GTT 14 Ponencia
GTT 14 Ponencia
GTT 14 Ponencia
Natalia Larrea
Facultad de Ciencias Sociales – Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
natalialarrea82@gmail.com
RESUMEN
La Ley 26.061/05 de Protección y Promoción Integral de los Derechos de Niñas,
Niños y Adolescentes ha generado un sistema de promoción y protección integral
de derechos de niños/as de intervención administrativa y judicial. El artículo 35 bis
de la Ley Provincial homónima 13.298/05 normativiza la aplicación de la medida
de abrigo como medida excepcional de protección de derechos.
A través de la aplicación de esta medida los/as niños/as cuyo/s derecho/s se e
encuentran vulnerados son separados de su ámbito familiar de origen, trasladados a
instituciones de guarda o al cuidado de algún miembro de la familia ampliada. El
objetivo de la medida es la restitución de los derechos vulnerados a partir de la
puesta en marcha de procesos y prácticas por parte de los organismos
administrativos y judiciales. Estos involucran múltiples estrategias, sentidos,
representaciones y negociaciones que se tensionan a la hora de la toma de
decisiones en función de la restitución de derechos.
Este trabajo pretende dar cuenta, a partir de un abordaje exploratorio de tipo
etnográfico, de las lógicas y tensiones que subyacen a estos procesos en las
intervenciones de dos agencias estatales de la ciudad de Olavarría, en relación a la
aplicación de medidas de abrigo.
1
Introducción
“El ascendiente del Estado se hace sentir particularmente en
el dominio de la producción simbólica: las administraciones
públicas y sus representantes son grandes productores de
“problemas sociales” que la ciencia social no hace a menudo
sino ratificar al retomarlos por su cuenta como problemas
sociológicos” (Bourdieu, 1993, parr.7)
En nuestro país, en Octubre de 2005, se sanciona la Ley 26061 de Protección
Integral de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente que deroga, luego de casi 90
años de vigencia, la Ley 10903 de Patronato de Menores, la cual concebía la
infancia como objeto de tutela del estado. En este sentido la justicia disponía de las
plenas facultades para dictaminar el tutelaje de los menores considerados en
material o moral y en peligro moral1. Este sector de la infancia pasible de ser
tutelado era definido por la carencia y el riesgo, término que como sostiene Mary
Douglas (1996) refiere a construcciones sociales basadas en consideraciones
morales y de justicia que define ciertos elementos como peligrosos dejando de lado
e invisibilizando otros. Este tutelaje se efectivizaba a través de la
institucionalización de los “menores”, siendo la forma de control más consecuente
a los efectos de un estado “patronal”.
La ratificación de la Convención de los Derechos del Niño a la Constitución
Nacional de 1994, promovió que se considerara insostenible la continuidad de esta
legislación y en tal sentido instaló la necesidad de reformarlas y sustituirlas por
leyes que respetaran los preceptos de dicha Convención. Este gradual cambio de
paradigma significó el paso de una concepción y definición en relación a la infancia
como objeto de tutela por parte del estado a una que considera a los niños, niñas y
adolescentes como sujetos de derechos. De esta manera, la Convención establece la
obligación de los estados de garantizar la protección integral de los derechos
teniendo como principio rector de todas las prácticas e intervenciones destinadas a
este fin, el Interés Superior del Niño, en adelante ISN.
Con la creación del sistema de promoción y protección de derechos a partir de la
nueva legislación, se efectiviza un traspaso de ámbito de resolución de las
cuestiones asociadas a la niñez “vulnerable” o “en riesgo” que va desde lo
estrictamente judicial hacia la administración pública como ámbito de intervención
fundamental. Este sistema se define por el conjunto de políticas públicas y redes
intersectoriales destinadas a la promoción y protección de los derechos de los niños,
niñas y adolescentes,
1
La antigua legislación definía a los niños y niñas bajo la categoría de “menores” e incluía dentro
de este grupo a un sector de la infancia pasible de ser tutelado en tanto se lo considerara en
abandono material o moral y en peligro moral: “Se entenderá por abandono material o moral o
peligro moral, la incitación por los padres, tutores o guardadores a la ejecución por el menor de
actos perjudiciales a su salud física o moral; la mendicidad o la vagancia por parte del menor, su
frecuentación a sitios inmorales o de juego o con ladrones o gente viciosa o de mal vivir, o que no
habiendo cumplido 18 años de edad, vendan periódicos, publicaciones u objetos de cualquier
naturaleza que fueren, en las calles o lugares públicos, o cuando en estos sitios ejerzan oficios lejos
de la vigilancia de sus padres o guardadores o cuando sean ocupados en oficios o empleos
perjudiciales a la moral o a la salud” (art. 21, ley 10.903).
2
Esta nueva legislación normativiza la implementación de una serie de medidas ante
la detección de amenaza y/o violación de derechos en niños, niñas y adolescentes
cuya finalidad es la preservación o restitución de los “derechos vulnerados” a través
del “fortalecimiento de los vínculos familiares”. De esta manera se propicia y se
pone en marcha la ejecución de un “trabajo” con las familias cuyos hijos/as se
encuentran en “situación de vulnerabilidad o riesgo”. La familia se constituye así
en el objeto de intervención fundamental de estas medidas que buscan la
modificación de ciertas conductas de los progenitores consideradas “riesgosas” para
el pleno desarrollo y bienestar de sus hijos/as.
En consonancia con los lineamientos establecidos por la ley, la provincia de Buenos
Aires, a través de la Ley 13298, implementa este sistema de promoción y
protección de derechos creando a nivel municipal y comunal los Servicios Locales
de Protección de Derechos. Este órgano descentralizado de administración pública
es el encargado de prevenir, asistir, proteger y/o restituir los derechos del niño, niña
o adolescente, a través de la generación e implementación de distintos planes,
programas, servicios y acciones concretas.
