Proceso de Divorcio - Bagnasco-gonzaLez
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HORACIO BAGNASCO*
MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ**
Sumario:
1. Presentación. 2. Concepto. 3. Fundamento y evolución del instituto. 4. Naturaleza jurídica del proceso
de divorcio. 5. Sujetos. 5.1. El tribunal. 5.2. Las partes. 6. Las vías de tramitación. 6.1. La conversión de
la sentencia de separación de cuerpos en divorcio. 6.2. El divorcio por causal. 6.3. El divorcio por mutuo
consentimiento. 6.4. El divorcio por sola voluntad de cualquiera de los cónyuges. 7. El objeto del proceso
de divorcio. 8. Requisitos comunes a todas las pretensiones de divorcio. 9. Proceso Ordinario. 9.1. La
demanda. 9.2. Control del tribunal. 9.3. Actitudes del demandado. 9.4. Audiencia Preliminar. 9.5.
Particularidades sobre la prueba. 9.6. Audiencia Complementaria. 9.7. La sentencia de divorcio y su
impugnación. 10. Proceso Monitorio. 11. Procesos Especiales. 11.1. Mutuo consentimiento. 11.2. Sola
voluntad. 12. Conflicto entre distintas vías.
1. PRESENTACIÓN
Nos proponemos analizar, a la luz del derecho vigente, el proceso de divorcio o, más
estrictamente, los procesos de divorcio regulados en nuestro Ordenamiento Jurídico.
El tema divorcio en sí, desde el punto de vista procesal, presenta una particularidad: la
mayor cantidad de las normas procesales de su especial regulación jurídica no se encuentran
en el Código General del Proceso sino que surgen del propio Código Civil.
Por otro lado, otra característica especial que tiene el proceso de divorcio es la íntima
relación que tienen las soluciones procesales concretas con la regulación sustancial del
instituto, de forma tal que la tan reiterada diferencia -por lo menos sostenida desde lo teórico-
que muchas veces se maneja entre derecho sustancial y derecho adjetivo en el instituto jurídico
de divorcio no es tan fácil de distinguir.
Esto nos llevó a unir los enfoques del derecho procesal, del derecho civil, para poder
abordar la temática desde una visión integral.
Finalmente, la aprobación de dos normas recientes, la Ley Nº 19.075 de 3 de mayo de 2013,
sobre el Matrimonio Igualitario, y la Ley Nº 19.090 de 14 de junio de 2013, que sustituyó un
número importantísimo de artículos del Código General del Proceso, generan un marco legal
oportuno para realizar en este momento el estudio que aquí ofrecemos.
2. CONCEPTO
El concepto jurídico de divorcio no dista demasiado del concepto vulgar o, como dice
nuestro Código Civil en su Art. 18, el sentido natural y obvio según el uso general de las
palabras en el que debe interpretarse normalmente los términos de la ley.
Así, el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española dice: “Divorcio:
Acción y efecto de divorciar o divorciarse”; y por su parte, “Divorciar: Dicho de un juez competente:
Disolver o separar, por sentencia, el matrimonio, con cese efectivo de la convivencia conyugal” 1.
COUTURE definía el divorcio como la institución que permite, en las hipótesis establecidas
en la ley, la disolución del vínculo matrimonial, con sus efectos respectivos en el estado civil de
las personas, la situación de los hijos y el régimen jurídico de los bienes2.
Por su parte, CESTAU, con su claridad habitual, decía: “…el divorcio es la disolución del
vínculo matrimonial válido, pronunciada por los magistrados, en vida de ambos cónyuges, a solicitud de
uno de ellos o de ambos, en virtud de las causales admitidas por la ley, o del pedido de la mujer, o del
pedido de los dos cónyuges” 3.
En principio, esta definición que a nuestro entender sigue teniendo plena vigencia,
contiene todos los elementos que incluyen las distintas manifestaciones del divorcio en nuestro
derecho vigente, salvo en lo que hace actualmente a partir de la sanción de la ley de
matrimonio igualitario, la lógica sustitución en la definición de la mención: “del pedido de la
mujer”, “por la voluntad de cualquiera de los cónyuges”.
a) Principal
Es un proceso principal por cuanto no accede a ningún otro proceso, no depende de otro
proceso, cumple su finalidad por sí mismo y se agota en sí.
b) De conocimiento
Se trata de un proceso de conocimiento cuya finalidad última es obtener la satisfacción
constitutiva. Es proceso de conocimiento porque tiene por objeto la eliminación de la
insatisfacción jurídica mediante la declaración oficial que indica que al existir ciertos hechos y
tales normas corresponde la aplicación de las consecuencias previstas en estas últimas.
c) Constitutivo
Centrando el análisis en la sentencia que le pone fin, podemos decir que es un proceso
declarativo-constitutivo. Comparte el carácter declarativo de todos los procesos, en cuanto la
sentencia posee eficacia declarativa, en el sentido que declara la existencia de determinados
hechos, normas que los comprenden y determinan la consecuencia aplicable a aquellos. Por
otra parte, la sentencia que pone fin al proceso de divorcio tiene además, efectos constitutivos
para los interesados principales, por cuanto extingue la situación jurídica preexistente -la de
casados- y constituye una nueva, la de divorciados.
d) Necesario
El proceso de divorcio es de carácter necesario, ya que no es posible excluir la insatisfacción
jurídica sino mediante una sentencia judicial pronunciada en el marco de un proceso
jurisdiccional.
En el estado civil se haya comprometida la organización de la familia, como institución
básica de la sociedad, en su regulación está interesado el orden público, lo que significa que los
distintos aspectos de su regulación son impuestos por la ley, y son sustraídos del ámbito de la
autonomía de la voluntad de las personas.
Como consecuencia de ello, los modos de constitución, modificación y extinción del estado
civil de las personas, así como los requisitos y condiciones para ello, son limitativamente
establecidas por la ley sin que puedan obtenerse dichos efectos por otros medios que los
específicamente estatuidos para ello17. En este sentido, la ley expresamente dispone que las
formas de disolución del matrimonio son la muerte y el divorcio legalmente pronunciado (Art.
186 C.C.), en los casos y por las formas que la misma ley también establece (Art. 187 del C.C.).
e) Contencioso (¿voluntario?)
Los procesos de divorcio fundados en las causales previstas en el Art. 148 del C.C. y en la
conversión de la separación de cuerpos (Art. 185 C.C.), sin duda son de naturaleza contenciosa,
por cuanto su objeto implica un cambio no consentido en el “campo subjetivo” (o conjunto de
situaciones jurídicas) de un sujeto distinto al que promueve el proceso18.
Sin embargo, en relación a los llamados divorcios “voluntarios” (por mutuo
consentimiento y sola voluntad del cónyuge), se ha discutido largamente acerca de la
naturaleza de dichos procesos.
Respecto al proceso por sola voluntad, el Dr. Rodolfo SAYAGUÉS LASO en una de sus
vistas fiscales decía -hace casi un siglo- que el divorcio unilateral es un procedimiento especial
donde la discusión y la prueba no tienen cabida, no es contencioso, afirmaba, ni es juicio
propiamente dicho19.
También, hace casi un siglo LAGARMILLA expresaba que éste era un “acto mixto”, en el
que predomina el elemento no contencioso. No hay contienda porque la mujer -en ese entonces
única legitimada a promoverlo- lo inicia y lo sigue con prescindencia del esposo, no hay figura
de “juicio”, la intervención del juez se reduce a verificar si están o no vencidos los plazos
legales y confirmar la voluntad de la mujer declarando el divorcio20.
