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Bolilla 3

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Bolilla 3

La cultura. Concepto. Breve historia.


Se atribuye a Edward Tylor (1832-1917) el haber dado el primer concepto
moderno de cultura: “la cultura o civilización, es aquel complejo que incluye el
conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y
cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridas por el hombre en cuanto
miembro de la sociedad” (La ciencia de la cultura, 1871). Probablemente, hasta la
obra de Turgot (1750) no existe en el pensamiento occidental la idea de un
conjunto de actividades transmisibles por la comunicación simbólica entre seres
humanos y por lo tanto diversa de la transmisión biológica.
El proceso de reconocer la cultura se inicia con el Iluminismo. A partir de ese
momento se comienza a entender que no existen ideas innatas, propias de la
razón o naturales. No es casual la coincidencia entre la caída del feudalismo, el
ascenso de la burguesía y la aparición, entre otros, de este concepto: señala el
valor de los “status por adquisición” frente a la adscripción que fijaba el lugar de
cada uno en la sociedad anterior, considerada inmóvil y con privilegios intangibles
para los estamentos superiores. Dentro de la revolución que implica la sociedad
industrial y el ascenso social de la burguesía, el concepto de cultura colabora con
la definitiva liquidación de la sociedad privilegiada de la nobleza, al establecer que
dichos privilegios no son producto de una divinidad que los hace sagrados sino
que son productos sociales que pueden ser modificados socialmente.

Distintos modelos culturales.

Modelo etnocéntrico
El etnocentrismo suele implicar la creencia de que el grupo étnico propio es el más
importante, o que algunos o todos los aspectos de la cultura propia sean
superiores a los de otras culturas.
Es un concepto vinculado, en el siglo XIX, a la visión europea de los países
coloniales africanos y asiáticos.
El modelo evolucionista
Todo el proceso de conquista y colonización europea en América, Asia y África
partió de este modelo por excelencia, frente a los paganos, primitivos, infieles,
etc., de esos continentes.
La idea central de este modelo es que las sociedades desarrolladas (o sea, los
países europeos) eran modelos inapelables a los que las sociedades
subdesarrolladas deberían llegar para ser íntegramente humanas. Se interpreta
que hay una escala evolutiva de las sociedades, donde las culturas americanas,
africanas y asiáticas están en etapas menos evolucionadas que la cultura
europea, y por ello deben ser “orientadas” a asimilar las características de las
culturas consideradas más avanzadas, dejando de lado aquellos contenidos
culturales propios. Un ejemplo lo vemos cuando la imposición del dios cristiano
desplaza a los dioses de los pueblos originarios. Y los pueblos sometidos sólo
tenían dos opciones: someterse o desaparecer.

El modelo funcional.
La alternativa al modelo etnocéntrico fue históricamente el modelo funcional. En
este caso, no se condenan ni menosprecian aquellas prácticas culturales que se
alejan de las nuestras, sino se busca comprender cómo operan dentro de las
propias culturas y a qué necesidades responden. El modelo funcional se ajusta
perfectamente a este designio: la cultura es un todo homogéneo, cuyos rasgos
individuales sólo tienen sentido si se analizan en consonancia con los restantes
pues ahí es donde cobran sentido. No pueden aislarse del contexto, y sólo cabe al
respecto aceptar que la cultura es un sistema en funcionamiento y que dentro de
ella aspectos parciales (normas de todo tipo, conocimientos y técnicas) tienen
funciones concretas positivas o negativas, para mantener o desajustar dicho
sistema. Los funcionalistas no se preguntan cómo suprimir una práctica mágica, o
superar supersticiones. Sólo tratan de determinar qué efectos tienen cada práctica
observada en el mantenimiento y persistencia –o eventualmente, en la disolución
– de la cultura como un todo.
Franz BOAS fue el orientador, en la primera década del siglo XX junto con varios
sucesores, de esta modificación. Fue el primero en referirse a “culturas” como
unidades propias de ciertas colectividades que estudiaba: de esta forma, una
sociedad tiene una cultura. Las culturas empiezan a verse internamente como
“totalidades funcionales” por estos investigadores participantes, que pretendían
dejar de lado sus propios condicionamientos sociales y de formación para
observar con objetividad los pueblos aislados en los que trabajaban.

Concepto de Subcultura
Ha quedado expuesto que la homogeneidad de la cultura es un presupuesto
teórico, cuya existencia se puedo dar (dudosamente) sólo en comunidades
pequeñas de bajo nivel tecnológico y aisladas. Cualquier sociedad moderna
presenta un abanico de posibilidades culturales que originan distintos tipos de
subculturas. Una subcultura está conformada por un grupo de personas con un
conjunto distintivo de comportamientos y creencias que les diferencia de la cultura
dominante de la que forman parte. En suma, una subcultura es una cultura más
pequeña dentro de otra mayor, y que a pesar de sus valores distintivos comparte
elementos del sistema cultural en el que están inmersos, por ejemplo, el idioma.

Clases de subculturas
Una subcultura puede conformarse de acuerdo a varios criterios, Hay subculturas
ocupacionales, como las que surge a partir de un aislamiento geográfico, como es
el caso de los militares que viven en el cuartel, o navegantes que pasan varios
meses embarcados.
Las subculturas étnicas (por ej.: gitanos ) o residenciales (por ej.: las favelas de
Brasil ) suelen ser más generalizadas. Otra forma de clasificación puede ser la
siguiente:
Subcultura convergente: son las subculturas que están en un proceso de
asimilación por la cultura general, por ej.: muchas subculturas étnicas, como las
corrientes inmigratorias de Comodoro Rivadavia que con el paso del tiempo dejan
de usar el idioma y costumbre de sus antepasados y adoptan a las prácticas
culturales de Argentina.
Subcultura persistente: en este caso, también van a ser asimiladas por la cultura
general, pero lo harán muy lentamente, ya que si bien disminuye su número, hay
sujetos que insisten en mantener sus formas de vida. Un ejemplo puede ser el
pueblo menonita, que en algunos casos las generaciones más jóvenes eligen
integrarse a la sociedad externa al grupo y emigran a las ciudades.
Contracultura: surge como reacción de la cultura dominante, como es el caso de la
subcultura delincuente. Debe tenerse en cuenta que no rechazan totalmente las
reglas comunitarias, aunque se dedican a oponerse a las normas de la sociedad
nunca pueden desprenderse totalmente de ellas.

