Nuestra Historia
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HISTORIA
Dal
Capítulo 1: El reencuentro
Hace tiempo que no lo veo, mi corazón se siente ansioso. Mis manos tiemblan y mis piernas
están débiles. Lo saludo sin poder controlar mis expresiones faciales ¡rayos! Si tan solo
tuviera un espejo podría ver que es lo que mi cara dice. Solo sonríe, no ha pasado nada, el
tiempo se detiene unos segundos, miro mi teléfono. ¡No puede ser! mi amiga no contesta.
Por fin, es mi turno de pasar a la ventanilla del banco, me apresuro y me dice la cajera que
necesito modificar algunos datos del cheque. ¡Qué molesto! Salgo corriendo, espero que se
vaya pronto, así no tendré que hablarle, solo complicaría las cosas.
Pero el destino no está cooperando conmigo hoy, porque ahora está parado a mi lado
rellenando un cheque.
En realidad, todo está mal, solo quiero mantener mi orgullo. Le contesto con entusiasmo,
también le hago preguntas y responde con un tono gentil. Eso me irrita, parece que todo en
su vida está genial.
En cada paso que doy mi corazón se estremece, debería correr, pero no puedo; realmente
deseo quedarme aquí.
Cuando sale está muy tranquilo, no puedo ver ni siquiera un rastro de duda. Caminamos
juntos por el parque, conversamos y el tiempo se desvanece. Quiero tomar su mano, quiero
que me abrace, quiero que me bese, quiero escuchar sus palabras dulces. Y entonces me doy
cuenta de que todo es una ilusión cuando me dice que debe ir a otro lugar. Yo digo “está
bien”. Lo despido con la mano, ni siquiera volteo. Nunca me gustó verlo partir, siempre me
fui primero, hoy no es la excepción.
Maldije al destino por llevarlo hacia mí, y al mismo tiempo le agradezco. Es una locura. Sé
que no debo verlo, no debería anhelarlo, pero deseo que se vuelva a repetir.
Capítulo 2: Siempre te he esperado
Salió corriendo de su casa, el bus no esperaría. El trabajo es algo importante, así que con su
corazón roto se apresuró para no llegar tarde.
Sus ojos hinchados, seguramente todos preguntarían si está bien, como siempre respondería
que sí y después lanzaría una broma para hacer que todos olvidaran el asunto. Así es ella,
siempre esperando una llamada, un mensaje, con tan solo una mirada se conformaría. Tres
años, su primer beso, su primer amor, se lo dio todo. Aun así, él nunca valora todos sus
esfuerzos.
¡Qué persona tan cruel! Si tan solo no fuera tan encantador, tan perfecto. La voluntad del
cielo así lo dispuso. Le concede verlo de vez en cuando, esos momentos únicos que hacen
que su corazón tiemble. Pero cuando ella le dice “abrázame” él siempre responde “no puedo”.
Cuando escucha esta frase se pregunta si se trata de una incapacidad o un capricho.
Cuando no llama, sus noches se vuelven frías y solitarias, mirando a la luna quiere pensar
que todo estará bien, pero lo extraña. Quiere llamarlo, pero no es correcto, seguramente no
responderá. Tendrá que seguir esperando a que él la llame.
Es sábado, recibe una llamada, su corazón se siente alegre, hoy es el último día.
Al salir del café, él se apresura a despedirse antes de que ella le pida un abrazo. Ella lo detiene,
lo mira a los ojos y dice “no vuelvas a llamar, es hora de avanzar” él se asombra y debe
conservar su ego así que contesta “como quieras” intenta alejarse y es detenido con un
movimiento rápido. Le da un dulce beso, recuerda la sensación que tuvo cuando él lo hizo.
Se aparta, él está muy confundido. Intenta hablar para pedir una explicación, pero ha perdido,
todo acabó. Ella dice “gracias por el beso, hoy te lo devuelvo; adiós” Se va, desde hoy no
verá hacia atrás.
