Psicologia Cultural Cole Michel
Psicologia Cultural Cole Michel
Psicologia Cultural Cole Michel
Psicología cultural
SEGUNDA EDICIÓN
Morata
tena.)
Si admitimos que la cultura es un aspecto fundamental en la vida y pensamiento de
la* persona*, en buena lógica también debe ser crucial a la hora del estudio de la
vida mental.
Michael COLE, conocido por su trabajo pionero en cognición y psicología del de
sarrollo. ofrece un muttdacetico estudio de lo que es. ha sido y puede llegar a ser la
psicología cultural. Un Ambito teórico y empírico que ya esta considerándose como
una nueva disciplina; algo que el propio autor deja patente en el subtitulo del libro:
"Una disciplina del pasado y del futuro .
Primero nos traslada al momento histórico en el que se concedía a la cultura un
lugar do honor en la psicología. Describe lo que sucedió cuando esta disciplina fue
englobada dentro de las ciencias naturales a finales del siglo pasado y la cultura
llegó a ser una variable causal más. Una concepción que distorsionaba tanto la rela
ción cultura-monte como los métodos necesarios para su estudio. La alternativa
que al autor nos presenta trata a la cultura como el modio idiosincrásico de la vida
humana, un medio saturado con artefactos, residuo de la experiencia de genera
ciones anteriores. El autor sostiene que la mediación a través do la cultura es la
principal característica del pensamiento humano.
Michaol COLE, uno de los lideres de este movimiento, demuestra la utilidad de esta
nueva concepción aplicándola a diversas cuestiones teóricas, metodológicas y
prácticas en el estudio del desarrollo humano. Entre éstas destacan las relaciones
entre naturaleza y educación, los procesos a través de lo* que la cultura posibilita
o constriñe el desarrollo, el rol de la alfabetización y de la educación en el desarro
llo cognittvo, y los procedimientos para disertar nueva* formas de acción con capa
cidad para promover el desarrollo infantil. Estamos ante una extraordinaria síntesis
de leona y trabap empírico que da forma a este nuevo ámbito de especializado»
que denominamos psicología cultural
Este libro puede considerarse una obra fundacional en esta emergente disciplina;
una clara eiposición de la psicología cultural en cuanto teoría general del pen
samiento y acción humanos.
Michaol COLE os Catedrático de Universidad de Comunicación y Psicología y
Director del Laboratorio de Cognición Humana Comparada en la Universidad de
California, San Diego. EE.UU.
Esta obra ha recibido los siguientes premios:
— Premio de la Virginia and Warren Stona Fund. en el apartado de publicaciones
sobre educación y sociedad, en 1995.
— Mención honorífica en la categoría de Psicología otorgada por la Asociación de
Editores Norteamericano*, en 1996.
Colección Psicología
ISBN 84-7112-430-0
EDICIONES MORATA, S. L.
Mejía Lequerica, 12. 28004 - Madrid
morata@infornet.es - www.edmorata.es
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Michael COLE
Psicología cultural
Una disciplina del pasado y del futuro
Segunda edición
Ediciones Morata, S. L.
Fundada por Javier Mocara. Editor, en 1920
Q Metía Lequenca. 12 - 28004 MADRID
morata<g>intornet es - www edmorata es
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Título original de la obra:
CULTURAL PSYCHOLOGY. A once and future discipline
Queda prohitxla. salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comuni
cación publica y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad in
telectual. La infracción de tos derechos mencionados puede ser constitutiva de delito oontra la propiedad
intelectual <arts 270 v «guíenles Co<*go Penal)
Derechos reservados
Depósito Legal: M-3.437-2003
ISBN: 84-7112-430-0
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Contenido
AGRADECIMIENTOS__________________________________________________________ L1
INTRODUCCION_____________________21
© Ettoones Morata. S L
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Contenido
CAPITULO V 113
Artefactos 113 —La estructura especial de la acción mediada por artefac
tos 115.—Tres niveles de artefactos. 117—La cohesión y la coherencia de la
cultura, 118—Modelos culturales, esquemas y guiones, 120-- Esquemas y
artefactos. 123 —La necesidad de un análisis más inclusivo. 124.—Situacio
nes y contextos. 126.—El contexto como aquello que rodea. 126.—El contex
to como aquello que entrelaza. 128—Actividad y práctica, 130 —Seguir el hilo
de la práctica. 131 —Seguir el hilo de la actividad. 132.—Contexlo/práctrca-ac-
trvidad y visiones ecológicas del mundo. 134 —La cultura como ayuda para
que crezcan las cosas. 135
222
Las mismas tareas en entornos diferentes. 228 — Un enfoque re-mediativo
para la instrucción en lectura. 235.—Teorías tradicionales de la adquisición de
la lectura. 238 —Un modelo culturai-mediacional, 239.—Crear la actividad:
Cuestión-Preguntar-Leer, 243.—Los datos. 245.—Reconsideración de la re
mediación, 249.
© Eooonee Mónita S L
Contenido 9
Teorizar la Quinta Dimensión. 261 .—La Quinta Dimensión como sistema cul
tural. 263 —Investigación transcultural en la Quinta Dimensión. 2^7 —Cam
bio en la interacción cara a cara. 269 —Una lección de fonética. 271—Esti
mación utilizando coordenadas cartesianas, 273.—¿Qué ocurre con la
continuidad?, 276.—El centro infantil, 276—La Biblioteca, 277 —El Club Mix
to, 278.—Lecciones preliminares sobre la continuidad. 279
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© Ettoonw Momia, S, L
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Dedico este trabajo a mis dos tutores, William Estes y Alexander Luria,
cuyas lecciones sobre cómo dirigir mi propia vida como miembro de la
comunidad no han sido menos significativas para mí que sus lecciones
sobre cómo dirigir la investigación psicológica
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Agradecimientos
© Edl&cnes Morata. S L
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12 Psicología cultural
lio son temas con una elevada carga política. En la época, Nueva York era un
lugar en que los barrios de minorías étnicas estaban lejos de los investigadores
anglosajones. Las poblaciones locales habían decidido, no sin razón, que dejar
entrar a los psicólogos les hacía más mal que bien, y los que vivían allí tenían
poder político para respaldar sus ideas. Al mismo tiempo, las fundaciones esta
ban todavía profundamente comprometidas en programas para mejorar el rendi
miento educativo de los niños como un medio de superar la pobreza crónica. El
país estaba experimentando un período de “olvido benigno" gubernamental de
las cuestiones de la raza y la pobreza, aunque nadie pensaba que eso resolviera
ningún problema.
Algunos consideraban que el trabajo que mis colegas y yo habíamos realiza
do en Africa y México aportaba esperanzas sobre cómo descubrir la competencia
oculta de los niños de bajo rendimiento de los grupos de minorías y quizá una
herramienta para organizar esfuerzos educativos más eficaces. En realidad, me
enfrentaba con la cuestión de decidir cómo aplicar las lecciones aprendidas entre
los kpelle para el análisis del desarrollo infantil en la ciudad de Nueva York.
En este contexto fue donde nació la organización llamada actualmente Labo-
ratory of Comparative Human Cognition (LCHC) (Laboratorio de Cognición Hu
mana Comparada). Estaba claro que el esfuerzo para crear un enfoque cultural
para el desarrollo humano requeriría la cooperación a largo plazo de un grupo
diverso de investigadores que trabajaran sobre un conjunto de proyectos de
investigación con intereses teóricos y metodológicos solapados. El programa
incluía formación en investigación interdisciplinar para especialistas que repre
sentaban diferentes procedencias étnicas y profesionales. Recibió apoyo median
te becas de la Universidad ñockefeller, la Corporación Carnegie, la Fundación
Ford, y el Instituto Nacional de Salud y Desarrollo Infantil. De esta manera. LCHC
creció como un consorcio de especialistas interdisciplinares que elaboraban dife
rentes caminos para obtener mejores métodos para describir a las personas en
su entomo cotidiano y luego relacionar esas observaciones con la teoria y. en los
casos en que fuera posible, con la manipulación experimental.
En 1978. me trasladé a la Universidad de California en San Diego y volví a
crear el laboratorio, que de nuevo reunió a un grupo interdisciplinar de especialis
tas étnicamente diversos. Mientras realizaba la investigación descrita en este
libro, otros miembros del LCHC estaban iniciando estudios etnográficos y de in
tervención de educación bilingüe (Mocl y Díaz, 1987), estudios comparativos
observacionales de las experiencias de la capacidad de leer y escnbir en los
hogares de latinos pobres, afroamericanos y anglosajones (Anderson. Teale y
Estrada, 1980), y el proceso de actividad conjunta mediado por redes informáti
cas (Levin y Souviney, 1983). Cada una de estas líneas de trabajo extendió y enri
queció mis propias tentativas empíricas y teóricas.
Con el tiempo, la composición del LCHC y los proyectos particulares que sir
vieron como sitios para la investigación han continuado cambiando para encajar
las cuestiones intelectuales a las que nos enfrentamos, la experiencia y los inte
reses de miembros individuales del laboratorio y las oportunidades de financia
ción. Pero se ha mantenido constante una preocupación por la mediación cultural
del desarrollo en el contexto. Gracias a las modernas instalaciones de telecomu
nicaciones, LCHC se ha convertido en un laboratorio internacional distribuido en
distintos puntos que nos permite aspirar a la posibilidad de llegar a conclusiones
© E<J»Cíon*>fc MogiW 5 L
AgraOeonwtntos 13
© E<Joon«l*>ríU,S L
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Prólogo
Por Sheldon H. White
Asi pues, sucede que se investigan los instintos do los animales para arrojar luz
sobre los nuestros; y que se invoca la facultad de razonamiento de ¡as abejas y las
hormigas, la mente de los salvajes y los ntoos, tos tocos, tos idioias, los sordos y
tos ciegos, tos criminales y los excéntricos en apoyo de ésta o aquella teoria especial
sobre alguna parte de nuestra propia vida mental A la histona de las ciencias, las ins-
tituciones morales y políticas, y las lenguas, como tipos de productos mentales, se les
• & existen traducciones al castellano de las obras citadas, se incluyen sus datos en la biblio
grafía que aparece al final de esta obra (pags 301-327). (N del R.)
© Edicmne» Mócate S L.
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16 Psicotogia cultural
fuerza a prestar el mismo servicio... Hay grandes fuentes de error en el método com
parativo. La interpretación de las "psicosis" de los animales, los salvajes y los bebés
es necesariamente un trabajo insensato, en el que la opinión personal del investigador
actúa casi completamente a su antojo. Se comunicará que un salvaje no tiene senti
miento moral o religioso si sus acciones escandalizan excesivamente al observador.
Se asumirá que un niño no es consciente de 6í mismo debido a que habla de él en ter
cera persona, etc., etc. No se pueden sentar reglas con antelación... por tanto, lo úni
co que puede hacerse, es utilizar toda la sagacidad que se posea, y ser lo más since
ro posible.
O Ediciones Moiota S L
Prólogo 17
© Edcwoes Mogata. S. L
18 Psicología cultural
© Eooocos Momia. S L
Prólogo 19
© Ediciones Morata 8 L
20 Ps<c4og«a cultural
© Ed*crano« Monta. S L
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Introducción
En este libro, de acuerdo con su título, exploro los orígenes y el posible futu
ro del campo de la psicología cultural, el estudio del papel de la cultura en la vida
mental de los seres humanos. Comienzo con una contradicción aparente. Por una
parte, se reconoce en general que la necesidad y la capacidad para vivir en el
médium' humano de la cultura es una de las características centrales de los
seres humanos. Por otra, es difícil para muchos psicólogos académicos asignar
algo más que un papel secundario, a menudo superficial, a la cultura en la cons
titución de nuestra vida mental.
Esta situación me lleva a mi primera pregunta: ¿por qué los psicólogos en
cuentran tan difícil tener presente la cultura?
Mis intentos por responder a esta cuestión me introducen en la historia de la
psicología para descubrir cómo la cultura llegó a ser tan marginal para la discipli
na. Luego reviso tentativas anteriores que confiaron sobre todo en métodos trans
culturales para incluir la cultura dentro del programa de la psicología científica. Mi
enfoque se centra tanto en las dificultades que estas tentativas encontraron como
en los éxitos que consiguieron.
Una vez que he explicado por qué ha sido tan difícil para los psicólogos tener
presente la cultura, a pesar de muchas décadas de esfuerzo de numerosos
expertos investigadores, planteo una segunda pregunta: Si usted es un psicólogo
que cree que la cultura es un constituyente fundamental del pensamiento y la
acción humanos, ¿qué puede hacer que sea aceptable científicamente? Mi meta
es describir una manera ordenada de crear y utilizar una psicología que incluya la
cultura.
Por supuesto, esta meta no es en modo alguno original. En décadas recien
tes, muchos eruditos, cuyo trabajo expongo, han intentado presentar argumentos
en favor de una psicología que incluyera la cultura. Han afirmado que, mientras
• Hemos conservado el término latino médium (con el significado de •entorno', "contexto cultu
rar. 'medio amánenle’) tal como aparece en el texto inglés, para diferenciarlo de medio (en inglés
mean) con el significado de "recurso, método, manera’. (N del R.)
© EdoonM Mcxala S. L
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22 Psicología cuflural
© Eaw:>«xies Mo«Hla S. L.
Introducción 23
apariencias: los efectos dilatorios del ambiente sobre el desarrollo del mecanismo
de procesamiento central, las interferencias introducidas por la traducción de las
diferencias en la comprensión de la situación de prueba o por las variaciones cul
turales en las normas que regulan la formulación y la respuesta de preguntas...
Por el contrario, si usted es un psicólogo general, necesitará trascender esas apa
riencias y aspirar a las formas y procesos abstractos imaginados que operan tras
los soportes, las contenciones y las distorsiones intrínsecas de éste o aquel
ambiente de actuación" (Shweoer, 1990. pág. 12).
En electo. Shweoer afirma que la estrategia transcultural para introducir la
cultura en la psicología está simplemente mal orientada. No existe aumento algu
no de complejidad metodológica que pueda salvar la empresa. En su lugar, pro
pone no una nueva subdisciplina restaurada de psicología, sino una nueva disci
plina. que él llama psicología cultural. En lugar de tratar de comprender la mente
como un mecanismo de procesamiento general, según Shweoer, la psicología
cultural considera la mente como “dirigida por el contenido, especifica en cuanto
a dominio y ligada constructivamente al estímulo; no se puede desenredar de
los mundos intencionales variables histórica y culturalmente en los que desem
peña un papel co-constitutivo" (ibid., pág. 13). Para sentar los cimientos meto
dológicos de esta nueva disciplina, Shweoer recurre a las ramas interpretativas
de las ciencias sociales y a las humanidades.
Como quedará claro, tengo una gran simpatía por la crítica de Shweder de la
psicología general y por su intento de formular una solución que ponga a la cul
tura en su centro, en lugar de en su periferia. Estoy convencido también de que,
al formular una manera alternativa de pensar sobre la cultura en la mente, es
importante integrar los conocimientos de todas las ciencias humanas que, como
mostraré, son parte de los derechos de nacimiento de la psicología.
Sin embargo, no tengo una idea completamente clara sobre la forma que
podría adoptar una disciplina alternativa. Las razones para mi ambivalencia se
esclarecerán a medida que avance la presentación.
Comienzo en el Capítulo Primero examinando la prehistoria de la psicología
como disciplina, obedeciendo el principio de que para comprender algo es impor
tante conocer su historia. En ese capítulo se indagan las maneras en que se trató
la relación de la cultura con el pensamiento antes del nacimiento de la psicología.
En un aspecto Importante, la psicología cultural estaba ahí "al pnncipio". La rela
ción entre el advenimiento de la psicología-como-ciencia y la manera en que se
concebía y realizaba la investigación transcultural tiene especial interés. En el
Capítulo II. analizo los principales intentos de aplicar la estrategia de la investiga
ción transcultural estandarizada, centrándome tanto en los problemas de inter
pretación que atrae sobre sí misma como en sus logros. El Capítulo III se centra
en el desarrollo. En él, describo los intentos para mejorar los métodos habituales
realizando una investigación multidisciplinar sobre el desarrollo cognitivo. que
toma como punto de partida las experiencias cotidianas de las personas. Este
enfoque se puede concebir o bien como una “reforma" del método experimental
estándar o como una metodología alternativa. Lleva necesariamente a alianzas
con antropólogos, sociólogos y lingüistas de campo, para encontrar no sólo “ver
siones nativas’ de las tareas existentes, sino “tareas nativas” que se modelen des
pués en experimentos. En la época en que estaba investigando en esa tradición,
me referí a mi trabajo como "antropología experimental y psicología etnográfica".
© Edtoorws MoraU S. L.
24 Pslcotogía cultural
© Ediciones Momia S L
CAPÍTULO PRIMERO
La cultura podría ser precisamente esa condición que excluye una mentalidad
capaz de medirla
Theodore Adorno
' Se ha mostrado que esta atribución de paternidad es un mito (Blumenthai , 1975; Brock.
1993b) Se podría atribuir el mismo mérito a otros especialistas alemanes, como Helmholtz. o a espe
cialistas en otros países, como WlHiam James en los Estados Unidos. Francis Qaiton en Inglaterra, o
Vladimir Bekhterev en Rusia.
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26 Psicología cultural
científicas identificadas por Wundt. Por consiguiente, tos intentos de los psicó
logos que trabajaban, dentro del paradigma de la psicología experimental del
siglo xx, por reintroducir la cultura como un constituyente crucial de la naturaleza
humana se han enfrentado a dificultades insuperables no reconocidas.
Más adelante, en este mismo libro describiré cómo la psicología del siglo xx
ha intentado ocuparse del legado de Wundt pretendiendo crear una teoría más
adecuada de la cultura en la mente. Pero primero debo examinar la prehistoria de
la psicología científica, para dejar claro por qué una psicología que incluyera la
cultura ha sido una meta tan difícil de conseguir.
Al principio
Desde hace mucho tiempo se ha reconocido que, para los seres humanos,
resulta muy complicado pensar en la cultura. Como los peces en el agua, no
“vemos" la cultura porque es el médium dentro del cual existimos. Los encuentros
con otras culturas hacen más sencillo comprender la nuestra como objeto de pen
samiento.
Algunos de los primeros datos de la conversión de la cultura en un fenómeno
consciente de sí mismo se pueden remontar al historiador griego Heroooto
(Myers. 1953). El problema que Herodoto se planteó era un vehículo perfecto
para descubrir la cultura. Él quería saber los orígenes: ¿quién había iniciado la
hostilidad entre los griegos y los persas y por qué? Para responder a esta pre
gunta histórica, viajó a más de cincuenta sociedades conocidas por los griegos
de su época. En el proceso de registro de tos relatos que estas sociedades daban de
sus orígenes. Herodoto adquirió conocimiento sobre tos mundos que habitaban,
expresados en su religión, su arte, sus creencias sobre dioses y sus prácticas
cotidianas. Lo que surgió fueron retratos de modos distintivos de vida, que hoy lla
maríamos culturas diferentes.
La investigación de Herodoto también planteó de forma penetrante la pre
gunta de cómo deberían evaluarse las diferencias culturales. Cuando consignó
las histonas y los modos de vida de otros pueblos, el nombre genérico otorgado
a los sujetos de su investigación fue el de bárbaros. En la Grecia de principios del
siglo iv, bárbaro era un término descriptivo para los pueblos cuya lengua, religión,
modos de vida y costumbres diferían de los de la cultura griega clásica. En efec
to. para Herodoto. bárbaro significaba "personas que son diferentes", y su Histo
ria es un inquisitivo catálogo de la variabilidad humana que está relativamente
libre de juicios de valor profundos.
Sm embargo, no pasó mucho tiempo antes de que la diferencia se convirtiera
en deficiencia. Después, los griegos utilizaron bárbaro para referirse a “rudo, sal
vaje, grosero". Ambos sentidos de bárbaro, como diferente y como deficiente, se
conservaron cuando el término pasó a formar parte del latín. Posteriormente,
cobró el significado de “incivilizado" o "inculto", y después el de “no cristiano". Los
significados cada vez menos favorables asignados a la palabra llegaron a su pun
to más alto cuando ésta se incorporó al inglés, donde se iguala con "salvaje, brus
co. salvajemente cruel, inhumano’ (Oxford Enghsh Dictionary).
La opinión erudita griega respecto a los orígenes de las diferencias de grupo
que observaban estaba dividida. Aristóteles creía que los esclavos y los bárba
© Ediciones Momia 8. L.
Preguntas y controversias duraderas 21
2 Próspero hablaba de Calibán asi: *| Esclavo atxxreodo, que nunca abogarás un buen senti
miento. siendo indinado a todo malí Tengo compasión de ti. Me lomé la molestia de que supieses
hablar. A cada instante te he enseñado una cosa u otra Cuando tu, hecho un salvaie ignorando tu
propia significación, balbucías como in bruto, doté tu pensamiento de palabras que lo dieran a cono
cer." (La tempestad, I. 2. pág 25 de la edición española). (Trad. cast.. Shakespeape, W.. La tempes
tad. Madrid. Espasa-Calpe, 1976. 7* ed.)
© Ediciones Morata S. L
28 Psicología cultural
3 Sin embargo, este enfoque ecológico, complicado por teorías de las prácticas económicas y
las instituciones sociales animadas por las düerenies condiciones geográficas-cimatológicas. ha s*do
un elemento importante en el pensamiento antropológico en el siglo xx (Hahr®. 1968. págs. 41 y sgs )
En forma modificada, se puede encontrar también en las teorías de la coevolución de los genes y la
cultura (Lumsden y Wilson. 1983)
© Ediciones Mornw S L
¡al
Preguntas y controversias duraderas 29
consigo intentos, cada vez más perfeccionados, de justificar una explicación pura
mente biológica de la variabilidad humana (Gossett, 1965; Harris, 1968), prepa
rando el camino para explicaciones raciales de lo que antes se concibió como
variaciones culturales4.
Estas creencias, aunque desacreditadas después, ayudaron a sostener el cli
ma intelectual del siglo xix. en el que la ¡dea de que las variaciones nacionales
entre los seres humanos eran el resultado de la constitución racial gozó de tanta
difusión como la idea anterior de que los no europeos estaban en un nivel inferior
de la gran cadena del ser. Dichas creencias ayudaron a justificar la esclavitud y el
colonialismo en un momento en que ambas prácticas recibían fuertes ataques
(Haller, 1971). Así. en 1849 Benjamín Disraeli pudo levantarse ante la Cámara
Británica de los Comunes y declarar que "raza implica diferencia, diferencia impli
ca superioridad, y superioridad lleva a predominio", seguro de que estaba adop
tando un punto de vista puramente científico (citado en Odom, 1967. pág. 9).
Evolucionismo sociocultural
Se creyó que, en algún tiempo primitivo, los seres humanos surgieron de una
única fuente (y. por tanto, que una vez fuimos “todos iguales") o que los grupos
humanos morfológicamente distintos representaban especies diversas (y, por
tanto, que eran diferentes desde el principio), todavía era necesario explicar el
proceso de cambio con el tiempo. A partir de los testimonios escritos, estaba cla
ro que durante los siglos xvi y xvii los habitantes de Alemania, Francia e Inglate
rra (por ejemplo) se hubieran contado firmemente entre los bárbaros si los anti
guos griegos hubieran estado por allí entonces. ¿Cómo, a lo largo de la historia,
llegaron los bárbaros habitantes de estos países a alcanzar la cima de la huma
nidad?
Se presentaban dos explicaciones En primer lugar, se podía reinterpretar la
relación del ambiente con el desarrollo y afirmar que los pueblos del norte habían
avanzado precisamente debido a los retos constantes de su ambiente, mientras
que sus primos del sur ganduleaban indolentemente comiendo el fruto del pan. O
se podía afirmar que la dotación intelectual de los pueblos del norte era tal que
simplemente pensaban con mayor rapidez cómo salir de un estado natural. Cual
quiera que fuera el mecanismo explicativo invocado, en las décadas que prece
dieron a la fundación de la psicología científica, la corriente principal de opinión
tanto erudita como popular en Europa y las áreas europeizadas de Aménca del
Norte dio por supuesto que las sociedades habían experimentado un proceso de
desarrollo sociocultural con profundas implicaciones para el funcionamiento psi
cológico.
4 Por ejemplo. Cari Vogt en su libro Lec/ures on Man. publicado por la Sociedad Antropológica
de Londres en 1864. pretendió tener datos anatómicos de que los negros son una etapa intermedia
entre el mono y el hombre blanco, ofreciendo presuntos hechos como éstos: 1) el pie del gorila es más
antropoideo que el de cualquier otro mono, y el pie de los negros es más similar al mono que el del
hombre blanco: 2) los negros se d stmguen tanto del hombre blanco, por el grosor comparativo de la
médula espinal y ios troncos nerviosos, como el mono de los negros: 3) existe un "notable parecido’
entre el cerebro do loe monos y de los seres humanos del tipo inferior"
© Ertoocws Mnntia S l
30 Psicología cultural
’ En tiempos recientes, se han utilizado diversos cntenos más elaborados para definir los nive
les de desarropo histórico y la secuencia de la evolución (Levwson y Malone. 1980). Leslie Wkte
(1959), por ejemplo, se fijó en el nivel por cáprta de consumo de energía. Caaneiro (1973) utifizó el
análisis estadístico para establecer secuencias de comptejidad social creciente de las instituciones
sociales. Común a estos enfoques, a pesar de sus diferencias, es la selección de un umco enteño, o
un pequeho conjunto de e*os. para caracterizar el nivel de desarrollo de una cultura como un todo.
© Edidonei Morata. S. L
Preguntas y controversias duraderas 31
Se deduce, por tanto, que en el transcurso del progreso humano, las ideas gene
rales pueden surgir sólo con la misma rapidez con que las condioones sociales apor
tan experiencias muy numerosas y variadas; mientras, al mismo tiempo, se debe
observar que estas mismas condiciones sociales presuponen algunas ideas genera
les. Cada paso hada ideas más generales contribuye a ocasionar cooperaciones
sociales más amplias.. Y luego, cuando las expenencias correlativas se han organi
zado, surge la posibilidad de ideas de generalidad todavía mayor, y de una nueva evo
lución social.
(1886. pág. 522.)
© Edoones Morola. S L
32 Pwcotogia cultural
Primitivos y niños
La combinación de una creencia en la unidad psíquica de los procesos psi
cológicos básicos, la evolución socíoculfural y una estrecha correspondencia
entre la cultura y la mente lleva de manera casi inevitable a la conclusión de que
el pensamiento de los adultos que viven en las sociedades industnales modernas
es superior ai pensamiento de los que habitan en sociedades menos desarrolla
das (cualquiera que sea la manera en que se decida sobre los criterios del más y
el menos). Además, puesto que se asume que los procesos psicológicos básicos
son universales pero su nivel de desarrollo depende de la extensión de las expe
riencias de la persona, asumir que se puede trazar una analogía seria entre el
pensamiento de los primitivos adultos y el de los niños “modernos’, en virtud de
su falta compartida de experiencias complejas, es un paso natural.
Aunque no se puede decir que Spencer sea un representante adecuado de
todo el pensamiento del siglo xix sobre la materia, la línea de razonamiento que
proporciona en los pasajes antes citados es, en términos generales, representa
tiva del pensamiento sociocultural-evolucionista e ilustra con particular claridad
cómo la creencia de que los adultos primitivos piensan como los niños de las civi
lizaciones avanzadas es casi una conclusión fruto de la reflexión. La siguiente
declaración de Schiller (que, irónicamente, es quizá más conocido hoy como el
autor de la 'Oda a la alegría", que sirve como texto para el movimiento coral en la
novena sinfonía de Beethoven), es característica:
© EdKMXWB Mócala S L
Preguntas y controversias duraderas 33
© Eócioocs Me*ata. S L
34 Psicología cultural
• No se puede ofrecer nngun ejemplo mejor de este proceso que le famosa lamentación de Rud-
yar Kipling sobre la 'carga del Nombre blanco*: 'Levanta la carga del hombre blanco i envía a los
mejores de tu linaje / ve. obliga a tus hijos al exibo / sirviendo a la necesidad de los cautivos: / para
presentar sus respetos vestidos con pesados arneses / a gente agitada y salvajeel resentido pueblo
recién apresado. .' mitad demonios y mrtad rMño6'
© Eaoonea Morata. S L
Preguntas y controversias duraderas 35
Disputas eruditas
Durante los siglos en que estas ideas populares se desarrollaron conjunta
mente con la expansión del poder europeo y el sojuzgamiento de los pueblos ori
ginarios de otras partes del mundo, los eruditos debatían la validez científica de
diferentes enfoques para comprender las fuentes y la significación de las diferen
cias de grupo en los modos de vida y de pensamiento.
© Edicxxwa Moral». S. L
36 Psicología cultural
El camino de la ciencia
Respecto a la presente exposición, el Discurso sobre el método de Descar
tes, publicado a mediados del siglo xvii. proporciona un útil punto de partida, por
que los vínculos entre Descartes y la psicología moderna son muy conocidos
(Bakhurst. 1991; Gardner. 1985). Descartes afirmó que la verdadera ciencia se
basa en premisas axiomáticas a partir de las cuales se pueden deducir conclu
siones irrefutables por la aplicación de la razón. Cuantificar las propiedades medi
óles de la materia en movimiento hace posible comprender el mundo y su conte
nido en términos de leyes matemáticas. I_a experimentación es un complemento
esencial para la cuantificación y la deducción rigurosa.
Las prescripciones de Descartes se basaban en una versión idealizada del
trabajo pionero de los físicos del siglo xvii Kepler, Galileo y Newton, cada uno de
los cuales había descubierto principios físicos que se convirtieron en la marca
© Edoonaa Moata. S. L
Preguntas y controversias duraderas 37
de contraste de la ley natural. Las leyes naturales eran leyes que se mantenían
para todos los tiempos y todos los lugares; conociendo la posición de un objeto
en el momento n. era posible determinar su posición en cualquier momento esco
gido arbitrariamente en el pasado o en el futuro.
Descartes creía que. concebidos así, los métodos científicos naturales se
podían aplicar mucho más allá del dominio de la física. Especial relación con la
psicología tenía su afirmación de que toda la vida orgánica, incluido el funciona
miento del cuerpo humano, encaja dentro del dominio de la ciencia natural, pero
que el estudio de la mente/el alma (l'áme) humana, no. Por tanto, sólo la parte de
la naturaleza humana compartida con otros animales (que no tienen alma) podía
integrar la ciencia natural; únicamente las características humanas no podían
hacerlo.
Descartes excluyó claramente de la "verdadera” ciencia los fenómenos que
eran contingentes con circunstancias históricas específicas. Tenía en poca es
tima el estudio de las humanidades en general, y de la historia en particular, por
que no podían arrojar definiciones precisas, datos cuantrficables. axiomas o cla
ras reglas de prueba, todo lo cual era necesario para la deducción de leyes
generales,
Esta actitud sumamente negativa hacia la investigación histórica era en parte
una reacción frente a la desacreditada historiografía de la época. En tiempos de
Descartes, la historia mundial se dividía en períodos basados en las sagradas
escrituras, y el período más reciente comenzaba con la crucifixión de Jesucristo.
Según este esquema, no existían diferencias básicas entre el modo de vida de los
apóstoles y el mundo contemporáneo del siglo xvu. Esta explicación simplista
había perdido su credibilidad para los eruditos postenores al Renacimiento, que
estaban familiarizados con los escritos griegos y romanos y recibían un constan
te bombardeo de innovaciones científicas y tecnológicas. Como comenta Berlín,
la inferioridad de la investigación histórica en comparación con las ciencias natu
rales debe haber parecido obvia.
Sin embargo, sería un error atribuir por entero la escisión entre ciencia natu
ral y humanidades a la debilidad de estas últimas en la época en que las ciencias
naturales comenzaron a florecer. La cuestión de las leyes históricas está mezcla
da inextricablemente con la cuestión de la distintividad de la naturaleza humana,
en particular esa parte de la naturaleza humana que Descartes excluyó de la
investigación científica; la mente humana. La historia es. en parte, producto de
ella; los otros animales no tienen historia en el mismo sentido en que los seres
humanos. Éstos, como las otras criaturas, están sujetos a las leyes de la filogenia
y la ontogenia, pero además, como resultado de la capacidad para comunicar
experiencias entre generaciones (una capacidad constitutiva de la “mente/alma"),
somos producto de la histona de una manera diferente a otras criaturas. Según
esta línea de razonamiento, la historia queda fuera del dominio de la ciencia pre
cisamente porque la mente humana ha desempeñado un papel en ella.
En los dos siglos que siguieron a Descartes, los eruditos que trabajaban en
la tradición de la Ilustración Europea aceptaron su caracterización de la naturale
za de la ciencia, pero rechazaron su idea de que el estudio de la mente queda
fuera de su dominio, afirmando en su lugar que la metodología científica se podía
aplicar tanto al estudio de la historia como al de los fenómenos mentales (que
ellos sostenían que estaban íntimamente relacionados). Por ejemplo, Conoorcet,
© EOoones M'xaia S L
Preguntas y controversias duraderas 39
• Mas adelante en este capitulo analizaré el concepto de Vólkerpsycholog^ con mayor detalle
Basta decir aquí que es difícil traducir el concepto al inglés Biumenthal (1975). que ha escrito mucho
sobre la historia de la psicología, se refiere a la Vófattrpsycnolog** como psicología cultura) Comen
tando el problema de la traducción, escribe:* Vótkerpsychotogíe es un término alemán único, que ge
neralmente ha sido mal traducido como lolk psychoiogy' (psicología popular) Sm embargo, el prefijo.
Vófker. tiene el significado de étnico' o culturar* (pág. 1061).
* Miu seguía la tradición de David Hume, que habla intentado identificar leyes de asociación
según ol modelo do la teoría de Newton de la gravitación Adviniendo el éxito dé los físicos a! deter
mina' las leyes que rigen el movimiento de loe planetas, propuso que se podía hacer lo mismo para
otras partes de la naturaleza No existen razones, escribió Hume. "para no esperar un éxito siméar en
nuestras indagaciones con respecto a las facultades mentales y la economía si se persiguen con igual
capacidad y precaución. Es probable que una operación y principio de mente dependa de otro*
(1843/1948. sección 1, págs 14-15).
© Erkoones Norata S L.
o Psicología cultural
© EdxSonw Monta. S L
Preguntas y controversias duraderas 41
•° Estoy en deuda con Bemd Krewer y Gustav Jahooa (1990) por su resumen del contenido y el
contexto del trabajo de Lazaros y Steinthal Mi exposición se deriva de su trabajo (véase también
Jahooa. 1992)
© Ediciones Norata. S L
42 Psicología cultural
© Eotaonee Morala. S. L
Preguntas y controversias duraderas 43
© Ediciones Morata SL
Psicología cultural
¿A dónde va la cultura?
Como muchos comentaristas han apuntado (por ejemplo. Danzioer, 1990:
Farr, 1983; van Hoorn y Verhave. 1980), en cuanto se proclamó a Wundt como
fundador de la psicología (experimental) científica, los psicólogos comenzaron a
rechazar su enfoque y a proponer posibilidades.
La única parte del sistema científico de Wunot que obtuvo amplia aceptación
fue su defensa del método experimental como criterio de legitimidad de la disci
plina. Para su propia desgracia, sus sucesores utilizaron el método científico con
tra él. Algunos, como los partidarios de la escuela de Würzburgo. afirmaron haber
descubierto, utilizando los métodos de Wundt, leyes mentales que contradecían
sus afirmaciones sobre la relación entre las funciones psicológicas elementales y
las superiores. Los psicólogos de la Gestalt comunicaron datos experimentales
que debilitaban la creencia de Wundt de que las funciones psicológicas inferiores
estaban construidas de elementos sensoriales. Estos psicólogos alegaban razo
nes contra la distinción entre funciones psicológicas elementales y superiores y
abogaban por la idea de que la percepción está estructurada inherentemente por
los principios de la forma. Otros rechazaron el enfoque de Wundt porque sus
datos, en la medida en que dependían de métodos introspectivos, no eran cientí
ficos ni replicabfes”. En manos de los conductistas, las afirmaciones de Wundt
sobre tos rasgos de la mente se transformaron en afirmaciones sobre las leyes de
combinación de los elementos de la conducta según principios reflejos.
Contrariamente a las advertencias explícitas de Wunot, el método experimen
tal. complementado por tests psicométricos y cuestionarios estandarizados, se uti
lizó para estudiar todas las funciones psicológicas. Una ciencia unificada requiere
una metodología unificada, y las ciencias naturales proporcionaron el modelo.
En su exposición del destino de las ideas de Wundt sobre las dos psicologías,
Emily Cahan y Sheldon White (1992) resumen algunas de las características prin
cipales de la metodología unificada que la psicología adoptó en lugar de la psico
logía dual de Wunot:
© Eiíoones Moran, S L
Preguntas y controversias duraderas 45
” Cahan y WwrrE (1992) sertaian una tnleresaMe excepción a esta generalización en las ideas
de E. C. Tolman. el más "cogrutrvo' de los principales conducidas. Al dolender el uso de las razas
como sujetos adecuados sobre los que basar una psicología general. Toman anunció la siguiente
•prolesión de fe’. "Creo que todo lo que es importante en psicología (excepto quizá materias como la
construcción del superego, es decir, todo menos melenas como las que implican la sociedad y las
palabras) se puede investigar esencialmente por medio del análisis experimenta) y teónco conti
nuado de los determinadores de la conducta de la rata en un punto de elección en un laberinto'
(1938/1958, pag 172) Las excopoonos do T ex man identifican con bastante clandad las marcas de
contraste de la segunda psicología que hemos remontado hasta Mili. Wunot y Míaísterbero
© Edicicne» MoraU. S L
46 Psicología cultural
© Eokmxws MoraU S. I
Preguntas y controversias «juradoras 47
© Ediciones Mtxata. S. L.