Estructura de la cultura: introducción.


Tanto la sociología como la antropología han partido de la idea de la sociabilidad
humana como algo opuesto al aislamiento, que implica la transmisión simbólica y
no hereditaria de la mayor parte de la información que utilizan, y de su conducta
recurrente, es decir, generalmente repetitiva y regular.
El análisis de la estructura de la cultura puede partir entonces, de la transmisión
del conocimiento (por medio de los procesos de socialización y de educación), o
de la explicación de la reiteración de la conducta. El primer caso, que incluye el
proceso por el cual los conocimientos se adquieren y se incorporan a la
personalidad, va a estudiarse en bolillas posteriores. Por lo tanto, el resto de los
puntos expuestos a continuación sustentan el principio de reiteración de la
conducta de los individuos que forman parte de una sociedad.
Necesariamente, el punto de partida debe ser el lenguaje, dado que es el modo en
que se transmite la información.

El lenguaje cultural
La importancia de la comunicación en la especia humana radica en su elevada
especialidad y su carácter arbitrario. El ser humano es agente y constructor de su
cultura. Además no se reduce a lenguajes verbales o escritos, sino incluye
características gestuales, musicales, danzables, onomatopéyicos y actitudinales
en general. Por ejemplo: la demora en acudir a una cita (haciendo-esperar al otro
un tiempo variable) tiene un significado compartido en cada comunidad que indica
consideración o desconsideración hacia el otro. A través de dicha puntualidad o
demora se expresa algo, que suele ser distinto en cada cultura: cinco minutos de
demora en una ciudad pueden tener el mismo mensaje implícito que una hora en
otra.
Conocemos el lenguaje como instrumento de comunicación humana en un estadio
muy desarrollado; pero fue construido en el curso de la evolución humana,
juntamente con la evolución de la inteligencia y la conciencia. El pensamiento y el
lenguaje funcionan mutuamente relacionados.

Sistema de comunicación

La comunicación es un proceso por el cual se transmite una información (mensaje)


desde una fuente (emisor) hasta un receptor a través de ciertos canales
(personalmente, redes sociales, etc.).
El contenido que la fuente desea transmitir debe ser codificado, es decir, traducido
a cierto lenguaje que, a través del canal previsto, pueda llegar a su destinatario;
éste, a su vez, lo decodifica para interpretarlo.

Símbolos
El lenguaje humano está formado por Símbolos, que son significaciones artificiales
e intencionales que dependen de convenciones existentes en una cultura.
Por ej.: bailar tiene un sentido social dependiendo de la cultura que se trate.
El lenguaje, a través de los símbolos, otorga un sentido a los actos humanos.

Signos
Son aquellos que tienen un significado inequívoco, independientemente de la
cultura. Pueden definirse como una relación natural entre fenómenos. Por ej.: la
fiebre significa un malestar físico; el trueno, puede anticipar una tormenta; el canto
de cierta especie de aves, un momento del día o un llamado de apareamiento.

Reglas
El lenguaje está formado por símbolos, pero también por reglas que rigen la
estructura comunicacional. Un conjunto inconexo de palabras no es un lenguaje
sin una gramática que permita su uso. Las reglas del lenguaje permiten primero
armar palabras y luego frases. Ej: se dice “Quiero mi dinero” y no “mi Qiero
dinERo”.

Tipos de Lenguaje
El lenguaje tiene por objeto la comunicación humana a través de las
significaciones que corresponden a los Símbolos (significado de las palabras o de
los gestos). Estas significaciones dan lugar a la siguiente clasificación de los
lenguajes:

● Lenguaje natural: Es el que comparte una comunidad en su vida cotidiana.


Se aprende en forma no deliberada por interacción social. Hay una continua
evolución. No tiene un creador, sino que su conformación es un fenómeno
colectivo. Transmiten descripciones, emociones y cualquier tipo de mensaje.
Posee numerosas ambigüedades (imprecisiones de significado) y vaguedades
(existencia de dos o más significados para la misma palabra).
● Lenguajes artificiales: Tienen en común la creación deliberada por ciertas
personas (científicos) con fines específicos propios de cada ciencia. Estos
lenguajes se subclasifican en:

⮚ Lenguajes técnicos: Son lenguajes naturales con significados

más restringidos. Las definiciones son precisas. Contienen


términos propios y exclusivos. Lo usan disciplinas como:
Sociología (anomia), Derecho (jurisprudencia), Psicología
(psicosis).

⮚ Lenguajes formales: Se utilizan cuando los requerimientos de

la ciencia no permiten ninguna vaguedad o ambigüedad. Se


elimina cualquier rastro de lenguaje natural. Por ejemplo, una
fórmula matemática o química, como 2+2=4 o H2O.

