Carga Argumentativa
Carga Argumentativa
Carga Argumentativa
Proceso: Nulidad de documento.
Distrito: La Paz.
VISTOS: El recurso de casación cursante de fs. 302 a 305 vta., interpuesto por Lidia Chipana Viadez, impugnando el Auto de Vista N°187/2021 de 08 de
marzo, corriente en fs. 299 a 300, pronunciado por la Sala Civil y Comercial Cuarta del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz, en el proceso ordinario
de nulidad de documento, seguido por Policarpio Mamani Mayta contra la recurrente, la contestación que sale de fs. 309 a 310, el Auto de concesión de 29 de
octubre 2021, visible a fs. 311; el Auto Supremo de Admisión N° 1070/2021–RA de 02 de diciembre, cursante de fs. 317 a 318; todo lo inherente al proceso; y:
CONSIDERANDO I:
1. Con base en la demanda cursante de fs. 20 a 22, subsanada a fs. 48 a 51 vta., Policarpio Mamani Mayta inició proceso ordinario de nulidad de documento
contra Lidia Chipana Viadez, quien una vez citada planteó un incidente de nulidad conforme se evidencia a fs. 91; desarrollándose de esta manera el proceso,
hasta dictarse la Sentencia N° 296/2020 de 24 de agosto, que sale de fs. 241 a 245 vta., en la que el Juez Público Civil y Comercial N° 12 de la ciudad de El
Alto, declaró PROBADA la demanda principal, disponiendo la nulidad del contrato de compraventa inserto en la Escritura Pública N° 1759/2000 de 19 de
mayo, supuestamente cursante en los archivos del Ex Notario Fernando Baldellón Rodas, Notaría de Fe Pública N° 90, y la cancelación de la inscripción del
Registro de Propiedad de Vehículo Automotor, con placa de circulación N° 925-RLK que figura a nombre de Lidia Chipana Viadez.
2. Resolución de primera instancia que al ser recurrida en apelación por Lidia Chipana Viadez, según memorial de fs. 269 a 276 vta.; originó que la Sala Civil
Comercial Cuarta del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz, emita el Auto de Vista N° 187/2021 de 08 de marzo, corriente en fs. 299 a 300,
CONFIRMANDO la Sentencia apelada, bajo el argumento de que los fundamentos jurídicos están claramente establecidos y que la parte demandada no ha
ofrecido ningún medio de prueba y no enervó los argumentos en los que se sostiene la pretensión demandada; además, señaló que no ha existido vulneración a
los derechos gananciales que indica la recurrente, puesto que ese aspecto no ha sido parte del objeto de la pretensión, asimismo, sobre este hecho (unión libre)
no existe una determinación judicial que la hubiese reconocido como tal, y menos se añadió al expediente alguna resolución judicial que establezca la división y
partición sobre algún bien ganancialicio.
Por último, señaló que el Estado no tiene un interés directo en la presente demanda, por lo que cualquier situación jurídica emergente del presente proceso no
tiene una afectación directa de los intereses del Estado, puesto que su participación como tercero interesado en esta causa no tiene ningún asidero
legal. 3. Fallo de segunda instancia que es recurrido en casación por Lidia Chipana Viadez, a través del memorial de fs. 302 a 305 vta.; el cual es objeto de
análisis:
CONSIDERANDO II:
- Denunció que ha reclamado oportunamente ante el Tribunal de segunda instancia que el Juez de la causa incorporó de forma oficiosa la causal del error
esencial, cuando dicha causal no ha sido postulada en la demanda y no ha sido parte del objeto del proceso, esta figura jurídica ha sido insertada con la
finalidad de justificar la nulidad invocada, aplicando de forma errónea lo prescrito por el art. 475 del Código Civil.
- Reclamó la existencia de error de hecho y de derecho en la valoración de la prueba, puesto que el Juez A quo ha pervertido el tenor y contenido de la confesión
provocada, tergiversando la Autoridad judicial de primera instancia la naturaleza de las declaraciones que ha efectuado la recurrente, ya que el juzgador señaló
que actuó de mala fe, haciéndole decir cosas que no dijo, con la finalidad de sacar conclusiones en su contra y de ese modo incriminarla en la elaboración del
contrato que es acusado de falso.
- Añadió que la Sentencia ha omitido valorar el hecho de que el objeto de la pretensión (Vehículo) ha sido adquirido durante la vigencia de la unión libre, razón
por la que posee un carácter de bien ganancial y que no requiere probar este aspecto, ya que la presunción legal no amerita prueba en contra y que la misma es
aplicable en este caso en concreto; sin embargo, este aspecto no ha sido valorado en segunda instancia, limitándose el Tribunal de apelación a exigirle el
cumplimiento de ciertos presupuestos, cuando la ganancialidad de dicho bien inmueble está probada con la confesión judicial espontánea que el demandante
efectuó al momento de interponer su demanda.