48 Psicología cultural
© Edcionm Moraia S L
Preguntas y controversias duraderas 49
© Ediciones Moiata 8. L
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CAPÍTULO II
Investigaciones transculturales
© Edoones Morau S L
Co
Inves1>gaciones Iransculturates 51
Contexto sociohistórico
Como señalan Emity Cahan y Sheldon White. el desarrollo de la psicología
como disciplina se asoció con el de las universidades de investigación y una divi
sión del trabajo entre las antiguas ciencias humanas. En un período de treinta
años, se asiste al surgimiento de la psicología, la sociología, la antropología, la
economía, la ciencia política, y otras disciplinas agrupadas en torno a la idea de
una ciencia del comportamiento'. Fuera de la universidad, era una época de cre
cimiento de grandes estructuras burocráticas y comerciales y de demanda de
personas que pudieran hacer funcionar esas estructuras de manera eficaz;
escuelas, fábricas y las fuerzas armadas buscaban ayuda al enfrentarse con los
problemas sociales y económicos asociados con las sociedades industriales
dotadas de medios de comunicación de masas. En el ámbito internacional, era un
periodo en que la presencia e influencia europea en los continentes de Asia. Áfri
ca y Sudamérica estaba en su cénit. A este respecto, a pesar de la sacudida que
la Primera Guerra Mundial asestó a las ideas románticas sobre el progreso huma
no. las primeras generaciones de psicólogos del siglo xx todavía estaban impreg
nadas de la visión del mundo dominante de finales del siglo xix. Estos psicólogos
no habían resuelto, ni como científicos ni como ciudadanos, las preguntas funda
mentales de la generación de sus abuelos.
Éste fue el período en el que la vida estadounidense experimentó una intensi
ficación del salto fundamental de una sociedad rural, principalmente agrícola, a
una sociedad en donde las personas vivían en ciudades atestadas, donde la elec
tricidad y la gasolina proporcionaban enormes cambios en las experiencias de la
vida cotidiana. Era una época en la que se segregaba legalmente a los afroamen-
canos. y grandes flujos de entrada de emigrantes del centro y del sur de Europa
inundaban las calles de las grandes ciudades del país. Era un tiempo de inmenso
entusiasmo por la capacidad de la ciencia para resolver los problemas humanos.
Científicamente, puede que la psicología hubiera volcado las cuestiones de
las relaciones sociales y el contexto social en claras categorías analíticas, pero
en las creencias cotidianas sobre materias como la cultura, la raza, la evolución y
el cambio histórico, los científicos, no menos que los ciudadanos ordinarios,
encontraban imposible dejar a un lado sus valores dominantes. Como veremos,
en este aspecto la psicología no ha cambiado mucho durante el siglo xx.
’ Wilham Kessín (1990, pag 12) proporciona un útil catálogo de las tedias de in»ciac*ón para las
diferentes disciplinas de las ciencias sociaJes 1880, Academy of Política) Science, 1884, American
Histoncal Association; 1885. Amanean Economrc Assoctation; 1892. Amanean Psychological Asso-
ciatton. 1899. National Instituto of Science; 1902. Amanean Anthropoiogical Associafíon. 1905, Ame
rican Soctoiogtcal Associarion.
© Ediciones Morau. S L
52 Psicología cultural
© Eorones Mwutrt. S. L
Investigaciones transcuiturales 53
© Ed<cion«» MoraU. S. L
54 P$co*ogía cultural
Los resultados de los estudios de los otros sentidos apoyaron en general esta
conclusión, aunque no siempre. Rivers comunica que. además de un vocabulario
más pobre sobre los colores, sus sujetos mostraban una sensibilidad algo dismi
nuida al color azul, y eran menos susceptibles que los sujetos europeos a ciertas
ilusiones visuales. En sus estudios de la capacidad para distinguir distancias
pequeñas entre dos puntos en la piel tocados simultáneamente. McDougall
encontró que los nativos del Estrecho de Torres podían detectar una separación
de la mitad de tamaño aproximadamente entre los dos puntos que la comunicada
por tres muestras europeas diferentes. También observó que los nativos del Es
trecho de Torres tenían un umbral más bajo para detectar la diferencia entre dos
pesos. Sin embargo, Myers encontró que la sensibilidad auditiva era algo mayor
para las muestras europeas, mientras que no había diferencia aparente en la sen
sibilidad a los olores.
Se podían plantear, y se plantearon, diversas preguntas sobre esta Investiga
ción. E. B. Titchener, un importante defensor estadounidense de la metodología
experimental de Wundt, aceptó como legítima la meta, según la expresó él. de
tratar de “obtener datos psicológicos que permitirán [al trabajador de campo] cla
sificar a una raza primitiva en relación con los diversos estratos de su propia
comunidad civilizada" (1916. pág. 235). Titchener comprendía también las difi
cultades de realizar experimentos de campo e hizo todo lo posible por elogiar a
los investigadores del Estrecho de Torres por su trabajo e ingenio. Sin embargo,
su juicio es severo: “las pruebas eran inadecuadas para su propósito". Las criti
cas de Titchener se aplican también a muchas de las comparaciones experi
mentales transculturales posteriores, si no a todas.
Un problema con estos estudios es obvio, pero a menudo se pasa por alto.
Normalmente, es imposible replicar un estudio realizado en las sociedades primi
tivas. Los costes de trasladarse al terreno son considerables, y las condiciones de
las personas implicadas están cambiando constantemente2. Para reducir la gra
vedad de este problema, Titchener hizo lo que él llamó experimentos “paralelos
e ilustrativos" para someter a prueba la hipótesis rival. Este recurso se apoya en
una base lógica poco sólida. Como Titchener advirtió, la replicación en laborato
rios psicológicos significa repetir experimentos con sujetos que han sido adies
trados de manera parecida utilizando métodos e instrumentos similares. En su
lugar, él echó mano al supuesto de la unidad psíquica para dar plausibilidad a sus
resultados. Por ejemplo, nos dice que las descripciones del grupo del Estrecho de
Torres
nos recuerdan una y otra vez que la naturaleza humana es poco más o menos la mis
ma en todo el mundo La vieja señora en la isla Murray que “por asociación de alguna
clase", dio su propio nombre y el de sus amigos cuando le pidieron que nombrara un
conjunto de papeles de colores, ¿no la hemos conocido —dicho sea con todo el res-
* No conozco ningún intento franco de replicar algún expenmento psicológico transcuRural uftk-
zandn k» mismos procedimientos y los mismos grupos culturales. Sin embargo, ha habido intentos
de repicar los resultados aplicando los nvscnos procedimientos a otros grupos para los que se asumo
que están operativos los miamos factores causales subyacentes. Por ejemplo, ha habido vanas repu
taciones de la investigación de A R Luria (1976) sobre razonamiento silogístico, la mayoría de las
cuales, aunque no todas, han replicado sus resultados básicos (Colé. Gav, Glicx y Shaap. 1971; Das
y Dasm. 1990; ScrcnER. 1977; Tm. viste, 1991).
© EdoonM Momia, S L
investigaciones transculturates 55
peto— en nuestro período de verano? El hombre al que se pidió que dispusiera los
colores en el orden de su agrado, y que tos entregó casi exactamente en ei mismo
orden en que el expenmentador los había presentado en una prueba anterior, es una
figura bastante familiar en nuestros laboratonos Entonces, si comparo ahora las
observaciones de mis colaboradores con las de un jete papú, no estoy cayendo nece
sariamente en el absurdo
(1916. pág. 206.)
© Edioonea MorMa S. L
56 Psicología cultural
© Ediciones Moral» S L
Investigaciones transcuiturales 57
to. Titchener no eliminó las influencias culturales por medio de sus modificacio
nes en los procedimientos; las manipuló y demostró de ese modo, en primer
lugar, que existían 3.
Un aspecto adicional del informe de Rivers arroja una luz algo diferente sobre
la dificultad de mantener una distinción estricta entre las funciones elementales
y las psicológicas. También explica cómo las creencias culturales aceptadas por
todos irrumpen para llenar el espacio que surge cuando los datos no producen
conclusiones claras sobre una base científica.
Estando convencido de que los habitantes del Estrecho de Torres no tenían
capacidades especiales de agudeza visual, medida por pruebas cuidadosamen
te controladas, Rivers tuvo que reconocer, no obstante, que a veces le sor
prendían por su sensibilidad visual. En una de estas ocasiones, navegaba de una
isla a otra cuando los tres hombres que le acompañaban exclamaron repentina
mente que veían un barco en el puerto situado al otro lado de la isla hacia la que
se dirigían. Rivers había medido ya su agudeza visual, que era buena pero no
extrordinaria. Sin embargo, estimó que habían podido ver las puntas de los más
tiles del barco, que eran visibles sobre la suave superficie de la isla, mucho antes
de que él pudiera verlos. Esta clase de datos (reforzada por relatos similares de
otros eruditos) es suficiente, escribió Rivers, “para explicar la especial naturaleza
de las capacidades visuales de las personas que viven en un estado de naturale
za" (pág. 43). Rivers continuaba: "hasta donde llegan nuestros datos, parece que
el salvaje comienza con una agudeza visual que tan sólo es un poco superior a la
del europeo medio de visión normal. Sin embargo, por una práctica prolongada al
atender a detalles diminutos en el entorno con los que llega a estar sumamente
familiarizado, el salvaje puede ver y reconocer objetos distantes de una manera
que parece casi milagrosa" (1901, pág. 43).
Rivers continuó diciendo, inspirándose en el dato de la ineptitud de los ras
treadores australianos fuera de su propio hábitat, que esta capacidad es suma
mente específica al contexto. Como veremos, esta línea de razonamiento tiene
una resonancia muy moderna. Sin embargo, la idea propuesta por Rivers no se
apoya en datos experimentales, ni implica necesariamente funcionamiento cogni-
tivo fuera de la destreza restringida implicada: los datos experimentales mostra
ban. en realidad, que los nativos que tienen agudas destrezas visuales pueden
tener destrezas auditivas torpes.
Otra manera interesante en la que Rivers intentó superar los límites impuestos
por la limitación de las observaciones a las funciones psicológicas elementales era
proponer lo que podría llamarse una teoría de suma cero o de compensación de la
cultura y la mente, un compromiso entre el grado de desarrollo que podrían alcan
zar las funciones interiores y las superiores. Rivers razonaba de este modo:
© Eóckxim Morata, S L.
58 Psicología cultural
Sabemos que el crecimiento del intelecto depende del material que proporcionan
los sentidos, y por tanto a primera vísta puede parecer extraño que la elaboración del
lado sensorial de la vida mental deba ser un obstáculo para el desarrollo intelectual,
Pero en una consideración más detenida, pienso que no hay nada antinatural en este
hecho. Si se invierte demasiada energía en los fundamentos sensonales, es natural
que la superestructura intelectual sufra.
(Págs. 44-45.)
Rivers respaldó la idea de que “la atención predominante del salvaje hacia las
cosas concretas que le rodean puede actuar como un obstáculo para el desarro
llo mental superior” (pág. 45).
Cualesquiera que sean los otros reparos que desee poner contra una idea de
esta índole, el más pertinente para juzgar la suficiencia de esta combinación de
teoría y datos es metodológica. Rivers y su grupo no realizaron ninguna investi
gación experimental sobre las funciones psicológicas superiores. Puesto que
habían derrotado eficazmente las conclusiones incorrectas sobre las elevadas
capacidades sensoriales de los pueblos primitivos (con la ayuda de Titchener).
podría pensarse que adoptarían una postura escéptica respecto a las afirmacio
nes de una capacidad baja de razonamiento procedente de las mismas clases de
fuentes. Por desgracia, no dirigieron su atención hacia estas últimas afirmacio
nes, en parte porque no existían técnicas aceptadas para hacerlo y el dogma
admitido de la psicología expenmental influida por Wundt decía que no se podía
hacer, y en parte porque convicciones anteriores sobre la "mentalidad primitiva"
hacían que el trabajo implicado pareciera innecesario.
En conjunto, las enseñanzas de la expedición del Estrecho de Torres fueron
ambiguas. Por una parte, el método experimental había demostrado su capaci
dad para contnbuir de manera útil a una variedad limitada de debates científicos
sobre la cultura y los procesos cognitivos (aunque con dudas residuales). Por
otra, limitarse a los métodos experimentales considerados apropiados para las
funciones psicológicas elementales dejaba sin tocar cuestiones importantes y
tentaba incluso a investigadores inteligentes a líneas espúreas de razonamiento.
© Edcwnfts Morata. S L
investigaciones transculturaies
\ / /_____ \
/ \ \ /
4 Proporciono suficiente detalle aquí sólo para seguir la lógica general def programa de investi
gación y sus resultados principales Una exposición extensa de la mvesbgaoón ongmal y muchos estu-
dws de seguimiento se pueden encontrar en Segall. Dasen. Berry y Poortinga (1990). Véase tam
bién Waúner (1977) para un estucko adicional cuidadosamente realzado de las ilusiones visuales
© Escores Norata. S L
Copyrighted material
60 Psicología cultural
tuian cada grupo variaba de 30 a 344; en conjunto, participaron casi 1.900 per
sonas.
Preocupados porque la comunicación fuera inadecuada, los investigadores
comenzaron cada sesión pidiendo a las personas que compararan varios pares
de líneas de longitudes muy diferentes para asegurarse de que comprendían las
instrucciones. También colorearon los distintos segmentos de manera diferente y
se aseguraron de que los segmentos lineales no se tocaban, para realzar la
comunicación. Cuando estuvieron seguros de que sus sujetos podían compren
der la tarea y comunicar sus juicios, presentaron las ilusiones y pidieron juicios de
longitud lineal.
Como se esperaba, las muestras europeas fueron significativamente más
susceptibles a la ilusión de Müller-Lyer que las muestras no europeas, general
mente rurales. Y. como se esperaba, la susceptibilidad a la ilusión horizontal-ver
tical varió a través de los grupos de diferente manera. Las personas pertenecien
tes a grupos acostumbrados a ver profundas perspectivas percibían más esta
ilusión que aquellas que vivían en la selva o en ciudades europeas modernas. Por
consiguiente, los autores pudieron concluir que habían mostrado que la cultura
influye en la percepción moldeando los hábitos de inferencia perceptiva que ope
ran en circunstancias ambiguas.
Como comentan Segall y colaboradores (1990), el hecho de que los resulta
dos encajen generalmente con la teoría no significaba que ellos descartaran otras
interpretaciones. Robert Pollack (1970; Pollack y Silvar, 1967), que había mos
trado que la susceptibilidad a las ilusiones disminuía cuando lo hacía la pigmen
tación de la retina, indicó que era realmente la raza, no el grado de “construcción"
del ambiente cultural, lo que causaba las diferencias de grupo en la inclinación
hacia las ilusiones Su especulación pareció confirmarse cuando Berry (1971)
comunicó que. al examinar a grupos de personas que diferían a lo largo de ambas
dimensiones, la pigmentación de la piel era mejor predictor de la susceptibilidad
a las ilusiones que el grado de construcción del ambiente. Sin embargo, este
estudio y otros similares encontraron resultados inconsistentes: a veces la pig
mentación de la piel parecía predecir la susceptibilidad a las ilusiones, y a veces
no (véase Deregowski, 1989; Pollack, 1989; y Segall y cois., 1990. para resú
menes de la variedad de resultados).
Se ha dedicado considerable ingenio a intentar obtener una prueba clara de
la hipótesis de que la cultura influye en la percepción. Por ejemplo, Bolton,
Micrelson, Wilde y Bolton (1975) estudiaron la susceptibilidad a las ilusiones
entre grupos de Perú que vivían a unos 1.400 y 4.000 m sobre el nivel del mar en
los Andes Centrales. Razonaron que si la hipótesis de la pigmentación era correc
ta, las personas que vivían a mayor altitud serían menos susceptibles a las ilusio
nes. porque habían estado más expuestas a la luz del sol (que favorece la pig
mentación). Pero lo que encontraron encajaba mejor con una hipótesis ecológica:
no había diferencias con respecto a la ilusión de Müller-Lyer, pero las personas
que vivían a gran altitud mostraban menos sensibilidad a la ilusión horizontal-ver
tical, presumiblemente porque vivían en paisajes abiertos, no en pasos de mon
taña cerrados.
Revisando estos datos a finales de los ochenta, Segall y sus colaboradores
comentaron que “la hipótesis empirista es tan sostenible hoy como lo era al prin
cipio de este proyecto de investigación". ¿Y cómo es de sostenible? En el debate
© Moral*. S L
Investigaciones transculturales 61
Inteligencia y cultura
Poco más de dos décadas después de la fundación de los laboratorios de psi
cología y del nacimiento de la psicología científica en vanos países europeos y
los Estados Unidos vino (procedente de una fuente aparentemente externa a la
comunidad científica, aunque estaban implicados prólogos respetados) un
importante impulso para que los psicólogos investigaran la resolución humana de
problemas complejos. A principios de este siglo, se pidió a Alfred Binet y Theo-
phile Simón que hicieran frente a un problema social práctico. Con el desarrollo de
la educación pública en Francia, existía un problema cada vez mayor de fracaso
escolar. Unos niños aprendían más lentamente que otros, y algunos, que pa
recían perfectamente normales por lo demás, no se beneficiaban en absoluto de
la instrucción. A Binet y sus colaboradores les pidieron que intentaran encontrar
cómo identificar a los alumnos con un aprendizaje lento en una fase temprana de
su educación. Si era posible identificarlos, podría proporcionárseles una educa
ción especial, lo que permitiría enseñar a los demás niños de manera más eficaz.
La historia posterior de la medición del Cl se ha descrito con demasiada frecuen
cia para que merezca ser repetida aquí, pero se necesita un esbozo de la estra
tegia básica de investigación como antecedente para una comprensión de por
qué las estrategias transculturales son un medio problemático para descubrir
cómo influye la cultura en el desarrollo de la inteligencia.
Para empezar, Binet y Simón ofrecieron una definición de la cualidad que
intentaban someter a prueba: “Nos parece que en la inteligencia existe una facul
tad fundamental, cuya alteración o ausencia es de suma importancia para la vida
práctica. Esta facultad es el juicio, llamado por otro nombre buen sentido, sentido
práctico, iniciativa, la facultad de adaptarse a las circunstancias. Juzgar bien,
comprender bien, razonar bien, éstas son las actividades esenciales de la inteli
gencia' (Binet y Simón. 1916. pág. 43).
Después tuvieron que decidir cómo medirla. La decisión parecía sencilla.
Querían poner a prueba la capacidad de los niños para realizar las diversas ta
reas necesarias “para la vida práctica". Pero, a principios del siglo xx. para los
niños la vida práctica significaba la vida en las escuelas. Binet y Simón observa
ron las aulas, examinaron los libros de texto, hablaron con los profesores, y utili
zaron su intuición para hacerse una idea de los numerosos tipos de conocimien
tos y destrezas que se espera que los niños dominen en la escuela. Lo que
encontraron no era fácil de describir brevemente, como puede testificar cualquie
ra que haya observado un aula.
© E<toones Mórula. S L
62 Psicología cultural
© EdCKxm Mora» S L.
Investigaciones transcutturaies 63
cente ha seguido siendo más o menos la misma: muestrear los tipos de activi
dades requeridos por la cultura (reducida, en la práctica, a la cultura de la escue
la). Los niños que han alcanzado un dominio muy inferior a la media para su edad
son los que necesitarán ayuda adicional para alcanzar el nivel esperado por la
cultura.
Esta estrategia es perfectamente razonable, con tal que permanezcamos
dentro del marco que generó en primer lugar los procedimientos de selección de
ítems. Sin embargo, la gente no permaneció dentro de los limites prescritos por la
metodología. Aunque Binet y Simón advirtieron específicamente contra el proce
dimiento, su test, y otros tests como éste, comenzaron a utilizarse como medidas
de una aptitud global para resolver problemas en general, más que como mues
tras de la capacidad de resolución de problemas y los conocimientos que son
importantes para la educación formal en particular. También ignoraron las adver
tencias de Binet y Simón sobre los problemas de tratar con niños de diferente pro
cedencia cultural.
Los que estaban empeñados en estas extrapolaciones a menudo reconocían
que, en principio, es importante asegurarse de que toda persona a la que se ad
ministra el test tiene igual oportunidad para aprender el material que éste requie
re (Oliver, 1933a, 1933b; Woodworth. 1910). Pero en la práctica no había mane
ra de garantizar este prerrequisito esencial para hacer juicios comparativos sobre
las capacidades básicas. Más importante es, quizá, el hecho de que la creencia
de que estos tests utilizan capacidades heredadas que son más o menos insen
sibles a las formas particulares de las experiencias creó un clima en el que inves
tigadores sensatos por lo demás parecían dejar de lado la precaución.
Se podrían extraer citas de varios psicólogos destacados (Goodard. Terman,
Yerkes, véase Gomo. 1981), pero la apreciación de Cyril Burt capta el tono
general:
© Eooonus Metala, S L
64 Psicología cultural
que la grao mayoría del resto tenía que ver con “el problema incluso más arries
gado de comparar las razas con respecto a los rasgos del temperamento y la per
sonalidad indicados por sus puntuaciones en tests diseñados para medir estas
cualidades pero de validez muy dudosa, incluso para los blancos' (ibid.)5.
Robert Woooworth, uno de los psicólogos estadounidenses más influyentes
de la primera mitad de este siglo, había iniciado esta dudosa empresa adminis
trando un test de inteligencia a personas de diversas tribus primitivas que estaban
reunidas en la Exposición de San Luis en 1904 (Wooowopth, 1910). Woodworth,
aunque favorable a la idea de que los distintos resultados de los tests reflejaban
diferencias subyacentes profundas en inteligencia, era no obstante cauto en sus
conclusiones por razones metodológicas. Otros no lo fueron. Por ejemplo, Stan
ley Porteus llevó por todo el mundo un tablero con un laberinto intentando cons
truir una jerarquía de razas basada en el supuesto de que su "test del laberinto’
era una medición válida sin influencias culturales de la inteligencia general, a
pesar del hecho de que entre sus muestras sudafricanas un grupo que ya conocía
un “juego de laberinto" puntuó más alto que todos los grupos vecinos que no lo
conocían (Porteus. 1937, pág. 256).
Goodenough identificó las limitaciones cruciales de la lógica de esta empresa
de una manera que tiene implicaciones amplias, aunque reconocidas con poca
frecuencia, cuando escribió: “es difícil extralimitarse al destacar el hecho de que
ni ios tests de inteligencia ni los llamados tests de personalidad y carácter son
mecanismos de medición. Son mecanismos de muestreo" (1936. pág. 5). Goode-
nough sostenía que, cuando se aplicaban en la sociedad estadounidense, los
tests de inteligencia representaban un mecanismo de muestreo razonable, por
que son “muestras representativas del tipo de tareas intelectuales que es proba
ble se pida a los estadounidenses urbanos que realicen" (ibid.); pero afirmaba
que estos tests no son representativos de la vida en otras circunstancias cultura
les y, por tanto, es inapropiado su uso como mecanismos de medición con fines
de comparación. Este requerimiento no es menos aplicable, por supuesto, a las
variaciones entre los subgrupos que viven en los Estados Unidos que a los pue
blos que viven en sociedades económicamente menos desarrolladas.
Basándose en la crítica de Goodenough, se podría pensar que los intentos
por descubrir la influencia de la cultura sobre el desarrollo de la inteligencia se
habrían abandonado hace tiempo. Sin embargo, la utilidad y las implicaciones
teóricas de la medición transcultural del Cl se siguen debatiendo acaloradamen
te (Irvine y Berry, 1983; 1988; Segall, Dasen, Berry y Poortinga, 1990).
Hasta donde yo puedo ver. la única manera de obtener un test libre de influen
cias culturales es construir ítems que sean por igual parte de la experiencia de
todas las culturas**. Siguiendo la lógica de la empresa de Binet, esto requeriría
‘ S F Nadeu un antropólogo que revisó esta cuestión aproximadamente por la misma época,
resumió el pensamiento de la mayoría de los antropólogos cuando comentó que no solamente las pun
tuaciones de los test, Obtenidas en estos estudios estaban en absoluto desacuerdo con las impresio
nes de los antropólogos que habían trabajado con estas personas durante extensos períodos de tiem
po. sino que los 'natrvoe que pertenecían a grupos cuya eficiencia social y ajuste al medio no pueden
ponerse en duda llenen un puntuación tan baja como para parecer absurda' (H*oél. 1939. pág. 185).
• Eells (1951) proporciona tres criterios que un test debe superar para ser considerado libre de
afluencias culturales: a) ei test debe estar compuesto por ítems que se ocupen de materiales comunes
© Eooone-s Morara. S l
investigacones transcuflirales 65
que maestreásemos las actividades adultas valoradas en todas las culturas (¡o, al
menos, en dosl) e identiíicáramos actividades equivalentes en su estructura, su
valoración y la frecuencia con la que se producen. Probablemente no necesito
extenderme más en este punto. Nadie ha realizado un programa de investigación
de esta índole.
Lo que ocurre sencillamente es que no conocemos ningún test que esté libre
de influencias culturales, sólo tests para los que no tenemos una buena teoría de
cómo las variaciones culturales afectan al rendimiento. Los defensores contem
poráneos de la medición transcultural de la inteligencia siguen trabajando en el
desarrollo de instrumentos de investigación y modelos teóricos apropiados Ver-
non (1969), por ejemplo, ha propuesto que debe asumirse que existen tres clases
de inteligencia que contribuyen a las puntuaciones de los tests: la "inteligencia de
nacimiento', algo así como un componente general heredado; un componente
cultural que tiene que ver con el modo en que las culturas fomentan la inteligen
cia de nacimiento; y un componente de tarea que refleja la expehencia del indivi
duo con las clases particulares de tareas muestreadas.
Creo que estos esfuerzos serán de un valor teórico limitado, porque nos falta
precisamente lo que estamos buscando: directrices que nos permitan especificar
conexiones claras entre la experiencia cultural y el rendimiento. Sin estas directri
ces, la separación de los componentes de la varianza en una única manera es
sumamente improbable.
Esto no quiere decir que, tratados como mecanismos pronósticos o muestras
de rendimiento, los tests de inteligencia estén desprovistos necesariamente de uti
lidad social. Numerosos investigadores contemporáneos, que rechazan el uso de
los tests de inteligencia tipificados como una forma de medir las diferencias cultu
rales en inteligencia, reconocen que la medición del Cl puede ser una manera con
veniente de identificar a las personas que pueden realizar tareas valoradas en las
condiciones socioeconómicas industrializadas modernas con un mínimo de adies
tramiento (para una revisión, véase Segall, Dasen, Berry y Poortinga. 1990; véa
se Oro. 1970, para un ejemplo de los usos pragmáticos de los tests de inteligencia
en la selección de personas para el ejército y trabajos en la burocracia). Sin embar
go, como señala Serpell (1993), incluso este uso conservador y pragmático de los
tests se apoya en el problemático supuesto de que los países en desarrollo
deberían hacer suyas sin cambios las escuelas y las instituciones burocráticas de
los paises industrializados. En la medida en que se apropien selectivamente de
estas instituciones, deberian construirse diferentes clases de tests.
Aunque tengo una visión sombría de la medición transcultural de la inteligen
cia como manera de averiguar el papel de la cultura en la mente, encuentro inte
resantes los tests de inteligencia como modelos de las actividades intelectuales
relacionadas con la educación formal. La razón para esto es muy simple: Binet
basó los elementos de su test en las prácticas escolares. El rendimiento en los
tests de inteligencia, sea lo que sea con lo que no se relaciona, está vinculado
casi con total seguridad con la escolarización.
(o igualmente poco familiares) a las diversas subcutturas en las que va a utilizarse, b) se debe expre
sar en una lengua y otros símbolos (o materiales) que sean igualmente familiares (o poco famihares)
a las diferentes subculturas: c) debe estar organizado y administrado de manera que estimule un gra
do igual de ínteres y motivación do las diferentes subcuhuras
Memoria y cultura
Los investigadores de principios del siglo xx que estudiaron la cultura y la me
moria normalmente creían que ios pueblos primitivos eran capaces de hazañas
de memoria poco comunes o. en algunos casos, espectaculares Por ejemplo.
Galtom (1883. pág 72) escribió sobre la asombrosa memoria de un esquimal
observado por un tal capitán HaN Se dice que este hombre, sin utilizar ayudas de
memoria externas, dibujo un mapa costero de unas sets mil accidentadas millas
con un grado de precisión sorprendente, determinado por comparación con un
mapa inglés del mismo territorio. Más recientemente. Warren D'Azevedo. un
antropólogo que trabajó entre el pueblo gola de Libarla, comunicó que "un ancia
no con mala memoria, o cuyos antepasados no le dijeran nada' es un ‘niño
pequeño' entre los ancianos y los jóvenes bien podrian mirarlo con desprecio"
(1962. pág 13).
El primer psicólogo experimental que estudió la cuestión de la cultura y la
memoria de una manera controlada fue F. C Bartlett (1932) quien propuso que
la memoria se organiza en función de dos principios El primero es el proceso de
recuerdo constructivo Bartlett supuso que las culturas son colectividades orga
nizadas de personas con costumbres, instituciones y valores compartidos. Los
individuos forman ‘opiniones arraigadas" en torno a actividades valoradas, insti
tucionalizadas Estos vaiores y su expresión a través de la cultura moldean ten
dencias psicologías para seleccionar ciertas ciases de información para el
recuerdo El conocimiento asimilado por medí de su actuación constituye tos
esquemas sobre tos que opera el proceso universal de recuerdo reconstructivo
En los dominios de contenido donde tos esquemas están ricamente elaborados,
el recuerdo sera mejor que en los dominios que se valoran menos, donde hay
pocas opiniones arraigadas y donde, por tanto, se dispone de menos esquemas
para guiar el recuerdo
Como ejemplo de este principio, Bartlett expone un experimento informal
que realizó entre los suazi de África Oriental. Un granjero propuso a Bahtlett que
interrogara al pastor que cuidaba su rebaño, el cual habla estado presente cuan
do él adquirió ganado un año antes. El granjero habla registrado cada adquisición
con una descripción detallada del animal, en un libro que se utilizó como prueba
para examinar la memoria del pastor. Bartlett solicitó ai pastor que enumerara el
ganado adquirido, con lodos tos detalles que quisiera aportar. El hombre recordó
todas las adquisiciones —sus precios, sus marcas y sus propietarios anteriores—
con sóto dos errores en tos detalles Las descripciones típicas incluían estas *Oe
Gampoka Ukmdsa. un novillo blanco, con pequeñas manchas rojas, por una libra;
De Loiaeia. una vaca moteada de 5 años, con manchas blancas y negras, por
3 libras, que se pagaron con dos sacos de grano y una l<xa‘ (Bartlett. 1932.
páginas 321 -322 de la edición castellana)
Aunque esle resultado era bastante impresionante (el hombre proporcionó
información sobre una docena oe vacas aproximadamente, aunque no había sido
responsable de las transacciones), Bartlett lo trata como si no fuera extraordi-
nano en modo alguno: “El boyero suazi tiene, por lo general, una capacidad pro
digiosamente retentiva y precisa para recordar las características individuales de
sus animales. Una res se puede descarriar e integrar en otros rebaños, pudiendo
estar fuera durante mucho tiempo. A pesar de ello, si el propietario llega con una
O EaoonM Monta 8 L
Investigaciones transcufturales 67
las noticias viajan a gran velocidad entre la población nativa. Para su transmisión, no
hay un sistema de señales entre los nativos pero, siempre que se encuentran dos
caminantes en un sendero, se confiesan uno a otro todo lo que han hecho, visto y
aprendido últimamente Para ello, el método mejor es sencillamente el reatado de
memona, que también se utiliza en las lentas y prolijas reuniones de los nativos. Tras
este método se esconde la tendencia de un grupo que dispone de un tiempo sin lími
tes. en una atmósfera de interés relativamente poco coordinado, donde todo lo que
sucede tiene el mismo grado de interés, y donde, por consiguiente, se admite social
mente un recitado exhaustivo. Por tanto, el temperamento individual y la organiza
ción social obtienen provecho mutuo, perpetuando cada uno un modo particular de
recuerdo.
(Págs. 338-339.)
© EtXxxw» Moral* S l
68 Pscologia cultural
’ Muchos artos después. Dehegqwski (1970) obtuvo resultados similares comparando adoles
centes rurales y urbanos do ZamOia DERf-3Ov<SKi predijo correctamente que tos sujetos urbanos
pondrían de relieve más que sus hermanos rurales tos elementos temporales Incorporados en las his
torias. porque el tiempo de reto) y las fechas eran aspectos muy importantes de su vida. Para los
aspectos no temporales de las historias hubo diferencias insignificantes en el recuerdo entre tos gru
pos, pero para tos elementos temporales clave tos sujetos urbanos mostraron un recuerdo superior.
© Edoones Moala S L
70 Psicología cultural
© EdKxxm Morata. S L
Investigaciones tranaculturales 71
A la luz de nuestra exposición anterior sobre hasta qué punto los elemen
tos de los tests de inteligencia adecuados para una cultura pueden ser apro
piados para una cultura notablemente diferente, una pregunta obvia que hay
que hacer sobre estos estudios es si representan tareas razonables para eva
luar el modo de recordar los kpelle. ¿Cuándo encontrarían estas personas una
situación que les exigiera encomendar a su memoria una lista de palabras u
© Eocones Mora» S L
72 Psicología cultural
objetos con el simple propósito de recordarlos, si es que alguna vez les suce
de? ¿Es posible que no obtuviéramos resultados diferentes sí utilizáramos una
tarea de memoria más representativa de lo que son las que se suelen encon
trar los kpelle?
Examinamos esta idea en dos estudios, que utilizaban ambos historias na
rradas como material. El primer experimento se mantuvo cerca de los materiales
empleados en las pruebas que acabo de describir: se utilizó el mismo conjunto
de veinte palabras pretenecientes a cuatro categorías destacadas, salvo que
esta vez los elementos estaban encajados de maneras diferentes en el marco de
una historia tradicional para resaltar distintos principios potenciales de categori-
zación.
Cada versión del procedimiento tenía en común una narración en la que
unos pretendientes ofrecían los elementos que había que recordar como dote
para la hija del jefe de un pueblo. Dos versiones extremas de la historia dan la
cualidad característica de la idea. En una historia, el primer pretendiente ofrece
todas las prendas de vestir: el segundo, todos los alimentos; el tercero, todas las
herramientas; y el cuarto, todos los utensilios. En una segunda histona un hom
bre intenta secuestrar a la muchacha, que abandona los elementos por el cami
no a medida que avanza; los deja caer en un orden que no tiene relación con la
categoría a la que pertenecen, pero tiene sentido en la secuencia de aconte
cimientos.
En estas condiciones, la forma de encajar los elementos que había que recor
dar en la historia influyó poderosamente en la manera de recordarlos. En el caso
de los pretendientes que trajeron categorías enteras de elementos, esas cate
gorías se recordaron como un grupo. En el caso de los elementos presentados
como parte de una narración secuencial. se recordaban según la secuencia de la
historia. En realidad, el marco de la historia era tan potente al organizar el recuer
do que. en algunos casos en que hombres diferentes traían categorías distintas
de elementos como dote, los participantes sólo nombraron una categoría de ele
mentos en el momento del recuerdo, la asociada con los elementos que se juz
gaban más atractivos para conseguir a la muchacha. Cuando preguntamos sobre
esto, nos dijeron que ésa era la persona que se llevaría a la novia, ¡de manera
que era superfluo nombrar los otros regalos’
En un estudio posterior, realizado entre un grupo tribal liberiano vecino, los
vai. evaluamos el nivel y el patrón de recuerdo para varias historias que se habían
utilizado mucho en la investigación sobre el desarrollo del recuerdo de histonas
en los Estados Unidos (Mandler. Scribner. Colé y DeForest, 1980). Se introdu
jeron únicamente modificaciones mínimas en estos materiales para utilizar nom
bres locales para las personas y los animales, sin embargo tanto el nivel global de
recuerdo como los patrones de recuerdo para los diferentes elementos en las his
torias eran casi idénticos para los vai y los estadounidenses adultos8.
• Dos estudios anteriores que utilizaron histonas como material de recuerdo, uno de Dum (1977)
y otro de Ross y Mnison (1970). encontraron un recuerdo algo mejor por parte de los sujetos africa
nos que de los norteamericanos
© EOoonw Morara S L.
Investigaciones transcuflurales 73
© Edóonaa Momia S L.
74 Ps4co*ogía oulturai
recuerdan mejor o peor que sus equivalentes que sí las conocen (dependiendo
del estudio particular, recuerdan mejor, igual o peor). Por el contrario, las investi
gaciones localizan las diferencias culturales en la organización de la actividad en
la vida cotidiana. Cuando las estructuras de la actividad son similares a través de
los grupos sociales, las diferencias culturales en los procesos de recuerdo pare
cen ser minimas. Cuando una sociedad tiene prácticas significativas instituciona
lizadas que implican recuerdo que otra sociedad no tiene (como la escolañzadón
formal) podemos esperar diferencias culturales en los procesos de memoria en
términos de formas especializadas de recuerdo apropiadas a esa actividad (como
una capacidad para recordar listas de palabras).
Asumiendo que mí evaluación de estos tres ejemplos caracteriza más o
menos los logros en otros dominios psicológicos, no es difícil comprender la mar-
ginalidad de la investigación transcultural respecto a la corriente principal de la
psicología. Sus aportaciones sustantivas parecen modestas, y los datos sobre los
que se basan son sospechosos.
Pero esta conclusión deja a la psicología científica en la incómoda posición
de fundar sus afirmaciones acerca de las “leyes de la conducta" sobre métodos de
observación que hacen inadmisible, en principio, buscar variaciones culturales
significativas. Esta posición recuerda desagradablemente al hombre que busca
las llaves perdidas de su coche sólo dentro del haz de luz proporcionado por la
farola, salvo que los psicólogos que no encuentran la cultura en sus experimen
tos cuidadosamente diseñados declaran, en realidad, que las llaves han dejado
de existir porque no están bajo la farola.
No es sorprendente, pues, que los psicólogos que creen que la cultura
desempeña un papel central en la naturaleza humana deban buscar enfoques
que aumenten el “circulo de luz" disponible en el que buscar las llaves para las
relaciones entre la cultura y los procesos cognitivos. En el capítulo siguiente
exploraré los trabajos transculturales sobre desarrollo cognitivo, que se han exa
minado con especial profundidad en décadas recientes. En estos trabajos se
manifiestan claramente tanto las promesas como los problemas de los enfoques
transculturales contemporáneos para los procesos cognitivos.
