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Conferencia Hugo Freda

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Hugo Freda 28-08-2007

Agradezco a la gente de SEDRONAR de haberme permitido estar acá.


Si ustedes hacen un pequeño estudio… de cuántas personas viven, trabajan,
cobran un sueldo, lo cual está muy bien, y seguramente tendrían que ser más elevados,
por cada toxicómano. En Francia aproximadamente por cada uno había cincuenta
personas que trabajaban entre la aduana y un psicoanalista. Porque es un sujeto que
produce trabajo… Hay una dependencia del Estado que se llama Sedronar, y no hay una
dependencia de Estado que se ocupe exclusivamente de la tuberculosis, por ejemplo, ni
de las caries, ni de las neurosis obsesiva, ni de la pedofilia, pero si hay los consumidores
de drogas, llamados drogadictos acá o toxicómanos allá… No es fácil de resolver el
problema, no es fácil dar una respuesta adecuada de por qué sucede esto. No sé si hay
una dependencia del Estado en la Argentina, del mismo peso social, intelectual, político
como el Sedronar para los alcohólicos por ejemplo, no sé si hay pero creo que no.
Cuando el problema, desde el punto de vista sanitario, del alcohol es muchísimo más
importante que el problema de la toxicomanía... Si no me equivoco en Francia hay
ciento cincuenta y dos muertos de toxicomanía por año, eso muestran las últimas
estadísticas de hace dos años aproximadamente. Y creo que hay aproximadamente entre
diez mil y quince mil por año por consumo de alcohol. Si es la muerte lo que importa,
les puedo asegurar que los efectos del alcohol son absolutamente incomparable.
Hay acá una pregunta muy particular. El consumo de hamburguesas de Mac Donald´s,
es mucho peor, por el número de enfermos que produce, que una toxicomanía, a tal
punto que el gobierno tuvo que instalar la obesidad como enfermedad que debe ser
obligatoriamente pagada por los servicios sociales y las prepagas. Este sí que es un
problema de una amplitud tan grande, que hoy tomando el subte…, había una señora
que estaba esperando que se vacíe el subte para entrar. Pero van a lograr que se
modifique el subte, como ya están logrando que se modifiquen los lugares en los
aviones los obesos. Hasta el señor Bush, todavía presidente, se encargó de dar una dieta
para los obesos, sin cobertura por día y sin consulta médica, en vez del Mac Donald´s.
Uno de los fenómenos de las contemporaneidades es qué lugar ocupa en ese panorama
el toxicómano.
Entonces voy a definir qué es lo que yo entiendo hoy, después de haber visto
muchos toxicómanos, de haber tratado muchos toxicómanos, desde la marihuana hasta
el éxtasis pasando por la heroína, la cocaína, metadona, nafta, medicamentos. Lo vamos
a definir en función de la preocupación social. En función de eso voy a darles una
definición simple: es un estilo de vida, es una manera de vivir.
El problema es que un estilo de vida no es una enfermedad, que un estilo de vida
no es un síntoma y que un estilo de vida se forja, se hace, se elije. Que en última
instancia, para los que trabajan con toxicómanos a todos los niveles, no solamente los
que los atienden, sino los que hacen planes de prevención, los que se ocupan de una
sociología del toxicómano, lo único que quieren es que cambie el estilo de vida; que se
levanten más temprano, que vayan a trabajar, que lo primero que hagan no sea drogarse,
que no vayan a robar para drogarse, que tengan hijos, que hagan una familia sana y bien
constituida, que ganen dinero y que vivan como todo el mundo. Nadie les pide a los
toxicómanos, supuestamente, que le digan el secreto de qué gozan y cómo gozan.
Porque un estilo de vida es una manera de gozar. Entonces los problemas serios
comienzan cuando uno tiene que definir el estilo de vida. Además ellos mismos dicen
que quieren cambiar el estilo de vida. No sé si usan esta frase que en Francia era
“Retomar la cosa del punto cero”, no sé cómo lo dirán acá (“Recuperar”, “Volver a
empezar”, dicen dos oyentes). Volver a empezar, el toxicómano quiere volver a
empezar. Mucha gente quiere volver a empezar, porque se olvidan el calvario de lo que
fue antes la vida…
Había un gran libro de… que ya no permitiré que nadie diga que los veinte años o los
dieciocho años eran la edad más feliz de la vida, creo que tenía razón. Es un espanto
absoluto, el no saber qué hacer con el cuerpo, con las chicas, las chicas no saben…
Creen que porque van a bailar se arregla todo, yo creía eso. Pero los toxicómanos
quieren eso, y hay que estudiar ese querer reempezar. Porque eso de querer volver a
empezar de cero es muy lindo como frase.
Y a esto
llamémoslo la línea
de la vida, que cada
uno ha recorrido a su manera.

