más insignes. No sólo por esto, sino
también por la excelencia de su gloria debemos darle nues-

9. Sal 144, 3.
406 Juan Crisóstomo

tra alabanza; y así, para señalarlo, dijo: Grande es el Señor


y muy digno de alabanza; es decir, no necesita nada, ¿Qué
significa digno de alabanza} Digno de palabras acogedo-
ras, himnos y encomios; no es sólo digno de alabanza,
sino muy digno, y por eso añadió que no es posible ex-
presar con palabras cuánta sea su grandeza, y subrayó:
Su grandeza no tiene límite. Otro intérprete dijo: Su in-
vención .
10 Lo que dice es lo siguiente: «Como tienes un
Soberano grande, sé tú también excelso y ten un espíri-
tu que supere la bajeza de las cosas presentes y aléjate
de las realidades de esta vida. Adopta un espíritu que esté
por encima de la bajeza de las cosas presentes, no para
que seas mezquino e insolente, sino excelso y magnáni-
mo. Una cosa es la arrogancia y otra la magnanimidad.
Es arrogante el que se jacta de cosas insignificantes y des-
precia a sus consiervos; por el contrario, tiene grandeza
de ánimo el que es humilde en su alma y estima como
nada las pompas de esta vida.

2.1. ¿Dónde están ahora los que dicen que conocen a


Dios como El mismo se conoce? Escuchen al Profeta que
dice: Su grandeza no tiene límite, y avergüéncense de su
propia demencia . 11

2. De edad en edad celebrará sus obras . Lo que tenía


12

costumbre de hacer, eso es lo que hace aquí. Cuando alabó


su grandeza y su gloria, celebra también la manifestación
de sus obras. Esto es también lo que hace aquí, y dice:

10. Intérprete desconocido, Eunomio, quienes consideraban al


aunque parece que se trata de Aqui- Hijo de Dios desemejante (anó-
la por la traducción de Pr 25, 3. moios) al Padre, y con arrogancia
11. C o m o en el salmo ante- también afirmaban conocer a Dios
rior, parece que el Crisóstomo como Él mismo se conoce.
alude a los anomeos, seguidores de 12. Sal 144, 4a.
Salmo 144, 1,4-2,3 407

De edad en edad celebrará sus obras, mostrando la gran-


deza de las mismas. Es decir, no sólo lo que se hizo en
un tiempo pasado, ni durante dos o tres años, sino que
se prolonga por todos los siglos, por cada generación que
contempla sus creaciones. Esto es lo que significa de edad
en edad: las de ahora - d i c e - , las que vendrán, y cada una
de las que seguirán a éstas, y todas las criaturas que exis-
ten; y de nuevo toda la creación que existe en tiempo: el
cielo, la tierra, el mar, el aire, los lagos, las fuentes, los
ríos, las semillas, las plantas y sus frutos, el curso de la
naturaleza nunca interrumpido, las lluvias, los cambios de
estaciones que regularmente se suceden, la noche, el día,
el sol, la luna, los astros, las demás cosas que están fuera
de ellos y que se realizan en privado y en común para
corregir y beneficiar el común linaje de todos los hom-
bres, los sucesos maravillosos que acontecían a los judíos
asiduamente, los signos, la providencia que les proporcio-
naba el alimento, la providencia en la victoria contra los
enemigos, y todas las otras, en el tiempo de la venida de
Cristo, en el tiempo de los apóstoles, en el tiempo de las
persecuciones, las de los tiempos pasados, mayores y más
abundantes que las de nuestra generación. No hay ningún
tiempo que, excepto estas cosas comunes, no lleve un signo
de su providencia. Y anunciarán tu proeza .11Tanto por
los beneficios -afirma-, como por los castigos. En efecto,
Dios no cesa, con toda razón, de velar por nuestra natu-
raleza en todo momento.

3. Contarán el esplendor de la gloria de tu santidad y


narrarán tus maravillas™. Otro [dice]: Narrarán el esplen-
dor de tu alabanza y el relato de tus milagros . Después
15

13. Sal 144, 4b. 15. Se trata de un intérprete


14. Sal 144, 5. desconocido.
408 Juan Crisóstomo

de hablar de su poder, muestra que también esa potencia


es insigne. Y es que no actúa de un modo simple y vul-
gar, sino que todas las cosas las hizo de una forma admi-
rable e insigne, mucho más de lo que pueda captar la na-
turaleza humana, plenas de prodigio y gloria. Considera,
por ejemplo, las cosas que sucedieron en Egipto y en Pa-
lestina en tiempos de Abrahán, de Isaac y de José; y tam-
bién las de Egipto en tiempo de Moisés, las del desierto,
las de después del éxodo; y las que sucedieron en la cau-
tividad, las del tiempo de Nabucodonosor, en el horno, las
de los leones, las del regreso y las de los profetas. Todas
ellas proclamaban que él actuó con fuerza, gloria y ma-
jestad, causando un gran estupor y mucha admiración.

4. Del poder de tus portentos se hablará, y tu gran-


deza contarán . 16 Todo esto muestra que su poder está a
punto para castigar y para beneficiar; y todas las cosas
que se han enumerado contienen una y otra cosa. Esto
puede verse no sólo en lo que aconteció, sino también en
las criaturas, que muchas veces son instrumento de una
y otra cosa; por ejemplo, entre las terribles: los relámpa-
gos, rayos, truenos, las trombas de fuego, las pestes, nie-
ves, granizos, hielos, incendios, inundaciones; entre los
reptiles: dragones, escorpiones, serpientes; entre las aves:
las langostas; y entre las cosas viles: la polilla, la oruga;
estas cosas también proceden de la providencia: convier-
ten a los hombres, los sacuden de su indolencia, los des-
piertan del sueño profundo y los conducen de la modo-
rra a la vigilancia. Y no sólo éstas; también las contrarias
son propias de su poder. Y queriendo enseñárnoslo, des-
pués de decir del poder de tus portentos se hablará, y tus
grandezas contarán, añadió:

16. Sal 144, 6.


Salmo 144, 2,3-3,1 409

5. Se hará memoria de tu inmensa suavidad . Otro: 17

De tu bondad y se aclamará tu justicia *. Otro intérpre­


1

te dijo: Alabarán tus misericordias . Lo mismo que es ne­


19

cesario que enumeremos las cosas terribles, así también


es necesario que enumeremos lo contrario; pero entre las
cosas que se ven y nos rodean, el cambio de las estacio­
nes, los días, los huertos, los prados, las distintas flores,
el agua dulce y potable, las que cogemos de la lluvia, los
frutos de la tierra, los distintos frutos y los diversos ár­
boles, los vientos suaves, los rayos del sol, la luz de la
luna, el coro de los distintos astros y la noche serena;
entre los irracionales: las ovejas, los bueyes, las cabras;
entre los agrestes: la cabra montes, los ciervos, los leo­
pardos, y otros muchos más; y entre los pájaros: las aves
de la India. Y en esas obras se puede ver no sólo al que
castiga, sino mucho más al que beneficia que al que san­
ciona. Las primeras las hace por razón del temor, pero si
alguna vez intentara lo contrario, lo hace mediante al ex­
cesiva insensibilidad de los que no se corrigen con el
temor. Pero pone el amor propio en las segundas, y las
lleva a cabo no sólo para los que son dignos, sino tam­
bién para los indignos.

3.1. Dependiendo de nuestra salvación hace unas cosas


u otras, y con más frecuencia las segundas, que son las
que únicamente quiere. Y así, amenaza con la gehenna,
pero no para que vayamos a ella, sino para que no va­
yamos; pues ésta realmente la ha preparado para el dia­
blo: Id al fuego preparado para el diablo , dice; por el
20

contrario, el reino es para los hombres, indicando que no


quiere que el hombre vaya a la gehenna.

17. Sal 144, 7. 19. Esta traducción es de Símaco.


18. Intérprete desconocido. 20. Mt 2 5 , 4 1 .
410 Juan Crisóstomo

2. El Señor es clemente y compasivo, tardo a la cólera


y rico en piedad . El Señor es bueno para con todos, y sus
21

caricias sobre todas sus obras . Mira también al Profeta in-


22

sistiendo en las cosas mejores y prodigándose en el dis-


curso. Sabe con claridad que Dios es rico en eso. Y no
habría salvación si no fuera tan grande su benevolencia, ni
existiríamos si no fuera por su gran bondad. Y por eso
decía: Yo soy quien borra tus iniquidades, y en tus peca-
dos seré tu defensa . Clemente y compasivo es el Señor.
23

Mira cómo muestra su inefable benevolencia. No sólo tiene


misericordia de los pecadores, sino que evidencia también
otro género no pequeño de benevolencia, la longanimidad,
para que aquellos se conviertan, y con su benevolencia se
salven con su propia diligencia y alcancen la confianza con
sus buenas obras. No sólo dice misericordioso, sino muy
misericordioso, mostrando que tanta misericordia no puede
medirse, ni ser explicada en un discurso. Pero lo apunta
con las cosas que después se siguen, y añade: Bueno es el
Señor para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras.

3. ¿Qué significa con todos} También con los pecadores


-dice—, y con los que viven en el crimen. No sólo con los
justos, con los que obran rectamente y con los que hacen
penitencia, sino con todos los que sufren por esas cosas y
los que predican su misericordia y bondad. Y si alguno me
preguntara: «¿Con quien fue bueno?». Responderé que no
sólo [fue bueno] con Abel, sino también lo fue con Caín;
no sólo con Noé y sus hijos, sino también con los que se
tragó el diluvio. Cualquier cosa que hace procede de su be-
nevolencia. Y para que sepas cómo es bueno con todos, con-
sidera esto. ¿No tuvo una gran bondad - d i m e - con aquel

2 1 . Sal 144, 8. 23. Is 43, 25.


22. Sal 144, 9.
Salmo 144, 3,2-5 411

fratricida que asesinó de aquella manera, que mancilló su de-


recha, que pisoteó las leyes de Dios, al recibir un castigo
que fue más advertencia que suplicio, para que en un largo
tiempo expiara su pecado, y enseñara a otros con las cosas
que él había sufrido? ¿No tuvo una gran bondad -respón-
deme- con los que en el tiempo del diluvio estaban enfer-
mos, y no habían sido corregidos con amenazas, razones ni
ninguna otra maldad, ni usaron de la medicina frente a la
necesidad común de la naturaleza, al infringirles por medio
del agua un género de muerte levísimo? Lo de con todos no
concierne únicamente a éstos, también se refiere a todo lo
que se ve, a los animales y los irracionales; y aunque uno
llegara hasta los mismos ángeles y arcángeles podría ver tam-
bién la abundante bondad y a los muchos compadecidos; el
resultado de la mucha benevolencia reluce en cada uno de
ellos. Y reconociéndolo así, añadió:

4. Te darán gracias, Señor, todas tus obras y tus santos


te bendecirán ;
24 es decir, te darán gracias, te entonarán him-
nos, tanto los dotados de palabra como los que no tienen
voz. Aunque carezcan de voz lo harán dándote gloria con
su propia naturaleza, y aunque sean mudas, a través de los
hombres que las contemplan y gozan con ellas. Ellas por
su naturaleza, y los hombres por su forma de vida y sus
acciones. Y esto lo expresa con lo que sigue, diciendo: Los
santos te bendecirán. Aquí llama santos a los que cumplen
los mandatos de Dios, a los no manchados por los peca-
dos y la perversidad.
5. Dirán la gloria de tu reino . ¿Qué significa dirán la
25

gloria} «Que no necesitas de nada, que eres benevolente


-dice-, clemente, que no necesitas de las cosas presentes,

24. Sal 144, 10a. 25. Sal 144, l i a .


412 Juan Crisóstomo

que les muestras una providencia tan grande, que no nece-


sitas de luz, que tu naturaleza es inefable e incomprensi-
ble». Y hablarán de tu dominio ; es decir, cantarán la fuer-
26

za invencible e inmanejable; no porque necesites himnos y


alabanzas, sino para que ellos los digan y para enseñar a
otros y hacerles partícipes de la alabanza. Por eso añadió:
6. Para mostrar a los hijos de los hombres tu dominio,
y la gloria magnánime de tu reino . Muestra con esto que
27

admite las alabanzas para que otros conozcan su poder.


Grande es la fuerza, grande la gloria, grande el decoro e
inefable el esplendor, no sólo sobrepasa la palabra, sino
que supera todo entendimiento. Pero como es tanto y tan
inefable, también es necesario que lo enseñen para superar
la ignorancia de muchos. También los rayos del sol son
claros, pero lo mismo que quienes tienen enferma la vista
no pueden ver su resplandor, así también la providencia
de Dios es más clara que el sol, pero los que tienen una
mente perversa y los oídos taponados necesitan de mucho
esfuerzo para abrir sus mentes.

4.1. Así pues, a éstos les es necesario retener y suge-


rir continuamente la doctrina sobre estas cosas. Después
de hablar de la gloria y la magnificencia de su reino, como
no la puede explicar totalmente, sigue adelante de nuevo,
repite cómo es su gloria, en la medida que se le concede,
y añade:
2. Tu reino, un reino por todos los siglos . No es sólo 28

algo presente -afirma-, sino también futuro; es inacabable,


infinito, sólo él tiene eternidad. Tu dominio de generación
en generación . 29Mira aquí su infinitud. Se extiende por

26. Sal 144, 1 1 b . 28. Sal 144, 13a.


27. Sal 144, 12. 29. Sal 144, 13b.
Salmo 144, 3,5-4,3 413

todo el mundo, por todos los siglos, por todas las épocas.
El Señor es fiel en todas sus palabras, santo en todas sus
obras™. Después de decir que el reino es infinito, estable,
firme e inamovible, habla también de la firmeza de sus pa-
labras. Lo de fiel quiere decir firme, verdadero. Y si El es
fiel, lo será también todo lo que ha dicho. Así como su
reino es firme, estable y no tiene límite, así también sus
palabras son firmes y consistentes. Pues ni aquél se inte-
rrumpe, ni éstas se terminan. Y si no se terminan es con-
veniente que se cumplan. Si alguna vez dijo algo que no
se ha cumplido después, también eso indica su verdad. Yo
pronunciaré mi sentencia contra una nación y contra un
reino para arrancarlo y aniquilarlo. Y si se convirtieran de
la maldad, también yo me arrepentiré y les hablaré para
su edificación .
11 Y lo mismo de las cosas buenas: Hablaré
cosas buenas -afirma-, si cambian, y yo también cambiaré
las cosas que de ellos he dicho . Y santo en todas sus obras.
12

¿Qué significa santo} Sin culpa, recto, puro, limpio, libre


de toda reprensión y que no es presa de nadie.

3. El Señor sostiene a todos los que caen y endereza a


todos los encorvados . Después de decir que su reino es
11

infinito, que sus palabras son verdaderas, que no pueden


ser reprendidas sus acciones, y de proclamar la gloria y la
magnificencia, habla de nuevo de la benevolencia, que es
la máxima gloria de su reino, que no sólo retiene a los
que están firmes, sino también a los que van a sucumbir,
para que no les suceda esto, y levanta a los que están ca-
ídos; y lo más admirable, que esto lo hace con todos, no
sólo con éste o aquél, sino con todos, aunque sean sier-

30. Sal 144, 13c-d. con el del profeta.


31. J r 18, 7-9. El texto del Cri- 32. J r 1 8 , 1 0 .
sóstomo no coincide totalmente 33. Sal 144, 14.
414 Juan Crisóstomo

vos, pobres, desconocidos o célebres. Es Señor de todos y


no pasa por encima de los que yacen, ni desprecia a los
que fallan. Y lo que hace en toda la naturaleza, eso mismo
lo realiza también en cada uno. Si los que yacen no se le-
vantan no es porque El no quiera levantarlos, sino porque
ellos no quieren enderezarse. Así Judas, cuando cayó, hu-
biera querido levantarse, pero no hizo nada por ello, sino
que no quiso. David, sin embargo, cuando cayó, se levantó
y se volvió fuerte. A Pedro lo retuvo cuando iba a caer.
Escucha cómo: Simón, Simón -dice-, he aquí que Satanás
quiere cribaros como a trigo; pero yo he rogado por ti, para
que tu fe no desfallezca . Después se refiere también a
34

otra clase de beneficio. Son muchos y variados los cuida-


dos de su providencia.

4. Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das el ali-


mento en el tiempo oportuno . ¿Ves cómo demuestra que
35

es bueno con todos, y su piedad está sobre todas sus obras?


Igual que se dice en los Evangelios que hace salir su sol
sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos e injustos , 36

aquí señala lo mismo cuando dice: Y tú les das el alimen-


to en el tiempo oportuno. No es la lluvia, ni la tierra, ni el
aire, sino tus mandatos los que hacen producir los frutos.
Lo de en el tiempo oportuno significa que todas las cosas
las produce con acierto en el momento oportuno y que tie-
nen lugar en distintas épocas. Esto muestra sobre todo su
sabiduría, pues no hace todo al mismo tiempo y de una
vez, sino que reparte el alimento durante todo el año, para
que el agricultor descanse y no se muera lo que ha naci-
do. Y así lo de en el tiempo oportuno significa lo que antes
dijimos: que dará el alimento a cada uno en el momento

34. Le 22, 3 1 - 3 2 . 36. M t 5, 45.


35. Sal 144, 1 5 .
Salmo 144, 4,3-5,1 415

oportuno, tanto a los que lo necesitan como a los que tra-


bajan inútilmente. ¿Por qué dijo -preguntas- los ojos de
todos esperan en ti} Ciertamente hay muchos que dicen que
las cosas existen de manera autómata, éstos son los que
viven en la impiedad. Aquí se refiere a la naturaleza de
estos hechos como hizo en otra parte, cuando decía: A los
hijos de los cuervos que claman ; aunque se trate de ani-
37

males irracionales. Y también: Los leones jóvenes rugen por


su presa y piden a Dios su comida™. Pero ellos también son
irracionales y no piden; no obstante, aquí se habla de la
naturaleza del hecho; no de su voluntad, sino de los que
por naturaleza hacen lo que aquí se menciona.

5. Tú abres tu mano, y sacias el deseo de todo vivien-


te . Mano quiere decir la energía y capacidad característi-
39

ca. Con todas estas cosas te enseña a conocer las genera-


ciones de los frutos en la providencia de Dios, no en los
elementos. O también dice tú abres tu mano para mostrar
la facilidad. En efecto, los que vivían entonces, alejándose
de lo que era la causa, adoraban al aire y al sol, creyen-
do que eran quienes proporcionaban los frutos, elevándo-
les al principio supremo, causa y Soberano de todo, y esto
lo hace con frecuencia para mostrar que todas todos los
bienes fluían de aquella mano y de aquel cuidado.
5.1. Aquí dice que sacia el deseo, es decir, que llena de
su propia voluntad complaciente a todo ser vivo. Cierta-
mente, no da sólo el alimento, sino lo que necesita cada
uno, lo que le agrada y lo que le es suficiente. Esto es lo
que dice: «Das a todos, tanto a los brutos como a los
hombres, lo que place a cada uno, lo que le agrada; no

37. Sal 1 4 6 , 9. 39. Sal 144, 16.


38. Sal 103, 2 1 .
416 Juan Crisóstomo

das sólo, sino que colmas para que no les falte nada». Por
eso dice, sacias el deseo de todo viviente.
2. El Señor es justo en todos sus caminos, y santo en
todas sus obras . Aquí caminos significa la acción salvífi-
40

ca, la providencia y el cuidado por las que modeló todas


las cosas. En efecto, dice que todas sus obras son insig-
nes, llenas de milagros, que nadie puede reprochar, aun-
que algunos se enfaden y revuelvan de rabia. Las obras de
sus manos son de tal naturaleza que brillan, resplandecen,
anuncian su cuidado, su providencia, su benevolencia, su
justicia y su santidad.

3. Cerca está el Señor de los que lo invocan, de todos


los que lo invocan con verdad. . He aquí también otra
41

parte de su providencia, que constituye la cima de los bie-


nes. Después de decir lo que ha dado en común también
a los infieles, como el alimento y la lluvia, refiere también
lo que en particular ha dado a los fieles. ¿Cuáles son estas
cosas? Que está cerca de ellos; es decir, los defiende, los
cuida, vela mucho más por ellos, es benigno, misericor-
dioso y propicio con ellos, y les revela sus bienes en mayor
medida.
4. El cumple el deseo de los que lo temen, escucha su
clamor y los salva . Se dice que Pablo quería que el ángel
42

de Satanás se apartara de él , o sea, las tentaciones, las


43

aflicciones y las insidias; pero no lo hizo. Aunque cierta-


mente lo hizo. Después supo que él pedía cosas que podía
sobrellevar, y entonces las quiso, y las quiso con ardor,
pues eran obra de Dios. Por eso decía: Me complazco en

40. Sal 144, 17. 42. Sal 144, 19.


4 1 . Sal 144, 18. 43. Cf. 2 C o 12, 7-8.
Salmo 144, 5,1-6 417

mis debilidades, en las aflicciones y persecuciones . Si pri-44

mero quiso lo contrario, lo quiso por ignorancia. Después


conoció lo que Dios quiere, y él mismo se complace en
adelante. En efecto, no es una cosa la voluntad de Dios y
otra el temerlo; si algunos, como los hombres, quieren otra
cosa, los corrige.
5. El Señor guarda a todos los que le aman, y extermi-
na a todos los pecadores .
45 No es una parte pequeña de su
providencia guardar, proteger y poner a disposición su pro-
videncia. Llama pecadores a los que enferman con una en-
fermedad incurable, a los que no quieren corregirse. Y si a
algunos de los que ama deja que caigan en la muerte, tam-
bién esto es parte de su custodia; es lo que le sucedió a
Abel. Aunque destruyan sus cuerpos, se vuelven más cla-
ros en su alma, y además recibirán los cuerpos incorrupti-
bles. Después de hablar de las clases de su providencia
-cuanto de eso puede decirse-, las comunes, las privadas,
las eminentes de los santos, la solicitud de los que vacilan,
la providencia de los que yacen, la longanimidad, la co-
rrección de los pecadores y la custodia de los santos, ter-
mina otra vez su discurso con una alabanza, y llama a todo
el orbe de la tierra a la comunión de la alabanza, diciendo:

6. Mi boca dirá la alabanza del Señor, y toda carne


bendiga su santo nombre por siempre jamás . Mira cómo46

por su buena disposición no llama solamente a los que re-


ciben sus beneficios, sino también a los que castiga (tam-
bién esto es propio de su cuidado), y no sólo a los hom-
bres, sino también a los irracionales, a los elementos y a
todas las cosas materiales; todo está lleno de su bondad.

44. 2 C o 12, 10. 46. Sal 144, 2 1 .


45. Sal 144, 20.
418 Juan Crisóstomo

Nosotros, por tanto, tampoco debemos cesar de alabar con


las palabras y los hechos al que es bueno y benevolente,
y al que extiende sus cuidados por todas partes, para que
así alcancemos los bienes presentes y futuros, por la gra-
cia y la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo, para
quien es la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
Amén.
SALMO 145

¡Alaba, alma mía, al Señor! Alabaré al Señor durante mi


vida . Mientras exista cantaré a mi
1 Dios .
2

1.1. Donde terminó, allí mismo comienza de nuevo


con alabanzas y bendiciones. Esto purifica al alma en una
medida no pequeña. Y llama alabanza -como he dicho
con frecuencia- a lo que se muestra por los hechos; tam-
bién Cristo lo dice: Brille vuestra luz ante los hombres
para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vues-
tro Padre que está en los cielos . Y también Pablo [afir-
3

ma]: Glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro es-


píritu . Y lo mismo que dijo en el [salmo] anterior a éste:
4

Todos los días te bendeciré ,5 así también aquí: Mientras


exista cantaré a mi Dios. Por eso, queriendo una vez más
hacer a los hombres partícipes de la alabanza, ofrece los
relatos de su alabanza, encendido e inflamado en el deseo,
recorriendo todo el orbe de la tierra, y reúne a todos en
su propio coro. Esta es la máxima alabanza, la mayor
gloria de Dios: cuando busca a muchos para que en el
futuro gocen de la salvación.

1. Sal 1 4 5 , 1. 4. 1 C o 6, 20.
2. Sal 1 4 5 , 2. 5. Sal 1 4 4 , 2.
3. M t 5, 16.
420 Juan Crisóstomo

2. No confiéis en los príncipes, en los hijos de los hom-


bres, en quienes no está la salvación . Otro: En quien no
6

puede salvar . Que escuchen este consejo y advertencia


7

quienes confían en defensas humanas fluctuantes y cadu-


cas. ¿Qué significa en quienes no está la salvación} Que
ésos no son dueños de su propia salvación ni pueden ser
defendidos por otros. En efecto, si les viene la muerte, ya-
cerán más mudos que las piedras. Entonces agrega esto:

3. Exhalará su espíritu y retornará a su tierra. En aquel


día perecerán todos sus proyectos*. Otro: Sus propósitos . Lo 9

que dice es lo siguiente: «El que ni a sí mismo puede de-


fenderse, ¿cómo podrá salvar a otros?». Nada hay tan ines-
table y necio como esta esperanza. Lo muestra la natura-
leza de las cosas. De esta manera Pablo decía, refiriéndose
a la misericordia de Dios: La esperanza no defrauda . Pero
10

no son así las cosas humanas, sino las más necias sombras.
Y no me digas que es príncipe, pues el príncipe no es más
que el hombre plebeyo; está sometido a una condición in-
cierta. Y hay que decir, y esto es maravilloso, que aunque
se trate de un príncipe no hay que fiarse mucho, pues sus
poderes son inseguros. En verdad, aunque no se derrum-
ben pronto, son proclives a la ira y a contentar la igno-
rancia con el poder, de modo que no hay que dar la razón
al que hizo la promesa, aunque parezca noble, pues consi-
gue caer más fácilmente que los de menos consideración.
Es objeto de más y mayores insidias, y por eso es más fácil
de atrapar, porque tiene más insidiadores. ¿Para qué quie-
ren las guardias de los cuerpos? ¿Para qué tanta guardia?
¿Quién podría salvar a otros? ¿Acaso el que es buen regi-
dor en la ciudad, pero no está seguro y vive en medio de

6. Sal 145, 3. 9. Interpretación de autor


7. Intérprete desconocido. desconocido.
8. Sal 1 4 5 , 4. 10. Rm 5, 5.
Salmo 145, 1,2-5 421

enemigos? ¿Cómo va a poner a otros en la tranquilidad y


liberar de los peligros quien está en la paz pero teme cosas
más graves que los que están en la guerra? Muchos que
podrían vivir en la tranquilidad no lo hacen por confiar en
tales hombres; y cuando éstos caen son derribados con ellos:
los que son custodios de otros, fueron traidores.
4. Pero dejando atrás todas estas cosas, el Profeta pone
algo que no puede dudarse: la muerte. Aunque alguno dis-
pusiera para ti todo ordenadamente, aunque sea benévolo,
te demuestre favor y te vaya a corresponder -dice-, a me-
nudo la vida termina en medio de promesas, te abandona
en vacías esperanzas. Y cuando la vida no es suficiente para
colmar la promesa, sino que su vida se interrumpe antes
de que se lleve a cabo, te refugias en un auxilio caduco.
¿No sabes que esto les sucede a muchos, que al caer el
auxiliador, quedan más frustrados, sin defensores? Y ¿qué
digo de la promesa que se hace y se desvanece, cuando el
que es señor de la misma no permanece? Retornará a su
tierra, dice. Y si aquél cae, mucho más ésta. Por eso aña-
dió: En aquel día perecerán todos sus proyectos; mostran-
do no sólo que no tendrá efecto la promesa, sino que tam-
bién desaparecerá quien la hizo. ¿Qué pasa entonces?
Después de alejarse de las esperanzas humanas, muestra un
puerto seguro, una torre inexpugnable, y aconseja. Este es
el mejor modo de exhortación, dar noticia de los necios y
promover las cosas seguras; destruir las vanas y establecer
las verdaderas; refutar las engañosas y mostrar las útiles.

5. Bienaventurado aquél que tiene su apoyo en el Dios


de Jacob, cuya esperanza es el Señor, su Dios . ¿Ves qué
11

abundancia de consejo y exhortación? Cuando habla de


bienaventuranza está hablando de toda clase de bienes, y

1 1 . Sal 145, 5.
422 Juan Crisóstomo

muestra la seguridad de la esperanza. Después de decir que


es bienaventurado el que espera en Él, a continuación habla
de la potencia del valedor, mostrando que aquél es hom-
bre, pero éste es Dios; aquél pasa, éste permanece; y no
sólo él, también sus obras. Y así añadió: Quien hizo el
cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos . 12

2.1. Y si sus obras son perennes, mucho más Él mismo


es perenne y poderoso; y que es así, lo muestran las cosas
hechas por su fuerza. Y ¿por qué, si es perenne y pode-
roso, no quiere? Muchos necios dicen esto, pero mira tam-
bién cómo retira esta suposición. Al decir que hizo el cielo
y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, añadió: El
que guarda fidelidad por siempre , haciendo justicia a los
12

oprimidos . Lo que dice es lo siguiente: «Éste es su ofi-


14

cio, esto es lo suyo, es lo más propio de Dios: no des-


preciar a los afligidos, no pasar por delante de los que han
sufrido algún daño, tender la mano a los que le han aco-
sado con insidias; y esto, perpetuamente». Por lo que dijo
también por siempre, demostrándolo; pero no sólo esto,
sino también lo que sigue a continuación:

2. Quien da pan a los hambrientos. El Señor suelta a


los encadenados . El Señor hace sabios a los ciegos .
15 Otro: 16

Ilumina .17 El Señor endereza a los agobiados *. El Señor


1

ama a los justos. El Señor custodia a los peregrinos; sus-


tenta al huérfano y a la viuda, y trastorna el camino de
los pecadores . Mira cómo muestra que su providencia se
19

12. Sal 145, 6a-b. procede esta interpretación, aun-


13. Sal 1 4 5 , 6c. que es seguida por Jerónimo y la
14. Sal 145, 7a. versión de la Vulgata, que tradu-
15. Sal 1 4 5 , 7b-c. cen de igual manera.
16. Sal 1 4 5 , 8a. 1 8 . Sal 1 4 5 , 8b.
17. Desconocemos de quién 1 9 . Sal 145, 9.
Salmo 145, 1,5-2,4 423

extiende a todos, que éste es su trabajo: rescata de las ca-


lamidades, da remedio al hambriento y libera de las cade-
nas. Pero esas cosas pueden hacerlas los hombres en parte,
mas las que después siguen no. Endereza al que de natu-
raleza es lisiado, levanta a los caídos -dice-, ensalza a los
que brillan por la virtud, salva a los que carecen de pro-
tección, a los que son huérfanos y viudas y están tristes
los consuela y alegra. Por eso dijo también:

3. El Señor ama a los justos; mostrando que a muchos


los ha levantado solamente por la calamidad. Y a los que
alimenta lo hace porque están hambrientos, lo cual no es
propio de la virtud; y a los encadenados los libera por las
cadenas; tampoco esto es propio de la virtud, sino de la ca-
lamidad. Y a los ciegos los ilumina por su ceguera, y esto
no es por buenas acciones, sino también por la calamidad.
También al lisiado, al que es extranjero, al huérfano y a la
viuda. Y si eso ayuda a los que están en la calamidad, mucho
más a los que se empeñan en la virtud. Como puede y quie-
re, todas las cosas están también en la presencia de Dios, así
acoge la virtud y se compadece de la calamidad; ¿por qué,
entonces, no dejas al que es necio, al que cae, al que pere-
ce y te refugias en el que es fuerte e inexpugnable, el que
no te reprocha las desgracias sino que acude en su remedio,
y el que puede todo lo que quiere? Considera con atención
lo último que ha dicho. No dijo «dispersa a los pecadores»,
sino el camino de ellos; esto es, su acción. Ciertamente no
va en contra de la naturaleza, sino que odia la maldad.

4. Reinará Dios por siempre, tu Dios, Sión, de genera-


ción en generación .
20 Si así reina perpetuamente y perma-
nece por siempre, no hay que dudar; y si no retribuye

20. Sal 145, 10.


424 Juan Crisóstomo

aquí es que está aguardando algo mejor. Por tanto, no nos


turbemos en las tentaciones y no nos intranquilicemos,
aunque la solución no suceda fácilmente; por el contrario,
dejemos para Dios el tiempo oportuno para la solución. Y
si hacemos algo bueno, no pidamos la compensación in-
mediatamente; más bien, esperemos de nuevo su voluntad;
si no nos da la recompensa y nos da largas, entonces se-
remos recompensados con creces; demos gracias por todo
y esperemos alabando. De esta forma pasaremos la vida
presente con una gran seguridad, y conseguiremos los bie-
nes inefables por la gracia y la benevolencia de nuestro
Señor Jesucristo; a El la gloria y el poder con el Padre in-
creado y el Espíritu vivificante, ahora y siempre por los
siglos de los siglos. Amén.
SALMO 146

Alabad al Señor porque un salmo es bueno .


1

1.1. Anteriormente, en el salmo ciento cuarenta y cua-


tro decía: Grande es el Señor y muy digno de alabanza , 1

y habla allí en gran manera sobre su gloria; aquí muestra


que también es bueno alabarlo y que el salmo es causa de
beneficios innumerables. En efecto, separa la mente de la
tierra y hace volar al alma, la aligera y la eleva por los
aires. Por eso también dice Pablo: Cantando y salmodian-
do a Dios en vuestros corazones ". Para nuestro Dios es
1

agradable una alabanza . Otro: Aleluya, porque es bueno


4

el cántico para Dios . ¿Qué significa para nuestro Dios es


5

agradable una alabanza! Que sea aceptable, dice. No basta


cantar sin más para que a Dios le guste la alabanza, sino
que es necesario la vida, la súplica y el cantar con cuida-
do. A mí me parece que este salmo es de retorno, y se
muestra por lo que sigue.

2. Ciertamente añade diciendo: El Señor edifica a Je-


rusalén; congrega a los deportados de Israel . En efecto, 6

Ciro los dispersó, pero no se debió a su juicio, sino a la

1. Sal 1 4 6 , la. 5. Esta interpretación es de


2. Sal 144, 3. Símaco.
3. Ef 5, 1 9 . 6. Sal 1 4 6 , 2.
4. Sal 1 4 6 , Ib.
426 Juan Crisóstomo

acción de Dios que todo lo consigue. Y otro intérprete,


en lugar de edifica, dice edificará ; y en vez de deporta-
7

dos dijo expulsados. ¿Por qué entonces? Porque no fueron


devueltos todos a la vez, sino que tras el retorno se reu-
nían poco a poco.
3. Él sana a los contritos de corazón, y venda sus heri-
das . Otro: Sus fracturas . Como por su vida no puede tener
9 9

confianza, aduce de nuevo la desdicha y la costumbre en


Dios. Ciertamente, la tarea propia del Señor es consolar a
los afligidos. Lo mismo que cuando Pablo decía: El que da
vida a los muertos ; y también: El que llama a las cosas que
10

no existen como si ya existieran , hablando de lo que co-


11

rresponde a su actuar; así también aquí éste: El que sana a


los contritos de corazón -dice-, mostrando que aunque sea-
mos indignos, al ser obra suya, no nos abandonará ni nos
separará de su intimidad. Así también Pablo: El que con-
suela a los humildes nos ha consolado a nosotros . Y de 12

nuevo: El que da aliento a los pusilánimes . Y el mismo Pro-


13

feta en otra parte [dice]: Dios no despreciará un corazón con-


trito y humillado . Tú, cuando quieras gozar del consuelo,
14

hazte humilde, haz contrita tu mente. Esto es lo propio de


su voluntad, de su benignidad y de su benevolencia, porque
éste es su trabajo: consolar a los que se encuentran en cala-
midades, y es lo que se sigue de su poder.