© Edoonos Morara. S L
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@ CAPÍTULO III
A la luz de lo que hemos aprendido sobre las teorías de la mente del siglo xix
en las décadas previas a la institucionalización de la psicología como una disci
plina científica, es curioso que ninguna de las tres líneas de investigación
expuestas en el Capítulo II se dirigiera al problema del desarrollo mental. La
investigación de orientación evolutiva parece una manera natural de dirigirse a
las relaciones entre la cultura y los procesos cognitivos, así como a la extendida
creencia de que las sociedades europeas estaban, en algún aspecto fundamen
tal, más desarrolladas tanto cognitrva como económicamente que las no euro
peas. Sin embargo, con algunas excepciones (un estudio del desarrollo del ra
zonamiento animista de Margaret Mead, 1932, y algunas investigaciones de
psicólogos rusos como Luria, 1931, 1976), la investigación transcultural evoluti
va brilló por su ausencia en las décadas que precedieron a la Segunda Guerra
Mundial.
Probablemente existen muchas razones para que los primeros psicólogos
transculturales se centraran en los adultos. Para empezar, la corriente principal
de la psicología científica era decididamente no evolutiva en su enfoque. Busca
ba leyes de la mente tan generales que pudieran abarcar a ratas, monos y seres
humanos. La elección de las poblaciones de sujetos se determinaba sobre todo
por la conveniencia, más que por alguna diferencia psicológica de principios que
supuestamente las distinguiera. Además, las comparaciones evolutivas añaden
dificultades metodológicas especiales a los graves problemas de las comparacio
nes transculturales (Colé y Means, 1981). Bastante difícil es enfrentarse con los
problemas de comunicación y control experimental que acompañan a la investi
gación transcultural con adultos: ¿por qué aumentar estas dificultades exigiendo
comunicarse claramente también con niños?
A pesar de estos problemas, los estudios evolutivos se convirtieron en la for
ma más popular de investigación transcultural en la década de los sesenta y las
posteriores. El contexto internacional proporcionado por los intentos de reconfi
gurar el poder mundial a raíz de la Segunda Guerra Mundial fue central para el
aumento de la investigación evolutiva transcultural.
© Ediciones Moraia. S L
Copyriqhted r ferial
76 Psicología cultura)
© EOOOHM Morata. S. L
Desarrollo cognitivo. cultura y escolanzación 77
* En la década de los sesenta, se publicaron dentro del periodo de un solo ano mas artículos y
monografías influyentes sobre la cultura y la mente que en cualquier tiempo comparable en los ochen
ta años anteriores de la dtsopfcna. Estos trabajos incluían el estudio de Segali. Campseli. y Hersko-
witz (1966) de la cultura y la percepción expuesto en el Capitulo II. la teoría de Witxin (1967) de la cul
tura y el estilo cognitrvo. la obra de Piaget (1966) sobre la cultura y el desarropo cognitrvo y la
monografía de Greenfield. Bruner y sus colaboradores (1966) sobre el crecimiento cogrvtrvo. la cul
tura y la escolanzación El International Journal ot Psychotogy abrió su número inaugural en 1966 con
el resumen de Piaget de los datos transculturales acerca de su teoría Esta publicación sirvió como
un importante vehículo para la investigación sobre la cultura y la mente hasta que. en 1973, hizo su
aparición el Journal of Cross-Cultural Psychoiogy En la década «guíente hubo una verdadera profu
sión de investigación transcultural evolutiva.
© Ediciones Morola S L
78 Psicología cuffural
tnbu kpelle. En una década de enseñanza tanto en el colegio como en una loca
lidad cercana. John había advertido que la juventud local tenía muchos más pro
blemas para dominar las matemáticas que los estudiantes en los Estados Unidos.
En un taller de enseñanza de las matemáticas que reunió a educadores de todo
el África Subsahahana, John se encontró con especialistas interesados en apli
car el “curriculum de las nuevas matemáticas”, que estaba de moda entonces.
John sostuvo que se necesitaba algo más que cambios de apariencia para hacer
que estos curricula fueran acertados para sus alumnos. Obtuvo apoyo para llevar
a un grupo de especialistas a Liberia para investigar el conocimiento y las prácti
cas matemáticas indígenas con la esperanza de poder diseñar un curriculum
construido sobre el conocimiento local. Yo era el psicólogo en el equipo enviado
a ayudarle.
Era una elección extraña, determinada más por mi disponibilidad que por
experiencia especial alguna. Mi formación como graduado era en una rama de la
psicología conocida como teoría matemática del aprendizaje, que utilizaba el
álgebra y la teoría de probabilidades para construir modelos del aprendizaje. Esta
forma de teorización se basaba en datos de experimentos que modelaban tareas
simples de aprendizaje y resolución de problemas. Antes de la graduación, había
cursado una introducción a la antropología, pero en ningún momento de mi edu
cación había estado expuesto a métodos de investigación de campo o al estudio
del desarrollo o la educación humanos. Me enviaron a Liberia dos semanas des
pués de avisarme, tiempo apenas suficiente para hacer más que ponerme las
vacunas necesanas y localizar Liberia en el mapa.
Cuando llegué, tuve especial cuidado en preguntar a las personas que habían
pasado mucho tiempo con los niños sobre las dificultades de éstos en la escuela,
especialmente en lo relativo a las matemáticas. La lista de dificultades intelectua
les que se decía poseían los niños tribales era larga. Tenían problemas para dis
tinguir entre diferentes formas geométricas porque, según me contaron, experi
mentaban graves problemas perceptivos. Esto hacia que les fuera casi imposible
resolver incluso rombecabezas simples, y oí varias veces que los africanos no
saben hacer rompecabezas". También supe que los africanos no sabían cómo
clasificar y que cuando tenían que elegir entre pensar y recordar recurrían al
recuerdo repetitivo, en el que se decía que sobresalían.
Estas aseveraciones —que reproducen más de un siglo de afirmaciones
europeas sobre la mente primitiva, aunque yo no me di cuenta de esto en ese
momento— se basan en un modelo de déficit de las variaciones culturales. Una
persona que no puede hacer un rompecabezas debe tener problemas percepti
vos; un niño recurre al recuerdo repetitivo no en respuesta a la forma de la Ins
trucción en la escuela, sino como resultado de supuestos hábitos inculcados cul
turalmente. Sobre una base puramente intuitiva, encontré estas generalizaciones
difíciles de creer. Desde la incapacidad para componer rompecabezas hasta las
incapacidades perceptivas generales hay un largo camino.
Las visitas a las escuelas me mostraron la base para algunas de estas afir
maciones. En muchas aulas vi a los estudiantes ocupados en tareas de recuerdo
repetitivo. No sólo se les pedía que recitaran de memoria largos pasajes de
poesía europea que no podían comprender; los niños parecían firmemente con
vencidos de que las matemáticas, también, eran una cuestión de estricta me
morización. Los profesores se quejaban de que cuando presentaban un proble
© Ediciones Mótala S. L_
Desarrollo cognüivo. cultura y escolanzacrón 79
© EdtOOfWS Mohm* S L
Pwcotoflf cuKural
pasaban muy mal antes de decidir (por ejemplo) categonzar las tarjetas según el
color Muy pocos podían recategorizarias en términos de la forma o el tamaño.
Las dificultades persistieron cuando sustituimos las figuras geométncas por dibu
jos estilizados de hombres y mujeres Sin embargo, en uno de los casos en los
que tratamos de modelar ia forma de actuar de fos kepeile, tos resultados fueron
espectacularmente diferentes
© E«ante Motote 8 L
Desarrollo cogrMivo. cultura y escolanzadón 81
de IVfe bote en 30% y la cantidad de 6 botes en más del 100%. Los niños esta
dounidenses fueron similares a los adultos estadounidenses en la cantidad más
pequeña y similares a los niños kpelle para las otras cantidades.
Estos resultados apoyaron nuestros supuestos básicos de que las personas
desarrollan herramientas culturales y destrezas cognitivas asociadas en los domi
nios de la vida en que estas herramientas y destrezas son de importancia central,
como el arroz lo era para la vida de los kpelle. Cualesquiera que sean las dife
rencias culturales con respecto a las matemáticas, una falta total de conceptos y
destrezas de medición no era una de ellas.
En la tarea de estimación del arroz, pudimos crear un expenmento que incor
poraba no sólo el conocimiento local con respecto al contenido, como el sistema
kpelle de unidades para las cantidades de arroz, sino también los procedimientos
locales conforme a los cuales estas estimaciones serían pertinentes en los mer
cados se encuentra a menudo a mujeres vendiendo arroz a partir de grandes
cuencos que contienen diversas cantidades. Por consiguiente, nuestra tarea pro
porcionó a los kpelle un contenido y unos procedimientos pertinentes.
* Los participantes en este proyecto Incluían a Thomas Ceonowsxi. John Gay, Joseph Guck,
Ftedenck Frankel. John Kellemj. David Lancy y Donald Sharp. Fue financiado por la National Scien
ce Foundation
© EdennesMorata S L
82 Psicología cultural
’ Muchos artos después, basándose en entrevistas clínicas detalladas con jugadores expertos
de Costa de Marfil y simulaciones por ordenador. Jean Retschitzsk' (1989) concluyó que las estrate
gas ofrecidas por los jugadores requieren el tipo de pensamiento característico de las operaciones
lógicas formales
* Esto no qi**e<e decir que este modelado sea imposible. En años postenores, antropólogos y
psicólogos (incluidos nosotros mismos) construyeron acertados modelos experimentales de diversas
prácticas indígenas. S«n embargo, en ese momento no integramos adecuadamente nuestros estudios
© Ediciones Morata S. L
Desarrollo cognrtrvo cultura y escoianzaoón 83
© Edictcnea Morola S L
84 Psicología cultural
hojas se asignaban a las dos categorías al azar (aunque en todos los casos lo
hicieron mejor que el grupo estadounidense/canadiense). En la segunda condi
ción. no utilizaron una distinción categoría! que con toda seguridad conocían.
En un estudio complementario a éste, encontramos que en algunos casos los
estudiantes universitarios estadounidenses parecían tan centrados en descubrir
categorías en las listas de pares asociados (como la lista en que todas las hojas
de enredadera pertenecían a un hombre y todas las de árbol a otro) que tenían
grandes problemas con listas con estructuras de categoría obvias en las que los
elementos no estaban emparejados (como la condición en que las hojas se asig
naron a los dos hombres al azar). Los cultivadores de arroz, que eran indiferentes
a la estructura categorial latente en estas circunstancias, aprendieron estas listas
desordenadas más rápidamente que los estudiantes estadounidenses.
El estudio de las hojas fue interesante y sorprendente a la vez Los lugareños
las reconocían con claridad y podían clasificarlas correctamente según las cate
gorías apropiadas. Pero cuando creamos una clasificación ficticia y arbitraria
(después de todo, ¿por qué debería ser Sumo el dueño de todas las hojas de
enredadera mientras Togba lo era de todas las de árbol?), la clasificación conoci
da no afectó su conducta. Estos resultados encajan bien con los obtenidos en
nuestros estudios de la memoria de recuerdo libre (Capítulo II). En cambio, los
extranjeros con un elevado nivel cultural aprendieron a identificar las hojas muy
lentamente y no podían hacer ningún uso de las distinciones de categorías, aun
cuando otros estudios habían mostrado su gran sintonía para buscar y utilizar
esta información para estructurar su aprendizaje y su recuerdo.
Cuando hicimos un alto para evaluar nuestras investigaciones de segunda
generación, concluimos que “las diferencias culturales en los procesos cognitivos
radican más en las situaciones a las que se aplican los procesos cognitivos parti
culares que en la existencia de un proceso en un grupo cultural y su ausencia en
otro' (Colé. Gay, Glick y Shapp, 1971, pág. 233).
Adviértase lo claramente delimitado que está este resumen. No negábamos la
posibilidad de que puedan surgir diferencias cognitivas especificas entre los grupos
culturales a partir de diferencias en experiencias especificadles. La escolarizaaón es
una de estas experiencias: los experimentos que indican que la escolahzación
formal induce a las personas a organizar la información inconexa para recordarla
después, por ejemplo, apuntaban a una diferencia cultural/cognitiva de este tipo.
Pero no estábamos asumiendo que el rendimiento en nuestras tareas experimenta
les reflejara diferencias cognitivas profundas y extendidas, como una incapacidad
para organizar la experiencia conceptualmente en la memoria; más bien, cuando las
personas tenían un bajo rendimiento en una de nuestras tareas, asumíamos que lo
deficiente era la tarea y nuestra comprensión de su relación con las actividades
organizadas localmente, no la mente de las personas. A veces logramos diseñar
tareas que demostraran la presencia de la "capacidad ausente"; otras veces no.
© EdClones M<xaU S. L.
Desarrollo cognilivo. cultura y escolartzadón 85
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Desarrollo cognliivo. cultura y escoianzación 87
© EUooom S L
Copyrighted material
88 Psicología cultural
Este patrón de resultados encaja bien no sólo con nuestros propios estudios
anteriores, sino con las investigaciones de otros autores, que muestran que ta
asistencia a la escuela es un estimulo para una amplia variedad de capacidades
cognitivas (Greenfield y Bruner, 1966; Stevenson. 1982)5. Sin embargo, a pesar
del vigor aparente de los resultados, terminamos este trabajo con fuertes sospe
chas sobre la capacidad de generalización de nuestros resultados, porque co
menzamos a ver nuestros procedimientos de investigación como modelos encu
biertos de las prácticas de escolarización. Nos dimos cuenta de que casi todos
nuestros trabajos experimentales se parecían a los utilizados por Binet y Simón
para predecir el éxito de los niños en la escuela. Las tareas de Bínet y Simón, de
rivadas en gran medida de un examen del curriculum escolar, utilizan materiales
y formas de discurso característicos de las escuelas. La correlación entre la es
colarización y el éxito en la realización de las tareas estaba incorporada en los
procedimientos de Binet y Simón; como se indicó en el Capítulo lijos ítems de su
test se escogieron precisamente porque discriminaban entre los niños en niveles
diferentes de rendimiento académico. De manera análoga, afirmamos, debería
esperarse que los niños que han asistido a la escuela rindieran bien en nuestras
pruebas cognitivas, porque reciben una práctica masiva en estas tareas durante
su escolarización. Los llamados efectos cognitivos de la educación, desde esta
perspectiva, son una tautología o, en el mejor de los casos, una ilustración del
dicho no demasiado profundo de que la perfección llega a través de la práctica.
En términos más técnicos, comenzamos a darnos cuenta de que las tareas
que habíamos escogido como variables dependientes, lejos de ser índices sepa
rados del rendimiento, estaban asociadas íntimamente, se podría decir incluso
que incestuosamente, a la variable “independiente" de escolarización. Incidimos
en este punto con el siguiente experimento mental:
Adviértase que al poner en duda los datos para una transformación cognitiva
general asociada con la escolanzacióa, no estábamos declarando que hubiéramos
demostrado lo inverso6. Más bien, nos preocupaban los defectos en los datos.
© EOOone» Mocata. S L
Desarrollo cognitivo. cultura y escolanzación 89
Parece que todo lo que habíamos logrado con varios años de trabajo era
redescubrir los recelos de un siglo de antigüedad respecto a la posibilidad de
resolver las cuestiones de la cultura en la mente dentro del paradigma del con-
ductismo metodológico. En la medida en que los experimentos, como los tests de
inteligencia diseñados por Binet, modelan el contenido y la estructura del discur
so de la escuela (véase el Capítulo II). y en la medida en que ese contenido y esa
estructura difieren de la experiencia organizada culturalmente fuera de la escue
la, las tareas experimentales no pueden proporcionar una base común para extraer
conclusiones sobre las diferencias cognitivas generales entre los niños escolari-
zados y los no escolarizados.
Adviértase que esta conclusión encaja bastante bien con el enfoque específi
co del contexto para interpretar las diferencias culturales en los procesos cogniti-
vos. Pero su postura escéptica respecto a la interpretación de las diferencias en
el rendimiento asociadas con la escolanzación y la eficacia de los procedimientos
estandarizados importados del mundo industrializado no fueron bien aceptados
por los investigadores transculturales que basaban su trabajo en las teorías evo
lutivas dominantes de la época (Dasen, Berry y Witwn, 1979).
Enfoques piagetianos
El cuerpo individual más amplio de investigación transcultural sobre el papel
de la cultura en el desarrollo cognitivo lo inspiró el trabajo de Jean Piaget. Al prin
cipio de su carrera, Piaget (1928/1995) abogó por la existencia de importantes
variaciones culturales en los procesos de pensamiento. Citando los trabajos de
Lucien Levy-Bruhl (1910) y Emile Durkheim (1912), distinguió entre dos clases
de sociedades, que Levy-Bruhl caracterizó como “primitivas’ y “civilizadas" y que
hoy podrían llamarse “tradicionaJes" y “modernas". Piaget afirmó que existe una
“mentalidad" distinta correspondiente a cada tipo de organización social, “la men
talidad llamada primitiva para las sociedades conformistas o segmentarias, la
mentalidad racional para nuestras sociedades diferenciadas’ (1928/1995, pági
na 191). Sin embargo. Piaget no estaba de acuerdo con la afirmación de Levy-
Bruhl de que no deberían ordenarse evolutivamente los dos tipos de mentalidad;
en opinión de Piaget en esa época, la mentalidad pnmitiva es un precursor de la
mentalidad civilizada, más o menos como el pensamiento infantil es un precursor
evolutivo del pensamiento adulto.
Muchos de los primeros trabajos de Piaget contienen referencias al pensa
miento infantil de los adultos primitivos. Sin embargo, Piaget no investigó sobre este
tema, y uno de los pocos intentos por verificar sus ideas, realizado por Margaret
Mead (1932). no pudo establecer sus afirmaciones sobre el animismo infantil.
Hasta mediados de la década de los sesenta, Piaget no volvió a la cuestión
de las variaciones culturales en el desarrollo cognitivo. En un artículo muy citado,
dividió las influencias potenciales sobre el desarrollo cognitivo en cuatro factores
principales, cada uno de los cuales podía esperarse que influyera en la dtstnbu-
ción temporal de los hitos evolutivos:
© EdooomMoraU S L,
90 Psicología cuHural
© EiAcaonee M<xau. S L
Desarropo cognrtivo. cultura y «scotanzaoón 91
que los niños alcanzaban los hitos de los estadios piagetianos (para más detalle
sobre estos debates véanse Berry y cois., 1992: Dasen, 1977a, b, 1984, Segall
y cois., 1990).
En 1972, Piaget confrontó los datos de la variación cultural con el rendimien
to en sus tareas operacionales. Mientras que los datos con respecto a la adquisi
ción de las operaciones concretas eran una fuente de controversia (algunos
encontraron diferencias culturales, otros no), se había formado un consenso de
que en muchas culturas, especialmente las que no tenían escolarización formal,
el pensamiento operatono formal manifestado en las tareas piagetianas no se
desarrolla (Jahooa, 1980; Neimark, 1975).
Piaget ofreció tres posibles razones para la variabilidad observada en las
tasas de cambio y el grado de dominio en el pensamiento operacional. En primer
lugar, podría ser que algunas culturas ofrecieran más estimulación en conjunto
que otras. En segundo lugar, podría ser que las operaciones formales fueran un
tipo de especialización cognitiva al modo de una diferencia individual en inteli
gencia, que permite a algunos individuos penetrar más profundamente que otros
en dominios particulares de conocimiento. La tercera posibilidad, a favor de la
cual estaba Piaget, era asumir que todos los individuos alcanzan un estadio uni
versal de pensamiento operacional formal, pero que las operaciones formales se
alcanzan pnmero (y quizá únicamente) en los campos de especialización adulta
(una idea que Harris y Heelas, 1979, describieron como “constructivismo locar).
Esta idea ofrece una línea obvia de reconciliación de la teoría piagetiana con los
hechos sobre la variabilidad cultural.
Durante la década de los setenta, Dasen publicó vanos estudios que propor
cionaban apoyo para cierta variante de la noción de constructivismo local (cultu
ral) (Dasen, 1974, 1975, 1977b). La idea básica era que el rendimiento dentro de
los estadios variaría en función del valor que una cultura pusiera en el contenido
conceptual de la tarea particular utilizada. En un artículo posterior, Dasen (1984)
contrastó el rendimiento de los baoulé (Costa de Marfil) con el de los muit
(Canadá) en la conservación del líquido (cantidad) y la horizontalidad (evaluada
por medio de juicios sobre el nivel del líquido contenido en una jarra con diversos
ángulos de inclinación). Los baoulé. razonó, deberían tender a valorar y utilizar
conceptos cuantitativos porque ellos producen, almacenan e intercambian verdu
ras y otros alimentos en una economía de mercado. Por el contrano. se dice que
los inuit muestran poco interés en las comparaciones cuantitativas precisas, dedi
cando mayor atención a las destrezas espaciales y los conceptos asociados. Uti
lizando la idea de que la "densidad de expenencia" basada en las actividades
cotidianas es el factor importante que impulsa el desarrollo conceptual, más la
noción de que estas densidades varían de una actividad a otra dentro de las cul
turas. Dasen predijo que los cazadores rendirían mejor en la tarea basada en jui
cios espaciales que en las tareas cuantitativas, mientras que los baoulé mos
trarían el patrón opuesto. Sus predicciones se confirmaron.
Dasen y sus colaboradores también emprendieron una serie de estudios de
adiestramiento para determinar si las diferencias vinculadas con la cultura en el
rendimiento implican diferencias en alguna competencia cognitiva relativamente
profunda subyacente, o simplemente reflejan factores de rendimiento superficia
les asociados con el lenguaje de la expenmentación o algún aspecto superficial
de los procedimientos experimentales (Dasen. 1977B: Dasen, Lavallée Y Rets-
© Ediciones Morata. S L
92 PwcotoQia cultural
chitzki, 1979: Dasen, Ngini Y Lavallée, 1979). Estos autores comenzaron eva
luando el nivel espontáneo de rendimiento del nirSo. Aquellos que no superaron la
tarea fueron entrenados para atender a los aspectos pertinentes del problema.
En muchos casos, el adiestramiento eliminó rápidamente los retrasos evolutivos,
mientras que en otros sus efectos fueron lentos y en algunos casos estuvieron
ausentes por completo.
Otros investigadores que trabajaban dentro de un marco piagetiano intenta
ron resolver los problemas sobre las diferencias en el rendimiento modificando la
forma de presentar los trabajos o utilizando tareas de contenido manifiestamente
local. Con respecto al contenido. Douglas Price-Williams, Wilham Gordon y
Manuel Ramírez (1969) encontraron que los niños mexicanos que crecían en una
aldea donde los adultos se especializaban en alfareria adquirían la noción de
conservación significativamente con más rapidez que los niños de una aldea don
de sus habitantes no practicaban esta labor.
Judith Irvine (1978) realizó un experimento sobre los efectos de modificar los
procedimientos de prueba para ajustarse al conocimiento cultural local. Irvine
estudió la conservación del líquido entre los wolof, profundizando la investigación
anterior de Patricia Greenfield (1966). Greenfield había comunicado que los
niños tenían muchas más posibilidades de alcanzar la conservación si se les per
mitía verter el líquido ellos mismos en lugar de observar cómo lo hacía el experi
mentador. Especuló que este cambio en el procedimiento reducía la tendencia de
los niños wolof a interpretar el experimento como una especie de espectáculo
de magia, pero no hizo resaltar estos resultados en sus conclusiones en ese mo
mento (véase Greenfield, 1976, para una exposición de su pensamiento poste
rior sobre estos temas).
Irvine pidió a los niños que resolvieran la tarea de conservación y luego hicie
ran el papel de informantes cuya labor era clarificar, para el experimentador, los
términos wolof para el parecido y la equivalencia con respecto a la tarea. Cuando
se enfrentaron a la prueba critica en la que se vierte el agua de una jarra en otra
más alta y estrecha, los wolof en el papel de sujeto que resuelve el problema die
ron la respuesta equivocada: dijeron que la jarra en la que el agua subía más con
tenía más líquido. Pero en su papel como informantes lingüísticos, estos mismos
niños explicaron que aunque el nivel de agua era “más’, la cantidad era la misma.
Los resultados de Irvine y Greenfield proporcionan buenos ejemplos de la clase
de factores de ejecución que pueden bloquear la actualización de la competencia
(para usar la terminología de Dasen).
La estrategia de basar el diagnóstico de los niveles operacionales de los
niños en tareas más similares a las indígenas de los individuos bajo estudio la
continuaron Robert LeVine y Price-Williams (1974) y Patricia Greenfield y
Caria Childs (1977) utilizando el dominio de las relaciones de parentesco. En
estudios realizados entre los hausa de Nigeria, entre los mayas de Zinacantán,
y en una remota aldea de pescadores en Hawaii, las capacidades de los niños
para tratar con los tres niveles de relaciones de parentesco parecen encajar
bien en una secuencia y un calendario piagetianos. Por ejemplo, Greenfield y
Childs encontraron en Zinacantán que la mayoría de niños de 4 a 5 años
podían responder a preguntas centradas en ellos mismos (nivel 1). pero no a
otras más complejas. La mayoría de los niños de 8 a 10 años podían respon
der a preguntas sobre las relaciones entre dos hermanos, pero no cuando la
© E&xms MotaUL S. L.
Desarropo cogmtrvo, cultura y eacolanzaaón 93
© Edioones Múrala S L
94 Psicología cultural
Estilo cognitivo
Otro programa importante de investigación sobre las diferencias culturales en
el desarrollo cognitivo se basa en el concepto de que cada cultura engendra su
propio estilo particular de pensamiento. Esta idea adquirió importancia en la dé
cada de los treinta en el trabajo de los antropólogos interesados en las relaciones
mutuas entre la cultura y la personalidad (Bock, 1988).
En la década de los sesenta, esta tradición de pensamiento sobre la cultura y
la personalidad se reunió con la investigación sobre la cultura y tos procesos cog-
nitivos por medio de tos esfuerzos de Hermán Witkin (1967) y John Berry (1966).
La investigación anterior de Witkin había sido sobre el desarrollo de la percep
ción. en particular, sobre los diferentes estilos de inferencia y análisis perceptivos
(Witkin y cois.. 1962).
Witkin creía que las diferencias individuales en el estilo perceptivo reflejan
desigualdades en el grado de ‘diferenciación psicológica". Definió la diferencia
ción en relación con la estructura de un sistema. Aunque todos los sistemas
muestran alguna heterogeneidad de estructura, un sistema diferenciado, según
Witkin y sus colaboradores, contiene múltiples subsistemas relacionados con la
especialización de la función. La diferenciación, cuando se aplica a tos sistemas
cognitivos psicológicos, conlleva la separación de funciones psicológicas especí
ficas, como percibir, sentir y actuar, así como de formas específicas de funciona
miento dentro de tos dominios.
La expectativa básica del enfoque de los estilos culturales es que debería
existir una correspondencia entre los niveles de diferenciación en tos niveles
cultural e individual de análisis. Igual que la especialización de tos oficios o la
estratificación social se pueden utilizar como un indicador de la diferenciación
sociocultural, para evaluar la diferenciación individual pueden utilizarse también
diversos indicadores conductuales. Además, debería haber consistencia en los
niveles de diferenciación de un dominio psicológico a otro. Berry (1976, pág. 26)
resumió de este modo la expectativa de consistencia individual a través de los
dominios de funcionamiento psicológico: “Se considera que [la diferenciación] es
una característica del organismo, y las expectativas son que las tareas que mues-
trean la diferenciación de diversas clases de conductas deberían producir esti
maciones aproximadamente similares de los niveles de diferenciación".
Para poner en práctica estas ideas, Berry y otros han realizado estudios
transculturales entre sociedades que se estima difieren en el grado de diferencia
ción sociocultural. Sus indicadores conductuales se toman de la tradición de tra
bajo de Witkin sobre la diferenciación psicológica. El procedimiento básico se
puede ilustrar por medio de dos tests muy utilizados de diferenciación perceptiva:
el test de figuras escondidas y el test del marco y la varilla. En el test de figuras
escondidas, una figura distintiva se hace forme parte de un diseño mayor y el
sujeto debe localizarla; en el test del marco y la vanlla, se pide al sujeto que ajus
te una varilla para que sea vertical cuando la definición de vertical es ambigua
debido a que la varilla se presenta en un marco que se puede inclinar en diversos
ángulos con respecto al suelo y el sujeto está sentado sobre una plataforma que
también puede inclinarse. La cuestión clave en el test del marco y la varilla es qué
marco de referencia escoge el sujeto: ¿se define la vertical con respecto al mar
co, a la habitación o a la orientación del propio cuerpo del sujeto?
© E<*oones Mótala S L
Desarrollo oogmtivo. cultura y escolanzaciOn 95
• Human Aroa Filos Baso de datos sobre las características de las culturas que cuenta ya con
unosoncuenta años de existencia. Muy utilizada por antropólogos Interesados en comparaciones
transculturales (N de/ R.)
7 Para un debate sobre esla cuestión, véase LCHC (19821. Fruoa y Jahooa (1966) consideraron
que el entrelazamiento natural de las relaciones cultura-conducta era tan complejo como para hacer
imposible el análisis causal
© Ediciones Mor.ita, S L
96 Psicología cuMiral
1. Las correlaciones entre las puntuaciones de los tests que indicaban el es
tilo cognitivo eran por lo general muy bajas, y las medidas de la conducta
social (cruciales para establecer La noción de un “estilo" que abarque
muchos dominios diferentes) no correlacionaron con los tests perceptivos.
2. Cuando se comparaba el poder predictivo de dos medidas de aculturación
—un índice social compuesto del contacto anterior con las instituciones
occidentales y un índice psicológico de adaptabilidad— era la adaptación
a las propias condiciones de prueba la que mejor predecía el rendimiento.
Como advierte Serpell, este resultado significa que a pesar del cuidado
so esfuerzo de diseñar tests sensibles culturalmente, los procedimentos
resultantes “se mantenían esencialmente ajenos a las culturas indígenas
de los biaka y los bagandu" (pág. 120).
3. Los patrones de socialización parental (la variable independiente) no esta
ban correlacionados con las diferencias individuales en el estilo cognitivo
(vanables dependientes), lo que llevó a los autores a concluir que “a pesar
de los análisis etnográficos y teóricos, a pesar de la cuidadosa construc
ción de las escalas y el refinamiento estadístico, tanto los propios fenó
menos de socialización como su relación con el rendimiendo en el test,
parecen haber eludido nuestros esfuerzos de investigación".
(Pág. 212.)
© E<*caones Morad S L
Desarrollo cogniirvo cultura y escotenzacion 97
Un resumen
A finales de los setenta y principios de los ochenta, las dudas generadas por
dos décadas de intensa investigación sobre la cultura y el desarrollo cognitivo
produjeron una buena cantidad de inventarios (Berry. 1981; Dasen y Heron,
1981; Eckens8ERGER, Lonner y Poortinga, 1979; LCHC. 1978. 1979; Marsella.
Tharp y Ciborowski, 1979; Munroe. Munroe y Whiting. 1981; Rogoff, 1981;
Serpell. 1982; Trianois y Lambert, 1980). Lo más sorprendente sobre estas
autoevaluaciones críticas es el pequeño número que contenían de generalizacio
nes sustantivas sobre la cultura en la mente. A pesar de más de una década de
esfuerzo en la resolución de los problemas metodológicos del campo, el único
tema que parecía unir a los diferentes autores era la letanía de preocupaciones
que ya son familiares: 1) la investigación transcultural tiene problemas metodoló
gicos; 2) la debilidad de sus teorías se deriva de la significación ambigua de sus
datos.
Superficialmente, al menos, la investigación que intentaba evaluar el efecto
de la escolarización sobre el desarrollo cognitivo parecía ser una excepción a
este triste cuadro. Si las comparaciones de los sujetos escolanzados y los no
escola rizados producían una diferencia significativa entre los dos grupos, los
sujetos escolanzados rendían siempre en niveles más altos.
En la medida en que aceptamos que estos resultados son lo que parecen,
existe una ironía en la aparente eficacia de la escolarización al promover el desa
rrollo cognitivo. La mayor parte del trabajo transcultural sobre el desarrollo cogni-
tívo obtuvo apoyo debido a un extendido consenso de que los niños de las pobla
ciones rurales, pobres, en gran parte analfabetas tienen un rendimiento pobre en
la escuela. Los psicólogos que participaron en la investigación confirmaron que
existe un problema con el modo en que piensan “los nativos". Pero según los pro-
© EdoonM Morata. S L
98 Psicología cultural
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© CAPÍTULO IV
De la psicología transcultural
a la segunda psicología
Desde luego, si Wilhelm Wunot viviera hoy para evaluar el intento de utilizar
los métodos de la psicología experimental/cuantítatrva para encontrar una psico
logía que incluyera a la cultura, tendría derecho a decir “ya os lo dije". Después
de todo, fue él quien nos advirtió que es temerario aplicar los métodos de las cien
cias naturales a cualquier faceta de la conducta humana que no sean los aspec
tos más elementales, universales y, por tanto, intemporales. Fue Wundt quien
señaló que los procesos psicológicos humanos individuales están condicionados
por una historia anterior de la comunidad a la que no tienen acceso directo. Y fue
él quien afirmó que los métodos genéticos (históricos, evolutivos) son necesarios
para ocuparse de los procesos psicológicos “superiores" mediados culturalmente
y contingentes históricamente. Parece que Wundt diagnosticó de forma correcta
las objeciones modernas a la investigación transcultural antes incluso de que se
realizara el primero de estos estudios.
Al buscar una manera mejor de incluir la cultura dentro de una única empresa
psicológica, no quiero renunciar a los resultados de los cien últimos años de inves
tigación en la primera psicología, incluidos los estudios experimentales transcultu
rales. Los estudios transculturales, especialmente cuando son sensibles a la
organización local de la actividad, pueden servir para refutar conclusiones ego
céntricas de que “esas personas" sufren déficit cognitivos generales como conse
cuencia de insuficiencias culturales. De vez en cuando pueden incluso inducir a
los defensores de la primera psicología a repensar sus conclusiones y sus méto
dos experimentales. Creo que esto ha ocurrido, por ejemplo, en la creciente aten
ción que los especialistas que trabajan dentro del paradigma de la primera psico
logía, especialmente los que se ocupan del desarrollo cognitivo, prestan a las
cuestiones del contexto (Siegal y Cohén, 1991; Wozniak y Fischer, 1993).
© EOaonas Mo>ata, S L
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100 Psicología cultural
© EdK-Jonos Mócala S L
De ta psicología transcultural a la segunda pwcotogia 101
antropología, a las que la psicología había cedido el estudio de los grupos socia
les y la cultura, se encontraban renovadas críticas a la división del trabajo que
formó estas disciplinas en torno al final del siglo. Esta crítica se acompañaba de
una búsqueda de nuevos marcos para el estudio de la naturaleza humana.
Para algunos, la ciencia cognitiva. con su interés por la cooperación interdis
ciplinar y la reintegración de la filosofía y la lingüística en las ciencias sociales,
proporcionaba un prometedor punto de partida para restituir la cultura al estudio
de la mente (Hutcmins, 1995). Para otros, como Bruner, la ciencia cognitiva re
presentaba sólo la última forma de la fascinación humana con la tecnología y el
tecno-racionalismo y la ilusión de que las máquinas proporcionan la medida de la
naturaleza humana. Por consiguiente, era necesario descubrir o crear nuevos
foros académicos. Muchos abogaron en apoyo de la “dirección interpretativa",
que devolvería las ciencias sociales a las humanidades y las artes, deshaciendo
de este modo un siglo de males engendrados por el positivismo incontrolado
(Edwards, 1995; Gergen, 1994; Ortner, 1984; Rabinow y Sullivan, 1987). La
comunicación, mi hogar disciplinar actual, es una nueva disciplina en la que estas
cuestiones son de interés central.
No tengo la amplitud y profundidad de conocimientos para proporcionar una
relación amplia de estos sucesos. Los menciono aquí simplemente para alertar al
lector sobre el hecho de que ni la psicología ni sus disciplinas hermanas son
monolitos intelectuales sobre cuya estructura haya un acuerdo uniforme. Todo lo
contrario, parece que vivimos un período en el que las ortodoxias ya no conser
van su poder de sujeción y abundan nuevas posibilidades. Una de éstas está par
ticularmente relacionada con la presente investigación: la posibilidad de retroce
der a las primeras décadas de la psicología y emprender la marcha por el camino
no transitado, aquel a lo largo del cual la cultura se coloca en el mismo nivel que
la biología y la sociedad moldeando las naturalezas humanas individuales. El
nombre dado en la actualidad a esa empresa es psicología cultural, una impor
tante manifestación de finales del siglo xx de la segunda psicología.
© EdldoneB Mófate S L
102 Psicología cultural
© Edoonee Moatd. S. L.
De la psco*og<a transculturaJ a la segunda pstcotogia 103
© Eooones Moráis 5 L
104 Psicología cultural
Un enfoque cultural-histórico
Debería estar claro que tengo una gran simpatía por el tipo de empresa cientí
fica propuesta por los partidarios contemporáneos de la psicología cultural. Cual
quiera de sus propuestas podría servir como un punto de partida útil para la ela
boración de una segunda psicología a partir de las ¡deas esenciales que
comparten Sin embargo, como he indicado antes, adopté un enfoque “cultural-
histórico" para la psicología cultural. La noción de psicología cultural-histórica
se aplica a los pensadores de muchas tradiciones culturales, pero se asocia co
múnmente con los especialistas rusos Alexei Leontiev, Alexander Luria y Lev
Vygotsky. En función de sus ideas fue como llegué a formular una psicología cul
tural. El enfoque resultante, que he dado en llamar teoría de la actividad cultural-
histórica, proporciona una manera productiva de superar la dicotomía de las dos
psicologías de Wunot mientras incorpora la cultura en la mente.