Cambio cultural
La cultura cambia por la aparición de nuevos inventos o por diversos
acontecimientos como cambios poblacionales, migraciones, catástrofes naturales
o descubrimientos.
Las pautas culturales de todas las sociedades están en constante cambio y
transformación.
El cambio cultural puede ser resultado de factores internos o externos. Los
factores de carácter general que pueden influir en el cambio social son 3:

1) Las alteraciones en el ámbito ecológico (cambios en el medio ambiente o


migraciones de población).
2) El cambio evolutivo dentro de una sociedad determinada (ej.: el paso de
una economía de recolección a una economía agrícola-ganadera)
3) El contacto de dos sociedades con pautas de conductas distintas (ej: la
transculturación)

El cambio cultural puede ocurrir a partir de ciertos fenómenos como la aceptación


social, la eliminación selectiva y la transculturación.
La aceptación social implica la adopción de prácticas innovadoras por imitación de
un miembro de su cultura. Es importante el prestigio del innovador y del grupo que
imita, por lo cual si son impulsados por un líder político o religioso los cambios
serán incorporados más fácilmente.
La eliminación selectiva de técnicas ineficientes, prácticas no adaptables a la
modernidad. Una excepción se da cuando una práctica cambia su función y así
sobrevive. Por ejemplo, la esgrima o arquería han caído en desuso por la
adopción de las armas de fuego en el contexto de luchas bélicas, pero han
sobrevivido a raíz de un cambio de función y siguen existiendo como disciplinas
deportivas.
La transculturación se refiere al proceso mediante el cual ocurre una transmisión
de hábitos o costumbres de una cultura a otra. Durante este proceso existe una
cultura predominante, que influye más en la otra y de la cual poco a poco, se
adoptan más rasgos culturales, mientras la otra cada vez pierde más su propia
identidad (aculturación). Entonces, la aculturación es un proceso en el cual los
miembros de un grupo cultural adoptan las creencias y los comportamientos de
otro grupo, modificando la cultura existente y por lo tanto la identidad grupal. Por
ejemplo: preferencias de idioma, actitudes y valores comunes.

Características normativas de la cultura.


En una sociedad, la conducta de los otros, y la nuestra, sigue ciertos patrones de
uniformidad, aunque pueden variar en distintos grupos. El saludo por ej., es una
generalidad observable dada por la cultura, pero no todos lo implementan de la
misma manera, existen formas pautadas de hacerlo en los contextos de cada
cultura.
La uniformidad (y la diversidad) dada por las normas, la aceptación o la desviación
de las mismas, pero fundamentalmente su existencia, hacen posible la vida
humana en sociedad. Y ellas constituyen un aspecto central de la cultura. La
intolerancia a las normas ajenas genera etnocentrismo y prejuicio cuando se
confronta con las propias.

Norma social: concepto.


Dentro de los elementos que constituyen la cultura, las normas sociales son
fundamentales; en la vida social, las normas determinan los cursos de acción de
las personas, ya que suministran los modelos de conducta a los que deben
ajustarse. Una norma informa sobre los que “debe ser” acatado u obedecido,
sobre las conductas correctas, definiendo por ello las desviaciones. Una norma es
un modelo de conducta debida cuya inobservancia acarrea algún tipo de sanción.
Son necesarias para controlar la conducta y hacer posible la cooperación, base de
la sociedad.

Norma social: clasificación


Las normas suelen clasificarse de acuerdo a las sanciones que tienen asociadas a
su incumplimiento, quienes son los que las imponen y los encargados de
aplicarlas. Es así como encontramos:

⮚ Usos Sociales: son prácticas relativamente estables y poco estrictas con un

control social informal. Las sanciones implican represalias informales, no


más que murmuraciones o burla. Por ejemplo, un inadecuado uso de los
cubiertos, como tratar de tomar una sopa usando un tenedor.

⮚ Costumbres: se asimila al uso social en cuanto a la sanción de tipo

informal, pero en este caso su violación genera mayor hostilidad. Su origen


es espontáneo y el caer en desuso determina su fin. Por ejemplo: décadas
atrás, la cohabitación de una pareja no casada era motivo de un fuerte
repudio social, especialmente para la mujer.

⮚ La Ley: en ciertas comunidades resultaban suficientes los usos y

costumbres para regular la sociedad. En las sociedades modernas en


permanente transformación no es suficiente para regular la vida social, se
puede definir como ley a un sistema normativo sancionado por el Estado,
cuyo incumplimiento es sancionado por órganos específicos de ese mismo
Estado. Por ejemplo, el artículo 162 del Código Penal establece que “Será
reprimido con prisión de un mes a dos años, el que se apoderare
ilegítimamente de una cosa mueble, total o parcialmente ajena”
Concepto de evasión institucionalizada.
La operatividad de una costumbre frente a una ley adversa o sobre otra más
antigua y de menor fuerza, genera el fenómeno de la institucionalización de la
evasión. Se trata del caso en que una norma es reconocida y tiene cierto grado de
eficacia, pero su incumplimiento, aún conocido, en general no se sanciona.
La institucionalización no alude a que tal comportamiento sea una “institución” sino
que la tolerancia tiene un elevado grado de aceptación. En general, la evasión
institucionalizada de una norma es el preanuncio de la definitiva derogación de la
ley, o del fin de la costumbre, aunque suelen surgir reacciones que propongan el
resurgimiento de las sanciones hoy omitidas.
Algunos ejemplos de evasión institucionalizada pueden ser el enriquecimiento
ilícito de los funcionarios, o descargar ilegalmente música o series perjudicando el
derecho de autor.

Bolilla 3. Punto 2.