La restitución de derechos cuando estos se encuentran “vulnerados” supone la
aplicación de ciertas medidas destinadas a revertir la situación que propicia esta
“vulneración”. La aplicación de estas medidas constituye un proceso de
intervención sobre los niños/as y sus familias a partir del cual se intentará modificar
determinadas conductas y comportamientos considerados “riesgosos” en función
del bienestar físico y emocional del niño o niña. Cuando luego de un tiempo
determinado esta “situación de vulneración” no logra revertirse o revista una
gravedad tal que resulte necesario separar al niño o niña de su ámbito familiar de
convivencia, el órgano administrativo posee la facultad de aplicar medidas
excepcionales de protección de derechos. El texto reglamentario de la ley
provincial en su art. 35 bis, incorporado por Ley 14537 en el año 2013, denomina a
estas medidas “abrigo”, implicando la permanencia del niño, niña o adolescente
afectado en un ámbito alternativo al grupo de convivencia cuando en este se vean
amenazados o vulnerados sus derechos. Este artículo es incorporado a la
reglamentación de la ley provincial “(…)a los efectos de compatibilizar el Sistema
de Promoción y Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes
con el procedimiento de adopción legislado en la Ley de Procedimiento de
Adopción Provincial(…)” (Decreto 177/14).
En la ciudad de Olavarría la aplicación de medidas de abrigo adquiere la
particularidad de estar enmarcada en un procedimiento de intervención
administrativa y judicial que se da en simultaneidad. Al momento de aplicar una
“medida abrigo” El Servicio Local de promoción y Protección de Derechos
comunica la decisión tomada al Juzgado de Familia, a la Asesora de Incapaces, al
Servicio Zonal de Promoción y Protección de Derechos, a la institución de guarda -
en los casos en que corresponda- y a la Defensoría Pública 2. De esta manera, este
último organismo entra en escena al momento mismo de aplicar un “abrigo”.
En este trabajo, entonces, me propongo analizar específicamente la aplicación de
“medidas de abrigo” como medidas excepcionales de intervención administrativa y
judicial, a partir de la descripción y análisis de la tensión que suponen sus lógicas
2
Estos organismos y figuras judiciales intervinientes durante el procedimiento de “abrigo” son los
que confluyen luego en la primer audiencia que inicia legalmente el proceso.
3
de intervención. Partiendo del supuesto de que esta instancia se estructura en base a
una legislación ambivalente, refiriendo este término a la posibilidad de dos
alternativas posibles a la restitución de derechos –revinculación /adopción– me
propongo dar cuenta de cómo esta dualidad se refleja en las prácticas, discursos y
estrategias enmarcadas en el proceso de “abrigo”, deviniendo en una tensión entre
sus lógicas de intervención. Esta tensión encuentra su fundamento en la doble
finalidad que posibilita el proceso de abrigo, definiendo dos modos distintos de
establecer un “medio familiar adecuado” (Ciordia y Villalta, 2012). Esto es, a
través de la restitución, lo cual supone la modificación de ciertas conductas de los
progenitores consideradas “riesgosas” para sus hijos/as, o bien a través de la
adopción cuando estas conductas no logran revertirse. En el despliegue de
discursos, prácticas y estrategias durante el proceso de abrigo se evidencia esta
confrontación de sentidos que asumen las intervenciones de los órganos
administrativo y judicial.
En base a entrevistas realizadas a diferentes agentes de la Defensoría Pública
Oficial, del Servicio Local de Promoción y Protección de los derechos de Niños,
Niñas y Adolescentes y del Juzgado de Familia, informes realizados por los
equipos técnicos de la Defensoría Pública y del Servicio Local y recuperando
entrevistas y observaciones realizadas durante mi trabajo de campo durante el 2015
en un Hogar Convivencial de la ciudad de Olavarría me propongo dar cuenta de
esta tensión entre las intervenciones administrativa y judicial y la confrontación de
sentidos que subyace al procedimiento de “abrigo” en el marco de procesos de
restitución de derechos a niños, niñas y adolescentes en situación de “riesgo” en la
ciudad de Olavarría.
4
una “medida de abrigo”) le restituyeran
los nenes, dijo “no estoy de acuerdo, ¿por
qué el poder judicial se mete en algo que
es del poder administrativo? Entonces va a
la cámara, está bien, va a la cámara, apela.
La semana pasada yo tuve q llevar a Jula a
la cámara (…) Es una cuestión de
contralor de poderes, nosotros también
controlamos lo q el poder ejecutivo hace.
(Entrevista a trabajadora social de la
Defensoría Pública, Abril, 2017)
Podemos afirmar, entonces, que estos agentes involucrados en el procedimiento de
“abrigo”, enmarcados en determinados organismos estatales y figuras jurídicas,
constituyen lo que estas autoras denominan “un campo de instituciones y agentes
con diferentes intereses” (op.cit. p.13), los cuales emplearán diversas técnicas y
estrategias en una puja por hacer prevalecer los de cada uno. Estas relaciones
conflictivas entre agentes y entre los organismos que estos representan en el marco
de procesos de restitución de derechos se verán expresadas en las diversas
intervenciones de estos organismos – en audiencias, informes, “trabajo” con las
familias, reuniones- signadas por lógicas fundadas en la posición que cada uno
ocupa en este proceso.
Si uno va y habla con el Servicio Local
para ver por qué tomaron una medida de
abrigo te van a decir “no, porque nosotros
hicimos esto, le pusimos un acompañante
terapéutico, le dimos la comida, le
pusimos esto y lo otro y sigue todo igual.
Ahora, si vos ves que el acompañante
terapéutico iba dos veces por semana dos
horas, que además lo único que hacía es
ver si estaba el piso limpio o criticarle la
vida y no se enfocaba en el proyecto, si
vos ves que había necesidades básicas que
no estaban cubiertas, agua, luz, gas, cosas
básicas… Una cosa es lo que te pueden
llegar a contar ellos y otra lo que te cuente
la familia. Y el trabajador social no es el
mismo en el Servicio Local que acá.
(Entrevista a trabajadora social de la
Defensoría Pública, Mayo 2017).
