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Hacia Una Iglesia Sinodal

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HACIA UNA IGLESIA SINODAL

Con Francisco entramos en una nueva fase en la recepción del Concilio Vaticano II.
Pero no podemos caracterizar esta nueva fase de la recepción conciliar sin encontrar
sus raíces en el contexto eclesial latinoamericano.

La 5ª Conferencia general del episcopado de AMÉRICA LATINA y del Caribe reunida


en Aparecida en el 2007 aporta tres elementos a tomar en cuenta en la cadena de
transmisión de la actual recepción conciliar que llega a Francisco. Los obispos allí
reunidos en el documento conclusivo N° 369 nos dice: "Nos motiva la eclesiología de
comunión del Concilio Vaticano II, primero, el camino sinodal en el posconcilio
segundo y las anteriores conferencias generales del episcopado latinoamericano
tercero.

En su reciente discurso en ocasión del 40° aniversario de Puebla el Papa Francisco


trazó con mayor precisión esta línea de recepción. A la luz de esos tres elementos de
Aparecida, dice primero el Concilio, segundo señaló a la Evangelii nuntiandi en
relación con el camino sinodal emprendido por Pablo VI y tercero menciona a las
conferencias de Puebla y Aparecida refiriéndose al magisterio latinoamericano
saltándose a Santo Domingo. En esta cadena dice Francisco se encuentran las raíces
de Evangelii Gaudium que es la visión programática de su Pontificado, sin embargo
cuando se refirió específicamente a las raíces latinoamericanas no podemos pasar por
alto que valoró la eclesiología del pueblo de Dios en Puebla pero no tomó en cuenta
Santo Domingo y además reconoció, muy importante, la labor profética de Gustavo
Gutiérrez, fundador de la Teoría de la Liberación. Esta articulación de la recepción
conciliar que describe Francisco hace que las reformas eclesiales que han prendido se
comprendan a partir de dos procesos que se implican mutuamente, o sea que no
podemos separarlos: Conversión pastoral, Conversión Sinodal. En la unidad, en la
articulación de ambas se produce lo que hoy vivimos que es el momento de la
Conversión ministerial.

La relación que existe entre estas dos nociones explica entonces la eclesiogénesis
que estamos viviendo desde el inicio del Pontificado de Francisco. La conversión
pastoral representa la raíz genuinamente latinoamericana de la recepción. La
conversión sinodal la continuidad y la profundización del espíritu del Concilio. De
ambas surge entonces lo que podemos llamar la conversión ministerial como
acontecida para el sínodo de la Amazonía.

Conversión pastoral fuera del contexto de América Latina es una noción que cuando
uno va a tantos países cuesta entender y parece una noción obvia y natural, y no lo es
fuera de ciertos contextos. (apreciación personal de Luciani).

En Evangelii Gaudium, Francisco llama a entrar en un estado perenne, dice, de


reforma. La vía por la que avizora este camino es la de la Conversión pastoral, así lo
dice en el N° 27 de Evangelii Gaudium: "Sueño con una capacidad misionera capaz de
transformarlo todo para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda
estructura eclesial se convierta en cauce adecuado para la evangelización. La reforma
de estructura que exige la conversión pastoral solo puede entenderse en este sentido:
procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras y que la pastoral ordinaria en toda
su distancia sea más expansiva y abierta que coloque a los agentes pastorales en
constante actitud de salida. De este modo la conversión pastoral es presentada como
la condición sin la cual no habrá una verdadera reforma eclesial. Ella implica pues
revisar costumbres, estilos, horarios, lenguaje, toda la estructura eclesial. Esta es la
clave como lo había manifestado durante su intervención a los cardenales durante su
intervención previo al cónclave cuando sostuvo que la iglesia estaba llamada a salir de
sí e ir hacia las periféricas. No se trata solo de un lugar social sino de un lugar
hermenéutico desde donde se vea al mundo y se discierne la identidad y la misión de
la iglesia a la luz de los signos de los tiempos.