Con base en lo expuesto, planteó recurso de casación solicitando a este Alto Tribunal casar en el fondo o anular obrados para que la Autoridad judicial corrija
todos estos vicios.
El demandante manifestó que el Tribunal de segunda instancia ha efectuado un examen prolijo sobre el proceder del Juez de la causa, habiendo establecido
lineamientos concretos que sostienen el fallo, puesto que el Tribunal Ad quem ha realizado un análisis de las causales de la nulidad acompañando un
argumento comprensivo y sistemático del principio de congruencia; además, señaló que el Tribunal de apelación sí se ha pronunciado sobre el elenco
probatorio, y que sobre este punto en concreto dicho pronunciamiento judicial está debidamente fundamentado, descartando la posibilidad de que se hubiese
generado una resolución extra petita.
Arguyó que el memorial de casación incumple con un presupuesto fundamental, pues carece de una real y verdadera expresión de agravios; señaló que su
redacción no refleja de forma clara y evidente cuál es el perjuicio ocasionado.
Por lo que solicitó se declare improbado el recurso de casación y que se confirmen las resoluciones judiciales que han sido emitidas.
CONSIDERANDO III:
Nuestra legislación señala de modo específico que las partes en litigio deben indefectiblemente acompañar a todas sus afirmaciones pruebas que respalden sus
aseveraciones, y quien asegure lo inverso debe también probar los hechos que enervan la pretensión demandada, es decir, que los hechos controvertidos y la
postura jurídica asumida por cualesquiera de las partes deben ser probados (art. 135.I de la Ley N° 439); todos los sujetos procesales que formen parte de la
contienda están en la obligación de asumir la carga procesal de aquellas
afirmaciones que efectúen, tal y como expresa el art. 136 del Código Civil Adjetivo.
Dicha dialéctica es denominada por la doctrina y por nuestra normativa como la carga de la prueba, que inexcusablemente debe ser asumida por quien
pretenda hacer prevalecer su pretensión ante la Autoridad judicial, y previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien a su vez citando a Messineo, señala: “Prueba es la representación de un
hecho y, por consiguiente, es la demostración de la realidad (o de la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la ley, es
como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos, entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos
humanos y actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho Autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código Civil, señala: “…el peso de la prueba recae en quien demanda una
determinada pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda. El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la
carga de la prueba al demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega hechos diversos de los deducidos por el actor que,
sin negarlos necesariamente, sean incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr. Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de
plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte del axioma citado supra ”.
El Código Civil sustantivo en el art. 1283 establece: “I. Quien pretende en juicio un derecho, debe probar el hecho o hechos que fundamentan su pretensión. II.
Igualmente quien pretende que ese derecho sea modificado, extinguido o no valido, debe probar los fundamentos de su excepción ”, concordante con lo establecido
en el art. 136 del Código de Procesal Civil.
La decisión judicial contenida en la Sentencia tiene como base de resolución, las pruebas aportadas y producidas por las partes, dirigida a demostrar las
alegaciones y pretensiones contenidas en la demanda, respuesta a la demanda, excepciones y reconvención; tenemos que en la relación jurídico procesal, el
demandante es quien pretende un derecho que debe ser probado, frente a un demandado que en su respuesta, excepciones o reconvención pretende también
que ese derecho sea modificado, extinguido o no válido aportando prueba pertinente.
El autor Eduardo Carlos Centellas Ramos con respecto a la carga de la prueba ilustra lo siguiente: “Ahora bien, la Carga de la Prueba que nos interesa aquí, se
trata sin duda decía Couture: “del problema más complejo y delicado de toda esta materia. La doctrina se debate hace siglos frente a los problemas de este punto,
que afectan no solo los principios doctrinales, sino a la política misma de la prueba”. De todas formas, consideraba el autor citado, la Carga de la Prueba, quiere
decir en primer término estrictamente procesal una conducta impuesta y una sanción, porque “la ley crea al litigante la situación embarazosa de no creer sus
afirmaciones, en caso de no ser probada”, pero “la Carga de la prueba no supone, pues, ningún derecho del adversario, sino un imperativo del propio interés de
cada litigante; es una circunstancia de riesgo que consiste en que quien no prueba los hechos que ha de probar pierde el pleito”.
