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18 Octubre 1945 Art

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1

EL 18 DE OCTUBRE DE 1945

I
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A TÍTULO DE EXORDIO…

Desde el inicio de nuestra forma jurídica como Estado: Repú blica de


Venezuela, y la derivada formació n de nuestra nacionalidad que ininterrumpidamente
transcurre desde el 5 de julio de 1811, muchas fechas han constituido hitos
importantes en nuestro devenir sociopolítico y jurídico.

El primero, Ley fundamental de la Repú blica de Colombia sancionada


en el Congreso de Angostura el 10 de diciembre de 1819, nos integró a Nueva Granada
en un só lo Estado, resultando así la formació n de la Republica de Colombia. Esa Ley
Fundamental de los pueblos fue ratificada en el Congreso de Cú cuta, el 18 de julio de
1821, en cuyo status estuvimos jurídicamente unidos hasta el añ o de 1830. Bajo ese
status de Repú blica de Colombia, fue que logramos la liberació n del poder españ ol de
los pueblos que conformaban los departamentos de Nueva Granada y Venezuela. Esa
breve Repú blica de Colombia, sería la que brindaría su direcció n y concurso militar
para la liberació n e independencia de Ecuador, Perú , Bolivia y la posteriormente
emergente Panamá , como escisió n de Colombia, a inicios del siglo 20.
Luego de producida la separació n de Venezuela de la Repú blica de
Colombia, promulgaríamos, en 1830, nuestra primera Constitució n.
Se producirían subsiguientes hechos importantes en nuestro acontecer
histó rico. Los gobiernos liberales de Pá ez, Vargas, Soublette, con su mediana vigencia
constitucional y la permanente bú squeda de la consolidació n del poder civil. Ese
primer ciclo se rompe al iniciarse la época de los Monagas, que conduciría al país en
una espiral de violencia, anarquía y antijuridicidad, a la larga Guerra Federal concluida
en 1863 y refrendada con el Tratado de Coche. Con esos sucesos cesará la vigencia de
Pá ez y la de todos los caudillos militares que venían de la guerra de independencia.
Pasamos al gobierno del Mariscal Juan Crisó stomo Falcó n, y la
expedició n del llamado Decreto de Garantías, vigencia de la Constitució n de 1864,
intento de instaurar la soberanía política del ciudadano frente al Estado.
La vida de la nació n seguiría transcurriendo con nuevos actores,
destacando, de manera imponente la figura de Guzmá n Blanco, autó crata y
modernizador, pero siempre caudillo. Rojas Paú l, Joaquín Crespo, Ignacio Andrade,
complementarían el ciclo histó rico que se cierra con el arribo de Cipriano Castro y los
andinos en 1899.
Con la llegada de los andinos a Caracas, capital de la repú blica y centro
del poder nacional, comienza el transcurso de una nueva era en la vida de la nació n
signada por el regionalismo andino en la conducció n del país, pero que también
implicaría el cese del permanente mú ltiple caudillismo beligerante, y la unidad e
integració n de la nació n venezolana hasta ese entonces dividida, incomunicada y
fragmentada. Este ciclo histó rico que durará má s de 45 añ os, se caracterizó en su
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primera etapa que va de 1899 a 1935, por un férreo ejercicio del poder y el
sometimiento del ciudadano a los designios de caudillo, amo y señ or de la vida y
bienes de los ciudadanos. Si bien, en diciembre de 1935, muere el dictador y ocurre
una apertura, ésta es limitada, exigua, sin que se afecte en forma alguna el logro y
conservació n de ese poder ilegitimo por no derivar directamente de la consulta
universal y directa al ciudadano, impidiéndose a las mayorías la conquista de la
soberanía política.
Es el caso que toda esta introducció n tiene una finalidad cierta y
congruente con sus objetivos. En los 134 añ os que van desde el 5 de julio de 1811
hasta el 18 de octubre de 1945, el país, en términos del logro de su soberanía política
y el desarrollo econó mico que apuntalara y garantizara la misma y la independencia y
autonomía del ciudadano –como ente titular de derechos y obligaciones frente al
Estado-, nunca llegó a lograrse. La sumisió n ancestral del individuo al poder de la
corona españ ola permanecería, de hecho, vigente luego de la independencia, só lo que
ahora lo era al poder de los caudillos.
Es así que en materia de derechos políticos y econó micos de los
ciudadanos frente al Estado hasta 1945, muy poco se había logrado, y el ciudadano
reclamaba su elevació n a la condició n efectiva de la ciudadanía. Las pocas conquistas
políticas, una de ellas el nombrado Decreto de Garantías de Falcó n, resultaban
efímeras y siempre engañ osas y subyugadas al poder del caudillo de turno; y es que en
el país nunca había espacio propicio para el desenvolvimiento econó mico del
ciudadano. No se había llegado a alcanzar el sueñ o del Estado Liberal, con el que se
pretendía llevar prosperidad y felicidad al ciudadano.
Ú nicamente es luego del 18 de octubre de 1945, cuando el país logra
un nuevo rumbo en lo social, en lo econó mico y en lo político; y se percibe la nueva
etapa iniciada puesto que en só lo en apenas en 30 meses del gobierno revolucionario
el país que había emergido resultaba enteramente distinto al existente hasta el 17 de
octubre de 1945, víspera de la revolució n.
Para significar la importancia del periodo que en la vida nacional se
inicia el 18 de octubre de 1945, es que me he permito la digresió n, muy pertinente,
para interesar al lector en la significació n histó rica del tema.
4

II
LA NECESARIA INTERRELACION DE DIVERSOS ANTECEDENTES HISTORICOS

Con la finalidad de la realizació n del ensayo sobre el 18 de octubre de


1945, es menester analizar la relació n existente entre diversos antecedentes histó ricos
sucedidos en el devenir del país desde el añ o de 1931 hasta el propio 18 de octubre de
1945.
Se trata de elementos o acontecimientos que marcaron hito en la
cadena de sucesos que en casi 20 añ os fueron plasmando los reclamos políticos de la
sociedad venezolana.
Los instrumentos sujetos al aná lisis inherente al ensayo y a la
determinació n de su interrelació n, son los siguientes:
1. El Programa del Plan de Barranquilla.
2. Mensaje del Presidente Eleazar Ló pez Contreras, al finalizar su quinquenio
presidencial.
3. La intervenció n del senador Jó vito Villalba en el Congreso de la Repú blica,
denominada: “Nuestro Problema Constitucional y la base social del Poder”.
4. Discurso del Sr. Ró mulo Betancourt, el 17 de octubre de 1945, en el mitin de
Acció n Democrá tica, en el Nuevo Circo de Caracas.
5. Fragmento del Dr. Germá n Carrera Damas sobre los materiales elaborados
en torno al tema de Continuidad y ruptura en la Historia contemporá nea de
Venezuela, para la interpretació n y significació n de la fecha en el largo plazo
histó rico.

