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Carbonell El Lugar Del Error en El Diseño de Los Procesos Judiciales

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FUNDAMENTOS

FILOSÓFICOS DEL
DERECHO PROCESAL

DANIELA ACCATINO SCAGLIOTTI


FLAVIA CARBONELL BELLOLIO
JESÚS EZURMENDIA ÁLVAREZ
JORDI FERRER BELTRÁN
RAYMUNDO GAMA LEYVA
MARÍA DE LOS ÁNGELES GONZÁLEZ COULON
FEDERICO JOSÉ ARENA
JORGE LARROUCAU TORRES
JONATAN VALENZUELA SALDÍAS
CARMEN VÁZQUEZ ROJAS

tirant lo blanch
Valencia, 2021
Copyright ® 2021

Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro pue-


de reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o
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cenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito
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EL LUGAR DEL ERROR EN EL DISEÑO
DE LOS PROCESOS JUDICIALES

FLAVIA CARBONELL BELLOLIO1

I. INTRODUCCIÓN
El proceso judicial suele entenderse como un mecanismo de
solución de controversias jurídicas entre dos o más personas por
parte de un tercero imparcial (el juez o el tribunal2) que debe
aplicar las consecuencias previstas por las normas jurídicas frente
a un problema concreto. Las normas regulan supuestos de hecho
generales y abstractos, por lo que el juez debe determinar si pue-
den o no darse por probados los enunciados sobre hechos que le
son presentados y, si los da por probados, debe calificarlos como
un caso individual del caso genérico regulado por la o las normas
aplicables. La decisión judicial es el producto del ejercicio de la
jurisdicción que tiene como características más destacadas la in-
dependencia, la exclusividad y el imperio, características que la
distinguen de las otras potestades del Estado moderno.

1
Profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. fcarbo-
nell@derecho.uchile.cl. Este trabajo es parte del proyecto de investigación
“Error y proceso judicial”, Fondecyt regular Nº1191634. Versiones distintas
u anteriores del texto fueron discutidas en el Seminario del Grupo de In-
vestigación de Filosofía del Derecho, Universitat de Girona, Seminario del
Área de Filosofía del Derecho, Universidad de León, Seminario del Grupo
de Investigación en Filosofía del Derecho, Universidad de Alicante y Se-
minario doctoral, Facultad de Derecho, Universidad de Chile. Agradezco
mucho todas las observaciones que generosamente recibí en cada una de
esas valiosas instancias, así como aquellas que recibí de María de los Ánge-
les González, Jesús Ezurmendia, Jonatan Valenzuela e Ivana Peric.
2
La expresión “juez” deben entenderse hecha a jueces unipersonales en el
ejercicio de su función y “tribunal” a un órgano jurisdiccional compuesto
por dos o más jueces.
294 Flavia Carbonell Bellolio

Al regular los distintos procesos judiciales, el legislador suele


ser autoconsciente de que en el desarrollo de estos pueden co-
meterse errores3, esto es, desviaciones no intencionales de alguna
regla o conjunto de reglas –jurídicas, epistémicas, metodológicas,
entre otras– que rige una actividad. Tanto el juez como las partes
o intervinientes y terceros pueden incurrir en errores. Los errores
del juez pueden cometerse durante el proceso y en la dictación
de la sentencia, y pueden derivarse de un error cometido por los
demás participantes o intervinientes en un proceso4. Asumiendo
la posibilidad de error y, específicamente, del error judicial, las
reglas procesales escogen aquellos susceptibles de ser detectados
y cuya subsanación se considera relevante o necesaria5. Algunos

3
En palabras de Calamandrei, el proceso corrige sus propios vicios o con-
tiene mecanismos de autocontrol. Véase, Piero Calamandrei [1915]. “Vizi
della sentenza e mezzi di gravame”. En Altri studi sulla cassazione civile, sui vi-
zi della sentenza e sulle impugnazioni, Opere giuridiche di Piero Calamandrei,
vol. VIII (Roma, Italia: RomaTRE Press, 2019): 254.
4
Sobre errores en reconocimientos de imputados y en el uso de prueba
pericial en Chile, véase los estudios empíricos de Mauricio Duce. “Los re-
conocimientos oculares: una aproximación empírica a su funcionamiento
y algunas recomendaciones para su mejora”. Política criminal, vol. 12, nº23
(2017) y Mauricio Duce. “Una aproximación empírica al uso y prácticas de
la prueba pericial en el proceso penal Chileno a la luz de su impacto en
los errores del sistema”. Política criminal, vol. 13, nº25 (2018). Sobre otras
consideraciones referidas a las pericias, véase Carmen Vázquez. De la prueba
científica a la prueba pericial (Madrid, España: Marcial Pons, 2015). También
podría hablarse de “errores del sistema judicial” que se producen por de-
fectos en la implementación de algunas de funciones que colaboran en la
administración de justicia. Por ejemplo, deficiencias o irregularidades en la
práctica de la prueba.
5
Por tener mejor conocimiento del sistema procesal chileno, lo tomaré co-
mo referencia. Me interesa especialmente la estructura de las instituciones
procesales, más que el detalle regulativo. Una comparación veloz y gruesa
con otros sistemas procesales latinoamericanos, y con el español y el ita-
liano, hace pensar que los sistemas recursivos comparten, pese a las dife-
rencias que pueda haber en la regulación, algunos rasgos comunes que
podrían profundizarse en un estudio más acabado que llevase por título
“teoría general de la impugnación”. Ha habido trasplante o importación
de códigos y legislación entre estos países que justifica, para los fines de
este artículo, la generalización acotada. Se excluyen los sistemas del common
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 295

errores van a ser tolerados o ignorados por el sistema jurídico pro-


cesal, sin que pueda paralizarse o enmendarse el proceso por su
ocurrencia, mientras que otros van a considerarse graves –porque,
por ejemplo, causan indefensión, vulneran garantías procesales
fundamentales o alteran el resultado de la decisión–, fijándose un
medio y una oportunidad para que puedan ser alegados por las
partes y, en su caso, corregidos por el mismo tribunal o por uno
jerárquicamente superior. Entre estos medios se encuentran tan-
to la institución de la nulidad procesal como los mecanismos de
impugnación de decisiones intermedias o finales6 que atienden a
la distinta gravedad de los errores del juez. En todos estos casos,
la imputación de un error, que luego pueda ser acreditado en el
proceso, es uno de los presupuestos para fijar causales de impug-
nación de resoluciones judiciales y/o mecanismos de subsanación
del error.
De lo dicho hasta ahora queda de manifiesto que los sistemas
procesales no confieren el mismo valor a todos los tipos de error,
sino que las formas de reacción dependen de su gravedad o re-
levancia. Hay errores que son irrelevantes para la regulación pro-
cesal, en tanto que no existen mecanismos para su enmienda; es
decir, son ignorados, o se toleran o se asumen como costos. Se
ignoran, por ejemplo, “[l]os errores, cambios de letras o alteracio-
nes no substanciales de los nombres o apellidos de las partes...”,
prescribiendo el legislador que ellos no impiden la vista de la cau-
sa (artículo 165 Código de Procedimiento Civil chileno, en ade-
lante, “CPC”). Se toleran, por otra parte, errores que se cometen