Entonces, los sujetos procesales que alegan tener derechos están en la obligación de demostrar lo que pretenden o niegan en su respuesta, así como los hechos
impeditivos, modificatorios o extintivos de la acción o del derecho de quien los demanda, a través de todos los medios probatorios que la ley ha establecido,
pues la falta de tal ejercicio, sea esta por negligencia o por inexistencia de las pruebas, genera un resultado desfavorable para quien no demostró los hechos
alegados.
Sobre el particular se puede citar el Auto Supremo Nº 504/2014, de 08 de septiembre 2014, que refiere: “Ahora el objeto de un contrato o de un convenio, debe
reunir ciertos requisitos, conforme a los que señala el art. 485 del Código Civil, debe ser posible, lícito y determinado o determinable, cuando el Código hace
referencia al requisito de lo posible, señala que la prestación prometida sobre un bien debe pertenecer al obligado y en el caso de una venta en la cual el objeto del
contrato resulta ser la transferencia del derecho de propiedad de un bien, este bien debe pertenecer al vendedor, de ello se deduce que la transferencia del
derecho propietario tenga un objeto posible, conlleva a señalar que el vendedor se encuentra en la posibilidad de transferir dicho bien. Lo propio sucede cuando se
trata de una división y partición de terrenos, los copropietarios tengan la posibilidad de dividir dicho bien, o sea, que el bien debe existir en el patrimonio de los
copropietarios, por eso se dice que la cosa debe ser cierta, en sentido de que los copropietarios sean titulares de dicho bien y el mismo exista objetivamente y
tratándose de bienes sujetos a registro, deben estar respaldos con el título y su pertinente registro, así demostrados se entenderá que el bien se encuentra dentro
del patrimonio de los copropietarios y por ello que dicha división puede ser posible, porque los titulares tienen en su patrimonio el bien descrito que será dividido”.
Sobre la causa ilícita y motivo ilícito, corresponde remitirnos al Auto Supremo N° 311/2013, de 17 de junio, en el que se señaló lo siguiente: “La causa ilícita,
en nuestra legislación ha sido interpretada en el Auto Supremo Nº 252/2013 de 17 de mayo en el que se indicó que: “Ahora el Código Civil en lo pertinente "De la
causa de los contratos" en su art. 489 refiere: "(Causa Ilícita) La causa es ilícita cuando es contraria al orden público o las buenas costumbres o cuando el contrato
es un medio para eludir la aplicación de una norma imperativa". En lo referente, nuestra legislación, conforme la corriente doctrinaria moderna, aceptó a la causa
como un elemento constitutivo del contrato, entendiendo a ésta en la función económica-social que el contrato desempeña, tesis defendida por Mazeaud, entre los
más destacados, que al exponer sus argumentos de la causa indicaba que "...ésta cumple una función económico- social, que el contrato cumple, y consiste en la
modificación de una situación existente que el derecho objetivo considera importante para sus propias finalidades; como tal, la causa es constante e inmutable, sea
cual fuere la intensión personal de cada una de las partes".
De igual criterio podemos citar a Carlos Miguel Ibañez (Derecho de los Contratos, 2010, pág. 358) que señala: "... la causa es la finalidad inmediata y directa que
se propone el que se obliga, y esa finalidad es igual para todos los que celebran un mismo contrato con igual carácter en él. Todo comprador se propone la
adquisición de una cosa, todo vendedor la obtención del precio en dinero. Entendiendo por causa esa sola finalidad del valor constante y abstracto ...". Bajo estos
términos la causa es independiente de la voluntad de los contratantes y es distinta del motivo, pues solo tiene relevancia la causa final. Es por ello, que en nuestra
normativa Sustantiva Civil, se distinguió claramente en lo referente a la causa de los contratos, la causa ilícita (art. 489 Código Civil) y al motivo ilícito (art. 490
Código Civil); razón que la doctrina refiere que para la causa no interesa el motivo, que es individual y contingente, sino el fin económico-social que se vaya a
cumplir.
La causa es lícita cuando es conforme al orden público o las buenas costumbres y no busca eludir una norma de aplicación imperativa; en contrario sensu, se
puede referir un contrato con causa ilícita cuando las partes persigan una finalidad económico- práctica contraria a normas imperativas (contrato ilegal) o a los
principios de orden público (contrato prohibido) o de las buenas costumbres (contrato inmoral).
Si el contrato es ilícito por ilicitud de causa, forzosamente es ilícito para ambos contratantes, porque la causa es un elemento común, ya que juntas proponen
conseguir el fin propio del contrato celebrado, por ello, el motivo -como elemento subjetivo- que instó a alguna de las partes a contratar, no puede supeditar al
contrato como ilícito, más aun sabiendo que la parte que concurre al contrato de buena fe lo hace pretendiendo cumplir con una finalidad lícita. Estableciéndose
que, para sancionar con nulidad por causa ilícita a un contrato, necesariamente debe probarse en Autos que ambas partes lo celebraron con una finalidad
contraria al orden público o las buenas costumbres, o cuando lo hicieron para eludir la aplicación de una norma imperativa, conforme establece el art. 489 del
Código Civil”.
