Sobre La Vida Espiritual
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Sobre La Vida Espiritual
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Jakob Böhme
ePub r1.2
Titivillus 03.07.15
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Título original: Vom übersinnlichen Leben: Gespräch eines Meisters mit seinem Jünger
Jakob Böhme, 1622
Traducción: Francesc Gutiérrez
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NOTA INTRODUCTORIA
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«Si conocieses las verdades de Jakob Böhme,
te elevarías hasta donde él se elevó»
WILLIAM LAW
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Suele señalarse que Böhme recurre a terminologías, como la alquímica, dando a los
términos otro sentido que el original, y que eso lo hace por ignorancia de en qué
sentido se usaba. Ese fenómeno no es raro entre los grandes autores metafísicos de
oriente, que adaptan el lenguaje, y los términos, a las conveniencias de la transmisión
de una Verdad que ven, y no de algo que simplemente «piensan». Por eso su relación
con el lenguaje es espontánea, existencial y no mental.
Un caso muy ilustrativo lo proporciona el patriarca zen Huang Po —a quien se
puede considerar una de las cumbres de la expresión metafísica—, que en sus
Sermones usa términos sánscritos en un sentido que tiene poco que ver con el
concepto que originalmente designaban, o que incluso divergen de él. El Patriarca y
su auditorio hablaban el chino y desconocían el sánscrito, y lo único que importaba
—y lo único que debería importarnos— es qué estaba transmitiendo el santo
Patriarca, no las prevenciones eruditas de los que miran el dedo cuando les señalan
la luna. Es interesante ver que este escollo, que excluye automáticamente a un tipo de
mentalidad que puede transportar el literalismo incluso al campo de las ideas
metafísicas, es tan importante y general como para hacer que se instituyese el koan,
puesto que todo hombre, en cierto grado y modo, peca de esa limitación en la medida
en que no ha alcanzado la iluminación, la visión directa de la Realidad. El koan pone
de manifiesto el perpetuo conflicto entre la inteligencia vertical, sensible a los
contenidos espirituales y que permite la intelección de la Verdad en las formas y
modos de expresión que dan cuerpo a la Palabra, y la inteligencia horizontal, que es
racional y sensible a esas formas y modos y que tiende a tiranizar o como mínimo a
monopolizar la comprensión y la vida espiritual[3]. Y de ello es buena prueba el caso
de Jakob Böhme, como el del Maestro Eckhart, que también en este aspecto de su
vida supieron vivir su imitación de Jesucristo[4].
Böhme, que de niño había sido pastor, y artesano zapatero desde la adolescencia,
no tenía más estudios que los primarios y era el theodidacta por excelencia, conoce a
través de «iluminaciones interiores», intelecciones sapienciales; su conocimiento, por
tanto, no es mental, no es discursivo, construido ni acumulado. No es aprendido, sino
visto.
«Quien conoce estas cosas no es yo, el yo que soy yo, sino Dios en mí»[5].
Por el contrario el yo, el ego, el individuo, «es cosa» y sólo puede conocer
«cosas»[6].
«Por mis propias fuerzas, soy un hombre tan ciego como los demás y nada puedo,
pero por el Espíritu de Dios mi espíritu innato lo penetra todo, aunque no siempre
con suficiente perseverancia».
Böhme suele hablar del alma en estado caído, extraparadisíaco, diciendo que «es
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cosa». «Es una cosa», «es algo» aquello que solo se identifica con el ser contingente
y exterior, algo que tiene o parece tener entidad por sí mismo, fuera de Dios, una cosa
separada de las demás y aparentemente autónoma, en vez de estar en comunión con
todo, en vez de ser uno con el Todo y en el Todo. Böhme precisa que Dios es «no
cosa»[7]. Ser una cosa es, en resumen, seguir separado y alejado de Dios, y opuesto a
Él en cierto modo. Esa alma aparentemente autónoma cree y quiere tener su propio
ser, su propia voluntad, su propia opinión… Toda esa propiedad es precisamente lo
que la mantiene alejada de Dios (del Amor de Dios) y atada a este mundo de deseos y
ansias, o lo empuja cada vez más abajo[8].
Cuando el alma muere a su propia voluntad[9] —explica Böhme[10]— y ya no
quiere nada sino lo que Dios quiere, ahí —en esa alma— habita el Amor divino,
Dios. Porque en la medida en que muere en uno mismo la voluntad propia, el amor
toma posesión del lugar en el que anteriormente residía ésta. En adelante, allí no hay
nada, no hay ninguna cosa[11], y únicamente allí es donde está operante el amor de
Dios. Y conforme a esta terminología de Böhme, así como esa «voluntad propia»,
aparentemente autónoma de la voluntad divina, pasa a ser expropiada cuando pasa a
ser una misma voluntad —a unificarse— con la voluntad de Dios, así también el
alma cuya voluntad ha sido expropiada pasa a ser alma expropiada, ahora poseída
por el Amor de Dios y exclusivamente por Él; unificada con Él en la misma Unidad
en la que fue creada.
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SOBRE LA VIDA ESPIRITUAL
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Jakob Böhme
SOBRE LA VIDA
ESPIRITUAL
Diálogo de un maestro con su discípulo
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1. EL DISCÍPULO AL MAESTRO. ¿Cómo puedo alcanzar la vida suprasensual[12], de
modo que vea yo a Dios y lo oiga hablar?
EL MAESTRO. Si por un momento puedes elevarte hasta allí donde no habita
ninguna criatura, oirás a Dios.
