Gali Montserrat Paper
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Resumen
La comunicación llama la atención sobre las expresiones modernistas en la ciudad de
Puebla (México), a principios del siglo XX. Por tratarse del patrimonio de una ciudad
poco conocida en Europa, elegimos dos aspectos que tienen que ver con el Congreso en
su conjunto: por un lado presentar algunos ejemplos de art nouveau en la ciudad, cuya
número e interés artístico justificarían la inclusión de Puebla en el catálogo de ciudades
modernistas fuera de Europa; por el otro poner el énfasis en lo que la convocatoria del
Congreso llama aspectos del patrimonio intangible, en este caso sensibilidades y gustos.
Nos proponemos indagar en el significado que tuvo, para la llamada burguesía
porfiriana, no sólo la adquisición de objetos modernistas, sino también la decisión de
integrar en sus mansiones, construidas en su mayoría antes de la aparición del art
nouveau, elementos ornamentales propios de dicha modalidad.
La ciudad de Puebla, fundada en 1531, fue hasta el siglo XIX la segunda ciudad del
país, tanto en población como en riqueza. Su traza cuadriculada responde al modelo
renacentista ortogonal tan ponderado por los investigadores del urbanismo
hispanoamericano, traza que todavía hoy en día determina el centro histórico, declarado
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987. Tomando en cuenta que esta
declaratoria se basó casi exclusivamente en el patrimonio colonial (mejor denominado
novohispano o virreinal), podemos entender porqué la arquitectura art nouveau, y en
general las expresiones artísticas decimonónicas, no hayan llamado la atención de los
estudiosos, y mucho menos de las autoridades encargadas de la salvaguarda del
patrimonio.
En el transcurso del siglo XIX los reiterados sitios y ocupaciones militares
padecidos por la ciudad ocasionaron un grave deterioro tanto de los edificios públicos
como de las viviendas. La situación estratégica de Puebla la convertía en campo de
batalla de las disputas políticas internas y de las invasiones extranjeras (primero la
norteamericana en 1847 y después la francesa en 1862). La invasión francesa, en
particular, arrasó con zonas enteras de la ciudad, obligando a numerosos propietarios a
demoler sus casas o a reconstruirlas, modificando sustancialmente el panorama urbano,
en especial sus fachadas.1
Paradójicamente, la reconstrucción de la ciudad destruida por los franceses se
realizó siguiendo los modelos y parámetros arquitectónicos que la burguesía poblana
identificaba como franceses. En el momento de reconstruir sus casas el art nouveau
todavía no existía, y los arquitectos locales siguieron los modelos propuestos por la
arquitectura ecléctica francesa, en especial por los principios de l`Ecole des Beaux Arts
de Paris. Los tratados arquitectónicos de autores franceses eran ya una tradición en la
enseñanza de la arquitectura en Puebla; desde principios del siglo XIX llegaban también
las estampas para el aprendizaje del dibujo;2 después de la Independencia del país
algunos arquitectos poblanos realizaron estudios en la capital francesa.3 Las revistas,
1
Carlos CONTRERAS CRUZ, La ciudad de Puebla. Estancamiento y modernidad de un perfil
urbano en el siglo XIX, Puebla, CIHS, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1986.
2
Montserrat GALI BOADELLA: “Láminas y tratados franceses en la Academia de Bellas Artes de
Puebla”, en Javier Pérez Siller (Ed.): México Francia. Memoria de una sensibilidad común, siglos
XIX y XX, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, El Colegio de San Luis, A.C.,
CEMCA, 1998, pp.365-393. Los autores más difundidos fueron J.-F. Blondel, Charles Percier, J.-
N.-L. Durand, y el Bailly para los jardines. Entre los métodos franceses de dibujo podemos citar
el Julien, o el famoso Méthode du Gran-Papa. Cours d`Ornement, cuyos modelos se palpan en
las molduras, yeserías y decoración mural de las casas poblanas del siglo XIX. Cartelas y
florones de este método aparecen en trabajos de yesería y madera.
