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Lopez Jordán

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FOLIA HISTORICA

DEL NORDESTE

24
FOLIA HISTORICA DEL NORDESTE
EQUIPO EDITORIAL

Directora María S. Leoni


Director Emérito Ernesto J. A. Maeder
Subdirectora María G. Quiñonez
Editora General María L. Salinas

Comité Editorial Comité Académico


Liliana Brezzo (UCA-Conicet) Arno Alvarez Kern (PUCRS)

Pablo Buchbinder (UNGS-Conicet) Marta Bonaudo (UNR-Conicet)

Gonzálo Pasamar (Universidad de Zaragoza) José Braunstein (Conicet)

César Tcach (UNC-Conicet) Enrique D. Bruniard (UNNE)

Cristina Valenzuela (UNNE-Conicet) Luc Capdevila (Université Rennes 2)

Guillermo Velazquez (UNCPB-Conicet) Dora E. Celton (UNC-Conicet)


Noemí Girbal de Blacha (UNQ-Conicet)
Asistentes de edición y corrección Ramón Gutiérrez (Cedodal-Conicet)
Hugo H. Beck (UNNE-Conicet) Norma C. Meichtry (UNNE-Conicet)
María B. Carpio (UNNE- Conicet) Eduardo F. Muscar Benasayag (UCM)
Fátima V. Valenzuela (UNNE-Conicet) Ricardo Scavone Yegros (Ministerio de Relaciones
Exteriores, Paraguay)
María I. Guillán (Conicet)
María A. Zurlo (UNNE)
Cristian R. Toullieux (Conicet)

Maquetación y Diseño de Tapa Distribución y canje


Cristian R. Toullieux María L. Buompadre (lbpadre@bib.unne.edu.ar)
Gladys M. Molina (mirmolina.iighi@gmail.com)

ISSN 0325-8238 Imágenes de Tapa


© Copyright by IIGHI, 2015 LÓPEZ, Cándido (Artista)
Hecho el registro que marca la ley 11.723
Imagen 1. Ataque de la escuadra brasileña a las
Impreso en Argentina baterias de Curupayti, el 22 de septiembre de 1866.
Imagen 2. Asalto de la 1ra columna brasileña a
Curupaytí (al mando de Cnel. Augusto Fco. Caldas).
Imagen 3. Después de la Batalla de Curupaytí. Museo
Nacional de Bellas Artes.

La revista Folia Histórica del Nordeste se encuentra en los siguientes índices y catálogos internacionales:
Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas. Catálogo Latindex. Latbook. UNIRED. Handbook of Latin
American Studies, Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). Online Catalogs of Library of
Congress, University of California, University of Texas, University of Florida, University of Berkeley, University of
Pittsburgh.
24
FOLIA HISTORICA
DEL NORDESTE

ISSN 0325-8238
Resistencia, Chaco - Diciembre 2015
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES GEOHISTORICAS
INSTITUTO DE HISTORIA - FACULTAD DE HUMANIDADES
CONICET - UNNE
FOLIA HISTORICA
DEL NORDESTE

24
ÍNDICE

NOTA EDITORIAL
Nota editorial 5

ARTÍCULOS

Mónica Alabart
Gauchos, Montoneras y Caudillos: una interpretación a través de la
historieta El Chumbiao, de Fermín Chávez y Juan Arancio 9

Mariana A. Pérez
Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la
subordinación y la autonomía (1862-1867) 33

Enrique César Schaller


Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y
actividad comercial (1816-1855) 57

DOSSIER “150 AÑOS DE LA GUERRA DEL PARAGUAY: NUEVOS


ENFOQUES TEÓRICOS Y PERSPECTIVAS HISTORIOGRÁFICAS”

Liliana M. Brezzo
Introducción93

Dardo Ramirez Braschi


Interpretación jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación Argentina referente a los saqueos paraguayos en Bella Vista (1865) 99

Herib Caballero Campos


Entre el recuerdo y la reivindicación: apoteosis, el Álbum
conmemorativo de la inauguración del Panteón Nacional de los Héroes 113
Ignacio Telesca
La guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en
el Paraguay de fines del XIX e inicios del XX 129

Luiz Felipe Viel Moreira


Batista Pereira um nacionalista liberal da velha república brasileira 149

DOCUMENTOS Y NOTAS

María del Mar Solís Carnicer


La Historia Regional en la Argentina. Sus aportes y desafíos para el futuro163

María Silvia Leoni


Historia y Región: la Historia Regional de cara al siglo XXI 167

Susana O. Bandieri
La Patagonia en clave regional: un camino posible para una
historiografía renovada 179

Sandra Fernández
La perspectiva regional/local en la Historiografía Social Argentina 187

BIBLIOGRAFÍA

María L. Buompadre
Bibliografía referida al Nordeste 2014 – 2015 203

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

De Santis, Guillermo; Benito Moya, Silvano; Berdini, Javier; Carmignani,


Marcos
Cuerpos Vivos. Un tratado de Física del siglo XVIII, Córdoba, Centro de
Estudios Históricos “Profesor Carlos Segreti”, 2014, 260 pp. por Fernando Ariel
Pozzaglio221

NORMAS PARA LA CONTRIBUCIÓN DE TRABAJOS ORIGINALES


Normas para la contribución de trabajos originales 227
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - p. 5-6

NOTA EDITORIAL

Presentamos el N° 24 de la Revista Folia Histórica del Nordeste, publicación


interesada en difundir investigaciones originales sobre la región Nordeste en sentido
geográfico amplio, que intenta también aportar desde enfoques interdisciplinarios
la perspectiva histórica que siempre nos ha guiado. Recordamos que la revista ha
transitado por las evaluaciones correspondientes y ha sido aceptada en el Núcleo
Básico de Revistas Científicas Argentinas del CONICET, razón por la cual esta edición
corresponde al segundo número del año 2015.
Este número ofrece en la sección Artículos tres aportes históricos que desde
diferentes miradas focalizadas en los espacios provinciales, nos permiten pensar la
construcción del poder político-económico durante el siglo XIX en la Argentina. La
siguiente sección presenta la primera parte de un Dossier denominado “150 años del
inicio de la Guerra del Paraguay. Nuevas preguntas - Nuevos abordajes” coordinado
por la Dra. Liliana Brezzo y el Dr. Ignacio Telesca, recoge cuatro investigaciones
recientes y originales sobre la problemática de la Guerra del Paraguay vinculados a los
usos políticos de la Guerra.
La sección Notas y Documentos inicia con una introducción a cargo de la Dra.
María del Mar Solís Carnicer y pone al alcance del lector tres conferencias de importantes
historiadoras especializadas que reflexionan la cuestión de la construcción, los alcances
y problemas de la historia regional en las últimas décadas, teniendo en cuenta diferentes
espacios historiográficos locales. Por último se incluye la sección Reseñas que refleja
las novedades editoriales.
Agradecemos y valoramos el respaldo y la confianza que han depositado en
nosotros los integrantes del Comité Académico y Comité Editorial especialmente, la
generosa y profesional tarea de los 35 árbitros que participaron en este número. Invitamos
a la comunidad académica a continuar apoyando a esta publicación con el envío de
trabajos para las diferentes secciones, aportes que nos permitirán seguir creciendo.

Equipo editorial

5
Artículos
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 9-32

GAUCHOS, MONTONERAS Y CAUDILLOS: UNA INTERPRETACIÓN A


TRAVÉS DE LA HISTORIETA EL CHUMBIAO, DE FERMÍN CHÁVEZ Y
JUAN ARANCIO

Gauchos, Montoneras and Leaders: an Interpretation through the Comic Strip


El Chumbiao by Fermín Chávez and Juan Arancio

Mónica Alabart*

Resumen
El Chumbiao es una historieta cuyo guión fue escrito por el historiador Fermín Chávez con dibujos
de Juan Arancio, que apareció en Clarín en enero de 1967 y narra las aventuras de Gerónimo Romero, un
gaucho matrero jordanista. Este artículo analiza cómo en el marco de un registro no académico como el de
la tira El Chumbiao que ficcionaliza un momento de la historia argentina del siglo XIX, paradójicamente
los autores construyen una representación de la participación de los sectores populares, los gauchos, que
integraban las montoneras federales, superadora de las miradas clásicas del propio revisionismo y se
emparenta con perspectivas actuales que los consideran actores políticos.

<Gauchos> <montoneras> <revisionismo> <rebelión jordanista>

Abstract
El Chumbiao is a comic strip whose screenplay was written by the historian Fermín Chávez
with drawings of Juan Arancio. This comic strip appeared in Clarín on January 1967, and it narrated the
adventures of Geronimo Romero, a gaucho matrero jordanista. Hence, El Chumbiao fictionalizes one point
in the history of the nineteenth century in Argentina. This article analyzes how, under a non-academic record
as the comic strip El Chumbiao, the authors paradoxically construct a representation of the participation of
the popular sectors, the gauchos, who formed the federal montoneras, that overcomes the classic views of
the revisionism itself, and is related to current perspectives that consider them as political actors.

<Gauchos> <montoneras> <revisionism> < jordanista rebellion>

Recibido: 29/03/2015 // Aceptado: 08/10/2015

* Lic y Prof. en Historia; UNGS-UBA. malabart@ungs.edu.ar

9
ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

1. Introducción
“A fines de 1870, fuerzas de López Jordán comandadas por un
gaucho a quien le decían “El Chumbiao” cercaron la ciudad de
Paraná. Una noche aprovechando un descuido de la guarnición,
los montoneros lograron atravesar las defensas y dieron,
a caballo, toda la vuelta de la plaza central, golpeándose la
boca y burlándose. Luego, entre pifias y silbidos, se fueron. La
guerra no era para ellos la ejecución coherente de un plan sino
un juego de hombría”. (Borges, 2011: 428)

Contaba Jorge Luis Borges que esta anécdota pertenecía a la tradición oral
de su casa.1 En su relato, el escritor recuperaba el hecho histórico introduciendo una
manera de ver lo que representaba la guerra para los gauchos, para las montoneras
que integraban los ejércitos federales, así en su mirada: “la guerra no era para ellos la
ejecución coherente de un plan sino un juego de hombría”. Las masas de jinetes nómades
no encaraban la guerra con un propósito sino como un juego de masculinidad, coraje,
ostentación, no sabían obrar de otro modo, no sabían qué hacer frente a la ciudad.2
Sobre este suceso singular se conservan documentos históricos y el historiador
Fermín Chávez pudo reconstruir otra versión de cómo habían sido los hechos. Sin
embargo, nos interesaba comenzar con esa imagen literaria, ya que además de referirse
específicamente al tal “Chumbiao” y a la trascendencia de sus “hazañas” que llegaron a
través de la tradición oral, expresa una representación sobre el gaucho y las montoneras
del siglo XIX que coincide con la tradición interpretativa que la historiografía conformó
a partir de la mirada de las elites decimonónicas liberales. En esa interpretación,
“montonera” designaba una forma inorgánica de acción armada de los sectores
populares rurales que brindaban su apoyo a algún caudillo, un jefe local o regional que
se caracterizaba por un ejercicio “bárbaro” de la autoridad. Los montoneros mantenían
lazos de obediencia y lealtad con sus caudillos, y el fervor y el entusiasmo con que
luchaban eran considerados producto de atavismos sociales, de la adhesión ciega al líder
o como resultado de la manipulación de éste sobre la base de relaciones paternalistas
(Fradkin, 2006).
Gauchos, montoneras y caudillos fueron resignificados por la historiografía
revisionista en su desafío por construir una visión de la historia que impugnara la
interpretación heredada de la tradición liberal. En su perspectiva resultó clave la ruptura
con la identificación entre barbarie y caudillismo y la reivindicación de los caudillos del
interior y las luchas de las montoneras federales de la segunda mitad de siglo XIX como
exponentes de un proyecto nacional popular frustrado. Sin embargo, en su mirada no
1
Su abuelo, el coronel Francisco Borges participó en la represión de la rebelión jordanista y estuvo en
la defensa de la ciudad de Paraná ocupada por las fuerzas nacionales en 1870. En el texto “Historias
de Jinetes” el gaucho “El Chumbiao” fue recuperado por el escritor junto a una lista de otros gauchos
literarios más famosos como Fierro, Cruz, el gaucho de El Payador y Don Segundo Sombra (Borges,
2011: 428-429).
2
Sandra Contreras realiza un interesante análisis de este poco conocido texto de Borges (Contreras, 2008).

10
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 11-32

innovaron con respecto al estudio de la participación popular y sus trabajos se centraron


en los caudillos, en los líderes.
Fermín Chávez fue uno de los historiadores de la corriente que se abocó al
estudio de los caudillos -entre ellos el entrerriano Ricardo López Jordán- y las montoneras
federales de ese período; publicó diversos trabajos en las décadas de 1960 y 1970. En
esos años, convocado por el diario Clarín junto al dibujante Juan Arancio, crearon
la historieta El Chumbiao basada en la figura del capitán Gerónimo Romero, aquél
gaucho integrante de las fuerzas de López Jordán del que escribía Borges, contando sus
aventuras a partir de la derrota de la primera rebelión jordanista en Ñaembé.
Como ha sido señalado, gauchos y montoneras fueron fundamentales en el
proceso histórico argentino del siglo XIX y en la formación de la cultura nacional, sin
embargo, su tratamiento en la historiografía ha sido desparejo y a pesar de los renovados
enfoques sobre el tema, discernir las motivaciones, las ideas, las intenciones de los
grupos populares al momento de pasar a la acción sigue siendo uno de los problemas
más complejos de la historia popular. De acuerdo con Di Meglio y Fradkin (2013) en
algunos casos, los ensayos o los relatos de ficción reponen las voces y la agencia de los
sectores populares proponiendo conjeturas que la historiografía no puede resolver.
En este artículo analizamos cómo en otro ámbito de expresión por fuera del
marco académico, como el de la historieta El Chumbiao, que cuenta las aventuras de
un gaucho matrero en el contexto de las rebeliones de López Jordán, paradójicamente,
Chávez propone una interpretación de la participación de los sectores populares, los
gauchos que integraban las montoneras federales, que complejiza las miradas clásicas
del propio revisionismo y se emparenta en algunos aspectos con perspectivas actuales
que buscan reponer la experiencia de la participación popular y su relación con los
caudillos, sus motivaciones, estrategias y orientaciones ideológicas considerándolos
como actores políticos.

2. Montoneras y Caudillos en la interpretación revisionista


Para los primeros revisionistas las cuestiones de las montoneras y los caudillos no
fueron preocupaciones centrales ya que su interés sobre el pasado estaba más vinculado
a la elaboración de una interpretación en torno a las consecuencias ocasionadas por el
vínculo establecido entre Argentina y Gran Bretaña y en la condena al colonialismo.3 No
obstante, desde su mirada crítica a la perspectiva liberal, en contra de esa historia que
llamaron “falsificada”, Julio y Rodolfo Irazusta, Manuel Gálvez, Ramón Doll, Ernesto
Palacio, Ricardo Font Ezcurra, entre otros, agrupados en el Instituto de Investigaciones

3
Halperín Donghi menciona que la primera obra representativa del revisionismo La Argentina y el
imperialismo británico, de Julio y Rodolfo Irazusta, publicada en 1934, era parte de una severa condena
a la firma del pacto Roca-Runciman que había constituido a la Argentina en un dominio británico y
buscaba las raíces de esa abominación en el pasado nacional, para encontrarla en la presencia de una
oligarquía, que exceptuando el período de Rosas, dominó la vida del país durante un siglo. El eje pasaba
por la condena al imperialismo y no consagraba a la figura de Rosas, ni a su régimen ningún examen
detenido (Halperín Donghi, 2005: 23-24). También se refiere al mismo tema (Buchbinder,1998: 46).

11
ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

Históricas “Juan Manuel Rosas”, fundado en 1938, comenzaron a ocuparse directa o


indirectamente del problema del caudillismo.
A pesar de la heterogeneidad y diversidad que caracterizó a los autores de la
corriente, sus interpretaciones compartían la reivindicación de Juan Manuel de Rosas
como defensor de la soberanía y forjador de la unidad nacional.4 Dos aspectos de la
gestión de su gobierno resultaron particularmente atractivos: uno, era la capacidad del
gobernador caudillo de crear un fuerte liderazgo por encima de las clases y grupos de
la sociedad que gobernaba, logrando mediatizar no sólo a las clases populares sino
también a las elites; el otro, estaba vinculado al enfrentamiento de las amenazas externas,
especialmente la resistencia a los dos bloqueos, coronados por el triunfo, en uno de los
cuales había participado Gran Bretaña (Halperín Donghi, 2005: 22).
También coincidían en que los caudillos del interior habían tenido un papel
relevante en las primeras décadas de vida independiente en la defensa de los valores
católicos, de un orden paternalista y de los intereses provinciales frente al centralismo
porteño y liberal. Sin embargo, los caudillos del interior tuvieron una presencia muy
escasa en las primeras publicaciones del instituto. Las referencias a ellos eran generales
y sólo hubo algunos artículos y conferencias que se ocuparon de su tratamiento.5
Las interpretaciones sobre el caudillismo de los primeros autores revisionistas
se centraron fundamentalmente en: discutir y negar la identificación entre barbarie
y caudillismo, propia de las obras clásicas de la historiografía liberal, atribuir la
responsabilidad de las guerras civiles a los gobiernos centrales, afirmar que los
caudillos habían encarnado la reacción popular contra el centralismo abusivo y señalar
la vinculación entre caudillismo y federalismo.6
Si bien el rosismo y la época de Rosas siguieron ocupando un lugar importante en
las publicaciones del instituto, durante las décadas de 1950 y 1960 algunos historiadores
revisionistas se dedicaron a reivindicar a los caudillos de la segunda mitad del siglo
XIX tales como Ángel “Chacho” Peñaloza, Felipe Varela y Ricardo López Jordán, entre
otros. Los libros de Fermín Chávez, Vida y Muerte de López Jordán (1957), Vida del
Chacho. Ángel Vicente Peñaloza (1967) y de Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis
Duhalde Felipe Varela contra el imperio británico (1966), fueron una clara expresión
del interés que motivaba la problemática. Tanto fue así, que hacia mediados de la década
de 1960 al interior de la propia corriente se produjo un debate en torno al caudillismo que

4
Obras como Juan Manuel de Rosas. Su vida, su drama, su tiempo (1930) de Carlos Ibarguren; Ensayo
sobre Rosas (1936), de Julio Irazusta; Vida de Don Juan Manuel de Rosas (1940), de Manuel Gálvez;
son parte de esta producción historiográfica. Si bien cabe mencionar que había muchas diferencias
entre las miradas que los propios revisionistas brindaban sobre Rosas, lo que llevó a Ramón Doll en un
artículo publicado en la revista del propio instituto a hablar de un “rosismo de derecha” y un “rosismo
de izquierda”, estas diferencias estaban vinculadas con la utilización política de sus planteos (Cataruzza,
2003: 153-155).
5
Hay muy pocos trabajos sobre los caudillos de la primera mitad del siglo XIX aunque el instituto realizaba
homenajes que recordaban anualmente a Manuel Dorrego y a Facundo Quiroga.
6
Particularmente la obra global de este primer revisionismo de Ernesto Palacio, La historia falsificada
(1939) y los textos de Ricardo Font Ezcurra (1940) y de Julio Irazusta (1946).

12
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 13-32

tuvo como principales protagonistas a los anteriores autores mencionados.7 La polémica


se desencadenó a partir de las afirmaciones expresadas por Ortega Peña y Duhalde
en su libro sobre Felipe Varela, a las que Fermín Chávez consideró “apreciaciones
erróneas” de los autores sobre la actitud de la escuela revisionista con respecto al
caudillo catamarqueño y los montoneros (Chávez, 1966). La principal cuestión estaba
vinculada a que Ortega Peña y Duhalde habían señalado que el “excesivo rosismo” del
revisionismo dificultó el acercamiento de los historiadores de la corriente a la figura de
Felipe Varela, lo que sumado a la participación del caudillo en la Coalición del Norte
contra Rosas, su proclama de 1866 y su adhesión a Urquiza, lo habían hecho aparecer
a los ojos de revisionistas como una especie de “anti-Rosas”, un personaje de menor
jerarquía. Chávez consideraba que esas críticas eran simplificadoras y carecían de base
documental. Varela y Peñaloza habían sido tratados por diversos autores en las décadas
de 1940 y 1950 y escritores revisionistas habían visto a Varela y el Chacho no como
anti rosistas sino como caudillos populares representantes del sentimiento federal de las
provincias después de Pavón.8
Chávez demostraba que la recuperación de los caudillos del interior de la
segunda mitad del siglo XIX por autores enrolados en el instituto era anterior a la obra
de Ortega Peña y Duhalde, lo que claramente parecía diferenciar los trabajos entonces,
era que esa reivindicación en los primeros estaba más ligada al carácter de líderes de
masas populares, en tanto que en los segundos, se hallaba vinculada al rol clave que
asumieron en la lucha contra el imperialismo. Ortega Peña y Duhalde consideraban
el antiimperialismo de Felipe Varela como una continuación de un plan político que
había tenido a Rosas como su principal ejecutor al mismo tiempo que consideraban a
las montoneras como expresión de la lucha de las clases del campesinado proletario
contra la oligarquía terrateniente, y veían en ellas un movimiento político de carácter
igualitarista (Ortega Peña y Duhalde, 1966: 10, 130-131, 163-164).
Para Chávez los caudillos de la segunda mitad del siglo XIX como Varela, el
Chacho y López Jordán encarnaban la “defensa del interior, de la Argentina Continental
frente a la Argentina del Puerto. Una defensa no demasiado clara, nítida, con sus más y
sus menos” (Chávez, 1975). En Vida del Chacho, plantea que luego de la subordinación
comercial de Urquiza a los hombres del puerto después de la batalla de Pavón y su
7
En la década de 1960, las diferencias políticas internas entre los miembros del instituto y las dificultades
económicas provocaron la interrupción de la publicación de la revista y la separación de algunos de sus
integrantes. De todos modos, los conflictos internos continuaron, en parte motivados por la continuidad
y la renovación de sus colaboradores, sobre todo por la incorporación de ex miembros del Movimiento
Nacionalista Revolucionario Tacuara; así, viejos nacionalistas, peronistas y promotores de un nuevo
revisionismo volcado hacia el peronismo de izquierda protagonizaron la polémica. En ese contexto, se
desató el debate historiográfico en torno al caudillismo, al que hacemos referencia. El otro tema que
generó polémica fue la Guerra del Paraguay (Stortini, 2004).
8
Fermín Chávez cita a numerosos autores que se habían dedicado a la investigación sobre el Chacho
Peñaloza: desde las páginas de Corvalán Mendilaharzu, Ricardo Caballero y Dardo López de la Vega,
hasta autores revisionistas como Santos López. Menciona que en 1949, Dardo de la Vega Díaz y Héctor
Barrionuevo, revisionistas no rosistas, dieron a conocer un valioso material sobre Felipe Varela y la
batalla de Pozo de Bargas. Por último, cita también sus propios trabajos de la década del ‘50 en los que
se había ocupado de Felipe Varela (Chávez, 1966: 11).

13
ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

defección de la causa federal, fueron los jefes populares como el Chacho y López Jordán
quienes siguieron defendiéndola (Chávez, 1967).
Más allá de los diferentes momentos e interpretaciones al interior de la
corriente, nos interesa destacar que si bien el revisionismo recuperaba a los caudillos
acentuando su rol de líderes y representantes de las clases populares, o como defensores
de los intereses nacionales frente al imperialismo, sus trabajos se centraron en ellos,
limitándose a celebrar el apoyo popular y la participación del pueblo en las montoneras
sin generar estudios historiográficos sobre las clases que estos líderes representaban.
Por consiguiente, resulta interesante analizar la mirada de Fermín Chávez sobre
la participación popular a partir de la historieta El Chumbiao, basada en un personaje
subalterno como el capitán Gerónimo Romero, ya que desde un registro no académico,
desde una reconstrucción ficcional, en la que como decía el autor “no pesan los límites
de la historiografía”9 propone una interpretación de la acción de los gauchos y las
montoneras que no abordó en sus estudios históricos.

3. Cuando la historia visita a la leyenda: Gerónimo Romero “El Chumbiao”


“Cuando la historia visita a la leyenda”, así titulaba el diario Clarín un artículo
escrito por Fermín Chávez en su revista del domingo 15 de enero de 1967, en el que
anunciaba a sus lectores que había comenzado a publicar la historieta “El Chumbiao”.
Informaba que tras una intensa y erudita búsqueda, se había logrado reconstruir la vida
del capitán Gerónimo Romero, un matrero que peleó a las órdenes de Ricardo López
Jordán en Entre Ríos y fue compañero de José Hernández: “Ahora la vida épica del
personaje asoma en la historieta de Clarín” (Clarín Revista, 15 de enero, 1967: 4).
Chávez contaba que junto al historiador Aníbal S. Vázquez habían comenzado
la búsqueda del personaje histórico sin ninguna impaciencia, con algunos datos precisos
de sus hazañas y prontamente ayudados por su apodo, encontraron noticias en la prensa
periódica de la época. En una nota de junio de 1870, un corresponsal de guerra de La
Capital de Rosario que circunstancialmente se encontraba en Costa del Quebracho, una
localidad ubicada a doce leguas de Paraná, le escribía al redactor del diario en pleno
contexto de la rebelión jordanista mencionando al tal Chumbiao como “capitán” de
una gavilla de salteadores que andaban cometiendo delitos escondidos en los montes.
(Chávez, 1967a: 4).
Las crónicas de la prensa citada por Chávez se emparentan con la imagen que
transmitían los documentos de las autoridades políticas. El capitán Gerónimo Romero
oriundo de Gualeguay, perteneció a la facción federal y en 1865 participó en los
desbandes de tropas de Basualdo y Toledo que se opusieron a marchar a la Guerra del
Paraguay,10 debió hacerse matrero por ese entonces. En una carta que le enviaba Manuel
9
Esta afirmación de Chávez explicitando que se trataba de un registro diferente en cual no regían las
reglas del discurso historiográfico proviene de la nota que cometamos más adelante, en la que Clarín,
presentaba la historieta a sus lectores (Chávez, 1967a: 4).
10
En nuestra investigación sobre las deserciones de Basualdo y Toledo, nos encontramos con documentación
que imputaba a Gerónimo Romero como un promotor de los desbandes. Cartas del jefe político de
Nogoyá Coronel Manuel Navarro a Urquiza lo acusaban de incentivar a los hombres a no concurrir al

14
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 15-32

Navarro, jefe político de Nogoyá, al general Urquiza, le informaba que le remitía a


Rafael Rodríguez “muchacho vagabundo y haragán” que era hermano de “aquel
sargento Romero conocido como el Chumbiao, que andaba haciendo barullos cuando
yo reunía mi división en la Cañada Grande”.11 Lo habían perseguido sin poder tomarlo
y en ese momento, noviembre de 1866, sabía que se encontraba mandando una partida
de salteadores en el Departamento de Paraná.
Posteriormente, Romero se integró a las tropas de López Jordán actuando a lo
largo de la primera campaña. En mayo de 1870 con el comienzo de la rebelión estuvo
a cargo de la toma de la ciudad de Paraná. Allí ocurrió el hecho singular que referimos
en el epígrafe de Borges a través de la versión oral. El suceso quedó documentado por
Patricio Texo, el ex cónsul de Brasil en Paraná, en una carta que le escribió al ministro
de Guerra y Marina general Juan Andrés Gelly y Obes:

“Mi querido amigo: Hoy de cinco a seis de la mañana hemos


pasado un mal rato, más por la vergüenza que por el peligro.
300 a 400 gauchos se han entrado hasta la plaza principal
donde había como 400 infantes durmiendo al estremo que los
Sentinelas los sintieron cuando se los llevaban por delante pero
a los primeros tiros hulleron. Esto ha sido debido a la completa
nulidad de las autoridades militares, pues la tropa ni las armas
tenía cargadas, en fin es una vergüenza…”.12

La situación fue que después de dar unas vueltas a la plaza, gritando vivas a la
patria y a su jefe, los jordanistas se retiraron sin encontrar resistencia; el propio Romero,
le escribía a López Jordán desde Tres Sauces:

“En cumplimiento de la orden recibida de S:E, me marché para


el pueblo de Paraná con 200 hombres y a las cinco y media de la
mañana estuve en la plaza principal dando vivas en la puerta de
la jefatura de la policía a nombre de la patria y de V:E… Luego
les hicieron fuego a las demás partidas que había esparcido en
distintos puntos y no pareciéndome propia la pelea dentro del
pueblo para no ofender a la población, ordené la retirada a los
oficiales que encabezaban dichas comisiones a las orillas del
pueblo donde yo me retiré, parando a ver si salían los traidores
enemigos para combatirles”.13
reclutamiento diciendo que Ricardo López Jordán no iba a marchar a la guerra. Manuel Navarro a Justo J.
de Urquiza, Nogoyá, Campamento de las puntas de Cañada Grande, 23-9-1865, Fondo Urquiza, Archivo
General de la Nación (Alabart, 2015).
11
Navarro M. a Urquiza, J.J, Nogoyá, 12 de noviembre de 1866, FU, AGN.
12
Carta de Patricio Texo al ministro de Guerra y Marina Juan A. Gelly y Obes, 30 de mayo de 1870, Paraná,
Archivo personal de Fermín Chávez (Chávez, 1967a: 4).
13
Carta de Gerónimo Romero a Ricardo López Jordán, 20 de mayo, Tres Sauces, Archivo López Jordán, en
poder de Fermín Chávez (Chávez, 1967a: 5).

15
ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

De acuerdo con este testimonio, el episodio no había ocurrido a fines de 1870


como relataba Borges sino el 20 de mayo y los jordanistas encabezados por el Chumbiao
se retiraron, no porque la “guerra no fuera para ellos la ejecución coherente de un plan”,
sino porque después de despertar a los gritos a la infantería enemiga dormida, Romero
ordenó a sus fuerzas concentrarse a las afueras del pueblo para evitar la pelea dentro del
mismo y esperar allí para combatir. Su parte de guerra proseguía:

“…y después de algunas horas de haber estado allí esperando si


salían, tuve aviso que el Señor Coronel Ibarra había salido para
afuera antes con 100 y tantos hombres y que se hallaba en la
Costa del Sauce y temiendo ser abatido por nuestra retaguardia
por algún aviso que tuviese.
Me puse en marcha sobre él y habiendo llegado al punto le
encontré en marcha con al pueblo y después de haber tendido
la línea de fuerza para combatirle, me mandó propuesta que
no quería pelear en contra de sus paisanos y compañeros de
armas, a lo que nos estrechamos a conferenciar, dándome la
mano y un fuerte abrazo, como igualmente la tropa…”.14

Finalmente, Ibarra se puso a disposición de López Jordán comprometiéndose


con sus fuerzas a atacar a los enemigos que estuvieran en Paraná cuando éste lo
considerara oportuno. Los jordanistas no habían sufrido bajas y Romero terminaba su
parte a la espera de nuevas órdenes.
Hicimos una larga referencia a este episodio porque son escasos los testimonios
de los propios actores subalternos y nos daba la posibilidad de reponer las palabras
de Romero en una acción por la cual pertenece a la memoria colectiva.15 El hecho
que describe formó parte de una serie de acciones que se desencadenaron a partir del
desembarco de las fuerzas nacionales a la provincia que dio comienzo a las Rebeliones
Jordanistas.16 De acuerdo con su testimonio, el ataque a la ciudad de Paraná correspondía
14
Carta de Gerónimo Romero a Ricardo López Jordán, 20 de mayo, Tres Sauces, Archivo López Jordán, en
poder de Fermín Chávez (Chávez, 1967a: 5).
15
Un problema de la historia popular es que siempre aparece como acción colectiva, lo que torna muy
difícil reconstruir biografías populares ya que carecemos de documentos, sólo contamos con fragmentos,
referencias aisladas, expedientes judiciales, registros de terceros. Por ese motivo nos pareció muy valioso
transcribir un documento del propio protagonista que refiera al hecho. Sobre el tema de la dificultad para
encontrar las voces de los propios actores subalternos, ver la interesante entrevista a Ricardo Piglia en
(Di Meglio y Fradkin, 2013: 429-459).
16
El 11 de abril de 1870 Justo J. Urquiza fue asesinado por una partida de federales encabezada por Simón
Luengo; a los pocos días la Legislatura provincial eligió a Ricardo López Jordán como gobernador
provisorio y el presidente Domingo F. Sarmiento sancionó un decreto nombrando al general Emilio Mitre
comandante en jefe del ejército de observación que debía vigilar las costas del río Uruguay y por el cual
lo autorizaba a requerir a los gobiernos de Corrientes y Entre Ríos las milicias que creyera necesarias. El
19 de abril comenzó el desembarcó de las fuerzas nacionales en Gualeguaychú. López Jordán intentó a
través de la Legislatura provincial exigir el retiro de las fuerzas nacionales del territorio de la provincia y

16
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 17-32

a una operación organizada siguiendo órdenes impartidas por López Jordán, y la decisión
de no pelear dentro de la ciudad respondió a la incapacidad de respuesta de la infantería
y a la estrategia del propio Romero de “evitar ofender” a los pobladores, probablemente
en una búsqueda de legitimar sus acciones y conseguir adhesiones para la “causa”.
Este suceso tuvo su trascendencia y la fama de Romero fue creciendo. En
septiembre de 1870, el periódico jordanista La Nueva Era ofrecía a sus lectores una
fotografía del capitán Romero y un anuncio expresaba: “¡Retratos! Se hacen en la
fotografía francesa-inglesa. De todos los tamaños y los gustos. En la misma casa se
vende el retrato del comandante Romero y muchos otros”.17 Fermín Chávez encontró la
fotografía; la misma estuvo en manos de Jorge Luis Borges quien la había recibido del
coronel Francisco Borges.18

Figura 1. Retrato de Gerónimo Romero


Fotografía ofrecida por el periódico jordanista La Nueva Era en 1870

Fuente: Clarín Revista, domingo 15 de enero, 1967.

Todavía en esos años, los retratos fotográficos representaban un signo de status


de las elites,19 por este motivo es sumamente interesante que se conserve una fotografía

ante la negativa, el 23 de abril lanzó su proclama, la guerra había sido traída por los “eternos enemigos”,
“nuestra guerra no es sino en sostén de la autonomía de Entre Ríos” (Chávez, 1957: 204-22).
17
La Nueva Era, Gualeguay, septiembre, 1870 (Chávez, 1967a: 5).
18
Chávez contó que la fotografía estaba en poder de Amaro Villanueva, que antes había estado en manos de
Carlos Mastronardi y de Jorge Luis Borges por legado de su abuelo, la misma tenía al pie un autógrafo del
coronel Francisco Borges. El diario publicó la fotografía en una nota que escribió Fermín Chávez dando a
conocer a los lectores el comienzo de la publicación de la historieta “El Chumbiao” (Chávez, 1967a: 5).
19
En los primeros años del daguerrotipo el negocio de la fotografía fue monopolizado por los

17
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Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

de Gerónimo Romero. El retrato del Chumbiao parece una imagen cuidadosamente


construida.20 Que el estudio fotográfico vendiera la foto y el aviso se publicara en
un diario jordanista de Gualeguay muestra un propósito reivindicatorio de su figura
en un contexto de guerra en el cual los periódicos cumplían un rol importante como
transmisores de noticias y propaganda para la causa.21 De esta manera, al hacerse eco de
sus hazañas, el periódico contribuía a su popularidad, desafiando a la prensa opositora
liberal y a las autoridades que lo denostaban como un bandido.
Según las escasas referencias documentales, Romero siguió participando en
diversas acciones hasta la batalla de Ñaembé. Por una crónica periodística de la época,
sabemos que después de esa derrota, como muchos otros jordanistas, partió al exilio y
allí terminó sus días. El periódico La Libertad de Olegario V. de Andrade publicaba en
septiembre de 1871: “El Chumbiao, personaje de la rebelión ha muerto en la emigración
de una parálisis contraída en las pasadas campañas”22.
La historieta “El Chumbiao” toma comobase el personaje histórico, la geografía
entrerriana, el espacio temporal en qué vivió pero es el Chumbiao, transfigurado en sus
rasgos físicos, imaginado en el exilio, “como en el Martín Fierro de Hernández…” decía
Fermín Chávez.23

retratistas, hasta 1860 y aún en los siguientes el elevado precio que debía pagarse, hizo que la
fotografía fuera un lujo para las clases acomodadas. De acuerdo con Andrea Cuarterolo, las
fotografías, como otros documentos son un producto de la sociedad que las crea. Jacques Le
Goff propone hablar de documentos como monumentos. En ese sentido deben verse los retratos,
como una construcción a través de los cuales las elites decimonónicas buscaron imponer una
determinada imagen sobre sí mismas. Nos interesa pensar en la aplicación de ese análisis para
el retrato fotográfico de un “héroe” popular como Romero (Cuarterolo, 2006).
20
La fotografía del Chumbiao está tomada en el exterior aunque no impacta un paisaje rural ya que se
pueden ver los adoquines. Como en esa época la inmovilidad y los largos tiempos de exposición eran una
necesidad técnica, habitualmente la pose era acordada con el fotógrafo. En la escena sobresalen Romero
y su caballo, éste además de un bien muy preciado, tenía una importancia simbólica para los entrerrianos
que eran famosos por sus fuerzas de caballería.
21
En los meses de julio, agosto y septiembre de 1870, los jordanistas tenían el control gran parte de Entre
Ríos, estaban bajo su poder los departamentos de Villaguay, Federación, Diamante, Nogoyá, Gualeguay
y Victoria. Contaban con cuatro periódicos que cumplían con las funciones de propaganda y de difundir
noticias: El independiente, que redactaba Antonio Descalzo de Uruguay, El Avisador de Gualeguaychú,
El Obrero Nacional de Nogoyá, redactado por el padre José M. Zattoni y luego Francisco Fernández, y La
Nueva Era redactado por Segundo Gianello, de Gualeguay, la ciudad del Chumbiao (Chávez, 1957:236).
22
La libertad, Concordia, septiembre, 1871 citado en Chávez (1967a:5).
23
Señalamos que entre los gauchos El Chumbiao y el Martín Fierro encontramos más diferencias que
similitudes, análisis que excede la propuesta de este trabajo. La frase de referencia en: Chávez (1967a:5).

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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 19-32

Figura 2. “El Chumbiao” Dibujo de Juan Arancio

Fuente: Clarín Revista, domingo 15 de enero, 1967.

Si bien el guión está pensado desde ese punto de partida ficcional, el infortunio
de un hombre destinado a huir, la historieta es un medio a través del cual los autores
cuentan su interpretación de la resistencia de la última montonera federal en los
primeros años de 1870. La trama se desarrolla entre la derrota de Ñaembé en 1871 y
termina antes del segundo levantamiento jordanista en 1873. El 26 de enero de 1871
las fuerzas nacionales conducidas por el entonces joven teniente coronel Julio A.
Roca derrotaron a los 7000 hombres que integraban la montonera federal dirigida por
el caudillo entrerriano. A partir de ese momento, el general Ricardo López Jordán se
refugió en Santa Ana do Livramento en Brasil; varios dirigentes federales tuvieron que
exiliarse en Brasil, Uruguay o en otras provincias argentinas como Santa Fe; los restos
de sus fuerzas se desbandaron y algunos de sus hombres cayeron presos. La provincia de
Entre Ríos, intervenida por el gobierno nacional desde el asesinato de Urquiza, continuó
militarizada, con autoridades provinciales impuestas y una población descontenta. En
ese contexto histórico se mueve el héroe de la historieta.

4. Gauchos, montoneras y caudillos en la Historieta “El Chumbiao”


Cuando el diario Clarín comenzó a publicar “El Chumbiao”, las tiras gauchescas
ya llevaban varias décadas en la prensa nacional.24 Como mencionamos anteriormente,
24
Ya en l929 el diario Crítica de Natalio Botana editaba las primeras tiras de corte gauchesco, como las de

19
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el diario convocó a Fermín Chávez como guionista y a Juan Arancio como dibujante
para realizar la tira. En ese momento, Chávez tenía una trayectoria como historiador
identificado con la corriente revisionista nacionalista y había trabajado como redactor
en el diario desde 1960.25 Arancio era conocido en el medio por sus trabajos para las
editoriales Hora Cero, Frontera y Columba, a la vez que por su dominio de temas de tipo
histórico y gauchesco.26
“El Chumbiao” se publicó diariamente desde enero de 1967 hasta agosto de
1969 en la contratapa del diario.27 Era la única historieta nacional en una página cubierta
por tiras importadas.28 Ante el boom del género en los años anteriores y el éxito que en
ese momento tenían algunas tiras gauchescas que se editaban en otros diarios, resulta
comprensible que Clarín decidiera comenzar a publicar una tira con esta temática.29

Raúl Roux Ramauge El tigre de los llanos y Martín Fierro, en 1939 La Razón publicaba Cirilo, el audaz,
con guión y dibujos de Enrique Rapela , en 1951 comenzó a publicar Cabo Savino, de Carlos Casalla
y Julio Álvarez Cao y en 1954 Lindor Covas, el Cimarrón de Walter Ciocca , en 1957 en La Prensa
aparecía El Huinca y en 1964 Fabián Leyes ambas de Enrique Rapela, por mencionar algunas. Cabe
señalar que la Segunda Guerra Mundial provocó una crisis en la importación de las tiras lo que alentó
la producción nacional y fue durante la década de 1950 cuando el género gauchesco hizo su eclosión
(Levin, 2015:75-76).
25
Militante peronista, trabajó en la Secretaría de Salud Pública de la Nación y luego en la Dirección
General de Cultura bajo la dirección de Castiñeira de Dios durante el gobierno de Perón y en los años de
la Resistencia Peronista integró el Comando Táctico creado por el líder del movimiento. Junto a Héctor
Tristán y otros compañeros de “Línea dura” editó “De Frente”, un boletín que transmitía las directivas
de Perón desde el exilio, y exhortaba a los peronistas a votar en blanco en las elecciones constituyentes
de 1957. Para la década del sesenta ya había publicado Civilización y Barbarie (1956) Vida y muerte de
López Jordán (1957) José Hernández, periodista, político y poeta, (1959) Alberdi y el Mitrismo (1961)
entre otros.
26
Nacido en Santa Fe, autodidacta, sus primeras creaciones fueron los personajes “Terry Dick” (luego
convertido en Santos Bravo) y “El Gaucho Saverio”. A nivel nacional comenzó a trabajar en los años
1950 colaborando como dibujante en la editorial Hora Cero. En 1960 tomó a su cargo la serie “Patria
Vieja” que aparecía en Hora Cero Extra y otras de similar temática que se publicaron en Frontera
Extra, como “Invasiones”, un conjunto de cinco episodios recreando las Invasiones Inglesas. En esta
misma etapa en Editorial Frontera publicó su personaje “Santos Bravo” con guiones de Oesterheld, En
1961 ilustró una adaptación del “Martín Fierro”. Casi simultáneamente con sus trabajos para Frontera
colaboró con Editorial Columba donde su dominio del tema lo hizo imprescindible en todas aquellas
adaptaciones de tipo histórico y gauchesco. Al margen de esos numerosos trabajos Arancio volvió a
publicar con guiones propios “Santos Bravo” (Fantasía, 1966) y realizó en D’Artagnan: Pehuén Curá”,
creada por Julio Álvarez Cao. Años después con sus propios guiones Arancio publicó El Chumbiao en
la revista El Tony. http://allerastur.lacoctelera.net/post/2008/12/01/gauchos-genero-gauchesco-ya-quien-
cuente.
27
Salió por primera vez el lunes 2 de enero de 1967 y se terminó de editar el día sábado 30 de agosto de
1969. No se publicaba los domingos y nunca se realizó una reedición completa. Fue difícil su búsqueda
ya que en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional falta la última página de los ejemplares de Clarín de
esos años, y en la del Congreso los diarios están microfilmados y se pierde la riqueza de ver directamente
las viñetas en papel. Agradezco a Agustín Maurín, director del archivo de Clarin y al personal del archivo
por la amabilidad y la asistencia que me brindaron para relevar la tira.
28
El Chumbiao compartía la contratapa de Clarín, con Mutt y Jeff de Fisher; Vida de Hogar de Swan,
Daniel, el travieso, de Hank Ketcham y Los Picapiedras de Hanna Barbera todas tiras norteamericanas.
29
En ese momento el vespertino La Razón ya llevaba trece años editando Lindor Covas, el Cimarrón
de Walter Ciocca con un éxito tan notable entre sus lectores que lo habían convertido en “una marca

20
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 21-32

Si bien en la historieta gauchesca se han destacado los ilustradores y se suelen


citar en primer término como autores,30 en este caso, la presencia de Fermín Chávez le
dio relevancia a su rol de guionista. Esto explica por qué el diario decidió anunciar a sus
lectores que había comenzado a publicar “El Chumbiao” con el extenso artículo que
comentamos en el apartado anterior, en el cual el historiador se ocupaba de contar quién
era el personaje histórico que había servido de inspiración para crear al héroe de la tira.
En el mismo artículo, Chávez se encargaba de explicitar que en la tira el
personaje había sido tomado en una época posterior a la que había vivido en la que no
“pesaban” los límites de la historiografía. Ahora bien, se ha señalado que la historieta
gauchesca se apoya en un fuerte documentalismo que otorga verosimilitud a los hechos
y las situaciones, en la distancia temporal y en un cierto grado de estereotipia de las
situaciones, aspectos que al mismo tiempo que favorecen la narración de la aventura,
limitan sus posibilidades expresivas (Sasturain, 1995: 58-59). Sin embargo, frente a las
exigencias metodológicas del trabajo académico, los límites que imponían esas reglas
no explícitas pero vigentes en la tradición de las tiras gauchescas, habilitaron para el
historiador, un ámbito de expresión y de divulgación diferente, donde lo “imaginario
posible” abrió un camino fructífero para la evocación del pasado.
Fue así que partiendo de un conocimiento exhaustivo del período y mediante
una cuidadosa documentación histórica y gráfica, Chávez y Arancio mezclaron la ficción
y la historia para narrar los caminos del matrero jordanista Gerónimo Romero.
El dibujo de Arancio está basado en ilustraciones y grabados realizados por una
prestigiosa tradición de pintores viajeros e ilustradores de obras gauchescas del siglo
XIX,31 a los cuales les imprimió su profunda observación de la geografía del litoral.
A diferencia de otras tiras gauchescas que tienen como escenario el inconmensurable
“desierto” pampeano,32 los protagonistas de “El Chumbiao” se desplazan por los
paisajes del litoral con sus ríos, árboles de espinillos, aguaribay, palmares, montes, islas
y bañados que fueron hábitat y refugio de supervivencia para los paisanos perseguidos

identificatoria del diario”, según Sasturain (1995:243) y ya habían por su contratapa Hormiga Negra y el
primer Cabo Savino.
30
Refiriéndose a la historieta gauchesca por ejemplo Juan Sasturain afirma que: “Rapela, Roume, Casalla y
sus correspondientes guionistas están más cerca de Hernández y del comandante Prado en su veracidad
reconstructiva…” (1995: 60). También menciona a la historieta “Nahuel Barros” como de Roume-
Oesterheld.
31
Desde los pintores viajeros del siglo XIX como el francés Raymond Quinsac Monvoisin, el bávaro
Johann Moritz Rugendas, el brasileño de origen francés Juan León Pallière y los argentinos Carlos
Morel, Prilidiano Pueyrredón y Carlos Clérici, el ilustrador de La Vuelta de Martín Fierro (1889), una
larga tradición fue retomada por los dibujantes de historietas gauchescas como Juan Arancio, Enrique
Rapela y Walter Ciocca. Representaciones del gaucho en el arte rioplatense del siglo XIX en Malosetti
Costa: 2001.
32
Desde Cirilo, el audaz (1939) ambientada en la época de Rosas, El Huinca (1957) y Fabián Leyes (1964)
de Enrique Rapela, pasando por Lindor Covas, el Cimarrón de Walter Ciocca o Cabo Savino, (1951) de
Carlos Casalla y Julio Álvarez Cao, las más populares historietas gauchescas desarrollaban su acción
en el “desierto” pampeano. Una visión de la pampa fuertemente ideologizada que se reproduce en las
historietas como ese ámbito hostil, habitado por salvajes que se extiende más allá de la frontera. Sobre
esa construcción en las imágenes (Malosetti Costa y Penhos, 1991).

21
ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

por las autoridades.33 Hay una lograda recreación del paisaje, los ranchos, la vestimenta,
los uniformes, las armas, las carretas, los caballos, como así también, de las costumbres
y muchos rasgos del vocabulario presentes en la literatura gauchesca de Hernández.34

Figura 3. Montecito de Talas y Ñandubay refugio de matreros del litoral. Chávez y Arancio

Fuente: “El Chumbiao”, Clarín, lunes 25 de septiembre de 1967.

El relato comienza en la Mesopotamia a principios de 1871 cuando Gerónimo


Romero, el Chumbiao, “un gaucho derrotado en batalla y en desbande”, es perseguido
por una partida de nacionales que quieren remitirlo a Paraná por ser integrante del
ejército jordanista. Logra escapar y tras varios contratiempos llega a su rancho donde
descubre que está abandonado y que su mujer Marciala se ha perdido. Se lleva a su
ahijado y decide huir hacia San Javier; sabe que el partido ha quedado desmembrado,
pero que el general López Jordán va a volver.35 Muchos de sus compañeros han partido
al exilio, otros sufren la persecución y los grillos. Pero por fuera y por dentro de la
provincia de Entre Ríos se está conspirando contra el gobierno impuesto por Sarmiento.
Los autores reconstruyen ese clima a través de la trama: así, el Chumbiao se contacta
con importantes jefes federales; es un agente que lleva cartas secretas, organiza una
montonera, arma un plan para liberar a sus compañeros presos políticos; va atravesando
33
Hacia fines del siglo XIX, José Sixto Álvarez, más conocido por su seudónimo Fray Mocho, señalaba que
la población más heterogénea…“vive perdida entre los pajonales que festonean las costas entrerrianas”;
allí en las tierras bajas de los bañados y las islas: “se halla en el país de lo imprevisto, de lo extraño; en
la región que los matreros han hecho suya por la fuerza de su brazo y la dejadez de quienes debieran-
impedirlo; en la zona de la república donde las leyes del Congreso no imperan, donde la palabra autoridad
es un mito, como lo es el presidente de la república o el gobernador de la provincia” (Álvarez, José, 2003)
Tierra de Matreros, Biblioteca Virtual Universal. http://www.biblioteca.org.ar/libros/10059.pdf
34
De acuerdo con Jorge B. Rivera es posible emparentar la historieta gauchesca con una larga tradición
que proviene del folletín, especialmente del ciclo gauchesco de José Hernández y Eduardo Gutiérrez.
Los dibujantes argentinos de historietas se sintieron atraídos por los gauchos y la colección de episodios
legendarios que poblaban sus historias, las tareas rurales de la estancia, la Conquista del “Desierto”
sin descontar las obras literarias como el Martín Fierro, de José Hernández o las novelas de Eduardo
Gutiérrez que fueron fuente de inspiración y tuvieron una potente influencia.“El Chumbiao” con sus
particularidades claramente pertenece al “género”. Sobre la historieta gauchesca, ver Rivera Jorge, 1992.
Panorama de la historieta en la Argentina, Buenos Aires, Libros del Quirquincho.
35
Chávez y Arancio, “El Chumbiao”, Clarín: 7-3-1967.

22
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diversas ciudades y encontrando apoyo de la población cansada de las persecuciones,


confiscaciones de campos y las contribuciones del gobierno de Echagüe.
¿Quiénes son los gauchos representados en la historieta? Desde las primeras
viñetas, el Chumbiao se define como: “un montonero en derrota”,36 un gaucho, capitán
del ejército jordanista, que se volvió matrero y está huyendo por una causa política.
Enseguida, se topa con otros gauchos en la pulpería que comentan: “El gauchaje tá
en desgracia”,”Nos toca vivir juyendo”, “Dicen que nos mandarán a la infantería…”,
“Nos patean como a yeguarases”.37 Los gauchos riojanos cuentan que la pobreza los ha
mandado a rodar; uno, era minero y terminó arriero, el otro, “tenía una tropa e´carretas
pero aura con el ferrocarril me hei quedao pa dar lástima”.38
Estos son algunos de los gauchos que se hacen matreros como el Chumbiao
con los que se va encontrando a lo largo de su camino. Por lo que podemos ver, las
procedencias son diversas; algunos, eran desertores del ejército que no querían ser
llevados a la infantería, otros, eran trabajadores rurales que vivían de la agricultura, la
cría de ganado, la minería o arrieros, que huían de la “miseria” y otros, eran perseguidos
políticos, desterrados como el Chumbiao. Todos tenían en común que andaban huyendo
rebelados contra la autoridad.
Según Chávez, para entender el período que se extiende desde Caseros hasta la
aparición del Martín Fierro de Hernández (1872) había que detenerse en el estudio del
gaucho matrero, que no es una calificación jurídica, de derecho penal, sino una categoría
política; es la contrapartida de los criollos sin tierra a la arbitrariedad de las ordenanzas
y las leyes contenidas en la fórmula “vagos y malentretenidos”. Los gauchos matreros
son rebeldes políticos que se multiplican después de Pavón (Chávez, 1969). En un
sentido geográfico, habitaban la campaña, socialmente eran pobres, y las luchas de la
década de 1860 los habían transformado en rebeldes políticos.
Los gauchos rebeldes federales fueron llamados por las autoridades de la
época montoneros. El término se empleaba desde el comienzo de las guerras civiles
para referirse a quiénes se rebelaban contra las autoridades, ya fueran departamentales,
provinciales o nacionales. En algunos casos se hablaba de montonero o revolucionario
como sinónimos (De la Fuente, 1998: 273). Ese uso del vocablo es el que se desprende
de la caracterización de los personajes de la historieta. Para Chávez, montoneros son
los gauchos rebeldes federales y los protagonistas se definen a sí mismos como tales,
reivindicando el término, en clara confrontación con las autoridades.
En uno de los episodios de la tira, el Chumbiao se une a un grupo de gauchos
riojanos en la campaña santafesina, entre los que también se encuentran un catamarqueño,
un chileno, y milicianos desertores para dirigirse a la estancia de Prudencio Arnold,
un veterano jefe federal, porque allí se encuentra Juan Saá, “Lanza Seca”, que quiere
contactar a López Jordán para coordinar un levantamiento. En el camino paran en la
pulpería y allí se enteran de que hay rumores de que pronto Jordán va a invadir por la
36
Chávez y Arancio, “El Chumbiao”, Clarín, 13-1-1967.
37
Chávez y Arancio, “El Chumbiao”, Clarín, 9-2-1967.
38
Chávez y Arancio, “El Chumbiao”, Clarín, 7-7-1967.

23
ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

Banda Oriental y que está por pasar un tren que lleva armas para “los nacionales” que
temen un alzamiento de Simón Luengo en Córdoba. Los montoneros deciden asaltar el
tren, atrapan unas vacas cimarronas y las atraviesan sobre las vías lo que posibilita que
se detenga y así logran quedarse con el cargamento de armas que llevan a la estancia.
Allí, el Chumbiao se reúne con Saá y éste le entrega una carta para López Jordán que se
encuentra exiliado en Santa Ana do Livramento.39
Tiempo después, luego de su encuentro con Jordán, Chumbiao intenta volver a
Entre Ríos desde Uruguay con otra montonera, está vez formada por un pequeño grupo
de gauchos blancos orientales del bando de Timoteo Aparicio y algunos desterrados
entrerrianos. En la ciudad de Salto se entera de que están presos Francisco Fernández,
Calandria y el padre Ordóñez, decide armar un plan para liberarlos.40 Acampan en las
afueras de la ciudad y con la ayuda de una lavandera que era mujer de uno de los matreros
consiguen unos uniformes de las fuerzas del gobierno para asaltar a la comandancia.
Usan los uniformes, toman por sorpresa a los guardias y liberan a los prisioneros: “Fue
grande la alegría de los tres presos políticos”.41
Luego los montoneros se dirigen a Paysandú y desde allí, después de un Junta
de guerra en la casa Robustiano Vera reunidos con otros jefes federales exiliados,
Chumbiao y su montonera parten hacia Entre Ríos; el plan es “pasar con un grupo de
gente armada y empezar a trabajar la provincia desde el centro... Fernández quedará
en el Tala, el padre irá a Gualeguay y Vera a Nogoyá”.42 Al día siguiente embarcan en
unos lanchones rumbo a Entre Ríos pero al llegar a la costa los estaba esperando una
partida de nacionales. Uno de los gauchos matreros había hablado de más en la pulpería.
Después de una escaramuza, ante el empuje de los jordanistas, los nacionales, que no
esperaban a tantos hombres bien armados, se retiran. Los montoneros curan a los heridos
y se dirigen hacia el palmar para refugiarse y hacer campamento. Allí, Chumbiao ordena
castigar duramente al gaucho culpable de lo ocurrido - el que había hablado de más en
la pulpería- y carnean una vaca para celebrar el entrevero.43
Más allá de la situación ficcional que representan estos episodios, nos interesan
como ejemplos de una manera de describir las lógicas de acción, el funcionamiento y
las motivaciones de la montonera. En coincidencia con análisis de casos históricos,44 la
acción de la montonera no aparece aquí como una reacción “espontánea” de parte de
grupos rurales sin conciencia que carecen de objetivos políticos o son manipulados por
39
Esta acción se desarrolla entre el lunes 17 de julio y el miércoles 16 de agosto de 1967, “El Chumbiao”,
Clarín, 17-7 a 16-8, 1967.
40
Chávez va introduciendo personajes históricos que participan en la trama de ficción desde Ricardo López
Jordán, José Hernández, Juan Saá, hasta Francisco Fernández, Ordóñez y el famoso matrero Servando
Cardoso, más conocido como Calandria con quien comparte las acciones en este episodio.
41
El episodio se desarrolla en “El Chumbiao”, Clarín, desde el viernes 5 de enero al jueves 25 de enero,
1968.
42
“El Chumbiao”, Clarín, 15-2-1968.
43
El episodio se desarrolla entre el 22 de febrero y el 6 de marzo de 1967, “El Chumbiao”, Clarín, 22-2 al
6-3-1967.
44
La misma acción de Romero frente a la toma de la ciudad de Paraná que analizamos en el apartado
anterior o las montoneras riojanas de la década de 1860 estudiadas por Ariel De la Fuente. (2007).

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sus caudillos como sostuvo durante largo tiempo la historiografía.45 Por el contrario, en
las situaciones referidas, los gauchos representados en la tira definieron objetivos y los
modos de alcanzarlos en forma autónoma o como parte de un plan elaborado por los
jefes federales y algo que resulta interesante señalar, superaron los intereses inmediatos
ya que esas operaciones estaban vinculadas con un objetivo de mayor alcance uniendo
a los paisanos en la lucha por la misma causa.
Las acciones de las montoneras que se describen están ligadas a objetivos
políticos; algunos más inmediatos como la toma de armas o la liberación de los presos
políticos, y otras vinculadas a un plan de más largo alcance para preparar la provincia
para la segunda rebelión jordanista. En ese aspecto hay una clara distinción entre esas
acciones y las que cometen los bandidos o salteadores con los que se cruza el Chumbiao
en algunas ocasiones. Las bandas de salteadores incurren en delitos -roban, matan,
secuestran mujeres- sin otra finalidad que el pillaje.46
Con respecto al funcionamiento interior de la montonera, Chumbiao es el
líder, toma las decisiones, da las órdenes, muestra una organización jerárquica que
es respetada. En el episodio que narramos del castigo al gaucho que “habló de más”
bebiendo en la pulpería, Chumbiao le consulta al padre Ordóñez su opinión cuando llegan
al campamento y decide que lo retoben por traición. “En la guerra no se puede andar
con blanduras, así que no le tengan lástima a ese cristo” dice Francisco Fernández.47 El
Chumbiao, el cura Ordónez y Fernández son los jefes y deciden el castigo, acatado por
los gauchos y que se justifica en la situación de guerra.
De esta manera, la estructura jerárquica, el cargo de capitán, la forma en que
marcha la columna del Chumbiao, (figura 4) remiten a una organización miliciana en la
caracterización de la montonera, a través de la cual los autores se aproximan a una imagen
que concuerda con estudios recientes. Definir objetivos y los modos de alcanzarlos,
decidir quién era el jefe de una movilización eran aspectos claves de la organización de
una rebelión que estaba basada en una organización jerárquica que implicaba diferentes
responsabilidades. La organización de las montoneras era similar a la de las milicias
provinciales: “De allí que algunos gauchos interpretaran su participación en las mismas
como una experiencia militar” (De la Fuente, 1998: 276).

45
Especialmente en la historiografía producida en los países anglosajones con posterioridad a la década
de 1960 el “caudillismo” fue tratado como una clase de clientelismo. Esa asociación fue central en la
obra de John Lynch (1993). Un análisis del contraste entre la visión “clásica” del caudillismo y la visión
clientelar del caudillismo en Goldman y Salvatore, 1998.
46
Hay varios episodios en que el Chumbiao se encuentra con bandidos, en una ocasión los asaltan los
hermanos Piri, unos bandoleros que junto a otros gauchos se dedican al pillaje y lo quieren degollar a él
y al Chimango porque no tienen nada (El Chumbiao, Clarín, 7-3, 1969).
47
“El Chumbiao”, Clarín, 4 de marzo de 1968.

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ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

Figura 4. Montonera de Chumbiao. Chávez y Arancio

Fuente: “El Chumbiao”, Clarín, lunes 18 de marzo de 1968.

Los montoneros de la columna del Chumbiao atraviesan Entre Ríos preparando


la rebelión, carnean vacas cimarronas para sobrevivir (como en el episodio en el Palmar
que narramos) pero también reciben el apoyo de pobladores locales. Camino a Nogoyá
reciben comida y asistencia en una estancia; la curandera que atiende las heridas del
Chimango tiene a su marido emigrado en el Uruguay con López Jordán, unos ancianos
criollos lo alojan en su rancho y le cuentan que a sus caballos los requisó el gobierno.48
Hay un apoyo de la población a los montoneros jordanistas que está vinculado con la
permanencia del ejército nacional en el territorio provincial, prolongada indefinidamente
por Sarmiento, y con las duras condiciones que impone el gobierno de Echagüe tales
como: la confiscación de campos y caballos que, para Chávez, constituían los más justos
argumentos para fundar un nuevo levantamiento (Chávez, 1957: 252).
¿Qué razones llevaban a los gauchos a participar en la montonera? Como
hemos señalado, después de la derrota de Ñaembé los principales líderes jordanistas
partieron al exilio. En El revisonismo y las montoneras, Chávez menciona que antes del
segundo levantamiento jordanista reapareció el general Juan Saá tratando de levantar
las provincias de Cuyo para ayudar a la revolución entrerriana. Este fue el último
intento de combinación entre las fuerzas federales.49 En la historieta recrea ese intento
de articulación entre el caudillo puntano y López Jordán. En el primer episodio que

48
El episodio en el que llegan a la estancia de Don José López y el encuentro con la famosa curandera Doña
Martiniana, se desarrolla en “El Chumbiao”, Clarín, 14-6 al 21-6 -1968.
49
Una carta de Juan Saá al Doctor Carlos María Querencio da cuenta de un acuerdo hecho entre ambos
para que el primero dirigiera una revolución en las provincias del interior en apoyo a la de Entre Ríos.
Pero mientras Querencio buscaba fondos para remitirle a Saá que necesitaba comprar armas, el ejército
jordanista fue completamente derrotado en la batalla de Don Gonzalo y esa articulación nunca se produjo.
Carta de Juan Saá a Carlos María Querencio, San Felipe, 16 de noviembre, 1873, Archivo del Dr. Carlos
Ma. Querencio, publicada en Chávez: 1966: 60-62.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 27-32

narramos cuando Chumbiao se encuentra con los hombres de Saá podemos ver: por
un lado, la decisión autónoma de los montoneros de asaltar el tren que lleva las armas
para los nacionales, y por otro, la identificación de los gauchos con una lucha que va
más allá de sus objetivos inmediatos y se vincula a una causa política: la defensa del
federalismo. En la tira, los gauchos participan en las montoneras porque comparten la
identidad política federal. La motivación central que los lleva a integrar las montoneras
es la adhesión a la causa federal y al partido. “Si no fuera por el partido no me meto en
esta milonga” dice Chumbiao cuando lleva las cartas de Saá para López Jordán.50 Los
gauchos chilenos acompañan a Saá51 y los orientales a Chumbiao cuando vuelve a Entre
Ríos desde Uruguay. Están unidos por una causa que trasciende la realidad provincial
y se articula con otras luchas y otros líderes de proyección nacional e incluso más allá
de las fronteras:

“Chumbiao: Uste no anda peliando al cuete… la divisa blanca


es la mesma para los entrerrianos y orientales.
Secundino: Ansi es… pero yo soy mas que nada hombre de
Timoteo Aparicio
Maragata: Todos peliamos por lo mismo Secundino, pa que los
criollos no siamos carne de cogote”.52

En este diálogo Chávez introduce tres dimensiones en la construcción de esa


identidad que une a los gauchos que integran las montoneras: la divisa que está ligada
al partido, que ya mencionamos, la relación con los caudillos, y la dimensión de clase.
La cuestión de los vínculos entre los caudillos y sus seguidores es central, ya que
si bien Chávez no explicitó en sus trabajos las razones por las cuales las clases populares
seguían a los caudillos federales en sus luchas, consideraba que éstos encarnaban sus
intereses por eso el pueblo los respaldaba “con cuerpo y alma”.53 En la historieta, los
gauchos se identifican como hombres de Saá, Jordán, Aparicio, en clara referencia a
la vinculación con sus caudillos. Cuando éstos aparecen representados en la tira están

50
“El Chumbiao”, Clarín, 25-8- 1967.
51
En la referida carta a Carlos Querencio, Juan Saá le expresaba: “Para moverme de aquí lo are con una
fuerza de trecientos hombres, entre argentinos y chilenos, digo trecien (sic) para abrirme paso al centro
de las probincias qe. será el teatro de mis operaciones, y si pudiese contar con más recursos qe. los qe. Le
pido me sería más fácil llevar mas jente”. Carta de Juan Saá a Carlos María Querencio, San Felipe, 16 de
noviembre, 1873, Archivo del Dr. Carlos Ma. Querencio (Chávez, 1966: 61).
52
“El Chumbiao”, Clarín, 17-7-1968.
53
Así por ejemplo, en su libro sobre el caudillo entrerriano, afirma que ante la intervención federal a la
provincia: “López Jordán no titubea más. Sabe que la autonomía entrerriana va a ser violentamente
avasallada por los salvajes y sabe que el pueblo lo respalda con cuerpo y alma. Por eso, sin poder
esperar más, el 23 de abril contesta al Liberalismo con un grito de guerra que se expande por los rústicos
rancheríos provinciales” y lanza su proclama (Chávez , 1957:220). En Civilización y Barbarie, expresa
que los caudillos “patentizan la superioridad de los valores morales frente a la civilización de la levita”
en su conducta “resaltan virtudes de solidaridad social, fidelidad al pueblo y una rectitud política
incomparable” (Chávez, 1956:16).

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ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

humanizados: Saá viste ropas de paisano y está escondiéndose de los nacionales; López
Jordán en el exilio juega al billar con José Hernández. Son los jefes, ellos planean la
rebelión, sus órdenes son acatadas y sus consignas son señales de identificación pero no
están lejos de sus seguidores. “El partido se ha descangallado, pero el general Jordán
volverá porque es taita…” piensa el Chumbiao.54 El caudillo no va a dejar solos a sus
seguidores como un padre no deja solo a sus hijos, de esta manera, Chávez alude a la
relación paternalista que los une. Una relación que implica respeto, protección, lealtad
y afecto. Cuando López Jordán y el Chumbiao se despiden el texto de la viñeta expresa:
“el caudillo federal se alejaba, cavilando sobre sus próximos pasos… y sobre los seres
queridos que esperaban allá en su tierra…” mientras el Chumbiao lo observa y piensa:
“en una de esas… a lo mejor es la última vez que lo veo al general”.55
Además del claro liderazgo de López Jordán al que se espera para encabezar
el levantamiento y de los jefes federales superiores, en la historieta también aparecen
caudillos intermedios que también tienen capacidad personal para movilizar a los
gauchos. En una pulpería de Rosario del Tala a la que llega el Chumbiao con sus
hombres, se desarrolla el siguiente diálogo:

“Pulpero: Dice El Comercio q´el general está listo pa la


atropellada
Paisano 1: ¡Esta güelta me voy con él!
Paisano 2: Yo también… me alistaré con el mayor Mendieta”.56

Nos interesa este pasaje por varios motivos, por un lado muestra la circulación
de las noticias a través de la lectura en voz alta del periódico y la importancia de las
pulperías como espacios de sociabilidad en la campaña, algo que está representado a lo
largo de toda la historieta,57 por otro, la decisión autónoma de los paisanos para sumarse
a la rebelión y la forma de hacerlo, alistándose con un jefe intermedio como el mayor
Saturnino Mendieta, un jordanista reconocido del departamento de Rosario del Tala
con el que Chumbiao va a entrevistarse para coordinar las operaciones. De esta manera,
es posible advertir otra razón que llevaba a los gauchos a unirse a las montoneras:
la adhesión a los caudillos, en este caso a López Jordán y también a los caudillos
intermedios que lo acompañan. Esta motivación está vinculada con la adhesión política

54
“El Chumbiao”, Clarín, 7 -3-1967.
55
“El Chumbiao”, Clarín, 4-10-1967.
56
“El Chumbiao”, Clarín, 23-4-1968.
57
En las pulperías leen los periódicos, se arman payadas y se cantan poemas, formas de expresión de una
cultura oral. Chávez crea un episodio donde el propio Hernández canta algunos versos del Martín Fierro
con el que los gauchos se sienten identificados (El Chumbiao, Clarin, 11-10-1967). La transmisión oral
del poema en la campaña no se hizo solo a través de la lectura en voz alta sino también por medio
del canto, se trata de un fenómeno plenamente documentado en los almacenes y pulperías se reunía el
gauchaje a la espera de que alguien leyera el folleto o para escuchar a algún memorioso que hubiera
aprendido pasajes enteros, así pronto apareció el recitador cantor profesional que recorría lugares de
reunión para declamar el poema acompañándose con su guitarra (Lois, 2003).

