VIOLENCIACONTRALAPREJA
VIOLENCIACONTRALAPREJA
VIOLENCIACONTRALAPREJA
Tesis doctoral
Presentada por:
Dña. Julie Van Hoey
Dirigida por:
Dra. María del Carmen Moret Tatay
Dra. María José Beneyto Arrojo
Valencia, 2021
Declaración de los directores
Dra. MARÍA DEL CARMEN MORET TATAY y Dra. MARÍA JOSÉ BENEYTO
ARROJO, profesoras de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de
Valencia “San Vicente Mártir”
CERTIFICAN:
Para que así conste a los efectos legales oportunos, se presenta esta tesis doctoral
y se extiende la presente certificación en Valencia, a 28 de Diciembre de 2020.
Fdo.: María del Carmen Moret Tatay Fdo. : María José Beneyto Arrojo
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AGRADECIMIENTOS
Son muchos los motivos y las personas por los que estoy agradecida al finalizar
este proceso. Conseguir terminar esta etapa y este trabajo me ha proporcionado
innumerables aprendizajes y conocimientos.
A Carmen Moret Tatay, por haber sido un pilar fundamental para el desarrollo
de esta investigación y, por ello, le quiero expresar mi más sincero agradecimiento a su
trabajo, esfuerzo e implicación. Por el entusiasmo y la pasión con la que investiga y
enseña a investigar, muestra la esencia de lo que la ciencia ha de ser. Gracias por creer
en mí y en mis capacidades, incluso más que yo misma.
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A mi pareja y mejor amigo, Jesús, por haber estado a mi lado en todo momento,
apoyándome tanto en los días buenos como en los días malos. Por aguantar todas las
dudas existenciales que han surgido a lo largo de este proceso. Ha sido un apoyo
imprescindible en esta etapa de mi vida.
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ÍNDICE
RESUMEN .................................................................................................................... 11
ABSTRACT .................................................................................................................. 25
1. INTRODUCCIÓN ................................................................................................. 39
2.1. La empatía........................................................................................................ 45
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4. METODOLOGÍA ................................................................................................. 95
4.2. Instrumentos..................................................................................................... 97
5.2. Estudio II. Reconocimiento emocional y empatía en función del sexo ......... 112
5.4. Estudio IV. Empatía cognitiva y afectiva y empatía hacia las víctimas en
agresores de violencia contra la pareja en función de la situación sentimental ........ 122
6. DISCUSIÓN......................................................................................................... 133
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ÍNDICE DE TABLAS
Tabla 3. Eficacia de los programas de intervención con hombres penados por violencia
de género……………………………………...…………………………………….......77
Tabla 8. Correlaciones entre las subescalas del TECA y los tiempos de reacción……115
Tabla 11. Porcentajes estipulados de cada nodo en la Red Bayesiana para el modelo de
predicción……………………………………...……………………………………...118
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ÍNDICE DE FIGURAS
Figura 4. Puntuación media de las escalas del Inventario Clínico Multiaxial de Millon-
II...……………………………………...……………………………………...............111
Figura 6. Predicción de grupos mediante las puntuaciones más altas en las subescalas
del TECA……………………………………...……………………………………....120
Figura 7. Predicción de grupos mediante las puntuaciones más bajas en las subescalas
del TECA……………………………………...……………………………………....120
Figura 8. Predicción de grupos mediante las puntuaciones más bajas en las subescalas
de Empatía cognitiva……………………………………...…………………………..121
Figura 9. Predicción de grupos mediante las puntuaciones más bajas en las subescalas
de Empatía afectiva……………………………………...……………………………122
Figura 10. Resultados PRE-POST del TECA y T.C.M.E.M. en función de los clústeres
de situación sentimental……………………………………...………………………..125
10 | P á g i n a
RESUMEN
Scott et al. (2011) afirmaron que para luchar contra este problema social, se
deben aportar unas actuaciones multifacéticas, siendo una de estas actuaciones la
realización de los programas de intervención para los maltratadores. La intervención
con los hombres que ejercen o han ejercido violencia sobre la mujer es especialmente
necesaria para proteger a las víctimas de violencia de género y a los menores que lo
presencien, para promover el desarrollo de la igualdad de género y para rehabilitar al
agresor y no generar más víctimas de este tipo de violencia (Quinteros & Carbajosa,
2008).
11 | P á g i n a
Lo primero a tener en cuenta a la hora de definir o establecer el perfil tipo de los
agresores de violencia de género es que no existe un perfil heterogéneo, no hay un rasgo
típico o característico que simbolice el agresor (Alcázar Córcoles & Gómez-Jarabo
García, 2001), es decir, no todos los hombres que agreden o maltratan a sus parejas son
iguales ni actúan de la misma forma y las causas o motivos de sus agresiones no las
mismas. Distintas investigaciones indican que los hombres que agreden a sus parejas
presentan déficits en ciertas habilidades tales como bajo control de impulso, escasas
habilidades sociales y de comunicación, celos patológicos, baja empatía, entre otras
variables (Echeburúa, 2013; Quinteros & Carbajosa, 2008). Otros autores como Boira et
al. (2013), Loinaz (2010) y Van Hoey et al. (2019) encontraron en sus investigaciones
que los agresores de violencia de género presentan niveles bajos de empatía y, además,
obtenían niveles mayores de empatía tras la realización de una intervención psicológica
con esta población. Además, la literatura indica que el déficit de empatía es un factor de
riesgo de la conducta agresiva (Day et al., 2012; Palmer, 2005). No obstante, es
importante destacar que en ningún caso se podrá afirmar que la empatía es el único
factor influyente en las actuaciones machistas y la violencia de género (Loinaz et al.,
2012).
La empatía es un aspecto crucial en el desarrollo del ser humano dado que ejerce
un papel fundamental en el desarrollo moral y para la supervivencia, es decir, el
concepto en cuestión permite comprender a nivel cognitivo y emocional a la otra
persona y, a partir de ello, saber cómo interactuar con ella, proporcionar ayuda y
12 | P á g i n a
relacionarnos satisfactoriamente, evitando así la soledad y el aislamiento (Moya-Albiol,
2018). Todos los seres humanos nacemos con una predisposición biológica a ser
empáticos, sin embargo, será la educación que recibamos, las experiencias vitales
vividas y nuestro entorno social (englobando cultura, ambiente, etc.) lo que determine el
desarrollo en mayor o menor medida de esta variable (Moya-Albiol, 2018).
13 | P á g i n a
consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños
psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte”.
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jurídico, derecho a la asistencia social integral, derecho a la asistencia jurídica gratuita,
inmediata y especializada, derechos laborales, derechos económicos y derecho a la
escolarización inmediata de los hijos/as. Además, esta Ley incorpora la intervención
con hombres que han ejercido violencia de género a cumplir una medida penal
alternativa. Se establece en su artículo 42 que “la Administración Penitenciaria
realizará programas específicos para internos condenados por delitos relacionados con
la violencia de género”. Con ello, se endurecen las penas de violencia de género y se
destaca la intervención terapéutica de los condenados, es decir, la realización de
programas de intervención en medidas alternativas (fuera del ámbito penitenciario) a los
penados por dicho motivo.
15 | P á g i n a
agresividad descontrolada (Sanmartin, 2002). La violencia es el resultado de la
interacción recíproca y continua entre aquello con lo que hemos nacido (de nuestra
filogenia, la agresividad) y del contexto en el que se desarrolla (entendido desde una
perspectiva amplia, desde la familia hasta la cultura), y que se precipita en conductas
que, por acción u omisión, tienen una alta probabilidad de causar daño a terceros
(Sanmartin, 2013).
16 | P á g i n a
hacia la propia víctima. Generalmente, el constructo de empatía hacia las víctimas se ha
estudiado e investigado en ámbitos como agresores sexuales, acosadores escolares y
maltrato infantil pero escasamente en violencia hacia la mujer, donde se suele investigar
únicamente el primer factor de la empatía general. Es necesario entender que un sujeto
puede tener empatía a nivel general pero no hacia su propia víctima. De hecho, las
investigaciones con los delincuentes sexuales han demostrado que esta población siente
menos empatía hacia sus propias víctimas que hacia otras víctimas de asalto sexual
(Loinaz et al., 2018).
Esta tesis doctoral tiene como finalidad investigar las variables influyentes en los
hombres que ejercen la violencia contra las mujeres y principalmente la relevancia e
influencia de la variable de empatía. Ello facilitará adaptar y mejorar la intervención con
esta población, promoviendo cambios significativos tras la realización de los programas
de intervención psicológicos y previniendo la reincidencia de estos actos violencia.
Antes de iniciar el apartado de investigación, se realizó un análisis de los conceptos de
empatía, violencia de género así como su relación.
Por ello, los objetivos generales de esta tesis doctoral son, por una parte, realizar
una revisión bibliográfica de los conceptos de empatía, violencia contra la pareja así
como de los estudios que relacionan ambas variables y, por otra parte, valorar la
17 | P á g i n a
existencia de diferencias significativas en empatía general, en los componentes
cognitivos de la empatía (Adopción de perspectivas y Comprensión emocional) y en los
componentes afectivos de la empatía (Estrés empático y Alegría empática), en la
relación entre la empatía y el reconocimiento emocional y, finalmente, en las diferencias
entre empatía general, empatía hacia las víctimas y empatía hacia la propia víctima en
población de hombres condenados por Violencia de Género en la Comunidad
Valenciana y que estén realizando el Programa de Intervención para Agresores de
Violencia de Género en Medidas Alternativas (PRIA-MA).
18 | P á g i n a
imágenes presentadas (estudio II). Para el estudio III, se optó por una estrategia centrada
en el uso de Redes Bayesianas. Después de examinar las probabilidades totales y
condicionales, se realizaron inferencias probabilísticas a través del teorema de Bayes.
En el estudio IV, se evaluaron mediante la prueba de Wilcoxon las diferencias, por una
parte, en empatía cognitiva y empatía afectiva y, por otra parte, en empatía general,
empatía hacia las víctimas de violencia de género y empatía hacia las propias víctimas
en los participantes del programa de intervención para agresores de violencia de género
en función de si el usuario se encontraba en una relación sentimental o no. En el estudio
V, los análisis planteados fueron comparaciones de medias a través de la prueba t de
student para medidas repetidas o intrasujetos (inherentes a los momentos PRE y POST
tratamiento).
En el Estudio II, los resultados indicaron que los agresores de violencia contra la
mujer tardan más tiempo en reconocer las expresiones neutras que las expresiones con
carga emocional. Asimismo, los tiempos de reacción de los participantes del estudio
19 | P á g i n a
fueron mayores en el reconocimiento de las imágenes de las expresiones emocionales en
mujeres. Esto indica mayor dificultad para reconocer la emocionalidad facial en las
caras de las mujeres que en las caras de los hombres. Además, a la hora de relacionar las
variables del Test de Empatía Cognitiva y Afectiva con el tiempo de reacción de los
participantes del estudio en la tarea de reconocimiento emocional, se ha encontrado una
relación significativa entre la subescala Adopción de perspectivas y la emoción de
Miedo. Esto puede contrastarse con el meta-análisis de Marsh & Blair (2008) en la que
obtuvieron que las personas con comportamientos antisociales tales como rasgos
psicópatas, delincuentes violentos, etc., mostraron un déficit en el reconocimiento de las
emociones, en especial en las emociones de miedo y de tristeza. Distintos autores
describieron que déficits en el reconocimiento emocional del miedo y de la tristeza
dentro de una relación interpersonal puede generar comportamientos violentos (Blair,
2001, 2005; Eisenberg et al., 2010).
En el Estudio III, los resultados indicaron que el grupo control compuesto por
hombres españoles sin antecedentes violentos hacia la pareja obtuvieron puntuaciones
significativamente más altas en la escala de Empatía cognitiva y en las subescalas de
Comprensión emocional y Alegría empática. A partir de las Redes Bayesianas, se puso
de manifiesto que obtener puntuaciones altas en todas las subescalas de la capacidad de
la empatía predice con mayor probabilidad la pertenencia al grupo control, es decir, al
grupo de hombres sin antecedentes penales. Los resultados sugieren además que el
papel de la empatía cognitiva es más sensible que la empatía afectiva. En otras palabras,
las fluctuaciones de esta variable podrían predecir más acertadamente la pertenencia al
grupo de hombres que hayan ejercido violencia en sus relaciones sentimentales frente a
los hombres que no la ejerzan. Esto está respaldado por la literatura donde diversos
autores encontraron en sus investigaciones que niveles bajos en empatía cognitiva
mantienen una relación fuerte y positiva con la delincuencia y el delito violento (Jolliffe
& Farrington, 2004; Van Langen et al., 2014). De hecho, Richardson et al. (1994)
indican que la empatía, y en específico la empatía cognitiva, actúa como inhibidor de la
agresión interpersonal y verbal.