Los agentes involucrados durante el procedimiento de “abrigo” desplegarán sus
prácticas de intervención en esta puja de intereses, donde lo que se define es la
continuidad o ruptura de los lazos de filiación. Entonces, retomando la perspectiva
foucaultiana de gobierno de poblaciones y focalizando en los modos de
administración de la niñez y sus familias, estos lazos que se pretende fortalecer
durante el procedimiento de restitución de derechos, son intervenidos a partir de
ciertas lógicas del campo burocrático, llevadas a cabo por agentes que despliegan
determinadas técnicas y estrategias a fin de lograr su objetivo. De esta manera,
5
recuperando la postura de Barna (2014) en relación a las conceptualizaciones de
raigambre foucaultiana, posicionarnos a partir de esta perspectiva de análisis
requiere ir más allá de consideraciones categóricas que explicarían por sí mismas
estas indagaciones. Por el contrario, éstas deben ser utilizadas como herramientas
de nuestro trabajo y “llenarse de contenido desde el registro y la reflexión
etnográfica” (2014:59). Así, en el plano local, los modos en que los distintos
agentes involucrados en el proceso de restitución de derechos y específicamente en
el proceso de abrigo interactúan y se posicionan dentro de él, responde a una
situación contextual en la que trascendiendo la normativa que enmarca este proceso
se ponen en juego diferentes mecanismos estratégicos y negociaciones generadores
de determinadas condiciones en la administración de la niñez con “derechos
vulnerados”.
Nosotros (agentes de la Defensoría
Pública) empezábamos a intervenir
cuando declaraban el estado de
adoptabilidad, nos llamaban y nos decían
“ah, les avisamos q estos chicos están en
estado de adoptabilidad así q mandamos al
padre porque tiene derecho a un abogado”,
recién acá, recién a los seis meses cuando
se declara el estado de adoptabilidad. Los
pelos de punta nos ponían, porque a esa
altura ya no podés hacer nada más, ya se
hizo todo y ahí dijimos, bueno basta,
nosotros tenemos q empezar a intervenir
ni bien se toma la medida de abrigo e ir
reuniéndonos con Servicio Local una vez
por mes, que es lo q venimos haciendo, e
ir diseñando estrategias en conjunto.
(Entrevista a trabajadora social de la
Defensoría Pública, Mayo, 2017)
De esta manera, en Olavarría, la aplicación de medidas de abrigo, genera una
instancia de intervención administrativa y judicial en la que ambos organismos
desplegarán sus técnicas y estrategias a fin de lograr generar las condiciones para la
restitución de derechos. Vamos a ver que estos dos organismos se posicionan de
manera distinta en función de lo que para cada uno significa esta instancia de
“abrigo” y los sentidos que asume.
3
Estas “problemáticas” refieren, en general, a situaciones definidas por los mismos agentes
intervinientes del Servicio Local como “negligencia”, “abandono” y “violencia”, entre las más
comunes.
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La misma alusión a esta prolongación en el tiempo del proceso de restitución de
derechos era expresada por la Coordinadora de la institución de guarda en la cual
realicé trabajo de campo durante el 2015.
La mayoría de ellos (los niños y niñas del
hogar de guarda) están en proceso de
pasar a adoptabilidad, otros ya se están
vinculando con familias. Esta es la última
instancia, te imaginás que para llegar
acá… ¡Sabés todo lo que se luchó con
esas madres! Pero no, no, no, no se logra
nada. (Entrevista realizada a Coordinadora
de Hogar de Guarda, Junio 2015)
La decisión de aplicar medidas de abrigo se fundamenta, entonces, de la misma
manera, refiriendo a un “trabajo de años sin resultados”. Los agentes entrevistados
de la Defensoría Pública, por su parte, manifiestan un claro contraste de sentidos
asociado a esta referencia al tiempo prolongado de “trabajo” como justificación de
la aplicación de un “abrigo”. En este caso el tiempo prolongado de “trabajo sin
logros” estaría justificando, más allá de la aplicación de una medida de abrigo, la
posibilidad de la adopción.
Mirándolo desde el ISN, hay que hacer un
procedimiento rápido y expeditivo que
tiene un máximo de duración de 180 días
que para la justicia es nada, un juicio de
alimento dura un año y medio, el juicio
más rápido q podes tener es el divorcio,
tarda más o menos cuatro meses y se le
llama expréss, así que imaginate si esto
no es adopción expréss. En 180 días lo
que tiene q hacer el Servicio Local y el
juzgado es trabajar para poder revertir
todo lo que por ahí un año, un año y
medio antes, habiendo aplicado toda las
medidas posibles no pudieron revertir. El
Servicio Local viene trabajando con una
familia de hace mucho tiempo, concluyó
que con esta familia no puede trabajar más
y es necesario separarla de los chicos. La
ley me dice, ¡ojo!, vos los separas de los
chicos para trabajar 180 días intensamente
para que vuelvan con su familia. Ahora la
realidad es que los del Servicio Local, si
trabajaron intensamente realmente hasta
ese momento, ellos ya tiene una decisión
tomada entonces y ellos consideran que
ese chico inicia en el abrigo porque esa
familia no puede cuidarlo y que lo mejor
es que tenga derecho a crecer en una
familia pero que no es la suya. Todos los
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del Servicio Local te van a decir que no,
que en realidad ellos lo hacen porque
creen q muchas veces, el hecho de separar
a los chicos de los padres genera en ellos
una reacción extra para que tomen
dimensión de la realidad y que cambien
las cosas q no pudieron cambiar hasta ese
momento. Y muchas veces, es verdad,
puede pasar, pero lo que no pasa en el día
a día es un tema de cambio de juicios de
valor q hace la misma gente del Servicio
Local. (Entrevista a Defensor Civil, Abril,
2017)
Lo que intenta demostrar el defensor civil entrevistado es la lógica que encierra la
decisión de aplicar una medida de abrigo basada en el deseo de brindarle a los niños
y niñas en “riesgo” una familia “adecuada”. La prolongación en el tiempo de un
“trabajo en vano” sería índice de la irreversibilidad de la situación de vulneración.
