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Tema 4 Bioquímica

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Tema 4: Bioenergètica

1. Bioenergètica:

• Es el estudio de las transformaciones de la energía que tienen lugar en los seres vivos, que
les permiten obtener energía de sus nutrientes, almacenarla y consumirla en sus propios
procesos vitales.
1. Una de las características que habitualmente se atribuyen a la vida es que se trata
de “un flujo constante de materia y energía”. Que la vida es un flujo constante de
materia requiere poca explicación, ya que todos somos conscientes de haberlo
experimentado: comemos, creamos materia para crecer y finalmente eliminamos
los restos de materia no aprovechada. Flujo de energía: el metabolismo es el
conjunto de reacciones químicas que tienen lugar en los seres vivos, necesarias
para mantener su estado vital. Por lo tanto, son las reacciones que tienen que
permitirnos la transformación tanto de la materia como de la energía. No se trata
de “una serie de reacciones”, sino de un sistema químico perfectamente
organizado, en el cual podemos distinguir dos tipos de procesos principales:
i. El catabolismo es aquel conjunto de reacciones metabólicas que
nos van a permitir obtener materia y energía de unos nutrientes
ricos en energía que empiezan teniendo una considerable
complejidad estructural y acaban convertidos en moléculas de
deshecho, muy pobres en energía, que eliminamos de nuestro
cuerpo. Son reacciones, por tanto, que han de liberar la energía
que nosotros podemos aprovechar.
ii. El anabolismo, por el contrario, es el conjunto de reacciones
metabólicas que nos han de permitir fabricar nuestras propias
biomoléculas esenciales para nuestra vida (como nuestros ácidos
nucleicos, nuestras proteínas o nuestras moléculas estructurales
y de reserva a partir de moléculas sencillas, procedentes de
nuestros nutrientes. Son procesos caros y, por lo tanto, requieren
que aportemos energía, que habremos obtenido previamente en
el catabolismo.
2. La materia, obviamente, la encontraremos en los átomos de las moléculas que
conforman nuestros nutrientes. Eso está claro: de ahí obtendremos nuestro
carbono, nuestro nitrógeno, nuestro fósforo… En el caso de la energía, en un
primer momento de la vida en la Tierra, hubiese sido posible, obtener energía de
los núcleos de esos mismos átomos y hubiese sido una gran fuente de energía:
todos sabemos que la energía nuclear lo es, así que podría haber sido también la
fuente de la vida en la Tierra. Sin embargo, no lo fue, nunca se desarrollaron los
mecanismos “metabólicos” que permitiesen obtener esa energía nuclear.
• Sólo queda una respuesta posible: de los electrones. La bioenergética, como veremos,
se va a basar en el intercambio de electrones. El objetivo del metabolismo es obtener
electrones de muy alta energía a lo largo del catabolismo (que, por eso mismo, va a
contar con una serie de reacciones de oxidación de nutrientes) y extraerles esa energía
hasta donde podamos para dedicarla a nuestros procesos de biosíntesis (y por eso el
anabolismo va a tener numerosas reacciones de reducción).

• Entre ambos, encontraremos toda una serie de maquinaria metabólica destinada a


transformar esta energía de los electrones en una forma útil para nosotros que, como
veremos, es el ATP.

• Entre estos procesos transformadores, encontramos procesos como el ciclo de Krebs, la