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una relación de pareja presentaron puntuaciones mayores en empatía cognitiva hacia
víctimas de violencia de género, en empatía afectiva hacia víctimas de violencia de
género y en empatía cognitiva hacia la propia víctima. En cuanto a los cambios PRE-
POST obtenidos en el estudio IV entre los dos grupos, se encontró que el grupo de
agresores sin pareja mostró diferencias estadísticamente significativas en Empatía
cognitiva hacia la propia víctima mientras que el grupo de agresores en una relación
romántica puntuaron significativamente en Empatía cognitiva hacia víctimas de
violencia de género. Mientras que ambos grupos coincidieron mostrando puntuaciones
mayores tras la intervención en las escalas de Empatía cognitiva general y Empatía
afectiva hacia la propia víctima. No se han encontrado otros estudios que valoren las
diferencias en esta población en función del estado sentimental. Por ello, no se ha
podido contrastar estos datos con otras investigaciones.
21 | P á g i n a
Fariña, 2006, 2010; Lila, 2013; Ruiz et al., 2010; Suárez et al., 2015). En cuanto a los
resultados de esta variable tras un programa de intervención con esta población, los
autores Ramírez et al. (2013) hallaron unos niveles menores en la variable de Ira y
también unos niveles mayores en las variables de Control y Expresión de la ira.
Los resultados del Test de Empatía Cognitiva y Afectiva muestran una capacidad
mayor para reconocer y comprender los estados emocionales, intenciones e impresiones
de los demás así como más capacidad para compartir las emociones positivas de otras
personas. La subescala de Estrés empático es la única subescala donde no se observan
diferencias significativas pre-post, si bien podemos observar que la media POST es
22 | P á g i n a
ligeramente más alta que la puntuación PRE. Contrastando estos resultados con otras
investigaciones, se observan resultados similares en las investigaciones de Loinaz
(2010) y Boira et al. (2013), quienes utilizaron el Índice de Reactividad Interpersonal
(IRI) para evaluar la empatía. Ramírez et al. (2013) evaluaron la empatía con el
cuestionario NEO-FFI-R, el cual cuenta con una escala de empatía, y obtuvieron
resultados significativamente mayores en empatía en el momento posterior a la
intervención. Romero‐Martínez et al. (2019) encontraron una mejora en la variable de
empatía cognitiva tras la realización de la intervención con agresores de violencia
contra la pareja.
23 | P á g i n a
ABSTRACT
La violence à l'égard des femmes n'est pas un événement récent, mais ce n'est
qu'en 1995, lorsqu'elle a reçu une importance et une reconnaissance au niveau social et
mondial en raison de la conceptualisation que l'Assemblée Générale des Nations Unies,
en publiant ce qui suit: "Tout acte de violence fondé sur le sexe qui a pour résultat
possible ou réel un dommage physique, sexuel ou psychologique, y compris des
menaces, la coercition ou la privation arbitraire de liberté, que ce soit dans la vie
publique ou privée" (Organisation des Nations Unies, 1995).
Scott et coll. (2011) ont déclaré que pour lutter contre ce problème social, des
actions multiformes doivent être mises en place, l'une de ces actions étant la mise en
œuvre de programmes d'intervention pour les agresseurs. L'intervention auprès des
hommes qui exercent ou ont exercé ce type de violence est particulièrement nécessaire
pour protéger les victimes de violence sexiste et les enfants qui en sont témoins,
promouvoir le développement de l'égalité des sexes, réhabiliter l'agresseur et non
générer plus de victimes de ce type de violence (Quinteros & Carbajosa, 2008).
25 | P á g i n a
La première chose à prendre en compte lors de la définition ou de l'établissement
du profil type des agresseurs de violence dans le couple est qu'il n'existe pas de profil
hétérogène, il n'y a pas de trait typique ou caractéristique qui symbolise ce type
d’agresseur (Alcázar Córcoles & Gómez-Jarabo García, 2001), c'est-à-dire que tous les
hommes qui maltraitent leur partenaire ne sont pas les mêmes et n'agissent pas de la
même manière et les causes ou les motifs de leurs agressions ne sont pas les mêmes.
Différentes recherches indiquent que les hommes qui agressent leur partenaire
présentent des déficits dans certaines compétences telles qu'un faible contrôle des
impulsions, de faibles compétences sociales et de communication, une jalousie
pathologique, une faible empathie, parmi d’autres variables (Echeburúa, 2013;
Quinteros & Carbajosa, 2008). D'autres auteurs tels que Boira et al. (2013), Loinaz
(2010) et Van Hoey et al. (2019) ont constaté dans leurs recherches que les agresseurs
sexistes présentent de faibles niveaux d'empathie et obtiennent des niveaux plus élevés
d'empathie après avoir effectué une intervention psychologique. De plus, la littérature
indique que le déficit d'empathie est un facteur de risque de comportement agressif (Day
et al., 2012; Palmer, 2005). Cependant, il est important de remarquer qu'en aucun cas on
ne peut affirmer que l'empathie est le seul facteur influençant les actions sexistes et la
violence dans le couple (Loinaz et al., 2012).
26 | P á g i n a
apporter de l'aide, évitant ainsi la solitude et l'isolement social (Moya-Albiol, 2018).
Tous les êtres humains naissent avec une prédisposition biologique à être empathique,
cependant, ce sera l'éducation que nous recevons, les expériences vécues et notre
environnement social (y compris la culture, l'environnement, etc.) qui déterminera le
développement de cette variable (Moya-Albiol, 2018).
D'autre part, l'empathie n'est pas seulement un effet réactif à la situation d'une
autre personne que l'on peut expliquer à partir de sa composante cognitive et affective,
sinon qu’elle peut être interprétée à partir de l'approche dispositionnelle et situationnelle
(Fuentes et al., 1993; Hoffman, 1987, 2002; Martínez García, Redondo Illescas, Pérez-
Ramírez, & García Forero, 2008). Le premier, l'empathie ou trait dispositionnel,
présente l'empathie comme une caractéristique personnelle relativement stable pour
percevoir et expérimenter les sentiments et les émotions de l'autre personne par
procuration. Ce type d'empathie serait lié à la personnalité de l'individu, par conséquent,
cela implique que l'empathie serait le résultat de l'interaction entre les aspects
biologiques, les aspects neuropsychologiques, les domaines comportementaux et les
aspects sociaux. Alors que la deuxième approche, l'empathie situationnelle, présente
l'empathie comme une variable constante et se réfère au degré d'expérience affective
vicariante que les gens ont dans une situation spécifique, c'est pourquoi elle est moins
stable que l'empathie dispositionnelle. Ce type d'empathie est lié et influencé par les
capacités cognitives de l'individu et permet à une personne de choisir l'action la plus
appropriée à entreprendre dans une situation donnée, le tout en fonction des expériences
vécues et des réflexions de la personne. Ce même serait celui qui permettrait une
formation et un apprentissage possibles par les matières.
27 | P á g i n a
communauté qui entraînent ou sont très susceptibles d'entraîner des traumatismes, des
dommages psychologiques, des problèmes de développement ou la mort".
Un des premiers textes où le concept de violence est abordé dans une perspective
de genre, a été écrit par Rubin (1996), qui fait référence au système sexe vs genre. Cet
auteur définit la violence de genre comme "l'ensemble des arrangements par lesquels
une société transforme la sexualité biologique en produits de l'activité humaine". Si on
fait une comparaison, le concept de "sexe" fait référence au sexe biologique avec lequel
nous sommes nés, c'est-à-dire aux différentes caractéristiques biologiques et génétiques
entre les hommes et les femmes, tandis que le concept de "genre" fait référence à ce qui
est socialement construit et inculqué culturellement, et comprend tous les ajouts
socioculturels qui sont attribués au sexe biologique avec lequel nous sommes nés, c'est-
à-dire la manière d’être en relation avec d’autres personnes, les idées, les valeurs, les
normes sociales, les actions, les préférences, les attitudes, etc. Ces différences peuvent
être modifiées en fonction du temps, du contexte, de l'âge, de la culture, etc.
Quand on parle de violence contre les femmes, on peut parler de différents types
de violence: la violence et/ou maltraitance physique, c'est-à-dire les comportements
dirigés à causer des dommages physiques non accidentels à l'autre personne; la violence
et/ou maltraitance psychologique, c'est-à-dire toute conduite qui endommage ou cause
des souffrances émotionnelles à la victime afin de la contrôler, diminuant et/ou
détériorant l'estime de soi, la confiance et la sécurité de la victime et augmentant sa
vulnérabilité; la violence et/ou l’abus sexuel, c'est-à-dire toute conduite qui menace ou
viole le droit de la personne de décider volontairement de sa sexualité; la violence et/ou
l’abus social, c'est-à-dire toutes les interdictions que les hommes établissent sur la
liberté de mouvement et l'interaction des femmes avec des personnes en dehors de la
relation sentimentale (famille, amis, collègues de travail, etc.); et la violence et/ou
l’abus économique, c'est-à-dire ne pas permettre l'accès à l'économie domestique parce
que l'agresseur est le seul qui puisse la contrôler.
28 | P á g i n a
sociale complète, le droit à une assistance juridique gratuite, immédiate et spécialisée,
les droits du travail, les droits économiques et le droit à la scolarisation immédiate des
enfants de la victime. En plus, cette loi intègre l'intervention des hommes qui ont exercé
ce type de violence. L'article 42 de cette loi dispose que "l'administration pénitentiaire
mettra en œuvre des programmes spécifiques pour les condamnés pour des crimes liés à
la violence sexiste". Avec cela, les peines de violence contre le partenaire sentimental
sont endurcies et l'intervention thérapeutique de l’homme condamné est mise en marche
hors du milieu carcéral.
Il est également pertinent de préciser que ce qui se travaille avec cette population
c’est l'inhibition de la violence. La violence est une réponse dérivée de facteurs culturels
appris par l'apprentissage et conditionnée par des facteurs individuels et sociaux
(Murueta et Guzmán, 2015). Autrement dit, l'agressivité est innée, les êtres humains
sont par nature agressifs, tandis que la violence est une agressivité incontrôlée
29 | P á g i n a
(Sanmartin, 2002). La violence est le résultat de l'interaction réciproque et continue
entre les variables avec lesquelles nous sommes nés (de notre phylogénie, agressivité) et
le contexte dans lequel elle se développe (comprise dans une large perspective, de la
famille à la culture), et qui précipite des comportements qui, par action ou omission, ont
une forte probabilité de nuire à d’autres personnes (Sanmartin, 2013).
Il a été démontré que les déficits d'empathie agissent comme une variable
modulatrice du comportement violent, tandis que le fonctionnement normotypique de
l'empathie agit comme un facteur de protection, inhibant l'agressivité et la violence et
favorisant l'altruisme et les comportements prosociaux (Day et al., 2010; Moya-Albiol,
2011; Van Hoey et Santolaya Prego de Oliver, 2019). Plus précisément, les personnes
ayant des niveaux élevés d'empathie présentent plus facilement des réactions
émotionnelles négatives aux indicateurs de souffrance d'autres personnes. De plus,
comprendre l'autre personne à niveau cognitif et émotionnel augmente le désir d'aider
cette personne et de ressentir de la compassion, ce qui augmentera la probabilité d'un
comportement prosocial (Eisenberg et Miller, 1987). Tout cela a également été trouvé
par d'autres auteurs, qui ont conclu qu'il y avait une forte corrélation négative entre
l'empathie et le comportement agressif (Cardozo et al., 2011; Garaigordobil et De
Galdeano, 2006; Miller et Eisenberg, 1988).
30 | P á g i n a
envers les victimes en général et l'empathie envers la victime des propres actes. En
général, le concept d'empathie envers les victimes a été étudié dans des domaines tels
que les délinquants sexuels, le Bullying et la maltraitance des enfants, mais rarement
dans la violence envers les femmes, où seulement le premier facteur d'empathie
générale est étudié. Il faut comprendre qu'un sujet peut avoir de l'empathie à un niveau
général mais pas envers sa propre victime. En effet, les enquêtes auprès des délinquants
sexuels ont montré que cette population ressent moins d'empathie envers ses propres
victimes qu'à l'égard des autres victimes d'agression sexuelle (Loinaz et al., 2018).
Loinaz et al. (2012) a déclaré que si une personne a la capacité de faire preuve
d'empathie et est consciente des effets que ses propres actions génèrent sur d'autres
personnes, la probabilité que cette personne utilise la violence sur d'autres personnes
sera réduite. En ce qui concerne les résultats de la capacité d'empathie après la
réalisation du programme d'intervention pour les hommes condamnés pour violence de
genre (PRIA-MA), des résultats positifs sont obtenus à partir de l'Indice de Réactivité
Interpersonnelle (IRI) (Boira et al., 2013; Loinaz, 2010), l'amélioration se situant
principalement dans la variable de l'Empathie cognitive (Romero - Martínez et al.,
2019). Covell et al. (2007) ont constaté que l'intervention dans les compétences
empathiques chez les agresseurs influençait directement la réduction des comportements
violents ainsi que l'augmentation des comportements prosociaux. Cependant, il faut
aussi souligner que ces auteurs ont indiqué qu'avec une forte probabilité les
compétences sociales liées à l'exercice de la violence dans la relation de couple sont
multiples, parmi lesquelles se trouve l'empathie.
L’objectif de cette thèse doctoral est d'étudier les variables influentes chez les
hommes qui exercent la violence envers les femmes et principalement l'influence de la
variable d'empathie. Cela facilitera l'adaptation et l'amélioration de l'intervention auprès
de cette population, favorisera des changements significatifs après la finalisation des
programmes d'intervention psychologique et évitera la récurrence de ces actes de
violence. Avant de commencer la partie de recherche, il a été réalisé une analyse des
concepts d'empathie, de violence de genre ainsi que de leur relation.
