CASTRO Psiconeuroendocrinología - PDF Versión 1
CASTRO Psiconeuroendocrinología - PDF Versión 1
CASTRO Psiconeuroendocrinología - PDF Versión 1
Psiconeuroendocrinología1
Docente: Mariela Castro2 marielacastro1973@yahoo.com.ar
Introducción
¿Qué es la Psiconeuroendocrinología?
Este es un término que en las últimas décadas ha ido cobrando cada vez mayor
importancia. Diversos adelantos han contribuido a la precisión de su definición y de su campo
de alcance. Es el caso del descubrimiento de las hormonas. Clásicamente la hormona fue
definida como un mensajero químico a distancia, por su capacidad para recorrer largas
distancias en el organismo para ejercer sus efectos. Pero esta conceptualización experimentó
un cambio. Por un lado, era una definición que no diferenciaba con claridad entre hormona y
neurotransmisor (NT), ya que los neurotransmisores también son mensajeros químicos, la
diferencia solo está en que estos actúan en el sistema nervioso a nivel de la sinapsis química
(comunicación interneuronal) y la mayoría de las hormonas son liberadas al torrente
sanguíneo por donde circulan hasta llegar al órgano blanco. Y, por otro lado, se supo que las
hormonas pueden actuar también a corta distancia, incluso sin recorrer tramos largos del
organismo a través de la sangre. Pueden ser volcadas al espacio intercelular y producir allí sus
efectos. Puede observarse que la definición clásica requería ser ampliada.
Otro paso en la profundización del tema fue el estudio de las alteraciones del sistema
neuroendocrino y las llamadas enfermedades mentales. Comenzaron a descubrirse los NT
también. Todo esto permitió el desarrollo de la Psiquiatría Biológica. Bleuler, que ha sido
uno de los padres de la psiquiatría, ya se había dedicado a investigar acerca de la relación
Toda la maduración del ser humano, que incluye tanto su crecimiento como su
desarrollo, se basa en una serie encadenada de diversos y complejos procesos hormonales, en
los que el cerebro tiene su participación como una especie de capitán, y a su vez los efectos de
estos procesos vuelven a reingresar en el mismo, siguiendo un mecanismo de
retroalimentación (regulación) que contribuyen a la maduración del cerebro. Un ejemplo de
esto lo constituye el caso de un niño con déficit tiroideo que, como consecuencia de este
déficit funcional, presenta cretinismo. Esta enfermedad se caracteriza por un retraso
psicofísico generalizado, alcanza solo una baja estatura, tiene escoliosis, las extremidades
crecen deformadas, las facciones son toscas, y manifiesta retraso cognitivo y emocional. La
tiroides es una glándula ubicada a la altura del cuello y produce hormonas que son
indispensables para la maduración sana de un niño: la T3 (triyodotironina) y la T4
(tetrayodotironina o más conocida como tiroxina). El déficit en la producción de T4 es lo que
genera cretinismo. Cuando un niño nace con déficit de tiroxina, las neuronas del cerebro no
desarrollan sus múltiples y variadas ramificaciones, que son las que conforman la compleja
red cerebral. En consecuencia, esa red neuronal se ve limitada y afectada considerablemente
en cantidad y calidad funcional. El desarrollo se realiza de manera disarmónica, las funciones
cerebrales superiores presentan un retardo en su aparición y organización, retraso que puede
llegar a ser muy profundo. Todo esto demuestra que la hormona tiroidea T4 produce a la vez
un incremento de la maduración de las funciones cerebrales y el crecimiento somático. Esto es
solo un ejemplo, existen otros en el funcionamiento humano que también dan cuenta de la
íntima relación entre el SN y el SE, como veremos más adelante.
Por su parte, el prefijo “psico” hace referencia a todas las funciones psicológicas,
desde procesos básicos del aprendizaje, como memoria, atención, sensopercepción,
motivación y emoción, hasta funciones superiores como las actividades gnósico-práxicas (las
gnosias son funciones de reconocimiento perceptual y las praxias son habilidades motoras) y
el lenguaje. Todos, por supuesto, vinculados al desarrollo del pensamiento y al
comportamiento general del sujeto. Se ve, entonces, que éste es un nivel de integración de
mayor complejidad que el sistema neuroendocrino y como tal lo hace superior. Mantiene una
relación recursiva con el nivel biológico, sin restarle la primacía ni la complejidad que
también tiene. Recordemos la frase de Sabelli (1989) que el Prof. Frenquelli mencionó en su
primera clase en este curso: “Primacía de lo biológico y supremacía de lo psicológico”. (D2)
Desde el monismo psicofísico emergentista, las funciones psíquicas son concebidas como
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emergentes, productos del ensamble del nivel biológico, la materia, el sistema nervioso, y el
nivel sociocultural, los otros significativos, los vínculos afectivos, la matriz familiar primaria.