3
El primer artista poblano en estudiar en Paris fue José Manzo, de quien hemos realizado una
monografía que se encuentra en proceso de edición: José Manzo y Jaramillo (1789-1860)
artífice de una época. Manzo fue el responsable de la remodelación de la catedral de Puebla y
de numerosas iglesias de la ciudad, siguiendo la moda neoclásica de corte francés.
además de los viajes europeos de la propia burguesía poblana, contribuyeron a
consolidar el gusto por todo aquello que ocurría en la ciudad de París.4
En Puebla los arquitectos más influyentes de la segunda mitad del siglo XIX,
responsables del aspecto de la ciudad en las calles más comerciales y opulentas,
manifestaban una evidente influencia de la arquitectura francesa.5 Entre ellos Eduardo
Tamariz Almendaro (1844-1886), quien había realizado estudios en Paris, en la Escuela
Central de Artes y Oficios, y Carlos Bello y Acedo, (1848-1944), ingeniero titulado en
Puebla, perteneciente a una acaudalada familia de coleccionistas, quien no estudió en el
extranjero, pero participaba de una cultura cosmopolita. Aunque en los edificios
construidos por Carlos Bello sólo aparecen algunos elementos modernistas, por ejemplo
marquesinas, rejas (en las casas de la calle de Reforma 517 y 717), y plafones
acristalados, compartió con su familia la posesión de objetos art-nouveau de
fabricación europea.6
Probablemente el arquitecto más destacado en cuanto a proyectos
arquitectónicos modernistas sea Alfredo Rivadeneyra, del que sin embargo no tenemos
datos biográficos y sólo conocemos dibujos de sus interesantes proyectos.7 Si el tiempo
lo permitiera, y desde luego esta investigación queda pendiente de realizarse,
tendríamos que estudiar también la arquitectura funeraria, ya que hemos localizado
monumentos en los cementerios de la ciudad que responden a la modalidad
modernista.8 El Archivo del Ayuntamiento conserva también algunos proyectos para
mobiliario urbano con ornamentación art-nouveau, sin contar los anuncios publicitarios
de los periódicos y revistas locales, que también exhiben esta influencia, e incluso las
etiquetas de las fábricas textiles. Todo en espera de ser estudiado.
4
En este sentido, la participación de Puebla en las exposiciones universales de Paris son otra
de las fuentes para entender el arraigado afrancesamiento de la ciudad de Puebla, antes aún
de la llegada del art nouveau.
5
Israel, KATZMAN, La arquitectura del siglo XIX en México, México, UNAM, 1973.
6
Emma YANES, Pasión y coleccionismo. El Museo de Arte José Luis Bello y González, México,
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2005
7
Algunos de sus proyectos se conservan en el Archivo General del Ayuntamiento de Puebla. El
Hotel San Leonardo posee una bella colección de estos dibujos que se muestra en uno de sus
salones.
8
Distinguimos el marmolista Manuel Olimán Galindo (1850- 1915) y su empresa, como uno de
los autores de lápidas con elementos art-nouveau.
Regresando a la ornamentación de las casas habitación, ya dijimos cómo las
viviendas de un buen número de familias de la burguesía poblana fueron remodeladas,
reconstruidas o en algunos casos edificadas de nueva planta en los años inmediatos a la
ocupación francesa y durante el fugaz imperio de Maximiliano (1864-1867). Las
fechadas de estas viviendas se construyeron de piedra gris tallada (la piedra
característica de la catedral y de muchas iglesias y conventos de la ciudad), mostrando
una gran calidad en el corte de la piedra, habilidad heredada del periodo novohispano, y
un excelente diseño estereotómico del que siempre ha hecho gala la arquitectura
poblana. En general estas mansiones de mediados del siglo XIX nos causan una
impresión severa, ya que dominan las líneas rectas y sorprende la falta de color.
Recordemos que en el siglo XVIII la burguesía poblana revistió las fachadas de sus
casas con azulejos de colores brillantes, lo que da un carácter especial a las calles del
centro histórico. Aún las casas más modestas, aunque sólo utilizaran el ladrillo y la
argamasa blanca, ofrecían un aspecto alegre y variopinto.