4. Él cuenta el número de las estrellas ; es decir, lo co- 13

noce. Puesto que el discurso trataba de una multitud dis-


persa, por eso nunca aparecía [el número], trae este ejem-

7. En la versión de Símaco. 12. 2 C o 7, 6.


8. Sal 146, 3. 13. Is 37, 1 5 .
9. Se trata también de Símaco. 14. Sal 50, 1 9 .
10. Rm 4, 17. 15. Sal 146, 4a.
1 1 . Rm 4, 17.
Salmo 146, 1,2-5 427

pío aquí, mostrando con él que también puede reunir a


los dispersos. Es su costumbre enderezar y consolar a los
contritos, y conoce con exactitud la multitud de los as-
tros. Por eso a nosotros también nos promete ser como la
multitud de las estrellas, y que nos reunirá con exactitud.
Y a todas esas cosas las llama por su nombre . Otro: Po-16

niendo nombre a todas . 17 Otro [dice]: Y los llamará no-


minalmente . 1% Considero que esto se dijo de los israelitas,
y lo mismo que dice el Profeta, también Isaías después:
No temas, Israel, te llamé desde los confines de la tierra,
y te dije: Tú eres mi siervo". ¿Qué significa a todas esas
cosas las llama por su nombre} Ninguno de ellos perecerá
-dice-, sino que de igual manera que los llama nominal-
mente, así también los restablecerá rigurosamente a todos.

5. Grande es nuestro Señor, grande su fuerza . Puesto 10

que ha dicho algo muy grande -que reunirá a millares de


hombres dispersos por el orbe de la tierra-, enseguida habla
de su poder para conducir a la fe a los judíos que esta-
ban muy confusos. Y su inteligencia no tiene medida . No 21

busques en esto el cómo. En efecto, su grandeza es infi-


nita. Por eso decía: Su grandeza no tiene fin . E igual que
22

su grandeza es infinita, lo es también su inteligencia. Y de


esta manera, habiendo dicho grande es nuestro Señor, aña-
dió: Y su inteligencia no tiene medida. Mas también es ad-
mirable su conocimiento. Por eso añadió: Admirable es
para mí tu conocimiento: es sublime y no alcanzo a com-
prenderlo .
21 De nuevo sus juicios son inescrutables. Y así
decía: Tus juicios son un abismo profundo . 24

16. Sal 146, 4b. 20. Sal 1 4 6 , 5a.


17. De autor desconocido. 2 1 . Sal 146, 5b.
18. Se desconoce el nombre 22. Sal 144, 3.
de este intérprete. 23. Sal 1 3 8 , 6.
19. Is 4 1 , 9. 24. Sal 35, 7.
428 Juan Crisóstomo

2.1. Por tanto, no indagues cómo es de grande y po-


deroso, ni en cómo serán estas cosas.
2. El Señor sostiene a los humildes, y humilla a los pe-
cadores hasta el suelo . Para que no digan algunos necios:
25

«¿Qué nos importa que conozca a los astros perfectamen-


te?». Se refiere también al cuidado que tiene para con los
hombres. No dijo «el Señor ofrece su cuidado», sino algo
mucho mejor: Sostiene; como si hablara de un padre aman-
te. ¿Qué quiere decir sostiene} Se recrea, soporta, lleva a
cuestas. ¿No has visto de nuevo su perfecta fuerza con
cada uno, respecto a lo de levantar a los humildes y hu-
millar a los arrogantes? Y no humilla simplemente, sino
que humilla en el más alto grado; eso es lo que quiere
decir hasta el suelo.

3. Entonad al Señor con acción de gracias . Otro [afir-


26

ma]: Recitad . Tras mencionar las buenas acciones de Dios,


27

de nuevo los convoca al himno, diciendo: Entonad al Señor


con acción de gracias; es decir, con agradecimiento, con
sumo cuidado. Cantad salmos a nuestro Dios con la cíta-
ra *. Otro: Con la lira .
2 29

4. El que cubre el cielo con nubes, al que prepara la


lluvia para la tierra™. Para que no diga ninguno de los
necios: «¿Qué me importan a mí las cosas celestiales?»,
añade enseguida una necesidad humana, mostrando me-
diante esa añadidura, por qué el cielo se cubre con nubes.
Es por ti -afirma-, para que te preveas de lluvia. Y la llu-
via es por ti, para que te produzca alimento. Mira tam-

25. Sal 1 4 6 , 6. 28. Sal 1 4 6 , 7b.


26. Sal 1 4 6 , 7a. 29. Se desconoce el autor de
27. Algunos códices atribuyen esta interpretación.
esta lección a Símaco. 30. Sal 1 4 6 , 8a-b.
Salmo 146, 2,1-6 429

bien la sabiduría: habla de los bienes universales dados a


todos, amordazándoles por la abundancia. Y si con los in-
fieles ha usado de tanta liberalidad que acumula las nubes,
promueve la lluvia y estimula la tierra, mucho más con
vosotros que os ha llamado pueblo escogido para El. Al
que hace germinar la hierba en el monte . Mira la gene- 11

rosidad de la providencia cuando no sólo con el cultivo


de la tierra, sino también con los montes proporciona una
mesa espléndida con el alimento de los animales que van
a servir al hombre. Y por eso añade:

5. El que dispersa al ganado su alimento, y a las crías


de los cuervos cuando le graznan . De nuevo refiere otro
11

reproche, cuando no sólo prepara el alimento a los gana-


dos que van a servir a los hombres, sino también a los
demás irracionales, incluso a las crías de los cuervos -afir-
ma-, cuando le graznan. Pero si con los irracionales, y los
irracionales salvajes, que no prestan servicio al hombre,
muestra tanta providencia, mucho más con los hombres, y
con hombres que cantan himnos, a los que también ha lla-
mado pueblo elegido y su porción. En consecuencia, pues-
to que eran necios, estaban carentes de todo y habían sido
despojados de todas las cosas, para que entonces no se es-
candalizaran, mira cómo corrige su necedad, diciendo:
6. No se deleita en el vigor del caballo, ni se compla-
c e en los músculos del varón '. El Señor se complace en los
17

que le temen y en los que esperan en su misericordia . 14

Otro: En los que aguardan confiadamente en su miseri-


cordia .
15 «Si tenéis - d i c e - el temor y la esperanza perfec-
ta en El, atraeréis su indulgencia; y cuando la atraigáis, se-

31. Sal 1 4 6 , 8c. 34. Sal 1 4 6 , 1 0 - 1 1 .


32. Sal 146, 9. 35. Esta interpretación pare-
33. Sal 146, 10. ce provenir de Símaco.
430 Juan Crisóstomo

réis más poderosos que todos los que tienen caballos y


armas». Una cosa es, en efecto, lo que se busca: el no su-
frir ni el perturbarse, sino el esperar su misericordia. Cier-
tamente ésta es la mayor esperanza: no desconfiar ni ab-
dicar cuando no recibimos de inmediato. Y dijo muy
acertadamente: En su misericordia. En verdad, para que no
tuvieran confianza en sus obras. «Por lo mismo -dice-,
aunque os defraudaran los hechos, esperad en su miseri-
cordia, procuraos su providencia y ayuda»; lo cual a todos
nosotros nos será dado conseguir por la gracia y la bene-
volencia de nuestro Señor Jesucristo, para quien es la glo-
ria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO 147

¡Alaba al Señor, Jerusalén, ensalza a tu Dios, Sión! .


1

1.1. No es a la ciudad sino a los habitantes a quienes


dirige el discurso [el Profeta], haciendo también aquí lo
mismo que en el resto del libro. Con asiduidad recomien-
da y aconseja ofrecer el agradecimiento a Dios por los be-
neficios recibidos, y poner su confianza no en los edificios,
ni en la seguridad de las fortificaciones, sino en su provi-
dencia. Y una vez establecido este principio, añade también:
2. Porque ha reforzado los cerrojos de tus puertas, ha ben-
decido en ti a tus hijos . ¿Qué significa ha reforzado los c e -
1

rrojos} «Te colocó en seguridad -dice-, y te ha hecho inex-


pugnable». Ha bendecido a tus hijos; es decir, consiguió que
fueran una multitud. Éste es uno de los beneficios que te ha
hecho; otro beneficio es aquello de en ti. Lo que quiere decir
es lo siguiente: «No están divididos ni dispersos, sino con-
gregados, y en ti se hicieron multitud». Después, mostran-
do otra manifestación de la providencia, dice:
3. Establece los límites a su paz . Podría ser que estu-
3

viesen seguros, que fueran muy numerosos y que soporta-

1. Sal 1 4 7 , 1. Este salmo fi- las ediciones actuales de la Biblia.


gura unido al anterior y tiene su 2. Sal 1 4 7 , 2.
comienzo en el versículo 1 2 , según 3. Sal 1 4 7 , 3a.
432 Juan Crisóstomo

ran la guerra; pero por estas cosas también aquí señala que
están protegidos del peligro -por decirlo así-, e indica que
no sólo la ciudad, sino también las mismas fronteras están
exentas de insidiadores. ¿Ves cuántos favores enumera? El
primero y mayor de todos se encierra al decir tu Dios. Con
esta expresión lo explica todo: te ha hecho familiar suyo, te
ha convertido en su heredero y el común Soberano de todos
es especialmente tuyo; lo cual constituye fundamentalmen-
te el primero de los bienes. En segundo lugar, porque co-
locó la ciudad en la seguridad. Tercero, consiguió que fue-
ran muchos. Cuarto, porque liberó de las guerras y del
tumulto no a la ciudad sola, sino a toda la nación; y no lo
hizo por un tiempo, ni dos o tres, sino por siempre, pues
no dijo: «Estableció», sino establece. Si alguna vez ha habi-
do guerras, no es porque Dios abandonase [a su pueblo],
sino porque éste se alejó [de Dios], puesto que su tarea per-
petua era protegerlo, defenderlo constantemente y hacer que
se alejara de él toda división y guerra. A este último favor
se añade otro, la abundancia y feracidad de los frutos de la
tierra, y de nuevo aquí les enseña que deben atribuir esta
abundancia no a la fertilidad de la tierra ni a la influencia
de los vientos, sino a su providencia. ¿A qué providencia?
A la que propició, diciendo:

4. Saciándote con flor de trigo . Mira: no dijo trigo sin


4

más, sino flor de trigo, para mostrar la abundante prospe-


ridad. Ciertamente flor de trigo expresa la lozanía del fruto.
Así son los dones de Dios, agradables y exuberantes. Aquí
dice que les colmará con el mejor trigo. Para indicarles eso
no dijo: «Dándote», sino saciándote.
5. Derramando su palabra en la tierra?. Según su cos-
tumbre, [el Profeta] pasa el discurso de los favores particu-

4. Sal 147, 3b. 5. Sal 147, 4a.


Salmo 147, 1,3-6 433

lares a los generales, y nuevamente de los comunes a los in-


dividuales, y esto es lo que hace aquí. Después de haber afir-
mado alaba a tu Dios, para que ningún insensato pudiera
pensar que se trataba sólo del Dios de los judíos, se apre-
sura a demostrar que es el Dios del universo, y que expan-
de su providencia por toda la tierra, deduciendo el discurso
desde las cosas particulares hasta lo general, y la providen-
cia desde lo general. Por eso al decir derramando su pala-
bra sobre la tierra, añadió: Y su palabra corre a toda prisa . 6

Dijo esto para demostrar que [Dios] no sólo cuida de nues-


tra región, sino de todo el universo. Lo que aquí refiere, la
acción providente, es un mandato. Después, resaltando la
prontitud, no la presenta tan sólo con el nombre de la pa-
labra, sino también con la apelación del funcionamiento. Y
no sólo le bastó con esto, sino que también añadió la rapi-
dez. Lo que dice es esto: Todo lo que ordena se cumple con
una maravillosa rapidez. Y manda por todo el orbe de la
tierra. ¿Qué es lo que manda? Todo lo que concierne a nues-
tra vida, me refiero a la disposición del aire, de los tiempos
y de los cambios. Y así añade, diciendo: Distribuyendo su
nieve como si fuera lana, y esparciendo escarcha como si fuera
ceniza . Otro intérprete dice: Rocío condensado .
7 El [texto] 8

hebreo dice: Escarcha como ceniza.

6. Arrojando su hielo como trozos de pan. A su frío


¿quién puede resistir? . Otro [dice]: Ante su ardor
9 ¿quién
resistirá? .
10 Envía su palabra y lo derrite; sopla su viento
y fluirán las aguas . Veo aquí la irresistible e infinita po-
11

tencia del Señor, que crea las cosas de la nada, transforma


lo creado y cambia lo que quiere.

6. Sal 1 4 7 , 4b. 10. Conforme a la versión de


7. Sal 1 4 7 , 5. Símaco.
8. Según la versión de Símaco. 1 1 . Sal 1 4 7 , 7.
9. Sal 147, 6.
434 Juan Crisóstomo

2.1. Otro profeta, mostrando lo mismo, decía: Él crea


todo y lo transforma} . Aunque cada cosa está encerrada
2

en los inflexibles límites de la naturaleza, sin embargo,


cuando le parece, esos límites se traspasan. Ciertamente,
para El todo cede y obedece. A veces cambia las sustan-
cias; otras, dejándolas intactas, cambia sólo la operación;
en una permite que permanezcan sus propios atributos y
a otra le induce el efecto contrario. Es lo que hizo [Dios]
en el horno [de Babilonia]. Había fuego y no quemaba;
al contrario, parecía el más dulce rocío a los que habían
sido arrojados al horno . Era mar lo que los judíos cru-
13

zaron, y las aguas no los tragaron, sino que las olas apa-
recían más sólidas que las piedras . Era tierra verdadera
14

la que pisaban Datan y Abirón, pero no pudo soportar


el peso de sus cuerpos, y se los tragó con más facilidad
que el propio mar . La vara de Aarón sólo era madera
15

seca pero produjo un fruto más hermoso que el que se


puede ver en los árboles . La burra de Balaam era el más
16

estúpido de los animales, pero cuando le pegaron, nada


le impidió defenderse con más razón que lo hubiera po-
dido hacer el más inteligente de los hombres . Daniel es- 17

taba rodeado de leones, y éstos se mostraban más man-


sos que ovejas, no porque la naturaleza fuera destruida,
sino porque sus instintos estaban refrenados . Y así se 18

pueden ver en las criaturas otros muchos cambios mara-


villosos.

2. Así pues, no pienses que es un milagro pequeño lo


que se repite cada año y se ofrece regularmente a nues-
tra vista. Considera qué grandioso es que ahora veas nieve

12. A m 5, 8. 16. Cf. N m 1 7 , 23.


13. Cf. Dn 3, 50. 17. Cf. N m 22, 2 8 - 3 0 .
14. Cf. Ex 14, 1 5 - 1 7 . 18. Cf. Dn 6, 23.
15. Cf. D t 1 1 , 6.
Salmo 147, 2,1-3 435

y después agua, y que tal transformación se cumpla en


un breve momento de tiempo. Y para que ningún necio
pueda atribuirlo a la fuerza natural de los elementos ni
piense sin más en la causa de esas cosas, sino para que
sepa quién es el que manda, a la acción de estas mate-
rias, eleva el discurso de todas estas cosas por encima de
su mandato, y dice: Envía su palabra y los derrite; es
decir, el mandato; lo que hace eso no es fundamental-
mente la naturaleza de los vientos, sino Dios, que es quien
hace los vientos. Condujo la palabra y los cambios hacia
los elementos para convencer al judío, que tenía un es-
píritu cerril, a partir de los fenómenos que la naturaleza
nos presenta cada año, que la fuerza de Dios puede mo-
dificar a su antojo las formas de las criaturas, y hacerlas
pasar de un extremo a otro, y si quisiera, también cam-
biaría lo contrario en su opuesto.
3. De la misma forma que cuando tiene lugar una tem-
pestad y una helada que hace estragos, puede fácilmente
volver a la calma y hacer subir la temperatura, así también
puede sin esfuerzo devolver la paz a los que están ator-
mentados con la guerra, y devolver a la patria y a su an-
tigua prosperidad a los que gimen cautivos. Pero no sig-
nifica sólo esto, sino que también tiene otro sentido latente.
¿Cuál es? Lo mismo que esas cosas, que producen con fre-
cuencia desgracias, suelen servirnos, así también, las cosas
que les sobrevinieron fueron de utilidad, y les reportó un
enorme beneficio. No obstante, para no ser molesto, de
nuevo pone el cambio en lo más agradable. ¿Qué es lo
que quiere y qué ejemplos pone? No dijo sólo arrojando
nieve, añade, como si fuera lana; y no dice sólo arrojan-
do escarcha, sino que añadió como si fuera ceniza. No se
contenta con decir arrojando hielo, sino que añadió como
trozos de pan. Y me parece que lo que quiere dar a en-
tender aquí es la facilidad de la acción divina.
436 Juan Crisóstomo

4. Él revela a Jacob su palabra". Otro [intérprete dice]:


Los decretos . 20Otro: Mandatos . Sus preceptos y sus jui-
21

cios a Israel . No obró así con ninguna otra nación .


22 Otro 21

[afirma]: Semejantes . Y no conocieron


24 sus juicios . Mira 21

cómo cambia de nuevo el discurso de las cosas generales


a las particulares, y de las que interesaban a los judíos es-
pecialmente, queriendo así avivar un mayor celo en ellos.
Al principio del salmo habla de los bienes materiales y de
los que aprovechan al cuerpo, como la seguridad, la abun-
dancia y la paz. Aquí, sin embargo, su discurso toma otro
vuelo, tocando el establecimiento de la ley, que es el mayor
género de beneficio, que aleja del vicio, conduce a la vir-
tud e ilumina la inteligencia. Y así Moisés que considera-
ba estas cosas por arriba y por abajo, decía: ¿Qué pueblo
se puede comparar con éste? ¿Qué nación hay más grande
que tenga dioses tan cercanos como lo está el Señor, nues-
tro Dios, en todo cuanto le invocamos? . Y de nuevo David:
26

El Señor hace misericordia y justicia a todos los oprimidos.


Enseñó sus caminos a Moisés, sus hazañas a los hijos de Is-
rael . Y Jeremías: Este es nuestro Dios. No hay otro por
27

encima de El. Encontró todo el camino de la ciencia, y se


la dio a Jacob su hijo, y a Israel, su elegido . 28

5. Pero alguno podría quizás decir: «Pero si no se ha


revelado a otros hombres, ¿cómo puede castigarlos?».
Ahora bien, que [Dios] castiga a los hombres que vivie-
ron antes de la ley y que pecaron por todas las partes del

19. Sal 147, 8a. 24. Intérprete desconocido.


20. En la versión de Aquila. 25. Sal 1 4 7 , 9b.
2 1 . Conforme a la traducción 26. D t 4, 7.
de Símaco. 27. Sal 52, 6-7.
22. Sal 147, 8b. 28. La cita no es de Jeremí-
23. Sal 1 4 7 , 9a. as, sino de Ba 3, 56-57.
Salmo 147, 2,4-3,1 437

universo, se demuestra por lo que Cristo dice: La reina


del Sur se levantará y condenará a esta generación . Y 29

también: Los hombres de Nínive se levantarán y conde-


narán a esta generación .
313 Ciertamente, con esto nos dice
que aquellos tendrán razón: unos serán alabados y otros
castigados. «Pero si no hubieran tenido claro lo que de-
bían de hacer, ¿cómo se les va a condenar?». Y ¿cómo es
que dice nuevamente que la sangre será juzgada, desde la
sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías } ¿Cómo 31

afirma también: Será más tolerable el castigo en la tierra


de Sodoma y Gomorra } Cuando dice más tolerable
32 no
significa una total liberación, sino que les dio un suplicio
más leve por sus pecados. Pero si los que fueron castiga-
dos recibieron otra vez una pena tan grave, ¿cómo po-
drán escapar los otros?

3.1. Fijémonos también en los que recibieron un castigo


con el diluvio, y en muchos otros más, incluso en el mismo
Caín. También Pablo indica lo mismo: En efecto, la ira de
Dios se revela desde el cielo sobre toda impiedad e injusticia
de los hombres que aprisionan la verdad con la injusticia.
Porque lo que se puede conocer de Dios les es manifiesto. En
efecto, Dios se lo manifestó. Lo invisible de Dios es conoci-
do desde la creación del mundo mediante las criaturas: su
eterno poder y divinidad, de modo que son inexcusables . Y 33

después, habla de sus vidas señalando los castigos rigurosos


que van a sufrir, diciendo así: Estos, aun conociendo el jui-
cio de Dios -que los que tales cosas hacen son dignos de
muerte-, no solamente las practican, sino que también de-
fienden a quienes las hacen . ¿ Y tú, hombre que juzgas a
34

29. M t 12, 42. 32. M t 1 1 , 24.


30. Mt 12, 4 1 . 33. Rm 1, 18-20.
3 1 . Mt 23, 35. 34. Rm 1, 32.
438 Juan Crisóstomo

los que hacen las mismas cosas que tú, piensas que escaparás
al juicio de Dios? ¿O desprecias la riqueza de su bondad,
paciencia y longanimidad, desconociendo que la bondad de
Dios te guía a la penitencia? Pues con tu dureza e impeni-
tente corazón atesoras contra ti mismo ira para el día de la
ira y de la revelación del justo juicio de Dios, que dará a
cada cual según sus obras: vida eterna a los que, por la per-
severancia en las buenas obras, buscan gloria, honor e inco-
rruptibilidad; pero a los rebeldes y a los que no obedecen a
la verdad, pero obedientes a la injusticia: ira e indignación,
tribulación y angustia sobre toda alma humana que obre el
mal: del judío primeramente y luego del griego .
35

2. ¿No ves por todas estas cosas cómo todos los hom-
bres que han existido antes de la ley fueron castigados por
sus pecados y los que han vivido en amor a la virtud y
alejándose de la impiedad gozan de los bienes? ¿Cómo iba
a ser posible si hubieran desconocido cuáles eran sus obli-
gaciones? Y si las conocían ¿cómo es que dice: No obró
así en ninguna otra nación, y sus juicios no se manifesta-
ron a otros! ¿Qué es lo que se ha dicho y lo que quiere
mostrar? Escucha. No dio la ley escrita a ningún otro [pue-
blo]; ciertamente todos tenían la ley natural inscrita en su
corazón, que les hacía conocer el bien y el mal. En efec-
to, en el mismo momento que Dios modela al hombre es-
tableció en él un juicio incorruptible, ese parecer de la con-
ciencia en cada uno. A los judíos les concedió algo eximio:
la indicación de las leyes mediante las Escrituras.

3. Por eso, el Profeta no dijo que Dios no había hecho


nada por las otras naciones, sino que no ha hecho lo mismo.
Es decir, no les entregó unas tablas [con la ley], ni Escri-
turas, ni a un legislador como Moisés, ni las otras cosas

35. Rm 1, 3-9.
Salmo 147, 3,1-4 439

que tuvieron lugar en el monte Sinaí; sino que de entre


todos [los pueblos] únicamente los judíos fueron favoreci-
dos mediante un privilegio. El resto de la naturaleza hu-
mana tuvo que conformarse con la ley de la conciencia.
Enseñando esto mismo Pablo declaraba: Pues cuando los
gentiles, que no tienen ley, cumplen de modo natural las
cosas de la ley, ellos, sin tener ley, son ley para sí mismos *'. 3

Por eso los judíos son dignos de una condena más grave,
pues recibiendo con la ley natural la ley escrita, despre-
ciaron las dos. Así, el abundante beneficio de Dios para
quienes lo desprecian se convierte en ocasión de una mayor
condena.

4. Baste ya con lo dicho, pero si alguno deseara asu-


mir el salmo en sentido espiritual, no rehusaremos entrar
por ese camino, sin maltratar la historia ¡nada de eso!, sino
que en ese camino ofreceremos también otras cosas a los
amantes de la maldad, hasta donde se pueda. Jerusalén, re-
conoce al Señor, alaba a tu Dios, Sión . Pablo reconoce a
37

la Jerusalén de arriba, acerca de la cual afirma: La Jerusa-


lén de arriba es libre y es nuestra madre *; lo mismo que
3

también reconoce en Sión a la Iglesia, cuando dice: No os


habéis acercado a un monte que se podía palpar, a un fuego
que ardía, a un torbellino, a una oscuridad, a una tor-
menta, sino que os habéis acercado al monte Sión, ciudad
e Iglesia de los primogénitos inscritos en los cielos . Se 39

puede, pues, dar el sentido metafórico: a lo de Jerusalén,


reconoce al Señor, alaba a tu Dios, Sión; porque El ha re-
forzado los cerrojos de tus puertas, ha bendecido en ti a
tus hijos. Él ha fortificado a la Iglesia mucho más que a
Jerusalén; no sólo rodeándola con cerrojos y puertas, sino

36. Rm 2, 14. 38. G a 4, 26.


37. Sal 1 4 7 , 1. 39. Hb 1 2 , 18.22.23.
440 Juan Crisóstomo

con la cruz, con la manifestación de su propio poder, con


el cual levantó su vallado por todas partes, diciendo: Las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella . 40

4.1. En los comienzos todos los reyes, pueblos y ciu­


dades, las falanges de los demonios, el mismo tirano del
diablo y otros miles de enemigos se opusieron a la Igle­
sia; pero todos fracasaron de la misma manera y pere­
cieron, pues ella ha crecido hasta el punto de sobrepasar
a los mismos cielos. Ha bendecido en ti a tus hijos. De
la misma manera que dijo al principio: Creced, multipli­
caos, y llenad la tierra , también la Palabra ha recorrido
41

el universo para fecundarlo; de igual manera el id y pre­


dicad a todas las gentes . Y esto otro: Este evangelio
42 será
predicado por todo el mundo . En efecto, en muy poco
41

espacio de tiempo la orden se ha cumplido hasta los úl­


timos rincones de la tierra. Por eso también decía [el Sal­
vador]: Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere,
queda infecundo; mas si muere produce mucho fruto . Y 44

otra vez: Cuando sea levantado [desde la tierra] todo lo


atraeré hacia mí . En el principio todos los hombres na­
45

cieron de uno sólo, y la población creció según las leyes


de la naturaleza; y por eso fue un proceso lento. Pero en
el tiempo de los apóstoles la multitud no crecía según la
ley de la naturaleza, sino según la gracia. Así, en un día
fueron tres mil , en otro cinco mil, después muchedum­
46

bres incontables, y después todo el universo recibió la


vida nueva, y ha formado una inmensa familia por esta
maravillosa regeneración, y por los hechos se manifesta-

40. M t 1 6 , 1 8 . 44. Jn 12, 24.


4 1 . G n 1, 28. 45. Jn 12, 32.
42. Mt 28, 19. 46. Cf. Hch 2, 4 1 .
43. Mt 26, 13.
Salmo 147, 3,4-4,3 441

ba la bendición que había sido dada. En efecto, no ha-


bían nacido de la sangre ni de la voluntad de la carne,
sino de la gracia de Dios . 47

2. Pone sus límites a la paz. Esto se podría decir muy


bien respecto de la Iglesia; y lo que es más admirable es
que gozaría de paz en medio de la guerra y, poniéndola
insidias todos, viviría en seguridad. Por eso decía [Cris-
to]: Mi paz os dejo, la paz os doy . También te sacia con
48

flor de trigo. Esto se puede entender en la Iglesia referi-


do al alimento espiritual, porque nos dio el pan de vida.
Envía a la tierra su mensaje y su palabra corre veloz.
¿Qué palabra? Dime. Aquella que mediante los apóstoles
recorría todo más rápida que un ala. Por eso también
David anunciaba en otra parte: El Señor dará su palabra,
son legión las mensajeras del triunfo . Si alguien dudara
49

sobre la interpretación, que haga la prueba por lo que su-


cede en los elementos y aprenderá cómo la nieve se amon-
tona con rapidez, y en un poquito de tiempo oculta toda
la tierra de la vista, no abarcándola durante un largo pe-
riodo de tiempo, sino de repente. Como era, en efecto,
profeta, y semejante al que predice el futuro y al que in-
dica estas cosas con sentido espiritual, consecuentemente
insiste en el discurso sobre los elementos. Es lo que ha
querido decir: Llegará el momento en que la tierra esté
invadida por la palabra de Dios, pero de manera rápida y
en un breve tiempo.

3. Después, para que nadie dude, puesto que los judí-


os eran la única nación a la que se habían dado tantos cui-
dados y no se habían vuelto mejores, quiere enseñar que
los habitantes de la tierra se volverán mejores en muy poco

47. J n 1, 1 3 . 49. Sal 67, 12.


48. Jn 14, 27.
442 ]uan Crisóstomo

tiempo; y para confirmar lo que dice, toma el ejemplo de


las cosas naturales, la nieve, la nube y el hielo, que cam-
bian muy rápidamente. Así pues, no creas que sus mentes
no son fáciles de cambiar. Pero ¿son muchos los que se
resisten? Los mismos que al final cederán y renunciarán.
Si nadie puede soportar un invierno corto, que se vuelve
muy vehemente, sino que todos ceden y sucumben con él;
con mayor razón sucumbirán ante la palabra de Dios todo
lo que le es contrario. Ciertamente, El puede cambiar las
sustancias, hacerlas nuevas, comunicar tal fuerza a los ele-
mentos que toda resistencia sea irresistible. Revela a Jacob
su palabra, sus preceptos y sus juicios a Israel. Tampoco
aquí se equivocará quien tome en sentido espiritual a Jacob
y a Israel, al que también Pablo conoce, cuando afirma:
Paz para vosotros y sobre el Israel de Dios ; a El la glo-
50

ria por los siglos de los siglos. Amén.

50. G a 6, 1 6 .
SALMO 148

Alabad al Señor desde los cielos, alabadle en las alturas .


1

Alabadle, ángeles suyos todos . 2

1.1. Es costumbre en los santos, debido a su mucha


nobleza de sentimientos, después de estar dispuestos a dar
gracias a Dios, reunir a muchos que compartan con ellos
la alabanza, y exhortar para que asuman con ellos este
hermoso oficio. Lo mismo hicieron los tres jóvenes en el
horno , invocando a toda la creación a la alabanza por
3

los beneficios recibidos y a cantar himnos a Dios. Tam-


bién aquí hace lo mismo, invitando a uno y otro mundo,
al superior y al inferior, al sensible y al espiritual. Lo
mismo hace el profeta Isaías, cuando dice: Alégrense los
cielos, y exulte la tierra, porque Dios ha visitado a su pue-
blo . Y David mismo otra vez, al decir: Cuando salió Is-
4

rael de Egipto, la casa de Jacob del pueblo bárbaro, los


montes saltaron como carneros, y las colinas como corde-
ros . Y de nuevo en otra parte Isaías: Las nubes
5 llueven
justicia .
6 Y es que como no son suficientes ellos solos
para la alabanza del Soberano, reúne a muchos para que
compartan el himno. El salmista suele hacer lo mismo,

1. Sal 1 4 8 , 1. 4. Is 49, 1 3 .
2. Sal 148, 2a. 5. Sal 1 1 3 , 1 y 4.
3. Cf. D n 3, 23ss. 6. Is 45, 8.
444 Juan Crisóstomo

como cuando dice: Que lo adoren todos los ángeles de


Dios : Y en otra ocasión: Poderosos
7 en virtud los que eje-
cutan su palabra*.
2. Con esto se afirma también otra cosa. ¿Cuál? Nadie
que esté en su pleno juicio puede pensar que hay dos cre-
adores. En efecto, puesto que existen distintas criaturas que
difieren entre ellas en la naturaleza (pues unas son sensi-
bles y otras espirituales; unas visibles y otras invisibles;
unas poseedoras de cuerpo, otras incorpóreas), por la di-
ferencia de las obras no se puede pensar creadores distin-
tos; hay un único coro, del que sus integrantes le ofrecen
una única melodía, y al decir que se debe alabar al mismo
Dios de las criaturas superiores e inferiores, muestra tam-
bién que es el creador de unas y otras. Así, comienza con
las superiores, diciendo: Alabadle, todos su ángeles, ala-
badle todos sus poderíos . Otro [dice]: Todos sus ejércitos™,
9

refiriéndose a los querubines, serafines, dominaciones, prin-


cipados y potestades. Esto es lo propio de un alma muy
encendida, de un amor ardiente: excitar a todos a alabar
al amado. Esto es lo propio de una mente que asiduamente
se deleita en el pensamiento de Dios, y se asombra y ma-
ravilla de su gloria, y se inflama por Él.

3. Alabadle, sol y luna; alabadle todas las estrellas y la


luz . Otro [traduce]: Estrellas de luz . Alabadle, los cie-
11 12

los de los cielos; y el agua que está sobre los cielos alabe
el nombre del Señor . Pues El habló y se hicieron; El or-
13

denó y fueron creados . El los fijó siempre, por los siglos .


14 15

7. Sal 96, 7. 12. En la versión de Símaco.


8. Sal 102, 20. 13. Sal 1 4 8 , 4-5a.
9. Sal 1 4 8 , 2. 14. Sal 1 4 8 , 5b.
10. En la versión de Símaco. 15. Sal 1 4 8 , 6a.
1 1 . Sal 148, 3.
Salmo 148, 1,1-4 445

Otro [afirma]: Determinó que ellos permanecieran perpe-


tuamente . 16Estableció un precepto y no pasará . ¿Por qué 17

hace pocas referencias de las potestades celestes, pasa rá-


pidamente sobre ellas, y cuando lleva el discurso a las cosas
visibles, detalla más, deteniéndose en cada una, las infe-
riores y las superiores? Porque éstas eran patentes para los
que lo escuchaban, pues podían verlas y a que las tenían
ante sus ojos. Por eso también Moisés, comenzando con
la creación, tampoco dijo nada de las cosas celestes, ni
mucho ni poco, y comienza a partir del cielo y la tierra,
y, pasando por el sol, la luna, las hierbas, los manantiales
y los cuadrúpedos, termina el discurso con el hombre. Al
referirse aquí a los cielos de los cielos, no señala una mul-
titud, pues él mismo se refiere al cielo del cielo. Y es que
la lengua hebrea suele nombrar cielos al cielo . Como dice 18

en otra parte: El cielo del cielo es del Señor, mas la tierra


se la dio a los hijos de los hombres . Y el agua que está
19

sobre los cielos. Escucha a Moisés que dice que permane-


ció por debajo de las aguas, pero que dispuso que otras
permanecieran sobre las superficies celestes, fijando el apoyo
en medio del abismo, y estableciendo que las aguas per-
manecieran por encima de la superficie.

4. ¿Cómo pudieron alabar -puede cuestionarse alguno-


las cosas que no tienen voz, ni lengua, ni alma, ni pensa-
miento, ni razón, ni garganta, ni mente? Porque existen
dos clases de glorificación: una, ciertamente, por las pala-
bras, y otra, por la vista; y hay además de esas una ter-
cera, por la vida y las obras. En verdad, los hombres dan

16. Desconocemos de quién hebrea «cielo» se escribe con ter-


se trata. minación de plural.
17. Sal 1 4 8 , 6b. 1 9 . Sal 1 1 3 , 24 ( 1 1 3 B , 16).
18. En efeto, en terminología
446 Juan Crisóstomo

gloria a Dios no sólo hablando, sino también callando,


como el mismo Cristo afirma: Brille vuestra luz delante
de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos . Y tam- 20

bién: Glorificaré a los que me glorifican . Existe también


21

la glorificación que se hace con la lengua, como Moisés


glorificó con María, diciendo: Cantemos al Señor, glorio-
samente ha sido glorificado . 22Y existe también la que se
hace por medio de la criatura, y como éste mismo afirma:
Los cielos narran la gloria de Dios; el firmamento anuncia
las obras de sus manos . 21 Así también aquí la criatura lo
alaba por la belleza, la posición, la magnitud, la naturale-
za, el uso, el servicio, la permanencia, la utilidad que de
ellas se tiene. Así, cuando afirma alabad al Señor, ángeles,
virtudes, cielos, luna, sol, estrellas y aguas que estáis sobre
los cielos, dice estas cosas porque cada una de ellas es
digna de la sabiduría del que las ha hecho, y porque en-
cierran una gran maravilla. Es lo que también Moisés ex-
presó brevemente al principio: Y Dios vio lo que había
hecho, y he aquí que era muy bueno . Y era bueno por-
24

que glorificaba al que las ha hecho, y porque conducían


al espectador a la alabanza de quien las había creado.