El SNC (D4) está formado por el encéfalo (conformado por cerebro, tronco encefálico y
cerebelo) y la médula espinal. La diapositiva 5 muestra un corte sagital del SN; se trata de un
corte por la hendidura interhemisférica (un pequeño espacio entre los dos hemisferios
cerebrales), atravesando el cuerpo calloso (que es la parte que une los dos hemisferios
cerebrales), que permite ver la superficie media del cerebro, el centro del cerebro, su cara
interna, lo que se conoce como diencéfalo. El diencéfalo está recubierto por la corteza
cerebral, y ambos conforman los dos hemisferios cerebrales (derecho e izquierdo).
Imaginen una persona de perfil, luego proyecten su imaginación hasta el SN de esa persona, y
visualizarán una imagen como la de la diapositiva.
En el cerebro se encuentra una estructura que tiene un protagonismo estelar en todos los
órdenes de la vida humana, por lo cual se la ha planteado como una gran interfase, en
comunicación permanente con los distintos sistemas que componen nuestro organismo
(endocrino, inmunológico, digestivo, cardiovascular, etc.). Con ustedes, el hipotálamo (D5).
Esta estructura nerviosa forma parte del diencéfalo, junto con otras que son el tálamo,
subtálamo y epitálamo, cada una implicada en funciones diferentes, si bien todas trabajan
simultáneamente y en permanente diálogo con estructuras vecinas que se encuentran por
encima y por debajo. Nosotros nos vamos a focalizar en el hipotálamo. Este se halla en la
región talámica (debajo del tálamo, el prefijo “hipo” está señalando su lugar en el cerebro),
extendido a lo largo de las paredes del tercer ventrículo. Los ventrículos cerebrales son
espacios, especie de “huecos”, cavidades, que tiene el cerebro, por donde circula un líquido
importante que se llama cefaloraquídeo, fundamental para la protección y nutrición de todo el
SN. A cada ventrículo se la ha puesto un número.
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Desde el punto de vista funcional, el hipotálamo es una estructura que tiene dos partes:
una endocrina, que se une a la hipófisis, y otra no endocrina. En términos generales, podemos
decir que es sumamente importante en la regulación de los procesos vitales y la organización
del comportamiento general de la persona. Es el que comanda permanentemente la actividad
del interior de la persona, que está en permanente intercambio, a modo de “diálogo”, con el
exterior. Pese a que es una estructura pequeña, regula casi todo el funcionamiento de nuestro
cuerpo. Es fundamental para la existencia, regula la actividad vegetativa o autónoma
(procesos vitales tales como presión arterial, frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria),
hormonal y comportamental. En él se encuentran los centros reguladores de la temperatura
corporal, el equilibrio hidrosalino, el balance calórico del cuerpo, de las necesidades básicas
(sed, hambre y reproducción), la agresividad, los comportamientos defensivos y los ciclos
sueño-vigilia. De esto se desprende el compromiso vital que tiene en el mantenimiento de la
homeostasis (equilibrio dinámico saludable). Es el principal regulador de la expresión
emocional y constituye una especie de interfase entre los centros superiores corticales y los
inferiores ligados al sistema periférico. En la diapositiva 6 pueden observar las hormonas
liberadas por la parte endocrina del hipotálamo, hormonas que cumplen un papel excitador o
inhibidor sobre uno de los lóbulos de la hipófisis. A estas hormonas hipotalámicas se las suele
llamar también factores liberadores hipotalámicos.
El sistema nervioso tiene una íntima conexión con el sistema endocrino. No solo con él,
también está emparentado con el sistema inmunológico. De tal manera que muchos hablan de
Psiconeuroinmunoendocrinología, que en realidad es una manera de hacer explícita la
relación con el sistema inmune.
El sistema endocrino (D7) está formado por glándulas, que son órganos que liberan en
el organismo un tipo de sustancias químicas conocidas como hormonas. Las hormonas son
segregadas y reguladas por glándulas. Es decir, que las glándulas son órganos que tienen una
función de secreción. De acuerdo al tipo de secreción, podemos precisar diferentes tipos de
glándulas. Si son glándulas de secreción interna, reciben el nombre de glándulas
endocrinas, debido a que liberan sus productos directamente en el torrente sanguíneo. La
hipófisis, la tiroides, las gónadas (glándulas sexuales) y las suprarrenales son ejemplos de este
tipo de glándulas. Si son glándulas de secreción externa, se tratan de glándulas exocrinas,
que son aquellas que liberan sus secreciones a través de un conducto sobre la superficie
interna o externa de los tejidos cutáneos, la mucosa del estómago o el revestimiento de los
conductos pancreáticos. Las glándulas sudoríparas, salivales, linfáticas, sebáceas y las
digestivas están dentro de esta última agrupación. Una misma glándula puede tener inclusive
una función doble, tanto de secreción interna como externa. Es el caso de las gónadas: los
testículos (glándulas sexuales masculinas) y los ovarios (glándulas sexuales femeninas). Los
testículos segregan, por un lado, espermatozoides (células sexuales masculinas), a través de un
mecanismo de secreción externa, y testosterona (hormona masculina) vía un trabajo de
secreción interna. Los ovarios liberan estrógenos y progesterona (hormonas femeninas) por
medio de un proceso de secreción interna, y óvulos (células sexuales femeninas) vía secreción
externa. También el páncreas es otro ejemplo: libera al exterior su jugo para la digestión de
alimentos, y segrega hacia el interior la insulina que es una hormona fundamental para el
consumo del organismo de los azúcares ingeridos.
