Control de Lectura 04
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Control de Lectura 04
LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL
Matthias HERDEGEN*
1
Artículo 105, fracción I, núm. 1, literal a, de la Constitución mexicana.
2
Artículo 102, párrafo 1, literal f, de la Constitución de Brasil.
3
Artículo 105, párrafo 1, núm. 1, literales b e i.
4
Artículo 93, párrafo 1, núm. 4b de la Ley Fundamental.
5
Artículo 93, párrafo 1, núm. 4a de la Ley Fundamental.
MATTHIAS HERDEGEN 555
6
Artículo 93, párrafo 1, núm. 1 de la Ley Fundamental.
556 ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO
7
CIADH, Caso del Tribunal Constitucional (Aguirre Roca et al. vs. Perú), senten-
cia del 31 de enero de 2001.
8
Conseil Constitutionnel, decisión 62-20 DC, Rec. 27.
9
Véase artículo 93, párrafo 1, núm. 2 de la Ley Fundamental de Alemania; artículo
162, párrafo 1, literal a, de la Constitución de España.
MATTHIAS HERDEGEN 557
10
Artículo 230, párrafo 3, TCE.
11
Véase artículo 93, párrafo 1, núm. 1 de la ley Fundamental; § 63 de la Ley del Tri-
bunal Constitucional Federal.
558 ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO
12
Idem.
13
BVerfGE (colección de decisiones del Tribunal Constitucional Federal) 67, 100
(124s.); 105, 197 (220).
14 BVerfGE 60, 374 (380); 94, 351 (365).
15 BVerfGE 60, 374 (380); 80, 188 (224).
MATTHIAS HERDEGEN 559
Vale la pena resaltar una faceta particular del derecho alemán que no
resulta del texto de la Constitución y ni tampoco de la legislación. Esa
especie de innovación interpretativa que hizo la jurisprudencia constitu-
cional: se trata de los partidos como órganos constitucionales. La Ley
Fundamental de Alemania otorga acceso a la jurisdicción constitucional
no sólo a los altos órganos federales, sino a otros participantes en la vida
constitucional, a los cuales la Constitución dota con derecho propio.16
En este contexto, importa que la Ley Fundamental reconoce que “los
partidos participan en la formación de la voluntad política del pueblo”; 17
además reglamenta su estructura interna y las consecuencias de la in-
constitucionalidad de un partido. El Tribunal Constitucional Federal, ha-
ce muchas décadas ya, dedujo de esta reglamentación constitucional que
los partidos políticos tienen un estatus privilegiado que les distingue de
las demás asociaciones. Los califica entonces no como un órgano del Es-
tado (por no ser parte del Estado, sino de la sociedad civil), sino como un
órgano constitucional que opera como vínculo entre los ciudadanos y el
Estado.18 Por ende, los partidos políticos pueden defender su estatus espe-
cífico frente a los órganos del Estado ante el Tribunal Constitucional.19
Entonces tenemos dos categorías de órganos: los órganos del Estado y
aquellos órganos que no pertenecen a la esfera del Estado pero que tie-
nen una función mediadora entre los órganos del Estado, por un lado, y
la sociedad, por el otro. En consecuencia, cada partido político puede re-
clamar sus derechos que resultan de la Constitución y que les distinguen
de las demás asociaciones ante el Tribunal Constitucional. Pueden recla-
mar, por ejemplo, sus derechos constitucionales de igualdad de oportuni-
dades en cuanto al otorgamiento de fondos públicos, 20 o al acceso a los
medios de comunicación en campañas electorales. 21 En este contexto se
aplica el principio de la “igualdad diferenciada de chances”.22
16
Artículo 91, párrafo 1, núm. 1 de la Ley Fundamental.
17
Artículo 21, párrafo 1.1 de la Ley Fundamental.
18 BVerfGE 1, 208 (223ss.); 13, 54 (81s.); 85, 264 (284).
19 BVerfGE 4, 27 (30).
20 BVerfGE 11, 239 (241s.); 104, 287 (289).
21 BVerfGE 7, 99 (107s.).
22 BVerfGE 24, 300 (355).
560 ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO
Otros casos sui generis son los conflictos al interior del Poder Judi-
cial. Un ejemplo de ello es lo que llaman en América Latina “choque de
trenes” dentro de la rama judicial. Así ocurrió más de una vez cuando la
Corte Suprema de Colombia ignoró una sentencia de la Corte Constitu-
cional en relación con una tutela.
Tales conflictos deberán alimentar la reflexión de que las competen-
cias de una Corte Constitucional frente a los demás órganos judiciales
lleva consigo implícitamente el poder de declarar nulas las sentencias de
los demás órganos judiciales por desacato. Si consideramos que la Corte
Constitucional es la voz auténtica, o por lo menos la máxima autoridad
en cuanto a la interpretación constitucional, parece lógico fundamentar
tal poder de una Corte Constitucional.
35
Véase Lobo Lara, F. D., Conflictos entre poderes del Estado, 2005, con amplia do-
cumentación.
MATTHIAS HERDEGEN 565
VI. CONCLUSIONES
36
CIADH, Caso del Tribunal Constitucional (Aguirre Roca et al. vs. Perú), senten-
cia del 31 de enero de 2001.
37
Artículo 6o., párrafo 1, de la CEDH.