Por su parte COUTURE, luego de un extenso análisis de la cuestión, señalaba que contra la
gestión promovida por la mujer no proceden excepciones (dilatorias, perentorias o mixtas), no
caben incidentes y no puede producirse prueba alguna sobre lo principal pero, sin embargo, la
sentencia que pone fin a la cuestión pasa en autoridad de cosa juzgada y postula que la
naturaleza del régimen es la de un “proceso sin contienda”21.
GELSI decía que en este caso la ley reglamenta un proceso contencioso, en el que el interés
de las partes es diferente y la sentencia acoge (si se dan los requisitos previstos legalmente)
exclusivamente la pretensión del cónyuge solicitante. Concluía el Profesor, se trata de un
proceso sin (alegado) litigio (sustantivo, cuestión extraprocesal) y especialmente sin
contradicción expresamente programada, más aun programándose la pasividad de la otra
parte. En definitiva, descarta que se trate de un proceso voluntario22.
Creemos efectivamente, que se trata de un proceso contencioso, siguiendo la concepción de
BARRIOS DE ÁNGELIS, por cuanto de acogerse la pretensión se modificará la situación
jurídica del cónyuge que no promovió el proceso (se extingue la situación jurídica de casado y
se constituye una nueva, la de divorciado), modificación que no es consentida por éste. Resulta
irrelevante, a estos efectos, la circunstancia que por expresa imposición de la ley se suprima la
oportunidad procesal de contradicción. No obstante, entendemos, que la falta de previsión al
respecto no supone la eliminación del derecho subjetivo de este sujeto de ejercer el control
correspondiente (de coordinación y subordinación), aunque lógicamente se verá reducido a
determinados supuestos -lo que será objeto de análisis más adelante-.
En relación al proceso de divorcio por mutuo consentimiento, GELSI se cuestionaba la
naturaleza contenciosa o voluntaria del mismo y se inclinaba por esta última. Expresando que
el hecho aducido en el proceso es el matrimonio preexistente, y la petición formulada es el
divorcio fundado en la voluntad coincidente y formalmente reiterada de ambos cónyuges. Y
agregaba, no hay desde el punto de vista procesal la invocación de un conflicto, es más, existe
una total coincidencia de intereses entre las partes y, por ello, la sentencia que acoge la
demanda satisface por igual a ambos cónyuges. En síntesis, no hay contienda, contradicción, ni
iniciativa de una parte frente a otra, sino un planteamiento conjunto para lograr lo mismo para
los dos23.
También ABAL, al analizar los procesos principales no regulados en el C.G.P., expresa que
el proceso de divorcio por mutuo consentimiento se trata de un proceso voluntario24.
En otra postura encontramos a BARRIOS DE ÁNGELIS, que se pronuncia por la naturaleza
contenciosa de este proceso. Expresa el autor, que si se analiza comparativamente el divorcio
por mutuo consentimiento con el divorcio por causal, en ambos se reconoce la misma base
objetiva general (el matrimonio) y el objeto que en ambos se propone es equivalente (al
supuesto de demanda y reconvención por la misma causal), difieren en la falta de denuncia de
una causal y su prueba. Asimismo, agrega, en el divorcio por mutuo consentimiento, el
gestionante, como consecuencia del cambio propio provoca el cambio ajeno, lo que constituye
una característica funcional propia de la jurisdicción contenciosa, si bien el perjuicio afecta a la
contraparte, ésta también afecta al gestionante25. Concluye el autor, tanto genéticamente -
origen social incompatible con la imagen idílica material- como funcionalmente -consecuencia
perjudicial posible sobre cada uno de los patrimonios y unidad moral involucrados- el tipo
jurisdiccional es contencioso26.
5. SUJETOS
Los sujetos del proceso de divorcio son el tribunal y los interesados principales.
Desde los orígenes del instituto se previó la intervención preceptiva del Ministerio Público
en los procesos de divorcio (Art. 165 del C.C.) en calidad de tercero. Su participación se fundó
en el interés genérico comprendido en el objeto del proceso consistente en “la defensa de la causa
pública”.
Esta intervención no estuvo exenta de críticas. En tal sentido, se señaló que este particular
interés, que se puede resumir en “la vigencia integral del orden jurídico” se encuentra implicado
en cualquier proceso, por lo que “en estos casos su intervención se justificaría solamente para evitar
que las partes infrinjan en el proceso el orden público”, siendo “ese interés genérico el mismo interés
que ya tiene y defiende y protege en el proceso el propio tribunal”, la intervención además del
Ministerio Público sería innecesaria o superabundante27.
En el marco de la reestructura del Ministerio Público y Fiscal, preparando la
instrumentación de la aplicación del nuevo Código de Procedimiento Penal, se aprobó la Ley
19.355 que estableció: “El Ministerio Público y Fiscal no intervendrá en ningún proceso como
dictaminante técnico auxiliar del Tribunal” (Art. 651) y modificó los artículos 27, 28 y 29 del C.G.P.
en lo que refiere a la intervención del Ministerio Público en los procesos no penales.
Así, dispuso la derogación de “…todas aquellas referencias a la intervención procesal del
Ministerio Público y Fiscal, contenidas en disposiciones del Código Civil, del Código General del
Proceso, del Código de la Niñez y la Adolescencia, de la Ley Orgánica del Ministerio Público y Fiscal
(Decreto-Ley N° 15.365, de 30 de diciembre de 1982), de la Ley Orgánica de la Judicatura y
Organización de los Tribunales (Ley N° 15.750, de 24 de junio de 1985) y leyes especiales, en cuanto se
opongan a lo dispuesto en los artículos 27 a 29 del Código General del Proceso” (Art. 652).
En conclusión, actualmente el Ministerio Público ya no es un sujeto interviniente en los
procesos de divorcio.
5.1. El tribunal
El tribunal es uno de los sujetos necesarios del proceso de divorcio, titular de la situación
jurídica de jurisdicción. En relación al proceso de divorcio, el sujeto al cual el ordenamiento
jurídico coloca en tal situación, es exclusivamente al Estado, excluyendo otros sujetos
(árbitros), solución que tiene como fundamento el orden público que impregna el objeto del
proceso.
De acuerdo a las reglas legales de distribución de competencia entre los diversos órganos
jurisdiccionales del poder judicial, encontramos que desde el punto de vista material y
funcional tendrán competencia para entender en un proceso de divorcio: Juzgados Letrados,
Tribunales de Apelaciones y Suprema Corte de Justicia.
La pretensión de divorcio corresponde a la materia de familia que en primera instancia es
asignada a los Juzgados Letrados, con la máxima especialización en Montevideo donde se
ubican los Juzgados Letrados de Familia, con competencia en todo el territorio del
departamento. En el interior corresponderá al Juzgado Letrado con competencia en familia,
variando en cada departamento el grado de especialización, oscilando de la máxima
especialización -al igual que en Montevideo- (por ejemplo, Maldonado, Salto), a la mínima, en
que el mismo órgano es competente en diversas materias entre ellas la de familia (por ejemplo,
Artigas) (arts. 69 lit. b y 71 de la Ley 15.750).
Desde el punto de vista territorial la regla general es que será competente el Juzgado
Letrado del domicilio del demandado, si se ignorase éste o no lo tuviera en el país, lo será el
del último domicilio conocido (Art. 146 del C.C.).
Sin embargo, se establece una regla especial para los supuestos de divorcio por mutuo
consentimiento y sola voluntad.
