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Docepasos Paso4

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los doce pasos

par a la recuper aciÓN

PASO 4º
los doce pasos
par a la recuper aciÓN

PASO 4º
nos vemos
de lunes a domingo
a las 7:00 pm
lectur a & compartimiento

https://us02web.zoom.us/j/83538527918
LOS DOCE PASOS SUGERIDOS DE
NEURÓTICOS ANÓNIMOS
1º) Admitimos que éramos impotentes ante nuestras emociones y ya
nos era imposible manejar nuestras propias vidas.

2º) Llegamos al convencimiento que que sólo un Poder Superior a


nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.

3º) Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de


Dios tal como nosotros lo concibimos.

4º) Sin ningún temor, hicimos un minucioso inventario moral de


nosotros mismos.

5º) Admitimos antes Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser
humano, la naturaleza exacta de nuestras faltas.

6º) Estuvimos dispuestos a que Dios eliminase todos estos defectos


de carácter.

7º) Humildemente le pedimos a Dios que nos librase de nuestros


defectos.

8º) Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos


ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les
causamos.

9º) Reparamos directamente a cuantos nos fué posible, el daño que


les habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacerlo,
perjudicaría a ellos mismos o a otros.

10º) Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando


nos equivocamos lo admitimos inmediatamente.

11º) Buscamos a través de la oración y la meditación, mejorar


nuestro contacto consciente con Dios tal y como lo concebimos,
pidiéndole solamente que nos dejase conocer Su Voluntad para
con nosotros y nos diese la fortaleza para aceptarla.

12º) Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado


de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otros neuroticos,
y de practicar estos principios en todos nuestros actos.
NEURÓTICOS ANÓNIMOS

CUARTO PASO
Sin ningún temor, hicimos un inventario
moral de nosotros mismos.

La Creación nos dotó de instintos para un propósito. Sin ellos no


seríamos seres humanos completos. Si los hombres y las mujeres no se
esforzaran por su seguridad personal ni hicieran ningún esfuerzo para
cosechar sus alimentos o construir su albergue, no sobrevivirían. Si no
se reprodujeran, la tierra no estaría poblada. Si no existiera el instinto
social, y si a los hombres no les importara la compañía de sus semejantes,
la sociedad no existiría. Así, estos deseos de relación sexual, de seguridad
material y emocional y de compañía son perfectamente justos y
necesarios; ciertamente son dones de Dios.

Sin embargo, estos instintos tan necesarios para nuestra existencia


nos dominan e insisten en gobernar nuestras vidas. Nuestros deseos
sexuales, de seguridad material y emocional, y de obtener una posición
importante en la sociedad, a veces nos tiranizan. Cuando los deseos
naturales del hombre se descoyuntan, les ocasionan graves dificultades.
No hay ser humano, por más bueno que sea, exento de esas dificultades.
Puede decirse que casi todos los problemas emocionales son casos de
instintos mal encauzados. Cuando eso sucede, nuestro “activo” natural,
los instintos, se convierten en riesgos físicos y mentales.

El Cuarto Paso es un esfuerzo laborioso y vigoroso para


descubrir cuáles han sido y son estos riesgos para nosotros. Queremos
descubrir exactamente como, cuándo y dónde se deformaron nuestros
instintos naturales. Queremos mirar de frente la desdicha que esto les ha
causado a otros y a nosotros mismos. Descubriendo cuáles son nuestras
deformaciones emocionales podremos corregirlas. Sin un deseo sincero
y perseverante de hacerlo, es muy limitada la sobriedad o la satisfacción
que podamos obtener. La mayoría de nosotros se ha dado cuenta de
que es muy difícil de alcanzar la fe que obra positivamente en la vida
cotidiana, si no se ha hecho sin temor alguno un minucioso inventario
moral.

Antes de abordar en detalle el problema del inventario, veamos


cuál es básicamente el problema. El siguiente ejemplo resultará muy
significativo si nos fijamos bien en él. Supongamos que una persona
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DOCE PASOS

antepone a todo el deseo sexual; este instinto imperioso puede destruir


sus oportunidades para lograr su seguridad material y económica y su
posición en la comunidad.

Otro, puede desarrollar tal obsesión por su seguridad económica


que no quiere hacer más que acumular dinero. Yendo al extremo, puede
convertirse en un avaro y hasta en un solitario que se priva de su familia
y amigos.