Al culminar el Concilio en una entrevista que da el Cradenal Suenens para explicar la


dificultad del cambio que estaba ocurriendo usa la metáfora de "Las dos miradas" la
primera responde, dice, a la dirección común de la mirada que parte del centro hacia la
periferia, la segunda, dice sin embargo, surge del acercamiento que va de la periferia
al centro. Siguiendo esta metáfora podemos decir que para Francisco no se trata de
buscar nuevos métodos para un anuncio más eficaz del Kerygma sino el vivir en
constante proceso de conversión personal y estructural a partir de una permanente
actitud de salida hacia las periferias. El regreso al centro al estar en las periferias
implica una permanente actitud de conversión, un proceso de proceder eclesial, un
modo que estando en la base llama a reconstruir la comunión entre todos los sujetos y
niveles hasta llegar a constituirnos en el pueblo de Dios.

El origen de esta noción de conversión pastoral se encuentra en la 4ª Conferencia


general del episcopado de América Latina y el Caribe en Santo Domingo.

Tal vez lo único realmente rico de esa conferencia que entra ambientalmente en ese
concepto.

Cito en el N° 30 de Santo Domingo: "La nueva evangelización exige la conversión


pastoral de la iglesia". Tal conversión debe ser coherente con el Concilio, lo toca todo
y a todos, dice el texto de Santo Domingo, en la conciencia y en la praxis personal y
comunitaria, en las relaciones de igualdad y de autoridad con estructuras y
dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad a la iglesia en cuanto a
signo eficaz sacramento de salvación universal".

En cuanto a la conversión de las mentalidades pide revisar la misión de la iglesia tanto


en su ser como en su quehacer a lo que se refiere como a la conversión de la
conciencia y de la praxis, según el espíritu del texto, el cambio se verifica de modo
concreto en el ejercicio de la autoridad cuando ésta se la vive a la luz de relaciones de
igualdad que broten del Sensus fidelium. Sobre esta base Santo Domingo pide
entonces la conversión de las estructuras a partir de la creación de dinamismos o
procesos internos que favorezcan el mejor cumplimiento de la misión de la iglesia
en el mundo.

De este modo en el documento "La noción de conversión pastoral" es propuesta como


un eje orgánico y estructurador de todas las génesis y la organización eclesial y dice
afectado a todos y a todas, a todo en relación a los estilos de vida, los ejercicios de
autoridad y poder los modelos eclesiales, estructuras y dinamismos. Tal vez, como
decía, el número que recupera lo que no entró a Santo Domingo y que luego
Aparecida en el 2007 la 5ª Conferencia entonces retoma. La conversión pastoral en
Aparecida es ahora situada en relación a las reformas estructurales, pastorales e
institucionales, tres dimensiones que cita Aparecida en el 367, por lo que dando un
paso más se considera necesario, dice Aparecida en el 365, cito: "Abandonar las
estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe". Estructuras que
todavía hoy tenemos y no hemos abandonado. El documento de Medellín, 2ª
Conferencia episcopal de A.L. de 1968 ya había pedido superar este modelo
preconciliar de cristiandad al decir que estaba basado, dice Medellín, en una sacra
mentalización con poco énfasis en la previa evangelización. Al asumir pues esta
categoría de la conversión pastoral Aparecida resitúa el modelo de la iglesia comunión
al interno del modelo Pueblo de Dios generando un modo de eclesial de proceder
sinodal en el que, cito Aparecida 371 en una frase interesantísima: "Los laicos deben
participar del discernimiento, de la toma de decisiones, dos, de la planificación, tres, y
de la ejecución, cuatro elementos de un proceso eclesial (2007, Aparecida).

