PNUD
PNUD
PNUD
Sociología UMG
Psicología clínica
Lic. María Antonieta Martínez
INFORME NACIONAL DE
DESARROLLO HUMANO
“No hay un solo escenario para la mejora del desarrollo humano a nivel local en
Guatemala, ni una única estrategia, se precisan instrumentos que se adapten a la diversidad
de escenarios territoriales”.
Urbanización y nuevas ruralidades
Conclusiones:
En este capítulo se ha ilustrado y analizado uno de los factores más importantes que ha
estado cambiando en este siglo los territorios guatemaltecos y a las personas que los
habitan: la urbanización y la emergencia de nuevas prácticas y comportamientos
económicos, sociales y culturales, que están modificando la manera como se vive en las
zonas rurales. A lo largo del capítulo se ha verificado esta hipótesis, a partir de datos
estadísticos que ratifican la importancia que tienen hoy las ciudades intermedias en el país o
la diversificación de las economías locales pero, sobre todo, con la descripción y el análisis
de la emergencia de una nueva área metropolitana en el corazón del Altiplano Centro
Occidental, territorio con una población social y étnicamente diversa, con una fuerte
impronta indígena y que ha sido protagónico en la historia del país. Un caso que tiene sus
singularidades pero que aporta luces sobre fenómenos que también están sucediendo en
otras partes del país, quizás con menor intensidad, pero que son relevantes. La trayectoria
histórica de la emergencia de esta nueva metrópoli aporta lecciones valiosas sobre algunas
dinámicas contemporáneas del desarrollo territorial guatemalteco: su configuración actual
está relacionada con su localización como eje articulador de varios territorios del país y
como lugar de tránsito hacia México, potenciado en los últimos años por el aumento de la
migración a Estados Unidos, pero también por la existencia de economías locales vigorosas
y más diversificadas que en otros territorios (pequeñas y medianas empresas de confección,
transportistas y comerciantes, y agricultores medianos que exportan), todas ellas
fortalecidas por una oferta de servicios educativos importante, sobre todo en
Quetzaltenango y San Marcos, que contribuye a aumentar la escolaridad promedio de sus
habitantes. Lo interesante de este desarrollo no es únicamente la expansión de la mancha
urbana de Quetzaltenango, sino su articulación con otras pequeñas ciudades y municipios
donde, desde hace mucho tiempo, se han ido construyendo paso a paso economías
diversificadas, no de - pendientes únicamente de la agricultura, que aprovechan su
localización para articular comercio y manufactura o para incursionar con hortalizas y
textiles incluso en mercados más allá de Guatemala. De esa manera, no solo se ha
aumentado y densificado la población, sino también las relaciones comerciales o el acceso a
información. Es decir, hay varios factores que convergieron para alentar ese desarrollo,
muchos impulsados por el propio esfuerzo de las personas, desde los migrantes que aportan
remesas, los comerciantes indígenas que transitan desde hace siglos por rutas desde México
hasta El Salvador, los artesanos e industriales de textiles que se reinventan continuamente
al ritmo de los cambios en sus mercados, el fortalecimiento de estructuras locales de
gobernanza indígena o incluso los avezados comerciantes e inversores indígenas y ladinos
que urbanizan los pueblos. Pero también fue importante, como nos lo enseña la geografía
económica, que el territorio cuente con algunas infraestructuras públicas claves. Su
cercanía a carreteras importantes que articulan el país y lo vinculan con sociedades y
mercados
externos fue determinante para su expansión, al igual que la existencia de una red de
servicios educativos y de salud. La exploración nos revela, en suma, un mundo en
movimiento, no estancado, que se ha ido adaptando a condiciones adversas, que aprovecha
oportunidades, pero que avanza en medio de limitaciones, y desigualdades. Esa es una
primera gran conclusión. Pero eso no es suficiente; los cambios pue den aportar
oportunidades, pero también implican riesgos. Por eso, otras dos preguntas también
inspiraron el análisis: ¿hasta qué punto esta urbanización promueve un mayor desarrollo
humano? ¿Cómo ir más lejos, superando las persistentes desigualdades y los nuevos
problemas que se están generando? En el informe se muestra que los municipios con mayor
urbanización del territorio analiza do tienden a tener indicadores de desarrollo humano
más altos. Por otra parte, se observó que entre 2002 y 2018 se experimentaron
