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Recursos para El Artículo de La Familia

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Recursos para el artículo de la familia

Cuando nos paramos a pensar en el significado de familia, nos vienen a la mente nuestros seres queridos,
nuestros amigos, conocidos y la comunidad de la Iglesia. La familia como tal es un bien personal, pero también
un bien social. Se trata de un bien de todos y para todos, buscando el bien común.

La Doctrina Social de la Iglesia define el bien personal de la familia como comunidad de amor, santuario de la
vida y ambiente de humanidad. El ser humano está llamado al amor y el ámbito familiar es el lugar ideal e
idóneo para poder encontrarlo, dando con los frutos necesarios. Es la esfera donde surge la vida humana. Por
lo tanto, da lugar también al desarrollo, la educación y contribuye a alcanzar los valores más altos como
persona. Desde la Fe también podemos encontrar el vínculo familiar y de comunidad.
También debemos de tener en cuenta que, la Doctrina Social de la Iglesia define a la familia como un bien
social. Nos viene a decir que la Sociedad no es una masa uniforme de individuos sino una realidad
estructurada de familias compuesta por individuos. Por medio de la familia se integran en la Sociedad. Nos
necesitamos los unos a los otros.
El Papa Francisco asegura que“Todo el amor que Dios tiene en sí, toda la belleza que Dios tiene en sí, toda la
verdad que Dios tiene en sí, la entrega a la familia. Una familia es verdaderamente familia cuando es capaz de
abrir los brazos y recibir todo ese amor”. “Dios mandó a su Hijo al mundo en una familia. Dios entró al mundo
por una familia y pudo hacerlo porque esa familia era una familia que tenía el corazón abierto al amor”.
Como familia que somos, debemos que buscar el bien común, el bien de todos. Velar por los más
desfavorecidos y tenderles los puentes necesarios para poder alcanzar unas condiciones dignas de vida. En la
unión familiar se encuentra la estabilidad en todos los niveles. Jesucristo nos acompaña en el camino y espera
de la sociedad que el bien sea compartido, que el bien sea común en el seno de todas las familias.

La familia está llamada a compartir la oración cotidiana, la lectura de la palabra de Dios y la comunión
eucarística para hacer crecer el amor y coinvertirse cada vez más en templo donde habita el espíritu
Diagnóstico de la realidad
Cultura de lo provisorio. «Las consultas previas a los dos últimos sínodos sacaron a la luz diversos síntomas de
la "cultura de lo provisorio". Me refiero, por ejemplo, a la velocidad con la que las personas pasan de una
relación afectiva a otra. Creen que el amor, como en las redes sociales, se puede conectar o desconectar a
gusto del consumidor e incluso bloquear rápidamente. Se traslada a las relaciones afectivas lo que sucede con
los objetos y el medio ambiente: todo es descartable, cada uno usa y tira, gasta y rompe, aprovecha y estruja
mientras sirva. Después, ¡adiós!».
Evitar la obsesión por el placer. «En el matrimonio conviene cuidar la alegría del amor. Cuando la búsqueda
del placer es obsesiva, nos encierra en una sola cosa y nos incapacita para encontrar otro tipo de
satisfacciones. Las alegrías más intensas de la vida brotan cuando se puede provocar la felicidad de los demás,
en un anticipo del cielo».
El erotismo es «un don de Dios». «Entonces, de ninguna manera podemos entender la dimensión erótica del
amor como un mal permitido o como un peso a tolerar por el bien de la familia, sino como don de Dios que
embellece el encuentro de los esposos».
La alegría de la maternidad. «A cada mujer embarazada quiero pedirle con afecto: Cuida tu alegría, que nada
te quite el gozo interior de la maternidad. Ese niño merece tu alegría. No permitas que los miedos, las
preocupaciones, los comentarios ajenos o los problemas apaguen esa felicidad de ser instrumento de Dios
para traer una nueva vida al mundo».
La familia «ampliada». «El pequeño núcleo familiar no debería aislarse de la familia ampliada, donde están los
padres, los tíos, los primos, e incluso los vecinos. El individualismo de estos tiempos a veces lleva a encerrarse
en un pequeño nido de seguridad y a sentir a los otros como un peligro molesto (...) Esta familia grande
debería integrar con mucho amor a las madres adolescentes, a los niños sin padres, a las mujeres solas que
deben llevar adelante la educación de sus hijos, a las personas con alguna discapacidad que requieren mucho
afecto y cercanía, a los jóvenes que luchan contra una adicción, a los solteros, separados o viudos que sufren
la soledad, a los ancianos y enfermos que no reciben el apoyo de sus hijos, y en su seno tienen cabida "incluso
los más desastrosos en las conductas de su vida"».
Formación de sacerdotes y seminaristas
Sacerdotes con poca formación. «En las respuestas a las consultas enviadas a todo el mundo, se ha destacado
que a los ministros ordenados les suele faltar formación adecuada para tratar los complejos problemas
actuales de las familias. En este sentido, también puede ser útil la experiencia de la larga tradición oriental de
los sacerdotes casados».