La búsqueda de la seguridad no siempre se manifiesta en términos


de dinero. Muy a menudo encontramos al ser humano asustado que se
empeña en depender de otra persona más fuerte que lo guíe y proteja.
Este ser débil al no poder enfrentarse a las responsabilidades de la vida
con sus propios recursos, no crece nunca. La desilusión y el desamparo
son su destino. Con el tiempo sus protectores huyen o mueren y una vez
más se queda solo y atemorizado.

También hemos visto hombres y mujeres a los que el poder


los hace perder la cabeza de tal manera que se dedican a mandar a sus
semejantes. Estas gentes a menudo desperdician muchas oportunidades
de lograr una legítima seguridad y la felicidad del hogar. Cuando un ser
humano se vuelve el campo de batalla de sus instintos no puede tener
tranquilidad.

Pero ese no es el único peligro. Cada vez que alguien impone


irracionalmente a otros sus instintos, se presenta la desgracia. Si en
la búsqueda de la riqueza se atropella a los que están en el camino, se
provocará cólera, envidia y venganza. Si se subleva el sexo se provocará
igual alboroto. Las exigencias exageradas a otras personas de atención,
protección y cariño, propician en ellas tiranía o repulsión, dos emociones
tan malsanas como las que las provocaron. Cuando el deseo de prestigio
del individuo se vuelve incontrolable, ya sea en el círculo de amistades
o en la mesa de la conferencia internacional, hay otras gentes que se
lastiman y frecuentemente se rebelan. Este choque de instintos puede
producir desde una fría indiferencia hasta una candente revolución. Así
estamos colocados en un conflicto, no solamente con nosotros mismos,
sino también con otras personas que, como nosotros, también tienen
instintos.
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NEURÓTICOS ANÓNIMOS

Los neuróticos anónimos especialmente deben poder darse


cuenta de que el instinto desbocado es la causa fundamental de su
manera destructiva de pensar y sentir. Hemos padecido de sentimientos
de miedo, frustración y depresión. Tendemos a escapar del sentimiento
de culpabilidad ocasionado por las pasiones, y luego encausamos nuestra
conducta para lograr más pasiones. Padecemos la vanagloria y “gozamos”
de sueños disparatados de pompa y poderío. No es agradable contemplar
esta perversa enfermedad del alma. Los instintos alborotados obstaculizan
la investigación. En el momento que tratamos de sondearlos, estamos
sujetos a sufrir serias reacciones.

Si temperamentalmente estamos en el lado depresivo, estamos


propensos a ser abrumados por el sentimiento de culpabilidad y de
repugnancia de nosotros mismos. Nos revolcamos en ese lodazal,
obteniendo frecuentemente con ello un placer deformado y doloroso.

A medida que proseguimos esta melancólica actividad, podemos


sumirnos en tal grado de desesperación que llegamos a creer que el
olvido es la única solución posible. Aquí hemos perdido todo sentido de
perspectiva, desde luego, y por consiguiente de la humildad. Porque éste
es orgullo al revés. Esto no es de ninguna manera un inventario moral; es
justamente el proceso por el que la depresión se encamina a las drogas y
a la exterminación.

Si por otra parte nuestra disposición natural se inclina hacia


el fariseísmo o la grandiosidad, nuestra reacción será enteramente la
opuesta. Nos ofendemos con la sugerencia que N.A. hace del inventario.
Seguramente que nos referimos con orgullo a la vida ejemplar que
creíamos llevar antes de que la enfermedad se agravara. Pretenderemos
que nuestros defectos serios de carácter, si es que pensamos que los
tenemos, eran ocasionados por nuestra ignorancia. Siendo así, pensamos
que lógicamente la tranquilidad -primero, después y todo el tiempo- es lo
único para lo que necesitamos esforzarnos.

Creemos que desde el momento en que decidimos asistir a las


reuniones, reviviremos las buenas cualidades que habíamos demostrado
tener. Si habíamos sido buenas gentes, exceptuando nuestros momentos
de desequilibrio emocional ¿qué necesidad hay de un inventario moral
ahora que estamos serenos?.
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DOCE PASOS

También nos agarramos a otro maravilloso pretexto para eludir el


inventario. Nos lamentamos que nuestras ansiedades y dificultades
actuales son causadas por el comportamiento de otras gentes - las cuales
sí necesitan realmente hacer un inventario moral -. Creemos firmemente
que nuestra indignación es justificada y razonable, que nuestros
resentimientos están justificados. Nosotros no somos los culpables. Son
ellos...

