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Politica Exterior Parcial 1

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Unidad I: La Política Exterior Argentina durante la Generación del 80.

El Demoliberalismo y la
llegada al poder de la Unión Cívica Radical (1916-1930)
 Contexto Histórico

Evolución política, social y económica del período (resumen)

Hacia 1880, comienza a gestarse la «Madurez del Orden Neocolonial» ³ en Latinoamérica, producto de los
capitales financieros generados por la Revolución Industrial en los países centrales (Inglaterra, Francia,
EE.UU.); en donde la América no anglosajona en general, y la Argentina en particular, cumplirían un nuevo
rol dentro de la economía mundial, conformando nuevos modelos: agroexportadores o
mineroexportadores. Se consolidó una división mundial del trabajo entre los países industrializados que
mantenían economías diversificadas, con respecto de las naciones monoproductoras en desigualdad de
desarrollo con la economía mundial capitalista.

El surgimiento del Orden Neocolonial empezó en la Argentina, estrechamente vinculado con el capitalismo
inglés, donde inicialmente se produjo lana y cereales; y con el transcurso de los años las carnes llegarían a
ocupar un lugar relevante en las exportaciones, a medida que los frigoríficos se fueron consolidando en la
región de la Pampa Húmeda.

La presidencia de Nicolás Avellaneda (1874 1880), representó el período de transición hacia el «modelo del
'80". Durante su mandato, tomó cuatro medidas de gran envergadura política que en el corto y mediano
plazo favorecieron la expansión económica de la Argentina, a través de la región litoraleño-pampeana, de
gran actividad agrícola y ganadera.

Dichas medidas fueron:

1. La Ley de Aduanas de 1876;


2. La Ley de Inmigrantes, también de 1876;
3. La Campaña del Desierto; y
4. La Federalización de Buenos Aires.

1. La política gubernamental auspició el desarrollo agrícola por medio de una serie de medidas, tales como
la Ley de Aduanas de 1876, que sirvió como barrera proteccionista a la producción de trigo, maíz y la
elaboración de harinas nacionales en contra de la importación de productos similares por parte de países
vecinos a más bajo precio.

2. El fomento a la inmigración desde el Estado Nacional, con elementos propagandísticos en las naciones
europeas, tiene su correlato en las crisis agrícolas de las zonas meridionales con la consiguiente
pauperización de los sectores campesinos, la ingente cantidad de tierras vírgenes en nuestro país y la
necesidad de contar con una mano de obra barata que llevara sobre sus hombros las tareas más
rudimentarias en el avance de la colonización agrícola. La Ley de Inmigrantes de 1876 cumplió con los
objetivos propuestos, sin garantizar a los extranjeros la propiedad privada de la tierra, ya que la
concentración de la misma estaba en pocas manos desde la Ley de Enfiteusis de Rivadavia. Desde 1880
hasta 1930, el gran torrente de inmigrantes provino de Italia y España, y en menor medida desde otras
naciones de Europa central y oriental y desde el continente asiático.

3. La Conquista del Desierto fue de notable trascendencia para la economía en expansión ya que
representaba la incorporación de más de 15.000 leguas de tierra para el desarrollo de la agricultura y la
ganadería. Se aprovechó la Guerra del Pacifico, que mantenía ocupados a sus contendientes, para terminar
con las pretensiones chilenas sobre la Patagonia.

4. La federalización y capitalización de Buenos Aires representan el triunfo del interior sobre el puerto, la
nacionalización de la Aduana y la legitimación de las autoridades nacionales como residentes en su propio
territorio a diferencia del status que mantenían anteriormente de simples huéspedes.
Con la llegada de Roca al poder (1880-1886), se produce el despegue de la Argentina moderna. Se clausura
toda una etapa que se caracterizó por los innumerables conflictos entre el Interior y Buenos Aires; y el cese
de las turbulencias entre regiones, que dará lugar a la transformación y el crecimiento económico social,
sentando las bases de un Régimen Conservador Liberal con orientación Librecambista. Conservador hasta
1916, en donde hizo su aparición el Demoliberalismo; y Librecambista hasta 1930, cuando la crisis mundial
económica golpeó duramente al país, poniendo fin a un período de cincuenta años de crecimiento casi
ininterrumpido (1880-1930).

El Presidente, pudo construir un régimen político en el que se conjugaron los intereses de la burguesía
terrateniente litoraleño pampeana, la burguesía comercial portuaria y los intereses. del capital extranjero;
factores primordiales que impulsaron la modernización económica. Pero su base política de apoyo se
encontraba en la Liga de Gobernadores del Interior, representantes por antonomasia del poder político de
las provincias y de su sector plutocrático.

Los hombres del '80, aceptaron las nuevas corrientes que provenían del pensamiento europeo, tanto al
Positivismo como al Cientificismo, lo que les permitió apuntalar teóricamente la ideología económica del
Liberalismo Librecambista. Como todo lo que venía de Europa, será bien receptado por un sector de la elite,
sobre todo si podía justificar su accionar político de una manera irrebatible.

La filosofía positivista tuvo como actitud inicial, una fe ciega en la razón. Esta escuela de pensamiento, se
inició en Francia a mediados del siglo XIX, con los escritos de Augusto Comte, para luego proyectarse a Gran
Bretaña y al resto de Europa. La sociedad moderna debería responder a una nueva dinámica conducente al
desarrollo permanente y a la idea del progreso sin límites; la reprobación a cualquier tipo de dogmas, con el
propósito de construir una futura sociocracia y que la nueva moral del Positivismo, tenga al Altruismo como
su máxima fundamental.

En la Argentina del '80, el mayor impacto se registró desde el Positivismo Evolucionista Spenceriano en su
vertiente anglosajona, donde se manifiestan el apoyo al capitalismo y al maquinismo, la defensa irrestricta
de la propiedad privada, el individualismo a ultranza, la libertad de comercio, la no-interferencia del estado
en las relaciones de producción, beneficiándose a los capitales privados; de lo que se infiere que esta teoría
tiene como finalidad establecer un férreo control social sobre el desarrollo de la economía, más aún,
cuando la dependencia con respecto a Inglaterra se hacía cada vez más difícil de revertir.

La primera en rechazar estas nuevas teorías fue la Iglesia Católica; sobre todo, cuando en 1882 el Congreso
Pedagógico Nacional declaró que una educación moderna, racional y científica no podría llevarse a cabo
impregnada con creencias religiosas. De este modo, las escuelas del Estado Argentino deberían ser laicas.
Dos años después, pudo sancionarse la Ley N° 1420, de enseñanza obligatoria, gratuita y laica.

La razón del estado tenía como intención, educar a los inmigrantes; en especial a sus hijos, arraigarlos al
territorio mediante la enseñanza de la lengua vernácula e inculcándoles los símbolos patrios, pero
manteniendo su libertad de conciencia. La Religión podía enseñarse, pero solamente fuera de las horas de
clase. También se tomaron otras medidas que respondían a la praxis del pensamiento positivista, como
fueron: la Ley de Registro Civil, que excluían de sus funciones a los registros parroquiales; y la Ley de
Matrimonio Civil, que reemplazó al Matrimonio Religioso, quedando este último en el ámbito de la Iglesia
Católica.

Lenta y sistemáticamente, se fueron configurando en el mismo territorio nacional, dos situaciones


económicas y sociales contundentemente diferentes. La Región de la Pampa Húmeda, cosmopolita,
eurocéntrica y modernizante, con un crecimiento inducido desde el exterior y hacia el exterior, y la Región
del Interior, mediterránea, precapitalista y semifeudal en sus relaciones de producción, último baluarte de
las tradiciones hispánicas y precolombinas, con una evolución muy lenta en su desarrollo, con su
producción para el mercado nacional y con la dificultad de poder exportar sus productos al extranjero por
otro punto geográfico que no fuera el puerto de Buenos Aires, excepto la posibilidad de intercambiar sus
excedentes con los países limítrofes.

El roquismo tuvo una influencia de un cuarto de siglo en la política argentina, estando Roca en el poder
(1880-1886 y 1898-1904), Este selecto grupo político que manejó los factores de poder y de presión de la
época, pudo controlar la Revolución del '90, que precipitó la caída de Juárez Celman; momento histórico en
donde hace su aparición la Unión Cívica (luego Unión Cívica Radical), como acérrima enemiga del Régimen
Conservador, que tenía como objetivo prevalente la transformación en los comicios y todo lo que hiciera
referencia al demoliberalismo reformista; y el voto universal, secreto y obligatorio.

En 1904, se plasma en el campo político la desintegración del roquismo, producto de las innumerables
luchas internas, su paulatino desgaste y el alejamiento de Roca de la conflagración política, luego que fuera
criticado con dureza por sus ex partidarios por su exceso de personalismo, rayano en la concentración del
poder y el unicato.

La transición hacia el advenimiento del radicalismo (1904-1916), implicó otros gobiernos conservadores-
liberales, tanto mitristas como modernistas, cuando el ocaso hizo irreversible la desaparición del roquismo.
A fines del siglo XIX, el modernismo se propuso organizar una línea interna dentro del mismo
conservadorismo, tomando distancia de las corrientes políticas de Roca y Mitre.

En 1910, los modernistas, llevados de la mano por Roque Sáenz Peña, pudieron acceder al poder. La
presión que ejercía el radicalismo para la instauración del demoliberalismo y la incuestionable posibilidad
cierta que tomara el gobierno por medio de una revolución, fueron pruebas concluyentes para que Sáenz
Peña ordenara a Indalecio Gómez, su Ministro del Interior, iniciara negociaciones políticas con la oposición.
El presidente, entendió que debería favorecer la existencia de un sistema político bipolar que permitiera la
alternancia en el poder de dos grandes fuerzas mayoritarias. En 1912 quedó fijado el sistema de lista
incompleta plurinominal (el ciudadano votaba por una nómina destinada a cubrir sólo dos tercios de las
bancas en juego. Además, estableció la obligatoriedad y el secreto del voto).

En el transcurso del período, 1880-1916, el desarrollo económico de la Argentina tuvo un importante


crecimiento con la expansión de los establecimientos frigoríficos; la desaparición de los saladeros,
vinculados con los mercados esclavistas; y el incremento en el cultivo de los cereales y otras plantas para
ser industrializadas.

Ante todo, es importante establecer como categoría de análisis al Modelo del '80 y no adherirse a la
denominación «Generación del '80", porque en el desarrollo de este proceso histórico se produjo la
convergencia de elementos de tres generaciones bien definidas: la generación del '37, cuyos principales
exponentes fueron Alberdi y Sarmiento; la generación del '53, a la que habían pertenecido Urquiza y
Derqui, entre otros, proyectándose en el '80 tanto Mitre como Vicente Fidel López; y la generación del '80
propiamente dicha.

La grandeza nacional fue concebida por la burguesía terrateniente y la burguesía comercial portuaria,
desde un único camino que implicaba la complementariedad con Inglaterra, algo que no podía ser
concebido de otra manera al estar la Argentina íntimamente ligada a los compromisos financieros con el
viejo mundo, quedando en la tarea de proveedora de materias primas agropecuarias a muy bajo precio
para abastecer a Europa, haciéndola muy dependiente de los mercados mundiales y de los capitales
extranjeros, cuyos vaivenes hicieron eclosión en 1930, poniendo término a la división mundial del trabajo.

 El tratado de Límites de 1881 con Chile

Después de una situación tensa en la frontera entre Argentina y Chile por cuestiones de límites, se pactó en
Buenos Aires, en 1877, el denominado Tratado Irigoyen - Barros Arana, en alusión a los representantes
diplomáticos de ambos países, y en donde se fijó como frontera arcifinia a las más altas cumbres que
dividen aguas; estipulándose que el Estrecho de Magallanes pertenecería a Chile hasta Punta Arenas,
manteniéndose una situación de statu quo desde ese momento y a futuro, incluida la costa atlántica y
Santa Cruz, hasta que se dilucidara su dominio efectivo mediante un arbitraje con una potencia
internacional.

Este convenio no prosperó por parte de Chile, agravándose la situación cuando un buque de guerra
trasandino impidió la navegación por el río Santa Cruz a un navío extranjero que poseía la documentación
completa del gobierno argentino, por la que se autorizaba la extracción de guano. Ante esto, el Presidente
Avellaneda ordenó al General Roca, quien era Ministro de Guerra, el avance militar hacia el territorio de
Santa Cruz, agudizándose la tensión cuando las escuadras de las dos naciones estuvieron frente a frente en
los confines australes. La condescendencia que mantuvieron los gobiernos hasta entonces, concluyó
abruptamente al momento en que la situación quedó al borde de una conflagración sin precedentes en el
extremo sur del continente americano.

Se consideró por la prensa de la época, que el conflicto quedaría trabado entre Argentina, Perú y Bolivia en
un bando, en contra de Chile y Brasil, que ya habían establecido una alianza secreta ofensivo-defensiva,
frente a una situación de casus belli. Tanto los Estados Unidos como Inglaterra se presentaron, prima facie,
como países neutrales; sin embargo, ambas potencias poseían importantes influencias en el Cono Sur,
sobre todo esta última, que tenía intereses comerciales con la mayoría de las naciones. En cuanto a los
norteamericanos, tenían serias apetencias y pretensiones de ocupar un espacio estratégico a través de la
inserción de sus capitales financieros en los mercados neocoloniales.

La expansión chilena hacia el Atlántico quedó detenida cuando se iniciaron las hostilidades en contra de
Bolivia, por parte de aquel país, con la consiguiente ocupación del territorio de Antofagasta y la
intervención del Perú en su defensa. La Guerra del Pacífico no contó con la participación de Argentina, la
cual aprovechó la situación internacional para anexar definitivamente toda la jurisdicción patagónica
(actuales provincias de Río Negro, Chubut y Santa Cruz).

Una vez finalizado el conflicto bélico con el triunfo de Chile en 1880, los EE.UU intercedieron
diplomáticamente entre Buenos Aires y Santiago, para que negociaran un acuerdo de límites que pudiera
satisfacer, sin ambigüedades, la situación de las partes. Se presentó un proyecto realizado por dos
generales apellidados Osborne, el que fue puesto a consideración de los países en disputa, para que más
adelante, y con el consentimiento de ambos, se autorizara a sus embajadores plenipotenciarios a rubricar
el tratado internacional en la capital argentina.

El Tratado de Límites del 23 de julio de 1881, fue firmado por Francisco de Borja Echeverría, Cónsul General
de Chile en Buenos Aires, al que le fueron concedidos los poderes como Ministro Plenipotenciario ad hoc, y
el Canciller argentino Bernardo de Irigoyen.