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 29-32

partidaria que ya hemos señalado, los gauchos jordanistas de la tira vivan al general
López Jordán junto al lema partidario: ¡“Viva la soberanía de la provincia!”.58
Por último, en el diálogo al que hicimos referencia, Maragata le aclaraba a
Secundino que todos peleaban por lo mismo: “pa que los criollos no siamos carne de
cogote”. Chávez retoma a Hernández y remite con esa cita casi textual a la situación
social que afecta por igual a los pobladores rurales pobres que se hacen matreros: “y
si ansí las cosas andan porque quieren los que mandan, aguantemos los azotes”.59 Los
“criollos” comparten una identidad, una situación de “clase” que los une como actores
políticos en la lucha contra las injusticias sociales y contra la arbitrariedad de las
autoridades, más allá de las fronteras y los caudillos que los representan.
La historieta termina antes de que se produzca la segunda rebelión jordanista
de 1873, en la penúltima viñeta se ve la imagen de López Jordán y de Chumbiao y el
siguiente texto: “La imagen de López Jordán lo asaltó, por un momento, con fuerza y
sentimiento…Y pensó Barajo, no hay más remedio que seguir peliando…”.60 Un final
abierto para continuar la lucha y las aventuras del montonero jordanista.

Figura 5. Chumbiao y López Jordán. Chávez y Arancio

Fuente: “El Chumbiao”, Clarín, sábado 30 de agosto de 1969.

58
El lema surge de la proclama que López Jordán dirigió al pueblo entrerriano ante la intervención federal
y la llegada del ejército nacional: “Entrerrianos: Os acabo de dar libertad y derecho. Nuestros eternos
enemigos no lo quieren reconocer, trayéndonos la guerra, y aquí me tenéis con la lanza en la mano para
defenderlos. Si queréís ser libres venid a acompañarme, donde ya dos mil leales entrerrianos me rodean
dispuestos a morir antes que dejarse ultrajar. Nuestra guerra no es sino en sostén de la autonomía de Entre
Ríos…”. Proclama de López Jordán, 23 de abril de 1870 (Chávez, 1957: 220).
59
Esta expresión está tomada del canto XII del Martín Fierro de José Hernández en el que Cruz narra sus
desventuras y las injusticias hasta hacerse matrero: “Lo miran al pobre gaucho, como carne de cogote:
lo tratan al estricote, y si ansí las cosas andan porque quieren los que mandan, aguantemos los azotes”
(Hernández, 2008: 76).
60
“El Chumbiao”, Clarín, 30 de agosto, 1969.

29
ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

Algunas conclusiones
En las Jornadas de Homenaje a Felipe Varela que se realizaron en 1967, Ortega
Peña y Duhalde presentaron una ponencia sobre La metodología histórica y el estudio
de las luchas civiles del período de la organización nacional (Ortega Peña y Duhalde,
1967) en la que, entre otras cuestiones, plantearon una crítica a Fermín Chávez por
su excesivo apego a la figura de los caudillos que convertía sus trabajos en biografías
eruditas sólo centradas en la vida personal de los mismos, sin la presencia de las masas
que eran la fuente de su poder (Stortini, 2004: 93).
Significativamente en ese mismo año Clarín comenzó a publicar la historieta.
Sabemos que Chávez tenía evidencias sobre la existencia de Gerónimo Romero desde
su investigación sobre López Jordán en la década del ‘50. Interesado por el personaje
y con un conocimiento exhaustivo del período, fue el lenguaje de la historieta el que
le permitió trascender los límites que le imponía la disciplina histórica y enfocar su
mirada sobre las clases populares, particularmente, los gauchos que integraron la última
montonera federal en el contexto de las rebeliones jordanistas. A través del recurso
de ficción construyeron una narrativa dibujada junto a Arancio, en la que al mismo
tiempo que dotaron al relato de una reconstrucción más viva del pasado, plantearon
una representación de los gauchos, su relación con los caudillos y la montonera que
complejizó la mirada de los trabajos historiográficos producidos por los revisionistas y
que tal como analizamos se emparenta en varios aspectos con estudios recientes sobre
la problemática.
En síntesis, para Chávez, los gauchos matreros no eran criminales, ni personas
marginales de la campaña, sino trabajadores rurales, peones, desertores, perseguidos
políticos, que se transformaron en matreros como un acto político de rebelión contra la
autoridad y la montonera fue una de las formas que tomaron las luchas partidarias y una
de las maneras en que los gauchos participaron de la política. Las movilizaciones que
encabezaron las montoneras no fueron estallidos espontáneos de violencia rural, sino
que funcionaban organizadamente, con jerarquías, se definían objetivos y se trazaban
planes de acción para conseguirlos. Asimismo, en cuanto a las motivaciones que tenían
los gauchos para participar en ellas, hemos señalado que la causa fundamental era
la identidad política, aunque se plantean tres dimensiones: la identidad partidaria, la
relación con el caudillo fundada en la identificación cultural, personal y partidaria con
el líder y la pertenencia de clase.
Así, el lenguaje de la historieta resultó un medio de expresión que le permitió
proponer una reconstrucción imaginativa acerca de cómo pudo haber sido la vida de
aquellos gauchos matreros y gracias a la mayor libertad para enfocar e ilustrar los
sucesos, transmitir una conexión con la experiencia vital de sus protagonistas que, al
mismo tiempo que habilitó la comunicación con un público masivo de lectores, ofreció
una representación de la historia popular no abordada en los estudios académicos por
los historiadores revisionistas.
Por último, hicimos foco en el tratamiento de los gauchos, montoneras y
caudillos porque nos interesaba analizar su representación en esa reconstrucción del

30
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 31-32

pasado del siglo XIX que propone la historieta, pero “El Chumbiao” también admite
una lectura desde su presente.
En la agitada vida política de los años sesenta los revisionistas buscaron en
el pasado una fuente de legitimación que diera sentido al compromiso intelectual y
a la militancia política. Chávez no estuvo ajeno a esa búsqueda. Gerónimo Romero,
alias “El Chumbiao”, desertor, bandido, salteador como lo calificaban “los prosélitos
de Sarmiento”, fue rescatado de las sombras y convertido en el personaje más valiente,
leal, recto: un héroe de historieta, y con él, los gauchos y la montonera, se invertía
aquella vieja dicotomía donde lo bárbaro había resultado paradójicamente lo propio y lo
civilizado, lo ajeno (Chávez, 1974).

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31
ARTÍCULOS
Alabart. Gauchos, Montoneras y Caudillos: una Interpretación a través de la historieta el chumbiao, de Fermín...

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 33-56

PODER POLÍTICO PROVINCIAL Y PRENSA FEDERAL EN ENTRE RÍOS:


ENTRE LA SUBORDINACIÓN Y LA AUTONOMÍA (1862-1867)*

Provincial Political Power and the Federal Press in Entre Ríos:


Between Subordination and Autonomy (1862-1867)

Mariana A. Pérez**

Resumen
Este artículo indaga sobre la dinámica política en Entre Ríos durante la década de 1860 a través del
estudio de la prensa federal y sus vínculos con los poderes políticos entrerrianos. Se analiza el discurso de
dos periódicos de la ciudad de Gualeguaychú, “El Pueblo Entrerriano” y “El Porvenir” (de gran influencia
en la arena política provincial) y la correspondencia de los redactores con Urquiza y otros actores políticos
provinciales. En tanto que voceros del federalismo entrerriano, ambos periódicos recibían subsidios y
apoyo por parte del gobierno provincial y de Urquiza. Sin embargo, sus discursos no seguían siempre los
lineamientos políticos de este, lo cual constituye un síntoma de la crisis del partido federal y del papel de
Urquiza como líder indiscutido del federalismo.

<Prensa> <Entre Ríos> <Federalismo> <Guerra del Paraguay>

Abstract
This paper inquires into the political dynamics in Entre Ríos in the 1860’s through the study of
the federal press and its connections with provincial political powers. It analyzes the discourse of two
newspapers of the city of Gualeguaychú, “El Pueblo Entrerriano” and “El Porvenir” (with great influence
on the provincial political arena), and the correspondence the writers held with Urquiza and other provincial
political players. Insofar as they were spokesmen of federalism in Entre Ríos, both newspapers received
grants and support from the provincial government and Urquiza. Yet, their discourse did not always follow
Urquiza’s political guidelines, which appears as a symptom of the federal party crisis and Urquiza’s role as
the undisputed leader of federalism.

<Press> <Entre Ríos> <Federalism> <Paraguayan War>

Recibido: 29/03/2015 // Aceptado: 11/08/2015

* Una versión anterior de este trabajo fue presentada en el XXXIV Encuentro de Geohistoria Regional
en Resistencia. Agradezco los comentarios de María Gabriela Quiñonez, de Inés Rojkind y de los
evaluadores de este artículo.
** UNGS-CONICET-Instituto Ravignani. maperez@ungs.edu.ar

33
ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

1. Después de Pavón: hacia la crisis del federalismo entrerriano


Luego de la batalla de Pavón en 1861, el avance del partido liberal sobre las
provincias del interior se volvió avasallante. 1 Con la ayuda inestimable de las tropas de
Buenos Aires y acudiendo a la construcción de alianzas con grupos políticos locales, a
mediados de 1862 los liberales ya controlaban los gobiernos de todas las provincias del
interior y lograban su adhesión al proyecto mitrista de construcción del Estado Nacional.
La excepción fue la provincia de Entre Ríos, en donde ni la hegemonía del
partido federal ni el poder de Urquiza como caudillo pudieron ser disputados. Sin
embargo, la caída de la Confederación y la consecuente hegemonía porteña, supuso
grandes desafíos al federalismo entrerriano y a su líder. En el plano nacional, se impuso
la compleja tarea de reconstruir el poder del partido y el antiguo lugar de influencia de
Urquiza. En este contexto, la política interprovincial seguida por éste fue la de tejer
alianzas con variados interlocutores que incluían tanto a federales como a miembros del
partido liberal. Esta política lo llevó a respaldar o a no censurar políticas contrarias a
sus aliados políticos tradicionales (como, por ejemplo, apoyar la guerra del Paraguay o
mostrar pasividad frente a la represión de las montoneras del interior), lo cual erosionó
su poder al interior de la provincia.
Precisamente, en la provincia el desafío más importante fue el de mantener la
unidad del partido federal bajo su liderazgo. A partir de 1862, las tensiones al interior
del federalismo en Entre Ríos crecieron. Las políticas de Urquiza de entendimiento
con el gobierno de Mitre y posteriormente con el de Sarmiento, contrariaban la larga
tradición anti unitaria y anti porteña del federalismo entrerriano, que era una de las bases
principales de su identidad política. Por otro lado, las prácticas autocráticas del ejercicio
del poder mantenidas por Urquiza bloqueaban la posibilidad del acceso a puestos en
el poder político provincial a quienes no eran claros “amigos” y fieles seguidores del
caudillo. Práctica que contrastaba vivamente con uno de los ejes centrales del discurso
del partido federal que pretendía legitimar su accionar desde la década de 1850: el
respeto a un orden institucional liberal, que suponía, entre otras cuestiones, la división
de poderes y la censura a toda práctica de perpetuación de las autoridades.
Asimismo, la década de 1860 no trajo la prosperidad económica esperada por
los entrerrianos. La economía creció poco y el gobierno desarrolló con escaso éxito
un proceso de modernización impositiva y de privatización de la tierra que implicó
1
A lo largo de este trabajo los términos “partido liberal” y “partido unitario” (o “liberales” y “unitarios”)
son equivalentes. Si bien los miembros del partido liberal no se autodefinían como “unitarios” (aunque
se proclamaban herederos de ese partido surgido en Buenos Aires en la década de 1820), desde el campo
del federalismo, “liberal” y “unitario” eran sinónimos y expresión de una misma identidad política. Por
otro lado, las bases programáticas de los partidos “federal” y “unitario”/“liberal” eran similares: ambos
adherían al liberalismo como doctrina político económica y sostenían el sistema federal de gobierno.
Por lo tanto, las identidades partidarias de unos y otros se definían a partir de una compleja combinación
de configuración de redes de poder locales y tradiciones políticas, al tiempo que variaban según cada
realidad provincial. En el caso del federalismo entrerriano, como se verá en este trabajo, su identidad se
constituía fundamentalmente en torno a la apelación a un sentimiento anti porteño y a la defensa de la
autonomía de la provincia. Un agudo análisis sobre las identidades “federal” y “unitaria” en la década de
1860 en De La Fuente, 2007 y Míguez, 2013.

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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 35-56

la pérdida de derechos a una multitud de habitantes pobres de la campaña, entre los


cuales residía uno de los principales apoyos políticos del federalismo. Estas políticas
provocaron descontentos en gran parte de la población rural subalterna y en muchos
funcionarios y líderes políticos locales que intermediaban entre esos y las autoridades
provinciales (Duarte, 1974; Schmit, 2008, 2010).
En suma, en los años posteriores a la batalla de Pavón el federalismo entrerriano
comenzó una fase de crisis, que se manifestó en la agudización de las disputas políticas
al interior de la provincia y en el cuestionamiento de la figura de Urquiza como líder.
Como ejemplos sobresalientes de ese proceso, en 1863, por primera vez desde que el
caudillo había llegado al poder veinte años antes, se presentaron listas “no oficiales”
para competir en las elecciones para diputados provinciales (y en el caso de Paraná, el
candidato “no oficial” Evaristo Carriego, ganó las elecciones).2 Meses más tarde, en la
legislatura un grupo de diputados se mostró en disidencia con la candidatura de José María
Domínguez a gobernador (propuesto por el propio Urquiza para sucederlo) y apoyó la
figura de Ricardo López Jordán. En 1865 Urquiza fue incapaz de evitar el desbande de
las tropas bajo su mando que habían sido movilizadas para el frente Paraguayo, primero,
en Basualdo en el mes de julio y, por segunda vez, en noviembre en las inmediaciones
del Arroyo Toledo. Asimismo, ni Urquiza ni el gobierno provincial pudieron impedir
que en el espacio público se desarrollasen expresiones de disconformidad (sobre todo en
protestas callejeras contra el gobierno nacional, que contrariaban la política conciliatoria
del caudillo) ni que el debate público se multiplicase en la prensa, en la cual fueron
teniendo cada vez más lugar las opiniones que no seguían los lineamientos oficiales
o sostenían una radical oposición al federalismo y a su líder. La crisis y división del
federalismo se haría más evidente y profunda con el paso de los años y culminaría en
1870 con el asesinato de Urquiza y la rebelión de López Jordán contra las autoridades
nacionales (Alabart, 2015; Duarte, 1974; Fradkin, 2013; Schmit, 2010).
En los complejos juegos desarrollados luego de Pavón por la redefinición de
los objetivos del federalismo, su lugar en la política nacional y el papel de Urquiza
como referente del partido (por fuera y al interior de la provincia), la prensa de Entre
Ríos cumplió un rol destacado. Como se verá en las páginas siguientes, esta estaba
estrechamente ligada a la política partidaria y era un actor clave en las disputas políticas
a nivel local.
En las últimas dos décadas -como parte del renovado interés en el estudio de
las “culturas políticas” decimonónicas- las investigaciones sobre la prensa han cobrado
particular relevancia en la historiografía argentina. Importantes trabajos han indagado
sobre las características del género periodístico, la constitución de un público lector, la
relación de los periodistas y los editores con los gobiernos y con las figuras y grupos
políticos, y sobre la vinculación entre la prensa y la “opinión pública”, las prácticas
electorales y la movilización política, entre otras cuestiones (Alonso, 2004; Bonaudo,

2
Como se analiza más adelante, no se trata de candidaturas “opositoras”, puesto que no objetaban
públicamente el liderazgo de Urquiza, pero competían con los candidatos elegidos por éste (es decir, la
lista “oficial”).

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ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

2005; Eujanián, 1999; Halperín Donghi, 1985; Lettieri, 1999; Palti, 2007; Sábato, 1998,
Wasserman, 2009). Desde diferentes perspectivas, estos trabajos señalan cómo, tras
la caída de Rosas en 1852, la prensa se volvió un actor insoslayable en la dinámica
política. Desde los periódicos se orquestaban campañas, se hacían circular rumores, se
articulaban redes de poder.
Si bien la mayoría de las investigaciones versan sobre el caso porteño, en los
últimos años se ha comenzado a indagar sobre los distintos espacios provinciales. Hoy
se sabe que en los años posteriores a Caseros, la emergencia de una variada prensa
fuertemente articulada a las disputas por el poder y el desarrollo del debate público,
fueron fenómenos característicos de la política en las provincias del interior al igual
que en la ciudad de Buenos Aires, aunque todavía resta mucho por explorar (Bonaudo,
2005; Cucchi, 2014; Cucchi y Navajas, 2009; García Garino, 2012; Megías, 1998;
Navajas, 2009; Vagliente, 2000). En Entre Ríos, la historiografía sobre la prensa se ha
centrado en una descripción de sus principales publicaciones (fechas aproximadas de
edición, nombre y trayectoria de los redactores y dueños de imprentas) sin ahondar en
un análisis de su rol en la vida política provincial ni detenerse en un estudio sistemático
de los discursos que desde la prensa alimentaban el debate público (Borques, 1919;
Vázquez, 1970).3
Hacia 1862 la prensa en Entre Ríos ya llevaba diez años de profusa actividad,
desde que la caída del régimen de Rosas y el fin del unanimismo habían permitido la
expresión pública de las opiniones políticas y el consecuente aumento de la cantidad de
publicaciones periódicas. Pero a partir de ese año, el número de periódicos publicados
en la provincia creció. Se estima que durante la etapa de la Confederación Argentina
se habían editado veintidós periódicos, mientras que en los años siguientes a Pavón y
hasta 1870, este número ascendió, (al menos, a treinta y cinco publicaciones.4 Con la
excepción de los periódicos El Alba y El Cóndor, de carácter literario, y de El Boletín
Comercial que informaba sobre el estado de los negocios en la provincia y el país (los
tres editados en la ciudad de Gualeguaychú), el resto de las publicaciones era político
partidaria. Algunos periódicos alcanzaron pocos números y fueron cerrados tras escasas
semanas de existencia, pero la mayoría consiguió editarse por períodos que superaron el
año, logrando continuidad en sus prédicas políticas.5
Esta prensa también era más variada en cuanto a sus filiaciones políticas que en
la década anterior. Si bien antes se habían editado periódicos opositores que respondían
a los intereses porteños, en esta etapa no sólo se editaron periódicos de tendencia
3
Una excepción a esta última cuestión es el reciente estudio de María Victoria Baratta sobre el discurso de
algunos periódicos de Entre Ríos y Corrientes en torno a la guerra del Paraguay (Baratta, 2013).
4
Cantidad solo superada en Buenos Aires y, para el caso de las provincias del interior, en Santa Fe (aunque
dado el incipiente desarrollo de la historiografía sobre la prensa en el interior del país, esta afirmación
debería ser confirmada por nuevas investigaciones).
5
Por ejemplo, “La Chicharra” y “El Grillo” existieron durante unas pocas semanas en Victoria, hasta que
el jefe político presionó para su cierre dado que -a su juicio- se trataba de “periodiquitos que perjudicaban
a la unión” (Archivo General de la Nación [AGN], Fondo Urquiza [FU], 1749, S. Ezpeleta a J. J.
Urquiza, noviembre de 1866). El Eco de la Juventud en Gualeguaychú alcanzó apenas dos números y
aparentemente fue cerrado por falta de fondos.

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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 37-56

abiertamente unitaria, sino que empezaron a surgir otros que, aún dentro del campo
federal, esbozaban críticas a las políticas de Urquiza.6 Por lo tanto, la vitalidad de la
prensa puede ser interpretada como uno de los síntomas de la grave crisis que atravesaba
el federalismo en la década de 1860: dado que la prensa era uno de los campos en
donde se desarrollaba la disputa política, la emergencia de numerosos periódicos es
expresión de la profundización de la misma. Por otro lado, puesto que el partido federal
estaba perdiendo poder frente al partido liberal, era necesario multiplicar las voces en
la prensa que defendieran los principios federales y el papel de Urquiza como líder del
federalismo y referente en la política nacional. Por tal motivo, en los años posteriores
a Pavón, en la provincia y fuera de ella, surgieron numerosos periódicos que apoyaban
abiertamente a Urquiza. Muchos por iniciativa de éste (sobre todo los que se crearon en
Buenos Aires luego de 1866 para sostener su candidatura a presidente) pero en Entre
Ríos la mayoría surgió a partir de iniciativas de figuras no directamente vinculadas con
Urquiza, que vieron en la fundación de un periódico la posibilidad de “hacer propaganda
de sus ideas”7, de incidir en la política local y también, pero en menor medida, encontrar
un medio de vida. Aunque formalmente independientes, todos dependían en mayor o
menor grado de las ayudas (que podían materializarse a través de subsidios regulares
o esporádicos para pagar los gastos de la imprenta o en la suscripción generosa de
ejemplares) que Urquiza, otros dirigentes del federalismo o el gobierno podía brindarles.8
Por último, el crecimiento de la prensa periódica y de la diversidad de voces
fue posible, sin duda, gracias a la adhesión por parte de Urquiza y de los principales
dirigentes federales a una ideología liberal republicana que consideraba que el respeto
a la “libertad de opinión” estaba en los pilares básicos del nuevo orden político nacido
en 1852, que ellos habían construido y representaban: en los panegíricos dedicados a
Urquiza (que la prensa federal solía publicar) su defensa de la libertad de imprenta era
una de las virtudes más destacadas.
Como se señaló, la prensa era uno de los espacios por donde trascurría la
disputa política. Desde allí los editores hacían propaganda de sus ideas y también
refutaban los argumentos y posicionamientos de sus oponentes; por lo tanto, la polémica
estructuraba el grueso del discurso periodístico. En gran medida se escribía contra las
notas o editoriales de otros periódicos, se trataba, sobre todo de impugnar lo publicado
por los enemigos partidarios. La práctica era concebida como una verdadera guerra
de palabras y de esta forma el léxico guerrero era frecuente para referirse al accionar
periodístico: los editores eran “soldados” al servicio del federalismo, era preciso “hacer
la guerra” a la prensa “licenciosa” de Buenos Aires, los periódicos unitarios “hacían
6
El ejemplo más conocido y extremo de esta última tendencia fue El litoral dirigido por Evaristo Carriego,
el que a partir de 1863 se dedicó a hostigar primero al gobierno de Mitre y luego al de Urquiza, hasta que
fue clausurado en 1865 por iniciativa de las autoridades de Paraná (AGN, FU, 1736, Domingo Comas a
J. J. Urquiza, 20/06/1865). Entre los periódicos unitarios se destacó La Democracia editado en la ciudad
de Gualeguaychú entre 1863 y 1867. Sobre este último ver a Pérez, 2015.
7
Según expresión de Olegario Andrade. (AGN, FU, 1846, Andrade a S/D, S/F.).
8
Los ejemplos en la correspondencia en los Fondos Urquiza y Victorica son muy abundantes. La ayuda
formal o informal a los periódicos “amigos” era una práctica corriente. Aunque no siempre resultaba
suficiente.

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ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

fuego” sobre los entrerrianos, etc. Asimismo, los periódicos denominados “amigos”
eran constantemente citados para afirmar las ideas defendidas (y es muy probable
que argumentos casi idénticos que se reproducían en varios periódicos en simultáneo,
tuviesen poco de espontaneo y que fueran el fruto de arreglos previos sobre la estrategia
a seguir ante algún desafío político concreto).
Este trabajo se propone indagar sobre las relaciones entre la prensa entrerriana
y la política provincial en la década de 1860 a través del estudio de dos periódicos
de tendencia federal editados en la ciudad de Gualeguaychú: El Pueblo Entrerriano
(publicado entre 1862 y 1867) y El Porvenir (entre 1864 y 1867).
Gualeguaychú está ubicada en la ribera oeste del río Uruguay, en el sur de la
provincia de Entre Ríos. Desde 1860 era cabeza del departamento del mismo nombre,
uno de los más habitados y ricos de la provincia. Hacia 1869 tenía cerca de diez mil
habitantes, lo cual la constituía en la segunda ciudad entrerriana en cantidad de población,
luego de Paraná. Su puerto tenía una gran actividad comercial y era asiento de agentes
consulares. Al igual que en otras ciudades del litoral, Gualeguaychú estaba atravesando
un proceso de modernización, visible en la construcción de un teatro, la existencia de
cafés y hoteles, la creación de espacios para la sociabilidad exclusiva de la elite (clubes
de “recreo” y, hacia fines de la década, un “hipódromo”), sociedades de socorros mutuos
y una “junta de fomento”. Entre 1862 y 1870, se editaron en la ciudad nueve periódicos
(no sólo políticos, sino también dos literarios y uno comercial), lo cual es muestra de
las aspiraciones modernizantes del grupo de notables locales, en una época en la que la
prensa era concebida como un instrumento central para alcanzar el progreso. Asimismo,
la ciudad mantenía fuertes vínculos económicos, culturales y políticos con Montevideo
y Buenos Aires y cerca de la mitad de su población había nacido en Europa. Entre éstos
se destacaban los franceses e italianos, que participaban activamente en la política local.
Otro rasgo particular de Gualeguaychú era que allí residía un grupo muy dinámico de
liberales partidarios de Mitre, los cuales editaron entre 1862 y 1867 un periódico de
amplia circulación, La Democracia, que mantenía fuertes polémicas con sus rivales: El
Pueblo Entrerriano y El Porvenir (Pérez, 2015).
Estos dos últimos tuvieron una destacada influencia en la política provincial y en
varias coyunturas dominaron el discurso de la prensa federal, sobre todo, por la prédica
de dos de sus más destacados redactores, Francisco F. Fernández y Olegario Andrade.
Aunque no eran periódicos oficiales, contaron con el apoyo y la simpatía de Urquiza.
Como prensa federal, su principal objetivo era defender la doctrina del federalismo,
los intereses de Entre Ríos y al general Urquiza de sus “enemigos”. Sin embargo,
mantuvieron una relativa autonomía discursiva y no siempre siguieron los lineamientos
políticos del caudillo. En las siguientes páginas se analizarán los principales tópicos de
su discurso periodístico y se prestará especial atención a los vínculos de los editores con
los poderes políticos locales. Por tal motivo, también se estudiará la correspondencia
privada entre editores y entre otros actores relevantes de la provincia que aporta valiosos
datos sobre la política y la prensa durante este período.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
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2. El Pueblo Entrerriano y El Porvenir


El 15 de enero de 1862 salió el primer número de El Pueblo Entrerriano. Se
editaba en una imprenta propiedad de Eugenio Gómez, su redactor principal era Olegario
Andrade y contaba con la colaboración de Francisco F. Fernández y Marcos Emilio
Funes. Gómez y Andrade ya tenían experiencia en la prensa entrerriana. El primero era
sobrino de Isidoro de María (quien había editado el primer periódico en la ciudad de
Gualeguaychú en 1849) y es muy probable que de él haya aprendido los rudimentos
de la profesión de imprentero y editor de periódicos. Al momento de fundar El Pueblo
Entrerriano, Gómez ya había publicado un periódico también en Gualeguaychú durante
varios meses en 1861 (Borques, 1919; Cutolo,1968). Olegario Andrade tenía una
trayectoria relativamente extensa en la prensa, a pesar de su corta edad. Había sido
redactor a sueldo en El Mercantil, colaborado con frecuencia con escritos publicados en
El Uruguay y en 1858 había fundado un periódico en Santa Fe subsidiado por Urquiza.
Por su parte, Marcos Emilio Funes era oriundo de San Luis, en donde había ejercido el
periodismo antes de emigrar a Entre Ríos a fines de 1861(Bosch, 1984; Borques, 1919).
Quien aparentemente no tenía experiencia en la prensa, era Francisco F.
Fernández. El más joven del grupo; se habría iniciado en la carrera de “escritor público”
recién en 1862 cuando, además de colaborar con artículos en El Pueblo Entrerriano,
editó durante unos meses en la ciudad de Paraná El Soldado Entrerriano.
De diferente manera, los cuatro tenían también experiencia en la política.
Olegario Andrade y Francisco F. Fernández eran los que tenían vínculos cercanos con
Urquiza. Ambos mantenían, además, una estrecha amistad.
Andrade, quien de pequeño residía en Gualeguaychú, había iniciado su relación
con Urquiza en la década de 1850, cuando bajo su protección comenzó sus estudios en
el Colegio del Uruguay. Allí forjó amistad con Justo Carmelo, hijo del general y trabó
vínculos con Julio y Benjamín Victorica, sujetos de gran influencia en la provincia y
partidarios y estrechos colaboradores de Urquiza. En 1857 contrajo enlace con Eloísa
González, hija del coronel Luciano González, hombre destacado de Gualeguaychú.
Gracias a las gestiones de Urquiza, se le otorgó un puesto en el Resguardo de la Aduana
de Gualeguaychú en ese mismo año. Al año siguiente, siempre con la protección de
Urquiza, partió a Santa Fe en donde actuó como diputado provincial (además de redactar
un periódico, como ya mencionamos). Allí, participó activamente en las elecciones
presidenciales de 1859 como emisario de Urquiza. Ya de regreso a Gualeguaychú y
editando El Pueblo Entrerriano, fue nombrado secretario de la Jefatura Política y en
1863 diputado provincial.
Francisco F. Fernández era oriundo de Paraná e hijo de Ramón Fernández,
un conocido federal de dicha localidad. Al igual que Andrade, también había cursado
estudios en el Colegio de Concepción del Uruguay, en donde además se había
desempeñado como profesor. Participó en el ejército de la Confederación en las batallas
de Cepeda y Pavón, cumpliendo funciones como alférez. Al momento de la creación
de El Pueblo Entrerriano trabajaba en la secretaría privada del Palacio San José.
Posteriormente, en 1863, pasó a trabajar en la oficina de tierras de la provincia, en

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ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

Concepción del Uruguay. Además de sus escritos en la prensa, era dramaturgo y poeta.
Sus obras teatrales, de contenido político, fueron expuestas en distintos teatros de la
provincia con gran afluencia de público. Mantenía un vínculo cercano con Urquiza y
éste confiaba en sus capacidades políticas: en 1865, luego del desbande de Basualdo,
fue uno de los emisarios que el general envió a la costa del Paraná para intervenir
políticamente a favor de la restitución de su autoridad.9
De la trayectoria de Eugenio Gómez conocemos menos. Sabemos que antes de
editar El Pueblo Entrerriano había sido Juez de Paz de Gualeguaychú. Sus vínculos
con notables de la localidad (con el jefe político, con el comandante de milicias, con
diputados provinciales) son evidentes y también con los hermanos Victorica10, pero
a juzgar por el tono y el contenido de la correspondencia mantenida con Urquiza, la
relación con éste parece haber sido menos estrecha y más distante. Marcos Emilio
Funes, por su parte, se había desempeñado como secretario privado de Juan Saa en
San Juan y había participado en la batalla de Pavón. No conocemos cuáles fueron sus
actividades en Entre Ríos durante esta época además de su actuación como periodista,
ni tenemos indicios de que haya mantenido relación directa con Urquiza.
El Pueblo Entrerriano aparecía tres veces por semana y la suscripción mensual
era de 12 reales. Se editaba en cuatro páginas siguiendo un esquema de presentación de
los artículos que -con pocas modificaciones- continuó hasta la clausura del periódico
en febrero de 1867. En la portada habitualmente se publicaban noticias del exterior
o “noticias generales” sobre la situación política nacional y regional, generalmente
tomadas de periódicos de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba o Montevideo. La editorial
y otras notas de opinión sobre política nacional o provincial, aparecían en las páginas
centrales. Al final, se publicaba la sección “Hechos locales”, un compilado de pequeños
sueltos sobre acontecimientos de Gualeguaychú y hechos curiosos de otros lugares.
Este apartado tenía el fin evidente de informar al lector sobre cuestiones relacionadas
con el discurrir cotidiano de la ciudad (quién ha llegado de viaje, cuando se organizará
un baile en la Sociedad de Recreo, que las autoridades han dispuesto la matanza de
perros callejeros, etc.) y también de distenderlo. Por eso incluía también chistes, relatos
breves de ficción y versos -dirigidos explícitamente al público femenino-. Por último, la
contratapa estaba reservada a los avisos comerciales y de la jefatura política.
El momento en el que se creó el periódico era particularmente álgido y difícil
para los federales. Hacía apenas tres meses que la batalla de Pavón había permitido
la consolidación de la hegemonía de Buenos Aires y del partido liberal en gran parte
del interior de la República. La perspectiva de una invasión a la provincia por parte
de Buenos Aires para terminar de disciplinar a los oponentes políticos parecía cierta y
cercana para vastos sectores de la sociedad entrerriana. En ese contexto, en el que era
necesario defender al federalismo y a la provincia frente a los unitarios y a los intereses
9
AGN, FU, 1736, Francisco F. Fernández a Urquiza, 21/7/ 1865. Hacia 1867 las relaciones entre Urquiza
y Fernández se deterioraron. En 1870, Fernández sería un activo participante en la rebelión de López
Jordán.
10
Véase la correspondencia entre Gómez y Julio Victorica con motivo de las elecciones presidenciales de
1868.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
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porteños, un periódico “militante” que oficiase de propaganda de la política de Urquiza,


que defendiese la autonomía de Entre Ríos y que se contrapusiera al proselitismo de
la prensa porteña, parecía particularmente valioso. En diciembre de 1861, Andrade le
escribía a Urquiza sobre su proyecto de fundar un nuevo periódico:

“Usted ha hecho la Paz con el Gobierno de Buenos Aires pero


no la ha hecho con la prensa licenciosa y provocadora que lleva
la palabra en la opinión veleidosa de ese pueblo; no la ha hecho
con las tendencias de predominio y exclusivismo que no ha
abdicado nunca la antigua capital del Virreinato. Es necesario
en mi concepto hacer callar a esa prensa, con la discusión de
los hechos, con los argumentos de la razón y la justicia”.11

Pero el rol que debía adoptar El Pueblo Entrerriano iba más allá de la refutación
de las ideas de la prensa porteña. Si bien Urquiza había firmado la paz con Buenos Aires,
esta era concebida como provisoria por gran parte de los federales. En el horizonte
político de principios de 1862 era imaginable (y también deseable para sectores del
federalismo) que el líder se rebelase contra las imposiciones de Buenos Aires: por eso,
la prensa de Entre Ríos (y como parte de ella, El Pueblo Entrerriano) debía contribuir
a legitimar la causa federal y la defensa de la autonomía de la provincia para cuando el
general Urquiza cambiase su política frente al partido liberal liderado por Mitre. Así se
lo explicaba Andrade a Urquiza en febrero de 1862:

“...cuando la situación del país llegue al extremo de tener


que dirigir a otro rumbo la política de VE, ya la prensa ha
preparado el camino, haciendo conocer las exigencias de la
opinión que rechaza el exclusivismo, el predominio ilimitado
y la reconciliación a mano armada que quiere llevar a las
provincias el círculo unitario”.12

Durante todo el primer año de su existencia, El Pueblo Entrerriano fue


el único periódico editado en la ciudad. Pero el 1 de enero de 1863, los liberales de
Gualeguaychú comenzaron a editar La Democracia, periódico de tendencia unitaria
y partidario del presidente Mitre. La aparición de este periódico fue tomada con
preocupación por los federales porque consideraban “sembraría la mala semilla”,
podría dividir al pueblo entrerriano y debilitar al federalismo.13 A partir de entonces,
la polémica con La Democracia pasó a ocupar un lugar destacado y gran parte de las
editoriales comenzaron a tener como principal objetivo refutar los dichos del periódico
11
AGN, FU, 1698.O. Andrade a J. J. Urquiza. 16/12/1861.
12
AGN, FU, 1702. O. Andrade a J. J. Urquiza. 9/2/1862.
13
AGN, FU, 1846, F. F. Fernández a O. Andrade. La misma preocupación se observa en la correspondencia
de Urquiza con Andrade y con Luciano González a fines de 1862 (AGN, FU, 1713, 21/12/1862).

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ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

rival. Incluso la polémica excedió el espacio habitual reservado a la discusión política


(las editoriales, las “colaboraciones” y los “remitidos”) para abarcar también la sección
“Hechos locales”, en donde se hizo frecuente la publicación de textos cortos que aludían
de forma irónica y burlona a los editores de La Democracia y al grupo de liberales de
Gualeguaychú.
En julio de 1864, producto de desavenencias entre Andrade y Gómez, el
primero abandonó la redacción de El Pueblo Entrerriano y fundó un nuevo periódico,
El Porvenir, cuyo primer número se publicó el 7 de agosto. Su formato era similar al
de El Pueblo Entrerriano con la diferencia de que los textos literarios, de reflexión
histórica o filosófica tenían mayor espacio y solían publicarse en la portada; mientras
que el espacio dedicado a los “Hechos locales” (en los que, recordemos, se publicaban
noticias sobre cuestiones de Gualeguaychú) era notoriamente menor. Formaban parte
de la redacción Olegario Andrade, Francisco F. Fernández, Belisario Ruiz, Cándido
Irazusta y Ernesto Richelieu. Sabemos que Ruiz e Irazusta formaban parte del grupo de
notables de la ciudad: el primero era defensor de menores al momento de fundarse el
periódico; el segundo sería elegido años más tarde miembro de la Junta de Fomento y
en 1873 se transformaría en el primer intendente de Gualeguaychú.14 Ernesto Richelieu
era un emigrado oriental del Partido blanco y tenía experiencia en la prensa uruguaya.
Figuraba en la portada del periódico Lucilo López como director y editor
responsable ( previamente había dirigido imprentas en Paraná y Gualeguay) aunque es
evidente que quien controlaba la publicación era Andrade. En El Pueblo Entrerriano
continuaron en la redacción Eugenio Gómez (desde ese momento fue también el “editor
responsable”) y Marcos Emilio Funes. En reemplazo de Andrade, se incorporó Ezequiel
Crespo, quien era diputado provincial.
Más allá de las disidencias personales entre redactores, ambos periódicos
sostuvieron una misma línea editorial hasta el momento de su clausura en 1867. La
polémica -que estructuraba las editoriales y gran parte de las notas publicadas- se
entablaba sobre todo con los enemigos del federalismo y del General Urquiza.

3. En defensa del federalismo y del pueblo de Entre Ríos


Aunque el principal lector imaginado por los editores de El Pueblo Entrerriano
y El Porvenir era “el pueblo de Entre Ríos” cuyos integrantes eran quienes habitaban en
la provincia y/o defendían sus intereses, es claro que los redactores se dirigían solo a una
parte de dicho pueblo: a los letrados y habitantes de los espacios urbanos. El lenguaje
utilizado, la inclusión de una literatura “culta” en la sección “Variedades”, los avisos
de venta de libros, las referencias constantes a las tertulias en la “Sociedad de Recreo”
y a las funciones teatrales a las que asistían lectores y redactores por igualson algunos
ejemplos que indican que el público mayoritario era sobre todo urbano y relativamente
instruido.15
14
Recopilación de leyes, decretos y acuerdos de la provincia de Entre Ríos, tomos IX y X, Imprenta La Voz
del Pueblo, Concepción del Uruguay, 1876.
15
Una acotación en una carta nos ilustra sobre la prensa y su circulación en el espacio rural en la provincia.
En 1862, un jefe político afirmaba: “el habitante de la campaña no se fija en los periódicos”. Con
preocupación también afirmaba que las noticias y opiniones publicadas llegaban a los habitantes de la

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Como fieles exponentes de su época, El Pueblo Entrerriano y El Porvenir


dedicaron un importante espacio a divulgar el programa que debían seguir las fuerzas
políticas para construir la Nación. Era un programa netamente liberal y las notas
publicadas resaltaban la necesidad de asegurar la libertad industrial y comercial, de
reorganizar la justicia y los poderes públicos para evitar el despotismo y fortalecer los
principios republicanos, de fomentar la educación y la libre inmigración, etc. En suma,
la paz, la libertad, el progreso y la civilización eran los valores que la administración
nacional y provincial debían perseguir.
La presentación de estos principios iba acompañada de un relato casi mítico
que refería a un pasado -la época de la Confederación Argentina durante el gobierno
de Urquiza- en el cual había reinado la paz, la libertad, la justicia. Pero ese sueño de
construcción de un orden liberal se había visto interrumpido por la política de Buenos
Aires y la derrota de las fuerzas federales en Pavón. Según los articulistas, el partido
liberal no era original en sus ideas, sino que era tributario de los principios sostenidos
por el federalismo. Los unitarios (aglutinados en el partido liberal), en su afán de poder,
habían arrebatado todo, incluso las banderas que el federalismo había sostenido hasta
entonces.
Sin embargo, los unitarios estaban lejos de defender estos principios e incluso
amenazaban hasta la existencia de las provincias. Esta constatación era el punto de
partida para la elaboración de un fuerte discurso contrario a Mitre y al partido liberal
y profundamente anti porteño, que fue el componente fundamental de las editoriales y
notas políticas publicadas.
Esta prédica anti unitaria y anti porteña era también sostenida por otros
periódicos de la provincia. Muchas de las notas se publicaban también en periódicos de
otras ciudades (sobre todo las editoriales de El Porvenir) y vice versa. En este sentido,
es claro que se concebía la edición de los periódicos como una lucha colectiva contra las
políticas porteñas. De este modo, se celebraba la aparición de nuevos “colegas” que se
sumaban a la lucha y se lamentaba el cese de alguna publicación afín:

“Donde el “Litoral” había desaparecido dejando un rastro


de sombra, se levanta hoy el “Eco de Entre Ríos”, campeón
gallardo y generoso de la causa republicana. Donde el
“Gualeguay” había renegado de sus antiguas creencias, anuncia
ya su aparición el “Progreso” (...) Los claros se han llenado.
Sean bienvenidos los soldados voluntarios que ingresan a las
filas de la prensa entrerriana”.16

campaña tergiversadas por terceras personas. AGN, FU, 1708, M. Navarro a J. J. Urquiza 3/7/1862.
16
“Los claros se llenan El Porvenir, 18/7/1866. De manera similar, El Eco de Entre Ríos reconocía
abiertamente sus vínculos con la prédica de El Pueblo Entrerriano y El Porvenir. En su primer número
podemos leer: “ Estamos seguros que nuestra voz pasará desapercibida, porque ante los robustos acentos
de “El Porvenir” y del “Pueblo Entrerriano”, poco vale una voz desautorizada y sin eco como la nuestra;
pero hemos de aplicar todas nuestras fuerzas, hemos de contribuir con todo el vigor de nuestra pobre
inteligencia”, El Eco de Entre Ríos, 6/7/1866.

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ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

Los argumentos se articulaban en torno a claros antagonismos. Los federales


representaban el progreso, la civilización, la libertad, la unión nacional y la defensa
de las leyes y la constitución nacional. Los unitarios, por el contrario, la barbarie, el
despotismo, el caudillaje, el atraso y la anarquía. La formulación de estas oposiciones
contaba con una larga tradición en la retórica política y era una herramienta usual para
deslegitimar al contrario. La diferencia radicaba en cómo se definían los grupos y qué
figuras ocupaban uno u otro lugar en el esquema.
La lista de agravios contra el partido liberal y el gobierno de Mitre era por
cierto numerosa y variaba según la coyuntura política. La denuncia se hacía más intensa
y ofuscada en momentos de alta tensión con el gobierno nacional. Por ejemplo, fue
particularmente álgida a principios de 1863, cuando la provincia de Entre Ríos debió
ceder el control sobre el parque de artillería al gobierno nacional, resurgió con fuerza
ante cada uno de los levantamientos de las montoneras federales y se fue volviendo
absolutamente dominante en las notas y editoriales a partir de 1865, cuando la oposición
a la guerra del Paraguay ocupó el centro del discurso periodístico, a través de la cual se
denunciaba a la política “bárbara” del presidente Mitre.
En reiteradas notas y editoriales se recordaba a los lectores que la asunción de
Mitre a la presidencia no había sido fruto del cumplimiento de la Constitución, sino de
la “insurrección contra los poderes legítimos del país”.17 Esta ilegitimidad del gobierno
del partido liberal no se debía únicamente a un vicio de origen. Tras su llegada al poder,
los unitarios no habían hecho más que gobernar como una tiranía. Según El Pueblo
Entrerriano y El Porvenir, Mitre y sus aliados no respetaban las leyes ni la Constitución,
reprimían de manera sangrienta las resistencias hacia su gobierno, censuraban a la
prensa, sostenían una alianza con el Imperio del Brasil, cuyo régimen representaba la
“barbarie” y el despotismo, violaban las autonomías provinciales, ejercían una política
de expoliación hacia Entre Ríos, entre otras acciones censurables.
Estos párrafos, extraídos de una nota del año 1866, ilustran el contenido y el
tono elegido para denunciar a la “facción”18 unitaria y al gobierno nacional:

“[Mitre] Nada ha hecho para obligarnos siquiera a la gratitud;


lo único que le debemos son lágrimas, miserias y desolación
sin fin (...) Pudo, sin embargo, haber hecho mucho bien, pudo
haberse captado la voluntad de todos y hacer olvidar, con
medidas sabias, el origen de su elección. Pero no quiso, y ahí
está su falta. Prefirió a todo ser un sangriento conquistador,
antes que el bienhechor de los pueblos (...)Hoy está la historia
del presente para decirnos, que desde su exaltación a la silla
17
“Una fecha olvidada”, El Porvenir,16/11/1866.
18
Durante las décadas de 1850 y 1860, cada “partido” se proclamaba representante del interés público y del
conjunto del pueblo y acusaba a sus adversarios políticos de formar una “facción”, término que denotaba
divisionismo e ilegitimidad, en tanto quien integraba una facción perseguía intereses privados, réditos
económicos y guiaba sus acciones por la ambición de poder (Aljovín de Lozada y Loyaza Pérez, 2014;
Souto, 2014).

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 45-56

curul de la presidencia el General Mitre no ha hecho más que


arruinar las provincias, perseguir y encarcelar a los hombres
que habían servido a la Administración pasada; autorizar la
confiscación y el saqueo de las propiedades de los federales;
facultar a monstruos como Sandes y Rivas para degollar las
familias de los que no pensaran como ellos”.19

Puesto que el gobierno liderado por Mitre era tiránico y tenía como fin la
concentración del poder, uno de sus objetivos era el cercenamiento de las autonomías
provinciales. Así, se manifestaba una y otra vez que una de las principales tareas que
debían afrontar los federales de Entre Ríos era conservar la autonomía de la provincia
crecientemente amenazada.
Diversas coyunturas daban pie para la sospecha de las malas intenciones del
presidente Mitre: cuando se nombraba a funcionarios nacionales que no eran oriundos
de Entre Ríos o simpatizaban abiertamente con el partido liberal, cuando se negociaba
el reparto de las rentas nacionales, cuando el gobierno nacional solicitaba caballadas
para abastecer el ejército, cuando se movilizaban las guardias nacionales, etc. Pero, con
mucha frecuencia, lo que podría ser interpretado como un recorte de la autonomía, era
presentado a los lectores como el primer paso hacia la disolución de Entre Ríos, puesto
que los unitarios de Buenos Aires tenían como fin no sólo eliminar las autonomías
provinciales, sino también al federalismo.
Por lo tanto, las acciones del gobierno nacional eran presentadas como gestos
que anticipaban la segura ocupación de la provincia y la destrucción del pueblo libre
de Entre Ríos, condenado por el “pecado” de querer defender su autonomía y su
identidad federal. En tono ciertamente apocalíptico, se anunciaba el pronto inicio de
las hostilidades bélicas (anticipado por la hostilidad siempre presente de la prensa de
Buenos Aires y firmemente combatida por los federales entrerrianos) y la ocupación de
Entre Ríos por parte del ejército nacional.
Si bien la denuncia de la inminente invasión a la provincia, presente en 1862,
continuó en el discurso de ambos periódicos hasta el momento de su clausura en 1867,
es ampliamente conocido que esta amenaza no se concretó. Posiblemente, una vez
superados los críticos meses posteriores a la batalla de Pavón, la invasión a la provincia
nunca haya sido considerada como una opción política viable por Mitre y los principales
líderes del partido liberal, ni tampoco creída como posible por Urquiza y el círculo
más cercano de aliados. Hasta qué punto los autores de las notas periodísticas estaban
convencidos, no lo podemos saber. Es probable que estas afirmaciones fuesen más bien
fruto de la propia dinámica del discurso periodístico, que tendía por su propia naturaleza
a la exageración para abonar y acentuar la polémica -su eje articulador- . Práctica que
era denunciada como perniciosa por los contemporáneos, pero también alimentada, en

19
“La opinión de Entre Ríos”, El Porvenir, 18/7/1866. Los ejemplos de denuncia contra el gobierno de
Mitre son numerosísimos.

45
ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

tanto que los periódicos eran utilizados como un instrumento de propaganda por todos
los actores políticos de la época.
Sin embargo, es interesante señalar que la construcción discursiva de esta
amenaza habilitaba la enunciación de una “retórica de la resistencia” que justificaba una
posible rebelión contra los poderes nacionales del pueblo de la provincia de Entre Ríos.
Como se señaló más arriba, el preparar la opinión pública entrerriana a favor de una
posible rebelión liderada por Urquiza, era uno de los objetivos que perseguía Andrade
en 1862 cuando planificaba la publicación de El Pueblo Entrerriano. Los argumentos
que legitimaban una posible rebelión contra los poderes nacionales apelaban al derecho
de los pueblos (las provincias) de resistirse mediante las armas a la tiranía: dado que
el gobierno de Mitre era despótico, su poder ilegítimo y su accionar ponía en riesgo la
existencia de los “pueblos libres” (es decir, las provincias) los levantamientos armados
contra ese no eran ilegales, sino totalmente legítimos.20
En paralelo a la impugnación de las políticas del partido liberal, se exaltaba la
figura de Urquiza. La defensa de lo que se podría denominar la “imagen” del caudillo
era una de las grandes preocupaciones de los federales entrerrianos. La prensa unitaria
solía atacar la figura de Urquiza ( a grandes rasgos lo describía como un déspota,
representante de la barbarie de los caudillos y heredero de Rosas) y la alarma cundía
ante cada nuevo folleto o libro que sus opositores publicaban para desprestigiarlo. Los
“escritores públicos” del partido y/o al servicio de Urquiza estaban atentos a dichos
ataques y respondían con notas de elogio hacia el líder y de vituperio hacia quienes lo
criticaban. A mediados de 1866, el inicio de la campaña presidencial sumó otro motivo a
la necesidad de enaltecimiento de Urquiza. En un registro apologético, era representado
como el héroe indiscutido del triunfo de la libertad contra la “tiranía” de Rosas, como el
artífice de la organización nacional y de la Constitución, como el forjador del progreso
en la provincia y la Nación. Y como “padre de los entrerrianos” era el único capaz de
defender a la provincia y a su pueblo de las amenazas que la asechaban.

4. Poder político provincial y prensa federal: entre la subordinación y la autonomía


El Pueblo Entrerriano y El Porvenir se vendían por suscripción en la ciudad de
Gualeguaychú, en otros pueblos de la provincia y en Santa Fe. Asimismo, se enviaban
ejemplares a la redacción de periódicos “colegas”, a las oficinas de la administración
provincial y a San José. Estas dos últimas prácticas nunca se explicitaban a los lectores,
aunque sí eran denunciadas por el periódico rival, La Democracia. Este, además, se
ocupaba recurrentemente de tildar de “prensa asalariada” a El Porvenir y a El Pueblo
Entrerriano para recalcar su dependencia económica de Urquiza y su falta de autonomía
política.21

20
Las notas en las que se desarrolla este argumento son numerosas, pero más frecuentes en el marco de
los levantamientos federales del interior. Este tipo de argumento se corresponde a un ideario político
extensamente aceptado en la época y con una larga tradición en los pueblos rioplatenses. Sobre este tema,
ver, por ejemplo a Cansanello, 2003; Macías, 2003; Sábato, 2008.
21
Por ejemplo, con marcada ironía (pero posiblemente con razón) en febrero de 1863 afirmaba: “podemos

46
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 47-56

La ayuda económica a los periódicos federales por parte de gobernador o de


Urquiza era ampliamente conocida, necesaria y esperada por los editores. Pero esto
no significa que cada periódico fuese fruto de un proyecto editorial del gobierno o del
caudillo.
De la correspondencia que Gómez, Andrade y otros sujetos mantuvieron
con Urquiza, se desprende que éste último ayudaba a la publicación de El Pueblo
Entrerriano y El Porvenir mediante la suscripción de ejemplares y una subvención en
dinero, pero que esta ayuda era la consecuencia de las solicitudes de auxilio financiero
que los primeros le habían hecho para emprender o continuar con proyectos que habían
sido concebidos autónomamente. Los pedidos eran avalados o llegaban al general
por intermedio de actores políticos locales (el jefe político, el diputado provincial, el
comandante de milicias) que apoyaban la publicación del periódico o incluso integraban
su redacción.
Sin embargo, los subsidios y ayudas no siempre eran suficientes. Si bien es de
esperar que tanto Andrade como Gómez exagerasen sus dificultades financieras para
conseguir mayor apoyo por parte del general, en las cartas se observa que la ayuda
no era regular, que no siempre alcanzaba para cubrir los gastos de la imprenta y que
eran necesarios otros ingresos para poder ejercer el oficio de “escritor público”. Por tal
motivo, los pedidos que especialmente Andrade le hacía a Urquiza también incluían la
solicitud de ayuda para solventar los gastos del hogar. Como respuesta, lo favoreció,
por ejemplo, con un contrato para imprimir el Registro Estadístico de la Provincia hasta
1864, con el ofrecimiento de un empleo público y con el préstamo de dinero.22
Por otro lado, las ayudas se podían suspender si lo publicado y/o el
comportamiento político de los editores no eran del gusto de Urquiza o de la
administración provincial. En enero de 1864, el caudillo interrumpió el subsidio a El
Pueblo Entrerriano (recordemos que El Porvenir todavía no había sido fundado) por
su prédica contraria a que se anularan las elecciones en Paraná, en donde en noviembre
de 1863 había ganado el candidato “no oficial”, Evaristo Carriego.23 En marzo de 1864,
se reanudó la ayuda al periódico, posiblemente gracias a las gestiones de amigos de
Andrade y Fernández para convencer a Urquiza de que no le eran desleales.24 Pero en
las elecciones de abril, El Pueblo Entrerriano apoyó la candidatura “no oficial” del
cura de Gualeguaychú, Vicente Martínez, para diputado provincial. En la campaña
electoral, el periódico se benefició con una generosa suscripción de ejemplares por parte
de algunos partidarios del cura y sus redactores participaron activamente en la compra
de votos. Asimismo, entablaron una curiosa y efímera alianza con el grupo de liberales

asegurar que es tanta la popularidad del “Pueblo” que si el General Urquiza suspende la subvención que
pasa, el “Pueblo” no vive ni quince días”(“Claridad colega”, La Democracia, 8/2/1863).
22
AGN, FU, 7392, O. Andrade a J. J. Urquiza, 19/2/1863; Beatriz Bosch, 1984: 256-257. Por su parte,
Gómez parece haber subsistido gracias a los trabajos de la imprenta de la cual era dueño, llevando una
vida muy modesta.
23
“Crónica Parlamentaria”, El Uruguay, 21/1/1864; “Punto final”, El Uruguay, 6/2/1864.
24
Aparentemente, quien habría intervenido a su favor fue el General Basavilvaso. AGN, FU, 1724, O.
Andrade a J. J. Urquiza, 10/3/1864.

47
ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

de la ciudad aglutinados en torno al periódico La Democracia que apoyaba al mismo


candidato.25 La aventura electoral no prosperó porque el triunfo del candidato oficial fue
avasallante y este fue el último desafío explícito a la política provincial de Urquiza en
la prensa federal de Gualeguaychú.
Aunque Urquiza estaba al tanto de esa maniobra política, la ayuda financiera
al periódico continuó. Apenas dos meses más tarde de las elecciones de abril, Andrade
consiguió un subsidio del gobernador Domínguez de doscientos setenta pesos por mes
para sostener el periódico. Según Borques, en su libro sobre la prensa de Gualeguaychú,
este habría sido el principal motivo de la separación de Andrade de la redacción de El
Pueblo Entrerriano, puesto que pretendía quedarse con la propiedad de la imprenta
aduciendo que era el que recibía el subsidio que permitía su mantenimiento (Borques,
1919: 102-103). Una versión similar le dio el Juez Nicolás Betancourt a Urquiza tiempo
más tarde, según ese Andrade había pretendido “quitarle al Sr. Gómez la prensa suya del
periódico Entrerriano”.26 Lo cual habría llevado a acaloradas discusiones entre Gómez
y Andrade, en las que el primero habría injuriado a este último, lo que le valió la cárcel
por unos días.27
En cartas que Gómez y amigos suyos le enviaron a Urquiza, los motivos de la
separación fueron presentados como meramente políticos.28 Según ellos, Andrade tenía
“conductas desleales” hacia Urquiza y no era un verdadero “patriota”. Las evidencias
estaban en la correspondencia que el propio Andrade había mantenido con amigos, que
diligentemente enviaron al general como prueba de la acusación. En ella Andrade se
refería a la desconfianza que tenía por la política seguida por Urquiza y aludía a sus
vínculos con sujetos que -se corría la voz- conspiraban contra el general, como Ricardo
López Jordán y el general Urdinarrain.29 Pero, es probable que estas acusaciones, que
tenían como fin evidente desprestigiar a Andrade y ganar la confianza de Urquiza, no
reflejen fielmente motivos de la ruptura, puesto que -como se vio- quienes continuaron
en la redacción de El Pueblo Entrerriano también habían tenido conductas “desleales”
hacia el caudillo.
Es evidente que Andrade logró, una vez más, movilizar de manera eficiente
su red de amistades en la provincia y que Urquiza consideró que las acusaciones no
eran lo suficientemente graves como para quitarle la confianza, puesto que continuó
brindándole su apoyo político y ayuda financiera para fundar y sostener un nuevo
periódico, El Porvenir.30
25
AGN, FU, 1725, S/D a Marcos E. Funes, abril 1864; P. E. Murua a Ezequiel Crespo, 31/3/1864; E.
Crespo a S/D, abril de 1864. “Elecciones”, El Uruguay, 9/4/1864.
26
AGN, FU, 1743. Nicolás Betancourt a Justo J. Urquiza, 27/3/1866.
27
Borques, 1919: 102-103. De la correspondencia entre Gómez, Murúa y Urquiza se desprende que el
primero estuvo preso en Concepción del Uruguay por su pelea con Andrade, pero no se explicita la causa
de la pelea.
28
AGN, FU, 1727. E. Gómez a J.J .Urquiza, 20/7/1864.
29
AGN, FU, 1846; O. Andrade, Gualeguaychú, S/F; AGN, FU, 1727, E. Gómez a J.J. Urquiza,
Gualeguaychú, 8/7/1864; P. Murúa a J.J. Urquiza, Gualeguaychú, 8/7/1864; E. Gómez a J. J. Urquiza,
Gualeguaychú, 20/7/1864.
30
Borques señala que Francisco F. Fernández con dinero obtenido del gobierno provincial compró una
imprenta en Buenos Aires para la edición del periódico (Borques, 1919: 146)

48
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 49-56

Sin embargo, más allá de las particularidades de esta historia, propia de un


personaje como Andrade cuyo derrotero político mostraría en reiteradas ocasiones estar
atravesado por fuertes ambigüedades, este episodio es un síntoma de las tensiones que
se estaban gestando en el seno del partido federal, en el que las desconfianzas y las
acusaciones cruzadas de “deslealtad” al general Urquiza eran cada vez más frecuentes.
Los desacuerdos entre Gómez y Andrade no se tradujeron en un enfrentamiento
regular entre El Pueblo Entrerriano y El Porvenir. Si bien Juan Carlos Borques
señala que luego de la partida de Andrade de la redacción de El Pueblo Entrerriano
Gómez se “desahogó a su satisfacción” y tildó desde las páginas de su periódico a su
ex socio de “hombre elástico y malicioso”, no hemos hallado polémicas entre ambos
periódicos ni descalificaciones entre los redactores en las ediciones posteriores a este
altercado.31 Seguramente, la reprobación generalizada a las prácticas que podrían dar
lugar a la “desunión de los entrerrianos” explica, en parte, este silenciamiento de las
diferencias. La “desunión” era una preocupación entre los líderes del federalismo y
Urquiza, en su correspondencia, con mucha frecuencia recordaba a sus interlocutores
la importancia de mantener la unidad política en la provincia y lo pernicioso que eran
las polémicas.32 Un indicio claro de la existencia de una voluntad política de callar las
diferencias (de cualquier tipo) al interior del federalismo en la prensa, la encontramos
en un acontecimiento menor, pero revelador al respecto. En noviembre de 1866, tras un
enfrentamiento personal con Reinaldo Villar (jefe político de Gualeguaychú) Emilio
Funes publicó una larga diatriba contra ese al que acusaba de ejercer un poder despótico.
En ella, sin embargo, explicaba a los lectores que era preferible “disimular la injuria”
que había sufrido por parte de Villar y no ahondar en la denuncia, “por amor a los
principios que son nuestro credo político, por conservar la integridad del partido y por
el respeto que nos merece el ilustre General Urquiza”.33 A pesar del escándalo que este
enfrentamiento debe haber supuesto en Gualeguaychú, El Porvenir mantuvo un cerrado
silencio al respecto.
En suma, luego de 1864 -en consonancia con la derrota de los jordanistas en su
intento de imponer a Ricardo López Jordán como sucesor de Urquiza en la gobernación
de la provincia- no encontramos en El Pueblo Entrerriano ni en El Porvenir ningún
atisbo de crítica hacia la política de Urquiza en el plano provincial.

31
Lamentablemente, no encontramos en los archivos las ediciones correspondientes a la segunda mitad
del año 1864 hasta noviembre de 1865. De todas formas, si las polémicas hubiesen tenido lugar,
consideramos que no deben haber sido demasiado violentas ni deben haber puesto al descubierto las
tensiones y rivalidades que efectivamente se estaban gestando al interior del partido, puesto que no
hallamos referencias a las mismas en la correspondencia ni en otros periódicos de la provincia.
32
Del mismo modo, El Uruguay, el periódico oficial, publicaba notas de reprobación cuando otros
periódicos federales de la provincia se enfrascaban en polémicas o ventilaban rencillas personales que
atañían a actores locales.
Asimismo, esta preocupación por la manifestación de disidencias puede enmarcarse dentro del ideario
liberal decimonónico que sostenía a la uniformidad de opinión como un valor altamente deseable y al
cual debían tender las sociedades (Aljovín de Lozada y Loayza Pérez, 2014; Cucchi y Navajas, 2012;
Souto, 2014).
33
“Protestamos ante la ley y las autoridades”, El Pueblo Entrerriano, 15/11/1866.

49
ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

En contraste, en relación a la política nacional, ambos periódicos mantuvieron


una mayor autonomía discursiva y con frecuencia sus postulados se apartaron de los
posicionamientos públicos del caudillo y de las autoridades provinciales.
Pero, esta autonomía sí era tolerada por Urquiza. Es más, el despliegue de
un discurso crítico al gobierno nacional en la prensa federal de la provincia era una
práctica que podía ser útil (según la coyuntura) tanto a los redactores como al propio
Urquiza. Sin embargo, como se verá, esta era una modalidad plagada de ambigüedades
y en ocasiones se volvía peligrosa para los intereses del poder político provincial y del
caudillo.
Ni El Pueblo Entrerriano ni El Porvenir se concebían como periódicos oficiales.
Esto podía ser ventajoso, en tanto que les daba a los redactores mayor libertad para
expresar posturas políticas más radicales e intransigentes frente al gobierno nacional de
las que podrían adoptar si escribiesen desde la redacción de un periódico oficial. Este
era el objetivo que perseguía Andrade al momento de fundar El Pueblo Entrerriano a
principios de 1862:
“La prensa oficial de esta provincia, no puede comprometer la marcha del
gobierno, en estas cuestiones sobradamente serias. Creo que un periódico con carácter
independiente (...) serviría muchísimo en estos momentos”.34
Asimismo, la existencia de una prensa “independiente” le permitía a Urquiza,
como líder del partido federal, alimentar una opinión pública contraria a los unitarios
en el poder sin transformar a su figura ni a la provincia de Entre Ríos en amenazas
evidentes al nuevo orden político instaurado a partir de 1862.
El hiato entre las posturas de El Pueblo Entrerriano y El Porvenir y las
opiniones públicas y alineamientos políticos de Urquiza era evidente sobre todo en
relación a su política de subordinación al gobierno nacional, en su prescindencia frente
a las montoneras del interior y en su decisión de apoyar a la Triple Alianza frente al
Paraguay. Tres cuestiones sobre las cuales ambos periódicos -como vimos- desarrollaron
un discurso especialmente exaltado que contrariaba el proceder público de Urquiza.
Tal incongruencia no escapaba a los contemporáneos y era percibida como
peligrosa, en tanto que atentaba contra la estabilidad política en la provincia. La
“virulencia” y la exageración de muchos de los artículos publicados era particularmente
condenada porque, en opinión de quienes denunciaban ese estilo periodístico, provocaban
que se generase una imagen de continua “agitación” política, altamente inconveniente
para los intereses de Entre Ríos y del propio Urquiza.35
Las contradicciones entre una práctica conciliadora con el gobierno de Mitre
y un discurso que exacerbaba la condena a ese mismo gobierno, se acentuaron en la
coyuntura de la Guerra del Paraguay. El comienzo de la guerra supuso un gran desafío al
liderazgo de Urquiza, que tuvo que afrontar serias y amplias resistencias a su política de

34
AGN, FU, 1698, O. Andrade a J. J. Urquiza, 16/12/1861.
35
Los hermanos Victorica (asociados al ala más conciliadora con el gobierno nacional) miraban con
preocupación estas prácticas y la condenaban desde su periódico, El Uruguay.

50
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
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apoyo a la Triple Alianza. En este contexto, el estilo exaltado y la autonomía de opinión


de la prensa federal era perniciosa y su control se hacía necesario. Rápidamente se hizo
saber a los redactores la necesidad y conveniencia de moderar el discurso. Asimismo, es
de suponer que la política adoptada por Urquiza debe haber generado desconcierto en
gran parte de los federales de la provincia. Ambas cuestiones se reflejan en una carta que
Andrade le envió horas después de conocida su proclama de apoyo a la guerra y luego
de una entrevista con el ministro de gobierno de la provincia, el Dr. Molinas:

“[...] Debo decirle que hasta el 20 del presente, fecha en que


conocí la proclama de VE ataqué con toda la energía de mis
convicciones la política del gobierno nacional y defendí al
Paraguay con cuya causa en las cuestiones del Plata había
simpatizado. Pero desde esa fecha no ha salido ni saldrá de mi
pluma una sola palabra que contraríe los propósitos de VE [...]
porque como hombre del partido tengo confianza en el tino y
en el patriotismo de VE”.36

Efectivamente, en los primeros meses posteriores a la proclama de apoyo a la


guerra, El Pueblo Entrerriano y El Porvenir moderaron el discurso.37 Los redactores de
éste último explicaron a sus lectores que la “gravedad de la situación y las complicaciones
que encierra” obligaban al periódico a “hacer un paréntesis a los debates en la prensa
militante”, aunque no renegaban de los principios antes sostenidos.38 Si bien no
contamos con las ediciones de los meses posteriores, la correspondencia y las notas
que esporádicamente se reproducían en la prensa de Buenos Aires, nos indican que el
discurso adoptado giró en torno a la necesidad de reafirmar el liderazgo de Urquiza como
“padre de los entrerrianos” y guardar el honor militar de la provincia, cuyo pueblo, de
larga tradición guerrera, no debería amedrentarse frente a esta nueva coyuntura bélica.
Sin embargo, hacia noviembre de 1865 el tono moderado ya había sido
abandonado y la postura crítica de la prensa federal se volvía, una vez más, peligrosa para
la paz social y política en Entre Ríos. Estas consideraciones del gobernador Domínguez
a Urquiza, escritas luego del desbande de Toledo, son ilustrativas:

“Llamo otra vez la atención de VE con las correspondencias y


otros escritos que en El Porvenir de Gualeguaychú publica D.
Francisco Fernández (...). En mi opinión (...) cualquier medida
enérgica del gobierno se convierte en ridículo si no se toman
medidas para cortar ese abuso”.39

36
AGN, FU, 1734, O. Andrade a J. J. Urquiza, 25/4/1865.
37
El Paraná y El Republicano, que militaban en contra de la guerra, también moderaron su discurso.
38
“Paréntesis”, El Porvenir. Reproducido en La Tribuna, 7/5/1865.
39
AGN, FU, 1739, J.M. Domínguez a J. J. Urquiza, 17/11/1865.

