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“Él queda en la esquina, mirándola huir.
” Boquiabierto, incrédulo, pensando si era su imaginación
o realmente sus ojos la están viendo. Mientras ella se aleja, pálida como si hubiese visto un fantasma. No sé cómo, ni porque, pero en medio de un caos interior comencé a seguirla, primero de lejos, como en las telenovelas de amor, sin embargo, inmediatamente aceleré mis pasos por miedo a volver a perderla. Ella no volvió a mirar hacia tras, pese a que, sus ojos sabían claramente lo que vieron, casi como un acto de desesperación se mete en un cine, como si eso lograrla hacerla desaparecer, y borrar lo que acababa de suceder; desde lejos la observo, veo como entra en llanto, y con absoluta certeza confirmo que no solo me vio, sino que también evito tener contacto conmigo, pero ¿porque? Por qué desperdiciar el único instante en la que la vida nos volvió a juntar. Después de tantos años de espera, de sufrimiento, de aceptación de que nuestras almas jamás se volverían a unir. Años y años intentado imaginar que vida llevaría, si se abría casado, si tenía hijos, en fin, miles de cosas pasaron por mi cabeza. En todos estos años que pasaron luego de su partida, nada me importaba más en esta vida que ella encontrará la felicidad, pese a que, talvez nunca sea a mi lado. Sé y estoy convencido que nuestro amor fue verdadero, el más puro y genuino, un amor que te marca para siempre. Yo decidí esperarla y nunca me arrepentí de eso, por más que estaba seguro que el destino me iba a jugar una mala pasada, y ella nunca regresaría, mi corazón ya no tenía lugar para nadie más. Me hundo más y más en la butaca para que no me vea, cuando pasa, la sigo y pienso ¿qué hará ahora?, ¿a dónde ira?, ella entra en el baño de damas y nuevamente vuelvo a perderla de vista. Resignado, asustado, y desesperanzado decido salir del cine y cruzarme al bar de enfrenté a esperarla, mientras tomo un café bien cargado, con mucha nostalgia recuerdo nuestros años juntos, nuestros sueños y proyectos, cuantas ilusiones teníamos, que jóvenes éramos. Se detiene a pensar si ella habría cumplido alguno de esos sueños, paga la cuenta para que no lo agarre desprevenido y sigue mirando hacia afuera con los ojos triste, a punto de que sus lágrimas comiencen a brotar, entonces la ve salir. Parece otra mujer, no la del cine, ya más calmada, con mejor semblante. Comienza a caminar y sus pasos se dirigen hacia el centro, si bien, se moría de ganas por acercarse y hablarle, en un momento duda si debía seguir con esa persecución y aceptar que ella, prefiere no volver a tenerlo cerca. Nuevamente en un arrebato de emociones contradictorias sale del bar y vuelve a caminar acechante cerca de ella, ya estaba oscuro, por su cabeza corren todo tipos de pensamientos, talvez tenga suerte y descubra donde vive, y porque no en algún momento tomar coraje e ir a buscarla, ya no por broma del destino, sino por terquedad mía. De repente ella para su marcha, cruza la calle y se encuentra con un hombre, este la rodea con sus brazos y la besa, ella responde casi automáticamente. Luego, la toma del brazo, comienzan a caminar y ella lentamente gira su cabeza hacia atrás, como buscando algo, buscando a alguien, ¿buscándome a mí? Nunca lo sobre, pero si esa tarde por fin supe que al menos ella era feliz.