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A. Roa - Ensanche

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Un libro digital

es un libro inmortal
D.L
Índice
Capítulo 1 Cuando tenía diecisiete
Capítulo 2 Desaparecer
Capítulo 3 El Día de la Celebración
Capítulo 4 Segundo Premio
Capítulo 5 Cuando Tenía Veintiuno
Capítulo 6 Aturdido y Confundido
Capítulo 7 Un Mundo de Gente Incompleta
Capítulo 8 Cuando Tenía Treinta y cinco
Capítulo 9 Lo Que Es y Lo Que Nunca Debe Ser
Capítulo 10 Montañas de Basura
Capítulo 11 Favoritos de la Fortuna
Capítulo 12 El Primer Hombre de Roma
Capítulo 13 Antes Jugaba al Psicólogo
Capítulo 14 Podría Volver
Capítulo 15 Numidia
Capítulo 16 ¿Cuantas Veces más?
Capítulo 17 Fue un Gran Año
Capítulo 18 Escalera Hacia el Cielo
Capítulo 19 Último Capítulo
Ensanche
A.Roa
Barcelona
Diciembre 2012
A una persona que nunca me quiso, y como nunca me quiso escribí esto.
Capítulo 1 Cuando tenía diecisiete
Cerró la puerta a mis espaldas mientras me acariciaba empujándome hacia dentro. Murmuró algo
que no entendí. Siempre decía cosas en voz baja o ronroneaba. Era incapaz de mantener sus
pensamientos dentro de su cabeza. Allí dentro no se veía una mierda aunque las paredes retumbaban
levemente por la música de afuera, apenas audible. No importaba, había entrado en aquel cuarto
muchas veces, últimamente demasiado. Suelo enmoquetado, espejos, sillones y olor a sala de cine.
En principio todo limpio.
Me senté y noté como ella lo hacía a mi lado, cruzando las piernas. Apoyaba su cabeza en mi
hombro. Sólo llevaba ropa interior, mejor dicho, bikini. Le toqué las tetas, perfectas. La besé
lentamente. Bajé la mano hacia su entrepiernas y noté una dura erección que provocó una respuesta
semejante en mi, como quien ve un bostezo. Su tanga apenas conseguía tapar el esplendor de su
miembro erecto.
Aparté la tela cuidadosamente y agarré su polla con fuerza, bajándole la piel. No veía nada así
que me guié por el olor a sexo y acerqué mi boca. Aquellas chicas me adoraban. Estaban
acostumbradas a que las penetraran salvajemente, así que se rifaban los clientes como yo, que
preferían recibir antes que dar. Noté como su erección se hacía más dura y seguía ronroneando algo
inaudible. De todas formas no hubiera entendido nada porque no hablo portugués.
Mi afición por las mujeres con polla es algo tardía, quizás es que me hago mayor y quiero probar
cosas nuevas. Sin embargo, mi afición por las pollas siempre ha estado ahí, no sé porqué. Recuerdo
cuando tenía unos catorce años y mis amigos me dejaron algunas películas porno de la época. Me
encantaba hacerme pajas. Había comenzado unos años antes pero uno se cansa de mirarse en un
espejo. Aquellas cintas cambiaron mi conocimiento sobre el sexo, casi no sabía nada. Lo que si supe
rápido es que lo que me gustaba mirar eran los trozos de carne erectos y no las vaginas femeninas,
que realmente no me atraían lo más mínimo.
Recuerdo mirar aquellos penes entrar y salir mientras me relamía los labios, hmm, quien tuviera
aquel monstruo delante. De las actrices lo que sentía era envidia. Poco después me compré en un
supermercado objetos con forma de falo y emulaba a aquellas chicas, incluso las mismas posturas.
Reconozco que al principio costaba pero pocos meses después estoy seguro de que los objetos que
yo me metía por detrás superaban en tamaño las herramientas de aquellos hombres… La primera vez
que dejé que un hombre me penetrase, poco después con 16 años, él no creía que yo fuera virgen
aunque como después demostró no le importaba lo más mínimo.
Lógicamente mi mujer y mis hijas no saben nada. Doy gracias a Dios porque mis hijas estén de
muy buen ver. No es que yo sea un degenerado. Ellas no me atraen como prácticamente tampoco lo
hace ninguna mujer, pero me gusta pensar que ellas disfrutarán del sexo locamente. Sobretodo porque
a las mujeres les suele salir gratis. Hace poco nos llamó la directora del colegio donde iba la mayor,
con 14 años, la pillaron en un lavabo de la escuela haciéndole una felación a un compañero tres años
mayor que ella. Tuve que poner cara de circunstancia y decir cosas como “¿Mi hija? No puede
ser…” En realidad me alegraba por ella y me hubiera gustado decirle, “mira hija, una polla se agarra
así y debes hacer estas cosas con la lengua”, pero supongo que no está bien así que dejé todo aquello
en manos de mi mujer.
Mi mujer siempre me ha tenido por un marido ejemplar. Saca pecho delante de sus amigas. No
sabe la realidad y no creo que nunca la sepa. Reconozco que tengo suerte ya que mis verdaderas
inclinaciones sexuales no se notan fácilmente. Como digo, saca pecho, le gusta tener un marido
educado, que se cuida, hace deporte y usa cremas, nos gusta la misma música y vemos las mismas
películas. De vez en cuando me dice que soy su mejor amiga, sí, tal como suena, y agradece que yo
sea el padre de sus hijas.
Aunque lo que más le gusta de mí es mi poco apetito sexual. Ella cree que soy tímido o un poco
cortado. Le gusta jugar conmigo, vestirse con ropa interior provocativa para mí, creerse poderosa…
Nada le gusta más que sacar este tema con sus amigas y comentar las diferencias que hay entre follar
con una bola de sebo peluda que se corre en medio minuto y un tío que se cuida y que puede aguantar
lo que haga falta.
Ella cree que es un lobo y yo su cachorro. Cree que me tiene dominado y que paso del sexo. Lo
que más me gusta es que me la coma, puedo cerrar los ojos e imaginarme que es un tío. La verdad es
que me la come prácticamente cada día y casi en cualquier lugar de nuestra casa. Nuestras hijas nos
han pillado alguna vez… Mi mujer sugirió tras la entrevista con la directora del colegio que
deberíamos tener más cuidado a partir de ahora. A mí me pareció bien. En realidad no me importa
que mis hijas nos vean, lo que no quiero es que vean mi cara.
Alguna vez he estado tentado en explicarle mis inclinaciones sexuales. No explicarle todo pero sí
un poco por encima, aconsejarle cosas nuevas “quizás esto me podría gustar…”. Sé que tiene dos
vibradores en casa y que además los usa frecuentemente. Pensé en decirle que me gustaría usarlos a
mi también, o mejor, que los use ella conmigo. Rápidamente me di cuenta de que aquello podría traer
problemas.
Recuerdo un día follando con ella. Llevábamos más de una hora. Ella había tenido tres orgasmos
y yo ninguno pues poco antes había follado con un compañero de trabajo en mi coche. Ella había
hablado con sus amigas alguna vez de mis gatillazos y comentó que quizás ayudaría que me metiera
un dedo por el culo. Mi erección se hizo más dura que en quince años de matrimonio. Pensé que
había llegado el momento que tanto anhelaba, pero me di cuenta de que no era buena idea que mi
mujer me mirase el ano y descubriese que aquello El Gran Cañón de Colorado. Le dije que me había
cortado el rollo y que iba a salir a hacer algo de footing.
En realidad fui a un parque cercano donde entre unos arbustos puedes tener sexo fácilmente con
otro hombre si son algo más de las diez de la noche. Aquella fue la principal razón por la que nos
trasladamos a mi nueva casa. Me apoyé en un árbol y en menos de cinco minutos se me acercó un tipo
algo feo y ya mayor. Me encantaba poner durísimas aquellas pollas ancianas. Mi boca conseguía lo
que ni un frasco de Viagra. Después de él vino otro y poco después otro más. Fui a enjuagarme a una
fuente cercana porque un par de aquellos hijos de puta tenía toda la pinta que no se corrían en varias
semanas por la cantidad de semen que vomitaron sus pollas.
Lo bueno del sexo entre hombres es que suele ser algo bruto y acalorado, así que llegué a casa
chorreando de sudor. Mi mujer se acercó a abrazarme, “hueles a hombre” me dijo, “y que lo digas”,
pensé. Ese era otro aspecto bueno, no podía descubrir ni perfume ni maquillaje. No era la primera
vez que me decía que olía a hombre… y no sería la última.
En mi trabajo tampoco tengo problemas. Lo oculto, lógicamente, aunque muchos de mis
compañeros lo saben por el bien de los dos. A los pocos años de entrar a trabajar coincidí con un
compañero en un pub de ambiente liberal. Durante unos segundos nos miramos asustados pensando
que era nuestro fin, pero me acerqué y le dije “bueno colega, a los dos nos gusta la misma movida,
así que no vamos a esconder la cabeza en el culo, será mejor que escondamos otras cosas, podemos
sacar partido…”. Desde entonces es rara la semana en que no echamos un polvo, incluso en la misma
oficina, o una paja como quien no quiere la cosa. A veces estoy trabajando en algo, viene y me
pregunta “¿qué haces?” mientras apuñala mi espalda con su pene erecto. No hace falta nada más, va
hacia su oficina y sabe lo que vendrá después. A mi no me importa que se me corran en la mano,
limpiarla es fácil. Pero no sé como se las arreglará él para limpiar todo el estropicio que queda
dentro de los pantalones. Es algo que siempre le he querido preguntar.
Poco después, mientras se la comía en su coche, descubrimos que otro tío se estaba masturbando
escondido, mientras nos miraba. Me acerqué gateando ocultándome bajo los coches, algo fácil en un
parking, y lo pillé con las manos en la masa, “¿te ponemos cachondo?” “No es lo que parece, no soy
un maricón de mierda”, “Vaya, vaya, ¿quieres que te eche una mano?” El cabrón no dijo nada, pero
apartó sus manos y yo acerqué la mía, temblaba. Tenía pinta de ser la situación más porno de su corta
vida ya que era bastante joven. Entró en nuestros juegos sexuales y de vez en cuando le hacia un
favor. Poco a poco se iba abriendo más aunque sólo le gustaba que se la comiesen o una paja. Una
pena para él, no sabe lo que se pierde.
Mi fama creció poco a poco y era rara la semana que no venía algún desconocido durante el
almuerzo. No decían nada pero se les notaba nerviosos. Yo me acababa mi bocata con calma, me
limpiaba los morritos con una servilleta y me dirigía a un lavabo. Poco después llegaba uno de ellos
y lo convertía en un hombre. Diría que ninguno era homosexual, pero raro es él que no acepte una
mamada de otro, y lo digo por experiencia. Por lo rápido que se corrían y lo roja que se les ponía la
polla tenía toda la pinta de que en su casa no disfrutaban lo más mínimo del sexo, el misionero y
poco más…
Al principio tuve miedo porque aquel tema estaba alcanzando cotas insospechadas, pero tal como
me dijo mi primer amante en el trabajo, “descuida, ninguno de ellos dirá nada, no es algo que quieran
que se sepa”.
Sólo una vez se me fue de las manos y fue en el colegio. Un día tras clase de gimnasia pillé a un
compañero masturbándose en la ducha. Era la primera vez que veía un pene erecto de verdad,
tendríamos unos quince años. Le acaricié el culo y me empujó enfadado. Creía que me iba a dar una
paliza, aunque ya se sabe que un hombre a media paja piensa en pocas cosas, así que al final le
practiqué mi primera felación. Era algo raro porque él no quería aceptarlo en nuestro día a día. No
me quería ni ver. Incluso se enfadaba si sacaba el tema, pero si yo abría mi boca el cerraba la suya.
Aquella situación se descontroló porque los jóvenes de quince años están sexualmente más
alterados que un mono, se la comía dos o tres veces al día: a la hora del patio, durante la comida,
después de clase… como comprenderéis todo aquello era muy peligroso, y el primero que nos pilló
fue un profesor 30 años mayor. La clase había acabado y él y yo nos quedamos a solas. Solía ser
rápido porque aquel chico aguantaba poco. El problema fue que a mitad de faena entró un profesor
que se había olvidado algo. Creía que sería mi fin pero por suerte se bajó los pantalones y sacó su
polla, y yo, lógicamente, abrí la boca. No me extenderé porque este tema roza la legalidad, pero
disfruté con él.
Los problemas reales llegaron poco después. En una fiesta de clase donde muchos de nosotros
era la primera vez que bebíamos alcohol, al gilipollas de mi amante se le fue la boca. No podía
demostrarlo pero no importó, y aquel rumor corrió como un polvorín por toda la escuela, incluso
notaba la mirada de algunos padres… Fui a comentárselo a mi querido profesor y me dijo que no
habría problema mientras tuviera la boca cerrada, en todos los sentidos. Era indemostrable, y como
yo era la “víctima”, no me pasaría nada. Es gracioso porque muchos de aquellos gilipollas que me
insultaban se acercaban a mí cuando estábamos a solas, pidiendo un favor sexual. Aunque aquello me
volvía loco hice caso al profesor y no hice nada más durante un tiempo.
Fue entonces cuando conocí a mi actual mujer. Iba a mi mismo curso aunque en otro grupo. A ella
le pasó algo similar y se corrió el rumor por la escuela de que era una “puta”. Nos hicimos amigos,
compartimos experiencias y nos ayudamos. Ella me creía firmemente cuando le dije que todo era
falso, y como colofón un día follamos y ambos perdimos la virginidad. Poco después me dijo que se
había enamorado de mí, y como yo no sabía que decir, le dije que yo también. No me atraía lo más
mínimo, aunque me caía bien y tenía unas tetas potentes. Las tetas siempre han sido mi parte preferida
de las mujeres. Desde entonces llevamos 20 años juntos. El problema en el colegio quedó
rápidamente zanjado ya que me cambié de escuela en bachillerato, donde empecé una vida nueva, en
todos los sentidos.
De cualquier forma, ahí estaba yo comiéndosela a una mujer con polla. Se llamaba Cecilia. No sé
cual es su nombre real, pero Cecilia es un nombre que siempre me ha gustado y por eso la escogí. En
aquel lugar tenían varias mujeres y tú podías quedarte con la que quisieras. Yo le era fiel, aunque
claro, si estaba ocupada con otro cliente no tenía ningún problema en escoger a otra. Como he dicho
antes, todas se peleaban por mí. Supongo que entre ellas hablan de trabajo y comparten impresiones
de la misma forma que deben hacer dos colegas médicos cuando tienen que compartir un paciente, así
que conocían de mis gustos y sabían que daba poco trabajo. Pero ella me gustaba especialmente.
Aparte de por llamarse Cecilia, ya habíamos pasado bastantes noches juntos y nos conocíamos muy
bien. Además, y algo que me encantaba de verdad, se corría conmigo, y a no ser que tenga un botón
donde apretar y expulsar semen no es algo muy habitual. De hecho, de todas las chicas del local con
las que había estado, ella era la única. Según decía sólo le pasaba conmigo. Me gustaba pensar que
era cierto.
Mientras se la comía me acariciaba el pelo con suavidad e iba apretando las piernas. Pude notar
las primeras gotitas saladas y decidí que era el momento de ponerme a cuatro patas. Tenía un pene
perfecto, algo pequeño, pero en el caso del sexo anal se suele agradecer. Me embestía suavemente.
Tenía las manos más grandes que yo, y justo cuando iba a correrse me avisaba y terminaba en mi
boca. Sabía que aquello me gustaba. Luego ella me la comía hasta que llegaba mi orgasmo y nos
fundíamos en un abrazo durante varios minutos. Solíamos tardar más de la media hora de rigor pero
como yo era un buen cliente y daba buenas propinas a nadie le importaba.
Usábamos una puerta trasera por donde sólo entraban y salían las chicas para ir a sus
habitaciones. Los clientes solían salir por la puerta normal, pero los clientes no solían mancharse, así
que yo tenía que ir a limpiarme un poco. Todas las chicas que se cruzaban conmigo sonreían y me
guiñaban un ojo. Me fui vistiendo mientras Cecilia caminaba desnuda. Llegamos a una habitación y
se estiró en un sofá. Su flácido pene reposaba sobre su pierna. Se lo hubiera comido allí mismo si no
me hubiera cobrado 20 euros por aquello.
Preparó dos rallas. Una para cada uno. Iban en el precio. Yo no solía hacerlo, no me gustaban las
drogas, pero por una al mes no pasa nada. Me dio un beso en la boca, algo raro en chicas de alterne,
y salí por la puerta de atrás, camino a casa. Cuando apenas llevaba recorridos diez metros sonó mi
móvil. Me llamaban desde la oficina.
- ¿Si?
- ¿Detective?
- Sí, ¿quién es?
- Soy su teniente, ¿dónde está?
- Había salido a dar una vuelta. Estoy volviendo a casa.
- Perfecto, porque muy cerca de su casa se ha cometido un asesinato y le necesitamos.
- Pero… es mi día libre.
- Y el mío también, pero ya sabe que los asesinos no descansan. Tome la dirección… Quiero un
informe para mañana a primera hora. Ya hay policías en la zona que le darán toda la información
necesaria y en breve irán los cuerpos científicos.
Efectivamente aquella dirección estaba cerca de mi casa, ¿un asesinato? En principio mi barrio
era de gente de bien. Creo que en los 20 años que llevo viviendo en él nunca habíamos tenido nada
parecido; lo más grave solían ser peleas de inmigrantes. Conforme me acercaba vi las luces de
varios coches de policía, una ambulancia, motos, coches oscuros… supongo que del juez y gente
similar. Me acerqué al lugar del crimen. El cuerpo de un hombre, bien vestido, afeitado y con
apariencia de tener dinero. Yacía de lado con una mancha roja en el costado y un gran cuchillo
clavado.
- Soy el detective… creo este es mi caso, ¿puede informarme?- Le dije a uno de los policías de
uniforme.
- No sabemos demasiado. No le han quitado nada y lleva bastante dinero encima. Lo encontramos
nosotros mismos patrullando la calle. Estaba caliente así que lo habían matado poco antes. Lleva
toda la documentación encima. La hemos comprobado en nuestra base de datos y es un ciudadano
italiano, perfectamente en regla. Estaba aquí de turismo.
- ¿De turismo paseando solo a estas horas por un barrio aburrido?
- Eso parece. No hemos conseguido localizar a nadie que estuviera con él. Tenía una tarjeta de
hote. Hemos llamado y nos han dicho que allí sólo pasó una noche, hace 3 días, y que estaba sólo.
Por su apariencia no parece que haya dormido en la calle.
- Hmmm…
- ¿Qué hacemos?
- Pues lo normal. No aviséis a la prensa, acordonar la zona, que no entre nadie que no sea de los
nuestros, y esperemos a que vengan los cuerpos especiales. Ya sabes, los fotógrafos, científicos…
creo que el juez ya ha llegado, así que con suerte esto acabará pronto.
- ¿Tiene alguna idea de que ha podido pasar?
- Acabo de ver al muerto. Yo que sé. Parece una herida de arma blanca. Han podido pasar
muchas cosas. Tendremos que esperar y analizar la situación.
Estuve por la zona dando vueltas a ver si veía algo. Me llamó mi mujer preguntando donde estaba
y porque tardaba tanto en llegar a casa. No era la primera vez que me llamaba por algo similar y
siempre me pillaba en situaciones comprometidas, le decía que estaba en una investigación… así que
aproveché que por primera vez aquello era cierto y le dije donde estaba. Al poco rato me trajo un
bocata. Espero que el acierto de hoy me haya servido por todas las veces que le he mentido. No sé si
dudaba de mí. Cuando se fue se me acercó el policía de antes y me comentó que mi mujer estaba muy
buena. Le di las gracias.
Capítulo 2 Desaparecer
Me dije que en navidad iría a buscarlos a Zaragoza, a buscar algo que yo llamaba “una solución”,
pero no tuve lo que hay que tener así que estamos en mayo y no me he movido de casa. Mi vida desde
entonces se resume rápido en “nada” y aquello que pasó sigue alimentando mis pensamientos.
Hace poco hablé con mi abuela y me dijo que yo estaba en la época dorada de la vida. Supongo
que mi abuela se ha amoldado a los tiempos actuales porque ella con mi edad tenía dos hijos y una
casa que mantener, aunque quizás para ella aquello era la época dorada. También he hablado hoy con
mi médico y me ha dicho algo similar. Me ha dicho que tenía, o tengo, mejor dicho, que tengo cáncer.
Supongo que por eso vuelvo a escribir aquí otra vez. No pensaba hacerlo. Como podéis ver no he
tenido ningún éxito como escritor así que había dejado de escribir. Sin embargo he pensado que esto
sería un buen giro argumental, un buen golpe de efecto.
Hará como medio año que comencé a tener miedo de tener cáncer. En un corto periodo de tiempo
me enteré de que algunos conocidos habían muerto por su culpa además de algún caso familiar que
me tocó muy de cerca. Me entró un terror absurdo. Creía que en cualquier momento, sin más, podría
tener cáncer. Lo peor era lo imprevisible que era. No podía hacer nada para evitarlo. Es como una
lotería que te elige y ya está. Lo sufría especialmente en esas noches de insomnio donde acabas
pensando en la muerte. Siempre llego a la conclusión de que debe ser como dormir para siempre, el
vacío infinito. Me suelo levantar con un frío sudor que recorre mi espalda y me pongo a ver la tele.
Tenía ese miedo absurdo. Las posibilidades son realmente bajas. Hice yo mismo un cálculo con
algunas estadísticas que encontré por Internet. Me salió que un 2% de la población muere de cáncer
cada año, especialmente los hombres. Un 2% es realmente poco pero todo el mundo conoce gente
que lo ha sufrido. Nadie se salva. Encima los estudios parecen decir que el cáncer es genético, es
decir, que como no hagan algo los médicos estamos todos condenados. Bueno, yo ya lo estoy, pero
espero que por poco tiempo.
Hace como 1 mes comencé a sentirme mal, me dolía la barriga y debajo de las costillas. Fui al
médico y me dijo que no era nada, que en todo caso si persistía volviera,. Me dio unas recetas,
posiblemente placebo. El dolor seguía ahí, creía que sería cualquier mal movimiento que hice o
alguna paranoia por pensar tanto en el cáncer. Poco después, un día que fui al baño a hacer algo que
se hace leyendo… digamos que sangré de forma abundante. Fui de urgencias y me dijeron que sería
por algún medicamento que me habría hecho algo por dentro,. Dejé de tomar medicamentos y seguí
sangrando. Me ingresaron para ver que me pasaba y en un escáner (o lo que sea) me encontraron algo
en el pulmón: un cáncer algo avanzado.
En mis 20 años nunca he fumado un cigarro. Debo reconocer que alguna vez sí algún canuto, pero
nunca con demasiada frecuencia. Además, en mi casa nadie ha fumado nunca y yo siempre he hecho
deporte. Hasta los 16 jugaba a baloncesto. Desde entonces he ido a gimnasios, a correr por la calle,
jugar con los amigos, siempre me he cuidado un poco. Según el médico mi pulmón padecía un cáncer
“común”, como el de una persona que se fuma dos cajetillas al día. No creía que yo no fumase nunca
pero mis dientes y mi aparato digestivo me daban la razón: no había rastro de tabaco.
Le pregunté como podía ser y me dijo que había tenido mala suerte. No me explicó demasiado,
pero un cáncer se produce por una mutación muchas veces aleatoria por el desgaste de las células o
algo así. La gente que fuma tiene más números en la lotería pero eso no hace que los demás estemos
salvados.
Se puede decir que el mundo ha decidido matarme. Todos aquellos que fuman y a quienes no les
importan un pimiento las estadísticas sobre como afecta a los fumadores pasivos han ido perforando
lentamente mis pulmones. Mira que me he cuidado. Podría haber fumado pero elegí no hacerlo.
Tampoco fui nunca de los que van contra los fumadores. De hecho no me importa estar con alguien
que fume siempre que el humo no me de a mí y no por un tema de salud, sino porque simplemente me
molesta.
Podéis pensar que esto tiene un toque socarrón, casi parece un monólogo, pero no, estoy bastante
jodido y no quiero morir. Estoy seguro de que no moriré, así que he decidido seguir escribiendo
sobre mi vida mientras tenga cáncer y de como lo superaré.
Todavía no se lo he dicho a nadie. Bueno, mi madre estaba cuando me lo dijo el médico, pero le
he pedido que no se lo diga a nadie.

Me senté en la silla detrás de la mesa como si nada, esperando que me diera cualquier
medicamento. Mi madre se sentó a mi lado. El médico ojeaba papales.
- ¿Juan Manuel?
- Sí, soy yo.
- ¿Qué tal?
- Bien, eso espero, jeje.- Sacó algo así como unas radiografías.
- Bueno, te hemos hecho varias pruebas. En todas estabas bastante bien de salud, pero hemos
descubierto la causa de tus problemas. Tienes un tumor.

Si queréis saber como me sentí, dejar de lado el libro y mirar cinco minutos la pared.
Me explicó que era en el pulmón y que no era benigno, que me harían quimioterapia,
radioterapia, pero que era joven y fuerte y que lo superaría. Me dijo que fuera positivo.
Mi madre a mi lado estaba blanca, no decía nada, estaba a punto de llorar. Nos fuimos y
volvimos a casa en taxi, habíamos ido en metro. Ella se puso a ver la tele pero su mirada estaba
ausente. Yo me metí en el baño, me quité la camiseta y me miré al espejo. No tenía sentido que 3
dedos hacía dentro, sólo 3 dedos, hubiera algo que me estuviera matando. Me puse la mano sobre
donde tenía que estar el cáncer sin notar nada. Me sentí tan impotente. Era tan injusto. Ayer me
desperté perfecto, excepto los raros problemas que tenía a los cuales no les daba la mínima
importancia. Era un tipo feliz que veía la tele, hablaba con gente, salía a la calle. Hoy estoy en el
corredor de la muerte. En menos de 24 horas mi vida ha pasado del todo a la nada. Se puede decir
que todo se ha ido a la mierda.
He decidido dejar la universidad, no iré más, al menos hasta que vuelva a estar bien. Tampoco
saldré de fiesta, no creo que sea bueno. Dejaré de hacer todo lo que hacía antes y me convertía en
alguien normal. De hecho, estoy enfermo, tengo cáncer, puedo morir. ¿Cómo debe ser la muerte? No
quiero que sea la nada absoluta, el vacío infinito, me aterra. Espero que Dios exista, sino estamos
jodidos los dos.
¿Qué sentido tiene mi vida ahora? ¿Cómo puede ser que un día me levante y de golpe tenga
cáncer? ¿Cómo será cuando me muera? Ese segundo después de morir, ¿cómo debe ser?
Mierda, creo que me estoy poniendo dramático. Debo ser fuerte. Supongo que comprenderéis que
esté asustado. Yo no estoy hecho para estas cosas, quiero decir, nunca me había enfrentado a nada, ni
siquiera me he tirado por el Dragon Khan.
Es que os lo juro que nada tiene sentido. No puedo mirarme las manos y pensar que quizás sea
una de las últimas veces que haga “crack” con mis dedos. Creía que era inmortal, bueno, en realidad
esperaba que cuando fuera mayor ya hubieran inventado algo para nunca morir. No sé, quizás
guardaríamos unos clones nuestros en perfecto estado y cuando estuviéramos cerca de la muerte
extraerían nuestros cerebros, los limpiarían, añadirían todas neuronas que faltan, borrarían aquellas
partes que nos hacen ser viejos y nos meterían en un cuerpo nuevo,. Así nunca moriríamos, sería
genial. Realmente, ¿quién eligió que viviéramos 80 años en vez de 300 por ejemplo? Bueno, lo de
vivir 80 años es relativo…

