Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

PNUD

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 14

UMG

Sociología UMG
Psicología clínica
Lic. María Antonieta Martínez

INFORME NACIONAL DE
DESARROLLO HUMANO

Jonathan Misael tzoc ajtun


1303-23-19011
16/04/2023
Introducción:
“Un enfoque territorial del desarrollo humano”

Desarrollo humano en el Antropoceno


Los informes de desarrollo humano se fundamentan en el enfoque de capacidad que apunta
a colocar a los seres humanos en el centro del desarrollo, en armonía con el planeta, y a
ampliar su capacidad de agencia, es decir, su libertad efectiva para alcanzar aquello que
tienen razones para valorar. El Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 20202 (IDH
2020) invita a considerar la trayectoria del desarrollo humano (el destino deseado) en un
contexto sin precedentes caracterizado por grandes desequilibrios planetarios y sociales. Su
punto de partida es la conclusión de la comunidad científica que dice que estamos entrando
en una nueva época geológica, el Antropoceno, en la que los seres humanos somos una
fuerza dominante que condiciona el futuro del planeta.

Hacia un abordaje territorial y procesual del desarrollo


La definición más general de territorio se refiere a los “espacios subnacionales en los que se
asienta la población y entre los cuales se registran intercambios de población”6. Más
específicamente, se puede afirmar que el territorio es un espacio donde confluyen e
interactúan la naturaleza y la sociedad.
"Para los pueblos indígenas el territorio es un espacio en el que comparten una historia de
larga duración – cuyas huellas aún permanecen vivas en la memoria colectiva y la tradición
oral de cada pueblo-, una matriz lingüística común, una identidad y cultura que les permite
establecer vínculos políticos, sociales y económicos”.
Panorama nacional: desarrollo humano en Guatemala
Conclusiones:
El desarrollo humano de Guatemala se caracteriza por dos rasgos: un importante
desequilibrio entre sus logros económicos agregados, que contrasta con un desarrollo social
que avanza lentamente, y la persistencia de significativas desigualdades entre los diferentes
segmentos sociales y territorios que componen el país. Esas inequidades históricas afectan
particularmente a las mujeres, a las poblaciones indígenas y a las personas con menores
ingresos. En general, el IDH y los índices que lo componen aumentaron hasta 2019 (último
año para el que se cuenta con estadísticas). Sin embargo, desde 2015 sus crecimientos
fueron muy leves. Es particularmente llamativo el estancamiento en las mejoras en las
dimensiones educativa y de nivel de vida. En educación, esa tendencia coincide, por
ejemplo, con un escaso crecimiento de la cobertura de educación secundaria y superior
desde el 2012. Por tanto, la pandemia se produjo en un contexto estructural de significativas
limitaciones y desigualdades socioeconómicas, las cuales dificultaron la ejecución de
políticas de atención y protección contra el COVID-19, por ejemplo, en el ámbito del
acceso oportuno a servicios sanitarios, a la vacunación o a una educación a distancia de
calidad. De igual modo, esas inequidades tuvieron que ver con la manera diferenciada en
que las personas fueron afectadas por la enfermedad y sus consecuencias socioeconómicas.
Aunque el país logró sortear la crisis del 2020 con un decrecimiento económico moderado
