Bolilla 3
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Modelo etnocéntrico
El etnocentrismo suele implicar la creencia de que el grupo étnico propio es el más
importante, o que algunos o todos los aspectos de la cultura propia sean
superiores a los de otras culturas.
Es un concepto vinculado, en el siglo XIX, a la visión europea de los países
coloniales africanos y asiáticos.
El modelo evolucionista
Todo el proceso de conquista y colonización europea en América, Asia y África
partió de este modelo por excelencia, frente a los paganos, primitivos, infieles,
etc., de esos continentes.
La idea central de este modelo es que las sociedades desarrolladas (o sea, los
países europeos) eran modelos inapelables a los que las sociedades
subdesarrolladas deberían llegar para ser íntegramente humanas. Se interpreta
que hay una escala evolutiva de las sociedades, donde las culturas americanas,
africanas y asiáticas están en etapas menos evolucionadas que la cultura
europea, y por ello deben ser “orientadas” a asimilar las características de las
culturas consideradas más avanzadas, dejando de lado aquellos contenidos
culturales propios. Un ejemplo lo vemos cuando la imposición del dios cristiano
desplaza a los dioses de los pueblos originarios. Y los pueblos sometidos sólo
tenían dos opciones: someterse o desaparecer.
El modelo funcional.
La alternativa al modelo etnocéntrico fue históricamente el modelo funcional. En
este caso, no se condenan ni menosprecian aquellas prácticas culturales que se
alejan de las nuestras, sino se busca comprender cómo operan dentro de las
propias culturas y a qué necesidades responden. El modelo funcional se ajusta
perfectamente a este designio: la cultura es un todo homogéneo, cuyos rasgos
individuales sólo tienen sentido si se analizan en consonancia con los restantes
pues ahí es donde cobran sentido. No pueden aislarse del contexto, y sólo cabe al
respecto aceptar que la cultura es un sistema en funcionamiento y que dentro de
ella aspectos parciales (normas de todo tipo, conocimientos y técnicas) tienen
funciones concretas positivas o negativas, para mantener o desajustar dicho
sistema. Los funcionalistas no se preguntan cómo suprimir una práctica mágica, o
superar supersticiones. Sólo tratan de determinar qué efectos tienen cada práctica
observada en el mantenimiento y persistencia –o eventualmente, en la disolución
– de la cultura como un todo.
Franz BOAS fue el orientador, en la primera década del siglo XX junto con varios
sucesores, de esta modificación. Fue el primero en referirse a “culturas” como
unidades propias de ciertas colectividades que estudiaba: de esta forma, una
sociedad tiene una cultura. Las culturas empiezan a verse internamente como
“totalidades funcionales” por estos investigadores participantes, que pretendían
dejar de lado sus propios condicionamientos sociales y de formación para
observar con objetividad los pueblos aislados en los que trabajaban.
Concepto de Subcultura
Ha quedado expuesto que la homogeneidad de la cultura es un presupuesto
teórico, cuya existencia se puedo dar (dudosamente) sólo en comunidades
pequeñas de bajo nivel tecnológico y aisladas. Cualquier sociedad moderna
presenta un abanico de posibilidades culturales que originan distintos tipos de
subculturas. Una subcultura está conformada por un grupo de personas con un
conjunto distintivo de comportamientos y creencias que les diferencia de la cultura
dominante de la que forman parte. En suma, una subcultura es una cultura más
pequeña dentro de otra mayor, y que a pesar de sus valores distintivos comparte
elementos del sistema cultural en el que están inmersos, por ejemplo, el idioma.
Clases de subculturas
Una subcultura puede conformarse de acuerdo a varios criterios, Hay subculturas
ocupacionales, como las que surge a partir de un aislamiento geográfico, como es
el caso de los militares que viven en el cuartel, o navegantes que pasan varios
meses embarcados.