Mi madre sigue sentada mirando la tele. Todavía está vestida. Normalmente cuando llega a casa
se pone rápido una bata o un pijama, supongo que hoy no es un día normal para ella. He pensado a
veces sobre el día en que ella muera y nunca he podido llegar a imaginarme tal situación del dolor
que me provoca. Parece que las cosas van a ser al revés.
Poco después miró fotos antiguas. Lloraba. No le dije nada. Mi madre es de esas personas que se
ponen muy nerviosas, en seguida le tiemblan las manos. Ha tenido mala suerte en muchas cosas
durante su vida pero no voy a hablar de eso aquí y ahora.
Durante la cena apenas hablamos. Me preparó un montón de cosas como si fuera la última cena y
me dijo que iba a hacerme flanes con chocolate. Le dije que no dejase el trabajo y me contestó que ya
vería. Se fue pronto a la cama y oí como lloraba. Sufro más por ella aunque yo no quiero morir.
Tengo que ganar esta batalla como sea.
Capítulo 3 El Día de la Celebración
Recuerdo ese día como si fuera ayer. Estaba en el salón de mi casa viendo la tele. Tenía unos 5
años. Era un programa musical. Salía un tío que tocaba la guitarra eléctrica como quien toca el
violín. Su expresión estaba enloquecida, movía le melena. De fondo se veía uno más grande tocando
la batería y un cantante rubio que estiraba el cable del micro mientras apretaba los dientes. No tenía
ni idea de quienes eran ni sabía qué canción era ni qué música era. Sólo sé que pensé: “¡joder!” Me
di cuenta de que no habría nada más cojonudo en la vida que estar donde estaba ese tío de pelo
oscuro.
Los años pasaron lentamente. Me dejé arrastrar por la música basura y comercial, las canciones
para niños, la música de anuncios de televisión, grupos de negros raperos, niños guapos y tías buenas
con quienes me hice mis primeras pajas, de algo sirvió. Mi mente aún era frágil. Aún así, rodeado de
mierda, en mi mente seguía aquella imagen: ese primer plano con un torbellino de pelo, ese redoble
de batería seguido de un solo demoledor.
A mi hermano le regalaron un teclado “Casio” que nunca usó demasiado. Pronto formó parte de
algún fondo de armario. Yo tenía unos 10 años entonces y vi la película de “Mozart”. Se puede decir
que soy fácilmente impresionable e influenciable pero por aquel entonces ya tenía más uso de razón
que 5 años atrás y decidí que quería tocar el piano. Un sueño que se transformó en usar el teclado de
mi hermano. Lo toqué hasta la saciedad. Siempre las mismas cuatro canciones que traía pregrabadas
y que mediante luces te indicaba que teclas seguir. Incluso hubo una moda en mi colegio y circularon
los pentagramas de una canción de Frank Sinatra y otra de Los Beatles. Usando sólo mis dedos
índices aprendí a tocarlas.
Poco después, con 12 años más o menos, le dije a mi madre que quería aprender más. Una tarde
nos paseamos por distintas escuelas de música pero aparte de tener que hacer mil clases de solfeo,
canto, piano,… cosas que en su mayoría no me importaban lo más mínimo, siempre me rechazaban
porque ya era demasiado grande. Según ellos lo normal es que se empiece con 5-8 años, ¿algún niño
ama la música con esas edades o son sus padres quienes los meten ahí? ¿Cuántos de aquellos niños
no lo dejaron poco después?
Una de mis “virtudes” es que soy bastante cabezón, por eso a pesar de todo seguí buscando un
sitio donde aprender. Un amigo mío hacía clases de guitarra. Mi madre llamó a la suya para
informarse y al día siguiente fui a inscribirme. Era una tienda de música bastante normal. Al final
tenían un cuartito donde un tío enseñaba a tocar la guitarra.
El primer día de clase mi madre me compró una guitarra española. Al cambio costó unos 40
euros. Aún hoy la guardo. Tiene uno de los peores mástiles que he visto en mi vida. Está fatal
construida y más que madera parece plástico. No entiendo como tocaba con aquello… pero tocaba,
sí. Lo primero que aprendí fue a tocar los acordes “mi”, “mi menor”, “la menor”, luego vino el “do”
y más tarde el “sol” que me costaba bastante.
La primera canción que aprendí se llamaba “Green tinted”, no tengo ni idea de quien es. Tiene un
rollo country, mola bastante. Empecé en julio a tocar la guitarra. Ni en agosto ni septiembre daban
clases así que me tiré dos meses tocando aquella canción unas 20 veces al día. Mi hermano me lo
sigue recordando, a él no le parecía tan fascinante.
Mi primer año entero de clases seguí progresando con la española. Aprendí la mayoría de
acordes, aprendí a usar la cejilla, que era una pesadilla, y algunos temas muy buenos. El que más me
gustó fue “Basket Case” de Green Day, le seguía cerca “All my loving” de Los Beatles, aunque con
española era más bien versión “Los Manolos”. Mi progresión aquel año fue espectacular, mi mejor
año sin duda. Incluso a mi profesor le llamó la atención y me dijo que poca gente iba tan rápido y
bien como yo.
En aquel sitio las clases se hacían por grupos que ellos mismos asignaban. El siguiente año fui
con dos tíos que tocaban la guitarra eléctrica. Comencé el curso usando mi española, pero habían
cosas que no podía tocar porque la española no da para más aparte de que ellos tenían que bajar su
volumen para que yo pudiera oírme. Todo eso hizo que me comprase mi primera guitarra eléctrica
junto con un amplificador. Una guitarra marca “Kohler” de madera, sin ningún adorno. Hoy en día la
sigo usando y bastante,. Estuve muchos años con ella así que estoy acostumbrado a tocarla, tenía el
mástil muy fino y se adaptaba bien a mis pequeñas manos.
Aquel segundo año aprendí muchas cosas: escalas, posturas… Además comencé a tocar temas
rockeros potentes, como “Back in Black” de ACDC o “Sweet child o’mine” de Guns’n’Roses.
También toqué mi primer solo, el de “The trooper” de Iron Maiden; y descubrí la Bossanova, que
sigue siendo uno de mis géneros favoritos.
Los siguientes años seguí haciendo clases pero mi motivación bajó bastante. Apenas tocaba en
casa y esa es la base para tocar bien. Progresé muy poco. A lo sumo recuerdo algún tema sencillo de
Satriani y un par de Metallica. Toda la música que conocía era la que daban los medios de
comunicación clásicos. El rock ya no estaba de moda, todo lo que escuchaba era pop. No me gustaba
demasiado y me fui desenganchando poco a poco del mundo musical. Como mucho llegaba a España
algún súper hit como “Wonderwall” de Oasis o alguno de Blur que me alimentaban durante algún
tiempo, pero sin continuidad.
Entonces llegaron los 15 años, aquellos maravillosos 15 años. Es cuando la gente suele
interesarse por la música, cuando te comienza a picar el gusallino. No era mi caso ya que todo lo que
tenía a mi alcance era la tele y la radio donde sólo daban basura: pop español bastante malo, música
internacional bastante mala y los inicios de esa “peste negra” llamada música latina.
Pero algo magnífico ocurrió. Estaba un día aburrido en casa y me pregunté hasta que canal
llegaría el “Canal Satélite Digital”. Comencé a subir uno por uno y cuando llegué al 400, creo que
era el 400, mi vida dio un vuelco. Había descubierto la Mtv Alemana. Ante mis ojos tenía grupos de
gente joven con las guitarras colgando, cantantes que se desgañitaban y baterías que movían la
cabeza mientras aporreaban los tambores. No me podía creer que aquello fuera real, creía que todo
el mundo escuchaba lo mismo, creía que era la era de los grupos de cinco niños guapos o de un
sudamericano moviendo la pelvis. ¿Qué coño estaba pasando en España? ¿Por qué eso no llegaba
hasta aquí? Me habían tenido encerrado durante años entre su basura sin poder saber nada del
exterior. Pero aquello había acabado, una ventana se había abierto.
Aquel también fue el año en que llegó Internet al gran público en España. Se comercializó la
tarifa plana de 18 a 6 a 56k. Un hito en la historia de nuestro país ya que la red mundial llegó a
muchos hogares a un precio más que asequible. Pero también hubo otro hito a nivel mundial:
“Napster”. Te metías en un programa, ponías en un buscador un grupo de música y su canción y en
pocos segundos la tenías lista para bajar. Por aquel entonces solía tardar unos 15 minutos cada
canción. También estaban los chats de Napster donde podías hablar con otra gente. Gracias a los
americanos que no habían estado encerrados en su propio país, musicalmente hablando, como había
pasado en España, conocí grupos como Blink 182, NOFX, Offspring, Lagwagon, Incubus, Red Hot
Chili Peppers y un sinfín más. Napster cerró porque decían que hacía daño a la industria. Debo decir
que aquel fue el año que más CDs originales he comprado en mi vida.
Con aquel nuevo amor por la música también se reavivó mi pasión por la guitarra. Además,
gracias a Internet, te podías bajar TABS de las canciones de aquellos grupos que en su mayoría eran
Punk Californiano, temas bastante fáciles de tocar. Se puede decir que tocaba sin parar. No hay nada
más grande que tocar en la guitarra tu canción favorita del momento.
Debo señalar otro hito de aquellos años, un juego para la famosa consola PSX: “Tony Hawk’s
skateboarding”. Si por aquel entonces gracias a la apertura exterior que provocó Napster el Punk
Californiano y el Nu-Metal se estaban volviendo muy famosos en España, el hecho de que sacaran un
juego que trataba de ir en skate mientras escuchas aquellas canciones era lo máximo. Lógicamente me
compré unas Vans y unos pantalones anchos, pero no de ese tipo de basura que llevan los pijos hoy en
día con mil graffitis.
Aquella fiebre me duró unos dos años más o menos. Me cansé rápido del nu-metal y todos los
grupos punk que surgieron de los cuales me iba comprando cd’s me parecían muy similares. La llama
se fue apagando y durante otro periodo de unos dos años apenas escuché nada. Me bajaba cosas y tal
pero nada me enloquecía y dejé la guitarra un poco apartada. Seguí tomando clases, algo que nunca
dejé, pero no me ponía a tocar en serio en casa.
Y otra vez todo volvió a cambiar. En un centro comercial encontré el disco “Led Zeppelin 2”
tirado de precio. Apenas los conocía pero lógicamente había oído hablar mucho y muy bien de ellos,
así que me lo compré. Rara vez me gusta un CD la primera vez que lo escucho porque no me conozco
las melodías. La primera vez que escuché “Whole lotta love” pensé que era una mierda. De cualquier
forma, sabía que ahí se estaba cociendo algo importante así que seguí dándole candela. Poco después
algunas de sus canciones, como “Ramble on” se convirtieron en mis favoritas y poco después, otra
vez, ya consideraba ese CD como uno de los mejores de mi discografía. Me compré los otros tres
primeros y en un par de meses ya me parecía todo aquello lo mejor que había oído nunca. Obras
indispensables del buen rock. El ABC, en mayúsculas.
Mi pasión por el rock fue creciendo poco a poco gracias a los “LZ” y fui abriendo nuevos
caminos que no dejaban de sorprenderme. Como “Hendrix”, los primeros de los “Rolling”, “Cream”,
“Black Sabbath”, clásicos en general, infalibles. De golpe la media de edad de las canciones de mi
reproductor MP3 había bajado unos 40 años.
La mecha se había encendido y sólo quedaba una gran explosión para que una fina capa de metal
recubriera mi corazón. Todos los elementos estaban sobre el tablero, era cuestión de días. Le
comenté a un amigo mi creciente y actual amor por el rock clásico y me dejó un DVD que él tenía con
varios conciertos de “LZ”. Uno en Nueva York y otro un poco anterior en Londres, en la sala
conocida como “Albert Hall”.
Recuerdo ese día como si fuera hoy. Estaba sólo en casa así que puse el DVD y me lié un par de
porros. Empecé por el concierto de Londres. La primera canción no la conocía, “We are gonna
groove”, pero era trilla. Aquella peña de hace 40 años lo petaba mil veces más que los grupos de
hoy en día que sólo saben mirarse la punta de las zapatillas mientras posan para las cámaras. Aquella
panda de cabronazos añejos eran como 4 jodidos demonios a quienes habían estado dando por culo
durante varios días metidos en una jaula que entonces habían abierto, soltándolos sobre el escenario
que recorrían como un huracán.
El punto de inflexión vino con “Dazed and confused”. El guitarrista, Jimmy Page, cogía el palo
para tocar un violín y se ponía a golpear la guitarra con él. Mi mente comenzó a reventar por varios
costados mientras superponía imágenes, ¿un deja vú? En aquel momento no lo entendía pero aquella
mierda que estaba disfrutando era la misma que me dejó con los calzones cagados cuando tenía cinco
años. La chispa se había encendido definitivamente, la piel se me puso de gallina y me lloraban los
ojos de emoción. Aquello era arte en estado puro, y yo quería estar ahí.
Me dio un blancazo bastante chungo porque en mi grado de emoción musical me había estado
enchufando la hierba casi como por vena. Abrí la ventana para que me diera el aire, me saqué la
chorra y me hice un pajote. Luego fui a mi cuarto, me colgué la guitarra y no la solté en 4 meses.
Tocando escalas arriba y abajo y viendo aquellos conciertos sin parar. También comencé a componer
canciones aunque descubrí rápido que yo no tenía buena inventiva. Llevaba el rock en la sangre pero
estaba claro que yo no era un líder. Pero quería rockear, joder, necesitaba formar un grupo, subirme a
un escenario y que cientos de grupis me comieran la polla mientras me bebía un cubata de vodka con
limón. Aquello era lo que pensaba entonces, sí. Yo iba a ser una puta estrella del rock. El puto hijo
de puta que las masas proletarias llevaban esperando más de 15 años desde que Axl dejó los
escenarios y se puso a hacer el “Chinese Democracy”.
Así fue como empezó todo, o en realidad quizás no empezó. Supongo que teniendo en cuenta la de
gente que somos en el mundo, cada 30 segundos debe haber un joven exaltado aquí y allá que se
emociona escuchando cualquier canción, levanta la guitarra, se agarra los huevos y grita “¡voy a ser
una puta estrella, joder!”. Yo era uno de esos, sí.
Capítulo 4 Segundo Premio
Dicen que las relaciones sentimentales son una cadena de amores y fracasos y que si estamos en
un momento de amor el próximo fracaso está por llegar. La putada es cuando te mueves como un
caballo de ajedrez por esa cadena y vas saltando de fracaso en fracaso, uno tras otro. La fase de
encuentros, de amor, de caricias… no existe.
Pocas cosas hay peores que la indiferencia porque te dejan a la espera. No sabes que pensar, ¿me
quiere? ¿No me quiere? Cuando te dicen un “no” es como tirarse de un precipicio. La caída es dura,
mueres, pero el amor vuelve en otro momento. La cadena sigue. La indiferencia es una caída lenta, es
angustia, sufrimiento, es esperar, esperar como un hijo de puta, esperar a verle conectado, a recibir
un mensaje, una llamada, esperar siempre y no recibir nada. Te vuelves loco poco a poco y encima
cada vez le quieres más y cada vez piensas más en él y cada vez te agobias más. Al menos eso me
pasa mí.
Mirar el vacío mientras la otra persona está en una fiesta brutal, drogándose, follando con otro,
viendo una película, divirtiéndose, tú estás mirando el vacío, pensando en él, sufriendo por ti… y por
él. No es recíproco. Para él tú no eres nada. Para ti él lo es todo.
Normalmente la indiferencia se crea porque no has sabido jugar tus cartas. Has creído cosas que
no son. Te has dado esperanzas en vano… o bien simplemente jugaban contigo. Esto empieza a
parecer un “meta-análisis”, es inevitable preguntarse ¿qué he hecho mal? O ¿qué capté mal? O
¿significaron aquellas palabras lo que yo creí en aquel momento? ¿Qué entendió él cuando yo le dije
aquello? ¿Por qué me siguió el juego? ¿Me estaba siguiendo el juego o retrocedemos varias
preguntas y yo lo entendí todo mal?
Las personas somos demasiado complicadas. El sexo es sencillo, pero el amor no. El amor está
pasado de moda. Las responsabilidades están pasadas de moda. Hoy en día sólo hay que pensar en
follar, en ser “libre”. Eso es ser moderno, todo lo demás es ser antiguo. Debes entender, aunque tú no
puedas entenderlo, que la gente quiere ser libre, y tienes que callarte y sufrir por dentro porque sino
agobias. Creo que en parte ese ha podido ser el problema causante del párrafo de arriba. Y no me
refiero a casarnos o vivir juntos o cualquier cosa material que pueda demostrar que dos personas se
quieren, eso en realidad es sencillo y está a la orden del día. Lo que yo he querido ha sido amar de
verdad y me temo que eso asusta.
Llevo varios días así. La vida se me escapa de las manos pero nuestro organismo tiene
prioridades y no puedo pensar en mí todo lo que debería y pienso en otros. Miro el móvil. Miro el
MSN. Me muerdo los pelos del brazo, debe ser mi gesto nervioso.
Es la una y veinte de la noche pero para mí el tiempo ya no existe, ya no tiene sentido. Mi vida se
ha convertido en nada. Soy casi un muerto en vida porque realmente no hago nada, esperar algo que
nunca llega. Cuando muera me gustaría saber las consecuencias… me gustaría morir pero por razones
obvias no podría saber que ha pasado así que me gustaría fingir mi muerte y ver los resultados. Me
queda poco. Pienso demasiado en la muerte.
Pienso demasiado en la muerte aunque menos de lo que debería porque estoy enamorado. Siento
que soy una persona que da mil veces más de lo que recibe. Espero lo mismo a cambio, pero es
imposible y me consumo y tengo algo dentro que me aprieta y estoy agobiado. Mi madre cree que es
por la enfermedad, cree que estoy triste por eso. En realidad no, estoy triste por otros motivos. Estoy
triste porque es la una y veinte y escribo esto tras varias horas de espera, de indiferencia, y no sé
nada de la otra persona y eso me mata más que el cáncer.
Es una gran putada, una gran putada. Siempre había pensado en enamorarme, en querer de verdad,
en que alguien me quisiera. Creemos que somos inmortales, en realidad no, pero creemos que en la
vida puede pasar casi cualquier cosa así que… ¿por qué no me iba a querer nadie? Es una putada
porque no me va a dar tiempo. Me voy a ir al otro barrio sin que nunca nadie me haya querido. Miro
por la ventana y veo gente pasar. Siento envidia aunque se ven menos enamorados de los que yo
creía. Los tiempos cambian, avanzan, y yo soy un antiguo. La gente es cada vez más liberal, más
abierta de mente. El amor no es necesario mostrarlo, puede ser empalagoso. No es mi forma de ver
las cosas. Como he dicho, parece que las responsabilidades asustan a las personas de hoy en día.
Hace pocos días recibí dos mensajes casi a la vez. Fue el viernes pasado, todavía nadie sabe
nada. Estoy pensando en no tratarme, no salir de casa y morir lo más rápido posible aunque no es lo
que le gustaría a mi madre y quiero luchar por ella porque es lo único que me queda en este mundo.
La única persona que nunca me ha mostrado indiferencia.
Como decía, recibí dos mensajes. Los dos eran cortos. El primero decía simplemente “11:30
cole”. No tiene nada de especial. He recibido un montón de mensajes como ese, casi cada viernes
cuando mis amigos quieren quedar. Incluso muchas veces los he enviado yo.
Si hubiera sido un viernes normal hubiera cenado pizza y hubiera ido al cole a esa hora para
charlar y tomar algo. No fue un viernes normal así que no hubo pizza. Cené un vaso de leche sentado
en el sofá al lado de mi madre, viendo la tele, sin decirnos nada. Estuve tentado de cogerle la mano,
pero no pude. No salí de casa ni quedé con ellos. No creí que tuviera sentido hacer como si nada
pasara. Ellos no lo sabían pero entre nosotros había una vida de distancia.
Me siento afortunado porque creo que tengo buenos amigos y muchos, además. Estoy seguro de
que muchos de ellos me quieren de verdad. Creo que no he sido siempre el mejor amigo aunque sí he
sido sincero y eso con el tiempo lo agradecen.
Es posible que me echen en falta aunque no siempre me presento a sus citas . Nunca suelo avisar
aunque luego cuando los veo me lo echan en cara y les pido perdón. Suelen creer, y siempre ha sido
cierto hasta hoy, que tenía algo mejor que hacer, como follar con alguien, estar con mi novio, ver una
película con mi madre… no sé, cualquier cosa que te pudiera excusar de no salir a tomar algo.
No quiero que lo sepan. Nunca. Ojalá no lo supiera ni mi madre, ojalá pudiera borrarme de la
memoria de todo el mundo y desaparecer sin dejar rastro. De hecho, no sé ni porque escribo todo
esto, supongo que para mí madre o quizás mi hermano. No sé que harán con mi ordenador cuando ya
no esté.
Miro el correo electrónico y el móvil esperando algo. Pero nada.
Por cierto, sí, habéis leído bien: tengo o tenía novio. Pero eso hoy no significa nada más que sexo
regular, y el sexo está sobre valorado. Vivimos en una sociedad donde cada vez es más importante,
cada vez se habla más en los medios de comunicación y cada vez se habla más en grupos de amigos.
Cada vez se empieza antes. Parece que el sexo lo es todo. La gente pondría pocas cosas antes del
sexo. Pues sí, yo lo repito: el sexo está sobre valorado.
Cuando digo algo así la gente suele decir que he tenido mala suerte o que nunca he tenido un gran
polvo o cosas así. Eso es porque no conocen mi vida sexual. Me gusta el sexo, como a todo el
mundo.
No quiero cambiar de tema. Tengo o tenía novio, y ahí entra en juego el segundo mensaje que
recibí. Era corto, escueto: me ha dejado. Es imposible que supiera lo de mi enfermedad. Apenas he
salido a la calle y apenas hemos hablado estos días. Es imposible, me ha dejado por otros motivos.
Yo le sigo queriendo, cada día más. Mi vida gira cada vez más alrededor de él, pero como decía al
principio, le soy indiferente.
Para él fui una diversión durante unos meses, nada más. No le preocupó mis sentimientos. Debe
ser de esas personas que creen que lo que ellos sienten es lo que debe sentir todo el mundo, “sólo
hemos estado unos meses follando, es imposible que te hayas enamorado de mí”, “todavía no nos
conocemos del todo, tiempo al tiempo”, ese tipo de cosas.
Desde entonces espero que me diga algo más. Un e-mail más explicativo, una conversa en el
MSN, una llamada… pero nada, estará ocupado. Su vida debe ser muy ajetreada, muy divertida. La
mía es una mierda y por motivos obvios todavía lo es más ahora.
La vida es injusta, o eso creo. Puede que el problema sea yo, que soy diferente. Vivo la vida de
otra forma, espero otras cosas. No me ha tocado vivir en mi momento aunque lo más probable es que
nunca haya existido un momento para mí. Quizás morir sea lo mejor. Sí, en el fondo lo que hago por
aquí no tiene sentido. Sólo molesto.
Son las dos de la madrugada y siete minutos. Tengo la ventana abierta y oigo roncar a una vecina,
bastante fuerte,. No es la mejor banda sonora para escribir un recuerdo que espero que lea la gente a
quien dejo atrás. Él no me ha dicho nada, no le he visto por el MSN, no me ha enviado un e-mail,
nada de nada. Antes, en realidad hace días, contactábamos cada día, como fuera, si no podíamos
vernos nos avisábamos mutuamente. Ya ni eso, hace días que no le veo.
¿Le quiero? Teóricamente sí, en la práctica no. Soy una persona capaz de querer de forma casi
ilimitada y de forma muy rápida, pero de la misma forma una persona puede dejar de importarme lo
más mínimo en cuestión de días y creo que acaba de suceder, alguna conexión neuronal. Por cierto,
no soy una persona enamoradiza, ni mucho menos. Mis sentimientos se activan poco, pero cuando lo
hacen me vuelco totalmente.
Pues sí, ya no le quiero, que le den. No volveré a hablar de él por aquí, me voy a dormir. Es
como un entrenamiento para la muerte.
Capítulo 5 Cuando Tenía Veintiuno
Aunque sea policía no estoy acostumbrado a ver muertos. Nunca he visto ninguno excepto los
muertos en accidentes de tráfico y cuando llego ya están tapados y a mi, la verdad, no me interesa
demasiado levantar la manta. Creía que todo esto sería rápido pero no lo ha sido. El juez llegó e hizo
su trabajo. Luego transportamos el cuerpo a un hospital para que lo tratasen los forenses quienes
todavía no han llegado. Son las 7 de la mañana, espero que no tarden demasiado.
¿Y que hago yo aquí? Tras toda aquella mierda cerca de mi casa, cuando iba a irme a casa a
descansar llegó mi teniente. Un hombre mayor, delgado y con un gran bigote canoso, detalles
totalmente relevantes. Me dijo que ese caso era mío. No es que yo no haya tenido muchos casos, pero
aquel iba a ser mi primer homicidio. Pensé en que sería algo rutinario, algo normal…
- Mañana a primera hora tendrá un informe en su despacho.- Le dije.
- No quiero un puto informe, quiero al puto asesino.
- ¿Al asesino?
- Sí, detective, ese es su trabajo. Le ha tocado la gorda, ¿sabe? Este tío que está aquí muerto,
sinceramente no se quien coño es pero resulta que es un pez gordo, un importante empresario italiano
o algo así. El tema es que este asunto ya se puede etiquetar como “internacional” y tengo a uno de los
ayudantes del puto ministro de exteriores italiano comiéndome la oreja desde que les ha llegado la
noticia. De rebote todo esto ha llegado a nuestros políticos, quienes les han dicho a los italianos que
confíen en los cuerpos policiales españoles y algún gilipollas por encima mío ha decidido que este
caso ahora es de máxima prioridad, pero como usted sabe en nuestro departamento no hay
demasiados detectives, así que este caso es suyo. No quiero que duerma, ni que cague, ni que coma,
ni que haga una puta mierda hasta que tenga al puto culpable, ¿entiende?
- ¿Puedo comer pollas?
- No me vengas con gilipolleces. Haz tu trabajo, el trabajo que no llevas haciendo desde hace 20
años, ¿entiendes? ¿te parece bien, eh?
Y bueno, llevo 6 horas o más sentado, mirando al muerto. Lo he acompañado hasta el hospital y
estoy aquí esperando al médico forense. Poco después entró en la sala mi teniente.
- ¿Alguna novedad?
- Bueno… eh, no.
- ¿Ha avanzado en algo? ¿Tiene alguna prueba? ¿Algún dato?
- Bueno… eh, estoy aquí esperando al forense. Ya sabe.
- Maldito inepto. Tú que eres, ¿un puto enterrador o un detective? El muerto está muerto, no se va
a levantar, no te va a decir que ha pasado. Me cago en todo. No eres un novato, llevas 20 años. Se
supone que sabes como funciona esto, se supone que investigaste la zona, que interrogaste a los
vecinos, que buscaste testigos oculares… y todo lo que has hecho ha sido estar aquí sentado. Es
evidente que contigo no vamos a ningún sitio y no te puedo relevar porque mi departamento quedaría
como una casa de putas. Tendré que pedir algún favor. Me los he ganado bien durante años y no
quería gastarlos en algo así. No te muevas. Llamaré a la central a ver si puedo mover algunos hilos y
que me traigan a alguien válido, pero tú de aquí no te vas, ¿entiendes? Quiero que seas su sombra y
que le lamas el culo continuamente. Donde él vaya, tú vas.
- Le aseguro que no tendré ningún problema.
- Bien. Me voy a las oficinas… ¡espabile!
Cerré la puerta suavemente y me quedé mirando al muerto. La habitación era pequeña y hacía
mucho frío. Llevaba allí varias horas así que no hubiera sido raro que me constipase. Un rato
después me llamaron al móvil, era mi teniente. Ya habían encontrado a alguien válido para llevar el
caso conmigo, además le había dado mi número. Así que volví a la habitación a mirar el muerto y
esperar la llamada que no tardó en llegar.
Mi corazón dio un vuelco en cuanto oí su voz. Esto puede sonar demasiado romántico, sería más
realista decir que mi polla se puso bien dura. Era él, quizás mi primer “gran amante” o “amante algo
serio”. Lo conocí mientras estudiábamos en la universidad. Nos hicimos amigos el primer día y poco
después, la vida es corta, ya me follaba locamente. Es raro pero fue él quien tiró de mi, normalmente
yo suelo ser el pescador.

Estábamos estudiando juntos en la biblioteca de la facultad. Posiblemente uno de los primeros


días en que yo estudiaba de forma seria. A media tarde se levantó a pedir un café y note que tenía la
polla bien dura; “que raro”, pensé, lo más probable es que no se haya dado cuenta. Los hombres
tenemos muchas erecciones sin darnos cuenta. Volvió y me dijo…
- ¿Qué miras?
- ¿Perdona?
- Te he visto fijarte en mi paquete.
- Lo siento, habrá sido sin querer.
- Me vas a perdonar si soy directo, pero esta tarde no me está sirviendo de nada. No consigo
recordar nada de lo que hemos practicado.
- ¿Por qué?- Le pregunté.
- Porque llevo toda la tarde imaginándome que me la comes.
- Definitivamente no ha sido una tarde productiva porque llevo toda la tarde imaginándome de
rodillas.
- Estamos perdiendo el tiempo.
- Y que lo digas.
- ¿Quieres hacerme una mamada?
- Busquemos algún lavabo con poca gente. La biblioteca está demasiado llena.
Una cosa llevó a la otra y poco después tenía su polla bien metida. Aquello duró cuatro años,
hasta que nos sacamos el título. Raro era el día en que no teníamos un encuentro, quizás algún
domingo en que alguno de los dos tenía resaca. Si mi ano tiene alguna forma seguro que es la forma
de su polla.

