Fasciculo V 2023 - 230704 - 100235
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Fasciculo V 2023 - 230704 - 100235
Queridos Hijos:
Con la confianza puesta en Cristo y bajo la guía del Espíritu Santo me alegra
dirigirme a ustedes al poner en sus manos este fascículo V con el que
reemprendemos la hermosa experiencia de encontrarnos, escucharnos,
reflexionar y discernir en los grupos sinodales que se han formado en las
parroquias y otros espacios eclesiales en nuestra Arquidiócesis de Managua.
En los fascículos encontraremos catequesis, las disposiciones pastorales del I
Sínodo Arquidiocesano que en su momento fueron actualizadas en el Decreto
Legislativo “Iglesia Arquidiocesana en Marcha”; así como las preguntas que
guiarán el discernimiento y los aportes que surjan en los grupos sinodales.
Sobre este último aspecto les motivo para que junto a sus sacerdotes y
consejos pastorales puedan cosechar propuestas prácticas y realistas para
ponerlas en acción en la vida pastoral de las parroquias, sub-zonas y zonas
pastorales, de tal manera que fortalezcamos la dinámica evangelizadora de
toda nuestra Arquidiócesis.
Este V Fascículo, trae consigo temas de vital importancia, como es la unidad
de la Iglesia que debemos siempre cuidar y cultivar, para eso tenemos
medios y organismos que debemos potenciar; es el caso de nuestra Curia
Arquidiocesana como organismo de servicio y medio para asegurar una
marcha pastoral y vida eclesial inspirada en una “eclesiología de comunión”
orientada por el magisterio conciliar y reciente del Papa y los Obispos de
América Latina; y el tema Parroquia que podrá introducirnos a una etapa de
oportunidades para mejorar y enriquecer ese espacio de comunión y misión
en la Iglesia, frente al exigente entorno social en donde hacemos camino de
fe y de caridad cristiana.
Todos sabemos, que los procesos de renovación en la vida e historia de la
Iglesia no solamente son asuntos de organización y planificación pastoral;
sin descuidar el propósito de mejorar en esos aspecto de nuestra vida
eclesial, les invito a que no olvidemos que sólo y en la medida en que nos
proponemos renovar nuestro encuentro personal con Cristo, que implica,
nuestra conversión y vida de comunión con nuestro buen Dios, entonces
mejoraremos nuestras relaciones comunitarias y el testimonio de vida, que
debe respaldar un renovado ardor de espíritu de servicio misionero en el
presente y futuro pastoral, bajo la guía del Espíritu Santo. Oremos, pues, y
trabajemos con una gran docilidad, propia de los discípulos misioneros, que,
a ejemplo de María Santísima, la discípula más perfecta del Señor, reconocen
que él hace grandes maravillas en favor de los humildes y sencillos.
Con mi gratitud y cariño de Padre, Pastor, Amigo y Hermano mayor en la fe,
les imparto mi bendición.
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Guía Metodológica para los Grupos Sinodales
¿Qué es y cómo se forma un Grupo Sinodal (GS)?
Un Grupo Sinodal (GS) es la unidad básica de participación en
este acontecimiento, que durante este tiempo tendremos como
Arquidiócesis. Oportunidad para hacer visible la comunión y
participación en la vida y misión de los discípulos misioneros de Jesús,
en y como Iglesia.
El Párroco con su equipo de apoyo y animación y redacción (que
se compone de los fieles que colaborarán de forma directa de
forma directa y creativa en toda la dinámica sinodal) convocarán y
organizarán los GS de tal manera que éstos sean inclusivos y tomen
en cuenta las diversas realidades geográficas y pastorales de la
feligresía provenientes de los sectores parroquiales, comunidades,
grupos pastorales y movimientos que conscientes de la importancia
del II Sínodo Arquidiocesano respondan a la convocatoria del camino
sinodal que el Señor Arzobispo que a todos nos ha invitado. Por lo cual
en una parroquia deberán conformarse varios GS, según el número de
participantes y la realidad de cada parroquia.
Con las debidas adaptaciones, lo que se oriente de los GS en las
parroquias se debe aplicar a los equipos centrales de los grandes
movimientos laicales, áreas pastorales y las comunidades de vida
consagrada.
Estructura de un GS
Un GS estará formado por un mínimo de 7 miembros y un máximo de
15; según las circunstancias de cada realidad. Cada Grupo Sinodal de
entre sus miembros elige o se asigna un coordinador y un secretario.