seguido de una rápida recuperación macroeconómica, la economía de parte importante de
los hogares, sobre todo de los más vulnerables, no logró recuperarse pese al retorno al
trabajo. La crisis dejó también secuelas en las condiciones de salud de la población más
vulnerable y en las capacidades humanas de muchos niños y niñas debido a las dificultades
en la calidad de la enseñanza que enfrentó la educación a distancia. En este periodo, la
ciudadanía vio la importancia de contar con servicios sociales fuertes, eficaces y que
lleguen a todos. Se experimentó también con nuevos programas sociales que podrían
orientar la innovación que se 88 // Informe Nacional de Desarrollo Humano Capítulo 01 //
89 requerirá en los siguientes años para recuperar lo perdido y acelerar el desarrollo
humano. La idea es no volver únicamente al contexto previo a la crisis, que, como se vio,
no era el óptimo, sino ir construyendo una nueva normalidad en la que se den pasos más
acelerados para lograr un desarrollo humano equitativo. Las pistas futuras de política
pública se refieren a la consolidación de servicios públicos sociales más fuertes y presentes
en todo el territorio, y al impulso de novedosos esquemas de protección social que prioricen
a los grupos de población más vulnerable, iniciativas en las que el acceso a nuevos
instrumentos digita - les tendrá un rol cada vez más crucial. Parece también necesario
mejorar la recolección de in - formación social sobre los hogares para que la selección y
priorización de los beneficios de los programas sociales sea óptima y justa, buscan - do que
contribuyan no solo a incrementar las coberturas de servicios sociales, sino también a
mejorar su calidad. Experiencias como la iniciativa piloto del Registro Social de Hogares
con enfoque de género promovida por el Ministerio de Desarrollo Social y apoyada por el
Sistema de Naciones Unidas en 20 000 hogares distribuidos en 6 municipios del país
pueden ser valiosas en este sentido. Los problemas de la vacunación y de la dificultad de
muchos niños y niñas para acceder a educación a distancia llaman la atención sobre la
urgencia de mejorar las infraestructuras y servicios sociales y tecnológicos en todo el
territorio, aspectos en los que todos los niveles de gobierno y espacios de participación
locales y territoriales deberían intervenir. Para llegar más eficazmente con prestaciones
sociales y programas de desarrollo económico local se requerirá un despliegue territorial
más eficiente y coordinado de todas las instituciones. Esa es una de las lecciones de la
pandemia. Finalmente, existe también el gran reto de articular de manera más eficaz el
crecimiento macroeconómico con una distribución más equilibrada de los ingresos entre
todos los ciudadanos. La economía mostró una gran capacidad de resiliencia que debe ser
aprovechada. Parece necesario avanzar en una fiscalidad y políticas de inversión pública
adaptadas a un gran esfuerzo de recuperación y aceleración del desarrollo humano, después
de una crisis con tan graves afectaciones a la vida de las personas, como lo propone la
CEPAL45. Actuar sobre las desigualdades sociales, étnicas, territoriales y otras que
dificultan que las oportunidades y capacidades lleguen a todos y, sobre todo, a los que
tienen mayores necesidades será una prioridad. Para ello, se precisa entender los diferentes
contextos y características de esos problemas en el diverso territorio de Guatemala y de eso
tratarán los siguientes capítulos del informe.