Nuestra conversa por teléfono fue escueta y poco efusiva, quizás se había obligado a esconder
aquel pasado. Me dijo que esperase, que vendría en breve. Tal como picó en la puerta se me puso
bien dura y al abrirle se tiró encima mío mientras cerraba la puerta con el pie. Empujándome como
loco. Yo apenas podía buscar algo donde apoyarme y el único sitio posible era la camilla central
donde reposaba el muerto.
- Espera, espera.- Le dije, tapando con la mano sus besos.- No pienso apoyarme encima del
cadáver.
- El cadáver me importa una mierda, quiero que me la comas entera. Hace diez años que no me
corro como me corría contigo. Me he hecho demasiadas pajas ya recordando aquellos años. Quiero
que me la comas ahora. Quiero follarte ahora.
- No pienso apoyarme en el muerto.
- Joder, ya lo aparto.
Como pesaba demasiado lo cogimos entre los dos y lo pusimos horizontal a la mesa, las piernas
le medio colgaban de forma rara. Apenas me dio tiempo para fijarme ya que me tiró sobre la mesa y
me metió su polla en la boca, para poco después bajarme los pantalones enfurecido y follarme hasta
el hígado. Parecía un cura al empezar un nuevo curso de catequesis. Mientras él descansaba sentado
en una silla y yo me limpiaba, le pregunté:
- ¿Qué te pasa? Creía que tú y tu mujer llevabais una buena vida sexual.
- Hay una gran diferencia entre buena y muy buena. Sí, follamos cada día, sabe comerla, su culo
lo traga todo… pero le falta pasión. Además diez años follando los mismos agujeros hacen que sea
algo aburrido, ¿no crees?
- ¿Te han asignado a este caso?
- Sí. En cuanto se filtró que se buscaba a alguien en nuestro departamento miré a ver de que se
trataba y al ver tu nombre no lo dudé. Espero que esto duré mucho para poder follarte cada día.
- No sé porque dejamos de hacerlo al acabar la universidad.
- Nos asignaron a destinos diferentes.
- ¿Has seguido follando con otros?
- No demasiado, ¿y tú?
- Bueno… uno hace lo que puede.
- He notado al metértela que lo tenías bien blandito y un poco irritado. A ti te han dado por culo
hace menos de un día.
- Veo que eres un buen detective.
- De los mejores que tiene esta ciudad, deberías saberlo. Siéntete afortunado porque vas a
disfrutar de carne fresca cada día y este caso se va a resolver. Con suerte tendrás un aumento. Por
cierto, ¿qué estás haciendo aquí?
- Esperar al forense.
- ¿Has investigado algo? ¿Tienes algo que darme?
- No, nada. Sólo el informe que hicieron los policías en el lugar del crimen.
- Veo que no estás acostumbrado a este tipo de casos. Vete a casa a dormir, que te hace falta. Yo
voy a ver que saco en claro, ¿te va bien quedar sobre las ocho para cenar en el restaurante que está
aquí delante?
- Perfecto. Muchas gracias. Necesito dormir.
- Nos vemos luego. Ponte alguna crema en el culito, lo vas a necesitar.- Me besó con fuerza.
Parecía un oso. Era más fuerte y grande que yo.
Al llegar a casa mi mujer quiso tocarme pero no la dejé. No es que me sintiera sucio, ni mucho
menos, me gustaba la sensación que me invadía y pensaba hacerme una buena paja en la ducha. Tenía
que perderla de vista antes de que me estropease la fiesta. Cuando salí me abrazó y quiso quitarme el
albornoz, pero no creí oportuno que viera mi polla flácida.
- ¿Quieres echar un polvo?- Me dijo.- Quiero follarte.- Alargando la erre, solía hacerlo.
- Me temo que no vamos a follar en un tiempo. Me aburres y mi antiguo amante ahora trabaja
conmigo. Él y yo vamos a follar cada día.- Obviamente no le dije eso.
- Lo siento cariño, no tengo ganas.- Fue mi respuesta real.- ¿Y las niñas?
- En el colegio. Ya las llevé yo esta mañana, ¿te hago algo de comer?
- No, sólo quiero dormir. Ya me programo el despertador.
Me desperté no sé cuando y descubrí el pelo del coño de mi mujer cubriéndome la cara. Le dije
que me dejara descansar tranquilo y volví a dormir profundamente. Me desperté a las siete de la
tarde, me duché otra vez y salí hacia el restaurante. Le vi por fuera, así que entré directamente y me
senté en su misma mesa.
- ¿Cómo te ha ido?- Pregunté.
- Bien, bien. Esto parece más interesante de lo que parecía a priori.
- ¿Si?
- Sí. Supongo que sabrás que el muerto es un gran empresario italiano, pero, y que esto no salga
de aquí ya que es totalmente confidencial, es o era uno de los capos de la mafia italiana. Un gran
empresario, sí, pero tirando más hacia los negocios turbios.
- Joder.
- Qué hacía por aquí se nos escapa de las manos. Es la primera vez que oigo su nombre y vista la
fortuna que se le atribuye debería ser alguien más famoso. Supongo que será de esos que trabajan en
segundo plano. El problema es que una cantidad casi infinita de personas querrían matar a este tipo.
Ya se sabe, la mafia tiene muchos amigos y enemigos. Eso complica el caso y a su vez lo facilita.
- ¿Por qué?
- Si ha muerto a petición de alguien, en una vendetta o algo así, es cuestión de tiempo,
posiblemente poco, que se corra la voz. Pero lo más interesante es el informe forense.
- ¿Ya ha venido ese cabrón?
- Sí, justo cuando te has ido. Dada la importancia del caso se puede decir que han traído al mejor
de Cataluña. Siempre saca buena información de los fiambres. Los datos son muy raros y
contradictorios. Por un lado el cuchillo es australiano, como los que usaba “Cocodrilo Dundee”.
Imposible encontrar algo similar en venta aquí en Barcelona o incluso en España. Imitaciones sí,
pero ése es auténtico.
- La verdad es que parecía muy grande.
- Pero un dato todavía más extraño es que el cuchillo tiene dos tipos de sangre: la del fallecido y
otra muy especial, sin identificar, pero que de forma casi segura se corresponde con la sangre que
podría tener una persona con cáncer.
- ¿Una persona con cáncer?
- Sí, además estaba más seca. Eso quiere decir que es muy poco probable que fuera la sangre del
asesino ya que si en una pelea se hubiera herido con su propio cuchillo no estaría su sangre seca bajo
la del muerto. Por alguna razón ese cuchillo fue utilizado antes, pero no demasiado antes, contra
alguien con cáncer. La misma noche, lo más seguro.
- ¿Se ha encontrado alguien muerto por herida blanca en Barcelona? ¿O herido?
- Varios heridos por arma blanca. Ninguno da el perfil y ninguno tiene cáncer.
- Que raro, quizás realmente el asesino tenía cáncer y se cortó un poco antes.
- Puede ser. Hay otro dato curioso. Se han encontrado fibras de kimono japonés bajo las uñas del
muerto.
- ¿?
- Igual que antes, totalmente original. Encontrar esa calidad de tejido es imposible en España.
Nadie vende algo así. No parece haber ningún indicio de pelea. Lo más probable es que el asesino
cayera inesperadamente encima del muerto y lo acuchillara; éste, al caer, con su último aliento,
posiblemente consiguió agarrarse del kimono.
- ¿Algo más?
- Nada más. No tiene ninguna otra herida, ni huella de dactilar, ni se abusó de él sexualmente, ni
nada de nada.
- Entonces tenemos un asesino, posiblemente italiano, posiblemente con cáncer, que vestía un
kimono y llevaba un cuchillo de palmo y medio australiano. Esto es jodidamente raro.
- Estoy pensando en iniciar una investigación en Barcelona. No creo que mucha gente haya ido
recientemente a Japón y Australia y que además tenga cáncer. ¿Algún empresario? ¿Podría extender
la investigación a toda España? ¿A Italia? Me pinta más un mafioso italiano en kimono y cuchillo
jamonero que un español, no se por qué. Pero en principio no haremos nada de esto. Tendría un coste
demasiado elevado y ya sabes que en el fondo esto es una empresa y se busca maximizar los
beneficios y para eso hay que minimizar los gastos.
- ¿Y qué haremos?
- Seguir investigando por la zona. En Italia ya hay varios cuerpos movilizándose. Ya sabes,
ningún asesinato es perfecto y lo más probable es que los italianos nos resuelvan el caso. Mientras,
podemos disfrutar del tiempo, ¿No crees?
- Sí.- Le contesté mientras me sentaba a su lado y le metía la mano dentro del pantalón.
Capítulo 6 Aturdido y Confundido
Lo más chungo de los inicios musicales es que todo es muy caro. El mundo musical no está
pensado para gente joven sino para peña de 30 años que trabaja y tiene sus vicios. Es un negocio,
lógicamente. El objetivo final no es que salgan grandes grupos sino que unos pocos se llenen los
bolsillos de pasta tanto como puedan.
¿Por qué digo todo esto? Por aquel entonces tenía 20 años y el grupo de música ya estaba
formado: yo y dos amigos, un “power trío”, entre muchas comillas, claro. Los 3 éramos jóvenes
universitarios y no teníamos un duro para poder pillar equipo y alquilar algún local estable. Lo mejor
a lo que podíamos aspirar era a un lugar donde por mucho dinero te dejaban tocar 2 o 3 horas. Un
buen sablazo.
Nuestros primeros ensayos fueron una gran mierda. Las cosas no eran tan fáciles como parecían.
Cada uno iba a su bola y solíamos tener invitados (amigos) que daban más por culo que otra cosa.
Además en aquellos lugares hacía un calor infernal, las ronchas de sudor eran el pan de cada día.
Sólo fuimos unas 4 veces porque como digo aquella mierda era muy cara. Fue una pérdida de tiempo
en parte. Sólo en la última sesión empezamos a compenetrarnos mínimamente. Un par de acordes a
dos guitarras que sonaban a algo. Estaba claro que no podíamos seguir con ese derroche económico.
Decidimos buscar algo del ayuntamiento. Se supone que en casales de vecinos y movidas varias
tenían sitios para ensayar por muy poco dinero. En Berlín, por ejemplo, tienen cantidad de sitios
donde la gente puede ensayar y todo eso. El problema es que éramos de Barcelona y como no hagas
música en catalán y reivindicativa tienes todas las puertas cerradas a los lugares públicos. No
importa si lo que haces es una mierda, si cantas en catalán y tus letras dicen algo como “Catalunya
lliure” o “El poble opressor” puedes ensayar casi donde quieras.
Siguieron unos meses turbios, pero como pasa casi siempre, si lo buscas puedes encontrar una
solución. El tema es que me enteré que unos amigos míos ensayaban en mi universidad. Pregunté
como iba la cosa y me explicaron que si te daban plaza, porque a veces ya estaba todo lleno, por
unos 30 euros cada 4 meses podías ensayar 3 horas por semana. Un precio muy razonable. Todo era
cuestión de que hubiera un hueco libre para nosotros.
Y llegó rápido ya que aquella sala de ensayo no estaba tan llena como parecía. Nuestro horario
asignado era los domingos de 9 a 12 de la noche, una gran putada por muchos y diferentes motivos.
Pero como somos unos amantes del rock ahí estuvimos cada domingo ensayando. Quedábamos sobre
las ocho, pillábamos una pizza en un Pizza Hut o algo así y nos poníamos a guitarrear con la barriga
llena y la boca aceitosa.
Siguió aproximadamente medio año de ensayo, tiempo en el que hicimos unas 7 canciones más o
menos. La idea es que cada uno hiciera 2 canciones. No recuerdo de quien era la séptima.
Contactamos con una amiga que a base de polvos estaba bien metida en todo el rollo del rock
barcelonés y conseguimos un concierto para unos meses después en una mierda de sala donde hacían
conciertos de grupos noveles cada semana y te daban la bebida y las gracias.
Aquello hizo que surgieran varios problemas ya que éramos un grupo incompleto, nos faltaba un
bajo y además nadie tenía todo el equipo necesario. Por ejemplo, yo tenía la guitarra pero no el
amplificador, el batería… no tenía batería. Contactamos con la sala y nos dijeron que no tendríamos
problemas ya que ellos pondrían el material. Estaba claro que nosotros tendríamos que comprarlo
porque no siempre sería tan fácil. No se pueden hacer bolos, odio esta palabra, pillando todo
prestado.
Nos pusimos a trabajar. En mi caso de teleoperador para una famosa marca. Puedo explicar poco
de aquella época: trabajaba, estudiaba, ensayaba y dormía. Como vivía con mis padres no tenía
muchos gastos así que en dos meses de muchas horas de trabajo conseguí reunir la pasta necesaria
para comprarme un amplificador “Fender Twin Reverb” que era el amplificador que creía mejor
sonaría con mi “Fender Telecaster”. Los otros miembros del grupo hicieron lo propio.
Y entonces llegó el gran día. Nuestro primer concierto.
Llegamos por la tarde al sitio para hacer las pruebas de sonido y todo eso. Era la primera vez
que hacíamos algo así. El dueño era mayor. Tenía pinta de meterse mucha coca.
- ¿No tenéis bajo?
- No.
Poco después tras escuchar nuestro repertorio.
- Iría bien que hicierais alguna versión de algo movido, para animar el ambiente.
- Sin problema.
Y llegó el gran momento. Estábamos cagados. Salimos al escenario y el recibimiento fue… frío.
Tocamos nuestras canciones y algunas versiones, que fue lo que más gustó. Me hubiera gustado decir
o bien que el concierto fue un auténtico fracaso, se rompió todo y uno de nosotros se abrió la cabeza
o bien que fue un éxito total y que en media hora teníamos un contrato firmado con una discográfica.
La realidad es que fue algo mediocre. Tocamos nuestras canciones con muy pocos errores y todo
sonó como esperábamos pero ni nuestras canciones eran demasiado buenas ni éramos buenos en
directo, o buenos en cualquier campo. En total debían estar allí unas cien personas a quienes se la
sudaba completamente lo que hiciéramos. Sólo querían beber y escuchar luego la música que pondría
el DJ. Pasamos sin pena ni gloria.
En el backstage, mientras recogíamos nuestros instrumentos, se respiraba un tenso silencio.
Éramos conscientes de que aquello había sido muy mediocre. Es chungo porque supongo que todos
nos habríamos hecho ilusiones y nuestras canciones parecían buenas, de la misma manera que todas
las madres ven guapos a sus hijos. La única nota positiva es que entró el dueño y nos dijo que si
queríamos en tres o cuatro meses podríamos volver a tocar allí.
Así que a pesar del bajón nos pusimos manos a la obra. Teníamos que mejorar las pocas
canciones que teníamos, hacer alguna nueva más movida, currarnos algunas versiones de grupos
famosos y finalmente encontrar alguien que tocase el bajo. Como poner un anuncio no hubiera tenido
mucho sentido dado nuestro bajo nivel, buscamos en el entorno familiar y propuse que el bajo fuera
mi primo, de 16 años entonces. Tocaba la guitarra bien y podría defenderse con el bajo. El problema
es que no tenía ni bajo ni ampli de bajo ni ganas de comprarse nada. Tuve que volver a trabajar otros
dos meses cogiendo llamadas de mierda para comprarle todo lo necesario. Mi primo fue un lastre
económico que yo tenía que pagar.
Continuamos ensayando y con el bajo todo sonaba mucho mejor. Recortamos todas las canciones.
Duraban más de diez minutos cada una y pasaron a menos de cinco. Hicimos cuatro canciones más
movidas e imitamos lo mejor que pudimos algunas canciones del momento. Hablamos con nuestra
amiga y en menos de dos meses volveríamos a tocar en el mismo local.
Reunimos la pasta que nos quedaba e hicimos carteles que enganchamos por algunas tiendas del
centro e hicimos algunas camisetas para venderlas. El precio por camiseta que nos salió era de
veinte euros. Por motivos obvios lo bajamos a diez euros, perdiendo dinero.
Y llegó el segundo gran día. En la prueba de sonido todo fue mucho mejor. Quiero pensar que era
todo gracias a mi primo, su bajo era demoledor y sabía hacer bien los coros, además se movía en el
escenario. Fuimos a cenar y poco después nos preparamos para volver a tocar.
Esta vez habrían unas 200 personas y es posible que unas 20 vinieran a vernos. Puede que el tema
de los carteles y publicitarnos en algunas webs famosas hubiera hecho algo de efecto. El tema es que
en aquel concierto lo petamos. Fueron casi dos horas de auténtica locura. Empezamos por las
versiones y un corro de personas, cuatro o cinco, se puso cerca nuestro a hacer “head-banging”.
Luego continuamos con nuestras canciones y parece ser que gustaron más. Finalmente, como la gente
parecía encantada, nos pusimos a tocar todo lo que sabíamos mientras se hicieron pogos y todo.
Luego discutimos si era una pelea ajena a la música o realmente un pogo.
En el backstage hubo silencio pero esta vez no era tenso. Aquella mierda había salido realmente
bien. El recinto se había llenado para el final de nuestro concierto. No fue por el boca a boca ni nada
de eso sino porque al ser un concierto largo la gente fue llegado y cuando tocamos las últimas
canciones aquello estaba lleno y ya había gente borracha liándola por pura inercia alcohólica.
Mientras recogíamos nuestras cosas entró el dueño del local bastante puesto de cocaína y
sudando como un cerdo, muy contento porque dijo que el concierto había sido bueno. Nos trajo
también unos bocatas y unas botellas de vodka con Fanta de limón para que nos sirviéramos lo que
quisiéramos. Le preguntamos si tenía hierba y nos dijo que sin problemas.
Estuvimos allí, bastante relajados, haciendo nuestra fiesta particular mientras iban entrando
amigos, desconocidos y tías buenas. El ambiente estaba cada vez más caldeado y subido de tono.
Algunas tías eran muy guarras y nosotros queríamos follar como berracos. Lo digo ahora pero uno de
los motivos principales por los que iniciamos toda esta movida es por la leyenda de que las estrellas
del rock follan mucho. Nosotros realmente lo necesitábamos, quizás fuera nuestra única solución a
ese “problema”.
Cerró el local sobre las 3, es la normativa, y un grupo de tías nos ofrecieron seguir la fiesta en
casa de una de ellas. Les dijimos que sí, no había duda posible. Conducimos nuestra furgoneta hacia
la parte alta y rica de la ciudad y llegamos a una bonita casa con piscina. Pusieron música, fuimos
bebiendo y en menos que canta un gallo estábamos cada uno de nosotros comiendo un coño en un
cuarto diferente. Cuando salió el Sol fuimos a la cocina a hacernos algo de comer porque teníamos
mucha hambre y una de esas tías nos ofreció un poco de MDMA. Yo nunca lo he probado así que dije
que no. Se lo prohibí a mi primo, pero los otros dos miembros del grupo dijeron que sí.
Uno de ellos se sacó la polla ahí en medio y le dijo a una de las tías que le hiciera una mamada.
Le dijimos que aquello era asqueroso y que no teníamos ganas de verle el rabo, a él le dio igual y
siguió con el tema. Es difícil explicar lo que pasó a continuación pero hubieron algunos forcejeos
entre los dos miembros del grupo que se habían drogado. Uno cogió un cuchillo y le cortó el cuello al
otro y una de las tías, puede que su pareja de aquella noche, hizo lo mismo con el recién asesino,
rajándole el cuello por detrás sin que éste pudiera hacer nada más que tocarse la herida, mirar la
sangre y morir.
Me quedé acojonado por aquella extraña situación. Se desangraron muy rápido y en nada había
dejado de tener grupo de música y dos amigos. No sabíamos que hacer así que llamamos a la poli.
Todas las tías se fueron y nos quedamos yo y la dueña. Acordamos decir que se mataron el uno al
otro en una pelea para no destruir la vida de la otra tía.
La poli vino e hizo todo su trabajo,. Por suerte ni yo ni mi primo habíamos consumido más que
alcohol y muchas horas antes. La otra tía se había controlado y estaba todo tan lleno de sangre que
era difícil diferenciar una mierda.
Así de rápido nació y murió mi primer grupo de música. A día de hoy el caso está cerrado pero
aquella historia se hizo muy famosa en los medios de comunicación. Puede decirse que parte del
éxito de mi carrera musical se debe a ese incidente.
Capítulo 7 Un Mundo de Gente Incompleta
Me dijo que entre nosotros existían algunas diferencias insalvables. Resumiendo un poco, dijo
que veíamos las cosas de diferente manera y que teníamos objetivos distintos en nuestra vida. No le
contesté nada. Sufrí en silencio y pensé que los objetivos insalvables pueden ser salvables si uno
quiere, y estaba claro que él no quería.
Había iniciado varios tratamientos médicos, pero no voy a hablar demasiado de ese aspecto ya
que no voy a descubrir nada nuevo. Lo peor de todo es que me encontraba… sólo. Quiero luchar y
todo eso, pero uno debe ser realista y es posible que en un corto plazo de tiempo me muera. Así que
como en esas películas, decidí hacer una lista de cosas que quería hacer antes de morir.
Sólo me vinieron a la mente gilipolleces y cosas imposibles. Además, al estar algo deprimido mi
lista no era demasiado larga. Estuve varios días dándole vueltas. Deberían ser cosas factibles, que
no llamaran demasiado la atención y que pudiera hacer yo solo. Tras varias numeraciones y
eliminaciones mi lista quedó reducida a un único objetivo: tener sexo con una mujer, sin pagar, a
poder ser con algo de amor.
Coloqué un anuncio en un tablón de Internet explicando mi situación a grosso modo y
describiendo lo que buscaba. En nada recibí cantidad de mensajes de prostitutas u homosexuales así
que refiné mi anuncio explicando todas las condiciones de forma más explícita. Pasaron cinco días
hasta que me llegó un mensaje interesante.
Se trataba de una mujer de 28 años. Vivía en Barcelona y trabajaba en una guardería. Su e-mail
no era demasiado largo. También adjuntaba una foto, era bastante guapa, más que mis pretensiones,
eso podía ser un problema, y una dirección de contacto de MSN. Como no tenía nada que perder
decidí agregarla y esa misma noche ella se puso en contacto y hablamos.
Yo: Hola.
Ella: Hola, ¿quién eres?
Y: Pues hoy me has enviado un e-mail. Soy el chico que puso un anuncio en el tablón de Internet.
E: ¡Ah! Encantada. No sabía si me dirías algo.
Y: Bueno, aquí estoy, jeje.
E: ¿Has recibido muchas contestaciones?
Y: Sólo la tuya.
E: Vaya.
Y: Bueno, ¿qué te parece?
E: En realidad no quiero hacerlo contigo. Me ha intrigado y por eso te he contestado.
Y: Oh.
E: Lo siento, pero si quieres podemos hablar.
Y: Bueno.
E: ¿A qué te dedicas?
Y: Pues estudiaba informática. Tú trabajas en una guardería, ¿no?
E: Sí, exacto. ¿Te ha llegado la foto también?
Y: Sí, eres muy guapa.
E: Si el de la foto del MSN eres tú, también eres guapo.
Y: Ahora estoy algo desmejorado.
E: Es normal, pero ya te pondrás bien.
Y: Eso espero.
(No dijo nada en unos diez minutos.)
Y: ¿Así que no quieres echar un polvo conmigo?
E: Me parece una locura. Ni nos conocemos.
Y: Bueno, ahora podemos conocernos, pero no me digas que voy demasiado rápido. Tengo mis
razones.
E: ¿Cuánto tiempo te queda de vida?
Me quedé congelado. Todavía no me lo había planteado.
Y: Pues no lo sé. No lo he preguntado y los médicos no me han dicho nada.
E: ¿Duele?
Y: No siento nada, malestar general, aunque es posible que sea más psicológico que físico.
E: ¿Y qué haces cada día? ¿Sigues estudiando?
Y: No, voy al hospital. Estoy mucho tiempo allí. Veo películas, leo, paseo con mi madre, me
aburro bastante la verdad. Eres la primera persona con quien hablo en varias semanas que no es ni un
médico, ni una enfermera ni mi madre.
E: ¿Y tus amigos?
Y: No tengo demasiados y prefiero mantenerlos al margen.
E: ¿Por qué?
Y: No quiero que se preocupen por mí.
E: ¿Tienes pareja?
Y: Tenía hasta hace poco.
E: ¿Te dejó por esto?
Y: No, supongo que no me quería. Yo sí, y se asustó.
E: ¿Le sigues queriendo?
Y: Dado el tiempo que pienso cada día en él, supongo que sí. Aunque me gustaría borrarlo de mi
mente totalmente.
E: ¿Él?
Y: Si, soy gay. Es lo primero que pone en el anuncio. Nunca lo he hecho con una mujer y me
gustaría hacerlo antes de irme. De eso iba esto.
E: ¿Eres virgen?
Y: Supongo que eso es relativo. La gente hoy pregunta, ¿virgen de qué? Como te he dicho nunca
lo he hecho con una mujer.
E: ¿Y con hombres?
Y: Sí.
E: ¿Qué has hecho?
Y: Pues de todo.
E: ¿Y te gustó?
Y: Soy gay.
E: ¿Cuántos años tienes?
Y: 23, tú 28, ¿No?
E: Sí.
Y: Bueno, cinco años no son nada. Piensa que las mujeres viven cinco años más de media que los
hombres, así que estamos igualados.
E: Visto así tienes razón.
Y: ¿Alguna vez has conocido a alguien de Internet?
E: ¿A ti?
Y: Quiero decir a una persona que conocieras primero por Internet y luego en la vida real.
E: Sí, tengo amigos y también mi ex.
Y: Vaya, eso es tener una “ciber-vida” o algo así.
E: ¿Y tú?
Y: No, nunca.
E: ¿Nunca has buscado sexo en un chat?
Y: No, aunque conozco mucha gente que sí.
E: Según dicen en el mundillo gay te metes en un chat de los vuestros y en nada encuentras a
alguien.
Y: Sí, es cierto, pero en nuestro mundillo vas a cualquier lugar de los nuestros y es muy fácil
tener sexo.
E: Eso dicen.
Y: Te lo confirmo, es así. La gente que utiliza chats es porque les da morbo o porque están
aburridos en casa a media tarde. Yo no mantengo relaciones sexuales con alguien a quien acabo de
conocer.
E: Debes ser el único.
Y: Casi todos son como yo pero llaman más la atención los que van a saco.
E: ¿Por qué quieres tener sexo conmigo?
Y: Porque eres una mujer, y quiero probarlo. No es algo que se me haya ocurrido ahora, siempre
pensé que en algún momento lo haría con una tía. Nunca me he enamorado de una, ni me he sentido
atraído, pero estaba seguro que algún día tendría una relación con una. Varias semanas o meses,
¿quién sabe? Amor, como en las películas. Mirarnos a los ojos y desearnos.
E: ¿Y eso no lo puedes hacer con un hombre?
Y: Los tíos son unos hijos de puta.
E: ¿Te gustan las mujeres?
Y: Me parecen atractivas, sí. Creo que vuestro cuerpo es más bonito que el de un hombre.
E: ¿Por qué eres gay?
Y: ¿Por qué eres hetero? No creo que sea algo que puedas elegir. Cuando iba al colegio estuve
enamorado en secreto durante muchísimos años de un compañero de clase. Me encantaba su pelo, su
espalda, su olor. Siempre intentaba sentarme cerca de él y le miraba durante horas. Entonces no me
planteaba lo que me pasaba. No me preguntaba si aquello estaba bien o mal.
E: ¿Desde cuándo lo eres?
Y: Desde siempre, nunca he salido del armario porque nunca he estado dentro. Con dieciséis me
enrollé por primera vez con un tío, en una de esas discotecas sin alcohol para jóvenes. Soy
impulsivo.
E: ¿Qué te dijeron?
Y: ¿Mis amigos? Nunca he tenido amigos hasta que me he hecho mayor y he conocido a más gente
del mismo ambiente. Supongo que a la gente le daría igual. Tenía amigas. Seguimos hablando como
siempre.
E: ¿De pequeño jugabas con muñecas?
Y: De pequeño jugaba a fútbol y a peleas. Tengo una herida en el labio de una caída en bici y me
pisaron una oreja jugando a rugby en el patio. Rompía los pantalones y mi madre me ponía parches.
Me sigue gustando mucho el fútbol en general y me gusta comer pizzas sentado en el sofá. Dicen que
un 10% de la población es homosexual. Existen algunos clichés totalmente equivocados. Ser gay no
quiere decir ser femenino. De hecho hay tantos brutos como en el mundo “heterosexual”, diría que
más ya que aquí están descontrolados. No soy amanerado. De hecho soy bastante masculino aunque
me han dicho varias veces que mi forma de hablar y actuar es “delicada”.
E: ¿Descontrolados?
Y: Sí, porque los brutos heterosexuales deben aceptar las reglas de juego que imponen las
mujeres. Aquí no.
E: ¿Qué te gusta de las mujeres?
Y: Dicen que son más blanditas.
Eran las diez de la noche y continuamos hablando hasta las dos de la madrugada, y así durante
dos semanas. Supongo que nos llevábamos muy bien. A mí me pareció que éramos dos personas muy
compatibles. Durante esas dos semanas fue mi único contacto humano aparte de los médicos,
enfermeras, etc…
Yo le insinuaba de vez en cuando que podríamos quedar un día para echar un polvo y ella me
decía que ya se vería todo, que antes quería verme un día y todo eso. Era muy amable y me decía que
era muy simpático y muy atento y que cuando hablaba conmigo era como si el mundo dejase de girar,
que se tranquilizaba muchísimo, que le ayudaba a poner en orden muchas de sus ideas. Para mí hablar
con ella era lo mejor que me ocurría cada día. Lo único que me daba fuerzas para seguir estando
alegre. Tal como me levantaba solo quería que el tiempo pasase rápido para cenar y conectarme al
ordenador y esperarla. Llevaba conmigo durante el día una libreta donde me apuntaba cosas
interesantes que decirle por la noche.
Creo que algo me empezó a pasar cuando me dijo que parecía imposible que en tan poco tiempo
nos llevásemos tan bien y que me había convertido en alguien especial para ella. Me dijo que si no
fuera gay sería su hombre perfecto y yo le dije que para nada, que ella podía aspirar a chicos más
guapos, más altos que yo y más simpáticos porque yo llevaba varios años algo serio. Me dijo que si
encontraba alguien que la tratase mejor que yo que se lo presentase. Me dijo que si en la vida real
nos llevábamos como por Internet se enamoraría de mí. Nos dimos nuestros números de teléfono y
me enviaba mensajes desde el trabajo. También me envió algunos e-mails.
Y entonces un día no se conectó y estuve dos horas esperándola y no apareció. Me envió un
mensaje al teléfono diciéndome que había muerto un familiar y que tenía que ir a su ciudad de origen,
que estaría tres días fuera. Cuando pensé en estar tres días sin ella fue cuando me di cuenta de que
estaba enamorado, que la quería y que quería compartir mi vida con la suya porque nunca había
encontrado a nadie igual.
Cuando volvió yo la esperaba con los brazos abiertos pero todo era diferente, lo supe desde su
primera palabra. Hasta entonces había sentido algo en ambas direcciones y ahora no notaba nada que
me llegase de la suya. Estuvimos dos semanas hablando como si nada pero en realidad, como digo,
yo notaba algo. Ya apenas me decía cosas bonitas. Antes nos decíamos “te quiero” aunque fuera en
broma.
Le pregunté si en las últimas semanas se había estado viendo con alguien y me dijo que no
hablaba de su vida privada cuando antes sí me había contado muchas cosas. Supuse que sí se habría
visto con alguien y sentí que el peso de la gravedad se multiplicaba a mi alrededor. Lloré, ella era
completamente libre de hacer lo que quisiera, pero su “no respuesta” significaba que no sentía por mi
lo mismo que yo por ella.
Al día siguiente ella me siguió hablando como si nada y yo sentía que mi corazón estaba roto,
pero el amor me cegaba. Quería creer, y seguí hablando con ella hasta que no pude más y le pregunté
por qué había cambiado de actitud. Le puse ejemplos de cosas que me decía antes y me dijo que su
actitud no había cambiado lo más mínimo y me sentí estúpido. Dijo que me montaba películas. Sigo
creyendo que su actitud cambió.
Le dije que quizás había llegado el momento de vernos. Hacía casi un mes y medio que nos
conocíamos y habíamos hablado cada día durante varias horas. Llegó el día y sentí que era el
momento más importante de mi vida, que era ahora o nunca, porque si echaba mi vista atrás nunca
había querido a nadie como la quería a ella.
Y entonces nos vimos y yo estaba muy nervioso y ella muy serena y supe nada más verla que yo
no le interesaba lo más mínimo. Quise llevarla a un bar que me gusta pero no lo encontré. No vi nada
en sus ojos y supe media hora después que había perdido el completo interés en mi. Que yo no era
como ella esperaba y que aquello de que si en la vida real nos llevábamos como por Internet se
enamoraría de mí quedaba ya muy lejos. Poco después me dijo que tenía que irse porque había
quedado para cenar. Y yo me fui solo a casa.
Al día siguiente por Internet volvió a hablarme como si nada. Me dijo que había estado muy
nervioso y que se había sentido incómoda y yo le dije que lo sentía y que la cita no había salido
como esperaba. Me dijo que ella en ningún momento consideró que aquello fuera una cita.
Nunca había sido una cita para ella. Releí los mensajes y los e-mails que me había enviado. Le di
las buenas noches, apagué el ordenador, me estiré en la cama y supe que moriría sin hacerlo con una
mujer.
Nota del autor. Esta historia mezcla ficción con realidad. Este capítulo creo que lo escribí en la
primavera del 2009. A mediados del 2008 conocí a una chica por Internet. Su nombre tiene tres “a”.
Lo que pasó entonces es de alguna forma muy reducida lo que he explicado aquí en un periodo de
tiempo algo más largo. Ahora, en septiembre del 2012, he acabado de escribir todos los capítulos y
los estoy volviendo a leer para corregir errores. Me he acordado de ella al llegar aquí. Estaba muy
enamorado. Creía que era la mujer de mi vida. He ido a mi cuenta de correo y he rescatado unos e-
mails que me envió cuando nos conocimos. Me los envió entre abril y junio del 2008. Nunca me han
escrito nada tan bonito y con toda la perspectiva que me han dado cuatro años no entiendo como todo
se fue a la mierda. Al volver a leer sus e-mails, que hacía años que no lo hacía, me he transportado
durante unos minutos a cuando nos hablábamos y nos queríamos. Yo creo que nos queríamos. He
vuelto a ser infinitamente feliz.
Me he prometido que voy a intentar volver a ponerme en contacto con ella. No quiero que se
enamore de mi, porque igual está casada y tiene hijos. Nuestras vidas han seguido caminos
diferentes. Pero me gustaría saber de ella. Que hace. A que se dedica. Me gustaría decirle que me
hizo feliz. Y darle las gracias.
Este libro lo comencé a escribir cuando la conocí. Cambió mi vida y me dio un torrente de
inspiración. Los primeros capítulos, que los escribí cuando aún me llevaba con ella, creo que son los
mejores.
Capítulo 8 Cuando Tenía Treinta y cinco
Algo que siempre me he preguntado es porque un pene sabe ácido en los primeros lametones.
¿Será por el jabón? ¿La orina? ¿El sudor? ¿Líquido preseminal? Sea como sea el hecho es que ese
sabor es único. Sólo de pensarlo se me hace la boca agua y se me aprietan los huevos… si no fuera
porque tengo una polla ahora mismo hasta la campanilla.
Esos instantes previos a practicar una felación, cuando le bajas los pantalones y la polla sale de
la puta nada como una espada. La agarras y notas como crece, como palpita. Bajar la piel
suavemente, ese olor. Con suerte una gota de semen aparecerá. Acercas la lengua y notas que está
ardiendo. Soplas flojito para volverle loco. Él sólo quiere que se la comas ya y tú estás dispuesto a
hacer esa espera eterna. Es un juego en el que soy un especialista. De hecho alguna vez se me han
corrido sin apenas casi tocarla. Siempre he dicho que soy de previos. Realmente soy de previos de
los previos.
Otro aspecto que suele tener distintas corrientes de opiniones filosóficas es como te encuentras la
polla tras “descubrirla”. Algunos prefieren que ya esté muy dura, eso quiere decir que el tío lleva un
buen rato cachondo. Otros prefieren que esté normal para hacerla crecer. A mí me da igual. Cada
cosa tiene su punto. Reconozco que meterme una polla pequeña en la boca y que me acabe
atragantando en segundos tiene su punto… pero encontrarse un bicho a cuarenta grados mínimo y más
rojo que un atardecer de verano, era necesario decir algo bonito, es algo muy morboso. Eso quiere
decir que al llevar largo rato pensando en cosas guarras su corrida será abundante, pero también
quiere decir que probablemente durará poco. Pero bueno, no hay uno sin dos, ni dos sin tres.
Pensaréis que soy un cerdo por empezar un capítulo así. Bueno, para que engañarnos, lo soy. Soy
un puto degenerado y el sexo me vuelve loco, aunque funciono por ciclos, como las mujeres. La
diferencia es que sus ciclos duran un mes y los míos 20 minutos. Es broma, estoy exagerando. Mis
ciclos dependen de cómo funcione mi vida en esos momentos. Follar es realmente fácil, follar bien
no tanto. Contra más tengo más quiero y viceversa. Un mal polvo me deja sin ganas durante semanas.
Un buen polvo hace que en cuanto llegue a casa me mate a pajas.
Todo esto viene a cuento de que estoy pasando un buen momento sexual gracias a mi compañero
de trabajo, así que pienso en cosas feas el 99% de mi tiempo. Es una suerte que él tenga despacho,
algo de lo que yo carezco. Podemos tirarnos toda la jornada laboral follando mientras la gente se
mata ahí fuera. Me encanta meterme bajo su mesa, donde estoy ahora, y hacerle una mamada mientras
él trabaja. Me gusta especialmente cuando alguien entra y no sabe que se está cociendo aquí debajo.
No es que yo haga el típico juego de comérsela con más ferocidad para que él tenga que luchar por
comportarse. Bueno, lo hice una vez, pero teniendo en cuenta que llevamos una semana con esta
rutina y habrán entrado decenas de personas en su despacho, el juego podría haber resultado ya
cansino. Ponemos todo nuestro empeño en disfrutar, sin más.
Y luego está su secretaria. Me tiene loco. Debe tener unos treinta años, y por las conversas que
hemos tenido mientras tomamos café, diría que nunca ha tenido una pareja formal. Tiene todos los
indicios de estar bien follada ya que cuando yo tiro la piedra ella la recoge sin arrugarse. Mirada
perversa, tetas, culo, formas de guitarra española. Me gusta, sí. Mis dedos quieren descubrir sus
alegrías.
No es que yo sea bisexual. Sinceramente es algo que nunca me he planteado. A mi me gusta el
sexo y punto. Me gusta la gente con instinto sexual. Aquellos que apestan a sexo… y como son más
fáciles de encontrar entre el género masculino pues me los tiro más a ellos. No es que las mujeres no
tengan instinto sexual, pero como mínimo no lo muestran tanto en público, y yo no estoy para
tonterías ni flirteos ni jueguecitos. Yo quiero llegar y pim-pam.
Como digo, su secretaria no se arruga y eso me pone. Cuando está cerca la miro por todos los
lados intentando transmitir vicio. Ella ni pestañea. En ocasiones he podido intuir una leve sonrisa de
satisfacción. Alguna vez se me ha puesto dura delante de ella y he notado como le brillaban los ojos.
No es que me parezca algo raro, estoy bueno y gusto a las mujeres… pero no suelen ser tan
descaradas. Huyen de los quemados como yo. Quiero follármela.
Como por arte magia en ese preciso momento entró en el despacho. Supe que era ella cuando oí
su voz. Estaba entre las piernas de mi compañero comiéndosela. Paré para escuchar bien la
conversa.
- ¿Dónde está tu nuevo compañero de trabajo?
- Ha ido a por un café.
- ¿No pasáis últimamente demasiado tiempo juntos?
- Trabajamos en el mismo caso.
- Me gustaría saber que hacéis encerrados aquí día tras día.
- Investigar.
- Me llegan de vez en cuando unos extraños golpes contra la mesa. Muy regulares.
- Se pone agresivo cuando no nos salen las teorías.
- ¿Estáis follando?
- ¡Por Dios, no!
Volví a comérsela de una forma muy sonora. Quería que ella lo escuchase. Quería follármela
ahora.
- ¿Qué se oye? ¿Qué pasa ahí?
- Es… el… teléfono… móvil.
Exageré mis movimientos. Me entregué con locura. Sabía que estaba a punto de llegar.
- ¿Te pasa algo?
- No… ¡Jooooder!
Se echó hacia atrás recostándose en su butaca y yo surgí entre las piernas como un niño recién
nacido.
- ¡Lo sabía!
- ¡No es lo que parece!- Dijo él.
- Dish-ul-pa shi no e doy un be-sho. Voy al la-a-bo.
Se apartó y me dejó pasar. Entendió mi necesidad con naturalidad, buena señal, eso quiere decir
que también le gustan las pollas. Cuando volví estaban en silencio, mirándose.
- ¿Qué coño pasa? ¿Es que nunca habéis follado?- Dije.
- Sabía que era gay.- Dijo ella.
- Estamos trabajando…
- Perdona, pero tu compañero te la estaba comiendo hace menos de cinco minutos.
- Ha sido una locura. Yo no quería pero…
- Claro, te has encontrado de golpe con tu polla en su boca.
- Sí, algo así.
- Tranquilos.- Intervine.- No sé a que vienen estos dardos venenosos. Tenemos derecho a cinco
minutos de descanso por cada hora trabajada.
- Si no os importa, terminaremos esta conversación en otro momento.- Dijo mi compañero.- Me
llaman de recepción. Espero que tengas un comportamiento adulto.- Le dijo a su secretaria, y salió
del despacho.
Silencio.
- Bien…- Dije.
Me miró.
La miré.
Silencio.
Y no sé quien se abalanzó sobre quien. Comenzamos a besarnos apasionadamente mientras nos
arrancábamos la ropa.
- Parece que te acaban de soltar de una jaula.- Dije entrecortadamente.
- Llevo una semana pensando en follarte.
- Yo también.- Ella ya estaba buscando con las manos mi varita mágica. Yo hice lo mismo.- Estás
cachonda.- Su coño ardía.
- Estoy cachonda.
La apreté contra mi cuerpo y agarrándola de la falda la levanté con fuerza. Depilación brasileña,
no llevaba ropa interior. Escaneé rápidamente con la mirada toda la habitación buscando un lugar
donde hacerlo mientras nos continuábamos besando y desnudándonos. Chocamos contra le mesa de
trabajo. Ella se sentó pero yo quería una cancha de juego más amplia así que con mi mano barrí la
mesa y tiré todo lo que había sobre ella al suelo: papeles, bolis, libros, revistas… fue un acto salvaje
de esos que tras acabar el acto y retornar al planeta tierra te preguntas: ¿por qué coño lo hice? Un
segundo de idiotez se convierte en una hora de trabajo. Pero entonces me dio igual y a veces las
mujeres se ponen cachondas con estos desates pasionales y salvajes.
- Quiero follarte.
- Veo que ya se te ha ido toda la sangre de la cabeza a otro sitio.- Me dijo.
Llegué rápido, pero como he comentado antes no hay uno sin dos ni dos sin tres. Demasiado
tiempo sin pasarlo bien con una mujer. Mis últimos polvos heterosexuales habían sido una basura.
Las mujeres creen que los hombres somos animales sexualmente simples, creen que es fácil hacernos
felices porque llegamos fácilmente al orgasmo. El problema es que eso es muy puntualizable: que
eyaculemos no quiere decir que tengamos un orgasmo. Un hombre puede llegar y no sentir nada. Se
llenan la boca con sus “orgasmos fingidos” y no saben que muchos hombres tras acabar se preguntan
“¿todo para esto?”.
Da igual. Como iba diciendo lo necesitaba. El sexo con una mujer es otro rollo. No es un
substitutivo, de vez en cuando es necesario. Además conocía a los hombres mejor que ella así que
fue un poco Barrio Sésamo. Le fui sugiriendo cosas y me sentí como un profesor universitario dando
una clase maestra. Creo que le gustó.
Fue todo muy rápido y feroz. Al poco rato yo estaba sentado en la butaca, desnudo, fumando un
cigarro. Ella estaba sólo con mi corbata enroscada al cuello, pensando. Me hubiera gustado volver a
hacerlo pero no creo que nos hubiera dado tiempo.
- ¿Tienes una servilleta o algo así a mano?- Me preguntó.
- ¿Para qué?
- Para limpiarme.
- Yo te veo… bien, dadas las circunstancias.
- Puede ser, pero quiero limpiar otra cosa.
- ¡Mierda! Ni lo he pensado joder… estoy acostumbrado a follarme culos estériles, ¿quiéres que
baje a comprar algo a la farmacia?
- Tranquilo, tomo la píldora. Sólo quiero limpiarme.
- Espérame aquí. Voy al lavabo a coger papel.
Cuando volví me llamó mi olvidado compañero. Se habían encontrado más cuerpos sin vida,
posiblemente de nuestro caso. Teníamos que ponernos en marcha. Bajamos a recepción y había un
gran número de policías, detectives, oficiales,… fuera se veía una gran masa de periodistas. Se me
acercó mi compañero.
- ¿Qué está pasando?- Pregunté.
- Te lo explicaré en el coche. Vamos.
Justo al abrir la puerta principal de la comisaría los periodistas nos hicieron fotos, acercaron sus
micros y dispararon preguntas. Era la primera vez en mi vida que me pasaba algo así. ¿Saldría por la
tele?
- ¿Están trabajando en esta serie de asesinatos? – Preguntó un periodista.
- ¿Qué cree que estamos haciendo? ¿Montar orgías en los despachos?- Le dije, y entramos en el
coche preparado para nosotros. Con sirena incluida. Como estrellas del rock.
De camino a la escena del crimen…
- ¿Qué ha pasado?
- Se han encontrado varios cadáveres. Un tiroteo.
- ¿Qué tiene que ver con nosotros?
- Los identificados eran italianos. Iban trajeados. Posiblemente de la mafia.
- ¿Relacionados con nuestro caso?
- Parece ser que sí.
- ¿Será el fin del caso?
- ¿Quién sabe? Más muertos, más pruebas. Ya te dije que lo mejor era no hacer nada, esperar,
acabarían cayendo. De todas formas, piensa que nuestro caso principal es el otro. Esto puede
añadirse a nuestra lista, pero a no ser que uno de estos muertos tenga una foto o una grabación o algo
donde se demuestre inequívocamente que está relacionado con el otro asesinato… no habremos
avanzado demasiado.
- Sabríamos con más seguridad que ha sido un tema de la mafia.
- Es la única posibilidad que hemos contemplado. Es lo único que tiene sentido.
El coche se paró y nos bajamos. Estábamos en un parque cerca de la Sagrada Familia. Otra vez
cerca de mi casa. ¿Todo tenía que ocurrir en mi barrio? La escena parecía de una súperproducción
americana. Por un lado una gran cantidad de personas anónimas de la calle se habían parado para ver
lo que pasaba, luego teníamos coches o camionetas de casi todas las cadenas de prensa aparcadas
con sus corresponsales retransmitiendo, aproximadamente una decena de ambulancias, quizás más, el
cielo lo sobrevolaban dos helicópteros, y finalmente había una gran cantidad de policías. Tanto
antidisturbios para controlar a la plebe, policías de uniforme, detectives, peces gordos, una veintena
de coches, varios equipos de médicos forenses, un juez, peritos… Nunca había visto algo similar, ni
cuando viene el Rey.
Enseñamos nuestras placas y pasamos por el doble vallado que se había colocado. Dentro de la
“zona cero” el ruido seguía siendo ensordecedor pero todo estaba más tranquilo. Se veían cuerpos
tapados por mantas térmicas, separados en dos grupos. Más de 10 personas muertas, armas caídas,
balas, disparos por todos los lados, algunos objetos personales desperdigados como sombreros o
teléfonos. Uno de los científicos nos indicó donde debíamos pararnos y se puso a hablar con mi
compañero. Yo me mantuve al margen, observando. Cuando acabaron pregunté:
- ¿Qué ha pasado?
- Un tiroteo. No pasaba algo similar desde la Guerra Civil. Doce personas muertas, seis por
bando. Puedes comprobar que unos están aquí y los otros unos cuarenta metros más allá. Hay marcas
de varios vehículos en cada lado con lo que debían ser más personas. Calculamos que unas quince
personas por bando.
- Joder…
- A plena luz del día en una de las zonas más concurridas de la ciudad. Han llegado a saco, se han
bajado, se han liado a tiros y se han largado. Esto es la mafia. La gente que lo ha visto comenta que
ha sido cosa de unos treinta segundos.
- ¿Ha muerto algún ciudadano o turista?
- Por suerte no. Son buenos tiradores.
- No lo entiendo. ¿Habían quedado? ¿Un ajuste de cuentas?
- No. Las marcas de los vehículos indican que posiblemente algunos de ellos estaba por la zona
dando vueltas, quizás de la familia del muerto, buscando pistas, preguntando a vecinos… es algo
habitual en esta gente. Les gusta arreglar las cosas por su cuenta. Se debió encontrar con un grupo
rival. Algunas llamadas, una pequeña persecución y se lió la gorda.
- ¿Dónde han ido? ¿Nadie sigue a esos vehículos?
- Esto es España, ¿qué te esperas? No tenemos gente preparada para algo así.
- No veo como sabes que no ha sido algo preparado de ante mano.
- Hay varios derrapes ahí afuera, restos de faros, los lados por los que han entrado en el
parque… no da la impresión de ser algo concertado y que un bando esperase al otro.
- ¿Cómo puede ser que esta gente de vueltas por Barcelona cargados con armas? ¿Ha muerto un
capo y nadie hace nada?
- No son tontos. Los coches seguramente eran modelos usados en España con matrícula de aquí.
Además, físicamente los italianos no son diferentes a nosotros y tienen pisos francos en Barcelona y
en medio mundo. Sin fronteras, pueden venir e irse como quieren… aunque suelen venir por mar. Es
más rápido y tienen todas las rutas del Mediterráneo controladas. En definitiva, pueden estar por aquí
ahora mismo y nadie se daría cuenta.
- ¿Qué vamos a hacer?
- Seguir esperando. Dejarán más huellas. Estos muertos son un caso cerrado. Víctimas de tiroteo.
Diremos que se mataron unos a los otros. No hay que preocuparse más, ni ellos sabrán quien ha
matado a quien. A nosotros nos interesa el gran fiambre, ya sabes, sólo tenemos que saber quien mató
a ese pez gordo. Nada más.
- ¿Hemos de hacer algo? ¿Papeleo? ¿Recoger pruebas?
- No, ya está todo hecho. Esto ha pasado hace unas dos horas mientras nosotros… analizábamos
la situación. Nos han llamado cuando a alguien se le ha ocurrido que podría formar parte de nuestro
caso. Algo bastante evidente por cierto. Mañana nos empezarán a llegar todos los informes que no
leeremos.
- No te entiendo. Creía que eras un experto y tu método de trabajo se basa en no hacer nada, en
dejar que se sigan matando y que dejen más pistas, ¿no deberíamos intentar que no hayan más
muertes?
- Mira, esto es más complicado de lo que parece. No te lo puedo explicar ahora pero puedes
sumar dos más dos. La mafia mueve mucho dinero, en España también. Nuestro sistema político está
corrupto y podrido. No te puedo decir más porque no quiero hacerte cómplice de algo que te ha
llegado de rebote.
- ¿Y tú como es que lo sabes?
- No he ascendido por méritos propios. Se puede decir así.
- ¿Entonces no debemos hacer nada? ¿Que esto se convierta en el Far West?
- Exacto, ellos lo han querido así. “Qui paga mana”.
- Bueno. Mierda… mi teniente, ¿qué hace aquí? Tápame. Es tarde, me voy a casa. No lo entiendo,
doce muertos, un tiroteo. Todo esto es una mierda.
- Descansa. Nos vemos mañana.
Ya era de noche. Hay que ver lo rápido que pasa el tiempo. Mi casa no estaba muy lejos, unos
cinco minutos caminando. Me puse en marcha pero pasé por delante de mi pub favorito y soy un
hombre débil. Llamé a mi mujer.
- ¿Cariño? No me esperes para cenar. No sé si sabes que han muerto 12 personas…
- Sí, sí, sale por la tele. Sólo se habla de eso.
- Pues tendré que quedarme hasta tarde. No me esperes.
- ¿Mucho trabajo?
- Sí, creo que estoy perdiendo peso.
- Te esperaré.
- Ya te he dicho que no, no hace falta. Vete a dormir.
- Tenemos que hablar de otra cosa.
- ¿De qué?
- De nuestra hija.
- ¿Qué ha pasado?
- Ya te lo explicaré.
- No sé a que hora llegaré. En serio, no me esperes. Lo hablamos mañana por la mañana.
- Ya veré. Cuídate. Te quiero.
- Y yo.- Ya tenía la mano apoyada en el pomo de la puerta, las luces de neón brillaban, la empujé
hacia dentro y se me puso dura al momento: música disco de los 80, olor a alcohol y a moqueta
limpia, “mujeres” y hombres en ropa interior. El camarero me saludó. Le di la mano. Saludé con la
cabeza a algunos de los clientes conocidos: policías, políticos, el panadero, el encargado del súper.
- Detective, ¿Cómo estás?- Me dijo el dueño.
- Como siempre, jodido y con ganas de joder.
- Vaya lío se ha montado, ¿qué ha pasado?
- La mafia, italianos, se han vuelto locos.
- Joder, por la tele todavía no se ha dicho nada claro.
- Bueno. ¿Está Cecilia?
- Sí, claro. Ve donde siempre. Tómate algo. La llamo, estará en nada.
- Venga, apúntamelo en la cuenta.
- Pásalo bien.
Pasé una puerta y luego otra hasta llegar a un pasillo con varias puertas. En todas había una luz
roja, menos en una donde brillaba una verde, ése era mi destino. Entré. Estaba más oscuro que de
costumbre. No se veía una mierda. Tuve que mantener la puerta abierta para poder ver algo. Usé un
interfono con el que te podías comunicar con el jefe del local.
- Enciende las luces, me gusta ver algo mientras espero.- La puerta se cerró.
- Buona notte detective.
Mierda.
Capítulo 9 Lo Que Es y Lo Que Nunca Debe Ser
Detrás del escenario el sonido del público llega amortiguado pero sigue siendo sobrecogedor.
Siempre pienso: ¿y si toda esa gente se volviera loca y corriesen a matarme? Sería una masa
imparable. Cuando peor se pasa es en los momentos previos a el concierto. Es una mezcla de
nervios, cansancio, tensión… siempre me dan unas ganas de cagar de la ostia.
Las primeras canciones son algo mecánicas, no sabes ni donde estás. Los focos te deslumbran ya
que todavía no se te han acostumbrado los ojos. Todavía no oyes tu música demasiado bien porque
los técnicos de sonido están jugando con la mesa adaptando nuestro sonido al sonido ambiente,
porque eso sí, oyes el ruido de la gente. Nunca se callan. Son como el océano, constantes. Encima del
escenario siempre hace un frío de cojones, a veces les ves abajo sudando y tu estás arriba congelado.
Cuesta entrar en calor.
Según el día, a la tercera canción todo suele estar en orden. Ya oyes bastante bien, se te ha
pasado el miedo y te atreves a mirar al público a la cara. Es algo raro porque cuando ves un
concierto por DVD el público es una masa, sin embargo arriba del escenario los separas a todos
perfectamente. Puedes ver sus caras, sus miradas, sus expresiones, sabes aquellos que se aburren, los
que van drogados, los que se lo pasan bien. Es entonces cuando te dejas llevar por su energía. Es
entonces cuando empiezas a disfrutar, cuando un gesto tuyo hace que todos griten o salten. En esos
momentos te sientes el hombre más afortunado del mundo. Todo lo que has hecho ha merecido la pena
por estar ahí.

