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H.P. Lovecraft

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H.P. Lovecraft. Nací el 20 de Agosto de 1890 en Providence, Rhode Island.

Mis
padres fueron Winfield Scott Lovecraft y Sarah Susan Phillips Lovecraft
ambos, amos son británicos. Mi padre el representante de ventas de una
compañía dedicada al comercio de metales preciosos y joyería. Todo el tiempo
se econtraba de viaje por lo que no conviví mucho con él. A los tres años de que
yo llegara al mundo mi padre sufrió un ataque. Tuvo que ser internado en un
hospital, donde paso los últimos cinco años de su vida en estado comatoso,
bueno, eso es lo que me dijeron.
Sarah, mi madre, era neurótica y posesiva. Me crio con la idea de que la
gente era mala y tonta. Al ser de estirpe británica decía que América no merecía
tener a una gente de nuestra altura. Desde pequeño me decía que era feo, que
jamás llegaría hacer algo en la vida. Siempre procuraba que estuviera siempre ha
su lado. Supongo por el temor a perder alguien más en su vida.
Gracias a ella tenía crecí como un niño solitario, medroso y súper protegido.
A los demás niños les parecía raro que prefiriera jugar representando algún hecho
histórico o imaginario que se me ocurriese. Por eso los niños no me querían.
Prefería ir a la gran biblioteca de mi abuelo y ponerme a leer. Ya que desde los
tres años sabía leer y a los seis escribir. Lo que más me gustaba era la mitología
griega, los cuentos de hadas y las Mil y Una Noches.
Pese a que sabía que no eran cosas reales, me parecían más divertidos
que los cuentecillos religiosos cristianos siempre contados por mí madre. Desde
ese entonces he sido ateo. Cuando tenía la oportunidad me escapaba de mi
madre y me iba rumbo a arboledas que veía a lo lejos. AL llegar imaginaba oír el
hablar de las hadas. Si de casualidad encontraba una cueva imaginaba por
ejemplo como sería la vida de un sátiro esperando la llegada de las ninfas. Por las
noches, si tenía la oportunidad me quedaba viendo el velo nocturno pensando en
todas las criaturas que podrían existir en el espacio exterior.
El género que más me apasionaba era el de las novelas policías. Por ello a
los trece años de edad funde “La Agencia de detectives de Providence”. Tuve
fama entre chiquillos del lugar, resolviendo crímenes como el de quién era el
culpable de un robo o juguete. Pero al poco tiempo me aburrí y regresé a mis
lecturas de terror he historia.
Jama tuve una buena salud y mi nutrición estaba por los suelos. A esa
razón ingrese por primera vez a la escuela a los 8 años. Un año después deje de
asistir a la escuela y me puse a leer todo el tiempo. Durante ese tiempo realice mi
primer cuento de terror “La bestia de la cueva”. Tambien durante ese periodo
obtuve conocimientos de química y astronomía. Por lo cual a mis 16 años escribia
una columna de astronomía para el Providence Tribune. Tiempo después regresé
a una escuela pública llamada Hope Street.
Tiempo después deje la escuela en definitiva. Quise ser astrónomo
profesional, pero pese a mis dificultades con las matemáticas no pude alcanzar
esa meta. Fue una fuerte desilusión para mí. Esto se sumaría a mi depresión que
traía desde 1904 con la muerte de mi abuelo materno Van Buren. Amaba
demasiado a mi abuelo. Él me dejaba husmear en su biblioteca son restricciones.
Le encantaba mi gusto por escribir y leer.
La depresión que surgió a partir de mi fracaso en la escuela y la muerte de
mi abuelo llego a tal grado de que pensé en suicidarme. Mi vida era un abismo de
represión y soledad, de amargura y pesimismo. No me gustaba salir durante el
día, no me gustaba toparme con la gente al caminar. Durante la noche prefería
leer un rato. Salía sin rumbo fijo por las calles solitarias de Providence. Me fijaba
mucho en los rasgos arquitectónicos de las casas y las posibles historias que
podrían surgir de ellas. Al llegar me ponía a escribir sin cesar.
Gozaba de mis viajes nocturnos observando cada detalle, hasta el más
mínimo, como la forma o sombre que hacían las nubes al encontrarse con luna.
Creo que esto fue lo que quito de mi la idea del suicidio. A mis viajes y al
constante ejerció de la escritura y lectura, en 1917 se publicó en la revista Weird
Tales mi obra de terror titulada Dagón.
Pareciese que todo iba bien, pero sucedieron algunos eventos
desfavorables. En primera la fortuna familiar se agotó a mediados de 1921 y el 21
de mayo de ese mismo año mi madre falleció. Me sentí sólo, desprotegido ante la