La emergencia en Aparecida de estos primeros indicios de una eclesiología Enclave


sinodal incluye entonces los procesos completos de discernimiento, toma de
decisiones, planificación y ejecución y radica en una eclesiología a partir de la cual
todos somos Pueblo de Dios evangelizador (Aparecida 157) por tanto cito: "La
vocación al discipulado misionero, dice el documento, es con vocación, la vocación es
convocación entre los diversos sujetos y niveles.

Frase poderosa, hermosísima, es decir que lo vertical y lo horizontal no se pueden


separar. Si no hay relaciones horizontales, no se puede construir de abajo hacia arriba
la sinodalidad.(apreciación personal)

Esto es articulado de un modo extraordinario en el N° 186 de Aparecida cuando


describe al obispo en el marco del Pueblo de Dios diciendo lo siguiente, refiriendo al
obispo: "Junto con todos los fieles y en virtud del Bautismo somos (se refiere a los
obispos) ante todo discípulos y miembros del Pueblo de Dios, como todos los
bautizados y junto con ellos queremos seguir a Jesús, Maestro de vida y de verdad en
la comunión de la iglesia. La consecuencia de esta eclesiología es que produce una
inversión de la pirámide preconciliar eclesial que conlleva a la necesidad de
emprender una reforma orgánica que no solo resitúe a los estilos de vida y a los
modos de relacionarse sino que replantee las dinámicas y el manejo del poder en las
estructuras eclesiales a la luz de la eclesiología del Pueblo de Dios.

Segundo punto entonces es como esto implica una superación que pareciera que
hemos hecho y sin embargo, no.

La superación de un modelo eclesial preconciliar que se ha usado desde el concilio es


esta imagen de la pirámide.

La institución eclesiástica fue generando un proceso de clericalización de los


ministerios. Para Francisco una de las causas está en la pérdida, dice él, en uno de
sus discursos a la curia del contacto directo con el Pueblo de Dios. (Cuántos obispos
tenemos que nunca han sido ni párrocos ni obispos de una Diócesis y así de una
porción del Pueblo de Dios y fueron nombrados directo a una oficina, entonces el
método inductivo al cual se ha hecho referencia, pues no está en la cabeza porque no
está en la praxis.
La frase: "el contacto directo con el pueblo de Dios" puede resultar ingenua, sin
embargo no lo es, hay que entenderla a la luz de lo que explicó el cardenal Suenens a
poco tiempo de finalizar el Concilio al decir: "La iglesia vista a partir del bautismo y no
ya de la jerarquía, apareció así desde el principio como una realidad sacramental y
mística, antes de ser también una sociedad jurídica." Dice el cardenal "Descansa en
su base, el Pueblo de Dios en vez de hacerlo sobre su punto que es la jerarquía".

La pirámide de nuestros manuales ha sido invertida, un prelado romano pudo escribir


que se trataba de una verdadera revolución copernicana, por este hecho mismo,
también el obispo, con ello voy directamente a su pregunta, le dice el cardenal a quien
lo entrevista: "Debe volver a situarse en el Pueblo de Dios que le ha sido confiado,
estar más cerca aun de su clero y de sus fieles en igualdad de condiciones con ellos,
incluso en cuanto a la vestimenta". Dice Francisco siguiendo esta inspiración del
Cardenal Jozef Suenens, lo dice en su discurso en la conmemoración del 50°
Aniversario de la Institución del Sínodo de los obispos, dice el Papa Francisco "En
esta iglesia, como en una pirámide invertida la cima se encuentra por debajo de la
base, por eso quienes ejercen la autoridad se llaman ministros porque según el
significado originario de la palabra son los más pequeños de todo, cada obispo
sirviendo al Pueblo de Dios llega ser la porción de grey que le ha sido encomendada
Vicarius cristii, Vicario de Jesús quien en la última cena se inclinó para lavar los
pies de los apóstoles y en un horizonte semejante dice Francisco, el mismo sucesor de
Pedro es el Servus Servorum Dei".