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compensar los efectos de la liberación de las hormonas; alcanzado cierto nivel hormonal en
sangre el circuito se cierra momentáneamente, tratando de mantener las constantes internas
del organismo, cuando ese nivel disminuye, se reactiva el circuito promoviendo la liberación
de más cantidad de hormonas en este caso. Es decir, que es un mecanismo que tiene directa
relación con el concepto de homeostasis: un equilibrio dinámico que tiende a conservar cierto
orden necesario para la vida. La homeostasis es un concepto creado por Walter Cannon, quien
se inspiró en las ideas de Claude Bernard acerca de la estabilidad del organismo y sus
elementos. Bernard sostenía que esta estabilidad estaba ligada a la constancia del medio
interno que compromete a cada una de las células. Cannon definió la homeostasis como la
capacidad de un ser vivo para conservar su estabilidad o equilibrio, pese a las acciones o
demandas provenientes del mundo exterior. La homeostasis no implica alcanzar un equilibrio
“perfecto”, todo lo contrario, es un proceso cuya tendencia a mantener constantes las
condiciones internas sufre variaciones dentro de ciertos límites, para recuperar rápidamente el
estado de equilibrio. Por eso se habla de equilibrio dinámico, hay un juego constante entre la
pérdida y recuperación de ese equilibrio. Es un equilibrio permanentemente modificado,
inherente a la vida misma. La homeostasis adaptativa está en constante actividad. También
tenemos los circuitos regulados a tendencia, respondiendo a un mecanismo llamado
retroalimentación positiva o feedback positivo que acrecienta los efectos generados por la
liberación de determinada hormona, es decir, su activación produce la liberación de mayor
cantidad de esa hormona en sangre. Generalmente, este tipo de mecanismo apunta a generar
cierto desorden, por lo cual no se lo encuentra demasiado como principal mecanismo
regulador de los procesos vitales, excepto en el proceso de ovulación (expulsión del óvulo del
ovario hacia las trompas de Falopio) o bien durante el trabajo de parto, en el que regula las
contracciones uterinas. Pero son excepciones; en realidad, predominan los mecanismos de
retroalimentación negativa (a constancia).
La imagen que pueden ver en el anexo de este trabajo, intenta mostrar de manera muy
general la ubicación de las glándulas endocrinas que vamos a ir comentando y las hormonas
que segrega cada una. En la diapositiva 9 tienen mencionadas algunas de las glándulas
principales de nuestro cuerpo y en la siguiente (D10) la distribución de las mismas en el
cuerpo. Vamos a comenzar por la hipófisis, también llamada glándula pituitaria. Esta
glándula se encuentra alojada en el cráneo, más específicamente en la silla turca (cavidad
ósea) del hueso esfenoides, muy cerca del hipotálamo que es una estructura que ya vimos
forma parte del sistema nervioso central, del diencéfalo (el centro del cerebro).
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La hipófisis es una glándula, por lo cual pertenece al sistema endocrino, que está
formada por tres lóbulos: el anterior, el intermedio y el posterior. (D11 y 12) Cada uno de
estos lóbulos es responsable de la secreción de hormonas determinadas como pueden observar
en la imagen incluida en el anexo de este trabajo. La hipófisis está unida al hipotálamo de
diferente manera. (D13) Su lóbulo anterior o adenohipófisis está ligado al hipotálamo
endocrino a través de lo que se conoce como sistema porta hipofisario. (D14) Es un sistema
conformado por numerosos vasos sanguíneos que comunican ambas estructuras al transportar
las secreciones del hipotálamo endocrino (factores liberadores) hacia la hipófisis. Estas
últimas dos imágenes están extraídas del Atlas de Anatomía Netter; Frank Netter es su autor.
Es un atlas que no tiene desperdicio, es un material recomendable para consultar. La
neurohipófisis o lóbulo posterior recibe la inervación directa, sin solución de continuidad, de
las neuronas hipotalámicas. Esto quiere decir que no hay un sistema que medie a modo de
“puente” entre ellos, por eso la expresión sin solución de continuidad. En la imagen del
cuerpo humano (ver anexo) vemos también las hormonas que cada glándula segrega. A
continuación, en el anexo, van a encontrar un cuadro con el detalle de las principales
hormonas y sus funciones.
