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076 09 Television Michel

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la television, ¿ventana al

mundo o caja idiota?

M anuel M ic h e l

U no de los fenómenos más destacados de la historia ángeles. Y creo que precisamente la T V como los án ­
de la sociedad hum ana, es sin duda alguna el desarro­ geles tienen ambos sexos o no tiene ninguno; es decir,
llo de la televisión. E n este momento apenas es posible que como un invento genial de la humanidad es capaz
predecir cuál será su verdadera influencia sobre la con­ de todo, pero que en sí sola es portadora de mensajes,
formación de la mentalidad y de los hábitos de los futu­ José M aría Berzosa, realizador hispano-francés que ha
ros pobladores de nuestro planeta. R ay Bradbury y aportado obras muy im portantes a la O R T F , la llam a
otros escritores de ciencia ficción contemplan, en ese “ un medio de transporte” . ¿Podemos acaso im pugnar
horizonte erizado de antenas, un verdadero mundo de o lam entar siquiera el descubrimiento del automóvil,
horror y de enajenación. Y a en nuestros días cualquier del avión, del cine? ¿ A alguien se le ha ocurrido ach a ­
gente pensante se hace sospechosa de cretinismo larvado c a r a la imprenta misma y a Gutemberg cuanta estu­
si no se refiere a la T V como “la ca ja idiota” o si no pidez se ha publicado en libros y demás? ¿ Y el radio?
está de acuerdo con Salvador Dalí — ávida dollars— ¿A caso no contamina la atmósfera? ¿N o hay cientos
en que es “ el medio más eficaz p ara la cretinización de víctimas del auto y del avión?
de las masas. . . un basurero de lujó, una jaula para Como por fortuna no se trata de culpar de nada
mediocres, un cuarto de trebejos. . . ” a la T V en sí misma, pensemos por lo pronto en que
Para otras gentes, sin duda menos dotadas o genia­ es un invento prodigioso, el cumplimiento de un sueño
les que Dalí, la televisión es toda su existencia, es una expresado por excéntricos autores de novelas de antici­
ventana m ágica hacia el mundo, es un espejo de la pación. Dos de ellos, principalmente, la veían así:
vida y de la historia o simplemente una forma de pasar
el tiempo entretenidos y olvidados de preocupaciones, E l teléfono complementado por el telefoto, o tra con­
incluso la de que no han pagado el abono del aparato., quista más de nuestra época, dice Julio Vem e en 1887.
y van a recogérselo, un día de estos, los aboneros. Es Si la transmisión de la palabra por la corriente eléc­
trica data ya de mucho tiempo, apenas de ayer es
también un símbolo — como el refrigerador— de la in­
posible transmitir la imagen de tal manera. Descubri­
tegración a la vida moderna. No hace mucho tiempo miento precioso cuya invención no fue el último en
una personalidad del movimiento obrero afirmaba que bendecir Francis Bennett cuando vio a su m ujer re­
la mejor prueba del progreso popular lo daban las ante­ producida en un espejo telefótico a pesar de la dis­
nas acumuladas sobre los techos de las barracas de tancia enorme que los separaba.
cualquier colonia popular, ciudad perdida o ranchería.
(E l día de un periodista americano en 1989)
L a controversia, creemos, podría no terminar jamás,
y por otra parte tener tanta utilidad o trascendencia Y otro soñador Albert Uobida, en su obra E l siglo
como aquella famosa que versaba sobre el sexo de los .v.Y, imaginaba audazmente en 1983:

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E n tre las sublimes invenciones con las que el siglo creador. Con frecuencia, testigo y creador es uno y lo
x x se honra, podemos contar como una de las más mismo pues la distancia a la que contemplamos sus
sorprendentes el telejonoscopio ; con él se ve y se oye. obras modifica el objeto mismo de nuestra contempla­
L a escena misma con su iluminación, sus decorados
ción. Por ejemplo, las fotos de R oger Fenton de la gue­
y sus actores, aparece sobre la gran placa de cristal
con la nitidez de la visión directa. Se asiste realmen­ rra de C rim ea (1 8 5 5 ), o aquella foto conmovedora de
te a la representación con ojos y oídos. L a ilusión es Gustave L e Gray en la que vemos una escena marina
com pleta, absoluta. con dos barcos en el horizonte: por vez primera, en
1856, se han visto en fotografía las nubes, las olas en m o­
Los dibujantes de la época, para ilustrar las visiones vimiento, los barcos que parten. N o menos conmove­
de estos profetas científicos, imaginaban espejos con dores resultan los cortos de Lum iére en los que vemos
marcos muy art nouveau, garigoleados, enormes y con a sus obreros salir de las fábricas, o a su hijo comiendo
bocinas de victrola al lado. L a moda, en cambio, era la en la terraza. L a vida misma queda cautiva. Espejo v
misma, según ellos, en 1989 que en 1860 y tantos. memoria, la foto aprisiona el instante vivido y el cine
Desde que Niépce en 1822 logró las primeras imá­ hace repetir los gestos de la vida. Ilusión. Pero una ilu­
genes fotográficas h asta que en 1895 los hermanos Lu- sión que corresponde a la forma en que actú a el siquis-
miére presentaron su invento a un público extasiado e mo del hombre. En busca de ojos y visión más poderosa
incrédulo, los inventos en todos los campos habían pro- de memoria más tenaz, en busca de la omnipresencia,
liferado: la electricidad, el teléfono, el telégrafo, la so­ se llegó a la televisión, a la visión a distancia. L o que
ciedad industrial, las masas, la sustitución de la tracción soñó durante siglos de literatura y mitos — tapetes m á­
animal por la m ecánica para los transportes; en fin, el gicos, bolas de cristal, genios, sibilas— se realiza de
mundo había cambiado tan radicalmente que la televi­ pronto. L a literatura del siglo x ix nos hace aparecer
sión nos parece una hija tardía del siglo x ix , “siglo de las imágenes de la T V como auténticos ectoplasmas
la invención y del buen tono” , como le llam ara un ver­ electrónicos; pero no olvidemos que es la época en que
sificador decimonónico. Pero esta referencia a Niépce el espiritismo trata de hacer contrapeso a la cada vez
y a Lumiére, no es gratuita. Es sólo una constatación más enajenante vida trabajadora.
