Hacia Una Iglesia Sinodal
Hacia Una Iglesia Sinodal
Hacia Una Iglesia Sinodal
Con Francisco entramos en una nueva fase en la recepción del Concilio Vaticano II.
Pero no podemos caracterizar esta nueva fase de la recepción conciliar sin encontrar
sus raíces en el contexto eclesial latinoamericano.
La relación que existe entre estas dos nociones explica entonces la eclesiogénesis
que estamos viviendo desde el inicio del Pontificado de Francisco. La conversión
pastoral representa la raíz genuinamente latinoamericana de la recepción. La
conversión sinodal la continuidad y la profundización del espíritu del Concilio. De
ambas surge entonces lo que podemos llamar la conversión ministerial como
acontecida para el sínodo de la Amazonía.
Conversión pastoral fuera del contexto de América Latina es una noción que cuando
uno va a tantos países cuesta entender y parece una noción obvia y natural, y no lo es
fuera de ciertos contextos. (apreciación personal de Luciani).
Tal vez lo único realmente rico de esa conferencia que entra ambientalmente en ese
concepto.
Segundo punto entonces es como esto implica una superación que pareciera que
hemos hecho y sin embargo, no.
Aunque hoy en día la imagen de una pirámide invertida sigue siendo incompleta para
las reformas por hacer, no podemos olvidar que se refiere a un cambio radical del
modelo eclesiológico y no a su renovación.
Cuando uno lee las traducciones que se hace de los textos de Francisco encuentra
cantidad de errores no solo por las palabras al ser traducidas del español a otro
idioma, sino el significado completo cambia. En Evangelii Gaudium se usa en inglés
"Renovación" y no "reforma" en muchos casos cambia completamente el significado y
así podemos dar ejemplos en cantidad de traducciones, al cambiar el significado se
está cambiando la dirección hacia donde se va y desde donde se está pensando
(apreciación de Luciani).
No solo se estaba partiendo de la base como si el cambio pudiera ser reducido a una
mera reubicación de los lugares en una nueva pirámide sino que sobretodo se estaban
incluyendo a todos los sujetos eclesiales en esa base periférica como punto de
encuentro y de salida hacia el centro. Decir que todos somos fieles y lo primero que
viene es el Pueblo de Dios apela a un nuevo modo de proceder eclesial. (No es
simplemente un cambio de sujetos, de nombres). Un nuevo modo de proceder eclesial
que conlleva y concede primacía a dos principios fundamentales: el todo sobre las
partes resaltando la común dignidad bautismal y la participación de todos por igual en
el sacerdocio común y segundo de la periferia al centro llamando a un ejercicio
horizontal, relaciones horizontales a la luz del Sensus omnium fidelium donde se
integre y articule la totalidad del Pueblo de Dios, el colegio episcopal y el sucesor de
Pedro, pero en este orden, a saber, primero el Pueblo de Dios, todos, luego los
obispos, algunos y finalmente el obispo de Roma, uno, son las tres palabras que se
suelen usar en Eclesiología. En este contexto Francisco dice lo siguiente: "El papa no
está por sí mismo por encima de la iglesia sino dentro de ella como bautizado entre los
bautizados y dentro del Colegio episcopal como obispo entre los obispos" (cantidad de
signos que Francisco ha dado participando como obispo entre los obispos.
La inversión de la pirámide no tiene pues como objeto mejorar una práctica colegial
buscando un mejor balance entre el ejercicio del primado Papal y del colegio Episcopal
como tampoco se trata de una mera redistribución de la corresponsabilidad eclesial
sino y ante todo de generar un auténtico proceso de involucramiento de todo el Pueblo
de Dios en las funciones de enseñanza, santificación y gobernanza. Esto supone una
auténtica eclesiogénesis que estamos viviendo que valora a la iglesia en su conjunto y
no en sus partes solamente y a partir de su permanente conversión pastoral y
misionera desde la base. La inversión de la pirámide alude pues a un estilo eclesial y a
un modo de proceder que se traduce en la búsqueda de mecanismos y modos dice
Evangelii Gaudium 120, de trabajo común en la participación de todos según la
diversidad y originalidad de los dones y servicios y la diversidad porque en virtud del
bautismo recibido cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo
misionero, cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la iglesia y el
grado de ilustración de su fe es un agente evangelizador (no un sujeto pasivo) un
agente evangelizador.