“Para llegar más eficazmente con prestaciones sociales y programas de desarrollo


económico local se requerirá un despliegue territorial más eficiente y coordinado de todas
las instituciones”.
Panorama departamental y municipal del desarrollo humano
Conclusiones:
Una primera constatación es la persistencia de grandes carencias y bajos niveles de
desarrollo humano en el país: solo el 15 % de los municipios guatemaltecos tenían en 2018
un alto desarrollo humano (DH) y el 63 % de sus hogares tenían alguna privación relevante.
Son situaciones que persisten pese a las mejoras parciales que se han experimentado en los
últimos dieciséis años. Además, tanto el IDH-M como con el IP-M, calculados con
información censal, confirmaron la existencia de importantes desigualdades dentro del
territorio. Esas marcadas diferencias en el logro de capacidades o en el grado de
privaciones que enfrentan sus ciudadanos se pueden apreciar al interior de todas las
regiones y departamentos e, incluso, entre municipios que pertenecen a grupos en principio
similares, como los que albergan grandes ciudades o los que son predominantemente
rurales. Cada municipio o territorio tiene diversas combinaciones de logros y privaciones.
Hay municipios con un IDH-M similar que tienen, por ejemplo, carencias y prioridades
diferentes: en algunos, el problema radica en el acceso a la tecnología; en otros, a los graves
déficits de servicios básicos y/o la falta de oferta de servicios educativos. En ciertos
territorios, las privaciones se concentran en algunos grupos de hogares y lugares, mientras
que, en otros, se enfrentan problemas estructurales que afectan a la mayoría de la
población. Las desigualdades en desarrollo humano están relacionadas principalmente con
los siguientes factores: la urbanización, la existencia de servicios sociales básicos, la
cercanía a carreteras y ejes de transporte estratégicos, principalmente los que vinculan a
mercados externos, y la presencia en el territorio de actividades económicas dinámicas o
diversificadas o de infraestructuras comunes que aumentan la productividad de la tierra,
como el riego. El bajo DH en los municipios se relaciona, por el contrario, con la
inexistencia o debilidad de estos factores en muchos lugares. Son rezagos de fondo, a veces
históricos, que, si no se resuelven, seguirán erosionando los esfuerzos para mejorar las
condiciones de vida. Por otra parte, las brechas municipales de desarrollo humano se
habrían atenuado entre 2002 y 2018, ya que todos los municipios aumentaron su IDH-M y
los que tenían un índice más bajo en 2002 fueron los que experimentaron el mayor
crecimiento en ese indicador. Los factores asociados a esos avances tienen que ver con la
mejora de indicadores básicos de educación y de acceso a algunos servicios básicos, como
la electricidad o el saneamiento básico; con transformaciones sociodemográficas, como la
reducción de la relación de dependencia, el aumento del empleo en manufacturas y por
cuenta propia y con la mayor participación de las mujeres en la economía. Tales factores
coinciden con otros datos de contexto que indican que el país experimentó
transformaciones relevantes desde inicios de este siglo: la urbanización está avanzando,
aunque de manera heterogénea, la escolaridad aumentó y la economía se diversificó con
más mujeres trabajando, menos empleo en la agricultura y una mayor tercerización,
fenómenos que no se limitan únicamente a las zonas más urbanizadas. Por otra parte, en el
país persiste un acceso desigual a los servicios básicos, un alto porcentaje de empleo
precario, bajas coberturas de educación secundaria y superior y grandes brechas territoriales
y sociales en el acceso a tecnologías digitales. Estos son elementos que podrían incidir en
una ralentización de la mejora del IDH-M en el futuro. En síntesis, el capítulo muestra
territorios con algunos logros, pero también con problemas y desigualdades
multidimensionales significativas, pero que los están transformando y complejizando.
Captar esas diferencias, especificidades y complejidades territoriales para optimizar el uso
de recursos y actuar de manera más efectiva es uno de los grandes retos de la política
pública. Es decir, no hay un solo escenario para la mejora del desarrollo humano a nivel
local en Guatemala, ni una única estrategia, se precisa de instrumentos que se adapten a la
diversidad de escenarios territoriales que se han descrito. Para desplegar ese tipo de
políticas, se precisa reforzar las capacidades de los gobiernos municipales y de las
entidades desconcentradas, pero también innovar en la territorialización de programas e
iniciativas promovidas por el Gobierno central y, por supuesto, asociar de mejor manera los
esfuerzos de la sociedad civil y de las comunidades para actuar sobre esos problemas. La
cuestión de la coordinación intergubernamental, la planificación y el ordenamiento
territorial, del uso de información para entender la complejidad de los escenarios descrita y
la necesidad de escuchar a la población para que oriente la acción pública son temas
ineludibles que requerirán mucha innovación. Desde una perspectiva temática, hay también
novedades, más allá de la agenda de lo que se podría denominar como el “desarrollo
humano pendiente” concentrada en la prestación de servicios y prestaciones sociales
básicas: Por ejemplo, la necesidad de densificar los vínculos de las economías locales con
los mercados nacionales e internacionales, mediante un mayor esfuerzo en el desarrollo de
infraestructuras, sistemas de comunicación y mejores esquemas de relacionamiento entre
los actores económicos de los territorios, un mejor acompañamiento de los procesos de
urbanización en curso y un esfuerzo redoblado en la agenda de acceso universal a las
tecnologías digitales y a la educación superior y técnica, por mencionar algunas de ellas.

