18 Octubre 1945 Art
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EL 18 DE OCTUBRE DE 1945
I
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A TÍTULO DE EXORDIO…
primera etapa que va de 1899 a 1935, por un férreo ejercicio del poder y el
sometimiento del ciudadano a los designios de caudillo, amo y señ or de la vida y
bienes de los ciudadanos. Si bien, en diciembre de 1935, muere el dictador y ocurre
una apertura, ésta es limitada, exigua, sin que se afecte en forma alguna el logro y
conservació n de ese poder ilegitimo por no derivar directamente de la consulta
universal y directa al ciudadano, impidiéndose a las mayorías la conquista de la
soberanía política.
Es el caso que toda esta introducció n tiene una finalidad cierta y
congruente con sus objetivos. En los 134 añ os que van desde el 5 de julio de 1811
hasta el 18 de octubre de 1945, el país, en términos del logro de su soberanía política
y el desarrollo econó mico que apuntalara y garantizara la misma y la independencia y
autonomía del ciudadano –como ente titular de derechos y obligaciones frente al
Estado-, nunca llegó a lograrse. La sumisió n ancestral del individuo al poder de la
corona españ ola permanecería, de hecho, vigente luego de la independencia, só lo que
ahora lo era al poder de los caudillos.
Es así que en materia de derechos políticos y econó micos de los
ciudadanos frente al Estado hasta 1945, muy poco se había logrado, y el ciudadano
reclamaba su elevació n a la condició n efectiva de la ciudadanía. Las pocas conquistas
políticas, una de ellas el nombrado Decreto de Garantías de Falcó n, resultaban
efímeras y siempre engañ osas y subyugadas al poder del caudillo de turno; y es que en
el país nunca había espacio propicio para el desenvolvimiento econó mico del
ciudadano. No se había llegado a alcanzar el sueñ o del Estado Liberal, con el que se
pretendía llevar prosperidad y felicidad al ciudadano.
Ú nicamente es luego del 18 de octubre de 1945, cuando el país logra
un nuevo rumbo en lo social, en lo econó mico y en lo político; y se percibe la nueva
etapa iniciada puesto que en só lo en apenas en 30 meses del gobierno revolucionario
el país que había emergido resultaba enteramente distinto al existente hasta el 17 de
octubre de 1945, víspera de la revolució n.
Para significar la importancia del periodo que en la vida nacional se
inicia el 18 de octubre de 1945, es que me he permito la digresió n, muy pertinente,
para interesar al lector en la significació n histó rica del tema.
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II
LA NECESARIA INTERRELACION DE DIVERSOS ANTECEDENTES HISTORICOS
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El segundo de los instrumentos bajo aná lisis está referido a la intervenció n
del Presidente Eleazar Ló pez Contreras, en 1941, al finalizar su quinquenio
Presidencial.
¿Qué se puede extraer del contenido de las palabras del presidente Ló pez
Contreras?.
En primer lugar se deduce, sin ninguna duda, el reconocimiento de no haber
llevado a cabo todas las reformas políticas reclamadas por la sociedad venezolana,
pero a la vez pretender justificar su omisiva conducta, y la de su regimen. Atribuyó la
carencia de acció n a circunstancias de cará cter racial, ambiental e histó rico, pues
suponia que ello se lograria mediante la evolució n ininterrumpida del elemento
humano, “…cuya inteligencia, sentimiento y voluntad es necesario educar
progresivamente para el ejercicio de los derechos politicos”.
Pretendía diferenciarse en sus metodos, de naturaleza evolutiva, el alcanzar
esos cometidos de elecció n directa, diferenciá ndolos así de los otros metodos, a los
que él entendia como inherentes a la revolució n y violencia.
Pero la oferta de Ló pez Contreras, en cuanto al logro de los cometidos
politicos era incierta e indefinida, resumida en la afirmació n de que “…lograremos
llegar en un día no muy lejano a conquistas más amplias, en primer término a la
instauración del voto directo para la elección del Primer Magistrado Nacional”.