Equilibrio psicoafectivo de los seminaristas. «Los seminaristas deberían acceder a una formación
interdisciplinaria más amplia sobre noviazgo y matrimonio, y no sólo en cuanto a la doctrina. Además, la
formación no siempre les permite desplegar su mundo psicoafectivo. Algunos llevan sobre sus vidas la
experiencia de su propia familia herida, con ausencia de padres y con inestabilidad emocional. Habrá que
garantizar durante la formación una maduración para que los futuros ministros posean el equilibrio psíquico
que su tarea les exige (...) En ese sentido, es saludable la combinación de algún tiempo de vida en el seminario
con otro de vida en parroquias, que permita tomar mayor contacto con la realidad concreta de las familias. En
efecto, a lo largo de su vida pastoral el sacerdote se encuentra sobre todo con familias».
Más formación para los novios. «Conviene encontrar además las maneras, a través de las familias misioneras,
de las propias familias de los novios y de diversos recursos pastorales, de ofrecer una preparación remota que
haga madurar el amor que se tienen, con un acompañamiento cercano y testimonial. Suelen ser muy útiles los
grupos de novios y las ofertas de charlas opcionales sobre una variedad de temas que interesan realmente a
los jóvenes. No obstante, son indispensables algunos momentos personalizados, porque el principal objetivo
es ayudar a cada uno para que aprenda a amar a esta persona concreta con la que pretende compartir toda la
vida. Aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa ni puede ser el objetivo de un breve curso previo
a la celebración del matrimonio».
Expectativas demasiado altas sobre el matrimonio. «Una de las causas que llevan a rupturas matrimoniales es
tener expectativas demasiado altas sobre la vida conyugal. Cuando se descubre la realidad, más limitada y
desafiante que lo que se había soñado, la solución no es pensar rápida e irresponsablemente en la separación,
sino asumir el matrimonio como un camino de maduración, donde cada uno de los cónyuges es un
instrumento de Dios para hacer crecer al otro».
La crisis de los matrimonios. «Hay crisis comunes que suelen ocurrir en todos los matrimonios, como la crisis
de los comienzos, cuando hay que aprender a compatibilizar las diferencias y desprenderse de los padres; o la
crisis de la llegada del hijo, con sus nuevos desafíos emocionales; la crisis de la crianza, que cambia los hábitos
del matrimonio; la crisis de la adolescencia del hijo, que exige muchas energías, desestabiliza a los padres y a
veces los enfrenta entre sí; la crisis del "nido vacío", que obliga a la pareja a mirarse nuevamente a sí misma; la
crisis que se origina en la vejez de los padres de los cónyuges, que reclaman más presencia, cuidados y
decisiones difíciles».
Evitar la pastoral de los fracasos. «(...) Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultarla luz
del ideal más pleno ni proponer menos que lo que Jesús ofrece al ser humano. Hoy, más importante que una
pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas. (…)
Invito a los fieles que están viviendo situaciones complejas, a que se acerquen con confianza a conversar con
sus pastores o con laicos que viven entregados al Señor».
PREGUNTAS FRECUENTES SOBRE LA NULIDAD MATRIMONIAL

1. ¿Qué es una declaración de nulidad matrimonial?