Artículo 1°: El límite entre la República Argentina y Chile es, de norte a sur, hasta el paralelo 52 de latitud, la
cordillera de los Andes. La línea fronteriza correrá en esa extensión por las cumbres más elevadas de dichas
cordilleras que dividen las aguas y pasará por entre las vertientes que se desprenden a un lado y otro. Las
dificultades que pudieran suscitarse por las existencias de ciertos valles formados por la bifurcación de la
cordillera y en que no sea clara la línea divisoria de las aguas, serán resueltas amistosamente por dos
peritos nombrado uno de cada parte. En caso de no arribar éstos a un acuerdo, será llamado a decidirlo un
tercer perito designado por ambos gobiernos. De las operaciones que practiquen se levantará un acta en
doble ejemplar, firmada por los dos peritos, en los puntos en que hubiesen estado de acuerdo, y además,
por el tercer perito en los puntos resueltos por éste. Esta acta producirá pleno efecto desde que estuviere
suscripta por ellos y se considerará firme y valedera sin necesidad de otras formalidades o trámites. Un
ejemplar del acta será elevado a cada uno de los gobiernos.

Artículo 2: En la parte austral del continente y al norte del Estrecho de Magallanes, el límite entre los dos
países será una línea que, partiendo de Punta Dungeness, se prolonga por tierra hasta Monte Dinero; de
aquí continuará hacia el oeste, siguiendo las mayores elevaciones de la cadena de colinas que allí existen,
hasta tocar en la altura de Monte Aymond. De este punto se prolongará la línea hasta la intersección del
meridiano 70 con el paralelo 52 de latitud y de aquí seguirá hacia el oeste, coincidiendo con este último
paralelo hasta el divortia aquarum de los Andes. Los territorios que quedan al norte de dicha línea
pertenecerán a la República Argentina; y a Chile lo que se extienda al sur, sin perjuicio de lo que dispone
respecto de la Tierra del Fuego e islas adyacentes, el artículo tercero.

Artículo 3°: En la Tierra del Fuego se trazará una línea que partiendo del punto denominado Cabo del
Espíritu Santo en la latitud 52° 40', se prolongará hacia el sur, coincidiendo con el meridiano occidental de
Greenwich, 68° 34', hasta tocar en el Canal Beagle. Tierra del Fuego, dividida de esta manera, será chilena
en la parte occidental y argentina en la parte oriental. En cuanto a las islas, pertenecerán a la República
Argentina la isla de los Estados, los islotes próximamente inmediatos a ésta, y las demás islas que haya
sobre el Atlántico al oriente de la Tierra del Fuego y costas orientales de la Patagonia; y pertenecerán a
Chile todas las islas al sur del Canal Beagle hasta el Cabo de Hornos y las que haya al occidente de la Tierra
del Fuego.

Artículo 5: El Estrecho de Magallanes queda neutralizado a perpetuidad y asegurada su libre navegación


para las banderas de todas las naciones. En el interés de asegurar esta libertad y neutralidad, no se
construirán en las costas fortificaciones ni defensas militares que puedan contrariar ese propósito.

Artículo 7°: Las ratificaciones de este tratado serán canjeadas en el término de sesenta días, o antes si fuere
posible.

El Tratado de Límites de 1881 fue aprobado al poco tiempo por los respectivos congresos, pero quedaron
las dudas sobre la exégesis de los puntos más álgidos del litigio. Con respecto al artículo 1°, la República
Argentina interpretó que la línea divisoria entre ambos países respondía a la demarcación determinada por
las más altas cumbres, aparte de que fueran su continuidad como divisoria de las aguas. No obstante, Chile,
representada por el Perito Barros Arana, sostuvo que la línea demarcatoria pasaba por las alturas que
dividieran aguas y no por las más altas cumbres. El criterio argentino le otorgaba una salida al Océano
Pacífico, mientras que el de Chile, corría ostensiblemente la frontera hacia el Océano Atlántico.

Ante la carencia de una adecuada cartografía por las naciones en litigio, se produjo una gran imprecisión
con respecto a la soberanía sobre las islas Picton, Lennox y Nueva; aunque ambos estados confeccionaron
posteriormente sus respectivos atlas de la región austral. La negligencia y la falta de interés de Argentina y
Chile para llegar a una solución definitiva en el trazado de los límites, hizo que el conflicto se reanime en
forma permanente transformándose en una rémora histórica; hasta que ambos países decidieron aceptar
el laudo arbitral del Papa Juan Pablo II, luego de un siglo de duración.

Se consideró que el Tratado de 1881, fue un triunfo para la diplomacia argentina cuando Chile renunció a
sus pretensiones sobre el territorio de la Patagonia, aunque nuestro país tuvo que abandonar su presencia
permanente en el Estrecho de Magallanes.

 Ley de educación común (ley 1420). El conflicto con la iglesia católica e interrupción de las
relaciones internacionales.

A comienzos de la década de los '80, cuando Roca llegó al poder, su Ministro Pizarro diseñó un proyecto
para que se aprobara por ley nacional la educación general de la República, en las escuelas primarias de la
Capital Federal y aquellas que se erigirían en los territorios nacionales. La enseñanza sería gratuita y
obligatoria, manteniéndose la disposición provincial de enseñar el catecismo dentro de las horas de clase.
Su reemplazante en el Ministerio fue Eduardo Wilde, quien inauguró el Congreso Pedagógico en 1884.

En un principio los debates sobre la parte confesional no despertaron turbulencias en los participantes,
hasta que el grupo adherido a la doctrina positivista presentó una moción rechazando la enseñanza del
catecismo en la escuela primaria; votación que resultó favorable en un principio y provocó el retiro de los
integrantes católicos como José Manuel Estrada, y otros más, disconformes con el plan laico que apoyaron
Sarmiento, Wilde y Leguizamón.

En el texto definitivo, no se discutía la enseñanza católica y otras confesiones, pero deberían


implementarse fuera de las horas de clase. Los católicos fundaron la denominada Asociación Católica, que
hizo sentir su malestar desde el periódico «La Unión», en contra del diario «<El Nacional». La polémica
entre ambos bandos se intensificó hasta llegar al paroxismo. Avellaneda, que fuera Ministro de Sarmiento y
Presidente de la Nación, discrepó con su mentor, pero los sectores liberales decidieron con su voto en las
sesiones del congreso.

En Córdoba, el discurso de Monseñor Claría, se propagó a todo el país, condenando a la escuela normal por
su raigambre educadora protestante. El gobierno sancionó la pastoral invocada por el prelado y en igual
medida a otros católicos, que desde la universidad le hicieron llegar su apoyo a la Iglesia. En el mes de
junio, el día 22, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó por mayoría el proyecto de Leguizamón. Así, el
8 de julio de 1884, se aprobó la Ley N° 1420, de Educación Obligatoria, Gratuita y Laica, creándose el
Consejo General de Educación, que tendría a su cargo la enseñanza en el nivel primario y con jurisdicción
en el orden nacional.

La campaña de los católicos en contra del gobierno prosiguió, y luego se desmadró de cauce alcanzando
matices de virulencia, contando con el apoyo del Internuncio Apostólico, Monseñor Mattera, a quien Roca
le canceló su acreditación como diplomático, lo que implicó también su expulsión del país.

No obstante, Roca le envió una correspondencia al Papa León XIII, explicándole la situación producida por
la intervención en los asuntos de estado del representante papal. Las relaciones internacionales quedaron
empañadas, pero no fue una ruptura definitiva con la Santa Sede; sólo quedaron interrumpidas las
relaciones por un período de dieciséis años; restaurándose el diálogo, con el segundo mandato de Roca, en
el año 1900.

 La crisis Baring Brothers

Las relaciones con Inglaterra y la banca baring brothers

A mitad de la presidencia de Juárez Celman, en 1889, comienzan a precipitarse sobre la economía del
régimen, ciertos indicios angustiantes que echaron por tierra el desmesurado optimismo de fines de la
década, donde se presentaron sombríos nubarrones en el campo interno y en la política exterior.

La crisis económica, había sentado profundas raíces y el Estado se había quedado sin recursos para afrontar
el pago de la deuda externa, llegando hasta la extrema situación de imprimir dinero clandestino. Los
acontecimientos se precipitaron cuando el Banco Nacional le comunicó a la Casa Baring Brothers, que no
podía hacer frente a sus obligaciones, por el movimiento especulativo de la Bolsa de Buenos Aires, donde
los capitales fueron succionados; presentándose, en consecuencia, una desaceleración de la economía,
producto de la gran astringencia monetaria sobreviviente, lo que obligó a los bancos a minimizar los
créditos, a lo que se agregó la suba del costo de las mercaderías en relación directamente proporcional a la
suba del oro, impactando esto en los salarios de los sectores de escasos recursos.

La desvalorización del peso, llegó a ser una cruda realidad, elevando el costo de vida; por eso, no tardaron
en producirse huelgas de obreros y artesanos. El avance de la crisis llevó de la mano a que la oposición se
abroquelara en una nueva fuerza política: la Unión Cívica, que anunció su participación en las cercanas
elecciones para diputados nacionales por la capital, a comienzos de 1890; la que luego se abstuvo en los
comicios por carecer de los suficientes inscriptos en las parroquias de la ciudad. Los grupos patronales,
apoyaron al gobierno para luego aumentar los salarios de los trabajadores, concluyendo abruptamente las
huelgas en ese momento. Sin embargo, el clima político comenzó de nuevo a enrarecerse frente a los
desmanejos del gobierno, promoviéndose una situación en que la conmoción llegaría a los límites del
abismo.
Se comenzó a tramar una conspiración en la que los cívicos decidieron tomar las armas para derrocar al
gobierno mediante un movimiento revolucionario, con ayuda de algunas unidades del ejército y el apoyo
de la joven oficialidad. El 26 de julio de 1890, estalló la Revolución del Parque, en donde habían confluido
civiles y militares, formándose una Junta de Guerra, con el General Manuel Campos, Alem, Goyena y del
Valle. En Retiro, se congregaron las fuerzas leales al gobierno, dirigidas por Levalle.

Mientras tanto, el Jefe de la Policía, Coronel Capdevila, reunió a sus hombres para rodear a los sublevados
del Parque. El Comando General estuvo a cargo del Vicepresidente Pellegrini, quien no pudo doblegar
desde un comienzo al conato subversivo, frente a la pasividad de las fuerzas de Campos, conformadas por
algunas legiones y regimientos ciudadanos. Al día siguiente, se produjeron algunos combates y se ordenó el
cese del fuego por la Junta de Guerra con el objeto de negociar un armisticio, al momento en que la
escuadra se sublevó y comenzó a bombardear Retiro. El día 28, se realizaron gestiones para imponer el
orden y la paz entre los contendientes, solicitándose la renuncia del Presidente de la Nación, y la amnistía
para los militares rebeldes, de parte del mando revolucionario, pero tanto Roca como Pellegrini,
descartaron tal propuesta como parte de la imposición revolucionaria. A la tarde del mismo día, se
reiniciaron las hostilidades por la dificultad de alcanzar un acuerdo perentorio; no obstante, el día veinte
continuaron las deliberaciones y tras extensos debates, los revolucionarios aceptaron deponer las armas
frente a una comisión mediadora, firmando las bases para la capitulación.

Se obtuvo la amnistía para los civiles y militares, pero muchos revolucionarios se mostraron disconformes
con la capitulación, y fueron renuentes a entregar las armas hasta el último instante.

Se puso fin a la Revolución del '90, y Juárez Celman se encontró más solo que nunca, frente al
entendimiento manifiesto entre Pellegrini y Roca. Tal era el panorama que se vivía en la Capital, en la que
reaparecieron las viejas antinomias entre porteños y provincianos; hasta que el 6 de agosto, el Presidente
presentó su renuncia, redactada por su ex candidato a sucederlo: Ramón J. Cárcano, frente a los inútiles
esfuerzos para poder encaminar su gobierno; y aunque conjurada la revolución, el orden constitucional se
encontró profundamente debilitado.

En la jornada siguiente, Pellegrini asumió como nuevo Presidente de la Nación, previa aceptación por la
Asamblea Legislativa de la renuncia presentada por Juárez Celman; y conformó su gabinete con el General
Roca en el Ministerio del Interior; Vicente López en Hacienda; Eduardo Costa en Relaciones Exteriores;
Levalle en Guerra; y José María Gutiérrez en Instrucción Pública.

De ahora en más, el gobierno tendría que hacer frente a la crisis financiera. Se elaboró un plan conocido
como «Pellegrini - López», de saneamiento de la economía y las finanzas, para pagar la deuda externa.
Victorino de la Plaza fue comisionado a Londres, con el propósito de gestionar un crédito que permitiría
cancelar los compromisos externos, para los años próximos.

En ese entonces, la Argentina no alcanzó a cumplir sus pagos con la Casa Baring Brothers, la que clausuró
sus puertas para hacer frente a la quiebra que se avecinaba.

En abril de 1891, aconteció una corrida de pequeños ahorristas, lo que obligó al Banco de la Provincia de
Buenos Aires a ingresar en cesación de pagos; y días posteriores, también al Banco Nacional. Las
posibilidades de una intervención armada por parte de Inglaterra, no fue una situación remota; lo que
hubiese implicado la enajenación de la Aduana Nacional, en la que se obtendrían los recursos para el pago
de los intereses y la amortización de la deuda. Cuando la problemática del caos llegó a ser casi irreversible,
se hizo presente una nueva esperanza a partir de las excelentes cosechas de 1890 y 1891. La balanza
comercial fue muy favorable para el país, junto a otras medidas proteccionistas que López puso en efecto
para reducir la llegada del exterior de productos que se hacían en el país; como vinos, cervezas, azúcar y
alcohol. La creación del Banco Nación y la eliminación de los bancos garantidos que emitían moneda
expúrea y clandestina, fue un avance formidable para el saneamiento de la economía argentina.
Desaconsejando a la Banca Rothschild, los diplomáticos del Foreign Office (Ministerio de Asuntos Exteriores
Británico), propiciaron una mejora en las relaciones con la Argentina, arribándose a un acuerdo en cuanto a
que la Nación ofrecería como garantía su cosecha gruesa para una renegociación de sus compromisos
internacionales, con una quita en el capital de la deuda externa y un pago fijo de 1.560.000 libras esterlinas
anuales a los acreedores de los préstamos, y 500.000 libras esterlinas a las empresas ferroviarias. De esta
forma, se alejó el fantasma de la moratoria; y la Argentina pudo cancelar sus deudas, mejorando
notablemente sus relaciones con Inglaterra, Francia y Alemania; para después continuar hasta 1930, con su
crecimiento casi ininterrumpido.