De esta manera para los agentes de la defensoría, la instancia de “abrigo”, desde la
óptica de quienes deciden aplicar esta medida, no sería más que el primer paso en el
camino de la adopción. Esta afirmación también encuentra un argumento en la
afirmación, por parte de la Coordinadora del Hogar de Guarda, de que en 180 días
de trabajo no podrían revertir lo que no se pudo en años.
Ahora bien, las intervenciones del Servicio Local y la Defensoría Pública durante el
procedimiento de abrigo se enmarcan normativamente en el artículo 35 bis de la
Ley Provincial de Promoción y Protección de Derechos, artículo que hace las veces
de puente entre él y el artículo 12 de la Ley 14.528 de procedimiento de adopción.
Este artículo define nuevamente la “medida de abrigo” y normativiza la audiencia
en la que el juez debe dictaminar la situación de adoptabilidad o la restitución al
hogar de origen del niño o niña bajo “abrigo”, una vez finalizado el plazo de 180
días. Pero el proceso que en este trabajo llamamos “proceso de abrigo”, en base a
la denominación que le confieren los actores entrevistados, aquí se denomina
proceso de declaración de adoptabilidad. Partiendo de esta consideración, la
instancia de “abrigo” se configura entonces a partir de la dualidad
restitución/adopción que configura unas intervenciones determinadas y que es
productora de sentidos contrapuestos asociados a esta instancia.
En los procesos de abrigo en Olavarría el órgano de la defensoría actúa desde el
momento mismo de notificada la decisión por parte del Servicio Local. Se notifica
al Juez de familia, a la Asesora de Incapaces, a la Institución de guarda – cuando se
requiera - , al Servicio Zonal y a la Defensoría Pública Oficial. En muchos casos,
incluso los agentes de este organismo son los encargados de comunicar a los
progenitores de esta decisión. La modalidad se adopta a partir de un pedido
efectuado por la defensoría al juzgado de familia a los efectos de lograr un
“verdadero trabajo de campo” durante el proceso de abrigo, lo cual es considerado
fundamental, por parte de los agentes de este órgano, a los fines de lograr la
restitución de los niños a su hogar de origen.
Ellos (madres y padres biológicos) van a
transitar todo un proceso en el cual el
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juzgado los mira solamente expectante, el
Servicio Local les establece estrategias
que en realidad debería haberlas usado
antes y no tiene contacto con ellos, porque
el contacto diario es muy escaso, porque
la realidad es que ellos ya tomaron la
decisión y los padres no confían en el
Servicio Local, porque es quien les saco
los chicos. Entonces nosotros lo notamos
a eso, empezando a hacer la defensa en
los abrigos, donde antes ni siquiera nos
llamaban y dijimos, bueno, pero entonces
alguien tiene q trabajar a nivel de campo
con las familias para generar este efecto
de cambio, esta confianza y esperanza de
cambio positivo q no tiene el Servicio
Local. (Entrevista realizada a defensor
civil, Abril, 2017)
De esta manera desde el órgano de defensa se supone que en este proceso las
agentes del Servicio Local ya no “trabajarán” por la restitución de los niños y niñas
y por lo tanto ellos/as como defensa deberán realizar este “trabajo”. Así, tanto las
agentes del Servicio Local como de la Defensoría intentarán demostrar ante el juez
cual es el destino apropiado para esos niños/as separados de su familia de origen.
Las intervenciones del Servicio Local sobre las familias durante la instancia de
“abrigo” no suelen ser tan asiduas como antes de aplicar esta medida. La mayor
intensidad del “trabajo” debe efectuarse por parte de los progenitores. Los agentes
del Servicio Local intervinientes en este proceso de restitución diseñan un Plan
Estratégico de Restitución de Derechos –PER -4 en el cual se pautan una serie de
prescripciones que las madres y padres deberán llevar a cabo. Estas estrategias de
fortalecimiento del vínculo familiar, se diseñan con el fin de modificar ciertas
conductas evaluadas como“riesgosas” para los hijos, buscando específica y
4
Al respecto el art. 35 bis en su modificación del Decreto 177/14 enuncia: “El Servicio Local de
Protección de Derechos elaborará un Plan Estratégico de Restitución de Derechos (PER) al
momento de adoptar la medida que tiene como objetivo la remoción de los obstáculos que
amenazan o vulneran los derechos del niño, niña o adolescente y su reinserción al medio familiar.
Tal tarea deberá realizarla por sí o a través de los programas específicos. Contendrá los siguientes
puntos:
1. Diagnóstico de la situación de vulneración de derechos: conclusiones de las entrevistas
mantenidas con el niño, niña o adolescente (de acuerdo con su edad y grado de madurez), con los
progenitores y otros familiares, así como también informes médicos, psicológicos y/o escolares, y
de otra índole que den cuenta de la situación que se encuentra atravesando el niño, niña o
adolescente al momento de la medida.
2. Resultado/s esperado/s por la intervención del Sistema de Protección de Derechos.
3. Objetivos de la intervención.
4. Acciones y estrategias a desarrollar para el cumplimiento de los objetivos.
5. Instituciones y actores de la coordinación incluidos en las acciones y estrategias.
6. Metas cuantificables a lo largo del proceso de la medida. Se deberá explicitar metas cada
cuarenta y cinco (45) días que reflejen la situación esperada a medida que se ejecuta el plan”. (art.
35 bis, Ley 14.537)
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primordialmente generar, moldear y fortalecer determinadas conductas asociadas a
valores morales sobre los roles materno y paterno.
El equipo técnico de la defensoría comienza a intervenir a partir de la instancia de
“abrigo”, acompañando a las familias en el cumplimientos del PER, realizando
“trabajo de campo”, sugiriendo modificaciones al plan en función de las
condiciones y posibilidades de cada familia. Los informes resultantes de estas
intervenciones serán la contracara de los informes de seguimiento del proceso que
realizará el equipo del Servicio Local.