La Semana del Estudiante de 1928, que sucede luego de má s de 28


añ os de la llegada de los andinos a Caracas, y 20 despues del ascenso de Gó mez al
poder, comportó la exposició n pú blica de reclamos de la sociedad venezolana en
contra del regimen existente que sometía arbitrariamente a la sociedad, ademá s que
de manera descarada conculcaba los reclamos de apertura política de la sociedad.
Pues bien, en 1928, con la celebració n de la Semana del Estudiante y la elecció n de la
reina Libertad I, se aprovecharon tales eventos en los que mediante desfiles, actos
culturales, declamació n de poesias, también se produjeran discursos de elevado
contenido político que, sin lugar a dudas, encendieron las pasiones libertarias de los
jovenes y del resto de la població n.
Estos actos iriá n formando la conciencia politica no só lo de los jovenes
sino de toda la sociedad venezolana. Fue asi como se sucedieron los acontecimientos
protagonizados en el Cuartel de El Cuñ o; la Toma de Curacao, y la invasió n del Falke.
El ambiente que habia dejado la semana del estudiante de 1928, era el de enfrentar la
dictadura de Gó mez, y derrumbarla.
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Los acontecimientos, conllevaron la consecuente detenció n de los


estudiantes, primero presos en Caracas y luego trasladados al Castillo de Puerto
Cabello, y la necesaria salida del país de muchos de ellos, tal como fue el caso de
Ró mulo Betancourt.
Tres añ os luego de la Semana del Estudiante de 1928, en la ciudad de
Barranquilla, Repú blica de Colombia, el 22 de marzo de 1931, un grupo de jovenes
venezolanos, entre otros Ró mulo Betancout, Raú l Leoni, Ricardo Montilla, Valmore
Rodríguez, Pedro Juliac Juan J. Palacios. con edades que rondaban los 23 a 28 añ os,
producen el llamado “Plan de Barranquilla”, en cuya primera parte se hace aná lisis de
la sociedad venezolana y de las causas que llevaron a la situació n que se denunciaba; y
en su segunda parte se establecen los métodos y acciones como se revertiría dicha
negativa situació n nacional. Indudablemente ese documento político se encontraba
influido por la doctrina marxista, y de hecho hay semejanzas con el documento de
creació n del Partido Comunista de Venezuela, pero todo ello era explicable por la
asombrosa influencia que la revolució n rusa de 1917 había tenido en el mundo; la
propaganda del imperio sovietico en cuanto a sus supuestos logros, especialmente la
supuesta y ficticia elevació n de vida de la població n sovietica; y se sumaban a ello las
figuras legendarias de Lenín, y luego la de Stalin, construyendo este ú ltimo el culto a
su personalidad. En el mundo de ese entonces, con esa propaganda permanente y
sostenida, el emergente socialismo sovietico antogonizaba existosamente con los
Estados Unidos de América. Eran los dos polos del mundo referentes de ese entonces.
Pues bien, independientemente de la influencia ideologica que hubiera
tenido ese documento político, resultaba un texto enjundioso por el importante
aná lisis histó rico y sociologico de la sociedad venezolana y las causas que la habrían
afectado para llevarlas a la situació n denunciada en ese entonces, por tanto de
conclusiones acertadas. Igual lo fue el Programa, que corresponde a su segunda parte,
dado que las medidas previstas atacaban directamente al denunciado orden social
injusto.
Aunque el Programa no lo dice de manera expresa, se entiende que en
el fondo -como asunto principista-, existía en todos los proponentes la idea del
gobierno civil y democrá tico como contrapuesto al elemento militar y al caudillismo
militarista. Esto se colige del principio de “Hombres civiles al manejo de la cosa publica.
Exclusión de todo elemento militar del mecanismo administrativo durante el período
preconstitucional. Lucha contra el caudillismo militarista”. Estos pronunciamientos hay
que adminicularlos al segundo postulado del Programa: “Garantías para la libre
expresión del pensamiento, hablado o escrito, y para los demás derechos individuales
(asociación, reunión, libre transito, etc.)”. pregú ntandonos bajo cuá l otro regimen
podrían sostenerse tales derechos individuales si no era bajo uno esencialmente
democrá tico.
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Si bien el aná lisis de la sociedad venezolana contenido en el Plan de


Barranquilla, asi como también el Programa que corresponde a su segunda parte, está
expresado en términos muy drá sticos que implican la necesaria ruptura del Status
Quo existente en ese entonces y la consiguiente transformació n del país, entendían
como una necesidad impostergable hacer uso de los mecanismos constitucionales
existentes de manera de preservar la legalidad institucional. Este cometido só lo podía
lograrse mediante una Asamblea Constituyente, que organizara al Estado y a todos sus
poderes; y que en ella fuera incluida como piedra angular la conducció n civil del
Estado, y la vigencia de los derechos individuales: asociación, reunión, libre tránsito.
¿En qué otra sociedad distinta a la democrá tica podrian tener cabida y tener libre
desenvolvimiento tales derechos?
El documento que tratamos –Plan de Barranquilla- sería ampliamente
divulgado en toda la América, y como tal estudiado y analizado por muchos lideres del
continente.

*****
El segundo de los instrumentos bajo aná lisis está referido a la intervenció n
del Presidente Eleazar Ló pez Contreras, en 1941, al finalizar su quinquenio
Presidencial.
¿Qué se puede extraer del contenido de las palabras del presidente Ló pez
Contreras?.
En primer lugar se deduce, sin ninguna duda, el reconocimiento de no haber
llevado a cabo todas las reformas políticas reclamadas por la sociedad venezolana,
pero a la vez pretender justificar su omisiva conducta, y la de su regimen. Atribuyó la
carencia de acció n a circunstancias de cará cter racial, ambiental e histó rico, pues
suponia que ello se lograria mediante la evolució n ininterrumpida del elemento
humano, “…cuya inteligencia, sentimiento y voluntad es necesario educar
progresivamente para el ejercicio de los derechos politicos”.
Pretendía diferenciarse en sus metodos, de naturaleza evolutiva, el alcanzar
esos cometidos de elecció n directa, diferenciá ndolos así de los otros metodos, a los
que él entendia como inherentes a la revolució n y violencia.
Pero la oferta de Ló pez Contreras, en cuanto al logro de los cometidos
politicos era incierta e indefinida, resumida en la afirmació n de que “…lograremos
llegar en un día no muy lejano a conquistas más amplias, en primer término a la
instauración del voto directo para la elección del Primer Magistrado Nacional”.

