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Articulo Nuemonia Viral

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Neumonía adquirida en la comunidad:

diagnóstico y tratamiento

Community-acquired pneumonia: diagnosis


and treatment
Mariana Estrella Herrera-Bandek*
Sebastián Obando-Estrada**
Tatiana Porras-Umaña***

Resumen:

La Neumonía Adquirida en la Comunidad (NAC) es


una infección aguda del parénquima pulmonar. Su principal
microorganismo infeccioso es el Streptococcus pneumoniae, no
obstante, otros agentes patógenos como virus, hongos y varios
agentes bacterianos pueden ser el punto inicial de la enfermedad.
Los grupos de mayor riesgo son menores de 2 años y mayores
de 60 años, y pacientes con múltiples comorbilidades. La
tos, fiebre, taquicardia, disnea, y hemoptisis son parte de los
síntomas principales, sin embargo, el paciente puede tener una

* Médico General, Caja Costarricense de Seguro Social, Hospital México. Licenciatura en


Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma de Centro América, 2020. Correo Electrónico:
marih_10@hotmail.com
** Bachillerato en Ciencias de la Salud. Universidad Autónoma de Centro América, 2021.
Correo electrónico: sobandoes@gmail.com
*** Médico General, Caja Costarricense de Seguro Social, Hospital Nacional de Niños Dr. Carlos
Sáenz Herrera. Licenciatura en Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma de Centro
América, 2021. Correo electrónico: tporrasu19@gmail.com

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presentación atípica de la enfermedad, por lo que identificar
epidemiológicamente los posibles agentes, involucrados en
el cuadro clínico individual de cada paciente, es vital para
instaurar un tratamiento antibiótico empírico de amplio espectro
en las primeras horas posteriores del ingreso. Existen sistemas
de estratificación de riesgo como el CURB65, PSI, qSOFA que
permiten la atención ambulatoria o requerimientos de la Unidad
de Cuidados Intensivos (UCI), así como la estimación de la
mortalidad.

Palabras Clave: NEUMONÍA - NEUMONÍA ADQUIRIDA


EN LA COMUNIDAD - DISNEA - STREPTOCOCCUS
PNEUMONIAE - ANTIBIÓTICOS - CURB 65 - PCR - VACUNA

Abstract:

Community-Acquired Pneumonia is an acute infectious


disease of the pulmonary parenchyma. S. pneumoniae is the
principal infectious pathogen, but also virus, fungus, and other
bacterial agents would be the initial point of the disease. Major
risk groups are patients younger than 2-year-old and more than
60 years old, and multiple comorbidities patients. Fever, cough,
dyspnea, and hemoptysis are part of the principal symptoms,
nevertheless, the patients can take an atypically presentation of
Neumonía adquirida en la comunidad: diagnóstico y tratamiento

the disease, identifying epidemiologically the possible agents


involve in each patient is vital – to establish an empirical large
spectrum antibiotic in the first hours after admission. There
are systems like CURB65, PSI, qSOFA that allow ambulatory
attention or requirements of the Intensive Care Unit (ICU) and
the estimation of mortality.

Keywords: PNEUMONIA - STREPTOCOCCUS PNEUMONI-


AE - COMMUNITY - ACQUIRED PNEUMONIA - ANTIBIOTICS
- DYSPNEA - RCP - CURB 65 - VACCINE

Recibido: 27 de febrero del 2022


Aprobado: 20 de abril del 2022

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Mariana Estrella Herrera-Bandek / Sebastián Obando-Estrada / Tatiana Porras-Umaña
Definición

La neumonía adquirida en la comunidad (NAC) es un proceso


infeccioso de instauración aguda en el parénquima pulmonar
(Navarro Cordero & Salas Segura, 2015).

El cuadro clínico inicial se expresa 48 horas luego de ingresar


al centro asistencial o sintomatología que inicia externo a un
centro médico o lugar de residencia de larga estancia (Chacón
Jiménez et al., 2019).