La gente sigue gritando a pesar de que el concierto terminó. Ya hemos hecho un bis y no vamos a
volver a salir. A mi me gustaría, pero nuestro batería no se tiene en pie y el otro guitarrista ya está en
el camerino follando. Desde un lado del escenario miro al público sin que ellos me vean. Siguen
gritando. Pienso en coger la guitarra y tocar algunas canciones como he hechos otras veces, pero en
esta gira no me lo permiten ya que haré eso mismo en Tokio, en un concierto que grabaremos, y debe
ser una exclusiva.
Se me acerca una periodista, muy guapa, buenas tetas, gracias a eso habrá llegado donde ha
llegado. Me pregunta cosas banales que me han preguntado mil veces,: la muerte de los integrantes
originales del grupo, el cáncer que superé de joven,… respondo con una sonrisa de forma robótica.
La gente empieza a irse. El rumor se aleja. El suelo está lleno de basura. Se encienden los focos
grandes del pabellón. Me gustaría ir fuera y preguntarle al público su opinión. Mi primo se me
acerca. Nos esperan algunos VIPs en el camerino y me recuerda que saldremos temprano hacia
América, tenemos otro concierto esta misma semana. Está siendo una gira larga. Estamos visitando
todo el mundo.
El camerino está lleno de gente. Cuando entro me aplauden y me felicitan, es algo habitual. Hace
mucho calor y la gente parece pasárselo bien. Mucha droga, alcohol, dinero, chicas guapas… yo me
siento ausente, lejos de todo ese alboroto. Sonreiré un rato y me iré al hotel a dormir. Los conciertos
me dejan exhausto.
Se me acerca una seguidora y se sienta en mis piernas, me abraza por el cuello, me besa. No
lleva ropa interior y noto sus genitales calientes. No tengo ganas de hacerlo con ella, tengo ganas de
irme. Aún vivo encerrado. Hace ya varios días que no lo hago con ninguna mujer así que quizás me
toca hoy para mantener mi “hombría”. Le como las tetas pero no se me pone dura. El camerino se
vacía poco a poco, cuando el jefe folla, folla sólo. Ponen música de la “Motown” en el hilo sonoro.
Se desnuda mientras la acaricio. Es realmente bella, alta, delgada, pelo rubio largo, unas tetas
posiblemente perfectas, un poco de barriguita, un tatuaje de hombro a hombro, oyuelos en la espalda
sobre el culo, vagina depilada, uñas pintadas de color negro. Huele a alcohol, tabaco y perfume. No
sé como se llama pero a ella le da igual. Trepa sobre mis rodillas y me quita los pantalones.
- ¿Te han pagado?
- No.- Responde.
- ¿Cuántos años tienes?
- Menos que tú.
Agarra mi polla. Tiene las manos pequeñas y frías. La miro a los ojos.
- He bebido bastante.- Le digo.
- Pues no lo parece.
- Llevo así un año. Puedo controlar ya el alcohol en la cabeza pero no en las pelotas.
- La vida de la estrella del rock, pero así no vamos a poder hacer nada.
- ¿Quieres que te coma el coño?
- Vale.
Da un salto rápido y se coloca en posición. Hundo mi cabeza. Tomo una Viagra sin que lo note.
Es uno de mis secretos. Cuando noto que la tengo dura me siento en una silla.
- Haz tú el trabajo. Estoy cansado y eso ya está suficientemente mojado.
Follamos durante un rato. Es hábil, tersa, tiene la piel suave. Creo que se corre varias veces. Yo
tengo que forzarlo muchísimo.
- ¿Te ha gustado?
- Sí, mucho. Ha sido mi mejor polvo desde Río de Janeiro.
- ¿Quieres mi número de teléfono?
- Claro, apúntalo en un papel y luego lo meto en la guitarra.- Siempre digo lo mismo. Camina
desnuda. Su cuerpo brilla perlado de sudor pero mi mente está en otras cosas. Se sirve una ralla. Es
fácil follar cuando eres una estrella. Antes no era así.
Recuerdo mi última “cita” con una tía antes de hacerme famoso; he entrecomillado cita porque no
lo considero así pero no sé que palabra usar. Salí con unos amigos de fiesta, como siempre, vinieron
unas amigas y dentro de la discoteca nos encontramos con más. La noche fue pasando y la gente se
iba alejando del grupo para follar. Yo no, yo nunca. Me recuerda a cuando era pequeño y jugaba a
fútbol, la forma en que elegíamos a los equipos. Dos capitanes y los demás en fila, iban escogiendo
de mejor a peor. Siempre me quedaba el último.
Nunca había destacado en nada, un tío gris, y ahora dicen que soy un artista virtuoso, un genio, la
última sensación. Se matan por hacerme fotos y yo me siento el mismo capullo.
Como decía, aquel día de fiesta el grupo empezó numeroso y cada vez éramos menos. Había una
tía a la que conocía de hace varios años pero no había salido mucho con ella de fiesta así que no
teníamos mucho trato. Siempre me había gustado. No es que pensase demasiado en ella pero cuando
la veía me decía “¿por qué no?”.
La gente se fue marchando y ella y yo nos fuimos quedando. Soy un perdedor así que no hice el
mínimo amago. Ella iba y venía y yo la esperaba, más por educación que por otra cosa. Al final nos
quedamos sólo nosotros dos y me preguntó si me quería ir, le dije que sí. Me dijo algo como “un
momento que estoy enamorada” y se volvió a ir. Es gracioso como estás pendiente de una persona y
esta va y viene porque se pica a otro. Hay que ser capullo.
Esperé sólo en medio de la discoteca a que ella se diera el lote final o lo que fuera que hiciese.
Cuando vino nos fuimos. Ella había venido en bicicleta así que subimos por Las Ramblas, caminando
con la bici en medio, sin hablar. Pensaba en la misma mierda de siempre porque no es la primera vez
que me pasa algo así. Oía como se sonaba los mocos, puede que estuviera resfriada.
En un semáforo la mire, estaba llorando. Seguimos andando sin decir nada. Yo pensaba en ella y
ella pensaba en otro. No sabía que decir, me sentí un trozo inútil de carne que no pintaba nada.
Caminando al lado de una tía con quien me hubiera gustado hacerlo y que lloraba pensando en otro.
Es el colmo de la idiotez.
Le dije que si quería podía irse en bici. La situación no tenía mucho sentido, no tenía que
acompañarme. Nos dimos dos besos, me mojó los mofletes con sus lágrimas y se fue sin mirar atrás.
Seguí su mismo camino pero mucho más lento. Debían ser las seis de la mañana. El sol ya salía, los
borrachos se arrastraban a casa, el suelo estaba lleno de mierda. Yo pensaba en ella y ella se alejaba
pensando en otro. Adiós.
Por suerte nunca más la volví a ver.
Poco después mi suerte cambió gracias al grupo de música y no volví a sentirme un pringado de
tal calibre. Me follo a tías increíbles aunque no me gustan. No me gustan las mujeres. Nunca me han
gustado, pero fui arrastrado por la corriente.
Repaso esa historia constantemente para darme cuenta de que por mucha fama y dinero que ahora
tenga mis raíces están bastante claras y que si no hubiera tenido un golpe de suerte seguiría siendo un
fracasado. Siempre me viene a la mente cuando me follo a una seguidora, siempre, mis recuerdos me
martillean.
Vuelvo a la realidad en el camerino. Me frotó los ojos. La tía ésta sigue desnuda fumándose un
cigarro y bailando suavemente al ritmo de la música. Es algo idílico con lo que siempre había
soñado, con lo que sueñan todos los hombres, pero lo único que quería en ese momento era irme a
dormir.
- Hey.
- ¿Sí?
- Puedes quedarte si quieres pero yo tengo que irme.
- ¿Puedo quedarme?
- Sí. Toma mi chaqueta. Saben que es mía, no te dirán nada. Pásalo bien.
- Gracias.
- Ha sido un placer.
El pasillo estaba lleno de gente. Se acercó mi mánager.
- Está buena, ¿verdad?
- Sí, sabes elegir. Es una diosa.
- ¿Qué pasa con esa cara? ¿No te ha gustado?
- Las mujeres me aburren, creo que te lo he dicho varias veces. De hecho te agradecería si no me
metes a más tías.
- ¿Cómo? Ya no me las follo antes, tal como me dijiste.
- Te lo digo de buen rollo. Muchas gracias, pero no quiero más. Después del concierto prefiero
que me prepares un coche que me lleve directo al hotel.
- ¿Sabes porque soy el mejor mánager del mundo?
- ¿Por qué?
- Porque siempre me anticipo a lo que quieren mis clientes. En este caso tú, mi único cliente.
Debemos estar siempre un paso por delante para que vosotros sólo disfrutéis.
- Sí, ése es parte de tu trabajo. ¿Ya tienes el coche?
- No hombre no. Estás en Barcelona, es tu ciudad natal tío. Ya sé que tras tantos conciertos has
perdido el norte y no sabes ni donde estás pero hoy estamos en Barcelona y vamos a celebrarlo por
todo lo alto.
- ¿Estamos en Barcelona?
- ¡Lo ves! Eso quiero decir. Hay que celebrarlo. Tengo algo especial para ti.
- ¿Has llamado a mi familia?
- ¡Qué va! Tengo una sorpresa especial. Te conozco mejor que a ti mismo. Desde hace ya tiempo
noto que las mujeres te dan igual. Es normal tío, te follas a cuantas quieres, las has aburrido.
Necesitas una época sin pussys, le pasa a mucha gente.
Se me congeló el cuerpo, ¿ese gilipollas había descubierto mis inclinaciones sexuales? Podría
ser mi perdición. No dije nada.
- Ven conmigo. Ahí delante, al final del pasillo. Algo te espera dentro.
Aunque bueno, yo no sería el primero ni el último, parece que no tiene nada que ver con el éxito,
a los seguidores parece no importarles.
- ¿Pero tú estás loco?
- Calla, ven, te gustará.- Habló entonces a uno de los de seguridad.- Que la gente se aleje de esa
puerta.- Volvió a dirigirse a mí.- Yo te espero arriba en la sala VIP. Disfruta, sé que te gustará.
Caminé hacia la puta puerta esperándome lo peor. Era una situación demasiado arriesgada. Todo
el mundo se había ido y sólo quedaba yo en el pasillo así que no perdía nada por abrir la puerta. El
interior del cuarto estaba a oscuras. Encendí la luz y supe que mi carrera no sólo como estrella del
rock sino como persona había terminado.
Era un camerino como cualquier otro y en los sofás habían apelotonadas unos diez niños y niñas
de entre 4 y 14 años, más o menos. Estaban desnudos o con muy poca ropa y con los ojos tapados.
No di un paso más y pensé en como salir de esa situación. Si alguien descubría eso sería mi fin.
Pocas cosas hay peores que la pederastia. Mi mánager me había jodido. Llamé a uno de los porteros
y le pedí que lo llamara.
Llegó sonriente, caminando como un pabo real, como quien ha descubierto que ha aprobado un
examen que daba por suspendido.
- Tranquilo tío, ya tenemos las drogas para la fiesta de hoy. Esta vez los italianos han enviado un
tío muy raro.
Capítulo 10 Montañas de Basura
Odio dormir, dormir es como morir. Durante un intervalo de tiempo totalmente incontrolado no
tienes ningún tipo de control sobre tu cuerpo ni sobre nada. Todo es negro, un negro infinito. Ocho
horas pasan en un pestañeo. Estás estirado en la cama pensando en cualquier cosa, poniendo en orden
tus ideas y de repente sin previo aviso mueres para volver a vivir poco después. La muerte debe ser
algo parecido.
Odio dormir porque siento que es perder el tiempo y no me queda demasiado. Pongamos que me
queda un mes de vida, dormir ocho horas significa que realmente me quedan unos veinte días con
otros diez días de fundido en negro. Así que no quiero dormir, ya dormiré cuando muera.
Un amigo siempre me decía eso de “ya dormirás cuando estés muerto”. Nunca he sido muy
fiestero. Me gusta salir de fiesta como a casi todo el mundo pero me canso rápido. No aguanto hasta
las tantas, a eso de las cinco de la madrugada como mucho me gusta recogerme. Mis amigos
aguantaban más, mucho más, y cuando me iba me repetían “ya dormirás cuando estés muerto”.
Siempre pensé que cuando llegase mi hora repasaría mi vida y me defraudaría a mi mismo un
montón de veces. Me daría cuenta de que mi vida podría haber sido mucho más intensa, de que
podría haber arriesgado más, de que cuando estaba de fiesta podría haberme quedado hasta las 8 en
vez de hasta las 5… sin embargo no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Obviamente de
algunas cosas sí, pero me arrepentiría de esas cosas aunque me quedasen cien años más de vida.
Creo que he vivido mi vida como sentía que debía hacerlo en cada momento; ¿podría haber
aprovechado más? Posiblemente, pero entonces no sería mi vida, sería la de otro. Estoy contento con
la mía aunque me hubiera gustado que fuera más larga.
De noche mientras la gente duerme yo paseo por las calles de Barcelona. No me gusta salir de
día porque no me gusta que me miren con cara de pena. Yo también lo hacía. De noche hay poca
gente. Coches muchos, gente poca, y la oscuridad me oculta.
Barcelona siempre me ha dado asco. Uno de mis sueños era irme de aquí y veo que no lo voy a
poder cumplir. Barcelona es una gran mentira, un gran bloque de hormigón corrupto de arriba abajo,
una caja reluciente por fuera pero donde no hay nada que rascar por dentro.
Barcelona pudo ser bonita. En las fotos antiguas parece ser una ciudad con algo que decir y
representar, una ciudad con algún tipo de sentimiento, una ciudad que se sentía bien consigo misma,
pero como muchas cosas en España la clase política se la ha cargado. Los planes urbanísticos han
sido como una cirugía estética con final amargo y la codicia política de buscar dinero y vender la
ciudad al turismo ha hecho que perdiera su alma. Barcelona no es para los barceloneses.
Barcelona hoy en día no representa nada, es una ciudad casi fantasma, como una urbanización
hecha hace 10 años con cuatro casas. A veces cuando viajas a una gran ciudad sientes algo especial,
sabes que esa ciudad vive: Nueva York, Londres, París, Roma,… Barcelona por el contrario es una
carcasa vacía. Un gran prostíbulo para gordos con traje.
Caminar de noche por sus calles me angustia así que procuro olvidarme de donde estoy y
centrarme en lo mío. Camino para recordar. Visito lugares que han sido importantes en mi vida. Por
suerte voy a morir joven y todo sigue más o menos igual. Eso de ir a un prado donde ibas de pequeño
y ver un bloque de pisos no me ha pasado, quizás porque desde pequeño ya he estado rodeado de
bloques de pisos. Los paisajes que recuerdo en mi memoria no pueden ser más feos de lo que son.
Me gusta ir a mi guardería. Desde que salí de ella apenas he vuelto una vez, ahora la visito casa
semana. Una planta baja, pequeña, con dibujos colgados en los cristales. Me gustaría saber si aún
sigue mi primera profesora. Allí aprendí a leer y escribir.
Me gusta visitar mi colegio donde pasé 12 años. Como sucede con Barcelona, no me trae buenos
recuerdos por lo que es sino por lo que representa para mí. Me trataron mal, me dijeron que nunca
podría ser nada, me ningunearon, no les gustaba mi apellido, mi situación familiar o mi forma de ser.
Era un colegio religioso privado.
Me gustaría entrar por dentro, pasear por las aulas… aún recuerdo la primera donde fui.
Recuerdo mi primer día de clase cuando nos dividieron en grupos, lo recuerdo como si fuera ayer y
han pasado demasiados años. No me gustaría visitar los comedores pero sí por ejemplo el teatro
desde donde hacía obras infantiles y veía a mi madre llorar de emoción. No me gustaría visitar la
piscina pero sí los vestuarios donde tuve mi primera relación sexual. Me gustaría volver a pasar por
los laboratorios, volver a jugar en el patio, hablar con algunos profesores, sentarme a ver una
película en inglés.
Me gustaría que por una vez volvieran a ser las cinco y media de la tarde, que sonase el timbre y
salir corriendo de clase. El colegio está cerrado así que solo puedo sentarme en un banco afuera y
imaginármelo todo. Es de noche y todo está oscuro. Su iglesia gótica se alza lúgubre hacia el cielo,
da miedo.
Me gusta volver a los parques donde jugaba cuando era pequeño aunque ya no puedo utilizarlos
porque soy demasiado grande, me gusta pasar por delante de algunas tiendas que siempre me
gustaron, me gusta mucho volver a algunos lugares donde hasta no hace demasiado salía de fiesta.
Recuerdo el lugar donde vomité por primera vez, la esquina donde solía liarme porros, el lugar
donde siempre quedaba con mis amigos, y donde deben seguir quedando. Me paro delante de la
salida de una discoteca y recuerdo como un día salí corriendo con el gran amor de mi vida, sigo los
mismos pasos que dimos aquel día y me paró en un portal, donde nos besamos.
Me gusta pasear por la zona del Fórum, es mi zona favorita porque representa perfectamente lo
que es Barcelona: una mentira, nada. El día antes de saber que tenía cáncer fui a un festival de
música allí. Hay un trozo de césped muy alargado con una fuente al final, me siento igual que hice
aquella vez, pero ahora estoy sólo. A lo lejos se oía la música, a nuestro alrededor había gente
descansando, nos miramos y nos besamos, fue la última vez que fui feliz. Duele pensar que nunca más
voy a vivir algo así, que todo eso ya pasó. Me siento exactamente en el mismo sitio, me levanto a
beber agua tal como hice aquel día, miro mis pantalones por si me los he manchado de césped, huele
a mar. Todo es muy parecido pero hay una gran diferencia.
Vuelvo a casa cuando aún es de noche. Me gusta dormir cuando todavía todo está oscuro, dormir
de día me da una sensación de desorden. Cuando vuelvo me pongo el reproductor de música, siempre
escucho lo mismo y ya me aburre todo.
Si estos lugares representan mi vida se puede decir que se puede resumir en una semana. Es un
secuencia de visitas que recorro cíclicamente. Algo corto pero no me ha dado tiempo para más.
Podría visitar más sitios pero me centro en lo más importante, no me gustaría morir teniendo como
último recuerdo la última vez que hice alguna tontería. Prefiero centrarme en lo que me llena.
La gente va a trabajar pronto. Los coches siempre están ahí. Volver es más duro que ir y me canso
rápido, mis fuerzas flaquean. Según el día me cruzo con borrachos o con gente que ha salido de
fiesta, a veces se paran para pedirme tabaco. Paso por delante de un local de alterne, nunca he
entrado pero no queda demasiado lejos de mi casa. El logo ilumina la entrada con luces de neón, uno
de ellos parpadea, está roto, emite un ruidito, es algo tan típico que me pregunto si no los venderán
ya así. Paso por delante, huele como los cines, parece herméticamente cerrado. Unos metros más
adelante está la salida de servicio, en breve se reunirán allí todas las putas y transexuales hablando
de sus cosas y despidiéndose. Ellas duermen de día.
Sale alguien mientras habla por el móvil. Lo conozco, es un policía del barrio. Mientras habla me
mira, sonríe. Es gay, ha querido tirarme los trastos varias veces. Seguramente habla con su mujer, me
guiña el ojo, me planteo si pararme y follar con él. No, hoy no. Él vuelve a entrar al local.
Giro la esquina y hay alguien delante de mi portal hablando por teléfono. Va trajeado, muy bien
trajeado, ¿otro cliente? Me paro y saco la llave. Le oigo hablar pero no entiendo nada, es italiano.
Me entretengo jugando con la llave, me gusta oírle.
- Chico.
- ¿Me llama a mí?- Nos miramos a los ojos. Dirijo mi mano hacia mi pecho ya que siempre llevo
una navaja escondida por lo que pueda pasar.
- Chico, ¿eres del barrio?- A pesar de ser italiano habla español perfectamente.
- Vivo aquí, sí. ¿Qué quieres?
- ¿Estás enfermo?
- Sí.
- Sois reconocibles. Mi padre, en paz de descanse, también pasó por lo mismo.
- Lo siento, tengo sueño.
- Espera, tengo algo que ofrecerte. Se puede decir que estás de suerte, aunque yo también lo estoy
porque puede que seas quien me saque de un problema.
- ¿Yo?
- Mira, te hablaré claro, ¿tienes carné de conducir?
- Sí…
- Perfecto. Necesito que vayas a los Pirineos. Te voy a dar un mapa con todo marcado. Es
sencillo. Allí te encontrarás con unas personas que te darán un paquete.
- ¿Drogas?
- Si no sabes lo que es no es un delito tan grave, además siempre puedes acusarme a mí. Tú haz
lo que te he dicho, ve y trae el paquete. Mañana por la noche un importante grupo de música da un
concierto aquí. Lo llevas y ya está. Ganas tres mil euros.
- ¿Por qué yo? ¿De qué estás hablando? Todo esto es absurdo.
- Es sencillo. Eres perfecto. Nadie dudará de ti. Sólo tienes que coger el paquete, cargarlo en el
coche y dejarlo donde te he dicho.
- No.
- No tienes elección.
- ¿Qué vas a hacer? ¿Matarme? – Agarré con fuerza mi navaja.
- Esto es algo que te ha caído del cielo, deberías estar agradecido. Le dejarás a tu familia una
buena herencia. Si sale bien quizás podemos volver a trabajar juntos. No tienes nada que perder. Si
te pillan habrás muerto antes de ir a la cárcel. Suena duro, pero es así.
- Bueno.
- Coge este mapa y sal ya hacia allí. Ten este móvil, debes encenderlo sólo sobre las tres de la
tarde. Llegarás de sobras. Te llamarán y te darán las indicaciones exactas. Coge los paquetes y te
darán algo de dinero, no demasiado, separa tres mil euros para ti. Si ese paquete no llega a su destino
y mi contacto en la policía no me dice nada te mataremos a ti y a toda tu familia. No te lo tomes como
una amenaza, es mi forma de trabajar, sólo quiero que las cosas estén claras.
- ¿Tengo que salir ya?
- Sí, porque no. Ya dormirás cuando estés muerto.
Ya dormiré cuando esté muerto. No sé si mi enfermedad me está afectando ya pero nada tiene
sentido, sólo quería volver a mi casa y descansar, como hago siempre. No tiene sentido, aunque
tampoco tiene sentido ir al médico por un ligero dolor en el pecho y que te digan que te quedan pocos
meses de vida. Nuestra existencia es rara, desordenada, hay demasiadas variables que hacen que sea
todo muy imprevisible y nunca me ha gustado no tener el control sobre algo. Ahora no tengo el
control sobre nada. Subo a casa a prepararme un café, parece que me queda un largo día. Pienso en el
dinero, a mi madre no le irá mal. Soy capaz de hacer cualquier cosa por mi madre.
Capítulo 11 Favoritos de la Fortuna
Su nombre artístico es Dolabella. Sólo los más cercanos conocen su nombre real. Es alto, guapo,
musculoso, pelo largo y rubio que suele recoger con una cinta, ojos azules, varios tatuajes. Le gusta
llevar tejanos, ir descalzo y llevar el torso desnudo.
Nadie apostó por él. Todo el mundo creía que moriría joven. Su destino parecía sellado cuando
nació: romano del extrarradio y padre vinculado a las grandes familias. Un soldado más, un muerto
más, un preso más. Las cárceles estaban llenas de gente como él porque hacían los trabajos más
arriesgados. Prosperar era única y exclusivamente cuestión de suerte y Dolabella tenía una suerte de
cojones.
Le gustaba decir que toda su estirpe era romana y que sus ancestros controlaban uno de los cruces
en el Subura de la Roma Republicana. En la espalda tenía tatuado “Veni, vidi, vinci” envuelto por
rosas. No era la frase más original del mundo pero Dolabella era un tipo culturalmente limitado y
como se puede empezar a descubrir alardeaba de su supuesto origen romano, ciudad que él seguía
considerando la capital del mundo.
Cuando Dolabella era muy pequeño sus padres tenían una carnicería. El negocio no parecía ir
demasiado bien pero poco después abrieron una pizzería justo al lado. Dolabella recuerda correr de
un local al otro. Un día al volver a casa, a la carnicería, de jugar a fútbol con sus amigos, se encontró
a su padre a medio triturar en la máquina de carne picada. Dolabella no lloró, ni chilló ni hizo nada.
Dolabella sonrió.
Aparecieron unos hombres con traje negro y dijeron que no pasaba nada. Aparentemente el
negocio seguía siendo de su madre pero aquellos señores siempre estaban allí, en la terraza, al Sol,
tomando un café. Sonreían y discutían alegremente. Le regalaron una camiseta de la selección
italiana. A Dolabella le gustaban.
Dolabella no entendió el día que su madre salió corriendo con un cuchillo amenazando a aquellos
simpáticos hombres. A ellos incluso les pareció divertido y reían mientras la esquivaban y
golpeaban. Su madre gritaba algo como “no puedo pagar más”. Se aburrieron rápido del juego y la
redujeron. “Ahora nos perteneces”, le dijeron a su madre, “No matéis a mi hijo” contestó, “tranquila
mujer, esto no es el Padrino”.
Se mudaron unas calles más para allá y su madre comenzó a ejercer de prostituta. Uno de
aquellos hombres de negro se lo dijo mientras invitaba a Dolabella a un cremoso helado. Tenían un
pequeño cuarto donde su madre trabajaba y donde de noche dormían los dos. Su madre estaba triste,
siempre miraba por la ventana hasta que llegaba un cliente, entonces bajaba la persiana. Dollabella
sabía que no podía ir a su habitación si la persiana estaba bajada.
Los niños del barrio empezaron a reírse de él y de su madre. A Dollabella le costó pero
finalmente entendió la situación. Se dirigió a uno de aquellos hombres de negro.
- Dame tu pistola.- Le dijo.
- ¿Para qué?
- Tengo que matarte. Debo proteger el honor de mi familia.
El hombre de negro rió.
- ¿Por qué no me habéis matado? Sabéis que cuando pueda os mataré.
- Nosotros te mataremos antes. Sólo sigues vivo para que podamos utilizar a tu madre, sino ya se
hubiera suicidado. Todo lo que hace, lo hace por ti.
Le pareció un razonamiento lógico así que fue a hablar con su madre.
- ¿Por qué haces esto?
- Por ti, hijo mío, eres lo único que me queda en este mundo. Sé que me vas a odiar toda tu vida
porque soy una mujer sucia, porque soy una puta y eso es lo peor que puede tener un hijo como
madre. Pero todo este sufrimiento lo hago por ti, para que vivas, para que prosperes.
- Pero me han dicho que cuando sea mayor me matarán, que sólo lo hacen para explotarte.
- Eso es cierto, pero tienes una salida, sólo una.
- ¿Cuál?
- Únete a ellos.
- ¿Estás loca? ¡Esa gente me ha destrozado la vida! ¡Han matado a mi padre! ¡Han hecho que mi
madre sea una puta!
- Hijo mío, debes tener la mente fría, debes pensar en ti. El honor no sirve de nada, debes
disfrutar la vida. Eres joven, debes vivir, casarte, tener hijos, vivir lejos de aquí… eso es felicidad.
No debes tirar tu vida por la ventana para cumplir una venganza.
Su madre tenía razón. Él quería tener un gran coche y una gran casa y quería jugar para la
selección italiana.
- Está bien. Disfrutaré mi vida siempre pensando en ti, disfrutando por ti. Aunque seas una mujer
sucia yo te quiero. ¿Qué debo hacer para vivir?
- Dentro de unos años, cuando yo sea vieja o tenga un embarazo complicado y se acabe mi valor
como puta, ellos te matarán y luego vendrán a por mí. Guardo una pistola bajo la losa de la entrada.
Siempre que baje la persiana debes estar atento. Si me oyes gritar coge la pistola, entra en el cuarto y
me pegas un tiro, a mí y a mi cliente.
- ¿Tengo que matarte?
- Si quieres vivir, sí. Con suerte se reirán y te perdonarán la vida. Síguelos y hazte uno de ellos.
Olvídate de la venganza porque los que me metieron aquí ya están muertos.
A Dolabella le gustaba mucho jugar a fútbol. Su posición favorita era de delantero centro para
poder meter goles. Era más alto que el resto de sus amigos así que iba muy bien de cabeza. Desde
ese día Dolabella siempre elegía ser portero para poder estar cerca de su madre ya que utilizaban
como portería la puerta que daba acceso al edificio donde ella ejercía. Ser portero era aburrido pero
no tenía otro remedio.
Mientras jugaba siempre estaba atento a lo que sucedía en la ventana sobre su portería. Un
pequeño grito o gruñido lo ponían alerta, pero el grito real nunca llegaba. Cuando la pelota se
alejaba le gustaba mirar a su ventana. Su madre solía estar allí apoyada, mirando al infinito, siempre
con expresión triste.
Pasaron los meses y el momento no llegaba. Dolabella ya estaba cansado de ser portero. Su
madre cada vez miraba más por la ventana porque día tras día iba perdiendo clientes. La edad
comenzaba a pasarle factura.
Como suele suceder, la acción llegó en el momento menos oportuno. Su equipo iba perdiendo y le
necesitaban porque con el paso del tiempo se había convertido en un gran portero. Estaba atento a la
pelota cuando oyó el grito. Supo que era el grito… largo, doloroso, desgarrado.
Como un robot se fue corriendo y subió los escalones de su casa. Se plantó frente a su puerta, en
el primer piso. Su madre seguía gritando. Levantó la baldosa frente a la puerta y sacó una pistola
envuelta con un paño. Limpió el frío metal. Abrió la puerta y vio a un hombre grande, peludo como
un oso, follándose a su madre. La expresión de su madre era aterradora. Por motivos obvios
Dolabella se acordaría de esa escena por el resto de su vida.
Al hombre le disparó varias veces. La primera casi a bocajarro, un poco por encima de la nuca.
La pared se manchó de rojo. Luego le disparó varias veces por la espalda, por si acaso. El cuerpo
muerto cayó sobre su madre como una roca. Acto seguido apuntó a su madre. Se miraron el uno al
otro. La expresión de su madre seguía siendo aterradora, peor ahora, el pelo pegado a la cara por el
sudor y manchas de sangre aquí y allá.
- Por favor, quiero irme ya de aquí.
Le disparó una sola vez entre las cejas. Su cabeza explotó. Dolabella se santiguó y dejó caer la
pistola, resbalando entre sus dedos, se alejó varios pasos y se sentó en el suelo a esperar. ¿Qué se
suponía que debía hacer ahora? Su madre no le había dicho nada.
Se oyeron gritos fuera. La sangre resbalaba por el suelo manchando sus zapatos. Dolabella
pensaba. Se oyeron pasos subiendo por la escalera, apareció uno de los vecinos, gritó, se fue
corriendo. Explicó la situación a la gente, los gritos se apagaron, la multitud se dispersó. Reinó el
silencio.
Un coche aparcó debajo, otros pasos subieron hacia arriba, esta vez más pausados. Apareció uno
de los hombres de negro.
- Están muertos.- dijo.
- ¿Quién ha muerto?- Se oyó una voz desde la escalera, sin entrar.
- Una de nuestras putas y… alguien.
- ¿Quién?
- No lo sé. Ha caído boca abajo, le han destrozado la cabeza.
- Gíralo. Necesito saber quien es.
- Es Giovanni, el carnicero.
- Nos debía dinero y ahora está muerto. Vámonos.
- ¿Dejamos esto así?
- No es nuestro problema.
- ¿Qué hacemos con el chico?
- ¿Quién es?
- El hijo de la puta.
- Habrá subido a ver el disparo. ¿Llora?
- No, está serio. Me observa.
- Dile que venga.
- Chico, ve.
Dolabella caminó hacia el umbral de donde provenía la voz. Olió la pólvora, sintió como le
apuntaban a la nuca. Se paró y cerró los ojos. Click.
- ¿Qué ha pasado?
- No lo sé, se habrá quedado encasquillada.
- Dile que venga.
- Chico, ve.
Dolabella caminó hacia el umbral, volvió a notar el frío acero en su nuca. Click.
- ¿Qué ha pasado?
- Olvidé poner las balas.
- Tápale la cabeza y súbelo al coche.
Unas manos fuertes lo rodearon y le taparon con la manta sangrienta de su madre. Le llevaron
hasta un coche donde se sentó atrás. El coche arrancó.
- ¿Cómo te llamas chico?
Dolabella respondió.
- Lo ha matado él.- Dijo el hombre a quien todavía no había visto.
- ¿El chico?- Respondió el otro.
- Sí.
- ¿Cómo lo sabes?
- Es de los nuestros.
- ¿Qué hacemos con él?
- Que vaya al colegio.
- ¿Puedo seguir jugando a fútbol?- Preguntó Dolabella.
- Sí, puedes.
Le llevaron a una casa a las afueras de Roma donde vivían más chicos como él, huérfanos de la
mafia. Iban cada día al colegio, les daban una mochila bien cargada y debían ir hasta el centro de la
ciudad donde un hombre recogía la mochila. Luego podían jugar a fútbol hasta que se hiciera de
noche y al volver a casa tenían comida caliente y podían ver la televisión.
No eran demasiados, nunca eran demasiados ya que a veces desaparecían chicos al ir al colegio.
Les dijeron que si se cruzaban con la policía nunca salieran corriendo. Otros chicos se volvían locos
y se suicidaban, otros se mataban entre ellos… pocos aguantaban. Dolabella era un caso único
porque la suerte siempre estaba de su lado en las redadas. Podía jugar a fútbol cada tarde y ya no
tenía que ser portero.
Pasaron los años y le empezó a salir pelusa en la cara. A veces los hombres de negro hablaban
con él, a veces le trataban como a un igual. Cada vez llevaba menos mochilas, de hecho hacía meses
que dejó de llevar mochilas. Últimamente se dedicaba a transportar paquetes más pequeños en moto
y cuando podía ayudaba a los pequeños.
Descansaba en casa, veía la televisión, iba a ver a la Roma, incluso le daban algo de dinero de
vez en cuando para que lo gastase como quisiera. Nunca había sido tan feliz. Como era de esperar, un
día le llamó uno de aquellos hombres de negro.
- Dolabella.- Ya se llamaba así.- Eres especial, uno de los nuestros. Has sobrevivido todos estos
años y nunca te ha capturado la policía, eres el único. Como puedes imaginarte necesitamos más de
ti. La familia te ha dado todo y más. Hemos hecho siempre un gran esfuerzo por ti y ahora
necesitamos que tú hagas un esfuerzo por nosotros.
- Mi madre me dijo que tuviera una vida normal, que me alejase, que trabajase y fuera honrado y
que formase una familia. Eso es lo que quiero hacer.
- Tu madre era una puta y está muerta. No nos vas a joder Dolabella. Sabes que con nosotros no
puedes jugar, no puedes huir. El mundo es nuestro. Si quiero mueres, aquí, ya, ahora. Eres como un
hijo para mí y sabes que te quiero. Mira todo lo que te he dado.
- Matarme.
- ¿Pero qué dices? Dolabella, eres un afortunado y la suerte está siempre con nosotros. Tú debes
estar con nosotros.
- ¿Si hago lo que lo que me vais a pedir podré irme?
- ¿Es qué no lo entiendes? La familia y tú estáis unidos, no puedes vivir fuera de aquí. Te lo he
dicho varias veces.
- ¿Qué tengo que hacer?
- Algo que ya has hecho.
- ¿Matar?
- Sí.
- Bueno.
- Siempre serás de la familia pero si haces cosas por mí yo haré cosas por ti. ¿Lo entiendes?
- ¿Cuándo será?
- Te localizaremos.
- ¿Y luego?
- Si sobrevives ya te encontraremos.
Durante varios días dejó de transportar paquetes y hacía vida en casa. A Dolabella no le
importaba matar porque había matado a su madre y ninguna otra vida le podría importar más. Estaba
jugando con el ordenador cuando le llamaron. Aún era menor de edad.
- El coche te espera afuera. Suerte.- Le dijo un hombre de negro.
Como siempre, se sentó detrás. Había un traje azul marino, que no negro, dentro un plástico.
- Póntelo. Escúchame. Cuando bajes del coche camina hacia la multitud. Deja tu mano derecha
muerta a la altura del muslo y mira siempre hacia delante. Cuando recibas el arma apunta, dispara y
mata. Sabrás quien es.
- ¿Y luego?
- Corre con la multitud. Dispara dos veces para asegurar y suelta el arma. Intentaremos
recuperarla pero si la policía la recupera antes no te preocupes. Para ellos no existes, no tienen tus
huellas.
- ¿No tienen mis huellas?
- Dejaste de existir cuando viniste con nosotros. No te preocupes ahora de tonterías. Céntrate.
Mano muerta, dos disparos, sueltas el arma y corres.
El coche estuvo un rato dando vueltas. Conocía bastante bien Roma. Pensaba en como huir si el
coche hubiera parado en cada uno de esos momentos. Finalmente paró, Dolabella bajó, recibió el
arma, apuntó, sabía a quien disparar, dos disparos, con el primero fue suficiente. El arma cayó al
suelo, la gente corrió, él se sumó a la multitud. Varias manzanas después dejó de correr, miró a su
alrededor, no habían venido a buscarle. Siguió corriendo.
¿Dónde voy? ¿Vuelvo a casa? No creo que sea la mejor opción. Corrió hacia las afueras, hacia
los barrios marginales. Corrió hasta que no podía más. Se paró enfrente de una tienda de electrónica.
Se vio por la tele. Era difícil distinguirle entre la multitud. En el programa paraban la imagen cuando
alzaba el arma y hacían un ampliado para enfocarle la cara. Era imposible saber quien era. Se sintió
importante. Tuvo ganar de parar a la gente que pasaba por la calle y decirles “Mirar, ese soy yo”. Su
víctima había muerto, un político importante, muy importante de hecho. El país podría sumirse en el
caos durante varios días.
Siguió andando sin rumbo hacia las afueras hasta que finalmente fueron a buscarle. Subió en los
asientos de atrás, como siempre. Se miraron a los ojos utilizando el retrovisor.
- Ponte ese traje.- Era un traje negro.
Capítulo 12 El Primer Hombre de Roma
Todo el mundo le conocía como Décula. Por motivos de seguridad sólo sus más cercanos
conocían su nombre real. La vida de Décula se podría definir como diferente o irreal. Era hijo de una
de las personas más influyentes de Italia, vinculado a las grandes familias. La lista de personas que
querían matarle por diferentes motivos era tan elevada que lo mejor que pudieron hacer por él fue
crear una burbuja aislada del mundo real donde Décula vivió durante muchos años.
Su vida se había desarrollado en una isla en el Adriático donde su padre tenía una villa. Los
accesos estaban permanentemente vigilados. Décula nunca se enteró de que cada mes alguien
intentaba matarlo y que algunas veces estuvieron realmente muy cerca. Nunca se planteó porqué las
personas a su alrededor, como cocineros, cuidadores, profesores,… cambiaban con tanta frecuencia.
La mayoría de ellos llegaban a la isla para matarlo o eran sobornados mientras trabajaban allí. Todos
ellos acababan en el mar.
A esa gente no les importaba que Décula tuviera 4 años, querían matarlo y punto, y querían
matarlo para vengarse de su padre, aunque mayormente eran pagados para ello. La lista de enemigos
crecía a medida que aumentaba el volumen de sus negocios. Llega un momento en que ordenas un
asesinato como quien pide un café y todo muerto quiere venganza.
Décula siempre había tenido todo cuanto pudo desear: cualquier juguete u objeto, visitas de sus
estrellas deportivas, muchos amigos que vivían con él, los mejores profesores, médicos, cocineros,
… Su pasatiempo favorito era estirarse en la hierba a mirar el cielo. Cuando uno tiene todo se
contenta con nada.
Perdió la virginidad con 18 años. Era una tarde de abril, húmeda y fresca. Había acabado ya sus
clases y dedicó lo que quedaba del día a pasear por su isla, descalzo, le gustaba pisar la hierba.
Aquella mujer apareció en una de las calas, mirando al horizonte. Un elegante vestido rojo bailaba a
su alrededor al son del viento.
Décula se acercó a ella, no era la primera vez que aparecía un extraño en algún punto de la isla,
de hecho estaba acostumbrado a ello. Nunca se había planteado qué hacía esa gente allí, ¿por qué
debería hacerlo? Se sentaron en la arena, sus pies al remojo de las olas. Hablaron durante horas. El
cielo se volvía naranja, las gaviotas volaban, el olor a mar les embriagaba.
Se cogieron de la mano y corrieron hacia la hierba, hacia un montículo. Ella resbaló, él cayó
encima, se besaron, follaron. La luna brillaba en sus senos, tenía frío y él le dejó su camisa. Décula
cayó dormido, cuando se despertó ya no había nadie y una manta le cubría. ¿Había sido un sueño? A
partir de entonces aquellas chicas aparecían regularmente. Follaban sobre la hierba o en la arena o
en el mismo mar. A Décula le gustaba olerles el pelo, no recordaba mucho de ellas pero jamás
olvidaba su olor de pelo. Así las recordaba.
Pasaron los años y Décula necesitaba algo más. El sexo estaba bien pero no le llenaba, quería
enamorar a una mujer. Le gustaba mucho leer, sobretodo los grandes clásicos como éste, le gustaban
las historias de amor y pasión, le gustaban las mujeres desgarradas que se quitaban la vida cuando su
conexión sentimental se rompía. Le gustaban las parejas que mantenían el corazón caliente en la
distancia, los amantes invisibles, los que pasean de la mano, los que se abrazan. Décula quería
alguien así en su vida, alguien que estuviera siempre con él, alguien con quien enredar sus piernas,
alguien con quien descubrir el mundo… alguien que le necesitase.
Cuando le explicó esto a uno de sus cuidadores, éste le dijo que era imposible, que no estaba
preparado para el mundo real, que los peligros eran demasiado grandes. Décula no se detuvo y con
sus fondos casi ilimitados se escapó una noche a un pueblo cercano.
No era la primera vez que caminaba entre gente ya que esa situación había sido representada
varias veces en su isla por actores, aunque él no lo sabía. De lo único que se dio cuenta fue de que
aquella gente tenía menos educación. Con la ayuda de un amigo fue a un pub musical. Se sentaron a
tomar algo, aquel alcohol era de pobrísima calidad. Se fijó en una de las muchachas, no era muy
guapa pero parecía simpática. No era muy guapa para él, acostumbrado a un nivel muy elevado, para
el resto del mundo aquella muchacha podría definirse como muy guapa.
Se acercó a ella, se sentó a su lado y se presentó como solía hacer habitualmente. La mirada de
aquella chica le desconcertó, mostraba cierta sorpresa, enfado, aburrimiento y repulsión. Décula se
consideraba un buen hablador, o eso le decían. En aquella ocasión le costó horrores enlazar una frase
con otra.
- ¿Te enamorarás de mi?
- Nunca podría enamorarme de alguien que no puede mirarme a los ojos.
Aquella respuesta le desconcertó. Preguntó a sus amigos y nadie le dijo nada claro. Volvió a su
isla. Una gran cantidad de hombres que se habían vuelto locos por su desaparición respiraron
tranquilos.
La realidad era que Décula era feo bajo cualquier estándar. Era delgado y alto, un tío “alargado”.
Tenía una única ceja y una nariz anormalmente grande y aguileña. Su sonrisa era de caballo, su
mentón puntiagudo y además era bizco. Cuando sumó dos más dos decidió que la mejor opción era
someterse a varias operaciones de cirugía estética, y así lo hizo. Estuvo casi un año desaparecido del
mapa y cuando volvió a la luz se parecía extrañamente a David Beckham. Su cara en estado serio era
casi perfecta pero su sonrisa le delataba, además su cuerpo delgado y sus brazos alargados no
ayudaban demasiado. Sin embargo se podía decir que ya pasaba el corte para algunas mujeres, no
como antes.
En el mundo de las grandes familias las operaciones de cirugía estética son algo habitual. Por un
lado sus mujeres suelen ser altas consumidoras. No es raro que con 16 años una niña se ponga las
tetas más grandes, que con 20 se opere la cara y se quite algo de grasa, que con 30 se haga un
rejuvenecimiento total, y así progresivamente, cada vez más con la edad. No lo hacen por sus
maridos, quienes se follan mujeres más jóvenes y guapas, lo hacen por ellas mismas y… por
aburrimiento.
Las operaciones de estética entre hombres son igualmente comunes, no para mejorar su imagen,
aunque hay de todo, sino para esconderse de la policía. Prácticamente todo varón que comete un gran
golpe, como un asesinato o robo, es sometido a un cambio radical de cara y huellas, entre otras
cosas. Es un procedimiento habitual. Es por eso que alrededor del mundo existen clínicas privadas y
escondidas de la sociedad: para realizar este tipo de operaciones o para intentar salvar la vida de
alguien que ha recibido un tiro, por ejemplo. Es la mayor fuente de ingresos de la clase médica
mundial ya que una operación de urgencia puede reportarles varios millones de euros y una simple
cirugía plástica pueden facturarla a un precio 10 veces superior al habitual. Por estas razones y otras
más, las grandes familias tienen acceso a los mejores médicos del mundo.
No sólo ellos están implicados, prácticamente cualquier persona con poder en el mundo conoce
de su existencia y tiene un número de teléfono al que llamar. ¿Alguien creía que los grandes
empresarios van a la sanidad pública? ¿Alguien creía que los grandes empresarios van a las clínicas
privadas para mezclarse con pijos que se han hecho daño esquiando? Si un pez gordo necesita de un
servicio médico coge un jet privado y se dirige, por ejemplo, a un lugar indeterminado del Sáhara.
En Europa la mejor instalación médica se encuentra en los Pirineos, entre España y Francia,
cerca del Mediterráneo. Cerca de Italia y los países del este, quienes son sus principales clientes.
Esta instalación médica costó varias decenas de millones de euros, pagados por personajes
importantes y también, como no, por dinero público. Se trata de un sistema de cuevas que incluye
entre otras cosas una piscina y una cancha de baloncesto. La entrada está en un lugar secreto de los
Pirineos, entre arbustos, una abertura realmente pequeña, totalmente indetectable. No es sólo una
instalación médica, también es un lugar de retiro en el caso de que alguien tenga que desaparecer de
la sociedad durante algunos meses.
En ese preciso lugar Décula fue operado y descansó una larga temporada. Su transporte hacia allí
no fue sencillo si bien entre su isla y ese lugar había algo menos de dos horas en avión. Por motivos
obvios de seguridad no fue de A a B. En total estuvo volando 20 horas y cogió 7 aviones diferentes,
pisando varios continentes. En ese proceso murieron alrededor de 30 personas para borrar totalmente
su pista y finalmente él mismo recorrió en bicicleta 150 kilómetros hasta la entrada de la cueva. Su
único acompañante fue su tío, en alguien tenían que confiar. Una vez operado, todo el equipo médico
fue igualmente asesinado y todos los demás usuarios de esas instalaciones expulsados. Durante
varios meses sólo ellos estuvieron allí, y una vez que todo había sido finalizado hicieron explotar
todo el sistema enterrado en la montaña.
Varias personas se tiraron de los pelos al enterarse de todo el dinero perdido pero… ¿quien se
atrevería a meterse con los italianos? Nadie.
Cuando Décula volvió a la luz era imposible asociarlo a su padre; de hecho salió vestido de
soldado, junto a los otros soldados, en caso de que alguien les estuviera vigilando. Sólo su padre y
su tío conocían su nueva cara. Si los primeros años de vida de Décula se pueden describir como
“sobre protegidos”, decidieron que a partir de ahora la mejor protección que podría tener era no
tener ninguna. Si sus enemigos veían que esa nueva persona estaba bien protegida entenderían que era
importante y querrían matarlo.
Ese mismo día Décula cogió un avión hacia los Estados Unidos de América y desapareció del
mapa europeo. En su nuevo destino se convirtió en un estudiante universitario anónimo. Crear una
nueva identidad era un procedimiento trivial. Su isla continuaba igual de vigilada que siempre como
si él aún estuviera allí. Señal de que durante aquellos años todo funcionó correctamente fue que
asesinos de diversa índole iban llegado a la isla para acabar con su vida.
En Los Ángeles Décula vivió de verdad. Durante varios años su vida fue una vida normal, con
sus cosas buenas y sus cosas malas. Fuera de su paraíso descubrió que la vida era una mierda y
estuvo muy tentado de pedir volver a su isla, pero con el tiempo aprendió a apreciar los buenos
momentos y que sólo por ellos merecía la pena vivir. Un sentimiento que jamás había experimentado
antes.
Durante aquel tiempo tuvo amigos y enemigos, folló de verdad, estudió de verdad, salió de fiesta,
pudo mezclarse con multitudes en eventos deportivos, tuvo diversas parejas… las cosas nunca le
fueron mal. Su nivel intelectual era elevado, su base educativa era buena, sacarse los estudios
suponía un reto salvable y además era buena compañía para su nueva gente.
No fue difícil mantener su anonimato, pero como suele ser habitual comenzó a despertar interés
entre sus amigos y sus respuesta crípticas y dubitativas no ayudaban a calmar su hambre de
información. Décula parecía un tipo totalmente normal excepto por algunas cosas. Jamás recibió la
visita de nadie durante sus años universitarios. Cuando era preguntado sobre su familia siempre
respondía que estaban ocupados trabajando en su plantación de olivos en el sur de Italia. Jamás fue
nunca a visitar a nadie; lo habitual en verano y navidades era volver con la familia, ése no era el
caso de Décula. Finalmente, lo que más sospechas levantaba era que su comportamiento con el
dinero era errático.
En el mundo existen dos tipos de personas: ricos y pobres. Ricos son aquellos que compran lo
que quieren cuando pueden, pobres son aquellos que no tienen esa capacidad. En el mundo
universitario de Los Ángeles había más ricos que pobres, la mayoría de aquellos estudiantes tenían
tarjetas de crédito de oro. A los ricos, además, les gusta mostrar su riqueza y su poder adquisitivo,
sino ¿qué sentido tiene ser rico?
Nadie estaba seguro de la riqueza de Décula. Igual en un restaurante pedía lo más barato como lo
más caro, igual llegaba a una cita en limusina o en transporte público. Lo que sí estaba claro es que
de vez en cuando hacía demostraciones económicas fuera de lo normal. Una vez, por ejemplo, le
encargaron reservar los hoteles para un viaje a Méjico. Décula reservó una planta entera del hotel
más caro de Méjico. Aquello suponía un gasto de casi un millón de euros por cabeza. Por muy ricos
que sean los ricos, gastarse un millón en unas vacaciones de una semana no es un gasto asumible ni
por las estrellas deportivas. Cuando sus amigos le dijeron que no podían gastarse tanto dinero él
corrió con todos los gastos. En menos de una hora dio su tarjeta de crédito y gastó cerca de diez
millones de euros.
La única conclusión a la que llegaron sus amigos sobre el nivel económico de Décula es que era
tan inmensamente rico que el dinero no le importaba nada, que tenía prácticamente fondos ilimitados
y había sido así durante posiblemente toda su vida. A Décula no le importaba nada el precio de las
cosas, él compraba lo que quería y punto. ¿Daba para tanto el negocio del aceite en Italia?
Fue inevitable que comenzasen a investigarle porque querían descubrir más sobre él y lo único
que encontraron fueron callejones sin salida. Lo primero que descubrieron fue que todo su dinero
venía de Suiza. Tenía siempre dos cuentas corrientes a su disposición que iban cambiando cada 2 o 3
meses. Lo más extraño de aquellas cuentas corrientes es que cada vez que Décula usaba una de sus
tarjetas se ingresaba con varios días de antelación una cantidad similar pero redondeada por arriba.
Es decir, todo ese sistema estaba falsificado.
Si Décula se gastaba un viernes 1.456 euros en ropa, se podía comprobar en el extracto bancario
que el lunes anterior, por ejemplo, le habían hecho un ingreso de 1.500 euros. Era como si Décula
planificase todos sus gastos con antelación. Provocándole a comprar cosas de forma aleatoria
comprobaron que él no planificaba nada, que todo estaba falsificado.
Rastrear las cuentas desde donde le hacían los ingresos era imposible. Cambiaban con demasiada
frecuencia y eran otras cuentas de empresas raras también en paraísos fiscales, y si se rastreaban
aquellas empresas se comprobaba que el dinero venía de otra empresa, que recibía de otra empresa y
así indefinidamente.
La otra gran peculiaridad respecto a esas cuentas y su dinero fue que todas aquellas cuentas
desaparecían completamente entre 1 y 3 meses después de la primera operación. Y una vez que
desaparecían lo hacían por completo, como si jamás hubieran existido. La primera y obvia
conclusión a la que llegaron es que debía ser alguien muy importante. Un hijo de un pez muy gordo o
un protegido del gobierno, sino no se explicaba su ilimitado poder económico.
Rastrear a una persona económicamente es sencillo, los bancos son casas de putas con incluso
menos moralidad y es fácil conseguir información. Rastrear a una persona por las vías
gubernamentales es más complicado. No tuvieron problemas en conseguir información varia desde su
llegada a Estados Unidos, información irrelevante que no lo unía con nadie. Rastrear su pasado en
Europa fue imposible, por mucho que usasen sus fuentes en Italia y se gastasen varios cientos miles
de euros no consiguieron sacar nada.
Era como si Décula hubiera surgido del suelo hace unos años en América. Sin nadie ni ningún
pasado. Quien fuera que le estaba encubriendo había hecho un trabajo perfecto. Estaban seguros de
que en alguna oficina de la CIA o FBI existía una carpeta con su nombre, pero aquello eran palabras
mayores.
Exiliado. Encubierto. Espía. Mafioso. Protegido. Las posibilidades eran demasiadas y siguiendo
con su juego decidieron probar el nivel de protección de Décula. Pagaron a un par de latinos para
que le dieran una paliza. Estaban seguros de que alguien saldría a defenderle y según la respuesta de
ese alguien sabrían si los “protectores” de Décula eran de los buenos o de los malos.
La paliza a la que fue sometido fue brutal y nadie le protegió. No podían salir a parar a los
latinos así que esperaron y rezaron porque no fueran unos animales brutales. Descartaron algunas
posibilidades respecto a Décula y mantuvieron el contacto con los latinos. Nunca les ocurrió nada,
no hubo venganza. Nadie le protegía. Cualquiera podía matarle.
Se cansaron de jugar a los detectives y decidieron continuar siendo amigos de él a pesar de no
poder confiar en alguien sin pasado. Su interés nunca decayó y comprobaron con asombro que una
vez que Décula acabó sus estudios y entró en el mundo laboral su nivel de vida se adaptó a su nuevo
salario. Se abrió una cuenta en un banco como cualquier otra persona y utilizaba su seguro médico
como cualquier otra persona. Si alguien hubiera querido investigarle ahora no hubiera encontrado
nada extraño. Su único comportamiento socialmente extraño fue su rechazo a mantener una relación
formal con una mujer. A pesar de ser un animal social parecía querer vivir solo, pero en los tiempos
que corren aquello no levantaba ninguna sospecha.
Poco después tuvieron una cena donde el alcohol corrió más de la cuenta y las bocas dijeron
cosas que no debieron. Sus amigos le explicaron como le habían investigado, todo lo que habían
descubierto y las dudas que tenían sobre él. Había pasado algún tiempo y ya no le daban importancia
al asunto, tampoco buscaban respuestas. Estaban borrachos. Décula se sintió acorralado e inseguro.
Aunque sus amigos estuvieran totalmente perdidos, él creyó que estaban a punto de destaparle.
Una vez en casa pensó en como arreglar la situación. Tenía dos alternativas: llamar a Italia o
arreglar las cosas él mismo. Su tapadera por ahora había sido perfecta y había costado mucho dinero
y la vida de otras personas así que quiso arreglarlo él mismo. Algún día iba a ser el jefe, ya era hora
de que tomase decisiones importantes.
Contactó con los matones latinos, eran los únicos que conocía y sería muy extraño si alguien unía
lo que iba a pasar con él al ser una antigua víctima. Sus instrucciones fueron sencillas: quería a sus
amigos muertos. El trabajo fue completado y se reunieron unos días después para realizar el pago.
Décula utilizó una de las técnicas que le había enseñado su padre.
- Mirar, tengo 3 maletines. En dos de ellos tengo un millón, tal como os dije que os pagaría. En el
otro tengo diez millones. Mi oferta es sencilla. Podéis elegir coger un millón cada uno, tal como
acordamos, o uno de vosotros puede matar al otro y se lleva todo el dinero, doce millones. ¿Por qué
hago esto? Es más fácil mantener a una persona en silencio que a dos.
- ¿Y si te matamos a ti y nos llevamos todo?
- ¿Crees que puedo venir con doce millones y morir tan fácilmente? Si yo muero mi gente matará
a toda tu familia. ¿Debe morir tu hija por la codicia de su padre?
Los latinos discutieron un rato. Lo más sencillo hubiera sido irse con un millón cada uno pero era
imposible que aquello ocurriese. El tono de la discusión fue en aumento y aparecieron las pistolas y
las amenazas. Se mataron el uno al otro.
Décula había arreglado la situación limpiando del mapa a todo el mundo que era una molestia,
podía continuar con su vida normal, pero algo se había activado en él, sus genes hablaron. Se dio
cuenta de que su vida en América no le pertenecía, él estaba hecho para cosas mayores. En el camino
a casa pensó en cual sería su siguiente paso: comenzar un imperio en Estados Unidos o volver a Italia
y continuar con el trabajo de su padre. Optó por la segunda opción, era más sencilla.
El único contacto que mantenía con su familia era un número de teléfono que no debía usar bajo
ningún concepto, una simple llamada podría descubrirle. Si hubiera perdido ese número de teléfono
su vida habría acabado seguramente, así que lo escondió en un lugar imperdible. Se tatuó las
pequeñas cifras bajo su cuero cabelludo. No tuvo que raparse la cabeza para recordar el número
porque lo tenía memorizado, sin embargo aquel tatuaje era un seguro de vida ante cualquier
imprevisto. La persona que iba a recibir la llamada pensaba que se trataba de un soldado emigrado a
América para huir de la justicia italiana.
Tecleó las teclas nervioso, ¿y si el número ya no era funcional? ¿Y si pertenecía a otra persona?
En estos años podrían haber pasado demasiadas cosas. Tras varios tonos una voz italiana se presentó
como una tienda de electrodomésticos. Él le contestó en un mal italiano:
- Soy yo.
- ¿Y quien eres tú? - ¿Qué se suponía que debía decir? Destaparse por teléfono hubiera sido muy
imprudente. Se suponía que ese tipo había gastado los últimos años de su vida esperando esa
llamada.
- Quiero hablar con el jefe.
- Yo soy el jefe aquí, ¿qué quieres?
- Quiero volver.
- ¿Volver? ¿Buscas trabajo?
- Sí.
- Bien, ¿puedes venir mañana?
- No, estaré disponible la semana que viene.
- Pues la semana que viene. Pásate por la tienda.
Décula no sabía si ya estaba a salvo, si en su familia habían entendido el mensaje o si tan
siquiera habría llegado, pero ya tenía un contacto de vuelta en Italia.
Utilizó lo que le quedaba de semana para despedirse del trabajo y darse de baja de todo. Tirar
sus pocas pertenencias y coger un avión hacia Roma.
Capítulo 13 Antes Jugaba al Psicólogo
- ¿Me siento en una silla o me estiro en la tumbona?
- Donde prefieras.
- Prefiero estirarme. ¿Significa algo para ti que el paciente prefiera una cosa o la otra?
- Sí, es algo que está bastante estudiado.
- ¿Qué quiere decir?
- ¿Tú que crees?
- No lo sé. Supongo que la tumbona será algo más relajado, más de inspeccionarse a uno mismo.
La silla debe ser más para hablar.
- Puede ser. Nunca se sabe.
- Me gusta tu despacho, es cálido.
- ¿Cómo te va?
- Directa al grano. No me va bien.
- ¿Por qué?
- Mi vida me aburre. Siempre es lo mismo.
- Nadie diría que tienes una vida aburrida.
- Entre lo que la gente ve y lo que sucede hay una gran diferencia.
- Nos vemos muy poco. Tendrás que ponerme al día.
- Bueno, no estoy demasiado en Barcelona, sino vendría más. Las cosas en mi vida están más
calmadas. Todo está en orden.
- ¿En orden?
- Apenas consumo drogas, apenas bebo… sigo teniendo relaciones sexuales, pero no orgías ni
cosas raras. El sexo es inevitable.
- ¿Cómo ves el concierto de hoy?
- Aburrido, como siempre. Siempre es lo mismo, no tengo motivación.
- Las críticas son positivas.
- Los críticos no tienen ni puta idea y la mayoría de ellos están pagados por las discográficas o
son unos lame-culos que quieren conseguir un pase de prensa.
- Es un gran avance que no tomes drogas ni alcohol.
- No lo he alejado totalmente de mi vida. Sigo tomando esporádicamente. Ya sé que la gente dice
que primero tomas poco y luego mucho, pero yo he seguido el camino contrario. He pasado de
ponerme hasta el culo cada día a drogarme una vez por semana.
- ¿No quieres cortar totalmente?
- Es imposible, tengo compromisos. A veces debes reunirte con cierta gente y tomar drogas, te las
ofrecen, es inevitable. Debo dar imagen de estrella del rock. Nunca he sido adicto a las drogas, antes
no tenía control… no tenía control sobre nada en mi vida.
- Si ya lo tienes bajo control, ¿de qué quieres hablar?
- De mi inspiración, está perdida.
- ¿Qué quieres decir?
- No tengo ni una canción hecha para el próximo disco, nada de nada, no me viene nada a la
cabeza.
- Quizás cuando estés más tranquilo.
- No, tranquilo soy nulo. Siempre he hecho todas mis canciones de gira. Cuando estoy todo el día
entre instrumentos las cosas me vienen, pero ya no, no me viene nada.
- ¿Un descanso?
- No puedo permitirme un descanso, tengo que sacar otro disco y hacer otra gira. Todavía no soy
lo suficiente popular para vivir de rentas y no puedo parar mi nivel de vida actual.
- ¿Qué solución ves?
- Ninguna. Necesito hacer algo drástico con mi vida. Yo no soy un gran creador musical. Mi
grupo es famoso, ya sabemos porqué, y desde entonces sólo he aprovechado lo que hicieron mis
amigos y luego algunas fórmulas típicas para tirar del éxito. La fuente se ha agotado. Necesito que
pase algo con mi vida.
- ¿Tu mánager?
- Mi mánager no sirve de nada, es un vendido de la discográfica, un tío que sólo quiere
explotarme y sacar dinero. ¿Quién te crees que me metió en las drogas y el alcohol? Así es más fácil
tenerme bajo control.
- Creo que no soy la persona más indicada para ayudarte en este caso.
- Pero eres psicóloga, debe haber algo en mi cabeza que puedas activar.
- No funciona así, la psicología no trata de eso. Si buscas guía deberías recurrir a un filósofo o a
un guía espiritual o alguien de tu gremio que haya pasado por algo similar.
- En parte es culpa tuya, me hiciste alejarme del “rock”. Ahora soy una persona normal, y una
persona normal no puede crear algo que escuchen millones.
- Tú viniste aquí para que te ayudase con tus adicciones. Ahora mismo estás en un “muro”, es
algo muy habitual. El “muro” aparece antes o después en la gente que necesita de la creatividad en su
vida. Sucede también en profesiones de alta presión, como los deportistas.
- ¿Y como lo superan?
- Pocos lo superan. La “chispa” suele estar en una persona unos cinco años. A veces más, a veces
menos. Los artistas suelen buscar un cambio radical en su vida, nuevas sensaciones. Se van a la
China o India, se cambian de religión,… La mayoría prefiere seguir produciendo mecánicamente.
- Ése es mi problema, todavía no puedo producir mecánicamente, todavía no puedo hacer un
disco de colaboraciones o hacer un “grandes éxitos”. Necesito un buen disco más para completar mi
discografía.
- Creo que debes parar durante un tiempo. Probar cosas nuevas, conocer gente nueva, cambiar de
estilo. Tu fórmula actual está posiblemente agotada. Te estoy dando estos consejos como persona,
como seguidora, no como psicólogo.
- Gracias.
- Espero que hagas un buen concierto hoy. Iré a verlo.
- ¿Quieres entradas?
- Ya compré.
- Podrías haberme avisado.
- Es imposible contactar contigo.
- Cuando estoy por ahí veo las cosas de otra forma.
- ¿Cómo va tu otro problema?
- No puedo hacerlo público.
- Te pondría en primera página.
- Sí, pero me pondrían en primera página como a un “friki”. Es lo que siempre hacen. No sé si me
seguirían tomando en serio.
Hubo un silencio largo.
- Nos queda media hora. No sé si tienes algo más que contarme.
- Como psicóloga no.
- ¿Y como persona?
- ¿Cuánto tiempo llevamos hablando?
- Unos 20 minutos.
- Principalmente venía por el tema de mi falta de ideas.
- Mi consejo es que te relajes. ¿Vas a ver hoy a tu familia?
- No lo sé, no creo. Cuando me hicieron la agenda no tuvieron en cuenta que hoy estaría en casa.
Ni yo me acuerdo por momentos. Normalmente no sé donde estoy. Creo que después de hablar
contigo iré a comer con alguien importante, luego algunas entrevistas, fotos,… luego iré a ver los
toros. Me dan igual, pero me han invitado y prefiero estar ahí sentado que haciendo entrevistas o
fotos. Luego no sé que haré y luego el concierto.
- ¿Y después del concierto?
- Depende de cuantos días pasen para el próximo. Supuestamente después del concierto beberé
alcohol, me drogaré y me follaré a tías. No sé lo que haré. Preferiría irme al hotel a descansar.
- Espero que por tu propio bien no tomes alcohol ni drogas. Vete al hotel, es lo mejor.
- Después del concierto mi mánager y alguno de la discográfica vendrán a verme puestos hasta
arriba. Seguramente vendrán con alguna chica espectacular que quiere follar conmigo. Ya sabes que
no puedo rechazar a ninguna mujer.
- ¿Por qué no?
- Tengo miedo.
- En fin, eso es algo personal. ¿Lo haces cada día?
- Cuando me traen a alguien, que suele ser varias veces por semana.
- ¿Disfrutas?
- A veces sí y a veces no.
- Te envidio.
- ¿Por qué?
- Prácticamente toda la humanidad te envidia. Follas varias veces por semana con mujeres
espectaculares. Hace varias semanas que no follo.
- Las mujeres podéis follar cuando y cuanto queréis.
- Eso es lo que pensáis los hombres, pero no es verdad. Es posible que si esta noche voy a pub
pueda ligar con un desesperado de cincuenta años, pero, ¿lo harías tú con una desesperada de
cincuenta años?
- Si eres selectiva es otro rollo.
- Dada tu situación no estás en posición de hablar.
- Antes de ser una estrella estaba desesperado por follar. Era virgen. Era un tío normal y nadie
quería follar conmigo. ¿Para qué follarte a un tío normal si puedes follarte algo mejor?
- ¿Eres bueno follando?
- No, dejo que hagan el trabajo. Me Suele costar correrme y eso a veces las mujeres lo
interpretan como una buena señal porque pueden frotarse más, pero me pasa porque estoy pensando
en otras cosas.
- ¿En pollas?
- Ya hablamos de eso.
- Sabes, voy a follarte aquí y ahora.
- No lo creo.
- Los hombres perdéis el control fácilmente. Sólo tengo que acercarme a ti, abrir las piernas,
pasarme uno dedo entre los labios de abajo, y acercarlo a tu nariz para que huelas a sexo. Poner tu
mano en mi coño para que veas lo húmedo y caliente que está.
- ¿Sabes cuantas veces me he visto en una situación similar?
- Sí, pero yo sé lo que te gusta. Estaba deseando que volvieras para follar contigo, para hacerte
mi putita. Abre el cajón de la derecha, mete la mano al final. Compré esos vibradores pensando en ti,
me he masturbado decenas de veces con ellos pensando en ti, deseando usarlos contigo,
compartirlos. Es mi fantasía sexual desde que tengo 12 años. Pero no lo podía hacer con cualquier
degenerado. Veo que ya la tienes dura, ¿me dejas saborear la piruleta?
(…)
- Ponte encima de la mesa a cuatro patas, vamos a jugar de verdad.