Las instituciones
Dentro del estudio de la estructura de la cultura, entendemos como institución al
conjunto de usos, costumbres, leyes y creencias unidos en torno a cierta serie de
actividades consideradas importantes dentro del contexto social. El ejemplo típico
es el matrimonio: las actividades que regulan su celebración son jurídicas (en
cuanto constituye un acto jurídico formal, en su habilidad para contraerlo, ausencia
de impedimentos, el consentimiento y la persona ante quien debe darse),
religiosas (para los creyentes de cada confesión, en cuanto al acto de ese carácter
que consagra la unión), regidas por la costumbre (en el hecho mismo de casarse y
no vivir en unión de hecho, los rituales del acto celebratorio y los posteriores,
como el anillo de bodas y la fiesta de casamiento), y por usos (desde el vestido de
la novia, hasta la actividad de parientes y amigos, despedidas de solteros, el arroz
arrojado a los novios, etc.). Todo ello puede llevarse sin dificultad a la convivencia
matrimonial posterior, desde la constitución y administración de la sociedad
conyugal, la obligación de fidelidad y de prestarse mutua asistencia (regulados
legalmente), la luna de miel y separación de funciones entre los cónyuges
(costumbres), hasta los usos de cada sector social asociados con la vida
matrimonial.
Todas estas normas juntas constituyen una estructura definida. Son medios
regulares y permanentes para desarrollar actividades que la sociedad considera
importante.

Moral y Religión
La moral pertenece al fuero interno de las personas, y permite determinar si la
conducta es correcta o incorrecta; definir qué está bien y mal; induce a no hacer
mal al otro; vivir honestamente; honrar a los padres. Con el paso del tiempo, estas
normas morales fueron incorporadas a las religiones, que las han transformado,
dándoles un carácter normativo distinto. Así, el castigo divino por quebrar un
mandamiento sagrado queda reservado al ente sobrenatural al que se rinde culto,
como por ejemplo el temor de ir al infierno o purgatorio. La religión refuerza la
moral, agregando un castigo que está más allá de los sentidos, de carácter
sobrenatural, pero no siempre coinciden los contenidos, teniendo en cuenta la
variabilidad de unas y otras.

Las ideologías
Son representaciones de la realidad, son maneras de ver la realidad. No se trata
de teorías, sino que constituyen una manera de entender lo social.
Las ideologías forman parte de cada cultura; es más, surgen de ellas, ya que el
modo de pensar deriva de lo que se ha incorporado en los procesos de
socialización y educación. El modo de ver el mundo que cada ideología permite,
surge de tales condicionamientos sociales; y sólo a partir de ellos pueden ser
interpretados, no como falsos o verdaderos, sino como relativos a los medios
socioculturales productores. Nadie está entonces exento, en este sentido, de
ideología, aunque puede engañarse, más o menos, sobre su situación, a partir del
sistema conceptual que el medio histórico y social en que ha nacido y ha vivido le
permiten. Nadie puede estar al margen de algún sistema general de ideas,
usualmente estrecho y limitado. Equivaldría a estar fuera de la sociedad.

Los valores
Es otro de los aspectos culturales que debemos analizar; están presentes en las
normas, en las ideologías y también en las creencias. Pero su identificación
conceptual es ardua. Los valores, son abstracciones, nociones con las que nos
referimos a las cualidades (positivas o negativas) que tienen los fenómenos de la
cultura. Por ejemplo, en la India la carne de vaca es un valor negativo como
alimento, pero en otras culturas es un bien deseable.

Los valores interesan al sociólogo pues:


1. Son reconocidos por una pluralidad de personas y no dependen del juicio de
una persona en particular.
2. Las personas asocian los valores a la conservación del bien común y a la
satisfacción de las necesidades sociales.
3. Los individuos están dispuestos a realizar sacrificios y a luchar hasta morir por
sus valores más altos. Por ejemplo: la libertad, la justicia.
4. Finalmente los valores suponen un consentimiento o acuerdo entre muchas
personas.
5. Los modos de pensar y comportarse vienen indicados por los valores.
6. Los valores son guías para las personas en la elección y cumplimiento de los
roles sociales.
7. Los valores actúan como medio de control social obran de freno contra los
comportamientos e indican las pautas prohibidas.
8. Funcionan como medios de solidaridad: los valores en común permiten una
unidad social.

Conflicto cultural y asimilación


El conflicto cultural es un choque de normas y valores culturales.
El contacto de dos culturas distintas lleva indefectiblemente cambios en las
normas o valores. Cuando una persona o grupo se incorpora a una cultura,
generalmente dominante adopta valores, lenguaje etc. Y va abandonando su
propio bagaje cultural. Si bien hay aspectos que se conservan, para que pueda
existir la asimilación debe existir elementos que se resignan para que no haya más
conflicto. Muchos inmigrantes experimentan el conflicto cultural al ir asentándose
en su nuevo lugar de residencia y con el paso del tiempo adquieren nuevas pautas
culturales y dejan de lado las antiguas.

Cultura popular y de élites.


La cultura popular se manifiesta a través de producciones locales, heterogéneas,
creadas a lo largo del tiempo y asociadas a tradiciones. Tiene como principal
característica su espontaneidad. Las manifestaciones culturales populares suelen
idealizarse y utilizarse en cada país como recursos para reforzar la identidad
cultural nacional. Las sociedades van produciendo gran cantidad de cultura
popular.
En contraposición, la cultura de elite es contraria a la popular. Es producida por
sectores minoritarios que ocupan posiciones de poder económico y/o político. Se
identifican como manifestaciones de este tipo de cultura las “obras de arte únicas”,
de alto costo adquisitivo y, por lo tanto, inaccesibles económicamente para los
sectores de recursos más limitados.
En muchas oportunidades, las producciones de la cultura popular no dejan rastros.
Cuando se trata de producciones pre-modernas, la reconstrucción se hace más
complicada porque los sectores populares no tuvieron acceso a la alfabetización.
La cultura elitista, en cambio, deja testimonios de su producción, por medio de
estatuas, libros, arquitectura.

El prejuicio como fenómeno cultural: concepto y categorías.