 La tensión limítrofe con chile y los pactos de mayo (1895-1902)

En el transcurso de la Presidencia de José Evaristo Uriburu (1895-1898), las ríspidas relaciones con Chile,
casi colapsaron hasta los límites de un conflicto armado. Una vez que los trasandinos ocuparon los
territorios de Antofagasta, en Bolivia; y Tacna y Arica, en el Perú, para la explotación de fertilizantes que se
exportaban a los mercados europeos; el sector expansionista de aquel país comenzó a incitar al gobierno y
a la opinión pública para que la Patagonia Argentina pasase a manos chilenas. La situación parecía propicia
para el país andino, porque la Argentina todavía se encontraba convaleciente por la crisis del '90.

El Tratado de 1881, se reveló ineficaz a la hora de establecer una frontera definitiva entre los dos países;
más aún cuando la Argentina se percató que Chile continuaba ocupando hacia 1889 la puna de Atacama,
desde la Guerra del Pacífico; cuyos derechos fueron receptados por nuestro país a cambio de ceder a
Bolivia, la ciudad de Tarija. Mientras la Argentina seguía al pie de la letra con el límite sobre las más altas
cumbres que dividen aguas, Chile optó por el inexplicable divortia aquarum. La situación se tornó grave y
en marzo de 1893, se acordó con el gobierno trasandino un Protocolo Complementario del Tratado de
1881.

Se decidió que ambas partes propusieran una comisión mixta en 1899, para que se solucionara el problema
de la Puna. La diatriba entre los americanistas y localistas de ambas naciones, fomentó el clima belicista de
la época demostrando que Chile inclinaría la balanza a su favor, en la relación de fuerza con la Argentina, en
cuanto a que su ejército y armada se encontraban pertrechadas en inmejorables condiciones, con armas
muy modernas, gran cantidad de buques y un importante entrenamiento con asesores extranjeros.

El gobierno de Uriburu, comenzó la tarea de mejorar la performance de sus propias fuerzas, con la
ampliación de diques y arsenales, la construcción de varios acorazados en el exterior y la extensión de los
ferrocarriles a Neuquén; llegando a equilibrar el poder de fuego con el vecino país.

Tanto el criterio como el tacto del Presidente Errázuriz, impidieron que la situación llegue a mayores. En
1898, al finalizar el gobierno de Uriburu, se puso un límite al expansionismo chileno. Una vez Roca en el
segundo mandato, propuso a su colega chileno, el Presidente Errázuriz, un encuentro para consolidar la
amistad argentino-chilena. Se trató de un acto de fraternidad y no se firmó ningún tratado al respecto.

Fiel a su ejecutividad, Roca acordó con Errázuriz, un poco antes de la Reunión del Estrecho, acelerar los
trámites diplomáticos a los efectos de solucionar definitivamente el trazado de los límites en la Puna de
Atacama, tal como se lo había dispuesto en 1895; nombrándose cinco delegados por país, y proponiéndose
el laudo al Ministro Plenipotenciario Buchanam, de los EE.UU.

Este diplomático fraccionó la Puna en dos partes, lo que llevó a que el conflicto se descomprimiera
rápidamente. Este fallo, fue aprobado por el Congreso de la Nación en mayo de 1899. El clima de concordia
entre las dos naciones, duró hasta mediados de 1901, cuando el expansionismo y el localismo chilenos
nuevamente se opusieron abiertamente al ideario americanista, después de que fuerzas militares chilenas
avanzaban para ganar espacio en los territorios sometidos al arbitraje británico.

La carrera armamentista se recalentó a partir del reclamo argentino y la respuesta sin fundamento del
gobierno chileno de que no se trataba de un avance militar sino del simple tránsito por algunos senderos
sin utilidad militar. Chile hizo caso omiso a la situación de no innovar, de acuerdo con lo firmado en un
protocolo anterior, abriéndose de nuevo las expectativas de un conflicto bélico.

En diciembre de 1901, se estuvo al borde del desastre, pero la situación estratégica favorecía a la Argentina
en esta oportunidad, por la expansión de los ferrocarriles y una correlación superior en material de guerra y
pertrechos.

Los localistas de los dos países, entendieron que la cuestión de límites debería tratarse exclusivamente
entre argentinos y chilenos; de todas maneras, la paz se impuso a partir del fallo del Rey Eduardo VII de
Inglaterra, el que no tardaría en ser aceptado por las dos partes. La actuación diplomática argentina fue
equívoca en esta situación, por el conflicto que aún mantenía con el Reino Unido por la soberanía de los
archipiélagos australes.

En Chile, se consideró que los Pactos fueron un triunfo rotundo de su diplomacia; los diferendos se
resolverían siempre por la vía del arbitraje de las controversias sobre la base de una negociación
permanente, recurso que utilizó el país andino, en casi un siglo de diferendos con la República Argentina;
no tuvo el ideario de querer resolver definitivamente los conflictos, sino más bien, seguir planteando
nuevas dudas sobre lo que se pretendió resolver anteriormente, para ser sometido al arbitrio de un tercer
país; a diferencia de la Argentina, que siempre buscó un arreglo permanente.

Se conformó una comisión compuesta por Rodríguez Larreta, Roque Sáenz Peña, Indalecio Gómez, Vicente
Fidel López, Lisandro de la Torre y Matías Sánchez Sorondo, quienes se opusieron a los Pactos con Chile, los
que fueron repudiados en un acto público.

Los Pactos de Mayo, fueron analizados en sesiones secretas por el Senado a fines de junio de 1902, en las
que algunos legisladores afirmaron que sus consecuencias acarrearían una paz armada permanente, con la
ruina esperando en potencia y la guerra en el horizonte.

Una vez aprobados los Pactos, quedaron otros pleitos sin resolver, uno de los cuales era la disputa por las
altas cumbres o el divortia aquarum, que fue sometido al fallo de la corona británica. El 20 de noviembre de
1902, se dio a conocer el laudo arbitral sobre los 94.000 Km en disputa: 54.000 Km fueron para Chile y los
restantes 40.000 para Argentina, lo que representó un claro despojo para nuestro país.

 La Argentina y el ABC. los comienzos de la primera guerra mundial

La intervención de los Estados Unidos de América durante el desarrollo de la Revolución Mexicana fue
cáusticamente cuestionada por la mayoría de los países latinoamericanos; aún cuando el usurpador
General Huerta, detentara una dictadura que iba en contra de los principios constitucionales.

La postura argentina y de otros países de la región se encontraba reñida con la injerencia de un estado
extranjero en los asuntos internos de otra nación. El Dr. Victorino de la Plaza, a cargo de nuestra
presidencia, ratificó la posición internacional de Sáenz Peña, contraria a la intromisión en México.

Inmediatamente, el Ministro Murature convocó a los representantes diplomáticos de Brasil y Chile para
mediar en el conflicto en nombre de Latinoamérica, a los efectos de lograr la paz. Se conformó así, el ABC,
que tuvo una importante reunión en Niagara Falls, conjuntamente con los funcionarios del país agresor,
nombrados a tal fin. Victoriano Huerta tuvo que abandonar el poder y en su lugar se reconoció al líder
revolucionario constitucionalista Venustiano Carranza.

Estados Unidos, a solicitud del ABC, se retiró con sus fuerzas de México, quedando Carranza consolidado
como el segundo presidente constitucional después de Eduardo Madero, quien fuera despojado de su
mandato y fusilado por el dictador Huerta. El 25 de mayo de 1914, el ABC ratificó su decisión conjunta a
favor de la paz y de la confraternidad americana.
En julio de 1914, la tensión internacional entre los países del centro europeo se había vuelto muy difícil de
revertir. Nada hacía presagiar que se estaba frente a la inminencia de un conflicto bélico a escala mundial,
al momento en que fue asesinado el Archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona del Imperio
Austro Húngaro, mediante un atentado acaecido en Sarajevo. Este hecho fue el detonante que hizo estallar
el conflicto europeo, donde se ocultaban profundas antinomias y divergentes realidades políticas,
económicas y sociales, entre los bandos oponentes.

El 1° de agosto de 1914, se inició la Primera Guerra Mundial entre Alemania y Austria-Hungría contra
Francia, Rusia y Serbia. Poco después ingresaron a la guerra: Inglaterra, Bélgica, Italia, Japón, Turquía y
otros países de diferentes continentes.

Entre las causas principales del conflicto, se cuentan las rivalidades de las naciones centrales por el dominio
de la materia prima en sus respectivos imperios coloniales; como así también las luchas territoriales,
agudizadas por los nacionalismos extremos en Europa. Entre Francia y Alemania perduraba el contencioso
territorial por Alsacia y Lorena, reivindicados por los galos. Polonia se encontraba dividida y abogaba por su
integridad nacional. En el hinterland balcánico, territorio absolutamente dependiente en materia
económica y cultural, la inestabilidad era permanente por el trazado de las fronteras que obligaba a
mantener en estado de alerta a los efectivos militares de las naciones en litigio.

A finales del siglo XIX, la preponderancia industrial de Inglaterra era en extremo avasallante,
convirtiéndose en el «taller del mundo», pero a comienzos del siglo XX, la industria pesada alemana
comenzó a desplazar de los mercados a su oponente inglés. El puerto holandés de Rotterdam se transformó
en una vía de salida para las mercaderías germanas; a la par que, en Rusia, sus productos invaden el
mercado oriental, cuadruplicando a las ventas inglesas. Las finanzas alemanas se hicieron presente en
Turquía, quedando Europa envuelta en una permanente paz armada.

El gobierno austro-húngaro, recurrió a la fuerza de las armas para responder a lo que entendía, era una
amenaza del nacionalismo serbio. Los hechos se concatenaron a gran velocidad, confluyendo en una
encrucijada fatal: una situación aporética sin retorno.

Se enfrentaron desde los comienzos: Rusia, Francia, Serbia, Inglaterra y Bélgica en contra de Austria-
Hungría, Alemania y Turquía.

La mayoría de las naciones beligerantes eran importantes potencias industriales de la época, conformando
un eje desde el cual se realizó la división mundial del trabajo. El alto nivel de tecnificación estuvo
relacionado con las innovaciones constantes en el ámbito armamentístico; el avión, el tanque y el
submarino llevaron a cabo importantes misiones de combate, comenzando a renovar la táctica militar en el
campo de batalla.

La extensión geográfica del conflicto, presentó desde un principio las características de una guerra
continental, que se mundializó por la magnitud de los intervinientes; los que arrastraron en el esfuerzo
bélico a sus propias colonias.

En un comienzo, las acciones tácticas denotaron una guerra de movimientos, a lo que siguió una guerra de
posiciones con un gran desgaste generalizado. 1917, es el penúltimo año de la guerra, en donde la ventaja
táctica de la Entente rompió con el equilibrio de las acciones, al momento en que los EE.UU. decidieron
ingresar al conflicto, aun cuando Rusia se retiró del frente oriental, negociando la paz en Brest-Litovsk.

La potencia de América, hizo un aporte decisivo en las acciones militares, desde los aspectos financiero,
industrial y bélico. 1918, es fundamental para el retorno a las grandes ofensivas, en las que Alemania
fracasó en su avance hacia el Marne, en Francia, retrocediendo ante la embestida de las fuerzas de los
aliados europeo-americanos.
Finalmente, Alemania se rindió el 11 de noviembre de 1918, firmando el armisticio en Compiegne, previa
huida del Emperador Guillermo II, proclamándose la República en la capital del ex imperio.

En 1919, se firmó el Tratado de Versalles, documento clave en las relaciones internacionales del período,
que hace alusión a un nuevo remodelamiento del mapa europeo, las sanciones a Alemania y el debate
sobre la responsabilidad del conflicto; a la vez que sus efectos impactaron no sólo en Europa sino también
en el resto del planeta, para consagrar la libertad de navegación marítima y el surgimiento a posteriori de la
Sociedad de las Naciones, formulándose así una suerte de programa para la paz en el mundo. Lo
establecido en el texto de los primeros seis artículos es el siguiente:

1. Convenios de paz negociados a plena luz, después de lo cual no habrá más alianzas particulares y
secretas de ningún tipo entre las naciones, y la diplomacia procederá siempre de forma franca y a
la vista de todo el mundo.
2. Libertad absoluta de navegación por mar, fuera de las aguas territoriales, tanto en tiempo de paz
como en tiempo de guerra, salvo en caso de que los mares estuviesen cerrados, por completo o en
parte, por una acción internacional que intentase hacer aplicar acuerdos internacionales.
3. Supresión, en la medida de lo posible, de todas las barreras económicas y adopción de condiciones
comerciales idénticas para todas las naciones que admitan la paz y se asocien para salvaguardarla.
4. Garantías mutuas adecuadas para reducir los armamentos de cada país al mínimum compatible con
la seguridad interior.
5. Intercambio debatido libremente, dentro de una perspectiva amplia y absolutamente imparcial, de
todas las reivindicaciones coloniales, basado en la observación estricta del principio según el cual,
para solucionar estas cuestiones de soberanía, los intereses de las poblaciones en juego tendrán la
misma importancia que las reivindicaciones justas del gobierno cuya función deberá definirse.
6. Evacuación de todo el territorio ruso y solución de todas las cuestiones referentes a Rusia, que
garantice una cooperación óptima y lo más libre posible entre todas las naciones del mundo.

En lo que respecta al Artículo 14°, el mismo sostiene que: Es necesario constituir, en virtud de convenciones
formales, una asociación general de naciones cuyo objetivo será ofrecer garantías mutuas de
independencia política y de integridad territorial, tanto a los pequeños como a los grandes estados.

Una vez producida la Primer Gran Guerra en 1914, la República Argentina decidió aplicar el Principio de
Neutralidad frente a las naciones beligerantes, conforme a lo dispuesto en la Convención de La Haya. Un
año después se produjo en la entrada del Río de la Plata, el apresamiento del buque «Presidente Mitre»,
que en ese entonces era propiedad de una empresa alemana, por parte de un crucero británico. Este vapor
llevaba la bandera argentina y estaba matriculado en nuestro país, realizando navegación de cabotaje con
transporte de pasajeros y carga a los puertos de la Patagonia; estando también compuesta su tripulación
por marinos argentinos. Se consideró un error de interpretación la apropiación del buque, a lo que el
Foreign Office ofertó una transacción al respecto, lo que implicó la devolución del navío sin el
reconocimiento explícito de la intervención llevada a cabo. Tanto Brasil, Chile y gran parte de
Latinoamérica, condenaron el atropello.