law, dado que tienen reglas diversas de impugnación. El Reino Unido, por
ejemplo, tiene un sistema muy limitado de recursos o appeals.
6
Dentro de las decisiones intermedias en el ordenamiento procesal civil chi-
leno se encuentran los autos, decretos y sentencias interlocutorias, siendo
la sentencia definitiva la que pone fin a la instancia, resolviendo el asunto
controvertido (artículo 159 del Código de Procedimiento Civil), pese a que
un juicio pueda terminar o no pueda continuar, en algunos casos, por sen-
tencia interlocutoria (la que acoge el desistimiento de la demanda, declara
abandonado el procedimiento, acoge la excepción de incompetencia del
tribunal)
296 Flavia Carbonell Bellolio

en sentencias que se dictan en causas en que la ley dispone que se


conocerán en única instancia (en razón de la materia, cuantía o
baja relevancia) respecto de las cuales no se prevé recurso alguno.
También se toleran aquellos que se “descubren”7 luego de que la
sentencia se encuentra firme o ejecutoriada (con excepción de
los subsanables por vía de la acción de revisión).
Hay errores poco relevantes o leves, como lo serían los errores
de copia, de referencia o de cálculos numéricos que aparecen de
manifiesto en la sentencia, subsanables mediante el denominado
por la dogmática como “recurso de aclaración, rectificación y en-
mienda” (arts. 182 y 184 CPC). En esta misma gradación pueden
ubicarse aquellos vicios que irrogan a alguna de las partes un per-
juicio reparable sólo con la declaración de nulidad pero que, de
no invocarse en la oportunidad procesal respectiva, no podrán,
en principio, alegarse después, debiendo seguirse adelante con el
proceso (art. 83 CPC).
Enseguida, hay errores relevantes o graves, como aquellos cuya ale-
gación se requiere para la interposición del recurso de casación
en el fondo, en tanto el error de derecho o infracción de ley tie-
ne que haber influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo
(art. 767 y 772 nº2 CPC). En el mismo sentido, las causales que
dan lugar al recurso de nulidad penal tienen por objeto invalidar
sentencias que se hayan dictado ya sea con infracción a derechos y
garantías fundamentales o con infracción de ley que haya influido
sustancialmente en lo dispositivo del fallo, ya sea con la concu-
rrencia de causales, fundamentalmente de forma, denominadas
“motivos absolutos de nulidad” (arts. 373 y 374 Código Procesal
Penal, en adelante CPP)8.

7
Uso la expresión entrecomillada pues bien puede considerarse que siem-
pre estuvieron presentes, bien se imputan, mostrando, por ejemplo, que
surgen por una disconformidad con la interpretación escogida dentro de
las interpretaciones posibles.
8
Sobre los errores y criterios de corrección de sentencias penales, véase
Carbonell 2021.
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 297

Finalmente, hay errores muy relevantes o gravísimos que el sistema


procesal no está dispuesto a tolerar, y que permiten desplazar el
efecto de cosa juzgada de las sentencias, dando lugar a la revisión
por parte de la Corte Suprema y a la invalidación de sentencias
firmes en materia civil y, muy especialmente, en materia penal,
en donde la acción de revisión es imprescriptible (art. 800 CPC
y 473 CPP9). Dentro de las hipótesis de la acción de revisión, sin
embargo, existen algunas que prevén la posibilidad de denunciar
abusos o comportamientos dolosos o de mala fe cometidos en la
dictación de la sentencia por parte del juez (por ejemplo, una sen-
tencia dictada con faltas o abusos graves, o mediando una conduc-
ta delictiva como la prevaricación o el cohecho10). Estos “abusos”,
en que parece existir una desviación consciente en el comporta-
miento debido, se distancian de los meros “errores”. Dejaré fuera
del análisis a estas hipótesis de abusos que pueden conducir a sen-
tencias defectuosas y me enfocaré, como se verá, en las sentencias
defectuosas por contener errores en la justificación.
Ahora bien, la posibilidad de que el vicio sea subsanado no
va necesariamente asociada a la indemnización por el daño que
pueda producir la actuación errónea ni una sanción para el que
lo comete11. La indemnización por error judicial en el ejercicio
de la jurisdicción es muy limitada en el ordenamiento jurídico

9
Sobre acción de revisión en materia penal, véase Flavia Carbonell, Jona-
tan Valenzuela. “La prueba de la inocencia y las defensas probatorias: el
caso de la revisión” (en prensa), Revista Chilena de Derecho (2021).
10
Mañalich indica que el fundamento de esta causal (art.473 letra e) del
CPP) es el “condicionamiento delictivo de la sentencia condenatoria”. Véa-
se Juan Pablo Mañalich. “Justicia, procedimiento y acción de revisión. El
principio de culpabilidad frente a la cosa juzgada”. Ius et Praxis, año 26, nº1
(2020).
11
En el plano sancionatorio y compensatorio, algunos autores proponen que
se debe intentar responder tres cuestiones: a) si se puede construir una
taxonomía de los errores típicos en que incurren los jueces que los ha-
ga previsibles; b) por qué se verifican estos errores típicos; c) si es posible
prevenir los errores, en Carlo Bona. Sentenze imperfette: gli errori cognitivi nei
giudizi civil. Bologna: Il Mulino, 2010: pp. 8-9.
298 Flavia Carbonell Bellolio

chileno12. Y la sanción por actuaciones erróneas de las partes o


intervinientes se podría vincular, principalmente, a casos de ac-
tuaciones de mala fe13.

12
Hago la aclaración “en ejercicio de la jurisdicción” ya que, en el ejercicio
de sus facultades disciplinarias y económicas, es decir, en ejercicio de fun-
ciones administrativas no-jurisdiccionales por parte de jueces y tribunales
ordinarios, existe la posibilidad de interponer una acción de responsabili-
dad extracontractual del Estado para obtener la indemnización de los da-
ños causados. En Chile la indemnización por error judicial sólo procede en
materia penal una vez dictado sobreseimiento definitivo o sentencia abso-
lutoria, y respecto de quien hubiere sido sometido a proceso o condenado
en cualquier instancia por resolución que la Corte Suprema declare injusti-
ficadamente errónea o arbitraria (art.19nº7 i) de la Constitución). Además,
procede por conductas injustificadamente erróneas o arbitrarias del Minis-
terio Público, órgano de persecución penal (art.5 de la Ley 19.640, orgáni-
ca constitucional del Ministerio Público). En la literatura italiana reciente
se habla de danno da processo, aplicable a los procesos penales, incluso si no
existe ilicitud (e.g. Paola Maggio. Fattispecie indennitaria e danno da processo
penale. Torino: Giappichelli, 2017).
13
Por ejemplo, el art. 88 del CPC (“La parte que haya promovido y perdido
dos o más incidentes en un mismo juicio, no podrá promover ningún otro
sin que previamente deposite en la cuenta corriente del tribunal la cantidad
que éste fije”) y el 280 del CPC (“Si no se deduce demanda oportunamen-
te, o no se pide en ella que continúen en vigor las medidas precautorias
decretadas, o al resolver sobre esta petición el tribunal no mantiene dichas
medidas, por este solo hecho quedará responsable el que las haya solicitado
de los perjuicios causados, considerándose doloso su procedimiento”); art.
2 letra d) de la Ley 20.886 de tramitación electrónica (“Principio de buena
fe. Las partes, sus apoderados y todos quienes intervengan en el proceso
conforme al sistema informático de tramitación deberán actuar de buena
fe. / El juez, de oficio o a petición de parte, deberá prevenir, corregir y san-
cionar, según corresponda, toda acción u omisión que importe un fraude o
abuso procesal, contravención de actos propios o cualquiera otra conducta
ilícita, dilatoria o de cualquier otro modo contraria a la buena fe”). Fuera
de estos casos, no tiene mucho sentido sancionar, porque si el error de una
parte lo priva de una oportunidad de actuación que merma la posibilidad
de acreditar la hipótesis fáctica que sirve de fundamento a su pretensión
jurídica, aquello ya constituye un perjuicio. Sobre la buena fe procesal en el
sistema procesal civil chileno, véase Jorge Larroucau. “Tres lecturas de la
buena fe procesal”. Revista chilena de derecho privado, vol. 21 (2012): pp. 259-
305 y Felipe Gorigoitía. “La buena fe en el proceso civil chileno”. Revista
de Derechos Fundamentales, nº2 (2008): pp.133-159.
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 299

