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Cápac Yupanqui

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Soy el INCA Cápac Yupanqui

Se me conoce como “Poderoso Memorable”


(Goberné la confederación local de Cusco desde 1320 al 1350)
Fui el quinto INCA del periodo de la confederación local y que pertenece a la
etapa pre Tahuantinsuyo (pre imperial).

Fui el último INCA de la dinastía de los Hurin Cusco,


significa que era predominantemente un sacerdote
antes que un guerrero.
Y, hasta mi gobierno se educaba contando la historia de mi grupo: los Hurin, fuimos los que
derrotamos a los Aymaras. Nosotros los Hurin somos los que gobernamos, porque somos los fuertes
y poderosos Hurin, a diferencia de los perdedores y debiluchos de los Hanan que para nada nos
cuidaron. Sí nosotros no hubiéramos salido del lago Titicaca como lo hizo nuestro gran Manco Cápac,
ahora sólo seriamos, simplemente, comida para los señores Aymaras. Sin embargo, nuestra historia
es muy buena, así que tú, Hurin, siéntete orgulloso porque eres parte de un pueblo que a pesar de
las adversidades, lograste VENCER y hoy estás aquí.

Hasta mi gobierno. Yo, el Inca Cápac Yupanqui manejaba el


poder político, económico, social y RELIGIOSO.

Fui hijo de Curu Yaya, hermana del Inca Mayta Capac. Fui su sobrino y
primo de Tarco Huamán, el heredero natural al trono inca, contra quien urdí
un complot que me permitió el acceso al poder.

Yo, Cápac Yupanqui soy un aguerrido gobernante, y


también muy maquiavélico.
Para asegurar mi trono mate a nueve hermanos de
Tarco; a otros les hice jurar lealtad. Sin embargo, fui
más benevolente con Tarco Huamán, pues lo envié
como Gobernador de los conquistados señoríos de Anta
y Cuyo.

Durante mi reinado, derroté a algunas pequeñas etnias como los Cuntis,


agregando de esta manera unos pocos kilómetros cuadrados a mis dominios.
Hice frente a los pueblos sublevados de la confederación y sometí a los
señoríos de Cuyoc y Ayamarca.
Emprendí la conquista del Collasuyo (actual Puno). Yo,
el Inca Cápac Yupanqui fui el primer gobernante de
Cusco en realizar conquistas propiamente dichas fuera
del territorio del Cusco.
En mi gobierno, el señorío inca seguía siendo pequeño ante los Ayamarcas, y un
diminuto señorío en comparación con el poderoso Estado Chanca.
Y, los Chancas se proyectaban a la toma de toda la región cuzqueña, incluyendo
a los incas y ayamarcas. Por tal situación ambos buscamos una alianza política,
y se reflejó cuando el gobernante de los Ayamarca me envió a su hija llamada
Curi Hilpay, ella se convertiría en mi primera esposa,
mi COYA.
De nuestra relación nació Quispe Yupanqui, quien es nuestro heredero a la
mascaypacha.
La reputación de nuestro señorío inca iba creciendo, tanto así que el señorío
quechua de Abancay nos ha solicitado ayuda para enfrentar al poderoso
Estado Chanca.
Recordemos que el Cápac Cuna es la lista oficial de incas. Yo, Cápac Yupanqui goberné en un periodo
caracterizado por constantes luchas y alianzas con algunos pueblos asentados en el Cusco y con la
derrota de algunos principales contrincantes, (enemigos), como los Ayamarcas y Alcahuisas.
Logró consolidar nuestro dominio en la confederación local de Cusco.

Muerte
Cápac Yupanqui nunca se enfrentó a la Confederación
Chanca, pues murió antes de que estos llegaran al Cuzco,
aparentemente envenenado por su séptima esposa Cusi
Chimbo. La circunstancia fue aprovechada por los
conspiradores Hanan Cuzco encabezados por el general Inca
Roca, que atacaron el palacio de Inticancha (luego conocido
como Coricancha), depusieron a los Hurin e instalaron a los
Hanan en el poder. En este caos murió el heredero Quispe
Yupanqui.
Pero, a partir del gobierno Hanan se gobierna en una diarquía en un cogobierno, dejando
para los Hurin (sacerdotes) el manejo del poder RELIGIOSO.
Cusí Chimbo, evidentemente, fue utilizada y convertida en instrumento de un complot
dirigido por el general Inca Roca, quien luego se convertiría en un sapa Inca y Cusis Chimbo
en su coya.
La anarquía fue aprovechada por los Chancas, quienes invadieron el reino quechua.
Descripción del atuendo
 Túnica de color blanco.
 Franja de diversos colores.
 Manta o copa de color rojo.
 Flecadura en ambas piernas.
 Pulseras en ambas manos.
 Escudo/banderín.
 Capelina.
 Bordas y plumas de colores.
 Casco ajustado a la cabeza.
 Cordón o trencilla.
 Círculo o arillo.
 Rapacejo, fleco o pasamanería.
 Pequeño centro.
 Placa o chapa metálica.
 Cetro (representaba el imperio).
 Sandalia.
Inca Cápac Yupanqui
  12:16    Noticias en vivo
Quien Fue, Biografía, Resumen de Cápac Yupanqui.
Quinto monarca inca de la primera dinastía según la lista de reyes elaborada a partir de la
tradición oral conservada por los escritores españoles. Resultó el último de los curacas incaicos
de linaje hurin, y según el cronista Juan de Betanzos, el "primero que salió a conquistar fuera
del valle del Cuzco".

Biográfica
Cápac Yupanqui nació en el Cusco en la primera mitad del siglo XIV. Fue hijo de Curu Yaya,
hermana de Mayta Capac (rey de los incas). Tomó el poder después de derrotar a Tarco
Huamán, hijo de Mayta Cápac. Para asegurarse en el gobierno hizo matar a muchos
partidarios del príncipe depuesto.

Guerras de Conquista
Una vez consolidado en el gobierno realizó dos expediciones exitosas al país de los cuntis
(sierra de Arequipa). 

Sus victorias le valieron para conseguir la adhesión pacífica de varias etnias como los quichuas
(de Abancay), que buscaban ayuda inca para defenderse de los fieros chancas que se
expandían desde la región de Parianacochas hasta Andahuaylas y amenazaban con
extenderse aún más. El Inca los acogió y selló un pacto de alianza con la etnia Quichua.

Política de gobierno
Con el prestigio ganado en la región consiguió que el rey de los ayarmacas, Tocay Cápac, le
conceda en matrimonio a su hija Curi Hilpay, iniciándose un periodo de paz entre ambos
pueblos vecinos.

Muerte
Cápac Yupanqui murió envenenado por una de sus esposas, Cusi Chimbo, quien fue parte de
la conspiración dirigida por el ambicioso Inca Roca, jefe del bando de los Hanan Cusco. Los
descendientes del soberano muerto formaron el ayllu Apo Mayta Panaca.

Obras
Se ocupó del desarrollo urbano, construyó edificios públicos y áreas de recreo, manejó la
sanidad ambiental y la distribución del agua. Sembró árboles e "hizo bosque en la plaza"