Otros casos de la neutralidad

 La dependencia de la argentina al comercio exterior que la obligaba a no desertar ningún socio


comercial probable.
 La existencia de la mayor simpatía hacia Alemania que a estados unidos por factores económicos y
políticos.
 La simpatía del ejército argentino que se había formado enmarcándose bajo el modelo de
colaboración del ejército alemán, hecho que llevaba a que muchos argentinos no desearan la
beligerancia contra Alemania.
El ABC, tuvo dos momentos en su evolución. La primera parte, con el fin de la República Conservadora; y un
segundo momento, con el advenimiento de los radicales al poder y la República Demo-Liberal, que
alcanzaría su cenit con el gobierno de Hipólito Yrigoyen.

Con la Generación del '80, apareció sin lugar a dudas el despegue durante 50 años de una economía
agroexportadora adaptada a los cánones del liberalismo en una sociedad que comenzó a tener movilidad
social con la llegada de los elementos inmigrantes, pero con una tradición política conservadora y
autoritaria, que luego tuvo que adaptarse al juego bipartidista de la etapa demoliberal desde 1916 a 1930.
Sin embargo, se puede decir que fue el único grupo de poder que tuvo un proyecto de Estado y conducción
en las relaciones internacionales de la época, llegando la República Argentina a detentar el sexto o séptimo
lugar entre las naciones del orbe.

La influencia del Positivismo en las elites gobernantes e intelectuales, tuvo su sesgo particular que propició
la mirada hacia Europa y otros países desarrollados; no obstante, el pensamiento de Alberdi y Sarmiento no
pudo modelarse en su totalidad por la evolución misma de la División Mundial del Trabajo, quedando el
país sujeto a los vaivenes propios de la economía internacional.

Hacia 1913, la mayoría de las inversiones extranjeras provenían de capitales privados; y después de la Gran
Guerra, se produjo una suba de los productos de exportación, al nivel de una bonanza sin precedentes; a lo
que algún historiógrafo catalogó como “la Era de la Argentina opulenta”.

Al calor de la época, se formó una industria nacional incipiente, como producto de la cesación abrupta de
las manufacturas provenientes de Europa. Por un lado, se mantuvieron estables las exportaciones a
Inglaterra hasta 1930; pero por otro, no se pudo acceder a nuevos mercados crecientes y estables en los
Estados Unidos.

Los embates de la época, el crack de Wall Street y la crisis del modelo agroexportador, abonaron el camino
definitivo hacia un nuevo enfoque del mercado interno a través de la industrialización por la sustitución de
importaciones y el establecimiento por más de medio siglo del Estado de Bienestar, que reemplazó al
arcaico estado gendarme.

Unidad II: La Política Exterior durante la República Neoconservadora 1930-1943

 La política exterior del período. Los Acuerdos de Ottawa. El Pacto Roca-Runciman.


Neutralidad Argentina frente a la Segunda Guerra Mundial. Germanófilos y Aliadófilos.
Tratado Malbrán-Eady. La Revolución de 1943. La ruptura de relaciones con Alemania.
Declaración de la Guerra al eje a poco de terminar el conflicto mundial. Incorporación
argentina a la ONU y a la OEA.

Política exterior –Neutralidad Argentina frente a la segunda guerra mundial – Germanófilos y


Aliadófilos – La ruptura de relaciones con Alemania
La alternativa de la inserción mundial a través de la vinculación alemana pretendía ampliar el marco de
competencias, sobre todo con Inglaterra implicaba una prolongación del status quo.
Esta alternativa, para sus defensores, gozaba de una serie de implicancias positivas: por un lado, reforzaba el
alineamiento cultural argentino con Europa, lo que hasta entonces se traducía como la posibilidad de obtener
capitales y artículos importados a cambio de productos agrícola-ganaderos; por otra parte, dejaba planteada
la posibilidad de que la tecnología alemana tuviera un rol protagónico en la modernización de la economía
nacional; y además evitaba la reformulación de la tensa relación con Estados Unidos.
En comparación con la opción de Estados Unidos “Alemania disponía de importantes ventajas: la capacidad
creciente de aumentar sus importaciones de la Argentina” (lo que sólo resultó cierto hasta que Alemania
produjo la conversión a la producción militar) y “la existencia de la colectividad alemana (a comienzos de
los años treinta residían en nuestro país un cuarto de millón de habitantes de la colectividad)” (Newton,
1995).
Además, el balance del intercambio comercial entre Alemania y Argentina desde el 1900 siempre había
favorecido a nuestro país. Y luego de la Primera Guerra, y por el aislamiento europeo, los empresarios
germanos encontraron en Argentina el destino para invertir las ganancias logradas durante el al modelo
económico nacional. Asimismo, no debe pasarse por alto la posibilidad, no sólo de que Inglaterra cayera ante
los alemanes (como había sucedido por ejemplo con Francia) haciendo aún más complicada la de que
Alemania saliera victoriosa en el conflicto internacional.
En efecto, los alemanes habían planeado que ante su victoria podrían hacer en pie en Brasil a modo de
plataforma de operaciones en el hemisferio occidental. Estos planes, sin embargo, se vieron frustrados de
antemano cuando Getulio Vargas optó por el alineamiento con Estados Unidos. Consecuencia obligada de
ese en columna miento fue que los alemanes cambiaran su centro de atención en ese hemisferio de Brasil a la
Argentina. Ahora bien, la mera posibilidad de vinculación entre Argentina y Alemania fue considerada, tanto
por las facciones internas contrarias a dicha Nación como a los que estaban a favor de la misma. El gobierno
norteamericano supo exacerbar esa “amenaza” con su POBLACIÓN.
En el país hay tres grupos: los germanófilos, los aliadófilos y los neutralistas.
- En el ejército están las tres corrientes, la armada era aliadófila.
- La mayoría de la población era neutralista, para seguir la tradición desde la época de Yrigoyen.
- A los ingleses siempre les convino una argentina neutralista para que no se interrumpieran los
abastecimientos argentinos.
- Los norteamericanos presionaron para que argentina entre en la guerra, ya que lo tenía a Brasil
alineado.

En palabras de Newton, lo que comenzó a mediados de los años 30 como un conflicto clásico por mercados
(más importante para Estados Unidos) y recursos naturales (más importante para ALEMANIA en el impulso
de la guerra propagandística en una lucha más amplia por el futuro Argentino Hay que destacar las
tendencias por la autonomía que se vislumbraron en este período, aun cuando no hubieran tenido gran
relevancia en el plano político.
FORJA tenía vocación latinoamericanista. Consideraba que la realización del destino de la región estaba en
la cooperación para liberarse de todo tutelaje político y económico. Por el contrario, el panamericanismo
propiciado por los EEUU era denunciado como un instrumento del “Imperio del Norte.
La Segunda Guerra Mundial y su influencia en nuestra política exterior.
La política de neutralidad que tuvo la Argentina frente a la Segunda Guerra Mundial produjo un gran
impacto en el país, ya que fue la principal causa de conflicto con los Estados Unidos. Hay un antes y un
después de la intervención norteamericana en la conflagración, por lo que podemos analizar la política
argentina en dos etapas.
Los Estados Unidos van a mantener una política neutral, con lo que se vislumbrará un acercamiento con la
Argentina. Por su parte, el presidente Ortiz firmó un decreto declarando, el 4 de septiembre de 1939, la
neutralidad argentina ante la guerra entre Reino Unido, Francia, Polonia y Alemania.
La postura argentina parecía seguir un curso lógico que se explica, dice Rapoport, por el alejamiento del
escenario de la guerra; la existencia de tendencias autonómicas surgidas, pese a sus limitaciones, del
desarrollo del sector industrial y del mercado interno; la tradición neutralista de la Primera Guerra Mundial;
y los desacoples en la alianza anglo-norteamericana. (Rapoport, 2007: 256). Además, la neutralidad estaba
respaldada por el Reino Unido.
Además, la neutralidad frenaba las pretensiones de Washington, al impedir la incorporación argentina al
sistema panamericano.
Entre septiembre y octubre se llevó a cabo la primera reunión de consulta de ministros de Relaciones
Exteriores en Panamá, donde se defendió a la neutralidad como una política panamericana. En la
“Declaración de Panamá” se proclamó la solidaridad y la neutralidad hemisféricas. se creó una zona de
seguridad marítima en torno al continente, dentro de la cual los beligerantes no podían realizar actos de
guerra. Argentina sólo se opuso al patrullaje de las aguas, por lo que quedó como una acción facultativa; a su
vez, aprovechó para reiterar su soberanía sobre las Islas Malvinas.
En abril de 1940, el Canciller Cantilo propuso al gobierno norteamericano abandonar la neutralidad para
pasar a la posición de “no beligerancia”, que implicaba un apoyo más decidido a los aliados. El incidente del
Graf Spee, el acorazado alemán hundido por buques aliados el 17 de diciembre de 1939 en el Río de La
Plata, GRUPOSS pro-Eje dentro de la Argentina, parecen indicar al Canciller la necesidad de un accionar
más enérgico frente a la guerra; Cantilo afirmó al embajador norteamericano Armour que la “no
beligerancia” constituía una postura intermedia entre la neutralidad y la declaración de guerra, permitiendo a
los gobiernos libertad de acción, mientras que no tendría una respuesta negativa por parte de los alemanes,
dado que Italia ya tenía este estatus (En este sentido, y debido a la tradicional confrontación entre el gobierno
argentino y el estadounidense, “la propuesta argentina tomó por sorpresa a Estados Unidos, que no esperaba
que una propuesta de no beligerancia venga desde el lado argentino”.
La propuesta fue rechazada por los norteamericanos, aumentando los roces con el gobierno argentino y
reforzando a las tendencias neutralistas. La actitud de los Estados Unidos se explica por su delicada situación
interna: el país se encontraba en pleno período electoral, con Roosevelt compitiendo por la reelección en un
ambiente tensionado por las tendencias aislacionistas de una gran parte del electorado. Asimismo, la
propuesta argentina significaba la modificación de la legislación americana, prácticamente imposible con la
mayoría opositora en el Senado. Sin embargo, los norteamericanos cambiaron su postura rápidamente debido
a la toma alemana de París y a la entrada de Italia al conflicto. Por ello fue que Roosevelt buscó apoyo en
Latinoamérica y envió, en junio de 1940, una misión para discutir con la Argentina planes de defensa
continental y la posibilidad de instalar bases militares en las Malvinas.
Por su parte, la Argentina en la Conferencia Panamericana de la Habana (bajo la representación del delegado
Leopoldo Melo) rechazó el establecimiento de una organización militar, política y económica panamericana.
Fue necesario, entonces, que el secretario de Estado Cordell Hull hablara directamente con Ortíz para que la
Argentina firmara la declaración final, haciendo una reserva respecto a las Islas Malvinas, previendo que el
Reino fuera a caer al igual que Francia en manos de los alemanes.
Ahora bien, el reemplazo de Ortíz por su vicepresidente Castillo implicó una actitud menos cooperativa del
país hacia la Casa Blanca, aun cuando son importantes las figuras públicas que defienden la causa aliada
desde la Argentina, como Pinedo, Justo y Julio A. Roca (h).
Además, es importante la influencia de Enrique Ruíz Guiñazú, Canciller argentino a partir de 1941, a quien
Castillo le dio una gran autonomía en la toma de decisiones en política exterior. El nuevo Canciller, de
tendencia nacionalista, hispanista y conservadora, estaba fuertemente ligado al Vaticano y apoyaba la
neutralidad argentina.
Pero la intervención estadounidense en la guerra generó serios inconvenientes para nuestro país. Estados
Unidos presionó fuertemente para unificar al continente contra las fuerzas del Eje. No hay que olvidar que la
guerra fue la excusa perfecta para consolidar el panamericanismo, que era el objetivo primordial de la
política del “buen vecino” de Roosevelt.
Está claro, entonces, que luego de Pearl Harbour la actitud de los Estados Unidos hacia la Argentina se hizo
más agresiva, pues la veía como una amenaza para su seguridad, como un freno a la imposición de su
sistema y como una fuente de conflicto con el Reino Unido.
Es en la conferencia de Río de Janeiro en enero de 1942 (la tercera reunión de consulta de ministros de
Relaciones Exteriores) donde se produce el más duro enfrentamiento entre Buenos Aires y Washington.
Sumner Welles, el delegado norteamericano, tenía instrucciones de lograr que los países latinoamericanos
rompieran relaciones con el Eje, consolidando la solidaridad del continente ante al ataque japonés.
Pero la delegación argentina logró que se aprobara sólo una “recomendación” a los países latinoamericanos
para romper relaciones con el Eje. De esta manera, el gobierno de Castillo firmó una declaración final que no
comprometía su “prudente neutralidad”.
Los resultados de la conferencia fueron muy poco satisfactorios para Hull, quien representaba a los intereses
agropecuarios y defendía una política de “mano dura” hacia la Argentina. Por ello, la política conciliadora y
de compromiso de Welles, quien representaba a la línea “blanda” con relación a nuestro país, le significó su
renuncia.
Con respecto a esta temática, vale la pena mencionar que ha existido un interesante debate en torno a esta
situación en el ambiente académico argentino. La utilización del término “boicot económico” para definir las
acciones norteamericanas destinadas a ahogar económicamente a Argentina e imponerle el
panamericanismo, fue motivo de una conocida discusión entre Mario Rapoport y Carlos Escudé. Una de las
cuestiones más importantes es si fue verdaderamente un “boicot” como afirma Escudé, o no, dado que según
Rapoport “boicot significa una ruptura total de las relaciones económicas, y esto nunca sucedió”.
Estados Unidos aplicaron fuertes sanciones que tuvieron un tremendo impacto económico para Argentina,
dejándola fuera de los beneficios de su Ley de Préstamos y Arriendos y negándole toda ayuda económica. El
problema de las sanciones a Argentina produjo roces entre los aliados, puesto que los ingleses no
interpretaban la neutralidad argentina de la misma manera que los norteamericanos.
Desde el punto de vista económico la Argentina no fue en absoluto neutral y actuó, en el abastecimiento de
los países aliados, en una forma similar a Estados Unidos con su ley de préstamos y arriendos.
Sumado a las presiones internacionales, en Argentina se vivía un clima interno de fuerte tensión y represión.
Los viejos partidos no sabían hacer frente a los nuevos actores sociales, el radicalismo se evidenciaba débil,
y las miradas estaban, entonces, en las fuerzas armadas. El gobierno conservador, por su parte, se estaba
preparando para las próximas elecciones presidenciales, donde se designaría –por medio del fraude– al
terrateniente salteño Robustiano Patrón Costas. Pero antes de que esto sucediera, el 4 de junio de 1943 se
produjo el golpe de Estado organizado por los militares nacionalistas del GOU (Grupo de Oficiales Unidos),
que derrocó a Castillo.
Estados Unidos aplicaron fuertes sanciones que tuvieron un tremendo impacto económico para Argentina,
dejándola fuera de los beneficios de su Ley de Préstamos y Arriendos y negándole toda ayuda económica.
Debido a esto, nuestro país quedó aislado del sistema interamericano a tal punto que no fue invitado a la
conferencia de Chapultepec de 1945. El problema de las sanciones a Argentina produjo roces entre los
aliados, puesto que los ingleses no interpretaban la neutralidad argentina de la misma manera que los
norteamericanos. Como explica Rapoport, Una de las causas principales de la polémica entre Churchill y
Roosevelt acerca de la política a seguir hacia el gobierno de Buenos Aires –Inglaterra se oponía a las
sanciones económicas y políticas propiciadas por Estados Unidos–, radicaba en que la Argentina era una
fuente crucial de abastecimientos para las islas británicas.
Las distintas posturas: rupturistas y neutralistas, la Segunda Guerra Mundial fue un verdadero catalizador de
los conflictos y las fracturas internas en Argentina. Al ver que la guerra iba a definir los nuevos centros de
poder mundial, los distintos grupos en el país tomaron postura según su visión de cómo debía ser la inserción
internacional argentina. En verdad, aquí se estaba definiendo si el país iba a seguir vinculado con la
economía británica o pasaría a vincularse con la norteamericana.
En términos generales, la elite tradicional defendía la neutralidad porque, como hemos visto, priorizaba la
relación con el Viejo Continente y con el Reino Unido, a la vez que desconfiaba del acercamiento con
Estados Unidos. Aun así había ciertos personajes dentro de la oligarquía que propugnaban la mejora de
relaciones con los Estados Unidos, como fue el ex ministro Federico Pinedo.
Los radicales, durante la Primera Guerra Mundial, habían defendido insistentemente la neutralidad argentina,
mientras que los conservadores la criticaban y buscaban la ruptura. Sin embargo, en la Segunda Guerra
Mundial fueron los radicales los defensores de la ruptura pro-aliada (aunque no de manera unificada),
mientras que los conservadores mantuvieron la neutralidad. Es que en esta ocasión el oficialismo radical era
alvearista, y defendía el realismo de Alvear (quien buscaba un mejor posicionamiento del país en el nuevo
orden mundial que se perfilaba) a diferencia de lo que fue el neutralismo moral Yrigoyenista.
Defendiendo el neutralismo se encontraban, asimismo, los nacionalistas de derecha. Clerical, oligárquico,
con influencias fascistas, franquistas y maurrasianas, este grupo tuvo influencia en el golpe de 1930 y
especialmente en el gobierno de Castillo. Defendieron públicamente la neutralidad del gobierno, pero no fue
fácil mantenerla en vista de las victorias aliadas (Rapoport, 1980: 52-53). Además, la influencia económica
que podía tener Alemania sobre Argentina era muy débil debido a la guerra.
Por otro lado, los comunistas tuvieron una clara posición durante la guerra al seguir las decisiones de la
Unión Soviética. Por ello, antes de la invasión alemana a la URSS defendieron la neutralidad, dado que el
conflicto era interimperialista y que los enemigos eran las potencias anglosajonas.
En cambio, luego de la invasión, virarán hacia una ferviente defensa de la causa pro-aliada, denunciando a
los neutralistas como nazis. Los socialistas defendieron la causa aliada desde el principio. Si bien no era
menor la preocupación que tenían por las relaciones argentinas con el Reino Unido, veían con buenos ojos la
política del “buen vecino” estadounidense.
Finalmente, la guerra afectaba también a las Fuerzas Armadas, por lo que en su interior había distintas
tendencias y posturas al respecto. Es importante entender que, si bien algunos de sus miembros podían tener
simpatías por el Eje, acusar a todas las Fuerzas Armadas de seguir esa línea es simplificar las cosas. Potash
establece que, al principio del conflicto, se podían distinguir distintas posturas. Por un lado, se encontraba el
ministro de Guerra Márquez y los oficiales más cercanos a él, así como muchos comandantes y oficiales, que
se identificaban con las tradiciones liberales argentinas, apoyaban la neutralidad del gobierno pero, también,
aceptaban el acercamiento a la causa aliada.
Los acuerdos de Ottawa
Entre 1929 y 1930, las importaciones británicas de carne vacuna enfriada, congelada y ovino congelado de
origen argentino disminuyeron, frente al aumento de las importaciones provenientes de los dominios
británicos y de Uruguay. Esta contracción argentina estuvo vinculada a las medidas que el gobierno de Gran
Bretaña adopto en favor de sus dominios en la Conferencia de Ottawa en 1932.
En ese año, se registraron varios intentos de enviar una misión económica al reino unido, los intentos de una
misión económica argentina tropezaron con la oposición del gobierno británico. La conferencia de Ottawa
instauro la preferencia imperial de gran Bretaña respecto de sus dominios coloniales tan temida por los
ganaderos argentinos. En Ottawa se concretó acuerdos con los dominios y se impusieron cuotas sobre las
importaciones británicas de carne provenientes de la Argentina. Una importante derivación de los acuerdos
de Ottawa fue la introducción por parte del gobierno británico de un sistema de licencias de importación para
la carne.
Como reacción y ante la creciente presión de los sectores ganaderos, el gobierno argentino produjo una
mezcla de amenazas y súplicas en dirección al gobierno del reino unido.
Se puede identificar 4 elementos que distinguían las relaciones económicas anglo-argentinas:
- La dependencia argentina del consumir británico.
- Dependencia británica de las materias primas argentinas (Caso de carne enfriada).
- Alcance de las inversiones británicas en la argentina.
- Muchos exportadores a la argentina era uno de sus más grandes mercados.