La nulidad matrimonial es la declaración pública, dictada por los tribunales eclesiásticos tras un proceso
judicial, mediante la cual se declara que un matrimonio concreto nunca llegó a surgir por ausencia de algún
requisito o elemento esencial necesario para su validez. La declaración de nulidad no anula un matrimonio
válido, sino que reconoce que tal matrimonio nunca fue contraído válidamente. Es necesario, en
consecuencia, distinguir claramente la nulidad matrimonial del divorcio. El divorcio disuelve el vínculo
matrimonial mientras que la declaración de nulidad declara que nunca existió realmente tal vínculo.
2. ¿Cuáles son las causales que determinan la eventual nulidad de un matrimonio?
El Código de Derecho Canónico recoge los tres elementos que determinan la nulidad o validez de un
matrimonio: la existencia de impedimentos, de vicios del consentimiento y de defectos de forma. De manera
resumida, podemos decir lo siguiente:
- Los impedimentos pueden definirse como prohibiciones legales para contraer matrimonio
válidamente. Se trata de circunstancias objetivas de los contrayentes que pueden tener su origen en el
derecho natural o en una norma canónica.
- Los vicios del consentimiento son defectos graves que afectan la validez del vínculo matrimonial.
Pueden radicar en el ámbito del entendimiento (ignorancia y error) o en el de la voluntad (simulación del
consentimiento matrimonial y matrimonio contraído bajo condición por violencia o miedo). En efecto, una
pareja no es apta ni idónea para generar una verdadera comunidad de vida y amor conyugal si: uno o ambos
contrayentes excluyen –por un acto positivo de la voluntad– la fecundidad, fidelidad e indisolubilidad del
vínculo; son incapaces para discernir libremente o asumir las obligaciones del vínculo matrimonial por causas
de naturaleza psíquica; ignoran el significado esencial del matrimonio; yerran sobre la persona del otro
cónyuge o sobre una cualidad entendida directa y principalmente; están engañados por dolo; se casan
impulsados por la convicción errada de que el matrimonio no sea un vínculo exclusivo, indisoluble y dotado de
dignidad sacramental; someten su propio consentimiento matrimonial a una condición o si está inducido por
violencia o temor grave.
- Los defectos de forma son los que se refieren a la manifestación externa del consentimiento y a los
requisitos de forma o solemnidades jurídicas que la ley canónica exige para su validez.
3. ¿Cuáles son las causales más comunes de nulidad matrimonial?
Entra las causales más comunes se encuentran: la ausencia de la madurez requerida, incapacidad para ser
buenos esposos o esposas, padres o madres, presencia de trastornos psíquicos, no querer casarse para
siempre, no querer tener hijos y casarse obligado por fuertes presiones. Existen también algunas
circunstancias sintomáticas que se toman en consideración: presencia de adicciones (alcoholismo,
drogadicción, ludopatía, etc.), grave irresponsabilidad, alteraciones psicológicas graves, violencia y malos
tratos, embarazos en el noviazgo, abortos, conductas anticonceptivas, infidelidad, etc.
4. ¿Quién puede solicitar la nulidad de un matrimonio?
La nulidad matrimonial puede pedirse siempre que uno o ambos contrayentes tengan dudas razonables sobre
la validez de su matrimonio. No es necesario que ambos estén de acuerdo. Lo más recomendable es dirigirse a
su párroco para recibir de él la debida asesoría y acompañamiento.
5. ¿Se necesita de un abogado para tramitar la causa?
No, no es necesario contratar con un abogado para adelantar su proceso de nulidad. La Arquidiócesis de
Bogotá brinda asesoría jurídica gratuita a lo largo del proceso. No obstante, si usted prefiere contar con los
servicios de un abogado puede elegirlo de entre los abogados inscritos ante el Tribunal Eclesiástico de Bogotá.
Como es evidente, los costos del abogado corren por cuenta de la persona que solicita sus servicios. La
actividad profesional de los abogados y sus honorarios están reglamentados en el Decreto N. 945 del 11 de
febrero de 2011.
6. ¿Es necesario haber realizado la cesación de efectos civiles del matrimonio y la liquidación de bienes antes
de presentar la solicitud de nulidad?
La praxis vigente en el Tribunal Eclesiástico de Bogotá pide, en la mayoría de los casos, que se hayan realizado
dichos trámites antes de la presentación de la solicitud de nulidad, de manera que los derechos de todas las
personas involucradas en el proceso de nulidad estén previamente salvaguardados en el ámbito civil. El
Tribunal Eclesiástico no es el espacio apropiado para dirimir materias ajenas al bien espiritual de las personas.
7. ¿A qué tribunal se debe presentar la solicitud?
A partir de la reforma del Papa Francisco, la competencia de los Tribunales es más amplia. Actualmente, la
solicitud de nulidad puede ser dirigida:
a) Al Tribunal de la Diócesis donde se celebró el matrimonio,
b) Al Tribunal del lugar donde reside quien presenta la demanda o su expareja,
c) Al Tribunal donde sea posible recabar con mayor facilidad las pruebas.
En todo caso, si el Tribunal de Bogotá no fuera competente para tramitar su causa, con gusto le ayudaremos a
determinar el Tribunal competente para ello.
8. ¿Qué se debe hacer para presentar la solicitud de nulidad?
Para facilitar el proceso, en la Arquidiócesis de Bogotá hemos establecido tres pasos fundamentales:
1° PASO- Consulte al párroco y responda el cuestionario que él le entregará, éste le será útil para realizar un
primer discernimiento sobre las eventuales causas de nulidad de su matrimonio.
2° PASO- Una vez que haya hablado con su párroco, solicite una cita en la Vicaría Episcopal correspondiente o
en el Tribunal Eclesiástico para que allí se le ayude a redactar su solicitud de nulidad. No olvide llevar los
documentos necesarios para iniciar el trámite (cfr. n. 9).
3° PASO- Presente la solicitud de nulidad ante el Vicario Judicial de la Arquidiócesis de Bogotá o su delegado.
Solicite previamente una cita.
9. ¿Cuáles son los documentos que deben acompañar la solicitud de nulidad?
La solicitud debe ir acompañada de los siguientes documentos:
-Partida original de matrimonio (máximo con tres meses de expedida).
-Registro civil de matrimonio con nota de liquidación de la sociedad conyugal y cesación de efectos civiles.
-Partida original de bautismo del varón contrayente con nota marginal de matrimonio (máximo con tres
meses de expedida).
-Partida original de bautismo de la mujer contrayente con nota marginal de matrimonio (máximo con tres
meses de expedida).
-Partidas originales de bautismo de los hijos o registros civiles de nacimiento.
-Otros documentos que podría ser útiles durante el proceso.
10.¿Cómo se desarrolla el proceso de nulidad?
Aunque sería necesario entrar en muchos detalles y precisiones, el proceso de nulidad matrimonial tiene
fundamentalmente 3 fases:
FASE INTRODUCTORIA. Cuando el Tribunal Eclesiástico recibe la demanda y constata que está suficientemente
fundamentada la admite oficialmente y cita a su expareja para que, si lo desea, manifieste su parecer y
participe en el proceso.
FASE INSTRUCTIVA O DE RECOLECCIÓN DE PRUEBAS. A partir de la información preliminar recogida y
atendiendo a las causales establecidas por el Derecho canónico, el Tribunal determina, mediante decreto, cuál
será el motivo o los motivos (causales) sobre los cuales versará el proceso de nulidad matrimonial (fijación de
la duda). En ese mismo decreto, el Tribunal ordena que se inicie la recolección de pruebas (declaraciones de
las partes, de los testigos, etc.). La fase de instrucción se cierra con la publicación de los actos procesales para
que las partes puedan examinarlas y, si lo consideran conveniente, aporten ulteriores pruebas.

