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Boleria

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K.S.

GIRTAB

BOLERIA
PRÓLOGO

EL OJO DEL AMPHI-DRACO


Esta obra no puede ser reproducida, copiada y distribuida sin
la autorización del titular de los derechos. Se aprecia su
apoyo y el respeto a la propiedad de este autor. Este libro
es una obra de ficción y cualquier parecido con personas,
vivas o muertas, o lugares, eventos o locales es pura
coincidencia. Los personajes son producto de la imaginación
del autor y se utilizan de manera ficticia

Boleria: Prólogo
El ojo del Amphi-draco
Todos los derechos reservados.
Copyright 2016 por K.S. Girtab
CONTENIDO

PRÓLOGO

CAPÍTULO 1: EL INICIO

CAPÍTULO 2: LA MISIÓN

CAPÍTULO 3: LA BODA

CAPÍTULO 4: EL COMPLOT

CAPÍTULO 5: LA MAFIA
PRÓLOGO

En una plaza pública una enloquecida anciana trataba de llamar


la atención, vociferaba con furia, parecía que deseaba que su voz se
escuchara hasta el último confín del planeta. En su mano derecha
llevaba un pergamino enrollado con pulcritud y amarrado con una
cinta roja, y en la izquierda, pegados contra su pecho, se veían
decenas de papeles arrugados, a decir de ella, con las profecías que
marcarían la edad del hombre.
Insultaba, blasfemaba y acusaba, seguía a los transeúntes para
que le prestaran atención. Sus ojos eran la imagen misma de la
locura. Lloraba, reía y se lamentaba al mismo tiempo, pero sobre
todo, repetía una y otra vez la misma frase, deseaba que su nueva
profecía, la escrita en el pergamino enrollado, fuera la última que
saliera de sus labios.
–"Cuando en una misma época coexistan todos los Amphi-dracos,
la era del hombre llegará a su fin. Así lo he visto y así será. Las
bestias malditas jamás deberán existir en un mismo tiempo y
espacio, cuando eso suceda, una nueva etapa de la tierra llegará que
marcará el exterminio definitivo de la humanidad".
Dante Adam se despertó sudando, llevaba días teniendo el mismo
sueño, escuchando a una anciana de la que no existía ninguna
imagen, tan sólo vagas descripciones en algunos textos antiguos, él
en su subconsciente le había dado ese rostro decrépito y la actitud
enloquecida, ¿de qué otra manera podía verse una mujer que se
adelantó miles de años en el tiempo?
Lasha Spica era el nombre de la vidente, una notable mujer de los
tiempos en que se fundaron los reinos de Aztlán y Hamal, poco
después de la victoria de los hombres sobre los Gigantes que
gobernaban la tierra.
En los tiempos que corrían, Lasha era una mujer famosa, muchas
de sus profecías se cumplieron con cabalidad, entre las cuales
destacaban varias, algunas ya cumplidas como la llamada “era de la
oscuridad” o la guerra entre el Círculo del Zodiaco y la Legión de los
Iluminados que casi destruye al país.
Visualizó la unión de dos reinos en guerra para hacer frente
común al llamado último de los Gigantes así como la supremacía del
nuevo reino fusionado sobre todos los gobiernos del orbe.
Visualizó la caída en desgracia del Clan Maldito y el ascenso del
Clan del Rey. Profetizó que ambas Casas se odiarían hasta el fin de
los tiempos, y al final, sólo una prevalecería.
Se adelantó a su época y vio el futuro del ahora país de Boleria,
formado y protegido por grupos de poder cuyas habilidades de sus
miembros superaban cualquier imaginación.
El libro de las profecías de Lasha Spica era de los más vendidos
de la historia, sólo por debajo de “La Senda del Guerrero”, “El
Libro de los Dioses” y “El Escrito Sagrado”. El primero, el libro
considerado como la guía que todo guerrero debe seguir en su vida;
el segundo, el libro base de la religión más popular del país: la del
Culto a los tres Dioses; y el tercero, el libro con la doctrina de la
segunda religión más popular de Boleria pero la primera a nivel
mundial: la del único Dios.
Lasha Spica no sólo se adelantó a su época en conocimientos del
destino de su país, también profetizó muchos de los grandes avances
tecnológicos que se dieron a través de la historia e incluso auguró el
ascenso de gobiernos que en su tiempo rivalizaron con Boleria.
Pero todavía existían algunas profecías por cumplirse, cinco en lo
particular llamaban la atención de Dante, todas ellas atemporales, en
ninguna la adivina se atrevió a dar una fecha aproximada, su
cumplimiento podía desatarlo un capricho del destino.
La primera tenía que ver con su propio Clan: “La Casa Adam
resurgirá como en su antigua gloria y gobernará sobre la
humanidad”. Dante era un hombre de creencias, se dejaba llevar
mucho por las adivinaciones y las clarividencias, su libro de cajón
era precisamente el de “Las profecías de Lasha Spica”.
Por sus mismas creencias, no entendía su sueño recurrente de la
más oscura de las profecías de Lasha Spica… ¿Qué demonios
significaba eso? ¿Qué los Adam serían los amos de una humanidad
en extinción? La adivina no hablaba de lapsos de duración, los Adam
podían ser los últimos gobernantes del planeta.
Para entender su sueño pensó en la siguiente profecía, aquella
dedicada al Clan Maldito: los Enoch, en específico, al Patriarca
vitalicio. La profecía decía que el último descendiente de Caín que
heredara sus dones, sería su asesino definitivo.
Esa profecía podía estar más próxima a cumplirse toda vez que ya
había nacido la última hija de Caín Enoch, la heredera de los dos
últimos dones que le quedaban, irónicamente, una miembro del Clan
Spica.
En los tiempos que corrían se estaba librando una guerra de
revolución por el control del país y contra todos los pronósticos, los
rebeldes prácticamente ya tenían en la bolsa el triunfo.
Se lo ganaron a pulso, derrotaron a los endiosados FILOS
Divinos, los gobernantes vitalicios del país y sus guerreros más
poderosos, sólo les quedaban los dos más fuertes, el primero y el
último, según sus fuentes, ese mismo día se libraría la batalla por
Ishtar, la capital de Boleria y el último estado que les quedaba por
tomar a los rebeldes, si tenían éxito, la silla presidencial sería suya,
pero para lograr eso debían derrotar al guerrero más fuerte
históricamente, al FILO Divino número uno: Kukulcán.
Y su otro enemigo era precisamente el FILO Divino número doce:
Elohim, nombre de guerrero que Caín Enoch había elegido para ser
reconocido. El patriarca del Clan Maldito era un guerrero inmortal
que desde la fundación de Boleria había manipulado su destino. Si
perdía la batalla contra los rebeldes, perdería algo más que al país,
según la profecía de Lasha Spica, su muerte se daría a manos de su
propia hija, una colaboradora en activo del ejército revolucionario, si
ese era el caso, el miembro más importante del Clan rival moriría, lo
que tenía sentido si la Casa Adam iba a gobernar la tierra, mientras
Elohim viviera, eso jamás sucedería.
La profecía del Clan Maldito lo ponía más nervioso aún,
profecías, siempre las profecías, si Elohim caía, los Adam
inexorablemente ascenderían, pero… ¿Por cuánto tiempo? ¿Sería
posible que su éxito y dominación mundial se agotaran en un
suspiro? Esa sería una jugarreta cruel del destino.
La caída de Elohim, el ascenso del Clan del Rey y la premonición
del fin de los tiempos. Sólo quedaban un par de profecías más. Una
de ellas era la que complementaba el fin de la era del hombre y
anunciaba el regreso de los Gigantes, aquellos enormes seres que
dominaron la tierra antes que la humanidad y que no estaban del todo
extintos, una parte de esos seres estaba encerrada en el último piso de
la Ciudadela, aquel descomunal edificio enclavado en Arcadia que
contenía toda una ciudad en su interior. Otra parte de esos seres
radicaba en el Distrito Comercial del mismo estado, eran amigos del
hombre y no se entrometían en sus asuntos, se trataba de Dioses
modernos sin rostro. “Los Gigantes no podrán ser contenidos para
siempre y algún día regresarán para reclamar su propiedad: la
tierra, entonces arrasarán con la humanidad en el mayor genocidio
en la historia del planeta.”.
Esa profecía le causaba escalofríos a Dante Adam, aunque sabía
que los Titanes estaban asegurados en el último piso de la Ciudadela,
había enemigos de la humanidad que deseaban abrir las puertas de su
prisión eterna para desatar el apocalipsis, los nombres de aquellos
malvados seres humanos, tan inmortales como Caín, todos los
conocían, se trataba del primogénito de Caín Enoch, el más poderoso
de sus hijos: Radamanthys, quien era apoyado por el máximo
enemigo del guerrero también conocido como Elohim: Horus. Desde
tiempos inmemoriales esos tres hombres habían jugado un peligroso
juego, unos para abrir la puerta del último piso de la Ciudadela y el
otro para conservarla protegida y cerrada.
La última de las profecías era la de la esperanza: “De entre los
despojos de la tierra surgirá un Clan que levantará el puño por la
humanidad, se tratará del Clan elegido, los herederos de la sangre
del primer libertador, los portadores del poder de Zarth, en ellos
recaerá el futuro del hombre”.
En Boleria se le conocía como “Gash” al poder de línea de sangre
que pasaba entre los miembros de un mismo Clan de generación en
generación y Dante Adam pensaba que la última profecía era la más
desalentadora de todas, la sangre de Zarth se perdió con su
desaparición hacía miles de años, sólo quedaron algunos vestigios de
su poder que se veían rara vez en la historia, la leyenda del Clan
Sargás era de dominio público, pero sólo era eso, un mito, no existía
el verdadero Clan de Zarth, su línea de sangre era una fantasía.
El orden de esas profecías sólo lo podría conocer alguien que
estudiara la historia y la transmitiera de primera mano a sus
descendientes, para empezar, en el libro de Lasha no venía incluida
la profecía de los Enoch, Caín mismo se había encargado de
erradicarla, muy pocos hombres del país en la actualidad conocían
ese oscuro augurio además de los miembros del Clan Maldito.
Dante creía firmemente que todo tiene un orden y las profecías de
Lasha no estaban exentas de ello, todo debía comenzar con la caída
de Elohim, ese debía ser el detonante, Caín Enoch detenía al Clan
Adam y protegía las puertas del último piso de la Ciudadela, si ese
hombre dejaba de existir, el engranaje del destino previsto por Lasha
Spica comenzaría a moverse.
Lo que los Adam debían hacer era algo obvio, una vez que Elohim
cayera debían evitar que se cumplieran las demás profecías, salvo la
que tenía que ver con su propio linaje, claro está, ellos debían
convertirse en los nuevos protectores del último piso de la Ciudadela
y de la misma manera evitar que los Amphi-dracos nacieran en una
misma época.
Observó la hora, todavía no era de noche, no supo en qué
momento se quedó dormido, el exceso de trabajo lo tenía agotado,
encendió el ordenador portátil, abrió sus archivos secretos,
específicamente los que tenían algo que ver con los Amphi-dracos y
estudió las posibilidades de que los doce coexistieran en esa época.
Comenzó con los que vigilaba la Orden de los Caballeros
Fantasmas, el grupo encargado de administrar la justicia en el país,
según sus informes, dos de ellos habían nacido en el estado de Levit:
el Amphi-draco de la tierra y el de las sombras, ambos deseaban
unirse a la Orden pero no lo consiguieron, por lo que los dos debían
perder uno de sus ojos para no ser un peligro para la sociedad, esa era
la ley anti Amphi-draco, los portadores de los ojos del dragón que no
sirvieran a su grupo de poder serían mutilados para evitar que por su
inmensa capacidad de destrucción fueran un peligro para la
humanidad.
Después estaba el Amphi-draco de metal, nacido en Hamal y
perteneciente a la Orden de ese estado, quien según sus informantes,
acababa de morir a manos de los miembros de la Orden del estado de
Riazor, al parecer, en una disputa interna dentro de la Orden de los
Caballeros Fantasmas.
El cuarto de los Amphi-dracos de la Orden, el de energía pura, aún
no nacía o por lo menos eso decían sus informes, cada que se daba el
nacimiento de un miembro en el Clan que albergaba al
llamado Dragón Supremo, Dante se aseguraba de que no tuviera en
su interior el llamado “Gash” Amphi-draco.
Después estaban los Amphi-dracos del Clero, los que dominaban
las fuerzas de la naturaleza, el hielo, la fusión de elementos y la
energía psíquica, de entre ellos, tenía a todos los usuarios
confirmados, la primera era una adolescente que pronto escalaría
muy alto en la jerarquía eclesiástica, los dos últimos apenas eran
unos infantes y el usuario del hielo recién había fallecido encerrado
en la prisión más impenetrable del país.
Por último quedaban los Amphi-dracos del Gobierno, cuatro
pobres diablos que tuvieron la mala suerte de nacer con los ojos del
dragón, a esos hombres y mujeres no se les daba ninguna
oportunidad, desde que nacían les era mutilado su ojo izquierdo y
eran encerrados en el Quinto Distrito, el peor de los reclusorios del
país, una ciudad-prisión que albergaba a los más peligrosos
criminales de Boleria.
En ese lugar vivían los Amphi-dracos controladores del viento, el
fuego, el agua y la electricidad, la mayoría de ellos ciegos,
despojados de sus ojos derechos por los gobernantes de Arcadia para
cedérselos a sus descendientes y ser controlados con más facilidad.
Dante Adam sabía que tres de los cuatro usuarios de los ojos
derechos de los Amphi-dracos vigilados por el estado, estuvieron
inmiscuidos en la revolución que azotaba al país y que ninguno la
había sobrevivido, lo que ya no representaba ningún problema en
cuanto a la profecía se refería, el poder de los Amphi-dracos residía
en los ojos de los guerreros nacidos con el “Gash” del dragón, si los
ojos se extinguían, el Amphi-draco quedaba encerrado en el limbo
hasta que un nuevo portador naciera.
De doce Amphi-dracos sólo uno estaba en activo y protegido: el
de las fuerzas de la naturaleza perteneciente al Clero; otros dos,
pertenecientes a la Orden, estaban a punto de ser mutilados; uno más
a cargo del gobierno, el de fuego, sólo conservaba su ojo derecho y
se encontraba en prisión, los demás residían en infantes, aún no
nacían o estaban muertos.
La seguridad de que todo estaba bien se la daban los dragones que
aún no nacían: el de energía pura, el de metal y el de hielo. Dante
Adam siempre mantenía a un par de Amphi-dracos muertos para
asegurarse de que la profecía de Lasha Spica no se cumpliría. En
cuanto tuviera la información de que un nuevo Amphi-draco estaba
en gestación, acabaría con dos más de los que aún vivían.
En los tiempos que corrían tenía la seguridad de que faltaban
seis Amphi-dracos, la mitad de los existentes, lo que significaba que
todo estaba bien, sus pesadillas estaban injustificadas, tal vez eran la
consecuencia de algunos de sus miedos y preocupaciones, al día
siguiente pensó en buscar a su “gurú” para que le explicara la razón
de esa pesadilla recurrente.
Ya empezaba a oscurecer cuando le fueron a avisar que los
rebeldes anunciaron que marcharían hacia la capital para tomar
Ishtar, se desperezó, tenía curiosidad por ver cómo los rebeldes
enfrentarían a los guerreros de la capital, a los famosos miembros del
Sindicato, esa era una batalla digna de ser vista.
Mientras salía de su habitación, reía de su imposible pesadilla, no
había forma que en la época presente coexistieran los seis Amphi-
dracos que faltaban, las situaciones en las que nacían eran muy raras,
se necesitaban cumplir varias condiciones: una de ellas era que los
progenitores tuvieran sangre fuerte para despertar el “Gash” del
dragón, por lo que los más idóneos para engendrar a los nuevos
dragones eran sus predecesores. Dante Adam por lo menos estaba
seguro que la descendencia de los Amphi-dracos del estado murió en
la guerra de revolución y los que quedaban vivos ya eran infértiles al
haber perdido sus dos ojos, en resumen, todo estaba bien y en orden.
Ya más tranquilo se dispuso a abandonar Regum Urbem, la
metrópoli de la Corona enclavada en la Ciudad Blanca Ersghiaal de
Ishtar, quería ver el triunfo de la revolución en persona, se consideró
afortunado, él vería nacer el Imperio que gobernaría su Clan.

Al mismo tiempo que Dante Adam soñaba con profecías de hacía


miles de años, a unos kilómetros de la Ciudad Blanca Ersghiaal, en la
Santa Sede ubicada en la Ciudad de los Dioses Banayah en Ishtar,
dos miembros del llamado Clan Maldito cerraban un pacto.
Uno de ellos desempeñaba uno de los más altos cargos en el
Clero, se trataba del Obispo, el líder perpetuo de la Alta Cúpula
Eclesiástica, órgano rector de la Iglesia del Culto a los tres Dioses. El
otro, era un miembro oculto de la llamada Legión de los Iluminados,
grupo protector del estado de Levit.
–Todo está listo –confirmaba Gael Enoch–, tus soldados han
vuelto de la muerte…
–¿Los ojos? –preguntó el Obispo–. Si no funcionan el trato no es
válido…
–Funcionales –respondió Gael–, por eso tardé tanto en traerlos de
regreso, no es cualquier cosa revivir un ojo de dragón…
El Obispo se volvió hacia las tres personas que estaban frente a él,
tres seres sin voluntad con la cabeza gacha, Gael Enoch “tronó” los
dedos y todos levantaron el rostro, no tenían ojo izquierdo, en su
lugar sólo se veía oscuridad, sus ojos derechos eran de color verde,
morado y azul respectivamente, sus pupilas se observaban alargadas
verticalmente, sus ojos eran los de un dragón.
–De acuerdo –el Obispo se veía complacido–, en estos momentos
el Escuadrón de la Muerte está encargándose del asunto que me
pediste.
–Perfecto, es lo bueno de ser familia, ambos sabíamos que
cumpliríamos…
–La diferencia son nuestros motivos, Gael –dijo el Obispo viendo
con repulsión a su familiar–, yo lo hago por un fin elevado, por
proteger a mi Iglesia, tú sólo por depravación, estás aburrido y
quieres entretenerte un poco…
–Cuestión de enfoques, Rosber –se defendió Gael llamando a su
familiar por su nombre de nacimiento–, me pediste que reviviera a
tres muertos, algo que va en contra de todas las premisas de tu
religión y aceptaste hacer un acto de increíble maldad en
compensación sólo porque a ti también te convenía, sé que no lo
disfrutaste pero eso no te hace mejor persona que yo, sólo más frío,
además lo que ese tipo estaba haciendo era una abominación y lo
hizo en mi territorio, sin consultármelo, eso tampoco lo pude pasar
por alto…
–No me interesan tus razones –interrumpió el Obispo, molesto
porque las palabras de su familiar eran verdad, él también era un
monstruo.
–No te molestes, recuerda que fuiste tú quien me buscó a través de
mi padre, pero dejemos de lado esta discusión de quien es más malo
de los dos, mejor dime… ¿Quién cargará con la culpa de la
intrusión?
–La Alta Cúpula Eclesiástica y la Corona –contestó el Obispo, un
experto en apuñalar por la espalda y esconderse después, el mejor a
decir de su familiar presente, para culpar a otros de sus propias
felonías–, quienes al enterarse de lo que el Santo Padre estaba
haciendo, de inmediato enviaron al “cazador de dragones” a apoyar
al Escuadrón de la Muerte.
–Perfecto, entonces dejemos que los fuegos artificiales suenen…
El Obispo observó a su familiar alejarse, para su desconsuelo,
Gael Enoch tenía razón, estaba haciendo cosas terribles en nombre de
la religión, pero su etapa de arrepentimientos ya había pasado hacía
siglos, él, al igual que los hijos de Caín era un inmortal y haría lo
necesario para proteger a su Iglesia.
Pensaba en el pacto con su familiar: la resurrección de tres Amphi-
dracos a cambio del exterminio de varias personas, la mayoría niños
que eran partes integrantes de un proyecto que podía traer la ruina al
país.
Los tres guerreros resucitados eran armas muy poderosas para la
Iglesia en la posible guerra que se venía en ciernes, sólo necesitaba
mantener con vida a los guerreros originales para que los ojos de los
resucitados no se apagaran, el gobierno del país estaba a punto de
cambiar y el Clero no iba a permitir que los nuevos mandatarios les
quitaran sus beneficios.

En Cirrus Leges, el Distrito Legislativo del país instalado dentro


de la Ciudad de los Cielos Hevven en Ishtar, un hombre esperaba a
que los representantes de los seis Estados del país salieran de esa
sesión urgente a la que el Rey había convocado.
La lucha revolucionaria no era el único problema del país aunque
sí el que acaparaba los titulares.
Él estaba en ese lugar para tratar una situación muy delicada que
podía considerarse de alta traición, necesitaba el apoyo de los seis
estados para que autorizaran la misión que estaba a punto de llevarse
a cabo.
Hacía apenas un par de horas les explicó a los representantes de
los Estados los motivos de la reunión urgente, ante la desunión y
rencillas internas de la Orden de los Caballeros Fantasmas, era el
Congreso del país quien debía hacer frente a la situación y asumir las
consecuencias.
Dentro no sólo había representantes de los seis estados del país,
también se encontraba un representante del Clero, y no cualquiera, se
trataba de la Santa Madre en persona, la segunda al mando de la
religión más importante del país, a la reunión también acudió el Rey
de Boleria, la gravedad de la situación ameritaba su presencia.
No fue necesario que la reunión se extendiera más de lo
estrictamente imprescindible, bastó que la Iglesia y la Corona
pidieran el apoyo de los representantes de los estados para que la
operación fuese aprobada.
Así se lo hicieron saber al hombre que aguardaba afuera después
de que hizo su exposición, dejando a los que decidían el futuro del
país que tomaran su elección.
El hombre conocido como el Mago abandonó el recinto
legislativo, los representantes del Gobierno, Clero y la Corona
todavía se quedarían a esperar la resolución que se estaba tomando
en la Ciudad vecina de Hiddensh, donde representantes de los
Grandes Clanes del país discutían acerca de la guerra de revolución y
el papel que desempeñarían si los rebeldes ganaban la última batalla
en Ishtar, se sabía que la mayoría apoyaba la propuesta de que si los
rebeldes tomaban el último estado del país que les faltaba, les
permitirían gobernar Boleria.
Una vez fuera del recinto legislativo, el Mago se comunicó con el
Obispo que en esos momentos estaba recibiendo a un familiar para
formalizar un nefasto trato, le avisó lo que el religioso ya sabía de
antemano que sucedería, los principales representantes del Congreso
dieron su visto bueno para la misión en Levit.
Después habló al líder operativo del Escuadrón de la Muerte, el
hombre a quien llamaban el Emperador, quien sólo se limitó a asentir
y dar “luz verde” a sus compañeros de destruir un búnquer bajo el
mar habitado por más de cien inocentes niños.

En otra parte de Ishtar, en la Ciudad Oculta Hiddensh, una furiosa


mujer arrojaba su tercera prueba de embarazo contra la pared, el
resultado era el mismo que en las dos anteriores: embarazada.
Aún no entendía lo que había sucedido, a ella ni siquiera le
agradaba el tipo que la embarazó, sólo fue una noche de debilidad,
únicamente eso, ella se sintió vulnerable y estaba ebria, él
simplemente se encontraba ahí.
Golpeó una vez más la pared, pensaba en su reputación, en lo que
sus otros compañeros dirían de ella, pensaba en su vida futura,
maldecía a los Dioses. ¿Por qué estaba embarazada de ese tipo?
Cualquiera hubiera estado bien menos él… ¿Por qué él?
Los golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos, al otro
lado escuchó la voz del que ella hubiera deseado fuera el padre de
ese hijo que ahora despreciaba.
–¿Estás bien, Mort? Escuché un golpe…
–Estoy bien –dijo la mujer mientras destruía las pruebas de
embarazo.
–Debes apurarte –le indicó la voz masculina al otro lado de la
puerta–. En Primum Victoria ya dieron la Orden de defender la
capital. Los rebeldes ya han partido de Arcadia, es un hecho que
vienen a tomar Ishtar, nuestros ejércitos ya están en posición
comandados por Sombra, el nuevo Presidente ha convocado a los
líderes sindicales.
Mort pensó en la mítica Primum Victoria, la pequeña urbe
emplazada en el corazón de la Ciudad Oculta Hiddensh, lugar donde
se encontraba la llamada Fortaleza del Summum Concilio, un
impresionante inmueble donde se reunían los representantes de los
principales ciento setenta y seis Clanes Guerreros de Boleria, al
parecer ya habían dictado una sentencia respecto a la revolución que
azotaba al país y la inminente presencia de los rebeldes en la capital.
–¿Y Conde? –preguntó la joven esperando que el imbécil que la
embarazó no estuviera ahí.
–Ya sabes que ese retrasado mental te sigue como perro a todos
lados –le informó el guerrero al otro lado de la puerta, en su voz se
notaba el desprecio hacia quien también era su compañero–, lo saqué
a patadas del edificio pero no se ha movido de la entrada ni lo hará
hasta que salgas…
Mort soltó un grito de frustración, el tener cerca al idiota que la
embarazó era algo que no podía soportar, salió del cuarto de baño,
abrazó al hombre que ella realmente quería y desapareció con él, al
mismo tiempo, afuera del edificio, Conde sintió la presencia de sus
compañeros Mort y Caelum desaparecer, corriendo a toda velocidad
siguió sus energías, se aproximaba una batalla y él lo único que
deseaba era proteger a la mujer que amaba.