de que en su desarrollo, la humanidad ha buscado siem­ L a historia de la T V , sin embargo, se reduce a esta­
pre la forma de reproducir su imagen, desde el espejo dísticas, a número de aparatos instalados, a número de
hasta la gran pintura; y ha querido, además, dejar una estaciones que hay en el mundo, a incremento de esa
huella de su paso por la tierra. nueva especie dentro de la cual parecen borrarse las di­
L as referencias a los otros inventos — que no tratan ferencias de clase: los televidentes. N o es la historia
de ser catálogo— tam poco son gratuitas. Nos dan idea de de una verdadera expresión hum ana como la pintura,
las condiciones técnicas que fueron necesarias para lle­ la fotografía o el cine. Sus rasgos esenciales son de or­
gar a la electrónica y a la combinación de esa maravi­ den técnico. Las fechas memorables que constan en su
llosa arm a de los sueños que es el cine, con los procesos devenir no las creó ni las inventó ella sino la historia
técnicos que requiere la televisión. Por otra p arte, socie­ del hom bre: la coronación de Isabel II , el asesinato de
dad industrial, masas, evolución en las relaciones so­ Oswald, los viajes a la luna. L a T V sólo registra: ojo
ciales, plantean el cambio irreversible en los conceptos omnipresente, su destino fundamental parece, por lo
tradicionales de cultura y asimismo la necesidad de nue­ pronto, el de hacer ver. Y en ello creemos que está
su verdadera fuerza, su poder irrebatible. ¿Q u é otro
vos instrumentos para la comunicación, inherente a la
medio es cap az de hacer presenciar simultáneamente en
condición humana. Los diversos lenguajes — hablado,
todo el mundo un acontecimiento en el instante mismo
escrito, simbólico— que ha creado en su devenir, así lo
en que ocurre? Desde luego, la televisión espera aún
comprueban. L a fotografía y sobre todo el cine, se con­
sus Mélies, Griffith, Orson Welles, Eisenstein o Keaton,
vierten en un nuevo lenguaje, en una forma de comu­
pero es posible también que nunca lleguen porque su
nicación, en un medio de trasmitir experiencias, emo­
propia naturaleza los excluye, los h ace innecesarios. El
ciones, conceptos. Todo lo demás — el soporte técnico— ,
cine crea, cuestiona, sublima, protesta; el cine es capaz
pasa a segundo plano, pues lo que importa no es “el
de modificar el tiempo vivido; la televisión, en cambio,
medio de transporte” en sí mismo, sino lo que se trans­
es testigo y transmisora de espectáculos y acontecimien­
porta, ya sea en calidad de testigo, ya en calidad de tos y se espera de ella que nos dé la duración del tiem-

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po real; en otros casos — teatro, reportaje— trasmite mo Japón, Inglaterra, Francia y Europa O ccidental
un género específico sin inventarlo. menos España.
Con estas limitaciones, que son por otra parte enor­ L a utopía realizada puede llevarnos a creer que ya
mes atributos, la televisión surge com o un resultado y no hay solución de continuidad entre el sueño y la
una necesidad de la sociedad industrial, en medio de la realidad, entre los propósitos y los logros del espíritu.
precipitación febril por acumular inventos ya no sólo Pero utopía no es sinónimo de perfección y parece que
p ara dominar la naturaleza sino p ara sustituirla y supe­ los hombres usan los avances con inconciencia infantil.
rarla; esa época es como una dislocación de la historia P o r eso, en estas reflexiones, quisiéramos destacar algu­
del hombre. Los grupos de poder, epígonos de los colo­ nos puntos que quizá nos ayuden a comprender el fe­
nizadores del siglo x ix , iban a encontrar otro campo nómeno de la televisión inscrito en la llamada cu ltu ra
vastísimo en qué emplearse: la colonización del alma de masas, y extraer algunas consecuencias que podrían
y del sueño, la puesta en conserva del corazón, como servimos a utilizarla razonablemente, con un sentido
dice también E d gar Morin. de progreso.
Entre 1929 y 1931 se concretan los pasos técnicos
para la transmisión y recepción de imagen a distancia, II
que un barbarismo lingüístico llam aría televisión. En
1935 el invento sale del laboratorio y en la Torre Eiffel Este invento genial, esta concreción de un sueño,
de París se instala una estación cuyas emisiones ven esta fantasía totalmente descabellada cuando nuestros
algunos privilegiados, sin duda menos de los que ahora padres eran jóvenes y que alcanzaron no sólo a ver
en México, D . F» contemplan los muy privados shows com o una experiencia cotidiana sino a sentirla necesaria
de cablevisión en inglés. En 1969 — 3 4 años más tar­ com o algunos vicios menores, ha contribuido sin duda
de— la O R T F emplearía 1 4 0 0 0 personas y tendría alguna a modificar profundamente muchos aspectos de
un presupuesto anual de 1 4 9 3 millones de francos, ese edificio de la conciencia social, de la cultura y de
cerca de 4 5 0 0 millones de pesos. la comunicación; hasta qué punto, nos es imposible
Por otra parte, el aumento del número de apara­ saberlo o preverlo en este momento, pero de su bene­
tos receptores en el orbe era casi vertiginoso. No olvi­ ficio o perjuicio sólo son responsables quienes m anejan
demos que en los años de guerra entre 1939 y 1945 el medio de comunicación y también — ¿por qué no?—
prácticamente se paralizaron las industrias de consumo los pasivos televidentes que consumen sin elegir y sin
que no fuera m ilitar y que Europa quedó en muchos protestar.
lugares devastada y en otros desmantelada de sus vías Y hablemos de un prim er rasgo fundamental que
de comunicación. Con todo, en 1948 ya existían en el afecta a la televisión su carácter de hija de la sociedad
mundo 3 millones de receptores; en. 1958 había 70 industrial, de producto de los países ricos. Com o ya
millones. Actualmente, según el Britannica Book o f the vimos, éstos acumulan la mayor parte de los receptores
Year, el número de aparatos es de cerca de 250 mi­ y estaciones emisoras de televisión: un 80% del total
llones. En 1972 había 6 380 estaciones emisoras de T V en el mundo. Ahora bien, los países desarrollados tie­
en el mundo, de las cuales 175 se encontraban en Amé­ nen grandes concentraciones urbanas y este medio fa­
rica Latina. Esto supone una inversión fabulosa cuya vorece la riqueza del país y una cierta unifomiación
amortización sólo es posible por dos caminos: la comer­ de las mentalidades^ Además, puesto que la clase social
cialización de los programas o el m anejo de las esta­ más extensa es la clase media, provoca una cierta se­
ciones por el gobierno, mediante impuestos especiales mejanza de gustos, intereses y valores lo que hace a una
cuya recaudación cubre todo o parte del costo de ope­ población participar de las mismas normas culturales.
raciones. E l sociólogo americano L eo Bogart, afirma que la tele­
Creo que no es muy interesante, por lo menos en visión no puede “desarrollarse bien sino en una socie­
este momento, recorrer la historia y las estadísticas re­ dad en la que las diferencias de clases son muy redu­
lativas a la invasión de la imagen electrónica en el cidas en lo que se refiere a las normas culturales” , lis
mundo. Los datos antes señalados nos ilustran amplia­ esta la razón que nos permite comprender por qué en
mente y nos dejan suponer que es en los países más los Estados Unidos el desarrollo de la 'I V fue tan sor­
ricos donde hay mayor número de receptores. Estados prendentemente rápido.
