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Robert Waldinger Entrevista EL PAIS

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Robert Waldinger, psiquiatra: “La felicidad depende de lo que nos falta”

El experto es el cuarto director de un estudio de Harvard, que dura ya 85 años, sobre qué da sen�do a la vida, y autor
del libro ‘Una buena vida’

14 ABR 2023

En casa de Robert Waldinger (Omaha, EE UU, 72 años) no parece haber cuchillos de palo. Como director de uno de los
estudios más prolongados jamás realizados sobre qué da sen�do, felicidad y salud a nuestras vidas, sabe aplicarse “su
propia medicina” y lo demuestra con afabilidad. Ha venido a España para promocionar Una buena vida (Planeta), obra
coescrita con Marc Schulz, director asociado de The Harvard Study of Adult Development [El Estudio de Harvard sobre
el Desarrollo de los Adultos], en la que desentrañan las claves de una inves�gación que dura ya 85 años y de muchas
otras que orientan a lo que ni ellos mismos esperaban. No es el dinero, el éxito profesional o los viajes a paraísos
tropicales. Son las relaciones con los demás lo que determina que estemos más o menos sa�sfechos con nuestra vida
y, en buena medida, lo que esta dure.

Sus predecesores par�eron en 1939 de dos inves�gaciones independientes: una en 268 estudiantes de Harvard —
entre ellos, un tal John F. Kennedy— y otra en 456 adolescentes de barrios marginales de Boston. Todos varones, todos
blancos. Los han visto crecer, morir y, con el �empo, han incluido a sus parejas y su descendencia. A todos les realizan
cues�onarios y visitas periódicas que escarban en sus avatares, sus miedos más profundos, sus alegrías, sus relaciones,
así como análisis diversos o resonancias cerebrales.

Como los inves�gadores envejecen tanto como los sujetos de estudio, Waldinger es ya su cuarto director. Vive en
Boston con su mujer, con la que lleva casado 37 años. Aunque ya conocía Madrid porque uno de sus dos hijos dio clases
de inglés en Valdemoro, ha aprovechado para visitar el Prado y pasear por el Re�ro. Es maestro zen y quiso ser actor,
pero la psiquiatría le daba menos disgustos. La entrevista, organizada por la editorial, �ene lugar en un céntrico hotel
de la capital. Acostumbrado a charlar sobre su trabajo (su TED Talk va para 45 millones de visualizaciones), es jovial y
concreto. Solo toma una larga pausa para responder a la úl�ma pregunta.

Pregunta. Siguen a toda la gente que participa en el estudio durante décadas, saben lo que votan, tienen su ADN, ven
su cerebro… Parece un Gran Hermano en profundidad.

Respuesta. Muy en profundidad. La mayoría de las inves�gaciones son instantáneas, solo se mira un punto en el
�empo. De hecho, el 97% de la inves�gación sobre la vida humana se hace estudiando algo puntual. La inves�gación
longitudinal es una tarea mucho más profunda y complicada. La mayoría de los estudios longitudinales se de�enen
antes de los 10 años porque se acaba la financiación, los directores se cansan… El hecho de que esto haya durado 85
años es inaudito.

P. Imagino que es complejo tener tantas variables para analizar.

R. Absolutamente. Una cosa que no debemos hacer es lo que llamamos en inglés una expedición de pesca, estrujar un
montón de números para ver si se pueden encontrar resultados estadís�camente significa�vos. Y entonces dices, ¡oh,
esto es significa�vo! Debemos tomar precauciones para asegurar que nuestros resultados no son fruto de la casualidad.

P. ¿Qué se siente al abrir el dosier de una persona y encontrar en un puñado de hojas toda su vida?

R. Sientes que la vida pasa muy rápido, puedes recorrer una vida del principio al final en cinco minutos. Pero también
te llena de humildad. Es un gran privilegio ver así cómo se desarrolla una vida, es lo que me atrajo de esta inves�gación.
Mi predecesor, George Vaillant, era el tercer director y me preguntó si quería hacerme cargo del estudio. Yo no estaba
seguro porque es muy complicado, pero me dijo “ven a la oficina y lee dos historias vitales”. Cuando lo hice tuve claro
que quería dedicarme a ello.