En los años finales del siglo, sobre todo al amparo de la bonanza económica del
porfiriato, siguió la construcción o remodelación de mansiones burguesas en el centro
de la ciudad. Ello explica que en el centro quedaran pocos predios libres para levantar
casas modernistas, una modalidad que hizo su aparición en Puebla poco después de
1900.9 De hecho las mansiones en este estilo se construyeron en las zonas que se
estaban urbanizando, especialmente en la zona poniente de la ciudad, en la actual
avenida Juárez, anteriormente Avenida de La Paz. En nuestro ensayo no hablaremos de
estas casas, de las que se ocupa Rosalva Loreto López, sino de la ornamentación
desplegada en aquellas edificadas antes de 1900, o remodeladas a partir de una planta
del siglo XVII o XVIII.
Es necesario señalar que la ciudad contaba con un artesanado muy capaz,
surgido de talleres de carácter familiar que todavía conservaban el buen hacer de las
manufacturas tradicionales, pero con el añadido de que las jóvenes generaciones, a la
vez que seguían trabajando en el obrador familiar, asistían a las clases que ofrecían la
Academia de Bellas Artes de Puebla (fundada en 1812) o la Escuela de Artes y Oficios
9
En Europa se considera la fecha de 1900, año de la Exposición Universal de Paris, como la
fecha que marca el triunfo de esta modalidad.
del Estado de Puebla (1885).10 Así pues se fundieron la tradición y la práctica en el
taller, con la enseñanza formal y académica, lo que explica la gran calidad de su trabajo.
La ciudad de Puebla destacó desde el siglo XVII por los trabajos de yesería, vidrio,
loza de talavera, hierro forjado, tallado de la piedra y trabajo en madera aplicados a la
arquitectura, es decir, técnicas propias de las artes decorativas que también caracterizan
el modernismo.11
La llamada Belle Epoque (1871-1914) coincidió en México con el gobierno de
Porfirio Díaz, el llamado porfiriato (1876-1910), caracterizado por un afrancesamiento
entusiasta en todos los ámbitos de la vida social y cultural. La historiografía del siglo
XX ha criticado de manera implacable este periodo, que sucumbió bajo el movimiento
social armado de la Revolución Mexicana (1910). Sin embargo, desde el punto de vista
de la arquitectura, la ciencia, la tecnología y las artes, el porfiriato fue un momento de
esplendor en el que triunfó el capitalismo, con todo lo malo y lo bueno de este sistema,
y en el que surgió una burguesía complacida con sus éxitos sociales, y deseosa de
exhibir su educación y su buen gusto. En todo el país, pero especialmente en las
ciudades de México y de Puebla, la burguesía se aficionó al coleccionismo y se esmeró
en saturar sus casas de muebles y objetos suntuarios.12
El tema de la arquitectura y la ornamentación modernista en Puebla no ha sido
trabajado todavía.13 Quizás ello se deba, en parte, a que el art-nouveau permanece en
gran medida oculto, habida cuenta que las casas más bellamente decoradas pertenecen a
instituciones bancarias, a empresas o a particulares celosos de su intimidad. El único
10
María de Lourdes HERRERA FERIA (Coord.), La educación técnica en Puebla durante el
porfiriato: la enseñanza de las artes y los oficios, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla, Universidad Tecnológica de Puebla, Secretaría de Educación Pública, 2002
11
La habilidad de los artesanos poblanos se glosa en un libro reciente en donde señalamos la
facilidad con la que se transitó del trabajo ornamental del periodo virreinal a la ornamentación
decimonónica: véase Montserrat GALÍ BOADELLA, La Casa de Minerva. Arte e historia en el
patrimonio edificado de la BUAP, Puebla, Ediciones de Educación y Cultura y BUAP, 2011
12
La ciudad de Puebla ya se había destacado desde la época virreinal por el coleccionismo
privado, pero los grandes coleccionistas eran los obispos y el alto clero.
13
En general esta época ha merecido poco interés, no sólo en Puebla sino en el país en
general. El primero, y casi único estudioso del tema fue Francisco DE LA MAZA: “Sobre
arquitectura Art-Nouveau”, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, volumen VII,
no. 26, año 1957, un trabajo pionero. La excepción la constituye Julio Ruelas, pintor, ilustrador
y grabador, ilustrador de la Revista Moderna. Por el contrario, la literatura modernista ha sido
objeto de numerosos estudios, en especial dedicados a los poetas y escritores aglutinados en
torno a las revistas de fin de siglo. (Véase la nota 16).
edificio que ha merecido un estudio particular de carácter histórico es una construcción
parisina de hierro, fabricada por la casa Schwartz & Meurer, constructeurs à Paris. El
edificio fue adquirido por comerciantes franceses originarios de Barcelonette, quienes
instalaron en él una tienda departamental al estilo de las que tanto éxito tenían en Paris.