El prejuicio implica un pensamiento positivo o negativo, que se apoyan en
generalizaciones y que además son resistentes a la experiencia concreta, a la
evidencia.
Los prejuicios suelen estar basados en la idea que todos son de tal o cual manera,
respecto de los individuos que conforman ciertas etnias, grupos, o se dedican a
una determinada ocupación. Se aprenden generalmente en los grupos primarios
de socialización, como la familia, o amigos.
El prejuicio tiene una base irracional. Es algo que las personas o los grupos
pueden desarrollar, por son aprendidos y reeditados a lo largo de la vida. Por lo
general no son puestos a contrastar como ocurre con las hipótesis, eso hace que
sean difíciles de desarticular. Los prejuicios anidan en la necesidad humana de
ordenar la información del mundo donde se vive. Lo que ocurre con ese
ordenamiento es que produce maneras de relacionarse muy negativas. Ej.: se
producen “descalificaciones”, discriminación, etc.

Categorías de prejuicios:
1. El nivel mínimo: es el rechazo verbal, la forma que adquiere no es sólo la
descalificación “abierta” y formas encubiertas de chistes peyorativas. Existe un
“otro” descalificado, en función de un “yo” que se considera mejor.
2. Elusión: del contacto personal o familiar con otras personas, si esto aumenta
llegamos a:
3. Nivel de segregación: es la separación, el aislamiento. Por ej.: distintas
escuelas.
4. Agresión física: violencia personal y ataques contra símbolos representativos
de un grupo determinado.
5. La fase más intensa es el Exterminio: esta negatividad del otro, puede llegar a
un punto, en donde mi existencia depende de su desaparición. Destrucción
programada, linchamientos en masa, genocidios. Ej.: la campaña del desierto
(destrucción programada).

Discriminación cultural
Tiene que ver justamente con la práctica de utilizar esas diferencias culturales,
como herramienta de separación o descalificación. Se continúa practicando en
nuestro país pese a estar regulado: se practica en el ámbito laboral, en lo salarial,
en la selección del personal, donde uno vive, se practica incluso en el lenguaje. En
suma, la discriminación es el acto de agrupar a los seres humanos según algún
criterio que lleva a una forma de relacionarse socialmente. Concretamente, suele
ser usado para hacer diferenciaciones que atentan contra la igualdad, ya que
implica un posicionamiento jerarquizado entre grupos sociales, es decir, cuando se
erige un grupo con más legitimidad o poder que el resto.

Cultura de masas.
Desde la década de 1940 la Escuela de Frankfurt sostuvo un enfoque crítico y
pesimista acerca de la cultura de masas. Para estos autores, la industrialización
de la cultura degrada el gusto popular y banaliza la cultura. El énfasis en el
entretenimiento, contribuye a enmascarar la realidad y los conflictos sociales, al
mismo tiempo que refuerza el conformismo social y promueve una actitud pasiva,
acrítica en los espectadores.
Las más diversas expresiones artísticas como el cine, la literatura, la música y los
medios de comunicación, quedan atrapadas, según estos autores, por la lógica
capitalista. De esta manera, los productos culturales se insertan en el mercado
como los demás bienes. La cultura producida en serie ya no representa un
instrumento de expresión ni de conocimiento, sino una mercancía que se
incorpora a la oferta de bienes en el mercado.

Medios masivos de comunicación y control social


La comunicación de masas, propia de las sociedades modernas, tiene como
características distintivas:

a) La necesidad de una organización formal, no sólo por el capital y la tecnología


necesarios, que alejan en general su realización de las posibilidades de una
sola persona. Por ejemplo, canal de T.V.

b) La comunicación de masas, por definición, está destinada a un público


multitudinario y anónimo, relativamente heterogéneo en sus costumbres,
valores y preferencias, propio de los países desarrollados, o en vías de
desarrollo.

c) Los canales de comunicación son públicos; los contenidos están en general a


disposición de quien desee recibirlos, y en muchas oportunidades, las
comunicaciones se reciben aunque no se lo desee, por ejemplo la publicidad
vial.

Estas grandes empresas de comunicación tienen la necesidad de vender un


producto para todos, y eso genera transformaciones en los contenidos de los
mensajes. Existen 3 funciones concretas de los canales de comunicación en la
cultura de masas:
A. Concesión de status: significa que le dan importancia a determinadas
actitudes o comportamientos por encima de otros. Tener un objeto parece ser
importante y como empresas de comunicación lo utilizan, en su propio
beneficio, por ej.: una propaganda que presenta a una mujer comprando una
determinada marca de desinfectante, se la muestra como una madre ideal
preocupada por su familia.
B. Imposición de normas sociales: los medios de comunicación tienen la
capacidad de establecer de alguna manera lo que está bien o mal, lo que
genera que muchas personas imiten conductas que a veces lleven a un
perjuicio personal. Por ejemplo, el consumo de tabaco, alcohol o drogas en
películas naturaliza estos hábitos y minimiza sus consecuencias.
C. Superconformismo: los medios masivos tienen la posibilidad de saturar con
información, y esto genera en las personas, ya no la rebeldía, sino una
aceptación de las cosas como son, y de generar cierta “pasividad” frente a lo
que sucede, de modificar percepciones sobre fenómenos. Ej.: los casos de
inseguridad, la tolerancia o hasta indiferencia hacia ciertos crímenes.

Bolilla 3. Punto 3.

La formación de la cultura argentina.


Juan Carlos Agulla plantea que la conformación de la cultura argentina, se
produce a partir de dos perspectivas diferentes:
1. CULTURA CON VOCACIÓN MODERNISTA
2. CULTURA AUTÓCTONA
Con esta distinción, el autor quiere demostrar que nuestra cultura no es resultado
de un proceso homogéneo, sino fruto de conflictos producto de una
heterogeneidad cultural inicial.