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Debieron pasar algunos añ os hasta el 17 de diciembre de 1935, muerte
del dictador J. V. Gó mez, para que el orden existente fuera revisado y pudiera
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presentar a la població n alguna laxitud del sistema político, amplitud que que a la vez
le permitiría sobrevivencia por unos añ os mas.
La elecció n del General Eleazar Ló pez Contreras, independientemente
de la legitimidad del Congreso de marcado acento gomecista que lo designó , permitió
en alguna medida abrir cauces de participació n a la sociedad. ¿Y qué es lo que pedía la
sociedad civil de ese entonces? Sencillamente, la elecció n directa, universal y secreta
del Presidente de la Repú blica, asi como los miembros del Congreso.
En la sesió n del 16 de junio de 1944, el senador Jó vito Villalba,
presentó un Memorial a la Cá mara del Senado, con ocasió n a la discusió n del Proyecto
de Reforma Constitucional. En su intervenció n el Dr. Villalba tocó diversos aspectos
relativos a los temas objeto de reforma, entre otros: el de la elecció n directa del
Presidente de la Repú blica y la elecció n de las minorias; lo relativo a las
incompatibilidades de la funció n legislativa conjuntamente con las administrativas,
con lo cual se conculca la independencia del Poder Legislativo y suprime la
responsabilidad de los funcionarios del Poder Ejecutivo, o las hace inefectiva. De tal
manera que objeta la norma incorporada en 1893, y luego mantenida en las
constituciones de Cipriano Castro y Juan Vicente Gó mez, y también en la de 1936,
segú n la cual “las incompatibilidades solo existen durante las sesiones del Congreso”. Era
así que Uslar Pietri era Diputado, Ministro del Interior y Secretario General del partido
P.D.V.
El senador Villalba hizo una minuciosa revisió n de los sistemas
constitucionales del continente para demostrar –acertadamente-, que las normas
existentes en el país eran manifiestamente inconstitucionales, y por tanto resultaba
absolutamente procedente la reforma.
Sin embargo, apartá ndonos de la digresió n, regresamos al punto
central de la forma de elecció n del Presidente de la Repú blica. Villaba reclama que la
reforma que se discutía dejaba desatendida la má s profunda y legitima aspiració n de
las mayorias nacionales. Veá mos como fueron las palabras del senador Villalba en esa
oportunidad: “… la reforma planteada deja inatendida la más profunda y legítima
aspiración de las mayorías nacionales: la aspiración a elegir popularmente, como es la
esencia del régimen presidencial, y tal como se practica en todos los países democráticos
de América, al Presidente de la República. La experiencia política llevada a cabo en
Venezuela desde 1936 hasta el presente, ha revelado que nuestro pueblo es ya capaz
para ejercer el más importante atributo de su soberanía democrática,…” .
Y así el senador Villalba al insistir en el tema señ ala: “…hoy no existe
ningún obstáculo, jurídica o políticamente valedero, a la promulgación constitucional
del principio según el cual el Poder Público debe derivar su autoridad del libre mandato
del pueblo soberano”.
Ciertamente, tal como Villalba lo afirmara no había ninguna razó n u
obstá culo jurídico o político, para que el Congreso de 1944, en funciones de reforma
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1945, 17 de octubre. Intervención del señor Rómulo Betancourt en
el mitin de Acción Democrática en el Nuevo Circo de Caracas.
elecció n directa, universal y secreta para la elecció n del Presidente de la Repú blica y
ó rganos deliberantes.
Betancourt habla que el régimen ha quedado escindido en dos frentes
y resulta descriptivo en cuanto a la situació n de los generales y el rechazo que esa
situació n generaba: “El régimen se ha escindido en dos frentes; cada uno de esos frentes
tiene un general a su cabeza; y en Venezuela la experiencia histórica nos comprueba que
nuestros generales no han dirimido sus contiendas en las plazas públicas con las armas
civilizadoras de la palabra escrita y hablada: que han deslindado sus contiendas en otros
sitios y con otras armas, y que siempre ha sido el pueblo venezolano el cordero pascual,
el "chivo expiatorio" en esa forma drástica y violenta como han resuelto sus conflictos y
sus pugnas los generales de nuestro país”.