*****
Debieron pasar algunos añ os hasta el 17 de diciembre de 1935, muerte
del dictador J. V. Gó mez, para que el orden existente fuera revisado y pudiera
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presentar a la població n alguna laxitud del sistema político, amplitud que que a la vez
le permitiría sobrevivencia por unos añ os mas.
La elecció n del General Eleazar Ló pez Contreras, independientemente
de la legitimidad del Congreso de marcado acento gomecista que lo designó , permitió
en alguna medida abrir cauces de participació n a la sociedad. ¿Y qué es lo que pedía la
sociedad civil de ese entonces? Sencillamente, la elecció n directa, universal y secreta
del Presidente de la Repú blica, asi como los miembros del Congreso.
En la sesió n del 16 de junio de 1944, el senador Jó vito Villalba,
presentó un Memorial a la Cá mara del Senado, con ocasió n a la discusió n del Proyecto
de Reforma Constitucional. En su intervenció n el Dr. Villalba tocó diversos aspectos
relativos a los temas objeto de reforma, entre otros: el de la elecció n directa del
Presidente de la Repú blica y la elecció n de las minorias; lo relativo a las
incompatibilidades de la funció n legislativa conjuntamente con las administrativas,
con lo cual se conculca la independencia del Poder Legislativo y suprime la
responsabilidad de los funcionarios del Poder Ejecutivo, o las hace inefectiva. De tal
manera que objeta la norma incorporada en 1893, y luego mantenida en las
constituciones de Cipriano Castro y Juan Vicente Gó mez, y también en la de 1936,
segú n la cual “las incompatibilidades solo existen durante las sesiones del Congreso”. Era
así que Uslar Pietri era Diputado, Ministro del Interior y Secretario General del partido
P.D.V.
El senador Villalba hizo una minuciosa revisió n de los sistemas
constitucionales del continente para demostrar –acertadamente-, que las normas
existentes en el país eran manifiestamente inconstitucionales, y por tanto resultaba
absolutamente procedente la reforma.
Sin embargo, apartá ndonos de la digresió n, regresamos al punto
central de la forma de elecció n del Presidente de la Repú blica. Villaba reclama que la
reforma que se discutía dejaba desatendida la má s profunda y legitima aspiració n de
las mayorias nacionales. Veá mos como fueron las palabras del senador Villalba en esa
oportunidad: “… la reforma planteada deja inatendida la más profunda y legítima
aspiración de las mayorías nacionales: la aspiración a elegir popularmente, como es la
esencia del régimen presidencial, y tal como se practica en todos los países democráticos
de América, al Presidente de la República. La experiencia política llevada a cabo en
Venezuela desde 1936 hasta el presente, ha revelado que nuestro pueblo es ya capaz
para ejercer el más importante atributo de su soberanía democrática,…” .
Y así el senador Villalba al insistir en el tema señ ala: “…hoy no existe
ningún obstáculo, jurídica o políticamente valedero, a la promulgación constitucional
del principio según el cual el Poder Público debe derivar su autoridad del libre mandato
del pueblo soberano”.
Ciertamente, tal como Villalba lo afirmara no había ninguna razó n u
obstá culo jurídico o político, para que el Congreso de 1944, en funciones de reforma
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constitucional, desatendiera tal reforma inclusiva de elecció n directa. Los senadores


afectos al gobierno, mayoría, no dieron razó n valedera alguna.
El senador Jó vito Villalba daría una razó n de mayor peso, igualmente
obviada por la mayoría oficial. El caso era que con la enorme concentració n del
funciones y prerrogativas que poseía el Presidente de la Repú blica, éste debía ser
elegido directamente por el pueblo, y de no serlo así su gestió n carecería de un
verdadero cará cter democrá tico.
“En nuestro país, por razones sociológicas y políticas que ya nadie
discute, el poder se centra casi por entero en las manos del Presidente de la República.
Así, mientras el Primer Magistrado Nacional no sea el elegido del pueblo, la nación
carecerá de un verdadero gobierno democrático”.
Las palabras y argumentaciones expuestas por el senador Jó vito
Villalba, si bien interpretaron fielmente el reclamo de la sociedad civil venezolana en
cuanto a la progresió n de sus derechos constitucionales, quedaron latentes para ser
aplicadas en un futuro, por ello no se explica el por qué de haber votado
favorablemente por la incompleta reforma constitucional que desatendió el reclamo
de la elecció n directa del Presidente de la Repú blica y no se pronunció firmemente en
cuanto a la necesaria separació n de las funciones legislativa y ejecutivas.

*****
1945, 17 de octubre. Intervención del señor Rómulo Betancourt en
el mitin de Acción Democrática en el Nuevo Circo de Caracas.

El discurso de Ró mulo Betancourt la noche del 17 de octubre de 1945,


constituye, a decir de Simó n Alberto Consalvi, “…uno de los discursos más importantes
de la carrera política de Rómulo Betancourt”.
En su pieza oratoria, Ró mulo Betancourt, en la que fue precedido por
Ró mulo Gallegos y Leonardo Ruiz Pineda, habló descarnadamente de la realidad
nacional, “…con audacia y decisión.” “agarrando al toro por los cuernos y llamando las
cosas por su nombre”. “…para nosotros la política no es discusión a la sordina, en
trastiendas cómplices…”. Betancourt estaba seguro que se estaba en un punto final en
el que ya no había retorno.
Betancourt habló con el conocimiento de las alternativas que só lo él
sabía, y de hecho en sus manos se encontraban las dos cartas: la de la revolució n
cuartelaría, es decir el golpe de estado que el mismo venía difiriendo al agotar todas
las gestiones con el Presidente Medina. Pero a la vez estaba consciente del
enfrentamiento de la joven oficialidad con los generales. Só lo un entendimiento de la
oposició n y gobierno podía al menos diferir los reclamos castrenses. Esa noche
Betancourt jugo una ú ltima carta institucional al denunciar con crudeza la graves
crisis institucional que estaba instalada.
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El contenido del discurso fue referido a la situació n nacional, en sus


mú ltiples aspectos; un recuento de las luchas cívicas del país en los ú ltimos diez añ os
con el destino de encontrar un cauce a los reclamos nacionales. Se trató , entonces, por
parte de Betancourt, de una gran disecció n orgá nica de la historia nacional y de su
funcionamiento. El cuerpo social debía producir alguna solució n, puesto que los
lideres que podían procurar las soluciones habían cerrado toda vá lvula que permitiera
bajar la gran presió n política existente.
Muchos aspectos trató Betancourt en el extenso discurso, siempre con
el reclamo de la fó rmula política que permitiera la elecció n directa, universal del
Presidente de la Repú blica; y como líder indiscutido del país y conductor de la
oposició n, dejó clara posició n sobre los principales temas que conformaban el
momento nacional:
1. Candidatura de Ló pez Contreras.
2. Las circunstancias de la solució n “Escalante”.
3. El fracaso de las conversaciones con el Presidente Medina para una
candidatura nacional.
4. El rechazo a la candidatura de Biaggini.
5. El régimen dividido en dos frentes: un general al frente de cada uno.

CANDIDATURA DE LOPEZ CONTRERAS. Quizá s Ló pez Contreras haya


sido el principal beneficiario de la imposibilidad sobrevenida de la solució n
“Escalante”. La candidatura de Ló pez Contreras era considerada una candidatura
regresiva, pero ya estaba en el ambiente y tomaba fuerza. Contaba con agrupaciones
constituidas por individuos que en una u otra forma eran enemigos de las reformas y
avances de la ú ltima década. Su candidatura crecía como consecuencia de la ineptitud
gubernamental en el manejo del Estado y el florecimiento del peculado. Y respecto a la
misma, durante un considerable tiempo, el PDV guardaba conducta ambigua. Al final,
luego de los emplazamientos de A.D., fue que el P.D.V. el 27 de mayo de 1945, se
pronunciaría señ alando que el General Ló pez Contreras no sería su candidato.
El enfrentamiento de los generales: Ló pez Contreras y Medina, era
evidente; y Betancourt, glosa los diá logos de estos, así:
“Con todas sus fuerzas se opondría a la candidatura del general López
Contreras, y cuando éste replicó diciéndolo que acepta su candidatura con firmeza, que
está dispuesto a ir a la defensa de lo que considera instituciones amenazadas y cuando
reitera al día siguiente que en su casa, y no con fines de joya histórica, tiene guardado el
uniforme de general en jefe”.

LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA SOLUCIÓN “ESCALANTE”.


Dió genes Escalante era un funcionario diplomá tico venezolano de
larga carrera en escenarios internacionales, pero también por ello, distanciado de la
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realidad venezolana. Poseía excelentes relaciones con el andinismo, incluso cuando


muy joven en los tiempos de Cipriano Castro. Había cultivado una excelente relació n
con el general Ló pez Contreras, e incluso lo había mencionado como posible candidato
presidencial para el añ o 1941.
Dió genes Escalante era Embajador plenipotenciario de Venezuela en
Washington; allí fue visitado por los dirigentes de Acció n Democrá tica Ró mulo
Betancourt y Raú l Leoni, para tratar como se llevaría a efecto ese gobierno transitorio
que debería reformar la constitució n con el fin de establecer la elecció n directa,
universal y secreta del Presidente de la Repú blica y ó rganos deliberantes, y
consiguientemente convocar a elecciones generales. Si bien los dirigentes de Acció n
Democrá tica evidenciaron en alguna medida la situació n mental de Dió genes
Escalante, al final éste aceptó la candidatura presidencial, y a su llegada a Venezuela,
al aeropuerto, fue recibido por numerosas personas. Bastarían pocos días para que el
colapso mental del propuesto se hiciera pú blico, y por ende imposible la continuació n
de su candidatura presidencial. Dió genes Escalante había sido flor de un día.
Ró mulo Betancourt en el discurso justificaría el apoyo a su elecció n así:
“Su alejamiento del país en cargos diplomáticos lo mantenía desvinculado de la
zarabanda de desaciertos y peculados que caracterizan al actual gobierno de nuestro
país; la circunstancia de ser embajador en Washington, que es una especie de
superministerio, le permitía conocer los problemas económicos fundamentales de
Venezuela, que desembocan todos en la Casa Blanca… permitía que en torno de él se
realizara una agrupación de fuerzas políticas y económicas desvinculadas del
absorbente oficialismo,…desvinculado de la tutoría de Medina y del P.D.V…. Le dijimos
que en el caso que su candidatura fuera lanzada y él la aceptara nosotros sostendríamos
en la Tercera Convención Nacional de Acción Democrática, una actitud simpática; que
nosotros no haríamos pacto de ninguna clase con P.D.V….”.
El 5 de septiembre de 1945, los perió dicos nacionales informarían que
la candidatura de Dió genes Escalante había quedado desechada. El propio Presidente
de la Repú blica, había convocado a los dirigentes de los partidos para informarles de
dicha situació n.
En mi concepto siempre quedará la duda acerca de si hubiera sido
posible imponer la candidatura de Escalante y sus reformas, frente a la mayoría de los
congresantes de ese entonces, muchos de los cuales estaban comprometidos con
Ló pez Contreras, y el hecho que tomar la decisió n que se pretendía –recorte del
período presidencial y reforma constitucional para consagrar la elecció n directa,
universal y secreta del Presidente de la Repú blica- significaba renunciar a sus
privilegios.

EL FRACASO DE LAS CONVERSACIONES CON EL PRESIDENTE


MEDINA PARA UNA CANDIDATURA NACIONAL.
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A lo largo del añ o de 1945, Acció n Democrá tica se había dedicado a


sostener conversaciones con el P.D.V., y con el Presidente de la Repú blica y los
principales dirigentes del gobierno, con el fin de lograr encontrar una solució n al
reclamo de la candidatura presidencial, cuya finalidad ú ltima era la de instaurar el
cambio constitucional para la elecció n directa, universal y secreta del Presidente de la
Repú blica y miembros de los ó rganos deliberantes: Senado, Cá mara de Diputados y
concejales.
Este proceso de discusió n venía ocurriendo antes de que los militares
insurrectos contactaran a Ró mulo Betancourt y otros dirigentes por intermedio del
Dr. Edmundo Ferná ndez.
En ese proceso de aproximaciones, es que llega a formalizarse la
candidatura de Dió genes Escalante, luego frustrada por su enfermedad mental. Pero
Acció n Democrá tica seguiría insistiendo en la candidatura de unidad.
No obstante el desconcierto generado por la imposibilidad de
proseguir con la candidatura de Dió genes Escalante, Acció n Democrá tica prosiguió
insistiendo en tal fin. En efecto, al día siguiente de ser descartada la candidatura
Escalante, Ró mulo Gallegos, transmitiría personalmente la posició n del partido: “Que
el partido se pronunciaba por la escogencia de un candidato extra-partido, de un
hombre en torno al cual pudiera hacerse una agrupación solvente de fuerzas políticas y
económicamente responsables. Que era un problema nacional que debía ser resuelto con
criterio nacional”. (Consalvi Simó n Alberto. La revolució n de octubre. 1945 – 1948.
Pag.32).
Luego, el día 27 de mayo de 1945, A.D., urgió al P.D.V., “…a
pronunciarse sobre el asunto y a definir su posición sobre la candidatura de López
Contreras”. (Consalvi ob.cit. Pá g. 32). No cesarían los esfuerzos de A.D., en torno a la
bú squeda de la candidatura de unidad. El 8 de octubre de 1945, la IV Convenció n de
A.D., acordaría la bú squeda concertada de un candidato de nacional. Y fue entonces
que el día 13 de octubre de 1945, el Presidente de Acció n Democrá tica Ró mulo
Gallegos, envió una larga carta al Partido Democrá tico Nacional, a la Agrupació n Pro-
Candidatura presidencial del general Eleazar Ló pez Contreras, a Unió n Popular y al
Partido Comunista de Venezuela, “…planteándoles la gravedad de la hora política
nacional”. Afirmaba Acció n Democrá tica que “…cualquiera de las dos fracciones,
lopecismo o medinismo que triunfara en el seno del congreso no podría gobernar con
estabilidad, ni con respaldo nacional, frente a los numerosos problemas sociales,
económicos y fiscales incubados por la guerra”. (Consalvi ob.cit. Pá g. 32).

POR QUÉ RECHAZABAN LA CANDIDATURA DEL Dr. BIAGGINI:


Con el lanzamiento de la candidatura de Biaggini, y la anunciada
candidatura de Ló pez Contreras, se echaba por la borda todos los esfuerzos de la
candidatura nacional, ú nica, necesaria para lograr los fines de establecimiento de la
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elecció n directa, universal y secreta para la elecció n del Presidente de la Repú blica y
ó rganos deliberantes.
Betancourt habla que el régimen ha quedado escindido en dos frentes
y resulta descriptivo en cuanto a la situació n de los generales y el rechazo que esa
situació n generaba: “El régimen se ha escindido en dos frentes; cada uno de esos frentes
tiene un general a su cabeza; y en Venezuela la experiencia histórica nos comprueba que
nuestros generales no han dirimido sus contiendas en las plazas públicas con las armas
civilizadoras de la palabra escrita y hablada: que han deslindado sus contiendas en otros
sitios y con otras armas, y que siempre ha sido el pueblo venezolano el cordero pascual,
el "chivo expiatorio" en esa forma drástica y violenta como han resuelto sus conflictos y
sus pugnas los generales de nuestro país”.
Betancourt no ahorró palabras para rechazar la candidatura de
Biaggini: “…nos encontraríamos en una situación muy semejante a la que vivió
Venezuela en los días de Ignacio Andrade, quien tenia como único asidero, como único
punto de apoyo y sustentación la espada caudillesca de Joaquín Crespo”. Explico
Betancourt los problemas mundiales por venir la construcció n del oleoducto para
conducir el petró leo de Arabia Saudita al mediterrá neo, y “…estará en la jefatura del
Estado quien no podrá aglutinar en torno suyo a las fuerzas dinámicas de la economía y
de la política venezolana; estará rigiendo los destinos del país un hombre que desde
ahora se ha revelado perfectamente inepto para conjugar corrientes de opinión”. Otras
objeciones en cuanto a su calificació n personal para el superior destino fueron hechas.
Principalmente su actuació n gris al frente de la conducció n de la reforma agraria, el
tratamiento de la propiedades rescatadas al gomecismo, y especialmente el bajo
desempeñ o al frente del Ministerio de Agricultura y Cría.

*****

Me permito devolverme añ os atrá s, a 1936, para tratar la intervenció n


en el Senado del Senador Luís Beltrán Prieto Figueroa, año 1936. Se trata de una
necesaria referencia en el tema de la elecció n directa del presidente de la Repú blica.
En la discusió n sobre la reforma constitucional del añ o 1936, el
entonces senador Luís Beltrá n Prieto Figueroa, en la sesió n del Senado de la
Repú blica, el 4 de julio de 1936, en la Segunda discusió n del Proyecto de la Reforma de
la Constitució n Nacional, se pronunció sobre la necesidad de la elecció n de los poderes
pú blicos. La discusió n sobre el tema de la elecció n directa del Presidente de la
Repú blica y demá s integrantes del Poder Pú blico se mantendría viva a lo largo de los
periodos de los presidentes Eleazar Ló pez Contreras e Isaías Medina Angarita; y este
reclamo del país só lo sería atendido con la promulgació n de la Constitució n Nacional
en el añ o de 1947, sin dejar de lado lo previsto en el Reglamento dictado por la Junta
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Revolucionaria de Gobierno para la elecció n de los miembros de la Asamblea Nacional


Constituyente.
El maestro Prieto Figueroa, expresó su parecer sobre el tema en los
términos siguientes.
“…no responde a los verdaderos anhelos del pueblo venezolano, que pide
elecciones libres para 1936, que pide que se le deje el paso libre al ejercicio del más
elemental derecho democrático, el sufragio, por medio del cual se convertirá en realidad
el precepto que consigna que la “soberanía reside en el pueblo, el cual la ejerce por
medio de los poderes públicos”. Mientras que estos poderes no sean elegidos por el
pueblo éste no será dueño de sus destino”. (cita extraída del libro El 18 de octubre de
1945. Autor: Marco Tulio Bruni Celli, Editorial La hoja del norte, Primera edició n,
octubre de 2014. Paginas: 496 y 497)
“La mayor gloria para esta Cámara sería dar satisfacción al justo anhelo
del pueblo venezolano que pide y quiere elecciones generales libres para 1936. “Que no
se diga que este congreso cerró el camino ascendente de la democracia al pueblo
venezolano”. (Marco Tulio Bruni Celli. ob. cit. Pá gina 497).

*****
La necesaria interrelació n de los textos propuestos, nos lleva,
necesariamente, a la conclusió n que desde la muerte de Juan Vicente Gó mez, el 17 de
diciembre de 1936, el país fue poseído por un sentimiento de autodeterminació n
política que le impulsaba a la bú squeda y conquista de los derechos políticos, el
principal de ellos el derecho irrenunciable a darse su propio gobierno mediante la
elecció n directa del Presidente de la Repú blica y los miembros del Poder Legislativo
Nacional y las asambleas estadales, como también los miembros de los concejos
municipales.
Serían diez añ os de permanentes luchas en la bú squeda de ese objetivo
por medio del cual sencillamente Venezuela gozaría de iguales mecanismos de
elecció n que la casi totalidad de los países de América.
Las gestiones para el logro de ese objetivo no desmayaron en ningú n
momento de esos diez añ os, y la població n y sus dirigentes se mantuvieron en lucha
democrá tica consistente en el apercibimiento del gobierno a acceder a los medios
democrá ticos de elecció n.
La miopía del gobierno llevada al extremo de convertirse en ceguera,
no dejaría lugar a ninguna otra vía distinta al 18 de octubre de 1945, que reivindicó
para el país su soberanía política.
14

III
EL 18 DE OCTUBRE DE 1945 ¿GOLPE DE ESTADO O REVOLUCIÓN?

En el estudio del tema del 18 de octubre de 1945, uno de sus aspectos


má s discutidos es el de si ese acontecimiento constituyó un golpe de estado, o si fue
una revolució n en todo el sentido del término: variació n de las circunstancias y
condiciones de vida de un pueblo; adopció n de nuevas condiciones, constumbres y de
su sistema econó mico, político y social.
La acepció n má s aceptada del Golpe de Estado, es el cambio brusco del
poder por el desplazamiento del poder constituido y mediante el ejercicio de la fuerza,
generalmente la militar. Aunque por lo general los proponentes del golpe de estado
procurá n fundamentar su actuació n en circunstancias éticas, ecó nomicas o politicas,
ello no cambia la situació n fá ctica del golpe de estado: cambio de gobierno por vía de
la fuerza y supresió n de la vigencia constitucional.
Poco importa las razones eticas o de necesidad en el orden del Estado,
siempre será un golpe de estado. Sin embargo, con el devenir del tiempo podrá
concluirse si sus razones fueron lícitas en el sentido de sustituir el orden arbitrario e
injusto por una de legalidad y de conquistas sociales.
Siempre habrá lugar a la pregunta: ¿Será lícito un golpe de estado?.
¿Por muy loables que sean sus causas podrá llevarse a cabo?.
Estamos, sin lugar a dudas, ante un problema de filosofía política.
La nobleza de los fines de la irrupció n por la fuerza contra el orden
existente, só lo podrá evidenciarse luego de transcurrido un período suficiente de
manera que los principios invocados hayan sido cumplidos y ellos hayan producido
efectos favorables en el orden social y el cuerpo de la nació n.
Golpes de estado, movimientos cuartelarios, supresió n del orden
constitucional, son por lo general todos esos movimientos que derrocan gobiernos,
pero hay que preguntarse cuá ntos de ellos llegan en realidad a convertirse en
revolució n, de manera que de manera definitiva lleguen a variar favorablemente el
orden politico, social y econó mico, y que esos cambios se traduzcan efectivamente en
nuevo orden constitucional y efectivamente democrá tico.
La respuesta sobre si el 18 de octubre de 1945, fue un golpe de estado
en el sentido estricto, es que sí lo fue. Fue un golpe de estado llevado por un poderoso
sector de los mandos medios de las Fuerzas Armadas, cuyo reclamo fundamental era
la ausencia profesionalismo y las malas condiciones de desempeñ o que poseía la
profesionalidad media en evidente contradicció n a los altos mandos poseedores de
privilegios y carentes de escuela profesional.
La oposició n venezolana a cuya cabeza se encontraba el liderazgo de
Acció n Democrá tica, fue invitada a partiipar en esa asonada, y el olfato de sus
dirigentes la consideró como inevitable y que el ú nico papel que les tocaría sería el de
15

