Rebeliones Indígenas
Rebeliones Indígenas
Rebeliones Indígenas
Bibliografía
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Efigie de Juan Santos Atahualpa en el Panteón de los Próceres en Lima.
1742-1756
Información personal
Nacimiento ¿1710?
Cuzco, Virreinato del Perú, Imperio español
Fallecimiento ¿1756?
Posiblemente en Metraro, selva
alta de Junín, virreinato del Perú, Imperio
español
Información profesional
La rebelión
El plan de Juan Santos Atahualpa
El movimiento libertario estalló en junio de 1742. Juan Santos se hizo proclamar Apu Inca,
aduciendo ser descendiente de Atahualpa. Confiaba en el apoyo de los indios de todo el
territorio peruano; llegó incluso a afirmar que estaba relacionado con los ingleses y que
una flota británica apoyaría por mar su rebelión.
Su meta era restaurar el Imperio inca y expulsar a los españoles y a sus esclavos negros,
para inaugurar un nuevo régimen de prosperidad, aunque aseguró que la religión de todos
seguiría siendo la católica. Sin embargo, incitó a los indios a que se rebelaran contra los
trabajos que les imponían los misioneros católicos y exigió la ordenación de sacerdotes
indígenas. Su plan era ganar primero la selva, luego la sierra y finalmente la costa. Por
último, se coronaría Inca en Lima.
Nombró por teniente suyo a un cacique cristiano llamado Mateo de Asia y mantuvo como
ayudante cercano a un negro, Antonio Gatica, que era su cuñado.
La extensión de su movimiento
El conocimiento que poseía de la lengua quechua y de varias lenguas amazónicas le
permitió a Juan Santos ser comprendido prontamente por los indígenas de la selva central,
que se plegaron a su lucha con gran entusiasmo. La rebelión logró congregar a los
pueblos de la selva central: ashaninka, yanesha y hasta shipibo, es decir, las poblaciones
que habitaban las cuencas de los ríos Tambo, Perené y Pichis. Toda esa zona era
conocida con el nombre del Gran Pajonal y era territorio de las misiones franciscanas.
Juan Santos llegó a contar con más de 2000 hombres, con los cuales logró controlar la
selva central, territorio que, por lo demás, no se hallaba eficazmente regulado por el poder
virreinal.
INICIO DE SU REVELION
fue un dirigente mestizo de raíces quechuas de una importante
rebelión indígena que estalló en 1742, cuyo propósito era
restaurar el Imperio de los incas y expulsar a los españoles.
Desarrollo de la rebelión
El primer objetivo de los rebeldes fue la reducción de Eneno, para luego seguir
con Matranza, Quispango, Pichana y Nijandaris. Destruyeron en total 27
misiones y amenazaron con atacar la sierra.
El virrey marqués de Villagarcía ordenó a los gobernadores de la frontera de
Jauja y Tarma, Benito Troncoso y Pedro de Milla Campo que se internaran en
la región convulsionada, para cercar al rebelde. Así se hizo y Troncoso llegó
hasta Quisopango, en donde encontró alguna resistencia, pero logró ahuyentar
a los indios. Juan Santos, que rehuyó al encuentro, se dirigió hacia el pueblo de
Huancabamba. Desde Tarma salieron fuerzas coloniales para ir en su
búsqueda, pero el caudillo mestizo logró ponerse a salvo.
Al año siguiente, los españoles organizaron una expedición a Quimiri (hoy La
Merced), en el valle de Chanchamayo. Iban bajo el mando del corregidor de
Tarma, Alfonso Santa y Ortega, acompañado por el gobernador de la Frontera,
Benito Troncoso. El 27 de octubre de 1743 llegaron a Quimiri, donde levantaron
un fuerte, que concluyeron en el mes de noviembre. Fue dotado de cuatro
cañones y cuatro pedreros, con su correspondiente provisión de municiones. El
día 11 de noviembre, el corregidor Santa partió hacia el interior, quedando en el
fuerte de Quimiri el capitán Fabricio Bertholi con 60 soldados. Juan Santos, que
estaba al tanto de todos los movimientos del adversario, planeó atacar a la
pequeña guarnición. Previamente, se apoderó de una remesa de víveres que
marchaba
con destino al fuerte, iniciando luego el sitio del mismo. Muchos de los
soldados españoles perecieron entonces a raíz de una epidemia y en los
demás cundió la desmoralización, al extremo que presionados por el hambre
algunos desertaron. Entonces, Juan Santos exigió a Bertholi la rendición, mas
éste se negó confiando en que le llegarían pronto los refuerzos que había
solicitado por intermedio de un religioso que pudo eludir a los insurrectos.