FASE CONCLUSIVA. Una vez terminado el plazo para presentar nuevas pruebas, el Tribunal –si considera que
se han reunido el material probatorio suficiente- decreta la conclusión de la causa. De lo contrario, ordena la
realización de alguna prueba complementaria (ej: pericia sicológica o siquiátrica). Al momento de la
conclusión, las partes pueden presentar nuevamente sus argumentos si así lo desean. En este momento debe
pronunciarse el Defensor del Vínculo. Recibido el parecer del Defensor la causa queda lista para el estudio
colegiado de los jueces. Pronunciada la sentencia, se inician los trámites de notificación y ejecutoria de la
misma.
11. ¿Por qué se necesitan testigos?
Por lo general, el Derecho Canónico exige testigos que ayuden a los jueces a corroborar la información
suministrada por las partes y a comprender mejor la situación de su relación matrimonial. También su
expareja, si lo desea, podrá presentar testigos. Es conveniente informar con cierta anticipación a los testigos
por usted seleccionados y asegurarse de su cooperación. Recuerde que deberán ser tres (3) personas que
conozcan de manera directa y suficientemente los hechos por usted narrados en su solicitud, especialmente la
etapa previa al matrimonio (noviazgo y decisión de casarse). Pueden ser familiares y amigos.
12. ¿Qué otras pruebas se requieren?
En ocasiones, antes o durante el matrimonio, han sido consultados médicos, psiquiatras, psicólogos,
sacerdotes, etc. tratando de buscar ayuda o asistencia para una persona o pareja. Para el Tribunal sería muy
útil contar con el parecer de estas personas. En algunos procesos, para completar el material probatorio, se
solicita la realización de una pericia sicológica o psiquiátrica.
13. ¿Quién tiene acceso a la información del proceso?
Los documentos del proceso son estrictamente confidenciales. No pueden hacerse fotografías o divulgarse por
ningún medio. Nadie tiene acceso a esta información excepto los miembros del Tribunal especialmente
designados para el estudio de su caso. Todos ellos están obligados, por juramento, a mantener el secreto
profesional. Su expareja, si decide participar en el proceso, tiene también derecho a conocer las actas del
proceso, pero deberá comprometerse también a mantener la confidencialidad absoluta.
14. ¿La expareja debe estar de acuerdo con adelantar el proceso de nulidad?
No, no necesariamente. Una vez que el Tribunal haya recibido oficialmente su petición, le informará por
escrito a su expareja y le brindará la oportunidad de presentar su opinión sobre los hechos y, si lo cree
oportuno, sus propios testigos. Ahora bien, si la expareja no responde a la solicitud del Tribunal o manifiesta
no estar interesado en el proceso, se le declarará ausente y el proceso proseguirá sin su participación. La
experiencia del Tribunal indica que, en la mayoría de los casos, la expareja se brinda a colaborar. Por ello, es
importante que el Tribunal posea información exacta y verificada para poder contactar a su expareja.
15. ¿Cuánto dura el proceso de nulidad matrimonial?