Las subculturas étnicas (por ej.: gitanos ) o residenciales (por ej.: las favelas de
Brasil ) suelen ser más generalizadas. Otra forma de clasificación puede ser la
siguiente:
Subcultura convergente: son las subculturas que están en un proceso de
asimilación por la cultura general, por ej.: muchas subculturas étnicas, como las
corrientes inmigratorias de Comodoro Rivadavia que con el paso del tiempo dejan
de usar el idioma y costumbre de sus antepasados y adoptan a las prácticas
culturales de Argentina.
Subcultura persistente: en este caso, también van a ser asimiladas por la cultura
general, pero lo harán muy lentamente, ya que si bien disminuye su número, hay
sujetos que insisten en mantener sus formas de vida. Un ejemplo puede ser el
pueblo menonita, que en algunos casos las generaciones más jóvenes eligen
integrarse a la sociedad externa al grupo y emigran a las ciudades.
Contracultura: surge como reacción de la cultura dominante, como es el caso de la
subcultura delincuente. Debe tenerse en cuenta que no rechazan totalmente las
reglas comunitarias, aunque se dedican a oponerse a las normas de la sociedad
nunca pueden desprenderse totalmente de ellas.
El lenguaje cultural
La importancia de la comunicación en la especia humana radica en su elevada
especialidad y su carácter arbitrario. El ser humano es agente y constructor de su
cultura. Además no se reduce a lenguajes verbales o escritos, sino incluye
características gestuales, musicales, danzables, onomatopéyicos y actitudinales
en general. Por ejemplo: la demora en acudir a una cita (haciendo-esperar al otro
un tiempo variable) tiene un significado compartido en cada comunidad que indica
consideración o desconsideración hacia el otro. A través de dicha puntualidad o
demora se expresa algo, que suele ser distinto en cada cultura: cinco minutos de
demora en una ciudad pueden tener el mismo mensaje implícito que una hora en
otra.
Conocemos el lenguaje como instrumento de comunicación humana en un estadio
muy desarrollado; pero fue construido en el curso de la evolución humana,
juntamente con la evolución de la inteligencia y la conciencia. El pensamiento y el
lenguaje funcionan mutuamente relacionados.
Sistema de comunicación
Símbolos
El lenguaje humano está formado por Símbolos, que son significaciones artificiales
e intencionales que dependen de convenciones existentes en una cultura.
Por ej.: bailar tiene un sentido social dependiendo de la cultura que se trate.
El lenguaje, a través de los símbolos, otorga un sentido a los actos humanos.
Signos
Son aquellos que tienen un significado inequívoco, independientemente de la
cultura. Pueden definirse como una relación natural entre fenómenos. Por ej.: la
fiebre significa un malestar físico; el trueno, puede anticipar una tormenta; el canto
de cierta especie de aves, un momento del día o un llamado de apareamiento.
Reglas
El lenguaje está formado por símbolos, pero también por reglas que rigen la
estructura comunicacional. Un conjunto inconexo de palabras no es un lenguaje
sin una gramática que permita su uso. Las reglas del lenguaje permiten primero
armar palabras y luego frases. Ej: se dice “Quiero mi dinero” y no “mi Qiero
dinERo”.
Tipos de Lenguaje
El lenguaje tiene por objeto la comunicación humana a través de las
significaciones que corresponden a los Símbolos (significado de las palabras o de
los gestos). Estas significaciones dan lugar a la siguiente clasificación de los
lenguajes:
Cambio cultural
La cultura cambia por la aparición de nuevos inventos o por diversos
acontecimientos como cambios poblacionales, migraciones, catástrofes naturales
o descubrimientos.
Las pautas culturales de todas las sociedades están en constante cambio y
transformación.
El cambio cultural puede ser resultado de factores internos o externos. Los
factores de carácter general que pueden influir en el cambio social son 3:
Bolilla 3. Punto 2.