La correlación con el lugar o circunstancia donde se presenta


el cuadro clínico era el antiguo criterio de categorización; la nueva
clasificación adjunta como parte de las Neumonías relacionadas a
la Atención de la Salud, aquellas que antiguamente se clasificaban
como asociadas a un ventilador mecánico o nosocomiales;
actualmente existen dos clasificaciones de la neumonía: asociada
a atención de la Salud y adquirida en la comunidad. Para efectos
de esta revisión, se enfatiza en la neumonía adquirida en la
comunidad etiológica bacteriana.

Etiología

La etiología polimicrobiana (S. pneumoniae) es el principal


patógeno causante de NAC. Los agentes etiológicos de la
neumonía se pueden dividir en típicos como S. pneumoniae, H.
influenzae, S. aureus, bacilos gram negativos, y atípicos como M.
pneumoniae, C. pneumoniae, Legionella pneumophila. No obstante,
diferentes especies de virus pueden alcanzar un alto porcentaje
de casos de NAC, como los rinovirus, metaneumovirus, virus
sincitiales respiratorios y coronavirus (Grossman, 2014).

Según Lopardo et al. (2015), los virus del tracto respiratorio


son los responsables de la enfermedad, especialmente en
personas con factores de riesgo, población penitenciaria y niños;
causan patología grave en aquellos pacientes con algún grado de
inmunocompromiso. El virus de la influenza es una causa muy
importante de neumonía en los adultos, esta se puede presentar
como una enfermedad individualmente vírica o sobreinfectada
por alguna otra bacteria.

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Epidemiología

Según Lopardo et al., (2015), la NAC es una causa frecuente


de morbimortalidad mundial. Con una incidencia de 5 a 10 casos
por cada 1000 personas.
Afecta mayormente a los extremos de la vida, niños menores
de 2 años y adultos mayores de 60 años (Aguilera Jinesta, 2014).

La NAC es una enfermedad que tiene una tasa de mortalidad


menor del 1%, mientras que para los pacientes hospitalizados el
riesgo aumenta en un 12-40% y, aquellos que requieren de una
Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), la mortalidad es de un 50%
aproximadamente (A. Mandell & Wunderink, 2016).

Fisiopatología

La principal vía de colonización y proliferación bacteriana


a nivel alveolar es la llegada de micropartículas de aerosoles
provenientes de la broncoaspiración desde la orofaringe
hasta las vías respiratorias inferiores. Este proceso se produce
principalmente durante el sueño (A. Mandell & Wunderink, 2016).

Afecta mayormente adultos mayores, pacientes con déficits


neurológicos o del sueño. No obstante, existen otras rutas de
propagación y colonización; diseminación hematógena y la
proximidad de estructuras sanas que son infectadas como
Neumonía adquirida en la comunidad: diagnóstico y tratamiento

el espacio pleural y mediastínico, las cuales son formas de


diseminación bacteriana, siendo estas poco comunes (Chacón
Jiménez et al., 2019).

Existen factores protectores que evitan la llegada de los


microorganismos a las vías respiratorias inferiores; los cornetes y
vibrisas, así como las ramificaciones del árbol traqueobronquial que
junto con su epitelio de revestimiento compuesto de cilios realizan
la función de barrido y limpieza; reflejo nauseoso y tusígeno que
previene la broncoaspiración, factores antibacterianos propios del
tejido pulmonar y flora bacteriana que se encuentra en la mucosa
de la orofaringe que impide la adherencia de patógenos (Chacón
Jiménez et al., 2019).

Al ingresar las bacterias a los alvéolos, los macrófagos que se


encuentran en estas estructuras son los encargados de realizar una
fagocitosis efectiva de estos patógenos, esto junto con las proteínas

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A y D que tienen propiedades de opsonización, antivirales y
antibacterianas del surfactante pulmonar. La incapacidad de
los macrófagos y sus coadyuvantes en la destrucción bacteriana
genera la presentación clínica de la neumonía (A. Mandell &
Wunderink, 2016).