Finalmente, Juan Santos decidió atacar el fuerte y todos los españoles fueron
muertos. Eran los días finales del año 1743.
Mientras tanto, asumió el poder un nuevo virrey, José Antonio Manso de
Velasco, futuro conde de Superunda, un militar con mucha experiencia. Juan
Santos continuó sus ataques. Tomó el pueblo de Monobamba, el 24 de junio de
1746, extendiendo el radio de acción de su movimiento. Incluso se habló de
manifestaciones a su favor en la lejana provincia de Canta.
Hacia la década de 1740, nada hacía presagiar que toda la labor de los
franciscanos en la Selva Central se iba a ver seriamente afectada por
esta rebelión indígena, liderada por un supuesto descendiente de los
incas, Juan Santos Atahualpa, quien no había nacido en el lugar sino,
según la leyenda, en el Cuzco.
De otro lado, se dice que Juan Santos Atahualpa fue descendiente inca
nacido en Cuzco y criado por los jesuitas. Aprendió castellano y latín.
También se dice que viajó a España, Angola, Inglaterra y Francia.
Regresó al Perú y allí fomentó una rebelión al comparar el viejo mundo
con la dominación española ejercida en su patria. Se dice que estuvo
relacionado con los ingleses pues al iniciar la lucha de la libertad se vio
por las costas del virreinato la nave del inglés Jorge Anso.
En cuanto al supuesto trato con los ingleses, sobre lo cual no hay mayor
información documental que lo confirme, se puede, no obstante, lanzar
algunas hipótesis a partir de ciertas circunstancias por entonces
acaecidas, tal como lo hace el historiador Francisco Loayza. Es conocida,
por ejemplo, la vieja pugna que sostenían los ingleses con los españoles
en busca de tener mayores facilidades para comerciar con los mercados
de América, celosamente guardados por España. Estos hechos no eran
desconocidos para un hombre bien informado y culto como Juan Santos
Atahualpa. Así, en la primera noticia sobre él se dice “que habló con los
ingleses, con quienes dejó pactado que le ayudasen a cobrar su corona
por mar, y que él vendría por tierra, recogiendo su gente, para al fin
recobrar su corona”. Para Loayza este pacto no es inverosímil por los
hechos antes referidos y podría haberse establecido en 1741.
Pero había otro problema. Esta etapa coincidió con el contexto de las
guerras por la independencia, lo que provocó el descenso del ímpetu
misionero. El Estado virreinal no estaba en capacidad de brindar apoyo
económico ni logístico a los evangelizadores. En 1823 el convento de
Ocopa fue abandonado por los religiosos. Incluso, el general realista
José Ramón Rodil acusó al libertador Simón Bolívar de haber dado
muerte a los misioneros. El Libertador reaccionó enviando a Andrés de
Santa Cruz para que los presentase en Lima con el fin de demostrar la
falsedad de las acusaciones. Finalmente, por razones políticas, el
colegio misionero de Ocopa, en 1824, fue clausurado por orden de
Bolívar y convertido en colegio de instrucción pública. Esto fue un golpe
muy duro a la acción misional pues se puso fin al centro rector de la
labor evangelizadora en la selva central.
Fin
El movimiento de Juan Santos Atahualpa, luego de la toma de
Andamarca, se diluyó hasta desaparecer, y se dice que su líder
murió luchando contra un curaca local en Metraro, alrededor de
1756.
Para ese entonces, los españoles ya habían optado por una nueva
estrategia defensiva. Se basaba en convertir a Jauja y Tarma en
bastiones militares para evitar que Juan Santos alcanzara la sierra y
que su movimiento influyera en una zona articulada con la capital, lo
que hubiese comprometido el abastecimiento de alimentos a Lima.
También se quería evitar que el fenómeno escalara a un
levantamiento panandino. Así es que se dispuso utilizar cinco
compañías de infantería y caballería, apoyadas por milicias locales y
patrullas de la región. Y el virrey designó a militares profesionales
como corregidores de la zona. Sin embargo, las fuerzas españolas y
rebeldes nunca se volverían a enfrentar.