Desde la teoría de la prueba, la noción de error se asocia par-


ticularmente a la regla de estándar de prueba que, para usar una
formulación muy difundida actualmente, tiene por finalidad dis-
tribuir el error14. El estándar de prueba es un caso claro de una
regla que distribuye los riesgos de una decisión judicial errónea en
cuanto a la reconstrucción de los hechos15. El riesgo de error en la
formulación de la premisa fáctica se distribuye simétrica o asimé-
tricamente por parte del legislador, según si no existen o existen,
respectivamente, bienes jurídicos o valores que justifiquen alte-
rar la regla de defecto de distribución simétrica del error16. Así,
un estándar exigente que reduzca al máximo los falsos positivos
–condena de inocentes–, como el de general aplicación en mate-
ria procesal penal, “más allá de toda duda razonable”, aumenta
el riesgo de falsos negativos; un estándar que evita en general el
error, como el de prueba preponderante, lo distribuye de manera
igualitaria entre las partes17. Desde el punto de vista del juez, el
error como criterio definitorio del estándar le exige adoptar la de-
cisión sobre la hipótesis fáctica que iguale o supere aquel umbral
de suficiencia probatoria, umbral que fija la línea divisoria entre
error tolerable y error intolerable. Desde el punto de vista de las

14
Sobre estándar de prueba, véase entre otros, en la literatura reciente, Jor-
di Ferrer. “Prolegómenos para una teoría de los estándares de prueba”,
en Diego Papayannis y Esteban Pereira (eds.). Filosofía del derecho privado.
Madrid: Marcial Pons (2018): pp. 401-430; Daniel González Lagier. “¿Es
posible formular un estándar de prueba preciso y objetivo? Algunas dudas
desde un enfoque argumentativo de la prueba”, Revista Telemática de Filosofía
del Derecho, nº 23 (2020): pp. 79-97; Larry Laudan. “Por qué un estándar de
prueba subjetivo y ambiguo no es un estándar”, Doxa, nº28 (2005): pp.95-
113; Diego Dei Vecchi. “Prueba libre, justificación epistémica y el noble
sueño de los estándares de prueba”. Revista de derecho (Valdivia), vol. 33, nº2
(2020).
15
Daniela Accatino. “Certezas, dudas y propuestas en torno al estándar de
la prueba penal”. Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Val-
paraíso, vol. XXXVII (2011).
16
Raúl Letelier. “El precio del statu quo. Sobre el estándar probatorio en las
sanciones administrativas”. Revista de Derecho, vol. 31, nº1 (2018).
17
Jorge Larroucau. “Hacia un estándar de prueba civil”. Revista Chilena de
Derecho, vol. 39, nº3 (2012).
300 Flavia Carbonell Bellolio

partes e intervinientes, la definición –más o menos exigente– del


error tolerable actúa como guía de la intensidad de la actividad
probatoria requerida para superar el estándar. Cometer un error
en la aplicación del estándar (dar por probado un hecho sin prue-
ba suficiente) puede ser el fundamento para activar una causal de
impugnación como, por ejemplo, la errónea aplicación de la ley
cuando influye sustancialmente en lo dispositivo del fallo18.
En lo que sigue, me enfocaré en el error de los jueces. Para
ello, me referiré brevemente a la incorporación de mecanismos
de impugnación en el diseño del proceso (II) y algo más dete-
nidamente a sus funciones (III). Finalmente, analizaré de qué
manera la alegación de defectos forma parte del razonamiento
impugnatorio que se activa con la interposición de un mecanismo
de impugnación (IV). El esclarecimiento de los puntos anteriores
se presenta como urgente y necesario para el posterior desarrollo
de una teoría general de la impugnación que sea consistente con
el fundamento de los mecanismos contemplados en el proceso
judicial.

II. MECANISMOS DE IMPUGNACIÓN Y DISEÑO


DEL PROCESO
Los procesos judiciales contemporáneos de derecho legislado
suelen contemplar oportunidades y medios para contradecir las
alegaciones de una y otra parte o interviniente, para incorporar
–como forma de descargo– pretensiones, pruebas y propuestas de
interpretación de los textos normativos aplicables y para atacar o
solicitar la revisión de una decisión judicial intermedia o final. Es
decir, prevén espacios para la impugnación y, entre ellos, mecanismos
de impugnación.

18
Art. 767 del CPC y art. 373 b) del CPP
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 301

Los mecanismos de impugnación son medios para cuestionar


la “corrección” de una resolución judicial19. Las resoluciones judi-
ciales son decisiones que se dictan frente a solicitudes de las par-
tes o terceros, o cuando la ley ha puesto de cargo del juez el cum-
plimiento de ciertas obligaciones o la ejecución de una actuación,
y que permiten que el proceso avance y llegue a término. Así,
pues, hay resoluciones intermedias y otras que ponen fin a una
instancia o que confieren la característica de res iudicata a la deci-
sión que recae sobre la controversia de relevancia jurídica. En el
lenguaje del legislador procesal se les suele denominar “recursos”
aunque la dogmática, en algunos casos, critica aquella denomina-
ción y, según la naturaleza de la pretensión a la que se refieren,
llama a algunas de estas figuras “acciones”20. En adelante, usaré
las expresiones “recursos” y “mecanismos de impugnación” como
intercambiables21, y los comentarios que siguen tendrán como
referencia, salvo mención expresa en contrario, a las sentencias
definitivas22.

19
De momento, usaré “corrección” para designar una resolución judicial
exenta de “errores”. Sobre estos términos volveré más adelante.
20
Es el caso, por ejemplo, del “recurso de protección” y “recurso de amparo”
y del “recurso de revisión” en la legislación chilena, todas consideradas pro-
piamente “acciones” por la dogmática. Las dos primeras acciones quedarán
fuera de la órbita de este estudio, toda vez que, en principio, no se dirigen
contra resoluciones judiciales y, además, tienen naturaleza cautelar. Tam-
bién quedarán excluidas las acciones de inaplicabilidad e inconstitucionali-
dad que se interponen ante el Tribunal Constitucional, por no pertenecer a
la esfera de los asuntos encomendados al Poder Judicial y por no tener por
objeto ni la solución de una controversia en el fondo ni la revisión de una
sentencia.
21
La dogmática procesal chilena ha entendido recurso como “el acto jurídi-
co procesal de parte o de quien tenga legitimación para actuar, mediante
el cual impugna una resolución judicial no ejecutoriada, dentro del mismo
proceso que se pronunció, solicitando su revisión a fin de eliminar el agra-
vio que sostiene se le ha causado con su pronunciamiento”, Mario Mos-
quera, Cristián Maturana. Los recursos procesales (Santiago, Chile: Editorial
Jurídica de Chile, 2010): 21.
22
Las sentencias definitivas son aquellas que ponen fin a la instancia y re-
suelven la cuestión controvertida. Esto deja también fuera los “recursos” en
contra de resoluciones intermedias, como lo son el de reposición y el de
302 Flavia Carbonell Bellolio