Unidos, por ejfemplo, está prácticam ente saturado, co­ Al hablar de la cultura del siglo x x , suele evocarse

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de inmediato a Picasso, Braque, Joyce, M iller, Stra­ Parece obvio que ni la T V , ni el cine, ni los otros
vinsky, Stockhausen, Buñuel, Bergman y tutti quanti; medios visuales de comunicación pueden ser responsables
esto, nos dice E d g ar M orin, es un error de origen eli­ de este fenómeno de uniformación de las mentalidades,
tista; los rasgos esenciales de la cultura del siglo x x sino las condiciones específicas que se dan dentro
son la radio, la prensa, las tiras cómicas, el cine, las de la clase media y el proceso económico que pro­
grabaciones en disco o cinta, el turismo, la televisión, pició la formación de este grupo social. C on todo, al
las v acacio n e s.. . es decir, todo aquello que ha modifi­ mismo tiempo que expresión y resultado de esta nueva
cado los patrones tradicionales, algunos de ellos secu­ forma de cultura, cine y sobre todo televisión, han con­
lares, y lo que no sería posible sin los descubrimientos tribuido notablemente a que se consolide. Y no es un
técnicos y los cambios en las relaciones sociales, inclu­ efecto de la casualidad. Con su hum or característico
so las conquistas de las clases asalariadas. Evidente­ e inteligente, Sacha Guitry decía:
mente la televisión es parte esencial de este cuadro.
Porque, bien mirado, dentro de los medios de co­ Esas damas encantadoras y esos caballeros que se
municación preferidos por nuestra cultura de masas dirigen a nosotros se complacen en designamos con
parece que se inicia un regreso a los siglos que prece­ el nombre de televidentes, y lo emplean com o si r.o
fuésemos otra cosa, como si fuera un estado, una
dieron a Gutemberg. L a diferencia determinante radi­
función, un papel. Ahora bien, quienes los observan
ca en las posibilidades de multiplicación que se deben
y los m iran son médicos, arquitectos, obreros, abo­
precisamente a la im prenta. Rasgo esencial de dichos gados, comerciantes, artistas o sabios, y es un error
medios es la reducción cada vez mayor de la informa­ básico creer que de pronto todos ellos adquieren la
ción escrita y el predominio de las imágenes. Tiras có­ misma mentalidad, los mismos gustos, la misma edad
micas, fotonovelas, revistas ilustradas, carteles publici­ y la misma cultura, sólo porque encendieron, al mis­
mo tiempo, su televisión personal , pues la televisión
tarios, sin olvidar el cine y la T V , tienden a sustituir
se dirige a cada uno de ellos personalmente.
el mensaje escrito que prevaleció durante siglos. (Al
mismo tiempo y paradójicam ente, casi cualquier autor
¿Cóm o dirigirse, sino en forma genérica a 200 mi­
de novelas sentimentales o de misterio ha acumulado
llones de seres humanos simultáneamente cuya m enta­
más número de páginas en su producción y más títulos lidad puede ir desde la oligofrenia hasta la genialidad?
en su obra que Cervantes, Shakespeare y desde luego ¿Cóm o personalizar a cada uno de esos doscientos mi­
H o m ero ). llones de “audiovidentes” ? Quizá la única form a sería
E ste bombardeo de imágenes afecta mucho más que la del teatro brechtiano, pero esa solución es más utó­
la información verbal ya sea oral o escrita. Ante ésta pica que la del invento mismo de un aparato que nos
existen defensas, filtros del juicio de lo sensorial que permita v er y oír a d istan cia.. . E d g a r Morin nos ex­
emplea el entendimiento, según señala Cohen-Séat, plica así aquello que tanto indignaba a Sacha Guitry,
Existe una posibilidad de recepción organizada de di­ caballero de otra época:
chos mensajes. Ante la imagen, por el contrario, el
organismo parece ab atir sus defensas. Y , continúa Co­ L a acción de la información visual, superponiéndose
hen-Séat, a la especialización y a la dispersión del saber, des­
arrolla a su vez un poder de uniformación que se
traduce en masificación propiamente dicha, Aun
en el interior de la esfera audiovisual las imágenes
cuando las condiciones de trabajo puedan hoy dife­
fílmicas prevalecen a la vez por el poder de su im­
renciarse, la acción uniformizante y masificante de
pacto y por las formas de pensamiento mágico que
la información continúa ejerciéndose.
imponen su naturaleza y los procedimientos de su
utilización. En el curso del espectáculo de cine y de
televisión, la información llega a la sensibilidad sin (De paso, notemos que lo único que hace a un indi­
obedecer necesariamente a las inflexiones de juicio viduo escapar relativamente a la m asa es la especiali­
y con mucha frecuencia incluso sin exponerse a ellas. zación; aunque fuera de su terreno pueda ser tan pro­
E n presencia de imágenes sorprendentes que actúan fano como todos los demás; asimismo el poder — polí­
como señales y no como signos, la intuición y la
tico, económico, espiritual— disgrega al individuo de
■ afectividad entran en juego antes que las instan­
cias del control de la personalidad hayan incluso la masa tan to más cuanto mayor sea el dominio que
podido captar los mensajes intencionales. ejerza.)