Dijimos anteriormente que el SN no solo está comunicado con el SE, sino que también
guarda una estrecha relación con el sistema inmunológico (SI). Éste es un complejo sistema
defensivo que tiene el cuerpo para detectar agentes extraños y nocivos (virus, bacterias,
hongos, células cancerígenas, entre otros), hacerles frente y eliminarlos. Es un sistema
protector de nuestra integridad biológica que funciona constantemente. Esta capacidad de
defensa se adquiere antes de nacer y se consolida en los primeros años de vida.
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inmunidad innata con la que contamos, discrimina entre lo propio y lo ajeno de manera
rápida.
Estas respuestas defensivas se van grabando, se van organizando en una memoria muy
importante para la supervivencia: la memoria inmunológica. Sin ella no es posible vivir. Las
sustancias que participan en la respuesta inmune (innata o adquirida) se denominan
citoquinas y son proteicas. Intervienen en la inflamación y regulación de la respuesta inmune.
Las citoquinas son un grupo importante de proteínas que actúan como mediadores de la
comunicación entre células vivas, en este caso células del sistema inmunológico. Su función
es coordinar las respuestas en la reparación de las heridas y en otras reacciones inmunes. Se
las ha agrupado en diferentes categorías: linfoquinas, monoquinas, interleuquinas y factores
de crecimiento.
El concepto de estrés o stress fue propuesto por Hans Selye, un médico dedicado a la
investigación, con muchas publicaciones a partir de su descubrimiento, propiciando así una
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nueva etapa en las ciencias de la salud. (D17) El término inglés stress fue importado de la
física y alude a la fuerza que se ejerce sobre un cuerpo deformándolo hasta un límite
permitiéndole recuperar su estado inicial, es decir, refiere a una elasticidad de ese cuerpo
sobre el que se ejerce la fuerza o se genera cierta tensión. Las dificultades en la traducción al
español de esta palabra hicieron que no se comprendiera con claridad este concepto. En
realidad, el término inglés strain es el que parecería ajustarse mejor al concepto de Selye. El
strain es el conjunto de modificaciones que un cuerpo sufre por una fuerza deformante
ejercida sobre él.
En 1936 Selye definió al estrés como la respuesta inespecífica del cuerpo frente a las
exigencias internas y externas, frente a cualquier fuerza que se ejerza sobre el organismo. Una
respuesta específica es, por ejemplo, la necrosis (muerte de células) a causa de una quemadura
o un hematoma a raíz de un golpe. El estrés es el conjunto de cambios fisiológicos que se
producen en la intimidad de los órganos. Observó que diferentes enfermos, con diversos
grados de gravedad, mostraban síntomas y signos corporales comunes, tales como malestar,
anorexia, dolores difusos, pérdida de peso, un semblante enfermizo. Llamó a ese estado
“síndrome de estar simplemente enfermo”. Lo describió como una reacción inespecífica de la
enfermedad, independientemente de la naturaleza de esta última, que se sumaba a las
expresiones específicas propias de la enfermedad. Se trataba de un síndrome de adaptación a
la situación que estaban viviendo.
Entre los errores frecuentes encontramos la confusión del estrés con el agente que lo
provoca (ese agente se llama alarmógeno). Ni la quemadura, ni el golpe ni la enfermedad
constituyen el estrés; tampoco el estado anímico, la ansiedad, la angustia, la tensión nerviosa
son ejemplos de estrés. El estrés es el conjunto de transformaciones, de modificaciones, que
aquellos ocasionan. También es común atribuirle al estrés una connotación negativa, es
frecuente escuchar quejas por el estrés (“necesito unas vacaciones, estoy estresado, no doy
más”). Lo cierto es que el estrés es un término que está íntimamente asociado a la vida.
Selye discriminó dos tipos de estrés. El estrés fisiológico, ligado a los procesos
homeostáticos, a la salud del sujeto, a la tensión necesaria para poder vivir; no quiere decir
daño. Este tipo de estrés se opone al llamado estrés patológico, que también tiene que ver con
un equilibrio dinámico, pero patológico, al que llamó alostasis y vinculó a las enfermedades
de adaptación, mencionadas más adelante. Es más, hay una frase paradojal de Selye en la que
cita: “más se vive, más stress; más stress, menos se vive”. En ella da cuenta de que no hay
forma de desligar este concepto de la condición de vivir y de la importancia de la intensidad
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Este eje posiblemente sea el que mejor representa la conexión entre los diferentes sistemas:
nervioso, endocrino e inmunológico. De la mano de él iremos profundizando lo que
entendemos por Psico-neuro-inmuno-endocrinología. Selye propuso tres fases del Síndrome
General de Adaptación. A este síndrome lo definió como el conjunto de manifestaciones
concretas, observables y hasta medibles del estrés, que comprometen a todo el cuerpo y que
apunta a una adaptación transformadora de la experiencia, adquiriendo resistencia al estrés.