En el primer caso, el Art. 187 nal. 2º establece que el Juzgado competente es el “de su
domicilio” (el de los cónyuges), la norma no presenta dificultad en su aplicación cuando ambos
cónyuges se domicilian en la misma circunscripción territorial. Pero no está previsto el caso
que se domicilien en territorios cuya competencia corresponda a distintos Juzgados (por
ejemplo, uno de los cónyuges se domicilia en Maldonado y el otro en Montevideo),
entendemos que en esta hipótesis debe entenderse que ambos Juzgados resultan competentes
pudiéndose entablar el proceso en cualquiera de ellos a elección de los demandantes, esta
parecería ser la solución normativa prevista para casos análogos (por ejemplo, Art. 23 de la Ley
15.750).
En el segundo supuesto, el artículo 187 nal. 3º (en la redacción dada por el Art. 9 de la Ley
19.075) prevé que será competente desde el punto de vista territorial el Juzgado del domicilio
del cónyuge que promueve el divorcio.
En el caso que exista en la misma circunscripción territorial más de un Juzgado Letrado con
competencia en la materia de familia, se distribuirá aquélla por turnos. En Montevideo la
distribución por turnos se realiza a través del sistema computarizado a cargo de la Oficina
Reguladora y Distribuidora de Asuntos Judiciales (ORDA), en el Interior el turno resulta
determinado en base a la fecha del matrimonio y la Planilla de Turnos que confecciona la
Suprema Corte de Justicia (Acordadas 4.227 en redacción del Dec. 166/979 con valor de
Acordada, 6.806, 6.809 y 6.997).
Asimismo, serán competentes para entender en la segunda instancia del proceso de
divorcio los Tribunales de Apelaciones de Familia con competencia nacional y sede en
Montevideo. Entre los dos tribunales existentes en la actualidad, la distribución de la
competencia se distribuye por turnos que se asigna una vez franqueado el recurso de
apelación, a través del sistema computarizado a cargo de la ORDA.
Finalmente, corresponde a la Suprema Corte de Justicia la competencia para resolver los
recursos de casación y revisión que pudieran interponerse contra las sentencias dictadas en
estos procesos.
5.2. Las partes
El Art. 31 del C.G.P. nos dice que son partes en el proceso el demandante, el demandado y
los terceros en los casos previstos por este Código.
Por lo tanto, cuando hablamos de quienes pueden ser partes principales en el proceso de
divorcio, esto es, demandante o demandado, surge una sola respuesta automática: los
cónyuges.
Lógicamente, esto surge de la propia naturaleza de la pretensión que se deduce en el
proceso, siendo en cualquier caso totalmente personalísima.
En lo que hace a los divorcios causados, en principio, el Art. 149 del Código Civil, en su
primera parte, lo establece a texto expreso para despejar cualquier duda: “La acción de
separación de cuerpos no podrá ser intentada, sino por uno de los cónyuges …”.
La misma solución normativa está prevista para las otras vías que permiten obtener la
sentencia de divorcio, el Art. 185 del C.C., también lo establece a texto expreso para el caso de
la solicitud de la conversión de la sentencia de separación de cuerpos en divorcio; y
obviamente, el Art. 187 del C.C. para los dos procesos especiales de divorcio, denominados
“voluntarios”, esto es, el mutuo consentimiento -numeral 2º- y el de sola voluntad de
cualquiera de los cónyuges -numeral 3º-, directamente se exige la comparecencia personal de
los promotores a los efectos de manifestar su voluntad dentro de la ritualidad necesaria para
obtener la satisfacción jurídica.
En virtud de esta naturaleza personalísima de la pretensión es que, una vez iniciada la
misma, no se transmite a sus herederos. Así lo establece en forma expresa -quizás sin la
precisión procesal adecuada, ya que habla de acción en lugar de pretensión-, el Art. 192 del
Código Civil.
Esta norma se debe armonizar con el Art. 186 numeral primero del mismo código que
expresamente determina que la muerte de uno de los cónyuges disuelve el matrimonio, por lo
cual desaparece uno de los presupuestos básicos de cualquier pretensión de divorcio, la
existencia de un vínculo matrimonial válido28 29.
Siendo una acción personalísima, surge la interrogante de si es posible que el cónyuge
recurra a la utilización de la figura del representante voluntario, es decir, a un apoderado (Art.
38 del CGP) a los efectos de deducir alguna de las pretensiones de divorcio.
En tal sentido, nuestra jurisprudencia tiene dicho que en virtud de ser la acción de divorcio
una acción personalísima, un apoderado no podría actuar esgrimiendo un poder general, sino
que su actuación debería ampararse en un mandato específico (Art. 2054 del Código Civil).
Se ha tomado como apoyo de esta posición la situación análoga del Art. 100 del Código
Civil, que habilita a texto expreso la celebración de matrimonio por apoderado, con poder
especial.
En tal sentido se ha dicho: “No sería entendible que el Código Civil en su Art. 100 exigiese un
poder especial para contraer matrimonio por mandato si estimásemos que el mismo requisito es
susceptible de no ser satisfecho al actuarse en la acción tendiente a la disolución del vínculo
matrimonial”30.
Otra situación a tener en cuenta es la del menor habilitado de edad por matrimonio que
pretende actuar en el juicio de divorcio.
En efecto, por el hecho de contraer matrimonio, el adolescente -en la terminología del
CNA- menor de dieciocho años, queda habilitado de edad, con las limitaciones impuestas en
los arts. 309 y 310 del Código Civil (Art. 280 numeral 3º del Código Civil).
Con la reciente modificación que realizó el Art. 26 de la Ley 19.075 a la redacción del
numeral 1º del Art. 91 del Código Civil, elevando la edad mínima requerida para contraer
matrimonio a los 16 años, en principio, el período en el que un menor de edad habilitado por
matrimonio puede verse forzado a actuar en su juicio de divorcio se ha visto sensiblemente
reducido a dos años (sin distinción de sexo).
Sin embargo, pese a la reducción del período de aplicación de la norma, sigue siendo
pertinente la expresa solución prevista por el Art. 150 del Código Civil, en concordancia con lo
dispuesto en el Art. 32.2 del CGP.
Esto es, requerirá de la asistencia de un curador especial o curador ad litem, tanto para
actuar como demandante o demandado. La elección de este curador ad litem en principio
recaerá sobre el propio cónyuge, menor de edad, o en su caso será designado por el Juez.
Una situación más compleja aún se plantea en el caso de los cónyuges mayores de edad
que devienen incapaces, por demencia, en los términos del Art. 432 del Código Civil.
Esto es: ¿es posible que el curador pueda actuar en defensa de los intereses del incapaz en
el marco de un juicio de divorcio, ya sea como actor o como demandado?
En primer lugar, debemos analizar la situación en la que el incapaz reviste la calidad de
demandado.
En este caso, la respuesta surge simplemente afirmativa, esto es, si tenemos un cónyuge
demente-incapaz que es demandado en juicio de divorcio necesariamente va a poder ser
representado por su curador general o en su caso por un curador ad litem.
La respuesta surge sencilla ya que, de no ser así, no tendría lógica la causal prevista en el
Nº 10 del Art. 148 del Código Civil incorporada, como dijimos previamente, por el Decreto-Ley
14.766 en el año 1978.
En efecto, si el propio Código Civil previene que un declarado incapaz (demente) pueda
ser demandado en un juicio de divorcio, basados justamente en la declaración de esta
incapacidad, en virtud de sobrevenir una enfermedad mental, permanente e irreversible, va de
suyo que acepta como presupuesto que alguien deberá representar al incapaz en ese juicio al
momento de ejercer su defensa, ya que por sí mismo -por definición- no se encuentra
capacitado para actuar.
Este ha sido un punto pacíficamente aceptado por la doctrina y jurisprudencia. Así, Romeo
GROMPONE decía, comentando la nueva ley, sobre esta causal: “Para iniciar juicio por esta
causal, el marido o la mujer que, presumiblemente, serán los curadores del otro cónyuge, obviamente
deberán promover la designación de un curador especial de éste, habida cuenta que existe colisión de
intereses (arts. 431 y 458 C.C.)”31.
