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Antonio M.

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ANTONIO MACHADO

“La muerte es algo que no debemos temer, porque mientras somos, la muerte no
es y cuando la muerte es, nosotros no somos”.

“A un olmo seco” es uno de los poemas más conocidos de Antonio Machado y se


encuentra incluido en una de las obras más representativas del poeta sevillano;
Campos de Castilla.

El escritor nació el 26 de julio de 1875 en Sevilla y falleció en 1939 debido a una


neumonía durante su exilio a Francia, forzado por la Guerra Civil Española. Pasa
unos años en Madrid, Antonio completa su formación intelectual en la Institución
Libre de Enseñanza, hecho que marcará profundamente su forma de ver la vida y
de concebir la educación como única forma de mejorar el mundo.

Machado va a Soria, donde trabajará como docente de Enseñanzas Medias. Allí


conocerá a Leonor Izquierdo, de 13 años. La diferencia de edad no les impidió
enamorarse. Su vida estuvo marcada por su amor a su esposa Leonor Izquierdo y
la prematura muerte de ésta por tuberculosis.

La expresión lírica de Machado pertenece al ideario de la Generación del 98,


aunque posee influencias del modernismo y el simbolismo. En la Generación
del 98 destacaba el regeneracionismo y el amor y dolor por España. Se le
considera uno de los mayores representantes junto a Unamuno y Azorín, entre
otros.

España se encontraba tras la pérdida de las colonias, en conflictos como la


Restauración y la crisis del 98 del Regeneracionismo y luego el Golpe de
estado de primo de Rivera. Machado fue fiel a la república y muere en el exilio.

Concretamente, ‘’A un olmo seco’’ pertenece a la obra Campos de Castilla,


creada en 1912 en Soria. El poema “A un olmo seco” corresponde al 115, por lo
tanto se encuentra al final de la obra. Otras obras conocidas de Antonio Machado
son, por ejemplo, Soledades (1903) y Nuevas Canciones publicada en 1924
(predomina lo reflexivo y filosófico sobre lo lírico).

En esta composición poética se describe la situación de un árbol a orillas del


Duero, un olmo, que está a punto de fallecer a causa de un rayo que lo ha partido
en dos mitades. Aun así, el poeta nos muestra un atisbo de esperanza al final de la
composición y espera que pueda renacer gracias a la vida que encuentra en él,
una rama verdecida.
En cuanto al tema del poema, encontramos la esperanza frente a la angustia por
la dura realidad, sobre todo en los últimos versos del poema: "mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida otro milagro de la primavera", en los que se
expresa la esperanza del poeta de un futuro mejor para ese olmo seco y
carcomido. Por otro lado, el poeta dedica sus versos a un olmo seco, que está a
punto de la muerte (siendo éste otro de los temas), pero resiste a pesar de que le
cayera un rayo. Antonio Machado está abatido y se siente derrotado ante la
enfermedad de su esposa, y necesita agarrarse a la esperanza que le provocan las
en las “hojas verdes” que le han brotado al árbol. Se establece así una analogía
entre la profunda tristeza emocional del autor, presente en el yo poético que se
dirige al olmo a través de apóstrofes.

Se aprecia, de este modo, que este poema responde a una técnica de la poética
simbolista, consistente en presentar primero un objeto, y desvelar después su
sentido profundo, el de esperanza frente al final trágico que se teme.

Respecto a la estructura, se puede decir que es muy clara con la intención


evidente de sorprender al lector al final del poema: La primera parte abarca los
catorce primeros versos, en los que describe al olmo viejo, valorando ante todo
sus milagrosas hojas verdes que la primavera ha hecho aflorar (“Al olmo viejo
hendido por el rayo”). La segunda parte ocupa el resto del poema salvo los tres
últimos versos, el poeta quiere resaltar la gracia de su rama verdecida, antes que
la naturaleza desatada o la mano utilitaria del hombre lo arrastre hacia la muerte:
(“con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena decampana”).
Por último, los tres versos finales constituyen la tercera parte, en la que vemos
reflejada el alma del poeta en comunión con el viejo olmo, y donde expresa sus
deseos y esperanzas hacia la vida, “Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia
la vida, /otro milagro de la primavera”.

Externamente, se encuentra compuesto por cinco estrofas, formadas por treinta


versos de arte mayor y menor.

Asimismo, es una combinación de versos endecasílabos y heptasílabos con


rima consonante, establecida a voluntad del poeta, exceptuando el verso
vigésimo-cuarto que está suelto. Los catorce primeros versos, más descriptivos,
recuerdan a un soneto modernista. Finalmente, el resto del poema es una silva
de dieciséis versos, con un contenido más reflexivo y digresivo.

Antonio Machado destaca por su empleo de símbolos que provienen de su época


modernista. Este poema es una clara construcción simbolista. Así respecto al paso
del tiempo podemos encontrar símbolos como el río “...el río hasta la mar te
empuje”, y respecto a la muerte el símbolo del mar. Las ramas verdes como
símbolo de curación, “algunas hojas verdes le han salido”. La primavera (anuncio
de plenitud en la naturaleza) “otro milagro de la primavera” o el camino “al borde
de un camino” (imagen del tránsito por la vida) son, entre otros, claros ejemplos
de símbolos machadianos.

En lo que se refiere a los recursos estilísticos destacaremos algunas figuras como


el hipérbaton que aporta un gran efecto rítmico y expresividad: “al olmo viejo
hendido por el rayo”. La personificación la emplea para referirse a los árboles,
como “álamos cantores” y el paralelismo enumera todas las posibilidades que el
futuro le depara al olmo “antes que te derribe”, “antes que te descuaje” o “antes
que el río”. Por último la metáfora “ejército de hormigas en hilera” que hace
referencia a la enfermedad implacable o “sierras blancas”.

Este poema tiene un alto valor connotativo ,el léxico valorativo empleado es muy
sugerente e inspira múltiples significados y emociones. Resalta la sencillez y
sobriedad léxica de su mensaje poético, unidas a las más sinceras reflexiones. En
su descripción del olmo y su entorno encontramos muchos términos del campo
semántico de la naturaleza “olmo”, “hojas”, “lluvias”, “sol”, “musgo”, “álamos”,
“hormigas”, “ruiseñores” ... También se observa una abundante adjetivación que
transmite el reflejo de la desesperanza en lo que ve:“hendido”, “viejo”,
“centenario”, “podrido”, “carcomido”, “polvoriento”, que contrasta con la
sustantivación en torno a la esperanza a medida que avanza el poema: “vida”,
“hojas verdes”, “luz”, “milagro”, “primavera”.

En definitiva, “A un olmo seco” es un claro ejemplo de la peculiar visión


machadiana del paisaje porque, cuando el poeta mira la realidad exterior, la tiñe
con su estado emocional, con sus obsesiones (“el paisaje es un estado del alma”).
Así, el poema corresponde a la visión lírica y emotiva del autor ante un paisaje que
aparece otra vez teñido de subjetividad y que refleja sus más profundos deseos de
esperanza: ”Hoy es siempre todavía”.

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