“No hay un solo escenario para la mejora del desarrollo humano a nivel local en
Guatemala, ni una única estrategia, se precisan instrumentos que se adapten a la diversidad
de escenarios territoriales”.
Urbanización y nuevas ruralidades
Conclusiones:
En este capítulo se ha ilustrado y analizado uno de los factores más importantes que ha
estado cambiando en este siglo los territorios guatemaltecos y a las personas que los
habitan: la urbanización y la emergencia de nuevas prácticas y comportamientos
económicos, sociales y culturales, que están modificando la manera como se vive en las
zonas rurales. A lo largo del capítulo se ha verificado esta hipótesis, a partir de datos
estadísticos que ratifican la importancia que tienen hoy las ciudades intermedias en el país o
la diversificación de las economías locales pero, sobre todo, con la descripción y el análisis
de la emergencia de una nueva área metropolitana en el corazón del Altiplano Centro
Occidental, territorio con una población social y étnicamente diversa, con una fuerte
impronta indígena y que ha sido protagónico en la historia del país. Un caso que tiene sus
singularidades pero que aporta luces sobre fenómenos que también están sucediendo en
otras partes del país, quizás con menor intensidad, pero que son relevantes. La trayectoria
histórica de la emergencia de esta nueva metrópoli aporta lecciones valiosas sobre algunas
dinámicas contemporáneas del desarrollo territorial guatemalteco: su configuración actual
está relacionada con su localización como eje articulador de varios territorios del país y
como lugar de tránsito hacia México, potenciado en los últimos años por el aumento de la
migración a Estados Unidos, pero también por la existencia de economías locales vigorosas
y más diversificadas que en otros territorios (pequeñas y medianas empresas de confección,
transportistas y comerciantes, y agricultores medianos que exportan), todas ellas
fortalecidas por una oferta de servicios educativos importante, sobre todo en
Quetzaltenango y San Marcos, que contribuye a aumentar la escolaridad promedio de sus
habitantes. Lo interesante de este desarrollo no es únicamente la expansión de la mancha
urbana de Quetzaltenango, sino su articulación con otras pequeñas ciudades y municipios
donde, desde hace mucho tiempo, se han ido construyendo paso a paso economías
diversificadas, no de - pendientes únicamente de la agricultura, que aprovechan su
localización para articular comercio y manufactura o para incursionar con hortalizas y
textiles incluso en mercados más allá de Guatemala. De esa manera, no solo se ha
aumentado y densificado la población, sino también las relaciones comerciales o el acceso a
información. Es decir, hay varios factores que convergieron para alentar ese desarrollo,
muchos impulsados por el propio esfuerzo de las personas, desde los migrantes que aportan
remesas, los comerciantes indígenas que transitan desde hace siglos por rutas desde México
hasta El Salvador, los artesanos e industriales de textiles que se reinventan continuamente
al ritmo de los cambios en sus mercados, el fortalecimiento de estructuras locales de
gobernanza indígena o incluso los avezados comerciantes e inversores indígenas y ladinos
que urbanizan los pueblos. Pero también fue importante, como nos lo enseña la geografía
económica, que el territorio cuente con algunas infraestructuras públicas claves. Su
cercanía a carreteras importantes que articulan el país y lo vinculan con sociedades y
mercados
externos fue determinante para su expansión, al igual que la existencia de una red de
servicios educativos y de salud. La exploración nos revela, en suma, un mundo en
movimiento, no estancado, que se ha ido adaptando a condiciones adversas, que aprovecha
oportunidades, pero que avanza en medio de limitaciones, y desigualdades. Esa es una
primera gran conclusión. Pero eso no es suficiente; los cambios pue den aportar
oportunidades, pero también implican riesgos. Por eso, otras dos preguntas también
inspiraron el análisis: ¿hasta qué punto esta urbanización promueve un mayor desarrollo
humano? ¿Cómo ir más lejos, superando las persistentes desigualdades y los nuevos
problemas que se están generando? En el informe se muestra que los municipios con mayor
urbanización del territorio analiza do tienden a tener indicadores de desarrollo humano
más altos. Por otra parte, se observó que entre 2002 y 2018 se experimentaron
disminuciones de las brechas en este ámbito entre los municipios. No obstante, se
mantienen des igualdades importantes al interior de los territorios y varios municipios
enfrentan privaciones multidimensionales significativas, eso sucede, sobre todo, en los que
están menos integrados a la dinámica de la nueva metrópoli en el Altiplano Centro
Occidental. Es así como hay municipios donde el 90 % de los hogares tienen alguna
privación. El propio centro de la urbe tiene a un tercio de sus hogares en esa situación. En
resumen, las transformaciones urbanas descritas se están desenvolviendo con un