La empresa se llamó La Ciudad de México y fue inaugurada en 1910, justo al estallar la
revolución.14
No vamos a extendernos en este edificio, entre otras cosas porque cuando se
levantó en el corazón de Puebla el art-nouveau ya había llegado a los hogares de la
burguesía poblana, pero valoramos su impacto en la ciudad, en ámbitos más amplios en
los que el art-nouveau podía parecer una moda elitista. No hay duda que el edifico
contribuyó a la expansión y popularidad de esta modalidad artística y contribuyó
también a identificar lo francés con el nuevo gusto.
Para introducirnos al estudio de la ornamentación modernista en Puebla hemos
optado por tres edificios cuyas características pueden servir de ejemplo de cómo se
implantó en la ciudad. Dichas casas – en concreto sus ornamentaciones- son el actual
Hotel San Leonardo, la Casa Presno, y la Casa de la Reina. La Casa Presno nos interesa
en especial porque la decoración fue encargada por una familia francesa. Se trata de un
ejemplo acabado de lo que comentábamos al principio: una casa del siglo XVII que a lo
largo del tiempo sufrió varias transformaciones hasta que uno de sus propietarios, una
familia originaria de Barcelonette, decidió dotarla de la decoración que todavía hoy
disfrutamos, con guiños a su origen francés.15 En 1856, siguiendo las leyes de
desamortización de los bienes de la Iglesia (Leyes de Reforma), la casa pasó a manos
privadas.16 En 1907 la adquirió Antonio Couttolenc, destacado empresario textil,
agrícola y harinero, hijo de un inmigrante francés, Joseph Couttolenc, quien había
14
Leticia GAMBOA OJEDA, Un edificio francés en Puebla. Origen, usos e imágenes de una
edificación centenaria, Puebla, Ediciones de Educación y Cultura, CONACULTA, 2013. Al estallar
la revolución sus dueños abandonaron México. Fue adquirido por otro francés de la ciudad,
con gran experiencia en este tipo de grandes tiendas departamentales.
15
Una referencia francesa es, por ejemplo, que la flor de lis figure en el centro de los motivos
de la herrería del corredor del primer piso, esta flor también aparece en el plafond del cubo
de la escalera.
16
A mediados de siglo, al amparo de las Leyes de Reforma (expedidas entre 1855 y
1863), la propiedad urbana se modificó sustancialmente: los conventos pasaron a
manos privadas y se dividieron en lotes, transformando con ello la imagen urbana
propociando las vecindades y densificando el centro histórico.
amasado una fortuna de 240 mil pesos. De acuerdo con los documentos, pero sobre todo
a partir de una fotografía de 1906, podemos asegurar que Antonio Couttolenc fue quien
mandó construir el piso superior y, entre 1907 y 1909, promovió la decoración que
todavía se conserva en las habitaciones que utilizaría la familia.17 Parte importante de
esta decoración sigue la corriente modernista. El siguiente propietario, don Marcelino
Presno, prácticamente no modificó nada, aunque de inmediato mandó poner su
anagrama en un bello vitral con lacerías art-nouveau sobre el dintel de la puerta
principal.18
No sabemos cuál de los dueños decidió remodelar la fachada; en todo caso sigue
la moda de la segunda mitad del siglo XIX que observamos en las casas burguesas, en
especial en la calle que de Oriente a Poniente recorre el centro y atraviesa la Plaza
Mayor por el costado norte.19 Nos referimos a la austera piedra gris con cortes de una
geometría rigurosa que contrasta con la alegre ornamentación interior que nos saluda
desde el zaguán y el patio mismos de la casa.