Aunque el legislador procesal está interesado en que la deci-


sión judicial sea una “decisión correcta” o “conforme a derecho”23,
no le es posible, por una parte, asegurar que lo vaya a ser en todos
los casos y, por otra, no puede mantener sin solución la controver-
sia indefinidamente permitiendo la interposición de recursos sin
restricciones, o manteniendo perpetuamente en suspenso la deci-
sión. No puede asegurar que sea la decisión correcta ni aún con-
templando diversos mecanismos de impugnación, toda vez que
en la decisión que se pronuncie sobre estos últimos también está
presente el riesgo de error judicial. No puede mantener abier-
tos los conflictos eternamente, pues ello haría perder sentido a
la jurisdicción, llamada precisamente a darles solución y, por esa
vía, sostienen algunos, contribuir a la convivencia pacífica, a la
estabilización de las relaciones jurídicas y a la seguridad jurídica,
todos ellos valores apreciados por los sistemas jurídicos y sociales.
Tampoco parecería tener sentido que, por ejemplo, se permitiese
la revisión de la decisión hasta que las partes estuviesen confor-
mes con aquélla, porque resulta ingenuo pensar que la parte que
resulte desfavorecida con la decisión judicial vaya a mostrarse sa-
tisfecha en algún momento.
En otras palabras, la configuración de un sistema procesal, o el
diseño de los distintos procesos que aquel contempla, incluye un
balance entre la obtención de decisiones correctas y el carácter
definitivo de las decisiones judiciales; entre corrección y clausura.
Este balance implica, por una parte, que no es posible prever me-
dios para subsanar todos los posibles errores que pudiesen come-
terse durante el proceso y en la sentencia y, por otra, que el uso de
estos medios no puede quedar a disposición de las partes indefi-
nidamente, sino que se hace necesario establecer plazos, transcu-

aclaración, rectificación y enmienda, que consisten, en el caso de la legisla-


ción chilena, en reclamaciones ante el propio juez que dictó la resolución.
23
Uso la expresión entrecomillada para alejarme de la conocida tesis de la
única respuesta correcta dworkiniana. Sobre la idea de decisión judicial
correcta, véase Flavia Carbonell. “Sobre la idea de decisión judicial co-
rrecta”. Analisi e diritto (2015).
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 303

rridos los cuales, de no interponerse el recurso, se entiende clau-


surado el debate en torno a la controversia jurídica en cuestión24.
Los mecanismos de impugnación establecen causales genéri-
cas o específicas que, en la gran mayoría de los casos, describen
errores o vicios que permiten invalidar y/o sustituir la decisión
sometida a revisión. La alegación de haber “faltado a algún trámi-
te o diligencia declarados esenciales por la ley o a cualquier otro
requisito por cuyo defecto las leyes prevengan expresamente que
hay nulidad”25, o de la concurrencia de agravio para una parte co-
mo fundamento del recurso de apelación26 son ejemplos de cau-
sales genéricas. La ausencia del defensor de la audiencia de juicio
oral27 o el haber sido dada ultra petita28 son casos específicos de
infracciones a ciertas reglas procesales que se consideran defectos
que deben conferir a las partes o intervinientes una oportunidad
procesal para ser subsanados.

24
El artículo 174 del CPC indica que este es uno de los casos en que se en-
tiende firme o ejecutoriada una resolución y el 175 del CPC prescribe que
aquéllas producirán acción o excepción de cosa juzgada. Desde el punto de
vista de los sistemas procesales, no está claro cuál de las dos siguientes posi-
bilidades lograría explicar mejor la definitividad de la decisión que concre-
ta la necesidad de clausura del debate: el sistema tolera que la decisión final
pueda ser incorrecta o errónea, “internalizando” el costo del error a la vez
que privilegiando otros valores, bienes o intereses; o el sistema necesita que
opere la ficción de considerar la decisión última como una o la correcta.
En cualquiera de los casos, desde el punto de vista del sistema procesal, el
error judicial es relevante hasta que la decisión se vuelve irrevocable y el
error insubsanable.
25
Art. 768 nº9 CPC, que regula las causales del recurso de casación en la
forma, siendo este el numeral abierto y residual de otros vicios del procedi-
miento.
26
Esta causal no se encuentra literalmente regulada de esta manera, pero
es la reconstrucción dogmática uniforme, a partir de disposiciones que se
refieren a “la parte agraviada”, e.g., 196 del CPC.
27
Art. 374 b) del CPP.
28
Art.768 nº4 del CPC.
304 Flavia Carbonell Bellolio

III. FUNCIONES DE LOS MECANISMOS DE


IMPUGNACIÓN
Como ya se ha dicho, es el legislador el encargado de fijar los
mecanismos de impugnación que existen en contra de cada reso-
lución judicial, pudiendo incluso negar la posibilidad de cuestio-
nar una decisión judicial por diversas consideraciones, tales como
la irrelevancia del error, la inexistencia de perjuicio, la imposibi-
lidad de detección oportuna, velar por tiempos acotados para la
resolución de problemas jurídicos y costes de la corrección del
error. Ello significa que no toda infracción a reglas procesales ha-
bilitará para impugnar una resolución judicial y que no todo error
contemplará un mecanismo para su subsanación.
Si el legislador estima que las partes deben disponer de meca-
nismos para solicitar la corrección de uno o más errores, enton-
ces identifica, de manera genérica o específica, las “causales” o
tipos de error que pueden denunciarse, a más de, eventualmen-
te, requisitos de admisibilidad y de forma29. En algún sentido, el
establecimiento de mecanismos de impugnación de resoluciones
judiciales reglados es el síntoma por antonomasia de la estrecha
convivencia entre adjudicación y error. Ello no quiere decir, por
cierto, que la decisión sea efectivamente errónea o vaya a ser con-
siderada errónea por el juez o el tribunal revisor competente. El
sistema procesal sólo garantiza la posibilidad de alegar la existen-
cia de error en la decisión judicial y, en algunos casos, a través de
recursos desformalizados y en los que basta alegar el agravio que
estima haber sufrido quien impugna, que podría incluso consistir
en la simple disconformidad con la decisión desfavorable.
Al igual que tratándose de otros institutos procesales, la pre-
gunta por el fundamento y funciones de los mecanismos de im-
pugnación es un asunto elemental, que no ha recibido demasiada

29
Hay casos en que las reglas procesales confieren al propio juez facultades
oficiosas para corregir ciertos errores, por ejemplo, facultades para anular
de oficio actuaciones ilegales o irregulares. Ello queda conceptualmente
fuera de los mecanismos de impugnación, en el sentido aquí definidos.
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 305

atención por parte de la dogmática procesal existente sobre re-


cursos. La literatura suele centrarse en describir cómo aquéllos
se encuentran regulados en una o más legislaciones sin conside-
rar los distintos elementos o variables que juegan en la decisión
político-legislativa de introducir un recurso en un proceso deter-
minado30.
Se argumenta con frecuencia que la única o principal función
de los recursos o de un sistema recursivo es corregir los errores
judiciales31. Esta función incluso ha dejado rastros en la denomi-
nación de algunos tribunales, como lo fueron las Court of errors and
appeals de New Jersey hasta 1947. Si bien esta parece ser la función
más importante en la amplia mayoría de recursos previstos por los
sistemas procesales contemporáneos de derecho legislado, no es
sorprendente que no sea la única que aquellos cumplen o pueden
cumplir.
No obstante, es posible sostener desde el punto de vista teóri-
co, siguiendo a Calamandrei, que no todos los llamados general-
mente “mecanismos para impugnar sentencias” tienen por fun-
ción, necesariamente, la corrección de errores. Este autor insiste
en diferenciar conceptualmente32 dos tipos de mecanismos para
impugnar sentencias (en plural, como categoría general): acción