De esa línea de la vida cualquiera de nosotros ha hecho experiencia. Experiencia de la


vida. Y los hombres experimentados, no solamente los hombre sino todo el mundo,
puede decir estando acá, puedo decirles cómo era a los 51, en ese momento estoy
hablando de treinta, cuando yo ya trabajaba con toxicómanos, les puedo decir que la
experiencia de la vida, pongamos como director, me dio un saber que trato ahora de
transmitir.

Esta experiencia de la vida me ha dejado algo. Y a cada uno de ustedes también… Y


hoy mismo hacemos de eso un patrimonio, o sea, que los viejos les cuenten a los
jóvenes. El abuelo es fundamental en las sociedades. Ahora es un poco distinto porque
como viven tanto tiempo gracias a la ciencia los abuelos se convierten en una carga,
producto del progreso de la ciencia. Cada vez vive más la gente, todos están contentos,
solamente el Estado tiene que dar más plata para los viejos y ya no se ponen tan
contentos, por eso los quieren hacer trabajar cada vez más…
Sepamos que el saber de la experiencia nos puede llevar a decir no quiero más
volver a ese punto. Podemos decir desde esa experiencia en este momento la gran
negativa, todos hemos tenido un momento difícil, cualquiera por cualquier razón,
porque no tenía trabajo, porque tuve un accidente, porque se murió alguien que deseaba
mucho, porque me separé. Y también decimos todo pero no eso. El volver a atrás del
neurótico como somos nosotros. Es mejor ser neurótico que psicótico y es mucho mejor
ser neurótico que toxicómano. Pero nosotros podemos decir “nunca más eso”, “por ahí
no quiero pasar más”. Hacemos de eso una incierta inteligencia… nos decimos “esto no
lo tengo que hacer más” “nunca más de esa manera”. Y muchas veces nos reímos
cuando nos damos cuenta que a pesar de decir que nunca más va a ser así, igualmente
me encuentro en la misma situación, eso tiene un nombre, son los avatares del amor.
Uno pone siempre cosas con variaciones, a menos de saber cuál es la ecuación del amor,
una de las experiencias que es no querer pero a pesar de todo, eso es lo que te enseña el
análisis por ejemplo. Cuando digo el amor hablo de cómo el discurso conduce las cosas
a los mismos lugares. Pero nosotros tenemos esto como esquema (la línea de la vida).
Además el análisis hace eso, hace que cada uno de los puntos de la vida sean
redefinidos, tomen otro nivel de interpretación. Que lo que ayer no tenía ningún sentido,
que no tuvo ninguna importancia en el momento, diez años después aparece como un
elemento, por ejemplo, traumático. El análisis es de alguna manera una experiencia que
permite redefinir la vida. Y en esta redefinición constante de la vida hay soluciones a los
síntomas. Todo el mundo sabe de lo que estoy hablando. O sea, el análisis tal cual como
Freud lo indico sería: partiendo de acá vamos a hacer lo mismo pero con una pequeña
diferencia entre lo que pasó y cómo lo vivo.