Cultura con vocación modernista Cultura autóctona


Se asienta principalmente en lo que Propia del interior del país. Es propia
es el centro del país, en Buenos Aires de las comunidades con un gran
y zona pampeana. Es producto de la apego al territorio y la mirada en este
fascinación de las élites respecto a caso es hacia adentro, donde se
Europa y de una concepción valoriza la tradición y la familia.
evolucionista del desarrollo intelectual
y cultural. Está orientada hacia afuera
y ligada fuertemente a la ideología
liberal.

Distintas interpretaciones.
Siguiendo lo postulado por Juan Carlos Agulla, vemos que de la combinación y los
conflictos que se produjeron entre la cultura con vocación modernista y la cultura
autóctona surge la cultura argentina propiamente dicha. ¿Por qué se habla de
conflicto? Porque el proyecto político que encaró la cultura con vocación
modernista tenía pensado un modelo de país que necesariamente debía ser
impuesto. Esta imposición trajo conflictos y también el aislamiento de las
comunidades territoriales de la cultura autóctona. Es así que el interior del país
entró en tensión con el centro (Buenos Aires y alrededores) que buscaba
desarrollarse, pero donde los otros tenían una integración casi subordinada, en
tanto se adaptaran a los valores y a las características de esa cultura con vocación
modernista.
Cuando el autor compara los valores propios de cada una de estas
manifestaciones culturales sostiene que la cultura autóctona se relaciona con la
amabilidad, la hospitalidad y la lealtad. En contraste, los valores propios de la
cultura con vocación modernista se relacionan con el progreso, la ciencia, el
desarrollo, es decir, valores implementados a un proyecto que quería acercar a la
Argentina de entonces a Europa.

Otra visión la proporciona Luis García Fanlo (sociólogo argentino). Este autor
afirma que la Argentinidad no existe. Son prácticas que realizamos, son forzadas,
producto de imposiciones de los distintos gobiernos que deliberadamente han
tratado de crear la Argentina. Fanlo establece que no siempre la conformación de
un Estado implica la formación de una Nación1. A veces primero viene la

1
Nación es un concepto eminentemente étnico y antropológico, referido a un grupo
humano unido por vínculos naturales, y compartes rasgos étnicos, culturales y religiosos.
organización política, que tiene actores interesados, y luego viene la producción
de la Nación, que viene a ser una unidad antropológica y social. Luego de
atravesar todo el proceso de enfrentamientos internos, proyectos políticos
diferentes, intentos de lograr determinados acuerdos y fomentar flujos
inmigratorios cuyo número fue superior al de la población de aquel momento, se
hizo necesario implementar estrategias políticas para fomentar la cohesión de una
población muy heterogénea. Así se trataría de construir una argentinidad, de
manera artificial y direccionada.

Cultura nacional y modelos extranjeros.


Los distintos proyectos políticos que ha tenido Argentina, han tenido diversas
representaciones, respecto a cómo debía ser una Nación. No había un único
proyecto, el Proyecto Político Liberal: desde el siglo XIX y principios del siglo XX
había un modelo cultural evolucionista, una admiración por lo europeo, valores
propios del liberalismo tales como: la libertad de circulación de bienes y servicios,
el respeto a la propiedad y también la producción de cierta igualación en términos
políticos. Quizás no hubo igualación en otro sentido: en lo económico o social,
pero si una ampliación de la ciudadanía.

Modelos culturales de la dirigencia política en la historia nacional.

Su estudio puede dividirse en varias etapas diferenciadas:

Modelo Liberal: Desde la década de 1880 hasta 1930 se desarrolló el modelo


agroexportador, que tuvo un gran impacto a nivel cultural. Se concebía a la
Argentina como un país integrado al mundo, incluido políticamente, en un sentido
de ciudadanía civil y política, como un indicador de desarrollo o de evolución.
Durante la implementación de este proyecto de país, se instauró el voto universal,
secreto y obligatorio, y además se realizó una enorme apuesta a la educación, se

Estado, en cambio, es un concepto jurídico y político: designa a la nación jurídica y


políticamente organizada sobre un territorio. (Borja, 2011)
preocupó por ella en un sentido tradicional, es decir, por la alfabetización y se
propuso construir nuestro desarrollo con la inmigración y lo logró. Si bien hay que
destacar que se buscaba atraer inmigrantes provenientes del norte de Europa con
el objetivo trasplantar la cultura europea a la Argentina, en concordancia a la
postura modernista mencionada anteriormente.
La escuela pública fue uno de los instrumentos más exitosos a la hora de generar
una cultura argentina.

Modelo Populista: Luego del Golpe de Estado de 1943 que puso fin al período
conocido como “La Década Infame”, comienzan a incorporarse nuevos valores
vinculados a la Justicia Social, la solidaridad, la lealtad política, el nacionalismo
militar. Este modelo marca una transformación muy profunda en nuestra sociedad
porque involucra una fuerte intervención del Estado en varias áreas como la
política, la economía y la cultura, desarrollo de la comunicación, apelación a lo
emotivo de las masas, etc.
Esta etapa tuvo un corte abrupto con el Golpe de Estado de 1955,
autodenominado Revolución Libertadora cuya finalidad principal era desperonizar
a la sociedad.