Se desencadena una cascada inflamatoria proveniente de los


macrófagos pulmonares que son responsables de la sintomatología
y cuadro clínico de esta patología. Citoquinas como IL-1 y TNF
son los encargados de la producción de fiebre, mientras que las
quimiocinas como la IL-8 y el factor estimulante de granulocitos
reclutan y liberan neutrófilos, por lo que explica una leucocitosis
periférica y un aumento en las secreciones purulentas.

Sin embargo, los macrófagos liberan mediadores inflamatorios,


los cuales crean una fuga alveolocapilar localizada, el cual los
glóbulos rojos sobrepasan la membrana alveolar hasta llegar
al espacio alveolar y generar hemoptisis. La sobrecarga de los
capilares ocasiona hipoxemia; el aumento del impulso respiratorio
en el síndrome de respuesta inflamatoria aguda sistémica causa
alcalosis respiratoria. Todos estos cambios fisiopatológicos
pueden culminar en disnea, cambios en el trabajo respiratorio y
con la muerte del paciente (A. Mandell & Wunderink, 2016).

Histopatología

La colonización bacteriana genera dos patrones neumónicos


que se denominan bronconeumonía lobulillar y neumonía
lobular. La consolidación difusa del pulmón se refiere a la primera
de estas, mientras que la consolidación de un segmento o lóbulo
específico se refiere a la segunda, respectivamente (Robbins. et
al., 2015).

Las cuatro fases histopatológicas de la respuesta inflamatoria


en la neumonía lobar son (Robbins. et al., 2015):

1. Fase congestiva o inicial: con presencia de exudado


proteínico, ingurgitación vascular y abundantes bacterias y
líquido intraalveolar.
2. Fase de hepatización roja: exudado intraalveolar con
presencia de glóbulos rojos, neutrófilos y fibrina llenando los
espacios alveolares.

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3. Fase de hepatización gris: existe persistencia del exudado
fibrinoso supurativo, y desintegración de los glóbulos rojos,
Fase de hepatización
3. empero, la célula gris:
queexiste persistenciason
predomina del exudado fibrinoso supurativo,
los neutrófilos y no sey
encuentran
desintegración bacterias en elrojos,
de los glóbulos espacio
empero,alveolar.
la célula que predomina son los
4. Fase de resolución: las células predominantes
neutrófilos y no se encuentran bacterias en el espacio alveolar. son los
macrófagos, los cuales digieren enzimáticamente parte del
4. Fase de resolución: las células predominantes son los macrófagos, los cuales
exudado fibrinoso restante.
digieren enzimáticamente parte del exudado fibrinoso restante.
La reacción al proceso inflamatorio en la pleura por
La reacción al proceso inflamatorio en la pleura por proximidad se presenta solamente
proximidad se presenta solamente en las primeras fases de la
en las primeras fasescausando
consolidación de la consolidación causando pleuritis.
pleuritis.

TablaTabla
1 1

Factores de riesgo
Factores de riesgo
Condiciones generales Pacientes Adultos mayores
inmunocomprometidos
Alcoholismo Enfermedades autoinmunitarias Disminución del
(ej. LES) reflejo nauseoso y
tusígeno
Tabaquismo Trasplantes de órganos sólidos Inmunosenescensia
EPOC Trasplante de médula ósea
Neumonía adquirida en la comunidad: diagnóstico y tratamiento

Enfermedades neurológicas Medicamentos: Corticoides en


(ej. ACV y demencia) altas dosis
Nefropatías crónica Condiciones hematológicas:
Neutropenia,
hipogammaglobulinemia
Cardiopatías Radioterapia *
Residencia y/o atención en Quimioterapia *
instituciones de cuidados
crónicos y de larga estancia
Asplénicos
Infecciones como VIH

Nota. *Pacientes con menos de seis meses desde el último ciclo o en


tratamiento. Elaboración propia. 6

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También los pacientes que fueron tratados con grandes
esquemas de antibióticos dosificados recientemente representan
un factor de riesgo para la infección de NAC por Enterobacterias;
al igual que aquellos pacientes con historia de viajes recientes en
cruceros, tienen un riesgo mayor de contagio por Legionella (A.
Mandell & Wunderink, 2016).