© ErXxmw MoraM S L
De la psicología transcultural a la segunda psicología 106
’ El articulo de Scribner (1985) sobre los usos de Vyootwy de la historia presenta una brillan
te aproximación a varios conceptos difíciles en el tratamiento de Vygotsky del cambio histórico.
© Edoones Morata. S L
106 Psicología cultural
’ Para un excelente resumen de los escritos de Vygotsky sobre esta materia, véase van deh
Veeh y Valsiner (1991). Para las opiniones de Luru. véase Loria (1979).
* El enfoque cultural-histórico ruso apareció por primera vez en inglés en una sene de putlica-
c»ones a finales de los veinte y en los treinta (Leowttev, 1932; Luru, 1928. 1932; Vygotsky, 1929).
Posteriormente, estas publicaciones se han complementado con un grao número de volúmenes (por
© EOdones Mócate. S. L
De la psicología transculturai a la segunda psicología 107
ejemplo, Leontiev, 1978, 1981; Luria. 1976, 1979; Vvqotskv 1978. 1934/1987. van oer Veer y Valsi-
NER, 1994).
4 Los vocablos de este pasaje revelan una importante comunidad de significado entre las pala
bras ‘medio' (en inglés means) y 'médium' en ruso. La palabra rusa traducida aquí como médium en
la frase "por médium del cual* era casi con loda segundad sredstvo. a juzgar por afirmaciones simila
res en otros artículos redactados en esta época Sredstvo se traduce a menudo como 'medio", parti
cularmente en la frase "por medio del cuaf. Advierto esta confusión porque la intima relación entre
medio y media es uno de tos supuestos teóricos centrales de< enfoque cultural histórico.
© Edaorm Moraba. S L.
100 Psicología cultural
5 El filósofo ruso Pavel Florenskii (1990, pág 346). oscnbwndo también en esta época, se refi
nó a la cultura como el 'médium que cultiva y ahmenta la personalidad’
© Edoones Moral* S L
De la psicología transcultural a la segunda psicología 109
Este enfoque de los orígenes sociales requiere prestar una atención especial
a la capacidad de los adultos para organizar los ambientes de los niños para opti
mizar su desarrollo según las normas existentes. Eso genera la idea de una "zona
de desarrollo próximo’ que proporciona el ambiente próximo pertinente de expe
riencia para el desarrollo. Es el fundamento sobre el que, en un mundo ideal,
debería organizarse la educación de los niños.
El gran esquema
El marco teórico que une estos principios diferentes es sumamente amplio
desde la perspectiva de la primera psicología. Requiere que los psicólogos estu
dien no sólo las variaciones a cada momento que marcan el proceso de cambio
evolutivo y ontogenético, sino también el cambio filogenétlco e histórico. Además,
estos dominios deben considerarse el uno en relación con el otro. Un compromi
so para el estudio del proceso de desarrollo humano es inevitablemente también
una investigación en los orígenes humanos.
Se pueden encontrar afirmaciones sobre los orígenes de la mediación cultu
ral en relación con la filogenia y la historia cultural en varias de las publicaciones
clave escritas por Vygotsky y sus colaboradores en la década de los veinte y prin
cipios de los treinta, sobre todo en Génesis of Higher Psychological Functions
(1930/1956), Tool and Symbol in child Development (1930/1994) y Studies on the
History of Behavior (1930/1933), del que fue coautor Luhia®.
Vygotsky y Lupia (1930/1933, pág. 36) declaran que su propósito es "presen
tar esquemáticamente el camino de la evolución psicológica desde el mono has
ta el hombre culturar. Su esquema asume la inclusión de las "líneas principales"
de desarrollo, la evolutiva, la histórica, y la ontogenética, que ya son familiares.
Cada una tiene su propio "viraje decisivo": “Cada viraje decisivo crítico se consi
dera sobre todo desde el punto de vista de algo nuevo introducido por este esta
dio en el proceso de desarrollo. Así, tratamos cada estadio como un punto de par
tida para procesos posteriores de evolución" (pág. 37). El viraje decisivo en la
filogenia es la aparición del uso de herramientas en los monos. El viraje decisivo
en la historia humana es la aparición del trabajo y la mediación simbólica (y quizá,
después, el surgimiento de la escritura). El viraje decisivo principal en la ontoge
nia es la reunión de la historia cultural y la filogenia con la adquisición del len
guaje.
• Van O£H Veer y Vai3íner (1994) axfccan que Tool and Symbol fue también una publicación con
junta de Vvgotskv y Lijóla
© Ectoone» Morata. S l
110 Psicología cultural
La formulación global era algo asi: con los monos superiores se llega a un
punto de la evolución antropoide en el que se observa el uso de herramientas
(Vygotsky y Luria basaron gran parte de esto en el trabajo de Kohler), que
demuestra el desarrollo filogenético de la inteligencia práctica. Pero en la forma
específicamente humana de desarrollo hay más que el uso de herramientas:
Tocios ios factores que separan la conducta del mono y del hombre se podrían
resumir y expresar en una afirmación general en este sentido: a pesar del hecho de
que el mono muestra una capacidad para inventar y utilizar herramientas —el prerre-
quisito para todo desarrollo cultura) humano— la actividad del trabaio. basada en esta
capacidad, todavía no se ha desarrollado siquiera mínimamente en el mono, esta for
ma de conducta no constituye el modo principal de adaptación para ellos. No podemos
decir que el mono se adapte a su ambiente con la ayuda de herramientas.
Exactamente lo opuesto es cierto en el uso de herramientas entre los seres hu
manos. la existencia entera de un aborigen australiano depende de su boomerang,
igual que la existencia entera de Inglaterra depende de sus máquinas. Quítese el
boomerang al abongen, hágase de él un agricultor, y entonces por necesidad tendrá
que cambiar completamente su manera de vida, sus hábitos, su estilo total de pensa
miento. su naturaleza entera.
(Pág. 74.)
• Trad casi.: Engels. F.. Dialéctica do ¡a naturaleza (1925), Madrid, Akal, 1978.
7 V/gotsky y Luria citan a Marx con respecto a la esencia del trabajo: en el trabajo 'un objeto
dado por la naturaleza se convierte en un órgano de la actividad del hombre, un órgano que él adjun
ta a los órganos de su cuerpo, extendiendo, a pesar de la Biblia, en el camino las dimensiones natu
rales del ultimo’ (pág. 77)
© Ediciones Morata S. L
De la psicología transcultural a la segunda psicología 111
O EdoonM MoraU. S. L
112 Psicología cultural
Los sistemas de ideas, como señalan René van der Veer y Jan Valsiner
(1991). experimentan transformaciones significativas cuando se importan a través
de tradiciones nacionales de pensamiento. Los psicólogos estadounidenses (in
cluido yo mismo) han atendido selectivamente y se han servido de las ideas de
Vygotsky y sus seguidores. ¿Cuánto de lo que han tomado prestado está real
mente en el original? ¿Cómo se transforma el original en el proceso de traducción
y apropiación en nuevas circunstancias culturales-históricas?8
A medida que se dispone de más originales en traducciones completas y
meticulosas, deberíamos poder obtener una noción más rica de las fuentes rusas
de nuestras ideas y. como resultado, pensar de manera más sutil. Por supuesto,
me he beneficiado enormemente de las nuevas traducciones de Thinking and
Speech (1987) y las publicaciones de artículos y libros inéditos hasta ahora,
como Studies on the History of Behaviory The Vygotsky fíeader (van der Veer y
Valsiner, 1994). Pero un corpus de materiales más completo no pondrá fin a las
controversias de interpretación. Tampoco rastrearemos la correspondencia com
pleta entre (digamos) las versiones rusa y estadounidense de la psicología cul-
tural-histórica, sin importar lo completas que sean las traducciones. Por consi
guiente. en los capítulos siguientes, mi interés se centrará en un intento de
formular un enfoque de la psicología que recurra a ambas tradiciones nacionales.
Comienzo mi reconstrucción en el Capítulo V, elaborando una concepción de
la cultura y la mediación que conserva los elementos clave del enfoque ruso y al
mismo tiempo encaja con un gran cuerpo de teorización en antropología cultural
y psicología cognitiva contemporáneas. El Capitulo VI proporciona una actualiza
ción crítica de la explicación sobre el desarrollo psicológico en los dominios filo-
genético y cultural-histórico. En el Capítulo Vil apunto varios mecanismos cultu
rales de desarrollo ontogenético resaltados por una perspectiva cultural-histórica.
El Capítulo VIII vuelve a los temas de metodología y aborda la cuestión crucial de
una unidad adecuada de análisis para una psicología cultural-histórica. En los
Capítulos IX y X, describo proyectos de investigación concretos motivados por los
principios desarrollados en los capítulos anteriores. Con estos materiales a mano,
en el Capítulo XI podemos volver a considerar el paradigma que los une.
© Edición*» Morarla S L
© CAPÍTULO V
Artefactos
Ordinariamente, se piensa en un artefacto como en un objeto matenal. algo
fabricado por un ser humano. En antropología, el estudio de los artefactos se con
sidera a veces parte del estudio de la cultura material, que es distinto de algún
modo al estudio de la conducta y el conocimiento humanos. Según esta mterpre-
© tdoone® Moráis, S L
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114 Psicología cultural
' Para un debate del lenguaje como un sistema de artefactos y la homología entre las palabras
y aquello en lo que habitualmente pensamos como artefactos materiales, véase Ross»-Landi (1963.
páginas 120 y sgs.)
1 En mi expenenoa, al pnnclpio es difícil captar la noción de que el lenguaje es un artefacto,
quizá debido a que su materialidad parece transparente Una demostración establece el argumento
con claread Cuando se oye una lengua que no se comprende, se experimentan sólo sus mani'esta
c»ones materiales El significado de las palabras, su aspecto "idear está ausente porque se carece
do una fusiona anterior de interacciones utiizando esos artefactos como medios mediacionales.
© Ediciones Mora» 3. L
Poner la cultura en el centro 115
Figura 5.1. El triángulo mediacional básico en el que sujeto y objeto se ven no sólo rela
cionados "directamente* sino al mismo tiempo “indirectamente' por un médium cons
tituido de artefactos (cultura).
1 Tengo que advertir de nuevo aquí la afinidad de este enfoque para la mediación por artefactos
y fas ideas de Dfwe» Como seAa'a Larry Hckman en su análisis do la “tecnología pragmática" de
Dewe*. este creía que Tas herramientas y artefactos que llamamos tecnológicos se pueden encontrar
© EOoonee Morata S L
Copyriqhted mate
116 Ps»cología cultural
Al ver este triángulo, se siente cierta tentación de pensar que, cuando los pro
cesos cognitivos son mediados, el pensamiento sigue una vía por la línea supe
rior del triángulo que “pasa por” el mediador. Sin embargo, el surgimiento de la
acción mediada no significa que la vía mediada sustituya a la natural, igual que la
aparición de la cultura en la filogenia no significa que la cultura sustituya a la filo
genia. No se deja de estar en el suelo y de mirar al árbol cuando se coge un
hacha para cortarlo; más bien, la incorporación de las herramientas a la actividad
crea una nueva relación estructural en la que las rutas cultural (mediada) y natu
ral (no mediada) operan sinérgicamente; por los intentos activos para apropiarse
de su entorno para sus propias metas, las personas incorporan medios auxiliares
a sus acciones (incluidas, de manera muy significativa, otras personas), dando
lugar a la relación distintiva triádica de sujeto-med/um-objeto.
En este capítulo y otros posteriores ampliaré este diagrama estructural bási
co para desarrollar un enfoque apropiadamente complejo para la mediación cul
tural del pensamiento. Pero incluso esta noción básica de que el pensamiento
humano es la consecuencia emergente de la mezcla de aspectos “directos, natu
rales, filogenéticos" y aspectos “indirectos, culturales" de la experiencia es sufi
ciente para traer a un primer plano la cualidad especial del pensamiento huma
no. a la que se hace referencia como la dualidad de la consciencia humana. Se
pueden encontrar muchas expresiones de esta idea tanto en las tradiciones rusa
como en la europea occidental/estadounidense (Durkheim, 1912). Por ejemplo,
el antropólogo estadounidense Leslie White escribió: “Un hacha tiene un com
ponente subjetivo; no tendría significado sin un concepto y una actitud. Por otra
parte, un concepto o actitud no tendría significado sin la expresión abierta, en la
conducta o en el habla (que es una forma de conducta). Todo elemento cultural,
todo rasgo cultural, por tanto, tiene un aspecto subjetivo y uno objetivo" (1959,
página 236)*4.
Fiel al espíritu de los enfoques cultural-históricos. White puso de relieve el
aspecto temporal de la mediación cultural y sus implicaciones psicológicas: “Con
palabras el hombre crea un nuevo mundo, un mundo de ideas y filosofías. El
hombre vive en este mundo tan verdaderamente como en el mundo físico de sus
sentidos... Este mundo llega a tener una continuidad y una permanencia que el
mundo externo de los sentidos no puede tener. No está hecho sólo de presente,
sino de un pasado y de un futuro también. Temporalmente, no es una sucesión
de episodios desconectados, sino un continuo que se extiende hacia el infinito
en ambas direcciones, desde la eternidad hasta la eternidad" (White, 1942, pá
gina 372).
Luria descnbió este doble mundo de la siguiente manera:
a ambos lados de lo que. según él. e<a una membrana sumamente maleable y permeable que sepa
ra lo ‘interno' de lo “externo’ con respecto al organismo sóto en los sentidos más ampkoe y más hi
potéticos' (Hickman, 1990. pág. 12).
4 Richard Barrett (1989) proporciona una interesante exposición de las ideas simbólicas/me-
ctecionales de White en retacón con sus ideas mas conocidas con respecto aJ evolucionismo social
materialista.
© tdiccnes Morara S L.
Poner la cultura an el centro 117
manpuia? directamente Con la ayuda del lenguaje pueden ocuparse de unas cosas
que no han porctotoo wquwra indirectamente y de otras que eran pane de la expe
riencia de generaciones anteriores Asi, la palabra añade otra dimensión al mundo de
loe humanos Los animales benen soto un mundo, el mundo de los objetos y las
situaciones Los humanos tienen un mundo doble
(1961. pág 35)
© f Uor«U S L
na Psicología cultural
llama a estos mundos imaginados artefactos terciarios. Afirma que estos artefac
tos de la imaginación pueden llegar a teñir nuestra manera de ver el mundo “real",
proporcionando una herramienta para cambiar la praxis actual. En el argot psi
cológico moderno, los modos de conducta adquiridos al interactuar con artefac
tos terciarios pueden transferirse más allá de sus contextos inmediatos de uso.
Wartofsky aplica su concepción de los artefactos terciarios a las obras de arte y
los procesos de percepción; yo quiero generalizar su concepción uniendo la
noción de artefacto, por una parte, a las nociones de esquemas y guiones y. por
otra, a las nociones de contexto, mediación y actividad encontradas en la psico
logía cognltiva contemporánea, la antropología y partes relacionadas de las cien
cias cognitivas.
Si se acepta esta caractenzación de los artefactos como lo esencial de la me
diación cultural de acuerdo con las propuestas de Wartofsky, un paso siguiente
es examinar de qué manera se mezclan los artefactos de las tres clases diferen
tes en el proceso de actividad humana conjunta. ¿En qué medida siguen un
modelo los artefactos que constituyen la cultura humana?
© Eoootm Mcmta. S L.
Poner la cultura en el centro 119
Espero que esté claro que existe una estrecha afinidad entre esta noción de
la cultura como mecanismo de control y la mediación de la acción por artefactos.
El uso de Geertz de la metáfora de Weber de las “redes de significación" evo
ca imágenes del bello diseño de una tela de araña, mientras que la metáfora de
la receta indica: que el diseño es bastante local y específico para ingredientes
particulares, las reglas para combinarlos y las circunstancias en las que se coci
nan. La diversidad y la uniformidad estaban en lucha en la definición de Geertz,
no menos que las interpretaciones internas frente a externas de la cultura.
Al responder a la propuesta de Kay de que la coherencia de la cultura puede
estar por entero en el ojo del observador extemo. Geertz buscó una nueva metá
fora para describir su sensación de que el médium cultural de los seres humanos
no está hecho de elementos y piezas desconectados ni es una configuración per
fecta: “Los elementos de la cultura no son como un montón de arena ni como la
tela de una araña. Es más parecido a un pulpo, una criatura bastante mal inte
grada: lo que pasa por un cerebro lo mantiene más o menos unido en un todo
desgarbado" (citado en Schweder, 1984, pág. 19).
El debate entre Geertz y Kay hace pensar en dos extremos que se deben evi
tar en las tentativas de los antropólogos para caracterizar el grado total de cohe
sión cultural: 1) la vida humana sería imposible si todo acontecimiento se expen-
mentara sui generis, como un ejemplo aislado, y 2) creer que una única
configuración uniforme de restricciones culturales es constitutiva de todos los
acontecimientos dentro de una cultura no es más útil. Por el contrario, es esencial
tener en cuenta el hecho de que la actividad humana implica elaboradas y cam
biantes divisiones del trabajo y la experiencia dentro de las culturas, de manera
que no se puede esperar que dos miembros de un grupo cultural hayan intenori-
zado las mismas partes de cualquier “todo” que se pueda afirmar que exista
(D Andrade, 1989; Schwartz, 1978, 1990).
Como consecuencia de estas dificultades, no es posible decir, en general,
cuánta coherencia cultural e integración existe entre los dos extremos de unicidad
y caos; para decir algo útil, es necesario especificar las fuentes de coherencia y
diseño como parte de las actividades en curso que el investigador quiere analizar.
En realidad, cuando se consideran simultáneamente las fuentes heterogéneas de
estructura en el médium cultural y el conocimiento necesariamente parcial de las
personas que lo utilizan, lo sorprendente es que los seres humanos sean capa
ces de coordinarse algo entre sí (un punto establecido hace muchas décadas por
Durkheim, 1912).
© Ediciones Morau S L
120 Psicología cultural
* Entre los miembros de este seminarlo se encontraban Aaron Ck.ouhel. Roy D'Andrade, deán
Manoler. George Mamdcer. Jay McCellanci, Bud Mehan y Donald Norman
© E£caon«s Morata S L
Poner la cultura en el centro 121
Una característica atractiva de la clase de teoría del esquema que mis cole
gas estaban desarrollando es que implica la especificidad de contexto del pensa
miento. Rumelmart estableció este punto en relación con el razonamiento adulto,
afirmando que mientras que los esquemas desempeñan un papel central en él,
“la mayor parte de nuestro razonamiento aparentemente no implica la aplicación
de destrezas de razonamiento generales. Más bien, parece que la mayor parte de
nuestra capacidad a este respecto está vinculada a esquemas particulares rela
cionados con cuerpos particulares de conocimiento" (1978, pág. 39). Jean Mand-
ler señaló una interpretación de esta idea que parecía describir tanto las diferen
cias culturales en pensamiento como las dificultades originadas por el uso de
tests psicológicos estandarizados en la investigación transcultural cuando co
mentó que la conducta diferirá en las situaciones a las que la persona está o no
habituada porque las "situaciones familiares son aquellas para las que ya se han
formado esquemas y en las que los procesos de arriba a abajo desempeñan un
mayor papel” (1980, pág. 27).
Roy D'Anorade (1984, 1990, 1995) ha generalizado la noción de esquemas
para obietos y acontecimientos para relacionar estos conceptos de la psicología
con los conceptos y los fenómenos de la antropología psicológica. D'Anorade
introdujo la idea de esquemas culturales, patrones de esquemas elementales
que componen el sistema de significado característico de cualquier grupo cul
tural. En términos de D’Andrade, ‘habitualmente estos esquemas representan
mundos simplificados, haciendo que la adecuación de los términos que se basan
en ellos dependa del grado en que estos esquemas encajan con los mundos rea
les de los objetos que se están categorizando. Dichos esquemas representan no
sólo el mundo de los objetos y los acontecimientos físicos, sino también mundos
más abstractos de interacción social, discurso e incluso significado de las pala
bras" (1990. pág. 93).
D’Anorade (1990, pág. 108) se refiere a los esquemas culturales compartidos
intersubjetivamente como modelos culturales. Los modelos culturales funcionan
para interpretar la experiencia y para guiar la acción en una gran variedad de
dominios, "incluidos los acontecimientos, las instituciones y los objetos físicos y
mentales". Una monografía compilada por Naomi Quinn y Dorothy Holland
(1987) contiene estudios que ilustran cómo utilizan los adultos modelos culturales
para razonar sobre los objetos (como los gatos), las instituciones sociales (como
el matrimonio) y las propiedades generales de los seres humanos (como el fun
cionamiento de la mente).
Una clase especialmente importante de esquema con vistas a basar una
teoría cultural-psicológica en las actividades cotidianas de las personas son los
esquemas de acontecimientos, denominados a menudo guiones (Schank y Abel-
son, 1977). Un guión es un esquema de acontecimientos que especifica las per
sonas que considera apropiadas para participar en una situación, los roles so
ciales que desempeñan, los objetos que utilizan y la secuencia de acciones y
relaciones causales que aplica.
Tanto Jerome Bruner (1990) como Katherine Nelson (1981.1986) basan su
análisis del desarrollo cognitivo en estas representaciones de acontecimientos.
Nelson se refiere a los guiones como ‘esquemas de acontecimientos generaliza
dos”. Los guiones, escribe, proporcionan "un nivel básico de representación de
conocimiento en una jerarquía de relaciones que se extiende hacia arriba por
© EdóonM Morsta. S. L
122 Pscotogra cultural
medio de planes para metas y temas" (1981. pág. 101). Nelson ilustra el desa
rrollo del pensamiento mediado por guiones utilizando los ejemplos siguientes, el
primero de un niño de 3 años y el segundo de uno casi de 5. que responden a una
petición de “háblame sobre ir a un restaurante". Ésta es la respuesta del niño de
3 años:
Vale Entonces primero vamos a restaurantes por la noche y nosotros, mm. noso
tros vamos y esperamos un rato, y entonces viene el camarero y nos da la cosita con
las cosas de cenar encima, y luego esperamos un poco, una media hora o uno9 mi
nutos o algo, y mm. entonces viene nuestra pizza o algo, y mm [Interrupción}... [El
adulto dice. ‘Asi que entonces llega la comida ."] Entonces la comemos, y mm. luego
cuando hemos terminado la ensalada que pedimos nos ponemos a comer nuestra piz
za cuando está servida, porque nos traen la ensalada antes de que la pizza esté
hecha. Entonces cuando hemos acabado con toda la pizza y toda nuestra ensalada,
pues nos vamos.
(Nelson. 1981. pág 103.)
© Edoowa Mcxata. S L
Poner la cultura en el centro 123
Esquemas y artefactos
Desde que hace algo más de una década la teoría de los esquemas co
menzó a alcanzar amplia aceptación entre los psicólogos cogmtivos y los an
tropólogos. los esquemas se han interpretado por lo general como estructuras
mentales que están en el interior del individuo. Considerados de esta manera,
los esquemas y los guiones encajan cómodamente con la noción interna de la
cultura como significados, que dejan de estar amarrados a su ejemplificación
material. Entendida bajo esta luz, la noción de esquema es incompatible con la
noción de mediación por artefactos que he Intentado desarrollar. La solución, por
supuesto, es decir que los guiones no son únicamente fenómenos de dentro-de-
la-cabeza, sino que. como todos los artefactos, participan a ambos lados de la
“línea de la pier.
Especialmente interesante es que F. C. Bartlett, cuyas ideas han inspirado
a varios teóricos modernos de los esquemas, proporcionara una interpretación
distinta de éstos cuando el término entró en la psicología en la década de los
veinte (Bartlett, 1932). Bartlett escribió sobre los esquemas como convencio
nes. prácticas sociales que estaban tanto dentro como fuera del individuo; los
esquemas son prácticas materializadas y estructuras mentales a la vez (Edwards
y Middleton, 1986). Obviamente, esta noción de esquema coincide bien con la de
mediación por artefactos que estoy proponiendo.
Avances recientes indican que algo similar al enfoque de Bartlett está
ganando favor en la antropología cognitiva. Por ejemplo. D'Andrade (1995), que
hace tiempo se adhirió al enfoque “interior” de la cultura, ha abogado reciente
mente por una definición de la cultura que recuerda absolutamente a la de E. B.
Tylor: la cultura es el contenido entero de la herencia de un grupo, incluidos
tanto sus esquemas y modelos culturales como sus artefactos materiales y sus
prácticas culturales. Sin embargo, los dos aspectos de la cultura permanecen
separados en el enfoque de D'Andrade. Éste postula dos clases de estructuras
cognitivas. los esquemas y los símbolos. Los esquemas son el lado ideal de
los artefactos como se han concebido aquí; son objetos mentales abstractos. Los
sirrtboios son cosas físicas: palabras, frases, imágenes y otras representaciones
materiales. Se considera que el significado del símbolo es el esquema que el pro
pio símbolo significa.
© Edoonot Momia. S L
124 Psicología cultural
4 Dorothy Holland y Jaan Valsmer (1988) señalan que la noción antropológica de "modelos cul
turales" es muy similar a la noción cuRural-histónca de mediador. Hollano y Vals^er utihzan el tér
mino “mecanismo modiaoonar y lo encuentran útil para limitar los mecanismos mediacionales a ‘acti
vidades circunscritas tangibles u objetos de dimensiones sensoriales" Yo pretiero pensar en los
modelos culturales como sistemas de artefactos para poner de relieve la doble matenaltdad-idealidad
tanto de los modelos como de los artefactos culturales con dimensiones sensoriales mas obvias
© EOoones Monta. S L.
Poner la cultura en el centro 125
7 Esta limitación de los guiones como mediadores apuntala el comentario de Milán Kundera:
'Dejamos la infancia sm saber lo que es la juventud, nos casamos s*n saber qué es casarse, y cuan
do entramos en la ancianidad, no sabemos hacia dónde nos dingimos: los anaanos son niftos ino
centes de su ancianidad. En ese sentido, el mundo del hombre es un planeta de inexperiencia*’ (1968.
pagina» 132-133).
© Edoones Morata. S L
126 Psicología cultural
cosa. Y el contexto de una cosa, al estar fuera o más allá de ella, sería algo que
ella no es" (1945, pág. 22). Enfrentado con estas complejidades que han derrota
do a tantos, no aspiraré a un tratamiento definitivo del contexto en este libro. Pero
sí a distinguir entre dos concepciones principales del contexto que dividen a los
científicos sociales y a acumular algunas herramientas conceptuales necesarias
para que actúen como heurísticos al guiar la investigación sobre la cultura y el
desarrollo.
Situaciones y contextos
Hace muchos años, John Dewey (1938) propuso una teoría relacional de los
procesos cognitivos en la que utilizó el término situación de un modo que condu
ce de forma natural a un debate del contexto: "Lo que se designa por la palabra
situación’ no es un único objeto, acontecimiento o conjunto de objetos y aconte
cimientos. Pues nunca experimentamos ni formamos juicios sobre los objetos y
los acontecimentos aislados, sino sólo en relación con un todo contextual. Esto
último es lo que se llama una ‘situación’" (pág. 66). Dewey continúa comentando
que es probable que los psicólogos traten las situaciones de una manera reduc
cionista: “Por la naturaleza misma del caso, el tratamiento psicológico [de la expe
riencia] toma un objeto o acontecimiento singular como matena de su análisis’
(página 67). Pero: “En la experiencia concreta, nunca existe un objeto o aconteci
miento singular aislado de esta índole; un objeto o acontecimiento es siempre
una parte, fase o aspecto especial de un mundo experimentado que lo rodea: una
situación" (pág. 67).
Aislar lo que se conoce de las circunstancias de la vida a menudo obstruye
fatalmente la comprensión de los procesos cognitivos. Este aislamiento (carac
terístico de los procedimientos experimentales en los estudios psicológicos de
la cognición), afirmó Dewey, es lo que da lugar a la ilusión de que nuestro cono
cimiento de cualquier objeto, “una naranja, una piedra, un objeto de oro u otra
cosa", sea un conocimiento del objeto aislado de la situación en la que se en
cuentra.
La equiparación que hace Dewey de la situación con un todo contextual pro
porciona una orientación relacional adecuada para el concepto de contexto, quizá
el término más prevalente utilizado para indicar las circunstancias de la conduc
ta. A pesar de los comentarios premonitorios de Dewey hace medio siglo, el aná
lisis psicológico del contexto ha caído con excesiva frecuencia en las dificultades
sobre las que él nos advirtió.
© Ediciones Monda. S L
Poner la cultura en el centro 127
Figura 5.2. Círculos concéntricos que representan la noción del contexto como “lo que
rodea", con un niño en su centro. El contexto aquí es el que rodea el rendimiento del
niño en una lecaón en el aula.
© Ediciones Norata, S U
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128 Psicología cultural
está en el centro", que era parte de una lección, que lo era de un aula, que lo era
de una escuela, que lo era de una comunidad (Colé. Ghiffin y LCHC, 1987).
El estudio del lenguaje es un dominio importante en el que se ha aplicado de
manera útil la esperanza y los problemas de la idea de "capas de contexto’ (Bate-
son, 1972: Jakobson y Halle. 1956). Una propiedad fundamental del lenguaje es
que sus niveles de organización se constituyen mutuamente; un fonema existe
como tal sólo en combinación con otros fonemas que componen una palabra. La
palabra es el contexto del fonema. Pero la palabra existe como tal —“tiene signifi
cado"— sólo en el contexto más grande de la emisión, que de nuevo “tiene signi
ficado’ sólo en una relación con una unidad grande de discurso. Gregory Bateson
resumió esta manera de pensar: “Esta jerarquía de contextos dentro de contextos
es universal para el aspecto comunicacional... de los fenómenos e impulsa al
científico a buscar siempre explicación en las unidades cada vez más grandes"
(1972, pág. 402).
Adviértase que en esta descripción no hay una ordenación simple, temporal.
“Aquello que rodea" ocurre antes, después y simultáneamente al “acto/acontecí-
miento". No podemos decir oraciones antes de decir palabras, ni palabras antes
de sintetizar fonemas de una manera apropiada; por el contrario, existe una inter
dependencia temporal compleja entre los niveles de contexto, lo que da pie a la
noción de que éstos se constituyen entre sí. Tomando nuestro ejemplo del inter
cambio profesor-niño, es sencillo ver estos acontecimientos como "causados" por
niveles más altos de contexto: un profesor imparte una lección, que es moldeada
por el aula de la que forma parte, que a su vez lo es por el tipo de escuela en la
que está, que a su vez lo es por la comunidad, etc.
Aunque los niveles más inclusivos de contexto pueden restringir los niveles
inferiores, no los causan en una manera no lineal. Para que se produzca el acon
tecimiento “una lección", los participantes deben implicarse activamente en un
proceso consensual de “toma de lecciones". Los profesores a menudo varían
considerablemente en la manera de interpretar las convenciones de la escuela, y
las comunidades escolares participan en la selección de la junta de educación.
Sin olvidar por un momento que las relaciones de poder entre los participantes
“en niveles diferentes del contexto’ a menudo son desiguales, al utilizar el enfo
que de contextos anidados, no es menos importante tener en cuenta el hecho de
que la creación de contextos es un proceso de dos caras que se lleva a cabo acti
vamente. (Véanse Duranti y Goodwin. 1992; Lave. 1993; y McDermott, 1993,
para críticas mordaces del contexto tratado como el contenedor de objetos y con
ductas.)
© Edioones Morola S. L
Poner la cultura en el centro 129
Les diré en lo que me gusta pensar a veces me gusta pensar en una cuerda. Las
fibras que la constituyen son discontinuas, cuando se las enrosca juntas, no se las
hace continuas, se hace continuo el hilo, aunque puede parecer en un hilo como si
cada una de esas partículas fueran de un extremo a otro, no ocurre así. Ése es esen
cialmente el modelo descriptivo... Sin duda, no estoy hablando del ambiente No estoy
hablando de dentro y fuera. Estoy hablando de las condiciones del sistema.
(Citado en McDermott. 1980. págs 14-15.)
• Ray McDermott (1993) proporciona una ilustración sorprendente de los cambiantes límites
entre obfelo y contexto que proporciona el acceso tenomenológico a un proceso que parece semi-
místico en los debates abstractos como éste McDermott utiliza una ilusión visual que se crea cam
biando ligeramente el marco de un patrón de lineas entrelazadas Aunque sabemos que en el patrón
no ha cambiado nada el que vemos ya no es el mismo perceptivamente
© Edtcioneji MorMx S l
130 Psicología cUtural
Actividad y práctica
Mientras que el contexto y la situación siguen apareciendo en los debates de
la cultura en la mente, en años recientes ha habido en su lugar un uso cada vez
mayor de los términos actividad y práctica. En parte, este cambio se ha derivado
de la insatisfacción con el concepto de contexto en la forma reducida de un
ambiente o causa (Lave, 1988; Zuckerman, 1993). En parte, se ha producido por
la disolución de ideas de la teoría social y cultural, que remontan sus raíces a Kart
Marx y a los debates post-marxistas sobre el albedrío humano y la determinación
social.
■ Bateson, que puede ser considerado un experto en el tema comenta la dificultad de pensar
reiactonalmente sobre el contexto “Permítaseme oeci' que no se como pensar de esa manera. Inte-
tectualmento. puedo levantarme aquí y efectuarles una exposición razonada de esta materia, pero si
estoy cortando un ártxol «ugo pensando George Bateson está cortando el árbol. Yo estoy cortando
un árbol. Yo’ es para rm un objeto excesivamente concreto, diferente deí resto de lo que he estado
Mamando mente. El paso para hacer rea'idad —para hacer habitúa*— la otra manera de pensar, de
forma que se piense asi naturalmente cuando se tiende la mano para tomar un vaso de agua o se cor
ta un árbol, no es sencillo* (1972. pág 4S2)
© EOoones Mcxata S L
Poner la cultura an el centro 131
© EOonnm Mwata S L
132 Psicología cultural
que supera dualismos como "individual frente a social", que re-crean explicacio
nes unilaterales del desarrollo. Giodens afirma (siguiendo a Marx) que la resolu
ción de estos dualismos se debe encontrar en el nivel de las prácticas: "La teoría
de la estructuración pone en lugar de cada uno de estos dualismos, como un úni
co paso conceptual, la noción central de dualidad de estructura. Por dualidad de
estructura me refiero a la recurstvidad esencial de la vida social, constituida en las
prácticas sociales: la estructura es tanto el médium como el resultado de la repro
ducción de las prácticas, y existe’ en los momentos generadores de esta consti
tución" (1979, pág. 5).
El antropólogo-sociólogo francés Pierre Bourdieu (1977) también trata de
cerrar el paso a nociones simplicadas del contexto como causa y procura superar
las teorías dualistas de tos procesos cognitivos y la vida social. Bourdieu advier
te contra las teorías que “tratan la práctica como una reacción mecánica, deter
minada directamente por las condiciones antecedentes” (pág. 73). Al mismo tiem
po. advierte contra “conceder libre voluntad y albedrío a las prácticas".
La noción de habitus. “un sistema de disposiciones duraderas transpombles
que. integrando experiencias anteriores, funciona en todo momento como una
matriz de percepciones, apreciaciones y acciones y hace posible el logro de tareas
infinitamente diversificadas" (pág. 82-83), es central en la estrategia de Bourdieu
para equilibrar estos dos extremos inaceptables. En el enfoque de Bourdieu, há
bitos es el producto de las condiciones materiales de existencia y el conjunto de
principios para generar y estructurar las prácticas. Se asume que el habitus,
como su nombre implica, cobra forma como un aspecto implícito de las expenen-
cias habituales de la vida. Constituye el conjunto de fondo (habitualmente) no
examinado de supuestos sobre el mundo. Es, comenta Bourdieu, “historia hecha
naturaleza" (pág. 78). “El habitus es la mediación umversalizadora que causa que
las prácticas de un agente individual, sin razón explícita o intento significador,
sean no obstante ‘sensibles’ y razonables ” (pág. 79).
integra al súbelo, al objeto y a los instrumentos (las herramientas materiales igual que
los signos y los símbolos) en un todo unificado.
Un sistema de actividad incorpora tanto el aspecto productivo orientado al objeto
como el aspecto comunicativo orientado a la persona de la conducta humana. La pro
ducción y la comunicación son inseparables (Rossi-Landi, 1983). En realidad, un sis
tema de actividad humano contiene siempre los subsistemas de producción, distribu
ción, intercambio y consumo
(Pág. 67.)
© EdooriM Morara S L
Poner la cultura en el centro 133
Figura 5.3. El triángulo medlacional básico expandido (según Engestróm, 1987) para
incluir a otras personas (la comunidad), reglas sociales (las reglas), y la división del
trabajo entre el sujeto y otros.
las reglas se refieren a las normas y convenciones explícitas que restringen las
acciones dentro del sistema de actividad; la división del trabajo se refiere a la divi
sión de las acciones orientadas a los objetos entre los miembros de la comuni
dad. Los diversos componentes de un sistema de actividad no existen aislados
los unos de los otros; por el contrario, se están construyendo, renovando y trans
formando constantemente como resultado y causa de la vida humana
En la teoría de la actividad, resumida en la Figura 5.3, los contextos son sis
temas de actividad. El subsistema asociado con las relaciones sujeto-mediador-
objeto existe como tal sólo en relación con los otros elementos del sistema. Este
enfoque del contexto es completamente relacional.
Jean Lave (1993) proporciona un sucinto resumen de varias cuestiones que
unen a los especialistas interesados en la teoría de la actividad y la práctica:
© Edciones Momia S L
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134 Psicología cultural
Existen afinidades importantes entre los diversos enfoques sobre una unidad
supraindivrdual de análisis asociada con las ideas de contexto, práctica, actividad,
etcétera, y los enfoques de los que se identifican como psicólogos ecológicos
(Altman y Rogoff, 1987). Estas afinidades se derivan de un punto de partida
común, la ecología de las actividades cotidianas humanas, y son evidentes en la
inclinación de los investigadores de ambos enfoques a realizar su investigación
en entornos sociales que se producen de manera natural, en lugar de realizar
la en laboratorios experimentales.