disminuciones de las brechas en este ámbito entre los municipios. No obstante, se
mantienen des igualdades importantes al interior de los territorios y varios municipios
enfrentan privaciones multidimensionales significativas, eso sucede, sobre todo, en los que
están menos integrados a la dinámica de la nueva metrópoli en el Altiplano Centro
Occidental. Es así como hay municipios donde el 90 % de los hogares tienen alguna
privación. El propio centro de la urbe tiene a un tercio de sus hogares en esa situación. En
resumen, las transformaciones urbanas descritas se están desenvolviendo con un
tras fondo de desigualdad y pobreza que se debe considerar y que no se están resolviendo
al ritmo necesario. El crecimiento urbano está también provocando nuevos tipos de
segregación espacial, problemas ambientales y en la gestión de re cursos hídricos,
desforestación, abandono de espacios verdes, mal manejo de los desechos, inseguridad y
nuevas brechas en el acceso a servicios de educación y salud,– esta vez, al interior de la
urbe-. Así pues, la respuesta a las dos preguntas no es conclusiva. Hay evidencias del
potencial que tiene el crecimiento urbano para mejorar el desarrollo humano territorial,
pero para desplegarse requiere de algunas condiciones favorables en el propio territorio,
como la existencia de economías locales con algo de dinamismo o su cercanía a buenas
infraestructuras de comunicación, y también de un acompañamiento e impulso público y
colectivo mejor planificado, coordinado, participativo y consciente de la naturaleza integral
de las políticas públicas que se deben impulsar. Hay pues necesidad de una agenda
renovada, tanto temática como de fortalecimiento institucional. Junto con las tradicionales
recomendaciones sobre la mejora de infraestructuras viales que vinculen el territorio, que
como se vio son cruciales, o la ampliación y mejora de servicios sociales básicos, aparecen
cuestiones relativamente novedosas como la urgencia de definir y, sobre todo, de aplicar
efectivamente una planificación y ordenamiento del territorio con criterios de gestión
sostenible de los ecosistemas y recursos naturales, un apoyo a las economías locales,
articulándolas con mercados y entre sí para aumentar su competitividad, o la urgencia de
pensar nuevas iniciativas macro regionales (o metropolitanas) para enfrentar problemas
comunes, como el manejo de residuos, la preservación de bosques y áreas verdes, la gestión
de las cuencas que abastecen de agua a la metrópoli, por mencionar algunos de ellos.
Movilidad humana desde la perspectiva territorial
Conclusiones:
En este capítulo se analizó cómo diversos procesos de movilidad humana han
reconfigurado históricamente los territorios y las condiciones de vida de las guatemaltecas
y los guatemaltecos. Existe una larga historia de migraciones, internas y externas,
desplazamientos y movimientos temporales de población que han influido de manera
determinante en la construcción de las identidades territoriales, de las condiciones
socioeconómicas, políticas y culturales a nivel local. Una primera conclusión consiste en
demostrar que las dinámicas contemporáneas de la migración, particularmente las que
tienen como destino los Estados Unidos, deben ser entendidas en el marco de una historia
larga de movilidad humana. Desde tiempos inmemoriales, las comunidades guatemaltecas
se fueron moviendo en su territorio para mejorar sus condiciones de vida y garantizar su
reproducción. Para ello, se establecieron complejos sistemas agrícolas que implicaban el
traslado temporal de las comunidades para aprovechar diversos pisos ecológicos en la etapa
precolombina, emergieron prácticas de movilidad interna temporal hacia las tierras bajas
como jornaleros cuando las comunidades perdieron el acceso a esos territorios y se fueron
estableciendo redes, desde finales del siglo XX, para llegar al norte del continente. Es decir,
las migraciones han sido procesos dinámicos que fueron evolucionando y cuyo despliegue
en el territorio no se realizó en forma uniforme, cada territorio y comunidad experimentó
sus propios tiempos y dinámicas. En el capítulo se muestra cómo desde hace más de
cincuenta años se produjo una acumulación y sedimentación de experiencias, información y
redes sociales que poco a poco hicieron posible la intensificación de la migración a Estados
Unidos, la cual se realiza además mayormente en condiciones de irregularidad y de alto
riesgo. Esos movimientos de población están asociados a las dificultades de varios
territorios del país para brindar condiciones para el desarrollo humano de sus habitantes.