En este estado del proceso del inventario nuestros padrinos


entran al rescate. Están capacitados para hacerlo porque son portadores
de los conocimientos experimentados que N.A., tiene del Cuarto Paso.
Consuelan al afligido demostrándole que su caso no es extraño ni
diferente y que sus defectos de carácter no son más numerosos o peores
que de los de cualquier otro miembro de N.A. Para lograrlo el padrino
puede hablar con franqueza sin exhibicionismo de alguno de sus propios
defectos pasados o actuales. Esta manera pausada y objetiva resulta muy
tranquilizadora. El padrino probablemente indicará que el recién llegado
tienen algo en su haber que abonarse aparte de sus riesgos. Esto tiende
a disipar la morbosidad y a alentar el equilibrio. El recién llegado podrá
empezar a darse cuenta de sus defectos tan pronto como empiece a ser
más objetivo.

Los padrinos de aquellos que no creen necesitar del inventario,


se enfrentan a otra clase de problemas porque las personas impulsadas
por su amor propio no se dan cuenta del riesgo que corren. Estos recién
llegados casi no necesitan de consuelo, el problema es ayudarlos a
encontrar una rendija en la cárcel en que su orgullo los encerró, para que
les pueda llegar la luz de la razón.

Puede decírseles que para la mayoría de nosotros el creer tener


siempre la razón originaba toda clase de justificaciones a nuestra manera
de comportarnos y nuestra conducta dañina. Habíamos hecho un arte
del inventar excusas. Sufríamos porque nuestra situación era mala o
porque no era muy buena. No estábamos satisfechos cuando en casa
nos agobiaban con cariño o llorábamos porque no nos querían. Nos
vanagloriábamos porque teníamos éxito en nuestro trabajo o padecíamos
cuando fracasábamos en él, y así hasta el infinito.
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NEURÓTICOS ANÓNIMOS

Pensábamos que las circunstancias nos empujaban a sufrir y


cuando tratábamos de corregirlas nos dábamos cuenta que podíamos
hacerlo a nuestra entera satisfacción, nuestra conducta se volvía
incontrolable y nosotros neuróticos. Nunca se nos ocurrió que
necesitábamos cambiar para afrontar las circunstancias, cualesquiera que
fueran.

Pero en N.A., aprendimos poco a poco que había que poner algún
remedio a nuestros resentimientos negativos, a la lástima por nosotros
mismos y a nuestro injustificable orgullo. Teníamos que darnos cuenta
de que con nuestras baladronadas nos echábamos en nuestra contra a
los demás. Teníamos que darnos cuenta de que cuando guardábamos
mala voluntad y tramábamos vengarnos de esas derrotas, en realidad nos
estábamos golpeando con el garrote de la ira que intentábamos esgrimir
contra otros. Aprendimos que si estábamos seriamente perturbados,
nuestra primera necesidad consistía en calmar ese disturbio sin importar
quién o qué lo motivaba.

Francamente,nos tardamos mucho en darnos cuenta de cómo nos


convertimos en víctimas de emociones erráticas. Las podríamos percibir
prontamente en otros, pero cuando se trataba de nosotros lo hacíamos
con lentitud. Antes que nada, teníamos que admitir que estábamos llenos
de estos defectos, a pesar que estas admisiones resultaban dolorosas y
humillantes. Cuando se tratara de otros, teníamos que abolir la palabra
culpabilidad de nuestra conversación y de nuestro pensamiento. Esto
requería mucha buena voluntad desde el principio. Pero una vez
que vencimos los primeros obstáculos, el camino se hizo más fácil de
recorrer, porque habíamos empezado a vernos en perspectiva, es decir
que estábamos ganando en humildad.

Desde luego que la depresión y la sed de poder son características


de extremos de la personalidad, tipos que abundan en N.A., y en todo el
mundo. Frecuentemente estos tipos de personalidad se perfilan con la
claridad de los ejemplos que se han dado. Pero con la misma frecuencia,
algunos de nosotros encajamos más o menos en las dos clasificaciones.
Los seres humanos nunca somos iguales, así es que cada uno de nosotros, al
hacer su inventario, necesitaría determinar cuáles son sus defectos de carácter
individuales. Una vez que uno encuentre zapatos a su medida se los podrá
poner y caminar con la nueva confianza de que se va por un buen camino.
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DOCE PASOS

Ahora vamos a examinar la necesidad de una relación de los


defectos de carácter más notorios que todos tenemos en diversos grados.
Para los que tienen una preparación religiosa, en una relación de esta
naturaleza verán violaciones graves a principios de moral. Otros verán en
ella defectos de carácter; para otros será un índice de desajustes. Algunos
les molestará que se hable de inmoralidad y ni qué decir, de pecado. Pero
hasta el menos razonable estará de acuerdo con este punto: Que hay
mucho de este mal en nosotros los neuróticos y acerca de lo mucho que
habrá que hacerse si es que esperamos serenidad, progreso y habilidad
necesaria para adaptarnos a la vida.