Estas afinidades pueden verse también en la aparición de la metáfora del
entrelazamiento en las obras de ambos grupos. El ejemplo siguiente se ha toma
do del trabajo de los psicólogos ecológico-evolutivos pioneros Roger Barker y
Herbert Wright. que intentaban caracterizar la relación del entorno ecológico con
los procesos psicológicos. Basándose en sus detallados registros de las activida
des de niños. Barker y Wright estaban impresionados porque la conducta de los
niños parecía estar sometida a un gran control por los ambientes que habitaban.
También advirtieron la amplia variedad de entornos conductuales diferentes en
los que los niños participan diariamente:
© EOckjtmm Momia. S L
Poner e cultura en el centro 135
Aunque sus vocabularios son algo diferentes, creo que se pueden atribuir los
mismos puntos de acuerdo a Dewey en sus exposiciones de la situación y a los
teóricos del contexto, como Bateson, que defendían firmemente la convicción de
que es esencial ver una “acción como parte del subsistema ecológico llamado
contexto, y no como el producto o efecto de lo que queda del contexto después de
que hayamos separado de él la pieza que queremos explicar" (1972, pág. 338).
William Wentworth (1980) reúne varios hilos de este debate. El contexto, es
cribe. es el “enlace unificador entre las categorías analíticas de los acontecimien
tos macrosociológicos y microsociológicos": “El contexto es el mundo hecho rea
lidad por medio de la interacción y el marco más inmediato de referencia para
actores mutuamente comprometidos. Se puede pensar en el contexto como en
un ruedo para la actividad humana delimitado por la situación y el tiempo. Es una
unidad de culturé (pág. 92).
Esta noción de contexto reconoce el poder de las instituciones sociales en
relación con los individuos y el potencial de éstos para cambiar los ambientes que
condicionan su vida. Por otra parte, los aspectos del nivel “macro" sirven como
restncciones/recursos al constituir el contexto (y. por tanto, la actividad local tien
de a reproducir las relaciones en la sociedad). Por otra parte, cada situación es
idiosincrásica en la mezcla de recursos/restricciones traídos a colación y por tan
to no existe una determinación estricta de las consecuencias de la acción que
resulta10.
” Los tactores familiaruados cor las leonas sociológicas contemporáneas de la acción recono
cerán fácilmente aquí una estrecha afinidad entre las ideas sobre medación derivadas de las obras
de la escuela cuttural-historica y Las de Anthony Gioocks (1984). Por efemplo. Gicoeks escobe
'Según la noción de <a dualidad de la estructura, las propiedades estructurales de los sistemas socia
les son tanto un médium como un resultado de las prácticas que esos sistemas organizan de un modo
recursrvo... No se debe identhear la estructura con la restricción, pero la estructura es siempre res
trictiva y facáltadoca a la vez" (pag 25).
© Edoonee Norata. S. L
136 Psicología cultural
© Ediciones Morato. S L
Poner la cultura en el centro 137
© Ediciones Mócala. S L
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CAPÍTULO VI
Las herramientas, la caza, el fuego, la vida social compleja, el habla, la marcha hu
mana y el cerebro evolucionaron juntos para producir el hombre antiguo del género Homo
Sherwood Washburn.
Precursores filogenéticos
Las reconstrucciones históricas del proceso de cambio están repletas de po
sibilidades de una falsa teleologíaEn el caso de los orígenes humanos, la esca
sez de los datos paleoantropológicos, junto con los altos niveles de inferencia que
’ Sigmund Freud resumió lúcidamente las limitaciones inherentes al análisis retrospectivo: “En
tanto que persegu<mos regresivamente la evolución, partiendo de su resultado final, vamos estable
ciendo un encadenamiento ininterrumpido y consideramos totalmente satisfactorio e incíuso completo
© Fdiciones Momia. S, L
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• historio cuthxai 139
Parece ahora.. que ei gran tamaño del cerebro de cierto# homínidos fue un desa
rroto relativamente tardío y que ei cerebro evolucionó debido a las nuevas presiones
de la selección después del brpedomo y consecutivo al ueo de herramientas El esti
lo do vida centrado en el uso de herramientas, la vida en el sudo y la caza croó el gran
cerebro humano, en lugar de que un hombre con un gran cerebro descubriera oertas
nuevas maneras de vxla La unicidad del hombre moderno se ve como ei resultado
de una vida técnica social que tnpbco el tamaño del cerebro, redujo el rostro y modi
ficó muchas estructuras del cuerpo
(Washourn y Howsu. 1960 pág 49.)
ei conocimiento adqumdo Pero si emprendemos el camino overeo, partiendo do las premisas des
cubiertas por el enShsie. e «tentamos perseguir su trayectoria hasta el resultado, desaparece nuestra
impresión de una concatenación necesaria e Imposible de establecer en otra forma Advertimos en
seguida que el resultado podía haber sido distinto...’ (1920/1974. pág 2 &56 de ia trad. casi).
© EdKionM MoraU S L.
140 Psicología cultural
2 Esto no quiere decir que el ausfratopifhocus no efectuara un uso simple de herramientas, del
tipo encontrado entre tos modernos chimpancés. La dificultad consiste en que sólo pudiera esperarse
que sobrevivieran actualmente las herramientas de piedra.
© Ediciones Morntt S L
FJogenia e htstona cultural 141
3 Algunos, como Donalo (1991). afirman que había también mito y ritual, pero en ausencia de
restos materiales, probablemente es mejor considerar esto una conjetura
© Edoones Morau S L
142 Psicología cultural
Arne Raeithel ofrece una teoría similar en tres etapas Subraya el proceso
de “co-mímesis", en el que un individuo imita a otro con una ligera variación, de
manera que el otro puede imitarle recíprocamente. Se hace hincapié en la co-
mímesis por su importancia en la evolución de la enseñanza, que propagó y esta
bilizó las innovaciones culturales en la sociedad, así como los nuevos modos de
aprendizaje. Parece necesano un mecanismo de esta clase para explicar cómo
se podían transmitir fiablemente de una generación a la siguiente complicados
procesos de fabricación de herramientas®. Raeithel relaciona esta forma de mí-
4 Los hombres de Neanderthal, que coexistieron con el homo sapiens. no tenían un aparato de
voz moderno anatómicamente, lo que lleva a la especulación de que las diferencias en las capacida
des de comunicación fueron cruciales para el desarrollo del homo sapiens y el estancamiento y falle
cimiento final de los hombres de Neanderthal (Ljeberman. 1991).
9 Está en litigio que las herramientas utilizadas por el homo erectos fueran lo bastante compli
cadas para requerir esta enseñanza Wynn (1968) sostiene que no ío eran, Donaid (1991) que sí.
citando estudios en que seres humanos modernos necesitan una gran cantidad de tiempo e instruc
ción para aprender a fabricar herramientas primitivas de piedra.
© Ediciones Morara S. L
Filogenia e historia cultural 143
mesis con lo que él llama comunicación dramática, en la que las propias expe
riencias se dramatizan de manera que los observadores replican esta experien
cia y se comprometen luego en su propia dramatización. Este proceso, propone,
estipula la recreación ritual y la elaboración de la experiencia compartida, crean
do una forma de memoria colectiva y la posibilidad de anticipación colectiva de
acontecimientos futuros.
Las explicaciones de Donald y Raeithel son diametralmente opuestas entre
sí en un aspecto. Donald comienza con las propiedades cognitivas de los indivi
duos y trata de determinar cómo influyen las variaciones en las capacidades indi
viduales en los cambios en la cultura y la vida social. (Escribe, por ejemplo, sobre
las “consecuencias sociales de la representación mimétíca'.) Raeithel (véase
también Dunbar, 1993) parte de propiedades del grupo social y trata de explicar
cómo surgieron la representación mimétíca y la co-mímesis como medio de repro
ducir el orden social.
Como dejan absolutamente claro los comentarios tanto sobre el trabajo de
Donald como sobre el de Raeithel (Behavioral and Brain Sciences, diciembre
de 1993; Mind. Culture, and Activity. invierno/primavera de 1994), estas recons
trucciones están sujetas a afirmaciones empíricas e interpretaciones contrapues
tas casi a cada paso. Sin embargo, tienen la virtud de integrar una gran parte de
lo que se conoce con lo que es plausible a la luz de las teorías actuales del len
guaje y el pensamiento. Para mis fines actuales, lo importante es que ambas
explicaciones asumen que, en el proceso de evolución humana, actúan recípro
camente en estrecha unión restricciones ecológicas, cambios en los artefactos y
también en la organización social.
Monos y humanos
Las diferentes líneas arguméntales sobre las transformaciones que produje
ron el homo sapiens moderno tienen sus réplicas en las distintas explicaciones de
las capacidades cognitivas, lingüisticas y de utilización de herramientas de los
primates contemporáneos. Aquí también, los debates sobre las cuestiones fac
tuales básicas y las interpretaciones cruciales son comunes y fundamentales.
Este debate se encuadra típicamente en términos de la unicidad humana. Los
psicólogos cultural-históricos rusos hicieron convincentes afirmaciones en favor
de una discontinuidad ordenada entre los seres humanos y otras especies. Por
ejemplo, L. S. Vygotsky escribió que “la cultura crea formas especiales de con
ducta, cambia el funcionamiento de la mente, construye nuevas historias en el
sistema en desarrollo de la conducta humana... En el curso del desarrollo históri
co. los seres humanos sociales cambian los modos y los medios de su conducta,
transforman sus premisas y funciones naturales, elaboran y crean nuevas formas
específicamente culturales de conducta" (1983, págs. 29-30).
La opinión contraria fue defendida por Charles Darwin. Aunque reconoció una
enorme separación entre las capacidades mentales de los otros animales y los
seres humanos, también negó la discontinuidad en los mecanismos subyacentes
a la conducta humana y animal. Darwin escribió que, incluso “sí comparamos la
mente de uno de los salvajes más inferiores, que no tiene palabras para expresar
un número por encima de cuatro, y que casi no utiliza ningún término abstracto
© Edroones Uorala S L
144 Psicología cultural
para los objetos comunes o para los afectos, con la del mono más organizado"
(1859, pág. 287), es preciso reconocer grandes diferencias cuantitativas entre las
especies. Sin embargo, Darwin puso en duda la existencia de diferencias cualita
tivas especificas de la especie en la naturaleza de la mente y los mecanismos de
cambio. Resumió su argumento en el siguiente pasaje famoso:
La gran drferencia mental entre el hombre y los animales superiores, desde luego
es de grado y no de clase... Si se mantuviera que ciertas facultades, como la autocon-
dencia. la abstracción, etc., son peculiares al hombre, es muy posible que sean resul
tados incidentales de otras facultades intelectuales muy avanzadas; y éstas de nuevo
son sobre todo el resultado del uso continuado de un lenguaje muy desarrollado.
(Pág 105.)
© EOoonos Morta. S L
Filogenia « historia cultural 145
© Etoona* Moral*. S l
146 Psicología cultural
neció sentada durante un rato mientras su hija (Nina) intentaba, sin éxito, abrir
algunas nueces, y luego se unió a su hija, que le dio la piedra utilizada como mar
tillo. Entonces, bajo la observación de la hija, la madre.
© Ed«»one>s Morata S. L
Filogenia e hólona cultural 147
mas para pedir cosas, comentar sus actividades, interpretar el significado de los
lextgramas utilizados por otros e incluso comprender palabras y frases de la len
gua inglesa hablada (Savage-Rumbaugh y cois., 1993).
l_a comprensión de Kanzi de una amplia variedad de oraciones inusuales era
comparable al rendimiento de un niño de 2 años. Por ejemplo, Kanzi respondió
correctamente a la petición “da de comer un poco de tomate a tu pelota". También
respondió de manera correcta a “dale la jeringuilla a Liz" [G/ve the shot to Liz] y
■pon una inyección a Liz" [G/ve Liz a sho(\, entregando la jeringuilla a Liz en el pri
mer caso y tocando con la jeringuilla el brazo de Liz en el segundo.
Las capacidades productivas de Kanzi eran también impresionantes, pero
menos que en el caso de la comprensión. La mayor parte de sus “emisiones"
(indicadas utilizando su tablero léxico) son palabras aisladas que están ínti
mamente relacionadas con sus acciones en curso y se utilizan muy a menudo
para hacer peticiones. Sin embargo, también usa emisiones de dos palabras en
muchas combinaciones diferentes y ocasionalmente hace observaciones no ins
trumentales. Por ejemplo, produjo la combinación “coche remolque" [car tráiler]
en una ocasión en que iba en el coche y quería (eso es lo que creyeron sus cui
dadores) que la llevaran al remolque en coche y no andando. Creaba frases como
“patio Austin" [playyard Austin] cuando quería visitar a un chimpancé llamado
Austin en el patio y “patata aceite" [potete o/7] cuando un investigador le ponía
aceite a él mientras comía una patata
Savage-Rumbaugh y sus colaboradores no afirman que Kanzi o cualquier pri
mate no humano sea capaz de utilizar lenguaje humano, uso de herramientas o
cultura desarrollados. Sin embargo, los datos respecto al uso de herramientas
y la cultura recogidos por otros investigadores, junto con sus propios datos sobre
comunicación simbólica, les llevan a concluir: “Ya no se puede defender racional
mente el lenguaje en sus dimensiones básicas como la característica que separa
a los seres humanos de los animales" (Rumbaugh, Savage-Rumbaugh y Sevcik,
1994. pág. 332).
Interpretaciones alternativas
A pesar de los datos que hemos presentado antes, se han planteado impor
tantes reservas, centrales para la cuestión del uso de herramientas, el lenguaje y
la cultura entre los primates no humanos, que se dirigen directamente a los inte
reses de los psicólogos cultural-históricos. Michael Tomasello y sus colaborado
res (Tomasello. 1990. 1994; Tomasello. Kruger y Ratner, 1993) han examinado
los datos de uso de herramientas y mediación cultural entre los chimpancés y han
concluido que, si queremos afirmar que los chimpancés “tienen cultura", debe ser
en un sentido diferente que nuestra atribución de cultura a los seres humanos.
Hay varias razones para su advertencia.
Aunque existe cierto uso elemental de herramientas por los chimpancés en
su hábitat natural (como quitar las hojas de una rama y luego emplearla para hur
gar en la busca de termitas), esta utilización es rudimentaria en comparación con
las normas humanas y su presencia es considerablemente menor en otras espe
cies relacionadas. En realidad, el uso de herramientas dirigido a objetos, que apa
rece pronto en el juego de los niños, es relativamente raro entre los primates en
© E-Xxmes Mócala. 8. L
148 Psicología cultural
de las generaciones depende por completo de que los individuos redescubran las
innovaciones de las generaciones anteriores, porque habitan el mismo nicho
ecológico. Por el contrario, los humanos se dedican a una instrucción deliberada
y son diestros en la imitación del proceso conductual subyacente en una gran
variedad de nichos.
Esta diversidad en el proceso explicaría una de las características principales
que todos los observadores reconocen que diferencia las culturas humanas de
sus posibles réplicas en primates no humanos: entre los seres humanos, la acumu
lación de artefactos con el paso de las generaciones es un sello de cultura, mien
tras que entre los primates no humanos las tradiciones sociales que implican
gestos y artefactos materiales se difunden pero no se acumulan, y continúan ocu
pando sólo una pequeña parte de la ecología social global del grupo.
Se han suscitado dudas similares respecto a la cuestión del lenguaje en los
primates no humanos. Greenfield y Savage-Rumbaugh (1990, pág. 572) declaran
que la capacidad para las reglas gramaticales revelada por un chimpancé pigmeo
“muestra la gramática como un área de continuidad evolutiva" porque las reglas
producidas y aprendidas por el animal son muy similares a las elaboradas por los
niños normales de 2 años. El problema es que no existe un acuerdo claro de que
estas emisiones de los niños humanos constituyan lenguaje humano. Greenfield
y Savage-Rumbaugh reconocen este punto, y proponen que estas emisiones se
consideren “protolenguaje" tanto en los chimpancés como en los humanos.
Bickerton (1990) insta también a que consideremos que estas emisiones son
un protolenguaje. no un lenguaje, pero extrae una conclusión completamente
diferente sobre la continuidad. Un protolenguaje. escribe, tiene sólo un número
limitado de temas sobre los que se pueda intercambiar información, mientras que
el lenguaje humano tiene un número infinito. Bickerton concluye que principios
fundamentalmente diferentes deben servir de base a los dos tipos de sistemas
comunicativos: “las diferencias entre el lenguaje y los sistemas más sofisticados
de comunicación animal que hemos conocido hasta ahora son cualitativas en
lugar de cuantitativas" (pág. 8).
Tomasello y sus colaboradores destacan un contraste adicional entre los hu
manos y los chimpancés respecto a una capacidad que es central para la comu
nicación humana y la acumulación cultural, la capacidad para dirigir la atención
de otro hacia un objeto. En el desarrollo humano normal, los niños comienzan a
dirigir la atención de los otros hacia objetos poco antes de cumplir el primer año
de edad. Se cree que la atención conjunta a los objetos (atención compartida),
que aparece poco después, es importante para la adquisición del lenguaje y para
el desarrollo de las teorías de la mente del niño (Bruner, 1983: Butterworth.
1991; Wellman, 1990). Tomasello. Kroger y Ratner (1993) proponen que sub
yace a estos avances la comprensión cada vez mejor de los niños de que las
otras personas son agentes intencionales cuya conducta se debe interpretar en
función de sus metas. Por esta razón Tomasello y sus colaboradores interpretan
el que los chimpancés criados por otros chimpancés no puedan imitar las con
ductas intencionales de los otros como síntomas de una diferencia importante
con respecto de los humanos.
Los estudios de campo de chimpancés y otros simios indican que estos ani
males no utilizan la acción de señalar como medio para captar la atención con
junta. lo que hace pensar en la ausencia de una apreciación de la intencionalidad.
© F.rtoorw* Moral*. S. L.
ISO Psicología cultural
Pero los chimpancés enculturados —como Tomasello llama a los criados y adies
trados por seres humanos— y otros simios (por ejemplo, orangutanes: Calí y
Tomasello. 1996) prestan atención conjuntamente con humanos y otros miem
bros enculturados de su misma especie.
En su reciente trabajo. Tomasello ha intentado centrar la atención sobre una
regularidad importante del patrón de resultados respecto al uso de herramientas,
la cultura, los procesos cognitívos y la comunicación entre los simios; casi todos
los ejemplos bien documentados de uso de herramientas complejo, enseñanza,
aprendizaje por imitación, señalamiento para atraer la atención hacia los objetos
y comunicación simbólica implican animales enculturados. Citando muchos estu
dios que muestran que son chimpancés enculturados los que despliegan capaci
dades similares a las humanas, Tomasello concluye: “Un ambiente sodal-cogni-
tivo de tipo humano es esencial para el desarrollo de destrezas social-cognrtivas
y de aprendizaje imitativo similares a las humanas... Más específicamente, para
que un aprendiz comprenda las intenciones de otro individuo, es necesario que
se le trate como un agente intencionar (1994. págs. 310-311). Según esta hipó
tesis. las destrezas de aprendizaje que los monos adquieren en libertad son sufi
cientes para establecer y mantener tradiciones de comportamiento de tipo limita
do. pero no para crear el tipo de transformación ambiental que es característico
de la cultura humana.
Aunque no menciona a Vygotsky en este contexto, la propuesta de Tomase
llo es el equivalente de una “zona de desarrollo próximo" entre las especies, en
la que el compañero menos capaz recibe apoyo en la conducta que no se ha
desarrollado lo suficiente para mantenerse independientemente. En estos térmi
nos, los chimpancés muestran los “brotes de desarrollo" que florecen hasta el
máximo sólo dentro de la cultura humana.
Sucesión temporal
Una concepción errónea de principios del siglo xx que los psicólogos cultural-
históricos rusos compartieron con sus colegas antropólogos en los Estados Uni
dos era que existe una sucesión temporal estricta: primero viene la filogenia, lue
go la historia cultural. Estos psicólogos resumieron su idea de cómo interactúan
los diferentes dominios evolutivos: “Un proceso de desarrollo prepara dialéctica
mente para el siguiente, transformándose y cambiándose en un nuevo tipo de
desarrollo. No pensamos que los tres procesos entren en una secuencia en linea
O Ediciones Moral*. S. L
FHogenia e fusiona cultural 151
recta. Creemos, en su lugar, que cada tipo superior de desarrollo comienza pre
cisamente en el punto en que el anterior llega a su fin, y sirve como continuación
suya en una dirección nueva" (Vygotsky y Luria, 1930/1993, pág. 38).
La primera oración en este pasaje parece una afirmación sencilla de la razo
nable idea de que la filogenia constituye el contexto para la historia cultural y ésta
forma el contexto próximo de la ontogenia. Cada vez que dos corrientes de la his
toria se juntan, se crea un contexto en el que surgen nuevos procesos, un nuevo
tipo de desarrollo. Es necesario conservar esta idea y elaborarla.
Pero, como James Wertsch (1985) ha señalado, la idea de que cada nivel
“superior comienza precisamente en el punto donde llega a su fin el anterior es un
problema real. Esta noción refleja una teoría de “punto critico" de los orígenes cul
turales del tipo propuesto por Alfred Kroeber (1917) cuando introdujo la idea de la
cultura como una realidad superorgánica independiente de la filogenia. Como se
ve en la Figura 6.1, Kroeber representa la historia cultural "despegando" de la filo
genia. Los datos antes presentados relativos a que la mediación por artefactos
hace su aparición en la linea homínida, millones de años antes que la aparición del
homo sapiens, van en contra de una teoría de punto critico y abogan por un pro
ceso de interacción dialéctica entre la historia filogenética y la cultural6.
• El gráfico en la Figura 6.1 se podría interpretar también como una representación de la afir
mación de Enqfi s: 'Las leyes eternas do la naturaleza so están conv»rtiendo cada vez en mayor medi
da en leyes de la tustoda*
© Ediciones Motafa S L
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152 Psicotogía cultural
El crecimiento del niño normal en la civilización usualmente implica una fusión con
los procesos de maduración orgánica. Ambos planos de desarrollo —el natural y el
cultural— coinciden y se mezclan entre sí. Las dos líneas de cambio se interpenetran
mutuamente y forman lo que. en esencia, es una única línea de formación sociobioló-
gica de la personalidad infantil. En la medida en que el desarrollo tiene lugar en el
médium cultural, se transforma en un proceso biológico condicionado históricamente.
(1930/1960, pág. 47.)
Con las manos humanas, la evolución al viejo estilo por adaptación del cuerpo
es obsoleta. Todos los animales anteriores habían estado sujetos a la evolución
autoplástica de su sustancia que los formaba, entregando su cuerpo a adaptaciones
experimentales en un juego genético ciego para la supervivencia. Las apuestas en
este juego eran altas: la vida o la muerte. La evolución del hombre, por otra parte, es
© Ediciones Vkxwta. S L
Filogenia e hislona cuflural 153
por experimentos aloplásticos con objetos fuera de su propio cuerpo y se refiere sólo
a los productos de sus manos, su cerebro y sus ojos, y no al cuerpo mismo.
(1954. pág 90.)
Un hecho clave sobre esta nueva forma de actividad mediada por el lengua-
je/la cultura es que acumula interacciones “con éxito’ con el ambiente anterior
extrasomáticamente. Por consiguiente, mientras que el cambio genético es ante
todo darwiniano (es decir, ocurre por selección natural que actúa sobre la varia
ción no dirigida), la evolución cultural es lamarckiana en el sentido de que los des
cubrimientos útiles de una generación pasan directamente a la siguiente (Gould,
1987). D. P Barash (1986) explica con más detalle este punto en una manera útil:
© Edición®# Moraia S L.
154 Psicología cultural
El sistema nervioso del hombre no le permite tan sólo adquinr cultura, exige posi
tivamente que lo haga para funcionar. La cultura, en lugar de actuar sólo para com
plementar. desarrollar y extender capacidades basadas orgánicamente y anteriores
lógica y genéticamente a ellas, parece ser un ingrediente de esas mismas capacida
des. Es probable que un ser humano sin cultura resultara ser no un mono dotado de
aptitudes intrínsecas, aunque no realizadas, sino una monstruosidad carente por
completo de mente y, en consecuencia, irrealizable.
(Pág 68.)
Figura 6.2. Enfoque de Clrtford Geertz de las relaciones filogenia-cultura, que asume
una interacción constante durante la filogenia humana
© Ediciones Mcxata. S L
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Filogenia e historia cultural 155
© Ediciones Mora». S L
IM Psicología cultural
' Lo* rusos también utilizaron a Thuawtau) como una autoridad para argumentar contra las
eiplicacionee biotógica» de las variaciones culturales y abogar por la toes de que las funciones psi
cológica» elementales son comunes a toda la humanidad debido a su herencia filogenetica común.
© Edición»» Mor*1*. S L
Filogenia e fusiona cultural 157
te... En nuestra vida diaria, nuestro pensamiento tiene lugar con frecuencia en
pseudoconceptos" (pág. 155).
Durante el período en que los psicólogos culturales-históricos estaban publi
cando estas opiniones, una campaña de colectivización masiva estaba transfor
mando la vida de los pueblos campesinos en toda la URSS. En las Repúblicas
Soviéticas de Asia Central, los psicólogos culturales-históricos vieron un gran
experimento natural. La combinación de colectivización (que alteró radicalmente
las formas de actividad económica y de organización social) y expansión de la
educación formal (que se suponía que iba a producir una transformación de
la mente) auguraban una manera de estudiar la acción recíproca entre el desa
rrollo cultural e individual en una única comunidad durante un breve período de
tiempo.
En 1929. se envió una expedición a distintos puntos de Sibeña al norte del
lago Baikal para observar las actividades diarias de los niños e intentar evaluar su
desarrollo mental utilizando, entre otras cosas, el test de Stanford-Binet (para un
resumen excelente, véase Valswer, 1967). Las principales lecciones extraídas
de este trabajo fueron la necesidad de estudiar la vida cotidiana de los niños, para
descubrir las áreas en las que su conocimiento es denso, y un rechazo absoluto
al uso de los tests de inteligencia en las culturas sin lectura ni escritura. No sólo
los tests estandarizados en París produjeron resultados que caían en el rango del
retraso mental, sino que estaba claro que los niños examinados en remotas aldeas
siberianas resolvían los problemas mediante procesos diferentes a los utilizados
en las ciudades europeas.
Estas incursiones iniciales se profundizaron en un ambicioso programa de
investigación transcultural encabezado por A. R. Luria, que viajó con equipos de
psicólogos a Asia Central en los veranos de 1931 y 1932 (véase Luria. 1976). Al
anunciar sus planes en la revista estadounidense Science. Luria declaró que el
propósito de la expedición era registrar los cambios en el pensamiento y otros
procesos psicológicos producidos por “la introducción de formas superiores y
más complejas de vida económica y la elevación del nivel cultural general" (1931,
página 383).
Su conclusión, cuando este trabajo estuvo finalizado en 1932. fue que la intro
ducción de la escolarización y los nuevos modos de vida socioeconómica (los dos
estaban entremezclados en su muestra) ocasiona un cambio cualitativo en el pro
ceso de percepción, categorizadón, razonamiento, imaginación y autoanálisis.
En los experimentos en cada una de estas categorías psicológicas tradicionales,
Luria encontró que los campesinos con mayor nivel educativo/modernización
producían formas de razonamiento más analíticas, autoconscientes y abstractas.
Cuando redactó este trabajo a principios de la década de los setenta. Luria
conocía la investigación transcultural posterior hasta mediados de 1960. que no
le motivó a cambiar sus ideas8. Luria resumió de este modo la diferencia entre
los grupos tradicionales que él había estudiado y los grupos atrapados en la red
de la escolarización y las nuevas formas de actividad económica:
* Pasé el verano de 1966 en Moscú examinando los materiales de Asia Central y preparando el
trabajo que se convirtió en The Cultural Contaxt of Laaming and Thtnlung (1971). Llevé conmigo las
publicaciones disponibles más recientes del momento.
© Eocxxwra Morsta S L
158 Psicología cultural
© EftoonM Morata. S L
Filogenia e historia cultural 159
© Ediciones Mareta S. L
160 Psicología cultural
© Ettoon» Momia S L
Filogenia e histona cultural 161
Wertsch señala que este enfoque tiene una gran afinidad con la idea de
William James de la relación de los modos de pensamiento con las formas de acti
vidad. James (1916) se refirió a tres clases de pensamiento que llamó senbdo
común, ciencia y filosofía critica. Afirmó que aunque estos tipos surgían en una
secuencia histórica, es inadecuado considerar mejor a uno que a otro. Todo pen
samiento es instrumental. Por tanto, la cuestión de qué tipo de pensamiento es
mejor depende crucialmente de la esfera de actividad dentro de la que se produce.
Relativismo condicional
En esta exposición, me remito a puntos establecidos en capítulos anteriores.
En la medida en que hay diferencias en las clases de problemas reconocidos
y materializados en las prácticas culturales de diferentes sociedades, se debe
adoptar lógicamente la posición del relativismo cultural: ninguna noción universal
de una única característica psicológica general llamada "nivel de pensamiento", o
algún sustituto, es universalmente apropiada.
Sin embargo, esta posición relativista radical no representa la totalidad de la
posición del tipo de teoría cultural-histórica basada en la actividad que mis co
laboradores y yo hemos desarrollado, porque olvida considerar el hecho de que
los grupos culturales interactúan. Cuando los grupos interactúan, generalmente
están en competición por los recursos. Esa competición ha sido a veces amisto
sa. pero más a menudo la capacidad de un grupo para dominar al otro ha sido
crucial para modelar la naturaleza de las actividades cutturaímente organizadas
posteriores en ambos grupos, y particularmente entre los dominados.
Los recursos clave en estas luchas han sido herramientas elaboradas cultu
ralmente (que van desde el arco y la flecha hasta los misiles balísticos interconti
nentales y desde los sistemas rudimentarios de llevar registros hasta los ordena
dores digitales). En siglos recientes, ha sido tentador asumir que el dominio de
esas tecnologías asociadas con “el mundo moderno" proporciona un índice de
hasta qué punto los usuarios de esas tecnologías se han desarrollado más que
otros en el problema común de mantener la vida en el planeta tierra. Con respec
to a ese problema, la superioridad de las sociedades industrializadas modernas
se debe considerar con profunda sospecha.
La proposición general es así:
© Edoones Morata, S L
«62 Psicología cultural
© Edictonea Moiata. S L
@ CAPÍTULO Vil
A medida que los niftos interactúan con otros, las actividades intermentales, en
particular el diálogo, se hacen intramentales De esta manera, el funcionamiento men-
© Eotaont» Momia, S L.
Copyrighted al
164 Psicología cultural
© EOoorm Monta. S. L
Un enfoque cultural para la ontogenia 165
* los casos opuestos también son posibles, como cuando una mutación produce una transfor
mación rápida en el camino ontogenético (normalmente con consecuencias desastrosas), o cuando
el advenimiento de una nueva tecnología, o la declaración de una guerra, transforma el proceso de
cambto ontogenético
© Edoones Moraia. S. L
166 Psicología cultura»
© EdKKXWf Mora» S. L
Un enfoque cuitara) para la ontogenia 167
1 Adviértase que este ejemplo implica influencias culturales en el desarrollo prenatal Estas
influencias consisten ambas en las maneras en que las prácticas culturales moldean la ingestión de
diversos agentes botóneos por la madre (Mead y Newtcn, 1967) y en la exposición al lenguaje en
diversas formas (Memler y oots., 1966; de Casper y Spence. 1986. para un resumen, veese Colé y
Colé. 1993. cap. 3).
© EOcohm Morara. S L
168 Psicología cultural
mente. Las cosas que dicen se derivan, en parte, de rasgos determinados filo-
genéticamente (las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres) y, en parte,
de rasgos culturales que han encontrado en su propia vida (incluido lo que saben
que es típico de los niños y las niñas). Un comentario característico sobre una
niña recién nacida podría ser “¡Las preocupaciones que me hará pasar cuando
tenga 18 años!" o “No puede jugar al rugby”. Dejando aparte nuestra reacción
negativa al sexismo en estos comentarios, vemos que los adultos interpretan las
características filogenéticas-biológicas del niño en función de su propia experien
cia anterior (cultural). En la experiencia de los hombres y mujeres ingleses que
vivieron en la década de los cincuenta, se podía considerar “cosa sabida’ que las
niñas no juegan al rugby y que cuando entran en la adolescencia serán objeto de
la atención sexual de los chicos, que las pondrá en diversas clases de peligro. Uti
lizando esta información derivada de su pasado cultural, y asumiendo la continui
dad cultural (que el mundo será en gran medida para su hija como lo ha sido para
ellos), los padres proyectan un futuro probable para el niño. Este proceso se
representa en la Figura 7.1, siguiendo las flechas (1) de la madre a su pasado cul
tural (recordado) (2), al futuro cultural (imaginado) del bebé y (3) de vuelta al tra
tamiento presente del bebé por el adulto.
Dos rasgos de este sistema de transformaciones son esenciales para com
prender la contribución de la cultura en la constitución del desarrollo. En primer
lugar, e indudablemente, vemos un ejemplo de prolepsis. Los padres representan
el futuro en el presente. En segundo lugar, aunque de manera menos obvia, el
recuerdo de los padres (puramente idea/) de su pasado y la imaginación del futu
ro de su hijo se convierten en una restricción materializada fundamental sobre las
experiencias vitales del niño en el presente. Este proceso abstracto no lineal de
transformación es k) que da lugar al conocido fenómeno de que, incluso adultos
que ignoran de plano el género real de un recién nacido, tratarán al bebé de ma
nera completamente distinta según su “género” simbólico/cultural. Por ejemplo,
mueven vigorosamente a los niños que llevan pañales azules y les atribuyen vir
tudes “varoniles”, mientras que a los bebés que llevan pañales rosas los tratan
con delicadeza y les atribuyen belleza y un temperamento dulce (Rubín. Proveza-
no y Luria, 1974). En otras palabras, los adultos crean literalmente diferentes for
mas materiales de interacción basadas en concepciones del mundo proporciona
das por su experiencia cultural
Adviértanse las diferencias de esta situación con la que se materializa en el
enfoque de la teoría del aprendizaje del desarrollo. Los adultos no construyen y
modifican poco a poco el repertorio de conducta existente del niño. Para ellos, el
bebé es un ser cultural y en esos términos lo tratan.
El ejemplo de MacFarlane demuestra también una distinción importante
entre lo social y lo cultural, los cuales a menudo se combina en teorías del desa
rrollo basadas en dicotomías como ambiente frente a organismo o naturaleza
frente a educación. “Cultura” en este caso se refiere a las formas recordadas de
actividad consideradas apropiadas, mientras que “social” se refiere a las perso
nas cuya conducta se ajusta al patrón cultural dado y lo pone en práctica. Este
ejemplo motiva la atención especial que los psicólogos culturales-históricos dedi
can a los orígenes sociales de las funciones psicológicas superiores (Colé, 1988;
Rogoff, 1990; Valsiner, 1987; Vygotsky, 1981; Wertsch. 1985). Los seres hu
manos son sociales en un sentido que es diferente de la sociabilidad de otras es-
© Edición®» Morola 6. L
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170 Psicología cultural
sar en el futuro de sus hijos, estos padres están asumiendo que el modo en que
han sido siempre las cosas es como serán siempre. Este supuesto de estabilidad
recuerda la expresiva imagen de White de que, en la dimensión temporal, la men
te constituida culturalmente es “un continuo que se extiende hasta el infinito en
ambas direcciones" (1942. pág. 120). De esta manera, el médium de cultura per
mite a las personas 'proyectar" el pasado en el futuro, creando de este modo un
marco Interpretativo estable que luego se lee de nuevo en el presente como uno
de los elementos importantes de continuidad psicológica.
La creencia de la estabilidad cultural es errónea, por supuesto, cuando hay con
diciones de cambio cultural después del nacimiento del niño. La invención de nuevas
maneras para explotar la energía o nuevos medios de representación, o cambios
simples en las costumbres, puede perturbar lo suficiente el orden cultural existente
para ser una fuente de discontinuidad evolutiva significativa. Por dar un solo ejemplo,
en la década de los cincuenta, los padres estadounidenses que asumieron que su
hija no seria una futbolista a los 16 años probablemente tuvieron razón, pero en los
noventa, la mayoría de las chicas de la ciudad en que vivo juegan al fútbol3.
No conozco registros equivalentes a los de MacFarlane procedentes de otras
culturas, pero un interesante relato de las costumbres en torno al nacimiento
entre los zinacantecos del sur y centro de México parece mostrar los mismos pro
cesos en funcionamiento. En su resumen de la investigación evolutiva entre los
zinacantecos, Greenfield, Brazelton y Childs (1989) comunican el relato que
hace un hombre del nacimiento de su hijo, en el que le daban “tres chiles para
que los sostuviera de manera que... supiera comprarlo cuando creciera. Le daban
una podadera, una pala, un hacha y una (tira de) palma de manera que aprendie
ra a tejer palma” (pág. 177). Las niñas reciben un conjunto equivalente de objetos
asociados con la posición femenina adulta. La orientación futura del tratamiento
diferencial de los bebés no está presente sólo en el ritual; se codifica en un dicho
de los zinacantecos: “En el recién nacido está el futuro de nuestro mundo"
Aunque no continúo tratando la cuestión aquí, considero que la prolepsis es un
rasgo ubicuo del pensamiento mediado culturalmente. En otro lugar (Colé. 1992)
presento ejemplos de prolepsis en edades posteriores de la infancia y la niñez. Los
Capítulos VIII y IX de este libro incluyen una exposición adicional de la prolepsis4.
’ Además, como ponen de relieve tos psicólogos evolutivos del ciclo vHal. los acontecimientos
historíeos únicos (como una guerra o una depresión económica) pueden provocar una gran disconti
nuidad en el desarrollo (Baltes. Featkrman y Lehneh. 1990).
4 Véase Harkness y Super (1995) para las voluminosas y cada voz mas numerosas pubfccacio-
nes sobre las consecuencias evolutivas do las creencias do tos padres para el desarrollo de los niños
y el enorme número de formaciones culturales que resultan.