Esa diferencia es un saber nuevo, vamos a ponerle un signo más, la diferencia


entre lo vivido y lo dicho de otra manera. Invento único del siglo XX, que una terapia,
no pienso que haya que sacarle ese valor de terapéutico al análisis, no solamente
produce una desaparición del síntoma sino además produce un saber nuevo para el
paciente. No hay otra terapia que haya producido eso.
Por eso yo estaba muy enfurecido cuando un señor americano que vino hace
unos días a la Argentina, le dieron un diploma en una universidad importante del país, y
a mí me dio la impresión que dijo él “nosotros hicimos desaparecer a Freud”. Un diario
importante de la Argentina, de “la Nación” Argentina. Este señor en primera plana decía
eso y trataba a Freud y a su banda de una suerte de estafadores que se hicieron ricos. No
hay entre los psicoanalistas, no hay nadie que pueda decir “gracias a la práctica
psicoanalítica me compré medio país”. Pero eso se dijo acá hace cuatro días.
El análisis produce un saber que no se produce en otro tipo de terapia, que no
digo que sean mejores o peores, digo que no lo hay.
Nosotros no queremos pasar siempre por el mismo lugar, el neurótico quiere
progresar, cambiar, diferenciar, hoy es blanco mañana es negro, quiero cambiar de
puesto de trabajo, quiero cambiar de auto. El estilo del neurótico es la insatisfacción de
alguna manera, es “nada me conviene definitivamente”. Y además esto toma fórmulas
lindas, “no hay qué te venga bien”. Ustedes conocen esa frase tan argentina, “No hay,
puntos suspensivos, que te venga bien”, es una definición popular del neurótico. No hay
nada que le venga bien. Y puede ser un estilo de vida: no hay nada que me vega bien,
haga lo que haga. Pero es ese “no hay nada que me venga bien, haga lo que haga” que
hace que haga cosas para que algún día me vengan bien, pero el problema es que si
algún día encuentra cosas que le venga bien deja de hacer cosas; entonces se las arregla
para que nunca sea exactamente lo necesario, y aquel que se empeñe en ir a buscar lo
que sea exactamente lo necesario, tiene que saber que es un fracaso inevitable.
Pero hay uno que la encuentro “la que le viene bien”, eso se llama el
toxicómano. El toxicómano encontró esa que le viene bien y entonces es una pena.
Vamos a poner el drogadicto porque es la fórmula argentina, pero me gusta más
toxicómano que drogadicto, porque en adicto hay algo…, pero bueno es una historia
mía.
El toxicómano lo que quiere es borrar eso y empezar de nuevo, sería, a ese
tiempo vivido lo borramos, hacemos un corte y empezamos de cero…
Esquema toxicómano
¿Qué quiere decir este pequeño esquema? Es que él mismo lo dice, que de esta
experiencia no se sacó ningún saber. Lo inquietante es eso para mí. Y además ¿qué le
pedimos al toxicómano?, que sea razonable, y cuando decimos que sea razonable, le
decimos que razone, no hablamos de categorías conceptuales. Para que él pueda hacer
eso, cosa que no puede.

Porque como lo dije hay una primera vez y después el precio. El esquema
toxicómano es “acá me drogué y el resto es igual”, y digo más, cada uno de los pasos es
para que sea como la primera vez. Pero ustedes saben que en general la primera vez no
es lo mejor en la vida, hay muchas dificultades en la primera vez. Cuando uno conduce
un auto por primera vez tiene miedo de chocar, después cuando hizo diez mil kilómetros
es mucho mejor. El problema es que entre el primer kilómetro y los diez mil pasaron
diez años, ese es el único problema, pero si uno recuerda la primera vez que manejó es
un desastre. La primera vez que uno tuvo que comer, no sé, me acuerdo, una ostra, un
desastre, me dijeron que estaba cruda, un desastre, que se mataba con limón, terrible,
una ostra que se mataba con una gota de limón, y me querían hacer comprender que era
exquísito;… tardé diez años en darme cuenta que es fabulosa, que es un manjar, además
no podía decir que no porque era para mí, me la tuve que comer igual. Tuve también
que comer un churrasco de carne de caballo, a un argentino, como comíamos muchas
vacas entonces los franceses me ofrecieron comer eso… yo al final lo único que quería
era el servicio hospitalario porque estaba seguro que me iba a morir ese mismo día, pero
después poco a poco.
Entonces la primera experiencia no es nunca lo mejor para el neurótico, porque
entre la primera experiencia y la segunda y la tercera acumula saber, sabe mucho mejor.
El toxicómano no. Ellos dicen que saben, pero en realidad el que sabe realmente
es el mercado. El saber de él se lo da el otro. Si es buena o mala la heroína el que sabe
realmente es el que la produce, ese sí sabe si es buena o mala.
Lo primero que hace esta fórmula “quiero comenzar de cero”, es porque de la
experiencia él no puede sacar ningún saber. Además lo que quiere la gente es que le
digan lo que ellos sienten. Cuántas madres he visto, familiares, que como el hijo no
podía explicarles se pusieron ellos a drogarse para saber lo que su hijo sentía. Es una
catástrofe, evidentemente, lo peor que se puede hacer es eso, porque no hay ningún
saber en el consumo de drogas. Es muy difícil hacerse la idea de que no hay saber.
Además cuando hay un saber se lo puede matematizar, se puede buscar toda la
bibliografía del mundo y nunca un toxicómano ha librado el verdadero saber que ha
sacado él de la droga. Por eso no hay nunca pasaje de toxicómano a psicoanalista, pero
sí hay pasaje de neurótico a psicoanalista. Además ellos mismos de pronto pueden
adquirir la virtud de entender y se convierten en terapeutas pero de drogadictos.
El consumo no produce saber, entonces la pregunta es ¿qué es lo que produce?
Lo que produce es un goce, un goce muy particular, del cual Freud ya ha hablado, del
cual Lacan también habló. Pero antes de hablar de este punto voy a volver al orden de la
comparación, porque la clínica y la política, que fue un producto de la clínica, se hacen
a partir de comparaciones. Una experiencia x, cualquiera sea, de la vida, llamémosla
una experiencia traumática; cuando esa experiencia cae sobre el régimen del
significante o sea de la palabra, cuando la experiencia traumática es tomada por la
palabra lo más importante es que esta experiencia puede hasta convertirse de positivo en
negativo...
X (+) X(-)
sgte