En cuanto al motivo ilícito el mismo se encuentra comprendido en el art. 490 del Código Civil que textualmente señala: “(Motivo ilícito) El contrato es ilícito
cuando el motivo que determina la voluntad de ambos contratantes es contrario al orden público o a las buenas costumbres, entendiendo por causa esa sola
finalidad del valor constante y abstracto...". Bajo estos términos la causa es independiente de la voluntad de los contratantes y es distinta del motivo, pues solo
tiene relevancia la causa final. Es por ello, que en nuestra normativa sustantiva Civil, se distinguió claramente en lo referente a la causa de los contratos, la
causa ilícita (art. 489 Código Civil) y al motivo ilícito (art. 490 Código Civil); razón que la doctrina refiere que para la causa no interesa el motivo, que es
individual y contingente, sino el fin económico- social que se vaya a cumplir.
El Tribunal Constitucional Plurinacional mediante la SPC N° 919/2014, de 15 de mayo, en relación a la invalidez de instrumentos por falsedad manifestó que:
“En este sentido, allí donde se demuestre manifiesta ilicitud, debido a la falsedad de instrumentos públicos o privados, su invalidación no puede depender
únicamente por la vía de la anulabilidad, sino de la nulidad; toda vez que, desde una interpretación teleológica, la nulidad de contratos, cuyos casos están
establecidos en el art. 549 del CC, se fundamenta en la necesidad de proteger el bien común en su dimensión objetiva, por cuya razón el acto jurídico es
inconfirmable y su accionamiento es imprescriptible; por su parte la anulabilidad, cuyas causales están establecidas en el art. 554 del CC, tiene la finalidad de
garantizar a las partes, el cumplimiento de las normas legales en la “formación del contrato”, a causa, por ejemplo de los vicios del consentimiento, dolo o
violencia, entre otros establecidos en la norma (dimensión subjetiva).
Un entendimiento contrario tendría como efecto la convalidación de actos manifiestamente ilícitos, que contravienen los principios ético-morales de la sociedad
plural, entre ellos el vivir bien, rompiendo la armonía y el equilibrio en las relaciones del conjunto de la sociedad (dimensión objetiva); por lo tanto más allá de las
formas y formalidades, no puede efectuarse la simple subsunción respecto de un hecho de manifiesta ilicitud como es la “falsificación” a una causal de
anulabilidad, más aun tomando en cuenta que conforme lo entendió el Tribunal Supremo de Justicia una característica del acto anulable es la posibilidad de
operar su confirmación, situación contraria al orden constitucional en el caso de la falsedad”.
Así también el Tribunal Supremo de Justicia emitió el Auto Supremo N° 275/2014, de 02 de junio, que en su parte referente a la falsificación de documentos y
sus efectos jurídicos, estableció: “La falsificación de instrumentos privados o públicos se considera una forma especial de engaño que como tal entra en pugna con
los principios y valores ético morales en que se sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien, los efectos jurídicos que devienen de un hecho ilícito deben
tener en relación al actor eminentemente efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe significar la consolidación de derechos favorables al
actor que incurrió en el acto ilícito. En consecuencia, un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de reproche, no de consolidación de un derecho adquirido
por un ilícito, que conciba efectos benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se reconoce validez a una transferencia que deviene de
una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar
efectos favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y
la convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla
dentro sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los
en que por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin
encontrar en este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito, sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble”.
Líneas más abajo en la misma resolución se estableció también que: “…corresponde puntualizar que el Tribunal Supremo como administrador de justicia no
puede convalidar una transferencia originada en un hecho ilícito como causal de anulabilidad basada en una ilegalidad, ya que en el caso de Autos se ha probado
la falsedad de la minuta (…) este Tribunal Supremo no puede reconocer una transferencia que se originó en una falsificación de documentos, ya que estaría yendo
contra la ética, los principios, valores, la moral y las buenas costumbres que rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en aquellos casos en que a raíz de
una falsificación que evidencia un ilícito penal, este acto se subsuma a una causal de anulabilidad, dando en consecuencia la posibilidad de la confirmabilidad del
ilícito. Esto supondría generar un caos en el ordenamiento jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en la Constitución Política del Estado
que determinan la moralidad y las buenas costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de Bolivia.”