Pero precisan de varios otros factores para generalizarse: información, experiencias,
contactos sociales y familiares e infraestructuras sociales que las faciliten. Por esas razones,
por ejemplo, no siempre son los más pobres los que parten primero, sino aquellos que 258
// Informe Nacional de Desarrollo Humano Capítulo 05 // 259 tienen recursos y
conocimientos básicos. Pero, estas no son experiencias puramente individuales, sino
colectivas y familiares, ese es el mecanismo que permite que se vayan ampliando e
involucrando a cada vez más personas de un mismo territorio. Esa consolidación colectiva
de rutas y prácticas migratorias fue fortaleciendo la naturaleza circular y reticular del
proceso. Es decir, el hecho de que muchos migrantes volvieran a la comunidad después de
logradas ciertas metas personales animaba a otros miembros de la familia a realizar la
misma aventura. Fue en base a esos mecanismos que la migración guatemalteca a Estados
Unidos fue “madurando”, construyendo rutas, experiencias y redes que la facilitaban y que
permitían que incluso personas con menor propensión al riesgo optaran por arriesgarse al
periplo. Una segunda conclusión que se debe resaltar es la necesidad de analizar y
comprender este fenómeno en su dimensión integral y humana. No es una cuestión
únicamente relacionada con las oportunidades económicas que los migrantes consiguen
fuera del país. Se debe entender como una expresión de la incapacidad de ciertos territorios
para garantizar condiciones de vida razonables y expectativas a sus habitantes. Frente a lo
cual, muchos deben enfrentar situaciones de sacrificio y de gran riesgo, sabiendo lo
impredecible del éxito o el fracaso. Esos periplos suelen ser realizados mayor mente de
manera irregular y son, por tanto, arriesgados, inciertos y generadores de rupturas,
desequilibrios y de difíciles adaptaciones sociales, culturales, familiares y psicológicas. En
este sentido, no hay que idealizarlas, porque pueden implicar grandes sacrificios, costos
elevados e incluso daños graves a la salud o la vida misma de los que deciden partir. En
consecuencia, uno de los ejes centrales de cualquier política pública o acción colectiva para
tratar la cuestión migratoria se debe referir a la protección de estas poblaciones y a la
generación de condiciones de dignidad y de respeto de sus derechos humanos. En ese
marco, se debe promover, de igual modo, mecanismos de migración externa ordenados,
seguros y regulares. Este es un enfoque imprescindible, al respecto hay ciertos avances que
se ilustran en el recuadro 5.6. En tercer lugar, hay que responder a la pregunta de si estas
migraciones mejoran el desarrollo humano y reducen las brechas y desigualdades sociales.
Se ha demostrado que resuelven ciertos problemas coyunturales de personas y
comunidades, evitan que muchos caigan en una mayor pobreza y contribuyen a solventar
con sumos básicos. A veces, incluso permiten mejorar la vivienda y la acumulación de un
capital para pequeños emprendimientos o mejorar la capacidad productiva de las familias.