También en Ishtar, en la Ciudad Capital Assur, una mujer


mantenía relaciones sexuales sin protección con un atractivo hombre,
se sentía extasiada en un ambiente hedonista al que siempre quiso
pertenecer.
Lujos y excentricidades por todas partes, tan sólo tenía que desear
algo para que se lo cumplieran, pensaba que toda su vida debió ser
así, ella pertenecía a una de las principales cuatro familias del país
pero ni siquiera llevaba el apellido de su padre.
Su infancia y temprana adolescencia fueron una mierda en sus
propias palabras, dedicadas únicamente a entrenar y volverse fuerte
obligada por su madre… ¿Y todo para qué? Para entrar en un grupo
élite al que no le interesaba…
Su lugar era en el que estaba en ese momento, el de los
millonarios, el de la vida fácil y despreocupada, el de los excesos.
Era su cumpleaños y lo estaba celebrando en grande, el tipo en su
cama era terriblemente atractivo y su familia también era de
abolengo en el norte del país, un sujeto al que no le importaría seguir
viendo en el futuro.
Cuando terminaron su tercera ronda de amor intenso, la mujer
sintió ganas de darse un baño al aire libre, la fiesta estaba en su
apogeo y el sol todavía iluminaba el cielo, se puso un diminuto y
sensual traje de baño para ir a la bañera de sauna con hidromasaje
que había en el exterior a relajarse mientras disfrutaba de una copa de
vino espumoso, una buena forma de recuperar energías para la
verdadera fiesta que se vendría en la noche. Sin que ella lo supiera, la
semilla de aquel hombre superó sus barreras, una nueva vida nacía en
su interior.

En la mítica Ciudad Sagrada de Uruk, una de las seis que


conformaban la capital de Boleria: Ishtar, un hombre con el
semblante derrotado se paseaba por el edificio que fuera la sede de la
poderosa Orden de los Caballeros Fantasmas, inmueble enclavado en
el corazón del llamado Distrito Judicial, el lugar estaba vacío.
El actual Gran Maestre lo había mandado a remodelar muchos
años atrás y dejó la obra inconclusa, ese edificio era el fiel reflejo de
lo que ahora era el otrora grupo más poderoso del país, un lugar frío,
vacío y que no le importaba a nadie.
Su armadura gris todavía resaltaba en ese deplorable lugar, su
capa con capucha le otorgaba un aire sobrio, aún en los tiempos de
vacas flacas que vivía la Orden, el uniforme imponía.
Detrás de aquel hombre caminaba un apuesto joven, le sacaba una
cabeza al Caballero Fantasma y su cuerpo se veía fuerte y poderoso,
producto de toda una vida de intenso entrenamiento.
–Aún no entiendo para qué me ha traído aquí, Sir… –protestaba el
joven que también se notaba cabizbajo, hacía unas horas acababa de
despedir a su padre enterrándolo en un ataúd vacío.
–Yo soy el único sobreviviente de los Herreros en la batalla que
sostuvimos contra los Profetas –dijo Sir Cygnus con amargura–.
Estoy vivo no por mi gusto sino porque mis hermanos de la Orden de
Hamal así me lo ordenaron, tuve que huir mientras ellos eran
asesinados…
–Yo siempre lo he apreciado y admirado, Sir –le contestó el
muchacho–, jamás me atrevería a culparlo por la muerte de mi padre,
no hay más honor para un guerrero que morir en el campo de batalla.
–Lo sé –dijo el abatido guerrero–, tal vez lo que siento es envidia
y no tristeza de ser el único sobreviviente de mis amigos de toda la
vida.
–Todavía no me explica por qué me trajo desde Hamal, Sir… –
insistió el intrigado muchacho.
–Antes de contestarte quiero hacerte una pregunta… ¿Qué piensas
hacer con tu futuro?
–Toda mi vida he sido entrenado para pertenecer a la Orden, Sir,
ahora hay tres espadas del alfabeto antiguo de los Herreros sin
dueño, pelearé por la de mi padre.
–No te permitirán hacerlo, Roderik –le aclaró Sir Cygnus–, con la
muerte de tu padre se perdió tu “Gash”, recuerda que el poder de
línea de sangre de los Amphi-dracos es distinto del de los demás
guerreros del país, si no te entrega sus ojos, no heredarás su poder.
No te permitirán pelear por una espada de los Herreros, menos
después de la gran decepción que fuimos nosotros, buscarán a los
guerreros más fuertes entre los Clanes de Hamal.
–Así tenga que apelar al Consejo de Gobierno del Estado le
aseguro que pelearé por el arma de mi padre, Sir, les demostraré que
el verdadero poder no está en el “Gash” sino en el corazón.
Sir Cygnus se limpió una lágrima al ver la resolución del
muchacho.
–Eres un digno hijo de tu padre, muchacho –Sir Cygnus le dio
unas palmadas en el hombro–, si Sir Draco hubiera utilizado el
verdadero poder del Dragón Metálico, te aseguro que habríamos
derrotado a los Profetas, pero él tenía conflictos internos muy fuertes
que le impedían utilizar todo su poder y aun así era de los guerreros
más fuertes del estado, tal vez del país. –El Caballero Fantasma sacó
algo de entre sus ropas, tomó la mano del muchacho y cumplió la
última voluntad de su fallecido amigo y compañero.
A Roderik le tembló la mano, en ella se encontraban los ojos de su
padre en una pequeña caja de cristal, su herencia.
–No sé qué decir, Sir, yo…
–Tu padre me los entregó antes de que me marchara, los tres
imbéciles que murieron me encargaron a sus hijos, no sé qué
sucederá en la Asamblea de los Caballeros Fantasmas de mañana,
Roderik, tal vez me juzguen por abandonar a mis compañeros y me
ejecuten como un cobarde, por eso tenía que cumplir antes con la
última voluntad de tu padre, no sé –observó con nostalgia alrededor–,
tenía que hacerlo aquí, en la verdadera sede de la Orden, no te los
entregué en el Castillo Negro porque aún no eres un Herrero, lo
comprendes… ¿Verdad?
Los ojos de Roderik Alwaid por un momento se tornaron grises y
su pupila se alargó, ya se había colocado los ojos de dragón, el chico
le sonreía a Sir Cygnus.
–Por supuesto, Sir, aunque sólo es cuestión de tiempo.
–A propósito de eso, quiero pedirte un favor, te entregué los ojos
del Amphi-draco de metal porque fue la última voluntad de mi amigo
Alsaf, sin embargo, si en los próximos días se realizan los exámenes
para aceptar a los nuevos Herreros, quiero que me jures por la
memoria de tu padre que no utilizarás el poder de los ojos del
dragón, tus demás compañeros, incluido mi hijo, no tendrán esa
ventaja, al morir sus padres el “Gash” de sus familias se irá
manifestando poco a poco en ellos, yo no le daré el mío a Dimitri
hasta después de la prueba sin importar que gane o pierda… ¿De
acuerdo?
–Por supuesto, Sir –Roderik estrechó la mano del Caballero
Fantasma–, le demostraré lo que le afirmé hace rato, que soy un
Herrero aún sin el poder del Amphi-draco de metal.

Una vez que se cumplió el sexto improbable caso de una situación


imposible de que sucediera en palabras de Dante Adam, doce Amphi-
dracos coexistieron en una misma época, la maquinaria del destino
dio un vuelco en el futuro que Lasha Spica vio en sus premoniciones.
Dante Adam se equivocó con el orden de los augurios, pero al
menos en un par de días, tres de las cinco que definirían el futuro de
la humanidad se cumplirían.
La primera se cumplió en Ishtar con la aparición en un instante de
seis Amphi-dracos. Las otras dos se cumplirían en la segunda capital
del país, la armamentista: en Arcadia. Al día siguiente Elohim sería
asesinado por los rebeldes con la colaboración de la última de su
descendencia: Virgo del Círculo del Zodiaco.
Y en cuanto Roderik Alwaid se colocó los ojos del Dragón
Metálico, en la zona militar de la Ciudadela de Arcadia, la tierra se
estremeció, del último piso del edifico-ciudad cayeron veintiún
guerreros cuyas estaturas iban de los tres metros y medio a los cuatro
y medio de estatura, los Titanes que habían estado encerrados desde
que los hombres derrotaron a los Gigantes fueron liberados,
marcando así el inicio del fin de la era del hombre.
EL INICIO

¿Quién manda en el país más poderoso del mundo? Se


preguntaba Atón, el Santo Obispo de la principal religión de Boleria:
la Iglesia del Culto a los tres Dioses. Líder vitalicio de la Alta Cúpula
Eclesiástica, el grupo de poder en el Clero que gobernaba sobre la
Iglesia y sus millones de feligreses.
Boleria era un país insuperable en todo el mundo, el único cuyos
ciudadanos élite poseían lo que se llamaba un “Gash” o poder de
línea de sangre, habilidades extraordinarias que rebasaban la línea de
lo increíble.
Conocían los secretos para interactuar con los elementos de la
naturaleza y con la naturaleza misma, controlaban las leyes de la
física, podían convocar bestias de otras dimensiones, manipular los
sentidos y la materia, tenían el poder de la creación y la destrucción.
Boleria era la única nación en el orbe cuya principal potencia
bélica recaía en sus hijos y no en su armamento, el lugar más temido
y rico del planeta, el país en la cima del orden mundial.
Con esa calidad de ciudadanos tan poderosos era fácil pensar que
Boleria era un país inmiscuido en guerras constantes, sumergido en
una lucha interminable por el poder. ¿Quién podría ser capaz de
mantener el orden, la civilidad y el estado de derecho en un lugar
creado para producir dioses modernos?
Boleria contaba con un gobierno tripartito, tres poderes se
encargaban de mantener la paz y la estabilidad del país: La
Presidencia asistida de los Consejos de Gobierno de los estados se
encargaban de la administración de la nación y la expedición de
leyes, la Orden de los Caballeros Fantasmas de la impartición de
justicia así como de los ejércitos y la Iglesia era la guía espiritual de
los ciudadanos.
Sobre todos “reinaba” el Rey, el jefe del Estado y del poder
ejecutivo, parte integral del poder legislativo, principal Juez del
poder judicial, Comandante Supremo de las fuerzas armadas y
máxima autoridad de la Iglesia.
En las modernas épocas actuales, la figura del Rey era meramente
ilustrativa, intocable, con fuero para hacer valer su voluntad, con la
autoridad y el imperio para remover a los líderes de los tres
principales poderes pero sin la facultad de gobernar.
El real ejercicio del poder lo “delegaba” en las tres figuras que
realmente tenían el control del país: el Presidente, el Gran Maestre de
los Caballeros Fantasmas y el Santo Padre, quienes tenían facultades
de mando en el Gobierno, la administración de justicia y el Clero
respectivamente.
Entre ellos estaba el verdadero pulso de poder, el Presidente
gobernaba sobre el país pero la Orden de los Caballeros Fantasmas
podía destituirlo si se le consideraba una persona peligrosa y nociva.
La Orden era quien mandaba sobre los ejércitos y los grupos de
poder.
La Iglesia constituía un régimen alterno al del Presidente, con sus
propias normas, reglas y justicia, un valioso aliado para el gobierno o
un implacable enemigo, capaz de quitar gobernantes si se oponían a
sus “santas reglas”.
Los tres poderes de Boleria así como la Corte del Rey desde sus
orígenes eran liderados por las mismas familias, Clanes ancestrales
que ejercían sus mandatos de forma alterna. El cargo del Rey sólo era
ejercido por una familia y su descendencia, él único puesto vitalicio
ejercido por un Clan sin “Gash”, a quien todos los grupos de poder se
debían y a quien juraban fidelidad y protección hasta la muerte: la
Casa Adam.
Así funcionaba Boleria desde hacía miles de años y esa forma de
gobierno la tenía en la cima del orden mundial, una guerra contra
Boleria y sus grupos de poder protectores significaba el exterminio
del país enemigo.
Boleria tenía un gobierno duro, inflexible especialmente con sus
ciudadanos élite, quienes en el país eran la clase superior, ricos y
poderosos, poseedores de grandes prerrogativas, con una principal
prohibición: no podían abandonar el territorio nacional. Desde su
constitución, Boleria pactó con los demás países del orbe que sus
ciudadanos con poder de línea de sangre jamás atentarían contra otra
nación si no había guerra de por medio, los Caballeros Fantasmas
tenían la obligación de ejecutar a sus propios ciudadanos élite que
utilizaran sus dones en contra de otros países.
Las rebeliones de guerreros poderosos dentro de Boleria no eran
comunes pero las había cada determinado número de años, éstas por
lo general eran aplastadas por los guerreros más poderosos del país,
aquellos cuyo “Gash” estaba por encima del de los demás: sus
gobernantes.
Una vez que se eliminaba a los rebeldes, a sus aliados, familiares
y simpatizantes, el país volvía a la calma, hasta que pasados los años,
nuevas generaciones que no habían vivido los estragos de una guerra
ni sus consecuencias se levantaban también en armas contra el
gobierno y de nuevo eran aplastados.
Pero corrían tiempos peligrosos, veinte años atrás un grupo de
poderosos jóvenes se levantó en armas en el estado de Arcadia,
capital armamentista de Boleria. Perdieron. Veinte años hacía que el
gobierno se hiciera cargo de la última rebelión y ya se estaba
librando una nueva lucha social. Si bien el tiempo entre un
levantamiento y otro fue relativamente corto y todavía se tenía fresco
en la memoria la manera en que se aplastó a los últimos rebeldes,
todos tomaron a los nuevos insurrectos, la mayoría de ellos jóvenes
que apenas llegaban a la veintena de años, como un grupo aislado
que sería destruido sin el menor esfuerzo.
Pero no fue así, en una época donde la Orden de los Caballeros
Fantasmas estaba fracturada, desunida y venida a menos, los jóvenes
rebeldes hicieron lo impensable, tomaron el estado más poderoso de
Boleria y amenazaban con hacerse con el control del resto del país,
algo que el Santo Obispo jamás hubiera pensado.
Era obligatorio hacerse esa pregunta: ¿Quién manda en el país
más poderoso del mundo? Si los rebeldes ganaban su revolución, que
todo parecía indicar que así sería, el orden establecido desde tiempos
ancestrales se rompería, los nuevos gobernantes probablemente no
respetarían las reglas que mantenían en orden y armonía al país,
querrían imponer su propia forma de gobierno y si dentro de esa
nueva forma de gobierno trataban de quitar privilegios y
prerrogativas a los Caballeros Fantasmas, el Rey o el Clero, el país se
vendría a la ruina, ningún grupo de poder cedería ante un gobierno
ilegal, la guerra se extendería y la nación más poderosa del planeta
caería.
Pensaba con tristeza y amargura en los rebeldes, quienes
seguramente creían que haciéndose con la presidencia de Boleria
cambiarían las cosas en el país, ilusos, el monstruo no podía ser
dominado a través de una sola cabeza, eso lo aprenderían por las
malas.
El alto prelado eclesiástico dejó de pensar un momento en la
posible ruina del país para concentrarse en otro asunto más urgente:
la posible ruina de la Iglesia, los tiempos turbios no sólo corrían en el
gobierno y los Caballeros Fantasmas, también la Iglesia estaba
siendo afectada y en esos momentos enfrentaban su peor crisis en
muchos años.
El Santo Padre, actual máximo dirigente de la Iglesia del Culto a
los tres Dioses, se había vuelo loco, aprovechando los tiempos
difíciles que atravesaba la nación decidió por su propia cuenta y en
secreto crear un ejército de guerreros para apropiarse del país
copiando el “Gash” de los protectores de la Iglesia: los Santos
Inquisidores.
Un crimen imperdonable que pondría a la Iglesia en una situación
de la que posiblemente no podría levantarse, si el proyecto del Santo
Padre se daba a conocer públicamente, todas las familias guerreras
del país, las ciento setenta y seis poseedoras de un “Gash”,
marcharían contra el Clero, dejando el terreno libre a la otra religión
de la nación: la del único Dios practicada en el sur de Boleria, que en
esos momentos era insignificante, para que se convirtiera en la nueva
religión oficial del territorio nacional.
Eso era algo impensable siquiera, la religión del Culto a los tres
Dioses era más antigua aún que el país, formada desde la época de
los Gigantes, la antigua especie dominante de la tierra antes de la era
del hombre, una religión así no podía debilitarse a causa de la locura
de un solo individuo, sin importar que ese hombre fuera el máximo
líder de su religión.
Por ese motivo se dio la orden, el asunto del sueño loco del Santo
Padre debía resolverse de manera interna, para detenerlo lo habían
mandado a llamar a la Santa Sede, el segundo bastión de la Iglesia
ubicada en la otra capital de Boleria, donde residían también las
sedes de los otros tres poderes del país: Ishtar.
El objetivo era aislar al máximo representante del Clero y alejarlo
lo más posible del lugar donde estaba creando sus aberraciones de la
naturaleza. La Iglesia tenía dos sedes: el Circuito del Peregrino en el
Distrito Comercial de Arcadia y la Santa Sede en la Ciudad de los
Dioses Banayah en Ishtar, la primera de las mencionadas era
considerada suelo sagrado en donde estaba prohibido utilizar el poder
del “Gash” contra otro ser humano, la sentencia ante tal falta era la
muerte inmediata, el segundo, aunque también era considerado suelo
santo y la misma restricción era una regla, la sentencia ante una falta
no incluía la muerte al momento del crimen, el infractor era
procesado por un tribunal eclesiástico y se le castigaba de acuerdo a
la falta cometida.
El estrepitoso abrir de las puertas sacó al Santo Obispo de su
ensimismamiento, como se lo temía, de los cinco altos miembros del
Clero –sus principales dirigentes en los tiempos que corrían–, que
discutían en la sala principal, sólo salió uno.
El Santo Padre avanzaba con paso resuelto hacia Atón, sus ropas
así como parte de su rostro estaban manchados de sangre, el Santo
Obispo no se movió de su lugar, el principal líder del Clero detuvo su
caminar cuando tuvo de frente al último miembro vivo, además de él,
de la Alta Cúpula Eclesiástica.
–Santidad –saludó el Santo Obispo–. ¿Hay sobrevivientes a los
que se les deban practicar primeros auxilios?
–Manda a traer a los servicios fúnebres –respondió el líder
eclesiástico en tono neutral.
–Así lo haré, es una lástima que todo haya terminado así.
–En la Iglesia la traición se castiga con la pérdida de la vida, no lo
olvides, Atón.
–Lo tengo muy presente, Santidad. –El Santo Obispo se alejó un
paso del Santo Padre levantando los brazos en señal de que no
deseaba pelear–. Pero el pecado ha sido cometido en suelo santo…
–Ya me avisaron que seré destituido y que encargaron al
Escuadrón de la Muerte la destrucción del complejo donde estaba
perpetrando la supremacía de la Iglesia… –El Santo Padre lanzó una
mirada retadora al Santo Obispo–. ¿Qué más pueden hacerme? El
crimen lo están cometiendo ustedes al asesinar a decenas de niños
inocentes…
–No tiene caso discutir una orden en ejecución, Santidad –dijo el
Santo Obispo en tono conciliatorio–, en nada cambiará lo que está
sucediendo una discusión entre nosotros, lo mejor será que se retire a
hacer penitencia por lo que ha hecho, en unas horas será enviado al
Distrito Comercial para que en ese lugar lleve a cabo su retiro
voluntario.
–Voluntario… –susurró el Santo Padre–. ¿Entonces no me van a
juzgar por lo que hice en Levit y lo que acabo de hacer aquí? Eliminé
a los cuatro miembros del Consejo Superior de la Alta Cúpula
Eclesiástica.
–Usted lo ha dicho, Santidad –el Santo Obispo hablaba con
paciencia, incluso con condescendencia–, su castigo ya ha sido
ordenado y ejecutado, los tiempos que vive la Iglesia son
complicados, en nada ayudará la caída en desgracia de nuestro
pastor.
El Santo Padre iba a responder a las palabras del Santo Obispo
pero desistió de hacerlo, no tenía caso, su futuro ya estaba sellado,
pasaría los últimos días de su vida en suelo sagrado, en el Distrito
Comercial de Arcadia, en algunos días se daría el anuncio de su
dimisión por enfermedad y la Santa Madre ocuparía el máximo
puesto de la Iglesia.
El todavía máximo jerarca de la religión del Culto a los tres
Dioses se siguió de largo, mientras caminaba, unas lágrimas corrían
por sus mejillas, la muerte por sus propias manos de los miembros de
la Alta Cúpula Eclesiástica no era suficiente para calmar el dolor y
vacío en su corazón, en ese momento muchos niños inocentes
estaban perdiendo sus vidas, juró ante los tres Dioses, en quienes
realmente creía y a quienes veneraba, que antes de morir acabaría
con todos los animales que hubiesen participado en aquella masacre.
Atón observó alejarse al Santo Padre, le dolía verlo así pero nada
pudo hacer por él, muchas veces le advirtió de lo peligroso de su plan
y el supremo prelado jamás lo escuchó, los horribles sucesos que se
estaban llevando a cabo ese día, eran una mancha para la iglesia que
jamás se podría limpiar.
Ni siquiera tuvo el valor de asomarse a la sala de juntas, sacó un
comunicador personal de entre sus ropas e hizo la llamada que su fe
y su puesto le obligaban, en cuanto escuchó la voz del otro lado de la
línea, se dispuso a dar las órdenes.
–Ha sucedido una tragedia, los cuatro miembros del Consejo
Superior de la Alta Cúpula Eclesiástica han fallecido en un accidente
en los mares de Levit, el Santo Padre está bien pero la noticia lo ha
devastado, su salud se ha visto menguada por la noticia, encárgate de
todo ante la prensa, cualquier duda que tengas comunícate sólo
conmigo.
–De acuerdo –se escuchó al otro lado de la línea.
El Santo Obispo marcó otro nuevo número y al igual que con la
primera persona que se comunicó, de inmediato le dio instrucciones.
–Sucedió lo que nos temíamos, envía a tu gente de confianza a la
sala de juntas de la Alta Cúpula Eclesiástica aquí en la Santa Sede,
cierra el edificio, quiero una limpieza total, después de que te
encargues de esto, busca a los tutores de Sandrah Pherkad, Tharkan
Cauda, Mikaellah Abrahams y Gellius Camaz, avísales que deberán
presentarse en la Santa Sede para rendir protesta y juramento para
pertenecer a la Congregación Druida, también comunícate con sus
familias, explícales que los actuales miembros de la Alta Cúpula
Eclesiástica han sufrido un accidente, el encargado de comunicación
social de la Iglesia te dará los detalles.
–¿El Santo Padre? –preguntó la voz al otro lado de la línea.
–Se retirará por enfermedad, yo hablaré con la Santa Madre en
persona para informárselo, es indispensable que desde este momento
el Santo Hermano quede bajo la custodia de la Iglesia, la Santa
Madre es una persona mayor, de la misma generación del Santo
Padre, ambos rondan los ochenta años, debemos preparar de
inmediato a su sustituto, el Santo Hermano a partir de ahora es el
bien más preciado del Clero, nuestro futuro dirigente.
–Me haré cargo –respondió el hombre al otro lado de la línea.
Atón se llevó la mano al rostro, tenía mucho tiempo que la Iglesia
no pasaba momentos tan difíciles, la alta traición de su dirigente, la
llegada al máximo puesto de una mujer que no estaba preparada para
ello y el inevitable cambio de gobierno que representaba una
incógnita para todos, hacían temblar sus cimientos.
Definitivamente había una crisis, la cual se endurecería en los
próximos años y el mayor peligro residía en casa, por lo regular, el
máximo puesto en la Iglesia siempre estaba asegurado a través del
Santo Padre, la Santa Madre y el Santo Hermano, cuando uno
dimitía, generalmente por cuestiones de edad, el siguiente ya estaba
listo para reemplazarlo y así sucesivamente.
Pocas veces en la historia se había dado un fenómeno como el de
la época actual, que tanto el Santo Padre como la Santa Madre
nacieran en una misma generación y en las siguientes no nacieran sus
sucesores, lo cual, dejaba una brecha bastante amplia para los
siguientes líderes, cuando eso sucedía, se daba una guerra al interior
de la Iglesia por el control de ésta en caso de que el futuro pastor aún
no estuviera en condiciones de asumir el mando del Clero, había
trampas, traiciones y hasta asesinatos por llegar a la cima, incluso, el
futuro líder era quien más peligro corría en esa maraña de porquería
que tejían los altos miembros de la Iglesia que pretendían llegar al
poder, si les estorbaba, lo eliminarían.
Por eso había tomado la decisión de proteger al futuro de la
Iglesia, en la crisis que vivían el asesinato del Santo Hermano, un
infante que en esa época no debía llegar al año de edad, sería fatal.
Necesitaba ayuda y sólo existía una persona en todo el país con el
poder de auxiliarlo, el hombre más influyente de Boleria y el fiel más
devoto de la religión, el hombre más cercano a los Dioses. El Santo
Obispo volvió a marcar otro número en su comunicador móvil, en
cuanto le contestaron dio su última orden del día:
–Prepara el helicóptero y comunícate a Regum Urbem en la
Ciudad Blanca Ersghiaal, voy a ver al Rey.
LA MISIÓN