El sujeto puede llegar a encontrar hasta qué punto le ha convenido esa experiencia. La
experiencia tomada por el significante produce un orden, acá estaba negativo y acá
estaba positivo, lo mismo… si a lo positivo se le pone lo negativo.
Si se juntan uno al otro acá tenemos una zona donde están los dos.

+
-

Zona de novedad

Esta zona donde están los dos es la novedad para el sujeto. Y podría que esa
zona sea mucho más grande. Cuando la persona comienza a tomarlo en la palabra a eso,
lo que era traumático adquiere muchos valores, no solamente valores sino saberes
nuevos y además cierta conducta, “esto no lo debo hacer más, o no lo debo hacer así”
Esto es importante, a diferencia del otro esquema que es el esquema del estilo de la
vida, es que las experiencias se acumulan pero no producen ningún tipo de saber. Esto
para ver que en la novedad está el saber, pero en la repetición no. Primera droga,
segunda, tercera, cuarta, quinta, es una sucesión al infinito de lo mismo.
Pero decía que el toxicómano nos enseñaba mucho… algo de experiencia, lo que
puede aparecer como un secreto, que es que hay una nueva forma de gozar, no de saber,
sino de gozar, más allá de las modalidades estándar del goce. Sabemos que el
Psicoanálisis las ordenó a esas maneras de gozar, ligándolas directamente a partes del
cuerpo. El gozar de un buen plato, lo que goza es la boca. Gozar de la mirada, de cómo
miro o cómo mira. Gozar de mi boca… El goce fálico, ligado a los órganos sexuales. El
Psicoanálisis se ocupó del goce y de sus manifestaciones, ordenándolo en función de lo
que Freud llamaba zonas erógenas, que cuando decía zonas erógenas no se
circunscribían exclusivamente a los órganos genitales… Tomo esto para decir que lo
que Freud descubre con los toxicómanos es que el goce es un goce consigo mismo. El
estilo está marcado por no necesitar del otro primero para gozar, pero además, hacer con
lo que goza una unidad, o sea, hacer con la droga y de la droga el parteneire del goce.
Por eso dicen “ella está siempre ahí”. Lo interesante es el “ella”, porque el toxicómano
habla de la droga como si fuese una persona, pero además es una persona, a tal punto
que él puede llegar a decir “por ella dejé la vida”. No por nada Freud puso el caso del
alcohólico en un texto que se llama Contribuciones a una psicología de la vida amorosa,
porque es al interior de eso que hay que ver y porque es un amor perfecto, porque ha
logrado lo que nadie ha logrado: tener una verdadera relación de objeto. O sea, que
nadie pregunta. Es una persona con la cual se goza sin hablar, es el sueño de toda el
mundo. De ahí el versito de Internet, porque se habla sin palabras. Porque desde que
uno se pone a hablar se termina…
Entonces el estilo del toxicómano es el estilo del goce moderno y
contemporáneo.
Eso me lo enseñaron ellos. Por eso tratar a un toxicómano es un alto nivel de
responsabilidad, para el que lo trato, y al mismo tiempo tratar de mirar eso con mucho
cuidado porque entre el querer curarlo y el peor de los fascismos la línea es muy
estrecha, por eso para tratar a un toxicómano hay que tener una ética. Y creo que es eso
lo que hay que intentar, una ética para tratar los problemas del goce contemporáneo,
donde la toxicomanía fue paradigma, pero que hoy es un ejemplo más, como una
práctica se convierte en un estilo de vida

PREGUNTAS

- PREGUNTA: Usted hace esa referencia donde no resulta lo mismo hablar de


toxicómano que de drogadicto, podría desarrollar un poco esa idea.

