SARAMPION
SARAMPION
SARAMPION
El sarampión es una enfermedad muy contagiosa y grave causada por un virus. Antes de
que la vacuna se introdujera en 1963 y se generalizara su uso, cada 2-3 años se registraban
importantes epidemias de sarampión que llegaban a causar cerca de 2,6 millones de muertes
al año.
A nivel mundial sigue siendo una de las principales causas de muerte en niños pequeños, a
pesar de que existe una vacuna segura y eficaz. Se calcula que en 2016 murieron 89 780
personas por esta causa, la mayoría de ellas menores de 5 años.
El sarampión es causado por un virus de la familia de los paramixovirus y normalmente se
suele transmitir a través del contacto directo y del aire. El virus infecta el tracto respiratorio
y se extiende al resto del organismo. Se trata de una enfermedad humana que no afecta a los
animales.
La intensificación de las actividades de vacunación ha influido de forma decisiva en la
reducción de las muertes por sarampión. Se estima que entre 2000 y 2016 la vacuna contra
el sarampión evitó 20,4 millones de muertes. A nivel mundial, las defunciones por
sarampión han descendido un 84%, pasando de 550 100 en 20001a 89 780 en 2016.
AGENTE CAUSAL
Enfermedad vírica aguda causada por un paramixovirus del género Morbillivirus. Este virus
tiene la capacidad de romper la membrana de las células (lisis celular) y provocar la fusión
de las mismas, formando células gigantes multinucleadas; como resultado, el virus pasa de
una célula a otra. En algunos tipos celulares (por ejemplo, células del cerebro humano)
pueden aparecer infecciones persistentes sin presentar lisis celular.
VECTOR
El único vector conocido hasta el momento es el ser humano, ya que ésta no afecta a
animales.
TRANSMISIÓN
El virus del sarampión es muy contagioso y se propaga por la tos y los estornudos, el
contacto personal íntimo o el contacto directo con secreciones nasales o faríngeas
infectadas.
El virus presente en el aire o sobre superficies infectadas sigue siendo activo y contagioso
durante periodos de hasta 2 horas, y puede ser transmitido por un individuo infectado desde
4 días antes hasta 4 días después de la aparición del exantema.
El sarampión puede producir epidemias que causan muchas muertes, especialmente entre
los niños pequeños malnutridos. En países donde el sarampión ha sido prácticamente
eliminado, los casos importados de otros países siguen siendo una importante fuente de
infección.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
El primer signo del sarampión suele ser la fiebre alta, que comienza unos 10 a 12 días
después de la exposición al virus y dura entre 4 y 7 días. En la fase inicial, el paciente
puede presentar rinorrea, tos, ojos llorosos y rojos, y pequeñas manchas blancas en la cara
interna de las mejillas.
Al cabo de varios días aparece un exantema, generalmente en el rostro y la parte superior
del cuello, que se extiende en unos 3 días, acabando por afectar a las manos y pies. El
exantema dura 5 a 6 días, y luego se desvanece. El intervalo entre la exposición al virus y la
aparición del exantema oscila entre 7 y 18 días (media de 14 días).
La mayoría de las muertes se deben a complicaciones del sarampión, que son más
frecuentes en menores de 5 años y adultos de más de 30 años. Las más graves son la
ceguera, la encefalitis (infección acompañada de edema cerebral), la diarrea grave (que
puede provocar deshidratación), las infecciones del oído y las infecciones respiratorias
graves, como la neumonía. Los casos graves son especialmente frecuentes en niños
pequeños malnutridos, y sobre todo en los que no reciben aportes suficientes de vitamina A
o cuyo sistema inmunitario se encuentra debilitado por el VIH/SIDA u otras enfermedades.
En poblaciones con altos niveles de malnutrición, en particular aquellas con deficiencia de
vitamina A y que no reciben una atención sanitaria adecuada, el sarampión puede llegar a
matar al 3-6% de los casos. Entre las personas desplazadas, la cifra de muertes puede
alcanzar el 30%. La infección también puede provocar complicaciones graves en las
mujeres embarazadas e incluso ser causa de aborto o parto prematuro. Quienes se recuperan
del sarampión se vuelven inmunes de por vida.
DIAGNOSTICO
El diagnóstico del sarampión se realiza fundamentalmente y casi siempre por la clínica.
La observación de las "manchas de Koplik", pequeños puntos blanquecinos que aparecen
en el interior de las mejillas en las etapas iniciales de esta enfermedad, es también un
diagnóstico de sarampión.
En ocasiones, cuando el diagnóstico no está muy claro, se puede realizar una analítica
sanguínea para detectar anticuerpos antisarampionosos en suero.
El diagnóstico diferencial se deberá realizar con otras enfermedades exantemáticas como
rubeola, exantema súbito o escarlatina.