30
Para un tratamiento de algunos aspectos del derecho al recurso y de re-
cursos procesales específicos, véase Jordi Delgado, Raúl Núñez (coord.).
Recursos procesales. Problemas actuales. Santiago: Der Ediciones, 2017.
31
Mario Mosquera, Cristián Maturana. Los recursos procesales (Santiago,
Chile: Editorial Jurídica de Chile, 2010): 30; y Chad Oldfather. “Error
Correction”. Indiana Law Journal, vol. 85 (2010): 55.
32
En la práctica y en la regulación procesal, se entremezclan y superponen
medios de impugnación y acciones de impugnación, y se admite que se em-
pleen los primeros para alegar vicios de inexistencia, nulidad, anulabilidad
y revocabilidad. Por su parte, en los casos en que no existe la posibilidad de
apelar, las acciones de impugnación cumplen la función de forma procesal
idéntica a los medios de impugnación. De ello ya daba cuenta el propio
Calamandrei en Piero Calamandrei [1915]. “Vizi della sentenza e mezzi di
gravame”. En Altri studi sulla cassazione civile, sui vizi della sentenza e sulle im-
pugnazioni, Opere giuridiche di Piero Calamandrei, vol. VIII (Roma, Italia:
RomaTRE Press, 2019): 246 y ss.
306 Flavia Carbonell Bellolio

impugnativa (azioni di impugnativa) y medio de impugnación (mez-


zo di gravame; en singular, como categoría específica). Ejemplo de
la primera sería la casación y del segundo, la apelación.
Entre las diferencias que apunta Calamandrei entre medio de
impugnación y acción impugnativa, la que conviene destacar para
los efectos de este artículo es la que se deriva de aquello que se
entiende impugnado. Tratándose de la sentencia de primera ins-
tancia contra la que se puede activar el medio de impugnación,
en realidad lo que existe es un “estado jurídico” que aún no está
perfecto (una sentencia cuyos efectos no pueden cumplirse), en
el sentido de que no se ha adoptado la decisión de fondo de ma-
nera definitiva (por ejemplo, la decisión referida a la existencia
o inexistencia del derecho reclamado en juicio). La decisión se
perfecciona con el transcurso del plazo para la interposición del
medio de impugnación sin que éste se haga valer –caso en el cual
aquella sentencia adquiere cosa juzgada formal– o si se interpuso,
con la decisión del juez superior –caso en el cual la nueva deci-
sión, con independencia a si el contenido es el mismo o diverso a
la sentencia del inferior, resuelve la controversia–. En el caso de
la acción impugnativa, se entiende que se confiere un derecho
para impugnar una sentencia que puede producir plenamente
sus efectos, cuando hay un vicio en la construcción de una sen-
tencia, con el objeto, precisamente, de destruir sus efectos. En
este sentido, el derecho para impugnar es inseparable del motivo
de impugnación previsto por la acción impugnativa. Las accio-
nes impugnativas (e.g. casación), por tanto, son remedios contra
vicios que persiguen la invalidez o destrucción de la validez de
sentencias viciadas por ciertos defectos; mientras que el medio de
impugnación (e.g. apelación) es el instituto normal para pasar de
una fase anterior a una sucesiva, para la obtención de un segundo
pronunciamiento, una decisión presumiblemente más justa o pa-
ra hacer menos probable la sentencia injusta.
La noción de nuevo pronunciamiento que minimice las pro-
babilidades de sentencia “injusta” y la idea de identificar vicios o
errores, anular la sentencia y, eventualmente, dictar una nueva,
presuponen la posibilidad de que estas operaciones puedan ser
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 307

llevadas a cabo por el segundo juez o tribunal. En otras palabras,


que el nuevo pronunciamiento pueda ser mejor o “justo”, que el
segundo juez o tribunal puedan detectar los vicios y dictar una
nueva sentencia conforme a derecho. Si bien no supone nece-
sariamente superioridad epistémica, al menos supone paridad
epistémica, entendiendo por tal igual nivel de preparación téc-
nica y experticia de los jueces33. Suele considerarse que, cuando
el revisor es un tribunal, entonces la propia colegialidad garanti-
za o maximiza la probabilidad de acierto en la decisión. La acep-
tación de una afirmación como esta requeriría examinar más de
cerca diversas aristas sobre la colegialidad34. Un razonamiento
parecido deriva de la estructura jerárquica que suele tener la
organización judicial que va, la mayoría de las veces, unida a fijar
la función de revisión en el superior jerárquico de quien dicta
la sentencia.
Adicionalmente, junto con la función de (a) corregir o purgar
defectos o “errores” en la decisión o en el procedimiento para
arribar a la decisión y (b) obtener un nuevo pronunciamiento
sobre la controversia, se suelen identificar otras funciones tales
como: (c) clarificar, desarrollar, uniformar el derecho o unificar
jurisprudencia; (d) prevenir la comisión de errores; (e) aminorar

33
La literatura sobre desacuerdos tanto en epistemología como en teoría
del derecho es abundante y no haré uso de ella aquí. Dejo fuera el debate
sobre el error en juicios por jurados, por requerir un análisis específico que
excede el objetivo de este trabajo.
34
No basta contentarse con la afirmación popular “tres cabezas piensan me-
jor que una”, ni con la idea de que la colegialidad aumenta necesariamente
la racionalidad de una decisión. Por otra parte, en sistemas procesales que
admiten decisiones judiciales divididas y la explicitación de disensos, habría
que incluir el fenómeno del “desacuerdo” en el análisis de la colegialidad,
al igual que otros aspectos, como el eventual comportamiento estratégico
de los jueces. Sobre disensos y jueces estratégicos, véase, por ejemplo, Lee
Epstein, William M. Landes, Richard A. Posner. “Why (and When) Judges
Dissent: A Theoretical and Empirical Analysis”. Journal of Legal Analysis, vol.
3, nº1 (2011); y Lee Epstein, William M. Landes, Richard A. Posner. The
Behavior of Federal Judges. A Theoretical and Empirical Analysis of rational choice
(Harvard: Harvard University Press, 2013).
308 Flavia Carbonell Bellolio

el sentimiento de agravio o injusticia del “perdidoso”; y (f) au-


mentar la confianza pública en la actividad judicial. Todas estas
otras funciones tienen en común que se relacionan con mejoras
en el ejercicio de la función jurisdiccional y coherencia de sus
decisiones, o con la legitimidad o auctoritas de las sentencias y de
los jueces respecto de las partes o la sociedad. En este sentido, son
finalidades exógenas a la sentencia misma objeto de escrutinio.
Así, se ha sostenido que los tribunales superiores tienen la do-
ble función de corregir decisiones erróneas en el interés de la
justicia entre las partes y de clarificar y desarrollar el derecho para
ser considerado en futuras decisiones35. Esta idea de “desarrollo
del derecho” se conecta, según algunos autores, a su vez, con la
de armonización de las interpretaciones de disposiciones norma-
tivas y/o ratio decidendi o de aplicación uniforme de la ley como
un rasgo positivo del ejercicio de la jurisdicción en tanto favore-
ce la igualdad y la certeza jurídica36. Otros han sostenido que la
viabilidad de un sistema recursivo depende de la posibilidad de
conjugar, por un lado, la necesidad de tribunales jerárquicamente
superiores de revisar decisiones judiciales de los inferiores y, por
otro, la deferencia que aquéllos deben tener para con los inferio-
res37. Al mismo tiempo, los mecanismos de impugnación pueden
transformarse en un incentivo para que el tribunal inferior evite
que su sentencia sea revocada o anulada por el superior38.