Capítulo III. Los incas y la creacion de la


frontera oriental
p. 57-78
Texto NotasIlustraciones
Texto completo
1La expansión imperial entabla una nueva fase de las relaciones entre las sociedades de las tierras altas y
bajas. Acabamos de evocar el reajuste de las representaciones que aleja el universo anti/chuncho en el
mismo momento en que el Tahuantinsuyu amplía su horizonte en una visión ideológico-política
englobante. Nos preguntábamos si la transformación de una montaña fecunda y protectora de una cultura
Inca presa de convulsiones internas en bosque, lugar de salvajismo anárquico, expresaría el cambio de la
metrópoli regional en capital estatal. Sin embargo aquello no bastaría para explicar la originalidad del
Antisuyu con relación a las otras tres regiones imperiales. Mientras que al Norte y al Sur (Chinchaysuyu y
Collasuyu), el Imperio digería inmensas regiones, era detenido al Oeste y al Este por dos fronteras: la una
océanica, aunque a sus orillas obtendría sus más bellas victorias conquistando reinos más sofisticados que
él; la otra geopolítica donde elementos naturales y gentes resistían mejor que en otros lados a la política
expansionista imperial. Y la aparición de la asociación salvajes-Anti-Chuncho podría traducir la
inadaptación a este medio y los sinsabores de las aventuras militares incurridas en las fronteras orientales.
Los comentarios incas acerca de sus fracasos suministran elementos de respuesta, desde luego
insuficientes para un análisis paralelo de la ideología y de la historia mas no para el desciframiento de
esta última, despejado por los estudios regionales de las geopolíticas.
2No obstante, hay que recordar que las fuentes escritas, desde entonces abundantes, suministran más
datos sobre un marco “ritual de conquista” que acerca de la histórica del avance inca que estos datos están
igualmente manipulados por la escritura y el orden hispánico cristiano y que por último, para los que
escudriñan la historia de las fronteras orientales del Tawantinsuyu, deben separar si es posible aquello que
es discurso -inca y luego hispánico- sobre la montaña de aquello que es un hecho demostrado o
demostrable. Hay pues que matizar, a veces corregir, estos datos unilaterales que debemos utilizar,
confrontando no solamente los autores entre sí, como los historiadores de las tierras altas, sino también
las fuentes periféricas originales que provienen ya sea de los antiguos testimonios escritos (manuscritos
de los archivos españoles y de los fondos peruanos y bolivianos), ya sea de tradiciones orales regionales
de las que hay que lamentar las muy escasas recolecciones y utilizaciones.
3A fin de ser más accesibles a los no especialistas, haremos preceder los análisis regionales de una breve
reseña sobre las diferentes versiones de la historia dinástica en la cual se inscriben las tentativas incas por
establecerse al este de los Andes. Por cuanto la historiografía hispano-inca transcribe el avance imperial
en términos de conquista y de tributos, interrogaremos el sentido que hay que dar a estos conceptos en las
fronteras orientales en un contexto amazónico. Entonces, tomando en sentido contrario, en un primer
momento, la progresión de las conquistas incas para seguirla en un segundo, abordaremos el estudio
regional desde el norte de las provincias centrales y bajando poco a poco hacia el Sur, trataremos las
comarcas que se extienden desde los Panatagua del Huallaga (Perú central) hasta los Chiriguano de los
Charcas sudorientales (Bolivia meridional). El trazado de este recorrido obedece a razones de redacción,
abandonaremos el estudio hasta aquí conducido conjuntamente para encadenar los análisis de las regiones
con la que cada uno se ha familiarizado. Aunque comience por hechos posteriores, una gestión semejante
adquiere el mérito involuntario de evitar la trampa de ciclos de conquista repetitivos, al decentrar la visión
cusqueña y sus epopeyas.
4En el curso de estas últimas décadas, la historia y la organización social inca ha sido objeto de una
profunda revisión gracias a analisis más refinados y diversificados. En el resumen que sigue no podemos
citarlas todas, tanto más cuando queremos exponer algunos observaciones que son otras tantas preguntas
a los especialistas: la mayoría de estas observaciones provienen de una lectura “antropológica” de las
crónicas y de los textos antiguos, que fue influenciada además por la exposición de C. Lévi-Strauss acerca
de sus investigaciones sobre los sistemas de “casas”, en tanto había motivo para la comparación,
particularmente en los primeros tiempos del Cusco. El establecimiento de la “casa” inca luego del
Imperio, la cronología de la historia imperial y los sistemas de organización pre-estatal y luego estatal,
determinan efectivamente las formas de control que los Incas querían implantar en el piedemonte oriental
y que pesan sobre los tipos de relaciones que unen Antis y Chunchos con las provincias o el centro
imperiales.
 1 Cf. La discusión de ese problema ligado a aquel de la organización dualista en T. Zuidema,
1964. T (...)
5Del heroico rey fundador Manco Cápac (primero) al último Inca cusqueño Huáscar, la mayoría de las
crónicas otorgan una sucesión de doce Cápac Apo Yngacona, “poderosos señores Incas” o “reyes”
(Waman Poma, f° 82, 118), pero esta corresponde más a una interpretación de la organización social y a
su adaptación a las representaciones españolas que al linaje donde el hijo habría sucedido al padre durante
doce generaciones. Entre ellas, solo las últimas cinco generaciones estarían a la vez aseguradas y
memorizadas, cualquiera que fuese su distancia de los ancestros fundadores míticos, Manco Cápac, sus
tres hermanos y sus cuatro hermanas; en efecto, el modelo cusqueño debió ser una diarquía y no una
monarquía, manifestándose los reyes en pares, cada uno a la cabeza de una mitad de la ciudad1.
Volvemos a encontrar aquí, donde menos se la esperaba, esta especificidad de la mayoría de los sistemas
de parentesco sudamericanos que es un tiempo genealógico corto que ignora la apertura y acumulación
ilimitada, lo que confirma de algún modo la jerarquía de las momias imperiales que retroceden en rango
en cada defunción. Siendo la última (Huayna Cápac, en la Conquista) la más prestigiosa y la que poseía
el primer rango. En cuanto a esta retrogradación, reafirma la equivalencia del centro y del presente, de la
periferia y del pasado-futuro.
6Como quiera que sea, entre los quipucamayu (historiadores y contadores imperiales) y algunos cronistas,
parece que lo importante es enumerar 12 Incas para que coincidan los espacios culturales, urbanos y
temporales: 12 Incas, 12 ceque (subdivisiones urbanas del Cusco), 12 meses repartidos en mitades de seis
unidades como los ceque. La lista de sucesión con más frecuencia encontrada se establece del modo
siguiente:

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 2 Cf. Betanzos, Cieza de León, Guamán Poma, Murua, Sarmiento, Vaca de Castro...
7el cusqueño o Atahualpa el quiteño, Topa Inga Yupanqui que habría muerto hacia 1493 y Huayna Cápac
hacia 1525 durante una epidemia en Tumipampa2. Esta lista la damos para ayudar a situar los nombres
citados seguidamente, pero recordemos una vez más que el orden dinástico puede diferir según los
cronistas y que encadena dos series paralelas de sucesores para constituir un solo linaje real de modelo
europeo.
8Se estima que a principios del siglo XV, “el grupo étnico de los Incas... tenía un tamaño comparable” al
de los “Wanka del valle del Mantaro”, es decir, según J. Murra entre 20.000 y 30.000 casas (Annales,
1978: 928). Es hacia la mitad del siglo XV que el Cusco efectúa el gran salto hacia adelante que asentará
el Imperio y englobará progresivamente una población de varios millones de habitantes (Murra, ibid).
Según diversos textos sobre el origen y el desarrollo inicial de los Incas, vemos a un señorío inca, cuyo
pasado social tiene parte de sus raíces en las culturas Tiahuanaco y Huari, formarse y fortalecerse
mediante alianzas estratégicas. Como en los sistemas estudiados en Polinesia y Africa, los reyes incas son
forasteros que conquistan el valle del Cusco y dentro del mito de origen, la primera división social se
establece entre los forasteros, conquistadores y detentadores del poder político y los naturales del valle
conquistado. Al menos en los primeros tiempos del Cusco, los Incas consolidan su poder y se legitiman
como clase dominante por medio de esas alianzas donde los matrimonios con los señoríos vecinos
resumen toda una serie de derechos y deberes político-militares. Pero para asegurarse de la realidad de
esas alianzas, es necesario primero interrogarse sobre ciertas fórmulas rituales y sistemáticas, tomadas a
menudo al pie de la letra, mientras que algunos textos o una lectura diferente desmienten su alcance.
9En efecto, tales alianzas políticas, efectuadas mediante un matrimonio principesco, solo tienen sentido si
el incesto real de los Incas, por lo menos al inicio, no es lo que se interpreta generalmente bajo este
término, a saber el desposamiento de un hermano y una hermana biológicos (“del mismo padre y de la
misma madre” en el sentido moderno) sino más bien, dentro del sistema de parentesco, el de hermanos
“clasificatorios” que aliaban dos “casas” entre sí: la casa inca con la de los señoríos vecinos, Sañu, Anta,
Pata Huallacan, etc... En esta perspectiva, destacaremos algunos hechos que guardan este sentido en las
crónicas y otros escritos, sin dejar de señalar al mismo tiempo algunos de los problemas encontrados y la
dificultad de este debate en el que nos faltan todavía y quizá para siempre los datos necesarios cuando los
que tenemos, autorizan hipótesis especulativas y no siempre la solución efectiva.
 3 Ver por ejemplo A. Molinié-Fioravanti, 1982: 112-113 y comparar con Holguín, Vocabulario
de la len (...)
10El primer lugar los sistemas de parentesco modernos, tal como el de los Quechua del valle de Yucay,
revelan que un mismo término de parentesco designa a la vez, para un hombre, la hermana biológica y las
primas tanto paralelas (es decir hijas de hermanas de madre y de hermanos de padre) como cruzadas (es
decir hijas de hermanos de madre y de hermanas de padre) en un sistema de nomenclatura que se
aproxima al sistema “hawaiano” (ver los seis tipos de sistema según Murdock), sistema hawaiano que
transparece ya en las definiciones de Holguin3. De ahí entre otras posibilidades, surge la posibilidad que
la hermana-esposa del Inca (que por dos veces es la “madre-esposa” en Guaman Poma: Mama Huaco y
Cusi Chimbo Mama Micay) sea una hermana “clasificatoria” de la misma mitad y del mismo rango que
él, sin ser del mismo lugar o de la misma “casa”, es decir señorío.
 4 C/.Cabello Balboa, (1586) 1951: 208, 268; Sarmiento de G., ed. Levillier, 1942: 49; Cieza de
León, (...)
 5 Cf. F. de Toledo, Levillier, 1940, t. II: 114: (en 1571) "testigo pedro pongo xiue paucar, natural
(...)
 6 Sarmiento de Gamboa, op, cit: 101, 166-167; por su parte Cabello Balboa habla de su "prima"
(p. 22 (...)
11En segundo lugar, tanto las crónicas como los textos precisan cabalmente el origen y la ascendencia de
la Coya, sea o no calificada de “hermana del mismo padre y de la misma madre” según la formula
consagrada. Citaremos a título indicativo los datos suministrados por Cabello de Balboa y Sarmiento,
recordando al mismo tiempo que Cieza de León, Santacruz Pachacuti Yamqui y Anello Oliva (fuente de
segunda mano) aportan datos semejantes, salvo que las esposas están desplazadas respecto a su
correspondiente cónyuge: Sinchi Roca esposa a Mama Coca, hija de Sutiguaman, señor de Saño4; Lloque
Yupanqui esposa a Mama Cava, hija del señor de Oma; Mayta Cápac, a Mama Tacucaray de Tacucaray o
de Tancar; Cápac Yupanqui, a Curi Illpay, cusqueña o ayarmaca; Inga Roca, a Mama Micay, hija del
señor Soma Inga del valle de Pata Huayllacan; Yaguar Iluacac, a Mama Chicuya, hija de Tocay Cápac,
señor de los Ayarmaca; Viracocha, a Mama Runducaya, hija del señor de Anta, nativa de Canto5;
Pachacuti, a su “hermana”, Mama Ana Huarque, nativa de Choco; Topa Inga, a Mama Ocllo: “fue el
primero de los ingas que tomo por mujer legítima a su hermana, porque sus antepasados nunca lo
hicieron...” (Quipucamayos de Vaca de Castro; seguramente “hermana” recibe aquí un sentido estrecho y
moderno, ya no inca pero español6; Huayna Cápac desposa a su hermana biológica, Chimbo Ocllo y a
otras varias “hermanas” y “sobrinas” (“hijas de hermanos”), entre otras la madre de Manco Inca, el futuro
Inca rebelde de Vilcabamba (ver mapa 3).
12Ante estos datos, nos vemos obligados a preguntarnos si el incesto real en el sentido estricto sería una
forma tardía que solo tendría efecto una vez consolidado el Imperio, debido al estrechamiento extremo de
los cónyuges potenciales designados por el sistema tradicional; ateniéndonos a la hipótesis inicial de un
sistema que conjugaba una endogamia de mitad y de status con una exogamia local (un infante de la
mitad Hanan del lugar x casándose con una infanta hanan de un lugar y), pasaríamos entonces a un
sistema enteramente endogàmico (un infante hanan de x desposando a una infanta hanan de x). Esta claro
que semejante sistema implicaba originalmente la presencia de cierto número de “casas” y feudos
emparentados y aliados, las indicaciones en este sentido no faltan ccf. Guaman Poma, fo 85, supra e
infra).
 7 Murua, Historia General del Perú, t. Π: 65; cf. también Anello Oliva, op. cit., cap. 2: 17: "indio
(...)
 8 Nuñez de Prado, 1957 y Zuidema, 1967, Fénix, Lima: 42-62 "Descendencia Paralela". Ver
igualmente e (...)
13Añadamos que otros datos plantean problemas parecidos o vinculados, y merecerían igualmente
atención. Citemos entre ellos: las disputas de palacio en ocasión de ciertas sucesiones donde se enfrentan
la Coya y sus hermanos que defienden los derechos del príncipe heredero, su sobrino uterino, y los
hermanos del Inca, razón para suponer que no se trata de los mismos y que la Coya no es más que una
hermana clasificatoria del Inca (Cieza de León, Sarmiento, Garcilaso); algunas alusiones dispersas acerca
del retorno de la momia del Inca entre sus parientes maternos (fuera del Cusco); el hecho de que a falta de
heredero directo, “el hijo de la hermana sea preferido al hijo del hermano”7 y otros datos que complican
este cuadro entre los cuales, los testimonios de una “descendencia materna para las mujeres, paterna para
los hombres”8. Ciertamente esto no es más que una rápida evocación de hechos dispersos en las fuentes,
evocación por lo mismo especulativa pero que debe incitarnos, por los indicios que nos suministra, a
comparar el señorío inca en marcha hacia el Imperio con los numerosos modelos extraídos de otras partes
del mundo al mismo tiempo que reemplazando el sistema de parentesco inca en su contexto
suramericano.
MAPA Ν° 3. La región del Cusco
Aumentar Original (jpeg, 215k)
 9 Rostworowski M., 1970 b, op.cit., "Los Ayarmaca"; cf., también una historia de ese rapto y de
sus (...)
 10 Murra, op. cit., t. Π: 5; Cieza de León, Señorío... 1967, cap. XXXIII: 129.
14Volviendo a la historia inca, provisionalmente se podría situar las primicias del Imperio en un mito
histórico que cuenta el rapto de Mama Micay por el cusqueño Inga Roca; esta princesa guallacan estaba
prometida a Tocay Cápac, señor de los Ayarmaca9. Su rapto y sus nupcias con Inga Roca desencadenan
una serie de conflictos que culminan con el secuestro del príncipe heredero Titu Cusi, futuro Yuaguar
Guaca; hijo de Mama Micay y de Inga Roca, es reivindicado como hijo por Tocay Cápac, el novio
hurtado, y por él sustraído antes de ser salvado y “encerrado” por sus parientes maternos que, más tarde,
lo restituirán a su madre (el rey Ayarmaca, Tocay Cápac, afirma de este modo ser un hermano
clasificatorio de Inga Roca como padre del mismo hijo). La paz se instaurará en provecho del Inca
mediante la alianza definitiva de los tres señores: Inga Roca da una hija en matrimonio a un Tocay Cápac
(él mismo o su sucesor) cuya propia hija se casa con Yaguar Guaca (la bisnieta de Tocay Cápac para
Santacruz Pachacuti). En adelante, los cusqueños aliados a los Ayarmaca y a los Pataguallacan, disponen
de una fuerza suficiente para conquistar y absorber los señoríos vecinos (mapa 3). Lo cual emprende
Viracocha, “conquistador de Maras, Mullaca, Calca, Tocai, Capac... hasta los Lucanas y los Soras”10.
Fue entonces cuando comenzó el Imperio y una expansión apenas centenaria en el momento de la
conquista española y que se implantó gracias al aprovechamiento de experiencias seculares suministradas
por Chimu, Nazca, Tiahuanaco y Huari. T. Zuidema a este respecto muestra cabalmente la importancia
del relato legendario acerca del ataque al Cusco por los Chancas bajo Viracocha; con su victoria, los
Incas cuyo “pasado social se enraiza en la cultura huari” (Zuidema, 1973: 743 ss.) pero que como
migrantes venidos del Sur según el mito y los Quipucamayu son desprovistos de lazos político-
matrimoniales con el Norte, rechazan el fantasma del Imperio difunto y aseguran el nacimiento, la
independencia y la legitimidad del suyo en gestación (cf. Guaman Poma, f° 303: “pues que abía señores
desendientes de rreys antiguos que eran más que el ynga”).
15Las conquistas imperiales aprovecharon de las enemistades interétnicas tradicionales y de las
rivalidades entre señores vecinos; progresando a saltos, contorneaban los fuertes núcleos de resistencia
para luego tomarlos en tenazas. “Según la tradición oral dinástica, fueron necesarios solamente tres
reinados... para que el temor inspirado por el Cusco se expandiera por los Andes” (Murra, 1978: 929). No
hay pues que sorprenderse si se encuentran los mismos soberanos como conquistadores de las diversas
provincias estudiadas aquí, cuando no son centrales; en esta breve página de historia, la lógica y la espiral
de la conquista llevaban a estos reyes a establecer su dominio primeramente en provincias con estructuras
económico- políticas bastante similares a las suyas. De este modo, se extendían por los Andes y la costa
atraídos por los feudos o reinos prestigiosos en medios abiertos al avance de sus tropas, mientras que los
flancos orientales cubiertos de bosques presentaban problemas de un nuevo orden, afrontados de modo
discontinuo.
16Es por tanto de un Imperio muy joven que los españoles van a apoderarse, con un centralismo estatal
desequilibrado por el mantenimiento de tradiciones incas o regionales de la época auca: apenas el estado
inca había comenzado a digerir sus enormes conquistas y a sofocar, salvo en su periferia, los intentos de
rebelión mediante destrucciones ejemplares y deportaciones, que una bipartición interna, tanto política
como ritual (combate de las mitades), amenazaba su unidad. Decíamos que las estructuras sociales
llevaban aún la marca de instituciones y de costumbres panandinas pre-estatales: la sumisión de una
provincia se ilustraba por alianzas matrimoniales que confirmaban a los señores locales como “curacas”
en la medida de su adhesión y fidelidad; “las relaciones establecidas entre el Inca... y los sujetos que él
gobernaba, estaban insertadas en una compleja red de deberes recíprocos” (Morris, 1978: 940) y, al
mismo tiempo, remodeladas por el nuevo orden jerárquico y asimétrico del Imperio. Se comprende
entonces los múltiples vaivenes entre la alianza y el divorcio, la sumisión y la guerra o la sublevación que
lleva la denuncia o la negación de un sistema hegemónico revestido de los colores de la reciprocidad. Es
con los habitantes de los piedemonte orientales, la mayoría de ellos refractarios a las nuevas reglas que
quiere imponer su aliado imperial, que está plenamente ilustrado esta oscilación entre la alianza y su
denuncia (cf. también a las numerosas revueltas Kolla o Cuyo).
17Al Este de los Andes, entre los ríos Huallaga al Norte y Bermejo al Sur, la expansión inca la
conocemos, a falta de una mejor arqueología, por informaciones escritas relativamente confusas y
contradictorias. Dejando a un lado las afirmaciones detalladas de un Garcilaso de la Vega acerca de un
pretendido éxito de las expediciones incas que llegaron hasta los límites del reino Moxo, la mayoría de
los autores señalan una detención o una progresión dificultosa, mezclada de reveses y de fracasos
parciales; cuando confirman una dominación inca sobre los grupos del piedemonte, mencionados bajo su
denominación genérica: Anti, Chuncho, Mojo, sin embargo no precisan ni su extensión geográfica ni su
amplitud demográfica, como tampoco las modalidades político-económicas del nuevo vínculo de
dependencia
18Entre los historiadores actuales, la relación del Inca con los grupos amazónicos es poco estudiada.
Roberto Levillier, uno de los historiadores contemporáneos que más se ha preocupado por los problemas
suscitados durante la dominación inca en el piedemonte de los Andes orientales, tras de una crítica
rigurosa de los cronistas, concluye que el intento fracasó. Mas desde su ensayo que data de 1956, el
descubrimiento de testimonios locales obliga a matizar su afirmación; por otra parte, su contenido nos
lleva a discutir la noción de conquista inca en el este de los Andes y a medir su alcance y sus
consecuencias.
19Se imponen algunas observaciones al constatar los itinerarios y los resultados de las tentativas llevadas
