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Los10 Problemas NNA Final

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Los 10 problemas más graves que viven las niñas, niños y adolescentes

en el Ecuador
Los derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes no son relevantes ni
prioritarios para los diferentes actores políticos y sociales.

1. La pobreza de las familias impacta con dureza sobre la situación de la niñez


y adolescencia. El 60% de las niñas, niños y adolescentes en el área rural viven
en hogares en situación de pobreza; y, el 59% de estos hogares se encuentran
en situación de inseguridad alimentaria grave o moderada.

A junio del 2022, la pobreza por ingreso, a nivel nacional se ubicó en 25% y la
pobreza extrema en 10.7%. En el área urbana la pobreza llegó al 16.7% y la
pobreza extrema a 5.2%. En el área rural la pobreza alcanzó el 42.9% y la
pobreza extrema el 22.7% (INEC. 2022. ENEMDU). La pobreza impacta sobre
la desnutrición, el acceso a la escuela, cuidados de salud y genera serias
restricciones en los proyectos de vida de nuestra niñez y adolescencia.
UNICEF alertó que las familias con niños han sido las más golpeadas por la crisis
económica y estimó que a finales de 2020, 3,1 millones de niños cayeron en
pobreza multidimensional, es decir, que enfrentan mayores privaciones en
educación, salud, alimentación, vivienda, trabajo, protección social y protección
especial. De ellos, 6 de cada 10 viven en situación de pobreza multidimensional
extrema. Al término del 2020, el 43% de las niñas y niños ecuatorianos estaban
en situación de pobreza por ingresos y el 52% en pobreza multidimensional con
una tendencia que profundiza las desigualdades existentes. Para que las familias
puedan salir de la pobreza se requiere un conjunto de medidas económicas y
sociales, que promuevan el crecimiento equitativo. Suponiendo un incremento
anual del 2 por ciento en los ingresos de los hogares, les tomaría 11 años a las
familias con niñas, niños y adolescentes salir de la pobreza; esto les tomará 3
veces más tiempo que a aquellos hogares sin niños. Para contener el incremento
de la pobreza infantil, el Ecuador deberá implementar una estrategia de
recuperación económica enfocada en hogares con niños e invertir un 2,4 por
ciento adicional del PIB, calcula el Fondo de la ONU.

2. La desnutrición de las niñas y niños menores de 5 años. Desde el año 2012


la desnutrición crónica infantil – DCI - no baja del 23% y afecta al 27,2% de las
niñas y niños menores de 2 años en Ecuador. El 41% de las niñas y niños
indígenas tienen desnutrición crónica, casi el doble que el promedio nacional. Se
calcula que 380.000 niñas y niños sufren desnutrición. Solo 1 de cada 5 niñas y
niños indígenas tiene acceso al agua segura, saneamiento e higiene. La
presencia de enfermedades diarreicas incrementan en nueve veces las
posibilidades de desnutrición crónica. Las condiciones de la vivienda tales como
vivir en una habitación con piso de tierra eleva la probabilidad de desnutrición en
un 11%; y, no tener acceso a alcantarillado de la red pública eleva la
probabilidad de desnutrición de las niñas y niños menores de 5 años en un 7%.
A mayores niveles de consumo del hogar, menor es la probabilidad de
desnutrición de las niñas y niños. Ya se han intentado varios planes y programas
y los resultados han sido desalentadores. Esta problemática repercute en la
productividad del país y tiene un impacto en las personas a lo largo de su vida.
Antes de la pandemia, los servicios de desarrollo infantil integral tenían una
cobertura limitada de 292.133 niñas y niños en sus tres modalidades. Sin
embargo, uno de los principales problemas es el acceso de niños y niñas
menores de 3 años a los centros de cuidado infantil pues el 77% de las niñas y
niños que requerían de estos centros no tenían acceso a ellos. Durante la
pandemia se cerraron estos servicios y recién se han comenzado a reabrir bajo
criterios centrados en la desnutrición crónica infantil pero eso tiene
repercusiones en la atención de otros niños y niñas. Estos servicios se orientan
a llegar a la población en mayores condiciones de vulnerabilidad y pobreza pero
no existe una propuesta de universalizar la atención en desarrollo infantil.