- Hugo Freda: Sí, podemos decir algo. ¿Cuál es la virtud del toxicómano? Digamos que
el toxicómano hace de su consumación su nombre. O sea, “yo soy toxicómano”, hay
cierta sabiduría en eso. Alcohólicos Anónimos, por ejemplo, que dice que los
alcohólicos siguen siendo alcohólicos aunque no tomen. Es importante esto porque ellos
diferencian – después podemos hacerle la crítica a esto pero no es el momento – ellos
diferencian el nombre, de una práctica. “Yo soy alcohólico y acá está la botellita”. Eso a
lo que lo llevan es que manteniendo el nombre de alcohólico acá no hay nada. Y lo que
postulan es que “soy alcohólico aunque no tome”, es una operación muy particular
porque lo que antes definía al sujeto a partir de la práctica o sea de tomar cuatro botellas
por día, acá, en el tratamiento, lo que ellos conservan es el nombre y no la práctica. Y es
que este nombre alguna función tendrá, porque si pierde esto y pierde esto tal vez no le
quede nada, sería catastrófico. O sea identificar al sujeto a un nombre porque su
verdadero nombre no ha funcionado. Es lo que me decía un toxicómano una vez “antes,
cuando estaba en mi pueblo pasaba por la calle y todo el mundo me saludaba, hasta de
tanto en tanto la policía quería que vaya a visitarla y había una manera de ir a visitarlos
que era trayendo medio kilo de heroína o cien gramos de coca”, ya era él el toxicómano
del pueblo. Y el caminaba y todo el mundo lo saludaba “hola, hola, qué tal, qué tal” y
un día dejó de ser toxicómano y me vino a ver y me dijo “si el tratamiento consiste en
que después no soy nada para nadie, no es nada bueno”. Él lo que me estaba diciendo es
que “mientras estaba identificado a toxicómano la gente me decía buen día y ahora
como soy uno como todos los otros nadie me ve”. Y volvemos a lo que decía antes, el
toxicómano lo que quiere es ser uno como todos los otros, por eso de la experiencia no
quiere decir más nada. Un neurótico, nosotros podemos contar lo que nos ha pasado, él
no… Él no puede reconocerse en esto.
¿Por qué toxicómano? El término drogadicción es un término americano por un
lado y está la adicción a la droga. Habría que ver una fenomenología diferente porque
parece que lo que desaparece directamente es el sujeto en “drogadicto”… El problema
es que a mí el término adición no me satisface particularmente, pero bueno, no vamos a
hacer un gran problema porque hay otros. Toda la cuestión de la toxicomanía y la
adicción, eso sí que es un tema porque cuando ustedes tienen el tema de la adicción todo
es adicción. Ustedes conocen El libro blanco de las adicciones, que lo hizo una gran
organización mundial que está en América del Norte. Usted nunca sabe dónde empieza
la adicción y dónde termina. Si fumo tres cigarrillos soy un adicto y si fumo cincuenta
¿qué soy? Pero si me gusta leer mucho soy un adicto a la lectura, y si me gusta hacer
mucho yogui soy un adicto al yogui, hasta el punto de que hay una clínica de
desintoxicación a los que hacen yogui en Estados Unidos. Hay clínicas para todos los
excesos, porque el exceso es una fuente de trabajo para los otros. Hasta hay perros a los
cuales se les hace una desintoxicación, en Estados Unidos hay clínicas. Pero, no
dejemos lo del juego y muchas cosas más que seguramente conocemos.

- PREGUNTA: hoy por hoy se hace todo un abordaje sobre la clínica del vacío, desde la
ética del Psa. Como sería un tratamiento, su técnica de abordaje.