De estos cuatro elementos, los tres últimos otorgaban a las autoridades argentinas un potencial poder de
negociación frente a sus colegas británicos.
La conferencia Imperial de Ottawa había decidido medidas preferenciales para los miembros de la
Commonwealth, afectando a los intereses ganaderos argentinos, dado que implicaban la reducción en un
tercio de las compras de carne congelada argentina, y en un 10% de la enfriada. A la vez, el gobierno
argentino poseía a través de la política arancelaria y el control de cambios una poderosa arma para negociar
con los británicos. Estos mecanismos permitían al gobierno argentino discriminar las importaciones y regular
el monto de las divisas que sería utilizado para pagar el servicio de la deuda británica, seguir comprando
productos británicos o remitir las utilidades de las empresas británicas instaladas en la Argentina.
Roca-Runciman
(El bilateralismo con Gran Bretaña bajo condiciones desventajosas).
La situación de Argentina a comienzos de la década de 1930. Para comienzos de la década de 1930
Argentina mantenía amplias relaciones con el Reino Unido, su referente europeo. En el país existían grandes
inversiones inglesas, principalmente en ferrocarriles, frigoríficos y en el negocio maderero. Durante el
gobierno de Yrigoyen, se buscó un profundizar el bilateralismo con Gran Bretaña, y en 1929 llegó a la
Argentina la misión británica encabezada por D.Abernon.
El fruto de esta misión fue un convenio comercial recíproco (Oyhanarte-Robertson), por el que el gobierno
argentino se comprometía a comprar repuestos y materiales ingleses para los ferrocarriles, mientras que el
gobierno británico aseguraba la compra de cereales y otros productos argentinos.
Entre julio y agosto de 1932, se reunió la Conferencia de Ottawa en Canadá, en la que participaron el Reino
Unido, Canadá, Eire, Terranova, Australia, Nueva Zelandia, la Unión Sudafricana, India, Rodhesia del Sur y
Birmania, quienes acordaron severas medidas proteccionistas, y eliminaron sustancialmente las compras a
realizar en países no pertenecientes a la Commonwealth. El acuerdo perjudicó aún más a la República
Argentina en cuanto a la colocación de las carnes en el Reino Unido, ya que este, en razón de la conferencia,
podría comprar a sus Dominios a precios preferentes. Previamente, en febrero de ese año, Agustín P. Justo
asumía la presidencia de Argentina, con Julio A. Roca (h) como vicepresidente.
Por último, en enero de 1933 arribó al país el economista británico Sir Otto Niemeyer, quien estudiaría la
situación financiera argentina, por invitación del Banco de la Nación. Su asesoramiento tuvo mucha
influencia en la posterior disolución de la Caja de Conversión y la creación del Banco Central, decisión
criticada desde varios sectores que alegaban la sumisión de la política financiera argentina a los intereses
británicos.
Finalmente, se envió una misión a Gran Bretaña encabezada por el vicepresidente Julio A. Roca (h), que
partió en enero de 1933, y que negociaría con Walter Runciman, titular del Board of Trade británico, y una
comisión comercial. El principal tema a acordar era el de las importaciones de «chilled meat» (o carne
enfriada), el producto exportable que se consideraba más afectado por las disposiciones británicas. Las dos
partes tenían en claro cuáles eran sus objetivos antes de comenzar las conversaciones.
Argentina pretendía ejercer el control sobre las cuotas de carne que se enviarían al Reino Unido, mientras
que este último pretendía el desbloqueo de los dividendos de sus inversiones a través de la disponibilidad del
cambio, que hasta entonces había impedido que las libras retornaran a Europa.
En ese entonces, los frigoríficos se encontraban casi en su totalidad en manos de capitales ingleses, por lo
que la cuota de carnes a exportar a Gran Bretaña era manejada prácticamente por los propios ingleses. Pero
el obtener el gobierno el control de la cuota de carne daría las herramientas «para poder negociar desde una
posición fuerte con los frigoríficos, y luego la seguridad de que no se reduciría aún más la cuota de carne
enfriada destinada al Reino Unido».
La postura del vicepresidente Roca durante las negociaciones fue la de anteponer ante todo la seguridad de
obtener una amplia cuota de exportación de carne, aún resignando a que los británicos obtuvieran amplias
ventajas por la modificación del sistema cambiario.
Las instrucciones impartidas por la cancillería argentina establecieron que dicha misión debía lograr un
acuerdo que se acercara lo más posible al status quo respecto de la carne enfriada. Los otros rubros de
exportación no fueron considerados de importancia debido a que no habrían sido afectados por los acuerdos
de Ottawa o porque podían encontrarse para ellos mercados alternativos al británico.
Estas negociaciones estaban estrechamente vinculadas con el intento británico de desbloquear las libras
pertenecientes a empresas británicas instaladas en la argentina, que tenían crecientes dificultades para remitir
sus ganancias al reino unido, tenía directa relación con las medidas de política económica adoptadas por las
autoridades argentinas. La aplicación del control de cambios en la Argentina afecto a muchas compañías
británicas.
Las autoridades de Londres procuraron vincular este tema a cualquier posible concesión en términos de
modificar las cuotas de importación de carne en favor de los ganaderos argentinos. En las conversaciones
previas al Tratado Roca-Runciman de 1933, la diplomacia británica procuro condicionar argentinos a que las
campañas británicas radicadas en la Argentina pudiesen importar productos del reino unido (ferrocarriles). A
su vez, para lograr este objetivo era necesario que el gobierno argentino hiciera concesiones en su política de
control de cambios adoptados desde 1931. A pesar de los numerosos obstáculos existentes en las
negociaciones, finalmente se llegó a un acuerdo el 1 de mayo de 1933. Este convenio comprendía una
convención y un protocolo:
Intención del Gobierno Argentino:
a) Mantener libres de derechos el carbón y todas las otras mercaderías que actualmente se importan en la
Argentina libres de derechos;
b) Con respecto a las mercaderías en que una proporción considerable de las importaciones en la
Argentina, provenga del Reino Unido y respecto de las cuales se le han sometido las proposiciones
propuestas correspondientes de reducción de derechos aduaneros volver en general a las tasas y aforos de
tales mercaderías en vigencia en 1930, hasta donde lo permitan las necesidades fiscales y el interés de las
industrias nacionales; y además en los casos pertinentes, efectuar modificaciones en la clasificaciones
respecto a las cuales el Gobierno del Reino Unido ha hecho proposiciones;
c) Entablar conversaciones con el Gobierno del Reino Unido a objeto de considerar los medios para
mantener la actual situación del carbón del Reino Unido en el mercado argentino.
- Que el Gobierno Argentino se compromete en lo que respecta a las mercaderías a que se refiere el párrafo 6
anterior, a no imponer, mientras esté pendiente la conclusión del acuerdo suplementario, ningún nuevo
derecho, ni aumenta los existentes, ya sea por aumentos de tasas o por aumento de aforos, o por aumento en
la sobretasa temporaria del 10%, o por aplicación de la sobretasa a mercaderías a las cuales no se la aplica
actualmente, o por cualquier otro medio.
El propósito del Gobierno del Reino Unido;
a) No imponer nuevos derechos o aumento de derechos a la carne, bacon, jamones, trigo, lino, maíz y
extracto de quebracho importado de la Argentina en el Reino Unido.
b) No establecer limitaciones cuantitativas sobre las importaciones en el Reino Unido de trigo, maíz, lino,
afrecho y afrechillo, rebacillo, lana en bruto “premier jus”, sebo sin refinar, cerda, tripas y extracto de
quebracho;
c) En el caso de establecerse regulaciones cuantitativas sobre mercaderías no mencionadas en el inciso b)
anterior, se dará un tratamiento equitativo a aquellas mercaderías importadas de la Argentina en el Reino
Unido.
El 30 de junio de 1932 (el «año de Ottawa», como era llamado), y si por alguna razón de fuerza mayor debía
reducirlo, también debería hacerlo con las importaciones de carne enfriada y congelada de otros territorios
del Commonwealth.
- Las libras esterlinas que obtuviera argentina por la venta de carne a Gran Bretaña deberían utilizarse en su
totalidad para satisfacer las demandas de cambio de las empresas británicas que desearan remesar dividendos
a aquel país.
La primera disponibilidad de libras de que dispusiera (hasta el equivalente a un monto de 12 millones de
pesos) Argentina se utilizarían para cambiar todos los saldos en pesos hasta el 1ro. de mayo de 1933 que
estuvieran esperando para ser remitidos a Gran Bretaña, y en el caso que no fueran suficientes, el gobierno
argentino emitiría bonos en libras esterlinas para cubrir el resto de los saldos pendientes. Los bonos
generarían intereses.
La cancillería argentina decidió finalmente extender las concesiones otorgadas para el reino unido a todas
las naciones. Evito posibles conflictos jurídicos y políticos con países con quienes tenia tratados que incluían
la cláusula preferencial de naciones más favorecidas.
El otro problema, el de extender o no a los dominios el tratamiento de nación más favorecida otorgado a gran
Bretaña, fue un tema mucho más delicado, dado que los Dominios se oponían a la colocación de carne
argentina en el mercado británico. Finalmente decidieron extender a los dominios el tratamiento de nación
más favorecida.
En vísperas de la renovación del tratado, el gobierno argentino presento a su par inglés, en junio de 1935,
una fórmula para el tratado que debía firmarse al año siguiente. Las autoridades argentinas enfrentaban en
ese momento varios problemas. Uno de ellos era la dificultad para conseguir de parte de las autoridades
británicas el compromiso de obligar a las compañías frigoríficas con sede en el Reino Unido.
Finalmente, el 1 de diciembre de 1936, con las excepciones del impuesto sobre la carne importada otorgado a
los británicos y el manejo de la cuota de exportación de carne cedido por los británicos al gobierno argentino.
Aunque la Argentina no consiguió una ley para obligar a los frigoríficos a abrir sus libros de contabilidad, el
gobierno británico reconoció indirectamente que el gobierno argentino podría castigas a los frigoríficos
culpables de evasión de créditos y prácticas monopolistas.