Para evitar confusiones sobre las denominaciones de estos


defectos vamos a adoptar una relación universalmente reconocida de
los principales defectos humanos, los siete pecados mortales: el orgullo,
la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza. El orgullo no
encabeza esta relación por mera casualidad. Porque el orgullo, nos
provoca la tendencia de tratar de justificar todos nuestros actos, y
siempre espoleados por los temores conscientes o inconscientes, es la
causa principal de la mayor parte de las dificultades humanas, el principal
obstáculo al verdadero progreso.

El orgullo nos induce a imponer a otros o a nosotros mismos,


exigencias que no se pueden cumplir sin pervertir o hacer mal uso de
los instintos de los que Dios nos ha dotado. Cuando la satisfacción de
nuestros instintos sexuales, de seguridad o sociales, se convierten en el
único objetivo de nuestras vidas, el orgullo hace acto de presencia para
justificar nuestros excesos.

Todos estos defectos generan miedo, una enfermedad del alma


por sí sola. A su vez el miedo genera otros defectos de carácter. El miedo
irrazonable a que nuestros instintos no se satisfagan nos impulsa a
codiciar lo ajeno, al deseo inmoderado de satisfacciones sexuales y de
poderío, a enfadarnos cuando las exigencias de nuestros instintos se ven
amenazadas y a ser envidiosos cuando las ambiciones de otros se logran
mientras que las nuestras no. Comemos, bebemos y arrebatamos más de
lo que necesitamos por el temor de que no nos toque lo suficiente. Y con
genuina alarma, ante el trabajo permanecemos indolentes. Flojeamos
y lo dejamos todo para después y, cuando más, trabajamos a la mitad
de nuestra capacidad y a regañadientes. Estos temores son el comején
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DOCE PASOS

que devora sin cesar la base de cualquier clase de vida que tratemos de
edificar.

Así que cuando N.A., sugiere hacer un inventario sin temor


alguno, a todo recién llegado le parecerá que se le está pidiendo más de
lo que puede hacer. Tanto su orgullo como su temor lo rechazan cada vez
que intenta mirarse por dentro. El orgullo dice: “No te atrevas a mirar
aquí”. Pero el testimonio de los N.A.., que realmente han acometido el
inventario moral es que el orgullo y el temor de esta especie resultan
ser simples espantajos. Una vez que tengamos la cabal buena voluntad
de hacer el inventario y nos esforcemos concienzudamente en el
cumplimiento de esta tarea, la luz iluminará este tenebroso paisaje. A
medida que perseveramos, nace una confianza completamente nueva, y
el alivio al enfrentarnos con nosotros mismos es indescriptible. Estos son
los primeros frutos del Cuarto Paso.

Para entonces el recién llegado probablemente ya llegó a las


siguientes conclusiones: que sus defectos de carácter, que representan
sus instintos desviados han sido la causa primordial de su desequilibrio
emocional y su fracaso en la vida; que a menos que esté dispuesto a
luchar con ahínco para eliminar sus defectos más graves, la sobriedad y la
serenidad mental los evadirán; que todos los cimientos defectuosos de su
vida tendrán que ser destruidos para poder construir otros que sean una
base firme. Ahora, bien dispuestos a empezar la búsqueda de sus defectos,
preguntará: “¿Cómo puedo hacer un inventario de mí mismo?”.