De esta casa queremos señalar la ornamentación de los muros de las
habitaciones, los vitrales (plafón y vidrieras), así como la ornamentación de la sala de
música, la pieza más puramente art-nouveau de todo el repertorio poblano hasta ahora
conocido. (Fig. 1) Aunque no hemos podido identificar los medallones que pudieron
sirvieron como modelo, es muy probable que se tomaran de las revistas francesas que
llegaban a los poblanos adinerados y en especial a las familias de origen francés. Su
parecido con el arte de los cartelistas europeos, en especial el tipo de mujeres
representado por Alphonse Mucha, es notable. Se trata de medallones con bellas
mujeres, algunas de frente, pero la mayoría de perfil, con una cabellera que sugiere
17
Cabe señalar que el piso inferior de la casa estaba destinado a oficinas, almacén y
caballerizas, alrededor de un patio, siguiendo la estructura de la casa colonial. En el piso
superior, que arrancaba del patio por una escalera señorial, se distribuyeron las habitaciones,
salones, cocina y baños que ocuparían los dueños de la casa. El salón de música y las
recámaras son las que más decoración art-nouveau ostentan.
18
Reyna CRUZ VALDES y Ambrosio GUZMÁN, Casa Presno. Historia y rehabilitación de una
residencia, Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades/BUAP, H. Ayuntamiento del
Municipio de Puebla, 2006.
19
Esta calle, actualmente Avenida Reforma, fue implacablemente cañoneada por el ejército
francés durante la toma de la ciudad en 1862, destruyendo muchas viviendas y edificios
públicos. Habiendo sido una de las calles más elegantes de la ciudad, se entiende que hoy en
día exhiba los mejores ejemplos de arquitectura decimonónica poblana.
ornamentación vegetal, enmarcadas con motivos típicos del modernismo francés
alternando con algún motivo probablemente local.
En las habitaciones es donde se desarrollan las soluciones más interesantes, al
combinar simultáneamente dos tipos de ornamentación: cenefas vegetales con el coup-
de-fouet características del modernismo, y decoraciones mixtas en donde los artesanos
poblanos funden motivos procedentes de la ornamentación vegetal barroca de los siglos
XVII y XVIII, con elementos florales románticos e incluso neorrococó. Entre los
elementos que se remontan al siglo XVII encontramos repetida de forma reiterada la
hoja de acanto preferida en Puebla a mediados del siglo XVII. Todo ello da origen a una
ornamentación que podríamos considerar netamente poblana. Distinta incluso de la que
se va a desarrollar en la ciudad de México.20 (Fig. 2)
La llamada Casa de la Reina (Avenida Reforma 913, actualmente Dirección de
Patrimonio de la Universidad) está registrada desde por lo menos 1794 con este mismo
nombre, probablemente por los elegantes mascarones con figuras femeninas colocados
en el portón de ingreso.21 Se trata por lo tanto de una vivienda del siglo XVIII, con
partido colonial de patio y escalera, que sufrió distintas modificaciones a lo largo del
siglo XIX hasta incorporar elementos modernistas que incluyen mascarones, ménsulas y
el arco superior de las puertas, un interesante trabajo de carpintería con vitrales muy
elegante. El elemento más valioso, desde el punto de vista artístico, es la puerta de
hierro forjado que separa el zaguán del patio. (Fig. 3) En este mismo patio se
desarrollan elementos decorativos, la mayoría yeserías policromadas, en las que se
despliegan motivos representativos del arte mixto o sincrético que más adelante vamos
a caracterizar.
El tercer tipo se refiere al actual Hotel San Leonardo, situado a espaldas de la
Casa Presno, en pleno centro histórico. Se trata de una casa construida a mediados del
20
En la ciudad de México estuvieron activos artistas y artesanos europeos, especialmente
franceses e italianos, y un catalán, Ramón Cantó, autor de la decoración y los muebles de la
famosa Casa Requena. Véase Bárbara FOSSAS ALCOCER: “La Casa Requena”, en Art Nouveau,
México, Museo Franz Mayer y Artes de México, 2004, pp. 54-62. Por otro lado, en ciertos
ambientes más intelectuales, el modernismo se identificaba con la poesía, la tipografía, el
dibujo y la ilustración, que difundieron varias publicaciones periódicas del porfiriato: Revista
Azul (1894-1896), Revista Moderna (1898-1903, y 1903-1911) y Savia Moderna (1905).