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Según los países, la uniformación o nivelación de tiene tiempo, hay personajes que sobran y palabras in­
esa masa puede ser a más o menos altura, pero casi comprensibles, vayamos al punto, al to be or not to
podríamos afirm ar que hay una regla no escrita ni b e . . . ’")
formulada pero cuya transgresión se permite rara vez, Consecuencia de su finalidad como medio de com u­
a saber: todo lo que rebase la inteligencia media que nicación masiva, la uniformación del mensaje trae con­
dirigentes o programadores de los canales de T V atri­ sigo también otro rasgo muy típico de la televisión: lo
buyen a “su público” , está rigurosamente prohibido. En insólito, fantástico o simplemente interesante, se banali-
este sentido, en las televisoras comerciales, los anun­ za. Es posible que el ca rá cte r efímero de la m ayor parte
ciantes deciden cuál es la inteligencia media de su audi­ de su material de programación tenga algo que ver en
torio, es decir, de sus consumidores. Y corno afirmaba ello; o quizá no sea tanto un rasgo de carácter del m e­
un célebre empresario de espectáculos, “nadie ha per­ dio televisivo cuanto del hombre mismo, en su estadio
dido dinero en este negocio subestimando la capacidad actual de civilización y de enajenación.
intelectual del público” . Todavía en 1957, cuando el prim er artefacto ruso
Y en esta labor de “emparejamiento”, de nivela­ fue puesto en órbita alrededor de la tierra, nos m ara­
ción — que corresponde a normas de consumo más que villamos, hubo explosiones de júbilo y entusiasmo; sin
a otra cosa— nos encontramos con que es resultado de que pudiera precisarse, una esperanza de cam bio se
la sociedad industrial y de consumo (el signo político ofrecía a la humanidad. Quizá se deseaba que algo tan
no im porta), de la concentración en áreas enormes de espectacular además del propio lanzamiento ocurriera
grandes grupos de población. Los productos homogenei- en breve. Se decía que en pueblos de la India la gente
zádos que se lanzan al consumo masivo tienen un pro­ se trepaba a los techos de sus casas y afirmaba ver, a ojo
ceso y un resultado similares a, digamos, la producción desnudo, el sputnik del que había oído hablar. Luego,
de huevos y pollos a gran escala. Estos pollitos alimen­ aún por un momento L aika, la perrita mártir, y G aga­
tados en jaulas, con productos sintéticos, esos pobres rin y los pioneros americanos pudieron impresionar.
animales que jam ás comen un gusano, ni ven el sol, Ahora, las estaciones orbitales y la futura e inminente
que no se mueven de su reducto “vital” , que viven im­ cooperación ruso-americana, ocurren dentro de la ba­
pregnados de tristeza y frustraciones, obviamente van nalidad cotidiana. E l prim er viaje a la luna resultó
a ofrecemos una carne que ya no es del verdadero pollo un buen show, aun cuando aquí en M éxico se le dio
que acaso p o r casualidad podremos probar en algún un atractivo adicional: como el timing del alunizaje
rancho; y los huevos producidos p o r gallinas auténtica­ no correspondía al de las estaciones comerciales, había
mente fabricadas con el destino de poner y sólo poner, que rellenar los intervalos de espera entre cada m anio­
que jamás conocerán el placer de pasearse en el corral bra con anuncios de los patrocinadores del program a
donde las acech a un gallo, alimentadas con hormonas y con unos sketches de Cantinflas. No sería un juicio
y colorantes, ¿ a qué sabrán? temerario afirmar que quizá fueron muchos los que se
Es obvio que las verdaderas utopías, las no téc­ divirtieron más con el cóm ico que con los astronautas.
nicas como la soñada por Charles Fourier no entran Parece que por desgracia no había material científico
suficiente para “rellenar” los tiempos muertos de esa
en el mundo de los posibles. A los alimentos sintéticos,
emisión que se suponía estaba transmitiendo la más
desterrados de su medio natural, corresponden también
prodigiosa aventura emprendida por el hombre. E l se­
productos culturales sintéticos. Nuestro placer gusta­
gundo alunizaje debe haber bajado su nivel de audi­
tivo tiende a uniformizarse y por lo tanto a estragarse;
y de la m ism a m anera que ya no advertimos el sabor torio en un 9 0 % y es seguro que los próximos se pasa­
artificial de huevos, pollos, leche, vino, cam e, etcétera, rán diferidos y en resumen.
nos es difícil apreciar las verdaderas creaciones de la Muchos lustros después del 12 de octubre de 1492,
cultura, sumergidos como estamos en ese océano de el impacto del descubrimiento de América conmovía
imágenes, de sonidos, de llamados que brotan de los aún las conciencias y suscitaba inclusive una nueva in­
medios de comunicación masiva, en especial de la T V . terpretación de cuestiones teológicas y morales. ¿Q ué
(E n M éxico, D. F ., se ha llegado al extremo de resu­ habría pasado si Colón hubiera tenido los medios ade­
mir para el espectáculo electrónico las obras de los cuados para enviar a E uropa — en vivo— las señales
clásicos ¡a 15 minutos! según el criterio de “olvidemos de su viaje?
lo banal, la palabrería, vayamos al grano, la gente no La banalización tiene consecuencias graves no sólo

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porque despoja de lo maravilloso a muchas cosas, sino ésta es el resultado de trabajos y empeños colectivos;
porque cava la fosa donde se sepultarán los entusias­ asimismo, y en consecuencia, los mecenas que antaño
mos que no sean epidérmicos, como por ejemplo los hicieron posible la obra de un Rem brandt, de un R a­
del deporte. No basta con que un locutor profesional fael o de un Shakespeare, dejan de existir com o insti­
tenga un gesto grave y adusto y voz de empresario de tución : el mecenazgo es sustituido p o r el mercenariado,
pompas fúnebres p ara anunciar hechos importantes; según observación de Edgar M orin, quien continúa:
sería necesario que esos hechos referidos se convirtie-, “El capitalismo abre e instala sus mostradores en el
ran en fuente de meditación personal. Antes dijimos meollo de la gran reserva cultural. L a reacción de la
que esperábamos de la televisión que nos diera la ver­ intelectualidad es también una reacción contra el impe­
dadera duración del tiem po; pero creo que al ponemos rialismo del capital y el reino del l u c r o .. . ” P ara de­
a su ritm o — y lo mismo de la prensa o el radio— esta­ cirlo sin ambages, intelectuales y artistas devienen, en
mos dislocando el verdadero ritmo vital. H a hecho de una u otra forma, empleados al servicio de sociedades
una m asa enorme de televidentes seres insaciables pues, anónimas o de grupos de poder, y por ello la creación
aunque — en el m ejor de los casos— los rellena de in­ se despersonaliza pues hay que dirigirse a todo mundo,
formación, no les d a tiempo p ara meditar, no abre la hay que nivelar a todos los “televidentes”, hay que gus­
posibilidad de actu ar sobre la realidad. Parece que hay tar a todos. L a aventura misma se organiza industrial­
un desacompasamiento entre la verdadera vida y el mente: ya no son los Reyes Católicos quienes, personal­
reflejo que de ella nos imponen las imágenes de tele­ mente, van a apoyar el espíritu itinerante de Cristóbal
visión. Colón, sino gobiernos aliados a la industria quienes en­
Por otra parte, el atiborramiento antes señalado capsulan a los viajeros del espacio y los lanzan a ese
puede producir efectos contrarios a los pretendidos; cosmos banalizado por robots biológicos que incluso en
caso notable el de la guerra de Vietnam, cuyas infor­ ocasiones llevarán sellos postales y otros objetos para
maciones se retuvieron durante mucho tiempo por te­ vender com o reliquias al regreso de su viaje. Daniel
m or y más tarde, al dejarse prácticamente total liber­ Odier, en un libro compuesto con entrevistas y collages
tad, no sublevaron a la gente como se temía en forma de obras de William Burroughs, cita lo siguiente del
general y masiva. M ás bien parecía producir una cier­ Express de Londres: “ Si es usted un joven sano, menor
ta complacencia la contemplación cotidiana y noc­ de treinta años, vivo de reflejos, que no le teme a nada
turna de escenas violentas filmadas en el escenario de en la tierra ni en los cielos y ávido de aventuras, no se
la guerra. En este caso existe un fenómeno paralelo al moleste en solicitar el trabajo de astronauta.”