dirigirla y evitar que se qudará en acto de fuerza. De manera que ante la ausencia de
entendimiento con el sector oficial para lograr los cambios constitucionales y la
posibilidad cierta del acaecimiento del golpe, los dirigentes opositores tomaron la
riesgosa decisió n de dirigirla.
Pero sería un golpe de estado que en muy pocos días comenzaría a
perfilarse como revolució n democrá tica. En efecto, uno de los primeros decretos de la
Junta Revolucionaria de Gobierno, establecia que el tiempo de vigencia de la Junta,
estaría circusncrito al tiempo necesario para promulgar el Estatuto Electoral que
permitiera organizar las elecciones para una Asamblea Constituyente en la que se
estableciera la formula de la elecció n directa, universal y secreta del Presidente de la
Repú blica y demas poderes de la nació n.
Efectivamente, se nombraron con mucha amplitud política los
miembros para la redacció n del Estatuto Electoral, el cual fue inclusivo de manera que
las mujeres, los analfabetas y los mayores de 18 añ os pudieran elegir y ser electos, a la
vez que se ampliaba la concurrencia multisectorial y policlasistas a la Asamblea
Nacional Constituyente.
Independientemente de los multiples logros del llamado “Trienio
Adeco”, uno de ellos resalta de manera exponencial, y es el del derecho a la
participació n politica, lo que constituiría una conquista politica que en el tiempo
conllevaría un desarrollo progresivo hasta nuestros días. Este derecho la població n lo
tiene como de absoluta pertenencia y hoy día no acepta su renuncia ni menoscabo.
El derecho al voto para la elecció n directa, universal y secreta del
Presidente de la Republica y demá s autoridades del Poder Pú blico, es una conquista
de la revolució n de octubre, y se encuentra enraizada en la conciencia venezolana.
Al respecto, Ró mulo Betancourt expresaria su opinió n dejando
marcada constancia del cará cter de “Revolució n” del 18 de octubre de 1945, por los
logros derivados de la misma, los trascendentales cambios producidos en el país y la
favorables modifcació n de sus condiciones sociales, econó micas y políticas:
“Todavía queda gente en Venezuela que por razones pasionales o por
haber estado muy vinculada al preoctubrista le niegan al trienio 1945-1948 su carácter
de revolución… La gente que analice esa época sin preconcepciones aproristicas coincide
toda en que la de octubre de 1945 fue una revolución, en lo cual lo anecdótico es el hecho
de que triunfara mediante un hecho de armas”. (Subrayado nuestro). (Ró mulo
Betancourt . El 18 de octubre de 1945. Génesis y realizaciones de una revolució n
democratica. Editorial Seis Barral, Primera Edició n Septiembre de 1979. Pag. 375).
16

IV
LOGROS DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1945 EN SUS ASPECTOS
POLITICOS, ECONOMICOS Y SOCIALES

La llamada “Revolució n de Octubre”, 1945 – 1948, fue pró diga en


consecuencias favorables para el país, pués logró transformarlo en beneficio de las
mayorias. La Venezuela que emerge luego de la entrega del poder de la Junta
Revolucionaria de Gobierno al primer Presidente electo por el voto universal, directo
y secreto, será una entidad enteramente distinta, mejorada y perfeccionada, a la
existente al momento de inicio de la revolució n democratica.
Las conquistas y avances del 18 de octubre de 1945, son mú ltiples y
relativas a muchos ambitos de la vida del país, siendo la principal la referida a los
derechos políticos, especialmente, el principal, configurado por el rescate de la
soberanía política al ciudadano. É ste pasará a ser un ente caracterizado por la
titularidad de derechos políticos, especialmente el de elegir y ser electo, sin mayores
limitació n que la de la edad y la incapacidad derivada de la enfermedad mental y pena
accesoria por condena penal.
Pero alcanzar la soberanía política comprendería a la incorporació n
plena de la mujer, histó ricamente marginada, que en lo sucesivo tendrá plena
capacidad para elegir y ser electa. Igual sucederá con los analfabetas, privados de
derechos políticos principalmente en cuanto a la posibilidad de su participació n
electoral. Para alcanzar la mayor cantidad de participació n en los asuntos políticos de
la nació n, se extendería el voto a los jovenes mayores de 18 añ os.
La Revolució n de Octubre abrió igualmente espacios para lograr la
conformació n de la nació n en sus aspectos sociales, sociopolítico y econó mico. Desde
la llegada de Cipriano Castro en 1899, se había consolidado una casta constituida por
los andinos, de exclusivo acceso al poder político y econó mico, lo cual produjo un
regionalismo asfixiante. Pero esa segregació n traería su correspondiente
resentimiento en el resto del país que conllevaría al enfrentamiento de los sectores. El
país tambien se encontraba afectado por la influencia religiosa llegando a un peligroso
anticlericalismo. Estos aspectos fueron superados por la revolució n, principamente
por el estimulo que el Estado dio para la participació n de todos los sectores en las
decisiones políticas, con lo cual se llegó a la vigencia de la idea de la igualdad de los
ciudadanos frente al Estado y en la vida republicana.
En lo político es con la llegada de la “Revolució n de Octubre”, cuando
en realidad comienza a formarse la estructura política de la repú blica, y los partidos
obtienen garantías para su desarrollo pleno. La formulació n del Estatuto Electoral por
una comisió n nacional, amplia; y luego la convocatoria amplia para la formació n de la
Asamblea Nacional Constituyente, permitirá el florecimiento de los partidos y la
participació n igualitaria de ellos.
17