Esto nos lleva ahora a entender el tercer punto del porque la sinodalidad y por qué no
se puede separar conversión pastoral de conversión sinodal y solo en la fusión de las
dos se puede dar la conversión ministerial, y la conversión pastoral es la más genuina
recepción latinoamericana en Francisco en eso que iba describiendo, conversión
sinodal lo que se produce a la luz de la conversión pastoral en él profundizando el
Concilio y de allí surge entonces la conversión ministerial. (apreciación de Luciani).
La sinodalidad como dimensión constitutiva y como eje estructurador de la reforma. La
forma mentis de este giro eclesiológico que impulsa Francisco, lo encontramos
expresada en su discurso del 50° aniversario de la Institución del Sínodo de los
obispos, allí no solo definió la naturaleza de la iglesia sino hacia donde debía ir la
reforma: "El camino de la sinodalidad es el camino de Dios que Dios espera de la
iglesia del tercer milenio. Lo que el señor nos pide en cierto sentido ya está contenido
en la palabra Sínodo, caminar juntos: laicos, pastores, obispos de Roma.
Cuantas veces vemos que la parroquia cambia 10 párrocos y sigue el mismo desastre
(apreciación de Luciani). Cambio de mentalidad, cambio de estructuras.
Si bien es cierto que la sinodalidad implica escucharnos mientras caminamos hay que
reconocer que ésta sólo se realiza al reunirnos y discernir juntos en orden a accionar
modalidades y procesos decisionales que surjan de la participación de todos y todas y
de todas las partes, niveles de estructura.
(Cuantas veces hemos escuchado: Díganos que opina, consultan a toda una
comunidad, pero ya la decisión está tomada resultando en un mero folklorismo que se
hace para que la gente hable).
La profundización del camino sinodal por Francisco nos debe llevar a avanzar en la
reflexión sobre los modos de participación y el grado de incorporación de todos y todas
en la gestión de las decisiones así como en la dimensión ministerial de la iglesia.
Todos queremos tener voz y formar parte pero esta dimensión ministerial de servicio
de inserción en una comunidad pues la ponemos a un lado.
Segundo elemento que dice el texto, una iglesia sinodal es una iglesia participativa y
corresponsable. En el ejercicio de la sinodalidad esta llamada dice el documento
articular la participación de todos según la vocación de cada uno con la autoridad
conferida por Cristo a los colegios de los obispos presididos por el Papa. La
participación se fundamenta sobre el hecho de que todos los fieles están habilitados y
son llamados para que cada uno ponga al servicio de los demás los respectivos dones
recibidos del espíritu santo (no es un regalo, el espíritu que habita en nosotros nos
habilita para servir). En el fondo lo que está en juego es el propio modelo de iglesia
que podemos tener y este es el gran problema.
El reto está, en lograr pues de que las modalidades participativas bajo el cual se
ejecuta esta circularidad sean capaces de incorporar sujetos hasta ahora ausentes o
considerados auxiliares y producir decisiones vinculantes para lo cual es necesario
reconocer el carácter normativo y recíproco de la vocación de cada sujeto especial en
relación a su interacción con el resto (esto no es solo un problema entre los laicos y
las laicas, en una Diócesis el clero es simplemente considerado auxiliar respecto del
obispo. Esta concepción en la que no existe la capacidad de crear el vínculo, pues
todavía es una gran reto y es el reto de la sinodalidad.
Los procedimientos y mecanismos de consulta no pueden ser los únicos factores ni los
más importantes para la elaboración de las decisiones en un proceso sinodal como
tampoco lo es la mera escucha de individuos aislados sino como hemos insistido el
diálogo, el discernimiento en conjunto pero con miras a elaborar decisiones. Lo
vinculante se encuentra en este proceso, de elaborar decisiones esto es lo que
cualifica un proceso sinodal ya que sin este elemento la toma de decisiones podría
estar basado en un modelo eclesial piramidal que se quiere superar. Esto implica por
tanto que el voto deliberativo de los obispos se deba hacer al interior del pueblo de
Dios como testimonio decisivo y último del proceso que surge del voto consultivo de
todos los fieles y en interacción con ellos.
De este modo a su vez el voto deliberativo debe expresar el sentir con la iglesia más
no el sentir de la jerarquía como si ésta pudiera subsistir fuera de la comunión de los
fieles. Es así como la toma de decisiones de los muchos, colectividad episcopal y del
uno Primado no puede estar separada de la elaboración de decisiones de todos los
fieles en los que se incluyen los obispos y el Papa como fieles también.