Las instituciones
Dentro del estudio de la estructura de la cultura, entendemos como institución al
conjunto de usos, costumbres, leyes y creencias unidos en torno a cierta serie de
actividades consideradas importantes dentro del contexto social. El ejemplo típico
es el matrimonio: las actividades que regulan su celebración son jurídicas (en
cuanto constituye un acto jurídico formal, en su habilidad para contraerlo, ausencia
de impedimentos, el consentimiento y la persona ante quien debe darse),
religiosas (para los creyentes de cada confesión, en cuanto al acto de ese carácter
que consagra la unión), regidas por la costumbre (en el hecho mismo de casarse y
no vivir en unión de hecho, los rituales del acto celebratorio y los posteriores,
como el anillo de bodas y la fiesta de casamiento), y por usos (desde el vestido de
la novia, hasta la actividad de parientes y amigos, despedidas de solteros, el arroz
arrojado a los novios, etc.). Todo ello puede llevarse sin dificultad a la convivencia
matrimonial posterior, desde la constitución y administración de la sociedad
conyugal, la obligación de fidelidad y de prestarse mutua asistencia (regulados
legalmente), la luna de miel y separación de funciones entre los cónyuges
(costumbres), hasta los usos de cada sector social asociados con la vida
matrimonial.
Todas estas normas juntas constituyen una estructura definida. Son medios
regulares y permanentes para desarrollar actividades que la sociedad considera
importante.
Moral y Religión
La moral pertenece al fuero interno de las personas, y permite determinar si la
conducta es correcta o incorrecta; definir qué está bien y mal; induce a no hacer
mal al otro; vivir honestamente; honrar a los padres. Con el paso del tiempo, estas
normas morales fueron incorporadas a las religiones, que las han transformado,
dándoles un carácter normativo distinto. Así, el castigo divino por quebrar un
mandamiento sagrado queda reservado al ente sobrenatural al que se rinde culto,
como por ejemplo el temor de ir al infierno o purgatorio. La religión refuerza la
moral, agregando un castigo que está más allá de los sentidos, de carácter
sobrenatural, pero no siempre coinciden los contenidos, teniendo en cuenta la
variabilidad de unas y otras.
Las ideologías
Son representaciones de la realidad, son maneras de ver la realidad. No se trata
de teorías, sino que constituyen una manera de entender lo social.
Las ideologías forman parte de cada cultura; es más, surgen de ellas, ya que el
modo de pensar deriva de lo que se ha incorporado en los procesos de
socialización y educación. El modo de ver el mundo que cada ideología permite,
surge de tales condicionamientos sociales; y sólo a partir de ellos pueden ser
interpretados, no como falsos o verdaderos, sino como relativos a los medios
socioculturales productores. Nadie está entonces exento, en este sentido, de
ideología, aunque puede engañarse, más o menos, sobre su situación, a partir del
sistema conceptual que el medio histórico y social en que ha nacido y ha vivido le
permiten. Nadie puede estar al margen de algún sistema general de ideas,
usualmente estrecho y limitado. Equivaldría a estar fuera de la sociedad.
Los valores
Es otro de los aspectos culturales que debemos analizar; están presentes en las
normas, en las ideologías y también en las creencias. Pero su identificación
conceptual es ardua. Los valores, son abstracciones, nociones con las que nos
referimos a las cualidades (positivas o negativas) que tienen los fenómenos de la
cultura. Por ejemplo, en la India la carne de vaca es un valor negativo como
alimento, pero en otras culturas es un bien deseable.
Categorías de prejuicios:
1. El nivel mínimo: es el rechazo verbal, la forma que adquiere no es sólo la
descalificación “abierta” y formas encubiertas de chistes peyorativas. Existe un
“otro” descalificado, en función de un “yo” que se considera mejor.
2. Elusión: del contacto personal o familiar con otras personas, si esto aumenta
llegamos a:
3. Nivel de segregación: es la separación, el aislamiento. Por ej.: distintas
escuelas.
4. Agresión física: violencia personal y ataques contra símbolos representativos
de un grupo determinado.
5. La fase más intensa es el Exterminio: esta negatividad del otro, puede llegar a
un punto, en donde mi existencia depende de su desaparición. Destrucción
programada, linchamientos en masa, genocidios. Ej.: la campaña del desierto
(destrucción programada).