Aunque hoy en día la imagen de una pirámide invertida sigue siendo incompleta para
las reformas por hacer, no podemos olvidar que se refiere a un cambio radical del
modelo eclesiológico y no a su renovación.

Cuando uno lee las traducciones que se hace de los textos de Francisco encuentra
cantidad de errores no solo por las palabras al ser traducidas del español a otro
idioma, sino el significado completo cambia. En Evangelii Gaudium se usa en inglés
"Renovación" y no "reforma" en muchos casos cambia completamente el significado y
así podemos dar ejemplos en cantidad de traducciones, al cambiar el significado se
está cambiando la dirección hacia donde se va y desde donde se está pensando
(apreciación de Luciani).

El modelo reinante era el de la pirámide fruto de las reformas gregorianas que


distinguía de manera absoluta y contrapuesta a la Ecclesia docens como único
sujeto activo y depositario del poder de interpretar y enseñar de la Ecclesia discens
sujeto pasivo de escucha y obediencia. Esta visión había quedado bien resumida en el
decreto de Graciano que distinguía dos clases o estatus de personas en razón de su
potestad: los clérigos y los laicos; los que presiden y los que obedecen o súbditos.
Durante el Concilio este modelo fue motivo de debate; durante la discusiones
conciliares Monseñor Joseph Dechmet describió este giro con gran parresía en un
texto a decir de Luciani muy fuerte: "Ustedes están familiarizados con la pirámide:
Papa, obispos, sacerdotes, cada uno de ellos responsables, ellos enseñan, santifican
y gobiernan con la debida autoridad, luego en la base el pueblo cristiano más que todo
receptivo y de una manera que concuerda con el lugar que parecen ocupar en la
iglesia sin embargo en el Pueblo de Dios todos estamos unidos los unos con los otros
y tenemos las mismas leyes y deberes fundamentales. Todos participamos del
sacerdocio real del pueblo de Dios, el Papa es uno de los fieles, obispos, sacerdotes,
laicos, religiosos todos somos los fieles. Debemos tener cuidado al hablar sobre la
iglesia para no caer en un cierto jerarquismo, clericalismo o bipolatría o papolatría. Lo
que viene primero es el Pueblo de Dios".

No solo se estaba partiendo de la base como si el cambio pudiera ser reducido a una
mera reubicación de los lugares en una nueva pirámide sino que sobretodo se estaban
incluyendo a todos los sujetos eclesiales en esa base periférica como punto de
encuentro y de salida hacia el centro. Decir que todos somos fieles y lo primero que
viene es el Pueblo de Dios apela a un nuevo modo de proceder eclesial. (No es
simplemente un cambio de sujetos, de nombres). Un nuevo modo de proceder eclesial
que conlleva y concede primacía a dos principios fundamentales: el todo sobre las
partes resaltando la común dignidad bautismal y la participación de todos por igual en
el sacerdocio común y segundo de la periferia al centro llamando a un ejercicio
horizontal, relaciones horizontales a la luz del Sensus omnium fidelium donde se
integre y articule la totalidad del Pueblo de Dios, el colegio episcopal y el sucesor de
Pedro, pero en este orden, a saber, primero el Pueblo de Dios, todos, luego los
obispos, algunos y finalmente el obispo de Roma, uno, son las tres palabras que se
suelen usar en Eclesiología. En este contexto Francisco dice lo siguiente: "El papa no
está por sí mismo por encima de la iglesia sino dentro de ella como bautizado entre los
bautizados y dentro del Colegio episcopal como obispo entre los obispos" (cantidad de
signos que Francisco ha dado participando como obispo entre los obispos.