566 ESTUDIOS EN HOMENAJE A HÉCTOR FIX-ZAMUDIO
I.Introducción
En los últimos años se advierte un enorme interés entre los filósofos del
De- recho y los teóricos del constitucionalismo tanto por el llamado
neoconstitucio- nalismo como por la Teoría de la Argumentación Jurídica. Si
bien encontramos abundante literatura en España y América Latina sobre el
particular, enfocando fundamentalmente problemas de carácter conceptual o
normativos(1), puede re- sultar útil analizar las semejanzas y las diferencias
entre ambos discursos a la
(*) Profesor ordinario del Departamento de Derecho de la PUCP, de los posgrados de la misma uni-
versidad y de la Universidad de San Martín de Porres. Profesor principal en la Academia de la
Magistratura. Doctor en Filosofía.
(1) Textos que también discuten, por ejemplo, las ambigüedades del concepto neoconstitucionalis-
mo o la diversa variedad de enfoques argumentativos en el Derecho. Cfr. BERNAL PULIDO,
Carlos. El neoconstitucionalismo a debate. Bogotá Externado de Colombia, 2006; Miguel Car-
bonell (edit.) Teoría del Neoconstitucionalismo. Trotta, Madrid, 2007; Miguel Carbonell (edit.)
Neonconstitucionalismo(s). Madrid, Trotta, 2005; PRIETO SANCHÍS, Luis. Derechos Fun-
damentales, neoconstitucionalismo y ponderación judicial. Palestra, Lima, 2002; GUASTINI,
Riccardo. Teoría e ideología en la interpretación constitucional. Trotta, Madrid, 2008. Con
relación a la Teoría de la Argumentación Jurídica, se puede ver, ATIENZA, Manuel. El Derecho
como argu- mentación. Ariel, Barcelona, 2006; ATIENZA, Manuel. Las razones del Derecho.
Palestra, Lima, 2004; FETERIS, Eveline. Fundamentos de la Argumentación Jurídica.
Universidad Externado de Colombia, Bogotá 2007; IGARTÚA SALAVERRÍA, Juan. El
razonamiento en las resoluciones judiciales. Palestra, Lima, 2009; GASCÓN, Marina y
GARCÍA FIGUEROA, Alfonso. La Argu- mentación en el Derecho. Algunas cuestiones
fundamentales. Palestra, Lima, 2005, entre otros.
183
Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
luz del protagonismo que hoy adoptan los valores liberales dentro de los orde-
namientos normativos, tratándose precisamente de corrientes que han sido ca-
talogadas de novedosas y que incluso en el caso del neoconstitucionalismo ha
sido calificada también como una Teoría del Derecho(2).
Ahora bien, tomando en cuenta los referentes teóricos de los que parten
importantes representantes del neoconstitucionalimo, como el profesor Robert
Alexy(3) (Kant y Habermas) o Ronald Dworkin (también deudor del liberalismo
kantiano y la famosa moral de los derechos individuales (4)), parecería obvia la
vinculación de este con el liberalismo; sin embargo, mi mayor interés se centra
en la consideración de la Teoría de la Argumentación Jurídica como una herra-
mienta empleada en la solución de problemas prácticos, como sostiene Manuel
Atienza(5). Por ello, me parece importante analizar algunas propuestas dentro
de la corriente neoconstitucional –en especial Alexy, Prieto Sanchís y Ernesto
Garzón Valdés– contrastándola con la lectura más común elaborada por Manuel
Atienza, con la finalidad de destacar el carácter eminentemente ideológico de la
primera (al menos entre los autores citados) no siendo este el caso de la argu-
mentación jurídica que, siendo una “técnica” (neutral), podría llevarnos a obte-
ner resultados “no liberales” (como liberales también por cierto).
(2) FARALLI, Carla. La Filosofía del Derecho contemporáneo. Hispania Libros, Madrid, 2007,
p. 82. Ciertamente, existe también el conocido artículo de Paolo Commanduci, “Formas de Neo
(Constitucionalismo) un análisis metateórico” en el cual siguiendo la distinción planteada por
Norberto Bobbio respecto a las distintas lecturas que podríamos tener respecto al positivismo,
hace lo propio con respecto al neoconstitucionalismo, tomándolo como una teoría del Derecho,
como un método de análisis del Derecho y como una ideología del Derecho. En este sentido, el
neoconstitucioanalismo como teoría del Derecho implicaría “describir los logros de la constitu-
cionalización, es decir, de este proceso que ha comportado una modificación de los grandes
siste- mas jurídicos contemporáneos respecto a los existentes antes del despliegue integral del
proceso mismo” . En: Neoconstitucionalismo(s). Ob. cit., p. 83.
(3) ALEXY, Robert. Teoría de la Argumentación Jurídica. Palestra, Lima, 2007.
(4) Ampliamente expuesta por diversos trabajos en el mundo académico anglosajón, como por
ejem- plo los clásicos textos de Michael Sandel. Cfr. SANDEL, Michael. Liberalism and the
limits of Justice. Cambridge University Press, 1982 o también Liberalism and its critics.
Cambridege University Press, 1992.
(5) ATIENZA, Manuel. Derecho y Argumentación. Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2005 p. 17. Además como veremos luego, la argumentación tiene un desarrollo bastante más
antiguo y algunas de sus desarrollos podríamos hallarlos en contextos premodernos como en
caso de la tópica o la retórica aristotélica y ciceroniana.
184
Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales
(6) Esto por la sencilla razón de que no todo liberalismo depende de la moral de los derechos indivi-
duales como podríamos encontrar en el caso del liberalismo clásico o del liberalismo
comunitario por ejemplo.