“En la época anterior al hombre, los Gigantes gobernaban la


tierra, seres muy poderosos que tenían subyugada a la humanidad,
especie a la que trataban como si fueran sus mascotas.
Pero el hombre evolucionó, los gigantes sólo veían a esa pequeña
raza que ellos mismos habían creado como un modo de
entretenimiento, por lo que le dieron poder, era divertido ver a esos
diminutos seres luchar a muerte y cada vez le otorgaron más
habilidades a esos primeros hombres para entretenimiento suyo.
Pero llegó un guerrero que sería el salvador de la humanidad, los
religiosos predican que fue enviado por los mismísimos dioses para
liberar a los de su especie, los estudiosos de la historia sostienen que
sólo era un hombre a quien el rey de los Gigantes tenía un gran
aprecio y le concedió un poder infinito.
El caso es que Zarth, un hombre adulto cuya edad hasta la fecha
se ignora, una persona de la que nadie tenía conocimiento hasta ese
momento histórico, se alzó contra los Gigantes seguido de los
guerreros más poderosos de esa época, alzando como símbolo de esa
buscada libertad, un arma: “la espada roja”, utensilio que había
reclamado con toda legitimidad del rey de los Gigantes cuando lo
mató e inició la lucha por la libertad.
La humanidad ganó esa guerra y se tienen registros que Zarth la
sobrevivió, sin embargo, el libertador desapareció tras el triunfo del
hombre sobre los Gigantes de la misma manera como llegó, eso es lo
que los defensores de las teorías religiosas aducen como un milagro
divino aunque los estudiosos de la historia sostienen que fue
traicionado y asesinado por su mano derecha y mejor amigo: Caín
Enoch, un hombre tan despreciable como los Gigantes a los que
exterminaron, un ser que sólo buscaba el poder para sí mismo,
aunque no hay ninguna prueba de ello.
¿Qué fue lo que sucedió en realidad? Nadie lo sabe y
seguramente será un misterio sin resolver, lo cual alimentará las
versiones contrapuestas de ciencia y religión por siempre.
Después de su victoria sobre los Gigantes, la humanidad
progresó, siguió su naturaleza brillante y avanzó hacia una época de
esplendor, construyó ciudades, creó culturas, domó a las bestias,
ideó inventos para hacer la vida más fácil.
Formó civilizaciones para avanzar a un mundo más moderno, se
crearon formas de gobierno, reinos, imperios y hasta democracias.
Hubo evolución cultural y artística.
El hombre pasó de la edad del hierro a la edad media y después a
la edad moderna, en ésta última pasamos de la sociedad industrial a
la posmodernidad y hasta lo que hoy llamamos capitalismo.
En esta época existen gobiernos democráticos así como
socialistas, regímenes totalitarios, dictaduras y hasta monarquías,
nuestra sociedad está marcada por la era de las comunicaciones,
tenemos redes sociales, comunicadores móviles, computadoras que
nos enlazan a través de la red global a cualquier lugar del mundo en
un instante.
Nos movemos en automóviles, dominamos los océanos con
modernos barcos y submarinos, recorremos cientos de kilómetros en
trenes con tecnología de punta que enlazan incluso a los países,
veloces aviones acortan cualquier distancia, los descubrimientos
médicos y científicos marcan la pauta de nuestra era, hay adelantos
importantes en robótica e inteligencia artificial, el futuro de la
humanidad.
Pero también existe el lado oscuro, esos mismos adelantos
científicos han ayudado al hombre a crear armas cada vez más
sofisticadas, instrumentos de destrucción masiva. Hace miles de
años que la humanidad perdió la habilidad que nos dieron los
Gigantes de controlar las fuerzas elementales, casi…
Mientras otros países buscaron el desarrollo intelectual y
tecnológico para defender sus territorios o conquistar los de sus
semejantes, en Boleria, la capital del mundo antiguo, sus pobladores
formaron poderosos Clanes, familias enteras que se negaron a
desprenderse de los grandes dones que los Gigantes les habían
heredado, dones que usaron para convertirse en la especie
dominante del planeta, entendieron que la edad moderna no estaba
peleada con las fuerzas de la naturaleza, por lo que esos guerreros
heredaron de generación en generación el poder adquirido de los
Gigantes.
Fue así que la espada derrotó a las grandes máquinas de guerra,
aún en la era de la tecnología no existe instrumento creado por el
hombre capaz de vencer las fuerzas elementales de los guerreros
bolerienses, quienes tienen el dominio sobre el agua, el viento, la
tierra, el fuego, el hielo, la electricidad, el metal, las energías
psíquica y pura, además de controlar a bestias míticas y ancestrales
junto con la fauna, la flora y las fuerzas de la naturaleza.
Un solo guerrero boleriense puede dominar a un país entero,
tenemos a psíquicos con la capacidad de controlar la mente de las
personas o de abrir puertas a otras dimensiones, crear ilusiones o
sombras con poderes inimaginables, guerreros capaces de fusionar
los elementos o crear la energía más poderosa de todas, la que
domina a las demás: la energía pura. Hay sujetos que pueden
convocar dragones o dar órdenes a las plantas, dominar el metal o
incluso volver de la muerte, para los bolerienses no hay límites, la
ciencia, la tecnología, la religión, el poder y la energía del universo
comulgan en una sociedad que marca la élite del orden mundial.
Como en todos lados en Boleria también hay clases sociales, las
cuales están definidas por el poder de las personas, los guerreros
más poderosos del país son los llamados bérserkers, combatientes
capaces de controlar las fuerzas elementales con las manos
desnudas o a través de un arma, en seguida se encuentran los
elementors, guerreros que controlan hasta dos tipos distintos de
energía elemental con las manos desnudas pero que no usan armas y
después están los troopers, poderosos combatientes que utilizan la
energía elemental sólo a través de un arma.
En la cima de todas las clases sociales están los Clanes
ancestrales que nos mantienen al tope de la supremacía global,
aquellos que mantuvieron las habilidades que les otorgaron los
Gigantes y las transmiten por línea de sangre a sus descendientes,
herencia que los bolerienses llamamos “Gash”.
Dentro de esas castas guerreras también hay niveles, estando en
la cima la estirpe del Rey: la Casa Adam, después se encuentran los
llamados cuatro Clanes: Yaotl, De Grieff, Riazor y Brunn, y un
peldaño por debajo de ellos, los Hobbs y los Shmuel.
Esas siete familias se dividen y gobiernan Boleria, la cual está
formada por cuatro estados y dos capitales a saber: Levit, Hamal,
Riazor y Aztlán, Ishtar es la capital política del país y Arcadia la
capital armamentista, donde se forjan los guerreros que protegen la
nación.
La Casa Adam es la antigua y ancestral estirpe del Rey, desde la
formación de Boleria, ese Clan es quien ha dirigido los destinos de
los bolerienses hasta la fecha actual.
Los Yaotl gobiernan Levit, el estado de las paradisiacas playas y
el abrasador desierto; los De Grieff mandan sobre Hamal, el estado
de las tierras altas y las ciudades subterráneas; los Riazor son el
Clan líder en el estado con su mismo nombre, la provincia de la
tundra y las ciudades de hielo; y los Brunn rigen Aztlán, la tierra de
los primeros hombres y las hermosas lagunas.
La Casa Shmuel gobierna la principal ciudad de las seis que
conforman Ishtar: la Ciudad Sagrada de Uruk y el Clan Hobbs
manda sobre la ciudad más impresionante del mundo: el Cinturón de
la Ciudadela, urbe enclavada en los pisos medios dentro de un
inmenso edificio de cien hectáreas de superficie y quinientos metros
de altura, la maravilla moderna más impresionante del mundo,
ubicada en el estado de Arcadia.
El control sobre el país desde su fundación siempre ha estado en
manos de las Casas Yaotl y De Grieff, quienes gobernaban los dos
reinos que se fusionaron para crear Boleria: Hamal y Aztlán. Ambas
familias gobiernan la nación de forma aleatoria por espacio de
cuarenta años aproximadamente cada una, lo que dura la
maduración de dos generaciones, ambas con el consentimiento y al
amparo de la Casa Adam.
Detrás de ellos están los Clanes Brunn y Riazor, que obtuvieron
sus territorios por donación de las principales familias. Los De
Grieff compartieron el norte de Hamal con los Riazor, quienes en un
acto de soberbia le pusieron a su nuevo territorio el nombre familiar
y los Yaotl cedieron también el norte de Aztlán a la familia Brunn,
conservando ellos el sur de su territorio al que nombraron Levit.
Inmediatamente después de los Clanes mencionados están los
Shmuel que gobiernan la capital política por debajo del
Presidente y los Hobbs que hacen lo propio en Arcadia, siempre
vigilados y bajo la potestad de representantes de las cuatro familias.
El poder afianzado por estas seis familias, además de la Casa
Adam, está de manifiesto en los grupos de poder que protegen los
estados y las capitales, en los cuales, se pueden apreciar a muchos
de sus miembros, lo que les da un control total a través de la fuerza
del país más poderoso del planeta.
En cuanto a la división de estos poderosos Clanes que dominan
nuestra nación, los más numerosos y poderosos se encuentran
obviamente en los estados de Hamal y Levit. En el primero de ellos,
conocido también como la tierra de las constelaciones, habitan los
ancestrales ochenta y ocho Clanes Guerreros y su grupo de poder es
el llamado Círculo del Zodiaco, conformado por guerreros
representantes de las principales doce constelaciones. A las Casas
integrantes de la tierra de los desiertos se les llama los nueve Coros
de Guerra y su grupo defensor es la Legión de los Iluminados, que
está integrado por poderosos guerreros a los que llaman Arcángeles.
Aztlán está integrado por los Clanes de la Triple Alianza y su
grupo de poder es el Honorable Tloque Nahuaque. A las familias
protectoras de Riazor se les conoce como la Federación de los
Clanes del Norte y sus defensores son los llamados Jinetes Alados,
los cuales se dividen en Inmortales y Elementales.
Las dos capitales están conformadas por seis ciudades cada una,
en Ishtar se ubican la Ciudad de los Dioses Banayah, la Ciudad de
los Cielos Hevven, la Ciudad Blanca Ersghiaal, la Ciudad Oculta
Hiddensh, la Ciudad Capital Assur y la Ciudad Sagrada de Uruk, los
grupos que la defienden son la Guardia del Destino de Uruk, los
Sindicatos de Banayah, Ersghiaal, Hevven y Hiddensh; Assur es
protegida por miembros del Honorable Tloque Nahuaque de Aztlán.
Arcadia se divide en cinco distritos y una Ciudadela, la cual es su
capital, la Armada Elemental protege el Tercer Distrito y las Casas
De Grieff y Yaotl los Distritos uno y dos respectivamente, los cuales
administran. El Quinto Distrito es una ciudad-prisión que se
encuentra dentro del territorio de la Ciudadela y donde se encierra a
los criminales más peligrosos del país.
Mención especial merecen el Distrito Comercial y la Ciudadela,
el primero es considerado tierra sagrada, es el lugar en el país
donde se encuentran los principales templos del culto a los tres
Dioses y el lugar más cosmopolita del mundo, inaccesible, sólo los
principales líderes y personalidades del mundo tienen acceso al
Distrito Comercial con solicitud previamente autorizada. Gobernado
por el Clero, es independiente, autónomo y cuenta con su propio
ejército santo.
La Ciudadela es el bastión de poder de todo el país, en su zona
militar se forman los guerreros que defenderán la paz y la justicia,
los demás estados se abastecen de los militares entrenados en la
academia militar de la Ciudadela. La joya de la corona es el edificio
contiguo, una mole de cien hectáreas de superficie y quinientos
metros de alto, por muchos siglos el edificio más grande del mundo y
todavía el más extenso.
De entre el total de los grupos de poder de Boleria sobresalen
tres por encima de todos: los primeros son los Caballeros
Fantasmas, Orden de guerreros que abarca todo el país, los
encargados de la administración de justicia.
Después siguen los llamados Amphi-dracos, los herederos de los
primeros hombres que se fusionaron con los dragones más
poderosos de su época, personas malditas que son llevados a la
locura por el inmenso poder con el que nacen, deben ser mutilados y
encerrados para suprimir su poder y evitar que lleven a la ruina al
país en su insano deseo de destruir el mundo.
El último grupo sobresaliente son los llamados FILOS, los
guerreros más poderosos de Boleria y sus gobernantes, creados por
el mismo Zarth en persona para destruir a los Gigantes con la ayuda
de “la espada roja”.
Los FILOS se dividen en tres categorías, conformados cada una
por doce guerreros. En primer lugar están los FILOS Divinos, los
gobernantes del país, aquellos hombres con el poder de los dioses,
integrados por miembros de las seis principales familias, el
Presidente de Boleria y otros guerreros ocasionales que surgen
excepcionalmente en determinadas épocas de la historia.
Después están los FILOS, guerreros creados en los tiempos de la
fusión de los reinos de Hamal y Aztlán para hacer frente al último de
los Gigantes, un ser que pretendió conquistar a la humanidad y que
perdió contra el recién creado reino de Boleria. Estos guerreros
surgen de manera caprichosa en el tiempo y no pertenecen a ningún
estado o grupo de poder, se les considera peligrosos por sus
habilidades únicas y generalmente son cazados y asesinados si no se
les puede controlar.
Por último están los FILOS Oscuros, creados a la sombra de los
FILOS y son más poderosos que éstos, grupo de doce guerreros
formado con la específica finalidad de proteger la Ciudadela.
Respecto de la Ciudadela también les puedo decir…”
La guerrera dejó de escuchar la lección que la profesora le daba a
los pequeños infantes en su clase, se alejó del aula que espiaba, tenía
trabajo que cumplir, se sentía nerviosa y debía tomar una difícil
decisión, ella estaba en ese lugar oculto en las profundidades del mar
bajo una isla desierta con una sola finalidad: destruirlo junto con
todos sus habitantes. La orden era clara y explícita: “destruyan el
lugar, no debe quedar ni un alma con vida.”.
Pero Tempérance no tenía el corazón para matar a todos esos
infantes que ninguna culpa tenían de lo que adultos ambiciosos y sin
escrúpulos hacían con ellos. Los niños eran inocentes.
Atrás habían quedado sus días de asesina sin complejos o
remordimientos, lo mismo le daba matar a un criminal depravado que
a la más inocente de las criaturas, ella era una asesina calificada, la
mejor en su profesión y no le encontraba nada de malo a ejercerla
con maestría.
Por eso la reclutaron en aquel grupo de élite llamado el Escuadrón
de la Muerte, por sus preciados talentos y sangre fría, pero todo
cambió cuando se enamoró…
La asesina no cayó en las redes de ningún sujeto ni perdió la
cabeza por alguien del sexo masculino, no, ella perdió la razón por
alguien de su mismo sexo, las personas que ahora eran la razón de su
vida y las que cambiaron su manera de pensar, revalorizaron sus
prioridades y sus principios, las personas que la hicieron amar la
vida: sus hijas, sus amadas gemelas.
En el pasado sólo existía una cosa que a Tempérance le gustaba
tanto como el asesinato y eso era el sexo. Sexo duro, impersonal,
masoquista. No había nada como una buena sesión del clásico mete-
saca para quitarse el estrés y júbilo posterior a una misión donde
arriesgaba la vida.
Sería imposible para ella recordar a todos sus amantes… ¿Podrían
haber sido cien?, imposible, ¿quinientos tal vez?, lo dudaba, ¿más de
mil?, tal vez, no le gustaba pensar en eso, ella sólo buscaba
satisfacción carnal y después de obtenerla botaba al amante en turno
para no volverlo a ver jamás, a menos que tuviera que asesinarlo…
Tanto sexo durante tantos años a pesar de protegerse la mayoría
de las veces le tenía que pasar factura algún día. En una misión en el
estado de Riazor conoció a un hombre con todos los atributos que
una mujer podría desear: muy guapo, más que cualquier otro hombre
que ella hubiera conocido, atlético, inteligente, buen conversador,
obscenamente rico y por demás seductor, ególatra, por supuesto, el
sujeto tenía plena conciencia de sus atributos y sabía que no existía la
mujer que se le resistiera, sin embargo, a la asesina lo único que le
importaba era lo que ese hombre tenía entre las piernas.
Hubo un flechazo entre ambos y obviamente terminaron en la
cama, la experiencia fue tan satisfactoria que Tempérance pasó una
temporada con su amante ocasional hasta que se cansó de él movida
siempre por su otra pasión: el asesinato, sentir la adrenalina de
jugarse la vida en una misión.
Como si nada pasara un día se fue sin avisar a buscar a sus
compañeros del Escuadrón de la Muerte, esperaba que tuvieran
alguna misión, era con ellos donde más arriesgaba su vida. Después
de una misión que la dejó en exceso lujuriosa, lo sintió, su primer
mareo.
Cuando la asesina se enteró de su embarazo maldijo en primer
lugar a sus anticonceptivos, aunque en realidad no recordaba si
alguna vez los dejó de usar mientras se acostaba con el millonario,
muchas veces lo hicieron atascados de drogas y alcohol, imposible
saber si tomó precauciones, después maldijo obviamente a su último
amante y…, ¿por qué no?, a su insaciable necesidad de sentir a
alguien entre sus piernas, pero sobre todo, odió y maldijo a la
criatura que concebía dentro de su cuerpo.
Buscó a su amante ocasional y le dio la golpiza de su vida, el tipo
no era cualquier persona, en sus genes llevaba la sangre del guerrero,
pertenecía a una de las principales familias de la Federación de los
Clanes del Norte del estado de Riazor: los Atria, famosos por estar
dominados por un Matriarcado y porque sus miembros más
poderosos eran mujeres que consagraban su vida al culto a los tres
Dioses, a la Corte del Rey o a la Orden de los Caballeros Fantasmas.
A pesar de ser un buen combatiente, el millonario ni sus
guardaespaldas fueron rivales para la experimentada asesina, quien
después de darse gusto golpeando a su antiguo amante, lo amenazó,
él debía hacerse responsable por el futuro bebé y debía criarlo en
solitario, Tempérance no quería tener nada que ver con la criatura. El
millonario aceptó, era preferible cuidar a un hijo que aceptar la otra
opción que le dio la asesina: perder la vida.
Los meses pasaron y nacieron un par de hermosas niñas a las que
el millonario nombró Nina y Anais, cuando la asesina tuvo a las
bebés en sus brazos se enamoró perdidamente, decidió cambiar su
vida, cuidar, proteger y educar a esas pequeñas que le daban la
oportunidad de redimirse.
El millonario no lo aceptó, él también se hizo ilusiones con las
pequeñas, eran sus primeras hijas, algo muy importante en un Clan
dominado por las mujeres, ahora que tenía un par de herederas, ya no
lo amedrentaba la asesina, sus hijas habían nacido con el supremo
poder de su Clan, con el llamado “Gash” que delimitaba su línea de
sangre y toda su familia lo apoyaba, las recién nacidas ahora eran un
bien demasiado valioso para dejarlo ir, esas pequeñas debían ser
criadas, educadas y entrenadas por los Atria, una simple asesina no
podía comparase con uno de los Clanes más poderosos del estado de
Riazor.
Pero nadie contó con el carácter de Tempérance que prefería
morir a perder a sus recién nacidas hijas, la misma noche en que
nacieron sus bebés las tomó en sus brazos, asesinó al padre y a quien
se puso en su camino y huyó con ellas.
La asesina buscó la protección de sus compañeros del Escuadrón
de la Muerte y recibió el apoyo de todos ellos, sobre todo de las
mujeres y de Chariot, su mejor amigo, único amante con el que tuvo
un romance y también la única persona del sexo masculino a quien
había amado.
Las cosas se pusieron difíciles, los Atria no cesaron en sus
intentos por recuperar a las gemelas, la ley estaba de su lado, su
poder de línea de sangre era el “Gash” de los Atria, nadie en el país
podía arrebatárselas… Pero Tempérance lo hizo, auxiliada por sus
compañeros del Escuadrón de la Muerte, especialmente por Chariot,
el Emperador y Étoile, logró manipular los exámenes médicos de una
de las menores, sus compañeros le hicieron entender que no podría
conservar a las dos.
Los exámenes revelaron que una de las menores nació con el
“Gash” de los Atria y la otra con rastros del poder del Clan Moses de
Levit, familia originaria de Tempérance, por ley la asesina podría
conservar a una de sus hijas.
Con gran dolor en su corazón entregó a una de sus gemelas recién
nacidas, el desprenderse de su pequeña fue el dolor más grande que
sintió en su vida, pensó que ese fue el justo castigo por todos los
crímenes que había cometido, ella perdió a su hija, pero
afortunadamente su niña no pagaría por sus errores.
La despedida fue intensa y emocional, Anais era muy apegada a
su madre y a sus “tías”, las compañeras de Tempérance en el
Escuadrón de la Muerte, el llanto por ambas partes y las súplicas de
que les permitieran estar juntas no hicieron mella en los
representantes de la familia Atria, quienes al parecer no les
importaba el tiempo que la menor no estuvo con ellos, veían a la
pequeña como un escalón de poder, ni siquiera la criarían ellos, ya la
habían designado para que fuera educada y criada en la Ciudad
Blanca Ersghiaal de Ishtar, en Regum Urbem donde se encontraba la
Corte del Rey.
Después de ver partir a una de sus hijas, Tempérance tuvo que
hacer acopio de fuerza, cosa que sus compañeras no fueron capaces,
todas quedaron devastadas por aquella separación, pero ella no podía
mostrar debilidad, decidió que Nina, su otra hija, nunca supiera la
verdad de lo sucedido, le disfrazarían la verdad, le dirían que su
hermana fue elegida por el Rey en persona para ser educada en la
Corte y que si ella se portaba bien, tal vez en el futuro, también la
elegirían para acompañar a su hermana gemela.
Tempérance dejó de lado el asesinato por la crianza de su hija,
delegando el puesto de asesina en su principal aprendiz: Étoile,
apoyó a su amigo Chariot como el cerebro y organizador del grupo
de mercenarios al tiempo que planeaba, también junto con él, su
escape definitivo al extranjero con sus hijas, la arrepentida asesina
jamás renunció a Anais, pensaba recuperarla, robársela y huir con sus
dos tesoros.
Todo estaba bien planeado, ahora la exasesina se encontraba en su
último trabajo antes de marcharse, pero jamás se imaginó lo que
tendría que hacer, para escapar con sus hijas debía matar a decenas
de infantes inocentes, una difícil decisión.
La conciencia derrotó a la obligación, Tempérance no sólo era
incapaz de matar a esos infantes, tampoco podía permitir que sus
compañeros los asesinaran, ahora era otra persona y pensó que no
podría vivir con ese remordimiento, si permitía la muerte de esos
niños jamás podría volver a ver a sus hijas, a sus hermosas bebés, a
los ojos.
Con las palabras entrecortadas por el llanto se comunicó con su
amigo Chariot y le encargó a su niña, la redimida asesina sabía que
no saldría viva de esa misión.
Chariot trató de convencerla en vano de que no entregara la vida
de esa manera, no valía la pena si de todas formas la misión se
completaría y esos niños morirían, pero Tempérance no desistió, con
lágrimas en los ojos Chariot aceptó hacerse cargo de la pequeña.
Una vez que cortó comunicación, Tempérance de inmediato
regresó para alertar a los niños e intentar salvarlos, pero se encontró
de frente con uno de sus compañeros del Escuadrón de la Muerte, el
representante de la Iglesia en ese letal grupo de guerreros.
Tempérance trató de engañarlo pero no logró hacerlo, con terror
observó cómo el representante de la Iglesia mataba a los niños que
ella había observado tan solo hacía unos momentos en clase, no
únicamente por obligación, en su rostro se notaba que disfrutaba
hacerlo, la asesina entonces lo enfrentó para detenerlo, sin embargo,
su compañero no estaba solo, lo acompañaban sin que nadie supiera
un par poderosos aliados de la Iglesia y la Corona, el Clero y el Rey
habían enviado a dos formidables guerreros para asegurarse que la
misión fuera completada.
La primera de los asesinos era una experimentada monja miembro
de las guerreras protectoras de la Iglesia, la llamada Secta del Norte:
Sor Suzanah. El otro era un reconocido líder mercenario que
trabajaba para la Corona, su nombre clave era Diablo.
La reformada asesina no retrocedió, sabía que en ese lugar se
encontraban más niños y a ellos debía salvarlos, contra todas las
posibilidades enfrentó a los dos asesinos contratados, a Sor Suzanah
y Diablo.
La miembro del Escuadrón de la Muerte controlaba la energía
psíquica más poderosa, la de invocación de sombras, podía convocar
a las llamadas Náyades, tres cuerpos acuáticos que respondían a los
nombres de Helea,Limna y Pegea, guerreras oscuras con las que
combatía a su enemigos. Las tres sombras emergieron de un torrente
de agua creado por Tempérance, las tres estaban cubiertas con una
fina capa de gotas de lluvia que abarcaba sólo el espacio en el que
ellas se encontraban.
Los dos mercenarios del Clero y la Corona atacaron a la asesina
con su principal poder, ambos de primer nivel, no pensaban darle a
Tempérance la oportunidad de derrotarlos, en las manos de la monja
se formaron un par de hermosos revólveres de oro y el bastón del
elegante varón penetró en su propia piel.
Los revólveres de la religiosa dispararon energía pura y de las
manos del caballero emergieron varias ramas de color negro, los dos
poderes se dirigieron contra la miembro del Escuadrón de la Muerte,
una vez que la impactaran Tempérance sería pulverizada, sin
embrago, Helea, sombra con la parte superior del cuerpo de mujer y
la inferior compuesta de ocho tentáculos, protegió a su ama con dos
vórtices de agua que absorbieron el poder de sus enemigos.
Tocó el turno de Limna, la sombra tenía el aspecto de una
voluptuosa mujer de cuerpo azul, cabellos blancos y branquias en el
cuello, en los costados por debajo de los brazos una gruesa capa de
escamas en la parte superior de su cuerpo daba el efecto ocular de
que llevaba un sensual traje de baño, la parte baja de su cuerpo era
una cola de pescado. La sombra aparecía sentada en un trono de coral
y rodeada de musculosos seres con cadenas alrededor de sus cuellos
atados al trono, sus cuerpos eran también azules, con rostros toscos,
orejas puntiagudas y colas de pescado, éstos no eran criaturas
conscientes, sólo eran formas acuáticas duras y resistentes con
cuerpos de mil atmósferas de presión con las que Limna atacaba.
La sombra soltó la atadura de una de esas formas, el cual
literalmente se estrelló contra los asesinos causándoles un
considerable daño físico a pesar de ambos haberse cubierto con sus
respectivas defensas. Tanto Diablo como Sor Suzanah se
incorporaron, ambos entendieron que si deseaban derrotar a su
oponente debían utilizar sus capacidades al máximo, el confiarse
equivalía a morir. Ambos se voltearon a ver y sin decir palabra
alguna planearon su estrategia.
Sor Suzanah fue la primera en atacar con la energía pura que
disparaban sus revólveres de oro macizo, el poder de Helea no fue
suficiente para proteger a su ama de la energía más letal que existía,
la exasesina cayó herida de muerte, fue entonces
cuando Pegea, sombra con el cuerpo color verde, alas trasparentes,
manos y pies de aletas y con un vestido verde oscuro que cubría su
desnudez, entró en acción, cubrió a su ama con una especie de
líquido verde turquesa que regeneró a Tempérance por completo.
Entonces inició la verdadera batalla, la experimentada asesina
cargó las cosas a su favor a pesar de estar en desventaja frente a sus
dos rivales, quienes ahora con dificultad se mantenían de pie, los
golpes de las criaturas deLimna cada vez eran más
letales, Helea protegía bien a su ama y si ésta fallaba, Pegea la
regeneraba, Tempérance no tenía un solo punto vulnerable.
Lo que preocupaba a la arrepentida asesina era la actitud de
Diablo, quien sólo se defendía de sus ataques, quien llevaba la
ofensiva era sólo la religiosa, debía estar alerta, ese tipo debía estar
planeando algo.
A punto de la derrota, los dos asesinos del Clero y la Corona
decidieron acabar con la batalla invocando su máximo poder: Una
energía blanca surgió de la religiosa en forma de sombra y se posó en
su mano derecha, el revólver que Sor Suzanah sostenía con esa
extremidad cambió de color, ahora era de oro blanco. Las ramas
negras que surgían del cuerpo de Diablo se multiplicaron dando la
apariencia de una complicada enredadera.
El nuevo ataque inició, Sor Suzanah se movió con mayor
velocidad, disparó su revólver blanco a un espacio vacío, creando un
vórtice por el que desapareció, apareció a espaldas de su objetivo y la
acribilló con su arma de oro amarillo.
Tempérance logró sobrevivir al embate apoyada en su
sombra Helea, sin embargo, en esa ocasión Diablo no se quedó
inmóvil, extendió sus ramas negras hasta la asesina reformada
penetrándola en varios puntos, uno de los cuerpos masculinos de
agua creados por Limna cortó las ramas liberando a su ama.
Diablo sonrió, de su mano izquierda brotó una nueva rama negra,
maleable, la cual imitó la forma de Tempérance, el mercenario la
agarró con fuerza con ambas manos y la partió por mitad. La
miembro del Escuadrón de la muerte gritó de dolor cuando sintió que
su columna vertebral se le rompía, la oportuna intervención
de Pegea, restaurando su cuerpo y expulsando los trozos de la
Cornamenta Negra en su cuerpo salvaron su vida.
Después de sentir en su piel ese descomunal ataque de sus
enemigos usando sus capacidades al máximo, Tempérance supo que
perdería su batalla, sería imposible derrotarlos a ambos, además, para
su mala fortuna, la capacidad de Pegea de regenerarla estaba al
límite, ya no tenía energía, quizá podría disponer de ella otro par de
veces, no más.
Al saberse derrotada hizo su último movimiento, como asesina
vivió toda su vida y como asesina moriría, no como un “blanco”,
concentró a sus tres sombras en un solo lazo acuático con una
presión de mil atmósferas, “amarró” a sus dos enemigos junto con su
cuerpo y después todo explotó destruyendo cuanto había a su
alrededor, las ramas de la Cornamenta Negra que protegían a los
asesinos de la Iglesia y la Corona fueron destrozadas y el ambiente
quedó en calma total, el último pensamiento de Tempérance fue
hacia sus pequeñas hijas, deseándoles una buena vida, alejada del
mundo del guerrero, sabía que su amigo Chariot cumpliría su palabra
de criarlas como unas niñas normales.
En un submarino ubicado a un par de kilómetros de la base a
destruir donde se encontraban los miembros del Escuadrón de la
Muerte, Chariot lloraba la muerte de su mejor amiga, pensaba
cumplir con su promesa de cuidar a las pequeñas gemelas, en ese
momento recibió la confirmación del Emperador, su líder, de que la
misión fue todo un éxito, Chariot hizo su labor, activó el interruptor
que tenía a su lado, apretó el botón rojo y aquel complejo de
investigación explotó.
Desde un peñasco cerca de la ubicación del recién destruido
búnker, se abrió un portal dimensional del que salieron Diablo y Sor
Suzanah, apenas para observar la enorme explosión, ambos sacaron
sus comunicadores portátiles para avisar a sus respectivos líderes el
éxito de la misión.
LA BODA

