Hamlet - Príncipe de Dinamarca
Hamlet - Príncipe de Dinamarca
Hamlet - Príncipe de Dinamarca
-Rey Claudio: Actual rey de Dinamarca además de ser hermano y asesino del
anterior
-Fortimbrás: Príncipe de Noruega; País con una larga enemistad y del que se espera
un ataque (además de que su padre fue asesinado por el Rey Hamlet)
-Ofelia: Tuvo una relación con Hamlet, es hermana de Laertes e hija de Polonio
(Aparece la SOMBRA)
Marcelo: ¡Silencio! Detente! ¡Ahí va otra vez!
Bernardo: ¡Es la misma figura semejante al difunto rey!
Marcelo: ¡Hablale tu, Horacio! ¡Tú que eres hombre de letras!
Horacio: Su similitud al rey me estremece de terror y de asombro!
(Sale la SOMBRA)
Marcelo: Y bien Horacio?, ¿No era esto más que una alucinación nuestra?
Horacio: No puedo creerlo, su similitud, su apariencia, su…
(Suena trompeteria)
(Entran el REY CLAUDIO, La REINA, HAMLET, POLONIO, LAERTES,
VOLTIMAND, CORNELIO, Y diversos personajes de fondo)
(Entra POLONIO)
Polonio: Todavía sigues aquí, Laertes? ¡Venga, embárcate ya! El viento hincha
las velas de tu navío y todos te esperan. Vete con mi bendición … y con estos
consejos, que has de conservar en la memoria. Sé fiel a los amigos que te
muestren fidelidad, pero no ofrezcas la mano al primero que llegue. Cuídate
de enzarzarte en una riña, más una vez que te hayas comprometido, lucha con
tal furia que tu contendiente nunca más se atreva a importunarte. Compra la
ropa más cara que puedas, pero no gastes el dinero en fruslerías, debes vestir
elegante, no llamativo ni barato…pues el hábito a veces hace al hombre, como
bien saben los franceses de rango y calidad. Ni prestes ni tomes dinero
prestado: si prestas a un amigo, perderás dinero y amistad; y si tomas
prestado, pronto te arruinarás.
Adiós, hijo mío, y que mi bendición y mis consejos vayan siempre contigo
(Se va LAERTES)
(Aparece la SOMBRA)
Hamlet: ¿Vienes con buenas o malas intenciones? Quiero hablarte. Te llamaré
Hamlet, Rey, padre, soberano. Respóndeme. Satisface mi curiosidad. Dime por
qué tu cuerpo, que la muerte se llevó, se ha despojado de su mortaja. ¿Cómo
es que el sepulcro donde te enterramos ha corrido su pesada losa de mármol
y te ha dado libertad? ¿Por qué te presentas así ante nosotros, con tu
armadura, a la indecisa luz de la luna, infundiendo el horror y el espanto en
nuestras mentes? Dinos cuál es tu propósito y qué deseas que hagamos.
(Entra OFELIA)
Ofelia: ¡Padre y señor mío! ¡Qué susto llevo en el cuerpo!
Polonio: ¡Por Dios y todos los santos! ¿De qué?
Ofelia: Señor, estaba cosiendo en mi habitación cuando entró el príncipe
Hamlet, el jubón todo desabrochado, descubierta la cabeza y con las medias
arrugadas y caídas por los tobillos. Las rodillas le temblaban y tenía la faz tan
pálida como la camisa. Entró, se detuvo delante de mí, y durante un largo rato
me miró con ojos tristísimos.
Polonio: Señales parecen esas de que está loco de amor por ti.
Ofelia: No lo sé. Pero temo que sea así.
Polonio: ¿Qué te dijo?
Ofelia: Me sujetó de la muñeca y examinó mi cara con tanta atención como si
fuera a dibujarla. Permaneció así mucho tiempo y, al cabo, inclinó la cabeza
tres veces y se puso a lanzar suspiros tan lastimeros que parecía estar a las
puertas de la muerte.
Luego me soltó y se dirigió a la puerta mirando hacia atrás, con los ojos fijos
en mí.
