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INTRODUCCIÓN

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INTRODUCCIÓN

La influenza o gripe es una enfermedad infecto-contagiosa aguda que afecta las vías respiratorias.
Se caracteriza por fiebre, mialgia, postración, coriza, dolor de garganta y tos. La causan los virus de
la influenza A, B y C. El tipo A incluye tres subtipos: H1N1, H2N2 y H3N2, que han causado
epidemias extensas y pandemias recientes; el tipo B se ha detectado en epidemias regionales o
diseminadas, el tipo C se ha relacionado con casos esporádicos y pequeños brotes localizados. El
virus de la influenza H1N1, fue antigénicamente afín al que produjo las epidemias de 1918 y 1957. 1

A finales de la segunda década del siglo XX, entre los años 1918 y 1919, a nivel mundial se
propagó la pandemia de influenza que se conoce como “gripe española”. Se estima que provocó la
muerte de cerca de cuarenta millones de personas en menos de un año, por lo que constituye un
punto de referencia por el que se miden todas las epidemias modernas. Se enfermó entre un 20 %
a un 40 % de la población mundial y su letalidad fue muy elevada. Solo en Estado Unidos murieron
más de 600 000 personas, entre septiembre de 1918 y abril de 1919. En una influenza estacional
normal mueren en ese país cerca de 36 000 personas, y en el mundo entre 250 000 y 500 000. 2

Los niños y los ancianos son los grupos de mayor riesgo con la influenza estacional, pero la
pandemia de 1918 infectó primero a los adultos jóvenes entre 20 y 40 años, y a hombres y mujeres
por igual. En los lugares donde se reportó la epidemia se produjeron grandes daños a la economía
a consecuencia de la alta morbilidad y mortalidad que afectó la fuerza laboral. 3

En el mundo murieron entre el 3 % al 6 % de la población. La primera guerra mundial contribuyó a


expandir la enfermedad, principalmente en Europa. El término de española, no se debe a que la
pandemia se originara en España, sino que este país fue el que más noticias y datos reportó sobre
la enfermedad. Por el contrario de otros países como Francia, donde pudieron darse los primeros
casos, pero a consecuencia de la guerra censuraban la información para no desmoralizar a la
población.2

La pandemia también llegó a Cuba procedente de Europa y causó una elevada morbilidad y
mortalidad. Esto motivó una gran preocupación en la población y las autoridades sanitarias del país,
a las que se les obligó elaborar planes y medidas de contingencias para tratar de frenarla.

Es objetivo de la presente investigación caracterizar la epidemia de gripe de 1918-1919 en Cuba a


partir del análisis de los documentos que se conservan sobre su evolución y medidas preventivas.
De esta manera el estudio puede contribuir a rescatar y reconstruir la memoria histórica de una
pandemia que afectó a nuestro país, y en la que se tomaron medidas profilácticas que pueden ser
válidas en la actualidad.

MÉTODOS
Se realizó una investigación cualitativa a partir del análisis documental como procedimiento para la
aplicación del método teórico histórico-lógico.4 Se revisaron artículos y datos estadísticos de la
época atesorados en el Departamento de Estadísticas y Registros Médicos del Ministerio de Salud
Pública. También se consultaron informes que redactaron los sanitaristas que trabajaron en su
control, además de directrices y planes de enfrentamiento a la epidemia, que fueron orientados por
el Departamento Nacional de Sanidad, de la Secretearía de Sanidad.

RESULTADOS
La gripe es una enfermedad que siempre ha estado presente en la historia de Cuba y se caracteriza
por ocasionar grandes daños por la cantidad de personas que se infectan. Sin embargo, existe poca
evidencia de su evolución y desarrollo en los registros de incidencia sanitaria. Esto se debe a que
tiene una corta evolución, relativamente benigna, que causa poca mortalidad y a nivel popular se
combate con remedios caseros.

En Cuba, la gripe de 1918 tuvo un comportamiento de gravedad extrema y causó muchas muertes.
Los registros de la época no recogieron información de la incidencia que tuvo, por lo que solo están
los datos de la mortalidad.