Capítulo 3: 24 horas contigo
Es gracioso, las historias de amor nunca son tan cortas. Bueno, eso sin mencionar a Romeo
y Julieta, solo necesitaron unos días para que su amor causara tal tragedia. Pero hablando de
la realidad, es algo que extrañamente suceda y sea tan genuino.
Ella siempre pensó que no volvería a amar, su corazón tenía tantas cicatrices; era increíble
que aun siguiera latiendo. Todo este tiempo ha estado luchando en contra de sí misma, el
deseo de vivir en constante conflicto con las ganas de rendirse. Es bueno saber que al final
todavía sonríe.
Una mirada bastó, ella lo odió desde que apareció por la puerta de la cocina. Su actitud, su
confianza, su brillo era intenso e irritaba sus ojos. Él parecía sorprendido, no conocía a nadie
como ella, se daba cuenta de que podía amarla fácilmente. Cuando su hermano estuvo en
problemas, él era el primero en aparecer, por su amigo o por ella, aún no comprendía. Verla
lo hacía feliz, entonces charlaron tranquilamente sentados en las escaleras de su casa, deseaba
que ese momento fuera eterno. Ella sintió que estaba pagando por alguna travesura del
pasado.
Ese día, finalmente la llamó, le dijo que se encontrarían después de la universidad. Ella estaba
dudosa, pero aceptó. Aunque básicamente no lo toleraba, ya había accedido así que no era
correcto retractarse; era su primera cita en años. El maquillaje, la ropa, cada detalle era
importante, se pregunta así misma mientras se cambia “¿Por qué hago esto?” No había una
razón.
Al llegar, lo ve y por primera vez se alegra de que esté ahí. Se acerca y siente que el corazón
se le va a salir. Todo es muy extraño en ese momento, pero es una sensación agradable. Lo
primero que dice él es “Te ves hermosa” y ella responde tímidamente “gracias”.
La toma de las manos, son suaves y cálidas como su corazón. Ahora está seguro de que no la
dejará ir. Ella quiere soltar sus manos, pero no tiene fuerza para moverse. Todo su cuerpo se
siente débil. “¿Acaso le gusta él?”, se pregunta a sí misma, aún no tiene una respuesta.
Nuevamente le sonríe, la lleva hacia una banca y le hace una propuesta: “No conozco la
razón, sé que no estás dispuesta a enamorarte. Pero… ¿quieres pasar veinticuatro horas
conmigo fingiendo que nos amamos?” Esta propuesta descabellada era bastante tentadora,
una oportunidad tan rara no volvería, qué son veinticuatro horas, por lo menos no habría
tiempo para que le rompiera el corazón. Ella le responde “por qué fingir, amémonos durante
veinticuatro horas de tal manera que cuando nos despidamos no haya arrepentimientos”
Treinta minutos más tarde están acurrucados en una cama, él la abraza, es difícil para ella
conciliar el sueño. Sin embargo, lo que más le de insomnio son sus propios pensamientos,
más allá de la incomodidad que le provoca su cercanía, teme que al pasar las veinticuatro
horas no sea capaz de decir adiós. Fue un día maravilloso, una fantasía, nunca se había sentido
tan amada. Pero al prolongarlo seguramente tendría que enfrentar momentos de dolor y
desesperación, algo que comenzaba a sentir cuando vio la llave de su habitación.
La mañana llegó rápido, estaba feliz de que la noche terminara sin que la magia se disipara.
Finalmente, la hora veinticuatro llegó. Un simple adiós era suficiente. Él estaba en éxtasis,
su rostro nunca fue tan atractivo como ahora, esa sonrisa podría hacer que se quedara.
El último beso, cuando la alarma suene todo estará en el pasado. Él quiere detenerla, pero
ella le dice “Fueron veinticuatro horas exactas, fue un trato, nos amamos y no tengo ningún
arrepentimiento” él responde “Yo tampoco tengo, pero me gustaría que durara más tiempo”.
Ella comienza a alejarse y le sonríe sinceramente mientras dice “En lugar de que dure, es
mejor comenzar otras veinticuatro horas de amor sin arrepentimientos”.