Pero, esos efectos se limitan a esas dimensiones, no logran transformar las condiciones
estructurales de desarrollo humano de los territorios, en ausencia de otros elementos. Para
que las remesas y las inversiones de los retornados puedan contribuir a cambios más de
fondo en el desarrollo humano local, se necesita que estén acompañadas de otros factores:
mejora de las infraestructuras públicas y los servicios sociales, acciones para gestionar
mejor los recursos naturales y mitigar su deterioro, etc. En la ausencia de políticas públicas
que apunten a esas transformaciones estructurales, las remesas pueden transformarse en un
paliativo con impactos limitados y no permanentes. En el capítulo, se muestra que las
remesas producen diferencias entre los que tienen acceso a ellas y el resto de la población.
De igual manera, en muchas comunidades se debilita la cohesión social por las distorsiones
que la migración y las remesas producen, por ejemplo, al encarecer el costo de tierras y
viviendas, modificar patrones de consumo o al cambiar la naturaleza de algunas de las
relaciones interpersonales. Es decir, las desigualdades y diferencias internas tienden a
incrementarse. Hay, por supuesto, ejemplos de aumento de la solidaridad, de constitución
de redes comunitarias transnacionales o de inversiones colectivas con remesas para fines
sociales, pero las lógicas de diferenciación social que vienen con la masificación de la
migración y las remesas en los territorios son también fuertes. Sin embargo, más allá de
este balance de efectos positivos y negativos, el capítulo ha encontrado en los casos
analizados evidencias de cambios significativos en la composición del consumo de los
hogares, en la manera como están creciendo las ciudades y se están urbanizando las zonas
rurales, en la adaptación y preservación de la cultura local, en la diversificación de
actividades económicas en el territorio, en las relaciones de género e intergeneracionales e
incluso en las identidades indígenas debido al aumento de la migración internacional. En
consecuencia, la cuestión migratoria, en todas las dimensiones analizadas, debería ser
considerada como un elemento importante para reorientar las políticas de ordenamiento
territorial, de promoción económica o de dotación de servicios sociales a nivel local, ya sea
porque puede coadyuvar al logro de ciertos objetivos comunes o porque es un factor que
crea distorsiones que deben ser tratadas. Se trata, en resumen, de un factor clave e
imprescindible para repensar los territorios y las políticas públicas locales y nacionales, no
solamente en términos de un mejor aprovechamiento de las remesas y capacidades que
muchos retornados tienen, sino sobre todo por el impacto que están produciendo en las
expectativas de la población, en sus prioridades y en sus formas de organización, es decir
en la capacidad de agencia de estas personas.
“Un signo inquietante de esos nuevos escenarios es el creciente tránsito de niños, niñas y
adolescentes no acompañados por los peligrosos caminos hacia México y Estados Unidos,
bien sea por reunificación o por necesidad”.
“En este nuevo momento, cambia el perfil de quienes parten, al sumarse al viaje mujeres y
niños por reunificación familiar, aunque también por otras lógicas económicas, violencia
doméstica, de género, e incluso familias enteras, debido a la dificultad de la vida en la
región”.
