Obra La Fuerza de La Sangre
Obra La Fuerza de La Sangre
Obra La Fuerza de La Sangre
de Cervantes
La fuerza de la sangre es posiblemente una de las Novelas
ejemplares que presenta más dificultad para un lector o lectora poco
habituado a los conceptos de honor y religión en la España del siglo XVII. Para
el lector o lectora moderno, es casi imposible entender cómo una mujer puede
enamorarse y casarse con el mismo hombre que la violó siete años antes.
El niño, Luisico, es un caso aparte, ya que sirve de nexo de unión entre las
familias, de modo que los cuatro se disponen en forma de cruz, cuyo punto de
intersección corresponde a Luisico. Para Leocadia y los suyos, el niño es una
“cruz”, un recuerdo de la desgracia, pero pronto se revelará como un benéfico
don del cielo: conmueve y complace a sus abuelos, haciendo posible la unión de
las familias.
La mujer, por ser considerada un ser inferior e imperfecto, pero con la gran
responsabilidad de ser la madre de los hijos, debía ser vigilada y dirigida por el
hombre y, sobre todo, se le obligaba a permanecer encerrada, aislada del
mundo pecador, obligada a cuidar de su honestidad porque ella era la única que
podía garantizar que la descendencia del hombre era legítima, cuestión
fundamental en el orden social. Por consiguiente, el hombre, considerado el
dueño de la mujer, tenía la responsabilidad de defender dicha honestidad para
evitar la disolución de la sociedad, que comenzaba en su núcleo: la familia.
La deshonra de una mujer deshonraba a todos los hombres de la familia de la
que formaba parte. El honor masculino dependía en gran medida de las
mujeres cercanas y por ello, los hombres se sentían obligados a defenderlo a
muerte. De ahí que sea evidente cómo en el siglo XVII la infamia pública era, en
realidad una gran descalificación social.
Rodolfo
La discreción y honestidad de Leocadia encuentran un reflejo invertido en el
personaje de Rodolfo, caballerete libertino cuyo único propósito es satisfacer
sus deseos sexuales. Amparado en la prepotencia de su linaje y de su dinero, y
seguro de su impunidad, campa por sus respetos, sin detenerse ante nada. Es un
personaje sin conciencia, pues viola a Leocadia atraído por su hermosura, sin
importarle que esté desmayada, vuelve a intentar violarla cuando ella le pide
clemencia, y la abandona sin importarle qué le pueda ocurrir. Olvida por
completo todo lo ocurrido mientras está en Italia y solo recuerda cuando su
madre le ofrece la posibilidad de “disfrutar” de una mujer hermosa, lo que
demuestra que en nada ha cambiado durante todo ese largo periodo.
Ella invita a Rodolfo a regresar a casa con la promesa de una hermosa esposa;
con ello logra despertar en su hijo una ardiente expectativa, actualizando su
memoria y encendiendo su imaginación. La prueba de la mujer fea provoca
una violenta reacción de protesta, en la cual llega a formular su ideal estético, su
imagen interior de belleza. El valor que le interesa al joven es obviamente la
hermosura, más aún que la honestidad.
Es interesante que la manipulación preparada por su madre afecte, otra vez, a
su memoria e imaginación: no podría ocurrir de otra manera, con Rodolfo. Su
reacción es la prevista, y cuando llega la última parte del programa
manipulatorio, la más artificiosa y teatral, Rodolfo reacciona exactamente tal y
como su madre esperaba.
En vez de la mujer fea, Rodolfo ve entrar en la sala a una dama hermosa, en una
solemne y cuidadosa puesta en escena que celebra el espectáculo de la mujer
virtuosa. Gracias a este nuevo artificio, Rodolfo se apasiona nuevamente:
afronta la obligación del matrimonio con impaciente deseo, como si el casarse
no comportara más que placer.
A través de este artificioso “final feliz”, doña Estefanía activa la única resolución
posible, dentro de los esquemas morales de la época. El enamoramiento de
Leocadia al ver a Rodolfo confirma la convención literaria del final feliz. Este
final complace las expectativas narrativas del público lector de la época, pero
que crea una ambigüedad moral respecto de la convención y el papel de la
mujer.
La oscuridad y la privacidad del lugar del crimen hacen posible que tanto la
víctima como el agresor oculten el crimen, aunque por razones distintas. Para la
protagonista, es mejor la deshonra que se ignora que la honra puesta en opinión
de la gentes. Rodolfo, por su parte, una vez que ha cumplido su deseo, no siente
ninguna obligación de restaurar el honor de la joven ni desea tener ningún
vínculo con ella, por ello, atendiendo a sus ruegos, la vuelve a abandonar en la
calle en medio de la oscuridad de la noche
TIEMPO
La fuerza de la sangre está ambientada en el Toledo del siglo XVII y esta
ambientación es importante porque conceptos propios de la época como el
código del honor, la situación de la mujer o los fallos en la aplicación de la
justicia son determinantes en el desarrollo de la trama.
ESTRUCTURA
2) Accidente de Luisico.
LA INTERPRETACIÓN DE LA OBRA
Ruth El Saffar, tras recordar la dificultad que tiene el lector moderno para
aceptar este cuento de violencia sexual y de sorprendentes amores opta por una
aproximación al texto considerándolo una novela experimental, basada en
una “abstracta combinación de fuerzas”, conforme al estilo narrativo del último
Cervantes. Su interpretación se mantienen en un nivel simbólico, sin
condescender a determinar las funciones de los personajes o a definir sus
significados.