(7) BERNAL PULIDO, Carlos. El Constitucionalismo en debate. Ob. cit., p. 29. En dicho texto,
tam- bién se hace alusión a la primera mención del término que procede de POZZOLO, S.
“Neocons- titucionalismo y especificidad de la interpretación constitucional”. En: Doxa.
N° 21, 1998, pp. 355-370.
(8) PRIETO SANCHÍS, Luis. Justicia constitucional y derechos fundamentales. Trotta, Madrid,
2003, p. 101.
(9) Autores como Ronald Dworkin, Robert Alexy, N. MacCormick, Carlos Santiago Nino, Ernesto
Garzón Valdés, Luigi Ferrajoli, Joseph Raz entre muchos otros que citaremos en el desarrollo de
este trabajo.
185
Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
(10) CARBONELL, Miguel. “El Neoconstitucionalismo en su Laberinto”. En: Teoría del neoconsti-
tucionalismo. Edición de Miguel Carbonell, Madrid, Trotta, 2007, pp. 9-10. También, CARBO-
NELL, Miguel. “El nuevo tiempo para el Constitucionalismo”. En: Neoconstitucionalismo(s).
Edición de Miguel Carbonell, Trotta, Madrid, 2005, p. 9; Gascón Abellán, Marina y García Fi-
gueroa, Alfonso. Ob. cit., pp. 21-31.
(11) FARALLI, Carla. La Filosofía del Derecho Contemporáneo. Ob. cit., p.85.
(12) Al respecto ver PRIETO SANCHÍS, Luis. Justicia constitucional y derechos fundamentales.
Ob. cit., cap.1
(13) Por ejemplo, el caso de la Alemania nacionalsocialista, la Italia fascista, la España de Franco entre
otros.
186
Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales
(14) Tesis que se caracteriza precisamente por reconocer la presencia de valores y de principios
dentro del Derecho como lo indica el profesor Alfonso García Figueroa: “La Constitución aúna
dos ca- racterísticas relevantes para nuestros propósitos: por su contenido incorpora una serie de
valores morales; por su forma, sus preceptos se expresan más a través de principios que bajo la
apariencia de reglas. En términos muy generales, estas dos propiedades compartan dos
consecuencias interesantes para el no positivismo principialista: en primer lugar, el
constitucionalismo pa- rece favorecer el no positivismo porque facilita la vinculación
conceptual del derecho a la moral y, en segundo lugar, parece favorecer a un no positivismo
principialista. Cfr. GARCÍA FIGUEROA, Alfonso. Principios y Positivismo Jurídico. Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1998, pp. 61-62.
(15) Para permitir precisamente que el Derecho sea una ciencia exacta y no una ciencia especulativa.
(16) GARCÍA FIGUEROA, Alfonso. Ob. cit., p. 45.
(17) Cfr. DWORKIN, Ronald. Los Derechos en Serio. Ariel, Barcelona, 1999
(18) Dice García Figueroa: “Sin embargo, esta apariencia conciliadora de la teoría de Alexy debe ser
matizada porque, a pesar de su rechazo del holismo, el resultado de su propia teoría es próximo
al de Dworkin, dado que Alexy mantendrá una concepción del Derecho, a partir de lo que él
denomi- na “el lado activo del Derecho”, es decir, a partir de los procedimientos”. GARCÍA
FIGUEROA, Alfonso. Ob. cit., p. 58. De hecho, estas cercanías se deberían a su relación con la
filosofía kan- tiana y su adhesión a la moral de los derechos individuales. Para un desarrollo del
pensamiento de Dworkin, ver: SANTOS PÉREZ, Lourdes. Liberalismo e Igualdad, una
aproximación a la filosofía política de Ronald Dworkin. Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, 2005.
187
Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
Ahora bien, algunos de los cambios que podemos destacar entre la vieja
teoría positivista y su Estado de Derecho y el Estado Constitucional de Derecho
del neoconstitucionalismo encontramos, por ejemplo, la flexibilización estatal
frente al clásico estatismo, la relevancia de los principios frente al legicentrismo
y una interpretación más material respecto a la interpretación formal del Dere-
cho anterior.
188
Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales
“En Kelsen, el ejercicio del principio de la mayoría está limitado por el res-
peto a los derechos de la minoría a los que significativamente llama dere-
chos fundamentales y humanos”(22).
De esta tesis kelseniana, Garzón Valdés extrae conclusiones propias sobre
el sentido de la democracia: “una sociedad es homogénea cuando todos sus
miem- bros gozan de los derechos incluidos en el coto vedado de los bienes
básicos. Cuando tal no es el caso, el principio de la mayoría se transforma en
dominio de
189
Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
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Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales
(28) Sin duda, uno de los más importantes defensores de la voluntad mayoritaria y la defensa de la
deliberación pública es el profesor Roberto Gargarella; ver, por ejemplo, su artículo “Los Jueces
frente al coto vedado”
<http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/1292507191670049
5109213/discusiones1/Vol1_04.pdf>. Sin embargo, esto no significa que no se adhiera a las
tesis kantianas, sino que consideraría que el modelo neoconstitucionalista podría concluir en un
siste- ma elitista en donde los jueces aparezcan como los grandes definidores de la política y no
siempre actuarían a favor de las mayorías. Para un desarrollo de las tesis democráticas y
mayoritarias del Derecho Constitucional ver. WALDRON, Jeremy. Law and Disagreement.