Modelo Desarrollista: Vuelve a apostar por la Industrialización, y para ello la


educación para a ser el medio para producir mano de obra calificada. En este
contexto había un alto grado de alfabetización que favorecía este proceso, pero el
talón de Aquiles estaba dado por la apertura a los capitales extranjeros. El escaso
control respecto de las inversiones extranjeras llevó a un empobrecimiento de la
industria nacional, problemas con la balanza de pagos y endeudamientos que
siguieron por décadas. A nivel social, hubo una profundización de las
desigualdades existentes entre los distintos desarrollos regionales, dado que la
mayor cantidad de inversiones se hacían en la zona de Buenos Aires.
Este modelo termina en la década del 70’.
Modelo Occidental y Cristiano: A partir de 1976, se instaura una política
descarnada de intolerancia y violencia. Este modelo cultural se caracteriza por ser
conservador, desmovilizador, individualista y pretendidamente nacionalista. Esto
último se debe a que si bien se pregona el nacionalismo, en la práctica el país
queda sumido en deudas y se destruye la industria nacional. Este modelo cultural
estaba fundado en la paranoia, la desconfianza y la violencia. Se cuestionaban los
trabajos grupales por considerarlos subversivos porque provocaban la elusión de
la responsabilidad personal. Se fundó un plan sistemático de represión y
disciplinamiento de la sociedad, feroz e intenso. Aunque haya durado muy poco en
el tiempo marcó varias generaciones y ha costado mucho superar su impacto.

Modelo Democrático: La década de 1980 fue muy difícil para nuestro país, crisis
política y social, económicamente pobre y endeudada. Alfonsín hace una gran
tarea para levantarla, sus discursos eran “promesas democráticas”, habla del lugar
de la mujer, de una Argentina para todos. Hace un llamado a la integración, a la
construcción política, a la planificación. Se profundiza la alfabetización y la
educación para la democracia, entorno a valores como la tolerancia, el respeto por
los Derechos Humanos, la dignidad humana, la justicia. Sus grandes obstáculos
fueron la hiperinflación y el endeudamiento externo. A fines de 1989, dio lugar al:

Modelo Neoliberal: Con Menem se comienza a privatizar las empresas nacionales,


hay una tendencia a la desregulación, al retiro del Estado en la economía, y esto
significa desempleo público. Inventó la convertibilidad y con esto aparece una
estabilidad que hacía mucho no se vivía. Argentina está tomada por capitales
extranjeros. Con su segunda reelección Menem, luego de la reforma de la
Constitución Nacional de 1994, comienzan a observarse los problemas de este
modelo (aproximadamente 1996). Hizo aumentar la competencia, caer la
producción local, pérdida del empleo público, récord de desocupación, nunca
registrado en el país. Este modelo se basó en valores relacionados con el
consumo, con el éxito, la eficiencia, basado fuertemente en el individualismo y en
la privatización no sólo de empresas, sino, también en el aspecto humano. Su
modelo cultural pensado: en una Argentina integrada y pensada como queriendo
ser parte del primer mundo, en la ostentación y con esto aparece la pobreza
estructural y aparece la marginación. Surge el aumento de las desigualdades, de
las distancias entre ricos y pobres. La clase media se vio fuertemente afectada.

Corralito de 2001: Fue una crisis económica, social y moral. Como toda crisis
sistemática da origen a fenómenos, cosas distintas o posibilidades que de otra
manera no podrían haber existido, como el caso de la asunción varios presidentes
provisorios en medio de una gran inestabilidad política hasta la presidencia de
Néstor Kirchner en 2003.

Desde entonces se existen transformaciones culturales como las que se


enumeran a continuación:
- Revalorización de la política, la discusión y el pensamiento político.
- Revalorización de la participación social y política.
- Recuperación del rol de los intelectuales.
- Establecimiento del matrimonio igualitario.
- Desarticulación de los monopolios de los medios de comunicación masiva.
- Fuerte impulso al desarrollo científico y tecnológico.
- Vínculos con el resto de Latinoamérica.
- Exposición de problemáticas sociales como la violencia (escolar, de género),
las adicciones, la inseguridad, etc.

La cultura en la Argentina actual.


Luis Alberto Quevedo (2015) plantea que la cultura está en permanente mutación,
y en los últimos años el territorio de la cultura se ha ensanchado, entrecruzado y
complejizado.
En varios sentidos, el siglo XX fue un siglo lleno de transformaciones culturales y
de innovaciones, en el que la cultura tuvo un lugar central, en que los debates
políticos, las transformaciones profundas de la economía (capitalista, socialista o
mixta) y los cambios sociales se vieron tematizados en clave cultural. Fue un siglo
que no se cansó de experimentar, transgredir, innovar y sobre todo quebrar
tradiciones, en que las imágenes se volvieron industria, y la música, una forma de
lucha o de resistencia popular.
Por eso la cultura de hoy ya no consiste en un sistema de prohibiciones que
alimenten el espíritu transgresor, sino que más bien se presenta como un abanico
de propuestas que estimulen el desarrollo ilimitado del yo. Sin lugar a dudas, uno
de los grandes teóricos de la cultura sólida fue Pierre Bourdieu, quien sostenía
que hubo un tiempo en que cada oferta artística y en términos más generales,
cultural estaba dirigida a una clase social. Esto lo conocimos como teoría de la
adecuación: dime a qué grupo perteneces y te diré cuál es tu menú de consumos
culturales (o, al menos, las ofertas que la sociedad tiene preparadas para ti).
Señala Bauman (2013) que, según Bourdieu, las obras de arte destinadas al
consumo estético indicaban, señalaban y protegían las divisiones entre las clases,
demarcando y fortificando legiblemente las fronteras que separaban unas de otras.
Este paradigma, que alineaba los consumos y prácticas artísticas y culturales a
una estructura de clases, entró en crisis en el final del siglo XX. El desarreglo
comenzó con el rol de los medios masivos de comunicación (incluyendo internet)
por su capacidad de poner en disponibilidad e igualdad de condiciones todos los
productos culturales de una época. Si bien este proceso parece ser irreversible y
hoy en día ninguna obra de arte o ningún objeto cultural pueden atribuirse a una
clase social única, subsisten las diferencias en el acceso, aquel que Jeremy Rifkin
(2000) definió como una de las claves culturales de este tiempo. Se trata de un
concepto complejo y con varias aristas, que no se agota en la idea más simple y
conocida: tener o no tener acceso (como sinónimo de conectividad) a internet. El
acceso es algo que hace referencia la cultura argentina hoy a distinciones y
divisiones, que se refiere a quién está incluido y a quién queda excluido. El acceso
aparece como una potente herramienta conceptual para reconsiderar nuestras
concepciones del mundo y de la economía, como la metáfora más potente de la
próxima era.