P. ¿Qué es para usted la felicidad?

R. Para mí es par�cipar en ac�vidades llenas de significado y estar conectado con personas que me importan y que se
preocupan por mí.

P. ¿Varía la percepción sobre qué es la felicidad entre diferentes personas?


R. Lo que llamamos felicidad depende de qué necesitemos. Si vienes de un entorno muy inestable, quizá para � la
felicidad sea la estabilidad. Si vienes de uno muy aburrido, quizá sea la emoción. En parte depende de lo que nos falta.
Pero la inves�gación sugiere que la felicidad se enmarca en dos grandes categorías. Una es hedónica: ¿me lo estoy
pasando bien ahora mismo?, ¿estoy disfrutando este café? La otra es el bienestar eudemónico, que proviene de
Aristóteles y �ene que ver con la sensación de que la vida �ene sen�do, de que merece la pena.

P. ¿Hay diferencias entre cómo sienten su felicidad los hombres y las mujeres o las personas de distintas edades?

R. No creo que en las mujeres y los hombres sea diferente, ni siquiera entre los grupos de edad. Lo que sabemos es
que todo el mundo quiere algo de ambos �pos de felicidad. Todos queremos algo de placer momentáneo y nadie
quiere sen�r que su vida no �ene sen�do. Pero priorizamos un �po de felicidad u otra dependiendo de cómo nos
encontramos y, quizás, del momento de nuestra vida. Se piensa que muchos adolescentes prefieren el bienestar
hedónico, pero no estoy seguro. Lo que sí sé es que ambos �pos de bienestar son importantes para la mayoría de las
personas, pero en grados diferentes.

P. ¿Sus conclusiones serían diferentes si el estudio hubiera partido de una muestra de población más representativa?

R. Los resultados, las cifras, habrían sido diferentes. Pero lo que pregunta es si las grandes conclusiones serían
diferentes. No publicamos algo que podría ser solo idiosincrásico de nuestro estudio. Por ejemplo, el gran hallazgo de
que las relaciones nos hacen más felices y nos man�enen más sanos. Si sólo lo hubiéramos encontrado nosotros, nunca
habríamos escrito un libro sobre ello. Pero otros equipos han encontrado lo mismo en diferentes inves�gaciones, en
colec�vos menos privilegiados, en diversos grupos raciales y culturales en todo el mundo. Como tantos estudios
diferentes apuntan en la misma dirección, podemos confiar en nuestros resultados. Dicho esto, siempre hay lugar para
las sorpresas, para descubrir que estábamos equivocados.

P. Inciden en la importancia de las relaciones de pareja, ¿cómo se aplica eso en la era de la soledad y de las relaciones
no convencionales?

R. No hace falta estar en pareja o tener una relación román�ca para obtener beneficios. Estos parecen provenir de la
calidez de la conexión, del sen�miento de pertenencia, de la sensación de interacción posi�va. Se ob�enen de los
encuentros amistosos con quien te sirve el café o quien te entrega el correo. Y, sin duda, de los amigos, de los parientes.
Creo que en EE UU el 30% de las personas viven solas, pero muchas son bastante felices. No �enen una pareja
román�ca, pero �enen relaciones que les proporcionan lo que necesitan.

P. ¿Cree que algunas personas pueden sentirse culpables por no reforzar lazos con amigos o familiares, como
recomiendan?

R. Siempre hay lugar para sen�rse culpable, ¿verdad? [ríe]. Hay tantas cosas que nos dicen lo que debemos hacer,
cómo debemos vivir, qué debemos comer. Hay tantos “debería” flotando en nuestra cultura… Además, algunas
personas son �midas, introver�das y no necesitan mucha interacción social, así que no deberían relacionarse mucho
porque les resulta estresante. Es una cues�ón muy individual. Lo que esperamos es concienciar sobre la importancia
de las relaciones, más que decir “�enes que hacer esto”. Ayudar a ver que centrarse en ellas puede ser una fuente de
bienestar.