2.1. Por tanto, llama alabanza a la belleza de las cosas


que han sido creadas, porque lleva a dedicar himnos y ala-
banzas al que las ha hecho. Esto mismo también lo mues-
tra Pablo: Desde la creación del mundo las perfecciones in-
visibles se han hecho visibles, su eterno poder y divinidad . 11

Este Profeta, al referirse a las criaturas, abandonando lo


que se presenta ante la mirada y para enseñar su belleza,

20. M t 5, 1 6 . 23. Sal 1 8 , 1.


2 1 . 1 S 2, 30. 24. Gn 1, 3 1 .
22. Ex 1 5 , 1. 25. Rm 1, 20.
Salmo 148, 1,4-2,2 447

magnitud y utilidad, aduce otra causa, y afirma: Pues Él


dijo y se hizo; Él ordenó y fueron creados. Él los fijó por
siempre, por los siglos. Estableció un precepto y no pasará.
Ciertamente, son bellas y admirables, como la misma vi-
sión lo muestra; y que tienen un artífice y no existen por
casualidad ni son increadas, es algo que puede verse in-
cluso a partir de la misma interpretación. Y si alguno duda,
que aprenda de mí que tienen un creador y artífice pro-
vidente y que cuida de ellas. Dos cosas establece aquí, o
mejor tres; y si lo examinamos con exactitud cuatro: que
las hizo, que las hizo de la nada, que las hizo fácilmente
y que mantiene lo que ha hecho.

2. Al mencionar Él dijo, muestra la facilidad; como tam-


bién Pablo, al señalarlo, decía: El que da la vida a los muer-
tos, y llama a las cosas que no son como si fueran .26 Con
el nombre de la llamada nos señala la facilidad. Y que man-
tiene lo que ha hecho nos lo muestra el mismo Profeta,
añadiendo: Los fijó por siempre, por los siglos. Estableció un
precepto y no pasará. Mira también aquí de nuevo cómo se
muestra la potestad y la autoridad, no sólo porque perma-
necen, sino también porque dijo precepto, indicando por el
vocablo humano su operación. Lo mismo que para ti es
fácil hablar y mandar, así para Dios lo es el hacer lo que
no existe y mantener lo que hace; incluso no sucede así,
sino que es mucho más fácil. No puede explicarse con pa-
labras la suma facilidad con que ha hecho todas las cosas.
Y lo más admirable no es sólo que mantenga, o que las
leyes de la naturaleza sean fijas e inamovibles, sino que lo
sean también por un tiempo infinito. Piensa cuánto es el
espacio de tiempo transcurrido desde la eternidad, y sin
embargo nada se ha confundido, ni los mares han inunda-

26. Rm 4, 17.
448 Juan Crisóstomo

do la tierra, ni el sol ha quemado lo que ha contemplado,


ni el cielo se ha deslizado, ni se han confundido los lími-
tes de la noche y del día, ni los tiempos de las estaciones,
ni ninguna otra cosa parecida; sino que cada cosa del mundo
superior y del inferior permanece con toda exactitud en los
límites establecidos por El desde el principio.
3. Puesto que hay quienes afirman que lo que hay en
27

el cielo es digno de la creación de Dios, pero desprecian lo


que hay en la tierra, afirmando que lo que hay en ella son
escorpiones, víboras, dragones y los restantes géneros de bes-
tias, y árboles sin frutos; y como si estuviera respondiéndo-
les, otra vez prosigue el discurso de otra forma. Mira lo que
hace: los bienes que son claros, los deja atrás, como son las
ovejas, los bueyes, de cuya necesidad nos habla la experien-
cia, los asnos, camellos y otros animales que portan nues-
tras cargas; hace circular el discurso en los [bienes] que pa-
recen ser inútiles, poniendo en medio dragones, la parte del
mar innavegable, y lo que parece que es perjudicial, como
el fuego, el granizo, la nieve y el hielo; después, los árboles
sin fruto y los montes; y dejando de lado otra vez las gran-
des extensiones de campos, aptos para la agricultura y que
proveen frutos, pasa a los montes, colinas y lugares desier-
tos, y se acuerda de todos los reptiles. Para que conozca-
mos más claramente estas cosas, escuchemos sus palabras.
Después de decir estableció un precepto y no pasará, añadió:

4. Alabad al Señor desde la tierra, monstruos del mar


y todos los abismos , fuego y granizo, nieve y bruma,
28 vien-
to tempestuoso, ejecutor de su palabra . Otro: Viento de
29

27. Alusión a los maniqueos, gando todo valor a esta última.


quienes distinguían entre la crea- 28. Sal 1 4 8 , 7.
ción espiritual y la material, ne- 29. Sal 148, 8.
Salmo 148, 2,2-3,1 449

torbellino™. Montañas y todas las colinas, árbol frutal y c e -


dros todos ; fieras y todos los ganados, reptil y pájaro que
31

vuela .
32 ¿Por qué hace así el discurso? Para mostrar la pro-
videncia de Dios mediante la abundancia. En efecto, aun-
que esas cosas parecen inútiles y molestas para el género
humano, sin embargo son útiles y buenas; y además ofre-
cen a Dios su alabanza y dan gloria a su artífice. Consi-
dera estos bienes como los otros. Y si te parece, atrape-
mos cada una de las cosas mencionadas. Dragones y todo
abismo, dice. Dragones aquí se refiere a los cetáceos, como
cuando en otra parte dice: El cetáceo que hiciste para jugar
con él . Y en otros muchos lugares se puede ver a este
33

animal designado de la misma manera.

3.1. Se dice ¿cómo puede alabar ese animal a su hace-


dor, y cuándo no lo alaba? Cuando contemplas la grande-
za y la composición del cuerpo que narra con tanta clari-
dad la Escritura en el caso de Job , ¿cómo no vas a admirar
34

al Artífice que produjo tal animal? No sólo por la grande-


za, sino porque se le atribuye la parte de mar innavegable
en la que actúa. Es digno de admiración que no traspase
los propios límites, puesto que es un animal fiero y cruel,
sino que se mantenga viviendo en sus límites, y además no
sólo no salga a la tierra o a un lugar habitable, sino que ni
siquiera perjudica la parte del mar que es apta para la na-
vegación; y no devora las clases de peces, sino que permi-
te la vida dentro de su dominio. Y no sólo esto es digno

30. Se desconoce el autor de las traducciones modernas se habla


esta interpretación. de Leviatán, nombre con el que
3 1 . Sal 1 4 8 , 9. se designa a un cetáceo o mons-
32. Sal 148, 10. truo marino, símbolo de los po-
33. Sal 103, 26. deres enemigos de Dios.
34. Cf. Jb 40, 25 - 4 1 , 26. En
450 Juan Crisóstomo

de admiración, sino también la profundidad del abismo. Lo


mismo que se observa en este animal, también puede verse
en el mar. Aunque el soplar de los vientos sea intolerable
y tenga una enorme abundancia de agua, no traspasa sus
propios límites ni inunda la tierra cercana, sino que tam-
bién se mantiene sujeto por cadenas inamovibles; a pesar de
que la naturaleza de las aguas sea indisciplinada. Cuando la
magnitud es tal y es empujada por tales fuerzas, considera
cuan grande es el prodigio, no por la confusión ni por el
volumen ni por la fuerza que sobrepasa su propio límite,
sino porque con tanta confusión conserva su buena dispo-
sición. Considerando todas estas cosas podrías también aquí
componer un himno a Dios, y admirar su poder, sabiduría,
fuerza y autoridad. Son también inefables otras razones que
él mismo conoce de por qué actuó así. Por eso también al-
guno afirmaba: No digas, ¿por qué esto? ¿Por qué lo otro?
Todas las cosas han sido hechas para su necesidad . Fuego,
35

granizo, nieve, fríos, tormentas, que ejecutan su palabra. Aquí


también añade algo más a lo mencionado.

2. En el salmo anterior se admiraba porque en un es-


pacio breve de tiempo toda la tierra se cubre con nieve y
con hielo, porque se condensa, cambia y se convierte en lo
contrario ; pero aquí, porque hace lo que no existe, por-
36

que lo hecho permanece y porque lo que permanece colma


la condición de los servidores, y aunque sean irracionales,
cumplen su mandato con la máxima obediencia. Efectiva-
mente, a menudo una orden suya obra acciones que son
de naturaleza contraria, como hizo en el horno de Babilo-
nia en el que el fuego quemaba y a la vez derramaba el
rocío . Y ¿esto merece la acción de gracias? Preguntas. Al
37

35. Si 39, 2 1 . 37. Cf. Dn 3, 49.


36. Cf. Sal 147, 5-6.
Salmo 148, 3,1-3 451

máximo, ciertamente. Hay que alabar a Dios igualmente


cuando castiga y cuando libera de un suplicio. Ambas cosas
proceden de su cuidado, ambas de su benevolencia. Los
hombres hacen unas cosas por bondad y otras por ira e
indignación; Dios, sin embargo, las hace todas por bene-
volencia. Conviene, por tanto, alabarle igualmente porque
haya puesto a Adán en el paraíso, y porque lo expulsara
de allí ; y darle gracias tanto por el reino como por la ge-
38

henna, pues ésta la hizo y la fortificó para liberarnos del


mal. Lo mismo que admiramos al médico no sólo cuando
alimenta, sino también cuando castiga con el hambre; no
sólo cuando te conduce al foro, sino también cuando te
encierra en casa; no sólo cuando te aplica un ungüento,
sino también cuando te quema o te saja. Aunque son cosas
contrarias, sin embargo, miran a un único fin; así también
conviene alabar a Dios por todo; mucho más porque aquél
es un hombre y éste es Dios, y porque las cosas que su-
ceden a menudo de manera distinta a como esperamos, pro-
ceden de la sabiduría y del cuidado de Dios.

3. El granizo y el fuego no sólo castigan, sino que tam-


bién liberan del suplicio, sirven para que acaben las guerras
y para rechazar a los enemigos. ¿No sabes que en Egipto se
obraron milagros por estos elementos , y entre los judíos y
39

también en esta generación nuestra ? Tanta es la fuerza del


40

que manda que algunas veces hace esas cosas por medio de
los ángeles, inteligencias y fuerzas poderosas, y también asom-
bra mediante los elementos, para que cuando un ángel haga
estas cosas, ningún necio le atribuye a él eso, sino al que

38. Cf. G n 2, 8; 3, 23. contemporáneos durante las per-


39. Especialmente con el fuego. secuciones del emperador Juliano
40. El Crisóstomo alude a dis- el Apóstata.
tintos sucesos acaecidos entre sus
452 Juan Crisóstomo

manda. ¿Acaso estableció un ángel la guerra? Estableció tam-


bién el granizo. ¿Destruyó a los primogénitos? También la
tempestad del mar destruyó a todo el pueblo. Da, por tanto,
gracias al Dios benevolente por todo. Montañas y todas las
colinas; árbol frutal y cedros todos, fieras y todos los gana-
dos, reptil y pájaro que vuela. Mira cómo se detiene con
gusto en las cosas que son más inútiles, en montes y coli-
nas, en animales, en serpientes y los árboles sin frutos. Y
muestra la utilidad de las cosas que son fértiles por ellas mis-
mas, como las planicies campestres y los animales domésti-
cos. ¿Piensas que las fieras y las serpientes, los montes y los
arbustos estériles no tienen utilidad? Pues tienen mucha, y
contribuyen en gran medida a nuestra vida. Así, en verdad,
montes, colinas y árboles estériles nos sirven mucho para los
edificios, y si no nos sirviéramos de ellos, nada impediría
que nuestra raza desapareciera. Lo mismo que necesitamos
de nuestros campos para alimentarnos, así necesitamos tam-
bién de maderas estériles y de piedras para edificarnos vi-
viendas y otras muchas cosas que construimos.

4.1. «Pero -preguntas- ¿qué utilidad alcanzan para la vida


las serpientes, cetáceos, escorpiones y leones?». ¿Qué fruto
reportan? Mucho e indescriptible; y no en menor grado que
los animales domésticos. Estos son válidos para la utilidad
del cuerpo; pero aquéllos te infunden miedo, te predisponen
a ser modesto, te hacen templado, te preparan para la lucha,
y te recuerdan el pecado de nuestros primeros padres en el
paraíso, y te muestran que la desobediencia fue la causa de
tantos males. En efecto, antes del pecado las fieras no eran
terribles para el hombre ni había que huir de ellas, ya que
eran mansas y dóciles. De hecho, Dios las condujo hasta
Adán, y éste les puso el nombre . La serpiente habla con
41

41. Cf. G n 2, 19-20.


Salmo 148, 3,3-4,2 453

la mujer, y Eva no intentó ponerse a salvo . Pero después 42

de que el mandato fue transgredido y Dios fue desobedeci-


do, ese privilegio desapareció. Así pues, cuando veas un león,
cuando veas una serpiente, acuérdate de estos relatos, que te
presentan un argumento no pequeño de filosofía. Trae a tu
mente a Daniel, cómo, después de la visión de la antigua es-
tatua, las terribles bestias se detuvieron ante él ; lo mismo 43

que la serpiente en Pablo ; entonces no deduzcas de aquí


44

un cuidado y providencia del alma pequeños.

2. Además de esto también se puede admirar por otro


lado la economía salvífica de Dios en estas cosas y la dis-
posición. ¿Cuál? Que las colocó en lugares alejados de
las ciudades, en lugares aislados; y aunque son terribles,
no residen en las ciudades, ni atacan a los que allí habi-
tan, sino que les gusta y aman la soledad, y se quedan
encerradas allí, en el lugar que Dios les destinó desde el
principio como el apropiado para vivir. En efecto, cuan-
do tú duermes, ellas vagan por el desierto. Lo que tam-
bién el Profeta muestra en algún lugar, diciendo así: Pu-
siste las tinieblas y se hizo la noche; en ella vagan las
bestias de la selva .
45 ¿Ves cómo también ahora conserva
para ti las huellas de tu dominio, y aunque cercenadas y
disminuidas, sin embargo guardan como una especie del
antiguo honor? Como ellas fueron relegadas a esclavas, y
apartadas a un tiempo y lugar distante, si tú no las in-
vades, ellas no te invadirán, sino que vivirán en los de-
siertos. Pero si las enfadas y provocas, como fieras que
son, enloquecen sobremanera. Ciertamente, si te com-
portas bien, entonces no te harán ningún daño; y si al-
guna vez recibes un daño de las fieras, piensa que mu-

42. Cf. G n 3, 1-5. 44. Cf. Hch 28, 3-6.


43. Cf. Dn 6, 23. 45. Sal 1 0 3 , 20.
454 Juan Crisóstomo

chos más has recibido de los hombres en distintas oca-


siones. En efecto, el hombre es más terrible que una fiera.
La fiera lleva por delante su fiereza; pero éste esconde la
maldad bajo el rostro de la dulzura, por eso, en ocasio-
nes, es difícil ponerse en guardia. Pero si conoces esto,
ni la fiera ni el hombre te causarán mal alguno, sino que
te ayudarán al máximo.
3. Y ¿por qué digo fiera y hombre, cuando ni el pro-
pio diablo pudo dañar a Job, e incluso fue ocasión de in-
numerables coronas? ¿Por qué digo fiera y hombre, cuan-
do por los elementos que están en ti, si fueres negligente,
padecerás castigos mucho peores, por la bilis o la muco-
sidad, si desprecias con una cierta inmoderación su pre-
ponderancia? Así, es necesario siempre un espíritu sobrio.
Pero lo mismo que si fueres descuidado recibirás entonces
un gran daño, así también, si eres atento y vigilante, reci-
birás de nuevo un beneficio que no tenías: todo queda a
tu decisión. Lo que es en el universo nieve, fuego y vien-
tos, eso es también en el cuerpo la bilis, la sangre y la
mucosidad; por eso conviene gobernarlas muy sabiamente,
para que recibamos su utilidad y no nos perjudiquen. Mas
¿por qué hablo del cuerpo, cuando el alma tiene algo que
si la abandonas a la inmoderación produce enfermedades,
pero si la castigas, sirve de ayuda? Ciertamente la ira, si
la empleas bien, se convierte para ti en una medicina sa-
ludable; pero inmoderadamente, es causa de ruina. La con-
cupiscencia, si la gobiernas bien, te hace padre, pues es útil
para procrear los hijos; pero abandonada, te lleva a veces
a la fornicación y al adulterio. No eches, por tanto, la
culpa a la situación, pues siempre está en tu mente. Y si
la desprecias, a ti mismo te dañas y pierdes tu propio cuer-
po; pero si cuidas de ella, entonces no sufrirás nada grave
o molesto de los demonios ni del diablo, ni tampoco de
las fieras.
Salmo 148, 4,2-5,1 455

4. Reyes de la tierra y pueblos todos* . Otro [dice]: Tri-


6

bus todas . Príncipes y todos los jueces de la tierra .


47 Jó- 48

venes y doncellas . Otro. Elegidos™. Ancianos y


49 jóvenes . 51

Otro [afirma]: Junto con los niños . Alaben el nombre del


52

Señor . Aquí revela de nuevo de otra clase de providen-


51

cia, la de los importantes; también Pablo lo establece en


la epístola a los romanos, mostrando muy sabiamente que
es obra de la sabiduría de Dios disponer todo en los que
ejercen el poder y en los que obedecen. En efecto, porque
está al servicio de Dios para tu bien . Y si quitaras esto,
54

todo se derrumbaría. Ciertamente, si ahora hay príncipes


y muchos de ellos corruptos, ésta es la necesidad de la si-
tuación, lo mismo que es muy provechosa la necesidad de
los magistrados, aunque sean malos; considera cuánto bien
se seguiría para el género humano, si los que tienen un
cargo actuaran rectamente. Ahora bien, el constituir car-
gos públicos fue obra de Dios; pero que los desempeñen
los malvados y no los ejerzan como conviene, eso es obra
de la perversión de los hombres.

5.1. Por eso dice que conviene dar muchas gracias a


Dios por estar bajo la potestad de un rey y de un juez.
En efecto, él está encargado de la buena conducta de los
hombres y de que muchos no vivan de manera más irra-
cional que las fieras; lo mismo que hay que agradecer el
arte de conducir un carro o de gobernar una nave, tam-
bién el tener magistrados y reyes. Así pues, si eres prín-
cipe, agradece al benevolente Dios, pues has tenido oca-
sión de recibir esa facultad; y si eres un principiante, da

46. Sal 1 4 8 , l i a . dencia de esta versión.


47. Según la versión de Aquila. 5 1 . Sal 1 4 8 , 12b.
48. Sal 1 4 8 , 1 1 b . 52. Intérprete desconocido.
49. Sal 148, 12a. 53. Sal 1 4 8 , 13a.
50. Desconocemos la proce- 54. Rm 1 3 , 4.
456 Juan Crisóstomo

gracias también, porque tienes quien vele por ti y no per-


mite que los malvados te cerquen con sus insidias. Si has
alcanzado la ancianidad o eres joven, da gracias a Dios.
Esto es lo que principalmente este salmo enseña por do-
quier: que conviene dar gracias a Dios por todas las cosas,
seas magistrado o simple ciudadano. Por eso lo señala, di-
ciendo: Y pueblos todos. Seas joven o anciano -dice-, hom-
bre o mujer.

2. Porque su nombre solo es excelso . Otro [dice]: Por-


55

que es eminente . Su reconocimiento


56 sobre el cielo y la tie-
rra . Otro: Y su himno .
57 Y ensalzará el poder de su pue-
59

blo. Es himno para todos sus santos, para los hijos de Israel,
para el pueblo cercano a El . Lo que dice es lo siguiente:
59

«He mostrado a través de las cosas que son visibles a todos,


su providencia, gloria y majestad; y conviene alabarlo no
sólo por ellas, sino también cuando faltan. Con ellas y sin
ellas sea para El la majestad, la gloria y la acción de gra-
cias por todo». Lo de su nombre solo quiere decir que se
distingue de los que no son dioses. Después de elevar al
oyente a la más alta contemplación, lo transporta de nuevo
desde la tierra al cielo mismo. Así como al principio des-
cendió del cielo a la tierra, así también transporta al hom-
bre desde las cosas visibles al cielo, diciendo: Su reconoci-
miento sobre el cielo y la tierra. Es decir, «aunque las
potestades celestes, que no son materiales ni pueden cap-
tarse con la inteligencia, no cesan de dar gracias a Dios y
de alabarlo, sin embargo, el que es tan grande y poderoso
Dios, nos honra llamándonos su pueblo también a nosotros;
y no sólo nos llama, sino que también nos alza y exalta».

55. Sal 1 4 8 , 13b. 58. Traductor desconocido.


56. De autor desconocido. 59. Sal 1 4 8 , 1 4 .
57. Sal 148, 13c.
Salmo 148, 5,1-3 457

3. Y así añade: Y ensalzará el poder de su pueblo; con


ello nos atrae a su mejor culto, y nos muestra que no ne-
cesita del culto (pues ¿cómo va a necesitarlo, quien tiene
la gloria como atributo de su naturaleza, y la creación
misma le está sujeta?), sino que por la sola bondad quie-
re hacerlos amigos y volverlos más claros e insignes por
todo el orbe de la tierra. Esto es lo que indica al decir:
Es un himno para todos sus santos, para los hijos de Isra-
el, para el pueblo cercano a El. En efecto, para no con-
vertirlos de nuevo en más indolentes y perezosos, al lla-
marlos pueblo suyo, y por esto sólo deberían llenarse de
confianza, despreciando la virtud del alma, cuando dijo es
un himno para todos, no se refirió sin más a los hombres,
sino para sus santos; y de nuevo, al decir para los hijos de
Israel, añade para el pueblo cercano a El. Otro intérpre-
te , en lugar de decir himnos, dijo alabanza.
60 Lo que dice
es lo siguiente: «Si sois santos y estáis cerca de El, con-
seguiréis una gloria grande. Todas sus cosas son perennes,
puesto que es tan rico y posee tanta gloria». Nos convie-
ne, pues, también a nosotros conseguirla, y así alcanzare-
mos también para nosotros un esplendor insigne, por la
gracia y benevolencia de nuestro Señor Jesucristo; a Él la
gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén.

60. Ignoramos de quién se trata.


SALMO 149

Cantad al Señor un cántico nuevo .


1

1.1. Cántico nuevo se llama en sentido espiritual al


Nuevo Testamento. En efecto, entonces todo se hizo
nuevo. El testamento: Estableceré con vosotros un testa-
mento nuevo , 2 dice [Jeremías]. La criatura: Si alguno está
en Cristo - d i c e - , es una nueva criatura . El hombre: Des-
3

pojaos del hombre viejo - d i c e - , y revestios del nuevo, que


se va renovando hasta el conocimiento según la imagen
del que lo creó . Así pues, la nueva forma de vida y todas
4

las demás cosas reciben el nombre de Nuevo Testamen-


to y cántico nuevo al que ahora este Profeta exhorta a
cantar. Según la historia, el cántico es nuevo porque tenía
que cantar de forma clara e insigne las victorias, los su-
cesos prósperos y los trofeos. Su alabanza en la asam-
blea de los santos . ¿Ves cómo busca la acción de gracias
5

por la vida y las obras antes que las palabras, y cómo


los conduce al coro de los que cantan alabanzas? En ver-
dad, no es suficiente dar gracias sólo con las palabras,
pues la virtud se produce por los hechos. Su alabanza en
la asamblea de los santos. También aquí enseña otra cosa.

1. Sal 149, la. 4. Col 3, 9 - 1 0 .


2. J r 38, 3 1 . 5. Sal 1 4 9 , I b .
3. 2 C o 5, 17.
Salmo 149, 1,1-2 459

En efecto, muestra que es conveniente ofrecer alabanzas


todos juntos y al mismo tiempo. Por eso, Iglesia signifi-
ca reunión y asamblea.
2. ¡Alégrese Israel en su Hacedor! . Antepone a los be-
6

neficios singulares los universales, por lo que casi añadió,


exhortando y diciendo: «Da gracias a Dios, pues cuando
no existías, te creó y te inspiró un alma». Y no es esto una
muestra pequeña de su favor. Incluso aquí indica algo más.
Hablando así, no expone la creación sin más, sino la fa-
miliaridad; y le ordena dar gracias, no porque lo creara,
sino porque además lo hizo pueblo suyo. Mira cómo unien-
do y estrechando con Dios, no quiere sólo que se den gra-
cias, sino que se haga con placer, con alegría, con ánimo
enardecido. Todo esto es lo que significaba el alégrese. Busca
la disposición del que da gracias, para que arda con el deseo,
para que se inflame por el amor, para que se consagre to-
talmente al Dios que es alabado. Lo mismo que también
en otra parte, al mostrar esto mismo, decía: Igual que la
cierva desea las fuentes de las aguas, así mi alma te desea,
oh Dios . Y de nuevo: Sedienta está mi alma del Dios fuer-
7

te, del Dios vivo*. Y también: Mi alma tiene sed de ti, y


mi carne desfallece por ti, como tierra seca, sedienta y sin
agua . Lo que otro intérprete dijo: Como tierra
9 sedienta . 10

Queriendo mostrar la disposición y el deseo de su alma, la


compara con la tierra árida, con el ciervo sediento. Y una
vez más muestra con las palabras este mismo deseo, di-
ciendo: ¿ Cuándo iré y podré estar ante el rostro de Dios? . 11

Así son las almas de los santos, y la de Pablo, que se la-


mentaba porque se retardaba la salida de esta tierra . 12

6. Sal 149, 2a. 10. Se trata de la versión de


7. Sal 4 1 , 2. Símaco.
8. Sal 4 1 , 3a. 1 1 . Sal 4 1 , 3b.
9. Sal 62, 2. 12. Cf. 2 C o 5, 4; Flp 1, 23.
460 Juan Crisóstomo

3. Y los hijos de Sión alborócense con su Rey . ¿Ves 13

cómo lo que ya he dicho antes se señala aquí: la familia-


ridad y que el pueblo ha sido objeto de elección? Tam-
bién muestra eso mismo al añadir lo de su rey. No es sólo
rey por razón de la creación, sino también por razón de
la familiaridad.
4. Alaben su nombre en coro . Mira, una vez más, esta
14

brillante sinfonía. Para esto están los coros, para que en


unidad de espíritu todos ofrezcan al mismo tiempo la ala-
banza. Pablo mostraba lo mismo diciendo: Sin abandonar
las propias reuniones . Esto significa también la petición
15

que se ofrece por todos: Padre nuestro, que estás en los


cielos ; y perdónanos
16 nuestras deudas ; y no nos dejes caer
17

en la tentación , 18 y líbranos del mal ; utilizando siempre


19

el nombre en plural. Así también se enseñaba antiguamente


a cantar y salmodiar a Dios con sinfonías, ungidos siem-
pre con la caridad y la concordia: Canten para El con tím-
pano y salterio . 20

2.1. Algunos interpretan estos instrumentos en sentido


espiritual y dicen que el tímpano reclama la mortificación
de nuestra carne, y el salterio el dirigir la mirada al cielo.
Ciertamente este instrumento se pone en movimiento desde
arriba, no desde abajo, como la cítara. Mas yo diría que
antiguamente Dios conducía mediante estos instrumentos,
por la necedad de mente de aquellos, y para retirarlos pre-
cisamente de los ídolos. Lo mismo que cedió a los sacrifi-
cios, así también permitió estas cosas, acomodándose a la
necedad de ellos. Aquí exige, por tanto, el cantar con gozo.

13. Sal 149, 2b. 17. Mt 6, 12.


14. Sal 1 4 9 , 3a. 18. M t 6, 13.
15. Hb 1 0 , 2 5 . 19. Ibidem.
16. Mt 6, 9. 20. Sal 149, 3b,
Salmo 149, 1,3-2,4 461

En verdad esto es lo que significa alaben su nombre en el


coro, unánimemente y con una vida limpia. De ahí que, ex-
citándoles de nuevo a un mayor fervor, refiera la benevo-
lencia del celebrado con el canto hacia a ellos. Pues añade:
2. Porque el Señor se complace con su pueblo . ¿Qué 21

puede compararse a esta prosperidad, cuando Dios es pro-


picio? Y honrará a los humildes con la salvación . Fíjate 22

cómo, una vez más, alude a las cosas de Dios y las de los
hombres. De igual manera que más arriba reclamaba la ac-
ción de gracias de ellos y presentaba la actitud de Dios, di-
ciendo: Porque el Señor se complace con su pueblo; así tam-
bién aquí, anunciando las cosas de Dios, reclama las de los
hombres diciendo: Y honrará a los humildes con la salva-
ción. Efectivamente, el honrar es algo propio de Dios; en
cambio, el ser humilde es característica de los hombres. Pero
las cosas no proceden de Dios, si no aventajan a las de los
hombres. Mira, pues, la magnitud del don. No dijo simple-
mente «salvará», sino honrará con la salvación. Es decir, «no
sólo los libraré de los peligros, sino que también los haré
insignes y conspicuos ofreciéndoles con la salvación también
la gloria». Y para explicar esto añadió de nuevo, diciendo:

3. Exultarán los santos con la gloria . Igual que antes


13

busca a los humildes, aquí a los santos. Ciertamente Dios


muestra por todas partes sus obras con milagros. Así, los
liberó de Egipto, así los hizo salir de Babilonia, volvién-
doles más espléndidos no sólo por la liberación, sino tam-
bién por la realización de los milagros.
4. Gócense en sus lechos . Al añadir esto, señala una
24

gran seguridad, una gran quietud, una gran alegría, un gran


placer. Y dice estas cosas para que conozcan que eso no

2 1 . Sal 1 4 9 , 4a. 23. Sal 1 4 9 , 5a.


22. Sal 149, 4b. 24. Sal 1 4 9 , 5b.
462 Juan Crisóstomo

lo consiguió con sus propias armas ni sus propias fuerzas,


sino con el auxilio de Dios que lo hizo todo, y cuya ayuda
es necesario atraer por la humildad y la mansedumbre.
5. Los elogios de Dios estén en su garganta, y las es-
padas de doble filo en sus manos ; para ejercer
25 venganza
en las naciones, castigos en los pueblos . Muestra aquí un
26

combate con coros, y cómo, cantando y entonando him-


nos, serán superiores. En efecto, llama elogios a los him-
nos, los salmos y las acciones de gracias. Por eso otro [in-
térprete], en lugar de elogios dice himnos . Para ejercer
27

venganza en las naciones, castigos en los pueblos. ¿Qué sig-


nifica esto? Puesto que reprochaba todo el tiempo a los
que vencían, [ahora] debía avergonzarlos con la indicación
de lo que iba a hacer, y debería probar mediante sus ac-
ciones, no la necedad de Dios, sino los pecados con que
ellos habían conseguido vencer. Y como habían recibido
ya bastantes castigos, el benevolente Dios consintió una
vez, y obró un cambio admirable en los hechos. Mira, por
tanto, la insigne victoria. Así, añade y dice:

6. Para aprisionar a los reyes con grillos, y a sus nobles


con grilletes de hierro . ¿Ves la superioridad de su fuerza?
28

No sólo rechazaron y expulsaron a los enemigos, sino que


incluso a los que estaban cautivos les mostraron todo el
poder de Dios.
7. Para aplicarles la sentencia escrita . ¿Qué significa
29

la sentencia escrita} Manifiesta, evidente, que no puede que-


dar en el olvido. Así son las cosas de Dios: se extienden
a todos los tiempos, tanto por la grandeza de las buenas

25. Sal 1 4 9 , 6. esta interpretación.


26. Sal 149, 7. 28. Sal 1 4 9 , 8.
27. Desconocemos el autor de 29. Sal 149, 9a.
Salmo 149, 2,4-8 463

acciones como por la magnitud de los milagros. Así será


la victoria -dice-, así será el trofeo, como algo manifiesto
a todos, claro, como si estuviese esculpido en una colum-
na y que nunca es destruido.
8. Esta gloria es para todos los santos™. ¿Cuál es esa
gloria? El haber vencido; pero sobre todo no el haber ven-
cido sin más, sino el haber vencido de esta manera, por la
ayuda de Dios, por el auxilio de lo alto. Mira cómo se
acuerda de los santos, animándoles al cuidado de la vida
santa y de la virtud. Y a mí me parece que gloria no sólo
se refiere a la victoria, sino también a la alabanza, a las
melodías y los himnos, enseñando con todo esto que quie-
nes alaban a Dios recibirán una gloria grande, y se harán
más insignes por la gracia y la benevolencia de nuestro
Señor Jesucristo; a Él la gloria y el poder, por los siglos
de los siglos. Amén.

30. Sal 1 4 9 , 9b.


SALMO 150

Alabad a Dios en sus santos . Otro [afirma]: En su


1 santo .
2

Otro [dice]: En su santuario . 3

1. Aquí se habla o bien del pueblo, o bien de la vida


santa y de los hombres santos. Mira cómo el libro termi-
na también en acción de gracias, enseñándonos que nues-
tras palabras y nuestras obras tienen que tener este obje-
to, tanto en el principio como en el fin. Por lo mismo dice
Pablo: Todo cuanto hagáis de palabra o de obra, [haced-
lo] siempre dando gracias a Dios Padre por medio de El . 4

Así también el principio de nuestra oración toma de aquí


su inicio. Pues en efecto, el decir Padre nuestro es pro- 5

pio de los que dan gracias por los dones que han recibi-
do, mostrando todas las cosas mediante ese nombre. Pues
quien dice Padre, demuestra la filiación adoptiva; y quien
confiesa la adopción, predica la justicia, la santificación, la
redención, la remisión de los pecados y la acción del Es-
píritu. Conviene, por tanto, que estas cosas preexistan, para
que disfrutemos de la adopción como hijos y seamos dig-
nos del que llamamos Padre. A mí me parece que a esto

1. Sal 1 5 0 , la. 4. C o l 3, 1 7 . El texto bíblico


2. En la versión de Símaco. añade: «Hacedlo todo en nombre
3. Según la interpretación de del Señor Jesús».
Aquila. 5. M t 6, 9.
Salmo 150, 1,1-2 465

se refiere cuando dice lo de en tus santos; es decir, me-


diante tus santos. Dad gracias porque se nos ha introdu-
cido a tal forma de vida que a los hombres les hizo án-
geles. Y como primero dijo en los santos, luego añadió:
Alabadle en el firmamento de su fuerza?; indicando lo que
ya he dicho antes. Y esto supone mayor solicitud de Dios
que lo anterior, pues el cielo fue hecho para el hombre,
no el hombre para el cielo. Y otro [intérprete], en lugar
de en el firmamento, dijo: En lo inexpugnable . Y otro: En 7

el firmamento de su poder . También me parece que esto


9

otro se refiere a lo mismo que el salmo anterior. Allí se


dijo: Alabadlo, ángeles suyos . Así también aquí: Alabadlo
9

en su firmamento; es decir, los que están en su firmamen-


to. En efecto, las potencias de arriba no pueden dejar de
ser compañeras de la alabanza. Alabadle por sus proezas™.
Otro [afirma]: Mediante sus proezas. Y el [intérprete] he-
breo: En sus poderes. Esto es lo que dice: «Alabadlo por
sus proezas, por su fuerza, por sus milagros, por su for-
taleza, que se muestran en todas las cosas, las que están
abajo y las que están arriba, las que se realizan en común
y las realizadas en privado, las que se hacen una vez y las
que [se repiten] siempre».