ACUERDO CON GRAN BRETAÑA - Tratado Malbrán-Eady.


El compromiso del gobierno argentino de dar a las empresas de capital británico un trato preferencial y
benévolo, protegiendo sus intereses en el país. El compromiso del gobierno británico de cooperar con
Argentina en una investigación sobre la estructura económica y el funcionamiento del comercio de carnes.
El Reino Unido compraría hasta un 15% de la cantidad total importada de la Argentina a empresas locales
que persiguieran una mejor regulación del comercio, y no fines de lucro, sea que pertenecieran a los
ganaderos o al gobierno argentino. Esta cláusula implico el otorgar al gobierno el control de una parte de la
cuota de carnes. - El compromiso del gobierno argentino de mantener libres de derechos al carbón y todos
los productos importados que se mantenían hasta el momento libres de gravámenes.
- Las autoridades argentinas se comprometían a retrotraer el valor de las tasas sobre mercaderías británicas a
los precios de 1930. - Las autoridades británicas se comprometían a no imponer nuevos gravámenes a ciertos
productos importados de Argentina, y a no limitar por cuotas a otros productos de la misma procedencia.
Sobre las mercaderías no mencionadas expresamente en el protocolo se mantendría un trato equitativo. Estas
medidas no se llevarían a cabo hasta que estuviera pendiente la conclusión de un acuerdo suplementario.
Los resultados del Tratado y el Convenio Suplementario. La República Argentina alcanzó parcialmente los
objetivos buscados. Por una parte se mantuvo una importante cuota de carne a importar, de acuerdo a los
niveles «del año de Ottawa, es decir, a un volumen algo menor de las 390.000 toneladas correspondientes a
dicho año», garantizando la colocación del producto en Gran Bretaña.
Por otro lado, no se logró conseguir el control de la totalidad de la cuota de carne, pero aunque el gobierno
argentino sólo logró el control del 15% de la cuota de carne a importar, manteniendo Inglaterra el control del
resto, fue un gran avance, permitiendo contrarrestar de alguna manera, al pool de frigoríficos. Además, se
obtuvo el compromiso de Gran Bretaña de no restringir el ingreso de otros productos.
El Reino Unido consiguió que se diera a los dividendos de las empresas británicas un trato preferencial. Por
ello se desbloqueó el cambio, y las empresas pudieron girar sus dividendos hacia sus casas matrices. Al
momento de tratar el convenio, las discusiones en el Congreso argentino fueron encendidas, y el tratado
despertó críticas y loas. Finalmente, luego de los debates, el Convenio Roca-Runciman fue aprobado por el
Senado el 28 de julio de 1933.
Por una parte, algunos enfoques hicieron énfasis en la corrupción característica del período y la exclusión
política de las mayorías, mediante la represión y el fraude, que favorecieron a una reducida elite, vinculada a
intereses tradicionales.
Por una parte, algunos enfoques hicieron énfasis en la corrupción característica del período y la exclusión
política de las mayorías, mediante la represión y el fraude, que favorecieron a una reducida elite, vinculada a
intereses tradicionales. Otros temas que fueron objeto de debate durante las negociaciones fueron el de la
industria textil, en el que los empresarios argentinos del sector se opusieron a la reducción de aranceles para
productos importados; y el del carbón, en el que los británicos, principales proveedores de ese mineral a la
Argentina, temían que la eliminación o reducción del arancel hiciera que este país comprara no ya a Gran
Bretaña, sino a otros exportadores de carbón.
Luego de las negociaciones, el 26 de septiembre de 1933 se firmó el Convenio Suplementario. Carlos
Saavedra Lamas lo hizo por Argentina, y sir Henry Chilton, embajador británico en Buenos Aires, por Gran
Bretaña.
En el Convenio se estableció lo siguiente: - Argentina no podría aplicar a los productos británicos,
gravámenes más elevados que los establecidos para cada producto en los anexos del Convenio. Una cláusula
similar existía para los productos argentinos en Gran Bretaña.
El gobierno argentino no podría aplicar ningún gravamen sobre la importación de carbón de piedra o coque,
u otro artículo libre de derechos al 1ro. de mayo de 1933. - Argentina no impondría sobre el whisky británico
impuestos más elevados que los aplicados a las bebidas alcohólicas argentinas o de otro origen. - Gran
Bretaña no establecería limitaciones cuantitativas a los productos enunciados en los anexos. Si se
establecieran limitaciones a artículos que no figuraran en los anexos, debería dárseles un tratamiento
equitativo.
Críticas y loas en Argentina. El tratado recibió críticas de varios sectores de la prensa, de medios tan
disímiles como el diario «La Vanguardia», de corte socialista y de «La Prensa», de tradición conservadora.
El tratado también fue atacado por «la Unión Industrial, en cuanto significaba beneficiar al campo y dejar
desprotegida a la industria frente a los productos ingleses».
En los debates legislativos, previos a la aprobación del tratado, también hubieron críticas, tanto al
instrumento como al gobierno. En la Cámara de Diputados, el diputado socialista Nicolás Repetto impugnó
el tratado por considerarlo como una subordinación a los intereses ingleses, mientras que en el Senado, fue
Lisandro de la Torre quien lo impugnó, al considerarlo como «más humillante que si hubiéramos sido una
colonia británica en los hechos»
Pero el tratado no sólo recibió críticas, pues fue bien visto por algunos sectores. El diario «La Nación»
señaló las virtudes del acuerdo, mientras que, como era de esperar, recibió el apoyo de la Sociedad Rural
Argentina «aunque sin dejar de mostrar sus puntos de disidencia con el mismo» . En el Senado, uno de los
defensores fue el senador conservador Guillermo Rothe, quien «defendió el convenio desde una posición
fatalista como la única alternativa viable para la economía argentina». Del mismo modo, fue defendido por el
entonces canciller Carlos Saavedra Lamas.
Cabe preguntarse entonces, si el tratado fue en realidad tan malo como muchos sostuvieron. Es claro que las
condiciones del convenio no fueron las ideales para la Argentina, sobre todo teniendo en cuenta que Gran
Bretaña conservó el manejo del 85% de la cuota de carne, y que Argentina terminó endeudándose por 13
millones de libras más los intereses, para desbloquear el pago de las rentas inglesas.
Pero a pesar de ello, es importante destacar lo que señala Potash, cuando dice que «las críticas formuladas
contra el gobierno de Justo ante la aceptación de estos términos (del tratado) tendían a ignorar el hecho de
que carecía de alternativa; Argentina no tenía otros mercados para sus exportaciones de carne y granos, de
modo que no estaba en condiciones de negociar más eficazmente.
En las condiciones dadas, el tratado Roca-Runciman disipó una sombría nube que se cernía sobre toda la
economía, y no sólo sobre los intereses de los grandes terratenientes - hecho reconocido aun por los
dirigentes sindicales de la época. Pero la severidad de los términos del tratado contribuyó a provocar una
reacción nacionalista, especialmente en los miembros de la generación más joven, que habría de influir sobre
los hechos de la década siguiente»
Dejando de lado si el tratado fue perjudicial o beneficioso para los intereses argentinas, los hechos indican
que luego del tratado, el intercambio bilateral con Gran Bretaña creció, y que Argentina continuó
manteniendo una balanza comercial positiva. El problema que se presentó a posteriori, fue el de si había que
conceder los beneficios aduaneros al resto de las naciones o continuar ofreciéndolo sólo a Gran Bretaña,
problema que se resolvió adoptando la primera opción. Tres años después, en ocasión de la renovación del
tratado, se firmó el acuerdo Malbrán-Eden el 1ro. de diciembre de 1936, pues Gran Bretaña había
denunciado al anterior.
Por éste, las cuotas de carne aumentaron, pero por los mecanismos del tratado, los británicos disponían de
todas las facilidades para imponer el precio. Este tratado se mantuvo vigente hasta 1948. Pero para entonces
el mundo era otro, el poder imperial del Reino Unido había desaparecido y Argentina tomaba otro rumbo.
Revolución de 1943
A comienzos de la década del cuarenta los militares habían asumido gran parte de las funciones que el
Estado intervencionista de los treinta se auto-adjudicó. Entre 1931 y 1937 el presupuesto militar se
incrementó de 189 mil pesos a 315 mil. En octubre de 1941, por decreto 103.316, fue creada la Flota
Mercante del Estado, que se colocó bajo el Ministerio de Marina, y la Dirección de Fabricaciones Militares.
Por aquellos años convivían en las fuerzas armadas dos tendencias políticas: una, la que representaba al
general Justo, favorable a los Aliados, y otra llamada nacionalista, que simpatizaba con el Eje.
En ese contexto las Fuerzas Armadas iban camino a transformarse en un poder en sí mismo y en un árbitro
“natural” de la situación nacional. El ambiente parecía propicio para las conspiraciones. Así lo entendieron
los militares del Grupo de Obra de Unificación1 (GOU), una logia fundada el 10 de marzo de 1943 en los
salones del Hotel Conte, que estaba frente a la Plaza de Mayo, por iniciativa de los tenientes coroneles
Miguel A. Montes y Urbano de la Vega, que fue creciendo en influencia dentro de las filas castrenses. Sus
principales referentes eran el coronel Juan Domingo Perón y el teniente coronel Enrique P. González. Los
dos eran oficiales del Estado Mayor General, graduados en la Escuela Superior de Guerra, de la que además
Perón era profesor de historia militar.
Incorporación argentina a la ONU y a la OEA.
o La República Argentina siempre ha tenido una participación activa en la Organización de los Estados
Americanos y sus organismos especializados. Es signatario de la Carta de la OEA de 1948 y de sus
Protocolos de Reforma de Buenos Aires en 1967 y de Cartagena de Indias en 1985.
o La República Argentina es miembro fundador de las Naciones Unidas y desde entonces ha tenido un
papel activo en la defensa y promoción de la Paz y la Seguridad Internacionales, los Derechos Humanos, el
Desarrollo Sostenible.

En 1945, representantes de 50 países entre ellos la República Argentina se reunieron en San Francisco en la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, para redactar la Carta de las Naciones
Unidas.
La Carta fue firmada el 26 de junio de 1945 por los representantes de los 50 países. Las Naciones Unidas
empezaron a existir oficialmente el 24 de octubre de 1945 después que la Carta fuera ratificada por la
mayoría de estados signatarios.

Unidad III: La Política Exterior durante los primeros


gobiernos Justicialistas (1946-1955).

El Contexto mundial. Hacia un modelo industrializador. El Sistema ISI. La Tercera Posición


Justicialista y la Encíclica Rerum Novarum. La Política Social del Justicialismo. Neutralidad Argentina frente a
la Guerra de Corea. El ABC. Intentos de Integración con Brasil y Chile. El Justicialismo y el resto de
Latinoamérica. El Justicialismo y los Foros Económicos Internacionales. La teoría de la Autonomía
Heterodoxa de Juan Carlos Puig.

El Contexto mundial
Desde sus inicios considerada como lectura y acción en un contexto signado por las consecuencias
de la Segunda Guerra Mundial y el posterior orden bipolar, la "primera" política exterior peronista (1946-
1952/1952-1955) favorecía el escenario donde los actores incluidos en el nuevo esquema social
reclamarían, en tanto protagonistas, una serie de valoraciones, derechos, designaciones y posiciones
internacionales que tuvieran su correlato con la justicia social adoptada al interior de la nación,
expandiendo aún más la frontera política excluyente trazada respecto del régimen anterior.

El fin de la Segunda Guerra Mundial marcó un nuevo escenario internacional con el


desplazamiento definitivo de los europeos y el ascenso de la Unión Soviética y Estados Unidos que impuso
nuevos rumbos en nuestra política exterior. Los proyectos de incorporación al nuevo escenario
internacional estuvieron marcados por una puja entre los esquemas autonomistas (llevados casi siempre
por administraciones democráticas) y esquemas de alineamiento hacia Estados Unidos (llevados a cabo por
gobiernos de facto), son las nuevas políticas exteriores

Hacia un modelo industrializador/El Modelo ISI


Durante su gobierno se realizaron importantes obras para la industrialización del país. El gobierno
subsidió a molinos harineros, refinerías de aceites, fábricas y plantas de quebracho que eran sectores
envejecidos y tradicionales. Apenas dos años después de asumir el gobierno Perón intervino todas las
empresas del Grupo Bemberg, eso incluyó nacionalizar Palermo como Cervecería Palermo Empresa
Nacional. Durante la gestión de Perón se crearon varias fábricas de equipamientos militares, y también se
radicaron varias industrias pesadas como las automotrices. Se instalaron grandes fábricas metalmecánicas,
para la producción de motores, automotores, locomotoras y aviones. Además de crear la Fábrica Militar de
Aviones en IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) y luego en DINFIA (Dirección Nacional de
Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas).

El 30 de noviembre de 1951 se crea en Córdoba la Fábrica de Motores y Automotores, y el 28 de


marzo de 1952 se crea Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (empresa autárquica).

Entre 1947 y 1949 se firmaron contratos con el Reino Unido para regular el comercio bilateral,
Argentina lograba con ellos una cuota para carne a cambio de comprar bienes británicos. En los primeros
años el crecimiento fue veloz, alcanzando un pico del 11% en 1947, la política económica instrumentada
por el gobierno y la posguerra, se combinaron para provocar una breve, pero intensa etapa de auge entre
1945 y 1948, en la que esos agregados crecieron en forma acelerada. La producción, por ejemplo, se elevó
casi un 30%, el consumo, que entre 1930-1934 y 1946 se había expandido un 55%, se incrementó en un
18,5% entre 1946 y 1949. La inversión, deprimida durante la guerra, prácticamente se duplicó entre 1945 y
1948.