Asi como la repú blica se encontraba en un estado primario, sin


desarrollo y altamente dependiente del exterior; también la actividad petrolera estaba
sometida a los dictamenes de las empresas petroleras y sus precios al arbitrio de
éstas. La “Revolució n de Octubre” consideró como una impostergable necesidad la
formulació n de una politica econó mica que permitiera un desarrollo econó mico
sostenido que conllevara la elevació n de las condiciones sociales y econó micas de la
poblacíó n, de manera de preservar el desarrollo político.
El desarrollo ecó nomico fue visualizado desde dos á ngulos: a) el
desarrollo de la infraestructura de la nació n mediante la construcció n de una red de
vialidad que incorporara los estados y las diversas poblaciones entre sí, y los medios
de transporte terrestre, acuatico y aéreo; las obras de cará cter sanitario que
permitieran el acceso al agua potable y la red de cloacas y demá s de aguas servidas,
como medio de elevar los niveles sanitarios. Estas obras emprendidas como fueron
por el Estado conllevaron la generació n de un efecto multiplicador del gasto pú blico
que elevó la condiciones socio-econó micos del país y el consecuente mejoramiento de
los indicadores. b) La creació n de instituciones de financiamiento al desarrollo, como
lo fue la Corporació n Venezolana de Fomento, que por varias decadas fuera
propulsora del desarrollo Nacional. Tambien hay que mencionar la creació n de la
Flota Grancolombiana, que permitió la competencia del pais y sus aliados Colombia y
Ecuador, con las firmas transnacionales, a la vez que resulto un elemento integrador
de nuestras economías. En el regimen 1945 – 1948, comienza el desarrollo del sector
hidroenergético y se inician los estudios y las obras requeridas de los grandes
proyectos.
Hubo un logro significativo que mejoró la condició n de vida del
venezolano. Me refiero a la lucha contra la malaria. El paludismo se habia convertido
en una importante causa de muerte, y só lo la actitud decidida del Presidente
Betancourt, y del Ministro Gabaldó n, éste al frente de un equipo del sector, logró
erradicar de manera definitiva el terrible mal. Venezuela se convirtió en América en
ejemplo a seguir en la lucha contra la malaria, y fue centro de formació n para los
médicos y especialistas de otros paises. La Divisió n del MSAS conocida como Divisió n
de Malariologia, funcionó eficazmente hasta el añ o 1999, a partir del cual ha venido
siendo apartada de la lucha contra el vector transmisor con la consecuencia de la
reaparició n importante del mal.
El regimen octubrista puso énfasis en revertir el alto numero de
analfabetas existentes en el país, y mediante una política sostenida de alfabetizació n
en la cual se contó con el auxilio de paises con experiencia, tal como Chile, que
ofrecieron su experiencia y personal, lográ ndose dismuir tal porcentaje. La reversió n
del analfabetismo traería como consecuencia la elevació n del nivel educativo de la
població n y la ampliació n de red de colegios y liceos, multiplicá ndose varias veces de
manera importante la matricula en las instituciones educativas, y por ende la creació n
18

de nuevos centro educativos. Sorprendería la cantidad de personas que accederían a


formarse como normalistas para atender el proceso educativo.
El régimen de octubre entendería la necesidad de concebir y
desarrollar a la sociedad venezolana en forma policlasista: obreros, sindicalistas,
empresarios, estudiantes, profesionales, militares, sin predominio de ningú n sector,
pero concurriendo de manera coordinada a la consecució n de los fines del Estado. De
tal manera, que el Estado entiende que el capitalismo que le es propio debe ser
inherente a las obras que por su magnitud no pueden ser emprendidas por los
particulares, y que éstos necesitan un espacio propicio para la creació n y el desarrollo
de la economía, la cual debe entenderse como un actor necesario para el desarrollo
nacional.
El regimen octubrista manejó acertadamente la política petrolera. Si
bien mantuvo frente a las petroleras una posició n firme y principista, afirmo siempre
presente el criterio prá ctico de las relaciones con ellas, absteniéndose de conflictos
innecesarios respecto a hechos anteriores que ya no tendrían razó n ú til de ser
revisados. La política iniciada fue cuidadosamente elaborada –la verdad es que
Betancourt y su equipo desde muchos añ os atrá s se interesaba por conocer esta
realidad- y llevada a cabo desde el primer momento con lo que se echaron las bases de
la politica petrolera. Los puntos principales de la politica en cuestió n fueron:
a) Elevació n de los impuestos a las petroleras hasta límites
razonables, dentro del sistema capitalista y la economía de
mercado.
b) Venezuela inicia su concurrencia al mercado petrolero, al gestionar
directamente las regalías. Esto permitira conocer con la mayor
realidad el mercado internacional.
c) Cese a la política de concesiones. Nace la idea de la creació n de una
empresa del Estado Venezolano para la explotació n y
administració n de la riqueza petrolera. Se crearía la Corporació n
Venezolana del Petroleo, en el periodo constitucional 1959 – 1964.
d) La determinació n de la política de la industrializació n de la mayor
parte de la producció n petrolera en territorio nacional.
e) La consideració n de la riqueza petrolera como recurso no
renovable, y el aprovechamiento del gas asociado.
f) La exigencia del estado a las compañ ias petroleras en reinvertir
parte de sus utilidades en el desarrollo de la economía
agropecuaria.
g) La exigencia del mejoramiento de las condiciones salariales,
prestaciones sociales y condiciones de vida para todo el personal
que presta servicios a la industria.
19

h) La formulació n del principio y la consiguiente política de emplear


una parte importante de la recaudació n impositiva del petroleo, en
el desarrollo de una economia diversificada y propia.
La politica iniciada en el periodo histó rico que tratamos, se mantendría
vigente pero mejorada ininterrumpidamente a lo largo de los añ os transcurridos hasta
1999, con el bache de la dictadura 1948 – 1958, hasta llegar a la nacionalizació n de la
industria en 1976, en el gobierno de Carlos Andrés Pérez, hecha en forma ordenada y
seria, lo que constituiría ejemplo a seguir por parte de otros estados.
Todo lo antes relacionado quedaría formulado en forma
extremadamente extensa para el caso de incorporar los materiales del Presidente
Betancourt y del Ministro Perez Guerrero. Me permito tan só lo indicar que el
Presidente Betancourt, en fecha 12 de febrero de 1948, previo al traspaso de poderes
al Presidente electo Ró mulo Gallegos, hizo presentació n ante el Congreso Nacional de
la memoria de la gestió n administrativa de los 40 meses de gestió n provisoria. Este
informe es rico y abundante en obras y cifras de la politicas y obras emprendidas, y
permite conocer sobradamente el importante avance que el gobierno 1945 – 1948
significó para el país.
El otro medio para conocer en extensió n la gestió n administrativa y política del
“Trienio” y los nueve meses del gobierno de Ró mulo Gallegos, es la famosa carta que el
ministro Manuel Pérez Guerrero enviara al derrocado Presidente Gallegos , en la cual
hace un exhaustivo informe de los avances y politicas que fueran llevados a cabo en el
periodo 1945 – 1948.
Simó n Alberto Consalvi, realizo un trabajo documental de la misma y la
denominaría: “Un documento que <no> hizo historia pero es historia”. En esa
carta, Pérez Guerrero le dice a Gallegos: “Por lo demás, debemos admitir que no supimos
dar toda la importancia que ella reviste <se refiere, MPG, a los niveles de progreso
alcanzado en gobierno derrocado> a la publicidad constante de las realizaciones del
gobierno, instrumento indispensable en un régimen democrático para educar a la
opinión pública y mantenga alerta y debidamente informada”.
Cualquier juicio del gobierno de Gallegos, y del Trienio en general, sin la
consideració n de esa Carta, resultará incompleto.
20