2. Alabadle por su inmensa grandeza . ¿Acaso puede


11

darse una alabanza que corresponda a su inmensa gran-


deza? No dice que la alabanza responda a tal cosa, sino
que cuanto pueda el alma comprender la multitud de su
grandeza - d i c e - , así debe ofrecerla: cuanto se te conceda,
así se debe ofrecer al gran Dios y por encima del ser

6. Sal 1 5 0 , Ib. 9. Sal 148, 2.


7. Se trata de la versión de 10. Sal 1 5 0 , 2a.
Símaco. 1 1 . Sal 1 5 0 , 2b.
8. Según la traducción de Aquila.
466 Juan Crisóstomo

hombre. ¿Ves el anhelo de su alma? ¿Ves la mente enar-


decida, qué fuerza tiene, cómo porfía, supera la propia
necedad y vuela después al mismo cielo, unida estrecha-
mente a Dios y consagrada a Él por su gran deseo?
3. Alabadle con sonido de trompeta . Otro [dice]: Me-
12

diante el sonido de cuerno". Alabadle con salterio y cí-


tara™. Otro: Por el arpa y la lira . Alabadle con tímpa-
15

no y danza; alabadle con cuerdas y flauta . Otro [afirma]:


16

Mediante cuerdas y cítara . Alabadle con címbalos


17 sono-
ros; alabadle con címbalos de aclamación . Otro [dice]:
18

Con címbalos importantes . 19¡Todo aliento alabe al


Señor! .20 Otro [afirma]: Respiración . Pone en movi-
21

miento todos los instrumentos y manda ofrecer la me-


lodía con todos, calentando y excitando sus mentes. Lo
mismo que a los judíos con todos los instrumentos, así
nos exhorta a nosotros a entonar un canto de alabanza
a Dios con todos los miembros: con los ojos, con la len-
gua, con los oídos y con las manos. Es lo mismo que
señala Pablo, cuando dice: Ofreced vuestros cuerpos como
ofrenda viva, santa, agradable a Dios, que sea vuestro
culto espiritual . 22 En efecto, el ojo alaba cuando no mira
impúdicamente; y la lengua, cuando canta salmos; el oído,
cuando no escucha canciones groseras ni los reproches
del vecino; y la mente, cuando no urde engaños, sino
que rebosa caridad; y los pies, cuando no corren al mal,

12. Sal 1 5 0 , 3a. 18. Sal 1 5 0 , 5.


13. En la versión de Símaco. 19. De autor desconocido.
14. Sal 1 5 0 , 3b. 20. Sal 150, 3-5.
15. Según la traducción de 2 1 . Esta traducción puede ser
Aquila. de Aquila, Símaco y Teodoción,
16. Sal 150, 4. que así suelen interpretarlo.
17. Desconocemos la proce- 22. Rm 12, 1.
dencia de esta traducción.
Salmo 150, 1,2-5 467

sino a la realización de buenas obras; y las manos, cuan-


do no están extendidas a la rapiña, a la ambición ni a
los golpes, sino a la limosna y a la protección de los que
reciben injurias. Entonces el hombre se hace una armo-
niosa cítara, ofreciendo a Dios una melodía acorde y es-
piritual. Así, aquellos instrumentos les fueron permitidos
entonces por su necedad y porque les atemperaba con la
caridad y la concordia, y para excitar su mente de forma
que realizaran con placer las cosas que les eran útiles, y
para pretender conducirlos hacia un mayor empeño me-
diante esa seducción. En efecto, eludiendo Dios lo que
de vulgar, negligente y descuidado que había en ellos,
por ello trata de despertarlos con sabiduría, mezclando
lo dulce de la melodía con el esfuerzo de los cuidados.
¿Qué significa címbalos importantes} Se refiere así a los
salmos. Ciertamente no pulsaban los címbalos sin más,
ni simplemente tocaban la cítara, sino que por los cím-
balos, las trompetas y las cítaras mostraban la impor-
tancia de los salmos. Y el trabajo y el estudio que rea-
lizaban con ello les proporcionaban un gran beneficio.

4. Todo aliento alabe al Señor. Una vez que ha men-


cionado a los seres del cielo, ha enardecido al pueblo y
ha movido todos los instrumentos, a continuación viene
a referirse a toda la naturaleza, convocando a la melodía
a gentes de toda edad: ancianos, hombres adultos, jóve-
nes, adolescentes, mujeres, y a todos los que habitan la
tierra, y desde este lugar del Nuevo Testamento esparce
las semillas a todos los lugares de la tierra.
5. Alabemos así a Dios por siempre; no cesemos de
darle gracias por todo con las palabras y con las obras.
En efecto, éste es nuestro sacrificio y oblación; éste es el
mejor ministerio, y el que conviene a la forma angélica.
Y si perseveramos así, alabando a Dios, y pasamos la pre-
sente vida sin tropiezos, también gozaremos de los bie-
468 Juan Crisóstomo

nes futuros: los que todos nosotros alcanzaremos por la


gracia y benevolencia de nuestro Señor Jesucristo, a quien
juntamente con el Padre y el Espíritu Santo sea la glo-
ria, el poder y el honor, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
ÍNDICES
ÍNDICE BÍBLICO

Génesis 6, 9: I 260
1, 1: I 2 1 1 , 2 1 3 , 225 6, 22: I 72
1, 26: I 62, 2 0 6 , 2 1 3 , 7, 17-24: I 76
267, 425; II 22 9, 1.7: II 1 1 0
1, 27: II 392 9, 2: I 206
1, 28: II 440 9, 3: II 23
1, 31: II 446 9, 5: I 233
2, 8: I 77; II 451 9, 25: II 12
2, 17: II 1 2 0 1 1 , 1: I 373
2, 18: II 251 1 1 , 1-9: I 76
2, 19-20: II 452 1 1 , 2: I 77
2, 21: II 131 1 1 , 7: I 192; II 23
2, 24: I 105 1 1 , 13: I 203
3, 1-5: II 453 12, 1: I 314
3, 1-7: II 348 12, 7: II 72
3, 5: II 394 13, 15: I 314
3, 12: II 375 14, 17: II 150
3, 12-13: II 351 14, 18: II 42
3, 16: II 1 2 0 14, 23: II 3 4 7
3, 16-19: I 127 1 5 , 16: II 63
3, 17: I 340 18, 5: I 269
3, 18: II 1 2 0 18, 27: II 132, 346, 395
3, 19: I 408; II 1 2 0 19, 3: I 269
3, 23: II 1 8 6 , 451 20, 2-7: II 347
4, 8: I 466 2 1 , 1-7: II 135
4, 9-10: II 135 22, 1 - 1 8 : I 380
4, 9-15: I 127 22, 7: II 3 4 7
4, 23-24: I 127 22, 8: II 347
4, 26: I 441 23, 6: I 76
5, 24: II 151 27, 28: II 12
6, 2: I 440 27, 36: I 415
472 índice bíblico

28, 12: II 160 20, 13: I 80; II 64


28, 20: II 3 4 1 , 347 20, 15: II 64
39, 7: I 433 21, 24: I 151
42, 29-34: II 327 22, 27: I 440; II 294
49, 1: II 12 24, 7: II 246
49, 3-4: II 12 30, 10: II 338
49, 9: I 333 32, 1: I 67
49, 12: I 340 32, 1-6: I 127
37 y 38: II 2 1 3 32, 4-6: I 195
32, 6: II 345
Éxodo 32, 8-10: II 22
1, 20: II 2 6 6 32, 13: II 1 1 3
3, 2: II 148 32, 32: I 346
3, 6: I 146; II 102, 33, 13: I 288
279, 403 33, 18-20: I 79
3, 7: II 144, 2 8 6 33, 19: I 125; II 300
3, 7-8: II 161
4, 10: II 334 Levítico
4, 1 1 : I 192 4, 3: I 126
4, 17: II 28 4, 1 3 - 1 4 : I 126
7, 1: I 267 7, 26-27: I 454
7-9: I 171 10, 2: II 142
9, 16: II 265 16, 34: II 338
10, 2 1 : II 383 17, 4: II 256
12, 3 - 1 0 : I 380 20, 13: I 126
12, 37: II 109 2 1 , 9: I 126
14, 1 1 : II 72, 345 24, 15: I 441
14, 15: I 64, 107, 285; II 24, 1 5 - 1 6 : I 440
335 24, 20: I 151
14, 15-17: II 434
14, 15-31: II 100 Números
14, 16: I 195; II 29 1 1 , 6: II 72
14, 19: I 269 1 1 , 29: I 196, 346
14, 21: I 268 12, 3: I 346; II 239
14, 22: II 53 12, 13: I 346
15, 1: I 3 8 1 ; II 4 4 6 14, 23: I 308
15, 14: I 177 15, 32-36: I 127
15, 21: I 381 16, 15ss: I 347
16, 14: I 382 16, 28-32: II 241
17, 6: I 1 9 6 , 382 16, 32: II 53, 142
19, 6: I 447 17, 20: II 142
19, 12.14.15: II 370 17, 23: II 434
índice bíblico

20, 12: I 346 Jueces


22, 4: II 271 2, 1: I 98
22, 28-30: II 434 7, 1- 3: I 309; II 1 4 9
24, 9: II 347 14, 14: I 411
25, 1-3: II 22
25, 3: I 195 1 Samuel
25, 4-9: I 195 1, 1 0 - 1 1 : II 228
25, 11-13: I 194 1, 13: I 107; II 335
26, 10: II 328 1, 19-23: II 94, 135
1, 2 7 I 64
Deuteronomio 1, 28 I 455
3, 26: I 149 2, 24 I 327
4, 7: II 108, 436 2, 25 I 460
4, 35: II 22 2, 30 II 446
6, 4: II 22, 23 3, 13 II 14
6, 5: II 4 7 6, 6: II 282
6, 13: II 22 14, 45: II 268
9, 4-5: II 61 15, 22: I 312
10, 17: I 382 15, 35: I 417
1 1 , 6: II 434 16, 23: I 191
12, 3 1 : I 195 17, 29: I 346
19, 2 1 : I 151 17, 48-54: II 62, 149
2 1 , 26: I 340 17, 49: II 389
22, 10: I 138 17, 50ss: I 347
23, 8: II 271 19, 8- 10: II 3 7 6
24, 1-4: II 23 20, 4 1 : II 349
24, 13: I 138 24, 1- 7: I 154
27, 26: I 340 24, 1 1 : I 346
28, 16: II 13 26, 7ss: I 346
32, 8: II 1 1 2 27, 17: II 268
32, 49-40: II 135 28, 15: II 352

Josué 2 Samuel
1, 2: II 1 3 6 1, 23: I 62
2, 9: I 76 7, 16: I 354
2, 10: I 402 1 1 , 2-5: II 352
6, 5: II 272 11, 2-17: I 127
6, 6 - 1 6 : I 308 12, 13: I 1 2 7 , 4 1 5 ; II
6, 20: II 62 352
10, 13: I 268; II 383 13, 1: I 141
13-18: I 141
14, 25-26: II 334
474 índice bíblico

15, 23: I 146 19: I 399


15, 30-37: I 142 19, 1-7: I 311
16, 5ss: I 346 19, 35: I 1 7 1 , 374; I I
16, 7: I 161 149
16, 8.22: I 141 20, 1-3: I 235
16, 11-12: I I 361 20, 1-11: I 311
16, 15-19: I 142 20, 11: I 268; I I 145
16, 17: I 144 20, 17: I I 145
17, 1-3: I 144
17, 5-6: I 145 2 Crónicas
17, 8-13: I 145 1, 1 1 : I 149
17, 15-15: I 145 16, 9: I 256
17, 14: I 145
17, 23: I 182 Tobías
18, 5: I 1 7 7 , 182, 346 4, 15: I 103
18, 9: I 182
18, 9-15: I I 327 Judit
18, 14: I 183 2, 1: I 269
18, 19: I 144 9, 14: I 315
19, 1: I 177, 182 13, 17-20: I I 62
24, 17: I I 353
1 Macabeos
1 Reyes 1, l l s s : I 300
3, 1 1 : I 313 5, 68: I I 244
6, 2: I I 338
1 1 , 9: I 98 Job
16, 36-38: I I 228 1, 1: I 1 1 8 ; I I 132,
17, 7 - 1 6 : I I 147 373
17, 19-22: I I 228 1, 1.8.12: I 61
18, 42: I I 228 1, 2 1 : I 1 2 1 , 455; I I 48,
2 1 , 2-4: I 178 217
2, 3: I I 302
2 Reyes 2, 4-5: I I 216
2, 11: I 389; I I 151 2, 9: II 214
2, 23: I I 335 2, 10: II 217
4, 16: I I 109 3, 23: I I 50
4, 27: I I 162 3, 25-26: I 245
4, 35: I 191 9, 33: I I 373
5, lss: I 310 9, 33-34: I I 375
5, 11: I 310 10, 3: I 167
5, 14: I 191 10, 9: I 74
7, 12-15: I I 147 14, 3: I 426
índice bíblico 475

20, 5: I 167 5, 4b: I 109


21, 16: I 167 5, 4b-5: I 109
26, 8: I I 261 5, 6a: I 109
31, 5: I I 353 5, 6b: I 110
31, 13.15: I 61 5, 6b-7: I 110
33, 27: I 161 5, 7a: I 110
36, 22: I 168 5, 7b: I 111
38, 3: I I 375 5, 8a: I 111
40, 4: I I 373, 375 5, 8b: I 112
40, 7: I I 373, 375 5, 9a.: I 112
40, 2 5 - 4 1 , 26: I I 449 5, 9b: I 114
42, 2: I 252 5, 10a: I 114
42, 5-6: I I 375 5, 10b: I 114
42, 10: I 269 5, 10c: I 115
5, lia: I 115
Salmos 5, 11b: I 116
1, 1: II 353 5, 12a: I 116
2, 1: I 337 5, 12b: I 116
2, 3: I 200 5, 12c: I 117
2, 5: I 200 5, 13a: I 117
2, 9: II 28 5, 13b: I 118
3, 7: I 157 6, 2: I 122
4, 2: I 149, 160 6, 3a: I 124, 128
4, 2a: I 59 6, 3b-4a: I 128
4, 2b: I 66 6, 4b-5: I 131
4, 2c: I 68 6, 5a: I 131
4, 3: I 72 6, 6: I 131
4, 4a: I 75 6, 7: I 132
4, 4b: I 78 6, 7a: I 149
4, 5: I 79 6, 7b: I 128, 149
4, 6: I 83 6, 8a: I 134, 149
4, 7: I 85 6, 8b: I 128, 135
4, 8a: I 87 6, 9a: I 149
4, 8b: I 90 6, 9-10: I 136
4, 9: I 93 6, 11_: I 137
5, 1: I 100 7, 1: I 140
5, 2a: I 106 7, 2: I 140, 187
5, 2b: I 107 7, 3: I 147, 471
5, 3a: I 107 7, 4: I 148, 161
5, 3b: I 107 7, 4-5: I 275
5, 3c: I 108 7, 5: II 292
5, 4a: I 108 7, 5-6: I 152
476 índice bíblico

7, 7a: I 157 9, 5: I 157


7, 7b: I 159 9, 5a: I 223
7, 8a: I 159 9, 5b: I 223
7, 8b: I 160 9, 6: I 226
7, 8b-9a: I 160 9, 6a: I 223
7, 9b: I 160 9, 6b: I 223
7, 9b-10a: I 160 9, 7: I 226, 273
7, 10a: I 164, 166 9, 7a: I 224
7, 10b: I 167 9, 7b: I 224s.
7, l i a : I 167 9, 8: I 225s.
7, 11b: I 168 9, 8b: I 226
7, 12: I 168 9, 9: I 226
7, 13-14: I 342 9, 10a: I 228
7, 13a: I 170 9, 10b: I 229
7, 13b: I 170 9, l i a : I 230
7, 14: I 170 9, 11b: I 231
7, 15a: I 175 9, 12: I 232
7, 15b: I 175 9, 12a: I 232
7, 16: I 175 9, 12b: I 232
7, 17: I 182 9, 13a: I 233
7, 18: I 183, 187 9, 13b: I 233
8, 2: I 187 9, 1 4 - 1 5 : I 234
8, 2c: I 190 9, 15a: I 235
8, 3a: I 191 9, 16a: I 236
8, 3b: I 192 9, 16b: I 236
8, 3c: I 193, 203 9, 17a: I 237
8, 4: I 203 9, 17b: I 238
8, 5: I 205, 426; I I 9, 18: I 238
132, 133 9, 19: I 238
8, 6: I 208, 425 9, 20a: I 239
8, 6a: I 206 9, 20b: I 239
8, 6b: I 206 9, 21a: I 240
8, 7: I 208 9, 21b: I 240
8, 7-9: I 425 9, 22: I 241
8, 8: I 208 9, 23-24: I 242
8, 9: I 208 9, 25: I 242
8, 10: I 208 9, 26a: I 243
9, 1: I 216 9, 26a-b: I 243
9, 2: I 216 9, 26b: I 243
9, 3a: I 220 9, 26c: I 244
9, 3b: I 221 9, 27: I 244
9, 4: I 222 9, 28: I 246
índice bíblico 477

9, 29 I 246 12, 4b-5a: I 273


9, 30 I 246 12, 5b: I 274
9, 31 I 246 12, 6a: I 275
9, 32 I 247 12, 6b: I 275
9, 33 I 247 12, 6c-d: I 276
9, 34 I 248 13, 3 I 427
9, 35a: I 248 14, 6a: II 333
9, 35b: I 248 18, 1 I 459; I I 446
9, 36: I 249 18, 2 II 64
9, 37a: I 249 18, 2-3: II 404
9, 37b-38: I 249 18, 8 -9: II 64
9, 39: I 249 22, 4 II 28
10, 1 I 241 23, 4 I 85
10, la: I 251 23, 8 II 389
10, Ib: I 251 25, 4 I 97; I I 353
10, 2: I 251 30, 6 II 333
10, 3 I 2 5 1 , 254 32, 6 II 111
10, 4a-b: I 255 32, 16: I 147
10, 4c-d: I 255 32, 16-17: II 390
10, 5 I 255 33, 15: I 84
10, 6-7: I 256 33, 19: I 233
10, 7 I 168, 257 33, 22: II 51
11, 1 I 260 35, 7 II 427
11, 2 I 260; I I 166 36, 1 II 346
11, 3 I 262 36, 36: II 356
1 1 , 4-5a: I 263 37, 5-6: II 339
11, 5b: I 263 38, 7 II 133
11, 6 I 265 39, 7 I 312
11, 7a-b: I 266 39, 18: I 228
11, 7c: I 266 40, 2 I 414
11, 8 I 266 40, 10: I 415
11, 9 II 297 4 1 , 2: I 280, 285; I I
1 1 , 9a: I 266 459
1 1 , 9b: I 267 4 1 , 2a: I 279
12, 1 I 270 41, 3 I 294, 296; I I
12, 2 I 277 176
12, 2a: I 270 4 1 , 3a: I I 459
12, 2b: I 270 4 1 , 3b: I I 459
12, 3a: I 270 4 1 , 5a: I I 177
12, 3b: I 270 4 1 , 5b: I I 177
12, 3c-4: I 272 41, 7 I I 177
12, 4: I 274 43, 1 I 300
478 índice bíblico

43, 2: I 300 44, 1: I 329


43, 3: I 308 44, la: I 329
43, 4: I 302 44, Ib: I 329
43, 4a: I 314 44, 2a: I 329
43, 4b-d: I 314 44, 2b: I 331
43, 4d: I 314 44, 2c: I 333
43, 5: I 315 44, 3a: I 333
43, 6a: I 315 44, 3b: I 334
43, 6b: I 316 44, 3c: I 337
43, 7a: I 316 44, 4: I 288
43, 7b: I 316 44, 4a: I 341
43, 8: I 316 44, 4b: I 341
43, 9: I 317 44, 5a: I 345
43, 10a: I 318 44, 5b: I 345, 348
43, 10b: I 318 44, 5c: I 342
43, 1 1 : I 318 44, 6a: I 341
43, 12: I 319 44, 6b: I 341
43, 13a: I 319 44, 7: I 157
43, 13b: I 319 44, 7: I I 28
43, 14: I 320 44, 7-8: I 351
43, 15: I 411 44, 7b: I 354
43, 15a: I 320 44, 8: I I 23
43, 15b: I 321 44, 8a: I 356
43, 1 6 - 1 7 : I 323 44, 8b: I 356
4 3 , 16a: I 321 44, 9a: I 3 4 1 , 358
43, 16b: I 321 44, 9b-10a: I 358
43, 17a: I 321 44, 10b: I 359
43, 17b: I 321 44, 10c: I 360
43, 18: I 321 44, 1 1 . 1 4 - 1 5 : I 105
43, 19: I 322 44, ll-12a: I 361
43, 19a: I 322 44, 12b: I 361
43, 19b: I 322 44, 13a: I 361
43, 20a: I 323 44, 13b: I 361
43, 20b: I 323 44, 14a: I 360
43, 21-22: I 323 44, 14b: I 364
43, 23: I 324 44, 15a: I 365
43, 24a: I 325 44, 15b: I 365
43, 24b: I 325 44, 16: I 365
43, 25a: I 325 44, 17a: I 366
43, 25b: I 325 44, 17b: I 366
43, 26: I 325 44, 18: I 367
43, 27: I 328 45, 1: I 369
índice bíblico 479

45, 2: I 369 47, l i a : I 401


45, 3: I 369 47, 11b: I 402
45, 4a-b: I 371 47, 12: I 403
45, 4c: I 371 47, 13a: I 403
45, 5-6: I 372 47, 13b: I 403
45, 5a: I 371 47, 14a: I 403
45, 5b-c: I 371 47, 14b: I 403
45, 6: I 372 47, 14c: I 403
45, 7a: I 373 47, 15: I 403
45, 7b: I 373 48, 1: I 406
45, 8: I 373 48, 2a: I 406
45, 9: I 374 48, 3a: I 406
45, 10: I 374 48, 3b: I 406
45, 11: I 376 48, 4: I 410
45, 12: I 377 48, 5a: I 410
46, 1: I 378 48, 5b: I 410
46, 2a: I 378 48, 6a: I 413
46, 2b: I 378 48, 6b: I 413
46, 3: I 378 48, 7a: I 416
46, 4: I 386 48, 7b-9: I 416
46, 5: I 388 48, 9a-10a: I 419
46, 6: I 381 48, l O b - l l a : I 420
46, 6a: I 389 48, 11b: I 421
46, 6b: I 390 48, 12: I 421
46, 7: I 391 48, 13: I 423
46, 8: I 391 48, 14a: I 428
46, 9a: I 391 48, 14b: I 429
46, 9b: I 392 48, 15a-b: I 430
46, 10: I 393 48, 15c: I 431
47, 1: I 395 48, 15d: I 434
47, 2: I 395 48, 16: I 435
47, 3: I 395 48, 17: I 436
47, 3c: I 397 48, 18: I 436
47, 3d: I 398 48, 19a: I 438
47, 4: I 398 48, 19b: I 438
47, 5: I 399 48, 20: I 439
47, 6: I 399 48, 21: I 439
47, 7: I 399 49, 1: I 440
47, 8: I 399 49, 2: I 442
47, 9a: I 400 49, 3a: I 443
47, 9b: I 401 49, 3b-c: I 446
47, 10: I 401 49, 4: I 446
480 índice bíblico

49, 5: I 447 72, 12: I I 130


49, 6a: I 448 72, 13: I I 130
49, 6b: I 448 72, 1 5 - 1 7 : II 130
49, 7: I 451 73, 12: II 268
49, 8: I 451 73, 16: II 333
49, 9 - 1 1 : I 453 76, 8.9: II 380
49, 12: I 183, 453 77, 2: I 413
49, 13: I 453 77, 3 1 : I 223
49, 14a: I 454 77, 34: I 237
49, 14b: I 455 81, 1: I 440
49, 15: I 455 81, 6: I 267, 440s.
49, 16a-b: I 457 81, 6-7 I 73
49, 16c: I 459 83, 13: I 258
49, 17: I 459 89, 2: I I 41
49, 18: I 460s. 90, 13: I 148
49, 19: I 461 91, 5: I 283
49, 20: I 4 6 1 , 465 91, 6: I 384
49, 21: I 470 94, 4: I 171, 232
49, 22a: I 470 94, 7-8 I I 385
49, 22b: I 471 96, 2: I 354
49, 23: I 4 7 1 ; I I 87 96, 7: I I 444
50, 18: I 312 97, 8: I 379
50, 19: II 376, 426 1 0 1 , 15: I I 176
52, 6-7: II 436 101, 26: I 213
54, 18: II 333 102, 1: I I 108
55, 6: I 134 102, 4: I 119
57, 5: I 427 102, 11 I 289; I I 232
62, 1: I 286 102, 12 I 191; I I 232
62, 2: I 146; I I 334, 102, 13 I 289
459 102, 20 I 374; I I 92,
62, 3: I I 334 103, 2: I 223
67, 2: I 343 103, 19-20: I I 52
67, 12: I I 441 103, 20 I I 453
67, 19: I 381 103, 21 I I 415
68, 10: I I 99 103, 24 I I 281
68, 26: I I 11 103, 26 I I 449
68, 3 1 - 3 2 : I 454; I I 87, 256 103, 27-29: II 383
71, 6: I 342, 444 103, 32 I 1 7 1 , 343; I I
71, 17.5: I I 40 383
72, 1- 2: I I 130 104, 15 I 357
72, 2-3: I 166 105, 2: I 290
72, 3: I I 130 105, 37 I 199; I I 106
índice bíblico

108, 1: I I 14 109, 2a: II 28


108, Ib: II 7 109, 2b: II 29
108, 2: II 7 109, 3a: II 34
108, 2-4: I I 14 109, 3b: II 22, 38
108, 3: II 7 109, 3c: II 40
108, 4: II 7 109, 4: II 42
108, 5: II 7 109, 4b: II 21
108, 6: I I 7, 8 109, 5a: II 44
108, 7: II 7 109, 5b: II 44
108, 7a II 8 109, 6a: II 44
108, 8: II 7 109, 6b: II 45
108, 8a II 8 109, 7a: II 45
108, 8b: I I 8, 11 109, 7b: II 45
108, 9: II 7 110, la: II 47
108, 10: II 7 110, lb-2a: II 49
108, 11 I I 7, 9 110, 2b: II 52
108, 12a: II 9 110, 3a: II 56
108, 12b: II 9 1 1 0 , 3b: II 57
108, 13 II 9 1 1 0 , 4a: II 58
108, 14 I I 10 1 1 0 , 4b-5a: II 60
108, 15 I I 10 1 1 0 , 5b: II 61
108, 16 I I 15 1 1 0 , 6: II 61
108, 17 I I 16 110, 7a: II 62
108, 18 I I 16 110, 7b: II 63
108, 19 I I 16 110, 7b-8: II 64
108, 20a: I I 16 110, 9a: II 66
108, 20b: I I 17 110, 9b: II 66
108, 21a: I I 17 1 1 0 , 9c: II 66
108, 21b: I I 17 1 1 0 , 10a: II 69
108, 22 I I 17 1 1 0 , lOa-b: II 67
108, 23 I I 18 1 1 0 , 10b: II 69
108, 24 I I 18 1 1 0 , 10c: II 68
108, 25 I I 18 1 1 1 , 1: I 298
108, 26-27: I I 18 1 1 1 , la: II 69
108, 28 I I 18 1 1 1 , Ib: II 70
108, 29 I I 19 1 1 1 , 2a: II 72
108, 30 I I 19 111, 2b: II 73
108, 31 I I 19 111, 3a: II 74
109, 1: I 1 5 7 , 232 111, 3b: II 75
109, la: I I 20 111, 4a: II 76
109, Ib: I I 27 111, 4b: II 77
109, 2: I I 266 111, 5: II 78
482 índice bíblico

111, 6a: II 79 113B, 8a: II 106


111, 6b II 80 113B, 9: II 107
111, 7a: II 81 113B, 10: II 107
111, 7b II 81 113B, 11: II 107
111, 8a: II 82 113B, 12: II 108
111, 8b II 82 113B, 13a: II 108
1 1 1 , 9a-b: II 82 113B, 14: II 109
1 1 1 , 9c: II 84 113B, 15a: II 111
1 1 1 , lOa-b: II 84 113B, 15b: II 111
111, 10c: II 85 113B, 16: II 111
112, 1: II 87 113B, 17: II 113
112, 2: II 89 114, 1 II 115
112, 3: II 89 1 1 4 , 2a: II 116
112, 4a: II 91 1 1 4 , 2b: II 116
112, 4b: II 91 114, 3 II 116
112, 5-6: II 92 1 1 4 , 4a: II 116
112, 7: II 93 1 1 4 , 4b: II 117
112, 7b -8: II 94 114, 5 II 118
1 1 2 , 9: II 94, 383 114,6 II 119
112, 11 I 190 114,7 II 120
1 1 3 , 1 y 4: II 443 114,8 II 120
1 1 3 , 4: I 379 114,9 II 120
1 1 3 , 7: I 343 114,10: II 124
1 1 3 , 11c: II 151 115,1 II 124
1 1 3 , 24 II 445 115, 2 II 131
113A, 1 II 96 115, 3 II 133
113A, 2 II 96 115, 4 II 134
113A, 3 II 99 115, 5 II 134
113A, 4 II 101 115, 6 II 134
113A, 5: II 101 1 1 5 , 7a-b: II 136
113A, 6 II 101 1 1 5 , 7c: II 136
113A, 7 II 102 1 1 5 , 8a: II 137
113A, 8 II 103 1 1 5 , 8b: II 137
113B, la-b: II 103 115, 9 II 137
113B, le: II 104 1 1 5 , 12: I 290
113B, 2 II 105 1 1 5 , 15: II 51
113B, 3 II 105 116, 1 II 139
113B, 4 II 106 116, 2 II 139
113B, 5 II 106 117, 1 II 140
113B, 6 II 106 117, 1 29: II 287
113B, 7 II 106 117, 2 II 141
113B, 8 II 106 117, 3 II 142
índice bíblico 483

117, 4: II 142 120, 3: II 172


117, 5: II 143 120, 4: II 173
117, 6: II 144 120, 5: II 174
117, 7: II 145 120, 6: II 174
117, 8: II 146 120, 7: II 174
117, 9: II 146 120, 8a: II 175
117, 10a: II 147 120, 8b: II 175
117, 10b: II 148 121, 1: II 176
117, 11: II 148 121, 2: II 177
117, 12: II 148 121, 3a-b: II 177
117, 13: II 149 121, 3c: II 178
117, 14: II 149 121, 4: II 178
117, 15: II 150 121, 5: II 179
117, 16: II 150 121, 6a: II 180
117, 17: II 151 121, 6b: II 180
117, 18: II 152 121, 7a: II 181
117, 19: II 152 121, 7b: II 181
117, 20: II 153 121, 8a: II 181
117, 21: II 153 121, 8b: II 181
117, 22: II 140, 153
121, 9: II 181
117, 23a: II 155
122, 1: II 183
117, 23b: II 155
122, 2: II 184
117, 24: II 140, 156
122, 3: II 185
117, 25: II 157 122, 4a: II 185
117, 26a: II 157 II 186
122, 4b:
117, 26b-c: II 157 II 188
123, la:
117, 27: II 158 II 188
123, Ib:
117, 28: II 159 II 188
123, 2:
1 1 7 , 29:
II 159 II 188, 191
123, 3a:
118, 71: I 235; I I 1 1 9 , 123, 4: II 191
187, 362 123, 5: II 191
1 1 8 , 103: II 70 123, 6: II 192
1 1 8 , 165: I 93 123, 7a: II 192
119, 1: II 160 123, 7b: II 192
II 192
119, 2: II 163, 165 123, 8:
II 195
119, 3: II 163 124, la:
II 197
119, 4: II 164 124, Ib:
II 198
119, 5: II 165 124, 2:
II 198
119, 5b-6a: II 166 124, 3a:
II 199
1 1 9 , 6b-7: II 167 124, 3b:
II 199
120, 1: II 170 124, 4a:
II 199
120, 2: II 171 124, 4b:
484 índice bíblico

124, 5a-b: II 199 129, 7 II 233


124, 5c: II 200 129, 8 II 233
125, 1 II 201 130, la: II 235
125, 2 II 202 130, Ib: II 235
125, 2-3a: II 202 130, 2b: II 235
125, 3b: II 203 130, 2c: II 237
125, 4 II 203 130, 3 II 238
125, 5 II 204 131, 1 I 346; I I 239
125, 6 II 205 131, 2 II 242
126, 1 II 206, 383 131, 3 II 243
126, 2a-b: II 206 131, 4 II 243
126, 2c: II 207 131, 5 II 243
126, 2d: II 208 131, 6 II 244
126, 2d-3a: II 208 131, 7 II 244
126, 3b: II 208 131, 8 II 244
126, 4 II 209 131, 9a II 245
126, 5 II 209, 211 131, 9b II 245
127, 1 II 215 131, 10 II 245
127, la: II 211 1 3 1 , 11 II 245
127, 2 II 218 1 3 1 , 12 II 246
127, 3a: II 218 1 3 1 , 13 II 246
127, 3b: II 218 1 3 1 , 13 -14: II 246
127, 4 II 218 1 3 1 , 15a: II 246
127, 5a-b: II 220 1 3 1 , 15b: II 247
127, 5c: II 220 1 3 1 , 16 II 247
127, 6a: II 220 1 3 1 , 17 II 247
127, 6b: II 221 131, 1 S II 247
128, 1 II 223 132, 1 II 249
128, 2 II 223 132, 2: II 249
128, 3 II 224 132, 3a-b: II 250
128, 4 II 224 132, 3c II 250
128, 5 II 225 132, 3d: II 251
128, 6-7a: II 225 133, la- c: II 252
128, 7b: II 225 133, lc-d: II 252
128, 8 II 225 133, 2a: II 253
129, 1 -2a: II 227 133, 2b: II 253
129, 2: II 229 133, 3 II 254
129, 3: I 124, 291; I I 63, 133, 13b: II 108
230 134, 1 II 256
129, 4a: I I 231 134, 2: II 256
129, 5 I I 231 134, 3a: II 256
129, 6: I I 231, 233 134, 3b: II 257
índice bíblico

134, 4: II 112, 258 135, 17: II 285


134, 5: II 279 135, 18: II 285
134, 5a: II 258 135, 19: II 285
134, 5b: II 259 135, 20: II 285
134, 6: I 343 135, 21: II 286
134, 6: II 259 135, 22: II 286
134, 7a: II 261 135, 23: II 286
134, 7b: II 262 135, 24: II 286
134, 7c: II 262 136, 1: II 288
134, 8a II 264 136, 2: II 288
134, 9a-b: II 268 136, 3: II 289
134, 9c II 269 136, 4: II 290
134, 10: II 270 136, 5: II 290
134, lla-b: II 270 136, 6a: II 290
134, 11c: II 271 136, 6b-d: II 290
134, 12 II 272 136, 7: II 291
134, 13 II 272 136, 8a: II 292
134, 14 II 274 136, 8b-c: II 292
134, 15 II 274 136, 9: II 292
134, 16 II 275 137, la: II 294
134, 17 II 275 137, Ib: II 295
134, 18 II 275 137, le: II 294
134, 19 II 276 137, 2a: II 295
134, 20 II 276 137, 2b: II 295
134, 21 II 276 137, 2c: II 296
134, 25 II 286 137, 3a: II 296
134, 26 II 287 137, 3b: II 297
135, 1: II 278 137, 4: II 297
135, 2: II 279 137, 5a: II 298
135, 3a: II 279 137, 5b: II 298
135, 4: II 279 137, 6a: II 298
135, 5-6: II 280 137, 6b: II 299
135, 7a: II 280 137, 7a: II 299
135, 8a: II 280 137, 7b: II 299
135, 9a: II 280 137, 7c: II 299
135, 10íi: II 282 137, 8a: II 300
135, l l íi: II 282 137, 8b-c: II 300
135, 12;i: II 282 138, 1: II 301
135, 13: II 282 138, 1-4: II 316
135, 14: II 283 138, 2a: II 301
135, 15: II 284 138, 2b: II 302
135, 16: II 285 138, 3: II 303
486 índice bíblico