- Es mi impresión de enfermo sexual o este despacho huele a sexo.


- ¿Cuánto hace que has tenido sexo?
- Poco.
- Pues ahí tienes tu respuesta.
- ¿Silla o butaca?
- Siéntate donde quieras.
- Butaca. Será más cómodo para follar luego y no tendré ni que moverme.
- Veo que hoy vienes gracioso. En fin, ¿cómo te va?
- Bien, me va bien, como siempre. Sólo vengo aquí para tomarme una hora libre. Te agradezco
que los informes sean ambiguos.
- Los dos salimos beneficiados, pero creo que deberías aprovechar que estás aquí.
- Te doy las riendas de mi subconsciente.
- ¿Cómo te va con tu familia.
- Con mis hijas me va bien, nos adoramos mutuamente. Con mi mujer me va bien, como siempre.
- ¿Sigue sin saber que eres gay?
- No sé si lo sabe, no me importa. Nunca se lo diré.
- ¿Por qué?
- Entonces tendríamos que divorciarnos.
- Pero le eres infiel. Si yo fuera ella querría saberlo.
- Ella también me es infiel.
- ¿Te lo ha dicho?
- No, pero es fácil saber cuando un coño ha sido follado recientemente, igual que un pene.
- ¿No te importa que tu mujer tenga relaciones sexuales con otros hombres?
- Me parece bien, que disfrute. Vive conmigo, me quiere a mi. Follamos bien. Nos llevamos bien
con nuestras hijas. Somos una buena familia. No me importa que nuestras conductas sexuales estén
sexualmente mal vistas por parte de la sociedad. Llevamos muchos años casados y nos va de
maravilla. Nos llevamos infinitamente mejor que la mayoría de parejas de nuestra edad. Vamos, hoy
en día todo el mundo se divorcia.
- Tienes otra mentalidad. Yo no podría soportarlo.
- ¿Qué problema hay en que se folle a otros? Yo también lo hago. Que me pase los teléfonos de
los que follen mejor. Un matrimonio es como una empresa y la nuestra va muy bien. En España la
gente se mete en todo, incluso los jefes se meten en la vida de sus empleados. Hay países donde es
diferente, no les importa que el cajero del banco cuando acabe su jornada se ponga una máscara de
cuero y le metan palos por todos los agujeros. Su jornada laboral ha acabado, puede hacer lo que
quiera. Pues nuestro matrimonio en jornadas laborales va muy bien.
- Un matrimonio no debería tener horarios.
- ¿Cuántos años tienes? Casi mi edad y sigues soltera.
- ¿Te consideras homosexual?
- No me considero nada. Me considero un animal que se deja llevar por sus instintos más
primarios. Supongo que la sociedad me catalogaría como “bisexual”. Si hubiera nacido en una
sociedad totalmente libre probablemente sería sólo “homosexual” y si hubiera nacido hace 200 años
jamás lo hubiera hecho con ningún hombre y me mataría a pajas por las noches.
- Si eres homosexual deberías casarte con un hombre. Hoy en día puedes hacerlo, nadie te está
cohibiendo.
- Como te he dicho, hace unos años empecé una empresa que no puedo finiquitar hasta que me
muera. El amor no se trata sólo de sexo. Estoy muy enamorado de mi mujer, me aporta cosas que
nadie más me puede aportar, además como también te he dicho nuestro sexo es muy bueno. Me gusta
hacerlo con hombres porque es más fácil, porque somos más directos, sin tantas complicaciones.
Muchas veces cuando me folló a una mujer, tras un esfuerzo sobrehumano para llevarla a la cama,
parece que estoy cometiendo un pecado. Joder, deberían disfrutar. Esas cosas no pasan con los
hombres. Las mujeres tenéis demasiadas cadenas en la cabeza, demasiados tabúes y toda esa mierda
pro feminista no os ayuda en nada. Yo creo que es peor.
- ¿Podría tu mujer ser un hombre?
- Cuando me enamoré de ella no me fijé si era hombre o mujer, me fijé en la persona. En lo que
me podía aportar, en lo que teníamos en común, en lo fácil que era hablar con ella, la confianza que
teníamos. Sentí al momento que era la mujer de mi vida. Si hubiera sido un hombre me hubiera
enamorado igual.
- ¿Prefieres el sexo con hombres o mujeres?
- Cada uno tiene su punto. Pero los hombres me ponen mucho más porque somos más cerdos.
Cuando veo una chica sexy sólo pienso en un póster, cuando veo un chico sexy pienso que puedo
hacerle una señal y en cinco minutos estaremos follando en el lavabo más cercano. ¿Para qué perder
el tiempo con las mujeres? Además la mayoría no sabéis follar y os creéis que folláis bien porque
rara vez un hombre va a criticar a una mujer. No se puede decir lo mismo de vosotras.
- Yo creo que follo bien.
- Que un hombre eyacule no quiere decir que haya disfrutado. Incluso si te dice que le ha gustado
o si se lo dice a sus amigos. Sólo él sabe la verdad.
- ¿Y por qué no dice la verdad?
- Por que las mujeres habéis creado una burbuja. La demanda es mucho más grande que la oferta
y jugáis con ello. Sí, ya sé que la oferta es teóricamente igual a la demanda, que a las mujeres les
gusta mucho el sexo, que bla bla bla, la realidad es que casi todos los hombres follarían hasta morir
si pudieran. Su vida ideal sería follar, comer y dormir. Por suerte la mayoría de mujeres no conocen
la magnitud del asunto. El feminismo y esas revistas de mierda os coloca como el sexo líder, es
mentira, jamás podréis competir con el apetito sexual de un hombre, jamás. Vuestro liderazgo viene
de nuestra debilidad y yo a eso lo considero una victoria pírrica. ¿Por qué los hombres mienten?
Porque tienen que mantener la burbuja, por la misma razón que todos los que han ido a Cuba vienen
diciendo que se han follado a cubanas de ensueño, por la misma razón que todo el mundo que se ha
ido de viaje dice que fue algo alucinante aunque estuvieran aburridos y cansados, aunque se pasaran
más tiempo sentados en el museo navegando por Internet o deseando sentarse en algún lugar a tomar
un refresco. Fíjate que el turismo se basa cada vez más en hacerse fotos delante de sitios famosos.
Que le den por culo a la experiencia, la gente quiere un documento gráfico para demostrar su
felicidad. Que importa si hizo media hora de cola para hacerse una foto con la sirenita de Copenague.
Con las mujeres ocurre lo mismo. Estamos en plena burbuja. Habéis conseguido que follarse a una
mujer sea tocar el cielo. Bueno, no lo habéis conseguido vosotras sino millones de rabos
ingobernables. No importa si el sexo fue malo o si la tía lo hizo mal, el tío folló, tiene un sello más,
se lo podrá contar a sus amigos y durante un tiempo dejará de ser un perdedor.
- ¿Una burbuja? ¿Petará?
- Es difícil que pete porque es una burbuja que viene en nuestros genes, en nuestra debilidad. Lo
que sí sucede es que cada vez más hombres prueban cosas nuevas, aunque son una minoría muy
minoritaria. Nada de lo que tengáis que tener miedo. La mayoría de los hombres con quien lo hago
son heterosexuales declarados. Si vas a un chat gay de sexo rápido, casi todos son heterosexuales. Si
vas a un parque donde hacen “dogging”, casi todos son heterosexuales. Si vas a un local de citas con
travestis o gays, muchos de ellos son heterosexuales. Algunos se considerarán bisexuales. Pocos
homosexuales. Aunque tú pensarás, como piensa casi todo el mundo, que si te meten un rabo por el
culo o lo metes tú, te conviertes directamente en gay o bi. Yo no lo veo así y muchos gays tampoco.
No se trata de sexo, el sexo no lo es todo. Coge a cualquiera de los que lo han hecho conmigo y
pregúntales, ¿te verías viviendo en la misma casa que otro hombre? ¿durmiendo con él cada día?
¿abrazándolo cada día? ¿besándolo cada día? ¿enamorado de él? ¿deseando acabar de trabajar para
verle? ¿para hablar con él? ¿Cuántos crees que te dirán que sí? Cerca de cero. No son gays, ni tan
siquiera bi, son heteros frustrados. Tíos que han perdido cantidad de horas para follarse a una tía,
muchas veces dinero e incluso amigos. Y un día deciden probar algo nuevo y se dan cuenta de que no
está nada mal. Pero cuando llegan a casa se conectan a una web de citas on-line y te puedo asegurar
que sólo buscan mujeres.
- Tu discurso de hoy suena muy misógino.
- No. Amo a las mujeres, me encantan, pero son una pesadilla sexual y los hombres pensamos en
sexo varias veces por minuto. Y todo esto te lo digo yo que más o menos follo cuanto quiero. Nunca
he tenido problemas, pero lo he visto y sufrido por otros. Podríais hacer del mundo un lugar más
feliz, pero la usura y la raza humana van de la mano y os encanta la usura sexual. Habéis conseguido
que una gorda y fea se folle a tíos muy por encima de su nivel. Pero, ¿qué pasa con los gordos y feos?
Pues que son putos fracasados que no follan nunca. Se lamentan cada día e incluso le piden ayuda a
quien sea que mande en su religión. No creo que sea justo. Las gordas y feas tienen que follar con los
gordos y feos, y todos felices. Algo que me gusta del sexo entre hombres es que es equitativo. Sin
leyes ni normas, todos con todos. He visto niños de 20 años de gimnasio follarse a hombres peludos
de 40. En general se mira menos el físico.
- ¿Será hoy el primer día que no follamos?
- Sabes, no debería. Debería empezar una revolución pero… ¡qué cojones!

- El despacho huele raro hoy.


- No te preocupes, la señora de la limpieza lo ha fregado esta mañana con un producto nuevo.
- Huele raro.
- Bueno, ¿cómo te va?
- ¿Mi vida?
- Sí.
- En un sentido psicológico o físico.
- Lo que prefieras explicarme.
- Pues el cáncer va mal, o eso creo. El médico habla poco conmigo. Con la crisis y los recortes
va de culo y casi no tiene tiempo para tratarnos. Sé que la última ronda de quimioterapia no dio los
resultados esperados. No sé que haremos ahora. Ya te digo, en general todo esto me empieza a dar
muy mala espina.
- Tienes que ser positivo.
- Es fácil decirlo. No tienes que ir cada día a un hospital saturado y hacer horas de cola. No
tienes que pensar en que tu médico mezcla papeles y no sabe ni como te llamas. Creía que el
tratamiento sería algo más avanzado. Desde el primer día pensé en luchar, pero es difícil. Ahora me
gustaría desaparecer. Dejar de existir, tanto físicamente como en la mente de todo el mundo. Que
nadie me recuerde, no dejar rastro.
- ¿Quieres que mire tu medicación para recetarte algo?
- No quiero nada.
- ¿Puedes dormir?
- Sí y no. Cuando me estiro en la cama me cuesta mucho cerrar los ojos. Pienso en muchas cosas.
En la muerte. Me da miedo dormirme y no despertarme nunca más. Puedo estar así horas, pero de
golpe me duermo y me levanto muchas horas después. Cada día me acuesto más tarde y me levanto
más tarde.
- Te recomiendo que cambies la dinámica de tu vida. Escribe en un papel lo que haces cada día e
intenta hacer cosas diferentes. Prueba cosas que nunca hayas hecho. Te recomiendo contactar con
gente en una situación similar a la tuya. Tu vida está en crisis, y una crisis significa una gran
oportunidad. Rehaz tu vida. Cambia completamente. Pon los fundamentos para reincorporarte en otro
rumbo cuando te recuperes.
- Suena fácil, pero no lo es. Cuando llegue a casa me estiraré en la cama y le daré vueltas a todo,
y cada vuelta que le doy es peor, porque no veo ninguna solución. Me va entrando angustia, malestar,
una presión en el pecho.
- Por eso te he preguntado si quieres medicamentos que te ayuden a dar el paso.
- No lo sé. Me lo pensaré.
- Llámame mañana y te hago la receta en un momento. Nos queda un rato. ¿Quieres… bajar a la
cafetería a tomar algo?
- Bueno.
Capítulo 14 Podría Volver
Salí de Barcelona por la Diagonal. No necesitaría un mapa ni un GPS para llegar porque más o
menos recordaba el recorrido que hacía mi madre muchos años atrás. No me gusta especialmente
conducir pero es genial hacerlo a la vez que escuchas música. Justo cuando aceleraba sonaba
“You’ve got another thing comin’ ”
Cuando me dijeron el nombre de mi primer destino pensé que se trataba de algún tipo de broma o
juego. Nunca pensé que la otra persona no supiera nada y que hubiera escogido ese destino por otros
motivos. Es un pequeño pueblo en Catalunya con poco más de quinientos habitantes. Tiene pocas
calles, varias fuentes, un río y dos puentes. Tiene una piscina municipal, un campo de fútbol de tierra
con muchas piedras donde nadie juega y un campo más pequeño de cemento donde yo jugaba mucho.
Tiene una iglesia con su cementerio, dos bares, unos cinco restaurantes. Está a menos de dos horas en
coche de Barcelona. Está entre montañas. O eso es lo que recuerdo, ya que la última vez que estuve
fue hace más de quince años.
Allí pasé los que son algunos de los mejores momentos de mi vida. Lejos de la ciudad, del
tráfico y de estar encerrado en casa. Era libre, con mi bici y mis amigos. Hacía y deshacía. Partidos
de fútbol, carreras, cabañas,… todas esas cosas que hacen felices a los niños y que ya se van
olvidando. Iba allí cada verano, de junio a septiembre. Me cuidaba mi abuela y mi tía y vivía con
algunos de mis primos.
Unos años después mi familia decidió que seríamos más felices y pasaríamos mejores momentos
en un apartamento en la playa en vez de en un pueblo entre montañas. Debía ser la moda de entonces.
Yo no fui más feliz, de hecho mi felicidad terminó y los veranos dejaron de ser la mejor parte del
año.
Sonaba “Peace sells”.
Cada día después de cenar mi tía me dejaba a mi y a mis primos estar por el pueblo hasta las 12.
Me sentaba con mis amigos en alguna de las plazas y hablábamos. Nos explicábamos historias,
chistes,… algunos días locos íbamos a la iglesia o alguno de los bares. Jugábamos a juegos de mesa
como el Monopoly o el Hotel, a veces a las cartas. Yo era más de charlar, siempre lo he sido. Las
mujeres suelen estar cómodas hablando conmigo aunque mi mayor problema es que lanzarme me
cuesta horrores. Por aquel entonces yo era diferente. No sé porqué tenía más confianza en mi mismo,
más amor propio, algo que he perdido con el tiempo, era más lanzado.
Allí, entre montañas, tuve mi primer y último amor. Una niña que tenía dos años menos que yo y
que fue mi amor platónico verano tras verano. Ella me dio mi primer beso y también el último. Aún
la quiero, nunca he querido a nadie más. Murió el último verano que yo estuve allí en un accidente de
tráfico. Íbamos en bici sin prestar atención, nunca la habíamos prestado. Salimos de un camino de
tierra a una carretera y un coche se la llevó por delante. Mi amor se quedó paralizado. Ya ni recuerdo
su cara ni su voz, sólo recuerdo su nombre y que tenía el pelo largo, liso y oscuro.
Sonaba “Dangerous Bastard”.
Recuerdo que fue un verano lluvioso. Se nos fue la luz dos o tres días, era algo habitual allí. Sin
luz y con velas. Recuerdo que me rasqué el brazo contra una pared y me hice una herida sin
importancia pero impactante. Estuve como una semana sin bañarme en la piscina porque no quería
que me picase el cloro y no me gustaba la sensación de la costra blanda.
El día en que ella murió habíamos estado a la piscina. Eran como las seis de la tarde y volvimos
al pueblo. De la piscina al pueblo debía haber un par de kilómetros por caminos y carretas e íbamos
con la bici a tope. Pasé por mi casa a recoger un bocadillo y fui con ella a lo que llamábamos “La
font de les canyes”. No hicimos nada en particular aparte de jugar con las hormigas. Al volver yo
pasé disparado por uno de los cruces y ella pasó detrás mío. Por dos segundos de diferencia ella
murió y yo no.
No dejamos el pueblo por aquello, mi familia ya lo había decidido. Ese verano también murió mi
abuelo. Tenía cáncer. Pasó sus últimos meses con nosotros. Mi abuelo solía ir a pescar. También
solía sentarse en una piedra a escuchar la radio y fumar. Murió a finales de agosto. Los finales de
agosto suelen ser más tristes y lluviosos. En aquel pueblo ya llevábamos casi jersey. No recuerdo
cuando fue la última vez que lo vi.
Sonaba “Turn up the radio”.
Hacía que no pensaba en estas cosas muchos años. No entiendo como funciona el cerebro y como
todos esos recuerdos volvieron a surgir cuando me dijeron donde tenía que ir. Me dieron un mapa
con dos direcciones: una en el centro de Catalunya y otra por los Pirineos. La de los Pirineos no me
sonaba de nada, parecía en medio de la nada. Tenía que recoger un paquete y luego dárselo a alguien
que estaría allí arriba. Podía quedarme 5000 euros y luego volver a casa y olvidarme del tema,
aunque no las tenía todas conmigo. Quizás en los Pirineos me esperaba la policía o un delincuente
que me pegaría un tiro y se llevaría el paquete. ¿Sería éste el último día de mi vida? No tenía
elección.
Llegué a mi primer destino, conocía aquello bien. A medio camino entre el pueblo y la iglesia me
paré delante de un garaje. Di varios golpes en la puerta y ésta se abrió. Estaba vacío y en el medio
había un paquete. Caminé hacia atrás para cubrirme la espalda contra la montaña y miré hacia los
lados. No se oía nada. Esa puerta no era automática así que alguien la tenía que haber abierto.
Comprobé mi teléfono móvil. Volví a mirar hacia los lados. Comprobé el garaje por los lados y no vi
nada, la otra persona debía estar detrás. Supuse que no querría que yo le viera así que me planté
debajo del marco de la puerta de entrada al garaje. Pensé en usar un palo para recoger el paquete
pero no hubiera llegado nunca. En un impulso corrí hacia adentro, recogí el paquete y me fui
corriendo hacia afuera hasta el coche. La puerta se cerró y me largué pitando de allí. Había
sobrevivido a la recogida.
Sonaba “Bark at the moon”.
Si no hubiera sido por el GPS jamás hubiera llegado al segundo destino. Bueno, hubiera tenido
que sacar un mapa, buscar referencias, preguntar a gente,… como se debía hacer antes, pero con el
GPS sólo tuve que seguir las instrucciones del robot. Llegué media hora antes de lo previsto y no
había nadie. Eso era buena señal porque parecía que no sería víctima de una emboscada. Era un
pequeño descampado al lado del camino; hacía frío. Pensé en colocarme escondido en el bosque o
aparcar el coche medio kilómetro más allá y llegar andando. Tratando con la mafia aquello no
parecía lo más inteligente así que decidí parar el coche justo en el centro del punto marcado y
esperar fuera de pie, de cara al camino por donde debería llegar la otra persona.
Quince minutos antes de la hora prevista pasó un coche. Miré hacia adentro y era una familia; me
tranquilicé. Poco después llegó un coche que se paró en la entrada del descampado, con el motor aún
en marcha. Sólo iba una persona dentro, no podía verle bien. Él me observaba. Estuvimos así un rato.
¿Sería él? No parecía un asesino. Le saludé con la mano y me devolvió el saludo. No sabía si tomar
la iniciativa o qué cojones hacer. Le hice un gesto con la mano para que se acercara, paró el coche y
bajó la ventanilla. Me acerqué dando un pequeño rodeo comprobando que no llevase ningún arma.
- Hola.- Le dije.
- Hola.- Me respondió sin bajarse del coche. Llevaba un pañuelo en la cabeza, posiblemente
tenía cáncer. Parecía inofensivo.
- ¿Vienes a por el paquete?
- Supongo que sí. ¿Tienes el dinero?
- Sí, 5000 son para mí, los voy a apartar ahora. ¿Cómo has llegado hasta aquí sin GPS?
- ¿No me has llamado sobre las tres para darme las indicaciones?
- No.
- Me esperaba ver más gente por aquí.
- Lo mismo digo. No pareces uno de ellos.
- Tú tampoco. Es posible que ahora mismo nos estén vigilando.
- O no, quizás estamos solos y podemos robar todo el dinero y el paquete.
- No me la voy a jugar. Sólo quiero recoger ese paquete, entregarlo y olvidarme de todo esto.
- ¿Cuánto hay para ti?
- Tres mil, ¿y para ti?
- Cinco mil, ya te lo he dicho. ¿Cuál es tu historia?
- Nada en especial. Me encontraron por la calle y bueno, es fácil saber que estoy enfermo, así
que me ofrecieron este trato pensando que yo pasaría desapercibido para la policía. ¿Y tú?
- La mía es una puta locura. No te la puedo contar, cometí un crimen. Ellos me salvaron el culo y
me ofrecieron este trato. Siempre pensé que me iban a matar aquí.
- ¿Te salvan el culo y encima te ofrecen más dinero?
- Tengo una idea: te vas a llevar todo el dinero. Mañana te llamo y me das mi parte, si no te llamo
te lo puedes quedar todo.
- ¿Por qué?
- Tienes razón, esto es una locura. Prefiero que te quedes todo el dinero tú.
- ¿Qué hiciste?
- Yo no hice nada pero otra persona hizo algo que yo le dije. Fue una broma que acabó mal. No sé
como ellos se enteraron antes que la policía, vinieron y limpiaron todo y me salvaron el cuello y
además me ofrecieron este trato.
- Supongo que para ellos este paquete tiene mucho valor. Parece grande, no sé que lleva dentro
pero pueden ser varios millones de euros. No tengo ni idea. Te tenían coaccionado. Has hecho lo que
debías, creo que eres libre, no creo que te hagan nada.