V
LA REVOLUCION DE OCTUBRE Y SUS EFECTOS EN EL LARGO PERIODO
HISTÓRICO
Los efectos y resultados favorables de la revolució n de octubre, no
quedaró n limitados al á mbito interno del pais, sino que fueron má s allá de nuestras
fronteras al constituirse Venezuela en un país promotor e impulsor del regimen
democrá tico en la regió n. Se inicía lo que en el gobierno democrá tico de Ró mulo
Betancourt se llamaría la “doctrina Betancourt”, por el cual los países democrá ticos se
consorciarían en la política comú n de estimulo y protecció n de las democracias y
combate institucional a las dictaduras. Pero ademá s de esta medida de asepsia politica
internacional, las políticas del gobierno octubrista llevarían al desarrollo de los
derechos humanos –que desde entonces está n en progresió n- y la creació n de la
Organizació n de Estados Américanos O.E.A. que a lo largo del tiempo ha demostrado
su vigencia en la unidad de los países americanos y la defensa de la democracia en la
regió n.
Yo no quisiera dejar fuera del contexto tratado, otras consecuencias
importantes derivadas del proceso que se inició el 18 de octubre de 1945.
La primera es el derecho del voto. La “Revolució n de Octubre” instauró
la soberanía política en Venezuela, e incorporó a la població n a la efectiva y
permanente participació n política para la decisió n de los asuntos pú blicos. La
població n asumió de manera definitiva ese derecho y lo hizo suyo, y lo ha defendido
en el tiempo. Ni siquiera Pérez Jiménez, en los añ os de 1952 y 1957, pudo suprimirlo.
Desde 1945 (propiamente en 1946 cuando las elecciones de la
constituyente), el derecho del voto ha permanecido constante y su evolució n ha
estado marcada con una importante progresió n.
El otro efecto de la “Revolució n de Octubre”, se manifestó en fecha 23
de enero de 1958. La població n venezolana había sido ganada por las ideas
democrá ticas y su participació n en dicha jornada resultó necesaria e indispensable
para atajar los vestigios de militarismo que pretendieron secuetrar el movimiento
civil. Me refiero al caso de los generales Romero Villate y Araque, con la inmediata
respuesta de la ciudadanía que exigió su inmediata salida. Hasta la fecha de las
elecciones en diciembre de 1958, la ciudadanía permanecería vigilante del proceso
que la llevaría al restablecimiento de la democracia.
21

VI
RELACIÓN ENTRE EL 18 DE OCTUBRE DE 1945 Y EL 24 DE NOVIEMBRE DE 1948

Mucho se ha discutido de la supuesta relació n entre el hecho del 18 de


octubre de 1945, y la asonada militar que derrocó a Gallegos.
Veá mos que afirma el Presidente Ró mulo Betancourt al respecto.
¿Que relación hay, Presidente, entre el 18 de octubre de 1945, y el
24 de noviembre de 1948, fecha del derrocamiento de Don Rómulo Gallegos?
-“Se ha señalado conexión evidente entre ambos acontecimientos. En
concepto mio ese argumento no resiste el menor análisis. Es como si se inculpara a
quienes hicieron la Revolución francesa de la sustitución de la República por el Imperio
napoelónico. … La historia de los pueblos no sigue una línea recta, como las modernas
autopistas. El proceso evolutivo de las naciones se realiza en zig zag, con caídas y
recuperaciones, lo que importa es señalar el carácer positivo o negativo, lo que se
avanzó o retrocedió, en cada etapa del devenir de un país y procurar que no se repitan
los errores y fallas que lo hicieron retrogradar hacia el pasado cuando ya estaba
enrumbado por la buena vía de la democracia politica y de la reforma social”.
-“Tengo una apreciación personal de las causas que determinaron la
caída del gobierno presidido por el insigne escritor y maestro de civismo, Don Rómulo
Gallegos. No satisfaré aún la expectativa surgida dentro y fuera del país acerca de mi
apreciación sobre ese dramático suceso. Sí lo haré en mis memorias, que me he
propuesto enviar a mis editores para su publicación, en los meses finales de 1979”. (Pag.
365.).
Betancourt falleció en el añ o de 1981, pero nunca se ha llegado a
conocer si esas memorias fueron redactadas, y de haberlo sido dó nde se encuentran.
22

VII
CONCLUSIONES

Los sucesos políticos de 1945, conocidos como “Revolución de


octubre”, fueron capital en la implantació n y desarrollo de la democracia en
Venezuela y en la elevació n del nivel de vida del venezolano. Las grandes masas
humanas, campesinas, obreras y profesionales participaron y elevaron la lucha
política.
Esa importancia considero que se desprende con suficiencia a lo largo
de los capítulos y citas relacionadas.
El acceso a fuentes histó ricas de primera mano como lo son el discurso
que a titulo de Memoria y cuenta del Presidente Betancourt en 1948, previo a la
entrega del poder al Presidente electo Ró mulo Gallegos; y luego la entrevista que
concediera a la revista Resumen, en 1979, en el que hizo un agudo y extenso aná lisis
de todo el proceso del 18 de octubre de 1945, son, sin lugar a dudas, herramientas que
permiten conocer la gran importancia que en todos los aspectos de la vida nacional y
en su proyecció n democrá tica enriquecieron el desarrollo de la nació n y el cambio de
la població n que de habitantes fueron convertidos en ciudadanos. En otras palabras
alcanzaron la condición efectiva de la ciudadanía
Señ alé que la importancia de la Revolució n de Octubre resultaba de los
capítulos anteriores. Pero mi deseo es remachar su importancia con algunas citas de
quienes fueron estudiosos de ese proceso o sus actores. Ellas se explican por si solas.

Opinión de Simón Alberto Consalvi.


“Fue uno de los periodos mas intensos y densos de la política venezolana,
tiempo de polémicas, de búsquedas, y de realizaciones sin precedente en nuestra historia.
La verdad es que nunca antes se había intentado una transformación democrática de la
sociedad venezolana ni se habían acometido las reformas estructurales y políticas que
realizó en tan poco tiempo este movimiento democrático y sin duda revolucionario”.
Prologo S. A. Consalvi. Pag. 19.

Otra opinión citada por S. A. CONSALVI.


“Un escritor del caribe dijo que en 1945 ocurrió lo que ha debido
ocurrir en diciembre de 1935, cuando Gómez murió de muerte natural. Ciertamente
ha debido suceder así”.

UN COMENTARIO DE ROMULO BETANCOURT.


El Dr. General Roberto Vargas, luchador en incansable guerrilla contra
Gómez. Él era ingeniero y ganadero; su hato lo había abandonado por esa causa. La
escena fue en Ortiz, Guárico, estado presente el Edecán Ramón Armas Pérez. Al
23

responder al saludo de R. B., para ese entonces Presidente de la Junta evolucionaria de


Gobierno, le diría: “El 18 de octubre fue el día en que realmente murió Juan Vicente
Gómez”. Entrevista R.B. Resumen. Pá g. 345

UNA SEGUNDA OPINION DE ROMULO BETANCOURT.


LA GRAN CONQUISTA: ELECCIONES LIBRES.
-Por primera vez en Venezuela el pueblo eligió a los Cuerpos Deliberantes y al
Presidente de la República por sufragio secreto, universal y directo.
-¿Considera usted, Presidente, que los procesos electorales promovidos por la
Junta tienen especial significación para Venezuela?
La contestación fue inmediata y sin vacilación.
-“Considero que si la Revolución de Octubre se hubiera hecho solo para
devolverle al pueblo venezolano su soberanía como elector de los poderes
públicos, ello bastaría para justificarla históricamente”. (Subrayado y negrillas
nuestras).
(La revolución de octubre. factores determinantes y trascendencia.
<Entrevista concedida a la revista Resumen, Entrega 103, 26 de octubre de 1975>
Publicada en la obra: “Ró mulo Betancourt. El 18 de octubre de 1945. Génesis y
realizaciones de una revolució n democrá tica. Pá g. 363 y 364.

Caracas, octubre de 2018.

MIGUEL GÓ MEZ MUCI

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