El Tribunal de Bogotá está profundamente comprometido en tratar con rigor jurídico y celeridad sus procesos.
La duración promedio es de 10 meses, aunque dicho tiempo puede variar –disminuir o aumentar- en razón de
la complejidad de cada proceso. Por ello, no haga planes para contraer matrimonio nuevamente hasta que el
proceso de nulidad no haya culminado completamente.
16. ¿La nulidad es un proceso costoso?
El funcionamiento del Tribunal Eclesiástico cuesta a la Arquidiócesis de Bogotá cerca de 1000 millones de
pesos cada año. Las costas judiciales se fijarán por Decreto en audiencia de presentación de la causa de
nulidad matrimonial con la parte actora. Actualmente, nuestro tribunal tramita muchas causas mediante
patrocinio total o parcial de los costos. Tal como quiere el Papa Francisco, nuestra voluntad es que, por ningún
motivo, el dinero pueda ser un obstáculo que impida realizar el trámite de nulidad. Nadie se queda sin
atención por ausencia o escasez de recursos económicos. Para mayor claridad y trasparencia, las
contribuciones solidarias de los fieles fueron reguladas en el Decreto N. 1102 del 15 de mayo 2017.
17. ¿Qué pasa con los hijos que se tuvieron durante el matrimonio?
Los hijos de un matrimonio declarado nulo no son “anulados”. Sus derechos y obligaciones permanecen
inalterados. Sobre ellos se mantiene íntegra la obligación grave de los padres de cuidarlos y educarlos
integralmente.

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