Manifestaciones clínicas

Los signos y síntomas clínicos típicos son: fiebre mayor o


igual a 38.6 grados Celsius, taquipnea (> 25 rpm), taquicardia
(>100 lpm), escalofríos, sudoración nocturna, mialgias y egofonía
(Sanabria López, 2016).

La tos puede ser productiva y expulsar esputo mucoso,


purulento o hemoptoico. Los pacientes pueden presentar dolor
torácico de tipo pleurítico y un porcentaje de ellos mencionan
síntomas atípicos en la historia clínica como vómitos, náuseas y
diarrea (Sanabria López, 2016).

Dependiendo de la gravedad del paciente, puede presentar


derrame pleural y/o consolidaciones pulmonares. También
hipotensión y shock séptico (A. Mandell & Wunderink, 2016).

Pacientes de edad avanzada y los que presentan un estado de


inmunosupresión tienen síntomas atípicos, como alteración del
sensorio, lo que puede demostrarse como confusión psíquica o
empeoramiento de este, si ya el mismo posee una condición de
base que agregó este síntoma, también malnutrición (Sanabria
López, 2016).

Diagnóstico clínico

La base para el diagnóstico es una correcta historia clínica y


examen físico; se puede sospechar de NAC cuando el paciente
tiene historia de presentación de síntomas 24 o 48 horas antes del
ingreso al servicio hospitalario (Sanabria López, 2016).

Los pacientes con NAC pueden tener hallazgos semiológicos


dependientes con la localización, extensión y gravedad del
proceso patológico. Por ejemplo, la realización de maniobras de

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percusión en la región torácica permite diferenciar la presencia
de acústica o de matidez de un segmento lobular u órgano
afectado dependiente de la etiología y su gravedad (A. Mandell &
Wunderink, 2016).

Al realizar la auscultación se detona una disminución del


murmullo vesicular en los lóbulos o segmentos afectados, además
de las bases, posiblemente por la presencia de un derrame pleural
(A. Mandell & Wunderink, 2016).

La radiografía torácica es un punto clave en el diagnóstico,


aunque no demuestra la etiología, la presencia de una radiografía
con patrones infiltrativos alveolares, difusos o intersticiales y/o
algodonosos sugieren la afectación e inflamación del segmento
afectado. No obstante, una radiografía normal, no descarta
el diagnóstico. El uso de tomografías computarizadas como
coadyuvante y no como primer método radiológico diagnóstico
por su alto costo y radiación a los pacientes, lo cual puede ser útil
cuando la clínica y la radiografía no son concluyentes (Jain et al.,
2015).

Los laboratorios de rutina no son necesarios para el diagnóstico


de la neumonía, no obstante, se puede utilizar a menos que se
observe una mala evolución y pronóstico del paciente (Aguilera
Jinesta, 2014).
Neumonía adquirida en la comunidad: diagnóstico y tratamiento

En un estudio realizado en Chicago y Nashville se identificó


que el 98% de los diagnósticos fueron radiográficos, mientras
que en un bajo porcentaje las pruebas por medio de hemocultivo,
cultivo de esputo, lavado broncoalveolar y estudio del líquido
pleural son métodos imprecisos (Jain et al., 2015).

Las guías de la American Thoracic Society no recomiendan


realizar cultivos de esputo y hemocultivos en aquellos pacientes
que son manejados de manera ambulatoria; mientras que en el
ámbito hospitalario se recomienda solo en pacientes graves y/o que
estén en tratamiento empírico por Staphylococcus aureus Meticilino
Resistente o Pseudomona aeruginosa, así como pacientes con previas
infecciones por estos patógenos, que fueron hospitalizados o que
recibieron tratamiento por vía parenteral.