- Hugo Freda: Comparé que es una práctica que puede convertir al trabajo en un
fascismo, o sea, pensar que el toxicómano debe soportar el capricho del Otro,
supongamos del jefe de la institución. Cuando digo capricho es dejarlos encerrados, es
querer imponerles la conducta, sin hacer una crítica, soy muy respetuoso de todas las
tendencias religiosas. No por nada, por ejemplo, en países de Europa está todo el
sistema sanitario tomado por religiones, independientemente de la creyente religiosa.
Aparece como un sujeto que está desposeído de toda capacidad, por la droga, esa es una
ideología que yo no comparto para nada. Entonces puede permitirme todo porque haga
lo que haga siempre le dejo algo, yo que soy una buena persona. Pienso que hay que
partir del hecho de que el toxicómano es un sujeto como cualquier otro y que merece
todos los respetos. Uno podría decir “pero también es un ladrón”, para eso está la
justicia, es otra cosa, yo no digo que no hay que llevarlo preso, yo no digo que hay que
dejar y respetar que maten en nombre de la toxicomanía. No, si matan se aplica la ley,
pero cuando está en tratamiento es otra cosa. O sea, las posiciones éticas tienen que ser
muy importantes dado que es una patología que se presta a cualquier tipo de desviación.
Lo mismo con los centros cerrados, lo mismo lo que fue para mi una atrocidad humana,
por ejemplo, en Suiza hacerles un parque cerrado donde se iban a drogar a la vista de
todo el mundo. Eso es absolutamente cuestionable, pero no al toxicómano, si el
toxicómano no se presta a ser visto por las señoras que iban caminando, por los señores
que dan la vuelta al parque, y los toxicómanos estaban del otro lado drogándose
libremente, para que no contagien al mundo, eso me parece que son cosas que no hay
que hacer. Una ética lo que instaura es que el toxicómano a pesar de todo es un sujeto y
hay que hacer de su goce un síntoma, eso ya sería otra cosa de la cual no he hablado
evidentemente. Hay que hacer del goce de él, el síntoma de él, no su felicidad, porque
por la felicidad yo creo que los neuróticos son mucho más felices que los toxicómanos.
Cuando hablo de felicidad tomamos todas las implicaciones de la vida. Creo que no
debe haber tratamiento a ningún orden sin una reflexión ética sobre qué entendemos
nosotros por el sujeto. Y en ese caso el Psicoanálisis ha postulado una ética del
tratamiento como ninguna otra clínica en la historia de las clínicas de este orden. O sea,
no creo que haya que reformar al toxicómano, creo que hay que hacer del goce de ellos
un síntoma para ellos, por lo cual pueden esperar algo más que una tonta repetición.

- PREGUNTA: Le quería hacer una pregunta acerca de si usted considera que tienen
que haber centros o instituciones, por ejemplo existen las comunidades terapéuticas, con
las cuales por ahí tenemos algunos convenios y chicos van a ser asistidos ahí, de hecho
es nuestro trabajo habitual. Y hemos tenido fuerte oposición a instituciones que se han
llamado comunidades terapéuticas cerradas, porque ante la emergencia social, de los
problemas del adolescente, que se suscitan o ante alguien que esta en peligro de vida,
esta solución ha sido algo a lo que nos hemos opuesto, y eso nos ha traído
inconvenientes.

- Hugo Freda: Toda posición ética trae inconvenientes

- PREGUNTA: Yo le quería preguntar si usted considera que en niñez o en adolescencia


habría que hacer instituciones distintas o si habría que reformular las que están. Es una
pregunta muy general.

- Hugo Freda: Entre las abiertas y las cerradas prefiero las abiertas si es eso lo que me
pregunta. Y entre las abiertas hay que ver qué entendemos por abierto-cerrado. Pero
nada que pueda asemejarse a lo cerrado me parece lo mejor, lo cual no quiere decir que
tal vez sea necesario o no. Es otro problema. A los toxicómanos que venían a quedarse
en el centro que yo dirigía, se quedan a dormir, ahí es de 24 hasta las 24, no es chiste
aguantarse a esos señores, les decía “mire, la puerta está abierta, váyase cuando quiera,
pero si usted entra acá no puede drogarse y si se droga lo echo”. O sea, hay que dejarle
siempre al sujeto la elección, hay algo que me parece que no se puede tocar, es la
libertad de movimiento. Además sabemos por épocas pasadas que cuando se controla la
libertad de movimiento de la gente, en qué régimen está. Entonces me opongo
radicalmente por principio, no sin decir que tal vez sea necesario pensar eso, pero hay
que ver en qué condiciones se da.