El 18 de octubre de 1918 arribó a la Habana el buque “Alfonso XIII” con 44 casos de gripe maligna,
de los que habían muerto 26 durante la travesía. El día 19 del mismo mes, se reportaron en
Camagüey 18 personas fallecidas. Para noviembre del propio año, la enfermedad se extendió por
toda la Isla de Cuba, la mayoría de las muertes fueron de personas jóvenes y fuertes.

En la Habana, en el mes de octubre de 1918, según los registros, fallecieron a causa de la epidemia
125 personas, en noviembre 137 y en diciembre 137 más. En marzo de 1919 disminuyeron las
personas infectadas en la región del este de la Habana; pero comenzaron a aparecer casos en
Pinar del Río donde la epidemia tuvo un comportamiento más leve.

En el mundo murieron más de 40 millones de personas. En toda Cuba se reportaron más de 5000
muertes. La epidemia se mantuvo de forma intensa hasta principios de 1919; después tuvo algunos
brotes con una frecuencia relativa, pero en forma más benigna, hasta 1920. Las muertes de
neumonía y bronconeumonía aumentaron después del inicio de esta gran epidemia gripal. En esa
época en Cuba fallecieron unas 4000 personas por estas enfermedades del sistema respiratorio. 5

En los documentos estadísticos consultados y en los registros de morbilidad y mortalidad por gripe o
influenza, que se conservan en la Dirección Nacional de Estadísticas del Minsap, no se encontraron
datos de incidencia de gripe, entre los años 1902 al 1941, ni en 1958. En 1951 se reportaron 390
casos, para una tasa de 6,92 x 105 habitantes. En el 1947, se registraron 305 casos (tasa de 5,88 x
105 habitantes). En 1957 aumentaron bruscamente las cifras de infección con 94 568 casos
reportados, para una tasa de 1419, 86 x 105 habitantes (datos que coinciden con el desarrollo de la
pandemia de 1957).

Tabla Incidencia y mortalidad anual de gripe en Cuba, 1902-1958

Tasa de incidencia x Tasa de mortalidad x


Años Incidencia Fallecidos
105 habitantes. 105 habitantes.
1902 - - - -
1903 - - - -
1904 - - - -
1905 - - - -
1906 - - 176 8,85
1907 - - - -
1908 - - - -
1909 - - - -
1910 - - 546 24,62
1911 - - 399 17,48
1912 - - 354 15,07
1913 - - 389 16,09
1914 - - 404 16,24
1915 - - 341 13,32
1916 - - 499 18,94
1917 - - 438 16,15
1918 - - 5411 193,92
Tasa de incidencia x Tasa de mortalidad x
Años Incidencia Fallecidos
105 habitantes. 105 habitantes.
1919 - - 1439 50,11
1920 - - 1400 47,46
1921 - - 462 15,26
1922 - - 424 13,64
1923 - - - -
1924 - - - -
1925 - - 353 10,49
1926 - - 196 5,67
1927 - - 399 11,25
1928 - - 255 7,0
1929 - - 142 3,8
1930 - - 85 2,21
1931 - - 151 3,83
1932 - - 209 5,21
1933 - - 217 5,32
1934 - - 212 5,12
1935 - - 443 10,53
1936 - - 243 5,69
1937 - - 242 5,57
1938 - - 189 4,28
1939 - - 200 4,46
1940 - - 332 7,29
1941 - - - -
1942 3 0,06 - -
1943 25 0,52 294 6,16
1944 16 0,33 244 5,01
1945 264 5,31 264 5,31
1946 212 4,17 212 4,17
1947 305 5,88 305 5,88
1948 232 4,38 232 4,38
1949 283 5,23 282 5,21
1950 253 4,58 253 4,58
1951 390 6,92 390 6,92
1952 161 2,7 - -
1953 16 0,27 223 3,79
1954 1 0,02 - -
1955 0 0,0 - -
1956 0 0,0 - -
1957 94 568 1419,86 - -
1958 - - - -

Fuente: Departamento de Estadística. Minsap

A partir de 1942 es que se comienza a registrar la incidencia de la gripe en Cuba. En una


representación gráfica de su tasa de incidencia, según las datos de la tabla y con una escala
a intervalos de 200 en el eje de las y, se observa que desde 1942 hasta 1956 el
comportamiento es lineal. La mayor inflexión ocurre entre 1956 y 1957 en el que alcanza
los valores máximo, debido a la epidemia que afectó a la Isla en ese año (Fig. 1).
Fuente : tabla

Fig. 1 - Incidencia de gripe en Cuba, 1942-1957, tasa por 100 000 habitantes.