a cabo por los Incas para anexionarse la montaña. En primer término, la dirección seguida por las tropas
andinas no deja de sorprender: estas últimas no tomaron el curso natural de los ríos Apurimac y
Urubamba que delimitan la región del Cusco y se hunden hacia el Norte para formar, con los ríos que
vienen de Jauja y de Tarma, el Ucayali. El Padre Cobo es uno de los pocos autores que reporta un intento
de Pachacuti para “entrar” en la montaña por el valle de Yucay y seguir la vía más directa si no la más
corta, hacia el bosque:
“dió principio a sus conquistas por las provincias de Viticos y Vilcabamba... estaban los caciques de
Vilcabamba... en los llanos de Pampacona que es antes de entrar en la montaña... no pasó el Inca de los
llanos de Pampacona...” (II, lib. XII, cap. 12 in B.A.E. 92, 1956: 79-80).
20Todos los intentos posteriores se efectuaron por el sureste a lo largo de las cabeceras del Madre de
Dios. ¿Cómo interpretar este abandono del paso septentrional? La geografía tan accidentada y el espeso
bosque que cubre la cuenca del Urubamba añadidas a la resistencia de sus ocupantes arawak pudieron ser
tan decisivas como la época relativamente tardía de la conquista de Vilcabamba controlando los accesos a
la montaña (cf. infra, cap. V).
21Otro cronista, a menudo discutido, es el único en elaborar una periodización minuciosa de las
conquistas por ondas expansivas hacia las tierras meridionales y orientales. En efecto, Garcilaso propone,
a través de los valles, luego la montaña, un doble recorrido paralelo pero escalonado en el tiempo, de
dirección meridiana desde el Cusco hacia un Sur cada vez más alejado, más profundo y más oriental:
circuito que puede inscribir a la vez “un ritual de conquista” y “el relato de los acontecimientos tal cual
ocurrieron” (Pease, 1978: 41-42). Así, el segundo o tercer Inca conquista la orilla oriental, omasuyu, del
lago Titicaca, desciende hacia los Anti hasta el río “Callabaya”, el actual Tambopata, y ocupa las
ciudades comprendidas entre los Kallawaya y el camino real de Omasuyu. El cuarto Inca prolonga la ruta
del altiplano y anexiona los valles orientales de Larecaja y San Gaban (actual Carabaya). En el Altiplano,
llega a Caracollo y ocupa los valles contiguos y Caracoto que puebla de mitmaqkuna y luego va a
observar la “cadena nevada de los Antis” (probablemente Quimsa Cruz). El quinto Inca alcanza los valles
de Chamuru que pueden situarse hoy en la región de Inquisivi o en la de Pocona. Finalmente el sexto
vuelve a salir del Cusco y emprende la conquista de la montaña propiamente dicha por el Alto Madre de
Dios. El príncipe Yaguar Huacac, enviado por su padre Inga Roca, es quien la conduce (cf. también en
Vasquez de Espinoza; para la mayoría de las versiones, es Inga Roca en persona y/o su hijo Otorongo
Achachi quienes van a la montaña): alcanza el río Paucartambo, de ahí pasa por las alturas del Pillcopata
para apoderarse de las provincias de Avisca y de Tono, futuras zonas productoras de coca aunque en ese
momento de escaso valor pues según el autor:
“en esta jornada aumentó el principe Yahuar Huacac casi treinta lenguas de tierra a su imperio aunque de
poca gente y mal poblada (C.R. lib. IV, cap. 17).
22Es Topa Inca Yupanqui quien lanza realmente sus ejércitos a la conquista del curso medio e inferior del
Madre de Dios, denominado aguas abajo Amaru-Mayo. Hizo construir una flota de grandes balsas en
madera de maguey que descendió el río y sometió a unas naciones ribereñas llamadas Chuncho. El
contingente que llegó, en escaso número reconoce el autor, a la provincia de los Musu o Moxos, se alió
con estos y se instaló donde ellos (ibid., lib. VII, cap. 14).
23Pero otros autores insistieron en las serias dificultades y los reveses que sufrieron las tropas imperiales.
Así los capitanes enviados por Yupanqui, según Cieza de León, se toparon con enormes serpientes,
obstáculo que fue levantado gracias a la intervención de una bruja-parturienta (Crónica, cap. LII, cf.
supra, Cap. II). Entonces el Inca “quiso ir en persona a los Andes adonde había enviado sus adalides y
escuchas” (Cieza, Señorío, cap. LII) mas tuvo que abandonarlos precipitadamente para ir a sofocar una
revuelta de los Kolla (Cieza (1553), Cap. 52 y 53). Sarmiento habla de varias tentativas: bajo Yupanqui,
un ejército de 5.000 hombres salido de Charcas, desaparece en la montaña; su hijo Topa Yupanqui
organiza la entrada de tres ejércitos por tres vías diferentes y toma el mando del tercer ejército y
enterándose de la sublevación kolla, deja a este último proseguir solo la conquista de los Chuncho
(Sarmiento, Cap. 40, cf. infra). Santacruz Pachancuti diverge sobre este punto: él no atribuye el carácter
inconcluso de la empresa inca a una revuelta kolla sino a la insubordinación de uno de los comandantes
que regresa inesperadamente al Cusco con su ejército a pedir cuentas al soberano acerca de unas medidas
juzgadas abusivas. Algunos grupos de la selva aprovechan enseguida para sublevarse (1968/1613/: 304-
305, cf. infra). Desorientación, obstáculos sobrenaturales, indisciplina vienen a limitar una empresa cuya
amplitud geográfica y humana permanece confusa.
24Resumimos en un cuadro (cf. al final del capítulo) los indicios proporcionados por los cronistas y los
informantes locales sobre las etapas y los resultados del avance inca al este de los Andes, de acuerdo a
tres rúbricas: reveses, éxitos militares, alianzas con regalos. La anexión de una parte de la vertiente
oriental dataría de la segunda mitad del siglo XV bajo Pachacuti y su hijo Topa Inca Yupanqui. Las
divergencias conciernen a las vías por donde se efectuaron las penetraciones de las tropas andinas hacia la
alta Amazonia, tema que abordaremos en las encuestas regionales: según las vías de paso, encontramos
diez menciones de fracaso parcial, doce de victorias militares y siete de tratados seguidos de regalos.
25Mas, antes de estudiarlos en su marco regional, es necesario aclarar el concepto de conquista a
propósito del cual, como acabamos de ver, es difícil de encontrar un consenso entre los autores
anteriormente citados. En primer lugar hay que recordar la importancia de ecosistemas locales que
requieren, de parte de eventuales conquistadores de origen externo, estrategias militares adecuadas, tipos
de fundación y de colonización apropiados así como una transformación de las técnicas agrícolas y
explotación de los suelos. Ya en las páginas dedicadas a la arqueología, habíamos mencionado las
variaciones adaptativas de la densidad demográfica en montaña; retengamos aquí aquellas del arte militar
de los habitantes del piedemonte que oscila entre la escaramuza de algunas comunidades fronterizas y la
confederación multiétnica temporal con estrategas eminentes, disponiendo de fortines, de reservas de
armas, de espías y vigías, en fin de compañías capaces por ejemplo de cerrar todos los accesos a la
montaña de los departamentos de Junín, Cerro de Pasco y Huánuco (casos muy documentados de los
siglos XVII y XVIII).
26Frente a esta flexibilidad estratégica que a menudo utiliza métodos de guerrilla, los Incas así como sus
sucesores españoles sufrirán la pesadez de los modelos económicos y militares y del centralismo estatal
poco adaptados a este medio y a sus sociedades. Al mismo tiempo los adversarios se beneficiaban, por así
decirlo, de las cualidades de sus defectos; mientras los ejércitos incas permanecían al alcance de auxilio y
de refuerzos logísticos y humanos, podían prolongar su tentativa, asegurar la conquista y la reducción de
los grupos fronterizos. En cuanto a los Anti, la derrota y el alistamiento eventuales de comunidades
fronterizas o capturadas durante los avances incas, en nada comprometía la suerte de las comunidades
vecinas, y todavía menos la de la etnia en su conjunto (concepto por lo demás también variable y
adaptándose a las situaciones históricas y a las explosiones demográficas o políticas). Aplicando la
estrategia de la respuesta proporcionada, los Anti dejaron a los fronterizos, primeros beneficiarios de los
intercambios comerciales, el cuidado de mantener su posición y de asegurar su defensa y su autonomía;
mas cuando el impulso expansionista, demasiado fuerte para ser contenido por los fronterizos, amenazaba
un vasto territorio o un centro vital, se unían confederados interregionales e intertribales contra el
conquistador, dando nacimiento a una identidad común y provisional de gentes de Abajo contra los de
Arriba. Es el famoso caso del Cerro de la Sal (“Pareni”) defendido y custodiado contra el ejército peruano
en el siglo XVIII según un esquema antiguo como lo atestigua en la mitad del siglo XVII, la declinación de
las misiones franciscanas ante el empuje de grupos confederados desde el Huallaga y el Chanchamayo
hasta el Ucayali.
27Que se piense en la impotencia o la vacilación de los ejércitos modernos en los bosques vietnamitas y
se comprenderá en su dimensión los problemas enfrentados por el Imperio Inca. En resumen en parte
hacemos nuestras las afirmaciones de V.A. Belaunde (Mercurio Peruano, 1942): “las tentativas incas por
conquistar la región amazónica han sido infructosas a causa del relieve y de la densa vegetación de la
selva”, a lo cual hay que añadir, las formas piemontesas de implantación y de guerrilla, y precisar que
ellas tuvieron éxito pleno o parcial en las regiones más abiertas o en sus fronteras inmediatas. Exitos que
pudieron obtener también los serranos sacudiendo el yugo inca y hundiéndose en el refugio boscoso por
la fuerza o el compromiso. En cuanto a los Anti, estos también supieron conducir rapiñas y guerras
relámpago contra fronteras y provincias incas cuando no eran, como los Chiriguano, una amenaza
permanente en el flanco del Imperio. Por eso, en la mayoría de los casos, el término conquista en su
aplicación oriental no significa más que “expedición militar”, cualesquiera que sean sus resultados.
28En los artículos precedentes (Renard-Casevitz F.M. y Saignes T., 1981, Bul. I.F.E.A.), habíamos
abordado el examen crítico de los datos históricos con el fin de evaluar el alcance del dominio inca en el
piedemonte oriental. Esto nos llevaba a subrayar la presencia o la ausencia de infraestructuras incas: así
en la región central, caminos, puentes, tambos, templos y centros administrativos están ausentes por abajo
de los 1800 o 2000m de altura. El desconocimiento de los lugares y de los pueblos de la montaña tropical,
a su vez venía a estrechar singularmente la amplitud de las fórmulas en la forma incisiva de un Garcilaso
de la Vega o de un Titu Cusi y después de ellos de muchos historiadores. Ahora podemos profundizar y
ampliar este primer análisis. Aquí retomamos los diferentes escritos sobre los intentos de penetración o de
conquista inca de las fronteras orientales, introduciendo al mismo nuevos criterios y datos que permiten
precisar nuestro estudio. Se trata, por ejemplo, el restituir al término “tributo” los sentidos que son suyos
en el contexto imperial y amazónico, sin lo cual uno podría equivocarse profundamente en cuanto a las
modalidades de los intercambios entre los Incas y los vecinos del Imperio y acerca de la naturaleza misma
de sus relaciones.
29El término tributo vuelve repetidamente a la pluma de los cronistas y de los visitadores españoles: para
ellos refleja el tipo de contribuciones de las poblaciones andinas a su administración local e imperial. Uno
podría sorprenderse de la elección de este término obsoleto en el siglo XVI y que designaba en los siglos
XII y XIII la renta feudal bajo la forma de impuestos y de corveas o prestaciones personales (según el latin
tributum, “impuesto por tribu” in Dictionnaire P. Robert). Pero este término había guardado un sentido
político-militar: contribución cobrada por el vencedor a un pueblo vencido en concordancia, en una
Europa monárquica, con el término rescate exigido a un pueblo para salvar a su rey (Francisco l°,
Atahualpa...) o un personaje preeminente. El tributo expresaba pues la realidad de la Conquista; sin
embargo, el mantenimiento de esta palabra, una vez implantada la administración española, es más
ambiguo: ¿acaso tuvo que ver la costumbre y una percepción confusa de las relaciones estatales
diferentes? Con toda seguridad marcaba una voluntad de continuidad entre la nueva tutela y la antigua y
su aprovechamiento y perpetuaba inconcientemente el estado militar y el golpe de fuerza de la
colonización hispánica. Pero no por ellos deja de ser este mantenimiento una fuente de confusiones ya
que el “tributo” inca es de naturaleza distinta al “tributo” cobrado por los españoles acostumbrados a un
sistema monetario y de mercado; utilizar el mismo término para una y otra institución y basarse en el
primero para establecer la paridad y la “justicia” del segundo, es sesgar o negar su diferencia.
30Lo que van a exigir los españoles es una cantidad fija de productos y de servicios, cualquiera que sea el
tiempo necesario para su obtención, cualquiera sea el número de personas movilizadas para producirla o
requisadas para los servicios. El valor mercantil es ley, aún cuando la moneda solo entre muy
parcialmente en el circuito de los intercambios y de las transacciones. Ahora bien, era prácticamente la
inversa lo que prevalecía en el sistema inca que tomaba un número fijo de personas para trabajar una
cantidad dada de tierras o de productos sin requisito de cantidad aún cuando la política expansionista
debió incrementar los contingentes de hombres y de mujeres suministrados por las provincias,
particularmente para los ejércitos. Hoy en día, los andinistas concuerdan en este hecho: “la mayor parte
del tributo consistía en la mita (turno de trabajo)” (Lorandi, 1978: 922), lo que expresaban cabalmente los
Chupacho en la Visita de la Provincia de León de Huánuco.
 11 Ortiz de Zúñiga, Visita... en 1562, 1967-1972, t. I: 37. Cf. también la nota de J. Murra,
t. I: 40 (...)
"Los tributos los daban de su trabajo e industria" (t.I: 403), "al presente no tributan a su encomendero
como hacían al ynga porque ahora hacen la ropa de algodón y lo cogen de sus chararas y dan trigo que no
solían dar el cual cogen donde se cogía el maíz..."11.
31Por ejemplo en el piso quechua del maíz en los Andes, el encomendero exige un número fijo de
costales de maíz por semana; el Inca, en las regiones conquistadas, designaba ciertas tierras como suyas y
del Sol y era el producto de estos campos el que era vertido en los dépositos del estado, producto variable