138, 4a: II 303 139, 11b: II 328


138, 4b: II 304 139, 12a: II 328
138, 5 I 307; II 304 139, 12b: II 329
138, 6 II 305, 3 1 1 , 427 139, 13: II 329
138, 7 II 306 139, 14: II 329
138, 8 II 306 140, 1: II 332
138, 9 II 306 140, Ib: II 337
138, 10: II 306 140, 2a: II 337
138, 11: II 307 140, 2b: II 333, 338
138, 12: II 307 140, 3: II 347
138, 12a: II 309 140, 3a: II 341
138, 12b: II 309 140, 4a: II 333
138, 13: II 310 140, 4a-b: II 349
138, 14: II 310 140, 4c: II 352
138, 15: II 312 140, 4d: II 353
138, 16a: II 312 140, 5a: II 333
138, 16b-c: II 313 140, 5a-b: II 354
138, 17a: II 313, 316 140, 5c: II 333, 356
138, 17b: II 314 140, 6: II 356
138, 18a: II 314 140, 6b: II 357
138, 18b: II 314 140, 7: II 357
138, 19: II 321 140, 8: II 358
138, 19a: II 314 140, 9: II 358
138, 19b: II 314 140, 10: II 358
138, 20a: II 315 1 4 1 , 2: II 360
138, 20b: II 315 1 4 1 , 3: II 360
138, 21: II 315 1 4 1 , 4a-b: II 362
138, 22: II 315 1 4 1 , 4c-d: II 363
138, 23: II 316 141, 5a-b: II 363
138, 24: II 316 141, 5c: II 364
139, 2 II 318 141, 5d: II 364
139, 3 II 322 141, 6: II 364
139, 4 II 322 141, 7a-b: II 365
139, 5 II 323 141, 7c-d: II 365
139, 6 II 323 141, 8a-b: II 366
139, 7 II 324 141, 8c-d: II 366
139, 8a: II 324 142, la: II 369
139, 8b: II 325 142, Ib: II 369
139, 9a: II 325 142, 2: I 124; II 63
139, 9b: II 326 142, 2a: I 160
139, 10: II 327 142, 2b: I 161
139, l i a : II 328 142, 3a: II 376
índice bíblico 487

142, 3b: II 376 144, 2: II 404, 4 1 9


142, 3c-d: II 377 144, 3: II 4 0 5 , 4 2 5 , 4 2 7
142, 4: II 379 144, 4a: II 406
142, 5: II 380 144, 4b: II 4 0 7
142, 6a: II 382 144, 5: II 4 0 7
142, 6b: II 382 144, 6: II 408
142, 7a-b: II 384 144, 7: II 409
142, 7c-d: II 384 144, 8: II 4 1 0
142, 8a-b: II 385 144, 9: II 4 1 0
142, 8c-d: II 385 144, 10a: II 4 1 1
142, 9: II 386 144, lia: II 4 1 1
142, lOa-b: II 386 144, 11b: II 4 1 2
142, lOc-d: II 387 144, 12: II 4 1 2
142, lia: II 387 144, 13: I 354
142, 1 1 b : II 3 8 7 144, 13a: II 412
142, 12 b-c: II 3 8 7 144, 13b: II 412
143, 1: II 389 144, 13c-d: II 413
143, 2a-b: II 390 144, 14: II 413
143, 2c: II 391 144, 15: II 403, 4 1 4
143, 2d: II 391 144, 16: II 4 1 5
143, 3: II 392 144, 17: II 4 1 6
143, 4: II 132, 402 144, 18: II 3 7 1 , 4 1 6
143, 4a: II 395 144, 19: II 4 1 6
143, 4b: II 395 144, 20: II 417
143, 5: II 396 144, 2 1 : II 417
143, 6: II 396 145, 1: II 419
143, 7: II 3 9 7 145, 2: II 419
143, 7c-8: II 398 145, 3: II 420
143, 9a: II 399 145, 4: II 420
143, 9b: II 400 145, 5: II 421
143, 10a: II 400 145, 6a-b: II 422
143, 10b: II 400 145, 6c: II 422
143, lOc-ll: II 401 145, 7a: II 422
143, 12a-b: II 401 145, 7b-c: II 422
143, 12c-d: II 401 145, 8a: II 422
143, 13a-b: II 401 145, 8b: II 422
143, 13c-d: II 401 145, 9: II 422
143, 14a: II 401 145, 10: II 423
143, 14b: II 401 146, la: II 425
143, 14c: II 401 146, Ib: II 425
143, 15: II 346, 402 146, 2: II 425
144, 1: II 403 146, 3: II 426
488 índice bíblico

146, 4a: II 426 148, 11b: II 455


146, 4b: II 427 148, 12a: II 455
146, 5a: II 427 148, 12b: II 455
146, 5b: II 427 148, 13a: II 455
146, 6: II 428 148, 13b: II 456
146, 7a: II 428 148, 13c: II 456
146, 7b: II 428 148, 14: II 456
146, 8a-b: II 428 149, la: II 458
146, 8c: II 429 149, Ib: II 458
146, 9: II 415, 429 149, 2a: II 459
146, 10: II 429 149, 2b: II 460
146, 1 0 - 1 1 : II 429 149, 3a: II 460
147, 1: II 4 3 1 , 439 149, 3b: II 460
147, 2: II 431 149, 4a: II 461
147, 3a: II 431 149, 4b: II 461
147, 3b: II 432 149, 5a: II 461
147, 4a: II 432 149, 5b: II 461
147, 4b: II 433 149, 6: II 462
147, 5: II 433 149, 7: II 462
147, 5-6: II 450 149, 8: II 462
147, 6: II 433 149, 9b: II 463
147, 7: II 433 150, la: II 464
147, 8a: II 436 150, Ib: II 465
147, 8b: II 436 150, 2a: II 465
147, 9: II 108 150, 2b: II 465
147, 9a: II 436 150, 3-5: II 466
147, 9b: II 436 150, 3a: II 466
147, 17: I 171 150, 3b: II 466
148, 1: II 443 150, 4: II 466
148, 1-2: II 88 150, 5: II 466
148, 2: II 444, 465
148, 2a: II 443 Proverbios
148, 3: II 444 1, 6: I 411
148, 4-5a: II 444 1, 9: I 119
148, 5b: II 444 2, 6: II 394
148, 6a: II 444 2, 14: II 326
148, 6b: II 445 3, 12: II 57
148, 7: II 448 4, 9: I 119
148, 8: II 52, 448 4, 18: I 258
148, 9: II 449 5, 1 7 - 1 8 : I 225
148, 10: II 449 5, 19: I 225
148, l i a : II 455 5, 22: II 137, 329
índice bíblico 489

6, 6-8: I 427; II 55 4, 23: II 343, 350


6, 36: I 463 5, 3: I 455
9, 9: I 203 5, 12: II 343
9, 12: I 180; II 320 7, 14: II 3 6 9
10, 19: II 349 7, 36: II 348, 380
12, 3: I 97 9, 13: II 364
17, 2: I 433 9, 1 5 : II 344
18, 17: I 460 10, 7: II 186
18, 1 9 : II 251 10, 9: I 408; II 132
20, 6: II 392 1 1 , 3: I 427; II 55
20, 9: I 124, 460; II 13, 22: I 409
230 15, 9: II 87
24, 1: I 97 16, 1-4: II 1 1 0
25, 3: II 406 16, 19: I 171
26, 27: I 180 16, 2 1 : II 308
27, 6: II 355 17, 3: II 392
29, 14: I 354 18, 25: I 245
30, 4: II 261 18, 26: II 147
19, 10: II 343
Eclesiastés 19, 1 1 : II 343
1, 2: I 75 20, 1.5: II 343
2, 14: II 172 20, 8: II 343
4, 11.12: II 251 20, 3 1 : II 343
5, 3: II 369 22, 27: II 342
9, 16: I 409 23, 2: II 349, 352
24, 7: I 354
Sabiduría 25, 1: II 250
2, 14: I 109 28, 18: II 342
4, 9: I 101 28, 25: II 342s.
5, 19: I 342 32, 7-8: II 343
9, 10: I 354 39, 2 1 : II 450
9, 14: II 394
13, 5: II 394 Isaías
16, 13: I 323 1, 2: I 425; II 374
16, 24: I 253 1, 3: I 427
16, 28: I 1 0 8 ; II 40 1, 5: II 164
19, 6: I 253 1, 10: I 363
1, 1 1 - 1 2 : I 452
Eclesiástico 1, 12: I 312
2, 10: I 2 3 1 , 258; II 1, 1 3 - 1 4 : I 312
146, 380 1, 15: I 60, 1 4 8 , 2 7 1 ; II
3, 7: II 342 335, 388
490 índice bíblico

2, 3-4: I 443 44, 24: I 204


2, 4: I 375 45, 8: II 443
3, 16: I 361 45, 2 1 - 2 2 : I 315
5, 5: I 189 46, 3: I 199
5, 5-6: I 200 46, 4: II 231
5, 7: I 200 48, 9: I 328
6, 1: I 354 48, 13: I 204
6, 2-3: I 288 49, 8-9: II 137
6, 5: II 88 49, 13: II 443
7, 14: I 353, 450; II 49, 15: I 289
154 50, 4: I 192, 4 1 1
9, 5: I 353 51, 1: II 125
9, 6: I 344; II 34 5 1 , 2: II 125
9, 7: I 351 5 1 , 8: I 236
1 1 , 1: II 28 52, 5: I 189; II 90, 104
1 1 , 4: I 340 52, 7: I 105
11, 9: I 190 53, 2: I 335
14, 13: II 345 53, 2-3: I 334
24, 7: II 101 53, 7: I 200
26, 18: I 180 53, 9: I 200
27, 4: I 463 53, 12: I 344
27, 9: II 11 54, 1: I 366; II 95
28, 5: I 119 55, 9.8: II 232
35, 6: I 192 55, 10: I 92
37, 3: I 177 55, 12: I 379
37, 15: II 426 58, 2: I 79, 163, 313
38, 8: II 383 58, 3: II 374
39, 2-8: I 229 58, 5: I 312
39, 3: I 463 58, 9: I 59, 229; II 296,
40, 1-2: II 361 337, 371
40, 6: II 395 59, 1-2: II 384
40, 12: I 212 59, 5: I 180, 363, 427
40, 12.22: II 92 59, 20: II 11
40, 15: I 171 61, 1: I 344; II 201
40, 16: II 132 63, 1: I 350
40, 22: I 1 7 1 ; II 383 63, 2.3: I 350
40, 28: I 123 65, 25: I 380
41, 9: II 427 66, 1: I 232; II 1 1 1
41, 25: I 398 66, 2: I 233; II 242,
42, 3: II 141 384
43, 25: II 2 3 1 , 4 1 0 Jeremías
43, 26: II 374 1, 1 3 - 1 5 : I 398
índice bíblico

2, 5: II 373 Lamentaciones
2, 8: I 458 3, 28.27: I 97
2, 9: I 442
2, 12: I 463 Baruc
2, 19: I 273 3, 3: I 1 5 7 , 225
2, 27: II 171 3, 36-38: I 393
2, 3 1 : II 98 3, 56-57: II 4 3 6
3, 2: I 427 6, 6 1 : I 92
3, 3: I 199
4, 22: II 68 Ezequiel
5, 8: I 1 9 8 , 426 3, 3: I 330
6, 20: I 3 1 2 , 452 3, 20: II 345
7, 16: II 388 5, 7: I 199
7, 1 6 - 1 7 : I 150 9, 4: II 346
7, 19: I 123 14, 14.16: II 388
7, 22-23: I 312 14, 20: I 4 1 7 , 434
8, 4: II 385 16, 3: I 363
8, 7: I 458 17, 3: I 412
8, 8: I 458 18, 4: I 431
9, 1-8: II 353 20, 9: II 103
9, 22-23: II 236 20, 10-13: I 309
10, 1 1 : I 440 20, 25 I 312
1 1 , 15: I 312 27, 27 I 199
12, 1: I 167 33, 1 7 II 374
14, 7 . 1 1 : I 417 33, 32 I 451
14, 9: I 124 36, 22 I 2 0 1 ; II 232
15, 1: I 418 37, 11 I 404
16, 19: I 190 37, 13 II 126
17, 5: I 258; II 1 4 6 39, 10 I 375
18, 10: II 4 1 3
18, 7-9: II 4 1 3 Daniel
23, 23: I 64, 229; II 92 1, 1 7 : I 78
23, 24: II 1 1 1 , 1 1 2 3, 17: I 231
23, 27: I 328 3, 18: I 185
25, 12: I 202 3, 22: I 236
29, 10: I 202 3, 23: II 1 4 7
32, 2: I 451 3, 23ss: I 268; II 443
36, 1: I 154 3, 24: I 66
38, 31: II 458 3, 24-25: I 252
38, 31-32: I 393 3, 24-27: II 1 0 0
39, 18: I 382 3, 26-27: II 346
48, 10: I 340 3, 28: II 346
492 índice bíblico

3, 29: I 3 2 1 ; II 375 5, 8: II 434


3, 32: I 3 1 9 , 402 5, 9: II 94
3, 35: II 1 1 3 5, 21: I 312
3, 37: I 3 1 9 ; II 109, 5, 23: I 312
185 5, 25: I 312
3, 49: II 450 6, 4: I 359
3, 50: II 53, 77, 308, 7, 12-13: I 451
434 8, 11: II 176, 390
5, 22: II 53 9, 7: I 363
5, 23: I 171
6, 17: I 236 Jonás
6, 17-25: I 252 2, 5: II 147
6, 2 1 : I 268 2, 1 1 : I 78; II 53
6, 22: I 66 3: II 3 4 7
6, 23: II 4 3 4 , 453 3, 4: I 174
7, 9: I 157
7, 9 - 1 0 : I 445 Miqueas
7, 10: II 313 4, 2: I 397
7, 1 0 - 1 3 : II 26 5, 1: I 353
7, 14: I 102; II 27 5, 2: I 353
9, 4: I 382 6, 2: I 442; II 374
9, 18: I 316 6, 4: II 56
9, 24: I 202 7, 1-2: II 166
9, 25: I 202
13, 42: II 301 Habacuc
14, 40: II 1 4 7 1, 13: I 257; II 346,
384
Oseas Sofonías
4, 2: I 199 1, 1 4 - 1 8 : I 241
6, 5: I 355 2, 1 1 : II 90
10, 12: I 79 3, 3: I 199, 4 2 7
1 1 , 3: II 264
1 1 , 9: I 123 Ageo
14, 4: II 145 1, 4: II 243
2, 9: I 404
Joel
3, 1: I 335, 358 Zacarías
3, 2: I 336 2, 10: I 398
7, 3: II 9 7
Amos 7, 1 1 : I 451
2, 7: I 198
4, 1 1 . 9 : II 56
índice bíblico 493

Malaquías 5, 34-35: I 382


1, 6: II 403 5, 37: I 106
1, 1 0 - 1 1 : II 90 5, 39: I 1 5 5 , 181
1, 1 1 : I 190 5, 44: I 72, 1 5 1 , 154
1, 12: I 190 5, 44-45: II 2 1 9 , 347
2, 7: II 294 5, 45: I 267; II 6 1 , 287,
2, 15: II 1 1 0 414
2, 17: II 345s., 374 6, 9: II 88s., 404, 460,
3, 15: II 345, 374 464
3, 16: II 3 1 3 6, 10: II 92, 122, 166
3, 20: I 2 0 1 ; II 379 6, 11: II 88, 2 2 1 , 341
6, 12: I 70; II 460
Mateo 6, 1 2 - 1 3 : II 88
1, 1: I 351 6, 13: I 370; II 3 1 9 ,
2, 1: I 449 321, 367, 460
2, 1-7: II 58 6, 17: I 379
2, 6: I 353 6, 21: I 2 1 8 ; II 81
2, 1 1 : I 450 6, 23: I 74
2, 13: I 445 6, 26: II 55
3, 12: I 172 6, 28-29: II 55
3, 15: I 444 6, 33: II 75, 336
3, 16: I 357 7, 6: II 345
3, 17: I 339 7, 7: I 313
4, 3.6: I 444 7, 8: I 232
4, 4: II 61 7, 9 - 1 1 : II 1 1 6
4, 18: I 334, 386 7, 1 1 : I 78
4, 1 9 - 2 0 : I 338 7, 12: I 103
4, 23: I 102 7, 14: II 165, 204
5, 3: I 233 7, 15: I 1 1 1 ; II 3 1 8
5, 4: II 163, 346 7, 16: II 398
5, 5: I 133 7, 24-25: II 73
5, 16: I 454; II 88, 104, 7, 24-27: II 80
254, 4 1 9 , 446 7, 28-29: I 338
5, 17: II 64 8, 3: I 385
5, 19: I 459 8, 8: I 311
5, 20: I 1 5 1 ; II 293 8, 10: I 311
5, 22.29-30: I 175 8, 12: I 133, 4 5 7
5, 22: I 80; II 345, 349 8, 22: II 1 1 3
5, 28: I 98, 1 3 8 , 327; II 8, 29: I 383; II 33
349 9, 9: I 334; II 58
5, 29: I 97 9, 20-21: I 358
5, 29-30: I 136 9, 32-33: I 347
494 índice bíblico

9, 33: I 338 18, 21: I 461


10, 5-6: II 141 19, 12: II 1 1 0 , 2 1 9
10, 9: I 385 19, 23: I 239
10, 14: I 236 20, 6: II 173
10, 16: II 29, 1 1 8 , 168 20, 26: I 347
10, 30: II 3 1 2 20, 28: I 347
10, 34: I 342 2 1 , 9: I 193
10, 37.38: I 338 2 1 , 15: I 191
10, 38: I 101 2 1 , 16: I 193
1 1 , 24: II 437 2 1 , 42: II 140, 153
1 1 , 25: II 304 22, 2: I 102, 359
1 1 , 30: II 71 22, 13: II 378
12, 36: I 470; II 344, 22, 39: I 103
348 22, 42-45: II 41
12, 41 II 4 3 7 22, 43-44: II 25
12, 42 II 4 3 7 22, 44: I 157
13, 13 II 386 23, 33: I 363, 4 2 7
13, 1 7 II 158 23, 35: II 4 3 7
13, 24 I 412 23, 37: I 289
13, 30 II 32 23, 37-38: I 347
13, 43 I 422 23, 38: I 203
14, 3 - 1 2 : I 110 23, 39: II 1 5 7
14, 25 I 389 24, 2: I 201
15, 11 I 468; II 342 24, 19: I 202
15, 14 I 199 24, 23: II 262
15, 14.13: I 468 24, 26-27: I 445
15, 22-28: I 65 24, 29: I 384
15, 24 II 141 24, 35: II 65
15, 26 I 304; II 141 25, 1: I 13, 4 1 6
15, 27 I 304 25, 1-13: I 132, 176
15, 28 I 149 25, 7ss: I 366
16, 18 I 359; II 440 25, 9: I 434
16, 26 I 418 25, 10: I 102, 105
17, 9: I 444 25, 14-30: I 455
17, 17: II 167 25, 24-30: I 176
17, 27: I 468 25, 34: I 385
18, 3: II 237 25, 35-36: I 287
18, 5: II 304 25, 40: I 287
18, 9: I 175 25, 4 1 : I 385; II 32, 409
18, 15: I 468; II 355 25, 42ss: I 84
18, 15-17: I 460 26, 13: II 440
18, 20: II 251 26, 14-15: I 138
índice bíblico

26, 4 1 : I 370 2, 10: I 208


26, 69-75: II 230 2, 13: I 188
27, 5: I 383 3, 9: I 172
27, 19: I 383 3, 1 9 - 2 0 : I 110
27, 3 1 : I 334 3, 23ss: I 351
27, 45: II 384 5, 13 I 385
27, 51: I 383 6, 21 25: II 162
27, 63: I 347 6, 23 I 380
28, 2-4: I 383 6, 24 I 133
28, 19: I 385; II 28, 440 6, 25 II 345
28, 20: I 372, 388 6, 26 I 466
6, 27 I 151, 154
Marcos 6, 28 I 72
1, 1 7 - 1 8 : I 338 6, 36 I 72
1, 41 I 385 6, 39 I 199
4, 34 I 412 7, 33-34: I 352
4, 39 I 385 7, 36-50: II 2 1 4
5, 13 I 237 7, 37-38: II 335
6, 14 II 135 7, 37ss: II 58
6, 25 II 135 9, 5: I 236
7, 25-30: I 65 9, 58: I 334
7, 29: I 311 10, 4: I 385
7, 33: I 311 10, 7: I 332
8, 6: I 311 10, 13: II 12
9, 25 I 385 10, 19: I 1 4 8 , 206; II
9, 35. I 347 193
9, 43.45.47: I 175 10, 20: II 109
9, 48: II 291 10, 36-37: II 398
10, 15: I 192 1 1 , 2: II 1 6 6
11, 18-19: I 352 1 1 , 5- 8: I 313
12, 36: I 157 1 1 , 8: I 313
14, 38: II 3 8 7 1 1 , 9: I 313
15, 33: I 383 12, 5: I 175
16, 4: I 383 12, IS . II 380
16, 5: I 269 12, 31 I 1 0 1 ; II 2 1 8
12, 34 I 218
Lucas 12, 47-48: I 127
1, 33: I 3 5 1 ; II 2 7 12, 49: I 342
1, 37: II 151 13, 1-4: I 176
1, 79: II 378 13, 16 II 1 3 7
2, 7: I 334, 444 13, 34 II 12
2, 9 - 1 1 : I 449 14, 11 II 1 8 6
496 índice bíblico

14, 33: I 338 1, 10 I 385


15, 4-7: I 444 1, 13 II 441
16, 1- 5: II 78 1, 14 I 352
16, 9: I 417 1, 16 I 3 3 5 s , 357
16, 1 9 - 3 1 : I 176, 4 1 6 1, 1 7 II 139
16, 21 II 2 1 6 1, 33 I 335
16, 22 II 1 3 5 2, 19- I 356
16, 23 I 265 2, 20 II 206
16, 23-24: I 433 3, 14: I 226
16, 2 4 - 3 1 : I 132 3, 16 I 288
16, 25: I 126, 434, 457; 3, 20 I 79
II 361 3, 29: I 104, 359
17, 5: II 128 3, 34: I 358
17, 10: I 455 4, 6: I 445
18, 1-5: II 185 5, 14: II 182
18, 7: I 192 5, 19: I 2 1 2 , 339
18, 9-14: I 69, 470; II 346 5, 21: I 339
18, 11 II 344 5, 23: I 2 1 3 ; II 33
18, 11-12: II 236 5, 44: I 79
18, 13-14: II 335 6, 15: I 449
18, 14 I 148s.; II 376 6, 31: I 382
19, 41 II 326 6, 44: II 33, 128
20, 1 7 II 153 6, 67-69: I 338
20, 42 I 157 6, 68: II 350
2 1 , 2: II 215 7, 46: I 338
2 1 , 23: I 202 8, 39: II 14
22, 31 II 189, 326 8, 44: II 13
22, 3 1 - 3 2 : II 231, 414 8, 48: II 154
22, 44 II 44 9, 22: I 80
22, 4 6 II 163 10, 11 : II 99
22, 4 7 II 348 10, l í>: I 339
23, 21 I 200 10, 1(.: I 388; II 155
23, 34 I 347 10, 1/': I 339
23, 39-43: II 2 1 4 10, 2S1: I 88
23, 40: II 58 10, 3: : I 449
24, 2: I 383 10, 37-38: II 4 1 , 302
1 1 , 25-26: II 152
Juan 12, 7: II 154
1, 1: I 352 12, 24 II 440
1, 3: I 2 1 3 ; II 305 12, 25 : I 338
1, 4: II 305 12, 31 : II 45
1, 5: I 383 12, 32 : II 45, 440
índice bíblico 497

12, 42: I 80 4, 16: I 434


12, 44: I 193 4, 29: I I 336
12, 47: I 3 3 1 ; I I 66 4, 30: I I 337
13, 4: I 334 4, 32: I 391
14, 2: I I 39, 76, 281 4, 34: I 387; I I 30, 74
14, 6: I I 33, 128 5, 1 - 1 1 : I 80, 128, 1 7 6
14, 8: I 288 5, 13: I 387; I I 38
14, 12: I 268 5, 15: I 269; I I 38
14, 15: I 101 5, 19: I 207
14, 21.23: I 162 5, 2 1 : I I 336
14, 27: I I 441 5, 4 0 - 4 1 : I I 297
15, 15: I 207 7, 30: I 207
15, 16: I I 392 7, 49: I 232
15, 18-27: I 347 7, 60: I I 337
15, 23: I 193 8, 26: I 2 0 7 , 269
15, 25: I 154 8, 26-40: I 312
16, 20: I 163 9, 1 - 1 9 : I I 230
16, 22: I 117 9, 1 5 : I I 57
16, 33: I 163 9, 36-43: I 418
17, 4: I I 32 10, 1-4: I 312
17, 10: I 356; I I 2 7 10, 3: I 269
18, 4: I 383 10, 4: I 69, 1 4 9
18, 12: I 383 10, 7: I 207
18, 22-23: I 347 10, 10: I I 128, 131
18, 37: I 385; I I 34 10, 24: I 260
19, 1: I 383 11, 17-19: I 412
19, 6: I 200 1 1 , 27: I 286
19, 12: I 449 12, 7: I 2 0 7 , 269
19, 34: I 382 12, 22-23: I 232
20, 1: I 383 13, 6 - 1 2 : I 176
20, 29: I I 59 13, 8-12: I 80
13, 17: I 308
Hechos de los Apóstoles 14, 17: I 90
1, 10: I 389 14, 22: I I 162
1, 18: I 1 7 8 , 182 15, 20: I 138
1, 20: I I 11 16, 14: I I 128
1, 25: I I 222 16, 15: I I 109
2, 17: I 335 16, 23: I 116
2, 24: I 323 16, 25: I 283
2, 34: I 157 17, 24: I 204
2, 4 1 : I I 440 17, 26: I 408
3, 12: I 387 17, 28: I I 305, 383
498 índice bíblico

17, 31: I 227 6, 19: II 70


18, 3: I 386 6, 2 1 : II 380
19, 1 1 - 1 2 : I 269 7, 22: II 64
19, 12: II 38 8, 3-4 II 193
20, 3 1 : I 133 8, 17: I 426
20, 37: II 349 8, 18: II 381
28, 3-6: II 453 8, 23: II 52, 1 2 1 , 165
28, 4: I 161 8, 26: II 386
28, 20: II 137 8, 26-27: I 285
8, 27: I 167; II 301
Romanos 8, 28: II 128
1, 3-9: II 438 8, 3 1 : II 144
1, 7: I 94, 344 8, 36: I 324
1, 18-20: II 437 8, 37: I 434
1, 20: I 204, 353, 446; 9, 3: I 418
II 383, 446 9, 4: II 273
1, 2 1 : II 378 9, 6-8 I 389
1, 22: I 420 9, 7: II 72
1, 27: I 176, 236; II 9, 8: II 135
200 9, 1 1 - 13: II 303
1, 32: I 4 6 1 ; II 437 9, 15: II 300, 391
2, 4: I 470 9, 17: II 265
2, 8-9: I 447 9, 20: I 163; II 3 3 1 ,
2, 12: I 126, 152, 447 349
2, 13: I 458 10, 1: I 418
2, 14: I 152, 458; II 64, 10, 3: I 112
439 10, 12 I 305; II 258
2, 2 1 - 2 3 : I 458 10, 15 I 105
3, 6: I 448 10, 17 I 411
3, 1 1 : I 199 1 1 , 11 II 264
3, 23-24: II 66 1 1 , 13 II 57
4, 15: II 66 1 1 , 26 II 11
4, 17: II 426, 447 11, 27 II 11
4, 2 0 - 2 1 : II 127 1 1 , 33 I 288, 384
5, 2: I 294 1 1 , 36 I 213
5, 3-4: II 362 12, 1: I 454; II 466
5, 3-5: I 68 12, 2: I 136
5, 5: II 146, 420 12, 15 II 346, 366
5, 1 1 : I 317 12, 18 I 155
5, 12: II 50, 1 1 0 12, 19 I 223
6, 7: II 50 12, 20 II 219
6, 9: I 341, 419 13, 4: I 173; II 455
índice bíblico 499

14, 4: II 258 8, 13: I 467


15, 3: II 99 9, 12: I 304
15, 4: II 382 9, 1 4 - 1 8 : I 151
15, 13: II 109 9, 24-27: I 88
16, 4: I 387 9, 25: I 119
16, 20: II 1 1 0 9, 27: I 458
10, 1.3.5: II 381
1 Corintios 10, 1-5: I 176
1, 3: I 94, 344 10, 8: I 328
1, 9: I 208, 2 1 3 10, 9: I 176
1, 2 1 : I 446 10, 10: I 177; II 345
1, 23: I 468 10, 1 1 : I 3 1 1 ; II 380
2, 9: I 87, 102, 288, 10, 24: I 465
420; II 1 6 7 , 2 1 9 11, 15: I 391
2, 10: II 387, 394 11, 30-32: II 361
2, 12: I 337 11, 31: I 430
3, 1: I 79 11, 31-32: I 83
3, 1-3: I 3 1 3 , 353 12, 7-9: II 1 2 7
3, 2: I 79 12, 8 - 1 0 : I 336
3, 12: I 364 13, 9: II 9 1 , 393
3, 13: II 381 13, 1 1 : I 1 0 1 ; II 91
4, 4: I 124, 460; II 13, 12: I 436; II 9 1 , 392
231 14, 14: I 78
4, 2 1 : I 387; II 28 15, 23-25: II 26
5, 2: I 245 15, 24: II 27, 32
5, 5: II 361 15, 24.26: II 122
5, 6: I 261 15, 25: II 2 7
6, 7: II 321 15, 31: I 324; II 51
6, 7-8: I 181 15, 33: I 2 6 1 ; II 353
6, 14: I 356 15, 41: II 39
6, 15: I 327 15, 54: I 189
6, 18: I 327 15, 55: I 381
6, 19: I 268 16, 3: I 467
6, 1 9 - 2 0 : I 263
6, 20: II 89, 4 1 9 2 Corintios
7, 1: II 1 1 0 1, 2: I 94, 344
7, 7: I 62; II 1 1 0 1, 8: II 77
7, 23: I 419 1, 9: II 149
7, 28: I 365; II 2 1 9 1, 9 - 1 0 : II 77
7, 31: II 36 1, 22: I 336
8, 3: II 392 2, 2: I 272
8, 5: I 440s. 3, 10: I 207
500 índice bíblico

3, 13: I 207 3, 1: II 355


3, 18: I 207 3, 8: II 72
3-4: II 381 3, 10 I 340
4, 6: I 189 3, 13 I 340
4, 8: I 434 3, 27 I 360
4, 1 3 - 1 4 : II 124 3, 28 I 170
4, 17-18: I 96 4, 15 I 387; II 31
4, 18: II 123 4, 19 II 355
5, 3: I 307 4, 23 II 1 3 6
5, 4: II 52, 1 2 1 , 165, 4, 26 II 439
459 5, 17 I 284
5, 7: I 436 5, 22 I 357
5, 1 7 I 330; II 458 5, 24 I 3 1 7 , 396
5, 20 I 290 6, 14 I 3 1 7 ; II 2 3 6
6, 10 II 74 6, 16 II 442
6, 11 I 285
6, 16 II 183 Efesios
7, 6: II 4 2 6 1, 2: I 344
7, 11 I 387 1, 3: II 109
8, 20: I 467 1, 21 I 290
9, 6: II 83 1, 22 I 360
9, 15: I 288 2, 6: I 2 6 8 , 360
10, 5: II 2 0 1 , 394 2, 8: II 128
10, 17: II 235 2, 14 I 189, 344
11, 2: I 104, 359 2, 1 4 - 1 5 : II 154
11, 13: I 154 2, 19 II 398
11, 22: II 136 2, 20 II 155
11, 23-27: I 294 3, 1: II 1 3 7
12, 2 II 57 3, 20.21: II 109
12, 4 II 57 4, 3: II 1 3 7
12, 6 II 236 4, 8: I 381
12, 7 -8: II 4 1 6 4, 13 I lOls.
12, 7-10: II 362 4, 19 I 135
12, 8 -9: I 149 4, 29 II 344
12, 9: II 1 1 5 5, 6: II 381
12, 10: II 1 1 5 , 4 1 7 5, 18 I 282
12, 1 1 : II 235 5, 19 I 282; II 425
13, 12: II 348 5, 27 I 105
5, 32 I 105
Gálatas 6, 2: II 2 1 9
1, 3: I 344 6, 2-3: II 2 1 9
1, 3-5: II 273 6, 12 I 135; II 390
índice bíblico 501

6, 14: I 105 4, 16: I 445


6, 14ss: II 194 4, 17: II 122
6, 15: I 105 5, 3: I 177
6, 20: II 1 3 7 5, 5: II 378
5, 16-17: I 117
Filípenses
1, 2: I 344 2 Tesalonicenses
1, 7-9: I 304 1, 2: I 344
1, 1 5 - 1 7 : II 2 1 8 1, 9: II 381
1, 23: II 1 2 1 , 459 2, 8: I 340
1, 24: II 1 6 7 3, 14: II 353
1, 24-25: II 135
1, 29: I 294 1 Timoteo
2, 1 7 - 1 8 : I 1 1 6 ; II 52, 121 1, 2: I 344
3, 5: II 136 1, 12-13.16: II 58
3, 12: II 392 1, 17: II 273
3, 13: II 161 2, 8: I 233; II 337
3, 20: II 376 2, 14: I 128
3, 2 1 : II 39 5, 17: I 332
4, 16: I 305 5, 18: I 332
5, 23: II 2 1 4
Colosenses 6, 18: II 74
1, 2: I 344
1, 1 6 - 1 7 : II 305 2 Timoteo
1, 17: II 305, 383 1, 1: I 213
1, 24: I 294; II 72 1, 2: I 344
2, 14: I 390 1, 5: II 136
2, 15: I 390 2, 12: I 426
3, 1: II 376 3, 6: II 201
3, 3: II 398 3, 12: II 162
3, 5: I 327 3, 15: II 136
3, 9: I 262 3, 16: II 382
3, 9-10: II 458 4, 2: II 355
3, 14: II 1 3 7 4, 8: I 88, 1 1 9
3, 17: II 464
4, 6: II 343 Tito
1, 4: I 344
1 Tesalonicenses 2, 1 1 - 1 3 : II 158
1, 1: I 344
2, 16: II 381 Filemón
4, 13: II 1 1 3 3: I 344
4, 15: I 227; II 1 1 4
502 índice bíblico