Función del Coordinador de un GS
Es competencia del Coordinador, promover la participación,
dar la palabra y controlar el tiempo para que todos participen
equitativamente, ayudará a centrar el diálogo sobre la temática que
corresponda, debe coordinarse con Equipo de apoyo y animación
correspondientes para los recursos necesarios, que ayuden a conseguir
el éxito del trabajo en grupo.
Función del Secretario de un GS
Al secretario le corresponde tomar nota, redactar los aportes del
grupo y coordinarse con los otros secretarios, bajo la guía del Equipo
de apoyo, animación y redacción para hacer la síntesis del aporte en
el nivel de participación correspondiente (nivel sub-zonal, nivel zonal,
nivel arquidiocesano).
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Preparación de la sesión de estudio de los GS/Asamblea Sinodal
Parroquial
El Párroco y su Equipo de apoyo, animación y redacción al iniciar cada
tema de estudio, deberán convocar a los fieles a una asamblea sinodal
parroquial, para suscitar interés y participación en los días y horas que
se realizarán los grupos sinodales. Es conveniente que el inicio de los
encuentros pueda ser motivado por la presentación del camino sinodal
y una exposición de los temas de estudio, que podría ser preparada
con fuentes como el Catecismo u otros documentos adecuados para
el tema. El equipo de apoyo, animación y redacción, habiendo leído
el fascículo deberá seleccionar un vocabulario y su definición que
crea puede ser oportuno para la comprensión de los participantes
sobre la temática a estudiar. Así como proponer los textos bíblicos
iluminadores de cada temática presentada en los fascículos.
Plan de trabajo de los GS
Todo encuentro del grupo sinodal debe tener tres pasos o momentos:
oración – catequesis – discernimiento y aporte. Que estarán guiados
por las tres partes del Fascículo.
Paso 1
Momento de oración: el objetivo de este momento es ser Iglesia que
ora, y se abre a la guía y asistencia del Espíritu Santo en este momento
de gracia.
1.1 Invocación al Espíritu Santo
1.2 Lectura de un pasaje bíblico iluminador de cada tema
1.3 Oración por el II Sínodo
Paso 2
Momento catequético: Una de las riquezas del Sínodo es la
oportunidad de formación para los fieles, teniendo presente de una
manera especial los lineamientos pastorales del magisterio más
reciente, tanto del episcopado nicaragüense y el latinoamericano,
así como del Obispo de Roma (ejemplo: El Concilio Provincial de
Nicaragua- I Sínodo Arquidiocesano - Documento de Aparecida –
Magisterio del Papa Francisco – Reflexiones y Propuestas Pastorales
de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe).
2.1 Lectura y explicación, si fuera necesario de las normas
jurídicas pastorales del I Sínodo, contenidas y actualizadas en
Iglesia Arquidiocesana en Marcha (IAM)
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2.2 Lectura o exposición de la Iluminación doctrinal de la segunda
parte del fascículo; podría ampliarse con ayuda de otras Fuentes,
si cree necesario.
Paso 3
Momento de discernimiento comunitario y propuestas
pastorales: por medio de un diálogo respetuoso, constructivo y
realista, asumiremos este momento como una magnífica oportunidad
de corresponsabilidad, en la ayuda que prestamos al Arzobispo, con
propuestas concretas y viables desde la realidad pastoral de la que
formamos parte. También será una buena oportunidad para poner
en practica tales propuestas en nuestras parroquias y comunidades,
frente a los retos pastorales que constantemente exigen de los fieles
una respuesta, haciéndolo con un espíritu de comunión con el párroco
y el consejo pastoral.
3.1 Responder a las preguntas que se plantean en la tercera parte
del fascículo. En este momento el secretario toma nota de lo más
importante de las opiniones del GS, especialmente en aquellas
cosas donde hay un consenso en el GS.
3.2 Se concluye el encuentro, orando o cantando a la Virgen María,
Madre de la Iglesia, por el II Sínodo Arquidiocesano.
Presentación de la síntesis de los aportes parroquiales de cada
fascículo
Una vez concluido el estudio del fascículo en los diversos grupos
sinodales, el Párroco y el equipo de apoyo, animación y redacción
deberá convocar una asamblea sinodal parroquial para informar a la
comunidad los resultados y aportes del discernimiento de los temas
correspondientes, antes de enviarlos al equipo sub zonal y éste, a su
vez, al equipo zonal y arquidiocesano.
El estudio y reflexión de los temas propuestos por el Arzobispo, por
medio de los fascículos que se irán publicando, según el cronograma
del camino sinodal, se realizará según cada realidad comunitaria de
los grupos sinodales. Por lo cual el tiempo a dedicar en cada sesión
del GS, se determinará en coordinación con los responsables de cada
realidad eclesial.