Oxford University Press, Oxford, 1999; y para una evaluación de las tensiones entre las tesis
constitucionales y democráticas ver SALAZAR UGARTE, Pedro. La democracia
constitucional, una radiografía teórica. FCE, México, 2006.
(29) ATIENZA, Manuel. El Derecho como Argumentación. Ariel, Barcelona, 2006
(30) ATIENZA, Manuel. Derecho y argumentación. Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2005. Obviamente, esto no significa afirmar que antes del siglo XX no existía el positivismo o
el iusnaturalismo. Por otro lado, si bien alguien podría sostener que en el carácter argumentativo
del Derecho no es tampoco novedoso, pues en la retórica o la tópica (recuperadas por Perelman
y Viehweg en los años cincuenta, dicho sea de paso) y en el mismo iusnaturalismo se podría
encon- trar también formas de razonamiento práctico, sin embargo, la novedad la
encontraríamos en que
191
Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
Precisamente como diría Alexy: “la idea básica de la teoría del discurso es
la de poder discutir racionalmente sobre problemas prácticos con una pretensión
de rectitud. Bajo el nombre de problemas prácticos, entiendo problemas que
conciernen a lo que es debido y prohibido, y lo que es permitido, bueno y malo.
Con esto intenta la teoría del discurso ir por un camino medio entre teorías ob-
jetivistas y cognitivistas, de una parte, y subjetivistas y no cognitivistas, de la
otra. Su punto de partida es el discurso práctico general. Discursos prácticos
generales no son argumentaciones institucionalizadas sobre lo que es ordenado,
prohibido y permitido, así como tampoco de lo que es bueno o malo. Un discur-
so práctico es racional cuando en él se llenan las condiciones de argumentación
práctica racional. Al satisfacerse estas condiciones el resultado del discurso es
correcto. La teoría del discurso es por eso una teoría procesal de corrección
práctica”(33) (el resaltado es mío).
192
Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales
193
Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
Así, entendiendo que existe una diferencia entre reglas y principios (como
señala la teoría neoconstitucional), los principios deberían entenderse como
mandatos de optimización cuya concreción dependerá de las posibilidades ju-
rídicas y fácticas(39). Esto significa que los principios son susceptibles de ponde-
ración, es decir, que en cada caso concreto habrá que ver cuál de los principios
se convierte en regla y cuál en excepción, pudiendo esto variar si se trata de
(36) Los mismos que se dividen en argumentos teleológicos que se apoyan en una idea de lo bue-
no y deontológicos que se basan en la idea de lo justo o injusto (independientemente de sus
consecuencias).
(37) Siendo estos argumentos de carácter lingüístico, genético (voluntad del legislador histórico) y
sistemático.
(38) ALEXY, Robert. Teoría del discurso y derechos humanos. Ob. cit., pp. 58-59
(39) ALEXY, Robert. El concepto y la validez del Derecho. Ob. cit., p. 162.
Asimismo, Alexy en oposición define a las reglas como mandatos definitivos; por lo tanto, un
conflicto entre reglas debería terminar con la expulsión de una de ellas del sistema. Con relación
a las posibilidades fácticas y jurídicas, observaremos que lo fáctico se refiere a la idoneidad y
necesidad de la medida limitadora examinada, en cambio, lo jurídico se relaciona ya
directamente con lo que sería el mismo juicio de ponderación a través de la siguiente ley:
“cuanto mayor sea el grado de no realización o de afectación de un principio, tanto mayor tiene
que ser la importancia de la satisfacción del otro”. Ibídem, p. 171. Ver también al respecto el
artículo de SOBREVILLA, David. “El modelo de reglas/principios/procedimientos de Robert
Alexy”. En: Isonomía. N° 4, México, abril de 1996
194
Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales
Así pues, tomando en consideración todos los aportes efectuados por los
autores antes citados(43), la Teoría de la Argumentación sugiere una serie de cri-
terios generales(44) que serían muy útiles para evaluar la corrección o justicia de
una decisión; estas serían las reglas de la consistencia, la coherencia, la univer-
salizabilidad y el consecuencialismo(45).
195
Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
rial, con los criterios de orden sustantivo que responden a la moral kantiana y a
la moral utilitarista. Así por ejemplo, si uno tuviese que evaluar una sentencia,
no solo deberíamos fijarnos en la consistencia de los considerandos, esto es, que
no existan contradicciones entre ellos o que exista también una coherencia en el
razonamiento –en otras palabras, que la argumentación siga un sentido claro y
que pueda preverse la conclusión del razonamiento–, sino que la decisión adop-
tada debe también someterse al test de la universalidad, que significa el presen-
tar ante un imaginario auditórium universal de seres racionales nuestra decisión
y ver en qué medida esta decisión sería aceptable para ese auditórium (universa-
lidad), finalmente, también se trata de considerar los efectos que podría generar
nuestra decisión al interior de la sociedad, pues es importante tomar nota de los
intereses que se verían afectados (consecuencialismo).
Todo esto conforma así las reglas del razonamiento práctico empleado por
el razonamiento jurídico y su uso permitiría legitimar las decisiones que emiten
los órganos jurisdiccionales siendo este el gran aporte efectuado por la Teoría
de la Argumentación Jurídica.
(46) Más aún si es que asociamos la argumentación con la retórica y la tópica, que se daban no en un
contexto de universalidad, sino muy focalizado en las polis o ciudades antiguas.