tras fondo de desigualdad y pobreza que se debe considerar y que no se están resolviendo
al ritmo necesario. El crecimiento urbano está también provocando nuevos tipos de
segregación espacial, problemas ambientales y en la gestión de re cursos hídricos,
desforestación, abandono de espacios verdes, mal manejo de los desechos, inseguridad y
nuevas brechas en el acceso a servicios de educación y salud,– esta vez, al interior de la
urbe-. Así pues, la respuesta a las dos preguntas no es conclusiva. Hay evidencias del
potencial que tiene el crecimiento urbano para mejorar el desarrollo humano territorial,
pero para desplegarse requiere de algunas condiciones favorables en el propio territorio,
como la existencia de economías locales con algo de dinamismo o su cercanía a buenas
infraestructuras de comunicación, y también de un acompañamiento e impulso público y
colectivo mejor planificado, coordinado, participativo y consciente de la naturaleza integral
de las políticas públicas que se deben impulsar. Hay pues necesidad de una agenda
renovada, tanto temática como de fortalecimiento institucional. Junto con las tradicionales
recomendaciones sobre la mejora de infraestructuras viales que vinculen el territorio, que
como se vio son cruciales, o la ampliación y mejora de servicios sociales básicos, aparecen
cuestiones relativamente novedosas como la urgencia de definir y, sobre todo, de aplicar
efectivamente una planificación y ordenamiento del territorio con criterios de gestión
sostenible de los ecosistemas y recursos naturales, un apoyo a las economías locales,
articulándolas con mercados y entre sí para aumentar su competitividad, o la urgencia de
pensar nuevas iniciativas macro regionales (o metropolitanas) para enfrentar problemas
comunes, como el manejo de residuos, la preservación de bosques y áreas verdes, la gestión
de las cuencas que abastecen de agua a la metrópoli, por mencionar algunos de ellos.
Movilidad humana desde la perspectiva territorial
Conclusiones:
En este capítulo se analizó cómo diversos procesos de movilidad humana han
reconfigurado históricamente los territorios y las condiciones de vida de las guatemaltecas
y los guatemaltecos. Existe una larga historia de migraciones, internas y externas,
desplazamientos y movimientos temporales de población que han influido de manera
determinante en la construcción de las identidades territoriales, de las condiciones
socioeconómicas, políticas y culturales a nivel local. Una primera conclusión consiste en
demostrar que las dinámicas contemporáneas de la migración, particularmente las que
tienen como destino los Estados Unidos, deben ser entendidas en el marco de una historia
larga de movilidad humana. Desde tiempos inmemoriales, las comunidades guatemaltecas
se fueron moviendo en su territorio para mejorar sus condiciones de vida y garantizar su
reproducción. Para ello, se establecieron complejos sistemas agrícolas que implicaban el
traslado temporal de las comunidades para aprovechar diversos pisos ecológicos en la etapa
precolombina, emergieron prácticas de movilidad interna temporal hacia las tierras bajas
como jornaleros cuando las comunidades perdieron el acceso a esos territorios y se fueron
estableciendo redes, desde finales del siglo XX, para llegar al norte del continente. Es decir,
las migraciones han sido procesos dinámicos que fueron evolucionando y cuyo despliegue
en el territorio no se realizó en forma uniforme, cada territorio y comunidad experimentó
sus propios tiempos y dinámicas. En el capítulo se muestra cómo desde hace más de
cincuenta años se produjo una acumulación y sedimentación de experiencias, información y
redes sociales que poco a poco hicieron posible la intensificación de la migración a Estados
Unidos, la cual se realiza además mayormente en condiciones de irregularidad y de alto
riesgo. Esos movimientos de población están asociados a las dificultades de varios
territorios del país para brindar condiciones para el desarrollo humano de sus habitantes.
Pero precisan de varios otros factores para generalizarse: información, experiencias,
contactos sociales y familiares e infraestructuras sociales que las faciliten. Por esas razones,
por ejemplo, no siempre son los más pobres los que parten primero, sino aquellos que 258
// Informe Nacional de Desarrollo Humano Capítulo 05 // 259 tienen recursos y
conocimientos básicos. Pero, estas no son experiencias puramente individuales, sino
colectivas y familiares, ese es el mecanismo que permite que se vayan ampliando e
involucrando a cada vez más personas de un mismo territorio. Esa consolidación colectiva
de rutas y prácticas migratorias fue fortaleciendo la naturaleza circular y reticular del
proceso. Es decir, el hecho de que muchos migrantes volvieran a la comunidad después de
logradas ciertas metas personales animaba a otros miembros de la familia a realizar la
misma aventura. Fue en base a esos mecanismos que la migración guatemalteca a Estados