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Además, tienen un bajo rendimiento, ya que la obtención de
una muestra puede ser difícil dependiendo de las variables que
envuelven al paciente; los hemocultivos pueden tener resultados
falsos positivos de los contaminantes de la piel, lo que puede dar
lugar a una mala prescripción de los medicamentos y aumenta el
riesgo de efectos adversos (P. Metlay et al., 2019).

Las pruebas urinarias de antígenos de Legionella y


Streptococcus no se recomiendan, a menos que exista un
antecedente con factores de riesgo epidemiológicos o pacientes
graves (P. Metlay et al., 2019).

Según algunas investigaciones, el uso de procalcitonina y sus


valores < 0,1 indican una alta probabilidad de que la infección
sea viral, mientras que niveles mayores a 0,35 son indicativos de
neumonía de etiología bacteriana, la sensibilidad reportada para
la detección de causas bacterianas se encuentra entre 38-91%.

La procalcitonina no es un marcador confiable para identificar


precozmente una infección, ya que esta empieza a aumentar
luego de 6 horas de inicio de la infección, por lo cual podría
arrojar falsos negativos y por ende una falsa interpretación. La
Proteína C reactiva, con valores inferiores a los 20 mg/ L descartan
la presencia de neumonía, mientras que para valores mayores a
los 100 mg/L aumentan las sospechas. Estos biomarcadores no
aportan información ventajosa en cuanto al diagnóstico, ya que
su interpretación no modifica la conducta terapéutica (Lopardo
et al., 2015).

Estratificación de riesgos

Varios métodos de puntuación han podido incidir en la


toma de decisiones en la atención de los pacientes, así como su
tratamiento. Los más utilizados actualmente son el CURB65, PSI
y qSOFA (A. Mandell & Wunderink, 2016).

CURB65: estima el riesgo de mortalidad a 30 días. Utilizado


para el manejo intra o extrahospitalario del paciente, esto con
base a cinco variables, como: Conciencia, Urea >19 mg/dl,
Frecuencia Cardíaca ≥ 100 lpm, Frecuencia Respiratoria ≥ 30

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rpm, Edad mayor o igual a 65 años, esto da un puntaje de 0 a 3
puntos. Siendo 0 el manejo del paciente de manera ambulatoria,
con un mínimo porcentaje de mortalidad en los próximos días.
1 punto por paciente que debería ser observado, 2 puntos por
hospitalización y 3 puntos por requerimiento de una cama en
la Unidad de Cuidados Intensivos (Pneumonia (community-
acquired): antimicrobial prescribing, 2019).

qSOFA: predice tempranamente el riesgo de sepsis del


paciente, y la necesidad de requerir atención en UCI y mortalidad
hospitalaria (Santillán Barletta et al., 2021).

PSI: es un modelo de estratificación en el cual se evalúan


20 variables como son las enfermedades coexistentes, edad del
paciente y algunos estudios de laboratorio. Esto designa cinco
categorías porcentuales de tasas de mortalidad. Se hospitalizan
a los pacientes a partir de la clase 3 en adelante, mientras que las
clases 1 y 2 se manejan de manera ambulatoria. La práctica de este
sistema de clasificación no es útil en los servicios de emergencia,
por lo cual se recomienda la utilización del sistema CURB65 (A.
Mandell & Wunderink, 2016).

Sin embargo, ni PSI y CURB65 son métodos exactos para


localizar a los pacientes en la UCI; por lo cual, se debe tener en
cuenta el criterio clínico, la evaluación semiológica y los métodos
Neumonía adquirida en la comunidad: diagnóstico y tratamiento

de clasificación para una decisión más apropiada.