sometido a los azares de las buenas y malas temporadas. Al mismo tiempo las comunidades guardaban el
usufructo de los productos suministrados por sus propios campos. Incluso en las minas, “las provincias
daban el oro enviando el número de indios que se les prescribía y entregando el producto de su trabajo,
poco o mucho, sin... obligación de suministrar una cantidad determinada” (Polo de Ondegardo citado por
Berthelot, 1978).
32Ya que estamos considerando primero el período Inca, tenemos que preguntarnos cuál habría sido el
dominio del estado que administrarían los habitantes del piedemonte de haber sido conquistados y si no,
qué nuevo sentido habría que conceder al término “tributo” en este contexto particular de las fronteras
orientales y de
“salvajes que no tienen casa ni maíz... no tienen domicilio ni asiento conocido; hay grandisimos ríos y es
tierra tan inutil que pagaban todo el tributo a los señores en plumas de papagayo” (Sancho de la Hoz P.,
/1534 / 1938 in Urteaga, 1a S., t. 2).
33En efecto ¿cómo exigir mitas en tierras reservadas y entrojar sus productos donde la gente es
incontrolada e incontrolable y que vive en tierras desconocidas e insumisas? ¿Cómo pretender que paguen
tributo en la ausencia de una implantación administrativa efectiva que se otorga tierras, empadrona las
gentes y requiere anualmente un cierto porcentaje de mitmaqkuna?
34Razón por la que a las fuentes históricas y a las tradiciones orales de las gentes de abajo, añadiremos
cada vez que sea posible referencias a las ruinas y a los vestigios inca para determinar la frontera oriental
del Imperio. Sin las infraestructuras implantadas por el Estado para asegurar el control administrativo de
la población local, no puede haber sumisión a los tributos o a lo que sea, y entonces debemos recurrir a
una tercera interpretación de este término, a un tercer tipo de fenómenos y a sus variantes, distinta del
tributo inca y del tributo español y adecuada a las relaciones Anti/Incas en las fronteras libres.
35Con frecuencia las crónicas y las visitas mencionan estas relaciones económicas bajo el término de
“rescatar” (intercambiar) cuando ellas matizan en sus análisis, sin por ello suprimir cualquier
ambigüedad. Por tanto se confunden dos tipos de intercambio: el que se realiza entre gentes de una misma
provincia imperial o de provincias adyacentes que intercambian los productos de su terruño respectivo de
zona puna, quechua o costera en el seno del Imperio (cf. Chupacho...) y el de los habitantes del
piedemonte independientes y autosuficientes con sus vecinos serranos e incas, basado más en los lazos
político-culturales y razones de prestigio que en la necesidad económica, con excepción sin embargo de
los instrumentos de metal (hachas de cobre,...). Las modalidades de estos intercambios se disciernen mal
en textos evasivos: trueque y relaciones mercantiles o don y contra-don que implican imbricaciones
socio-culturales entre los socios intercambistas.
36Lo que está atestiguado es la periodicidad de estos intercambios y su coincidencia con fiestas
religiosas; en efecto, las gentes de la selva venían a “rescatar” en las tierras altas, una vez al año entre
julio y septiembre, y la llegada de sus delegaciones a la metrópoli o a los centros regionales ocurría en el
momento de las festividades religiosas y de celebraciones rituales en las que tomaban parte en tanto que
gentes del Antisuyu. En este contexto no debía haber relaciones estrictas y únicamente comerciales y el
valor de los objetos intercambiados no era solamente mercantil sino que remitía a un conjunto más
complejo de relaciones (cf. infra, por ejemplo el mito cashinahua y la oposición hombres de
plumas/hombres de metal). Comprometiendo los socios más allá del simple intercambio de bienes, estas
relaciones desembocan en la alianza matrimonial y política o en la ruptura y la guerra. En este sentido
eran, para muchos aliados del piedemonte, “contractuales”, y los prolongaban o denunciaban según los
vaivenes de la historia y de la política. Así mismo podían iniciar y establecer relaciones de clientelismo
creando una deuda y por ello una dependencia insuperable, a veces en doble sentido. Ya que es posible
que algunas guarniciones inca de las fronteras colonizadoras fueran clientes de los cacicatos o
comunidades locales que les apoyan y secundaban, aliviando de este modo sus propias deudas y
reequilibrando sus posiciones como clientes. No existen testimonios directos sobre tentativas de los
pueblos del piedemonte prehispánicas de este orden, aunque no podemos excluirlas: así la interpretación
de las relaciones Incas de Vilcabamba/ Anti, después de la Conquista, (cf. infra), parece indicar relaciones
recíprocas de clientelismo y una doble dependencia. En cambio, diversos datos detallan una política
similar conducida por el Imperio y desde este punto de vista, las regiones del sureste suministran
interesantes documentos.
37Así veremos cómo en los llanos del Guapay, los indios habían sido obligados a suministrar
prestaciones de trabajo por cuenta del Inca. Las raras fuentes que hacen mención del “tributo” entregado
por los grupos de la selva y del piedemonte, mencionan el envío de productos ya sea de la recolección o
bien fabricados. Los indios Yumo de la montaña de Cochabamba
“servían al dicho ynga de guardar e sustenter una puente de bejucos... y así entregaban al ynga plumas,
arcos, flechas y macanas” (1588, in Maurtua, 9: 94).
38Y Garcilaso asegura que los Chunchos
“Enviaron en reconocimiento de vasallaje muchos presentes al rey Inca Yupanqui de papagayos, micos y
guacamayas, miel y cera... Estos presentes duraron hasta la muerte de Tupac Amaru” en 1572 (CR. / 1609
/, lib. VII, cap. 14).
39Pero es otro ejemplo de estos textos imprecisos donde el término “presentes” implica sin duda un
“vasallaje” particular, diferente según las regiones y los grupos del piedemonte englobados bajo la
designación de Chuncho. Un testimonio más tardío pero que no podemos descartar, proviene de los indios
Araona de la montaña de Carabaya. Ellos aseguran a los misioneros franciscanos, de paso en 1677,
“fueron vasallos tributarios del Inca del Cuzco a donde llevaban el tributo de oro que llaman vio y de
plata, cipiro, y plumas y otras cosas de valor de esta tierra” (Carta 13. IX. 1677, Maurtua, 12: 45).
40Clientes o tributarios, actualmente podemos afirmar que los Incas habían logrado poner a trabajar a
grupos locales de la montaña.
41Un último criterio en cuanto al grado de realidad del control inca sobre el piedemonte amazónico de los
Andes reside en el envío de "colonos" o mitmaqkuna (cuyo singular mitmaq se transformará en mitimaes
de los textos españoles) o su ausencia. La instalación de guarniciones multiétnicas, originarias de todo el
Tahuantinsuyu, es hoy en día mejor conocida, pero hay que examinar su implicación en la vertiente
oriental.
42La mayoría de los cronistas atribuyen a Topa Inga Yupanqui el invento o la práctica sistemática de
desplazamientos de población de una zona a otra. Por su parte, Garcilaso se remonta a la época de Inga
Roca cuyo hijo conquistó la montaña del Tono y de Avisca donde fueron establecidas las primeras
chacras de coca. En el vecino valle de Pillcopata, el Inca hizo “poblar cuatro pueblos de gentes
advenidiza” (R.C. I 1609 /, lib. IV, cap. XVI) y es sin duda bajo la influencia de este texto que Anello
Oliva atribuye a Yahuar Huaca el establecimiento del sistema de mitmaq (op. cit.: 49-50). De hecho,
parece que los Andes orientales por su proximidad, su ocupación desigual y sus características ecológicas
variadas, desempeñaron un papel de primer plano en la preparación de la colonización inca.
43Cieza de León destaca una triple función asignada a la instalación de los mitmaqkuna. Las dos
primeras, en sus modalidades, conciernen directamente a la vertiente amazónica; él distingue el envío de
colonos encargados de difundir las normas andinas precisando que, en la montaña, la colonización se
inscribía en la complementaridad vertical tradicional (intercambios en el marco del grupo étnico), y el
envío de guarniciones fronterizas mantenidas por los depósitos imperiales alimentados por los “tributos”
recaudados entre los “naturales”, los grupos locales y los colonos. En todo este dispositivo, Cieza insiste
en la búsqueda de la disensión entre los colonos y los autóctonos cuya desconfianza y vigilancia
recíprocas debían bastar para neutralizar cualquier revuelta. En cuanto a la tercera función, concernía a la
apertura y el trabajo en las minas y la valoración de nuevas zonas conquistadas para la agricultura. En
todos los casos, para que los colonos aceptaran mejor su exilio forzado en tierras lejanas, el Inca los
cubría de regalos (mujeres, coca) y los dispensaba de tributo durante el período de instalación (Cieza,
1553, / cap. 22; 1967: 74-78). Este texto está sin duda teñido de etnocentrismo y según el comentario
(comunicación personal) de T. Zuidema, el análisis de Cieza es “producto de su imaginación”, no porque
no pueda corresponder en ciertas partes a situaciones reales sino porque es notoriamente insuficiente y
fuera de contexto: el envío de los Cañar o Cayampi a las fronteras orientales, a 1500 o 2000 km de sus
hogares, no puede ser analizado ni como un envío de prosélitos, ni como una colonización vinculada a su
etnia de origen y veremos más adelante (el caso Pilcozuni-Amaybamba) cómo una colonización puede
responder a otros objetivos. Matienzo califica más crudamente el alejamiento como una medida punitiva
para con los grupos contrarios o rebeldes, como fue el caso de los Cañar, aunque también es una
explicación parcial, tomando en cuenta un solo aspecto del sistema, el de la deportación.
44Si estas motivaciones parecían verosímiles, en un sentido claras y evidentes para un europeo, en un
marco estatal riguroso, los mecanismos y las implicaciones locales de esta política de transferencia sufren
de muchas ambigüedades. En primer lugar ¿qué pasaría en los Andes orientales con la famosa regla de
conformidad ecológica avanzada por algunos? ¿Dónde encontraría el Inca suficientes recursos humanos
para instalar colonos en el alto piedemonte amazónico, tan poco poblado y sometido a los ataques de los
“salvajes”? ¿Tiene Matienzo razón cuando niega, apoyándose en ejemplos, toda validez a esta regla,
citando las numerosas etnias de las tierrras altas representadas en los cocales estatales? ¿Cómo se
establecen las relaciones entre los colonos y los autóctonos, entre los colonos y sus comunidades de
origen? Finalmente, durante las revueltas en las tierras altas, a menudo mencionadas por ejemplo en la
región del Collao ¿cómo se aseguraba el abastecimiento, el envío de refuerzos y de guarniciones y de qué
grado de autonomía disponían estas regiones? Enfocaremos diversos aspectos de estos problemas en los
análisis regionales.
45Menos conocida es la transferencia de grupos de abajo a los sectores más altos de la vertiente,
estuvieran conquistados o simplemente atraídos por la “generosidad” del Inca y el acceso al metal.
Garcilaso señala:
“con los indios Chunchos que salieron con la embajada (llevando presentes, cf. supra) y otros que
vinieron luego, fue poblado un pueblo cerca de Tono, a 26 leguas de Cusco; ellos pidieron permiso al
Inca para poblar en este lugar para servirlo de más cerca y se quedaron allí hasta el día de hoy” (op. cit.,
Lib. VII, cap XIV, ed. 1968: 552; comparar con la venida de agricultores pacíficos, supra cap. 2 y el mito
cashinahua, infra, cap. V).
 12 Ver la fundación de S. Juan de Sahagún en el territorio de los "indios moxos" en el valle
afluente (...)
46Ciertas tradiciones orales dan detalles acerca de estas transferencias, complementarias de las pocas
indicaciones documentales. También nos intriga el nombre de dos grupos llamados Moxos y situados en
la montaña del Alto Beni, uno de ellos sobre un afluente superior del río Tuiche, el otro sobre el río Bopi;
bien arriba de las llanuras y del famoso grupo homónimo citado sobre el curso medio del Mamoré. Su
existencia esta señalada en títulos de encomienda que datan de mediados del siglo XVII y está confirmada
de manera muy precisa en las descripciones de comienzos del siglo siguiente12. Es difícil admitir la
hipótesis de una intervención hispánica en una zona marginal donde, en el mejor de los casos, se limitó a
superponerse a la obra inca. En estas condiciones, ¿cómo interpretar la presencia de estos grupos mojo en
una área tan próxima de la sierra? Adelantemos varias posibilidades: el nombre habría sido atribuido a un
grupo local encontrado por las tropas andinas que pensaban haber alcanzado su meta y designaría la
fundación de un establecimiento fronterizo (musuy o mosox significa nuevo en quechua); también podía
tratarse de familias realmente mojo instaladas más allá de la frontera inca como garantes de los tratados
de alianzas concluidos con los grupos del Mamoré.
47De nuevo es Garcilaso, autor en ocasiones poco fiable, aunque al mismo tiempo sea comunicador de
informaciones puntuales e inéditas, quien nos permitiría ver en esta transferencia el resultado de un
intercambio:
“Debajo de esta amistad dejaron los Musus a los Incas poblar en su tierra, que eran pocos más de mil
cuando llegaron a ella; porque con las guerras y largos caminos se habían gastado los demás, y los Musus
les dieron sus hijas por mujeres y holgaron con su parentesco...” (C.R., lib. VII, cap. XIV, ed. 1968: 553).
 13 Garcilaso (1609), libro VII, cap. XIV; 1960: 268. 78
48Después los Mojos delegaron una embajada al Cusco para saludar al Inca y al Sol. Tendríamos aquí un
procedimiento algo diferente de las medidas que sancionan toda alianza de incorporación concluida por el
Inca con un nuevo grupo étnico: matrimonios locales sin intercambio de mujeres nobles, visitas
periódicas de embajadas mojo al Cusco sin la retención permanente en la capital de huéspedes-rehenes y,
si nuestra hipótesis es correcta, instalación de grupos en el seno del Imperio en una zona ecológica similar
a la original. Estas distinciones y este tratamiento privilegiado se explicarían en razón de la distancia y de
la independencia de los Mojo. Estamos en los confines del Imperio, en el límite extremo del potencial
andino y es más un tratamiento de igual a igual que la afirmación de una dominación real como sugiere
Garcilaso. Sigue sin respuesta el problema de la adaptación del grupo andino perdido en las sabanas del
Mamore13.
TABLA N° 1. Tabla sinóptica de la expansión Inca hacia el Este según diferentes fuentes