De esta manera se configura un procedimiento de intervención administrativa y
judicial en el que a partir de las evaluaciones, consideraciones y enunciaciones
plasmadas en los informes realizados por los equipos técnicos de ambos
organismos, se ve reflejada una clara confrontación de sentidos en función de
ideales y valoraciones morales construidas en este marco.
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cosquillas, el abrazo natural, la
complicidad”. En las paredes del Hogar se
ven fotos de los niños, la coordinadora y
las educadoras en la playa, en fiestas de
navidad y año nuevo, en cumpleaños de
los niños. En mi última visita al Hogar,
cuando me estaba despidiendo de la
coordinadora en su oficina, entra uno de
los niños, ella lo alza y comienza a hacerle
cosquillas, en ese momento entran dos
niños más y se suman al juego. Cuando
los niños se van la coordinadora me
explica que eso es precisamente lo que
intentan brindarles desde el Hogar, “Lo
que hacen todas las familias”. (Entrevista
a coordinadora de Hogar de Guarda,
Agosto, 2015).
Durante las entrevistas a la coordinadora del hogar siempre fue manifiesto su deseo
de que los niños encuentren una familia lo más rápido posible. Incluso, durante mi
primer acercamiento al Hogar sin tener conocimiento aún de la normativa con
respecto a medidas de abrigo, llegué a creer que esta instancia era un periodo
intermedio entre la separación de los niños de su familia y la adopción. Esta
conclusión a la que llegué muy ligeramente se sustentaba en este deseo expreso
durante mis entrevistas en el Hogar.
La mayoría de ellos (los niños del Hogar)
están en proceso de pasar a adoptabilidad,
otros ya se están vinculando con familias.
Esta es la última instancia, te imaginás
que para llegar acá… ¡sabés todo lo que se
luchó con esas madres! Pero no, no, no,
no se logra nada. (Entrevista a
Coordinadora del Hogar de Guarda, Mayo
2015)
En estas expresiones claramente se evidencia el convencimiento por parte de la
coordinadora de que el “trabajo” que se debiera realizar durante el proceso de
“abrigo” es “inútil” y cree realmente que los niños que conviven allí, en el marco de
un “abrigo”, esperan a ser adoptados. En consonancia con este convencimiento,
para ella la instancia de abrigo no sería más que una “pérdida de tiempo” que
retrasa la adopción, la posibilidad d estos niños de conseguir una familia que les
brinde lo que la de origen no pudo. Todas las referencias, a las familias de origen en
las entrevistas, se expresan en términos de valoraciones morales negativas:
Una cosa es un fin de semana, otra es
quedarse por completo, convivir… ahí
hacen aguas. Los días de semana que
tienen que cumplir con las condiciones de
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seguir con la misma rutina que acá, que la
escuela, que el CEC, que las terapias,
hacen aguas… no lo hacen, no los llevan
ni a la escuela a veces. No hay mamás
potables acá, no las va a haber. Por eso te
digo que acá la educadora reemplaza a la
madre, no a la madre biológica, sino a la
que no tuvieron. (Entrevista a
coordinadora del Hogar de Guarda,
Agosto, 2015)
Ahora bien, los valores que la coordinadora destaca como positivos de una familia
o de una madre para con sus hijos/as van más allá de las obligaciones prescriptas
por la ley en función de garantizar los derechos de los/as niños/as como la salud,
alimentación o educación. Los valores que se ponen en juego en el Hogar tienen
que ver con una moralidad construida alrededor de la idea de familia que juzga una
organización y cotidianidad familiar que responde a pautas distintas a las del
modelo familiar hegemónico. Los parámetros con los que la coordinadora mide los
comportamientos y conductas de los familiares de los niños del Hogar responde a la
“normalidad” del patrón familiar hegemónico o socialmente legitimado (Eilbaum,
2011).
Estos sentidos asociados al rol familiar y las construcciones morales que de ellos se
desprenden son los que hacen las veces de varas con las que se miden los
comportamientos de estas familias y a partir de las cuales los agentes
administrativos deben moldear sus conductas. Estas mismas valoraciones morales,
aunque asociadas a distintas percepciones de las mismas, resurgen durante las
entrevistas a dos trabajadoras sociales, una de ellas del equipo técnico del juzgado
de familia, el cual interviene durante el proceso de abrigo realizando un
seguimiento del “trabajo” con las familias y la otra del equipo del Servicio Local:
Se supone que cuando hay casos de
familias cuya causa de vulneración de
derechos son las condiciones materiales
insuficientes, el Estado debe garantizarlas.
Pero en casos de violencia, negligencia,
por ejemplo, en última instancia también
son estas condiciones las que operan,
porque en una familia de clase media
también puede haber violencia,
negligencia, pero sus condiciones le
permiten resolver esto de otra manera. Si
vos podés hacerte un viajecito sin los
pibes, poner una niñera… es distinto. Yo
si estuviera como están algunas madres,
en una casa de dos por dos, con un marido
que se va y no aparece en todo el día, o
aparece a los dos días borracho, con los
pibes trepándole las paredes, yo los
revoleo también. Yo entiendo que
descarguen con los pibes, lo puedo
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entender, porque una familia de clase
media también necesita descargarse de
laguna manera, pero sus condiciones le
permiten resolverlo de otra manera. Pero
la gente juzga la actitud y la conducta de
las familias pobres y denuncia eso.
(Entrevista a trabajadora social del
Servicio Local, Junio, 2017)
Hay cuestiones mucho más de fondo que
van más allá de las necesidades básicas
insatisfechas. Esto no, en general por esto
no se toma una medida de abrigo. El
Estado, yo, trabajo antes para que esto
pueda revertirse. Los abrigos se toman por
cuestiones más de fondo, violencia,
abusos, cosas que no se pueden permitir
que sigan pasando. A veces las mamas no
reconocen que tienen una pareja violenta y
hay que sacar a su hijo de ahí por eso.