Unidos fue “madurando”, construyendo rutas, experiencias y redes que la facilitaban y que
permitían que incluso personas con menor propensión al riesgo optaran por arriesgarse al
periplo. Una segunda conclusión que se debe resaltar es la necesidad de analizar y
comprender este fenómeno en su dimensión integral y humana. No es una cuestión
únicamente relacionada con las oportunidades económicas que los migrantes consiguen
fuera del país. Se debe entender como una expresión de la incapacidad de ciertos territorios
para garantizar condiciones de vida razonables y expectativas a sus habitantes. Frente a lo
cual, muchos deben enfrentar situaciones de sacrificio y de gran riesgo, sabiendo lo
impredecible del éxito o el fracaso. Esos periplos suelen ser realizados mayor mente de
manera irregular y son, por tanto, arriesgados, inciertos y generadores de rupturas,
desequilibrios y de difíciles adaptaciones sociales, culturales, familiares y psicológicas. En
este sentido, no hay que idealizarlas, porque pueden implicar grandes sacrificios, costos
elevados e incluso daños graves a la salud o la vida misma de los que deciden partir. En
consecuencia, uno de los ejes centrales de cualquier política pública o acción colectiva para
tratar la cuestión migratoria se debe referir a la protección de estas poblaciones y a la
generación de condiciones de dignidad y de respeto de sus derechos humanos. En ese
marco, se debe promover, de igual modo, mecanismos de migración externa ordenados,
seguros y regulares. Este es un enfoque imprescindible, al respecto hay ciertos avances que
se ilustran en el recuadro 5.6. En tercer lugar, hay que responder a la pregunta de si estas
migraciones mejoran el desarrollo humano y reducen las brechas y desigualdades sociales.
Se ha demostrado que resuelven ciertos problemas coyunturales de personas y
comunidades, evitan que muchos caigan en una mayor pobreza y contribuyen a solventar
con sumos básicos. A veces, incluso permiten mejorar la vivienda y la acumulación de un
capital para pequeños emprendimientos o mejorar la capacidad productiva de las familias.
Pero, esos efectos se limitan a esas dimensiones, no logran transformar las condiciones
estructurales de desarrollo humano de los territorios, en ausencia de otros elementos. Para
que las remesas y las inversiones de los retornados puedan contribuir a cambios más de
fondo en el desarrollo humano local, se necesita que estén acompañadas de otros factores:
mejora de las infraestructuras públicas y los servicios sociales, acciones para gestionar
mejor los recursos naturales y mitigar su deterioro, etc. En la ausencia de políticas públicas
que apunten a esas transformaciones estructurales, las remesas pueden transformarse en un
paliativo con impactos limitados y no permanentes. En el capítulo, se muestra que las
remesas producen diferencias entre los que tienen acceso a ellas y el resto de la población.
De igual manera, en muchas comunidades se debilita la cohesión social por las distorsiones
que la migración y las remesas producen, por ejemplo, al encarecer el costo de tierras y
viviendas, modificar patrones de consumo o al cambiar la naturaleza de algunas de las
relaciones interpersonales. Es decir, las desigualdades y diferencias internas tienden a
incrementarse. Hay, por supuesto, ejemplos de aumento de la solidaridad, de constitución
de redes comunitarias transnacionales o de inversiones colectivas con remesas para fines
sociales, pero las lógicas de diferenciación social que vienen con la masificación de la
migración y las remesas en los territorios son también fuertes. Sin embargo, más allá de
este balance de efectos positivos y negativos, el capítulo ha encontrado en los casos
analizados evidencias de cambios significativos en la composición del consumo de los
hogares, en la manera como están creciendo las ciudades y se están urbanizando las zonas
rurales, en la adaptación y preservación de la cultura local, en la diversificación de
actividades económicas en el territorio, en las relaciones de género e intergeneracionales e
incluso en las identidades indígenas debido al aumento de la migración internacional. En
consecuencia, la cuestión migratoria, en todas las dimensiones analizadas, debería ser
considerada como un elemento importante para reorientar las políticas de ordenamiento
territorial, de promoción económica o de dotación de servicios sociales a nivel local, ya sea
porque puede coadyuvar al logro de ciertos objetivos comunes o porque es un factor que
crea distorsiones que deben ser tratadas. Se trata, en resumen, de un factor clave e
imprescindible para repensar los territorios y las políticas públicas locales y nacionales, no
solamente en términos de un mejor aprovechamiento de las remesas y capacidades que
muchos retornados tienen, sino sobre todo por el impacto que están produciendo en las
expectativas de la población, en sus prioridades y en sus formas de organización, es decir
en la capacidad de agencia de estas personas.