de la banalización y es el de insensibilización que, repi­ Parece una paradoja, pero al mismo tiempo que los
to, no es particular influencia de la T V , aunque sin medios de comunicación y en especial la T V , tratan de
duda hay una fuerte contribución de ella. P a ra lograr divulgar la imagen de la seguridad, la moral, la diver­
mantenerse en prim er término, los medios de informa­ sión sana, propician la noción de que vivimos en un
ción y comunicación, los determinantes de la cultura mundo lleno de sobresaltos y peligros provocados por
de masas, tienen que recurrir al sensacionalismo; in­ algunos seres interesados en destruir el orden y la tran-,
cluso en el dominio de la prensa escrita o hablada, quilidad. Al mismo tiempo que proporcionan el excitan­
donde no hay dram a no hay noticia y asi podemos con­ te dan a ingerir el somnífero. Este condicionamiento de
siderar — parafraseando aquel famoso apotegma que las masas es una necesidad si se quiere que el hom o sa­
habla del corazón del hombre— que en el “corazón de piens se convierta en un verdadero hom o consumens.
todo medio honesto de comunicación dormita un alar­
ma ” que se manifestará según su personalidad.
A la uniformización y banalización, podemos aña­ III
dir otro rasgo que es resultado no sólo de los dos pri­
meros, sino de una tendencia que predomina en todos Seria injusto pretender que los rasgos no muy posi­
los medios — cine, radio, publicidad, prensa— : es la tivos que hemos descrito anteriormente, sean los únicos
pérdida o disolución de acciones creativas individuales. que definen a un medio de comunicación tan formidable
Si bien el director de un periódico, de una película o como es la televisión. Son verdaderos y generales, pero
de un programa de T V pueden ser directamente res­ hay diferencias de nivel según los países. L a educación,
ponsables e imprimir un sentido y un estilo a su obra, la conciencia social, el desarrollo político, son factores

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que norman la programación del tiempo de emisiones. sión y de culturización que existen en esos países, en
E s cristalinamente obvio que los recursos económicos donde por otra parte el nivel educativo medio es bas­
dedicados a la producción de program as redundarán en tante elevado. L a televisión se concibe como un servi­
talento y calid ad ; el nivel cultural, p o r otra parte, los cio público.
h ará salir de la indigencia espiritual, plaga endémica E n Japón y desde luego en Estados Unidos, los m e­
en las pantallas de T V de los países subdesarrollados. dios financieros de que disponen los grandes consor­
Aunque Pierre Lazaref, extinto director de France- cios de televisión son enorm es; en Japón existen 342
Soir, narra lo siguiente: estaciones: 122 comerciales y 220 del gobierno, agru­
padas en la N H K , cultural y la más importante de
No hace aú n mucho tiempo, un hombre importante Asia. E n Estados Unidos, sólo en la región de N ueva
que tenía grandes responsabilidades gubernamenta­ Y ork hay tres canales (1 3 , 25 y 4 7 ) que transmiten
les, se asom braba del dinero que gasta la O R T F para exclusivamente programas culturales y los medios de
hacer reportajes a través del m undo o para filmar que dispone la N BC, por ejemplo, son fabulosos, lo
obras dram áticas y de variedades, cuando sería tan
cual propicia la realización de espléndidas emisiones,
fácil — decía este funcionario— ir ¡a filmar las obras
que se ponen en los teatros, los espectáculos de re­ reportajes y documentales que se distribuyen incluso
vista y poner a un locutor a que lea las noticias (au­ en todo el mundo. E l sistema político permite — en el
téntico.) interior del país— una g ran libertad de expresión que
prácticam ente hace que las posibilidades de p ro g ram a-,
Pero si hemos de afrontar la realidad, la televisión ción sean ilimitadas. C on todo, William Henry, presi­
libre e ideal n o se d a en ninguna p a rte del m undo; la dente de la Comisión Fed eral de Comunicaciones en
encontraremos siempre condicionada por la política o Estados Unidos, decía que la T V de su país es “ un
el comercio (el mercenariado, com o lo llama Edgar enorme desierto”, y denunciaba los “programas de dis­
M orin ), pero dentro de estas limitaciones hay márgenes tracción que ofrecen el mismo viejo lote de películas,
más o menos amplios que cubren áreas importantes en historias lacrimógenas, concursos, para vender el mis­
las cuales por'razones económicas (medios financieros), m o lote de analgésicos y de mantequilla de cacah u a­
políticas (dem ocracia e influencia de los espectadores) te”.. Quizá sea tan desmesurada la influencia de los
o culturales (tradición, nivel alto de estudios) se da el programas típicos y las series, y el señor Henry la de­
fenómeno de u n a televisión que verdaderamente contri­ testa a tal grado, que no ve sino un aspecto de ella,
buye a inform ar, divertir, form ar a los espectadores. el más notable de la T V de consumo.