Hebreos
1, 1-2: II 304
1, 2: II 304
1, 3: II 304
1, 7-8: II 26
1, 13: I 157
4, 13: I 168
5, 1 1 : I 79
7, 1 5 - 1 9 : II 43
7, 26-28: II 26
8, 13: I 434
9, 1 1 - 1 4 : II 150
10, 25: II 460
10, 28-29: I 1 2 5 , 152
10, 32: II 380
1 1 , 6: II 306, 394
1 1 , 13: II 1 0 2 , 1 6 5 , 2 1 9
1 1 , 16: I 108; II 102, 1 6 5
1 1 , 37-38: I 419
1 1 , 38: II 392
12, 1: I 415
12, 6: I 162
12, 7: II 57
12, 8: II 152
12, 18.22.23: II 439
12, 22-23: II 2 8

Santiago
1, 6-8: I 277

1 Pedro
5, 8: I 148; II 326

1 Juan
1, 1: I 302
5, 16: I 460

Apocalipsis
18, 8: I 382
ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS

Aarón: II 107s., 142, 249, 253, acusación: I 107, 136, 154, 284,
276, 434. 290, 363, 424, 429, 435, 442,
abeja/s: I 282, 427, 469; II 54s., 447, 449, 453s., 469, 4 7 1 ; II
148. 14, 1 5 5 , 1 5 7 , 268, 344, 375.
Abel: II 1 3 5 , 320, 4 1 0 , 4 1 7 , 437. Adán: I 77, 127s., 206s., 209, 267,
Abirón: I 347; II 53, 2 4 1 , 328, 340; II 96, 1 3 1 , 133, 186, 3 5 1 ,
434. 394, 4 5 1 s .
Abrahán: I 76s., 1 0 7 , 126, 146, adoración: I 197, 269, 363; II 9 1 ,
2 6 1 , 357, 380, 393, 4 1 2 , 4 3 1 , 96, 245, 3 3 1 , 339.
433s.; II 14, 2 1 - 2 3 , 42, 59, 72, adorno/s: I 89, 262, 308, 3 4 1 ,
102, 112s., 1 2 5 - 1 2 7 , 132, 1 3 7 , 357, 364, 403; II 38, 55, 136,
150, 155, 2 1 6 , 265, 279, 347, 178, 2 1 0 , 298.
3 6 1 , 395, 403, 408. adulación/es: I 179, 439; II 278,
Absalón: I 1 4 1 , 145s., 153, 177, 354, 356.
182, 346; II 327, 334. adúltera/o: I 9 1 , 185s., 258, 282,
acción/es: I 79, 82s., 85, 108, 1 1 1 , 460s., 463s.; II 54, 72, 2 1 3 ,
118, 129, 146, 159, 197s., 2 1 2 , 351s.
216s., 2 4 9 , 2 5 6 , 2 7 1 , 2 7 8 , 302s., adulterio/s: 1 1 2 7 , 1 3 8 , 1 5 0 , 198s.,
310, 3 1 5 - 3 1 7 , 330, 344, 376, 283, 327, 463s.; II 65, 275,
382, 399, 4 1 9 , 454, 456, 462, 454.
464, 466; II 16, 19, 27s., 34, aflicción/es: I 66-68, 73, 96, 1 1 6 ,
40, 47, 49, 56, 59, 68, 75, 83, 129, 135, 142, 163s., 223, 230,
85, 8 7 , 9 0 , 1 0 3 , 1 1 9 , 1 2 6 , 1 3 3 s . , 234, 2 4 1 , 244, 247, 256s., 265,
138s., 1 4 1 , 156, 159, 172, 179, 293s., 325, 327, 365, 370, 375,
203, 2 1 6 , 224, 2 3 1 , 242, 252, 4 1 9 , 456; II 76, 99, 1 1 5 , 136,
2 6 5 , 2 7 1 s., 274s., 286, 295, 298, 1 4 1 , 144, 161s., 1 6 8 , 186,
301, 303s., 309, 313, 320, 331, 204s., 2 1 8 , 238, 286, 289s.,
339s., 358, 361, 365-368, 380- 297, 308s., 3 6 0 - 3 6 3 , 3 6 6 - 3 6 8 ,
382, 386, 396, 405, 4 1 1 , 4 1 3 , 379, 381 s., 387, 4 1 6 s .
4 1 6 , 423, 426, 428, 433, 435, afligida/o/s: I 67s., 143s., 164,
450, 456, 458, 461-464. 2 3 1 , 2 4 1 ; II 1 5 , 1 1 7 , 124,
504 índice de nombres y materias

130s., 144, 1 5 3 , 1 6 7 , 204s., 447s.; II 1 1 , 6 1 , 66, 97, 244,


214s., 2 2 1 , 2 2 7 , 2 9 6 , 362, 378, 246, 248, 338, 3 6 5 .
384s., 422, 426. alma/s: I 59, 6 3 - 6 9 , 74, 79, 8 1 -
afrenta/s: I 1 4 6 , 348, 437; II 9, 83, 88, 9 3 - 9 5 , 97s., 1 0 4 , 1 0 8 ,
7 1 , 82. 114, 116, 120, 128-131, 133-
agricultor: I 2 3 9 , 420; II 83, 4 1 4 . 135, 137, 139, 147, 149,
agricultura: I 90, 173, 424; II 62, 1 5 1 s . , 1 5 7 , 164s., 1 6 8 , 1 7 8 ,
448. 180s., 1 8 3 , 2 1 0 , 2 1 6 , 2 1 9 ,
agua/s: I 92, 1 0 8 , 2 0 8 , 2 1 1 , 2 1 9 , 221 s., 2 2 8 , 230s., 2 3 4 , 242s.,
225s., 279s., 285s., 2 8 9 , 2 9 1 - 251s., 2 5 5 - 2 5 8 , 2 6 2 , 2 6 4 , 2 7 0 ,
294, 2 9 7 , 333, 3 7 1 , 382, 389; 272-277, 280-286, 289-298,
II 1 2 , 1 6 , 45s., 54, 60, 99, 3 1 0 - 3 1 2 , 325s., 3 3 1 , 3 3 7 , 339,
103, 1 0 8 , 1 2 6 , 176, 191s., 2 0 1 , 362, 364s., 3 7 6 , 3 8 5 - 3 8 8 , 3 9 1 ,
215, 229, 261-263, 280-284, 416-419, 4 2 5 , 4 3 1 , 4 3 5 s . , 438,
286, 3 1 9 , 332, 368, 371s., 390, 4 5 6 , 4 5 9 , 4 6 3 , 4 6 6 , 4 7 1 ; II 8,
397, 409, 4 1 1 , 4 3 3 - 4 3 5 , 4 4 4 - 14, 1 7 - 1 9 , 3 1 , 3 8 , 4 2 , 4 7 , 49,
446, 4 5 0 , 459. 55, 6 1 , 64, 6 8 , 70s., 78, 80,
Ajab: I 1 7 8 . 108, 1 1 6 - 1 1 8 , 120, 128, 132,
alabanza/s: I 1 1 2 , 120, 1 5 5 , 1 5 9 , 144, 1 4 8 , 1 6 2 - 1 6 4 , 1 6 6 - 1 6 8 ,
183, 1 8 9 - 1 9 1 , 194s., 212s., 170, 1 7 2 , 1 7 4 , 176s., 185s.,
2 1 6 , 234s., 264, 2 9 0 , 340s., 191s., 195, 197, 1 9 9 - 2 0 1 , 2 0 4 ,
378, 392, 395s., 398, 401s., 216s., 227-233, 236-238,
438, 454, 459, 4 6 6 , 469, 471s.; 243s., 249s., 252, 2 5 7 , 2 9 0 ,
II 7, 1 4 , 18s., 56, 68, 80, 84, 296s., 3 1 0 s . , 3 1 9 , 3 2 1 - 3 2 6 ,
8 7 - 9 1 , 1 3 4 , 1 3 6 - 1 3 8 , 1 4 2 , 149, 329, 3 3 1 , 333s., 3 3 9 , 3 5 1 ,
157, 159, 1 9 2 , 202, 2 0 5 , 2 1 2 , 353s., 3 5 8 , 3 6 0 , 363s., 366s.,
371, 376, 379, 382, 384-387,
2 1 7 , 252, 256s., 2 6 0 , 273s.,
391, 404-406, 417, 419, 425,
2 7 6 - 2 7 8 , 340, 344, 346, 373,
4 3 8 , 444s., 453s., 4 5 7 , 4 5 9 ,
400, 4 0 4 - 4 0 7 , 4 1 2 , 4 1 7 , 4 1 9 ,
465s.
425, 443, 4 4 6 , 4 4 9 , 4 5 7 - 4 6 0 ,
463, 465s. altar/es: I 84s., 1 5 9 , 202; II 29,
alegre/s: 1 1 6 4 , 1 6 6 , 186, 379, 398; 35, 90, 1 2 5 , 1 5 8 , 1 7 8 , 338,
II 1 8 , 1 0 1 , 1 5 8 , 1 8 0 , 2 0 3 , 2 4 7 , 341.
377. ambición: I 89, 144; II 326, 336,
alegría: I 6 8 , 87-90, 116s., 133s., 376, 4 6 7 .
2 1 7 , 262, 273s., 2 7 6 , 2 9 7 , 3 5 1 , amiga/o/s: I 65, 82, 97s., 109s.,
356s., 365s., 378, 380s., 397s.; 118, 1 3 6 , 141s., 1 4 4 , 158s.,
II 1 9 , 2 3 , 38, 1 0 1 , 1 1 4 , 121s., 162, 184, 1 9 5 , 207, 2 1 7 , 2 2 8 ,
150, 1 5 6 , 202, 2 0 4 , 290, 294, 253, 2 5 7 , 268s., 2 8 5 - 2 8 7 , 293,
297, 3 3 3 , 347, 357, 379, 459, 299, 3 1 3 , 342, 350, 4 1 7 , 437,
461. 447, 449, 456s.; II 32, 5 1 , 65,
alianza: I 85, 2 5 1 , 321s., 393, 163, 1 7 1 , 1 7 5 , 1 8 9 , 296, 313s.,
índice de nombres y materias 505

3 1 6 , 3 1 9 , 324, 355, 363, 376, 467; II 1 1 , 1 5 , 29s., 33s., 38,


378, 3 9 1 , 457. 67, 73s., 109, 1 2 8 , 149, 154s.,
amistad: I 65, 97, 1 0 3 , 1 3 6 , 1 4 1 - 168, 222, 230, 236, 2 9 7 , 329,
143, 162, 2 2 5 , 2 7 1 , 289, 329, 336, 350, 407, 440s.
4 1 7 , 453, 456; 11 6 1 , 2 5 0 , 3 1 5 , árabes: I 320, 380; II 2 9 1 .
354. Arabia: I 199, 427.
amor/es: I 63, 94, 103s., 1 1 7 , 1 3 8 , arca: II 97, 1 0 1 , 244s., 253, 338,
164, 205, 209, 2 1 1 , 2 1 6 , 2 1 8 , 372.
2 2 1 , 239, 258, 272, 283, 2 8 5 - arcángel/es: I 72, 374, 445; II 26,
289, 2 9 2 - 2 9 7 , 324, 3 5 7 , 389, 155, 296, 4 1 1 .
4 0 1 , 403, 405, 470-472; II 7, armonía: I 63, 308, 352; II 2 5 1 .
28, 3 1 , 42, 54, 7 1 , 1 0 7 , 122, arra: I 336, 420.
142s., 167s., 181s., 228, 2 3 1 , arrepentimiento: I 132, 1 6 5 , 294;
249, 258, 279, 2 9 1 , 333s., 347, II 3 5 1 .
349s., 359, 409, 438, 444, 459. A r r i o : II 20, 25.
Ana: I 64, 1 0 7 , 455; II 94, 228, arrogancia: I 69, 135, 209s., 234,
335. 2 4 3 - 2 4 5 , 263s., 273s., 3 1 8 ,
Ananías: I 128, 176. 350, 407s., 4 1 3 ; II 6 1 , 182,
anciano/s: I 104, 1 4 1 , 184, 260, 237, 364, 396, 406.
284; II 26, 126, 165, 182, 456, arte/s: I 65, 90, 173, 2 5 1 , 284,
467. 425; II 36, 357, 455.
ángel/es: I 63, 70-72, 1 1 8 , 1 7 1 , Artífice (divino): I 264, 326, 446,
189s., 193, 204, 2 0 6 - 2 0 8 , 269, 447, 4 5 1 , 459; II 404, 449.
290, 353, 374, 383s., 386, 4 1 6 , artífice/s (humano/s): I 204,
420, 425s., 444, 449, 4 5 1 ; II 212s., 248, 267, 453; II 53s.,
22, 26, 32, 35s., 38, 74s., 88, 300, 324, 4 4 7 , 449.
92, 112s., 135, 155, 293s., 296, asesinato/s: I 1 3 8 , 184; II 268,
3 2 1 , 3 6 2 , 4 1 1 , 4 1 6 , 443s., 446, 340.
451s., 465. asesinos: I 198; II 2 1 3 s .
Antiguo Testamento: I 1 5 1 , 172, Asia: I 335; II 77.
1 9 1 s . , 237, 242, 268, 324, 393, avaricia: 1 1 1 1 , 1 5 5 , 2 1 7 , 2 1 9 , 4 2 1 ,
442; II 24s., 9 1 , 109s., 1 2 7 , 423s.; II 253, 340.
129, 139, 1 5 1 , 154, 2 1 9 . avaro/s: I 60s., 84, 96, 1 1 4 , 1 8 6 ,
Antíoco: I 300s. 243, 248, 250, 255; II 54, 72.
A p o l o : I 92; II 60, 107. ayuno: I 1 3 0 , 3 1 2 ; II 1 8 , 347,
Apóstol (Pablo): I 387; II 124, 364.
3 0 1 , 353, 380.
apóstol/es: I 68, 1 1 6 , 154, 191s., Babel: I 77.
1 9 8 , 202, 2 1 3 , 230, 236, 277, Babila: II 60.
300, 302, 332, 359, 366, 384, Babilonia: I 7 7 , 1 9 6 , 236, 377, 395;
386s., 3 9 1 , 393, 397, 404, 406, II 15, 59, 90, 1 1 2 , 160, 165,
423, 426, 433, 443, 4 5 1 , 457, 288, 292, 365, 434, 450, 461.
506 índice de nombres y materias

Baruc: I 393. 189s., 192s., 2 1 6 , 273, 361s.,


Basan: II 270, 285. 364, 376, 389, 395, 403, 4 1 7 ,
bautismo: I 336, 360s., 426; II 4 4 1 , 459s.
1 2 9 , 2 1 5 , 398, 4 0 5 . Carpió: II 260.
Beelfegor: I 1 9 5 , 202; II 22. castigo/s: I 83s., 1 1 0 , 1 2 5 - 1 2 7 ,
Belén: I 353. 129, 1 5 2 - 1 5 4 , 1 5 7 , 1 6 3 - 1 6 5 ,
Betsaida: II 1 2 . 1 6 9 - 1 7 6 , 181s., 184, 194, 2 1 6 ,
blasfemia/s: I 162; II 2 1 6 . 234, 2 3 6 - 2 3 8 , 240, 242, 244,
247s., 250, 256s., 259, 264,
Caifas: I 200. 2 7 1 , 274, 296, 309, 3 1 8 , 322,
Caín: I 1 2 7 , 466; II 320, 4 1 0 , 326, 3 3 1 , 343, 355, 384, 426,
437. 431s., 436s., 446s., 4 5 1 , 4 5 4 ,
calumnia/s: I 86, 290, 296; II 73, 457, 464, 4 7 1 ; II 8, 1 0 , 14,
82, 2 1 3 , 344, 380. 16s., 28, 36, 44, 5 6 - 5 8 , 70, 85,
canción/es: I 1 8 8 , 2 2 1 , 278-282, 109, 1 1 4 , 1 2 0 , 1 4 3 , 164, 1 8 5 ,
4 1 3 ; II 289, 333, 385, 400, 199, 2 2 1 , 2 3 1 , 238, 2 4 1 , 253,
466. 268s., 274, 284, 29 ls., 296,
cantar/es: I 1 8 3 , 1 9 1 , 2 1 8 , 222, 328, 337, 346, 352, 359, 3 6 1 ,
2 8 1 s , 2 8 4 s , 292, 3 1 2 , 379; II 365, 372s., 379, 394, 396, 405,
87, 1 4 0 , 2 5 7 , 290, 400, 425, 407, 4 1 1 , 4 3 7 , 454, 462.
443, 458, 460. celo/s: I 105, 195, 197s., 303, 3 1 1 ,
cántico/s: I 2 2 1 , 276, 280-282, 387, 426, 439; II 3 1 , 84, 138,
454; II 87, 1 5 0 , 256, 289, 2 9 1 , 264, 2 9 5 , 436.
399s., 425, 458. cielo/s: I 63, 6 9 - 7 2 , 74, 76, 88s.,
canto/s: I 1 4 1 , 1 8 8 , 2 2 1 , 234, 238, 92, 104, 1 1 3 , 1 5 1 , 189s., 192,
276, 278, 280-282, 329, 3 8 1 ; 203s., 208, 2 1 1 - 2 1 3 , 218s.,
II 1 0 3 , 1 9 0 , 2 8 9 - 2 9 1 , 333, 2 2 1 , 2 2 5 , 232, 239, 255, 2 6 1 ,
400, 4 6 1 , 466. 265, 267s., 286, 289s., 296,
Capadocia: I 335. 298, 307, 3 1 7 , 349s., 359s.,
cárcel: I 1 1 0 , 1 5 3 , 252, 283, 437; 366, 374, 380, 382-385, 389,
II 30, 85, 2 1 3 , 2 1 6 , 366. 405, 425s., 440, 442, 4 4 4 - 4 4 6 ,
caridad: 1 1 3 8 , 165, 260, 264, 299, 4 4 8 - 4 5 0 , 453s., 459, 463, 472;
304, 387, 405; II 88, 1 3 7 , 169, II 12, 35s., 38, 47, 55, 57, 63,
1 7 5 , 1 7 9 , 2 4 9 - 2 5 1 , 334, 400, 65, 68, 73, 75, 77, 79-83, 86,
404, 460, 466s. 88, 9 1 - 9 4 , 99, 1 0 4 - 1 0 6 , 1 0 8 -
Carmelo: I 463. 1 1 4 , 126, 1 5 3 , 1 5 6 , 1 6 0 - 1 6 3 ,
carne/s: I 74, 89, 1 2 3 , 1 3 0 , 1 3 5 , 167, 1 7 0 - 1 7 2 , 183, 192, 194,
2 1 4 , 220, 284, 294, 3 1 7 , 335, 196s., 208, 2 1 5 , 220s., 228,
339s., 3 5 1 - 3 5 6 , 358, 365, 389, 232, 237, 240s., 251s., 254,
396, 450, 453, 464, 467; II 1 3 , 256, 259s., 2 6 2 - 2 6 4 , 268, 275,
18, 40, 44s., 49, 54, 70, 72, 277, 280s., 2 8 7 , 293s., 296,
1 1 0 , 132, 134s., 154, 158, 305s., 3 1 6 , 3 2 1 , 324, 328, 345,
índice de nombres y materias 507

347, 374, 376, 386, 396s., 404, 254, 3 1 5 , 327, 350, 353, 357,
407, 4 1 9 , 422, 428, 4 3 7 , 439s., 372, 394, 420s.
443-446, 448, 456, 460, 4 6 5 - constancia: I 149, 2 3 1 , 455; II
467. 184, 369.
Cilicia: I 335. constante/s: I 104, 259, 404; II
circuncisión: I 2 1 1 ; II 155. 213, 331.
clemencia: I 69, 73, 1 1 1 , 1 5 1 , contemplación: I 259, 435; II
168s., 1 7 5 , 1 8 6 , 1 9 5 , 2 9 1 , 328, 456.
4 1 7 , 442, 4 5 1 , 470s.; II 8, 1 5 , continencia: I 62, 255; II 1 1 0 .
17, 60, 63, 75, 230, 233s. contrita/o/s: I 65, 69, 108, 134,
cobarde/s: I 142, 255, 302; I I 1 9 7 . 136, 233, 239, 265, 284, 328;
cobardía: I 255; II 284. II 1 8 5 , 330, 335, 362, 3 7 1 ,
codicia: I 205, 250. 376, 384, 3 9 1 , 426s.
cólera: I 8 1 , 134, 1 5 7 , 1 6 3 , 1 7 2 , conversión: I 1 6 5 , 169, 1 8 3 , 462,
174s., 178, 2 1 0 ; II 1 9 1 , 349, 470; II 33, 57s., 330.
352, 4 1 0 . corazón/es: I 64, 66, 70, 72-74,
compasión: I 68, 125, 152, 166, 79, 8 1 - 8 3 , 87-90, 98, 102,
235, 289, 320; II 1 1 9 , 278, 114s., 124, 156, 160, 1 6 7 - 1 6 8 ,
300, 347, 355s. 2 1 6 , 2 1 8 , 233, 239, 244, 2 4 7 ,
compasivo: I 289; II 78, 4 1 0 . 249, 2 5 1 , 262, 265, 270, 272s.,
compunción: I 84, 1 2 8 , 132, 285; 2 7 5 - 2 7 8 , 282, 284s., 288, 304,
II 2 2 7 , 229, 326. 322-324, 3 2 9 - 3 3 1 , 336, 341s.,
comunión: I 208, 2 1 3 ; II 72, 129, 349s., 359, 369s., 3 9 1 , 403,
134, 138, 397s„ 4 1 7 . 405, 410s., 4 1 8 , 439, 459s.; II
conciencia: I 82, 1 1 0 , 152, 154, 15, 1 7 , 47, 50, 81s., 1 2 8 , 1 3 0 ,
169, 1 7 8 , 182, 284, 292, 297s., 199, 2 1 9 , 227s., 230, 2 3 5 - 2 3 7 ,
422, 429, 456, 459, 462, 467; 294, 3 0 1 , 3 1 6 , 322, 330, 333,
II 5 1 , 72, 80, 85, 1 2 1 , 2 9 5 , 335, 3 4 9 - 3 5 1 , 359, 3 6 1 , 3 7 1 ,
348, 370, 379, 385, 438s. 376, 378s., 382, 384s., 400,
conocimiento/s: I 76, 78s., 86, 425s., 438.
93, 1 0 2 , 1 4 0 , 1 4 5 , 160, 1 6 8 , Coré: I 300, 329, 347, 369, 378,
190, 2 1 4 , 2 3 7 , 288, 303, 312s., 395, 406; II 328.
320, 3 3 1 , 336, 345, 353s., 377, corintios: I 244, 272, 285, 387;
396s., 4 0 1 , 404, 4 1 4 , 446; II II 3 6 1 .
1 1 , 53s., 60, 67, 70, 9 1 , 93, Cornelio: I 69, 149, 3 1 2 ; II 128.
100, 1 1 2 , 127s., 179s., 189, corona: I 70, 1 1 9 , 136, 2 3 5 , 398;
282, 284, 287, 3 0 1 - 3 0 3 , 3 0 5 - II 1 8 , 5 1 , 136, 1 8 0 , 2 1 6 , 3 1 0 ,
307, 3 1 1 - 3 1 3 , 3 1 6 , 3 8 1 , 383, 320, 374.
386, 393, 404, 4 2 7 , 458. corrección/es: I 1 1 0 , 123, 139,
consejo/s: I 83, 145, 1 6 0 , 2 4 7 , 157, 240, 388; II 19, 34, 58,
270, 272, 293, 3 1 4 , 335, 353, 63, 66, 105, 152, 198, 289, 343,
370, 378, 4 1 3 , 4 7 1 ; II 200, 354-357, 382, 4 1 7 .
508 índice de nombres y materias

corrupción: I 96, 102, 243, 2 4 5 , 89, 96, 1 1 8 , 121s., 1 5 1 , 1 6 7 ,


4 2 1 , 428; II 372, 405. 172, 1 8 6 , 189, 194, 200, 2 1 1 -
costumbre/s: I 86, 109s., 1 6 8 , 2 1 5 , 2 1 7 , 228, 236, 2 4 1 , 253,
222, 2 6 1 , 284s., 300-302, 260, 262, 267, 290, 295, 3 1 9 ,
319s., 324, 345, 362s., 374, 3 2 1 , 323s., 334, 3 4 1 , 344, 3 5 1 ,
380, 392, 394, 402s., 4 3 1 , 4 7 1 ; 355, 364, 367, 373, 382, 395,
II 28, 90, 95, 102, 1 1 4 , 1 1 9 , 400, 405, 4 1 7 , 419s., 434, 436,
146, 1 7 3 , 1 8 3 , 289, 298, 303, 444, 449, 452, 454, 466.
350, 356, 384, 406, 426s., 432, culpa: I 1 3 5 , 144, 1 6 1 , 234s., 238,
443. 284, 388; II 1 0 , 1 5 , 49, 2 1 2 ,
creación: I 1 0 8 , 2 0 3 - 2 0 5 , 208, 290, 352s., 378, 3 8 1 , 4 1 3 , 454.
353, 3 7 1 , 384, 392, 396, 446, Cus: I 1 4 0 - 1 4 6 .
450; II 42, 59, 64, 1 1 2 , 1 7 1 ,
260, 304s., 307, 3 1 2 , 383, Dafne: II 60.
392s., 4 0 7 , 4 3 7 , 443, 445s., Datan: I 347; II 53, 241, 328,
448, 4 5 7 - 4 6 0 . 434.
Creador: I 76, 1 9 0 , 196s., 203s., David: I 60, 62, 1 0 0 , 105, 1 1 9 ,
2 1 2 ; II 1 7 1 , 194, 254, 300, 127, 132, 1 4 0 - 1 4 6 , 150s., 153,
309, 384. 1 6 1 , 1 6 6 , 1 7 1 , 177, 182, 1 8 5 ,
creyente/s: I 3 9 1 , 394; II 139, 1 9 1 , 199s., 208, 2 1 6 , 223, 225,
156s., 344. 234s., 2 5 1 , 270, 277s., 280,
crimen/es: I 73, 1 1 4 , 1 1 6 , 178, 283s., 288, 2 9 5 , 3 4 5 - 3 4 7 , 354,
199, 233, 240, 433, 4 3 5 , 4 4 7 , 4 1 5 , 4 1 7 , 427, 434; II 12, 2 1 -
449, 464; II 64, 82, 85, 107, 23, 25, 28, 4 1 , 67, 1 1 4 , 129,
2 1 4 , 3 1 5 , 3 1 8 , 326, 334, 340s., 179s., 239, 242, 245, 2 4 7 , 327,
345s., 372, 375, 378, 398s., 348, 352, 3 6 1 , 376, 383, 389,
402, 4 1 0 . 400, 4 1 4 , 436, 4 4 1 , 443.
cruz: I 1 0 1 , 1 4 8 , 193, 197, 200s., defecto/s: I 1 5 8 , 386; II 359, 377.
3 1 7 , 347, 380, 386, 390, 443, delito/s: I 124, 1 5 0 , 1 6 3 , 4 6 1 ; II
449; II 29, 33, 36s., 97, 194, 36, 1 4 1 , 2 3 0 - 2 3 2 , 234.
2 1 4 , 235s., 440. demencia: I 2 1 0 , 2 4 1 , 250, 379,
cuerpo/s: I 63, 74, 8 1 , 89, 93s., 408, 4 1 4 , 429; II 45, 236, 406.
96, 104s., 108, 1 1 5 , 1 1 7 , 1 2 0 , Demiurgo: II 263s.
123, 1 3 0 , 137, 1 6 5 , 1 8 0 , 194, demonio/s: I 7 1 , 94, 1 2 0 , 1 4 7 ,
207, 2 0 9 - 2 1 0 , 220s., 240, 252, 188s., 1 9 1 , 1 9 9 , 223, 269, 2 8 1 -
262, 264, 268, 280, 284, 292, 283, 2 9 1 , 3 3 1 , 344, 347-350,
295, 302, 3 1 0 , 326-328, 360, 352, 362, 375, 382s., 385s.,
362, 365, 367, 369, 375, 382, 390, 394, 442, 452; II 30, 32,
384, 386s., 389, 398, 4 1 0 , 4 2 1 , 35-38, 44, 60, 67, 69s., 75, 82,
428, 430, 4 3 5 - 4 3 7 , 446, 448, 1 0 6 - 1 0 8 , 1 1 8 , 1 5 0 , 1 9 0 , 275s„
454, 457; II 1 8 , 3 1 , 35-39, 47, 279s., 319s., 322, 3 5 1 , 370,
49s., 52, 54s., 6 1 , 69, 76, 80, 375s., 399, 440, 454.
índice de nombres y materias 509

deseo/s: I 62, 67, 73, 80, 82, 85, discípulo/s: I 132, 176, 192, 204,
89, 94s., 104, 1 0 8 , 130s., 134, 334, 338, 342, 347, 390, 4 1 0 -
1 4 1 , 1 4 6 , 1 5 8 , 1 7 8 , 184, 2 1 0 , 4 1 2 , 435, 439, 462; II , 28,
2 2 1 , 242s., 249, 2 5 7 , 270, 276, 47, 102, 1 4 1 , 162, 1 6 8 , 1 8 8 ,
284, 2 8 6 - 2 8 9 , 291s., 294, 299, 193, 2 3 7 , 238, 254.
326, 345, 387, 396, 4 1 2 , 429, divinidad: I 9 1 , 122s., 339s., 3 5 1 -
436s.; II 5 1 , 54, 70s., 83, 85, 357, 446, 468; II 42, 45, 96,
116, 121-123, 136, 158, 1 6 1 , 437, 446.
1 6 6 - 1 6 8 , 173, 176s., 196, 198, dolor/es: I 75, 90, 135, 1 6 5 , 1 7 7 -
209, 2 1 4 , 228s., 273, 288s., 180, 182, 185s., 241s., 246,
292, 322, 3 2 5 - 3 2 6 , 334, 344, 270, 283, 296, 323, 399s., 4 5 7 ,
349, 3 5 1 , 356, 379, 382, 399, 463, 465s.; II 36, 47, 62, 85,
404, 415s., 4 1 9 , 459, 466. 1 1 6 , 120s., 1 3 1 , 1 8 6 , 1 9 8 , 2 1 6 -
desesperación: I 73, 229, 292, 2 1 8 , 238, 268, 290, 292, 296,
468; II 1 1 8 , 1 2 5 , 1 3 1 , 1 4 7 , 355, 363, 365, 373.
230, 233, 385. don/es: I 78, 1 1 2 , 1 1 9 , 1 6 8 , 1 9 6 ,
desierto: I 141s., 1 7 6 , 196, 224, 209, 2 1 9 , 276, 285, 288, 304,
252, 308s., 3 1 2 , 322, 3 7 7 , 4 2 7 , 335s., 363, 443; II 109, 1 2 7 -
444s., 459; II 23, 36, 56, 59, 129, 1 3 3 , 2 2 1 , 253, 298, 386,
90, 96, 98, 100, 1 7 1 , 174, 1 9 5 , 432, 4 6 1 , 464.
257, 266, 2 6 9 - 2 7 1 , 273, 2 8 5 ,
3 1 5 , 345, 378, 408, 453. Eclesiastés: I 75, 105.
deuda/s: I 2 1 7 , 455; II 460. Edón: I 350.
diablo: I 66, 7 1 , 94, 1 0 6 , 120, egipcios: I 76s., 1 7 1 , 234, 309,
1 4 7 , 1 8 0 , 1 8 5 , 2 1 7 , 222, 226, 3 1 4 , 381s.; II 24, 97, 1 1 2 , 1 8 3 ,
2 3 4 , 264, 282s., 3 1 6 , 347, 2 1 3 , 266s., 282, 284, 309.
363, 382, 385, 390, 394, 405, Egipto: I 67, 77, 196s., 203, 286,
444, 456, 464; II 1 3 , 32, 35s., 308s., 335, 377, 380, 393, 402,
4 7 , 82, 189, 1 9 3 , 2 1 6 s . , 227, 432, 445; II 22, 2 4 , 56, 59,
302, 3 1 9 , 322, 324, 326, 336, 72, 96-98, 109, 1 4 1 , 144, 1 6 1 ,
3 5 1 , 364, 378, 394, 4 0 9 , 440, 174, 202, 239, 257, 2 6 4 - 2 6 6 ,
454. 2 6 8 - 2 7 0 , 273, 282, 286, 3 1 5 ,
diluvio: I 76, 426; II 56, 59, 66, 345, 383, 408, 443, 4 5 1 , 4 6 1 .
371s., 4 1 1 , 437. ejemplo: I 62, 69, 7 1 , 76, 1 1 9 ,
dinero: I 82, 1 0 0 , 2 1 8 , 254, 262, 130, 1 5 5 , 194, 2 1 3 , 217s., 2 2 5 ,
265, 355, 4 1 6 ; II 69, 74, 81s., 286, 289, 304, 3 1 8 , 346s., 400,
215. 4 1 1 , 432, 467; II 58, 60, 66,
Dios: passim. 7 1 , 93, 184, 2 1 1 , 249, 302,
dioses: I 67, 73, 75, 1 8 5 , 206, 356, 408, 427, 442.
267, 440s.; II 22, 53, 90, 93, ejército/s: I 94, 1 3 5 , 1 4 7 , 1 7 1 ,
1 1 8 , 179, 259, 2 7 4 - 2 7 6 , 279, 189, 234, 252, 301s., 3 1 6 , 3 1 8 ,
294, 436, 456. 342, 347s., 373s., 377, 3 8 1 ,
510 índice de nombres y materias