En un estudio analítico retrospectivo en Argentina, entre los
años 2017-2019, se observó que el CURB65 subestima el riesgo
de mortalidad, empero, sigue siendo muy útil en pacientes con
NAC que no presentan comorbilidades subyacentes. Mientras
que para aquellos con factores de riesgo importantes, el sistema
PSI demostró que es la mejor escala predictiva de mortalidad
para este tipo de paciente. Además, el sistema qSOFA es un buen
predictor para identificar aquellos pacientes con un mayor riesgo
de sepsis y mortalidad (Santillán Barletta et al., 2021).

Existen también criterios para el ingreso a UCI, mayores


y menores; entre los mayores se encuentra la necesidad de una
ventilación mecánica y shock séptico, mientras que en los menores
esta es una presión arterial sistólica < 90 mmHg, enfermedad
multilobular y una PaO2/Radio FiO2 < 250 (Aguilera Jinesta, 2014).

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Manejo y tratamiento

Una vez que el paciente ingresa al servicio hospitalario, se


sospecha el diagnóstico y se toman las respectivas pruebas, se
procede a la estadificación de riesgo, la cual orienta el tratamiento
empírico temprano que se debe usar, así como su vía de
administración.

La aplicación temprana de antibióticos es de vital importancia.


Al inicio se debe de sospechar de los principales agentes
patógenos de la flora. Por lo que identificar tempranamente una
NAC e instaurar el tratamiento en el menor tiempo posible, lo
cual mejora la sobrevida del paciente (Navarro Cordero y Salas
Segura, 2015).

Según un estudio observacional realizado entre los años 2012-


2013 en el Hospital Calderón Guardia, San José, Costa Rica, con
una muestra poblacional de 28 pacientes mayores de 13 años
que ingresaron a UCI y que cumplían con la detección de NAC
y el CURB65 correspondiente, se observó que el 93% recibió la
primera dosis de medicamentos en las 6 horas iniciales desde el
ingreso al Servicio de Emergencias y solo el 7% lo recibió a las 12-
24 horas en la Unidad de Cuidados Intensivos , esto demostró que
la sobrevida de los pacientes que requirieron UCI fue de un 79%,
mientras que la mortalidad es de un 21%. Señalando que la rápida
instauración del tratamiento antibiótico, antiviral o antifúngico
aumenta la probabilidad de supervivencia luego de una NAC
(Grossman, 2014).

El manejo inadecuado de la NAC implica un aumento en la


estancia y gastos hospitalarios, además de un empeoramiento en
las comorbilidades del paciente (Santillán Barletta et al., 2021).

Por esta razón, es importante conocer las características


epidemiológicas para poder aplicar un tratamiento empírico
inicial, dirigido a los posibles patógenas causales; no obstante,
posterior a la identificación específica, por medio de cultivos de
esputo, hemocultivo o por reacción de cadena de polimerasa para
identificar material genético viral, se instaura un tratamiento
dirigido.

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Se recomienda iniciar tratamiento inmediatamente después de
establecer el diagnóstico de neumonía adquirida en la comunidad,
en las próximas 4 horas de ingreso al centro hospitalario (P. Metlay
et al., 2019).

La vía oral es la primera elección en los pacientes estables con


capacidad para el manejo de esta vía, la severidad o las condiciones
propias del paciente no son base para iniciar la vía intravenosa;
empero, si se aplicó el tratamiento por vía intravenosa es necesario
revalorar el cambio a vía oral después de las 48 horas (Pneumonia
(community-acquired): antimicrobial prescribing, 2019).

En los pacientes mayores a 18 años con enfermedad leve, el


tratamiento de elección dependiente del sistema de clasificación
CURB65 está compuesto por Amoxicilina 500 mg tres veces al
día por cinco días; en aquellos pacientes con hipersensibilidad a
la Penicilina o el tratamiento no se ajusta a los patógenos que se
sospechan, se puede utilizar alternativamente un ciclo de cinco
días de Doxiciclina 200 mg el primer día de tratamiento y 100 mg
los 4 días restantes o Claritromicina 500 mg dos veces al día por
cinco días y en embarazo se utiliza la Eritromicina 500 mg cuatro
veces al día por cinco días (Pneumonia (community-acquired):
antimicrobial prescribing, 2019).

