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Diálogo Andino - Revista de Historia, Geografía y Cultura Andina 0716-2278

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Diálogo Andino - Revista de Historia,

Geografía y Cultura Andina


ISSN: 0716-2278
rda@uta.cl
Universidad de Tarapacá
Chile

Maturana Díaz, Felipe


REPRESENTACIÓN INDÍGENA EN EL ÁREA CENTRO-SUR ANDINA. EL CASO DE
LOS URU-CHIPAYA
Diálogo Andino - Revista de Historia, Geografía y Cultura Andina, núm. 50, 2016, pp. 59-
73
Universidad de Tarapacá
Arica, Chile

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=371346599005

Cómo citar el artículo


Número completo
Sistema de Información Científica
Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Nº 50, 2016. Páginas 59-73
Diálogo Andino

REPRESENTACIÓN INDÍGENA EN EL ÁREA CENTRO-SUR


ANDINA. EL CASO DE LOS URU-CHIPAYA
INDIGENOUS REPRESENTATION IN THE SOUTH-CENTRAL ANDEAN REGION.
THE CASE OF THE URU-CHIPAYA
Felipe Maturana Díaz*

La representación visual indígena en el área Centro-Sur andina sufre un importante cambio con la emergencia de la fotografía
etnográfica de principio del siglo XX. Práctica científica que integra las exigencias de la teoría antropológica, con la composición
estética-documental y una aproximación prudente y cortés con las comunidades indígenas; configurando una práctica más profunda,
humanitaria y artística. Rompiendo el imaginario indígena para el altiplano boliviano heredado del naturalista Alcides D’Orbigny
(1847) con su mirada fisiognómica que invisibilizó al indígena, relegándolo a un lugar marginal o pintoresco. También, rompe con
el costumbrismo de George Squier (1877) y Charles Wiener (1880), que consolida un imaginario indígena lleno de imponentes
ruinas arqueológicas como Sillustani, Tiwanaku y las chullpas de los Carangas, entre muchas. Y, por último, rompe con el mo-
delo antropométrico y su mirada fragmentaria, preocupada del cuerpo como contenedor de sentido e identidad; practicada por la
misión Créqui-Montfort (Chervin 1908) y Arthur Posnansky (1915 y 1918). Giro representacional que se evidencia en la fotografía
etnográfica de Alfred Métraux entre los chipaya de Carangas (1931), donde la imagen jugó un rol activo en la reactivación de
procesos de memoria e identidad que reconfiguraron del imaginario indígena en los Andes Centro-Sur.
Palabras claves: Etnografía visual, altiplano, imaginario, Alfred Métraux.

The indigenous visual representation in the South-Central Andean Region, has suffered an important change due to the emergen-
ce of the ethnographic photography at the beginning of the 20th century. This scientific practice integrates the anthropological
theory requirements, the aesthetic composition of the documentary, and a prudent and courteous approach to the Latin American
indigenous communities; configuring a deeper, more humanitarian and artistic ethnographic practice. Breaking the naturalist
Alcides D’Orbigny’s (1847) indigenous imaginary for the Bolivian Highlands and his views on physiognomics that invisibilized the
indigenous people, relegating them to a marginal or picturesque place. It also breaks with the canons set by George Squier (1877)
and Charles Wiener (1880), which consolidates an indigenous imagery filled with striking archaeological ruins like Sillustani,
Tiwanaku and the chullpas of the Carangas, among many. And, finally, it breaks with the anthropometric model and its fragmented
view, concerned with the body as a container of meaning and identity; practiced by the missions of Créqui-Montfort (Chervin
1908) and Arthur Posnansky (1915-1918). Representational turn that becomes evident in the ethnographic photograph of Alfred
Métraux amongst the chipaya of Carangas (1931), where the image played an active role in the processes of memory reactivation
and identity that reconfigured indigenous imagery in the South-Central Andes.
Key words: Visual ethnography, highland, imaginary, Alfred Métraux.

Introducción la cultura Tiwanaku (1), que habitó los alrededores


de los lagos Titicaca y Poopó, aproximadamente
El mundo andino ha sido dividido tradicio- entre el 300 y 1.100 d.C. Fecha que Tiwanaku
nalmente en cuatro áreas: “Andes Septentrional” pierde el dominio y cede paso a numerosos
(principalmente Ecuador), “Andes Central” (norte reinos y señoríos independientes, como Lupacas,
y centro del Perú) “Andes Centro-Sur” (sur de Perú, Collas, Carangas, Lípez y Omaguacas; entre otros
altiplano de Bolivia, norte grande de Chile y parte del (Figura 1). Los lazos supralocales establecidos en el
noroeste de Argentina) y los “Andes Meridionales” periodo Tiwanaku y continuados por los “señoríos”
(norte chico y centro de Chile y parte del noroeste étnicos (1.100 d.C.-1.400 d.C.) se fragmentaron
argentino). Y su representación se ha concentrado en pequeñas unidades territoriales en la Colonia
en la figura del inca, invisibilizando la diversidad (Sanhueza 2008). Al respecto, Thierry Saignes
cultural del mundo andino (Hidalgo 1982). plantea que los llamados “pueblos de indios” son el
El área Centro-Sur Andina o sector resultado del reagrupamiento forzado de las aldeas
Circumpuneño, se ha identificado históricamente con indígenas, a partir de 1570. Y que muchas de las

* Universidad de Chile, Programa de Doctorado en Estudios Latinoamericanos (CECLA) / Centro de Estudios en Antropología
Visual (CEAVI). Santiago, Chile. Correo electrónico: fmaturanadiaz@gmail.com

Recibido: 7 de septiembre de 2015. Aceptado: 22 de diciembre de 2015.