(D18) La fase de reacción de alarma es la fase inicial, en la que el cuerpo experimenta una
serie de cambios que oscilan entre ser exitosos y favorecer una adaptación activa frente a la
situación y llegar al shock (que es la reacción de alarma más intensa). Entre los cambios
aludidos encontramos aumento del volumen de las glándulas suprarrenales o adrenales,
atrofias del timo y otras estructuras linfáticas, exulceraciones gástricas y duodenales;
modificaciones producto del juego hormonal involucrado (catecolaminas, glucocorticoides y
mineralocorticoides). La fase de resistencia es la etapa siguiente en la que los cambios
fisiológicos de la primera fase se mantienen y continúan en aumento. El cambio más llamativo
es el que se produce a nivel de la corteza suprarrenal, que intensifica su actividad secretora de
sus hormonas a la sangre (glucocorticoides y mineralocorticoides) respondiendo a un
mecanismo de feedback positivo. Finalmente, si el alarmógeno sigue actuando con la misma o
mayor intensidad (intensidad que está en relación directa con la forma de procesar desde la
propia legalidad interna, como decíamos antes, la propia experiencia), se da paso a la tercer y
última fase, la fase de agotamiento, en la que se dan cambios similares experimentados en la
fase inicial de alarma, pero más acentuados y con efectos irreversibles. Esta fase lleva al
sujeto a lo que Selye llamó enfermedades de adaptación (como la hipertensión, la úlcera
gastroduodenal, las enfermedades autoinmunes, entre otras), generando alteraciones
irreversibles que pueden derivar en la muerte del sujeto. Las definió como aquellas
enfermedades productos de una falla del síndrome general de adaptación.
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Corazón => Aumenta el ritmo cardíaco Corazón => Enlentece el ritmo cardíaco
Glándula salival => Inhibe la salivación Glándula salival => Estimula la salivación
Por su parte, la activación inmunitaria es mucho más lenta que las anteriores, ya que la
información que regula, aunque también circula por el torrente sanguíneo, favorece la
activación de procesos de síntesis. Depende de los efectos de la activación neuroendocrina,
según la cual, el cortisol en especial actúa como un supresor inmunológico. Los
glucocorticoides y la ACTH tienen receptores en el SI. Las citoquinas estimulan el SNC y dan
los síntomas de fiebre, decaimiento general, etc. Las neuronas fabrican citoquinas que regulan
la vida y la muerte (apoptosis) de las células nerviosas. Los glucocorticoides, en dosis
fisiológicas (dentro de parámetros saludables), modulan la transcripción genética del SI, pero
en altas dosis producen una total supresión del mismo, afectando el sistema de protección
frente a organismos extraños a nuestro cuerpo. Los glucocorticoides favorecen la actividad
linfocitaria necesaria para la salud; se sabe que el déficit de glucocorticoides produce un
aumento de susceptibilidad a las enfermedades autoinmunes.
Desde la perspectiva psicobiológica del estrés (D19), podemos decir que este último
es el conjunto de cambios fisiológicos que resultan de los estados afectivos y cognitivos
despertados por la situación del momento. Estos cambios están vinculados a los ya
mencionados mecanismos de la homeostasis adaptativa, que funcionan de acuerdo al eje
hipotálamo-hipófiso-suprarrenal. Pero este eje no trabaja de forma aislada, sino que está
modulado por la información proveniente del hipocampo y la amigdala, dos formaciones
nerviosas importantes del cerebro que están comprometidas en la memoria y los afectos. Hay
una fórmula según la cual el estrés es el resultado de la combinación de la activación y la
capacidad de regulación o control. Cuanto mayor sea la regulación afectiva y la capacidad
para procesar información sobre la que se organizará el significado de la experiencia
(denominador “control”), menor es la activación (numerador), ya que está comandada por los
centros superiores (con actividad analítico-sintética) de la neocorteza y los centros
subcorticales reguladores de la emoción. En consecuencia, menor es el estrés. La fórmula es la
siguiente:
Estrés = Activación
Control
Los costos del estrés crónico, aquel que se va acercando cada vez más al estrés
patológico, pueden ser aparentes u ocultos. En el caso de los primeros, podemos encontrar,
por ejemplo, las ya mencionadas enfermedades de adaptación, accidentes, suicidios, muertes;
en el caso de los segundos, pueden darse rupturas de vínculos afectivos importantes, errores
de juicio en la vida tanto profesional como personal, disminución en el desempeño personal y
laboral, menor creatividad, un menor nivel de salud y bienestar.