- PREGUNTA: Yo te quería hacer una pregunta, ¿a la toxicomanía vos la ves como una
enfermedad en sí misma o lo que nosotros pensamos por ejemplo como patologías
duales y por eso apuntamos quizás a la abstinencia para ver qué tipo de estructura tiene
ese sujeto y poder apuntar a eso? Esa es una pregunta y otra tiene que ver, si es un goce
contemporáneo, nosotros como psicoanalistas, yo soy psicoanalista y psiquiatra,
propongo la palabra para que eso se convierta en una experiencia, lo novedoso que vos
hablas. A veces se hace tan, como imposible que por ahí cero que el trabajo
interdisciplinario y poder recurrir a otros recursos dan una cercanía o una aproximación
a eso, que sería llegar a algo de esto.

- Hugo Freda: Sí, no creo que sea una enfermedad, no creo que sea un síntoma de una
estructura, dije que es un estilo de vida. No es una enfermedad, hay que hacer que se
convierta en una enfermedad, ese es el problema y para eso hay que tener mucha
paciencia y ver hasta qué punto la palabra, es decir, hacerlo hablar solo o en grupo,
interdisciplinarios, agricultores, todo lo que quieras pero la palabra no funciona. ¿Por
qué tiene que funcionar para todos? Hablar no quiere decir que la palabra…, lo que hay
que saber es que hay gente que es impermeable a la palabra porque es permeable a las
imágenes por ejemplo. Entonces no es cuestión de querer imponerle la palabra, también
eso es un mito. … “no tengo nada que decir”, pero tiene todo el derecho del mundo a no
querer decir nada, la sesión terminó. Por eso Lacan tomaba en serio lo que decía el
paciente “- no tengo nada que decir”, “- muy bien, la sesión se terminó ahí, venga
mañana”. Venía al otro día el paciente, “- buen día, buen día, no tengo nada que decir”,
“- pero muy bien, terminó la sesión, venga mañana”. Durante un año así, hasta que un
día dijo tengo algo que decir: “- muy bien, hasta mañana”. Por eso la sesiones cortas,
porque tomaba en serio lo que decía la gente. “- Hoy no tengo nada que decir”, “- hoy
tengo algo que decir”, “- pero está muy bien, vamos a ver mañana si todavía tiene algo
que decirme”. “- ¿Qué es lo que me quiere decir?”, “- Ah, yo quería decirle que un
día…”. Entonces ese es el respeto, el timing analítico, saber si el paciente quiere o no.
Hay tantas instituciones que quieren forzar el hablar, entonces un grupo, dos grupos,
reuniones generales, reunión con el que hace los mandados, reunión por la comida,
reunión de los fines de semana, reunión con la familia, es peor que el parlamento. Hay
que saber los límites de la palabra. Hay unos que no pueden parar de hablar, no hay
porque aceptar que esté todo el día hablando. Me acuerdo de pacientes que no se podían
dormir entonces querían hablar, entonces los terapeutas estaban envenenados con esa
gente, estaban cansado, quien dijo que hay que estar a disposición del otro que quiere
hablar. Todo esto nos enseña muchas cosas sobre la relación del sujeto con la palabra.

- PREGUNTA: Mi pregunta tiene que ver con la ética…

- Hugo Freda: No tengo mucha esperanza en el momento de concluir, porque no sé si


hay un momento de empezar… Porque esta experiencia, de la cual hay que ocuparse y
ocuparse como se debe y hay que tener medios, tener instituciones y hay que hacer
todas esas cosas que ustedes hacen, que se hacen en muchos lugares, no se puede dejar
al toxicómano sin tratamiento… Y esto también es una posición ética. Hay que saber
qué es esa irrupción masiva de goce que produce la droga durante tantos años, cuáles
son las cuestiones del sujeto. De pronto que el hombre salga, que se deje de drogar, que
vaya a trabajar, que haga una vida normal, ya es mucho. Y ojala todos pudiesen hacer
eso. No le pidamos más que eso. Porque ya sé que eso también es un gran esfuerzo.
Hablé del lado centrado de lo que tenemos que aprender. Habría que hablar otra vez, si
me invitan, de cómo hacer algo con ellos y para ellos y cuáles son los límites, porque
también está la otra corriente de querer curarlo a todo precio. Veremos qué quiere decir
eso…

- PREGUNTA: Usted habló de significante, de nombre, de goce, de repetición. Yo


pienso si no se puede suponer que hay un significante que está faltando… Y en ese caso
si es que fuera una posibilidad, viniendo usted de Francia, si es que puede agregar algo
porque yo tengo muchas dudas al respecto. Es decir, de lo que agregando Nasio en
relación a la posición parcial.

