Chacabuco 78
Chacabuco 78
Chacabuco 78
El Edificio Chacabuco 78 es una de las obras maestras del arquitecto Julián García Núñez, máximo exponente del modernismo catalán en la Argentina.
Se trata de un edificio de oficinas con locales comerciales en la planta baja, proyectado en 1910 para Ignacio Atucha en un terreno a metros de la Avenida de Mayo, vía
inaugurada en 1894. La obra la llevó a cabo la constructora del propio García Núñez, y el edificio fue terminado hacia 1911.
Chacabuco 78 ha sido elogiado por los arquitectos argentinos de las siguientes generaciones por presentar innovaciones y un aprovechamiento singular de los espacios
comunes y la luz natural. Es un edificio de planta baja y cuatro pisos superiores (el último conforma dos torretas laterales que asoman sobre la fachada), en donde el frente a
nivel de la calle está ocupado por dos comercios que encierran el acceso al sector de oficinas. Cada piso superior tiene doce oficinas y un baño común a todas ellas.1
El interior de la construcción ha sido catalogado como una de las primeras experiencias de desmaterialización de la caja arquitectónica,2ya que al hacer que todos los pisos
compartan el espacio central a través de galerías, y utilizando un techo a dos aguas de vidrio que permite el acceso de luz solar, y ladrillos de vidrio para revestir los pisos de
la galería, García Núñez logró la máxima integración de todos los niveles de oficinas. El ascensor y la escalera circulan por el centro del espacio central, y existe una pasarela
que conecta los dos laterales del cerco de oficinas en cada uno de los niveles superiores.
En cuanto a la ornamentación, se trata de una fusión de corrientes del modernismo de comienzos del siglo XX, ya que a elementos característicos del modernismo catalán,
como las bandas laterales que adornan las torretas de la fachada, se le agregan los motivos geométricos de las barandas y rejas, más típicos de la Sezession vienesa.3
En 1963, la familia Atucha-Ocampo dejó de ser propietaria del inmueble, realizando la división en propiedad horizontal entre sus ocupantes. La fachada y los interiores del
edificio han permanecido intactos a lo largo de sus cien años de existencia, exceptuando el hecho de que en 2007 el consorcio decidió pintar el frente, hecho criticado por
especialistas en arquitectura,4ya que el acabado utilizado no debía ser pintado, y se trata de un edificio patrimonial, clasificado por el Gobierno de la Ciudad con nivel de
protección integral, en 2007.
En esta obra se encuentra una novedosa solución para una tipología que, a principios del siglo XX, estaba en pleno desarrollo en nuestro medio: el edificio de oficinas.
En un terreno con ciertas irregularidades, ubicado a metros de la Av. de Mayo, el arquitecto García Núñez proyectó un edificio que es un claro exponente del llamado “arte
nuevo”. Esta corriente arquitectónica se presentó, a fines del siglo XIX y principios del XX, como alternativa al eclecticismo historicista imperante, adoptando diferentes
denominaciones: modernismo (Cataluña), art nouveau (Bélgica y Francia), Sezession (Viena), liberty (Italia). En García Núñez, argentino formado en Barcelona, convive una
importante influencia del modernismo catalán con elementos derivados de la arquitectura de la Secesión vienesa, especialmente de Otto Wagner. A partir de estas dos
vertientes, García Núñez realizó una arquitectura muy personal que lo convierte en uno de los representantes mas innovadores de los modernismos locales de principios
delsiglo XX.
Siguiendo una composición simétrica, el edificio se organiza con dos locales que ocupan toda la planta baja, separados por el hall de ingreso, el cual, escalera mediante,
conduce al primer piso, el verdadero punto de arranque del sector destinado a oficinas. Éstas se organizan linealmente, ocupando tres lados del importante patio central de
planta rectangular y de cuádruple altura, cubierto por una claraboya de hierro y vidrio. Las circulaciones perimetrales y los puentes que las unen, materializados con losetas
de vidrio, junto con la importante carpintería del fondo, contribuyen a la iluminación de los locales, creando un espacio de gran riqueza por sus transparencias e
interrelaciones.
El ascensor metálico, con toda su maquinaria expuesta, otorga el edificio un carácter industrial y un indicio de incipiente funcionalismo.
La fachada, dividida en cinco paños, acentúa la verticalidad a partir del aumento de altura de los paños extremos, a manera de torres. El balcón corrido del primer piso, el
tratamiento decorativo, las molduras, texturas y herrerías, son elementos que forman parte del repertorio típico de la arquitectura de este autor. Si bien es difícil ingresar, la
calidad proyectual y ornamental de la fachada, sumada al entorno urbano en el que el edificio está emplazado, ameritan el traslado hasta él.