Modelo de todas estas emisoras es sin duda la BBC de Pero Enrique Melón M artínez, en su excelente li­
Gran Bretaña, la cual, a pesar — o en razón— de estar bro acerca de la televisión en el mundo, nos d ice lo
sostenida p o r los contribuyentes y depender del Estado, siguiente:
tiene una organización que no perm ite la ingerencia de
políticas circunstanciales; en suma, es un organismo Transcribo todas las emisiones programadas un sába­
autónomo que refleja las características tradicionales do en Nueva Y ork: dos estudios sobre El idiota, de
del país y en el cual — ¡o h m aravilla!— se han per­ Dostoievsky; el sistema político am ericano; la gam a
musical; métodos pedagógicos; la literatura norte­
dido incluso los vestigios de la triste moral victoriana.
am ericana; Scott Fitzgerald; música concreta; histo­
Prácticam ente en toda Europa Occidental las ca­ ria am ericana; agricultura; teatro; num ismática; los
denas televisoras son organismos gubernamentales y en problemas de lisiados; el L S D ; la escultura; las nue­
muchos países — Francia, Italia, Gran Bretaña, Alema­ vas matem áticas; y seis programas religiosos de di­
nia— existen dos o tres canales que ofrecen una pro­ versas religiones.
gramación diferente. Es decir, dentro de las mismas
normas de calidad, de publicidad ausente o muy limi­ H asta aquí Melón M artínez. ¿Q uiere esto decir que
tada, el público tiene dónde escoger. Por otra parte, en todo lo expuesto anteriormente sobre la banalización,
algunas regiones hay la posibilidad de ver cuatro y uniformación, etcétera, es falso? Desde luego que no.
hasta cinco canales por la proximidad con otros países. Dichos programas no son la constante cotidiana, por
E l sistema Eurovision permite poner en cadena, para una p arte; por la otra, no tienen el auditorio que po­
ciertos program as, a toda Europa. T odo esto nos habla dría colocarlas entre las de mayor rating (qué horrible
de las posibilidades enormes de comunicación, de difu­ p a la b ra ). M ás adelante citaré algunas emisiones esplén­
didas con su porcentaje de auditorio, lo cual nos habla esencial es plantearse la televisión como un verdadero
de que para m ejorar la T V no bastaría con naciona­ servicio público, lo que debe ser p o r naturaleza y por
lizarla: habría que expropiar también al auditorio. destino. Los rasgos negativos enunciados antes no son
¿E s tá acaso irremisiblemente condenada la televi­ implícitos del medio, sino resultado de su empleo irra­
sión a servir cotno instrumento de enajenación? ¿Será cional, inhumano, como el de tantos otros recursos na­
esclava del dinero por los siglos de los siglos? ¿Podrá turales o inventados de que dispone la hum anidad;
alguna vez ser instrumento real de cultura y una ver­ sabemos del desperdicio constante que se hace de ellos
dadera ventana al mundo, lazo de fraternidad entre en beneficio de intereses particulares generalmente de
los hombres? L as excelencias de los programas euro­ índole económica.
peos y los de las grandes cadenas americanas serán por Por sus características propias de alcance y penetra­
mucho tiempo quizá, sólo una mera aspiración de los ción, por los medios técnicos de que puede disponer, la
países subdesarrollados. Si bien es cierto que la búsque­ televisión del futuro está llamada a contribuir definiti­
da y experimentación que se dan en el cine, en las vamente a la democratización del conocimiento y de
artes gráficas e incluso en las tiras cómicas no es del la cultura; los libros en ediciones baratas, los discos, el
todo factible en la T V , creo que esto proviene más arte mismo (reproducciones de pintura, escultura),
bien de prejuicios; pues incluso tomada com o “medio tiende a h acer accesibles regiones del saber o del placer
de transporte” , son muchas las cosas que puede y debe estético que antes estaban destinadas a minorías elitistas
transportar a los televidentes. y la T V no puede ir a la zaga. L a programación de los
Partam os de la aceptación de que tenemos como canales neoyorkinos citada más arriba es una muestra
modelos imitables, por su espíritu si no siempre por inequívoca de que el invento sirve p ara cosas distintas
sus medios financieros, a las televisiones m ás desarro­ que vender jabones.
lladas. Pero una vez aceptado este principio, pensemos Cultura es decir formación, inform ación: científi­
que es necesaria u na adecuación perfecta entre nues­ ca, artística, técnica, deportiva, social, p o lítica.. . ; si los
tros medios y nuestros propósitos. Las experiencias de medios de comunicación masiva com o el cine, la radio,
los otros deben servimos y p ara esto pongamos un ejem­ la televisión no se emplean en tareas informativas, va­
plo: según datos estadísticos realizados en Francia, el mos al desastre, vamos en reversa de la evolución'.
ir.cremento de lectura propiciado por la televisión es ¿Cómo h acer que la televisión sirva para comunicamos
enorme. U n 17% de lectores afirma com prar sus libros unos con otros, p ara informamos y no p ara enajenar­
según los consejos de la T V . “Después de la emisión nos? ¿Q u é hacer para reventar esa inmensa burbuja
dedicada a M arcel Proust, se vendieron en u n a semana en la que estamos prisioneros, la dictadura ideológica
40 000 libros de este autor. Y nunca se han vendido de los detergentes? En la pirámide social los de la ba;e
tantos ejemplares de Cumbres borrascosas com o des­ conocen un poco — y quizás envidian la form a en que
pués de la difusión de la novela a través de la pantalla viven los del vértice' superior— , pero éstos ignoran lo
casera” . que ocurre en la base y capas intermedias. E l tipo de
Si tenemos la certidumbre de que la televisión es información que se requiere, los estímulos que hay que
un instrumento de “ nivelación” ¿por qué no plantear desarrollar, son muy definidos, m uy concretos, muy
esta nivelación ca d a vez más arriba? L a experiencia vastos; imprescindibles si en algún momento se quisiera
francesa nos dice que los libros serán cad a vez más llegar a configurar un país y movilizarlo h acia el futu­
un complemento de la televisión y en apoyo de esto se ro. Podemos afirmar que este flujo de comunicación
dan los datos del incremento formidable de las edicio­ program ada, planificada, racional y veraz con la capa­
nes populares “de bolsillo” paralelo al desarrollo de la cidad de enlazar capas socioculturales diversas y aún
televisión en toda Europa. En trece años, nos dice M e­ opuestas, es ya en sí uno de los fines ideales y funda­
lón Martínez, los franceses han comprado 160 millones mentales- de nuestra futura televisión. Es crear con­
de- libros de bolsillo y actualmente se venden 4 0 mi­ ciencia.