© Eooones Morara S L
Un enfoque cultural para la ontogenia 171
modar al recién llegado mientras éste obtiene alimento, cuidado y calor suficien
tes para continuar desarrollándose. Los adultos deben hacer sitio al niño, a una
boca más que alimentar. Éste debe llenar el espacio “ganándose la bienvenida".
A lo largo de los años se han propuesto muchas maneras de conceptualizar la
unidad efectiva de análisis que relaciona a los niños con su ambiente sociocul-
tural y el proceso de cambio evolutivo.
Charles Super y Sara Harkness (1972, 1986), elaborando la tradición de la
teoría eco-cultural propuesta por J. W. M. Whfdng (1977), se refieren al “nicho
evolutivo" del niño dentro de las prácticas cotidianas de la comunidad. Estos auto
res conciben el nicho evolutivo como un sistema compuesto de los entornos físi
co y social dentro de los que viven los niños, las costumbres de su cuidado re
guladas culturalmente y las teorías de los padres sobre los niños.
Mis colaboradores y yo identificamos las prácticas culturales como las unida
des próximas de experiencia de los niños (LCHC, 1983). Definimos las prácticas
culturales como aquellas actividades para las cuales hay expectativas normativas
de acciones repetidas o habituales. Dentro de estas prácticas, todos los objetos
son objetos sociales, se constituyen socialmente Las prácticas culturales son
funcional y estructuralmente similares a lo que Super y Harkness califican de
nichos evolutivos, y lo que otros califican de contextos o actividades (véase el
Capítulo V).
Jaan Valsiner (1987) distingue los nichos con respecto al papel de la partici
pación adulta de un modo que complementa las posiciones esbozadas basta
ahora. El nivel más profundo del nicho evolutivo se llama zona de movimiento
libre (ZML); este nivel estructura el acceso del niño a distintas partes del ambien
te, la exposición a objetos y acontecimientos diferentes, y las maneras de actuar.
Dentro de la ZML, los adultos promueven las acciones de los niños de diversas
maneras, creando la zona de promoción de la acción (ZPA). Según este esque
ma, la idea de Vygotsky de la zona de desarrollo próximo (ZDP) se trata como
una ZPA emparejada con el presente estado evolutivo del niño de forma que guia
su desarrollo posterior. Cada manera de estructurar las interacciones proporcio
na restricciones esenciales que permiten el desarrollo.
Es preciso resaltar un rasgo importante de todos estos enfoques: mientras
que los adultos pueden iniciar la creación de nichos evolutivos y, en virtud de su
poder, proporcionar restricciones a la organización de la conducta dentro de ellos,
los acontecimientos que ocurren dentro de las actividades organizadas cultural
mente son realizaciones conjuntas. Tanto el niño como el ambiente sociocultural
son agentes activos en el proceso evolutivo.
Barbara Rogoff expresa la advertencia con bastante claridad: “Incluso cuan
do centramos la atención sobre los roles del individuo y el medio social por sepa
rado, estos roles se definen en términos que se tienen en cuenta el uno al otro"
(1990, pág. 28).
Se pueden extraer citas que ponen de relieve este punto de cualquiera de los
autores antes mencionados, pero el trabajo de Sue Savage-Rumbaugh aporta un
excelente resumen sobre el desarrollo del lenguaje en los chimpancés, expuesto
en el Capítulo VI. Una parte central de la estrategia de Savage-Rumbaugh de in
ducción del lenguaje (se trate de chimpancés o de niños) es fijarse en lo que ella
y sus colaboradores califican de ‘rutinas interindividuales", definidas como “un
conjunto de interacciones interindividuales secuenciado de forma más o menos
© Ediciones XAxala S L
172 Psicología ctítural
© Ediciones Morata, S. L
Un enfoque cultural para la ontogenia 173
una media de 340 días al año (Tronic* y cois., 1994). Los recién nacidos que
chua pasan casi todo el tiempo en una especie de morral, formado al menos por
cuatro capas de tela, la más externa de las cuales es una manta de lana rec
tangular colocada dentro de una tela sustentadora. Las mantas se doblan para
mantener al niño a cubierto del exterior, de manera que ninguna parte de su
cuerpo esté expuesta excepto cuando se le cambia. El ambiente dentro del
morral es más cálido, más húmedo y más estable que las condiciones externas.
Tronic* y sus colaboradores proponen que este ambiente ayuda al bebé a con
servar la energía, reduciendo el número de calorías necesarias para el creci
miento en un medio pobre en recursos nutritivos. A medida que los niños se
hacen mayores y más fuertes, las envolturas se van soltando y la exposición al
ambiente aumenta.
Se puede hacer resaltar el modo en que están diseñadas las prácticas de
crianza infantil reguladas culturalmente para coordinar las interacciones bebé-
cuidador se puede hacer resaltar contrastando cómo organizan los padres esta
dounidenses urbanos y los kenianos rurales (kipsigi) los patrones de sueño de
sus hijos (Super y Har*ness, 1972). Entre los niños en los Estados Unidos, exis
te un notable cambio hacia el ciclo adulto día/noche unas pocas semanas des
pués del nacimiento; al final de la segunda semana, duermen una media de 816
horas entre las 7 PM y las 7 AM Entre los 4 y los 8 meses, el episodio más largo
de sueño aumenta de unas cuatro horas por noche a alrededor de ocho. Las pre
siones para dormir durante la noche no son difíciles de identificar. Los estadouni
denses de las ciudades viven con arreglo a la hora que marca el reloj. Una gran
proporción de madres y padres deben salir de casa a una hora determinada para
acudir al trabajo, y a esa hora el niño debe estar preparado. Como consecuencia
de la necesidad de sueño del niño, la obligación de los adultos de ir a trabajar, y
el deseo de éstos de tener algo de tiempo de ocio mientras el niño está dormido,
es probable que los estadounidenses adultos hagan grandes esfuerzos para que
el niño coma y duerma cuando es conveniente para ellos.
El curso de adopción de un horario es muy diferente para los niños kipsigi.
Por la noche duermen con su madre, y se les permite mamar cuando io piden.
Durante el día. permanecen atados a su espalda, y la acompañan durante sus
recorridos agrícolas diarios, las tareas de la casa y las actividades sociales.
Duermen muchos ratos mientras la madre realiza su trabajo. Cuando han cum
plido un mes. el periodo más largo de sueño comunicado para los niños kipsigi
es de tres horas; y la duración de este episodio varía poco durante los 8 prime
ros meses. Los niños kipsigi aumentan gradualmente la duración de sus perio
dos de sueño a medida que sus formas de participación en las actividades
comunitarias se amplían. Como adultos, serán más flexibles en sus patrones de
sueño que los adultos estadounidenses5.
3 El horario bastante rígido impuesto por la vida industrializada moderna puede estar (orzando
tos límites de lo que un cerebro humano inmaduro puede aguantar; aunque la duración del periodo
más largo do sueno puede ser un buen indicador de la madurez tísica, (orzar esos limites puede ser
una fuente de estrés con consecuencias negativas para los niños que no pueden estar a la altura de
las expectativas de bus padres (*onner y Super. 1987).
© Edieionw Metala. S. L.
174 Psicología cultural
Cuando el adulto intentó tomar la anilla, la niña la agarró con firmeza y apartó la
mirada Cuando el adulto la retiró por la fuerza de sus manos, la niña se le quedó
mirando con indignación fijamente y luego, con sus ojos clavados en él. descompuso
su cara en un puchero. El adulto exclamó inmediatamente, “¡Oh, no llores, te lo devol-
© Edoonea Moráis, S L
Un enfoque cUtural para la ontogenia 175
veré!" y ofreció la anilla a la niña, que para entonces estaba chillando... El adulto
intentó lugar al toma y daca cuatro veces más, pero cada vez que tomaba la anilla y
se la entregaba a la pequeña, ésta se volvía o miraba hacia abajo. aparentemente dis
gustada. pero la agarraba finalmente cuando entraba en contacto con su mano. Por
último, la niña apartó de la anilla la mano del adulto, y éste la dejó en sus manos
(1990, págs. 91-92.)
Sus ojos miraban a los de su madre, y madre e hijo quedaron inmóviles durante
un instante El niño no volvió a succionar y la madre mantuvo su leve expresión de
anticipación. Este instante de silencio y de casi inmovilidad persistió hasta que la
madre lo rompió diciendo ‘¡ehl*. abriendo simultáneamente más sus ojos, elevando
más sus cejas y moviendo su cabeza hacia la del niño. Casi al mismo tiempo, éste
abrió más sus ojos. Levantó la cabeza y al ensancharse su sonrisa, la tetina cayó de su
boca. La madre exclamó entonces “¡vamos!..., ¡vamos!, ¡vamos!de modo que
su voz se hizo aguda y sus '¡vamos!’ se hicieron más prolongados y más acentuados
a cada repetición sucesiva A cada una de estas voces, el bebé expresaba mayor pla
cer y su cuerpo resonaba casi como un globo que se va hinchando de aire, llenándo
se un poco más a cada respiración.
(Stern, 1978, pág 16 de la trad cast.)
© Ediciones Mótala. S. L
Un enfoque cultural para la ontogenia 177
mer esquema "sirve como un medio, mientras que el segundo asigna un fin a la
acción" (Piaget, 1952, pág. 55).
Una serie de cambios conductuales que convergen en los meses en torno al
primer cumpleaños del niño inician un nivel totalmente nuevo de capacidad para
establecer acciones mediante objetos y con otras personas. Un ejemplo de esto
es el hecho de señalar como medio de captar la atención del cuidador. A la edad
de 1 año más o menos, los bebés comienzan a señalar los objetos (Bruner,
1983; Franco y Butterworth. 1991). Cuando los niños de 12 meses ven pasar
un coche de juguete movido por control remoto, primero lo señalan y luego miran
para ver cómo reacciona su madre a él (referencia social).
© Ediciones Morat», S. L
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Un enfoque cultural para la ontogenia 179
Si examinamos realmente los detalles del desarrollo (de una estructura lingüistica
particular]... esperaría encontrar exactamente lo mismo en el estudio de cualquier
órgano tísico. El modo en que se desarrolla un órgano va a depender de lodo tipo de
factores en el ambiente, pero pienso que lo que nosotros esperaríamos encontrar, y
que hallamos una y otra vez. es que las propiedades organizadoras fundamentales,
los rasgos generales, simplemente no están libres, sino que. por el contrario, son fijas.
(1900, pág. 176.)
En el curso del debate, Jerry Fodor aplicó la lógica de la teoría del lenguaje
de Chomsky al desarrollo cognitivo en general, un argumento al que proporcionó
un extenso tratamiento en su libro The Modularity of Mind (1983). Simplificando
mucho. Fodor afirmó que:
7 En la ultima década ha nacido diversos intentos para relacionar los módulos con mecanismos
específicos del sistema nervioso central (Edelman. 1992) y con vanas formas de inteligencia (Garó-
ner. 1983)
© Edocnes Mócate. S L
180 Psicología cultural
© Ectoonns Morara. S L
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182 Psicología cuflural
* Otro dato sobre las circunsianoas necesarias para el desarrollo del lenguaie viene de los
casos en que adultos de dos grupos lingüísticos mteractúan por medio de una lengua franca, y sus
hijos, que sólo oyen esta lengua, que carece de muchos rasgos de las lenguas normales, crean y
hablan un cnollo, que tiene tos rasgos básicos de un lenguaje normal (Bckerton, 1990».
© Ediciones Morau S. L
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184 Psicología cultural
“Mara heici. Chhu na! Chhu naf es lo que una madre oriya explica los días de su
menstruación cuando su hijo pequeño se aproxima a su regazo. Significa: "Estoy con-
© EdcwnM MonMa S L
Un enfoque cultural para la ontogenia 165
© Eoooob* MtxaU, S. L
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188 Psicología cultural
© Edlctone» Uofirta. S L
Un enfoque cultural para la onlogenia 189
Secuencia de acontecimientos 1 + 1 = 1 ó 2
Entonces se produce
o bien el resultado posible o bien el imposible
-“i
Los detalles de esta polémica no son importantes aquí, pero los datos de
capacidades de enumeración muy tempranas son pertinentes porque este siste
ma proporciona la estructura primitiva inicial similar a un módulo sobre la que se
puede construir un sistema cultural más elaborado de matemáticas. La pregunta
se convierte entonces en: ¿bajo qué condiciones las capacidades primitivas del
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190 Psicología cultural
© Ettewnes Morata S L.
Un entoque cultural para la ontogenia 191
© Ediciones Mcraia S L
192 Psicología cultural
Barbara Rogo f establece el mismo punto: Xa biología y la cultura no son influencias distin
tas. sino aspectos inseparables de un sistema dentro del cual se desarrollan los individuos (1990.
página 28)
© Ediciones Mótala S. L
Un enloque cultural para la ontogenia 193
PC
Contextos
culturales
Módulos
PC
«— Módulos
PC
# Contextos
culturales
♦— Módulos
Figura 7.3. (Superior izquierda) Una representación esquemática del punto de vista de la
modularidad propuesto por Fooor (1983). (Superior derecha) Intervención de las res
tricciones originadas en el contexto cultural entre la entrada y el procesador central
(PC), como proponen Gelman y Greeno (1989). (Infenor) Un intento preliminar de
representar el entrelazamiento de las restricciones modulares y contextúales que me
ga prioridad temporal a cualquiera de las dos y que estipula “filtraciones" entre módu
los en el tiempo microgenético.
© E<*oono» MoraU. S L
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Un enfoque cultura) para la ontogenia 195
Espero que. a partir de la exposición anterior, haya quedado claro que Vy-
gotsky tenia plena justificación al afirmar que el proceso de desarrollo experi
menta un cambio cualitativo con la adquisición del lenguaje. Sin embargo, en mi
opinión, Vygotsky no juzgó bien la naturaleza de ese cambio en dos aspectos
básicos. En primer lugar, repitió el error de Kroeber, colocando las influencias
filogenéticas por delante de las culturales en el tiempo sin tener en cuenta la co
evolución de la cultura y el cuerpo humano. En segundo lugar, no comprendió
que, incluso los niños muy pequeños, incorporan las restricciones culturales
como constituyentes básicos de su yo en desarrollo porque están “dentro de los
guiones adultos' y los adultos encarnan su futuro cultural (ideal) en los contextos
ideales/materiales actuales de su vida cotidiana. En consecuencia, subestimó en
qué medida las líneas culturales y naturales —historia cultural y filogenia, en mis
términos— se han penetrado entre sí mucho antes de la adquisición del lengua
je. La metáfora del entremezclamiento de dos cuerdas con muchos hilos, en lugar
de dos líneas (implícitamente homogéneas), habria dado cuerpo con más preci
sión a sus ideas básicas.
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CAPÍTULO VIII
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El anáhsa cognrtrvo de la conducta en el contexto 197
Lo que hacia falta, y lo que mis colegas y yo buscábamos, era una nueva
manera de pensar sobre los procedimientos experimentales y el proceso de com
parar el rendimiento cognittvo a través de las tareas y los entornos. Cada uno de
los tres proyectos de investigación empírica que se describirán en este capítulo
representa una línea de ataque diferente.
Recuérdese el Capítulo III en el que. después de haber replicado mis colegas
y yo los resultados básicos de nuestro trabajo en Liberia entre los campesinos
mayas en un área rural del Yucatán, comenzamos a tener profundas sospechas
de la adecuación de nuestros métodos. La estrategia del primer proyecto que se
describirá más adelante, entre los vai de Liberia, fue una respuesta a esas sos
pechas. En esta investigación recogimos datos en cuatro niveles de abstracción
diferentes: tests de capacidades cognitivas presumiblemente generalizadas, tests
de conocimiento metalingüístico. experimentos que modelaban acciones en el
ámbito de las actividades cotidianas mediadas por la escritura y observaciones
etnográficas de las propias actividades que teníamos como objetivo. Esperába
mos encontrar datos convergentes para las consecuencias cognitivas de la capa
cidad de leer y escribir.
La estrategia que empleamos en los otros dos estudios, ambos realizados en
la ciudad de Nueva York, fue contrastar la conducta de los mismos niños en su
aula cuando se les examinaba y en una actividad fuera de la escuela. El primero
de estos proyectos se inspiraba en el trabaio de William Labov y Clarence Roe-
bins, que demostraba la variabilidad situacional en la manifestación de compe
tencia lingüística de los niños afroamericanos (Labov. 1972). Su enfoque se uti
lizó después para aportar razones contra la idea de que los niños afroamericanos
acostumbran a matricularse en la escuela sin haber adquirido una comprensión
normal de su lengua nativa (inglés, o inglés afroamericano).
El proyecto final era un ataque frontal a la principal limitación que veíamos en
los estudios antenores de las consecuencias cognitivas de la capacidad de leer y
escnbir, a saber, el uso de las tareas experimentales y los tests como si fueran
modelos de las prácticas cotidianas tanto en la escuela como en la comunidad
más amplia. Tomados juntos, los dos estudios intentaban determinar si tenía sen
tido comparar la conducta expresada en un entorno con las manifestaciones de la
misma conducta en un entorno diferente. ¿Revela el uso infantil del lenguaje fue
ra de la escuela una complejidad oculta no mostrada por los procedimientos de
prueba? ¿Es legítimo concluir que alguien que muestra dificultades para recordar
o resolver problemas en una ocasión tiene un “problema de memoria" o un “défi
cit cognítivo" que aparecerá de pronto cuando se presenten estas tareas de
memoria?
No hace falta reflexionar mucho para concluir que estas preguntas son fun
damentalmente irrebatibles a menos que sea posible mostrar que la misma tarea
cognitiva tiene lugar realmente en los dos entomos. Las afirmaciones de que
los tests de inteligencia muestrean tos tipos de actividades que se espera que los
niños realicen en la escuela se apoya en el supuesto de que es posible encontrar
problemas isomorfos de los procedimientos de examen en las lecciones del aula.
Del mismo modo, las afirmaciones de que diversas clases de tests indican las
capacidades generales presuponen que las tareas se presentan en una amplia
variedad de actividades.
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198 PwcOogia cultural
1 Esta exposioon se basa en grao parte en la monografía inédita de Colé. Hooo y McDermott
(1979).
* Otras fuentes importantes de ideas sobre validez ecológica incluyen a Roger Barker, cuyo tra
bajo sobre tos efectos del entomo social en la conducta conserva su influencia basta el día de hoy. y
J. J. Gibson. cjue afirmó que las preguntas cruciales en el estudio de la percepción deben resolverse
no tanto atendiendo al que peróbe como describiendo la forma en que el ambiente en las disposicio
nes de la vida cotittana "proporciona" información perceptiva a un individuo.
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El anQM* cognwvo de f conducta en ti contexto_________________________________________________ 199
mente del universo de exigencias a las que una persona casualmente se enfren
ta en su relación con el ambiente fisco y sociar (pág 263). Como ejemplo de
este enfoque, hizo repetidas observaciones sobre la constancia de volumen de un
individuo al que “se interrumpía frecuentemente durante sus actividades diarias
normales y se le pedia que estimara el tamaño del objeto que casualmente esta
ba mirando" (pág 264) Las estimaciones de tamaño de esta persona teman una
elevada correlación con las medidas reales de los objetos y no con el tamaño de
su imagen retina! Este resultado, nos dice Brunswik. “posee una cierta generali
dad con respecto a las condiciones de la vida normar (pag. 265).
Para concretar la idea de Bhunswik, considérense los procedimientos que
ofreció para evaluar la validez ecológica de la constancia del tamaño en un
ambiente cotidiano. En primer lugar, planteaba al sujeto un problema (le formula
ba una pregunta), como ‘¿Qué tamaño tiene esa silla?”, que provocaría una res
puesta circunscrita basada en aspectos limitados del ambiente físico. En segun
do lugar, disponía de un modelo físico de los elementos de estímulo que eran
críticos para su análisis (un modelo de medida que le permitía poner a escala el
tamaño del objeto, la distancia del sujeto y. por tanto, el tamaño fisico de la ima
gen en la retina). En tercer lugar, tenía una hipótesis fuerte que especificaba las
relaciones entre el estímulo físico y la respuesta del sujeto que el tamaño del
estímulo fisco (el estímulo “(tetar) o el tamaño del estímulo proyectado en la reti
na (el estimulo “próxima!") determinarían la respuesta del sujeto sobre estimación
del tamaño En cuarto lugar, obtuvo un resultado muy claro la correlación entre el
tamaño comunicado y el tamaño fisico era esencialmente perfecta mientras que
la correlación con el tamaño retinal era pobre
En opinión de mis colegas y en la mía propia, el éxito de Bhunswik no tema una
relación accidental con el hecho de que los ejemplos que resolvía venían del area
de la percepción visual, que representaba (y representa) una de las más elabora
das de la teoría psicológica. Este tema le proporcionó vahas ventajas. En pnmer
lugar, debido a que era posible recurrir a la teoría de la medición física, podía utili
zar con confianza una regla para medir las dimensiones de los objetos, la distancia
del sujeto al objeto, y el tamaño de la imagen retina!. En resumen, podía describir
con exactitud los pertinentes del ambiente de la tarea y descartar los aspectos irre
levantes. como la temperatura de la habitación, el color de los objetos, etc.
En segundo lugar. Baunswik estaba seguro de lo que haría el sujeto cuando
le preguntaran: ‘¿Qué tamaño tiene...?" Tenía poderosas razones para creer que
la pregunta centraría la atención del sujeto exactamente en los aspectos del
ambiente que él consideraba pertinentes y que podía medir3.
Además. Baunswim podía contar con hipótesis contrapuestas, derivadas del
laboratorio, sobre cómo se proyectaban loe aspectos teóricamente pertinentes
■ Conedórese a qué ciase de dificultades se habna enfrontado Bklmsw* ai hub*ra tarado que
actuar sm ninguno da estos recursos para la merprataoón SI hubiera obtenido roeultados equívocos
con respecto a la constancia sobre la base de tas claves próxima** o díala** se hubiera encontra
do en un dMma Puede que hubiera tarado que concluir que la percepción de la vida real depende de
una manta de claves (Matas y proximates. o pretender que eu sujeto era atiptco en algún aspecto
Puedo que hubiera comenzado a preocuparse por la eficacia do su pregunta como medn de inducir
al sujeto a realizar, en un ambiente del mundo real, una tarea que habla planteado con éxito en el
laboratorio
© Ednone» Mwxtx S L.
200 Pstcotogia cultural
del ambiente sobre dos aspectos de la respuesta del sujeto; es decir, podía espe
cificar el significado de las correlaciones entre el tamaño retinal y el del objeto.
Por último, obtuvo una predicción esencialmente perfecta para una de las hipóte
sis alternativas Todas estas restricciones sobre la tarea y su interpretación fue
ron recursos importantes para su análisis.
Aunque Lewin estaba en parte de acuerdo con las ideas de Brunswik, algu
nos de los principos que propuso en el simposio de 1943 le llevaron a poner en
duda las conclusiones de éste. Lewin sostuvo su conocida posición de que la con
ducta en el momento t está en función únicamente de la situación en ese momen
to y. por tanto, debemos encontrar maneras para determinar las propiedades del
espacio vital “en un momento dado". Esta exigencia equivale a lo que los etnó
grafos llaman “adoptar el punto de vista del sujeto". Trata de unir lo subjetivo y lo
objetivo.
Si se acepta que es importante comprender ios procesos psicológicos en fun
ción del espacio vital del sujeto, siguiendo la lógica del argumento de Lewin, es
posible que las preguntas de Brunswik no hayan sido apropiadas, porque no
encajan en el espacio vital de sus sujetos. En lugar de observar a una persona
haciendo una estimación del tamaño en un ambiente de la vida real, Brunswik
había hecho un experimento de estimación del tamaño en un ambiente que no
era de laboratorio. En la terminología de Lewin, había cambiado el espacio vital
del sujeto para que encajara con las exigencias de su conjunto predefinido de
condiciones de observación.
Ulric Neisser (1976a) puso de relieve que la validez ecológica es una meta
importante de la investigación cognitiva. porque recuerda a los psicólogos que el
carácter artificial de las tareas de laboratorio puede hacer que los resultados sean
irrelevantes para los fenómenos que realmente queremos explicar (de un modo
implícito, los fenómenos que se encuentran fuera del laboratorio). Neisser señaló
“las continuidades espaciales, temporales e intermodales de objetos y sucesos
reales" como aspectos importantes de los ambientes normales que se ignoran,
por lo general, en la investigación de laboratono (1976a. pág. 50 de la trad. cast.).
Especialmente pertinente para el debate de las dificultades implicadas en la
investigación sobre las consecuencias cognitivas de la escolarización es la expo
sición de Neisser de la diferencia entre la inteligencia “académica" y la “general":
© EdconeiMnrMt S L
Ei anaUss oogmtlvo de te conducta en el contexto 201
Sin embargo, hay también muchas razones para creer que tos requisitos para
establecer la validez ecológica echarían una enorme carga analítica sobre tos
psicólogos. Como han mostrado décadas de experiencia, cuando salimos del
laboratono en busca de representatividad, nuestra capacidad para identificar
tareas se debilita. La empresa está viciada por la falta de definición de los pará
metros de la tarea del analista o la ausencia de garantías de que la tarea descu
bierta es la del sujeto4.
* Este pumo fue establecido por Scwartz y Tayvor (1978) no mucho después de que comenzára
mos nuestro trabajo en su debate sobre la validación de los tests do rendimiento y de inteligencia están-
danzados “¿Provoca el test la misma conducta que las mismas tareas encajadas en una situación real
no preparada? La rea. dad es una noción difícil Tanto la física como la psicología de la percepción nos
© Edición»* Mónita. S L.
202 Psicología cultural
dicen que las interacciones humanas con el mundo real están mediadas normalmente —algunos
dirían que exclusivamente— por modelos que inspiran la visión del espectador Ademas, mduso
hablar de la misma tarea a través de contextos requiere un modelo de la estructura de la tarea En
ausencia de este modelo, no se sabe dónde racftca la equivalencia.’ (pag 54).
© Ediciones Morau. S. L
El análise cognitivo de la conducta en oí contexto 203
© Edición*» Norata. S L
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El anátais cognittvo de la conducta en el contexto 205
tiye
ha u
Figura 8.1. (Arriba) Dibujos de una gallina (tiye) y una paleta (laa) que. combinadas dan
la palabra para orilla. (Abajo) Una serie de dibujos que corresponden a la oración “El
hombre cocinó una gran gallina.*
© Ediciones Mócala. S. L
206 Psicología ciAtural
que sabían leer y escribir eran considerablemente más diestros, y tenían un ren
dimiento correcto alrededor del 80% de las veces. Su comportamiento era espe
cialmente bueno en la interpretación de oraciones (como la de la figura) que
requerían varias transformaciones de sonidos, mientras que estas oraciones eran
muy difíciles para los analfabetos. Se obtuvieron resultados similares cuando se
proporcionó a los participantes un conjunto de dibujos pidiéndoles que “escribie
ran" una oración.
El sistema de escritura vai representa la lengua hablada en el nivel silábico,
no fonémico; es un silabario, no un alfabeto. En la escritura, no se dejan espacios
entre las palabras, lo que complica el trabajo de segmentar el texto escrito para
reconstruir sus constituyentes lingüísticos. Cuando leen, los vai a menudo pro
nuncian una palabra de diversas maneras, juntando las silabas. Pensamos que,
por consiguiente, los vai que saben leer y escribir podían tener una destreza
especial en el análisis del lenguaje en el nivel de las sílabas.
Para comprobar esta especulación utilizamos una tarea en la que se presen
taba una “oración” pidiendo a los participantes que repitieran lo que habían oído.
Las "oraciones" eran de tres tipos. En la condición “811303*. se leía una oración
con significado con un intervalo de dos segundos después de cada sílaba. Por
ejemplo, la oración Anu ma ta kunumu mutina (ellos no nos visitaron ayer) se leía
en voz monótona como a nu ma ta ku nu mu mu ti na. En la condición “palabra",
cada oración se leía con una voz monótona con intervalos de dos segundos entre
las palabras. Por último, en una condición de “palabras desordenadas", las pala
bras se leyeron en un orden aleatorio sin sentido. No hubo ninguna diferencia
entre los vai que sabían leer y escribir y los analfabetos cuando se presentaron
las palabras desordenadas. Cuando se formularon en el orden habitual, los que
sabían leer y escribir rindieron ligeramente mejor que los analfabetos, pero su
rendimiento fue mucho mejor que el de éstos cuando se pronunciaron por sepa
rado las sílabas.
Se proporciona un resumen de los resultados de las diversas tareas utiliza
das en este trabajo en la Tabla 8.1, donde las marcas de control indican que un
grupo preparado rindió mejor que otro formado por controles analfabetos. Esta
tabla hace resaltar ciertos resultados importantes de los que se hizo caso omiso
al centrar la atención exclusivamente en los vai que sabían leer y escribir, pero
que son útiles al extraer las principales lecciones de este trabajo.
Adviértase que la entrada llamada "recuerdo incrementar es el único caso en
el que ni la escolarización ni la capacidad de leer y escribir vai mejoraron el ren
dimiento, pero sí lo hizo el estudio del Corán. Examinamos el recuerdo incremen
ta! utilizando un procedimiento propuesto por Mandler y Dean (1969) en el que se
crean listas de palabras comenzando con una lista compuesta por un elemento y
añadiendo un elemento por ensayo Incluimos este procedimiento porque parecía
modelar las prácticas de enseñanza que habíamos visto en las clases coránicas,
en las que los asistentes aprendían a memorizar pasajes exactamente de esta
manera incremental. En contraste con esto, cuando el orden de los elementos
cambiaba de un ensayo a otro (recuerdo libre), la capacidad de leer y escribir
aprendida en la escuela era lo único que afectaba al rendimiento.
En mitad de la tabla aparecen los resultados de las tareas de jeroglíficos y
repetición de oraciones. Adviértase que la integración de sílabas es el único caso
en el que la capacidad de leer y escribir vai es el factor exclusivo que favorece el
© Ediciones Mócala. S L
El anáfisis cognítrvo ds la conducta en al contexto 207
Tabla 8.1.
Categonzai
Clasificar forma/numero v s y
Memona
Recuerdo incrementa! y J
Recuerdo ubre
Razonamiento togeo
Sitogsmos
Cocíficaoón y deecodrficactón
Lectura de jeroglíficos 4 S
Escritura de progiihcos ✓
Integración semántica
Integración de palabras ✓
Integración de silabas ✓
Explicación verbal
Juego de comunicación ✓
Reglas gramaticales ✓
Clasificación de figuras goo-
métricas
Silogismos lógicos V
Cambio de nombre sol-luna
(Debido a las ambigüedades
en esta tarea, sólo se Inclu
yen tos efectos de la capaci
dad de leer y escnbir que
aparecían en más de una ad
ministración )
C Edocna» Menta. S l
Cooyriahted ít
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El análisis oogrwtrvo de la conducta en el contexto 209
© Ediciones KVyala. S L
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212 Psicología ciítural
Supermercado
Niño: Mm. ¿comen los elefantes, mm, comen espaguetis los elefantes?
(PT)
Adulto: ¿Comen espaguetis los elefantes? (PT) No. (R). ¿Sabes tú lo que
comen? (PT)
Niña Sí (R) ¿Qué? (PT)
Adulto: Cacahuetes (R)
Niño-. ¿Un el... un el, y espagueti? (PT)
Adulta No, los elefantes no comen espaguetis. (R)
Niña. Yo vi a un elefante en el zoo comer espaguetis y comió unas palomi
tas de maíz y algo de esto. (DES)
Aula
Adulto: ¡Ven aquí! (PT) Quiero preguntarte algo. (AS) Siéntate. (PT) Déjame
preguntarte algo. (PT) ¿Dónde fuiste? (PT)
• Wh. Preguntas que utilizan los pronombres que, en inglés, comienzan por "wh". por ej._ whaf
(qué), when (cuándo), wbo (Qu«n). ufare (dónde). (N Ge! T.)
© Ediciones Morau. S. L
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214 Psicología cultural
bien, la influencia del contexto social es para cambiar la frecuencia relativa de los
diferentes actos de habla, cada uno de los cuales produce emisiones de longitud
característica para tos dos contextos sociales comparados en este estudio.
7 Lois Hoco. Ray McDermott y Ken Traupmawn colaboraron conmigo en este estudio, que »ue
financiado por la Corporación Carne gis.
• Para una expfccadón de otro proyecto que utilizó esta instalación, véase Mtuse (1977).
© Eiíciom» MonMa, S l
El análisis cognrtivo de la conducta en el contexto 215
aulas de esos mismos niños mientras estos y los profesores se ocupaban de sus
rutinas diarias Éramos plenamente conscientes de que estábamos muestreando
un conjunto limitado de situaciones, pero esperábamos que nuestras observacio
nes nos permitieran hablar sobre cómo cambian tareas y rendimientos cognitivos
particulares en función de los entornos en que ocurren
Los tests cognitrvos que seleccionamos se pensaron para ser representativos
de los utilizados para predecir y evaluar la aptitud escotar o el desarrollo cogniti-
vo. En la medida de lo posible, también buscamos instrumentos que hicieran visi
ble lo que el niño estaba hacendó, e intentamos realizar un amplio maestreo dei
espectro de demandas de la tarea que imaginamos que podían encontrarse en la
escuela y en nuestros ambientes no escolares
Nuestra batería de tests indura versiones modificadas del subtest de seme
janza de palabras de la Escala de Inteligencia de Wechsler para Niños (WISC),
un test de memoria mediada desarrollado primero por Alexei Leontiev (1931). una
tarea de emparejamiento de figuras del tipo utilizado para evaluar la impulsividad,
una tarea de razonamiento silogístico y una tarea de clasificación que empleaba
objetos comunes de la casa No nos hacíamos ilusiones de que este conjunto de
tareas agotara la lista de posibles exigencias intelectuales que los niños encuen
tran a diano Pero confiábamos en que serian pertinentes para los entornos del
aula y el club.
Comenzamos observando en et aula de los niños para ver si a) podíamos
especificar cómo respondían los niños a tareas intelectuales allí, y si b) podía
mos observar la aparición de cualquier tarea que se pudiera administrar en una
sesión de prueba posterior Grabamos en video muestras de muchas clases de
actividades de aula: lecciones dirigidas (como un ejercicio de división o la clasifi
cación del reino animal), el tiempo de estudio Individual (durante el cual el profe
sor circulaba entre los estudiantes, comprobando y ayudando en diversas tareas
asignadas), un debate de grupo de los problemas de interacción social que sur
gen en el aula, y “tiempo libre’ individual (durante el cual los niños podían elegir
realizar cualquiera de varias actividades, como dibujar, practicar juegos de mesa,
leer, llevar un diario).
Al pnncipio, nos estimuló el hecho de que pareciera que podíamos identificar
la presencia de diversas tareas cognitlvas durante nuestras observaciones del
aula Tareas parecidas a la clasificación, el recuerdo libre, el aprendizaje de pares
asociados y varias otras tareas experimentales muy estudiadas se podían encon
trar como una parte natural de las actividades de los niños, en particular durante
las lecciones organizadas formalmente.
Por supuesto, las tareas encontradas en el aula no eran isomorfas a las de
laboratorio. Ni se daban constantemente, buena parte del tiempo parecía que no
sucedía nada Pero nuestros resultados iniciales indicaban que en los entornos
de escuela real se producía algo parecido a las tareas de laboratorio, de manera
que teníamos un punto de partida para hacer comparaciones mtersituacionales
Algunas semanas después también comenzamos a observar a estos mismos
niños en los clubes después de la escuela La mitad asistieron a un club que
ponía de relieve las actividades en la naturaleza, mientras que el resto formó par
te de uno de cocina Las sesiones de estos clubes, que duraban de hora y media
a dos horas, se realizaban en un cuarto de juegos especialmente preparado en la
Universidad Rockefeéer Las actividades de los niños incluían preparar diversos
© E<ao«w« Unta S L
216 Psicología crural
© Edoonos Morola S. L.
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218 Psicotogia cultural
gunta más sobre su visita al museo. Además, fue difícil conseguir que alguno de
los niños recordara sistemáticamente sus actividades de la mañana.
A partir de nuestras numerosas horas de grabación, pudimos recoger varios
ejemplos de este tipo, aunque gran parte del tiempo, como señalé antes, era casi
imposible decir que los niños particulares se estuvieran enfrentando a “una tarea’
y especificar cómo se ocupaban de ella. La regla de Interacción de los niños
parecía ser. en la medida de k> posible, no hacer frente a obstáculos intelectua
les, sino preguntar a otra persona, cambiar de tema o simplemente esperar que
el problema desapareciera.
Una excepción interesante a este fenómeno de “invisibilidad de las tareas
cognitivas" se refería a un niño al que le habían diagnosticado dificultades de
aprendizaje (véase Colé y Traupmann, 1981). Nuestro interés inicial en Archie
surgió porque no descubrimos los problemas que le atribuían hasta bien entrado
el primer año de observaciones, y no nos enteramos de ello a partir de nuestras
interacciones con él o nuestros análisis de la cinta de vídeo. Por el contrario, lo
supimos por un profesor que me preguntó si Archie estaba resultando ser un pro
blema en los clubes. La idea me sorprendió. El compañero de Archie, Reggie, no
dejaba de meterse en líos interpersonales que solían continuar en los pasillos y,
de este modo, perturbar a mis colegas. Pero generalmente Archie era amable
y obediente.
Una vez alertados ante la idea de que Archie tenía dificultades con el proce
samiento de textos, comenzamos a advertir que a veces pronunciaba mal las
palabras (por ejemplo, "paschetti- en lugar de “esjjaguetr) y que a menudo
dependía de otros para obtener información del texto escrito. Archie experimen
taba algunas dificultades distintivas en el procedimiento formal de prueba, y
advertimos a partir de cintas grabadas en clase que era un maestro en evitar que
lo llamaran para responder a preguntas. También tuvo muchos problemas cuan
do celebramos un "Concurso de CI" durante una sesión especial del club. Sin
embargo, las observaciones más interesantes vinieron de dos ocasiones en las
que Archie trabajó con Reggie. Estas sesiones tuvieron lugar avanzado el año.
cuando habíamos comenzado a damos cuenta de que una razón principal por la
que no podíamos “ver que (tasaran tareas cognitivas" era que los adultos y los
niños se reemplazaban los unos a los otros en una división del trabajo ruidosa,
pero estrechamente tejida, que minimizaba las perturbaciones en la actividad.