En el Plan Nacional para la erradicación de la desnutrición crónica se indica que


en la cobertura de servicios para la primera infancia, 17 de cada 100 madres de
niñas y niños menores de 2 años no acudieron a los 5 controles mínimos
recomendados durante el embarazo. El Plan señala que solo 39 de cada 100 de
niñas y niños menores de 5 años, contaron con el esquema completo de
vacunas, lo que representa 10 puntos porcentuales menos que las niñas y niños
menores de 2 años. Se manifiesta que las unidades de salud han tenido
problemas para brindar los servicios del paquete priorizado (atención materno
infantil, vacunación, educación y consejería familiar) ya sea por la falta de
insumos para vacunación (67%), falta de insumos para realizar el tamizaje
(42%), falta de micronutrientes (39% hierro, multivitaminas y minerales en polvo);
así como falta de equipamiento, donde prevalece la necesidad de equipos para
ecografías (90%)

3. El trabajo infantil. Desde el año 2018 continúa su incremento. Según el INEC,


año 2020, había 420.000 niños, niñas y adolescentes, de entre cinco y 17 años,
trabajando: el 5.69% de 5 a 14 años y 19.78% de 15 a 17 años. El área rural
mostró una mayor prevalencia con el 73.5% de NNA dedicados a la agricultura
y ganadería ubicándose el 73% en la agricultura. La última encuesta del INEC,
de marzo del 2021, alerta que el 14% de las niñas, niños y adolescentes de 10
a 14 años trabaja de alguna manera: el 9% estudia y trabaja; el 1.4% solo trabaja;
y, un 4% no estudia ni trabaja. El 14,3% de los que tienen entre 15 a 17 años
trabaja y estudia y el 5% solo trabaja y no estudia. En este grupo, el mayor
porcentaje son los adolescentes indígenas y montubios. El cierre de las escuelas
y el incremento de la pobreza y desempleo aumentaron esta problemática. El
porcentaje de niños trabajadores subió en el país, concomitante con la crisis
económica. El trabajo infantil, otra forma de violencia, también se ha
incrementado.

4. La educación. Hasta noviembre de 2021 unos 150.000 niños, niñas y


adolescentes han dejado de estudiar producto de la crisis ocasionada por la
pandemia del Covid-19. El 63% fue por falta de ingresos económicos y los
restantes por falta de computadoras o conexión de internet. La actual Ministra de
Educación estimó que el riesgo de abandono llegaría a un 5%, es decir
aproximadamente 220.000 estudiantes. UNICEF, en un informe de diciembre de
2020, consideró que al menos 652.800 niños, niñas y adolescentes estarían en
riesgo de salir del sistema educativo. El abandono ha sido un problema
permanente en Ecuador (FUENTE: PLAN V).
En una Encuesta del INEC a marzo 2021, las niñas, niños y adolescentes entre
5 y 14 años que solo estudiaban antes de la pandemia era del 91,5%; hoy es del
89%. Las niñas y niños indígenas solo estudian el 62%; los afros el 86%; y los
mestizos el 89% (marzo 2021). Además, lo que dejaron de aprender en los
últimos dos años no ha recibido una respuesta clara para diagnosticar, identificar
y enfrentar el problema pues se han afectado aprendizajes básicos como la
comprensión. El cierre de las escuelas ha afectado a 4,4 millones de estudiantes,
lo que ha impactado negativamente en su asistencia, aprendizaje y bienestar. Es
urgente reincorporarlos y evitar que más niños dejen de estudiar.
“El niño Juan Ll., de 10 años, retrata una parte de esa realidad. Su familia lo
matriculó para el período lectivo 2021-2022 en una escuela fiscal ubicada en el
Valle de Los Chillos, al suroriente de Quito. Pero a las cinco semanas de
iniciadas las clases tuvo que abandonarla para vender caramelos en las calles y
ayudar a la economía familiar, pues su madre perdió el trabajo. La mujer entiende
las consecuencias de la deserción y anhela encontrar un empleo para que su
pequeño "pueda volver a clases y tenga un mejor futuro”
https://www.primicias.ec/noticias/sociedad/clases-abandono-desercion-
escuelas-covid/