La inversión de la pirámide no tiene pues como objeto mejorar una práctica colegial
buscando un mejor balance entre el ejercicio del primado Papal y del colegio Episcopal
como tampoco se trata de una mera redistribución de la corresponsabilidad eclesial
sino y ante todo de generar un auténtico proceso de involucramiento de todo el Pueblo
de Dios en las funciones de enseñanza, santificación y gobernanza. Esto supone una
auténtica eclesiogénesis que estamos viviendo que valora a la iglesia en su conjunto y
no en sus partes solamente y a partir de su permanente conversión pastoral y
misionera desde la base. La inversión de la pirámide alude pues a un estilo eclesial y a
un modo de proceder que se traduce en la búsqueda de mecanismos y modos dice
Evangelii Gaudium 120, de trabajo común en la participación de todos según la
diversidad y originalidad de los dones y servicios y la diversidad porque en virtud del
bautismo recibido cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo
misionero, cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la iglesia y el
grado de ilustración de su fe es un agente evangelizador (no un sujeto pasivo) un
agente evangelizador.

Esto nos lleva ahora a entender el tercer punto del porque la sinodalidad y por qué no
se puede separar conversión pastoral de conversión sinodal y solo en la fusión de las
dos se puede dar la conversión ministerial, y la conversión pastoral es la más genuina
recepción latinoamericana en Francisco en eso que iba describiendo, conversión
sinodal lo que se produce a la luz de la conversión pastoral en él profundizando el
Concilio y de allí surge entonces la conversión ministerial. (apreciación de Luciani).
La sinodalidad como dimensión constitutiva y como eje estructurador de la reforma. La
forma mentis de este giro eclesiológico que impulsa Francisco, lo encontramos
expresada en su discurso del 50° aniversario de la Institución del Sínodo de los
obispos, allí no solo definió la naturaleza de la iglesia sino hacia donde debía ir la
reforma: "El camino de la sinodalidad es el camino de Dios que Dios espera de la
iglesia del tercer milenio. Lo que el señor nos pide en cierto sentido ya está contenido
en la palabra Sínodo, caminar juntos: laicos, pastores, obispos de Roma.

El reciente documento de la comisión Teológica Internacional sobre la sinodalidad la


define como la dimensión constitutiva de toda la iglesia y se define como la forma
específica de vivir y obrar, la podemos definir aún más como un modo eclesial de
proceder, un eje que atraviesa la vida en su totalidad de la iglesia, en toda su
dinámica, procesos, instancias, niveles, sujetos, etc. Por lo que también es una
dimensión constituyente es procesual antes que una mera práctica de índole funcional
y organizacional. A la luz de la sinodalidad podemos avanzar en la recepción actual
del concilio pues ella ha de constituirse en el eje estructurador de un proceso de
eclesiogénesis que involucre a todo el Pueblo de Dios en los procesos de, como decía
Aparecida, discernimiento, elaboración, toma de decisiones y ejecución. En la manera
de concretar el clásico principio medieval según lo cual, lo que afecta a todos debe ser
tratado y aprobado por todos.

Al ser la sinodalidad una dimensión constitutiva y constituyente: eje y proceso de lo


eclesial no puede identificarse con un acontecimiento puntual ni reducirse a un
método. La sinodalidad es mucho más que las formas institucionales clásicas
mediante las cuales éstas se pueden realizar como son los concilios, los sínodos, los
consejos, etc. La sinodalidad es mucho más que el sínodo, el sínodo es expresión
pero no culmina un proceso sinodal allí.

Bernard Franz sostiene que: "La esencia de la sinodalidad es un espíritu en lugar de


un principio porque acentúa las relaciones y los procesos entre los sujetos. Esto se
logra por medio de dinámicas participativas como son: la escucha recíproca, el
intercambio, la comunicación, el compartir y la solidaridad, el deseo de llegar a un
consenso, a una convicción común. Esto requiere, la voluntad de continuar, y
colaborar de aceptar, de dar y de recibir. Esto supone relaciones impregnadas de
respeto y de caridad, de humildad y de pobreza, así es el espíritu sinodal".