35
John Anthony Jolowicz. On Civil Procedure (Cambridge, England: Cam-
bridge University Press, 2000): 293-294.
36
Steven Shavell. “The Appeals Process as a means of error correction”.
Journal of Legal Studies, vol. 24 (1995).
37
Richard Nobles, David Schiff. “The Right to Appeal and Workable Sys-
tems of Justice”, Modern Law Review, vol. 65 (2002). Sobre el giro hacia la de-
ferencia al juez de instancia por parte de la Corte Suprema de Chile en sus
sentencias sobre infracción a normas reguladoras de la prueba vía casación,
véase Jorge Larroucau. “Leyes reguladoras de la prueba: de la soberanía
judicial al control deferente de la Corte Suprema”. Revista de Derecho, vol.
30, nº1 (2017).
38
Steven Shavell. “The Appeals Process as a means of error correction”.
Journal of Legal Studies, vol. 24 (1995).
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 309

Una siguiente forma de entender la impugnación de decisio-


nes erróneas es visibilizando los posibles intereses que hay en jue-
go: el interés privado consiste en corregir la decisión y aminorar
el sentimiento de agravio o injusticia; el interés público es man-
tener la confianza pública y clarificar y desarrollar el derecho39.
Desde ambas perspectivas, existe una justificación social para el
establecimiento de estos mecanismos –difusa de la forma en que
se ha defendido por los autores–, que permitiría reparar el “daño
social” que la decisión errónea produce40.
Por último, las funciones antes mencionadas, especialmente la
de corregir errores y obtener un nuevo pronunciamiento sobre el
asunto, ingresan, junto a otras variables, a la matriz de factores que
el legislador tendrá en cuenta a la hora de establecer un recurso
en un proceso determinado. Además de la gravedad del error, los
costos asociados a la corrección del error (i.e. costos de funciona-
miento del tribunal superior destinado a corregir errores; costes
para las partes) son un elemento comúnmente mencionado por
la literatura41. Asimismo, debe considerarse la calidad del proceso
frente al tribunal a quo, la deferencia hacia éste, la duración del
proceso y la oportunidad de la decisión. En este sentido, y como
sostiene un autor, los procesos de impugnación de decisiones ju-
diciales no son necesariamente ni más eficientes ni más exitosos
en la “corrección” del error judicial. También se ha barajado, co-
mo una manera de contribuir a disminuir la posibilidad de error,
el reforzamiento de la calidad del juicio de primera instancia, alternativa
que se encuentra disponible para quienes deciden políticamente

39
Dominic De Saulles. “Process Costs and Error Costs: The Reform of Civil
Appeals in Anglo-American Perspective”. Athens Journal of Law, vol. 3, nº3
(2017).
40
Steven Shavell. “The Appeals Process as a means of error correction”.
Journal of Legal Studies, vol. 24 (1995).
41
Por ejemplo, los ya referidos Dominic De Saulles. “Process Costs and Error
Costs: The Reform of Civil Appeals in Anglo-American Perspective”. Athens
Journal of Law, vol. 3, nº3 (2017); y Steven Shavell. “The Appeals Process
as a means of error correction”. Journal of Legal Studies, vol. 24 (1995).
310 Flavia Carbonell Bellolio

sobre el modelo procesal a adoptar en un determinado estado42.


Por lo demás, si bien los mecanismos de impugnación suelen ser
los destinados a corregir el aspecto “patológico” de los actos ju-
diciales viciados43, es posible pensar en una diversidad de otras
formas de control o remedies para reducir errores judiciales. Ejem-
plo de ello es el instituto de la llamada “nulidad procesal” o “in-
cidente de nulidad procesal”, que se activa a petición de parte o
de oficio, con el objeto de corregir errores del juez o de las partes
que se cometan a lo largo del proceso.

IV. RAZONAMIENTO IMPUGNATORIO Y ERROR


JUDICIAL
La interposición de un recurso judicial supone explicitar un
razonamiento impugnatorio, es decir, la articulación de las razones
que respaldan la solicitud de escrutinio de la decisión judicial res-
pectiva. Este razonamiento impugnatorio consiste, en la mayoría
de los casos44, en la denuncia de tipos de errores cometidos por el
juez durante la tramitación del proceso o en la dictación misma

42
Steven Shavell. “The Appeals Process as a means of error correction”.
Journal of Legal Studies, vol. 24 (1995): 380-381. Según este mismo autor,
la opción por fortalecer el juicio de primera instancia podría consistir en
inversión en jueces más capacitados, en aumento del número de jueces que
revisa cada caso, en el aumento de la extensión del proceso para que se
permita considerar más evidencia y más argumentos, entre otras medidas.
43
Alberto Massari. “Correzione e integrazione dei provvedimenti dei giudi-
ce”. Novissimo Digesto Italiano (1964).
44
Tratándose del recurso de apelación, y como antes he sugerido, podría
pensarse como un medio destinado simplemente a obtener un segundo
pronunciamiento del asunto y no necesariamente como un medio para co-
rregir errores. La regulación positiva suele contemplar causales genéricas y
ser bastante laxa en los requisitos de interposición. Así, por ejemplo, el CPC
prescribe que “El recurso de apelación tiene por objeto obtener del tribu-
nal superior respectivo que enmiende, con arreglo a derecho, la resolución
del inferior” (art. 186), y que el escrito de apelación “deberá contener los
fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya y las peticiones con-
cretas que se formulan” (art.189).
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 311

de la sentencia, y que se encuentran expresados como causales o


criterios legales de impugnación, sean éstos genéricos o específi-
cos. Ejemplos de estas causales son que el juez no haya hecho el
llamado obligatorio a conciliación, que el juez no haya valorado
toda la prueba rendida, que el juez no se haya pronunciado sobre
todas las excepciones interpuestas por el demandado, o que el
juez haya fallado contra legem.
Como ya se ha indicado, entenderé por error una desviación
no intencional de las prácticas esperadas o de las reglas vigentes45.
Consideraré, además, que se incurre en un error sin la intención
de cometerlo, ya que, si así fuese, estaríamos más propiamente
ante un abuso (de poder, por ejemplo) o antes una desviación
consciente en el comportamiento que puede producir efectos
negativos para quien lo padece. Advierto que, si bien en el len-
guaje común algunas veces se emplea “error” como sinónimo de
“falsedad” aplicable sólo a enunciados sobre hechos, mantendré,
de momento, el uso de la palabra “error” también para calificar
juicios que expresen defectos en decisiones o valoraciones. La ra-
zón de ello se encuentra en que, en el ámbito jurídico en general
y procesal en particular, se usan las expresiones “error de hecho”
y “error de derecho” y los juicios que dan cuenta de ellos suelen
incorporar tanto descripciones como valoraciones. Considerando
que en otro lugar he propuesto distinguir entre al menos cua-
tro tipos de decisiones judiciales defectuosas46, en lo que sigue
simplemente me dedicaré a precisar el alcance de un grupo de
defectos: los errores en la justificación de las decisiones judiciales.

