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Docepasos Paso7

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los doce pasos

par a la recuper aciÓN

PASO 7º
los doce pasos
par a la recuper aciÓN

PASO 7º
nos vemos
de lunes a domingo
a las 7:00 pm
lectur a & compartimiento

https://us02web.zoom.us/j/83538527918
LOS DOCE PASOS SUGERIDOS DE
NEURÓTICOS ANÓNIMOS
1º) Admitimos que éramos impotentes ante nuestras emociones y ya
nos era imposible manejar nuestras propias vidas.

2º) Llegamos al convencimiento que que sólo un Poder Superior a


nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.

3º) Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de


Dios tal como nosotros lo concibimos.

4º) Sin ningún temor, hicimos un minucioso inventario moral de


nosotros mismos.

5º) Admitimos antes Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser
humano, la naturaleza exacta de nuestras faltas.

6º) Estuvimos dispuestos a que Dios eliminase todos estos defectos


de carácter.

7º) Humildemente le pedimos a Dios que nos librase de nuestros


defectos.

8º) Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos


ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les
causamos.

9º) Reparamos directamente a cuantos nos fué posible, el daño que


les habíamos causado, salvo en aquellos casos en que el hacerlo,
perjudicaría a ellos mismos o a otros.

10º) Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando


nos equivocamos lo admitimos inmediatamente.

11º) Buscamos a través de la oración y la meditación, mejorar


nuestro contacto consciente con Dios tal y como lo concebimos,
pidiéndole solamente que nos dejase conocer Su Voluntad para
con nosotros y nos diese la fortaleza para aceptarla.

12º) Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado


de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otros neuroticos,
y de practicar estos principios en todos nuestros actos.
NEURÓTICOS ANÓNIMOS

SÉPTIMO PASO
Humildemente le pedimos a Dios que nos librase de nuestros
defectos.

Como este paso se ocupa de la humildad específicamente,


debemos detenernos aquí para considerar lo que es la humildad y lo que
practicarla puede significar para nosotros.

El logro de un mayor grado de humildad es ciertamente la base


fundamental de cada uno de los Doce Pasos de N.A., porque sin cierto
grado de humildad ningún neurótico anónimo podrá conservarse
equilibrado. Casi todos los N.A., se han dado cuenta también de que
a menos que desarrollen esta preciada cualidad más allá de lo que es
indispensable para estar serenos, todavía no tendrán la oportunidad de
llegar a ser verdaderamente felices. Sin ella su vida no tiene un fin útil o
en la adversidad no podrán invocar la fe que es necesaria para afrontar
ciertas emergencias.

La humildad como palabra y como ideal sufre muchos


contratiempos en nuestro mundo. No solamente no se comprende la idea;
la palabra misma no es del agrado de muchos. La mayoría de las gentes
no tienen ni siquiera un conocimiento superficial de lo que la humildad
significa en la manera de vivir. En muchas de las conversaciones que
escuchamos a diario y en mucho de lo que leemos resalta el orgullo que
siente el hombre por sus hazañas.

Con su gran inteligencia, los científicos le han estado arrancando


sus secretos a la naturaleza. Los inmensos recursos que en la actualidad
están siendo domados prometen tal cantidad de beneficios materiales,
que muchos han llegado a creer que tenemos por delante un milenio
forjado por el hombre. Desaparecerá la miseria y habrá tal abundancia
que todos tendrán seguridad y todas las satisfacciones que ambicionen.
La teoría parece basarse en que una vez satisfecho los instintos primitivos
de todos los seres humanos, no habrá motivo para pelearse. El mundo
será feliz entonces y libre para concentrarse en el engrandecimiento de
la cultura y el cultivo de la personalidad. Los hombres habrán labrado su
destino bastándose con su inteligencia y sus fuerzas.

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DOCE PASOS

Seguramente que ningún neurótico, y menos aún uno que sea miembro
de N.A., menosprecia los logros de orden material. No discutimos con
muchos que todavía se aferran a la creencia de que la satisfacción de
nuestros deseos naturales es el objetivo principal de la vida. Pero estamos
seguros de que no hay en el mundo ninguna persona que haya tenido
resultados tan desastrosos en la aplicación de esa fórmula como nosotros
los neuróticos. Durante muchos años hemos estado exigiendo más de lo
que nos corresponde de seguridad, prestigio, y aventura. Cuando parecía
que estábamos teniendo éxito soñábamos con grandezas. Cuando nos
desengañábamos, aunque fuera parcialmente, buscábamos un escape
para olvidar. ¡Nunca nos saciábamos!.

Lo que malograba todos nuestros esfuerzos, aún los bien


intencionados, era la falta de humildad. Nos había hecho falta la
perspectiva necesaria para ver que la formación de la personalidad y
los valores espirituales están en primer término y que las satisfacciones
de orden material no son un objetivo primordial de la vida. Muy
característicamente, nos habíamos desviado completamente al
confundir los medios con los fines. En vez de considerar la satisfacción
de nuestros deseos materiales como medios para existir y funcionar
como seres humanos, habíamos considerado estas satisfacciones
como un objetivo final en la vida.

Ciertamente, muchos pensábamos que cierta forma de


conducta era obviamente necesaria para conseguir la satisfacción
de nuestros deseos. Con un despliegue adecuado de honradez y
moralidad, nos sería fácil conseguir lo que deseábamos en realidad.
Pero cuando teníamos que escoger entre nuestro carácter y nuestra
comodidad, hacíamos a un lado lo concerniente al desarrollo de
nuestro carácter y nos embarcábamos en la búsqueda de lo que
creímos era la felicidad. Pocas veces le dimos importancia al hecho
en sí, de mejorar nuestro carácter sin importarnos que nuestras
necesidades instintivas fueran satisfechas o no. Nunca procuramos
que la base de nuestras vidas cotidianas fueran la honradez, la
tolerancia, y el amor genuino a nuestros semejantes y a Dios.

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NEURÓTICOS ANÓNIMOS

Esta falta de arraigo a cualquiera de los valores permanentes,


esta ceguera que nos impedía ver la verdadera finalidad de nuestras
vidas, producían otro mal resultado. Porque mientras estuviéramos
convencidos de que podíamos vivir exclusivamente a base de nuestra
inteligencia y de nuestras fuerzas individuales, sería imposible
tener una fe operante en un Poder Superior. Esto era cierto hasta
cuando creímos en la existencia de Dios. En realidad podíamos
tener creencias religiosas fervorosas, pero resultaban estériles
porque todavía la estábamos haciendo de Dios. Mientras poníamos
en primer lugar la confianza en nosotros mismos, no era posible
tener confianza genuina en un Poder Superior. Faltaba uno de los
ingredientes básicos de la humildad: el deseo de hacer la Voluntad de
Dios.

Para nosotros fue increíblemente doloroso el proceso


de ganar una perspectiva nueva. Solamente a costa de repetidas
humillaciones, nos vimos forzados a aprender algo acerca de la
humildad. No fue sino hasta el final de un sendero largo, lleno de
derrotas y humillaciones, y después del aniquilamiento de nuestra
autosuficiencia cuando empezamos a sentir la humildad como
realmente es y no como un estado de humillación servil. A cada
miembro de N.A., se le dice, y pronto se da cuenta por sí mismo, que
ésta admisión humilde de impotencia ante nuestras emociones es el
primer paso hacia la liberación de ese yugo paralizador.

Así por necesidad es como nos enfrentamos a la humildad


por primera vez. Pero esto es apenas el principio. Para alejarnos por
completo de nuestra aversión a la idea de ser humildes, para poder
considerar a la humildad como algo deseable en sí, la mayoría de
nosotros necesitará mucho tiempo. No puede cambiarse de repente
el rumbo de toda una vida que ha girado siempre alrededor de uno
mismo. Al principio la rebeldía obstaculiza todos nuestros pasos.

Cuando al fin hemos admitido sin reservas nuestra


impotencia frente a nuestras emociones, tal vez suspiremos con
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DOCE PASOS

alivio y exclamemos “Gracias a Dios que ya pasó todo, ya no tendré


que volver a pasar por lo mismo”. Entonces nos enteramos, a veces
con cierta alarma, de que esto es solamente el principio del camino
que estamos corriendo. Todavía espoleados por la necesidad
abordamos renuentemente aquellos defectos graves de carácter que
nos convirtieron en “neuróticos problema”, los que habrá que atacar
para evitar regresar a la situación anterior. Queremos librarnos
de algunos de estos defectos, pero en algunos casos parecerá una
tarea insuperable ante la que retrocedemos. Nos aferramos con
una insistencia apasionada a otros defectos que perturban nuestro
equilibrio porque todavía gozamos con ellos. ¿Cómo podremos
hacer acopio de la resolución necesaria para librarnos de esos deseos
y compulsiones tan abrumadoras?

Otra vez somos impulsados por la conclusión ineludible, a la


que hemos llegado por la experiencia de N.A., de que tenemos que
esforzarnos con buena voluntad o caeremos en el camino por donde
vamos. En esta etapa de nuestro progreso estamos fuertemente
presionados y restringidos en nuestros esfuerzos para obrar como
es debido. Estamos obligados a escoger entre el dolor que produce
tratar de hacerlo y el castigo que resulta si no lo hacemos. Estos pasos
iniciales los damos a regañadientes, pero los damos. Tal vez todavía
no tengamos una opinión halagadora de lo que la humildad significa
como una virtud personal deseable, pero reconocemos que es una
ayuda necesaria para nuestra supervivencia.

Cuando hemos mirado de frente algunos de nuestros defectos


y los hemos discutido con otra persona y cuando hemos estado
dispuestos a que nos librasen de ellos, nuestra manera de pensar
sobre la humildad empieza a tener un significado más amplio. Lo más
probable es que para entonces ya hayamos logrado librarnos en cierto
grado de los más devastadores de nuestros obstáculos. Ya gozamos
de momentos en los que hay algo que se parece a la tranquilidad
del espíritu. Esta recién descubierta tranquilidad es un regalo
inapreciable para nosotros que hasta entonces solamente habíamos
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NEURÓTICOS ANÓNIMOS

sabido de agitación, depresión y ansiedad. Se ha ganado algo más.


En tanto que antes se había menos preciado la humildad, ahora se
le empieza a considerar como un ingrediente muy importante para
poder disfrutar de la serenidad.

Esta percepción más desarrollada de la humildad pone


en marcha otro cambio revolucionario de nuestro punto de vista.
Empezamos a abrir los ojos a los valores inmensos que ahora podemos
percibir porque el ego se ha desinflado. Hasta ahora, nuestras vidas
estaban dedicadas en gran parte a huir del dolor y de los problemas.
Huimos de ellos como de la peste. Nunca quisimos tener nada que
ver con el sufrimiento. La fuga, por cualquier conducto, era nuestra
solución. El desarrollo del carácter a través del sufrimiento podría
estar bien para los santos, pero a nosotros no nos atraía la idea.

Entonces en N.A., miramos a nuestro alrededor y escuchamos.


Por todas partes vimos fracasos y desgracias transformadas por la
humildad en bienes inestimables. Escuchamos narraciones de cómo
la humildad había sacado fuerzas de la debilidad. En cada caso el
comienzo de una vida nueva había sido pagado con dolor. Pero a
cambio de ese pago se había recibido más de lo que se esperaba.
Adquirimos una dosis de humildad y pronto descubrimos que
además curaba el dolor. Empezamos a temerle menos al dolor y a
desear tener humildad más que nunca.

Durante el proceso de aprender más acerca de la humildad, el


resultado más significativo que obtuvimos fue el cambio de nuestra
actitud hacia Dios. Y esto fue así para los creyentes y para los que
no lo eran. Empezamos a superar la idea que teníamos de que el
Poder Superior era algo remoto a lo que solamente se acude en casos
de emergencia. Se empezó a desvanecer la idea de que podíamos
seguir viviendo “nuestras propias vidas” ayudados por Dios de vez
en cuando. Muchos de nosotros que habíamos creído que éramos
devotos, despertamos a la realidad de nuestra situación limitada en
ese sentido. Nos habíamos privado de la ayuda de Dios al negarnos a
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DOCE PASOS

ponerlo en primer lugar. Entonces, las palabras “Yo solo, no soy nada,
el Padre dispone” empezaron a tener significado y hacernos entrever
promesas brillantes.

Nos dimos cuenta de que no era necesario estar siempre


apaleados y abatidos por la humildad. Podríamos alcanzarla tanto
con nuestra buena voluntad de seguirla, como con el sufrimiento
que no espera recompensa. Fue un momento decisivo en nuestras
vidas aquel en que empezamos a procurar humildad, no como algo
que teníamos que tener, sino como algo que realmente deseábamos
tener. En ese momento empezamos a darnos cuenta de todo lo que
el Séptimo Paso encierra: “humildemente le pedimos a Dios que nos
librase de nuestros defectos”.

Al acercarnos a lo que en realidad es dar el Séptimo Paso,


estaría bien que, los que somos N.A., averiguáramos cuáles son
exactamente nuestros objetivos más hondos. Cada uno de nosotros
quisiera vivir en paz consigo mismo y con los demás. Quisiéramos
estar seguros de que la Gracia de Dios puede hacer con nosotros lo
que no podemos hacer solos. Hemos visto que los defectos basados
en deseos indignos o miopes son los obstáculos que estorban nuestro
camino a esos objetivos. Ahora vemos claramente que hemos tenido
exigencias irrazonables para con nosotros, para los demás y para
Dios.

El principal causante de los defectos ha sido ese miedo que


está en nosotros - miedo principalmente de perder algo que ya
teníamos o de no obtener algo que exigíamos-. Viviendo con base
en exigencias no satisfechas, estábamos en un continuo estado de
perturbación y frustración. Por consiguiente era indispensable, si
queríamos disfrutar algún grado de tranquilidad, reducir nuestras
exigencias. Cualquiera sabe la diferencia que hay entre una exigencia
y una petición.

Es el Séptimo Paso donde al cambiar nuestra actitud


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DOCE PASOS

podemos, con la humildad como guía, salir de nosotros para ir a los


demás y a Dios. A través de todo el Séptimo Paso se hace hincapié en
la humildad. En realidad se nos dice que debemos estar dispuestos
a tratar de librarnos de nuestros defectos a través de la humildad,
en la misma forma en que admitimos que éramos impotentes con
las emociones y que llegamos al convencimiento de que sólo un
Poder Superior podría devolvernos el buen juicio. Si ese grado de
humildad nos ha podido ayudar a encontrar la gracia por la que
haya sido posible desterrar las emociones negativas, entonces debe
haber esperanzas de obtener el mismo resultado en lo que respecta a
cualquier otro problema que pudiéramos tener.

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PRINCIPIOS
Las siguientes son algunas de las políticas de
Neuróticos Anónimos, que deberán ser seguidas
estrictamente. Han sido puestas a prueba y han
comprobado ser lo mejor para el buen funcionamiento
de N/A, como en un todo. Cualquier desviación de
estos principios constituye una mala interpretación del
Programa de Neuróticos Anónimos.

N/A, esta basada en estas prácticas y puede ofrecer


su ayuda solamente si son seguidos fielmente.

Nunca discutimos acerca de religión, política,


problemas nacionales o internacionales, o acerca de
ninguna otra creencia, sistema o política.

Nunca intentamos psicoanalizar a una persona o


diagnosticar su enfermedad. Si él esta enfermo, él está
enfermo y punto.

Puede obtener ayuda en N/A.


Nunca discutimos con nadie acerca de su concepto,
de un Poder Superior, realmente ni siquiera hablamos
acerca de ello. Hablamos acerca de nuestras experiencias
personales únicamente.
N EURÓTICOS ANÓNIMOS, es una
comunidad formada por hombres y mujeres
que comparten entre sí sus experiencias, fortalezas y
esperanzas, para poder resolver sus problemas comunes,
rehabilitándose se las dolencias emocionales.

Para ser miembro de esta Comunidad, basta considerarse


un Neurótico, o sea con perturbaciones emocionales,
teniendo el sincero deseo de sanar. En N/A, no se pagan
derechos ni cuotas, pero teniendo nuestros propios
gastos, aceptamos las contribuciones voluntarias de los
miembros de nuestra sociedad. No estamos aliados a
ninguna secta, religión, organismo, institución o partido
político, no deseamos entrar en ninguna controversia,
no nos oponemos ni combatimos causa alguna. Nuestro
objetivo primordial es recuperarnos, auxiliar a otros
que necesitan nuestra ayuda y encontrar una vida feliz,
serena y libre de las angustias que dan las dolencias
emocionales.

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