60 Felipe Maturana Díaz

divide el mando y las competencias. La vocación de


esta región, como activo nudo del tráfico de gentes,
productos, ideas y tecnologías ha sido una constante
desde los tiempos prehispánicos con poblaciones
entretejidas y territorios interdigitados (Tschopik
1946; Hidalgo 1978; Martínez 1992).
Para la zona de estudio destacamos el caso de
las comunidades indígenas uru, quienes constituían
un cuarto de la población indígena en el siglo XVI;
ocupando todo el eje acuático que atraviesa el
altiplano andino –río Azángaro, lago Titicaca, río
Desaguadero, el lago Poopó, río Lacajahuira y lago
Coipasa–. Grupo étnico que sufrió un intenso pro-
ceso de transculturación producto de su progresiva
aymarización e inserción en el sistema colonial,
donde sufrió una gran discriminación; el término
uro o uru fue comúnmente usado en el siglo XVII
como sinónimo de sucio, harapiento y rústico (La
Barre 1946; Wachtel 1978).
En el altiplano andino las familias lingüísticas
Quechua y Aymara han desplazado a diversas len-
guas que eran habladas hasta el siglo XVIII y XIX
en este amplio territorio. Hoy solo quedan algunos
rastros de estos idiomas en los nombres de lugares
Figura  1. Valles Occidentales y Altiplano Circuntiticaca, Ca. y ciertas palabras, y en relictos dialectales como el
1.100 d.C. (Hidalgo et al. 1989:189).
hablado por los sanadores Callahuaya que mezclan
el Puquina (lengua extinta) con el Quecha. El único
denominadas “comunidades andinas”, lejos de ser otro idioma, además del Quechua y el Aymara,
un núcleo duro, prístino e inalterable del mundo que aún se habla en el altiplano boliviano es el
precolombino, es el producto de presiones tanto Uru-Chipaya. Su relación con otras lenguas como
externas como internas. Las primeras, impulsadas el Arawak, es aún controversial por su grado de
por la administración colonial y las repúblicas, incerteza, siendo definida como lenguaje residual
tendientes a la uniformidad social y cultural de “no clasificado”. El término uru al parecer sería de
este segmento poblacional; mientras que las se- origen quechua, vocablo que en general significa
gundas, propias de las dinámicas de resistencia de “insecto” o “bicho”. Pero también significa “persona
la población andina, que aceleraron los procesos o animal de tierna edad” o “animal salvaje” (no
de diferenciación social y de fragmentación terri- domesticado), en clara acepción de la inferioridad
torial provocando, en algunos casos, hostilidades de este grupo humano, quienes no practicaban la
entre los pueblos y sus comunidades circundantes agricultura como medio de subsistencia y no paga-
(Saignes 1991). ban tributo; es decir, un término despectivo, y no
Una de las características principales del área forzosamente un calificativo étnico. Pues no solo
Centro-Sur Andina es la alta movilidad poblacio- los pueblos originarios del lago sino también ciertos
nal, que integra varios pisos ecológicos, como la ayllu no reales del Cuzco podían ser designados
costa del Pacífico, los valles u oasis desérticos, la como uru. De este modo, el término uru se convierte
sierra semiárida, la puna salada del altiplano, la tanto en una categoría étnica como también fiscal
selva amazónica y los valles calchaquíes. Estos y tributaria, lo que ha dificultado su definición y
movimientos de trashumancia (movilidad pastoril) estudio. Este sería el caso probable de los Changos
y de control simultáneo de recursos apartados (que de la costa de Tarapacá, llamados también “Uru”
Murra ha llamado “verticalidad”) conformaron un por fuentes tempranas, pero cuyo idioma no tendría
patrón de poblamiento con espacios económicos relación con la lengua uru (Cerrón-Palomino 2006;
compartidos, organizados bajo un sistema dual que Dedenbach-Salazar 2007). El etnónimo correcto
Representación indígena en el área Centro-Sur andina. El caso de los Uru-Chipaya 61

de los uru del Titicaca es Kjotsuñi, que significa que consistía en una borla roja que colgaba en la
“hombre del lago”, mientras que el de los chipaya frente del Inca). Signos visuales que permitieron
es Jas-shoni, Qnas Soñi o Qhwaz-zh zhoñi, que al español unificar el territorio y sus habitantes
significa “hombre del agua” (Hannss 2008). bajo la figura de Atahualpa como rey, y que fue
ampliamente rechazada por la élite cuzqueña y
La Representación Visual Indígena los cada vez más poderosos jefes locales, que
en el Área Centro-Sur Andina consideraban a Atahualpa un bastardo y un traidor
(Estenssoro 2005).
Una de las primeras escenas del mundo andino, En 1569, en un contexto de inestabilidad
que fue ampliamente difundida e impresa en diver- política en Perú, el virrey Francisco de Toledo
sas crónicas, es el rechazo del “requerimiento” por mandó a confeccionar la historia del origen y des-
parte de Atahualpa (Figura 2). Grabado publicado cendencia de los Incas, basado en fuentes indígenas
en 1534, sin autor como portada, en “La conquista y certificado por los diferentes ayllu (unidad de
del Perú llamada Nueva Castilla” de Cristóbal de parentesco básica de la estructura social andina).
Mena y en la “Verdadera relación de la conquista Una forma, medianamente consensuada, de cons-
del Perú y provincia del Cuzco” de Francisco de truir una historia que diera legitimidad al cobro de
Xerez, ambas impresas en Sevilla. En la imagen se tributos, mita y reducción territorial impuesta por
observa a Atahualpa desnudo, llevado en andas por Toledo y la Corona española. Su resultado fueron
sus siervos, presto a arrojar con la mano la Biblia dos textos: uno, escrito por el virrey y, otro, por
como signo de rechazo a Dios y portando un cetro el cosmógrafo Pedro Sarmiento de Gamboa. Más
y la maskapaycha (insignia de la autoridad del inca cuatro paños pintados por artistas indígenas, que
relatan, visualmente, los mitos de la creación de
la humanidad por Viracocha, a orillas del lago
Titicaca, y el origen de los Incas en los cerros de
Tampu-tocco. Los otros tres lienzos muestran los
retratos de los 12 Incas y sus reinas –desde Manco
Capac hasta Huáscar– con indicaciones de sus ayllu
y sus principales acciones o territorios anexados; el
tamaño de los paños oscilaba entre 3 y 4 metros de
alto por 4 a 5 metros de ancho. Un discurso texto-
visual sincrético que tiene como único personaje al
inca, condensado en la figura ausente de Atahualpa,
quien no fue retratado por ser ilegítimo y asesino
de Huáscar (Estenssoro 2005).
En 1615, Felipe Guamán Poma de Ayala,
indígena ilustrado del Perú, envía al rey Felipe II
un texto de 1.180 páginas –que contiene 398 dibu-
jos– titulado “Nueva Corónica y Buen Gobierno”.
Un texto visual que integra la historia inca al
interior de la historia universal, revalorizando el
mundo indígena –como un lugar donde habita la
moral, el orden y la cristiandad– y criticando el
mundo europeo –representado por la barbarie,
la inmoralidad y el caos–. Un límite cultural,
que lejos de proponer una asimilación cultural
o pérdida cultural, proponen una resistencia y
reivindicación de un mundo andino que, sin negar
la incorporación de lo occidental, lucha por sus
derechos. Un mundo andino representado por el
Figura 2. Rechazo de Atahualpa al requerimiento. Portada de
“La conquista del Perú llamada Nueva Castilla”, de Cristóbal
inca, con algunas referencias a los otros pueblos
de Mena en 1534 (Estenssoro 2005:98). que conformaban el Tawantinsuyu o imperio Inca,
62 Felipe Maturana Díaz