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ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

Este “abuso” eran las notas que condenaban con vehemencia la Triple Alianza y
la política de Mitre. El hijo de Urquiza, Justo Carmelo se encargó de escribirle a Andrade
(es probable que otros también lo hayan hecho) para recomendarle que en su periódico
se escribiese “en el sentido de la unión y subordinación del pueblo Entrerriano”. Días
después, Andrade publicó artículos que -a juzgar por la opinión de Justo Carmelo-
tendían a apaciguar los ánimos. Esto no evitó que meses más tarde, a medida que se
lograba controlar la situación política de la provincia y se hacía evidente que Urquiza
no participaría en la guerra, la condena sin matices a la guerra volviese a dominar las
ediciones de El Porvenir (y también las de El Pueblo Entrerriano) hasta su clausura por
el gobierno nacional en febrero de 1867.
El sostenimiento de este discurso (que tampoco abandonaba su apoyo a las
montoneras del interior y que tenía características abiertamente insurrectas) junto
a la defensa de Urquiza como jefe del federalismo y gran político nacional, llevaba
a marcadas ambigüedades, salvadas a través de recursos retóricos que pretendían
exculpar al líder de sus prácticas contrarias a los intereses del federalismo. A partir de
1866 cada vez es más frecuente encontrar a Urquiza descrito como “sufriente”: luego
de Pavón su defensa de la paz en la República lo había llevado a pactar con el partido
liberal (y desatender los llamados de parte de los caudillos del interior que se habían
rebelado contra el orden impuesto por Mitre). Su honor inquebrantable era el que lo
había conducido a sostener políticas que contradecían los intereses federales. Al igual
que Sísifo, llevaba sobre sus hombros el peso de una situación política insoportable a la
que por los compromisos contraídos no podía ponerle fin.40
La contradicción era pública, demasiado evidente y era gustosamente
aprovechada por La Democracia para cuestionar tanto a El Porvenir y a El Pueblo
Entrerriano como al accionar del propio Urquiza:

“Pero lo que nadie alcanza a comprender es como esa prensa,


que la opinión pública señala como sostenida por el gobierno y
el general Urquiza, se exprese en términos tan insolentes y con
un lenguaje indigno de escritores decentes, cuando el gobierno
y el General Urquiza en sus actos oficiales se muestran adictos
a la política del Presidente de la República y cooperan al
triunfo sobre López. [...] Es tan chocante esta contradicción
que la mente se resiste a creer en tamaño embolismo”.41

El estilo exaltado de la prensa federal también era condenado por Urquiza y


recomendaba mesura a quien le pedía consejo sobre cómo proceder frente a los ataques
de la prensa unitaria o a las políticas consideradas ofensivas a los intereses entrerrianos.42

40
Estos conceptos sobre Urquiza están presentes en numerosos artículos. La comparación con Sísifo en “El
Trabajo de Sísifo”, El Porvenir, 14/1/1867.
41
“¿Qué quieren?”, La Democracia, 8/8/1866.
42
Por ejemplo, AGN, FU, 1713, J.J. Urquiza a O. Andrade, 21/12/1862; AU, 1738, J. J. Urquiza a J.A.
Broches, 6/9/1865; AGN, Fondo Victorica [FV], J.J. Urquiza a B. Victorica, 2/9/1863.

52
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 53-56

Sin embargo, más allá de los consejos, poco hacía para evitar esas prácticas. Por
ejemplo, frente a los reclamos que Benjamín Victorica le hiciera a mediados de 1863
sobre el accionar dañino de ese tipo de discurso de la prensa federal de la provincia,
alegaba su imposibilidad de controlar las opiniones publicadas: “mi influencia no llega
a toda la prensa, ni mi voz puede muchas veces hacerse oír a tiempo para prevenir las
explosiones (...) de la opinión”43. A pesar de estos argumentos, los hermanos Victorica
sospechaban que Urquiza consentía la publicación de artículos “muy virulentos” de
Francisco F. Fernández que “no convenían”.44
Es más, Urquiza difundía especialmente los periódicos dentro del círculo de
aliados. En su correspondencia se aprecia con claridad esta práctica (y también la de
“hacer circular” los periódicos por parte de quienes militaban a favor del partido). Por
ejemplo, en 1862 Víctor Silvero le informaba a Urquiza desde Corrientes: “He tenido
el honor de recibir la suya (...) y a ella adjuntos los cuatro números de “El Pueblo
Entrerriano” que se dignó a remitirme y a los que les he dado buena y conveniente
circulación”45. En enero de 1867 Manuel Lucero le indicaba desde Córdoba que hacía
lo mismo con El Porvenir: “Estoy recibiendo El Porvenir de Andrade y circulándolo
con provecho”46.
Días más tarde de esta última carta, el gobierno nacional ordenó la clausura
de ambos periódicos (junto con El Paraná y El Eco de Entre Ríos) por tomar “una
dirección incompatible con el orden nacional” y por sostener “la rebelión contra las
instituciones nacionales y contra los poderes públicos creados de ellas”.47 El gobierno
provincial acató las órdenes y procedió a la clausura. Urquiza acordó con la necesidad
de respetar la medida. Tal como le manifestó al gobernador Domínguez, el gobierno
provincial tenía el deber de evitar que “ningún periódico en la provincia cualesquiera
que sea su título, escriba con el desenfreno que se ha hecho”48. Sin embargo, apenas
unas semanas más tarde prestó ayuda financiera y apoyo político para la publicación de
La Regeneración, periódico que reemplazó a El Porvenir y que continuó sin matices
con el mismo discurso que su predecesor.49
Estas, tal vez aparentes, contradicciones no son sencillas de interpretar. Es
probable que una clave explicativa se halle en las particularidades de la década de 1860,
en la cual las lógicas partidarias estaban atravesando por un proceso de cambio tendiente
a erosionar las tradicionales identidades políticas.50 Esto creaba desfasajes evidentes al
interior del partido federal, en donde Urquiza y su círculo cercano de aliados apostaban a
43
AGN, FV, J.J. Urquiza a B. Victorica, 2/9/1863.
44
AGN, F V, 3136, J. Victorica a B. Victorica, 4/10/1863.
45
AGN, FU, 1702. V. Silvero a J. J. Urquiza, 5/02/1862. A juzgar por la gran cantidad de referencias en las
cartas a este tipo de prácticas, es claro que debe haber sido muy común y casi cotidiana.
46
AGN, FU, 1751, M. Lucero a J. J. Urquiza, 8/1/1867.
47
Circular del Ministerio del Interior al Gobierno de Entre Ríos, 27 de enero de 1867. Citado en Borques,
1919: 229.
48
AGN, FU, 1751, J. J. Urquiza a J.M. Domínguez, 31/1/1867.
49
A El Pueblo Entrerriano le sucedió El País. En este caso, el nuevo periódico adoptó un tono más
moderado.
50
Sobre la cuestión de las transformaciones en las identidades y prácticas partidarias a nivel nacional ver a
Míguez, 2013.

53
ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

una integración en el espacio político nacional, mediante la creación de nuevas alianzas


y un nuevo estilo de construcción política, mientras que los actores políticos en la arena
local (comandantes de milicias, jefes políticos, periodistas) continuaban apelando a las
tradicionales adscripciones partidarias como clave para la interpretación y marco de
acción política. En este contexto, el discurso de El Pueblo Entrerriano y El Porvenir,
estructurado en torno a las antinomias federal/unitario y provincias/porteños apelaba y
era la expresión de la forma de leer la política en la década de 1860 en vastos sectores
de la sociedad entrerriana.
¿Por qué Urquiza apoyaba estos periódicos, aun cuando sus discursos se
mantenían en un peligroso límite que alimentaba la rebeldía hacia el gobierno nacional,
pero que podía llevar en ocasiones también al cuestionamiento del orden provincial?
Más allá de las contradicciones de su estrategia política, ésta última realmente
opaca en más de una coyuntura, lo que sí es evidente es que Urquiza, aun luego de acatar
el orden impuesto por el partido liberal, aspiraba a continuar en su rol de jefe del Partido
federal. Para ello era imprescindible ser reconocido como tal por sus seguidores (en
Entre Ríos y en el interior). Por lo tanto, las antinomias que le daban identidad al Partido
federal no podían ser desatendidas sin que se pusiera en riesgo su propio liderazgo. El
Pueblo Entrerriano y El Porvenir anudaban ambas exigencias: reproducían el tradicional
programa del federalismo en el lenguaje conocido del enfrentamiento entre facciones
al tiempo que ensalzaban a Urquiza como líder indiscutido del partido. Una operación
discursiva y política llena de ambigüedades. Con el tiempo, se revelaría insostenible.

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55
ARTÍCULOS
Pérez. Poder político provincial y prensa federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 57-90

LOS PUERTOS DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES.


ORGANIZACIÓN, EQUIPAMIENTO Y ACTIVIDAD COMERCIAL
(1816-1855)

Ports from the province of Corrientes.


Organization, equipment, and commercial activity (1816-1855)

Enrique César Schaller*

Resumen
En este artículo se estudia la organización y funcionamiento del sistema portuario de la provincia
de Corrientes desde 1816 hasta 1855. Se examina el establecimiento de los puertos como parte del proceso
de formación territorial y crecimiento económico del distrito. Se describe la legislación que regulaba la
actividad de estos centros y su equipamiento. En base a los registros para la percepción de los impuestos
aduaneros se efectúa un cálculo cuantitativo de la participación de cada uno de los puertos habilitados en el
comercio de exportación e importación de la provincia.

<Corrientes> < Comercio> <Puertos>

Abstract
This article analyzes the organization and operation of the port system in the province of Corrientes
from 1816 to 1855. The foundation of ports is examined as part of the process of territorial formation
and economic growth of the district. This paper also deals with the legislation regulating their activities
and their equipment. Based on records for the collection of customs duties, a quantitative estimate of the
participation of each of the authorized trade export and import ports of the province is made.

<Corrientes> <Commerce > < Ports >

Recibido: 30/03/15 // Aceptado: 30/07/15

*
Instituto de Investigaciones Geohistóricas- UNNE-CONICET. schaller53@gmail.com

57
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

Introducción
A partir de las últimas décadas del período colonial la región rioplatense
experimentó un acelerado crecimiento económico debido a la expansión del comercio
de productos pecuarios con los mercados de ultramar. La vinculación con el exterior,
como es sabido, se acentuó a partir de la declaración de la independencia y de la apertura
comercial que fue consecuencia de la misma. Este proceso general de crecimiento ligado
con el comercio afectó, en distinto grado, a las diversas comarcas de la región. De esta
forma, también la economía de la jurisdicción de la ciudad de Corrientes, convertida en
provincia autónoma en 1814, progresó de acuerdo con el desarrollo del intercambio. Se
produjo un avance temprano en la etapa colonial pero desde la década de 1830 el distrito
comenzó a quedar rezagado en relación con sus vecinos del Litoral, particularmente
Entre Ríos, debido a las limitaciones ecológicas de la provincia para la actividad
ganadera. (Wentzel, 1988; Rosal y Schmit, 1994). Por otra parte el papel dinámico del
comercio estuvo fuertemente condicionado por los conflictos de intereses derivados
principalmente de la fuerte dependencia de las zonas interiores con respecto del puerto
de Buenos Aires (Whigham, 2009). Hay que señalar que el desarrollo comercial y
productivo desde mediados del siglo XVIII involucró también un proceso de expansión
territorial con la incorporación de nuevas tierras para las estancias (Maeder, 1981). El
crecimiento de la jurisdicción, que se prolongó hasta fines del siglo XIX, constituyó uno
de los rasgos centrales de la evolución de Corrientes en este período con significativas
consecuencias desde el punto de vista económico, social e institucional. Una de ellas
fue la formación de la provincia autónoma. En este aspecto, se ha destacado el papel
del centro urbano cabecera, la ciudad de Corrientes, en la conformación de la nueva
entidad política. Por su situación favorable en la ruta fluvial del río Paraná concentró
la actividad comercial y política de una jurisdicción en constante crecimiento. Fue
la cabecera mercantil a través de la cual se movilizaban las producciones de la zona
rural mediante una red de intercambios y de financiamiento controlado por la élite
urbana (Chiaramonte, 1991). Sin embargo, desde épocas tempranas, con la rápida
ampliación del territorio el control de la ciudad de Corrientes sobre las zonas rurales
tendió a debilitarse. Surgieron nuevos centros, como Goya y Curuzú Cuatiá, con cierta
autonomía. Se fue configurando así una diferenciación regional entre una zona de
antiguo poblamiento, de economía diversificada, y las áreas de ocupación más reciente,
con especialización ganadera. Las derivaciones de estas diferencias en la vida político-
institucional de la provincia durante el siglo XIX han sido estudiadas (Gómez, 1928;
Buchbinder, 2004), así como sus efectos demográficos (Maeder, 1969). Sin embargo,
poco se ha tratado sobre la evolución productiva y mercantil de las regiones en esa
etapa. Para abordar este aspecto el presente trabajo examina la evolución del valor
y composición del comercio en los puertos habilitados para el tráfico exterior de la
provincia de Corrientes sobre los ríos Paraná y Uruguay. La actividad de estos centros
refleja en gran medida la evolución económica de su área de influencia lo que permite
apreciar la diversidad de producciones y los diferentes ritmos de crecimiento regional.1
1
Diversos estudios (Chiaramonte, 1991; Rivera, 1981; Whigham, 2009) aportan valiosa información
cuantitativa sobre el comercio de exportación de la ciudad de Corrientes, no contamos con datos similares

58
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 59-90

El período elegido (1816-1855) comprende el lapso en que el gobierno correntino tuvo


a su cargo la administración exclusiva de los puertos. Para un mejor conocimiento de
las condiciones en que se desarrollaba su actividad se estudia además la formación de
los mismos durante el avance territorial, la legislación que regulaba su actividad y su
administración y equipamiento.

Fuentes sobre el comercio exterior de la provincia de Corrientes


Las series estadísticas de este trabajo se elaboraron en base a la información
de las guías emitidas por las autoridades correntinas para la percepción de impuestos.
Cuando se organizaron las provincias, tras el derrumbe de la estructura virreinal,
los nuevos estados habilitaron aduanas en sus territorios con el fin de recaudar una
escala variable de impuestos por los productos que ingresaban a sus jurisdicciones
y por los que se exportaban de las mismas. En la provincia de Corrientes la primera
tarifa aduanera entró en vigencia a partir del 9 de septiembre de 1815. Por ese motivo
desde esa fecha se cuenta con registros bastante completos sobre el comercio con otras
regiones. Los mismos se extienden hasta mediados de 1855, momento en que se produjo
la transferencia de las aduanas fluviales a la jurisdicción nacional.2
En las guías se consigna con precisión la cantidad de bienes comercializados
(por unidad, peso o longitud según el producto), el destino de los mismos, los
comerciantes que realizan la operación y el impuesto que debía abonarse. Sin embargo,
la información es más limitada en relación con el valor monetario de los productos,
dato fundamental para el análisis del movimiento comercial. De manera similar a otras
provincias, en Corrientes los bienes estaban gravados por impuestos proporcionales
al valor de plaza o por derechos específicos (sumas fijas). En el primer caso, la guía
contiene el aforo, es decir, el cálculo del precio corriente del producto. Por ese motivo
el valor de las importaciones es fácil de determinar pues casi todos los bienes estaban
sujetos al pago de un derecho proporcional. En el caso de las exportaciones este cálculo
es más complicado pues los artículos más valiosos del comercio exterior correntino

sobre las otras localidades que servían sobre todo a las zonas ganaderas.
2
En el Archivo General de la Provincia de Corrientes las guías se hallan agrupadas en dos series
documentales. Los Comprobantes de Libros de Caja reúnen las guías de la aduana de la ciudad de
Corrientes. Las que corresponden a las receptorías que funcionaron en otras localidades se encuentran en
los Expedientes Administrativos. Comprobantes libros de Caja: legajos nº 1 (1815-1818), 2 (1819-1820),
3 (1821), 4 (1822), 5-6 (1823), 7-8 (1824-1825), 9 (1826), 10-12 (1827-1828), 13-16 (1829), 17-18
(1830), 19 (1831), 20-21 (1832), 22-23 (1833), 24-28 (1834-1835)),29-31 (1836) 32-33 (1837), 34-35
(1838), 36-37 (1839), 38-39 (1840), 40-43 (1841-1842), 44-48 (1843), 47 (1844), 49-51 (1845), 52-53
(1846), 54-56 (1847). 57-60 (1849), 58-61 (1848), 62-63 (1850), 64-65 (1851), 66-68 (1852)), 69-70
(1853), 71-72 (1854), 73 (1855).
Expedientes Administrativos: legajo nº 1 (1810-1812), 2 (1813-1816), 3 (1817), 4 (1818-1819), 5 (1820),
6 (1821), 7-8 (1822), 9-10 (1823), 11-12 (1824), 13-14 (1825), 15-18 (1826), 19-22 (1827), 23-25 (1828-
1829), 26-29 (1830), 30-32 (1831), 33-35 (1832), 36-38 (1833), 39-42 (1834), 43-47 (1835), 48-49
(1836), 50-53 (1837), 54-57 (1838), 58 (1839), 59-60 (1840), 61-65 (1841), 66 (1842), 67-69 (1843),
70-73 (1844), 74-78 (1845), 79-85 (1846), 86-90 (1847), 90-94 (1848), 95-101 (1849), 102-105 (1850),
106-109 (1851), 110-113 (1852), 114-116 (1853), 117 (1854).

59
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

(cueros, suelas, maderas, tabaco y animales en pie) quedaron sujetos a impuestos fijos.
Las guías del período 1822-1836 prácticamente no ofrecen referencias sobre el valor
de esos productos. Para la etapa posterior, los datos son más completos aunque todavía
subsisten vacíos en la información.3
Debido a estas lagunas sólo es posible efectuar una estimación aproximada del
valor de los frutos no aforados. Para establecerlo, en este trabajo se considera que el
impuesto específico representaba 1/8 (12,5%) del valor de esos bienes. Esta proporción
se ha establecido en relación con los precios de algunos artículos, en especial cueros
y animales en pie, que aparecen en los inventarios y algunas transacciones al por
mayor del gobierno. Los derechos fijos de aquellos bienes que tenían algún proceso de
elaboración, como los cueros curtidos, representarían el 6,25% o un 1/16 del valor. La
utilización de estos valores de referencia, por supuesto, constituye sólo un instrumento
alternativo de análisis ante la falta de datos sobre los precios reales. Debe señalarse
finalmente que los valores están expresados en pesos plata de ocho reales.4

La formación de los puertos de la provincia de Corrientes


El surgimiento de los puertos sobre la ribera de los ríos Paraná y Uruguay
constituyó un aspecto de la formación territorial y de poblamiento de la provincia de
Corrientes. La jurisdicción, como es sabido, integra la Mesopotamia argentina vasta
llanura encerrada entre los ríos Paraná y Uruguay. Uno de los rasgos geográficos
más destacables de la provincia es el área deprimida del centro donde se asienta la
cuenca del Iberá, zona de lagunas, esteros y bañados que abarca alrededor de 13.000
km2 y constituye un enorme obstáculo para las comunicaciones interiores. Divide el
sector occidental, que corresponde a la cuenca del río Paraná, de su mitad oriental,
perteneciente a la vertiente del Uruguay. La conexión entre ambas áreas tiene lugar en
el norte mediante una estrecha franja de terreno elevado entre el río Paraná y el Iberá.
Otra zona de vinculación es la planicie del Paiubre, en el sur de la provincia, amplia
comarca sin terrenos anegados con lomadas similares a las cuchillas entrerrianas. En la
cuenca del Iberá se originan la mayor parte de los ríos interiores que desembocan en los
grandes cursos fluviales. Los más importantes, como el Santa Lucía y el Corrientes en la

3
En 1837 se establecieron impuestos proporcionales para el tabaco y las maderas. Durante la década
de 1840 los cueros, suelas y animales en pie del Paraguay que se exportaban por Corrientes abonaban
un derecho de tránsito proporcional. También se cuenta con listas de precios de frutos en la ciudad
de Corrientes, que se publicaron en los meses de abril y mayo de 1848 en el periódico Corrientes
Confederada. Hay una lista similar para el año 1855 editada en El Comercio. Existen cálculos de la
Colecturía de la provincia sobre el valor de las exportaciones e importaciones de 1825 hasta 1843. La
serie completa ha sido analizada por José Carlos Chiaramonte. Estos montos, sin embargo, son globales
y no permiten analizar la composición del comercio exterior ni la participación de los diferentes puertos
en el mismo. Cfr. Chiaramonte, 1991.
4
Los valores estimados para los principales productos son los siguientes: cueros vacunos, 18 reales; cueros
de bagual y de becerro, 4 reales; suelas, $5; caballos: $2, mulas: $4; vacunos, $3; tabaco, $4 la arroba;
cigarros $8 la arroba. Cortes de madera por vara: vigas, $1, trozo, $2; tirantes: 4 reales; tirantillos: 1 real.
Cortes de madera por unidad: maza, $3, rayos, $1.

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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 61-90

cuenca del Paraná y el Miriñay y el Aguapey, en la del Uruguay, constituyeron también


en su momento las fronteras del avance correntino (Bruniard, 1966).
El río Paraná cumplió un papel decisivo como vía de ingreso de la colonización
española y como principal ruta de intercambio y de comunicación. El centro más
antiguo, la ciudad de Vera, integró la cadena de fundaciones que se realizaron durante
las primeras etapas de la colonización española a lo largo del eje de los ríos Paraná y
Paraguay. La ciudad se asentó el 3 de abril de 1588 sobre la ribera izquierda del Paraná
en el sitio denominado de “las Siete Corrientes”, por las puntas rocosas de la costa que
se adentran en el curso fluvial. Con el tiempo el nombre de la ciudad se identificó con el
del paraje. Se estableció como punto de escala para la navegación entre Asunción y las
poblaciones del sur, Buenos Aires y Santa Fe. El lugar elegido reunía las condiciones
adecuadas para esta función. Se ubica en el sector donde el curso del Paraná realiza una
brusca curva y cambia su dirección general este-oeste por una orientación norte-sur. Las
puntas de piedra forman ensenadas arenosas cómodas para desembarcaderos y abrigos
de buques. A poca distancia del sitio, hacia el nordeste, se produce la confluencia de los
ríos Paraná y Paraguay en el lugar denominado “Tres Bocas”. Corrientes era así el paso
obligado para los buques que ingresaban en la jurisdicción de Asunción o salían de ella
(Gómez, 1944).
Mediante un lento proceso de ocupación el área de influencia de la ciudad se
extendió sobre la campaña adyacente y a mediados del siglo XVIII abarcaba el sector
noroeste del actual territorio provincial, extenso triángulo limitado al norte y al oeste
por el río Paraná y al sudeste por el Santa Lucía. A partir la segunda mitad de la centuria,
el avance se aceleró debido al extraordinario crecimiento demográfico y productivo de
la jurisdicción. Entre 1760 y 1810 la población aumentó de 9.700 a 33.000 habitantes.
La actividad ganadera se afianzó con la venta de hacienda al Paraguay y Misiones y,
desde la década de 1790, con la exportación de cueros vacunos hacia Buenos Aires. El
auge ganadero impulsó el avance de las estancias al sur del río Santa Lucía. El territorio
de la jurisdicción se amplió de 18.000 km2 a 56.000 km2. A partir de la década de 1760
comenzó la ocupación de los sectores central y suroeste de la actual provincia hasta el
río Guayquiraró. También desde 1770 el avance del poblamiento correntino se extendió
al sureste por la región del Paiubre con una dirección general hacia la ribera del río
Uruguay. Se llegó así a la frontera del río Miriñay que constituyó el límite extremo de la
expansión hacia el Este en la etapa colonial. No se logró alcanzar la costa del Uruguay
porque el área pertenecía a los pueblos guaraníes de Yapeyú y La Cruz de la provincia
de Misiones (Maeder, 1981).
Como resultado del rápido avance territorial, la ciudad de Corrientes ya no estuvo
en condiciones de centralizar la actividad mercantil de su distrito puesto que quedaba
muy alejada de las nuevas áreas ganaderas. A lo largo de la extensa costa del Paraná se
establecieron embarcaderos clandestinos que ahorraban el largo y costoso traslado hacia
el puerto de Corrientes. Esta actividad comercial no autorizada dio origen, hacia 1790
aproximadamente, a las localidades de Goya y Esquina en el suroeste de la jurisdicción.
En este sector la ribera es baja e inundable. Entre las zonas más elevadas del interior y

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ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

el curso principal del río se extiende una ancha faja deprimida por donde se desplazan
numerosos cursos secundarios. Las localidades se asentaron espontáneamente en los
puntos donde las lomadas se acercan al cauce principal. Goya constituía el punto de
contacto más directo de las tierras situadas en el centro y del sur de la jurisdicción. Su
posición estratégica compensaba ampliamente las dificultades del sitio y la convirtió
en poco tiempo en la cabecera mercantil de la nueva frontera ganadera. Esquina, por su
parte, ocupaba una posición menos favorable ya que era el centro de intercambio de una
zona aislada en el extremo suroeste. El Cabildo de la ciudad de Corrientes reclamó en
repetidas oportunidades la clausura de estos puertos porque alegaba que el comercio sin
control promovía el robo de hacienda y el faenamiento clandestino. Los intentos fueron
infructuosos y finalmente las autoridades del Virreinato habilitaron los puertos con la
instalación una receptoría en Goya (1802) y otra en Esquina (1803).
Durante la primera década del período independiente el régimen de los puertos
fluviales se vio condicionado por la fragmentación territorial del Virreinato del Río
de la Plata y los conflictos regionales. Como parte de este proceso en junio de 1814
la élite local proclamó la autonomía de Corrientes y se constituyó en provincia. En
consecuencia, la administración de los puertos y la recaudación de los recursos en
las receptorías, que antes dependían de Buenos Aires, quedaron bajo el control de las
autoridades de la jurisdicción. Los primeros reglamentos que regularon el comercio
exterior, (9 de septiembre de 1815, 1º de diciembre de 1822, 26 de enero de 1825),
mantuvieron como centros habilitados sobre el río Paraná a los puertos de Corrientes,
Goya y Esquina.5
La nueva provincia se recuperó rápidamente de los desórdenes de la etapa
inicial del período independiente. Durante la primera mitad del siglo XIX la población
correntina creció de manera sostenida, salvo durante la etapa de luchas de la década de
1840. De esta forma, hacia 1857, la población del distrito era de poco más de 85.000
habitantes (Maeder, 1969). En la década de 1820 se reanudó el avance territorial y la
formación de nuevas poblaciones. Un paso importante consistió en asegurar el dominio
correntino sobre la costa del Paraná amenazada por los ataques de los indios del Chaco.
Como parte de esta política Pedro Ferré (1824-1828) fundó las localidades de Bella
Vista (1825) y Empedrado (1826). La primera de ellas, por ley del 17 de junio, fue
habilitada como puerto para el comercio.6 Con este centro, situado sobre una barranca
elevada de la costa, los departamentos interiores del noroeste podían contar con un
nuevo punto para el tráfico fluvial. Años más tarde, por la ley de aduanas del 26 de

5
El texto del Reglamento de 1815 se reproduce en Hernán Gómez, El general Artigas y los hombres
Corrientes, 1929, pp. 84-85. El arancel de 1822 en Archivo General de la Provincia de Corrientes,
Documentación histórica. Años 1821 y 1822, Corrientes, 1928, p. 281; El Reglamento de 1825 en el
Registro Oficial de la Provincia de Corrientes (en adelante RO), tomo I, 1821-1825, Corrientes, 1929,
pp. 347-363.
6
RO, tomo I, 1821-1825, p. 375. De acuerdo con la Constitución correntina de 1824, la habilitación de
puertos al comercio exterior se efectuaba por medio de una ley del Congreso provincial.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 63-90

febrero de 1851, también se autorizó a Empedrado debido al extraordinario crecimiento


de la explotación forestal en la vecina costa chaqueña.7
Mientras se consolidaba la presencia correntina sobre la costa del Paraná,
también comenzaba el avance en la frontera oriental hacia la ribera del Alto Uruguay.
Durante la década de 1820 la jurisdicción de la provincia Corrientes aún no alcanzaba
la costa del río. El límite estaba definido por el río Miriñay y los esteros del Iberá hasta
la localidad de Tranquera de Loreto. El punto más avanzado de la ocupación correntina
era Curuzú Cuatiá, localidad interior en el sur de la provincia formada hacia 1799,
adonde convergían los caminos más importantes que comunicaban las áreas pobladas
del oeste con la costa del Uruguay. Por ley del 24 de diciembre de 1821 comenzó a
funcionar allí una receptoría.8 Desde este punto se desarrollaba un incipiente tráfico con
Brasil y el oriente entrerriano que atravesaba un territorio que aún se consideraba como
perteneciente a los pueblos guaraníes de la provincia de Misiones. Estos últimos, sin
embargo, estaban en la etapa final de su disolución.
El control efectivo por parte de Corrientes de una parte de la costa occidental del
río Uruguay recién tuvo lugar con el convenio del 19 de abril de 1830. Por este acuerdo,
los indios del pueblo de La Cruz “restos de la población que hubo en el territorio que se
denominaba de Misiones Occidentales” aceptaron la autoridad del gobierno correntino.
De esta forma la provincia tomó posesión del área comprendida entre el Miriñay y el
Aguapey lo que implicaba la anexión de unos 30.000 km2. Las poblaciones se asentaron
en las zonas más elevadas de la costa del Uruguay. El río corre encajonado y en varios
puntos, denominados Pasos, la distancia entre ambas márgenes se estrecha lo que
permite un fácil vadeo. Debido a las dificultades de control en esa zona semidespoblada,
por un tiempo no se instalaron aduanas sobre la costa del Uruguay. El gobierno habilitó
varios pasos sobre el río pero éstos constituían sólo lugares de tránsito, mientras que los
impuestos se continuaron pagando en Curuzú Cuatiá.9 La situación cambió a raíz del
largo conflicto que la provincia sostuvo con el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel
de Rosas. Durante los años 1839 y 1847, Corrientes organizó tres movimientos contra el
dictador porteño que fueron finalmente derrotados tras diversas alternativas (Mantilla,
1928). En ese lapso, salvo algunos breves períodos, la navegación del Paraná se volvió
insegura ante el peligro de ataques y requisas. Las dificultades por la principal vía de
comunicación aceleraron la habilitación de puertos sobre la costa del Uruguay. Por ley
del 27 de febrero de 1839 la localidad de La Cruz se abrió al comercio exterior. Pero
este centro, resto del antiguo poblamiento jesuítico en la zona, se hallaba demasiado
alejado de los principales puntos de intercambio fronterizo por lo que su actividad fue
insignificante.10
Recién con la formación de los pueblos de Paso de los Libres y de Santo Tomé
se establecieron centros sobre la costa del Uruguay que desarrollaron una actividad
7
RO, tomo VI, 1847-1852, pp. 286-303.
8
RO, tomo I, 1821-1825, p. 54.
9
Por ley del 28 de septiembre de 1830 se habilitó el paso de Itaquí para el ingreso y salida de productos.
Luego, la ley del 11 de diciembre, autorizó el de Santa Ana, donde se estableció una guardia de vigilancia.
10
RO, tomo IV, 1838-1841, pp. 61-62; 83-84 y 102.

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ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

mercantil apreciable. La localidad de Paso de los Libres se fundó por ley del 9 de
septiembre de 1843 en el denominado Rincón de San Jorge. En la ley de creación se
habilitó este punto para el comercio y se ordenó la instalación de la correspondiente
receptoría. Al año siguiente, en la orilla vecina se fundó la población brasileña de
Uruguayana.11 El otro centro sobre la costa del Uruguay surgió en la frontera nordeste
de la provincia en las cercanías del destruido pueblo misionero de Santo Tomé, frente
a localidad brasileña de San Borja. Sobre el dominio del área existía una disputa
jurisdiccional con el Paraguay que, en los años 1832 y 1834 llevó a un enfrentamiento
entre ambos Estados. Al disminuir las tensiones comenzó a organizarse en ese punto
un incipiente centro urbano. La firma de un tratado de límites con el Paraguay en 1841
arregló, al menos provisoriamente, la cuestión jurisdiccional y reconoció el dominio
de Corrientes sobre este sector. A partir de julio de 1842 comenzó a funcionar una
receptoría en Santo Tomé. Durante algunos años la actividad comercial fue muy intensa
pero en 1849 el pueblo fue destruido al reanudarse la ocupación paraguaya (Centeno,
1980: 132-133; Palma, 1969).
La organización constitucional del país produjo un cambio fundamental en el
manejo de los puertos. El Acuerdo de San Nicolás (mayo de 1852) creó una autoridad
nacional provisoria y otorgó a la misma las rentas de las aduanas exteriores del país. Los
principales puertos fluviales, entre ellos los de Corrientes, fueron abiertos al comercio de
ultramar y la administración de los mismos debía quedar a cargo de la nueva autoridad
nacional. Esta medida preliminar fue consagrada en forma definitiva por la Constitución
Nacional (mayo de 1853) y debía ejecutarse a partir la instalación del gobierno presidido
por Justo José de Urquiza (marzo de 1854). En la práctica el traspaso se demoró debido
a las dificultades que se presentaron para organizar el sistema rentístico de la Nación.
De esta forma la provincia conservó, con limitaciones, la administración de los puertos
de su jurisdicción hasta mediados de 1855.

La legislación sobre los puertos


Durante la etapa virreinal la navegación de los ríos en la región rioplatense se
concentraba en el eje Paraguay-Paraná. Esta vía integraba una sola entidad política lo
cual facilitaba el intercambio. El comercio interno en el Virreinato estaba sujeto al pago
de la alcabala, impuesto del 4% sobre el valor de los productos, que se abonaba una sola
vez en el lugar de destino. A este derecho general, por lo común se agregaban impuestos
locales (arbitrios, sisas) percibidos por los Cabildos con autorización de las autoridades
coloniales. La vinculación del espacio fluvial rioplatense con los mercados de ultramar
se efectuaba a través del puerto de Buenos Aires, habilitado por la corona española por
el Reglamento de 1778. Esta localidad era el destino casi excluyente de los productos
regionales y el centro de trasbordo de los efectos importados de ultramar hacia las zonas
del interior.

11
RO, tomo V, 1842-1846, pp. 353-355. Entre 1848 y 1864 Paso de los Libres fue denominada Restauración.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
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En el convulsionado período de 1810-1821 el proceso de división política tuvo


un fuerte impacto en el tráfico fluvial. A partir de la ruptura con Buenos Aires en junio
de 1810, las autoridades de Asunción asumieron el control exclusivo de la navegación
por el rio Paraguay. La secesión paraguaya incrementó el valor estratégico del puerto
de la ciudad de Corrientes que pasó a constituir un centro de avanzada en la frontera
de la jurisdicción de las Provincias Unidas. Por su parte, la travesía del Paraná quedó
repartida entre varias jurisdicciones.12 La fragmentación incrementó la carga impositiva
dado que cada jurisdicción estableció su propia tarifa de derechos. Además entre estas
unidades políticas se produjeron constantes enfrentamientos que se trasladaban con
frecuencia al plano económico. Así la primera tarifa aduanera vigente en la provincia de
Corrientes, el Reglamento Provisorio del 9 de septiembre de 1815, fijó fuertes recargos
para los productos que provenían de Buenos Aires. Asimismo en dos oportunidades (18
de abril de 1819 y 2 de enero de 1821), la ciudad de Corrientes fue declarada “puerto
preciso” para todos los buques que viajaban al Paraguay o venían del distrito con lo cual
estaban obligados a recalar en el puerto correntino y pagar un derecho especial.13
Finalizadas las luchas del ciclo artiguista se estableció un nuevo equilibrio
político que se expresó en sucesivos pactos que celebraron las provincias del Litoral
en las décadas de 1820 y 1830. Entre otros aspectos, buscaron establecer un régimen
común para la navegación fluvial y el comercio. Si bien las provincias contratantes
administraban los puertos de su jurisdicción se otorgaba a sus habitantes plena libertad
de navegación. Se renunciaba así expresamente a la política de imponer “puertos
precisos” para obtener ventajas económicas del tráfico de otros distritos.14 Esta libertad
de navegación sólo se refería al intercambio interprovincial porque para el tráfico
exterior permaneció vigente el régimen de la etapa colonial por el cual sólo el puerto
de Buenos Aires estaba habilitado para el comercio de ultramar. Las provincias del
Litoral reclamaron contra este privilegio porque las rentas de la aduana porteña eran
administradas exclusivamente en beneficio de Buenos Aires pese a que todas contribuían
con la venta de sus frutos. Demandaban la apertura de otros puertos fluviales y una
participación en los ingresos (Burgin, 1975). 15
12
En el lapso de 1814 a 1819 se distribuía entre la Liga de Artigas y el Directorio de Buenos Aires, en 1820-
1821 entre la “República Entrerriana”, Santa Fe y Buenos Aires, y partir de 1822 entre las provincias de
Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes.
13
Archivo General de la Provincia de Corrientes (en adelante AGPC), Expedientes Administrativos (EA),
legajo 4. Reglamentos de Juan Bautista Méndez (1819) y Francisco Ramírez (1821); Duarte, 1966.
14
En el Tratado del Cuadrilátero (25 de enero de 1822) se señalaba expresamente que los buques no podían
ser “obligados a abonar derechos, descargar para vender sus mercaderías o frutos por pretexto alguno”.
Por su parte, el artículo 8º del Pacto Federal (4 de enero de 1831) indicaba que los habitantes de las
provincias litorales gozarían “recíprocamente la franqueza y seguridad de entrar y transitar con sus
buques y cargas en todos los puertos, ríos y territorios de cada una”. Cfr. Arbo, 1939.
15
Durante la ruptura con Buenos Aires entre 1839 y 1847 el estado correntino buscó establecer un contacto
directo con las potencias de ultramar. La declaración más explícita en este sentido fue la ley del 23 de
noviembre de 1841 por la cual se establecía que los navíos “despachados de los puertos de ultramar
para esta provincia, serán considerados como buques correntinos despachados de puertos argentinos;
y del mismo modo se considerarán sus cargamentos”. La medida se justificaba porque “en el estado de
inconstitución en que se halla la república, cada uno de los estados que la componen, tiene una existencia

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ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

El monopolio del comercio exterior por parte del puerto de Buenos Aires fue
uno de los motivos del enfrentamiento armado de la provincia contra Rosas durante la
década de 1840. En este período crítico Corrientes afianzó los vínculos con los estados
vecinos. El paso más importante en este aspecto fueron los tratados celebrados con el
Paraguay el 31 de julio de 1841. En ellos se establecía “la amistad y recíproca libertad
de comercio entre los súbditos de ambos gobiernos”. Se determinaba como puntos
de intercambio para el tráfico fluvial las ciudades de Corrientes y Pilar. Además se
arreglaba provisoriamente el conflicto sobre la posesión de las tierras de las antiguas
Misiones con lo cual la provincia podía acceder a la tradicional ruta comercial entre la
localidad paraguaya de Itapúa (Encarnación desde 1842) y la brasileña de San Borja.
Los acuerdos se mantuvieron hasta 1849 y en ese lapso la provincia cumplió el papel
de intermediaria mercantil del Paraguay con el exterior por lo que los frutos de este país
constituyeron un importante componente de las remesas correntinas (Scavone Yegros,
1995; Whigham, 2009; 112-113).
Hasta 1838 los únicos puertos de la provincia plenamente autorizados para el
tráfico fluvial se ubicaron sobre el Paraná. El Reglamento General del 26 de enero de
1825 designaba a las localidades de Corrientes, Goya y Esquina para la importación
de bienes y la exportación de frutos locales. El puerto de Bella Vista, habilitado en
junio de ese año operó con restricciones hasta que la ley del 20 de septiembre de 1831
permitió que funcionara en las mismas condiciones que los otros puertos.16 En lo que
respecta al tráfico sobre la costa del Uruguay, como se ha dicho, inicialmente la aduana
se estableció en Curuzú Cuatiá, en el interior de la provincia. Entre esta localidad y
los pasos habilitados sobre el río (Itaqui y Santa Ana) existía una vasta zona poco
poblada muy difícil de controlar. Por ese motivo en esos puntos sólo estaba autorizada
la importación de los frutos de producción propia de los estados limítrofes, es decir,
de yerba brasileña. Esta limitación quedó expresamente establecida en la ley del 13 de
mayo de 1831. Los efectos de ultramar sólo podían ingresar por los puertos del Paraná.
En la práctica, algunas modestas partidas se introdujeron desde el nordeste de Entre
Ríos, especialmente tras la fundación de Concordia (1832).17 Las restricciones sobre el
comercio en la costa del Uruguay se dejaron de lado a fines de la década de 1830 debido
las dificultades por las que atravesaba el tráfico por el Paraná. Por la ley del 20 de junio
política propia e independiente, en virtud de la que puede por sí resolver cuanto le concierna”, RO, tomo
IV, 1830-1841, Corrientes, 1928, pp. 359-360.
16
Bella Vista en un principio sólo estuvo autorizado para exportar frutos locales. El decreto del 18 de junio
de 1826 permitió la importación de efectos pero sólo de aquellos que, a juicio de las autoridades, fueran
de “fácil reconocimiento”. Como medida de fomento, por ley de 22 de octubre de 1825, las salidas de
productos agrícolas y maderas quedaban libres del pago de derechos por cuatro años. RO, tomo I, 1821-
1825, p. 405; RO, tomo II, 1826-1830, pp. 44-45; RO, tomo III, 1831-1837, pp. 86.
17
El gobernador Pedro Ferré en un oficio al Congreso provincial (15 de mayo de 1831) destacaba que
la apertura del Paso de Santa Ana “no tenía otra tendencia que la de facilitar el comercio que pudieran
prometer los frutos producidos por los Estados Brasileño y Oriental [y] de ningún modo debe entenderse
para que por aquella vía se importen mercaderías que no sean legítimamente producidas por los Estados
referidos, pues para los procedentes de las Provincias de la Unión y otros Países, tiene Corrientes sus
respectivos puertos habilitados” AGPC, Copiadores Notas del Ministerio de Gobierno (CNMG), tomo
III, Comunicaciones al congreso provincial.; RO, tomo III, 1831-1837, p. 25.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 67-90

de 1838 se autorizó a importar por los pasos de Higos y de Santa Ana “los efectos sea
cual sea su procedencia, así como para exportar los frutos de la provincia”. A partir de
ese momento los puntos habilitados sobre el Uruguay quedaron en iguales condiciones
que los puertos del Paraná.18
Además de canalizar el comercio local los puertos funcionaban también como
centros de depósito de mercaderías que ingresaban al territorio provincial pero estaban
destinadas a otras jurisdicciones. El puerto de la ciudad de Corrientes, en particular,
sirvió como escala intermedia en el comercio del Paraguay. De acuerdo con el reglamento
de 1825 los bienes en tránsito estaban sujetos a un impuesto del 2% de su valor y
podían almacenarse hasta noventa días. La disposición general sobre los depósitos fue
suspendida por ley del 16 de febrero de 1827 “en calidad de por ahora” pero no fue
restablecida hasta el 23 de noviembre de 1841 mediante una resolución similar dictada
para facilitar el comercio con el Paraguay.19 Aunque de mucho menor volumen, también
se desarrollaba un comercio de tránsito con el Brasil. Por decreto de 17 de septiembre de
1828 este intercambio se centralizó en el puerto de Esquina. Posteriormente mediante
el decreto del 20 de junio de 1840 el punto de trasbordo se trasladó a la localidad de
Goya. En el sector oriental de la provincia la receptoría de Curuzú Cuatiá controló la
ruta desde el nordeste entrerriano. A partir de 1844 esta vigilancia se estableció en Paso
de Los Libres.20

Equipamiento y administración
El Paraná constituía la ruta principal del comercio exterior para la provincia de
Corrientes. Este río ancho y caudaloso, sin saltos ni rápidos en el extenso tramo que se
extiende desde Apipé hasta su desembocadura, era la vía de comunicación más rápida y
económica para el acceso hacia las otras poblaciones del Litoral, especialmente Buenos
Aires. No obstante, la navegación presentaba dificultades por los continuos cambios en
el cauce principal y la presencia de raigones y bancos de arena. Asimismo la costa en su
curso medio e inferior no se presta para la formación de puertos (Kroeber, 1967).
En el tramo de la orilla izquierda que pertenecía a la jurisdicción de la provincia
el sitio más adecuado para la actividad portuaria es el de la ciudad de Corrientes. Se
trata de un lugar elevado con acceso directo al curso principal del río. Las características
siete puntas rocosas, que sobresalen de la costa y que dieron lugar al nombre del paraje,
formaban puertos naturales aptos para desembarco y abrigo de los buques. El naturalista
Alcides D’Orbigny, quien visitó la provincia entre 1827 y 1828, destacaba que “El
lado que da sobre el río es… el más pintoresco de la ciudad porque una multitud de
ensenadas arenosas, formadas por las puntas de roca, ofrece, en todas partes pequeños
puertos en su mayoría llenos de barcos” (D’Orbigny, 1955; 399-400). En un informe

18
RO, tomo IV, 1838-1841, pp. 61-62
19
Posteriormente, la ley del 12 de enero de 1842 amplió el plazo de los depósitos a seis meses en vista de
la incertidumbre que afectaba la navegación de los ríos.RO, tomo II, 1826-1830, p. 108; RO, tomo IV,
1838-1841, pp. 360-361; RO, tomo V, 1842-1846, p. 5
20
RO, tomo II, 1826-1830; RO, tomo IV, 1838-1841, p. 263.

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ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

de 1853 se afirmaba que la capital contaba con diez fondeaderos naturales “en los
cuales pueden cargar y descargar con planchada y bastante comodidad buques de hasta
200 toneladas”.21 De las siete puntas, la más sobresaliente es la que se denomina San
Sebastián, y desde allí se podía observar el movimiento en las ensenadas vecinas. La
rada al Este del promontorio constituía el puerto principal donde descargaban los barcos
más grandes, era, señalaba D’Orbigny, el centro del movimiento comercial, “es allí
donde se aglomeran los marineros; es allí donde se amontonan las pilas de maderas y
planchas, listas para enviarse a las provincias vecinas. Este lugar es, por así decirlo, una
parte diferente de la ciudad” (D’ Orbigny, 1955; 400). Para un mejor control, en enero
de 1825 el gobierno estableció allí la descarga obligatoria de los buques. Años más tarde
(24 de febrero de 1842), se habilitó otro punto situado un poco más al este, en el paraje
La Rosada.22
A lo largo del año podían acceder al puerto de Corrientes todo tipo de
embarcaciones utilizadas en la navegación fluvial. En los períodos de creciente
(principalmente de enero a marzo) también estaban en condiciones de llegar sin grandes
dificultades buques de mayor calado propios de la navegación de ultramar. Como lo
señalaba Martín de Moussy, con esta ventaja la ciudad era “la más comerciante de la
provincia” (Moussy, 1860, 135).23
Pese a las condiciones favorables el acceso a los desembarcaderos naturales
de la ciudad no siempre era sencillo por la configuración de la costa y las corrientes
caprichosas del río que dificultaban las maniobras de los buques de vela. En los
períodos de calma, para sortear las salientes, debía recurrirse al expediente de atar cabos
en piedras o árboles de la costa. En estas operaciones las embarcaciones podían ser

21
Razón que se da al Ministerio de Hacienda Nacional con arreglo a la nota del 21 de noviembre del
Corriente Año, AGPC, EA, leg. 117. El informe es del 16 de diciembre. Las puntas rocosas que encerraban
los puertos naturales eran de este a oeste: Aldana, Yatictá, Batería, San Sebastián, Tacurú, Tacuara y
Arazatí.
22
Comunicación del gobernador al Colector General (18 de enero de 1825): “la poca delicadeza
y exactitud de los introductores en la satisfacción de los derechos… reclaman con imperio
un orden que haga desaparecer la quiebra que amenaza el Estado. Bajo este principio, ha
resuelto que todo buque que en adelante llegue a estos Puertos con cargamento y procedente
de cualesquiera destino que sea, aporte en la Banda Oriental de la Punta San Sebastián frente
a la aduana donde deben en adelante practicarse las cargas y descargas de todo buque…
permitiendo que los que hayan concluido el desalije y requisa, se conduzcan a la rada o Puerto
que más le acomode”. AGPC, CNMG, tomo I.
23
Martin de Moussy señala que los grandes vapores de guerra y corbetas de la flota anglo-francesa que
remontaron el Paraná con el convoy de buques mercantes que se dirigían a Corrientes en 1846 debieron
elegir los meses de enero y febrero para esa expedición. José Carlos Chiaramonte ha examinado el
porte de los buques que arribaban al puerto de Corrientes en base al impuesto de las patentes. El monto
de este derecho se fijaba de acuerdo con una escala de tonelaje. Como ejemplo señala que en 1831 se
pagaron 160 patentes. Del total, 13 patentes se otorgaron por buques de 86 toneladas o más. Asimismo
de la comparación entre la cantidad de naves registradas y el monto de lo recaudado entre 1827 y 1840
concluye que a partir de la década de 1830 se aprecia un aumento de tonelaje medio de las embarcaciones.
Chiaramonte, 1991; 78-81.

68
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 69-90

arrastradas rio abajo o encallar.24 Las autoridades provinciales realizaron algunas obras
para mejorar las condiciones de funcionamiento en el puerto principal. Así, durante el
segundo gobierno de Pedro Ferré (1830-1833), con el fin despejar el área de descarga, se
dispuso la expropiación de las casas particulares ubicadas en la costa hasta una cuadra
al este de la aduana (ley del 19 de julio de 1832).25 Por su parte, el gobernador Joaquín
Madariaga a fines de 1846 propuso un plan tareas que incluía el establecimiento de
boyas, la construcción de dos muelles y de un dique “impidiendo los perjuicios que
las corrientes causaban” así como la formación de un paseo de alamedas “que servirá
de adorno y de desahogo a la población”. De este proyecto general sólo se concretó la
realización de un muelle de piedra. La construcción, aunque modesta, constituía una
obra excepcional para la época en la zona del Litoral.26
Entre la ciudad de Corrientes y la desembocadura del río Santa Lucía la
costa del Paraná presenta alternativamente zonas de terrenos elevados y áreas bajas y
pantanosas. En los puntos más sobresalientes se ubicaron las poblaciones de Empedrado
y Bella Vista. Esta última se hallaba situada sobre una barranca arenosa que se elevaba
unos treinta metros de la costa. No había inconvenientes para el acceso de los buques
pero no era sencillo superar la altura para transportar los productos. En el informe ya
mencionado de 1853 se indicaba que “lo que necesita [la localidad] es una bajada amplia
y cómoda, y es de precisión hacer una obra sólida que no esté sujeta a la destrucción que
continuamente causan las lluvias”.27
En el sector de la costa comprendido entre el río Santa Lucía y el Guayquiraró
las condiciones son mucho menos favorables para la actividad portuaria. La costa es
generalmente baja e inundable. Como los terrenos más favorables para las poblaciones
se hallan alejados del cauce principal los puertos se ubicaron a orillas de canales
secundarios. El puerto de Goya se formó sobre el riacho del mismo nombre, definido
entre la costa y una extensa isla. Por su parte, el puerto de Esquina se comunicaba con el
curso principal por los brazos del delta que forma el río Corrientes en su desembocadura
con el Paraná. Las desfavorables condiciones del sitio creaban serias dificultades para
el acceso de las embarcaciones. En este aspecto un problema grave se planteó en Goya
a partir de la década de 1840 por la obstrucción paulatina de la boca norte del riacho
debido a la acumulación de sedimentos. El obstáculo limitaba el ingreso directo al puerto
de los buques de mayor calado como las goletas y bergantines y a veces interrumpía
la navegación por completo. Se señalaba en el informe de 1853 que “El Puerto de la
ciudad de Goya es malísimo cuando está el Paraná bajo… y solamente es accesible

24
Un testimonio sobre un accidente de este tipo se encuentra en la demanda de Domingo Latorre y Eugenio
Barrios contra Antonio Pinedo, maestre y sobrecargo de la Balandra Liguria, AGPC, Judiciales, tomo
232, f. 180-187. Un suceso similar se describe en la obra de Mackinnon, 1957, pp. 116-118.
25
RO, tomo III, 1831-1837, p. 98.
26
Mensajes del gobernador Joaquín Madariaga, 21 de octubre de 1846 y 6 de mayo de 1847; AGPC,
Libro de Actas de la Cámara de Diputados, tomo I. En la edición del 22 de junio de 1855 del diario
El Comercio, se indica “hemos visto que la muralla de ésta principia a desmoronarse; ahora que su
compostura es fácil y de poco costo llamamos la atención de quien corresponde”.
27
Razón que se da al Ministerio… AGPC, EA, leg. 117.

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ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

a las embarcaciones… en las crecientes periódicas”.28 Debido a las dificultades que


producía a la actividad comercial se realizaron algunos intentos para la reapertura del
canal aunque sin resultados.29
En la década de 1850 la navegación de los ríos experimentó una transformación
fundamental con la aparición de los primeros buques de vapor. Si bien hasta que
concluyó la administración correntina el comercio fluvial se desarrolló sobre todo con
las embarcaciones de vela los avances técnicos pusieron de manifiesto las limitaciones de
los desembarcaderos naturales y la necesidad de mayores inversiones en el equipamiento
portuario. Esta labor quedó a cargo del gobierno nacional que comenzó a introducir las
primeras mejoras en los decenios de 1860 y 1870 (Pérez, 1989).
A diferencia de lo que ocurría en el área del Paraná, la vinculación fluvial
del sector correntino del río Uruguay con las poblaciones situadas al sur enfrentaba
un serio obstáculo por los afloramientos rocosos situados cerca de las localidades de
Salto y Concordia. La navegación río abajo sólo era posible en los períodos de grandes
crecientes lo que contribuyó al aislamiento de la zona. Los vínculos comerciales más
sólidos se establecieron con las poblaciones vecinas de la ribera oriental. Paso de
los Libres concentraba el comercio con el Brasil. Como otros puertos de la zona no
se ubicaba sobre el río principal sino sobre un arroyo, el Yatai, que desemboca en el
Uruguay. De esta forma se buscaba limitar los perjuicios que producían las rápidas
crecientes de este río. El arroyo era navegable y permitía el ingreso de goletas todo el
año. El pasaje de hacienda y otros productos hacia la vecina orilla se efectuaba en botes
planos y en canoas construidos en el lugar (Moussy, 1860; III, pp.43 y 144).
La administración de las aduanas en los puertos habilitados constituía una
cuestión de vital importancia para el Estado provincial ya que regularmente entre el 60%
y el 70% de los ingresos fiscales provenía de la recaudación de los impuestos al comercio
exterior. El sistema quedó organizado a partir de un conjunto de disposiciones adoptadas
durante el primer gobierno de Pedro Ferré (1824-1828).30 Las autoridades principales
28
Razón que se da al Ministerio… AGPC, EA, leg. 117.
29
En julio de 1841el vecindario designó una comisión para reconocer el riacho y proponer soluciones.
La misma determinó que con la destrucción de raigones y “haciendo una pequeña excavación” se daría
nuevamente entrada a las aguas. Posteriormente en 1847, el gobernador Madariaga informaba en su
mensaje al Congreso sobre la apertura de un canal en el riacho. Una empresa más ambiciosa se llevó
adelante en los inicios del gobierno de Juan Pujol durante los años 1852 y 1853. La misma, ejecutada por
el ingeniero Nicolás Grondona, buscaba encauzar el riacho mediante el cierre de bocas secundarias y la
apertura de un canal “de modo que entre una cantidad de agua bastante para dar curso a cualquier buque,
sin comprometer la vida y propiedad de las personas”. Sin embargo, “después de la inversión de algunos
miles” el gobernador se persuadió de que el costo de la obra excedía las posibilidades de la provincia.
AGPC, EA, leg. 63; Mensaje del gobernador Joaquín Madariaga (6 de mayo de 1847), AGPC, Libro
de Actas de la Cámara de Diputados, tomo I; “Memoria escrita por el ingeniero Nicolás Grondona en
referencia a las obras del riacho de Goya”, Corrientes en la Organización Nacional, tomo 3, pp. 16-25;
Mensaje del gobernador Juan Pujol (4 de diciembre de 1859), RO, tomo VIII, p. 434.
30
Las disposiciones fundamentales fueron: Ley de arancel y reglamento general de aduana (26 de enero de
1825); Decreto reglamentario de las operaciones portuarias y de policía de puerto (29 de enero 1825);
Decreto reglamentario de las operaciones de contaduría fiscal y aduana (21 de septiembre de 1825); RO,
tomo I, pp. 389-393 y 411-420.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 71-90

de la administración fiscal residían en la ciudad de Corrientes. El funcionario de mayor


jerarquía, inicialmente denominado Ministro de Hacienda, a partir enero de 1825 pasó
a llamarse Colector General. A él estaban subordinados todos los empleados vinculados
con el manejo de los fondos públicos. Desde ese año se designó también un Contador
Interventor quien, entre otras tareas, debía efectuar el reconocimiento y el aforo de los
artículos para la percepción de los derechos. Estos dos funcionarios contaban con la
colaboración de un pequeño número de dependientes. Tanto los empleados jerárquicos
como los subordinados percibían un salario regular y duraban muchos años en sus
funciones. La oficina de la hacienda en la ciudad de Corrientes constituía así el único
sector de la administración civil donde se formó un núcleo de agentes especializados.31
En los otros puertos la percepción de los impuestos estaba a cargo de los receptores de
alcabala. En un principio estos empleados recibían un porcentaje de los ingresos pero a
partir de las reformas de Ferré los receptores de los centros de mayor actividad (Goya,
Bella Vista, Paso de los Libres) comenzaron también a percibir un sueldo mensual.32
En general, la rotación de funcionarios en los puertos subordinados era mayor que en la
capital en gran medida porque no siempre era fácil encontrar empleados idóneos. En lo
que respecta a la seguridad, desde la etapa colonial funcionó en la ciudad de Corrientes
una Capitanía de puertos integrada por un reducido piquete. Tras las reformas de Ferré
también en Goya y Bella Vista se separaron las funciones de la receptoría y de la
capitanía. En los otros la vigilancia dependía del receptor con ayuda del comandante
de la plaza.
Todos los esfuerzos por perfeccionar el aparato de recaudación se vieron
acompañados por inversiones en edificios públicos. Las construcciones más importantes,
por supuesto, se realizaron en la ciudad capital. La casa de gobierno y las diferentes
oficinas públicas se instalaron en el antiguo colegio de los jesuitas. Durante el primer
gobierno de Pedro Ferré este edificio fue totalmente remodelado y se construyeron las
oficinas de la aduana y los depósitos donde se guardaban los artículos desembarcados
antes de que fueran retirados tras el pago de los impuestos. Asimismo se edificó una casilla
de resguardo en la punta San Sebastián para controlar el movimiento portuario.33 En los
pueblos del interior a lo largo de las décadas de 1820 y 1830 se fueron construyendo los
31
En 1830, los empleados auxiliares de la colecturía eran tres, en 1853, en el momento previo
de la transferencia de las aduanas a la jurisdicción nacional, llegaban a siete. Desempeñaron el
cargo de Colector General: Manuel Serapio Mantilla y Ríos (1821-1825), Sebastián Almirón
(1825-1835) y Manuel Serapio Mantilla (1835-1855). Los dos primeros continuaron en el
puesto hasta su fallecimiento, el tercero se mantuvo hasta que se produjo la nacionalización de
las aduanas. Asimismo en el informe de 1853 sobre las aduanas de la provincia se indica que
el Contador Interventor llevaba diecisiete años en funciones y los empleados auxiliares entre
cinco y siete años. Razón que se da al Ministerio… AGPC, EA, leg. 117.
32
Desde la etapa colonial los receptores gozaban de un ingreso del 6% de la recaudación pero a partir de
una orden del gobernador Juan Bautista Méndez, del 5 de marzo de 1818, la retribución aumentó al 10%,
AGPC, Correspondencia Oficial, leg. 8, f. 190.
33
Gutiérrez y Sánchez Negrette, 1988; 122-128. En el informe de 1853 se afirma que “En esta capital, hay
un edificio público que por su local y amplitud, presenta comodidad para el servicio de la aduana a cuyo
objeto sirve actualmente”. Razón que se da al Ministerio… AGPC, EA,leg. 117.

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ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

edificios de las comandancias militares a las que se anexaba la oficina de la receptoría.


Goya y Bella Vista contaron con edificios exclusivos para la receptoría y la capitanía
de puerto.34

Evolución general del comercio exterior de la provincia


Como resultado de la expansión ganadera de la segunda mitad del siglo XVIII
el comercio de Corrientes con otros distritos creció en forma sostenida. Desde 1790 en
adelante la exportación de cueros vacunos y equinos “secos” (sin curtir) constituyó la
base del tráfico exterior de la comarca. También se extraían, cueros curtidos, animales
en pie, otros subproductos pecuarios, diversos frutos agrícolas, elaboraciones textiles y
maderas (Maeder, 1981; Wentzel, 1988). El afianzamiento de los vínculos mercantiles
implicó también la entrada regular de productos importados, un cambio fundamental
para una comarca que había vivido en el aislamiento. Sin embargo, debido a las
restricciones que imponía el sistema colonial español la oferta de bienes era limitada y
cara por lo que el valor de las importaciones creció mucho más lentamente que el de las
exportaciones.35
Durante la etapa inicial del período independiente, entre 1810 y 1821, las
luchas que se desarrollaron en el Litoral perjudicaron el comercio de los ríos. El tráfico
de Corrientes experimentó fuertes altibajos por la clausura intermitente de las vías
fluviales. La inestabilidad política y social desorganizó las actividades productivas por
lo que las exportaciones de cueros se sostuvieron en base al consumo sin control de las
existencias pecuarias (Robertson, 1950; Salvatore, 1995; Wentzel, 1988). En el caso de
las importaciones, la apertura al comercio libre amplió el flujo de efectos en toda el área
rioplatense, pero en Corrientes el impacto se vio limitado por los fuertes recargos que
impuso la política aduanera y por la crisis económica general.

34
Razón que se da al Ministerio… AGPC, EA, leg. 117; “Las casas de Aduana y Resguardo que se han
edificado en Bella Vista, como uno de los puertos habilitados de la provincia, a más de corresponder
cumplidamente a los objetos de su destino, sirven de ornato al pueblo”, Mensaje de Pedro Ferré (8
de noviembre de 1833), RO, tomo III, 1831-1837, p. 205. Todavía en 1830 el edificio de la aduana de
Goya se ubicaba en una casa alquilada. En su mensaje del 6 de diciembre de 1836, el gobernador Rafael
Atienza afirmaba que “el plan de edificar gradualmente en la campaña, casas de seguridad, cuarteles
y otras piezas para oficinas, ha producido los mejores resultados… En la villa de Goya un edificio de
material cocido que comprende hasta el número de ocho piezas… está a punto de construirse” RO, tomo
III, 1831-1837, p. 372.
35
En el período de 1805-1809 el valor promedio de las importaciones por el puerto de Corrientes fue de
alrededor de 33.000 pesos, mientras que el de las exportaciones fue de 83.000 pesos. Debe destacarse que
hubo fuertes variaciones anuales. AGPC, EA, leg. 1.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 73-90

Comercio de la provincia de Corrientes

1.400.000
1.200.000
1.000.000
800.000 Importaciones
Pesos

600.000 Exportaciones

400.000
200.000
0
02 06 10 1814 1818 1822 1826 1830 1834 1838 1842 1846 1850 1854
18 18 18

Concluidas las luchas se abrió un período sumamente favorable para el


comercio correntino. La organización provincial iniciada en octubre de 1821 permitió
el restablecimiento del orden interno y la recuperación de las actividades productivas.
El lapso de 1822 a 1835 constituyó la etapa más próspera del tráfico fluvial en la primera
mitad del siglo XIX. El valor de las exportaciones creció de manera sostenida. Durante
la década de 1820 la disminución de la venta de cueros sin curtir que resultó de la
crisis ganadera en la etapa anterior fue ampliamente compensada por el aumento de las
exportaciones de suelas, de tabaco y otros productos agrícolas, de maderas y de frutos
silvestres. A fines del decenio la ganadería ya se había recuperado y las exportaciones
pecuarias volvieron a aumentar. También Corrientes pudo beneficiarse como
intermediaria de la venta de yerba paraguaya en los momentos en que el dictador Gaspar
Rodríguez de Francia autorizaba este tráfico (Chiaramonte, 1991; Whigham, 2009; 77-
84). Paralelamente con el crecimiento de las exportaciones, tuvo lugar un avance aún
más acelerado de las importaciones, favorecido por una política de apertura comercial.
El flujo extraordinario de efectos de ultramar produjo un déficit permanente en la balanza
comercial que preocupó a las autoridades de la provincia. Paulatinamente se recurrió a
medidas restrictivas que culminaron en un conjunto de leyes proteccionistas en enero de
1831. Como resultado de las mismas el volumen de las importaciones durante la década
de 1830 tendió a estabilizarse en los niveles alcanzados hasta ese momento.
La etapa más favorable para el comercio exterior de la provincia concluyó a
mediados de la década de 1830. Comenzaron a manifestarse dificultades en algunas
de las producciones más importantes como los cueros curtidos y el tabaco. La crisis se
agravó con el bloqueo francés al puerto de Buenos Aires y luego con el inicio de las
hostilidades contra el gobierno de Juan Manuel de Rosas. El lapso que se extiende de
1838 hasta 1845 constituyó un período de retroceso para la economía provincial. En

73
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

esa etapa, salvo breves momentos, se interrumpió la vinculación con Buenos Aires. El
tráfico se orientó hacia Montevideo, pero el acceso a esta plaza por el Paraná estaba
sujeto a fuertes riesgos por la acción de los buques de la Confederación. En algunos
momentos la vía fluvial quedó clausurada por completo para el comercio correntino.
Para superar estas dificultades se incrementó el intercambio con Paraguay y Brasil y se
buscaron canales alternativos por el río Uruguay. La prolongación del estado de guerra
durante casi diez años produjo la caída de la actividad agrícola y forestal agravada
por la apertura del comercio con el Paraguay que representó el ingreso masivo de
frutos que competían con la producción local. Asimismo las incursiones de las fuerzas
enemigas que saqueaban los recursos del terreno perjudicaron especialmente a las áreas
ganaderas del sur. La evolución de las exportaciones, condicionada por las luchas, tuvo
grandes fluctuaciones pero, en conjunto, las remesas sufrieron una fuerte reducción. Las
importaciones experimentaron menos alteraciones y aún tendieron hacia el crecimiento.
Esto se debió a la anulación de las medidas proteccionistas, a la fuerte demanda de
bienes para el sostenimiento de la lucha y a la entrada forzosa de cargamentos de buques
enemigos.
La etapa más crítica para el comercio por el Paraná concluyó con el arribo
de una flota anglo-francesa a la capital correntina en febrero de 1846. La llegada del
convoy levantó el bloqueo rosista y fue el primer paso hacia una reanudación del tráfico
regular. A fines de 1847 el restablecimiento de la paz interna y de la vinculación con
Buenos Aires crearon las condiciones para la recuperación económica. La misma, sin
embargo, avanzó lentamente. Crecieron de manera sostenida las exportaciones pero este
incremento se vio contrarrestado por una baja de los precios locales y la crisis definitiva
de la producción de cueros curtidos y de tabaco. Por su parte, las importaciones tampoco
aumentaron porque el gobierno restableció las medidas proteccionistas entre 1848 y
1851. Una clara tendencia hacia el crecimiento se definió recién en los primeros años
de la década de 1850, particularmente tras la caída de Rosas. Esta nueva coyuntura
favorable era impulsada por la supresión a las restricciones del comercio y una fuerte
recuperación de los precios de los frutos exportables.