(47) ALEXY, Robert. Teoría de la Argumentación Jurídica. CEC, Madrid, 1983; Ídem. Teoría de
los Derechos Fundamentales. Madrid, CEC, 1993
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Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales
(48) Respecto a esto, quisiera señalar que estoy definiendo liberalismo como aquel discurso que se
sus- tenta en la moral de los derechos individuales, por lo tanto su fundamento es kantiano.
Hago esta aclaración porque también es posible proponer otras formas de discurso también
llamado liberal aunque podría llevarnos a la defensa de otros valores que no serían
necesariamente aceptados por la tradición kantiana, por ejemplo, la perspectiva hobbesiana,
preferiría más bien los valores de la paz, el orden o la seguridad pública antes que la autonomía
personal. Para un análisis de las dis- tintas corrientes liberales contemporáneas ver GREPPI,
Andrea. Concepciones de la democracia en el pensamiento contemporáneo. Trotta, Madrid,
2006; GARGARELLA, Roberto. Las teorías de la justicia después de Rawls. Barcelona, Paidós,
1999; KYMLICKA, Will. Filosofía política contemporánea. Ariel, Barcelona, 1994 y, por
supuesto, el infaltable ensayo de BERLIN, Isaiah. “Dos conceptos de libertad”. En: Cuatro
ensayos sobre la libertad. Alianza, Madrid, 1998.
(49) NINO, Carlos Santiago. Ética y Derechos Humanos. Buenos Aires, Astrea, 1989.
197
Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
Responde Alexy:
“Eso depende de la manera como se interpreta la libertad general de acción.
Por eso, solo podré responder a la pregunta cuando sepa qué es la libertad
general de acción según la Constitución colombiana. Quiero indicar por
qué planteo esta cuestión: en Alemania, el artículo que garantiza la libertad
general de acción se interpreta de dos maneras. Por una parte, garantiza la
libertad de acción en calidad de derecho general a la protección de la per-
sonalidad y lo hace en asociación con la garantía de la dignidad humana.
Paralelamente se responde por la libertad general de acción como libertad
de hacer o dejar de hacer cualquier cosa a voluntad. Se advierte de inmedia-
to que la libertad general de acción como expresión del derecho común de
protección a la personalidad tiene un mayor peso abstracto que la libertad
general de acción como derecho de hacer y dejar de hacer lo que se desee,
por ejemplo, para decidir cómo uno quiere hacerse cortar el pelo. Por eso
debo saber cuál es el significado de “libertad general de acción” en la Cons-
titución colombiana para poder contestar la pregunta que me hizo”
[Después de recibir una concisa información sobre el artículo 16 de la
Constitución, que protege el libre desarrollo de la personalidad, y sobre
otras garantías constitucionales que tienen en vista la dignidad humana,
Robert Alexy reto- ma su respuesta]. “En este caso mi respuesta será muy
sencilla: tan pronto como entra en juego la dignidad humana, en relación
con la libertad general de acción, se tiene una clara barrera. Mientras se
trata solamente de decisio- nes cotidianas, que no tienen que ver con la
personalidad, con la dignidad, sino con pequeñas ventajas y desventajas,
también de tipo financiero, que no afectan la personalidad, tal preferencia
prima facie a favor del derecho a la paz podría hacerse valer”(50).
Ciertamente, de lo expresado en su respuesta queda muy claro que el pro-
fesor Alexy está pensando en la prevalencia de los derechos fundamentales y el
coto vedado pues, si se trata de afectar directamente la autonomía
(personalidad) o la dignidad, entonces ningún principio de raíz utilitarista (bien
común, seguri- dad pública, paz interna, orden público etc.) podrá ser
prevalente.
(50) QUINTERO, Diana Patricia. “5 preguntas a Robert Alexy”. En: Precedente. Anuario Jurídico.
U. ICESI, Cali, 2003, p. 91. El artículo 16 de la Constitución colombiana señala lo siguiente:
“Artículo 16.- Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más
limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico”.
198
Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales
199
Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
que no existe razón alguna que pueda justificar el maltrato a otro ser humano(51)
y por ello serían liberales todos aquellos que suscriben esta tesis(52).
(51) Esta idea fue planteada por la profesora norteamericana Judith Shklar y compartida ampliamente
por filósofos como Richard Rorty y seguramente por todos los neoconstitucionalistas. Cfr.
ROR- TY, Richard. Contingencia, ironía y solidaridad. Paidós, Barcelona, 1996, p. 17.
(52) Si bien es cierto he identificado el liberalismo con el individualismo, la idea de asociar ahora el
liberalismo con el “no causar dolor a otro” podría en teoría posibilitar el desarrollo de un libera-
lismo comunitario o no individualista, empero, cualquier liberal –comunitarista o liberal– igua-
litario se opondría a la comunidad si es que esta se vuelve agresiva contra cualquier individuo.
Tal hecho, me hace considerar entonces que el liberal en el fondo asume siempre la defensa del
individuo.
(53) Yo mismo he desarrollado este aspecto en mi texto Derecho y Emergencia: Hacia una Teoría
del Derecho del Enemigo. Departamento de Derecho de la PUCP, Lima, 2007.
(54) Cfr. <http://www.libertaddigital.com/mundo/bush-acatara-la-sentencia-que-permite-a-los-reos-de-
guantanamo-recurrir-ante-los-tribunales-1276332592>.
200
Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales
De todo esto se puede deducir, entonces, que no habría por qué considerar
que exista un espacio de no discusión o deliberación en la Teoría de la Argu-
mentación y esto significaría, a su vez, poder brindar una respuesta distinta a la
que señala el profesor Alexy en la entrevista. De esta forma, por ejemplo, en la
situación de excepcionalidad que vive Colombia podría entenderse límites con-
cretos a la autonomía de aquellos que se convierten en enemigos del Estado (57) y
que tales medidas podrían superar tranquilamente el test de la proporcionalidad.