A continuación se presentan temas que son objeto de análisis cultural de la


sociedad argentina actual.

El cuerpo está en el centro de la escena cultural. Lo encontramos por todas


partes: en los discursos referidos a la salud o a las buenas maneras de vida, en
las promesas de la ciencia de torcer cualquier destino biológico o en las formas en
que tenemos que vivir nuestra sexualidad. También en las publicidades sobre el
fitness, en los aparatos que sin que hagamos esfuerzo alguno moldean nuestros
músculos, o en los institutos que ofrecen equilibrios corporales basados en
milenarias prácticas orientales. Y por supuesto en las clínicas especializadas en
cirugías (cada vez más globalizadas, ya que la Argentina es un destino
competitivo en estas ofertas).
Así, el cuerpo que tenemos nunca está terminado: lo terminamos a medida de
nuestro de seo, lo intervenimos y moldeamos a voluntad. El cuerpo, lejos ya de
constituir un destino al que el sujeto debe abandonarse, pasó a ser un objeto de
diseño. Vivimos una época en que ha muerto definitivamente la idea del cuerpo
natural: la sucedió una concepción que lo presenta como un territorio de
intervenciones. En dos sentidos: intervenciones como cirugías estéticas y como
formas de accionar y hacer trazos sobre la piel con tatuajes, piercing, teñidos,
rapados, etc. Podríamos preguntarnos qué sociedad no ha perforado o teñido su
piel o modificado los cuerpos. Todas lo han hecho. Pero ninguna conforme al
discurso de la extrema personalización, con una licencia social de ocuparse de
uno mismo, en una búsqueda que no se vincula con la pertenencia a un nosotros,
sino como un signo de la relación específica con la construcción de un yo.

Otro rasgo cultural está dado por las formas de apropiación del espacio público.
En todos los grandes centros urbanos el uso de la ciudad como espacio de
socialización y encuentro sigue siendo muy significativo. La enorme cantidad de
eventos colectivos en sus calles, la variada oferta cultural (cine, teatro, recitales,
espectáculos de todo tipo), los eventos deportivos callejeros, los circuitos urbanos
que se han desarrollado en los últimos años como la Noche de las Librerías, las
distintas ediciones de La Noche de los Museos (que suponen una apropiación
nocturna y gratuita de los espacios de arte), la proliferación de maratones o
running urbano, los circuitos/ferias gastronómicos callejeros, los mercados de
productos orgánicos o especializados en cocinas étnicas, las ferias artesanales en
permanente expansión (aunque de manera desigual) por toda la ciudad, el uso
cada vez más extendido de las bicicletas y sus sendas exclusivas, llevan a una
gran circulación de personas, reafirman la apropiación del espacio público y no
han dejado de multiplicar su oferta de actividades.

Otro fenómeno cultural está dado por las migraciones, que producen encuentros
entre poblaciones con características culturales distintas, y dan lugar a
negociaciones entre identidades, lenguajes, ordenamientos jurídicos y nuevas
relaciones de poder. En Latinoamérica fue Néstor García Canclini en 1990 con su
texto Culturas híbridas quien estableció el canon (o, al menos, el sistema de
pensamiento más estructurado y complejo) para pensar la hibridación cultural en
un continente que se debate entre tradición/modernidad, Norte/Sur, local/global; y
sus ciudadanos negocian sus identidades, diferencias, desigualdades y
multiculturalidad.

El siglo XXI nace con una impronta tecnológica que lo distingue del inicio del siglo
XX y de cualquier otra época de la humanidad. Es un siglo surgido en medio de
una revolución que está en plena expansión y cuyos límites siguen siendo
imprecisos. Por supuesto, cada momento de la modernidad se ha caracterizado
por un cambio tecnológico que moldeó y construyó su horizonte productivo, sus
formas de conocimiento y los imaginarios que anidan en la sociedad. Pero el siglo
XXI ha vivido todo esto de manera dramática gracias a tres elementos que no
estuvieron presentes en otros momentos de la historia: la velocidad de estos
cambios, la disponibilidad de (buena parte de) los saberes, la información y el
conocimiento a nivel global y, por último, el efecto de mundialización cultural que
caracteriza a la época.

Hay nuevos modos de leer y nuevas formas de producir y hacer circular


producciones culturales, pero también entran en juego los usos de las redes
sociales en la web, como Twitter, Facebook, Instagram, YouTube. En este sentido,
el territorio de las prácticas culturales juveniles es especialmente interesante
porque sus protagonistas llegaron a este mundo donde la aparatología no se les
presenta como una novedad, sino más bien como una segunda naturaleza. Los
jóvenes no sólo son los que adoptan los cambios y las propuestas tecnológicas
con mayor facilidad; su mundo es este, el que está poblado de aparatos que no
cesan de cambiar, hibridarse y sobre todo aparecer como disponibles cada vez a
más gente. Estamos en una época en que el tiempo y el espacio se han
comprimido de una manera tan inédita como irreversible, y lo que antes
necesitaba algunas décadas para registrar cambios se produce actualmente en un
parpadeo.

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