Me dio el paquete y mi dinero y se volvió hacia su coche. Lo tenía aparcado justo en medio.
¿Debería esperarme o podría irme ya? Él tenía la música muy fuerte mientras que yo había hecho
todo el viaje sin. La música no me ayudaba a pensar. Antes de llegar al punto marcado me paré en
una gasolinera y aún llevaba en el asiento de acompañante una bandeja de cartón con dos cafés que
ya estarían fríos. Vi como sacaba el teléfono y se ponía a hablar con alguien. Decidí irme. Durante
todo el viaje había pensando en un montón de paranoias así que pensé que lo mejor sería dejar mi
mente en blanco, no fijarme en nada, no buscar nada con la mirada,… simplemente llegar, recoger el
paquete y volver. Él temía por su vida, yo también, pero mi vida estaría en peligro al devolver el
paquete al final, o quizás me harían alguna emboscada ahora a la vuelta. No sabían mi modelo de
coche a no ser que me hubieran seguido. Todo iba rápido.
Me parecía raro que mi madre no me hubiera llamado para preguntarme donde estaba ya que cada
mañana lo primero que hacía al despertar era abrir mi puerta con cuidado y comprobar que yo
siguiera con vida. ¿No se habría levantado todavía? ¿No habría comprobado mi habitación? ¿Habría
muerto? ¿Se habría suicidado? ¿Debería llamarla? Decidí ir hasta la costa y luego bajar hasta
Barcelona conduciendo cerca del mar, tampoco es que tuviera prisa y no me apetecía volver por el
mismo camino. Apenas conozco la Costa Brava, suelo ir mucho más por Tarragona aunque en general
nunca me ha gustado demasiado la playa ni el Sol. No es que sea de montaña, me gusta la montaña
pero no me gustan los bichos, tampoco me gusta la ciudad, … no sé no me gusta nada.
Me paré en un restaurante al pié del paseo marítimo y pedí una paella para dos. Pedí que me
pusieran lo que sobraba en un plástico para comerlo luego. Estuve andando un rato por el paseo,
luego me descalcé y caminé por la arena hasta el agua, estaba muy fría y en el horizonte no se veía
nada especial. Volví a Barcelona, al final el camino se me hizo bastante largo, demasiadas horas
conduciendo. Aparqué a un par de calles de mi destino, en lo que yo conocía como el barrio de La
Marina. Un barrio totalmente destrozado por la especulación urbanística. Un barrio al que los
políticos le habían robado su esencia y querían convertir en una especie de barrio tecnológico. Ahora
habían aquí y allá edificios nuevos que lucían horribles y que en unos años darán asco y serán
recordados como otra abominación más vomitada por cuatro políticos corruptos. Habían destruido
uno de mis edificios favoritos, una antigua fábrica con estilo modernista y una puerta de entrada con
un arco muy bonito. Ahora sólo había un solar y dentro de poco un edificio de esos de oficinas con
todo cristales y laterales color naranja. Es una pena.
A la hora acordada me dirigí con mi paquete a la puerta trasera de una discoteca. Lo llevaba a la
altura de mi pecho cogido con las dos manos, como los niños que llevan los anillos en una boda.
Fueron los dos cientos metros más tensos de mi vida. Si me hubieran pillado hubiera ido a la cárcel.
Tocaba un grupo famoso que ya debía haber acabado porque la gente salía por la puerta principal. Un
par de coches de la policía estaban estacionados comprobando todo.
Piqué y me abrió un hombre calvo y grande que me dijo que me esperase. Cogió el paquete, y
cerró la puerta mientras se metía para dentro. Al cabo de unos cinco minutos volvió a salir y dijo que
podía irme. ¿Y si me hubiera ido antes? Dejé el coche donde estaba y volví andando a casa. Ya era
de noche. Al final del pasillo estaba mi madre en el comedor viendo la tele.
- Lo siento.- Le dije.
- ¿Por qué?
- ¿Cómo?
- ¿Qué tal han ido las pruebas?
- ¿Pruebas?
- Me han llamado esta mañana a primera hora para decirme que habías ido al Clínico para unas
pruebas.
- Ah… sí, nada nuevo.
- Voy a cortarte fruta.
Capítulo 15 Numidia
Se encontraron en la trastienda de un almacén de electrodomésticos. Había droga sobre una mesa,
armas apoyadas en la pared, gran cantidad de pasaportes y joyas. Cuando Décula llegó, un hombre
joven y rubio estaba sentado en un taburete mirando su teléfono. Levantó la vista al oír los pasos.
Una bombilla de esas ecológicas de poca intensidad era la única fuente de luz. El dueño se adelantó.
- Dolabella, éste es Décula. Décula, éste es Dolabella. Cerramos el almacén a las ocho. Salir por
la puerta de atrás antes de esa hora y no volváis. Os dejo todo lo demás a vosotros. Aquí acaba mi
trabajo.
Se dieron la mano. Dolabella la tenía grande y apretaba con fuerza. Sonreía. Parecía un tipo
simpático.
- Así que te llamas Décula. ¿De dónde sales?
- Vengo de Estados Unidos. Llevo allí varios años haciendo algunos trabajos.
- Rollo Padrino o los Soprano.
- No, no. Nada relacionado con ese tipo de negocios. Economía, inversiones.
- Joder, ¿de quién eres hijo?
- Supongo que de alguien importante. He intentado mantenerme al margen durante unos años y
aquí estoy de vuelta.
- ¿Sabes quien soy?
- No.
- Bueno, como te han dicho me llamo Dolabella. Parece que tú y yo somos totalmente diferentes,
que venimos de mundos diferentes. Tú pareces un niño de papá mientras que a los míos los mataron y
llevan intentando matarme desde entonces haciéndome hacer lo más jodido. Pero aquí estoy: vivo,
rico. Por eso me llaman “el afortunado”. Por eso quieren que trabajes conmigo, para que tengas el
culo a salvo. He hecho de todo. He ido con un avión de mierda desde América a Europa cargado de
coca. Me he cruzado África arriba y abajo liándome a tiros con los negros. He matado a todo lo que
me han pedido. He matado a niños delante de sus padres, y a padres delante de sus hijos. Y aquí
estoy. Un monstruo, ¿no? Yo creo que no, un superviviente. En fin, ya sabes quien soy. Me hubiera
gustado llevar una vida normal, pero mira.
- A mi también. Hace poco descubrí que casi cada semana alguien quiere matarme. Supongo que
he llevado una vida feliz, tranquila. ¿Qué haces ahora exactamente?
- Droga. Desde África a Europa, por España. ¿Te suena de algo el rollo?
- Me lo imagino, pero ni idea.
- ¿Sabes? Ya me parecía raro que desde hace un par de años me hubieran puesto en stand-by.
Quiero decir, siempre me han puesto al límite, y ahora estoy tranquilo repartiendo chocolate. No es
que sea como vender periódicos, pero el riesgo es mínimo. El tema se trata de ir a África, recoger la
mercancía, cruzar el Mediterráneo y hacer dinero.
- ¿Y yo que hago?
- Acompañarme, supongo. Dos mejor que uno, sobretodo si hay que disparar y conducir. A veces
hay follones con los moritos, a veces con los camellos españoles, a veces con la policía. El único
momento realmente peligroso es cuando se cruza el Mediterráneo. Lo hago por mar, y hasta ahora, en
caso de problemas, huía hasta algún puerto pirata en África. Tengo el transporte más rápido, bueno,
más rápido que el de la policía.
- ¿De África a España?
- Sí. Casi no vamos a pisar Italia, de hecho, nunca. Eso es bueno y malo. Es bueno porque Italia
es un peligro, sobretodo para alguien como yo… y puede que también para ti. En cualquier momento
puedes cruzar una esquina y encontrarte de cara con un tío que lo daría todo por matarte. En España
eso no pasa, puedes moverte sin problemas. Pero el problema que tiene estar en España es que
estamos desprotegidos. Si alguien quiere matarnos y da con nosotros, nadie nos va a cubrir. Por eso
hay que mantener un perfil bajo, usar siempre que sea posible gafas de sol y gorra, y salir poco
durante el día.
- Entonces, ¿se trata de recoger droga en África y venderla en España?
- Sí. Bueno, nosotros somos meros intermediarios. Casi no vamos a vender nada al público
general porque se lo vendemos a camellos o mafias locales. No se hace tanto dinero pero se trabaja
mucho menos. Para que te hagas una idea, en el sur de Andalucía un gramo de chocolate, que es con
lo que principalmente trabajamos, se vende a un euro. Me refiero a la categoría más baja, lo más
apaleado como dicen los españoles, lo que fuman los niños. Pues esa misma mierda en el norte de
España se vende por entre tres y cinco euros.
- Si en el sur se vende a un euro, ¿cuánto te sacas tú? Porque eso es casi nada.
- Bueno, es que nosotros no lo vendemos así, lo vendemos más puro. Ocupa mucho menos y se
vende mucho más caro. Según la calidad los españoles usan palabras diferentes. De más calidad a
menos: Bellota, polen, placas y apaleado. Nosotros sólo tratamos con bellota o polen, luego el
camello local lo puede cortar o no y hacer lo que quiera, porque a veces venden directamente el
polen y a veces lo cortan. En la calle, en el sur, un gramo de bellota se vende a cinco y uno de polen,
a tres. Los precios son muy variables porque dependen de a cuanto lo compremos nosotros en África,
y eso depende de muchas movidas: de la planta, de su origen,… un poco de todo.
- ¿De Marruecos?
- En Marruecos se compra todo normalmente, pero el material viene de cualquier lado. Puede
venir de cualquier rincón de África o de Asia. La gente habla maravillas de la mierda de Siria,
Líbano o incluso Pakistán. Transportarlo hasta África es muy sencillo, luego viene lo complicado.
Ellos no lo transportan porque si ven en Cádiz dos negros en un coche igual piensan mal. ¿Pero dos
italianos? Ni saben que somos italianos. Nunca me han parado en el coche.
- ¿Cuánto sueles transportar?
- Una tonelada mínimo. Calcula, una tonelada a cinco euros el gramo. Eso son como cinco
millones de euros, pero nosotros no lo vendemos a cinco euros y no nos sale gratis. Hay gente que
prefiere venderlo directamente, mucho follón, además tienes que conocer el mercado local. Nosotros
nos sacamos sobre un euro el gramo. Eso es un millón de euro cada viaje. Además tenemos que
pagarle a la familia, claro.
- ¿Cuánto se llevan?
- Lo que yo crea que sea suficiente para mantenerme con vida. A veces más, a veces menos.
También depende del número de viajes. Se llevan sobre la mitad porque en el fondo el negocio es
suyo. Todo el dinero para sobornar a la policía viene de su lado, así como el control de las mafias
locales.
- ¿Cuántos viajes haces?
- A épocas. Mínimo uno al mes, máximo cuatro. Eso depende de como llegue la mercancía.
Ingreso en mis cuentas unos diez millones al año. Ahora como estás tú, la mitad, pero podré hacer
más viajes de más cantidad. Incluso vender un poco directamente.
- ¿Y eso?
- Mira, el momento más jodido es atracar en puerto español, porque no puedes huir. Más de una
vez he tenido que tirar todo al mar. Contigo, puedo darte un lugar y una hora y lanzar el material sin
parar el motor. Y lo de vender un poco localmente, pues hay gente importante interesada en comprar
grandes cantidades para uso personal, de bellota o polen. Políticos, jugadores de fútbol, famosos,…
A esa gente le puedes vender fácilmente un kilo a cinco euros el gramo, y si les gusta quieren más y
más cantidad. Con suerte puedes crearte una pequeña red y sacarte un par de millones extra cada año.
- ¿Por qué en el sur es más barato?
- El riesgo es menor. En Cádiz o Huelva o donde sea, lo recoges y en una hora ya está vendido. Si
lo quieres llevar hasta Barcelona lo tienes que llevar tú, por mar o tierra. Es improbable que te
pillen, pero si lo hacen estás jodido. Casi todo lo que llega al norte viene del sur, gestionado por
mafias locales, por el camino lo van apaleando. Luego está Europa. En Europa un gramo de apaleado
son diez euros en la calle, así que imagínate. Francia ya son palabras mayores porque la policía
francesa no es como la española.
- ¿Cuánto tiempo lleva el proceso?
- Un viaje puede durar desde veinte minutos a varios días. A veces se puede recoger directamente
en la costa de Marruecos, a veces tienes que entrar al Sáhara, depende de como llegue y de quien lo
traiga. El resto del tiempo es tuyo. Puedes hacer lo que quieras, pero tendremos que estar siempre
juntos porque las recogidas las avisan con pocas horas de antelación y no puedo perder tiempo
buscándote. Principalmente estaremos de fiesta o tomando el Sol. A veces nos mandarán algún
trabajo extra como matar a alguien o dar una paliza. Es importante que no hagas nada por tu cuenta,
que no tengas otros negocios, porque es posible que esos otros negocios también sean controlados
por la familia y que les estés haciendo la competencia, que les estén jodiendo, y entonces puede que
te maten. A veces, muy de vez en cuando, trataremos con los gallegos. Los gallegos son los que
mueven casi toda la coca en España y en Europa. Llega desde América y ellos la reparten, y a veces
nos venderán un lote. No te los tomes a la ligera. Parecen muy simples pero son gente importante y
con mucho poder en España. Fíjate en Franco, Mariano Rajoy, el de las tiendas esas de ropa, todos
gallegos.
- La verdad es que no entiendo cual es mi papel en todo esto. Parece que te lo montas muy bien y
tienes todo bien cubierto, además de mucho dinero. No sé disparar, no sé llevar un barco, nunca he
tratado con drogas… nunca he tratado con… nada.
- Supongo que querrán que aprendas como va el negocio porque igual en unos meses a mi me
meten en otro lado y tú te encargas de todo aquí. No sé, yo no me planteo sus decisiones. Tampoco
pedí un ayudante y no me han dicho nada al respecto. Supongo que si no quieres, no tienes porqué
trabajar conmigo.
- Me parece bien trabajar contigo. Yo tampoco tenía ni idea. He estado en América y tenía ganas
de volver a casa, así que me puse en contacto con ellos y me dijeron que viniera aquí.

Durante los siguientes meses vivieron como estrellas de rock, o como hijos privilegiados de
millonarios. Navegaban las aguas españolas del Mediterráneo con una embarcación cómoda y
moderna. Durante el día tomaban el Sol y hacían ejercicio. De noche salían de fiesta y follaban.
Cada mes hacían un par de recogidas y entregas. No encontraron ningún problema. Iban a África,
recogían varios paquetes, navegaban hasta las costas españolas y los vendían. Dolabella lo tenía
todo bien controlado, de costa a costa, desde la mafia hasta policía, pasando por camellos y políticos
locales. Todos chupaban del bote pero el premio gordo se lo llevaban ellos. Tras cada entrega
necesitaban de dos días para contar y gestionar el dinero. En Málaga tenían su contacto para
distribuirlo todo a diversos paraísos fiscales.

- ¿No deberíamos estar más cerca de África? - Preguntó Décula.


- Siempre igual. No importa. Llegaremos rápido. Podemos ir por la mañana, llegar al medio día,
coger un 4x4 y vamos al punto de encuentro.
- No sé porque siempre haces lo mismo. Mañana tenemos que ir a África a hacer una recogida y
estamos tomando el Sol en Menorca. ¿Por qué no nos adelantamos y vamos al sur de España?
- No te pongas nervioso, es lo peor que puedes hacer. Aquí estamos seguros, no hace tanto calor y
hay buena fiesta. No podemos estar siempre por el sur, es peligroso. Prefiero hacer todo el trayecto
de golpe ya que nos verá menos gente y será más difícil reconstruir nuestro camino. Esta noche nos
acercamos a Almería, y mañana por la mañana saldremos hacia Nador.
- ¿Y quien va a navegar? ¿Tendremos que hacer turnos como locos?
- Si tanto te preocupa ya llevaré el timón yo.
Desembarcaron cerca de Nador, en la mar Chica. Allí alquilaron un 4x4 y condujeron varias
horas hacia el interior. Llegaron al punto de encuentro, un poco al sur de Merija. Los puntos de
encuentro en África variaban poco porque el riesgo era mínimo. Dolabella se los conocía casi todos
y era capaz de guiarse por el desierto sin mapas ni GPS. El coche iba siempre cargado de armas y les
gustaba tener una cargada cerca. Por ahora Décula no se había visto obligado a utilizar una en este
nuevo negocio, y aunque tampoco había visto nunca a Dolabella utilizar una, no sabía como
explicarse el hecho de que se sentía completamente seguro a su lado.
Dolabella era un tipo cercano, afable, incluso simpático. Su sentido de la justicia y el honor era
extremo. Por ejemplo, era incapaz de colarse en la cola del supermercado y si alguien se le colaba se
callaba sin decir nada. Cuando veía alguna situación que no le gustaba, como un borracho molestando
a una mujer, nunca decía nada, pero se le notaba muy enojado. Quien no lo conociera lo tacharía de
“bonachón”. Por el contrario, cuando se trataba del negocio o la familia era implacable. No le
importaba matar a quien fuera o dar una paliza de muerte, y tras hacerlo no parecía mostrar la mínima
consternación: era como si le diera absolutamente igual. Décula estaba seguro de que si se
encontraban con problemas Dolabella acabaría con ellos.
Llegaron al punto de encuentro: un lugar en medio de la nada, entre la nada. Bajaron del coche y
se alejaron una distancia de seguridad. Ambos iban armados. Los africanos siempre solían llegar
unos diez minutos tras a su llegada. Seguro que tenían a alguien vigilando que les avisaba. Los oías
antes de verlos por el horizonte. Una caravana de coches y 4x4. Llenos de gente. Todos armados.
Llegaban con los coches hasta unos 10 metros de ellos. Bajaba cantidad de gente que hacia un cordón
de seguridad y les apuntaba con un arma y cara intimidatoria. Se daban varias señales, corrían
algunos mensajes, y entonces bajaba el jefe. Siempre acompañado. Hablaba con ellos de tonterías,
filosofía barata. A los africanos les encanta el espectáculo. Les gusta mostrar su poder, su opulencia,
su armamento. Sólo podían hacerlo de vez en cuando, al hacer una transacción. Ansiaban ese
momento: “el poder sobre el hombre europeo”. A Dolabella le daba igual. Era un hombre de
negocios. Nunca retrocedía un paso ni se dejaba intimidar lo más mínimo. Él sólo, entre varias
docenas de africanos apuntándole, les ensombrecía. Con sus bermudas y sus gafas de sol. No quería
intimidar, ni mostrar poder. Sólo quería entregar el dinero y recoger la mercancía.
Aquel día no llegó nadie. Esperaron media hora, buscando cualquier nube de humo por el
horizonte, y no vieron nada.
- Voy a llamar.- Dijo Dolabella.- No da tono.
- ¿Tienes cobertura o no lo cogen?
- Sale un tono raro, directamente, como si la línea estuviera fuera de servicio.
- Vuelve a probar.
- Nada.
- ¿Qué hacemos?
- Vamos a visitarlos.
- ¿A visitarlos? ¿Crees que es seguro? ¿No deberíamos volver a casa?
- Si han tenido problemas deberían haberme avisado. Si les ha pasado algo y no han podido
avisarme, quiero verlo. Las cosas no son tan sencillas como: “no están, me voy”. Esta gente es
importante para la familia. Son nuestros mejores subministradores. Hablamos de millones de euros
anuales. No puedo volver a casa y decir que una línea importante se ha cortado. Las cosas no
funcionan así.
- ¿Sabes dónde viven?
- Sí, es aquí cerca. Fui a visitarlos alguna vez cuando empezaron los tratos.
Volvieron al 4x4 y se dirigieron más al sur, conduciendo entre la nada. Empezaba a atardecer y a
refrescar. El cielo se dibujaba bonito en el horizonte. No se hablaron. Décula se temía que algo no
andaba bien. Hasta ahora todo había funciona perfectamente, engrasado como un reloj. Pensó que
quizás estos contratiempos en un negocio tan fuera de lo legal debían ser algo más habitual de lo que
él pensaba. En el fondo estaban hablando de mafias, drogas y policías corruptos. Puede que se
hubieran liado a tiros con otra mafia rival. Puede que los hubiera pillado la policía o el ejército.
Puede que simplemente hubieran decidido dejar de vender droga.
Llegaron a un grupo de cabañas de lona, redondas y grandes.
- ¿Es aquí?
- Sí.
- Siempre me imaginé que tendrían una especie de palacio árabe o algo así.
- Son nómadas. Recorren miles de kilómetros transportando la droga. Por lo que sé, tienen el
palacio que te imaginas en lugares más seguros, como Qatar, pero ellos prefieren vivir aquí, con sus
4x4, sus cabras y sus AK-47.
- Si son nómadas, ¿por qué deberían estar aquí?
- No lo sé, es el único sitio que conozco. Suelen acampar aquí cuando hacen tratos conmigo.
Coge un arma, voy a tocar el cláxon. No bajaremos del coche.
Se revolvieron algunas de las lonas y asomó una cabeza. Pasaron unos minutos y salieron media
docena de “soldados” bien armados. La conversación fue en francés.
- ¿Quiénes soys? ¿Qué queréis? ¿Qué buscáis?
- Hemos venido a hablar con Yussuf.
- ¿Para?
- Negocios.
- ¿Qué negocios?
- Se suponía que nos ibais a vender material, como siempre.
- Yussuf nos dijo ayer que se había cancelado.
- ¿Por qué?
Hablaron entre ellos en árabe y el interlocutor se fue hacia dentro mientras los otros les
apuntaron con sus armas. Yussuf se acercó pocos minutos después.
- ¿A qué habéis venido?
- Sabes a qué hemos venido, y no sé a que estás jugando.
- Creía que la operación estaba cancelada.
- ¿Creías? ¿Por qué?
- ¿No te has enterado?
- ¿De?
- Tu jefe murió hace unos días, en España. Ayer hubo un gran tiroteo. La situación se ha vuelto
inestable por vuestra parte. Pensé que se habría parado el negocio.
Décula y Dolabella comenzaron a hablar entre ellos en italiano.
- ¿Qué cojones dice este tío? - Preguntó Décula.
- ¿Tú has oído algo sobre eso que dice que pasó en España?
- No. Tanta puta fiesta, tanto tomar el Sol. ¿Qué hacemos?
- Lo estoy pensando. No sé que significa todo esto, o en que nos afecta. No sé quien ha muerto
exactamente.
Dolabella volvió a dirigirse a Yussuf.
- Por nuestra parte todo sigue igual. Tenemos el dinero. Si tenéis la mercancía, la compramos.
- Creo que no has entendido nada. Tu familia ya no existe. Se están matando unos a otros. Ahora
mismo no te protege nadie, no eres de nadie. Puedo matarte aquí y ahora si quiero y quedarme con el
dinero.
- Las cosas no funcionan así. No sé quien ha muerto, pero nada ha acabado. Mucha gente sabe de
esto. Sea quien sea quien mande mañana va a querer seguir recibiendo este dinero, y si me matas, te
matarán.
- ¿Es una amenaza?
- Ahora mismo te estoy apuntando al estómago. La bala cruzará sin problemas la puerta del coche
y te abrirá la barriga. Estás en medio de la nada. Morirás desangrado en unas veinte horas. Tus
soldaditos no saben apuntar. Sí, me matarán porque son muchos, porque alguno tendrá suerte y me
petará una rueda del coche o cualquier tontería así, y yo no podré con todos. Contigo si voy a poder.
Dame la mierda ahora mismo, y te doy el dinero.
- No vas a hacer nada con esto. No lo vas a poder vender. Sin tu jefe no vales nada, nadie te va a
dar nada. En cuanto llegues a España te van a matar y se van a quedar con todo. Yo no quiero
problemas.
- Dame la bolsa, te doy el dinero y ahí se acaban tus problemas.

Condujeron directamente a Nador. Aunque fuera un viaje largo y ya llevaran muchas horas dando
vueltas querían llegar lo más rápido posible a su barco y al Mediterráneo, donde se sentían más
seguros. Décula fue el primero en hablar mientras cruzaban el desierto.
- ¿Quién crees que ha muerto? ¿Qué ha pasado?
- No tengo ni idea, pero nunca te creas nada de lo que dice esta gente. Puede que todo lo que haya
dicho sea mentira y que sólo quieran… yo que sé.
- ¿Y si es verdad?
- Si algo de lo que ha dicho es verdad, lo primero que tenemos que hacer es conseguir
información detallada sobre lo que ha pasado. Luego hemos de asegurar nuestra posición, nuestra
vida, porque igual en una situación de desconcierto algún capullo querrá matarnos. Luego hemos de
analizar la situación y ver que hacemos. Será lo más complicado. ¿Qué bando tomamos?
¿Desaparecemos por un tiempo? Cualquier decisión que tomemos puede significar que alguien quiera
nuestra cabeza cuando todo se solucione.
Una vez en Nador buscaron algún tipo de información ojeando periódicos o preguntando a gente,
pero no encontraron nada, así que se dirigieron a Melilla. Allí tuvieron más suerte y consiguieron
comprar algunos de los diarios de mayor tirada en España.
- Mira. Esto es. Herido de arma blanca, se cree que es italiano.- Dijo Décula.
- ¿Nombre?
- No aparece. Apenas hay información. Pasó en Barcelona hace unos días.
- Tendremos que ir ahí y ver que pasa.
- ¿No sería mejor que esperásemos? Alguien se pondrá en contacto con nosotros.
- A ese tío se lo cargaron hace unos días y nadie nos dijo nada. O bien es un don nadie o bien es
un pez tan gordo que nuestros jefes tienen problemas más importantes que ponerse en contacto con
nosotros. Tenemos que saber que pasa. Si es un don nadie, tendremos que volver al desierto y
cargarnos a Yussuf por jugar con nosotros. Si es un pez gordo, bueno, ya pensaremos.
- ¿Qué hacemos con la droga?
- La venderemos de camino a Barcelona. De todas formas el dinero no será un problema, tenemos
varios millones ahorrados.
Capítulo 16 ¿Cuántas veces más?
Antes, cuando no era famoso, salía a correr varias veces por semana. Corría desde Sagrada
Familia, mi barrio, hasta el Fórum, ida y vuelta por la Diagonal. Diez kilómetros en total. Siempre de
noche. Cuando llegaba a casa me recibía mi madre, vivía con ella. Tenía zumo de naranja recién
exprimido y una cena casera a punto. Solía salir a correr una tres veces por semana. Empecé con
veintidós años porque estaba gordo y no follaba y creía que perdiendo unos kilos todo mejoraría.
Cuando comencé pesaba sobre setenta y siete kilos y cuando lo dejé porque empecé en serio con el
grupo pesaba sobre sesenta y cinco. A pesar de todo el esfuerzo continuaba sin follar. ¿Por qué lo
hago? Me preguntaba. ¿Por qué paso por esto? Prefería estar sentado en el sofá de mi casa viendo la
tele. Los primeros meses llevaba una botella pequeña de agua conmigo porque me quedaba seco.
Cuando estaba a punto de acabar el recorrido siempre me decía: “a la mierda, nunca más”; pero al
día siguiente me volvía a picar el gusanillo y volvía a salir. Tienen razón esos que dicen que hacer
ejercicio genera adicción.
A mitad del camino, en el Fórum, me paraba a descansar y a estirar un poco. Mientras estiraba
me fijaba en los aviones que preparaban el aterrizaje en el Prat. Una fila continua de aviones
separados por un minuto, más o menos. Siempre miro al cielo buscando aviones porque les tengo
pánico. Si vivís en una gran ciudad os recomiendo mirar al cielo, de día o de noche, y fliparéis con
la cantidad de aviones que hay. Si es de día es más complicado verlos a no ser que haya una nube y
arrastren el agua haciendo un surco en el aire.
Gracias a mi pánico por los aviones descubrí las estrellas. Mirando al cielo dirección al mar, en
el Fórum, siempre me fijaba en un punto muy luminoso, no demasiado elevado sobre el horizonte.
Cerca de esa estrella había tres estrellas menos luminosas formando una línea casi recta diagonal
hacia el suelo. Es difícil ver las estrellas en una gran ciudad, entre los edificios y la iluminación
nadie se fija en ellas, pero cuando estás en un lugar más apartado, de noche, y levantas la vista al
cielo, sientes esa comunicación con el universo y con las miles de generaciones que antes de
nosotros miraban las mismas estrellas. ¿Habrá alguien como yo en otro planeta mirando nuestro Sol?
¿Nos estaremos mirando cara a cara sin darnos cuenta? Me da pena pensar que moriré sin poder
flotar por el espacio con naves enormes.
Por aquella época iba a la universidad. Mi vida era sencilla y relativamente feliz. Sólo tenía que
preocuparme de estudiar y hacer ejercicio, además de estar con mis amigos. Mi madre cubría todo lo
demás. Ahora, con perspectiva, recuerdo mis primeros años en la universidad como los mejores de
mi vida, como mínimo con las mejores fiestas. Salía cada fin de semana. Solíamos reunirnos en casa
de alguno y cenar, ver el fútbol, fumar unos porros, jugar al Mario Tennis, beber y luego acabar en
alguna discoteca donde seguíamos bebiendo y fumando. Es jodido porque entonces no era consciente
de que aquellos fueron los mejores años de mi vida y ahora daría cualquier cosa por volver a vivir
una noche de esas.
Mis mejores fiestas ya pasaron. Los domingos al volver a casa sobre las siete de la mañana
siempre miraba el despertador y pensaba: “joder, mañana lunes me tendré que despertar a la misma
hora que vuelvo hoy”. Empecé a bajar el ritmo por las resacas, porque no me gustaba perder el
domingo entero sin hacer nada más que lamentarme. Decidí empezar una vida más sana, salir menos y
hacer ejercicio, quizás debería haber esperado unos años y haber alargado mis años de fiesta. Decidí
llevar una vida más sana porque creía que eso me ayudaría a follar ya que saliendo de fiesta no tenía
ningún éxito. Fue un error y debí seguir saliendo cada fin de semana. Pensé que perdiendo peso y
teniendo una imagen más saludable todo mejoraría, pero no, gasté tiempo y mis mejores años en una
inversión que fue un fracaso. Cuando me encuentro a alguien nuevo y hablamos de las fiestas que
hemos vivido me doy cuenta de que vivo del pasado y de que siempre repito las mismas anécdotas a
todo el mundo.
Desde que empezaron las giras me es imposible seguir corriendo con regularidad. Con suerte
puedo correr una vez cada dos semanas. Recuerdo la primera vez que me fui de casa, la primera gira,
duró cinco meses: desde agosto hasta navidades. Fui al aeropuerto con mi hermano y mi madre,
facturé y desayunamos todos juntos. Luego me despedí, estaba muy emocionado, era pura ilusión.
Fueron quizás los cinco mejores meses de mi vida. Fiestas, sexo por primera vez, conocer a un
montón de gente, pisar un montón de países. No me preocupaba de nada más que de disfrutar. Casi
nunca me acordaba de mi madre o de mis amigos o de mi vida anterior.
Volví por navidades a casa. Mi madre fue a recogerme al aeropuerto. Cuando la volví a ver
parecía que había pasado una eternidad y sólo fueron cinco meses. Ella me dijo que estaba más
delgado. En el camino a casa le conté un montón de cosas. Al llegar a mi casa todo me pareció más
pequeño. Me di cuenta de que nada había cambiado, me esperaba todo diferente tal como mi vida lo
había hecho. Esa misma noche, en el lavabo, me puse a llorar. No sé porqué de golpe eché
muchísimo de menos a mi madre, a mis amigos, a mi casa, a mi ciudad, a la televisión española, al
sofá. Sentí una pena tremenda. Me sentí un egoísta por haber estado tanto tiempo sin pensar en ellos.
Tras las navidades empezó la segunda parte de la gira y volví al aeropuerto con mi madre y mi
hermano. Nos despedimos, pero esta vez mi madre se quedó mirando como yo me alejaba y me dio
mucha pena. Me subí al avión y continué donde lo había dejado y los siguientes meses volvieron a
ser geniales. Seguí conociendo a gente aunque me dio pena que algunos de los que me acompañaron
durante la primera parte de la gira ya no estuvieran conmigo. Seguí pisando países y conociendo
culturas. Apenas me comunicaba con mi familia, casi ni me acordaba de ellos pues era feliz.
Llegó el verano y volví dos meses a mi casa, otra vez. Durante esos dos meses todo fue como
antes de que todo empezase y volví a salir a correr, a ir con mis amigos y a hacer todas esas cosas
que hacía antes. No sé porque me sentí muy feliz haciendo mi anterior rutina, tan feliz como me sentía
dando la vuelta al mundo. Puede ser algo estúpido pero me sentía tan feliz estirado en mi sofá viendo
la tele como visitando un templo budista en Tokyo. Además, en mi casa la gente me quería de verdad.
Antes de empezar la primera gira mi vida estaba estancada, pensaba que necesitaba hacer algo
diferente, romper con todo. Durante aquellos meses alrededor del mundo pensé que había
descubierto la felicidad, por eso al volver a casa y hacer cosas tan nimias como comer con mi madre
me sentí extrañado al sentir una felicidad tan grande con un acto tan sencillo. Se puede ser feliz
llevando una vida normal. Dar la vuelta al mundo me daba una felicidad momentánea mientras que
los detalles más insignificantes en mi casa me hacían feliz constantemente. Uno no se da cuenta de lo
que tiene hasta que lo pierde.
A finales de agosto empecé otra gira ya que habíamos sacado un nuevo disco. Fui al aeropuerto
en coche, otra vez con mi madre y mi hermano. Por primera vez desde que todo empezó me pregunté
si lo que estaba haciendo estaba bien, si realmente todo aquello me hacía feliz, si merecía la pena o
si estaba cometiendo un error. Pensaba en como había sido el año anterior, el mejor de mi vida, ¿por
qué no iba a querer vivir aquello otra vez? Es el sueño de muchas personas, pero la sensación de que
algo estaba mal se había instalado dentro de mi. Quizás estaba forzando demasiado las cosas, quizás
mi apuesta era demasiado alta, quizás debería dar gracias por lo que viví, guardar ese recuerdo para
siempre y continuar con una vida normal. Recuerdo que cuando de gira nos movíamos entre ciudades
cercana me gustaba ir en tren. Miraba por la ventana y pensaba ¿volveré a ver este paisaje otra vez
en mi vida? Puede que no sea necesario vivir las cosas dos veces y que con una sea suficiente.
Vivimos de recuerdos.
La nueva gira empezó y todo el mundo era nuevo así que tuve que volver a hacer amigos otra vez.
Otra vez la misma historia, otra vez las mismas bromas, las mismas borracheras, las mismas locuras.
Mi vida se estaba convirtiendo en un bucle. En navidades volvería a mi casa pero sobre octubre
busqué en el calendario algún hueco para poder ir a visitar a mi madre. Fue imposible, estaba todo
cubierto. Por alguna razón no era tan feliz como antes, no me hacía tanta ilusión y no tenía tantos
amigos. Comencé a sentirme solo, comencé a sentirme un trabajador más y no un afortunado que da la
vuelta al mundo. Para ser un trabajador normal podría hacerlo en mi casa, con mi madre y mis
amigos y no a miles de kilómetros de distancia. Lo que más odiaba era los rebotes que dábamos en el
mapa: parecía que nos acercábamos a España para luego volver a subir. Recuerdo por ejemplo una
semana que tocamos en Amsterdam, Bruselas, Brujas, París y Colonia. Pensé, ¿qué me costaría en
París coger un tren y visitar a mi gente? Tan cerca y sin embargo tan lejos.
Volví a casa por navidad y me di cuenta de que era mucho más feliz al volver que al irme. Miré el
calendario y aún me quedaba la segunda parte de la gira, hasta principios de julio. ¿Merecía todo
aquello la pena? Me prometí que ésta vez iba a visitar a mi familia más veces. La primera vez que lo
hice fue a principios de febrero, luego a principios de abril y finalmente a principios de junio, hasta
que en julio volví para quedarme otra vez el verano entero. No sé si realmente esas visitas de diez
días a casa me ayudaban porque lo único que hacía era contar los días que me quedaban para irme,
como quien espera su sentencia de muerte. Cuando me iba sólo pensaba en volver, y cuando estaba
sólo pensaba que tendría que irme.
Aquella segunda parte de la gira fue uno de los peores periodos de mi vida. Se podía decir que
estaba totalmente sólo. La mitad de la gente con quien había compartido la primera parte, unos meses
antes, ya se había ido, y no me apetecía nada conocer gente nueva. Tampoco me apetecía ir de fiesta
porque me sentía sólo. Estaba allí de pie, sin hablar con nadie, sin hacer nada, mientras todo el
mundo a mi alrededor vivía algo increíble. La gente me miraba y pensaba que era un tío raro, incluso
yo creo que me estaba volviendo un poco huraño. Casi no tenía amigos y casi nadie me llamaba para
nada, no le importaba a nadie. Me sentía solo a miles de kilómetros de mi casa y de la gente que me
quería.
En una de las visitas que hice a Barcelona, en junio, fui con mis amigos a un bar donde ponen un
vino barato que me encanta. Allí, sentado con dos colegas de toda la vida volví a ser feliz durante
unas horas como no lo había sido en mucho tiempo. No me hacía falta una fiesta privada en un hotel
de lujo con un DJ increíble, con cantidades infinitas de alcohol carísimo y drogas. Allí, en ese bar,
era feliz. Hasta entonces nunca me había dado cuenta de que las relaciones sociales eran tan
importantes y que no depende de con donde estés sino de con quien estés. Es importante estar con
gente que te escucha, que se ríe de tus bromas y que te tienen en cuenta. Es importante sentir que le
importas a alguien.
Fue entonces también cuando empecé a tener pánico a los aviones. Antes me encantaba mirar por
la ventana y hacer fotos mientras volaba. Ahora, lo único que me planteó es que estoy en un tubo de
metal a diez mil kilómetros de altura y a casi mil kilómetros por hora, y que si algo sale mal todo se
va a la mierda. Tuve que empezar a tomar tranquilizantes antes de volar porque sino se me iba la
castaña. Lo único que hacía en mi día a día era pensar constantemente cuando iba a ser el siguiente
vuelo y buscar información sobre accidentes aéreos. No es lo mismo volar para hacer turismo que
volar por negocios. También empecé a odiar los hoteles y su perfección, y su puta comida y el olor
que hacen sus sábanas, que es de todo menos humano. Odiaba los aeropuertos, las maletas, los taxis,
las esperas continuas, la indiferencia y la frialdad.
Estuviera donde estuviera, de noche me gustaba mirar el cielo y buscar aquellas tres estrellas
casi en línea, como hacía antes. Cuando las encontraba me imaginaba que estaba en Barcelona y que
poco después llegaría a casa y estaría mi madre. Sentía una pena infinita al estar tan lejos y me daban
ganas de llorar. Me sentía absolutamente solo y lo peor es que yo me culpaba a mi mismo de que mi
situación fuera así. Pensé en enviarlo todo a la mierda.
Hablé con mi mánager pero en su momento firmé tres años de gira así que no tenía alternativa. De
todas formas, ¿qué podía hacer? Volver a Barcelona y hacer ¿qué? Ya era mayor, se habían acabado
mis estudios, tendría que trabajar. ¿Sería más feliz trabajando cincuenta horas a la semana por mil
euros al mes? Aunque estuviera más cerca de mi familia no sé la respuesta. Me gustaría ser joven
eternamente y que lo hicieran todo por mi eternamente, pero la vida no funciona así. Mis mejores
años han pasado y no he conseguido orientar mi vida de tal forma que pueda tener un mañana feliz.
No sé donde está el error o qué hice mal, pero ya es demasiado tarde.
Cuando acabe este tercer año de gira no tengo ni idea de que haré. Quizás vuelvo a Barcelona y
me pongo a trabajar de algo, quizás me ofrecen un año más, puede que encuentre otro trabajo dentro
del mundo de la música que me haga más feliz. En mis sueños estoy en mi ciudad, con mi gente, con
mi familia. Desayuno leche con galletas, veo la tele, puedo hablar mi idioma, mi madre me hace la
comida, veo una película en el sofá, mis amigos me llaman. Mis sueños se basan en recordar el
pasado. Nunca nada volverá a ser igual y no sé como remediarlo.
Capítulo 17 Fue un Gran Año
Dos hombres sentados en el sofá me miraban. Traje negro, gafas de Sol. Con la luz apagada
seguro que no veían nada, pero las gafas de Sol tienen su punto.
- ¿Quiénes soys? ¿Qué queréis? Esto no es por lo que he pagado.- La luz se encendió. Una luz
tenue, para follar. Uno de ellos era más alto y fuerte, con el pelo rubio y largo. El otro tenía la cara
rara, como si hubiera sufrido un accidente y se la hubieran intentado reconstruir.
- ¿No te imaginas quienes somos? - Habló el rubio.
- ¿Italianos?
- Sí, y tú eres el detective. Sólo queremos información.
- ¿De?
- No te hagas el tonto. No tenemos todo el día y nuestras vidas corren peligro.
- Me refería a si preguntáis sobre el tiroteo o sobre el que murió el otro día.- Se miraron entre
ellos ligeramente confundidos. ¿Todavía no se habrían enterado del tiroteo? Había aparecido en
todos los medios de comunicación. O quizás… ¿buscarán información de algo totalmente distinto?
- Al hombre que mataron en la calle.
- No sabemos demasiado. Creemos que era un pez gordo.
- ¿Quién lo hizo?
- No lo sabemos.
- A ver… gilipollas. No tenemos tiempo para jugar al perro y al gato. Puedes meterte tu
corporativismo por el culo o te pego un tiro ahora mismo. No vamos a darle tu nombre a nadie, sólo
queremos saber quien ha sido, nos iremos de aquí y podrás olvidarte de todo esto.
- No lo sabemos. Fue un asesinato con un puñal grande, posiblemente australiano, original. Las
muestras de sangre no dieron ningún información especial. Nuestra teoría es que ese tío iba andando
por la calle y alguien le clavó un cuchillo de forma mortal sin que él se lo esperase. No estamos
investigando demasiado. Estamos esperando a que os sigáis matando y dejéis más pruebas.
- ¿Qué clase de mierda de policía sois?
- Estamos en crisis, hay recortes. Esto es España. La policía está más ocupada ocupándose de
manifestantes que resolviendo asesinatos. Yo soy el principal encargado, y soy un policía de barrio.
Nunca había tratado con un asesinato. Porque la embajada italiana presionó, porque sino no habría
ningún encargado.
- Quiero ir a tu despacho y ver todas las pruebas.
- ¿Estás loco? ¿Crees que es fácil meterse en una comisaría? Encima un italiano. Imposible.
Además, yo sólo tengo informes.
- ¿No puedes sacar los informes?
- Son varias cajas.
- Los más importantes.
- No los he leído, no sé cuales son los más importantes. Son como varios miles de páginas,
fotografías, videos,…
- Tengo que ir a tu despacho. Diles que soy un testigo o algo, y me llevas.
- Si les digo que tengo un sospechoso o testigo o lo que sea, llamarán a mi compañero y a varios
más.
- Joder, no puede ser tan complicado.
- De todas formas, ¿qué esperas? ¿Ojear los papeles en diez minutos y saber quien ha sido?
- Conozco todo esto mejor que tú. Cualquier prueba idiota o marca que vosotros no podéis
reconocer puede decirme mucho.
- Es cierto… quizás puedes ayudarnos a resolver el caso. Te podemos contratar como asesor.
- ¿Cuánto podría tardar?
- Mañana por la mañana, cuando la gente esté en la oficina.
- No sé si estaré listo tan rápido. Supongo que tendréis todo el sistema informatizado. Si metes mi
nombre en tú ordenador te saldrán alertas por todas partes. Tengo que encontrar una identidad limpia.
- Mira, no voy a comprobar si tu pasaporte es falso o no. Lo único que te pido es que cuando
meta un nombre y le de a buscar, me salga un tío normal. Ten, ésta es mi tarjeta.
- Pero, ¿qué diferencia hay entre que vaya ahora o mañana? ¿No crees que tus jefes dudarán de mí
igualmente?
- Hablaré con mi compañero antes de que tú vengas y lo arreglaré todo. No es lo mismo aparecer
a las 9 de la mañana que a las tantas de la madrugada. Ven mañana a las nueve y te dejaré mirar las
cajas.
Mientras hablábamos yo estaba de pie y ellos sentados en una habitación diseñada para follar, así
que me vino a la mente uno de los años más locos de mi vida.
Siempre he preferido hacerlo con hombres heterosexuales y tengo la firme creencia de que en el
“mundo gay” hay muchísimo hetero encubierto. Algunos dirán: entonces son bisexuales. Yo creo que
no, que son heterosexuales. Para mi la orientación sexual de una persona no viene determinada por
sus relaciones sexuales, sino por su corazón. Un bisexual es una persona que podría enamorarse o
compartir su vida con gente de ambos sexos. Hay gente que proclama ser bisexual por darse besos
con gente de su mismo sexo cuando salen de fiesta. Para mí eso es vicio, morbo o simplemente
querer llamar la atención. Algunos y algunas harían lo que fuera por ser el centro de atención durante
unos segundos.
Vivimos en una era de cierto libertinaje sexual donde algunos individuos se creen más modernos
por proclamar sus preferencias sexuales a los cuatro vientos. Lo cierto es que: perro ladrador poco
mordedor. Para mí, la línea sobre la arena que marca la diferencia en el caso de los hombres es la
penetración anal. Todos aquellos que proclaman su libertad sexual y nunca han sido follados son
mierda, desde mi punto de vista. Mentirosos como los que llevan gafas de pasta sin cristales. Entre
los que son follados están los bisexuales y los homosexuales. Entre los que sólo follan están los
heterosexuales, los bisexuales y los homosexuales.
¿Cómo puede ser un tío que se folla culos de otros tíos simplemente heterosexuales? ¡Bisexual
mínimo! Yo creo que no. Es algo que se siente por la forma en que te folla o te coge o su reacción
después de correrse. Todo es culpa de los años en que nos ha tocado vivir; lo que yo llamo “la
dictadura del coño”. En teoría hay tantos hombres como mujeres. Las mujeres follan cuanto quieren,
y más. La mayoría de los hombres siempre se quejan de que follan poco o nada. ¿Cómo puede ser?
Bueno, es sencillo: hay un pequeño grupo de elegidos que follan sin parar y otro gran grupo que se
tiene que dejar media vida para meterla en caliente. A las mujeres parece no importarles follarse a un
tío que folla sin parar con tías diferentes. A los hombres eso les suele importar bastante. De ahí que
digan que ese tipo de tías son unas “putas”.
Todo esto se traduce en que la gente necesita follar. Estamos aquí para eso, para follar. La gente
suele empezar intentándolo por los medios habituales: bares, discotecas, amigas de amigos,…
cuando eso falla empiezas a ser imaginativo y recurres a Internet, por ejemplo. Si eso sigue fallando,
tienes un problema. Algunos siguen enrocados, gastando muchísimas horas en bares, discotecas o
páginas web para ligar. Otros se van de putas, que suele salir más barato, pero no es lo mismo follar
pagando que sin pagar, y no lo digo por la calidad del sexo porque las putas follan mejor que casi
todas las mujeres ya que es su trabajo. Lo digo por la sensación de “triunfo”. La sensación de “he
follado”. Las mujeres han conseguido llegar a una situación tal que cuando follamos nos sentimos
como Neil Armstrong caminando por la Luna.
En este estado de extrema necesidad hay gente que prueba cosas nuevas. No los llamaría
bisexuales. Ellos son heterosexuales y nada les gustaría más que hacerlo con una mujer, pero tienen
una necesidad. De cualquier forma, son gente de mente abierta y dispuestos a probar cosas nuevas. El
ambiente gay está lleno ellos. No quieren llamar la atención. Son gente educada. Sólo quieren follar.
En el ambiente gay se suele hacer una división entre lo que se llama “pasivo” o “activo”. Cuando
dos tíos follan pasivo es aquel que, por decirlo de alguna manera, hace el rol de mujer. Pasivo es
aquel que hace la mamada y pone el culo para ser follado. Pasivo no implica ser sumiso o esclavo o
cosas así. Pasivo es el que es penetrado. Cuando digo “rol de mujer”, no digo, en ningún caso, ser
afeminado, ponerse ropa interior de mujer o temas similares. Simplemente que hace lo que una mujer
hace en una relación sexual. Entre los pasivos puede haber gente muy sumisa o muy femenina, pero en
principio son cosas diferentes. Está relacionado, pero no tiene porque ser así.
Activo es el que penetra, el que hace rol de hombre. Esta diferencia no suele ser tan drástica y la
mayoría de hombres se encuentran en algún punto intermedio. Los que hacen de todo son versátiles.
Versátil implica que te gusta hacer de todo. Luego hay activos que también se dejan follar, aunque no
les guste especialmente, o no disfruten, lo hacen por la otra persona. También hay pasivos un poco
activos. En resumidas cuentas, que te encuentras gente en cualquier punto del espectro.
Yo, por ejemplo, me considero pasivo cuando lo hago con otros hombres. Si quiero ser activo
prefiero hacerlo con una mujer. Como digo, el ambiente gay está lleno de heteros infiltrados así que
si eres pasivo es muy sencillo follar. ¿Por qué me gustan los heteros? Principalmente porque estoy
casado y no quiero tener problemas. No quiero tener que dar mi número de teléfono ni que me llamen
ni tonterías así. Casi todos los heteros lo hacen a escondidas, no lo sabe nadie más, así que follar y
un “adiós hasta nunca” nos va bien a los dos.
Además, con la edad me he vuelto escrupuloso y los viciosos me empiezan a dar un poco de
asco. No me va nada toda esa gente con rollos rarísimos que quieren llenarte el cuerpo de saliva,
ponerse aros en la polla, tangas, boxers de esos abiertos por el culo, decirme cosas como si fuera una
mujer… Recuerdo una vez lo estaba haciendo con un tío. Estábamos a medio sesenta y nueve. Él era
muy exagerado, mucha succión, mucho ruido. Supongo que él estaría disfrutando así que dijo algo
como “¡somos unas guarras!”. Me bajó todo, me puse los pantalones y me fui. Ese rollo televisivo no
me va nada.
Todo esto viene a cuento de que cuando yo tenía dieciocho años teníamos un juego llamado
“sofá”, y al ver ahí sentados a los dos italianos me vinieron memorias del pasado. Aquel año, con
dieciocho, me hice amigo de unos chicos del barrio. Los conocí en el parque donde los jóvenes de la
zona nos sentábamos a hablar, fumar y beber. Cada día. Sin Internet era lo que se hacía entonces. Me
hice muy amigo de uno de ellos que era algo así como el líder porque su hermano mayor le daba
paquetes de tabaco. Una tarde me invitó a subir a casa a fumar y beber alcohol. Mientras hablábamos
puso una película porno de la época usando un famoso reproductor VHS. Debía ser el año 90 o por
ahí. Sabía que él tenía películas pornográficas porque lo habían comentado varios de los chicos del
barrio, pero a mi siempre me había dado un poco igual porque por aquel entonces yo ya estaba
bastante experimentado, sexualmente hablando.
Nos sentamos en su sofá y seguimos fumando mientras aquellos tipos peludos follaban con
mujeres apenas rasuradas. Noté que el tenía una erección, era fácil de ver. Se la sacó y empezó a
masturbarse.
- Tú también puedes. Siempre lo hacemos con los otros.- Así que me la saqué y comencé a
masturbarme sin demasiadas ganas, porque ¿qué podía hacer? Él tenía la mirada clavada en la
televisión. Alargó su otra mano y comenzó a masturbarme.
- Tú a mi también. Siempre lo hacemos. Sin mirar. ¿Crees que con una tía se debe sentir algo
similar? Ve más despacio que cuando me toca otro me corro más rápido.
Aquello se iba poniendo interesante. Él tenía la mirada clavada en la tele y yo miraba su polla de
reojo. Sus movimientos mientras me masturbaba eran torpes pues apenas subía y bajaba de la base
del pene. Yo le masturbaba aprovechando todo el recorrido y le acariciaba el glande. Por sus
estremecimientos noté que iba a correrse en breve así que bajé la cabeza para hacerle una felación,
pero casi no tuve tiempo de hacer nada porque se corrió muy rápido.
- Uff, nunca habíamos hecho eso. Casi me muero. Oye, yo no te la voy a mamar.
- Da igual, ya acabo yo.- Tuve que cerrar los ojos y forzar muchísimo.
A partir de ese día me invitaba cada tarde a subir a su casa. Las primeras veces seguíamos el
mismo procedimiento, y como quien no quiere la cosa le acababa haciendo una mamada. Una vez que
ya hubo más confianza él se sentaba en el sofá, abría las piernas y yo me sentaba de rodillas delante
suyo para hacerle una felación tal como entrabamos por el salón. Se corría bastante rápido, pero a
veces quería otra y esa ya costaba algo más.
Yo nunca dije nada a nadie, y siempre que subía más gente no lo hacíamos, hasta que un día
estábamos 3 tíos en el sofá haciendo nuestras cosas con la porno de fondo y yo me puse
cachondísimo entre tanta polla y le hice una mamada a mi amigo. Él otro se nos quedó mirando y
dijo:
- ¿Puedo yo?- Así que también le hice una.
El tema se disparó y cada día subían cuatro o cinco personas, se sentaban en el sofá con los
pantalones bajados y miraban la porno mientras yo iba de rodillas a rodillas. Llamábamos al juego
“sofá” porque el primero que se corriera no subía al día siguiente.
Durante un tiempo fue genial, pero como suele pasar con estas cosas el tema fue muriendo poco a
poco. Conflictos personales, supongo. Estoy seguro de que todos ellos eran heterosexuales porque
luego nunca los he visto por el ambiente y sé que han tenido novia. Perdí el contacto, será algo que
quieren olvidar, pero con dieciocho años nadie dice que no a una mamada.

