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Amar A Dios

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Amar a Dios.

Introducción
El amor nos inspira a velar por el bienestar de otros, nos ennoblece como
personas, especialmente Dios, el Creador y Soberano del universo, puede ser
nuestro refugio. Él es mucho más poderoso que cualquier persona o cosa que
nos amenace. Y aunque se nos lastime. Su amor es perfecto y colocó una
chispa de su divinidad, una bella alma, dotada con la sublime capacidad de
amor ¿Pero en qué significa el amor a Dios?
El amar a Dios no es un concepto abstracto o filosófico, sino una realidad
“tangible” Son por la experiencias en nuestras vidas que hemos captados a
través de los cinco sentidos, todas la emociones que llega a sentir son regalos
de Dios.

El amar a Dios es el mandamiento más importante que debemos hacerlo con


todo el corazón, sin embargo ¿Qué significado tendría eso? Por desgracia en la
época donde vivimos aquella razón simplemente es un sentimiento. Se
confunde el “me cae bien”, pero esto mismo no necesariamente esto es un
amor en términos bíblicos, porque está relacionado con la conexión con hacer y
precisamente en el amar a Dios con lo realizar su voluntad, sus mandamientos.
Jesús puso esto muy en claro cuando dijo:

Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”


Para amar a Dios ¿bastaría con sentir afecto a él? Según la Biblia muestra que
amar a Dios va más allá de ese sentimiento. De hecho, aunque es importante
el sentimiento, es más bien es tan sólo el comienzo del verdadero significado
de ese planteamiento, para dar mejor entender si dará una comparación: si
usted quisiera una manzana, ¿se conformaría con que le dieran una semilla de
esa fruta? Claro que no. Es cierto que la semilla es esencial para que crezca
una manzana, pero lo que usted quiere es el fruto. Lo mismo ocurre con el
afecto que sentimos por Dios al igual que la semilla, tiene que desarrollarse y
dar fruto. La Biblia enseña: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que
observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son
gravosos”, es decir, no son una carga (1 Juan 5:3). Así, el verdadero amor a
Dios debe producir buenos frutos, debe expresarse con hechos (Mateo 7:16-
20)
¿Cómo podemos demostrar que amamos a Dios y a su vez el agradecer por
todo lo que ha realizado por nosotros?
Esto se demuestra cuando se obedece sus mandamientos y al mismo tiempo lo
ponemos en práctica los principios que nos han enseñado nuestros padres.
Esto no es tan difícil, pues las leyes Dios en si no son una carga, es al contrario
están cada una de ellas pensadas para podamos vivir de forma tranquila y feliz
(Isaías 48:17, 18). Cuando dejamos que Dios nos guíe, demostramos que
agradecemos mucho todo lo que él ha hecho por nosotros. Es una pena que
tan poca gente tenga esa actitud. Nosotros no queremos ser desagradecidos,
como algunas personas del tiempo de Jesús. En cierta ocasión, Cristo curó a
diez leprosos, pero solo uno fue a darle las gracias (Lucas 17:12-17).
Amar a Dios y guardar Sus mandamientos: la Palabra de Dios, los cuales son
cosas inseparables una de la otra. Jesús lo puso absolutamente claro. ¡El que
lo ama guarda la Palabra de Dios y aquel que no guarda la Palabra de Dios no
le ama! Entonces amar a Dios, el principal mandamiento, no significa que
siento bonito sentado en la banca de la iglesia el domingo en la mañana. Más
bien lo que significa es que trato de hacer lo que complace a Dios, lo que hace
feliz a Dios. Y eso es una cuestión diaria.
1 Juan 5:2-3 “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando
amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios,
que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.”
1 Juan 3:22-23 “y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque
guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables
delante de él. Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su
Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que
guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto
sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.”
Hay varias falacias corriendo por el cristianismo de hoy. Una muy seria es la
falsa idea de que a Dios no le importa si hacemos o no Sus mandamientos, Su
voluntad. De acuerdo a esta falacia, todo lo que a Dios le importa es ese único
momento cuando comenzamos en la “fe”. “Fe” y “amar a Dios” han sido
separados de cuestiones prácticas y son consideradas ciertas nociones de tipo
teórico, estados mentales, los cuales existen separadamente de lo que uno
vive. ¡Pero la fe significa ser fiel! Y el fiel cuida de complacer a aquel al cual le
es fiel, esto es, se ocupa de hacer Su voluntad, Sus mandamientos.
1 Juan 4:19-21 “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si
alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el
que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien
no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios,
ame también a su hermano.”
Otra área de confusión, cuando se trata de hacer la voluntad de Dios, es la idea
de que deberíamos hacer la voluntad de Dios solo si sentimos hacerla. Pero si
no lo sentimos entonces estamos disculpados porque, supuestamente, Dios no
querría que hiciéramos algo que no sentimos hacer. Pero dime algo: ¿vas a
trabajar porque lo sientes? ¿Te levantas en la mañana pensando en cómo te
sientes para ir a trabajar y dependiendo de si lo sientes o no te paras de la
cama o te volteas y te tapas con la colcha? ¿Así es cómo lo haces? No lo creo.
Haces tu trabajo independientemente de cómo te sientas al respecto. Pero
cuando se trata de hacer la voluntad de Dios le hemos dado mucho lugar a los
sentimientos. Por supuesto que Dios quiere que hagamos Su voluntad y que
sintamos hacerla, pero aun si no lo sentimos, es mucho mejor hacerla
comoquiera. Un ejemplo de lo que el Señor nos dijo: “Y si tu ojo te es ocasión
de caer, sácalo y échalo de ti...” (Mateo 18:9). No dijo: “Y si tu ojo te es ocasión
de caer y sientes sacarlo entonces hazlo. Pero si no sientes sacarlo entonces
estás disculpado -puesto que no sientes hacerlo, lo puedes dejar ahí
produciendo que sigas pecando”. ¡El ojo podrido debe de ser sacado, aunque
lo sintamos o no, hazlo como quiera, en vez de desobedecerle a Él!

Conclusión

Amar a Dios con todo nuestro corazón es el mandamiento más importante.


Pero el amarlo no es un estado de la mente, donde “sentimos bonito” respecto
a este.
El amor hacia a Dios es lo mismo que hacer lo que quiere este. No hay tal cosa
de amar a Dios mientras que al mismo tiempo le desobedezcamos. No existe
eso de tener fe y serle infiel. La fe no es un estado mental. La fe en él y su
Palabra es serle fiel y así mismo a su palabra. No creamos la falacia que se
trata de separar una cosa de la otra. También el amor de Dios y su favor vuelve
a aquellos que le aman, esto es, a aquellos que cumplen con sus
mandamientos, su voluntad, aunque este último no lo sentimos porque
supuestamente es nuestro trabajo.

Integrantes:
Betsabeth Tomalá Correa
Madeleinne Zambrano Valera

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