Por consiguiente, comenzamos a manipular las posibles divisiones del trabajo
inventando excusas para que los niños no pudieran disponer del adulto con tanta
facilidad, en la esperanza de producir faltas de coordinación en la actividad que
hicieran más visibles las tareas cognitivas a las que estaban dedicados.
Reggie leía muy bien, pero tenia problemas para mantener la atención en la
tarea que tenía entre manos y cooperar con Archie. En una ocasión, una semana
después de un episodio en el que Archie se había unido a otro chico excluyendo
a Reggie de su grupo, a Reggie y Archie los agruparon juntos y el otro chico que
daba ausente. La cinta revela el patetismo de la situación de Archie y sus nota
bles destrezas para enfrentarse a ella. Al principio de la sesión, Reggie se niega
con toda deliberación a ayudar a Archie a conseguir la información que necesitan
para cocinar un pastel de plátano. Archie intenta obtenerla del adulto que está
presente, pero éste ha inventado una excusa para no ayudar y además está mo
lesto con Archie por no escuchar las instrucciones previas. Después de ayudarle
© Edcwnea Morau S L
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220 Pscotogla cultural
• Jaan V*i_sin€R y Laura Bénigm (1966) sostienen (en mi opinión, persuasivamente) que la In
vestigación ecológica debe partir de la premisa de que tos organismos biológicos, de los que el nomo
sapens es un ejemplo, son sistemas abiertos y que la investigación ecológica debe estudiar tos
intercambios actuales entre el organismo y su ambiente estructurado con signrficado (su contexto
cultural).
© Edciorws Morara. S L
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222 Psicología cultural
*° Joseph Gligk (1991) proporcionó un marco útil para pensar sobre esta cuestión. Afirmó que
existe una compensación entre la estructuración en las propias herramientas analíticas y la estructu
ración de los fenómenos que se están analizando "SI usted tiene mecanismos analíticos débiles,
entonces necesita datos fuertes' acumulados en la manera más restncDva. de sistema cerrado. Sin
embargo, 91 posee mecanismos analíticos fuertes, puede ser menos ri^do respecto al tipo de datos
permitidos en el sistema"
© Eooones Morata. 8. L
El análisis cogrutivo de la conducta en el contexto 223
11 Nuestro trabajo, que contrasta el uso de< lenguaje de los preescolares en su aula y en el
supermercado, traslada el argumento de Reed y Lave al lenguaje.
© Edciorw» Morata, S. L
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El anáksa cogni&vo de la conducta en el contexto 225
© Ediciones Morata. S L
220 Psicología cUtural
más aptos en los diversos cálculos matemáticos. Por consiguiente, los vendedo
res mayores ayudaban a los más pequeños con los cálculos difíciles hasta que
éstos podían valerse por sí mismos. A medida que los vendedores adquirían más
responsabilidad, comenzaban también a asumir tareas cognitivas más difíciles;
empezaban a utilizar proporciones de precios no sólo cuando vendían sus dulces,
por ejemplo, sino cuando calculaban su margen de beneficios.
© Eikctonas Morola, S L
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@ CAPÍTULO IX
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228 Psicología cuíturai
Los dos estudios que expongo en este capitulo acercan mucho más mi traba
jo a una metodología de teoría-y-práctica. El primero implicaba la colaboración
con un equipo de profesores para crear curr/cu/a-como-tareas-cognitivas. Se pue
de considerar un enfoque de transición, en la medida en que la responsabilidad
por poner en práctica nuestras ideas recaía en los profesores. El segundo estu
dio nos llevó de nuevo a las horas posteriores a la salida de la escuela y a un
interés en la corrección de las dificultades de aprendizaje. En este caso, asumi
mos plenamente la responsabilidad de poner en práctica las actividades que
diseñamos y el bienestar de los niños que participaron.
1 El ‘nosotros* en este caso incluía a Denis Newman y Peg Griffin. que asumieron la responsa-
DiWdad diaria del proyecto Los profesores que hicieron posible este trabajo fueron Mantyn Qulnsaat.
Kim Whodey y Will NibWet Bud Mehan, Margare! Riel, Sheila Broylec y Andrea Petbto hicieron impor
tantes contribuciones a diferentes aspectos del proyecto Para más detalles sobre este trabaio, véa
se Newman. Griffin y Colé. 1989
© EdKxxiesMoraia Si.
Crear sistemas modelo do actividad 229
líquidos de limpieza y otros riesgos para la salud en el hogar. La idea nos encantó
porque se proyectaba directamente sobre una conocida tarea piagetiana.
Concebimos los esquemas lógicos comunes compartidos por las aplicacio
nes del curriculum en diferentes contextos de instrucción (grupos pequeños,
prácticas uno a uno, etc.) como “problemas isomorfos" (Gick y Holyoak, 1980).
Ordinanamente, el estudio de estos isomorfos se limita a un único contexto social,
la relación experimentador-sujeto, y el interés se centra en variaciones en el
contenido de los problemas. En nuestro caso, las variaciones a través de la es
tructuración social de la tarea para problemas de la misma estructura lógica era
de sumo interés, aunque también vanamos el contenido de las tareas en algunos
casos
Nuestro análisis de la tarea piagetiana de combinación de variables ilustra los
procedimientos y tipos de resultados que esta estrategia produjo. En la versión
uno a uno. adulto-niño de la tarea se presentaban a los niños unos montones de
pequeñas cartas. Las cartas en cada montón contenían la imagen de una estre
lla de cine o de televisión diferente. Comenzando con cuatro montones, se pedía
al niño que encontrara todas las maneras posibles de combinar pares de estrellas
de cine (para hallar todos los pares posibles de cartas). Cuando el niño había
completado el mayor número de pares posible, el adulto iniciaba un breve perio
do de adiestramiento pidiendo al niño que comprobara para ver si faltaba algún
par. y modelaba un procedimiento de comprobación sistemático (“¿tienes todas
las parejas con Mork?", "¿tienes todas las parejas con Elvis?", etc.). Cuando la
comprobación finalizó, se volvieron a juntar los montones de cartas y se añadió
un quinto montón. De nuevo, primero se pidió al niño que hiciera todos los empa
rejamientos posibles y luego se le adiestró en el procedimiento de comprobación,
si ello era necesario. Cuando el niño finalizó la tarea con los cinco montones de
cartas, se añadió un sexto montón y se repitió el proceso.
Puntuamos el rendimiento para tomar en consideración todos los casos en
que un niño ejecutaba parte o todos los emparejamientos con una carta particu
lar. como 1 y 2. 1 y 3. 1 y 4; ó 2 y 3. 2 y 4. Cuanto más completa era la respues
ta. más alta era la puntuación. Como era de esperar para los alumnos de tercer y
cuarto curso, pocos utilizaron un procedimiento lógico sistemático sin ayuda, aun
que una mayoría comenzó mostrando estrategias sistemáticas para emparejar
cartas después de haber pasado el procedimiento de comprobación.
Estos mismos niños participaron también en una actividad en un pequeño
grupo en la que de tres a cuatro niños iban a un área de trabajo en el fondo de la
habitación pidiéndoles que encontraran combinaciones de productos químicos en
diversas jarras. Se daba a cada grupo cuatro jarras que contenían soluciones
incoloras numeradas para hacerlas fácilmente identificadles. Se les dió también
un soporte de tubos, y una hoja de papel con dos columnas marcadas “Produc
tos químicos’ y "¿Qué pasó?" en las que se les instó a que registraran sus resul
tados. Los productos químicos se escogieron de manera que cada combinación
produjera un resultado distinto. El profesor hizo que uno de los niños leyera en
alto las instrucciones, luego les dijo que investigaran todos los pares posibles sin
duplicaciones y se enfrascó en un trabajo administrativo para dejar claro que los
alumnos deberían actuar solos.
Debido a que los niños que finalizaron la tarea práctica con estrellas de cine
también completaron la tarea de combinaciones químicas, pudimos comparar su
© Ediciones Norata S L
Crear oslemos modelo de actividad 231
en esta ocasión los niños tomaban parte en la tarea de escoger alimentos para
una hipotética excursión de varios días de duración. Cada comida tenía que ser
un guiso hecho con dos de entre cinco Ingredientes posibles (zanahorias, judías,
guisantes, etc ). Los niños comenzaron a hacer diferentes guisos con ingredien
tes distintas, y por un momento surgió la tarea de encontrar todas las combina
ciones. Pero los niños pronto escogieron los ingredientes que más les gustaban
e ignoraron el resto de la tarea. Este resultado no fue una sorpresa, dada nuestra
experiencia en el club de cocina, pero sirvió para recordar que la presencia de “la
tarea' en una actividad se debe alcanzar y mantener conjuntamente.
Otra parte de la unidad de productos químicos del hogar proporcionó una
enseñanza importante sobre las condiciones bajo las cuales los profesores
evalúan el conocimiento de los niños como parte de las lecciones de aula. La lec
ción en cuestión se diseñó para preparar a los niños para la tarea de mezclar pro
ductos químicos que acabamos de describir. En esta lección, impartida a grupos
de cuatro a seis niños a la vez, los profesores intentaban proporcionar experien
cia práctica en mezclar productos químicos y mantener registros. Inicialmente, los
profesores esperaban que la lección tuviera una fase de conclusión en la que
debatirían la variedad de reacciones químicas que los niños habían creado por
las combinaciones diferentes. También sabían que estaban preparando a los
niños para el verdadero experimento de mezclar productos químicos, en el que
serían necesarias las subdestrezas de mezclar y anotar.
Como consecuencia, cuando la lección comenzó, las metas de los profesores
y los niños eran muy diferentes. Los docentes estaban intentando preparar a los
niños para las tareas próximas. Éstos, por supuesto, no sabían nada de esos pla
nes. Simplemente estaban entusiasmados de poner sus manos en los productos
reales después de horas de hablar sobre ellos.
La lección se estructuró de manera que los niños primero mezclaran dos pro
ductos asignados y luego anotaran en la hoja de registro lo que sucedía. Hicieron
esto dos veces, para dos pares diferentes de productos. El profesor supervisaba
y preparaba el trabajo de cada grupo cuando lo consideraba necesario.
Codificamos los ejemplos de ayuda de los profesores a los niños en función
de dos subtareas: mezclar el contenido de las dos jarras y anotar los resultados en
la hoja de registro. Dentro de cada subtarea, distinguimos entre la ayuda de bajo
nivel, centrada en operaciones locales, y una forma superior que proporcionaba
una visión global de la tarea. Para cada subtarea puntuamos la ayuda que obtu
vieron los niños en dos categorías: “ayuda necesana" y “no podría asegurar que
necesitara ayuda", porque en muchos casos los profesores daban ayuda al niño
cuando no la pedia, pero en circunstancias en que podría haber sido necesana.
Por ejemplo, los profesores proporcionaban ayuda atendiendo a una petición de
mezclar el contenido de dos jarras y decían al niño que lo anotara antes de que
pudiéramos evaluar si los niños necesitaban que se les recordara que debían
anotar o no. En la Figura 9.1 se muestran los resultados.
Vale la pena destacar varios aspectos de los resultados. En primer lugar, ad
viértase que una gran parte de la ayuda es ambigua en casi todos los casos en el
sentido de que el niño no da signos claros de necesitarla. En segundo lugar, la
cantidad de ayuda de nivel superior disminuyó del primer al segundo problema, lo
que indica que los niños estaban aprendiendo la tarea. En tercer lugar, la cantidad
de ayuda que el profesor ofrecía era alta incluso cuando el niño no la solicitaba.
© Ediciones Mecate. S L
232 Psicctogia cultural
PASO EJECUCIÓN
Figura 9.1. Cantidades de ayuda proporcionadas en dos problemas sucesivos en los que
se pidió a los niños que mezclaran productos químicos (parte superior) y anotaran el
resultado (parte Inferior) La porción más oscura de la barra refleja la ayuda propor
cionada que se necesitaba claramente; la porción más clara refleja las ocasiones en
que se dio ayuda sin indicación de que fuera necesaria.
© Ediciones Monta. S L
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Cteat sistemas modeto de actvdad ?33
© EttoonM Momia S. L
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Crear 5«slernas modelo de actividad 237
3 Los cuatro modelos se basaban en las ideas siguientes 1) aumentar la comprensión incre
mentando el acceso léxico (besada en el trabajo de Isabel Beck y sus colaboradores en la Universi
dad de Prttsburgh: Beck. Perfetti y McKeown, 1962); 2) aumentar la comprensión como resolución
de problemas interiorizada (tomado del Kamehameha Earty Educabon Ptoject. Keep, 1981.3) aumen
to da la comprensión por medio de la anticipación guiada del significado (Fiumore y Kav. 1983);
4) instrucción recíproca en la lectura (Brown y Palincsar. 1962).
© Ediciones Morete S L
238 Psicología cultural
de la lectura para un grupo de niños que no han conseguido aprender a leer du
rante un periodo de dos a cuatro años en su aula y, más recientemente, ese mis
mo día por la mañana?
Intentamos hacer interesantes los modelos de curriculum convirtiéndolos en
actividades en pequeño grupo que mantenían ocupados activamente a los alum
nos. También tomamos medidas para que quienes no participaran en la lectura
practicaran juegos de ordenador. Cuando surgían problemas de disciplina, los
tratábamos de diversas maneras. La estrategia principal era responder a la con
ducta perturbadora indirectamente, en un intento de alterar sus principios, crean
do elaboraciones de los guiones de instrucción que se apropiaran de actividades
preferidas por los niños (como dibujar o hacer bolitas de papel para tirar). Recurri
mos al control directo sólo cuando había amenaza de daño físico. En estos casos,
recordábamos a los niños que la participación era voluntaria, y les decíamos que
no nos importaría acompañarlos a casa. En un único caso excluimos la participa
ción de un alumno, porque amenazaba con dañar gravemente a un miembro del
personal y a sí mismo. En algunos otros casos, le llevamos a su casa. Pero en
general, los niños prefirieron quedarse y participar en las actividades con nosotros.
© Edcxxws Morata. S. L
Crwr 239
Etapa O Prefectura Los niños en esta etapa pueden simular que toen y
conocen los nombres de algunas letras
Etapa 1: Descodificadón La tarea básica de la etapa 1 es aprender el con
junto arbitrario de letras del alfabeto y doscodificar su correspon
dencia con los sonidos de la lengua hablada
Etapa 2: Confirmación, fluidez, despegue a partir del texto escrito Los nue
vos lectores confirman y consolidan las ganancias de la etapa ante
rior Para evitar confusión, los niños reciben textos familiares que no
requieren mucho esfuerzo de comprensión
Etapa 3: Lectura para aprender algo nuevo. En lugar de relacionar el texto
escrito con el habla, se pide ahora a los niños que lo relacionen con
ideas. Es únicamente en esta etapa cuando, escribe Chall, la “lec
tura comienza a competir con otros medios de conocimiento".
En las dos etapas restantes, los niños elaboran sus destrezas de compren
sión. aprenden a yuxtaponer hechos y teorías y a construir ideas complejas con
ayuda del texto escrito
Loa críticos de este enfoque para la instrucción (Goodman y Goooman, 1990)
parten del supuesto de que los niños que viven en una sociedad que conoce la
lectura y la escritura llegan a la escuela con tos rudimentos de la lectura-como-
comprenston-del-mundo-a-través-de-la-tetra-escrrta ya en sus repertorios, por
ejemplo, los alumnos pueden leer diversas señales de tráfico, identificar el logoti
po de McDonald's y quiza reconocer su propio nombre sobre el papel A diferen
cia del enfoque de Chali. el modelo de adquisición de Goodman no es evolutivo,
en el sentido de que la adquisición no implica el surgimiento de un proceso nue
vo o la reorganización de tos anteriores. Todo lo que los niños necesitan desde el
comienzo de la instrucción formal es ampliar el repertorio de funciones que pue
den realizar con ayuda del texto escrito Esta ampliación se produce de forma
natural con el aumento de experiencia en la comprensión del mundo gracias a la
escritura. Por consiguiente, el dominio del código va de la mano con la ampliación
de las funciones a las que se aplica la lectura.
Un modelo cultural-mediacional
Como Chall, mis colaboradores y yo creemos que la lectura es un proceso
evolutivo y que la meta de la instrucción en lectura es proporcionar medios para
que los niños reorganicen su actividad interpretativa utilizando la letra escota.
Como tos Goooman, creemos que leer un texto es una elaboración de la capaci
dad preexistente para “leer el mundo’ utilizando signos de deversas ciases.
El enfoque que hemos desarrollado es distintivo por la importancia que otor
ga simultáneamente a tres puntos mterreiaoonados En primer lugar, creemos
que la instrucción en lectura debe poner de relieve tanto la descodificación como
la comprensión en una única actividad integrada, un supuesto que se puede inter
pretar en términos de la idea de que leer requiere la coordinación de procesos *de
abajo a arriba’ (rasgo -»letra -♦ palabra -»frase y ’de arriba a abajo" (basa
dos en el conocimiento, guiados por la comprensión), a partir de la cual surgen
nuevos esquemas (McClelland y Rumelhart, 1981).
© FdicionM Monta S. L
240 Psicología cultural
© Eacionts Meóla. S. L
Crear sistemas modelo de actividad 241
Figura 9.3. El sistema cerrado en la Figura 9.2. representado como un sistema dinámico
de coordinación en el que la comprensión del niño en el momento m se debe coordi
nar con los cambios que produce la mediación por el texto para llevar a una nueva
interpretación en el momento m + 1.
paradoja del aprendizaje por Beheiter (1985), pone en duda cualquier explicación
evolutiva de la lectura que no especifique las restricciones preexistentes que
hacen posible el desarrollo. Llevar el punto final “hacia delante” al principio no es
menos pertinente en el desarrollo de la capacidad para leer que en cualquier otro
proceso evolutivo.
Las teorías evolutivas de la lectura como la de Chall son vulnerables a la
paradoja del aprendizaje. Dado que compartimos su creencia de que la adquisi
ción de la lectura es un proceso evolutivo que requiere una reorganización cuali
tativa de la conducta (un proceso al que llamamos “re-mediación", es decir,
mediar de una nueva manera), debemos comenzar mostrando en qué sentido el
punto final del desarrollo, la capacidad para mediar la propia comprensión del
mundo a través de la escritura, podría estar presente en forma embrionaria al
comienzo de la instrucción.
Una solución a este problema es invocar la “ley genética general del desarro
llo cultural" de Vygotsky (1978): las funciones que aparecen en un principio en el
plano interpsicológico compartidas entre personas se pueden convertir en fun
ciones intrapsicológicas del Individuo. En este caso, lo que buscamos es el punto
final estructural de la lectura madura en la interacción entre niño y adulto como
condición previa para que esta nueva estructura de la actividad aparezca como
una función psicológica individual en el niño.
La Figura 9.4 muestra en forma gráfica el hecho de que al principio de la ins
trucción hay dos sistemas de mediación preexistentes que pueden utilizarse
como recursos para crear las restricciones estructurales necesarias para permitir
el desarrollo de la lectura en el niño. En el extremo de la izquierda de la figura,
representamos el hecho de sentido común de que los niños inician la instrucción
en lectura con años de experiencia que median sus interacciones con el mundo
vía los adultos. En el centro representamos el hecho igualmente de sentido
común de que los adultos que saben leer y escribir median rutinariamente sus
© Ertoones Mócala, S L
Copvriqhted r
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Crear s-siemas modelo <Je acthndad 243
Todos los participantes, incluido el instructor, tienen una copia del texto para
leer, papel y lápiz para apuntar palabras, frases o notas (para responder a las pre
guntas implícitas en los roles), y su ficha para recordarles el rol que les ha corres
pondido. Los pasos en el procedimiento del guión están escritos en la pizarra,
donde se registran las respuestas. Todos estos artefactos representan herra
mientas que los adultos deben utilizar para crear un médium estructurado para el
desarrollo de la lectura, y los niños, para apoyar su participación, incluso antes de
saber leer.
Para pasar del guión y otros artefactos al proceso de instrucción en lectura,
encajamos el guión de procedimiento en una actividad compleja diseñada para
destacar las metas a corto y a largo plazo de la lectura y para proporcionar un
medio de coordinación en torno al guión. En este proceso de encajamiento es
donde hacemos la transición de un enfoque sobre el modelo estuctural de la lec
tura representado en las Figuras de 9.2 a 9.5 a un enfoque sobre la adquisición
de la lectura como una actividad conjunta.
Reconociendo la necesidad de crear un médium rico en metas que pudieran
ser recursos para organizar la transición de la lectura como actividad guiada a la
lectura independiente y voluntaria, saturamos el ambiente con conversaciones y
actividades sobre el crecimiento y el rol de la lectura en la vida de los adultos.
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244 Psicología cultural
PUNTUAR Y CRITICAR
© Edoones Morara S. L
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Crear sistemas modelo de actrvxlad 245
razones que los niños podían tener para querer aprender a leer. Estas incluían ra
zones tan pobremente comprendidas (desde el punto de vista de los niños) como
la necesidad de leer para conseguir un trabajo atractivo, como hacerse astronauta,
metas intermedias como graduarse de Cuestión-Preguntar-Leer para ayudar a los
adultos con la instrucción mediante ordenador, y metas bastante próximas, como
obtener las respuestas correctas a las preguntas al final de cada sesión de lectura.
Comenzábamos con un debate en grupo del título o encabezamiento de la his
toria que iba a leerse ese día. Siguiendo el guión esquemático mostrado en la
Figura 9.6. que estaba escrito en la pizarra, se pasaban de mano en mano las
fichas que llevaban escritos los roles. Normalmente, seguían numerosos comen
tarios sobre quién tenía qué roles: el claro favorito era “decide quién debe respon
der". mientras que la ficha que implicaba la idea principal se evitaba con firmeza.
Después de haber distribuido las fichas, se repartía el texto del día (tomado nor
malmente de periódicos locales con contenido que se relacionaba con asuntos de
interés potencial para los niños), un párrafo a la vez. Los participantes (incluido el
instructor y un lector competente, normalmente un estudiante universitario, lo mis
mo que los niños) se inclinaban sobre sus pasajes para leer en silencio.
Este sistema de instrucción, al que nos referimos por sus iniciales (PL), es un
ejemplo de un experimento elaborado para crear lectura con significado (BnowN,
1992). Se diseñó para ser una zona de desarrollo próximo trabajando en el nivel
de grupos pequeños, y tiene la propiedad proléptica que Courtney Cazoen (1981)
atribuye a las zonas de desarrollo próximo, proporcionando "rendimiento antes
que competencia". No se requería que los niños hicieran el “acto íntegro de lec
tura" para tomar parte en PL. Se les pedía que realizaran sus roles parciales que.
en conjunto, constituían muchos momentos solapados de lectura para el signifi
cado. El sistema PL permite a los niños participar en el acto completo de la lectu
ra-como-comprensión. donde inicialmente los adultos y los artefactos llevan una
gran parte de la carga, pero con el tiempo los niños llegan a participar de mane
ra más completa (es decir, a leer de forma competente) con el tiempo.
Al principio, el sistema PL era extraño para todos, incluso para los investigado
res adultos, que lo iban inventando a medida que avanzaban. Pero después de algu
nas sesiones se desarrolló una microcultura en tomo a él. Surgieron rituales, como
tomar un tentempié para empezar la sesión y disfrutar de un periodo para moverse
un poco mientras los adultos preparaban rápidamente las preguntas del día. Todos
tenían que desempeñar todos los roles. Los adultos no participaban en esta activi
dad menos que los niños, dividiendo su atención entre ser un miembro del grupo y
dirigirlo. Éstas y otras disposiciones de procedimiento constituyeron nuestro intento
de organizar un médium que creara repetidas veces momentos en que los tres trián
gulos mediacionales representados en la Figura 9.3 se coordinaran para crear las
condiciones para re-mediar los sistemas iniciales de mediación de los niños.
Los datos
Nuestros datos sobre la forma en que funciona este procedimiento se derivan
de varias fuentes: grabaciones en video de las sesiones de instrucción, el traba
jo escrito por los alumnos sobre las preguntas, y los resultados de diversos tests.
Aunque recogimos datos desde el principio de la primera sesión, los datos cru-
© Ediciones Morala. S L
246 Psicología cultural
cíales para nuestro análisis vinieron después de varias sesiones, cuando los
niños habían dominado el guión total, de manera que el grupo trabajaba como
una estrutura coordinada de interacción.
Nuestra estrategia estaba muy influida por la monografía de Alexander Luria
The Natura of Human Conflicts (1932). dedicada ampliamente a un procedimien
to experimental diseñado para revelar “procesos psicológicos ocultos", como los
pensamientos y los sentimientos. La idea básica del procedimiento de Luria, que
él llamó "el método motor combinado', era crear una situación con guión en la
que un sujeto tuviera que realizar simultáneamente una respuesta motora (poner
una bombilla) y una verbal (decir el primer vocablo que le viniera al pensamiento)
cuando le presentaban una palabra de estímulo.
En la forma más espectacular de este procedimiento, que después se ha
incorporado en los sistemas de detección de mentiras. Luria interrogaba a sos
pechosos de haber cometido delitos. Comenzaba presentando sonidos simples o
palabras neutrales hasta que el sujeto podía responder de manera rápida y flui
da. Entonces, entre las palabras neutrales, presentaba un vocablo que tenía es
pecial significación en el delito cometido (por ejemplo, pañuelo, si éste se había
utilizado para amordazar a una víctima). Luria sostenía que la perturbación selec
tiva del sistema de línea de base de la conducta coordinado con fluidez revelaba
el estado especial de conocimiento del sujeto.
Nuestro interés estaba, en lugar de en el acto de enroscar una bombilla y el
engaño deliberado, en los textos, las fichas con roles y la perturbación selectiva
del funcionamiento fluido del guión Cuestión-Preguntar-Leer. Por tanto, era de
suma importancia que creáramos las condiciones para una actividad conjunta
coordinada con fluidez mediada por los roles, los artefactos especiales y el texto.
Las primeras sesiones, mientras los niños aprendían a realizar la actividad
con guión, fueron cualquier cosa menos fluidas. Nos ayudaban estudiantes uni
versitarios que participaban en el Colegio de Campo como “hermanos mayo
res". La presencia de dos adultos al menos, el investigador y el estudiante uni
versitario, significaba que dos participantes como mínimo se coordinaban por
medio del guión y se comprometían en el acto completo de la lectura. Final
mente, los niños le cogieron el truco a participar en Cuestión-Preguntar-Leer
aunque tuvieran dificultades graves en la lectura, creando de esta manera las
condiciones para diagnosticar los ‘procesos psicológicos ocultos" que inter
ferían su lectura.
© Eóoooea Morola S. L
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248 PsicoJogia cultural
secuencia del guión. Cuando acepta su rol (12) e intenta formular la idea princi
pal. su respuesta no sólo es vaga, trata sobre el párrafo anterior.
Pudimos obtener un patrón consistente gracias a una acumulación de mu
chos ejemplos de esta índole durante varias sesiones. Este patrón mostraba que
Billy encontraba difícil “despegarse" de las correspondencias letra-sonido cuando
intentaba alcanzar la idea principal. Cuando le preguntaban por ella, Billy volvía
una y otra vez al texto y buscaba un ‘emparejamiento exacto" en el que alguna
palabra de la pregunta apareciera en el texto. Entonces leía en alto la oración per
tinente y se esforzaba por descifrar el significado. El problema de Armandilo era
de orden bastante distinto; perdía de manera continuamente la pista del contexto
pertinente, introduciendo información de sus actividades de aula de ese día o
pasaies de lectura anteriores que no tenían relación.
La primera conclusión que se puede extraer de este ejercicio es que conse
guimos crear un médium estructurado de actividad que diera información diag
nósticamente útil sobre qué parte de la estructura representada en la Figura 9.5
era deficiente en los niños con los que trabajábamos. Sin embargo, también
queríamos establecer que el sistema PL es un procedimiento efectivo para la
adquisición de la lectura. Tanto Billy como Armandito mejoraron realmente su
capacidad de lectura, y la conducta general de este último en el aula cambió de
manera tan notable que ganó un premio escolar en reconocimiento a su inhabi
tual progreso. Sin embargo, este cambio individual no se pudo atribuir al sistema
PL, porque era parte del proceso de actividad general del Colegio de Campo y
porque no teníamos un grupo de control adecuado.
Para corregir estas limitaciones. Catherine King (1988) replicó los procedi
mientos de lectura en grupo pequeño en un experimento complementario. Su
estudio incluía condiciones de control apropiadas y mediciones pre-test y post
test cuantificadas más rigurosamente, y se realizó como la única actividad en una
escuela antes del inicio de las clases regulares.
Además de someter a prueba la efectividad de Cuestión-Preguntar-Leer fren
te a un grupo de control sin tratamiento, King incluyó un grupo de niños a los que
se proporcionó el tipo de intervención estructurada que Marlene Scaroamalia y
Cari Bereiter (1985) llaman “facilitación de procedimientos" para evaluar si las
características dinámicas, de diálogo de PL eran más efectivas que los ejercicios
de libro en los que los alumnos completaban individualmente de forma escrita
cada una de las tareas correspondientes a las fichas de rol. Los niños en este
experimento, como los del trabajo original ilustrado en el fragmento de transcrip
ción. se habían seleccionado a partir de los cursos elementales superiores debi
do a sus dificultades para aprender a leer.
King encontró que tanto el sistema PL como su versión de la técnica de facili
tación de procedimientos aumentaban el rendimiento en lectura de los alumnos.
Sin embargo, los niños en el grupo de Cuestión-Preguntar-Leer retenían significa
tivamente más material de los pasajes de entrenamiento que los del grupo de faci
litación de procedimientos. Los estudiantes en el grupo de PL también pasaban en
total más tiempo ocupados activamente con la tarea y demostraban mayor interés
en el contenido de las lecturas, lo que indicaba una íntima relación entre los aspec
tos motivacional, social-interactivo y cogmtivo de la actividad-en-el-contexto.
Estos resultados, aunque sólo se presentan aquí esquemáticamente, propor
cionan apoyo para el enfoque de la lectura que he resumido en este capítulo. La
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Crear solemos modelo de actividad 249
Artefactos mediadores:
Reconsideración de la re-mediación
Creo que es útil concebir el proceso global de aprender a leer en términos
evolutivos, como un proceso de re-mediación, mediar la conducta del grupo y
cada individuo dentro de él de una manera cualitativamente nueva. Poner de
relieve el re en re-mediación sirve también para recordarnos que los niños no
eran pizarras en blanco al principio de la instrucción. Su conducta estaba media
da por el lenguaje y otros artefactos culturales y reglas sociales encarnadas al
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250 Psicología cultural
© EOdones Maata. S L.
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@ CAPÍTULO X
© Edoone» Morau S L
252 Psicología cultural
© Edocxws Morata. S L
Una metodología multmivel para la psicología cultural 253
tivos sólo los toleran mientras "pagan su trayecto": cuando la financiación externa
se agota, no pueden competir con éxito por recursos internos.
Obviamente, no todas las innovaciones desaparecen. Algunas permanecen
implantadas mucho tiempo, como el uso de tests similares a los de inteligencia
como medidas del rendimiento académico o el de métodos de ejercitación y prác
tica inspirados en Thorndike para enseñar destrezas académicas básicas. ¿Qué
factores determinan si una innovación educativa es aceptada o rechazada?
* Los fondos para esta investigación procedían de la Corporación Camegie, la Fundación Mellon
y la Fundación Spencer.
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254 Psicotogia cultural
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Una metodología muNirwvel para la psicología cultural 255
Figura 10.1. Una visión general esquemática del labennto de la Quinta Dimensión y otros
artefactos.
El artefacto coordinador central en el núcleo de la 5.a D es un laberinto dividi
do en veintiuna “salas'*, cada una de las cuales contiene (simbólicamente) dos
actividades. El laberinto real normalmente esta construido de cartón y es de 1 m2
de ancho y 7,5 cm de alto aproximadamente. Las salas del laberinto están unidas
por puertas a través de las cuales los niños mueven piezas que designan su posi
ción. La mayoría de las actividades, pero no todas, se ejemplifican como progra
mas de ordenador, Incluidos los juegos recreativos y tos educativos; el resto inclu
ye artes y oficios y ejercicio físico.
La 5? D Incluye otros artefactos corrientes diversos además de los ordena
dores y los juegos de ordenador:
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Una metodología miAnivel para la psicología cultural 289
sin salida, donde el niño fluctúa entre dos salas. En la parte inferior de la Figu
ra 10.3 están las consecuencias de la ejecución en cada nivel. Esta disposición
de vías se escogió para hacer que el control sobre el juego que vendría después
fuera la recompensa institucional fundamental por completar los niveles difíciles
de los juegos; los niveles superiores de consecución aumentan la libertad de
elección de los niños dentro del laberinto. Los niños pueden utilizar esta libertad
para volver a su juego favorito o para perseguir una de las demás metas inhe
rentes a la 5." D.
La Figura 10.4 ilustra de qué manera se estructuran las interacciones de los
niños dentro de un juego utilizando tarjetas de función. En este caso el juego es
una versión de un problema de operaciones formales piagetianas. Al repasar las
tarjetas de tareas, adviértase que el nivel de principiante proporciona al niño una
meta relativamente accesible que está por entero dentro de la estructura predi
señada del programa informático. Pero para los niveles tanto de "bueno* como de
"experto", el niño no sólo debe completar las acciones especificadas por el pro
grama. sino escnbir sobre las estrategias utilizadas y el conocimiento obtenido.
Algunas veces, estas composiciones se destinan a una caja de “pistas" para uso
de otros, a veces para niños en otros sitios, y a veces para el Mago3.
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260 Psicología cultural
FACTORY
.Bienvenido a la Fábrica Chiflada de Wilky Wonka! Como nuevo supervisor encargado del
desarrollo de nuevos productos, tu trabajo es crear cosas nuevas Para hacerlo, puedes
utilizar diversas máquinas! Estas máquinas pueden perforar agujeros en tus productos,
girar el producto en diversos ángulos e incluso ponerte barras de diversos tamaños. El
propósito de tu fábrica es diseñar varios nuevos productos excelentes. En realidad, tu tra
bajo como supervisor depende de ello. |j|j|¡Es mejor que EMPIECES YAI!!!!!
1 □
1 □
Figura 10.4. Muestra de una tarjeta de función utilizada para estructurar las interacciones
de un niño con un juego. En este ejemplo, el juego es Factory. producido por la Cor
poración Sunburst.
© Edicxxiss Morata. 8. L
Una metodología muttnrvel para la psicología cultural 261
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262 Psicología cultural
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Una metodología mirftxwel para la pscotogta cultural 263
Figura 10.5. La metáfora de la 'cultura como jardín' del contexto aplicada a la Quinta
Dimensión El circulo interior corresponde al nivel de interacción cara a cara entre adul
tos y niños que participan en actividades mediadas por ordenador. El circulo siguiente
representa la actividad como un todo Los circuios sucesivos representan niveles supe
riores de contexto Cada nivel de contexto se evalúa según criterios específicos a él.
análisis es mostrar estas relaciones entre los rasgos de los datos en niveles dife
rentes del sistema, así como las interacciones entre los rasgos con el tiempo que
incorporan los niveles.
Nuestro interés por la continuidad aporta una nueva dimensión al sistema que
habíamos creado que no está presente en el diagrama de contextos encajados-
tiempo. El análisis del cambio en la 5.a D incluye estudiar con los niños en los
dominios temporales microgenético y ontogenético, algunos años de tiempo cul-
tural-histórico mientras se analiza simultáneamente el crecimiento del sistema de
actividad y la coordinación entre las instituciones en el tiempo “mesogenético".
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Una metodología muitirwvel para la psicología cultural 265
Llegué a conocer a todos los que estaban allí bastante bien Éramos casi como
una pequeña familia, porque nos ayudábamos mutuamente y compartíamos ideas
sobre los niños. Nunca hubiera esperado este tipo de vínculos
Mis notas comenzaron a incluir afirmaciones como. 'Pregunté qué debía hacer...
Cuando expliqué que... Propuse... Le dije que..." Pienso que estas afirmaciones mues
tran que había comenzado a definir mi papel en la Quinta Dimensión, aunque sé que
esto no fue una decisión consciente
Scotl procedió a decimos más sobre el programa: cuál seria nuestro papel con
los niños, cómo utilizar el laberinto como guía, las tarjetas de función... Luego nos
dividimos en pequeños grupos para utilizar los ordenadores y diferentes juegos. (L. A.
1-10-91)
© Ediciones Mareta. S. L
266 Psicología cultural
Aquí nos informamos sobre las tareas de función, la caja de pistas, el diano de
viaje, el Mago sabelotodo y sus asistentes, el mapa de la Quinta Dimensión, el regla
mento... Incluso las Tarjetas de Función no te daban tanto consejo. (J. G.. 14-1-91)
Puesto que no leyó las instrucciones, le leí la tarjeta de función y le pedí que me
dijera el objetivo del fuego y qué tenía que hacer para acabarlo bien. (L A . 31-10-91)
Semanas
■ Orientativo
□ Instrumental
Figura 10.6. Cambio de frecuencia de los usos onentativo e instrumental del término “tar
jeta de función* en el discurso escnto de los participantes no graduados en la Quinta
Dimensión.
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Una metodología miÉtmwel para la psicología cultural 267
xivos de “tarjeta de función" son poco frecuentes cuando los estudiantes asisten
a la clase sólo una vez. Los que continúan en el programa muestran más usos
funcionales reflexivos o críticos del término, en los que comentan cómo compren
den los principiantes (o no comprenden) sus usos y las maneras en que se
podrían mejorar los artefactos: “La jornada comenzó con una visita de Romy.