sociedad hostil en la que vivía, alejado de mi verdadera patria, Inglaterra. Esta vez
no deje que la depresión se apoderara de mi. Me dedique a lo único bueno que
sabía hacer: escribir. Decidí ganarme la vida con mis cuentos de miedo, trabajar
de corrector de estilo, de crítico todo lo que tuviera relación con la pluma.
Soy uno de los más brillantes y originales autores de la narrativa fantástica
del siglo XX. Al ser publicados mis relatos mucha gente hizo contacto conmigo por
medio de cartas. Gracias a esto deje mi lado antisocial y me empecé a mostrar
como un muchacho alegre y positivo. Me explayaba en cada carta que
contestaba, en especial a mi grupo de amigos formado por Fran Belknap, Donal
Wandrei, Robert Bloch entre otros. Todos ellos conformamos el llamado CÍRCULO
DE LOVECRAFT.
Junto con este círculo de amigos cree cuentos de una nueva mitología, el
culto a Chthulhu. Cada uno aportaba un personaje, un objeto maligno, un
ambiente a lo que conformarían Los Mitos de Chthulhu. La que dio comienzo a
este ciclo de relatos fue mi obra titulada La Llamada de Chthulhu. Chthulu forma
parte de uno de los dioses primigenios que habitaron hace eones sobre la faz de
la Tierra. Sus seguidores son seres anfibiescos con rasgos humanos que sólo
podrían habitar en lo más oscuro de los sueños y el pensamiento humano.
Uno de los cuentos o relatos más sonado, y espero conozcan, es El
morador de las tinieblas. Esta obra que realicé es una contestación a una carta-
relato que me mando mi amigo Robert Bloch titulada El vampiro estelar. A mi
muerte él escribió un relato para darle continuación a El morador llamado La
sombre que huyó del chapitel. Es una muy buena serie de cuentos que le sugiero
leer. Mis obras tiene el poder de hacerte sentir parte de ellas. El miedo que
experimentan los personajes pasa hacer parte de ti. No volverás a ver las cosas
de la misma manera.
En varios de mis relatos hago mención de un libro maldito titulado
Necronomicon. Escrito por el sultán loco Abdul Alhazred en el año 730 D.C.. Trata
de un libro con el cual puedes invocar seres de las estrellas maléficos. Puedes
obtener conocimiento que ningún otro posee a cambio de tu vida misma. Pareciera
que sólo es una invención mía para darle ese toque característico de suspenso y
terror de mis obras. Por lo que unos piensan que no existe y otros que sí. Se los
dejo a su criterio.
Regresando a mi vida personal diré que pese a mi desprecio a las
personas, excluyendo el CÍRCULO DE LOVECRAFT, en una convención de
periodistas en Boston, conocí a la que sería mi esposa, Sonia Green. Para 1924
me case con ella, que era 10 años mayor que yo, mudándonos a Brooklyn, Nueva
York. Ella tenía una tienda de sombreros y trabajaba en la United Amateur Press
Association. Sin duda era la fiel imagen de mi madre, por lo que con ella me sentí
nuevamente me convertí en el niño súper protegido y asustado.
El tiempo paso y las cosas entre ella y yo no fueron en buen camino. Yo no
conseguía un buen trabajo que aportara dinero a la casa. Sonia perdió su tienda y
empelo por lo que se mudó a Cleveland en busca de uno. Al quedarme solo en
Brooklyn el rechazo por la gente neoyorquina se transformó en miedo. A los dos
años de esposos acordé un divorcio amigable con ella, y así evitarnos problemas.
Después regrese a Providence a la casa de unas tías de que tenía de parte
de mi madre. Seguí leyendo y escribiendo. Fue ahí donde comenzó mi relación
con los integrantes del CíRCULO. Por cierto que la dirección de la casa de mis
tías es la misma que pongo en el cuento llamado El caso de Charles Dexter Ward.
Comencé el trabajo sobre los Mitos de Chthulhu publicando los relatos en la
revista de siempre Weird Tales.
Morí el 27 de marzo de 1937 a la edad de 47 años debido a un cáncer
intestinal e insuficiencia renal en el Jean Brown Memorial Hospital. Mi tumba se
encuentra en el panteón de Providence con la siguiente frase “No está muerto lo
que puede yacer eternamente, y con el paso de los extraños eones incluso puede
morir.”
Nadie sabe las cosas que encontré a realizar mis lecturas en la biblioteca
de mi abuelo, las cosas terroríficas que veía en mis sueños y las que imaginaba
en mis paseos a los bosques o calles inhabitadas. A menos que lean mis obras
sabrán lo que es el miedo a un ser indescriptible a los ojos humanos.
su infancia manifestó un gran interés por la lectura y la escritura. Ya a los
seis años comenzó a escribir demostrando una gran afinidad por la mitología
griega.

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