Tiempo... tiempo es lo que faltaba, el reloj inexorablemente seguía


avanzando y Tolniaz Sargás corría para llegar a su cita, la más
importante de su vida, al medio día en punto su destino cambiaría
para siempre. El profesor de ciencias de la escuela de nivel superior
de la provincia de Esdras en el estado de Levit corría con el alma en
un puño. Dentro de un par de horas se casaría y deseaba llegar cuanto
antes al santuario donde se celebraría la ceremonia religiosa.
Maldecía el haberle dejado al mejor amigo de su prometida las
argollas matrimoniales, el muy imbécil se había ido de juerga toda la
noche y estaba inconsciente de borracho cuando le llamó, Tolniaz
tuvo que trasladarse hasta el otro extremo de la ciudad para recuperar
los preciados objetos indispensables para culminar su unión.
Todo en ese día le estaba saliendo mal, sus amigos la noche
anterior le prepararon su despedida de soltero, a alguno de esos
idiotas le pareció gracioso ponerle un narcótico a su bebida y se
levantó bastante tarde, y sus amigos seguían festejando...
En cuanto tomó conciencia de que seguía en el bar de mala muerte
al que lo habían llevado se enteró que Zoro, el mejor amigo de su
prometida, a quien le había encargado las argollas matrimoniales se
había ido con tres chicas a seguir celebrando... ¡Maldito imbécil!
Tan sólo le dio tiempo de ir a su casa por su traje de novio y de
ahí se trasladó a la casa de Zoro por las argollas, ya tendría tiempo de
bañarse en algún lugar cerca del templo donde se realizaría su boda.
Pero los problemas continuaron, por las prisas no vio el vehículo
que se pasó el alto y hubo una colisión, a Tolniaz Sargás no le
importó nada, bajó de su auto y corrió en dirección al templo, ya
después arreglaría ese problema, si hubiera esperado a las
autoridades jamás habría llegado a su propia boda.
El día era sábado y la hora las diez de la mañana, no pudo
encontrar ni un sólo vehículo de alquiler que lo trasladara, por lo que
siguió corriendo, la distancia no era un problema para él, podía
recorrer veinte veces los sesenta kilómetros que lo separaban del
templo a máxima velocidad y aún así no mostraría signos de
cansancio, él era un deportista nato.
Mientras corría rumbo al compromiso que pensaba sería el inicio
de una nueva y mejor vida para él, su mente lo llevaba hacia su
futura esposa, su alumna más avanzada, una chica dulce y brillante,
el flechazo fue inmediato, Romy era preciosa, inteligente y arrogante.
Desde el primer momento lo retó, se sentía superior a todos, le
gustaba exhibir a sus profesores y demostrar que sabía más que ellos,
la chica dominaba la universidad, su familia era inmensamente rica y
la principal patrocinadora del instituto educativo donde Tolniaz daba
clases.
El maduro profesor de inmediato estudió la personalidad de la
chica y decidió darle una lección, él no era una persona que se dejaba
intimidar por nada ni por nadie, humilló a la chica un par de veces
frente a toda la clase, eso bastó para "bajarle los humos", sin
embargo, Romy no se dio por vencida, estudió más duro que
cualquiera para conseguir la mejor nota de su clase, Tolniaz era
especialmente duro con ella, pero al final lo derrotaron, la millonaria
lo venció limpiamente, se mató estudiando y fue la número uno de su
clase.
Tolniaz aceptó su derrota y le invitó una comida de
"reconciliación" a su alumna, Romy aceptó y desde ese momento
inició una amistad entre ellos, él se convirtió en su tutor y la amistad
llegó a ser algo más...
El profesor de ciencias no era una persona con grandes recursos
económicos pero tampoco pasaba por dificultades para vivir, había
hecho algunos trabajos antes de ejercer la magistratura que le dejaron
una pequeña fortuna suficiente para vivir modestamente el resto de
su vida.
Una vez que empezó el romance con Romy, Tolniaz le puso "las
cartas sobre la mesa", le presentó a su joven amante a su pequeño
tesoro, la niña que él había criado desde su nacimiento, su hija, su
razón de vida.
Inmediatamente hubo una gran conexión entre la menor y Romy,
ambas se tomaron cariño de inmediato, incluso la pequeña ya le decía
mamá a su futura esposa, en verdad Tolniaz pensaba que se había
"sacado la lotería" con esa chica.
La pudiente familia de su prometida no fue ningún problema,
recibieron con gusto y agrado su relación a pesar de haber iniciado
como maestro y alumna, Tolniaz ya se había hecho de un nombre
entre la comunidad magisterial, era un tipo brillante y de "sangre
ligera", de trato amable y con bastante carisma, todos le auguraban
un gran futuro por delante, incluso su nueva familia política le
ofreció que se fuera a trabajar con ellos, oferta que amablemente
rechazó, a él le encantaba la enseñanza, era algo que lo cautivaba, a
través de ella encontró su lugar en el mundo y no pensaba
abandonarla.
Lo mejor de todo era que su prometida lo apoyaba, él fue muy
claro con ella, jamás podría darle los lujos a los que Romy estaba
acostumbrada, pero la chica no le dio importancia al asunto, le
aseguró que estaba enamorada de él y no le importaba nada más, lo
material pasaba a segundo plano si se tenían el uno al otro y a su
pequeña hija, por supuesto...
Tolniaz se sentía pleno, el hecho de que no tuviera los millones de
la familia de su futura esposa no significaba que no podría darle una
buena vida, después de la boda pensaba darle la gran noticia: lo
habían nombrado Director de la Universidad con la considerable
mejora económica que el ascenso suponía, su nuevo puesto le
aseguraba una vida desahogada y hasta lujosa sin depender de la bien
acomodada familia política de su todavía prometida.
El futuro Director sonrió, ya sólo lo separaban veinte kilómetros
del templo, estaba justo pero tendría tiempo de darse una rápida
ducha y así estar presentable para el día más importante de su vida.
Apresuró el paso, en ese momento sintió el peligro, detuvo
completamente su carrera para observar a su alrededor, no vio a
nadie sospechoso ni volvió a sentir nada extraño.
Retomó su carrera pero esta vez con un paso más pausado, tenía
tiempo, supuso que la alerta en su cerebro se activó por el estrés de
su próxima boda, pero no podía confiarse, esta vez avanzaba con
todos sus sentidos en alerta, después de un par de kilómetros se
relajó, al parecer no había sucedido nada, iba a acelerar el paso
cuando nuevamente sintió el peligro, esta vez era real, el aura asesina
invadió el ambiente por completo.
De nuevo se detuvo, otra vez nada pasó, nada alrededor, todo
normal y tranquilo, las personas en la calle iban y venían como
cualquier otro día, pero Tolniaz sabía que nada estaba bien.
El prometedor catedrático estudió la situación, esa era su
especialidad, estudiar las situaciones de riesgo, los peligros
inminentes, siempre encontraba la solución, sólo debía tener la
cabeza fría...
Avanzó hacia donde se veía más concurrencia de personas pero
sin desviarse de su camino, mientras estuviera entre civiles él no
sería atacado, al mismo tiempo que avanzaba se preguntaba quiénes
serían sus perseguidores, dudaba que fuera la Iglesia, había quedado
en buenos términos con la Alta Cúpula Eclesiástica y además
respetaba el trato de silencio al que se comprometió, lo mismo
sucedía con la Corona, nada les debía y nada le debían.
Jamás había hablado con nadie de los trabajos que hizo para la
Iglesia, la Corona o el Gobierno, se retiró a ejercer una profesión que
en nada involucraba sus verdaderas cualidades, se gastó la mayor
parte de su fortuna en desaparecer y formarse una nueva identidad,
en resumen, llevaba la vida normal de cualquier ciudadano común y
corriente.
Mientras seguía avanzando entre la gente pensó en sus
compañeros, todos y cada uno de ellos máquinas letales
especializadas en el asesinato, a ellos difícilmente podría perderlos
de vista y si él se había convertido en un blanco sus horas en
definitiva estaban contadas.
Tolniaz inmediatamente descartó esa idea de su cabeza, sus
antiguos camaradas jamás aceptarían el trabajo de asesinarlo, estaba
consiente de lo bien que se llevaban y de que todos y cada uno de
ellos eran sus amigos, personas que incluso morirían por él, pero
había que considerar algo más, su asesinato era un negocio, un
trabajo más y los negocios son impersonales...
Recordó al Escuadrón de la Muerte, grupo armado de la Iglesia, la
Corona y el Gobierno del que en sus años más jóvenes formó parte,
grupo que de un día para otro fue disuelto tras una misión fallida,
aquella misión posterior a la que cobrara la vida de su mejor amiga
cuyo retoño él se comprometió a cuidar y criar como una niña
normal.
Después de que el Gobierno les dio una patada en el trasero a
Tolniaz y a sus compañeros por presiones de la Iglesia tras las
muchas misiones exitosas y haber hecho atrocidades en nombre de la
justicia y la religión, sus antiguos camaradas, guerreros despiadados
que lo único que sabían hacer era pelear, decidieron devolver el
golpe a sus antiguos jefes, formaron la banda criminal más poderosa
del país y al mismo tiempo se alquilaron de mercenarios
Entonces el Escuadrón de la Muerte se convirtió en la Sociedad
del Crimen, sus antiguos camaradas le insistieron que se uniera a
ellos, Tolniaz sabía que lo necesitaban, él era el cerebro del equipo,
sus planes de escape eran infalibles, pero había hecho una promesa y
pensaba cumplirla.
Sus amigos se sintieron decepcionados por su decisión y
lamentaron no contar con él pero respetaron sus razones, todos
querían y apreciaban a la guerrera caída y continuaron sin él. Sus
camaradas se hicieron famosos de inmediato, cualidad nada deseable
en su nueva profesión, con el tiempo llegaron las repercusiones y
Tolniaz sabía lo que había sucedido con la ahora Sociedad del
Crimen.
Sus delitos no quedaron sin castigo, su líder y otros dos de sus
compañeros fueron casi enviados al Quinto Distrito de Arcadia,
aquella ciudad-prisión donde enviaban a los criminales más
peligrosos del país, otros dos estaban desaparecidos, seguramente
asesinados y el peor de todos sus excompañeros era un traidor, el
grupo estaba roto y posiblemente lo culpaban a él de su desgracia.
Tolniaz vio imposible seguir huyendo con rumbo a su boda,
expondría a sus amigos y familiares a una masacre, debía escapar
cuanto antes si no quería verse envuelto en un problema, pero en su
cabeza no pensaba en otra cosa que en llegar a su cita. Su vida había
cambiado y ese matrimonio que estaba a punto de celebrar
simbolizaba ese cambio, tenía tiempo, sólo debía escapar...
De ninguna manera pensaba enfrentar a sus perseguidores, él ya
no era una persona que se regía por la violencia, de hecho, nunca lo
fue, Tolniaz era el único miembro de ese grupo de asesinos del
gobierno que casi nunca usaba sus habilidades especiales, su
herramienta de trabajo era su cerebro, él controlaba las estrategias,
los demás eran los agentes operativos.
El catedrático universitario empleó sus mejores tácticas de escape
una vez que dominó la zona donde se encontraba, entró y salió por
edificios y negocios, cruzó por el subsuelo y el subterráneo, realizó
las maniobras evasivas que tantas y tantas veces salvaron la vida de
sus compañeros, se movió sin descanso hasta que tuvo la certeza de
que había perdido a sus perseguidores.
Entonces se preparó para una nueva carrera, todavía tenía muchos
contactos no sólo en el gobierno, él era el responsable de la
inteligencia en el Escuadrón de la Muerte, tenía cientos de
informantes, averiguaría qué es lo que sucedía y le pondría un rápido
remedio, a cualquier costo y de ser posible de forma pacífica.
Empezaba a tomar impulso cuando el primer misil se estrelló
contra su brazo derecho, el impacto lo sacó de equilibrio y fue a dar
al suelo, su elegante frac salió volando de sus manos, el dolor no fue
suficiente para desconcentrarlo, mientras caía ya estaba pensando en
cómo solucionar su situación, esa era su principal virtud, jamás se
ponía nervioso ni cedía ante la presión, podía ser el guerrero con
menos experiencia en el combate, pero con la estrategia correcta
siempre salía airoso.
De inmediato y antes de tocar el suelo pudo estudiar la naturaleza
del disparo y los efectos en su cuerpo, el misil no había sido mortal
para su movilidad pero sus efectos sí lo fueron para su defensa, las
balas eran inhibidoras, Tolniaz pertenecía a uno de los poderosos
Clanes de los Nueve Coros de Guerra del estado de Levit que
controlaban la energía psíquica sombras, esa primera bala que lo
impactó había inhibido a una de sus sombras.
Tolniaz controlaba a las Océanides, sombras que tenían distintos
tipos de control sobre el elemento agua, en una fracción de segundo
hizo un recuento de los daños y se percató que aún podía manejar a
las tres, pero la defensiva, llamada Pluto, estaba débil, debía moverse
con rapidez.
Sin perder tiempo en cuanto tocó el suelo convocó a sus tres
sombras: Pluto, la sombra defensiva, sirena equipada con una
armadura oscura y un enorme escudo; Metis, la sombra guerrera,
sirena equipada con dos guantes de metal oscuro y un par de espadas
en su espalda y Estigia, la más poderosa de las tres, sirena alada con
vestiduras negras que controlaba la fusión del agua con las sombras y
a un enorme y grotesco monstruo invencible.
Debía utilizar a las tres si quería escapar de sus perseguidores.
Como Pluto estaba debilitada la dejó en la retaguardia para que
apoyara su huída, Metis enfrentaría a sus perseguidores
y Estigia sería su principal pieza.
Esperó pacientemente el siguiente disparo, en cuanto lo
percibió, Pluto se sacrificó recibiendo el impacto y desapareciendo
en ese preciso momento, después Metis lanzó un ataque de agua
cortante hacia el lugar donde había provenido la bala, al mismo
tiempo Estigia creó una ruta acuática para escapar, el duro pavimento
por un momento se convirtió en una laguna de donde surgió una
enorme mano que cogió a Tolniaz para adentrar al nuevo Director de
escuela en sus profundidades.
Tolniaz de reojo alcanzó a ver cómo los impactos de las balas
inhibidoras hacían huecos en el agua cortante de Metis, huecos
utilizados por su perseguidor para acercarse a su sombra y destruirla,
pero ya era demasiado tarde, él había huido.
El exmercenario gubernamental se concentró en su escape, una
vez dentro del río dimensional no veía nada, sus ojos eran los de su
sombra que se quedaba en la superficie, volando y reconociendo el
terreno, así Tolniaz le indicaba a la bestia que lo transportaba qué
dirección tomar.
El antiguo miembro del Escuadrón de la Muerte en esos
momentos se lamentaba de su falta de preparación, él jamás quiso ser
un guerrero y no entrenó lo suficiente para controlar a sus poderosas
sombras en una batalla contra otros guerreros élite, algo que iba a
cambiar en cuanto estuviera a salvo, no sabía cuándo iba a necesitar
defenderse él y a su nueva familia de sus perseguidores.
Una feroz sacudida lo sacó de sus pensamientos, de repente sintió
cómo era extraído del interior de la bestia de Estigia, su cuerpo
abandonó las aguas psíquicas para fundirse con el concreto, su
cuerpo atravesó varios metros de tierra hasta subir a la superficie.
El concreto de la calle se rompió cuando salió el cuerpo maltrecho
de Tolniaz, quien después rodó varios metros en un oscuro, solo y
silencioso callejón, varias partes de su humanidad estaban en carne
viva por la fricción con la tierra.
Tolniaz no entendía lo que había sucedido, era imposible que
alguien pudiera acceder a las aguas dimensionales de Estigia sin su
consentimiento, levantó la vista y observó a su última sombra en el
suelo.
Al intentar levantarse, el profesor de ciencias vio a la guerrera que
los había emboscado, lo que pensaba era una vara metálica en
realidad era una aguja del tamaño de una espada y como aguja era
utilizada, la guerrera "cosió" a su sombra a una velocidad apenas
perceptible con un hilo que Tolniaz no pudo ver, después, con una
gran fuerza y ambas manos la mujer "apretó" los hilos invisibles
destrozando a Estigia.
En ese momento Tolniaz recibió tres balazos más en el cuerpo,
con esos impactos su otro perseguidor inhibió completamente los
poderes elementales que podía haber tomado de sus sombras, en
resumen, estaba perdido.
El profesor universitario observó a los dos jóvenes que se
acercaban a él, ambos vestían ropas de guerreros de color negro con
símbolos religiosos, pero no eran símbolos de la única religión
monoteísta predominante en el estado de Levit, eran símbolos de la
religión politeísta más practicada en el país, la del Culto a los tres
Dioses, los ojos de ambos chicos eran de un color azul cielo muy
intenso, en ese momento supo que estaba en grandes problemas, esas
dos personas no eran guerreros cualquiera, se trataba de dos
Inquisidores al servicio de la Iglesia.
Tolniaz pensó en rogar por su vida, él no era un mal hombre,
siempre, toda su vida se guio por códigos de conducta, buena fe y
justicia, jamás hizo mal a nadie y si en algunas circunstancias actuó
fuera de la ley, lo hizo siguiendo órdenes y siempre velando por el
interés supremo de bienestar para su país, después de eso, su vida
como ciudadano siempre fue de rectitud, honorabilidad y hasta de
solidaridad con sus semejantes, todo por enseñarle una vida buena y
digna a quien ahora consideraba su hija.
–Alto –le dijo al joven con las armas de fuego que apuntaba a su
cabeza–. Creo que te confundes de objetivo, yo soy un simple
profesor de ciencias.
–¿Desde cuando un simple profesor de ciencias es capaz de
convocar una energía psíquica tan poderosa como
las Océanides, Chariot? –preguntó la chica que portaba la enorme
aguja metálica como si fuera una espada, llamando al profesor por su
nombre de mercenario de cuando pertenecía al desaparecido
Escuadrón de la Muerte.
Los dos guerreros observaron la confusión en los ojos de Tolniaz,
el tipo aún no entendía cómo fue sacado de la dimensión de Estigia,
el chico con las armas de fuego consideró justo explicárselo.
–Veo en tu mirada la sorpresa, no entiendes cómo logramos
sacarte del sitio al que nadie tiene acceso…, ¿o no? Es muy sencillo,
los hilos de mi compañera son psíquicos, con ellos y la ayuda de mis
armas traspasamos a tu sombra, lo demás fue un juego de
niños, Estigia está atada a su bestia… ¿Ahora entiendes?
Tolniaz se quedó sin habla unos instantes, procesando lo que ese
chico le decía, no le costó mucho entenderlo todo, nuevamente su
falta de experiencia como guerrero lo había arruinado, en lugar de
ordenar a Estigiaocultarse y buscar una vía de escape segura, el
profesor universitario la envió rumbo al lugar donde se encontraba el
templo, el lugar donde lo esperaba su futura esposa. Era un imbécil,
dejó desprotegida a su protectora y a merced de sus perseguidores.
Lo que sucedió después era lógico considerando las habilidades
que ahora conocía de esos chicos, el varón auxiliándose de sus
revólveres disparó una de las agujas de la muchacha a Estigia, al
tener los hilos características psíquicas la sombra cayó, después
utilizaron el mismo hilo para encontrarlo a él, lo cual no representó
ningún problema al estar enlazada su sombra a la bestia Estigia.
Tolniaz se supo perdido pero aun así intentó razonar con sus
perseguidores.
–Es la primera vez que convoco a mis sombras en años –insistió
tratando de salvar la vida–. Pueden constatarlo cuando quieran, yo
sólo me dedico a la docencia, por favor, mi novia me espera para
casarnos. –El catedrático observó su reloj, tuvo que limpiar la sangre
para ver la hora–. Voy veinte minutos retrasado...
–Es una cita a la que no vas a llegar... –le dijo el guerrero de las
armas de fuego apuntando a su cabeza.
–No lo hagas –rogaba Tolniaz con la voz rota–. Tengo una
pequeña que sólo depende de mí, hazlo por ella, por favor, díganme
qué es lo que desean, podemos llegar a un arreglo...
El joven de las armas volteó a la salida del callejón donde habían
acorralado a su presa, en ese lugar se observó a una sombra que se
pasó el dedo por el cuello, clara señal de que Tolniaz debía ser
asesinado.
–Lo siento –dijo el joven pistolero–. Pero no hay perdón para los
pecadores, me dan lástima y asco los cobardes que no aceptan sus
maldades y lloran como animales asustados cuando están del otro
lado de la espada.
Tolniaz no dijo más, entendió perfectamente las palabras de su
asesino, él, aunque siempre siguió todas las reglas hizo cosas
terribles y ahora debía pagar por ellas, se levantó con dignidad
aunque hacerlo le costó un gran trabajo por sus heridas y los disparos
que albergaba en su cuerpo. Hizo a un lado a sus asesinos y se
encaminó a la salida del callejón.
–Ustedes me disculparán –les dijo sin detener su caminar–. Pero
como ya les he informado, tengo una boda a la cual llegar, soy el
novio y la ceremonia religiosa no puede empezar sin mí.
–No creas que porque me des la espalda no te voy a matar –le
advirtió el guerrero apuntándole con su arma derecha.
–Haz lo que debas hacer, muchacho, yo tengo que llegar a mi
boda.
El pistolero apuntó a la cabeza de Tolniaz pero no disparó, un
segundo después una enorme aguja metálica atravesó el cuello del
catedrático, quien al borde de la muerte se siguió arrastrando hacia la
calle donde terminaba el callejón tratando de llegar a su boda, a la
salida se encontró con un hombre en silla de ruedas cuyo rostro
estaba cubierto por una capucha. Quien había dictado su sentencia de
muerte.
–¿Quién eres tú? –preguntó Tolniaz al borde de la muerte–. No te
conozco y sin embargo me has quitado la vida...
–Soy un justiciero, Chariot –le respondió una voz cansina pero
llena de odio–. Y estoy aquí para hacerte pagar, a ti y a todos tus
cómplices por el asesinato de ciento cincuenta niños, me costó
mucho trabajo encontrarte ya que hiciste un trabajo espléndido al
cambiar tu identidad, debo decir que me gusta tu nuevo nombre,
Tolniaz –el hombre en silla de ruedas pronunció el nombre con
lentitud, saboreándolo–, una pronunciación al revés de tu nombre
real: Zain Lot, el apellido que ahora utilizas también tiene un cierto
grado de encanto: Sargás, el más popular del país y que además está
relacionado con el Clan elegido, eres un hombre fascinante, Chariot,
pero vas a morir aquí y ahora, lloras por tu hija que se quedará sola,
pero no te importaron las vidas de todos esos infantes a los que
asesinaste.
El hombre se descubrió el rostro, no era más que un decrépito
anciano.
–Santo Padre –dijo Zain Lot en un murmullo mientras cerraba los
ojos para no volver a abrirlos jamás–. Tiene razón. Merezco la
muerte, sin embargo, mi niña no merece el futuro que la vida le
depara sin mí, pero he de advertirle que los otros no serán tan fáciles
de cazar, son unos criminales y asesinos consumados, va a perder a
más de sus seres queridos en la guerra que acaba de iniciar, deberá
derramar lágrimas de sangre para cumplir su venganza.
Chariot no dijo más, había muerto, el anciano lo veía con odio, le
hizo una indicación a la chica, la guerrera afirmó con la cabeza y
auxiliándose con una aguja más pequeña cosió un enorme número
"dos" en el pecho del exmercenario, después, el viejo en silla de
ruedas les advirtió a los dos jóvenes que lo acompañaban:
–Este tipo tiene razón, los asesinos que quedan son muy
poderosos y despiadados, conforme vayamos avanzando en mi
venganza más difícil nos será acercarnos a ellos, al final esto será una
cacería mutua, aún es tiempo de retirarse si así lo desean...
El joven pistolero le revolvió sonriente el escaso cabello al
anciano y lo besó en la frente, la chica hizo lo propio en la mejilla.
–No te preocupes por eso, abuelo –dijo la hilandera–, estamos
contigo hasta el final, los asesinos que restan de los que mataron a
esos niños no pueden estar paseándose como si no hubieran cometido
ningún crimen, todos y cada uno de ellos son unos maleantes que
deberán pagar por lo que hicieron, si las leyes y las autoridades no
nos hicieron justicia, nosotros la tomaremos en nuestras manos.
El anciano le dio unas palmadas en la mano a la chica y les indicó
a los dos jóvenes que podían irse, la misión ya estaba completada, de
las sombras salió una atractiva mujer vestida de blanco, la auxiliar
del anciano, acomodó la frazada en las piernas de su jefe y se dispuso
a maniobrar la silla de ruedas, el pistolero dedicándole una sonrisa a
la mujer la hizo a un lado con delicadeza y él empujó la silla de
ruedas, los tres vengadores y la mujer de blanco se fueron del lugar.