Sin embargo, la situación se vuelve mucho más compleja cuando el curador pretende
actuar en defensa del demente en un juicio de divorcio, pero en calidad de actor.
En la obra de RIVERO y RAMOS, sobre este punto en particular, se dice: “…se ha entendido
por nuestra jurisprudencia que carece de legitimación procesal activa el curador que en representación
del incapaz a su cargo promueve la acción de divorcio, ya que tal representación extralimita las
facultades de administración y tuición propias de la curatela. Así se dictaminó en un fallo de primera
instancia, el cual llegó a conocimiento del tribunal de alzada en mérito al recurso de apelación
interpuesto por la parte actora -representada por su curador- , al cual se adhirió no solo la parte
demandada sino también la Fiscal”32.
La situación, que analizada desde el punto de vista del contenido de la voluntad necesaria
para ejercer una acción personalísima, parece lógica, puede ser especialmente injusta si se la
observa desde otra perspectiva.
En efecto, debemos pensar que el incapaz-demente, por este camino, puede llegar a
encontrarse totalmente atrapado en un estado civil que, en muchos casos, en forma objetiva,
puede serle francamente perjudicial.
Pensemos que su posibilidad de divorciarse depende del accionar de su cónyuge, que
puede tener motivos ciertos para beneficiarse de ese estado civil, en perjuicio del incapaz. Ya
sea porque es el curador del incapaz y por esta razón el administrador extraordinario de la
sociedad conyugal (Arts. 441 y 1979 numeral 1º del Código Civil); ya sea porque tiene la
expectativa de heredarlo en el régimen de la sucesión intestada (Art. 1026 del Código Civil) y
se encuentra al amparo de que designe otro heredero por testamento, en virtud de su
incapacidad.
Es notorio que pueden existir situaciones que estimulen al cónyuge a perpetuarse en un
vínculo jurídico, de matrimonio, más allá de la inexistencia de una verdadera vida afectiva
conjunta.
Por esto es altamente relevante la solución que ha encontrado recientemente la
jurisprudencia a este punto, cortando con la posición sostenida con anterioridad, previamente
analizada.
En tal sentido, el Tribunal de Familia de 2º Turno, en la reciente Sentencia Nº 90 de fecha 28
de abril de 2010, redactada por la Ministra CANTERO, quiebra con esta posición (sostenida en
sentencias anteriores del mismo tribunal, Nº 14/2003 y Nº 3/2006) y acepta que un curador
pueda iniciar una acción de divorcio en representación del incapaz.
Se funda para esto en la discordia sostenida previamente (en las sentencias anteriores de
este mismo tribunal) por parte del Ministro Dr. Ricardo PÉREZ MANRIQUE que, partiendo de
una interpretación moderna del Derecho, como un todo y teniendo en cuenta los principios de
los Derechos Humanos, sostuvo que: “Al declarado incapaz con esta interpretación se lo obliga a
mantener de por vida el vínculo matrimonial, mientras que en el caso concreto de la incapacidad mental,
por razones compartibles, se habilita al otro cónyuge a disolver el vínculo si se configuran los requisitos
exigidos por la Ley. La interpretación tradicional es violatoria del artículo 8 de la Constitución,
por lo tanto debe ser rechazada….” (Resaltado nuestro).
“…De todas formas, de sostener su inhabilidad para divorciarse, la persona declarada incapaz está
condenada de por vida a mantener un vínculo matrimonial que la puede llevar a compartir las deudas
sociales que contraiga el otro cónyuge capaz o aún ¿a mantenerlo a costa de su patrimonio en caso de
indigencia?”
En tal sentido, concluye la Ministra redactora: “Un examen más detenido de la cuestión y el caso
particular de autos, ha determinado un cambio de opinión de la redactora, compartiéndose la opinión del
entonces Ministro discorde y del Ministerio Público en la alzada”.
“En efecto: desde la vigencia del decreto ley N° 14.766, se admitió como causal de divorcio, la
incapacidad del cónyuge (numeral 10º del Art. 148 del C.C.). Ante ello, resulta inadmisible y
discriminatorio, que el cónyuge incapaz -a través de su representante- no pueda demandar en base a
causal objetiva, como la invocada en autos”.
Vemos así cuál es el otro elemento relevante que tienen en cuenta los ministros de este
tribunal para aceptar la legitimación activa del curador al promover la acción de divorcio en
representación del incapaz -en particular este argumento también incide en la posición del
Ministro Dr. SILBERMANN-, tiene que ver con el tipo de causal invocada y de las
particularidades del caso, que en estos autos concretos fue el Numeral 2º del Art. 148, esto es:
“Por la tentativa de uno de los cónyuges contra la vida del otro, pronunciada la sentencia criminal
condenatoria”33.
Por lo cual, tomando como base el principio de igualdad y el principio de no
discriminación -ambos de rango constitucional-, sería posible sostener la legitimación del
representante del cónyuge incapaz para promover la acción de divorcio -teniendo presente la
situación jurídica pasiva en la que se encuentra el cónyuge incapaz, en virtud del numeral 10
del Art. 148 (Decreto-Ley 14.766)-, siempre que se fundara en alguna causal de prueba objetiva,
como podría ser la prevista en los numerales 2º y 7º del Art. 148, o incluso las causales
previstas en los numerales 8º y 9º del mismo artículo.
9. PROCESO ORDINARIO
En virtud del carácter residual de la estructura ordinaria, procederá ésta toda vez que no
exista una norma especial que asigne a determinada pretensión otra estructura procesal (Art.
348 del C.G.P.).
En relación a la pretensión de divorcio fundada en las causales previstas en el Art. 148
numerales 1, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 10 y 11 del C.C. (en la redacción dada por la Ley 19.075), al no
existir previsión especial, corresponderá su tramitación por la vía del proceso ordinario (Arts.
338 y sigs. del C.G.P.).
9.1. La demanda
La demanda deberá cumplir con los requisitos generales previstos en los Arts. 117 del
C.G.P. El actor tiene la carga de invocar la existencia de hechos previstos en el supuesto
normativo de la causal en que funda la pretensión de divorcio (Art. 148 nales. 1, 3, 4, 5, 6, 8, 9,
10 y 11 del C.C.). También acompañar la prueba documental que se hará valer en el proceso,
especialmente el testimonio de partida de matrimonio e indicar los medios de prueba cuya
admisión y diligenciamiento solicita al tribunal (por ejemplo, testigos con la indicación de los
datos que requiere el Art. 159 del C.G.P.).
En el caso que existan del matrimonio hijos menores de edad o incapaces, deberá
acompañarse los respectivos testimonios de partida de nacimiento de los mismos.
Asimismo, atento a la preceptividad de resolver previo al dictado de la sentencia definitiva
de divorcio la cuestión atinente a pensión alimenticia, guarda y tenencia de los hijos menores
de edad e incapaces, deberá acompañarse a la demanda el convenio extrajudicial celebrado
entre los cónyuges, o en su caso, el testimonio de sentencia dictada en el proceso respectivo en
el que se resolvió tales cuestiones. En su defecto, resulta conveniente que en la demanda de
divorcio se suministren al tribunal los elementos fácticos y probatorios mínimos para que
aquél pueda resolver la cuestión en forma provisoria, ello tiene especial relevancia en los
supuestos de expresa controversia o de incontestación, ya que no hay otra oportunidad a tales
efectos.