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A = dificultades o derrotas militares
Β = conquista por la fuerza
C = conquista por "donación" datos en italica = inseguros.
Notas
1 Cf. La discusión de ese problema ligado a aquel de la organización dualista en T. Zuidema, 1964. The
Ceque System of Cusco, Leiden; P. Duviols, 1979. Journal de Sté Americaniste, t. LXVI: 67-83 "La
dinastía de los incas: Monarquía o Diarquía? Ver mapa 2, El Cusco inca, p. 55.
2 Cf. Betanzos, Cieza de León, Guamán Poma, Murua, Sarmiento, Vaca de Castro...
3 Ver por ejemplo A. Molinié-Fioravanti, 1982: 112-113 y comparar con Holguín, Vocabulario de la
lengua Qquichua, (1608), 1952, Lima, artículos: "Pana, hermana del varón, o prima hermana, o segunda,
o de su tierra, o linaje, o conocida"; "Churi", hijos biológicos y de clasificación; "Huauqquey",
"hermanos" de un hombre; "Naña" "hermanas" de una mujer, etc., y otros modelos por ejemplo en
Lounsbury F.G., Annales, 1978.
4 C/.Cabello Balboa, (1586) 1951: 208, 268; Sarmiento de G., ed. Levillier, 1942: 49; Cieza de León,
1967: 109. 111; Murua, t. I: 26: "Cinchi Roca engendró a Manco Capaca en Mama Coca, hija de su tía
(sic. por Suti?) Huaman del pueblo de Sano". Por su parte, Cieza nos proporciona un dato interesante
haciendo de los aliados maternales los habitantes de la mitad hanan (alto) en Señorío..., 1967: 111:
Lloque Yupanqui "rogó... a su suegro quisiese contodos sus aliados y confederados pasarse a au ciudad...
Zañu haciéndolo así, se lo dio y señaló para su vivienda la parte más occidental de la ciudad, la cual, por
estar en laderas... se llamó Anancuzco: y en lo liano y más bajo quedóse el rey..." texto en el cual se
diseña la refundación de una casa real. En este caso, el nuevo agrupamiento afirma el rango superior de
los dadores de coya que pueblan el lado más prestigioso, Chinchaysuyu (noroeste) de la mitad superior,
sin olvidar que el "incesto" es de clasificación, la esposa perteneciendo a la clase de las "hermanas"
debido a los sistemas de nomenclatura y de parentesco. Para la sucesión de los matrimonios incas, ver los
mismos autores, páginas y capítulos siguientes.
5 Cf. F. de Toledo, Levillier, 1940, t. II: 114: (en 1571) "testigo pedro pongo xiue paucar, natural de
Anta... 81 años e que su abuelo fue tío de pachacuti ynga yupanqui hijo de Uiracocha porque su hermana
del dicho su abuelo fue mujer del dicho Uiracocha e madre del dicho pachacuti ynca". O Urteaga, 2a S., t.
ΠΙ: 127. Cf. también M. Rostworowski, 1970b, Rta del Museo Nacional, t. XXXVI: 58-101. "Los
Ayarmaca".
6 Sarmiento de Gamboa, op, cit: 101, 166-167; por su parte Cabello Balboa habla de su "prima" (p. 224,
op. cit.).
7 Murua, Historia General del Perú, t. Π: 65; cf. también Anello Oliva, op. cit., cap. 2: 17: "indios deudos
y parientes suyos de quien se blasona por parte de madre" Dos citas breves que plantean a su vez varios
problemas.
8 Nuñez de Prado, 1957 y Zuidema, 1967, Fénix, Lima: 42-62 "Descendencia Paralela". Ver igualmente
en Murua, la petición de matrimonio y los presentes hechos por el inca a la madre de la futura Coya que
es una madre de clasificación o su propia madre tratada dentro de un sistema que acentúa la descendencia
paralela como en el caso de Huáscar, t. II: 65.
9 Rostworowski M., 1970 b, op.cit., "Los Ayarmaca"; cf., también una historia de ese rapto y de sus
consecuencias en Sarmiento, op. cit: 56, 57-59 y Zuidema T., 1978, Annales: 1049 y cursos 1983,
E.P.H.E., París.
10 Murra, op. cit., t. Π: 5; Cieza de León, Señorío... 1967, cap. XXXIII: 129.
11 Ortiz de Zúñiga, Visita... en 1562, 1967-1972, t. I: 37. Cf. también la nota de J. Murra, t. I: 403, "no
hubo tributo en la economía del Tawantinsuyo. El término se usa... en citas de fuentes europeas"; y t. II:
463. Ver Waman Poma, f°. 338 in ed. 1936: "de como no pagaua tributo al ynga ni a la coya ni a los
señores prencipales"; Urteaga, 2a S., t. III: Relación de Señores... p. 75.
12 Ver la fundación de S. Juan de Sahagún en el territorio de los "indios moxos" en el valle afluente del
alto Tuiche (orilla izquierda) descrito por Recio de León (1623, Maurtua, VI: 242) y por B. de Torres
(1657, 1974: 362). En 1566, un español de La Paz recibe en encomienda "seis pueblos moxos" pero no
puede percibir el tributo (AGI, Justicia 605), debido a que no se habían sometidos.
13 Garcilaso (1609), libro VII, cap. XIV; 1960: 268. 78
Índice de ilustraciones