Dicho de otra manera, podría ser que medidas claras que restrinjan la libertad
personal de los enemigos (las FARC en Colombia) sean aceptables por un audi-
tórium de personas racionales (los ciudadanos colombianos cansados de secues-
tros, asaltos y violencia en general, o también un ciudadano peruano cansado de
los embates de Sendero Luminoso, o un ciudadano norteamericano amenazado
(55) Ciertamente, este aspecto de la universalidad o del auditórium universal es harto discutible, pues
podría ser interpretado como un espacio ideal más que real o deseable más que factible con lo
cual podríamos ingresar o regresar a una dimensión abstracta y paradójicamente poco práctica
del Derecho. Quizá en el fondo tengamos que preferir a Hegel antes que a Kant.
(56) Por ejemplo, Richard Posner. Not a suicide pact, the Constitution in a Time of National Emer-
gency. Oxford University Press, Oxford, pp. 147-158, donde el autor concede una enorme flexi-
bilidad a los derechos o también con posiciones más moderadas que, si bien podían cuestionar
las decisiones de los “halcones”, sin embargo tampoco estaban dispuestas a llegar a las
posiciones de los maximalistas (es decir de los neoconstitucionalistas). Cfr. Ackerman, Bruce.
Antes de que nos ataquen de nuevo. Barcelona, Península, 2006. La base de todo este debate que
he citado está en ROSSITER, Clinton. Constitutional Dictatorship. Princeton University Press,
Princeton, New Jersey, 2002.
(57) Cfr. Eduardo Hernando Nieto. Derecho y Emergencia. Loc. cit.
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Neoconstitucionalismo y Teoría de la Argumentación Jurídica
por el terror islámico) y los efectos de estas medidas finalmente no sean una
carga pesada para la mayoría de los ciudadanos afectados por estas situaciones
anormales.
(58) Sería interesante, por ejemplo, referirse en otro momento a la manera como se ha desarrollado
la argumentación en el medio académico norteamericano, de hecho se podría encontrar enfoques
mucho más a tono con el sentido práctico que se asume en el Derecho dentro de esta
perspectiva. Cfr. POSNER, Richard. How judges think. Harvard University Press, Cambridge,
Mass, 2008; también ALEXANDER, Larry & SHERWIN, Emily. Demystifying Legal
Reasoning. Harvard University Press, Cambridge, Mass, 2008.
(59) Tomo el concepto de enemigo en el sentido del realismo político schmittiano –y no en el sentido
del penalista Jakobs–, es decir, como el conjunto de personas que amenazan abiertamente la
vida de otra colectividad. Cfr. SCHMITT, Carl. El Concepto del Derecho. Alianza, Madrid,
2001. Evi- dentemente, para los liberales kantianos –que han sido objetos de mi crítica– no
existe el enemigo sino solamente infractores, delincuentes o simplemente adversarios.
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Pautas para interpretar la Constitución y los derechos fundamentales ESPECIAL
ESPECIAL
ESPECIAL
Ponderación, test de
necesidad e “intensidad” de la
intervención de derechos
fundamentales
* Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Diplomado como especialista en Derecho Constitucional y Ciencia
Política por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de España. Asesor del Tribunal Constitucional de Perú.
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ha de depender de que esta cumpla con las exigen- de ser denominado como derecho, bien o princi-
cias del principio de proporcionalidad. La “inter- pio constitucional interviniente.
vención” constituye, así, un concepto descriptivo,
que no presupone que ella sea constitucional o La “intensidad” de la intervención constituye una
inconstitucional. variable que denota el grado, mayor o menor, que
ella ocasiona en el ejercicio o goce de un derecho
Como supuestos de intervención en derechos fun- fundamental. Esta valoración de los grados o mag-
damentales puede nombrarse, por ejemplo, la pro- nitudes de una intervención siempre puede ser
hibición de tránsito de vehículos pesados en deter- efec- tuada, debido a que constituye una
minadas zonas, prohibición que constituye una in- característica consustancial a ella. Así, sobre los
tervención en la libertad de tránsito; la prohibición ejemplos nom- brados, puede afirmarse que la
de comercio ambulatorio en la zona his- prohibición de trán-
tórica de una ciudad, prohibición que sito de vehículos, en gene-
representa una intervención en la ral, en una zona determina-
liber- da de la ciudad, representa
tad de trabajo; el mandato de pagar el
una intervención grave de
“
impuesto a la renta sobre el 35 % de La constitucionalidad la libertad de tránsito, con
los ingresos, mandato que representa de una intervención ha respecto a una prohibición
una intervención en el derecho de de depender de que de tránsito de vehículos
propie- dad; la prohibición de esta cumpla con las que solo opera sobre
manifestaciones colectivas públicas exigen- cias del principio vehículos de elevado
de protesta en el zona histórica de la de pro- porcionalidad. La tonelaje, que re-
ciudad, prohibi- ción que representa “inter- vención” presentaría solo una inter-
una intervención en la libertad de constituye, así, un vención leve. Una acumu-
reunión; o, en fin, la prohibición de concepto descriptivo, lación de ruidos en una
que no presupone que
”
fumar en lugares pú- blicos, zona de discotecas, pubs,
ella sea constitucional o
prohibición que constituye una cantinas y bares, durante
inconstitucional
intervención del derecho al libre des- las horas de la noche y de
envolvimiento de la personalidad. la madrugada, puede repre-
Como se advierte, en toda sentar una afectación de
intervención
de derechos fundamentales aparecen dos elemen- intensidad grave del dere-
tos: por un lado, el derecho intervenido y, por cho al medio ambiente y, concretamente, a un en-
otro, el derecho interviniente, bien torno acústicamente sano, de las personas que ha-
constitucional interviniente. El derecho bitan en zonas aledañas, con respecto a los ruidos
intervenido es aquel so- bre el que incide o afecta que podrían ocasionar la sola circulación nocturna
la norma, es decir, sobre el que opera la o de madrugada de los vehículos, que representa-
intervención. El derecho o bien cons- titucional ría solo un caso de afectación leve del derecho al
interviniente es aquel que justifica la in- medio ambiente.