Con respecto a la posibilidad de acumular otras pretensiones en la misma demanda, no hay
ninguna previsión especial, por lo que corresponderá acudir a las normas generales que
regulan el punto, y analizar la concurrencia de los requisitos exigidos por el Art. 120.1 del
C.G.P. En la práctica se han registrado casos de acumulación con pretensión de condena por
daños y perjuicios en supuestos de divorcios promovidos por causal que entraña culpabilidad
del otro cónyuge (por ejemplo, adulterio o sevicias63 64).
Existe además un elenco de medidas provisionales específicas previstas por el Código
Civil, que podrían ser solicitadas en la demanda:
a) La separación provisional de los cónyuges (Art. 154).
b) Las Litis expensas (Art. 155).
c) La realización de inventario de los bienes gananciales (Art. 157).
d) Adopción de medidas tendientes a garantizar la buena administración de los bienes
(Art. 157).
Con respecto a la separación provisional de los cónyuges, la medida tenía más aplicación
antes de la reforma introducida al Art. 127 inciso segundo del C.C.65 que actualmente dispone
que “La obligación de fidelidad mutua cesa si los cónyuges no viven de consuno”.
a) Contestar contradiciendo
Es decir controvertir los extremos fácticos de la pretensión deducida o el fundamento de la
misma.
b) Oponer excepciones
Se podrán oponer las excepciones procesales previstas en el Art. 133 del C.G.P. en los
numerales 1, 2, 3, 4, 6, 8 y 9.
Excepciones especiales:
- Prescripción
En relación a la prescripción, el Art. 164 del C.C. regula un plazo especial de prescripción
de la acción, que se fija en seis meses desde el momento que el cónyuge conoce los hechos que
le dan mérito a la causal que invoca o en caso de ignorancia, a los tres años de producido el
hecho. Asimismo, si el hecho ha continuado o se ha reproducido, el término para la
prescripción se contará desde que cesó o dejó de reproducirse.
El último inciso del artículo citado establece que la excepción de prescripción podrá
oponerse en cualquier estado del juicio y hasta que los autos estén en situación de dictarse
sentencia. Creemos que actualmente esta norma ha sido tácitamente derogada por la nueva
redacción dada al Art. 133 nal. 6 del C.G.P. por la Ley 19.090, según la cual la oportunidad
procesal para oponer la prescripción es al evacuar el traslado de la demanda, como excepción
previa, cumplido el acto o vencido el plazo sin que ello se realizare, precluye la posibilidad de
su alegación en momento posterior.
- Reconciliación
Se prevé también una excepción especial de tipo sustancial, para este tipo de pretensión, la
reconciliación de los cónyuges.
La reconciliación supone el perdón y el olvido de los hechos que habilitan a ejercitar la
acción de divorcio. Se ha señalado en algunos fallos jurisprudenciales que para que haya
verdadera reconciliación entre los esposos “es menester que se reúnan varios elementos, como la
voluntad de perdonar la injuria, y el acuerdo de los esposos para restablecer la vida en común, emanado
de voluntades libres, reflexivas y exentas de todo vicio u obligación moral”68.
El Art. 163 del C.C. dispone “La reconciliación anterior a la demanda debe oponerse con la
contestación de ésta, como excepción previa”.
Entendemos, que corresponderá oponerla como excepción previa siempre que la misma
ocurra en un momento anterior a la contestación de la demanda, es decir si la misma acontece
con posterioridad a la presentación de la demanda por ejemplo durante la pendencia del plazo
para contestarla, deberá invocarse necesariamente como excepción previa.
Al establecer la ley a texto expreso que se interpone como excepción previa, está
indirectamente determinando el trámite de la misma, que será el previsto por los arts. 338.2 y
341 nal. 4 y 5 del C.G.P. (traslado al actor por el plazo de 10 días y luego, recepción de la
prueba y decisión sobre la excepción en la Audiencia Preliminar).
Ahora bien, si la reconciliación de los cónyuges se verifica con posterioridad a la
contestación de la demanda, tal circunstancia podrá ser invocada en cualquier etapa del
proceso, como un hecho nuevo, incluso en segunda instancia (arts. 163 C.C. y 121.2 del C.G.P.).
En cuanto a lo dispuesto por el Art. 163 del C.C. que establece “Si el demandante niega que
haya habido reconciliación, la prueba incumbe al demandado”, cabe aclarar que la solución
normativa es la misma que la contenida en el Art. 139.1 del C.G.P. Cabe aclarar que el Art. 163
citado no regula la oportunidad de ofrecimiento del material probatorio, por lo que al respecto
rigen las reglas generales, según las cuales, si la excepción de reconciliación se deduce como
excepción previa en el plazo de contestar la demanda, en el mismo escrito se deberá indicar los
medios de prueba propuestos para acreditarla, e igual conclusión cabe cuando se alega en un
momento posterior, deberá ofrecerse la prueba en el mismo momento que se alegue el hecho
nuevo. Si la prueba no se ofrece en dichas oportunidades, precluye la oportunidad de hacerlo.
Lógicamente, si la reconciliación no fuere controvertida por el demandante, la prueba
ofrecida por el demandado deviene innecesaria (Art. 137 C.G.P.).
La resolución que acoge la excepción de reconciliación pone fin al proceso de divorcio y
vuelven las cosas al estado anterior a la promoción de la demanda.
c) Reconvención
Se admite la reconvención en los procesos de divorcio, la misma consiste en la formulación
por parte del cónyuge demandado de otra pretensión de divorcio fundada en una causal
distinta a la invocada por el actor (por ejemplo, se promueve una demanda de divorcio
fundada en la causa de riñas y disputas, y el demandado reconviene fundando su pretensión
de divorcio en el adulterio del otro cónyuge) o en la misma causal pero basada en hechos
distintos.
d) Allanamiento
El allanamiento implica la admisión de los hechos y el reconocimiento del fundamento de
la pretensión deducida por el actor. Si bien es una actitud admisible, por tratarse de cuestión
de orden público, como ya se trató supra, no produce los efectos que con carácter general
prevé el Art. 134 del C.G.P. (dictado de sentencia de inmediato), por el contrario el proceso
continúa debiendo diligenciarse la prueba propuesta para la acreditación de los hechos
constitutivos de la pretensión.
e) Actitud de expectativa
Cuando por ignorarse el domicilio del cónyuge contra quien se promovió el proceso de
divorcio, vencido el plazo del emplazamiento realizado mediante la publicación de edictos,
éste no compareciere se le designará Defensor de Oficio (Art. 127.1 C.G.P.).
Normalmente por desconocer los extremos fácticos del litigio el Defensor de Oficio asumirá
actitud de expectativa, sin perjuicio que podrá relevar la falta del cumplimiento de requisitos
formales, u oponer excepciones procesales. Cabe la duda si está habilitado a oponer la
excepción de prescripción, ya que la ley habilita a oponerla solamente a los cónyuges (Art. 164
C.C.).
También será admisible esta actitud cuando se promueva el proceso de divorcio en virtud
de la causal prevista en el nal. 10 del Art. 148 del C.C., que es el supuesto que el cónyuge fue
declarado incapaz por enfermedad mental, y por tanto actuará otra persona por él en el
proceso, que puede desconocer los hechos en que se basa la pretensión.
f) Incontestación o incomparecencia
La incomparecencia implica la ausencia total de la parte en el proceso.
La incontestación en general supone la comparecencia tempestiva de la parte, pero sin
asumir ninguna actitud concreta, lo que se denomina “mera comparecencia”, actitud que está
expresamente prevista como posible en el C.G.P. en el art. 132.
Son admisibles cualquiera de estas actitudes, sin embargo no desplegará los efectos típicos
previstos en los arts. 130.2 y 339 del C.G.P., por las mismas razones apuntadas al analizar el
allanamiento.
a) La confesión
Se prevé expresamente que la confesión o juramento de los cónyuges no será bastante para
que la pretensión de divorcio sea acogida (Art. 166 C.C.).
