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Hipolito Unanue

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HIPOLITO UNANUE

Nació en la ribereña ciudad de Arica que pertenecía al Virreinato del Perú. Sus padres fueron el vasco Miguel
Antonio Unanue y Montalivet y la ariqueña Manuela Pavón y Salgado de Araujo. Su familia no contaba con
grandes recursos económicos; por el contrario, su padre —unos días antes de su nacimiento— había
quedado al borde de la miseria por la pérdida de una embarcación que constituía su única fuente de
ingresos.

Labor académica y profesional

En 1783 se graduó de bachiller en medicina, prestando juramento en diciembre de 1786 en la capilla de la


Universidad de San Marcos, en cuyo profesorado ingresó dos años más tarde con la cátedra de "Método de
Medicina".

(Arica, 1755 - Lima, 1833) Científico y político peruano. Hipólito Unanue, la


figura más importante de la Ilustración peruana, se graduó en medicina
alrededor de 1784, bajo la dirección de Gabriel Moreno, y fue profesor de
anatomía en la Universidad de San Marcos durante el año 1789.

Escéptico con la reforma de las universidades, escolásticas y controladas desde


la península, Hipólito Unanue se esforzó, una y otra vez, en crear instituciones
científicas independientes donde la ciencia moderna pudiera ser enseñada a los
criollos. En 1794 inauguró unos cursos de lecciones clínicas pensados para
ayudar a los estudiantes, algunos de los cuales eran mulatos apartados de la
Universidad. En 1792 fundó un anfiteatro anatómico, en el Hospital de San
Andrés, para dar enseñanza práctica en anatomía. Durante los mismos años
(1791-1794) fue editor del Mercurio Peruano, el vehículo más importante par la
difusión de las ideas científicas en Perú.
Entre 1799 y 1805, Unanue recogió datos para su obra capital, Observaciones sobre
el clima de Lima, un tratado que, dentro de la tradición hipocrática, se proponía
explicar las causas climáticas de las enfermedades de la ciudad de Lima. Para
verificar sus tesis, relacionó datos meteorológicos con observaciones clínicas,
combinando conceptos médicos modernos y tradicionales.
A pesar de las frecuentes citas de Newton y del médico neerlandés Hermann
Boerhaave, el libro de Unanue tiene un tono arcaico. Negó la importancia de la
química para la ciencia médica, y su insistencia en la singularidad climática (y, por
tanto, médica) de Lima influyó a algunos médicos posteriores, que negaron la
utilidad de los remedios habituales para las enfermedades peruanas y se

En junio de 1826 fue nombrado ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, pero tras la
partida de Bolívar se retiró a su hacienda San Juan de Arona, en San Luis de Cañete, donde
su hijo José luego edificó el Palacio Unanue en 1840. Enfermo, tuvo que soportar todavía el
dolor de perder a su segunda esposa, Josefa de la Cuba. Él mismo, ya en sus días últimos,
frecuentó a un vecino ilustre, el exdirector supremo de Chile, Bernardo O’Higgins, dueño de la
hacienda Montalván.
Falleció el 15 de julio de 1833, a los 78 años de edad, en la hacienda San Juan de Arona, a la
que se había retirado.
Hipólito Unanue fue de personalidad polifacética, como médico, físico y estadista. Su vida y
obra, ampliamente conocidas a través de la historia, han concitado sumo interés entre
historiadores y biógrafos, quienes han dado a conocer las sobresalientes cualidades
personales y profesionales del recordado sabio y precursor de la independencia peruana.
Publicó:
Observaciones sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en especial el
hombre7 (Lima, 1806)

Obras científicas y literarias

Proyecto de reglamento de comercio

Mi retiro y vuelta a la vida del campo


Bartolomé Herrera Vélez (Lima, 24 de agosto de 1808 - Arequipa, 10 de agosto de 1864) fue
un sacerdote, filósofo y político peruano. Pensador de tendencia ultramontana y antiliberal, es el
máximo representante del conservadurismo peruano del siglo XIX. Fue director de la Biblioteca
Nacional del Perú (1839); rector del Colegio de San Carlos (1842-1846); diputado por Lima (1849-1851);
presidente de la Cámara de Diputados (1849-1851); Ministro de Justicia e Instrucción Pública (1851-
1852); Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores (1851-1852); diputado por Jauja (1858-1860);
presidente del Congreso Constituyente de 1860; y Obispo de Arequipa (1861-1864). Su pensamiento lo
plasmó en diversos escritos y discursos, siendo los más célebres su oración fúnebre en memoria del
presidente Agustín Gamarra (1842) y su sermón de acción de gracias por el aniversario de la
Independencia (1846).