llones anuales. Decía un célebre pensador que la filosofía sirve para
Podemos comprender que en el momento actual la modificar la realidad. Hace un rato hablábamos del
difusión del conocimiento, más ardua y más difícil cada atiborramiento de información que no es posible dige­
día, tiene que con tar con un medio como la televisión, rir por falta de tiempo para m editar. L a televisión es
en form a racional, coherente y continua. Condición un “medio de transporte” ideal p a ra hacernos reflexio­
nar, para crear conciencia y contribuir a modificar teereooo” 'd e los edificios de oficinas— resulta como
nuestra sociedad de consumo compulsivo, innecesario y tener prendido el alumbrado público día y noche. Es
dispendioso. En esta forma se llega al momento ante­ lanzar imágenes para el consumo indiscriminado; es
rior que es el que en realidad nos corresponde: la eta­ contribuir a la contaminación del espíritu; T V para
pa de la producción. E l consumo compulsivo sólo puede que acompañe la comida, T V para platicar o para no
hundirnos más en el subdesarrollo. ¿No será capaz platicar, T V para no oímos los unos a los otros.
nuestra televisión de transformarnos en el término de
una generación al través de la toma de conciencia? Vanem et televissionem , y en muchos casos más de
Como servicio público, la televisión debe, en primer lo segundo que de lo primero.
lugar, definir sus objetivos tanto de público como de ¿Por qué caer en esa trampa de la imitación de
programación. Establecer prioridades con el propósito otro país donde hay emisoras que funcionan las 24 ho­
de servar a la nación y a los grupos diferentes que la ras del día? Es factible planear racionalmente y elabo­
forman, sin desdeñar el llamado “elitismo”. A diferen­ rar programas concretos (con fines muy específicos)
cia de una televisión netamente comercial cuyo propó­ para fechas y horarios en los que se supone que ciertos
sito fundamental es el lucro, una televisión de servicio núcleos de la población regresan a su casa del trabajo.
social debe tener como objetivo el de difundir la ima­ ¿Por qué no planear específicamente para los ni­
gen del país en que se origina. Por consiguiente deberá ños, por ejemplo, a un horario adecuado y días deter­
responder a la expectativa general en dos sentidos: a) minados? L a idea de que los niños “ven caricaturas”
como vehículo de cultura y difusión de valores nacio­ o platitudes de este tipo ha sido desmentida porten -
nales e internacionales y b ) servir para que un vasto cuestas muy importantes en países europeos; creer que
público tenga voz y pase, de mero espectador (tanto los niños reaccionan y piensan como débiles mentales
es debilidad mental. En este sentido es muy importante
de la T V como de los procesos de cam bio), a ser un
la consideración que el filósofo norteamericano Alan
verdadero participante. Jóvenes, mujeres y hombres
Watts hace a propósito de ese mundo de horror que se
maduros, niños, todas las edades y todas las clases de­
llama Disneylandia:
ben estar representados en los canales de servicio social.
En las áreas del trabajo, de la educación, de la eco­
Lo que importa en el fenómeno Disneylandia — dice
nomía, de los problemas sociales, de las interrogantes Watts— es que refleja la idea que nos hemos hecho
sobre el futuro se debería establecer esa comunicación de los niños: lo que son, lo que les hace bien, lo que
vertical en doble sentido: que los “de arriba” sepan lo les agrada. Los niños son una categoría especial de
que piensan y hacen los “de abajo” y viceversa. En este seres humanos que nació con la revolución industrial.
sentido se verá muy bien que la .“participación” no se En esta época inventamos para ellos un mundo en
circuito cerrado, una sociedad-guardería que permite
reduce sólo a llevar invitados o recibir cartas y llama­
retrasar constantemente su participación al mundo
dos telefónicos. Cualquier estación de radio-complacen­ adulto, para mantenerlos alejados del mercado de
cias-musicales cumpliría mejor con esto si fuera el úni­ trabajo. En realidad, los niños son pequeños adultos
co requisito. Por ejemplo, la actividad fundamental del que quieren tomar su sitio lo más pronto posible en
hombre, e l trabajo, nunca es tema que interese ni en el mundo de los grandes y que quieren aprender a
nuestro cine ni en nuestra T V . Excepción: las utópicas hacer las cosas haciéndolas. Pero en esta sociedad-
guardería cerrada tienen que aprender fingiendo.
mujeres que de sirvientes llegan a arbitrar el mundo
Después de este ultraje a su sensibilidad y su inteli­
de la moda y servir en forma diferente aunque con gencia, nos apresuramos a amansarlos con juguetes
más dinero. Para el creador que las imaginó, serán y a coionizarlos con un lenguaje de niño chiquito. . .
siempre no sólo seres miticos sino que jamás dejarán
de ser unas “venidas a más”. Y casi lo mismo podría Por lo demás, si bien es cierto que debe cumplirse
decirse de los otros temas enunciados. con una función y para ello es primordial contar con
Estamos atrapados, es verdad, en una sociedad de un público, también hay que hacerse a la idea de que
consumo: toda clase de objetos, de valores morales y el famoso rating — otra vez la horrible palabra— no es
estéticos, e incluso de ideas, es susceptible de ser tra­ indicativo de preferencias sino de posibilidades de mer­
gada vorazmente y sin que el consumidor se dé cuenta. cado y de venta. Hay que dirigirse también a un pú­
Esa T V que funciona todo el día — como los radios blico selectivo aun cuando se corra en ciertos casos el
de transistores de los albañiles, como la música “es- riesgo del elitismo. (Nunca fue motivo de preocupación

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para nadie el número de asistentes a las catedrales gó­ un tep oroch o francés, aun cuando ambos sean alcohó­
ticas o románicas y tam poco parece haber registro de licos, vagabundos, paupérrimos y m ueran de cirrosis o
cuántos han visto los murales o la Adoración del Cor­ delirium tremens; las circunstancias económicas en que
d ero). Ninguna T V de servicio social ha suprimido se producen son muy distintas, y lo que en el teporocho
program as de calidad so pretexto de que el auditorio es destino m arcado en la cuna (p o r llam ar de alguna
era bajo. U n ejemplo notable serían los mejores pro­ manera simbólica a la caja de cartó n ) en el clochard
gramas de la televisión francesa que en el mes de no­ con frecuencia es una vocación de abandono del mundo
viembre de 1968 tuvieron los resultados siguientes: de la productividad.