45
Austin Sarat, Lawrence Douglas, Martha Umphrey (eds.). Law’s Mistakes.
Maherst y Boston: University of Massachusetts Press, 2016: p.1 No me haré
cargo, por tanto, de todos los demás niveles de conceptualización que pue-
den ser posibles, como el concepto de error en la filosofía de la ciencia o
en la filosofía moral.
46
Estos tipos de sentencias defectuosas son: a) aquella que presenta defectos
en la justificación, b) aquella que infringe determinadas reglas procesales,
c) aquella que vulnera derechos y garantías fundamentales, y d) aquella
dictada cometiendo falta o un abuso grave o una conducta delictiva. En Fla-
via Carbonell.“Un modelo de decisión judicial justificada para el proceso
penal”, en prensa (2021).
312 Flavia Carbonell Bellolio

Y para ello, no puede sino partirse de una noción de sentencia


justificada, o racionalmente justificada47.
Según una tesis más o menos estándar dentro las teorías de la
argumentación, una decisión judicial se encuentra internamen-
te justificada cuando la conclusión se deriva de las premisas, y
está externamente justificada cuando cada una de las premisas
lo está48. Justificar la premisa normativa consiste en dar razones
o argumentos para respaldar determinadas interpretaciones de
textos normativos. A estas razones o argumentos se les suele de-
nominar “argumentos interpretativos”, que son aquellos general-
mente usados y aceptados por una cultura jurídica determinada
para fundamentar la atribución de significado o la producción
intersticial de derecho, y para evaluar el resultado de esas opera-
ciones49. Justificar la premisa fáctica consiste, por una parte, en
apoyar, a partir de la prueba disponible y válidamente admitida,
una de las hipótesis fácticas en conflicto y, por otra, decidir que
aquella prueba es suficiente para decidir. En el primer caso, el
ejercicio es uno de valoración de la prueba que consiste en conca-
tenar inferencias probatorias50; en el segundo caso es uno de de-

47
Aunque hay varias definiciones, me parece muy clara la de Chiassoni: “[u]
na sentencia judicial está motivada correctamente si, y sólo si, cada una de
las decisiones judiciales (disposiciones individuales, juicios jurídicos, nor-
mas individuales judiciales) que esta contiene es racional o está justificada
racionalmente”, y se entiende que es racional o que está racionalmente justi-
ficada si satisface las condiciones de la justificación interna y externa. Véase,
Pierluigi Chiassoni. Técnicas de interpretación jurídica. Breviario para juristas
(Madrid, España: Marcial Pons, 2011): 18 y ss.
48
Jerzy Wróblewski. “Legal Syllogism and Rationality of Judicial Decision”.
Rechtstheorie, nº1 (1974): pp.33-46.
49
Juan Antonio García Amado. “Del método jurídico a las teorías de la argu-
mentación”. Anuario de Filosofía del Derecho, vol. III (1986).
50
Se trata de inferencias, la mayoría de las veces, inductivas, aunque tam-
bién algunas abductivas. Aquí baste traer a colación la manera sencilla en
que González Lagier explica las formas lógicas que puede adoptar el razo-
namiento probatorio: inducción: caso, resultado, regla; deducción: regla,
caso, resultado; abducción: resultado, regla, caso. Véase, Daniel González
Lagier. “Hechos y argumentos (Racionalidad epistemológica y prueba de
los hechos en el proceso penal) I y II”, Jueces para la democracia, nº46 y
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 313

cisión que se concreta aplicando la regla del estándar de prueba51.


Así las cosas, una decisión judicial defectuosa desde el punto de
vista de su justificación racional es aquella que incumple con uno
o más criterios de corrección aplicables a la justificación interna
y/o a la justificación externa de la premisa fáctica y de la premi-
sa normativa. En este mismo sentido, Ezquiaga entiende que los
mecanismos de control del error se traducen en un control de la
motivación de las decisiones parciales que conforman la decisión
judicial52.

nº47 (2003). Sobre razonamiento probatorio y abducción, véase Giovanni


Tuzet. “Usos jurídicos de la abducción”. En Juan Antonio García Amado,
Pablo Raúl Bonorino (eds.). Prueba y razonamiento probatorio en Dere-
cho. Debates sobre abducción (Granada, España: Comares, 2014).
51
Sobre estos momentos, más el previo de admisibilidad, véase por todos
Jordi Ferrer. La valoración racional de la prueba (Madrid, España: Marcial
Pons, 2007).
52
F. Javier Ezquiaga. “Aciertos y fallos judiciales”. En Jorge Malem, F. Ja-
vier Ezquiaga, Perfecto Andrés. El error judicial. La formación de los jueces
(Madrid, España: Fundación Coloquio Jurídico Europeo, 2009): 93-94. Por
otro lado, Malem sostiene que “para que exista un error judicial ha de ha-
ber, según el sistema jurídico de referencia, una o más respuestas correctas
respecto de un caso. Y la decisión judicial calificada como errónea no ha
de poder subsumirse en ninguna de esas posibles respuestas correctas. Es-
tas dos condiciones parecen ser necesarias y suficientes”. Y a ello agrega,
en nota al pie: “Esta definición no supone que haya una única respuesta
correcta, pero asume que hay para ciertos casos al menos una. Es posible
pensar incluso que el derecho no ofrezca ninguna respuesta correcta para
un determinado asunto, esto es, que haya indeterminación jurídica. En este
supuesto, no se puede hablar de error judicial”, Jorge Malem. “El error
judicial”. En Jorge Malem, , F. Javier Ezquiaga, Perfecto Andrés. El error
judicial. La formación de los jueces (Madrid, España: Fundación Coloquio Ju-
rídico Europeo, 2009): 12-13. No estoy segura de esta afirmación; sólo la
compartiría si con ella se hiciese referencia a que, asumiendo un punto de
vista realista moderado, la decisión por una u otra de las interpretaciones
jurídicamente posibles a partir de los textos normativos fuese una cuestión
de preferencias. Ello no equivale a decir, sin embargo, que frente a la inde-
terminación normativa el decisor no pueda cometer errores, por ejemplo,
si decide usando argumentos extravagantes a la cultura jurídica respectiva,
o hace menciones a ciertos argumentos, pero no operan como tal (el típico
caso del argumento analógico), o proporciona una interpretación no tole-
rada por el sistema jurídico.
314 Flavia Carbonell Bellolio

Una forma de avanzar en la identificación de los tipos defec-


tos de justificación de las decisiones judiciales es, por una parte,
fragmentar las operaciones que se llevan a cabo en la justificación
externa de cada premisa y, por otra, pensar en los defectos que
en aquellas se puede incurrir cuando dan hechos por probados o
adscriben significados a textos normativos. Específicamente, pare-
ce necesario esclarecer qué hay tras las categorías gruesas “error
de hecho” (que puedan afectar principalmente a la premisa fácti-
ca) y “error de derecho” (que generalmente se asocia a la premisa
normativa), y en qué momento procesal y nivel de justificación se
produce.
Así, es posible identificar los siguientes tipos de errores en la cons-
trucción de la premisa fáctica53:
a) dar por establecido o probado un hecho que no existió o
que no existió en la forma en que se afirma,
b) admisibilidad de prueba inadmisible (ilícita, irrelevante,
impertinente, inoportuna, excesiva, irregular) o inadmisibi-
lidad de prueba admisible,
c) construcción deficiente de las inferencias probatorias54,
d) otros defectos en la valoración de la prueba (contradiccio-
nes en la valoración; ignorancia de algún medio probatorio;
explicitación de prejuicios o estereotipos55),

53
En el lenguaje impugnatorio, suelen englobarse algunos de estos defectos
bajo la expresión “infracción a las leyes reguladoras de la prueba”.
54
Para hablar de error judicial en las inferencias probatoria es necesario
identificar sus criterios de construcción y de apreciación de su valor. Esta
clasificación de las inferencias probatorias en epistemológicas, normativas
e interpretativas puede verse más en detalle en Daniel González Lagier.
“Presunción de inocencia, verdad y objetividad”. En Juan Antonio García
Amado, Pablo Raúl Bonorino (eds.). Prueba y razonamiento probatorio en De-
recho. Debates sobre abducción (Granada, España: Comares, 2014).
55
Queda por determinar si una lectura discriminatoria de las reglas jurídicas
o el uso de generalizaciones que tengan como efecto un trato discriminato-
rio (por ejemplo, el uso de estereotipos basados en categorías sospechosas
como raza, género, religión sin base estadística y sin que existan razones po-
derosas para ello, véase Federico Arena. “Estadísticas, estereotipos y grupos
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 315

e) error en la identificación del estándar de prueba,


f) error en la aplicación del estándar de prueba, y
g) equivocada calificación jurídica56.