Estudios

Huérfano desde 1813, inició su educación bajo la dirección de su tío materno, el sacerdote Luis
Vélez. En febrero de 1823, ingresó al Real Convictorio de San Carlos, cuyo rector, Manuel José
Pedemonte, al comprobar sus actitudes, le impulsó a que se orientara hacia la carrera religiosa.

En 1829 se graduó de Maestro en Artes y de doctor en Teología. Todavía era alumno, cuando se le
confió el dictado de las cátedras de Filosofía y Matemáticas (1827). También empezó sus estudios
de Jurisprudencia.

Carrera religiosa y docente

A instancias de su maestro Pedemonte, desistió de contraer matrimonio y abrazó la carrera


religiosa, siendo sucesivamente ordenado subdiácono y diácono (1829). Enseguida, se trasladó a
Huánuco, donde fue vicerrector y profesor de Matemáticas en el Colegio de Minería de dicha
ciudad.Regresó a Lima en 1831, siendo nombrado Regente de Teología y Artes del Convictorio de
San Carlos. Al año siguiente recibió las órdenes mayores y prosiguió sus estudios de
Jurisprudencia, doctorándose en Derecho en 1834, lo que le permitió ser nombrado Vicerrector
del Convictorio. Continuó en el ejercicio de su ministerio, como cura de Cajacay (hoy en Bolognesi,
en Áncash). En calidad de secretario, ayudó al arzobispo Jorge de Benavente y Macoaga durante su
visita pastoral a la arquidiócesis. Por motivos de salud, en 1837 dejó el curato a un coadjutor

Durante la época de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), integró la comisión que, a


nombre del arzobispado de Lima, presentó observaciones al Código Civil recientemente
promulgado.

En 1839, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, y un año después fue nombrado cura de
Lurín.El 4 de enero de 1842, con motivo de las exequias del presidente Agustín Gamarra,
pronunció una célebre oración fúnebre, en donde hizo un llamado a sus conciudadanos a la unión,
a la obediencia a la autoridad legítima y la adoración a la ley, en momentos en que la anarquía y la
guerra civil amenazaba con adueñarse de la nación.

Carrera política

Su carrera política se inició con la ya nombrada elección como diputado por Lima, en 1849,
llegando a ejercer la presidencia de su cámara. En 1851 fue nombrado director general de
Instrucción, cargo creado por el presidente José Rufino Echenique. Luego, fue ministro de Justicia
e Instrucción Pública (1851-1852) y de Gobierno y Relaciones Exteriores (1851-1852). En su calidad
de canciller, suscribió la Convención Fluvial del 23 de octubre de 1851, por la que el Emperador
reinante del Brasil reconoció a las naves peruanas el derecho de libre navegación por el río
Amazonas.En 1852, fue nombrado ministro plenipotenciario ante las cortes de Nápoles, Turín y
ante la Santa Sede. En Europa se entrevistó con los principales reaccionarios de la época; conoció
a Juan Donoso en París y trabajó como capellán para el Papa Pío IX.

De regreso al Perú en 1853, se negó a participar en la política activa y solo aceptó ser director
general de Instrucción Pública y consejero de Estado. En el Cabildo Metropolitano fue elevado a la
dignidad de chantre. Como respuesta a la intensa propaganda liberal, fundó el semanario El
Católico, cuya dirección encargó a Juan Ambrosio Huerta. Su pensamiento de Bartolomé Herrera,
como rector del Colegio de San Carlos, baluarte de las ideas conservadoras del Perú, durante las
décadas de 1840 y 1850.En un inicio, se dejó ganar por las doctrinas del republicanismo y el
regalismo, insinuando incluso sospechas contra el primado del Papa. Pronto, sin embargo, se vería
impresionado por lecturas del pensamiento de Joseph de Maistre y la escuela teológica, así como
de la Restauración francesa, particularmente del historiador político François Guizot, así como la
del doctrinarismo español de la época de Isabel II, en particular de Juan Donoso Cortés, líder de la
reacción española contra el liberalismo.

Obras escritas

La tarea de compilación de sus escritos la asumió el historiador Jorge Guillermo Leguía, quien no
pudo terminarla debido a su repentina muerte. La obra resultante se plasmó en dos volúmenes,
con el epígrafe de Escritos y discursos (Lima, 1929-1934).

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