Betancourt no ahorró palabras para rechazar la candidatura de
Biaggini: “…nos encontraríamos en una situación muy semejante a la que vivió
Venezuela en los días de Ignacio Andrade, quien tenia como único asidero, como único
punto de apoyo y sustentación la espada caudillesca de Joaquín Crespo”. Explico
Betancourt los problemas mundiales por venir la construcció n del oleoducto para
conducir el petró leo de Arabia Saudita al mediterrá neo, y “…estará en la jefatura del
Estado quien no podrá aglutinar en torno suyo a las fuerzas dinámicas de la economía y
de la política venezolana; estará rigiendo los destinos del país un hombre que desde
ahora se ha revelado perfectamente inepto para conjugar corrientes de opinión”. Otras
objeciones en cuanto a su calificació n personal para el superior destino fueron hechas.
Principalmente su actuació n gris al frente de la conducció n de la reforma agraria, el
tratamiento de la propiedades rescatadas al gomecismo, y especialmente el bajo
desempeñ o al frente del Ministerio de Agricultura y Cría.
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La necesaria interrelació n de los textos propuestos, nos lleva,
necesariamente, a la conclusió n que desde la muerte de Juan Vicente Gó mez, el 17 de
diciembre de 1936, el país fue poseído por un sentimiento de autodeterminació n
política que le impulsaba a la bú squeda y conquista de los derechos políticos, el
principal de ellos el derecho irrenunciable a darse su propio gobierno mediante la
elecció n directa del Presidente de la Repú blica y los miembros del Poder Legislativo
Nacional y las asambleas estadales, como también los miembros de los concejos
municipales.
Serían diez añ os de permanentes luchas en la bú squeda de ese objetivo
por medio del cual sencillamente Venezuela gozaría de iguales mecanismos de
elecció n que la casi totalidad de los países de América.
Las gestiones para el logro de ese objetivo no desmayaron en ningú n
momento de esos diez añ os, y la població n y sus dirigentes se mantuvieron en lucha
democrá tica consistente en el apercibimiento del gobierno a acceder a los medios
democrá ticos de elecció n.
La miopía del gobierno llevada al extremo de convertirse en ceguera,
no dejaría lugar a ninguna otra vía distinta al 18 de octubre de 1945, que reivindicó
para el país su soberanía política.
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III
EL 18 DE OCTUBRE DE 1945 ¿GOLPE DE ESTADO O REVOLUCIÓN?
dirigirla y evitar que se qudará en acto de fuerza. De manera que ante la ausencia de
entendimiento con el sector oficial para lograr los cambios constitucionales y la
posibilidad cierta del acaecimiento del golpe, los dirigentes opositores tomaron la
riesgosa decisió n de dirigirla.
Pero sería un golpe de estado que en muy pocos días comenzaría a
perfilarse como revolució n democrá tica. En efecto, uno de los primeros decretos de la
Junta Revolucionaria de Gobierno, establecia que el tiempo de vigencia de la Junta,
estaría circusncrito al tiempo necesario para promulgar el Estatuto Electoral que
permitiera organizar las elecciones para una Asamblea Constituyente en la que se
estableciera la formula de la elecció n directa, universal y secreta del Presidente de la
Repú blica y demas poderes de la nació n.
Efectivamente, se nombraron con mucha amplitud política los
miembros para la redacció n del Estatuto Electoral, el cual fue inclusivo de manera que
las mujeres, los analfabetas y los mayores de 18 añ os pudieran elegir y ser electos, a la
vez que se ampliaba la concurrencia multisectorial y policlasistas a la Asamblea
Nacional Constituyente.
Independientemente de los multiples logros del llamado “Trienio
Adeco”, uno de ellos resalta de manera exponencial, y es el del derecho a la
participació n politica, lo que constituiría una conquista politica que en el tiempo
conllevaría un desarrollo progresivo hasta nuestros días. Este derecho la població n lo
tiene como de absoluta pertenencia y hoy día no acepta su renuncia ni menoscabo.