Si bien el medio de prueba es admisible, carece de eficacia probatoria plena, lo que
significa, que pese a que exista la confesión de la parte en las condiciones y con los requisitos
que prevé el ordenamiento jurídico (Art. 153 C.G.P.), ello no puede ser el único fundamento
para acoger la pretensión, sino que los hechos que constituyen la causa de la pretensión
requiere sean acreditados por otros medios de prueba.
La solución deriva del ya analizado carácter de orden público de las normas que regulan el
estado civil de las personas y la consecuente ineficacia de la autonomía de la voluntad para
disponer de él, concuerda asimismo, con lo ya analizado al tratar el allanamiento,
incontestación e incomparecencia a la Audiencia Preliminar.
b) La prueba testimonial
En cuanto a la prueba testimonial, el Art. 166 inciso segundo del C.C. establece “Queda
excluido el testimonio de los descendientes y ascendientes de los cónyuges; la circunstancia de otro
parentesco no constituye tacha legal”.
Con respecto a la primera parte de la norma, entendemos que prevé un supuesto de
inadmisibilidad del medio de prueba, ya no de eficacia como en la confesión. Por lo que de
proponerse como prueba el testimonio de padres y/o hijos de los cónyuges, el tribunal deberá
rechazar la admisión de dicha prueba -en virtud de la norma referida- al pronunciarse sobre
los medios de prueba propuestos, en la Audiencia Preliminar.
En relación al segundo aspecto, se establece una solución distinta de la contenida en el Art.
157 del C.G.P. que consagra expresamente el parentesco como una circunstancia de sospecha
que puede afectar la credibilidad o imparcialidad del testigo. Las “tachas” en el C.P.C.
precisamente consistían en circunstancias que afectaban la eficacia convictiva del testimonio 72,
por lo que claramente la norma contenida en el Art. 166 inciso segundo del C.C., establece en
términos actuales que el parentesco no será considerada circunstancia de sospecha en los
procesos de divorcio.
Entendemos que esta debe ser la interpretación correcta por cuanto, la norma referida no
solo es una norma especial, sino además es posterior al C.G.P. por la aprobación del Código
Civil derivado de la Ley 16.603, no habiendo sido objeto de modificación por la reciente
reforma introducida por la Ley 19.090. Además, parece ser la que mejor armoniza con la ratio
de la solución normativa, por cuanto, en general los hechos objeto de prueba en este tipo de
proceso, tienen relación con aspectos de la vida íntima de las personas, por lo que resulta
razonable, que de existir testigos de su existencia sean aquellas personas más allegadas a los
cónyuges (por ejemplo, no resulta frecuente en la vida en sociedad que los cónyuges
mantengas riñas frente a personas con las cuales carecen de un vínculo de confianza e
intimidad, circunstancias presentes en caso de parentesco).
c) La prueba documental
En materia de prueba documental cabe señalar la admisibilidad de las cartas misivas
dirigidas a terceros, que con carácter general no es un medio de prueba admisible,
constituyendo excepción a esa regla precisamente cuando estos medios de prueba son
propuestos para acreditar hechos que integran el objeto de la prueba en los procesos relativos
al estado civil de las personas como lo es el de divorcio (Art. 175.2 C.G.P.).
d) La valoración de la prueba
Salvo las especialidades analizadas precedentemente, en lo restante rigen las normas de
carácter general previstas en el C.G.P. que regulan la admisibilidad y valoración de la prueba.
Sin perjuicio de ello, en cuanto a la valoración de la prueba los Tribunales propugnan un
criterio “flexible” de valoración en aquellos supuestos de divorcio-remedio73 74.
a) La demanda
Constituye una solución excepcional lo previsto por el Art. 153 del C.C. en cuanto exige
que en estos casos deberá “probarse que la acción no ha prescripto”, es decir, se requiere la
alegación de que no ha prescripto y la prueba de ello.
Señala PRATO, que esta “norma contiene una excepción al tratamiento habitual de la prescripción
dentro de nuestro ordenamiento jurídico (…) la prescripción no es, normalmente, relevable de oficio: sólo
será considerada si es opuesta por el demandado” y agrega en “este caso, al elevarse a calidad de
presupuesto el probar que no se ha operado la prescripción, el juez deberá relevarlo de oficio”77.
Efectivamente, el legislador ha elevado al rango de presupuesto de la pretensión la prueba
de la vigencia de la acción, por tanto la falta de uno de los presupuestos, es cuestión que debe
ser relevada de oficio.
Aclaramos, que, a nuestro juicio, sería un presupuesto distinto del título (no lo integra), por
lo que su prueba no resulta alcanzada por la previsión contenida en el art. 352 del C.G.P., de
donde cabe concluir que la misma en caso de ser documental deberá acompañarse a la
demanda, o si fuere de otro tipo deberá surgir incorporada mediante una diligencia
preparatoria anterior, ya que por la estructura del proceso no resulta admisible el ofrecimiento
de medios de prueba que requieran de otra oportunidad para su diligenciamiento.
Otra particularidad de la demanda, es que por la especial estructura procesal por la que
tramita, necesariamente deberá ser acompañada de la prueba que acredite el cumplimiento de
lo previsto por el Art. 167 C.C., ya que procesalmente no hay prevista otra etapa en la que estas
cuestiones puedan ser resueltas.
En el caso de la conversión de la separación de cuerpos en divorcio, todo lo relativo a los
hijos menores e incapaces, fue resuelto en el proceso en el que se tramitó aquélla.
En los otros dos supuestos, en virtud que en la providencia inicial el tribunal decreta el
divorcio de los cónyuges, necesariamente las cuestiones previstas en el Art. 167 deben estar
resueltas con anterioridad, por ello como decíamos tal circunstancia debe surgir de la propia
demanda (así como la prueba que lo acredite), de lo contrario impide el dictado de la sentencia
(de acuerdo a lo dispuesto por el propio Art. 167). Una posibilidad es que exista un acuerdo
entre los cónyuges y que el mismo se incorpore a la demanda, otra es que tales cuestiones
hubieren sido resueltas en los procesos correspondientes (de tenencia, visita, alimentos, etc.) en
cuyo caso se acompañará el testimonio de la sentencia que culminó los mismos.
Ante la inexistencia de cualquiera de las soluciones antedichas, correspondería iniciar el
proceso correspondiente de visitas, tenencia y alimentos, y solicitar la resolución provisional
de las mismas, lo cual resultaría suficiente para tener por cumplido el requisito previsto por el
Art. 167 del C.C. (mediante la agregación a la demanda de divorcio del testimonio de la
resolución que decreta provisionalmente las cuestiones referidas)78.
b) La sentencia
La sentencia, podrá desestimar liminarmente la demanda, en cuyo caso será impugnable
mediante el recurso de apelación. (Art. 360 nal. 1 del C.G.P. por remisión del Art. 363).
En caso contrario, la sentencia decretará el divorcio de los cónyuges, ordenará la
comunicación a los Registros respectivos y citará de excepciones a la parte demandada por el
término de diez días (Art. 355 del C.G.P.).
c) La impugnación
La forma de impugnación de la sentencia que acoge la pretensión es la oposición de
excepciones.
Como señala TARIGO, es obvio que no podrán oponerse válidamente aquellas excepciones
o defensas de fondo que ataque lo decidido por la sentencia penal ejecutoriada (en los casos de
los nales. 2 y 7 del Art. 148) o por la sentencia ejecutoriada que resolvió la separación de
cuerpos (Art. 185)79.
En el plazo de la citación deberán oponerse todas las excepciones conjuntamente, sean
procesales o sustanciales.