CONSIDERANDO IV:
FUNDAMENTOS DE LA RESOLUCIÓN
En virtud a los fundamentos expuestos en la doctrina aplicable al caso de autos, corresponde a continuación ingresar a considerar los reclamos expuestos en el
recurso de casación:
De una lectura de los mismos se puede apreciar que en gran medida se enfocan en cuestionar los fundamentos y razonamientos de los que se valió el Juez de la
causa a quien acusa de haber introducido una causal que no fue postulada en la demanda, además, señaló que el Juzgador ha pervertido la confesión
provocada, ya que ha extractado de dicha probanza conclusiones de orden legal que no han sido develadas, razones por las que considera que sus
declaraciones fueron tergiversadas llegando a la conclusión de que concurre error de hecho y de derecho en su valoración; por último, señaló que la Sentencia
desestimó por completo el hecho de que el objeto de la controversia (Vehículo) ha sido adquirido durante la vigencia de su sociedad conyugal, por lo que es el
titular del 50% de las acciones y derechos y, sin embargo, esa presunción legal no ha sido considera en ningún instante al momento de resolver la
problemática.
- Denuncia que ha reclamado oportunamente ante el Tribunal de segunda instancia que el Juez de la causa incorporó de forma oficiosa la causal del error
esencial, cuando dicha causal no ha sido postulada en la demanda y no ha sido parte del objeto del proceso, esta figura jurídica ha sido insertada con la
finalidad de justificar la nulidad invocada, aplicando de forma errónea lo prescrito por el art. 475 del Código Civil.
Sí bien es cierto que ha sido adherido en los considerandos de la Sentencia un acápite referido al error esencial, debemos dejar en claro que dicha inserción es
totalmente innecesaria; ya que sin ningún criterio jurídico ha sido insertado en el considerando V de la Sentencia y, por lo tanto, es una simple e
intrascendente añadidura, porque esta figura jurídica no formó parte de la motivación del fallo, puesto que esta subsumió el vicio contractual en el art. 549.3)
del Código Civil.
El error esencial solo formó parte de la teorización y deja ver que es producto del uso de una plantilla en la que fue trabajada la Sentencia, ya que el
considerando VI existe una fundamentación propia que subsumió los hechos de la inexistencia del negocio jurídico a la causa y motivo ilícito que determina el
art. 549.3) del Código Civil y, más allá de esta circunstancia, el reclamo no está enfocado en dicha calificación jurídica, la plataforma recursiva no se ha
centrado en el escenario de fondo.
La tesis argumentativa está orientada en la incongruencia interna de la Sentencia; situación que por su falta de trascendencia no justifica la anulación de la
Sentencia, pues el acápite en el que figura la teorización del error esencial no es un requisito formal indispensable, por lo que la inserción de dicha doctrina o
su ausencia no se encuentra expresamente sancionada con la nulidad, tal cual prescribe el art. 105 I. y II de la Ley N° 439.
Además, se puede advertir que este reclamo busca inducir a que la inserción del error esencial se convierta en suficiente motivo para modificar la
determinación de primera instancia pretendiendo que dicha figura (error esencial) trascienda al fondo de la litis; en efecto, la Sentencia en su considerando VI
subsume la problemática jurídica a lo prescrito por el art. 549. 3) del Código Civil Sustantivo basando su motivación, convicción y criterio en las pruebas que
fueron reproducidas durante el trámite del proceso; dichas probanzas revelaron que el negocio jurídico contenido en la Escritura Pública N° 1759/2000 es
inexistente, toda vez que en los archivos de la Notaría de Fe Pública N° 90 no figura el protocolo de su referencia.
De modo tal que la adición de la figura jurídica de referencia, no constituye una concesión extra petita, sin embargo, cabe hacer notar que el Juez de la causa
tiene la facultad de poder hacer una calificación jurídica distinta a la que pudiese plantear la demanda, pese a ello, esta circunstancia no aconteció, dado que
como se describió líneas más arriba el fundamento jurídico del fallo refirió que lo postulado en la demanda se subsume a lo que describe el art. 549. 3) del
Código Civil.
Asimismo, se evidenció que no existe una incongruencia externa en segunda instancia, puesto que entre los argumentos que contiene la apelación se reclamó
sobre la introducción del error esencial exhibiéndola como una concesión extra petita; razón por la que en segunda instancia fue desestimada, ya que para el
Tribunal de segunda instancia este hecho resultó intrascendente. En efecto, al referirse a este hecho en concreto, señaló de modo expreso y claro – que
indiferentemente a las causales – la parte demandada no ha llegado a enervar los fundamentos de la demanda o algún hecho impeditivo que contraríe la
petición del demandante, razones por las que consideró que la parte conclusiva de la Sentencia está debidamente fundamentada; criterio jurídico que es
coincidente con los razonamientos jurídicos desarrollados más arriba.
