Guatemala tiene la economía más grande de Centroamérica pero enfrenta altos niveles de pobreza y desigualdad. A pesar de un crecimiento económico estable en la última década, alrededor del 54% de la población vivía en la pobreza en 2019 debido a factores como la falta de educación y oportunidades laborales. La pandemia elevó la pobreza al 59% en 2020 aunque se espera que disminuya gradualmente. El país también tiene bajos indicadores de capital humano y una alta tasa de
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Guatemala tiene la economía más grande de Centroamérica pero enfrenta altos niveles de pobreza y desigualdad. A pesar de un crecimiento económico estable en la última década, alrededor del 54% de la población vivía en la pobreza en 2019 debido a factores como la falta de educación y oportunidades laborales. La pandemia elevó la pobreza al 59% en 2020 aunque se espera que disminuya gradualmente. El país también tiene bajos indicadores de capital humano y una alta tasa de
Guatemala tiene la economía más grande de Centroamérica pero enfrenta altos niveles de pobreza y desigualdad. A pesar de un crecimiento económico estable en la última década, alrededor del 54% de la población vivía en la pobreza en 2019 debido a factores como la falta de educación y oportunidades laborales. La pandemia elevó la pobreza al 59% en 2020 aunque se espera que disminuya gradualmente. El país también tiene bajos indicadores de capital humano y una alta tasa de
Guatemala tiene la economía más grande de Centroamérica pero enfrenta altos niveles de pobreza y desigualdad. A pesar de un crecimiento económico estable en la última década, alrededor del 54% de la población vivía en la pobreza en 2019 debido a factores como la falta de educación y oportunidades laborales. La pandemia elevó la pobreza al 59% en 2020 aunque se espera que disminuya gradualmente. El país también tiene bajos indicadores de capital humano y una alta tasa de
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LA RIQUEZA Y LA POBREZA DE GUATEMALA
Guatemala es un país de ingreso medio-alto y la economía más grande de
América Central, por población y actividad económica. En 2021, su población superó los 17 millones y su producto interno bruto (PIB) total y per cápita fue de US$86 mil millones y US$5,025, respectivamente. El país ha experimentado un ritmo estable de crecimiento (3,5 por ciento en promedio durante el período 2010-2019), respaldado por una gestión fiscal y monetaria y una postura macroeconómica prudentes.
Luego de un fuerte repunte en 2021 (8 por ciento), la economía de
Guatemala creció aproximadamente un 4 por ciento en 2022, impulsada por el consumo privado, la inversión y el consumo público. Se espera que el crecimiento del PIB se desacelere a 3,2 por ciento en 2023.
Aun así, el país enfrenta importantes desafíos de desarrollo: las tasas
de pobreza y desigualdad de Guatemala se encuentran entre las más altas de la región de América Latina y el Caribe (ALC), debido a la existencia de una numerosa población desatendida, en su mayoría rural e indígena y empleada en el sector informal.
Un estado pequeño e ineficaz, la falta de educación y oportunidades
laborales y los frecuentes eventos naturales adversos son algunos de los factores clave que han contribuido a la pobreza en Guatemala. Las simulaciones para 2019 sugieren que alrededor del 54 por ciento de la población estaba ese año por debajo del umbral de pobreza, solo un poco por debajo del 55,4 por ciento en 2014, la última estimación oficial de pobreza.
El aumento significativo de las remesas y el crecimiento económico
sostenido observado entre 2014 y 2019 contribuyeron a la reducción de la pobreza, pero la disminución de los ingresos laborales (en todos los niveles educativos) frenó el progreso. Durante este período, se estima que la desigualdad aumentó de un Gini de 0,483 a 0,541, manteniéndose alta según los estándares mundiales.
La crisis de la COVID-19 elevó la incidencia de la pobreza al 59 por ciento
en 2020. El aumento habría sido mayor si no hubiera sido por la respuesta expedita del gobierno al expandir la red de protección social para mitigar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia. Se espera que la pobreza disminuya al 55,2 por ciento en 2023 y al 54,2 por ciento en 2024, mientras que la desigualdad se mantendrá alta.
El Índice de Capital Humano (HCI, por sus siglas en inglés) de Guatemala
aumentó de 0,44 a 0,46 entre 2010 y 2018, pero el puntaje general del HCI del país sigue estando muy por debajo del promedio de ALC. Un HCI de 0.46 indica que se esperaría que un niño nacido en Guatemala en 2018 alcance solo el 46 por ciento de lo que habría sido su productividad de por vida si hubiera disfrutado de una educación completa y plena salud. Los indicadores de capital humano son bajos entre los pueblos indígenas y afrodescendientes, que representaban alrededor del 45 por ciento de la población en 2018.
La tasa de desnutrición de niños menores de cinco años en Guatemala
(47 por ciento) se encuentra entre las diez más altas del mundo. A pesar de los esfuerzos recientes del gobierno para priorizar las intervenciones en la primera infancia, la tasa de retraso en el crecimiento sigue siendo particularmente alta y podría empeorar en un contexto de inseguridad alimentaria y precios elevados de los alimentos.
Los eventos naturales adversos han anulado los logros obtenidos en
capital humano, destruido la infraestructura, reducido la producción agrícola, intensificado la inseguridad alimentaria, propagado enfermedades e interrumpido la prestación de servicios esenciales. Estimaciones recientes sugieren que los huracanes Eta e Iota en 2020 causaron pérdidas relacionadas con la infraestructura cercanas al 0,56 por ciento del PIB.
Guatemala, sin embargo, tiene un enorme potencial para generar
crecimiento y prosperidad para toda su población. El país es rico en recursos naturales, es uno de los países megadiversos del mundo, posee riqueza cultural y tiene una economía diversificada y con proximidad a Estados Unidos, lo que ofrece importantes oportunidades de turismo y de “nearshoring” (deslocalización cercana).
Aprovechar esta riqueza potencial requerirá que Guatemala brinde
efectivamente servicios a su población, como salud, educación, gestión de riesgos de desastres e infraestructura, mientras amplía gradualmente las fuentes de ingresos fiscales. La construcción constante de las credenciales ambientales, sociales y de gobernanza también ayudará al país a atraer una mayor inversión extranjera directa y tener acceso de manera más efectiva a los mercados de capitales globales.