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Título MAPA Ν° 3. La región del Cusco


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TABLA N° 1. Tabla sinóptica de la expansión Inca hacia el Este según diferentes


Título
fuentes
A = dificultades o derrotas militaresΒ = conquista por la fuerzaC = conquista por
Leyenda
"donación" datos en italica = inseguros.
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Capitulo II. El piedemonte oriental de los Andes: Realidades geograficas y re...
 
Capitulo IV. La montaña de Huanuco a Guamanga
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Cápac Yupanqui fue hijo de Curu Yaya, hermana de Mayta Cápac, era sobrino de
este Inca y primo de Tarco Huamán. Dadas las condiciones de la etnia Inca, tuvo
que implementar una adminstración severa, durante su gobierno realizó una serie
de asesinatos; como primera medida hizo matar a nueve hermanos de Tarco
Huamán, con el objetivo que ninguno de ellos sean potenciales rivales para asumir
el cargo de Inca; a otros los obligó a jurarle lealtad y a un tercer grupo los expulsó
del Cusco.
Por entonces el pequeño señorío ya había adquirido una apreciable fuerza. Por tal
motivo realizó un plan de expediciones y conquistas. Con tal fin tuvo
dos enfrentamientos con los cuntis. Pero éstos se adelantaron y no perdieron
tiempo en lanzarse a un ataque sorpresivo. Se realizaron dos combates, que
acabaron con el triunfo de Cápac Yupanqui, que ocupó y recorrió parte de las
tierras de los cuntis. Recibió una embajada enviada por los capaccuracas (reyes) de
la etnia Quichua o Quechua (actual Abancay), pidiendo ayuda a la etnia Inca contra
los poderosos Chancas de Andahuaylas que los amenazaban con invadirlos y
anexarlos a su Estado; el hecho sirvió para que los Anan y los Urincusco se
prestigiaran.
Por esos años los Chancas por el norte y los Collas por el sur agrandaban sus
posesiones con victorias conquistas; sobre todo los primero que ya constituían un
Estado poderoso; en cambio el pueblo de Cápac Yupanqui seguía siendo un
pequeño señorío. 
Este Inca conquistó las etnias Cuyo y Anca, a 22 Kilómetros del Cusco; nombró
como Tucricut (gobernador) para Cuyo a Tarco Huamán, con el encargo expreso de
enviar a Cápac Yupanqui cada año  mil jaulas de pájaros de la selva y de la puna;
las avecillas eran necesarias para quemarlas en los ritos propiciatorios antes de
marchar a las campañas bélicas. 
Al incrementar su poder expansivo, el jefe de los ayarmacas buscó su alianza,
dándole como esposa a su hija Curi Hilpay, la que fue agregada a su harén. Cusi
Chimbo, otra de sus esposas, enceguecida por los celos y las pasiones envenenó a
Cápac Yupanqui, cuya muerte motivó una crisis política en la entina Inca. Cusi
Chimbo fue utilizada como instrumento de un complot por el entusiasta y
convulsivo inca Roca. El caos fue aprovechado por los Chancas quienes invadieron
el señorío Inca. Con Cápac Yupanqui acabó el predominio de los Urincusco.
Antes de morir Cápac Yupanqui había manifestado que su sucesor fuera Quispe
Yupanqui; pero éste fue muerto en las guerras de sucesión y su nombre fue
borrado de la historia oficial por los anancusco de la etnia Inca. Cápac Yupanqui fue
el último gobernante de los urincusco que vivió en el Inticancha. Sus descendientes
formaron la panaca Apo Mayta. 