Con respecto a los fallecidos, se encontraron cifras de defunciones registradas a partir de


1910. Los años 1918, 1919 y 1920 fueron los más afectados con 5411, 1439 y 1400
defunciones respectivamente, para unas tasas de mortalidad correspondientes a cada uno
de 193,92 x 105 habitantes; 50,11 y 47,46; datos que coinciden con la pandemia de 1918.
No se registraron reportes de mortalidad desde 1902-1905, 1907-1909, 1923-1924, 1941-
1942, 1952 y de 1954-1958. En todos los demás años se reportaron defunciones por esta
virosis (Tabla y Fig. 2).

Fuente: tabla

Fig. 2 - Mortalidad por gripe en Cuba, 1914-1924, tasa por 100 000 habitantes.
DISCUSIÓN

Las mayores cifras de mortalidad que han sido reportadas en Cuba por influenza o gripe se
alcanzaron con la epidemia de 1918-1919 y 1920, año en el que tuvo un comportamiento
menos grave. Los fallecidos sumaron 7250 personas y las tasas de mortalidad más elevadas
fueron en 1919, con una tasa bruta de 193,92 x 105 habitantes (Tabla), lo que está en
correspondencia con su comportamiento a nivel mundial que fue de 40 millones de
fallecidos.

En la revisión realizada de los datos estadísticos, que abarcó toda la etapa republicana,
hasta 1958, se encontraron cantidades muy elevadas de incidencia de gripe en 1957. Estos
resultados están en correspondencia con la pandemia que azotó al mundo en 1957 y que
también afectó a Cuba. Las incidencias a nivel nacional fueron de 94 568 casos, que
representaron una tasa de 1419,98 x 105 habitantes. Sin embargo, no existen reportes de
mortalidad para ese año (Tabla).

Reportar los casos de una enfermedad, sea transmisible o no, es muy importante para
conocer su comportamiento. Como se aprecia en la tabla 1, no se encontraron cifras de
incidencia de gripe hasta 1942, lo que impide tener una idea clara del número de personas
que padecieron la enfermedad en ese período y, concretamente, en los años de 1919 a
1920. Por lo que no es posible saber la incidencia, ni calcular la letalidad que causó, aunque
sí se registraron las tasas de mortalidad.

Lo mismo ocurrió con la epidemia de 1957, de la que existe el control de incidencia, pero no
el de la mortalidad, lo que no permite, en este caso, calcular la tasa de letalidad. La falta de
algunos registros impide establecer una comparación real entre ambas epidemias.

Como la gripe es una enfermedad de elevada frecuencia y afecta a grandes poblaciones y,


por lo general, es benigna, no se estudia en profundidad, lo que imposibilita encontrar en
los documentos de archivos y en la literatura médica mucha información sobre su
comportamiento. Sin embargo, por la magnitud que alcanzó la gripe de 1918-1919 se
conservan muchos informes que fueron publicados en la época, y en los que se registran las
labores realizadas desde el punto de vista de los servicios médicos y del trabajo
epidemiológico. Hoy esos informes constituyen documentos de gran valor histórico y
sanitario.

La Campaña Sanitaria contra la epidemia de gripe que se realizó en octubre de 1918, fue
diseñada por el doctor José A. López del Valle, responsable de la Jefatura Local de Sanidad
de La Habana.6 Se publicó con el título de Notas para la profilaxis de la gripe en las casas
infectadas (Anexo 1). Su texto ofrece orientaciones y recomendaciones enfocadas,
principalmente, a la higiene y a la prevención de la enfermedad ante las posibles situaciones
de contagio para evitar su propagación.

• Recomienda que el enfermo permanezca aislado en su domicilio por ser la fuente de


contagio y la necesidad de tener asistencia médica por la gravedad de los síntomas.
El documento reconoce el valor de la limpieza diaria de la casa durante la
enfermedad, la recogida de polvo y la entrada del sol en la vivienda, la que debe
mantenerse bien ventilada.
• Recomienda que no se realicen visitas a las casas de los infectados. Orienta a los
enfermos que no escupan en el suelo, que para ello utilicen escupideras con
soluciones antisépticas y que se desinfesten tres veces al día la boca con
Solución Dobell, y hagan gargarismos y buches con la fórmula del doctor Madam,
hasta un mes después de la desaparición de los síntomas.