Al día siguiente les esperé en la puerta de la comisaría. Llegaron puntuales. Me dieron unos
pasaportes que comprobé en uno de los ordenadores comunes y por suerte todo estaba correcto.
- Poneros estas tarjetas en un lugar visible. No habléis con nadie, os llevaré directos a mi
despacho.
Cuando llegamos a mi despacho estaba todo hecho una mierda. Las cosas estaban tiradas de un
lado a otro, papeles por el suelo, el teléfono descolgado colgando de la mesa,…
- ¿Qué pasa aquí? ¿Te han jodido? - Dijo el rubio caminando por cada rincón del despacho como
un sabueso. Sí, ayer jodí a la secretaria en mi despacho y todo quedó hecho una mierda, pero si le
digo éso a este tipo igual me parte en dos pedazos. No dudo que lo haría. Hay algo raro en él. Así
que no dije nada.
- Esto no sentido.- Dijo mientras iba tocando cosas y mirando cada rincón.- Nadie ha buscado
nada aquí, es demasiado arbitrario. ¿Alguien te odia dentro de la comisaría? No parece más que una
maniobra de distracción.
Le seguí con los ojos mientras iba poniendo las cosas en orden. ¿Cómo había llegado tan rápido a
esa conclusión?
- ¿Eres el Sherlock Holmes italiano?
- No, pero he tenido que darle la vuelta a muchas casas buscando mierda. Aquí no hay ningún
patrón.- Su compañero estaba de pie bajo el umbral de la puerta, con su cara rara y su mirada rara.-
¿Son estas las cajas, no? Nadie las ha tocado.
- Sí, ahí está todo. En teoría sólo trabajamos con el ordenador pero me gusta imprimir todo
porque trabajo más fácil con papel.
- A mi también me pasa, así iré mucho más rápido.
Se sentó en el suelo y comenzó a sacar todo el material de las cajas y a distribuirlo en montones
sobre el suelo. Una vez que todo estuvo fuera volvió a hacer más montones y a mover papeles y
dossieres de un montón a otro. Miraba cada documento muy rápido, era imposible que le diera
tiempo a leer nada. Después de estar un par de horas haciendo y deshaciendo montones, metió todos
menos uno en las cajas. Me quedé fascinado viendo como trabajaba con todos los datos. Supongo que
así es como trabajará la policía de verdad, sólo que él era de los malos. Su compañero estaba
ausente de todo, como si no fuera con él, prestaba toda su atención al teléfono que tenía entre manos.
Su cara rara, inexpresiva. ¿Sería él el más peligroso de los dos?
Me llamaron al teléfono, les pedí disculpas y salí al pasillo a contestar la llamada, cerrando la
puerta del despacho a mis espaldas. Era mi médico. Bueno, un médico privado en quien confiaba
para hacerme chequeos un par de veces al año, principalmente para comprobar si tenía algún virus
de transmisión sexual. Él se especializaba en eso fuera de horas para sacarse un dinero extra y era
muy riguroso en cuanto a mantener toda la información de forma extremadamente confidencial. Por
eso era famoso en el ambiente.
El primer chequeo me lo hice hace quince años, y desde entonces me hago mínimo dos al año. Si
he tenido un periodo muy loco, pues más. Siempre he tenido muy claro que el día que tuviera el SIDA
sería totalmente abierto con mi mujer y con mi trabajo. Me divorciaría y viviría el resto de mi vida
en penitencia. Hasta entonces seguiría a lo mío.
- Tengo buenas noticias.- Dijo mi médico.- No tienes nada.
- He sido un buen chico. ¿Ha caído mucha gente últimamente?
- Demasiados. Se ha puesto de moda la locura esa de “la fiesta del bicho”, o “bug party” como
dicen los ingleses.
- ¿Eso qué es?
- ¿No lo sabes? Es una fiesta que está ahora de moda. Una orgía con muchos hombres, entre
veinte y treinta. Todos están sanos, como tú, menos uno que tiene el SIDA y nadie sabe quien es,
excepto el infectado, claro. Lo único que saben todos los demás es que uno de ellos tiene el SIDA.
Así que follan a lo loco durante horas. Les da un morbo especial el riesgo de ser infectados, como si
jugasen a la ruleta rusa.
- ¿En serio?
- Sí, es la última moda. No te debería decir esto como médico, pero ¿quiéres que te ponga en
contacto con ellos para ir a una fiesta?
- No, gracias. No me va ese rollo y tengo una familia.
- Bueno, como veas. Te pongo en la agenda para el próximo chequeo, ¿no? Si no me dices nada
dentro de seis meses, y te lo recuerdo dentro de cinco.
- Bien. Gracias por todo, nos vemos en seis meses o algún día de fiesta.
- Un beso.
Volví a mi despacho
- Necesito un descanso de cinco minutos y un café.- Me dijo el rubio.
- ¿Has mirado toda la información tan rápido?
- Es como contar dinero.
- No te ha dado tiempo a hacer nada… ¿qué hay en ese montón?- Pregunté.
- Lo poco que tenéis útil. Todo lo demás es paja. Quiero refrescar la mente y mirar bien otra vez
estos papeles, a ver si veo algo, pero yo creo que no tenéis nada.
Salimos a la calle donde había varios coches apartados y policías entrando, saliendo y hablando
relajadamente. Dos mafiosos, posiblemente asesinos y Dios sabe qué, estaban tomando café
tranquilamente allí, y decenas de policías alrededor que los ignoraban completamente. Interesante.
Volvimos dentro y fuimos a una pequeña sala de conferencias donde podrían tener más espacio. Se
sentaron uno al lado del otro y se fueron pasando los documentos. Por primera vez el de la cara rara
hacia algo productivo, aunque sólo fuera ojear papeles sin transmitir ningún tipo de información.
Cuando le llegaron las imágenes del fallecido se quedó congelado. Su compañero no se dio cuenta,
yo sí. No le cambió la expresión facial, pero se quedó más rígido, perdió color y se le fue perlando
la frente de sudor. Miraba fijamente una de las fotografías donde se veía el fallecido tendido en el
suelo y su cara sin vida mirando hacia un lado.
- Tampoco es para tanto.- Le dije.- No son imágenes fuertes. La herida no se ve, sólo una mancha
roja en la camisa.- Me miró. ¿Tenía miedo? Su compañero, el rubio, cogió la imagen y se la quedó
mirando.
- ¿Lo conociste?- Le preguntó el rubio al de la cara rara. No contestó inmediatamente. Se miraba
las manos, la habitación, se limpiaba el sudor.
- No. ¿Quién es?
- Da igual, ya está muerto. Era nuestro jefe. Bueno, el pez más gordo de la cadena. Estamos aquí
para intentar saber quien lo mató y por qué. Sólo eso nos puede salvar el culo.- Tiró la foto al cajón
del material inútil y siguió revisando más papeles. Su compañero volvió a jugar con el teléfono.
- Aquí no hay nada.- Dijo el rubio.- Es como si un tío hubiera salido de la nada, se lo hubiera
cargado y hubiera vuelto a desaparecer, dejando unas pistas extrañas. No sé si es que sois una
policía pésima o el asesino es un genio. Necesito más información. Quiero todo el material que
tengáis desde dos días antes del asesinato hasta hoy.
- Tendrá que ser por ordenador. Puedo traer mi portátil aquí, está conectado a la base de datos.
- Trae el portátil y una impresora.
En cinco minutos conectamos todo y le di acceso a la base de datos. Entendió el funcionamiento
muy rápido. Me era difícil seguir lo que estaba haciendo porque estaba de espaldas a la pantalla,
pero el rubio movía el ratón y tecleaba a una velocidad de vértigo mientras iba imprimiendo
documentos. Su compañero los iba recogiendo y los grapaba.
Pasaron varias horas y bajé a por comida. Cuando subí seguían trabajando sin parar. Comieron
mientras trabajaban, pararon a tomar un café y volvieron otra vez a tope.
- ¿Estás seguro de que no quieres ser de los buenos? Parece que tienes madera para esto.- Le
dije.
- Acepto el trato si puedes pagarme diez millones por año.
- ¿Cuánto dinero tienes?
- No lo sé, no llevo la cuenta. Tengo varios gestores en paraísos fiscales. Creo que tengo dinero
para vivir veinte vidas sin límite, pero una vez que estás dentro de la familia no puedes salir. Por
cierto, ya puedes llevarte el ordenador, tengo todo lo que parece importante.
Tras llevar el ordenador a mi despacho de vuelta, al volver a la sala de conferencias habían
llenado la mesa de montones con dossieres, y volvió otra vez a mover papeles y montones de un lado
para otro. Pasaron varias horas y sólo quedó un montón. Puso los documentos restantes encima de la
mesa de tal forma que todos fueran visibles y añadió los que había apartado antes de comer. Ya era
de noche.
- ¿Queréis algo para cenar?
- No. En dos horas esto estará acabado y sabré si tengo algo útil o no. Prefiero acabar lo antes
posible e irme de aquí.
Hablaban entre ellos en italiano mientras miraban los documentos. Parecía que los repasaban uno
a uno. Cogió uno y se sentó para ojearlo detenidamente. El rubio sacó su teléfono y llamó a alguien.
Hablaron un rato, se despidieron y lanzó el documento a la basura. Dio una vuelta alrededor de la
mesa y lanzó varios más. Cogió otro, volvió a llamar a alguien y lanzó más documentos. Repartieron
los pocos documentos que quedaban encima de la mesa de tal forma que todos eran perfectamente
visibles. Se sentaron y hablaron entre ellos. Cambió la tarjeta SIM de su teléfono e hizo otra llamada.
Esta vez fue más larga y repasaba uno de los documentos mientras hablaban. Me pidió algo para
escribir, con señas, y apuntó algo en un papel que se metió en el bolsillo. Volvió a hacer otra llamada
y se apuntó más cosas.
- Necesito acceso a Internet. Desde aquí sólo puedo acceder a vuestra base de datos.
- Yo tengo Internet en el teléfono.- Le dijo su compañero.- ¿Te vale?
- Sí, sólo quiero usar Google.- Conectaron el teléfono al ordenador, quise acercarme para ver
que buscaba pero me dijo que no.
- Bueno, esto ya está.- Dijo mientras lanzaba más papeles a la basura y colocaba en el centro de
la mesa cinco dossieres bastante finos.- La única conclusión a la que he llegado no tiene sentido,
pero en esta vida todo puede pasar.
- ¿Quién ha sido?
- Ése es tu trabajo. Como soy buena persona te diré que la respuesta está encima de la mesa. He
limpiado el navegador así que no pierdas el tiempo con el ordenador. No estoy seguro
completamente pero es a lo mejor a lo que he podido llegar. Si no te importa nosotros nos vamos.
Estate atento mañana a las noticias.
Bajé a despedirlos y volví a la sala de conferencia. Cinco dossieres, menos de cincuenta hojas en
total. ¿Ahí estaba la respuesta?
Capítulo 18 Escalera Hacia el Cielo
Un momento en una agenda. Una décima de segundo más.
Dime que esto no puede ser verdad. Cerré la puerta y telefonee a mi mánager. No había nadie
cerca. Se oía mucha gente, pero lejos. ¿Me habría visto alguien? La habitación estaba a oscuras,
quizás al abrir la puerta se habrían deslumbrado y no me habrían visto. ¿Tenían los ojos tapados?
¿Cuánto rato les he mirado? ¿Minutos? ¿Segundos? Mi mánager llego caminando por el pasillo como
un pabo real.
- ¿Qué significa esto?- Le pregunté.
- ¿La sorpresa? ¿Te ha gustado?
- ¿Qué si me ha gustado? Ahora mismo no estoy seguro de si me has destruido la vida.
- ¿Por qué? Es solo una sorpresa. Pensé que gustaría. Me lo recomendaron.
- ¿Qué te lo recomendaron? ¿Cuánta gente sabe de esto?
- No lo sé. Hablé con varias personas del negocio. Necesitamos reflotar tu gira, las críticas están
siendo negativas. Ya no transmites.
- Puedo pasarme toda la vida en la cárcel por esto. Sabes, creo que lo único que me puede salvar
es hacer lo que haría una persona normal: llamar a la policía y denunciarte. De hecho, yo no he hecho
nada. He abierto una puerta sin saber que había dentro.
- No te lo recomiendo.
- ¿Es una amenaza?
- Indirecta, y no por mi parte. ¿Crees que he ido a un parque y metido a esos niños en una
furgoneta con golosinas y luego los he traído aquí? Es una empresa. Gente especializada en esto. Es
un gran negocio. Van a muchas fiestas, artistas, políticos, ferias, …
- Pero qué cojones estás diciendo.
- Mira. Tú no te preocupes de nada. Vete a tu casa que hoy estás en Barcelona. Queda con tus
amigos de toda la vida, relájate. Yo me encargo de todo. Sólo tengo que llamarles y ellos lo arreglan.
Nadie sabrá nada. Son especialistas, hace años que llevan este negocio y, ¿alguna vez has oído algo?
- Esto es una monstruosidad. No puedo irme a casa y quedarme de brazos cruzados. Además,
aparte de lo moral estaría cometiendo un crimen igualmente que me llevaría varios años a la cárcel.
- Si no dices nada no te va a pasar nada. No tienen un puto Excel con tu nombre. Además ellos no
tienen que saber nada, yo les pago y ya está. Si le dices algo a la policía te van a matar, y a mi
también.
Va saltando de hoja en hoja. Mil millones de instantes de que hablar.
Fui a mi casa en metro. Me encanta coger el metro o el autobús y sentarme entre personas,
escuchar sus conversas y mirar sus caras. Nadie me reconoce, supongo que para que te reconozcan
tienes que ser un jugador del Barça o algo así. Es posible que algunos de ellos conozcan mis
canciones, pero no tienen ni idea de quien soy yo. Es una sensación interesante. Conocido pero
desconocido.
Cogí la línea roja y luego la verde hacia la parte alta de la ciudad. Antes, cuando iba a la
universidad, recuerdo un día mirar por “Google Maps” mi campus y ver que alrededor estaba lleno
de casas con piscina que jamás había visto. Cuando tuve algo de dinero me compré una de ésas. En
realidad es un error porque está algo lejos del centro, pero ahora no es el mejor momento para
cambiarme de casa.
Una ráfaga de aire frío. Un molino de viento hace girar.
Hacia mucho que no estaba en mi casa. Cuando vuelvo me gusta comprobar que todo esté en su
lugar. Lo que más me impacta es abrir mi ordenador meses después. La casa más o menos sigue igual,
pero no es que sufra muchos cambios a diario. Quiero decir, una casa apenas sufre cambios en un año
o incluso en varios. La gente no mueve la tele de lugar cada tres días. Un ordenar sí, mirando páginas
web, recibiendo archivos, instalando cosas. Por eso me impacta abrir mi ordenador varios meses
después. Es como si mi vida hubiera quedado ahí congelada. Mis últimas conversas, lo último que
visité, lo último que escuché, la última película que me bajé.
La nevera estaba vacía. Mi ropa acartonada. Alguien había cambiado las sábanas, seguramente
mi madre. Me puse a ver la tele, estirado en mi sofá.
Va rodando sobre su eje. Descubriendo una trayectoria más.
¿Debería llamar a la policía? ¿Qué le pasará a esos niños? ¿Algún hijo de puta los violará
mañana? Se me congeló el cuerpo al pensar en eso, al visualizarlo en mi mente. Un político, de esos
de derechas, gordo, vicioso, peludo. Si llamo a la policía me van a matar. Soy un cobarde.
Me quedé dormido y me desperté a media noche porque me dolía el cuello al estar estirado en el
sofá. Por la tele salía uno de esos brujos. Fui a mi cama a dormir pero me había desvelado. ¿Dónde
estarían esos niños ahora? ¿Los trasladarían de un lugar a otro como a toros de feria? Llamé a mi
mánager.
- ¿Mañana a que hora salimos?
- ¿Qué? ¿Sabes qué hora es?
- Sí. Es tarde. Se oye fiesta de fondo allí donde estás.
- Te irán a recoger a las nueve. El avión sale a las doce.
- No puede ser, que vengan más tarde.
- ¿Qué dices?
- No puedo dormir. Necesito dormir siete horas.
- El avión va a Madrid, donde harás conexión para ir a América. No tienes alternativa, no
podemos retrasarlo un par de horas.
- Lo mejor de esta discusión es que yo mando y se hará lo que yo quiera.
- Lo que tú digas. Cancelar el primer concierto y comprar otros billetes de avión te va a costar
varios miles de euros, y eso sin pensar tu bajón de popularidad. Nada da peor imagen entre los fans
que cancelar un concierto. Toda esa gente que todavía no tiene entrada se lo pensará dos veces antes
de confiar en ti.
- ¿Dónde están los niños?
- Yo que sé.
- ¿Siguen ahí?
- No lo sé. Supongo que ya los habrán recogido. Mira, yo no tengo nada que ver con eso. Me
dieron el contacto, hablé con un intermediario, pagué, les dije un día, hora y lugar y ya está.
- Quiero ir a ver si están.
- ¿Qué dices?
- O vamos a comprobarlo o mañana no cojo el avión.
- Joder… Espera, voy a tu casa.
Es que no hay nada mejor que imaginar… la química es un placer.
- ¿Qué haces en putos calzoncillos?
- Hace calor.
- ¿Y qué? Es de… educación mínima taparte o lo que sea cuando tienes un invitado.
- ¿Ésto te parece bien?
- ¿Vas a hacerme una llave de judo o qué? ¿Tienes alcohol? ¿Pongo unos cubatas?
- No lo sé. Mira en la cocina o en el comedor.
- Sí, tienes de todo. ¿Qué te pongo?
- No quiero beber nada ahora, joder. Sólo quiero ir a ver si están esos niños… llamar a la
policía. No quiero ir a la cárcel.
- Nadie va a ir a la cárcel. Tranquilo. Beber te ayudará a dormir. Un cubata nunca viene mal.
¿Vodka piña?
- Bien.
- Voy a hacerlo. Pon algo de música.
Me pareció buena idea. Me gusta mirar mis discos, poner una canción y cambiar a otra rápido.
Miré el cajón de vinilos. Creo que voy a tirar todos los CDs a la basura, son horribles.
Es que no hay nada mejor que formular, escuchar y oír a la vez.
- ¿Y esto? Ten tu cubata.
- Es del 85, el año que yo nací.
- No me suena de nada.
- Nacha Pop.
- Sí, son muy famosos. Bueno, tienen algunas canciones famosas, pero nunca había oído esto.
- Su mejor disco. No puedes encontrar las canciones ni en Youtube ni por descargas ni nada.
Quería una versión digital para escucharlo en el ordenador pero es imposible.
- Pues oye yo conozco un tío que tiene un aparato para pasar vinilos al ordenador.
- Da igual. Prefiero seguir teniéndolo sólo en vinilo, así los escuchó una vez al año y es un
momento especial. Ahora que lo pienso creo que es del 84, no lo sé. Los compré por cuatro duros. Es
gracioso porque los estuve buscando por Internet dispuesto a pagar lo que fuera y luego lo encontré
en una tienda de éstas de cosas antiguas de segundo a mano.
- ¿Cómo está la bebida?.- Me preguntó mientras le daba un trago largo a su cubata.
- Bien. Sabes como me gustan, cabrón. Poco alcohol, lo justo.
- ¿Te pongo otro?
- Dale. Me está subiendo muy rápido. No sé si es porque he cenado poco, por el concierto o
porque estoy bajando el ritmo, pero me siento tocado.
- Mejor. Vamos de fiesta. Llegas al avión sin dormir y te duermes mientras vuelas. Es mejor para
el jet lag.
- No, ya soy mayor para esas cosas, no aguanto tanto. Vaya mierda, me has liado. Mañana tendré
resaca. Buenos, vamos a ver si aún están los niños.
- No están. He pasado al venir hacia aquí y no están.
- No mientas. No te ha dado tiempo.
- Pero es que lo que dices es una locura. La sala estará cerrada ahora mismo. ¿Quieres que llamé
al dueño para que la abra para ti? ¿Estamos locos? Mañana por la mañana envío a alguien para que
lo compruebe.
- Deja de decirme mentiras de mierda, joder. Vamos. Has venido en coche, ¿no?
- Va a estar cerrado, y lo sabes, y no pienso llamar a nadie para que lo abra.
Mira el ángulo formado por ti por mi. Es la solución a algo muy común aquí.
- ¿Es éste tu coche?- Le pregunté.
- Sí. Espero que no vomites.
- Oye, espera un momento que voy a traer más bebida.
(...)
- ¿Y esa bolsa?- Me preguntó.
- La piña y el vodka. Hoy va a ser una gran noche. Vamos a la sala.
- Siéntate delante si quieres, que esto no es un taxi.
- ¿Habrá mucho tráfico?
- Yo que sé. A estas horas no creo. Pero tío joder… va a estar cerrado.
- Dale fuerte. ¿Te importa si bebo?
- Sírveme a mi también.
- Si bebes no conduzcas.
- Me vas a comer el rabo. El coche tiene reposa vasos para los cubatas.
- ¿Te pongo vodka piña? No sé que estabas bebiendo antes.
- Sí, pon lo que quieras. En el guantero hay coca, pon una ralla donde puedas.
- Yo paso de eso.
- Bueno, si quieres que vaya a esa puta mierda de sitio que va a estar cerrado ponme una puta
raya.
- Coge la Diagonal. Espera. Yo cuando iba a la Facultad de Informática de Barcelona iba aquí al
lado. ¿Crees que estará abierta? ¿Por qué no vamos y nos meamos y reventamos unos ordenadores?
- ¿Pero tú que tienes en la puta cabeza? No me voy a parar en tu universidad de hace cincuenta
años.
- Había una sala para ensayar. Ahí fue donde comencé con mi anterior grupo, que en paz
descansen. Putos gilipollas. Sabes, aquella puta la lío.
- No quiero saber nada de todo eso. Fuiste al juicio y todo se cerró. A mi todo lo demás me da
igual.
- ¿Puedes ir al Burger King de la Illa?
- No.
- Recuerdo en una de las fiestas de mi universidad, que suelen ser a primeros de mayo. Yo y un
amigo estábamos bastante borrachos y fuimos a ése Burger King. Y mi amigo le dijo al tío: ¿qué me
recomiendas? En el Burger King le dijo eso: ¿qué me recomiendas?
- ¿Qué le recomendó?
- ¿Crispy chiken? ¿Se llama así? Se pidió dos. Estaban de oferta, creo. Luego volvimos y me
eché unos canutos y me puse a dar volteretas por el césped. Al día siguiente mi madre me preguntó
que coño pasaba con toda mi ropa llena de mierda verde.
- Como Hulk.
- Esa puta óptica con las ventanas así redondas siempre me ha vuelto loco. Coge calle Valencia
cuando puedas y para en Paseo San Juan.
- ¿Qué dices?
- Sí, para ahí. En esa tienda trabajó mi madre como toda su vida hasta que la echaron por la puta
crisis. Con cincuenta y seis años y en la puta calle, sin nada que hacer. Cada mes tengo que darle
dinero para que pueda vivir bien. Para ahí, quiero mearme en la puerta.
- No pienso parar para que te mees en ningún lado. Pon más mierda encima del volante.
- Ése es mi colegio.
- ¿Tambien quieres mearte ahí?
- No. Que les den. Era un colegio de curas. Pederastas seguro.
- ¿Sigo hasta Marina y bajo?
- Sí, vamos a la funeraria.
Ahora tu no dejes de hablar. Somos coordenadas de un par.
- Una pregunta: ¿hablaste con ellos?- Le pregunté.
- ¿Con quién?
- Con los cabrones que negocian con niños.
- Hablé con uno de ellos por teléfono. Nunca los he visto en la vida real. No funcionan así. Tu les
dices donde, a qué hora, les pagas y ellos hacen todo lo demás.
- ¿Cómo sonaba?
- ¿Él? ¿Su voz?
- Sí, ¿a qué sonaba?
- No sé, un tío serio, directo, al grano, amenazante. Yo quería que aquella conversa durase lo
mínimo posible.
- ¿Tenía algún acento? ¿Era del norte? ¿Del Sur? ¿Catalán?
- Italiano, sonaba italiano. Hablaba un castellano decente, pero se notaba que era italiano.
- Putos italianos, siempre liándola. Si sigues todo recto la casa de mi madre queda la siguiente a
la izquierda, la otra calle es por donde tienes que bajar. Así que italianos. Espera.
- ¿Qué?
- Para el coche. Ahora. Rápido. ¡Ya!
- ¿Qué cojones en eso que sacas de la bolsa? Pero tío, ¿qué haces con ese machete?
- Voy a matar a ese hijo de puta calvo. Ése tío es italiano seguro, de los putos niños.
- ¿Qué dices? ¡Espera!
Bajé del coche. Oía mi respiración muy fuerte y caminaba pisando fuerte a lado y lado. No sé si
me estaba afectando el alcohol o algo más. Ese cabrón calvo caminaba tranquilamente, pero yo me
iba acercando.
- Puto calvo, date la vuelta.
Le cogí del hombro. Se dio la vuelta y me miró con cara de terror. Le clavé el machete, dentro y
fuera, rápido.
- ¿Pero qué cojones haces? Sólo es un niño. No pasa de veinticinco. Míralo bien, este tío tiene
cáncer seguro.
Cayó de rodillas mientras se apretaba con las manos donde yo le había apuñalado. Abría y
cerraba la boca, como un pez. Se sentó en un bordillo.
- ¡Corre tío, corre! ¡Al coche! ¡Largo de aquí! ¡Te lo has cargado!
Corrimos al coche. Yo me estaba partiendo el culo, tropezándome con el kimono.
- ¡Acelera!- Le grité.
- ¿Dónde vamos?
- Vámonos de aquí.
El coche pasó por delante del calvo. Seguía abriendo y cerrando la boca, como un pez, mientras
miraba al suelo.
- Puto calvo, seguro que es el de los niños.- Dije.
- ¿Qué dices? Ese tío es un pringado. Sólo volvía a casa.
- ¿Llámamos a la poli?
- ¿Estás loco? ¡Nos largamos de aquí! Mañana desapareces de Barcelona y aquí no ha pasado
nada.
- ¿Pongo otra copa?
La bolsa con la bebida estaba en el asiento de atrás. Limpié el machete con mi kimono.
- ¿Qué vamos a hacer con todo esto?- Pregunté.
- Lo quemaremos todo y a la puta mierda. Cuando la poli se de cuenta tú ya estarás a cinco mil
kilómetros de aquí.
Incógnita que aún falta por despejar.
- ¿Puedes parar un momento? La bebida se ha caído por atrás y no alcanzo a cogerla.
- Vamos a casa, tío. A dormir y mañana es otro día.
- Sólo van a ser cinco segundos para coger la botella. Mira, ahora en el semáforo.
Bajé del vehículo y había cantidad coches circulando a pesar de que era de noche. Seguro que
alguien me habría visto antes. ¿Me habrían reconocido? El calvo estaba una manzana atrás. Gente
andando, nadie. Espera.
- Tío mira ese cabrón. Ése sí que tiene pinta de italiano. Parece sacado de una película.- Le dije.
- No me jodas, coge la botella y vuelve al coche.
Abrí la puerta y cogí la bolsa con las botellas. El tío venía por la calle de la izquierda, de frente,
así que crucé a la calle de la derecha y fui caminando hasta que me pasó, entonces volví a cruzar la
calle para ponerme detrás de él.
- ¡Tú! ¡El de los niños!
El tipo se giró pero yo ya estaba encima. No tuve mucho espacio así que le clavé el machete poco
a poco. Él me agarró del kimono mientras me miraba con cara de sorpresa. Le empujé y mientras caía
saqué el puñal. Tuvo mala suerte porque se cayó de medio lado y yo no soy cirujano, así que fue de
todo menos una extracción limpia. Cayó a plomo. Limpié el machete varias veces con mi kimono
intentando borras mis huellas o lo que fuera, y lo tiré debajo de un coche que había aparcado justo al
lado.
¿Me habría dejado alguna prueba? Ninguno de los dos me había tocado. Dos asesinatos limpios.
Corrí hacia el coche y me senté detrás. Serví un par de copas.
- Estás loco. Has acabado con todo.- Dijo mi mánager.
- No he acabado con nada. Sólo me he cargado a dos putos mafiosos que traficaban con niños,
además de mil negocios turbios que no quiero conocer. Tú los contrataste, . Deberías estar en la
cárcel.
- Te acabas de cargar a dos tíos. Si esto fuera Estados Unidos en una semana estás en la silla
eléctrica.
- Mañana aterrizamos en Estados Unidos, ¿no? Nadie va a descubrir nada. Tú sigue conduciendo.
Vamos al centro. Nadie me ha reconocido. Seguro. Estaba todo muy oscuro.
- ¿Al centro? ¿Quieres matar a más gente?
- En el centro habrá fiesta seguro.
- ¿Por qué no vamos a casa? ¿No veníamos a comprobar lo de los niños?
- Eso ya está arreglado. Nadie los va a volver a molestar.
Busco un libro que diga como. Luego otro que se titula así.
- Coge Aragó. ¿Puedes poner la radio? Uno de esos programas donde la gente llama
lamentándose de su vida. ¿Quieres otra copa?
- Volvamos a casa tío. La has liado. Ya habrán llamado a la policía y tu vas con tu puta bata
ensangrentada.
- No es mi sangre.
- ¿Y qué? Ya habrán enviado la alarma a todos los policías de Barcelona, o de toda España. Si
ven un tío por la calle en tu condición actual… estás jodido, y yo también.
- Vamos al centro. Si quieres, me bajo y te vas.
- No puedo. ¿No entiendes toda esa mierda de que si no te denuncio ahora soy cómplice? Igual a
ti te caen veinte años, y a mi diez.
- Pero les diré que he salvado a los niños.
- ¿Qué niños? ¿Te crees que la policía tiene puta idea de eso? Esos niños están ahora a varios
cientos de kilómetros, o miles, o yo que sé.
- Para con Passeig de Gràcia.
- Pero, ¿qué vas a hacer?
- Me apetece pasear por mi ciudad y tomar algo. ¿No querías ir de fiesta? Podemos ir a alguna
discoteca. Además, tengo que comprar más alcohol.
- Espera, voy a dejar el coche en un parking. ¿Qué haces? ¡No abras la puerta! Deja la puta bata
aquí dentro como mínimo. Joder, vas en putos calzoncillos.
Un tercero llamado nada. Es la formula del circulo sin fin.
Caminando por Passeig de Gràcia me sentía libre. La gente me miraba porque iba en ropa
interior, pero ya estoy acostumbrado a ser el centro de atención. ¿Y si me miraban porque me
reconocían? Lo dudo. Algunos reconocerán mis cancions, pocos o ninguno mi música.
La temperatura era agradable y bastante gente caminaba por el centro. Principalmente turistas.
Pero los turistas no me interesaban nada. Vi un grupo de jóvenes. Cuando digo jóvenes digo gente de
poco más de veinte años. Hablaban. ¿Estarían de fiesta? Me coloqué de pie a su lado. Una de las
chicas me miró de reojo pensando: "¿qué hace este loco?".
- Hola.
- ¿Hola?
- Soy gay.
- ¿Qué?
- Soy gay. Es la primera vez que se lo digo a alguien.
- Pues muy bien, vete a la televisión.
- ¿Me puedo hacer una foto con vosotros?
- Claro.
- Con vuestro teléfono, que no llevo nada encima.
Seguí andando y vi otro grupo. Repetí la misma situación. Estos me abrazaron. Luego otro grupo
me recibió fríamente. Unas chicas unos metros más allá me invitaron a una copa. Un relaciones
públicas me dio un pase VIP para una discoteca que desconocía totalmente. Un grupo de treintañeros
me mantearon.
Seguí andando, hacia abajo, hacia el mar, saliendo del armario, como dicen. Empecé a notar el
bajón de la borrachera y me temí que la resaca moral al día siguiente sería brutal. Mi mánager me
alcanzó.
Y es que no hay nada mejor que revolver el tiempo con el café.
- Vamos al aeropuerto.- Le dije.- Dormiré en un banco.
- No tengo los papeles para el embarque, ni tu pasaporte, ni nada.
- Creo que he dejado la puerta de mi casa abierta. Ve y coge todo lo que necesites. Yo me voy al
aeropuerto. No tengo ganas de ir a casa para dormir dos horas, levantarme, y volver al aeropuerto.
- Si quieres te puedo dejar en el aeropuerto, pero no voy a despertar ahora a mi secretaria.
- Déjame en el aeropuerto. Ahora mismo sólo quiero dormir. ¿Qué vas a hacer con la bata?
- Voy a ir a tu casa y la voy a quemar en la piscina. La policía no te tiene fichado, ¿no?
- No. Siempre he sido buen chico. Hoy ha sido un día loco. Un buen día.
Capítulo 19 Último Capítulo
Camino a Barcelona Décula tenía un mal presentimiento. Su vuelta a Europa no estaba siendo
como esperaba. Sentía que no tenía ningún control sobre su vida. Se sentía totalmente aislado,
desheredado. Había esperado que algún día su padre se hubiera puesto en contacto con él, que
hubieran hablado, bebido una copa de vino, que le hubiera dicho que tenía grandes planes para él y
que sólo tenía que esperar. Nadie se había puesto en contacto con él. Se sentía una gran mierda.
¿Sería todo por seguridad? ¿Cuánta gente conocería su situación real? ¿Lo sabía Dolabella?
Dolabella era un personaje frío y extremadamente distante. En las distancias cortas sus primeras
impresiones fueron buenas, creía que era alguien cercano, familiar,… que podría llegar a ser un gran
amigo. Con el tiempo Décula se dio cuenta de que todo era un papel. No es que Dolabella quisiera
engañar a nadie, pero era alguien práctico, y llevándose bien con su compañero todo iría mejor.
Hablar, reír, beber, salir de fiesta,… pero no esperes nada más. Un muro invisible los separaba.
Dolabella hubiera matado por él si el trabajo lo hubiera exigido, y le hubiera matado sin
pestañear si el trabajo lo hubiera exigido. Verle trabajar le daba miedo. Podía dar palizas, amenazar,
violar, engañar,… sin mostrar ningún sentimiento. Era como si le faltase una parte del cerebro. Con
Dolabella, Décula sentía que su vida no le pertenecía, sino que iba por los derroteros que ese
personaje caótico marcaba. ¿Podía confiar en Dolabella? Un tipo siniestro y caótico en que
gobernaba su vida por momentos.
Hasta ahora todo lo que habían hecho estaba perfectamente definido. Tenían un objetivo y un plan
para conseguirlo. Las cosas salían bien, sus cuentas bancarias aumentaban y sus jefes estaban
contentos. En las últimas veinticuatro horas todo había explotado y su vida estaba todavía más a
merced de su compañero, porque si Dolabella se equivocaba los dos morirían.
El plan no estaba demasiado claro. Ir a Barcelona e intentar descubrir quien había sido el
asesino. Tras conocer la identidad el siguiente paso sería ir a matarlo, huir o mantenerse alerta
manteniendo un perfil bajo por si alguien se ponía en contacto con ellos. Décula sólo sabía que había
muerto un pez gordo, pero no sabía quien. En esta situación de peligro y anarquismo, ¿no debería su
padre ponerlo a salvo?
Una vez que llegaron a Barcelona decidió mantenerse totalmente al margen y dejar hacer a
Dolabella. Durante varios días caminaron mucho, dieron palizas y amenazaron de muerte. De alguna
forma acabaron en un puticlub cerca de la Sagrada Familia, donde esperaron a oscuras en una
habitación hasta que entro un policía.
Teóricamente era quien se encargaba del caso, pero el tipo parecía un gilipollas integral además
de estar totalmente perdido, o eso es lo aparentaba. Se fueron a dormir a un hotel. Por primera vez en
muchas noches no tenían trabajo nocturno. Dolabella quiso montar guardia pero Décula se durmió
profundamente cuando llegó su turno.
Una vez en la comisaría dejó que Dolabella se ahogase con una cantidad casi infinita de papeles
y documentos. “Mejor”, pensó, “mientras esté ocupado con este archivo puedo relajarme y pasar de
todo”. A Décula no le importaba nada quien había muerto, ni quien lo había matado, ni que
repercusiones podría tener en su vida. Él se sentía de paso, haciendo un trabajo que no era para él,
esperando la llamada. Era una situación similar a cuando era niño e iba algunos días cada año a
recoger olivas. Le encantaba y no entendía la cara de fastidio de los jornaleros.
Navegaba por Internet leyendo noticias deportivas y mirando fotos eróticas. Cuando Dolabella
acabó de darle la vuelta a aquel inmenso archivo, se alegró al oír que no había sacado nada en claro
y que tendría que buscar en otra base de datos. No le gustó tanto cuando tuvo que hacer de secretaria
grapando documentos, y cuando Dolabella le pidió ayuda para mirar los documentos no entendió
nada. “¿Qué voy a hacer yo? Si no tengo ni idea.”.
Se sentó a su lado y le pasó un dossier que contenía información técnica que habría redactado un
policía. No entendía nada y su castellano dejaba que desear. Se lo leyó de arriba abajo, pero su
mente estaba ausente. El siguiente dossier contenía fotografías. “Esto será más divertido”, pensó. En
la primera de ellas aparecía un hombre tirado en el suelo, de lado, un coche unos metros más para
allá y un cuchillo debajo del coche. Al lado del cuchillo había un papel con un número, como en las
películas. En la siguiente fotografía se veía la herida en primer plano. En realidad no se veía nada,
sólo una camisa blanca manchada de sangre. Las fotos se tomaron de noche, con flash. La sangre
sobre la acera parecía artificial. En la siguiente foto se veía una mano, posiblemente del mismo
hombre. Era un detalle de las uñas en primer plano. Décula pensó que las tenía bien cortadas. No
notó nada especial. “¿Quién es el gilipollas que hace estas fotografías? Un inepto, como el
detective”.
En la siguiente foto se veía la cara del hombre. Tenía un moflete apoyado en la acera así que su
expresión facial estaba chafada. Los ojos y la boca estaban ligeramente abiertos. No había ninguna
señal de violencia. Décula pasó a la siguiente foto tomada frente al lateral del hombre donde se veía
su cuerpo entero, de la cabeza a los pies, pero su mente ya estaba totalmente ausente. Miraba
fijamente la fotografía sin ver nada. Intentó relajarse pero su cuerpo se puso en tensión hacia
adelante. “Tranquilo”, pensó, “esto no puede estar pasando.” Si bien en esta foto la cara del hombre
muerto aparecía mucho más pequeña, era igualmente reconocible. Era su padre.