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¿Sabes quién fue Capac Yupanqui? Descúbrelo aquí
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Capac Yupanqui (Qhapaq Yupanki) fue el quinto líder legislativo del curacazgo de Cuzco; el tomó el
control mediante un derrocamiento a su primo Tarco Huamán, quien inicialmente había estado destinado
a la posición inca de la realeza. Capac Yupanqui terminó siendo un gobernante preparado y, además,
extremadamente malicioso.

Significado del nombre Capac Yupanqui


QHAPAQ YUPANKI, Capac Yupanqui / qhapaq: Innovador, Yupanki : Vital Pionero y memorable.
Gobierno: 1276 – 1321
Tradición: Hurin Cusco
Origen de Capac Yupanqui
Era el hijo de Curu Yaya, hermano de Mayta Cápac, primo de Tarco Huamán. Para mantener su situación
de poder, mató a nueve parientes de Tarco; a otros los obligó para jurar compromiso. Sea como fuere, fue
considerado progresivamente con Tarco Huamán, ya que lo acaba de enviar para administrar las
propiedades vencidas de Anta y Cuyo. ( Ver articulo: tahuantinsuyo)
Su nombre en quechua significa: “Contador Preeminente” V Inca y la última parte de Hurin Cuzco. La
descendencia de Mayta Cápac, sinchi de los Ayamarcas, teniendo un lugar con la herencia de los
quechuas de Paruro y de Mama Cora; cuando su padre falleció, y como ninguno de los niños merecía la
administración del encargo, el ayllus de Hurin aceptó elegir como su sucesor a Capac Yupanqui.
Por ser una persona de la familia Yupanqui; y al ver cierto descontento entre sus hermanos, organizo una
reunión de los ayllus imperiales, antes de lo cual se le aplaudió con prudencia y adquirió el notable triunfo
de ser declarado por segunda vez en el poder. Se dice que dejo a 80 hijos, entre matrimonio y
extramatrimonial.
Más aún, al igual que sus precursores, su distracción central estaba conectada para mantener la propiedad
del valle del Cuzco y para someter a los clanes que en los primarios ataques habían actuado como socios.
Con la desaparición de Capac Yupanqui, cuyas condiciones no deberían haber sido claras, dado el hecho
de que en declaraciones específicas se observa que su hermana Cusi Chispo, que hizo planes de
conspiración con Inca Roca, lo asesinó, se cierra la línea de Hurin en Cusco.
Cusi Chimbo, la coya incaica tejedora de conspiraciones

Todo sistema de gobierno que concentre el poder en una o pocas personas sufre de conspiraciones,
intrigas palaciegas y juegos políticos (un verdadero juego de tronos) que en los peores casos llegan a
desembocar en asesinatos y magnicidios. Esa constante se ha repetido en césares, reyes y emperadores
por lo que es válido preguntarse si se tejieron las mismas conspiraciones alrededor del poder del Inca.

La Historia nos enseña que las mujeres han sido especialmente astutas en jugar aquel juego, valiéndose
tanto de su inteligencia como de su sensualidad, desde los amoríos de Cleopatra con Julio César y Marco
Antonio hasta las redes políticas tejidas por Lucrecia Borgia.

Y por supuesto, nuestro Incanato tuvo a su propia Lucrecia Borgia, una digna Cersei Lannister (para los
amantes de la ficción) que tejió los hilos de una verdadera pornocracia al fiel estilo de Marozia.

Su nombre era Cusi Chimbo, una de las esposas del Inca Cápac Yupanqui, último gobernante de la
dinastía Hurin Cusco.
La dinastía Hurin Cusco fue despojada del incanato precisamente porque Cápac Yupanqui fue depuesto
por uno de sus generales, llamado Inca Roca, el primer Inca de la dinastía Hanan Cusco.

Este golpe contra Cápac Inca Yupanqui tuvo éxito porque cuando las tropas leales al Inca fueron a
buscarlo al momento de la sublevación de Inca Roca, encontraron a Cápac Yupanqui muerto por
envenenamiento, dejando el camino libre para que Inca Roca se ciña la mascaypacha.

Pedro Sarmiento de Gamboa afirma en su crónica Historia Índica, que fue precisamente Cusi Chimbo
quien envenenó a su esposo. Y muchos dirán que posiblemente este fue un invento de Sarmiento de
Gamboa, sin embargo, recordemos que este cronista leyó su crónica delante de 40 quipucamayocs
quienes, quipu en mano, certificaban y corregían la crónica hasta que todos estuvieron de acuerdo con el
relato. ¿Será por eso que Cápac Yupanqui aparece bebiendo de un kero en los dibujos de Guamán Poma?
¿Un kero que también es llevado por un espíritu volador?

Además, es muy posible que Cusi Chimbo haya sido parte de la conspiración contra su marido, pues,
tanto Guamán Poma como Martín de Murúa la citan como esposa de ambos incas, Cápac Yupanqui e Inca
Roca. ¿Se imaginan una película o serie de la coya incaica entrando en amoríos con el general Inca Roca
para conspirar el asesinato de su marido Cápac Inca Yupanqui para que Inca Roca suba al poder y la tome
como esposa?

Una historia llena de traición, pasiones, infidelidad, conspiraciones, intrigas por el poder que le daría un
giro de interés a nuestra historia muy atractivo para el público joven. Sorprendentemente nuestro sistema
educativo olvida estos episodios en la enseñanza, cuando estoy seguro que es material para hacer un
excelente guión para la pantalla grande o chica.

Si quieren saber un poco más de esta interesante historia, les recomiendo leer, aparte de las crónicas que
he citado, el libro El Imperio de los Incas de Miroslav Stingl donde cita este episodio.

Y recuerde que así como hemos tenido mujeres heroicas en nuestra historia, también tuvimos mujeres
maquiavélicas que convirtieron la política de su tiempo en un arte de mover los hilos de poder.
Ver menos
Comentarios
 Ivan Hurtado Frisancho
Lo que denominas dinastias, no cambiaban por conspiraciones sino por ciclos de parentesco que iban de 5
en 5 generaciones, los ciclos ademas servian para dividir espacialmente las panakas, de dos en los suyos
menos importantes y de tres en los mas impo…
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 3 años
Se seleccionó la opción "Más relevantes", por lo que es posible que algunas respuestas se hayan filtrado.

Autor
Capitán Perú
Adolfo ZAvala normalmente no suelo responder a este tipo de comentarios porque solo derivan en
discusiones que no llevan a ningún lado pues ni siquiera entre los mismos historiadores se ponen de
acuerdo. Según algunos autores niegan la división de pana…
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o 3 años
o Editado
Carlos Calderon
Y porqué esta historia no figura en Comentarios Reales?
 
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 3 años
Se seleccionó la opción "Más relevantes", por lo que es posible que algunas respuestas se hayan filtrado.

Autor
Capitán Perú
Carlos Calderon porque los comentarios reales ofrecen una visión sesgada e incompleta de la historia
según el mismo Porras Barrenechea
 
o Responder
o 3 años
Aurelio Roca
Creo que Rahua Ocllo fue más brava por poner a su incompetente hijo Waskar en el trono al interceder
por él ante el consejo de nobles y hasta sobornar a los orejones en el Cusco. Iniciando un nefasto gobierno
y posterior crisis que terminaría en la gue…
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  
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 3 años
 Leopoldo Gonzalez Gutierrez
Cusi Chimbo no perteneceria a los Hanan Cuzco?...
  
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 3 años
 Franco Bazán
Tupac Yupanqui, el "Alejandro Magno" de America tambien murio envenenado (igual que el propio
Alejandro) y por lo que lei la autora tambien fue una de sus collas. El "juego de tronos" incaico era muy
similar al europeo. Hasta hubo un Caligula, Inca Urco.
 
Responder
 3 años
Fan destacado
Alicia Pedrosa
Omg.... Toda una viuda negra
 
o Responder
o 3 años

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