(Entrevista a Trabajadora social del
Juzgado de Familia)
De esta manera ambas evidencian a partir de sus propias consideraciones, un claro
convencimiento de la dificultad – dejando entrever casi una imposibilidad- que
significa revertir una situación riesgosa para un niño o niña durante el
procedimiento de abrigo.
Ahora bien, el equipo técnico de la Defensoría entra en escena a partir del inicio del
procedimiento de “abrigo” a fin de realizar un “verdadero trabajo de campo”. Esto
significa que los agentes de la Defensoría asumen este “trabajo” como propio ya
que consideran que Servicio Local no lo realiza de la manera conveniente a los
efectos de generar un cambio positivo en las familias. Lo que sí realiza el equipo
técnico del Servicio Local en este período de “abrigo” es ponderar el cumplimiento
del PER por parte de los padres. De esta manera el equipo técnico de la Defensoría
realiza un trabajo de seguimiento y asistencia a los padres biológicos a fin de que
logren cumplir con las expectativas, fundadas en consideraciones morales acerca de
los roles materno y paterno, pautadas en el PER. Este, valiéndose del lenguaje
legislativo organizado sobre todo en torno a la idea de responsabilidad (Vianna,
2010), implica un conjunto de pautas fundamentadas primordialmente sobre
connotaciones morales que, como sostiene la autora, implica estar sujeto a un
conjunto de obligaciones morales, no solo de control de los niños y niñas sino
también de su formación. Por otro lado, lo que estos agentes de la defensa
manifiestan es que las prescripciones que pauta el PER son demasiadas y no
consideran las condiciones, situaciones y particularidades de cada caso particular.
Entonces, lo que proponen es asumir el compromiso de lograr el efectivo
cumplimiento del PER para lograr la restitución de derechos y de los niños y niñas
a su hogar de origen,
Así, los agentes de la Defensoría proponen “trabajar” con las familias
fundamentando que los progenitores les tendrán la confianza que ellos/as
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consideran no le tienen a los agentes del Servicio Local – teniendo en cuenta que
son quienes les “sacan” a sus hijos- por lo que asumen que entrando ellos en
escena desde un primer momento en la instancia de “abrigo” la situación se
revertiría.
En el abrigo ellos (agentes del Servicio
Local) constatan que vos están violando
los derechos del niño y tiene q empezar a
trabajar para que vos mejores. Entonces el
problema es que los padres, como no
cambia la persona que sigue trabajando
con vos en el Servicio Local, es una
persona que te habla sabiendo q vos no
vas a mejorar, o sea te quito la confianza,
ya el que va a trabajar con vos es difícil
que genere el cambio porque no tiene
confianza en q vos cambies, te quito la
confianza, o sea yo siendo el padre, no
tengo estimulo emocional de parte de esa
persona. Y es la misma persona la que
toma la medida y luego tiene que trabajar
con vos e informar si vos mejoraste. Si es
la misma persona, que ya había decidido
que vos no estabas en condiciones, es muy
difícil, o sea, tiene q tener mucha entereza
a nivel profesional para generar ese
cambio. Porque además se confunde con
el hecho de decir, bueno, si ahora está en
condiciones ¿quiere decir que yo me
equivoqué? Entonces muchos defienden
sus posturas de que el chico tenía que ser
dado en adopción. (Entrevista a Defensor
Civil, Mayo, 2017)
Esta contradicción que supone el defensor civil sería el impedimento para generar
un cambio en las familias, encuentra su fundamento en esta doble finalidad del
proceso de abrigo que define dos modos de resolución del mismo. Para el órgano
judicial de defensa, todas las estrategias empleadas durante este proceso deben
enfocarse en la revinculación de los niños y niñas con su familia de origen a través
de este “trabajo” que implica “ordenar sus comportamientos y conductas” Para el
órgano administrativo este “orden familiar”, desde un primer momento en el
proceso de “abrigo”, considera la adopción como posibilidad. Esta confrontación
de intereses puede explicarse, siguiendo la lógica argumentativa de los agentes de
la Defensoría, en el hecho de que sería contradictorio para el órgano administrativo
decidir aplicar un abrigo y simultáneamente solventar una revinculación.
Ahora bien, si se logra generar este cambio en las familias y el juez decide restituir
al niño o niña a su hogar de origen, el órgano administrativo vuelve a intervenir
sobre las familias, esta vez a través de un programa municipal de acompañamiento
a familias con niños/as restituidos. Este programa constituye una manera de
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sostener este “cambio” que se logró generar en los comportamientos y conductas de
los progenitores.
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Porque es así, ahora algunas cosas vamos
cambiando viendo q la gente es toda
distinta, entonces, algunos te dicen vallan
al taller de padres, pero por ahí es a las
diez la mañana y el padre no puede
porque está laburando, entonces después
le van a estar marcando, tildando para ver
si la hicieron o no y por ahí no lo hizo
porque pierde el laburo. Ahora, él por su
propia cuenta no le iba a decir en la
audiencia, “mire señor juez, yo no puedo
ir porque tengo q trabajar”, entonces ahí
sirve el ir diseñando las estrategias de
común acuerdo. Entonces uno puede ir
proponiendo algunas cosas nuevas, podes
pedir por ejemplo que cuando hay que
hacer terapia no los manden al sistema
normal donde le dan el primer turno
dentro de un mes, porque tiene que hacer
terapia ya, entonces bueno… normalmente
igual siguen siendo hacer terapia, ir a los
talleres y cumplir con todos los llamados
del Servicio Local. (Entrevista realizada a
Defensor Civil, Abril, 2017)
Así se configura una dinámica de intervención donde a partir de este diálogo entre
dos lógicas de intervención distintas se pretende restituir derechos vulnerados.