Las medidas, aunque muy generales, era lo que estaba al alcance de la medicina y la
sanidad en esos momentos, pues no existía un medicamento antiviral. De ahí, que se
sugiere la limpieza del ambiente domiciliario y la higiene personal del enfermo, con
desinfección de parte de las vías aéreas superiores, para evitar el contagio por las
microgotas de saliva que pueden contener los agentes virales.

La jefatura Local de Sanidad, suministró de manera gratuita, medicamentos recomendados,


así como los desinfectantes, a las personas pobres que no podían comprarlos. Se
recomendó que la población realizara la vigilancia sanitaria entre ellos, es decir, que cada
persona estuviera pendiente de los demás en los sitios públicos, tranvías, y se avisara a los
conductores, acomodadores o a la policía, si alguien no cumplía con las normas orientadas
para evitar la contaminación de los demás. Incluso, se aplicaron los artículos 243 y 246 de
las Ordenanza sanitarias, por lo que se multaron a algunos infractores.

La Jefatura Local de Sanidad de La Habana, comunicó en un Aviso al público 6) las medidas


generales que debían seguir la población (Anexo 2), en la que también se insiste en la
higiene y las conductas a seguir en los lugares públicos.

Se estipuló la realización de estudios bacteriológicos de la epidemia de influenza en Cuba en


el Laboratorio de Investigación de la Secretaría de Sanidad. Los resultados demostraron que
los gérmenes más encontrados fueron el micrococcuscatarralis, el Bacilo de Pfeiffer y los
estafilococos (Anexo 3).7

Tanto los avisos, publicados en la prensa o en hojas volantes, que se pegaban en lugares
públicos, como el estudio microbiológico realizado por la Dirección de Sanidad, demostraron
la preocupación que las autoridades sanitarias tuvieron por controlar la importante epidemia
de gripe. Por lo que se puede decir, que este fue el momento de la etapa republicana en
Cuba en el que se trabajó con más responsabilidad y empeño para proteger a la población.

Esta encomiable labor la ejecutó un grupo de médicos que integraron lo que se conoce
como la Escuela Cubana de Higienistas de principios del siglo XX. Esta escuela, en esos
momentos, estaba liderada por Juan Guiteras Gener y la integraban: José A. López del
Valle, Mario García Lebredo, Antonio Cueto, Emilio Martínez Martínez, Carlos E. Finlay Shine,
Alberto Recio, Enrique Barnet y Roque de Escobar, Hugo Roberts Fernández, Arístides
Agramonte Simoni, Diego Tamayo Figueredo y Jorge Le Roy Cassá. Todos trabajaron bajo el
influjo, la brillantez y competencia profesional de Carlos J. Finlay Barrés (creador y principal
representante de la Escuela).

Durante los primeros 25 años del siglo XX, la Escuela se caracterizó por su loable y prolífico
trabajo en el control de las epidemias y en la mejora de las condiciones sanitarias de la
Isla.8

Se puede concluir que la pandemia de gripe de 1918 en Cuba, se comportó como una
epidemia severa, con elevada morbilidad y mortalidad. Se extendió hasta 1920, lo que
motivó que las autoridades sanitarias de entonces, elaboraran planes de contingencia, para
tratar de frenar sus efectos y propagación. Las medidas tomadas fueron adecuadas, de
acuerdo a su naturaleza y al desarrollo de los conocimientos científicos del momento.
Este episodio de la enfermedad tuvo una virulencia y letalidad mayor que las gripes que se
presentan habitualmente. La concurrencia de enfermos a los hospitales, casas de socorros y
otros servicios médicos fue elevada, pero no fueron registrados en las estadísticas de
atención médica ni en las de letalidad. Sin embargo, en el caso de la mortalidad, sí se
recogieron las estadísticas, que causaron alarma en la población y en los profesionales y
servicios sanitarios de la época.

Las medidas profilácticas y la campaña sanitaria realizada dotaron a la población de


conocimiento, a través de orientaciones y recomendaciones, para prevenir la enfermedad y
disminuir su propagación.

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