4. EL DISCÍPULO. ¿Por qué medio puedo ver y oír a Dios, si él está por encima de
la naturaleza y de la criatura?
EL MAESTRO. Cuando te mantienes en silencio, en ese momento eres lo mismo que
era Dios antes de la naturaleza y de la criatura, que es de donde formó tu naturaleza y
tu criatura. Entonces ves y oyes con aquello con lo que Él veía y oía por medio de ti,
antes de que hubiesen tenido comienzo tu voluntad propia, tu visión y tu audición.
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7. EL DISCÍPULO. Si lo hiciese, tendría que abandonar el mundo e incluso mi propia
vida.
EL MAESTRO. Si abandonas el mundo, entras en aquello de lo cual fue formado el
mundo; y si pierdes la vida y desfalleces en tus fuerzas propias, entonces permaneces
en aquello que te obliga a abandonarlo, o sea en Dios, que es de donde vienen todas
esas cosas tras hacerse corporales.
8. EL DISCÍPULO. Dios creó al hombre en la vida natural para que esté por encima
de todas las criaturas de la tierra y sea Señor de todas las cosas que hay en el mundo.
¿No es preciso, por tanto, que el hombre las posea en propiedad[15]?
EL MAESTRO. Si te pones por encima —exteriormente, se entiende— de todas las
criaturas es que estás, con tu voluntad y tu dominación, en un estado brutal, y estás
únicamente en un dominio imaginario y pasajero. Y también introduces tus deseos en
una esencia brutal que te contagiará y te cautivará, y con ello te conviertes en una
especie de animal; pero si has renunciado a las formas ideales, te encuentras en la
supraidealidad y estás por encima de todas las criaturas en el fondo a partir del cual
fueron creadas. Y nada hay en la tierra que te pueda dañar: pues todo es lo mismo que
tú, y nada es distinto de ti[16].
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entregues enteramente tu voluntad y tus deseos, hasta el punto de no querer nada sin
él. De ese modo, estás realmente con el cuerpo en el mundo, en las cualidades, y por
lo que se refiere a tu razón estás bajo la cruz de nuestro Señor Jesucristo; pero, por lo
que se refiere a tu voluntad, estás en el cielo y encuentras el fin de donde proceden
todas las criaturas y adonde tienen que volver. Así, puedes considerar exteriormente
todas las cosas con la razón, e interiormente con el intelecto, y reinar en y sobre todas
las cosas con Cristo, a quien es dado todo poder en el cielo y en la tierra[20].
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a ti mismo en las criaturas y buscar el eterno reposo en el que pueda reposar tu
voluntad, como nos enseña Jesucristo cuando dice: «Tenéis reposo en mí, pero
tendréis angustia en el mundo»[26].
15. EL DISCÍPULO. ¡Qué feliz sería yo, pobre miserable, si pudiese llegar con mi
espíritu a ese lugar en el que no hay ninguna criatura!
EL MAESTRO, con gran dulzura
Querido discípulo, tu voluntad, si por una hora pudieses despegarla de todas las
criaturas y elevarte hasta allí donde no hay ninguna, quedaría revestida del resplandor
más sublime de la gloria divina y cataría interiormente el más dulce amor de nuestro
Señor Jesucristo. Eso ninguna lengua lo puede expresar. Escucharía dentro de sí
inexpresables palabras de su gran misericordia. Sentiría que la cruz de Cristo es
interiormente un dulce don y la preferiría a todos los bienes del mundo[27].
16. EL DISCÍPULO. ¿Qué ocurriría entonces con el cuerpo, dado que necesariamente
tiene que vivir en la criatura?
EL MAESTRO. El cuerpo sería puesto con ello en la imitación de Jesucristo, que
dijo: «Mi reino no es de este mundo»[28]. Comenzaría a vivir interior y exteriormente
a la vanidad y las obras mundanas y se convertiría en enemigo de toda lascivia. Al
desapegarse de todos los malos deseos e inclinaciones, recibiría un sentido nuevo y
una voluntad completamente nueva que estarían continuamente vueltos hacia Dios.
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Dios, Padre suyo, y de las angustias de este mundo pasó a la dicha celestial.
Igualmente él, a través de todos los desprecios y angustias de este mundo entraría
interiormente en el mayor amor a Dios, fortificado y conservado por el dulcísimo
Nombre de Jesús. Vería y sentiría dentro de sí un mundo nuevo, en el que entraría a
través de la cólera de Dios: en ese amor envolvería su alma, y en ese amor todas las
cosas serían iguales para él. Incluso si su cuerpo estuviese en el infierno o en la tierra,
su mente permanecería en cambio en el más sublime amor a Dios.
20. EL DISCÍPULO. Pero perderá a todos sus buenos amigos, y no tendrá a nadie que
le tienda la mano en la necesidad.
EL MAESTRO. Recibirá en propiedad el corazón de todos sus verdaderos amigos.
No perderá más que a sus enemigos, que antes únicamente sentían aprecio por lo que
tenía de malo y de vano.
21. EL DISCÍPULO. ¿Cómo es posible que tenga en propiedad a sus buenos amigos?
EL MAESTRO. A todas las almas de aquellos que pertenecen a nuestro Señor
Jesucristo las recibe por hermanos suyos y miembros de su propia vida; porque los
hijos de Dios son uno solo en Cristo, que es Cristo en todos. Por eso los recibe a
todos como miembros corporales en Cristo, pues ellos tienen en común todos los
bienes celestiales, y viven en un mismo amor a Dios, igual que las ramas de un árbol
viven de una misma savia. Por eso no carece siquiera de amigos exteriores y
naturales, como le ocurrió a nuestro Señor Jesucristo. Aunque no lo aman lo más
mínimo los sumos sacerdotes y los grandes de este mundo, pues son ajenos, dado que
no son ni hermanos ni miembros. Sí lo amarán en cambio los que aman la verdad y la
justicia, y se asociarán a él, como se acercó a Jesús de noche Nicodemo. Nicodemo
amaba a Jesús en su corazón a causa de la verdad, mientras que temía al mundo
exterior. Así, tendrá muchos amigos que todavía no conoce.
22. EL DISCÍPULO. Pero es muy duro ser despreciado por todo el mundo.
EL MAESTRO. Lo que ahora te parece duro, te gustará más adelante.
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sabiduría del cielo, verás que toda sabiduría mundana no es más que necedad, y que
lo que el mundo odia es tu vida mortal, que es lo mismo que odias tú también, odias
tu voluntad: así comienza a gustarte ese desprecio de tu cuerpo mortal.
24. EL DISCÍPULO. Pero ¿cómo se puede conciliar que un hombre se ame y se odie
al mismo tiempo?
EL MAESTRO. Cuando te amas, no es que tú mismo te ames a ti mismo, sino que
del amor de Dios te ha sido dado que ames en ti el fondo divino que en ti hay; por él
y en él amas la Sabiduría divina, la Bondad divina, la Belleza divina y las maravillas
que obra en tus hermanos. Y cuando te odias, en cambio, lo que odias es tu alteridad,
que es el lugar donde el mal puede tocarte y adherirse a ti; y eso lo haces cuando
quieres quebrar en ti tu egoidad, el sentido del ser tú, de lo tuyo; como cuando dices
yo hago esto, yo hago aquello. Todo eso es un error, y una absoluta confusión que
hay en ti; porque nada puedes decir que es tuyo excepto el yo malo, ni nada puedes
hacer por ti mismo que se te pueda tener en cuenta. Por eso debes esforzarte por
destruir en ti ese yo, para que puedas convertirte en un fondo totalmente divino. El
amor odia la egoidad, pues la egoidad es un veneno mortal, y ambas cosas no pueden
subsistir a la vez; la una excluye a la otra inevitablemente por su propia naturaleza:
porque el amor posee el cielo y habita dentro de uno mismo, mientras que la egoidad
posee el mundo con las cosas que hay en el mundo, y también habita dentro de sí
misma; y así como el cielo está por encima de la tierra, y la eternidad por encima del
tiempo, así también el amor está por encima de la vida natural.
25. EL DISCÍPULO. Querido maestro, estoy contento de que ese amor pueda
encontrarse en mí por encima de la vida natural, para que así pueda yo alcanzar
Aquello que está por encima de lo natural y de lo sensual; pero te ruego que me digas
¿por qué tienen que ir juntos el amor y el odio, el amigo y el enemigo?; ¿no sería
mejor que no hubiese más que puro amor? ¿Por qué el amor y el dolor van siempre
juntos?
EL MAESTRO. Si no se encontrase el amor en el dolor, nada habría que el amor
pudiese amar; pero, puesto que el objeto de su amor, o sea la pobre alma, se
encuentra en el sufrimiento y el dolor, el amor tiene ocasión de amar su propia
substancia y liberarla del tormento, para a su vez ser amado. Y tampoco se podría
conocer qué es el amor si no hubiese nada que el amor pudiese amar.
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27. EL DISCÍPULO. Querido maestro, te ruego que me digas cómo debo entender
todo esto.
EL MAESTRO. Lo que digo de que su virtud es la nada, lo comprendes si sales de
todas las criaturas y estás extinguido con respecto a ellas. Porque entonces estarás en
el Uno eterno, que es Dios mismo, y sentirás la más sublime virtud del amor.
Pero lo que digo de que su fuerza penetra todas las cosas, eso lo sentirás en tu
alma y en tu cuerpo si, una vez ha prendido en ti, ese amor arde más de lo que podría
hacerlo ningún fuego. Y eso también lo puedes observar en todas las obras de Dios,
pues el amor de Dios se ha derramado sobre todas las cosas. Es el fondo más íntimo y
lo más exterior en todas las cosas; interior por lo que se refiere a la virtud, y exterior
por lo que se refiere a la forma.
Y lo que he añadido de que la altura del Amor era tan alta como la de Dios, eso lo
puedes comprender en ti mismo, pues el amor te eleva interiormente tan alto como lo
está Dios mismo, al permanecer unido a Dios, como puede verse —en nuestra
humanidad— por nuestro Señor Jesucristo, al que el amor alzó hasta lo más alto del
trono, en el poder de la Divinidad.
Pero lo que he dicho de que, por lo que respecta a su amplitud, el Amor es más
grande que Dios, también eso es verdad, pues el amor entra incluso allí donde Dios
no habita. Porque cuando nuestro Señor Jesucristo estaba en el infierno, el infierno no
era Dios, y sin embargo allí estaba el Amor, destruyendo la muerte. Por eso cuando te
encuentras sumido en la angustia, Dios no está en la angustia; y sin embargo allí está
el amor y te hace pasar de la angustia a Dios. Cuando (interiormente) Dios se te
oculta, allí está el Amor, y es Él quien lo manifiesta en ti.
Y lo que he dicho de que el que encuentra el amor encuentra la Nada y el Todo,
también eso es una verdad cierta. En efecto, encuentra un Abismo sobrenatural y
suprasensual en el que no hay ningún lugar en el que pueda morar, y no encuentra
nada que le sea semejante. Por eso no hay nada con lo que se lo pueda comparar, pues
él es más profundo que ninguna cosa; por eso es para todas las cosas como una nada,
pues no se lo puede comprender, y por eso mismo, porque es una nada, está libre de
todas las cosas; es el bien único, y no se puede expresar qué es.
Y por último, he dicho que el que encuentra el Amor encuentra el Todo, y
también eso es verdad. El amor ha sido el comienzo de todas las cosas y está por
encima de todas las cosas: si lo encuentras, alcanzas el fondo, de donde han
procedido todas las cosas, y en el cual subsisten todas, y allí eres un rey que reina
sobre todas las obras de Dios.
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29. EL DISCÍPULO. ¿Dónde es eso? ¿Dónde el hombre no habita en el hombre?
EL MAESTRO. Es el alma expropiada en el fondo más íntimo. Cuando el alma
muere a su propia voluntad y ya no quiere nada si no lo que Dios quiere, ahí es donde
habita el amor. Porque en la medida en que muere en uno mismo la voluntad propia,
el amor toma posesión del lugar en el que anteriormente residía la voluntad propia.
En adelante, allí no hay nada, y únicamente allí donde no hay nada es donde está
operante el amor de Dios.
30. EL DISCÍPULO. Pero ¿cómo puedo alcanzar el amor sin morir a mi voluntad?
EL MAESTRO. Si quieres alcanzarlo, él se aleja de ti. Pero si te entregas totalmente
a él, entonces estás muerto para ti mismo por lo que se refiere a la voluntad, y él se
convierte en la vida de tu naturaleza. No te hace morir, sino al contrario, te convierte
en viviente conforme a su vida. Entonces no vives conforme a tu voluntad, sino
conforme a la suya, porque tu voluntad se convierte en la suya. Entonces estás muerto
en ti mismo, pero vivo en Dios.
31. EL DISCÍPULO. ¿De dónde viene que tan pocos encuentren el amor, pese a que
tantos desearían tenerlo?
EL MAESTRO. Es que todos lo buscan en alguna cosa, como en la opinión
imaginaria[29], en sus propios deseos. Con ello conservan casi todas sus propias
concupiscencias naturales. El Amor se les ofrece, pero no encuentra en ellos lugar
alguno donde posarse, pues su lugar lo han ocupado las cosas imaginadas[30] por su
voluntad propia, y la capacidad imaginativa[31] de su sensualidad quiere poseerlo;
pero el amor se le escapa, pues habita únicamente en la nada, y por eso no lo
encuentran.
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34. EL DISCÍPULO. Maestro, ya no soporto más lo que me retiene en el extravío,
¿cómo podría emprender el camino más corto para encontrar el amor?
EL MAESTRO. Avanza allí donde es más duro el camino, abraza lo que el mundo
rechaza, y no hagas lo que hace el mundo. Avanza en todo de manera opuesta al
mundo. Ese es el camino más corto para alcanzar el amor de Dios.
35. EL DISCÍPULO. Si adopto en todas las cosas una conducta opuesta al mundo, me
veré reducido a una extrema necesidad e inquietud, y con ello me tendrán por loco.
EL MAESTRO. No digo que debas causar daño a nadie; pero, como al mundo sólo le
gustan el engaño y la vanidad y avanza en un camino equivocado, si quieres defender
lo contrario en todas las cosas, lo que tienes que hacer es avanzar únicamente en el
camino recto, pues el camino directo se opone en todo a los caminos por los que
avanza el mundo.
En cuanto a lo que dices de que no obtendrías más que tormento, eso sólo ocurre
con respecto a la carne, y ello te da continua ocasión de arrepentimiento; y el amor
prefiere estar en esa angustia con su fuelle de fuego.
Dices además que te tendrán por loco. También eso es verdad, pues la vía que nos
conduce al amor de Dios es una locura para el mundo, pero es sabiduría para los hijos
de Dios: cuando el mundo percibe ese fuego del amor en los hijos de Dios, dice que
se han vuelto locos. Pero para los hijos de Dios, ese es el tesoro más precioso.
Ninguna vida podría expresar ni ninguna boca podría nombrar qué es el amor
inflamado de Dios, que es más blanco que el sol, más dulce que cosa alguna, más
benéfico que ningún alimento ni licor y más agradable que ninguna alegría del
mundo; el que lo obtiene es más rico que el mayor rey de la tierra y más noble que un
emperador, y más fuerte que ningún poder.
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vida, cosa que hace decir a San Pablo: «nuestra conversación está en los cielos»[34]; y
también dijo Cristo: «mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen y
yo les doy la vida eterna; por eso nadie las quitará de mi mano»[35].
39. EL DISCÍPULO. ¿De dónde viene entonces que un alma santa no pueda gozar
perfectamente en este mundo de esa luz y de esa gran dicha, y que el impío no sienta
su infierno, si uno y otro están en el hombre y allí obran?
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EL MAESTRO. El reino de los cielos está en los santos de tal modo que obra y se
deja notar en su fe: sienten el amor de Dios en su fe, mediante la cual se entrega a
Dios la voluntad; pero la vida natural está rodeada de carne y de sangre, se encuentra
enfrentada a la cólera de Dios, y rodeada de los vanos placeres de este mundo, que no
cesan de impregnar esta vida exterior mortal; de suerte que el mundo y el diablo por
un lado, y por el otro la maldición de la cólera de Dios impregnan la vida en la carne
y la sangre y la acribillan. Y debido a ello suele encontrarse angustiada el alma.
Cuando el infierno quiere forzarla de ese modo porque quiere manifestarse en ella,
ella debe sumirse en la esperanza de la gracia divina, y permanece como una bella
rosa en medio de espinas, hasta que el reino de este mundo quede completamente
aniquilado en ella por la muerte corporal. Entonces será cuando ella se manifestará
enteramente en el amor de Dios, cuando ya nada le presente resistencia. Es preciso
que durante esta vida camine el alma en este mundo con Cristo, que la libera de su
propio infierno: la impregna de su amor, permanece con ella en el infierno y
convierte su infierno en cielo. En cuanto a eso que dices de por qué no siente el impío
su infierno en esta vida, digo que lo siente realmente en su falsa conciencia, pero no
comprende lo que es, porque todavía tiene la vanidad terrena, y en ella se complace,
en ella encuentra alegría y sensualidad. Además, la vida exterior también tiene la luz
de la naturaleza exterior, en la que se alegra el alma de tal modo que su tormento no
se manifiesta. Pero cuando muere el cuerpo, el alma ya no puede gozar de esa
sensualidad temporal, y también está apagada para ella la luz del mundo exterior;
entonces siente una eterna hambre y sed de aquellas vanidades que tanto le gustaban
en este mundo, pero no puede obtener nada más que la falsa voluntad, que es a lo que
ella se había abrazado. Entonces pasa hambruna de las cosas que en esta vida tenía de
sobras y con las que sin embargo no quiso contentarse. Ahora las echa en falta; por
eso siente eterna hambre y sed de vanidad, de malicia y de lascivia. Quisiera seguir
obrando mal, pero no tiene medio de poder llevarlo a cabo, de modo que ese
cumplimiento se lleva a cabo solamente en ella misma; y esa infernal hambre y sed
no puede hacerse evidente en ella antes de que muera el cuerpo con el que ha llevado
su vida de corrupción en la sensualidad que le proporcionaba lo que ella deseaba.
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en una cosa, Dios no quiere con la voluntad de esa cosa, allí no está manifiesto Dios,
sino que solamente habita dentro de uno mismo, sin cooperación alguna de esa cosa.
Allí no hay más que una voluntad propia fuera de la voluntad de Dios, y es allí donde
habita el demonio y todo cuanto está fuera de Dios.
42. EL DISCÍPULO. ¿A qué distancia están el uno del otro el cielo y el infierno?
EL MAESTRO. Como el día y la noche, como lo que es algo y lo que no es nada.
Están el uno en el otro, y el uno es continuamente para el otro como una nada. Se
causan recíprocamente alegría y dolor. El cielo está por todo el mundo y fuera del
mundo, indiviso en todas partes, sin sitio ni lugar, y obra solamente dentro de uno
mismo por la manifestación divina. En aquello que entra en el cielo o en lo que él
está manifestado, allí es donde se manifiesta Dios. Porque el cielo no es otra cosa que
la manifestación del Uno eterno, en la que todo obra y quiere en tranquilo amor.
Y también el infierno está por todo el mundo, habita y obra también dentro de uno
mismo y allí donde se evidencia el fundamento del infierno, como en la ipseidad y en
la falsa voluntad. El mundo visible tiene en su seno al uno y al otro. Pero el hombre,
por lo que se refiere a su vida temporal, es solamente del mundo visible, por eso no
ve el mundo invisible durante el tiempo que dura esta vida exterior. Porque el mundo
exterior, por lo que se refiere a la substancia, es un revestimiento que oculta al mundo
espiritual, del mismo modo que el alma está cubierta por el cuerpo. Pero desde el
momento en que el hombre exterior muere, queda manifiesto al alma el mundo
espiritual, ya sea en la luz eterna con los santos ángeles, sea en las tinieblas eternas
con los demonios.
43. EL DISCÍPULO. ¿Qué es entonces el ángel y el alma del hombre, para que
puedan estar así manifiestos en el amor o la ira de Dios?
EL MAESTRO. Proceden del mismo origen, son chispas del intelecto divino, de la
voluntad divina, expresadas por el Verbo divino y llevadas a ser objeto del amor
divino; vienen así del fundamento de la eternidad, de donde proceden la luz y las
tinieblas. En el propio amor de sus propios deseos están las tinieblas, y en la
conformidad con la voluntad de Dios está la luz. Allí donde la voluntad de la egoidad
del alma quiere lo que Dios quiere, ahí está el amor de Dios en su actividad. Mientras
que en el propio consentimiento de la voluntad del alma es donde obra con tormento
la voluntad de Dios, y no es más que oscuridad, a fin de que sea conocida la luz. No
son sino manifestación de la voluntad divina, sea en la luz, sea en las tinieblas de las
propiedades del mundo espiritual.
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la eternidad, mediante el cual la eternidad se ha hecho visible, allí donde obran la una
en la otra la voluntad propia y la voluntad expropiada, a saber, el bien y el mal.
También el hombre exterior es esa substancia, pues Dios lo creó del mundo exterior, e
insufló en él el mundo interior espiritual para su alma y su vida inteligente. Por eso el
alma puede recibir y obrar el bien y el mal en el mundo exterior.
45. EL DISCÍPULO. ¿Qué habrá entonces después de este mundo, cuando todo eso
haya encontrado su fin?
EL MAESTRO. Sólo tendrán fin los seres materiales, como los elementos, el sol, la
luna y las estrellas. Entonces el mundo interior espiritual quedará completamente
manifiesto. Pero lo que haya obrado el espíritu durante esta vida, sea el bien o sea el
mal, cada obra quedará separada de manera espiritual, sea en la luz, sea en las
tinieblas eternas; porque todo lo que de cada voluntad se haya engendrado, eso entra
en su igualdad. Y entonces las tinieblas serán llamadas infierno, que es el eterno
olvido de todo bien, y la luz será llamada reino de Dios, que es el eterno gozo y
alabanza de los santos por haber sido liberados de los desdichados tormentos.
El juicio final es un abrasamiento por fuego conforme al amor o la cólera de Dios.
Allí es donde llegará a su fin la materia de todas las substancias, y cada fuego atraerá
a sí mismo lo que le corresponda. Lo que es engendrado en el amor de Dios, atraerá a
sí el fuego del amor de Dios, y allí arderá de conformidad con el amor, y él mismo se
entregará en ello; pero lo que haya sido obrado en la ira conforme a las tinieblas
atraerá a sí el tormento y lo consumirá el mal; y así no quedará más que la voluntad
dolorosa en su forma propia y su figuración.
46. EL DISCÍPULO. ¿En qué materia o en qué forma resucitarán nuestros cuerpos?
EL MAESTRO. Existe, sembrado, un cuerpo natural, basto y elemental, semejante en
esta vida a los elementos exteriores. En ese cuerpo basto se encuentra una virtud sutil,
igual que también en la tierra hay una buena virtud sutil —que se equipara al sol y se
une a él— que también brotó al comienzo de la virtud divina, de donde igualmente ha
salido la buena virtud del cuerpo. Esta buena virtud del cuerpo mortal debe
reproducirse en una propiedad material, amable, transparente y cristalina, en una
carne y sangre espiritual, y vivir eternamente. Y lo mismo la buena virtud de la tierra,
por la cual también ella será cristalina, y brillará en todos los seres la luz divina. Y así
como la tierra basta llegará a su fin y ya no regresará, así también terminará la carne
basta del hombre y no vivirá eternamente. Pero es preciso que todo sea sometido a
juicio y que todo sea separado por el fuego en ese juicio, tanto la tierra como la
ceniza del ser humano. Porque cuando Dios conmueva una vez más el mundo
espiritual, cada espíritu atraerá directamente a sí mismo la substancia espiritual que le
corresponda; así, un espíritu bueno y un alma buena atraerá a sí su buena esencia; y
una mala atraerá su mala esencia. Pero no hay que entender por ello más que una
virtud esencial y material, cuya substancia es tan sólo pura virtud, así como una
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tintura material cuya bastedad desaparece en todas las cosas.
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modo alguno es de Cristo; y su reino se manifestará plenamente en el lugar en el que
está ahora este mundo, pues la emoción de la separación se hará en todas partes al
mismo tiempo.
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he sido extranjero y he estado desnudo, [enfermo] y en prisión y no me habéis
servido».
Y también ellos le responderán diciendo «¿Cuándo te hemos visto nosotros en tal
estado y no te hemos servido?». Y él les dirá: «En verdad os digo que lo que no
habéis hecho con uno de esos (hermanos míos) más pequeños, tampoco me lo habéis
hecho a mí». Y se irán a las penas eternas, y los justos a la vida eterna[40].
54. EL DISCÍPULO. Te ruego que me digas, querido maestro, por qué dice Cristo:
«Lo que vosotros habéis hecho a uno de esos más pequeños, me lo habéis hecho a mí,
y lo que no les habéis hecho, tampoco me lo habéis hecho a mí». ¿Cómo se hacen
estas cosas a Cristo como si fuese en persona?
EL MAESTRO. Cristo habita esencialmente en la fe de aquellos que se han
entregado enteramente a él, y él les da de comer su cuerpo y de beber su sangre, y así
posee el fondo de su fe según sea la interioridad del hombre, por eso un cristiano es
un sarmiento en esa cepa[41], y es llamado cristiano porque Cristo habita
espiritualmente en él. Así pues, lo que se hace a un cristiano en sus necesidades
corporales, se le hace a Jesucristo mismo, que habita en él; pues ese cristiano no se
pertenece en modo alguno a sí mismo, sino que se ha dado enteramente a Cristo y le
pertenece en propiedad; por eso lo que se le hace se le hace a Jesucristo mismo, y
aquel que niega su ayuda a esos cristianos necesitados y no quiere servirlos en sus
necesidades, ese rechaza a Cristo y lo desprecia en sus miembros. Cuando un pobre
que pertenece a Jesucristo te pide algo y tú se lo niegas en su necesidad, eso se lo has
negado a Jesucristo mismo; y todos los desdenes que se hacen a tal cristiano, es
Cristo mismo quien los recibe; cuando se burlan de él, cuando lo calumnian y lo
rechazan, todo eso se hace a Jesucristo; pero el que lo acoge, que le da de comer y de
beber, que lo viste y le tiende la mano en sus necesidades, todos esos servicios los
presta a Cristo y a los miembros de su propio cuerpo. Es más, se los presta a sí
mismo, si es cristiano, pues en Cristo somos todos uno, como un árbol en sus ramas.
55. EL DISCÍPULO. ¿Cómo podrán entonces subsistir ante ese juicio los que
atormentan a los débiles, los que se aprovechan de ellos, los oprimen y atraen su
substancia con tiranía, tratándolos como a las suelas de sus zapatos, sólo para elevar
su propio poder y para extinguir el brillo de los miserables con su propio orgullo y
sensualidad?
EL MAESTRO. Todos esos hacen todas estas cosas a Cristo mismo, y están
destinados a recibir su juicio más severo, pues con eso maltratan a Jesucristo, lo
someten a persecución en sus miembros, prestan ayuda al diablo para que aumente su
reino y apartan de Cristo a los pobres con sus opresiones y los obligan a buscar
también malos medios para su subsistencia; en una palabra, no obraría peor ni el
diablo, que continuamente se resiste al reino de Cristo en el amor. Todos esos, a
menos que se conviertan a Cristo de todo corazón y entren a su servicio, irán a parar
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al fuego eterno, que les está destinado por semejante amor propio.
56. EL DISCÍPULO. ¿Cómo van entonces a subsistir aquellos que durante esta vida
se enfrentan por el reino de Cristo y se persiguen, se desprecian, se calumnian y
maldicen?
EL MAESTRO. Todos esos no han conocido a Cristo todavía; no tienen de él más
que una representación, y por esa representación se disputan mutuamente la victoria
el cielo y el infierno. Toda elevación de orgullo, allí donde no se discute más que por
opiniones, no es más que una imagen de propiedad: aquel que no tiene fe y humildad,
y no está en el espíritu de Cristo, sólo está armado de la cólera de Dios y no sirve más
que a la victoria de la voluntad ideal propia, es decir, al reino de las tinieblas y a la
cólera de Dios; porque toda voluntad propia será entregada al reino de las tinieblas el
día del juicio. De ahí que todo su combatir —con el que para nada tienen en vista la
caridad, sino tan sólo una propiedad ideal, el deseo de imponer sus opiniones,
moviendo al mismo tiempo a los reyes a entrar en guerra por esas opiniones ideales—
sea inútil. Con sus imágenes causan la desolación de los pueblos y regiones. Todos
esos están destinados al juicio de la separación de lo verdadero y lo falso; cesarán
entonces todas las ideas y opiniones, y todos los hijos de Dios caminarán en el amor
de Cristo, y él en ellos.
Todo celo que en ese tiempo de enfrentamiento no proceda del Espíritu de Cristo
y que no busque únicamente que avance la caridad, sino tan sólo beneficio propio,
viene del diablo y está destinado a las tinieblas, y será separado de Cristo. Pues en el
cielo todo sirve a Dios, su Creador, en la humildad.
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mismo y consume. Así también la vida santa de la dulzura reverdece con la muerte
cuando muere la voluntad propia y sólo la amable voluntad de Dios reina y obra todo
en todo.
Porque, entonces, lo que es eterno ha tomado dentro de sí la sensibilidad y la
diferencia, y con la muerte se ha unido con la sensibilidad en una gran alegría para
que haya en la Unidad infinita un eterno gozo: así es preciso que el sufrimiento sea
fundamento y causa de esa emoción.
Y es ahí donde yace el misterio de la sapiencia oculta de Dios.
El que pide, recibe; el que busca, encuentra; al que llama, se le abrirá[43].
Que la gracia de nuestro señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del
Espíritu Santo sea con todos nosotros.
Amén.
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JAKOB BÖHME (Alt Seidenberg, Alemania, 1575 - Görlitz, idem., 1624). Llamado
el filósofo teutón, místico y teósofo luterano que ejerció como pastor y zapatero,
quien creyó llegar al conocimiento de lo interior, que es Dios. Concilió una especie
de teosofía panteísta con la fe luterana e introdujo en la unidad la dualidad (de bien y
mal). Fue el primer pensador que escribió en alemán e influyó en Spinoza, Schelling
y Hegel y en el pietismo y en los cuáqueros. Algunas de sus obras son: Aurora
(1612), De los tres principios de la esencia divina (1619), De la triple vida del
hombre (1620) y Cuestiones teosóficas (1624).
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Notas
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[1]Böhme, que de niño había sido pastor y que desde la adolescencia era artesano
zapatero, no tenía más estudios que los primarios; una vez iluminado, buscando los
medios para poder expresar los conocimientos que Dios le había revelado, leyó a
Paracelso y otros autores protestantes, de los que tomó cierta terminología,
especialmente alquímica, y una fraseología a veces abstrusa y complicada. <<
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[2] De este Diálogo sobre la vida espiritual existe una traducción (Visión libros,
1982), a partir de la traducción de William Law, que es más bien una paráfrasis
comentada (no es raro que dos líneas de Böhme se conviertan en diez o doce, casi
irreconocibles). La versión inglesa de Law, por otra parte de gran valor, está en
internet. La versión que más he seguido de cerca para esta traducción es la francesa
de Sédir, publicada por Chacornac en los primeros años del siglo XX, aunque
cotejándola con otras siempre que me ha parecido innecesariamente oscura. <<
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[3]El conocimiento mental se forja una imagen de la Verdad y del Centro, sin la cual
el hombre se extraviaría, pero tiende a tomarlos por la realidad y se los cree de modo
tan literal que algunas formulaciones inspiradas de la Verdad, cuando son
inesperadas, le pueden parecer «excéntricas» y poco creíbles, y por tanto más o
menos amañadas o ilusorias, cuando no merecedoras de desmentido y condena,
incluso de persecución, como han comprobado en propia carne tantos santos en todas
las épocas y en todos los ámbitos. <<
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[4]Angelus Silesius, evangelista como Böhme, fue expulsado del protestantismo y
entró en el catolicismo. <<
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[5]«Y queda establecido —dice San Bernardo—, conforme a Agustín y otros santos,
que “Cristo, al tener su trono en el cielo, enseña desde el interior”; y ninguna verdad
puede conocerse de ningún modo excepto mediante esta verdad. Porque el mismo
Cristo es fuente del ser y del comprender». <<
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[6]Desde un punto de vista más profundo, «Ego, la palabra “yo” —dice Eckhart— no
es adecuada para nadie más que para Dios en su semejanza». <<
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[7]En esa misma línea, Eckhart habla de Divinidad «inexistente», y Escoto Eriúgena
dice que Dios «no es algo». <<
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[8]Parte de la obra de Böhme explícita el principio de la oposición y la convivencia
del bien y el mal, del Cielo y el Infierno, dentro del alma humana. Como comenta
Coomaraswamy, dado que el campo de batalla entre Cristo y el Anticristo es el alma
humana, no sólo Cristo está en ella. «La bestia más malvada —aclara Böhme— está
dentro de nosotros». <<
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[9]El simbolismo de la muerte es fundamental en Böhme, porque «si el alma no se
hace morir [no hace que muera su egoidad centrífuga], no puede alcanzar ningún otro
mundo [espiritual]». <<
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[10] «Cuando te abstienes de creer que eres y de querer ser». <<
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[11]«Enseña nuestra escuela que todo aquello que es conocido o nacido es una
imagen, y dicen que, cuando engendra a su Hijo unigénito, el Padre está produciendo
su propia imagen», dice Eckhart, que repite constantemente que mientras el corazón
del hombre contenga imágenes de cosas (criaturas), no podrá entrar en él la imagen
de Dios, expulsada por esas imágenes, cuya presencia es incompatible con la
Presencia divina. De ahí que tenga que despojar su corazón de todas esas imágenes
para «restaurar» a Dios en su morada de lo más íntimo del corazón del hombre. <<
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[12]La übersinnlichen Leben designa la vida espiritual que no se ve afectada por la
búsqueda de la satisfacción de los sentidos, que no interfieren en la percepción
espiritual. Ese estado es perfectamente compatible con la vida sensible o sensorial,
como ejemplifica la vida de Jesús. <<
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[13]
Selbheit, el ser uno mismo; es decir, lo que hace que mi voluntad sea distinta de la
de Dios, y lo mismo con mis sentidos, etc. <<
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[14]Interrumpes la continuidad entre la voluntad de Dios y tú como agente de esa
Voluntad. <<
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[15] Law: «que el hombre posea en propiedad este mundo y las cosas que hay en él».
<<
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[16] Todo es uno contigo y nada es otro que tú. <<
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[17] Mt. 18, 3. <<
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[18]Es decir, cuando consientes y el deseo deja de ser algo exterior que no te has
apropiado y puedes contemplar. <<
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[19] Jn 15, 5. <<
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[20] Mt 28, 18. <<
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[21] Fil 3, 20. <<
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[22] 1Cor 6, 19. <<
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[23] Jn 8, 51. <<
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[24] Elevas tu voluntad del plano de las criaturas al plano celestial. <<
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[25]La versión de Law, como siempre más explicativa, me parece aquí también más
coherente: Discípulo: «¿Qué es lo que debo abandonar?». Maestro: «Todas las cosas
que te aman y te acogen, porque las ama y acoge tu voluntad, [etc. (…)] en una
palabra, todo lo visible y lo sensible que hace que la imaginación o el apetito sensible
se deleite y se renueve». <<
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[26] Mat. II, 28-30. <<
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[27]Law: «… ¡ay, soy un pobre hombre! ¿cómo iba a ser eso posible para mí?». «¿Por
qué estás desanimado? Permanece con ánimo firme; porque ciertamente puedes
alcanzarlo. Sólo con que lo creas, todo te resultará posible. Si ocurriese —tú que
tienes tan poca valentía— que tu voluntad se apartase por una hora, o siquiera por
media, de todas las criaturas, y se sumiese en Aquello en lo que no hay criatura
alguna ni puede haberla, de inmediato quedaría impregnada y revestida del supremo
esplendor de la Gloria divina, cataría dentro de sí el más dulce Amor de Jesús, la
Dulzura que ninguna lengua puede expresar, y encontraría dentro de sí inefables
palabras de nuestro Señor sobre su gran Misericordia. Tu espíritu sentiría entonces
dentro de sí la Cruz de nuestro Señor Jesucristo tranformada en algo muy agradable;
y de ahí en adelante preferiría la Cruz por encima de los honores y los bienes del
mundo». <<
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[28] Jn 18,36. <<
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[29]Es decir, la opinión, o la especulación, en vez del conocimiento. Una opinión es
algo creado, mientras que el conocimiento es una misma cosa con el amor. En
algunos textos tradicionales se encuentra una formulación, que usa el simbolismo
amoroso: Dios es terriblemente celoso, puesto que no soporta que haya «otro» en el
corazón de su amante; si hay otro, Él se va, o no hace acto de presencia. <<
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[30]Bildlichkeit es algo así como la «idealidad» o «imaginalidad», aquí en el sentido
de la serie de ideas o imágenes que la voluntad y la sensualidad crean con la ilusoria
intención de encontrar satisfacción en ellas. <<
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[31] Bildlichkeit. <<
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[32] «… und sich darmit über-inflammire». <<
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[33] Lc 18, 20-21. <<
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[34] Fil 3, 20. <<
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[35] Jn 10, 27-28 <<
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[36] De Signatura Rerum XV, 51. <<
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[37] «… ah männliche Jungfrauen…». Quiere decir que conjugan las mejores
cualidades activas masculinas con las mejores cualidades pasivas femeninas. <<
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[38] Salmo 18, 26-27. <<
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[39] 1Cor 15, 41. <<
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[40] Mt 25, 34-46 <<
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[41] Jn 15,5. <<
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[42] O «crece», «está»: «Das Leben stehet im Streite». <<
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[43] Mat 7, 7-8. <<
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