400, 4 1 5 , 437; II 34, 62, 270, 184, 2 1 8 , 229, 2 3 5 , 240s., 250,


272, 2 8 4 - 2 8 6 , 325, 390, 444. 2 6 1 , 269, 274, 2 9 1 , 296, 298,
Elias: I 389; II 1 5 1 , 228. 326, 352, 386, 4 1 4 , 452; II 26,
Elimas: I 80. 33, 36s., 49s., 67, 75, 76, 8 1 ,
Elíseo: I 1 9 1 ; II 109, 162, 334. 1 1 5 , 1 1 8 , 186, 1 9 0 , 1 9 7 , 2 1 1 ,
Elohim: I 3 5 1 . 2 1 6 , 236, 2 4 1 , 2 6 7 , 269, 304,
embriaguez: I 274, 327-429; II 3 1 9 , 322, 3 5 1 , 362, 369, 379,
354. 4 1 7 , 454.
encarnación: I 334, 341; II 4 1 . enfermo/s: I 1 1 2 , 120, 124, 129,
encinta/s: I 1 7 7 , 202. 162, 1 6 5 , 1 9 3 , 205, 2 1 7 , 355,
endemoniada/o: I 1 9 1 , 264; II 430, 444; II 2 1 4 - 2 1 6 , 228,
154. 361, 4 1 1 .
enemiga/o/s: I 64, 66, 68, 70s., engaño/s: I 72, 75, 82, 9 1 , 11 Os.,
9 3 - 9 6 , 106s., 1 1 1 - 1 1 4 , 1 1 8 , 1 1 5 , 1 2 5 , 128, 177, 179, 246,
128, 1 3 5 , 137s., 1 4 3 - 1 5 0 , 253s., 257s., 2 6 1 - 2 6 4 , 266,
152-155, 157-159, 165, 168, 362, 4 6 1 , 4 6 4 - 4 6 6 , 469; II 1 3 ,
174, 1 8 5 , 1 8 9 , 1 9 2 - 1 9 5 , 2 0 1 - 1 6 3 - 1 6 5 , 169, 182, 200, 224,
203, 2 1 1 , 2 1 7 , 2 2 2 - 2 2 4 , 2 2 6 , 276, 303s., 3 1 9 , 322, 400, 466.
234s., 2 4 2 - 2 4 7 , 2 5 1 - 2 5 7 , 2 6 2 , Enmanuel: I 353, 450; II 154.
266, 2 7 1 - 2 7 4 , 2 7 6 , 3 0 1 , 3 1 4 - Enós: I 440.
3 1 6 , 3 1 8 - 3 2 1 , 323, 329, 3 3 1 , enseñanza/s: I 60, 126, 160, 203,
3 4 1 - 3 4 3 , 3 4 7 - 3 5 0 , 359, 3 7 1 , 2 5 1 , 280, 303, 323, 364, 378,
373, 378s., 3 8 1 , 388, 396, 406, 409, 458s., 470; II 5 1 ,
398, 4 2 1 s . , 428, 4 3 5 , 437; II 103, 1 0 7 , 124, 357, 382.
26s., 2 9 , 3 1 - 3 4 , 38, 43s., 62, envidia/s: I 134, 166, 250, 297,
65, 67, 82, 9 7 , 1 2 2 , 1 4 5 , 1 4 7 , 346, 429, 436, 466; II 4 7 ,
157, 1 7 0 , 1 7 5 , 1 8 9 , 1 9 2 - 1 9 4 , 224s., 228.
198s., 2 0 1 , 2 0 7 - 2 1 0 , 2 1 9 , 2 2 4 , Epifanes: I 300.
232, 2 4 7 , 2 6 6 , 2 6 9 - 2 7 5 , 2 8 2 , Esaú: I 4 1 5 .
285s., 288s., 291s., 296, escitas: I 94, 366.
299s., 3 1 4 s . , 3 1 9 , 322, 328s., Escitia: I 335.
336s., 3 4 1 , 3 5 5 , 360, 363, esclava/o/s: I 6 1 , 63, 82, 1 8 1 , 4 1 9 ,
376, 378, 386s., 3 8 9 - 3 9 1 , 3 9 7 , 433; II 46, 136, 1 4 1 , 1 8 4 , 2 1 3 ,
399, 4 0 7 , 4 2 1 , 440, 449, 4 5 1 , 320, 327.
462. Escritura/s (Sagrada/s): I 76, 83,
enemistad: I 144, 154s., 2 7 1 , 469; 93, 1 0 1 , 140, 1 4 7 , 177, 1 9 0 ,
II 397. 260, 304, 309, 3 1 3 , 323, 329,
enferma/s: I 67, 97; II 49, 142, 335s., 338s., 343, 345, 352,
412. 363, 4 1 3 , 4 1 5 , 4 1 7 , 4 3 1 , 442,
enfermedad/es: I 67, 74, 86, 89, 449, 4 6 1 ; II 1 3 , 1 7 , 22s., 40,
94s., 97, 104, 1 1 5 , 117s., 120, 45, 63, 72, 74, 87, 136, 146,
124, 129, 1 3 7 , 156, 1 6 1 , 1 6 6 , 164, 239, 2 9 1 , 294, 326, 344,
índice de nombres y materias 511

3 6 1 , 3 7 1 , 3 8 1 - 3 8 3 , 385, 390, fariseo/s: I 69, 80, 148, 1 5 1 , 338,


394, 438, 449. 470; II 154, 236, 293, 344, 346.
esfuerzo: I 144s., 2 1 6 , 2 3 1 , 279s., fe: I 88, 1 1 6 , 303s., 310s., 3 1 3 ,
296, 3 1 4 , 4 3 1 ; II 87, 199, 204, 336, 3 6 1 , 41 ls., 436, 467; II
358, 4 1 2 , 4 3 5 , 467. 24, 38, 52, 67, 72, 96, 109,
espectáculos: I 130; II 84. 1 2 4 - 1 3 1 , 136, 1 5 1 , 189, 194,
esperanza: I 68, 74, 78, 85, 87s., 2 1 5 , 2 1 9 , 2 3 1 , 235, 238, 260,
93, 96, 99, 104, 1 1 3 , 1 1 9 , 1 3 1 , 4 1 4 , 427.
144, 1 4 6 , 1 7 5 , 1 8 5 , 194, 230s., Felipe: I 2 0 7 , 288.
251s., 255, 258, 2 7 5 , 294, 299, fiel/s: I 88, 94, 2 1 3 , 260, 300,
302, 3 2 1 , 349, 369, 4 0 1 , 404, 388s.; II 30s., 58, 65, 97, 1 2 8 ,
420-422, 4 3 1 , 452, 456s.; II 349, 397, 4 1 3 , 4 1 6 .
40, 77, 82s., 109, 1 1 7 , 1 2 0 , Filemón: I 304.
122, 124, 1 3 1 , 1 3 3 , 1 4 5 - 1 4 9 , filiación: I 2 0 7 , 337; II 464.
158, 172, 180, 183s. 1 9 5 , 197, filipenses: I 305.
207, 220, 223, 232s., 238, 2 7 5 , filisteos: I 1 7 7 .
2 9 1 , 358, 364, 382,. 385, 3 9 1 , filosofía: I 80s., 86, 93, 164, 185,
420-422, 429, 430. 220s., 223, 2 2 9 s , 242, 252,
Espíritu Santo: I 139, 148, 177, 282, 297s., 323s., 369, 380,
188s., 1 9 6 , 2 1 5 s . , 2 8 2 , 2 8 5 , 2 9 2 , 397, 404, 4 1 9 ; II 14, 1 8 , 60s.,
299, 307, 3 3 1 , 333, 335-337, 65, 7 1 , 1 2 1 , 1 7 1 , 188s., 197,
344, 357s., 3 6 1 , 366, 368, 377s., 218s., 284, 3 1 7 , 320, 337, 341,
405, 4 1 1 , 443; II l i s . , 25, 35, 347, 361s., 382, 453.
41s., 95, 109, 127s., 159, 165, filósofo/s: I 9 1 , 3 3 1 , 334, 386,
193, 2 1 0 , 226, 234, 2 5 1 , 253, 420; II 35, 45, 59, 398.
387, 394, 424, 464, 468. fin/es: I 66, 84, 94, 1 1 5 , 155, 164,
esposa/o/s: I 1 0 4 - 1 0 6 , 1 1 8 , 150, 182, 214s., 225, 239, 249, 253,
299, 326, 359-362, 366, 433; 2 9 1 , 303, 3 1 1 , 351-356, 3 8 1 ,
II 57, 2 1 8 . 4 1 9 , 424; II 12, 26s., 39, 4 1 ,
etíope: I 140. 43, 53, 68, 99, 1 1 9 , 156, 175,
Europa: I 335; II 229. 183, 193, 205, 250, 252, 2 6 1 ,
Eva: I 127; II 3 5 1 , 453. 300, 316s., 340, 387, 427, 4 5 1 ,
Evangelio/s: I 8 1 , 105, 1 5 1 , 175, 464.
202, 208, 352, 380, 389, 393s.; Finés: I 194s..
II 6 1 , 82, 92, 1 1 6 , 1 3 5 , 1 5 3 , fornicación/es: I 1 3 8 , 198s., 264,
254, 4 1 4 , 440. 327, 464; II 1 0 7 , 354, 454.
Ezequías: I 1 7 7 , 229, 2 3 5 , 3 1 1 , fortaleza/s: I 1 9 1 , 322, 335, 369,
399; II 1 4 5 , 149. 388; II 94, 1 2 5 , 149, 1 8 5 , 1 8 8 ,
Ezequiel: I 1 9 6 , 198, 309, 3 1 2 , 195, 217s., 233, 244, 2 9 7 , 465.
375; II 1 2 6 , 232.
Galacia: I 335; II 273.
Faraón: I 2 6 7 , 382; II 269, 284. Galia: I 335.
512 índice de nombres y materias

Ganimedes: II 1 0 7 . gracia: I 69, 72, 92, 104, 106, 1 1 2 ,


Gedeón: I 309; II 149. 1 1 9 , 1 3 1 , 139, 149, 1 5 2 , 1 8 6 ,
gehenna: I 7 1 , 80, 1 1 0 , 1 6 7 , 175s., 188, 192, 2 1 5 , 2 1 9 , 2 4 1 , 274,
185s., 244, 264, 325, 384, 276, 282, 292, 294, 299, 306s.,
415s.; II 56, 70, 349, 409, 4 5 1 . 3 1 5 , 328, 330-339, 3 4 1 , 348,
generosa/o: I 1 5 0 , 222, 4 1 7 ; II 358, 3 6 1 , 378, 392, 4 0 1 , 407,
174, 2 0 5 , 258, 306, 324. 443, 450, 463, 472; II 35s.,
generosidad: I 265, 370; II 3 6 1 , 38, 60, 65s., 86, 109, 114s.,
429. 1 2 3 , 1 3 3 , 138s., 1 5 7 - 1 5 9 , 1 6 1 ,
Génesis: I 233. 169, 182, 1 8 7 , 193s., 200, 2 0 5 ,
gentil/s: I 77, 152, 249s., 3 1 4 , 2 1 0 , 222, 226, 234, 248, 250s.,
3 1 9 , 344, 3 6 1 , 386, 458, 460; 253, 2 5 5 , 273, 2 7 7 , 2 8 7 , 293,
II 64, 1 4 1 , 154, 264, 274s., 298, 3 0 0 , 3 1 7 , 343, 358s., 362,
439. 368, 386, 388, 402, 4 1 8 , 424,
gloria: I 73, 75, 78s., 86, 96, 99, 430, 440s., 457, 463, 468.
102, 105, 1 1 3 , 1 1 9 - 1 2 1 , 1 2 3 , Grecia: I 335; II 37.
139, 153s., 158s., 1 8 3 , 186, griega/o: I 447, 452; II 24, 107,
2 0 6 - 2 0 9 , 215s., 2 2 5 , 250, 2 5 5 , 438.
259, 266, 269s., 274, 278, guerra/s: I 76, 89, 93, 95s., 142,
287s., 2 9 3 - 2 9 7 , 299, 3 0 1 , 3 1 7 , 155s., 1 8 8 , 202, 224, 2 5 1 - 2 5 4 ,
326, 328, 3 4 1 , 345, 354, 356s., 283, 300s., 308, 3 3 1 , 341s.,
364, 366, 368, 377, 382, 388, 344s., 348, 374s., 3 8 1 , 388,
393s., 396, 402, 404s., 4 2 1 , 3 9 1 , 395, 398, 433, 437, 456;
424s., 428, 4 3 1 , 4 3 4 - 4 3 6 , II 1 7 , 25, 59, 62, 66, 98, 1 1 8 ,
438s., 454, 456, 459, 466, 472; 149, 1 6 7 - 1 6 9 , 180s., 1 9 0 , 192,
II 1 8 , 37, 38s., 47, 5 1 , 56, 64, 195, 2 0 1 , 209, 2 2 3 - 2 2 5 , 238s.,
66, 7 1 , 75s., 84, 86s., 9 1 - 9 3 , 250s., 270, 272, 324, 358, 379,
95, 98, 1 0 3 - 1 0 5 , 109, 1 1 4 , 387, 390s., 399, 4 0 1 , 4 2 1 , 432,
123, 1 2 7 , 132, 1 3 8 , 142, 1 4 9 - 435, 4 4 1 , 451s.
1 5 1 , 156, 159, 162, 169, 1 7 5 , gula: I 1 1 1 , 268, 326.
182, 187, 190, 194, 200, 2 0 5 ,
2 1 0 , 2 1 2 , 2 1 7 , 220, 222, 226, Hades: I 430.
2 3 4 - 2 3 6 , 238, 248, 2 5 1 , 254s., hebreo/s: I 89, 158s., 168, 175,
260, 273s., 277, 2 8 7 , 293, 296, 187, 206, 224s., 238, 260,
298, 300, 304, 3 1 5 , 3 1 7 , 323, 266s., 3 1 8 , 321s., 329, 351,
3 3 1 , 334, 336, 344, 359, 368, 357, 3 7 1 , 373, 376, 393, 397,
376, 3 8 1 , 387s., 395, 400, 402, 3 9 9 - 4 0 1 , 406, 4 1 0 , 4 1 3 , 421;
404-408, 411-413, 418s., II 97, 100, 124, 136, 152, 158,
424s., 430, 438, 442, 444, 446, 202, 4 3 3 , 465.
449, 456s., 4 6 1 , 463, 468. Helí: I 460; II 14.
Goliat: I 347; II 149, 389. hereje/s: I 3 5 1 , 365; II 224, 239,
Gomorra: I 363; II 56, 437. 393.
índice de nombres y materias 513

herejía: II 20. II 45, 2 3 7 , 239, 327, 3 6 1 , 376,


hermana/o/s: I 80, 1 7 0 , 1 7 6 , 1 8 1 , 462.
207, 292, 304, 346, 4 1 6 , 4 4 1 ,
443, 460s., 465-469; II 88, idolatría/s: I 1 9 7 , 4 4 1 ; II 256s.
1 1 3 , 1 3 5 , 1 8 1 , 240, 242, 2 4 9 - ídolo/s: I 9 1 , 109, 1 9 0 , 1 9 7 , 4 4 1 ,
2 5 1 , 320, 327, 345, 349, 3 8 1 , 457; II 93, 106s., 179, 1 8 8 ,
397s. 245, 2 7 4 - 2 7 6 , 279, 3 1 4 , 460.
hija/o/s: I 72-73, 78, 8 1 , 89s., 92, Iglesia: I 84, 102, 1 0 4 - 1 0 6 , 1 1 1 ,
126, 141s., 1 4 7 , 150s., 154, 232, 284, 3 0 8 , 3 1 1 , 3 5 9 , 364s.,
162, 1 7 5 , 179, 1 8 1 , 1 8 5 , 189, 408s.; II 44, 59, 72, 88-90,
195, 1 9 7 - 2 0 0 , 202, 2 0 5 , 209, 94s., 109, 139, 224, 4 3 9 - 4 4 1 ,
2 1 6 , 234s., 255, 260, 262, 2 6 7 , 459.
269, 282, 286, 289, 300, 303s., ignorancia: I 86, 1 2 7 , 1 4 0 , 1 5 8 ,
327, 329, 3 3 3 - 3 3 5 , 338s., 347, 224, 2 9 1 , 3 1 1 , 333, 435; II
353, 3 5 7 - 3 6 6 , 369, 378, 380s., 142, 146, 3 0 1 , 3 1 1 s . , 3 9 3 , 4 1 2 ,
389, 393, 395, 403, 4 0 6 - 4 0 9 , 4 1 7 , 420.
4 1 7 , 4 1 9 , 424, 426s., 434, 437, imprudencia: I 2 9 1 ; II 124, 352.
440s., 444, 450, 455, 4 6 1 , 465, impureza: I 199; II 70, 7 1 .
469; II 7 - 1 4 , 2 1 , 25, 4 1 , 50, índico: II 260.
52, 56s., 72, 76, 94s., 1 0 6 , indolencia: I 90, 1 3 5 , 2 1 6 , 229,
1 0 9 - 1 1 2 , 1 1 6 , 120s., 125s., 234, 465s.; II 14, 59, 7 1 , 207,
133, 1 3 5 - 1 3 7 , 1 4 1 , 143, 152, 227, 229, 240s., 268, 408.
154, 189, 2 0 8 - 2 1 0 , 2 1 2 - 2 1 4 , infamia: I 326, 429, 4 3 7 , 458, 4 6 1 ,
2 1 7 - 2 2 1 , 228, 243, 246, 248, 465; II 122.
264, 266, 268, 2 9 1 , 297, 3 4 1 , infierno/s: I 238, 323, 349, 359,
347, 378, 3 8 1 , 383, 388, 392, 381, 383, 430s., 434-436; II
395, 397s., 4 0 0 - 4 0 3 , 4 1 0 , 4 1 2 , 113s., 1 1 6 , 1 6 3 , 306, 357s.,
4 1 5 , 420, 4 3 1 , 436, 439s., 4 4 5 , 365, 440.
454, 456s., 460, 464. iniquidad/es: I 109, 1 1 0 s . , 1 3 6 ,
himno/s: I 1 1 3 , 1 1 8 , 1 4 6 , 183, 148s., 1 5 1 , 1 7 5 , 179, 182s.,
187s., 191s., 222s., 2 7 5 , 282s., 1 9 1 , 200, 2 5 5 , 277, 2 9 1 , 322,
301, 303, 332, 367s., 3 8 1 , 395, 327, 3 5 1 , 356, 4 1 3 , 4 1 5 , 429,
442, 454, 456; II 14, 56, 67, 470; II 1 0 , 1 3 , 63, 70, 1 7 6 ,
87, 94, 1 0 7 , 1 1 4 , 134, 1 5 0 , 199, 224, 2 3 1 , 233s., 236, 3 1 6 ,
289s., 404, 406, 41 ls., 428s., 322, 329, 339, 346, 354, 358,
443, 446, 450, 456s., 462s. 372,-375, 384, 398s., 4 0 1 , 4 1 0 .
hitita: I 363. injuria/s: I 80, 8 6 , 1 4 1 , 1 4 3 , 1 5 0 s . ,
homicida/s: 1 1 1 1 , 1 6 1 , 194, 227; 156, 168, 1 7 8 , 1 8 1 , 1 9 3 , 240,
II 352. 242, 248s., 253, 2 6 5 , 323, 327,
homicidio/s: I 80, 199, 240. 347, 405, 4 1 5 , 465, 469; II 12,
humildad: I 69, 149, 233, 239, 58, 1 0 5 , 2 1 4 , 240, 268, 288,
255, 264s., 2 7 5 , 303, 328, 383; 321, 330, 404, 467.
514 índice de nombres y materias

insensibilidad: I 2 5 0 , 465; II 1 0 7 , 286, 345, 374, 425, 427, 436,


1 3 1 , 409. 442s., 456s., 459.
insidia/s: I 114s., 1 5 3 , 1 7 9 , 1 8 1 , Italia: I 335.
229, 2 3 6 , 238s., 242, 2 4 6 , 2 5 3 ,
257, 263, 2 9 1 , 344, 348, 437; Jacob: I 76s., 146, 3 1 5 , 333, 339,
II 9, 1 5 - 1 8 , 30, 36, 73, 82s., 373s., 377,388s., 393, 4 1 5 , 4 5 0 ;
165, 1 6 9 , 1 7 5 , 192s., 2 1 2 , 2 2 4 , l i l i s . , 22, 59, 96s., 102, 112s.,
232, 292, 3 1 9 , 3 2 2 - 3 2 4 , 326, 138, 160, 2 4 2 s , 258, 279, 3 4 1 ,
336, 358, 363s., 399, 4 0 1 , 4 1 6 , 347, 403, 4 2 1 , 436, 442s.
420, 422, 4 4 1 , 456. Jeremías: I 97, 150, 1 9 6 , 1 9 8 , 202,
insulto/s: I 320; II 1 8 , 224. 225, 393, 417s., 4 5 0 , 452; II
inteligencia/s: I 86, 1 0 2 , 1 2 2 , 1 3 4 , 353, 388, 436, 458.
137, 1 5 3 , 1 6 2 , 1 6 6 , 2 1 7 , 2 5 0 , Jericó: I 76, 308s., 402.
273, 282, 3 1 0 , 329, 3 3 1 , 335, Jerusalén: I 347, 376, 382, 397,
348, 353, 364, 379s., 4 7 1 ; II 404, 443; I I 1 2 , 28s., 5 9 , 1 2 5 s . ,
53s., 2 1 0 , 2 8 0 , 374, 377, 394, 137, 1 4 7 , 1 6 1 , 1 6 6 - 1 7 8 , 180,
427, 4 3 6 , 4 5 1 , 456. 197s., 200, 2 0 9 , 2 2 0 , 276s.,
ira: I 7 1 , 80, 1 2 2 , 1 3 0 , 134, 1 4 5 , 290s., 326, 3 6 1 , 4 2 5 , 4 3 1 , 439.
153, 156s., 1 6 8 - 1 7 0 , 1 7 2 , 1 7 4 , Jesé: II 28.
176, 1 7 8 , 186, 2 0 0 , 2 1 0 , 224, Jesucristo: I 89, 1 3 9 , 1 8 6 , 2 1 3 ,
233, 2 4 3 , 2 4 5 , 2 7 1 , 2 9 9 , 343, 215, 250, 259, 299, 351, 439,
346, 375, 4 0 0 , 4 2 7 , 433, 472; 472; II 47, 1 1 4 , 1 2 3 , 1 3 7 - 1 3 9 ,
II 8 - 1 0 , 1 2 , 1 6 , 43s., 4 7 , 58, 158s., 166, 169, 1 7 5 , 182, 1 8 7 ,
64, 66, 1 2 2 , 1 4 0 , 148s., 1 9 0 - 194, 2 0 0 , 2 0 5 , 2 1 0 , 222, 226,
192, 2 1 4 , 221s., 2 2 8 , 2 3 1 , 234, 236, 238, 2 4 8 , 2 5 1 , 2 5 5 ,
241s., 2 4 8 , 2 6 8 , 2 8 4 , 2 9 2 , 2 9 9 , 273, 2 7 7 , 2 8 7 , 293, 300, 3 1 7 ,
3 1 5 , 328, 337, 3 8 1 , 4 2 0 , 437s., 359, 368, 3 8 1 , 388, 402, 4 1 8 ,
4 5 1 , 454. 424, 430, 457, 4 6 3 , 468.
Isaac: I 77, 146, 388, 4 1 2 ; II 22, Job: I 6 1 , 1 1 8 , 120, 1 6 1 , 167, 230,
59, 72, 1 0 2 , 1 1 3 , 1 3 5 , 279, 245, 4 1 7 , 426, 4 3 4 , 454; II 4 7 ,
403, 408. 50, 1 3 2 , 1 3 8 , 1 8 9 , 2 1 4 , 2 1 6 ,
Isaías: I 79, 1 1 9 , 1 8 0 , 1 8 9 , 2 0 0 , 2 1 8 , 2 6 1 , 302, 320, 324, 326,
288, 3 1 3 , 335, 344, 3 5 1 , 353s., 344, 353, 367, 373, 375, 388,
3 6 1 , 375, 379, 4 1 1 , 4 2 4 , 4 2 7 , 449, 454.
443, 452; II 2 8 , 34, 95, 1 2 5 , Jonás: I 78.
137, 1 4 5 , 164, 3 6 1 , 383s., 395, Jordán: I 308, 3 1 0 ; II 99, 100s.,
427, 443. 177.
Israel: I 1 8 1 , 3 1 1 , 338, 353, 388, José: I 1 8 1 , 433; II 2 1 3 , 265, 3 1 0 ,
393, 4 2 7 , 450s.; II 72, 9 6 - 9 8 , 320, 327, 408.
107s., 1 1 3 , 1 3 0 , 1 4 1 , 1 4 5 , 173, Juan (apóstol): I 104, 288, 336,
178s., 1 8 8 , 2 2 1 , 223, 233s., 338, 351s., 356s.; II 37, 1 3 5 ,
238, 2 5 8 , 272, 2 7 6 , 2 8 2 - 2 8 4 , 305.
índice de nombres y materias 515

Juan (Bautista): I 109, 172, 352, Lázaro: I 1 7 6 , 2 6 5 , 4 1 6 ; II 135,


444; II 1 3 5 . 216, 361.
Judá: I 353, 403; II 96s., 244. legislador/s: I 1 0 1 , 240, 393, 453;
Judas: I 1 3 8 , 1 7 8 , 182, 383; II II 7 1 , 3 2 1 , 438.
1 1 - 1 3 , 1 5 , 222, 348, 4 1 4 . ley/es: I 63, 66, 69s., 80s., 92s.,
juicio/s: I 64, 79, 106, 1 2 5 , 1 3 1 , 105, 1 0 7 , 1 1 3 , 125s., 1 2 8 ,
152, 159s., 1 7 3 , 175, 1 7 8 , 182, 141, 143, 149, 151-153, 168,
200, 203, 2 1 7 , 223, 2 2 6 - 2 2 8 , 184, 1 9 5 , 197s., 200, 2 0 6 ,
237, 2 4 1 , 2 4 3 - 2 4 5 , 264, 288, 2 1 9 , 2 4 0 , 246, 2 5 4 , 3 0 1 , 3 1 1 ,
307, 329, 354s., 403, 409, 3 1 9 , 322s., 3 2 7 , 363, 366s.,
415s., 426, 430, 432, 439, 442, 392s., 3 9 7 , 406, 439, 4 4 1 ,
445, 447s., 458, 462, 469s.; II 443, 4 4 8 , 450s., 457s., 460,
36, 43s., 49s., 57, 62s., 78s., 462s., 467s., 4 7 1 ; II 2 2 - 2 4 ,
103, 108, 1 4 3 , 179, 268, 294s., 28, 30s., 4 3 , 47, 6 3 - 6 6 , 70s.,
298, 329, 345, 348, 3 7 1 , 3 7 3 - 96, 98, 1 0 8 , 1 1 2 , 134s., 1 3 9 ,
375, 4 2 5 , 4 2 7 , 4 3 6 - 4 3 8 , 442, 154, 1 5 6 , 1 7 9 , 1 9 3 , 200s.,
444. 2 3 0 - 2 3 2 , 2 3 9 , 2 4 1 , 252s.,
Juliano: II 59s., 4 5 1 . 256s., 2 6 8 , 2 7 1 s . , 289s., 292,
juramento/s: II 43, 380. 298, 3 1 5 , 3 3 6 - 3 3 9 , 344, 3 5 1 s . ,
justicia: I 59-62, 68s., 77-79, 8 3 - 372, 380, 3 8 5 , 397s., 4 0 5 ,
85, 1 1 1 - 1 1 3 , 1 1 9 , 124, 1 4 3 , 4 1 1 , 436, 438-440, 447.
149, 1 5 1 , 157, 160s., 1 6 3 , 1 6 8 , libertad: I 66, 71s., 132, 134, 1 4 5 ,
183, 1 8 7 , 200s., 223s., 2 2 6 - 153, 1 9 5 , 242, 253, 303s., 3 1 7 ,
228, 233, 2 3 6 - 2 3 8 , 2 5 6 - 2 5 8 , 386, 395, 433, 435, 4 5 1 ; II 83,
3 1 3 , 3 1 6 , 342, 345, 348, 3 5 1 , 97s., 1 0 3 , 1 2 0 , 1 5 3 , 185s.,
354, 356, 359, 402s., 4 1 6 , 448, 202s., 322, 336.
450; II 44, 57s., 6 1 , 63, 70s., Libia: I 335.
75-78, 82s., 152s., 1 5 8 , 194, limosna/s: I 84, 1 6 1 , 1 9 6 , 2 1 8 ,
245, 293s., 300, 339, 3 6 1 , 230, 305s., 417s., 455; II 75s.,
370s., 373, 379, 387, 409, 4 1 6 , 78s., 82, 1 5 3 , 215s., 340,
422, 436, 443, 464. 363s., 3 7 1 , 400, 467.
juventud: I 97, 2 1 6 ; II 209, 2 1 4 , Lot: I 2 6 1 .
223, 334, 4 0 1 . Lucas: I 3 5 1 , 387, 389; II 128.
luz: I 74s., 79, 8 5 - 8 7 , 1 0 8 , 1 7 5 ,
lágrimas: I 65, 1 2 8 , 1 3 2 - 1 3 4 , 1 3 6 , 179s., 189, 243s., 246, 258,
142, 149, 2 7 7 , 296, 398, 420, 272, 274, 314s., 353, 355, 383,
429; II 120s., 162, 204s., 386, 439, 450, 454; II 39s.,
228s., 289, 347. 62, 64, 76s., 88, 95, 104, 154,
Lamec: I 127. 199, 2 4 7 , 254, 2 8 5 , 305, 3 0 7 -
lamento/s: I 1 2 8 , 1 3 3 , 149, 1 6 3 , 3 1 0 , 377, 398, 409, 4 1 2 , 4 1 9 ,
265, 272, 398, 4 1 8 ; II 290, 444, 446.
360.
516 índice de nombres y materias

Macabeos: I 300, 302s.; II 59. 205, 2 4 1 , 310s., 352, 355,


madre/s: I 80, 93, 1 0 5 , 134, 1 8 1 , 444s., 4 6 1 ; II 99, 2 4 1 , 355,
229, 289, 334, 363, 366, 407s., 372, 384, 4 5 1 .
4 1 4 , 4 4 5 , 449, 4 6 1 , 465, 4 7 1 ; melodía/s: I 280s., 2 8 3 - 2 8 5 , 457;
II 8, 1 0 , 94s., 1 1 7 , 1 1 9 , 136, II 36, 88, 2 5 7 , 444, 463, 466s.
2 1 9 , 2 3 5 , 237s., 2 5 1 , 3 1 0 , 383, Melquisedec: I 77, 279; II 21s.,
398, 439. 25s., 42-44.
maestra/o/s: I 69, 77, 194, 198s., Mesopotamia: I 76, 335.
230, 2 7 7 , 309, 3 1 1 , 3 4 1 , 366, metáfora: I 4 3 1 ; II 174, 2 7 1 , 364.
397, 404, 4 0 9 - 4 1 1 , 439, 459, milagro/s: I 76, 1 9 1 - 1 9 3 , 196,
462; II 80, 127, 188, 254, 362, 206, 335s., 3 6 1 , 376s., 386,
389. 402, 426; II 28s., 35, 50, 52,
magnanimidad: I 1 5 5 , 395; II 5 8 - 6 0 , 67, 9 8 - 1 0 1 , 103, 128,
406. 142, 174, 1 9 5 , 203, 230, 272s.,
maledicencia: I 390, 466; II 328. 279s., 282s., 2 8 5 , 383, 394,
malicia: I 84, 98, 1 1 1 , 1 1 4 , 134, 405, 407, 4 1 6 , 434, 4 5 1 , 4 6 1 ,
160, 164, 248, 413s., 4 6 1 , 465; 463, 465.
II 207, 333. Miqueas: I 353.
Maligno (Diablo): I 6 1 , 106, 109, misericordia: I 68s., 1 0 3 , 1 1 1 -
249, 4 1 3 . 1 1 3 , 1 1 9 , 124s., 127s., 1 3 1 ,
mandamiento/s: I 1 0 1 , 162; II 53, 1 4 1 , 1 5 6 , 160, 234s., 247, 264,
64, 70, 154, 2 1 9 , 376. 275, 277s., 289, 3 1 6 , 328,
mandato/s: I 72, 1 2 8 , 1 5 1 , 162, 401s.; II 9, 1 5 , 17s., 50, 58,
284, 310s., 338s., 354, 366, 60, 63, 75, 78, 80, 82, 96,
385, 443; II 29, 52, 64, 66, 104s., 1 1 3 , 1 1 9 , 1 3 9 - 1 4 2 , 159,
70-72, 1 8 7 , 253, 266, 338, 185s., 2 0 1 , 2 3 0 - 2 3 4 , 246, 257,
342, 383s., 4 1 1 , 4 1 4 , 433, 435, 2 7 8 - 2 8 7 , 295, 300, 320, 354,
450, 453. 358, 3 7 1 , 380, 385, 387, 390s.,
mansedumbre: I 1 1 5 , 1 4 7 , 1 7 5 , 4 1 0 , 420, 429s., 436.
297, 324, 345s., 348, 356, 359, misterio/s: I 105, 380, 4 0 7 , 426,
387, 430, 4 5 1 ; II 1 4 , 1 6 , 28, 443s.; II 57, 67, 1 2 7 , 129, 134,
39, 96, 168s., 239-242, 462. 253, 290, 308, 399, 403.
Marción: II 20, 26. moderación: I 1 6 5 , 1 9 6 , 226, 245,
Marcos: I 3 5 1 . 255, 264, 268, 378, 429, 462;
María: I 2 1 2 ; II 25, 446. II 14, 54, 163, 237, 2 3 9 - 3 4 1 ,
Mateo: I 3 5 1 ; II 58. 346s., 356.
matrimonio: I 326s., 365; II 2 1 5 , Moisés: I 64, 67, 79s., 105, 107,
219. 124s., 149, 152, 1 7 6 , 1 8 1 , 192,
mauritanos: I 94, 366. 196, 207, 2 1 1 , 2 1 3 , 226, 233,
medicina: I 134, 1 5 0 , 164s., 169; 2 6 1 , 268, 285s., 288, 345s.,
II 66, 187, 333, 355, 4 1 1 , 454. 4 1 8 , 440; II 2 2 - 2 4 , 28, 47, 6 1 ,
médico/s: I 124, 129, 137, 165s., 63, 100, 103s., 112s., 135s.,
índice de nombres y materias 517

139, 2 3 9 , 2 7 1 , 334s., 385, 389, 377, 396, 4 5 5 .


