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Maria 1

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1.

María Santísima es madre


Los fieles católicos llamamos a María Santísima nuestra Madre. Ella es Madre de Dios y
también es madre nuestra. Llamar a María madre de Dios significa que Dios, en su inefable
sabiduría, ha querido vincular la humanidad en su divinidad de manera íntima y definitiva.

Madre de Dios

El título de "María, madre de Dios" es el gran


misterio del cristianismo porque nos descubre que
Dios tiene una madre. Si ya representa un misterio
que Dios se haga hombre, este misterio se
acrecienta al afirmar que nace engendrado en una
mujer.

El Cardenal Ratzinger decía muy admirado: ¡Una


mujer, madre de Dios! He aquí, de hecho, la gran
paradoja. Dios se empequeñece, se hace hombre y
con ello acepta también la condición de ser
concebido y parido como un ser humano (J.
Ratzinger, Dios y el mundo... o.c.,275).

Ya la Iglesia temprana rescataba este título de


"María, madre de Dios" y constituye finalmente el primer dogma Mariano. Esta definición
solemne se dio en el Concilio de Éfeso (431), en el que se proclamó la maternidad Divina
de la Virgen; dado que María es verdaderamente la madre de Dios (en griego, la
Theotókos).

Bíblicamente este título se puede fundamentar en el texto lucano de la anunciación del


Ángel (Lc 1,31-45) cuando Gabriel le dice a María: "concebirás en tu seno y darás a luz un
hijo". Seguido de esta afirmación el Ángel le dice a ella las cualidades de este hijo: "se la
llamará hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David y su reino no tendrá fin".
No podemos negar que tal grandeza no le puede venir sino de una condición divina.
Además, el Ángel le añade que será llamado "Santo, el hijo de Dios" (Lc 1,35).
De la misma manera también en el escenario de la visita de María de su prima Isabel, ella
ensalza María con este título: la madre de mi Señor (Lc 1,43).

Afirmar que María es la Madre de Dios, es afirmar al mismo tiempo que Jesús es Dios y
hombre verdadero. Por esta maternidad divina el Salvador pudo realizar su obra redentora.
Él lleva a término la salvación de la humanidad y María es el instrumento humano por el
cual Él se hace hombre y es por ello que decimos que María está asociada íntimamente a
la misión salvadora de nuestro Señor.
Madre nuestra

La Virgen es nuestra Madre, por voluntad expresa del Señor, pues Él nos la entregó,
cuando estaba en la Cruz, con estas palabras: "Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a
quien amaba, que estaba allí, dijo a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al
discípulo: He ahí a tu madre" (In. 19,26-27).

Desde entonces Juan la tomó por madre y con él nosotros, los cristianos de todos los
tiempos. Por eso tenemos una madre en la tierra y otra en el Cielo. La maternidad espiritual
de María es la relación más sublime de la Virgen con nosotros; por esa relación somos sus
hijos y, por ella, nos sentimos protegidos y amparados.

El Papa San Juan Pablo II enseña esta verdad católica explicando cómo la Madre de Cristo,
encontrándose al pie de la Cruz en el centro mismo del misterio pascual del Redentor, es
entregada al hombre -a cada uno- como madre. Por consiguiente, esta nueva maternidad
de María, engendrada por la fe es fruto del nuevo amor, que maduró en ella
definitivamente junto a la Cruz, por medio de su participación en el amor redentor del
Hijo (cfr. Enc. Redemptoris Mater n.23).

María es Madre de todo el género humano

María es Madre de todos los hombres,


porque Ella nos ha dado al Salvador de todos
y porque se unió a la oblación de su Hijo, que
derramó su sangre para la remisión de los
peca-dos de todos los hombres.

"Por María, la misma Vida fue introducida en


el mundo, de manera que al dar a luz al
Viviente es Madre de los vivientes" (San
Epifanio, Adv. haereses,78).

María es Madre de cada hombre

Respecto de cada uno de los hombres en


particular, Santa María ejerce su maternidad
del siguiente modo:

* Con relación a los infieles: es Madre porque está destina-da a engendrarlos a la vida de
la gracia, y obtiene para ellos las gracias actuales que los disponen a recibir la fe y la
justifi-cación.

* En relación con los fieles: que están en gracia habitual o santificante: es su Madre en
sentido pleno, puesto que han recibido por su intercesión la gracia santificante y la caridad,
y vela por ellos con tierna y maternal solicitud para que per-severen en ese estado y crezcan
en caridad.

* De los fieles que están en pecado mortal: es su Madre en tanto que vela por ellos,
obteniéndoles las gracias necesarias para hacer actos de fe y de esperanza que los dispongan
a la conversión.

* Respecto a los bienaventurados que en el cielo gozan de Dios: María es su Madre por
excelencia, ya que los guió y condujo hasta su Hijo y no pueden ya perder la vida de la
gracia gozando de la visión beatífica.

Responde: ¿Porqué podemos decir que María es nuestra Madre?

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