Por su parte, los errores en la premisa normativa podrían generar-


se por circunstancias como las que siguen:
a) ignorancia del derecho,
b) problema en la identificación de disposiciones o textos de
las fuentes del derecho57,
c) defectos en la interpretación y argumentación58; o, uso de
falacias59,

desfavorecidos. Algunos límites del apoyo estadístico a los estereotipos”.


Anuario de la Facultad de Derecho [2018]) pueden o no considerarse “erro-
res”, o serían más bien “abusos”. Una forma de abordar esta cuestión sería,
simplemente, hablar de “error como discriminación”, teniendo al término
“error” como un paraguas conceptual.
56
Se trata de una operación que no es susceptible de ubicación pacífica ni en
la premisa fáctica ni en la premisa normativa. Ello puede deberse a que, en
realidad, se trata de una operación de subsunción que presupone una nor-
ma (textos ya interpretados) y un enunciado ya dado por probado que da
cuenta de una conducta individual prevista jurídicamente. Un desarrollo
interesante a este respecto se encuentra en F. Javier Ezquiaga. “Aciertos y
fallos judiciales”. En Jorge Malem, F. Javier Ezquiaga, Perfecto Andrés. El
error judicial. La formación de los jueces (Madrid, España: Fundación Coloquio
Jurídico Europeo, 2009): 69 y 73-74.
57
Podría pensarse en la identificación equivocada de una disposición que
haya sido derogada (Malem 2009: 33) o en la identificación de una norma
inaplicable o inválida.
58
Por ejemplo, el empleo de un argumento interpretativo ajeno a aquellos
usados regularmente y admisibles por una determinada comunidad jurídi-
ca; el uso incorrecto de un argumento que sigue cierta forma “técnica” –co-
mo el analógico o el de reducción al absurdo; una deficiente justificación
de la construcción de principios implícitos, entre otros. Podría hablarse,
además, de errores materiales, formales y pragmáticos, usando los distintos
elementos/concepciones de la argumentación identificados por Atienza
1999, 2006.
59
Vid. Atienza 2013, 2018.
316 Flavia Carbonell Bellolio

d) falta de detección y/o solución de lagunas y contradiccio-


nes60,
e) ausencia de motivación, y
f) error en la determinación de las consecuencias jurídicas61.

Podría, igualmente, identificarse errores en la decisión, tales como:


a) incongruencia entre lo solicitado/acusado, acreditado y de-
cidido, y
b) la decisión no se deriva de las premisas normativa y fáctica
(problemas lógicos de subsunción).

Cada uno de estos casos de error es susceptible de calificarse


como tipos específicos de errores a partir del tipo de criterios o es-
tándares de corrección con el que se realice el juicio de contraste
que afirma la existencia del error62. Así, por ejemplo, y de modo
tentativo, un primer grupo de estándares serían aquellos episté-
micos, vinculados con la corrección de las operaciones cognitivas
que permiten conectar prueba pertinente con afirmaciones de
hecho, conectar inferencias e identificar significados posibles de
las disposiciones normativas aplicables. Un segundo grupo serían
estándares axiológicos, en que se realizan juicios de preferencia en-
tre interpretaciones jurídicamente posibles, se evalúa la solidez de
las razones que apoyan aquellas interpretaciones, se asigna valor
a la prueba y se estima la suficiencia del material probatorio para
dar por superado el estándar de prueba. Un tercer grupo serían
estándares lógicos, que controlan que las operaciones de subsun-
ción sean correctas y que la fundamentación de las sentencias se
encuentre libres de contradicciones. Un cuarto grupo serían es-

60
Malem se refiere a algo similar cuando señala que, dentro de los errores
en los fundamentos de derecho puede haber errores de “sistematización”.
(Malem 2009: 24-5)
61
Como cuestión distinta de si existe o no un ámbito de discrecionalidad en
su determinación.
62
Algunos de estos estándares ya estaban esbozados en Flavia Carbonell.
“Sobre la idea de decisión judicial correcta”. Analisi e diritto (2015).
El lugar del error en el diseño de los procesos judiciales 317

tándares metodológicos, que se refieren a la técnica de construcción


de ciertos argumentos (i.e. analógico, a contrario, ad absurdum) y a
la forma de construir generalizaciones.
El riesgo de esta categorización consiste en que algunos de los
casos de error dan cuenta de la infracción de dos o mas tipos de
estándares, toda vez que las operaciones involucradas pueden ser
múltiples. Este es el caso de, por ejemplo, otros defectos en la va-
loración de la prueba, que incluiría estándares de corrección tanto
epistémicos como axiológicos y, eventualmente, metodológicos.

V. CONCLUSIONES
Los sistemas procesales se comprenden mejor a partir del estu-
dio de sus mecanismos de impugnación y de la noción de error.
En cierta medida, el error tiene un rol definitorio de los sistemas
procesales ya que la selección que el legislador hace de aquellos
defectos que podrán subsanarse y aquellos que se ignorarán con-
diciona el desarrollo del proceso. Así, los mecanismos de impug-
nación, entendidos en sentido amplio, son la estructura procesal
por la cual el legislador vehiculiza los tipos de error que no está
dispuesto a tolerar, confiriendo a las partes o intervinientes una
oportunidad para hacerlos valer. Cuando ya no procede impugna-
ción alguna en contra de una decisión judicial, el debate procesal
se cierra y aquella adquiere el carácter de res iudicata, de decisión
definitiva, con la sola particular excepción de la acción de revi-
sión. Se prevén, pues, mecanismos para purgar errores, pero de
manera limitada en el tiempo y estableciéndose la clausura del
sistema en algún momento.
En la legislación, estos errores toman la forma lingüística de
causales, específicas o genéricas, que el legislador establece y la
parte recurrente emplea para articular el razonamiento impugna-
torio en contra de la sentencia considerada defectuosa. General-
mente, además, en la dogmática se clasifica estos errores usando
distintas díadas: errores “de forma” y “de fondo”, errores “in pro-
cedendo” e “in iudicando”, errores “de hecho” y “de derecho”. Sin
318 Flavia Carbonell Bellolio

embargo, este tipo de categorías no permiten visibilizar todas las


operaciones que debe hacer el juez ni todos los momentos pro-
cesales en que ellas ocurren y que pueden originar errores. Por
ello, en este artículo se ha propuesto una tipología de los errores
judiciales que se vinculan con defectos en la justificación judicial,
atendiendo a la premisa afectada por el error, así como una ti-
pología de criterios o estándares de corrección a ser conjugados
para la identificación de dichos errores.
Finalmente, tener mayor claridad sobre el lugar del error en
el proceso parece un primer paso, necesario, para la construc-
ción de una teoría general de la impugnación que incorpore la
corrección del error como una de las variables a considerar en el
diseño de un proceso judicial: por un lado, en la decisión de esta-
blecer recursos judiciales y, por otro lado, en la decisión de fijar la
competencia para el conocimiento de estos en un juez o tribunal
determinado.

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