404, 4 0 8 , 436, 438, 445s. Noé: I 77, 260, 4 1 7 , 434; II 66,
monjes: I 1 3 4 , 384. 372, 388, 4 1 0 .
mujer/es: I 65, 70, 77, 9 8 , 1 0 5 , N u e v o Testamento: I 93, 101,
128, 1 7 0 , 1 7 7 - 1 8 0 , 1 9 8 , 202, 125, 1 7 2 , 2 0 7 , 242, 269, 324,
218s., 2 2 6 , 2 5 1 , 281s., 2 8 8 , 393, 4 4 3 , 4 4 8 , 460; II 24s.,
292, 3 0 1 , 3 1 1 , 3 2 6 , 359, 361s., 65, 9 1 , 109, 1 2 7 , 292, 458,
383, 399, 432s.; II 7, l O s , 23, 467.
48, 50, 62, 1 0 7 , 1 1 0 , 120, 1 2 5 ,
162, 1 8 6 , 1 8 9 , 2 1 2 - 2 1 4 , 218s., obediencia: I 3 1 2 , 362s.; II 52,
228, 250s., 265s., 324, 344, 92, 2 3 0 , 390s., 450.
3 4 7 - 3 4 9 , 352, 370, 375, 4 5 3 , oblación/es: I 84, 3 1 2 ; II 138,
456, 467. 153, 467.
mundo: I 6 8 , 74, 83, 89, 92, 1 1 8 , ocio: I 210s., 427; II 204, 386.
135s., 143, 1 6 3 , 1 6 5 , 1 6 7 , 170, odio: 1 1 0 3 , 110s., 123s., 1 4 7 , 154,
2 1 9 , 2 5 1 , 288, 3 3 1 , 352s., 164; II 7, 1 4 , 6 5 , 2 2 5 , 2 3 7 ,
384s., 398, 4 0 8 , 4 1 3 , 418s., 240, 2 5 3 , 3 1 5 , 358.
446, 4 4 8 , 455; II 24, 32, 36, oración/es: I 62s., 68-72, 107s.,
44s., 49, 66, 96, 1 2 0 , 203, 2 3 5 , 115s., 1 3 0 , 1 3 6 , 1 4 8 , 1 5 0 ,
348, 3 6 1 , 390, 392, 4 0 1 , 4 1 3 , 233s., 2 7 4 - 2 7 6 , 2 8 3 - 2 8 5 , 302,
437, 440, 4 4 3 , 446, 448. 3 1 4 , 322, 337, 4 1 8 , 455; II 9,
13, 35, 88s., 1 1 5 , 122, 1 4 4 ,
Naamán: I 3 1 0 . 166, 1 7 6 - 1 7 8 , 2 0 0 , 2 2 1 , 228s.,
nave/s: I 74, 8 1 , 1 3 0 , 1 3 5 , 139, 234, 254, 272, 333, 335-337,
244, 2 4 8 , 2 6 1 , 3 1 8 , 332, 399s.; 3 3 9 - 3 4 1 , 356, 358, 366, 369s.,
II 79, 254s. 388, 390, 464.
necedad/es: I 1 6 2 , 1 9 5 , 198s., Oseas: I 79.
242, 244s., 254, 2 6 3 , 3 0 1 , 309,
3 1 1 , 3 1 4 , 325; II 23, 49, 77, Pablo de Samosata: II 20, 2 5 , 2 1 2 .
85, 93, 1 0 7 , 1 2 1 , 1 2 7 , 1 3 3 , Pablo (Apóstol): I 62, 68, 78-80,
1 4 2 , 1 4 4 , 246s., 2 5 9 , 264, 2 7 4 - 90, 94, 96, 1 0 1 , 104s., 108,
276, 282, 3 1 8 , 343, 365, 4 2 9 , 1 1 2 , 116s., 1 1 9 , 124s., 128,
460, 462, 466s. 133, 135s., 148s., 151s., 1 5 5 ,
negligencia: I 1 6 9 , 224, 275; II 1 6 1 , 1 6 5 , 167s., 1 7 3 , 176s.,
193, 2 4 8 , 268, 3 4 1 , 348. 1 8 1 , 204, 2 0 7 , 2 1 1 , 2 1 3 , 227,
Nínive: I 174; II 437. 233, 236, 244, 2 6 0 - 2 6 3 , 272,
ninivitas: I 174; II 1 4 6 , 302, 347. 282s., 285s., 288, 2 9 0 , 293,
niño/s: I 79, 89, 1 0 1 , 1 2 2 , 1 8 1 , 304s., 307, 3 1 3 , 3 1 7 , 324s.,
1 9 1 - 1 9 3 , 1 9 5 , 2 1 0 , 2 1 9 , 250s., 327, 330, 332, 337, 340, 344,
257, 2 8 1 , 3 0 1 , 353, 365, 4 1 4 , 350, 353, 356, 360, 364, 370,
449; II 73, 87, 9 1 , 1 1 7 , 1 1 9 - 384, 387s., 390s., 41 ls., 4 1 5 ,
2 1 8 , 2 3 5 , 237s., 304, 335, 343, 418s., 4 2 6 , 430, 440s., 4 4 5 -
518 índice de nombres y materias

448, 454, 457, 460s., 465, 467; 59s., 62, 90, 96, 98, 1 1 2 , 1 4 1 ,
II 1 1 , 2 6 - 2 8 , 31s., 36, 38s., 408.
43, 5 1 , 57, 64, 70-72, 74s., 77, pan/es: I 304, 3 1 3 , 4 1 5 ; II 42,
82, 89, 9 1 , 9 9 , 102, 109s., 1 1 3 - 46, 6 1 , 79, 88, 99, 108, 1 1 6 ,
115, 121-129, 134, 136-138, 120, 1 4 1 , 176, 207s., 2 2 1 , 2 4 7 ,
144, 1 4 6 , 149s., 1 5 2 , 1 5 4 , 1 6 1 , 286, 3 4 1 , 347, 3 7 1 , 390, 422,
165, 1 6 7 , 2 0 0 , 2 0 1 , 218s., 433, 4 3 5 , 4 4 1 .
2 3 0 s , 235s., 2 5 8 , 264, 2 7 3 , paraíso: I 1 8 9 , 2 0 6 , 349, 426; II
3 0 3 - 3 0 6 , 3 2 1 , 326, 3 3 1 , 337, 35, 56s., 156, 1 8 6 , 4 5 1 s .
3 4 3 - 3 4 6 , 348s., 353, 355, pasión/es: I 68, 7 1 , 8 1 , 9 3 - 9 5 ,
361s., 366, 376, 378, 3 8 0 - 3 8 3 , 123s., 1 3 4 , 1 3 6 , 1 3 8 , 180s.,
386s., 389, 3 9 2 - 3 9 4 , 398, 4 1 6 , 182, 2 1 0 , 2 1 8 , 2 8 6 , 292, 299,
419s., 425s., 4 3 7 , 4 3 9 , 442, 326s., 380, 396, 426, 433, 456,
446s., 4 5 3 , 455, 459s., 464, 464s.; II 54, 65, 72, 1 2 9 , 142s.,
466. 145, 1 7 3 , 190, 200, 2 1 7 , 228s.,
paciencia: I 68, 1 5 8 , 1 6 9 , 1 7 2 , 236, 278, 352, 363, 380.
175, 1 8 1 , 1 8 3 , 2 2 7 , 2 3 8 - 2 4 0 , paz: I 68, 89, 93-96, 1 0 5 , 1 5 5 ,
247s., 2 7 9 , 2 9 1 , 470; II 58, 177, 245, 258, 2 8 3 , 2 9 7 , 299,
106, 2 1 6 , 2 4 0 , 242, 284, 362, 324, 342, 344, 353, 357, 375,
382, 438. 407; II 58, 62, 122, 134, 1 3 7 ,
pacto/s: I 292, 404; II 6 1 , 63. 154, 1 6 7 - 1 6 9 , 1 8 0 - 1 8 2 , 200,
Padre (Dios): I 72, 94, 1 3 9 , 192s., 220s., 2 5 1 , 2 7 3 , 2 9 2 , 3 9 1 , 4 0 1 ,
195, 204, 2 1 2 - 2 1 5 , 267, 288, 4 2 1 , 4 3 1 , 435s., 4 4 1 .
299, 337, 339, 342, 344, 347, pecado/s: I 70, 72, 75, 77, 82s.,
3 5 1 , 353, 356, 362, 368, 377, 9 8 , 1 1 3 , 1 1 8 , 1 2 4 s . , 1 2 7 , 129s.,
382, 4 0 5 , 4 4 3 , 454, 468; II 132, 1 3 4 - 1 3 7 , 139, 1 5 0 , 1 5 2 ,
26-28, 32s., 39-42, 44, 55, 88, 158, 161s., 165s., 169s., 1 7 6 ,
94s., 1 0 4 , 1 1 6 , 1 2 8 , 1 5 9 , 2 1 0 , 178, 1 9 5 - 1 9 7 , 200-202, 205s.,
226, 234, 2 5 1 , 254, 2 7 3 , 302, 208s., 2 1 6 , 2 2 7 , 237s., 240,
304, 347, 3 8 1 , 4 0 6 , 4 1 9 , 424, 244, 2 4 9 , 262, 264, 2 7 1 , 273s.,
446, 460, 464, 468. 277, 291s., 2 9 6 , 307, 3 1 2 ,
padre (humano): I 8 1 , 92, 1 0 5 , 321s., 3 3 1 , 336, 346, 355, 367,
1 4 1 , 144s., 1 5 0 , 1 5 3 , 182s., 390, 414s., 4 1 6 , 428-430, 435,
198, 2 0 9 , 2 8 9 , 2 9 8 , 338, 353, 440s., 4 4 7 , 456, 458, 4 6 0 - 4 6 3 ,
3 6 1 - 3 6 3 , 365s., 4 1 4 , 4 1 9 , 443, 4 6 9 - 4 7 1 ; II 7s., 10s., 35, 44,
469; II 8, 10, 1 2 - 1 4 , 57, 7 1 , 50s., 57, 63, 78, 1 0 6 , 1 1 0 , 1 1 3 ,
76, 84, 1 2 5 , 143s., 2 1 9 , 264, 120, 1 3 4 , 1 3 7 , 143, 152, 156,
3 1 9 , 327, 3 8 1 , 3 9 7 s . , 4 0 3 , 428, 182, 1 9 3 , 198, 200-202, 2 1 0 ,
454. 2 2 1 , 223, 229s., 2 3 2 - 2 3 4 ,
Palabra: II 344, 440. 241s., 245, 253, 273, 2 8 0 , 284,
Palestina: I 3 0 8 - 3 1 0 , 3 3 5 , 3 4 6 , 3 1 4 , 3 1 8 , 322, 333s., 337,
376, 398, 402, 4 0 6 , 450; II 23, 339s., 345, 349, 3 5 1 - 3 5 3 , 356,
índice de nombres y materias 519

3 6 1 , 3 6 5 , 3 6 7 , 370, 3 7 4 - 3 7 8 , perfección: I 90, 1 0 1 , 164, 352;


384s., 410s., 437s., 452, 462, II 1 3 7 , 1 7 0 , 2 4 5 , 252, 259,
464. 307.
pecador/a/s: I 69, 83, 1 1 0 , 1 2 6 , persa: II 1 1 2 .
164s., 1 9 7 , 2 3 3 , 238, 2 4 2 - 2 4 4 , perseverancia: I 3 1 3 ; II 224, 4 3 8 .
249, 2 5 1 - 2 5 3 , 2 5 6 , 2 5 8 , 2 7 5 , Persia: I 402; II 23.
3 1 8 , 3 2 2 , 4 1 4 , 4 3 0 , 4 3 5 , 457s., persona: I 69, 1 8 7 , 262, 2 7 2 , 293,
460s., 4 6 3 , 468, 470; II 7, 1 4 , 304, 390; II 2 1 , 4 2 , 88, 1 1 9 ,
5 1 , 58, 8 4 - 8 7 , 1 0 5 , 1 1 4 , 1 2 1 , 128s., 1 9 9 , 393.
130, 1 3 7 , 198s., 224, 230, 232, piedad: I 80, 124s., 1 4 1 , 298, 3 3 5 ,
287, 302, 3 1 4 , 3 1 8 , 323, 3 2 5 , 387, 3 9 7 , 4 6 3 , 4 7 1 ; II 14, 36,
329, 335s., 3 5 1 - 3 5 5 , 358s., 38, 1 4 6 , 1 5 5 , 1 5 8 , 1 7 9 , 184s.,
365, 3 7 1 , 374, 379, 4 1 0 , 4 1 7 , 257, 2 7 9 , 354, 362, 368, 4 1 0 ,
422s., 4 2 8 . 414.
Pedro: I 65, 80, 1 7 6 , 338, 4 1 8 , Pilato: I 1 7 6 .
423, 460; II 1 1 , 38, 2 3 0 , 326, pobre/s: I 6 3 , 93, 161s., 166, 228,
414. 233, 238s., 2 4 2 , 2 4 6 - 2 4 9 , 2 6 5 ,
peligro: I 1 3 0 , 142, 1 6 2 , 250, 3 0 7 , 278, 2 8 7 , 2 9 7 , 305s., 344, 3 5 5 ,
326, 4 1 4 ; II 76, 78, 98, 1 4 7 , 385, 4 0 6 , 408s., 4 1 4 , 4 1 9 , 430,
173, 1 9 8 , 2 3 3 , 3 2 5 , 432. 433, 442, 4 4 5 , 467; II 1 9 , 4 8 ,
pena: I 84, 129, 1 6 5 , 169, 1 7 3 , 79, 82, 84, 93s., 2 1 1 , 2 1 5 , 2 2 0 ,
175s., 1 9 6 , 2 0 1 , 236, 239s., 247, 329s., 344, 378, 380, 400,
248, 2 5 6 , 2 9 1 , 4 5 7 ; II 8 5 , 1 6 4 , 414.
182, 2 3 1 , 324, 3 8 1 , 4 3 7 . pobreza: I 85s., 93, 95, 1 1 8 , 1 2 0 ,
penitencia: I 1 3 2 , 134, 136s., 1 6 9 , 162, 166, 1 8 4 , 2 3 9 , 2 4 2 , 2 4 5 -
183, 2 2 7 , 2 3 3 , 239, 2 4 7 , 3 0 1 , 247, 249s., 2 5 5 , 293, 296s.,
415, 4 2 9 , 458; II 33, 1 0 6 , 1 4 6 , 408s., 4 1 4 , 436, 4 6 1 ; II 9, 10,
202, 2 1 5 , 221s., 302, 330, 3 7 5 , 36, 50, 85, 1 1 5 , 1 1 8 , 122, 162,
410, 438. 1 8 1 , 1 9 0 , 213s., 2 1 7 , 258, 2 6 7 ,
pensamiento: I 63s., 7 1 , 80, 82, 3 1 9 , 352.
85, 92-94, 1 7 9 , 2 4 3 , 2 4 5 , 2 9 2 , posesión/s: I 84, 93, 2 5 7 , 2 9 5 ,
364, 407; II 4 7 , 82, 92, 1 1 4 , 320, 396, 436-438; II 29, 74,
124, 1 3 5 , 1 4 4 , 1 5 6 , 229, 2 5 2 , 76, 1 9 8 , 1 9 9 , 2 4 5 , 2 5 8 .
257, 3 0 7 , 3 1 6 , 344, 347-349, profecía/s: I 1 1 6 , 1 9 8 , 2 8 0 , 3 3 0 ,
360, 444s. 332, 336, 338, 3 4 1 , 3 6 7 , 388;
perdón: I 70, 73, 1 2 5 - 1 2 7 , 170, II 1 1 - 1 3 , 1 5 , 24s., 2 7 , 29, 42,
196s., 2 1 4 , 2 4 7 , 422, 463; II 9 1 , 95, 98, 129, 139s., 153s.,
68, 77s., 82, 1 0 3 , 150, 166, 158.
194, 2 0 1 , 2 3 1 , 326, 3 3 7 , 353, promesa: I 59, 1 8 7 , 308, 3 1 4 , 389,
370, 374, 399, 404. 443, 455; II 70, 1 2 7 , 1 3 5 , 1 3 9 ,
pereza: I 1 4 0 , 234, 2 5 0 , 273, 2 8 4 , 176, 222, 2 4 5 , 248, 273, 337,
355; II 1 1 8 , 1 9 3 , 2 3 0 , 2 4 8 . 369, 3 8 5 , 420s.
520 índice de nombres y materias

providencia: I 76, 86-90, 93, 95, riqueza/s: I 61s., 65, 67s., 75, 84,
102, 1 6 0 , 1 9 6 s , 205, 209, 2 1 1 , 86-89, 9 3 - 9 5 , 1 0 0 , 104, 1 1 3 ,
2 1 5 , 2 3 3 s , 2 6 1 , 264, 2 7 1 , 273, 1 1 5 , 1 1 7 , 134, 1 3 8 , 149, 155,
303, 315s., 3 1 9 , 325, 355s., 162, 166, 168, 204, 217s., 228,
372, 384, 389, 398-402, 404; 239, 245s., 250, 2 5 5 - 2 5 8 ,
II 49s., 63, 66, 97, 1 0 8 , 1 1 2 , 262s., 2 6 5 , 270, 286, 288, 293,
1 1 9 , 142, 1 7 1 , 174, 179, 202, 295s., 298, 305-307, 3 1 7 , 336,
2 1 0 , 220s., 232, 258, 260, 2 6 4 - 348, 364, 369, 384, 386s.,
266, 273, 283s., 286s., 300, 404s., 408-410, 415-418,
305, 307, 3 1 0 - 3 1 2 , 373, 383, 421s., 424, 428s., 433s., 4 3 6 -
400, 4 0 5 , 407s., 4 1 2 , 4 1 4 - 4 1 7 , 439; II 3 1 , 35, 46, 4 8 , 6 1 , 65,
422, 4 2 9 - 4 3 3 , 449, 453, 455s. 69, 73-76, 78s., 8 1 - 8 3 , 85,
prudencia: I 73, 1 4 6 , 407, 409s.; 1 1 1 , 122, 125, 1 3 0 , 1 4 5 , 162,
II 7, 26, 142, 158, 168, 265, 165, 1 6 8 , 170s., 173, 1 8 3 , 190,
341s., 355. 212s., 216s., 220, 236, 258,
publicano/s: I 69, 1 4 9 , 334, 460, 321, 336, 3 4 1 , 355s., 365, 370,
470; II 35, 58, 335, 346. 376, 378, 386, 401s., 438.
pudor: I 1 4 1 , 1 5 0 , 3 2 7 , 429. risa: I 132s., 282; II 202, 345.
pureza: I 226, 446; II 252s. robo: I 138, 199; II 282, 340,
Putifar: I 432. 370, 400.
Rojo (Mar): I 382; II 1 0 1 , 260,
querubín/s: I 188s., 204; II 88, 282, 284.
253, 338, 444.
Sabá: I 3 1 2 , 452.
raza: I 243, 363, 406s.; II 24, 1 9 0 , sábado: I 1 2 7 , 1 9 7 , 31 l s .
223, 397, 398, 452. sabiduría: I 63, 73, 76, 93, 95,
reconciliación: II 44, 156. 1 1 5 , 146, 1 5 1 , 1 5 3 , 168, 2 1 0 -
rectitud: I 6 1 , 87, 157, 196, 240, 2 1 2 , 216s., 228, 264, 280, 288,
257, 2 7 5 , 354, 358; II 28, 76, 296, 303, 326, 335s., 346, 355,
168, 254, 374. 387, 392, 409s., 413s., 424,
redención: I 347, 4 1 6 , 4 1 8 ; II 52, 446s., 450, 468; II 24, 4 1 , 52,
66, 2 0 1 , 233, 464. 55, 63, 67-70, 96, 1 2 0 , 1 2 7 ,
revelación: I 207, 4 1 3 , 449; II 142, 1 5 1 , 160, 1 7 1 , 179, 189,
438. 2 1 6 , 236, 260, 265s., 269, 275,
Rey (divino): I 71 s., 107s., 3 1 5 , 280s., 343s., 347, 354s., 359,
360, 382; II 194, 300, 370s., 373, 394, 4 1 4 , 429, 446, 450s.,
403, 460. 455, 467.
reyes (humanos): I 70, 162, 196, sacerdocio: I 1 9 4 - 1 9 6 , 347, 447;
293, 334, 358, 366, 373, 384, II 1 3 , 1 5 , 2 1 , 43, 1 0 8 , 142,
399, 404, 423, 427; II 30s., 34, 2 4 1 , 245.
44, 55, 178, 180, 224, 270, 285, sacerdote/s: I 85, 1 2 6 , 292, 384,
295, 297, 400, 440, 455, 462. 442, 447, 460, 462; II 1 3 , 21s.,
índice de nombres y materias 521

25s., 42, 44, 1 0 8 , 142, 178, 358, 381s., 4 1 9 , 4 3 7 , 447, 4 5 2 -


180, 245, 2 4 7 , 253, 2 6 8 , 276, 454, 464, 469; II 44, 1 3 5 , 194,
294, 338, 361. 239, 253, 256, 2 7 1 , 3 2 1 , 345,
sacramentos: I 426, 464; II 42, 389, 403, 437, 4 4 1 , 454.
405. Sansón: I 98, 4 1 1 .
sacrificio: I 8 3 - 8 5 , 1 1 2 , 1 1 6 , 1 2 0 , Santiago: I 6 5 , 2 7 7 , 338.
126, 1 9 0 , 3 1 2 , 454, 471s.; II santidad: I 282; II 244s., 253s.,
19, 47, 52, 87, 94, 134, 1 3 7 , 3 1 4 , 340, 4 0 7 , 4 1 6 .
153s., 1 5 9 , 256, 2 8 7 , 3 3 7 - 3 4 0 , sármatas: I 94.
467. Satanás: I 188; II 1 1 0 , 1 3 7 , 1 8 9 ,
Safira: I 80, 1 2 8 , 176. 230, 326, 361s., 4 1 4 , 4 1 6 .
salmo: 1 1 4 0 , 1 4 6 , 1 8 7 , 215s., 2 1 8 , Saúl: I 153s., 1 9 1 , 234, 346, 4 1 7 ;
226, 256s., 270, 279s., 284s., II 242, 2 6 8 , 352, 376.
300, 329s., 378s., 3 8 1 , 390, Sebaoth: I 373.
395, 4 1 1 , 425, 4 2 7 , 442; II 7, Semeí: I 1 6 1 , 346.
l i s . , 14, 20, 4 1 , 63, 69, 88, sencillez: I 325; II 45, 304.
97, 1 0 6 , 124s., 1 2 9 , 1 3 3 , 1 3 9 - sensualidad: I 1 1 7 , 296, 299.
1 4 1 , 203, 206, 223, 257, 279, serafines: I 1 8 8 , 288; II 444.
287, 3 2 1 , 332s., 380, 403, 406, serenidad: I 178, 346; II 80.
4 1 9 , 4 2 5 , 4 3 1 , 436, 439, 450, Setenta (versión de los): I 1 6 7 ,
456, 465. 243, 2 6 7 , 322, 329, 349; II
Salomón: I 98, 1 4 9 , 3 1 3 , 4 1 1 ; II 164, 1 7 7 , 1 8 6 , 359, 392.
55, 57, 206, 243, 2 6 1 . sierva/o/s: I 6 1 , 76s„ 1 1 0 , 1 1 8 ,
salterio: I 4 1 0 , 4 1 3 , 4 5 1 ; II 400, 127, 1 6 0 , 1 6 3 , 1 7 0 , 189, 1 9 6 ,
460, 466. 202, 2 0 7 , 264, 292, 2 9 8 , 304,
salvación: I 74, 78, 84, 97, 1 1 2 , 307, 320, 323, 362, 365, 4 3 1 -
1 3 1 , 145s., 1 6 3 , 1 7 5 , 1 8 3 , 204, 433, 4 3 7 , 450s., 454s., 464; II
207, 228, 2 3 5 , 252, 266, 275s., 12, 18s., 2 9 - 3 1 , 5 1 , 63, 84,
289, 3 0 1 , 321s., 328, 334, 352, 102, 1 1 3 , 1 2 5 , 1 3 6 , 1 7 6 , 184,
3 5 4 - 3 5 6 , 376, 384, 4 1 8 , 424, 189, 2 1 1 - 2 1 3 , 245, 252, 256,
443, 448, 452, 4 6 7 , 471 s.; II 260, 269, 274, 279, 286, 320,
60, 63, 69, 80, 104, 1 1 8 , 128, 336, 3 7 1 , 373s., 400, 403s.,
134, 1 3 7 , 1 3 9 , 1 4 1 , 145, 149s., 4 1 4 , 427.
152s., 1 5 6 , 158s., 162, 1 6 7 , signo/s: I 87, 1 2 8 , 1 9 6 , 254, 2 6 8 ,
1 7 1 , 188s., 194, 2 3 1 - 2 3 4 , 2 4 7 , 342, 425, 443, 450; II 24, 26,
258, 264, 268, 274s., 299, 28, 59, 96, 1 2 8 , 253, 2 6 8 - 2 7 0 ,
324s., 329, 343, 347, 350, 364, 283, 336, 346, 398s., 407.
390, 399s., 409s., 419s., 4 6 1 . Silas: I 283.
Salvador: II 32, 266, 440. silencio: I 70, 187s., 285s., 390,
Samuel: I 195, 4 1 7 ; II 1 3 5 . 423, 4 3 5 , 4 5 8 , 470; II 85, 2 7 1 ,
sangre: I 1 0 5 , 1 2 5 , 1 3 5 , 1 3 8 , 152, 335, 3 4 2 - 3 4 5 .
176, 199, 202, 233, 253, 2 7 1 , sinceridad: I 7 1 , 285; II 122, 304.
522 índice de nombres y materias

Sión: I 232, 234s., 397, 403, 442s.; 1 8 7 - 1 9 0 , 194s., 1 9 9 - 2 0 6 , 208,


II 1 1 , 28, 44, 1 9 5 , 1 9 7 , 2 0 1 , 2 1 1 - 2 1 3 , 219s., 222, 225-228,
203, 220, 225, 246, 250, 254, 230, 232, 240, 2 4 9 s , 252, 263,
276s., 288-290, 423, 4 3 1 , 439, 2 6 6 - 2 6 8 , 280, 286, 289s., 302,
460. 308, 3 1 2 , 3 1 4 , 3 1 9 , 323, 325s.,
Siria: I 335. 335s., 340, 3 4 2 - 3 4 8 , 350, 353,
sirio: I 3 1 0 , 4 1 3 . 366-370, 373-378, 380, 382-
soberbia: I 182, 209, 263, 273; II 384, 386, 3 9 1 - 3 9 7 , 399, 401s.,
47, 50, 186, 376. 406-408, 410, 413, 419, 4 2 1 -
soberbio: I 6 1 ; II 298s., 328. 426, 428, 435, 437, 440, 4 4 2 -
Sodoma: I 363; II 56, 59, 66, 437. 444, 446, 449s., 452s., 463; II
Sofonías: I 2 4 1 . 9s., 12s., 24, 2 8 - 3 1 , 35-38, 4 1 ,
soledad: 1 143, 1 4 7 , 220, 257, 457; 45, 53s., 56, 59, 61s., 64-67,
II 3 1 , 1 7 1 , 1 7 7 , 180, 228, 254, 72s., 75, 77, 80s., 83, 90-94,
285, 359, 363, 453. 97-99, 102, 105, 109, 1 1 1 - 1 1 3 ,
125s., 132, 139, 141s., 156s.,
tabernáculo/s: I 371s., 4 2 1 ; II 3 5 , 160, 163, 166, 1 7 0 - 1 7 2 , 183,
165, 1 7 7 , 256. 185, 190, 192, 194, 196, 2 0 3 -
Tabita: I 4 1 8 . 206, 2 1 4 , 2 1 9 , 223, 227, 229,
Tarsis: I 399s.. 232, 239, 254, 257, 2 5 9 - 2 6 1 ,
teatro: I 70s., 120, 1 8 7 , 235, 284, 263-266, 268, 2 7 0 - 2 7 2 , 275,
406, 4 1 0 , 442; II 19s., 59. 280s., 285-290, 292s., 296s.,
temor/es: I 7 1 , 76, 88, 96, 1 1 2 , 305, 3 1 2 , 328, 334, 3 4 1 , 357,
127s., 130, 134, 143, 1 7 3 , 1 7 5 , 364s., 372, 374s., 377, 382s.,
177s., 180, 186, 206, 209s., 387, 397s., 407, 409, 4 1 4 , 4 1 7 ,
225, 240s., 244s., 258, 298, 4 1 9 - 4 2 2 , 425, 427-429, 4 3 2 -
335, 387, 400, 4 1 4 - 4 1 6 , 444, 434, 437, 440s., 443, 445, 4 4 8 -
447; II 1 1 , 67-70, 77, 1 1 0 , 450, 455-459, 467.
1 1 7 , 1 4 5 , 179, 214s., 2 1 9 , 283, tiniebla/s: I 74s., 1 3 0 , 135, 186,
347, 3 5 1 , 353, 375, 384, 409, 189, 243, 2 5 1 , 273, 276, 383s.,
429. 4 1 4 , 4 3 1 , 457; II 2 1 , 35, 52,
tentación/es: I 66s., 120s., 128, 76s., 142, 3 0 7 - 3 1 0 , 333, 3 7 7 -
1 3 1 , 300, 322, 325, 370; II 48, 379, 383-385, 390, 453.
76, 78-80, 88, 1 3 1 , 136, 152, tirios: I 363.
163, 170, 186s., 189, 196, 199, Tiro: I 3 6 1 , 363.
204, 302, 3 1 9 , 3 2 1 , 346, 367, trabajo/s: I 102, 209s., 239, 255,
387, 3 9 1 , 4 1 6 , 424, 460. 2 8 0 - 2 8 3 , 328, 332, 4 2 1 , 424,
tibieza: I 4 1 2 ; II 7 1 , 193, 196, 427s., 430, 432, 435, 462; II
257, 336, 363. 7, 9, 54s., 58, 99, 109, 120,
tierra/s: I 63, 66s., 7 1 , 73, 76, 83, 122, 130, 173, 2 0 4 - 2 0 7 , 217s.,
87, 90, 93, 1 1 5 , 1 1 8 , 134, 149, 223, 260, 327, 357, 363, 423,
152s., 156, 167, 1 7 1 , 173, 1 7 5 , 426, 467.
índice de nombres y materias 523

Tracia: I 3 3 5 . 303, 306, 312s., 3 1 7 , 326, 334,


tracios: I 94, 366. 3 3 7 - 3 3 9 , 347, 349, 355, 362,
tranquilidad: I 6 7 , 82, 9 5 , 1 2 3 , 366s., 376s., 382, 387, 392,
134, 143, 1 6 3 , 178s., 229, 2 4 5 , 405, 4 1 3 - 4 1 5 , 4 1 7 , 419s., 4 2 2 -
264, 297, 324; II 4 7 , 78, 82, 424, 426, 431s., 437s., 446,
120, 1 2 2 , 1 8 7 , 196, 202, 2 0 5 , 452, 454s., 458s., 4 6 6 , 472; II
208, 2 1 2 , 220, 228, 250, 308, 10, 30s., 3 6 - 3 8 , 4 3 , 4 5 , 4 7 , 50,
3 1 0 , 322, 379, 4 0 1 , 4 2 1 . 53s., 5 6 - 5 8 , 60, 66s., 70, 7 6 -
tribulaciones: I 66s., 1 6 3 , 370; II 80, 83, 87-92, 94, 98s., 1 0 3 -
77, 299. 105, 113s., 1 1 8 - 1 2 0 , 122s.,
tribunal: I 64s., 132s., 1 5 7 , 2 8 5 , 1 2 9 , 134s., 1 3 9 , 152s., 1 6 1 -
307, 384, 4 1 7 , 4 4 5 , 458. 163, 1 6 5 - 1 6 7 , 1 7 5 , 1 8 3 - 1 8 5 ,
tristeza/s: I 1 7 8 , 2 3 4 , 2 4 8 , 2 9 6 , 190, 1 9 5 - 1 9 7 , 204, 207s., 2 1 2 ,
387, 420; II 5 1 , 1 0 1 , 121s., 214s., 2 2 0 - 2 2 2 , 225, 233s.,
238. 236, 238s., 242, 2 4 5 - 2 4 7 , 2 5 1 ,
turbación: I 129s., 134, 178; II 254, 257, 2 5 9 , 262s., 275, 2 8 1 ,
122, 1 9 7 . 2 9 1 , 3 0 1 , 303, 305, 316s., 3 1 9 ,
322, 327, 329, 337, 350, 353,
ungüento: I 342; II 249s., 354s., 359, 3 6 1 , 363, 373, 376s., 387,
451. 397, 4 0 4 - 4 0 6 , 4 1 1 , \ 4 1 9 , 4,21,
Unigénito: I 1 9 0 , 2 0 6 - 2 0 8 , 2 1 4 , 4 2 4 - 4 2 6 , 433, 4 3 8 , 440s., 445,
288, 290, 3 3 1 , 3 5 1 , 357, 382, 447, 4 4 9 , 452, 458, 4 6 | , 4 6 3 -
389, 4 1 9 , 4 2 6 , 443; II 22, 32, 465, 4 6 7 . j |
96, 302, 394. Virgen (María): I 353, 443; II
unión/es: I 1 8 0 , 2 2 6 , 3 1 8 , 340, 154. ; l
405, 449; II 1 0 7 , 1 2 4 , 1 5 5 , vírgenes: I 132, 1 7 6 , 365, 41<L
315. 434. ¡
virtud/es: I 6 1 , 68s., 72, 78, 83-
vanagloria: I 1 1 7 , 1 5 5 , 1 8 2 , 2 5 0 , 86, 9 3 , 96, 98, 1 0 3 , 1 1 0 , 1 1 2 s . ,
297, 348; II 47, 364. 1 1 7 , 1 2 4 , 133, 136, 1 3 8 , 142s.,
vanidad: I 72, 75, 97, 2 1 0 , 407; 148, 1 5 0 - 1 5 2 , 1 5 8 , 162, 16^,
II 69, 1 6 6 , 395, 402. 166, 1 7 5 , 178s., 1 8 3 , 185s.,
varón/es: I 1 0 9 , 170, 1 8 8 , 2 2 3 , 228, 2 3 7 , 239, 243s., 250, 2 6 0 -
245, 2 5 1 , 2 5 3 , 467; II 2 0 0 , 262, 2 6 5 , 2 6 7 , 2 7 1 , 290, 302s.,
392, 402, 429. 3 1 5 , 324, 3 6 1 , 364s., 367, 387,
vida: I 6 8 , 7 3 - 7 5 , 78-80, 85-90, 396, 404, 4 1 5 , 4 1 9 , 4 2 1 , 4 2 3 -
101s., 1 0 4 , 1 1 3 , 1 1 7 , 1 2 4 , 1 3 0 , 425, 428, 4 3 1 - 4 3 3 , 435, 438,
132, 1 3 5 , 145s., 1 4 9 , 152s., 440, 4 5 1 , 455s., 458s., 461s.;
160s., 1 6 4 , 1 6 8 , 176, 1 7 8 , 1 8 2 , II 1 9 , 30, 35s., 39, 50, 55,
184, 1 8 6 , 1 8 8 , 197s., 2 0 1 , 57s., 6 5 , 67s., 70, 72s., 75s.,
210s., 2 1 8 , 220s., 227s., 2 3 4 , 80s., 84-86, 89, 91s., 102, 1 0 4 ,
264s., 2 7 7 - 2 8 0 , 2 9 1 , 293-299, 106, 1 1 0 , 1 1 4 , 1 2 8 , 144, 153,
524 índice de nombres y materias

160, 1 6 3 , 1 6 5 , 1 6 8 s . , 1 8 2 , 1 9 7 -
200, 204, 2 1 6 , 237, 240, 245,
2 5 1 , 2 5 8 , 276s., 295, 3 0 3 , 3 1 3 -
3 1 5 , 3 1 7 , 3 2 1 , 327, 339, 350,
352-354, 357-359, 366s.,
371s., 376, 384, 386s., 393,
402, 423, 436, 438, 444, 446,
457s., 463.
viuda: II 7, 50, 1 4 7 , 185, 2 1 5 ,
228, 422s.
voluntad: I 62, 97, 1 1 8 , 1 2 7 , 129,
171, 186, 2 1 3 , 2 1 7 , 237, 2 4 1 ,
284, 3 1 1 , 373; II 30, 52s., 92,
1 1 0 , 1 3 4 , 2 4 3 , 260, 2 7 3 , 3 1 8 ,
377s., 3 8 5 - 3 8 7 , 396, 4 1 5 , 4 1 7 ,
424, 426, 4 4 1 .

Zacarías: I 427; II 97, 437.


Zeus: I 91 s.; II 107.
ZorobabeJ: II 21 s.
ÍNDICE GENERAL

JUAN CRISÓSTOMO
COMENTARIOS A LOS SALMOS/2
(108-117, 119-150)

Salmo 108 7
Salmo 109 20
Salmo 110 48
Salmo 111 69
Salmo 112 87
Salmo 113 96
Salmo 114 115
Salmo 115 124
Salmo 116 139
Salmo 117 140
Salmo 119 160
Salmo 120 170
Salmo 121 176
Salmo 122 183
Salmo 123 188
Salmo 124 195
Salmo 125 201
Salmo 126 206
Salmo 127 211
Salmo 128 223
Salmo 129 227
Salmo 130 235
Salmo 131 239
526 índice general

Salmo 132 249


Salmo 133 252
Salmo 134 256
Salmo 135 278
Salmo 136 288
Salmo 137 294
Salmo 138 301
Salmo 139 318
Salmo 140 332
Salmo 141 360
Salmo 142 369
Salmo 143 389
Salmo 144 403
Salmo 145 419
Salmo 146 425
Salmo 147 431
Salmo 148 443
Salmo 149 458
Salmo 150 464
ÍNDICE BÍBLICO 471
ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS 503
ÍNDICE GENERAL 525
Editorial Ciudad Nueva
índice de autores de la colección BIBLIOTECA DE PATRÍSTICA

Agustín de Hipona Gregorio Magno


Ambrosio de Milán Gregorio Nacianceno
Andrés de Creta Gregorio Taumaturgo
Atanasio Hilario de Poitiers
Basilio de Cesárea Jerónimo
Casiodoro Juan Crisóstomo
Cesáreo de Arles Juan Damasceno
Cipriano León Magno
Cirilo de Alejandría Los Padres Apostólicos
Cirilo de Jerusalén Máximo el Confesor
Cromacio de Aquileya Minucio Félix
Diadoco de Fótice Nicetas de Remesiana
Dídimo el Ciego Nilo de Ancira
Epifanio el Monje Orígenes
Evagrio Póntico Pedro Crisólogo
Germán de Constantinopla Rufino de Aquileya
Gregorio de Nisa Tertuliano

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