Ahora bien, esto no significa que a partir de estos consensos y estrategias de común
acuerdo el proceso esté libre de confrontaciones y tensiones, sino todo lo contrario,
cada organismo seguirá interviniendo sobre las familias pugnando por hacer
prevalecer sus posiciones e intereses, a partir de sus propias evaluaciones y
diagnósticos y tomando sus propias decisiones, las cuales podrán negociarse y/o
consensuarse o no. Todas estas instancias, plagadas de los sentidos que asume para
cada agente el procedimiento de abrigo y enmarcadas en lógicas de intervención
determinadas por la posición ocupada en el proceso de abrigo, suponen
necesariamente la emergencia de tensiones y confrontaciones entre ambos
organismos intervinientes.
Cuando vos entrás en el proceso de abrigo
hay algo que es rector, superior, que es el
Interés Superior del Niño. Ahora la norma
está hecha en base al ISN que se hizo con
la ideología de alguien, entonces mis
patrocinados, que son toda la gente pobre
del país, como grupo, no tiene capacidad
de lobby, de influir sobre las personas que
hacen las leyes y demás, ahora los grupos
de adoptantes si tienen capacidad de
lobby, porque es gente q tiene otras
capacidades y tienen presencia pública.
De hecho vos lo que escuchas es que todo
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el mundo habla de lo que tarda una
adopción. ¿Entonces qué pasa? Hay un
solo artículo en toda la ley que dice qué es
la medida de abrigo y dice qué hay que
hacer en esa medida de abrigo, y el objeto
de ese artículo es que el chico vuelva a su
familia, supuestamente, pero después hay
un problema que es la fuerza de los
mensajes y de los títulos que se le ponen a
las cosas. Cuando se toma una medida de
abrigo se llama medida de abrigo, el
proceso judicial se llama abrigo, el juez,
yo como abogado y el Servicio Local, a
partir de que tomo la medida de abrigo
tenemos que movernos en base a una ley,
¿cómo se llama la ley? Ley de adopción.
Entonces, cuando yo inicio, está la ley de
promoción de los derechos del niño,
cuando se inicia el abrigo judicialmente
entra en funcionamiento una ley, que es la
ley de adopción. Entonces ¿para sacar
chicos en qué situación está hecha esa ley?
Sino se llamaría ley de restitución de
derechos. (Entrevista realizada a Defensor
Civil, Abril, 2017)
Esta conclusión a la que llega mi entrevistado da cuenta de los sentidos construidos
en torno a la normativa que enmarca este proceso de abrigo. Estos sentidos
proliferan alrededor de la doble articulación que supone el proceso de “abrigo”
entre la Ley de Promoción y Protección de Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes y la Ley de Procedimiento de Adopción. Esta bifurcación que
comienza con la judicialización del proceso de restitución de derechos configura la
ambivalencia que encierra el procedimiento de abrigo. Ante esto, el ISN asume
sentidos contrapuestos en función del organismo que interviene en su defensa. Esto
es, si bien la norma dice que el principio del ISN debe regir cualquier decisión que
se tome en este marco, quien define este ISN es cada organismo interviniente a
partir de los sentidos asumidos por los actores involucrados en el proceso. De esta
manera lo que intenta explicar el defensor civil cuando alude a la fuerza de los
mensajes es que a partir de la aplicación de una medida de abrigo el proceso de
restitución de derechos se enmarca en la Ley de Adopción, por lo que sólo el título
de la ley ya encierra todo un imaginario alrededor del procedimiento que se plasma
luego en los sentidos cristalizados en discursos y prácticas de los agentes
intervinientes.
Por otro lado, el defensor civil alude al sentido común que emerge generalmente en
torno a los tiempos de la adopción y refiere a la capacidad de lobby de cierto grupo
de personas que bregan por un procedimiento de adopción veloz. En función de
esto, entonces, a través de la presencia pública, estos grupos de personas hacen
mención de los obstáculos por los que deben atravesar para lograr adoptar un niño o
niña y los procesos largos a los que deben someterse a tal fin. De esta manera se
ven justificadas ciertas interpretaciones en torno al proceso d e abrigo, que lo
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definen como un período de transición que consecuentemente culminaría en la
adopción. Siguiendo este sentido, los niños entonces estarían esperando conseguir
una familia y en tal caso, invisibilizado públicamente el proceso en su totalidad, es
decir el proceso de cambio por el q deben atravesar los progenitores para lograr la
restitución de sus hijos, es lógico pensar que esta instancia es realmente una
instancia de espera larga que impide que los niños consigan rápidamente una
familia. Tal es así que al momento de dictar sentencia, transcurridos los 180 días
del procedimiento de abrigo, si el juez dictamina la instancia de adaptabilidad,
inmediatamente el juzgado acude al Registro Único de Aspirantes a Guarda con
Fines Adoptivos y la psicóloga del equipo técnico comienza a “trabajar el deseo a
ser adoptado” en ese/a niño/a adoptable, más allá de que los progenitores apelen la
sentencia. Lo que sigue a esto es, quince días más tarde el niño o niña estará
vinculándose con una familia adoptiva mientras sus padres biológicos continúan
intentando recuperar a sus hijos:
Como demandado yo puedo apelar, o sea
puedo ir a la cámara, al superior, incluso ir
a la corte, incluso a la corte
interamericana si todos me dijeron que no,
diciendo ese chico tiene q volver conmigo,
no estoy de acuerdo con lo q dijo el juez
de primera instancia, ahora ¿qué pasa?
Como la ley no la hizo mi cliente, esa
sentencia no tiene efecto suspensivo, lo
que dice la ley es que por el interés
superior del niño, que ese chico siga por el
caminito de la adoptabilidad y después
veremos si alguien resuelve lo contrario.