21
Hugo LEICHT, Las calles de Puebla (edición facsimilar), Puebla, Comisión de Promoción
Cultural del Gobierno del Estado de Puebla, 1999.
siglo XIX, de carácter ecléctico, en la que el típico patio poblano se ha transformado en
un amplio hall del que arranca una espectacular escalera. La revisión de los documentos
del siglo XVIII nos ha permitido identificar en este predio una construcción anterior que
quizás fue demolida. En todo caso el partido de la casa en la actualidad está totalmente
modificado, a diferencia de la Casa Presno, en la que sólo se superpuso el piso superior,
respetando la distribución espacial virreinal. La ornamentación de los grandes salones
es neorrococó, aunque observamos que el friso que separa el muro del plafón repite un
motivo que hemos encontrado en numerosos edificios tanto públicos como privados de
la ciudad, adoptado al parecer por numerosos yeseros poblanos. (Puede verse en la foto
1 de la Sala de Música de la Casa Presno, cabezas de mujeres en relieve enlazadas por
guirnaldas). El zaguán, es decir, el espacio que da la bienvenida a los visitantes, está
totalmente ornamentado siguiendo la modalidad modernista. El efecto en un primer
momento es espectacular, ya que los motivos son muy bellos, sin embargo al acercarnos
observamos un dibujo muy torpe en las cabezas de las mujeres que están en el centro de
los medallones. Aventuramos dos hipótesis: que se trata de una simple copia burda de
algún modelo europeo, o bien que se haya realizado una pésima restauración en alguna
de las modificaciones y adaptaciones que ha padecido el inmueble.
Nuestra conclusión -necesariamente provisional hasta que no tener el catálogo
del modernismo poblano y estudiemos con rigor sus características-, es que a pesar de
que en algunos casos se copiaron modelos franceses al pie de la letra (el caso de la Sala
de Música de la Casa Presno es el mejor ejemplo), los artesanos poblanos crearon sus
propios repertorios ornamentales adaptando los motivos que llegaban de Francia al
gusto local. Esta modalidad poblana del modernismo pudo darse de varias maneras: por
un lado se aplicaron simultáneamente elementos del repertorio modernista dentro de un
repertorio más amplio de motivos decorativos propios del eclecticismo de la segunda
mitad del siglo XIX; a esta operación podemos llamarla de simple coexistencia y
combinación, como se observa en la fotografía 2 .
Por otro lado algunos artesanos fueron capaces de una adaptación más creativa,
que tomará un sabor local, creando un repertorio propio, fruto del sincretismo no sólo
de elementos decimonónicos generalizados, sino derivados del propio repertorio
regional de los siglos XVII y XVIII. Dicho de manera general pero creo que entendible,
los motivos vegetales, las formas orgánicas, incluso el latiguillo o coup-de-fouet, era
fácilmente derivable de la herrería, la yesería y las tallas en madera que caracterizan las
artes aplicadas del barroco poblano. Para esta hipótesis nos basamos en la idea de que el
modernismo no es un estilo cerrado sino una forma de decorativismo básicamente
vegetal y floral, que utiliza trazos sinuosos, con tendencia a la asimetría y una gran
libertad de interpretación de los motivos que proporciona la naturaleza. Esta es una
hipótesis de trabajo que no podemos desarrollar más ampliamente en un artículo que
sólo permite cuatro fotografías, pero que la vivencia cotidiana de algunos de estos
espacios nos permite proponer.
La capacidad creativa de los artistas poblanos se observa también en las artes
gráficas cuando en 1910, en ocasión de la impresión de los álbumes de celebración del
Centenario de la Independencia, los diseñadores poblanos fueron capaces de ir más allá
y –basados en el impulso que la arqueología estaba tomando en el país- ejecutaron una
“operación” estética verdaderamente osada: fundir las formas geométricas del arte
precolombino con las formas del art-nouveau logrando una suerte de art déco local
original y precursor, que años más tarde se desarrollaría en la ornamentación del Palacio
de Bellas Artes de la ciudad de México y también en la tipografía de periódicos y
revistas.