Ainsi, les objectifs généraux de cette thèse doctoral sont, d'une part, réaliser une
révision bibliographique des concepts d'empathie, de violence contre le partenaire ainsi
que des études qui relient les deux variables et, d'autre part, d'apprécier l'existence de
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différences significatif dans l'empathie générale, les composantes cognitives de
l'empathie (Adoption de perspectives et Compréhension émotionnelle) et dans les
composantes affectives de l'empathie (Stress empathique et Joie empathique), dans la
relation entre l'empathie et la reconnaissance émotionnelle et, enfin, dans les différences
entre l'empathie générale, l’empathie envers les victimes et l’empathie envers la victime
de leurs délits, dans la population d'hommes condamnés pour violence dans le couple
dans la communauté valencienne et qui réalisent le programme d'intervention pour les
délinquants de violence de genre dans les mesures alternatives (PRIA-MA).
Une étude analytique a été réalisée avec les données collectées, ces données ont
été analysées à l'aide du programme statistique SPSS v.23.0. (IBM) et NETICA (Norsys
4.2). Premièrement, on a utilisé des statistiques descriptives pour présenter les données
correspondant au profil des hommes condamnés pour violence dans le couple (Étude I).
Ensuite, on a utilisé des techniques analytiques pour étudier les profils et une analyse
par cluster sur les profils des participants. De même, pour l'étude expérimentale, on a
utilisé l'analyse des temps de réaction. Concretement, on a réalisé un ANOVA à
mesures répétées de 7 (émotions) x 2 conditions (homme vs femme) sur les temps de
réaction généraux en fonction du sexe et de l'expression émotionnelle des images
32 | P á g i n a
présentées (Étude II). Pour l’Étude III, on a choisi une stratégie centrée sur l'utilisation
des Réseaux Bayésiens. Après avoir examiné les probabilités totales et conditionnelles,
on a fait des inférences probabilistes en utilisant le théorème de Bayes. Dans l’Étude V,
les analyses proposées étaient des comparaisons de moyennes par le test t de student
pour des mesures répétées ou des intrasubjets (inhérents aux moments de traitement
PRE et POST).
Concernant les résultats obtenus, ils sont répartis dans les 5 études réalisées.
Dans l'étude I, il a été constaté que le profil typique de cette population était le
suivant: un homme, de 39.61 ans, de nationalité espagnole, célibataire ou
séparé/divorcé, sans enfant ou avec un enfant unique et avec une éducation secondaire
ou primaire. Ces données sont similaires aux obtenues par Fernández-Montalvo et al.
(2011). D'autres auteurs mettent en évidence que la population condamnée à ce type de
violence bien qu'elle ait des âges très différents, étant l'âge minimum de 20 ans et l'âge
maximum de 73 ans, la moyenne se situe autour des 40 ans, également près de 60%
était de nationalité espagnole et la majorité ont indiqué avoir un niveau d'enseignement
secondaire (Boira & Tomás-Aragonés, 2011). Concernant les résultats de la présence de
symptômes cliniques et de troubles de la personnalité évalués par le Clinical Multiaxial
Inventory Millon II (MCMI-II), on observe que 63.63% des participants ont obtenu des
scores significatifs sur l'échelle de Personnalité compulsif. En comparant cette
information avec la littérature scientifique, on peut observer une coïncidence entre le
profil obtenu et ce que la littérature indique concernant le MCMI-II (Boira & Jodrá,
2010; Fernández- Montalvo et Echeburúa, 2008; Ruiz-Arias et Expósito, 2008).
Dans l'étude II, les résultats ont indiqué que les auteurs de violence contre les
femmes mettent plus de temps à reconnaître les expressions neutres que les expressions
chargées d'émotion. De même, les temps de réaction des participants étaient plus grands
dans la reconnaissance des images d'expressions émotionnelles des visages des femmes.
Cela indique une plus grande difficulté à reconnaître l'émotivité faciale sur les visages
des femmes que sur les visages des hommes. De plus, lors de la mise en relation des
variables du Test d'Empathie Cognitive et Affective avec le temps de réaction des
participants à l'étude dans la tâche de reconnaissance émotionnelle, on a trouvé une
relation significative entre la sous-échelle Adoption des perspectives et l'émotion de la
Peur. Cela peut être comparé à la méta-analyse de Marsh et Blair (2008) dans lequel ils
33 | P á g i n a
ont obtenu que les personnes ayant des comportements antisociaux tels que des traits
psychopathiques, des criminels violents, etc., présentaient un déficit de reconnaissance
des émotions de peur et de tristesse. Différents auteurs ont décrit que les déficits de
reconnaissance émotionnelle de la peur et de la tristesse dans une relation
interpersonnelle peuvent générer des comportements violents (Blair, 2001, 2005;
Eisenberg et al., 2010).
Dans l'étude III, les résultats ont indiqué que le groupe composé d'hommes
espagnols sans antécédents judiciaires de violence envers leur partenaire a obtenu des
scores significativement plus élevés sur l'échelle de l'Empathie cognitive et sur les sous-
échelles de la Compréhension émotionnelle et de la Joie empathique. À partir des
Réseaux Bayésiens, on a aperçu que l'obtention de scores élevés dans toutes les sous-
échelles de la capacité d'empathie prédit avec une plus grande probabilité appartenir au
groupe sans casier judiciaire. Les résultats suggèrent également que le rôle de l'empathie
cognitive est plus sensible que l'empathie affective. En d'autres termes, les fluctuations
de cette variable pourraient prédire plus précisément l'appartenance au groupe
d'hommes qui ont exercé de la violence dans leurs relations amoureuses par rapport aux
hommes qui n’utilisent pas la violence. Cela a été constaté par la littérature et divers
auteurs qui ont obtenu que de faibles niveaux d'empathie cognitive maintiennent une
relation forte et positive avec la délinquance et les crimes violents (Jolliffe et
Farrington, 2004; Van Langen et al., 2014). Richardson et al. (1994) indiquent que
l'empathie, et en particulier l'empathie cognitive, agit comme un inhibiteur de
l'agression interpersonnelle et verbale.
34 | P á g i n a
les victimes de violence de genre. Alors que les deux groupes ont coïncidé en montrant
des scores plus élevés après l'intervention en empathie cognitive générale et en
empathie affective envers la victime de leurs délits. Il n'a pas été possible de comparer
ces données avec d'autres recherches dû au fait qu’aucune autre étude à évaluer ces
différences.
35 | P á g i n a
diminué. D'autres auteurs tels que Echeburúa & Fernández-Montalvo (2009) et Ramírez
et al. (2013) dans leurs études avec la même population ont également obtenu des
changements positifs et significatifs de cette variable. La présence de jalousie chez les
auteurs de violences de genre est un facteur de déstabilisation qui favorise les situations
de conflit avec le partenaire, les comportements de contrôle, les pensées
obsessionnelles, etc. Tout cela peut conduire à l'exercice de violences psychologiques et
sociales (isolement du partenaire et limitation social dans leurs relations
interpersonnelles et familiales).
Les résultats du Test d'Empathie Cognitive et Affective montrent une plus grande
capacité à reconnaître et comprendre les états émotionnels, les intentions et les
impressions des autres ainsi qu'une plus grande capacité à partager les émotions
positives des autres. La sous-échelle de Stress empathique est la seule sous-échelle où
aucune différence significative n'est observée en comparant les résultats PRE-POST,
bien que nous puissions observer que la moyenne POST est légèrement supérieure au
score PRE. En comparant ces résultats avec d'autres recherches scientifiques, des
résultats similaires sont observés dans les études de Loinaz (2010) et de Boira et al.
(2013), qui ont utilisé l'Indice de Réactivité interpersonnelle (IRI) pour évaluer
l'empathie. Ramírez et coll. (2013) ont évalué l'empathie avec le questionnaire NEO-
36 | P á g i n a
FFI-R, qui a une échelle qui mesure l’empathie, et ils ont obtenu des résultats
significativement plus élevés en empathie dans le moment qui a suivi l'intervention.
Romero-Martínez et coll. (2019) ont constaté une amélioration de l'empathie cognitive
après l'intervention auprès d'hommes reconnus coupables de violence de genre.
37 | P á g i n a
1. INTRODUCCIÓN
Al tiempo que la violencia entre grupos de seres humanos ha sido una cuestión
de debate y estudio a lo largo de la historia, también se ha ido reduciendo al compás del
desarrollo de nuestras sociedades. Entre los distintos tipos de violencia que los seres
humanos ejercen entre ellos, la Violencia de Género se ha convertido en las últimas
décadas y por su condición de problema de salud pública (Ellsberg et al., 2008; Lahi &
Prezza, 2016) en un foco de atención social, como se deduce de su representación en los
medios de comunicación (Cabrera de la Cal & Correa Chica, 2019), y científica (Arias
et al., 2016). Podemos afirmar, en comparación con otros tipos de violencia, que su
visibilización e interés social son relativamente cercanos desde un punto de vista
histórico. Además, este problema social afecta a nivel mundial a los diferentes países,
culturas y sociedades (Lila et al., 2012).
“Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o
real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o
la privación arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la
privada” (Organización de las Naciones Unidas, 1995).
39 | P á g i n a
A partir de este evento, se comienza a percibir la violencia contra la pareja como
un problema social específico y a ser uno de los objetivos clave de las instituciones
nacionales e internacionales (World Health Organization, 2013). Esto implica una nueva
forma de visibilizar la violencia contra las mujeres, es decir, ya no se considera un
“problema de casa”, como acto individual o caso aislado que, además, se relacionaban
con determinadas características del agresor o de la víctima (tal como nivel
socioeconómico bajo, abuso y/o adicción a sustancias adictivas, trastornos mentales,
etc.), sino que esta visión se transforma a una nueva imagen que concibe la violencia de
género como una problemática derivada de las relaciones sociales basada en una
desigualdad de poder entre hombre y mujer y, sobretodo, explicando la causa del
problema a partir de ciertos rasgos compartidos de forma intercultural en la mayoría de
sociedades, lo que se denomina como la cultura patriarcal (Ferrer Pérez & Bosch Fiol,
2006).
Las secuelas que genera este tipo de violencia repercuten gravemente en la salud
de las mujeres que lo sufren, en los menores que lo presencian y/o sufren y en los
40 | P á g i n a
allegados. De forma más específica, se han encontrado las siguientes repercusiones en la
salud de las mujeres víctimas de este tipo de violencia: consecuencias físicas (muerte o
“feminicidio”, lesiones, problemas de salud a largo plazo, entre otros), consecuencias
sexuales y reproductivas (embarazos no deseados o abortos inducidos, disfunciones
sexuales, etc.), consecuencias conductuales (uso de sustancias adictivas, elección de
parejas agresivas en posteriores relaciones sentimentales, etc.) y consecuencias
psicológicas (sintomatología depresiva, ansiosa, estrés, baja autoestima, trastorno de
estrés postraumático, etc.). Asimismo, también tiene un impacto económico
significativo para la sociedad, incluyendo servicios de salud, sociales y jurídicos para
las víctimas, gastos legales para todos los implicados, etc. (World Health Organization,
2005, 2013).
41 | P á g i n a
a nivel de victimización de un alto porcentaje de un grupo poblacional, sino también por
las cargas económicas, sociales y éticas implicadas en el fenómeno. Por ello, es
imprescindible buscar una solución frente a este problema. Una de ellas, es la
intervención con los maltratadores.
Para que podamos calificar la violencia contra la pareja como tal, se debe
cumplir una sucesión de hechos violentos de forma cíclica, es decir, no podemos
calificar como violencia contra la pareja un hecho aislado sino que ha de ser un acto
repetitivo, mantenido en el tiempo y además con una intensidad y gravedad que,
habitualmente y tanto a nivel teórico como fenomenológico, se va incrementando. Por
ello, una estrategia que pretenda erradicar de forma eficaz la generación de victimas por
malos tratos en la pareja no solo ahora, sino también en el futuro, pasa necesariamente y
de forma fundamental por la interrupción de esa sucesión de hechos o círculo de la
violencia (para más información: Walker (1979)) mediante la intervención basada en la
evidencia empírica con los hombres que ejercen este tipo de violencia. Según
Echeburúa (2013, p.88) “hay que tratar a los agresores de pareja porque la violencia
puede ser una expresión de problemas psicológicos y de dificultades emocionales”.
Asimismo, Echeburúa & Corral (2012) y Lila (2013, p.82) afirman que “la
intervención con esta población evita el fenómeno de la transmisión intergeneracional
de la violencia, previene futuras situaciones de victimización y nuevas situaciones de
revictimización ya que en muchos casos, agresor y víctima siguen conviviendo juntos”.