En la severidad moderada, según las guías del National


Institute for Health and Care Excellence (NICE), que se utilizan
para el manejo de los pacientes con NAC y que en Costa Rica son
Neumonía adquirida en la comunidad: diagnóstico y tratamiento

parte del lineamiento técnico utilizado tanto en la práctica médica


publico y privada, se recomienda iniciar con Amoxicilina 500 mg
tres veces al día por cinco días, pero se utiliza una combinación de
medicamentos si existe una alta sospecha de patógenos atípicos;
se agregaría Claritromicina o Eritromicina en el caso de pacientes
con embarazo. Si el paciente es alérgico a la Penicilina se inicia
Doxiciclina o Claritromicina (Pneumonia (community-acquired):
antimicrobial prescribing, 2019).

Se utiliza Amoxicilina con Ácido clavulánico (500/125 mg


tres veces al día VO o 1,2 g tres veces al día IV por 5 días) más
Claritromicina intravenoso, o en pacientes embarazadas 500 mg
cuatro veces al día vía oral por cinco días. Utilizar Levofloxacino
500 mg dos veces al día vía oral o intravenosa por cinco días, si el
uso β-Lactámicos está contraindicado (Pneumonia (community-
acquired): antimicrobial prescribing, 2019).

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En los pacientes con comorbilidades se recomienda el uso de
terapia de combinación de Amoxicilina con Macrólidos como la
Azitromicina. No obstante, también se podría indicar monoterapia
con Fluoroquinolonas (P. Metlay et al., 2019).

En pacientes que requieren hospitalización en cuidados


generales, la elección del tratamiento antibiótico empírico se
instaura tan pronto como sea posible, además se tienen que tomar
en cuenta los antecedentes patológicos de los pacientes, así como
también las alergias, tolerancia, interacciones medicamentosas,
previa utilización de β-Lactámico, fluoroquinolonas o macrólidos
y los eventos adversos que se pueden presentar.

Se utiliza Ampicilina-Sulbactam 1500 mg intravenosos cada 6


horas como monoterapia o se puede agregar Claritromicina 500
mg intravenoso cada 12 horas, como alternativa de tratamiento
se puede indicar Ceftriaxona 1000 mg intravenoso cada 24 horas,
Levofloxacina 750 mg intravenosos cada 24 horas o Moxifloxacino
400 mg intravenosos cada 24 horas. La decisión de pasar a un
tratamiento parenteral a vía oral se establece cuando el paciente
hemodinámicamente se encuentra estable y muestra una mejoría
clínica que indique tolerancia de la vía oral (Lopardo et al., 2015).

En los pacientes con requerimiento de la Unidad de Cuidados


Intensivos es recomendado el uso de Ampicilinas con inhibidores
de las betalactamasas, ya que cubre S. pneumoniae y otros
patógenos como las enterobacterias y S. aureus Meticilino sensible.
El uso de cefalosporinas se desaconseja como uso de rutina por
sus mecanismos de resistencia bacteriana. Se puede ampliar
el espectro con Macrólidos y Fluoroquinolonas adicionales.
El tratamiento de elección en pacientes en UCI es Ampicilina-
sulbactam 1500 mg intravenoso cada seis horas más Claritromicina
500 mg intravenoso cada 12 horas; si hay riesgo de infección por
P.aeruginosa se utiliza Piperacilina-Tazobactam 4500 mg cada
ocho horas o cefepime 2 g cada ocho horas más claritromicina 500
mg cada doce horas; si hay riesgo de S.aureus Meticilino resistente
se agrega al esquema de elección Vancomicina 15 mg/kg cada doce
horas con o sin Clindamicina 600 mg cada ocho horas o Linezolid
600 mg cada doce horas (Lopardo et al., 2015).