Es cierto, el meollo de la presente causa es la inexistencia del contrato inserto en el testimonio N° 1759/2000 de fs. 179 a 180 y conforme señala el acápite III.3
de la doctrina aplicable, es un hecho que merece reproche y es merecedor de un escarmiento, ya que un acto ilícito no puede generar la consolidación de
ningún derecho, pues es un acto que jamás debió de haber ingresado en el tráfico jurídico ni mucho menos haber generado consecuencias legales.
En ese contexto, el hecho que hubiere sido insertado de forma inadecuada la figura legal del error esencial en el considerando V de la
Sentencia, indiferentemente a esa situación, se puede evidenciar que el criterio jurídico asumido en primera instancia no se encuentra apoyado en dicha figura
jurídica, ya que las puntualizaciones 2, 3, y 4 del considerando VI de la Sentencia, dejan claramente establecido los fundamentos legales en los que sostiene ese
pronunciamiento.
También se pudo evidenciar que dichas puntualizaciones no hacen referencia ni mucho menos esos discernimientos legales se respaldan en el error sustancial,
esta causal no es parte de su base jurídica ni es presupuesto de la invalidez, pues como se señaló más arriba, esta figura legal si bien forma parte de la
Sentencia no guarda ninguna relación con este proceso y una revisión del expediente deja en evidencia que no forma parte del criterio jurídico asumido por el
Juez de la causa. Es el elenco probatorio el que sostiene su postura jurídica, además, que los criterios del juzgador condicen con las pruebas suministradas, ya
que son las probanzas las que en última instancia han forjado la convicción en dicha Autoridad.
Entonces, queda claro que el error esencial no ha sido fuente de ninguna justificación y menos aún que la decisión judicial de la invalidez; la declaratoria de la
nulidad no está apoyada en dicha figura jurídica, por lo que el reclamo no tiene ningún asidero legal, toda vez que se evidenció que la nulidad de la Escritura
Pública Nº 1759/2000 no se sostiene en lo que señala el art. 475 del Código Civil, sino que son otros los elementos que forjaron la parte dispositiva de la
Sentencia.
Por lo que no existe una aplicación errónea del art. 475 del Código Civil, y no representa un verdadero agravio, por lo que deviene en infundado.
- Reclama la existencia de error de hecho y de derecho en la valoración de la prueba, puesto que el Juez A quo ha tergiversado el tenor y contenido de la
confesión provocada, que ha efectuado la recurrente, ya que el juzgador señaló que actuó de mala fe, haciéndole decir cosas que no expresó, con la finalidad de
sacar conclusiones en su contra y de ese modo incriminarla en la elaboración del contrato que es acusado de falso.
La técnica recursiva empleada por la recurrente es en demasía superficial, y el reclamo que se responde no escapa a esa situación, puesto que su segundo
agravio se limitó a trascribir partes del acta que cursa a fs. 120 a 127. Añadiendo a su redacción y a las transcripciones un argumento que denota una simple
disconformidad, no se evidencia que los reclamos contengan fundamentos jurídicos o la explanación de algún yerro , su alegato simplemente se reduce a
exponer una discrepancia con la manera en la que ha sido tasada dicha prueba, pero no agrega ningún elemento que dé lugar a establecer que exista una
errónea valoración de su tenor o contenido.
En efecto, los dos argumentos que expone en el segundo agravio de fs. 304 (escaso conocimiento sobre los trámites de cambio de nombre y la destreza del
demandante sobre este tipo de diligencias) no están demostrados, y estás hipótesis, de ningún modo justifican su actuación; pues de una lectura del acta en la
que cursa la prueba de la confesión dejó en claro que Lidia Chipana Viadez vanamente ha tratado de eludir el interrogatorio, asumiendo una actitud evasiva y
que no brinda una respuesta clara a todas las interrogantes; además, el acta de la audiencia develó también que en su afán de rehuir a las preguntas se ofuscó
en sus respuestas, y que ha revelado el hecho de que ha sido la demandada quien ha gestionado el trámite del cambio del dominio y, además, que conocía cúal
era la finalidad de su proceder y que las mismas tenían por objeto el hacer nacer un acto traslativo de acciones y derechos en su favor.
Entonces, mal puede en esta instancia insinuar que el juzgador la incrimina o que tergiverse la prueba con la finalidad de causarle agravio, puesto que es su
propia declaración la que develó que asumió dicha conducta sabiendo bien cuál era la finalidad del trámite; e inversamente a lo que manifiesta en su reclamo,
no se ha alterado ni su tenor ni mucho menos su contenido, por el contrario, es la recurrente quien pretende sobredimensionar el valor de esta probanza.