Algunos kilómetros adelante y varias horas después, en un templo


religioso, una chica lloraba con amargura en el hombro de su padre, a
su lado, su madre trataba de consolarla.
La joven novia no se explicaba lo sucedido, se suponía que era el
día más feliz de su vida, y sin embargo, era el más doloroso. Ella
realmente estaba enamorada de Tolniaz Sargás, habían planeado
juntos esa boda con mucha ilusión y ahora...
El malvado no se presentó, que cruel tenía que ser ese hombre
para hacerle algo así a una persona buena, tierna y dulce como
Romy, sólo un desalmado sin corazón dejaría a su novia plantada en
el altar.
Tolniaz no se presentaría a tomar los votos sagrados con su
prometida, ni ese día ni ningún otro, así se los acababa de informar la
mujer que apenas se había presentado a la ceremonia, sin más
información les dijo que al profesor de ciencias le surgió un asunto
más importante y que no volverían a saber de él, su compromiso
quedaba cancelado.
¿Qué significaba eso? ¿Qué asunto podía ser más importante que
su boda? Las preguntas entre los invitados empezaron a surgir, Romy
entre lloriqueos afirmaba que no entendía lo que pasaba, apenas el
día anterior, en la tarde, Tolniaz estaba emocionado con su gran día,
se fue a su despedida de soltero y no se supo más de él... hombre
infame.
Poco a poco los invitados a la boda se fueron retirando, los
últimos en quedarse fueron la desairada novia y sus familiares más
cercanos, quienes entre la rabia y la vergüenza despedían a todos los
presentes, cuando no quedó nadie más, también se fueron.
Una pequeña niña lo observaba todo con incredulidad, a ella nadie
le hizo caso, sólo se quedó parada en la entrada del templo con su
hermoso vestidito color rosa y un ramo de tres alcatraces en sus
manitas, todos los presentes pasaron de largo sin verla, sólo alguno
que otro, que la conocía a través del maldito novio, le llegó a lanzar
alguna mirada de odio.
Cuando la familia de Romy pasó a su lado, ninguno de ellos hizo
nada por mirarla siquiera, nadie le explicó lo que sucedía, la pequeña
los amaba a todos, la trataban con cariño, era considerada la hija de
la novia, pero en ese momento ella no existió.
La única persona que le prestó atención fue precisamente su
supuesta nueva madre, cuando Romy pasó junto a ella, con sus uñas
le arrebato su sombrerito color rosa que hacía juego con su hermoso
vestido, lo hizo con tal furia que una de las uñas rasgó la frente de la
menor causándole un ligero sangrado, el padre y el hermano de la
novia tuvieron que contenerla para que ésta no desquitara su furia en
la menor, la niña no se movió, no dijo nada, no soltó sus alcatraces,
esas flores con las que apenas el día anterior entre sonrisas practicaba
cómo entregárselas a los futuros esposos, un alcatraz para su padre,
un alcatraz para su nueva madre y un alcatraz para ella, la promesa
de que estarían juntos y unidos a través del amor para toda la vida.
La pequeña al sentir la sangre correr por su rostro, unas lágrimas
asomaron a sus ojos, las cuales se fusionaron con el líquido vital,
pero ella no se movió, nadie le pidió que lo hiciera, nadie le prestó
auxilio, nadie se molestó siquiera en explicarle que su padre no
llegaría y que ahora estaba sola, nadie vio por ella ni le brindó una
mano que le ayudara.
Al quedar el templo completamente vacío, la pequeña Nina
decidió no moverse de su lugar, si nadie le había explicado lo que
sucedía, ella debía esperar a su padre, Chariot llegaría por ella.
Una vez que anocheció, el cielo mostró su tristeza por lo sucedido
y empezó a llorar también, lo hizo con furia, ya era tarde y el templo
debía ser cerrado, el clérigo responsable del lugar sacó a empujones a
la niña, no deseaba tener la responsabilidad de encargarse de ella, ni
siquiera se molestó en brindarle asilo por esa única noche o por lo
menos llevarla a las autoridades para que se ocuparan de ella.
La menor entonces se quedó de pie toda la noche en la entrada
cerrada del templo, bajo la torrencial lluvia, con su vestido rosa, su
sombrero a juego y sus alcatraces en la mano, esperando a su padre,
quien nunca llegó.
Al día siguiente el templo volvió a abrir sus puertas, el clérigo
encargado del lugar con violencia empujó a la menor para que no
"estorbara" a los buenos y fieles devotos que religiosamente iban a
orar. La menor cayó de bruces por el último y violento empujón que
le propino aquel viejo sacerdote, lo cual fue una suerte para ella, si el
religioso hubiera conocido la situación de su padre, si se hubiera
enterado que Tolniaz Sargás estaba muerto y que esa pequeña y
hermosa niña no tenía a nadie más en el mundo para cuidarla, habría
hecho atrocidades con Nina, atrocidades innombrables que hubieran
culminado con su segura muerte.
Después de levantarse, sacudirse el polvo y revisar que no
estuviera herida, la pequeña abrió su bolso que llevaba cruzado sobre
su hombro, ese pequeño accesorio del que jamás se desprendía,
sucediera lo que sucediera, ella no podía perder ese bolso.
Al abrir el cierre del compartimiento más pequeño sacó un pedazo
de papel, en él, sólo había escrito un nombre y una dirección, en el
compartimiento más grande del bolso encontró un pasaje de avión y
un ticket de un auto de alquiler además de dinero suficiente para
trasladarse al estado de Riazor en el norte del país y buscar a la
persona señalada.
Nina por primera vez mostró sus emociones, apretó con fuerza el
papel, cayó de rodillas y empezó a llorar, recordaba las instrucciones
que su padre la obligó a memorizar: "Yo jamás te dejaré, preciosa,
siempre estaré a tu lado, te protegeré, te cuidaré y sobre todo, te
amaré. Pero la vida es difícil y nunca se sabe que giros pueda dar,
yo siempre voy a estar al pendiente de ti, sin embargo, en caso de
que llegue a pasar un día entero sin que sepas nada de mí, significa
que estaré muerto, porque sólo muerto yo podría desatenderme de ti,
en ese caso, en este bolso hay una dirección y un par de boletos para
trasladarte desde cualquier lugar en Boleria a un Convento en el
estado de Riazor, en el extremo norte de nuestro país, también hay
dinero para que no pases ningún apuro. Ahí te encontrarás con una
persona que cuidará de ti y te llevará a la Corte del Rey con tu
hermana gemela, Anais, jamás te separes de este bolso, hija, cuídalo
como si fuera mi corazón el que guardas en él.".

Nina llegó a la entrada del gigantesco Convento dedicado a la


Diosa de la tierra Nah en las proximidades de la ciudad de hielo de
Volantis, estado de Riazor, nadie le preguntó nada acerca de los
boletos cuando los mostró tanto en la terminal aérea como en el sitio
de autos de alquiler ya en el estado de Riazor, eran especiales, en
cuanto los mostró la trataron como a una niña rica y le prestaron
todas las atenciones.
Ya en el Convento mostró el pedazo de papel con la dirección del
convento y el nombre de la persona que se suponía cuidaría de ella,
la religiosa observó con desdén a la pequeña, ni siquiera le ofreció
algo para calentarse o la pasó al interior de las oficinas en donde la
temperatura era más agradable, sólo le dijo "espera aquí" y le cerró la
puerta en la cara.
Un par de horas después, la menor ya se encontraba totalmente
congelada en las puertas del Convento, temblaba copiosamente y se
abrazaba las piernas para poder entrar en calor, fue entonces cuando
un maduro hombre con sotana salió a recibirla, al verla temblando de
frío la introdujo al inmueble y exigió una bebida caliente así como
una frazada para calentarla. Una vez que la pequeña dejó de temblar,
el Sacerdote habló con ella:
–Hola Nina, no me conoces pero yo a ti sí, eres la hija de nuestra
querida Tempérance, quien tristemente falleció hace muchos años en
la flor de la vida, cuando tú todavía eras una bebé de brazos,
lamentablemente si tú estás aquí significa que mi amigo Chariot
también está muerto y no hay nadie más que se haga cargo de ti.
La pequeña bajó la mirada luchando por contener un par de
lágrimas que clamaban por salir, las palabras de ese hombre habían
confirmado sus peores sospechas, las pocas esperanzas que tenía de
que su padre la fuera a buscar a ese lugar se desvanecieron por
completo, sabía que ese Chariot del que hablaba el Sacerdote era su
padre, Tolniaz Sargás en alguna ocasión le había comentado que así
lo llamaban sus amigos, desde entonces ella también le llamaba así.
El hombre de la sotana le siguió hablando.
–Yo tengo una deuda con Chariot que ninguno de los dos
hubiéramos querido que saldara, pero las cosas son así, yo no puedo
hacerme cargo de ti, no estoy en condiciones de hacerlo, sin
embargo, las hermanas religiosas que habitan en este Convento, sí,
aquí tendrás un lugar para vivir, serás alimentada, educada y tratada
como cualquier novicia, las reglas son muy estrictas, trata de portarte
bien para que no conozcas el lado oscuro de los Dioses, si haces lo
que se te dice, estarás bien.
–Mi padre me dijo que me llevarían con mi hermana gemela a la
Corte del Rey –susurró la menor con la voz rota.
–Por ahora no es conveniente –respondió el religioso–, tu hermana
Anais está en un lugar muy bien resguardado al que nadie tiene
acceso, necesitas ser muy fuerte para ingresar ahí y salir con vida,
este es el lugar indicado para fortalecerte, una vez que cumplas la
mayoría de edad podrás hacer lo que desees, buscar a tu hermana
gemela, seguir sirviendo a los dioses, continuar con tu vida por tu
lado o buscar la venganza por la muerte de tu padre.
El Sacerdote acarició la mejilla de Nina, lo hizo de tal manera y
con tal lentitud que la menor se sintió incómoda, después le acarició
la rodilla, lo hizo con la misma lentitud subiendo por sus muslos para
terminar cogiéndola de las caderas, de donde la agarró con fuerza
para levantarla y ponerla de pie, entonces tomó su mano y la condujo
hacia la oficina de la Madre Superiora encargada del convento.
En cuanto se vio libre de la presencia de la niña, el religioso de
inmediato se dirigió a su oficina y se encerró con llave, se detuvo
unos instantes frente al comunicador, saboreando el momento,
después, levantó el auricular e hizo la llamada, en cuanto escuchó la
voz de su interlocutor sonrió.
–¿Qué sucede? –escuchó al otro lado de la línea–. Este número
directo es sólo para emergencias, espero por su bien que sea una.
–Yo no hablo con sirvientes –respondió el Sacerdote disfrutando
su momento, odiaba en especial al tipo del otro lado de la línea, un
imbécil que por ser la mano derecha del hombre más influyente del
país se creía superior a cualquiera–, háblale a tu amo, dile que tengo
en mi poder a la niña que lleva años buscando.
El clérigo colgó el auricular antes de escuchar la réplica de su
interlocutor y esperó pacientemente, no pasó ni un minuto cuando
sonó el comunicador, la agresiva voz del otro lado le sacó otra
sonrisa, había causado la impresión adecuada, colgó de nuevo y
volvió a esperar.
Pasaron cinco minutos que el religioso disfrutó como si se tratara
de una buena sesión de sexo, después el comunicador sonó de nuevo,
dejó que sonara cinco veces más, con parsimonia levantó el auricular,
del otro lado escuchó la misma voz pero con un tono distinto.
–No cuelgue por favor, no tenemos por qué ser enemigos, soy la
persona más cercana al hombre más poderoso del país, si usted
confía en mí, se habrá ganado a un influyente amigo y aliado
político.
El Sacerdote se llevó la mano a la entrepierna, lo excitaba en
demasía el derrotar a los poderosos, ponerlos bajo su control y el
hombre al otro lado de la línea vaya que lo era, con el tono más
amistoso que pudo comenzó a contarle los detalles de la llegada de
Nina al Convento del norte.
EL COMPLOT