Gilles Routhier, un eclesiólogo canadiense que ha estudiado de los más importante en


la recepción del concilio define la sinodalidad en los siguientes términos: "La
sinodalidad no puede reducirse a una mecánica formal como si el establecimiento de
figuras institucionales y la implementación de procedimientos y prácticas fueran
suficientes para que pudiéramos vivir. Por el contrario también puede existir donde los
procesos formales no están establecidos. En este nivel infra institucional depende en
gran medida de la capacidad de escuchar y de la voluntad de aprender de los demás.
Se basa en aquellos que realizan la función de presidir en el entendimiento de su
ministerio y en la conciencia de esta función de presidir la iglesia de Dios que ha sido
confiada a sus ministros ordenados sin separarlos ni empoderarlos de los otros
miembros de la iglesia de Dios". Por lo tanto la sinodalidad, dice Routhier, que pide
actitudes y es producto de un espíritu "depende en gran medida de las habilidades
relacionales de quienes ejercen cargos y de su capacidad de situarse como hermanos,
amigos, colaboradores y cooperadores". "Conversión pastoral”. Sin las actitudes
sinodales no hay espíritu sinodal que nos lleve a estructuras sinodales. Por ello y con
audacia Francisco afirma: "Una iglesia sinodal es una iglesia de la escucha" con la
consciencia de que escuchar es más que oír, es una escucha recíproca en la cual
cada uno tiene algo que aprender: pueblo fiel, colegio episcopal, obispo de Roma. Uno
escucha de los otros en escucha de los otros y todos en escucha del espíritu santo, el
espíritu de verdad para conocer lo que él dice a las iglesias. En esta interacción de
sinodalidad como proceso implica pues la formación de un estilo sinodal. Si no hay la
formación de actitudes, escucha, discernimiento, diálogo, capacidad de construir
consensos no se pueden generar los procesos de sinodalidad, los procesos de
reforma. (No se trata de imponer una estructura de quitar una persona y poner a otra,
como dice el mis o Francisco: "Puedo quitar a alguien del cargo pero la estructura
sigue funcionando de la misma manera")

Formación de un estilo eclesial sinodal significa formación de actitudes por ello la


novedad de la visión de Francisco no radica en la sinodalidad en si misma sino en que
esta debe ser posibilitada y accionada por la conversión pastoral. No podemos separar
la conversión sinodal de la conversión pastoral. Esto quedó claro en su mensaje a la
curia en el 2016 cuando afirmó: "La reforma de la curia no se lleva a cabo de ningún
modo con el cambio de personas que sin dudad sucede y sucederá sino con la
conversión de las personas. En realidad no es suficiente una formación permanente,
Se necesita sobre todo una conversión y una purificación permanente. Sin un cambio
de mentalidad el esfuerzo funcional sería inútil".

Cuantas veces vemos que la parroquia cambia 10 párrocos y sigue el mismo desastre
(apreciación de Luciani). Cambio de mentalidad, cambio de estructuras.

Si bien es cierto que la sinodalidad implica escucharnos mientras caminamos hay que
reconocer que ésta sólo se realiza al reunirnos y discernir juntos en orden a accionar
modalidades y procesos decisionales que surjan de la participación de todos y todas y
de todas las partes, niveles de estructura.

Un caso y reto referido a estas modalidades y procesos necesarios está relacionado


con las prácticas de discernimiento y el tipo de votos en una asamblea sinodal. El
problema no radica sólo en la persecución del voto deliberativo de la mayoría o al
principio de la mayor parte sino también en el discernimiento del voto minoritario sea
consultivo o sea deliberativo pero que represente al sentido eclesial. La razón radica
en que en todo proceso sinodal el sujeto siempre ha de ser la totalidad de los fieles
que se expresa a través de formas, procedimientos y estructuras comunitarias antes
que meramente grupales y sectarias con el fin de lograr consensos y que estos sean
vinculantes a todos y todas. Pero solo en el marco de un espíritu fraterno que facilite la
participación y la interacción libre es que pueden crearse los consensos eclesiales. De
otro modo los resultados serán solo formales pero no representativos ni vinculantes

(Cuantas veces hemos escuchado: Díganos que opina, consultan a toda una
comunidad, pero ya la decisión está tomada resultando en un mero folklorismo que se
hace para que la gente hable).