P. Menciona las pequeñas relaciones cotidianas, pero en España, por ejemplo, los bancos cierran oficinas, reducen sus
franjas para atender en persona y fomentan que haya que pedir cita. ¿Qué le diría a quienes gestionan ese tipo de
empresas?

R. No sé qué decirles porque sabemos que es menos costoso dejar que la tecnología se encargue de estas interacciones,
pero es mucho menos sa�sfactorio. ¿Ha llamado alguna vez a una línea de atención al cliente? Es dificilísimo hablar
con un ser humano. Esta tendencia preocupante de la economía nos está llevando hacia una mayor desconexión.
Mucho va a depender de lo que la gente termine exigiendo. En EE UU, todo el mundo compra sus libros en Amazon o
compras libros electrónicos que descargas en tu teléfono. Pero ahora hay un resurgimiento de las librerías
independientes porque a la gente le gusta ir a ellas, hablar con el propietario, tocar un libro, hacer preguntas sobre
él... Puede que, cuando la gente empiece a echar de menos este �po de interacción, lo demande. En EE UU hay
empresas que anuncian que “si nos llama, le atenderá una persona en 30 segundos”. Ese plus podría conver�rse en
una fuente de ingresos para inver�r esta tendencia. Depende mucho de lo que la gente esté dispuesta a pagar.
P. El libro no menciona nada sobre las profundas relaciones que podemos establecer con animales no humanos, como
los gatos o los perros. ¿Por qué?

R. No lo hemos estudiado, antes las mascotas estaban en un segundo plano. Ahora se en�ende mejor que son fuentes
de bienestar, que nos cuidan tanto como nosotros a ellos. Creo que la próxima vez preguntaremos sobre ello.

P. En contra de la creencia popular, explican que no podemos hacer más de una cosa a la vez y subrayan lo saludable
de centrar la atención. ¿Cómo lo hacemos ante la sobreabundancia de estímulos?

R. Hay un buen estudio que demuestra que incluso si el teléfono está apagado o dado la vuelta, pero sobre la mesa,
las conversaciones son menos profundas [recoge su móvil y lo guarda en su bolsillo; el entrevistador también lo re�ra].
El mero hecho de tener una pantalla presente significa que es menos probable que estés totalmente comprome�do
con otra persona. Creo que se trata de ser conscientes de las cosas que nos alejan del otro. Piense en todas las veces
que estamos en restaurantes y ve una mesa entera de gente sentada y todo el mundo está con su teléfono.
Especialmente si es gente joven, muchas veces no hablan entre ellos, se están mensajeando. Es como una sus�tución
completa de la interacción cara a cara. Y estas pantallas no van a desaparecer, así que la cues�ón es si podemos ser
más más conscientes de sus efectos.

P. ¿Cómo nos influyen?

R. Los programas informá�cos están diseñados para captar nuestra atención y retenerla porque cuanto más �empo
centren nuestra atención, más dinero ganan. Les interesa mantenernos cau�vos e intentamos concienciar sobre ello.
Hay muchas otras personas influyentes que intentan concienciar sobre la necesidad de desengancharse
deliberadamente de las pantallas para que podamos prestarnos atención unos a otros. Pero requiere un gran esfuerzo
porque cada vez nos sen�mos más atraídos a evitarnos, suena deprimente.

P. También destacan que la generosidad, la curiosidad y la flexibilidad para adaptarnos están vinculadas a la felicidad,
lo que algunas personas pueden considerar ingenuo.