que aparecen principalmente en los capítulos


relativos a ídolos, entierros y fiestas, donde los
distintos grupos culturales son posibles de ser
identificados por sus gorros o tocados (Horta 2011).
Allí, el inca es comparado con los cuatro suyus:
chinchasuyu (oeste –hacia el ecuador–), antisuyu
(norte –hacia la amazonas–), collasuyu (este –hacia
el altiplano–) y cuntisuyu (sur –hacia el mar–). Las
imágenes que ilustran los textos usan modalidades
representacionales similares, pero con aspectos
étnicos distintivos. A nivel de semejanzas, todos
ellos ocurren en un espacio exterior, en vinculación
con la naturaleza o el territorio; que se opone al
espacio europeo/interior (Adorno 1987). A nivel de
distinciones, destacan las diferentes indumentarias
utilizadas, en una degradación progresiva, que va
desde el inca (Figura 3) –que aparece con una rica
indumentaria compuesta por el uncu, orejeras,
tocado o llautu y sandalias, entre otros– hasta el
antisuyu (amazonas), que aparece prácticamente
desnudo (Figura 4). Los Collas (Figura 5) visten
muy similares a los chincha y cunti, aunque con
los cunti comparten un tipo de calzado distinto de
los chincha e Inca, pero se distinguen los Collas
Figura 4. Fiesta de los ‘Andesuyos’ o Antisuyu, Guamán Poma
1615 (Adorno 1987:230).

por el uso distintivo de gorros troncocónicos y


hemisféricos por parte de los hombres (propio de
los Carangas y Pacajes), homogeneizando a los
habitantes de este amplio territorio que abarca
toda la meseta del Collao (Horta 2011).
Los siglos siguientes al XVI, impulsados por
el encuentro con el Nuevo Mundo –con su flora,
fauna, habitantes y tradiciones que diferían radi-
calmente de lo conocido–, desarrolló un modelo
de conocimiento empírico que se preocupó de
estudiar lo diferente; donde destacan los trabajos
fundacionales de René Descartes y Francis Bacon.
El nuevo método científico consistía en analizar
las partes constitutivas de las cosas, para luego
compararlas y establecer “series” coherentes; sin
embargo, en muchos casos, los resultados solo
reflejaban los intereses de la propia investigación y
los prejuicios de la época. Un hito importante ocurre
en 1735, cuando se publica la obra del naturalista
sueco Carl Linneo “El sistema de la naturaleza”;
donde desarrolla un sistema de clasificación de
todas las formas vegetales del planeta, conocidas o
Figura 3. Fiesta de los ‘Ingas’, Guamán Poma 1615 (Adorno
1987:227).
desconocidas y que, después, se aplicarán al mundo
Representación indígena en el área Centro-Sur andina. El caso de los Uru-Chipaya 63

Leclerc– en su Historia Natural, general y particular,


publicada en varios volúmenes, entre 1749 y 1788. Por
tanto, al cambiar el sistema de clasificación cambia
también el proyecto de dominación; es decir, antes
las comparaciones y descripciones iban enfocadas
a la exploración marítima, la circunnavegación y
la cartografía, con el objetivo de nombrar y poseer
los territorios encontrados. En cambio, la Historia
Natural busca registrar y clasificar la naturaleza al
interior del dominio, tarea que es llevada a cabo
por iniciativa de las nuevas élites comerciales en
alianza con la ciencia (Pratt 1997).
A partir de la publicitada “Misión Geodésica
a la Real Audiencia de Quito” (1735-39), liderada
por Charles Marie de La Condamine, se iniciaron
algunas ideas, actitudes, impresiones y conoci-
mientos de los Andes y los Incas, que tuvieron
como hito principal la publicación Relación
abreviada de un viaje hecho por el interior de la
América Meridional (1745), por La Condamine.
Una narración que, en su primera mitad, describe
la flora, fauna, geología, poblados y “naciones
indias”, que el científico francés observó en su
viaje a lo largo de la ribera del Amazonas y sus
Figura  5. Fiesta de los ‘Collasuyus’, Guamán Poma 1615 afluentes. Y que es complementada con una carta,
(Adorno 1987:232).
en la que se describe el asesinato del cirujano
Seniergues –miembro de la expedición– y un mapa
animal. Al año siguiente se desarrolla la primera del Amazonas. Fue este suceso trágico, y no sus
expedición científica moderna en tierras americanas: actividades científicas, la que interesó tanto a la
la “Misión Geodésica a la real Audiencia de Quito” prensa –quien la publicó en primera plana– como
(1736-1744), que tuvo la tarea de determinar la al creciente público lector francés que pertenecía
forma exacta de la Tierra. Un triunfo diplomático a una burguesía relativamente nueva y educada.
europeo, pues significó la apertura de un territo- Producto del éxito de esta obra se populariza el
rio herméticamente cerrado por España, quien se discurso de una América sensible, tolerante y de
negaba a aceptar expediciones extranjeras. Lo que buen gobierno (justa), que fue destruida por los
evidencia el poder de la ciencia y el interés que bárbaros españoles (fomentando los sentimientos
suscita entre sus gobernantes, como para superar protonacionalistas antiespañol). En 1778 se realiza
rivalidades históricas. En la segunda mitad del siglo una segunda edición ampliada de la Relación...
XVIII la exploración científica se convertiría en que incluyó un grabado del “Suceso de Cuenca”,
un imán de intelectuales y comerciantes de toda donde muere el cirujano Seniergues (Figura  6).
Europa y un foco de intenso interés público. A Es esencial recordar que en esa época, debido a
partir de esta fecha, la Historia Natural se vuelve los altos costos, era raro que los libros publicados
un proyecto universal de clasificación y ordenación incluyeran más de una ilustración, las que se in-
de un mundo ya conquistado, pero aún desconocido sertaban en las primeras páginas del libro como un
en su interior (Pratt 1997; Poole 2000). resumen visual. En este caso, la imagen del “Suceso
De esta manera, la Historia Natural se transforma de Cuenca” muestra una escena de desorden gene-
en una estrategia de clasificación del mundo, que ral, donde hombres con vestimentas occidentales
saca a la naturaleza de su “caos natural”, ubicando pelean armados, en una plaza rodeada de tribunas
al hombre europeo dentro de este sistema global en con espectadores. También muestra a un grupo de
superioridad al hombre americano y su naturaleza, curas que conversa en un rincón y dos leyendas
como lo expuso el conde de Buffon –Georges Louis numeradas en las esquinas inferiores del grabado.
64 Felipe Maturana Díaz