“Un signo inquietante de esos nuevos escenarios es el creciente tránsito de niños, niñas y
adolescentes no acompañados por los peligrosos caminos hacia México y Estados Unidos,
bien sea por reunificación o por necesidad”.

“En este nuevo momento, cambia el perfil de quienes parten, al sumarse al viaje mujeres y
niños por reunificación familiar, aunque también por otras lógicas económicas, violencia
doméstica, de género, e incluso familias enteras, debido a la dificultad de la vida en la
región”.
Vulnerabilidad socioecológica y desarrollo humano territorial
Conclusiones:
Este capítulo parte de la hipótesis de que para enfrentar los retos del desarrollo humano de los
territorios se precisa entender la interacción entre sus condiciones socioeconómicas y los cambios
que sus ecosistemas están sufriendo por efecto de fenómenos globales y locales. La capacidad de
resiliencia y de innovación de las sociedades frente a la celeridad de estas transformaciones,
depende, en buena medida, de la manera como su territorio y población se han ido (re)configurando
a lo largo de la historia. De ahí la necesidad de analizar como esas transformaciones afectan el
desarrollo humano y la desigualdad en los territorios. Para ello, se exploró por un lado el caso de un
territorio de gran riqueza y fragilidad ecológica en el que se está produciendo una gran expansión de
actividades agrícolas y extractivas, que se denomina tierras bajas del norte y por otro lado, un
espacio, el corredor seco que está enfrentando complejos escenarios sociales y humanitarios debido
a la combinación de un aumento de la variabilidad climática y de vulnerabilidades ecológicas y
sociales de naturaleza histórica y estructural. Una primera conclusión de esta revisión es la gran
importancia que tiene el acceso a la tierra, al agua y a otros valiosos activos naturales como factores
que afectan el desarrollo humano, la pobreza y la desigualdad. Las trayectorias históricas de ambos
territorios, con sus heterogeneidades y diversidades, muestran cómo esas sociedades se fueron
reordenando en función de políticas y cambios socioeconómicos que afectaron el acceso y el uso de
la tierra y a los recursos naturales. El ejemplo más fuerte de ello es la importancia que sigue
teniendo hasta hoy la paulatina pérdida de tierras que han sufrido desde hace siglos los pueblos
indígenas guatemaltecos, lo que les obligó a moverse hacia partes del territorio con condiciones
productivas y ecológicas frágiles o a realizar desplazamientos hacia otras zonas para buscar
recursos para su vida. Los problemas actuales de inseguridad alimentaria, en el corredor seco o de
deterioro ambiental y conflicto por activos ambientales en las tierras bajas del norte tienen relación
con esas trayectorias, además reforzadas por fenómenos contemporáneos como el cambio climático,
la aceleración de las migraciones, el crecimiento de las economías ilegales, el aumento del comercio
global de recursos naturales o los cambios en la demografía y en la estructura social. La segunda
conclusión se refiere a la urgencia de actuar sobre estas condiciones debido a que esos
desequilibrios se están acelerando. En el corredor seco, porque el cambio climático está
intensificando el deterioro de las condiciones de vida asociado a vulnerabilidades sociales y
ecológicas de larga data, al punto de provocar crisis humanitarias. En las tierras bajas del norte, la
revalorización de algunos recursos naturales del territorio, como el agua, el bosque o la tierra, para
expandir la economía nacional está encontrando sus límites por el recrudecimiento del conflicto
social y del deterioro ambiental, y el aumento consiguiente de su vulnerabilidad frente a fenómenos
climatológicos disruptivos. Una tercera conclusión se refiere a la necesidad de entender estos
desafíos de manera integral, considerando sus consecuencias ambientales y sus impactos
económicos, pero también las historias y expectativas sociales de las personas y comunidades
involucradas y sus necesidades no satisfechas. Tanto en la respuesta humanitaria a la inseguridad
alimentaria, la mitigación de desastres ambientales o la resolución de la conflictividad en las
industrias extractivas, no se encontrarán las soluciones de manera parcial, hay que trabajar
simultáneamente varios ámbitos: sociales, ambientales, culturales y de expectativas individuales y
colectivas. Esas articulaciones de factores de riesgo y vulnerabilidad socioecológica tienen
particularidades locales que varían en cada caso. Por tanto, hay que conocerlas y asumirlas en ese
nivel, entendiendo que cualquier intervención precisa de un fuerte anclaje territorial. De ahí la
necesidad de reforzar una aproximación territorial y local de estos problemas, escuchando y