tervención, es decir, el que justifica el estableci-
La intensidad de una intervención puede ser cata-
miento de la prohibición o del mandato dispuesto
logada como grave, leve y media. La adjudicación
por la norma. En la estructura del principio de pro-
a la intervención de alguno de estos valores resulta
porcionalidad, este elemento viene a ser el fin que
necesaria a efectos de posibilitar la comparación.
justifica la prosecución del objetivo que el legisla-
La calificación de la intensidad se sustenta en pre-
dor pretende con el establecimiento de una nor-
misas de diversa naturaleza. Así, en valoraciones
ma. Como es sabido, en el establecimiento de una
éticas, en datos científicos, en apreciaciones
norma el legislador pretende la prosecución de un
común- mente aceptadas o generalizadas o,
objetivo (un estado de cosas), ahora, la prosecu-
simplemente, en afirmaciones plausibles. Sobre
ción de tal objetivo se justifica en la realización o
ellas no vamos a tratar aquí, pues ello excede el
protección de un derecho fundamental, de un prin-
específico propó- sito de este trabajo.
cipio o de un bien constitucional. Este derecho,
principio o bien viene a ser el fin de la interven-
III. SU ANÁLISIS EN EL EXAMEN DE NE-
ción. Como se advierte, el fin constitucional cons- CESIDAD
tituye el principio que justifica o del que se deriva
la intervención. Dado que se trata del principio so- El examen de necesidad consiste en una compara-
bre la base del cual se establece la intervención, ción de medio a medio. Por “medio” se entiende
pue-
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aquí a la medida que incide o interviene en los de- entre la intensidad de la intervención real y la in-
rechos fundamentales. Los medios que han de tensidad de la intervención hipotética. Se desig-
com- pararse son al menos dos: el medio adoptado na como intervención real a la ocasionada por el
por el legislador y el hipotético alternativo que medio adoptado por el legislador y como interven-
podría haber adoptado. Como resultado de esta ción hipotética a la que ocasionaría el medio hipo-
compara- ción solo puede haber dos posibles tético alternativo2.
conclusiones:
(a) que el medio hipotético alternativo no ocasione Ahora bien, la comparación que ha de efectuarse
intervención alguna en derechos fundamentales; en el examen de necesidad debe llevarse a cabo
o, (b) que el medio hipotético alternativo ocasione bajo la exigencia del principio de menor gravosi-
una intervención en derechos fundamentales1. dad de la intervención, es decir, bajo el imperativo
de que la intervención en los derechos sea estricta-
Si se trata del primer supuesto (a), no se requiere mente indispensable. Este elemento del examen de
la introducción de la variable intensidad de la necesidad es de carecer normativo porque indica
inter- vención, debido a que la existencia de un en qué dirección debe efectuarse la comparación
medio hipotético alternativo igualmente idóneo al entre intensidades. Por ello es equivalente a la ley
medio adoptado por el legislador conduce a de ponderación que, como es sabido, indica el sen-
concluir en la inconstitucionalidad de este último, tido en el que debe efectuarse de esta operación.
en tanto se de- muestra que el legislador disponía Debido a ello, con propósito operativo y a efectos
al menos de un medio alternativo que podía de destacar la función normativa idéntica que la
alcanzar el objetivo buscado por aquel, pero sin ley de ponderación y el principio de menor
necesidad de infligir u ocasionar una intervención gravosidad desenvuelven en el examen de
en un derecho funda- mental. Si tal es la ponderación y de necesidad, respectivamente,
conclusión, el medio es incons- titucional y no puede denominarse a este principio como ley de
hay, en absoluto, necesidad de aná- lisis adicional menor gravosidad.
alguno. La ley de menor gravosidad conduce a que la in-
Por el contrario, de tratarse del segundo supuesto tensidad de la intervención real deba ser siempre
(b), la variable “intensidad” de la intervención se menor a la de la intervención hipotética o, a la
incorpora plenamente en el análisis de la necesi- inver- sa, que la intensidad de la intervención
dad de la medida. La comparación medio a me- hipotética deba ser siempre mayor a la de la
dio puede plantearse, con significativos intervención real. De no satisfacerse esta ley la
convenien- tes, en términos de una comparación norma –y la interven- ción en ella contenida–
de intensi- dad de intervención a intensidad de resultará inconstitucional. Esta ley podría ser
interven- ción, o simplemente, en una enunciada en estos términos:
comparación entre intensidades de La intensidad de la intervención real debe ser
intervención. menor que la intensidad de la intervención hi-
En efecto, cuando en el examen de necesidad se potética.