La intervención con los hombres que ejercen o han ejercido violencia sobre la
mujer es especialmente necesaria para proteger a las víctimas de violencia de género y a
42 | P á g i n a
los menores, promover el desarrollo de la igualdad de género y rehabilitar al agresor
(Quinteros & Carbajosa, 2008). Scott et al. (2011) afirmaron que la sociedad debe
aportar unas actuaciones multifacéticas para luchar contra esta problemática. Una de
estas actuaciones deberán ser los programas de intervención con agresores de violencia
de género, criterio necesario para conseguir el cambio real en nuestra sociedad, y así
poder dejar de percibir los problemas de violencia contra la mujer como un asunto
privado.
Autores como Boira et al. (2013), Loinaz (2010) y Van Hoey et al. (2019)
encontraron en sus investigaciones que los agresores de violencia de género presentan
niveles bajos de empatía y, además, obtenían niveles mayores de empatía tras la
realización de una intervención psicológica con esta población. Además, Hanson (2003)
recalca de sus estudios la escasa empatía de los delincuentes y agresores hacia las
víctimas de sus propios delitos cometidos.
También es de resaltar que una de las variables que suele trabajarse tanto a nivel
nacional como internacional en los diferentes programas de intervención para hombres
penados por violencia de género es el concepto de empatía y también la empatía hacia
las víctimas (Castillo et al., 2005; Herrero, 2007; Lila et al., 2010; Suárez et al., 2015).
43 | P á g i n a
Esta tesis doctoral tiene como finalidad ayudar a conocer mejor las variables
influyentes en los hombres que ejercen la violencia contra las mujeres y principalmente
la relevancia e influencia de la variable de empatía. Ello facilitará adaptar y mejorar la
intervención con éstos, promoviendo cambios significativos tras la realización de los
programas de intervención psicológicos y previniendo la reincidencia de estos actos.
Para ello, el trabajo se ha dividido en dos apartados diferentes.
44 | P á g i n a
2. MARCO TEÓRICO
2.1. La empatía
El concepto de empatía fue utilizado por primera vez por el autor Robert
Vischer, en su tesis doctoral publicada en el siglo XVIII con el término “Einfülung” y
traducido del alemán como “sentirse dentro de” (Eisenberg & Strayer, 1992; Moya-
Albiol, 2018). A partir de esta conceptualización, otros autores mostraron su interés por
el nuevo término. De hecho, ya en 1895, Vernon Lee nombró en una conferencia este
término por primera vez en inglés, traduciendo “Einfülung” por “sympathy”, es decir,
“sentir con” o “sentir hacia dentro de”.
No fue hasta 1909 que el término de “empathy” fue acuñado por Titchener a
partir de la etimología griega “εμπάθεια (empatheia)”, que proviene de “en” (“en”) y
“sentimiento o pasión” (“pathos”), y definido como la capacidad de sentir y
experimentar los sentimientos del otro dentro de uno mismo como resultado de un
proceso de proyección.
45 | P á g i n a
En 1929, el investigador Köhler definió la empatía como la comprensión de los
sentimientos de los demás, es decir, poniendo énfasis en los componentes cognitivos.
En 1949, Dymond introdujo el concepto de “roletaking” o adopción de perspectivas
mientras que, en 1969, Hogan conceptualizó la empatía como la capacidad
metarrepresentativa para comprender lo que pasa por la mente de los demás (Fernández-
Pinto et al., 2008).
46 | P á g i n a
Los autores Moya-Albiol et al. (2010) la definen como:
47 | P á g i n a
en considerar este factor como una parte de la representación del mundo (Teoría de la
Mente), una habilidad comunicativa, una competencia ciudadana o un componente de la
inteligencia emocional (Muñoz Zapata & Chaves Castaño, 2013).
El autor De Waal (2011), tras varios años de investigación con animales, indicó
que la empatía es un rasgo ancestral característico de los humanos pero también de los
animales (De Waal, 2011; Moya-Albiol, 2018). La empatía es un aspecto crucial en el
desarrollo del ser humano dado que ejerce un papel fundamental en el desarrollo moral
y para la supervivencia, es decir, el concepto en cuestión permite comprender a nivel
cognitivo y emocional a la otra persona y, a partir de ello, saber cómo interactuar con
ella, proporcionar ayuda y relacionarnos satisfactoriamente, evitando así la soledad y el
aislamiento (Moya-Albiol, 2018).
48 | P á g i n a
a) Factores biológicos de la empatía
Desde este enfoque biologicista, las neuronas espejo son las que acaparan con la
evidencia actual las funciones de identificación y comprensión del lenguaje no verbal
(expresiones faciales, gestos, kinestesia, etc.) y de la mentalización sobre la
intencionalidad del sujeto que está siendo percibido. Todo ello nos orienta hacia la
interpretación de los indicadores, entendidos desde una perspectiva del aprendizaje
como estímulos discriminativos, que nos aportarían la información necesaria para poder
orientar nuestras conductas de una forma adaptativa al contexto en el que nos
encontramos. De hecho, mayores puntuaciones en empatía correlacionan con una mayor
activación del sistema motor de las neuronas espejo (Moya-Albiol, 2011).
49 | P á g i n a
presenta como un factor protector en conductas antisociales, siendo más influyente en
mujeres que en varones (Broidy et al., 2003).
50 | P á g i n a
faciales complejos se hacen presentes desde los primeros años de vida y se evidencian
en el contexto social del niño (Mayor Guerra et al., 2002).
51 | P á g i n a
Tabla 1
Los estudios acerca del constructo de la empatía la conciben como una variable
multicomponente, es decir, que está formado por aspectos cognitivos (reconocer e
identificarse con los sentimientos del otro) y por aspectos emocionales (experimentar
los sentimientos del otro) (Day et al., 2010; Fernández-Pinto et al., 2008).
52 | P á g i n a
que propone son los siguientes (M. Davis, 1980, 1983; Eisenberg & Strayer, 1992;
Muñoz Zapata & Chaves Castaño, 2013):
54 | P á g i n a
del proceso se elaboraran las respuestas consecuentes. También es de destacar que este
modelo incluye variables disposicionales que influirán en todos los aspectos del
modelo.
55 | P á g i n a
2.1.4. Los tipos de empatía
56 | P á g i n a
Asimismo, Fernández-Pinto et al. (2008) refleja que encontrarnos con personas con
experiencias personales, vivencias emocionales similares, aprendizajes previos,
situaciones de riesgo, etc. son algunos de los factores que provocan respuestas
empáticas en la persona.
57 | P á g i n a
La empatía es un factor relevante en multitud de ámbitos, lo cual lo constituye
como un concepto complejo que además no es observable por sí mismo sino que se
considera como un estado complejo cuyas propiedades únicamente pueden valorarse y
establecerse en función de pruebas indirectas.
58 | P á g i n a
imaginativa de ponerse uno mismo en el lugar de otra persona; 2)
Comprensión emocional: capacidad de reconocer y comprender los
estados emocionales, las intenciones y las impresiones de los otros; 3)
Estrés empático: capacidad de compartir las emociones negativas de otra
persona; 4) Alegría empática: capacidad de compartir las emociones
positivas de otra persona. El alfa de Cronbach es de .86 para el TECA
global y oscila entre .70 y .78 para las cuatro dimensiones (López-Pérez
et al., 2008). Este es el único cuestionario de empatía que se ha realizado
inicialmente en español (Olivera et al., 2011).
59 | P á g i n a
a una escala tipo Likert del 1 (totalmente en desacuerdo) al 4 (totalmente
de acuerdo). Cuenta con 3 subescalas denominadas Cognitiva,
Reactividad emocional y Habilidades sociales. Se utiliza en muchas
ocasiones para el diagnóstico del trastorno del espectro autista de alto
funcionamiento con inteligencia normal (Olivera et al., 2011). Presenta
una consistencia interna de .85.
60 | P á g i n a
El concepto de violencia
El concepto de sexo
El concepto de género
61 | P á g i n a
ideas, valores, normas sociales, actuaciones, preferencias, actitudes, etc.
Estas diferencias se pueden modificar en función del tiempo, contexto,
edad, cultura, etc.
Son precisamente los roles de género que generan estereotipos de cómo debe ser
un hombre y cómo debe ser una mujer y, por consiguiente crean desigualdades sociales
entre los hombres y mujeres. La violencia de género está, por tanto, basada en
construcciones sociales y culturales de género, no de sexo (Instituto Canario De
Igualdad, 2007; Instituto Canario de la Mujer, 2011).
62 | P á g i n a
el mantenimiento de la discriminación, desigualdad y relaciones de poder de los
hombres hacia las mujeres. La World Health Organization (2002) la define como:
“Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o
real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o
la privación arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la
privada”.
E incluye:
63 | P á g i n a
“… la manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las
relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por
parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan
estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin
convivencia, y comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas
las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación
arbitraria de libertad”.
64 | P á g i n a
o Violencia física, psíquica o psicológica que produzca secuelas en
algún ámbito de la vida de la víctima.
“Se deberá entender una violencia de los derechos humanos y una forma de
discriminación contra las mujeres, y designará todos los actos de violencia
basados en el género que implican o pueden implicar para las mujeres daños o
sufrimientos de naturaleza física, sexual, psicológica o económica, incluidas las
amenazas de realizar dichos actos, la coacción o la privación arbitraria de
libertad, en la vida pública o privada”.
65 | P á g i n a
diferentes factores, las cuales son (Lila et al., 2010; Quinteros & Carbajosa, 2008; Van
Hoey, 2018; Van Hoey & Santolaya Prego de Oliver, 2019):
66 | P á g i n a
Violencia y/o maltrato sexual
67 | P á g i n a
2.2.3. El marco legal de la Violencia de Género
En 1975 se comenzó con las distintas reformas del Código Penal con el
propósito de conseguir llegar a la igualdad de todos los ciudadanos. Con ello, se derogó
la sumisión de la mujer al marido y se añadió nuevas disposiciones contra la
discriminación y hechos cometidos en el ámbito familiar, tal como la violencia
doméstica.
“Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o
real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o
la privación arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la
privada”.
68 | P á g i n a
En 2003, destacar que la Ley Orgánica 11/2003 establece el maltrato habitual
dentro de los delitos contra la integridad moral mientras que la Ley Orgánica 15/2003
instaura una duración máxima más larga para penas de alejamiento y de comunicación
con la víctima. Asimismo, la Ley 27/2003, de 31 de julio, introduce la Orden de
Protección de las víctimas de violencia doméstica con el objetivo de formular
medidas legislativas que den una respuesta integral frente a la violencia doméstica.
69 | P á g i n a
3) Asistencia a estos programas como condición a la que deben atenerse los
condenados por violencia de género para poder conseguir la suspensión o
sustitución de pena privativa de libertad menos grave. (art. 83).
Según los Artículos 80.1 y 80.5 del Código Penal, si el penado no tiene
antecedentes penales y la pena impuesta no es superior a los dos años (o cinco años en
los casos de alcoholismo o de drogodependencia que hayan originado el delito), los
jueces tienen en su poder dejar en suspenso la ejecución de la pena. No obstante, los
jueces pueden condicionar la suspensión al cumplimiento de unas reglas de conducta,
tales como la participación del sujeto en un programa de tratamiento como sería el
Programa de Intervención para Agresores de Violencia de Género en Medidas
Alternativas (PRIA-MA).
“Ofrecer desde los poderes públicos una respuesta lo más amplia posible, no
solo jurídica sino también social, a las víctimas, no solo reparadora del daño en
el marco de un proceso penal, sino también minimizadora de otros efectos
traumáticos en lo moral que su condición puede generar”.
70 | P á g i n a
Finalmente, poner en evidencia la Ley Orgánica 8/2015, de 22 de julio, de
modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia, y la Ley
Orgánica 26/2015, de 28 de julio, de modificación del sistema de protección a la
infancia y a la adolescencia, las cuales incluyen la protección de hijos/as de las mujeres
víctimas de violencia de género, así como de los menores víctimas de otras formas de
violencia, en particular, de la trata de seres humanos.
71 | P á g i n a
debe a la violencia en el contexto de una relación de pareja. Asimismo, se obtuvo que la
prevalencia de violencia contra la pareja ronda el 23,2% en los países de ingresos altos,
el 24,6% en la región del Pacífico occidental, el 37% en la región del Mediterráneo
oriental y el 37,7% en la región de Asia sudoriental (World Health Organization, 2013).
Destacar del informe europeo realizado en 2014 por la FRA que una de las cifras
más llamativas encontradas fue que alrededor del 70% afirmaron no haber denunciado
la violencia recibida dentro de la relación sentimental. Por todo ello y a modo de
conclusión, se refleja que las mujeres no suelen recurrir al sistema judicial cuando
sufren violencia de género y la sociedad y cultura no facilitan el cumplimiento de los
derechos de millones de mujeres europeas.
72 | P á g i n a
contra la mujer en todos los ámbitos de la vida cotidiana (laboral, social, familiar, de
pareja, etc.) así como establecer medidas de protección específicas para las víctimas que
hayan sufrido este tipo de violencia (Special Eurobarometer, 2017).