Figura 6. Suceso de Cuenca (De La Condamine 1921:159).

Esto último, dispositivos visuales ampliamente etiqueta que indica el tema de la imagen y el lugar-
utilizados por las pinturas religiosas, que durante país, construyendo un relato visual que mezcla el
siglos permitieron narrar historias de martirio y interés científico con el gusto estético y lo anecdótico
santidad, y que en esa época (siglo XVIII) recién del viaje. En esta publicación D’Orbigny muestra a
lo empezaba a utilizar la geología y la geografía los aymara como el único grupo étnico que habita
en sus mapas (Poole 2000; Rowe 2003). De este en el altiplano boliviano; pues los uru no aparecen
modo, el mundo andino se añadió como nueva zona mencionados. Destacamos la imagen de una balsa
para la especulación filosófica e histórica, junto a de juncos navegando a vela en el lago Titicaca, sus
Brasil, América del Norte y Oriente, en Francia. ocupantes no son asociados a ningún grupo étnico,
A fines del siglo XIX el naturalista francés aunque visten de manera similar a los Aymaras de
Alcides D’Orbigny recorre sudamérica entre 1826 y las otras láminas caracterizados por sus sombreros
1833. A su regreso publica L’Homme Americain, de de ala recta y copa redonda aplastada (Figura 7).
1839, y los nueve tomos de Voyage dans l’Amerique Un territorio que se circunscribe alrededor del
Méridionale, publicados entre 1835 y 1847. Una lago Titicaca, invisibilizando el resto de la meseta
época marcada por el auge de la imprenta y los del Collao mediante una metodología visual de
libros, que gracias a los progresos técnicos, como clasificación fisiognómica (physiognomy) –aspecto
la litografía, posibilitan la impresión de un mayor exterior y particular–, provocando en el observador
número de ejemplares; así como también de ver- una “impresión general” a partir de sus elementos
siones ilustradas populares. En 1847 D’Orbigny estables y recurrentes, donde el sujeto indígena es
publicó el tomo 3/parte 1 de Voyage dans... con 51 parte de un mundo inmóvil; eminentemente vegetal
láminas –algunas de ellas coloreadas– agrupadas y geográfico (Poole 2000; Zamorano 2011).
en tres categorías: “vistas”, “usos y costumbres”, Con la llegada de la fotografía, las represen-
y “antigüedades”; de Brasil, Uruguay, Argentina, taciones indígenas para el área Centro-Sur andina
Chile, Bolivia y Perú. Todas ellas llevan una breve aumentaron en su número pero poco en su diversidad.
Representación indígena en el área Centro-Sur andina. El caso de los Uru-Chipaya 65

discurso visual acerca de lo indígena, que alcanzó


altos niveles de desarrollo estético y documental;
primero, con la “escuela arequipeña” (1905-1914),
de Maximiliano T. Vargas y otros, que enseñaron a
muchos de quienes conformarían la conocida “es-
cuela cuzqueña de fotografía” (1915-1940), cuyos
exponentes más destacados fueron Miguel Chani
(1915), el puneño Martín Chambi (1920) y César
Meza (1940), entre muchos (Poole 2000; Trevisa
y Massa 2009; Garay y Villacorta 2012).
A partir de la segunda mitad del siglos XIX, la
fotografía tomó un lugar central en la nueva sociedad
criolla, la invención de carte de visite (patentada
Figura 7. Balsa o bote de juncos en el lago Titicaca (Bolivia)
por André Disdéri en 1854), un formato pequeño
(D’Orbigny 1847: Costumes et Usages PL. 8).
(6 x 10 cm) que por su novedad, portabilidad y precio
se convirtió en un producto masivamente producido,
Se mantuvieron los tradicionales paisajes andinos, comercializado, intercambiado y significado. Las
con sus montañas y ruinas arqueológicas, y el registro prácticas sociales más significativas en relación con su
de costumbres pintorescas. Solo sufrió cambios el uso fueron el intercambio y su colección en álbumes.
retrato costumbrista que se vio influenciado por las Estos últimos eran mostrados como evidencia de
preocupaciones raciales y el desarrollo de la fotografía la amplitud del círculo social del propietario, una
antropométrica hacia fines del siglo XIX. Los pri- especie de moneda social o capital simbólico, capaz
meros antecedentes para la zona son las imágenes de portar estatus y prestigio a sus dueños. Así, la
del fotógrafo francés Emile Garreaud, quien llega carte de visite penetró en el corazón de la cultura
a Lima en 1855 y permanece en Perú hasta 1859; burguesa del siglo XIX, llegando a ser considerada
fecha en que cierra su estudio para establecerse en la época como “los billetes sentimentales de la
en Chile, de manera definitiva, a partir de 1863 civilización” (Poole 2000: 137). De este modo, la
(Rodríguez 1985; Schwarz 2007). Sus fotografías creciente burguesía europea empezó a comprar y
étnicas, en especial aquellas tomadas en el Cuzco, coleccionar no solo retratos familiares, sino también
tuvieron una amplia repercusión, siendo algunas de fotografías de monumentos, edificios públicos, ruinas
ellas publicadas en el popular Atlas Geográfico del arqueológicas, obras de artes, escenas urbanas, re-
Perú, de Mariano Paz Soldán, en 1865 (Figura 8). tratos de personajes famosos, paisajes exuberantes,
Una propuesta pictórica que daba cuenta de la rea- animales salvajes y sujetos de otras culturas; estas
lidad, pero embellecida y vigorizada por el arte y el últimas denominadas de “tipo y costumbre”. Estas
sentimiento. Sin duda, un primer antecedente de un fotografías eran empaquetadas y vendidas por
temas, en algunos casos organizados en un relato
secuencial. La fascinación pública por la cartes de
visite de tipos humanos raros o exóticos creció de
manera notoria a partir de 1870, en parte gracias
a que las cámaras fueron cada vez más prácticas
y portátiles, lo que fomentó el viaje de muchos
fotógrafos, viajeros, exploradores y los primeros
etnólogos a tierras americanas (Poole 2000).
En el ámbito de las ciencias humanas, se po-
pularizan los términos “etnografía” y “etnología”,
utilizados primeramente por los historiadores
alemanes del siglo XVIII como August Schlözer
y sus conceptos de ethnographie y völkerkunde.
Conceptos que configuran una disciplina esencia-
Figura 8. Indígenas de Cuzco, Emile Garreaud. Ca.1862. Archivo
lista, preocupada de estudiar las culturas de lugares
Cuarterolo (Trevisa y Massa 2009:45). lejanos y exóticos en su “estado original”, a partir
66 Felipe Maturana Díaz