Llamé a mi compañero para explicarle los últimos acontecimientos. Mientras le esperaba me


senté en la sala de conferencias mirando los dossieres encima de la mesa. Supongo que mi trabajo
trata sobre investigar y resolver así que cogí uno. Me llamaron al teléfono. Era mi mujer.
- ¿Si? ¿Qué quieres?
- ¿Vas a venir a cenar?- Me preguntó.
- No, estoy ocupado. Voy a estar en la oficina hasta tarde.
- ¿Cuándo vas a resolver el caso? Porque estoy harta. Has desaparecido por completo. Sólo
vienes a casa a dormir, siempre en horas intempestivas. Nunca cenas con nosotras. ¿Cuánto hace que
no hablas con tus hijas?
- No lo sé. Mañana me acerco a comer y hablo con ellas.
- Esto no funciona así. Somos una familia y tú eres su padre. Este caso te ha absorbido por
completo.
- Preferiría estar en casa, como siempre. Contigo, con las niñas. Hablar, comer, cenar.
- ¿Me echas de menos?
- Claro. Te quiero, cariño. Me gustaría estar contigo ahora. ¿Estás en el sofá?
- Sí.
- Pues me gustaría estar contigo. Yo sentado, tú estirada. Tus piernas sobre mi regazo. Cierra los
ojos e imagínatelo. Te acaricio los muslos mientras vemos una película. Oímos a las niñas hablar de
fondo. Te duermes y te llevo a la cama.
- No, no me duermo.
- ¿No?
- No. Follamos. Te lo haría en el sofá.
- Sabes que eso me encanta. Mira, tengo una idea. Coge el teléfono móvil. Colócalo cerca del
clítoris. Ahora voy a colgar esta llamada, y te llamaré al móvil. Cuando te llame, vibrará. Imagínate
que soy yo. Mi lengua, mis dedos. ¿Te gusta?
- Sí, me gusta, ya me estoy tocando, pero no podremos hablar si cuelgas.
- No, silencio. Baja el volumen de la tele, cierra los ojos y déjate llevar. Adiós. Te quiero.
- Te quiero.
Volví al dossier que había cogido. Era el que tenía fotos de la escena del crimen. Las volví a
mirar, parando especialmente en la que se había quedado clavado el de la cara rara. ¿Había algo ahí?
Yo no vi nada.
Lo dejé donde estaba y cogí el siguiente. No tenía nada que ver con el caso, aparte de estar la
mafia italiana involucrada, pero se involucran en casi cualquier crimen posible, así que no le vi
demasiada relación directa. Se trataba de tráfico de drogas. El mismo día que ocurrió el asesinato
habían pillado a un traficante de poca monta en un pueblo a hora y media de Barcelona. El tío dijo
que le había enviado la mafia. Poco inteligente. Un principiante. ¿Aún viviría? ¿Cómo estaría eso
relacionado con el caso? ¿Tendría el camello novato una relación directa con el capo? ¿Lo habría
matado algún amigo suyo al enterarse de que lo habían pillado? Dejé el dossier en su sitio y cogí el
siguiente.
Éste tenía menos sentido. No era ni un informe policial. ¿Cómo lo habían conseguido? Era un
informe médico sobre un chaval con cáncer. De Barcelona. Del barrio. Un momento. En el informe
forense encontraron sangre que posiblemente había pertenecido a alguien con cáncer. ¿Tendría alguna
relación? Lo dejé encima de la mesa, en cuanto acabase con los otros informes me pondría en
contacto con él.
El otro informe tampoco parecía tener relación. Se trataba de un grupo de menores desnudos que
se había encontrado en una discoteca al día siguiente del fallecimiento del capo. Pederastia. Son
temas bastante serios en los que un departamento de barrio hace poco. ¿Estaría relacionado
directamente el muerto? De la mafia se podría esperar cualquier cosa. ¿Estaría el tío vendiendo
droga y traficando con niños? ¿Qué le habría salido mal? Los niños no dieron ningún tipo de
información, hablaban un idioma eslavo y cuando se encontró un traductor no dijeron nada especial.
Les pasaron algunas fotos y no reconocieron a nadie.
En el último dossier había fotos del tiroteo en el parque de Sagrada Familia, además del informe
pericial y más informes varios. Nada que no hubiera leído ya cincuenta veces.
Mientras esperaba a mi compañero intenté unir las piezas del puzzle. El rubio lo había hecho en
menos de dos horas una vez que tuvo toda la información, además de sus llamadas. Aquello no
encajaba. Tendría que llamar al chico con cáncer, ponerme en contacto con el camello y conseguir
más información sobre el tema de los niños. No sé como iba explicar a mis superiores que todo
aquello tenía sentido y que no estaba perdiendo el tiempo.
Por fin llegó. Se quedó mirando los dossieres.
- ¿Qué es esto?
- Una larga historia que tengo que explicarte.
- ¿Puedes hacerlo mientras me haces una mamada?
- Podemos probarlo.

Dormir en un aeropuerto es incómodo. Todos los sillones tienen reposabrazos con el espacio de
una persona para que no puedas estirarte. Me estiré como pude, metiendo una pierna en el espacio
del reposabrazos y la otra en el aire. Estaba incomodísimo. Así me seria imposible dormir, aunque
me moría de sueño. Soy un sibarita del sueño, sólo puedo dormir bajo las condiciones adecuadas.
Los aeropuertos son como los casinos: el tiempo no existe dentro. Siempre hay gente andando,
aviones saliendo, colas. Eran como las seis de la mañana y aquello estaba casi lleno. Gente con
periódicos, tomando cafés, mirando la televisión, con sus ordenadores. ¿Pero es que toda aquella
puta gente no se daba cuenta de que eran las seis de la mañana? ¿A qué hora se abrían levantado? A
mi vuelo aún le quedaba un rato, todavía no habían anunciado la puerta. Así como iba a dormir.
Odio el nuevo aeropuerto de Barcelona. Es feo e incómodo. Poco íntimo. Es como un centro
comercial de extrarradio. Un gran pasillo de donde salen las colas para cada vuelo, como un
mercado árabe. A la gente parece que le gusta el aeropuerto, les gusta volar. Se sienten ejecutivos,
gente especial. Quizás lo hacen un par de veces al año. Yo lo odio. Por muchos motivos. Pero no
quiero ponerme dramático ahora. Me hago mayor, creo que debería madurar. Olvidarme de todas
esas chiquilladas y centrarme en mi trabajo.
Me estiré un rato, mirando la tapa del portátil del tío sentado delante. El Sol empezaba a filtrarse
por las ventanas y lo hacía todo todavía más incómodo. Creo que me quedé dormido, o puede que
sólo atontado, pero el teléfono me despertó. Mi mánager. Ya estaba dentro, en el aeropuerto. Le dije
donde estaba y en cinco minutos lo vi trotando por el pasillo, como un pavo real.
- ¿Quieres tomar algo?- Me dijo.
- No.
- Yo sí. Vamos a ese bar. Te invito a un zumo.
- Ahora mismo sólo quiero dormir.
- Ya dormirás en el avión, son varias horas. Además, así mejor, se te pasará más rápido.
Nos sentamos en un bar donde me pedí un bocata y un café descafeinado. El bocata daba asco,
parecía de plástico.
- ¿Dónde está todo el mundo?- Le pregunté.
- Irán en dos días. Nosotros nos avanzamos porque mañana sales por la tele, para promocionar la
gira.
- Bien, perfecto, me ignorarán todavía más. Ya ni viajo con ellos. Se harán amigos aquí, en el
aeropuerto. Luego en el vuelo no pararán de hablar. Cuando se encuentren conmigo ya no les
importaré nada.
- No empieces con tus paranoias. Tienes una agenda bastante apretada entre cenas, cocktails y
entrevistas.
- ¿Qué ha pasado con los niños?
- Yo que sé. No vuelvas a hablar de esa puta mierda.
- ¿Y con los dos pringados que me he cargado?
- Uno no sé si ha muerto, el otro ya está en la tele.
- ¿Quién es?
- ¿Qué mas da?
- ¿Sabes? Me gustó cargarme a esos gilipollas. Estoy pensando en cargarme alguien en cada
ciudad. Llegar, dar una vuelta en coche por la noche. Bajar del coche. Acuchillar. Me siento libre, me
siento como Dios.
- Se te está yendo la puta cabeza. ¿No crees que si hubiera un muerto en cada parada de tu gira la
policía sumaría dos más dos?
- ¿Crees que me van a pillar por esto?
- Ni idea.
- Quiero volver a hacerlo.
- Olvida lo de ayer si no quieres morirte en la cárcel. Tengo una buena noticia que darte.
- ¿El qué?
- ¿Tienes tu teléfono aquí?
- Lo dejé en casa. ¿Me lo has traído?
- No lo sé. Da igual, mira el mío.
- ¿Qué se supone que tengo que ver?
- Twitter.
- Conozco la página pero no la entiendo, casi nunca la he usado.
- Bueno, eres trending topic.
- ¿Yo? ¿Qué quiere decir eso?
- Pues que ahora mismo mucha gente está hablando de ti porque ayer te paseaste por el centro de
Barcelona en calzoncillos diciéndole a la gente que eres gay. La gente está compartiendo fotos y
vídeos.
- ¿Es eso bueno?
- Yo creo que sí. En nada nos vamos de aquí, es perfecto, porque así podremos gestionar la
exclusiva para la vuelta.
- ¿Cómo le afectó a Ricky Martin?
- Yo que sé, que más da. Vive el momento. Ahora vamos a hacer unos conciertos, eso significa
más dinero. Seguro que te sale alguna idea para hacer más canciones. Hemos de mantener la ola viva.
La gira, la exclusiva, nuevo disco. Podemos tener un año completo, sin parar, contando dinero.
No sé si lo había dicho hasta ahora, pero mi mánager es de gesticular. Una de esas personas que
se cree totalmente lo que dice y que parece estar tan seguro de lo que dice que podría apostar a sus
hijos. No tenía un gran conocimiento musical, ni tampoco un gran conocimiento del negocio, ni de
hacer dinero, pero era un tío convincente. Una de esas personas que arreglan las cosas comiendo o
tomando algo y hablando sin parar, vendiendo la moto hasta el fin. Una de esas personas que piensas:
me gustaría que fuera mi amigo. Yo no quería ser su amigo, prefería guardar las distancias, pero le
dejaba hacer. Confiaba en él. Por ahora las cosas no habían ido mal.
- ¿Y luego?- Le pregunté.
- ¿No has pensado en descansar unos años? Si todo va bien podrás hacerlo. Hacemos un año a
saco, descansas unos años con algunas pocas entrevistas, como mucho alguna aparición televisiva
cada tres o cuatro meses. Luego sacamos un recopilatorio, hacemos otra gira, esperamos quizás otro
año, sacas disco nuevo, y ya nos podemos retirar.
- Parece fácil.
- Lo más difícil ya está hecho. Céntrate en el día a día. Mira, han anunciado nuestro vuelo.
Nos pusimos en la cola. Él utilizaba frenéticamente su teléfono ya que no lo podría volver a
utilizar hasta muchas horas después. Por mi mejor, porque no tenía ganas de que me calentase la
cabeza. Allí, en la cola, con el avión visible unos metros más allá, volví a plantearme si todo aquello
tenía sentido. Me refiero al irme de gira, a mi vida. ¿Mi vida? Mi vida no era nada, dejó de tener
sentido hace unos años. No puedo construir nada, no puedo enamorarme, no puedo comprarme una
casa, no puedo tener amigos.
Hasta ahora pensaba: bueno, ya llegará el relax, ya llegará el dinero, ya tendré tiempo a hacer
todo eso. Sí, pero ¿a qué precio? La vida pasa, me hago mayor. No voy a tener eternamente veinte
años. De hecho, ya estoy casi en los treinta. Y luego, ¿qué? ¿Habrá gente como yo? O estaré sólo.
Nos montamos en el avión. Estuvo un rato dando vueltas por el circuito hasta que se colocó para
despegar. Dio el acelerón, me cagué encima, y despegamos. Por la ventana vi como me alejaba de
Barcelona. Otra vez más.
Dolabella y Décula fueron a tomar algo al salir de la comisaría. Décula no sabía exactamente que
iban a celebrar o que había descubierto su compañero exactamente, pero siempre le había gustado
salir de fiesta y ahora más que nunca tenía que interpretar ese papel. Se sentaron en un lugar
moderno, de esos que están a media luz, y fueron pidiendo rondas de combinados. Estaba casi vacío
porque no era un día habitual para salir de fiesta. Tenían un proyector grande donde daban un partido
de fútbol. Hablaron de las mujeres que había en el pub. A Dolabella le gustaba apostar sobre
mujeres. Siempre ganaba la apuesta y se las follaba. Si Décula tenía suerte lo haría con alguna amiga,
sino se iría a dormir.
Mientras hablaban y bebían, Décula aparentaba sonreír. Se controló con el alcohol porque no
tenía ganas de que la situación se le escapase de las manos. Dolabella tenía aguante infinito con la
bebida. No era su caso.
Su situación personal se había complicado de forma extrema. Su padre había muerto. Desde hace
unos días era quizás una de las personas más buscadas, aunque con suerte nadie reconocería su nueva
cara. ¿Quién conocía su situación actual? ¿El tío de la tienda de electrodomésticos a quien había
llamado desde América? No le dio esa impresión y ese tipo de relocalizaciones era algo habitual.
Posiblemente el de los electrodomésticos era el contacto para mucha gente. ¿Quién más cercano a su
padre conocería su situación? ¿Quién más sabría que estaba con Dolabella? ¿Quién más conocería su
nueva cara? ¿Qué sabía exactamente Dolabella?
Mientras Décula sonreía, sintió pánico. Dolabella era el demonio personificado. Estaba bastante
seguro de que no sabía que su padre era el jefe, y que éste había muerto, pero ¿qué pasaría cuando lo
supiera? ¿Podría confiar en él? De ninguna manera.
- ¿Qué vamos a hacer?- Preguntó Décula.
- Estamos en una situación complicada. Creo que somos los únicos que saben exactamente lo que
ha pasado. Los demás se apuntan y se matan unos a otros. Por ahora, entre familias. Dentro de poco,
dentro de las familias.
- ¿Quién se lo ha cargado? Me he enterado a medias mientras ibas llamando por teléfono.
- No te lo puedo decir. Es información muy cara.
- ¿Nos lo vamos a cargar?
- No, está muy lejos. Además, no conozco totalmente sus motivos. Lo vamos a dejar vivir, por
ahora. Yo no lo voy a matar, pero si en algún momento mi vida depende de esa información, lo
mataré.
Décula se dio cuenta de que le daba igual que el asesino de su padre viviera o no. No buscaba
venganza y nunca había tenido demasiado aprecio a su padre, de hecho, casi ni le conocía. Tenía
problemas más importantes en este momento, principalmente salvar su culo.
Salieron del bar y fueron hacia un parking donde habían dejado un coche alquilado que estaban
utilizando. Cuando llegaron al parking, Dolabella siguió andando.
- ¿Dónde vas? Es aquí.- Dijo Décula.
- Nos están siguiendo. Sigue andando. Mejor estar en la calle, el parking es una trampa mortal.
- ¿Quién nos sigue?
- Pues no me he parado a preguntárselo, pero es gente de nuestro negocio, ya sabes. No te gires.
Hay dos detrás nuestro. Y otros dos al otro lado de la calle, un poco más avanzados.
- ¿Qué van a hacer?
- Nos van a matar. Los que van por delante cruzarán la calle y se nos pondrán de frente. ¿Cuándo?
No lo sé.
- ¿Qué hacemos?
- Sigue andando, vamos al centro. Desde ahí podremos bajar hasta el puerto y coger armas en el
barco. Mientras haya gente, no harán nada. Además, la ciudad está caliente. Está llena de policías de
paisano, seguro. Si nos oyen hablar en italiano, estamos vigilados. Sigamos andando y recemos
porque no nos quedemos solos en ningún momento.
Siguieron andando por la Diagonal, hasta llegar a Paseo de Gracia, que estaba atestado de gente.
Desde Paseo de Gracia bajaron por las Ramblas, donde todavía había más gente. Los siguieron en
todo momento. Pasaron cerca de Plaza Sant Jaume, donde vieron coches de policía al fondo, y fueron
hacia allí. Se colocaron en medio de la plaza, entre turistas. Dolabella habló.
- Nos vamos a separar. Tú quédate aquí, es seguro.
- ¿Y tú?
- Yo voy al barco, a coger armas. Con suerte se dividirán y me cargaré a dos sin problemas. Si
me siguen todos daré una vuelta y volveré aquí. Si no me sigue nadie cogeré las armas y pensaré algo
durante el camino.
- Como veas. Voy a comprar algo para cenar. Estaré sentado en ese bar.
Cuando se separaron sus perseguidores se mostraron confusos, hablaron entre ellos y cuando
quisieron reaccionar Dolabella ya había desaparecido, así que se sentaron al otro extremo de la
plaza mientras vigilaban a Décula. Cada cinco minutos alguno de ellos se levantaba para dar una
vuelta o cambiar de posición. Décula se preguntó si Dolabella no lo traicionaría. Ahora mismo era
libre, podía llegar al barco e irse. Décula casi que lo prefería. Poder olvidarse de ese loco sin que él
tuviera que hacer nada. Prefería quedarse con sus cuatro nuevos amigos.
Pasó casi una hora y ya daba por hecho que se había quedado sólo, así que empezó a plantearse
como salir de aquello con vida. Volvió a meterse en el bar a pedir una copa, mientras esperaba al
camarero analizaba posibles salidas laterales. Luego fue al servicio, para ver si daba a algún interior
de isla o algo parecido. No vio nada útil así que volvió a sentarse en su mesa en la terraza. Sus
cuatro nuevos amigos habían cambiando de posición, acercándose más. Seguramente empezaban a
plantearse que Dolabella había escapado, y Dolabella era posiblemente el pez gordo que querían
atrapar. Una vez que volvieron a ver a Décula se relajaron y volvieron a su posición inicial, en el
otro extremo de la plaza.
Pensó en volver andando a las Ramblas y dar algunas vueltas, para ver si lo seguían o se
dividían. Quizás podía pedir un taxi ahora a unos doscientos metros de su posición actual y largarse
pitando de ahí. ¿Qué haría con su vida si conseguía escapar? ¿Dónde iría? ¿Qué pasaría con
Dolabella? Dinero tenía. Mientras le daba vueltas sonó su teléfono, y sí, era su compañero.
- Estoy llegando a la plaza, en una de las calles perpendiculares, medio escondido. ¿Siguen ahí?
- Sí, aquí están los cuatro.
- Bien, podemos usar el efecto sorpresa. ¿Están todos juntos?
- Sí, pero de vez en cuando se dividen o uno de ellos da una vuelta.
- ¿Por dónde va?
- Desde el otro extremo de la plaza, contrario a donde estoy sentado, coge la primera calle por la
derecha y aparece unos minutos después por la izquierda.
- Bien, ahora te llamo.
El teléfono volvió a sonar en unos cinco minutos.
- Cuando uno de ellos venga hacia aquí, avísame.
- ¿Dónde estás?
- Tengo controlados tres portales que he dejado abiertos. Meto al tío en uno de ellos y lo rajo.
Tres mejor que cuatro, y se empezarán a oler algo raro.
- ¿No es muy arriesgado?
- ¿Tienes otro plan?
- No.
- Pues mantente en línea, y cuando uno venga me lo dices.
Estuvieron con el teléfono en la oreja un largo rato, sin decir nada. Décula se imaginaba a
Dolabella como un asesino entre las sombras del barrio gótico barcelonés.
- Ahí va.- Dijo.- Espera, van dos.
- Abortamos. Espera… ve andando ya hacia las Ramblas, y cuando llegues ve bajando hacia el
mar. Nos vemos allí. Esto nos dará unos segundos de ventaja.
Décula se puso en pie y fue hacia las Ramblas. Miró de reojo a los dos que se le habían quedado
vigilando. Sacaron sus teléfonos, pero Décula ya no miró atrás. Al llegar a las Ramblas, Dolabella se
puso a caminar a su lado. Le dio una gorra y una camiseta, con una pistola escondida.
- Ponte la camiseta y la gorra, guarda la pistola. Si los hemos despistado unos segundos, esto hará
que pierdan algo más de tiempo. Acelera el paso, casi corriendo.
En medio de la calle se cambió la camiseta y se puso la gorra. Se colocó la pistola escondida en
el cinturón, por dentro. Al andar con velocidad le rozaba en el muslo. Mañana, si aún vivía, lo
tendría escocido. Bajaron rápidamente por las Ramblas sin mirar atrás. La calle estaba llena de putas
y borrachos.
- ¿Nos siguen?
- No lo sé, da igual. Sigue andando.
Una vez que llegaron al mar giraron hacia la izquierda. Tenían el barco en un pequeño
embarcadero entre torres gemelas muy altas. El paseo marítimo estaba lleno de gente. Al llegar al
embarcadero, bajaron por una escalera y caminaron por una pasarela sobre el agua. Allí no había
nadie mas que ellos. Si los querían matar, ése era el lugar. Mientras andaban hacia su barco, Décula
giró la cabeza.
- ¡Vienen! ¿Cómo nos han encontrado?
- Sabrían donde está el barco y han venido al perdernos de vista. A la de “ya” salta al barco de la
izquierda y yo al de la derecha. A esa distancia no sabrán exactamente que barco es. Cuando pasen
por aquí, los matamos. ¡Ya!
Décula saltó y creía que iba a caer al agua. Se golpeó la rodilla contra el borde de un barco y
rodó hacia dentro. Se estiró en el suelo, y se escondió entre varios instrumentos, a la sombra,
imposible de ver. No se atrevió a levantar la cabeza así que sólo tenía una visión limitada de una
pequeña sección de la pasarela. Apuntó con la pistola, como un francotirador. Su lado estaba
cubierto por el casco del barco.
Cuando los vio llegar disparó al bulto. A uno le reventó la cabeza por un espero de Dolabella, él
le dio a otro en la barriga. Los dos cayeron al agua. Los otros dos dispararon posiblemente hacia
donde estaba Dolabella, así que él disparó a otro por la espalda. El último miro hacia él, pero en
pocos segundos Dolabella ya le había reventado la cabeza.
- ¿Estás bien?- Le preguntó Dolabella desde el otro barco.
- Creo que sí.
Dolabella salió del barco y empujó al agua a uno que había quedado sobre la pasarela. Los
demás habían caído, y entre la noche y los barcos era imposible ver los cuerpos, pero ya daba igual,
tenían que huir de ahí lo más rápido posible.
Décula disparó por la espalda a Dolabella. Éste se giró sorprendido, pero entre el giro y el
impacto, cayó al agua. Una vez en la pasarela, Décula buscó su cuerpo para rematarlo, pero no se
veía nada. Rezó a Dios porque lo hubiera matado.
¿Por qué lo hizo? Se encontraba en una situación límite. Estaba perdido. Su padre había muerto y
nadie se había puesto en contacto con él. Eso significa que nadie le iba a proteger y que una vez que
se destapara su nuevo pasaporte, lo matarían. ¿Podía fiarse de Dolabella? No, no podía.
Subió a su barco y puso rumbo hacia el Mediterráneo. ¿Qué haría con su vida? Quería
desaparecer. Intentaría sacar todo el dinero posible de sus varias cuentas y desaparecer del mapa.
Olvidarse de Italia, de la familia, de las drogas. Se iría a alguna playa tropical, donde bebería
Malibú con piña y dormiría en un colchón relleno de billetes.

Después de follar se pusieron manos a la obra con el caso. Su compañero tampoco encontró una
relación evidente entre los dossieres y el muerto, así que empezaron a buscar en la base de datos y a
hacer llamadas telefónicas.
El camello estaba encerrado, a disposición judicial. Le habían interrogado varias veces y no
daba ningún tipo de detalle aparte de “trabajaba para la mafia”. Enviaron un correo interno con las
fotos del muerto, y no lo reconoció. Era un callejón sin fondo.
Los niños estaban en un lugar de acogida… los pocos que quedaban en España porque alguno de
ellos ya habían sido distribuido a otros lugares. De la misma forma, enviaron un correo interno con la
foto del pasaporte del fallecido, y tampoco dijeron nada.
Todo esto suena rápido, pero duró horas. Encargaron el asunto del chico con cáncer a uno de los
detectives de turno. Parece ser que él tuvo más suerte.
- Falleció dos días después que vuestro asesinato.
- ¿De qué? ¿Cómo que no tenemos nada?
- Causas naturales. He hablado con su médico, el que le trató el cáncer, estaba en casa. La noche
del asesinato nuestro tipo tuvo un derrame cerebral. Dos días después murió en el hospital. Parece
ser que es una secuencia bastante habitual de fallecer cuando tienes cáncer.
- ¿Tenía alguna herida de arma blanca?
- Sí, pero es confuso. En teoría la ambulancia fue a recogerlo a la calle, a muy pocos metros de
su casa, por una herida de arma blanca en el abdomen. En la ambulancia, de camino al hospital,
sufrió el derrame cerebral. Allí lo atendió un médico de urgencias que llevaba más de veinte horas
trabajando. Vio la herida, el derrame, su historial, y lo dio por muerto. Le cerró la herida como pudo,
sin cirugía, y lo llevaron a una habitación a morir.
- ¿Cómo puede ser?
- La crisis.
- ¿Y su familia? ¿No hicieron nada? ¿No denunciaron?
- No hay denuncia. No he podido contactar con sus padres. La gente del hospital dice que su
madre estaba traumatizada por el cáncer, así que se sentó en el hospital a su lado hasta que murió.
Ahora posiblemente tenga una depresión de caballo.
- Pero, ¿y la herida?
- Supongo que le daría igual. Su hijo se iba a morir igualmente. El cáncer estaba muy adelantado.
No iba a ganar nada aparte de todo el papeleo y burocracia. Ella no preguntó. Quizás pensó que se
había suicidado o que la herida se originó por el derrame. Puede que estuviera haciendo algo con un
cuchillo, le dio el derrame y se lo clavó sin querer.
- ¿Tenemos cuerpo?
- Incinerado.
- ¿Tendría algo que ver este chico con el tráfico de menores? ¿O con el camello? ¿Podemos
enviar su foto a los niños y al camello?
Lo hicieron. Los niños no lo reconocieron, el camello sí.
- Parece ser que se encontraron a una hora en coche de Barcelona, más o menos. El camello dice
que nunca lo había visto hasta ese día. Dice que apenas habló con él y que sólo le dio el paquete con
la droga, además de todo el dinero que teóricamente iban a repartirse al día siguiente. Luego se
fueron, y no se volvieron a ver, y no sabe donde fue.
- Está muerto. Algo me dice que es la clave, y está muerto.
- Tenía un blog público en Internet donde hablaba sobre su enfermedad, sobre su novio y sobre su
madre. En su última entrada dijo que iba a hacer algo interesante y que iba a ayudar a su madre.
- ¿Algún comentario o amigo con quien podamos contactar?
- No creo. Cuando habla del novio sólo usa una inicial, “K”. El blog no tiene ningún comentario y
apenas visitas. Puede que nadie más supiera que existía.
- Tenemos que hablar con su madre y quiero una orden judicial para registrar su casa.
La mujer no sabía nada, y en su casa no encontraron nada. ¿Caso cerrado?

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