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El uso de neuraminidasa, oseltamivir y zanamivir son efectivos
para la influenza A y B, porque reducen la gravedad duración,
riesgo de complicaciones y muerte del paciente. En las primeras
48 horas de administración se dan los mejores resultados, no
importa si los pacientes han tenido inmunización previa contra
influenza.

El oseltamivir se dosifica 75 mg cada 12 horas por cinco días en


pacientes hospitalizados, como manejo ambulatorio está indicado
solo a pacientes inmunocomprometidos, injuria renal crónica,
enfermedades respiratorias o cardiovasculares, enfermedades
metabólicas como diabetes mellitus tipo 2, embarazadas y
puérperas tardías, mayores de 65 años (Lopardo et al., 2015).

Profilaxis

Las vacunas contra el neumococo y la gripe son pilares


fundamentales para la prevención de la Neumonía Adquirida
por la Comunidad. Desde 1983 se utiliza una vacuna con 23
antígenos capsulares contra Streptococcus pneumoniae causantes
de la infección severa, esta vacuna lleva por el nombre de Vacuna
antineumocócica de polisacáridos o PPSV23, que incluye los
serotipos con más resistencias frecuentemente a los antibióticos.

El 80% de los pacientes que son inoculados desarrollan


Neumonía adquirida en la comunidad: diagnóstico y tratamiento

inmunidad posterior a las dos semanas de aplicada la dosis. En


el año 2010, la Food and Drug Administration (FDA) aprobó una
vacuna conjugada antineumocócica 13-valente como opción para
uso en menores de edad (Lopardo et al., 2015).

En los pacientes entre los 19 y 64 años se recomienda la


vacunación con PPSV23 si cumplen alguno de los siguientes
factores de riesgo como cardiopatías, asplenia, alcoholismo,
hepatopatías crónicas, enfermedades pulmonares crónicas y
diabetes mellitus (Agüero Sánchez et al., 2020).

La vacuna de la influenza contiene tres cepas (dos del tipo A y


una del tipo B) que tienen una mayor probabilidad de circulación
en la temporada. Se administra una vez al año para la protección
contra la neumonía viral (Lopardo et al., 2015).

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Conclusión

El cuadro agudo de la NAC provocado por los diferentes


agentes, demuestra la gran variedad de microorganismos
etiológicos que están involucrados como causa inicial del proceso
clínico de los pacientes; no obstante, tener conocimiento de los
agentes más frecuentes como el neumococo o virus de la influenza
, sumado a esto a los padecimientos actuales de los pacientes
como factor de riesgo, y la situación epidemiológica, son parte
de un conjunto de factores analítico de los cuales se puede dar
como resultado una sospecha etiológica. Los diferentes métodos
de clasificación dan la posibilidad de conocer el estado de salud
del paciente, y así brinda apoyo al clínico dando información
sobre las probabilidades de muerte y atención ambulatoria
u hospitalaria, también sobre el posible fallo multiorgánico
provocado en infecciones severas. El conocimiento de lo anterior
expuesto es vital para el manejo de esta entidad, iniciando con
tratamientos empíricos para disminuir la posibilidad de una
mayor propagación de la enfermedad, esto en caso de que la
causa de la neumonía amerite el uso de antibióticos de amplio
espectro, lo anterior, es apoyado t por organismos internacionales
y nacionales que avalan el uso de medicamentos adecuados y
precisos, evitando el uso e indicación inadecuada. La vacunación
es un pilar fundamental para evitar una mayor gravedad de la
enfermedad, ya que se ha observado una disminución en la
incidencia de ciertos agentes que cursaban con un mal pronóstico
clínico, y cuyas personas que cursan con factores de riesgo , son
los candidatos óptimos de esos patógenos.

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