73 | P á g i n a
2.2.5. El programa de intervención con agresores de Violencia de
Género
74 | P á g i n a
El programa PRIA-MA tiene una duración estimada de 10 meses y consiste en
una intervención psicológica grupal con un enfoque cognitivo-conductual que integra la
perspectiva de género. Los objetivos principales del programa son (Echeburúa, 2013;
Suárez et al., 2015):
2. Fase de intervención.
75 | P á g i n a
Tabla 2
Distribución de módulos y sesiones del Programa PRIA-MA
MÓDULOS SESIONES
1. Inteligencia emocional 3
2. Pensamiento y bienestar 3
3. Género y nuevas masculinidades 2
4. Habilidades de autocontrol y gestión de la ira 4
5. La capacidad de ponernos en el lugar de los demás: 3
la empatía
6. Cuando sentimos miedo de perder a alguien: los 4
celos
7. Antídotos contra la violencia psicológica 4
8. Afrontando la ruptura y construyendo relaciones de 4
pareja sanas
9. Pensando en los menores 3
10. Afrontando el futuro 2
Fuente: Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Ministerio del Interior,
2015.
3. Fase de seguimiento.
76 | P á g i n a
3) Los profesionales que realizan estas intervenciones quieren y deben ser
conocedores tanto de su eficacia como de sus limitaciones, dado que esto
les ayudará a saber a qué usuarios les beneficiará más y en qué elementos
o variables incidir por su relevancia en el proceso de cambio.
Con respecto a los resultados obtenidos por los distintos estudios realizados
sobre la eficacia de los programas de intervención con hombres penados por violencia
de género, se pueden concluir como aspectos más relevantes los que se presentan en la
siguiente tabla (Tabla 3).
Tabla 3
Eficacia de los programas de intervención con hombres penados por violencia de
género
Año de
Autores Resultados obtenidos
publicación
77 | P á g i n a
sesgos cognitivos hacia la mujer y el uso de la violencia,
la impulsividad y la ira y, además de aumentos
significativos en la autoestima de los agresores de este
tipo de violencia.
78 | P á g i n a
significativo, por lo que matizan la insuficiente evidencia
empírica para poder sacar conclusiones científicas.
79 | P á g i n a
Según el autor Dohmen (1995), citado en Quinteros & Carbajosa (2008), el
agresor en violencia de género se puede definir como la persona de sexo y género
masculino que ejerce un maltrato de diversa índole, ya sea física, emocional, sexual,
social, etc., de forma exclusiva e intencional sobre la persona vinculada afectivamente
con él, es decir, su pareja sentimental.
80 | P á g i n a
deseado y superar sus frustraciones. En comparación con los otros tipos, la
violencia que suelen manifestar es de mayor frecuencia e intensidad.
Varios autores han descrito las distintas características más habituales que se
encuentran en esta población (Echeburúa et al., 2003; Echeburúa, Amor, et al., 2009;
Echeburúa & Fernández-Montalvo, 2009; Fernández-Montalvo et al., 2005; Fernández-
Montalvo & Echeburúa, 1997, 2008; Filardo Llamas, 2013; Hamberger & Hastings,
1988; Lila et al., 2012; O’Leary, 1993; Quinteros & Carbajosa, 2008; Saunders, 1995;
White & Gondolf, 2000). A continuación, se describirán estos rasgos clasificados en
aspectos conductuales, cognitivos, emocionales e interaccionales (Van Hoey &
Santolaya Prego de Oliver, 2019):
81 | P á g i n a
Con respecto a los Trastornos de la Personalidad más frecuentes en los hombres
penados por violencia contra la pareja según los estudios realizados en esta población,
encontramos mayoritariamente el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), seguido del
Trastorno Antisocial y del Trastorno Dependiente. De hecho, Boira & Jodrá (2010)
obtuvieron en sus estudios que el 47.9% de los casos puntuaron significativamente en la
escala de TOC del MCMI-II. En la investigación de Fernández-Montalvo & Echeburúa
(2008) un 57.8%. Ruiz-Arias & Expósito (2008) pusieron en evidencia puntuaciones
similares a las anteriores en la presencia de TOC en esta muestra. En cuanto al
Trastorno Antisocial, Johnson et al. (2006) encontró que el 47% de los maltratadores
puntuaron en la escala de Trastorno Antisocial. Sin embargo, otros estudios encontraron
cifras más bajas: Fernández-Montalvo & Echeburúa (2008) encontraron el Trastorno
Antisocial en un 19.7% de esta población mientras que Hart et al. (1993) estimaron que
los maltratadores antisociales constituyen aproximadamente el 25% de los usuarios de
los programas de intervención para agresores de violencia de género. Por otro lado,
Fernández-Montalvo & Echeburúa (2008) también hallaron el Trastorno Dependiente
en un 34.2% de la muestra.
83 | P á g i n a
concepto de prosocialidad, y en los diferentes aspectos de la personalidad, como la
agresividad (Cardozo et al., 2011). Si bien conceptualizar la empatía sigue siendo una
controversia, hay evidencia fundamentada y aceptada por la comunidad científica sobre
la relación positiva entre la empatía y la conducta prosocial (Fuentes et al., 1993;
Hoffman, 2002; Retuerto Pastor, 2004). La empatía está además considerada como una
variable fundamental a la hora de intervenir en las conductas antisociales y promover
conductas prosociales (Loinaz, 2010) y en el estudio y análisis de la conducta humana,
dado su utilidad tanto en el estudio de la psicopatología como en el de la conducta
prosocial (Fernández-Pinto et al., 2008).
84 | P á g i n a
también por otros autores, los cuales concluyeron que existía una fuerte correlación
negativa entre la empatía y la conducta agresiva (Cardozo et al., 2011; Garaigordobil &
De Galdeano, 2006; Miller & Eisenberg, 1988).
85 | P á g i n a
2.3.2. Análisis de la empatía en los agresores.
86 | P á g i n a
A principios del siglo XXI se realizó un estudio de la mano de Fernandez &
Marshall (2003) donde encontraron déficits de empatía hacia las víctimas por parte de
los propios agresores sexuales, mientras que, en contra de lo que una hipótesis lógica
nos diría, los niveles de empatía hacia las víctimas en general (ya sea en accidentes, o
incluso en agresiones sexuales no realizadas por el propio individuo) son iguales o
incluso superiores que otros delincuentes no sexuales. Esto puede ser causado por unos
déficits en el reconocimiento del daño causado por uno mismo, lo cual es ampliamente
trabajado en los programas de intervención con delincuentes (Martínez García, Redondo
Illescas, Pérez-Ramírez, & García Forero, 2008).
Si bien es cierto que en general los individuos con conductas que quebrantan la
legalidad o las normas de convivencia de forma sistemática muestran unos resultados
menores en la variable empatía en comparación con aquellos que no las realizan
(Herrero, 2007). Winter et al. (2017) encontraron en su estudio con sujetos con
antecedentes legales de delitos violentos que éstos presentaban niveles de empatía
reducidos frente al sufrimiento de otras personas. Asimismo, otros autores como Jolliffe
& Farrington (2004) o Van Langen et al. (2014), ambos en su metaanálisis, encontraron
que la empatía cognitiva está más relacionada con la delincuencia que la empatía
afectiva, siendo la subescala Toma de perspectiva cognitiva más influyente y mostrando
una relación negativa más fuerte entre empatía y agresión. Otros autores también
encontraron que la variable de empatía actúa como agente inhibidor en la agresión
interpersonal y en la agresión verbal, siendo especialmente relevante la empatía
cognitiva en este proceso (Richardson et al., 1994).
En todo caso, hemos de resaltar el hecho de que la mayor parte de los estudios
encontrados sobre empatía no están realizados sobre población general (normalmente se
estudia la empatía y sus implicaciones en población infantojuvenil, delictiva o
penitenciaria) con lo que se dificulta su extrapolación, e incluso encontramos que dentro
de aquellas poblaciones más estudiadas existen inconsistencias en los resultados, como
muestran Smallbone et al. (2003), con el caso de los agresores sexuales (Martínez
García, Redondo Illescas, Pérez-Ramírez, & García Forero, 2008). Efectivamente,
Vachon et al. (2014) realizaron un metaanálisis y encontraron que la relación entre la
empatía y la agresión era muy débil.
87 | P á g i n a
Existe escasa literatura específica acerca de la empatía en los agresores de
Violencia de Género. Loinaz (2010) encontró en su estudio acerca de la empatía en los
agresores de violencia de género en prisiones que las escalas del cuestionario IRI más
relevantes en la población en cuestión es la Toma de perspectiva y la Preocupación
empática. Asimismo, relacionó las variables de ira (a partir del cuestionario STAXI-2)
con la empatía (a través del cuestionario IRI) y encontró que la escala Toma de
perspectiva mostraba una mayor correlación negativa con la variable ira, es decir, tener
la capacidad intelectual o imaginativa de ponerse en el lugar de otra persona está
aparejado con menores niveles de sentimientos de ira.
Todos estos datos nos indican la necesidad de seguir investigando este factor así
como la empatía hacia las víctimas y la propia víctima. El estudio de la empatía en
población delincuente es relevante dado que, por una parte, este constructo es una parte
importante de los programas de intervención con agresores y a pesar de ello existen
pocas evidencias científicas de su efecto en la reducción de la reincidencia.
Y, por otra parte, Loinaz et al. (2012) afirmaron que si una persona presenta la
capacidad de empatizar y es consciente de los efectos que generan sus propias acciones
sobre las demás personas, la probabilidad de que ésta persona use la violencia sobre
otras personas será menor.
88 | P á g i n a
Por último, es importante tener en cuenta que la presencia de niveles adecuados
de empatía está relacionado con el reconocimiento emocional, habilidades sociales y
resolución de conflictos, lo cual podría influir directamente en la satisfacción en la
relación de pareja y, por tanto, la disminución de violencia en dicha relación (DeKoven
Fishbane, 2011; Long et al., 1999; Perrone-McGovern et al., 2014; Waldinger et al.,
2004).
89 | P á g i n a
3. OBJETIVOS E HIPÓTESIS
3.1. Objetivos
Los objetivos generales de esta tesis doctoral son, por una parte, realizar una
revisión bibliográfica de los conceptos de empatía, violencia contra la pareja así como
de los estudios que relacionen ambas variables y, por otra parte, valorar la existencia de
diferencias significativas en empatía general, en los componentes cognitivos de la
empatía (Adopción de perspectivas y Comprensión emocional) y en los componentes
afectivos de la empatía (Estrés empático y Alegría empática), en la relación entre la
empatía y el reconocimiento emocional y, finalmente, en las diferencias entre empatía
general, empatía hacia las víctimas y empatía hacia la propia víctima en población de
hombres condenados por Violencia de Género en la Comunidad Valenciana y que estén
realizando el Programa de Intervención para Agresores de Violencia de Género en
Medidas Alternativas (PRIA-MA).
3.2. Hipótesis
La hipótesis general que hemos planteado es que los hombres condenados por
Violencia de Género presentan niveles más bajos de empatía general, de empatía
cognitiva y de empatía afectiva que los grupos de hombres control.
91 | P á g i n a
Las hipótesis específicas que se han planteado son las siguientes:
92 | P á g i n a
mayores en toma de perspectivas tras la intervención con esta población.
Además, consideramos dentro de este punto, no sólo las puntuaciones
tradicionales en escalas de empatía, sino además, su reflejo conductual en
tareas experimentales de reconocimiento de emociones (como por ejemplo
las emociones faciales) y la interrelación entre las dos medidas de empatía
(cuestionarios y tiempos de reconocimiento).
93 | P á g i n a
4. METODOLOGÍA
4.1. Participantes
95 | P á g i n a
a) Participantes del estudio I
96 | P á g i n a
d) Participantes del estudio IV
Esta muestra fue la misma que la que se utilizó para el estudio I. Los
participantes fueron 33 hombres mayores de edad condenados por violencia de género y
realizando el PRIA-MA entre 2017 y 2018 en la Agrupación Psicofundación y
Psicología Sin Fronteras en Valencia.
4.2. Instrumentos
97 | P á g i n a
Fue realizado por Theodore Millon en 1997. Contiene 175 ítems con respuestas
dicotómicas (verdadero-falso). Los diferentes aspectos de la personalidad patológica son
recogidas en 26 escalas: 4 escalas de fiabilidad y validez; 10 escalas básicas de
personalidad; 3 escalas de personalidad patológica; 6 síndromes clínicos de gravedad
moderada; y 3 síndromes clínicos de gravedad severa.
98 | P á g i n a
d) Instrumentos del estudio IV
Las variables que investigamos fueron la empatía con sus distintos componentes
y los rasgos de personalidad de los hombres que agreden a sus parejas. Para evaluar
estas dos variables, se administraron a los participantes varias pruebas psicológicas en
dos momentos temporales: antes de iniciar la intervención psicológica (momento PRE)
y al finalizar dicha intervención (momento POST). Destacar que el Inventario Clínico
Multiaxial de Millon-III únicamente se administró en el momento PRE dado que esta
prueba evalúa diferentes rasgos de personalidad y se considera que la personalidad es un
rasgo constante en el tiempo.
99 | P á g i n a
funcionamiento crónico y trastorno de la personalidad. En cuanto a las propiedades
psicométricas, este inventario presenta una fiabilidad test-retest entre 0.84 y 0.96 y una
consistencia interna mayor a 0.80. Por último, la consistencia interna de las escalas
oscila entre 0.66 y 0.92.