Discriminación cultural
Tiene que ver justamente con la práctica de utilizar esas diferencias culturales,
como herramienta de separación o descalificación. Se continúa practicando en
nuestro país pese a estar regulado: se practica en el ámbito laboral, en lo salarial,
en la selección del personal, donde uno vive, se practica incluso en el lenguaje. En
suma, la discriminación es el acto de agrupar a los seres humanos según algún
criterio que lleva a una forma de relacionarse socialmente. Concretamente, suele
ser usado para hacer diferenciaciones que atentan contra la igualdad, ya que
implica un posicionamiento jerarquizado entre grupos sociales, es decir, cuando se
erige un grupo con más legitimidad o poder que el resto.
Cultura de masas.
Desde la década de 1940 la Escuela de Frankfurt sostuvo un enfoque crítico y
pesimista acerca de la cultura de masas. Para estos autores, la industrialización
de la cultura degrada el gusto popular y banaliza la cultura. El énfasis en el
entretenimiento, contribuye a enmascarar la realidad y los conflictos sociales, al
mismo tiempo que refuerza el conformismo social y promueve una actitud pasiva,
acrítica en los espectadores.
Las más diversas expresiones artísticas como el cine, la literatura, la música y los
medios de comunicación, quedan atrapadas, según estos autores, por la lógica
capitalista. De esta manera, los productos culturales se insertan en el mercado
como los demás bienes. La cultura producida en serie ya no representa un
instrumento de expresión ni de conocimiento, sino una mercancía que se
incorpora a la oferta de bienes en el mercado.
Bolilla 3. Punto 3.
Distintas interpretaciones.
Siguiendo lo postulado por Juan Carlos Agulla, vemos que de la combinación y los
conflictos que se produjeron entre la cultura con vocación modernista y la cultura
autóctona surge la cultura argentina propiamente dicha. ¿Por qué se habla de
conflicto? Porque el proyecto político que encaró la cultura con vocación
modernista tenía pensado un modelo de país que necesariamente debía ser
impuesto. Esta imposición trajo conflictos y también el aislamiento de las
comunidades territoriales de la cultura autóctona. Es así que el interior del país
entró en tensión con el centro (Buenos Aires y alrededores) que buscaba
desarrollarse, pero donde los otros tenían una integración casi subordinada, en
tanto se adaptaran a los valores y a las características de esa cultura con vocación
modernista.
Cuando el autor compara los valores propios de cada una de estas
manifestaciones culturales sostiene que la cultura autóctona se relaciona con la
amabilidad, la hospitalidad y la lealtad. En contraste, los valores propios de la
cultura con vocación modernista se relacionan con el progreso, la ciencia, el
desarrollo, es decir, valores implementados a un proyecto que quería acercar a la
Argentina de entonces a Europa.
Otra visión la proporciona Luis García Fanlo (sociólogo argentino). Este autor
afirma que la Argentinidad no existe. Son prácticas que realizamos, son forzadas,
producto de imposiciones de los distintos gobiernos que deliberadamente han
tratado de crear la Argentina. Fanlo establece que no siempre la conformación de
un Estado implica la formación de una Nación1. A veces primero viene la
1
Nación es un concepto eminentemente étnico y antropológico, referido a un grupo
humano unido por vínculos naturales, y compartes rasgos étnicos, culturales y religiosos.
organización política, que tiene actores interesados, y luego viene la producción
de la Nación, que viene a ser una unidad antropológica y social. Luego de
atravesar todo el proceso de enfrentamientos internos, proyectos políticos
diferentes, intentos de lograr determinados acuerdos y fomentar flujos
inmigratorios cuyo número fue superior al de la población de aquel momento, se
hizo necesario implementar estrategias políticas para fomentar la cohesión de una
población muy heterogénea. Así se trataría de construir una argentinidad, de
manera artificial y direccionada.