En fin, sin modalidades y mecanismos de participación inclusiva, efectiva capaces de


generar el vínculo entre uno, algunos y todos se pone en juego la misión de la iglesia y
de toda su propia credibilidad y esto es lo que está en juego.(no es simplemente el
deseo que tengamos unos cuantos por hacer tal cosa o reformar o participar está en
juego la misión y la credibilidad de la iglesia).

En el último punto la sinodalidad como dimensión constituyente y vinculante.

La profundización del camino sinodal por Francisco nos debe llevar a avanzar en la
reflexión sobre los modos de participación y el grado de incorporación de todos y todas
en la gestión de las decisiones así como en la dimensión ministerial de la iglesia.
Todos queremos tener voz y formar parte pero esta dimensión ministerial de servicio
de inserción en una comunidad pues la ponemos a un lado.

La dimensión en la que debemos entender el involucramiento en la participación en la


vida de una comunidad en la incorporación desde lo ministerial los servicios es a partir
de allí que se va generando el resto, tiene que cambiar en nuestras mentalidades. Si
la parroquia simplemente tal cual una máquina da la Coca Cola da la comunión y yo
voy los domingos, y no hay comunidad, el sentido de lo comunitario es lo que cualifica
el hecho de esa llamada comunidad parroquial, etc.

Cabe recordar entonces el llamado otra vez de Aparecida: discernimiento, toma de


decisiones, planificación, ejecución.

Al definir la sinodalidad, la comisión teológica internacional aporta dos claves de


lectura fundamentales en esta dirección: la primera dice "En la iglesia sinodal, toda la
comunidad en la libre y rica diversidad de sus miembros es convocada para orar,
escuchar, analizar, dialogar y aconsejar para que se tomen las decisiones pastorales
más conformes con la voluntad de Dios. No se habla de una oficina se habla de las
comunidades.

Segundo elemento que dice el texto, una iglesia sinodal es una iglesia participativa y
corresponsable. En el ejercicio de la sinodalidad esta llamada dice el documento
articular la participación de todos según la vocación de cada uno con la autoridad
conferida por Cristo a los colegios de los obispos presididos por el Papa. La
participación se fundamenta sobre el hecho de que todos los fieles están habilitados y
son llamados para que cada uno ponga al servicio de los demás los respectivos dones
recibidos del espíritu santo (no es un regalo, el espíritu que habita en nosotros nos
habilita para servir). En el fondo lo que está en juego es el propio modelo de iglesia
que podemos tener y este es el gran problema.

El modelo eclesiológico es decisivo para concebir los sujetos y sus modalidades de


participación así como para determinar la vinculación de los ministros ordenados a los
procesos de elaboración de decisiones. Si se entiende a la iglesia desde su condición
de discípula misionera entonces la totalidad del pueblo de Dios es sujeto como dice
Aparecida como dice Evangelii Gaudium sujeto de todos los procesos que
corresponda a discernir con el fin de cumplir la misión de la iglesia. Nadie puede estar
excluido de la convocatoria a participar, sin embargo dicha participación pasa
necesariamente por recuperar esta sinergia sinodal de los ministerios y de los
carismas presentes en el entorno de la iglesia.
Podemos hablar para concluir de un modo de proceder sinodal caracterizado por los
siguientes pasos:

 Aconsejar en la iglesia lo cual supone el ver, recoger datos, escuchar


opiniones.
 Juzgar, segundo elemento, es decir evaluar lo recogido en este proceso, y
 Tercer elemento, discernir lo asumido en orden a la misión de la iglesia, actuar