100 | P á g i n a
desfigurada en un accidente de tráfico y estuvo hospitalizada durante un mes. Esta niña
ya está fuera del hospital pero vivirá con secuelas permanentes (cicatrices y cara
desfigurada); Situación 2) Quiero que pienses en una pareja que llevan 3 años de
relación y, en los últimos meses, cada vez son más frecuentes las discusiones. La mujer
que durante toda la relación ha sido humillada y menospreciada por su pareja, algunas
veces en presencia de sus hijos. Tras la última discusión, la mujer decidió ir a casa de su
madre y recibió un mensaje de su pareja insultándola y amenazándola de muerte si le
dejaba; Situación 3) Quiero que piense en los hechos ocurridos por los que usted está
aquí, es decir, los hechos de la denuncia puesta por su ex-pareja. Cada una de esas
situaciones contienen dos partes: la primera donde es necesario ponerse en la piel de la
otra persona para valorar la emocionalidad del actor en dicha situación (Parte A) y una
segunda donde se debe valorar la propia emocionalidad que ha generado en nosotros la
lectura de la situación (Parte B).
101 | P á g i n a
subescalas: Impulsividad Cognitiva (8 ítems), Impulsividad Motora (10 ítems) e
Impulsividad no planeada (12 ítems). Cada ítem consta de 4 opciones de respuesta. En
nuestro caso, la fiabilidad fluctuó entre .198 y .627 para las subescalas y .745 para la
escala general.
102 | P á g i n a
interna de .89 en la escala de Ira-Estado, de .82 en la escala de Ira-Rasgo y de .69 para
la de expresión y control de la ira (Miguel-Tobal et al., 2001). En nuestro caso, la
fiabilidad fluctuó entre .481 y .799 para las subescalas y .665 para la escala general.
4.3. Procedimiento
El primer paso que se realizó para los distintos estudios fue solicitar los
correspondientes permisos al comité ético de la Universidad Católica de Valencia San
Vicente Mártir, al Servicio de Instituciones Penitenciarias y a la Agrupación
Psicofundación y Psicólogos Sin Fronteras.
103 | P á g i n a
anonimato. Todos los sujetos participaron voluntariamente y dieron su consentimiento
informado.
Todos los estímulos fueron presentados a cada uno de los participantes a través
de una pantalla de ordenador (Ver figura 3). Además, todos ellos fueron
contrabalanceados para evitar posibles efectos de orden que puedan incidir en los
resultados obtenidos a raíz del experimento.
104 | P á g i n a
Figura 3. Ejemplificación de la tarea experimental, donde se realizó una tarea de
reconocimiento de emociones faciales.
105 | P á g i n a
Valero et al., 2019). Después de examinar las probabilidades totales y condicionales, se
realizaron inferencias probabilísticas a través del teorema de Bayes. La sensibilidad se
midió a través del análisis de la curva de características operativas del receptor (ROC).
Además, la bondad del ajuste se probó a través de tres índices diferentes: pérdida
logarítmica, pérdida cuadrática y compensación esférica. De forma más concreta, la
pérdida logarítmica toma valores entre cero e infinito; valores cercanos a cero indican la
mejor bondad de ajuste. Además, la pérdida cuadrática toma valores de cero a dos;
nuevamente, los valores más cercanos a cero indican la mejor bondad de ajuste.
Finalmente, la compensación esférica toma valores de cero a uno; en este caso, los
valores más cercanos a uno indican un mejor ajuste (López-Puga, 2012). La sensibilidad
se evaluó en términos de porcentaje de información proporcionada a través de la
varianza de creencias (su cambio esperado al cuadrado) e información mutua (entre
nodos).
106 | P á g i n a
5. RESULTADOS
Uno de los aspectos que fueron evaluados consistió en la realización del perfil de
los usuarios del programa de intervención PRIA-MA. Por ello, se valoraron distintas
variables sociodemográficas tales como edad, nacionalidad, estado civil, nivel de
estudios, situación laboral, número de hijos, consumo de alcohol y drogas; variables
legales tales como el motivo del delito cometido para acudir al programa de
intervención, y variables psicológicas (Tabla 4).
Con respecto al estado civil de los penados a violencia de género, los resultados
indicaron que un 45.5% iniciaron el programa estando separados o divorciados, un
42.4% estaban solteros y solamente un 12.1% estaban casados en ese momento.
Preguntados por la duración de la relación sentimental con la pareja que les denunció, se
obtuvo que de media la relación había durado 6.24 años, siendo el tiempo mínimo de
relación de 3 meses y el tiempo máximo de 27 años de relación.
Un tercio de los penados no tenían hijos, otro tercio tenían un único hijo,
seguido de un 24.2% con dos hijos, de casi un 10% con 3 hijos y el mismo porcentaje,
un 3%, tenían 4, 5 o 6 hijos.
107 | P á g i n a
En cuanto al consumo de sustancias adictivas, un 24.2% de los usuarios
admitieron consumir de forma habitual alcohol y un 15.2% consumir habitualmente
drogas.
Tabla 4
Descripción de la muestra
N %
Rango de edad
18-25 4 12.1
26-35 8 24.2
36-50 16 48.4
51-65 5 15.1
Nacionalidad
Español 26 78.8
Colombiano 2 6.1
Peruano 1 3
Ecuatoriano 1 3
Rumano 1 3
Italiano 1 3
Alemán 1 3
Estado civil
Casado 4 12.1
Separado/Divorciado 15 45.5
Viudo 0 0
Soltero 14 42.4
Nivel de estudios
Sin estudios 0 0
Educación primaria 9 27.3
Educación secundaria 10 30.3
Bachillerato 6 18.2
Formación Profesional 6 18.2
Estudios universitarios 2 6.1
Situación laboral
Empleado 16 48.5
Desempleado 17 51.5
108 | P á g i n a
Número de hijos
0 10 30.3
1 9 27.3
2 8 24.2
3 3 9.1
4 1 3
5 1 3
6 1 3
Consumo de alcohol
Sí 8 24.2
No 25 75.8
Consumo de drogas
Sí 5 15.2
No 28 84.8
Fuente: elaboración propia.
Por otro lado, también se evaluó el motivo de la denuncia por la que estos
usuarios fueron condenados a Violencia de Género y, por tanto, tuvieron que acudir al
programa de intervención para agresores de violencia de género (PRIA-MA). Los
resultados mostraron que, en muchas ocasiones, las condenas de los penados fueron
debidas a un conjunto de delitos.
Los delitos más frecuentes fueron por amenazas (20.18%), por insultos (18.34%)
y por quebrantamiento de la orden de alejamiento establecida (17.43%) (Tabla 5). En
cuanto a los antecedentes de los usuarios, un 39.4% de los penados acudieron al
programa teniendo antecedentes penales previos siendo los delitos por agresiones físicas
y peleas (25%), por tráfico de sustancias adictivas (25%), por delitos contra la seguridad
vial (19%), por secuestro (13%), por atraco (12%) y por falsificación de documentos
(6%).
109 | P á g i n a
Tabla 5
Tipo de delito de la condena
N %
Amenaza 22 20.18
Insultos 20 18.34
Quebrantamiento 19 17.43
Empujones 14 12.84
Golpes/Puñetazo 11 10.09
Bofetada 3 2.75
Acoso 3 2.75
110 | P á g i n a
Destacar que durante la corrección del inventario MCMI-II, se eliminaron 3
participantes de la muestra debido a que mostraban un perfil plano, es decir, no se
observaban puntuaciones significativas en ninguna de las subescalas.
Figura 4. Puntuación media de las escalas del Inventario Clínico Multiaxial de Millon-
II. Fuente: elaboración propia.
111 | P á g i n a
5.2. Estudio II. Reconocimiento emocional y empatía en
función del sexo
Tabla 6
Estadísticos descriptivos. Promedio de los tiempos de reacción.
Sexo de la imagen Emoción Media Desviación estándar
112 | P á g i n a
Los resultados muestran que se han encontrado diferencias estadísticamente
significativas en la latencia de respuesta de los usuarios en función de la carga
emocional de las imágenes presentadas: F(6,162)=5,31; MCE=6721,09; p<0,05; η2=0,16,
lo que implica que han tardado más tiempo en reconocer las expresiones neutras que las
emocionales.
113 | P á g i n a
Tabla 7
Prueba t de muestras emparejadas. Reconocimiento de emociones en función del
género.
T gl Sig. (bilateral)
114 | P á g i n a
Tabla 8
Correlaciones entre las subescalas del TECA y los tiempos de reacción
AP CE EE AE
115 | P á g i n a
En cuanto a las subescalas del Test de Empatía Cognitiva y Afectiva (TECA), el
grupo control presentó niveles mayores en Comprensión emocional y Alegría empática.
Mientras que el grupo de hombres condenados por ejercer maltrato en sus relaciones
sentimentales obtuvo mejores puntuaciones en la escala de Empatía afectiva, si bien los
resultados no fueron significativos, y en los mismos resultados se observaron en la
subescala de Estrés empático.
Tabla 9
El valor alfa de Cronbach de .83 mostró una consistencia interna óptima para la
valoración de los resultados obtenidos. Asimismo, se encontró que todas las variables
evaluadas estaban positivamente relacionadas entre sí (ver Tabla 10).
116 | P á g i n a
Tabla 10
Coeficientes de Pearson en las subescalas de TECA.
117 | P á g i n a
Tabla 11
Porcentajes estipulados de cada nodo en la Red Bayesiana para el modelo de
predicción.
118 | P á g i n a
Group
Control 50.0
Perpetrators 50.0
PerspectiveTaking EmpathicConcern
High 26.5 High 18.7
Low 20.5 Low 28.3
Moderate 40.4 Moderate 39.8
Very high 5.42 Very high 8.43
Very low 7.23 Very low 4.82
EmpathicDistress
EmpathicHappiness
High 17.6
High 25.2
Low 21.3
Low 21.7
Moderate 34.5
Moderate 37.4
Very high 13.2
Very low 15.6
Very low 13.4
119 | P á g i n a
Group
Control 82.8
Perpetrators 17.2
PerspectiveTaking EmpathicConcern
High 0 High 0
Low 0 Low 0
Moderate 0 Moderate 0
Very high 100 Very high 100
Very low 0 Very low 0
EmpathicDistress
EmpathicHappiness
High 0
High 100
Low 0
Low 0
Moderate 0
Moderate 0
Very high 100
Very low 0
Very low 0
Figura 6. Predicción de grupos mediante las puntuaciones más altas en las subescalas
del TECA.
Group
Control 9.09
Perpetrators 90.9
PerspectiveTaking EmpathicConcern
High 0 High 0
Low 0 Low 0
Moderate 0 Moderate 0
Very high 0 Very high 0
Very low 100 Very low 100
EmpathicDistress
EmpathicHappiness
High 0
High 0
Low 0
Low 0
Moderate 0
Moderate 0
Very high 0
Very low 100
Very low 100
Figura 7. Predicción de grupos mediante las puntuaciones más bajas en las subescalas
del TECA.
120 | P á g i n a
En el siguiente aspecto valorado fue si puntuaciones altas o bajas en ambas
subescalas de empatía cognitiva y de empatía afectiva influía en la probabilidad de
pertenencia a un determinado grupo. En las figuras 8 y 9, se puede observar que el papel
de las puntuaciones de los factores principales, Empatía cognitiva y Empatía afectiva,
fue relevante en todos los grupos. Es de destacar que la Empatía cognitiva mostró una
mayor sensibilidad en la predicción de ambos grupos (Figura 8), mientras que el papel
de la Empatía afectiva fue notablemente menor (Figura 9). De forma concreta, obtener
puntuaciones muy bajas en las subescalas de Empatía Cognitiva (Adopción de
perspectivas y Comprensión emocional) predicen en un 93.3% la pertenencia al grupo
de agresores de violencia contra la mujer y en un 6.67% la pertenencia al grupo control.
Mientras que obtener puntuaciones muy bajas en las subescalas de Empatía afectiva
(Estrés empático y Alegría empática) predicen en un 54.8% pertenecer al grupo de
agresores y en un 45.2% pertenecer al grupo control.
Group
Control 6.67
Perpetrators 93.3
PerspectiveTaking EmpathicConcern
High 0 High 0
Low 0 Low 0
Moderate 0 Moderate 0
Very high 0 Very high 0
Very low 100 Very low 100
EmpathicDistress
EmpathicHappiness
High 13.0
High 28.3
Low 24.7
Low 28.3
Moderate 36.3
Moderate 15.0
Very high 13.0
Very low 28.3
Very low 13.0
Figura 8. Predicción de grupos mediante las puntuaciones más bajas en las subescalas
de Empatía cognitiva.
121 | P á g i n a
Group
Control 45.2
Perpetrators 54.8
PerspectiveTaking EmpathicConcern
High 18.4 High 18.2
Low 22.4 Low 34.0
Moderate 28.7 Moderate 21.3
Very high 11.3 Very high 12.3
Very low 19.1 Very low 14.2
EmpathicDistress
EmpathicHappiness
High 0
High 0
Low 0
Low 0
Moderate 0
Moderate 0
Very high 0
Very low 100
Very low 100
Figura 9. Predicción de grupos mediante las puntuaciones más bajas en las subescalas
de Empatía afectiva.