Actividad portuaria y participación regional en el comercio exterior


Dentro de este panorama la participación en el comercio de las diversas regiones
de la provincia experimentó algunas variaciones pero en general mantuvo una gran
estabilidad durante el período.

74
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 75-90

Cuadro nº 1. Participación de los puertos en valor total de las exportaciones (% del total)

Periodo 1 2 3 4 5 6 7- 8 9 10 Total (pesos)


1805-1809 61 - - 39 - - - - - 676.445
1816-1820 48,6 - - 49,2 2,2 - - - - - 511.043
1821-1825 63,9 0,8 - 30,9 2,7 1,6 - - - 0,1 695.720
1826-1830 67 4,8 - 23,1 2,4 2,3 - - - 0,4 1.020.868
1831-1835 61,5 6,9 - 22,9 6 2,7 - - - - 1.670.468
1836-1840 55,3 3,4 - 35,5 4 1,7 - - - - 1.157.952
1841-1845 48,4 2,5 - 19,9 - 5,2 9,1 0,9 13,6 0,4 1.271.194
1846-1850 68,3 2,6 1 20 0,4 0,7 3,3 0,4 3,3 - 2.067.786
1851-1855 56,5 11,4 3,9 17 1,4 5,1 4,4 0,3 - - 2.210.979
1: Corrientes; 2: Bella Vista; 3: Empedrado; 4: Goya; 5: Esquina; 6: Curuzú Cuatiá; 7: La Cruz; 8: Paso
de los Libres; 9: Santo Tomé; 10: Otros.

Cuadro nº 2. Participación de los puertos en el valor total de las importaciones (% del total)

Período 1 2 3 4 5 6 7 8 Total Promedio anual


(pesos) (pesos)
1817-1820 75,9 - 23,8 0,3 - - - - 285.628 71.407
1821-1825 82,4 - 16,7 0,3 0,6 - - - 1.019.918 254.980
1826-1830 77,4 0,7 17,6 1,5 2,8 - - - 1.927.657 385.531
1831-1835 62,8 2,9 24,3 6,1 3,9 - - - 2.034.577 406.916
1841-1845 79 0,6 9,7 - 3 4,2 3,2 0,3 2.429.512 499.190
1846-1850 76,9 1,2 16,7 - 0,3 3,9 0,9 0,1 2.134.677 426.935
1851-1853 60,3 6,1 29,3 0,2 1,9 2,2 - - 1.092.488 364.163
1: Corrientes; 2: Bella Vista; 3: Goya; 4: Esquina; 5: Curuzú Cuatiá; 6: Paso de los Libres; 7: Santo Tomé;
8: Otros.

La región del noroeste correntino, el área más poblada y productiva, concentró


la actividad mercantil a través del puerto de Corrientes36. Este centro constituía el punto
más favorable para la comunicación fluvial con otras comarcas pero tenía una situación
menos ventajosa en relación con el interior provincial por su posición excéntrica y las
difíciles comunicaciones. Pese a los inconvenientes normalmente el valor del tráfico
anual de esta plaza superaba al de los otros centros de la provincia en su conjunto. Este
predominio era menos marcado en el caso de las exportaciones dado que los frutos
locales, voluminosos y de bajo valor por unidad, se extraían en los puertos más cercanos
a las zonas de producción. En el caso de las importaciones pesaban más las ventajas
estratégicas de la capital. Las facilidades de acceso a los centros abastecedores de bienes
36
A mediados del siglo XIX la región del noroeste concentraba el 46% de la población (censo de 1857)
y el 32% de las existencias ganaderas de la provincia calculadas, hacia 1854, en alrededor de 670.000
vacunos. En 1857 la ciudad de Corrientes tenía cerca de 9.000 habitantes y Bella Vista alrededor de un
millar.

75
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

importados, así como las posibilidades para el trasbordo y el almacenamiento hacían de


esta plaza el principal lugar de depósito y distribución. Como se aprecia en el cuadro
siguiente desde la capital se surtían comercios de Goya, Bella Vista, los de los pueblos
interiores del noroeste y aún los de la zona sur y la costa del Uruguay. Asimismo en los
períodos en que existía una vinculación con el Paraguay una parte de las importaciones
que ingresaban por la ciudad se reexpedía a este país.

Cuadro nº 3. Guías de tránsito de efectos expedidas en la ciudad de Corrientes para el interior de la


provincia y Paraguay (nº)
1826 1829 1831 1832 1842 1843 1848 1849
Paraguay 13 108 70 56 59 54 60 17
Goya 18 40 29 37 46 25 40 33
Bella Vista - 2 5 2 21 5 42 16
Pueblos del Noroeste 11 26 25 25 5 2 14 10
Pueblos entre el Santa Lucía y
El Guayquiraró - 18 21 22 4 2 6 11
Pueblos de la cuenca del Uruguay 1 8 10 10 - 2 4 11
Sin especificar 12 21 11 11 - - - -
Fuente: AGPC Toma de Razón de las guías Marítimas y Terrestres, que se despachan en la Colecturía de
la ciudad de Corrientes. 1820-1849

El otro puerto de la zona noroeste, Bella Vista, era el punto de contacto con el
exterior del área agrícola y ganadera que comprendía el departamento de ese nombre y
una amplia franja donde se levantaban las localidades de Saladas, Mburucuyá, Caá Catí
y San Roque (De Moussy, 1860;137-138).
En lo que se refiere a las exportaciones, al finalizar la etapa colonial el puerto de
Corrientes canalizaba alrededor del 60% del valor total de las remesas. Esta proporción
se redujo durante la fase inicial del período independiente por el fuerte crecimiento
de las salidas de cueros por Goya y Esquina. Restablecido el orden interno y el tráfico
regular, durante la década de 1820 y hasta mediados de la siguiente se acentuó el
predominio del puerto de la capital por el crecimiento de la producción agrícola y
artesanal del noroeste y la crisis de la zona ganadera del sur. En este lapso, como se ha
visto, se habilitó el puerto de Bella Vista que se afianzó rápidamente como centro de
exportación. Durante la crisis bélica que se abrió a fines de la década de 1830 cayeron
las exportaciones agrícolas y forestales y se estancaron las ganaderas. Asimismo gran
parte del intercambio se canalizó por los puertos de la zona del Uruguay. El valor total
de las remesas en el puerto de Corrientes durante el lapso 1836-1840 disminuyó en
un 40% en relación con el del lustro anterior, mientras que en Bella Vista la reducción
fue casi del 70%. En el quinquenio siguiente el monto de las exportaciones fue similar
pero aproximadamente el 27% estaba integrado por productos del Paraguay. De esta
forma, la participación de los puertos del noroeste en el comercio de exportación se
redujo. Con la finalización de la lucha contra Rosas volvió a crecer el aporte de la
zona. Luego de la supresión del bloqueo durante los años 1846 y 1847 tuvo lugar un

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 77-90

aumento extraordinario de la actividad del puerto de Corrientes por la salida de los


frutos acumulados. Cuando se regularizó el tráfico el valor de las exportaciones tendió
a estabilizarse. En la primera mitad de la década de 1850 la participación relativa de
Corrientes disminuyó algo porque una buena proporción del tráfico se desvió hacia los
puertos de Bella Vista y Empedrado. La actividad de la primera creció con fuerza ya que
el valor de las exportaciones fue casi cinco veces superior al del lustro anterior.
En cuanto a las importaciones el predominio de la ciudad de Corrientes sobre
el resto de la provincia fue aún mayor. Durante la década de 1820 concentró alrededor
del 80% del total de las entradas. En el decenio de 1830 el impacto de las medidas
proteccionistas se hizo sentir con fuerza en el principal centro de consumo. Las
importaciones por el puerto de Corrientes se mantuvieron más o menos estancadas,
mientras que crecían las de otros centros. En contraste, en el crítico período de la lucha
contra Rosas, pese a las restricciones, el flujo de efectos importados no experimentó
caídas pronunciadas. Fue marcada la preeminencia del puerto de Corrientes sobre el
resto de la provincia por su papel de escala obligada en el tráfico con el Paraguay.37 La
fuerte concentración de la entrada de bienes en el puerto de la capital se mantuvo hasta
fines de la década de 1840. A principios del decenio siguiente, sin embargo, tuvo lugar
una paulatina caída de la participación proporcional del puerto que reflejaba sobre todo
la recuperación de las otras plazas mercantiles de la provincia.
La región del sur del río Santa Lucía durante la última etapa del período colonial
había constituido el área más dinámica del desarrollo ganadero provincial. Sin embargo,
en la primera mitad del siglo XIX su crecimiento, muy afectado por las crisis bélicas,
fue más lento y fluctuante. Las exportaciones se concentraban en el puerto de Goya.
Su área de influencia abarcaba la vasta zona ganadera del sur de la provincia, desde el
río Santa Lucía hasta la costa del Uruguay.38 Sin embargo, a mediados del siglo XIX su
actividad comercial se hallaba amenazada por las dificultades de su puerto y la creciente
competencia de la localidad entrerriana de Concordia en los departamentos del sur.39
Esquina, el otro puerto del sur de la provincia, era cabecera de un espacio más reducido,

37
Durante los años 1844 y 1845 el bloqueo del Paraná produjo una caída de las importaciones regulares,
pero hubo un ingreso extraordinario de efectos por el puerto de Corrientes como resultado de la captura
(octubre de 1844) de una flota de buques mercantes que, con bandera de Buenos Aires, se dirigía hacia el
Paraguay. Gran parte del cargamento fue embargado y utilizado para las necesidades del ejército.
38
El área de influencia comprendía unos 36.000 Km2 y a mediados del siglo XIX reunía el 35% de la
población (1857) y el 60% de las existencias ganaderas (1854). En 1857 Goya contaba con unos 1.800
habitantes y Esquina con alrededor de 400.
39
En una nota publicada en el diario El Comercio (26 de agosto de 1855) se señalaba que “La Corriente
Comercial que mantenía el movimiento mercantil en esta parte de la costa del Paraná, ha emigrado a la
del Uruguay adonde van a proveerse los Departamentos de Restauración [Paso de los Libres], Curuzú
Cuatiá y Mercedes que antes lo hacían en este punto. Queda pues hoy este mercado concentrado a llenar
las necesidades del Departamento”. Asimismo, un cronista de La Opinión ante la visible prosperidad
de Bella Vista pronosticaba (7 de junio de 1857) que la plaza estaba llamada a “un inmenso desarrollo”
y a “atraer con el tiempo todas las transacciones comerciales que hasta hoy han hecho esos diversos
departamentos [San Roque, Saladas y Caá Cati] con la ciudad de Goya, que por causa de la dificultad de
sus comunicaciones con el Paraná pierde cada día su importancia”.

77
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

una rinconada delimitada por el Paraná al oeste, el Guayquiraró al sur y al este una zona
deprimida e inundable que la separaba de las lomadas de la región del Paiubre.
A fines de la etapa colonial ambos centros participaban con aproximadamente el
40% del valor de las remesas. Iniciado el movimiento independiente las exportaciones
provinciales tendieron a desplazarse hacia estos puertos. Así en el lapso de 1816 a 1820
las salidas por Goya fueron levemente superiores a las de Corrientes. Pero, como se ha
dicho, el crecimiento tenía un corto alcance pues se sustentaba en una destrucción de
la riqueza pecuaria. La crisis ganadera se hizo sentir en el decenio de 1820 y produjo
una fuerte caída de la región del sur. En valores absolutos las salidas por el puerto de
Goya fueron menores en el quinquenio 1821-1825 que en el lustro anterior. Recién en
la segunda mitad de la década de 1830 las exportaciones por Goya experimentaron un
crecimiento sostenido, y en 1837 alcanzaron el valor más alto de la década. En lo que
respecta a Esquina, pese a su reducida participación en el conjunto, se debe destacar
el dinamismo comercial de la plaza en ese lapso. De esta forma en el quinquenio de
1836-1840 la participación de la región del sur en el total provincial llegó nuevamente
a cerca del 40%. Sin embargo durante el conflicto contra Rosas la inseguridad y las
incursiones enemigas pronto frenaron la recuperación que se insinuaba. Las invasiones
produjeron el abandono de Esquina que cesó de funcionar en 1840. Así en el quinquenio
de 1841-1845 el valor total de las remesas de la región constituyó menos del 20% de
total provincial.
En lo que respecta a las importaciones, aunque el volumen de las mismas en
Goya siempre fue muy inferior al de Corrientes, también resultó menos afectado por
las políticas comerciales que se aplicaron en el período. Durante la década de 1820
la liberación mercantil se hizo sentir en forma limitada y tardía, mientras que en el
decenio de 1830, el valor de las introducciones por esta plaza no cesó de crecer pese
a las medidas proteccionistas. En la década siguiente las importaciones se paralizaron
como resultado de la crisis bélica.
Restablecida la paz, la actividad de los puertos del sur experimentó sólo una
moderada recuperación. Esquina reanudó sus operaciones y también creció el intercambio
por el puerto de Goya. Sin embargo, a principios de la década de 1850 el valor de las
exportaciones en ambos centros todavía no alcanzaba los montos de los mejores años del
decenio de 1830. Como se ha dicho, en el caso de Goya, su actividad tuvo dificultades
por el cierre del canal de acceso al puerto y la competencia de Concordia.
Hasta el inicio de la lucha contra Rosas el comercio de los puntos habilitados
en la zona del Uruguay representó poco dentro del conjunto y experimentó variaciones
motivadas por los conflictos fronterizos. En los años de mayor actividad (1829 y 1835)
el monto de las exportaciones por Curuzú Cuatiá alcanzó a cerca del 5% del total
provincial, en tanto que durante 1826-1828 no hubo remesas debido a la guerra con el
Brasil. Hay que tener en cuenta, no obstante, que el comercio registrado era solo una
parte del total debido al activo contrabando que existía en esa zona poco poblada y difícil
de controlar. La salida irregular de hacienda, sobre todo de caballos, fue, al parecer,
bastante considerable.40 En la década de 1840 creció la importancia del Uruguay como

40
El gobierno provincial en la década de 1830 dictó numerosas disposiciones para reprimir el comercio

78
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 79-90

vía alternativa por las dificultades del comercio por el río Paraná. La reorientación del
tráfico se hizo sentir sobre todo en las exportaciones. En conjunto, el valor de las remesas
por las localidades de la costa del Uruguay durante la primera mitad de la década de
1840 alcanzó al 29% del total provincial y alrededor del 11% el de las importaciones.41
A fines de ese decenio y principios del siguiente se produjo una caída temporal por la
reapertura del Paraná y los conflictos con los estados vecinos. Santo Tomé fue destruido
por las fuerzas paraguayas en1849 y la ruptura de la Confederación con el Brasil, en
1850, interrumpió momentáneamente la actividad de Paso de los Libres. Una vez que
se estabilizó la situación política el comercio se reanudó con fuerza. Curuzú Cuatiá se
vinculó estrechamente con Concordia hacia donde se exportaban frutos pecuarios y
animales en pie a cambio de efectos de ultramar. El valor medio de las exportaciones
anuales por Curuzú Cuatiá entre 1852 y 1855 duplicaba el de los mejores años de
la década de 1830. Por su parte, el tráfico de Paso de los Libres con Brasil alcanzó
montos similares a los de la etapa del período bélico, cuando era una de las pocas vías
de intercambio de la provincia. De todas formas a mediados de la década de 1850 la
magnitud del comercio por los puntos habilitados en la zona del Uruguay estaba todavía
lejos de los valores de la zona del Paraná. En el quinquenio de 1851-1855 los puertos
del este de la provincia participaban con un 10% del valor total de las exportaciones y
un 4% del de las importaciones.

El comercio de frutos
De manera similar a las otras zonas del Litoral el comercio de Corrientes se
fundaba en la exportación de cueros y otros frutos ganaderos pero, a diferencia de
aquéllas, contaba con una mayor variedad de producciones regionales.

Cuadro Nº 4. Composición de las exportaciones de la provincia de Corrientes (% del total)


Período 1 2 3 4 5 6 7 8 9 Total (pesos)
1816-1820 79,2 7,9 4,4 - 0,4 0,2 6,2 1,3 0,4 511.043
1821-1825 53,2 13,2 2,4 1,8 9,6 10 2,3 7,2 0,3 695.720
1826-1830 31,6 13 3,4 2,1 19 11,5 3,4 11,5 4,5 1.020.868
1831-1835 39,8 10,7 8,7 2,7 23,4 2,7 1,9 5,4 4,7 1.670.468
1836-1840 45,6 8,1 21,5 1,3 15,3 1,3 1 4,7 1,1 1.157.952
1841-1845 44,7 7,1 9 6,6 18,9 12,2 0,4 0,9 0,2 1.271.194
1846-1850 53,5 3,5 10,7 3,3 11 10,4 1,6 4,4 1,6 2.067.786
1851-1855 44,6 2,5 12 4 3,8 14,1 4,1 14,3 0,6 2.210.979
1: cueros; 2: suelas; 3: otros subproductos ganaderos; 4: animales en pie; 5: tabaco; 6: yerba; 7: productos
agrícolas varios; 8: maderas; 9: otros.

ilegal debido a que se repetía “con escándalo, el sórdido manejo de los contrabandos”. RO, tomo III,
pp.343-345. El área comprendida entre el Miriñay y el Aguapey, con una superficie de unos 30.000 km2,
reunía a mediados del siglo XIX el 6,7% de la población y el 3% de los vacunos.
41
Estos porcentajes corresponden al agregado del quinquenio pero hay que tener en cuenta que hubo
fuertes variaciones anuales. En 1844 y 1845, la participación en las exportaciones de los puertos del
este provincial fue del 90% y del 76% respectivamente. Paso de los Libres y Santo Tomé fueron las
localidades más activas del comercio exterior correntino durante esos años.

79
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

En el área noroeste junto con la actividad ganadera prosperaban cultivos


subtropicales similares a los del sur del Paraguay. Además, en la vecina región del Chaco
existía una inmensa riqueza forestal que podía aprovecharse en las zonas ribereñas. Las
comarcas del sur de la provincia, por su parte, con un clima más templado, se orientaban
hacia la especialización ganadera. Asimismo, en determinados momentos, Corrientes
participó como intermediaria en el comercio de la yerba y el tabaco paraguayos. Esta
mayor diversidad de bienes ampliaba las posibilidades comerciales y permitió compensar
las caídas en alguno de los rubros de exportación. Como contrapartida, la provincia no
pudo aprovechar plenamente los beneficios resultantes de una especialización productiva.
Experimentó de manera tardía y limitada las transformaciones de la ganadería rioplatense
y los productos agrícolas y sus elaboraciones debían enfrentar la concurrencia de frutos
similares del Brasil o del Paraguay. La participación de los diferentes productos en las
exportaciones varió de acuerdo con las condiciones del comercio. En los momentos de
mayor incertidumbre, como en los períodos de 1810-1821 y 1840-1847 el tráfico de
frutos tendía a especializarse en la venta de cueros, mientras que en los momentos de
estabilidad, la composición de las remesas se diversificaba.
Dentro de este panorama general las salidas por el puerto de la ciudad de
Corrientes no sólo superaban en volumen y valor a las de los otros centros habilitados
sino que además incorporaban la mayor variedad de productos.

Cuadro nº 5. Composición de las exportaciones del puerto de la ciudad de Corrientes (% del total)

Período 1 2 3 4 5 6 7 8 9 Total (pesos)


1816-1820 62,3 16,1 24,8 0,4 0,6 12,3 2,6 0,3 0,2 248.322
1821-1825 35,8 21,6 2,3 13,1 12,2 3,6 10,1 0,2 1,1 444.640
1826-1830 17 20,1 3,2 23,8 15,3 4,2 13,3 2,7 0,3 684.310
1831-1835 28,3 17,3 5,5 31,3 3 2,4 8 3,9 0,3 1.026.954
1836-1840 36,7 14,5 16,4 21,7 - 1,3 8 1,3 0,1 640.141
1841-1845 30,8 2,1 7 22,9 22,6 0,1 0,6 0,3 3,6 615.163
1846-1850 46 6 7,7 16 13,5 2,5 7,8 0,3 0,2 1.412.331
1851-1855 46,5 4,5 10,6 3,5 14,2 2,5 17,4 0,6 0,4 1.249.680
1: cueros; 2: suelas; 3: otros subproductos ganaderos; 4: tabaco; 5: yerba; 6: otros productos agrícolas; 7:
maderas; 8: productos silvestres; 9: otros.

80
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 81-90

Cuadro Nº 6. Exportaciones por el puerto de Corrientes. Subproductos ganaderos

Cueros Cueros curtidos Crin Grasa


% de la % de la % de la % de la
Período Nº Nº Arrobas Arrobas1
provincia provincia provincia Provincia
1816-20 213.755 37 19.583 100 6851 44,6 - -
1821-25 114.436 35,1 24.338 100 11.235 59,3 - -
1826-30 55.031 36,7 27.661 99,9 10.514 55,9 - -
1831-35 113.423 41,8 40.246 100 22.798 47,2 2.003 62,4
1836-40 101.682 42,4 23.878 99,2 22.020 42,2 6.362 36,5
1841-45 200.668 44,5 18.921 76,8 16.080 32,8 3.380 22,3
1846-50 699.263 62,1 25.260 97 59.277 53,4 320 2,5
1851-55 220.032 51,8 14.761 91,7 26.377 35,8 16.043 55,2

La mayor parte de los cueros “secos” de la provincia se exportaban por los


puertos de Corrientes y Goya. Hasta principios de la década de 1830 las cantidades
extraídas por Goya superaban a las de Corrientes, en ese decenio las remesas tendieron
a equilibrarse y a partir de la década de 1840 el puerto de la capital superó ampliamente
a la localidad del sur. Por su parte, los cueros curtidos por su alto valor agregado
constituyeron durante mucho tiempo uno de los artículos más importantes del comercio
correntino. Esta contribución es más significativa si se tiene en cuenta que la misma
resultaba de la actividad de un reducido número de curtiembres (ocho en los años más
prósperos). La industria, iniciada hacia 1801, se concentraba en la capital, por lo tanto
su puerto constituyó prácticamente el único centro de exportación. Desde mediados de
la década de 1830 la actividad comenzó a experimentar dificultades por la caída de la
demanda. Las luchas y la competencia de los productos de otras regiones aceleraron
la decadencia de tal forma que hacia mediados del siglo XIX la participación de las
suelas en el comercio exterior de la provincia era insignificante (Chiaramonte, 1991;
127-129). También por el puerto de Corrientes se extraía una buena parte de los
cargamentos de crin, grasa, sebo, tasajo y otros subproductos pecuarios. El crecimiento
de las extracciones fue notable desde la década de 1830 porque en las cercanías de la
capital funcionó un saladero entre 1835 y 1838. Dos nuevos establecimientos volvieron
a instalarse en la primera mitad de la década de 1850.42

42
El Comercio, 6 de mayo y 16 de agosto de 1855.

81
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

Cuadro nº 7. Exportaciones por el puerto de Corrientes. Productos agrícolas y forestales

Período Tabaco Yerba mate Naranjas Maderas


Arrobas % de la Arrobas % de la Nº % de la Varas2 % de la
provincia provincia provincia provincia
1816-20 481 100 726 100 288.053 100 6.389 90,1
1821-25 10.775 86,6 7.813 61,7 1.586.650 94,7 80.020 98,2
1826-30 22.222 81,4 15.666 98,6 1.628.770 72,4 189.078 86
1831-35 48.762 80 5.627 48,8 3.910.371 88,6 180.858 95,5
1836-40 22.538 69,7 54 0,3 1.489.000 63,1 142.524 97,4
1841-45 34.633 52,6 37.575 63,9 - - 12.536 82,7
1846-50 105.088 94,8 148.817 92,2 3.722.617 59,3 255.818 72
1851-55 22.416 64 55.860 85,7 8.991.100 47,9 683.603 66,3

Las exportaciones agrícolas y forestales también se concentraban en el puerto


de Corrientes. De los productos agrícolas y sus elaboraciones el tabaco en rama y los
cigarros constituían los artículos más valiosos del comercio. Las áreas productoras se
ubicaban en la lomadas arenosas del interior de la zona noroeste, sobre todo en torno de
Caá Catí, Mburucuyá y Saladas. Durante la etapa de mayor desarrollo de este cultivo,
en el lapso de 1826 a 1835, normalmente por la plaza se extraía cerca del 80% del
volumen total de las exportaciones provinciales. Desde mediados de la década de 1830
la producción local comenzó a decaer posiblemente por la competencia de productos
importados de Brasil y otras regiones. Junto con el tabaco se exportaba una amplia
variedad de productos agrícolas y sus elaboraciones aunque su participación en las
remesas fue relativamente modesta. Hasta principios de la década de 1820 el algodón
fue el artículo más valioso, durante los decenios de 1820 y 1830 creció la producción
de maní, miel de caña, aguardiente y naranjas. En la etapa de la lucha contra Rosas los
productos agrícolas desaparecieron de las exportaciones. Con el retorno de la regularidad
del intercambio, a fines de la década de 1840, se produjo un auge extraordinario del
cultivo del naranjo. En contraste, el tabaco y otras producciones no lograron recuperarse.
Este hecho señalaba un paulatino desplazamiento del centro de la actividad agrícola
desde las áreas del interior hacia la zona de la costa del Paraná (D’Orbigny, 1955;
Moussy, 1860; 131). Desde el puerto de la capital también se extraía la mayor cantidad
de maderas labradas y semilabradas de la provincia. Allí se concentraba la actividad de
aserraderos, carpinterías y astilleros. En estos últimos se construyeron gran parte de los
buques que realizaban la carrera del Paraná. El crecimiento de las exportaciones fue en
gran medida consecuencia de los acuerdos celebrados por el gobierno de la provincia
con los indios del Chaco que permitieron la explotación de los bosques ribereños de
esa región. Como en el caso de la agricultura, la actividad declinó durante la etapa de
la lucha contra Rosas, pero se recuperó con fuerza en los últimos años de la década
de 1840 y principios de la de 1850. En ese lapso se habilitó el puerto de Empedrado
que concentró una parte del tráfico de maderas que antes se efectuaba por la ciudad de
Corrientes.43
43
“En el semestre corrido del presente año se han cargado en el Puerto del Señor [Empedrado],

82
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 83-90

Como resultado de la vinculación que la provincia mantuvo con el Paraguay


durante la etapa de aislamiento de esta república, en algunos períodos, el puerto de la
capital fue un importante centro de depósito y tránsito de productos paraguayos hacia
los mercados del sur. Entre 1827 y 1833 canalizó gran parte de las limitadas cantidades
de yerba que Gaspar Rodríguez de Francia autorizaba a exportar por la ruta del Paraná.
Tras una larga interrupción, motivada por el conflicto sobre Misiones, el comercio se
reanudó con fuerza en 1841. La exportación de tabaco y cigarros paraguayos fue un
rubro importante con volúmenes ampliamente superiores a los de la producción local.
Asimismo la yerba del Paraguay constituyó un componente regular de las remesas. A
estos artículos se sumaron una amplia variedad de frutos agrícolas y ganaderos. Este
tráfico también se interrumpió en 1853 porque la intermediación correntina resultó
superflua al regularizarse las relaciones entre el Paraguay y la Confederación.44

Cuadro nº 8. Composición de las exportaciones por el puerto de Bella Vista (% del total)

Subprod. Prods. Total en


Período Cueros Tabaco Maderas otros
ganaderos agrícolas pesos
1825-30 58,7 3,9 21,4 5,3 10,2 0,5 54.592
1831-35 58,2 17,4 18,2 3 0,9 2,3 114.862
1836-40 47,4 33,8 11 6,1 1,3 0,4 39.936
1841-45 63,2 16,1 7,8 0,5 2 10,4 32.215
1846-50 69,4 14 2,4 7 5,5 2,7 52.166
1851-55 44,5 11,3 2,3 22,6 18,1 1,2 251.882

con el solo artículo de maderas; sesenta buques con más de once mil seiscientos tirantes (o
setenta mil varas) y además se han conducido a esta capital como cien mil varas en más
diez y seis mil quinientas piezas, calcúlese al módico precio de 12 reales y asciende a más
de doscientos cincuenta mil pesos patacones de los cuales una buena porción circula en ese
Departamento, producido por el solo esfuerzo de una sexta parte de sus habitantes, porque
los hombres restantes aptos para el trabajo están contraídos al pastoreo, agricultura y otros
ramos de industria”. El Comercio 10 de septiembre de 1854. En otro artículo (7 de noviembre
de 1854) se destacaba que el gobierno realizaba erogaciones “regalando o gratificando a los
indios del Chaco para que no degüellen a nuestros trabajadores de maderas”.
44
Tabaco paraguayo exportado por el puerto de Corrientes, 1841-1845: 15.811 arrobas (45,6% del total de
las remesas del puerto); 1846-1850: 95.928 arrobas (91,3%); 1851-1855: 20.043 arrobas (89,4%).

83
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

Cuadro nº 9. Principales productos exportados por el puerto de Bella Vista


(Cantidad y % del total provincial)

Cueros Crin Tabaco Naranjas Maderas


% % % % %
Período Nº Arrobas Arrobas Nº Varas
prov, prov. prov. prov. prov.
1821-25 768 0,2 - - 143 1,1 34.000 2 - -
1826-30 11.950 8 1.546 8,2 1.544 5,7 515.628 22,9 6.520 3
1831-35 27.302 10 4.661 9,7 3.167 5,2 363.035 8,2 351 0,2
1836-40 7.572 3,2 3.738 7,2 1.391 4,3 792.600 33,6 328 0,3
1841-45 16.281 3,6 2.885 5,9 613 0,9 - - 132 0,9
1846-50 37.423 3,3 6.468 5,8 639 0,6 1.201.400 19,1 5.629 1,6
1851-55 37.588 8,9 10.705 15 2.183 6,2 7.044.100 37,5 125.785 12,2

Hasta fines de la década de 1840, normalmente cerca del 80% del valor de las
exportaciones por Bella Vista estaba integrado por cueros vacunos y otros subproductos
ganaderos. Entre 1833 y 1837 funcionó un saladero en las cercanías de la localidad.45
Pese a este predominio de los frutos ganaderos el desenvolvimiento de la localidad estuvo
siempre ligado a la actividad agrícola. El gobierno de la provincia había establecido
este centro para agrupar a los pobladores dispersos de la campaña y con ese fin había
realizado un reparto de tierras de labranza en forma gratuita.46 Desde sus comienzos
el cultivo del naranjo prosperó en la zona. Asimismo, como en los otros distritos de la
provincia, se difundió el tabaco durante las décadas de 1820 y 1830. Superada la crisis
de la guerra contra Rosas la zona de influencia de Bella Vista gozó de una etapa de
crecimiento agrícola excepcional. Se convirtió en un área productora de naranjas y otros
cítricos que compitió con la tradicional en torno a la ciudad de Corrientes. También se
destacó el avance de la siembra comercial del maíz. Los progresos de la agricultura
fueron también acompañados por un crecimiento destacable en la explotación forestal.

Cuadro nº 10. Puerto de Goya. Composición de las exportaciones. (% del valor total)

Subpr. Prods. Prods. Total


Período Cueros Yerba Tabaco Maderas Otros
Ganad. Agríc. Silvestres (pesos
1816-20 95,5 4 - - - 0,5 - 249.462
1821-25 79 3 11,5 5,5 0,5 - - 0,5 216.685
1826-30 55,2 4,3 1,5 14,1 1,6 11,4 11,8 0,1 236.289
1831-35 64,5 15,5 0,4 11,6 1,1 1,2 5,5 - 383.683
1836-40 52,5 26,2 3,1 15 2,2 0,6 0,3 0,1 412.093
1841-45 64 19,3 3,6 5,8 0,3 0,3 0,1 6,6 252.385
1846-50 75,4 17,4 1,6 2,3 1 0,9 0,6 0,8 412.639
1851-54 62,6 22,4 5 5,2 1,3 1,6 0,5 1,1 376.027

45
AGPC, EA, leg. 36. Autorización a Tomás Isasi para la libre introducción de sal para su establecimiento
(3 de agosto de 1833).
46
RO, tomo I, 1821-1825, p. 382.

84
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 85-90

Cuadro nº 11. Principales productos exportados por el puerto de Goya (Cantidad y % del total provincial)

Cueros Crin Grasa Tabaco Yerba


Nº % prov. arrobas % prov. arrobas % prov. arrobas % prov. arrobas %
1816-20 345.059 59,6 8.093 52,7 - - - - - -
1821-25 188.311 57,6 6.933 36,6 - - 1.529 12,3 4.810 38
1826-30 73.438 49 6.260 33,3 - - 3.448 12,6 218 1,4
1831-35 101.563 37,5 17.643 36,6 488 15,2 8.612 14,1 309 2,7
1836-40 118.628 49,5 23.930 45,8 8.228 47,1 8.193 25,4 4.302 77,2
1841-45 134.337 29,8 20.060 41 11.261 74,1 5.497 8,3 2.549 4,3
1846-50 331.616 29,5 35.621 32,1 11.584 91,9 1.599 1,4 5.472 3,4
1851-55 120.323 28,3 23.842 32,2 12.847 44,2 9.370 26,8 8.175 12,5

Como cabecera mercantil de la zona ganadera del sur, las exportaciones por el
puerto de Goya tenían un neto predominio de frutos pecuarios. Hasta fines de la década
de 1830 fue la plaza de donde se extraía la mayor cantidad de cueros vacunos y equinos
por año. Esta preeminencia desapareció en el decenio de 1840, dado que las remesas por
el puerto de la capital y otras plazas tendieron a crecer mientras que las de Goya, salvo
algunos años excepcionales, se mantuvieron estancadas. En relación con el comercio
de otros subproductos ganaderos, el aporte de Goya fue siempre considerable. Como en
otras zonas, un crecimiento importante se produjo desde principios de la década de 1830
por la recuperación ganadera y la instalación, en 1834, de un establecimiento destinado
a la elaboración de carne salada, grasa, sebo y otros frutos pecuarios. La actividad de la
empresa se concentró en la elaboración de grasa, aceite de potro y tocino. La grasería
continuó operando hasta 1843, reanudó sus tareas en 1848 y todavía se mantenía activa
a mediados de la década de 1850.47
Asimismo, por el puerto de Goya se exportaban cantidades variables de frutos
agrícolas, maderas y pieles de animales silvestres. Aún cuando la actividad agrícola no
estaba muy desarrollada en el sur ganadero, en torno a Goya y otras poblaciones existían
zonas más o menos extensas destinadas al cultivo. Las remesas de tabaco constituyeron
un aporte apreciable en el total provincial durante las décadas de 1820 y 1830. Esta
contribución se amplió aún más durante los primeros años del decenio de 1850, dado
que la producción de tabaco de la zona de Goya tendió a crecer, si bien moderadamente,
mientras que la del noroeste sufría una fuerte reducción. En el quinquenio de 1851-1855
por Goya se extrajo cerca del 27% del volumen de tabaco exportado por la provincia. Hay
que tener en cuenta, sin embargo, que en el total provincial cerca del 58% correspondía
a partidas de tabaco paraguayo que se reenviaban por el puerto de Corrientes. Si se
tiene en cuenta sólo las remesas del tabaco de la provincia, las exportaciones por Goya
47
Leyes del 31 de octubre de 1834 y 27 de enero de 1835 sobre el fomento de Saladeros, RO, tomo III,
1831-1837, p 230 y 268; decreto del 2 de julio de 1848 sobre el funcionamiento de graserías, RO, tomo
VI, 1847-1852, p. 108; Mackinnon, 1957; 154-159. También dentro del comercio de frutos pecuarios por
el puerto de Goya hay que destacar la exportación de quesos que constituía una peculiaridad de la zona.
La elaboración tenía una larga tradición pero la venta a otros distritos recién se afianzó a principios de la
década de 1830. A mediados del siglo XIX se exportaban anualmente alrededor de 34.000 unidades.

85
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

alcanzaban a cerca del 63% del total. Esto indicaba que la zona de cultivo de tabaco más
importante se había desplazado del noroeste hacia el sudoeste de la provincia.

Cuadro nº 12. Puerto de Esquina. Composición de las exportaciones. (% del valor total)

Subprod. Animales Prods. Prods. Total en


Cueros Yerba Maderas Otros
ganaderos En pie agrícolas silvestres pesos
1816-20 96,8 3,2 - - - - - - 11.445
1821-25 89,5 1,2 6 - 0,8 0,6 0,3 1,6 18.985
1826-30 57,5 1 2,8 - 4,7 13,3 20,7 - 24.857
1831-35 56,7 7,7 2,4 20,9 1,8 1,2 8,9 0,4 100.792
1836-40 57,7 28,1 1,5 8,6 1 0,3 2,8 - 50.785
1846-50 40,9 35,1 12,2 - 2,2 4,4 5,2 - 7.971
1851-55 42,3 19,2 10,6 - 2,5 22,2 3,2 - 29.565

Cuadro nº 13. Principales productos exportados por el puerto de Esquina


(Cantidad y % del total provincial)

Cueros Crin Yerba


% de la % de la % de la
Nº Arrobas arrobas
provincia provincia provincia
1816-1820 19.443 3,4 419 2,7 - -
1821-1825 17.254 5,2 287 1,5 - -
1826-1830 5.969 4 158 0,8 - -
1831-1835 28.740 10,6 3.122 6,5 5.471 47,5
1836-1840 11.218 4,7 2.486 4,8 1.189 21,3
1846-1850 2.656 0,2 398 0,4 - -
1851-1855 4.585 1,1 839 1,1 - -

En lo que respecta a Esquina, además de la exportación de cueros y otros


subproductos, también tuvo alguna intervención en la venta de animales en pie hacia
Entre Ríos y Brasil. Asimismo la plaza contribuyó de manera significativa en la salida
de pieles de nutria durante el auge del comercio de este producto.48
Por los puertos de Goya y Esquina desde principios de la década de 1820
también se exportaba yerba mate, principalmente de origen brasileño, que ingresaba
por el sector oriental de la provincia. De todas formas la reventa de yerba brasilera no
alcanzó nunca el volumen del comercio de la yerba paraguaya.

48
Entre 1826 y 1835 se exportaron por el puerto alrededor de 88.000 pieles que representaron
cerca del 13% de total provincial.

86
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 87-90

Cuadro nº 14. Puertos de la zona del Uruguay. Composición de las exportaciones (% del valor total)

Subprod. Animales Total


Cueros Suelas Yerba Tabaco Otros
ganaderos en pie en pesos
1821-25 47,5 - 3,1 49,4 - - - 11.265
1826-30 26,1 - 2,5 70,7 - - 0,7 26.736
1831-35 3 - - 93,5 - 3 0,5 45.476
1836-40 21,6 - 1,7 71,7 - 1,4 3,6 19.724
1841-45 34 2,4 9,1 22,1 10,2 20 2,2 371.451
1846-50 30,7 1,8 7,4 38,3 4,1 4,4 13,3 159.382
1851-55 45,7 - 14,5 37,9 0,5 1,1 0,3 217.518

Cuadro nº 15. Principales exportaciones por los puertos de la zona del Uruguay
(Cantidad y % del total provincial)

Cueros Caballos Vacunos Tabaco Yerba


% % % % %
Nº Nº Nº arrobas arrobas
Prov. Prov. Prov. Prov. Prov.
1821-25 6.185 1,9 - - - - - - - -
1826-30 3.387 2,3 2.873 59 - - - - - -
1831-35 - - 6.791 92 6.883 79,1 - - - -
1836-40 722 0,2 2.949 94 1.232 92,4 - - - -
1841-45 99.581 22,1 4.639 62,2 19.048 97,7 24.950 37,8 18.234 31
1846-50 53.074 4,9 7.266 68,5 17.506 96,5 3.489 3,2 7.193 4,4
1851-55 37.567 8,9 5.885 54 17.168 95,7 1.049 2,8 1.144 1,8

Durante la primera mitad del siglo XIX el comercio en el sector oriental de


la provincia, con una base productiva todavía débil, se fundaba en la venta de frutos
ganaderos y la reexportación de tabaco del Paraguay y de yerba brasileña y paraguaya.
La venta de cueros y otros subproductos, adquirió cierta magnitud en la década de 1840
cuando la clausura del Paraná obligó a utilizar vías alternativas. En el área tenía un papel
preponderante la venta de ganado en pie. Ésta se inició a principios de la década de
1820 con la extracción de mulas. A mediados del decenio se sumó la venta de caballos
y yeguas, y a principios de la década siguiente el gobierno autorizó la exportación de
vacunos. El comercio se centralizaba por la localidad de Curuzú Cuatiá y el destino
principal de las remesas era el Brasil aunque ocasionalmente también se vendió ganado
vacuno a la provincia de Entre Ríos. De todas formas, el tráfico era todavía reducido
y con un mercado limitado. La situación comenzó a cambiar en la primera mitad de
la década de 1850 porque la demanda de los saladeros de los Estados vecinos abrió
mayores posibilidades para el futuro. Así en 1853 el tráfico de hacienda, sobre todo
vacuna, por Paso de los Libres con destino al Brasil aumentó de manera excepcional
aunque al año siguiente se paralizó. Asimismo, Curuzú Cuatiá fue la plaza de salida de
partidas regulares de equinos y vacunos con destino al nordeste entrerriano.49
49
En El Comercio se señalaba (7 de septiembre de 1856) que uno de los ramos de comercio de Restauración
[Paso de los Libres] “ha sido la exportación de la hacienda que la provincia vendía para el Imperio, y

87
ARTÍCULOS
Schaller. Los puertos de la provincia de Corrientes. Organización, equipamiento y actividad comercial (1816-1855)

Con la fundación de Santo Tomé y Paso de los Libres la provincia pudo acceder
a los circuitos de la yerba en la zona del Alto Uruguay. (Poenitz, 1981; 28-32; Schmit,
2004, 139-149). El tráfico de esta región, en gran medida clandestino, tenía como
centros de exportación a Encarnación (Itapúa hasta 1842), San Borja e Itaquí, y como
plazas de depósito y distribución hacia los mercados del sur, a Concordia y Salto. Entre
1842 y 1846 Santo Tomé constituyó un centro muy activo como el punto de tránsito de
la yerba y el tabaco paraguayos en la ruta de Encarnación a San Borja. Por el puerto de
Paso de los Libres se reexportaba yerba proveniente del Brasil o de las altas Misiones.
Sin embargo, el volumen de las remesas era reducido ya que la localidad era un lugar de
paso para el tráfico hacia Concordia.

Conclusiones
Durante la primera mitad del siglo XIX el río Paraná fue la principal vía del
comercio exterior de la provincia de Corrientes. Esta ruta fluvial, pese a sus limitaciones,
constituía para las condiciones de la época un medio rápido y económico que vinculaba
el área más densamente poblada y productiva de la provincia con los centros del sur en
especial con Buenos Aires, principal destino de los frutos locales y centro proveedor de
manufacturas y de crédito.
A lo largo de esta etapa la región noroeste concentró la actividad productiva y
comercial de la provincia. El valor del tráfico del puerto de Corrientes, la ciudad cabecera,
fue superior al de todos los otros centros habilitados en conjunto. El predominio se debía
en gran medida a sus excelentes condiciones naturales para el acceso de los buques de
la navegación fluvial y aún los de ultramar. Esta ventaja lo convertía en el mejor punto
de contacto con otras regiones y compensaba en gran parte el relativo aislamiento de la
ciudad con respecto al resto de la jurisdicción. Asimismo, por su situación estratégica
en la boca del río Paraguay, en las particulares condiciones políticas de la época, durante
algunos períodos logró canalizar gran parte del comercio exterior de esa república.
Por el volumen de su actividad comercial, el puerto de Goya seguía en
importancia al de Corrientes. Era la cabecera mercantil de una vasta zona ganadera
del centro y del sur de la provincia por lo que concentraba un alto porcentaje de sus
exportaciones pecuarias. No obstante, su crecimiento estuvo siempre condicionado por
las dificultades de acceso al puerto y las sucesivas crisis bélicas por las que atravesó la
provincia que tuvieron por escenario principal la zona ganadera del sur. En particular,
el largo conflicto contra Rosas tuvo efectos destructivos y frenó el crecimiento de la
actividad pecuaria que se venía manifestando en la década de 1830.
De las otras localidades habilitadas sobre el Paraná, el puerto de Bella Vista
fue el de mayor desarrollo comercial. Surgió como centro alternativo para las zonas
que venían todas a cruzar el Uruguay por este puerto que…da vado en muchas ocasiones… Esto atraía
a su mercado a un número considerable de compradores y peonadas introduciendo crecidísimas sumas
de metálico…” se destacaba, no obstante que “La extracción de ganado para el Imperio ha cesado casi
desde que el cólera afligió esta parte del Imperio ante cuyo flagelo, los saladeros han tenido que cerrar
sus puertas…”.

88
del noroeste de la provincia. Su desenvolvimiento se vio favorecido por su excelente
ubicación y el crecimiento productivo en su área de influencia. Por su parte, la
localidad de Esquina constituía el punto de contacto con el exterior de un área ganadera
relativamente aislada del extremo suroeste de la provincia. En 1840 fue destruida por
fuerzas invasoras y no logró recuperar su actividad hasta los primeros años de la década
de 1850.
Durante la primera mitad del siglo XIX el sector de la provincia sobre la vertiente
del Alto Uruguay constituía todavía una vasta frontera débilmente ocupada y con escaso
control estatal. Los saltos rocosos al norte de Concordia que limitaban la navegación
hacia los centros del sur contribuían al aislamiento de la zona. La actividad mercantil
se centraba en el intercambio fronterizo con los distritos vecinos, principalmente con el
Brasil y el nordeste entrerriano. El volumen de este comercio era reducido dentro del
total de la provincia aún si tiene en cuenta el activo contrabando en el área. Sólo durante
la primera mitad de la década de 1840 la participación del intercambio por el río Uruguay
creció de manera significativa a raíz del bloqueo del Paraná. Una vez que se regularizó
la navegación por esa vía fluvial el tráfico en el sector oriental ocupó nuevamente un
papel secundario. A mediados del siglo XIX los centros de mayor actividad en el área
fueron la localidad de Curuzú Cuatiá vinculada con el nordeste de Entre Ríos y Paso de
los Libres para el intercambio con el Brasil.

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90
Dossier
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 93-98

150 AÑOS DE LA GUERRA DEL PARAGUAY: NUEVOS ENFOQUES


TEÓRICOS Y PERSPECTIVAS HISTORIOGRÁFICAS

Liliana M. Brezzo*

Recibido: 12/09/2015 // Aceptado: 13/11/2015

En el año 2014 se cumplieron 150 años del inicio de la guerra del Paraguay o
guerra de la Triple Alianza (1864-1870), la primera guerra de masas en Sudamérica, que
sigue siendo única por su duración, por su cantidad de víctimas y por las derivaciones
políticas, sociales y culturales.
Durante su desarrollo y en su inmediata finalización se dieron a conocer
textos que recogían experiencias personales de la guerra, como los de los ingleses
Jorge Thompson y Jorge Federico Mastermann, el del diplomático norteamericano
Martín Mac Mahon o el del general uruguayo León Palleja, entre otros que podrían
mencionarse. Luego, desde los primeros años del siglo veinte aparecieron esforzadas
crónicas en las que se procuraba enumerar y detallar todas y cada una de las acciones
militares de la guerra –aunque desde muy distintas perspectivas intelectuales- como las
de Juan Beverina, en Argentina, las de Juan E. O’Leary, en Paraguay y los textos de Luis
Alberto de Herrera, en Uruguay.
En los primeros compases del siglo veintiuno contamos con un nuevo repertorio
metodológico y conceptual que puede ser aplicado a investigaciones sobre ese conflicto
para generar otro tipo de conocimientos. Quizás lo primero que hay que resaltar es
que en el presente existe acuerdo en considerarlo como el resultado del proceso de
formación de los Estados nacionales en el Plata. Y que, el caso del Paraguay, fue la
prueba más difícil que debió soportar para el sostenimiento de su independencia. En
efecto, la conflagración destruyó las bases que le permitían mantener una política
comercial autónoma, y debilitó casi hasta la inanición la soberanía estatal. Los intereses
contrapuestos de los aliados –Brasil, Argentina y Uruguay - permitieron que el Paraguay
subsistiese, luego de 1870, como Estado independiente, pero no demostraron mucha
generosidad para que el país derrotado pudiera levantarse de su postración. Ni subsidios
financieros, ni apertura comercial, sino más bien la imposición de una enorme deuda
de guerra, que medio siglo después nadie pensaba que pudiese ser cancelada por el
Paraguay alguna vez (Scavone Yegros; Brezzo, 2010).

*
Doctora en Historia, CONICET-IDEHESI-IH y PUCA. lilianabrezzo@conicet.gov.ar

93
DOSSIER
Brezzo. 150 años de la guerra del Paraguay: nuevos enfoques teóricos y perspectivas historiográficas.

Una segunda concordancia es que, en efecto, los esfuerzos hermenéuticos sobre


el tremendo cataclismo sudamericano –y sobre el fenómeno de la guerra en general-
se han visto enriquecidos con aportes provenientes de diferentes campos disciplinares,
especialmente de las relaciones internacionales, de la filosofía, de la historia cultural y
social. De este modo, la aparentemente aséptica historia militar dio paso al interés por
el estudio de las experiencias de los seres humanos en un cataclismo bélico (Lorenz,
2015).
Las relaciones entre guerra y sociedad son evidentes desde cualquiera de los
dos sentidos en que se las observen. Por un lado, en la enumeración de las influencias
ejercidas por la sociedad sobre las formas de guerra, se le atribuye un papel importante
a los factores sociales. Ya en los años sesenta E. Wanty (1966) sostenía que la guerra
“arraiga sus reglas en la naturaleza misma de los pueblos, en su estructura política,
en su organización social y económica. Del mismo modo, se ven en la historia de las
sociedades humanas los diferentes grupos, tribus, ciudades, estados, organizar sus
ejércitos y conducirlos sobre los campos de batalla, según unas reglas que son reflejo
de su respectiva organización política, social”. Poco después, Franco Cardini (1982)
expresaba, en igual sentido, que la transformación de los sistemas y de las instituciones
militares va siempre a la par con las mutaciones de las estructuras sociales. La otra cara
de la relación es la influencia de la guerra sobre la sociedad en cuanto fuerza principal
que estructura las sociedades (Corvisier, 1998: 211-227)
Unas reflexiones pueden ser quizás suficientes para llamar la atención acerca
de la necesidad de aplicar estos y otros enfoques al estudio de la guerra del Paraguay y
para justificar la publicación de este dossier. En efecto, la acción de las fuerzas liberadas
por la guerra de la guerra de la Triple Alianza fue de tal magnitud que todo el tejido
económico, social, político y cultural del Paraguay, el país vencido, quedó deshecho.
Sus consecuencias más visibles fueron los cambios concernientes a los habitantes, cuya
manifestación paroxística fue el desequilibrio demográfico que creó entre los sexos y
entre las generaciones. No existe aún completo acuerdo sobre la población paraguaya
antes y después de la guerra pero los cálculos más modernos e imparciales estiman
entre 600.000 a 450.000 habitantes en 1865, quedando reducidos en 1870 a menos de la
mitad, en su mayoría mujeres, ancianos y niños.
La guerra significó también un nuevo punto de partida en la evolución de esa
población por cuanto no sólo provocó una constricción considerable de los combatientes,
es decir de aquella de sexo masculino en edad activa, sino que estimuló, a su vez, un
manifiesto y excesivo engrosamiento de los otros contingentes en edades no productivas
y en especial del sexo femenino. Los reclutamientos que el gobierno paraguayo iniciara
en el año 1864, en vísperas de la declaración de guerra al Brasil, se harían a tal punto
intensos en el transcurso del conflicto que mucho antes de su finalización, los reclutas
difícilmente llenaban las condiciones requeridas y en las últimas levas llegaron a
incluirse a los niños de 7 años para hacer de conductores de ganado o de chasques.
Cuando en 1886 se realizó un censo, los habitantes sumaron un total de 239.774, de los
cuales 100.262 eran hombres y 139.512 mujeres. El 52% de la población la constituían

94
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menores de 21 años, el 34, 6% entre 21 y 40 años, el 7% entre 41 y 50 años y el 6,4%,


más de 50 años.
Estudios actuales han llamado también la atención sobre los efectos emocionales
de semejante devastación, entre los que cabe mencionar, en el caso del Paraguay, el
cambio sustancial en el papel de la mujer, ya sea en la organización interna del núcleo
familiar como en su intervención en el sistema de producción económica, porque un
apreciable número de familias debieron contar con una mujer como único sostén y
principal orientadora. Todavía quedaban vigentes algunas imágenes aparentemente
surgidas a raíz de esta crítica situación, que adjudicaría al paraguayo la alternativa de
disponer de un número apreciable de mujeres; en tanto otras revelan como principal
contenido el intento de resaltar el papel predominante y decisivo de la mujer en el
acaecer social y familiar de la sociedad paraguaya, atributo que sería así una de las
improntas recogidas de aquel trágico acontecimiento guerrero.
Otro de los efectos de la guerra hay que buscarlo en el éxodo de la población
hacia regiones que se suponían más seguras. En el caso del Paraguay, vulnerada la
fortaleza de Humaitá por la acción de la escuadra imperial, en agosto de 1868, el
presidente Francisco Solano López ordenó la evacuación de Asunción y el traslado de
sus habitantes con sólo lo que pudieran cargar en forma personal, junto a los archivos
del gobierno y toda la documentación de las oficinas estatales al poblado de Luque, en
el que quedó establecida la nueva capital. El desplazamiento se repetiría meses después
a las ciudades de Piribebuy y Caraguatay, tercera y cuarta capital, respectivamente. De
manera simultánea, el gobierno fue profundizando las evacuaciones de pobladores de
un partido hacia otro con motivo del avance del enemigo, además de los confinamientos
masivos en regiones inhóspitas de aquellos ciudadanos cuya actitud o conducta se
juzgaba sospechosa o en complicidad con el enemigo. Estas largas retiradas supusieron
no sólo un número crecido de muertos por enfermedad o inanición, sino también el
abandono de las actividades agrícolas de siembra y recolección, que de hecho cesaron
en el último bienio de las operaciones bélicas.
Una vez finalizada la guerra, toda esa población civil se dirigirá a Asunción,
único centro urbano del país y a los poblados aledaños a la franja cubierta por los 70 km.
de la vía férrea extendida entre Asunción y Paraguarí, en busca de los bienes que había
dejado o de recursos para superar su mísero estado. Este proceso de reasentamiento
produjo una superpoblación de la capital que de estar totalmente deshabitada debió
contener a 14.000 personas entre militares y civiles que ingresaron entre enero y marzo
de 1869. Esto determinaría al gobierno provisorio, instalado en el mes de agosto, a
decretar una serie de traslados compulsivos- sobre todo de los desamparados y sin
sustento- a campos vecinos. Tal conglomerado urbano se hizo sinónimo también de
miseria, epidemia y aumento de la mortalidad. El fenómeno de la mendicidad llegó a su
paroxismo entre aquellos que pertenecieran a la clase más pobre, al no conseguir volver
a su casa ni establecerse de nuevo. Mendigos de todas las edades se desplazaban de un
sitio a otro; las calles de los poblados se veían invadidas por niños, mujeres y ancianos
que las recorrían sin asilo y pidiendo limosna, comida o agrupándose en las puertas

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DOSSIER
Brezzo. 150 años de la guerra del Paraguay: nuevos enfoques teóricos y perspectivas historiográficas.

de las proveedurías a cargo de extranjeros solicitando a gritos un poco de pan: lo que


más admira, señalaba por ejemplo, el corresponsal del diario porteño El Nacional de la
Semana en un reporte desde Asunción, el 24 de octubre de 1869, “es la abundancia de
infelices mujeres, ancianos y niños que parodiando a nuestros primeros padres antes del
pecado demandaban con voz dolorida una limosna por Dios: Erú Plata Amá. Teniendo
presente lo inundado de cadáveres y la putrefacción en que se encuentran esos cuerpos
insepultos, los calores, el desaseo, es una opinión que una epidemia se desarrollará en
breve. Dios nos preserve del cólera”.
Investigaciones en torno a esa guerra se han ocupado de analizar, sobre todo
basándose en crónicas recogidas en los periódicos paraguayos, los fenómenos de
prostitución y vagancia que se vivían en el espacio urbano, ocupado, por un lado, por
un crecido número de tropas aliadas, vivanderos, comerciantes extranjeros y por otro,
por la población civil paraguaya, circunstancia que configuraba una convivencia entre
vencedores y vencidos, en una situación de verdadera asimetría, que suponía relaciones
difíciles y precarias, en las que la violencia tenía manifestaciones desproporcionadas y
difíciles de contener (Brezzo-Figallo, 1999)
La evocación de estos efectos negativos de la guerra exime la necesidad de
abundar en los destrozos ocasionados por el simple paso de las tropas enemigas. Al
comenzar la guerra, por ejemplo, en los primeros meses de 1865, la ocupación paraguaya
de Corrientes determinó daños entre la sociedad civil que sólo recientemente han
podido ser reconstruidos (Ramírez Braschi 2014). A pocos de su finalización la ciudad
de Asunción, ocupada por las fuerzas aliadas, desde enero de 1869, fue saqueada: los
muebles de las casas, las mercaderías, todo lo que constituía la fortuna de sus habitantes
fue robado, como así también los depósitos particulares de tabaco, cueros y suelas. Estos
destrozos afectaron más crudamente a los que tenían algo que perder, aunque fuese poco:
los pobladores urbanos se vieron privados de sus bienes inmobiliarios porque todos las
viviendas particulares fueron ocupadas por vivanderos, comerciantes y extranjeros que
seguían al ejército y que presentaban a sus antiguos poseedores contratos de locación o
títulos fraguados; en tanto quedaron a disposición de los jefes aliados los edificios del
estado.
La del Paraguay, como toda guerra, favoreció a su vez, a las personas con más
suerte o más hábiles Vía estrecha pero brillante, por medio de la cual lograron un ascenso
en la escala social muchos hombres de negocios y manipuladores de dinero. Detrás
de las fuerzas militares iban proveedores -buscadores de fortuna con poco o ningún
escrúpulo- que se habían lanzado tras el negocio de su aprovisionamiento al no contar
el ejército con servicios propios de intendencia, y detrás de él llegaron a Asunción,
donde establecieron hoteles, restaurantes, cafés, confiterías, tiendas y almacenes bien
surtidos, ferreterías, carpinterías, boticas, peluquerías, casas de remates y bancarias.
Estos proveedores abastecerían no sólo a la tropa de ocupación, sino a toda la población
civil y serían la única fuente de suministro de bienes y servicios. A falta de excedentes
de producción local, todos los alimentos y productos manufacturados que se consumían
provenían de Buenos Aires, que se convertiría en la gran abastecedora. Y en una plaza
llena de necesidades como era Asunción, donde no existían ni competencia ni precios

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 97-98

de mercado, por lo que las ganancias de cada venta eran altísimas. La guerra incitó,
entonces, dos movimientos inversos y simultáneos, de pauperización y de promoción
social.
Los efectos de una guerra, de esta guerra, no se agotan en esta descripción, pero
pueden guiar la reflexión sobre los cambios sociales que concernieron a los individuos,
y sobre los referidos a las estructuras sociales, quizás más discretos pero más profundos.
Como epifenómeno, la confrontación bélica actuó sobre el ritmo de transformaciones ya
comenzadas; de hecho, aceleró la adopción de los principios liberales compartidos por
los estados de la región desde mediados de siglo. La Constitución de 1870, inspirada
en la de la República Argentina -algunos de sus artículos textualmente copiados-,
representó una reacción contra el régimen imperante en el país desde 1811 y buscó
implantar en el Paraguay el sistema democrático liberal en boga en las constituciones
escritas en otros países americanos.
La guerra del Paraguay ha merecido, asimismo, importantes investigaciones
situadas en el campo de la historia cultural. Uno puede desplazarse en muchas
direcciones luego de esta afirmación porque la expresión de historia de la guerra como
historia cultural sugiere una oposición al menos al principio en el sentido de cultura
como esfuerzo creador puesto que la guerra es lo opuesto. Sabemos sin embargo, que
guerra y cultura en todas sus numerosas formas se unen de muchas maneras: el estudio
de algún aspecto de la guerra puede servir como medio para aprender algo sobre su
contexto, más allá de lo estrictamente militar; es también evidente que la historia de la
guerra puede interpretarse desde perspectivas culturales, sea desde las de alta cultura
(teorías sobre la guerra) o desde el punto de vista de la cultura popular, como por ejemplo
el testimonio de las canciones de soldados.. En el caso de la guerra del Paraguay, su
desarrollo produjo una importante literatura militante protagonizada por escritores como
los argentinos Juan Bautista Alberdi, Carlos Guido y Spano y Olegario Víctor Andrade
quienes cerraron filas a favor de la causa paraguaya en una abierta crítica al mitrismo y,
en términos más generales, al liberalismo. Existió también una importante producción
de propaganda como resultado del esfuerzo que desplegaron los cuatro países actores
a través de sus agentes en el Viejo Continente para la captación de opiniones. y de la
que protagonizaron polemistas europeos como Eliseo Reclus -cuyos artículos fueron
publicados en La Revue des Deux Mondes-, los trabajos de Claude La Poëpe /Charles
Expilly, Theodore Mannequinn y Thomas Hutchintson, a favor de la causa paraguaya y
los escritos pro-alianza, a cargo de John Le Long y Theodore Fix. Del lado paraguayo,
el componente ideológico de la guerra tuvo instrumentos de control muy importantes,
lo que originó una literatura sustancial como los periódicos Cabichui, El Centinela,
Estrella y Cacique Lambaré (este último íntegramente en lengua guaraní), redactados en
su mayoría en el frente de guerra; también han podido rastrearse otros escritos, resultado
de estrategias menos convencionales como el teatro, La divertida historia de la Triple
Alianza. Comedia muy trágica para llorar, de autor Anónimo, en la que se hace hablar a
los principales protagonistas de la contienda, en tono irónico y satírico, con el objeto de
demostrar el sin sentido de la guerra. Asimismo las pastorales y sermones provenientes

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Brezzo. 150 años de la guerra del Paraguay: nuevos enfoques teóricos y perspectivas historiográficas.

del clero paraguayo, en cuanto director de las conciencias del pueblo, tienen especial
valor. El estudio de una parte de esta literatura -queda por delante bastantes materias
para elucidar- difundida al mismo tiempo que el desarrollo del conflicto ha permitido
ratificar una vez más algo que resulta obvio pero que no siempre es tenido en cuenta en
este tipo de análisis: la guerra ayuda a perpetuar la imagen del vecino mediante el dibujo
estereotipado de los contendientes, que distorsiona la realidad, siendo elaborada desde
las instancias del poder político o religioso para servir de propaganda a la resistencia y
que se repite por doquier.
Asimismo, las representaciones de la guerra, tanto de las reproducciones
fotográficas, pictóricas o bien de las más actuales, como los audiovisuales, tienen, en
la nueva historia cultural, un rico campo de estudio y de reflexión en torno al rol y a
circulación de las imágenes sobre ese conflicto.
De este modo, los trabajos reunidos en este dossier son, pues, representativos de
las nuevas tendencias intelectuales aplicadas al estudio de la guerra y pretenden, desde
una mirada poliédrica, robustecer el intercambio entre investigaciones en progreso y
contribuir a un estado actual del conocimiento.

Referencias bibliográficas
Corvisier, A. 1998. “Reflexiones sobre la guerra y el cambio social en Europa occidental”.
En: V Conversaciones Internacionales de Historia. Para comprender el cambio
social. Pamplona, EUNSA, pp.211-227.
Lorenz, F. (Comp.). 2015. Guerras de la Historia Argentina. Buenos Aires, Alfaguara.
Ramírez Braschi, D. 2014. La guerra del Paraguay en la provincia de Corrientes.
Impactos políticos, daños y consecuencias en la población civil. Corrientes,
Moglia ediciones.
Scavone Yegros, R.; Brezzo, L. M. 2010. Historia de las Relaciones Internacionales del
Paraguay. Asunción, El Lector.

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INTERPRETACION JURISPRUDENCIAL DE LA CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA DE LA NACION ARGENTINA REFERENTE A LOS SAQUEOS
PARAGUAYOS EN BELLA VISTA (1865)

Jurisprudential interpretation of the Argentinian High Court of Justice


concerning the Paraguayans pillages in Bella Vista (1865)

Dardo Ramirez Braschi*

Resumen
En el marco de la guerra de la Triple Alianza (1865-1870) y durante los meses de la ocupación y
retirada paraguaya a la provincia de Corrientes, se produjeron importantes daños sobre la población civil. Si
bien en todos los Departamentos correntinos ocupados se produjeron daños y perjuicios a la población civil,
en algunos fue más intenso que en otros, el caso del poblado de Bella Vista adquirió dimensiones extremas.
Al abandonar el ejército paraguayo el territorio correntino se iniciaron numerosos reclamos
referentes a daños sufridos. La mayoría de ellos sólo tuvieron resonancia en la competencia administrativa,
pero algunos pocos, llegaron a la esfera de la conflictividad judicial, y en ocasiones, los casos más relevantes,
alcanzaron el tratamiento por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Las sentencias dictadas por este
Alto Tribunal de Justicia argentino dan muestra de los criterios que tuvo este poder del estado respecto a
casos directamente relacionados a las secuelas sufridas por la población civil.

<Corrientes > < Paraguay> <Guerra > <Saqueos>

Abstract
In the context of the War of the Triple Alliance (1865-1870) and during the months
of Paraguayan occupation and retreat in the province of Corrientes there were significant damage
on civilians, some stronger than others, as the case of the town of Bella Vista which acquired extreme
dimensions.
Once the Paraguayan army left the correntinian territory, numerous claims regarding suffered damages
were made. Most of them had only resonance on the administrative competence, but few reached the area
of judicial conflict, and sometimes, the most relevant cases were treated by the High Court of Justice of the
Nation. The judgments of the argentinian High Court are an evidence of the criteria used by this power of
the state regarding cases directly related to the consequences suffered by the civilian population.

<Corrientes > <Paraguay > <war > <pillage >

Recibido: 12/09/2015 // Aceptado: 13/11/2015

*
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Universidad Nacional del Nordeste.
dramirezbraschi@yahoo.com.ar

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DOSSIER
Ramírez Braschi. Interpretación jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina referente...

El impacto que generó la guerra contra el Paraguay en la construcción de


los estados beligerantes marcó definitivamente el proceso de construcción política e
institucional de cada uno de ellos. La Triple Alianza conformada por Argentina, Brasil y
Uruguay que enfrentó-en un dilatado conflicto que duró más de cinco años- al Paraguay
(1865-1870), se transformó en un acontecimiento de dimensiones casi inconmensurables
para la región de la Cuenca del Plata.
El enfrentamiento de la alianza argentino-brasileño-uruguaya contra el Paraguay
involucró fuertemente a las partes, y los espacios geográficos donde se desarrollaron
directamente las acciones bélicas alcanzaron un fuerte impacto que repercutió sobre todo
en la población civil de las ciudades, pueblos y villas, que no sólo sufrieron violencia
militar, sino también las consecuencias de las victorias del vencedor y las derrotas del
derrotado.
Aquellas cuestiones y sus consecuencias tendrán una fuerte repercusión
institucional que alcanzará también los más altos estrados de la justicia argentina.
Cuestiones de índole civil y criminal serán tratadas y resueltas por la Corte Suprema de la
Nación que establecerá el involucramiento del poder del Estado que menos compromiso
político tenía en sus manifestaciones. El alto tribunal actuó como órgano de apelación
en todos los casos resueltos en el territorio nacional que incluyó, por supuesto, a los
decididos en primera instancia por el juez de sección de competencia en las provincias
de Corrientes y Buenos Aires.
Los casos que analizaremos ocurrieron todos dentro de la jurisdicción de
Corrientes y estarán vinculados directa o indirectamente con los saqueos paraguayos al
departamento de Bella Vista. En este marco, las causas resueltas por la Suprema
Corte de Justicia fueron del fuero civil, teniendo por base los reclamos por daños y
perjuicios, así como despojos o reivindicación de propiedades.