cadena respiratoria y la fosforilación oxidativa. En ellos, se van a recoger la mayoría de
los electrones del catabolismo (recordad cuánto NADH y FADH 2 – es decir, poder
reductor en forma de electrones – se obtiene en el ciclo de Krebs), les vamos a extraer
toda la energía de que seamos capaces (en la cadena mitocondrial de transporte de
electrones o cadena respiratoria) y finalmente transformaremos esa energía en ATP útil
para nuestras células (en la fosforilación oxidativa).
• En bioquímica, tenemos una ventaja al hablar de termodinámica con respecto a la química.
Aquí no hay casi gases (la mayor parte del metabolismo tiene lugar en disolución), no hay
cambios de presión (vivimos de manera casi eterna a 1 atm de presión, con variaciones
miserables desde el punto de vista termodinámico), prácticamente estamos a temperatura
constante. Es decir, que hay toda una serie de magnitudes termodinámicas que hay que
estudiar en química pero que son prácticamente nulas en bioquímica, hasta el punto de que
podemos afirmar que, en bioquímica, la energía total de una molécula se corresponde, casi
exclusivamente, con su entalpía (H).
• La entalpía es perfectamente calculable y sabemos de qué términos se compone. La entalpía
de una molécula sólo tiene dos componentes: la energía informacional necesaria para
mantener su estructura (entropía, S) y el resto de energía de sus átomos que no está
implicada en la estructura, como la energía vibracional de sus átomos, la energía
electrostática entre protones y electrones, la energía rotacional de los electrones, su energía
magnética, etc. (globalmente considerada como energía libre, G).
• Hemos hablado de energía informacional. Es la componente energética de una molécula
destinada a mantener su información estructural, es decir, su orden. La medimos como una
magnitud de su “desorden” (la entropía), pero en el fondo tanto da: yo puedo saber la
energía dedicada a una estructura tanto si miro lo ordenada que está como si miro lo
desordenada que está.
• La información cuesta energía és decir para que quede almacenada. Con las moléculas
sucede algo parecido. Aquí tenéis un ejemplo de una molécula. Sólo con mirarla, yo ya os
puedo decir que se trata de una L-a-alanina: tiene un grupo amino unido al carbono alfa,
que además queda a la izquierda del eje de carbonos, con una cadena lateral de un único
átomo de carbono unido a tres hidrógenos. ¿Cómo puedo saberlo, cómo puedo estar seguro
que no es una D-alanina o una b-alanina? Porque cada uno de los enlaces de esta molécula
contiene suficiente energía como para mantener su estructura de L-a-alanina, es decir,
contiene la información (= energía) necesaria para que sea esa molécula y no otra.
• Es decir, los electrones de esos enlaces covalentes tienen energía. Si rompemos esos enlaces
inmediatamente, la molécula tendrá menos energía total (menos entalpía) porque perderá
energía informacional y, por tanto, aumentará la cantidad de energía libre que se
desprenderá. Si no hago nada, esa energía libre se perderá en forma de calor, pero si la
evolución lo ha permitido, yo tendré algún coenzima a mano para aprovecharla y poderla
utilizar en mi provecho.
• En función de la energía libre que un proceso químico (por tanto, también los metabólicos)
intercambia con el medio ambiente, tenemos tres tipos de procesos:
o Espontáneos: la molécula pierde energía libre, que se desprende al ambiente
(DG<0).
o En equilibrio: el proceso ni libera ni consume energía libre (DG=0).
o Antiespontáneos: la molécula consume energía libre del medio, ya que tiene mayor
energía al acabar el proceso (DG>0).

• Lógicamente, el valor de DG está muy relacionado con el de la constante de equilibrio, ya


que ambos determinan, con magnitudes diferentes, el mismo fenómeno químico.

• Esta relación entre ambas magnitudes sólo se da en condiciones estándar: a 273 K (25ºC), 1
atm de presión y a concentración 1 M de todos los componentes del sistema, reactivos y
sustratos. A los bioquímicos, como estudiamos procesos catalizados por enzimas, se nos
concedió una condición estándar más, pH=7 (para que no se desnaturalicen los enzimas),
pero entonces debemos añadir una prima (‘ ) a los símbolos de DG i K eq (para nosotros DG’
y K’eq; si es en condiciones estándar, DG’ se representa DGº’).

• En condiciones reales, sin embargo, no podemos usar la K’ eq, sino la RAM (relación de acción
de masas). En condiciones reales, debemos usar la temperatura real (por ejemplo, en células
de un animal homeotermo podemos asumir unos 310 K, 37ºC; pero si no, hemos de usar la
temperatura real) y también las concentraciones reales de sustratos y productos en valor
molar. A partir de estos valores y del valor de DGº’, podremos calcular el valor de DG’ de
cualquier proceso metabólico y así sabremos si está próximo al equilibrio, si es espontáneo,
si requiere energía, etc.

• En un ser vivo, lógicamente, todos los procesos tienen que ser espontáneos. Algunos pueden
estar en equilibrio, pero el metabolismo en su conjunto NO PUEDE ESTAR EN EQUILIBRIO.
Para un ser vivo, el equilibrio termodinámico es la muerte, ya que vivimos
permanentemente en contra del equilibrio. El propio concepto de “flujo de materia y
energía” nos indica que no puede haber equilibrio: continuamente tiene que estar entrando
materia y energía, que será procesada y eliminada. Es decir, no estamos en equilibrio, sino
en un ESTADO ESTACIONARIO DINÁMICO.
• Por lo tanto, todos nuestros procesos metabólicos serán DG<0, pero podemos distinguir dos
tipos:
o Aquellos muy próximos al equilibrio, DG≈0
o Aquellos muy alejados del equilibrio, DG<<0
• Los más próximos al equilibrio serán procesos REVERSIBLES. En ellos, un ligero cambio en
las concentraciones de sustratos y productos puede invertir el sentido de la reacción, ya que
sus concentraciones estacionarias se encuentran muy próximas a su RAM eq. Son procesos
muy eficientes termodinámicamente, ya que el pasar de A a B o de B a A prácticamente no
supone ninguna pérdida energética. Por eso mismo, son muy versátiles: tanto nos sirven
para fabricar B a partir de A como para fabricar A a partir de B. Sin embargo, como casi no
hay desprendimiento de energía libre, no nos sirven para alimentar nuestros procesos
anabólicos más caros.
• Los procesos alejados del equilibrio son procesos IRREVERSIBLES. Las concentraciones
estacionarias de sus sustratos y productos están muy alejadas de su RAM eq, por lo que una
variación de unos o de otros (dentro de los márgenes de variación tolerables por una célula
viva) no afectará al sentido de la reacción, que continuará yendo en la misma dirección. Son
procesos, por tanto, muy poco eficientes energéticamente y muy poco versátiles, pero nos
ofrecen dos grandes ventajas:
o Son los puntos en los que se desprende gran cantidad de energía libre de los
sustratos, de modo que los podemos acoplar a la obtención de algún coenzima rico
en energía que nos permita almacenarla y aprovecharla más tarde.
o Y como siempre van en la misma dirección, son los procesos que MARCAN LA
DIRECCIONALIDAD de una vía, algo que es esencial para mantener un flujo. Por
ejemplo, ¿por qué podemos decir que la glucolisis es la conversión de glucosa en
piruvato? Si todas las reacciones de la vía fueran reversibles, tanto podría ser la
conversión de glucosa en piruvato como la conversión de piruvato en glucosa. Pero
la presencia en la glucolisis de tres reacciones irreversibles (la primera, la tercera y
la última) hace que, mediante esta vía, la glucosa se pueda convertir en piruvato,
pero el piruvato jamás se podrá convertir en glucosa. Existe un flujo glucolítico.
• Y por último, hemos dicho que todos los procesos de un ser vivo tienen que ser espontáneos.
Pero, ¿qué pasa con los procesos anabólicos? ¿No hemos dicho antes que el anabolismo
consume energía? ¿Qué quiere decir esto, que no podemos fabricar proteínas o ADN o ARN
o fosfolípidos o…? En absoluto, la evolución ha ingeniado un mecanismo termodinámico
para resolver este problema.
• Consiste en acoplar un proceso que sea DG>0 (y, por lo tanto, antiespontáneo e “imposible”)
a otro que sea DG<<0, de modo que ambos se den simultáneamente y la energía
desprendida en el segundo pueda ser aprovechada por el primero. De esa manera, al sumar
los DG de ambos procesos, tenemos un valor final DG<0 (y por lo tanto el proceso anabólico
ya puede ser espontáneo y “posible”).
• Existen unas cuantas moléculas capaces de ceder su energía en este tipo de procesos
acoplados, pero la evolución ha seleccionado una por encima de todas las demás: el ATP.
• Vamos a ver hoy la molécula de ATP desde el punto de vista de su papel bioenergético.
• El nombre ATP corresponde a las siglas en inglés de trifosfato de (ribo)adenosina. Y el
nombre es bien descriptivo, porque nos indica claramente cuáles son sus tres componentes:
o Una base nitrogenada (la adenina)
o Una pentosa (la ribosa), que junto con la adenina forman el nucleósido adenosina
o Y hasta tres grupos ortofosfato, unidos al carbono 5’ de la ribosa (recordad que en
los nucleótidos y nucleósidos, la numeración normal corresponde a la base
nitrogenada y la numeración con prima (‘), al azúcar. Según el número de grupos
fosfato, tendremos el AMP (1), el ADP (2) o el ATP (3). Para distinguirlos, el fosfato
que se une al carbono 5’ se llama fosfato a, el segundo b y el tercero g.
• El ATP es una molécula rica en energía. ¿Dónde se encuentra esa energía en la molécula que
acabamos de describir? En los enlaces que unen los fosfatos a y b y los fosfatos b y g. Se
trata de enlaces de tipo fosfoanhídrido y permiten la unión de grupos fosfato entre sí. Pero
eso tiene una consecuencia: la presencia de tres (en el ADP) y cuatro (en el ATP) cargas
negativas muy próximas entre sí, por lo que se repelen y eso hace que sus enlaces de unión,
los fosofanhídridos, tengan mucha tendencia espontánea a romperse. Pero, en
termodinámica, “tendencia a romperse” quiere decir que esa rotura es espontánea y eso
conlleva que la DG de rotura de estos enlaces sea muy negativa. Es decir, cuando se rompe
uno de estos enlaces, se desprende una gran cantidad de energía libre.
• De hecho, esta “tendencia a romperse” es tan alta que las moléculas de ATP y ADP deben
2+
estabilizarse con su conjugación con un ión de Mg , de no ser así no podrían unirse a los
enzimas que los necesitan. Esa es la razón de por qué el magnesio es tan importante para
realizar un esfuerzo físico: si sus niveles son bajos, al ATP muscular le costará más unirse a
la miosina y la contracción muscular será.
• Pero existe un tercer enlace fosfórico, el enlace fosfoéster entre el fosfato a y el carbono 5’.
¿Por qué este no es rico en energía? Porque en el AMP ya sólo nos quedan dos cargas
negativas, de modo que la tensión electrostática entre ellas es mucho menor. Aunque el
enlace fosfoéster tiene DG negativa, su valor es mucho menor que el de los otros dos, por
lo que no lo consideramos de alta energía.
• De todas formas, recordad un principio básico en termodinámica (y, por tanto, en
bioenergética): que un proceso tenga una DG muy, muy negativa quiere decir que será muy
espontáneo, PERO NO QUE VAYA A SUCEDER MUY DEPRISA. De la tendencia termodinámica
de un proceso no se puede deducir a qué velocidad se producirá. Y eso se aplica
precisamente al ATP: es una molécula muy “inestable” desde el punto de vista
termodinámico, pero muy “estable” desde el punto de vista cinético. Es decir, el ATP de hoy
seguirá siendo ATP dentro de varios años si no lo gastamos antes; eso sí, cuando finalmente
se gaste, desprenderá gran cantidad de energía libre.
• Cuando decimos que el ATP es una molécula rica en energía, ¿a qué nos referimos? ¿Cuál es
su verdadero valor energético?
• En condiciones estándar, el valor energético de la rotura de cualquiera de los enlaces
fosfoanhídrido es prácticamente el mismo, entre 30 y 35 KJ/mol (con valor negativo, porque
se trata de un desprendimiento de energía libre).
• ¿A qué se debe este valor tan negativo? Ya hemos hablado de la repulsión de cargas entre
los grupos fosfato muy próximos, pero hay dos factores más que contribuyen a que el
equilibrio esté muy desplazado a la derecha en estas tres situaciones:
o Existe poca tendencia a que se dé la reacción inversa porque los productos de la
reacción se repelen (todos ellos tienen dos o tres cargas negativas).
o Los fosfatos producto de la reacción son híbridos de resonancia (sus electrones
están parcialmente deslocalizados), especialmente estables y poseen una
configuración con energía inferior a la que contenía cuando estaban en forma de
ATP. Es decir, que la energía libre desprendida es consecuencia de que los productos
de la reacción contienen menos energía libre que en forma de ATP, y por tanto la
reacción es exergónica.
• Sin embargo, cuando observamos la rotura del enlace fosfoéster del AMP, vemos cómo, aun
siendo una reacción espontánea, su valor energético es mucho menor (en valor absoluto),
lo que quiere decir que el proceso no es tan espontáneo como los otros tres y, por tanto, no
desprende tanta energía libre. Fijaos que uno de los productos, la adenosina, no tiene carga
eléctrica, por lo que no se repele con el fosfato formado; por tanto, la reacción inversa, a
pesar de que es antiespontánea, no lo es tanto como en los casos anteriores.
• Pero todo lo anterior hace referencia a las condiciones estándar. ¿Y en condiciones reales?
Para eso, deberíamos recuperar la ecuación de la DG’ real (repasadla de la sesión del último
día) y determinar la temperatura real (vamos a suponer que en nuestras células sea 37ºC,
310 K) y las concentraciones reales de ATP, ADP, AMP, Pi, PPi y H+ (supongamos pH=7,4). Si
aplicamos la ecuación, obtenemos un valor de DG’ real de en torno a los -50 KJ/mol, incluso
algo mayor (en términos absolutos). Este valor recibe el nombre de POTENCIAL DE
FOSFORILACIÓN y es el auténtico valor energético del ATP en nuestras células.
• Hemos visto que los enlaces fosfoanhídrido se pueden romper, con una DG parecida, de tres
maneras diferentes:
• ATP a ADP
• ATP a AMP
• ADP a AMP

• Sin embargo, no lo hacen con la misma frecuencia. En la naturaleza, por ejemplo, el ADP
prácticamente nunca actúa como un donador directo de fosfato o energía. Mediante un
enzima que veremos a continuación, la adenilato quinasa, dos moléculas de ADP se
convierten en una de ATP y otra de AMP, de modo que una de ellas vuelva a ser un ATP de
forma directa.

• Las otras dos vías de rotura de enlaces fosfoanhídrido sí se dan en la naturaleza, pero no con
igual frecuencia.

• La primera, la rotura de ATP a ADP (es decir, la eliminación del fosfato g), es la que
llamaremos rotura fosfatolítica del ATP y es, de lejos, la más abundante. Libera una cantidad
de energía (-30,5 KJ/mol en condiciones estándar, unos -50 KJ/mol en condiciones reales)
suficiente para la mayor parte de los intercambios energéticos que tienen lugar en el
metabolismo y resulta relativamente fácil de regenerar (sólo requiere una fosforilación del
ADP a ATP) por parte de los sistemas de fosforilación.

• Pero en algunas situaciones esa rotura fosfatolítica del ATP puede no ser suficiente y se
recurre entonces a su rotura pirofosfatolítica: la conversión directa de ATP a AMP (es decir,
la eliminación de los fosfatos b y g conjuntamente). Pero, ¿por qué decimos que esta rotura
desprende más energía libre que la anterior, si hemos visto que sus DG son relativamente
parecidas?

• Porque el pirofosfato formado como producto en esta reacción es sustrato inmediato de las
diversas pirofosfatasas del organismo, enzimas que, sin ningún tipo de restricción, lo
convierten en dos moléculas de ortofosfato, en una reacción que también tiene un DG muy
negativo. Así pues, si se procede a la hidrólisis pirofosfatolítica del ATP se provoca el
desprendimiento de -65,9 KJ/mol (en condiciones estándar, bastante más en condiciones
reales), de modo que este proceso, en global, tiene una DG mucho más negativa que la
rotura fosfatolítica.

• ¿Y cuándo conviene utilizar esta reacción en lugar de la otra? Fundamentalmente, en dos


situaciones:
• Cuando el aporte energético de la rotura fosfatolítica no sea suficiente para el
proceso que se lleva a cabo.
• Cuando convenga que la reacción global siga teniendo una DG negativa. Ya
hemos comentado que el ATP se puede utilizar para hacer que una reacción DG
positiva se vuelva DG negativa, pero el balance energético global, aun siendo
negativo, no lo será demasiado y, por tanto, esa reacción acoplada será
favorable, espontánea, pero no mucho. En algunos casos conviene que la
reacción global sea muy espontánea, así que procedemos a una rotura
pirofosfatolítica del ATP: obtenemos la energía necesaria para que se pueda dar
la reacción DG positiva inicial y aún nos sobra suficiente energía (que se
desprenderá en forma de calor) para hacer que la reacción global siga siendo
DG negativa.

• Así pues, aquí tenemos un resumen de las posibles interconversiones de los tres nucleótidos
de adenosina.

• Mediante diversas transferasas (entre las que las más abundantes son las quinasas y las
fosfatasas, pero algunas reciben otros nombres, por ejemplo algunas sintetasas), el ATP
puede sufrir su rotura fosfatolítica (la más frecuente) y dar ADP o su rotura pirofosfatolítica
(menos frecuente) y dar AMP.

• Mediante el enzima adenilato quinasa y en una reacción perfectamente reversible,


podemos mantener un equilibrio entre los tres nucleótidos. En efecto, gracias a este enzima,
dos moléculas de ADP pueden compartir sus fosfatos para generar un ATP y un AMP, de
modo que el ATP pueda volver a ser utilizado; es lo que ocurre, por ejemplo, durante el
ejercicio muscular: a medida que se gasta ATP, se genera ADP y este ADP puede recuperar
una parte del ATP (el 50%) para seguir haciendo ejercicio. Pero esta reacción también puede
servir para recuperar el AMP, que se puede convertir en ADP aceptando uno de los fosfatos
de un ATP (por ejemplo, una vez acabado el ejercicio).

• ¿Y por qué es tan importante que el AMP se convierta en ADP? Porque la única manera de
recuperar el ATP de forma neta es mediante los llamados sistemas de fosforilación y todos
ellos utilizan exclusivamente el ADP como sustrato, nunca el AMP. Por eso, para que el AMP
pueda finalmente convertirse en ATP, primero lo tenemos que convertir a ADP y,
posteriormente, utilizar este ADP para generar ATP.

• ¿De cuántos sistemas de fosforilación disponemos los seres vivos y cuáles son? Existen tres
sistemas de fosforilación principales (algunas bacterias pueden presentar algún otro a partir
de sustratos inorgánicos), pero los animales sólo poseemos dos de ellos:

o Fosforilación directa desde un sustrato: una reacción desprende una cantidad


de energía libre lo suficientemente alta como para acoplarla a la síntesis de un
ATP de manera directa. Hay muy pocas reacciones de este tipo, pero seguro que
conocéis al menos tres (que volveréis a ver en la asignatura Metabolismo):

• La reacción catalizada por el enzima fosfoglicerato quinasa en la


glucolisis, que nos transforma el 1,3-bisfosfoglicerato en 3-
fosfoglicerato y un ATP.

• La reacción catalizada por el enzima piruvato quinasa, la útlima reacción


de la glucolisis que nos da un piruvato y un ATP.

• La reacción catalizada por el enzima tiolasa, en el ciclo de Krebs, que


rompe el enlace del succinilCoA, liberando succinato y CoA y
desprendiendo una energía considerable que es utilizada para fabricar
un GTP (más tarde hablaremos de él), que equivale energéticamente a
un ATP.

o Fotofosforilación: consiste en la fosforilación del ADP a ATP acoplada a la


energía solar captada durante la fotosíntesis. Obviamente, este sistema de
fosforilación es exclusivo de los seres fotosintéticos, no de los animales. La
fotosíntesis y la fotofosforilación las veréis en la asignatura Bioquímica y
Fisiología Vegetal

o Fosforilación oxidativa (o sistema OXPHOS): consiste en la fosforilación del ADP


a ATP acoplada a la cadena mitocondrial de transporte de electrones o cadena
respiratoria.
• Aquí tenemos algunos ejemplos de trabajo que las células pueden realizar con consumo de
ATP.

• El trabajo de biosíntesis: es una de las primeras funciones que le atribuimos al ATP .Consiste
en aportar la energía que requieren las reacciones DG positivas del metabolismo y que, por
tanto, serían imposibles en una célula a no ser que seamos capaces de “pagar” la energía
que cuestan. Ése es uno de los principales papeles del ATP como “moneda” energética.

• El trabajo mecánico, aquí ejemplificado por la contracción muscular. El desplazamiento de


las fibras de miosina sobre las de actina requiere del gasto de ATP, que lleva a cabo la propia
miosina, que tiene actividad ATPasa. Sin embargo, no es el único tipo de trabajo mecánico
que pueden realizar las células. Pensad en el movimiento de cilios y flagelos (de bcterias o
de espermatozoides), en la emisión de pseudópodos (de las amebas, pero también de
nuestros macrófagos), en el movimiento de vesículas en las vías de exocitosis y endocitosis,
el heliotropismo de los girasoles (que se lleva a cabo mediante células motrices), etc.

• Como anécdota y ejemplo de otros tipos de trabajo, aquí tenéis el ejemplo de la


bioluminiscencia, que además nos ilustra un ejemplo típico de rotura pirofosfatolítica del
ATP, ya que con la rotura fosfatolítica normal no tendríamos energía suficiente para
alimentar este proceso, particularmente caro.
• El ATP no es la molécula energética más rica. Por así decirlo, el ATP es el más pobre de los
ricos o el más rico de los pobres. Es decir, en una escala de DG (observad que en la gráfica
los valores más negativos están en la parte superior y los menos negativos, en la inferior), el
ATP marcaría la frontera entre moléculas ricas en energía y moléculas no especialmente
ricas en energía.

• Para no complicar excesivamente esta gráfica, veamos sólo algunos ejemplos de moléculas
con grupos fosfato, todos ellos con DG de hidrólisis negativa (es decir, moléculas con
tendencia termodinámica espontánea a romper sus enlaces fosfato). Vemos cómo,
efectivamente, hay moléculas con fosfatos de mayor energía libre de hidrólisis que el ATP y
otros con menor DG. El ATP puede, por tanto, recibir la energía de los primeros y cedérsela
a los segundos.

• ¿Pero eso no es complicar mucho el metabolismo? ¿No podrían los compuestos de la parte
alta de la tabla simplemente ceder su energía a los de la parte baja? ¿Para qué necesitamos
al intermediario? Las razones son múltiples:

i. Necesitaríamos una cantidad ingente de enzimas para conectar las moléculas


ricas con las pobres: un enzima para pasar la energía del PEP a la Glc6P, otro
para pasar del PEP al Glicerol3P, otro para pasar del 1,3bisfosfoglicerato a la
Glc6P, otro para pasar del 1,3bisfosfoglcierato al Glicerol3P, otro… Con el ATP,
tenemos muchas menos combinaciones posibles (y, por tanto, menos enzimas
necesarios): todos le pasan la energía al ATP y él se la pasa a todos los que la
necesiten.

ii. Sin el ATP, el metabolismo, paradójicamente, sería mucho más complejo: ¿qué
pasaría si cuando necesitásemos Glc6P no tuviéramos suficiente PEP o 1,3BPG?
Tendríamos que poner en marcha una vía, fabricar el intermediario, transferir
su energía a la glucosa y sólo entonces se podría poner en marcha la glucolisis.
Al tener siempre una cantidad considerable de ATP en la célula, en el fondo, se
reduce la complejidad metabólica.

iii. La energía libre es una magnitud de estado: sólo depende del estado inicial y
final. Eso quiere decir que, al pasar la energía desde el PEP a la G6P, la DG es la
que toca, pase lo que pase. Ahora bien, si esa cesión de energía se hace en un
solo paso, toda la energía no aprovechada se desprenderá en forma de calor y
eso puede provocar un aumento puntual de la temperatura que cause la
desnaturalización de alguna proteína (por ejemplo, del enzima que estuviera
catalizando la reacción). Al hacer la cesión de energía “por etapas” (es decir, del
PEP al ATP y del ATP a la G6P), la DG será la misma, efectivamente, pero se
desprenderá en dos fracciones, lo que no provocará tanta disipación puntual de
calor, la temperatura no variará tanto y no comprometeremos la integridad de
los enzimas y demás proteínas de la célula.

• En resumen, el ATP es la auténtica MONEDA ENERGÉTICA de la célula. Es decir, no se trata,


como con el dinero corriente, de una forma de almacenamiento de energía, sino de
elemento de intercambio. Cuando hablamos de dinero, si queremos ahorrar no guardamos
“monedas”, sino que las invertimos en productos de alto valor (oro, acciones, inmuebles,
etc.); cuando luego necesitamos dinero, vendemos una parte de esos productos caros y
recuperamos su valor en monedas, que entonces sí podemos utilizar para nuestros pagos.
Con la energía metabólica sucede algo parecido. Cuando queremos “ahorrar energía”,
fabricamos moléculas de alto valor energético (glucógeno, triacilgliceroles) que
almacenamos; cuando luego necesitamos esa energía, los degradamos y obtenemos el ATP
necesario.
• El ATP es la moneda energética de la célula, pero en general no almacenamos grandes
cantidades de ATP. Porque, como todas las monedas, está sometido a grandes presiones
para ser gastado. Cuando tenemos mucho ATP, ponemos en marcha procesos anabólicos
que nos permitan ahorrarlo para otros momentos. En general, fabricamos reservas como el
glucógeno o los triacilgliceroles, pero no son las únicas. Cuando más tarde el organismo
necesita energía, degradamos la cantidad justa de reserva necesaria para obtener el ATP
que necesitamos, pero no más. De esa forma, seguimos ahorrando energía.
• Cada célula tiene unas proporciones de ATP, ADP y AMP ajustadas a sus necesidades; la
relación entre estas tres concentraciones es la carga energética, que se expresa como el
número de enlaces fosfato de alta energía contenido en los nucleótidos de adenosina
dividido por la cantidad total de estos nucleósidos. Es decir, sumamos la concentración de
ATP (que tiene dos fosfatos ricos en energía) y el 50% de la de ADP (ponemos el 50% porque
tiene la mitad de fosfatos ricos que el ATP, sólo uno, así que desde el punto de vista
energético vale la mitad) y esta suma la dividimos por la suma de las concentraciones de
ATP, ADP y AMP (es decir, el total de nucleótidos de adenosina, independientemente de su
valor energético).

• Lógicamente, cada célula tendrá un valor de carga energética diferente, pero podemos
tomar como valor promedio un número en torno a 0,85. ¿Qué quiere decir este valor? Que
cuando la relación ATP:ADP:AMP, tal y como la hemos calculado, vale 0,85, la célula está
“en reposo energético”, es decir, ni le sobra ni le falta energía, tiene la justa, de modo que
no debería haber ni una gran actividad de las vías anabólicas ni de las catabólicas.

• Cuando el valor se encuentra por debajo de 0,85, hay un déficit de fosfatos ricos en energía:
la célula debe convertir AMP en ADP y ADP en ATP para poder hacer frente a sus necesidades
energéticas. Por eso se ponen en marcha los procesos catabólicos y se reducen los
anabólicos hasta que se recuperen los niveles óptimos de ATP.

• Y cuando el valor está por encima de 0,85 es el momento de hacer reservas. Tenemos
energía de sobra, así que podemos poner en marcha procesos anabólicos (por ejemplo,
podemos ponernos a fabricar ADN para dividir nuestras células y crecer, o podemos fabricar
moléculas caras, como el colesterol, las porfirinas y, sobre todo, proteínas necesarias para
el organismo) y, sobre todo, podemos poner en marcha procesos de síntesis de reservas,
para guardar los excedentes de energía, ahora que sobra, para momentos futuros en que
no haya tanta. Así, es el momento en el que se ponen en marcha la síntesis de glucógeno y
de triacilgliceroles.
• ¿Y para qué queremos la energía del ATP? Para realizar trabajo.

• En los seres vivos, encontramos básicamente cuatro tipos principales de trabajo:


o Trabajo químico: aporte de energía a las reacciones anabólicas.
o Trabajo mecánico: aporte de energía a los procesos de movimientos controlados.
o Trabajo osmótico: aporte de energía a los procesos de transporte.
o Otros tipos de trabajo: situaciones puntuales que pueden requerir aporte de
energía.
• Los intercambios de moléculas entre dos compartimentos se suelen realizar a través de
proteínas transportadoras. Prácticamente no existe ningún compuesto que, en condiciones
normales, pueda atravesar una membrana biológica de manera libre, lo que llamamos
difusión simple: tal vez algunos gases y algunas moléculas muy lipófilas, pero nada más. En
el caso de la difusión simple, lógicamente, todos los intercambios se hacen a favor de
gradiente de concentración: desde el compartimento donde la concentración es más alta
hacia el de menor concentración.

• Todas las demás moléculas requieren de un transportador.

• Los transportadores se pueden clasificar según varios criterios:


o Según el número de sustratos transportados:
▪ Uniportes: sólo transportan un sustrato
▪ Cotransportes: transportan más de un sustrato y lo pueden hacer de dos
maneras:
▪ Simporte: todos los sustratos viajan en la misma dirección
▪ Antiporte: hay sustratos que viajan en direcciones opuestas
o Según el consumo energético:
▪ Transportadores pasivos, equilibrativos o de difusión facilitada: permiten el
paso de moléculas a favor de gradiente de concentración o de carga
eléctrica. Al ir a favor de gradiente, no consumen energía, pero no permiten
elegir la dirección del transporte: éste siempre se hará a favor de gradiente
y, si cambia el gradiente, cambia la dirección del transporte. Por tanto, son
BIDIRECCIONALES. Un ejemplo son los transportadores mayoritarios de
glucosa, los llamados GLUT.
▪ Transportadores activos o concentrativos: permiten el paso de moléculas
EN CONTRA de su gradiente de concentración o carga, pero como ir en
contra de gradiente es un proceso termodinámicamente antiespontáneo,
requieren el aporte de energía (de ahí su nombre de activos). Es aquí donde
el ATP juega un papel fundamental ya que, gracias a su energía, estos
transportadores activos son DG negativos y, por tanto, irreversibles. Eso
quiere decir, como pasaba con los enzimas irreversibles, que son
UNIDIRECCIONALES, el transporte siempre va en el mismo sentido, lo que
permite GENERAR GRADIENTES TRANSMEMBRANA, tanto de iones (Na+, K+,
Ca2+, etc.) como de solutos orgánicos. Según cómo se realice el gasto de ATP,
tenemos dos tipos de transportadores activos:
➢ Transportadores activos primarios. El gasto de energía
(normalmente, en forma de ATP) se realiza en el mismo proceso
de transporte. El ejemplo más claro lo tenemos en las llamadas
bombas iónicas, como la bomba de Na + y K+ o Na+,K+-ATPasa
que, mediante el gasto de un ATP, permite expulsar de la célula
3 iones Na+ e introducir 2 iones K+, manteniendo así el gradiente
de ambos. Estos gradientes son tan importantes para nuestras
células que esta bomba, por sí sola, es responsable del consumo
de ¡hasta un 25% de la energía total que necesitamos!

➢ Transportadores activos secundarios. El proceso de transporte


en sí no requiere gasto energético, a pesar de que uno de los
sustratos vaya en contra de gradiente. ¿Cómo es posible?
Porque el otro lo hace a favor de su gradiente y la DG negativa
de uno compensa la DG positiva del otro. Pero atención: para
que el sistema siga funcionando hay que regenerar el gradiente
del sustrato que entra a favor (normalmente, el Na+) y, por
tanto, más tarde tendremos que utilizar un transportador
activo primario para expulsarlo. Por tanto, aunque el
transportador activo secundario no gasta energía por sí mismo,
obliga a que la célula la gaste más tarde y, por tanto, se puede
considerar como transporte activo. Encontramos algunos
transportadores de glucosa (SGLT) y de aminoácidos (como el
sistema A de transporte de alanina).
• Además del ATP, ¿existen otras moléculas ricas en energía? Por supuesto que sí, veamos
algunas de ellas.

• De entrada, aunque no salen en la diapositiva, todos los demás nucleótidos trifosfato, por
la misma razón que el ATP y con valores de energía libre muy parecidos. La gran diferencia
es que la evolución ha ido escogiendo el ATP como “moneda universal”, mientras que los
demás NTP se han ido especializando en algunos procesos. Así, el GTP aporta su energía al
proceso de síntesis de proteínas, al tráfico de vesículas o en algunos procesos de
señalización celular. El CTP se ha seleccionado para aportar energía en la síntesis de lípidos
complejos (como los triacilgliceroles o los fosfolípidos). El UTP lo encontramos sobre todo
en la síntesis de glúcidos complejos, como el glucógeno.

• Existe un enzima, la dinucleótido quinasa, que permite intercambiar la energía entre


cualquier NTP y el ATP, según la reacción siguiente: ATP + NDP  ADP + NTP.

• La creatina es una molécula específica del músculo esquelético que actúa como reserva
inmediata de ATP. En una reacción reversible catalizada por la creatina quinasa se puede
fosforilar a fosfocreatina cuando el músculo tiene un buen nivel de ATP. Esta fosfocreatina
rápidamente se puede desfosforilar, regenerando el ATP, cuando el músculo realiza un
ejercicio, que es cuando necesita ese ATP.

• El coenzima A, gracias a su grupo sulfhidrilo terminal, puede realizar enlaces tioéster de alta
energía, de un nivel energético más o menos equivalente al del ATP. Cuando se rompe un
enlace tioéster, se libera esa energía libre, que puede ser utilizada en otros procesos. Un
ejemplo lo tenemos al inicio del ciclo de Krebs, cuando el acetilCoA se rompe y, con la
energía desprendida, el acetilo se puede unir a un oxalacetato para fabricar citrato.

• Los coenzimas rédox ,como el NADH (en la diapositiva) o el FADH2, pueden acumular
electrones de alta energía que, posteriormente, se cederán a la cadena respiratoria y, a
partir de ahí, se obtendrá ATP (este proceso lo veremos en el tema siguiente, el de la cadena
respiratoria y la fosforilación oxidativa).

• Y aún existen más moléculas ricas en energía, con aplicaciones muy particulares. Por
ejemplo, la S-adenosil-metionina, un derivado del aminoácido metionina que no se puede
utilizar para la síntesis de proteínas, puede convertirse en un donante de grupos metilo (y
de la energía correspondiente) en procesos de metilación, como por ejemplo en la
conversión de la uridina en timidina, para permitir la síntesis de ADN.

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