- Hugo Freda: En principio no es de Nasio el concepto, primer punto, es de Lacan.


Nasio tiene la virtud de nunca citar de dónde saca los términos. Entonces, trabajando a
partir de ese concepto que estuvo re-trabajado un gran seminario por Jacques Allan
Miller, que es el concepto de forclusión generalizada y forclusión reducida, hay un texto
que se llama El Conciabulo de Anvers

- PREGUNTA: Bueno, entonces, a partir de esto, si se puede pensar en el toxicómano,


el goce contemporáneo, la cuestión de las repeticiones, de la falta significante, si se
puede pensar…
- Hugo Freda: Se puede pensarlo, ya ahí tenemos el asunto que en un momento
determinado… hay psicóticos toxicómanos, o sea que se le saca la droga y se ponen a
alucinar, la gente cree que es por los efectos de la droga en el cerebro. Eso si, ¿por qué
no? Vamos a ser objetivos. Pero las palabras que dice para delirar, esas son de él. No es
lo mismo delirar con Maradona que delirar con Napoleón. La elección de los nombres
del delirio hablan de su responsabilidad, aunque también estén los efectos, que pueden
ser miles y que no discuto porque me parece que puede ser cierto. También pueden
haber neuróticos obsesivos. Pero, me parece que eso tiene una suerte de virtud, pero no
es lo que más importe ahora para comprender la clínica. Forclusión, como usted dice,
habría que explicar ese concepto, darle todo su valor porque es un concepto muy
importante. Viene de Freud, es retomado y re-trabajado por Lacan, re-trabajado por
Miller, re-trabajado por muchos psicoanalistas. Si siempre hay un significante que falta,
pero el problema es porqué faltó. Si no también el problema es tratar de ubicar el
problema en otro, el tío que falto. A mi me resulta muy problemático porque el
toxicómano se presta mucho a eso y aparecen muchos otros que quieren ocuparse de él.
Vuelvo a repetir las cuestiones éticas que me parecen muy importantes en este tipo de
patologías que van a producirse cada vez más, no sólo la forma de la toxicomanía sino
que siempre va a haber vudú. En Francia hubo uno, el patriarca se hacía llamar, que
vino también acá a la Argentina, que quería instalar comunidades de adictos, que las
instaló en América… el mismo concepto puede dar lugar a muchísimas desviaciones y
creo que es importante no caer en ese tipo de cosas cuando queremos hacer del acto
analítico un acto que respeto los derechos del otro, sin querer darle a esta palabra
muchísimas connotaciones…

- PREGUNTA: (una madre que pregunta por el problema del paco en relación a qué
hacer si no se lo interna) … qué hacer porque muchos de esos chicos no se quieren
internar y… hace una semana un chico fue a robar, que estuvo internado varias veces, y
se baleo con la policía y acaba de morir, con respecto a eso que solución habría, si no es
una internación forzada, en un lugar que no se quiera ir, porque hablamos de chicos de
13 a 18 años.

- Hugo Freda: Muchas gracias por su intervención. Es verdad el problema que usted
evoca, es verdad que el paco tiene efectos fisiológicos graves. Creo que es verdad que
hay que buscar una solución adecuada. Esta es una de las toxicomanías de más… es que
cada vez son más jóvenes los chicos, la escala de pacientes, cada vez más rápidamente
comienzan a consumir. Hace veinte años empezaban entre los 18 y 20 años, ahora
empiezan alrededor de los 13 años. Hay un problema también muy importante acá.
Ahora, obligarlos a internarse me parece muy difícil y no obligarlos es grave. Es un
problema muy, muy serio. Y seguramente, espero, que las autoridades lo están
estudiando. También hay una responsabilidad con respecto a lo que la gente nota y hay
que asumir la responsabilidad… Sabiendo los límites de eso, pero, algo hay que hacer…
es devastador y algo hay que hacer…

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