Por lo que tampoco resulta cierto el hecho de que han sido simples presunciones las que forjaron el criterio o la convicción a la que arribó el Juez A quo, ya que
el criterio del juzgador no se basa únicamente en la prueba de la confesión provocada, son los otros elementos de prueba los que ratifican los hechos vertidos
en la confesión provocada; en efecto, son los informes notariales emitidos por los tenedores del archivo notarial de Fernando Baldellón Rodas (ver fs. 8 y 234)
los que resultaron esenciales para demostrar la falsedad del documento, además, dicha prueba literal ha sido ratificada por la inspección judicial (ver fs. 136 a
138).
Todo ese elenco probatorio corroboró la falsedad en la que está sumida el contrato de transferencia, y son esos elementos de prueba los que develan su
naturaleza falsaria. Son todas estas razones por las que no se llegó a evidenciar que hubiese existido un error de hecho o derecho en la valoración de la
confesión provocada, ya que dicha probanza sencillamente confirmó la autoría y el modo en el que fue fraguada la escritura pública N° 1759/2000 de fs. 179 a
180.
No mereciendo el presente reclamo mayores explicaciones que las vertidas más arriba, ya que el mismo también deviene en infundado.
- Añade que la Sentencia ha omitido valorar el hecho de que el objeto de la pretensión (vehículo) ha sido adquirido durante la vigencia de la unión libre, razón
por la que posee un carácter de bien ganancial y que no requiere probar este aspecto, ya que la presunción legal no amerita prueba en contra, y que la misma
es aplicable en este caso en concreto; sin embargo, este aspecto no ha sido valorado en segunda instancia, limitándose el Tribunal de apelación a exigirle el
cumplimiento de ciertos presupuestos, cuando la ganancialidad de dicho bien inmueble está probada con la confesión judicial espontánea que el demandante
efectuó al momento de interponer su demanda.
El reclamo que nos ocupa ha merecido una respuesta puntual en segunda instancia la cual está totalmente apegada a derecho, porque para poder reclamar de
forma válida ese aspecto y definir sí les corresponde en alguna medida acciones y derechos sobre dicho Vehículo, debió de forma necesaria e
indispensablemente estar dispuesto así por un pronunciamiento judicial que tenga la calidad de cosa juzgada.
Dicho debate legal debió ser instaurado de forma previa al presente proceso para que no solo por una presunción, sino que por un pronunciamiento judicial
expreso estén plenamente reconocidos los derechos y el porcentaje del derecho propietario que a cada uno de los litigantes les corresponde sobre dicho
Vehículo, y dado que ese no es el objeto ni mucho menos la pretensión demandada, no es posible resguardar en este proceso ningún derecho ganancial en favor
de ninguno de ellos, pues esa es materia y competencia de otra jurisdicción.
Además, este punto en concreto no ha sido objeto de ningún debate en el desarrollo de la litis, es un argumento que ha sido expresado en la impugnación de la
Sentencia, por lo que es jurídicamente inviable que el Juez A quo hubiese podido referirse a este hecho en concreto, ya que es un argumento que se insertó en
su memorial de apelación y no ha formado parte de los puntos de hecho a probar y menos aún como un objeto de la prueba (ver fs. 123 y vta.).
Por lo que ese punto en concreto al no haber formado parte del debate judicial no podría ser parte de las consideraciones de las instancias superiores; motivos
por los que este Alto Tribunal de Justicia, coincide plenamente con el criterio jurídico asumido por el Tribunal de segunda instancia, ya que no cursa una
determinación judicial firme que establezca la existencia del reconocimiento de la unión libre señalada, así como la resolución que establezca la división y partición
de algún bien ganancialicio. (sic).
Se debe indicar que a la luz del art. 547 del Código Civil, la nulidad que ha sido declarada judicialmente produce efectos retroactivos, reponiendo las cosas a su
estado anterior; y, siendo así, el título de propiedad se halla repuesto al de Policarpio Mamani Mayta; respecto al cual podrá hacer valer el derecho de
ganancialidad que alega por lo que tiene la vía abierta para reclamar en las instancias y en la jurisdicción que corresponde todos estos pormenores.
Razones de orden legal por las que este reclamo no amerita mayores consideraciones al respecto, ya que deviene en infundado.
Por todas estas consideraciones, corresponde dictar resolución conforme manda el art. 220.II del Código de Procesal Civil.