En cuanto a las especiales para los procesos de divorcio, con la modificación introducida en
el Art. 133 del C.G.P., actualmente la prescripción necesariamente deberá ser opuesta como
excepción en esta oportunidad procesal, de no hacerlo precluye la posibilidad de hacerlo.
En relación a la excepción de reconciliación, que el Art. 163 del C.C. habilita a oponerla en
cualquier estado del proceso, cabe aclarar, que si la misma operó antes de la notificación de la
sentencia inicial que resuelve la disolución del vínculo matrimonial y la citación de
excepciones, deberá invocarse aquélla como excepción en el plazo de diez días. Si la
reconciliación operó con posterioridad al plazo de citación de excepciones, solamente será
admisible, si se hubieren opuesto en tiempo y forma otras excepciones (que se estarían
sustanciando conforme lo previsto por los arts. 356 a 358), de lo contrario, la sentencia ya
habría quedado ejecutoriada (por su no impugnación).
18
Cfe. BARRIOS DE ÁNGELIS, Dante, “El Proceso Civil”, v. II, ed. Idea, Montevideo, 1990, p. 51.
19
Citado por COUTURE, Eduardo J., “El Divorcio por voluntad de la mujer”, ed. Barreiro y Ramos S.A., Montevideo,
1931, p. 82.
20
LAGARMILLA, Alejandro, “La jurisdicción voluntaria”, ed. Claudio García, Montevideo, 1920, ps. 105-106.
21
COUTURE, Eduardo J., “El Divorcio…”, ob. cit., ps. 110-113.
22
GELSI BIDART, Adolfo, “Divorcio: Unidad y pluralidad procesal”, Apartado de la Revista de Derecho Jurisprudencia y
Administración, (t. 70), ps. 60-61.
23
GELSI BIDART, Adolfo, “Divorcio:…”, ob. cit., ps. 58-89.
24
ABAL OLIÚ, Alejandro, “Estudios del Código General del Proceso”, t. I, ed. F.C.U., p. 102.
25
BARRIOS DE ÁNGELIS, Dante,”Jurisdicción voluntaria”, ed. F.C.U., Montevideo, 1973, ps. 74-75.
26
BARRIOS DE ÁNGELIS, Dante, “Son contenciosos los divorcios por mutuo consentimiento y por sola voluntad de la
mujer”, R.U.D.P. 2/2000, p. 197.
27
Cfme. ABAL OLIU, Alejandro, “Derecho Procesal”, T. II, 3ª ed., F.C.U., Montevideo, 2014, p. 34.
28
Ver infra número 8.
29
Ver ADCU Tomo XL, p.253, caso 352 (Trib. Flia. 2º, Sent. 381, 11.2009).
30
Cfme. TAF 1º, Sent. 66, 10.5.95, ADCU Tomo XXVI, p. 118, c. 333; TAF 1º, Sent. 139, 10.8.98, ADCU Tomo XXIX, p. 116, c.
335; TAF 1º, Sent. 69, 10.3.2004, ADCU Tomo XXXV, p. 165, c. 377.
31
Cfme. GROMPONE, Romeo, “Las nuevas causales de divorcio”, ed. AMF, 1978, p. 105.
32
RIVERO, Mabel y RAMOS, Beatriz, “Derecho de Familia Personal”, 3ª ed., 2012, FCU, p. 278.
33
Texto completo de la Sentencia, publicado en ADCU Tomo XLI, p. 131-134, c. 55 (TAF 2º, Sent. 90, 28.4.2010).
34
Ver nota al pie número 4.
35
Salvo los dos procedimientos especiales previstos en el Código Civil, en los que no se solicita expresión de causa, que
son el mutuo consentimiento y la sola voluntad de cualquiera de los cónyuges, aunque la doctrina ha dicho, que
lógicamente la causa existe (siempre hay un motivo), lo que no se exige es que se pruebe judicialmente para obtener la
sentencia de divorcio.
36
Cfe. RIVERO, Mabel; RAMOS, Beatriz y MORALES, Verónica, “Familia y Derecho”, 3ª ed., 2012, FCU, p. 279.
37
Ver supra 3 y nota al pie número 9.
38
Cfme. Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, 22ª edición, Tomo I, p. 51, 2001.
39
Art. 22 de la Ley 18.246 de Unión Concubinaria.
40
CESTAU, ob. cit, p.214.
41
Ver infra 10.
42
Cfme. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, 22ª Ed., 2001, p. 2058.
43
Pensamos por ejemplo en la posibilidad de configurarse una sevicia por omisión, cuando el agente deja de atender,
alimentar o incluso de suministrar una medicación, a su cónyuge, con una clara finalidad de causarle un sufrimiento
físico, si este último, por la razón que sea, se encuentra imposibilitado, o en estado de dependencia (incapacitado,
demente o simplemente enfermo).
44
Cfme. LAGOMARSINO, Carlos y URIARTE, Jorge, “Separación personal y divorcio”, 2ª ed. 1997, Ed. Universidad,
Bs.As. p.184.
45
Cfme. Diccionario…p.1278.
46
Cfme. LAGOMARSINO, Carlos y URIARTE, Jorge, ob. cit., p. 178.
47
Sin pretender ingresar en un análisis de la casuística de lo que podría configurar una injuria grave, a los solos efectos de
ilustrar la variabilidad y relatividad del concepto, desde el punto de vista histórico y social, pensamos que,
perfectamente en el año 1920, un hombre podría sentirse injuriado gravemente, por su mujer, por haber sido vista
caminando -a solas- en compañía de otro hombre, en un parque público. Hoy en día, un hombre podría llegar a sentirse
injuriado, porque su mujer, mantiene un romance virtual (totalmente platónico), por Internet con un perfecto
desconocido.
48
Dice la norma: “Estas causales serán apreciadas por el Juez teniendo en cuenta la educación y condición del cónyuge
agraviado.”
Vemos que las variables que debe manejar el Juez, para calificar la injuria de grave, apuntan a la forma en que el
damnificado recibe el accionar (o la omisión) voluntario, del agresor, y nada impone la norma concreta, sobre si el
agresor actúa o no con un ánimo concreto de agraviar.
49
Cfme. Diccionario… p. 610.
50
Por esto los tribunales en general han entendido que resulta ineficaz la prueba negativa de las reyertas.
“La relación normal del matrimonio, percibida por diferentes personas, no excluye por sí mismo, la existencia de la
causal de riñas y disputas desde que las rencillas, reyertas, riñas o disputas continuas y graves que imposibilitaron la
vida en común es pasible de ser advertida por otro; se generan de ordinario en el ámbito de la intimidad del hogar, y no
requieren su transparencia estridente, considerando elemental las razones de decoro y reserva o pudor connatural a la
educación y formación de las partes del juicio; lo que habilita el ingreso de pautas interpretativas de menor rigurosidad
en la valoración de la prueba.” (TAF. 2º, Sent. 17, 6.2.2003, ADCU Tomo XXIV, p. 157, c. 362)
51
Cfme. CESTAU, Saúl D., ob. cit. p. 219. RIVERO, Mabel y RAMOS, Beatriz, ob. cit. p. 292.
52
Ver infra 10.
53
Cfme. RIVERO, Mabel y RAMOS, Beatriz, ob. cit. p. 293.
54
Pensamos por ejemplo, que con anterioridad a la aprobación de la Ley de derechos civiles de la mujer, la vieja redacción
del Art. 33 del Código Civil, establecía que el marido fijaba el domicilio de la mujer casada, quien estaba obligada a
seguirlo, mientras éste residiera en la República. (Norma derogada por el Art.9 de la Ley 10.783).