Modelo Populista: Luego del Golpe de Estado de 1943 que puso fin al período
conocido como “La Década Infame”, comienzan a incorporarse nuevos valores
vinculados a la Justicia Social, la solidaridad, la lealtad política, el nacionalismo
militar. Este modelo marca una transformación muy profunda en nuestra sociedad
porque involucra una fuerte intervención del Estado en varias áreas como la
política, la economía y la cultura, desarrollo de la comunicación, apelación a lo
emotivo de las masas, etc.
Esta etapa tuvo un corte abrupto con el Golpe de Estado de 1955,
autodenominado Revolución Libertadora cuya finalidad principal era desperonizar
a la sociedad.
Modelo Democrático: La década de 1980 fue muy difícil para nuestro país, crisis
política y social, económicamente pobre y endeudada. Alfonsín hace una gran
tarea para levantarla, sus discursos eran “promesas democráticas”, habla del lugar
de la mujer, de una Argentina para todos. Hace un llamado a la integración, a la
construcción política, a la planificación. Se profundiza la alfabetización y la
educación para la democracia, entorno a valores como la tolerancia, el respeto por
los Derechos Humanos, la dignidad humana, la justicia. Sus grandes obstáculos
fueron la hiperinflación y el endeudamiento externo. A fines de 1989, dio lugar al:
Corralito de 2001: Fue una crisis económica, social y moral. Como toda crisis
sistemática da origen a fenómenos, cosas distintas o posibilidades que de otra
manera no podrían haber existido, como el caso de la asunción varios presidentes
provisorios en medio de una gran inestabilidad política hasta la presidencia de
Néstor Kirchner en 2003.
Otro rasgo cultural está dado por las formas de apropiación del espacio público.
En todos los grandes centros urbanos el uso de la ciudad como espacio de
socialización y encuentro sigue siendo muy significativo. La enorme cantidad de
eventos colectivos en sus calles, la variada oferta cultural (cine, teatro, recitales,
espectáculos de todo tipo), los eventos deportivos callejeros, los circuitos urbanos
que se han desarrollado en los últimos años como la Noche de las Librerías, las
distintas ediciones de La Noche de los Museos (que suponen una apropiación
nocturna y gratuita de los espacios de arte), la proliferación de maratones o
running urbano, los circuitos/ferias gastronómicos callejeros, los mercados de
productos orgánicos o especializados en cocinas étnicas, las ferias artesanales en
permanente expansión (aunque de manera desigual) por toda la ciudad, el uso
cada vez más extendido de las bicicletas y sus sendas exclusivas, llevan a una
gran circulación de personas, reafirman la apropiación del espacio público y no
han dejado de multiplicar su oferta de actividades.
Otro fenómeno cultural está dado por las migraciones, que producen encuentros
entre poblaciones con características culturales distintas, y dan lugar a
negociaciones entre identidades, lenguajes, ordenamientos jurídicos y nuevas
relaciones de poder. En Latinoamérica fue Néstor García Canclini en 1990 con su
texto Culturas híbridas quien estableció el canon (o, al menos, el sistema de
pensamiento más estructurado y complejo) para pensar la hibridación cultural en
un continente que se debate entre tradición/modernidad, Norte/Sur, local/global; y
sus ciudadanos negocian sus identidades, diferencias, desigualdades y
multiculturalidad.
El siglo XXI nace con una impronta tecnológica que lo distingue del inicio del siglo
XX y de cualquier otra época de la humanidad. Es un siglo surgido en medio de
una revolución que está en plena expansión y cuyos límites siguen siendo
imprecisos. Por supuesto, cada momento de la modernidad se ha caracterizado
por un cambio tecnológico que moldeó y construyó su horizonte productivo, sus
formas de conocimiento y los imaginarios que anidan en la sociedad. Pero el siglo
XXI ha vivido todo esto de manera dramática gracias a tres elementos que no
estuvieron presentes en otros momentos de la historia: la velocidad de estos
cambios, la disponibilidad de (buena parte de) los saberes, la información y el
conocimiento a nivel global y, por último, el efecto de mundialización cultural que
caracteriza a la época.