R. Se ha demostrado en experimentos rigurosos que la generosidad hace más feliz a la gente. Además, todas las
tradiciones de sabiduría o religiosas —yo prac�co el zen y el budismo— hablan constantemente de bondad y
generosidad. Durante siglos la gente ha comprendido que en realidad funciona así. No es ingenuo, es como funcionan
las cosas. Y la gente que es más egocéntrica es menos feliz. Hay una cita del Dalai Lama que me encanta: “El sabio
egoísta cuida de los demás”. Significa que preocuparse por otras personas te trae alegría, bienestar. Y puedes
entrenarte para ello. La curiosidad y la amabilidad hacia los demás también nos hacen felices.

P. ¿Y la espiritualidad o las creencias religiosas?

R. En estudios de este �po o en nuestra inves�gación, cuando comparamos a personas con creencias religiosas o
espirituales con quienes no las tenían, un grupo no resulta más feliz que otro. Las personas que sí las tenían, las
encontraban reconfortantes en �empos di�ciles, pero no eran más felices en promedio. Puedes encontrar estudios
que muestren cierto aumento de la felicidad o el bienestar de las personas religiosas, pero también otros que no.

P. Declaró a The Guardian que quería ser actor, pero que lo dejó porque no podría soportar los rechazos. ¿Cómo afecta
a nuestra felicidad perseguir un sueño o abandonarlo por el motivo que sea?, ¿cuál es la elección sabia?

R. Es una buena pregunta. A mí me encantaba hacer teatro, lo disfrutaba mucho. Actué y dirigí cuando era estudiante.
Pero cada vez que recibíamos una mala crí�ca, cuando al crí�co no le gustaba la obra o no le gustaba yo como actor,
me sen�a tan mal que pensaba, “me va a doler una y otra vez, no sé si alguna vez me voy a acostumbrar”. Tenía un
sueño, pero pensaba “probablemente no va a ser bueno para mi bienestar, voy a sufrir mucho”, y encontré otras cosas
que realmente disfruto, como este trabajo. Un amigo director de teatro les dice a los actores jóvenes: no ejerzáis esta
profesión a menos que no haya otra cosa que podáis hacer. Ya sabes, abandona el sueño si puedes encontrar otro y
creo que la mayoría de nosotros puede. Si no, si esto es lo único que puedes hacer con tu vida, �enes que hacerlo.

P. ¿Cómo le ha influido dirigir este estudio?

R. Me ha hecho prestar más atención a mis propias relaciones. Soy profesor universitario, podría trabajar todo el
�empo, leyendo, escribiendo, enviando correos electrónicos. Cuando mis hijos crecieron, se marcharon y no venían a
decirme “ven, haz esto conmigo” o “llévame a este si�o”, me di cuenta de que podría trabajar sin parar y que mis
relaciones no irían bien. Empecé a prestar más atención a contactar con mis amigos, a sacar �empo, incluso durante
la pandemia, para salir a pasear. Así que eso es lo primero que hago y luego, cuando tengo �empo, reviso el correo
electrónico, edito un ar�culo... He intentado, como decimos en inglés, tomar mi propia medicina, prac�car lo que
predico.

P. ¿Qué le diría al próximo director del estudio?

R. Le diría… sigue abriéndote a que te sorprendan. Se pueden hacer inves�gaciones casi sabiendo lo que vas a
encontrar, haciendo preguntas con respuestas predecibles y publicarlas. Pero algunos de nuestros descubrimientos
más interesantes se han dado porque nos sorprendieron. De hecho, este hallazgo sobre las relaciones no lo creíamos
al principio. Sabíamos que las buenas relaciones podían hacernos más felices, pero ¿cómo podían reducir tus
probabilidades de sufrir enfermedad coronaria? Así que empezamos a hacer mediciones más exhaus�vas del
funcionamiento del corazón y estudios de los fenómenos epigené�cos relacionados con el estrés. Intentamos seguir
jugando con la forma en que hacemos la ciencia.

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