Orígenes de la Corte Suprema y la justicia federal


Desde el momento mismo de la revolución emancipadora de 1810, ha sido
motivo de preocupación la organización política e institucional del Estado. Dos grandes
cuestiones se implantaron en aquellos debates originarios: una, la forma de gobierno; y
la otra, la forma de Estado. Respecto a la forma de gobierno, inicialmente se consensuó
instalar -desde las primeras normativas- los principios republicanos, por lo que las
primeras disposiciones legales se aproximaron a una tenue división de poderes, como
así también al establecimiento de la publicidad de los actos políticos, la periodicidad de
los cargos públicos, la representación política de las minorías, la seguridad individual y
la libertad de prensa.
La forma de gobierno republicana adquirió un rápido y definitivo consenso,
pero en lo que se refiere a la organización de los poderes del Estado primó la necesidad
política de perfeccionar la estructura del ejecutivo y legislativo, ambos íntimamente
ligados al universo político. La administración de justicia solo intentaba en las primeras
décadas una independencia en sus funciones, pero en la práctica, en casi todas las

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 101-112

provincias quedó reducida al ámbito de las rígidas influencias políticas (Levaggi, 1981:
294-295).
La Confederación Argentina intentó sin éxito implementar la organización
judicial tal como lo establece la Constitución Nacional de 1853. Una vez electo su
presidente, Justo José de Urquiza, impulsó los mecanismos legales para la organización
del Poder Judicial. Por decreto del 26 de agosto de 1854, se designó a los miembros de
la Corte Suprema de Justicia, pero su conformación fracasó porque los designados no
todos residían en Paraná (Levaggi, 1997: 16-17).
Otra cuestión suscitada durante el período presidencial de Urquiza fue referente
al proyecto de ley de organización de la justicia federal, en cuyo tratamiento se
manifestaron voces a favor y en contra. Varios oradores de prestigio fundamentaron
el proyecto, apoyando la formación de un cuerpo judicial federal. Por ejemplo, el
diputado Martín Zapata sostuvo la urgencia de tener una justicia federal, cuyo objeto
sería que las leyes fundamentales de la Confederación no quedasen en la interpretación
de los tribunales de provincia. Se le quería dar título unificador, otorgándole a la Corte
Suprema el papel de último intérprete para el control de legalidad (Zavalía, 1920: 47).
Contrario a esta posición se manifestó el diputado Vicente G. Quesada, quien observaba
no ser necesaria la conformación de un poder judicial federal ya que consideraba que
de ser así éste tendría un carácter central y unitario, lo que desnaturalizaría el principio
federal (Pérez Guilhou, 1982: 158-159).
El perfeccionamiento organizativo se logrará recién en la presidencia de
Bartolomé Mitre, cuando se instale la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
organizándose la justicia federal y poniéndose en efectivo funcionamiento todos los
estamentos jurisdiccionales. Este mecanismo se instrumentará a través de una serie de
leyes, como la Nº 27 sancionada el 13 de octubre de 1862, que organizó la Corte Suprema
y los juzgados federales en las provincias, denominados también juzgados de sección.
La Corte Suprema quedó conformada por cinco ministros y un procurador general.
Al año siguiente, el Congreso Nacional aprobará las leyes 48, 49 y 50, estableciendo
jurisdicción, competencia de los delitos federales, como así también los procedimientos
que debían seguir los magistrados.1
Esta primera etapa ha sido compleja para los juzgados federales, ya que existía
escasez de letrados y hombres formados en derecho, agravaba el problema la superposición
que aquellos pocos tenían entre sus funciones judiciales y los cargos políticos que
ostentaban (Zimmermann, 2007: 275-276). Pero este inconveniente se multiplicaba en
las provincias donde había mayores dificultades para contar con abogados. Entre estas
últimas estaba Corrientes, donde se designaban generalmente jueces legos; en 1862 se
confeccionó una serie de formularios que servirían de norma y guía en el procedimiento
judicial provincial, sobre todo en las diligencias que debían realizar los jueces de campaña
ante los magistrados superiores (Ramírez Braschi, 2008: 49).

1
Registro Nacional de la República Argentina. 1863. Tomo Segundo. Buenos Aires: Imprenta del
“Comercio del Plata”, pp. 43, 51, 64, 73, 95 y 191.

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Ramírez Braschi. Interpretación jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina referente...

Es conveniente aquí repasar la configuración de la primera Corte Suprema de


Justicia, la que estuvo conformada por los doctores Francisco de las Carreras, Salvador
María del Carril, Francisco Delgado y José Barros Pazos, siendo Procurador General el
doctor Francisco Pico. El nombramiento de estos hombres en el máximo cuerpo judicial
de la Nación mostró independencia del universo político nacional de ese entonces, ya
que todo ellos procedían de afiliaciones políticas ajenas al mitrismo. Francisco de las
Carreras fue ex Procurador y Ministro de Hacienda de la Provincia de Buenos Aires en
los años 1852-1853, antes de la llegada de Mitre a la gobernación; Salvador María del
Carril, ex vicepresidente de la Confederación y ex gobernador de San Juan; Francisco
Delgado, ex senador por Mendoza durante los tiempos de la Confederación; y José
Barros Pazos, ex ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores en la gestión de
Valentín Alsina, también en la Provincia de Buenos Aires (Zimmermann, 2010: 251-
252).
La Corte Suprema de Justicia actuará como tribunal de apelación de todos los
juzgados de sección, ya que muy tardíamente -recién en 1902-, se crearán las primeras
cámaras que sustituirán esta función en la justicia federal (Levaggi, 1997: 77). Es ésta
la razón por la cual la Corte actuará en todas las apelaciones de las causas a las que
hacemos referencia en el presente trabajo. Con el establecimiento de las primeras
Cámaras de Apelación por ley nº 4055, terminaría para la Corte la tarea que significaba
la obligación de conocer en todos los juicios fallados por los jueces federales de la
República (Zavalía, 1920: 348-349).

Saqueos en Bella Vista y sus consecuencias jurídicas


Luego de que la jefatura militar del ejército paraguayo en operaciones sobre el río
Paraná quedara al mando del general Francisco Isidoro Resquín, sustituto de Wenceslao
Robles, continuará la ocupación de territorios del sur provincial. El avance alcanzará las
inmediaciones de Bella Vista, donde el invasor permanecerá aproximadamente un mes
ejecutando marchas y contramarchas.
Hasta la toma de Bella Vista, los pueblos correntinos habían sido -hasta cierto
punto- respetados pero, una vez apoderada esa villa, comenzarán sistemáticos saqueos
(Thompson, 1910: 89-90). En los primeros momentos de la ocupación, desde abril a junio
de 1865, no se producirán depredaciones de consideración, ya que sólo se registrarán
aislados actos de pillaje, debido a que era intención de la jefatura militar paraguaya -y
de los correntinos paraguayistas- generar una política de convencimiento y seducción de
la población autóctona. Esos pillajes aislados no se generalizaron, actitud que cambiará
a partir de julio de 1865.
La Junta Gubernativa fue insistente con los jueces de paz para que fueran
severos con los delincuentes y se devolvieran los animales arrebatados a los vecinos
perjudicados.2 Este perfil durará poco ya que ante los primeros reveses militares el

2
Archivo General de la Provincia de Corrientes. Copiador Nota Ministerio de Gobierno, Legajo 23, Libro
Copiador de Notas a jueces de Paz, 1864-1866, Fs. 183.

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padecimiento de los correntinos aumentará progresivamente, situación que derivará en


una depredación generalizada (Ramírez Braschi, 2013).
El saqueo de Bella Vista, iniciado el 28 de julio de 1865, será uno de los más
crueles registrados en poblado correntino alguno, tanto en propiedades privadas como
públicas. Un vecino del lugar manifestará: “El saqueo en Bella Vista es en general
y bastante terrible, pero la casa Delfino está completamente destruida, a mí no me
han dejado ropa ni colchón, todo me han llevado, y a este temor todos en general han
sufrido”.3
Algunos funcionarios lograron prevenirse ante la ocupación inmediata de la
ciudad, como fue el caso del Administrador de Rentas de las Aduanas Nacionales, quien
pudo huir con la recaudación de veintisiete mil trescientos sesenta y cinco pesos.4 El
gobernador Manuel Ignacio Lagraña dio a conocer los saqueos y daños ocurridos en
Bella Vista al vicepresidente de la República, Marcos Paz, haciendo referencia también
de mujeres violadas. Esta es la única vez que se hizo mención de estos ultrajes a
mujeres correntinas por tropas paraguayas. No se ha encontrado documentación que
acredite estos hechos, pero existe la posibilidad que tal vez no hayan ocurrido ya que,
estimamos, si fuese así, aquellos actos agresivos de tamaña magnitud hubiesen sido
denunciados reiteradamente y con precisión. Parece ser que la versión llegó a oídos de
Lagraña cuando éste se hallaba en Goya, en los primeros días de agosto de 1865.5
Los comercios fueron el primer objetivo de la tropas paraguayas; tal el caso de
la casa de negocios de Félix Delfino, afincado en Bella Vista desde el año 1853, que fue
saqueada y destruida, incluyendo dos depósitos de mercaderías, artículos que fueron
embarcados en varios buques en distintos viajes que partieron para Asunción.6
De acuerdo a la información sumaria expuesta en tribunales correntinos,
testigos afirmaron que la acción la realizó una fuerza de 200 hombres aproximadamente,
conducida por un jefe paraguayo identificado como Germán Serrano, columna que
saqueó el poblado varios días consecutivos. Más de cien carretas cargadas serán las que
transportarán el botín al puerto, mercadería que será depositada en los vapores de guerra
“Ypora” y “Ugurey”, como en varios barcos de vela. El despojo fue de tal magnitud que
se llevaron puertas, cerraduras, marcos y horcones.7
En un informe del jefe político de Bella Vista, se cita que los paraguayos salieron
de la ciudad con 17 carretas hasta Garzas, repitiendo la operación varias veces.8 Ante
el avance paraguayo, entre los emigrados se encontraba el citado comerciante Delfino,
quien se instaló provisoriamente en Goya.9 Los daños contra los intereses de Delfino
fueron casi totales, pero éste, con el tiempo, pudo recuperarse económicamente, ya que
3
Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial, Tomo 210, Fs. 71.
4
AGPC. C. O., Tomo 210, Fs. 101.
5
Archivo del Dr. Marcos Paz 1963. La Plata. Universidad Nacional de La Plata, Vol. 4, p. 83.
6
AGPC. C. O., T. 211, F. 4 y 5.
7
AGPC. Expedientes Judiciales, Legajo 15, Civiles, Capital, 1865.
8
AGPC. C. O., T.210, F.71.
9
AGPC. Sala 7, Correspondencia Privada, carta de E. Araujo a Wadislao Gramajo, a bordo del “Reinaldo”,
riacho de la Esquina, 3 de agosto de 1865.

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tres años después fue designado por el gobierno de la provincia como proveedor general
de las fuerzas comandadas por el coronel Raymundo J. Reguera.10
Respecto a otros comercios del poblado, los paraguayos buscaron información
precisa de la ubicación de los depósitos y de las mercancías que tenía cada uno de los
propietarios con el objetivo de descubrir todo establecimiento oculto. Los comerciantes
fueron interrogados para que manifestaran el lugar y las mercancías que existían en el
pueblo. Esa información, obtenida coercitivamente, era acercada al general Resquín.11
Las acciones fueron realizadas por las tropas invasoras que, en ocasiones,
actuaron en complicidad con grupos locales, que tuvieron como cabecillas a referentes
de la localidad, como lo fueron José F. Cáceres y Ramón Sangrá. Dada esta situación, el
jefe político Francisco Ferreyra manifestó, en carta al gobernador Lagraña, lo siguiente:
“Una medida de urgente necesidad: la de nombrar una comisión de personas idóneas
que se ocupen, desde luego, del examen de la conducta de muchas personas que han
sido el flagelo del pueblo; de los que han servido de guías a los invasores, de los que han
acaudillado gavillas de ladrones; y de los que han sido desertores del ejército”.12
La propiedad del Estado también fue destruida y saqueada. Vecinos intentaron
proteger algunos bienes públicos, como el caso de Dolores Molina, vecina del pueblo,
quien entregó a la jefatura política 35 sellos de un real y 6 de diez pesos, pertenecientes
al erario provincial, diciendo que los referidos sellos fueron recogidos durante la
ocupación.13 El templo local también fue dañado y se apropiaron del hierro que estaba
destinado a la nueva capilla,14 e incluso sustrajeron la corona de plata y la vestimenta
de la Imagen de la Virgen que la presidia (Whigham, 2010: 427). Muchas de las cosas
robadas fueron enviadas al mariscal Francisco Solano López como regalo; incluso un
piano saqueado a Félix Delfino fue obsequiado a Elisa Lynch, primera dama en ese
entonces del gobierno paraguayo (Thompson, 1910: 90). El diario Nación Argentina
referenció, en varias ocasiones, el estado del poblado de Bella Vista y el accionar
paraguayo.15
Al producirse el retiro definitivo de los paraguayos de la ciudad, se llevaron
todos los elementos que le eran posibles, destruyendo los que quedaban.16 El desbande
de ganado causó confusión entre los vecinos ya que todos los animales fueron
incautados. Pero sucedió que entre los vacunos dispersos algunos de estos vecinos se
apropiaron de los animales sueltos que aparecían en sus campos y los marcaban para
sí. En esta cuestión tuvo que intervenir el juzgado de paz local.17 En otros casos, los
animales fueran capturados por las autoridades locales y se procedió, desde el gobierno,
a poner en marcha un mecanismo de devolución a los legítimos propietarios, los que
10
AGPC. CNMG, Legajo 24, 1859-1869, F. 251.
11
Archivo Nacional de Asunción. NE, 1696, interrogatorios a Pedro Morego, Pelegrín Denegri, Esteban
Libieri y Cayetano Trabuco.
12
AGPC. C. O., T. 211, Fs. 4 y 5.
13
AGPC. C. O., T. 211, Fs.171 vuelta.
14
AGPC. C. O., T. 211, F. 4 y 5.
15
Diario Nación Argentina, Buenos Aires, 18 de Agosto de 1865.
16
AGPC. C. O., T. 210, Fs. 248, Carta del Juez de Paz de Bella Vista al gobernador Manuel Ignacio
Lagraña, del 11 de octubre de 1865.
17
AGPC. C. O., T. 211, Fs.148.

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debían probar sus pertenencias a través de las respectivas marcas de ganado.18 Luego de
recuperada la ciudad por las tropas aliadas, prosiguió la inseguridad de la propiedad, ya
que algunos oficiales argentinos tomaban ganado sin el procedimiento establecido para
la compra e indemnización fijada por el Estado argentino lo cual produjo perjuicios en
el vecindario. Esto generó los reclamos reiterados del jefe político de Bella Vista.19
También, oportunamente, la Junta Gubernativa dispuso que se aprovisionasen
de telas u objetos necesarios para el vestuario destinados a batallones correntinos, por
lo que se ordenó se tomen las mercaderías de los comercios de Bella Vista y Goya,
a cuenta del Gobierno; se emitieron documentos que acreditaban la deuda que sería
abonada por la tesorería de la provincia,20 pago que no se concretó.
Félix Delfino, durante la ocupación de tropas paraguayas al poblado de Bella
Vista, sufrió saqueos de su casa de negocios y, posteriormente, numerosas personas de
aquel vecindario se apoderaron parcialmente de los objetos robados. Según denuncia
Delfino, el ciudadano inglés Enrique Hall, tenía en su poder una cantidad importante de
cueros vacunos que existían en los almacenes de su propiedad, cuya restitución negaba
con el pretexto de que se los había comprado a un general paraguayo.21
Delfino inició la demanda contra Enrique Hall alegando que no podía tener
derechos sobre los cueros de su propiedad, por lo que entabla una acción reivindicatoria.
Más de mil cueros vacunos fueron depositados en los galpones de Hall, situados frente a
los almacenes de Delfino, ya que ambas propiedades se encontraban en la misma calle.
Hall argumentó que él era súbdito de una nación neutral en la guerra, por lo que desde
su punto de vista el tener en propiedad los cueros de Delfino no podía considerarse
usurpación, ya que la compra de los cueros al general paraguayo fue legítima y de buena
fe. Hall señalaba en su defensa que de acuerdo al derecho de gentes, los bienes que un
beligerante ha aprehendido sobre su enemigo, los hace suyos por derecho de guerra,
transformándose en propietario, por lo que la transferencia de los cueros -por parte de
los paraguayos- al británico era legal en base al hecho de existir una antigua deuda a
favor de éste. La causa recibió el aporte de pruebas de ambas partes consistentes en
absolución de posiciones y testimoniales. A través de los testimonios se acreditaron
que los cueros en cuestión fueron sustraídos de los almacenes de Delfino por tropas
paraguayas y que después de 15 días fueron entregados a Hall.
El juez de sección en Corrientes Vicente Saravia, en primera instancia,
fundamentó su sentencia en las leyes 29 y 30 del título 2do, partida 3ra, haciendo lugar
a lo reclamado por Delfino, desestimando los argumentos de Hall, entendiendo que las
reglas del derecho de gentes, relativa a presas durante la guerra, no podían ser aplicadas
en este caso, porque el pueblo de Bella Vista no fue tomado por asalto o a viva fuerza por
los invasores paraguayos, único caso que el derecho permitiría aquel accionar. Saravia
consideró que Bella Vista, totalmente indefensa, fue tomada por una serie de asaltos de
18
AGPC. CNMG, Libro de Notas a Jueces de Paz. 1864-1866, L. 23, Fs. 216.
19
AGPC. C. O., T. 211, Fs.173.
20
AGPC, CNMG, Legajo 21, 1860-1869. Libro de Comunicaciones, Fs. 153.
21
Fallos de la Suprema Corte de Justicia Nacional con la relación de sus respectivas causas publicación
hecha por el Dr. D. José M. Guastavino, Secretario del Tribunal. 1867. Tomo tercero. Buenos Aires:
Imprenta de Pablo E. Coni. 444 -458. Causa CLXXVII: Félix Delfino contra Enrique Hall, sobre
reivindicación.

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DOSSIER
Ramírez Braschi. Interpretación jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina referente...

fuerzas aisladas y no después de un choque frontal entre ejércitos, por lo que consideró
que el apresar en tierra los bienes de particulares de un Estado enemigo, como sucedió
en este pueblo, no constituirían buena presa. El magistrado basó también su decisión en
que la adquisición de estos cueros por parte de Hall no podía revestir eficacia, ya que
se realizaron en el lugar mismo donde se hizo la captura, otra condición necesaria para
calificar lo incautado como buena presa. Saravia ordenó a Hall devolver la totalidad de
los cueros adquiridos a las tropas paraguayas, siendo a costo de Delfino el traslado de
los mismos. Ambas partes apelarán este fallo.
La causa recaerá en la Corte Suprema de Justicia. Esta confirmó el fallo de
primera instancia en lo referente a la propiedad de Delfino sobre los cueros, con el
agregado del siguiente fundamento: Que Hall no ha podido lícitamente comprar a las
tropas paraguayas los cueros vacunos de propiedad de Delfino, ya que los cueros fueron
la consecuencia de saqueos, y que no era válido ser transportados a lugar seguro, con el
fin de darles carácter definitivo a su posesión. La Corte condenó al demandado a pagar
todas las costas del juicio y a indemnizar a Delfino por la desmejora en el valor que
pudiesen haber sufrido los cueros vacunos. También dejó constancia del accionar de
Hall, que otorgó custodia a los productos frutos del saqueo y los preservó de un mayor
deterioro e incluso de la destrucción total, lo que resultó beneficioso para Delfino.
Delfino también accionó contra el súbdito español Ramón Ferrando.22 Este caso
se produjo en circunstancias similares a las de Hall pero, por sus características, se
promovió bajo la tipificación de presa bélica. Félix Delfino reclamó por 812 cueros
de su propiedad que fueron sustraídos por las tropas paraguayas en la ocupación del
poblado de Bella Vista en el mes de agosto de 1865, y que se encontraban en poder de
Ferrando. El español argumentó que el derecho de guerra hacía que un beligerante tome
los bienes de su enemigo porque es legítimo; la propiedad seguiría inmediatamente a la
posesión.
En la absolución de posiciones, Ferrando reconoció que compró cueros a las
tropas paraguayas y a vecinos que recibieron los bienes que los invasores saquearon,
a un precio de cuatro reales bolivianos cada uno, teniendo pleno conocimiento que los
800 a 1.000 cueros comprados fueron sustraídos de la casa y barraca de Delfino. De
las testimoniales surgieron que los cueros eran de la propiedad de Delfino y que ésta
había sido saqueada y vaciada. Como prueba documental se agregaron al proceso cinco
instrumentos que fueron relevantes. En ellos se detalló el pago de 60 onzas de oro por
parte de Ferrando y Juan Gibelino por 960 cueros vacunos al ejército paraguayo.23

22
Fallos de la Suprema Corte de Justicia Nacional con la relación de sus respectivas causas, publicación
hecha por el Dr. D. José M. Guastavino, Secretario del Tribunal, 1869. Tomo Cuarto. Buenos Aires:
Imprenta de Pablo E. Coni. 50- 67. Causa CXCVII: Félix Delfino contra Ramón Ferrando, sobre presa
bélica.
23
Fallos de la Suprema Corte de Justicia Nacional con la relación de sus respectivas causas, publicación
hecha por el Dr. D. José M. Guastavino, Secretario del Tribunal, 1869. Tomo Cuarto. Buenos Aires:
Imprenta de Pablo E. Coni. 50- 67. Causa CXCVII: Félix Delfino contra Ramón Ferrando, sobre presa
bélica. Recibo de compra otorgado por el teniente comisionado Alberto Morelly en Bella Vista, el 16 de
septiembre de 1865. 53.

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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 107-112

El juez de sección en Corrientes, el ya citado Saravia, sentenció en el mismo


sentido que en el caso imputado a Hall, sostuvo los mismos argumentos como
fundamentos; ordenó que se devuelvan a Delfino los 812 cueros objeto de reclamo,
quedó a su cargo el recibirlos y el pago al demandado por los gastos ocasionados por el
depósito de los cueros, sin costas.
Ramón Ferrando apeló el fallo, y planteó que la Corte Suprema de la Nación
debería declararlo nulo, porque el juez de sección no tenía competencia, atento que
demandante y demandados eran extranjeros, por lo que la jurisdicción federal no era
competente, siéndolo solamente la Suprema Corte. El español insistió en el concepto
que Paraguay era un estado beligerante legítimo, siendo botín de guerra los cueros
incautados, pasando a propiedad legítima del ejército paraguayo, lo que habilitaba a
Ferrando como neutral y capacitado de comprar los cueros libremente, adquiriéndolos
de buena fe, sin malicia.
La Corte Suprema de Justicia confirmó el fallo de primera instancia, rechazando
la declaración de nulidad planteada por incompetencia de jurisdicción, ratificando la
reivindicación exigida por Delfino, y dejando en claro que el desconocimiento por parte
del demandado de los principios y doctrinas del antiguo derecho de guerra, no arguye
malicia en su proceder.
Para finalizar, cabe señalar que algunos reclamos por indemnización de daños
y perjuicios se canalizaron por vía de competencia de la justicia provincial, y no por
la justicia federal. Tal es el caso de la demanda iniciada por Francisco Ferreyra contra
Francisco Cáceres ante el juzgado de primera instancia en lo civil, siendo el juez a cargo
el doctor Lisandro Segovia. Ferreyra acusó que el demandado, el 17 de mayo de 1865,
generó un incendio intencional en el establecimiento denominado “Laguna Barrios”,
situado en Isla Alta, Bella Vista, lo que produjo la destrucción total de la casa y el corral
con animales. El abogado Gabriel B. Esquer patrocinó la causa y reclamó un monto total
de ochocientos tres pesos fuertes por todo concepto.
El Defensor de Ausentes peticionó eximir de toda responsabilidad a Cáceres,
fundamentado en que los actos de guerra cometidos por subalternos deben su accionar a
órdenes militares superiores, por lo que los daños se tendrían que reclamar oportunamente
después de la contienda. El citado magistrado observó que la supuesta conducta ilícita
de traición a la patria no era competencia del juzgado en lo civil, y que si surgían daños
en el accionar, el responsable tendría que ser la República del Paraguay -por sus actos
bélicos- y no Cáceres.
La sentencia de Lisandro Segovia condenó a José Francisco Cáceres al pago de
ochocientos pesos fuertes, y la Cámara de Apelaciones en lo civil ratificó la sentencia.
En cumplimiento de la misma se ordenó el embargo de las propiedades de Cáceres
que estaban situadas en el Departamento Mercedes.24 Esta es la única causa que se
ha hallado, en la cual se dio una sentencia por el poder judicial correntino, en la que
se condena al demandado por una acción de guerra, debiendo reparar el daño con sus
bienes personales.

24
AGPC, E. J., Legajo 18, Capital, año 1867.

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Ramírez Braschi. Interpretación jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina referente...

Terminada la guerra y de acuerdo al tratado de paz firmado el 8 de febrero de


1876 (que señalaba que el estado vencido debería pagar a la República Argentina los
gastos que ocasionó durante la guerra, los daños a propiedades públicas y perjuicios
causados a personas y propiedades particulares), se registraron los reclamos de los
damnificados durante la ocupación paraguaya, y en el Expediente Nº 27-correspondiente
al Departamento Bella Vista-, figurarán los reclamos de Ferreyra, sin especificar si se
incluyeron los bienes solicitados en la acción judicial iniciada en mayo de 1866.

Bienes y comercio de correntinos paraguayistas


Miguel Vaccaro era consignatario en Buenos Aires de Ramón Sangrá, vecino de
Bella Vista, por tres cargamentos de maderas que fueron descargados en el Riachuelo
y que estaban a bordo de las goletas “Isabel” y “Comercio”, y, en el Tigre, en la
goleta “Minerva”. Vaccaro debía comercializar los cargamentos, pero Juan J. Méndez
-apoderado del Gobierno de la provincia de Corrientes-, se opuso a la operación;
manifestó que había embargado dichos bienes porque pertenecían a personas que
actuaron como aliadas de los paraguayos, cometiendo el delito de traición a la patria,
por lo que la provincia los había incautado.
Vaccaro planteó la acción de despojo para los tres cargamentos. El juez de
sección en Buenos Aires, donde se presentó la demanda, decidió citar a las partes y
escucharlas personalmente. Méndez fundamentó su planteo en la falta de personalidad
de la demanda, defecto legal en el modo de proponer la misma y falta de arraigo en el
juicio.25
El apoderado correntino fundamentó su planteo en que todos los bienes de las
personas que habrían colaborado con las fuerzas paraguayas se hallaban sometidos -por
disposición oficial- a embargo y secuestro. Según Méndez, las maderas pertenecían
originariamente a Sinforoso Cáceres, uno de los triunviros del gobierno paraguayista de
Corrientes; habrían sido adquiridas por Sangrá, o bien éste habría prestado su nombre
para ocultar la propiedad de aquél. Sangrá había sido designado por los paraguayos jefe
político de Bella Vista durante la ocupación de este pueblo; como colaborador de los
invasores también sus bienes fueron objeto de embargo y secuestro. Esta situación hizo
que el apoderado de Corrientes exija que ni Vaccaro ni Sangrá podían ejercer acciones
civiles por ser aquéllos bienes sujetos a responsabilidad criminal, configurándose la
falta de personalidad de estos dos hombres para realizar acciones civiles sobre los
citados cargamentos.
Es necesario referenciar que el dictamen del gobernador Manuel I. Lagraña
por embargo de bienes de Sinforoso Cáceres había sido una medida instrumentada
por mecanismos políticos y no judiciales, que incluyó el establecimiento rural “Las
Palmitas” y más de 3.000 animales, entre los cuales había 2.289 vacunos.26 La medida
25
Fallos de la Suprema Corte de Justicia Nacional con la relación de sus respectivas causas publicación
hecha por el Dr. D. José M. Guastavino, Secretario del Tribunal, 1867. Tomo tercero, Buenos Aires:
Imprenta de Pablo E. Coni. 434-443. Causa CLXXVI. Miguel Vaccaro contra Juan J. Méndez, sobre
despojo.
26
AGPC. E. A., L. 145, enero-diciembre, 1866.

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punitiva no fue por orden judicial sino por decreto del gobernador Lagraña, de fecha
31 de octubre de 1865, que autorizaba al jefe político de Bella Vista a vender dichos
bienes en pública subasta.27 Este procedimiento político-administrativo se aproximaba
más a una confiscación de bienes que a un procedimiento de embargo ordenado por
las vías correspondientes del derecho.28 A raíz de aquella medida, los hijos de Cáceres
(aún menores de edad) cayeron en una situación de miseria económica, al extremo de
quedar la familia con dificultades alimentarias para sobrevivir.29 La situación se revirtió
cuando en 1866 el gobernador Evaristo López dejó sin efecto la orden de Lagraña, por
considerar que fue dispuesta ilegalmente, sin juicio previo, ni ejecutada por autoridad
competente.30
Prosiguiendo con el proceso judicial, trabada la litis, Vaccaro trató de demostrar
que Sangrá no había cometido delito de traición a la patria, manifestando que éste no
había tomado las armas contra la República ni se había unido al enemigo para prestar
ayuda, tal como exigía la ley penal del momento. Además, su condición de súbdito
español hacía que no encuadre aquel delito, y que el cargo de jefe político había sido
aceptado a instancias de los vecinos de Bella Vista. Vaccaro alegaba que Sangrá jamás
podría ser tildado de traidor sin antes ser sometido a juicio.
El procurador fiscal Zavalía, del juzgado de sección, sostuvo que la confiscación
de bienes estaba prohibida por la Constitución Nacional y no era aplicable ni aun a
supuestos traidores a la patria, quienes estaban sujetos a indemnización por daños y
perjuicios a la Nación, a la Provincia y a los particulares. Zavalía indicó también que
el juez de sección en Buenos Aires no tenía ninguna competencia en asuntos referidos
a traición a la patria, ni a actos criminales cometidos en el territorio de la provincia de
Corrientes, siendo sólo el juez de esta provincia el único con facultades para intervenir.
La sentencia en primera instancia estableció remitir las actuaciones al juzgado federal
de Corrientes ya que la causa era de su entera competencia. Vaccaro apeló el fallo.
Entonces la Corte Suprema de Justicia intervino, previa vista al Procurador General,
quien manifestó y agregó un nuevo elemento interpretativo: el decreto sobre incautación
de bienes había sido expedido por la provincia de Corrientes quince días después de
instalada la demanda. Pero aun concediéndole fuerza retroactiva, el apoderado sólo
podía trabar un embargo al cargamento, y no apoderarse de él para después venderlo.
Además, la Corte consideró que la jurisdicción debía caer en el juez de sección de

27
Registro Oficial de la Provincia de Corrientes. 1877. Años 1865-1866. Corrientes: Imprenta de “La
Verdad”, 56.
28
Además de las confiscaciones a los bienes de Sinforoso Cáceres, se procedió -de la misma manera-
con los bienes de Víctor Silvero, en su establecimiento rural situado en el Departamento Santo Tomé,
procediéndose al arreo de sus animales para provista de las tropas aliadas (ver: AGPC, CNMG, Libro
Notas a Jueces de Paz, 1864-1869, F.209). Respecto al establecimiento rural afectado, varios años
después de la guerra se planteó un litigio en la Justicia federal (ver escritos presentados por el “Fisco ante
la Excma. Cámara Federal de Paraná. Juicio de Reivindicación del campo denominado “San Mateo”,
seguido por Don Antonio I. Ruiz contra Don Víctor Silvero – hoy Alfredo Fornus”. (1928). Corrientes:
Imprenta del Estado.
29
AGPC, E. A., L. 145, enero-diciembre 1866.
30
ROPC. 1877. Años 1865-1866. Corrientes: Imprenta de “La Verdad”, 138.

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DOSSIER
Ramírez Braschi. Interpretación jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina referente...

Buenos Aires y no en el de Corrientes, porque el cargamento en cuestión -que era objeto


de la acción-, se encontraba en territorio bonaerense.
Con este fundamento, la Corte Suprema, de conformidad a lo dictaminado por el
Procurador General Pico, revoca el fallo de primera instancia y devuelve las actuaciones
al juez de sección de la provincia de Buenos Aires para que resuelva lo que en derecho
corresponda.
Luego del correspondiente análisis del expediente por parte del juez de sección
en Buenos Aires, Alejandro Heredia, se falló sobre la cuestión de fondo; se estableció
que no existía prueba alguna que Sangrá haya sido declarado traidor a la patria por
juez competente y que la prohibición de enajenar -emitida por decreto de la provincia
de Corrientes-, no podía afectar al cargamento, porque aquélla fue expedida después
de ser presentada la demanda de Vaccaro. Además, se especificó que las disposiciones
correntinas no podían ir más allá de su jurisdicción.
Ante la apelación del fallo y el recurso de nulidad interpuesto por Méndez, la
Corte Suprema, el 27 de octubre de 1866, rechazó la declaración de nulidad planteada
por el apoderado de la provincia, agregando que sólo una orden judicial podía hacer
tomar posesión del cargamento de madera en cuestión, aclarando que al no actuar con
malicia se lo liberaba de costas.

Conclusión
Para la República Argentina las repercusiones iníciales de la guerra con el
Paraguay impactaron con mayor intensidad en la sociedad correntina. Fue en su suelo
donde se asentaron los invasores.
Después de la ocupación inicial de las fuerzas paraguayas en territorio argentino
-desde abril a octubre de 1865-, las consecuencias de la guerra recaerán en el aspecto
militar y económico, y esos reclamos se proyectarán ante los órganos de administración
de justicia.
El reclamo de los vecinos por daños y perjuicios como consecuencia de los
saqueos se presentará ante la justicia nacional buscando indemnización y reivindicación.
En algunos casos excepcionales, el reclamo se canalizará por la justicia provincial, tal el
caso que hemos hallado de la demanda contra José Francisco Cáceres.
A pesar de la magnitud de la contienda, los planteamientos ante el poder judicial
fueron escasos en número, mínimos se diría en relación a los hechos ocurridos. Pero
aquellos pocos planteados y resueltos formalmente, adquirirán importante dimensión
que permitirá observar el criterio y coherencia de la administración de justicia para
resolverlos en el fuero civil.
La ocupación paraguaya del departamento Bella Vista produjo importantes
daños en los bienes en la población civil. Alcanzaron la jurisdicción de la Corte Suprema
de Justicia algunos pocos reclamos, sobre todos aquellos que implicaban intereses
comerciales. En los casos tomados como referencia en esta oportunidad se manifiesta
claramente la garantía jurídica que manifestó el alto tribunal.

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Fuentes
Fallos de la Suprema Corte de Justicia Nacional con la relación de sus respectivas
causas publicación hecha por el Dr. D. José M. Guastavino, Secretario del
Tribunal, 1867. Tomo tercero. Buenos Aires: Imprenta de Pablo E. Coni. Causa
CLXXVII: Félix Delfino contra Enrique Hall, sobre reivindicación.
Fallos de la Suprema Corte de Justicia Nacional con la relación de sus respectivas
causas, publicación hecha por el Dr. D. José M. Guastavino, Secretario del
Tribunal, 1869. Tomo Cuarto. Buenos Aires: Imprenta de Pablo E. Coni. Causa
CXCVII: Félix Delfino contra Ramón Ferrando, sobre presa bélica.
Fisco ante la Excma. Cámara Federal de Paraná. Juicio de Reivindicación del campo
denominado “San Mateo”, seguido por Don Antonio I. Ruiz contra Don Víctor
Silvero – hoy Alfredo Fornus”. (1928). Corrientes: Imprenta del Estado.

Referencias bibliográficas
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del Derecho Nº 9, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, Buenos
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Pérez Guilhou, D. 1982. Primer debate sobre control jurisdiccional de constitucionalidad
(1857-1858). En: Revista de Historia del Derecho Nº 10. Buenos Aires: Instituto
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Corrientes durante el siglo XIX. Corrientes: Moglia Ediciones.
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poblado de Bella Vista ante la ocupación paraguaya de 1865, En: Folia Histórica
del Nordeste Nº 21. Resistencia: Instituto de Investigaciones de Geohistóricas.
CONICET. Instituto de Historia. Facultad de Humanidades (UNNE).
Registro Nacional de la República Argentina. (1863).Tomo Segundo. Buenos Aires:
Imprenta del “Comercio del Plata”.
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Imprenta de “La Verdad”.
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Zavalía, C. 1920. Historia de la Corte Suprema de Justicia de la República Argentina
en relación con su modelo americano. Con Biografías de sus miembros. Buenos
Aires: Editorial Casa Jacobo Peuser.
Zimmermann, E. 2007. Centralización, Justicia federal y construcción del Estado en
la Organización Nacional. Revista de Instituciones, Ideas y Mercados - Nº 46,
mayo.
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levantamientos provinciales, 1860-1880”. En: Bragoni, B. y Míguez. E. Un
nuevo orden político. Provincias y Estado Nacional 1852-1880, Buenos Aires:
Editorial Biblos.
111
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 113-128

ENTRE EL RECUERDO Y LA REIVINDICACIÓN: APOTEOSIS, EL ÁLBUM


CONMEMORATIVO DE LA INAUGURACIÓN DEL PANTEÓN NACIONAL
DE LOS HÉROES

Between memory and claim: Apotheosis, The memorial album of the


inauguration of the National Pantheon of the Heroes

Herib Caballero Campos*

Resumen
Este artículo estudia la forma de registro de la Reivindicación de la figura del mariscal Francisco
Solano López como Héroe a través de una producción bibliográfica. Este nuevo enfoque triunfaba contra
la hegemónica idea de que él era un tirano y por cuya voluntad el Paraguay ingresó a la Guerra de la Triple
Alianza. En el trabajo se analiza el discurso y el tipo de documentos que componen el Álbum Apoteosis,
en el cual se registra la culminación del traslado de los restos mortales de López desde el campo de Cerro
Corá hasta el –recién inaugurado- Panteón Nacional de los Héroes. Para el desarrollo del trabajo se ha
hecho un análisis de dicho Álbum que hoy en día constituye una verdadera rareza bibliográfica pues quedan
muy pocos ejemplares. Además se ha completado la investigación con la revisión de documentos oficiales
y testimonios de testigos. Este artículo contribuye a analizar uno de los principales registros emitidos por
el gobierno del coronel Rafael Franco en su faceta reivindicatoria de la figura de Francisco Solano López.

< Héroes > < Reivindicación> < Lopizmo> < Nacionalismo> < Paraguay>

Abstract
This article examines how was recorded the figure of marshal Francisco Solano Lopez claimed
as National Hero through a specific bibliographic production. This new approach triumphed against the
hegemonic idea that he was a tyrant by whose will the Paraguay entered at the Triple Alliance War. This
work analyses speeches and documents making up the Apotheosis Album. This album recorded the transfer
of Lopez’ remains from the Cerro Cora field to the National Pantheon of the Heroes. This work analyses
that album which is a true rarity material with very few copies remaining. The investigation also considers
official documents and testimonies of witnesses. This paper contributes to analyze one of the major records
issued by the government of colonel Rafael Franco in his claim of the figure of Francisco Solano Lopez.

< Heroes> < Claim> <Lopizmo> < Nationalism> <Paraguay>

Recibido: 12/09/2015 // Aceptado: 13/11/2015

*
Universidad Nacional de Asunción y CONACYT, caballerocamposherib@gmail.com

113
DOSSIER
Caballero Campos. Entre el recuerdo y la reivindicación: Apoteosis, el Álbum conmemorativo de la inauguración...

Introducción
El recientemente fallecido historiador francés, Jacques Le Goff afirma que la
memoria colectiva es “…un instrumento y una mira de poder” (Le Goff, 1991: 181);
en ese sentido este artículo se centra en el cierre de un ciclo para algunos o el inicio de
otro, en el proceso de la memoria sobre la figura histórica del mariscal Francisco Solano
López (1827-1870).
Juan Stefanich fue uno de los principales impulsores de la consagración como
héroe de la figura de Francisco Solano López por parte del gobierno del coronel Rafael
Franco (1936-1937); dicha reivindicación constituyó el fin de la polémica que habían
animado en 1902 por un lado, Cecilio Báez y por el otro, Juan E. O’Leary sobre la
heroicidad de Francisco Solano López. Al respecto de dicha polémica, la historiadora
Liliana Brezzo considera que la misma fue una “controversia historiográfica inigualada”
y que las “consecuencias han sido tan rotundas que llegan hasta el presente” (Brezzo,
2009).
En 1936 con la introducción de los restos de Francisco Solano López al entonces
recientemente inaugurado Panteón de los Héroes, se realizó su apoteosis. Apoteosis
es una palabra griega que significa contarse entre los dioses, divinizar, deificar; apo:
idea de intensidad, theo: Dios, osis: formación, impulsión. En el diccionario se define a
apoteosis como una ceremonia que hacían los antiguos para colocar en el número de los
dioses o héroes a los emperadores, emperatrices u otros mortales. Según el Diccionario
de la Real Academia Española, la palabra apoteosis deriva del latín apotheōsis, y este a
su vez del gr. ἀποθέωσις, deificación. Su primera significación es la de ensalzamiento de
una persona con grandes honores o alabanzas;tiene en total cuatro acepciones.1
La tarea emprendida por los partidarios de la reivindicación de la figura heroica
de Francisco Solano López fue ardua pero constante, a lo largo de más de treinta
años. En primer término, el centro estudiantil logró erigir un monumento a los Héroes
de la Guerra, siendo una forma de instalar que todos los que pelearon dicha guerra
eran héroes (Caballero Campos, 2012), y posteriormente se generó una discusión en
el propio congreso paraguayo sobre la anulación de los decretos de proscripción que
fueron dictados en 1869 (Archivo del Liberalismo, 1988), para lograr en 1931 que el
1 de marzo sea declarado feriado como Día de los Defensores de la Patria2 (Caballero
Campos, 2013).
Pero el paso más decidido fue el que dieron los integrantes del gabinete
revolucionario constituido en febrero de 1936. Pocos días después del triunfo de dicho
movimiento en una alocución radial el Presidente de la República, coronel Rafael
Franco afirmó que:

1
Las otras acepciones son 2. f. Escena espectacular con que concluyen algunas funciones teatrales,
normalmente de géneros ligeros.3. f. Manifestación de gran entusiasmo en algún momento de una
celebración o acto colectivo.4. f. En el mundo clásico, concesión de la dignidad de dioses a los héroes.
2
El 1 de marzo de 1870 se libró la batalla de Cerro Corá, la última de la guerra contra la triple Alianza
(Brasil, Argentina y Uruguay), en la cual fueron destruidos los restos del último ejército paraguayo y fue
muerto el mariscal Francisco Solano López.

114
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 115-128

“La figura del gran estadista que el pueblo paraguayo aclama


en estos momentos y que el Gobierno Provisional honra con un
decreto extraordinario, no es por cierto la que alguna vez fue
presentada como el arquetipo de la arbitrariedad y la violencia
(…) (el mariscal presidente) la figura histórica más alta y más
completa que ha producido la Nación Paraguaya y es nuestro
deber honrar su memoria esclarecida tanto como seguir su
ejemplo” (El Diario, 1936).

Es indudable la impronta que caracterizaría al entonces recién asumido gobierno


de Rafael Franco. En ese sentido, era clara la influencia política e intelectual de Juan
Stefanich, quien ocupaba el cargo de ministro de Relaciones Exteriores e interino
del ministerio de Defensa Nacional. Stefanich egresado del Colegio Nacional y de
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción,
fue uno de los impulsores de una vertiente nacionalista que se aglutinó en torno a la
Liga Nacional Independiente. Stefanich, al igual que los otros líderes nacionalistas,
reconocía la impronta de Juan E. O’Leary a quien definía como “…abanderado mayor
de la tierra paraguaya, reconstructor de la patria vieja, profesor insuperable de energía y
de patriotismo” (Stefanich, 1929).
En este contexto el presente artículo pretende analizar el Álbum Apoteosis, que
fue confeccionado por la Compañía Editorial Nacional3 y financiado en parte por el
gobierno revolucionario. Dicho álbum es un testimonio y a la vez una justificación de
cuando se realizó la “apoteosis” de Francisco Solano López “durante el traslado de ‘sus’
‘cenizas’ al Panteón Nacional el 12 de octubre” (Capdevila, 2010: 220).

La discusión sobre la heroicidad de López


En este apartado quisiéramos referirnos a los tres momentos de la discusión en
torno a la figura de Francisco Solano López que se inició ya en el transcurso del mismo
conflicto. En este sentido podemos afirmar que los momentos son los siguientes:
1 Denigrativo (1869-1902)
2 Reivindicativo (1902-1936)
3 Consagratorio (1936-1989)
El primer momento fue el Denigrativo, que comienza con la promulgación del
decreto del gobierno provisorio compuesto por Cirilo A. Rivarola, Carlos Loizaga y
José Díaz de Bedoya, que entró en funciones el 15 de agosto de 1869 con el beneplácito
de las tropas aliadas de ocupación y cuando aún la guerra no había concluido.
Entre las primeras medidas de dicho gobierno se encuentra el decreto fechado el
17 de agosto de 1869, por el cual establecían en el primer artículo que el desnaturalizado

3
La Compañía Editora Nacional fue fundada y dirigida por Leopoldo Ramos Giménez, y la misma fue
sustituida por la Compañía Editorial Paraguaya, fundada en 1940.

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DOSSIER
Caballero Campos. Entre el recuerdo y la reivindicación: Apoteosis, el Álbum conmemorativo de la inauguración...

paraguayo Francisco Solano López, queda fuera de la ley y para siempre arrojado del
suelo paraguayo como asesino de su patria y enemigo del género humano.
En el manifiesto al pueblo paraguayo dictado por el mencionado gobierno
provisorio, en fecha 10 de septiembre de 1869, se afirmaba entre otras cuestiones que:

“La tiranía del país, ya en su agonía, escupe todavía a la faz


de la civilización, devolviéndole en la condición más mísera
y abyecta, los restos truncados del heroico pueblo, cuyo valor
virtud y abnegación merecen el respeto universal”, y para
aclarar aún más se preguntaba “¿Puede inculparse al pueblo
paraguayo de todos estos crímenes? No […] la víctima jamás
fue cómplice del verdugo” (La Regeneración, 1869).

Casi dos años después de la emisión del decreto de proscripción y concluida la


guerra, el Congreso Paraguayo sancionó una ley de la nación que aprobaba el decreto
del 17 de agosto de 1869 por el cual se declara “al desnaturalizado Francisco Solano
López fuera de la ley”. En el segundo artículo se dispone que los integrantes de la familia
López Carrillo “han sido cómplices y herederos de los robos y dilapidaciones hechas
por los gobiernos de los López, queda autorizado el poder judicial a trabar embargo de
los bienes adquiridos desde el primer día del gobierno de Carlos A. López…” (Registro
Oficial, 1871: 229).
Durante este período la figura de Francisco Solano López está prácticamente
ausente de los periódicos. Las pocas veces que se hace mención a su persona se refieren
a él como tirano. Dicha situación cambiaría paulatinamente cuando en la década de
1890 comenzó la campaña en la búsqueda de un héroe que personifique a los que habían
caído en defensa de la patria. Es así que Juan Silvano Godoi y otros desempolvaron la
figura del general José Eduvigis Díaz, y empezaron la campaña por el reconocimiento
de Díaz como el gran héroe nacional (Caballero Campos, 2014).
Esta etapa se inicia con la labor de Blas Garay, quien publicó su breve Historia
del Paraguay en Madrid en 1895. En ella intenta construir un discurso histórico de
carácter más científico, que supera la tendencia de menoscabar la figura de Francisco
Solano López. Esta posición rompía con la predisposición instalada que era antilopizta,
pues como sostiene Tomás Sansón los que cultivaron la historia en este período
“Implementaron una política oficial de elisión y demonización del Mariscal, inaugurada
con la ley de “desnaturalización” del 13 de julio de 1871, que tuvo su correlato
historiográfico en una interpretación que pugnó por transformarse en hegemónica”
(Sansón, 2012).
El segundo momento o Reivindicatorio se desarrolla a partir de la tarea
de un joven estudiante, Juan E. O’Leary, quien se enfrentó a Cecilio Báez –el más
importante intelectual paraguayo de la época– en una polémica que tuvo casi cuatro
meses de duración en la que se discutió sobre la heroicidad de Francisco Solano López,

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y como telón de fondo, toda la guerra. Según la historiadora argentina Liliana Brezzo,
el discurso de O’Leary se movía entre dos coordenadas “la conversión de las derrotas
en glorias nacionales y la idealización del pasado para superar un presente adverso”;
al lograr superar a su contrincante en la polémica, logró realizar indudablemente “la
apoteosis del vencido, una representación en la que la realidad e invención quedaban tan
magistralmente imbricadas” (Brezzo, 2011: 54-55).
A partir del triunfo de O’Leary en esta polémica, su figura fue in crescendo
entre la juventud que lo veía no sólo como un paladín de la reivindicación sino de la
propia nación paraguaya. O´Leary utilizó todas las herramientas a su alcance para lograr
su objetivo: la prensa, la cátedra4, las conferencias y las publicaciones bibliográficas. El
discurso histórico de O’Leary “…irá desenvolviéndose en los años siguientes […] por
la acción político cultural de O’Leary en el contexto de los gobiernos liberales, más en
oposición al liberalismo” (Brezzo, 2011: 103).
Tal fue la impronta de O’Leary que años después el entonces joven Juan
Stefanich, dirigente del centro estudiantil –en el cual se encontraban agremiados los
estudiantes del Colegio Nacional de Asunción– recordaba sobre el mariscal Francisco
Solano López “…este nombre inspira horror y aversión a muchas personas. También
nosotros aprendimos a odiarle desde niños” (Stefanich, 1920: 162).
Fueron durante este período que se fueron organizando distintos núcleos
nacionalistas, inspirados por O’Leary; integrados en su mayoría por jóvenes que
pertenecían a los dos partidos tradicionales o incluso no tenían ninguna adscripción
política.
El primer desafío fue el de erigir un monumento a los héroes de la guerra
por diversos motivos. La idea tardó en ser concretada; durante más de una década
se hicieron trámites, se recolectaron contribuciones en todos los pueblos para dicho
monumento, finalmente inaugurado el 1 de marzo de 1922 (Caballero Campos, 2012).
La inauguración realizada el 1 de marzo y no el 25 de noviembre –Día de la Constitución
Liberal– fue un tácito triunfo de los reivindicadores de la figura de Solano López. Dos
años antes, una numerosa manifestación recordó el cincuentenario de la batalla de Cerro
Corá. El orador principal fue el joven dirigente nacionalista, Juan Natalicio González.
En 1926 se dio el siguiente hito en la campaña reivindicatoria, cuando tres
diputados propusieron derogar el decreto del 17 de agosto de 1869 así como la ley del 7
de agosto de 1871, por considerar que esta era el resultado de un gobierno espurio, pues
“el gobierno provisorio de 1869-1870 creado por la Triple Alianza, tenía que obedecer
en consecuencia a los mandatos que emanaban de ella” (Archivo del Liberalismo, 1988:
11).
En 1931, en la nueva ley de feriados, los lopistas lograron el establecimiento
del 1 de marzo como feriado con la advocación de Día de los Defensores de la Patria,

4
En 1900, Juan E O’Leary fue designado como profesor de historia americana y nacional en el Colegio
Nacional de Asunción (Brezzo, 2011: 35).

117
DOSSIER
Caballero Campos. Entre el recuerdo y la reivindicación: Apoteosis, el Álbum conmemorativo de la inauguración...

lo cual era un reconocimiento al rol que también tuvo Solano López, desde la óptica
reivindicativa nacionalista.
Al año siguiente, en 1932 estalló la Guerra del Chaco contra Bolivia, la que
duraría hasta 1935. Durante los años de la guerra, O’Leary fue invitado a dar conferencias
en las diversas poblaciones del Paraguay con el objetivo de infundir el patriotismo a
la población recordando las glorias nacionales de la pasada guerra. En ese marco el
nacionalismo logró el medio de comunicación necesario para extenderse en cada rincón
del Paraguay.
Ocho meses después de concluir la Guerra del Chaco, se produjo un movimiento
revolucionario que depuso al presidente Eusebio Ayala (1932-1936) y al régimen liberal
que imperaba en el país; las fuerzas aglutinadas en el movimiento de febrero tenían
por denominador común su antiliberalismo y su nacionalismo. Es así que desde 1936
se produce el inicio del momento Consagratorio que provisoriamente colocamos su
duración hasta 1989. El gobierno febrerista encabezado por Rafael Franco (1936-1937),
según Erasmo González, tomó como “bandera el nacionalismo, se escucharon discursos
contra los que atentaron contra lo paraguayo, por ello fue necesaria la creación de una
nueva historia para descubrir que las figuras del pasado fueron héroes de la patria”
(González, 2011: 123-124). Con el traslado de las cenizas de Francisco Solano López
al entonces recientemente inaugurado panteón nacional de los héroes junto a los restos
del soldado desconocido del Chaco, se logró su apoteosis como veremos más adelante.
Es indudable que “desde el Centenario y hasta mediados del siglo XX, el nacionalismo
impregnó toda la explicación sobre el pasado paraguayo” (Brezzo, 2010: 234) y por
lo tanto el nacionalismo logró establecerse como “el substrato del imaginario nacional
sobre el cual se cristalizaron las identidades colectivas, desde la izquierda comunista
hasta los nacionalistas fascistas del partido Colorado” (Capdevila, 2010: 120).
El gobierno del general Higinio Morínigo (1940-1948) afirmaba que él mismo
estaba conduciendo la Revolución Nacionalista o en algunos otros documentos que era
la Revolución Paraguaya la que estaba conduciendo su gobierno (Gómez Florentín,
2011). Los años siguientes fueron de acrecentamiento de la reivindicación de la figura
de Francisco Solano López como héroe máximo de la nacionalidad. Se realizó como
un culto cívico ineludible durante el largo régimen dictatorial del general Alfredo
Stroessner (1954-1989), quien incluso por un decreto del 16 de septiembre de 1964
dispuso que el Día del Ejército Paraguayo sea recordado cada 24 de julio, en homenaje
al natalicio de Francisco Solano López.
Según la investigadora Gaya Makaran “el stronismo se formó de los elementos ya
presentes, pero dispersos en el imaginario nacionalista paraguayo, permeó a la sociedad
entera al grado que ésta asumió la propaganda oficial, como creencias íntimas. Los
largos años del nacionalismo autoritario, plasmados en la educación y las ceremonias
públicas, afectaron la conciencia crítica de la sociedad y generalizaron como “natural”
el modo oficialista y colorado de ser y pensarse como paraguayo” (Makaran, 2014: 97).
El sociólogo Roberto Céspedes Ruffinelli al estudiar la iconografía en los
billetes emitidos durante el régimen stronista afirma que de los mismos se pueden

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visualizar “tres ejes en el discurso: el maniqueísmo, el héroe máximo y la edad de oro”,


lo que permite distinguir entre los buenos y malos paraguayos, en el cual se destaca al
mariscal Francisco Solano López como el héroe máximo del Paraguay. Se establece la
edad de oro de la historia del Paraguay entre los gobiernos de José Gaspar Rodríguez de
Francia y Carlos Antonio López (Céspedes Ruffinelli, 2014).

El comienzo de la consagración
El 17 de febrero de 1936 un grupo de oficiales acantonados en el cuartel
de Campo Grande, ubicado a 9 kilómetros del centro de la capital paraguaya, se
movilizaron para derrocar al gobierno del liberal Eusebio Ayala (1932-1936). Según
Javier Mendiguren “la insurrección armada, iniciada por los veteranos de la Guerra
del Chaco, conjuntamente con la oficialidad joven del ejército, sumados a los grupos
civiles, casi todos ellos universitarios, estudiantes e intelectuales, era la consecuencia
lógica de descontentos y rebeldías generalizados que dejaba como saldo la contienda
bélica con Bolivia, recientemente finalizada” (Mendiguren -Sorázabal, 2001: 11).
En el decreto plesbicitario del ejército libertador –como se autodenominaron los
revolucionarios– se puede observar ya el carácter nacionalista y reivindicatorio cuando
se dirigían “¡PARAGUAYOS! ¡PUEBLO ILUSTRE DE ANTEQUERA, RODRÍGUEZ
DE FRANCIA Y DE LOS LÓPEZ!”; en el discurso explicaban los motivos de la acción
que habían llevado adelante y los motivos de la destitución del presidente de la república
Eusebio Ayala, en líneas generales el mencionado documento “carecía totalmente de
bases programáticas que animen el movimiento” (Arce Farina, 2013: 39).
El coronel Rafael Franco, quien se encontraba exiliado en la ciudad de Buenos
Aires desde fines de enero de 1936, arribó al país el 20 de febrero para asumir la
presidencia de la república en carácter provisional. Al llegar al país formuló declaraciones
sobre las bases que sostendrían su gobierno y afirmó que “La obra renovadora de la
revolución se asienta sobre el respeto de los valores auténticos de nuestra Nación” y
para que no quede duda aclaró “Nacionalistas en el más alto y en el más amplio de los
sentidos, todas las virtudes de nuestro pueblo, su genio, su espíritu y sus vocaciones
fundamentales encontrarán en nuestra propia acción el ambiente propicio que necesitan
y la bandera nacional no será arriada en ningún lugar” (Arce Farina, 2013: 41).
El 1 de marzo de 1936, se organizó un acto público para honrar a los héroes de
la guerra contra la Triple Alianza, y en particular al mariscal Francisco Solano López;
por primera vez, afirmaba el presidente Rafael Franco, se daba la oportunidad de honrar
a “la figura histórica más alta y más completa que ha producido la Nación Paraguaya
y es nuestro deber honrar su memoria esclarecida tanto como seguir su ejemplo” (El
Diario, 1936), por lo que se había dictado un decreto-ley que declaraba nulo el decreto
del 17 de agosto de 1869 y las demás medidas legales vinculadas al mismo. En la
segunda parte del Decreto se disponía que se erigiría en la colina más alta de la capital
paraguaya un monumento para honrar la memoria “del ilustre gobernante que cayó en
defensa de su Patria” (El Diario, 1936).

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Caballero Campos. Entre el recuerdo y la reivindicación: Apoteosis, el Álbum conmemorativo de la inauguración...

El siguiente paso fue finalizar el oratorio a la Virgen de la Asunción que había


sido construido por orden de Francisco Solano López antes de la guerra –con el fin de
ser oratorio de la Virgen de la Asunción– y a consecuencia de ella quedó inconcluso.
Afirmaba Stefanich que el oratorio “quedó en el centro de la ciudad como un sangrante
muñón del pasado, destinado a sufrir las injurias del tiempo y de los hombres” (Stefanich,
1945: 12).
Una de las primeras obras del gobierno de Franco fue ordenar la conclusión del
oratorio, por lo que “manos de artistas y artesanos pusiéronse a la obra ¿Cien obreros no
fueron suficientes? Pusiéronse doscientos, aumentáronse hasta trescientos. ¿No bastaba
el trabajo diurno? Se trabajó de noche. Y por primera vez aquella ciudad habituada
al abandono y a la lentitud, contempló el espectáculo de una obra edilicia acelerada
con el trabajo nocturno a la luz de las bujías eléctricas” (Stefanich, 1945: 14-15). El
trabajo arduo dio resultados y la obra estuvo concluida para los primeros días del mes
de septiembre 1936. El 14 de septiembre se dictó un decreto en cuyas consideraciones
afirmaba que “el deber incumbe al pueblo y al gobierno de la república de tributar un
homenaje digno y perdurable a la memoria de los próceres beneméritos de la patria
que contribuyeron con sus sacrificios y sus esfuerzos a conquistarla libertad política
de la nación y a darle fisonomía destacada en el concierto internacional” y además “la
necesidad y conveniencia de consagrar a la memoria de quienes todo lo dieron por
la felicidad y el bienestar de su pueblo el monumento histórico, inconcluso erigido
en la capital de la República…”. Por todo lo expuesto el decreto establecía que el
monumento se denominaría Panteón Nacional en el cual se debían conservar “los restos
de los próceres beneméritos de la nación, que se hicieron acreedores de la gratitud de
la posteridad por sus virtudes excepcionales al servicio de la Patria” (Registro Oficial,
1936). El mencionado decreto establecía en su segundo artículo quiénes eran los próceres
beneméritos, y los designados fueron los tres primeros gobernantes del Paraguay: José
Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López y el mariscal Francisco Solano
López. El siguiente artículo disponía que los restos del mariscal Francisco Solano
López sean depositados en dicho panteón, y el artículo 4 establecía que sean trasladados
los restos de tres jefes militares que “tuvieron actuación descollante en la defensa del
territorio patrio en la guerra contra la triple alianza” (Registro Oficial, 1936). Así mismo
disponía el gobierno el traslado de los restos de un soldado desconocido caído en la
reciente Guerra del Chaco. El día fijado para la inauguración del Panteón Nacional fue
el 12 de octubre, por ser ese día “día de la Raza y aniversario del Descubrimiento de
América” (Registro Oficial, 1936).
Previamente, se había ya organizado la búsqueda de los restos de Francisco
Solano, pues estaban enterrados en Cerro Corá. La tradición histórica afirmaba que
fue enterrado junto con su hijo Panchito, quien también pereció en dicha batalla. Para
encargarse de la búsqueda de los restos de Francisco Solano López, se constituyó una
comisión especial en la ciudad de Concepción a los efectos de ubicarlos y trasladarlos
hasta la capital. El presidente de la Comisión fue don Romualdo Yrygoyen (Stefanich,
1945:21).

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La comisión se encargó de recoger testimonios orales sobre la ubicación de


la tumba y para ello el testimonio más veraz –y posiblemente uno de los pocos que se
pudieron recoger por el tiempo transcurrido– fue el del veterano Bonifacio Obando,
quien dio las indicaciones para la ubicación de la tumba, pues él había estado en el lugar
en 1880 y había marcado un árbol de curupay cerca de donde se encontraba la tumba
(Stefanich, 1945, 23).
El 28 de agosto de 1936 la comisión especial se trasladó hasta Cerro Corá y
comenzó los trabajos de abrir una picada a los efectos de ubicar el árbol de curupay.
Llegaron al lugar el 2 de septiembre de 1936 y procedieron a excavar en el lugar “se
extrajeron algunos restos de madera, piedras mezcladas con tierra negra y colorada.
Y a la profundidad de un metro encontraron algunos pocos y menudos fragmentos de
huesos humanos que fueron cuidadosamente recogidos. Era todo lo que restaba en las
dos tumbas. No había más” (Stefanich, 1945, 25).
Los restos fueron conducidos en una urna de madera hasta la ciudad de
Concepción –ubicada sobre el río Paraguay–y desde allí en el cañonero Humaitá hasta
la ciudad de Asunción, arribando a la capital paraguaya el 11 de octubre de 1936. La
urna que contenía los restos extraídos del campo de Cerro Corá junto con la que contenía
los restos del soldado desconocido del Chaco fueron conducidas hasta el Palacio de
Gobierno en donde se instaló una capilla ardiente, por la cual pasaron miles de personas,
durante toda la tarde y la noche. Uno de los hechos más significativos de aquella jornada
y destacado por la prensa fue que un grupo de veteranos de la Guerra contra la Triple
Alianza se mantuvieron en la capilla ardiente toda la noche.
El 12 de octubre bien temprano, una comitiva encabezada por el presidente
Rafael Franco condujo en cureña las dos urnas hasta el Panteón Nacional, que de esa
forma quedó inaugurado oficialmente aquel día.
Desde ese momento el Panteón Nacional se fue constituyendo en el punto
simbólico de la sociedad paraguaya como resultado del nacionalismo que se volvió la
ideología predominante del estado paraguayo durante los siguientes cincuenta años.

El álbum Apoteosis
En este apartado analizaremos el testimonio bibliográfico del proceso de
reivindicación, búsqueda de los restos y finalmente la consagración de Francisco Solano
López como la figura más encumbrada de la Historia Paraguaya. Dicho testimonio
bibliográfico lo constituye el Álbum Apoteosis, que fue editado y dirigido por Leopoldo
Ramos Giménez, quien a la sazón dirigía la Compañía Editora Nacional.
La propuesta original de Ramos Giménez al gobierno paraguayo fue que a
cambio de una ayuda de 350.000 pesos, la editorial entregaría cien ejemplares a la
Comisión Nacional de Inauguración del Panteón Nacional de los Héroes (Registro
Oficial, 1936).
Por el Decreto ley número 5505, del 8 de octubre de 1936, se autorizó la edición
del álbum Apoteosis, para lo cual se aceptó en el Consejo de Ministros la segunda

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Caballero Campos. Entre el recuerdo y la reivindicación: Apoteosis, el Álbum conmemorativo de la inauguración...

propuesta presentada por la casa editorial que consistía en el aporte de 87.500 pesos por
parte del gobierno a cambio de 25 ejemplares que serían entregados a la comisión antes
mencionada.
El artículo 1 del citado decreto afirmaba “Autorízase la edición del Álbum
“Apoteosis” propuesta por la Compañía Editora Nacional, en conmemoración de la
inauguración del Panteón Nacional y del depósito en el mismo de los restos del Mariscal
Presidente de la República, don Francisco Solano López y del soldado Paraguayo caído
en el Chaco en la pasada guerra” (Registro Oficial, 1936, 1557).
El artículo 3° establecía las características generales del Álbum, que debía ser
de una dimensión de 0.57 mts x 0,37 mts, encuadernada en tela, impreso en papel de
lujo y con inscripciones en letras doradas (Registro Oficial, 1936, 1557).
El responsable de la edición fue Leopoldo Ramos Giménez, quien entonces se
encontraba fungiendo de Secretario de la Delegación Paraguaya ante la Conferencia de
Paz con Bolivia en la ciudad de Buenos Aires (Registro Oficial, 1936).
Leopoldo Ramos Giménez nació en Villarrica el 14 de octubre de 1891 y falleció
en Asunción el 5 de enero de 1988. Ramos Giménez fue un precoz poeta y periodista,
pues “comenzó a escribir en los periódicos de su ciudad natal. Después en 1914 envió
algunas colaboraciones para Crónica” (Centurión, 1951,55). Pero no sólo se destacó
como poeta, sino que también fue “orador de ademanes rotundos y espléndido verbo
tribunicio”. Entre sus obras se encuentran Piras Sagradas, 1917; Eros, 1918; Alas y
Sombras, 1920; Cantos del Solar Heroico, 1920; entre otras. Creó y dirigió la Compañía
Editora Nacional a la que siguió la Compañía Editorial Paraguaya (Centurión, 1951,58).
En su juventud fue un ferviente defensor de las causas obreras y por lo tanto
adscribió al anarquismo, sin dejar de militar en las filas de la Asociación Nacional
Republicana, Partido Colorado – uno de los partidos tradicionales–; ferviente
nacionalista y lopista era un “apasionado de nuestra historia, no se detenía a medir la
talla intelectual o la figuración política de algún eventual contendor, para esgrimir su
pluma en justificación de nuestra historia. Así en defensa del mariscal López por la
prensa de Río de Janeiro y Sao Paulo, o en defensa de los derechos del Paraguay sobre
el Chaco mediante una ponderada cartografía con sus explicaciones correspondientes”
(Benítez, 1986,319).
En una entrevista realizada por el historiador paraguayo Alfredo Seiferheld,
Leopoldo Ramos Giménez respondía a la pregunta: ¿Ud. fue lopista siempre? “Desde
chico, mi padre, imagínese, se indignaba tanto por la campaña legionaria que había
después de la guerra que, naturalmente, ante la indignación de él, yo me sentía más
indignado todavía como joven” (ABC Color, 1985).
Durante el régimen de Alfredo Stroessner ocupó por muchos años la función de
subsecretario de informaciones y cultura de la Presidencia de la República.
Leopoldo Ramos Giménez fue el propulsor de la realización de dicho álbum
con el fin de registrar la consagración de Solano López y el final de su reivindicación

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frente a su proscripción decretada al final de la Guerra contra la Triple Alianza por sus
rivales políticos.