de criterios de raza que construyeron identidades


geoculturales definidas, acotadas e inmóviles
(Giordano 2012; Zapata 2013).
Esta incipiente disciplina antropológica, bajo el
amparo de la Historia Natural, desarrolló un modelo
de fotografía antropométrica, en 1860, gracias a los
aportes de los ingleses John H. Lamprey y Thomas
H. Huxley. Para ello era necesario que el sujeto fuese
fotografiado desnudo, de cuerpo entero y frente a una
rejilla de hilos estandarizados o al lado de un instru-
mento de medición. Modelo de inscripción científica
del cuerpo humano, que bajo métodos fotométricos
estandarizados permitía recuperar datos morfológicos
confiables y comparativos (Griffiths 1996). Figura  9. Puente de balsa sobre el río Desaguadero (Squier,
A pesar de las dificultades técnicas de usar la 1877:265).
fotografía en climas extremos y de lo pesado que
era el proceso de placas húmedas de colodión, que 1875 y 1877, con el objetivo de recolectar objetos
dominó la fotografía desde 1851 hasta 1881, fue arqueológicos y etnográficos para la Exposición
ampliamente adoptada por viajeros y exploradores en Universal de París de 1878. A su regreso publica
el último cuarto del siglo XIX. Los antropólogos se Perú y Bolivia, narrativas de un viaje y estudios
convirtieron en ávidos coleccionistas de fotografías etnográficos y arqueológicos (1880), libro que
tomadas por otros, usando este tipo de fotografías incluye 1.100 grabados producidos a partir de sus
para sus charlas y publicaciones, con poca atención a propias fotografías y de otros fotógrafos como
su procedencia específica (Griffiths 1996; Alvarado George von Grumbkow (quien había estado en
et al. 2012). Tiwanaku previamente junto a Stübel).
En el área Centro-Sur Andina se realizan varias En 1903 se realiza la Misión Científica Francesa
expediciones o exploraciones científicas que utiliza- a la América del Sur, liderada por Georges de
ron la fotografía como un instrumento privilegiado Créqui-Montfort y Eugène Sénechal de la Grange.
de registro, entre ellos destacamos al arqueólogo y Durante su estadía, que duró cerca de seis meses, se
escritor estadounidense George Squier (1863-1865), fotografiaron y midieron 208 individuos quechuas,
quien es considerado el primero en fotografiar aymaras y mestizos, número menor de lo esperado
Tiwanaku y los principales sitios sagrados en el debido a la resistencia de muchos indios que incluso
lago Titicaca y sus alrededores (Chucuito, Sillustani, rechazaron dinero para permitir ser fotografiados.
Hatuncolla –capital del Collasuyu–, Copacabana, Para resolver esta dificultad lograron el apoyo de
etc.). Un relato visual que tiene al lago Titicaca como la mina Pulacayo –donde 103 sujetos fueron foto-
protagonista del territorio altiplánico, eminentemente grafiados y medidos– y de la cárcel pública de La
arqueológico y en vinculación con la etnia Aymara Paz –de los 200 detenidos solo se pudo medir a 105
por medio de sus fiestas y su religiosidad; pero individuos–; lo que pone en evidencia el rechazo
con la presencia recurrente de las balsas de totora de los indígenas a la fotografía y los estrechos
como significante privilegiado (Squier 1877; Buck vínculos entre los intereses económicos, políticos
1999) (Figura 9). Entre 1868 y 1876 los geólogos y científicos. Algunas de estas fotografías, junto a
alemanes Alphons Stübel y Wilhelm Reiss recorren otras provenientes de fotógrafos locales como los
gran parte de Sudamérica acumulando más de 2.800 hermanos Sintitich y Ricardo Villaalba, fueron pu-
imágenes bajo la lógica coleccionista que no iden- blicadas por el doctor Arthur Chervin en 1908 bajo
tifica fecha ni autor, aunque es posible identificar el título Antropología Boliviana. Obra que incluye
algunos fotógrafos como los hermanos Courret, los 159 imágenes con etiquetas que señalan la edad,
hermanos Helsby, E. Garreaud y R. Villaalba, entre sexualidad, lugar de procedencia y nombre del grupo
otros. Actualmente se encuentran almacenadas en el indígena fotografiado. En algunos casos se indica
Institut für Länderkunde de Leipzig, Alemania. Otro el nombre del fotógrafo o coleccionista y, en otras,
antecedente es el austriaco, nacionalizado francés, se realizan detalladas observaciones de las vesti-
Charles Wiener, quien viaja por Perú y Bolivia, entre mentas utilizadas. En su gran mayoría corresponden
Representación indígena en el área Centro-Sur andina. El caso de los Uru-Chipaya 67