compara entre el medio adoptado por el legislador Como consecuencia de la comparación entre la in-
y el medio hipotético alternativo lo que tiene lugar tensidad de la intervención real (Ir) y la intensi-
es una comparación entre el grado o magnitud de dad de la intervención hipotética (Ih), bajo la
la intervención en derechos fundamentales ocasio- exi- gencia de la ley de menor gravosidad, puede
nada por el medio adoptado por el legislador y el con- cluirse en que:
grado de incidencia hipotético que podría haber
a) La norma es constitucional, si la intervención
generado un medio alternativo. Es decir, la compa-
real es de menor intensidad que la interven-
ración entre medios consiste, en realidad, en una
ción hipotética; o,
comparación entre intensidades de intervención.
b) La norma es inconstitucional, si la intervención
Desde tal perspectiva, la comparación entre el me- real es de mayor intensidad que la interven-
dio adoptado por el legislador y el medio ción hipotética.
hipotético alternativo se convierte aquí en una
comparación
1 Lo aquí planteado no desconoce que un paso previo al de la determinación de la intensidad de la intervención es la idoneidad del medio
hipotético alternativo.
2 En otro lugar hemos planteado la estructura de la ponderación aplicando el par de conceptos intervención real e intervención hipotética.
Vide. MENDOZA ESCALANTE, Mijail. “Conflicto entre derechos fundamentales. Expresión, información y honor”, 1ª ed., Palestra
Editores, Lima, 2007, Pág. 100 y sgte.
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3 Ibid., p. 100.
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Como se aprecia, la intervención hipotética en la de la intervención. Por otra parte, el concepto “sa-
ponderación viene a ser la permisión de una ac- tisfacción del otro” es equivalente al de “interven-
ción que, por el contrario, está prohibida por la in- ción hipotética” y el de “importancia” al de “in-
tervención real. En los ejemplos, la intervención
“
tensidad”. Según esto, la ley tendría el siguiente
real está constituida por la prohibición de una ac- enunciado:
tividad y la intervención hipoté-
tica por la permisión de tal acti- Cuanto mayor es la intensidad
de la intervención real, tanto
vidad. La prohibición de la acti- La comparación que mayor ha de ser la intensidad
vidad se justifica en la debe efectuarse en el de la intervención hipotética.
protección de ciertos derechos examen de ponderación
fundamenta- les (derecho debe realizarse bajo la De lo anterior se infiere que la
interviniente) y la permisión de exigencia de la ley de intervención hipotética siempre
ella constituye di- rectamente el ponderación. Como es debe ser mayor a la intensidad
ejercicio o goce de un derecho sa- bido, esta ley de la intervención real o, a la in-
fundamental (dere- cho establece lo siguiente: versa, que la intensidad de la in-
intervenido). “cuanto mayor es el tervención real debe ser menor
grado de la no sa- a la intensidad de la intervención
En este contexto, la intensidad tisfacción o de la afecta- hipotética. Por razones de ope-
de la intervención real viene a ción de un principio, tan- ratividad y claridad, puede resul-
ser la mayor o menor to mayor tiene que ser la tar más conveniente formular la
”
gravosidad que la prohibición importancia de la satis- ley de ponderación en estos tér-
de una acción oca- siona en el facción del otro minos. En tal sentido, la ley de
derecho intervenido. Por su la ponderación tendría el si-
parte, la intensidad de la
intervención hipotética vendrá a
ser la mayor o menor gravosidad que la permisión guiente enunciado:
de esa acción ocasiona en el derecho intervenien-
te. Al margen de estos ejemplos, adviértase, sin La intensidad de la intervención real debe
embargo, que no solo hay derechos “intervinien- ser menor que la intensidad de la interven-
tes”, sino también “principios” o “bienes constitu- ción hipotética.
cionales” intervinientes, con lo cual el análisis de Ahora bien, como consecuencia de la comparación
la intensidad de la intervención hipotética puede entre la intensidad de la intervención real (Ir) y
estar referido también al grado de afectación de la intensidad de la intervención hipotética (Ih),
principios o bienes constitucionales. bajo la exigencia de la ley de ponderación, puede
Ahora bien, la comparación que debe efectuarse concluirse que:
en el examen de ponderación debe realizarse bajo a) La norma es constitucional, si la intervención
la exigencia de la ley de ponderación. Para un real es de menor intensidad que la interven-
me- jor entendimiento de esta ley, plantearemos su ción hipotética; o,
for- mulación en otros términos. Como es sabido, b) La norma es inconstitucional, si la intervención
esta ley establece lo siguiente4: real es de mayor intensidad que la intensidad
“Cuanto mayor es el grado de la no satisfac- de la intervención hipotética
ción o de la afectación de un principio, tanto La ley de ponderación constituye un elemento de
mayor tiene que ser la importancia de la carácter normativo porque indica en qué dirección
satis- facción del otro” (resaltado añadido). debe realizarse la comparación entre intensidades
y, por lo tanto, de su aplicación se concluye en la
Bajo este enunciado, los términos “no
validez de la intervención real o, en su caso, en la
satisfacción” y “afectación” equivalen al concepto
invalidez de ella.
“intervención real”, ello debido a que la “no
satisfacción” o la “afectación” de un derecho Como se advierte, la ponderación no viene a ser
vienen a ser la inter- vención real. La alusión al sino una comparación de dos variables que se dan
“grado” de afectación viene a ser lo que en toda intervención de derechos fundamentales,
conocemos como “intensidad”
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