El contenido del Álbum


En cuanto al aspecto formal las dimensiones del álbum se aproximan a lo
establecido en el decreto, pues tiene 54 cm. de largo x 36 cm. de ancho. La tapa está
forrada en cuero de color azul y en letras doradas está el escudo de la república y la
palabra apoteosis en mayúsculas.
Está compuesto por setenta páginas que no se encuentran numeradas y que
fueron impresas en un papel de alto gramaje; las páginas en donde se encuentran
ubicados los textos están con márgenes en dorado. Al dorso de cada hoja se encuentra
como marca de agua la imagen de un soldado paraguayo del Chaco haciendo guardia,
mensaje muy significativo pues lo que se deja entrever es que a la sombra del heroísmo
de Francisco Solano López, los soldados paraguayos triunfaron en el Chaco. Siendo de
esta forma como la revancha que se tomó el pueblo paraguayo en contra de la derrota en
la Triple Alianza. En su discurso el canciller Stefanich afirmó “Es su compañero y está
junto a él en la inmortalidad y en el austero recinto del Panteón Nacional, el Soldado
insuperable del Chaco continuador de sus hazañas y salvador de la patria en la segunda
epopeya” (Stefanich 1945, 61).
El encuadernado es sencillo y fue realizado con un cordón grueso de
color púrpura. Así mismo se han colocado hojas protectoras frente a las principales
ilustraciones.
A continuación de la portada, el álbum incluye una imagen del mariscal Francisco
Solano López colocada en una cartulina de color gris que funge de paspartú; luego le
sigue una fotografía del Presidente Provisional coronel Rafael Franco, afirmando que
bajo su gobierno se ha hecho “la gran justicia histórica”. Luego le sigue la reproducción
del autógrafo del coronel Franco, en la siguiente página se encuentra la fotografía, un
mensaje y el autógrafo del doctor Juan Stefanich.
En la siguiente página se encuentra transcripto íntegramente el decreto del 1 de
marzo de 1936 bajo el acápite de TOTAL REPARACIÓN HISTÓRICA. Posteriormente
se publica la relación escrita por Stefanich sobre la exhumación de los restos de López en
Cerro Corá, incluyendo fotografías de la expedición encabezada por el señor Romualdo
Yrygoyen. Posteriormente le sigue un artículo de Juan Stefanich sobre la memoria de
los López en el significado del nacionalismo paraguayo, acompañado de la poesía del
propio Ramos Giménez. La cumbre del Titán, uno de cuyos versos dedicados a Solano
López dice “ Era un hombre que bajaba y un divino que ascendía”(Ramos Giménez,
1936). A esto le sigue un artículo de Manuel Domínguez, sobre el juramento del héroe,
luego continua con un extracto del texto del diplomático norteamericano Charles
Washburn, que se refería a Solano López. Le sigue el artículo más extenso incluido en
la obra, de la autoría de Natalicio González –otro de los referentes del nacionalismo

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Caballero Campos. Entre el recuerdo y la reivindicación: Apoteosis, el Álbum conmemorativo de la inauguración...

paraguayo– que estaba dedicado al político uruguayo Luis Alberto de Herrera, titulado
Solano López.
Luego el compilador procede a transcribir los discursos dados en el acto
inaugural del Panteón siendo el primero el de Stefanich, quien hizo uso de la palabra
en nombre del gobierno. Luego sigue el artículo del intendente municipal de Asunción,
don Felipe Molas López. A continuación se encuentra una poesía de Marcelino Machuca
Martínez, que se titula la Vuelta del Mariscal, para continuar con un artículo publicado
en la prensa por Juan E. O’Leary, quien es titulado profesor de patriotismo, una poesía
de Jorge Báez titulada El Panteón Nacional.
Se incluyó también una carta de Solano López a su hijo Emiliano fechada en el
campamento de Azcurra el 22 de junio de 1869. También incluyó unos versos de Ortiz
Guerrero, quien no sólo era compueblano de Ramos Giménez sino que incluso fue su
compañero de escuela en Villarrica. Luego se incluye la intimación que le hicieron los
aliados a Francisco Solano López en diciembre de1868 y la respuesta que él mismo les
dio rechazando rendirse.
Finaliza el álbum con una serie de extractos de versiones sobre su muerte,
acompañada en un recuadro de la poesía de Francisco Ortiz Méndez, la resolución del
Congreso de Colombia y unas consideraciones breves de Guido Spano sobre López.
En la última página se coloca un extracto de la obra de O’Leary sobre la mediación
paraguaya encabezada por Solano López en el proceso de unificación de la República
Argentina en 1859, y en el espacio inferior derecho en un apartado la poesía Cerro Corá
de Félix Fernández.

Tipo de Texto Cantidad


Documentos Históricos 2
Documentos Oficiales 2
Texto Periodístico 1
Discursos 2
Artículos Históricos 5
Testimonios 2
Poéticos 6

Como se pude observar de la anterior mención del contenido de la obra


analizada se puede vislumbrar en ella tres partes, muy difusas entre sí pero que con
atención se pueden distinguir. La primera es el reconocimiento a las autoridades que
procedieron a la consagración de Solano López tanto en el aspecto documental como
en la realidad con la inauguración del panteón y declarándolo prócer benemérito del
Paraguay, y que además aprobaron los fondos para la impresión del álbum. Este parte

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 125-128

concluye con la transcripción del decreto del 1 de marzo de 1936, por el cual “quedan
cancelados para siempre de los archivos nacionales, reputándoselos como no existentes,
todos los decretos-libelos dictados contra el Mariscal Presidente de la República, don
Francisco Solano López por los primeros gobiernos establecidos en la república a raíz
de la conclusión de la guerra de 1865” (Ramos Giménez, 1936).
La segunda parte es la acumulación tanto de textos de carácter histórico como
poético que fueron producidos durante el período reivindicatorio, siendo el primero de
ellos el de Manuel Domínguez, destacado jurista e intelectual paraguayo que integró la
Generación del 900, y uno de los principales impulsores del nacionalismo paraguayo
en el siglo XX. Este segundo apartado es completado con un artículo del propio
canciller Juan Stefanich y de Natalicio González, uno de los principales referentes
del nacionalismo en el siglo XX en Paraguay. En este sentido cabe señalar que no es
accidental que el artículo más extenso haya sido de Natalicio González, quien al igual
que Ramos Giménez había nacido en Villarrica y militaba en el Partido Colorado (ABC
Color, 1985).
La tercera y última etapa del álbum se hace referencia a la consagración, los
textos buscan registrar tanto el acto realizado el 12 de octubre cuando se inauguró el
Panteón Nacional y se introdujeron los restos de Solano López y del soldado desconocido
del Chaco, mediante la inclusión de los discursos oficiales, así como los versos de poetas
contemporáneos que manifestaban su sentimiento ante dicho acto, intercalando los
mismos con documentos históricos resultado en dos ocasiones de la pluma de Solano
López, y dejando en claro los testimonios sobre su muerte, siendo dos de dichos textos
extractos de la obra de Juan E. O’Leary, a quien se refieren en el álbum como nuestro
profesor de patriotismo y en otro apartado como el apóstol de la nacionalidad (Ramos
Giménez, 1936).
Otro aspecto destacable de la obra es la calidad gráfica de las imágenes que
componen el álbum, en el cual como es lógico predominan varias imágenes de Solano
López ya sean reproducciones de pinturas, grabados o daguerrotipos y fotografías del
mismo. Complementadas con registros gráficos de la expedición que fue en busca de sus
restos o de la capilla ardiente en el Palacio de López el 11 de octubre de 1936.

Consideraciones finales
El Álbum Apoteosis tiene un particular interés no sólo por ser una rareza
bibliográfica, sino porque es el testimonio bibliográfico y documental que registra de
una manera unificada el proceso de reivindicación y consagración de Solano López,
como principal referente del Panteón Cívico de los paraguayos durante todo lo que resta
del siglo XX, e incluso hasta la actualidad.
Es el documento que registra ese momento final en que concluye la reivindicación
de la heroicidad de Solano López que comenzó en la famosa polémica de 1902 y que a su
vez compila documentos y fotografías del inicio de la etapa consagratoria de Francisco
Solano López como la figura histórica más alta y más completa de la nación paraguaya.

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DOSSIER
Caballero Campos. Entre el recuerdo y la reivindicación: Apoteosis, el Álbum conmemorativo de la inauguración...

Leopoldo Ramos Giménez al plantear la confección de dicha obra posiblemente


tenía el propósito de dejar un testimonio escrito de un acontecimiento que los lopistas
aguardaron durante varias décadas, acontecimiento por el cual lucharon en todos los
frentes, desde la cátedra hasta en las calles, desde la prensa periódica hasta en las
alocuciones radiales, buscando redimir a Francisco Solano López, quien para el estado
paraguayo era oficialmente hasta 1936 “enemigo del género humano”.
El esfuerzo editorial de Ramos Giménez con apoyo de fondos públicos, tuvo por
resultado una obra elegante finamente impresa y cuidada que obviamente no pretendía
ser una obra de gran difusión sino muy por el contrario ser ese registro elegante de un
acto de “gran justicia histórica”. Ese acto de reparación histórica frente a la historia
oficial establecida luego de finalizada la Guerra contra la Triple Alianza, se convirtió
en el período de la postguerra del Chaco en la historia oficial que tuvo su influencia
incuestionable hasta fines del siglo XX. En dicha versión histórica no cabía ningún tipo
de cuestionamiento a la figura, las acciones y decisiones de Solano López, debido a los
usos políticos que los diferentes gobiernos hicieron de su figura histórica devenida en la
de héroe máximo de la nacionalidad paraguaya.

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LA GUERRA EN LA ESCUELA. TEXTOS DE LECTURA Y


CELEBRACIONES ESCOLARES EN EL PARAGUAY DE FINES DEL XIX E
INICIOS DEL XX

The war at school. Textbooks and school celebrations in Paraguay in the late
nineteenth and early twentieth century

Ignacio Telesca*

Resumen
El presente texto** intenta comprender de qué manera la escuela primaria reflejaba la memoria
sobre la guerra que se venía construyendo en el Paraguay de fines de siglo XIX. Los documentos analizados
fueron los textos escolares utilizados así como las celebraciones escolares. Estas últimas, al igual que los
relatos de los docentes, mediadas por las Revistas Escolares oficiales. Se concluye que no existió una
uniformidad en la manera de abordar el tema de la guerra y que ya a principios del siglo XX se levantaron
voces preocupadas por la dirección “patriotera” que iban adquiriendo las celebraciones de las fiestas patrias.

< Paraguay> <Educación > <Guerra de la Triple Alianza > <Textos escolares > <Celebraciones escolares>

Abstract
This paper aims to understand how primary school reflected the memory of the war that had been
built in the turn of the nineteenth century in Paraguay. The documents analyzed were textbooks and school
celebrations. The latter, like the narrations of the teachers, were mediated by official school journals. It
is concluded that there was no uniformity on the approach to the theme of war and already in the early
twentieth century concerned voices arose about the “patriotera” direction that patriotic celebrations of
national holidays were gaining.

<Paraguay > <Education > <Triple Alliance War > <School texts > <School Celebrations>

Recibido: 12/09/2015 // Aceptado: 13/11/2015

*
Universidad Nacional de Formosa. CONICET. itelesca@hotmail.com
**
Quiero agradecer al personal de la Biblioteca Nacional en Paraguay todo el apoyo brindado.

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DOSSIER
Telesca. La guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en el Paraguay de fines del XIX...

Liliana Brezzo, analizando los testimonios de los sobrevivientes de la guerra


recogidos por Estanislao Zeballos, afirma “…, a la vista de estos discursos provenientes
de los actores paraguayos, que en las últimas décadas del XIX la memoria sobre la
guerra, en Paraguay, no era unánime” (Brezzo, 2015: 23).1
No era unánime por variadas razones, partiendo del hecho que Asunción, y el
Paraguay, estuvo ocupada por las fuerzas aliadas hasta 1876 (Villa Occidental con tropas
argentinas, hasta 1878). Al mismo tiempo, al haber sido para la sociedad paraguaya una
guerra total (Capdevila, 2007), la experiencia de los sobrevivientes y de los veteranos en
particular, también fue múltiple (Gómez Florentín, 2013). La visión de los veteranos se
hace aún más heterogénea si tenemos en cuenta que bajo esta categoría también estaban
incluidos aquellos que habían combatido bajo la bandera de la Legión Paraguaya (que
formaba parte del ejército de la Triple Alianza).
Que la memoria fuese heterogénea no significa que estuviese ausente. Gómez
Florentín precisamente llama la atención cómo tras la visita de Estanislao Zeballos a
fines de la década de 1880 se dio vigor a “peregrinaciones de la memoria [que] con el
tiempo se transformarían en aventuras turísticas que recorrían los lugares de las batallas
al paso de las personas que vivieron o recordaban lo sucedido” (Gómez Florentín, 2013:
36).
Puede ser que no haya sido exclusivamente debido a los requerimientos
documentales del intelectual argentino el que se hayan iniciado estas peregrinaciones.
El mismo Zeballos al llegar al lugar donde se había desarrollado la sangrienta batalla de
Tuyutí exclamaba que:

“…se presentó ante mi alma el espectáculo más conmovedor,


solemne y doloroso que recuerdo haber presenciado. Dos
leguas de cruces y sobre esas cruces sudarios blancos flotaban
al viento en esa pavorosa soledad. Eran tiernísimos testimonios
que movieron lágrimas en mis ojos fuertes, del amor de las
mujeres paraguayas, que todos los años, el 24 de mayo, llegan
de los ámbitos de la república en peregrinación enternecedora,
a coronar las finas telas bordadas por sus cariñosas manos, los
osarios de los muertos quemados, donde yacen cenizas de los
que animó su propia sangre, en montones anónimos” (citado
por Brezzo, 2015: 9).2

1
Estanislao Zeballos, político e intelectual argentino nacido en Rosario en 1854, conoció el Paraguay
siendo adolescente, en 1869, y quedó tan impresionado por lo que experimentó que decidió “conocer
sus causas, averiguar sus resultados y ponderar sus responsabilidades para los dos pueblos” (citado por
Brezzo, 2009-2010: 218).
2
En 1888 el senador Juan G. González propuso convertir a Humaitá en santuario nacional “de esta manera
las futuras generaciones de jóvenes verán que sus padres defendieron su territorio palmo a palmo; desde
Itapirú hasta Cerro Corá debe llenarse de monumentos que recuerden el heroísmo del pueblo paraguayo”
(citado por Warren, 2010: 190-191).

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 131-148

El proceso de memorialización cobró un giro importante hacia fines del siglo


XIX y principios del siguiente. Varias fueron las razones que coadyuvaron a que se
produjese dicho viraje: una nueva generación de intelectuales formados en el Paraguay
posbélico ya ocupaba posiciones políticas de relieve; en 1895 se había formado el
Instituto Paraguayo3 y al año siguiente difundía su Revista del Instituto; el 16 de agosto
de 1899, tras un lustro de debates, se aprobó en el Congreso la ley que garantizaba una
pensión monetaria a los veteranos de la guerra; y entre 1902 y 1903 se desarrolló el
célebre debate entre Cecilio Báez y Juan E. O’Leary sobre cómo comprender la historia
del Paraguay y en particular la Guerra contra la Triple Alianza (Brezzo, 2008).
Es en este contexto en que queremos preguntarnos sobre cómo la educación
primaria se hacía, o no, eco de esta coyuntura; de qué manera estos debates se reflejaban,
ya sea en los textos de lectura, ya sea en las clases o mismo en las revistas escolares.
Concepción Pérez, alumna maestra del tercer año normal de Asunción, realizó
en 1902 una clase modelo frente a sus compañeras sobre la historia patria, clase pensada
para alumnos de segundo grado. Antes de realizar la clase disertó sobre el tema en
cuestión. La Revista Escolar, órgano del Consejo Nacional de Educación, en el número
de julio de 1902 recogió dicha disertación.
Tras un breve recorrido por la historia patria, donde narraba secuencialmente
los acontecimientos, Concepción Pérez, llega a lo referente a la Guerra contra la Triple
Alianza, y pareciendo hacer una pausa, cambia la densidad en su relato.

“Pero viene por fin la historia (bien triste por cierto) del
Paraguay, la de aquella penosa agonía de cinco años, que ha
sepultado en el olvido a nuestros padres, parientes y amigos;
en que muchas madres arrastrasen la más negra desesperación
por nuestros desiertos; pero no hablemos más de aquel pasado
tan triste porque tal vez emocionados vuestros corazones con
el mío, no cumplamos debidamente nuestro deber” (Revista
Escolar, N° 14-15, 1902: 177).

¿Qué es lo que la maestra Concepción Pérez no quería dialogar con su colegas?


¿Por qué no seguir conversando sobre un tema tan central a la historia patria, tópico de
la disertación? ¿Qué imaginario sobre la guerra compartían las alumnas de la Escuela
Normal, futuras docentes en las escuelas primarias? ¿Cuál era el imaginario compartido
por la dirección o el hegemónico entre las autoridades educativas del Paraguay de
principios de siglo XX?
3
Previo a la conformación del Instituto se había creado el Ateneo Paraguayo en 1883 el cual duró hasta 1889,
vísperas de la creación de la Universidad Nacional. Heredero del Ateneo, sus integrantes conformaron
el Instituto Paraguayo, en 1895. Agrupaba a miembros de la joven intelectualidad paraguaya, recién
egresados de la Universidad con sus mismos profesores en un centro donde se cultivaba la música, las
artes, la esgrima, y el aprendizaje de las lenguas. En su revista aparecida al año siguiente se publicaron
los escritos más importantes de carácter histórico. Cfr. Amaral, 2003 y el primer número de la Revista del
Instituto de 1896 donde su primer artículo se titula “Nuestros Propósitos”.

131
DOSSIER
Telesca. La guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en el Paraguay de fines del XIX...

Este texto quiere profundizar precisamente en la construcción de la historia de


la Guerra contra la Triple Alianza que se fue realizando desde la institución educativa
tras la misma guerra. Para tal fin nos hemos de centrar no sólo en los textos escolares
utilizados en las aulas, sino también en las publicaciones oficiales y en los discursos
pronunciados durante las celebraciones de las fechas patrias. No sólo saber qué se
difundía y se leía, sino intentar asir, en la manera de lo posible, la forma en que fueron
leídos dichos textos.
Los textos escolares utilizados y las revistas oficiales de educación por un lado;
los registros de las celebraciones patrias y los discursos que allí se pronunciaban por el
otro. Esta puesta en diálogo de las fuentes nos puede ayudar a comprender si el discurso
de los textos (y de cuáles textos) circulaba directamente, mediaba el docente y/o no
llegaba.

I
Apenas concluida la guerra, las mismas autoridades comenzaron a ‘escribir la
historia’ a través de las leyes y los decretos. El 20 de julio de 1871 se aprueba una ley
que recupera un decreto del Triunvirato del 17 de agosto de 1869, por la cual se declara
fuera de la ley al “desnaturalizado paraguayo Francisco Solano López… y para siempre
arrojado del suelo paraguayo como asesino de su patria y enemigo del género humano”
(Registro Oficial, 1887: 221).4
Si bien un decreto de este tenor tenía cierto sentido en 1869 cuando el mariscal
López estaba aún vivo, en pos de deslegitimar todo posible acto suyo de gobierno; ya
en 1871, muerto López, se descubre una intención extra, que intenta deslegitimar una
posible imagen heroica de López y su modelo de estado.5
No se descarta además la mano de las fuerzas de ocupación en este tipo de acto,
como en el decreto del 24 de mayo de 1870 en que se declaraba al 25 de mayo (feriado
argentino) como feriado en la República del Paraguay; acto reparador, según el decreto,
de “falta tan grave y criminal” (Registro Oficial, 1887a: 83; cfr. Caballero Campos,
2013).
Al mismo tiempo, las imágenes que se proyectaban en ciertos textos escolares
del Río de la Plata no eran las más halagüeñas para el Paraguay, mucho menos para
Francisco Solano López.
La intelectual y pedagoga argentina Juana Manso (1819-1875), en su Compendio
de la Historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata desde su descubrimiento
hasta el año 1874, no dudaba en afirmar que “la Confederación nunca debió reconocer
4
El 15 de agosto de 1869 asumió el gobierno del Paraguay un Triunvirato con el apoyo de las fuerzas
aliadas. En esos momentos se puede afirmar que existían dos gobiernos ya que Francisco Solano López
continuaba siendo presidente del Paraguay aunque su autoridad se extendía sólo a las fuerzas que lo
acompañaban. El Triunvirato continuó hasta el 15 de agosto de 1870 en que se iniciaron las sesiones de
la Convención Constituyente (López había sido muerto el 1 de marzo de 1870).
5
Entre los considerando de la Ley de 1871 se insistía “Que la presencia de Francisco Solano López en el
suelo paraguayo es un sangriento sarcasmo a la civilización y patriotismo de los paraguayos” (Registro
Oficial, 1887: 221).

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
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la independencia del Paraguay” (Manso, 1875: 179-180) y que las intenciones de


López eran conquistar Corrientes, el Mato Grosso, el Chaco y las Misiones argentinas,
ensanchando así el territorio paraguayo, que “le permitiesen erigir éste en imperio y
coronarse él emperador” (Manso, 1875: 180).
Del mismo tenor es la obra de Antonino Luna, ex catedrático de historia
universal del Colegio Nacional del Uruguay, Historia de la República Argentina y de
las del Paraguay y Banda Oriental desde su descubrimiento hasta nuestros días para
el uso de las escuelas, publicado en Buenos Aires por la Imprenta de Pablo E. Coni en
1878. Con gran capacidad de síntesis, resume en una página la historia que va desde la
independencia hasta la fecha de publicación de la obra.6
Insiste en el estereotipo del pueblo paraguayo ignorante y atrasado que soporta
la tiranía de los déspotas.7 Sus salvadores, según Luna, fueron los ejércitos aliados
quienes:

“despedazando las cadenas que oprimieron al pueblo paraguayo


durante tantos años, presenciaron su exterminio y recibieron el
último aliento del monstruo Solano López, quien, después de
haber sacrificado a los heroicos hijos del Paraguay, en aras de
la propagación del terror y de los atentados internacionales,
murió cubierto de lodo, como el más digno manto funerario de
los Calígulas americanos” (Luna, 1878: 114).

Era este el ambiente que se vivía en el Paraguay y en la región en los primeros


años de la posguerra sea desde el mismo gobierno o desde los textos escolares extranjeros.
Tomar en cuenta estos textos escolares argentinos nos resulta también importante
teniendo en cuenta que muchos jóvenes del Paraguay iban a estudiar al vecino país.

II
Si bien desde la nueva Constitución jurada en 1870 se estipulaba que la
educación primaria sería “obligatoria y de atención preferente del gobierno”, no será
hasta 1881 que se escriba el primer Reglamento General para las Escuelas Públicas.
En dicho año, el Estado creó nueve escuelas de primera clase, diez de segunda
y cuarenta y cuatro de tercera clase, estableciendo la ubicación de cada una de ellas
y la dotación mensual que le correspondía, 50, 20 y 15 pesos fuerte respectivamente
(Registro Oficial, 1887b: 794-796).8

6
Confrontar el trabajo de Sansón Corbo, 2011 para una reflexión en profundidad sobre la visión rioplatense
de la historia del Paraguay.
7
Para un análisis de estos estereotipos en la región ver Capdevila, 2007.
8
En donde se instalen las escuelas de primera y segunda clase, las Juntas Administrativas debían aportar
la misma suma.

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DOSSIER
Telesca. La guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en el Paraguay de fines del XIX...

La enseñanza primaria se dividía en tres grados, que sólo se dictaban en las


escuelas de primera clase (ubicadas en las villas importantes como Concepción, Villa
Rica o Pilar), en las de segunda solo dos (localidades como Carapeguá o Caazapá), y
en las de tercera solamente el primer grado (en los pueblos de Ajos, Capiatá, en los de
Misiones, etc.) (Registro Oficial, 1887b: 799).
También el reglamento estipulaba los contenidos a ser dictados en cada grado.
La “Historia nacional” se enseñaría desde el primer grado, junto con las nociones de
escritura, lectura y aritmética.9
Lo importante es tomar conciencia que pasada una década de la guerra la
educación primaria completa llegaba aún a muy pocas poblaciones.
El Reglamento General para las Escuelas Públicas señalaba de igual manera
como una de sus atribuciones la de fijar los textos de enseñanza a ser utilizados. Esto
último no se llevó cabo.
Sobre el tema de los textos escolares, Manuel Domínguez10 escribía en la
Revista del Instituto en 1897: “No hace 15 años que el catecismo del padre Astete, con
sus cuatro infiernos en el centro de la tierra, era el libro clásico de nuestras escuelas.
Nosotros le aprendimos de memoria ¡setenta años después de nuestra emancipación
política!” (Domínguez, 1897: 233, resaltado en el original).11
La primera vez que el Estado nacional invirtió en la compra de textos escolares
fue en 1889, “la que fue encomendada al cónsul en Buenos Aires, don Federico Alonso,
quien en marzo 89 envió una importante remesa de 25 cajones cuyo contenido fue
distribuido entre todas las escuelas nacionales”, según se reseña en un artículo aparecido
en la Revista Escolar de 1901. (Lelio, 1901: 201).
En la primera revista que editó el Consejo Superior de Educación, La Escuela
Moderna, del año 1889, se detalla el contenido de dichos cajones: entre otros, 3.000
ejemplares de El Lector Americano 1, 2.000 del Lector Americano 2, y 1.000 del Lector
Americano 3 además de 5.000 ejemplares del Nuevo Libro Primario de los Niños de la
editorial Appleton; otros 2.000 de las Lecturas Prácticas de Calixto Oyuela.12
9
Las escuelas graduadas recién se implementaron en la década siguiente, pero incluso a principios del
siglo XX la mayoría de las escuelas eran las, así llamadas, elementales. Según el Reglamento de 1881,
en el primer grado se enseñaban: lectura, escritura, aritmética, gramática, dictado, geografía, historia
nacional, doctrina cristiana, moral y urbanidad e instrucción cívica. Estas materias se mantenían en los
otros dos grados, y en el tercero se añadía además, entre otras, historia antigua, sagrada y del continente
americano. Como método se prohibía “toda enseñanza empírica que esté fundada exclusivamente en la
memoria” (Decretos, 1882: 9).
10
Intelectual paraguayo nacido en 1868, egresado tanto del Colegio Nacional de Asunción como de la
Universidad Nacional, llegó a ser vicepresidente de la República entre 1902 y 1904. Fue diputado y
Ministro de Relaciones Exteriores, Director del Archivo Nacional y del Colegio Nacional además de
docente universitario. Falleció en 1935. Ver Amaral, 2003 y Telesca, 2010.
11
El Catecismo de la Doctrina Cristiana fue compuesto por el jesuita español Gaspar Astete en el siglo XVI
y junto con el de su compañero de orden, Jerónimo Martínez de Ripalda, fueron ampliamente utilizados
tanto en España como en América desde ese mismo siglo hasta entrado el siglo XX.
12
El Consejo Superior de Educación se creó por Ley el 24 de octubre de 1887 (Registro Oficial, 1991: 131-
137). Los textos de El lector americano, curso gradual de lecturas, fue compuesto por Abelardo Núñez.

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Todo este material fue adquirido en la casa Estrada de Buenos Aires y formaban
parte también del Catálogo de las obras de texto aprobadas por el Consejo Nacional de
Educación argentino, entre el que también estaba el Compendio de Historia de Juana
Manso que citábamos al inicio (Cfr. El Monitor, n° 170, 1889).
El Consejo, al recibir el material de Buenos Aires, comenzó a repartirlos tanto
en la Capital como en la campaña. No se especifica el criterio, pero en la Capital, por
ejemplo, se reparten 70 ejemplares de cada uno de los tres Lector Americano y 40
ejemplares del libro de Terán y Gamba cuando en dicho distrito existían 13 escuelas
públicas con 36 maestros y 1.263 alumnos (La Escuela Moderna, 109-112).
Es la primera vez que una publicación oficial, de las que hemos revisado,
menciona un texto publicado en Paraguay, el Compendio de Geografía e Historia del
Paraguay por Leopoldo Gómez de Terán y Próspero Pereira Gamba, publicado por
primera vez en 1879 por la Imprenta de La Reforma.13
Gómez de Terán, ingeniero napolitano, y Pereira Gamba, abogado colombiano,
ambos residentes en Paraguay en esos años, redactaron esta obra pensando en Colegio
Nacional en Asunción que se había creado en 1877. De hecho, el texto no se adecua a
un alumno de escuela primaria.
Aunque no se especifica, se puede intuir que la distribución de este texto estaba
destinada a los docentes y no a los alumnos, y seguramente habrá influido que el mismo
Gómez de Terán se desempeñaba como Director de Escuelas Municipales de Asunción.
La obra fue sometida al estudio de los entendidos, y el mismo José Falcón14 dio
su veredicto positivo aclarando que “aun cuando se pudiera considerar su deficiencia
como compendio, las nociones que contienen son verdaderas, según el estudio que
tengo hecho y los conocimiento que me han proporcionado los varios documentos del
archivo nacional” (Terán y Gamba, 1879: 4).
Es importante señalar que a pesar de los textos escolares que circulaban por la
región, y que los autores ciertamente conocerían, no adoptaron una actitud recriminatoria
contra Francisco Solano López quien veía, según Terán y Gamba, “en el mantenimiento
de la independencia del Estado Oriental una garantía para la seguridad y prosperidad
del Paraguay” (Terán y Gamba, 1879: 160). Luego realizaban un somero racconto de
las batallas más importantes destacando sí la figura heroica de Bernardino Caballero,
quien era, en momentos de la redacción del libro, el hombre fuerte del Paraguay (Terán
y Gamba, 1879: 165).15
Existen diversas ediciones por país. Para un estudio de Abelardo Núñez, ver Ceballos, 2008.
13
El texto será conocido como “el Terán y Gamba”, así como se expresa en La escuela moderna.
14
José Falcón, fue el organizador del Archivo Nacional previo a la Guerra y tras ella fue el primer director
del mismo Archivo, además ocupó diversos puestos administrativos de importancia. Cfr. Falcón, J. 2006.
Escritos Históricos, Asunción: Servilibro. La edición y los estudios preliminares corresponden a Thomas
Whigham y a Ricardo Scavone Yegros.
15
Bernardino Caballero, nacido en 1839, llegó a General durante la Guerra contra la Triple Alianza y
acompaño a Francisco Solano López hasta las últimas batallas. Tomado prisionero fue conducido a
Río de Janeiro. Regreso en 1872 y comenzó a ocupar puestos en el Poder Ejecutivo hasta que llegó
a la presidencia, primero provisional en 1880 y luego constitucional de 1882 a 1886. Fue uno de los

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DOSSIER
Telesca. La guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en el Paraguay de fines del XIX...

El Mariscal López pasaba a convertirse en tirano recién tras los tribunales de


sangre.16 Si bien no presenta una imagen benévola de López, se mira al Paraguay y a la
guerra con una simpatía mayor que algunos de los textos que circulaban en el Río de la
Plata.17
El Compendio de Terán y Gamba, como también señala José Falcón, fue la
primera versión narrada de la historia del Paraguay tras la guerra contra la Triple Alianza
y se convirtió en el libro de enseñanza no sólo del Colegio Nacional sino de todas las
escuelas del país. Para 1890 el texto iba por su duodécima edición, a razón -en promedio-
de una edición por año con una tirada total no menor de diez mil copias. Sólo en el año
1889 se repartieron a las escuelas de todo el país 1.788 ejemplares. En otras palabras,
a decir por los números, esta versión de la historia del Paraguay estaba ampliamente
difundida en las décadas de los ‘80 y ’90 en los medios educativos paraguayos.
No fue ésta la única obra que intentó responder a los programas escolares. El
profesor Enrique Alliot publicó en Asunción su Elementos de Historia y Geografía en
1884, editado por la imprenta de La Democracia.18 De las once páginas que destina
a la “historia particular del Paraguay”, seis se refieren al Mariscal López y la guerra,
adoptando un tono más severo y condenatorio que el de Terán y Gamba, aunque de esta
última obra extrae los párrafos que se refieren a Bernardino Caballero (cf. Alliot, 1884:
11).
En la misma imprenta se publicó en 1887 la Pequeña Geografía (para los niños
de la Escuela de Arroyos y Esteros), obra del sacerdote paraguayo Fidel Maíz (1828-
1920).19 Este texto, si bien es de geografía, es importante porque se propone responder
a los manuales que circulaban en las escuelas. Si bien no cita a ninguno en especial, se
pregunta…
“Es por eso que me lastimo al ver que nuestros textos, aquellos
cabalmente que deberían despertar en los niños los sentimientos
de amor a la patria, sean tomados del extranjero…
¿Cómo nutrir, pero ni despertar estos sentimientos en los
tiernos corazones de nuestros educandos por medio de textos
de Geografía y de Historia, en que se nos pinta con colores
tan sombríos, en que se nos trata de autómatas paraguayos, en

fundadores de la Asociación Nacional Republicana en 1887.


16
Proceso judicial llevado a cabo en marzo de 1868 en San Fernando, sobre el río Tebicuary a 10 kilómetros
de su desembocadura en el río Paraguay. Se acusó a una serie de importantes personalidades, entre ellas
el obispo del Paraguay y familiares de Francisco Solano López, de conspirar contra la vida del Mariscal.
En la Tabla de Sangre se registra un total de 605 fusilamientos de personas acusadas de traición.
17
Para una compresión acabada de cómo los textos argentinos y uruguayos se referían a la historia del
Paraguay, ver Sansón Corbo, 2011.
18
El texto fue dedicado “Al Excmo. Sr. Don José S. Decoud, Secretario de Estado y Ministro de Relaciones
Exteriores”
19
Para profundizar sobre esta figura polémica ver Fidel Maíz, Etapas de mi vida, Asunción: El Lector, 1996
con un estudio documental de Carlos Heyn Schupp. Este mismo historiador ha editado los tres tomos
de los Escritos del padre Fidel Maíz, 2010-2011, Asunción: Academia Paraguaya de la Historia para el
primer tomo y CEADUC para los dos siguientes.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 137-148

que no se nos reserva ni siquiera el heroísmo del valor y del


patriotismo, y se nos enrostra siempre la culpa de haber tenido
tiranos, como si ellos no los hubieran tenido también?” (Maíz,
1890: VIII)

Esta cita nos pone sobre alerta que la narración histórica del pasado reciente
estaba siendo cuestionada en ciertos ámbitos. Fidel Maíz era al mismo tiempo una
figura de gran importancia tanto en los círculos intelectuales del Paraguay como por su
participación durante la guerra como capellán de López y responsable de las acusaciones
religiosas contra el obispo Palacios.
Sin embargo, el Consejo Superior de Educación, como ya vimos, en 1889 seguía
distribuyendo masivamente la obra de Terán y Gamba y ninguna otra de publicación
nacional.20
En la década del 90 se experimentarán cambios en el ambiente intelectual
paraguayo, de la mano de la fundación de la Universidad Nacional de Asunción a fines
de 1889. Los primeros abogados en graduarse, entre los que estaba Cecilio Báez (1862-
1941), lo hicieron en 1893. Esta nueva época intelectual se ve reflejada con la creación,
en 1895, del Instituto Paraguayo, y la publicación de su Revista del Instituto al año
siguiente.
Entre los discursos de apertura de dicho Instituto encontramos el de Cecilio
Báez quien recuerda que “El Paraguay ha atravesado una época de oscurantismo y
esterilidad. El buitre de la tiranía batió sobre él sus alas y el espíritu plegó las suyas,
como atacado de mortal deliquio” (Revista del Instituto, 1: 10).
En los siguientes cuatro números publicará la Revista las “Cartas polémicas”
entre Juan Carlos Gómez y Bartolomé Mitre que habían aparecido en La Tribuna de
Buenos Aires en 1869, y que pertenecían al archivo de Enrique Solano López, hijo del
Mariscal.21 El número 6, de marzo de 1897, está dedicado exclusivamente a brindar
diferentes informes sobre lo acontecido el primero de marzo de 1870, incluido un mapa
de Cerro Corá. Resulta llamativo que desde el segundo número de la Revista el tema de
la guerra estuvo presente entrega tras entrega por más de un año.
Figura importante durante estos años será Enrique Solano López Lynch, quien
se desempeñó como Superintendente de Escuelas desde 1894 hasta 1898. Vimos que
aportaba documentación para ser publicada, y además durante su gestión se publicó el
libro de Manuel de Mendoza, El Lector Paraguayo.22
Ésta ya era una obra destinada a la escuela primaria con sesenta lecturas
de las cuales treinta y cinco son de carácter histórico y catorce de ellas se refieren
20
De la primera edición de la obra de Fidel Maíz de 1887 se compraron 1000 ejemplares por el Ministerio
de Instrucción Pública, sin embargo no parece que hayan sido repartidos, de acuerdo al informe de 1889.
21
Enrique Solano López, hijo del Mariscal, había regresado al Paraguay en 1888 (Warren, 2101: 187-193).
22
Vimos ya que en la década anterior se habían comprado los tres tomos de El Lector Americano de
Abelardo Núñez. Manuel de Mendoza era de origen español, se desempañaba como Inspector de Escuela
desde 1889 y siguió ligado a la docencia por las siguientes décadas.

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DOSSIER
Telesca. La guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en el Paraguay de fines del XIX...

específicamente a personajes o batallas de la guerra. En éstas se destaca antes que nada


el heroísmo y patriotismo de la población que no luchó bajo el temor de un tirano,
sino por la independencia de su territorio: “Mártires de lealtad que, fieles a su jefe, le
acompañaron hasta la muerte y perecieron sin rendirse” (Mendoza, 1896: 111); y del
Mariscal López, dirá, “sucumbió espada en mano,… muriendo intrépido y heroico al
lado de sus últimos soldados” (Mendoza, 1896: 113). “Jamás”, se refiere en otra lectura,
“se borrará de la memoria del pueblo paraguayo el nombre del Presidente Francisco
Solano López” (Mendoza, 1896: 167).
Éste pareciera ser la finalidad del texto. En su primera lectura, llamada
precisamente “La lectura” le avisa Mendoza a los estudiantes que “leyendo conocerá la
relación heroica de la historia patria, legado de honor, depósito sagrado que es preciso
conservar incólume” (Ídem: 6).
Ningún otro texto, ni siquiera artículo periodístico había osado rescatar la figura
del Mariscal López como lo hiciera Manuel de Mendoza, pero no encontramos, sin
embargo, que haya tenido otra edición además de la de 1896.
Ese mismo año de 1896 Blas Garay23 publicaba desde Madrid su Compendio
Elemental de Historia del Paraguay.24 El estilo es muy similar al de Terán y Gamba y en
ciertos pasajes pareciera que lo siguió casi tal cual, como por ejemplo cuando se refiere
a las expectativas frustradas tras la elección de Francisco Solano López como presidente
(Cfr. Terán, 1878: 158 con Garay, 1896: 272).
En esta primera obra, Blas Garay presenta una visión del gobierno de López y
la guerra con luces y sombras. Por un lado afirma que la toma del Marques de Olinda
fue una agresión injustificada, pero a renglón seguido sostiene que el pueblo “recibió
con júbilo la noticia de que la guerra estaba declarada de hecho”, y concluye el párrafo:
“López marchaba, pues, en este punto, de acuerdo con él, y este entusiasmo de los
primeros momentos no decayó nunca” (Garay, 1896: 275).25
Reniega de las acusaciones “dictadas por tribunales incapaces de oponerse a las
venganzas del sanguinario presidente. En estos procesos eran generalmente fiscales el
P. Fidel Maíz, lo coroneles Crisóstomo Centurión y Aveiro, y otros” (Garay, 1896: 294)
pero al mismo tiempo sostiene que “Ningún pueblo rayó más alto en el heroísmo con
que defendió el suelo de la patria; ninguno llevó a tan extrema abnegación el sacrificio
por la integridad del territorio” (Garay, 1896: 295-296).

23
Garay nació en Asunción en 1873, fue alumno del Colegio Nacional y en 1893 ingresó en la Universidad
Nacional, en la facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Tras una carrera intensa, egresa con el título de
doctor a principios de 1896.
24
Formaba parte del proyecto editorial asunceno de Agustín Uribe. La primera obra de la colección
Biblioteca Paraguaya fue la Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata por Félix de Azara,
en dos tomos.
25
La toma del buque brasileño Marques de Olinda, el 12 de noviembre de 1864, cuando remontaba el río
Paraguay es considerada como el desencadenante de la guerra.

138
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 139-148

Al igual que en Terán y Gamba, además del pueblo el principal héroe es


Bernardino Caballero y dedica un apartado especial al tratado secreto de la Triple
Alianza y critica la ‘fanfarronería’ de Bartolomé Mitre.26
Lo que llama la atención es que la historia escrita por Garay concluye el 1 de
marzo de 1870, no continúa ningún apartado sobre lo que vino después, como sí ocurría
en las obras de Terán y Gamba y de Alliot.
Blas Garay, desde el título mismo, plantea su obra como alternativa a la de
Terán y Gamba. En un artículo suyo aparecido en el periódico asunceno La Opinión
indica que si bien es consciente de las deficiencia de su libro lo considera “preferible al
que actualmente sirve de texto en nuestras escuelas”, refiriéndose al de Terán y Gamba.
De hecho, plantea en dicho artículo que su obra tiene “un propósito de reparación”
(Telesca, 2012: 252).27
Sin embargo, la obra de Blas Garay tuvo una acogida tibia de parte de la
intelectualidad asuncena e incluso en la Revista del Instituto, aunque reconocen lo
novedoso de lo obra, no la encuentran apropiada para ser utilizada en las escuelas,
“porque los niños no deben de aprender sino aquello que está demostrado de modo
palmario y tiene toda la autoridad de una cosa debidamente juzgada” (Revista del
Instituto, 1897: 53).
Al año siguiente, también en Madrid, Garay publicó una versión más resumida
de su compendio titulada Breve Resumen de la Historia del Paraguay. Sigue el
mismo esquema del anterior, aunque no menciona ni a los fiscales de sangre ni las
fanfarronerías de Mitre. Sin embargo, concluye su obra afirmando que “La gloria que
por esta resistencia empeñadísima, sobrehumana, corresponde a López, que la dirigió,
no está desgraciadamente exenta de las manchas que sobre ella arrojan sus inauditas e
innecesarias crueldades” (Garay, 1897: 139).
Aunque en enero de 1898 fue aceptado el Compendio adecuado por las escuelas
del país por el mismo superintendente López, no consiguió que el Estado pagase una
edición especial aparte de la que ya había publicado por la casa editorial Uribe.
Según un artículo aparecido en el periódico asunceno La Democracia el 24 de
marzo de 1898, fue el Ministro argentino en Paraguay quien le pidió al Presidente que
se dejasen de lado dichos libros por ser contrarios a la Argentina. También el periódico
señala que varios directores de escuelas se opondrían a la adopción de los textos de
Garay.
En gran parte esto se debe a la oposición de Francisco Tapia, Director de la
Escuela Normal de Maestros en Asunción. Esta última se había fundado en 1896 y
Tapia, maestro normal formado en la Escuela de Paraná, Argentina, fue elegido como su
director, traído desde Buenos Aires donde se desempañaba como Inspector Provincial.
26
Este Tratado Secreto fue firmado por los representantes de Argentina, Uruguay y Brasil el 1 de mayo de
1865 y se mantuvo secreto hasta que la prensa inglesa lo divulgó al año siguiente. En este tratado, entre
otras cuestiones, se definían los límites que se le obligaría a tener al Paraguay con sus vecinos.
27
En el mismo artículo Blas Garay se refiere, además de lo fines reparadores, que escribió el libro “por
consideraciones de un orden más prosaico”, donde lo económico no ha de dejarse de lado.

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DOSSIER
Telesca. La guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en el Paraguay de fines del XIX...

En ese mismo año se creó en la capital la Escuela Normal de Maestras cuya


dirección le cupo a Adela Speratti, paraguaya formada en la Escuela Normal de
Concepción del Uruguay.
Tapia utilizaba como texto de historia nacional el libro de Terán y Gamba y se
oponía tanto al de Mendoza como al de Blas Garay (Tapia, 1898). Este último se quejará
desde su periódico La Prensa en marzo de 1898 porque los maestros no utilizan los
textos adoptados por el Consejo de Educación. El acusado será Tapia quien al utilizar
la obre de Terán y Gamba marcaba, según la denuncia, la tendencia en el resto de las
escuelas.
De igual modo, en marzo y abril de ese año Francisco Tapia y Blas Garay
intercambiarán denuncias aunque sin nombrarse. A principios del año escolar de 1898
se confeccionaron cuadernos con biografías de héroes del Paraguay, entre ellas la de
Francisco Solano López. Al enterarse Francisco Tapia mando prohibir el uso de dichos
cuadernos en las instituciones escolares a su cargo alegando que se estaba falseando la
historia nacional a la par que contraviniendo las leyes (Tapia, 1898).
Blas Garay por su parte a través de su diario, La Prensa, señalaba que “abusos
de tal índole no pueden ni deben ser tolerados. No se trata de un tirano, se trata de
un gobernante paraguayo… que debe merecer respeto” (23 de marzo de 1898). Hubo
marchas en contra de Tapia y solicitadas a favor del mismo.
Éste era el contexto en que cobra ahora todo sentido la disertación en 1902 de
Concepción Pérez que citábamos al inicio del texto.
Blas Garay muere en un duelo al año siguiente y Francisco Tapia dejará la
dirección de la Escuela Normal; pero el debate sobre la historia nacional no estaba
concluido. No se publicarán más textos escolares sino que los de Garay, Mendoza y
Terán y Gamba circularán por las diferentes escuelas (en especial los dos primeros),
quedando a la iniciativa del docente los contenidos a enseñar.28 Así se desprende de la
vivencia de César Martín, maestro de San Bernardino.

“Sin buenos textos, [afirma César Martín] sin libros con


relaciones históricas, sin cuadros murales que puedan servir
de levadura para una buena lección; tan solos “El breve
resumen de historia patria” por Garay o “El Lector Paraguayo”
por Mendoza, son los únicos libros al alcance de un maestro
de campaña; libros insuficientes, teniendo en cuenta que en
historia, como en todo, hay que saber mucho para enseñar bien
un poco (Revista de Instrucción Primaria, N° 2, 1903: 86).

28
En lo que se refiere a libros de historia nacional desde la obra de Garay en 1897 no se publicarán más,
sino sólo libros de lecto-escritura como El Nene Paraguayo de Manuel Chaves siguiendo el modelo de
la obra El Nene de Andrés Ferreyra (1865-1928), sin abordar en las lecturas temas relacionados con la
historia. La obra del pedagogo argentino publicada por primera vez en 1895 (y con sucesivas ediciones
hasta 1959) proponía un sistema gradual de enseñanza de la lecto-escritura.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 141-148

Se puede percibir que ya para estos años la obra de Terán y Gamba estaba
siendo cuestionada en cierto ambiente escolar. De hecho, en la Revista Escolar que era
el órgano del Consejo Nacional de Educación, de abril de 1901, Carlos Lelio hace una
crítica muy acabada de la historia de Terán y Gamba. Entre otros puntos critica el dejar
relegada a la figura del Dr. Francia y el no tomar en consideración ni siquiera los héroes
de la guerra. Su conclusión es que

“…mejor sería suprimir tal obra como libro de texto y


mientras aparezca una que satisfaga íntegramente las variadas
exigencias que debe llenar el interesante estudio de la
historia patria, dejar al criterio de los maestros la elección y
consulta de los textos y diversas publicaciones que con más
fundamentos y con tendencias verdaderamente científicas
y morales ‘hagan comprender a los niños el origen, carácter
y condición de la nación de que forman parte, y los prepare
para el ejercicio inteligente de sus deberes y responsabilidades
como ciudadano’” (Revista Escolar, 1901: 374).

Sin embargo, a pesar del estudio que podamos realizar alrededor de los textos
escolares debemos analizar la llegada de los mismos a los alumnos y de cómo los
maestros, cuando estos textos no llegaban, intermediaban entre los textos y los escolares.
Del mismo maestro de San Bernardino, César Martín, podemos ver qué uso se hacía
también de dichos textos en el aula misma:

“…Acomodándome a las circunstancias que me rodean,


sin grabados, sin estampas, sin cuadros que representen
los grandes hechos y personajes de la historia nacional,
comprendiendo que la enseñanza oral es deficiente, dado que
la lengua nacional es la que menos entienden mis alumnos,
he adoptado el método siguiente: Elegido el tema arreglado
al programa, refresco la memoria con textos a mano. Hecho
un resumen escrito, con él me presento a clase. Leído éste,
hago preguntas sobre los hechos más importantes, fijándome
en aquellos discípulos que menos conocen el castellano,
para hacerles hablar, idea primordial que llevo en todas mis
lecciones. Concluido este ejercicio, transcribo en la pizarra mi
resumen, para que lo copien en cuadernos preparados al efecto.
Casi siempre, se repite la lección en la conferencia próxima”
(Revista de Instrucción Primaria, 1903: 88).

Este testimonio sumado a muchos otros proveniente del interior del Paraguay
deja constancia que más que por uso de los textos escolares por parte de los alumnos, la

141
DOSSIER
Telesca. La guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en el Paraguay de fines del XIX...

transmisión de la historia estaba fundamentalmente intermediada por los docentes, y la


memorización la técnica más utilizada. La maestra Bertilda Shuttleworsk desarrollaba
una clase sobre la vida del General José E. Díaz utilizando métodos parecidos al de
César Martín: preguntas-respuestas ya dadas y escritura de las mismas; luego repetición
(Revista Escolar, 1901: 509-510).29
De igual manera queda también de manifiesto en el Informe pasado a la
Dirección de Escuelas por el Inspector General Manuel W. Chaves, el 23 de enero de
1901 en lo que se refiere a la enseñanza de la historia:

“En la mayoría de nuestras escuelas considero su enseñanza


defectuosa; en los métodos que se emplean no hay deducción de
los hechos y acontecimientos, todo se deja librado al esfuerzo
nemotécnico del educando. La inspección ha procurado que
no se haga tanto uso de los textos para la enseñanza de esta
asignatura; más todavía, teniendo en cuenta que nos hace
falta, mucha falta, un historiador que presente a cada uno de
nuestros personajes con sus vicios y virtudes y trate los hechos
y acontecimientos con la imparcialidad y perfección que debe
emplear el investigador amante de la verdad y de la justicia…”
(Chaves, 1901: 24).

Sin lugar a dudas, el cambio de siglo fue un momento de mucha efervescencia


alrededor de la enseñanza de la historia: qué enseñar, cómo enseñar y para qué enseñar.
Ramón Indalecio Cardozo, director de la Escuela Graduada de varones de Villarrica, en
su conferencia dada en ocasión de la fiesta del 14 de mayo, también se refirió al tema y
de una manera muy puntual:

“…para que su enseñanza resulte fecunda hay que seguir el


siguiente plan: despertar en los niños el amor al suelo natal,
el cariño a sus héroes y veneración a sus mártires, por medio
de lecciones que hablen, en conformidad con el estado de
desarrollo mental, al sentimiento; y hacer que investiguen el
origen y causa de los hechos sociales, que comparen entre sí
los sucesos históricos, los personajes que han actuados en ellos
con relación al medio social, y sacar las consecuencias ya sean
buena o fatales.
Con la primera fase de la enseñanza de la Historia formaremos
ciudadanos amantes de la patria, cuyo infortunio o grandeza
29
El Gral. Díaz era la figura heroica de la guerra; vencedor en la batalla de Curupayty era el personaje
más recordado en los discursos y tareas escolares. Estanislao Zeballos se refiera a él como “Este hijo del
pueblo, ennoblecido por su valor y cierta altivez de carácter, ante el mismo López, es el héroe popular de
la guerra. Los paraguayos le cantan todavía versos compuestos a su memoria” (Brezzo, 2015: 79-80).

142
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habrale impresionado, porque habremos llevado a la mente


infantil por medios concretos, la imagen de la patria idolatrada.
Con la otra, investigadores capaces de pensar en serio, cuando
grandes, en el porvenir de la patria.” (Revista Escolar, 1901:
490).

El aula era el ámbito de acción de los docentes y los contenidos que enseñaban
no siempre iban de la mano con las indicaciones del ministerio. Por otro lado, la mayoría
de los educadores en esto años no habían sido formados en las escuelas normales y sus
influencias no se dejan sentir en todos los rincones de la patria.30
Según David Velázquez (2015) hacia 1900 la mayoría del personal docente que
enseñaba en las escuelas del Paraguay no había pasado por las Escuelas Normales.
Su formación autodidáctica venía acompañada de los textos escolares recibidos desde
Asunción y de las diversas Revistas Escolares. Es muy difícil por lo tanto trazar una línea
ideológica teniendo en cuenta que en los primeros años posbélicos muchos también eran
extranjeros.
El 24 de diciembre de 1900, la directora de la escuela graduada de Villa Rica,
Lorenza T. de Vico le escribe al presidente Emilio Aceval sobre su actividad en la escuela:
“Aunque muy humilde, mi contingente en la gran obra regeneradora, estoy dispuesta
hasta el sacrificio si fuera necesario, consagrar todos mis esfuerzos para contribuir a
la realización de los grandes ideales en pro de esta patria tan digna por su heroísmo y
cruentos sacrificios.” (Revista Escolar, 1900: 170-171)
Cuando se revisan las revistas escolares de la época donde se registran
discursos, ponencias o incluso las celebraciones festivas,31 la idea de patria, del pueblo
heroico, de figuras como el General Díaz aparecen constantemente. Como en el resto
de la sociedad, la memoria sobre la guerra tampoco era unánime y se percibe un ligero
cambio en las publicaciones con el correr de los años hacia una reivindicación mayor
de tal acontecimiento.
Esta falta de unanimidad memorial queda reflejada en las celebraciones del 25
de noviembre en 1889 en las escuelas asuncenas.
Por un lado, Ángel Vázquez, Preceptor de la escuela de niños de la Catedral,
tras una semblanza de los héroes de la independencia (sin mencionar, sin embargo,
al figura del Dr. Francia) se refería a la guerra y expresaba que “no quiero tratar de
enternecer a mis conciudadanos, haciéndole recordar la luctuosa y desastrosa época de

30
El dilema entre los valores cívicos o militares como definidores de espíritu patriótico se puede ver
reflejado también en la poesía de Ramón Melgar, “El educacionista y el soldado” aparecida en el número
3 de la Revista Escolar, en enero de 1901 (174-175). Melgar era argentino y la poesía pensada en
términos generales y no referentes al Paraguay; sin embargo, que la Revista lo haya incluido nos señala
la necesidad que tenía el órgano educativo nacional de hacer hincapié en los valores cívicos.
31
Las fiestas patrias celebradas en esos años eran el 14 de mayo, independencia, y el 25 de noviembre, jura
de la Constitución.

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Telesca. La guerra en la escuela. Textos de lectura y celebraciones escolares en el Paraguay de fines del XIX...

nuestros mayores, recuerdo que bien van borrándose de nuestra memoria en presencia
de esta nueva época…” (La Escuela Moderna, N° 10, 1889: 188).
Por otro lado, también se reproducen en dicha publicación discursos de los
alumnos como el de Irene Degásperi quien, delante del Presidente Patricio Escobar
(general del Mariscal López durante la guerra), sostenía “que 19 años hace que eminentes
patriotas paraguayos juraron nuestra Constitución, sostener nuestra libertad y nuestros
derechos o regar con su noble sangre el sagrado suelo de nuestra patria…” (La Escuela
Moderna, 1889: 190).
Una década y media más tarde, esta misma falta de unanimidad se refleja en los
discursos para las celebraciones de mayo de 1903. La Revista de Instrucción Primaria
dedica su número de mayo de dicho año a compartir con sus lectores, que eran otros
maestros (se hacían 600 ejemplares), los programas de las diversas celebraciones tanto
en la capital como en el interior. Respecto a la guerra y al patriotismo los discursos van
de una crítica a la tiranía y a la guerra como el de Jorge Trigo, en Luque, hasta el de
Eladio Argüello, en Asunción, donde reclamaba que “A la patria se la debe amar sin
reserva, sin reparos ni atenuaciones como se ama a la madre que nos ha brindado con
la rica leche de su pecho: por ella se debe amar cuanto ella ame, y aborrecer cuanto
aborrezca ella. El hombre verdaderamente patriota debe contener… hasta la voz de
su conciencia… ¡El honor de la bandera, la salud de la patria lo piden, lo reclaman, lo
exigen todo!” (Revistas de Instrucción Primaria, 1903: 152-153).32
Entrados ya en la primera década del siglo XX y tras haberse desarrollado el
célebre debate entre Cecilio Báez y Juan E. O’Leary, las fiestas patrias se van convirtiendo
en actos que escapan al control de las autoridades educativas. Juan Ramón Dalhquist,33
Inspector General de Escuelas presenta al Director General de Escuelas su memoria
anual el 31 de enero de 1908 en la que, entre otros ítems, aborda las celebraciones de
las fiestas patrias y afirma:

“No puede negarse que con estas fiestas viene introduciéndose


abiertamente un patrioterismo funesto, que bien puede
llegar a domeñar el corazón de la niñez que se levanta…
bien conoce el señor Director a qué clases de abusos suelen
prestarse esas fiestas y de consiguiente los resultados suelen
ser frecuentemente contraproducentes” (Revista de Instrucción
Primaria, 1908: 341; resaltado en el original).

Reconoce el Inspector General lo eficaz de las fiestas para generar cariño en los
estudiantes hacia la nacionalidad y los símbolos patrios, pero se queja de “la excesiva
32
Estas ideas ya las expresaba el mismo Fidel Maíz en su Geografía. Allí expresaba que “Las cicatrices
de una madre deben cubrirse con respeto y veneración, y por pobre y humillada que haya sido, no se
la puede dejar de amar, mucho menos se la puede cambiar por otra, aun cuando ésta sea opulenta y
coronada” (Maíz, 1890: VIII).
33
Juan Ramón Dalhquist, nació en Argentina en 1884, hijo de madre paraguaya se radicó en Paraguay
desde pequeño. Maestro normal especializado luego en la Escuela Normal de Paraná.

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vulgarización de dichas fiesta” (Ídem). La solución propuesta por Dalhquist no era la de


atacar las causas de dicho patrioterismo sino se basó simplemente en reducir el número
de fiestas patrias a celebrar.

III
Si las alarmas que el Inspector Dalhquist levantaba en 1908 eran ciertas, y los
hechos posteriores nos mostrarán de qué manera lo eran,34 nos queda concluir que en
esas décadas el Consejo Nacional de Educación no logró, si ese era su objetivo, unir la
idea de amor a la patria a un imaginario cívico.
Si como señala Liliana Brezzo la memoria sobre la guerra no era unánime,
tampoco lo era a nivel educativo y esto se aprecia con claridad analizando las revistas
escolares de la época, como bien indica Liliana Brezzo, “el pasado no era el mismo
para todos” (Brezzo, 2001: 167). En el aula y en los discursos de las fiestas escolares, y
siempre estos mediados por las revistas, nos indican que no había una postura decidida
de cómo abordar el tópico de la pasada guerra, de cómo relacionar la educación primaria
con la construcción de una ciudadanía no marcada por un nacionalismo guerrero.
Para inicios del siglo XX esto queda más en evidencia reflejando las disputas
que transcurren más allá de los centros escolares. Lo que la sociedad no había aún
resuelto, la escuela tampoco pudo lograrlo.

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Garay, B. 1897. Breve Resumen de la Historia del Paraguay. Madrid: Uribe,

34
Para un análisis del ‘despertar’ nacionalista ver los textos de Brezzo, 2010 y Rivarola, 1993.
35
La fecha de culminación responde al último número existente en la Biblioteca Nacional, Paraguay.

145
DOSSIER
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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
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147
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 149-160

BATISTA PEREIRA
UM NACIONALISTA LIBERAL DA VELHA REPÚBLICA BRASILEIRA

Batista Pereira
a liberal nationalist from brazilian old republic

Luiz Felipe Viel Moreira*

Resumen
Este artículo tiene como objetivo buscar el sentido de la producción intelectual de Antonio Batista
Pereira, un pensador con ricas memorias para la historia brasileña, pero que aún es bastante desconocido en
su propio país. Pereira fue un intelectual liberal y nacionalista de la vieja república, muy cercano al poder
político nacional, y que editó un conjunto variado e importante de textos, relacionados a cuestiones de
nuestra identidad y su vínculo con el Río de la Plata.

<Liberalismo> <nacionalismo> <revisionismo histórico>

Abstract
This paper aims to search for the meaning of the intellectual production of Antonio Batista Pereira,
a thinker with rich memories for the Brazilian history, buy largely ignored, even within the country. He
was a liberal and nationalist intellectual of the old Republic, always very close to national political power.
Nevertheless, Batista Pereira edited a varied and important collection of texts that were ordered around
issues about our identity and its bond with Rio de la Plata.

<Liberalism> <nationalism> <historical revisionism>

Recibido: 12/09/2015 // Aceptado: 13/11/2015

*
Universidad Estadual de Maringá – UEM.

149
DOSSIER
Viel Moreira. Batista Pereira. Um nacionalista liberal da velha república brasileira

Antonio Batista Pereira (1880-1960), até para um leitor brasileiro mais atento,
soa como um nome muito pouco conhecido. Mas Batista Pereira foi uma figura que
sempre esteve ao lado das esferas mais amplas do poder político durante a República
Velha (1889-1930), em grande medida dada sua proximidade com o conhecido estadista
e jurista Rui Barbosa, seu sogro. Sua trajetória intelectual se situou, em grande medida,
junto a categoria de letrados que atuaram em um período permeado de significativas
rupturas políticas no Brasil, como as revoltas militares da década de 1920, a revolução
de 1930, a rebelião paulista de 1932, o levante comunista de 1935 e a implantação do
Estado Novo, em 1937. Assim, estamos falando de um homem que nasceu ainda no
Império, e que teve a vida adulta produtiva majoritariamente desdobrando-se ao longo
da República Velha e nos primeiros anos da era Vargas.1
Batista Pereira fez parte de uma geração que, dadas ás consequências advindas
da primeira guerra mundial, viveu o choque do colapso dos valores e instituições da
civilização ocidental liberal, mas que para muitos de seus contemporâneos no Brasil foi,
a partir de então, um posicionar-se diante das novas opções políticas e seus extremos,
tanto à esquerda como à direita.2 A opção de Batista Pereira foi a menos perceptível e
ruidosa: a da sobrevivência dos valores e instituições liberais vivenciadas pela sociedade
brasileira. E dentro dos cânones do liberalismo, seus ensaios nacionalistas trilharam
caminhos próprios. Ensaios que apareceram em vários volumes da Coleção Brasiliana
já na década de 1930, e isto por si só tem um significado. Mas o isolamento em que viveu
Batista Pereira nas últimas décadas de sua vida cortou a ligação com uma nova geração
de intelectuais, surgidos no pós-segunda guerra mundial, e isso em parte explica o seu
anonimato. A busca do sentido de sua produção intelectual é o objetivo deste trabalho.3
Natural do Rio Grande do Sul mudou-se jovem para São Paulo, devido ao
trabalho de seu pai. Sua atuação como juiz e jornalista, o aproximou de importantes
figuras da administração pública de São Paulo, como o futuro presidente Rodrigues
Alves (1902-1906), que se tornou seu protetor. Com as credenciais que tinha e o pedido
do presidente, Batista Pereira ingressou no corpo diplomático, sendo designado pelo
Barão do Rio Branco para fazer parte da delegação junto à Segunda Conferência
Internacional de Paz em 1907, na cidade de Haia. Quando de sua ida para a Europa, já
contava com vinte e oito anos, tendo aí conhecido a Rui Barbosa, chefe da delegação
brasileira. A partir deste momento, a vida de Batista Pereira passou a estar para sempre

1
Para uma visão mais ampla sobre a produção cultural do Brasil a época, ver: Micelli, S. 2001. “Intelectuais
e classe dirigente no Brasil (1920-1945)”. In: Intelectuais à brasileira. São Paulo: Companhia das Letras.
Gomes, Â. de C. 1999. História e historiadores. A política cultural do Estado Novo. 2.ed. Rio de Janeiro:
FGV.
2
Uma análise interessante sobre este debate para a intelectualidade brasileira, ver em: Bueno, L. 1930.
Uma história do romance de 30. São Paulo: Edusp.
3
A parte mais significativa do pensamento de Batista Pereira foi publicada na prestigiosa coleção Brasiliana,
nos primeiros anos da nova República. Em 1925, depois da falência da Editora Monteiro Lobato e Cia.,
era criado uma nova firma. Nascia a Companhia Editora Nacional. Em 1931, no mesmo ano da criação do
novo Ministério da Educação e Saúde, a Companhia Editora Nacional lançava a “Biblioteca Pedagógica
Brasileira”. Era toda uma aposta da editora no mercado da educação superior. A Biblioteca subdividiu-se
em várias séries, sendo a mais importante a “Brasiliana”. Esta série foi iniciada em 1931, com “Figuras
do Império e outros ensaios”, de Batista Pereira.