El Tractor Pampa, producido por IAME desde 1952, la industrialización acelerada de este período
permitió la tecnificación y modernización del campo argentino.

En el año 1952 la empresa argentina Siam Di Tella comenzó la producción de motonetas, que
despertó una enorme demanda latente por este artículo. De esta forma comenzó fabricando el 20 % de las
motonetas en el país, e importando el 80 % restante, a la espera de instalar el resto del equipo y
maquinaria necesario. Muy poco después en 1953 se empieza a fabricar las motocicletas Puma.

Se firmó en 1953 la ley n.º 14.122 que trataba de regular los flujos de fondos y de otorgar
garantías jurídicas a sus propietarios; su principal objetivo era atraer empresas a la producción metal
mecánica en Córdoba en asociación con la Fábrica Militar de Aviones. Se logró la privatización de la fábrica
de tractores que FMA estaba instalando, quedando a cargo de la multinacional Fiat, antigua proveedora de
la FMA. También en Córdoba se instaló una fábrica de automóviles denominada Industrias Kaiser Argentina.
Ambas empresas obtuvieron créditos generosos de parte del Banco Industrial, garantías de reserva del
mercado interno e instalaciones, equipos y personal calificado, logrando así beneficios desde el primer año
de actividad. Estos fueron los mayores frutos de expansión industrial asociada con el capital externo,
creando el primer y mayor polo metal mecánico del país hasta el momento.

La empresa argentina Siam se expandió mayormente debido sus ventas exitosas en productos
como las motonetas, ventiladores y otros electrodomésticos, que demandaba con avidez la sociedad local.
Su capacidad industrial le permitió iniciar en 1948 la producción de heladeras a un ritmo de 11 000 anuales,
para alcanzar las 70 000 unidades diez años más tarde.

A comienzos de la década de 1950 era evidente que la industria argentina desarrollada sobre la
base de la sustitución de importaciones tenía serios problemas en el sector de la industria pesada, en
particular la producción de automotores.33 Ante esta situación el presidente Juan Domingo Perón se
reunió con representantes de industrias automotrices extranjeras, expresándoles el interés del país en
contar con fábricas de producción de automóviles. Los empresarios, sin embargo, consideraron que la
Argentina no estaba todavía preparada para ello y que era conveniente seguir importando elementos para
proceder a su armado en el país, y tal vez pensar en la fabricación nacional de algunas piezas.

Sin embargo, la industrialización en este periodo se desarrollaba a través de subsidios a las


empresas en algunos casos las industrias no fueron capaces de abastecer el mercado interno, fue el caso de
la explotación de petróleo, la siderurgia, la automotriz.

La Tercera Posicion Justicialista


Definir en términos precisos lo que fue la Tercera Posición es una tarea muy difícil, a la cual se
avocaron la gran mayoría de los autores que estudiaron al movimiento peronista, realizando
interpretaciones de lo más diversas y contrapuestas. Es decir, hacia la imposición de su cultura, sus valores,
su forma de gobierno y su estilo de vida a otros pueblos, convirtiéndolos en sus estados satélites. Lo peor
de este orden bipolar era la situación de los terceros que debían plegarse a uno de los dos bandos (ya que
la neutralidad era poco tolerada y muy riesgosa). Perón era consciente de este riesgo, por lo que su política
exterior no puede ser nominada como de “neutralidad” o “aislacionismo”.
El propio Perón lo aclara; La Tercera Posición no es, en manera alguna, una posición de neutralidad
frente a los problemas políticos, económicos y sociales del mundo contemporáneo. Es, en cambio, una
actitud positiva que se ofrece a la humanidad como solución de sus problemas.

Tomando como base la concepción que desarrolla el propio Perón, podemos afirmar que la
política exterior del gobierno peronista, a través de la Tercera Posición, se puede encuadrar en el nivel de
autonomía heterodoxa planteado por Puig, donde si bien se aceptaba la conducción estratégica de los
Estados Unidos como hegemón del bloque occidental, se discrepaba con el país del norte en tres cuestiones
específicas: el modelo de desarrollo interno, las relaciones bilaterales no estratégicas y la diferenciación de
los valores e intereses estratégicos del bloque del interés nacional y de los valores de los Estados Unidos.

La Tercera Posición Justicialista y la Encíclica Rerum Novarum


La doctrina peronista se apoya en una carta abierta del papa León XIII dirigida a todos los obispos
que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras.

La encíclica también condenó la pobreza y degradación de muchos trabajadores, argumentando


que la deshumanización del trabajador y una paga injusta eran contrarios a la fe católica.

Recordó a los ricos y patrones que:

“no deben considerar al obrero como un esclavo; que deben respetar la dignidad de la persona y
la nobleza que a esa persona agrega el carácter cristiano.”

Afirmó que cada trabajador debe recibir un salario que le permita subsistir y tener una vida
razonablemente cómoda y que, si aceptaba malas condiciones laborales debido a la necesidad o al temor,
el trabajador era una víctima de la injusticia.

Partiendo de la competencia del magisterio de la Iglesia en cuestiones sociales manifestó la


necesidad de adoptar medidas en favor de los obreros, con la consiguiente intervención del Estado (normas
de higiene y seguridad en el trabajo, tutela del descanso dominical, limitación de horarios y jornadas
laborales, etc.).

Sindicalismo

Fue un elemento indispensable para el fomento de las mejoras en las condiciones de los obreros,
la constitución y fomento de asociaciones obreras católicas (junto a las ya existentes por aquella fecha).
Esta encíclica constituye, pues, un importante estímulo para el incipiente catolicismo social.

Recomendó a los católicos, si lo deseaban, organizar partidos laboristas propios y uniones de


trabajadores bajo principios católicos:

“esta solución habrán de darla los obreros cristianos, si, agrupados en asociaciones y valiéndose de
consejeros prudentes, vuelven a entrar por el camino que, con gran provecho, particular y público,
siguieron antiguamente sus antepasados.”

Se marcan los deberes de los obreros:

“poner íntegra y fielmente el trabajo que libre y equitativamente se ha contratado; no perjudicar


de modo alguno al capital, ni hacer violencia personal contra sus amos; al tratar de defender sus propios
derechos, abstenerse de la fuerza y no armar sediciones, ni asociarse con hombres malvados y pérfidos que
falsamente les hagan concebir desmedidas esperanzas.”
Neutralidad Argentina frente a la Guerra de Corea
En la primera presidencia de Juan Perón, el país fue sometido a prueba. Estados Unidos reclamó
que la Argentina participase activamente en la guerra de Corea. El Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas apoyó la invasión norteamericana, que había ocupado el país en la Segunda Gran Guerra para
dividirlo al norte y sur del famoso paralelo 38.

El gobierno argentino lo consideraba un problema entre Estados Unidos y la Unión Soviética y no


de las demás naciones. Perón no dudó en decirle al embajador estadounidense en Buenos Aires que se
haría "lo que el pueblo quiera" y, luego de un rotundo "no" exclamado en una Plaza de Mayo colmada, le
dijo directamente: "No se participará. La guerra se hace con compañeros de lucha y no con lacayos".
Esa contienda comenzó el 24 de junio de 1950, cuando los coreanos del norte cruzaron el paralelo 38 e
invadieron el sur. El 17 de julio el país obvió un pedido de las Naciones Unidas (nacida tras la conferencia de
San Francisco) para participar militarmente en el conflicto, y sólo se avino a enviar cargamentos de carne

Nota Curiosa: Perón si estaba a favor de enviar tropas a Corea porque el buscaba contentar a
EEUU para tenerlo como un aliado económico siendo que en los ´50 la principal potencia era yankeelandia,
pero fue la oposición (posteriormente el pueblo), encabezados por Frondizi (si el que más adelante seria
presidente), quienes se negaron a este pedido porque les parecía al vicio derramar sangre de jóvenes
soldados al otro lado del mundo solo por un poco de reconocimiento, por lo que Peron se tuvo que atener
al “NO” y cambiar su discurso.

Intentos de Integración con Brasil y Chile.

Hace 65 años, el entonces presidente Perón inició un proyecto que habría de vincular a Argentina,
Brasil y Chile (ABC) por una Unión Económica regional. Mucho antes que la Confederación Europea, Juan
Domingo Perón expresó su intención de unir las tres economías más australes de Sudamérica para
potenciarse mutuamente.

Si bien no se trata de la primera unión comercial de la historia, en esta clase de uniones puede
encontrarse (básicamente) el proto-origen del capitalismo, sí podemos afirmar que fue la primera firme
intención americana de hacerse fuerte independientemente de las potencias europeas. Como siempre
remarco en este espacio, la bandera de la Independencia Económica se refuerza con este tratado.

El 20 de diciembre de 1951, Perón había afirmado al diario Democracia que “la Argentina sola, no
tiene unidad económica. Brasil solo, tampoco. Chile solo, tampoco la tiene. Pero estos tres países unidos
conforman quizá la unidad económica más extraordinaria del mundo entero”.

Perón quería abaratar los costos del hierro, carbón y estaño que producía Chile para incentivar la
industria nacional sustitutiva de importaciones de bienes de consumo y, sobre todo, de capital. El 21 de
febrero de 1953 visitó Chile y le entregó a su par trasandino un collar de la orden del Libertador San Martín
junto a una réplica de su espada. El presidente Ibáñez le retribuyó con la espada de O’Higgins. Medio millón
de ciudadanos chilenos vitorearon la unión y, ese mismo día, se firmó el Acta de Santiago de Chile. Primer
paso hacia la alianza ABC.

El tratado finalmente no se cerró por falta de apoyo de Brasil. El presidente Vargas se habría
disculpado con Perón por carta, aduciendo falta de poder político para sostener tal alianza. La fuerte
oligarquía brasilera no quiso perder su relación directamente vincular con el poder económico
estadounidense y, así, se dio por finalizado el proyecto.
La Independencia Económica es una bandera difícil de sostener en un mundo fuertemente
globalizado en el que la política económica es determinada en muchos aspectos por los intereses
capitalistas del empresariado más fuerte e internacional. La banca estadounidense, al igual que la británica
no son árbitros neutrales en este sentido. Por eso, cuando un proyecto político se encamina a desligarse de
los intereses extranjeros, fortaleciendo la moneda local, el pueblo entero ha de apoyarlo inagotablemente.

Porque en la otra vereda están los socios del capital, aquellos que se preocupan por pagar con
deuda dolarizada el déficit, manteniendo el espiral de préstamos que nos ata inexorablemente al
subdesarrollo programado.

El Justicialismo y el resto de Latinoamérica

En su primer decenio, el justicialismo debe manejarse con un contexto gobernado por el clima de
la guerra fría. La estructura de poder bipolar vigente en el orbe, puede ser caracterizada por la
impermeabilidad de cada uno de los bloques de poder y la asimetría existente en cada bloque entre la
potencia hegemónica y los demás miembros del mismo.

En el marco Regional, nos encontramos con un orden unipolar bastante rígido, debido al cuadro de
guerra fría y al formidable poder acumulado por Estados Unidos de América (EUA) como potencia
dominante en el área, luego de la segunda guerra.

Ante esta situación, el gobierno argentino implementará en el ámbito hemisférico una política de
unidad latinoamericana y de establecimiento de relaciones diplomáticas con la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS), con el fin de menoscabar la supremacía de EUA en la zona. Intentará,
asimismo, llevar adelante una política de solidaridad hacia Brasil, superadora de la tradicional rivalidad,
para gestar un nuevo polo de poder en el continente que sirva de dique de contención al intervencionismo
norteamericano.

Perón invitará a presidentes de otros países latinoamericanos a acordar una política común que
implicaba, entre otros puntos, una banca común, una moneda común y desgravaciones arancelarias
recíprocas.

Debemos recordar que, el lapso comprendido entre los años 1946-50, la Argentina debe enfrentar
el boycott y obstruccionismo de EUA “como sanción” a su política de neutralidad durante la segunda
guerra. Sin embargo, el aumento experimentado en la cotización de los productos agrarios, en razón de las
necesidades de la población de la devastada Europa y el manejo político del comercio exterior por el
Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), le otorgan al gobierno Argentino márgenes de
autonomía para el manejo de sus relaciones exteriores. En el ámbito latinoamericano, en ese mismo lapso,
sólo logrará firmar acuerdos de intercambio comercial con Brasil, Perú, Chile, Bolivia y Venezuela. Habrá
que esperar al lustro siguiente para comenzar a concretar los planes de unidad cuando arriben al poder
Ibáñez en Chile, Paz Estenssoro en Bolivia, Vargas en Brasil y Velasco Ibarra en Ecuador.

Si bien en los años ´50 mejora su relación con EUA, los precios de los productos alimentarios
presentan una marcada tendencia declinante en el mercado internacional. La ley de excedentes agrícolas
de EUA y las sequías que castigan al campo argentino, agravarán las dificultades. Sin perjuicio de ello, en
estos años (1953-55), el gobierno peronista concentrará tratados de complementación económica con
Chile, Paraguay, Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Los pactos citados tenían como propósito reorientar el
comercio exterior hacia países latinoamericanos. En este tipo de intercambio se acudió a la permuta, a la
apertura de cuentas corrientes recíprocas, a las compensaciones en los pagos, etc. Todo ello permitió
sustituir importaciones a nivel intra-Regional, ahorrar divisas, administrar el comercio fuera de las normas
establecidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y tender a la formación de un mercado regional
latinoamericano.

En el año 1953, a su regreso de su entrevista con Ibáñez, el Gral. Perón proclamará el decálogo
Americanista cuyo articulado expresará que “cada Argentino debe saber que los pueblos de Chile y
Argentina, conservando la plenitud de sus soberanías nacionales, son real y efectivamente pueblos
hermanos y, en consecuencia, debemos trabajar por la grandeza de Chile y por la felicidad de su pueblo con
la misma fe y con el mismo amor con que trabajamos por nuestra felicidad”.

En el plano de cultural cabe mencionar las becas otorgadas a estudiantes de otros países
latinoamericanos para que cursen estudios terciarios en universidades argentinas.

Sin embargo, en el plano de lo político no podrá concretarse el acuerdo del ABC, entre Argentina,
Brasil y Chile, los tres grandes de Sudamérica en aquella época, que los hubiese convertido en un polo
político aglutinante en el continente, con probabilidades de competir con éxito en el cuadro de la
comunidad internacional.