Es cierto que la ciudad de México conserva los plafones y vitrales art-nouveau
más espectaculares del país, pero fueron realizados en el extranjero o por artistas
extranjeros. Sin embargo, a favor de la ciudad de Puebla, podemos decir que basados
también en la tradición del vidrio (Puebla fue la primera y más importante ciudad
novohispana productora de vidrio) en las casas poblanas se colocaron bellos ejemplares
de vidrieras y plafones ejecutados en talleres locales. De nuevo la Casa Presno nos
ofrece un ejemplo de vitral interesante. (Fig. 4)
Hemos iniciado este primer acercamiento al modernismo en Puebla con un
bosquejo de lo que era la ciudad a mediados del siglo XIX, para entender cómo se fue
implantando el art-nouveau en las preferencias de la burguesía poblana. Queremos
recordar que en el siglo XVIII las grandes familias patricias y los miembros de la clase
adinerada recubrieron las fachadas de sus casas de mosaico, combinada con el ladrillo
rojo y la argamasa blanca. El resultado fue una ciudad llena de color en la que las
texturas y el brillo de la loza vidriada daban un aspecto singular. Después de la
Independencia el país quedó sumido en una época de continuos vaivenes políticos,
sociales y militares que impidieron un desarrollo urbano armónico. Apenas alcanzaba
para volver a levantar lo destruido o incendiado. Sin embargo, desde el punto de vista
artístico se pasó de un neoclasicismo académico de corte francés promovido por las
élites políticas y culturales que impulsaron la Independencia, a expresiones del
romanticismo primero y eclecticismo después (eclecticismo del juste milieu) que la
nueva burguesía reclamaba. En la medida que el país se va pacificando observamos que
la fisonomía de la ciudad cambia de manera visible: donde teníamos fachadas
espectaculares en las que se daban cita todas las artes aplicadas, ahora tenemos severas
fachadas de cantera gris que protegen la intimidad de la familia burguesa y reservan en
su interior, para su disfrute, el colorido y la ornamentación.
Es curioso que las casas del periodo novohispano en su interior contaban pocos
muebles, aun las casas de la gente acaudalada. Los viajeros incluso se sorprenden de
que a pesar de poder exhibir pruebas de su riqueza (por ejemplo, la abundante platería
desplegada en los aparadores) se manifiesta poco gusto en la decoración y no hay
rastros de confort. Un siglo después la burguesía porfiriana ha asimilado el sweet home
victoriano y ocurre exactamente lo contrario. El poder y el gusto de los habitantes de
una casa ya no se exhibe en las fachadas sino en el interior.22 Las fotografías familiares
de este periodo nos muestran una casa llena de muebles, lámparas, tapetes y tapetitos,
cuadros grandes, pequeños y chicos, algunos de ellos con marcos espectaculares;
espejos, cornucopias, mesas y mesitas, cortinas y cortinajes, canceles vidriados,
biombos y aparadores abarrotados de objetos de distinta procedencia y gusto, en los
que alrededor de 1900 hacen su aparición los objetos art-nouveau traídos de su grand
tour por Europa. En las colecciones poblanas se cuentan objetos de las casas Lalique,
Gallé, pero también de la neworkina Tiffany.
Como había ocurrido en Europa y en los Estados Unidos las expresiones de
poder, cultura y buen gusto, se manifiestan en las prácticas del ámbito privado. La casa
poblana, el reino de la mujer en este paraíso prometido por la moral burguesa, se viste
de flores, arabescos, lazos serpentinos y muros color pastel. Quizás el único rasgo
inquietante sea la expresión enigmática, el rostro entre inocente y perverso de las
22
La evolución y cambios en los interiores de las casa en el siglo XIX se estudia en Montserrat
GALÍ BOADELLA, Historias del Bello Sexo: la introducción del romanticismo en México, México,
UNAM, 2004
mujeres en los medallones y en especial las caritas de los frisos de yesería que tanto
éxito tuvieron en la ornamentación de las casas poblanas. La exaltación de la naturaleza,
la recurrencia a motivos florales o a animales livianos como las mariposas y libélulas
tenían que seducir necesariamente a una mujer a la que prometieron la casa como un
reino. Este sueño se desmoronó en gran parte cuando en 1910 la Revolución Mexicana
sumió de nuevo el país en el caos. Muchas de las familias poblanas que se rindieron al
art-nouveau se refugiaron en los Estados Unidos o en Europa, y algunas no regresaron
nunca más. Sus casas pasaron a otros propietarios, a veces fueron adquiridas por la
nueva burguesía surgida de la Revolución. Sólo un estudio sistemático del modernismo
en Puebla podrá decirnos cuántos años más sobrevivió esta moda en la ciudad. Es
probable que su identificación con el porfiriato la arrinconara definitivamente.