Quería que le dijera si la tarjeta de función para la Montaña Dorada era buena o
mala... [Después ella escribió] pienso que si le hubiera leído completamente la
tarjeta de función la hubiera perdido.. Esa tarjeta de función no era estimulante
para los niños" (C. M.. 5-11-91)
Estos resultados indican que la 5.“ D es interpretable realmente como un sis
tema cultural. La enculturación en este sistema implica simultáneamente la adqui
sición de conocimiento, el cambio de las estructuras de rol y nuevas maneras de
mediar las propias interacciones por los artelactos de los que la cultura permite
disponer.
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Una metodología muMirwel para la ps»cologia cultural 269
Figura 10.7. Una representación esquemática de la bulliciosa actividad en las Quintas Di
mensiones de la Biblioteca y del Club Mixto. Aunque el Club Mixto es más ruidoso que
la Biblioteca y la Quinta Dimensión en el Club Mixto es más ruidosa que su homologa
en la Biblioteca, la Quinta Dimensión de la Biblioteca es ruidosa en relación con su
contexto, mientras que la Quinta Dimensión del Club Mixto es tranquila en relación con
su contexto.
© Edioone* Mwala. S L
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270 Psicología cultural
Figura 10.8. Cambios en el rendimiento cuando los niños practican un juego en la Biblio
teca y en el Club Mixto durante un año. Adviértase que la mejoría es mayor en la
biblioteca, lo que indica una cultura más densa de aprendizaje compartido.
tante árido para promover el crecimiento cognitivo. Sin embargo, el personal del
Club pensaba que valía la pena apoyarlo con ese propósito. ¿Les cegaba su
deseo de tener ocupados a los niños con los ordenadores, o existen datos de que
allí se produjera ese aprendizaje que valoran los adultos?
Para los datos sobre las actividades diarias en el Club Mixto me dirijo de nue
vo a las notas de campo de los estudiantes. Presentaré dos ejemplos, uno de un
caso en el que el niño está practicando un juego diseñado para promover el aná
lisis fonético, y el segundo, un caso en que el juego está diseñado para aumentar
© Edoones Mcvata S L.
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272 Psicología cultural
para sonar igual". Adam aceptó finalmente esta idea, aunque a regañadientes. El
suponía que debían escnbirse igual, pero yo le dije que no era así- Sólo tenían que
sonar igual. Conmigo mascando y ellos dos dándome retroalimentación sobre las
palabras, llegamos hasta el nivel cuatro
“Vale, ahora tu tienes que terminar", le dije a Adam. “Puedes llegar al nivel 5*. Era
el último hombre. Yo le dije que le ayudaría.
Adam lo hizo bien con ayuda tanto de Chartie como mía. pero de nuevo, un troglo
se lo comió. A menudo. Adam perdía el control de su hombre y lo enviaba de acá para
allá en el laberinto. Yo le advenía acerca de los troglos. pero a veces salían de las pare
des y se lo comían. De todos modos, perdió a este hombre, de manera que supuse que
el juego había terminado. También él lo pensaba, pero entonces se dio cuenta de
que había conseguido un hombre libre". No estoy segura de cómo lo había hecho,
puede que fuera debido a que la puntuación era muy alta ahora. De todos modos,
Adam pudo alcanzar el nivel 7 con este hombre y completar el nivel de principiante.
Adam acudió a Amy. que le dijo que yo tenía que darle la tarjeta de fundón. Yo le
dije que todavía tenía que rellenarla. Él escnbió las cinco vocales —olvidando casi la
'a*— y luego tuvo que distinguir entre los sonidos de las vocales largas y cortas. Esto
era con lo que Adam había estado luchando todo el juego, de manera que yo sentía
curiosidad por ver cómo lo hacía Había cinco palabras. Al lado de éstas, había que
identificar la vocal y escribir junto a ella “larga" o “corta". Adam identificó las vocales
sin problemas. Sabía que ‘cakeT [keik] (pastel) y "trotT [tri:J (árbol) eran largas, pero se
equivocó con una palabra (red [red] (rojo)) que tenía claramente una "e" [ej corta. Le
ayudé contrastante el sonido con la “e" ¡i:] en tree [árbol]. Adam v»o la diferencia, pero
después de mucha ayuda. Entregó la tarjeta de función completa a Amy para conse
guir su estrella
Estas notas descnben a una estudiante utilizando a dos niños en una tarea de
lectura y ayudando a uno de ellos en particular. Ilustran varios rasgos de la 5.a D
que podía esperarse que ganaran el favor de los adultos.
Indudablemente se está produciendo una instrucción aquí, pero difiere de la
instrucción escolar en varios aspectos. La estudiante apoya a los muchachos de
una manera flexible que está regulada por su interpretación de lo que saben y el
conocimiento que ella tiene de la tarea. Aunque hay tres participantes, la división
del trabajo que la estudiante negocia le permite localizar con toda precisión el
mayor problema del niño (de cara a la fonética): el contraste entre los sonidos
vocálicos largos y cortos.
Utilizando las posibilidades proporcionadas por las reglas de la 5.a D y la
estructura de este juego particular, la estudiante estimula al niño ayudándole real
mente a conseguir las metas que él se ha marcado: ella asume parte de la tarea
mientras consigue que los chicos compartan el trabajo y luego devuelve la ta
rea al niño sobre el que se concentra y adopta el rol de espectador útil. A lo largo
del camino descubre una confusión conceptual que cabría esperar que prolonga
ra las dificultades de Adam si no es corregida: su creencia de que para que las
palabras suenen igual se tienen que escribir igual.
El segmento final en el que el niño debe completar la tarjeta de función pro
porciona un “post-test" diagnóstico pertinente. Adam todavía tiene dificultades
para distinguir la duración de las vocales, pero podemos concluir que ha recibido
una lección de primera categoría en el análisis del contraste entre vocales largas
y cortas y que ha aprendido algo en el proceso. Sin embargo, su comprensión
todavía es frágil y requiere mucha consolidación posterior.
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276 Psicología cUtural
El Centro Infantil
La primera 5.a D que expiró fue la situada en el Centro Infantil, donde nues
tras actividades continuaron sólo durante dos tercios del curso académico 1987-
1988. La caída no se derivó de la insatisfacción de tos niños o del personal con la
5.a D. En realidad, no mucho después de comenzar el programa modificamos
nuestros procedimientos a petición del personal del centro, para permitir el acce
so a más niños, de manera que todos tuvieran oportunidad de participar.
El punto de tensión que llevó a la caída de la 5.a D en el centro fue el miedo
al abuso infantil combinado con la tasa de recambio relativamente rápida de los
estudiantes (las clases de la UCSD se celebran sólo durante diez semanas en un
trimestre). Como resultado de la publicidad que rodeó a un caso de abuso infan
til de un niño preescolar en Los Angeles y con un elevado nivel de preocupación
sobre este problema más en general, la agencia que concedía licencia al Centro
Infantil insistió en que todos los adultos que trabajaran en instalaciones de asis
tencia de día registraran sus huellas dactilares en el Departamento de Justicia y
realizaran el test TB. El dinero no era problema, pero el tiempo sí; el trimestre ya
estaba muy avanzado cuando se completó todo el papeleo y los estudiantes
pudieron acudir al centro. Como consecuencia de la complejidad de estos aspec
tos. antes del inicio del tercer trimestre, propusimos la suspensión del proyecto.
© EdtóOfMS Moraia. S- L
Una metodología muítinnrel para la psicología cultural 277
La directora del Centro se sintió muy aliviada: a ella le hubiera gustado echarse
atrás del proyecto, pues la presencia continuada de adultos desconocidos en su
institución le producía una tensión nerviosa inaceptable. Pero había dudado en
hacerlo por miedo a ofendernos.
La Biblioteca
La 5.a D de la Biblioteca se situaba en un rincón posterior de la institución.
Cuando no tenia lugar una sesión, los ordenadores, el laberinto y los demás uten
silios se almacenaban en un cuarto contiguo.
Debido a que la Biblioteca estaba situada frente a la escuela elemental al otro
lado de una carretera, a los niños que asistían a la 5.a D generalmente los traían
y recogían sus padres, y la nueva actividad tardó algunas semanas en hacerse
popular. A mitad del pnmer trimestre teníamos un grupo estable de 6 ó 7 niños
que asistían dos veces por semana. En respuesta a la demanda de actividades
los días que no se abría la 5.a D, intentamos incluso crear una línea caliente de
trabajo en casa para el Mago en nuestros días libres, pero esta idea no tuvo éxi
to. El segundo año, acomodamos el aumento de la demanda organizando dos tur
nos de 5.a D para una media de 8 ó 9 niños por sesión, cuatro días a la semana
A pesar de su pequeño tamaño, la 5.a D de la Biblioteca fue el más afortuna
do de nuestros sistemas desde la perspectiva de su efecto sobre los niños. Como
indiqué cuando explicaba su éxito al fomentar un mejor rendimento en el juego,
las interacciones en este lugar estaban marcadas por el elevado nivel de amistad
que se desarrolló entre los niños y los estudiantes.
Desde el inicio del proyecto trabajamos con el personal de la Biblioteca para
aumentar la experiencia en la dirección de la 5.a D y ayudamos a sus miembros a
captar dinero para el equipo y los programas. Creamos actividades especiales
que requerían que los niños adquirieran conocimientos bibliotecarios y nos reuni
mos periódicamente con el personal para revisar los progresos en el programa.
Sirvió de ayuda que el bibliotecario procurara situar una línea de teléfono cerca
de la 5.a D para facilitar la comunicación con el Mago. El equipo lo proporcionaron
los amigos de la institución.
Al final del tercer año del proyecto, nos reunimos con el personal en la Biblio
teca para debatir el futuro. Habíamos llegado al punto en que la universidad tenia
que delegar más responsabilidad en la comunidad. Podíamos garantizar que
siguieran viniendo estudiantes supervisados, pero no podíamos proporcionar un
coordinador en el emplazamiento ni hacernos responsables de la actualización
de los ordenadores, las adquisiciones, etc.
El personal decidió no continuar el programa. Hubo muchas razones para
esta decisión: la Biblioteca tenía poco espacio, los niños a veces hacían ruido
cuando se excitaban con la práctica del juego, existían dificultades administrati
vas para obtener el dinero necesario para pagar un coordinador en el sitio, no
tenían tiempo para adiestrar a personas para que trabajaran con los niños. Cada
uno de estos problemas podría haberse resuelto, pero el hecho era que incluso si
se disponía de dinero, o si se presentaban voluntarios para ayudar, habían llega
do a la conclusión de que la 5.a D no encajaba lo suficiente con sus metas como
bibliotecarios. Y éste fue el fin de la 5." D en la Biblioteca.
© Ldcjores MomU. S L
278 Psicología cultural
El Club Mixto
La 5.a D en el Club Mixto tenía lugar en una gran sala que excedía con mucho
nuestras modestas capacidades iniciales para acomodar a los niños. Lentamen
te aumentamos nuestros 4 ó 5 ordenadores, vinieron más estudiantes, de mane
ra que pudimos manejar gradualmente un mayor número de niños. Tan pronto
como tuvimos la capacidad de personal, mantuvimos el programa abierto cuatro
días a la semana. Como no había que compartir el espacio con otros programas,
nos permitíamos el lujo de dejar las cosas como estaban entre las sesiones. Tam
bién pudimos poner el laberinto en un lugar destacado en el centro de la habita
ción y colgar en las paredes dibujos y carteles de los niños relacionados con las
actividades de la 5.a D
El número de niños que solicitaban su admisión en la 5.a D cada día fluctua
ba mucho, desde sólo 4 ó 5 hasta 12 ó 13. Sin embargo, más importante incluso
que el número total era el hecho de que los niños venían y se iban según les ape
tecía, que muchos acudían sólo una vez a la semana, mientras que otros eran
asiduos y muchos venían sólo una o dos veces en total. El rápido flujo de niños,
tanto dentro de un día como de un día para otro, hacía difícil que llegaran a cono
cerse con los estudiantes. Éstos y los investigadores encontraban dificultad para
seguir de cerca qué juegos habían completado los niños en cada nivel. Había tan
tas “criaturas repulsivas" en el laberinto que los niños se desanimaban sólo bus
cando la suya. Estas condiciones dificultaban que los estudiantes comprendieran
e hicieran uso de las reglas y las convenciones que se supone que ellos y los
niños tenían que seguir. Como consecuencia, algunos niños (y estudiantes)
sentían que las reglas eran coercitivas y externas a ellos, de manera que se
resistían a cumplirlas o las ignoraban.
Esas dificultades nos indujeron a intentar simplificar el funcionamiento de la
5.a D durante el último trimestre del primer año. En lugar de las restricciones de
la 5.a D sobre la participación en los juegos, creamos una tabla con los cuarenta
juegos y espacios para marcar que un niño había completado el nivel de princi
piante. el de bueno y el de experto. No había restricciones sobre los “juegos
siguientes" que el niño podía practicar; simplemente tenían que escoger una acti
vidad y un nivel que todavía no hubieran completado.
Este intento de simplificación fue un completo fracaso. No había pasado
mucho tiempo antes de que los niños se acostumbraran a practicar el juego que
les apeteciera en cualquier nivel Los propios estudiantes comenzaron a introdu
cir nuevas reglas, pero no estaban relacionadas entre sí y todos sentían que eran
arbitrarias e improductivas.
Ese verano organizamos una 5.a D estival especial en el Club Mixto en la que
volvimos a la estructura original, elaborando nuevos artefactos para hacer frente
a las complejidades del entorno del club (por ejemplo, mecanismos de manteni
miento de registros, una organización cuidadosamente elaborada de los juegos
dentro del laberinto y tarjetas de función mejoradas). Cuando la 5.a D volvió a sur
gir en su forma elaborada, resultó una herramienta gratificantemente firme.
Debería advertir que cualesquiera que fueran nuestras quejas con la 5.a D. los
niños seguían viniendo. Durante el segundo año, estudiantes ambiciosos abrie
ron una nueva 5.a D en uno de los clubes mixtos vecinos, y poco después un ter
cer club pidió y obtuvo una 5." D. Los clubes dieron un premio al programa y lo
© Eaaonee Morata. S. L
Una metodología multinivel para la psicología cultural 279
4 La 5.* D resultó ser un médium eficaz para que dos naciones realizaran investigación sobre
aprondtzaic y desarrollo (Belvaeva y Cote. 1989) Los centros adicionales fueron dirigidos por Cathe-
riñe Kwg en Nueva Orteans. Gilian McNamee en Chicago y miembros del laboratorio internacional
VEGA en Moscú.
O Ediciones Mócala. S L
280 Psicología cultura)
bles de los niños después de la escuela, a pesar del hecho de que proporciona
a los estudiantes universitarios experiencias de investigación especial con poco
coste para la universidad (un laboratorio donde los estudiantes trabajaran con
ratas sería mucho más caro), y a pesar de gran cantidad de buena voluntad por
todas las partes, su capacidad para continuar después de retirarse los fondos
de investigación externos debe considerarse problemática, si no improbable.
¿Por qué?
Es posible identificar vanos impedimentos sistémicos. La pnmera dificultad se
manifiesto durante el año de planificación de la primera beca, aunque en ese mo
mento no pudimos evaluar su significación. Advertimos que diferentes personas
representaban a las diversas instituciones comunitarias en distintos talleres. Esto
reflejaba el hecho de que muchas de estas instituciones tienen carencias cróni
cas de personal y que muy pocos de los que trabajan en ellas son profesionales
de carrera. Una razón para que las instituciones no formaran sus propias metas
claras para una actividad después de la escuela en la fase de formación de me
tas del proyecto era que no había nadie en ninguna de las instituciones que tuvie
ra una idea general de las posibilidades, aunque nos esforzamos mucho tratando
de proporcionar esa idea general.
Una vez que nos pusimos en marcha, la falta de continuidad de personal de
supervisión fue un rasgo destacado del sistema. En las tres instituciones en las
que trabajamos, las personas responsables de llevar a la práctica la 5.a D no
habían tomado parte en la planificación.
La continuidad también es un problema por parte de la universidad/cotegio
universitario del sistema. Los colegios y las universidades tienen docencia sólo
durante unos meses del año. Funcionan según calendarios dictados por el hecho
de estar en un sistema de semestres o en uno de trimestres, de tener un des
canso a mitad del invierno o de la primavera, etc. En mi área, la universidad abre
en el otoño varias semanas después de las escuelas locales, de manera que la
5.a D comienza tarde desde la perspectiva del Club Mixto. A veces está cerrada
(por ejemplo, en las vacaciones de Navidad) cuando podrían desear las institu
ciones locales que hubiera intensificado sus actividades.
Proporcionar profesorado para enseñar los requisitos indispensables dos o tres
veces al año dependiendo del calendario académico local plantea problemas adi
cionales. En la medida en que el compromiso del profesorado es sólo durante un
periodo breve (dos o tres años), otras necesidades del departamento pueden que
dar en suspenso. Pero para que la actividad se institucionalice, un departamento
entero debe estar de acuerdo en procurar que se proporcione personal al curso,
aunque quien haya iniciado la actividad disfrute de un período sabático o haya
cambiado de trabajo. Obtener este tipo de consenso en departamentos que sufren
fuertes presiones para cumplir necesidades más rutinarias de enseñanza para
grandes cursos es un logro poco frecuente, sin importar el valor de la actividad.
Otra área de dificultad a la que se enfrentan las organizaciones de la comuni
dad es sostener la base material de la 5.a D. Aquí incluiría tanto el equipo como
los programas asociados con los ordenadores y el “material de firma" que pro
porcionamos (las tarjetas de función, el laberinto, el Mago), lo mismo que el per
sonal.
La falta de continuidad entre las instituciones que participan hace difícil sos
tener el conocimiento cultural necesario para procurar que la actividad discurra
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© CAPÍTULO XI
El trabajo en el contexto
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El trabajo en el contexto 283
miento sobre el modo y el lugar donde se podrían reunir las dos psicologías. Los
intentos bien elaborados de resolver este problema fueron una tarea para la
generación siguiente y han resultado serio para las generaciones posteriores
hasta el momento actual. Los problemas de unificar las “dos psicologías" en un
único paradigma no se han resuelto en modo alguno.
Como ocurría hace un siglo, hay tres posiciones dominantes entre los psicó
logos sobre cómo ocuparse de estos problemas. La primera, que fue el centro de
mi atención en los Capítulos II y III, era avanzar sobre la base de la primera psi
cología. La segunda era tomar el camino propuesto por Dilthey y colocar a la psi
cología dentro de las ciencias culturales, admitiendo que el estudio de la fisiología
humana y las funciones psicológicas elementales es el dominio de las neurocien-
cias y otras disciplinas científicas naturales. Alternativamente, el dominio de la
primera psicología se podía interpretar como el discurso y sus hechos, como el
texto.
Creo que la lógica del camino que he andado lleva a una tercera vía. una vía
que sigue a Mill. Wundt y otros al reconocer importantes diferencias entre los
seres humanos y otras criaturas asociadas con el ambiente único de la vida
humana, la cultura. Sin embargo, va más allá de Wundt al proponer cómo las dos
visiones del mundo asociadas con las mitades natural y cultural del sistema de
Wundt se pueden unir en una empresa científica única. Revisaré las preguntas
con las que empezamos desde la perspectiva del enfoque cultural-histórico que
he estado desarrollando en los últimos capítulos.
Respecto a la pregunta 1
¿ Por qué ha resultado tan difícil para los psicólogos tener presente la cultura ?
Una respuesta breve podría ser: porque cuando la psicología trató la cultura
como una variable independiente y la mente como una variable dependiente,
rompió la unidad de la cultura y la mente y las ordenó en el tiempo: la cultura es
estímulo y la mente, respuesta. Toda la historia de la psicología transcultural se
puede ver como una larga lucha para reunir lo que se separó a la fuerza como
consecuencia de la división de las ciencias humanas en ciencias sociales y
humanidades. Ésta es la fuente de los continuados debates de metodología y
teoría que entablan los psicólogos y los antropólogos, cuyas fases más tempra
nas he expuesto en capítulos anteriores. (La aparición de una revista llamada
Psychology and Culture en 1995 es una manifestación del actual interés en estas
cuestiones; véase también Jahoda, 1982, 1992).
La respuesta “larga* a esta pregunta se da en los Capítulos II y III, comple
mentada por el debate en capítulos posteriores, donde emprendí el proceso de
reconstrucción teórica. En esos capítulos afirmé que para tos psicólogos es difícil
tener en cuenta la cultura porque, cuando esta disciplina se Institucionalizó como
una ciencia social/del comportamiento, tos procesos constituyentes de la mente
se dividieron entre varias ciencias: la cultura para la antropología, la vida social
para la sociología, el lenguaje para la lingüística, el pasado para la historia, etc.
Cada una de estas disciplinas desarrolló métodos y teorías apropiados para
su dominio. Como hemos visto, tos métodos principales en psicología dependían
del uso de procedimientos estandarizados (tests, tareas experimentales, cues
© E*xm»*nlaSL
284 Psicología cultural
' Esta diferencia paradigmática explica la reacción del antropólogo Harry Wolcott a nuestra
investigación entre los kpelte •Espero sentirme más impresionado cuando lleguemos al punto en el
que estas observaciones [experimentales] nos eleven desde las pistas del rendimiento planeado al
proceso etéreo e ilusorio del funcionamiento cogmtivo normar (1972. págs 449-450).
© Ediciones Morara. S L
El trabajo en el contexto 285
Colé se propuso rastrear las causas de este bajo rendimiento con cierto detalle.
Parte del trabajo empírico se emprendió realmente, pero la mayor parte de su expli
cación consiste en la enumeración de diversas posibilidades como un rastro en apa
riencia interminable que se desvanece en el lejano horizonte... [Este enfoque] parece
requerir exploraciones sumamente exhaustivas y. en la práctica, casi inacabables de
muestras de conducta, sin garantía de un resultado decisivo. Es posible que esto no
fuera necesaro si tuviéramos a nuestra disposición una “teocia de las situaciones" via
ble, pero, como admite Colé, no existe ninguna. Lo que falta en [el enfoque específi
co de contexto] son constructos teóricos globales que relacionen los procesos cogm-
tivos del tipo que proporciona Piaget. y que ahorren al investigador la inmersión en un
montón de materiales que no se pueden manejar.
(1980. págs 124-126.)2
Respecto a la pregunta 2
Si usted es un psicólogo que cree que la cultura es constitutiva de la mente,
¿qué puede hacer que sea a la vez aceptable académicamente y fiel a su senti
do de las complejidades del fenómeno?
Siendo yo un estudiante no graduado me encontré con el concepto de un Zeit-
geist en el libro de E. G. Boring History of Experimental Psychology. Zeitgeist se
refiere literalmente a ‘las maneras actuales de pensar y sentir" o “el espíritu de los
tiempos". Boring estaba hablando del espíritu científico experimental que anima
ba a los pioneros de una psicología científica.
Durante mucho tiempo vi la idea de Zeitgeist como un resto del esplritualismo
precientífico, de los viejos tiempos oscuros. Sin embargo, después de haber
pasado en los años recientes buena parte de mi tiempo leyendo las ideas de los
© Ediciones Norata. S L
286 Pstcoiogáa cuttural
© EOooom Morata. S L
El trabajo an el contexto 287
Todo este aparato cultural nos permite pensar de manera más amplia y sis
temática en la acción mediada, pero todavía falta aquello a lo que me he referido
genéricamente como la “envoltura supraindividual del desarrollo": el contexto, la
actividad, la situación, la práctica, etc. Me gustaría poder proporcionar una taxo
nomía breve y exhaustiva de los modos de utilizar estos términos diferentes y las
elecciones teóncas que indican. Por desgracia, no sé cuáles son sus interrelacio-
nes. A juzgar por mi propia conducta y las obras de los autores que leo, estos tér
minos se utilizan en una mezcla de usos de sentido común y motivados teórica
mente. Además, estos conceptos se aplican a una serie tan amplia de objetos
empíricos de análisis que me pregunto si las diferencias entre ellos no pueden sur
gir de las condiciones de los fenómenos particulares que estudian los especialistas
y los medios que utilizan para estudiarlos, y no de desacuerdos teóricos profundos.
Dudo que esta tensión desaparezca pronto. Sin embargo, ha habido mucha
interacción entre los participantes en estos debates en los últimos años, y están
comenzando a aparecer investigaciones que unen las dos tradiciones (por ejem
plo. R. Engestróm, 1995; Goodwin, 1994; Hutchins, 1995; Nardi, 1996).
Otra tensión importante, especialmente notable en los debates entre psicólo
gos con una fuerte inspiración rusa, ha radicado en considerar si la acción o acti
vidad mediada es el nivel de análisis adecuado. Esta cuestión se puede ver en la
manera en que James Wertsch y sus colaboradores resumen los supuestos
compartidos de los que se adhieren a un enfoque soclocultural para la mente
(Wertsch. del Rio y Alvarez. 1995):
© EdcMxies Morara S L.
288 Ps»cotogia cultural
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290 Psicología cultural
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El trabajo en el contexto 293
Contribuciones interdisciplinares
En esta coyuntura es donde el enfoque basado en la actividad sensible al
contexto favorecido por los científicos sociales y del comportamiento de Estados
Unidos y Europa han hecho sus contribuciones más importantes al desarrollo de
la metodología cultural-histórica. Como advertí en el Capítulo VIII, hay ahora
muchas demostraciones de que es posible realizar análisis del pensamiento en
las actividades cotidianas y someter a prueba las implicaciones de estos análisis
por medio de modelos expenmentales. Se ha demostrado incluso la posibilidad
de combinar los enfoques experimentales y etnográficos para estudiar la dinámi
ca evolutiva de los procesos cognitivos 3.
Aunque es pequeño el número de ejemplos muy elaborados que se extiendan
durante periodos de muchos años, investigaciones recientes en estudios socio-
culturales estadounidenses, considerados ampliamente, también llegan muy
lejos ocupándose de la necesidad de incluir el contexto institucional de la activi
dad en un análisis cultural-histórico de la cultura en la mente. Cuando alcanza
mos este nivel de análisis, llegamos a los límites de lo que ordinariamente se con
sidera psicología. Por regla general, el contexto social-institucional de la acción
se trata como una variable independiente (en gran parte no analizada) dicotomi-
zada (escolarización formal frente a aprendizaje de un oficio, por ejemplo), o se
deja para los sociólogos.
Se podría afirmar que es poco razonable pedir a los psicólogos no sólo que
asuman la responsabilidad por estudiar tareas cognitivas en el contexto, sino tam
bién que se preocupen por el entorno institucional de esas actlvidades-en-el-con-
texto. Sin embargo, desde una perspectiva cultural-histórica este nivel de análisis
es importante como un sitio donde factores a gran escala como la clase social se
articulan con la expenencia individual. Por consiguiente, los psicólogos cultura
les-históricos deben instruirse a sí mismos en los métodos indispensables o tra
bajar como parte de equipos interdisciplinares.
3 Rectentes trabajos de Edwin Hutchins (1995; Hutchins y Hazléhuast, 1991) han mostrado que
tambrén es posible modelar el desarrollo cognrtivo mediado cuMuralmento en la clase de programas
informáticos conocida como modelo* de procesamiento paralelo dlslnbuldo
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El irabajo en contexto 295
© Ettoone* Moral». S. L
296 Ps»cologia cultural
Al escribir sobre ciencia romántica, Luria citó un verso del Fausto de Goethe,
en el que Mefistófeles dice a un vehemente estudiante, “Gris es toda teoría, mi
caro amigo, y verde el áureo árbol de la vida", expresando su escepticismo por las
doradas promesas de la teoría. Mientras editaba la autobiografía de Luria, leí
Fausto para ver qué otras intuiciones sobre las ideas de Luria podía descubnr allí.
Uno de estos pasajes me sorprendió vivamente por su poder para contrastar las
dos ciencias. En él Mefistófeles aconseja al estudiante vehemente sobre su carre
ra futura, describiendo las consecuencias de seguir el camino de la ciencia. Las
imágenes que utiliza no sólo captan perfectamente la diferencia entre la ciencia
clásica y la romántica, sino que lo hacen en términos que crean un vínculo explí
cito con la metáfora del contexto como entrelazamiento.
La conversación comienza con Mefistófeles admirando el trabajo de los teje
dores. que crean patrones, un proceso en el que “a un golpe de pedal muévense
muchos hilos... y tan sólo un golpecito fragua miles de combinaciones". El enfo
que del científico es completamente diferente, y también lo es el resultado. A la
© Faoone» Momu, S L.
El trabajo en el contexto 297
pues eso mismo deberá hacer el filósofo que allí penetra y os adoctrina; lo primero tie
ne que ser así. lo segundo asá. y de ahí se deriva lo tercero y luego lo cuarto; y si no
existiera lo primero y lo segundo, pues no tendríamos nunca lo tercero y lo cuarto. Así
doquiera cántanlo los discípulos, pero ninguno de ellos llega a ser tejedor. Quien aspi
ra a reconocer y describir alguna cosa viva, busca ante todo desentrañarle el espíritu;
luego ya tiene en su mano las partes y sólo falta, ¡por desgracia!, el lazo natural
(Gocthe, 1988 pág. 796 de la Irad. cast)
© Ediciones Morara. 5. L.
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versitv Press
© Ediciones MoriMa.S L.
Copyrighted material
Indice de autores y de materias
Actividad, 132-135. 163, 253-254. 235. 300. Artefactos y desarrollo histórico. 106-109,
— Analista cognrtivo en, 220-226. -------esquemas. 123-124. 136, 177,286.
— cotidiana. 108. 292-293. 284. 300. -------símbolos. 123.142.
— en el contexto 248. Austin.J.,212.
— mediada conjunta, 175-191.
— y el entorno institucional, 269. Barash. D. P.. 153.
práctica. 130-131. Barrer. R . 102. 134. 198n
Aloca Investigación en. 66-74. 69n. 97, 104, Barret. R.. 116n.
Bamo Sésamo. 191.
— Vease también: Proyecto de nuevas ma Barileti. F. C.. 219-220.
temáticas (Libena). — y Lew-Bruhl. 33.
Agency for International Development (Agencia ---------- Sobre esquemas, 123, 124.
para el Desarrollo Internacional). ZZ. -------------- memona 66-68. ÜH. 70. 71
Agustín, 42. Bates, E.. 177.
American Associahon for the AOvancement o! Batesón, G.. 69-70, 128.122. 130n. 135.
Science (AAAS), 252. Beach. K..225
Antropología, 24 48. 68 69 86 102. 103 118. Becmteaev. V..25n
284. Bellman, B.. 81,83.
— Cambios en 1QL Bfniq». L. 220n.
— cognitiva, 24. 28. 123. Bereiter. C.. 241.248.
— Estudio do los artefactos en. 113, 114, ti7-iiR Bergson. H , 1QL
— experimental. 23. 64n. 81 82 Berlín, I., 38.37, 35.
— Orígenes de la. 2Z. Berry. J., 22, fifí. 94, 95,97
— psicológica. 121. Bicxerton, D.. 142.152.
— simbólica. 286. Binet, A 61-63, 64, 65, Q8, 82.
— y cultura, 253. BfROWHISTELL, R.. 129. 134
ecología, 27, 28n. Blumentmal, A , 39n
AAiSTÓTELES. 28. Boesch. C„ 145 148.
Artefactos, 107-108. H_L 113-114. Boesch. E.. 102.
— e instrucción en la lectura, 240, 243. Bol ton, C , SO.
— Ideal frente a material. 113J j£ 125. 136. Bot ton, R , 60.
— Mediación por. 107-108, 114-117, 119, 123, Borimu, P, 132.
124, 125.151 Borino E G.. 25
— Tres niveles de, ii7-tift — History of Experimental PsycMogy Zeltgerst.
— y actrvtoad/pcáctlca, 131. 285
-------cultura, I24n, 136-137. 149. 152 154. 165. Bovsen. S . 187.
183, 225,286 Brazelton. T. B . 170.
© EdKxxv» Momia. S L
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índico do autores y do materias 329
© Ediciones Mónita, S L
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330 índice de autores y de matenas
© EdOOHM MoiaU. S. L
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indce de autores y de materias 331
© Ediciones Morata. S L
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332 inOce de autores y de materias
© EOcorm Mcrata, S L
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índice de autores y de materias 333
© Eaaorwe Moral». S L
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334 índice de autores y de materias
SOüBERMAN. E-, 105 Vygotskv. L. 48, 104, 105. 110n, 288. 292, 223.
SPENCE, K , 1Q£ — Artículos de. 112n.
SPENCER. tL 30-31 32 33. — Ley general del desarrollo cultural, 108-109,
Starkev, P. IhíL 190. 110. 111, 241.
Stewthal. K, 2fi. — Sobre el pensamiento, 156, 254.
Stehn. □.. 175. -------la capacidad de leer y escnbír. LQ4. 202.
SfERN. E-. 111. ---------- conducto humana. 143, 144. 150. 160.
StevENS, J.. 224. 227. ---------- práctica . 225.
Store. A . 167. -------lenguaje. 185, 12S.
Strum. S., 139 -------mamona. 110.
SuChman. L A , 225. -------ontogénesis, 152.164.166, 171,177.
Super. Ch.. 171. — Triángulo semiótica de, 289.
— y cambio histórico, 105n.
Tareas cognrtrvas en diferentes entornos, 228- -------la zona de desarrollo próximo, 225. 261.
233. 234-235 -------las dos psicologías. 106
Taylor. Ctl., 131.
Tecnología. 101. Waddington. C. H„ 289
Test de Capacidades Ps*colinguisücas de Ulb Wartowy. M , 117-118
nots. 210. Weber. M , 118.119
Teste de Cl. 61 -65. 88. L3Z. 201o, 210, 253 Wenger. E.. 300
---------- en la mvestlgaoón transcultural. 71. 73. WENTWORTH. W , 135
79. 157 Werner. H , 160
Thurnwald, R . 156. 156n. Wertsoi. J„ 151.159. 160, 287
Tuchener, E B. 54. 55-56. 57n. 58 White. L. 30n, 116. 116n, 167, 170
Touman. E C.. 45n. White.S.,44. 45n, 46.5J.251
Tomaseu.0. M . 147. 148. 149. 150. 152, 177. WnmNG. B. 22, 175n
Tojlmin, S.. 102 Whivting. J. W M . 22 171
Trevarthen. C , 175. Wcde. J.. 60
Trianois. H , 106. Wmiams. R . 135
Triángulos medlaaonates. 116. 240, 241. 242. WvSON, E.. 155.
245 289 Whkin, H., 77n, 94
Tronica. E. Z.. 173. Wolcott, H , 284n
Tulviste. P. 160. Woooworth, R . 64
Ttlor. E B. 30. 32.123 Wrioht. H , 134.
Wunot. W.. 33, 55. 73. 99. 100, 102, 107
Ueno. N . 225 — Metodología experimental de. 23. 26, 50 52.
UNESCO. 76. 98. 54 58
Unidad psíquica, 31. 32, 54 — y dos psxroiog'as, 42-43, 44, 45n, 46, 47. 4fi_
Universidad Rocfcefeiler. 215.237 104n. 282
Wúrzburg Escuela de. 44.
ValsinerJ.. 112. 171, 124. 220n Wynn. K.. 188
Van per Veer, R . 112 Wvnn. T., 142n
VERRON. P. E. 66.
Vico, G . 38, 4¿ YUCATAN. 86-89. 197
Vocr. C_. 34.
— Lecturas on Man 29n ZMgerst. 285-286. 290. 291.
Vok. 39. Zertschnft tur Vólkerpsychotogie und Sprachwts-
Vóikerpsycnologie. 39. 39n. 41. 42, 43. 46. 47. senshaft (Revista de Psicología Cultural y
48, 102 Filología). 41
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Otras obras de Ediciones Morata de interés
Co
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Si admitimos que la cultura es un aspecto fundamental en la vida y pensamiento de
las personas, en buena lógica también debe ser crucial a la hora del estudio de la
vida mental
Michaei COLE, conocido por su trabado pionero en cognición y psicología del de
sarrollo. ofrece un multrfacetico estudio de lo que es. ha sido y puede llegar a ser la
psicología cultural Un ámbito teórico y empírico que ya esta considerándose como
una nueva disciplina, algo que el propio autor dep patente en el subtitulo del libro
"Una disciplina del pasado y del futuro".
Primero nos traslada al momento histórico en el que se concedía a la cultura un
lugar de honor en la psicología Describe lo que sucedió cuando esta disciplina fue
englobada dentro de las ciencias naturales a finales del siglo pasado y la cultura
llegó a sor una variable causal más. Una concepción que distorsionaba tanto la rela
ción cultura-monte como los métodos necesarios para su ostudlo. La alternativa
que el autor nos presenta trata a la cultura como el medio idiosincrásico de la vida
humana, un medio saturado con artefactos, residuo de la experiencia de genera
ciones anteriores. El autor sostiene que la mediación a través do la cultura es la
principal característica del pensamiento humano.
Michaei COLE, uno do los lideres de este movimiento, demuestra la utilidad de esta
nueva concepción aplicándola a diversas cuestiones toóricas. metodológicas y
practicas en el estudio del desarrollo humano. Entre éstas destacan las relaciones
entre naturaleza y educación, los procesos a travos de los que la cultura posibilita
o constrihe el desarrollo, el rol de la alfabetización y do la educación en el desarro
llo cognitivo. y los procedimientos para diseñar nuevas formas de acción con capa
cidad para promover el desarrollo infantil Estamos ante una extraordinaria síntesis
de leona y trabado empírico que da forma a este nuevo ámbito do especiaHzacíón
que denominamos psicología cultural.
Esto libro puedo considerarse una obra fundacional en esta emergente disciplina;
una clara exposición de la psicología cultural en cuanto teoría general del pen
samiento y acción humanos.
Michaei COLE os Catedrático de Universidad de Comunicación y Psicología y
Director del Laboratorio de Cognición Humana Comparada en la Universidad de
California, San Diego. EE.UU.
Esta obra ha recibido los siguientes premios:
— Premio de la Virginia and Warren Stone Fund. en el apartado de publicaciones
sobre educación y sociedad, en 1995.
— Mención honorífica en la categoría de Psicología otorgada por la Asociación de
Editores Norteamericanos, en 1996
Colección Psicología
EDICIONES MORATA, S. L.
Mejia Lequerica, 12. 28004 - Madrid
morata@infornet.es - www.edmorata.es