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Fascículo V
Parte I: CATEQUESIS SINODALES
PRIMER TEMA:
parroquia: una comunidad evangelizada y evangelizadora
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“sobre todo para indicar que hace falta reavivar en nosotros el
impulso de los orígenes, dejándonos impregnar por el ardor de
la predicación apostólica después de Pentecostés” (NMI 40). “El
amor vivificador de Dios que se nos ofrece en Cristo muerto y
resucitado, es lo primero que necesitamos anunciar y también
escuchar” (DA 348).
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del párroco. Sin obviar el carácter consultivo que tiene el Consejo
Pastoral, no se debe olvidar que es el instrumento privilegiado
para la realización de la corresponsabilidad en las tareas
evangelizadoras, celebrativas y en la vivencia y promoción de la
fraternidad.
10. Los miembros del CPAE tienen una función de ayuda, de apoyo, de
corresponsabilidad, en la administración los bienes parroquiales.
La búsqueda del bien común se realiza en el CPAE a través de
una comunión de pensamiento que integra los pareceres de los
miembros y de la cual emerge la solución idónea, y no a través del
cómputo numérico de votos. Además de estudiar el tema parroquia
en este fascículo, a lo largo de este año también haremos uso de
algunos instrumentos o recursos de las ciencias sociales para
conocer, valorar y discernir la situación de nuestras comunidades.
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segundo tema: LA UNIDAD DON Y TAREA DE TODOS
Debemos partir de las palabras del Maestro y Señor Jesús, que son
principio inspirador de la vida cristiana y por tanto de la vida de la
Iglesia:
- “Como el Padre me amó, así también los he amado yo:
permanezcan en mi amor” Jn 15,9
- “No ruego sólo por éstos, sino también por todos aquellos que
creerán en mí por su palabra. Que todos sean uno como tú, Padre,
estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros,
para que el mundo crea que tú me has enviado.” Jn 17,20-21
El Concilio Vaticano II, presenta a la Iglesia como misterio de comunión;
es decir, «como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión
íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» LG 1
El misterio de comunión de la Iglesia tiene su fuente en Dios mismo,
que se revela como una comunión interpersonal de amor y llama a la
salvación a todos los hombres. El plan de salvación de la humanidad
tiene su origen en el seno de la Trinidad y llega a su cumplimiento
gracias a la perfecta comunión entre las tres Personas divinas. Los
cristianos, unidos a Dios por el Bautismo, recibimos de Él la vida
divina y participamos del amor trinitario, a través de Jesucristo en
el Espíritu Santo. Esta participación crea la “Comunión” koinonía en
la Iglesia y la empuja a extenderla a toda la humanidad. Somos por
naturaleza en la fe hombre y mujeres apóstoles de unidad, fraternidad
es decir de comunión.
San Juan Pablo II nos enseñaba “La comunión de los cristianos con Jesús
tiene como modelo, fuente y meta la misma comunión del Hijo con el
Padre en el don del Espíritu Santo: los cristianos se unen al Padre al
unirse al Hijo en el vínculo amoroso del Espíritu … La comunión de los
cristianos entre sí, nace de su comunión con Cristo … esta comunión
fraterna es el reflejo maravilloso y la misteriosa participación en la
vida íntima de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Christi
Fideles Laici 18). El auténtico cristiano está llamado a cultivar esas
dos vertientes de comunión definidas por Jesús para sus seguidores y
que se convertirán en parámetros de vitalidad espiritual y fructuosa
vida discipular y misionera “para que el mundo crea”, ese amor, esa
unidad con su Señor y sus hermanos. Esta dinámica espiritual de
comunión con Jesús en la Iglesia podemos acrecentar con los medios
sacramentales y de piedad propios de los cristianos
Con razón nos recuerdan los Obispos de América Latina refiriéndose
a la Diócesis y a la parroquia:
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“La vida en comunidad es esencial a la vocación cristiana. El discipulado
y la misión siempre suponen la pertenencia a una comunidad. Dios no
quiso salvarnos aisladamente, sino formando un Pueblo. Este es un
aspecto que distingue la vivencia de la vocación cristiana de un simple
sentimiento religioso individual” (DA 164).