POR TANTO: La Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, con la facultad conferida por el art. 42.I num.1) de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial y en
aplicación de lo previsto por el art. 220.II del Código Procesal Civil, declara INFUNDADO el recurso de casación cursante de fs. 302 a 305 vta., interpuesto por
Lidia Chipana Viadez en contra del Auto de Vista N° 187/2021 de 08 de marzo, corriente en fs. 299 a 300, pronunciado por la Sala Civil Comercial Cuarta del
Tribunal Departamental de Justicia de La Paz. Con costas y costos
Se regula honorarios en la suma de Bs.-1000 para el abogado que contestó el recurso de casación.
Regístrese, comuníquese y devuélvase.
SALA: Civil
PROCESO: Nulidad de documento
N° de AS/SE/RE: AS/0059/2022 del 02-02-2022
MAXIMA: CARGA ARGUMENTATIVA/ Los hechos que se acusen, las inobservancias u omisiones que sean plasmadas en el recurso de casación deben ser
palpables y demostrables; no siendo suficiente el tratar de encontrar agravios en simples discrepancias.
SINTESIS DEL CASO: La parte recurrente denunció que ha reclamado oportunamente ante el Tribunal de segunda instancia que el Juez de la causa incorporó de forma
oficiosa la causal del error esencial, cuando dicha causal no ha sido postulada en la demanda y no ha sido parte del objeto del proceso, esta figura
jurídica ha sido insertada con la finalidad de justificar la nulidad invocada, aplicando de forma errónea lo prescrito por el art. 475 del Código Civil.
Reclamó la existencia de error de hecho y de derecho en la valoración de la prueba, puesto que el Juez A quo ha pervertido el tenor y contenido de la
confesión provocada, tergiversando la Autoridad judicial de primera instancia la naturaleza de las declaraciones que ha efectuado la recurrente, ya que
el juzgador señaló que actuó de mala fe, haciéndole decir cosas que no dijo, con la finalidad de sacar conclusiones en su contra y de ese modo
incriminarla en la elaboración del contrato que es acusado de falso. Añadió que la Sentencia ha omitido valorar el hecho de que el objeto de la
pretensión (Vehículo) ha sido adquirido durante la vigencia de la unión libre, razón por la que posee un carácter de bien ganancial y que no requiere
probar este aspecto, ya que la presunción legal no amerita prueba en contra y que la misma es aplicable en este caso en concreto; sin embargo, este
aspecto no ha sido valorado en segunda instancia, limitándose el Tribunal de apelación a exigirle el cumplimiento de ciertos presupuestos, cuando la
ganancialidad de dicho bien inmueble está probada con la confesión judicial espontánea que el demandante efectuó al momento de interponer su
demanda.
EXTRACTO DE LA RATIO “…En efecto, los dos argumentos que expone en el segundo agravio de fs. 304 (escaso conocimiento sobre los trámites de cambio de nombre y la
DECIDENDI: destreza del demandante sobre este tipo de diligencias) no están demostrados, y estás hipótesis, de ningún modo justifican su actuación; pues de una
lectura del acta en la que cursa la prueba de la confesión dejó en claro que Lidia Chipana Viadez vanamente ha tratado de eludir el interrogatorio,
asumiendo una actitud evasiva y que no brinda una respuesta clara a todas las interrogantes; además, el acta de la audiencia develó también que en
su afán de rehuir a las preguntas se ofuscó en sus respuestas, y que ha revelado el hecho de que ha sido la demandada quien ha gestionado el trámite
del cambio del dominio y, además, que conocía cúal era la finalidad de su proceder y que las mismas tenían por objeto el hacer nacer un acto
traslativo de acciones y derechos en su favor. Entonces, mal puede en esta instancia insinuar que el juzgador la incrimina o que tergiverse la prueba
con la finalidad de causarle agravio, puesto que es su propia declaración la que develó que asumió dicha conducta sabiendo bien cuál era la finalidad
del trámite; e inversamente a lo que manifiesta en su reclamo, no se ha alterado ni su tenor ni mucho menos su contenido, por el contrario, es la
recurrente quien pretende sobredimensionar el valor de esta probanza. Por lo que tampoco resulta cierto el hecho de que han sido simples
presunciones las que forjaron el criterio o la convicción a la que arribó el Juez A quo, ya que el criterio del juzgador no se basa únicamente en la
prueba de la confesión provocada, son los otros elementos de prueba los que ratifican los hechos vertidos en la confesión provocada.”
DESCRIPTOR: Derecho Civil / Derecho Procesal Civil / Recursos / Recurso de Casación / Improcedencia / Infundado / Por carencia recursiva
RESTRICTOR: Por no fundamentar de qué manera la infracción acusada modificaria el fondo de la decisión de instancia
PRECEDENTE: Artículo1283 del Código Civil Artículo 136 del Código Procesal Civil
FORMA DE RESOLUCION: INFUNDADO
TIPO DE Reiteradora
JURISPRUDENCIA: