Antropología Teológica
Antropología Teológica
Antropología Teológica
pregunta fundamental: "¿Qué es el hombre?" Sin duda, una de las perspectivas más
influyentes es la proveniente del cristianismo, que tuvo un lugar predominante de poder
político e influencia sobre las personas desde su fundación en el siglo I d. C. Sin
embargo, con el tiempo, su influencia se fue debilitando debido a la reforma
protestante, la ilustración y la revolución francesa, hasta que finalmente se produjo una
separación definitiva entre iglesia y estado en los siglos XIX y XX.
El relato bíblico de la creación del hombre se encuentra en el libro del Génesis, donde
se narra que Dios creó al primer hombre, Adán, al sexto día de la creación. Al verlo
solo, decidió tomar una costilla de su cuerpo y crear a Eva como compañera y
ayudante, estableciendo así la importancia de la relación entre Dios y el hombre.
Aunque algunos autores no toman este relato de manera literal, su énfasis en la
conexión entre Dios y el hombre es innegable. Además, la desobediencia de Eva al
comer del fruto prohibido se ha interpretado como simbolismo de la lucha del hombre
por trascender sus propias limitaciones y alcanzar lo infinito, a pesar de sus
capacidades finitas.
Otro aspecto fundamental del concepto cristiano del hombre es la idea de la redención
del pecado original. Dios, en su amor infinito por su creación, envió a su único hijo,
Jesucristo, para restablecer la relación con el hombre. La crucifixión de Jesucristo se
considera el símbolo de la redención y la reconciliación entre el hombre y Dios, y su
resurrección al tercer día se interpreta como la victoria sobre el pecado y la promesa de
una vida eterna para quienes creen en él.
Uno de los pensadores más influyentes en la antropología teológica es San Agustín,
cuyo pensamiento está fuertemente influenciado por el neoplatonismo. Este
pensamiento griego se desarrolló durante la época de dominancia romana en Grecia,
un período de inestabilidad política y desesperanza. San Agustín afirmó que el hombre,
creado a imagen y semejanza de Dios, tiene una alma que le permite razonar, amar y
buscar la verdad. Hizo especial énfasis en el libre albedrío del hombre, que puede
elegir entre el bien y el mal, aunque debido al pecado original, su voluntad se inclina
hacia el mal. Esta lucha constante entre los deseos carnales y la búsqueda de Dios se
convierte en un conflicto central en la vida del ser humano.
La razón, según Santo Tomás, es la facultad que distingue al hombre de los demás
seres y le capacita para alcanzar la verdad y la sabiduría. A través de la razón, el
hombre puede conocer las verdades naturales y descubrir la existencia de Dios como
Creador y Ordenador del universo. Su filosofía ha tenido importantes repercusiones
filosóficas y teológicas, promoviendo la síntesis entre la fe y la razón, destacando la
importancia de la teología natural y enfatizando el papel de la razón en el conocimiento
de Dios.
Además de Santo Tomás y San Agustín, otros autores relevantes en la antropología
teológica incluyen a San Ireneo, quien desarrolló una teología de la creación y la
redención basada en la idea de que Dios creó al hombre con la capacidad de crecer y
alcanzar la plenitud a través de la gracia divina. También pensadores modernos como
Pascal han abordado el concepto del hombre desde perspectivas existenciales y
religiosas, explorando la importancia de la fe y la relación con Dios en la vida del
individuo.