5. Embarazo en niñas y adolescentes. Las cifras del Instituto Nacional de


Estadística y Censos (INEC) indican que en 2019 se han registrado 51.711
nacidos vivos de niñas y adolescentes de 10 a 19 años: 1.816 de niñas y
adolescentes de 10 a 14 años y 49.895 de adolescentes de 15 a 19 años. Esto
quiere decir que casi 2 de cada 10 mujeres que dan a luz en Ecuador es una
niña u adolescente. En Ecuador, diariamente, 5 niñas de 10 a 14 años y 136
adolescentes de 15 a 19 años dan a luz (INEC 2019). Los costos anuales del
embarazo adolescente ascienden a cerca de 270 millones de dólares anuales,
debido a los gastos que provoca. El embarazo de niñas y adolescentes genera,
en muchos casos, el abandono de la educación, violencia y una afectación
general a sus vidas. Antes de la pandemia, este ya era uno de los problemas
más preocupantes en Ecuador. En 2018, cada día, 6 niñas de 10 a 14 años y
148 adolescentes tuvieron un hijo. La mayoría de los actos de violencia sexual
cometidos en contra de niñas y adolescentes, queda en la impunidad y en el
silencio. .

Quienes son madres en la niñez y adolescencia están en desventaja, pues tienen


menos posibilidades de terminar sus estudios y acceder a un empleo. Además
de la violencia ejercida sobre estas niñas y adolescentes y la afectación en sus
vidas, es importante también considerar el impacto que genera para el Estado
pues los costos anuales del embarazo adolescente ascienden a cerca de USD
270 millones anuales, debido a los gastos de la atención en salud y la pérdida
de oportunidades. Frente a esto, es urgente prevenir el embarazo en niñas y
adolescentes y garantizar el acceso a educación y servicios de salud sexual y
reproductiva tanto en zonas urbanas como rurales.

6. Movilidad Humana. Se calcula que cerca de 520.000 venezolanos ingresaron


al país por vía terrestre, por pasos regulares e irregulares. De ellos, cerca de
82,000 fueron niños, niñas y adolescentes. El Observatorio Social del Ecuador
en su informe sobre “Niñez, migración y fronteras: Una aproximación a la vida
fronteriza de la infancia en el sur y norte del Ecuador”, manifiesta que en el
Ecuador el 17% de la población emigrante tiene menos de 18 años.

La mayoría de los ingresos por vía terrestre se realiza por el punto migratorio de
Rumichaca, aunque, en menor cantidad, también ingresan por San Miguel, en la
provincia de Sucumbíos. La crisis migratoria en la región expone a niños, niñas
y adolescentes a mayores riesgos que se agravan en el periplo del
desplazamiento y por su condición migratoria. Frente a esto se plantean varias
problemáticas que no han sido atendidas y asumidas a plenitud por el Estado:
¿Se garantiza el ingreso libre y protegido de los niños, niñas y adolescentes y
sus familias? ¿Se han implementado medidas para reducir los riesgos de trata y
tráfico por parte de grupos organizados y armados en las zonas fronterizas? ¿Se
han adoptado procesos de regularización migratoria que prioricen la situación de
los niños, niñas y adolescentes y sus familias? ¿Se han identificado los casos
que requieren protección internacional en las zonas de frontera? ¿Se ha
garantizado los principios fundamentales como el Interés Superior del Niño, la
convivencia y la reunificación familiar en temas migratorios? ¿Cuántos niños,
niñas y adolescentes migrantes acceden y permanecen en el sistema educativo,
y cuántos fueron excluidos? ¿Qué está haciendo Ecuador para garantizar el
derecho a vivir en familia, para los adolescentes no acompañados o para
aquellos que están separados de su núcleo familiar? Finalmente, ¿Los niños,
niñas y adolescentes en contexto de movilidad humana deben ser tratados como
personas de segunda categoría en el país que prometió la libre movilidad y la
ciudadanía universal?
La niñez y adolescencia migrante y refugiada es quizá una de las poblaciones
con menos acceso a servicios y posibilidades en el ejercicio de sus derechos ya
que son afectados por los mismos problemas que sus pares de la población local,
con el agravante de que son también discriminados por su origen y estatus
migratorio; son considerados ilegales, criminalizados por los medios de
comunicación y presa de la xenofobia tanto por las poblaciones de “acogida”
como por las instituciones. El Estado no los conoce, no sabe quiénes son y
cuántos son, dónde viven; si estudian o trabajan; si gozan o no de buena salud;
y, si son parte de los programas sociales. Recién en este año se ha anunciado
que se implementará un Censo que permitirá contar con un Registro de su
condición.
7. Violencia. Casi el 40% de las niñas, niños y adolescentes recibe un trato violento
por parte de sus padres: golpes, baños de agua fría, insultos, burlas; y, el 26%
por parte de sus profesores. El 60% es testigo de peleas entre alumnos y 4 de
cada 10 se siente inseguro en el transporte público. Desde el inicio de la
pandemia se registraron 11 casos de niñas, niños y adolescentes muertos de
forma violenta. Las cifras previas a la pandemia revelaron que el 51% de niñas
y niños, de 1 a 5 años, sufrió maltrato físico y el 47.3% sufrió alguna forma de
abuso psicológico.