Ahora ahí hay algo terrible, la cámara
resuelve como rapidísimo en cuatro meses
y el chico tiene que ser puesto en una
familia postulante a la adopción en el
término de quince días dictada la
sentencia. Entonces, yo tengo cinco días
hábiles desde que me notificaron para
presentar recurso, el recurso es decir
apelo, después tiene que salir un despacho
del juzgado que tarda más o menos una
semana en dictarse donde dice que tengo
un plazo de cinco días para fundar lo que
digo y presentar un memorial. Eso, por
ahí paso un mes hasta que yo lo estoy
presentando efectivamente. Cuando yo
estoy diciéndole a la cámara, ni siquiera se
lo digo a la cámara, lo estoy presentando
en el juzgado de origen, un escrito donde
dice porque no estoy de acuerdo con lo
que resolvió el juez de primera instancia,
el chico ya está viviendo con una familia.
adoptiva, que todavía no es
definitivamente su familia adoptiva pero
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que ya está corriendo el plazo de
adoptabilidad, porque lo que tiene es una
guarda preadoptiva que cumplido seis
meses se puede iniciar el juicio de
adopción. (Entrevista realizada a Defensor
Civil, Mayo, 2017)
Este procedimiento judicial por el que transitan los progenitores ante una apelación
de la sentencia luego del período de abrigo, no es percibido públicamente. Por el
contrario, “la travesía” de los padres adoptivos sí es percibida y utilizada como
fundamentación de defensa ante posturas que apelan por un procedimiento más
expeditivo.
Retomando esta dualidad restitución/adopción que implica el procedimiento de
“abrigo”, las valoraciones morales, interpretaciones de ciertas situaciones familiares
y/o personales, prejuicios y estereotipos que intervienen en él, incidirán
directamente en las intervenciones de los agentes del proceso. Frente a una
situación particular cada agente involucrado, valiéndose de su posición en este
campo burocrático, construirá sus propios sentidos en relación a la misma.
Julia fue víctima de mucha situación de
violencia, decían que no, que no, que no,
porque no los baña, no pueden jugar con
ellos y esto y lo otro y que le habían
puesto acompañante terapéutico, esto y lo
otro y que igual no y no. Bueno, la
cuestión es que a Julia le sacan los chicos
en el marco de una denuncia que ella hace
por violencia. Ella dice que la denuncia es
la que hace que le saquen a los chicos. Al
ponerle la exclusión al papá lo mandan a
terapia. Entonces lo primero que veo es
que no tenía agua Julia, tres años con
acompañante terapéutico, tres años con
esto y lo otro. Después de tres años
tomaron la medida de abrigo y nadie vio
las condiciones en q vivía. Es trabajar
sobre el aire, nadie vió algo tan básico, no
había agua… ya nomás con eso…
Después empiezo a articular con el centro
terapéutico donde estaba el padre, porque
bueno, el papa de los chicos también tiene
q preocuparse porque a los chicos se los
van a dar en adopción, porque aparte es
así, culpabilizan a la madre y el padre
como que no existe. Entonces el centro
terapéutico también empieza a trabajar
conmigo. Al salir de la situación de
violencia, los dos empiezan a estar mejor.
El padre tuvo un alta rápido, tiene un
trabajo en blanco (…) y Julia empezó a
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ponerse linda, el pelo, la ropa, empiezan a
darle un subsidio. ¿Qué dijeron desde el
hogar? Y claro, como nosotros le tenemos
los chicos, ahora tiene tiempo para andar
bien higienizada, para esto y el otro. No,
es porque salió de una situación en la que
estaba que empieza a valorarse como
mujer, que puede estar mejor. (Entrevista
realizada a trabajadora social de la
Defensoría Pública, Abril, 2017)
Estas distintas apreciaciones cargadas de valoraciones morales no deben
interpretarse, como postula Villalta (2013) como meras opciones individuales o
simples muestras prejuiciosas, sino que deben prestarse a un análisis que las
considere formas “construidas, sedimentadas y reelaboradas en el quehacer
institucional” (2013: 245).
Reflexiones finales
Analizar los proceso de “abrigo” llevados a cabo en la ciudad de Olavarría,
enmarcado en el actual Sistema de Promoción y Protección de Derechos de Niñas,
Niños y Adolescentes, implica concebirlos como una instancia en el proceso de
restitución de derechos, de intervención administrativa y judicial, estructurada a
partir de una doble articulación legal. Esta ambivalencia por la que transcurre el
proceso se ve expresada y manifestada por las distintas intervenciones y sentidos
contrapuestos asociados a este proceso.
Así, en este complejo campo de disputas cada organismo interviniente desplegará
sus mecanismos estratégicos y de negociación a fin de lograr hacer prevalecer sus
intereses. Estos, configurados en determinadas lógicas de intervención de acuerdo a
las posiciones que cada órgano ocupa dentro del campo burocrático, crearán las
condiciones necesarias para que estas lógicas se vean tensionadas. De esta manera
las intervenciones sobre los niños, niñas y sus familias, lejos de implicar una
unidireccionalidad directa y lineal (Muzzopappa y Villalta, 2009) se ven imbuidas
de diversidad de estrategias, tácticas y técnicas que intentan “conducir los
comportamientos y conductas familiares dentro de una determinada gama de
posibilidades y haciendo uso de diversos mecanismos” (Grinberg, 2008:158).
Como afirma la autora, este trabajo de “normalización” desplegado sobre las
familias se ve plagado de tensiones y confrontaciones que no suponen un mero
control sobre las familias, antes bien intentan generar acuerdos, consensos,
establecer pautas y estrategias acordes a determinadas condiciones y posibilidades
forjadas en el mismo proceso de “abrigo”.
Esta tensionalidad manifiesta en las intervenciones de los órganos administrativo y
judicial de defensa, como intenté demostrar en esta ponencia, se encuentra fundada
en la contradicción que representa el hecho de que la instancia de “abrigo” se
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posiciona al final del proceso de restitución de derechos y en el inicio del
procedimiento de adopción. De esta manera, el objetivo de fortalecer los vínculos
familiares se ve “empañado” de alguna manera por la posibilidad de encontrar para
esos/as niños/as una “familia adecuada”.
Referencias bibliográficas
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humanos (pp. 21-72). Buenos Aires, Argentina: Universidad nacional de Quilmes
Editorial.
Villalta, C. (2013). Un campo de investigación: las técnicas de gestión y los
dispositivos jurídico-burocráticos destinados a la infancia pobre en Argentina.
Civitas, 13 (2) 235-258. Recuperado de:
https://www.aacademica.org/carla.villalta/53
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