asociando en su resolución, sobre todo, a los actores de esos ámbitos. Una cuarta conclusión tiene
que ver con la naturaleza de las intervenciones en estos temas. Frente a los problemas de los dos
territorios analizados, además de actuar o resolver los problemas coyunturales o sus síntomas de
corto plazo, hay que encarar también los problemas estructurales e históricos que son su trasfondo.
Por ejemplo, sin acciones que detengan y reviertan el permanente deterioro de los ecosistemas en el
corredor seco no se evitará la recurrencia de crisis humanitarias cuando haya fenómenos
climatológicos adversos. Aunque imprescindible, no es suficiente, por tanto, una vigorosa acción de
protección social de las poblaciones afectadas; se deben enfrentar los problemas medioambientales,
productivos y de acceso a infraestructuras básicas estructurales que desfavorecen a esos territorios.
De igual manera, en las tierras bajas del norte se puede dialogar en el corto plazo con las
comunidades para mitigar el conflicto, pero este persistirá si no se avanza en aspectos de fondo,
como la seguridad jurídica de la tierra, la generación de opciones diversificadas de economía local o
la mejora de sus condiciones de vida. Una quinta conclusión se refiere a la naturaleza conflictiva de
estos problemas. El informe muestra que las definiciones sociales, económicas, ambientales e
institucionales relacionadas con el acceso y utilización de los activos naturales no suelen estar
exentas de conflicto. Hay intereses y visiones diferentes que, lamentablemente, en otros momentos
históricos se resolvieron por la imposición e incluso a través de la fuerza.
Para evitar esos escenarios y según lo mandata, por ejemplo, el convenio 169 de la OIT en su
artículo 6, el Estado debería consultar mediante procedimientos apropiados a los pueblos indígenas
cuando se prevean medidas legislativas o administrativas que les afecten directamente, incluyendo
la aprobación de licencias de explotación de recursos naturales. La ausencia de directrices y de un
procedimiento formal para realizar estos procesos puede aumentar la conflictividad. Además de
definir metodologías para su realización, se precisa incrementar las capacidades del Estado para
desarrollar esos procesos y de todos los involucrados para participar constructivamente en ellas. El
gran reto es, en suma: ¿cómo construir colectivamente nuevos equilibrios en una sociedad y en
territorios diversos y heterogéneos mediante el diálogo constructivo y la participación inclusiva?
¿Cómo lograr nuevas articulaciones sociales, económicas, pero también ecológicas, que apunten a
un desarrollo humano sostenible? Las respuestas son, por supuesto, nacionales, pero, sin una
perspectiva territorial y local, no serán suficientes. Los indicadores de desarrollo humano y de
privaciones multidimensionales son, en suma, el reflejo de los logros y limitaciones anteriormente
reseñados. Se ha visto que, en ambos casos, se trata de territorios con bajos IDH-M y con bastantes
desigualdades internas en relación con otras zonas del país. Ese es el reflejo de la persistencia de sus
problemas estructurales, a los que se suman las contingencias del último decenio: desastres
naturales, conflictos y otros. Su mejora se producirá en la medida que se actúe con integralidad,
dialogando y fortaleciendo a los actores locales y, sobre todo, con la premura y urgencia que
requieren.
Mi conclusión:
El informe nacional de desarrollo humano toca puntos muy fuertes en Guatemala temas que
exponen los niveles de pobreza y desnutrición de Guatemala y el nivel de economía que
manejan tanto como exportación como compras del país y préstamos y deudas.
el enfoque territorial que presentaron de Guatemala y el desarrollo humano es excelente y
cuando hablan de movilidad humana exponen todos los factores de cómo la población
utiliza medios de movilización diferente y de cómo este también afecta a la sociedad.
El panorama que tiene sobre el país me paceré el correcto de cómo lo expresaron ya que no
es fácil comentar sobre un país ya que tiene que investigar hasta el último rincón del país
para poder hablar de él las desigualdades y pobreza multidimensionales que afectan al país,
las diferencias de desarrollo humano entre hombres y mujeres y los pueblos indígenas, el
nivel de vida y educación de la misma.
Además, este también nos da el panorama departamental y municipal del desarrollo
humano que se vive al interior del país la diversidad y desigualdad de los municipios y los
departamentos, y sobre los factores socioeconómico.
Pero creo que el punto más fuerte es la Vulnerabilidad socioecológica y desarrollo humano
territorial del país y los temas migratorios estos enfocados en los departamentos de san marcos,
Huehuetenango y escuintla.

También podría gustarte