a fotografías de “tipo pintorescas”, que carecen de aparecen los primeros folcloristas y etnógrafos que,
utilidad para el análisis morfométrico pero cuyas con fines académicos o investigativos, fotografían
etiquetas las validan como documentos científicos. profusamente paisajes, fiestas, retratos y ruinas
Fotografías vaciadas de su contenido semántico –o arqueológicas andinas. Sus registros buscan ser
“valor de uso”–, pues solo adquieren sentido mediante sistemáticos y completos, por lo general carecen
los actos de propiedad, recolección, acumulación de valor estético aunque existen verdaderos acier-
e intercambio. Al final de su obra, en el capítulo tos visuales, gracias a la propia fuerza expresiva
de “Fotografía Métrica”, se incluyen fotografías del sujeto fotografiado o al talento del fotógrafo
tomadas bajo las rigurosas normas antropométricas (Alvarado et al. 2012; Palma 2013).
(Figura 10). Consolidando la representación indí- En 1907 se publica, en inglés y castellano, la
gena como un “otro” clasificable, coleccionable y obra Bolivia. El camino central de Sur-América,
aislado de su territorio mediante el uso del telón (que una tierra de ricos recursos y de variado interés
oculta cualquier huella del paisaje natural o cultural). de la escritora e historiadora estadounidense Marie
Atemporal, pues solo observamos un instante de sus Robinson Wright. Texto ricamente ilustrado con 350
vidas, sin embargo, son representativos de toda una fotografías, algunas de ellas compradas a fotógrafos
etnia; volviéndose genéricos e indeterminados. El locales, pero en su mayoría tomadas durante su viaje
cuerpo es el principal objeto observado y poseído en 1906 por gran parte de Bolivia; auque no se sabe
por el coleccionismo científico (Poole 2000; Giraudo si es ella la autora de las fotografías, su secretaria
y Arenas 2004; Zamorano 2011). o algún fotógrafo que la acompañaba. En el tema
La popularización técnica de la fotografía, duran- indígena destacan sus fotografías documentales en el
te la primera mitad del siglo XX, abrió la posibilidad mercado de Sucre, las chullpas entre Oruro y La Paz,
para que nuevos sujetos sociales pudieran oficiar de los danzantes de la fiesta de Copacabana, las balsas
fotógrafos en una América aún desconocida. Así, de totora de los indios del Titicaca (Figura 11), las
ruinas arqueológicas de “Tiahuanaco”, y los diversos
retratos de indígenas de La Paz, Cochabamba, Santa
Cruz, Potosí, Sucre, Trinidad y el Chaco, entre otros.
Una mujer famosa por sus viajes documentados por
América del Sur, donde la fotografía, además de
ilustrar los libros, funciona como prueba documental
del “yo estuve allí”; sus relatos e imágenes dieron
a conocer tempranamente la diversidad cultural de
Bolivia. Para la zona del lago Titicaca señala que
“su gente es distinta en carácter y rasgos aun de sus
vecinos de pocas leguas de distancia, y sus botes
regionales, las curiosas balsas, no son, en absoluto,
como los de otras aguas” (Robinson 1907: 251).
También destacamos la figura de Arthur
Posnansky –ingeniero militar austriaco, explora-
dor y aventurero–, quien llegó para la fiebre del
caucho en 1896. Posnansky se convirtió en un
exitoso comerciante y después en un héroe de
la Guerra del Acre (1899-1903) entre Bolivia y
Brasil. Se radicó en La Paz y se dedicó a estudiar
los monumentos prehispánicos y las poblaciones
indígenas de Tiwanaku y sus alrededores. Sus
primeras publicaciones recibieron duras críticas
de Max Uhle, lingüista y arqueólogo alemán,
quien estudió en profundidad Tiwanaku a partir
de las fotografías y medidas tomadas por Stübel
Figura  10. Quichua. Fotografía Antropométrica, Lámina 25
en 1876-77. Sin embargo, con los años, Posnansky
(Chervin 1908:336). logró obtener un reconocimiento en la comunidad
68 Felipe Maturana Díaz

Figura 11. Indígena remando su “balsa” en el lago Titicaca (Robinson 1907:252).

científica internacional gracias a sus constantes introducción, las principales características de esta
descubrimientos, que difundía en congresos, revis- “raza que desde tiempos inmemoriales fue someti-
tas científicas y autopublicaciones, donde destaca da y reducida por los aimaras (collas) en aquellos
el uso de la fotografía como principal medio de desiertos” (1915:1). Señala que su economía es
ilustración y puesta en valor (Rivet 1910). Posnansky precaria, el principal comercio es con las salitreras de
no era un fotógrafo profesional, pero contó con la Tarapacá y su vestimenta les recuerda las esculturas
colaboración del fotógrafo y cineasta boliviano de Tiwanaku. Además, el autor establece una relación
Luis Castillo González, quien tomó muchas de las directa entre los “Lauraques”, figuras de metal que
imágenes arqueológicas y antropológicas publicadas llevan las mujeres casadas en su pelo trenzado, y
por Posnasky. Entre las numerosas publicaciones de los hallazgos arqueológicos en Tiwanaku, isla del
Posnansky resalta su preocupación por los indios Titicaca y las chullpas del altiplano; concluyendo
uru, del lago Titicaca, descritos tempranamente que “los Chipayas son restos de una antiquísima
en las distintas Relaciones Geográficas, enviadas raza autóctona, son, se puede decir, con sus usos
al Rey Felipe II, en el siglo XVI, como un pueblo étnicos, tradición y costumbres, un trozo viviente de
distinto de los Aymara y los Quechua; planteando la América prehistórica” (1915:3). El texto incluye
la hipótesis de que estas comunidades fuesen ves- cinco fotografías de gran tamaño y calidad técnica
tigios de los primeros americanos (Posnansky 1912 (nitidez), cuatro de ellas son retratos raciales de
en de Créqui-Montfort y Rivet 1927; Boulanger frente y perfil sobre un fondo neutro tomadas bajo
2012). Por tanto, el estudio de este grupo cultural estándares unificados de la Convención de Mónaco de
se hacía urgente, sin embargo, los uru del Titicaca, 1906. El uso destacado y casi exclusivo de este tipo
del río Desaguadero y del lago Poopó, presentaban de fotografías científicas, sin duda, son reflejo de su
claras muestras de sincretismo con los aymaras, interés por legitimarse como científico mediante su
quechuas y europeos; es por ello que se aventuró principal hallazgo: haber encontrado las raíces del
hacia la inhóspita provincia de Carangas, en busca hombre americano (Posnansky 1915 y 1918; Poole
de los misteriosos chipaya. En 1915 publica La y Zamorano 2012). En 1918 publica Los Chipayas
lengua Chipaya, un breve texto que relata, en su de Carangas, un texto que fundamenta, mediante
Representación indígena en el área Centro-Sur andina. El caso de los Uru-Chipaya 69

