Hipolito Unanue
Hipolito Unanue
Hipolito Unanue
Nació en la ribereña ciudad de Arica que pertenecía al Virreinato del Perú. Sus padres fueron el vasco Miguel
Antonio Unanue y Montalivet y la ariqueña Manuela Pavón y Salgado de Araujo. Su familia no contaba con
grandes recursos económicos; por el contrario, su padre —unos días antes de su nacimiento— había
quedado al borde de la miseria por la pérdida de una embarcación que constituía su única fuente de
ingresos.
En junio de 1826 fue nombrado ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, pero tras la
partida de Bolívar se retiró a su hacienda San Juan de Arona, en San Luis de Cañete, donde
su hijo José luego edificó el Palacio Unanue en 1840. Enfermo, tuvo que soportar todavía el
dolor de perder a su segunda esposa, Josefa de la Cuba. Él mismo, ya en sus días últimos,
frecuentó a un vecino ilustre, el exdirector supremo de Chile, Bernardo O’Higgins, dueño de la
hacienda Montalván.
Falleció el 15 de julio de 1833, a los 78 años de edad, en la hacienda San Juan de Arona, a la
que se había retirado.
Hipólito Unanue fue de personalidad polifacética, como médico, físico y estadista. Su vida y
obra, ampliamente conocidas a través de la historia, han concitado sumo interés entre
historiadores y biógrafos, quienes han dado a conocer las sobresalientes cualidades
personales y profesionales del recordado sabio y precursor de la independencia peruana.
Publicó:
Observaciones sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en especial el
hombre7 (Lima, 1806)
Estudios
Huérfano desde 1813, inició su educación bajo la dirección de su tío materno, el sacerdote Luis
Vélez. En febrero de 1823, ingresó al Real Convictorio de San Carlos, cuyo rector, Manuel José
Pedemonte, al comprobar sus actitudes, le impulsó a que se orientara hacia la carrera religiosa.
En 1829 se graduó de Maestro en Artes y de doctor en Teología. Todavía era alumno, cuando se le
confió el dictado de las cátedras de Filosofía y Matemáticas (1827). También empezó sus estudios
de Jurisprudencia.
En 1839, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, y un año después fue nombrado cura de
Lurín.El 4 de enero de 1842, con motivo de las exequias del presidente Agustín Gamarra,
pronunció una célebre oración fúnebre, en donde hizo un llamado a sus conciudadanos a la unión,
a la obediencia a la autoridad legítima y la adoración a la ley, en momentos en que la anarquía y la
guerra civil amenazaba con adueñarse de la nación.
Carrera política
Su carrera política se inició con la ya nombrada elección como diputado por Lima, en 1849,
llegando a ejercer la presidencia de su cámara. En 1851 fue nombrado director general de
Instrucción, cargo creado por el presidente José Rufino Echenique. Luego, fue ministro de Justicia
e Instrucción Pública (1851-1852) y de Gobierno y Relaciones Exteriores (1851-1852). En su calidad
de canciller, suscribió la Convención Fluvial del 23 de octubre de 1851, por la que el Emperador
reinante del Brasil reconoció a las naves peruanas el derecho de libre navegación por el río
Amazonas.En 1852, fue nombrado ministro plenipotenciario ante las cortes de Nápoles, Turín y
ante la Santa Sede. En Europa se entrevistó con los principales reaccionarios de la época; conoció
a Juan Donoso en París y trabajó como capellán para el Papa Pío IX.
De regreso al Perú en 1853, se negó a participar en la política activa y solo aceptó ser director
general de Instrucción Pública y consejero de Estado. En el Cabildo Metropolitano fue elevado a la
dignidad de chantre. Como respuesta a la intensa propaganda liberal, fundó el semanario El
Católico, cuya dirección encargó a Juan Ambrosio Huerta. Su pensamiento de Bartolomé Herrera,
como rector del Colegio de San Carlos, baluarte de las ideas conservadoras del Perú, durante las
décadas de 1840 y 1850.En un inicio, se dejó ganar por las doctrinas del republicanismo y el
regalismo, insinuando incluso sospechas contra el primado del Papa. Pronto, sin embargo, se vería
impresionado por lecturas del pensamiento de Joseph de Maistre y la escuela teológica, así como
de la Restauración francesa, particularmente del historiador político François Guizot, así como la
del doctrinarismo español de la época de Isabel II, en particular de Juan Donoso Cortés, líder de la
reacción española contra el liberalismo.
Obras escritas
La tarea de compilación de sus escritos la asumió el historiador Jorge Guillermo Leguía, quien no
pudo terminarla debido a su repentina muerte. La obra resultante se plasmó en dos volúmenes,
con el epígrafe de Escritos y discursos (Lima, 1929-1934).