150
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 151-160

ligado afetiva, política e intelectualmente, ao já renomado jurista. As relações afetivas


se deram pelo fato de Batista Pereira ter-se tornado genro de Rui Barbosa, havendo uma
grande afinidade entre ambos. Para toda a grande família manter-se próxima, abandonou
a diplomacia e retornou ao Ministério Público. Batista Pereira e família passaram a viver
na imensa casa do senador baiano, no bairro do Botafogo na cidade do Rio de Janeiro.4
Quando se olha a vida de Batista Pereira como um todo, existe a percepção clara
de três etapas. O primeiro período vai até 1923, quando morre Rui Barbosa. Foi todo
um caminhar de formação intelectual, e de embates políticos que se envolveu por força
dos vínculos familiares que criou após seu casamento. A segunda fase, de produção
intelectual, ocorreu ao longo das décadas de 1920 e 1930, também correspondendo a
seu afastamento das lutas partidárias. A partir de meados da década de 1930, tem-se a
última etapa, em que tanto autor como obra, deixaram de ter visibilidade. É esta fase
intermediária, a mais curta, entre os embates político-partidários e seu ocaso, que aqui
será vista.
O primeiro teste político para Batista Pereira foram ás eleições presidências
de 1910, na qual Rui Barbosa enfrentou o Marechal Hermes da Fonseca, sobrinho do
Marechal Deodoro da Fonseca, fundador da República. Rui Barbosa, contando com
Batista Pereira, iniciou a chamada Campanha Civilista em 1909, tendo como peça
organizadora de seu discurso político o perigo do militarismo, a defesa dos princípios
democráticos e o voto secreto. Os resultados das urnas foi adverso. E o mesmo aconteceu
nas eleições de 1914 contra Wenceslau Brás. Pela segunda vez se frustrava para Rui
Barbosa, com o apoio de Batista Pereira, o caminho para o Palácio do Catete, no Rio de
Janeiro. Em 1918, Rui Barbosa novamente se postulou ao cargo máximo da República,
então disputando contra Epitácio Pessoa. Mas pela terceira vez as ambições políticas de
Rui Barbosa e Batista Pereira não puderam ser concretizadas.5
No ano de 1923, com a morte de Rui Barbosa, Batista Pereira viu sua
existência transformada. Ao mesmo tempo não lograva obter a cadeira de deputado
para o Congresso Nacional, como representante pela província do Rio Grande do Sul.
A primeira grande etapa na vida de Batista Pereira chegava ao fim, contando ele então
com quarenta e três anos. Longa jornada no qual veio a se arrepender por ter gasto
tanto tempo quanto energia. Abria-se a partir de então uma segunda nova janela, a que
levaria a uma produção intelectual. Nos quatro anos seguintes, publicou uma série de
conferências sobre seu sogro e sobre sua experiência frustrada nas eleições do Rio
Grande do Sul. Eram o “Rui estudante”, “Rui artista”, “Rui Barbosa e o Rio Grande do
Sul”, “Rui Barbosa e o Supremo Tribunal” e “Pela redenção do Rio Grande”.
Mas, já em 1927, seus trabalhos se encaminharam para o campo da história.6
Várias de suas conferências foram publicadas num só volume da Coleção Brasiliana,
4
Para um dos raros dados biográficos sobre Antonio Batista Pereira, ver: Lacombe, A. J. 1960. Batista
Pereira. In: Digesto Econômico, Rio de Janeiro, a.17, n.156, nov. -dez. pp.78-83.
5
Para uma leitura mais ampla da história da República Velha, ver: Albuquerque, M. M. de. 1984. Pequena
História da Formação Social Brasileira. 3.ed. Rio de Janeiro: Graal; Junior, A. M. e Maranhão, R. 1981.
Brasil História. Texto e consulta. 2.ed. São Paulo: Brasiliense. Vol. 3. República Velha; Fausto, B. 2006.
História do Brasil. 12.ed. São Paulo: Edusp.
6
Entretanto, ainda em 1928 foi publicada a “Coletânea Literária de Rui Barbosa”, tendo sido Batista

151
DOSSIER
Viel Moreira. Batista Pereira. Um nacionalista liberal da velha república brasileira

“Pelo Brasil Maior” (vol. 21, 1934). Também apareceram pela Brasiliana, três volumes
de ensaios: “Figuras do Império e outros ensaios” (vol. 1, 1931), “Vultos e episódios do
Brasil” (vol. 6, 1932) e “Diretrizes de Rui Barbosa” (vol. 7, 1932). Em 1932 também
sai o romance “A ilusão russa”. E em 1933 “O Brasil e o anti-semitismo”. E entre 1934
e 1935 refundou a “Revista Brasileira”. Tudo isto se deu em uma etapa de profundas
transformações no país, e que no plano cultural, se expressou na expansão da rede de
instituições culturais públicas, bem como em um surto editorial.
Batista Pereira, entretanto, ainda fazia parte de uma intelectualidade de uma
etapa anterior, cuja atuação originou-se grandemente a partir da importância da rede de
relações sociais tecidas. E com a fé ainda inabalável nos valores e instituições liberais
vivenciadas pela sociedade brasileira. A expressão disto está em sua produção, bem
como em sua filiação intelectual, da qual teve dois mestres anteriores a Rui Barbosa:
Eduardo Prado7 e Capistrano de Abreu.8
Além de seus mestres, Batista Pereira teve um grande admirador, o inglês e
prêmio Nobel de literatura Rudyard Kipling. Quando da passagem pelo Rio de Janeiro
da família Kipling, em 1927, Batista Pereira serviu de anfitrião, visto ter sido o tradutor
de algumas de suas obras no Brasil.9 Para Batista Pereira, Kipling era o maior escritor
vivo, e um microcosmo da Inglaterra, país mãe de todos os parlamentos liberais, de
onde emanava a luz menos imperfeita da justiça dos homens.
No ano seguinte a estada de Kipling, Batista Pereira fez uma conferência na
Faculdade de Belo Horizonte, intitulada “Civilização contra a Barbárie”. O ano foi
bastante emblemático na história do pensamento brasileiro. A República, em muitas
publicações de 1928, inclusive neste ensaio de Batista Pereira, aparecia sendo reavaliada
em seus próprios pressupostos.10 A conferência teve como tema central o nacionalismo
Pereira o organizador da mesma. E, em 1929, Batista Pereira prefaciava a segunda edição das “Cartas de
Inglaterra”, de Rui Barbosa, bem como publicava ‘Rui Barbosa. Catálogo das suas obras’.
7
Batista Pereira, atuando no jornalismo no início de sua vida adulta, teve uma convivência com Eduardo
Prado (1860-1901). Para Eduardo Prado, os acontecimentos que seguiram a queda da monarquia em
1889, com a censura à imprensa, a supressão das discordâncias e a violência do regime republicano,
consolidam uma visão de um Império liberal, frente a uma República que se mostrava reacionária. Como
um monarquista que havia sentido a sobrevivência da República depender da extensão de seus laços com
os EUA, aproveitou a oportunidade para publicar, em 1893, “A ilusão americana”. O livro, um clássico
que antecede questões postas por Rodó em “Ariel” (1900), é um ataque à república brasileira, criticando
a relação imperialista dos EUA para com a América Latina – a edição foi apreendida pelo governo
brasileiro, levando-o ao exílio. Ver: Prado, E. 1958. A ilusão americana. 4.ed. São Paulo: Brasiliense.
Mas o significado mais profundo que ficou para Batista Pereira do pensamento de Eduardo Prado, não foi
o seu viés político, e sim o da afirmação de um nacionalismo cultural, bem como o resgate do idealismo,
num momento em que se vivia a hegemonia do pensamento positivista no Brasil. Para isto ver: Pereira,
A. B. 1902. Eduardo Prado. O escritor, o homem. São Paulo: Escola Saleziana.
8
Capistrano de Abreu (1853-1927) foi contemporâneo e amigo de Eduardo Prado, e construiu uma
narrativa historiográfica utilizando a crítica das fontes – inédito entre os historiadores nacionais de sua
época.
9
As experiências da convivência com o casal e suas observações sobre o pensamento de Kipling foram
transcritos em um ensaio, redigido ainda em 1927. Para uma leitura de ‘Rudyard Kipling e o Rio de
Janeiro’, ver: Pereira, A. B. 1931. Figuras do Império e outros ensaios. 2.ed. São Paulo: Companhia
Editora Nacional. Biblioteca Pedagógica Brasileira Brasiliana, v.1.
10
Ao longo do ano de 1928 foi produzida uma série de radiografias sobre o Brasil. As mais significativas

152
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 153-160

cultural, fazendo um balanço das responsabilidades na República pela divulgação da


chamada “campanha lopizta” advinda do Rio da Prata, sendo esta vista como uma
propaganda nitidamente anti-brasileira.
Para Batista Pereira, o conflito das repúblicas sul-americanas com o império
brasileiro teria sua origem em um conflito anterior, entre Espanha e Portugal. Como
antes, era um conflito de raças. O ódio ao português se transferiu ao brasileiro. Com
a guerra contra o Paraguai, a hostilidade contra o Brasil ganhou terreno, sendo grande
propagador o argentino Juan Bautista Alberdi. Proclamada a república, os argumentos
contra o Brasil tomariam nova vida, pelas mãos dos próprios positivistas brasileiros.
O amor da república devia nutrir-se do desprezo pela monarquia; assim nada melhor
do que fazer da guerra do Paraguai o estigma do Império. E assim o fizeram o herói
republicano Benjamin Constant e o recentemente falecido Teixeira Mendes. Bem como
continuava fazendo um contemporâneo seu, Roquette Pinto. Somavam-se a estes,
um pequeno grupo de militares brasileiros, fiéis ao Apostolado Positivista, com uma
produção intelectual pequena e de pouca relevância, mas carregada de significado pelo
eco que sua propaganda fazia no exterior.11
A resposta a esta produção também se situou no campo historiográfico, com
Batista Pereira ocupando a maior parte do ensaio tentando mostrar as permanentes
contradições deste “revisionismo histórico”, e sua campanha de reabilitação da figura
de Solano López. Além do que, demonstrava estar a par da bibliográfica paraguaia
recente, pois passava a fazer menção aos trabalhos da “Junta Patriótica” de Assunção.
A referência era á obra, “El Mariscal Francisco Solano López”, publicado na capital
paraguaia em 1926. O livro havia sido elaborado pelos liberais paraguaios e apresentava
vários “juízos autorizados” que desacreditariam a figura de Solano López. Para Batista
Pereira, a eficiente propaganda revisionista platina sobre a guerra, tocava sempre na tecla
de ter sido aquela uma luta de David contra Golias. Assim, todo o sacrifício brasileiro
em nada contava, com o interesse humano sendo sempre posto basicamente ao lado do

foram Macunaíma, de Mário de Andrade; Martim Cererê, de Cassiano Ricardo e Retratos do Brasil, de
Paulo Prado (1869-1943), sobrinho de Eduardo Prado. Para uma leitura sobre a história do pensamento
brasileiro na época, ver: Martins, W. 1996. História da Inteligência Brasileira. 2.ed. São Paulo: T.A.
Queiroz Ed. Vol. VI. 1915-1933. O ensaio de Batista Pereira ‘Civilização contra Barbárie’ foi publicado
em: Pereira, A. B. 1934. Pelo Brasil Maior. São Paulo: Companhia Editora Nacional. Biblioteca
Pedagógica Brasileira Brasiliana, v. 21.
11
No Rio da Prata, uma das maneiras de pensar o nacionalismo foi a que nas primeiras décadas do
século XX encarou a revisão histórica um grupo de intelectuais. O que os aproximou foi um discurso
com característica comuns sobre o passado colonial e nacional, que veio a colocá-los em confronto
com tradições historiográficas oficiais, isto é, liberais. Toda esta produção historiográfica não passou
desapercebida no Brasil, principalmente quando a temática centrava-se nos acontecimentos relativos
a revisão sobre a história da Guerra da Tríplice Aliança. Assim, intelectuais como o paraguaio Juan
O’Leary (1879-1969), o mexicano Carlos Pereyra (1871-1942), o uruguaio Luis A. de Herrera (1873-
1959) ou o argentino Manuel Gálvez (1882-1962) tiveram sua produção conhecida no Brasil. Para uma
leitura sobre o revisionismo histórico platino, ver: Moreira, L. F. V. 2007. “Os intelectuais brasileiros
e o revisionismo histórico platino”. In: Moreira, L. F. V. (coord.). Instituições, fronteiras e política na
História Sul-Americana. Curitiba: Juruá.

153
DOSSIER
Viel Moreira. Batista Pereira. Um nacionalista liberal da velha república brasileira

Paraguai. Com seu trabalho, esperava uma reversão desse quadro, que considerava ser
uma ilusão de perspectiva, como tantas outras “ilusões americanas”.12
Alguns meses depois, ainda no ano de 1928, fazia outra conferência, intitulada
“O Brasil e a Raça”, na Faculdade de Direito de São Paulo.13 Falando aos estudantes
da faculdade, procurava transmitir uma lição de energia e patriotismo. O que faltaria
ao Brasil seria um Espírito Nacional, o que fora conseguido pela Argentina, e que
se traduziria em uma palavra – “argentinidad”. Assim, para Batista Pereira, seria
impossível na Argentina professores que praticassem a detração da Pátria, e militares
que fornecessem argumentos a possíveis reivindicações. A crítica voltava a se destinar
em grande medida contra os militares positivistas, mas também a todo o processo de
politização que seguia envolvendo o exército brasileiro, iniciado com o movimento
tenentista nessa mesma década. Um exército que para ele deveria estar disciplinarmente
alheio á vida política.
Mas a crítica de Batista Pereira ia além, envolvendo o próprio ensino da história.
Um ensino onde professores de História do Brasil não estudavam o conflito com o
Paraguai; no qual escolas seguiam adotando compêndios escolares onde continuava se
responsabilizando o Imperador pela guerra, ou mesmo omitindo o nome de Rui Barbosa
entre os fundadores da República. Para o país acreditar em si mesmo, desenvolver o
orgulho nacional, isto aconteceria apenas com o fortalecimento da cidadania. A história,
desta forma, desempenharia um papel fundamental no desenvolvimento da nação.
E nisso julgava a própria importância de seu trabalho, ao ajudar a denunciar o que
considerava serem calúnias históricas.
O ensaio dava continuidade a um pensamente que, dentro dos cânones do
liberalismo, permanentemente retomava como central as temáticas de um nacionalismo
cultural. Em meados da década de 1920, para muitos intelectuais como Batista
Pereira, a raça já não tinha conotações biológicas, e sim culturais/espirituais, sendo o
mexicano José Vasconcelos, com sua raça cósmica, um de seus grandes referentes.
Batista Pereira em “O Brasil e a Raça”, acalentava a idéia de que nossa nação estava
construindo nos trópicos uma civilização original e vitoriosa, refutando as teorias de
Buckle, Gobineau e Lapouge, autores que considerava desconhecerem que o progresso
do espírito havia eliminado o fator racial. Assim, Batista Pereira afirmava com orgulho
ufanista que éramos um país mestiço e nisso estava a nossa superioridade, com seu
consequente progresso.14
12
A resposta e reação no Brasil a essa produção revisionista, não foi feita apenas por Batista Pereira. Outros
intelectuais, também considerados nacionalistas, o fizeram: Lindolfo Collor (1890-1942), com a obra “No
Centenário de Solano López”, de 1926; Luis da Câmara Cascudo (1898-1986), com “López do Paraguai”
(1927); o Gral. Mario Barreto, com “A campanha lopezguaya” (1928) e Gustavo Barroso (1888-1959),
com “Brazil em face do Prata” (1930). Intelectuais que na década de 1930 seguiram caminhos políticos
distintos. Alguns permaneceram em suas análises dentro dos cânones do liberalismo, como o caso de
Lindolfo Collor e Batista Pereira. Outros, como Câmara Cascudo e Gustavo Barroso, passaram a flertar
com um pensamento de extrema direita.
13
Editado pela casa Rossetti de São Paulo nesse mesmo ano, o ensaio ‘O Brasil e a Raça’ voltou a ser
publicado em: Pereira, A. B. 1934. Pelo Brasil Maior. São Paulo: Companhia Editora Nacional Biblioteca
Pedagógica Brasileira Brasiliana, v.21.
14
A valorização da mestiçagem no pensamento brasileiro aparece pioneiramente em Eduardo Prado. No

154
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 155-160

Em 1929, Batista Pereira publicava por ocasião da vinda do Presidente norte-


americano Hoover ao Brasil, um ensaio intitulado “Brasil e Estados Unidos: afinidades
históricas entre os dois países” (Pereira, 1938). No ensaio, passava a enumerar o que
considerava serem as compatibilidades entre as histórias do Brasil e dos Estados
Unidos, afinidades estas que seriam inúmeras e profundas. As grandes lições que o
Brasil deveria aprender com o exemplo dos EUA, seria o orgulho que eles tem deles
mesmos, bem como a preocupação com a educação, base de uma prosperidade que tanto
admirava. Acreditava que os EUA começariam a dar vazão aos bons sentimentos de
solidariedade humana, cabendo ao presidente Hoover redefinir o conceito da doutrina
Monroe, interpretando-a como solidariedade e não como conquista.
Em 1930, após o golpe que pôs fim a República Velha, Batista Pereira
produzia um novo ensaio “A formação espiritual do Brasil”.15 Para ele, o progresso
e modernização pelo qual passava São Paulo, que tanto admirava, tinham um preço.
A prosperidade material não deveria ser o único índice de julgamento. O princípio
espiritual, criador de valores permanentes, é que deveria ter primazia sobre o princípio
utilitário. Batista Pereira acreditava que a síntese subjetiva do Brasil estava dado por
um triângulo formado pelo jesuíta Anchieta, pelo Marquês do Pombal e Rui Barbosa.
O padre Anchieta teria criado ainda no período colonial, o pragmatismo religioso; o
ministro português Pombal, teria imposto o ateísmo do Estado, herdado pela monarquia
brasileira; e o senador Rui Barbosa, teria pregado e proclamado o regime em que o
Brasil vivia, de uma Igreja livre em um Estado livre. Valores que deveriam pautar a
atuação da nação no cenário internacional, pois o autor acreditava que o século XX
seria já o século do Brasil, com o país logrando quebrar distâncias e se tornando o maior
celeiro de matérias primas do mundo.
Dada as transformações que varriam o Brasil com a revolução de 1930, Batista
Pereira se impôs resgatar o que considerava ser a atualidade do pensamento de Rui
Barbosa. Aos valores e instituições liberais da sociedade brasileira, defendidos por Rui
Barbosa ao longo das últimas décadas, somava-se também o resgate do Império, com
suas instituições e figuras. Os erros do passado, longe estavam de significar zerar a
conta. Tanto o Império, quanto a antiga República, teriam contribuições a dar aos novos
tempos com o varguismo.
Em 1931, Batista Pereira pronunciava uma conferência na Faculdade de Direito
de São Paulo, intitulada “Rui Barbosa, a constituição e o militarismo” (Pereira, 1938).
Batista Pereira ao centrar seu discurso na atuação de Rui Barbosa ao longo da primeira
constituinte republicana no final do século XIX, bem como seus embates políticos na

percurso assinalado que leva a Batista Pereira, cabe menção ainda a Manuel Bomfim (1868-1932), com
seu livro “América Latina: males de origem”, de 1905. Bomfim, autor que também passou um pouco
desapercebido, comparado a outros ensaístas de seu tempo, observou os equívocos das teorias racistas,
chamando a atenção da significação das condições reais da vida para o desenvolvimento do caráter
nacional. A originalidade de seu pensamento foi deslocar uma interpretação que se encontrava no campo
biológico, para o econômico-social. Ver: Bomfim, M. 1993. América Latina: males de origem. 4.ed. Rio
de Janeiro: Topbooks.
15
O ensaio foi escrita em outubro de 1930. Ver: Pereira, A. B. 1934. Pelo Brasil Maior. São Paulo:
Companhia Editora Nacional. Biblioteca Pedagógica Brasileira Brasiliana, V.21.

155
DOSSIER
Viel Moreira. Batista Pereira. Um nacionalista liberal da velha república brasileira

época, tratou de fazer um paralelismo com os problemas institucionais e as necessidades


constitucionais que vivia o Brasil, após a ruptura política de 1930. Para Batista Pereira,
o Estado de São Paulo, centro decisório maior da República Velha, não poderia ser
responsabilizado por todos os erros do regime passado. Clamando pela reintegração da
ordem constitucional, informava não ser refém da corrente que pedia a sua adesão ao
novo regime. Isto significaria uma covardia a velhas amizades feridas pelo infortúnio do
novo momento político. Via a si mesmo no papel de um comandante em alto mar, que
não podia pular do barco, a pesar de não se sentir culpa de muitas manobras equivocadas
ocorridas na embarcação.
Denegrir a todo um regime pelo desacerto de alguns dos seus executores, lhe
parecia uma tarefa de crianças, não de homens. E de todo não seria tão ruim o regime
que saia de cena. Batista Pereira defendia a Constituição da República Velha, mesmo
com suas falhas. E neste balanço sobre as instituições brasileiras, Batista Pereira voltava
a resgatar o papel exercido pelo “Conselho de Estado” durante o Império. Para ele, a
instabilidade da República Velha poderia ter sido melhor equilibrada com a restauração
desse importante órgão monárquico, e que cumpriu a tarefa de orientar o Imperador. Um
assessoramento que faltou aos presidentes republicanos, e no qual se colocava como
protagonista. Um exemplo que dava, era a permanente tensão que o Brasil vivia em
relação aos demais países do Rio da Prata. Ele, que se considerava o depositário oral
da tradição do Barão do Rio Branco e da diplomacia imperial, por duas vezes teria
tentado falar com dois presidentes sobre a política platina, pois achava conhecer bem
seus segredos. Mas suas palavras de alerta teriam caído num vazio, o que certamente
não ocorreria se houvesse um Conselho de Estado.
Os alertas de sua conferência, cheia de simbolismo, davam-se num momento
crucial da vida política. O local onde o ensaio foi lido era especial; a Faculdade de Direito
do Largo de São Francisco, em São Paulo. Daqueles bancos escolares saíram tanto o
autor como Getulio Vargas. As conclusões da conferência eram simples: pedia-se que
fosse chamada uma constituinte. O Brasil precisava urgentemente de uma constituição.
O ambiente político no Brasil, entretanto, rapidamente se deteriorou, com justamente
São Paulo protagonizando, em julho de 1932, a Revolução Constitucionalista. As
conseqüências, a pesar da derrota dos revoltosos, foram as eleições no ano de 1933
da tão exigida Assembleia Constituinte, com a promulgação da nova constituição
republicana em 1934.
Mas, em meio ao conturbado ano de 1932, era publico pela Coleção Brasiliana,
um dos livros mais interessantes de Batista Pereira, com um sugestivo título: “Diretrizes
de Ruy Barbosa. Segundo textos escolhidos, anotados e prefaciados por Batista Pereira”
(Pereira, 1932). Com todo um caráter discricionário, foram textos escolhidos, anotados
e comentados por ele. No prefácio, informa que a imensa obra de Rui Barbosa ressentia-
se da falta de uma síntese, sendo uma produção dispersa e fragmentária e de difícil
acesso, verdadeira raridade. Por isso a coletânea se legitimaria, sendo os escritos
agrupados em capítulos temáticos. A atuação de Batista Pereira, foi muito maior do que
ser um mero recompilador e sucinto comentador do pensamento liberal de Rui Barbosa,
como informa e aparentemente poderia ser. Suas notas, muitas vezes mais extensas que

156
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 157-160

as transcrições dos textos do senador, indicam um claro propósito militante, colocando


em confronto as idéias que acreditava com a realidade política dos tempo em que vivia,
e que já olhava com descrédito.
Ainda neste ano de 1932, Batista Pereira publicava pela Editora Nacional, uma
obra diferente, escrito pelo autor como uma advertência. “A Ilusão Russa”, romance
anticomunista e ambientado quase todo na União Soviética, tinha como objetivo
desmascarar o que considerava ser uma cruel realidade por trás da propaganda feita
pelo regime soviético, e que já começava, a seu entender, a encantar a muito no Brasil
(Pereira, 1932). Em 1933, já tendo se iniciado os trabalhos da Assembléia Constituinte,
Batista Pereira proferia uma conferência na chamada “Casa Rui Barbosa”, a antiga casa
patriarcal no bairro do Botafogo, local que já para a época abrigava eventos culturais e
onde seguia vivendo o próprio autor com a família. “O Brasil e o anti-semitismo”, foi
lido na presença de uma plateia também formado por diplomatas estrangeiros (Pereira,
1933). O ensaio, como o próprio título indicava, foi não apenas de denúncias precursoras
contra as perseguições na Alemanha nazista aos judeus, mas também um clamor contra
um regime que via como totalitário. Na ocasião, os diplomatas alemães saíram da sala
em protesto. Batista Pereira chegou a pedir um boicote aos produtos “made in Germany”
enquanto o país fosse governado pelos nazistas, o que segundo ele, poderia ser feito até
em atos simples, como não assistir a um filme alemão. O ambiente político no Brasil da
época, no entanto, era bem mais complacente para com a Alemanha. Ao final, começava
a se consolidar um pensamento conservador na sociedade brasileira, o qual não deixava
de flertar com os regimes totalitários de direita da Europa. De qualquer forma, o texto
de Batista Pereira não deixou de ser um sinal de alerta que, no pós-guerra, viria a cair na
vala comum das revelações sobre os horrores do nazi-fascismo.
Em 1934, iniciava Batista Pereira sua última grande aventura intelectual com a
refundação da Revista Brasileira. Era a retomada de um projeto editorial que vinha desde
o século XIX, e que sofreu várias interrupções. Batista Pereira foi o diretor responsável
da quarta versão da Revista Brasileira, que durou apenas dois anos, entre 1934 e 1935.
A redação estava a cargo de Ruy Batista Pereira, seu filho. E a secretaria sob os cuidados
de Samuel Wainer, jovem jornalista de origem judaica vindo de São Paulo. O projeto
editorial era oferecer ao leitor, um panorama bastante variado de temas atuais, com um
número expressivo de páginas, quase em formato de livro e com sessões fixas. A revista
passava a transcrever trabalhos captados tanto de colaboradores do Brasil como do
exterior. As notícias sobre os acontecimentos contemporâneos mais importantes vinham
de um trabalho jornalístico próprio, e da reprodução de matérias das grandes agências
internacionais.
Revista Brasileira deveria inspirar-se na norte-americana “Review of Review’s”,
e na francesa “Le Móis”, consideradas as duas mais completas fontes de informação
da publicidade moderna. Seu público leitor era pensado em termos de elites culturais,
a quem a revista deveria proporcionar informações. Mas não conseguiu se afastar do
torvelinho das lutas partidárias nacionais, como pretendia. Em 1935, em seu segundo
ano, saiu em um de seus números, um extenso artigo de Miguel Reali, “Síntese da
doutrina integralista”, com a redação observando introdutoriamente ser o Integralismo

157
DOSSIER
Viel Moreira. Batista Pereira. Um nacionalista liberal da velha república brasileira

um movimento patriótico.16 O artigo havia sido trazido por Ruy Batista Pereira, que
seria um admirador deste grupo político de direita, e do próprio fascismo.
A revista que havia publicado na íntegra no ano anterior o ensaio de Batista
Pereira “O Brasil e o anti-semitismo”, um libelo no enfrentamento ao totalitarismo
de direita, agora publicava o pensamento de Miguel Reali, intelectual de destaque
do partido Integralista, que flertava com o nazi-fascismo. Independente da redação
se eximir da responsabilidade pelo conteúdo dos artigos publicados, em nome da
pluralidade de pensamento, acolhendo assim em suas páginas o que considerava as mais
diversas manifestações do pensamento social e político moderno, os acontecimentos
tiveram repercussões internas dentro da revista, com Samuel Wainer demitindo-se.17
Alguns meses depois, sem anunciar problemas de nenhuma natureza, a revista deixava
de circular, sendo seu último número, o de novembro de 1935.
O encerramento da revista representou, também, o fim de uma maior visibilidade
e trânsito de Batista Pereira junto às elites culturais do país. Iniciava-se a partir daquela
data, a última fase de sua vida, que representou o seu desaparecimento intelectual.
Então com cinqüenta e cinco anos, Antonio Batista Pereira passou a se envolver com a
arqueologia brasileira, sem nada publicar sobre o assunto. Um fim melancólico para um
pensador produtivo e com ricas memórias para a história brasileira. Um intelectual liberal
e nacionalista da velha república, mas que editou um conjunto variado e importante de
textos, e que se ordenaram em torno de questões sobre a nossa identidade e seu vínculo
com o Rio da Prata. A historiografia brasileira, ao facilmente arrolar e amplamente
divulgar a obra dos chamados grandes intérpretes do país, como Capistrano de Abreu,
Gilberto Freyre, Sergio Buarque de Holanda, Caio Prado Jr, e outros “iluminados”,
simplifica e conduz o debate segundo algumas premissas que se querem ver como
absolutas para o pensamento brasileiro. Batista Pereira, e muitos outros, tem um papel a
ser resgatado, em obras tão pouco lidas quanto estudadas, e muitas vezes ditas e vistas
como “menores”. Eis o significado deste trabalho.

16
Antes de iniciar o artigo, porém, a redação da revista fazia a seguinte observação: “Com este trabalho,
a ‘Revista Brasileira’ inicia uma série de artigos sobre o Integralismo, que é o mais belo, patriótico e
irresistível movimento de opinião já processado em nossa Pátria. Miguel Reale é o homem indicado
para dar a conhecer aos brasileiros as bases da doutrina Integralista, pois ocupa no partido a destacada
posição de Secretário Nacional de Doutrina. Nos próximos números publicaremos, do mesmo autor,
novos trabalhos sobre a grande cruzada de salvação nacional empreendida pelos legionários do sigma”.
Na seqüência, vinha uma nota de roda-pé enunciativa: “Os artigos publicados com assinatura não são de
responsabilidade da redação. Revista Brasileira como uma síntese do momento contemporâneo, acolhe
em suas páginas as mais diversas manifestações do pensamento social-político moderno, sem que isto
implique no entanto com seu próprio ponto de vista.” Ver: Revista Brasileira. 1935. Rio de Janeiro, mar.,
n.7, p.27.
17
Em suas memórias, Samuel Wainer confirmava como motivo de sua saída o artigo de Miguel Reale.
Ver: Wainer, S. 1989. Memórias de um repórter. Rio de Janeiro: Record, pp. 47. Ruy Batista Pereira,
no entanto, continuou colaborando com a revista. Em artigo de maio de 1935, “As asas italianas”, ele
concluía, a partir da análise histórica, que a ascensão de Mussolini fora definitiva para o avanço do país
na área da aviação. Ver: Revista Brasileira, Rio de Janeiro, mai. 1935, n. 8.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 159-160

Referencias bibliográficas
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Fausto, B. 2006. História do Brasil. 12.ed. São Paulo: Edusp.
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2.ed. Rio de Janeiro: FGV.
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In: Moreira, L. F. V. (coord.). Instituições, fronteiras e política na História Sul-
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Editora Nacional. Biblioteca Pedagógica Brasileira Brasiliana, v.1.
Pereira, A. B. 1933. O Brasil e o anti-semitismo. Rio de Janeiro: Guanabara. Separata
das publicações da Casa de Rui Barbosa – Conferências II – Rio de Janeiro:
Imprensa Nacional, 1945.
Pereira, A. B. 1932. A Ilusão Russa. São Paulo: Companhia Editora Nacional.
Pereira, A. B. 1932. Diretrizes de Ruy Barbosa. Segundo textos escolhidos, anotados
e prefaciados por Batista Pereira. São Paulo: Companhia Editora Nacional.
Biblioteca Pedagógica Brasileira Brasiliana, V.7.
Pereira, A. B. 1934. Pelo Brasil Maior. São Paulo: Companhia Editora Nacional.
Biblioteca Pedagógica Brasileira Brasiliana, V. 21.
Pereira, A. B. 1938. Vultos e episódios do Brasil. 2.ed. São Paulo: Companhia Editora
Nacional. (Biblioteca Pedagógica Brasileira Brasiliana, V.6. 1ª ed.,1932.
Pereira, A. B. 1938. “Brasil e Estados Unidos”. In: Vultos e episódios do Brasil. 2.ed.
São Paulo: Companhia Editora Nacional, 1938. Biblioteca Pedagógica Brasileira
Brasiliana, V. 6. A primeira edição é de 1932.
Prado, E. 1958. A ilusão americana. 4.ed. São Paulo: Brasiliens.
Revista Brasileira. 1935. Rio de Janeiro, mai. 1935, n. 8.
Revista Brasileira. 1935. Rio de Janeiro, mar., n.7.
Wainer, Samuel. 1989. Memórias de um repórter. Rio de Janeiro: Record.

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Notas y
Documentos
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 163-166

LA HISTORIA REGIONAL EN LA ARGENTINA.


SUS APORTES Y DESAFÍOS PARA EL FUTURO

María del Mar Solís Carnicer*

Recibido: 03/09/2015 // Aceptado: 06/11/2015

La historia regional ha tenido un enorme desarrollo en las últimas décadas. A los


importantes aportes en el área de la historiografía mexicana o brasilera, se han sumado
trabajos en Venezuela, Colombia, Chile y otros países de América Latina. La Argentina
también ha avanzado en esa dirección a partir de las investigaciones de historiadores e
historiadoras de las diferentes regiones y provincias. La tradicional Historia Nacional
de corte centralista concebida a fines del siglo XIX y desarrollada a lo largo de todo el
siglo XX -según la cual la Historia de Buenos Aires o rioplatense podía considerarse
como sinónimo de Historia Argentina- ha sido fuertemente cuestionada y discutida en
los últimos años. Las numerosas contribuciones realizadas por la historiografía regional
han sido fundamentales en ese campo.
La progresiva formación de los historiadores provinciales a través de una
carrera universitaria, permitió la definición de un campo profesional en el ámbito de
las provincias. De esta manera, los estudios regionales comenzaron a extenderse a raíz
de la expansión de las universidades y centros de investigación A esta renovación de
la historia regional han contribuido diferentes disciplinas sociales como la economía,
la demografía, la sociología, la antropología, la teoría literaria, los estudios culturales
y las ciencias políticas. Por otra parte, este desarrollo también se vio favorecido con
el mejoramiento de los archivos locales, las políticas estatales de descentralización de
los centros de educación superior, el intercambio académico de los historiadores en
congresos y reuniones y los proyectos colectivos de investigación multidisciplinar. La
sistematización de estos trabajos no sólo ha permitido ampliar el conocimiento sobre un
vasto campo sino, en especial, ha abierto la puerta a nuevas perspectivas metodológicas
de trabajo. Al mismo tiempo que se ha avanzado en el conocimiento de los procesos
políticos, económicos y sociales, se ha reflexionado acerca de la relación entre la historia
nacional y la historia regional o provincial y sobre la pertinencia de estos estudios y

*
Directora de la Especialización en Historia Regional de la Facultad de Humanidades – UNNE, Prof.
Titular por concurso en la cátedra Historia Argentina Contemporánea de la misma Facultad e Investigadora
Adjunta de Conicet en el IIGHI (Conicet- UNNE)

163
NOTAS Y DOCUMENTOS
Solís Carnicer. La Historia Regional en la Argentina. Sus aportes y desafíos para el futuro.

el carácter que debe asumir la historia regional. En definitiva, la historia argentina se


volvió más compleja, más interesante, más llena de variedades y de matices.
Sin embargo, y a pesar de la enorme producción renovada, debe señalarse que
en esta historia regional más reciente, aún subsisten enfoques tradicionales, donde el
objeto de las investigaciones se reduce a la promoción de los héroes locales o a escribir
la historia de “sus” pueblos, municipios, regiones o provincias, sin buscar ampliar la
mirada más allá de esos límites cercanos. Muchas veces la historia regional se aisló de
la historia en general, reduciéndose a una historia local – o más aún, localista- que la
aleja de la posibilidad de dar respuesta a problemas generales. Por ello es que la historia
regional, puede ser un muy buen complemento a las tendencias globalizadoras actuales,
pero sólo si tiene en cuenta la existencia de estos debates e interpretaciones y se presenta
como una forma concreta de percibir esa globalidad. En este sentido consideramos que
uno de los principales aportes que puede brindar el estudio de la historia regional es
su contribución a la mejora del entendimiento de la relación entre lo particular y lo
general, de lo micro con lo macro, del sujeto con la estructura. Abordada desde esta
perspectiva, la historia regional puede conducir a modificaciones sobre modelos
consolidados y por tanto, plantear nuevos interrogantes o encontrar nuevas respuestas a
viejas problemáticas.
En este caso reunimos en el presente dossier tres contribuciones de importantes
historiadoras especializadas en la historia regional. Las mismas fueron originalmente
expuestas en forma de conferencias en el marco de la Especialización en Historia
Regional de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste
entre 2013 y 20151. Se trata de los aportes de María Silvia Leoni (UNNE)2, Susana
Bandieri (UNCo- Conicet)3 y Sandra Fernández (UNR- Conicet)4. Decidimos reunirlas
y publicarlas porque consideramos que las reflexiones y aportes que cada una de ellas
realizan, son fundamentales para entender qué es, para qué sirve y cómo se hace historia
regional. Al tiempo que señalan los problemas y desafíos que se plantean hacia el futuro5.
María Silvia Leoni, en su artículo “Historia y Región: La Historia Regional
de cara al siglo XXI”, se pregunta sobre los conceptos de región, regionalismo y
regionalización, establece una diferenciación entre los mismos y señala las confusiones
más comunes que se dan en su uso. Se interesa también por analizar el proceso de
construcción de la región en la Argentina trazando un paralelismo con la construcción
1
La Especialización en Historia Regional es una carrera de posgrado que se dicta en la Facultad de
Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste en la ciudad de Resistencia (Chaco- Argentina)
desde el año 2013. Actualmente se encuentra en curso la segunda cohorte. http://hum.unne.edu.ar/
postgrado/especializ_historia/especializ_historia.htm
2
María Silvia Leoni dictó la conferencia inaugural de la primera cohorte de la carrera el 17 de mayo de
2013.
3
Susana Bandieri dictó su conferencia el 6 de diciembre de 2013.
4
Sandra Fernández dictó la conferencia inaugural de la segunda cohorte de la carrera el de 2 de octubre de
2015.
5
Estas mismas conferencias –junto a la de otros investigadores- se encuentran disponibles en el canal de
youtube de la Especialización en Historia Regional de la Facultad de Humanidades de la UNNE URL:
https://www.youtube.com/user/EspecializacionUNNE

164
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 165-166

del estado nacional. Luego avanza específicamente sobre la historia regional, sus
características y prácticas en América latina y Argentina y los aportes de la misma en
los últimos años. Finalmente, dedica un espacio a la reflexión sobre la relación entre la
historia regional y la educación, en el que señala el cada vez mayor interés por incluir
en la escuela la enseñanza de la historia regional y los problemas y desafíos que ello
planteó al sistema educativo argentino.
En “La Patagonia en clave regional: un camino posible para una historiografía
renovada”, Susana Bandieri se concentra fundamentalmente en la forma en la que
fue concebida tradicionalmente la historia argentina y el modo en que ésta abordó a
las regiones, fundamentalmente la Patagonia. Señala los problemas de periodización
que se plantean en la historia argentina tradicional que no tuvo en cuenta los procesos
diferenciados en cada una de las regiones. A partir de la historia de la Patagonia
plantea las posibilidades que la historia regional ofrece para enriquecer y renovar la
historiografía argentina sobre todo aquella “demasiado generalizante y encerrada en los
límites territoriales del Estado- Nación”.
Por último, Sandra Fernández, en su artículo “La perspectiva regional/local en la
historiografía social argentina” analiza críticamente su desarrollo en las últimas décadas
deteniéndose especialmente en aquellos hitos que hicieron posible su consolidación y
proyección. Reflexiona acerca de las influencias recibidas desde diferentes latitudes y
tradiciones y se cuestiona acerca de sus limitaciones y posibilidades. En este agudo
examen identifica aquellos ejes que distinguen a este tipo de estudios: sus estrechos
vínculos con la historia social y la relevancia de la dimensión contextual como principio
de organización de la investigación.
Los tres artículos –desde sus propias perspectivas y propósitos- muestran con
claridad el importante recorrido que ha realizado la historia regional en la historiografía
argentina así como también señalan aspectos por mejorar y caminos que todavía quedan
por transitar hacia el futuro. Las tres autoras coinciden en que la reflexión teórico-
metodológica por parte de quienes trabajan en ella resulta fundamental si lo que se
busca es hacer una historia más rica y más compleja. Este dossier fue pensado en esa
dirección, pretende ser un aporte para seguir analizando y discutiendo sobre esta forma
de hacer historia que todavía tiene mucho por ofrecer y no es un hecho casual incluirlo
en Folia Histórica del Nordeste, una de las revistas con mayor tradición en este campo
en el país.

165
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 167-178

HISTORIA Y REGIÓN:
LA HISTORIA REGIONAL DE CARA AL SIGLO XXI

History and Region:


Regional History on the twenty-first century

María Silvia Leoni*

Resumen
El artículo se inicia con algunas consideraciones conceptuales sobre región, regionalización y
regionalismo y puntualiza algunos aspectos a considerar cuando estudiamos su construcción. Se realiza un
repaso por el proceso de regionalización en la Argentina y más específicamente el caso del Nordeste. Este
contexto permite explicar la situación actual de la historia regional a nivel latinoamericano y argentino, con
las importantes innovaciones introducidas en las últimas décadas. Finalmente, una breve referencia a la
relación de esta nueva historia con su enseñanza.

<Región> <historia regional> <regionalización>

Abstract
The article begins with some conceptual considerations on region, regionalization and regionalism
and points out some issues to consider at the study of their construction. A review of the regionalization
process in Argentina and more specifically the case of the Northeast is performed. This context helps
to explain the current situation of the regional Latin American and Argentine history, with important
innovations in recent decades. Finally, a brief reference to the relationship of this new history with teaching.

<Region> <regional history> <regionalization>

Recibido: 03/09/2015 // Aceptado: 06/11/2015

*
Dra. en Historia. Facultad de Humanidades. UNNE. mariasilvia@gmx.net

167
NOTAS Y DOCUMENTOS
Leoni. Historia y Región: la Historia Regional de cara al siglo XXI.

Para poder referirnos a la situación actual de la historia regional, partiremos de


la ineludible pregunta ¿qué es una región? El concepto de región encierra una cuestión
problemática, ya que no tiene una definición única y acabada. Remite en la actualidad
a variadas definiciones y aproximaciones teóricas, propias de las distintas ciencias
sociales y humanas: geografía, antropología, economía, entre otras.
Ante esta variedad de definiciones, la palabra región también aparece unida
a otros términos: se habla de región geográfica, región económica, región histórica.
Advertiremos que esta última –pese al uso del término histórica- no puede asimilarse a
la noción de región que utiliza la historiografía hoy, ya que, como veremos, ha merecido
críticas por parte de las perspectivas actuales.
Como punto de partida, consideramos que la región se construye sobre la
dinámica de la relación hombre-espacio, es una construcción social, por lo cual debemos
examinar los criterios utilizados para construirla.
La región entendida como producto de una “lógica social”, como “espacialidades
diferenciales” -un concepto nacido a fines de la década de 1980, es considerada un
sistema abierto, un objeto que se aborda mediante sucesivas aproximaciones que
apuntan en su conjunto a la idea de totalidad (Girbal-Blacha y Cerdá, 2011). Por lo tanto,
se han abandonado las concepciones esencialistas, que la consideraban dotada de una
configuración persistente a través del tiempo, para referirla a un sistema o subsistema, a
relaciones y efectos que determinan su conformación, continuidades y cambios. Se trata
de un espacio heterogéneo, discontinuo y no necesariamente coincidente con los límites
naturales o jurídicos.
Y aquí debemos plantearnos su vinculación con otras nociones, como las de
frontera y espacio local. Unas pocas palabras sobre la noción de frontera, de gran
utilidad en los estudios regionales. Entre los autores argentinos, Nidia Areces ha
reflexionado sobre este tema e identifica la frontera como el espacio de intercambio, de
flujo, de comunicación, por el que la comunidad se conecta con el exterior, en un sentido
diametralmente opuesto al de la frontera como límite, correspondiente al paradigma del
Estado nación. La frontera se configura por la expansión de una determinada sociedad
sobre el espacio, de acuerdo con su propia dinámica interna. Esto lleva al establecimiento
de variadas relaciones con las sociedades circundantes que a su vez, han construido sus
propios espacios. La frontera es el área de contacto de formaciones sociales diversas
(Areces, 2006). Pensemos en la importancia de estudiar el proceso de conformación de
los espacios fronterizos en sus dimensiones política e institucional, que implica procesos
de negociación entre regiones, al interior del Estado nacional, tanto como la imposición
de reglas de juego desde el Estado nacional, cuando estos límites se fijan sin tomar en
consideración la territorialidad. Las regiones existen dentro, entre y sobre los Estados
constituidos y están siendo el principal factor de cambio estructural en las últimas
décadas. Asimismo, al interior de una región existen unidades geográficas y sociales
locales, y zonas fronterizas y transfronterizas internas, que pueden tener micro-dinámicas
particulares (Hurtado, 2010). Por otro lado, el sentido de lo local (locus=perteneciente al
lugar), tampoco tiene fronteras físicas ni administrativas inmutables. Es, como las otras,

168
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 169-178

una categoría flexible. El espacio local ha adquirido importancia para la historiografía a


partir del desarrollo de campos como el de la historia urbana.
En síntesis, el concepto de región se obtiene a partir de los resultados de la
investigación y no antes. Se ha señalado que la región es una hipótesis por demostrar
(Van Young). Es decir, la definición de región depende de la especificidad de la realidad
histórica que se aborda; es entonces cuando se determina espacial y temporalmente.

Región, regionalización y regionalismo


Es importante atender a la distinción entre los conceptos de regionalización
y de regionalismo. Regionalización se refiere a los esfuerzos estatales a través de una
variedad de medidas para integrar la región dentro del estado y controlarla. Pensemos
en los procesos de regionalización en Argentina desarrollados desde mediados del siglo
XX. Regionalismo representa el esfuerzo por crear una conciencia y una ideología
política dentro o en nombre de la región. Para Bourdieu (2006), el discurso regionalista
es un discurso performativo, cuya finalidad es imponer como legitima una nueva
definición de las fronteras y hacer conocer y reconocer la región así delimitada contra
la definición dominante, que la ignora. Este acto de categorización ejerce poder por sí
mismo: las categorías regionales instituyen una realidad usando el poder de revelación
y de construcción ejercido por la objetivación en el discurso.
Los intelectuales han jugado un papel determinante en la tarea simbólica de
construcción de la región, que, como señala Alejandro Benedetti, se combina, refuerza
o contrapone, según las circunstancias, con otros factores que han intervenido en la
producción de imaginarios regionales: la toponimia y la genealogía de categorías
regionales, el discurso escolar, la literatura de viajeros, los discursos académico
y político, la cartografía histórica y la iconografía oficial, la prensa y los medios de
comunicación. Asistimos así a la construcción intelectual de un espacio al cual se le
asignan características específicas.
El regionalismo se fundamenta en una exaltación de la patria chica; de la matria,
como la denomina Luis Gonzalez y Gonzalez, y ha producido un tipo de historiografía, la
historia local, que crea una mitología unificadora contraria a los proyectos unificadores
nacionales (Betancourt, 2008).

Región y estado nacional en la Argentina


Desde una perspectiva política, podemos decir que la región es construida de
manera similar a la nación, lo que lleva a discutir el nivel de invención frente al de
fundación histórica. Como señala Einar Niemi (2000), estas unidades territoriales han
sido construidas por los modernos procesos políticos de regionalización.
Las relaciones entre nación y región son centrales en nuestra historiografía a
la hora de definir estos espacios. El vínculo con el espacio nacional y la convivencia
entre regiones pueden generar relaciones de interdependencia tanto como de conflicto y

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NOTAS Y DOCUMENTOS
Leoni. Historia y Región: la Historia Regional de cara al siglo XXI.

también crean las disparidades regionales, en el sentido de que existen regiones centrales
y regiones marginales o periféricas.
Distintas perspectivas historiográficas han buscado en la geografía claves para
interpretar los conflictos no resueltos del proceso social argentino; claves como el
despoblamiento y las distancias, el antagonismo litoral-interior o provincias-Nación.
En la Argentina encontramos una potente matriz espacial en las explicaciones sobre
la sociedad y la cultura nacionales; Adrian Gorelik (2001) observa que en esta matriz
el mapa representa al cuerpo de la nación y se afirma que el hombre y la cultura son
telúricos. Desde el siglo XIX, se advierte una larga tradición dentro del ensayismo que
reconoce la clave de los males del país en el territorio y que equipara la palabra desierto
con la ausencia de naturaleza, de pasado y de cultura.
Las diferencias regionales son tópicos frecuentes en los estudios sociales, pues
existe consenso en torno a una visión sobre el territorio que pondera su diversidad en
términos de oferta ambiental mientras observa negativamente sus disparidades internas
en términos socio-económicos y poblacionales. Siguiendo nuevamente a Benedetti,
diremos que, promediando el siglo XX, las políticas territoriales que buscaban solucionar
los problemas de escaso crecimiento y desequilibrios sociales internos, apelaron a las
teorías regionales que, a pesar de su exiguo éxito, dejaron en el mapa argentino algunas
huellas.
Las regionalizaciones, señala Silvia Quintero (2002), podrían leerse en
relación con dos horizontes problemáticos. Por un lado, con la necesidad de contar
con instrumentos dotados de cierto consenso científico, para clasificar las riquezas y
potencialidades de las distintas localizaciones del territorio nacional, con vistas a
profundizar el proceso de inserción de la economía local en el espacio mundial. Por otro
lado, como estrategias de integración y jerarquización de los sectores sociales que las
regiones albergan o simbolizan.
Por su parte, los regionalismos en la Argentina no adquirieron el carácter de
movimientos separatistas ni independentistas, ni cobraron gran protagonismo, siendo
las identidades provinciales los más poderosos movilizadores de solidaridades que
entraron en conflicto sistemáticamente con la territorialidad del estado nacional.
Algunos provincialismos son muy marcados, como el caso correntino, lo cual incidiría
negativamente en la construcción de una región como la nordestina. Chiaramonte
(2008) señala como en el siglo XIX se había constituido una provincia-región en torno
a la ciudad de Corrientes.
Por otro lado, en el pensamiento geográfico argentino se encuentran relatos
regionales que arrancan en el pasado remoto, creando una ilusión de continuidad y
permanencia, más allá de los procesos sociales de cambio; a ello colabora que en la
toponimia regional hay nombres que tienen un origen prehispánico, como Chaco. Esta
gran persistencia alimenta interpretaciones de larga duración, donde el surgimiento de
las regiones muchas veces se rastrea, inclusive, hasta el neolítico (Benedetti, 2009).
La denominación Nordeste, en cambio, no es un término con raigambre histórica.
El hoy llamado Nordeste argentino (provincias de Chaco, Corrientes, Formosa y

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 171-178

Misiones) corresponde a un espacio de tardía incorporación al estado nacional -excepto


el caso de la provincia de Corrientes-, pues gran parte de su superficie lo hizo en las
últimas décadas del siglo XIX bajo el estatus de territorios nacionales, con todas las
diferenciaciones y restricciones políticas que ello suponía para sus habitantes. Recién al
promediar el siglo XX, Chaco, Formosa y Misiones adquirieron el rango de provincias
argentinas.
El Nordeste no ha sido, por lo tanto, un espacio ni histórica ni geográficamente
homogéneo; probablemente su característica común es su situación periférica con
respecto al centro establecido en Buenos Aires. Más allá de ello, se advierten procesos
diferenciados que tuvieron asiento en cada una de las provincias/regiones que hoy lo
componen. Las particulares concepciones en torno a la hoy llamada región Nordeste
condujeron a delinear sus propios límites y a buscar sus raíces históricas en diferentes
momentos y circunstancias. De allí que se definieran distintas configuraciones de este
espacio bajo denominaciones tales como región misionera, región chaqueña, Litoral
argentino, Mesopotamia. El río Paraná ha jugado un papel en este contradictorio proceso
de vinculación/separación entre los subespacios que conforman la región.
El dilema, que no pretendemos resolver en este momento, queda planteado,
como se indica en el Prefacio de Fulgor del desierto verde (1985), del historiador
chaqueño Guido Miranda, donde se pregunta “¿Gran Chaco o Nordeste argentino?”

La historia regional
El problema regional ha sido un tema recurrente en la historiografía
latinoamericana. Una de las preocupaciones centrales ha sido cómo abordar el problema
de la unidad nacional ante el fenómeno del regionalismo. El discurso integrador sobre
la nación encubrió el problema regional. Paralelamente a los principios de la identidad
nacional forjada por los liberales desde el siglo XIX, surgió una especie de “centralismo
historiográfico” que negó lo heterogéneo y diverso, ocultó las diferencias espaciales
existentes en el nivel local y regional, para crear y justificar la creación de las historias
nacionales, como síntesis de las nacientes identidades nacionales latinoamericanas
(Hurtado, 2010).
Las periodizaciones tradicionales se establecieron en los siglos XIX y XX
siguiendo los modelos teóricos europeos, a partir de la dimensión del universo de
análisis y la concepción dominante respecto al objeto de la historia. Ellas tomaron al
marco nacional como el límite natural para el objeto de estudio del historiador, con
un enfoque predominantemente político-institucional. Estas concepciones son las que
se utilizaron para la periodización en la historiografía argentina; posteriormente, con
la incorporación de los análisis económicos, se operó una nueva periodización, pero
siempre siguiendo la tendencia a la homogeneización del espacio nacional.
Por su parte, en los estudios históricos regionales, tradicionalmente la región ha
constituido un recorte espacial preexistente al inicio de la investigación. Han concebido
a la región como región histórica, un constructo cultural resultante de un proceso

171
NOTAS Y DOCUMENTOS
Leoni. Historia y Región: la Historia Regional de cara al siglo XXI.

histórico temprano que mantendría su identidad y homogeneidad desde la colonia hasta


el presente. Vemos que no varían los supuestos que también establecían la legitimidad de
la Historia Nacional. Al igual que ésta, la historia regional impuso un recorte territorial
como previo al proceso histórico que en última instancia la instituyó a una como estado
nación y a la otra como Región histórica (Mata, 2003).
Esta concepción tradicional de la historia presenta un doble problema. Por un
lado, los trabajos sobre la problemática nacional, a veces ‘generalizadores’, se han
sustentado en estudios empíricos de pocos casos y localizados en el área central. Por
otra parte, muchos trabajos “regionales” tienen un grado de especificidad sobre lo local,
sin establecer semejanzas y diferencias, que poco han contribuido a la historiografía
argentina. En los medios académicos han sido frecuentes los cuestionamientos a la
denominación de «historia regional» a trabajos que son historias provinciales, recorte
espacial que atiende a limites políticos, más allá de que resulta útil para determinadas
temáticas.
Por su parte, las nuevas concepciones sobre la región nos permiten revisar
preconceptos existentes, propios de las historiografías nacionales, sobre el estado
nacional, la sociedad nacional y el mercado nacional que se consideran plenamente
conformados para fines del siglo XIX.

La historia regional hoy


Los procesos de globalización actuales tienen su contracara en los procesos
de regionalización; se rescatan diferentes formas de ocupar el espacio y en tal sentido
la región -con un enfoque antropológico social- se relaciona con las nuevas formas de
organización del poder (Girbal-Blacha y Cerdá). La última globalización es un proceso
de reorganización regional del planeta.
En el mundo de hoy, donde las identidades nacionales parecen diluirse, la
historia identifica nuevos sujetos colectivos y construye nuevas categorías de análisis.
En la transición al capitalismo global, la organización de las comunidades en el territorio
se ha visto afectada por dos grandes procesos en apariencia divergentes. Uno es la
regionalización, el fortalecimiento de las regiones en el ámbito nacional e internacional,
afectando también a las regiones transfronterizas, como en el caso de las autonomías en
España. El otro es la integración supranacional, que tiende a la construcción de grandes
regiones, basadas a menudo en acuerdos económicos, pero con aspiraciones políticas,
como la UE o el MERCOSUR.
Por otro lado, en una época de fragmentación del objeto de estudio de la historia
o historia en migajas, según la conocida expresión de F. Dosse, se renueva el riesgo de
identificar la historia regional con una historia localista. Por lo tanto, no se debe perder
de vista “el contexto más amplio de cualquier región que pretende estudiar, a la par del
empleo del método comparativo [para trascender] el análisis de regiones particulares
mediante el estudio de interrelaciones entre diferentes áreas” (Hall cit. por Hurtado).
La aplicación del método comparativo resulta fundamental para lograr este objetivo.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 173-178

En América Latina, de particular interés resultan los trabajos realizados por Alexander
Betancourt que realiza estudios comparativos de regiones de México y Colombia.
La Historia Regional cuenta con antecedentes destacados en la experiencia
de tendencias como la geohistoria, cuya obra paradigmática es El Mediterráneo de F.
Braudel (1949), que propone una globalización regional.
En el caso latinoamericano, señala C. Aguirre Rojas (2003), a partir del exceso
permanente de espacio que constituye una realidad de larga duración de la civilización
latinoamericana, el hombre sólo ha podido afirmar su presencia orgánica y sistemática
dentro de estos territorios de una manera desigual e irregular, dejando muchas regiones
y espacios locales casi aislados o muy débilmente integrados a las dinámicas generales
y luego nacionales de las más grandes concentraciones urbanas de población.
Esto explicaría el desarrollo de una potente historiografía regional
latinoamericana, en las últimas tres décadas, que sorprende por la profundidad de
sus enfoques y por la riqueza de sus resultados, lo mismo que por la variedad de los
instrumentos y de los modos de aproximación analíticos y técnicos que ha sido capaz
de desarrollar e inclusive de inventar. Este constituiría el aporte más importante de la
historiografía de América Latina a los estudios históricos contemporáneos.
México encabezó el auge y la renovación historiográfica regional y local,
seguido por Brasil, Venezuela, Argentina, Perú, Chile, Colombia, Bolivia, Costa Rica
y Cuba.
La reflexión epistemológica y metodológica en el campo de los estudios históricos
regionales se ha impuesto desde mediados de los noventa, lo que, según Aguirre Rojas,
ha abierto grandes perspectivas para la investigación en el continente latinoamericano.
Bajo la influencia de las corrientes historiográficas mundiales, los estudios regionales
no se agotan en un modelo único, sino que hay una flexibilización de los modelos.
Esta preocupación teórica se manifiesta en nuestro país en diversas compilaciones de
trabajos que reflexionan sobre variadas aristas de este campo disciplinar.
Este desarrollo se ha visto favorecido también con el mejoramiento de las
condiciones de los archivos y repositorios documentales o bibliográficos, las políticas
estatales de descentralización de la educación superior, el intercambio académico entre
los historiadores y científicos sociales en congresos y reuniones internacionales y los
proyectos colectivos de investigación multidisciplinaria.
A la renovación de los estudios regionales han contribuido diferentes disciplinas
sociales, entre las que encontramos la economía, la demografía y la sociología, primero y
más recientemente a la antropología, la teoría literaria, los estudios culturales, las ciencias
políticas. Se abandonaron los relatos políticos fácticos, considerados importantes para
la construcción de la nación, para abocarse primero a los estudios económicos y sociales
apoyados en diferentes teorías sociales y económicas, que obligaron a definir espacios
inteligibles para el análisis, que excedían lo local y no se correspondían con los espacios
delimitados por soberanías nacionales, jurisdicciones provinciales y regiones históricas.

173
NOTAS Y DOCUMENTOS
Leoni. Historia y Región: la Historia Regional de cara al siglo XXI.

En nuestro país, en las últimas décadas, el énfasis con que tradicionalmente se


homogeneizaba el discurso historiográfico desde Buenos Aires, comenzó a relativizarse
al imponerse la historia regional, como una alternativa válida, considerada por muchos
historiadores como una vía eficaz para superar la dicotomía historia nacional-historia
provincial. En los estudios recientes de historia regional argentina, han dejado su huella
las nuevas concepciones sobre el espacio y la región, que se apartan decididamente de
la definición de una espacialidad en el orden natural. Heriberto Cairo señala que “un
mapa no reproduce el mundo, lo construye y, más aún, naturaliza determinados hechos
culturales” (Cairo, 2001).
Un primer ejemplo son los estudios de historia colonial andina de las últimas
décadas que parten de la hipótesis de conformación regional y articulación en el espacio
económico peruano formulada por Carlos Sempat Assadourian, que incluye en el
análisis la circulación de mercancías, así como las relaciones políticas, económicas y
socio-culturales.
Eric Van Young, autor de gran influencia en nuestra historiografía regional,
propuso una visión de las regiones como determinadas por su relación con el mercado,
con una perspectiva circulacionista, lo que le valió la crítica marxista por abandonar la
esfera de la producción (Carbonari, 2009). Los estudios regionales desde una perspectiva
económica han tenido un gran desarrollo; pensemos en los trabajos de Susana Bandieri
sobre la Patagonia, los de Daniel Campi sobre las economías azucareras, los de Noemi
Girbal sobre la región chaqueña.
Asimismo, se atiende a las construcciones de identidades colectivas en las
cuales el discurso historiográfico juega un papel trascendental, en la medida en que,
a través del rescate y del olvido del pasado, construye la memoria colectiva de una
comunidad. Pero también tienen parte en ella la literatura, las costumbres, las formas de
religiosidad popular, los rituales de las fiestas patrias, y muchas otras prácticas sociales.
En El Gran Chaco (2006), Gastón Gordillo analiza la memoria social a la que define
“como una práctica que contribuye a definir campos políticos, a internalizar y reformular
discursos hegemónicos y a dar forma a la textura de configuraciones espaciales”. Son
entonces las experiencias las que definen la realidad a través de las configuraciones
espaciotemporales. Los trabajos buscan la identificación de los sujetos y de las relaciones
que establecen con y en el medio (económico, social, cultural, simbólico). Adquiere
importancia el estudio de caso (familias, lazos parentales, lazos étnicos) para determinar
estructuras de poder.
Desde la perspectiva de la nueva historia política, se ha pasado de lo factual a
la preocupación por temas como el poder, la inestabilidad política, la representación,
repensar el peronismo, los partidos políticos nacionales tradicionales, el sistema político,
la prensa, la interpelación a los actores, el imaginario social y político, las prácticas,
que son, entre otros, los temas-problemas presentes en muchos de los trabajos que se
realizan en la actualidad, en los que cobran protagonismo los actores sociales, en tanto
sujetos individuales y colectivos responsables de su acción (Leoni, 2013).

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 175-178

En síntesis, ¿Qué le permite definir una región al historiador? No hay una


definición apriorística del objeto de estudio. La región puede definirse a través de los
espacios de circulación de bienes y personas, del desarrollo y dinámica de los mercados,
de las articulaciones y relaciones de interdependencia, especializaciones, estructuras
sociales y de poder, modalidades de acumulación, formación de clases y sistemas
de dominación, con una mirada holística que supera la fragmentación entre historias
sectoriales.

Historia regional y educación


Unas breves palabras sobre la relación entre HR y educación. Según el análisis
realizado por Mariela Coudannes, la reforma educativa de la década del noventa en
Argentina, que propuso articular la enseñanza de la historia nacional con la regional
y latinoamericana, manejó un concepto de región en dos acepciones diferentes: una
primera asociada a lo local y una segunda para ser aplicada al espacio definido por el
Mercosur.
En la segunda acepción, justificó su lugar en el currículo planteando que la
enseñanza debía servir para promover en las jóvenes actitudes y competencias favorables
a la integración regional. Planteó desterrar los prejuicios nacionalistas que impiden
reconocer los puntos de contacto entre las historias de los respectivos países, en pos de
una identidad regional que no pierda de vista los particularismos culturales. También se
planteó contextualizar y, de este modo, ampliar las posibilidades de comprensión de las
problemáticas presentes en su realidad inmediata.
No obstante, a finales de la década sus impulsores reconocían la dificultad de
la tarea de llevar a la enseñanza lo que se venía investigando, también con resultados
incipientes; mayor aun en consecuencia era la dificultad de no contar con materiales
didácticos acordes a las nuevas perspectivas.
Ya en el siglo XXI, en los diseños curriculares actuales, que buscan incluir las
historias provinciales, no incorporan tampoco esta problematización.
Creemos, por ello, necesaria la formación de docentes a través de carreras
como la Especialización en Historia Regional (UNNE), que permitan generar el espacio
adecuado para que los cursantes puedan reflexionar y discutir no solo sobre el para qué
y el cómo de la historia regional que se investiga, sino sobre la que se enseña y la que se
debería enseñar a nuestros alumnos de los distintos niveles educativos.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 179-186

LA PATAGONIA EN CLAVE REGIONAL:


UN CAMINO POSIBLE PARA UNA HISTORIOGRAFÍA RENOVADA*

Patagonia in regional key:


a possible path for a historiographic renewal

Susana O. Bandieri**

Resumen
Este texto pretende sintetizar los aportes que desde la investigación histórica regional se han
realizado acerca de la Patagonia en los últimos años, permitiendo revisar antiguos mitos de la historiografía
nacional acerca de la región y aportando miradas más complejas y diversificadas, tanto las referidas al
mundo indígena y a su funcionamiento, como a la supervivencia de los antiguos circuitos mercantiles con
el área del Pacífico y a los diversos poblamientos que caracterizaron su ocupación. Asimismo, se mostrarán
las formas particularmente tardías de penetración estatal en diversas cuestiones que demoraron la sostenida
intención política de “argentinizar” el territorio.

<Región> <Patagonia> <renovación> <historiográfica>

Abstract
This paper aims to synthesize the contributions that regional historical research has made about
Patagonia in recent years. Ancient myths of national historiography about the region are revised and more
complex and diversified looks are provided, both referring to the indigenous world and its operation, and the
survival of ancient commercial circuits with the Pacific area and the various settlements that characterized
its occupation. Besides, particularly late forms of state penetration will be displayed in various issues that
delayed the sustained political will to “Argentinize” the territory.

<Region> <Patagonia> <historiographic> <renewal>

Recibido: 03/09/2015 // Aceptado: 06/11/2015

*
Este texto reproduce la conferencia de la autora dictada en el marco de la Especialización en Historia
Regional, UNNE, Resistencia, noviembre de 2013.
**
Dra. en Historia, Investigadora Principal, CONICET, Universidad Nacional del Comahue, Responsable
del Nodo Comahue de la Unidad Ejecutora en Red ISHIR-CONICET susana.bandieri@gmail.com

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NOTAS Y DOCUMENTOS
Bandieri. La Patagonia en clave regional: un camino posible para una historiografía renovada.

“Transcurrieron dos meses sin que viéramos ningún habitante


del país. Un día, cuando menos lo esperábamos, un hombre
de estatura gigantesca se presentó ante nosotros. Estaba
sobre la arena casi desnudo, y cantaba y danzaba al mismo
tiempo, echándose polvo sobre la cabeza [...] Este hombre
era tan grande que nuestra cabeza llegaba apenas a su cintura
[...] Nuestro capitán llamó a este pueblo patagones” (Antonio
Pigafetta, Relazione del primo viaggio intorno al mondo, 1524)

Así escribía, no sin una alta dosis de exageración, el cronista de la expedición


de Hernando de Magallanes, Antonio Pigafetta, uno de los dieciocho sobrevivientes que
completó la vuelta al mundo regresando a España luego de atravesar el estrecho que
unía ambos océanos, conocido con el nombre de su presunto descubridor -si olvidamos
por cierto el conocimiento que de él tenían los habitantes del lugar-. Numerosas
disquisiciones se han hecho con respecto al significado de tal denominación, que no
viene al caso detallar ahora. Pero lo cierto es que, desde entonces, el territorio habitado
por tan extraños seres, conocido como Patagonia, siempre fue objeto de variadas
interpretaciones.
En primer lugar, por parte de los primeros viajeros y cronistas, aquellos que
describieron las características de sus costas pero que pocas veces se aventuraron en
su interior desconocido, que se imaginaba poblado de seres mitológicos y fantásticos.
La percepción de un continente estéril, tal y como lo describiera Darwin,1 el naturalista
inglés que acompañó a Fitz Roy en alguna de sus reiteradas incursiones por los mares
patagónicos, se instaló en el imaginario de la época y, curiosamente, perduró y perdura,
no pocas veces, cada vez que se vincula a la Patagonia con la idea de “desierto”.
Campaña al “desierto” se llamaron, y todavía se llaman en algunos manuales escolares,
las guerras de conquista que el Estado argentino realizó sobre estos territorios en la
segunda mitad del siglo XIX, hasta entonces ocupados por las sociedades indígenas.
Un “desierto” que, cabe aclararlo, no se pensaba como vacío de pobladores sino como
vacío de “civilización”.
Debemos mencionar también algunas obras clásicas, de carácter más general,
que a mediados del siglo XX se escribieron sobre la región, como las de Ricardo Caillet
Bois o Armando Braun Menéndez, entre otras, donde la Patagonia aparecía, acorde a
una tendencia dominante por entonces, encerrada en los límites del Estado-Nación, y la
frontera argentino-chilena se visualizaba más como un espacio de conflicto que como
un área de interacción.
Siguieron luego las historias de provincias, en gran parte incentivadas por la
aparición de una colección muy importante de la Editorial Plus Ultra, que justamente
apuntaba a ese propósito. Cabe citar, como ejemplos, para el caso de Tierra del Fuego,
la obra de Arnoldo Canclini (1980), o la referida al ámbito chubutense de Clemente

1
“…sobre esta tierra pesa la maldición de la esterilidad” (Darwin, 1839: 91).

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Dumraut (1992). En estos casos, los límites políticos provinciales aparecían también
como límites de la construcción historiográfica regional. Tema complejo si se tiene
en cuenta que los mismos se correspondieron, en el caso de los antiguos territorios
nacionales patagónicos, con accidentes geográficos como ríos y cordilleras o con líneas
convencionales como paralelos y meridianos, más que con un conocimiento efectivo y
real de la región que se pretendía recortar. Este encuadre, si bien útil para tratamientos
político-institucionales, se mostraba sin duda poco apto para la comprensión de los
fenómenos económicos, sociales y culturales que siempre exceden los espacios
jurisdiccionales y administrativos.
Por otra parte, hace poco más de veinte años que la historia indígena comenzó a ser
motivo de preocupación entre los historiadores. Las primeras obras de Mandrini (1986;
1992) y Varela y Bizet (1993), entre otros, a los cuales se agregarían luego muchísimos
trabajos producidos sobre y desde la Patagonia misma, comenzaron a romper con la
fragmentación epistemológica que hizo de la Arqueología, la Antropología y la Historia
campos disciplinares autónomos e independientes. Otras producciones referidas a la
etapa post-conquista se agregaron a éstas y la historiografía patagónica se renovó y
complejizó en los últimos años.
Varios son los mitos de la historia patagónica que, a mi juicio, se corrigieron con
estas nuevas investigaciones. Un primer punto se relaciona con la presunta existencia de
una “frontera interna” que, cual límite físico, separaba al mundo indígena del hispano-
criollo. Hoy son muchísimas las producciones que revisan exhaustivamente esta idea,
mostrando que no solo el conflicto sino que también, y particularmente, el intercambio
de bienes y personas, eran características propias de ese espacio fronterizo; en tanto se
revela una organización político-económica de las sociedades indígenas mucho más
compleja que la simple caracterización de grupos nómades dedicados exclusivamente
al saqueo, la caza y la recolección.
Un segundo mito se vincula con la idea de que el límite entre los Estados
nacionales argentino y chileno, constituido por la cordillera de los Andes, funcionó
como tal para las sociedades involucradas antes y, sobre todo, después, de la conquista
por las armas de los espacios indígenas. Hoy sabemos que las relaciones de todo tipo
entre las áreas andinas de la Patagonia argentina y el sur chileno fueron comunes desde
tiempos muy remotos y perduraron luego de 1880, con similares características y viejos
y nuevos actores -vinculados ahora a las formas capitalistas de producción- hasta
avanzado el siglo XX.
Una Patagonia poblada exclusivamente desde el Atlántico es otra de las creencias
generalizadas que quienes hacemos historia regional hemos revisado. Si bien es cierto
que los territorios con puertos sobre el océano Atlántico incorporaron rápidamente
la producción ovina de la meseta patagónica a una economía agroexportadora en
expansión, no lo es menos que las áreas andinas siguieron manteniendo los antiguos
intercambios económicos y sociales con los mercados trasandinos, a quienes proveían
de carne vacuna y otros subproductos para la fabricación de suelas, tasajo, velas y jabón,
que Chile utilizaba para su consumo interno o para su exportación a otras repúblicas

181
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bandieri. La Patagonia en clave regional: un camino posible para una historiografía renovada.

sudamericanas con puertos sobre el Pacífico sur. Esto se acompañaba de importantes


flujos migratorios de población de ese origen que traspasaba permanentemente la
cordillera en busca de superficies libres para ocupar o de mejores posibilidades de
trabajo, en tanto que eran comunes las inversiones de capital chileno en tierras del
oriente cordillerano.
La imagen de un Estado nacional tempranamente exitoso en su penetración en
los espacios ganados al indio que suele mostrar la historiografía tradicional, debe también
revisarse a la luz de las nuevas investigaciones. Sin duda así lo fue en lo que hace a las
modalidades de penetración coactiva o represiva frente a las sociedades indígenas, como
así también a la presencia de agencias estatales destinadas a la administración de justicia
y al disciplinamiento social, pero la ausencia estatal fue evidente en otros aspectos, tanto
referidos a las condiciones materiales de vida de la población como a la inserción firme
de una liturgia nacional, por ejemplo a través de una significativa ausencia educativa,
hasta las décadas de 1930 y 40, cuando la preocupación por “argentinizar” la Patagonia
se volvió esencial para los gobiernos de corte nacionalista que por entonces dominaban
el escenario político nacional (Bandieri, 2009).
Todo esto indica, por de pronto, la necesidad de revisar las periodizaciones
todavía vigentes en la historiografía nacional con respecto a considerar a los años 1880
como un hito fundamental en la conformación definitiva de un Estado nacional y, en
consecuencia, de un mercado interno plenamente constituido, con lo cual se habrían
cortado definitivamente los vínculos que distintas regiones del país mantenían con los
espacios limítrofes.2 Nada más lejos de la realidad para las áreas andinas, no solo de la
Patagonia, sino del conjunto nacional, marginales y periféricas al proceso de integración
del país al modelo agroexportador, con clara orientación Atlántica, como se verá más
adelante.
Esta y otras periodizaciones del pasado nacional son imágenes básicas que han
arraigado en el sentido común de los argentinos y también, por qué no decirlo, en el de
muchos educadores. Lo mismo ocurre con los contornos territoriales que el relato de ese
mismo pasado encierra. Nos referimos, particularmente, a la construcción de una historia
encerrada en los límites actuales del Estado argentino. Llama la atención, no obstante, la
notable supervivencia de estas mismas cuestiones en parte del ámbito académico actual,
especialmente en las representaciones cartográficas, que muestran escasísimos vínculos
del área rioplatense con los espacios fronterizos, tanto en la etapa colonial como en las
primeras décadas del siglo XIX. Las mismas representaciones cartográficas, que usamos
incluso en las aulas, marcan claramente hasta 1880 la presencia de áreas caracterizadas
como “territorios indígenas” que no muestran relación alguna con el conjunto espacial
que se pretende mostrar, fortaleciendo así la idea de la persistencia de “espacios vacíos”,
tanto en el nordeste como en el sur del país.
2
Sólo a modo de ejemplo de una tendencia interpretativa dominante, mencionaremos el artículo de J.
L. Ossona (1992: 69). donde se atribuye a la expansión ferroviaria de los años 1860 y 70 un efecto
contundente en la reorientación “…hacia el Atlántico de todas las regiones argentinas, revistiendo las
tendencias centrífugas y operando una unificación económica que sentó las bases para la formación de
un mercado nacional”.