Así pues en relación a las modalidades de participación y la creación de vínculos, es


necesario distinguir entre el proceso para elaborar una decisión mediante el trabajo
común, discernimiento, consulta, cooperación y el segundo momento la decisión
pastoral que compete la autoridad del obispo garante de la apostolicidad y catolicidad.
La elaboración dice el documento de la Comisión Teológica Internacional es una
competencia sinodal, la decisión es una responsabilidad ministerial. Lo importante es
que estos dos momentos del proceso no se consideren separados sino que sean
mutuamente vinculantes. Es por ello que la Comisión Teológica Internacional habla de
la circularidad que debe existir entre el Sensus fideii, el discernimiento y la autoridad
en virtud de la dignidad bautismal y la corresponsabilidad de todos.

Si esta circularidad funciona entonces el proceso de la toma de decisiones no será tan


distinto a lo que procede de la preparación de las decisiones. (Si todos participamos el
problema no está en quien toma la decisión sin o el vínculo que sea capaz de ir
creando tal proceso e involucramiento que aquello sea representativo y no sea
simplemente impuesto).

El reto está, en lograr pues de que las modalidades participativas bajo el cual se
ejecuta esta circularidad sean capaces de incorporar sujetos hasta ahora ausentes o
considerados auxiliares y producir decisiones vinculantes para lo cual es necesario
reconocer el carácter normativo y recíproco de la vocación de cada sujeto especial en
relación a su interacción con el resto (esto no es solo un problema entre los laicos y
las laicas, en una Diócesis el clero es simplemente considerado auxiliar respecto del
obispo. Esta concepción en la que no existe la capacidad de crear el vínculo, pues
todavía es una gran reto y es el reto de la sinodalidad.

Los procedimientos y mecanismos de consulta no pueden ser los únicos factores ni los
más importantes para la elaboración de las decisiones en un proceso sinodal como
tampoco lo es la mera escucha de individuos aislados sino como hemos insistido el
diálogo, el discernimiento en conjunto pero con miras a elaborar decisiones. Lo
vinculante se encuentra en este proceso, de elaborar decisiones esto es lo que
cualifica un proceso sinodal ya que sin este elemento la toma de decisiones podría
estar basado en un modelo eclesial piramidal que se quiere superar. Esto implica por
tanto que el voto deliberativo de los obispos se deba hacer al interior del pueblo de
Dios como testimonio decisivo y último del proceso que surge del voto consultivo de
todos los fieles y en interacción con ellos.

De este modo a su vez el voto deliberativo debe expresar el sentir con la iglesia más
no el sentir de la jerarquía como si ésta pudiera subsistir fuera de la comunión de los
fieles. Es así como la toma de decisiones de los muchos, colectividad episcopal y del
uno Primado no puede estar separada de la elaboración de decisiones de todos los
fieles en los que se incluyen los obispos y el Papa como fieles también.

Por último, ciertamente los procedimientos de consulta son indispensables para


formarse un juicio más adecuado sobre lo que se tenga que debatir pero la
participación de todos y todas en la misión de la iglesia va mucho más allá de eso
como se ha dicho el discernimiento, la toma de decisiones, la planificación y la
ejecución (como dice Aparecida) es responsabilidad en conciencia de todos y todas y
no de unos pocos y como tal debe encontrar modalidades y estructuras adecuadas
aun por pensar. El reto de hoy es claro, vincular la reforma de las mentalidades a las
reformas de las estructuras, aún más trabajar el proceso actual de reformas a la par
de una revisión orgánica del derecho canónico. Aun así debemos de reconocer que
esto conlleva siempre a un problema de modelo eclesiológico: Qué iglesia tenemos en
la cabeza, qué modelo de parroquia en lo concreto. Esto implica por tanto un gran reto
para todos nosotros: Conversión Pastoral, Conversión Sinodal y en la fusión de ambas
surgirá la Conversión ministerial que comenzamos a ver a la luz del Sínodo para la
Amazonía.

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