Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Sobre La Vida Espiritual

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 73

El gran místico alemán Jakob Böhme, zapatero de profesión y sin más

estudios que los primarios, era el theodidacta por excelencia.


Su obra es la expresión de un conocimiento no mental, no aprendido, sino
visto, y ha ejercido una considerable influencia en numerosos espirituales,
filósofos y poetas posteriores de toda Europa.

ebookelo.com - Página 2
Jakob Böhme

Sobre la vida espiritual


Diálogo de un maestro con su discípulo

ePub r1.2
Titivillus 03.07.15

ebookelo.com - Página 3
Título original: Vom übersinnlichen Leben: Gespräch eines Meisters mit seinem Jünger
Jakob Böhme, 1622
Traducción: Francesc Gutiérrez

Editor digital: Titivillus


ePub base r1.2

ebookelo.com - Página 4
NOTA INTRODUCTORIA

ebookelo.com - Página 5
«Si conocieses las verdades de Jakob Böhme,
te elevarías hasta donde él se elevó»
WILLIAM LAW

Jakob Böhme (1575-1624) es junto con el Maestro Eckhart y Angelus Silesius


una de las figuras máximas y más influyentes del pensamiento místico alemán y
europeo y, como ocurre con Eckhart, muchas ideas y conceptos afortunados de los
considerados grandes filósofos y pensadores posteriores a él, y hasta nuestros días, se
suelen atribuir a la influencia de Böhme.
A los treinta y siete años, tras su iluminación, se hace pública su primera obra,
que le gana un círculo de discípulos y la animadversión de las autoridades religiosas
protestantes hasta el punto de que un año más tarde se le prohíbe escribir más.
Pasados seis años, pone por escrito, sin ánimo de publicar, un buen número de
tratados. Cuatro años más tarde, a los cuarenta y ocho, publica varias obras de
lenguaje directo y fácil de entender, que conforman El Camino a Cristo; una de ellas
es la que el lector tiene en las manos. Se renovaron con ello las persecuciones, fue
denunciado y obligado a prestar declaración en Dresde; su declaración ante la suma
corte consistorial, respondiendo a las inquisitivas preguntas de sus jueces, figura hoy
entre sus obras. Inmediatamente, enfermó y murió al cabo de poco.
Como autor, el propio Jakob Böhme se definió filósofo, cosmólogo y teólogo, y
se suele convenir en decir que fue las tres cosas pero muy a su modo cada una de
ellas. En realidad no es que lo fuese «a su modo», sino que lo fue al «modo divino».
La obra de Böhme es distinta a todo y peculiar en cuanto a la forma, en cuanto a la
expresión, pero es universal en cuanto al contenido de verdades universales que
expresa. La particularidad de su lenguaje, por otra parte tiene que ver con la
desproporción entre su contenido y los medios lingüísticos y culturales de que
disponía en un marco intelectual y moral ya muy estrecho y cuajado. «Divina
desproporción», podría decirse, dado el modo casi milagroso en que consigue
transmitir el mensaje, pese a la peculiar terminología y a la poca claridad de la forma
que a veces emplea[1].
«Una frase o habla que sean parabólicos o mágicos es el mejor y más claro ropaje
o vestidura que puedan llevar los misterios en los vaivenes y ajetreos de su viaje en
este mundo malvado» dice en el prefacio de su Signatura Rerum. En este sentido, su
lenguaje, profundamente simbólico, no sólo es universal, sino que, para «los que
tienen oídos», es universalmente inteligible. De todos modos, el diálogo que el lector
tiene en las manos, en forma de aclaraciones de un maestro a un discípulo, resulta de
fácil comprensión[2].
Por lo demás, como dice Coomaraswamy, el modo de expresión de Jakob Böhme
resulta familiar para los espirituales de culturas orientales como la hindú o la budista.

ebookelo.com - Página 6
Suele señalarse que Böhme recurre a terminologías, como la alquímica, dando a los
términos otro sentido que el original, y que eso lo hace por ignorancia de en qué
sentido se usaba. Ese fenómeno no es raro entre los grandes autores metafísicos de
oriente, que adaptan el lenguaje, y los términos, a las conveniencias de la transmisión
de una Verdad que ven, y no de algo que simplemente «piensan». Por eso su relación
con el lenguaje es espontánea, existencial y no mental.
Un caso muy ilustrativo lo proporciona el patriarca zen Huang Po —a quien se
puede considerar una de las cumbres de la expresión metafísica—, que en sus
Sermones usa términos sánscritos en un sentido que tiene poco que ver con el
concepto que originalmente designaban, o que incluso divergen de él. El Patriarca y
su auditorio hablaban el chino y desconocían el sánscrito, y lo único que importaba
—y lo único que debería importarnos— es qué estaba transmitiendo el santo
Patriarca, no las prevenciones eruditas de los que miran el dedo cuando les señalan
la luna. Es interesante ver que este escollo, que excluye automáticamente a un tipo de
mentalidad que puede transportar el literalismo incluso al campo de las ideas
metafísicas, es tan importante y general como para hacer que se instituyese el koan,
puesto que todo hombre, en cierto grado y modo, peca de esa limitación en la medida
en que no ha alcanzado la iluminación, la visión directa de la Realidad. El koan pone
de manifiesto el perpetuo conflicto entre la inteligencia vertical, sensible a los
contenidos espirituales y que permite la intelección de la Verdad en las formas y
modos de expresión que dan cuerpo a la Palabra, y la inteligencia horizontal, que es
racional y sensible a esas formas y modos y que tiende a tiranizar o como mínimo a
monopolizar la comprensión y la vida espiritual[3]. Y de ello es buena prueba el caso
de Jakob Böhme, como el del Maestro Eckhart, que también en este aspecto de su
vida supieron vivir su imitación de Jesucristo[4].

Böhme, que de niño había sido pastor, y artesano zapatero desde la adolescencia,
no tenía más estudios que los primarios y era el theodidacta por excelencia, conoce a
través de «iluminaciones interiores», intelecciones sapienciales; su conocimiento, por
tanto, no es mental, no es discursivo, construido ni acumulado. No es aprendido, sino
visto.
«Quien conoce estas cosas no es yo, el yo que soy yo, sino Dios en mí»[5].
Por el contrario el yo, el ego, el individuo, «es cosa» y sólo puede conocer
«cosas»[6].
«Por mis propias fuerzas, soy un hombre tan ciego como los demás y nada puedo,
pero por el Espíritu de Dios mi espíritu innato lo penetra todo, aunque no siempre
con suficiente perseverancia».
Böhme suele hablar del alma en estado caído, extraparadisíaco, diciendo que «es

ebookelo.com - Página 7
cosa». «Es una cosa», «es algo» aquello que solo se identifica con el ser contingente
y exterior, algo que tiene o parece tener entidad por sí mismo, fuera de Dios, una cosa
separada de las demás y aparentemente autónoma, en vez de estar en comunión con
todo, en vez de ser uno con el Todo y en el Todo. Böhme precisa que Dios es «no
cosa»[7]. Ser una cosa es, en resumen, seguir separado y alejado de Dios, y opuesto a
Él en cierto modo. Esa alma aparentemente autónoma cree y quiere tener su propio
ser, su propia voluntad, su propia opinión… Toda esa propiedad es precisamente lo
que la mantiene alejada de Dios (del Amor de Dios) y atada a este mundo de deseos y
ansias, o lo empuja cada vez más abajo[8].
Cuando el alma muere a su propia voluntad[9] —explica Böhme[10]— y ya no
quiere nada sino lo que Dios quiere, ahí —en esa alma— habita el Amor divino,
Dios. Porque en la medida en que muere en uno mismo la voluntad propia, el amor
toma posesión del lugar en el que anteriormente residía ésta. En adelante, allí no hay
nada, no hay ninguna cosa[11], y únicamente allí es donde está operante el amor de
Dios. Y conforme a esta terminología de Böhme, así como esa «voluntad propia»,
aparentemente autónoma de la voluntad divina, pasa a ser expropiada cuando pasa a
ser una misma voluntad —a unificarse— con la voluntad de Dios, así también el
alma cuya voluntad ha sido expropiada pasa a ser alma expropiada, ahora poseída
por el Amor de Dios y exclusivamente por Él; unificada con Él en la misma Unidad
en la que fue creada.

ebookelo.com - Página 8
SOBRE LA VIDA ESPIRITUAL

ebookelo.com - Página 9
Jakob Böhme

SOBRE LA VIDA
ESPIRITUAL
Diálogo de un maestro con su discípulo

De qué manera puede el alma


alcanzar a contemplar a Dios y oír a Dios.

Y cómo son sus primeros pasos


en la vida natural y sobrenatural.

Cómo pasa, el alma, de la naturaleza a Dios,


y de nuevo de Dios a la naturaleza de la ipseidad.

Y también qué es su salvación


y qué su perdición.

Escrito en el año 1622

ebookelo.com - Página 10
1. EL DISCÍPULO AL MAESTRO. ¿Cómo puedo alcanzar la vida suprasensual[12], de
modo que vea yo a Dios y lo oiga hablar?
EL MAESTRO. Si por un momento puedes elevarte hasta allí donde no habita
ninguna criatura, oirás a Dios.

2. EL DISCÍPULO. ¿Eso está lejos o cerca?


EL MAESTRO. Está en ti, y si por una hora puedes mantener acallada tu voluntad y
tus sentidos, oirás palabras de Dios que son inexpresables.

3. EL DISCÍPULO. ¿Cómo voy a oír si mi voluntad y mis sentidos se encuentran en


silencio?
EL MAESTRO. Cuando los sentidos y la voluntad de la ipseidad[13] permanezcan en
silencio, se manifestará en ti el oído eterno, la visión eterna y el habla eterna: Será
Dios mismo el que verá a través de ti; y tu propio oído, tu propia voluntad y tu propia
visión son un obstáculo que te impide ver y oír a Dios.

4. EL DISCÍPULO. ¿Por qué medio puedo ver y oír a Dios, si él está por encima de
la naturaleza y de la criatura?
EL MAESTRO. Cuando te mantienes en silencio, en ese momento eres lo mismo que
era Dios antes de la naturaleza y de la criatura, que es de donde formó tu naturaleza y
tu criatura. Entonces ves y oyes con aquello con lo que Él veía y oía por medio de ti,
antes de que hubiesen tenido comienzo tu voluntad propia, tu visión y tu audición.

5. EL DISCÍPULO. ¿Y qué es lo que me refrena y me impide alcanzar ese estado?


EL MAESTRO. Tu voluntad propia, tu visión propia y tu audición propia, y el hecho
de que te resistes a aquello de donde te viene tu origen: con tu voluntad propia te
separas[14] de la voluntad de Dios, y con tu visión propia ya no pones las miras más
que en tu voluntad. Tu voluntad tapona tu oído con tu propia sensualidad con
respecto a las cosas terrenas y naturales, te introduce en un abismo y te cubre con la
sombra de aquello que quieres, de tal modo que no puedes elevarte hasta las cosas
sobrenaturales y suprasensuales.

6. EL DISCÍPULO. Puesto que estoy en la naturaleza, ¿cómo puedo, mediante la


naturaleza, alcanzar el Fondo suprasensual sin la destrucción de la naturaleza?
EL MAESTRO. Se necesitan tres cosas para ello. La primera es que entregues tu
voluntad a Dios y te sumas en el abismo de Su misericordia. La segunda es que
aborrezcas tu voluntad propia y no hagas en absoluto lo que ella te dicta. La tercera es
que te sometas a la cruz, para que puedas resistir las tentaciones de la naturaleza y de
la criatura; si lo haces, hablará Dios dentro de ti, y tu voluntad expropiada, la
introducirá dentro de sí, en el fondo sobrenatural; entonces oirás la palabra de Dios en
ti.

ebookelo.com - Página 11
7. EL DISCÍPULO. Si lo hiciese, tendría que abandonar el mundo e incluso mi propia
vida.
EL MAESTRO. Si abandonas el mundo, entras en aquello de lo cual fue formado el
mundo; y si pierdes la vida y desfalleces en tus fuerzas propias, entonces permaneces
en aquello que te obliga a abandonarlo, o sea en Dios, que es de donde vienen todas
esas cosas tras hacerse corporales.

8. EL DISCÍPULO. Dios creó al hombre en la vida natural para que esté por encima
de todas las criaturas de la tierra y sea Señor de todas las cosas que hay en el mundo.
¿No es preciso, por tanto, que el hombre las posea en propiedad[15]?
EL MAESTRO. Si te pones por encima —exteriormente, se entiende— de todas las
criaturas es que estás, con tu voluntad y tu dominación, en un estado brutal, y estás
únicamente en un dominio imaginario y pasajero. Y también introduces tus deseos en
una esencia brutal que te contagiará y te cautivará, y con ello te conviertes en una
especie de animal; pero si has renunciado a las formas ideales, te encuentras en la
supraidealidad y estás por encima de todas las criaturas en el fondo a partir del cual
fueron creadas. Y nada hay en la tierra que te pueda dañar: pues todo es lo mismo que
tú, y nada es distinto de ti[16].

9. EL DISCÍPULO. Querido maestro, te ruego que me enseñes cómo puedo alcanzar


lo antes posible ese estado.
EL MAESTRO. Con gusto; acuérdate de estas palabras de nuestro Señor Jesucristo:
«Si no cambiáis y no os volvéis como niños pequeños, no podéis ver el Reino de
Dios»[17]. Así pues, si deseas que todo sea lo mismo que tú, es preciso que renuncies
a todo y que tus deseos se aparten de toda cosa; y que no los satisfagas, que no desees
poseer cosa alguna en propiedad. Porque desde el momento que acoges en tus deseos
lo que es algo y lo dejas entrar[18] y lo recibes en propiedad, eso se convierte en una
misma cosa contigo, y obra contigo en una misma voluntad. Así, estás obligado a
cuidar de ello y protegerlo como si fuese tu propia substancia; pero si no acoges nada
en tus deseos, eres libre con respecto a toda cosa, y estás por encima de todas las
cosas al mismo tiempo: porque no tienes nada en lo que te complazcas, y eres como
una nada para todas las cosas, y todas las cosas son también una nada para ti. Eres
como un niño, que no tiene ningún conocimiento particular de ninguna cosa. Y,
aunque la comprendes, la comprendes sin contacto de tu sensualidad, del mismo
modo que Dios está por encima de todas las cosas, y las ve, pese a que ninguna cosa
lo comprende a él.
En cuanto a lo que me has pedido sobre de qué modo puedes alcanzar ese estado,
considera las palabras de Cristo, que dice: «Fuera de mí, nada podéis»[19]. Ese reposo
en el que ninguna criatura te afecta no puedes alcanzarlo por tus propias fuerzas, a
menos que te entregues por entero a la vida de Nuestro Señor Jesucristo y le

ebookelo.com - Página 12
entregues enteramente tu voluntad y tus deseos, hasta el punto de no querer nada sin
él. De ese modo, estás realmente con el cuerpo en el mundo, en las cualidades, y por
lo que se refiere a tu razón estás bajo la cruz de nuestro Señor Jesucristo; pero, por lo
que se refiere a tu voluntad, estás en el cielo y encuentras el fin de donde proceden
todas las criaturas y adonde tienen que volver. Así, puedes considerar exteriormente
todas las cosas con la razón, e interiormente con el intelecto, y reinar en y sobre todas
las cosas con Cristo, a quien es dado todo poder en el cielo y en la tierra[20].

10. EL DISCÍPULO. Maestro, las criaturas que viven en mí me impiden entregarme a


ello por entero como yo desearía.
EL MAESTRO. Si tu voluntad sale de las criaturas, las has abandonado. Están en el
mundo y lo único que está con ellas es tu cuerpo; pero por lo que a ti se refiere, tú
estás conversando espiritualmente con Dios. Si tu voluntad abandona las criaturas,
ellas están en ella como muertas; ya no viven más que corporalmente en el mundo, de
tal modo que, si no se introduce en ellas tu voluntad, ellas no pueden tocar tu alma.
Porque dice San Pablo: «Nuestro diálogo está en los cielos»[21]. «Sois templos del
Espíritu Santo, que habita en vosotros»[22]. Así, el Espíritu Santo reside en la
voluntad, y las criaturas residen en el cuerpo.

11. EL DISCÍPULO. Si el Espíritu Santo habita en la voluntad del espíritu, ¿cómo


puedo preservarme para que no se retire de mí?
EL MAESTRO. Escucha las palabras de nuestro Señor Jesucristo: «Si conserváis mi
palabra, mi palabra perdurará en vosotros»[23]. Si tú con tu voluntad permaneces en la
palabra de Cristo, permanecerán en ti su palabra y su Espíritu; pero si tu voluntad
entra en las criaturas, rompes con Él. Por eso no puedes preservarte si no permaneces
continuamente en la humildad entregándote a un arrepentimiento continuo. Tienes
que sentir un continuo pesar de que vivan en ti las criaturas: si haces esto, mueres
continuamente en las criaturas y día tras día vas haciendo una ascensión por lo que se
refiere a tu voluntad[24].

12. EL DISCÍPULO. Querido Maestro, enséname cómo puedo alcanzar ese


arrepentimiento continuo.
EL MAESTRO. Si abandonas lo que te ama y amas lo que te odia, de ese modo
puedes perseverar en un arrepentimiento continuo.

13. EL DISCÍPULO. ¿Qué quiere decir eso?


EL MAESTRO. Tus criaturas en la carne y en la sangre, así como todos cuantos te
aman, lo hacen porque tu voluntad los alimenta[25]; es preciso que tu voluntad los
abandone y los considere enemigos; y es preciso que aprendas a amar la cruz de
nuestro Señor Jesucristo, con el desprecio del mundo que te odia, y que cada día te
ejercites en tu arrepentimiento. De este modo tendrás continuos motivos para odiarte

ebookelo.com - Página 13
a ti mismo en las criaturas y buscar el eterno reposo en el que pueda reposar tu
voluntad, como nos enseña Jesucristo cuando dice: «Tenéis reposo en mí, pero
tendréis angustia en el mundo»[26].

14. EL DISCÍPULO. ¿Cómo puedo recogerme en mí mismo en esta tentación?


EL MAESTRO. Si una vez cada hora, por encima de toda criatura, por encima de
toda razón sensual, y en los sufrimientos de Jesucristo, te lanzas hasta lo más
profundo de la divina Misericordia [y te engolfas en ella]; en esa profundidad
obtendrás fuerzas para estar por encima del pecado, la muerte, el infierno, el diablo y
el mundo. Así podrás subsistir a través de todas las tentaciones.

15. EL DISCÍPULO. ¡Qué feliz sería yo, pobre miserable, si pudiese llegar con mi
espíritu a ese lugar en el que no hay ninguna criatura!
EL MAESTRO, con gran dulzura
Querido discípulo, tu voluntad, si por una hora pudieses despegarla de todas las
criaturas y elevarte hasta allí donde no hay ninguna, quedaría revestida del resplandor
más sublime de la gloria divina y cataría interiormente el más dulce amor de nuestro
Señor Jesucristo. Eso ninguna lengua lo puede expresar. Escucharía dentro de sí
inexpresables palabras de su gran misericordia. Sentiría que la cruz de Cristo es
interiormente un dulce don y la preferiría a todos los bienes del mundo[27].

16. EL DISCÍPULO. ¿Qué ocurriría entonces con el cuerpo, dado que necesariamente
tiene que vivir en la criatura?
EL MAESTRO. El cuerpo sería puesto con ello en la imitación de Jesucristo, que
dijo: «Mi reino no es de este mundo»[28]. Comenzaría a vivir interior y exteriormente
a la vanidad y las obras mundanas y se convertiría en enemigo de toda lascivia. Al
desapegarse de todos los malos deseos e inclinaciones, recibiría un sentido nuevo y
una voluntad completamente nueva que estarían continuamente vueltos hacia Dios.

17. EL DISCÍPULO. Pero el mundo, debido a ello, lo odiaría y lo despreciaría, pues


tendría que contradecirlo a causa de su vida y su conducta.
EL MAESTRO. Eso es algo de lo que no se preocupará lo más mínimo, como si no
le causasen ningún dolor; al contrario, se alegrará de ser digno de hacerse conforme a
la imagen de nuestro Señor Jesucristo, llevará muy a gusto esa cruz para que Cristo le
insufle su dulcísimo amor.

18. EL DISCÍPULO. Pero ¿qué le ocurriría si la cólera de Dios en el interior y el


mundo mezquino en el exterior se abatiesen sobre él como le sucedió a nuestro Señor
Jesucristo?
EL MAESTRO. Le ocurriría como a nuestro Señor Jesucristo. Cuando el mundo y
los sacerdotes lo cargaban de desprecios y lo crucificaban, puso su alma en manos de

ebookelo.com - Página 14
Dios, Padre suyo, y de las angustias de este mundo pasó a la dicha celestial.
Igualmente él, a través de todos los desprecios y angustias de este mundo entraría
interiormente en el mayor amor a Dios, fortificado y conservado por el dulcísimo
Nombre de Jesús. Vería y sentiría dentro de sí un mundo nuevo, en el que entraría a
través de la cólera de Dios: en ese amor envolvería su alma, y en ese amor todas las
cosas serían iguales para él. Incluso si su cuerpo estuviese en el infierno o en la tierra,
su mente permanecería en cambio en el más sublime amor a Dios.

19. EL DISCÍPULO. Pero ¿cómo tendría su cuerpo su sustento en el mundo, y cómo


aseguraría el sustento a los suyos, si todo el mundo lo odiase?
EL MAESTRO. Recibirá un favor mejor que el favor del mundo entero: porque tiene
por amigos a Dios y todos los santos ángeles, amigos que lo protegen contra toda
clase de peligros. Dios esparcirá su bendición sobre todos sus asuntos; y cuando
pareciese que quería retirarla, eso sólo sería una prueba y anzuelo de amor para que
redoblase sus oraciones y no tendiese a otra cosa que a él.

20. EL DISCÍPULO. Pero perderá a todos sus buenos amigos, y no tendrá a nadie que
le tienda la mano en la necesidad.
EL MAESTRO. Recibirá en propiedad el corazón de todos sus verdaderos amigos.
No perderá más que a sus enemigos, que antes únicamente sentían aprecio por lo que
tenía de malo y de vano.

21. EL DISCÍPULO. ¿Cómo es posible que tenga en propiedad a sus buenos amigos?
EL MAESTRO. A todas las almas de aquellos que pertenecen a nuestro Señor
Jesucristo las recibe por hermanos suyos y miembros de su propia vida; porque los
hijos de Dios son uno solo en Cristo, que es Cristo en todos. Por eso los recibe a
todos como miembros corporales en Cristo, pues ellos tienen en común todos los
bienes celestiales, y viven en un mismo amor a Dios, igual que las ramas de un árbol
viven de una misma savia. Por eso no carece siquiera de amigos exteriores y
naturales, como le ocurrió a nuestro Señor Jesucristo. Aunque no lo aman lo más
mínimo los sumos sacerdotes y los grandes de este mundo, pues son ajenos, dado que
no son ni hermanos ni miembros. Sí lo amarán en cambio los que aman la verdad y la
justicia, y se asociarán a él, como se acercó a Jesús de noche Nicodemo. Nicodemo
amaba a Jesús en su corazón a causa de la verdad, mientras que temía al mundo
exterior. Así, tendrá muchos amigos que todavía no conoce.

22. EL DISCÍPULO. Pero es muy duro ser despreciado por todo el mundo.
EL MAESTRO. Lo que ahora te parece duro, te gustará más adelante.

23. EL DISCÍPULO. ¿Cómo es posible que me guste lo que me desprecia?


EL MAESTRO. Ahora te gusta la sabiduría terrena; cuando estés revestido de

ebookelo.com - Página 15
sabiduría del cielo, verás que toda sabiduría mundana no es más que necedad, y que
lo que el mundo odia es tu vida mortal, que es lo mismo que odias tú también, odias
tu voluntad: así comienza a gustarte ese desprecio de tu cuerpo mortal.

24. EL DISCÍPULO. Pero ¿cómo se puede conciliar que un hombre se ame y se odie
al mismo tiempo?
EL MAESTRO. Cuando te amas, no es que tú mismo te ames a ti mismo, sino que
del amor de Dios te ha sido dado que ames en ti el fondo divino que en ti hay; por él
y en él amas la Sabiduría divina, la Bondad divina, la Belleza divina y las maravillas
que obra en tus hermanos. Y cuando te odias, en cambio, lo que odias es tu alteridad,
que es el lugar donde el mal puede tocarte y adherirse a ti; y eso lo haces cuando
quieres quebrar en ti tu egoidad, el sentido del ser tú, de lo tuyo; como cuando dices
yo hago esto, yo hago aquello. Todo eso es un error, y una absoluta confusión que
hay en ti; porque nada puedes decir que es tuyo excepto el yo malo, ni nada puedes
hacer por ti mismo que se te pueda tener en cuenta. Por eso debes esforzarte por
destruir en ti ese yo, para que puedas convertirte en un fondo totalmente divino. El
amor odia la egoidad, pues la egoidad es un veneno mortal, y ambas cosas no pueden
subsistir a la vez; la una excluye a la otra inevitablemente por su propia naturaleza:
porque el amor posee el cielo y habita dentro de uno mismo, mientras que la egoidad
posee el mundo con las cosas que hay en el mundo, y también habita dentro de sí
misma; y así como el cielo está por encima de la tierra, y la eternidad por encima del
tiempo, así también el amor está por encima de la vida natural.

25. EL DISCÍPULO. Querido maestro, estoy contento de que ese amor pueda
encontrarse en mí por encima de la vida natural, para que así pueda yo alcanzar
Aquello que está por encima de lo natural y de lo sensual; pero te ruego que me digas
¿por qué tienen que ir juntos el amor y el odio, el amigo y el enemigo?; ¿no sería
mejor que no hubiese más que puro amor? ¿Por qué el amor y el dolor van siempre
juntos?
EL MAESTRO. Si no se encontrase el amor en el dolor, nada habría que el amor
pudiese amar; pero, puesto que el objeto de su amor, o sea la pobre alma, se
encuentra en el sufrimiento y el dolor, el amor tiene ocasión de amar su propia
substancia y liberarla del tormento, para a su vez ser amado. Y tampoco se podría
conocer qué es el amor si no hubiese nada que el amor pudiese amar.

26. EL DISCÍPULO. ¿Y cuál es la virtud, la fuerza, la altura y la amplitud del amor?


EL MAESTRO. La virtud del amor es la nada y el todo, o esa Nada visible de la que
proceden todas las cosas; su fuerza impregna todas las cosas; su altura es tan alta
como Dios, y su amplitud también es tan grande como la de Dios; el que encuentra el
amor, encuentra la nada y todas las cosas.

ebookelo.com - Página 16
27. EL DISCÍPULO. Querido maestro, te ruego que me digas cómo debo entender
todo esto.
EL MAESTRO. Lo que digo de que su virtud es la nada, lo comprendes si sales de
todas las criaturas y estás extinguido con respecto a ellas. Porque entonces estarás en
el Uno eterno, que es Dios mismo, y sentirás la más sublime virtud del amor.
Pero lo que digo de que su fuerza penetra todas las cosas, eso lo sentirás en tu
alma y en tu cuerpo si, una vez ha prendido en ti, ese amor arde más de lo que podría
hacerlo ningún fuego. Y eso también lo puedes observar en todas las obras de Dios,
pues el amor de Dios se ha derramado sobre todas las cosas. Es el fondo más íntimo y
lo más exterior en todas las cosas; interior por lo que se refiere a la virtud, y exterior
por lo que se refiere a la forma.
Y lo que he añadido de que la altura del Amor era tan alta como la de Dios, eso lo
puedes comprender en ti mismo, pues el amor te eleva interiormente tan alto como lo
está Dios mismo, al permanecer unido a Dios, como puede verse —en nuestra
humanidad— por nuestro Señor Jesucristo, al que el amor alzó hasta lo más alto del
trono, en el poder de la Divinidad.
Pero lo que he dicho de que, por lo que respecta a su amplitud, el Amor es más
grande que Dios, también eso es verdad, pues el amor entra incluso allí donde Dios
no habita. Porque cuando nuestro Señor Jesucristo estaba en el infierno, el infierno no
era Dios, y sin embargo allí estaba el Amor, destruyendo la muerte. Por eso cuando te
encuentras sumido en la angustia, Dios no está en la angustia; y sin embargo allí está
el amor y te hace pasar de la angustia a Dios. Cuando (interiormente) Dios se te
oculta, allí está el Amor, y es Él quien lo manifiesta en ti.
Y lo que he dicho de que el que encuentra el amor encuentra la Nada y el Todo,
también eso es una verdad cierta. En efecto, encuentra un Abismo sobrenatural y
suprasensual en el que no hay ningún lugar en el que pueda morar, y no encuentra
nada que le sea semejante. Por eso no hay nada con lo que se lo pueda comparar, pues
él es más profundo que ninguna cosa; por eso es para todas las cosas como una nada,
pues no se lo puede comprender, y por eso mismo, porque es una nada, está libre de
todas las cosas; es el bien único, y no se puede expresar qué es.
Y por último, he dicho que el que encuentra el Amor encuentra el Todo, y
también eso es verdad. El amor ha sido el comienzo de todas las cosas y está por
encima de todas las cosas: si lo encuentras, alcanzas el fondo, de donde han
procedido todas las cosas, y en el cual subsisten todas, y allí eres un rey que reina
sobre todas las obras de Dios.

28. EL DISCÍPULO. Querido maestro, dime ahora, ¿dónde reside el amor en el


hombre?
EL MAESTRO. Allí donde no reside el hombre, allí es donde reside el amor en el
hombre.

ebookelo.com - Página 17
29. EL DISCÍPULO. ¿Dónde es eso? ¿Dónde el hombre no habita en el hombre?
EL MAESTRO. Es el alma expropiada en el fondo más íntimo. Cuando el alma
muere a su propia voluntad y ya no quiere nada si no lo que Dios quiere, ahí es donde
habita el amor. Porque en la medida en que muere en uno mismo la voluntad propia,
el amor toma posesión del lugar en el que anteriormente residía la voluntad propia.
En adelante, allí no hay nada, y únicamente allí donde no hay nada es donde está
operante el amor de Dios.

30. EL DISCÍPULO. Pero ¿cómo puedo alcanzar el amor sin morir a mi voluntad?
EL MAESTRO. Si quieres alcanzarlo, él se aleja de ti. Pero si te entregas totalmente
a él, entonces estás muerto para ti mismo por lo que se refiere a la voluntad, y él se
convierte en la vida de tu naturaleza. No te hace morir, sino al contrario, te convierte
en viviente conforme a su vida. Entonces no vives conforme a tu voluntad, sino
conforme a la suya, porque tu voluntad se convierte en la suya. Entonces estás muerto
en ti mismo, pero vivo en Dios.

31. EL DISCÍPULO. ¿De dónde viene que tan pocos encuentren el amor, pese a que
tantos desearían tenerlo?
EL MAESTRO. Es que todos lo buscan en alguna cosa, como en la opinión
imaginaria[29], en sus propios deseos. Con ello conservan casi todas sus propias
concupiscencias naturales. El Amor se les ofrece, pero no encuentra en ellos lugar
alguno donde posarse, pues su lugar lo han ocupado las cosas imaginadas[30] por su
voluntad propia, y la capacidad imaginativa[31] de su sensualidad quiere poseerlo;
pero el amor se le escapa, pues habita únicamente en la nada, y por eso no lo
encuentran.

32. EL DISCÍPULO. ¿Cuál es la función del Amor en la nada?


EL MAESTRO. Su función es penetrar continuamente lo que es algo, y si puede
posarse en lo que es algo y que se mantiene en silencio, lo abraza y allí retoza más su
amor más ardiente y brillante que el sol en el mundo. Su función es encender
continuamente un fuego en lo que es algo, y allí arder e inflamarse por encima de
ello[32].

33. EL DISCÍPULO. Querido maestro, ¿cómo tengo que entender eso?


EL MAESTRO. Si una vez el amor pudiese encender un fuego en ti, podrías sentir
realmente que hace arder tu egoidad y la extingue. El Amor goza de tu fuego de tal
modo que antes preferirás morir que volver a entrar en lo que es algo en ti. Por eso su
llama es tan grande que nunca te abandonaría. Aunque te costase la vida corporal, iría
contigo, en su fuego, hasta la muerte; y cuando desciendas a los infiernos, destruirá el
infierno por amor a ti.

ebookelo.com - Página 18
34. EL DISCÍPULO. Maestro, ya no soporto más lo que me retiene en el extravío,
¿cómo podría emprender el camino más corto para encontrar el amor?
EL MAESTRO. Avanza allí donde es más duro el camino, abraza lo que el mundo
rechaza, y no hagas lo que hace el mundo. Avanza en todo de manera opuesta al
mundo. Ese es el camino más corto para alcanzar el amor de Dios.

35. EL DISCÍPULO. Si adopto en todas las cosas una conducta opuesta al mundo, me
veré reducido a una extrema necesidad e inquietud, y con ello me tendrán por loco.
EL MAESTRO. No digo que debas causar daño a nadie; pero, como al mundo sólo le
gustan el engaño y la vanidad y avanza en un camino equivocado, si quieres defender
lo contrario en todas las cosas, lo que tienes que hacer es avanzar únicamente en el
camino recto, pues el camino directo se opone en todo a los caminos por los que
avanza el mundo.
En cuanto a lo que dices de que no obtendrías más que tormento, eso sólo ocurre
con respecto a la carne, y ello te da continua ocasión de arrepentimiento; y el amor
prefiere estar en esa angustia con su fuelle de fuego.
Dices además que te tendrán por loco. También eso es verdad, pues la vía que nos
conduce al amor de Dios es una locura para el mundo, pero es sabiduría para los hijos
de Dios: cuando el mundo percibe ese fuego del amor en los hijos de Dios, dice que
se han vuelto locos. Pero para los hijos de Dios, ese es el tesoro más precioso.
Ninguna vida podría expresar ni ninguna boca podría nombrar qué es el amor
inflamado de Dios, que es más blanco que el sol, más dulce que cosa alguna, más
benéfico que ningún alimento ni licor y más agradable que ninguna alegría del
mundo; el que lo obtiene es más rico que el mayor rey de la tierra y más noble que un
emperador, y más fuerte que ningún poder.

36. EL DISCÍPULO. ¿Dónde va el alma cuando muere el cuerpo, según si es


bienaventurada o condenada?
EL MAESTRO. No tiene necesidad de ir a ninguna parte. Lo único que se separa del
alma es esta vida exterior mortal, con el cuerpo. Ya antes el alma lleva dentro de sí el
cielo y el infierno, tal como está escrito: «el reino de Dios no vendrá aparatosamente;
ni dirán tampoco “está aquí”, “está allí”; porque mirad que el reino de Dios está
dentro de vosotros»[33]. Y en aquello que de los dos se haya puesto de manifiesto, el
cielo o el infierno, allí permanecerá el alma.

37. EL DISCÍPULO. ¿Entonces no es transportada al cielo o al infierno del mismo


modo que se entra en una casa, o como si se pasase por un agujero a otro mundo?
EL MAESTRO. En modo alguno, no ocurre ningún movimiento de este tipo, pues el
cielo y el infierno están presentes en todas partes; lo que ocurre es tan sólo que la
voluntad se introvierte o en el amor de Dios o en la cólera divina; y ello nos ocurre en

ebookelo.com - Página 19
vida, cosa que hace decir a San Pablo: «nuestra conversación está en los cielos»[34]; y
también dijo Cristo: «mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen y
yo les doy la vida eterna; por eso nadie las quitará de mi mano»[35].

38. EL DISCÍPULO. ¿Cómo ocurre esa entrada de la voluntad en el cielo o en el


infierno?
EL MAESTRO. Cuando la voluntad se abandona a Dios en lo más íntimo, sale
entonces por sí misma, fuera de todo principio y de todo lugar, allí donde sólo Dios se
manifiesta, y obra, allí donde se lleva a cabo Su voluntad. Así se convierte por sí
misma en una nada en cuanto a su voluntad propia: entonces es Dios quien quiere y
obra en ella, y es Él quien habita en su voluntad expropiada; y con eso es santificada
el alma, con eso entra en el reposo divino.
Así pues, en el momento en que el cuerpo muere, el alma se encuentra
completamente impregnada de amor divino, y transparenta luz divina del mismo
modo que el hierro que se ha puesto al rojo en el fuego y ha perdido su negrura. Ahí
está la mano de Cristo. El amor a Dios habita por completo en todas las partes del
alma y es en ella una luz deslumbrante y una nueva vida. Así es cómo está en el cielo
esa alma, y así es como es templo del Espíritu Santo, y ella misma es el cielo de Dios,
en el que Dios habita.
Pero un alma impía no quiere entrar durante esta vida en la expropiación divina
de su voluntad. Persevera en sus propias pasiones y deseos, en la vanidad, la falsedad
y la voluntad del diablo; no acumula dentro de sí más que malicia y mentiras, orgullo,
avaricia, envidia e ira, y se lanza a ellas por su propia voluntad. Esa vanidad se hace
además manifiesta y operante en el alma, y la impregna enteramente del mismo modo
que el fuego penetra el hierro. Un alma como esa no puede alcanzar el reposo divino,
pues en ella está manifiesta la cólera de Dios; y cuando el alma se separa del cuerpo,
empiezan entonces el remordimiento y la desesperación eterna, pues siente que se ha
convertido en pura abominación, llena de angustia. Siente vergüenza de aproximarse
a Dios con su falsa voluntad, y en verdad que no puede hacerlo, pues se encuentra
prisionera en el furor. Esa alma es puro furor. Y en ese furor se ha encerrado el alma
por medio de los malos deseos que ha alentado dentro de sí. Y puesto que la luz
divina no brilla en ella lo más mínimo y no la toca su amor, el alma no es más que
tiniebla densa y tormento de fuego terrible y angustioso. Lleva el infierno dentro de
sí, y eso le impide ver la luz divina. Así permanece interiormente en el infierno sin
necesidad de entrar en él, porque, dondequiera que esté, está en el infierno. Y aunque
pudiese alejarse miles y miles de leguas del lugar donde se encuentra, el alma
seguiría encontrándose en ese tormento y en esas tinieblas[36].

39. EL DISCÍPULO. ¿De dónde viene entonces que un alma santa no pueda gozar
perfectamente en este mundo de esa luz y de esa gran dicha, y que el impío no sienta
su infierno, si uno y otro están en el hombre y allí obran?

ebookelo.com - Página 20
EL MAESTRO. El reino de los cielos está en los santos de tal modo que obra y se
deja notar en su fe: sienten el amor de Dios en su fe, mediante la cual se entrega a
Dios la voluntad; pero la vida natural está rodeada de carne y de sangre, se encuentra
enfrentada a la cólera de Dios, y rodeada de los vanos placeres de este mundo, que no
cesan de impregnar esta vida exterior mortal; de suerte que el mundo y el diablo por
un lado, y por el otro la maldición de la cólera de Dios impregnan la vida en la carne
y la sangre y la acribillan. Y debido a ello suele encontrarse angustiada el alma.
Cuando el infierno quiere forzarla de ese modo porque quiere manifestarse en ella,
ella debe sumirse en la esperanza de la gracia divina, y permanece como una bella
rosa en medio de espinas, hasta que el reino de este mundo quede completamente
aniquilado en ella por la muerte corporal. Entonces será cuando ella se manifestará
enteramente en el amor de Dios, cuando ya nada le presente resistencia. Es preciso
que durante esta vida camine el alma en este mundo con Cristo, que la libera de su
propio infierno: la impregna de su amor, permanece con ella en el infierno y
convierte su infierno en cielo. En cuanto a eso que dices de por qué no siente el impío
su infierno en esta vida, digo que lo siente realmente en su falsa conciencia, pero no
comprende lo que es, porque todavía tiene la vanidad terrena, y en ella se complace,
en ella encuentra alegría y sensualidad. Además, la vida exterior también tiene la luz
de la naturaleza exterior, en la que se alegra el alma de tal modo que su tormento no
se manifiesta. Pero cuando muere el cuerpo, el alma ya no puede gozar de esa
sensualidad temporal, y también está apagada para ella la luz del mundo exterior;
entonces siente una eterna hambre y sed de aquellas vanidades que tanto le gustaban
en este mundo, pero no puede obtener nada más que la falsa voluntad, que es a lo que
ella se había abrazado. Entonces pasa hambruna de las cosas que en esta vida tenía de
sobras y con las que sin embargo no quiso contentarse. Ahora las echa en falta; por
eso siente eterna hambre y sed de vanidad, de malicia y de lascivia. Quisiera seguir
obrando mal, pero no tiene medio de poder llevarlo a cabo, de modo que ese
cumplimiento se lleva a cabo solamente en ella misma; y esa infernal hambre y sed
no puede hacerse evidente en ella antes de que muera el cuerpo con el que ha llevado
su vida de corrupción en la sensualidad que le proporcionaba lo que ella deseaba.

40. EL DISCÍPULO. Puesto que el cielo y el infierno están enfrentados dentro de


nosotros durante esta vida, y puesto que Dios está tan cerca de nosotros, ¿dónde
habitan los ángeles y los demonios durante este tiempo?
EL MAESTRO. Allí donde no habitas tú con tu ipseidad y tu voluntad propia, allí
habitan los ángeles contigo y por todas partes. Y allí donde habitas con tu ipseidad y
tu voluntad propia, allí es donde habitan los demonios contigo y por todas partes.

41. EL DISCÍPULO. Eso no lo comprendo.


EL MAESTRO. Allí donde, en alguna cosa, se despliega la voluntad de Dios, allí
está manifiesto Dios, y también los ángeles habitan en esa manifestación. Y cuando,

ebookelo.com - Página 21
en una cosa, Dios no quiere con la voluntad de esa cosa, allí no está manifiesto Dios,
sino que solamente habita dentro de uno mismo, sin cooperación alguna de esa cosa.
Allí no hay más que una voluntad propia fuera de la voluntad de Dios, y es allí donde
habita el demonio y todo cuanto está fuera de Dios.

42. EL DISCÍPULO. ¿A qué distancia están el uno del otro el cielo y el infierno?
EL MAESTRO. Como el día y la noche, como lo que es algo y lo que no es nada.
Están el uno en el otro, y el uno es continuamente para el otro como una nada. Se
causan recíprocamente alegría y dolor. El cielo está por todo el mundo y fuera del
mundo, indiviso en todas partes, sin sitio ni lugar, y obra solamente dentro de uno
mismo por la manifestación divina. En aquello que entra en el cielo o en lo que él
está manifestado, allí es donde se manifiesta Dios. Porque el cielo no es otra cosa que
la manifestación del Uno eterno, en la que todo obra y quiere en tranquilo amor.
Y también el infierno está por todo el mundo, habita y obra también dentro de uno
mismo y allí donde se evidencia el fundamento del infierno, como en la ipseidad y en
la falsa voluntad. El mundo visible tiene en su seno al uno y al otro. Pero el hombre,
por lo que se refiere a su vida temporal, es solamente del mundo visible, por eso no
ve el mundo invisible durante el tiempo que dura esta vida exterior. Porque el mundo
exterior, por lo que se refiere a la substancia, es un revestimiento que oculta al mundo
espiritual, del mismo modo que el alma está cubierta por el cuerpo. Pero desde el
momento en que el hombre exterior muere, queda manifiesto al alma el mundo
espiritual, ya sea en la luz eterna con los santos ángeles, sea en las tinieblas eternas
con los demonios.

43. EL DISCÍPULO. ¿Qué es entonces el ángel y el alma del hombre, para que
puedan estar así manifiestos en el amor o la ira de Dios?
EL MAESTRO. Proceden del mismo origen, son chispas del intelecto divino, de la
voluntad divina, expresadas por el Verbo divino y llevadas a ser objeto del amor
divino; vienen así del fundamento de la eternidad, de donde proceden la luz y las
tinieblas. En el propio amor de sus propios deseos están las tinieblas, y en la
conformidad con la voluntad de Dios está la luz. Allí donde la voluntad de la egoidad
del alma quiere lo que Dios quiere, ahí está el amor de Dios en su actividad. Mientras
que en el propio consentimiento de la voluntad del alma es donde obra con tormento
la voluntad de Dios, y no es más que oscuridad, a fin de que sea conocida la luz. No
son sino manifestación de la voluntad divina, sea en la luz, sea en las tinieblas de las
propiedades del mundo espiritual.

44. EL DISCÍPULO. ¿Qué es entonces el cuerpo del hombre?


EL MAESTRO. Es el mundo visible, una imagen y resumen del mundo. El mundo
visible es una manifestación del mundo interior y espiritual, que a su vez procede de
la luz eterna y de las tinieblas eternas, mediante una operación espiritual. Es objeto de

ebookelo.com - Página 22
la eternidad, mediante el cual la eternidad se ha hecho visible, allí donde obran la una
en la otra la voluntad propia y la voluntad expropiada, a saber, el bien y el mal.
También el hombre exterior es esa substancia, pues Dios lo creó del mundo exterior, e
insufló en él el mundo interior espiritual para su alma y su vida inteligente. Por eso el
alma puede recibir y obrar el bien y el mal en el mundo exterior.

45. EL DISCÍPULO. ¿Qué habrá entonces después de este mundo, cuando todo eso
haya encontrado su fin?
EL MAESTRO. Sólo tendrán fin los seres materiales, como los elementos, el sol, la
luna y las estrellas. Entonces el mundo interior espiritual quedará completamente
manifiesto. Pero lo que haya obrado el espíritu durante esta vida, sea el bien o sea el
mal, cada obra quedará separada de manera espiritual, sea en la luz, sea en las
tinieblas eternas; porque todo lo que de cada voluntad se haya engendrado, eso entra
en su igualdad. Y entonces las tinieblas serán llamadas infierno, que es el eterno
olvido de todo bien, y la luz será llamada reino de Dios, que es el eterno gozo y
alabanza de los santos por haber sido liberados de los desdichados tormentos.
El juicio final es un abrasamiento por fuego conforme al amor o la cólera de Dios.
Allí es donde llegará a su fin la materia de todas las substancias, y cada fuego atraerá
a sí mismo lo que le corresponda. Lo que es engendrado en el amor de Dios, atraerá a
sí el fuego del amor de Dios, y allí arderá de conformidad con el amor, y él mismo se
entregará en ello; pero lo que haya sido obrado en la ira conforme a las tinieblas
atraerá a sí el tormento y lo consumirá el mal; y así no quedará más que la voluntad
dolorosa en su forma propia y su figuración.

46. EL DISCÍPULO. ¿En qué materia o en qué forma resucitarán nuestros cuerpos?
EL MAESTRO. Existe, sembrado, un cuerpo natural, basto y elemental, semejante en
esta vida a los elementos exteriores. En ese cuerpo basto se encuentra una virtud sutil,
igual que también en la tierra hay una buena virtud sutil —que se equipara al sol y se
une a él— que también brotó al comienzo de la virtud divina, de donde igualmente ha
salido la buena virtud del cuerpo. Esta buena virtud del cuerpo mortal debe
reproducirse en una propiedad material, amable, transparente y cristalina, en una
carne y sangre espiritual, y vivir eternamente. Y lo mismo la buena virtud de la tierra,
por la cual también ella será cristalina, y brillará en todos los seres la luz divina. Y así
como la tierra basta llegará a su fin y ya no regresará, así también terminará la carne
basta del hombre y no vivirá eternamente. Pero es preciso que todo sea sometido a
juicio y que todo sea separado por el fuego en ese juicio, tanto la tierra como la
ceniza del ser humano. Porque cuando Dios conmueva una vez más el mundo
espiritual, cada espíritu atraerá directamente a sí mismo la substancia espiritual que le
corresponda; así, un espíritu bueno y un alma buena atraerá a sí su buena esencia; y
una mala atraerá su mala esencia. Pero no hay que entender por ello más que una
virtud esencial y material, cuya substancia es tan sólo pura virtud, así como una

ebookelo.com - Página 23
tintura material cuya bastedad desaparece en todas las cosas.

47. EL DISCÍPULO. ¿Entonces no vamos a resucitar con nuestro cuerpo visible y no


viviremos eternamente en él?
EL MAESTRO. Cuando el mundo visible haya pasado, con él habrá pasado todo lo
exterior, que va unido a él. No quedará de este mundo más que la manera y la forma
cristalina y celestial. Y tampoco quedará del hombre más que la tierra espiritual.
Porque el hombre será enteramente semejante al mundo espiritual, que ahora todavía
está oculto.

48. EL DISCÍPULO. ¿Seguirá habiendo lo macho y lo hembra en la vida espiritual, o


hijos y parientes? ¿Nos uniremos a ellos también, como en este mundo?
EL MAESTRO. ¡Qué carnal eres todavía! Allí no habrá ni macho ni hembra, sino
que todos serán semejantes a los ángeles, como vírgenes viriles[37], ni habrá ni hijos
ni hijas, ni hermanos ni hermanas, sino que todos serán de un mismo sexo, todos
serán uno solo en Cristo, como un árbol con sus ramas. De todos modos, serán
criaturas distintas, pero Dios lo será todo en todos. Es verdad que habrá un
conocimiento espiritual de lo que cada uno habrá sido y habrá hecho, pero no habrá
ningún amor propio ni deseo personal en esas cosas.

49. EL DISCÍPULO. ¿También gozarán todos de un mismo grado de dicha y


glorificación?
EL MAESTRO. Dice la escritura: «A tal pueblo, tal Dios. Para los puros eres puro, y
eres perverso para los perversos»[38]. Y San Pablo nos enseña que en la resurrección
habrá diferencias, como las hay entre el sol, la luna y las estrellas[39]. Así, debes saber
que todos gozarán del acto divino, pero habrá grados de luz y de eficacia,
proporcionalmente con la virtud de que se haya revestido cada uno en esta vida
mediante su acto en la angustia; porque el trabajo angustioso de la criatura en esta
vida es manifestación y generación de la eficacia divina, por cuyo intermedio se hace
móvil y operativa la virtud divina. Así, aquellos que en esta vida hayan trabajado con
Cristo y no en las pasiones de la carne, esos tendrán dentro de sí una gran virtud y
una glorificación admirable. Pero los otros, que tras haber esperado una satisfacción
impura y haber servido al dios de su vientre, se hayan convertido sin embargo al final
y hayan entrado en el estado de gracia, esos no tendrán tan sublime virtud e
iluminación. Por eso habrá entre ellos una diferencia, como la hay entre el sol, la luna
y las estrellas, y como la hay entre las flores del campo con respecto a su belleza y a
sus virtudes.

50. EL DISCÍPULO. ¿Cómo y por quién será juzgado el mundo?


EL MAESTRO. Será juzgado por la emoción divina, por la Persona y el Espíritu de
Cristo. Éste, por medio del Verbo de Dios, que se hizo hombre, separará lo que en

ebookelo.com - Página 24
modo alguno es de Cristo; y su reino se manifestará plenamente en el lugar en el que
está ahora este mundo, pues la emoción de la separación se hará en todas partes al
mismo tiempo.

51. EL DISCÍPULO. Si el lugar de este universo es el reino de Cristo y será


glorificado, ¿dónde serán arrojados entonces los demonios y todos los condenados?
¿Serán empujados fuera del lugar de este mundo, o manifestará Cristo su dominación
y la ejercerá fuera de este mundo?
EL MAESTRO. El infierno permanecerá en el lugar de este mundo de un extremo al
otro, pero estará oculto en el reino de los cielos del mismo modo que la noche está
oculta en el día; la luz brillará eternamente en las tinieblas, y las tinieblas no podrán
comprenderla. Pues bien, la luz es el reino de Cristo, y las tinieblas son el infierno,
donde habitan los demonios y los malos. Así, serán oprimidos por el reino de Cristo;
serán puestos para escabel de sus pies, como objetos de oprobio.

52. EL DISCÍPULO. ¿Cómo es que podrán comparecer a todos los pueblos?


EL MAESTRO. El Verbo divino eterno, de quien les viene la vida a todas las
criaturas espirituales, se conmueve en ese momento para amor o para cólera, en toda
vida que es de la eternidad, y lleva a la criatura ante el juicio de Cristo. Mediante esa
emoción del Verbo, se manifestará la vida en todas sus obras y cada uno verá y
sentirá dentro de sí su sentencia y su juicio, porque el juicio se manifiesta en el alma
en el momento de la muerte del cuerpo humano. El juicio final no es más que el
regreso del cuerpo espiritual y separación con respecto al mundo, donde el bien y el
mal tienen que estar separados en la substancia del mundo y en el cuerpo, cada cosa
en su entrada y morada eterna: eso es manifestación de las cosas ocultas de Dios en
todas las cosas.

53. EL DISCÍPULO. ¿Cómo será pronunciada la sentencia?


EL MAESTRO. No tienes más que considerar las palabras de Jesucristo, dirá a los
que estén a su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, poseed en herencia el reino que
os fue preparado desde antes de la fundación del mundo. Porque he tenido hambre y
vosotros me habéis dado de comer; he tenido sed y vosotros me habéis dado de beber;
he sido extranjero y vosotros me habéis acogido; he estado desnudo y vosotros me
habéis vestido; he estado enfermo, y en prisión, y vosotros me habéis visitado». Y le
responderán: «¿Cuándo hemos visto nosotros que tuvieras hambre y sed, que fueras
extranjero, que estuvieras desnudo, enfermo y prisionero, y cuándo te hemos servido
de ese modo?».
Y responderá el Rey y les dirá: «Lo que vosotros habéis hecho con uno de esos de
mis hermanos más pequeños, a mí me lo habéis hecho».
Y dirá a los malos, que estarán a su izquierda: «Id, malditos, al fuego eterno que
está preparado para el diablo y sus ángeles. Porque he tenido hambre, he tenido sed,

ebookelo.com - Página 25
he sido extranjero y he estado desnudo, [enfermo] y en prisión y no me habéis
servido».
Y también ellos le responderán diciendo «¿Cuándo te hemos visto nosotros en tal
estado y no te hemos servido?». Y él les dirá: «En verdad os digo que lo que no
habéis hecho con uno de esos (hermanos míos) más pequeños, tampoco me lo habéis
hecho a mí». Y se irán a las penas eternas, y los justos a la vida eterna[40].

54. EL DISCÍPULO. Te ruego que me digas, querido maestro, por qué dice Cristo:
«Lo que vosotros habéis hecho a uno de esos más pequeños, me lo habéis hecho a mí,
y lo que no les habéis hecho, tampoco me lo habéis hecho a mí». ¿Cómo se hacen
estas cosas a Cristo como si fuese en persona?
EL MAESTRO. Cristo habita esencialmente en la fe de aquellos que se han
entregado enteramente a él, y él les da de comer su cuerpo y de beber su sangre, y así
posee el fondo de su fe según sea la interioridad del hombre, por eso un cristiano es
un sarmiento en esa cepa[41], y es llamado cristiano porque Cristo habita
espiritualmente en él. Así pues, lo que se hace a un cristiano en sus necesidades
corporales, se le hace a Jesucristo mismo, que habita en él; pues ese cristiano no se
pertenece en modo alguno a sí mismo, sino que se ha dado enteramente a Cristo y le
pertenece en propiedad; por eso lo que se le hace se le hace a Jesucristo mismo, y
aquel que niega su ayuda a esos cristianos necesitados y no quiere servirlos en sus
necesidades, ese rechaza a Cristo y lo desprecia en sus miembros. Cuando un pobre
que pertenece a Jesucristo te pide algo y tú se lo niegas en su necesidad, eso se lo has
negado a Jesucristo mismo; y todos los desdenes que se hacen a tal cristiano, es
Cristo mismo quien los recibe; cuando se burlan de él, cuando lo calumnian y lo
rechazan, todo eso se hace a Jesucristo; pero el que lo acoge, que le da de comer y de
beber, que lo viste y le tiende la mano en sus necesidades, todos esos servicios los
presta a Cristo y a los miembros de su propio cuerpo. Es más, se los presta a sí
mismo, si es cristiano, pues en Cristo somos todos uno, como un árbol en sus ramas.

55. EL DISCÍPULO. ¿Cómo podrán entonces subsistir ante ese juicio los que
atormentan a los débiles, los que se aprovechan de ellos, los oprimen y atraen su
substancia con tiranía, tratándolos como a las suelas de sus zapatos, sólo para elevar
su propio poder y para extinguir el brillo de los miserables con su propio orgullo y
sensualidad?
EL MAESTRO. Todos esos hacen todas estas cosas a Cristo mismo, y están
destinados a recibir su juicio más severo, pues con eso maltratan a Jesucristo, lo
someten a persecución en sus miembros, prestan ayuda al diablo para que aumente su
reino y apartan de Cristo a los pobres con sus opresiones y los obligan a buscar
también malos medios para su subsistencia; en una palabra, no obraría peor ni el
diablo, que continuamente se resiste al reino de Cristo en el amor. Todos esos, a
menos que se conviertan a Cristo de todo corazón y entren a su servicio, irán a parar

ebookelo.com - Página 26
al fuego eterno, que les está destinado por semejante amor propio.

56. EL DISCÍPULO. ¿Cómo van entonces a subsistir aquellos que durante esta vida
se enfrentan por el reino de Cristo y se persiguen, se desprecian, se calumnian y
maldicen?
EL MAESTRO. Todos esos no han conocido a Cristo todavía; no tienen de él más
que una representación, y por esa representación se disputan mutuamente la victoria
el cielo y el infierno. Toda elevación de orgullo, allí donde no se discute más que por
opiniones, no es más que una imagen de propiedad: aquel que no tiene fe y humildad,
y no está en el espíritu de Cristo, sólo está armado de la cólera de Dios y no sirve más
que a la victoria de la voluntad ideal propia, es decir, al reino de las tinieblas y a la
cólera de Dios; porque toda voluntad propia será entregada al reino de las tinieblas el
día del juicio. De ahí que todo su combatir —con el que para nada tienen en vista la
caridad, sino tan sólo una propiedad ideal, el deseo de imponer sus opiniones,
moviendo al mismo tiempo a los reyes a entrar en guerra por esas opiniones ideales—
sea inútil. Con sus imágenes causan la desolación de los pueblos y regiones. Todos
esos están destinados al juicio de la separación de lo verdadero y lo falso; cesarán
entonces todas las ideas y opiniones, y todos los hijos de Dios caminarán en el amor
de Cristo, y él en ellos.
Todo celo que en ese tiempo de enfrentamiento no proceda del Espíritu de Cristo
y que no busque únicamente que avance la caridad, sino tan sólo beneficio propio,
viene del diablo y está destinado a las tinieblas, y será separado de Cristo. Pues en el
cielo todo sirve a Dios, su Creador, en la humildad.

57. EL DISCÍPULO. ¿Por qué entonces sufre Dios semejantes peleas?


EL MAESTRO. La vida se yergue en medio del enfrentamiento[42] para que aparezca
manifiesta, visible y localizable, para que la sabiduría pueda discernirse y conocerse.
El combate también sirve para la gloria eterna que resulta de la victoria. Pues de ella
resulta gran alabanza en los santos en Cristo, pues Cristo ha vencido en ellos las
tinieblas y toda la propiedad de la naturaleza, y los ha liberado del combate. De eso
se regocijarán ellos eternamente, cuando vean cuál será la recompensa de los malos.
Así Dios ha puesto todas las cosas en el libre arbitrio, para que el dominio eterno
según el amor y la ira, según la luz y las tinieblas, sea manifiesto y conocido, y cada
vida cause y provoque su propio juicio; porque lo que ahora es un combate y un
suplicio para los santos, en su estado de miseria, luego se convertirá para ellos en
gran alegría; y lo que es alegría y placer para los malos de este mundo se convertirá
para ellos en vergüenza y suplicio eternos. Por eso el gozo de los santos nacerá de la
muerte —igual que la luz procede de una candela con su muerte y consunción en el
fuego— a fin de que por ese medio la vida quede liberada del tormento de la
naturaleza y pueda poseer otro mundo. La luz tiene una calidad completamente
distinta que el fuego: se comunica por sí misma, mientras que el fuego prende por sí

ebookelo.com - Página 27
mismo y consume. Así también la vida santa de la dulzura reverdece con la muerte
cuando muere la voluntad propia y sólo la amable voluntad de Dios reina y obra todo
en todo.
Porque, entonces, lo que es eterno ha tomado dentro de sí la sensibilidad y la
diferencia, y con la muerte se ha unido con la sensibilidad en una gran alegría para
que haya en la Unidad infinita un eterno gozo: así es preciso que el sufrimiento sea
fundamento y causa de esa emoción.
Y es ahí donde yace el misterio de la sapiencia oculta de Dios.
El que pide, recibe; el que busca, encuentra; al que llama, se le abrirá[43].
Que la gracia de nuestro señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del
Espíritu Santo sea con todos nosotros.
Amén.

ebookelo.com - Página 28
JAKOB BÖHME (Alt Seidenberg, Alemania, 1575 - Görlitz, idem., 1624). Llamado
el filósofo teutón, místico y teósofo luterano que ejerció como pastor y zapatero,
quien creyó llegar al conocimiento de lo interior, que es Dios. Concilió una especie
de teosofía panteísta con la fe luterana e introdujo en la unidad la dualidad (de bien y
mal). Fue el primer pensador que escribió en alemán e influyó en Spinoza, Schelling
y Hegel y en el pietismo y en los cuáqueros. Algunas de sus obras son: Aurora
(1612), De los tres principios de la esencia divina (1619), De la triple vida del
hombre (1620) y Cuestiones teosóficas (1624).

ebookelo.com - Página 29
Notas

ebookelo.com - Página 30
[1]Böhme, que de niño había sido pastor y que desde la adolescencia era artesano
zapatero, no tenía más estudios que los primarios; una vez iluminado, buscando los
medios para poder expresar los conocimientos que Dios le había revelado, leyó a
Paracelso y otros autores protestantes, de los que tomó cierta terminología,
especialmente alquímica, y una fraseología a veces abstrusa y complicada. <<

ebookelo.com - Página 31
[2] De este Diálogo sobre la vida espiritual existe una traducción (Visión libros,
1982), a partir de la traducción de William Law, que es más bien una paráfrasis
comentada (no es raro que dos líneas de Böhme se conviertan en diez o doce, casi
irreconocibles). La versión inglesa de Law, por otra parte de gran valor, está en
internet. La versión que más he seguido de cerca para esta traducción es la francesa
de Sédir, publicada por Chacornac en los primeros años del siglo XX, aunque
cotejándola con otras siempre que me ha parecido innecesariamente oscura. <<

ebookelo.com - Página 32
[3]El conocimiento mental se forja una imagen de la Verdad y del Centro, sin la cual
el hombre se extraviaría, pero tiende a tomarlos por la realidad y se los cree de modo
tan literal que algunas formulaciones inspiradas de la Verdad, cuando son
inesperadas, le pueden parecer «excéntricas» y poco creíbles, y por tanto más o
menos amañadas o ilusorias, cuando no merecedoras de desmentido y condena,
incluso de persecución, como han comprobado en propia carne tantos santos en todas
las épocas y en todos los ámbitos. <<

ebookelo.com - Página 33
[4]Angelus Silesius, evangelista como Böhme, fue expulsado del protestantismo y
entró en el catolicismo. <<

ebookelo.com - Página 34
[5]«Y queda establecido —dice San Bernardo—, conforme a Agustín y otros santos,
que “Cristo, al tener su trono en el cielo, enseña desde el interior”; y ninguna verdad
puede conocerse de ningún modo excepto mediante esta verdad. Porque el mismo
Cristo es fuente del ser y del comprender». <<

ebookelo.com - Página 35
[6]Desde un punto de vista más profundo, «Ego, la palabra “yo” —dice Eckhart— no
es adecuada para nadie más que para Dios en su semejanza». <<

ebookelo.com - Página 36
[7]En esa misma línea, Eckhart habla de Divinidad «inexistente», y Escoto Eriúgena
dice que Dios «no es algo». <<

ebookelo.com - Página 37
[8]Parte de la obra de Böhme explícita el principio de la oposición y la convivencia
del bien y el mal, del Cielo y el Infierno, dentro del alma humana. Como comenta
Coomaraswamy, dado que el campo de batalla entre Cristo y el Anticristo es el alma
humana, no sólo Cristo está en ella. «La bestia más malvada —aclara Böhme— está
dentro de nosotros». <<

ebookelo.com - Página 38
[9]El simbolismo de la muerte es fundamental en Böhme, porque «si el alma no se
hace morir [no hace que muera su egoidad centrífuga], no puede alcanzar ningún otro
mundo [espiritual]». <<

ebookelo.com - Página 39
[10] «Cuando te abstienes de creer que eres y de querer ser». <<

ebookelo.com - Página 40
[11]«Enseña nuestra escuela que todo aquello que es conocido o nacido es una
imagen, y dicen que, cuando engendra a su Hijo unigénito, el Padre está produciendo
su propia imagen», dice Eckhart, que repite constantemente que mientras el corazón
del hombre contenga imágenes de cosas (criaturas), no podrá entrar en él la imagen
de Dios, expulsada por esas imágenes, cuya presencia es incompatible con la
Presencia divina. De ahí que tenga que despojar su corazón de todas esas imágenes
para «restaurar» a Dios en su morada de lo más íntimo del corazón del hombre. <<

ebookelo.com - Página 41
[12]La übersinnlichen Leben designa la vida espiritual que no se ve afectada por la
búsqueda de la satisfacción de los sentidos, que no interfieren en la percepción
espiritual. Ese estado es perfectamente compatible con la vida sensible o sensorial,
como ejemplifica la vida de Jesús. <<

ebookelo.com - Página 42
[13]
Selbheit, el ser uno mismo; es decir, lo que hace que mi voluntad sea distinta de la
de Dios, y lo mismo con mis sentidos, etc. <<

ebookelo.com - Página 43
[14]Interrumpes la continuidad entre la voluntad de Dios y tú como agente de esa
Voluntad. <<

ebookelo.com - Página 44
[15] Law: «que el hombre posea en propiedad este mundo y las cosas que hay en él».
<<

ebookelo.com - Página 45
[16] Todo es uno contigo y nada es otro que tú. <<

ebookelo.com - Página 46
[17] Mt. 18, 3. <<

ebookelo.com - Página 47
[18]Es decir, cuando consientes y el deseo deja de ser algo exterior que no te has
apropiado y puedes contemplar. <<

ebookelo.com - Página 48
[19] Jn 15, 5. <<

ebookelo.com - Página 49
[20] Mt 28, 18. <<

ebookelo.com - Página 50
[21] Fil 3, 20. <<

ebookelo.com - Página 51
[22] 1Cor 6, 19. <<

ebookelo.com - Página 52
[23] Jn 8, 51. <<

ebookelo.com - Página 53
[24] Elevas tu voluntad del plano de las criaturas al plano celestial. <<

ebookelo.com - Página 54
[25]La versión de Law, como siempre más explicativa, me parece aquí también más
coherente: Discípulo: «¿Qué es lo que debo abandonar?». Maestro: «Todas las cosas
que te aman y te acogen, porque las ama y acoge tu voluntad, [etc. (…)] en una
palabra, todo lo visible y lo sensible que hace que la imaginación o el apetito sensible
se deleite y se renueve». <<

ebookelo.com - Página 55
[26] Mat. II, 28-30. <<

ebookelo.com - Página 56
[27]Law: «… ¡ay, soy un pobre hombre! ¿cómo iba a ser eso posible para mí?». «¿Por
qué estás desanimado? Permanece con ánimo firme; porque ciertamente puedes
alcanzarlo. Sólo con que lo creas, todo te resultará posible. Si ocurriese —tú que
tienes tan poca valentía— que tu voluntad se apartase por una hora, o siquiera por
media, de todas las criaturas, y se sumiese en Aquello en lo que no hay criatura
alguna ni puede haberla, de inmediato quedaría impregnada y revestida del supremo
esplendor de la Gloria divina, cataría dentro de sí el más dulce Amor de Jesús, la
Dulzura que ninguna lengua puede expresar, y encontraría dentro de sí inefables
palabras de nuestro Señor sobre su gran Misericordia. Tu espíritu sentiría entonces
dentro de sí la Cruz de nuestro Señor Jesucristo tranformada en algo muy agradable;
y de ahí en adelante preferiría la Cruz por encima de los honores y los bienes del
mundo». <<

ebookelo.com - Página 57
[28] Jn 18,36. <<

ebookelo.com - Página 58
[29]Es decir, la opinión, o la especulación, en vez del conocimiento. Una opinión es
algo creado, mientras que el conocimiento es una misma cosa con el amor. En
algunos textos tradicionales se encuentra una formulación, que usa el simbolismo
amoroso: Dios es terriblemente celoso, puesto que no soporta que haya «otro» en el
corazón de su amante; si hay otro, Él se va, o no hace acto de presencia. <<

ebookelo.com - Página 59
[30]Bildlichkeit es algo así como la «idealidad» o «imaginalidad», aquí en el sentido
de la serie de ideas o imágenes que la voluntad y la sensualidad crean con la ilusoria
intención de encontrar satisfacción en ellas. <<

ebookelo.com - Página 60
[31] Bildlichkeit. <<

ebookelo.com - Página 61
[32] «… und sich darmit über-inflammire». <<

ebookelo.com - Página 62
[33] Lc 18, 20-21. <<

ebookelo.com - Página 63
[34] Fil 3, 20. <<

ebookelo.com - Página 64
[35] Jn 10, 27-28 <<

ebookelo.com - Página 65
[36] De Signatura Rerum XV, 51. <<

ebookelo.com - Página 66
[37] «… ah männliche Jungfrauen…». Quiere decir que conjugan las mejores
cualidades activas masculinas con las mejores cualidades pasivas femeninas. <<

ebookelo.com - Página 67
[38] Salmo 18, 26-27. <<

ebookelo.com - Página 68
[39] 1Cor 15, 41. <<

ebookelo.com - Página 69
[40] Mt 25, 34-46 <<

ebookelo.com - Página 70
[41] Jn 15,5. <<

ebookelo.com - Página 71
[42] O «crece», «está»: «Das Leben stehet im Streite». <<

ebookelo.com - Página 72
[43] Mat 7, 7-8. <<

ebookelo.com - Página 73

También podría gustarte