La Ciudad Blanca Ersghiaal era quizá la más hermosa de Boleria,


sólo se le podían comparar el Distrito Comercial de Arcadia, la
ciudad subterránea Aldebarán en Hamal, la ciudad-puerto Edén en
Levit, la ciudad de hielo Volantis en Riazor o el pueblo de los Tres
Picos en Aztlán.
Llamada así porque en el centro de la misma todos los inmuebles
eran de color blanco. Grandes y modernos edificios, palacios,
templos, parques, incluso los vehículos de transporte público así
como los de los residentes de la ciudad eran de ese mismo color, les
gustaba identificarse de los vehículos de los turistas, quienes
irónicamente no podían ingresar a la ciudad con un auto de ese níveo
color.
El blanco puro era la bandera y el símbolo de identificación de los
orgullosos habitantes de Ersghiaal, los sirvientes, empleados y
comerciantes vestían el mismo color, el blanco que representaba a la
nieve, al norte extremo del país, donde se encontraba la tundra.
Sus habitantes jamás vestían ese color a menos que salieran de la
Ciudad, en donde siempre portaban un atuendo blanco con orgullo,
para que todo mundo supiera que ellos eran originarios de la ciudad
del Rey. Incluso el color de la armadura de los Caballeros Fantasmas
de Ishtar era blanco en honor a Ersghiaal.
Era un deleite caminar por el centro de la Ciudad Blanca, una
experiencia de vida, algo inolvidable, a pesar de que todos los
inmuebles vestían el mismo color, era muy fácil identificar en que
barrio o sección de la ciudad se encontraban.
Los turistas podían pasar por el edificio del Sindicato, grupo élite
protector de Ersghiaal, uno de los edificios más hermosos de la
ciudad con forma de castillo, desde cuyo mirador se podía apreciar el
centro entero.
También estaba la zona de teatros, el templo, los edificios
administrativos de la ciudad, la zona comercial, la zona de
entretenimiento, el centro de negocios y el lugar que abarcaba un
cuarto del centro de Ersghiaal, donde se encontraban las residencias
de los miembros de la Corte, el Palacio Real y el parque del Rey.
Desde la formación de Boleria se estableció un sistema tripartito
de gobierno, regido por un Gobernante –Presidente al paso de los
años–, un Congreso Legislativo y un cuerpo colegiado administrador
de justicia, el Clero era un poder aparte que gobernaba sobre la fe de
los ciudadanos y el Rey mandaba sobre todos pero no tenía injerencia
en los asuntos del estado.
Con el tiempo la figura del Rey se convirtió en un ser divino, no
era el responsable de los gobiernos tiránicos impuestos por las cuatro
familias gobernantes pero tenía potestades por encima de éstas, todos
los ciudadanos del país amaban a su Rey, su imagen se convirtió en
un símbolo de esperanza, los gobernantes de Boleria eran seres
supremos, hombres y mujeres superiores con un “Gash” de
nacimiento que les daban el poder de los dioses, pero el Rey se
elevaba por encima de ellos, un hombre “común” como la mayoría
del pueblo gobernaba sobre esos monstruos, el Rey no tenía ningún
poder o “Gash” de nacimiento, pero su sangre era más pura que la de
los ciudadanos élite, sus orígenes se remontaban a la época en que
los reinos de Hamal y Aztlán se unieron para enfrentar al último de
los gigantes: Altagoor, quien ya había conquistado todo el
continente, batalla que ganó el intelecto de Abel Adam, el primero de
los reyes, el hombre cuya sangre era superior y más preciada que la
de los guerreros con habilidades especiales, el hombre más cercano a
la divinidad de Zarth, el guerrero que liberó a la humanidad del yugo
de los Gigantes.
Desde el reinado de Abel a la fecha, sólo sus descendientes en
línea directa podían reinar sobre Boleria, la Casa Adam era el
símbolo mismo del norte, el territorio más poderoso del país, su
Corte estaba conformada por los Clanes más influyentes del extremo
norte, siendo sus principales aliados la familia Riazor, gobernante del
estado de los hielos que llevaba su mismo nombre.
El centro de la ciudad también era conocido como Regum Urbem
o “ciudad de reyes” y estaba rodeado en su totalidad por una enorme
muralla nívea, teniendo un solo acceso público a la demarcación.
Regum Urbem era para los clanes élite otro centro más de
educación y entrenamiento de sus futuros guerreros portadores de un
“Gash”, junto con el Cinturón y la zona militar de la Ciudadela en
Arcadia, el Distrito Comercial de la también capital armamentista y
la Santa Sede de la Ciudad de los Dioses Banayah.
En los tiempos que corrían, el Rey Davis Adam era el símbolo de
la corona y el soberano del país más poderoso del mundo, ante él se
había arrodillado el nuevo y joven Presidente del país: Arlés
Probzzer, para dar legitimidad a su gobierno y así cerrar de manera
definitiva el exitoso golpe de estado de la llamada revolución de los
FILOS.
Davis Adam era un hombre cruel, irracional, temperamental y
obsesivo de su “magnificencia”, a sus sesenta y tantos años de edad,
era el último de los grandes hombres de su generación que
gobernaban el país, los demás, Patriarcas de las principales familias
de Boleria ya habían fallecido, unos por rencillas entre ellos, la
mayoría a manos de los jóvenes revolucionarios que contra todas las
probabilidades cambiaron la forma de gobierno de la nación, un
mandato histórico que no había sufrido cambio alguno en todos sus
siglos de antigüedad.
Era un hombre de excesos y buen vivir, quien dio un esplendor
nunca visto a la Ciudad Blanca, intentando convertirla en el sitio más
exclusivo y sibarita del país, honor que todavía conservaba el Distrito
Comercial de Arcadia.
Los habitantes de Ersghiaal sí estaban por encima de toda la
demás población por decreto real del mismo Rey, incluso de los
ancestrales Clanes élite. La Ciudad Blanca era el opuesto completo al
Cinturón de la Ciudadela de Arcadia, en éste, sólo vivían ciudadanos
con facultades especiales, en Ersghiaal, nadie podía estar por encima
del poder del Rey, por lo tanto, todos sus ciudadanos eran personas
comunes, sin ningún “Gash” o habilidad especial, sin embargo, “la
Ciuadad Blanca” era tan respetada y temida como la parte media del
edificio de la Ciudadela y sus habitantes estaban por encima de los
demás ciudadanos del país. Los únicos pobladores de Regum Urbem
que podían tener un “Gash”, vivían en el castillo del Rey y sólo eran
habitantes provisionales, invitados de lujo.
Además de los invitados élite, existía otra demarcación en Regum
Urbem donde habitaban los llamados Clanes de la Corona, los
integrantes de la Monarquía, los nobles del país, doce Casas del
Norte poseedoras de un “Gash” de energía pura de primer nivel a
quienes el Rey consideraba las familias más importantes de Boleria.
Su séquito personal.
En la Ciudad Blanca Ersghiaal los grupos protectores y de justicia
de Regum Urbem eran los únicos que podían tener habilidades
especiales para imponer la ley del Rey, destacando por encima de
todos los cuatro miembros del Sindicato de la ciudad, los guerreros
conocidos como: Auriga, Látigo, Duquesa y Hermite, siendo el
segundo de los nombrados el Síndico o representante del Sindicato
de la ciudad y la tercera la Líder Sindical del grupo de poder de
Ishtar.
Al Rey Davis no le interesaba la política ni la forma de gobierno
del país, esa se las dejaba a los gobernantes sin importar quienes
fueran, los tiranos de siempre o los jóvenes e inexpertos nuevos
gobernantes, él sólo deseaba ser reconocido, idolatrado y que
Ersghiaal se convirtiera en la mejor ciudad del planeta, para él lo más
importante era que Regum Urbem fuera el centro del mundo.
Como sucedió con todos los Presidentes que lo antecedieron,
Arlés Probzzer no tuvo empacho en darle al Soberano lo que le
pidiera, recursos ilimitados, poder, publicidad para su ciudad, emitir
decretos que enaltecían a la monarquía y las Casas nobles que la
representaban, incluso impunidad, todo era permitido siempre y
cuando no metiera las narices en su administración.
De ahí que el estado desviara la mirada de la “Ciudad Blanca”,
tratando el territorio del Rey como una demarcación independiente
del país donde se podían cometer los peores crímenes, en donde el
monarca era juez absoluto, parte, hacedor de leyes, administrador de
justicia y verdugo al mismo tiempo, cualquier cosa podía suceder en
Ersghiaal y nadie hacía nada.
El Clero era el único ente que podía estar a la altura del Rey,
aliados ancestrales desde su concepción misma, la Iglesia del Culto a
los tres Dioses era quien daba el visto bueno al sucesor del Rey y le
aconsejaba sobre como reinar mejor.
Pero el matrimonio realeza-religión no siempre era perfecto, el
Rey Davis se negó a hincar la rodilla ante el Santo Padre, el anterior
líder de la Iglesia, lo que causó un distanciamiento de los dos
poderosos entes, alejamiento que la Santa Madre había logrado
superar con su buen haber, logrando incluso que el monarca asistiera
a la Santa Sede a solicitar el favor de los Dioses en una fastuosa misa
que enmarcó la nueva reconciliación de los dos grupos más
poderosos y perjudiciales para el país.
El Rey Davis era un adicto a los placeres de la vida, un hedonista
insaciable, ávido de satisfacer sus deseos y necesidades por más
mínimas u oscuras que fueran. Cruel y déspota en su trato hacia los
demás, nadie podía hablarle a menos que fuera a través de sus
consejeros reales, seres tan inescrupulosos y nocivos como el
mismísimo monarca.
Su forma de ser y comportarse se extendió hacia sus gobernados
en Regum Urbem, quienes a falta de un criterio propio emulaban a su
benefactor, vivían en la misma opulencia, financiados sin restricción
alguna por el estado, vivían sólo para auto complacerse.
El dinero no importaba, lo había a manos llenas, lo mismo les
daba tener un negocio exitoso que fracasar y perder millones, los
primeros se ensalzaban ante los demás, presumiendo sus grandes
dotes para los negocios, los segundos eran apapachados, protegidos,
se les convencía de que el fracaso no les correspondía a ellos, era
culpa de sus inútiles subordinados, quienes al final, pagaban muy
caro sus supuestos errores.
Sólo había una excepción al comportamiento ególatra y déspota
del Rey: sus niños, los cuales abarcaban a sus futuros herederos así
como a sus protegidos, los guerreros herederos del “Gash” de los
poderosos Clanes del norte.
El Rey Davis no tenía la facultad de exigir a las grandes Casas la
entrega de sus futuros miembros más poderosos, por lo que atraía a
los menores con promesas de poder, de convertirlos en los mejores y
más influyentes guerreros del país.
“Los infantes de la Corte”, como eran llamados, veían al Rey
Davis como un tío divertido y adorable que les cumplía todos sus
caprichos pero al mismo tiempo les exigía que dieran lo mejor de sí
en sus estudios y entrenamientos, en resumen, lo amaban con el
mismo fervor que lo respetaban.
Entre los favoritos del Rey había dos pequeños que destacaban
por encima de los demás, un varón y una menor: Corio Rotanev y
Anais Atria, par de infantes a quienes cuidaba, exigía y procuraba
como si fueran sus propios hijos.
El comportamiento de los menores era muy distinto entre ellos,
Corio era un niño popular y responsable, respetado por todos por su
carácter afable pero firme, un líder natural. Por su parte, Anais era
una niña frívola, narcisista y despectiva, muy parecida al monarca,
una pequeña que en los pocos años que llevaba de vivir ahí había
olvidado por completo a su familia de sangre.
Después de los favoritos se podían contar a varios niños
especiales que llenaban la Corte, todos conocían su lugar, eran los
amos del palacio pero siempre por debajo de los hijos del Rey y de
sus dos “favoritos”.
Kaf Prae era uno de esos chicos “del montón”, alguien que desde
pequeño era obligado por sus familiares y educadores a esforzarse
por atraer la atención del Rey, si el monarca lo hacía su “favorito”, su
familia también ascendía en la Corte, sin embargo, al menor poco o
nada le importaba ser un lambe-suelas de su Majestad o los idiotas
miembros de la Corte, era un chico solitario, quien desde que tenía
memoria sólo se había dedicado a entrenar. Su tutor, Sámaj
Alderamin, el guerrero también conocido como Diablo, lo tenía
apartado de la vida social necesaria para todo niño, su vida era el
entrenamiento y nada más.
Para molestia de Kaf, Anais era la única persona de su edad con la
que podía convivir al ser alguien tan cercana al Rey, los dos menores
se detestaban mutuamente, pero el desprecio que el miembro del
Clan Prae sentía hacia la del Clan Atria no era nada comparado con
el auténtico odio que profesaba a los nietos del monarca, a quienes
no podía ni siquiera ver, fue por ese odio que decidió aceptar la
propuesta de su maestro y mentor de llevar una vida en solitario,
dedicada únicamente al estudio, meditación, entrenamiento y
búsqueda de la paz interior.
Kaf entrenaba como todos los días en solitario, aunque se
dedicaba en cuerpo y alma a sus tareas, su maestro se quejaba de que
sus avances eran muy limitados, lo cual él no comprendía, sentía que
cada vez se hacía más fuerte.
–No entiendo por qué te gusta siempre estar solo –escuchó a su
espalda–, a mí me repugna la soledad.
El menor volteó, enfadado, conocía la voz que le hablaba y no le
caía nada en gracia que se colara a su lugar de entrenamiento esa
chiquilla a la que tanto despreciaba, estaba en un búnker oculto en el
lado oeste de los terrenos del palacio, no entendía cómo Anais
siempre lograba encontrarlo para molestarlo.
–¿Qué demonios quieres ahora? –le preguntó amenazante–. Será
mejor que te largues si no quieres que te dé una paliza, ya no hay
quien pueda protegerte…
–Ese es el problema –dijo la menor acercándose a Kaf sin
importarle sus amenazas–, desde que Miroslav e Ysshud se fueron,
no tengo con quien hablar, los nietos del rey son unos cretinos,
prefiero estar contigo.
Kaf recordó a Miroslav Venati e Ysshud Shedar, un par imbéciles
a quienes tampoco podía ni ver, un par copias masculinas de Anais
pero en versión insoportable, dos idiotas que se creían los favoritos
del Rey, cretinos que hacían la vida imposible a cuantos se cruzaran
en su camino, hasta que se metieron con Anais…
–Si no mal recuerdo –le dijo a la menor encarándola–, fue por tu
culpa que esos pobres diablos fueron expulsados de aquí.
Anais sonrió, Miroslav era su cómplice en sus travesuras, su
incondicional, se valió de él para jugarle una pesada broma a los
hijos de Armantus Adam, el primogénito del Rey, la jugarreta se les
salió de las manos y casi le cuesta la vida a uno de los hijos de
Armantus, lo que derivó en la expulsión de Miroslav, quien jamás
delató a Anais como la autora intelectual, Ysshud sí la acusó de
complicidad pero la menor lo negó todo haciéndose la víctima y
acusando a Ysshud de ser un abusivo con ella, acusación que
también le valió la expulsión al miembro del Clan Shedar.
–De verdad lamenté eso –dijo sin sentirlo realmente–, pero los
hijos de Armantus Adam me hartaban y debían recibir una lección,
no por ser nietos de su majestad iban a amedrentarme.
–Me da igual –masculló Kaf–, el que los idiotas de Miroslav e
Ysshud se hayan ido fue lo mejor para todos, lo único que lamento es
que no te hayan expulsado con ellos.
–Soy demasiado inteligente para que me asociaran a sus
travesuras –respondió altiva–, si Miroslav no supo protegerse fue su
problema, Ysshud no debió meterse conmigo, lo de él fue una
lección.
–Por lo mismo yo no quiero tener que ver nada contigo –Kaf le
dio la espalda–, haz lo que se te dé la gana, sólo no me incluyas en
tus estupideces, lárgate cuando quieras, para mí no existes…
La menor, divertida, observó cómo Kaf se disponía a seguir con
su entrenamiento, decidió probar hasta dónde era capaz de
manipularlo.
–Vine porque quiero que me acompañes.
Kaf, obedeciendo a su amenaza, de nuevo volvió a su
entrenamiento, fingiendo no escuchar a esa molesta chiquilla. Anais
no se dio por vencida.
–Escuché algo que me intrigó –continuó diciendo la menor sin
importarle la actitud de Kaf–, mi maestra Lady Aliel y tu maestro
Sámaj Alderamin se van a reunir con Armantus, el hijo mayor del
Rey, algo que no tiene nada de extraño, pero en la junta también va a
estar Duquesa, la líder del Sindicato de Ishtar, al parecer van a hablar
de nuestro futuro… ¿De verdad no te interesa saber qué es lo planean
los adultos para el resto de tu vida?
El menor le lanzó una mirada de furia a la niña, si había algo que
le molestara era eso precisamente, el no tener ninguna libertad, el ser
tan esclavo como los sirvientes del palacio, siempre atado a un
compromiso del que ni siquiera tenía idea de qué se trataba.
–Estás mintiendo –le espetó–, sólo es una trampa para que
también me expulsen…
–¿Por qué habría de querer que te expulsaran? –preguntó Anais
esbozando una mueca inocente–. Ya te dije que eres la única persona
que me queda después de la partida de Miroslav, aunque eres un
idiota y un aburrido, además… ¿De verdad te preocupa ser
expulsado? Hasta donde he visto, no te gusta estar aquí.
Anais dio por fin en el punto, Kaf odiaba estar en palacio. ¿Qué
más le daba ser expulsado?, al contrario, sería una bendición, pensó,
entrenaría en solitario en otro lugar, lejos de esa molesta chiquilla,
además, aunque lo negara sentía curiosidad de lo que su maestro
tenía planeado para él a futuro.
–De acuerdo –se rindió–. ¿Dónde se van a ver y cómo piensas
espiarlos?
–Sígueme –dijo la menor con una actitud triunfalista–, lo harán en
una cámara secreta a la que sólo yo puedo llegar sin ser vista…
Con reticencia, Kaf siguió a Anais a través de un ducto de
ventilación en el techo, se arrastraron por unos metros y después
descendieron hasta un túnel, ahí la menor concentró su poder creando
un triángulo de cristal en su muñeca el cual se expandió hacia el
frente hasta alcanzar la altura de metro y medio.
–Vamos –lo apuró Anais–, no quiero perderme nada de lo que
digan.
Kaf siguió a la miembro del Clan Atria y se internó en el triángulo
de cristal, en un parpadeo estaba del otro lado del triángulo.
–¿De qué se trata esto? –le preguntó a la menor mientras veía
alrededor–. Estamos en el mismo lugar…
–Eso es lo que parece –Anais le cerró un ojo con complicidad–,
pero hemos recorrido más de un kilómetro, estamos justo sobre la
cámara donde se reunirán el hijo del Rey con Duquesa y nuestros
maestros.
–Si puedes hacer esto –Kaf seguía observando todo a su alrededor,
no veía ninguna diferencia con el lugar donde supuestamente estaban
antes, incluso la escalera por la que bajaron estaba a sus espaldas–.
¿Por qué no lo hiciste desde el lugar donde entrenaba?
–Porque todavía no controlo bien este poder –le explicó Anais–,
solo puedo recorrer distancias cortas donde no haya paredes que me
cierren el paso, vamos.
Kaf siguió a Anais, quien levantó una tapa metálica del suelo,
justo debajo de las escaleras que al menor le parecieron por donde
habían llegado a los túneles, ambos descendieron, a medio camino
Anais tocó una pared, el triángulo de cristal se volvió a formar en su
muñeca y de nuevo se expandió, desapareciendo el concreto
abarcado por la figura geométrica.
–Adelante –apuró a Kaf–, ya estamos cerca…
–Tú dijiste que no podías atravesar paredes –comentó Kaf con
desconfianza.
–Dije que no podía recorrer distancias si había paredes de por
medio –lo corrigió Anais–, traspasar una pared es como un juego de
niños para mí… ¿Por qué crees que siempre te encuentro aunque
estés en lugares completamente herméticos?
El miembro del Clan Prae hizo una mueca de desagrado, era
cierto, esa niña y sus cómplices siempre lo encontraban sin importar
dónde estuviera, le jugaban una pesada broma y después huían sin
dejar rastro, ahora sabía por qué. Un intenso escalofrío le recorrió la
espalda, no confiaba en esa niña. ¿Qué tal si lo estaba engañando y
sólo pretendía encerrarlo entre muros? A la profundidad en la que se
encontraban nadie lo escucharía gritar, moriría antes de que lo
hallaran, si es que lo encontraban…
–De ninguna manera entraré ahí –le espetó–, ve tú primero y yo te
sigo.
–No seas cobarde –se burló Anais–, si yo voy primero no podré
mantener el hueco abierto, ya te dije que no controlo mi poder como
debería, si dejo de tocar la pared, el hueco se cerrará.
–Yo no entraré antes que tú –dijo Kaf con total convicción–, eres
una mentirosa y una traicionera, no confío en ti.
–Eres un debilucho entonces –comentó Anais dándole la espalda–,
Miroslav o Ysshud podrían romper este muro sin problema alguno,
no podría encerrarte aunque quisiera, yo entraré y tú te quedarás
afuera, regresa como puedas, te perderás igual, cobarde.
–Mejor cobarde que muerto –contestó Kaf sin moverse de su
lugar.
Anais no dijo más, ingresó en el hueco, llevaba medio cuerpo
dentro cuando sintió que la empujaban con violencia, su mano dejó
de tocar la pared y el hueco se cerró, el estrecho lugar en el que cayó
estaba en oscuridad total, se sentía inmovilizada, el cuerpo de Kaf le
impedía moverse.
–Debo aceptar que eres más inteligente que Miroslav e Ysshud –le
dijo al menor mientras se arrastraba para adelantarlo–, ya estamos
cerca, sígueme.
Kaf tuvo que aguantar los empellones y golpes de la menor en su
cuerpo para separarse de él, el hueco era demasiado estrecho,
después la siguió por alrededor de cinco minutos hasta que Anais se
detuvo y le susurró:
–Ya llegamos, ven aquí, creo que lo hicimos a tiempo…
El menor se arrastró por detrás de Anais pegado al lateral del
hueco, sus cuerpos quedaron completamente aglutinados, situación
que le provocó un extraño placer, al tener tan cerca el cuerpo de la
niña también pudo percibir su olor, era agradable.
Anais lo obligó a pasar los brazos por su cintura para estar más
cómodos, Kaf sintió que su rostro se calentaba, estaba seguro que se
había ruborizado, agradeció que esa molesta niña estuviera de
espaldas y no lo notara, de otra manera se habría burlado de él.
Puso atención al frente, había un panel de metal en forma de
panal, a través de él, al nivel del suelo, distinguió a lo lejos las
figuras de los cuatro adultos que Anais le comentó se reunirían con la
adición de dos más, los hijos del anterior monarca, el fallecido Rey
Daren: Albert y Bruno, dos de los más influyentes miembros del
Clan Adam, dejó de pensar en su situación y prestó atención a lo que
sucedía en ese lugar.
Del otro lado del panel que sólo era un respiradero, el primogénito
del soberano se reunía con las personas de su máxima confianza,
hacía un recuento de sus planes a futuro y de los chicos que le
ayudarían a realizar su meta.
–¿Cómo va la situación en la Orden? –le preguntaba a Lady Aliel,
Espada Real miembro de la Orden de los Caballeros Fantasmas de
Ishtar, también conocidos como los Caballeros Blancos por el color
de su armadura o los Demonios.
“La Justicia Blanca” como también era llamada la protectora de
Ishtar, cruzó la pierna y le sonrió al futuro soberano, sonrisa hipócrita
que hizo estremecer a Armantus Adam, quien no sabía hasta qué
grado confiar en esa mujer, sus otros dos consejeros de confianza le
decían que mientras le pagara lo que pidiera, le sería fiel, sin
embargo, él seguía desconfiando de ella.
–La Orden está más fuerte que nunca –comentó Lady Aliel
recargándose en su cómodo sofá, Sir Thomas con la ayuda y
experiencia del “Primer Caballero” ha logrado reestablecer a los
Caballeros Fantasmas a su antigua gloria, nuestro poder está bien
sustentado, la administración de justicia ha vuelto a nuestras manos
así como el control de los ejércitos de los seis estados del país.
El primogénito del Rey afirmó mientras ocultaba su boca entre sus
manos entrelazadas al frente, pensaba en el papel de la Orden en el
nuevo gobierno de los rebeldes, los depuestos gobernantes habían
reducido a los Caballeros Fantasmas a simples empleados al servicio
de sus necesidades, siendo, precisamente Sir Thomas en su calidad
de Gran Maestre, el artífice de la debacle influenciado por su padre,
el antiguo mandamás de Arcadia.
Los grandes patriarcas cayeron, incluido el padre de Sir Thomas, a
quien también por su enorme tamaño llamaban “Nephilim”, el líder
de la Orden de Arcadia logró mantener su puesto y había pagado con