“Entre las comunidades eclesiales, en las que viven y se forman los
discípulos misioneros de Jesucristo, sobresalen las Parroquias. Ellas
son células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría
de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y la comunión
eclesial. Están llamadas a ser casas y escuelas de comunión” (DA 170)
Por eso cada uno de nosotros según el carisma y ministerio
recibido del Señor Jesús debemos cuidar y cultivar como gracia y
responsabilidad la unidad de la Iglesia, que se concretiza en nuestra
comunidad parroquial y diocesana o en otros niveles o espacios
de vida y crecimiento en la fe. Subrayamos el carisma y ministerio
porque esto nos indicará el grado de mayor o menor responsabilidad
en este delicado aspecto de nuestra vida eclesial. La comunión de
los diversos carismas y ministerios realiza la denominada comunión
orgánica donde la pluralidad y la complementariedad del ministerio
de los pastores y la riqueza carismática y de todos los fieles tejen un
variado y atractivo mosaico en la unidad eclesial para la efectividad
de la misión.
Por lo cual la unidad no es mera necesidad estratégica o una exigencia
burocrática de una institución; es un don y tarea, parte del misterio
esencial de la Iglesia, al que estamos llamados a enriquecer cada día
para asegurar la eficacia testimonial del apostolado. El II Sínodo
Arquidiocesano, es la oportunidad de poner en práctica un espíritu
sinodal o eclesiología de comunión, es decir, la vida comunitaria en
fraternidad y unidad. La razón de esto es que el discipulado cristiano
como se ha señalado se vive en comunidad con Jesús y los hermanos.
“Llamó a los que Él quiso…para que estuvieran con Él y para enviarlos
a predicar” (Mc. 3,13-14). En este sentido, sólo desde la sinodalidad
puede vivirse en las comunidades parroquiales y todo especio eclesial
la mística de una autentica unidad en la diversidad aprovechando
los múltiples dones y carismas presentes en ellas a imitación de la
primera comunidad de discípulos fundada por Jesús.
Por eso, en la Iglesia Católica “caminar juntos” implica movernos
voluntaria y alegremente desde la bondad de nuestros propios
intereses, carismas, ministerios y caminos de conversión y discipular,
para fortalecer y potencializar la unidad eclesial. “Un solo Señor, una
sola fe, un solo bautismo”. (Ef. 4,5) Es por eso que en la Iglesia Católica
existen tres criterios para mantener y cuidar esta unidad; estos
son: las verdades de fe (Credo), los sacramentos y obediencia al
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Papa y a los obispos en comunión con él, como nuestros legítimos
pastores.
Oportunidad magnífica la que tenemos de seguir tomando conciencia
y mejorando los espacios comunitarios de vivencia, celebración y
anuncio gozoso de la fe y vida nueva en Cristo. Entre esos espacios
donde viven y se forman los discípulos de Jesús está la Parroquia.
También podemos incluir: nuestra zona pastoral, las sub-zonas
pastorales, la arquidiócesis y organismos de servicio como la Curia,
los consejos o equipos pastorales y económicos, todas esas instancias
son instrumentos al servicio de una atmósfera que propicie en nuestra
Iglesia local, ser de verdad “casas y escuelas de comunión”. Estos
espacios comunitarios deberán ser objetos de análisis, revisando sus
bondades y limitaciones, aplicando si fuese necesario la propuesta de
Aparecida, “una conversión pastoral y misionera”.
Cuando observamos nuestra realidad eclesial, nos percatamos de la
urgencia de una renovación, antes este desafío tengamos presente dos
cosas:
- Una alerta: decía un artículo sobre Aparecida y su propuesta de
conversión pastoral, si la renovación de la Iglesia dependiera
de las palabras, hace rato hubiera ocurrido, evitemos divagar
en discursos o teorías, pasemos a los hechos, al testimonio y
ejemplo de comunión.
- Una propuesta, la fórmula de las tres “C”: conversión
(experiencia personal con Cristo) – convicción (estudio –
reflexión, solo lo que se conoce se aprecia)– compromiso
(acción – en palabras de nuestro Arzobispo “poner nuestro
granito de trigo”).
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TERCER TEMA: La Curia Diocesana, al servicio de la unidad
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parroquias y movimientos eclesiales, de manera que la variedad de
carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un
mismo proyecto misionero (cf. Doc. Aparecida # 169).
¿Para qué una Curia Diocesana?
Para favorecer una organización eficaz que coopere estrechamente
con el Obispo; como una “unidad” de ser y actuar en una Iglesia de
comunión para la misión. La Curia Diocesana, tiene la importante
tarea de ser garantía de unidad y continuidad en la diócesis, llamada a
ser una comunidad misionera al servicio del Pueblo de Dios; a través
de organismos, funciones, consejos y comisiones de pastoral; que
hacen patente la comunión en favor de la misión de la Iglesia.
¿Cómo está organizada la Curia Diocesana?