Biografía
Hijo del cacique Miguel Condorcanqui, nació Surimana o quizá en
Tungasuca hacia 1738, y se educó con los jesuitas en el Colegio de San
Bernardo de Cuzco. Durante un tiempo se dedicó al negocio del
transporte entre las localidades de Tungasuca, Potosí y Lima, para lo
cual contó con un contingente de varios centenares de mulas; hizo
también fortuna en negocios de minería y tierras. Hombre educado y
carismático, llegó a ser cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca,
y las autoridades reales le concedieron el título de marqués de Oropesa.
En cambio, sobre las regiones que habían sido hasta entonces centros
neurálgicos del imperio, como Perú, el impacto fue más bien negativo.
Las ciudades sufrieron un claro retroceso, como muestra el
estancamiento de Lima, y se desencadenó una crisis económica, con
caída de la industria y de la circulación monetaria, así como una gran
inquietud social a causa de la fuerte presión fiscal, que castigó
duramente a las clases campesinas y urbanas, atrapadas entre el
descenso de sus ingresos y el alza de los precios. Las poblaciones
indígenas, el eslabón más débil del sistema económico, no podían
cumplir con estas imposiciones; sufrieron los abusos de los corregidores,
y no encontrarían otro camino que enfrentarse a esa opresión con
métodos violentos.
Derrota y ejecución
Apenas un mes antes de ser derrotado, Túpac Amaru envió una carta a
las autoridades coloniales en la que expresaba tanto su preocupación por
la situación de sus protegidos como su posición ideológica. En dicha
misiva se aprecia la amplitud de sus conocimientos; se declara católico,
recuerda la acción de Vespasiano y su hijo Tito en la destrucción de
Jerusalén, y compara a sus opresores con "ateístas, calvinistas y
luteranos, enemigos de Dios"; detalla los abusos cometidos por los
funcionarios, pide que los indígenas no sean reclutados como esclavos y
que desaparezcan los malos corregidores y las encomiendas. Tras una
minuciosa denuncia en torno a cada uno de los problemas planteados,
basa su reclamación de justicia en el derecho indiano, del que era
profundo conocedor, ya que había cursado estudios jurídicos en la
Universidad de Chuquisaca.
Túpac Katari
(Julián Apasa; Ayo Ayo, La Paz, 1750 - Peñas, 1781) Líder del
levantamiento indígena que tuvo lugar en Bolivia en 1781 y que puso en
jaque a las autoridades coloniales españolas.
Tras las muertes de Túpac Amaru, con quien había mantenido contactos, y
de Tomás Katari, el líder de la insurrección de Chayanta, tomó el
nombre de Túpac Katari, con el que encabezó el más importante
levantamiento indígena de la región aymara, a principios de 1781. Su
movimiento buscaba la liberación de los indígenas frente al yugo
impuesto por las fuerzas coloniales españolas. Durante la insurrección,
Túpac Katari lideró un ejército de más de 40.000 indígenas, que llegó a
controlar Carangas, Chucuito, Sicasica, Pacajes y Yungas, y que
mantuvo sitiada la ciudad de La Paz durante tres meses.
Fue apresado al ser traicionado por uno de sus colaboradores y, una vez
juzgado por las autoridades españolas, fue condenado a muerte y
ejecutado en Peñas (La Paz), el 15 de noviembre de 1781. Tras cortarle
la lengua para que nadie escuchara sus últimas palabras, cruciales como
mensaje en un pueblo de tradición oral, se le condenó a morir
descuartizado por caballos que tiraban en direcciones opuestas. Idéntica
suerte corrieron sus inmediatos seguidores.
Información
Descripción
Julián Apaza Nina, más conocido como Túpac Katari, Túpaj Katari, o simplemente Katari
fue un caudillo de origen aimara, hijo de un minero en las minas de Potosí. Wikipedia
Caudillo aimara
Uno de los referentes de la lucha de los pueblos indígenas.
Padres: Nicolás Apaza y Marcela Nina
Cónyuge: Bartolina Sisa
Hijos: Anselmo
Nombre: Julián Apaza Nina - Túpaj Katari - Túpac Catari