“ Pensamiento moderno” , 2 % ; Rostros de E uropa, 4 % ; Sirva esta pequeña digresión p a ra indicar hasta qué
Requiem de Berlioz, 1% ; Kandinsky, 1 % ; Claudel, punto es importante la independencia y la autonomía
7% ; Iniciación a la música, 5 % ; etcétera, etcétera. de los programas que debe difundir un canal de ser­
L a razón de que muchos de esos programas tengan vicio público, cuán arriesgado es, p ara la mentalidad
poco auditorio, se atribuye al horario tardío y a un nacional, la imposición .de criterios e ideologías cuya
reflejo que existe en el público mayoritario — obreros, destructividad comienza a partir del habla misma. Es
empleados, campesinos— de que esos program as son evidente que una mentalidad como la del funcionario
para “los cultos”, los que se pueden levantar m ás tarde citado por .Pierre Lazaref no comprendería estos pro­
y no p ara los que deben m adrugar para ir al trabajo. blemas, como tampoco son del resorte de quienes se limi­
Con todo, emisiones tradicionales como “A ocho co­ tan a usar la televisión como un medio de venta, cuya
lumnas” y la “C ám ara explora el tiempo” , tienen un programación en realidad la constituyen los avisos co­
arraigo muy fuerte en el público y las espera porque merciales; el resto es de relleno o el cebo p ara que la
sabe que “aprenderá , mucho” con ellas. publicidad sea más eficaz.
Pero esas televisiones tienen su propio estilo que Además, es muy importante que este mundo que
corresponde a una tradición cultural, a una forma, a existe para nosotros, con sus grandezas y sus contradic­
una costumbre incluso de pensar; en nuestra televisión ciones, con su dram a y su humor, este mundo con
n c tendríamos por qué planear programas que siempre frecuencia y por tantos de nosotros ignorado, sea por
parezcan una m ala parodia de programas m ediocres. . . fin descubierto, analizado, conocido, am ado, transfor­
pero extranjeros, con el pretexto de la conquista de mado. Y la televisión — como los otros medios de comu­
auditorio. ¿Conquistarlo para qué? Además las traduc­ nicación masiva— es un medio fundamental en ese
ciones o versiones de programas y series rutinarias nor­ empeño y quizás el único (junto con. el cin e) que
teamericanas (con excepción de los documentales) son puede tener perspectivas favorables a corto plazo.
incompatibles con nosotros porque están calculados so­ Podríamos decir que hay cinco condiciones para
bre moldes y estructuras que no pueden corresponder­ hacer una televisión de servicio público verdaderamente
nos. Dice Oscar U ribe Villegas. en su libro de socio- eficaz, importante y popular:
lingüística a propósito del idioma materno:
— Coherencia
Si bien el aprendizaje de una lengua es el apren­ — Valor
dizaje del m undo. . . , se trata de un saber del mundo — Persistencia
para nosotros, no de un conocer el mundo en sí. Y , — Variedad
en el fondo, si nos detenemos más en ese punto, des­ — Cultura
cubriremos que se tra ta del mundo para quienes ha­
blamos esa lengua particular y, en consecuencia. . . ,
de un mundo distinto al de los otros, al de quienes L a coherencia se refiere a la adecuación que debe
hablan otra u otras lenguas. existir entre los objetivos generales y los programas
específicos.
Esta observación de Uribe Villegas me parece de El valor se requiere en abundancia para atreverse a
gran importancia y las espeluznantes traducciones de las llevar a cabo una televisión de auténtico servicio
series dobladas nos confirman en esa idea. Por otra público, en la cual se presentan con frecuencia
parte, cualquier equivalencia de concepto tiene m ati­ intereses en conflicto. Para ser diferente y distin­
ces que corresponden al contexto cultural en que se guirse por ello honrosamente, con ventajas y si es
origina la palabra. Así, un clochard no es exactam ente posible también con utilidades económicas.

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L a persistencia es necesaria p ara tener siempre el va­ en nuestro país: un ejemplo es Radio Universidad, que
lor de ser coherentes. sin lugar a duda es de las mejores del mundo; un alto
L a variedad , para decirlo con una frase algo preten­ funcionario me decía en una ocasión que “cam b iar el
ciosa pero expresiva, se refiere al “ ser es estar sien­ receptor a Radio Universidad es cambiar de país”, y
do” , es decir, vivir en movimiento, en el intento anhelaba una televisión m exicana émula de dicha esta­
de a b a rca r estilos (jóvenes, mujeres, niños, inte­ ción, por su variedad, por su profundidad, por su n e­
lectuales, obreros, p olíticos.. . ) y de cautivar con gación del mercantilismo y su autonomía de criterio.
ideas, con imágenes, con producción, con humor, En esta perspectiva en que todos los esfuerzos se
sin ca e r en la incoherencia p o r ello. lian de armonizar, en donde no cabe el más mínimo
L a cultura es una palabra que aterroriza a ciertos desperdicio de talento y de energía, en donde debe
espíritus débiles sin pensar en que las grandes conjuntarse la astucia de la serpiente y la actividad
obras de los hombres también están llenas de de la abeja, quizá será necesario concentrarlo todo.
humor, de gracia, de ligereza; la solemnidad no ¿ P ara qué dispersar en seis, ocho o diez canales recu r­
sólo no es sinónimo de cultura sino muy frecuen­ sos económicos y talentos que se aprovecharían en una
temente su opuesto. El exhibicionismo cultural proporción infinitamente superior si sólo fuesen dos o
también se contrapone a la verdadera cultura. tres? Y esto referido desde luego a una televisión con
Y por o tra parte, todo puede ser objeto de cul­ red nacional. Entonces podremos decir que este in­
tura y de análisis, según el tratamiento de los creíble medio de comunicación tiene un destino con cre­
temas. N i cabaret ni escuela nocturna: la tele­ to : la nación entera; ya no será sólo para anunciar y
visión de servicio público debe ser un espectáculo vender sino p ara luchar por el progreso de los hombres
que enriquezca. de nuestro país, para contribuir a incorporarlos a los
grupos de la humanidad en pleno proceso productivo.
Si fuese posible seguir el ejemplo de Gran Bretaña, Así dejará de estigmatizarse a la T V con el apodo de
se haría una televisión libre, al margen de los vaivenes “ ca ja idiota” y será en realidad una ventana m ágica
y circunstancias administrativas, autónom a, cuya con­ abierta al mundo y un verdadero espejo de la vida
tinuidad aseguraría un desarrollo constante. (Pero aquí en el que se reflejen la inteligencia, el humor y la
de nuevo entram os en el reino de la u t o p í a ...) Sin alegría.
embargo, sabemos que las cosas pueden hacerse bien M éxico, agosto de 1973.

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