elementos culturales y fisiológicos, su hipótesis de fueron rápidamente publicadas a nivel internacional


que los chipayas (de cráneo dolicocéfalo-alargado) por la National Geographic Magazine (1927), ilus-
son descendientes de los primeros habitantes del trando el artículo de Stewart McMillan The Heart
mundo andino, distintos de los aymara y los que- of Aymara Land. Posteriormente en París (1928), en
chua (de cráneo braquicéfalo-redondo). La portada formato de álbum –a la usanza de los varios libros
(Figura 12), al igual que la publicación anterior, de viajes de estudiosos y exploradores europeos
tiene una fotografía con un sujeto de perfil; en este en el siglo XIX–, publica Bolivia 150 grabados en
caso es un hombre de “tipo puro” (Posnansky 1918) cobre (Buck 1999; Alvarado, Matthews y Möller
En 1925, Robert Gertsmann, un ingeniero 2009). Registró cerca de 5.000 imágenes durante
eléctrico de origen ruso (con estudios en Berlín, su estadía en Bolivia, entre ellas destacamos el
Alemania), que llegó a Chile en 1924, decide partir registro entre los chipayas de Coipasa –al sur de
de Valdivia con dirección a Antofagasta y La Paz, la provincia de Carangas–, respecto de los cuales
dejando atrás su actividad de ingeniero para con- señala: “Esta tribu constituye un enigma etnográfico:
vertirse en un fotógrafo viajero. Recorrió Bolivia su origen es desconocido, su idioma no tiene pa-
minuciosamente entre 1925 y 1928, atravesando y rientes en el continente y todo el carácter de esos
fotografiando el Altiplano, el Yungas, Cochabamba, el habitantes de los salares es un problema insoluble
Beni y los espacios fronterizos de Chile y Argentina; [...] A pesar de la naturaleza tan agreste, la índole
solo Tarija y el Chaco se salvaron de su lente. Sus del Chipaya es más asequible que la de sus vecinos,
conocimientos técnicos y formales le permitieron los Aymaras. Los Chipayas son amistosos, amables
construir imágenes equilibradas y armónicas con y alegres” (Gerstmann 1928:3). En su álbum de
notable manejo de la luz y la composición, las que 1928, Bolivia, 150 grabados en cobre, solo incluye
dos (2) fotografías de este grupo étnico, una de un
grupo de mujeres frente a su vivienda circular y
otra de dos mujeres (Figura 13), donde destacan
sus peinados, rostros e indumentaria. Gran parte
de sus fotografías se encuentran en la Universidad
Católica de Antofagasta y en el Museo Chileno de

Figura 12. Portada “Los Chipayas de Carangas” (Posnansky 1918). Figura 13. Mujer chipaya con su hija (Gerstmann 1928:48).
70 Felipe Maturana Díaz

Arte Precolombino, donde encontramos cerca de 150 nuevas corrientes sociales, artísticas e intelectuales,
imágenes de chipayas tomadas por R. Gerstmann como el documentalismo y el indigenismo (Alvarado
en 1925, aproximadamente, retratando el paisaje, y Möller 2009; Boulanger 2012).
el poblado, sus viviendas circulares, las actividades Entre diciembre de 1930 y abril de 1931 Alfred
domésticas y los propios chipayas –algunos de Métraux –un destacado etnólogo suizo, discípulo de
ellos de frente y perfil–. Finalmente, nos llama la Paul Rivet y Marcel Mauss en Francia y de Erland
atención una fotografía donde un grupo de mujeres Nordenskiöld en Suecia– realiza una expedición al
observan una fotografía entregada, seguramente, altiplano boliviano. El objetivo de esta expedición
por el propio Gerstmann (Figura 14). No sabemos es recoger vocabulario y textos en idioma chipaya,
qué mostraba esta fotografía, sin embargo, podemos con el fin de comprobar la hipótesis de Paul Rivet,
ver el interés de estas mujeres por las imágenes y quien sostiene que los uru-chipaya son del grupo
que, sin duda, tuvieron repercusiones en la forma lingüístico arawak; rama ampliamente difundida en
en que este grupo cultural se relacionará con este América del Sur –desde las Antillas al norte hasta
artefacto visual en el futuro. Paraguay por el sur y desde la Amazonía por el
oeste hasta los contrafuertes andinos orientales– que
Giro Representacional, la fotografía cumplió un papel destacado en la difusión cultural
etnográfica de Alfred Métraux entre los en América meridional. Lo particular de los chipa-
Chipaya de Carangas ya es que su lengua aún se encuentra viva, no así
entre los otros grupos uru donde existen unos poco
Entre 1920 y 1930 el concepto de “fotografía hablantes pasivos y con un vocabulario de carácter
documental” se comenzó a utilizar, preferentemen- residual. Por tanto, los chipayas son los últimos
te, para designar aquellas imágenes que hacían vestigios de estos primeros pobladores americanos
referencia al paisaje social, algunas de las cuales cuyo estudio se hace urgente.
pueden considerarse verdaderas obras de arte por Un número importante de estas fotografías,
su lograda intencionalidad estética. Más allá del tomadas por Alfred Métraux entre los chipaya en
registro “puro” del referente, los fotógrafos profe- 1930-31, se encuentran en el Museo quai Branly
sionales, en expresiones cada vez más locales, van (París, Francia); en total son 211 imágenes de los
comprendiendo las posibilidades de representación chipaya que forman parte de la colección Métraux
e independencia del medio fotográfico. Sin aban- que tiene 3.589 registros iconográficos (Maturana
donar la realidad circundante, miran desde otros 2011). Entre las 211 fotografías de chipaya se observa
ángulos y otras luces con una notoria participación un buen manejo de la composición (distribución de
de la creatividad. Es una fotografía más analítica y los elementos en el campo visual), de la exposición
consciente de sí misma. Estética visual que se aleja (uso de la luz) y de la profundidad de campo
de la fotografía de “tipos y costumbres”, propia del (posibilidad de dejar solo algunos elementos en
siglo XIX e inicios del siglo XX, vinculándose con foco). Así como también un número importante
de fotografías fuera de foco o mal encuadradas, lo
que nos permite inferir que Alfred Métraux era un
fotógrafo que experimentó con la fotografía como
lenguaje. Las fotografías de Alfred Métraux, entre
los Chipaya (1930-31), se caracterizan por ser una
cámara cercana, que se adapta a la situación o acción
fotografiada evitando una intervención notoria.
Su cercanía con los sujetos representados, donde
abundan los primeros planos y planos medios, junto
con la actitud de los fotografiados, muchos de los
cuales sonríen, demuestran por un lado el rol activo
de los fotografiados, quienes aprobaron y apoyaron
el trabajo de Métraux, y por el otro lado demuestran
la exitosa estrategia de acercamiento etnográfico.
Figura  14. Grupo chipaya viendo fotografía. R. Gerstmann,
Alfred Métraux, en su afán de querer rescatar las
Ca.1925 (Museo Chileno de Arte Precolombino, CRG090). antiguas prácticas de los distintos pueblos indígenas y
Representación indígena en el área Centro-Sur andina. El caso de los Uru-Chipaya 71