En este estudio, se evaluó las diferencias, por una parte, en empatía cognitiva y
empatía afectiva mediante las subescalas que componen el TECA y, por otra parte, en
empatía general, empatía hacia las víctimas de violencia de género y empatía hacia las
propias víctimas en los participantes del programa de intervención para agresores de
violencia de género.
122 | P á g i n a
Alegría empática, siendo la única escala con puntuaciones mayores la escala de Estrés
empático.
123 | P á g i n a
Tabla 12
Análisis descriptivos de las escalas TECA y T.C.M.E.M. en función de la
variable relación sentimental
PRE POST
Mann– Mann–
Relación
N Media SD Whitney Media SD Whitney
sentimental
U test U test
No 21 30.29 4.35 29.24 3.91
>.05 <.05
AP
Sí 15 31.60 9.75 32.53 5.19
124 | P á g i n a
Asimismo, se llevó a cabo un análisis de grupos de dos pasos en ambas medidas
de empatía. De esta forma, se realizó una primera aproximación a las medidas obtenidas
en el cuestionario TECA y grupo de relación, y un segundo análisis con los resultados
obtenidos en el cuestionario T.C.M.E.M, todas ellas en el momento PRE, aportando dos
perfiles diferentes. Para el momento PRE, el ratio del tamaño para la selección del
TECA fue de 1,36 dividiendo el grupo entre 14 (42,4%) y 19 (57,6%) de los
participantes, mientras que la ratio del tamaño para el T.C.M.E.M. fue de 1,40
dividiendo el grupo entre 22 (47,8%) y 24 (52,2%) de los participantes.
Para el momento PRE, el ratio del tamaño para la selección del TECA fue de
1,40 dividiendo el grupo entre 15 (41,7%) y 21 (58,3%) de los participantes, mientras
que la ratio del tamaño para el T.C.M.E.M. fue 1,43 dividiendo el grupo entre 14
(41,2%) y 20 (58,8%) de los participantes (Ver figura 10).
Tabla 13
Estadísticas de muestras emparejadas
PRE POST
M DE M DE
126 | P á g i n a
Autoexpresiones situaciones
25.42 4.493 25.00 6.036
sociales
Expresión de enfado o
10.15 3.053 11.58 2.990
disconformidad
Escala de
Habilidades Decir no y cortar
18.24 3.841 18.30 4.972
Sociales interacciones
Escala de Celos
14.94 6.283 12.63 6.272
Románticos
Adopción de perspectivas 28.45 5.635 30.76 4.867
127 | P á g i n a
Como se puede observar en la tabla 13, los participantes del programa
obtuvieron puntuaciones significativas en la Escala de Habilidades Sociales (EHS), en
el Cuestionario Estado-Rasgo de la Ira (STAXI), en la Escala de Celos Románticos
(CR) y en el Test de Empatía Cognitiva y Afectiva (TECA). A continuación,
procederemos a describir cuales fueron esos resultados significativos tras la realización
del programa de intervención.
128 | P á g i n a
intervención, realizando un especial énfasis en los resultados del Test de Empatía
Cognitiva y Afectiva. A partir de ello, se identificaron dos clústeres o grupos de
usuarios. La razón del tamaño fue de 2.22 y el ajuste óptimo (medida de silueta de la
cohesión y la separación) fue de 0.5. El primer clúster representaba el 69% de la
muestra y sus indicadores más relevantes fueron puntuaciones altas en el “Trastorno
paranoide”, la “Hipomanía”, los “Delirios psicóticos” y el “Pensamiento psicótico”.
Mientras que el segundo clúster representaba el 31% de la muestra y sus indicadores
más relevantes fueron puntuaciones altas en el “Pensamiento psicótico”, la
“Personalidad fóbica”, el “Trastorno paranoide” y el “Abuso de alcohol y drogas”.
Además, es de destacar que los dos clústeres difirieron sobre todo en las
variables de personalidad. De forma específica, los predictores con mayor repercusión
en estas diferencias fueron el Trastorno de personalidad paranoide, el Síndrome de
delirios psicóticos y el Síndrome de hipomanía (Figura 11).
129 | P á g i n a
Figura 12. Importancia del predictor. Fuente: elaboración propia.
130 | P á g i n a
Figura 13. Resultados del Cuestionario TECA en función de los clústeres. Fuente:
elaboración propia.
131 | P á g i n a
6. DISCUSIÓN
Con el fin de responder a la primera hipótesis “H1. Los hombres penados por
violencia de género presentan un perfil de mediana edad, con estudios secundarios y
con un nivel socioeconómico bajo. Esta hipótesis se apoya en la literatura previa en
nuestro país, como por ejemplo el trabajo de Fernández-Montalvo et al. (2011). Estos
autores indicaron que indicaron la edad media de los maltratadores en torno a los 39.4
años para subgrupos nacionales y 34.1 para otros orígenes, así como un nivel
sociodemográfico bajo. Si bien, estos estudios se ubican hacia casi una década, se
hipotetiza de esta manera que este perfil se mantiene en rasgos generales”, se realizó el
estudio I, en el cual se evaluó el perfil de los hombres penados por violencia de género
que tuvieron que acudir a realizar el programa de intervención para agresores de
violencia de género (PRIA-MA) en la ciudad de Valencia.
133 | P á g i n a
Por otro lado, se evaluaron datos adicionales, tales como el tiempo medio de
duración de la relación sentimental con la pareja con la que fueron denunciados, el cual
fue de 6.24 años de relación sentimental.
134 | P á g i n a
La prevalencia de los trastornos de la personalidad es otro factor clave y de gran
relevancia en el estudio de la población de hombres que agreden a sus parejas (Boira et
al., 2010; Holtzworth-Munroe et al., 2000; Johnson et al., 2006; Loinaz et al., 2011;
White & Gondolf, 2000). Con respecto a los resultados de la presencia de
sintomatología clínica y trastornos de personalidad evaluados mediante el Inventario
Clínico Multiaxial de Millon II (MCMI-II), se observa que, en las escalas básicas de
personalidad, un 63.63% de los usuarios del programa obtuvieron puntuaciones
significativas en la escala de Personalidad compulsiva. Contrastando la información
obtenida acerca del perfil psicopatológico de los hombres maltratadores en la pareja con
la literatura científica, se ha podido observar coincidencia entre el perfil obtenido y lo
que señala la literatura en cuanto al MCMI-II. Así, se ha podido contrastar que el
trastorno de personalidad más frecuente en esta población es el trastorno de
personalidad compulsiva (Boira & Jodrá, 2010; Fernández-Montalvo & Echeburúa,
2008; Ruiz-Arias & Expósito, 2008). Asimismo, presentaron indicadores sugestivos en
las escalas básicas de personalidad de Personalidad narcisista, Personalidad histriónica y
Personalidad dependiente; y en una escala de la Personalidad patológica, concretamente
en el Trastorno paranoide. En el estudio de Boira & Jodrá (2010) reflejaron que la
sintomatología o trastornos de personalidad más frecuentes en los agresores de violencia
de género eran la personalidad compulsiva (47.9%), la personalidad antisocial (21%), la
personalidad agresivo-sádica (20.2%), la personalidad narcisista (18.5%) y la
personalidad histriónica (16.8%).
135 | P á g i n a
Para responder a la siguiente hipótesis: “H2. El grupo control presenta mayores
puntuaciones en empatía general, empatía cognitiva y empatía afectiva que el grupo de
hombres penados por violencia de género. Esta hipótesis se fundamentaría en los
resultados anteriormente descritos por Fernández & Marshall (2003). En este caso, los
autores encontraron déficits de empatía hacia sus víctimas. Tal y como describimos,
esto puede ser causado por unos déficits en el reconocimiento del daño causado por
uno mismo, lo cual es ampliamente trabajado en los programas de intervención con
delincuentes (Martínez García, Redondo Illescas, Pérez-Ramírez, & García Forero,
2008), y por tanto, esperamos los resultados respalden la literatura previa”, se
realizaron el estudio III, el cual fue útil para evaluar las diferencias en empatía entre
población violenta contra la mujer y población no violenta.
En ese estudio los resultados indicaron que el grupo control compuesto por
hombres españoles sin antecedentes violentos hacia la pareja obtuvieron puntuaciones
significativamente más altas en la escala de Empatía cognitiva y en las subescalas de
Comprensión emocional y Alegría empática.
Esto está respaldado por la literatura donde diversos autores encontraron en sus
investigaciones que niveles bajos en empatía cognitiva mantienen una relación fuerte y
positiva con la delincuencia y el delito violento (Jolliffe & Farrington, 2004; Van
Langen et al., 2014). De hecho, Richardson et al. (1994) indican que la empatía, y en
específico la empatía cognitiva, actúa como inhibidor de la agresión interpersonal y
verbal.
136 | P á g i n a
diferentes estudios realizados en esta tesis con datos específicos de los agresores en
violencia contra la mujer, se obtiene que la literatura aporta escasos estudios de la
empatía en la violencia de género, lo cual dificulta dicha comparación de los resultados
obtenidos en este estudio.
Loinaz (2010) observó puntuaciones más altas en empatía en esta población tras
la intervención psicológica con ellos y destaca la importancia de las subescalas de
Adopción de perspectivas y de Estrés empático para esta población y la no reincidencia.
Sin embargo, no hace una distinción relevante entre Empatía cognitiva y Empatía
afectiva.
Por otro lado, Covell et al. (2007) analizaron los déficits en empatía en hombres
maltratadores y encontraron que menores niveles de Adopción de perspectiva así como
mayores niveles de angustia o distress personal correlacionaba positivamente con
mayor violencia en la relación sentimental. También indicaron que niveles bajos de
Adopción de perspectiva junto a niveles altos de angustia personal se relacionaban con
mayor probabilidad de ejercer violencia psicológica en la relación de pareja.
Por otro lado, algunos autores plantean que los déficits en la respuesta empática
podrían depender de la persona o contexto específico. Así indican que los delincuentes
violentos exhiben falta en empatía solo ante determinado grupo de personas, por
ejemplo, mujeres o con una víctima en específico (Covell et al., 2007).
137 | P á g i n a
Para contrastar la tercera hipótesis “H3. Los usuarios del programa de
intervención para agresores de violencia de género en medidas alternativas presentan
puntuaciones más altas en todos los aspectos trabajados durante las sesiones en
comparación con las puntuaciones previas a la intervención. Basándonos en la
literatura previa, los diferentes programas de intervención han mostrado resultados
positivos en constructos inherentes a la empatía (Boira et al., 2013; Lila et al., 2013;
Loinaz, 2010)”, se ha realizado el estudio V, en el cual se ha evaluado los resultados
PRE-POST en la variable de empatía en población de maltratadores acudiendo al
programa PRIA-MA en la ciudad de Valencia.
Autores tales como Arce Fernández & Fariña Rivera (2006) indican que una de
las características claves de los agresores de violencia de género es su incapacidad o
dificultades para comunicarse de forma adecuada y asertiva, específicamente con sus
parejas sentimentales. Por ello, esta variable está incluida en los diferentes programas de
intervención para esta población (Arce & Fariña, 2006, 2010; Lila, 2013; Ruiz et al.,
2010; Suárez et al., 2015). En cuanto a los resultados de esta variable tras un programa
138 | P á g i n a
de intervención con esta población, Ramírez et al. (2013) encontraron niveles menores
de ira y un mejor control y expresión de la ira.
139 | P á g i n a
fin de poder concretar hacia qué dirección está aumentando la ira, es decir, hacia uno
mismo, hacia otras personas o controlando esa ira.
Por último, para contrastar la última hipótesis “H4: Los hombres penados por
violencia de género presentan un peor desempeño de la empatía afectiva en
140 | P á g i n a
comparación con la empatía cognitiva. Si bien, algunos estudios apuntan a una mejora
de la empatía cognitiva tras programas de intervención, consideramos de interés,
explorar aspectos subyacentes a la empatía emocional. En este sentido, nótese que
varios autores como Loinaz (2010) y Boira et al. (2013) obtuvieron puntuaciones
mayores en toma de perspectivas tras la intervención con esta población. Además,
consideramos dentro de este punto, no sólo las puntuaciones tradicionales en escalas
de empatía, sino además, su reflejo conductual en tareas experimentales de
reconocimiento de emociones (como por ejemplo las emociones faciales) y la
interrelación entre las dos medidas de empatía (cuestionarios y tiempos de
reconocimiento)”, se realizó los estudios II y IV, los cuales evaluaron la relación entre
el reconocimiento de emociones y la empatía y también las diferencias en niveles de
empatía cognitiva, afectiva y hacia las víctimas en función de la situación sentimental
de los participantes.
En el estudio II, obtuvimos resultados que indican que los agresores de violencia
contra la mujer tardan más tiempo en reconocer las expresiones neutras que las
expresiones con carga emocional, tanto positiva como negativa. Asimismo, los tiempos
de reacción de los participantes del estudio fueron mayores en el reconocimiento de las
imágenes de las expresiones emocionales en mujeres. Esto indica mayor dificultad para
reconocer la emocionalidad facial en las caras de las mujeres que en las caras de los
hombres.