creces sus errores, devolviendo a la Orden su antigua gloria.
En los tiempos que corrían, otra vez los Caballeros Fantasmas
eran los que mantenían la paz en Boleria, controlaban los ejércitos y
administraban justicia, eran los supremos jueces de los tribunales,
tenían potestad sobre todos los grupos élite de sus demarcaciones y
cuando era necesario, tomaban el papel de verdugos de los enemigos
del país.
Armantus Adam buscaba controlar a la Orden a través de Lady
Aliel, no era un secreto saber que quien controlaba a la Orden
controlaría el país, pero ese era un objetivo que no sólo él tenía, otros
grupos de poder ocultos en las sombras también tenían por objeto el
control de los Caballeros Fantasmas, incluido el Presidente. La
Orden de Ishtar estaba dividida, dos de sus cuatro miembros eran
leales al soberano: la presente Lady Aliel y el líder de la Orden, Sir
Astaroth, pareja sentimental de la también presente Duquesa, los
otros dos: Sir Baal y Sir Daimon, eran gente totalmente al servicio de
Arlés Probzzer, el Presidente del país.
–Los Controladores de la Materia –comentó la Espada Real
refiriéndose a los miembros de la Orden de Aztlán–, creo que tienen
algún tipo de pacto con Horus.
El hijo del Rey se preocupó al escuchar el nombre de Horus, el
enemigo público número uno y criminal más buscado del país,
culpable de liberar durante los días de la revolución, a la mayor
amenaza de la humanidad: los Gigantes, enormes y poderosos seres
que gobernaron la tierra antes que el hombre, los últimos de su
especie. El principal socio de Horus era un miembro del Clan
Maldito, los enemigos eternos de los Adam. Radamanthys era el más
poderoso de los Enoch tras la muerte de Elohim, otro buscado
criminal a quien no debían subestimar.
–Debemos tener vigilados a los Controladores de la Materia –
indicó–, ellos pueden ser un gran problema.
–Yo me encargo de eso, majestad –interrumpió Duquesa–, el líder
de la Orden, Sir Axayácatl, es un buen amigo mío, a través de él
vigilaré a los Caballeros Guindas.
El futuro monarca asintió, a veces también llamaban a los
miembros de una determinada Orden por el color de sus armaduras:
blanco para Ishtar, negro para Arcadia, azul marino para Levit,
guinda para Aztlán, café para Riazor y gris para Hamal.
–Nuestros enemigos… –quiso saber el primogénito del soberano.
–Están inmiscuidos con la Orden de Levit –explicó “la Justicia
Blanca”–, aunque es imposible probarlo; los Herreros de la Orden de
Hamal son muy cercanos a los Guerreros del Libro Sagrado, por lo
pronto ambas Ordenes están fuera de su alcance, Realeza.
El primogénito del Rey pensaba en Sir Exxus, el líder de los
Guerreros del Libro Sagrado, como también eran conocidos los
miembros de la Orden de Levit, un hombre sin duda peligroso al que
no deseaba ganarse de enemigo. También pasaron por su mente los
llamados Herreros de Hamal, quienes además de sus funciones
normales tenían la misión de encontrar a los antiguos Profetas, en los
tiempos de la revolución los miembros de la Orden de Riazor
asesinaron a los anteriores miembros de la Orden de Hamal, crimen
por el que se les condenó a muerte, después de la masacre jamás se
volvió a saber de ellos, entre los traidores se contaba al hermano
menor de Lady Aliel: Craig X.
–Sólo nos queda la Orden de Arcadia –comentó Armantus Adam.
–Controlada por nuestro Gran Maestre –explicó Lady Aliel–. Mi
hermano mayor, Sir Judas, es parte de los Apóstoles, a través de él
vigilo los movimientos de los Caballeros Negros, ellos, al parecer, no
se deben a ningún grupo de poder, sólo al Consejo Supremo de la
Orden, son independientes y realizan su labor de manera ejemplar.
La mención del Consejo Supremo llevó al primogénito del
monarca a pensar en el anterior Gran Maestre de la Orden, Albir
Sadr, también conocido como “el Primer Caballero”, el guerrero más
poderoso de su época, un octogenario hombre de la generación del
depuesto Santo Padre y la ahora líder de la Iglesia, la Santa Madre.
Un hombre imposible de sobornar que apoyó a los rebeldes en su
revolución. Por el momento no se preocupó por él, la monarquía que
su padre representaba llevaba una buena relación con el Consejo
Supremo de la Orden.
–Creo que es necesario agitar un poco las aguas, Lady –le dijo a la
“Justicia Blanca”–, no nos caería mal algunas rencillas al interior de
la Orden…
–Yo me encargo –comentó la Espada Real sin ningún tipo de
reticencia.
–También es necesario acelerar el entrenamiento de los futuros
Profetas –ordenó el futuro Rey refiriéndose a los miembros de la
Orden de Riazor, cuyos puestos estaban vacíos desde la traición de
sus antiguos miembros–, debemos tener una fuerte representación en
la Orden.
–Los candidatos más fuertes son los representantes de la Iglesia y
la corona –indicó Lady Aliel–, Boyle Riazor y Miroslav Venati serán
los elegidos del Clero, Ysshud Shedar y Anais Atria los de su
majestad.
Desde su escondite, Anais no se inmutó al escuchar su nombre,
desde que tenía uso de razón le habían dicho que pertenecería a la
Orden.
–No hay que confiarse, Lady –le advirtió Duquesa a la Espada
Real–, en la Iglesia ahora mismo hay dos vertientes que se disputan
el poder, entre paredes se dice que el Santo Padre es el instigador de
un grupo que quiere arrebatar el mando a la Santa Madre.
–Eso lo tenemos controlado –aseguró confiado el futuro Rey
mientras les ofrecía una sonrisa cómplice a sus primos Bruno y
Albert–, mis primos se encargarán de eso.
–¿Está seguro? –preguntó la líder sindical–. Desde la deserción de
los anteriores Profetas, quienes fueron una imposición del antiguo
gobernador de Riazor, los principales grupos de poder del país
desean colocar a sus aliados en la única Orden que aún no tiene
miembros…
–Los chicos que me has mencionado sólo serán el equipo de
respaldo –comentó Armantus Adam–, los candidatos de mi padre,
nuestros participantes, por los que apostaremos, serán los hijos de
mis primos aquí presentes junto con el hijo de mi primo Vlade.
Todos los presentes sabían a quienes se refería el primogénito del
Rey, Bruno y Albert se habían casado con un par de hermanas del
influyente Clan Rotanev, uno de los históricos Clanes de la Corona.
Erich y Nohel eran hijos de Bruno y Ada de Albert, ninguno nació
con el “gen” Adam, por lo que todos llevaban el apellido materno, de
hecho, entre ellos se repartían el poderoso “Gash” familiar.
Caso aparte era el de Corio Rotanev, hijo de la esposa de Albert
pero no de él, su mujer lo engañó con su primo Vlade y de esa
infidelidad nació Corio, quien al igual que su hermana y primos,
nació con una parte del "Gash" familiar.
Una nueva ofensa, el Rey quitó importancia a la traición de Vlade,
culpó de todo a la mujer de Albert a la que llamó puta y la corrió de
Regum Urbem, no conforme con eso, prohibió tanto a Albert como a
Bruno batirse en duelo con su Guardián además de nombrar al
pequeño Corio su “favorito”, una humillación pública para los hijos
del anterior Rey.
–No es por ofender –comentó Lady Aliel–. Pero esos chicos no
podrán ocupar los puestos de la Orden de Riazor… –aseguró–. Es
imposible, entre todos controlan el poder de los Rotanev, un solo
“Gash” dividido entre cuatro es una burla, no tienen el poder
necesario para salir avantes...
Por respeto a Albert, la “Justicia Blanca” no comentó que el único
de los cuatro chicos que estaba a la altura era precisamente el hijo de
Vlade, sin embargo, era algo que todos sabían, en Regum Urbem el
chico más poderoso de todos era Corio Rotanev.
–Existen “Gash” muy poderosos, Lady –interrumpió Sámaj
Alderamin–, tanto que pueden repartirse entre varios miembros de un
mismo Clan, como es el caso de los criminales Apolo y Diana Kray,
los anteriores Sir Dhul-kifl y Lady Alyassa de la Orden de Riazor, a
quienes usted conoció demasiado bien al ser compañeros de su
hermano menor, entre ambos se repartieron el “Gash” de su familia,
lo cual, en lo absoluto los debilitó, tan es así que derrotaron a los
anteriores Herreros.
–Lord Alderamin tiene razón, Lady –confirmó Duquesa–, la real
capacidad de un guerrero no se mide por su poder, se mide por su
capacidad de manejar sus habilidades.
–Lo dice una mujer que nació con dos “Gash” de su familia –
repuso la Espada Real.
Duquesa observó con orgullo a todos los presentes, su poder de
nacimiento era impresionante, el más dotado en muchas
generaciones, posiblemente en aquella reunión de colosos, ella era la
más poderosa, incluso por encima de los tres miembros del Clan
Adam.
–Estás equivocada, Lady –contestó la líder del Sindicato de
inmediato–, concuerdo que el poder de mi Casa es excepcional, por
algo mi antepasado, Febo Azzán, fue uno de los guerreros que luchó
al lado de Zarth para liberar a la humanidad del yugo de los Gigantes,
su legado se ha transmitido de generación en generación por mi
familia a través de los lazos de sangre, era tan grande su poder que
generalmente se reparte entre dos amazonas de mi Clan, sin embargo,
el “Gash” sólo es uno…
–Para el caso es lo mismo –ladró la “Justicia Blanca”, molesta de
que la corrigieran–, ya entendí, el poder de los Kray es tan fuerte
como el de los Azzán, su antepasado también luchó al lado de Zarth
y los anteriores Profetas demostraron que con una parte de ese poder
eran invencibles…
–Ese es mi punto –dijo Duquesa señalando a la otra mujer en la
reunión–, con el adiestramiento adecuado esos chicos pueden ganar
las espadas del alfabeto antiguo de la Orden de Riazor…
–Ustedes son quizá las guerreras más poderosas del país junto con
mis primos aquí presentes –comentó el futuro monarca señalando a
las dos mujeres dando por zanjada la discusión–, por eso los elegí y
confío plenamente en sus palabras, Bruno y Albert se encargarán de
entrenar a sus hijos, es casi seguro que ganarán pero debemos tener
un plan B, sólo por si acaso… ¿Qué proponen hacer para asegurarnos
los puestos de la Orden de Riazor? Necesitamos los cuatro lugares.
Fallar no es una opción.
–Olvidémonos de Boyle Riazor –atajó Lady Aliel–, a él lo está
entrenando su propio padre, a quien llaman el Sacerdote, hijo de la
actual líder del Clero, he visto de lo que es capaz ese muchacho a su
corta edad, es el más fuerte de todos los candidatos, por el momento
nada podemos hacer respecto a él.
–Miroslav Venati e Ysshud Shedar también son un tema de
preocupación –comentó Duquesa–, sus habilidades no están a la
altura de las de Boyle, a quien yo también conozco.
–A ellos no los quiero aquí –el futuro monarca alzó la voz–,
atentaron contra la vida de mis hijos…
–Sólo fue una mala broma, Realeza –insistió Lady Aliel, la
responsable de la educación de los menores–, si ustedes me lo
permiten, me gustaría acercarme a ellos y vigilar su educación y
entrenamiento, yo me encargaré de tenerlos de nuestro lado si vencen
a los chicos Rotanev. Perdonen que insista y no es por hacer menos a
los hijos de Lord Albert y Lord Bruno, aunque apoyo las palabras de
Duquesa y Lord Alderamin, también es un hecho que la repartición
de un “Gash” entre cuatro miembros es demasiado, si la capacidad de
combate es similar, será el poder lo que marque una diferencia,
Ysshud no controla la totalidad de su “Gash” familiar pero su poder
es muy superior al de cualquiera, Miroslav sí controla todo el “Gash”
familiar de los Venati en su sangre.
–Pero esos chicos fueron enviados a la Santa Sede en la Ciudad de
los Dioses Banayah –repuso Duquesa–. Donde el Clero tratará de
anexarlos a sus filas, ya traté de sacarlos de ahí y me fue imposible.
–Yo me encargo –dijo Lady Aliel sin darle importancia al asunto–
, también tengo algunos contactos, yo los sacaré de tierra santa, pero
tal vez necesite realizar acciones extremas…
–Haga lo que tenga que hacer –la interrumpió el primogénito del
Rey–. Bruno y Albert la apoyarán si se necesita.
–Si me apoya le aseguro que esos chicos comerán de mi mano
cuando crezcan.
–Sólo queda el detalle de Anais –comentó Duquesa.
Tanto Anais como Kaf prestaron atención, sobre todo Kaf a quien
no le importaba toda esa plática, nada referente a la Orden le
concernía y mucho menos si se trataba de los idiotas de Ysshud y
Miroslav, pero Anais era otra cosa, sin saber por qué, de repente se
sintió interesado en el futuro de esa niña, quien en un acto de
nerviosismo tomó su mano, lo que hizo que Kaf nuevamente se
sonrojara.
Dentro de la habitación, Lady Aliel seguía exponiendo su plan al
futuro Rey y a los otros dos consejeros.
–Anais deberá quedarse en palacio, es la más capaz de los cuatro,
me gustaría que Duquesa hablara con el “Duque” –Lady Aliel le
sonrió a la líder sindical, precisamente le llamaban el “Duque” a Sir
Astaroth, el líder de la Orden de Ishtar, por su relación con esa
mujer–, para que él personalmente entrene a esa chiquilla.
–Estoy de acuerdo –dijo de inmediato Duquesa–, Sir Astaroth es
un extraordinario manipulador de la energía pura, será el maestro
ideal de esa niña, yo lo ayudaré si “la Justicia Blanca” no se opone.
-De ninguna manera –Lady Aliel le sonrió a la líder sindical–.
Sería extraordinario que alguien como usted interviniera en la
formación de esa niña.
–Hablando de Anais… –El futuro Rey se veía pensativo–. ¿Han
escuchado las noticias? Chariot, miembro del desaparecido
Escuadrón de la Muerte fue asesinado.
–Lo he investigado –comentó Sámaj Alderamin–, todo parece
indicar que el autor intelectual fue el Santo Padre en venganza por el
asunto de Levit.
–Me importa un comino quien mató a ese infeliz –puntualizó con
desdén el hijo mayor del actual soberano–, lo que me interesa es lo
que sucedió con la niña que cuidaba, la hija de Tempérance, la
maldita zorra esa que murió en la misión de Levit a la que refieres.
Mi hombre de confianza me informó que nadie sabe qué fue de la
niña, en cuanto se desintegró el Escuadrón de la Muerte, Chariot
desapareció junto con ella. Ahora que asesinaron a ese tipo, todos los
que lo conocían afirman que tenía una hija y de nuevo nadie sabe
dónde se encuentra. Necesito que uno de ustedes dos –señaló a
Sámaj Alderamin y a Duquesa–, se traslade a Levit e investigue lo
que pasó con esa niña.
Sámaj Alderamin afirmó en silencio, recordó el asunto de las hijas
de Tempérance, la asesina del desarticulado Escuadrón de la Muerte,
la mujer que enfrentó al Rey en las cortes y le ganó, quedándose para
ella a una de las menores. Sabía que Davis Adam guardaba un gran
rencor contra esa mujer y en general contra todo el grupo que
conformaba el Escuadrón de la Muerte. En ese momento pensó que
había sido una suerte hablar con el Sacerdote, odiaba al tipo pero esa
información era importante, ya sabía en dónde se encontraba Nina
Atria, por el momento se reservó para sí la ubicación de la niña,
pensaba sacar provecho de ello después.
–Yo lo haré –se ofreció Duquesa–. ¿Alguna seña en especial que
me puedan dar de la niña que menciona?
–Es la hermana gemela de Anais –le explicó el futuro Rey–, la
loca de su madre mató al padre y se llevó a las dos niñas violando
todos los acuerdos para los niños élite, en los tribunales probó que la
menor era la heredera de su “Gash” pero fuentes confiables me
afirmaron que era mentira, la niña posiblemente lleve el nombre del
Clan de esa puta: Moses o el de la identidad que Chariot se inventó
para desaparecer, no lo sé, quiero un informe completo de esa niña
incluyendo un nuevo estudio de su poder de sangre.
–Entendido.
En su escondite, tanto Kaf como Anais estaban impresionados con
la revelación que acababan de escuchar, la miembro del Clan Atria
tenía una hermana gemela, la madre había matado al padre y al
parecer esa asesina había literalmente robado a la gemela de Anais,
un crimen imperdonable.
La voz del primogénito del Rey volvió a atraer la atención de los
dos chiquillos, las siguientes palabras que pronunciaría cambiarían
sus vidas para siempre.
–Creo que es hora de abordar el principal asunto que nos trajo
aquí, podemos hablar de los asuntos del país en Palacio sin ningún
problema, pero lo que estamos planeando es alta traición, deseo saber
si están conmigo…
Sámaj Alderamin, Duquesa y Lady Aliel pusieron una rodilla en
el piso para mostrar su fidelidad a Armantus Adam. El maestro de
Kaf fue quien habló:
–Su Realeza, por las venas de nosotros tres corre sangre Adam, mi
padre era Angus Adam, hermano mayor del Rey, el padre de
Duquesa es Reginald Adam, el menor de los hermanos de nuestro
actual monarca, ambos nacimos con el “Gash” de nuestras familias
maternas, por eso no llevamos el apellido del Clan del Rey, pero nos
consideramos parte de la familia Real, lo mismo sucede con Lady
Aliel, cuyo abuelo materno es también un Adam.
Armantus sonrió ante las palabras de su primo Sámaj, tras la
muerte de Daren Adam, el anterior Rey, se desató una lucha sin
cuartel entre Angus, el siguiente en la línea de sucesión y Davis, el
tercero de los hermanos, ambos tenían igual número de partidarios,
sin embargo, Reginald, el menor de los hijos del Rey Claudius, se
decantó por Davis, quien adelantándose a su hermano mayor, puso
de rodillas a la mayoría de los miembros de su Clan, absorbiendo
parte de su poder, al final, en una batalla de espadas a muerte, venció
Davis.
Sabía que Sámaj y su hermano Dante, aunque habían hincado la
rodilla, guardaban un profundo rencor a Davis, si Angus hubiera
llegado al trono, Dante sería el siguiente en la línea de sucesión, pero
ahora estaba descartado por la descendencia del actual monarca.
Armantus utilizó ese odio para capitalizarlo a su favor, no tenía la
paciencia de esperar a que su padre, el Rey Davis, muriera de viejo,
buscaba ser el monarca cuanto antes, deseaba encumbrar a su Clan a
la cima de manera definitiva y no solo de facto, planeaba quitar de la
Presidencia a Arlés Probzzer, proclamarse único gobernante del país
más poderoso del mundo y después comenzar su plan de sumisión de
los demás países del orbe, él era de las personas que no entendían el
por qué si Boleria era tan poderosa no extendía sus fronteras.
Algo parecido sucedía con Albert y Bruno, los hijos del fallecido
Rey anterior, quienes se guardaron sus opiniones en toda la reunión,
ninguno quería saber nada de intrigas políticas, ambos hincaron la
rodilla y juraron fidelidad a Armantus por una simple razón:
deseaban redimirse.
Ellos eran los principales candidatos para suceder a su padre
después de la muerte del Rey Daren pero ninguno reclamó el
trono, a ambos los consumía la vergüenza y el remordimiento, un
asesino “de quinta” había matado a su padre frente a sus narices, algo
imperdonable para los dos Adam más poderosos.
Ambos se hicieron a un lado cuando llegó el momento de la
sucesión, el peor momento de sus vidas llegó cuando el nuevo Rey,
Davis Adam, nombró a sus primos Dante y Vlade como sus
guardianes saltándoselos a ellos, después llegaron las injurias a
manos llenas por parte del nuevo soberano, una tras otra. Lo
soportaron todo hasta que Armantus se les acercó, les prometió
reestablecerlos en su lugar como protectores del Rey si lo apoyaban,
ambos aceptaron.
–Entonces están de acuerdo conmigo que mi padre ya no es la
persona idónea para llevar las riendas del Clan del Rey.
–Lo estamos –respondieron Sámaj, Duquesa, Lady Aliel, Bruno y
Albert Adam al mismo tiempo.
–Mi primo Dante nos apoya –comentó Armantus–, con su ayuda
eliminaremos a mi padre, aunque no lo crean, me causa un gran dolor
decir estas palabras, pero el Clan del Rey debe surgir como lo que en
realidad es y este es el momento perfecto, mi padre no lo ve así, él
está conforme con su pedazo de tierra y su supuesta superioridad,
sólo limosnas...
–Lo sabemos –completó Duquesa al ver que la furia se apoderaba
de Armantus–. El Rey Davis es como un padre para todos nosotros,
pero por encima del amor filial está la responsabilidad para con
nuestro Clan.
–Sabemos y nos consta que usted trató de todas las maneras
posibles de convencer a su majestad de que los tiempos han
cambiado –argumentó Lady Aliel–, pero el Rey Davis está hecho a la
vieja usanza, pertenece a aquellas generaciones que se doblegaban
ante los FILOS Divinos, jamás entendió que esta época es diferente y
que este es el momento ideal de levantar al Norte por encima de
todas las castas guerreras del país, como desde un principio debió
haber sido…
–Confío mi vida y futuro en ustedes –dijo Armantus Adam–,
juntos haremos historia…
Sámaj Alderamin, Duquesa, Lady Aliel y los hermanos Bruno y
Albert Adam se incorporaron, cada quien con su espada sangró la
palma de su mano derecha y la colocaron sobre la del futuro
soberano, con sangre firmaron su juramento.
Ocultos, Kaf y Anais no creían lo que escuchaban… ¡El hijo
mayor del Rey Davis estaba planeando matar a su propio padre! Lo
peor de todo es que poderosas figuras políticas del más alto nivel
estaban conspirando con él. No sólo la vida del Rey peligraba, si los
descubrían ahí, espiando, ellos también estaban muertos. La voz de
Armantus sacó a Kaf de sus pensamientos, la mención de su nombre
lo trajo de nuevo a la realidad.
–Ahora quiero hablar de Kaf Prae –mencionó el primogénito del
soberano–. ¿Las marcas de la Armadura Negra ya se han manifestado
en él? Es muy importante saberlo, lo necesitamos para ejecutar
nuestro plan, él…
Kaf no pudo seguir escuchando, un triángulo de cristal se abrió en
el suelo dejándolo caer junto con Anais. Los dos menores cayeron
más de tres metros hasta el suelo, el infante no dejó de abrazar a la
miembro del Clan Atria, quien no contestaba a sus reclamos, la giró
en el último momento absorbiendo él la mayor parte del impacto.
Se levantó furioso, era inconcebible la maldad de esa niña,
escuchó lo que a ella le interesaba y escapó cuando empezaron a
hablar de él, de su futuro, ni siquiera se explicaba por qué la había
salvado de romperse la cabeza.
Trató de señalarla pero no pudo levantar el brazo, se lo había roto
con el impacto, eso no lo detuvo, cogió a Anais de los cabellos y le
levantó la cabeza para reclamarle, cuando así lo hizo, notó la mirada
de súplica en la menor y su rostro cubierto de lágrimas, eso lo
desarmó, soltó sus cabellos y con su brazo sano trató de ayudarla a
incorporarse.
–Vamos –le dijo–, debemos irnos, creo que grité cuando el piso
desapareció, si así fue, estoy seguro que nos escucharon, estaremos
en problemas si nos descubren.
–¡Nina! –exclamó Anais sin hacer caso a las palabras de Kaf–. Mi
hermana se llama Nina, no recuerdo nada más pero sé que se llama
Nina, siempre llamo Nina a todas las cosas que me importan… ¿Por
qué me separaron de mi hermana?
–¿Y yo qué carajo voy a saber? –dijo Kaf con desesperación–. Lo
de tu jodida hermana es el menor de tus problemas… ¡Hemos
escuchado que quieren matar al Rey Davis! Nos cortarán la cabeza si
son descubren aquí. Ni siquiera me dejaste escuchar lo que será de
mí, por ahora eso no importa, debemos irnos…
–Vete tú –susurró Anais–. Yo quiero recordar, quiero saber quién
era mi madre y por qué mató a mi padre, siempre he sentido un vacío
en mi corazón, me siento incompleta, me da terror estar sola, por eso
te buscaba después de que expulsaron a Miroslav e Ysshud, ahora sé
que me hace falta Nina…
–¿Cómo demonios voy a irme si ni siquiera sé en dónde estoy?
La miembro del Clan Atria ya no le respondió, se quedó con la
mirada perdida, Kaf lanzó una nueva maldición y corrió internándose
en los túneles, a los pocos segundos regresó, con su brazo sano se
auxilió para cargar a Anais en su espalda que se dejó llevar sin
oponer resistencia, después volvió a internarse en la oscuridad del
segundo subsuelo, buscando una salida.
Mientras era cargada por el laberinto de túneles, Anais era ajena a
lo que sucedía a su alrededor, no podía parar de llorar, de algún
modo llegó a su mente la escena de ella y varias mujeres llorando,
suplicando y gritando mientras eran separadas, de entre las mujeres
adultas que lloraban una sobresalía, las demás la sostenían para que
no avanzara hacia el vehículo donde Anais era introducida, “mi
madre”, pensó la menor, “alguien que sufre así no puede ser mala”,
se abrazó con fuerza del cuello de Kaf hundiendo el rostro en su
hombro, el niño una vez más se sonrojó, por primera vez desde que
inició su carrera de escape pensó que no era tan mala la situación.
LA MAFIA