La crisis derivada de la pandemia por COVID-19 ha ocasionado que los niños,


niñas y adolescentes estén más expuestos a ser víctimas de violencia física,
psicológica, negligencia, violencia sexual y violencia en línea. Entre el 12 de
marzo de 2020 y el 12 de marzo de 2021, en Ecuador se recibieron 114.287
llamadas alertando violencia intrafamiliar y hay que considerar que para los niños
es más difícil acceder a canales de auxilio y denuncia. Junto a la “violencia
naturalizada” en contra de la niñez y adolescencia, existen violaciones
gravísimas a sus derechos como son: trata y tráfico de niños, niñas y
adolescentes; pornografía infantil;

El impulso de las modalidades alternativas de cuidado de base familiar y


comunitaria ha permitido que el ingreso a centros cerrados se vaya reduciendo
paulatinamente. Antes del 2019, el promedio de niñas, niños y adolescentes en
acogimiento institucional era de entre 2.500 - 2.800; ahora existen es de 2.250.
En este contexto, si bien el número de niñas, niños y adolescentes en
acogimiento institucional se ha reducido, el porcentaje de quienes siguen
ingresando por negligencia y maltrato sigue manteniéndose por encima del 50%
a nivel nacional.
El sistema de protección sigue utilizando el acogimiento institucional como
primer o único recurso, cuando debería ser la medida de última ratio. La decisión
de ingreso de niñas, niños y adolescentes no se toma con base en una
investigación psicosocial sólida, que valore los factores protectores y de riesgo,
así como los recursos familiares, comunitarios y las distintas modalidades de
cuidados que pueden activarse antes de recurrir al acogimiento institucional.
Según el MIES, 115 niños fueron separados de sus familias por abuso sexual;
maltrato 59; trata de personas 18; y, abandono 65. Existe poca inversión pública
para impulsar las políticas de prevención de la violencia

Además, es necesario insistir en los graves problemas de articulación que


existen. Los datos de atenciones que realiza la DINAPEN, no se cruzan con los
de la Fiscalía, Unidades Judiciales, Juntas Cantonales de Protección de
Derechos ni de los servicios de protección especial del MIES (para niñas, niños
y adolescentes) ni de la Secretaría de Derechos Humanos (para mujeres
víctimas de violencia y sus hijas e hijos). Actualmente, por ejemplo, es imposible
saber si una adolescente embarazada que ingresó a una casa de acogimiento
institucional, había sido en años anteriores ingresada en otra unidad de atención
o si su caso fue alguna vez atendido por una Junta Cantonal de Protección de
Derechos. Con ello, cada vez que una niña, niño o adolescente entra en contacto
con el sistema de protección por haber sufrido violencia, el sistema actúa como
si esa fuera la primera vez; para enterarse de que hubo atenciones anteriores, lo
que hace que sea necesario pedir a la víctima, que cuente nuevamente todo lo
que le ha sucedido y qué tipo de respuestas ha recibido. Los mecanismos
efectivos para la prevención, detección y atención de los casos de violencia son
débiles.
8. Salud mental y suicidio de niñas, niños y adolescentes. El suicidio, junto con
los accidentes de tránsito, son la primera causa de muerte entre los 12 a 17 años.
El suicidio registra un mayor incremento en los grupos de adolescentes
indígenas con el 26%; en los adolescentes mestizos con el 21%; y los
adolescentes afroecuatorianos con el 5%. Tampoco están exentos del suicidio
las niñas y niños menores de 12 años y por otro lado, la multicausalidad de los
procesos salud enfermedad se ponen de manifiesto. La pobreza es también otra
de los desencadenantes del suicidio como parte de la violencia estructural. Con
la crisis sanitaria, 4 de cada 10 niños se sintieron con angustia y ansiedad.