El sistema nervioso está preparado para la acción. Esta idea está extraída de un libro
de Laborit (médico neurofisiólogo) llamado La paloma asesinada, en el que desarrolla cómo
el ser humano a través de sistemas específicos regula sus acciones e interactúa con su medio y
se relaciona tratando de mantener su identidad, seguir siendo quién es y lo que es. Por
supuesto, a mayor complejidad del sistema nervioso, mayor sofisticación del funcionamiento
de estos sistemas y sus efectos en el contexto de acción, observables a través de la conducta.
Laborit toma los aportes de Selye acerca del estrés y articula su desarrollo con las distintas
fases del síndrome general de adaptación.
La finalidad del sistema nervioso es hacer posible las acciones, buscando mantener la
homeostasis (según Cannon), las condiciones del mundo interno (según Bernard) o el placer
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(en términos de Freud). Hay dos sistemas reguladores de una acción, un sistema activador y
otro inhibidor. El sistema activador de la acción está conformado por dos tipos de haces
nerviosos, llamados el haz de recompensa y el haz de punición o de lucha y huída o
periventricular. Estos haces unen distintas regiones del cerebro. El haz de recompensa es el
que regula la gratificación (recompensa) de las acciones adaptativas y eficaces, compromete
un sistema de memoria de las estrategias implementadas que han sido eficaces. Los
mediadores químicos involucrados son la dopamina y la noradrenalina, ambas clasificadas
dentro del grupo de las catecolaminas. El haz de punición se activa frente a una situación de
emergencia, cuando una acción no se ve recompensada inmediatamente, una situación de
cambio en la que la persona primero intentará huir y salvar su pellejo, ponerse fuera de la
situación sentida como peligro, y si esto no fuese eficaz o resultara ser insuficiente, tratará de
hacerle frente, de luchar para protegerse. El mediador químico en este caso es la acetilcolina;
se dice, entonces, que se trata de un sistema colinérgico. También la liberación de adrenalina
ayuda a que la acción se desenvuelva preparando al cuerpo para tal fin; Laborit la llama la
neurohormona del miedo, porque permite la preparación para la acción, huida o lucha, por sus
efectos fisiológicos. En todas estas situaciones se producen simultáneamente las activaciones
nerviosa y neuroendocrina propias del síndrome general de adaptación.
Inhibición no es sinónimo de patología. Una inhibición de una acción significa que esa
acción no continúa desarrollándose. Y puede tener un fin adaptativo y saludable. Es el caso
cuando nos quedamos inmóviles frente a una situación de asalto, por temor a ser lastimados.
De hecho, se han dado casos en los que la persona asaltada opone resistencia y lo hieren o
matan. Otro ejemplo es abandonar determinado hábito considerado pernicioso para la salud.
Pero también este sistema inhibidor intensifica su trabajo cuando frente a un problema la
persona no encuentra solución y se va sintiendo cada vez más indefensa, con pocas
herramientas para resolver la dificultad, más vulnerable y adoptando una actitud de
resignación que lo conduce a un estado de inhibición patológica de la acción. Esta inhibición
de la acción es el resultado de un proceso de aprendizaje de la experiencia. En un caso así se
encuentra una liberación excesiva de noradrenalina, neurohormona vinculada a la angustia, a
la impotencia experimentada frente a las serias dificultades para controlar activamente el
entorno. Sería la persona que entra en un estado permanente de espera en tensión; se trata de
una inhibición crónica ligada a un estado de adaptación pasiva, sin posibilidad de transformar
el entorno y a sí mismo de manera saludable. Es presa de intensos sentimientos disfóricos,
como tristeza, rabia, frustración, insatisfacción, que van in crescendo a medida que observa
que las distintas estrategias implementadas no tienen el resultado esperado. Por ejemplo, una
persona, que intenta encontrar empleo y es rechazada en las distintas entrevistas laborales a
las que concurre, si tiene poca tolerancia a la frustración y una marcada baja autoestima es
probable que si esa situación se hace crónica, entre en un estado de espera en tensión y en un
circuito emocional en el que el empobrecimiento interno sea paulatino y se convierta en un
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círculo vicioso si no media algo que introduzca un cambio. Dice Laborit (1983) “(…) no es
posible salir de este círculo vicioso si no es mediante la acción llamada gratificante, que
permite restablecer el equilibrio interno y sustraerse a la punición. (…) si este sistema de
evitación, que permite la conservación momentánea de la estructura, no resulta
inmediatamente eficaz, si su estímulo se prolonga, los ajustes biológicos que resultan de su
funcionamiento constituirán el origen de toda la patología”.
En este estado de espera en tensión crónica se produce una sobreexcitación del sistema
neurovegetativo, constituyendo así un proceso patógeno ya que involucra riesgos
cardiovasculares, tales como elevación del nivel de colesterol en suero, la disminución de la
elasticidad vascular, el aumento de la tensión arterial y un aumento del caudal sanguíneo.
