Silvia Rea
Silvia Rea
Silvia Rea
La caída de Troya.
TERCEROS
Ocho generaciones más tarde, una de las descendientes de
Eneas, Rea Silvia, mantuvo una furtiva relación amorosa
con el dios Marte. De aquel encuentro nacieron dos
gemelos: Rómulo y Remo. El tío de Rea Silvia, el rey
Amulio, se encolerizó al oír la noticia. No quería que nadie
amenazara el trono de Alba Longa, que había usurpado.
Así que mandó abandonar a los legítimos herederos en una
cesta entre las corrientes del río con la intención de que
muriesen ahogados. Pero el canasto quedó varado en uno
de los recodos del Tíber y, al oír los llantos, una loba halló
a los niños y los amamantó. Los hermanos crecieron y se
vengaron matando a Amulio, para regresar luego al lugar
que les vio renacer. En aquel recodo del río donde la cesta
fue a encallar, Rómulo y Remo fundaron Roma el 21 de
abril de 753 a. C.
Orígenes misteriosos
El periplo de Eneas y la historia de Rómulo y Remo son
simples leyendas. No existe ningún indicio histórico que
los sustente. Pero estos tampoco son muchos. Los restos
arqueológicos hallados hasta ahora son tan valiosos como
escasos y solo dibujan un panorama fragmentario. Así
pues, no sorprende que coexistan multitud de
interpretaciones divergentes sobre la fundación de Roma.
primeros romanos.
Al parecer, latinos y sabinos ya encontraron una pequeña
colonia etrusca establecida en el lugar elegido. Lo más
probable es que funcionara como punto de avituallamiento
para sus embarcaciones comerciales. Mientras, latinos y
sabinos comenzaron a construir sus chozas de barro y
ramaje sobre la cima del Palatino, a salvo de las crecidas
del río. Compartían lengua, costumbres religiosas y,
posiblemente, mujeres. Tras el Palatino, fueron
progresivamente poblando las colinas del Esquilino y el
Quirinal.
Manos a la obra
¿Por qué aquella aldea formada por latinos, sabinos y
etruscos prosperó? Pudo no haberlo hecho. Pudo
desaparecer a consecuencia de enfrentamientos entre los
tres pueblos. Pero no fue así. La arqueología no puede
proporcionar demasiados detalles sobre cómo se
organizaban socialmente los primeros romanos. Según la
tradición, la ciudad fue dividida en tres tribus: la latina,
la sabina y la etrusca.
A cada tribu correspondían diez curias, o barrios. Y cada
una de estas curias la formaba un grupo de diez clanes, o
gentes (cada gens estaba identificada con un antepasado
común). Varias familias formaban una misma gens, y a la
cabeza de cada familia estaba el paterfamilias, o jefe de la
casa. Llegamos así a la base de la sociedad romana, que
no era el individuo, sino la familia, y por extensión, su
jefe.
entraba en guerra.
Bajo los cuatro primeros reyes, los romanos crecieron
ganando terrenos a sus vecinos del este (sabinos), del norte
(etruscos) y del sur (latinos). Todo en Roma seguía
siendo eminentemente rural. Y siguió así hasta que la
cultura etrusca supo hacerse un hueco en el desconfiado
cuerpo del Senado. Las guerras con pueblos vecinos
habían estimulado la industria, y en ese campo los etruscos
no tenían rival.
Llegados de toda Etruria, carpinteros, arquitectos, herreros
y mercaderes inundaron la urbe con sus actividades. Las
tiendas y negocios se multiplicaron, y los campesinos
decidieron trasladarse a la ciudad. Riadas de esclavos
también llegaron desde las tierras conquistadas. Nacía así
el plenum, la plebe, ingentes masas de extranjeros sin voz
ni voto. Esta plebe sería decisiva para el quinto rey.
Con el apoyo y la riqueza de la nueva “burguesía”
etrusca, Tarquino Prisco alcanzó el trono. El nuevo
monarca refundó la ciudad al “estilo” etrusco, mucho más
refinado. Mandó construirse un palacio y rodeó sus
actividades de pompa y fasto. Al contrario que sus
antecesores, abandonó sus deberes religiosos y se dedicó a
la política y la guerra.