El Concilio Vaticano II recomienda que la Curia Diocesana colabore en
administración de la diócesis, la cual debe responder al ejercicio de las
obras de apostolado (cf. Christus Dominus #27).
El código de derecho canónico, en el canon 470 nos enseña que:
corresponde al Obispo diocesano nombrar a quienes han de
desempeñar oficios en la curia diocesana.
Además de sacerdotes y religiosos, pueden participar laicos, según lo
establece el derecho canónico, por su misma condición de miembros
del Pueblo de Dios, a cuyo servicio en definitiva está orientado el
trabajo curial; pueden ser miembros del consejo de pastoral, como
laicos de las diferentes zonas pastorales de la Arquidiócesis; así
como los laicos que forman parte del equipo de trabajo en el Tribunal
Eclesiástico.
La Curia Diocesana es el motor que mueve el engranaje vital de la
pastoral en la comunidad diocesana; y el buen andar de ésta, depende
del buen funcionamiento de sus diferentes miembros y consejos. De
ahí la importancia de la reflexión sobre este tema en el desarrollo
de nuestro II Sínodo Arquidiocesano, especialmente en este tiempo
en que el tema de la sinodalidad toma un especial auge en nuestra
reflexión; pues mediante los organismos y personas que trabajan en la
Curia se canaliza y se vive la sinodalidad, es decir, el “caminar juntos”
en comunión afectiva y efectiva con el pastor y guía de la comunidad
diocesana.
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ORGANIGRAMA CURIA ARZOBISPAL
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ALGUNAS DISPOSICIONES
257 Una de las prioridades fundamentales en las parroquias es la
Liturgia, como máxima expresión del culto divino y fuente de
espiritualidad.
258 Otra de las prioridades fundamentales es la elaboración de
parte del Párroco con su consejo parroquial y otros feligreses
idóneos, de un programa pastoral Parroquial para un tiempo
prudencial tomando en cuenta la realidad y necesidades
parroquiales, la pluralidad eclesial y en concordancia con
el plan pastoral arquidiocesano, lo que le permita llevar a la
práctica su misión de pastor propio en unión con el Obispo, el
presbiterio y sus fieles.
259 Este plan pastoral parroquial debe responder a los acuciantes
retos pastorales de la actualidad: defensa de la vida, promoción
de los derechos humanos inspirados en la Doctrina Social
de la Iglesia, cuidado y respeto de la ecología, atención a los
problemas de drogas, prostitución y alcoholismo. Para ello
se debe establecer relación con las comisiones pastorales
existentes en la Arquidiócesis.
261 Debe apoyarse y crearse en su oportunidad centros de atención
a niños, jóvenes y adultos que padecen traumas o problemáticas
especiales producto de la realidad socioeconómica, con la
colaboración de especialistas uniendo esfuerzo con otras
parroquias o por medio de instituciones.
262 Debe formarse y promoverse agentes de pastoral para una
mejor atención en todo el territorio parroquial, especialmente
en los extensos, mostrando la cercanía del pastor.
263 La parroquia ha de dar una debida catequesis para la
celebración de los sacramentos, particularmente el de la
Reconciliación y el de la Eucaristía.
264 Es necesario tener en cuenta que la forma más apropiada
para canalizar los diezmos es la parroquia, con las siguientes
finalidades: el sostenimiento del culto, la evangelización, la
caridad y el sustento de los ministros (Cfr. C 222 CIC’83).
266 Fórmese en cada parroquia el Consejo o Equipo Económico
con fieles expertos en este campo para ayudar al Párroco en la
administración parroquial y promover la auto sostenibilidad
de la Parroquia en la misión evangelizadora. (CC. 537 del
CIC’83)
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267 Fórmese en cada parroquia el Consejo de Pastoral según el
espíritu del canon 536 del Código de Derecho Canónico, para
ayudar al mejor desarrollo y coordinación del plan pastoral;
siendo representativo de la realidad pastoral de la parroquia.
“Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos
miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad,
no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un
solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un
cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un
solo Espíritu”. (1Cor 12,12-13)
Algunas Disposiciones
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La Curia Diocesana
DISPOSICIONES
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254 Los Vicarios Foráneos y Representantes de Zona han de
mantener una estrecha comunicación entre las parroquias y de
éstas con los diversos organismos de la Curia Arquidiocesana.
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b. Propone 3 acciones más urgentes que se puedan
implementar para que nuestras celebraciones litúrgicas
sean participativas, conscientes y fructuosas.
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TEMA: LA UNIDAD DE LA IGLESIA
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TEMA: CURIA DIOCESANA
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NOTAS:
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