romper con la imagen falsa y superficial del indígena Comentarios Finales


–tanto la idealizada como la discriminatoria– utilizó
la fotografía como una potente herramienta de regis- La fotografía etnográfica de Alfred Métraux jugó
tro y difusión. Utilizó la cámara como cuaderno de un rol activo en la reconfiguración del imaginario
apuntes, con la libertad propia de la etnografía, pues indígena en los Andes Centro-Sur, reactivando los
a su juicio “no hay método en etnografía [...] Todo procesos de memoria al interior de la comunidad
su arte se reduce a una perpetua adaptación a los Chipaya que participó activamente en la producción
hombres y a las circunstancias” (Métraux 1925:289). de las fotografías; algunas de las cuales tuvieron una
Fomentó una ciencia basada en la observación rigu- destacada influencia en las vanguardias intelectua-
rosa, donde la fotografía no debía buscar héroes ni les y artísticas de la época, producto de su belleza
aventura, sino realizar un registro de lo habitual; de composicional y fuerza referencial (Figura 16).
lo ordinario. Sin embargo, en muchas de sus tomas Una “fotografía documental” preocupada de
se observa una intencionalidad, expresadas en un ir más allá del registro “puro” del referente, me-
encuadre inclinado, en un fondo desenfocado que diante una mirada que busca observar la realidad
concentra nuestra atención o en el registro de una circundante desde otros ángulos y bajo otras luces
situación sin valor informativo, pero de gran emotivi- con una notoria participación de la creatividad.
dad visual (Figura 15). Al igual que las vanguardias A nivel más conceptual, podemos señalar que la
y el indigenismo de principios del siglo XX, Métraux fotografía etnográfica es más que una imagen de
experimentó con el lenguaje visual, mezclando géneros un “otro”, es un espacio de negociación de poder y
que le permitieron dinamizar un anquilosado para- de identidades, de reflexión teórica y metodológica,
digma representacional antropológico-museográfico,
que tenía relegadas a las comunidades indígenas a
un tiempo pasado permanente. Indagó en el registro
documental de las actividades cotidianas y rituales,
en favor de una foto-etnografía capaz de registrar –
gracias a sus cualidades polisémicas– algo más que
la realidad; una “surrealidad” o “realidad superior”.

Figura  16. Indígena chipaya. fotografía de Alfred Métraux


Figura  15. Mujer buscando agua bajo un cielo amenazante. 1930-31. Portada del libro Religión primitiva, su naturaleza y
Alfred Métraux, 1930-31 (Métraux 1935:PL. XIII). su origen (Radin 1941: Portada).
72 Felipe Maturana Díaz

un medio de comunicación intercultural y un ya no se entiende como una simple representación


vínculo social. Un lugar de cruce de miradas, entre de la realidad, sino como productora de una nueva
el fotógrafo-etnógrafo que encuadra y produce la realidad mediada técnicamente por un instrumento
imagen, un fotografiado-indígena que interactúa con que no es transparente ni neutro. La imagen ya no es
el fotógrafo-etnógrafo, y el espectador que interpreta la evidencia de un mundo material sino una realidad
la imagen; una fotografía etnográfica no es más que en sí misma, un fenómeno intersubjetivo en la que
un trozo de papel si no hay una mirada sobre ella. la emotividad, la narratividad y los efectos de la
Rompiendo aquella tradicional idea que piensa a la comunicación juegan un rol esencial.
imagen como una copia de una cosa, “cosificación La tarea de los investigadores preocupados de
de la imagen” que nos hace olvidar que la imagen la imagen es encontrar estos archivos o colecciones
en realidad es un acto (intercultural) que debe ser olvidadas, contextualizarlos, analizarlos y proponer
revelado. Pensar la fotografía desde la mirada es nuevas lecturas que dialoguen con el imaginario
reconocer que las imágenes no son neutras ni uní- social para su reactualización y conformación de
vocas, pues todo lo que sabemos, o lo que creemos, una memoria pública y democrática acerca de la
afecta al modo en que vemos las cosas. La imagen alteridad indígena.

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Notas
1 Es importante señalar que muchas voces indígenas –como texto se ha optado por utilizar aquellas formas escriturales
Tiwanaku, Tawantinsuyu, etc.– son escritos de manera di- más frecuentes y dejar en comillas simples las propuestas
ferente por los distintos autores aquí citados. En el presente escriturales de los autores citados.

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