El Plan Estratégico de la OMS-OPS (2014-2017) determinó que el suicidio es


uno de los indicadores de impacto que deben ser evaluados en la Región. La
OMS ha alertado que por cada persona que se suicida, 40 lo intentaron y que
cada 40 segundos se registra una muerte por esta causa en el mundo (OMS,
2012). Ya en el 2014 la OPS reconoció al suicidio como un problema relevante
de salud pública y en consecuencia, decidió fortalecer su cooperación técnica en
este campo.
“El 9 de mayo 2020, en plena explosión de la pandemia, una niña de 9 años se
suicidó en Loja: estaba sola, con sus hermanos y durante 3 días no había
comido”.

9. La no aprobación del nuevo Código Orgánico de Protección Integral a


Niñas, Niños y Adolescentes –COPINNA- Las niñas, niños y adolescentes no
cuentan con una legislación adecuada para su protección integral. El Código de
la Niñez y Adolescencia –CONA- aprobado en el año 2003, ha sufrido profundas
reformas que han debilitado su estructura conceptual e institucional. Actualmente
no es el mejor marco jurídico que requieren las niñas, niños y adolescentes para
una verdadera garantía de sus derechos. Desde octubre de 2018 hasta la fecha
(3 años y 9 meses), la Asamblea Nacional del Ecuador, a través de la Comisión
Ocasional para atender temas de niñez y adolescencia y de la Comisión
Permanente de Niñez y Adolescencia, ha sido incapaz de aprobar el nuevo
Código Orgánico de Protección Integral a Niñas, Niños y Adolescentes que se
propuso para remediar la debilidad del actual marco legal. La urgencia y
necesidad de un nuevo y eficiente código ha sufrido demoras y la orientación de
la Comisión genera dudas sobre su idoneidad y capacidad.

10. Inexistencia de la Política Nacional de Protección Integral a la Niñez y


Adolescencia, no funcionamiento del Sistema Nacional Descentralizados
de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia –SNDPINNA- y carencia
de la inversión social necesaria. La pandemia demostró que no existe un
sistema de protección integral para las niñas, niños y adolescentes y los
problemas y desafíos futuros se han ido acumulando. A pesar de existir claros
mandatos constitucionales y legales, las autoridades públicas (Asamblea
Nacional, Gobierno nacional, Gobiernos locales y otras instancias públicas)
siguen desconociendo de manera injusta y abusiva la obligación que tienen de
formular una Política Nacional de Protección Integral a la Niñez y Adolescencia
(Artículo 195 del CONA), impulsar el Sistema Nacional Descentralizado de
Protección Integral de la Niñez y Adolescencia –SNDPINNA (Artículo 341 de la
Constitución) y financiarlo. En octubre del 2018, el Comité de los Derechos del
Niño de las Naciones Unidas solicitó enfáticamente en sus Recomendaciones al
Ecuador, que se adopte una estrategia y una política nacional integral dirigida a
la implementación de los derechos del niño y se garantice el funcionamiento
operativo del Sistema mediante la asignación de recursos humanos, técnicos y
financieros para que de esta forma este continúe siendo especifico en cuanto a
los derechos del niño y se diferencie del Consejo Nacional de Igualdad
Intergeneracional. Nada se ha hecho y le hemos fallado a nuestra niñez y
adolescencia.

No existe la voluntad e interés político de cumplir con estas obligaciones y de


manera arbitraria mantienen su desconocimiento. En definitiva no existe una
política social que proteja integralmente a las niñas, niños, adolescentes y sus
familias. Tanto en el Plan Nacional de Desarrollo 2021 – 2025 como en la limitada
Agenda Intergeneracional 2021 – 2025, se persiste en este comportamiento
ilegal e inconstitucional, se persevera en agendas sectoriales y en tratar con
prioridad solo ciertos problemas específicos que, siendo muy importantes, dejan
de lado el conjunto de los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Junto a
esta grave limitación, no existe la voluntad de priorizar la inversión social con
énfasis en la niñez pues lo central es mantener restricciones presupuestarias
que debilitan la acción estatal. La falta de articulación y coordinación entre las
instituciones se hace evidente en el manejo de la información, mostrando que no
se cuenta con los adecuados y vitales sistemas informáticos.

El Estado no provee los recursos suficientes y oportunos para la


protección integral de niñas, niños y adolescentes.

Quito, 4 de agosto de 2022

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