La impresionante limusina negra aparcó frente al enorme edificio


corporativo que se encontraba en pleno centro de la ciudad de
Nazeth, estado de Levit. El portero del edificio de inmediato corrió
para abrir la puerta del pasajero. Del lujoso vehículo descendió una
sensual chica de veintisiete años de edad, cabello negro recogido en
una coleta, grandes y voraces ojos color miel, piel bronceada y labios
gruesos, cuerpo espléndido, senos pequeños pero firmes y un gran
trasero. Ayin Josafat caminaba erguida y orgullosa, despectiva sería
la palabra correcta, parecía que el mundo no la merecía.
Detrás de ella, de otros dos autos descendieron una docena de
bérserkers dedicados única y exclusivamente a su protección,
caminaban siguiendo sus pasos como leones buscando una presa a la
cual atacar. Ayin ingresó en el elevador privado del inmueble con
tres de sus guardianes, sus favoritos, los demás subirían por el
elevador común a esperar sus órdenes.
En cuanto salió del elevador en el último piso del edificio, tronó
los dedos, de inmediato uno de sus guardaespaldas le entregó su
bolso y después los tres guardianes se quedaron en "modo de
descanso" esperando hasta que su sensual jefa dispusiera nuevas
órdenes.
Ayin saludó al pequeño niño sentado en uno de los enormes y
lujosos sillones que adornaban la entrada, sabía que cuando la
asesina al servicio del gran Capo se presentaba en la oficina de su
jefe, ese chiquillo siempre la acompañaba, era su aprendiz y jamás se
le despegaba. La presencia del pequeño le dijo a la recién llegada que
si la asesina de la Mafia estaba en el lugar, sólo ella faltaba.
Como siempre, pretendió darle un beso en la mejilla para
saludarlo y lo sorprendió besándolo en la boca, el menor se hizo
hacia atrás y se restregó los labios con furia.
–¡No me gusta! –exclamó furioso.
La sensual mujer se sorprendió, el chico era una persona que casi
nunca hablaba, sólo lo hacía cuando era estrictamente indispensable,
sonrió satisfecha, lo había sorprendido.
–¿Por qué no, primor? –respondió Ayin entre risas–. Cuando eras
pequeño te gustaba...
–¡Ya no soy un niño! –aseguró el menor señalando a Ayin con su
videojuego portátil con el que se entretenía en lo que salía su
maestra, ya se encontraba de pie sobre el asiento del sillón para estar
a la altura de la recién llegada.
La secretaria del Capo que observaba divertida la escena, sonrió
con ternura al escuchar la respuesta del menor, veía con respeto a la
sensual morena que molestaba al aprendiz de asesino, quien como
siempre, iba vestida de manera impecable, con ropa de diseñador
exclusiva que realzaba su increíble figura, una fachada perfecta para
su gran peligrosidad.
–¿Se encuentra Dalet? –preguntó Ayin a la secretaria mientras
revolvía con cariño el cabello del menor.
–El Emperador te está esperando –el menor corrigió a Ayin, no le
gustaba que esa mujer hablara con soltura del jefe, a la cabeza del
grupo criminal más poderoso del país se le debía hablar con respeto.
Ayin fingió que iba a morder la nariz del menor que se fue de
espaldas, después se volvió hacia la secretaria, quien con una sonrisa
y un movimiento de cabeza secundó las palabras del futuro asesino.
–¡Vaya! –exclamó la recién llegada con una gran sonrisa
obligando al menor a permanecer acostado en el sillón con su mano
derecha–. Jamás en mi vida te había visto tan parlanchín, creo que en
estos dos minutos te he escuchado decir más palabras que en todos
los años juntos que llevo de conocerte…
Resh Gerson, sin hacer caso a la mujer, regresó a su normal
actitud de nunca hablar a menos que fuera estrictamente
indispensable, dejó de prestar atención a los comentarios de Ayin y
desvió la mirada hacía su vientre, donde sentía cierta incomodidad,
su rostro se iluminó cuando observó que Ayin lo presionaba
auxiliándose de una delgada caja rectangular de plástico que él
conocía demasiado bien, la recién llegada sabía que a ese niño le
encantaban los videojuegos, el menor le dejó de poner atención a
todo para dedicarse a abrir el preciado regalo
Ayin le dio un par de cariñosas palmadas en la mejilla al chico, le
agradaba el hecho de que Resh le hablara, eso significaba que la
estimaba, después se fue en dirección de las puertas principales, las
abrió y desapareció detrás de ellas.
–Hola a todos –saludó la sensual morena agitando su mano, la
oficina del jefe de la Mafia era inmensa, ocupaba casi todo el
penthouse del edificio, Ayin se dirigió a la sala de juntas donde su
jefe se encontraba acompañado de dos mujeres.
Nadie le devolvió el saludo a la recién llegada, dos de las tres
personas en la sala de juntas estaban en su cuarta década de vida, el
jefe, a quien llamaban el Emperador, era un hombre alto y fuerte, con
el cabello entrecano y una barba pulcramente cortada, de facciones
masculinas y personalidad autoritaria, la segunda al mando, la
Emperatriz, era una distinguida mujer de cabello completamente
cano, de cuerpo ancho pero no obesa, vestida con un traje sastre
exclusivo para ella, una cicatriz le corría del ojo hasta la mejilla y su
mirada era más fría que el mismo hielo, la otra persona adulta en la
sala, quien respondía al sobrenombre de Étoile, era una guapa mujer
que contaba con un año más que Ayin, de cabello castaño, rasgos
finos y ojos pequeños, nariz recta y respingada, pequeña de estatura y
cuerpo frágil, al igual que Ayin vestía con ropas caras, ajustadas y a
la moda, las diferenciaba su calzado, mientras que la sensual morena
usaba zapatillas con tacón de aguja, Étoile calzaba unas bonitas,
exclusivas y cómodas botas de piel especiales para guerreros.
–Toma asiento –ordenó el Emperador señalándole la silla a su
mano izquierda.
–¡Ufff! –suspiró Ayin levantando los ojos hacia el techo y
extendiendo los antebrazos a los lados–. Cuanta seriedad...
–En esta sala estamos los cuatro líderes de la Sociedad del Crimen
–dijo el Emperador con solemnidad–. Somos el grupo mafioso más
poderoso del país, debemos actuar conforme a nuestro estatus.
–Está bien –soltó Ayin dando un manotazo al aire–. Como ustedes
quieran, estirados...
–¡Maison! –La Emperatriz regañaba a Ayin, la llamaba por su
nombre de guerrera–. Cuida tus modales en esta mesa, respeta el
lugar de trabajo...
–¿Tú también, Gimel? –se quejó Ayin llamando a la Emperatriz
por su nombre de pila–. Esto no es posible, Dalet cada vez me está
quitando más partidarios. –Colocó su mano sobre el brazo del jefe de
la Mafia cuyo nombre de nacimiento era Dalet Caroli, a Ayin le
gustaba llamar por sus nombres de civiles a sus compañeros–. Sólo
me queda Pei. –Ayin le dirigió una mirada de súplica a Étoile–. Tú
nunca te acercarás al mal... ¿Verdad amiga?
Étoile le dedico una gran sonrisa a Ayin y ésta le regresó un beso
al aire, el Emperador no pudo evitar sonreír, amaba a Ayin, la
consideraba su hija y la luz de su vida.
–¿Por qué nos convocaste a todos los fundadores y líderes de la
Sociedad del Crimen, Maison? –pregunto el Capo mayor–.
Generalmente nuestras reuniones son por video conferencia. Bien
sabes que es peligroso juntarnos, es la oportunidad que esperan
nuestros enemigos para matarnos a todos de un solo golpe.
–Es complicado –empezó explicando Ayin dejando de sonreír–.
Estamos en problemas.
–¿Qué es lo que sucede? –preguntó la Emperatriz con
preocupación, a ella le molestaba la actitud simplista de esa mujer a
quien llamaban internamente Maison, pero la respetaba, su red de
información no tenía fin, además de que era confiable, si decía que
había problemas es porque así era.
–Encontraron a Chariot muerto en la ciudad de Esdras –soltó
Maison sin más preámbulos.
Los tres miembros de la Mafia que se encontraban en la sala de
reuniones se levantaron de sus asientos de inmediato, la noticia los
tomó por sorpresa
–¿Chariot? –preguntó Étoile con la voz temblorosa, apenas
controlando las ganas de llorar–. ¿Estás segura de eso? ¿Cuándo fue?
–Ayer –respondió Maison–, mis contactos en la policía local me
lo informaron.
–¡No puede ser! –estalló Étoile–. ¡Chariot no estaba metido en
nada malo, era un maldito profesor universitario...! ¡Tú misma te
encargaste de que permaneciera oculto a los ojos de nuestros
enemigos! ¿Quién querría hacerle daño?
La Emperatriz abrazó a su compañera, Maison no supo si fue para
consolarla o tan solo para hundir su cabeza en el hombro de Étoile y
que no la vieran llorar.
Ya tenderemos tiempo después para llorar a nuestro querido
Chariot –una lágrima se escapó por la mejilla de Maison–, sus
cenizas ya vienen en camino para que lo despidamos como debe ser,
con todos los honores que merece, él fue mi mentor, me enseñó todo
lo que sé y fue quien me presentó a mis principales contactos, yo más
que nadie quiero vengar su muerte...
–Por lo visto hay algo más –masculló el Emperador con el
semblante sombrío.
–Así es –respondió Maison–. En la comisaría cremaron a nuestro
amigo para que nadie más viera el cuerpo, el asesino nos envió un
mensaje sólo a nosotros, sabía que yo me enteraría de esto antes que
nadie, le cosieron un gigantesco número dos en el pecho.
El Emperador gritó de ira e impotencia, de un gran golpe rompió
la enorme mesa de juntas mientras gritaba al mismo tiempo:
–¡Igual que pasó con el Mago...!
–Idéntico... –Maison escupió las palabras mientras por sus
mejillas seguían transitando las lágrimas.
–Esto es una declaración de guerra –soltó el Capo mayor–.
Éramos una fuerza élite, la mejor y más poderosa del país, por años
hicimos el trabajo sucio de los Patriarcas de las principales familias,
del Gobierno, de la Corona y de la Iglesia, de repente nos envían a
una jodida misión donde tuvimos que cometer un infanticidio en
masa, hicimos nuestro trabajo a pesar de nuestras reticencias.
Cumplimos con nuestro deber. Perdimos a Tempérance en esa
tarea… ¿Y cómo nos pagó el gobierno? Con traición. Fuimos
desechados. Nos tendieron una trampa para que falláramos en nuestra
siguiente misión, los gobernantes nos dijeron que disolvieron el
Escuadrón de la Muerte por nuestra falla, “motivos políticos”
alegaron, pero nosotros sabemos que no es verdad, Chariot lo
averiguó todo, la Iglesia pidió nuestras cabezas y el gobierno nos
traicionó, al deshacer nuestra unidad especial y darnos de baja nos
quitaron nuestra inmunidad dejando el camino libre a los mal nacidos
sacerdotes de vengarse...
–Pero no contaban con lo que haríamos –lo interrumpió la
Emperatriz–. Formamos la asociación criminal más poderosa del
país, hasta los mismos miembros del Clan Maldito nos temen...
–Por eso ellos en persona nos capturaron –continuó el Capo mayor–
, trataron de enviarnos a ti y a mí –señalaba a la Emperatriz– al
Quinto Distrito, ahora como como sus sirvientes bajo amenaza de ser
residentes fijos, pero no contaban con las nuevas disposiciones del
actual Presidente de convertir ese lugar en una zona habitable más,
tampoco contaron con que lograríamos huir de nuestra prisión
provisional.
Los cuatro líderes mafiosos guardaron silencio un momento ante las
palabras del Emperador, antes de su encierro se había dado una
revolución en el país que culminó con el triunfo de los rebeldes y un
cambio en el gobierno, suceso que les permitió a él y a la Emperatriz
huir de sus captores e iniciar su carrera delictiva.
–Los antiguos Patriarcas que dominaban el país ya no existen –
completó Étoile después del incómodo silencio que a ella le pareció
eterno–, los rebeldes ganaron su revolución y asesinaron a los
llamados FILOS Divinos, los guerreros con el poder de los Dioses,
los únicos capaces de controlarnos, los miembros del Clan Maldito
aún no asientan su poder en esta nueva administración, por eso nos
dejaron en paz.
–Si la Iglesia quiere guerra la tendrá –bramó el Emperador–,
convocaremos a una unión de todos los criminales del país, hay
tantos mal nacidos como creyentes en Boleria, ya veremos que grupo
es el más sanguinario...
–Me parece bien –Étoile sonreía, el rimel corrido alrededor de sus
ojos le daba una apariencia siniestra–. Dicen que los Inquisidores de
la Santa Iglesia son los guerreros más poderosos del país, pondremos
a prueba esa afirmación.
–Emperatriz. –El líder mafioso veía a su segunda al mando–. El
traidor de Pendu trabaja en el nuevo gobierno, comunícate con él,
exígele que programe una audiencia con el Presidente, quiero que
asegure mi integridad física y que no seré aprehendido, vamos a ver
si eran ciertas las palabras del nuevo dirigente del país de que todos
seríamos escuchados, sólo él puede impedir un baño de sangre.
Étoile pensó en Pendu, otro miembro más del desmembrado
Escuadrón de la Muerte, un hábil negociador, un vendido que se
había unido al gobierno dándoles la espalda a sus viejos camaradas.
–¿Podemos confiar en Pendu? –preguntó la asesina, tenía sus
dudas respecto de su antiguo compañero.
–No te preocupes por eso –respondió el Emperador–, aunque
ahora trabaje para el nuevo gobierno, él también es un objetivo de la
Iglesia, pero por si acaso… –El jefe mafioso se volvió hacia Maison–
. Secuestra a dos de sus seres queridos más entrañables, si intentan
cualquier cosa independientemente de si me capturan o no, los matas.
–Como tú lo ordenes, jefe.
Maison le sonreía al Emperador mientras le sujetaba la mano, el
gobierno había ocultado a los familiares de Pendu pero ella los tenía
localizados, nada escapaba a la red de espionaje de la sensual
morena. La Emperatriz de inmediato empezó a preparar un plan para
salvaguardar el regreso a salvo de su líder y Étoile se pasaba la
lengua por los labios, la idea de participar en una guerra y desatar
una carnicería la excitaba, seguramente Jugement, su discípulo y
protegido que esperaba afuera entretenido en algún videojuego,
estaría plácidamente dispuesto a hacer lo que más le gustaba: matar,
la guerra sería un gran aprendizaje para él.

A muchos kilómetros de distancia de la ciudad de Nazeth, dos


hombres miembros de un Clan maldito platicaban los eventos
recientes, los cuales les preocupaban, uno de ellos vestía una sotana
de clérigo de la Iglesia del culto a los tres Dioses, por los grabados y
los elaborados adornos de sus ropajes se podía saber que era uno de
sus altos jerarcas: el Santo Obispo, el otro vestía ropas de civil,
también era una importante figura pública, se trataba del Regente del
Distrito Comercial de Arcadia.
Atón y Minos, dos inmortales, miembros del Clan Enoch, familia
maldita condenada al olvido que buscaba regresar a sus épocas de
gloria, el primero era quien movía los hilos al interior del Clero, el
otro era el segundo miembro en poder e importancia dentro de su
familia.
–¿Ya te enteraste de las últimas noticias? –preguntó Atón.
–Creo que tendrás que ser más específico –respondió Minos–,
noticias importantes y desconcertantes las hay a diario y por
montones, el gobierno cambió después de milenios de llevar una
forma de gobierno donde las familias De Grieff y Yaotl se alternaban
el poder, el nuevo Presidente tiene muchos asuntos que resolver.
–Nuevo Presidente que tú ayudaste a poner en la silla –el Santo
Obispo señalaba a su familiar–, fuiste uno de los principales líderes
de esa revolución.
–Yo siempre creí que la forma de gobierno que estableció mi
padre era una porquería, era corrupto y sólo imperaba la ley del más
fuerte, tengo fe en que los nuevos gobernantes cambien el país para
bien, son jóvenes pero están bien centrados, harán un buen trabajo.
–Espero que tengas razón, todos confiamos en eso… Sólo deberán
cuidar su relación con el Clan Adam.
–El Clan del Rey –masculló Minos–, ellos no interferirán si sus
prerrogativas son respetadas, siempre ha sido así, el nuevo Presidente
es una persona muy inteligente, sabrá lidiar con esos parásitos de la
monarquía.
–El tiempo lo dirá –Atón no tenía tanta fe como su familiar,
conocía la naturaleza del hombre y sabía que siempre se desviaba,
sobre todo si había un gran poder de por medio, el poder siempre
corrompía hasta a las almas más puras–, lo preocupante en estos
momentos son dos cosas ajenas a ese nuevo gobierno que ayudaste a
crear.
–Te escucho.
–La primera tiene que ver con nuestros familiares y Sachell
Nisser, la mayoría de ellos está con Radamanthys y Eacos, los
apoyan en su loco sueño por restablecer la estirpe de Caín Enoch.
Minos pensó en Radamanthys y Eacos, el primero era primogénito
de Caín Enoch, el miembro más importante de su familia y Eacos era
el tercero en importancia después de él, dos hombres de un peso muy
importante dentro de su Clan maldito.
–¿Ya sabes la manera en la que piensan reivindicar a los Enoch? –
preguntó Minos con preocupación, lo que en esos momentos menos
necesitaba el país era otra guerra civil.
–Aún no –se sinceró Atón–, Radamanthys y Eacos conocen mi
poder y me tienen aislado, no he podido enterarme de gran cosa, pero
puedo asegurarte que ya han convencido a la mayoría de nuestros
hermanos.
–¿Ometéotl? –Minos preguntó por su familiar del estado de
Aztlán, el vigilante de su Clan y encargado de aplastar cualquier
intento de rebelión por parte de los Enoch.
–Tan aislado como nosotros.
–Entonces no queda más remedio que esperar a que Radamanthys
o Eacos hagan su primer movimiento, entonces veremos la forma de
detenerlos, ningún Enoch debe ocupar la silla del Presidente, eso
desataría una guerra con el Clan del Rey, somos eternos, el poder nos
perdería, eso llevaría a Boleria a una nueva época de oscuridad.
–Lo sé, esa es la razón de mi preocupación.
–¿Y cuál es ese otro asunto importante que deseabas tratar
conmigo?
–¿Recuerdas al Escuadrón de la Muerte?
–Cómo olvidarlo… Era el brazo asesino del Gobierno, la Corona
y la Iglesia, el Emperador y la Emperatriz operaban desde el Quinto
Distrito cuando yo ocultaba la llave de las puertas del último piso de
la Ciudadela en ese lugar, lo mejor que le pudo pasar al país es que
deshicieran a ese grupo mercenario.
–Quizá el remedio fue peor que la enfermedad –recalcó Atón–.
Los guerreros desechados formaron el grupo criminal más peligroso
del país: la Sociedad del Crimen.
–Uno de los tantos problemas a los que se enfrentará el nuevo
Presidente, la Sociedad del Crimen fue un grupo que el Gobierno de
Levit dejó crecer bajo la promesa de que serían sus aliados en caso
de una guerra, pero eso era cuando las relaciones entre Hamal y Levit
estaban en tensión por las disputas y odio ancestral que existían entre
sus dirigentes, sin embargo, ahora los De Grieff y los Yaotl son
amigos, los maleantes como Emperador ya no tienen cabida en este
país, yo mismo estoy dispuesto a acabar con ellos y su organización
si me lo piden.
–El problema es más complicado de lo que piensas, Minos. –Atón
se rascaba la parte baja trasera de su cabeza, esa era una manía que
tenía cuando estaba bajo mucho estrés–. El problema es la Iglesia,
uno de nuestros miembros más poderosos está fuera de control, ahora
que el Santo Padre ya no es el máximo jerarca del Clero, busca
venganza en contra de los que fueran miembros del Escuadrón de la
Muerte.
–Ellos eran su brazo asesino… –dijo Minos con desprecio–. ¿Por
qué está enojado el anciano rencoroso? ¿Por algún trabajo mal
hecho…?
–Precisamente –dijo Atón señalando e interrumpiendo a su
familiar–, has dado en la clave del problema, el Escuadrón de la
Muerte fue separado por influencia del Santo Padre… ¿Acaso no
supiste lo que ocurrió con ellos?
–De algo me enteré –comentó Minos sin ningún interés en las
cuestiones de la fe o del crimen–, al final todo se reduce a que el
Emperador y compañía ya no eran útiles y los desecharon… fin de la
historia.
–En realidad lo que comentas es la punta del iceberg –Atón se
estaba impacientando por la falta de interés de su familiar–, en su
penúltima misión los miembros del Escuadrón de la Muerte debían
aniquilar un complejo de investigación en el estado de Levit, hasta
ahí todo indicaba que era una misión de rutina.
–Pero no era así…
–Así es, Minos –Atón continuó con su narración–. El lugar era
una base secreta controlada por el Santo Padre donde hacía
experimentos con infantes…
–Viejo loco. –Ahora Atón había captado la completa atención de
su familiar–. ¿Cuáles eran sus objetivos?
–Planeaba apoderarse del país aprovechándose de la revolución de
los FILOS, en ese laboratorio buscaba copiar y trasladar las
habilidades de los Santos Inquisidores a varios niños que él mismo
eligió con sumo cuidado.
–Pero eso es imposible e inhumano, los Santos Inquisidores son
elegidos como los miembros de cualquier otro grupo de poder en
Boleria, por derecho de sangre, del “Gash”, nacen con sus
habilidades y son reclutados de las mismas familias ancestrales del
estado de Aztlán, sólo puede haber cinco Inquisidores, lo que el
Santo Padre pretendía hacer es un crimen cuya única pena es la
muerte…
–Efectivamente, el problema es el peso específico que tenía el
infractor, el Santo Padre no es cualquier persona, estamos hablando
del dirigente de la máxima religión del país, un tipo con más poder
que el Presidente mismo, alguien intocable.
–¿Entonces cómo fue que…? –Minos sentía que se perdía en la
conversación, si lo que su familiar le contaba era cierto, no existía
hombre con el poder e influencia suficiente para encarar al Santo
Padre o eso es lo que él pensaba.
–Elohim.
Atón no necesitó decir más, sólo se necesitaba una palabra para
enunciar al guerrero más poderoso de todos los tiempos y al más
dañino para el país, Elohim no era otro que el Patriarca del Clan
Enoch: Caín, el principal inmortal, un hombre que había movido los
hilos del destino de Boleria desde sus orígenes a su entera
conveniencia, el único capaz de enfrentarse al Santo Padre.
–¡Por supuesto! –exclamó Minos–. El viejo seguramente influyó
con su inmenso poder psíquico en las personas indicadas del
gobierno y el Clero para autorizar la misión, tal vez hasta influyó en
miembros de la Corona…, por lo menos hizo algo bueno antes de
que los rebeldes lo mataran.
El religioso era ahora quien se quedaba pensativo recordando a su
hermano, cuya cabeza fue la última que cayó en la pasada
revolución, aunque era inmortal y tenía la capacidad de volver a la
vida, los rebeldes con la ayuda de Minos lograron sellar al FILO
Divino número doce para siempre.
–En eso concuerdo contigo, yo mismo le ayudé, lo que el Santo
Padre estaba haciendo era un peligro para el país, la misión fue un
éxito pero también un gran fracaso, ya conoces a Elohim y su modo
de hacer las cosas, aunque una acción vital de la misión era salvar la
vida de los infantes encerrados y traerlos sanos y salvos, tu padre
ordenó al Emperador matarlos a todos, no podía arriesgarse a que
alguno de esos experimentos tuviera una mínima probabilidad de
éxito, por lo que nada ni nadie sobrevivió a la matanza, máquinas,
infantes y personal científico, todo fue eliminado.
–¿Me estás diciendo que la Alta Cúpula Eclesiástica apoyó la
masacre?
–Así es, ellos entendieron que las intenciones del Santo padre
podrían traer la desgracia a nuestra religión.
–Y como siempre todo terminó en un baño de sangre… –Minos se
sentía asqueado por lo que estaba escuchando–. Ya sabía que el
supuesto accidente de los Santos Vigilantes era una patraña. Dime,
Atón, ¿quién mató a los miembros de la Alta Cúpula Eclesiástica
para silenciarlos después de lo sucedido? ¿Tú? ¿Nuestro padre? O tal
vez el gobierno…
–Ninguno, fue el Santo Padre en persona en cuanto se enteró de la
misión para destruir sus planes.
–¿Y qué fue del viejo loco ese?
–Tu pregunta es estúpida. –El Santo Obispo miraba a su familiar
con decepción–. Ya deberías saber que ese tipo es intocable. Libró la
muerte y la condena pública, la Iglesia lo protegió, el Clero hubiera
perdido gran poder y credibilidad si lo sucedido se hiciera público, la
protección del viejo fue acordada con Elohim antes de aprobar la
misión, lo demás cayó por su propio peso, la Alta Cúpula
Eclesiástica enfrentó al traidor y lo obligó a abdicar “por motivos de
salud” a favor de la Santa Madre ante la opinión pública, él no lo
aceptó y en un momento de furia los eliminó.
–Pero su influencia no se fue con su puesto –Minos siguió la
lógica de lo que sucedió después–, se las arregló para vengarse de
aquellos que supuestamente eran su brazo armado.
–Tú lo has dicho –Atón confirmó las suposiciones de Minos–, el
Santo Padre se las arregló para presionar al gobierno y desmembrar
al Escuadrón de la Muerte, les tendieron una trampa y les asignaron
una misión que jamás podrían completar, fallaron y fueron
despedidos.
–Fue entonces que los miembros del Escuadrón de la Muerte al ya
no tener empleo, se dedicaron a hacer lo único en lo que eran buenos,
sólo que ahora abiertamente y al margen de la ley, crearon la
Sociedad del Crimen.
–Correcto, aquí es donde empieza el problema del que quiero
hablarte, el Santo Padre no se conformó con deshacer el Escuadrón
de la Muerte, busca matar a todos y cada uno de sus miembros, ya lo
hizo con el Mago y apenas ayer asesinó a Chariot, el viejo enfermo
después de acabar con ellos cose un enorme número en sus cuerpos.
–Ya entiendo –dijo Minos sin compartir la preocupación de su
familiar–, el problema no es que ese viejo sádico acabe con unos
criminales que bien merecido se lo tienen, el problema es la respuesta
de la Sociedad del Crimen. Por mí no hay problema, que la Iglesia y
la Mafia se destrocen entre ellas, si ambas desaparecieran le harían
un gran favor al país pero eso sería pedir demasiado, el Clero
aplastará a los criminales en un suspiro.
–Radamanthys apoya al Emperador desde las sombras –dijo Atón.
Minos se levantó como impulsado por un resorte, si lo que decía
su familiar era cierto, el país entero estaba en un gran problema de
proporciones catastróficas, una confrontación entre la Iglesia y los
miembros del Clan Enoch supondría la destrucción de la nación
entera, era una guerra interna que Boleria no tenía el lujo de darse
tomando en cuenta a los huéspedes obligatorios que albergaba en una
isla paradisiaca en el estado de Levit: los Gigantes que habían
gobernado la tierra antes que el hombre, seres recién liberados
durante la guerra de revolución y que por el momento estaban
tranquilos, si los Titanes eran molestados no sólo el país estaba en
peligro, la humanidad entera se enfrentaría a su destrucción. El real
problema era que con los FILOS Divinos fuera del camino, no había
quien pudiera detener a Radamanthys.

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EN LOS SIGUIENTES CAPÍTULOS:


– Una amenaza que pone en peligro al país entero.
– Encuentro explosivo: El Emperador y el Presidente.
– Nina en el Convento.
– El futuro del Clero.
– La aparición del primer Amphi-draco

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