Vulnerabilidad socioecológica y desarrollo humano territorial
Conclusiones:
Este capítulo parte de la hipótesis de que para enfrentar los retos del desarrollo humano de los
territorios se precisa entender la interacción entre sus condiciones socioeconómicas y los cambios
que sus ecosistemas están sufriendo por efecto de fenómenos globales y locales. La capacidad de
resiliencia y de innovación de las sociedades frente a la celeridad de estas transformaciones,
depende, en buena medida, de la manera como su territorio y población se han ido (re)configurando
a lo largo de la historia. De ahí la necesidad de analizar como esas transformaciones afectan el
desarrollo humano y la desigualdad en los territorios. Para ello, se exploró por un lado el caso de un
territorio de gran riqueza y fragilidad ecológica en el que se está produciendo una gran expansión de
actividades agrícolas y extractivas, que se denomina tierras bajas del norte y por otro lado, un
espacio, el corredor seco que está enfrentando complejos escenarios sociales y humanitarios debido
a la combinación de un aumento de la variabilidad climática y de vulnerabilidades ecológicas y
sociales de naturaleza histórica y estructural. Una primera conclusión de esta revisión es la gran
importancia que tiene el acceso a la tierra, al agua y a otros valiosos activos naturales como factores
que afectan el desarrollo humano, la pobreza y la desigualdad. Las trayectorias históricas de ambos
territorios, con sus heterogeneidades y diversidades, muestran cómo esas sociedades se fueron
reordenando en función de políticas y cambios socioeconómicos que afectaron el acceso y el uso de
la tierra y a los recursos naturales. El ejemplo más fuerte de ello es la importancia que sigue
teniendo hasta hoy la paulatina pérdida de tierras que han sufrido desde hace siglos los pueblos
indígenas guatemaltecos, lo que les obligó a moverse hacia partes del territorio con condiciones
productivas y ecológicas frágiles o a realizar desplazamientos hacia otras zonas para buscar
recursos para su vida. Los problemas actuales de inseguridad alimentaria, en el corredor seco o de
deterioro ambiental y conflicto por activos ambientales en las tierras bajas del norte tienen relación
con esas trayectorias, además reforzadas por fenómenos contemporáneos como el cambio climático,
la aceleración de las migraciones, el crecimiento de las economías ilegales, el aumento del comercio
global de recursos naturales o los cambios en la demografía y en la estructura social. La segunda
conclusión se refiere a la urgencia de actuar sobre estas condiciones debido a que esos
desequilibrios se están acelerando. En el corredor seco, porque el cambio climático está
intensificando el deterioro de las condiciones de vida asociado a vulnerabilidades sociales y
ecológicas de larga data, al punto de provocar crisis humanitarias. En las tierras bajas del norte, la
revalorización de algunos recursos naturales del territorio, como el agua, el bosque o la tierra, para
expandir la economía nacional está encontrando sus límites por el recrudecimiento del conflicto
social y del deterioro ambiental, y el aumento consiguiente de su vulnerabilidad frente a fenómenos
climatológicos disruptivos. Una tercera conclusión se refiere a la necesidad de entender estos
desafíos de manera integral, considerando sus consecuencias ambientales y sus impactos
económicos, pero también las historias y expectativas sociales de las personas y comunidades
involucradas y sus necesidades no satisfechas. Tanto en la respuesta humanitaria a la inseguridad
alimentaria, la mitigación de desastres ambientales o la resolución de la conflictividad en las
industrias extractivas, no se encontrarán las soluciones de manera parcial, hay que trabajar
simultáneamente varios ámbitos: sociales, ambientales, culturales y de expectativas individuales y
colectivas. Esas articulaciones de factores de riesgo y vulnerabilidad socioecológica tienen
particularidades locales que varían en cada caso. Por tanto, hay que conocerlas y asumirlas en ese
nivel, entendiendo que cualquier intervención precisa de un fuerte anclaje territorial. De ahí la
necesidad de reforzar una aproximación territorial y local de estos problemas, escuchando y
asociando en su resolución, sobre todo, a los actores de esos ámbitos. Una cuarta conclusión tiene
que ver con la naturaleza de las intervenciones en estos temas. Frente a los problemas de los dos
territorios analizados, además de actuar o resolver los problemas coyunturales o sus síntomas de
corto plazo, hay que encarar también los problemas estructurales e históricos que son su trasfondo.
Por ejemplo, sin acciones que detengan y reviertan el permanente deterioro de los ecosistemas en el
corredor seco no se evitará la recurrencia de crisis humanitarias cuando haya fenómenos
climatológicos adversos. Aunque imprescindible, no es suficiente, por tanto, una vigorosa acción de
protección social de las poblaciones afectadas; se deben enfrentar los problemas medioambientales,
productivos y de acceso a infraestructuras básicas estructurales que desfavorecen a esos territorios.