Polonio: Ven conmigo. Iremos a ver al Rey. Parece auténtica locura de amor,
cuyas violentas emociones destruyen al amante y lo llevan a la
desesperación. Pero dime, ¿has tenido ocasión de dirigirle alguna palabra
dura recientemente?
Ofelia: No, señor. Solamente he seguido vuestro consejo negándome a leer
sus cartas o a permitirle que me visite.
Polonio: Esa debe ser la causa eficiente de su locura! Lo siento, hija mía.
Quizás, si hubiese prestado más juiciosa atención a este asunto, hubiese
podido prevenirlo.
Temía que sólo quisiese divertirse un poco contigo y arruinar de paso tu
reputación. ¡Maldita sea mi naturaleza suspicaz! Tan apropiado es a los viejos
consultar a otros antes de dar consejos como típico es de los jóvenes carecer
de discreción. Trae más desgracias un secreto guardado que un secreto a
voces. Esto ha de saberse cuanto antes, sigueme, iremos a ver al Rey, Es
preciso que lo sepa, pues este amorío puede acarrear más pesares
ocultandolo que rencores descubriendolo
(POLONIO y OFELIA Salen)
Escena 2
Lugar: Una sala del Castillo
(Entra POLONIO)
Rey Claudio: Pero, ¿cómo ha reaccionado ella ante tales muestras de amor?
Polonio:¿En qué opinión me tiene Su Majestad?
Rey Claudio: Sois un hombre leal y honrado.
Polonio:Pero, ¿qué pensarían sus majestades de mí si, cuando vi germinar y
crecer este amor apasionado… – y lo percibí, lo confieso, incluso antes de
que mi hija me lo comunicara –… qué pensarían vuestras altezas si hubiese
permanecido tan callado como un bufete o un libro encuadernado, o me
hubiese metido los sentimientos en el coleto, en silencio y sin decir una
palabra, o hubiese hecho caso omiso de estos amoríos? Le dije que si Hamlet
la buscaba, ella lo ignorara, ni aceptará muestras de afecto ni nada similar, Y
me hizo caso; pero cuando el príncipe Hamlet vio sus desdenes, se
entristeció, y perdió el apetito, y no podía dormir, y enloqueció y le daban
desmayos, y vino a caer en el estado de locura en que se encuentra ahora, el
cual es causa de nuestra pesadumbre.
Rey Claudio: ¿Crees que es esa la verdadera causa, Gertrudis?
Gertrudis: Quizás… Probablemente.
Polonio: Alteza, me gustaría saber si ha habido jamás una ocasión en que
una rotunda aseveración mía haya sido refutada por la evidencia.
Rey Claudio:No lo sé.
Polonio: Separado esto (señala su cabeza) de esto (señala su pecho) si me
equivoco en esto. Examinando fríamente, cómo es mi costumbre, la
evidencia, siempre descubriré la verdad, se esconda donde se esconda,
aunque sea en lo más profundo del corazón.
Rey Claudio: ¿Cómo podremos indagar más sobre este asunto?
Polonio: Sus majestades saben que al príncipe le gusta dar largos paseos
por este lugar.
Gertrudis: Así es, en efecto.
Polonio: Bueno, pues cuando me enteré de que está por aquí, llamaré a mi
hija y le diré que se haga la encontradiza. Vuestra Majestad y yo nos
ocultaremos mientras tanto detrás de una cortina y los espiaremos. Si el
príncipe no da señales de amor, y por tanto concluimos que no es esa la
causa de su locura, entonces dejaré los graves asuntos de estado y me
enterraré en vida en una aldea, donde me dedicaré al estudio de la madre
naturaleza.
Rey Claudio: Lo intentaremos tan pronto se presente la ocasión.
Y luego ya sabéis
(Se va la reina)
(HAMLET se va)
Ofelia:Oh, cómo me duele ver desvariar una mente como la suya! ¡Él, que
tiene lengua de cortesano, imaginación de poeta y espada de soldado… que
es la esperanza y la flor de su país, modelo de elegancia, espejo de gentileza
al que todos admiran, diciendo disparates! Triste de mi, yo, que guste de la
miel de sus dulces promesas, escucho ahora el discurso disonante, cual
música de instrumento