Todos estos factores pueden llevar a la persona a desarrollar una enfermedad cardiovascular.
Enfermedad que Selye incluyó dentro del grupo de enfermedades de adaptación. En ellas
también incluyó a las enfermedades autoinmunes. Los glucocorticoides atacan las defensas
inmunológicas, destruyéndolas o inhibiéndolas, convirtiendo al organismo en un ser frágil y
vulnerable frente a los agentes extraños. Un sistema inmunitario deficitario o paralizado
tendrá pocas posibilidades para impedir, por ejemplo, la proliferación de células neoplásicas
que pueden desarrollarse en nuestro organismo, preparando así el terreno para la evolución de
un cáncer. Una infección o una enfermedad tumoral no se desarrollan por casualidad, sino que
son productos de la calidad de respuesta defensiva de nuestro sistema inmune, el cual, como
ya vimos, está en un diálogo permanente con el sistema nervioso y el sistema endocrino. En el
desarrollo de cualquiera de estas enfermedades, y así lo muestran Selye y Laborit, hay una
concatenación de múltiples factores que actúan en diferentes niveles de organización: el nivel
nivel físico-químico, biológico, social y psicológico. Aclaro que la carga genética aporta lo
suyo, pero combinándose también con lo encontrado en el ambiente. Adhiriendo al paradigma
de la epistemología de la complejidad, pienso tanto la salud como la enfermedad no de manera
dicotómica, tratando de esclarecer si es resultado de los genes o de la experiencia ambiental,
sino integrando ambos polos a través de una relación recursiva, que no permite distinguir con
nitidez el producto del productor, resultando así la salud o la patología una combinación del
encuentro de lo genético y lo ambiental.
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Creo que este tema permite ampliar el conocimiento y reflexionar acerca de las
emociones y los vínculos humanos. Como plantea Regina Pally (2000), una psicoanalista, al
considerar el procesamiento emocional (ver anexo), la emoción “(…) coordina la mente y el
cuerpo, organiza la percepción, el pensamiento, la memoria, la fisiología, el comportamiento,
las interacciones sociales, facilita los comportamientos adaptativos, contribuye a la
resolución de los problemas de adaptación. (…) La emoción se conecta no sólo con la mente
y el cuerpo de un individuo sino con las mentes y los cuerpos entre los individuos. De manera
que “(…) el cuerpo juega un papel activo en la vida mental. (…) El saber conciente de la
emoción y la expresión emocional hacia los otros juegan un papel central en la regulación
del despertar emocional que es tan importante para el funcionamiento saludable. (…)”.
También la comprensión del concepto de estrés puede favorecer en distintos ámbitos
(laborales o sociales) a mejorar las relaciones humanas y enriquecer la calidad de vida
interior.
Cada vez que una persona interactúa con otra se genera cierta dosis de estrés,
entendido tal como lo planteó Selye, como aquel necesario para vivir. Pensar en evitar
situaciones de estrés que tengan que ver con el contacto y la comunicación con el otro, o
limitar el intercambio con ese otro con el fin de no generarle estrés, en realidad, es un
pensamiento anti-biológico. Además, tampoco uno “le tira un balde de estrés” al otro, uno no
“le” genera estrés al otro. Si bien es cierto que la presencia de uno ejerce un efecto sobre el
otro, y en ese sentido el cuidado de las actitudes y de los modos de vincularse es importante,
más aún cuando se trata de un trabajo terapéutico, la forma en que se activarán los sistemas
biológicos de ese otro, activación necesaria para hacer frente a ese encuentro, depende
fundamentalmente de las características personales de cada uno, de la historia de vida, de la
tolerancia frente a lo que el otro le pueda decir o hacer, de la tolerancia de las diferencias que
puedan surgir en ese intercambio, de la representación que cada uno tiene del semejante así
como de sí mismo, de los valores y creencias, de los afectos despertados y la calidad de sus
mecanismos de regulación emocional. Pienso que de lo que se trata es de propiciar
condiciones favorables para vincularse de manera de promover confianza, respeto,
entusiasmo, vitalidad, optimismo, creatividad, comunicación, entre otras características
positivas que se le pueden ocurrir a cada uno de uds.
No quiero terminar sin destacar la primer palabra del rol que uds. van a desempeñar, el
de Acompañante Terapéutico. Lo que voy a decir también sirve para pensar el vínculo
psicólogo-paciente o cualquier otro vínculo que tenga como fin favorecer la buena calidad de
vida de una persona, fundamentalmente la afectiva. Si consultamos un diccionario, éste nos
dice que el acompañante es quien justamente acompaña. Esta no es una definición muy
jugada. Pero si nos fijamos en acompañar vemos que ésta significa estar junto con el otro.