En materia de defensa promulgará una legislación que comprendía la organización de la Nación en


tiempo de guerra; la coordinación de los esfuerzos entre las fuerzas armadas (FFAA); la modernización de
materiales, equipos y construcciones en relación con sus usos probables; la movilización económica y la
promoción y desarrollo de las “industrias madres” (industria de industrias) para la defensa nacional.

El gobierno Argentino, por ley 14.299 devolverá a Paraguay las armas e insignias obtenidas en la
guerra de la Triple Alianza estrechando, a través de este gesto, los vínculos argentino- paraguayos.

En el campo hemisférico, se opondrá a la nueva política de seguridad impulsada por el gobierno de


EUA en Latinoamérica que, entre otros aspectos, implicaba una alianza militar anticomunista, pactos
bilaterales entre las FFAA norteamericanas y las de los demás países latinoamericanos; el cumplimiento de
“misiones” de importancia dentro del hemisferio y la previsión de la “amenaza interna”.

En febrero de 1952, se llevará a cabo la primera Conferencia Sindical de la Cuenca del Río de La
Plata, en la que se aprobó un proyecto referido a la creación del Comité de Unidad Sindical
Latinoamericano (CUSLA). En noviembre de ese mismo año, se celebrará en la ciudad de México el
Congreso Constituyente de la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS). Esta
central sindical no es sino un plan de formación de un movimiento sindical latinoamericano, que escapase
por igual a las influencias de la pronorteamericana Confederación Internacional de Organizaciones
Sindicales Libres (CIOSL) y de la prosoviética Federación Sindical Mundial (FSM).

De acuerdo a la ley de Servicio Exterior 12.951 del año 1947, se instituía la designación de
agregados obreros que formaban parte de la representación diplomática de la sede en que actuasen.

Fiel a su consigna de que los gobiernos cambian y los pueblos permanecen, el jefe del Justicialismo
por intermedio de los agregados obreros y la ATLAS, difundirá la Doctrina de la Tercera Posición en
Latinoamérica, vertebrando la unidad continental. Es bueno recordar que, cuando el Gral. Perón lanza en
forma precursora su doctrina de la Tercera Posición, denunciando por igual el hegemonismo de las dos
superpotencias, aún Africa y Asia estaban sometidas a la dominación de las potencias colonialistas
europeas.

En este decenio el gobierno Argentino no ratificará los acuerdos de Bretton Woods (Banco
Mundial y FMI) y tampoco la Carta de Bogotá de 1948 que instituye a la Organización de los Estados Unidos
Americanos (OEA). No firmará, asimismo, la Carta de la Habana, uno de los antecedentes del Acuerdo
General de Tarifas y Comercio (GATT).

En las sesiones de la III Asamblea de Naciones Unidas (París, 1948) invocará el procedimiento
prescripto por el art. 109 de la Carta de las Naciones Unidas para que se convoque a una nueva reunión,
con el objeto de que se derogue el privilegio del veto, consagrado en San Francisco a favor de las grandes
potencias. No debe olvidarse que, cuando Argentina se incorpora a la citada organización internacional,
deja asentado que acepta transitoriamente el privilegio del veto y hasta tanto dure la guerra.

Con este comportamiento evidenciará su rechazo al orden mundial de posguerra, esbozado en


Yalta y Postdam.

La política peronista en el continente, en este periodo, puede ser definida a partir de dos premisas:
la unidad latinoamericana y su oposición a EUA.

El Justicialismo y los Foros Económicos Internacionales

La Argentina no asistió a los Acuerdos de Bretton Woods, pues no formaba parte de las Naciones
Unidas y asociadas que participaban en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, cuando entró en esa
condición mediante la declaración de guerra a Alemania y Japón, el gobierno militar que presidía el general
Edelmiro J. Farrel por el decreto-ley Nº 3.185, del 31 de enero de, adopta una decisión favorable a los
resultados de dicha reunión, “no obstante las restricciones” para los derechos del país “que, en materia
financiera, estos acuerdos presuponen”, y según expresan los propios considerados del mencionado
decreto, resuelve adherir” a las conclusiones de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones
Unidas realizada en Bretton Woods en el mes de julio de 1944 (art.1º), y dispone que “por el Ministerio de
Relaciones Exteriores y Culto se efectuarán las gestiones necesarias para la incorporación de la República al
Fondo Monetario Internacional y al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento” (art.2º). Dicho
decreto-ley fue dictado unos días antes de las elecciones generales convocadas para el 24 de febrero de
1946.

El Presidente Perón expresamente pone a consideración del Congreso un proyecto de ley por el
cual se deja sin efecto la adhesión a las conclusiones de la Conferencia Monetaria y Financiera de Bretton
Woods y la consiguiente incorporación al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, no
efectivizadas todavía por cuanto el decreto- ley Nº 3.185 no había sido ratificado por el Congreso

Cumpliendo con principios constitucionales que llevan a decidir sobre la legalidad y legitimidad de
la normativa que con rango de ley había dictado el gobierno de facto, el nuevo gobierno constitucional al
poco tiempo de asumir envío el mencionado decreto-ley para ser considerado por el Congreso de la Nación,
junto con otros sancionados por el gobierno de facto. La decisión del Presidente de la República tuvo
entrada en el Senado de la Nación con fecha 5 de julio de 1946, “sometiendo a su conocimiento los
decretos y tratados originados en el Departamento de Relaciones Exterior y Culto, cuyas copias fehacientes
se acompañan juntamente con la correspondiente nómina, que fueran dictados o autorizados por el Poder
Ejecutivo Nacional surgido de la revolución del 4 de junio de 1943

Ante esta situación, el 22 de julio de 1948, el Presidente Perón expresamente pone a


consideración del Congreso un proyecto de ley por el cual se deja sin efecto la adhesión a las conclusiones
de la Conferencia Monetaria y Financiera de Bretton Woods y la consiguiente incorporación al Fondo
Monetario Internacional y al Banco Mundial, no efectivizadas todavía por cuanto el decreto- ley Nº 3.185
no había sido ratificado por el Congreso.

Por tanto, la Argentina por decisión soberana del Poder Ejecutivo Nacional y del Congreso de la
Nación, permaneció fuera del Fondo Monetario Internacional y otros organismos financieros
internacionales hasta el año 1955, en que se produce el golpe de Estado que derroca al gobierno del
General Perón. Era el único país de America Latina que hasta ese momento no integraba esas instituciones
financieras. Por lo tanto, en relación a esta cuestión es importante recordar que no fue por olvido o desidia
que la Argentina durante en gobierno constitucional de 1946/1955 no se había incorporado a los
organismos financieros internacionales; todo lo contrario, fue por una definición política expresa de sus
poderes de gobierno. Fueron las autoridades de facto quienes siguiendo las recomendaciones imperativas
del Plan Prebish, quienes solicitaron el ingreso de la Argentina al F.M.I y al Banco Mundial. Se adhirió
entonces a los Acuerdos de Bretton Woods, que Perón consideraba un engaño.

La teoría de la Autonomía Heterodoxa de Juan Carlos Puig

El subdesarrollo proviene fundamentalmente de la intrusión del sistema capitalista en el seno de


sociedades que se anquilosaron en estructuras sociales menos evolutivas, en beneficio de una minoría
(extranjera o autóctona) políticamente y económicamente privilegiada.

En lo que respecta a los obstáculos externos, el cuestionamiento principal al libre funcionamiento


del mercado se articuló en torno a la concepción centro-periferia, que probablemente fue el ámbito en que
dio el mayor aporte de Prebisch, como también el que provocó mayores debates, partía de reconocer la
existencia de una división mundial del trabajo, en la cual los países latinoamericanos jugaban un papel
subordinado y se especializaban en la producción y exportación de materias primas y alimentos.

El centro, en cambio definía su propio rumbo y el de la periferia transmitía a ésta los efectos de su
comportamiento cíclico.

Frente al deterioro de los términos de intercambio, los países periféricos perdieron su capacidad
de ahorro, al tener que invertir siempre más divisas para la importación de manufacturas en relación al
dinero obtenido por la colocación de materias primas en los países centrales.

Esto implicó, de alguna manera, una inclinación a la baja en los precios de las exportaciones
latinoamericanas. El retraso estuvo vinculado a la presencia de niveles muy bajos de productividad en
relación a la entrada desigual de tecnología en diversos sectores de la economía.

En cambio para Samuelson, el comercio internacional estuvo compuesto de patrones asimétricos


que no están regidos por las ventajas comparativas-que en algún momento analizaron Smith y Ricardo,
como fundadores de la economía clásica-sino más bien por intereses políticos y económicos, en una nueva
etapa del sistema capitalista, en donde han estado presentes los monopolios conjuntamente con el libre
juego de las fuerzas del mercado.

Para Prebisch, el Estado debió procurar el logro de objetivos que encaminarían el desarrollo hacia
la industrialización, como factor dinamizador de la economía a los efectos de aumentar los niveles de
productividad y, las mejoras salariales para aquellos excedentes de la población marginados de los otros
subsistemas de producción. Había que mirar la situación desde el prisma de la periferia y no con la óptica
desde el centro. La primera etapa de la teoría del desarrollo respondió a lo que ya habíamos mencionado
como la industrialización por sustitución de importaciones. En un segundo momento apareció el debate por
la integración regional como parte de la integración latinoamericana a partir de la creación de diversos
organismos económicos y multilaterales como la ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio) y
el Mercado Común Centroamericano.

El pensamiento latinoamericano privilegió el concepto de autonomía, en tanto, que para los países
periféricos tenían que soportar el conflicto Este-Oeste, como así también la lógica estructural de la tensión
Norte-Sur.

La sociedad moderna se caracteriza por un creciente proceso de innovación industrial y


tecnológica. El resto de las economías son de subsistencia.

Sin embargo, la construcción de la autonomía desde el campo epistemológico latinoamericano de


las Relaciones Internacionales y, en íntima vinculación con el desarrollo, tuvo su remate con la aparición de
la teoría de la Viabilidad de Helio Jaguaribe y de la Autonomía Heterodoxa de Puig.

Puig advirtió que, es fundamental que la ciencia de las relaciones internacionales establezca
categorías de análisis propias, por lo que descartó mezclar la ideología con la misma. Por ello, fue que
criticó duramente a la Teoría de la Dependencia.

Para Puig, la triple dimensión- norma, realidad social y justicia deberían estar presentes en el
derecho de la comunidad internacional si es que se quiere lograr la armonía y un marco coherente de lo
jurídico y las relaciones internacionales.

El tema de la autonomía fue clave para poder comprender la teoría de Puig, debido al complejo
entramado de la política internacional en el marco de la Guerra Fría.

Para Puig la reducción de la dependencia económica, militar y tecnológica de un país periférico es


proporcional al aumento de su autonomía política. La capacidad de acción autonómica del Estado responde
tanto a factores endógenos como exógenos; en lo interno es necesario señalar lo importante de la voluntad
autonómica de las élites políticas, sociales y económicas, de los acuerdos que privilegien los intereses del
país sobre los intereses fraccionales.

A nivel exógeno los decisores están constreñidos por un marco externo que establece
determinadas condiciones, estamos haciendo referencia al sistema internacional. El sistema no actúa sobre
los Estados, pero si marca limitaciones y posibilidades para el desarrollo de las políticas exteriores, lo que
obliga a la élite dirigente a evaluar permanentemente cuál es el margen potencial de decisión autonómica,
especialmente cuando se trata de países de bajo potencial de poder ya que el condicionamiento del
sistema internacional es directamente proporcional a las capacidades de los Estados.

En el período de la Guerra Fría, Puig consideró que el régimen político internacional estableció
criterios supremos de reparto de poder e influencias e influencias: a) posesión de un potencial de
destrucción masiva; b) impermeabilidad Interbloque; c) automatización Intrabloque; e) prohibición del uso
de la fuerza para pequeños y medianos Estados.

-La posesión de un potencial atómico incontrastable no otorga un poder absoluto, sino


simplemente la jerarquía de repartidor supremo, o sea, la facultad de establecer criterios de reparto para
los demás.

-La impermeabilidad entre los bloques. Después de la II Guerra Mundial, las dos grandes potencias
vencedoras (con el concurso de Gran Bretaña) establecieron sendos bloques de Estados-cliente y
estipularon que no intervendrían militarmente en sus respectivas esferas.
-Autonomización Intrabloque. Este criterio está relacionado con la asistencia de las superpotencias
a sus propios Estados alienados, lo que significó que en la Guerra Fría y dentro del bloque de los países
podían llegar a tener una Autonomización progresiva.

Desde la teoría globalista de Puig, la autonomía es posible para todo pequeño o mediano Estado
siempre y cuando se haya percibido con racionalidad las líneas de borde reales que se presentan en el
campo internacional. Fuera de la secesión, hubo importantes posibilidades para la autonomía que no se
analizaron adecuadamente porque está relacionado con una cierta contradicción de las élites que no
advirtieron el problema ya sea por intereses sectarios propios o por una visión no racional del mismo.

Existen estadios o gradaciones hacia la Autonomía, según Puig. En el caso de las naciones
latinoamericanas tenemos la Dependencia Paracolonial, Dependencia Nacional, Autonomía Heterodoxa y
Autonomía Secesionista.

La Autonomía Heterodoxa, en este estadio, los grupos de poder internos tratan de aprovechar al
máximo las debilidades y errores del centro o de los centros del poder mundial a los cuales se encuentra
adscripto el poder en cuestión. Para imponer la nueva política surgen por lo general nuevas fuerzas
internas (repartidores supremos nacionales): burguesía nacional, Iglesia, ejército. Actúan en forma
individual o conjunta.

En la Heterodoxia, se acepta la conducción estratégica del bloque; pero existen tres aspectos que
lo diferencian del anterior: 1) el modelo de desarrollo interno puede no coincidir con las expectativas de la
metrópoli; 2) en que las relaciones del país periférico no sean globalmente estratégicas; y 3) separa el
interés nacional de la potencia dominante y el interés estratégico del bloque.

Para Puig, la nación periférica debería presionar hasta el borde mismo de la ruptura y pone como
ejemplo a los Estados Unidos en el siglo XIX en relación con Gran Bretaña, que en ese momento era un
centro dominante de la época.

Puig buscó no sobreestimar el concepto de autonomía en consonancia con la ciencia política y los
dictados del derecho internacional. Por otra parte, había dejado de lado la idea de la época de que un
Estado que sería formalmente independiente era autónomo en su política exterior. La autonomía fue
siempre una construcción política, de los grupos dirigentes de poder, para el manejo institucional del
proceso de toma de decisiones y del relacionamiento diplomático de una nación periférica.

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