El derecho al voto para la elecció n directa, universal y secreta del
Presidente de la Republica y demá s autoridades del Poder Pú blico, es una conquista
de la revolució n de octubre, y se encuentra enraizada en la conciencia venezolana.
Al respecto, Ró mulo Betancourt expresaria su opinió n dejando
marcada constancia del cará cter de “Revolució n” del 18 de octubre de 1945, por los
logros derivados de la misma, los trascendentales cambios producidos en el país y la
favorables modifcació n de sus condiciones sociales, econó micas y políticas:
“Todavía queda gente en Venezuela que por razones pasionales o por
haber estado muy vinculada al preoctubrista le niegan al trienio 1945-1948 su carácter
de revolución… La gente que analice esa época sin preconcepciones aproristicas coincide
toda en que la de octubre de 1945 fue una revolución, en lo cual lo anecdótico es el hecho
de que triunfara mediante un hecho de armas”. (Subrayado nuestro). (Ró mulo
Betancourt . El 18 de octubre de 1945. Génesis y realizaciones de una revolució n
democratica. Editorial Seis Barral, Primera Edició n Septiembre de 1979. Pag. 375).
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IV
LOGROS DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1945 EN SUS ASPECTOS
POLITICOS, ECONOMICOS Y SOCIALES
V
LA REVOLUCION DE OCTUBRE Y SUS EFECTOS EN EL LARGO PERIODO
HISTÓRICO
Los efectos y resultados favorables de la revolució n de octubre, no
quedaró n limitados al á mbito interno del pais, sino que fueron má s allá de nuestras
fronteras al constituirse Venezuela en un país promotor e impulsor del regimen
democrá tico en la regió n. Se inicía lo que en el gobierno democrá tico de Ró mulo
Betancourt se llamaría la “doctrina Betancourt”, por el cual los países democrá ticos se
consorciarían en la política comú n de estimulo y protecció n de las democracias y
combate institucional a las dictaduras. Pero ademá s de esta medida de asepsia politica
internacional, las políticas del gobierno octubrista llevarían al desarrollo de los
derechos humanos –que desde entonces está n en progresió n- y la creació n de la
Organizació n de Estados Américanos O.E.A. que a lo largo del tiempo ha demostrado
su vigencia en la unidad de los países americanos y la defensa de la democracia en la
regió n.
Yo no quisiera dejar fuera del contexto tratado, otras consecuencias
importantes derivadas del proceso que se inició el 18 de octubre de 1945.
La primera es el derecho del voto. La “Revolució n de Octubre” instauró
la soberanía política en Venezuela, e incorporó a la població n a la efectiva y
permanente participació n política para la decisió n de los asuntos pú blicos. La
població n asumió de manera definitiva ese derecho y lo hizo suyo, y lo ha defendido
en el tiempo. Ni siquiera Pérez Jiménez, en los añ os de 1952 y 1957, pudo suprimirlo.
Desde 1945 (propiamente en 1946 cuando las elecciones de la
constituyente), el derecho del voto ha permanecido constante y su evolució n ha
estado marcada con una importante progresió n.
El otro efecto de la “Revolució n de Octubre”, se manifestó en fecha 23
de enero de 1958. La població n venezolana había sido ganada por las ideas
democrá ticas y su participació n en dicha jornada resultó necesaria e indispensable
para atajar los vestigios de militarismo que pretendieron secuetrar el movimiento
civil. Me refiero al caso de los generales Romero Villate y Araque, con la inmediata
respuesta de la ciudadanía que exigió su inmediata salida. Hasta la fecha de las
elecciones en diciembre de 1958, la ciudadanía permanecería vigilante del proceso
que la llevaría al restablecimiento de la democracia.
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VI
RELACIÓN ENTRE EL 18 DE OCTUBRE DE 1945 Y EL 24 DE NOVIEMBRE DE 1948
VII
CONCLUSIONES