182
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 183-186

Esto amerita algunas reflexiones. Seguramente muchos repiten estas versiones


tradicionales porque comulgan con tal interpretación de la historia nacional. Pero, en
otros casos, resulta absolutamente dudoso de que se trate de esos motivos. Parece haber
mucho de ingenuidad en los historiadores cuando usamos los mapas e imágenes con un
sentido absolutamente ilustrativo, sin detenernos a analizar los preconceptos que tales
elementos contienen. Tal vez cabría recuperar, para estos casos, la noción de “saber
olvidado” de Max Scheler, es decir, lo que queda en el fondo de nuestra conciencia una
vez que olvidamos los contenidos específicos que aquellas nociones portaban (Romero,
coord., 2004:18).
Podrían sumarse a estos una cantidad infinita de ejemplos. Por citar sólo
algunos: se sigue mostrando una sociedad argentina esencialmente blanca, con fuertes
componentes europeos por efectos de la inmigración masiva, lo cual supone una
invisibilización de las sociedades indígenas y mestizas sobrevivientes; así como se
ubica en 1912, con el dictado de la ley Sáenz Peña del voto secreto y obligatorio, el
fin de la fórmula alberdiana de la “república posible”, atribuyéndole a esta norma la
categoría de universal aunque excluya a las mujeres y a los habitantes de los Territorios
Nacionales, que recién se convirtieron en ciudadanos plenos de la nación a mediados de
la década de 1950.

Los aportes de la historiografía regional


Cuando comenzamos a realizar investigación histórica regional de manera más
sistemática, allá por mediados de la década de 1980, también lo hacíamos imbuidos de
algunos preconceptos sólidamente instalados en la bibliografía local y muchas veces
incorporados en la documentación oficial. Partíamos en principio de hacer una historia
de Neuquén encerrada en los límites del antiguo Territorio Nacional, luego Provincia
de igual nombre.
Aunque no desconocíamos los importantes vínculos socioeconómicos
existentes entre las sociedades indígenas y las hispano-criollas, que articulaban al
norte de la Patagonia argentina con el sur chileno desde tiempos inmemoriales, antes
de que los Estados nacionales se definieran como tales, entendíamos que la llegada
del ferrocarril al vértice oriental del territorio y el consecuente cambio de la capital
desde Chos Malal, en el norte neuquino, a ese punto, en el año 1904, había reorientado
definitivamente el funcionamiento socio-económico de la región hacia el Atlántico. La
misma documentación oficial así parecía indicarlo.3
3
El entonces Ministro del Interior, Joaquín V. González, justificaba de esta manera la medida: “... me ha
traído al convencimiento de que la capital del Neuquén debe levantarse en el amplio valle que comienza
al pasar el río. Si bien es cierto que esta posición no es materialmente central con respecto al territorio, es
en cambio de alta significación económica y política, primero porque consulta los agentes más poderosos
de civilización actual y segundo porque en vez de impulsar el comercio de adentro hacia afuera,
como sucede hoy, lo incluirá fuertemente de afuera para adentro, siguiendo las corrientes centrípetas
auxiliadas por vías férreas y fluviales que concurren al Atlántico con su gran puerto de Bahía Blanca...”
(Archivo Histórico Provincial, Neuquén, Libro Copiador T/1904, Telegrama del Ministro del Interior al
Gobernador de Neuquén, Carlos Bouquet Roldán, del 7-4-1904).

183
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bandieri. La Patagonia en clave regional: un camino posible para una historiografía renovada.

Con el avance de nuestras investigaciones pronto descubrimos que el centro


socio económico regional, pese a los buenos deseos del Ministro del Interior, seguía
estando en las áreas andinas, lo cual era fácilmente comprobable en diversas fuentes
documentales cualitativas y cuantitativas. Esto nos llevó en primer término a trabajar
en la reconstrucción de los circuitos mercantiles y a comprobar la supervivencia de
las antiguas formas indígenas de comercialización del ganado regional en el mercado
chileno. En un claro ejemplo de economías complementarias, mientras el área de cría se
encontraba en el oriente cordillerano, la transformación, el consumo y la comercialización
se efectuaban en las ciudades y puertos del Pacífico Sur. Por supuesto que la llegada del
ferrocarril a la nueva capital de Neuquén a principios del siglo XX había introducido
cambios, pero estos no habían afectado en demasía el funcionamiento tradicional de
las áreas andinas. La pregunta era entonces ¿hasta cuándo habían durado estas formas
tradicionales del funcionamiento socio-económico regional? Futuros avances en la
investigación indicaron que recién alrededor de los años 1930 ambos Estados, argentino
y chileno, habían comenzado a tomar medidas arancelarias y a colocar límites al
comercio cordillerano de ganado, que se habría cortado definitivamente, al menos en
términos legales, en la segunda posguerra. La hipótesis que entonces manejamos era
que la crisis del modelo agroexportador y la profundización de la etapa sustitutiva de
importaciones habría necesitado de mercados nacionales más firmemente controlados.
Esta nueva periodización, que resultaba válida para Neuquén, también lo era para
otras áreas andinas productoras de ganado del país, marginales y periféricas al modelo
agroexportador, tal y como demostramos con la publicación de una serie importante de
trabajos de colegas argentinos y chilenos (Bandieri, coord., 2001).
La verdadera integración al mercado nacional de estas regiones habría sido
entonces producto de un proceso muy largo y complejo, especialmente para los sectores
de escasos recursos que antiguamente comercializaban sus animales en el mercado
trasandino, y no se había producido en 1880 sino en las décadas del 1930 y 40. Más
recientemente, hemos demostrado que esta periodización no solo es válida en términos
económicos, sino que es aplicable a una serie importantísima de factores vinculados a
la preocupación por “argentinizar” la Patagonia, preocupación por cierto no ajena a las
huelgas de los obreros rurales santacruceños de la década de 1920 y a la intencionalidad
de los grupos nacionalistas que desde la década siguiente dominaron la política nacional.
De esa manera, una serie de instituciones y agentes estatales se hicieron presentes en la
Patagonia (Gendarmería, Vialidad, Parques Nacionales, escuelas de frontera, sucursales
del Banco de la Nación Argentina, Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Yacimientos
Carboníferos Fiscales, etc.) consolidando una presencia estatal hasta entonces
relativamente débil (Bandieri, 2009).
En el caso de la Patagonia entonces, la investigación regional sugiere una nueva
periodización para una presencia estatal más definitiva, que no se corresponde con los
años 1880 sino con las décadas de 1930 y 40, cuando los gobiernos de turno realmente se
preocuparon por “argentinizar” los territorios del sur, lo cual también puede relacionarse
con el otorgamiento del voto a sus habitantes a mediados de la década de 1950. Asimismo,

184
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 185-186

se impone una nueva espacialización de las relaciones socio-económicas, no sujeta a los


límites políticos nacionales y/o territoriales, donde la Cordillera de los Andes deje de
ser una valla para convertirse en un espacio social.4 En resumen, las variables espacio-
temporales se han modificado a partir de la investigación regional.
En conclusión, insistimos en la importancia de remarcar estos resultados para
rectificar una historia nacional demasiado generalizante y encerrada en los límites
territoriales del Estado-Nación, tarea que consideramos imprescindible de incorporar
en el campo de la enseñanza de la historia. Pero, además, y esto es fundamental para
quienes hacen investigación, la periodización válida para nuestros trabajos nunca debe
establecerse “a priori” -porque repetiríamos aquello que estamos tratando de corregir-,
sino que debe surgir como producto del propio objeto de estudio. Lo mismo con los
alcances espaciales de la región, que nunca es un espacio previamente delimitado sino
un sistema abierto que “empieza y termina donde empieza y termina su explicación”
(de Jong, 2001). Para ello hay que romper con las concepciones historiográficas
tradicionales y transformar los límites en fronteras, o sea en espacios sociales construidos
históricamente, de gran dinamismo y alta complejidad.

Referencias bibliográficas
Bandieri, S. (Coord.) 2001. Cruzando la cordillera... la frontera argentino-chilena
como espacio social, Neuquén, Serie Publicaciones CEHIR-UNCo.
Bandieri, S. 2009. “Cuando crear una identidad nacional en los territorios patagónicos
fue prioritario”. En: Revista Pilquen, Sección Ciencias Sociales, Viedma, Centro
Universitario Zona Atlántica –CURZA-, UNCo. Revista Digitalizada, Año XI,
nº 11.
Canclini, A. 1980. Historia de Tierra del Fuego, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra.
Chesneaux, J. 1972. “La inserción de la historia en el espacio: la geopolítica”. En
Chesneaux, Jean, ¿Hacemos tabla rasa del pasado?, México, Siglo XXI.
Darwin, C. 1839. Viaje de un naturalista alrededor del globo, Londres, disponible en
línea http//www.educar.
De Jong, G. 2001. Introducción al método regional, Neuquén, LIPAT-UNCo.
Dumraut, Clemente. 1992. Historia del Chubut, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra.
Mandrini, R. 1986. “Reflexiones sobre el llamado ‘complejo ecuestre’ en la Argentina”.
En Runa. Archivo para las Ciencias del Hombre, Buenos Aires, Instituto de
Ciencias Antropológicas, UBA, Vol. XVI.
Mandrini, R. 1992. “Indios y fronteras en el área pampeana (siglos XVI-XIX). Balances
y perspectivas”. En: Anuario IEHS, Tandil, UNCPBA, nº 7.

4
En este sentido, seguimos a Jean Chesneaux, cuando presenta la teoría de la frontera-zona como área
de aproximación y contactos económicos, sociales y culturales, en oposición a la frontera-línea, forma
tradicional de tratar la frontera, o sea, como límite que demarca un territorio y divide poblaciones (1972:
180-191).

185
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bandieri. La Patagonia en clave regional: un camino posible para una historiografía renovada.

Ossona, J. L. 1992. “La evolución de las economías regionales en el siglo XIX”.


En: Rapoport, M. (Comp.) Economía e Historia. Contribuciones a la Historia
Económica Argentina, Buenos Aires, Edit. Tesis.
Romero, L. A. (Coord.) 2004. La Argentina en la escuela. La idea de Nación en los
textos escolares, Buenos Aires, Siglo XXI.
Varela, G.y Bizet, A. 1993. “Entre guerras, alianzas, arreos y caravanas”. En: Bandieri,
S., Favaro O. y Morinelli, M. Historia de Neuquén, Buenos Aires, Plus Ultra.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 187-200

LA PERSPECTIVA REGIONAL/LOCAL EN LA HISTORIOGRAFÍA SOCIAL


ARGENTINA*

Regional perspective / local Social Historiographyc in Argentina

Sandra Fernández**
Resumen
El artículo pretende delinear un recorrido para abordar la historia regional/local argentina de los
últimos años, deteniéndose especialmente en alguno de los hitos que hicieron posible su consolidación y
proyección historiográfica. De este modo, se concentra en presentar de manera sucinta un balance de sus
líneas de desarrollo, las influencias y aportes más destacadas, así como alguno de los debates y producciones
realizadas desde el campo que impactaron en el derrotero de la historia regional y local argentina.

<Historia Regional> < Historia Local> <Argentina>

Abstract
The article seeks to outline a route in order to address the regional/local Argentine history over the
last years, with special attention on the milestones that made possible its consolidation and historiographic
projection. Hence, the article focuses on briefly presenting a balance of its lines of development, its most
prominent influences and contributions, as well as some of the debates and productions carried out in this
field of study which had an impact in the course of the regional and local history of Argentina.

<Regional history > <Local History> <Argentina>

Recibido: 03/09/2015 // Aceptado: 06/11/2015

*
Este artículo representa un balance de la conferencia “La perspectiva regional/local en la historiografía
social argentina” realizada el 2/10/15 en la sede del Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI),
CONICET/UNNE en el marco de la presentación de la Especialización en Historia Regional, Secretaría
de Investigación y Posgrado, Facultad de Humanidades- UNNE.
**
CONICET/UNR.

187
NOTAS Y DOCUMENTOS
Fernández. La perspectiva regional/local en la Historiografía Social Argentina.

¡Cuánto es el esfuerzo que debemos realizar para legitimar un espacio de


construcción historiográfica que de suyo tiene ya una larga tradición en la Argentina! Sin
embargo tal esfuerzo, que puede ser mirado exclusivamente como un simple desgaste de
energía, también puede presentarnos una contracara mucho más positiva. Si la primera
opción puede invitarnos a pensar en lo innecesario del suceso, la segunda nos abre la
puerta a la visión de la construcción de un espacio de encuentro y sistematización que
genera un campo de acción muy dinámico dentro del horizonte de la historia nacional.
Dicho esto, la presentación de la perspectiva regional y local en la historiografía
social argentina nos permite marcar algunos hitos que resultan importantes de resaltar.
Muchas de las cosas que voy a enumerar ya fueron dichas en distintos trabajos previos,
pero quizás este ejercicio sirva como una puesta en limpio de las reflexiones a las que
debemos someter nuestras producciones.1
La cuestión regional/local puede ser comprendida y abarcada desde tres líneas
claras de desarrollo. Más allá de la incumbencia tradicional de pensar sus alcances en
base a su territorialidad, esta aproximación común como recorte temático tiene límites,
literales y metafóricos, para proponer el efectivo análisis de un proceso histórico.
Circunscribir un espacio desde un punto geográfico o administrativo no nos augura una
buena investigación regional, simplemente nos señala a priori el efecto de uso de una
dimensión espacial, que puede resultar o no pertinente. Adecuar de manera forzada un
análisis a una realidad recortada geográfica o jurisdiccionalmente lejos de reconfortar
el incentivo historiográfico puede relegarlo a la simple expresión de deseo de describir
“lo cercano”.2 Sin embargo pensar “lo cercano” responde también a un estímulo que
con fuerte carga antropológica es capaz de comprender local y regionalmente lo que
acontece. Dicho de otro modo observar e interpretar un problema en espacios reducidos
permite obtener un nivel de interpretación que supera una mirada macro. De allí que
según lo que nos interese preguntarnos, y sobre qué objetos pretendamos enfocarnos, la
caja de herramientas utilizada responderá a una escala de análisis que guiará el estudio.
La versatilidad del investigador hará el resto, sólo si es capaz de comprender que la
investigación social va más allá de la simple aplicación de modelos.
La delimitación de la investigación regional/local en torno de un objeto
de estudio ha sido un tópico también recurrente en las aproximaciones que se han
desplegado desde los años sesenta del siglo pasado en adelante. Han sido habituales
las afirmaciones que dicen algo así como “el objeto define la región”. Ahora, si bien
es cierto que el objeto tiene mucho que ver a la hora de reflexionar por lo regional/
1
Textos previos que pueden referenciar este contenido son Fernández (2013, 2008, 2007, 2006).
2
Los trabajos de este cariz si bien superan la idea de la delimitación institucional, en general pueden
ahondar en una imagen perceptiva, que trabaja sobre la comprensión del territorio delimitándolo en
un plano sensible. Estas formas de definición a partir de lo territorial involucran también otro nivel de
complejidad y se encuentran ligadas a las condiciones de construcción de las identidades sociales. La
condición de pertenencia o no a un “lugar”, un adentro y un afuera marcado por los rasgos de identidad,
el enraizamiento a un sitio, que hace referencia en muchos casos a lo propio, que dota de sentido a lo
cercano son visiones que no dejan de representar una variable territorialista que no hace hincapié en
lo formal o institucional sino que toma en como eje un concepto como la identidad y sus formas de
percepción.

188
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 189-200

local, también lo hace el contexto, el período, la cadena fenomenológica de eventos que


permite que se pueda extraer una interpretación de lo real. El deseo de que el objeto
de estudio defina la región, tiene sus peculiaridades. Una de ella es que el contenido
otorgaría sentido al continente, lo que en términos de definiciones nos llevaría a una
multiplicidad de eventos cargados de una fuerte carga simbólica. Desde esta perspectiva,
una aproximación regional y local sería siempre distinta: objeto, período y espacio dan
cuenta de realidades diferenciadas. El gesto generalizador se encontraría así reducido a
la posibilidad cierta de un ejercicio comparativo, a partir del cual extraer afirmaciones
comprobables. Si pretendemos explicar un proceso histórico en términos recortados,
si le otorgamos la carga semántica al “estudio de caso”, la estrategia es apropiada, y
hasta podríamos afirmar que exitosa. Ahora bien si desde ese análisis pretendemos
generalizar, las dificultades pueden llegar a ser abrumadoras. Es verdad también que
muchas explicaciones centradas en este tipo de aproximaciones han resultado certeras a
la hora de producir un conocimiento específico poniendo en tela de juicio interpretaciones
previas o tradicionales sobre un tema instalado en la literatura historiográfica. Los
ejemplos en estas últimas décadas son prolíficos y quizás las relecturas sobre la efectiva
consolidación del estado Nacional sean de las más transitadas y más enriquecedoras.
Sólo por señalar el proceso, y sin detenernos en su enumeración, los trabajos realizados
sobre los antiguos territorios nacionales son representativos de tales motivaciones, y
han redundado en corpus de significativa trascendencia, que puede rastrearse en las
numerosas y prestigiosas publicaciones académicas del medio.
¿Qué es lo que hace distinta una aproximación regional a otra? Evidentemente
el acercamiento metodológico y la idea de un contexto que otorga sentido y coherencia
a las interpretaciones del fenómeno a estudiar. Esta matriz ha sido vastamente utilizada
en, podríamos decir sin temor a equivocarnos, los últimos quince años. Sería extenso y
complejo, en particular por las omisiones involuntarias que se puedan realizar, listar la
larga producción que ha echado sus raíces en este modelo de investigación. Numerosos
grupos de investigación en el campo, de norte a sur de la república, han permitido generar
un caudal muy importante de nuevos resultados historiográficos qué han cambiado la
forma en que varios de los problemas centrales de la historia argentina han sido tratados.
Los ejemplos son varios. Si la historia económica fue capaz de capitalizar estos aportes
de manera más rápida y eficiente, las líneas de trabajo propuestas sobre algunos temas
nodales de la historiografía actual como la dictadura, o el primer peronismo hicieron lo
suyo al incorporar de forma estable la producción derivada de la historia regional/local
para pensar tales problemáticas fuera de las matrices de modelos con fuerte carga de
interpretación sociológica y espacialmente circunscriptos a Buenos Aires, o en el mejor
de los casos al área pampeana.
Las influencias han sido muchas, en particular de la historiografía europea.
Es difícil establecer una frecuencia pero sí algunos tópicos sobre los que se puede
hacer énfasis. En principio, la idea de la escala. Este artilugio metodológico se adapta
muy bien a los análisis que rompen el paradigma del estado Nacional como horizonte
omnipresente de la pesquisa. La frase hecha cuanto menor, mejor, dice mucho alrededor

189
NOTAS Y DOCUMENTOS
Fernández. La perspectiva regional/local en la Historiografía Social Argentina.

de la intensidad que la elección de la escala propone al momento llevar adelante la


recopilación de la información, la formulación de hipótesis, y el proceso de interpretación
y elaboración de resultados. Desde la más ingenua idea del microscopio, pasando por
la metáfora de la red de pesca, hasta la más compleja concepción de Bernard Lepetit
(2015) sobre la escala arquitectónica, los microhistoriadores europeos han influenciado
mucho sobre el referente de la escala de tratamiento del problema tanto desde un plano
metodológico como instrumental.3 Agudizar la mirada, poner el foco, concentrar la lente,
han sido expresiones emanadas desde esta corriente para demarcar las formas de pensar
el problema de estudio y de la delimitación de los corpus documentales. La microhistoria
articula muy bien las dos primeras metáforas.4 Si el microscopio, introduce la idea de
la mirada intensa sobre lo que a simple vista no puede verse y reconocerse, la red lo
hace en especial para imponer un recorte asociado a la cantidad, pertinencia y calidad
de las fuentes a examinar. El primero entonces permite ver nuevos problemas sobre
temas transitados: no estamos viendo sólo un trozo de piel, sino estamos observando
las células que la componen. La red por su parte remite a la selección y clasificación
de las fuentes. No es sólo lo que la malla de la red arrastra sino las dimensiones de la
trama que sujeta o libera materiales en su interior. Una malla ajustada permite mayor
cantidad de elementos susceptibles de análisis, pero también es incomoda al momento
de procesar la información. La adecuada selección de las fuentes para el acercamiento
historiográfico es el gesto metodológico esencial para llevar adelante la investigación
tanto microhistórica como regional/local.
En simultáneo dos elementos más del escenario historiográfico europeo
tuvieron una fuerte impronta sobre la historiografía regional/local. Acompañando
las disquisiciones alrededor de la escala, la crítica del estado Nacional como único
marco de referencia para la investigación dejó una huella durante los años setenta y
ochenta al proyectar nuevos recorridos de investigación. La crisis del paradigma de la
historia total hizo que en especial en España se agudizaran las miradas para interpretar
realidades que habían estado por lo pronto opacadas en la historiografía dominante del
momento. La historia contemporánea española, el período de la república, la dictadura
franquista, y por sobre todo la recuperación de la historia de las comunidades, fue un
impulso renovador que permitió un caudal de conocimiento, y una sugestiva búsqueda
de nuevos objetos de estudio que eran abordados con metas de investigación más
frescas. La historiografía española no sólo cuestionó profundamente la impronta que

3
Partiendo de que la microhistoria es incapaz de generalizar a partir de conocimiento producido en
investigaciones realizadas a nivel local, Lepetit propone replantear el problema de la generalización a
partir de la noción de escala. Tomada de la cartografía, esta noción se aplica a la historia para definir
el conocimiento como un “modelo reducido” de la realidad. Esta visión propone la construcción de lo
general desde lo particular, resituando entonces al individuo en el contexto, y dentro de la sociedad. Con
lo cual también es posible ver lo macro en lo micro, desde y dentro de lo micro mismo, reubicando el
caso en la norma y la norma actuando dentro del caso, etc. (Aguirre Rojas, 2004).
4
Es una tarea que nos supera listar la impresionante bibliografía ligada a la microhistoria, sólo como
recurso de síntesis pueden citarse dos textos que condensan muy bien las líneas de la corriente, Revel
(2015) y Serna y Pons (2000), así como otros tres textos germinales de tal perspectiva historiográfica:
Grendi (1996), Levi (1993), Ginzburg y Poni (1991).

190
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 191-200

el annalismo había tenido sobre ella, sino que se permitió de manera más libre dialogar
con tradiciones consolidadas, como el marxismo británico, y otras en pleno proceso de
eclosión, como la voluble microhistoria italiana. Así el impacto de la historiografía local
española sobre el ya significativo recorrido de la historia regional/local argentina, se
manifestó de forma evidente durante los años noventa. Las posibilidades de intercambio
académico de forma frecuente y fluida, hizo que el diálogo no sólo fuera a partir de
lecturas bibliográficas, sino de un franco proceso de conocimiento mutuo a partir de
eventos, programas, proyectos, etc. Los presupuestos vertidos por Casanova, Terradas,
Serna y Pons, sintetizan los lineamientos generales de la historia local española, que
más tributaron al espacio académico vernáculo. Todos ellos interpelan la idea del estado
Nacional como objeto exclusivo del análisis histórico, pero lo más importante es que
sugieren variables metodológicas de cambio para encarar los estudios regionales y locales
no como referentes anecdóticos de un pasado más remoto o más cercano, ni tampoco
como resultado de aproximaciones parciales, sino a partir de análisis exhaustivos de
casos, capaces de otorgar representatividad para comprender horizontes mayores.
La disyuntiva de la historiografía española en este sentido es que la aproximación
regional/local no confirma procesos generales como reflejo de lo macro, sino a partir
de la interpretación de lo específico, poniendo en cuestión las afirmaciones producidas
desde la historia nacional. Si Casanova (1999) hace énfasis en la tensión metodológica
alrededor de la generalización, y en la cuestión de la historia nacional como fórmula
preponderante; Terradas (2001) por su parte pone el acento en la comprensión desde lo
local y lo regional de lo que sucede en un nivel mayor, “a través de una sociedad, un
país, una cultura, un mundo…”. Serna y Pons (2007), quizás oficiando casi como una
síntesis al proponer una mirada más teórico-metodológica al asunto, señalan con mucha
claridad que lo local y lo regional, en tanto categorías socialmente espacializadas, tienen
importancia comprensiva, paradójicamente a partir de la conciencia de su artificialidad,
y por lo tanto el peso de los conceptos se encuentra no sólo en un espacio físico, sino
en el diseño de un tipo de investigación específica (historia regional y local). La meta,
entonces, de toda investigación regional/local, para estos autores, no ha de ser sólo
analizar la localidad, la comarca, la región, sino sobre todo estudiar determinados
problemas en esos espacios, con un lenguaje y una perspectiva tales que la transposición
del objeto implique una verdadera traducción, la superación del ámbito identitario.
En todas estas interpretaciones subyace una fuerte concepción de que para la
Historia el contexto es sustancial; parte inherente de la disciplina, ajusta los niveles de
observación en un plano epistemológico. Justamente la idea de contexto tan desarrollada
en los estudios culturales británicos, fue uno de los elementos claves en la difusión e
impacto de los resultados de la historiografía marxista en el medio europeo. Resume
la tensión entre lo particular y lo general, pero por sobre todo toma materialidad en el
juicio interpretativo sobre una cadena de eventos recortados sobre la diversidad, unidos
en una coherencia fenomenológica mayor.
Estas influencias de índole fundamentalmente teóricas y metodológicas, si bien
tuvieron una importante acogida en el medio local, impactaron sobre un campo que

191
NOTAS Y DOCUMENTOS
Fernández. La perspectiva regional/local en la Historiografía Social Argentina.

se estaba desarrollando de manera sistemática desde mediados de la década de 1960,


porque en el origen de la historia regional y local argentina debemos colocar a Carlos
Sempat Assadourian. Así es, los trabajos de Assadourian abrieron toda una línea de
análisis que permitió comprender desde otra perspectiva las investigaciones regionales
en la historiografía argentina. Sus estudios sobre la generación de mercados internos
son un excelente ejemplo, y resultan una referencia insoslayable para cualquier abordaje
historiográfico que pretenda encolumnarse dentro de los análisis regionales y locales.
Es este historiador cordobés quien introduce en las décadas de 1960 y 1970
una visión teórico-metodológica que marca una forma de tratamiento de problemáticas
propias de la historia económico-social desde una perspectiva regional. Sus tempranos
trabajos que se comenzaron a conocer aproximadamente a partir de mediados de la
década de 1960, tendrían su corolario en su obra más difundida publicada en 1982: El
sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y espacio económico. La
idea de espacio económico, que este autor delimitó en términos del análisis empírico,
entendiendo a éste como un sistema de relaciones internas y externas que podían
modificarse a lo largo de diferentes períodos históricos, habilitó un “complejo analítico”
que si bien resaltaba que tal espacio estaba definido por la circulación de mercancías,
también otorgaba coherencia al estudio de las relaciones políticas, económicas y
sociales en él desplegadas. De este modo la región aparecía conceptualizada como un
denso conjunto en el que se imbricaban elementos de signo diverso, como un sistema
de articulaciones económicas, sociales, políticas y culturales. Hay que señalar además
que las investigaciones de Assadourian superan por período y objeto de estudio la
cuestión del estado Nacional. Propias del estudio de la organización colonial, sus
interpretaciones ahondaban en la búsqueda de respuestas para pensar los elementos
comunes, pero también los puntos disruptores en el proceso de la economía en los
espacios americanos. Assadourian pensó en un complex en donde lo social y lo político
convergían con lo económico; su mirada sin descartar una búsqueda explicativa mayor,
optó además por una perspectiva más franca y horizontal que superaba lo macro. Su
insistencia por la comprensión de lo regional abrió un horizonte de interpretación que
nos sigue alcanzando medio siglo más tarde.
Tal impulso había sido posible merced a la influencia que en el medio sobre
los años 1960s., había tenido la “renovación historiográfica”. Se habían refrescado las
lecturas, se había impuesto una transformación metodológica, y se había dado cuerpo
a nuevas interpretaciones sobre temas recurrentes de la historia Nacional, entre ellas la
cuestión del estado, marcado un punto de inflexión.
Los trabajos de Assadourian se recortan sobre las transformaciones que se
imponían desde la segunda postguerra. Es que el clima de ideas impuesto por la historia
social a nivel internacional permitió fructífero cruce de intereses y perspectivas en el
campo. Con vertientes teóricas diversas la influencia de esta corriente llevó a que la
producción dentro de la historia argentina se desplazara hacia nuevos rumbos, y que
reflexionara con otra intensidad y crítica sobre nuestro pasado nacional. Dentro de los
estudios regionales/locales, Assadourian representó la frescura de estas nuevas miradas,

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 193-200

mixturada con las sólidas bases de la investigación de matriz colonial que tanto se
había consolidado en nuestro medio. Así caminando a la par, los impulsos analíticos y
generalizadores de los primeros años 1970s. tomaron varios de los supuestos generados
diez o quince años antes para incorporar de manera creciente las hipótesis y líneas
argumentales de este señero historiador.
Sin embargo, la dictadura, brutal en tantas formas y maneras, también lo fue
para la producción científica, en especial dentro de las ciencias sociales. El movimiento
y dinamismo de las investigaciones históricas, ya jakeadas en 1966, se detuvieron
abruptamente, colapsados ante el quiebre social impuesto a comienzos de 1976.
Tibiamente reaparecieron hacia 1982, luego del shock impuesto al régimen por la guerra
de Malvinas, y producto de los cambios que se estaban desarrollando dentro de una
sociedad oprimida, ávida de transformaciones. El reverdecimiento de foros de difusión
y debate en distintos lugares del país, actuaron no sólo como palestras de divulgación
y circulación de ideas y producciones sino también como ámbitos privilegiados de una
sociabilidad quebrada años atrás.
Ahora bien si los trabajos de Assadourian representan una especie de génesis de
la historia regional y local argentina, es en los años de la recuperación democrática en
donde estos estudios se disparan en el horizonte de la investigación histórica. Reavivar
el mejor impulso historiográfico, sofocado por la dictadura, hizo que las unidades
académicas y los organismos de investigación retomaran la posta del camino truncado.
El restablecimiento del gobierno democrático permitió volver a ocupar espacios
universitarios, la normalización de organismos de investigación y, sobre todo, hizo
posible activar la investigación y la docencia académica, rescatando a colegas de exilios
internos y externos, y permitiendo la rehabilitación del gesto historiográfico abierto
en décadas anteriores. Más aún, a mediados de los años 1980s. se instalaron nuevas
aproximaciones a problemas que habían quedado planteados pero no examinados y, por
lo tanto, menos aún resueltos.
Tributarios de los trabajos de Assadourian fueron retomados por estos años
los temas clásicos de la historia colonial, pero en especial los estudios alrededor de la
función de Argentina en la división internacional del trabajo, e inmediatamente acerca
de la formación del mercado interno; mercado interno que, como lo han demostrado las
sucesivas e intensivas investigaciones, en la segunda mitad del siglo XIX distaba mucho
de percibirse como nacional.
En este escenario reaparece la región como categoría susceptible de
explicar procesos velados y vedados a análisis generales, marcando continuidades y
diferencias; pero en especial cuestionando las bases sobre las que la generalización
historiográfica se había construido. Si antes habían sido los circuitos mercantiles
coloniales los protagonistas, ahora lo eran los estudios sobre la conformación de la
clase dominante argentina. Las investigaciones realizadas desde distintos ámbitos
académicos demostraron la ineficacia de exámenes exclusivamente centrados en la idea
de “lo nacional”. Concentradas en los estudios de otros espacios sociales argentinos

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NOTAS Y DOCUMENTOS
Fernández. La perspectiva regional/local en la Historiografía Social Argentina.

(extrapampeanas y pampeanos) expusieron fenómenos de consolidación de grupos


dominantes en distintas “regiones” del naciente Estado nacional.
Estas investigaciones con el marco explícito o implícito de la configuración
y/o diferenciación regional proveyeron de un nuevo caudal de conocimientos, lo que
conllevó a que se comenzara a tratar cada vez de forma más sistemática la cuestión de
los alcances teórico-metodológicos de los estudios regionales y locales en historia.
Aquí la influencia de la historiografía europea fue predominante. Los debates
y perspectivas que antes señalábamos se hicieron presentes en las discusiones y
aproximaciones que la historia regional/local tuvo en el escenario argentino. Se convivió
así, en este tiempo, con distintas formas de abordaje y diferentes praxis de investigación
que oscilaron entre intensos estudios de caso, delimitaciones territorialistas, recortes
y definiciones regionales, pero en especial se exploró nuevos objetos de estudio, y
se buscó una mayor compensación teórica y metodológica a la hora de componer la
investigación regional/local.
No estuvieron ausentes aquí también algunas lecturas sustanciales provenientes,
en particular de la historia regional mexicana. Textos claves como Pueblo en Vilo de
Luis González (1979), los artículos señeros de Eric Van Young (1987) y de Alan Knight
(1998), así como los trabajos de Mario Cerutti (1985, 1987, 1989), hicieron que se
prestara atención a la potencialidad de la perspectiva regional para intentar resolver
problemas propios de la historia latinoamericana en su conjunto.5
Con todo este caudal de lecturas y experiencias, lo que se comenzó a evidenciar
es que la denominación regional no proveía mecánicamente de una interpelación
concreta del objeto de estudios, o una delimitación territorial; sino que lo que se
pretendía en este nivel de estudio era una apuesta por diferenciar y definir un contexto
de estudio, así como una decisión para pensar el diálogo entre lo particular y lo general
en la Historia. Si antes habían sido los circuitos mercantiles coloniales los protagonistas,
ahora lo eran los estudios sobre la conformación de la clase dominante argentina.
Las investigaciones realizadas desde distintos ámbitos académicos demostraron la
ineficacia de exámenes exclusivamente centrados en la idea de “lo nacional”. Análisis
concentrados en los estudios de otros espacios sociales argentinos (extrapampeanas y
pampeanos) explicitaban fenómenos de consolidación de grupos dominantes en distintas
“regiones” del naciente Estado nacional. Los efectos fueron sustanciales y se transfiguró
la consideración que hasta el momento se tenía sobre la discusión y definición de la
clase dominante argentina.6
La “primavera alfonsinista” reactivaba la investigación y la docencia en las
universidades nacionales, pero en particular en organismos de investigación públicos.
5
Una buena síntesis sobre el particular puede encontrarse en el artículo de Hernán Vanegas (2012).
6
En tanto tema central del desarrollo historiográfico argentino, numerosas investigaciones se concentraron
en explorar las condiciones particulares de surgimiento de grupos dominantes locales, y en particular se
detuvieron en el estudio de las formas de consolidación económica y social. La organización de redes,
la capilaridad política entre grupos, la racionalidad económica, la distinción social fueron varios de los
ejes por donde discurrieron los análisis, realizados en mayor o menor medida por distintos grupos e
historiadores no radicados en Buenos Aires.

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FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 195-200

Si bien breve, el impulso material y simbólico, permitió que se desplegaran nuevas


líneas de análisis en el campo, pero fundamentalmente que se recuperara el trabajo
colectivo, desarrollado ahora por colegas que venían de diferentes exilios, pero también
por generaciones más jóvenes que encontraban en este diálogo la manera de saldar una
deuda intelectual. Tales grupos de investigación tuvieron el mérito de iniciar una serie
de proyectos de corte “regional” tendientes a profundizar y agudizar la mirada sobre
problemas que hasta entonces habían sido evaluados como secundarios, o, mejor aún, ni
siquiera habían aparecido en las miradas historiográficas. Varios espacios universitarios
aparecieron como especialmente interesadas en este tipo de tópicos, con líneas de
investigación interdependientes pero diferenciadas. Su marco de referencia fue el Estado
nacional, pero cada uno de ellos se preocupó por hacer hincapié en los elementos que
otorgaban “singularidad” regional a estos problemas encuadrados en la relación entre
modernidad-Estado y/o clase dominante-mercado. Sería muy largo enumerar aquí la
larga producción derivada de estos proyectos. Inicial a fines de los 80s, el conocimiento
producido se consolidó durante los 90s en un sinnúmero de artículos y colaboraciones,
y ya en el cambio de siglo en libros de circulación nacional.7
En este contexto desde mediados de los 90s se comienza a observar el esfuerzo
por discutir tales presupuestos. Hay varias pistas iniciales. En un principio se comenzó
con paneles, mesas e intervenciones que pusieran en discusión el estatuto de los
estudios regionales. Luego aparecieron los escritos más sistemáticos en revistas, y
finalmente compilaciones dedicadas especialmente a su tratamiento. Sin embargo si un
acontecimiento puede condensar el clima de debate es una reunión realizada a fines de
los noventa.
En el año 1998 en el marco del I Simposio Argentino-Chileno de Historia
Regional, organizado por la Universidad de la Patagonia Austral y el Consultado Chileno
en Ushuaia, se dieron cita Susana Bandieri y José Carlos Chiaramonte. El contrapunto
mostró dos posiciones, que de alguna manera resumían un clima de ideas alrededor de
los estudios regionales y locales.
Bandieri con sus investigaciones centradas en una supuesta “área marginal” (la
norpatagonia) para la comprensión de la constitución del Estado nacional argentino,
cuestionaba las líneas fundamentales desarrolladas sobre la generación del mercado
interno e internacional, al poner de manifiesto otra periodización para comprender este
proceso, así como la explicitación de que el área investigada excedía el espacio nacional,
rompiendo de este modo con la monolítica concepción de la región como integrada a un
todo mayor y jerárquico. Recuperando, en términos de Assadourian, la idea de espacio

7
Arbitraria por cierto, es cualquier enumeración de la producción escrita desarrollada por estos largos
años. Simplemente podemos decir que núcleos de investigación localizados en Tucumán, Rosario,
Neuquén, Córdoba, Tandil, Luján, Santa Fe, Salta, Jujuy, Resistencia, Mendoza, Río Cuarto entre otros
destinaron sus esfuerzos a propender un conocimiento más exhaustivo y contextual de la historia argentina
contemporánea, haciendo especial referencia a la perspectiva regional/local de estas investigaciones.
Tales investigaciones llevadas adelante en centros de investigación, unidades académicas, grupos y
proyectos, en el marco de las universidades nacionales y CONICET, propició una divulgación.

195
NOTAS Y DOCUMENTOS
Fernández. La perspectiva regional/local en la Historiografía Social Argentina.

económico como un complex social, político y cultural, complejizaba el mecanicismo


de la conformación del Estado nación durante el siglo XIX.
Bandieri no se detuvo allí y exploró además cuestiones inherentes a la
definición conceptual de los estudios regionales y locales desde la práctica aportando
un conocimiento sustancial al perfil historiográfico e interdisciplinar de la problemática.
Sus investigaciones sobre la Patagonia en clave regional, hacían accequible pensar
de otra manera a un ámbito territorial que usualmente se presumía ocupado social
y económicamente desde un eje atlántico, como por mostrar un Estado nacional
extremadamente exitoso en su penetración sobre los espacios hasta entonces dominados
por los indígenas. Por otro lado introduce una delimitación de lo históricamente
regional en relación a una preocupación persistente en torno de los cambios en la larga
duración, en especial atendiendo al conocimiento de procesos sociales que comprenden
y estructuran en un espacio y un tiempo determinados. Haciendo hincapié en la
“reconstrucción de las relaciones entre los sujetos sociales que marcan la especificidad
de sus manifestaciones”, sus trabajos y los de su grupo de investigación comprenden
que la variable espacial sea entendida como central en la conformación de las relaciones
histórico-sociales.8
Por su lado Chiramonte fiel en los 90s a una concepción fuertemente política
de la Historia, hacía énfasis en una visión epifenoménica de los estudios regionales. Así
afirmaría en la reelaboración de su escrito de 1998, diez años después: “Si consideramos
entonces que lo regional no es otra cosa que una modificación particular de fenómenos
particulares –como los flujos comerciales o las vías de comunicación- observaremos
entonces que nuestro real objetivo en la mayoría de los trabajos “regionales” no es la
región sino aquellos fenómenos que tienen existencia real” (Chiaramonte, 2008).
Chiaramonte sin embargo reivindica la pertinencia de estos abordajes en tanto
reacción a las miradas centralistas que habían dominado los estudios históricos, y critica
acertadamente los trabajos “parroquilistas” trasvestidos en historia regional y local. Hay
que considerar además que la historiografía argentina no se encontraba construida en
estos años sobre una sólida base de estudios monográficos localizados, que permitiera
tener un panorama vasto y extenso de la historia nacional como se produjo en Francia,
mejor ejemplo de esta metodología. Por el contrario se tenían obras que si bien muy
importantes, se habían organizado en torno de la delimitación de problemas intensamente
tratados a partir de los cuales se producía una pertinente generalización.
Resumiendo lo que el debate Bandieri-Chiaramonte muestra es la preocupación
al interior de la historiografía argentina por reconocer la importancia del status teórico
metodológico transformador de los estudios regionales y locales. Lo que los 90s nos
muestran es que la aproximación regional/local propone una intensa mirada sobre el
objeto de análisis, y se concentra en el manejo y recorte de fuentes, y en la sistematización
y análisis de datos; y que esa práctica lleva a una producción de conocimiento sustancial

8
Una condensación de las líneas fundamentales desplegadas por Susana Bandieri, pueden consultarse en
sendos artículos de la autora de 2001 y 2007.

196
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 197-200

para la transformación de base interpretativa de los fenómenos históricos tal como los
conocíamos hasta entonces.
Ya en el siglo XXI, la historia regional/local se debate en la integración de sus
tres variables más prolíficas en la producción argentina. La perspectiva del análisis de “lo
cercano” con fuerte impulso antropológico, la recuperación del trazo assadouriano para
explorar objetos de estudios plausibles para definir la región, y el redimensionamiento de
las escalas de análisis. Estos tres ejes han sido y son caminos azarosos pero importantes
para consolidar un corpus historiográfico que devela los ingentes esfuerzos desde
nuestro campo para nutrir de más y mejores estudios a la Historia.
El anclaje exacerbado sobre la base territorial de la conceptualización de la
región y de lo local, así como la imposición abrumadora dentro de los estudios históricos
de la definición de estas categorías simplemente sobre la base de la exposición y
el recorte de los objetos de estudio, han empañado el sustrato más interesante de la
faceta renovadora de la historia social contemporánea, relegando o bien retardando la
posibilidad de poder iniciar estudios comparativos de largo aliento que sienten las bases
de un trabajo más delicado y profundo dentro de la investigación histórica nacional. La
consecución de esa obra no es sólo un ejercicio de síntesis, sino también una prueba
tanto de la incorporación de la vasta producción realizada desde los distintos enfoques
provistos –los estudios regionales y locales– como de un esfuerzo de interpretación más
abrumador y excitante que la simple y mecánica prolongación de resultados acotados a
realidades ligadas al espacio bonaerense hacia el escenario nacional.
La exploración de los alcances de los estudios regionales, en especial sus
preocupaciones teórico metodológicas han decantado en una atractiva producción,
mucha de ella ligada a eventos académicos preocupados por esta línea. Mesas en las
Jornadas Interescuelas, Encuentros dedicados específicamente a la temática, y obras
colectivas que se han convertido en referencia para el tratamiento de la problemática
en nuestra historiografía, han diseñado un estado del arte fundamental alrededor de
las cuestiones regionales y locales. Así a la preocupación teórico-metodológica se le
suma la incorporación de nuevos objetos de análisis, el tratamiento también novedoso
de corpus documentales, y la proliferación de resultados que permiten por el momento
complejizar la mirada sobre la trama histórica argentina, augurando la posibilidad de
síntesis en el corto y mediano plazo.
En este camino la producción académica propuesta desde la historia regional/
local es el sustrato más importante en la historiografía argentina hoy para poder llevar
adelante una aproximación a importantes análisis comparativos para la interpretación
de nuestro pasado nacional.
Ahora bien qué significaría entonces hacer historia regional/local hoy en
Argentina. Susana Bandieri en 1996 decía en un artículo precursor de este tipo de
debates que el piso para pensar esta modalidad historiográfica era que fuera capaz de
relacionar a los individuos y los grupos con las estructuras y los procesos sociales, y
que sin apartarse de la teoría y el análisis contextual se desligara de la historia nacional
como marco omnipresente de referencia.

197
NOTAS Y DOCUMENTOS
Fernández. La perspectiva regional/local en la Historiografía Social Argentina.

Es evidente que con este gran punto de referencia los estudios regionales y
locales sólo pueden ser comprendidos en un marco historiográfico recostado en la
historia social, en sus transformaciones e hitos; por lo que la disminución de la escala
de observación no significa renunciar a los grandes temas sino a una atenta delimitación
de fuentes, técnicas y método.
La insistencia sobre el contexto, que los estudios regionales y locales tienen,
resulta fundamental para la Historia Social, porque se sitúa en las antípodas de la
contemplación aislada del fragmento. De este modo los contextos y experiencias de
los actores sólo pueden colocarse como eje de la reflexión a partir de localizar nuestras
pretensiones explicativas, privilegiando la dimensión contextual como principio
organizador de la investigación, y aquí la apelación a lo regional/local implica toda
una declaración de principios, tanto teórica como metodológica, pues la reducción de
escala no refiere meramente a un ajuste para ver lo que en un nivel macro no puede
observarse, sino a un intento por revelar lo particular dentro de grandes procesos y
fenómenos, que tiene interés en sí mismo, más allá de que pueda o no llegar a expresar
tendencias generales. Así un abordaje natural de la matriz analítica, o como diría Grendi
microanalítica, la historia regional/local se detiene en la recuperación de la experiencia
de los sujetos, y por ello se convierte sugestivamente en una forma y una praxis
potencialmente apta para abordar el estudio de movimientos sociales e identidades.
Justamente, el sustento de la Historia se basa en la consideración de las relaciones
interpersonales como sujeto histórico, y tal elección implica precisamente una decidida
opción de escala. El resultado de esta correlación es que tales relaciones sociales están
siempre estrechamente ligadas al espacio, al lugar, al territorio, esto es, a referentes
tomados en alta consideración en la perspectiva regional/local.
Pasados ya casi cincuenta años de los trabajos pioneros de Assadourian,
la historia regional y local, ha demostrado en su trayectoria que recupera su gesto
historiográfico, concebido a partir de la claridad teórica y la praxis historiográfica, y
lo traduce en el campo, para las nuevas generaciones de historiadores e historiadoras
sociales argentinos, abriendo las puertas a un balance necesario, y a la proyección de
un trabajo tanto de síntesis como de nuevas exploraciones, temáticas y teóricas. Buen
pronóstico para capitalizar treinta años de producción académica en el campo de los
estudios regionales y locales.

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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 203-218

BIBLIOGRAFÍA REFERIDA AL NORDESTE


2014 – 2015

María Lidia Buompadre*

Recibido: // Aceptado:

En esta sección ponemos a disposición de investigadores, docentes, estudiantes


y público en general, publicaciones referidas a las temáticas de ciencias humanas y
sociales. El contenido de esta bibliografía se reduce a las publicaciones en distintos
formatos ingresadas a la biblioteca del Instituto de Investigaciones Geohistóricas
(CONICET-UNNE).
La cobertura geográfica se extiende a la región nordeste de Argentina y aquellas
relacionadas como Paraguay y sur de Brasil; países y áreas con estrechas relaciones
desde tiempos pasados, y que en la actualidad se van afianzando como resultado de los
procesos de integración regional de las últimas décadas.
Los datos bibliográficos de los registros se adecuaron y adaptaron a las
directrices de la norma ISO 690:2010.

CORRIENTES
1. CONTRERAS, Félix Ignacio; MEICHTRY, Norma Cristina, «Morfometría de las
lagunas de la Lomada Norte: Corrientes, Argentina», Breves Contrib. Inst. Estud.
Geogr., 2013, 24, 154-168, ISSN 0326-9574.
2. MEICHTRY, Norma Cristina, véase asiento n° 1.
3. MONZÓN PANDO, Silvia Alejandra, véase asiento n° 7.
4. NÚÑEZ CAMELINO, María del Carmen, véase asiento n° 7.
5. PIÑEYRO, Enrique Antonio, véase asiento n° 10.
6. PRALONG, Oscar H., El correntinazo del 69, Buenos Aires, Dunken, 2011, 116 p.,
ISBN 978-987-02-4958-0.
7. QUIÑONEZ, María Gabriela; NÚÑEZ CAMELINO, María del Carmen; SOLÍS
CARNICER, María del Mar; MONZÓN PANDO, Silvia Alejandra, Línea de tiem-
po en la ocupación del espacio correntino: 18000 aC-2010, Buenos Aires, Consejo

*
Profesora en Historia, Personal de Apoyo Profesional Adjunta del IIGHI-UNNE/CONICET, lbpadre@bib.unne.edu.ar

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Reseñas
Bibliográficas
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
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Históricos “Profesor Carlos Segreti”, 2014, 260 pp.

Recibido: 10/10/2015 // Aceptado: 11/11/2015

Dada la importancia de las fuentes escritas en la labor de la reconstrucción de


los tiempos históricos, la transcripción de un sinnúmero de corpus documentales, de
distintos lugares y de diversos siglos, especialmente de mayor antigüedad, se ha venido
realizando desde los primeros intentos de producir historia y, aun hoy, continúan en plena
vigencia y con mayor sistematicidad. La paleografía, en este sentido, es la disciplina
que se encarga no solo de la transcripción de los documentos escritos, siguiendo reglas
pautadas por la comunidad científica, sino también de contextualizarlos correctamente
en la sociedad que lo produjo. Para el estudio de la época colonial, al igual que de otros
periodos de siglos más remotos, estos estudios paleográficos son útiles e insoslayables
en la medida que permite la amplia difusión de ciertos textos manuscritos que de otro
modo quedarían ignorados o fuera del alcance de un gran número de estudiosos del tema.
Un claro ejemplo de esta labor de estudio paleográfico bien realizado lo constituye la
obra “Cuerpos Vivos. Un tratado de Física del siglo XVIII” llevada a cabo por un grupo
interdisciplinario del Centro de Estudios “Profesor Carlos Segreti”, que abarca a dos
historiadores especialistas en codicología y paleografía y a dos filólogos especialista en
lengua latina.

221
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

El objetivo del trabajo es elaborar un estudio paleográfico de un tratado de “Física


particular” de 1786, cuyo manuscrito, escrito en latín, fue hallado recientemente en una
finca de la provincia de Salta. El escrito, redactado y preparado por el franciscano de
la observancia fray Elías del Carmen Pereyra, representa un apunte tomado durante las
clases de Física dictadas en la Universidad de Córdoba. En última instancia, este estudio
de caso pretende dar a conocer y, con ello, contribuir a la historia de la producción,
prácticas y difusión del libro manuscrito en Hispanoamérica durante el siglo XVIII.
Una vez fotografiado digitalmente el manuscrito original, la labor emprendida
por el equipo de trabajo consistió en realizar, preliminarmente, por un lado, una
transcripción del texto original de acuerdo con las últimas normas internacionales de
transcripción paleográficas y edición de manuscritos antiguos; y, por otro, traducir el
escrito del latín al castellano el escrito.
La obra, cuyo objetivo principal es presentar la transcripción paleográfica
de “Física particular”, se encuentra precedida por una introducción que representa el
estudio preliminar de la temática en donde se expone claramente datos sobre el texto
original y las características particulares del mismo.
El primer parágrafo, a modo de contextualizar la temática, presenta los datos
biográficos, bien expuestos y de forma completa, de fray José Elías del Carmen Pereyra
(nacido en abril de 1752 y fallecido en 1825) a efecto de conocer su contexto social y
familiar del productor del manuscrito. La problemática de la “limpieza de sangre” que
Pereyra debió probar ante los superiores de la orden franciscana para poder acceder a
formar parte de la congregación seráfica se expone y se explica especialmente, lo que
nos permite comprender la mentalidad particular de la época. Del copista del texto,
Felipe Antonio Salas (nacido en 1783) es muy concisa la biografía que se expone, lo
cual se debe a la falta de información brindada por la fuente documentales con la que
se cuenta.
Por otra parte, se dedica un parágrafo especial para desarrollar de qué modo se
producía un libro manuscrito en el ámbito universitario en Córdoba durante la época
colonial. Dada la escasez de obras impresas que llegaban a Córdoba, y a la América
Colonial en general, los estudiantes de las universidades debían producir su propio
material de estudio mediante la copia o el dictado de la lección hecha por el profesor
en los horarios de clases, cuyo material era producido con mucho esfuerzo, trabajo y
estudio por parte del docente que ocupaba un largo periodo para efectuar una “ajustada
síntesis temática”, tal como se observa en el manuscrito transcripto.
Otra de las temáticas tratadas, aunque desarrolladas con mayor profundidad,
es el estudio de los aspectos codicológicos del libro manuscrito analizado. En este
sentido, el estudio codicológico refiere al análisis de la obra como objeto físico y de las
características que la misma presenta. El material con el que fue realizado el documento,
las dimensiones del mismo, su modo de encuadernación son descritos con sumo detalle
en este parágrafo, al igual que ellos datos referentes al papel que se empleó, a la pluma
y su modo de fabricación y a la tinta empleada, en relación a los precios fluctuantes a
lo largo del siglo XVIII, lo que nos permite tener una idea más concreta y aproximada

222
FOLIA HISTORICA Nº 24, Resistencia, Chaco, Diciembre 2015
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 223-226

del documento con el que se trabajó. Cabe destacar, como premisa importante, que a lo
largo del estudio preliminar se presenta reproducciones gráficas del manuscrito original
lo que permite visualizar de una manera más concreta la ornamentación “simple”
manifiesta que presenta el libro.
En el siguiente parágrafo los autores se dedican a exponer las características de
la escritura y las abreviaturas que presenta el texto. Este trabajo, de índole paleográfico,
ya que refiere a la caligrafía y a otras características particulares de la escritura del
escribiente, destaca, especialmente, que se utilizó la letra bastarda, que evolucionó de la
humanística cursiva ingresada en España desde mediados del siglo XVI y que alcanzó
hasta el XVII. Esta adopción, según nos explican los autores, se debió a la sencillez y
facilidad del trazado de la letra procesal lo que se vinculó estrechamente a la necesidad
del ámbito universitario de agilizar la práctica de la lectura, que propicia una rápida
comprensión e intelección de los textos abordados.
Asimismo, la obra presenta las particularidades de las abreviaturas que presenta
el Tratado de Física, tema arduo y complejo que, la formación profesional y los años de
experiencia en la materia por parte de alguno de sus autores, les permite exponer con
profundidad, claridad y solvencia. No obstante, según refieren en este último parágrafo,
no es complejo el sistema de abreviación empleado por el copista, especialmente si se
lo compara con otros manuscritos utilizados en la Universidad de Córdoba en aquella
época. Limitado a su conocimientos iniciales del latín y las particularidades de la ciencia
física, el copista utiliza tres tipos de abreviaturas: los signos abreviativos (elemento
gráfico que abrevia y puede ser de valor general o determinado, al igual que ser un
signo especial), las abreviaturas por suspensión (supresión de elementos finales de una
palabra) o apócope y abreviatura por contracción o síncopa (las cuales conservan la o
las primeras letras y la o las finales). Sin embargo, según nos informan los autores, las
abreviaturas utilizadas por el copista no son uniformes ni en su uso ni valor.
Por último, cabe señalar que se presentan, por una parte, un estudio sobre estilo
de latín utilizado en el manuscrito y en su vinculación con el de la época en el ámbito
científico y universitario, y por otra, unas palabras finales en donde se expone que el
libro manuscrito como producto de la Universidad de Córdoba. Al finalizar el estudio
preliminar, se presenta un breve listado bibliográfico que permite conocer autores
destacados que abordaron la temática que los autores plantearon.
La segunda parte, la transcripción paleográfica, constituye el núcleo principal
de la obra. En primer lugar, se expone la transcripción completa en latín, idioma original
del documento, y en segundo, la traducción al castellano de la misma, desarrollando
previamente los criterios de traducción, los cuales tuvieron como premisas respetar el
lenguaje de la época, especialmente la terminología científica, y respetar las disposiciones
de escritura del documento, es decir, uso de las mayúsculas y signos de puntuación.
Previo a la transcripción del documento en latín, se expone cuáles fueron
los criterios de transcripción que se emplearon, los cuales son aquellos fijados por la
Comisión Internacional de Diplomática en 1984, producto del consenso internacional,
enriquecidas, no obstante, con algunas particularidades extraídas de las Normas para la

223
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

Transcripción de Documentos Históricos Panamericanos, aprobadas y publicadas por


la Primera Reunión Interamericana sobre Archivos (Washington, 1961). Por último,
debemos señalar que la obra se halla enriquecida con índices, tanto general, como de
citas de autoridad y hasta un Glosario de términos técnicos y científicos.
Creemos que es importante destacar este tipo de trabajos que tienen como
propósito presentar un exhaustivo de un estudio paleográfico en la medida que
rescatan y dan a conocer informaciones valiosas que brindan los manuscritos que se
encuentran, no solo en archivos y bibliotecas nacionales, sino especialmente aquellos
que se encuentran extraviados o desperdigados en manos de particulares. El número,
afortunadamente, cada vez más creciente de este tipo de estudios críticos permiten el
enriquecimiento conceptual de distintas temáticas, en algunas ocasiones escasamente
abordadas, y su justa valoración, logrando, de este modo, una contribución con el aporte
de una fuente documental, materia prima con la que se reconstruye la historia.

Fernando Ariel Pozzaglio*

*
IIGHI-UNNE/CONICET, fearpozzaglio@yahoo.com.ar

224
FOLIA HISTORICA
DEL NORDESTE

NORMAS PARA LA CONTRIBUCIÓN DE TRABAJOS ORIGINALES

Folia Histórica del Nordeste, es una publicación periódica del Instituto de Investiga-
ciones Geohistóricas (Conicet-UNNE) y del Instituto de Historia, Facultad de Humanidades
(UNNE), destinada a difundir trabajos de investigación en disciplinas humanas y sociales rela-
cionados con el Nordeste de Argentina en sentido amplio, entendiéndose como tal, la totalidad
de la región del Gran Chaco, el litoral argentino, Paraguay, Uruguay y sur de Brasil. La revista
convoca a presentar contribuciones originales para su publicación. Se realizan dos convocatorias
al año: en Marzo y en Septiembre.
1. Las contribuciones que se envíen podrán ser dossiers, artículos científicos, reseñas bibliográ-
ficas o notas criticas/análisis de documentos inéditos. Serán sometidas al dictamen de espe-
cialistas en el tema.
2. Deberá remitirse el trabajo completo por correo electrónico, en una copia en archivo word
y otra copia en archivo pdf con firma escaneada de al menos uno de los autores, a modo de
aceptación de presentación del trabajo a FH. En el caso de la presentación de un dossier, se
regirá por las normas establecidas en el “formulario de propuesta de dossier”.
3. La extensión de los artículos científicos no deberá superar las 25 páginas, tamaño A4, inclui-
dos gráficos, cuadros, figuras y referencias bibliográficas, con interlineado 1,5; letra Times
New Roman, cuerpo 11, márgenes de 2,5 cm en todos sus lados, en Word. Utilizar el formato
automático de Word para sangrías en primera línea (1,25) y sin separación de párrafos. Se
solicita no utilizar viñetas, interlineados especiales o detalles poco usuales que dificulten el
manejo de edición.
4. La primera hoja del trabajo debe incluir:
Título del trabajo en español, en letras mayúsculas y negritas.
Título de trabajo en inglés en letras minúsculas e itálicas.
Nombre de autores debidamente desarrollados (Primer nombre, inicial segundo nom-
bre, apellido, en ese orden), sobre margen derecho.
Títulos profesionales, cargos que ocupa actualmente y pertenencia institucional
Domicilio, teléfono y dirección electrónica.
5. La primer página debe incluir también resumen en español y abstract en inglés, de alrededor
de 10 líneas cada uno y no más de cuatro palabras claves, en ambos idiomas, cada una ence-
rrada por los signos de menor que (<) y mayor que (>). Ejemplo: <Palabra calve 1> <Palabra
clave 2>. Deberá especificar el problema estudiado, las fuentes y las contribuciones que rea-
liza. Estarán escritos a interlineado simple y en letra cuerpo 9.
6. La extensión máxima para la sección notas y documentos será de 10 páginas y para reseñas
bibliográficas de 3 páginas.

227
7. Las citas bibliográficas en el texto irán entre paréntesis (Apellido, año). Las citas textuales de-
berán ir, en todos los casos, en letra regular y entre comillas. Cuando superen las cinco líneas
de extensión, se colocarán fuera del párrafo, centradas y con sangría derecha e izquierda de 2
cm. Las citas de los documentos de archivo se presentarán como nota a pie de página.
8. Los cuadros, gráficos, figuras, mapas, etc. deberán ser en blanco y negro, indicándose con
claridad su posición en el texto. Se presentarán en hojas aparte, uno por hoja, e incluirán:
numeración arábiga, cuadros y figuras numeradas correlativamente en series independientes;
título correspondiente, notas para aclarar siglas y abreviaturas y fuente. Los mapas, gráficos y
fotografías llevarán la denominación común de figuras. Tanto los mapas como las fotografías
deberán enviarse en alta resolución (no podrá ser inferior a 200 dpi, siendo la de 300 a 400
dpi, la más adecuada) en formato TIFF o JPG. Para unificar los criterios de publicación los
cuadros y/o figuras serán rediseñados, por lo que deberán enviarse, cuando corresponda, las
tablas con los parámetros cuantitativos utilizados en formato Microsoft EXCEL. Si se utiliza
una figura ya publicada, debe mencionarse la fuente original y contar con la autorización del
propietario de los derechos autorales para reproducir el material. El permiso es necesario ex-
cepto en el caso de documentos de dominio público.
9. Las notas deben ser colocadas a pie de página, en letra Times New Roman cuerpo 9, con el
sistema de numeración y ordenamiento automático del procesador de texto.
10. Las referencias bibliográficas se presentarán siguiendo el sistema apellido-nombre-año utili-
zando sangría francesa de 1 cm. Deben ir al final del texto, ordenadas alfabéticamente, según
ejemplos siguientes:

Libro:
Areces, Nidia. 2007. Estado y frontera en el Paraguay. Concepción durante el gobierno del
Dr. Francia, Asunción, Centro de Estudios antropológicos de la Universidad Católi-
ca, Biblioteca de Estudios Paraguayos, Vol. 68.

Capítulo de Libro:
Schaller, Enrique. 2012. “Las finanzas públicas de la provincia de Corrientes durante la
segunda mitad del siglo XIX”. En: María Silvia Leoni y María del Mar Solís Carnicer
(comp.) La política en los espacios subnacionales. Provincias y territorios en el
nordeste argentino (1880-1955), Prohistoria Ediciones, pp 79-103.

Artículo:
Giordano, Mariana. 2011. “Instituciones, investigadores y comunidades chaqueñas”.
En: Folia Histórica del Nordeste, Nº 20, Resistencia, Instituto de Investigaciones
Geohistóricas- Conicet, Instituto de Historia- UNNE. pp 73–92.

Actas de Congreso:
Findling, Liliana, Andrea Federico y Carolina Peterlini. 2003. “Prevención en salud
reproductiva, prácticas y programas en la ciudad de Buenos Aires”. En: VI Jornadas
Argentinas de Estudios de Población. AEPA, Universidad Nacional del Comahue,
Noviembre 14-16, 2001; Neuquén, Argentina. pp. 271-275.

228
Artículo de revista en formato electrónico:
Farberman, Judith. «Entre intermediarios fronterizos y guardianes del Chaco: la larga
historia de los mataraes santiagueños (siglos XVI a XIX)», Nuevo Mundo Mundos
Nuevos [En línea], Debates, Puesto en línea el 30 mayo 2011, consultado el 20
de septiembre 2013. URL: http://nuevomundo.revues.org/61448; DOI: 10.4000/
nuevomundo.61448

FORMULARIO DE PROPUESTA DE DOSSIER

Todo dossier propuesto puede incluir artículos que se refieran al Nordeste de Argentina
en sentido amplio, entendiéndose como tal, la totalidad de la región del Gran Chaco, el litoral
argentino, Paraguay, Uruguay y sur de Brasil. Aunque también pueden referirse a otros espacios
regionales, pero que estén guiados por la voluntad de realizar análisis comparativos con el
Nordeste.
Cada dossier estará integrado por un mínimo de cuatro y un máximo de seis artículos
el cual será presentado a la revista Folia Histórica del Nordeste por uno o dos coordinadores y
debe estar constituido por:

1) Una fundamentación temática en la cual se argumentará el tema y el título.


2) Datos de los coordinadores: nombre completo, título máximo alcanzado y pertenencia
institucional.
3) Títulos y resúmenes explicativos en español, como máximo unas 20 líneas de cada uno
de los artículos propuestos. En los respectivos resúmenes se debe mencionar la problemática, la
hipótesis, las fuentes y referencias mínimas.
4) Datos de los autores: nombre completo, título máximo alcanzado y pertenencia insti-
tucional.

CARACTERISTICAS DEL DOSSIER

Los artículos incluidos en el Dossier deberán ajustarse a las normas de publicación


establecidas por la Revista Folia Histórica del Nordeste, respetando las pautas editoriales fijadas
para los artículos científicos.
Todo dossier a ser publicado (luego del proceso de referato y aceptación del equipo
editorial) contará con una presentación redactada por el o los coordinadores, de entre 2 y 3 páginas,
donde se explicará las características del mismo: temática, antecedentes, fundamentación,
pertinencia de publicarlo en la revista, breve síntesis de cada artículo.
El o los coordinadores del dossier puede/n ser autor/es de los artículos y será/n el único
vínculo con la revista, será su responsabilidad hacer llegar a los autores y a la revista mensajes
e informes pertinentes.

EVALUACIÓN

Los artículos publicados en Folia Histórica del Nordeste son evaluados previamente
por los miembros del Comité Académico y luego por evaluadores externos. Los cuales pueden
llegar a fijar una serie de requerimientos formales y de contenido para la posterior aceptación y
publicación de los artículos originales.

229
Instituto de Investigaciones Geohistóricas
Instituto de Historia - Facultad de Humanidades
CONICET - UNNE
Impresión: diciembre 2015
Dirección General de Impresiones del IIGHI

Consultas sobre ventas y canje:


Instituto de Investigaciones Geohistóricas
Av. Castelli 930, Casilla de Correo 438
3500 Resistencia - Chaco, Rep. Argentina
TE y Fax (54)(0362) 4436027 - (54)(0362) 4433514
E-mail: foliahistorica@gmail.com

© Copyright
Los textos publicados son propiedad intelectual de sus
autores y de la revista, y pueden ser utilizados por ambos,
citando siempre la publicación original.
No se permite la copia o reproducción del artículo publicado,
a menos que se disponga de la autorización expresa de los
autores y de la revista.
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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES GEOHISTORICAS
INSTITUTO DE HISTORIA - FACULTAD DE HUMANIDADES
CONICET - UNNE

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