De igual manera, en las tierras bajas del norte se puede dialogar en el corto plazo con las
comunidades para mitigar el conflicto, pero este persistirá si no se avanza en aspectos de fondo,
como la seguridad jurídica de la tierra, la generación de opciones diversificadas de economía local o
la mejora de sus condiciones de vida. Una quinta conclusión se refiere a la naturaleza conflictiva de
estos problemas. El informe muestra que las definiciones sociales, económicas, ambientales e
institucionales relacionadas con el acceso y utilización de los activos naturales no suelen estar
exentas de conflicto. Hay intereses y visiones diferentes que, lamentablemente, en otros momentos
históricos se resolvieron por la imposición e incluso a través de la fuerza.
Para evitar esos escenarios y según lo mandata, por ejemplo, el convenio 169 de la OIT en su
artículo 6, el Estado debería consultar mediante procedimientos apropiados a los pueblos indígenas
cuando se prevean medidas legislativas o administrativas que les afecten directamente, incluyendo
la aprobación de licencias de explotación de recursos naturales. La ausencia de directrices y de un
procedimiento formal para realizar estos procesos puede aumentar la conflictividad. Además de
definir metodologías para su realización, se precisa incrementar las capacidades del Estado para
desarrollar esos procesos y de todos los involucrados para participar constructivamente en ellas. El
gran reto es, en suma: ¿cómo construir colectivamente nuevos equilibrios en una sociedad y en
territorios diversos y heterogéneos mediante el diálogo constructivo y la participación inclusiva?
¿Cómo lograr nuevas articulaciones sociales, económicas, pero también ecológicas, que apunten a
un desarrollo humano sostenible? Las respuestas son, por supuesto, nacionales, pero, sin una
perspectiva territorial y local, no serán suficientes. Los indicadores de desarrollo humano y de
privaciones multidimensionales son, en suma, el reflejo de los logros y limitaciones anteriormente
reseñados. Se ha visto que, en ambos casos, se trata de territorios con bajos IDH-M y con bastantes
desigualdades internas en relación con otras zonas del país. Ese es el reflejo de la persistencia de sus
problemas estructurales, a los que se suman las contingencias del último decenio: desastres
naturales, conflictos y otros. Su mejora se producirá en la medida que se actúe con integralidad,
dialogando y fortaleciendo a los actores locales y, sobre todo, con la premura y urgencia que
requieren.
Mi conclusión:
El informe nacional de desarrollo humano toca puntos muy fuertes en Guatemala temas que
exponen los niveles de pobreza y desnutrición de Guatemala y el nivel de economía que
manejan tanto como exportación como compras del país y préstamos y deudas.
el enfoque territorial que presentaron de Guatemala y el desarrollo humano es excelente y
cuando hablan de movilidad humana exponen todos los factores de cómo la población
utiliza medios de movilización diferente y de cómo este también afecta a la sociedad.
El panorama que tiene sobre el país me paceré el correcto de cómo lo expresaron ya que no
es fácil comentar sobre un país ya que tiene que investigar hasta el último rincón del país
para poder hablar de él las desigualdades y pobreza multidimensionales que afectan al país,
las diferencias de desarrollo humano entre hombres y mujeres y los pueblos indígenas, el
nivel de vida y educación de la misma.
Además, este también nos da el panorama departamental y municipal del desarrollo
humano que se vive al interior del país la diversidad y desigualdad de los municipios y los
departamentos, y sobre los factores socioeconómico.
Pero creo que el punto más fuerte es la Vulnerabilidad socioecológica y desarrollo humano
territorial del país y los temas migratorios estos enfocados en los departamentos de san marcos,
Huehuetenango y escuintla.