141 | P á g i n a
antisociales tales como rasgos psicópatas, delincuentes violentos, etc. mostraron un
déficit en el reconocimiento de las emociones, en especial en las emociones de miedo y
de tristeza. Según el Mecanismo Inhibitorio de la Violencia (Blair, 1995), el adecuado
reconocimiento de estas dos emociones promueve respuestas empáticas afectivas con la
otra persona. De esta manera, la presencia en el agresor de déficit o dificultades en el
reconocimiento de las emociones del miedo y de la tristeza en la pareja facilita los
comportamientos agresivos en la relación (Blair, 2001, 2005; Eisenberg et al., 2010).
Sin embargo, otros autores encontraron resultados distintos. Concretamente, algunas
investigaciones reflejan que los perpetradores muestran mayor reconocimiento de las
emociones faciales ante emociones de ira y de sorpresa (Bueso-Izquierdo et al., 2015).
142 | P á g i n a
Otros estudios realizados proponen que los agresores de violencia contra la
mujer presentan un reconocimiento emocional distinto en función de la implicación
emocional con la persona a la que pertenece dicho rostro. Es decir, el procesamiento de
la emocionalidad en las caras de otras personas varía en función de si deben reconocer
la emoción en la cara de sus parejas o en las caras de otras mujeres no familiares
(Bueso-Izquierdo et al., 2015; A. Marshall & Holtzworth-Munroe, 2010).
143 | P á g i n a
7. CONCLUSIONES
145 | P á g i n a
de la empatía desde un enfoque integral, es decir, incluyendo tanto su componente
cognitivo como su componente afectivo.
146 | P á g i n a
o con un único hijo y con estudios secundarios o primarios, lo cual concuerda con la
literatura (Boira & Tomás-Aragonés, 2011; Fernández-Montalvo et al., 2011). Mientras
que el trastorno de personalidad más habitual ha sido el trastorno de personalidad
compulsiva al igual que encontraron autores tales como Boira & Jodrá (2010),
Fernández-Montalvo & Echeburúa (2008) y Ruiz-Arias & Expósito (2008).
Además, otro estudio realizado por Scott & Wolfe (2000) afirma que la empatía
es una de las variables claves para alcanzar el cambio conductual en los agresores de
violencia de género, concretamente los autores apoyan la teoría de que los pasos que
deben dar estos agresores es, en un primer momento ser capaces de responsabilizarse de
sus propias conductas inadecuadas, seguido de conseguir empatizar con sus víctimas y
de reducir los niveles de dependencia emocional a la pareja, y finalmente desarrollar
una mayor capacidad de comunicación asertiva. Relacionado con ello, encontramos a
Marshall et al. (1995) quienes encontraron que los agresores sexuales pueden ser
capaces o no de reconocer emociones en sus víctimas, tal como la angustia, pero que
147 | P á g i n a
éstos son incapaces de adoptar la perspectiva de la víctima, es decir, de empatizar con
ellas, lo cual conlleva una inhibición de la respuesta emocional de compasión.
En cuanto a las limitaciones del estudio, una de las principales es que la muestra
no es estadísticamente representativa, es decir, la muestra utilizada corresponde a
hombres penados por violencia de género en la ciudad de Valencia. Por tanto, los
resultados obtenidos no se pueden generalizar a los resultados para toda la sociedad
nacional o internacional. Además, la muestra que se ha utilizado es pequeña dado que
148 | P á g i n a
únicamente se ha podido acceder a población ubicada en la ciudad de Valencia y
derivada desde el Servicio de Gestión de Penas de Medidas Alternativas de la Ciudad de
la Justicia de Valencia hacia la entidad Psicofundación y Psicólogos Sin Fronteras para
la realización del programa de intervención PRIA-MA.
También se considera una limitación los cuestionarios que se han utilizado para
los estudios realizados en este trabajo. Tal y como se explicaba anteriormente, existen
pocas pruebas validadas para población española y, además, ninguna de ellas se
conceptualiza como la única aceptada para valorar adecuadamente la empatía o el
reconocimiento emocional. Por otro lado, las pruebas existentes para la medición de la
empatía generalmente se limitan a la evaluación de la parte cognitiva o de la parte
emocional, pero pocas incluyen el enfoque integral incluyendo ambos componentes de
la empatía. Por ello, cada autor elige para sus estudios que prueba utilizar, dificultando
poder comparar los resultados entre distintas investigaciones (Winter et al., 2017). En
cuanto a la evaluación del procesamiento emocional, la principal dificultad que se ha
encontrado es la escasa literatura científica en general y en específico en esta población.
Finalmente, no se ha encontrado ninguna prueba validada para valorar la empatía hacia
las víctimas en los agresores de violencia de género dado que estas pruebas se limitan a
otras poblaciones tales como los agresores sexuales o los agresores de bullying.
Por último, es de destacar que nuestros estudios se han realizado con población
condenada a la realización del programa PRIA-MA en medidas alternativas, es decir, en
el ámbito comunitario, no obstante, la mayoría de las investigaciones realizadas con esta
población se ha realizado en el ámbito penitenciario (Echeburúa & Fernández-
Montalvo, 2009; Loinaz et al., 2011), lo cual dificulta el poder contrastar la información
obtenida en los estudios realizados. Por ello, es fundamental continuar investigando y
149 | P á g i n a
recopilando datos científicos sobre esta población en los diferentes ámbitos en los que
pueden realizar el programa PRIA-MA.
Por otro lado, sería relevante obtener datos acerca de los diferencias con respecto
al perfil psicológico y sociodemográfico de los agresores de violencia contra la pareja
en diferentes ámbitos: en el ámbito penitenciario, en el ámbito comunitario (medidas
alternativas) y como población voluntaria y consciente de su problemática.
150 | P á g i n a
8. CONCLUSIONS
Pour lutter contre ce type de violence, l'effort et l'action de toutes les sphères de
la société sont essentiels, comme l'éducation des enfants, les ajustements juridiques et
politiques, la collaboration des services de santé dans la détection de la violence,
l'accompagnement des médias de communication, etc. (World Health Organization,
2005, 2013). De même, il est nécessaire d'intervenir auprès des victimes pour réduire les
conséquences y de la victimisation de souffrir ce type de violence ainsi qu'auprès des
agresseurs qui sont responsables de ces actes, afin d'éviter de nouveaux actes violents
dans le couple qui pourraient générer plus de victimes dans le future.
151 | P á g i n a
ce qui concerne l'évaluation de l'empathie à partir d'une approche globale, c'est-à-dire
incluant à la fois sa variable cognitive et sa variable affective.
L'une des variables les plus étudiées dans cette population a été la prévalence des
troubles psychopathologiques. Bien que plusieurs auteurs aient trouvé la présence de
différents troubles de la personnalité tels que le trouble obsessionnel-compulsif, le
trouble antisocial, le trouble dépendant, parmi les plus courants (Boira & Jodrá, 2010;
Fernández-Montalvo & Echeburúa, 2008; Hart et al., 1993; Johnson et al., 2006; Ruiz-
Arias & Expósito, 2008). Cependant, bien que n'étant pas en mesure de prouver
l’unique profil psychopathologique de cette population, la recherche scientifique a
montré que ces agresseurs ont des déficits psychologiques. Plus précisément, ils
présentent des distorsions cognitives, des déficits dans les compétences sociales, une
gestion émotionnelle inadéquate et une faible empathie ont été constatés (Echeburúa et
al., 2003; Echeburúa, Amor, et al., 2009; Echeburúa & Fernández-Montalvo, 2009;
Fernández-Montalvo et al., 2005; Fernández-Montalvo & Echeburúa, 1997, 2008;
Filardo Llamas, 2013; Hamberger & Hastings, 1988; Lila et al., 2012; O’Leary, 1993;
Quinteros & Carbajosa, 2008; Saunders, 1995; White & Gondolf, 2000).
Dans l'une des études réalisées dans ce travail, il a été obtenu que le profil des
agresseurs de violence de genre obtenu est celui d'un homme avec une moyenne d'âge
152 | P á g i n a
de 39.61 ans, de nationalité espagnole, célibataire ou séparé/divorcé, sans enfants ou
avec un enfant unique et avec des études secondaires ou primaires, ce qui concorde avec
la littérature (Boira & Tomás-Aragonés, 2011; Fernández-Montalvo et al., 2011). Alors
que le trouble de la personnalité le plus courant a été le trouble de la personnalité
obsessionel-compulsif, comme l'ont constaté d’autres auteurs tels que Boira et Jodrá,
2010; Fernández-Montalvo et Echeburúa, 2008; Ruiz-Arias et Expósito, 2008).
De plus, une autre étude menée par Scott & Wolfe (2000) affirme que l'empathie
est l'une des variables clés pour parvenir à un changement de comportement chez les
agresseurs de violence dans le couple, en particulier les auteurs soutiennent la théorie
selon laquelle les pas à suivre avec ces agresseurs sont, dans un premier temps, être en
mesure d'assumer la responsabilité de leur propres comportements inappropriés, puis
être capable d'empathie avec leurs victimes et de réduire les niveaux de dépendance
émotionnelle à l'égard de leur partenaire sentimental, et enfin de développer une plus
grande capacité de communication assertive. En relation avec cela, nous trouvons
Marshall et al. (1995) qui ont constaté que les délinquants sexuels peuvent ou non être
153 | P á g i n a
capables de reconnaître les émotions de leurs victimes, comme l’angoisse, mais qu'ils
sont incapables d'adopter le point de vue de la victime, c'est-à-dire de faire preuve
d'empathie avec elle, ce qui implique une inhibition de la réponse émotionnelle de la
compassion envers la victime.
154 | P á g i n a
En ce qui concerne les limites de l'étude, l'une des principales est que la
population utilisée n'est pas statistiquement représentatif, c'est-à-dire que l'échantillon
utilisé correspond aux hommes condamnés pour violence de genre dans la ville de
Valence. Par conséquent, les résultats obtenus ne peuvent pas être généralisés aux
résultats pour l'ensemble de la société national ou international. En outre, l'échantillon
qui a été utilisé est petit car il n'a été possible d'accéder qu'à la population située dans la
ville de Valence et dérivée du service de gestion des sanctions des mesures alternatives
de la Ciudad de la Justicia de Valence à la Fondation Psicofundación y Psicólogos Sin
Fronteras pour réaliser le programme d'intervention PRIA-MA.
Les questionnaires qui ont été utilisés pour les études menées dans ce travail sont
également considérés comme une limitation. Comme expliqué ci-dessus, il existe peu de
tests validés pour la population espagnole et, en outre, aucun d'entre eux n'est
conceptualisé comme le seul accepté pour évaluer correctement l'empathie ou la
reconnaissance émotionnelle. D’un autre côté, les tests existants de mesure de
l'empathie se limitent généralement à l'évaluation de la partie cognitive ou de la partie
émotionnelle, mais peu incluent l'approche globale incluant les deux composantes de
l'empathie. Par conséquent, chaque auteur choisit pour ses études quel test utiliser, ce
qui rend difficile la comparaison des résultats entre différentes recherches scientifiques
(Winter et al., 2017). En ce qui concerne l'évaluation du traitement émotionnel, la
principale difficulté rencontrée est la limité de la littérature scientifique en général et
spécifiquement dans cette population. Pour terminer, aucun test validé n'a été trouvé
pour évaluer l'empathie envers les victimes des auteurs de violences basées sur le genre
puisque ces tests sont limités à d'autres populations comme les délinquants sexuels ou
les intimidateurs à l’école.
155 | P á g i n a
Finalement, il est à démarquer que nos études ont été menées auprès d'une
population condamnée à réaliser le programme PRIA-MA en mesures alternatives, c'est-
à-dire au niveau communautaire, cependant, la plupart des recherches menées auprès de
cette population ont été menées en milieu carcéral (Echeburúa et Fernández-Montalvo,
2009; Loinaz et al., 2011), ce qui rend difficile la comparaison des informations
obtenues dans les études réalisées. Pour cette raison, il est essentiel de continuer la
recherche scientifique et la collecte de données scientifiques sur cette population dans
les différents domaines dans lesquels elle peut mener le programme PRIA-MA.
D'autre part, il serait pertinent d'obtenir des données sur les différences par
rapport au profil psychologique et sociodémographique des agresseurs de violence
contre le partenaire dans différents contextes: en milieu carcéral, en milieu
communautaire (mesures alternatives) et en tant que population volontaire et consciente
de son problème.
Les recherches sur le traitement des émotions des agresseurs doivent être
approfondies et les relacioner aux réponses empathiques et à d'autres aspects liés à la
violence dans le couple. Comme Bueso-Izquierdo et al. (2015) spécifie, il faut faire
noter que la connaissance des mécanismes sous-jacents aux comportements de contrôle,
de domination et de manipulation peut favoriser la compréhension de cette population,
et les composantes émotionnelles telles que la reconnaissance émotionnelle et
l'empathie cognitive et affective pourraient être liées à ces comportements de contrôle
(Alcázar Córcoles et Gómez-Jarabo García, 2001; Chan et al., 2010). De même, une
156 | P á g i n a
autre recherche possible qui pourrait fournir des données pertinentes pour la science
serait d'évaluer les changements dans la reconnaissance émotionnelle des agresseurs
dans le couple en fonction du fait que le visage appartient à une femme inconnue ou à
son ex-partenaire, victime de violence de genre.
157 | P á g i n a
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