55
En Argentina, el Código Civil el Art.202 numeral 5º, previene como causal de separación personal y divorcio vincular,
“El abandono voluntario y malicioso”.
Esta situación, genera consecuencias, como por ejemplo, autoriza a pedir la separación de bienes (Art.1294 CCA), por el
cónyuge que no ha hecho el abandono.
56
Por ejemplo, no podría invocar la causal el marido que golpea a su mujer, y luego, ésta debido a esta golpiza, abandona
el hogar, a los efectos de lograr defender su integridad física. Simple aplicación del Art.149 del C.C.
57
Cfme. CESTAU, ob. cit., p. 221.
58
Con la reforma introducida por la Ley Nº 19.075, la ampliación subjetiva y la reducción de los plazos del divorcio por
sola voluntad, otorga otra salida más eficaz que esta causal.
59
Cfme. GROMPONE, Romeo, ob. cit. p. 100.
60
Sin perjuicio de lo que establece el Art.448 del CGP, sobre la posibilidad de la revisión de lo que se ha resuelto siempre.
61
Cfme. ABAL OLIÚ, Alejandro, “Derecho Procesal”, t. III, 3ª ed., F.C.U., p. 172.
62
GELSI BIDART, Adolfo, “Divorcio: …”, ob. cit., p. 52.
63
Actualmente se admite que cualquier causal que genere “un daño moral o que cause un daño material (…), con los
requisitos que la ley determina para su configuración como causal de disolución del vínculo matrimonial, pueden
eventualmente habilitar la pretensión resarcitoria…”. (RIVERO, Mabel, RAMOS, Beatriz, “Derecho de Familia”, ob.cit.,
p. 283).
64
“La Sala ha aceptado la acumulación de acciones de divorcio y la de daños y perjuicios derivados del adulterio, ello es
así porque una depende del acogimiento de la otra, pero en esencia se trata de los mismos hechos (en el mismo sentido
pero en otra hipótesis RUDP 2000/4 c. 377,pág. 630-631).” TAF 2º, Sent. 107/2010, Anuario Uruguayo Crítico de
Derecho de Familia y Sucesiones, I, F.C.U., 2013, c. 3.1, p. 310.
65
Introducida por el Art.22 de la Ley 18.246 de 27/12/2007.
66
En la redacción dada por la Ley 19.090.
67
Ha sostenido recientemente ABAL que en los casos que se autoriza el dictado de específicas medidas provisionales pero
sin regularse el procedimiento, el tribunal debe proceder como establece el nuevo inciso segundo del Art.317.3 del
C.G.P., señalando la enorme inconveniencia de soluciones de tramitación unilateral. (“Medidas Provisionales: nuevo
procedimiento bilateral” en XVI Jornadas Nacionales de Derecho Procesal, 2013, p. 195-196).
68
TAF 1º, Sent. 268/2009, A.D.C.U., T. XL, c. 351, p. 252.
69
ARLAS, José, “Juicio de Alimentos”, F.C.U., Montevideo, 1973, ps. 96.
70
KLETT, Selva, PANUNZIO, Heber, “Proceso de Alimentos” en Curso de Derecho Procesal, t. V. vol. I, ed. F.C.U., p. 192.
71
TARIGO, Enrique, “Lecciones de Derecho Procesal Civil”, T. IV, 3ª ed, F.C.U., Montevideo, 2005, p. 136-137.
72
Regulado en los arts. 404 a 406 del C.P.C.
73
“…Es en hipótesis como la que aquí se plantea que la jurisprudencia aplica un criterio amplio en la valoración de la
prueba en el divorcio, en virtud de considerar la falta de razón o interés social en mantener un vínculo que no existe en
realidad.” TAF 1º, Sent. 46/2007, 28.2.2007, , A.D.C.U. T. XXXVIII, c. 386.
74
“…siguiendo los criterios de orientación que para la prueba de la causal ha seguido pacíficamente la doctrina y
jurisprudencia, esto es: a) no cabe exigir prueba directa testimonial de las riñas y disputas que de ordinario se suscitan
en el ámbito íntimo del hogar; b) que la prueba negativa de su inexistencia, por otros testimonios, no desvirtúa lo
anterior; c) que el estado de separación constituye un elemento indiciario que suplementa aquella que conduce a revelar
la existencia de riñas y disputas que lo precedieron; d) que por la naturaleza e índole de la causal invocada, esto es, de
aquella que responde al divorcio-remedio, los hechos que lo acreditan deben ser apreciados con flexibilidad teniendo
presente las dificultades que entrañan su prueba y naturalmente haciendo pesar la ausencia de un interés de orden
social o público en mantener el vínculo meramente formal desprovisto de sustancia afectiva…”. TAF 2º, Sent. 318/2009,
A.D.C.U., T. XL, c. 338.
75
Los montos referidos son actualizados por la Suprema Corte de Justicia.
76
Cfe. COUTURE, Eduardo J., “Fundamentos del Derecho Procesal Civil”, ed. Depalma, Bs.As., 1981, ps. 278-279.
77
PRATO, Magdalena, “Código General del Proceso.Comentado, anotado con jurisprudencia”, v. 3B, ed. B. de F.,
Montevideo-Buenos Aires, 2012, p. 1645.
78
Cfe. PRATO, Magdalena, “Código General del Proceso…”, ob. cit., p. 1648.
79
TARIGO, Enrique, “Lecciones de Derecho Procesal Civil”, t, IV, 3ª ed., F.C.U., Montevideo, 2005, p. 347.
80
La expresión “voluntarios”, en este caso, no refiere a la naturaleza jurídica de los procesos, la cual ya fue analizada
previamente. Ver infra 4.
81
Cfme. CARNELLI, Santiago y CAROZZI, Ema, “Divorcio” (Cuaderno del Anuario de Derecho Civil Uruguayo), 1ª ed.,
1998, FCU, p. 170.
82
La redacción que surge del Art.10 de la Ley Nº 19.075.
83
Ver supra 4, literal e.
84
Diario de Sesiones del Senado. Tomo 102, p. 356, citado por COUTURE: “El Divorcio por voluntad de la mujer, su
régimen procesal», ob. cit., p. 189, 1931.
85
Eduardo J. COUTURE - “El divorcio por voluntad de la mujer. Su régimen procesal” - Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Universidad de Montevideo, - Barrerio y Ramos 1931.
86
Ob. cit., p. 69.
87
Ob. cit., ps. 73 y 74.
88
Ob. cit. ps. 78 y 79.
89
Ob. cit., p. 79, nota al pié 2.
90
Es de destacar que la modificación que realizó la Ley Nº 19.075 (en su Art.9) al Art.183 del Código Civil, trae una
previsión expresa de que si el divorcio se produce por sentencia en juicio de sola voluntad, la culpabilidad del cónyuge,
se puede acreditar en el juicio de alimentos. Pero, para las demás situaciones en las que la culpa puede ser relevante,
esta posibilidad no está prevista.
91
ABAL OLIÚ, Alejandro, “Problemas procesales planteados por la existencia de más de una pretensión de divorcio”,
R.U.D.P. 3/1999, p.348.
92
ABAL OLIÚ, Alejandro, “Problemas…”, ob. cit., p. 350.
93
COUTURE, sostuvo que debía preferirse el proceso de divorcio que se haya iniciado con anterioridad en el tiempo (“El
Divorcio por voluntad de la mujer”, ob. cit., p. 127); GELSI BIDART, expresaba, que no se dan ninguno de los supuestos
para suprimir alguno de los procesos en beneficio de otro, ni para unificarlos, por lo que se debería estar a lo que se
resuelva en la primer sentencia que quede ejecutoriada (“Divorcio: unidad y pluralidad porcesal”, ob. cit., p. 55-56).