Si bien es importante la presencia física, compartiendo el mismo espacio y tiempo, el estar,
también es importante observar cómo se está con ese otro. Me gusta pensar el “estar junto con
el otro” como estar conectado emocionalmente con el otro, tal como lo plantea Stern, Lebovici
y tantos otros psicoanalistas investigadores de las vicisitudes de las primeras interacciones y
vínculos primarios entre el bebé y sus progenitores, en especial con su madre, con quien
inaugura, en un cautivante y misterioso idilio, el primer vínculo de amor. Vínculo que
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funciona a modo de matriz para los vínculos afectivos futuros y que está latente en cada uno
de ellos. Por ejemplo, en este momento, en este encuentro compartido con uds., el modo de
sostener este intercambio bidireccional es el producto de la combinación de la forma en que
hemos aprendido a vincularnos, que tiene sus raíces en el primer vínculo afectivo con quien
desempeñó la función materna en nuestros primeros años de vida. Inclusive, estará presente en
ese lector que ahora está leyendo esta línea, quizás un poco inquieto ahora porque se lo ha
puesto en evidencia, por qué no un poco sonrojado tal vez, porque también el encuentro con
un texto es un encuentro intersubjetivo e invita a establecer un vínculo: con el autor, con sus
ideas, con el conocimiento. Yo estaré allí, jugando un poco a las escondidas, pero sin lugar a
dudas estaré y estas líneas algún efecto tendrán.
¿Qué quiere decir esto de estar conectado emocionalmente? Otra definición que
podemos encontrar en el diccionario y que nos puede ayudar a responder la pregunta es la de
participar en los sentimientos de alguien. Entonces, se trata de tener una actitud sensible y
empática frente a las necesidades afectivas, en primer lugar, de quien están acompañando, de
tolerar sus estados internos que se pondrán de manifiesto a través de la conducta, de su
lenguaje verbal y corporal, de comprender sus posibilidades y limitaciones y tolerar estas
últimas y lo que no puede comprenderse, así como el misterio y el desconocimiento, de
observar y reflexionar antes que actuar tomando decisiones apresuradas que pueden no ser las
más apropiadas para el bienestar de la persona que está a su cuidado.
Bibliografía
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Frenquelli, R. (2003) “Stress y sus destinos”, Conferencia en ADEIP, Rosario. On line:
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Laborit, H. (1983) La paloma asesinada, Laia, Barcelona.
Pally, R. (2000) “Procesamiento emocional: la conexión Mente-Cuerpo” en Libro Anual de
Psicoanálisis, XIV, Escuda, Brasil.
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ANEXO
Diapositivas de la clase
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GLÁNDULA DE
HORMONA TEJIDO DE DESTINO FUNCIÓN
ORIGEN
Hormona Hipófisis Glándulas sexuales (Gónadas) Estimula la maduración del folículo ovárico en la
(lóbulo mujer. y la producción de esperma
foliculoestimulante
anterior) (espermatogénesis) en el hombre
(FSH)
Oxitocina Útero
Hipófisis Activa la contracción del útero durante el parto
(lóbulo posterior) Estimula la secreción de leche tras el parto
Glándulas mamarias
Melatonina Glándula pineal No está claro, aunque los posibles Parece afectar a la pigmentación de la piel, regular los
destinos parecen biorritmos y prevenir los trastornos por desfase horario
ser las células pigmentadas y los
órganos sexuales
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Parathormona (PTH) Paratiroides Huesos, intestinos y riñones Regula el nivel de calcio en la sangre
Noradrenalina Glándula Músculos y vasos sanguíneos Aumenta la presión sanguínea y el ritmo cardiaco,
suprarrenal produce vasoconstricción
(Médula)
Insulina Páncreas Todo el cuerpo Regula los niveles de glucosa en la sangre, aumenta
las reservas de glucógeno, facilita
la utilización de glucosa por las células del
cuerpo
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Coloración emocional
Organización de ideas complejas
Lenguaje verbal Imaginación
Neocorteza CreatividadProyección
hacia el futuro
Planificación
Razonamiento
Centros superiores con control voluntario
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Corteza del Cíngulo
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Aprendizaje Experiencia
de la Emocional
Regulación de la actividad
vegetativa y hormonal
Control de la expresión
emocional
Regulación de la conducta
Gran conector del SN, SE y
SI
Glándula Blanco
experiencia
Hipotálamo
Hipófisis
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ACTIVACION
N
Hipotálamo
E
U Regulación de la
R CRF A N actividad vegetativa y
O C E hormonal
V T U Control de la expresión
E I R emocional
Hipófisis V O
G Regulación de la
E A E conducta
T ACTH C N Gran conector del SN,
A I D SE y SI
T O O
I N C
Glándulas Suprarrenales Glándulas Suprarrenales R
V
(Médula) (Corteza
) I
A
N
A
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Estímulo Comportamiento
Emocional
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