Como el Cuarto Paso es el comienzo de una costumbre para toda


la vida se sugiere examinar primero aquellos defectos que sean los más
obvios que hayan ocasionado más dificultades. De acuerdo con el buen
juicio de lo que ha sido lo correcto y lo equivocado, puede hacerse un
examen preliminar de la conducta con respecto a los instintos primarios
sexuales, de seguridad, y sociales. Observando la vida pasada pronto
podrá ponerse en marcha el inventario si se consideran preguntas como
éstas:

¿Cómo y en qué ocasiones perjudiqué a otras personas o me


perjudiqué a mí mismo,en mi búsqueda egoísta de satisfacciones sexuales?
¿A quiénes lastimé y a qué grado? ¿Hice desgraciado mi matrimonio y
perjudiqué a mis hijos? ¿Comprometí mi posición en mi comunidad?
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DOCE PASOS

¿Cómo reaccioné entonces a esas situaciones? ¿Sentí un remordimiento


implacable? ¿O insistí en que era yo el perseguido y no el perseguidor y
además me absolví? ¿Cómo he reaccionado ante frustraciones de índole
sexual? ¿Cuándo se me negaba algo me volvía vengativo o me sentía
deprimido? ¿Me desquitaba con otros? ¿Si en mi hogar me repudiaban
o trataban con frialdad me servía como pretexto para mi promiscuidad
sexual?.

También son importantes para los neuróticos las preguntas


acerca de su conducta relacionada con su seguridad material y
emocional. En ese terreno, el temor, la codicia, el acaparamiento y el
orgullo, muy a menudo han causado mucho daño. Examinando sus
antecedentes en negocios o empleos casi cualquier neurótico puede
hacerse preguntas como estas: Además de mi problema emocional,
¿qué defectos de carácter contribuyeron a mi inestabilidad económica?
¿Destruyó mi confianza y me creó un conflicto en mi capacidad para
adaptarme al trabajo? ¿Traté de disimular ese sentimiento de ineficiencia
alardeando, timando, engañando o evadiendo la responsabilidad? O,
quejándome de que los otros no reconocían mis excepcionales aptitudes,
¿me sobreestimé e hice un papel de “personaje?” ¿Tenía una ambición
tan inconsciente que traicioné a mis asociados? ¿Fui derrochador? ¿Pedí
dinero prestado atolondradamente, sin importarme si lo devolviese? ¿Fui
tacaño, rehusándome a sostener a mi familia adecuadamente? ¿Quise
arribar fácilmente y sin escrúpulos?.

Las mujeres de negocios que están en N.A., encontrarán que


muchas de estas preguntas pueden ser para ellas también. La esposa
neurótica también puede ocasionar la inseguridad económica de
su familia. Puede tergiversar sus cuentas corrientes, manejar mal el
presupuesto destinado a la alimentación de su hogar, pasarse las tardes
jugando y comprometer con deudas a su marido, debido a sus despilfarros
y a su irresponsabilidad.

Pero todos los neuróticos que han perdido por su manera


de ser empleos, familia y amigos, necesitarán examinarse detenida
y despiadadamente, para poder determinar cómo sus defectos de
personalidad demolieron su estabilidad.
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DOCE PASOS

Los síntomas más comunes de la inseguridad emocional son


las preocupaciones, la ira, la lástima de sí mismo y la depresión. Estos
síntomas emanan de causas que algunas veces parecen estar dentro
de nosotros y otras, parecen venir de fuera. Para hacer un inventario a
ese respecto debemos considerar cuidadosamente todas las relaciones
personales que nos acarrean dificultades continuas o periódicas. Debe
recordarse que esta clase de inseguridad puede asomar en cualquier
terreno donde los instintos estén amenazados. El interrogatorio que
tenga ese propósito puede ser algo así: Mirando el pasado y el presente,
¿qué clase de situaciones sexuales son las que han causado ansiedad,
amargura, frustración o depresión? Evaluando cada situación con
cuidado ¿puedo darme cuenta en qué consistía mi error? ¿Me acosaban
otras perplejidades porque tenía exigencias egoístas o irrazonables? O, si
mi perturbación era ocasionada aparentemente por la conducta de otros,
¿por qué me falta la habilidad necesaria para aceptar lo que no puedo
cambiar? Estas son las cuestiones fundamentales que pueden revelarme
el origen de mi malestar e indicarme si puedo alterar mi propia conducta
y así ajustarme serenamente a la auto-disciplina.

Supongamos que la inseguridad económica despierta


constantemente estos sentimientos. Puedo preguntarme hasta qué
punto han sido alimentadas mis corrosivas ansiedades por mis propios
instintos. Y si las acciones de los otros son parte de la causa, ¿qué puedo
hacer acerca de ello? Si no puedo cambiar el presente estado de cosas,
¿estoy dispuesto a tomar las medidas necesarias para amoldar mi vida a
las situaciones reales? Preguntas como éstas y como otras, que fácilmente
pueden venir a la mente, ayudarán a encontrar las causas básicas.

Pero es por nuestras retorcidas relaciones con la familia, los


amigos y la sociedad, por lo que la mayoría de nosotros ha sufrido más.
Hemos sido especialmente estúpidos y tercos a este respecto. El hecho
fundamental en que fallamos, es en reconocer nuestra falta de capacidad
para lograr una asociación genuina con cualquiera. Nuestra egolatría
cava dos pozos profundos: o insistimos en dominar a los que nos rodean
o dependemos demasiado de ellos. Si dependemos de otras gentes tarde
o temprano nos fallarán, porque también son humanos y porque no
podrán al cabo satisfacer nuestras continuas exigencias. De esa manera
crece nuestra inseguridad, y se encona. Cuando habitualmente tratamos
de manipular a los otros de acuerdo con nuestros deseos voluntariosos,
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DOCE PASOS

se rebelan y se resisten enérgicamente. Entonces se nos desarrollan el


amor propio lastimado, el sentimiento de persecución y el de venganza.
A medida que redoblamos nuestros esfuerzos para controlarlos y
continuamos fallando, el sufrimiento se agudiza, se hace más constante.
Nunca hemos tratado de ser uno de la familia, de ser amigo entre los
amigos, trabajador entre los trabajadores, un miembro útil de la sociedad.
Siempre hemos pugnado por llegar a la cúspide de la montaña, o por
escondernos debajo de ella. El comportamiento egocéntrico obstaculizó
cualquier relación de asociación con los que nos rodean. Teníamos muy
poca comprensión de lo que es la genuina confraternidad.

Algunos objetarán las preguntas expuestas porque creen que


sus defectos de carácter no han sido tan notorios, a éstos se les puede
sugerir que un examen concienzudo puede demostrarnos con precisión
los defectos a que se refieren las preguntas. Como nuestros antecedentes
superficiales no nos han parecido graves, frecuentemente nos hemos
sonrojado al darnos cuenta de que ello se debe sencillamente a que
hemos escogido esos defectos con nuestra propensión a justificar todos
nuestros actos. Cualesquiera que hayan sido los defectos al final nos han
conducido a la neurosis y a la desgracia.

Por consiguiente, el inventario debe hacerse concienzudamente.


A este respecto, es conveniente anotar nuestras preguntas y respuestas,
hacerlo nos ayudará a pensar con claridad y hacer un avalúo honrado.
Será la primera prueba tangible de nuestra buena voluntad de ir hacia
adelante.

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PRINCIPIOS
Las siguientes son algunas de las políticas de
Neuróticos Anónimos, que deberán ser seguidas
estrictamente. Han sido puestas a prueba y han
comprobado ser lo mejor para el buen funcionamiento
de N/A, como en un todo. Cualquier desviación de
estos principios constituye una mala interpretación del
Programa de Neuróticos Anónimos.

N/A, esta basada en estas prácticas y puede ofrecer


su ayuda solamente si son seguidos fielmente.

Nunca discutimos acerca de religión, política,


problemas nacionales o internacionales, o acerca de
ninguna otra creencia, sistema o política.

Nunca intentamos psicoanalizar a una persona o


diagnosticar su enfermedad. Si él esta enfermo, él está
enfermo y punto.

Puede obtener ayuda en N/A.


Nunca discutimos con nadie acerca de su concepto,
de un Poder Superior, realmente ni siquiera hablamos
acerca de ello. Hablamos acerca de nuestras experiencias
personales únicamente.
N EURÓTICOS ANÓNIMOS, es una
comunidad formada por hombres y mujeres
que comparten entre sí sus experiencias, fortalezas y
esperanzas, para poder resolver sus problemas comunes,
rehabilitándose se las dolencias emocionales.

Para ser miembro de esta Comunidad, basta considerarse


un Neurótico, o sea con perturbaciones emocionales,
teniendo el sincero deseo de sanar. En N/A, no se pagan
derechos ni cuotas, pero teniendo nuestros propios
gastos, aceptamos las contribuciones voluntarias de los
miembros de nuestra sociedad. No estamos aliados a
ninguna secta, religión, organismo, institución o partido
político, no deseamos entrar en ninguna controversia,
no nos oponemos ni combatimos causa alguna. Nuestro
objetivo primordial es recuperarnos, auxiliar a otros
que necesitan nuestra ayuda y encontrar una vida feliz,
serena y libre de las angustias que dan las dolencias
emocionales.

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